animales en el quijote

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  • 7/25/2019 Animales en El Quijote

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    FIGURAS DE ANIMALES EN EL QUIJOTE

    ALICIA RAMADORI

    UNIVERSIDAD NACIONAL DEL SUR

    Los animales representados en la primera parte del Quijote (160 5) const ituyen un con

    junto ampl io y variado. Don Quijote, hidalgo convert ido en cabal lero andante voluntar ia y

    anacrnicamente, se desplaza en un mundo de animales reales: los ms frecuentes son los

    caballos, muas, asnos, medios de transporte corriente en la poca; las majadas de ovejas,

    cabras y cameros pueblan su mbito de accin en cuanto constituyen una de las principales

    actividades econmicas del momento, al igual que la mencin de animales como alimentodan cuenta de la misma referencialidad cotidiana. Otro conjunto de animales reales se justi

    fica a partir del discurso caballeresco que recrea la realidad imaginaria de las novelas de

    caballeras. En esta otra realidad del Quijote, conj unt amen te con el impr escin dibl e cabal lo,

    aparecen serpientes, leones, cuervos, guilas, dromedarios, alfanas y cebras. Pero adems, se

    representa tambin un imaginario de animales propio de los relatos caballerescos que inclu

    ye animales fantsticos tales corno endriagos, hipogrifos y aves fnix. En cuanto al modo de

    representarlos tampoco es nico sino que vara en los distintos registros y niveles discursi

    vos. Por lo tanto, en esta opor tuni dad m e centrar en la pro ble mt ica de la repr esent acin de

    los ani mal es con el prop sito de mostr ar la perd urac in de mod os tradi cional es y si mbl icos

    de representacin, al mismo tiempo que destacar las originalidades cervantinas.

    En el Quijote not amo s el pre dom ini o de los anim ales reales sobre los imag inar ios y en

    los casos en que aparecen animales fantsticos pertenecen a la tradicin literaria. Tambin

    los mo do s de repr esent acin de los anima les, tanto existe ntes co mo fabu losos, re spon den a

    la heren cia literaria, en particula r po dem os marca r su cont inui dad co n la literatura med ieva l.

    En los textos medievales la presencia de los animales se registra en relatos que, cuando los

    tienen como protagonistas humanizados, constituyen el gnero didctico de las fbulas. O

    aparecen en bestiarios, discursos pseudocientficos y simblicos que combinan la descrip

    cin de car acte rst icas fsicas con una finalidad did ct ico -mo ral iza nte . Tam bi n con fo rm an

    un imaginario propio que se reitera en diferentes modalidades discursivas: los animales inte

    gran as im ge ne s qu e refieren la realid ad fctica y coti dian a, se los inc luy e en expre sio nes figu

    radas tales como smiles y metforas o en locuciones proverbiales, se convierten en smbolos y

    alegoras, pre dom ina nte men te mo rales y religiosos. Estas img enes de los anim ales conjugan

    asimismo distintas funciones discursivas: esttica, retrica, didctica, moralizante, simblica,

    regidas por una marcada intencionalidad tico-religiosa de carcter cristiano. 1 Si bien para M.

    Foucault (1968) el Quijote refleja la cul min aci n del papel const ruc tor de la sem eja nza en el

    saber de la cultura occidental, que se reemplaza por un orden basado en identidades y diferen

    cias, enc ont ram os en la obra cervantina formas medie vale s de repre sentac in que se f undam en

    tan precisamente en relaciones analgicas y simblicas.

    ' La representac in de los animales en el mester de clereca del siglo XIII constituye mi tenia de investi gacin en

    un proyecto grupal, dirigido por la Dra.Gracicla Rossaroli y financiado por la Universidad Nacional del Sur. En el

    anlisis de este corpus de textos didctico-narrativos en verso pude comprobar los postulados que enuncio arriba.

