años imborrables - agn

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Años Imborrables - AGN

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  • 2 RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS BAZN

    Aos imborrables.pmd 27/03/2008, 09:51 a.m.2

  • ESCRITOS SELECTOS

    3

    Aos imborrables(episodios autobiogrficos)

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  • 4 RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS-BAZN

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  • 5AOS IMBORRABLES (EPISODIOS AUTOBIOGRFICOS)

    Archivo General de la NacinVolumen XLVI

    Rafael Alburquerque Zayas-Bazn

    Aos imborrables(episodios autobiogrficos)

    Presentacin

    Rafael F. Alburquerque

    Santo Domingo2008

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  • 6 RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS-BAZN

    Ttulo: Aos imborrables (episodios autobiogrficos)Archivo General de la Nacin, volumen XLVI

    Departamento de Investigacin y DivulgacinDirector: Dantes OrtizEdicin: Emilio Hernndez ValdsDiseo y diagramacin: Modesto E. Cuesta

    Ilustracin de la portada: Vista de la crcel de La 40 (Lospanfleteros de Santiago y su desafo a Trujillo, Santo Domingo, CPEP,2007, p. 40).

    Herederos de Rafael Alburquerque Zayas-Bazn, 2008 De esta edicin: Archivo General de la Nacin, 2008

    ISBN 978-9945-020-31-1

    Archivo General de la NacinCalle Modesto Daz nmero 2,Santo Domingo, Distrito NacionalTel. (809)362-1111, Ext. 243www.agn.gov.do

    Impresin: Editora Bho, C. por A.

    Impreso en Repblica DominicanaPrinted in Dominican Republic

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  • 7AOS IMBORRABLES (EPISODIOS AUTOBIOGRFICOS)

    Licenciado Rafael Alburquerque Zayas-Bazn

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  • 8 RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS-BAZN

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  • ESCRITOS SELECTOS

    9

    Contenido

    Nota preliminar / 11

    Presentacin / 13

    Prembulo / 19

    1930 / 23

    1937 / 33

    1946 (1) / 49

    1946 (2) / 63

    1947 / 69

    1950 / 85

    1952 / 93

    1958 (?) / 109

    1960 / 115

    1961 / 153

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  • 10 RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS BAZN

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  • ESCRITOS SELECTOS

    11

    Nota preliminar

    Para el Archivo General de la Nacin constituye una honra dignade la mayor satisfaccin el deseo del vicepresidente de la Repblica,doctor Rafael Alburquerque, de que la institucin se hiciese cargo de lasmemorias dejadas por su padre, el licenciado Rafael Alburquerque Zayas-Bazn. Interpretamos el deseo del Vicepresidente como un reconocimien-to a la labor colectiva que se ha llevado a cabo en la institucin en lospasados tres aos, bien enterado l en los detalles de la misma por laencomienda que le asign el presidente Leonel Fernndez de dar segui-miento y apoyo al programa de modernizacin del Archivo General dela Nacin. En estos aos he encontrado en el Vicepresidente a un entu-siasta pilar de las gestiones de direccin del Archivo.

    La satisfaccin es doble por la informacin histrica que encierra estetexto, amn de los valores morales y ciudadanos que trasluce la vertica-lidad del licenciado Alburquerque Zayas-Bazn. l debe ser, ante todo,ponderado como un ciudadano ntegro, que asumi todas las penali-dades y todos los riesgos que entraaba una oposicin inconmovible a latirana trujillista. Como se observa en este libro, el licenciado AlburquerqueZayas-Bazn estuvo presto a participar en cualquier movimientoconspirativo contra la dictadura y no tuvo temor en dejar traslucir supostura adversa a aquel orden desptico.

    En Aos imborrables paralelamente se recrean claves de aquella po-ca tenebrosa y se detalla la trayectoria de lucha de su autor. Es un tpicoque todo se ha dicho ya sobre el trujillato, pero el licenciado AlburquerqueZayas-Bazn muestra que la exteriorizacin de la subjetividad de los

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  • 12 RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS BAZN

    contemporneos abona muchos elementos para mejores intelecciones deun pasado que, aunque felizmente superado, ha dejado no pocas heren-cias en la vida dominicana y cuyo conocimiento debe incorporarse a laconciencia histrica de los dominicanos. Por lo que recomendamos suatenta lectura.

    ROBERTO CASS

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  • ESCRITOS SELECTOS

    13

    Presentacin

    En cada visita que hago a la casa de mis padres encuentro a papsentado en su silln reclinable con un libro o un peridico en susmanos. As mata el tiempo en su hogar, retirado de todas sus activida-des profesionales, con sus casi noventa y cuatro aos que cumplir, Diosmediante, el prximo mes de octubre.

    A finales del pasado mes de diciembre lo hall como siempre en suhabitual lectura, pero en vez de un libro o un peridico, cargaba unamasijo de hojas amarillentas escritas en maquinilla.

    Qu lees? pregunt extraado.Unos apuntes que escrib hace ya un tiempo sobre sucesos que viv

    en la Era de Trujillo respondi.La curiosidad por leerlos me asalt de inmediato, pues nunca me

    haba dado a conocer la existencia de estos papeles.Me los prestas para leerlos?Despus fue su lacnica respuesta.En enero de este ao le record su promesa y me expres que los haba

    guardado y no recordaba el lugar donde se encontraban.Entend que no se animaba a darme a conocer sus secretos de

    militancia antitrujillista y no insist ms en el tema. Por eso fue grandemi sorpresa cuando en los ltimos das de marzo me dijo:

    Encontr los papeles que escrib. Gurdalos, no vaya a ser que seme pierdan de nuevo. Los tom en los precisos momentos en que comen-zaba mi campaa electoral para Senador por la provincia de SantoDomingo y el trajn de la contienda me impidi ocuparme en su lectura.

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  • 14 RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS-BAZN

    Acabo de leerlos y confieso que me sobrecogieron, no obstante haberconocido y vivido los horrores de la tirana. Lo narrado por mi padreson testimonios elocuentes de los sufrimientos y padecimientos que vi-vieron durante treinta y un largos aos los contados hombres y muje-res que en el pas se resistieron a dejar a un lado sus principios y adoblegar su dignidad.

    Mi padre lo hizo por sus arraigadas convicciones de moral y hones-tidad. Nunca fueron sus motivos ambiciones polticas. Circunstancial-mente, perteneci a Unin Cvica Nacional con posterioridad al ajusti-ciamiento de Trujillo, y por decisin de ese grupo declin cortsmente elofrecimiento que le hizo el profesor Juan Bosch para ocupar en su gobier-no el Ministerio de Relaciones Exteriores. Producido el golpe de Estado,el Triunvirato le nombr, sin consultarle, Regidor del Ayuntamiento delDistrito Nacional, y tan pronto se enter por la prensa, dio a conocer porescrito su decisin de no aceptar la funcin, argumentando que los opo-sitores al gobierno de Bosch debieron esperar la realizacin de eleccionesnacionales para desplazarlo del poder. A partir de entonces nunca hasido miembro de una organizacin poltica.

    Si luch contra el trujillato fue simplemente motivado por su amor ala libertad y a la justicia. No hubo en su conducta vertical propsitosocultos ni mucho menos afanes de herosmo. Entenda que no podaapoyar y mucho menos servir a un gobierno que violentaba los mselementales principios de la dignidad humana. Actu con honradezporque as se lo dictaba su conciencia, nunca en busca de ulterioresreconocimientos. Todava hoy cuando le hablamos orgullosos de su va-lor, y hasta de su osada, no hay en su rostro una sola expresin desatisfaccin, lo que nos ha llevado a pensar en la familia que l juzgasus actuaciones bajo la tirana como simples actos de un ciudadanocomn y corriente.

    Nunca le hemos odo contar sus experiencias de perseguido poltico. Nuncase ha referido a sus sufrimientos. En sus conversaciones siempre ha preferidomostrar su optimismo en los ms variados escenarios. Por eso he quedadoasombrado con estas cuartillas que, segn lo afirmado en el prembulo,fueron escritas veinte aos despus de desaparecida la tirana, esto es, en losaos ochenta. Como su nombre lo indica, Aos imborrables es la narra-cin de episodios que dejaron en su espritu huellas indelebles.

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  • 15AOS IMBORRABLES (EPISODIOS AUTOBIOGRFICOS)

    Otros sucesos han quedado en el tintero, como la visita que hizo a mihogar don Temstocles Messina para ofrecerle en nombre del tirano ladesignacin de embajador en el pas que eligiera, a lo cual respondicon esta frase: Don Temo, dgale a Trujillo que aceptar ser embajadorcuando usted sea presidente. O la respuesta airada En esta casamando yo, que dio a la persona que en 1955 le ofreci en venta laplaca de En esta casa Trujillo es el Jefe. Dada su sencillez, stos, ymuchos otros acontecimientos, como nunca visitar el edificio del PartidoDominicano, abstenerse de ir a La Voz Dominicana, jams pronunciarun discurso laudatorio a favor del rgimen desptico, negarse a asistira los mtines y marchas organizadas por la tirana, posiblemente seanconsiderados por l como nimiedades que no merecen ser mencionadas.

    Los papeles que ha escrito slo recogen los hechos ms truculentos queafectaron su existencia de hombre libre. Leerlos es suficiente para quenunca permitamos que una tirana se enseoree sobre el pas. Ahoraque surge cierta nostalgia por el pasado y que se escriben libros desde elotro litoral, no est de ms hacer pblico estos testimonios sobre la cruel-dad e ignominia que signific para la Repblica Dominicana la Erade Trujillo. Los doy a conocer sin haberlo consultado con mi padre,convencido de que su propsito de escribirlos fue ofrecer a las nuevasgeneraciones la visin dantesca del infierno vivido, razn por la cualsera imperdonable que se conservaran para consumo de sus familiaresen los anaqueles de mi biblioteca. Por lo dems, con su publicacin,tributo reconocido homenaje a la hombra y el coraje de quien luch porla libertad de su pueblo sin nunca claudicar durante treinta y un aosde terror y espanto.

    RAFAEL F. ALBURQUERQUE

    Santo Domingo, 25 de junio de 2002.

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  • 16 RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS BAZN

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  • ESCRITOS SELECTOS

    17

    [] Todo esto lo recibe la memoria y lo guarda en unreceptculo colosal y no s en qu sombras y profundas,inextricables y tortuosas galeras, para reclamarlas y uti-lizarlas cuando fuere menester. Todas ellas entran por lapuerta que tienen asignada, y all quedan depositadasordenadamente. Mas no son las realidades que entran,sino solamente las imgenes de las realidades percibidas,que permanecen all a disposicin del pensamiento que lasevoca [...]

    San Agustn,Confesiones

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  • 18 RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS BAZN

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  • ESCRITOS SELECTOS

    19

    Prembulo

    Para quienes les toc vivir y padecer la nefanda e incalifica-ble tirana de Trujillo, desde su inicio hasta su trgico des-enlace, todava hoy, a veintitantos aos de su dramtica desapa-ricin, no ha bastado ese tiempo transcurrido para borrar de lamente los hechos en los que se vieron envueltos las generacio-nes que sufrieron en carne propia los aciagos y perturbadoresmomentos caractersticos de esa terrible etapa de la historiadominicana bautizada y conocida con el despreciable nombrede Era de Trujillo.

