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ANTECEDENTES
De acuerdo con cifras oficiales, publicadas por Alejandro Poiré1, el 12 de enero de 2011; durante
2010 se registraron 15,273 muertes violentas como resultado de lucha contra el narcotráfico. En
conferencia de prensa, el vocero presidencial en temas de Seguridad Pública de la Presidencia de la
República, admite que este problema público presentó durante 5 trimestres consecutivos una
tendencia a la alza que se estabilizó particularmente en el tercer trimestre alcanzando 4,142 decesos
y que en el último trimestre descendió a 3,690, “que sin convertirse aún en una tendencia
permanente, es por sí sólo notable”.2
Un par de meses antes, en noviembre de 2011, México Unido contra la Delincuencia A.C. y consulta
Mitofsky revelarían el resultado de su Encuesta de Percepción Ciudadana sobre la Seguridad en
México, de acuerdo con la cual; ocho de cada 10 mexicanos cree que México vive su peor momento
de inseguridad y 49% de los ciudadanos consultados considera que “los operativos contra el
narcotráfico han sido un fracaso"3. En fechas más recientes, los sondeos sistemáticos realizados por
el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), confirmaron que los mexicanos se sintieron
menos seguros en comparación con el año inmediatamente anterior (2009), cayendo casi 6% su
grado de confianza en la seguridad pública4.
El narcotráfico promueve directa o indirectamente una gama de formas de inversión, consumo,
empleo y distribución del ingreso. El dinero derivado del tráfico de estupefacientes se convirtió en
esperanza de salida de las condiciones económicas deprimidas para empresarios y comerciantes
(como socios y compradores); para campesinos pauperizados; para municipios con presupuestos
públicos deficitarios y, en general, en una vía de ascenso social alternativa. El Estado ha combinado
la represión oficial y la lucha abierta contra las drogas con la recepción de beneficios económicos,
financieros y fiscales, que provienen directa e indirectamente del narco, incluyendo desde luego las
operaciones de lavado de dinero con la mediación de muchas instituciones legales y hasta
prestigiadas. El negocio ilegal mueve alrededor de 65 mil millones de dólares al año (Valenzuela,
1995: 295. Citado por: Pérez Rayón, 2006:143).
1 Vocero de la Presidencia de la República en temas de Seguridad y secretario técnico del Consejo de Seguridad Nacional, Noticieros Televisa (19 de agosto de 2010); http://www2.esmas.com/noticierostelevisa/mexico/nacional/196990/alejandro-poire-vocero-seguridad 2 Poiré, Alejandro (Video) dentro de: 15,273 muertes violentas durante la lucha contra el narcotráfico de 2010; CNN México (12 de enero de 2011; redacción): http://mexico.cnn.com/nacional/2011/01/12/15273-muertes-violentas-el-ano-pasado-por-la-lucha-contra-la-seguridad 3 EFE, Ocho de cada 10 mexicanos cree que México vive su peor momento de inseguridad, en ABC.com el 23 de noviembre de 2010; http://www.abc.es/agencias/noticia.asp?noticia=601160 4 Gómez Francisco “Mexicanos ven más inseguridad” en El Universal del 12 de enero de 2011; http://www.eluniversal.com.mx/notas/736682.html
2
El narcotráfico ha traído consigo el aumento de los delitos de cuello blanco y de lavado de dinero,
favorecidos por la ausencia de previsiones legales o por la insuficiencia técnica para perseguirlos,
así como por la ineficacia de los mecanismos institucionales dispuestos para su control. A ello
confluye también el bajo nivel de reprobación general ante la violación a la norma jurídica
característico de las sociedades mexicana y latinoamericana, así como la impunidad (Pérez-Rayón,
2006:144). En el 2005, cuando casi 1,000 personas fueron asesinadas como consecuencia de la
creciente violencia originada por el narcotráfico en México, la mayoría de la gente desestimó las
comparaciones con el derramamiento de sangre que Colombia había experimentado en años
anteriores. Pero en el 2008, cuando 6,000 personas murieron en asesinatos al estilo de una guerra
entre pandillas, matanzas atroces con tortura y masacres a gran escala, la violencia se había
apoderado de la conciencia pública y los mexicanos comenzaron a referirse a la matanza
simplemente como "guerra" (Bussey, 2009:23).
El poder es parte constitutiva de las redes del narcotráfico. Como en la teoría de los capitales de
Bordieu, donde los diversos tipos de capitales -social, cultural, heredado, económico, cultural- son
conmensurables y es posible la conversión de uno a otro, el narcotráfico permite confrontar poderes
en los campos legitimados, influyendo en los sectores económico, político, social, deportivo y
religioso. El narcomundo constituye una actividad ilegal que actúa como una red de poderes que
permea al conjunto de la sociedad, pero también como un capital simbólico que influye de manera
importante en la definición de las representaciones colectivas. Para entrar y conservarse en el
negocio deben tenerse relaciones. Más que las armas importa el poder: tener protectores y
relaciones políticas (Valenzuela, 2002:292-293).
Un recurso clave en el poder del narco es el desarrollo de la cultura del miedo -plata o plomo- para
paralizar iniciativas ciudadanas; teniendo al miedo de la población como aliado, el narcotráfico
exhibe su crueldad e impunidad dejando una sensación de impotencia en la sociedad, sensación
que se beneficia de la percepción popular de que el gobierno está metido en el negocio (Valenzuela,
2002: 298- 299 y 304). En su proceso de politización, los grandes narcos se identifican como nuevo
estrato social en ascenso, que busca un estatus de nuevo rico con la proyección de una imagen de
patriotismo y beneficencia.
Los expertos en seguridad insisten en que México puede vencer los problemas del crimen
organizado si sigue los ejemplos de otros países, que también han tenido que hacer frente a la
preocupación de convertirse en "estados fracasados". Uno de los aspectos fundamentales es la
reforma de las fuerzas policiales, con salarios más altos y haciendo uso de los departamentos de
3
asuntos internos para luchar contra la corrupción. Mientras tanto, a pesar de los numerosos golpes
asestados por el gobierno a las narcopandillas, los mexicanos conviven con la violencia y la
intimidación o del crimen organizado (Bussey, 2009:26).
