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1 JESUCRISTO CIMIENTO DE LA FAMILIA CRISTIANA Andrés Marín Navarro Presbítero MOVIMIENTO FAMILIAR CRISTIANO

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1

JESUCRISTO CIMIENTO

DE LA FAMILIA CRISTIANA

Andrés Marín Navarro

Presbítero

MOVIMIENTO

FAMILIAR

CRISTIANO

2

3

Dedico este trabajo al Papa Pablo VI

puesto que nací bajo su pontificado, siempre lo he admirado,

y creo que por fin reconocemos

que Dios nos lo regaló en su día para conducir

a la Iglesia en los tiempos del gran

concilio Vaticano II. Así pues

Beato Pablo VI RUEGA POR NOSOTROS.

4

5

ÍNDICE

Página

Presentación………………………………………………… 7

Prólogo. …………………………………………………….. 9

Capítulos del evangelio de san Lucas:

Capítulos 1 y 2..……………………………………………... 13

Capítulo 3.…………………………………………………....14

Capítulo 4…………………………………………………….15

Capítulo 5…………………………………………………….16

Capítulo 6…………………………………………………….18

Capítulo 7…………………………………………………….21

Capítulo 8…………………………………………………….22

Capítulo 9…………………………………………………….24

Capítulo 10…………………………………………………...26

Capítulo 11…………………………………………………...28

Capítulo 12…………………………………………………...29

Capítulo 13…………………………………………………...30

Capítulo 14…………………………………………………...31

Capítulo 15…………………………………………………...32

Capítulo 16…………………………………………………...33

Capítulo 17…………………………………………………...34

Capítulo 18…………………………………………………...35

Capítulo 19…………………………………………………...37

Capítulo 20…………………………………………………...38

Capítulo 21…………………………………………………...39

Capítulo 22 y 23……………………………………………...39

Capítulo 24…………………………………………………...43

Epílogo.………………………………………………………46

Posdata………………………………………………………. 47

6

ORACIÓN AL ESPÍRITU SANTO

Aquí estamos, Señor, reunidos en tu nombre

y deseosos de dilatar tu Reino.

Que el Espíritu Santo que has derramado en nuestros corazones y mantiene viva tu presencia en nosotros,

nos enseñe qué hemos de hacer y hacia dónde hemos de caminar

para que, fortalecidos con tu gracia, podamos realizar tus designios.

Sé tú, Espíritu Santo,

el inspirador y animador de nuestro grupo.

Enséñanos a escuchar a los demás dejándonos iluminar por sus luces.

Ayúdanos a compartir con sencillez

nuestras ideas, aspiraciones y experiencias.

Haz que unidos busquemos siempre la verdad y la realicemos en el amor.

Amén.

7

JESUCRISTO CIMIENTO

DE LA FAMILIA CRISTIANA (“SINFONÍA A LA FAMILIA EN CLAVE DE AMOR” COMPUESTA POR D.ANDRÉS

MARÍN Y CEDIDA PARA UTILIZAR EN EL MOVIMIENTO FAMILIAR CRISTIANO

(MFC) DE TODAS LAS DIÓCESIS DE ESPAÑA)

PRESENTACIÓN

La presentación original de este “Kerigma” se hizo en la diócesis

de Cartagena, por los Presidentes Diocesanos del Movimiento Familiar

Cristiano de Murcia, Antonio y Fina, quienes exponían el modo de realizar

la Promoción en el MFC, que ellos, junto a su Consiliario Diocesano, D.

Andrés Marín, la están llevando a cabo en su diócesis tras tomar nota de

los Presidentes Mundiales que, en la Asamblea Nacional de septiembre de

2014, expusieron cómo hacían en México el Ciclo Básico de Formación,

que corresponde a nuestra Promoción.

Este precioso trabajo cedido por su autor, D. Andrés Marín, lo

hemos acogido el Equipo de Presidencia Nacional y lo hemos acoplado

para utilizarlo en la “Nueva Promoción” que vamos a presentar a la

Comisión Ejecutiva Nacional (CEN) y al Consejo Nacional de los Servicios

en el año 2015.

Esta propuesta va a constar de tres cursos, precedidos de los

pasos previos que serían el “primer contacto” y la “Convivencia de

impulso”. Durante los tres cursos los contenidos serían:

1º FORMACIÓN HUMANA: Utilizando el libro “Matrimonio y familia”.

Durante este curso se hará el “Encuentro Conyugal”

2º FORMACIÓN CRISTIANA (aquí se iniciaría con el presente Kerigma y

se completaría con formación básica de fe)

3º IDEARIO Y ESTATUTOS (haciendo hincapié en la idea de servicio y

aceptación de compromisos).

Al final del tercer curso se hará el ritual de integración para pasar de Grupo

en Promoción a Equipo del MFC.