    Diramos que, con el correr de los aos, se afianzan ms enel recuerdo, cual imagen fotogrfica en el papel que la contie-ne, los sucesos que le tocara vivir y presenciar a todo un pue-blo, testigo obligado de las actuaciones desorbitadas de un hom-bre cuyas desbordadas ambiciones lo convirtieron en pocotiempo en dueo absoluto, sin el ms mnimo escrpulo, detodo cuanto palpitaba dentro del mbito de la nacin domini-cana, sin que su conciencia, de haberla tenido, le reprocharasus desmedidas acciones, dirigidas en cambio, directamente,contra las personas que no eran de su agrado, las llamadas des-afectas, sino, tambin, contra aquellas a las cuales tena comoamigas, al valerse de estas ltimas como medios o instrumentosespeciales para llevar a cabo, antojadizamente y sin pensar enlas consecuencias, sus ms osados planes y negros propsitos,

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  • 20 RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS-BAZN

    importndosele un bledo el valor y el alcance que hace de laamistad el ms sagrado y ms respetado de los vnculos de uninentre los hombres.

    Muchsimos dominicanos y no poco extranjeros padecieronen carne propia los zarpazos inmisericordes del insaciable s-trapa. No escatim medios ni recursos al alcance de su manopara saquear antojadiza y descaradamente el erario, sin el msmnimo recato, aunque para la realizacin y consecucin deesos fines disfrazara esas groseras operaciones con actos osten-siblemente encubiertos con aparente legalidad. No fueron unani dos las ocasiones en las cuales, valindose de sus complacien-tes mandatarios, obtendra a precio vil valiosos inmuebles paraluego venderlos al Estado dominicano a precios escandalosa-mente abultados.

    De ese feudo personal en el que convirti todo el territorionacional, hizo partcipes del mismo a varios de sus engredos yprepotentes hermanos, quienes a la sombra del dspota se con-virtieron tambin en depredadores de la riqueza nacional parabeneficio propio y de sus familiares.

    El autor de estos episodios sufri en carne propia, comotantsimos hombres de nuestra sufrida tierra, innmeras per-secuciones en el curso de los treinta y un aos que dur larepugnante y oprobiosa tirana. Slo aspiraba a expresar contoda libertad sus ideas sin cortapisas ni temor alguno; a dispo-ner del derecho de transitar libremente sin ser entorpecidoen ese propsito; a ejercer pacficamente su profesin sin serperseguido ni molestado en sus actuaciones. Pero era una qui-mera pretender que tales derechos pudieran ejercerse sin elriesgo de ser perseguidos, molestados, encarcelados y, en lamayora de los casos, torturados moral y fsicamente. El no po-der expresar con un mnimo de libertad las ideas o el adoptaruna actitud indiferente ante los actos realizados por el Gobiernobastaba para endilgarle y echarle en cara a uno el mote de Ene-migo del Gobierno. Y desde ese momento la persona sealadacomo enemigo del rgimen era mirado y tenido por la gentecomo un paria de la India, peor que un leproso de Abisinia suje-

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  • 21AOS IMBORRABLES (EPISODIOS AUTOBIOGRFICOS)

    to a que le colgaran del cuello el cencerro anunciador para quele hicieran el vaco y le abandonaran a su triste y desgraciadasuerte.

    Las expresiones ni Rosas en Argentina, ni el doctor Fran-cia en Paraguay, de nefanda memoria, resultan ya muy mano-seadas para buscarle parangn a Trujillo. Ms ajustado seracomparrsele a Juan Vicente Gmez, cuyos mtodos de perse-cucin y torturas durante el largo perodo que gobern enVenezuela lo convierten en uno de los dspotas ms crueles ydesalmados del siglo XX. Sin embargo, de haber vivido JuanMontalvo, el ilustre y vigoroso escritor ecuatoriano, durante losaos que conformaron la Era de Trujillo, no habra vacilado enconsiderar a Rafael Leonidas Trujillo Molina como el tiranopor antonomasia de Amrica. Los hechos de este hombre bas-tan de por s para calificarlo como tal.

    A las nuevas generaciones que hoy oyen hablar de Trujillo yde su rgimen como si se tratara de algo sobrenatural, soado,ms propio de un cuento que de una etapa histrica en la vidapoltica y social de los dominicanos como acontece en seme-jantes circunstancias a los que no nos toc vivir en los tiemposde Ulises Heureaux, cuyas ancdotas las escuchamos ms biencomo producto de la invectiva y no como un acontecimientoreal y vivido por las generaciones de las dos ltimas dcadas delsiglo XIX, a los jvenes de hoy, cuya buena suerte les ha depa-rado vivir en un medio muy distinto, en donde pueden desa-rrollarse libremente, expresar sin temor sus ideas sin ser perse-guidos ni molestados; transitar libremente por todo el territorionacional sin impedimento alguno; asociarse con la finalidad deperseguir por medios lcitos el triunfo de sus afanes polticos oprofesionales, a ellos les exhorto a defender con valenta, en-tusiasmo y energa indoblegable esos atributos que hoy pue-den disfrutar plenamente, los cuales necesita el ser humanopara vivir en un clima de paz que slo se alcanza en un ambien-te de entera libertad y mutuo respeto.

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  • 22 RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS BAZN

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  • ESCRITOS SELECTOS

    23

    1930

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  • 24 RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS BAZN

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  • ESCRITOS SELECTOS

    25

    Trujillo, un producto de los marines yanquis, protegido delpresidente de la Repblica, general Horacio Vsquez, aquien traicion el 23 de febrero de 1930, con la participacinactiva del licenciado Rafael Estrella Urea en tan nefasto acon-tecimiento, asume las elevadas funciones de Presidente de laRepblica el 16 de agosto de ese mismo ao, como resultadode unas elecciones amaadas precedidas por actos de inusita-da violencia destinados ex profeso a esparcir la semilla del msacendrado terror en la mayora del electorado nacional.

    Todava resentida la ciudad de Santo Domingo de Guzmnpor los cuantiosos estragos causdoles por el violento huracnde San Zenn, acaecido el 3 de septiembre del ao premen-cionado, transcurran los primeros das del mes de diciembresin que los habitantes de la capital dominicana, como los delresto del pas, sospecharan vagamente lo que al correr del tiem-po llegara a conocerse con la execrable expresin Era de Tru-jillo. Si el huracn de septiembre, poderoso y destructivo, dejpor muchsimos aos hondas e indelebles huellas en las men-tes de los capitaleos, testigos obligados de tan devastador me-teoro, los aos subsiguientes que enmarcaron el nacimiento,desarrollo y ocaso de tan reprochable y ominosa Era, con ma-yor razn se mantuvieron y todava se mantienen tan vivos en elrecuerdo de a quienes les cupo la dolorosa suerte de vivirlos ypadecerlos que difcilmente, por no decir imposible, serndesplazados y suplantados por otros no menos aciagos perodosde desastres que al hombre reserva la Madre Naturaleza.

    A comienzos de diciembre de 1930, el licenciado VctorGarrido, a la sazn juez de jurisdiccin original del Tribunal deTierras, inquiri de nosotros si queramos acompaarle a la ciu-dad de San Juan de la Maguana, para que en nuestra condicinde estengrafo del indicado tribunal lo asistiramos en calidad

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  • 26 RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS-BAZN

    de secretario y a la vez tomramos las notas de las audienciasque habra de celebrar y presidir en dicha poblacin. No vaci-lamos en contestarle afirmativamente. Las audiencias se pro-longaron varios das. En esa ocasin el Estado dominicano estu-vo representado por el licenciado Emilio de los Santos antiguoy eficiente empleado del Tribunal de Tierras, con apenas unoscuantos meses en el ejercicio de la profesin de abogado, quienacept complacido y desinteresadamente la encomienda quese le haca por no desairar la solicitud que en tal sentido lehiciera el Presidente del mencionado organismo judicial, todavez que el titular de las funciones a l encomendadas, licencia-do Joaqun Balaguer, con escasos das de haber sido designadoabogado del Estado del referido tribunal, excus su inasistenciaa dichas audiencias por razones que ignoramos. Las audienciasse celebraron en el planta baja del Ayuntamiento de dichapoblacin y se prolongaron por unos seis o siete das. Termina-das stas, regresamos a Santo Domingo con todo el materialutilizado en dichas actuaciones judiciales.

    Al da siguiente de nuestro retorno, el licenciado RafaelRovira, secretario del Tribunal de Tierras en ese entonces yquien sustituyera al recordado y honestsimo funcionario donWilliam Penson, de grata memoria, nos llam a su despacho.Una vez ante l, y despus de saludarle, nos dijo:

    Alburquerque, aqu habr cambios en el personal. Sinembargo, usted, Eleuterio Seplveda y Nolasco (Ton), el ar-chivista, permanecern en sus puestos siempre y cuando ex-presen de antemano su adhesin a Trujillo.

    No esperbamos esa salida, la cual nos tom desprevenidos,y apenas sin sobreponernos de la sorpresa que nos causara, lecontestamos:

    Seor Secretario, desde que estamos aqu hemos cumpli-do lealmente con las funciones inherentes al cargo que des-empeamos. Lamentamos el no poder corresponder a la peti-cin que nos acaba de hacer.

    Claro, nuestra sustitucin no tard en producirse. De inme-diato fuimos destituidos. A contar de ese momento iniciamos

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  • 27AOS IMBORRABLES (EPISODIOS AUTOBIOGRFICOS)

    el va crucis dentro del cual se desarroll el quehacer diario denuestra existencia en el lapsus de treinta y un aos que dur laEra de Trujillo.

    Nos faltaban siete meses para graduarnos de Licenciado enDerecho y haca pocos meses que habamos cumplido veinti-ds aos de edad.

    Antes de retirarnos del Tribunal de Tierras, con asiento en losaltos de la casa que ocup hasta hace pocos aos el diario El Caribe,en la calle El Conde esquina Coln, hoy Las Damas, no queramosdar ese paso sin despedirnos del presidente del Tribunal de Tie-rras, don Domingo Estrada, de cuya memoria guardamos grato yrespetuoso recuerdo, por ser de corazn bondadoso, rectitud decarcter e indiscutible capacidad. Al imponerle de lo aconteci-do, nos mir fijamente dicindonos:

    Contine sus estudios y gradese de abogado. Toda profe-sin puede proporcionarle los beneficios para vivir decorosamen-te. Nosotros prosigui le seguiremos los pasos muy pronto.

    Efectivamente, pocos meses despus si mal no recordamos,el Listn Diario daba la informacin en primera pgina que los li-cenciados don Domingo Estrada, Miguel A. Delgado Sosa, AnbalSalado, Julio Espaillat de la Mota y otros ms cuyos nombres norecordamos, Magistrado Presidente el primero y jueces el restode dichos funcionarios, haban sido sustituidos por otros abogadosque ocuparon sus elevadas funciones. El licenciado Delgado Sosa,visiblemente enojado, como era de suponer, hizo reservas de de-recho mediante acto de alguacil notificado en la persona del en-tonces Secretario de Estado de Justicia. Vano empeo!