4
JUSTIFICACIÓN
En gran parte de las sociedades latinoamericanas se percibe el código normativo como ineficaz o
inválido para regir la conducta social. Al respecto se maneja un doble discurso: por una parte, el
oficial, referido a reglas morales y jurídicas formalmente aceptadas por los grupos dominantes y
aprehendidas por los grupos subalternos, que exalta la ética de trabajo y el sacrificio, así como los
principios formales del sistema democrático; y por otro lado, el de la negociación, las componendas,
el soborno que vienen desde tiempos virreinales. La brecha existente entre la legalidad y el
comportamiento de las autoridades de todos los niveles que supuestamente la aplican refuerza la
percepción popular de la relatividad de los valores (Astorga, 2004).
El narcotráfico es una amenaza creciente para los gobiernos, sociedades y cultura de América
Latina en el siglo XXI; México no es la excepción. La expansión del fenómeno obedece a un
conjunto de causas estructurales y coyunturales, tanto nacionales como internacionales.
El Estado mexicano se encuentra obligado a sostener una guerra frente a las drogas que puede que
esté perdida de antemano ya que los recursos y mecanismos de intimidación con que cuenta el
narcotráfico son cuantiosos, el mercado consumidor es enorme y los mecanismos nacionales para
detener esa maquinaria internacional son insuficientes (sólo se decomisa 10% del volumen de
drogas en circulación en el mundo). Se podrán ganar batallas, pero no la guerra. Sin embargo, los
Estados no pueden renunciar a mantener un control frente a tales actividades, tanto por presiones
externas (fundamentalmente de Estados Unidos), como internas.
En cuanto al tema de la seguridad y el narcotráfico, si bien no es nuevo, sí ha provocado confusión,
temor e inseguridad en gran parte de los mexicanos, como resultado de la notable expansión de una
violencia acelerada que pareciera no tener diques de contención en la justicia. Las ejecuciones en
gran parte de las ciudades de nuestro país, el incremento en secuestros, desapariciones, levantones
y la aparición de grupos armados al servicio de empresarios que pretenden hacer justicia por su
propia mano, nos muestran un sistema político profundamente cuestionado, cuyas estructuras se
han fracturado no sólo por las crisis económicas o políticas que recurrentemente hemos vivido, sino
que a ello tendríamos que añadir la polarización política en tomo a la utilización de los métodos y
estrategias de aplicación de la justicia. Dichos métodos son mediante actividades ilegales, así su
base de ganancia está en la competencia y en la búsqueda de monopolios con una base territorial.
Ya lo dijo Hobbes, “donde no hay un poder común, no hay ley y donde no hay ley no hay justicia. La
fuerza y el fraude son las dos virtudes cardinales de la guerra”.
5
OBJETIVOS
Investigar cual es el problema público más relevante que carece de inversión por parte del gobierno,
según la ciudadanía.
Identificar en qué medida los ciudadanos perciben el contexto de violencia y lo consideran una
amenaza efectiva para ellos, a sus familiares, amigos, propiedades o estilo de vida.
Identificar los juicios de valor de la ciudadanía al respecto de las tácticas de combate al narcotráfico
empleadas por su gobierno5, así como los actores responsables por el incremento de crímenes
relacionado al tráfico de drogas y las alternativas de resolución que manifiestan como deseables,
estableciendo vínculos con la información sobre la problemática que tienen asequible y manifiestan
consultar cotidianamente a través de los medios de comunicación.
Explorar los medios que la ciudadanía consulta regularmente (y con qué frecuencia) para informarse
sobre el combate contra el narcotráfico
Respecto a la participación política y al involucramiento ciudadano, este proyecto busca investigar
qué tan relevante la comunidad considera el involucramiento de los mexicanos en el combate al
narcotráfico y su disponibilidad en un supuesto enfrentamiento a la cuestión.
5El que ellos mismos identifiquen como propio a los 3 niveles; federal, estatal y municipal
6
PROBLEMA DE INVESTIGACIÓN
Esta investigación busca conocer los factores (ó variables intervinientes) que más inciden entre los
ciudadanos que favorecen las distintas alternativas ya sea para continuar con el combate con el
narcotráfico debido a su carácter ilegal o normalizar la convivencia con esta actividad; ya sea por
vías apegadas al derecho ó más bien a través de arreglos al margen de la ley , destacando entre las
primeras; la intensificación del combate armado encabezado por las instituciones del Estado
(policías o ejército), una mayor y más decidida intervención de otras fuerzas del orden,6 una mayor
inversión en campañas de información, prevención y atención a las víctimas con adicción a las
sustancias narcóticas, la legalización del consumo y la negociación de espacios de injerencia con las
organizaciones del crimen organizado (o lo que comúnmente se entiende como: “pactar con el
narco”)
Por lo anterior, resulta pertinente estudiar en qué grado consideran los ciudadanos que la violencia
derivada del combate al narcotráfico representa una amenaza efectiva para ellos, a sus familiares,
amigos, propiedades o estilo de vida; tomando en consideración el nivel socioeconómico, grado
máximo de estudios académicos, género, edad, hábitos de consumo informativo y contextos de
socialización de temas de interés público que nos manifiesten nuestra muestra poblacional
encuestada.
6 Aquí consideramos que los encuestados nos refieran incluso como nuevas posibilidades de recrudecimiento del combate al narcotráfico una ampliación de la cooperación de agencias de seguridad de otros países, particularmente Estados Unidos, e incluso contemplen la intervención de grupos paramilitares como necesaria
7
PREGUNTA DE INVESTIGACIÓN
Frente a una narrativa de los medios de comunicación masiva que parece sugerir que las
organizaciones vinculadas al narcotráfico han incrementado su poder frente al Estado Mexicano y
han implementado nuevas y estridentes tácticas de intimidación indiscriminadamente sobre sus
adversarios, fuerzas del orden y civiles 7 cabe preguntarse:
¿Cuáles son las actividades de la en comunidad que los ciudadanos perciben más afectadas debido
al incremento de la violencia derivado del combate al narcotráfico? ¿Consideran los encuestados
que se encuentran bajo amenaza por el contexto de violencia en lo personal, o que sus familiares,
amigos, propiedades o estilo de vida se vean afectados por el incremento de la violencia?
¿Qué opinión manifiestan los ciudadanos respecto de las tácticas de combate al narcotráfico
empleadas por su gobierno? ¿Qué alternativas para la convivencia con el narcotráfico manifiestan
como deseables?