    EL QUIJOTE EN BUENOS AIRES. Alicia RAMADORI. Figuras de animales en el Quijote

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    Comenzamos sealando la participacin de los animales en la representacin de la reali

    dad referencial y cotidiana del entorno de la poca, as como en la proyeccin de la realidad

    ficticia de las nov el as de caba lle ras que reali za don Quijote . Entre los ani ma le s qu e repr e

    sentan ambas realidades se destaca, indudablemente, el caballo y el caballo por antonomasia

    es , por supues to, Rocin ant e, que des de el inicio cum ple su doble papel de sufrida mon tur a

    del hidalgo y compaero inseparable del caballero. Su transformacin de flaco rocn al mejor

    caballo andante se va consolidando a partir de la significativa y concienzuda bsqueda del

    nombre y en su continua exaltacin dentro de los cnones de la caballera, aunque, por otra

    parte, esta imagen de Rocinante se ve cuest ionada por la intencin irnica y pardica con

    que el narrador trata la materia caballeresca y sus personajes. La condicin de personaje de

    Rocinante tambin se va construyendo gradualmente. Pronto se produce la asociacin de

    Rocinante con el asno de Sancho Panza, con el que forma una pareja indisoluble que se

    homologa a la de sus amos, caballero y escudero.

    2

    A travs de un procedimiento metonmi-co, Roc in an te y el ruci o se con sti tuy en en figuras de don Quijote y Sa nc ho Panz a. No s lo

    la descripcin del caballo reproduce el retrato del caballero, sino que Rocinante tiene sus

    propias aventuras , que terminan con similar fr acaso que la s de don Quijote, e incluso llega

    a ser protagonista de su relato. La humanizacin de Rocinante se aprecia en las considera

    ciones de Sancho que lo trata como una persona y le otorga la condicin de caballero, con

    una irona propia del narrador: "Jams tal cre de Rocinante; que le tena por persona casta

    y tan pacfica como yo. En fin, dicen que es menester mucho tiempo para venir a conocer las

    personas , y que no hay cosa segura en esta vida" (I , 15 , 150) . "No hay de qu maravi l larse

    deso -respondi Sancho-, siendo l tan buen caballero andante" (I, 15, 152). Por supuesto

    que no llega a equipararse a la humanizacin de los animales en las fbulas ni el relato desus aventuras sigue el modelo de estas narraciones didcticas pero no podemos dejar de notar

    una cierta afinidad, adems de coincidir con el narrador cuando consagra la personificacin

    de Rocinan te en los siguie ntes tr mino s: "si tuviera lengua con que quejarse, a buen seguro

    que Sancho ni su amo no le fueran en zaga" (I, 5, 154).

    En la util izac in del lengua je figurado se acr eci ent an las rel aci one s ana lg ica s y la fun

    cin sim bl ica que adq uie ren los ani ma le s inc lui dos en exp res ion es figuradas.3 Los anima

    les aparecen referidos tanto en el discurso del narrador como en el de los personajes. Son fre

    cuentes las comparaciones y metforas de animales en las que predomina como trminos de

    "...s e pusieron a caminar por donde la voluntad de Rocinante quis o, que se llevaba tras s la de su amo, y aun la

    del asno, que siempre le segua por dondequiera que guiaba, en buen amor y compaa", edicin de Martn de

    Riqucr, 1 9 8 0 (1 , 2 1 ,2 1 2 ) .

    3 En la canci n de Gri ss tomo, las imgenes de animales cumple n una funcin retr ica en la elaborac in del dis

    curso lr ico, alcanzand o con total eficacia el buscado efecto pattico y arts tico : "El rugir del Icn, del lobo fiero /

    el temeroso aullido, el silbo horrendo / de escamosa serpiente, el espantable / baladro de algn monstruo, el agore

    ro / graznar de la corneja, y el estruendo / del viento contrastado en mar instable; / del ya vencido toro el implaca

    ble / bra mido , y de la viuda tor tolilla / el sentible arrullar; el tri ste canto / del envidiado b u h o , con el llanto / de toda

    la infernal negra cuadrilla, / salgan con la doliente nima fuera, / mezclados en un son, de tal manera, / que se con

    fundan los sentidos todos , / pues la pena cruel que en m se halla / para contalla pide nuev os mo dos "( l, 14 ,137) . El

    simbol ismo am oroso con que se cargan recuerda las glogas de Garcilaso. La expresin del estado de confusin que

    provoca el dolor por el sent imiento no corr espondido en Gr iss tomo se asemeja a las imgenes de discordia y ar mo

    na destruida con que Garcilaso manifiesta la participacin simpattica de la naturaleza en el sufrimiento de los pas

    toresen lagloga I.