    Una semana despus de nuestra destitucin, el Secretariodel Tribunal de Tierras nos invit a verlo en su despacho. Fui-mos al Tribunal, nos hicimos anunciar y muy pronto estuvimosante su presencia. Despus de saludarlo, y sin ms prembulos,nos requiri que transcribiramos las notas estenogrficas to-madas por nosotros y contenidas en unas siete libretas cuyashojas estaban escritas por ambas caras. No tenamos que trans-cribirlas porque ya no ramos empleado del Tribunal de Tierrasy as se lo hicimos saber. Sin embargo, aprovechando el mo-

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  • 28 RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS-BAZN

    mento, le dijimos no tener inconveniente alguno en realizar eltrabajo, siempre y cuando se nos remunerara con una adecua-da y justa suma de dinero la tarea de transcribir las menciona-das notas. Por el gesto que hizo nos dio a entender que nuestrarespuesta le haba sorprendido. Qued callado, por lo que apro-vechamos ese momento para salir del despacho y retirarnos.Oficiosamente nos enteramos de que el secretario del Tribu-nal de Tierras, licenciado Rovira, prefiri celebrar de nuevo lasaudiencias, no obstante los gastos que las mismas generaran,antes que retribuirnos el trabajo (mucho ms econmico) queestbamos en la mejor disposicin de hacer.

    El 7 de julio de 1931 presentamos ante el jurado examina-dor el cuarto y ltimo ao de Derecho. Cun distinto a lasgraduaciones de ahora! En la poca en la que nos graduamos,bastaba que un miembro de un jurado compuesto por tres pro-fesores quienes despus del examen se retiraban a deliberarsaliera al saln en donde se encontraba el examinando, se acer-cara a l y le comunicara el resultado del examen. Si resultabaaceptado, le deseaba suerte y el mejor de los xitos en el ejer-cicio de la profesin. En vez de salir contentos de la Universi-dad, experimentamos la sensacin de estar desamparados, cualsi furamos un nufrago abandonado a su suerte. Maana, sinninguna relacin y con la remota esperanza de no contar conrecursos econmicos para abrir un modesto estudio de aboga-do, qu bamos hacer con el ttulo que nos acreditaba comoLicenciado en Derecho?

    Un cuadro desalentador se abra ante los jvenes recin gra-duados. La crisis econmica que an subsista en el ao 1931mantena estancados los sectores de produccin con que con-taba el pas.

    Abogados con varios aos de ejercicio profesional cerraronsus bufetes afectados por la mala situacin imperante, a cambiode agenciarse puestos en el nuevo Gobierno con el deliberadopropsito de allegar los recursos indispensables para enjugar susms perentorias necesidades, a pesar de la antipata y aversinque dicho rgimen y su novel mandatario les causaban.

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  • 29AOS IMBORRABLES (EPISODIOS AUTOBIOGRFICOS)

    Despus de algunos meses, en un zagun de la planta bajade la casa ubicada en la calle Duarte esquina El Conde, propie-dad de la familia Aybar, el licenciado Nstor Contn Aybar ynosotros lo utilizamos como oficina por un tiempo corto. Unaalfombra vieja, dos escritorios con sus correspondientes buta-cas, unos cuantos libros de Derecho y una mquina de escribirconstituan todo el mobiliario de nuestra naciente oficina. Losprimeros trabajos que conseguimos fueron el divorcio pormutuo consentimiento de unos amigos y una demanda en co-bro de pesos y desalojo de una casa propiedad de un to dellicenciado Contn Aybar. Cero ganancias. Sin embargo, el he-cho de habernos iniciado como abogados nos produjo una gransatisfaccin. Finalmente, al venderse la casa tuvimos que des-alojarla junto con los dems inquilinos. Por un tiempo bastantelargo trabajamos en nuestra casa de la calle Mercedes, hastaque, invitados por el amigo y colega licenciado Gilberto FialloRodrguez, aos despus ocupamos un sitio en su bufete deabogado, ubicado en la calle Hostos esquina General Lupernde la ciudad capital.

    A medida que corran los aos, el rgimen implantado porTrujillo se haca cada vez ms sofocante, ms arbitrario y msavasallador. El temor a ser injustamente acusados por la mqui-na opresiva del rgimen obligaba a la gente a ampararse, comomedios de defensa, en dos actitudes extremas: evitando el sersealado como un opositor recalcitrante, resguardndose encaso de una denuncia con la tarjeta de inscripcin en el Par-tido Dominicano, nica y soberana entidad poltica; o hacin-dose visible en las concentraciones pblicas organizadas pordicho Partido. Porque mantenerse alejado de toda actividadpartidaria o, mejor dicho, ser consciente y asumir una actitudindiferente, resolucin voluntaria de quien procediera as, con-llevaba el peligro, con el correr del tiempo, de que tal posturase hiciera notar, llamara la atencin en las esferas polticas y sele fichara tambin como un opositor y enemigo del Gobierno.Desde el principio adoptamos esta posicin a sabiendas de losriesgos a que nos exponamos.

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  • 30 RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS-BAZN

    La prudencia era norma obligada que las circunstancias nosimponan cotidianamente. A menos que se tratara de amigosntimos, de entera confianza, con quienes conversbamos contoda libertad acerca de los acontecimientos ms resaltantes delquehacer poltico dominicano, mantuvimos una actitud deabsoluta y disimulada indiferencia ante los hechos y comenta-rios que a diario nos ofrecan los peridicos de circulacin na-cional en relacin con las actuaciones del Gobierno del man-dams dominicano, resaltadas dichas manifestaciones con unagama de asqueantes metforas destinadas a granjearse la aten-cin y la gracia del Jefe nico o de algunos de sus influyentes yno menos abyectos vasallos.

    Desde su inicio, en el ao 1930, los mtodos utilizados porel nuevo rgimen que se le impona al pas se caracterizaronpor el acoso y la persecucin empleados contra los que censu-raron el golpe de Estado del que haba sido vctima el gobier-no del general Horacio Vsquez. Muchos de los simpatizantesdel rgimen depuesto tuvieron que esconderse para evitar elser vejados o maltratados con una detencin a todas luces arbi-traria y, en casos extremos, atropellados por los sicarios a suel-do que desde un principio contribuyeron con sus desafueros ydesmanes al fortalecimiento de los planes desarrollados por elbrigadier Trujillo Molina para aduearse del poder y consoli-darse luego en el mismo. Todava perduran en el recuerdo delos dominicanos que fueron testigos de esos acontecimientoslos desmanes y atropellos cometidos por la clebre patrulla queresponda al nombre de La Cuarentids, comandada por elmilitar Miguel ngel Paulino, la cual actuaba en complicidadcon las sombras de la noche en persecucin de los considera-dos desafectos o contrarios a dichos planes. Trujillo utiliz elarma de la amedrentacin para sojuzgar, como lo hizo desde elinicio de su ambicioso plan de aduearse del pas, al pueblodominicano.

    Puede decirse, y ms an asegurarse, que la dcada de 1930se caracteriza como el perodo de la historia poltica dominica-na en que un gobierno como el de Trujillo se vale de los crmenes

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  • 31AOS IMBORRABLES (EPISODIOS AUTOBIOGRFICOS)

    ms groseros para fortalecerse en el poder: el asesinato deVirgilio Martnez Reyna y su esposa en San Jos de las Matas;el del general Caldentey a prima noche en el parque Coln; eldel general Desiderio Arias, y otros ms que no recordamos, valenpor s solos como elocuentes ejemplos para retratar de cuer-po entero al espcimen de hombre que se vali de tan censu-rables como criminales medios para avasallar a todo un pue-blo, someterlo a su veleidoso capricho como tambin a ladesmedida ambicin de convertirse en dueo absoluto delterritorio nacional por un largo, negro y escabroso perodojams imaginado por sus sometidos y avasallados habitantes.

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  • 32 RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS BAZN

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  • ESCRITOS SELECTOS

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    1937

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  • 34 RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS BAZN

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  • ESCRITOS SELECTOS

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    Con el discurrir de los aos posteriores al 1930, el poder demando de Trujillo cobraba ms fuerza y se haca ms ab-sorbente y dominante. Todas las actividades relacionadas conlo econmico, social y poltico estaban estrechamente ligadas ysometidas a la frrea voluntad del tirano. l dictaba, l dispo-na y a la vez trazaba las directrices que se deban tomar por losfuncionarios del tren administrativo de su omnmodo y ego-cntrico Gobierno. La feliz circunstancia de encontrar el pasenteramente desarmado, herencia dejada por los intervento-res norteamericanos del perodo 1916-1924, y el hecho, ade-ms, de romper desde el principio la endeble resistencia delos poqusimos dominicanos que en vano complotaron contrasu cada vez ms fortalecido Gobierno, brindaron al incipientecaudillo el clima apropiado para hacer y deshacer a su mejortalante cuanto le dictase la ambicin desmedida que lo carac-terizaba, sin freno que la contuviera, con el nico y determi-nante propsito de consolidar fuertemente en sus manos lasincidencias generadas por el poder absoluto: disponer, comofuese de lugar, del rebao de hombres que mantena bajo susfuertes y ensangrentadas botas de militar engredo.

    Y as como actuaba este espcimen de hombre, miembrosde su numerosa familia, especialmente algunos de sus herma-nos, cobijados a su sombra, no se quedaron rezagados en susactuaciones directas o indirectas dentro del mbito en dondecomnmente realizaban sus actividades, sino que se dieron a lareprochable tarea, valindose de medios ilcitos no a costa delpropio esfuerzo, fruto del trabajo honesto y enaltecedor, dig-nificante para el hombre de bien, de labrar una fortuna acosta de innmeros abusos y depredaciones cometidos en per-juicio de cientos de ciudadanos de esta sufrida nacin. Se necesi-taran centenares de pginas para dejar anotados los numerosos

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  • 36 RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS-BAZN

    casos en los que nacionales y tambin extranjeros fueron vcti-mas de los desbordados apetitos de Jos Arismendy Trujillo,alias Petn, Romeo Trujillo, alias Pip, y Nieves Luisa Trujillo,actores de primera lnea del drama-tragedia que les toc vivir ypadecer a las generaciones de dominicanos durante la execra-ble Era de Trujillo. Al actuar en sus rapaces y abusivas exacciones,cuidbanse, eso s, de no interferir ni colidir en lo ms mnimocon los intereses sacrosantos del tirano.

    Asimismo, valindose de su poderosa, personal y descaradainfluencia, para su propio provecho o recurriendo a diligentesy complacientes mandatarios, obtenan no importaban losmedios empleados los beneficios de una sentencia emanadade juez competente en perjuicio de la contraparte, vctimaindefensa e inerme ante el despojo de sus derechos. En msde una ocasin interfirieron personalmente o por intermediode sus serviles paniaguados para adquirir la propiedad o el gocede algn inmueble amparndose de la coaccin o prevalin-dose de las ms groseras artimaas destinadas a obtener el con-sentimiento del dueo de los bienes apetecidos, a cambio deun precio vil y escandalosamente irrisorio. Casos hubo en queutilizaron el telfono para llamar a la esposa del dueo de uninmueble deseado, para decirle:

    Oiga seora, si usted no quiere ser viuda, aconseje a sumarido que venda la casa en donde viven!