¿Qué medios tienen disponibles y cuáles consulta regularmente el encuestado para informarse
sobre el combate contra el crimen organizado?
¿Quiénes favorecerían un cambio en la estrategia de combate al crimen y optarían por una
alternativa menos violenta y que favorezca cierta normalización o legalización del consumo de
narcóticos en la sociedad y cuáles podrían ser los posibles motivos para favorecer esta posición?
7 Consideramos aquí los denominados narcobloqueos, “levantones” y en general los métodos utilizados para torturar y asesinar a integrantes de las fuerzas del orden, espías o grupos rivales como las decapitaciones y mutilaciones de víctimas
8
HIPÓTESIS
El interés y potencial involucramiento o movilización de la ciudadanía en torno al combate al
narcotráfico se centra en la violencia, las pérdidas humanas, la amenaza8 y extorsión de quienes se
dedican a actividades legales e involucramiento del gobierno en prácticas de corrupción.
Una alta proporción de quienes perciben que el contexto de violencia derivado de la lucha contra el
narcotráfico no los afectará pronto en lo personal consideran adecuado y positivo el uso de las
fuerzas armadas contra el narcotráfico e incluso estarían dispuestos a respaldar una intensificación
de la misma.
Una alta proporción de la ciudadanía también se percibe amenazada por la violencia derivaba del
combate contra el narcotráfico, debido a que es cada vez está más próxima a modificar las
actividades de su vida en comunidad y tomar más precauciones respecto de la protección de su
persona, su círculo social más próximo, su modo de vida y sus propiedades
8 Amenaza sobre la integridad física de las personas, su contexto social más próximo como familiares y amigos, así como de sus bienes y propiedades
9
METODOLOGÍA
La metodología general utilizada fue la siguiente:
Tipo de instrumento Cuestionario (Ver anexo 1)
Selección de la muestra Aleatoria estratificada
Público objetivo 50% Mujeres y 50% Hombres de 20-50 años de edad
Tamaño de la muestra 288
Margen de error 6%
Nivel de confianza 95%
Nota9: el cálculo de tamaño de la muestra, fue realizado con base en la siguiente fórmula, tomando un nivel de
confianza de 95% y un margen de error de 6%:
• Se realizó un cuestionario de dieciocho preguntas, de las cuales catorce correspondían a las
tópicos de interés: evaluación del problema, percepción del riesgo, hábitos de consumo de
información, espacios de socialización y involucramiento de la ciudadanía; las cuatro restantes a
las variables de: edad, género, escolaridad y Nivel socio Económico (NSE).
• El levantamiento de las encuestas se realizó del 14 al 22 de abril en los siguientes puntos:
o Zona de comida, plaza Universidad
o Salida del Metrobus, estación Poliforum
o Chapultepec, Lago mayor
o Reforma, glorieta del Ángel
o Universidad Iberoamericana, Biblioteca
• Las encuestas se capturaron en la herramienta de isurvey que generó un archivo en crudo para
SPSS
• Los resultados se analizaron mediante suma de frecuencias y tablas cruzadas entre las
preguntas de interés.
9 Glen D. Israel. Determining Sampe Size. University of Florida. IFAS Extension. Disponible en: http://www.soc.uoc.gr/socmedia/papageo/metaptyxiakoi/sample_size/samplesize1.pdf. Citado el día: 29-01-2011
10
MARCO TEÓRICO
Para fines de la presente investigación se considera la definición de los siguientes conceptos:
1. Investigación
La investigación científica es en esencia como cualquier tipo de investigación, sólo que más
rigurosa, organizada y cuidadosamente llevada a cabo, explicitan Sampieri y otros autores (2003:
XXXIII). Como señala F. N. Kerlinger (2002), es sistemática, empírica y crítica. Esto aplica tanto a
estudios cuantitativos, cualitativos o mixtos.
• Que sea “sistemática” implica que hay una disciplina para hacer investigación científica y que
no se dejan los hechos a la casualidad.
• Que sea “empírica” denota que se recolectan y analizan datos.
• Que sea “crítica” quiere decir que está evaluando y mejorando de manera constante. Puede
ser más o menos controlada, más o menos flexible o abierta, más o menos estructurada, en
particular bajo el enfoque cualitativo, pero nunca caótica y sin método.10
2. Investigación social
De acuerdo con Giddens (2006: 310)11, toda investigación social presenta por fuerza un aspecto
cultural, etnográfico o “antropológico”. Esto es una expresión de lo que denomino la doble
hermenéutica12 que caracteriza a la ciencia social. El sociólogo tiene por campo de estudio
fenómenos que ya están constituidos en tanto provistos de sentido. La condición para “entrar” en
este campo es llegar a saber lo que ya saben – y tienen que saber – los actores para “ser con” en
las actividades cotidianas de una vida social. Es importante en investigación social estar atento a las
destrezas complejas que los actores despliegan para coordinar los contextos de su conducta
cotidiana.
10 Sampieri y otros (2003). Metodología de la Investigación. 11 Giddens (2006). La constitución de la sociedad. Bases para la teoría de la estructuración 12 Doble hermenéutica, concepto explotado por el mismo Giddens: La intersección de dos marcos de sentido como parte lógicamente necesaria de una ciencia social, el mundo social provisto de sentido tal como lo constituyen unos actores legos y los metalenguajes inventados por los especialistas en ciencia social; hay un constante “deslizamiento” entre un marco y otro, inherente a la práctica de las ciencias sociales.
11
Analizar la coordinación espacio-temporal de actividades sociales supone estudiar las características
contextuales de sedes por las que unos actores se mueven en sus sendas diarias y la
regionalización de sedes que estiran por un espacio-tiempo. Todos los seres humanos son agentes
entendidos. Esto significa que todos los actores sociales saben mucho sobre las condiciones y
consecuencias de lo que hacen en su vida cotidiana.
No existe mecanismo de organización social o de reproducción social averiguado por analistas
sociales que los actores legos no puedan llegar a conocer también y a incorporar en lo que hacer.
3. Comunicación
En su texto dedicado a las perspectivas sobre la teorización de la comunicación y después de
revisar más de 126 definiciones sobre este concepto, Katherine Miller (2005) nos recomienda que al
evaluar estas propuestas, tengamos en cuenta cuál puede ser más útil a los propósitos de nuestras
investigaciones, en lugar de argumentar que existen definiciones correctas e incorrectas sobre la
materia.
