antiimperialismo y literatura en el caribe (1898-1933) · en tres partes, en abril y mayo de 1921,...

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ANTIIMPERIALISMO Y LITERATURA EN EL CARIBE (1898-1933) Las consecuencias de la guerra entre España y los Estados Unidos contribuyen al auge de la literatura antiyanqui en el Caribe: Puerto Rico se convirtió en una de las primeras colonias de la América del Norte; bajo su influencia estaban en peligro la cultura y tradiciones de la isla; Cuba también quedó intervenida, y los intereses económi- cos de las compañías azucareras hacían dudar de su futuro político; y. también a fines de 1898, se intenta derrocar cl gobierno de la Repú- blica Dominicana, ya gravemente endeudado con los capitalistas de Wall Street, para algunos, con cl beneplácito y la ayuda de los Estados dos Unidos. Es así que las Antillas se convierten a partir de aquel año en el campo más fértil para la literatura de protesta contra la América in- glesa. Fuera de esa región, sin embargo, la mayoría de los escritores no hacen declaraciones o literatura antiyanqui por simpatía o apoyo moral de sus hermanos del Caribe, sino más bien en defensa de la España vencida y humillada. Para ellos el triunfo de los Estados Uni- dos en la guerra es la coyuntura que suscita sus profesiones de fe panhispánica: la antigua metrópoli puede perder sus territorios, pero ellos se proponen conservar la gloria de su imperio cultural: se uni- rán, en defensa propia, ante la invasión de la raza del Norte. Este es el credo de los «arielistas», en cuanto que giran alrededor de los prin- cipios postulados por Rodó en su famoso ensayo de 1900. Así, en un vaivén espiritual, el problema de la influencia de los Estados Unidos surge como tema de una parte significativa de la literatura hispano- americana del momento, tanto en el campo negativo de los cientificis- tas, como en el de optimismo de muchos modernistas en su cumbre dc fe panhispánica: César Zumeta, Alcides Arguedas, Bunge, Darío, Groussac... Su yanquifobia, de base cultural, es el núcleo de la que 14

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ANTIIMPERIALISMO Y LITERATURAEN EL CARIBE (1898-1933)

Las consecuenciasde la guerraentreEspañay los EstadosUnidoscontribuyenal augede la literatura antiyanqui en el Caribe: PuertoRico se convirtió en una de las primerascolonias de la América delNorte; bajo su influencia estabanen peligro la cultura y tradicionesde la isla; Cuba también quedó intervenida, y los intereseseconómi-cos de las compañíasazucarerashacíandudar de su futuro político;y. tambiéna fines de 1898, se intentaderrocarcl gobiernode la Repú-blica Dominicana, ya gravementeendeudadocon los capitalistasdeWall Street,para algunos,con cl beneplácitoy la ayudade los EstadosdosUnidos.

Es así que las Antillas se convierten a partir de aquel año en elcampo más fértil para la literatura de protestacontra la América in-glesa. Fuerade esa región, sin embargo,la mayoríade los escritoresno hacen declaracioneso literatura antiyanqui por simpatíao apoyomoral de sus hermanosdel Caribe, sino más bien en defensade laEspañavencida y humillada. Paraellos el triunfo de los EstadosUni-dos en la guerra es la coyunturaque suscita sus profesionesde fepanhispánica:la antigua metrópoli puedeperder sus territorios, peroellos se proponenconservarla gloria de su imperio cultural: se uni-rán, en defensapropia, ante la invasión de la razadel Norte. Este esel credo de los «arielistas»,en cuantoque giran alrededorde los prin-cipios postuladospor Rodó en su famosoensayode 1900. Así, en unvaivén espiritual, el problemade la influencia de los EstadosUnidossurge como tema de una parte significativa de la literatura hispano-americanadel momento, tanto en el camponegativode los cientificis-tas, como en el de optimismode muchosmodernistasen su cumbredc fe panhispánica:CésarZumeta, Alcides Arguedas,Bunge, Darío,Groussac... Su yanquifobia, de basecultural, es el núcleo de la que

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profesarántantosdespués,mezcladacon protestas,indignación y te-mor ante las sucesivasintervencioneseconómicas,políticas y armadasen Panamá,Guatemala,Costa Rica. Honduras, Nicaragua,Mélico,Haití y las Antillas Mayores: Cuba, Puerto Rico y Santo Domingo,cuyos casosveremoscon algún detalle.