    Fueron varios los casos de propietarios desaparecidos pornegarse a venderle sus fincas a Trujillo. Para muestra, un bo-tn vale. An pervive en el recuerdo el vil asesinato ejecutadoframente en la persona de Jess Castillo, de distinguida y apre-ciada familia dominicana, por negarse a vender las tierras desu propiedad despus de haber resistido las amenazas y las pre-siones de toda ndole a que fue sometido por los encargadosde doblegar su voluntad. Con el deliberado propsito de ame-drentarlo y, por ende, sojuzgarlo, ya antes haban asesinado alguardin de su finca.

    Petn Trujillo, seor feudal de horca y cuchillo, con anteceden-tes penales de sobra conocidos y muy recordados y comentados

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  • 37AOS IMBORRABLES (EPISODIOS AUTOBIOGRFICOS)

    por los que estaban al tanto de sus acostumbrados enredos conla justicia dominicana, aprovechndose de su condicin dehermano del Presidente de la Repblica, se adue como sise tratara de un hato de su propiedad de la poblacin deBonao, en donde plant su domicilio y residencia, convertidoluego en campo de sus sonadas actividades. En una Gua deTelfonos impresa y puesta en vigor por la Corporacin Domini-cana aos despus, apareca el nombre de J. Arismendy Trujillovinculado a una oficina de notara. Cuntas personas no ha-bran sido despojadas de lo nico que tenan, sus tierras o suscasas, al figurar sus nombres y sus firmas en actos de venta es-purios instrumentados en la oficina de marras? Debieron sermuchos los propietarios despojados de sus bienes. Cuntos sevieron envueltos en casos semejantes o de ndole distinta enlos cuales Petn Trujillo tena marcado inters personal en re-solver para su propio provecho o el de algunos de sus allega-dos? Quin sabe cuntos!...

    El autor de estos episodios sufri en carne propia los zarpazosdel energmeno y prepotente Petn Trujillo. Las accionesilcitas que lo caracterizaban ponen de manifiesto y evidencianla inseguridad de cmo se viva en los aciagos das del trujillato,aun cuando se actuase dentro del marco de la ley en el ejerci-cio de sus derechos civiles.

    Una maana, en momentos que transitbamos por la aceraeste de la calle Hostos de esta ciudad entre El Conde y la Gene-ral Lupern, nos detuvimos a conversar con el licenciado FroilnTavares, distinguido jurista, quien se encontraba parado sobreel umbral de la puerta de entrada de su oficina de abogado.Despus de saludarlo, nos invit a pasar y tomar asiento en unsilln junto a su escritorio de trabajo. Conversamos brevemen-te sobre distintos temas de actualidad y luego nos pregunt sihabamos trabajado en casos relacionados con el Tribunal de Tie-rras. Al responderle que s, extrajo un folder de una de las gavetasde su escritorio, a la vez que inquiri de nosotros si no tenamosinconveniente en intentar una demanda en revisin por fraudepor ante el Tribunal Superior de Tierras. Le respondimos estar

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  • 38 RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS-BAZN

    en la mejor disposicin de hacerlo. A continuacin nos solicitpreparar la correspondiente instancia para casos similares alque deseaba hacernos partcipes y que luego se la llevara parafirmarla conjuntamente, acompaando sus ltimas palabras conla entrega del expediente.

    Se trataba de una demanda en revisin por fraude a nom-bre de los herederos del finado Oscar Blanco Fombona, sbdi-to venezolano, exiliado en nuestro pas desde haca tiempo,dueo de una porcin de terreno de una peona (300 tareas),ubicada dentro del mbito de la Parcela No. 22 del DistritoCatastral No.12 (antiguo 100), sitio de rbol Gordo, munici-pio de San Cristbal, perteneciente a la entonces provinciaTrujillo, adjudicada en propiedad a la seora AlejandrinaPrez, amiga y protegida de Petn Trujillo, segn fuimos in-formados.

    Como es dable suponer, los herederos del finado Oscar Blan-co Fombona fueron sorprendidos por esta adjudicacin, al nodrseles la oportunidad de reclamar sus legtimos derechos depropiedad sobre la precitada cantidad de terreno mientras seproceda al saneamiento catastral de la porcin de terreno des-crita anteriormente.

    Das despus nos apersonamos en la oficina del licenciadoTavares, hijo, para mostrarle la instancia que se iba dirigir alTribunal Superior de Tierras, basada en el artculo 70 de laLey de Registro de Tierras, la cual ley detenidamente, y actoseguido estamp su firma al pie de la misma, lo que a continua-cin hicimos nosotros.

    Ese mismo da depositamos en la Secretara del Tribunal deTierras la precitada instancia junto con los documentos queavalaban la accin que se intentaba a nombre de los expresa-dos herederos.

    Transcurrieron varios das. Una maana, recibimos el automediante el cual el Tribunal Superior de Tierras fijaba la au-diencia para conocer de la demanda en revisin por fraudecontra la seora Alejandrina Prez. Si mal no recordarnos, parael primero de octubre de 1937.

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  • 39AOS IMBORRABLES (EPISODIOS AUTOBIOGRFICOS)

    En vista de que en esos mismos das el licenciado Tavaresfue designado abogado del Estado del Tribunal de Tierras, tuvoque desligarse de la demanda y nos confi el caso que motivaeste episodio.

    Una maana, con anterioridad a la audiencia, conversba-mos en la sala de un apartamento de la planta baja de la casanmero uno de la calle General Lupern de esta ciudad, sedede la revista Caribes, Csar L. Romero, Nstor Contn Aybar y elautor de estos relatos, director, encargado de redaccin y sub-director, respectivamente, de la publicacin mencionada. Endicho apartamento, adems, y ocasionalmente, utilizbamos elnico escritorio existente en la habitacin contigua a la sala deespera para tratar los asuntos relacionados con nuestra profe-sin de abogado, en la cual nos habamos recluido haca ape-nas unos minutos, cuando, de pronto, sorpresivamente, irrum-pi como una tromba, el mayor J. Arismendy Trujillo Molina,acompaado de su amigo el agrimensor Rafael Dacosta Gmez,Chich. Momentos antes haba preguntado por nosotros a loscolegas y amigos que se encontraban en la sala. Sin dirigirnos lapalabra, se adue, ocupndolo, del silln giratorio que nosserva de asiento. Al indicarle la butaca destinada para los clien-tes y visitantes, nos respondi encontrarse bien en donde esta-ba, al tiempo de abrir la gaveta del medio del escritorio y escu-driar su contenido. Ante esa prepotente actitud, no tuvimosms remedio que sentarnos en la butaca reservada a las visitas.

    Con cara de pocos amigos, despleg unos papeles que ex-trajo de uno de los bolsillos de su chaqueta de militar, y tirn-dolos sobre el escritorio que nos separaba, nos mir fijamentepreguntndonos: Usted me envi eso? Recogimos las hojasdobladas y al extenderlas con cuidado comprobamos, que lasmismas concernan a una copia certificada del auto de fijacinde audiencia semejante al que habamos recibido haca pocosdas. A su imperativa pregunta le respondimos que la copia demarras debi habrsela remitido el Tribunal Superior de Tie-rras a la seora Alejandrina Prez. Carajo! nos espet, acasono sabe usted que esas tierras son mas? Acabando de decir

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  • 40 RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS-BAZN

    estas palabras se levant del asiento en actitud agresiva esgri-miendo en su mano derecha la pistola que portaba. Como unresorte nos levantamos de la butaca que nos serva de asientoseparndonos del escritorio, el cual utilizamos como el nicoobstculo que impeda al agresor acercarse a nosotros a menosque hiciera uso de su arma de reglamento para dispararnos,riesgo al que estbamos expuestos. Mientras tanto, no cesabade hacer gala de los ms vulgares como rastreros eptetos. Enun momento en el que hubo de acercarse a nosotros, trat envano de darnos un maquinazo, golpe que recibimos en el brazoizquierdo al tratar de evitar como evitamos que nos rajara lacabeza. Al no lograr su propsito, le quit el seguro a la pistolaen el preciso momento que el licenciado Csar Romero, arries-gando su vida, irrumpi en la habitacin y se interpuso entre elagresor y el agredido, con lo que impidi al primero, asindolopor el cuello, la consumacin quin sabe! de su criminalintencin de asesinarnos.

    El agrimensor Dacosta Gmez, absorto durante todo el tiem-po que duraron los acontecimientos narrados precedentemen-te, aprovech la oportuna y decidida intervencin del licencia-do Csar Romero para aconsejar a su truculento amigotrasladarse al Tribunal de Tierras, en donde trataran el asuntocon el abogado del Estado, licenciado Froiln Tavares. De malagana reaccion al consejo del amigo y sali apresuradamentejunto con ste y seguidos ambos por el chofer (guardaespal-das), quien momentos antes haba hecho su aparicin en laoficina portando un revlver en su mano derecha.

    No era la primera vez, ni la ltima, que este caballero usabala violencia para resolver los casos en los cuales tena marcadointers. Entre los muchos escenificados por l, recordamos unoa comienzos de la Era, del cual fue vctima el ciudadano donArmando De Pool, de conocida y muy apreciada familia de lacapital, a la sazn funcionario del Ayuntamiento de Santo Do-mingo, objeto de una brutal agresin de Petn Trujillo, sin darleoportunidad al agredido de defenderse con el revlver queguardaba en una de las gavetas de su escritorio.