Explica que entre las coincidencias que encontró para la definición del concepto, los teóricos la
identifican como un proceso de interacciones subsecuentes que describe eventos entre los actores y
relaciones dinámicas entre sus participantes (retroalimentación), valiéndose de la emisión de
mensajes de manera alternada y que conlleva asimismo una referencia a una experiencia social
compartida, dentro de la cual existe una relación arbitraria entre su contenido simbólico y cómo este
es decodificado y comprendido por el receptor, aceptando así que la interpretación de determinados
significados queda abierta a los conceptos y emociones de los diferentes individuos.
Agrega también que existen igualmente dos líneas de teorización divergentes que sugieren
diferentes rutas de investigación; por un lado están quienes entienden a la comunicación como una
actividad social en donde ésta sirve como un vehículo y dónde la cuestión central se enfoca a
resolver qué es lo que la comunicación está haciendo dentro de una relación y dentro de las cuáles
se busca poner atención a los diferentes niveles en los cuáles se puede analizar la transmisión y
recepción del mensaje desde su perspectiva semántica, sintáctica y pragmática. Por otro lado
aparecen quienes argumentan que la comunicación sólo ocurre cuando existe una clara y consciente
intención de afectar el comportamiento de un tercero, y en dónde los factores a tomar en cuenta son;
si los mensajes son decodificados de acuerdo a la intención de la fuente que los emitió, si a las
audiencias o a la comunidad les resulto relevante y de interés el mensaje emitido, y si existen
12
comportamientos sintomáticos, verbales y no verbales, expresados de manera análoga o actuada
por quienes reciben los mensajes13.
Dentro de quienes entienden a la comunicación como un proceso que caracteriza a la actividad
social, Habermas (1993: 493) nos sugiere el concepto de acción comunicativa, que nos fuerza u
obliga a considerar a los actores como hablantes y oyentes que se refieren a algo en el mundo
objetivo, en el mundo social y en el mundo subjetivo, y se entablan, recíprocamente a este respecto,
pretensiones de validez que pueden ser aceptadas o ponerse en tela de juicio.
Cada actor que se orienta al entendimiento, propone Habermas, entabla tres pretensiones de
validez:
• De que el enunciado que hace es verdadero.
• De que la acción pretendida es correcta.
• De que la intención manifiesta del hablante es, en efecto, la que el hablante expresa.
Por comunicación o relación comunicacional entendemos aquella que produce (y supone a la
vez) una interacción biunívoca del tipo del con-saber, lo cual sólo es posible cuando entre los dos
polos de la estructura todo transmisor (T) puede ser receptor (R), todo receptor (R) puede ser
transmisor (T), independientemente de si en esta relación existen o no medios físicos o electrónicos
(M) (Pasquali, 1990:47-63, citado en Cisneros, 2001:69)
4. Política versus comunicación
Según los planteamientos de Wolton (1992: 110), la política es inseparable de la comunicación y, por
lo demás, la historia de la democracia es la historia de las relaciones entre ambas. […] En última
instancia, toda política llega a ser comunicación política en el sentido en que la política es
constantemente objeto de debates y de comunicaciones.14
4.1 Mediatización política
Jeffrey Jones (2006:1) nos sugiere que las personas utilizan una compleja estructura de medios que
tiene amplia incidencia en nuestras vidas como ciudadanos y consumidores, reconoce en ellos
diferentes efectos alrededor de los significados que pueden configurar para la construcción social de
13 Miller, Katherine (2005) Communication theories : perspectives, processes, and contexts / 2nd Edition Boston Editorial – McGrow-Hill p. 3-11 14 Wolton, D. (1992). Comunicación y Política.
13
la realidad política, de manera que debemos atender más allá de la adquisición de información como
la razón primordial por la cual los ciudadanos emplean medios políticos, y buscar en cambio los
aspectos integrativos del uso de los medios; y nuestra convivencia con una cultura de
involucramiento mediado con la política que proporciona nuestro ser político de formas novedosas.
Así pues el involucramiento con los medios no son actividades segregadas y reservadas para los
“buenos ciudadanos”, sino que se encuentran intercaladas y corresponden con el flujo y ritmo de lo
que hacemos en nuestra vida diaria.
Distingue a la comunicación como una tarea estratégica en la que los ciudadanos cosechan
información a través de los medios que a su vez influencian cómo se comportan políticamente
(particularmente en lo referente al voto). De manera que la comunicación política es en esencia, una
empresa estratégica tanto para los productores de retórica como para los ciudadanos consumidores.
Reconoce también a la comunicación como un ritual a través del cual los individuos se involucran los
mensajes emitidos como forma de integración social; es decir no sólo como la acumulación de
información para atender a intereses propios, sino como una necesidad de comunión, de compartir
con los pares y fraternalizar (2006:6).
5. Socialización de las noticias
Hernando Rojas y sus colegas (2005:6) reconocen que desde los primeros estudios en Columbia, se
vuelto claro que existe un alto grado de homogeneidad en los grupos primarios (familia, asociaciones
personales), y que la mayoría de las discusiones políticas se presentan entre individuos con
características similares, y que esas discusiones se distinguen más por el acuerdo que existe entre
las partes que en el desacuerdo (recomienda consultar a Berelson et al,1954). Por su parte Beck,
Dalton, Greene, y Huckfeldt (2002) encontraron que el 70% del público interactúa con redes de
discusión que son homogéneas.
5.1 Media malaise
El malestar mediático (media malaise) fue un concepto originalmente utilizado por Robinson para
describir el periodismo político de la era post Nixon, en su opinión este periodismo es responsable
de un alto incremento en el abstencionismo y el cinismo hacia las instituciones que componen la
democracia representativa. En pocas palabras, se trata de las situaciones en las que los medios
procuran obtener más altos raitings y utilidades, y en aras de esto, tienden a entretener más que
informar. El término infoentretenimiento (un híbrido entre la información y el entretenimiento) se
14
acuñó para describir este fenómeno, la prevalencia de estos contenidos, se pensaba que producía
que los procesos políticos se tornaran en un espectáculo, reemplazando los debates políticos serios,
la discusión de temas políticos relevantes y un análisis profundo de las elecciones por notas que
mantuvieran a la audiencia cautiva a cualquier precio. La cobertura sensacionalista y superficial
apunto hacia esta meta, dando como resultado una cascada informativa que dificulta la
autodeterminación de los ciudadanos (Trakhtenberg 2005:3).