Ademásde la geografía,hay otra razónpara las fechasde estepe-riodo de literatura antiyanqui.Si bien 1898 significa el punto de par-tida de una actitud explicable contralos EstadosUnidos, en 1933 hayun relajamientode esaagresividadpor las promesasde la política delbuen vecinoproclamadapor Franklin D. Roosevelt,en la que creye-ron con la mejor buenafe muchosde los que hablan combatido losdesmanesen el Caribede los presidentesMcKinley, TheodoreRoose-velt, Taft y Woodrow Wilson. Luego, con el desvanecimientode esasesperanzas,surgeun nuevo ciclo de literatura antiimperialista, en elcual estamostodavía, y cuyas obligadasraíces hay que buscarlasenobras y escritorescomo los que aquí nos ocupan.

Para representardicha actividad literaria es necesariohacer unaselecciónque, ademásde ofrecerejemplos típicosde la particularfor-ma expresiva, resumalos másfrecuentesmodose imágenesquesema-nejan en la época.Un ensayistadominicano,un novelista de Cuba yun poetade Puerto Rico —Américo Lugo, José Antonio RamosyJoséde Diego— se encargaránde ofrecer una rica diversidad de ele-mentos,comunesentre sus compatriotas,en esa manifestaciónpor laquesecensurael gobiernonorteamericanoensusrelacionescon la Amé-rica española.Además de la prolongadaocupación de Haití y lasnumerosasincursionesde los Estados Unidos en la América Centraly Méjico, son testigos esos tres escritoresantillanos, despuésde laguerra contra España,de la ocupación permanentede Puerto Rico,la imposición de un apéndicea la Constitución cubanapor el que pu-dieron realizar sucesivasintervencionesen la isla y la toma de lasaduanasy ulterior imposición de un gobierno militar en Santo Do-mingo.

Desde1910 Américo Lugo se habíadestacadocomo vocero conti-nental antiimperialistaal denunciar,como representantede su país enla Cuarta ConferenciaPanamericana,en BuenosAires, los más recien-tes actosde intervencióneconómicay política de los EstadosUnidosen Hispanoamérica.En 1916 vio la ocupaciónarmadade Santo Do-mingo, que impuso un gobiernomilitar, y su pronta reacciónfue com-batir la ingerenciadesde las columnasdel Listín Diario. Sucedierondispersosalzamientoscontrael Ejército extranjero,la prisión y el exi-lio de importanteselementospatrióticos, mientras se manteníala más

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severarepresióny censura. Ya en su cuarto año la ocupaciónnorte-americanaempezabaa sentir con fuerza los sostenidosataquesde losintelectualesdel país; entre ellos, alentadopor un relajamientode lacensura,Lugo participó en una campañade propagandanacionalista.Peroel gobierno militar reaccionópromulgandounaley de másestrictacensuray encarcelóa gran númerode los escritoresconsideradossub-versivos.Uno de ellos era AméricoLugo, cuya rectitudduranteel pro-cesofue objeto de la admiraciónde su pueblo, y cuya respuestaa loscargosde la Comisiónmilitar constituyó en si un reto a la autoridaddel interventor.El resultadode protestastan insistentes,cl que su po-lítica en esepaís del Caribe influyera tan negativamenteen sus rela-ciones con el resto de América, contribuyó a volver la atenciónnor-teamericana,distraídapor la guerra mundial, al problemadominicano.Pero antes,Américo Lugo, ya libre, escribió sus más notablespáginasen contra de la ilegal situación. Para darles mayor alcance,fundóen 1921 una revistaque —recordandoel periódicode su amigo JoséMartí— bautizó con el nombre de Patria. En dicha publicación salióen tres partes,en abril y mayo de 1921, su ensayosobrelos deberesdesus compatriotasante los problemasdel país~. Hemosescogidolas dosúltimas partesde ese trabajo como ejemplo de lo que aquí interesa.