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    comparacin animales reales de las ms diversas especies: lagartija, liebre, gamo, galgo,

    paloma, len, lobo, oveja, mosca, po lilla. Las comparaciones en general son concisas y se

    ba san en rasgos o compor tamientos naturales de los animales : "aunque os escondis m s que

    una lagart ija " (1, 4, 58), "d on Qui jot e, con el dolo r de las suyas , tena los ojos abi ert os c om o

    liebre" (1, 16, 158), "c ua ndo se levant ms li gero que un ga mo " (1, 2 1 , 209) , "tan des esp e

    rado y confus o, que bra ma ba c om o un tor o" (I, 43 , 482) . Las metfor as de animal es estn

    apenas ms desarrolladas: "quiso soltar al lobo entre las ovejas, a la raposa entre las galli

    nas, a la mo sc a entr e la mi el : qui so defraud ar la jus tic ia, ir con tra su rey y se or natu ral , p ues

    fue contra sus jus tos ma nda mi en to s" (1, 29, 324). Estas metfor as est n incluid as en la con

    dena que el cura hace de la liberacin de los galeotes por don Quijote. En el caso de la seudo-

    pr of eca del barbero, urdida para regresar a don Quijote a su aldea, las expres iones meta f

    ricas se convierten en alegoras que son interpretadas por el mismo don Quijote: "La cual

    [prisin] se acab ar cua ndo el furibundo len ma nc ha do con la bla nca pal oma tobos ina

    yoquieren en uno, ya despus que de humilladas la altas cervices al blando yugo matrimo

    nesco, de cuyo inaudito consorcio saldrn a la luz del orbe los bravos cachorros, que imita

    rn las rumpantes garras del valeroso padre" (I, 46, 508). El efecto burlesco de la pardica

    pro feca se completa con la interpretacin de don Quijote que acepta si n cuest ionar esta

    representacin de su destino en figura de animales: "vio que le prometan el verse ayuntado

    en santo y debido matrimonio con su querida Dulcinea del Toboso, de cuyo felice vientre sal

    dran los ca ch orr os, que eran sus hijos, para gloria perp etu a de la Ma nc ha " (I, 46 , 509) .

    Los animales tambin aparecen en expresiones coloquiales y populares, como en refra

    nes y frases proverbiales, juramentos e insultos. La mayora de las expresiones se basan en

    observaciones y experiencias subjetivas, al mismo tiempo que sirven para caracterizar a lospersonajes. Uno de los guardas de los galeotes despide a don Quijote con el s iguiente d icho:

    "y no ande buscando tres pies al gato" que provoca la respuesta airada del caballero: "Vos

    sois el gato, y el rato, y el bellaco!" (I, 22, 229), en la que a la natural asociacin de los dos

    animales se suma un tercer trmino por asimilacin fnica y semntica. Sancho aconseja a

    su amo recurriendo a su cantera de refranes: "que ms vale pjaro en mano que buitre volan

    do, porq ue qui en bien tien e y ma l esco ge, por bien que se enoj a no se ve ng a" (I, 3 1 , 340 ). O

    jura esperanzado por conseguir su anhelada nsula: "Ciertos son los toros: mi condado est

    de molde!" (I, 35, 394). Los insultos que incluyen analogas con animales se reducen a la

    referencia al perro que, al igual que en la literatura medieval, se identifica con el moro. El

    narrador pone en duda la confiabilidad de Cide Hamete Benengeli por su condicin de moris

    co con la expr esi n "el ga lgo de su autor" (1, 9, 103). En el epis odio del c aut ivo la asim ila cin

    entre perro e infiel, presenta la novedad que se aplica primero a los turcos y luego a los cristia

    nos, en ambos casos por un personaje rabe, el padre de Zoraida (I, 41, 450-451-459).

    Otra tradicin simblica presente es la de los bestiarios medievales, como demuestran las

    analogas con el castor y el armio que establecen los personajes: don Quijote en el caso del

    castor (I, 2 1 , 209 -21 0); Lot ario, protagon ista del relato del Curioso impertinente, en el del

    armio (I, 33, 362). La descripcin del hbito de autocastracin del castor, atestiguado por

    naturalistas latinos como Plinio (Historia Natural, VIII, 47), apar ece en El Fisilogo, pr imer

    bestiario conocido , interpretada a partir de analogas religiosas: el cas tor se asimila al cris

    tiano, el cazador al diablo y los testculos a los pecados de los que debe desprenderse.4 La