6. Política
Bobbio (1997:1215) presenta el significado clásico y moderno de política: derivado del adjetivo de
polis (politikós) que significa todo lo que se refiere a la ciudad, y en consecuencia ciudadano, civil,
público, y también sociable y social, el término política ha sido transmitido por influjo de la gran obra
de Aristóteles intitulada Política, que debe ser considerada como el primer tratado sobre la
naturaleza, las funciones y las divisiones del estado y sobre las varias formas de gobierno,
predominantemente en el significado de arte o ciencia del gobierno, es decir de reflexión, sin
importar si con intenciones meramente descriptivas o incluso prescriptivas sobre las cosas de la
ciudad.15
El mismo Bobbio nos advierte que en la edad moderna el término perdió su significado original, poco
a poco sustituido por expresiones como ciencia del Estado, doctrina del Estado y se emplea
comúnmente para indicar la actividad o conjunto de actividades que de alguna manera tienen como
término de referencia la polis; y en donde se adscriben en esta esfera actos como ordenar (o
prohibir) algo con efectos vinculantes para todos los miembros de un determinado grupo social, el
ejercicio de un dominio exclusivo sobre un determinado territorio, la legislación con reglas válidas y
legítimas y la distribución de recursos, por ello agrega pertenecen a la esfera de la política acciones
como conquistar, mantener, defender, ampliar, reforzar, abatir, trastornar el poder estatal, etc.
6.1 Eficacia política
Matthew Loveless (2007) la describe como la representación de las evaluaciones propias de las
acciones e influencias que los grupos llegan a tener el proceso democrático (Campbell et al.
1954:187 Pateman 1970 y Macpherson 1977). Explica que la premisa de Almond y Verba (1963:206-
7) es que la eficacia del ciudadano participante de un proceso político se encuentra en su confianza
en que sus competencias y acciones pueden producir comportamientos políticos, lo que a su vez lo
15 Bobbio y otros (1997). Diccionario de Política
15
motiva a la acción estando en general más satisfecho y siendo leal a las reglas que el sistema le
impone.
La eficacia política provee a los individuos con el potencial de actuar, una capacidad de influir y
permite al mismo tiempo la continuidad de la gobernancia democrática expresada a través de las
respuestas estructuradas por el sistema. Esto es particularmente relevante en términos de la
democratización en la medida que la participación y la observación del “nuevo orden de las cosas”
resulta crucial para aprendizaje democrático y sugerentemente en la misma medido o más en cómo
los individuos plantean un horizonte de futuro en el que pueden o no alcanzar aquello que han
elegido como sus metas y acciones, así como la factibilidad de su éxito. Es por ello que resulte
razonable que la eficacia subjetiva constituya una actitud crítica que desemboque en la reorientación
de los individuos en comportamientos participativos y democráticos; pues se asume que los
ciudadanos confiados, eficaces son más incluyentes y tolerantes.
7. La esfera de lo público/opinión pública
Bajo esfera de lo público, según la concepción de Habermas (1990:53), entendemos en principio un
campo de nuestra vida social en el que se puede formar algo así como la opinión pública. Todos los
ciudadanos tienen – en lo fundamental – libre acceso a ella. Una parte de la esfera de lo público se
constituye en cada discusión de particulares que se reúnen en público. En este caso, ellos no se
relacionan ni como hombres de negocios o en el ejercicio de sus profesiones, cuyos asuntos
particulares los motivarían a hacerlo, ni como compañeros con obligaciones estatutarias de
obediencia, bajo disposiciones legales de la burocracia estatal. Como concurrencia, los ciudadanos
se relacionan voluntariamente bajo la garantía de que pueden unirse para expresar y publicar
libremente opiniones que tengan que ver con asuntos relativos al interés general. En el marco de
una gran concurrencia esta comunicación necesita determinados medios de transmisión e influencia;
tales medios de la esfera de lo público son, hoy: periódicos, revistas, radio y televisión.
Para Habermas (1990), se puede hablar de la esfera de lo público casi a diferencia de la literaria
cuando las discusiones públicas se relacionan con objetos que dependen de la praxis estatal. El
poder del Estado es, por decirlo así, el adversario de la esfera de lo público, más no su parte. En
efecto, este poder es considerado como poder público porque antes que nada debe su atributo a las
tareas que desarrolla para el bien común de todos los conciudadanos. Primero, cuando el ejercicio
de la dominación pública está efectivamente subordinada al mandato de la esfera de lo público ésta
gana una influencia institucionalizada sobre el gobierno, por medio del cuerpo legislativo. […]
Conforme a esta función de la opinión pública existen del mismo modo disposiciones en torno a la
16
publicidad; la esfera de lo público obligatoria está relacionada con algo así como un protocolo. De lo
que el autor nos ofrece un principio correspondiente a la esfera de lo público como esfera
mediadora entre sociedad y Estado, en la que se forma la concurrencia como portadora de la opinión
pública: cada publicidad, que antiguamente debió de realizarse en su contra de la política enigmática
de los monarcas, permite un control democrático de la acción estatal.16
8. Opinión pública
“Opinión pública” significa cosas distintas según se contemple como una instancia crítica en relación
a la notoriedad pública normativamente licitada del ejercicio del poder político y social, o como una
instancia receptiva en relación a la notoriedad pública, “representativa” o manipulativamente
divulgada de personas e instituciones, de bienes de consumo y de programas.
Aún explotando el concepto del mismo Habermas (2002, citado en García Masip, 2005:100) sobre
opinión pública, encontramos que el grado de publicidad de una opinión se mide según la medida
en que provenga de la publicidad interna a un público compuesto por miembro de organizaciones; y
también por la magnitud que alcance la comunicación entre una publicidad interna a las
organizaciones y una publicidad externa, formada en el tráfico publicístico, vehiculado por los medios
de comunicación de masas, entre las organizaciones sociales y las instituciones estatales. Para
Habermas, existiría un proceso social de producción de opiniones que, dependiendo del grado de
publicitación no manipulada por intereses particularistas, podría ser llamada de opinión pública en el
sentido crítico y político de la palabra.17
Según Bobbio (1997: 100), la mayor o menor importancia de la opinión pública depende de la mayor
o menor oferta al público, entendida precisamente como visibilidad, cognoscibilidad, accesibilidad, y
por tanto controlabilidad, de los actos de quien detenta el poder supremo.