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  • 41AOS IMBORRABLES (EPISODIOS AUTOBIOGRFICOS)

    Nos mantuvimos tensos y ostensiblemente molestos el restode esa maana inolvidable; no era para menos. Tenamos lasensacin de estarnos quemando por dentro, nos herva la san-gre. Antes de abandonar la oficina a eso del medioda, toma-mos la resolucin de denunciar el atropello cometido hacaapenas pocas horas. Pero, a quin dirigirnos? A la prensa dia-ria? Sera perder el tiempo. Amparar a la justicia dominicanade lo ocurrido correra la misma suerte. Se nos haca difciladoptar una actitud de obligada conformidad ante el ultraje reci-bido. Pero, a quin recurrir sin encontrar una negativa a nuestroreclamo? Nos veamos obligados a conformarnos y a resignar-nos con el irrespeto a nuestra persona? No lo admitamos. Deninguna manera aceptbamos renunciar, aunque siquiera setratase de una formal protesta, contra el autor de la agresinde que fuimos objeto, por lo que, no tenamos ms remedioque denunciar el atropello recibido a quien estaba por encimadel causante de los desmanes recibidos: a su propio hermano,el presidente de la Repblica, tomando en consideracin sucondicin de Jefe Supremo de las Fuerzas Armadas. Sin per-der ms tiempo as lo resolvimos, pero, cuando nos dispusimosa redactar la comunicacin que bamos a remitir, estuvimos variosminutos indecisos. Cmo encabezarla? Qu apelativos debe-ramos usar? El tener que apelar a los trminos Generalsimo,Honorable Seor, Benefactor de la Patria... nos causaba ciertasensacin de rechazo y rebelda, por no decir repugnancia,que por algunos minutos paraliz la decisin que habamos to-mado. Si queramos, como desebamos, que la protesta mere-ciera la mejor y justa atencin, no tenamos otro camino que elutilizar tales apelativos, tomando en consideracin la idiosin-crasia del destinatario de la comunicacin, habituado ya a loshalagos que alimentaban su enfermiza y cada vez ms crecien-te vanidad, su delirio de grandeza. Otro aspecto, adems, nospreocupaba: de qu valdra la denuncia de los hechos si nocontbamos con el apoyo y las garantas indispensables para asistira nuestros representados sin peligro de correr el riesgo de ser nue-vamente agredidos y maltratados fsicamente por el energmeno

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  • 42 RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS-BAZN

    hermano del tirano? Qu hacer? Cmo resolver este proble-ma? Bastaba acaso con expresarle el que se nos diera garantaso estbamos obligados a pedirle conociendo la compleja idio-sincrasia del prepotente recipiente su garanta personal? Des-pus de meditar detenidamente estas preocupantesinterrogantes que no dejaban de preocuparnos, resolvimos di-rigirnos al Presidente y hermano del agresor en los siguientestrminos:

    Septiembre 16, 1937. Generalsimo Rafael LeonidasTrujillo, Presidente de la Repblica y Benefactor de laPatria. Honorable Seor Presidente: la presente tiene porobjeto poner en su conocimiento los siguientes hechos queculminaron con el salvaje atentado de que fui vctima hoyen la maana, de parte del seor J. Arismendy Trujillo yMolina, en mi bufete de abogado, sito en la calle GeneralLupern, de esta ciudad.

    Por Auto del Tribunal Superior de Tierras, acogiendolos motivos de mi instancia de fecha 3 de julio del corrien-te, a nombre de los sucesores de don Oscar Blanco Fombona,sbdito venezolano, fallecido trgicamente en el pas hacealgunos aos, se ha fijado la audiencia de fecha 1ro. deoctubre del ao en curso, para conocer de nuestra deman-da en revisin por fraude, en virtud del Artculo 70, de laLey de Registro de Tierras, en una porcin de terreno (unapeona - 300 tareas), en la parcela, nmero 22 del Distri-to Catastral 12 (antiguo 100), sitio de rbol Gordo, co-mn de San Cristbal, provincia Trujillo, en contra de laseora Alejandrina Prez, del paraje la U, carreteraDuarte, a quien se le adjudic la totalidad de la parcela22, por Decreto del Tribunal Superior de Tierras, de fecha9 de Julio del 1937.

    Hoy en la maana, acompaado del seor RafaelDacosta Gmez (a) Chich, irrumpi en el apartamientoprivado de mi oficina el seor J. Arismendy Trujillo Molina,demandndome imperativamente si haba meditado el

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  • 43AOS IMBORRABLES (EPISODIOS AUTOBIOGRFICOS)

    asunto al enviar la citacin para la audiencia, que reci-bi. Al decirle que dicho acto no emanaba de m, sino delTribunal de Tierras, quise abundar en explicaciones, pero,acto seguido se abalanz sobre m, en actitud agresiva,mientras deca que esa propiedad era de l. Viendo queyo retroceda, sac la pistola que portaba y me lanz unmaquinazo a la cabeza, golpe que recib en el brazo iz-quierdo, al defenderme. Entonces, diciendo palabras gro-seras e insultantes para mi persona, seb la pistola, meapunt, y a no ser por la pronta intervencin del amigo,Lic. Csar L. Romero, que se interpuso entre nosotros, aga-rrndolo por el cuello, no se habra evitado la consuma-cin de sus propsitos.

    Me es doloroso llevar a su conocimiento los hechos aque me he referido. Siempre ha sido norma en m, respetar,para que se me respete. Cuantas veces he tenido necesidadde dirimir una cuestin judicial recurro como es debido anuestros tribunales de justicia, cuyas justas y sabias deci-siones he acatado respetuosamente.

    Como dominicano que soy, amante de mi Patria, noquiero que el seor don Horacio Blanco Fombona, actual-mente Encargado de Negocios de los Estados Unidos deVenezuela en este pas, y por cierto, hermano del finadodon Oscar Blanco Fombona, intervenga en este asunto,como podra suceder al enterarlo los Sucesores de dicho se-or, de que su abogado constituido no puede obrar en elasunto mencionado con la libertad y garanta necesarias.Es por ello, Honorable Seor Presidente de la Repblica,por lo que me dirijo a Ud., no con la intencin de quesancione los hechos cometidos, sino con el propsito de quecon su garanta, pueda yo quedar a resguardo de poste-riores ataques.

    Con el mayor respeto y consideracin, saluda al Hono-rable Seor Presidente de la Repblica, su seguro servidor.

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  • 44 RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS-BAZN

    En tales trminos nos dirigimos al Presidente. Al da siguien-te depositamos en las oficinas del correo de esta ciudad lacomunicacin pretranscrita y certificamos el sobre que la con-tena.

    No abrigbamos esperanza alguna que nuestra denunciafuese tomada en consideracin y contestada, adems, por elpropio destinatario. Das despus de haberla depositado enel correo, recibimos por la misma va un sobre de los llama-dos de oficio procedente de la Presidencia de la Repblica,segn se lea en su cara frontal superior. Al abrirlo y sacar sucontenido nos sorprendi una comunicacin marcada con elnmero 22731, de fecha 28 de septiembre de 1937, que nos diri-ga el secretario de Estado de la Presidencia, licenciado HermnCruz Ayala, cuya transcripcin ofrecemos a continuacin:

    Seor Lic. Rafael Alburquerque Zayas-Bazn.

    Estimado Seor:

    En respuesta a su atenta carta del 16 del corriente,dirigida al Honorable Seor Presidente de la Repblica,en la cual usted se refiere a los procedimientos judicialesque estn en curso por ante el Tribunal de Tierras en rela-cin con una porcin de terreno del Distrito Catastral n-mero 12 (antiguo 100) sitio de rbol Gordo, comn deSan Cristbal, entre los sucesores de don Oscar BlancoFombona, a quienes usted representa como abogado, y elseor J. Arismendy Trujillo Molina, me es grato dar austed la seguridad de que el mencionado asunto seguirsu curso normal por ante el Tribunal apoderado del mis-mo, para que pueda ser imparcialmente decidido segnsus mritos. Para ese efecto, ha sido informado este Despa-cho que la audiencia previamente sealada para el daprimero de octubre prximo ser debidamente celebrada, yodas en ellas las alegaciones respectivas de las partes in-teresadas.

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  • 45AOS IMBORRABLES (EPISODIOS AUTOBIOGRFICOS)

    Se informa adems que el seor J. Arismendi TrujilloMolina ha designado como su abogado para representar-le en estos procedimientos al doctor Moiss Garca Mella.

    Le saluda atentamente.

    Por lo transcrito anteriormente, fcil es comprobar que lostrminos de dicha comunicacin se limitaban, escuetamente,a informarnos que la audiencia se celebrara en la fecha indi-cada en el auto emanado por el Tribunal Superior de Tierras,y que el mayor J. Arismendy Trujillo Molina estara representa-do por el doctor Moiss Garca Mella. Como es dable suponer,no nos satisfizo su esperado contenido, sencillamente, porque,la litis en revisin por fraude se incoaba contra la seoraAlejandrina Prez, la que ni por asomo era nombrada en lacomentada comunicacin. Por otra parte, el hecho de nohabrsenos dado una respuesta concreta a los trminos expues-tos en la nuestra, nos obligaba a desistir del caso que nos fuerarecomendado defender.

    No podamos abandonar los intereses del caso confiado anosotros; adems, no conocamos a nuestros representados, nitampoco, si residan en la Capital o en otra ciudad del pas.Forzosamente tenamos que recurrir a su pariente, don HoracioBlanco Fombona, para enterarle de lo que nos haba sucedidoy, ms an, por la aprensin angustiosa que nos causaba el slopensar que se perdiera un caso fundado en derecho e iniciadodentro del ao de la expedicin del Decreto de Registro afavor de la demandada, seora Alejandrina Prez.

    Obligados, pues, por las circunstancias, visitamos en su ho-gar a don Horacio Blanco Fombona, respetado periodista, edi-tor de la revista literaria Bahoruco, casado con dama dominica-na, radicado desde haca muchos aos en Santo Domingo desdeque voluntariamente se ausent de su patria por disentir de losregmenes dictatoriales que la tenan sojuzgada y a la sazn,encargado de Negocios de Venezuela en la Repblica Domini-cana, a quien expusimos al corriente de los hechos en los cua-les fuimos la vctima. Nos escuch con suma atencin, y sin dejar

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  • 46 RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS-BAZN

    de expresar en su rostro la indignacin que le produjo la ver-sin de lo ocurrido a nosotros, con voz fuerte y vivos ademanesnos dijo: Alburquerque, su vida corre peligro. De ahora en ade-lante el abogado ser yo! Antes de concluir la conversacin, nospidi le dirigiramos una carta en la que le manifestramos laimposibilidad material que nos impeda hacernos cargo de ladefensa de sus sobrinos, lo que lamentbamos muchsimo.

    Usando la misma fecha (28 de septiembre de 1937) de lacomunicacin recibida de la Secretara de Estado de la Presi-dencia, nos dirigimos a don Horacio Blanco Fombona, en sucondicin de to de nuestros representados:

    Distinguido seor: Asuntos personales de bastante con-sideracin me impiden en absoluto continuar prestandomis servicios profesionales a los sucesores del finado DonOscar Blanco Fombona, en el Distrito Catastral nmero12 (antiguo 100), parcela 22, sitio de rbol Gordo, pro-vincia Trujillo, y asistir, en la misma calidad, a la au-diencia fijada por el Tribunal Superior de Tierras para elda primero de octubre del corriente, para conocer de lademanda que a nombre de mis representados somet a di-cho Alto Tribunal.

    Como representante ms allegado de dichos sucesoresen este pas, me he apresurado a comunicarle la resolucinma de abstenerme en este asunto, para que Ud. se entere ytome seguido, las medidas que juzgue ms convenientes.

    Con todo respeto se suscribe de Ud., atentamente S.S. yamigo.

    Transcurrieron varios das sin tener contacto con DonHoracio. Pero sus gestiones encaminadas a salvaguardar y de-fender los derechos de sus sobrinos, enrgicamente reclama-dos por los canales de la Cancillera dominicana, pronto die-ron sus frutos. Una maana nos sorprendi su honradora visita,para informarnos el haber recibido la suma de dos mil pesosm/n (RD$2,000.00), a cambio de las 300 peonas de terreno

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  • 47AOS IMBORRABLES (EPISODIOS AUTOBIOGRFICOS)

    propiedad de los herederos de su finado hermano, sin cuyaenrgica intervencin, muy oportuna por cierto, a dichos re-clamantes les habra sido materialmente imposible obtener conla demanda el reconocimiento de sus derechos y, consecuen-temente, los beneficios de su reclamacin, apropiada actua-cin que puso punto final al enojoso caso en el que nos vimosenvueltos, el cual pone de manifiesto cmo actuaban losprepotentes hermanos del tirano.