    4 "Hay un animal l lamado castor, sumamente inocente y sosegado . Sus testculos se utilizan en medicina. Se lo

    encuentra en los palacios reales. En las montaas, los cazadores lo acosan a fin de apoderarse de l; el animal al ver

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    figura del castor como smbolo de castidad fundamenta esta interpretacin. El contexto ana

    lgico e interpretativo en que don Quijote incluye la mencin al castor desvirta completa

    mente la tradicin simblica mencionada y tie la semejanza de un sentido pardico que

    alcanza a los personajes y al discurso citado. De esta manera, el barbero es el castor o bur-

    lonamente el castrado, el cazador don Quijote y los testculos el preciado yelmo de

    Mambrino o baca de barbero o balciyelmo. El efecto burlesco de la huida del barbero se ve

    enri queci do con estos jue gos inte rtextuales tan cervan tinos . La referencia de Lotario al armi

    o se reviste de otro tono y de una funcin retrica: se la incluye dentro de una argumenta

    cin como prueba, introducindola como cita de autoridades. Con el ejemplo del armio se

    pretende demostrar la tesis de que la mujer es animal imperfecto y se le deben evi tar los t ro

    piezos con los que puede perder la virtud, con el fin de persuadir a Anse lmo para que aban

    done su insensato propsito. Primero Lotario narra el comportamiento tpico del armio,

    autorizado por la voz cientfica de los naturalistas, para luego interpretarlo alegricamente:

    "La honesta y casta mujer es armio[...] el cieno de los regalos y servicios de los importunos amantes... la limpieza de la virtud y la belleza que encierra en s la buena fama" (I, 33,

    362-363). Nuevamente se apela a un animal que representa simblicamente a la castidad,

    figurada en este caso por la blancura de la piel y el horror del animal a la suciedad (Rowland,

    1973: 74 -7 5, Cheva lie r, 1986: 140). Au nq ue el disc urso de Lota rio fracasa en su fin disua-

    sorio, en la argumentacin del personaje la semejanza cumple con toda eficacia su doble fun

    cin retrica, ornamental y persuasoria. No es necesario resaltar que la representacin del

    armio dentro de un contexto argumentativo y de los patrones simblicos del bestiario res

    ponde a una extensa tradicin de la literat ur a medieval , que Cervantes demuest ra conocer y

    manipular con su acostumbrada maestra artstica.

    Para aproximarnos a los modos representativos peculiares de Cervantes, nos serviremos,con un sentido instrumental de anlisis, de formulaciones tericas provenientes del campo

    de las artes plsticas. Principalmente de la nocin de figura que V. Bozal (1987) formula en

    tales trminos: figura es "todo objeto que posee un significado [...] a partir de un campo arti

    culado de representaciones en el que cada una adquiere significacin determinada por su

    relacin con las otras" (Bozal, 1987: 21). V. Bozal destaca las relaciones intrnsecas entre

    rep res ent aci n, sujeto y sent ido. Repre sen tar quiere deci r organ iza r el mu nd o fctic o en figu

    ras e im pl ic a, por lo tan to, un suje to. Si bie n figura y signi fic aci n so n pa ra un suj eto , sin

    embargo, no son arbitrarios ni individuales sino que estn legitimados por una comunidad de

    rep res ent aci n; la impl ica cin del sujeto se pro duc e en el mb it o de una inters ubje tivi dad de

    representacin (1987: 24).

    El episodio de los ejrcitos de ovejas y carneros (I, 18) sirve de ejemplo para mostrar la

    problemtica de la representacin cervant ina. 5 Respondiendo a su conocida locura, don

    que un cazador lo persigue, se extirpa con los dientes los testculos y se los arroja. Y si luego lo persigue otro caza

    dor, se tiende boca arriba, mostrndose a el; el cazador, viendo que carece de testculos, se aleja de l. Oh, t ciudada

    no de Dios, que te comportas virilmente! Si das al cazador lo que es suyo, ya no se aproximar a ti. Es decir, si anidan

    en ti la concupiscencia mala, la codicia, el adulterio, el hurto, extirpa todo eso de ti y arrjaselo al diablo. Ya lo dijo el

    Apstol: Dad a cada cual lo que se debe, a quien tributo, tributo, a quien honor, honor, etc. Antes que nada arrojemos al

    diablo las ignominias de los pecados que haya en nosotros, es decir, sus obras, y demos luego a Dios lo que es de Dios,

    las promesas de las plegarias, el fruto de nuestras buenas obras". (El fisilogo, 1971, 76).5