El mismo Bobbio sugiere referirnos a opiniones en plural para evitar caer en el error de pensar que
en el universal político existe espacio para una sola verdad política, pues estas opiniones se reducen
a una doxa y no una episteme. Explica también que se trata de un fenómeno de la sociedad
moderna que presupone una sociedad civil separada del Estado, libre y articulada, en la que hay
centros en los que se produce la formación de corrientes de opinión grupales y menciona a los
periódicos y las revistas, los clubes y salones, los partidos y asociaciones, la bolsa y el mercado, es
decir un público de particulares asociados, interesados en controlar la política del gobierno, aunque 16 Habermas (1990). Ensayos de Teoría Social 17 Habermas (2002) citado en García Masip (2005). En el laberinto de las voces. Breve histórico filosófico del concepto de opinión pública
17
no sea a través de una actividad política inmediata y por ello coincide con el monopolio de la fuerza
en una institución que relega en el individuo la esfera de lo moral. Subraya sobre todo que la opinión
pública está orientada sobre todo a combatir el concepto de secretos de Estado y la censura para
lograr el máximo de publicidad de los actos de gobierno18.
9. Espacio público
El espacio público es el espacio simbólico en el que se oponen y se responden los discursos en su
mayor parte contradictorios, formulados por los diferentes actores políticos, sociales, religiosos,
culturales, intelectuales, que componen una sociedad (Wolton, 1992: 114). Este espacio es una zona
intermedia constituida en la época de la Ilustración – Kant fue el primero en hablar de la cuestión –
entre la sociedad civil y el Estado.19
10. Sociedad
La sociedad no es sólo un sistema social distinto, independiente y autosuficiente con respecto al
sistema político. Es algo más: es el sistema social el que genera el sistema político, explica Sartori
(1996: 212)20
Según Bobbio (2000: 19), jamás será exagerado sostener, contra toda tentación organicista
recurrente (no extraña al pensamiento político de izquierda), que la doctrina democrática reposa en
una concepción individualista de la sociedad, por lo demás semejante al liberalismo, lo que explica
por qué la democracia moderna se ha desarrollado y hoy existe solamente allí donde los derechos
de libertad han sido reconocidos constitucionalmente.
El hombre es un ser social y no puede vivir, ni objetivamente vive aislado. Las relaciones del
individuo con la sociedad son vistas por el liberalismo y por la democracia de diferentes maneras,
argumenta Bobbio (2000: 20): el primero separa al individuo del cuerpo orgánico de la comunidad y
lo hace vivir, por lo menos durante gran parte de su vida, fuera del seno materno, y lo introduce en el
mundo desconocido y lleno de peligros de la lucha por la sobrevivencia; la segunda lo integra a otros
hombres semejantes a él para que de su unión artificial la sociedad sea recompuesta ya no como un
todo orgánico, sino como una asociación de individuos libres. El primero pone en evidencia sobre
todo la capacidad de auto-formarse del individuo; la segunda exalta sobre todo la aptitud de superar
18 Bobbio, Norberto (1997) Diccionario de política /bajo la dirección, Nicola Matteucci y Gianfranco Pasquino ; redactores de la ed. en español José Aricó, Martí Soler y Jorge Tula ; tr. de Raúl Crisafio ... [et al.]. México Siglo XXI Tomo II p. 1075-1079 19 Wolton (1992). Comunicación y Política. 20 Sartori (1996). Elementos de Política
18
el aislamiento mediante diversas habilidades que permiten instituir finalmente un poder no tiránico.
La democracia nación de una concepción individualista de la sociedad, es decir, de una concepción
por la cual, contrariamente a la concepción orgánica dominante en la Antigüedad y en la Edad
Media, según la cual el todo es primero que las partes, la sociedad, toda forma de sociedad,
especialmente la sociedad política, es un producto artificial de la voluntad de los individuos.21
11. Sociedad civil
La sociedad civil es la vida social organizada según su propia lógica, especialmente asociativa, que
asegura la dinámica económica, cultural y política. (Colas, Dominique, citado por Wolton, 1992:113).
Antes de ser una concepción, una idea, la sociedad civil evoca en primer lugar un conjunto de
valores positivos: la autonomía, la responsabilidad, el hecho de que los individuos mismos se hagan
cargo de sus propios problemas. (Rangeon, François, citado por Wolton, 1992:113).
De acuerdo con Bobbio (1997) en su acepción originaria en el ámbito de la política tradicional en la
doctrina ilusnaturalista, la sociedad civil se contrapone a la sociedad natural y es sinónimo de
sociedad política y por lo tanto de Estado, es decir; en oposición a la condición primitiva (siguiendo a
Hobbes o Kantiana) en la que la humanidad vivía sólo bajo las leyes naturales, explica que con la
institucionalización del poder común, bienes fundamentales como la paz, la libertad, la propiedad y la
seguridad dejaron de ser autotuteladas y se encargó a los órganos del Estado contener la explosión
de conflictos.
Después de revisar diversas aportaciones y matices de Locke, Rousseau, Hegel, Marx, Gramsci y
Weber a este concepto, concluye diciendo que la sociedad civil está representada como el terreno
de los conflictos económicos, ideológicos, sociales y religiosos, respecto de los cuáles el estado
tiene la tarea de resolverlos ya sea mediándolos o suprimiéndolos; o como base para las demandas
respecto de las cuales el sistema político está obligado a dar respuestas: o como el campo de las
varias formas de movilización, asociación y de organización de las fuerzas sociales que se dirigen
hacia la conquista del poder político22,
12 Ciudadanía
De acuerdo con Soledad García y Steven Lukes, en términos generales "cabe entender la
ciudadanía como una conjunción de tres elementos constitutivos: la posesión de ciertos derechos,
21 Bobbio (2000). El futuro de la democracia 22 Bobbio Norberto (1997) p. 1519-1524
19
así como la obligación de cumplir ciertos deberes en una sociedad específica; pertenencia a una
comunidad política determinada (normalmente Estado), que se ha vinculado en general a la
nacionalidad; y la oportunidad de contribuir a la vida pública de esa comunidad a través de la
participación"23.
Sin embargo, en relación con los elementos mencionados anteriormente; es posible distinguir entre
dos corrientes de teorización para el concepto de la ciudadanía; por un lado están aquellos que la
vinculan primordialmente con un estatus legal, es decir quienes lo relacionan la participación en
sociedad con aspectos solamente formales o procedimentales, interpretando así a la ciudadanía
desde una perspectiva pasiva que sólo se activa cuando se instalan relaciones con el Estado y sus
instituciones, y por otro, se ubican quienes la conciben como una condición activa, que otorga un
mayor peso específico al tejido asociativo, combinando el ejercicio de las libertades y
responsabilidades de los integrantes de la comunidad en su vida cotidiana.
Como nos recordarían Kymlicka y Norman dentro de su texto El Retorno del Ciudadano: “La
exposición más influyente de esta concepción de la ciudadanía-como-posesión-de-derechos fue la
de T. H. Marshall en Citizenship and Social Class”, escrito en 1949. En opinión de Marshall, la
ciudadanía consiste esencialmente en asegurar que cada cual sea tratado como un miembro pleno
de una sociedad de iguales. La manera de asegurar este tipo de pertenencia consiste en-otorgar a
los individuos un número creciente de derechos de ciudadanía. Marshall divide estos derechos en
tres categorías que, desde su punto de vista, se materializaron en Inglaterra en tres siglos sucesivos:
derechos civiles, que aparecen en el siglo XVIII, derechos políticos, que se afirman en el siglo XIX y
derechos sociales –por ejemplo, a la educación pública, a la asistencia sanitaria, a los seguros de
desempleo y a las pensiones de vejez- que se establecen en el siglo XX (Marshall, 1965:78 y sigs.)
Para Marshall, la más plena expresión de la ciudadanía requiere un Estado de bienestar liberal-
democrático. Al garantizar a todos los derechos civiles, políticos y sociales, este Estado asegura que
cada integrante de la sociedad se sienta como un miembro pleno, capaz de participar y de disfrutar
de la vida en común. A esta concepción suele denominársela ciudadanía "pasiva” o “privada”, dado
su énfasis en los derechos puramente pasivos y en la ausencia de toda obligación de participar en la
vida pública. Se trata de una concepción que sigue contando con grandes apoyos6, y esto por
23 García, Soledad y Lukes, Steven (1999). Ciudadanía, justicia social, identidad y participación. Madrid: Siglo XXI p. 22
20
buenas razones: los beneficios de la ciudadanía privada no se deben menospreciar, ya que ponen
ciertos bienes humanos básicos (seguridad, prosperidad y libertad) al alcance de casi todos”24.
Mientras que de acuerdo a los mismos autores, existen dos subcorrientes de teorización que otorgan
mayor peso al balance entre derechos y responsabilidades que caracterizan a los ciudadanos:
Por una parte la denominada Nueva Derecha, sostiene que el esfuerzo por asegurar la integración
social y cultural de los más pobres debe concentrarse en fomentar su sentido de responsabilidad por
procurarse un “modo honesto de vida”, pues se interpreta que la estructura que se instaló en la
posguerra con el Estado de bienestar desalienta a la gente de todo esfuerzo por llegar a
autoabastecerse, en este sentido propone que se ponga un alto a la red de seguridad y que con
ellos todo beneficio social restante debe conllevar alguna obligación, introduciendo con ello los
programas de workfare, que exigen una actividad laboral como contrapartida de los beneficios
aportados por las políticas sociales.
En oposición, los teóricos más progresistas de izquierda reconocen que las instituciones del Estado
de bienestar efectivamente resultaron impopulares entre la población, en parte porque parecen
promover la pasividad y la dependencia, pero al mismo tiempo debido a que “favorecen un
retraimiento privatista de la ciudadanía y una particular "clientelización" del rol de ciudadano”
(Habermas, 1992, págs. 10-11; King, 1987, págs. 45-46).
Los mismos Kymlicka y Norman, sugieren que la propuesta más popular para enfrentar estas
observaciones consisten en descentralizar y democratizar el Estado de bienestar, así como las
instituciones encargadas de implementar las políticas públicas y vigilar el ejercicio del poder
otorgando un mayor empoderamiento a las agencias e instituciones que desarrollan los programas
sociales y haciéndolas más controlables por parte de sus clientes (Pierson, 1991, págs. 200-207).
Por ello el foco de atención se mueve desde los derechos de bienestar hacia derechos a la
participación democrática en la administración de los programas sociales, que implican mayores
responsabilidades a los integrantes de una comunidad política.
En ese sentido, como apuntan estos autores, "el vigor y la estabilidad de una democracia moderna
no dependen solamente de la justicia de su 'estructura básica' sino también de las cualidades y
actitudes de sus ciudadanos |...] Si faltan ciudadanos que posean estas cualidades, las democracias
se vuelven difíciles de gobernar e incluso inestables" (Kymlieka y Norman, 1997: 6)
24 Kymlieka, W. y Norman, W. (1997). El retorno del ciudadano. Una revisión de la producción reciente en teoría de la ciudadanía. AgorA núm. 7/invierno de 1997, p. 3.
21
12.1 Ciudadanía sustantiva
La ciudadanía sustantiva concierne al conjunto de derechos civiles, políticos y sociales que implican
la participación en los asuntos de la comunidad y la discusión de temas de interés público, y en este
sentido se diferencia de la formal como pertenencia a un Estado-nación. Dicha distinción puede
rastrearse en Bottomore, Tom25.
Livingstone y Markham (2008:7) establecen como indicadores de la participación cívica la
probabilidad de votar (un indicador duro), el interés en la política (una medida tradicional blanda) y
las acciones que se emprenden para responder a algún interés de los encuestados (permitiendo un
amplio rango de acciones). Regularmente entre las acciones que toman en cuenta para evaluar el
grado de involucramiento ciudadano se encuentran: incorporarse a una campaña, grupo de interés o
partido político, participar en una huelga, contactar algún medio para exponer una causas, discutir
ideas políticas, asistir a una protesta pública, contribuir en la generación de contenidos mediáticos,
realizar una protesta personal, contribuir al financiamiento de un proyecto o investigar sobre alguna
problemática y conversarla con los círculos primarios de socialización.
12.1 Involucramiento ciudadano (Civic Engagement)
Thomas Ehrlich (2000:6) describe que el también denominado (o traducido) compromiso cívico de
participación se refiere regularmente a la disposición de las personas en trabajar para marcar una
diferencia en su vida en comunidad a través de sus acciones, aprovechando todos sus recursos
disponibles, como conocimientos, habilidades y valores. La única retribución que se obtiene a
cambio de estas acciones suele ser la satisfacción de hacer una diferencia, así como los beneficios
públicos que se obtienen a través de la acción colectiva y que implican una mejoría la calidad de
vida dentro de una localidad, ya sea valiéndose de procesos políticos y no políticos.
En un ejercicio de traducción propia de sus palabras: “una persona moral y cívicamente responsable
reconoce a sí mismo como miembro de un tejido social más amplio y por lo tanto considera que los
problemas sociales forman al menos parcialmente parte de sus responsabilidades. Ese individuo
está dispuesto a ver las dimensiones morales y cívicas de las cuestiones, a fin de asumir y justificar
juicios morales y cívicos informados, así como adoptar medidas cuando sea necesario” (2000:26).
25 Marshall, T.H y Bottomore, T (1998) "Ciudadanía y clase social. 40 años después" en Ciudadanía y clase social. Madrid: Alianza p.100
22
13 Narcotráfico
El narcotráfico promueve directa o indirectamente una gama de formas de inversión, consumo,
empleo y distribución del ingreso. El dinero derivado del tráfico de estupefacientes se convirtió en
esperanza de salida de las condiciones económicas deprimidas para empresarios y comerciantes
(como socios y compradores); para campesinos pauperizados; para municipios con presupuestos
públicos deficitarios y, en general, en una vía de ascenso social alternativa. El Estado ha combinado
la represión oficial y la lucha abierta contra las drogas con la recepción de beneficios económicos,
financieros y fiscales, que provienen directa e indirectamente del narco, incluyendo desde luego las
operaciones de lavado de dinero con la mediación de muchas instituciones legales y hasta
prestigiadas (Valenzuela, 1995: 295. Citado por: Pérez Rayón, 2006:143).
14 Seguridad
El investigador Gabriel Orozco (2005), de la Universidad Autónoma de Madrid, hace un recurrido
sobre los usos y significados de la palabra seguridad. Según el, en el lenguaje común la seguridad
es asumida como una cualidad de los sujetos que están libres de amenazas o de agresiones a su
individualidad. Desde esta perspectiva la seguridad se puede distinguir como nombre y como
adjetivo. En efecto, el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española recoge “seguridad”
como cualidad de seguro y “de seguridad” como locución que se aplica a un ramo de la
Administración pública cuyo fin es velar por la seguridad de los ciudadanos. Como adjetivo, “seguro”
se define como libre y exento de todo peligro, daño o riesgo, cierto, indubitable y en cierta manera
infalible; firme, constante y que no está en peligro de faltar o caerse; desprevenido, ajeno de
sospecha. La seguridad es, en este uso del concepto, una alocución que designa atributos de los
seres que se hallan ciertos de sí mismos, y también una cualidad de las cosas que no ven
restringida su capacidad de desarrollo, su libertad (Orozco, 2005: 163).
Se puede, por lo tanto, entender seguridad como instrumento del poder político. La seguridad
nacional es, en este ámbito de significación, la prioridad del discurso político, dándole al concepto de
seguridad una referencia directa con la integridad del Estado. El concepto de seguridad nacional o
seguridad del Estado es central en este ámbito de significación, y comprende, a grandes rasgos, la
protección del Estado frente a la agresión exterior y frente a movimientos internos que lo puedan
poner en peligro, así como la pacificación de la sociedad. El Estado es la unidad competente, a nivel
geográfico (su territorio coincide con aquel a defender), jurídico (monopoliza la capacidad legislativa
y coercitiva en el territorio, derecho sancionado por la aquiescencia del resto de miembros de la
23
comunidad de estados) y material (su creación pondrá normalmente a su disposición los medios
para llevar adelante esta tarea) (Orozco, 2005: 164)26
15 Violencia
Cuando la violencia se asume en su dimensión política, de acuerdo con argumentación de Blair, de
la Universidad Colombiana de Antioquia, el término violencia es generalmente remetido por los
autores, en esencia, al problema del Estado. Estos lo definen como “el uso ilegítimo o ilegal de la
fuerza” con el objetivo de diferenciarla de la llamada violencia “legítima”, con la que quieren designar
la potestad o el monopolio sobre el uso de la fuerza concedido al Estado (Blair, 2009: 12).27
Cuando la violencia se asume en su dimensión social (y no siempre es fácil diferenciar ambas
esferas), explica la autora, el análisis de la violencia se hace más complejo y es más difícil encontrar
aproximaciones comunes sobre sus orígenes, causas, manifestaciones y “soluciones” y es más
difícil, también, lograr una conceptualización de la violencia.
En su estudio concluye por la existencia de un llamado a la historia para recordar que la violencia es
“tan vieja como el mundo” y la necesidad de cuestionar, de paso, ideas bastante extendidas (en los
medios de comunicación y en la opinión pública): las sociedades contemporáneas han sido las más
violentas.
Para Jean-Marie Domenach, lo que nosotros conocemos hoy como violencia, es aprehendido bajo
tres aspectos: a) el aspecto psicológico: definido como una explosión de fuerza que toma un aspecto
irracional y con frecuencia criminal; b) el aspecto moral: como un atentado a los bienes y la libertad
del otro, y c) el aspecto político: como el uso de la fuerza para apoderarse del poder o para desviarlo
a fines ilícitos (y este último sentido el que predomina en el siglo XX). Sin duda, continúa Domenach,
es el espíritu democrático el que da nacimiento al concepto moderno de violencia, pero al mismo
tiempo lo colorea de un matiz peyorativo. Compartiendo el uso extensivo de la palabra, plantea que
la violencia es, históricamente, un fenómeno humano para diferenciarlo de las llamadas violencias
de la naturaleza y de la agresividad animal (Domenach, 1980, citado por Blair, 2009: 15).
26 Orozco, Gabriel (2005). El concepto de la seguridad en la teoría de las relaciones internacionales en Revista CIDOB d’ Afers Internacionals, n. 72, p. 161-180. 27 Blair Trujillo, Elsa (2009). Aproximación teórica al concepto de violencia: avatares de una definición en Política y Cultura, n. 32, pp. 9-33.