8

9

KERYGMA PARA LA FAMILIA CRISTIANA

PRÓLOGO

1. ¿Vives con otra persona? ¿Compartes tu vida con

alguien? ¿Cómo has llegado a esta situación? ¿Te casaste o

simplemente te uniste de hecho? ¿Te casaste por lo civil o por la

Iglesia, o por el rito “balines” como hacen el “famoseo” porque viven

a la “última moda”? Hayas hecho una cosa u otra, espero que tu

relación haga que tu vida sea más verdadera, más buena y más

bella. No es bueno que el ser humano esté solo. Aunque más vale

solo que mal acompañado. El problema no es quererse. El

problema es si sé querer. He ahí la cuestión.

2. ¿Qué puedo decirte a ti sobre esta cuestión si ya lo sabes

todo… y si no todo, al menos mucho? Pues empezaré por contarte

una historia:” Hubo una vez una preciosa pareja en un lugar llamado

Caná de Galilea. Tenían una buena bodega repleta de amor, pero

llegó un momento que se les acabó. El vino del amor se les terminó;

al menos el que ellos habían compartido juntos en la copa de la vida

en común. El problema era recio: en plena fiesta de la vida y sin el

“licor” que hace alegrar el corazón humano, su vida en común se

había “AGUADO” y, gracias a que no estaban cerrados a nada,

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alguien que siempre estuvo invitado a su vida( una mujer, una tal

María), expuso su caso ante Jesús (su Hijo). Y éste tras probar que

aquellos consentían libremente a que tratara con ellos, les empezó

a decir qué hacer con su “vida matrimonial aguada”. María no

paraba de aconsejarle a aquella pareja: “Haced lo que Él os diga”. Y

según parece, pasado el tiempo, su relación “aguada” se tornó de

nuevo tan “SABROSA” que hasta les parecía infinitamente mejor

que la relación del principio. De modo que lejos de volverse “sosa”

su relación, con el tiempo, fue creciendo en intensidad hasta

hacerlos vivir en plenitud”.

3. Esta historia por si no lo sabes está basada en el segundo

capítulo del Evangelio de Juan y lo que con ella quiero decirte es si

has caído en invitar a María y a Jesús a tu boda y formar parte de tu

familia. Porque lo que indica la experiencia de esta pareja de la

historia y lo que indica la experiencia de muchos que los han

invitado es que su presencia mejora mucho la vida en pareja y en

familia. Igual ocurre que ni siquiera conoces a estos dos. María es

la madre de Jesús y Jesús es el Hijo de Dios. María se preocupa de

nosotros porque Jesús cuando estaba muriendo le pidió que nos

aceptase y quisiese como sus hijos. Por ello, sin hacer ruido, no

deja de entrometerse en nuestras cosas. Le gusta estar “al loro” de

nuestra vida. Pero que Jesús sea el Hijo de Dios ¿qué significa?,

quizás lo hayamos oído o quizás no, pero sea lo uno o lo otro ¿lo

entendemos?

4. Pues significa una cosa muy sencilla: “Que no estamos

solos”. Más allá de lo que ven nuestros ojos y tocan nuestras

manos, hay alguien, un Dios que nos ama y que no está mudo. Es

el amor que se nos da a conocer con gestos y palabras, para

derramar en nosotros su amor. Jesús se presenta como esos

gestos y esas palabras, de ese amor eterno que es el Padre. Y

11

quiere llenar nuestro corazón con el amor del Padre para que se

quede siempre con nosotros, ese amor que viene del Padre a través

de Jesús es el Espíritu. Por anunciar esto dio su vida. Y lo cierto y

verdad es que hasta quinientas personas, después de morir, lo

vieron resucitado y vivo. Pablo, una de aquellas personas nos lo

cuenta en una de sus cartas: “Jesús el Hijo de Dios”, significa que

Jesús, el hombre en el que habita la total plenitud de Dios pasó

entre nosotros haciendo el bien y erradicando toda suerte de mal;

vivió amándonos siempre y cuando le llegó su hora nos amó hasta

el extremo, pues si nosotros los seres humanos le hicimos lo peor

que a un humano puede hacérsele: burlarnos, torturarle,

escarnecerle y matarle (ver la película de la Pasión puede

ilustrarte), él ni siquiera en ese trance dejó de amarnos. Y sus

palabras y gestos finales fueron tremendos: pura misericordia, amor

eterno hasta el final frente a nuestra violencia horrenda. “AUNQUE

ME CRUCIFIQUES Y MATES NO DEJARÉ DE AMARTE JAMÁS”.

Un soldado romano, al verlo proclamó: “Verdaderamente este

hombre era hijo de Dios”. Esto significa “ser Hijo de Dios”: amar

hasta ese extremo; amar con un amor que no es de este mundo. El

AMOR DE DIOS.