Despuésde una revisión histórica en la que recuerdacómo losdominicanos se habíanganadoel derechoa una República libre, in-cita a sus conciudadanosa reconquistarlay les pide acallar las disen-siones internasque prolongabanla intervenciónextranjera.Luego serefiere al norteamericano,hacesu caracterizacióny describesu com-portamiento. Podemosclasificar esta critica, los alegatos correspon-dientes, en culturales, morales y político-económicos.Aunque en lacuestión dominicana el factor más importante es este último, nopuedeLugo sustraersede la corrientedel escritoryancófobo que de-plora y se burla del materialismodel yanqui y que insiste en la di-ferencia entre los pueblos anglo e hispanoamericanos,temiendo porla integridad espiritual de éstos ante el dominio del Norte. Así, enese ensayo, encontramos,como en toda la literatura de su clase,referenciaa los norteamericanoscomo «mercaderes»postradoso «des-vanecidoscon sus montonesde oro». Y más adelante,advierte sobreel peligro:

«Debemos defender nuestra patria», en A,nérico Lugo; Antología, se-lección, introducción y notas, Vetilio Alfau Durán (Santo Domingo: LibreríaDominicana. 1949), págs. 72-73. Toda cita sc hará con referencia a esta edi-ción, indicándose las páginas, entre paréntesis, en el texto.

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Cuando, finalmente, fuera posibleaceptarla dictadura tute-lar quelos EstadosUnidos de Américapretendenejercer, a todotrance, sobre nosotros,Patria aconsejaría,exhortaría, conmina-ría a no aceptarla jamás: primero, porque nuestro espíritu esdiferente; segundo,porque la dirección de nuestraeducaciónycultura es diferente, y tercero, porquenuestro carácteres dife-rente.Ponernuestro gobierno político en sus manossería darlesnuestradirección espiritual...La adopciónde sus leyes, costum-bres, etc., nos mataríacon la peor de las muertes,la muertepormedio de una lentadegradación...(76-77).

Una constantede la literatura antiimperialista,desde sus primerasmanifestaciones,ha sido la crítica de la moral en los EstadosUnidos,no ya por sus acciones,que pertenecena lo político, sino por lo quese considerala hipocresíacon que llevan a cabosus fines. Es por estecargo que sc difunde en la poesíay el ensayola imagen bifronte delestadistanorteamericano.En esencia se censuraque la intervenciónsiemprevengacon el disfraz de la amistad panamericana,con pro-testasde altruismo, de querercumplir una alta misión humanallevan-do la paz y el progreso al país ocupado, mientras detrás de suspalabrasy promesasse descubreun complejo de superioridady arro-gancia por la que se desdeñaal hispanoparlante.Así lo señalaLugo:«Paracolmo de desdichas,se intitulan hermanosnuestros,salvadoresnuestros,regeneradoresnuestros,tutores nuestros,maestrosnuestros,cuando,en realidad,nos desprecianprofundamente»(73). Al procederasí ~~aorega~, actuando como «ladrones»,«despojan»al país «condolo, engaño,fraude y violencia» (77).

En el campo de la política exterior, lo propio de la literatura delmomentoes condenarel imperialismo yanqui. Es característico,porejemplo, comparar a los EstadosUnidos con los imperios antiguos,llamándolos«el nuevo Cartago»o «la nueva Roma»,para luego de-plorar la explotación que, como aquéllos, hace de sus factorías ycolonias. Así, en este ensayo. Lugo se refiere a la «dictadura deWashington»,regidapor «el nuevo rey de la imperial democraciaan-glosajona» (74), y hace en seguida,en contrastecon el abuso de la«nación intrusa y extraña»de la que viene hablando,el recuentodelo que puedeel país oponer a la absorciónnorteamericana,al renun-ciamiento de su tradición y cultura, sólo tolerable —dice—— si el do-minicano no tuviera un pasadodel que vive orgulloso, si no tuvierauna historia que le garantizarael mejor destino,

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Si nuestra tierra, la predilecta de Colón, la primera en po-blarse,colonizarsey civilizarse en el Nuevo Mundo, no hubieseiluminado y presidido el alumbramientode cuantasson las so-ciedades civiles que ahora constituyen naciones en América,tanto con el caudalde sus arcasy el tesoro de sus venas, cuan-ro con las aulasde su Universidad, los talentosde sus capitanesy la piedadde susprelados;si Colón mismo, y Cortés,y Pizarro,y mil guerreros,argonautasy misionerosdignosde ser cantadospor Homero e historiadospor Plutarco no hubieran concebidoy organizadosus empresasen esta isla Española, sacandodelcorazónde éstael oro, la firmeza evangélicay el brío heroiconecesarios;si Vázquez de Ayllón no hubieseencontradoentrenosotros recursosy elementospara poblar la primera coloniaen el entoncessolitario senode las tierras que habíande ser, an-dando los siglos, los EstadosUnidos de América; . . . si nosotrosno hubiéramoscombatido,vencido y rechazadoa los abuelosanglosajonesde estos mercaderesangloamericanos,cuandodes-embarcaron,trescientosañosha. en cantidadde ocho o diez milhombres,en el mismo sitio en que recién desembarcósu genteCaperton...(75-76).