    Pode mos in terpreta r este episodio segn E. Aucrbach (1950), desde el aspecto risible de la locura de don Quijote

    y la concepcin del mundo como un juego, que nos revelara una actitud exenta de crtica y problemtica ante la

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    Quijo te adap ta la per cep ci n de la realid ad (man ada s de ovej as y carn ero s) a la repre sen ta

    cin imaginaria de las novelas de caballeras (ejrcitos de caballeros). La descripcin de los

    acon teci mien tos presenta una paulatina gradacin que parte de una perc epci n impres ionis

    ta: "vio don Quijote que por el camino que iban vena hacia ellos una grande y espesa polvareda" (I, 18, 175), seguida por su primera representacin como un ejrcito: "Ves aquella

    polvareda que al l se levanta, Sancho? Pues toda es cuaj ad a de un copioss imo ej rci to que

    de diversas e innume rable s gente s por all viene ma rc ha do " (I, 18, 175). A cont inuac in el

    narrador explica los fundamentos de la figura creada por don Quijote: "Porque tena a todas

    horas y mo men to s llena la fantasa de aquellas batallas, enca ntam ento s, suce sos, d esati nos,

    amores, desafos, que en los libros de caballeras se cuentan, y todo cuanto hablaba, pensa

    ba o haca er a encaminado a cosas semejantes" (I , 18 , 17 5) . Para finalmente revelarse la

    rep res ent aci n del nar rad or que res pon de a las leyes de la per cep ci n y se val ora co mo fide

    digna: "Y la polvareda que haba visto la levantaban dos grandes manadas de ovejas y car

    neros que, por aquel camino, de dos diferentes partes venan, las cuales, con el polvo, no se

    ec ha ro n de ver hast a qu e lle gar on cer ca " (I, 18, 175) . A est as dos figuras se su ma la de

    Sancho Panza, que en un primer momento cree en la visin de su amo pero al no poder con

    firmarla con su propia experiencia, propone una tercera representacin en la que aparece ya

    aludido el motivo del encantamiento: "Seor, encomiendo al diablo hombre, ni gigante, ni

    cab all ero de cuanto s vuestr a merce d dice par ece por todo esto; a lo me no s, yo no los veo;

    quiz todo debe ser encantamento, como las fantasmas de anoche" (I, 18, 179). El relinchar

    de los caba llo s, el tocar de los clarin es, el rui do de los tam bo res q ue se figura don Quij ote

    son, para Sancho, balidos de ovejas y cameros. Pero don Quijote niega a su vez la veracidad

    de esta representacin con el argumento de que el miedo turba los sentidos y hace que las

    realidad. Por el contrario, para L.Sptizcr (1955) ladescripcinde laescena de sde diferentes puntos devista-do n

    Quijote, Sancho, elnarrador, el lector- servira para mostrar un relativismo esencial quebusca poner en evidencia

    la dialcticade losmltiples a spectosde losproblemas debalidos. Las cosasserepresentan encuanto objeto de len

    guaje opensamiento, no por lo queellas son en s. Esto implica romper la unidad multivalcntcde la representacin

    en diferentes perspectivas y la imposibilidadde una certeza sobre larealidad "n orota" uobjetiva. Una interpreta

    cin quesiga loslincamientosde M. Foucault (1968) debe partirde suvisin delQuijote como laculminacin de

    los juegos antiguosde lasemejanzay de lossignosy el surgimiento delmodo de representacin que se construye

    a partirde unorden deidentidadesydiferencias. DonQuijote deb e escribiren elmundo loslibrosdecaballera,en

    un momento en que laescrituray lascosasya no seasemejan; enconsecuencia, lasimilitud entre losrebaos y los

    ejrcitos sefrustra y seconvierte enburla. Lalocura de donQuijote es la quemedia entre lapercepcin y la representacin de la realidad: se figura los animales como caballeros que debe ayudar o atacar segn lasnormas de la

    caballera y almbitode la locura queda reducido el reconocimientode lassemejanzas. Otra propuesta quedestaca

    la novedad delQuijote en lamultiplicidad ydiversidadde lospuntos de vista sostiene E.C. Rilcy (1990) quien dis

    tingue tres fases derepresentacin: En laprimera parte (captulos 1-17) se dice primeroen quconsiste elobjeto y