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  • 48 RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS BAZN

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  • ESCRITOS SELECTOS

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    1946 (1)

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  • 50 RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS BAZN

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  • ESCRITOS SELECTOS

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    El rgimen implantado por Trujillo solamente poda estarconcebido por un ser insensible al dolor humano, carentede toda moral, ms bien obcecado por el dominio absoluto detodo cuanto le rodeaba, de tal manera que debi llegar unmomento durante el largo y absorbente perodo de su autori-tario poder que l mismo por que dudarlo, crey conside-rarse un ente todopoderoso, omnipotente y dotado de influen-cias sobrenaturales.

    Mucha culpa de su endiosamiento recay en un nmeroapreciable de los intelectuales de la poca, quienes por noperder sus cmodas posiciones dentro del marco de la socie-dad dominicana en donde realizaban sus actividades cotidia-nas, y en no contados casos por miedo a la reaccin enojosa deltirano, prefirieron renunciar a la postura digna y enaltecedoraproducto del sacrificio, a cambio de poner incondicionalmen-te al servicio del strapa sus plumas y sus intelectos.

    Diariamente, los halagos desmesurados, las adulaciones des-caradas, las rimbombantes lisonjas, saturaban las pginas de losperidicos con asqueantes y babeantes exaltaciones adulatoriasdestinadas a obtener el beneplcito y la anhelada complacen-cia del Jefe. Claro, se embriag con los frecuentes y cada vezms altisonantes ditirambos a su persona y a cuanto estaba nti-mamente relacionado con l y su encumbrada familia.

    Confiado y seguro del poder absoluto que ejerca sobre unpueblo atemorizado y sometido a sus veleidosos y acostumbra-dos caprichos, por mucho tiempo no les dio importancia ni lepreocupaban los ataques y las crticas que desde el extranjerole hacan los exiliados polticos ubicados en varios pases de lacuenca del Caribe. Pero a medida que aumentaron los ataquesdesde el exterior, los tentculos de su poder en ms de unaocasin se extendieron fuera del territorio nacional para es-

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  • 52 RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS-BAZN

    trangular a quienes osaban combatirlo desde playas extranje-ras. De los alcanzados, fueron fciles vctimas entre otros,Mauricio Bez, prestigioso y valiente representante obrero do-minicano, y Pip Hernndez, de distinguida y apreciada fami-lia de esta capital, ambos asesinados en La Habana. SergioBencosme y el periodista Andrs Requena, liquidados en laciudad de Nueva York. Y el ms sonado de todos, el secuestroen un lugar de los Estados Unidos de Amrica del doctor Jessde Galndez y su traslado a la Repblica Dominicana, en don-de fue framente asesinado. Se hace difcil olvidar que en laspostrimeras de la repugnante Era estuvo a punto de perder lavida el presidente de Venezuela, Rmulo Betancourt, quienresult herido, as como varios funcionarios que le acompaa-ban, a causa del atentado criminal patrocinado y costeado porTrujillo en una va cntrica de Caracas. l no se amilanaba porlas crticas que desde el exterior le hacan los dominicanos di-sidentes y contrarios a su rgimen de Gobierno. Cuando le fa-llaban sus planes para destruirlos, entonces haca objeto de suvenganza a los familiares de sus detractores oposicionistas. Cun-tos se vieron obligados a escribir artculos laudatorios en favordel Amado Jefe por temor a perder el cargo que desempea-ban si callaban o denotaban indiferencia ante los ataques lanza-dos por algn familiar o pariente cercano, amparado con elprivilegio que le brindaba el ser un exiliado!

    Muchas veces nos detuvimos a pensar que el hombre quegobern con mano frrea por cerca de treinta y un aos a lanacin dominicana, inflado como un pavo real por las alaban-zas desmedidas de sus espontneos coterrneos en su mayo-ra, as como por aquellos que se vean obligados a quemarincienso en su honor como medio inobjetable para preservarla vida o los bienes de su patrimonio, debi recibir las melosasmanifestaciones de que era objeto diariamente como algo na-tural y acorde con su enfermiza personalidad megalmana.

    Seguro y confiado del poder que ejerca sobre todo el mbi-to del pas, y ante la campaa sostenida en su contra por laprensa y la radio extranjeras, en las que se condenaba enrgi-

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  • 53AOS IMBORRABLES (EPISODIOS AUTOBIOGRFICOS)

    camente el estado de represin que padeca, inerme y sojuz-gado, el pueblo dominicano, el tirano no dejaba de sentirseirritado por el escozor que le producan dichos medios de co-municacin, empeados en poner de manifiesto la carenciade libertad que impeda disentir polticamente del rgimenimperante sin exponerse a ser perseguido, encarcelado, veja-do, y, en el peor de los casos, a perder la vida, como en ms deuna ocasin ocurri. Para contrarrestar esa molestosa campa-a, Trujillo reiter pblicamente el deseo de que se formaranpartidos polticos, pues dada la paz de que disfrutaban los do-minicanos como resultado del rgimen democrtico creado porsu Gobierno, no era lgico y natural que existiera un solo parti-do poltico.1 Una vez ms el mandams dominicano haca delcinismo un instrumento habitual usado con el mayor descaro ydestreza para tratar de salir airoso de situaciones enojosas oaparentando ante sus semejantes un estado de nimo muy dis-tante de la realidad.

    En una de esas ostentosas declaraciones en las que propiciabala formacin de partidos polticos, el diario La Opinin, en eseentonces dirigido por el republicano espaol licenciado JosMara Stella, casado con una hija del propietario del peridico,don Ren de Lepervanche, aprovechando la brecha ofrecidapor el tirano, no desperdici esa oportunidad para tratar de le-vantar el nimo de los impotentes oposicionistas del patio, de-cado totalmente, como es dable y razonable suponer. En uneditorial medularmente concebido, polticamente meditado y,sobre todo, finamente elaborado, celebr las declaraciones deTrujillo, a la vez que invitaba a los opositores del rgimen a fo-mentar partidos polticos para contender en las prximas elec-ciones. Finalmente, les brindaba las pginas del diario con ente-ra libertad para expresar sus ideas y puntos de vista al respecto.

    Coincidiendo con esa etapa de la historia poltica dominica-na, en carta de fecha 21 de febrero de 1946, publicada en laprimera plana del diario La Opinin, el licenciado Jos Antonio

    1 Se refera al Partido Dominicano, el partido de su gobierno.

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  • 54 RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS-BAZN

    Bonilla Atiles, decano de la Facultad de Derecho de la Universi-dad de Santo Domingo, si mal no recordamos, protestaba enr-gicamente al Comit de Patrocinadores de la Asamblea de Pro-fesionales por haber incluido su nombre sin su consentimiento,en el documento que hicieron publicar, mediante el cual ex-hortaban al Partido Dominicano a pedir la repostulacin de Tru-jillo como Presidente en las prximas elecciones. Entre otrasconsideraciones, el licenciado Bonilla Atiles expresaba que Tru-jillo no era irremplazable y que no deseaba comprometer suvoto con antelacin. Declaracin osada, inslita y ciertamenteincreble tratndose de un rgimen de fuerza como el que re-ga desde el ao 1930 los destinos del pueblo dominicano.

    Dos o tres das despus, el licenciado Gilberto Fiallo Rodr-guez y quien relata estos episodios, con oficina de abogadosabierta en la planta baja de la esquina sureste de la calle Hostosesquina General Lupern de la ciudad capital, aprovechandoel resquicio abierto por el diario La Opinin, sabedores cons-cientemente a lo que nos exponamos para mover los estratosmis significativos de la opinin pblica con criterio semejanteal sustentado por nosotros, nos lanzamos a las calles seguros delo que haramos, sin detenernos a pensar en los riesgos y conse-cuencias que nuestra accin pudiera reservarnos, en busca deprofesionales amigos a quienes les mostramos una declaracina ser firmada junto con nosotros para publicarla al da siguien-te en el mencionado diario de la tarde. Se trataba de una ex-posicin redactada en trminos muy moderados, en la que seconsideraba extemporneo el que ya se estuviese hablando dela reeleccin de Trujillo, cuando todava faltaban muchos me-ses para las elecciones. En el transcurso del da, de los pocoscolegas y amigos que haban suscrito con nosotros la declara-cin consabida destinada a ser publicada, dos mantuvieron susfirmas: Gilberto Fiallo y quien esto narra. El resto de los nom-bres y firmas tuvimos que radiarlos respetando los requerimien-tos amigables que en tal sentido nos hicieron los profesionalesarrepentidos. Ese mismo da llevamos el escrito a la redaccindel peridico y lo depositamos en manos de su Director.

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  • 55AOS IMBORRABLES (EPISODIOS AUTOBIOGRFICOS)

    Siendo la una de la tarde del da siguiente, nos honr consu visita en nuestro hogar de la calle de Las Mercedes la exqui-sita y nunca olvidada poetisa, amiga nuestra, Carmen NataliaMartnez Bonilla, la cual tena el encargo de disuadirnos y dehacernos ver la imprudencia que cometamos al publicar ladeclaracin nicamente con la firma de Gilberto y la nuestra.Carmen le contestamos, el documento deben estarlo im-primiendo en estos momentos, es tarde para retirarlo. SiGilberto opta por radiar su nombre y su firma del mismo, l eslibre para hacerlo. De todas maneras, la declaracin saldr conuna sola firma: la ma. Estbamos muy seguros de que el licen-ciado Gilberto Fiallo le hubiera respondido como lo hicimosnosotros.

    Todava se mantena en el ambiente el comentario de lagente acerca del pronunciamiento del licenciado Bonilla Atiles.No era para menos, tratndose de un caso inusitado que rom-pa la monotona obligada del quehacer poltico dominicano.

    En la tarde apareci nuestra declaracin en la primera planadel diario La Opinin, la cual caus honda conmocin y entusias-tas comentarios, por ser sus autores conocidos oposicionistas delrgimen de fuerza implantado por Trujillo. A partir de la publi-cacin, hubo personas que dudaron de la sinceridad de la pro-testa publicada por el licenciado Bonilla Atiles. Claro, como len distintas pocas haba desempeado elevadas funciones enel tren gubernamental, no lo consideraban con autoridad sufi-ciente para expresarse como lo hizo, y hasta llegaron a descon-fiar de la aparente sinceridad de su valiente protesta. Nosotros,en cambio, como lo conocamos personalmente y lo habamostratado en ms de una ocasin, nunca dudamos de su sentir y suvertical manera de pensar. Esa tarde hubo lectores que no vacila-ron en pagar un peso para adquirir un ejemplar del peridico,segn nos dijeron algunos amigos ntimos.