La tradición, la radical diferencia de espíritus, la hipocresía yviolencia con que avanza el invasor, todo debe contribuir, insiste,a fortalecer la resistencia del dominicano al imperialismo, a sus ejér-citos y a las «rapacescorporacionestodopoderosas»que «se apoderande los terrenosajenosy desalojana los infelices propietariosindemní-zándolosdespuéscon un fajo de sucias papeletas»(72-73). Precisa-mentela soberaníapopular, el título de la mayor propiedad—la na-cional— dependía,según Lugo, de una de esas «papeletas»,pues,como de Cuba, los EstadosUnidos no iban a retirarsede SantoDo-mingo hastaasegurarla legalidad de la ocupación y todas las me-didas tomadaspor el Gobierno Militar, Por eso, y porque durantela larga presenciamuchas tierras habíanpasadoa manos del extran-jero bajo el enormepeso de impuestos y la presión de compañíasnorteamericanas,encamina Lugo sus escritos antiyanquis contra elPlan I-lughes-Peynadoy el Entendido de Evacuación, y se dirigeal sectormás sensible,~‘A los Campesinos”,en julio dc 1923, y lespide abstenersede votar en las eleccionesque determinaríanla suertede dichosconvenios: el «oculto venenotraidor» —la táctica legislativadel referendum—,explica, habíaconvertido el sufragio mismo en unmedio de «encadenarla Repúblicaal posteamericano»y hacer «re-

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conocer la validez del despojo del patrimonio nacional, colocando lapatria dominicanabajo un PROiECIORADO..., de igual modo que lo es-tán Panamá,Nicaragua, Haití y otros paísesde América»2

Ya en proclamas,género secular de la literatura de protestaenHispanoamérica,ya en artículos y ensayos,como el que hemosvistopara las columnas de Patria y de otros periódicos, sigue vertiendoAmérico Lugo su yanquifobia. Las circunstanciaspor las que escribeson las particularesde la RepúblicaDominicana,pero la crítica y laretórica con la que se expresa son las mismas empleadaspor todopaís hispanoamericanodesdeel siglo xix, y a través de la épocaquetratamos,al censurarla manerade ser y la política exterior de losEstadosUnidos.

Con respectoa Cuba convienetenerpresenteque la Repúblicanose instauró hasta1902, al cesar la ocupaciónde los EstadosUnidos.Sin embargo,la primeratentativade gobiernocriollo tuvo un fin triste,trayendoconsigo la segundaintervención,que duró hasta 1909, unaterceraen 1912 y aún otra durantela primeraguerramundial. El pue-tío cubanovino a ensayarel gobierno propio bajo condicionespocofavorables: se les entregóuna soberaníaque, por la EnmiendaPlatt,limitaba la libertad del país en sus actosinternos y en sus rclacionesinternacionales. Este control de la Isla se mantuvo, de maneramáso menos directa, precisamentehastala terminacióndel período aquíestudiado,cuandoempiezaa negociarsela abrogaciónde dicho apén-dice constitucional.

Con respectoa la economía,al igual queen Puerto Rico, los Ban-cos y las inversionesamericanasiban sustituyendoo dominando lasnacionalesy, al igual que en PuertoRico y SantoDomingo, las indus-trías de los monopolios absorbíanlas pequeñascriollas para conver-tir al país en uno de monocultivo azucarero;los campesinos,por suparte, vendieronsus propiedadesa los grandes centralesazucarerosy se encontraron luego explotadospor los terratenientesabsentistas.

Así, reflejando esa crítica situaciónnacional, los objetos de aná-lisis de la novela del momentofueron, tanto en la urbanacomo enla rural, la corrupción política y la subordinacióndel gobiernoa losinteresesnorteamericanos,y. en la narrativa vernácula,el sufrimien-

El tcxto de esta proclama, firmada por Américo Lugo en Santiago delos Caballeros, se conserva,con otros importantes documentosdc este autor,en la SalaDominicana de la Biblioteca Central de la tJniversidad AutónomadeSanto Domingo. Al licenciado Pablo Lorenzo, director de la misma, y a supersonal,agradecemosde nuevo sus atencionesdurante nuestra reciente visitaa dicha biblioteca en busca de datos relacionadoscon el tema.