Será por eso que pasados tres días este amor se manifestó

más fuerte que la muerte. Y este hombre que estuvo muerto, volvió

a estar con nosotros: ¡VIVO! pero con una vida diferente: Nueva,

Inmortal, Incorruptible, Gloriosa, Eterna, y por eso entendimos que

no era “uno más” y comprendimos que el legionario romano tenía

razón: “ÉSTE ES EL HIJO DE DIOS”, ÁQUEL AL QUE MERECE LA

PENA ESCUCHAR. Por eso será que su madre María, nos

aconseja siempre: SI NO QUEREIS QUE SE “AGUE” VUESTRA

VIDA, ESCUCHADLE, CREEDLE Y HACED LO QUE ÉL OS DIGA.

Se ve que como buena madre, lo conoce muy bien; por eso nos

dice esas cosas. Ella no siempre lo entendió. No. A veces se quedó

12

muy desconcertada con las cosas que hacía. Pero guardaba en su

corazón todo lo que le vio hacer a lo largo de su vida. Incluso

cuando lo tuvo muerto en sus brazos de madre ¡Qué duro no perder

la esperanza ni siquiera en ese trance tan angustioso! Pero sus

lágrimas de dolor se tornaron lágrimas de alegría cuando su amiga

María Magdalena le dijo que lo había visto vivo. Seguro que

también ella fue uno de esos quinientos de los que Pablo nos habla.

Y por eso hoy nos sigue diciendo: “¡Está vivo! Escúchalo. Sé su

amigo. Haz lo que te dice y verás por ti mismo maravillas. VEN Y

LO VERAS”. María no se cansa de llevarnos a Jesús.

5. Por eso hoy te propongo que le hagamos caso a María.

¿Quieres conocer lo que tiene que decirte a ti, a tu pareja y a tu

familia? Si es que SÍ, que sepas que hacerlo puede cambiarte la

vida, pero para bien. Puede hacerte ver que habrá cosas en las que

estés acertado y otras en las que estés equivocado. Te pedirá que

insistas en lo positivo, y que cambies en lo negativo. Su palabra

interpela. No toca la periferia de tu vida, sino su núcleo. El que avisa

no es traidor. Se trata por tanto de recorrer un evangelio, conocer

sus hechos y sus palabras, su muerte y su resurrección y aprender

la sabiduría que encierra su amor.

Si no sabes qué es un Evangelio, te diré que es una

presentación de la vida de Jesús y del significado que ella encierra.

Hay muchos, pero cuatro son los que sus discípulos aceptaron

como verdaderos pues los otros, como suele ocurrir, se

contaminaron de creencias y otros matices que nada tenían que ver

con el Jesús que ellos conocieron verdaderamente cuando vivió

entre ellos.

De esos cuatro, cada uno tiene su propia idiosincrasia y yo

te propongo hoy seguir los pasos de Jesús cogidos de la mano del

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relato que nos hizo Lucas, un médico de aquel tiempo, que

acompañó a Pablo en sus andanzas, dando a conocer a Jesús a

todos los que tuvieron a bien escucharlo libremente. Así pues:

¿empezamos la andadura?

LECTURA COMPRENSIVA DEL EVANGELIO DE LUCAS

EN RELACIÓN CON TU VIDA FAMILIAR.

En el capítulo 1 es interesantísimo leer el inicio. Yo haré

para ti de Lucas y tú serás Teófilo. Al leer la introducción lo

entenderás todo. Vas a conocer una historia coherente, unos

hechos que acaecieron, transmitidos por sus testigos. Una

investigación a fondo. Un escrito ordenado para que puedas

reconocer la autenticidad de esta enseñanza que vas a recibir.

En torno al nacimiento de Jesús ocurrieron cosas

sorprendentes. Ocurrieron en el entorno de la familia de Jesús;

porque Jesús es hijo de una familia y aunque parte de su familia era

de clase sacerdotal, la suya no lo era. Era humilde. En su familia

pasaron cosas maravillosas e incomprensibles. Se abrió un tiempo

nuevo. Suele pasar cuando se le abre la puerta de tu casa a Jesús.

Su Espíritu, es capaz de hacer posible cosas que para ti pueden

parecerte imposibles y de la “nada” puede brotar “todo”. Solo

necesitas decir “Hágase en mí según tu palabra”. Vas a encontrar

una nueva fuente de alegría. Vas a encontrar mucha dicha. Muchos

motivos para la felicidad. Si nos preguntamos si estamos de

acuerdo en “deportes” o en “política” no será posible que nos

pongamos de acuerdo. Cada cual tiene su propia opinión. Pero si

nos preguntamos si queremos ser felices, seguro que en eso

estamos todos de acuerdo. De eso nos van a hablar. No importa

que seas pobre. Porque estas palabras son para todos. