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1 3 - 2014 BOLETÍN INFORMATIVO DE LA ASOCIACIÓN DE AMIGOS DE PRIEGO DE CÓRDOBA Anexo de la Revista Fuente del Rey BOLETÍN INFORMATIVO ASOCIACIÓN DE AMIGOS DE PRIEGO DE CÓRDOBA Compás de San Francisco, n˚ 15 - 14800 Priego de Córdoba Móvil 608 654 146 2014 3 D.L. CO-32-1984 ISSN 1889-6014 Ejemplar gratuito Ya a la venta SUMARIO 1. Editorial: El Compás de San Francisco de Priego y el monumento a la Inmaculada (1914-2014) por M. Peláez del Rosal .............................................. 1 2. Los últimos años de la vida del Conde de Superunda en Priego (1765-1767), por M. Peláez del Rosal ...................................... 2-3 3. Estatutos de la Asociación (continuación) ........ 4 EL COMPÁS DE SAN FRANCISCO DE PRIEGO Y EL MONUMENTO A LA INMACULADA E l día 25 de abril de 1914, hace un si- glo, siendo alcalde de Priego don Juan Bufill Torres, se ma- nifestó por éste en la Sala Capitular a los señores conce- jales que por varias señoras se había interesado que de su cuenta y sin gas- to alguno para los fondos municipales se les autorizara a colocar la imagen de la Purísima Concepción en las columnas existentes en el Compás de San Francisco. Añadió el señor alcalde que la imagen se encontraba en los claustros del Hospital de San Juan de Dios, a donde había sido trasladada cuando “se quitó de la Fuente de la Plaza”. El acuerdo que concedió la autorización no agregaba nada más, por lo que se plantea la duda de si la imagen se encontraba en la Plaza de Abastos, antiguo Compás del convento de San Pedro Apóstol, o en la Plaza del nue- vo Ayuntamiento, antiguo claustro del convento de franciscanas clarisas. Un inventario del desamortizado convento de San Pedro del año 1835, localizado en el Archivo Histórico Provincial nos ha sacado de la duda. Se declara en este documento que la casa convento “se halla rodeado de una cerca… adornada de una plazuela con doce marmolejos de piedra alrede- dor y en medio una columna también de piedra con la Purísima Concep- ción en su extremo”. La gran devoción de los frailes alcantarinos cuando construyeron el convento a finales del siglo XVII –se terminó en 1690- , debieron pensar en colocar una imagen de la Inmaculada en el exterior, lo que finalmente se ejecutó en la primera mitad del siglo XVIII. En este sitio debió permanecer la imagen hasta que se edificó la Plaza de Abastos en los primeros años del siglo XX. Tal vez por causa de las obras de este nuevo espacio que ocupó el del antiguo convento se ordenó apear la imagen de su ubicación primitiva (como es natural propiedad de los religiosos franciscanos, aunque por la expropiación pasó a ser de titu- laridad municipal) y trasladarla al Hospital de San Juan de Dios de donde fue rescatada por unas devotas a los fines declarados de colocarla “en las columnas” del denominado Compás de San Francisco. Se nos escapa asimismo qué sostendrían tales columnas originariamente. Para conmemorar el hecho histórico de la entronización de la imagen en 1914 en su nuevo emplazamiento, el pasado mes de julio se concelebró una misa en el atrio del Compás de San Francisco, a la que concurrieron representantes de las cofradías y numerosos fieles. Fue un acierto que la imagen no desapareciera y no menor la resolución de su colocación postrera. El Compás de San Francisco de Priego de Córdoba es una zona de alto valor estético. Al monumento central de la Inmaculada se suma la fachada blasonada de la casa solariega de los Ruiz de Castro Caracuel, la portentosa portada de la iglesia de San Francisco y la más discreta del antiguo convento, hoy reconvertido en hospedería. El poeta Carlos Valverde Castilla, tan sensible a la belleza de la pla- za, dejó escritos estos bellos versos: “Tres esquinas y un rincón / una pla- zuela y tres calles/, una imagen de la Vir - gen /y alrededor siete árboles./ Cuatro pilares, niña, /cuatro pilares /tiene mi San Francisco / en los umbrales./ Y allí se posa / la Paloma más blanca / de las palomas”. MANUEL PELÁEZ DEL ROSAL [email protected] * PASEOS PRIEGO, Carrera de Álvarez 14800 Priego de Córdoba * KOPISA (Plaza del Palenque) * KIOSKOS DE PRENSA (Paseíllo) Plaza de San Pedro (Dibujo de A. J. Barrientos)

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Page 1: Año 2014   nº 03

13 - 2014 BOLETÍN INFORMATIVO DE LA ASOCIACIÓN DE AMIGOS DE PRIEGO DE CÓRDOBA

Anexo de la Revista Fuente del Rey

BOLETÍN INFORMATIVOASOCIACIÓN DE AMIGOSDE PRIEGO DE CÓRDOBA

Compás de San Francisco, n˚ 15 - 14800 Priego de CórdobaMóvil 608 654 146

2014

3

D.L. CO-32-1984ISSN 1889-6014

Ejemplar gratuito

Ya a la venta

SUMARIO1. Editorial: El Compás de San Francisco de Priego y el monumento a la Inmaculada (1914-2014)por M. Peláez del Rosal .............................................. 1

2. Los últimos años de la vida del Condede Superunda en Priego (1765-1767),por M. Peláez del Rosal ...................................... 2-3

3. Estatutos de la Asociación (continuación) ........ 4

EL COMPÁS DE SAN FRANCISCO DE PRIEGOY EL MONUMENTO A LA INMACULADA

El día 25 de abril de 1914, hace un si-

glo, siendo alcalde de Priego don Juan Bufill Torres, se ma-nifestó por éste en la Sala Capitular a los señores conce-jales que por varias señoras se había interesado que de su cuenta y sin gas-to alguno para los fondos municipales se les autorizara a

colocar la imagen de la Purísima Concepción en las columnas existentes en el Compás de San Francisco. Añadió el señor alcalde que la imagen se encontraba en los claustros del Hospital de San Juan de Dios, a

donde había sido trasladada cuando “se quitó de la Fuente de la Plaza”. El acuerdo que concedió la autorización no agregaba nada más, por lo que se plantea la duda de si la imagen se encontraba en la Plaza de Abastos, antiguo Compás del convento de San Pedro Apóstol, o en la Plaza del nue-vo Ayuntamiento, antiguo claustro del convento de franciscanas clarisas. Un inventario del desamortizado convento de San Pedro del año 1835, localizado en el Archivo Histórico Provincial nos ha sacado de la duda. Se declara en este documento que la casa convento “se halla rodeado de una cerca… adornada de una plazuela con doce marmolejos de piedra alrede-dor y en medio una columna también de piedra con la Purísima Concep-ción en su extremo”. La gran devoción de los frailes alcantarinos cuando construyeron el convento a finales del siglo XVII –se terminó en 1690- , debieron pensar en colocar una imagen de la Inmaculada en el exterior, lo que finalmente se ejecutó en la primera mitad del siglo XVIII. En este sitio debió permanecer la imagen hasta que se edificó la Plaza de Abastos en los primeros años del siglo XX. Tal vez por causa de las obras de este nuevo espacio que ocupó el del antiguo convento se ordenó apear la imagen de su ubicación primitiva (como es natural propiedad de los religiosos franciscanos, aunque por la expropiación pasó a ser de titu-laridad municipal) y trasladarla al Hospital de San Juan de Dios de donde fue rescatada por unas devotas a los fines declarados de colocarla “en las columnas” del denominado Compás de San Francisco. Se nos escapa asimismo qué sostendrían tales columnas originariamente. Para conmemorar el hecho histórico de la entronización de la imagen en 1914 en su nuevo emplazamiento, el pasado mes de julio se concelebró una misa en el atrio del Compás de San Francisco, a la que concurrieron representantes de las cofradías y numerosos fieles. Fue un acierto que la imagen no desapareciera y no menor la resolución de su colocación postrera. El Compás de San Francisco de Priego de Córdoba es una zona de alto valor estético. Al monumento central de la Inmaculada se suma la fachada blasonada de la casa solariega de los Ruiz de Castro Caracuel, la portentosa portada de la iglesia de San Francisco y la más discreta del antiguo convento, hoy reconvertido en hospedería. El poeta Carlos Valverde Castilla, tan sensible a la belleza de la pla-za, dejó escritos estos bellos versos: “Tres esquinas y un rincón / una pla-zuela y tres calles/, una imagen de la Vir-gen /y alrededor siete árboles./ Cuatro pilares, niña, /cuatro pilares /tiene mi San Francisco / en los umbrales./ Y allí se posa / la Paloma más blanca / de las palomas”.

Manuel Peláez del Rosal

[email protected]* PASEOS PRIEGO, Carrera de Álvarez

14800 Priego de Córdoba* KOPISA (Plaza del Palenque)

* KIOSKOS DE PRENSA (Paseíllo)

Plaza de San Pedro (Dibujo de A. J. Barrientos)

Page 2: Año 2014   nº 03

23 - 2014 BOLETÍN INFORMATIVO DE LA ASOCIACIÓN DE AMIGOS DE PRIEGO DE CÓRDOBA

ISSN 1889-6014

LOS ÚLTIMOS AÑOS DE LA VIDADEL CONDE DE SUPERUNDA EN PRIEGO (1765-1767)

Manuel Peláez del RosalCorrespondiente de la Real Academia de la Historia

No deja de ser una incógnita cuan-to atañe al lugar de su residencia en la villa de Priego durante los

años de su destierro. En el poder otor-gado por el Conde al procurador don Lorenzo de la Cámara indica el escribano que “estando yo el infrascripto escribano público (Domingo García Moreno) del número de teniente del mayor de cabildo de esta villa en la posada y a presencia del Excmo. Sr. Conde de Superunda…”. Y en otro documento relativo a la confesión del Conde en el juicio contra él incoado se dice que se inició el 3 de octubre de 1763 “en su posada” madrileña, en donde estaba confinado “bajo palabra de honor de no quebrantar el arresto” en virtud del Acuerdo de la Junta de Generales de primero del corriente. Las referencias al sustantivo “posada” hay que entenderlas solo como lugar de su alojamiento temporal. En efecto, en el codicilo que otorgó el Conde el 21 de junio de 1763 estando en la villa y Corte de Madrid fue su voluntad que “mediante hallarse en esta Corte, y ser parroquiano de la Iglesia y Monasterio de San Martín de ella, que cuando Dios Nuestro Señor sea servido sacarle de esta vida su cuer-po cadáver sea sepultado en la bóveda de la capilla de Nuestra Señora de Valva-nera que se venera en la referida Iglesia Parroquial”. Estas consideraciones nos obligan a rectificar lo afirmado años ha sobre que en la villa de Priego, lugar de su destie-rro, hubiera permanecido en la Posada del Marqués, edificio construido algunas décadas antes en las proximidades del lu-gar conocido como El Palenque. Cuando el Conde llega a Priego es posible que Blas Manuel de Codes diera cobijo a su comitiva, junto a sus casas y fábrica esta-blecida en la Carrera de las Monjas. O tal vez pudiera haberse alojado en la Casa Mesón de la Puerta del Agua, arrendada por el Concejo y en donde en fechas in-mediatas se había hecho una obra impor-tante para servir de alojamiento a tres compañías del Regimiento de Caballería de Santiago. Teniendo el destierro un ca-rácter público, como condena, es posible que corriera a cargo del concejo de Prie-go su cumplimiento, y en tal caso éste le posibilitara el alojamiento en un edificio adaptado para purgar la pena.

Correspondencia del Conde y para el Conde Durante su destierro en Priego el Conde recibió, sin duda, numerosa co-

rrespondencia. Una oficial y otra particular, además de los instrumentos jurídicos que otorgó ante escribanos públicos locales. Desgraciadamente de este punto también tenemos poca información. La primera carta del Conde de Su-perunda que conocemos escrita des-de Priego lleva la fecha de 10 de mayo de 1765 y la envía a su apoderado en

Perú, don Antonio de Boza y Garcés de Marcilla, abogado criollo y rector de la Universidad de San Marcos de Lima, en contestación de otras anteriores que éste le había remitido. En ella expresa

sentimientos de gratitud hacia este ilustre amigo: “… tampoco olvidaré el acrisolado afecto con que vuestra merced y otros amigos, se han interesado en mis cosas”. Recibida esta misiva por Boza, éste le contesta desde Lima el 27 de enero de 1766, comunicándole, entre otros porme-nores, lo que sigue: “…los íntimos amigos de vuestra excelencia y los fiadores de la residencia, no han hecho el menor movi-miento, estando prontos a sacrificar sus caudales en obsequio de quien fue padre de todos, no malogran esta ocasión de manifestar su gratitud”. La opinión con-trasta con la vesania de quienes se dirigen a la Corona reclamando daños y perjui-cios, inducidos por su enemigo don An-tonio Álvarez de Ron. Le apena al Conde que “se ensangrienta la pluma con la más fea tinta que pueda caber en tiranos co-razones”, si bien declara perdonar a los conspiradores “con humildad cristiana” como representa a Su Majestad en modé-lico escrito de protesta. Un interesante documento autobio-gráfico en dos hojas no protocolizado da cuenta de su escasas pertenencias: “Encargo privado que Yo el Conde de Superunda, hago a don Martín Sáenz de Tejada, y don Juan de Albarellos, sobre el destino, y aplicación que, por mi falleci-miento, deveran dar a los cortos vienes y alajas de mi actual servicio, que aquí se expresarán en las forma siguiente”. Su fecha en Priego el 16 de enero de 1766. A su sobrino el marqués de Bermudo le manda todos los papeles “que tocan a mi persona”, y además un cuadro de Nuestra Señora con el Nacimiento “de pintura fina y mano maestra”, un reloj de mesa, un sello de oro “con el escudo de mis armas”, una caja grande de oro para tabaco con un retrato, un bastón y hebillas de oro, una venera llana también de oro y el servicio de plata de barba, compuesto de palangana, jarro y jabone-ras. A su sobrino don Félix, una reliquia de San José con su relicario y cadena de oro, una pantalla de plata con dos candi-lejas pequeñas para alumbrar, una pileta de plata pequeña para agua bendita, dos orinales y una escupidera pequeña de plata, un porta vinagreras y una cafetera pequeña. A don Martín Saenz de Tejada “mi cama con su colgadura de seda de China”. A don Juan de Albarellos una caja de oro labrada para tabaco; y a ambos “la ropa blanca y de color “de mi uso… para que executen con ella lo que les tengo comunicado”. Añade que es lo único que tiene y de lo que puede disponer.

Manuel Peláez del RosalCorrespondiente de la Real Academia de la Historia

Cronista oficial de la Ciudad

Calle Conde de Superunda en Priego

Lienzo del Conde de Superunda ecuestre

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33 - 2014 BOLETÍN INFORMATIVO DE LA ASOCIACIÓN DE AMIGOS DE PRIEGO DE CÓRDOBA

ISSN 1889-6014

Hallándose ya herido de muerte el Conde, y a fin de aclarar ciertos extre-mos relacionados con el mayorazgo por él instituido, su secretario don Martín Saenz de Tejada escribe a don Félix José Saenz de Velasco interesándole cierta documentación necesaria para llevar a efecto la intención del Conde. En 22 de diciembre de 1766 don Félix José Saenz de Velasco y Samanie-go, escribió a éste una carta desde Logroño suplicándole que su tío le otorgara un poder para la agre-gación y aumento del mayorazgo que había instituido con anterio-ridad. Don Martín Sáenz de Tejada en fecha 11 de febrero de 1767 respondió al sobrino del Conde diciéndole haber llegado la misiva, pero dado que el Conde se hallaba postrado en cama del accidente del que falleció, no pudo verificarse el otorgamiento.

Enfermedad, muerte y sepelio del Conde de Superunda La salud física del Conde cuando fue desterrado a Priego se encontraba cierta-mente muy deteriorada. A este episodio se refiere ya el propio Conde en la carta que escribió a su sobrino don Félix Manso de Velasco el 18 de agosto de 1764, sobre los asuntos relativos a su mayorazgo: “…pero como a los cuidados actuales que tanto agitan mi espíritu, se han agregado las enfermeda-des y accidentes de alferecía que han puesto en grave peli-gro mi vida, el cual crece cada día por la repetición de estos insultos y la edad, y débil esta-do de mi salud…”.Ya en pleno proceso incoado en su contra no pueden notificársele en la propia sede del tribunal cier-tas resoluciones, acudiendo el secretario del mismo a su residencia por encontrarse postrado en cama. En 24 de junio de 1763 al evacuar su confesión el propio Conde dice: “Los accidentes de Al-ferecía, según los Médicos que me asisten, en lo regular repiten, especialmente en los Viejos, y mi edad es de setenta y cinco años; pero la Divina Providencia permi-te, al parecer, intermedio entre mi vida y mi muerte, sin duda para que la aprove-che…”. Hasta tres veces le repitieron los ataques en 1764. Advertían los médicos que si se le interrogaba al Conde su vida correría peligro. El 30 de septiembre el propio conde de Aranda ordenó que se le tomara inexcusablemente declaración, la que se llevó a efecto ininterrumpidamen-te. Quizás fuera ésta la causa de un tercer ataque días después, que se presentó con tanta violencia que desde las dos de la tar-de hasta las once de la noche lo dejaron

prácticamente extenuado, por lo que los médicos ordenaron que se le administra-ra la Extremaunción. Se temía que el lado izquierdo de su cuerpo y la cabeza que-dasen con lesión, pero poco a poco fue recobrando el movimiento, si bien se acu-saba de evidente pérdida de memoria, por

lo que los médicos concluyeron que no estaba en condiciones de tomarle nueva declaración. Y con este lastre emprende el viaje del destierro, con la amenaza de que le repitan las convulsiones que deberían ser frecuentes. En la carta que escribe Francisco La-guardia desde Cádiz en abril de 1765 a

Martín Saenz de Tejada se refiere a esta circunstancia. Igualmente en el codicilo que el Conde otorga en Priego en 11 de enero de 1766 lo expresa sin ambages el escribano otorgante: “…hallándose en cama convaleciendo del insulto de alfere-cía que últimamente le repitió como es notorio…”. La postración se transforma a veces en extenuación, como lo revela el hecho de no poder acusar recibo de la carta que le remite el mismo sobrino don Félix desde Logroño el 27 de octubre de 1766, haciéndolo en su lugar su secreta-rio don Martín Saenz de Tejada el 3 de diciembre siguiente, a la que contesta el sobrino el 22 del mismo mes y que ya no pudo contestar el Conde por haberse agravado fatalmente su salud. El óbito del Conde se produjo el lu-nes día 5 de enero de 1767. En la partida de defunción consta que el entierro se

hizo al día siguiente, martes, celebrándose un oficio solemne con toda la plata en la iglesia parroquial, doblando las campanas a pino, asistiendo la música y 104 capella-nes, la cofradía de San Pedro de señores sacerdotes y el pendón del Santísimo. La misa cantada la dijo don Raimundo Jura-

do Puentes y Palomar. El cuerpo del Conde fue sepultado en la iglesia conventual de San Pedro Apóstol, de franciscanos descalzos alcantari-nos, en el crucero, a mano izquierda de la reja de entrada a la capilla de la cofradía de Nuestra Señora de la Soledad, por disposición de sus albaceas don Martín Saenz de Teja-da y don Juan de Albarellos y con el consentimiento de la comunidad de religiosos del referido conven-to. Sobre su nicho, que cubre una lápida de mármol empotrada en el muro se inscribió una leyenda que dice: AQUÍ EXISTEN LAS CENI-

ZAS DEL EXCMO. SEÑOR DON JPH MANSO DE BELASCO, CAVA-

LLERO DEL ORDEN DE SANTIAGO, CONDE DE SUPERUNDA, TENIENTE GENERAL DE LOS REALES EXERCI-TOS, GENTIL HOMBRE DE CÁMARA DE SU MAGESTAD, VIRREY CAPITAN GENERAL QUE FUE DE LOS REINOS Y PROVINCIAS DEL PERÚ QUE FALLE-CIO EN 6 DE HEN. DE 17671”.

El Condado de Supe-runda se abatió a partir de entonces en la desgracia. El sucesor en el título, don Die-go Antonio Manso de Velas-co, II Conde de Superunda, casado con la marquesa de Bermudo no renunciaría a la recuperación de los bie-nes trabados de su antece-sor. Tardarían muchos años

en conseguir su propósito. Tal vez el marqués de la Ensena-

da, cumplida la pena de su destierro, e incorporado a la política activa, colabo-rara en la justa aunque tardía reposición.

El Conde en la memoria de Priego No se nos alcanza el concepto en el que el Conde de Superunda tuvo a la villa de Priego. El largo destierro transcurriría entre su irremediable enfermedad física –la epilepsia- y la no menos grave psi-cológica y mental. Alguien ha dicho que “debió morir de amargura, abofeteado por el desprecio del pueblo español”. Su

1 Ignoramos cuándo se colocó la lápida y quién redactó la lauda. Es probable que sus amigos más íntimos lo hicieran una vez que le fueran resti-tuidos sus títulos y bienes, con posterioridad al 11 de julio de 1787, fecha del testamento de sus sucesores, don Diego Antonio Manso de Velas-co y doña Juana de Sahagún Tomasa del Águila, II condes de Superunda

Calle Conde de Superunda en Lima

Lápida en el Ayuntamiento de Priego

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43 - 2014 BOLETÍN INFORMATIVO DE LA ASOCIACIÓN DE AMIGOS DE PRIEGO DE CÓRDOBA

ISSN 1889-6014

Este Boletín se distribuye gratuitamente en los establecimientos colaboradores.

P A T R O C I N A

Artº 22º.- DEL TESORERO Corresponde al Tesorero: a) Recaudar los fondos de la Asocia-ción, custodiarlos e invertirlos en la for-ma determinada por la Junta Directiva. b) Efectuar los pagos con el V.º B.ª del Presidente y abrir una cuenta co-rriente o cartilla de ahorros mancomu-nada con éste. c) Intervenir con su firma todos los documentos de cobros y pagos, con el conforme del Presidente. d) La llevanza de los libros de conta-bilidad y el cumplimiento de las obliga-ciones fiscales, en plazo y forma, de la Asociación. e) La elaboración del anteproyecto de Presupuestos para su aprobación por la Junta Directiva para su sometimiento

ESTATUTOS DE LA ASOCIACIÓN DE AMIGOSDE PRIEGO DE CÓRDOBA

a la Asamblea General. En la misma forma se procederá con arreglo al Estado Gene-ral de Cuentas para su aprobación anual por la Asamblea. f) Cualesquiera otras inherentes a su condición de tesorero, como responsable de la gestión económica financiera.

Artº 23º.- DE LOS VOCALES Corresponde a los vocales: a) Recibir la convocatoria de la sesión de Junta Directiva con la antelación fijada en los presentes Estatutos, conteniendo aquélla el orden del día. b) Participar en el debate de las sesiones. c) Ejercer su derecho al voto y formu-lar su voto particular, así como expresar el sentido de su voto y los motivos que lo justifican.

d) Formular ruegos y preguntas. e) Obtener la información precisa para el cumplimiento de las funciones que le fueren asignadas.

protector, amigo y paisano, el marqués de la Ensenada había caído en desgracia, y en sus carnes había igualmente sufrido el dolor del destierro. El Rey, tal vez pre-sionado por el todopoderoso conde de Aranda, no se compadeció conmutándo-le la pena. La soledad, tal vez mitigada por la lealtad de sus incondicionales Martín Sáenz de Tejada y Juan de Albarellos, fue su constante compañera. Por eso y por su inquebrantable fe ordenaría que die-ran a su cuerpo santa sepultura lo más próximo posible a la capilla e imagen de Nuestra Señora de la Soledad, con la aquiescencia de los frailes franciscanos alcantarinos del convento de San Pedro Apóstol, y así se cumpliría su voluntad, como testimonio para el porvenir de su desdicha e incomprensión, en suma, de la injusticia contra él cometida. Murió cuan-do contaba 79 años, pobre e ignorado, sin que le valiera de nada su amplia hoja de servicios a su patria, su heroicidad y su valentía suficientemente demostrada a lo largo de toda su vida. El testigo de su memoria lo recogió

mucho tiempo después la ciudad de Priego dedicándole una calle2 con el nombre de su título nobiliario “Conde de Superunda”, en una vía con resabios textiles. Otras poblaciones de allende el Océano, como Rancagua, en Chile, han honrado su recuerdo con una efigie de piedra. Priego le descubrió también una lápida por iniciativa del representante del Instituto de Conmemoración His-tórica de Chile, Hermelo Arabena Wi-llians3, en 17 de junio de 1962, que se colocó primitivamente en la galería de

la primera planta sobre la puerta prin-cipal de entrada al Salón de Sesiones, y cuyo texto decía así: ”Excmo. Sr. Don José Antonio Manso de Velasco, Conde de Superunda, Gobernador del Reino de Chile entre 1740 y 1744, fundó las ciuda-des de San Felipe Los Ángeles Cauque-nes, Melipilla, Rancagua, San Fernando Curicó y Copiapó. Instituto de Conme-moración Histórica de Chile. 1962”. Años después, en 1991, el Consejo

2 También Logroño, la capital de la provincia de La Rioja, a la que pertenece la población de su nacimiento, Torrecilla de Cameros, le tiene dedi-cada una vía pública. Y en el centro histórico de Lima, cerca de la Plaza Mayor, se le dedicó otra en el siglo pasado, la antigua calle del Correo como prolongación de Jirón Junín.

3 Narrador, crítico literario, poeta e historiador (La Ligua-Aconcagua 1905-Santiago de Chi-le 2001). Ver sus colaboraciones en la Revista Fuente del Rey, número 84 (diciembre 1990), págs. 5-6 (“Chile en Priego”); 87 (marzo 1991), pág. 11 (“Perfil humano del fundador (De “Glo-sas sobre San Felipe el Real”, 1935); y 95 (no-viembre 1991), pág. 7 (“Una fundación del Con-de de Superunda: San Felipe el Real de Chile”).

de Redacción de la revista local Adarve, sugirió a la dirección técnica encargada de las obras de restauración de la iglesia de San Pedro –dentro del programa de la conmemoración del descubrimiento de América- y con el objeto de conso-lidar el muro, en el que se encuentra la tumba del Conde, que fuera extraída la losa sepulcral. La inspección realizada re-veló que dentro de la cavidad en una caja de madera deshecha por la humedad se alojaban los restos mortales del ilustre torrecillano, que tras ser exhumados fueron reintegrados al mismo lugar. Monumento al Conde de Superunda

en Rancagua (Chile)

Retablo de la Virgen de la Soledad

Busto del túmulo (Iglesia de San Pedro)