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to del campesinocriollo y la indiferenciay abusode la industria ex-tranjeray sus representantesen la Isla. Luego, el ehoquecultural delas costumbresnacionalescon «The Americanway of life» —la formade vivir del norteamericano,su escalade valores—y los efectosper-niciososde la influencia de éstaen el cubano, y la triste realidad deque la unidad nacional se hacía imposible al juntar sus fuerzas elextranjeroy el criollo adinerado,quedandosolos y sin recursosel po-bre y los patriotas.

La obra de Ramosque mejor refleja estastendenciases la no-vela Coaybay, escritaen 1925 y publicadaal año siguiente3.Es unretrato de la vida durantela segundadécadadel siglo en la capitaldc una imaginaria república del Caribe, Coaybay. que se encuentrabajo la influencia del poderosoestadovecino, Norlandia. De los ele-mentosa su disposición,a Ramosle interesómás el espacioparaestaobra, y es precisamenteen ese elementodonde encontramoslas pri-merasmanifestacionesde su yanquifobia. Coaybayes Cuba,puesésees el nombre indígenade la Isla, y, por otro lado, Norlandia repre-sentalos EstadosUnidos,

Al principio se le ofreceal lector una visión de Naraguá,la capitalde Coaybay,y en la descripciónse evidencian los resultadosde dosdécadasde penetraciónde lo norlandésen las manerascriollas: porun lado están los monumentosde Españaque —dice Ramos— «lla-mabantodavía la atenciónde los extranjerosinteligentes,por su no-bleza de proporciones»,y «la majestad»y «altivez aristocrática»desu fachada,Por el otro, la parte antigua de la capital había sido«definitivamenteconquistadapor las bárbarashuestes del progresopara sus almacenesmal olientes, sus enormesy destartaladoscarros,sus peonessudorososy ajetreados...,sus letreros: el down town dela gran ciudad modernay norlandizada(4). Así como el ambienteha servido para crear, por antítesis, la primera impresión desfavo-rable de lo que representaNorlandia, siguen presentándoselos con-trastes que subrayane! peligro de la cultura sajona. Esa es la fun-ción de cuadros, como el que sigue, en el que se ve la amenazaa la vida y espíritu religiosos por la dominanteactividad comercial,simbolizados, respectivamente,por las campanasde los conventose iglesias y los rascacielosy las institucionesbancarias: «Cohibidasentre los altos edificios para oficinas y los monstruososBancos—tem-píos ateos del Dinero Todopoderoso—las campanasde los antiguos

La Habana: Imprenta «El Siglo XX», 1926. Los números que siguen en-tre paréntesisa las citas indican las páginasen esta edición.

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conventos e iglesias parroquialesde la ciudad, nutridos en número,aventurarontímidamenteunas cuantasllamadasa sus fieles y enmu-decieron en seguida» (18). Y en las afuerasde la ciudad aparecelahibridación cultural de aquel sector de la población que goza losfrutos económicosde la influencia norlandesa: es el suburbio lla-mado en son de burla Pampaniyasdonde encontramosel «TennísPark», el «Jockey Club», «exóticos good nights», «turkey trots»,«high balls>~ y, en general,una ostentaciónde mal gustopor la riquezade adquisición reciente(53-54).

Como en muchas novelas de tónica antiyanqui, la descripciónpura se mezclacon digresionessubjetivas del narrador al interpretarla realidadque va presentando.Ramosempleadicha técnicaen Guay-hay en la explicación del simbolismo del tranvía, ejemplo de la in-versión norteamericana:

el tranvía: la Industria Extranjera, el instrumentoque pesca,el salteadorde caminosquelegalmentese plantó un día en mitadde la carreteraa cobrar el barato, arrastrandotodavía por lascalles medio desiertasla infalible carnadade su relativa como-didad; y el camión vacío, el símbolo de la ocupación favoritade los españolesy sus hijos los coaybayanosadinerados:el co-mercio, el comerciosecundarioque sacadinero del mero distri-buir, que multiplica los anzuelosdel pescadorforáneoy se con-tentacon unamordidaa la carnada—y auna la mismavíctima—y pide siempreperentoriamentevía libre a los Gobiernos, aun-que su labor quedemecánicamentereducidaa cero tan prontofalte carnada,o falten peces...(19).

Otra característicade la narrativa antiyanqui, también presenteen esta obra de Ramos, es el desfile de figuras de fondo que, for-mando parte del espacio ambiental, no llegan siquiera a la alturade personajes.Se les presentapara completar el cuadro o la esce-na y, al mismo tiempo, para permitir un comentariocrítico. Tal esel casodel campesinocon quien se encuentrauno de los protagonis-tas de Coaybay, el cual dice al pasar por un cañaveral, reflejandoel problema agrícola de la nación: «Toda esta tierra que ve ustedahí, toda esatierra que hemos pasadoy vamos a pasar...era de misabuelos, y despuésde mis primos y mis hermanos.Todo era nues-tro... Ahora, es esa finca mía lo único que queda. Lo demás, yalo ve usted: un central, una fábrica de azúcar con capital extranjero.que deja aquí lo que los políticos del Ayuntamiento le quitan, lo

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que paga a sus cuatro empleadosnaragueñosy a los pobrescorta-dores de caña, y algún otro gasto que puedahacer. Lo demás, ¡selo llevan fuera!» (141).

También al nivel de la caracterización,con los personajescen-trales de la obra, entra en juego su valor como representantesdeun sector de la vida nacional. No son, como en gran parte de lanarrativa vernáculaantillana, simples tipos como el norteamericanorubio encargadodel central que explota al obrero, o el interesadocapatazcriollo con aires y pretensionesde yanqui. No son tampocotan planos como en esta novela lo es el dictador de Coaybay,político inepto apoyado por los intereses financieros de Norlandia.Son, más que eso, el resultado de fuerzas históricas, económicasyfilosóficas que debatensus puntos de vista. Así, en Coaybay. en lafamilia protagonistade los Peñalbade Mendoza.el padre,don Mar-celo, encarna los últimos vestigios del nacionalismodecimonónico,identificado con el ideal hispánico y opuesto radicalmentea todainfluencia del Norte «materialista». Noble por sus intenciones, es.sin embargo,un hombre al margende la vida de su pueblo, y susdeseosde servir a su patria, ayudandoa derrocaral tirano que sepliega a los interesesforáneos,sólo hunde al país en luchas intes-tinas que permiten la abierta intervención de Norlandia. Sus hijos.Washington, Miñón y América representan,en orden inverso, unafértil síntesis autóctonade lo importado y lo coaybayano,el estérildesarraigodel nordófobo afrancesadoy el fatal excesode admira-ción por lo norlandés.

La condición episódica de esta novela permite a sus personajesmoversehacia un desenlacepor situacionesque evocan acontecimien-tos reales. Claro que las configuiacioneshistóricas se diluyen másen la novelísticarural, pues es más paradigmáticaque evocadoradeun momento particular la explotación en el cañaveralo la planta-ción, seguidade la protestaobrera y su subsiguientetriunfo o derro-ta. En la novelade ambienteurbano,en cambio, como en el caso deCoaybay,es de más resonanciael tipo de sucesocontado. Así, cuan-do la marina norlandesainvadeCoaybaypara protegersus interesescomerciales,asumeel control de las aduanaspara afianzarsu deudaexterior y las fuerzas armadasde Coaybay se reorganizanbajo lasupervisión del invasor, no es difícil identificar las alusiones histó-ricas a las intervencionesnorteamericanasen Cuba y en la Repú-blica Dominicana. El recurso, la convención literaria es fácil de des-cubrir: las fronterasentrela ficción y la realidad se desvanecen,y sereaviva así, en el lector, la indignación ante cada uno de aquellos

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sucesoshistóricos. Manejando con habilidad las situacionesal cons-truir el argumentoy presentarlos personajes,lo que sacriflea el no-velista en originalidad lo gana en el impacto emocional que pro-duce en el espíritu patriótico del lector el sentimientoantiyanqui.

Veamos, por último, el ejemplo que nos ofrece la poesia delpuertorriqueño José de Diego. Cuando las tropas norteamericanasdesembarcaronen Guánica, en agosto de 1898, Puerto Rico gozabade la autonomíaconcedidapor Españay no miró la nueva inter-vención sino como una posibilidad de asegurarmejor sus derechos.Pero en octubre de ese mrsmo ano la banderanorteamericanaseizaba en todos los edificios públicosde la Isla y, por el Tratado dePaz, firmado en Paris dos mesesmás tarde, Puerto Rico quedabacomo botín de guerra en manos de los Estados Unidos. Los puer-torriqueños iban a ser así, hasta 1917, ciudadanosde una naciona-lidad que legalmenteno existía, y en ese año, a la fuerza, tuvieronque hacerseciudadanosestadounidenses,perdiendotodo derechoPo-lítico el que se negaraa aceptarla nueva nacionalidad.Frentea lagran mayoría que se organizabaen partidos anexionistas,esperandoconseguirmayor libertad como territorio y luego como Estado nor-teamericano.Joséde Diego insistía en que su partido, el Unionista,plantearala independenciacomo solución única y mediata para laisla. De Diego fue, aun, al mantener su ideal independista, unmoderado,no un revolucionario; su lema era: «Contra el régimen.dentro del régimen», y esa moderación será la nota dominante ensu poesia más o menos hasta1914, mientras actúa como presiden-te de la Cámarade Delegadosy en otras capacidadesoficiales y de-fiende su programajunto al escritor satírico RosendoMatienzo Cm-trón y el novelista Manuel Zeno Gandía. Hacia esta última fecha,como teme que la imposición de la ciudadaníanorteamericanafueraun impedimentopermanentepara la independenciadel país.De Die-go no sólo proponeéstacomo solución obligada, sino que insiste enla necesidad de implantarla en seguida, y como pensaba que sumeta no se lograría sin la unidad de las tres Antillas, se dedicaa viajar por ellas y por la América del Sur. buscandoapoyo a susproyectos.Entoncessu palabra se vuelve más militante, en la tribunay en el verso, y su yanquifobialogra mayor intensidad y dimensión.

Para representaraquel momento primero del llamado «traumadel 98», cuando el bardo puertorriqueño —como sus contemporá-neos por toda la América hispana— manifiesta con preferenciauna yanquifobia cultural, hemos escogido el poema«Sol poniente».fechado en 1899. Es una confrontaciónde los espíritus «latino» y

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anglosajón en la que el autor proyectacon marcadopesimismo laderrotade aquél, con la única salvacióndel ideal, caráctery culturapropios en una vaga religiosidad:

131 sol latino morirá en América,vendrá la luz crepusculardel polo;los ojos negrosmorirán de fríoy vendrán los azulesmelancolícos

Las trenzasde azabacheirán cayendo,irán brotando los cabellosde oro,la tez de perla cederá al granatey la seda a la púrpura en el rostro.

La onda amorosa de la fértil curvase irá volando de los senosmórbidos;la recta en pie descenderá,la rectadura y estéril de los muros góticos..-

¿Yel alma?, ¿y el espíritu?, ¿y el fuegodel corazón ardiente y generoso?¿Quién no ha sentidoya las vagasolas’del Avatar que llega, como un soplo?...

¡Los ojos negrosmorirán de fríoy vendrán los azulesmelancólicos!

María, Dios te salve..- ¡Dios te salve,como a la Madre del Amor Glorioso!Mientras tú vivascon tus ojos negros,el sol latino vivirá en tus ojos...

Tanto en la estructuracomo en el léxico, el recurso clave delpoemaes la antítesis,como lo es en generalde la literatura que nosinteresa.Por ella, sin necesidadde acusacionesexplícitas, se pinta alnorteamericanocomo conquistador,mezquino y falto de espirituali-dad. Pero más interesantees el campo semántico del que provienen

Joséde Diego, Obras completas(San kan: Instituto de Cultura Puertorri-quena, 1966), 1, 289-290. Las próximas citas dan al final, entre paréntesis, laspáginas de estemismo volumen.

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los símbolosy las imágenespor las que se estableceel contrasteentrelos dos espíritus. Sirven aquíde paresantitéticoslas característicasdela anatomíafemenina: los ojos negrosy los ojos azules, las trenzasde azabachey los cabellosde oro, la onda amorosade la fértil curvay la recta dura y estéril de los muros góticos. Con la excepciónde laúltima antinomia,el significado y la inteligenciade los otros contras-tes dependetotalmentedel contextode la yariquifobia. Es por con-vención, por su pertinenciaa un sistema simbólico establecido,quecomprendeel lector no sólo las metonimias mismas, sino tambiénque las aplicadas a la raza «latina» son positivas, mientras las querepresentana la sajonadebensuscitaruna reacciónnegativa.Se haceevidentela existenciade una lenguade la yanquifobiacomún al lectory al autor,puesen cualquierotro contexto,dentro del empleonormalo literariodel idioma, seríaextrañopor no decir inaudito encontrarunatributo como «cabellosde oro» con un valor negativo.

Claro que las coordenadassimbólicas no siempre requieren unconocimientoanterior de la literatura antiimperialista o del contextoparticularpara su pleno entendimiento.Como la oposición de las dosculturaso espírituses tan constante, su simbologíase ha desarrolladoen diversos camposde referenciaque por su naturalezaexcluyen elrequisito de previas lecturas antiyanquis.De esta manera,provienende la Biblia pares simbólicos de obvio significado, como la antítesisCristo-Mefisto, y también de literaturas extranjeras,como el famosocasode Ariel y Calibán.Y asimismoabundanen la poesíaen contrade los EstadosUnidos los parestomadosdel mundo animal, en queel invasor se representapor el águila de su escudo —ave de ra-piña— mientras el país hispanoamericanoque cae víctima de la ex-pansión es un animal dócil y doméstico —como en la mismapoesíade De Diego, el cordero,del escudopuertorriqueño—.El recurso demostrar con un valor invertido el símbolo norteamericano,para asiinsistir en el abandonode los idealesdel país,es de los más efectivosen el repertorio antiimperialista, y los escritoreslo aplican tambiéncon frecuencia al referirse, con carácter peyorativo, a la banderaamericanay a la estatuade la Libertad. Pero la elaboracióniíiás in-teresantedel águila como clave del expansionismoestadounidense enla obra de De Diego apareceen su «Himno a América», escrito en1916 —ya en su etapamás militante— y premiadoen SantoDomingo,donde el Gobierno de ocupación militar acababade imponerse. Poranalogíacon el ángel caído, Lucifer, cuenta cómo el ave «que tuvoel-vértigodelaaiturawseconvirtió en «águilañ&arádeálmade e&e+-vo,/rapazy torva,/de pico acerbo,/de garra corva» (387), y, libre

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ya de las influencias del modernismo,De Diego emprendeuna rela-ción de las aventurasintervencionistasde EstadosUnidos en Hispa-noaméricaabriendo así un camino quepronto han de frecuentarlospoetasque lo siguen con estaliteratura de denuncia:

México sientedos vecesel furor de la zancade la Bestia maligna queaturde los cielos del Norte

y el puñal y el cortedel pico feroz que a pedazoslos miembrosle arranca.

Prendidaslas uñas tajantes de la zarpa inmensaal cuello infeliz de Colombia indefensa,

conviertenla obra del genio en degollación...

Y con las doce nítidas Aguilas de interna alburala negra Aguila imperialista,de los combatesya al fin cercano.

fue a la conquista,y con sus alas nubló una puntade aquel lucero,que era el espíritu genetliaco del invencible pueblo cubano.

Y ¡oh mi Cordero!

por débil eras la única víctimapropiciatoria¡y fue tu entraña

el desgarrado, único, rojo girón sangrientode la victoria!

Profanar usacon sus miradas el venerandoemplazamientode las Iglesiasy los Castillosdonde cantaba sus versos puros Leonor de Ovando

todos los ámbitos de Quisqueyallenos de tumbasy de blasones,en que hasta el polvo de los rinconesguarda semillas, eternamentegerminadorav, de la epopeya(390-392).

Sería algo aventurado,del breve análisis que antecede,sacarcon-clusionesdefinitivas sobre esta forma de expresiónliteraria o reuniren grupo sus más notablescaracterísticas.Los ejemploscitados,comose advirtió antes, son casostípicos en los que se encuentranlos ras-gos más frecuentesde la retórica antiimperialista y sus constantesen

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una época y un territorio determinados.Al añadir otras figuras encadapaís, y de ellas señalardistintosmomentosde su producción,ve-ríamos similar juego creativo en la incidencia de imágenesy recursosy en el empleo de ciertosepítetos. A partir de la épocaen que ter-mina el período aquí estudiadosurgeun nuevo ciclo de yanquifobia:cambianlos motivos inmediatos,aunqueno tanto la geografía,y losautoresheredanaquellos expedienteslingúísticos que,con los moldesnuevos de la creaciónliteraria, pero sin apartarsemucho de susante-cesores,vuelven a esasmodalidadesqueparecerequerirel tema.A PC.sar del nuevobrillo y vida que a las viejas formas puedeimprimir elgenio del escritor, no seríadifícil estableceruna simbología sobrelosEstadosUnidos, sobresus valores, sus actosy sus ambicionesimpe-rialistas en Hispanoamérica:de nuevo encontraríamoslos caminos yarecorridospor estostres precursoresantillanos.

L. 13. KLEIN.

Columbia University. Nueva York (EE. UU.)