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  • 56 RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS-BAZN

    MANIFESTACIN PBLICA DE DOS PROFESIONALES DE ESTA CIUDAD

    CIUDAD TRUJILLO, Feb. 25.- Dos abogados de esta ciu-dad, los licenciados Gilberto Fiallo R. y Rafael AlburquerqueZ.-B., nos han entregado esta maana la siguiente declaracinpblica:

    Los que suscribimos el presente documento, deseamospor este medio dejar expresa y pblica constancia de sumanera de pensar con relacin a la Asamblea de profesio-nales celebrada el sbado 23 del corriente, a las diez horasde la maana, en el Saln de Actos de la Universidad deSanto Domingo.

    Nuestro pueblo, adulto de conciencia poltica, tiene unconcepto claro de su carcter genuinamente democrtico.Ese conocimiento ntimo de su propio valer, le hace intuir,en el momento oportuno, cul es el camino que debe escogerpara alcanzar su propio bienestar. No necesita de conduc-tores porque es su propio conductor. Si el pueblo dominica-no tiene educada su conciencia cvica, no necesita que se leseale con dilatada anticipacin el hombre en quien hade entregar confiado, el destino de la nacin. Llegado elmomento, la inmensa mayora los dominicanos sabremosa quienes elegir para que formen un gobierno del pueblo,por el pueblo y para el pueblo, expresin genuina de todaautntica democracia que afinca sus bases en el sufragiouniversal, nico medio honesto que tienen los ciudadanosde exponer a sus anchas sus opiniones polticas.

    Partidos polticos que sirvan de canales a las distintasmanifestaciones ideolgicas que informan la ciencia pol-tica moderna; elecciones por todos y para todos; garantapara que todo ciudadano exprese libremente su pensamientopoltico donde quiera y cuando quiera, sin constreimien-to y sin mengua de ningn gnero. He ah la verdaderademocracia.

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  • 57AOS IMBORRABLES (EPISODIOS AUTOBIOGRFICOS)

    Son stas las razones que nos obligan a declararextempornea e improcedente la invitacin que un grupode profesores de nuestro ms alto centro docente hizo circu-lar entre los profesionales del pas, y que culmin con laAsamblea celebrada el sbado prximo pasado, en la cualse trataron asuntos polticos que slo al pueblo dominica-no incumbe resolver en el momento en que se le d ocasinde expresarse libremente.

    Respetuosos de nuestra Constitucin y honestos servi-dores de las formas democrticas, entendemos que esta ex-presin de pensamiento es un deber elemental de todo ciu-dadano celoso guardin del bienestar de su pueblo.

    Si nos detenemos a comparar el contenido de la declara-cin in extenso pretranscrita, innegablemente moderado y res-petuoso, con las manifestaciones y pronunciamientos verbalesy escritos que se hicieron con posterioridad a la cada de latirana trujillista, y con los que en la actualidad se siguen pro-nunciando diariamente por los medios de comunicacin avan-zados con que contamos, crticas que, en la mayora de los ca-sos, trasponen los linderos de la moderacin y la buenaeducacin por el uso abusivo del derecho a la libre expresindel pensamiento que disfruta el pueblo dominicano, llegara-mos a la conclusin de que lo externado por los licenciadosFiallo y Alburquerque, forzosamente habra que calificarlo comocosa de nios. Pero, para los que padecieron la pesada cargade la oprobiosa tirana, la tal declaracin es un ejemplo vivo ymuy elocuente de cmo se vivi durante la ominosa y nefastaEra. Cul hubiese sido el destino de los que hoy gozan plena-mente de libertad, sin cortapisa alguna, si el derecho de crticade que disfrutan plenamente lo hubieran ejercido durante esadolorosa y trgica etapa de la historia poltica dominicana? Enla poca que corre, sus huesos estaran ms que blanquecinos.

    La opinin editorial que nos impuls a salir a la luz pblica,movi tambin al Presidente de la Junta Central Directiva delPartido Dominicano a valerse de las pginas del diario La Na-

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  • 58 RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS-BAZN

    cin para responderle al Director de La Opinin su editorial Sele pide al presidente todo lo que el presidente puede dar?

    Entre otros puntos, el Presidente del Partido, expona:

    [] Ni La Opinin, ni persona alguna en el pas,por representativa que sea, puede arrogarse el privilegio dehablar en nombre del pueblo dominicano, que no ha confe-rido a nadie tal mandato, para expresar audazmente as-piraciones populares [].

    La circunstancia de estar inscrita en el Partido Domi-nicano la casi totalidad del electorado nacional dice enotra parte el comunicado aludido, ha hecho frustratoriala constitucin de nuevos partidos, no obstante los grandesy reiterados empeos que en ese sentido ha puesto el Presi-dente Trujillo y el ambiente de absoluta libertad en que sedesenvuelven en el pas todo gnero de actividades pbli-cas. Esa inhibicin ha contrariado grandemente el espri-tu liberal y profundamente democrtico del ilustre Jefe delEstado.

    El Presidente de la Junta Directiva del Partido Dominicanose vala y haca acopio de falsas consideraciones en el obligadoenfoque de su rplica al director del diario La Opinin. De so-bra conoca y saba muy bien cmo sofisticar la verdad, cmodistorsionarla en provecho de los intereses a defender enco-mendados a su elevada jerarqua poltica.

    En su contrarrplica, el director de La Opinin, al referirseal prrafo ms arriba transcrito, expresaba: [E]l prrafo ante-rior es lo ms interesante del comunicado del incumbente delPartido Dominicano [] que es el ms importante y aquel quehay que discutir con mayor amplitud. Y agrega:

    Tenemos la conviccin ciega, absoluta y completa, de queEL PRESIDENTE TRUJILLO QUISO QUE SE CONSTI-TUYERAN PARTIDOS POLTICOS LOS CUALES, EN

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  • 59AOS IMBORRABLES (EPISODIOS AUTOBIOGRFICOS)

    EFECTO, SE CONSTITUYERON Y VIVEN TODAVAPERO SOLAMENTE SOBRE EL PAPEL [].

    A nuestro entender continuaba el intento ms noble, mssincero y ms generoso que ha hecho el presidente Trujillopara que aqu, en la Repblica Dominicana, se practique lademocracia en su forma clsica fue el llamamiento que dirigia los jefes de los partidos polticos que existan en el ao 1930para que se reorganizaran y entraran de nuevo en la lucha po-ltica. Por qu esos partidos que estn constituidos, pero sola-mente sobre el papel y que por tal razn no son ms que carica-turas de partidos polticos, no actan ni al parecer actuarnnunca porque estn muertos, y bien muertos? Nosotros no co-nocemos la respuesta a esa pregunta. No sabemos cmo se frus-tr tan nobilsimo intento del Jefe del Estado. Se desperdiciuna ocasin magnfica para que en nuestro pas se practicarala democracia. Quin la desperdici, cmo y por qu? Seramuy interesante saberlo. Podra hacerse de nuevo el intento?Se podra reparar el dao que a ese intento se caus cuandose produjo? Nosotros creemos que s.

    Por ello, aplaudimos desde aqu, hoy, a los seores GilbertoFiallo y Rafael Alburquerque Z. B., abogados de esta ciudad,los cuales se presentaron una maana en la redaccin de esteperidico para que les publicramos una manifestacin en lacual expresaron su opinin de que era extempornea e im-procedente la invitacin para la Asamblea de Profesionales quetuvo lugar en la Universidad dos das antes. Los licenciadosGilberto Fiallo y Rafael Alburquerque Z.-B. dieron una pruebade civismo con su declaracin.

    El pblico que es para quien nosotros escribimos y cuyos in-tereses tenemos siempre a la vista sabe ya perfectamente quenosotros gozamos de completa libertad de expresin. De tanta,que podemos hoy decir que hace algn tiempo carecamos deella. Y carecamos de ella por culpa nuestra puesto que no quisi-mos utilizarla y por causa tambin de la presin de los funciona-rios a los cuales no resulta conveniente en ciertas ocasiones que

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    los peridicos ejerzan el derecho indiscutible que tienen a reci-bir y a publicar toda clase de noticias y comentarios.

    [] Estamos seguros de que todo ciudadano domini-cano que quiera comportarse honrada y decentemente po-dr hacerlo tambin, cualesquiera que sean sus conviccio-nes polticas o credo religioso, su sexo o su edad, su raza osu condicin social. Das de gloria inaudita se acercanpara esta patria nuestra, tan maltratada por los siglos delos siglos y la historia.

    El editorialista del diario La Opinin, una vez ms, supo echar-le mano, con inteligente tacto y destreza, a las argumentacio-nes ms adecuadas para responder, como lo hizo, a su oponen-te contendor.

    En su fuero interno, tanto el Presidente de la Junta CentralDirectiva del Partido Dominicano como el Director del diarioLa Opinin, saban a qu atenerse y estaban conscientes de cmose viva en la Repblica Dominicana bajo el desptico rgimende Rafael Leonidas Trujillo Molina.

    El derecho a disentir era un crimen imperdonable que nose poda tolerar. El hostigamiento de que fue objeto el licen-ciado Bonilla Atiles lo oblig a refugiarse en una de las embaja-das acreditadas en nuestro pas. Das despus, con la garantaofrecida por el embajador, abandon la sede confiando en quesera respetado. An no haba transcurrido una semana, cuan-do una prima noche, en compaa de su esposa, y en el precisomomento de adquirir dos billetes en la taquilla del vestbulodel teatro Rialto de esta capital, fue agredido brutalmente,mientras se encontraba de espaldas, por uno de los agentespagados al servicio de la mquina represiva del Gobierno. Cho-rreando sangre abord un coche junto con su compaera yminutos ms tarde logro ampararse asilndose en la mismaembajada.

    La venganza contra el diario La Opinin no tard en hacersesentir a medida que transcurran los das. Le fueron retirados

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  • 61AOS IMBORRABLES (EPISODIOS AUTOBIOGRFICOS)

    paulatinamente los espacios pagados, a la vez que languidecaeconmicamente, a tal punto que tuvo y se vio precisado a sus-pender su tirada diaria.

    En cuanto a los licenciados Gilberto Fiallo y Rafael Albur-querque Zayas-Bazn, por mucho tiempo a contar de la publi-cacin de su declaracin estuvieron vigilados por los espas alservicio del rgimen, conocidos con el apelativo de calis, ypocos aos ms tarde condenados y encarcelados en la crcelde la Torre del Homenaje de la ciudad de Santo Domingo.

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  • ESCRITOS SELECTOS

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    1946 (2)

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  • 64 RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS BAZN

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  • ESCRITOS SELECTOS

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    Para esa tarde del 24 de noviembre estaba sealada la cele-bracin del mitin patrocinado y cuidadosamente organiza-do por la agrupacin Juventud Democrtica, integrada en suconjunto por un numeroso grupo de valientes, no menos deci-didos y entusiastas jvenes, en su mayora, de esta capital, quie-nes de antemano saban el riesgo que corran en sus activida-des polticas, sin que esa circunstancia les impidiera proseguiren tales propsitos: realizar una manifestacin pblica, permi-tida tan slo a los afiliados al nico y prepotente partido delGobierno: el Partido Dominicano.

    Desde las tres de la tarde de ese da, comenz a afluir caute-losa y discretamente la gente desde varios puntos de la ciudaden direccin al sitio escogido para la celebracin del acto: elespacio de terreno en donde hace algunos aos estuvo ubica-do el Play del Gimnasio Escolar de grata recordacin enCiudad Nueva, junto al Placer de los Estudios. Desde esa mis-ma hora avanzaban sobre la ciudad capital, como potros desbo-cados, densos nubarrones amenazando lluvia.

    Bien temprano esa tarde, nos dirigimos al hogar del licencia-do Gilberto Fiallo, con quien hicimos el compromiso de buscar-le para juntos incluyendo a su mujer asistir a la manifestacinque tendra lugar en el sitio presealado. Tanto Gilberto comonosotros nos amparamos con nuestros respectivos paraguas.

    Cuando llegamos al lugar preindicado, nos situamos cercade la tribuna levantada al efecto. La concurrencia era ya bas-tante numerosa. Las esquinas de las calles contiguas al escena-rio de la manifestacin estaban abarrotadas de pblico. Entrelos asistentes, a prudente distancia, se encontraban funciona-rios de la Embajada de los Estados Unidos de Amrica, as comolos de otros pases amigos.

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  • 66 RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS-BAZN

    La tensin del momento no era para menos. Las molestias,con evidente intencin de interrumpir el acto, comenzaroncon anterioridad a su inicio. Uno de los altoparlantes fue arran-cado violentamente del poste en donde estaba apuntalado; doso tres botes se acercaron a los acantilados de la costa mientraslos ocupantes de los mismos, con la marcada intencin de dis-traer a la concurrencia, se entretenan en prender fuegos deartificio alternados con disparos de revlveres. Se tomaron va-rias fotos de los concurrentes. Quines eran los perturbado-res? Adivinarlo resultaba muy fcil: agentes a sueldo del rgi-men, capaces de ir ms lejos en la encomienda recibida.

    Los presentes pudimos percatarnos de que un cinturn delos ms conocidos y avezados esbirros de la maquinaria guber-namental, desde distintos puntos equidistantes, rodeaba alnumeroso pblico congregado.

    Ante una gran expectacin, abri el acto la seorita JosefinaPadilla Deschamps, miembro destacada de la agrupacin men-cionada.

    Desde la tribuna comenz con la lectura de cables enviadospor agrupaciones afines de Venezuela y otros pases, en los cualeshacan patente sus simpatas y su solidaridad con la JuventudDemocrtica Dominicana, prestndole, adems, todo su apoyomoral.

    No bien haba acabado de darle lectura a uno de dichos men-sajes de aliento, empez a llover de una manera alarmante. A lospocos minutos, el aguacero era tan torrencial que las formas delos objetos circundantes, as como las de las personas asistentes alacto se desvanecan y desdibujaban arropados por una espesacortina gris causada por el agua al caer sobre toda la concurren-cia, la cual se vio obligada a desbandarse, muy a su pesar, enbusca de alojamiento adecuado en donde guarecerse.

    El intento de manifestacin muri en su cuna. Siempre,desde entonces, al evocar ese emocionante episodio, una sen-sacin de temor invade nuestro ser slo al pensar lo que hubie-ra ocurrido de haberse desarrollado la anhelada manifestacin...De ah que el frustrado acontecimiento que hoy relatamos des-

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  • 67AOS IMBORRABLES (EPISODIOS AUTOBIOGRFICOS)

    pus de tantos aos, an perviva difano en nuestro pensamien-to como si en este preciso instante estuviera realizndose.

    Slo Dios y su divina y misericordiosa grandeza obraron eseda, en el momento oportuno, el milagro de extender sobrelas cabezas de los concurrentes al acto la cortina salvadora con-vertida en copioso y nutrido aguacero que dio al traste con elvaliente intento de los entusiastas miembros de Juventud De-mocrtica de expresar sin miedo sus ideas y sus aspiracionespolticas, evitndoles a ellos y a sus simpatizantes all congrega-dos quin sabe cuntas vejaciones y cuntos atropellos por losperros de presa al servicio del tirano y de su desptico rgi-men, inmersos y confundidos entre los asistentes a la fallidaconcentracin.

    Desecho el acto, cada grupo, chorreando agua, abandonel lugar sin protestar, pero conscientes de que algo, muy pocacosa por cierto, se haba hecho.

    Tuvimos la suerte de abordar un coche que pasaba, y juntocon Paquito Urea, a quien invitamos a subir, nos alejamos delsitio en busca de nuestros respectivos hogares.

    Poco tiempo despus, corri como plvora encendida elrumor, convertido en realidad posteriormente, de la desapari-cin de Paquito Urea. Fue un opositor al rgimen objeto dereiteradas persecuciones que culminaron como tantas otrascon el cobarde asesinato que cort el hilo de su joven vida.

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  • 68 RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS BAZN

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  • ESCRITOS SELECTOS

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  • 70 RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS BAZN

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  • ESCRITOS SELECTOS

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    Corra el ao 1947, sin que el cinturn oprobioso de la tira-na aflojara en lo ms mnimo su opresivo y sofocante abra-zo. Todo lo contrario, cada minuto, cada hora, cada da, se ha-ca sentir con ms fuerza la poderosa influencia bajo la cual loshijos de esta tierra estaban sometidos a las caprichosas veleida-des del tirano, amo y seor de esta porcin de isla como detodos sus habitantes.

    Cualquier comentario, por ftil que fuera, dada su simple-za, que orillase las acciones del Gobierno, se haca en voz baja yen un tono apenas audible cuando la conversacin ocurradentro de los mbitos del hogar, por el temor que supona serodos y tal vez delatados por el servicio, como en frecuentesocasiones haba sucedido.

    Con desbordada avidez y siempre temerosos de ser sorprendi-dos, aguardbamos impacientes las horas avanzadas de la nochepara rastrear la radio en busca de alguna estacin del exteriorque nos endulzara los odos siquiera con algunos comentariosde censura contra Trujillo y su desptico rgimen. Cuando lasuerte nos favoreca, entonces pegbamos la oreja a la bocinadel aparato sin que apenas pudiramos entender las voces deesperanza que nos llegaban por las ondas jerzianas, y siemprecon el temor de ser descubiertos desde la calle, no obstante lasprecauciones tomadas previamente al mantener muy bajo elvolumen del aparato de radio. Con cunto deleite, noche pornoche, pasadas las once, sintonizbamos presurosos, movidospor la avidez, las transmisiones de La Habana, las de Venezue-la, o las de la vecina isla de Puerto Rico, ansiosos de escucharcharlas, comentarios, alocuciones y encendidas crticas dirigi-das a enjuiciar y condenar a la vez los atropellos cometidos porla barbarie trujillista! Palabras lanzadas al aire para ser escucha-das por millares de personas de otros lares, libremente y con-

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  • 72 RAFAEL ALBURQUERQUE ZAYAS-BAZN

    fiadas, sin el temor de ser reprendidos o ser callados para siem-pre con alevosa muerte, encubierta sta con el ms sdico ycnico procedimiento de montar el espectculo de un desgra-ciado accidente, como aconteca y era muy corriente entre losdominicanos sometidos al nefando y truculento rgimen.

    Treinta y un aos hablando en voz baja bastaron para que, unavez abatida la tirana, se produjera la reaccin contraria sosteni-da hasta los das que corren, manifestada por el tono elevado devoz que caracteriza al hablante dominicano de estos ltimos aos.

    Se utilizaron tambin otros recursos no menos censurablespara denostar, maltratar o tratar de destruir moralmente a per-sonas sospechosas o fichadas de ser contrarias al Gobierno o deno simpatizar con la situacin imperante. El Foro Pblico,de amarga e ingrata recordacin, sirvi de bastin repudia-ble para poner en entredicho el honor de personas de moraly conducta irreprochables; asimismo, se llev ante los tribuna-les de justicia a individuos mal vistos por los agentes de repre-sin donde se les acus de crmenes o delitos fabricados exprofeso, duchos y descarados en esa clase de sometimientos.

    Varios volmenes bien nutridos de pginas seran necesa-rios para relatar, sucintamente, los casos de crmenes y delitosfabricados por los sicarios del rgimen para perjudicar no sloa los opositores, sino tambin a los dueos de bienes o de nego-cios atrayentes renuentes a venderlos cuando la codicia del s-trapa le echaba el ojo a alguno de ellos y se vala de sus turifera-rios para que stos sirvieran de enlace con el propietario, aquien coaccionaban reiteradamente obligndolo a consentirde mala gana, a cambio como se ha dicho de un precio evi-dentemente vil.

    Tambin se valan de otros medios elaborados framente,sin que en los mismos obrara la violencia o la coaccinintimidatoria.

    Tanto el notario pblico de los del nmero del entoncesDistrito de Santo Domingo, don Francisco A. Vicioso como no-sotros, fuimos objeto de enjuiciamiento por ante la SupremaCorte de Justicia, nuestro ms alto Tribunal de Justicia.

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  • 73AOS IMBORRABLES (EPISODIOS AUTOBIOGRFICOS)

    Sin hacer ms rodeos, ambos fuimos vctimas de los variadosy usuales recursos utilizados por la maquinaria represiva delrgimen cuando quera y necesitaba hacerle dao a alguien.

    Una maana se person en nuestro estudio de abogado-no-tario, ubicado en un apartamento de la planta baja de la calleHostos esquina General Lupern, el Magistrado Procurador Fis-cal de la Segunda Cmara Penal del Juzgado de Primera Instan-cia del entonces Distrito de Santo Domingo acompaado de uninspector de Rentas Internas. Nos expresaron tener el especialencargo de realizar la revisin de los protocolos de los actos p-blicos instrumentados por nosotros correspondientes a 1946 ylos concernientes a los meses del ao vigente (1947).1

    Las veces que fueron examinados los protocolos de nuestranotara, se concretaba la inspeccin al examen de los actospblicos correspondientes al ao anterior y a los meses del aode la visita, para lo que el procurador fiscal parta del ltimoformulario de descargo dejado por el funcionario judicial en-cargado de la inspeccin del ao anterior.

    Por tanto, nos caus singular extraeza la visita del Procura-dor Fiscal de la Segunda Cmara Penal, puesto que a comienzosdel ao 1947 el Procurador Fiscal de la Primera Cmara Penalhaba cumplido con la obligacin de revisar las notaras ubicadasen la ciudad de Santo Domingo, y en lo que respecta a nosotrosnos dej el correspondiente formulario de descargo.

    Esa maana, pues, pusimos en manos de ambos funciona-rios visitantes tanto el protocolo de los instrumentos notarialesejecutados por nosotros como los anexos correspondientes.Despus de estar un buen rato hurgando en el primero, ape-nas hicieron dos o tres anotaciones y se retiraron del despachosin dejarnos el obligado formulario de descargo.

    1 Anualmente, las notaras eran objeto de inspeccin por un procuradorfiscal y un inspector de Rentas Internas en cada una de las cabeceras deprovincia en donde tenan su asiento dichas notaras. Pero desde hacealgunos aos en lo que al actual Distrito Nacional se refiere, la labor deinvestigacin e inspeccin de los protocolos notariales apenas se realiza,por lo que se incumple as con un requisito tan importante establecidopor la ley.

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