    luego cmo lo interpreta don Quijote,con unaestructura formulaica deltipo: "luegoquevio...se lerepresent...".El

    episodiode losejrcitos deovejas ycameros inaugura lasegunda fase (1, 18-52)en laque,alprincipio, lascosasno

    se presentan como son,sino como unfenmeno de origen incierto que esnecesario interpretar. Lonuevoes que no

    se informa inmediatamente al lector. La tercera tendencia mantiene unaperspectiva narrativaen lalneade los dos

    protagonistas, enprovecho delsuspenso (II,9-30). Por suparte,A. Redondo (1998) concibe el episodio construido

    segn latcnica carnavalescacon unafinalidad pardica que invierte todas lasperspectivas. Elmundoal revs inva

    deel episodio pues laspacficas ovejas, smbolo evanglico depaz,se hantransformado en iracundos soldadosy la

    misma inversin pardicaseadvierteenlos jue gos lxicos que sufren los nombres del catlo go del ejrcito. Pero tambin sugiere una lectura polticade laparodia carnavalesca en la que lasovejas representaran a losindefensos sub

    ditos espaoles.En su foro de discusin virtual (2 al 9/5/2005), K..Rcichcnbcrg y A.R.Laucr proponen una lectura

    alegricade losvellonesde losanimales inocentes como 'vel lone s', monedas decobre.

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    cosas no parezcan lo que son. Esta desestimacin de la representacin de Sancho se homo

    lo ga a la ra z n de la loc ura de do n Qui jot e que da el na rr ad or pa ra desa ut or iz ar su figuracin

    de los reb ao s de an im al es co mo ejrc itos de cab all ero s. Cu an do finalmente la expe rie nci a

    se impone para invalidar la representacin de don Quijote, tiene que recurrir al motivo caballeresco del encantador enemigo que "ha vuelto los escuadrones de enemigos en manadas de

    ov ej as " (I, 18, 181). Qu ed a as pen die nte para el lect or opta r por algu na de las figuraciones

    o construir la propia.

    La noc in de figura p erm it e expl ica r la tra nsf orm aci n de la rea lid ad co mo resul ta do de

    la alt era ci n que don Quij ote prov oc a al rep res ent ar el objeto (an ima le s) en una figura dife

    rent e (ca bal ler os) . Esta vis in del objet o se inc luy e en un nu ev o hor iz ont e figurativo que se

    corresponde al campo literario de las novelas de caballeras. El objeto sigue siendo el mismo

    pero el suj eto le otorga un significado diferente. Don Quijote acta com o artist a que ve con

    mi ra da nu ev a los obje tos cr ea ndo dist inta s figuras. La acti tud cre ado ra e in nov ad or a del per

    sonaje con trast a con la del narrador que, por una parte, ratifica la repr esen taci n perc ept iva

    de los re ba os de ani ma le s y, por otra, cue sti ona su figura co mo ejrci tos de cab al ler os a tra

    vs de la pa rod ia y la irona , crea ndo a su vez una nue va figura que po ne en tensi n ese ho ri

    zo nt e figurativo. Ca da una de est as figuras se co rr es po nd e co n un suje to dis ti nto pe ro sl o

    logran su legitimacin las que se inscriben en el mbito de una intersubjetividad de repre

    sentaciones: las de Sancho y el narrador que son avaladas por las leyes de la percepcin y

    las convenciones histrico-culturales. En cambio, la de don Quijote queda aislada en su propio

    ca mp o figurativo y el mot ivo cabal lere sco del enc ant ami ent o no bast a para legit imarl a. Sin

    embargo, no es completamente invalidada sino que sirve para establecer la condicin de don

    Quijot e com o sujeto virtual que corro bora la nue va figura. La repr ese ntac in se cons tit uye en

    este ju eg o de diferente s figuras de un mi sm o objeto: los reba os de ovejas y cam er os .

    El es tu dio de las figuras de los an im al es en el Quijote nos ha permi tido abordar cuestio

    nes esenciales de la obra, tales como las relaciones de representacin y significado, el cons

    tante perspectivismo con que se plasman, la continuidad de tradiciones anteriores, especial

    mente de los modos de representacin analgicos y simblicos que caracterizan a la litera

    tura medieval, pero sobre todo hemos comprobado una vez ms la maestra artstica y la pro

    fundidad ideolgica de Cervantes.

    Bibliografa

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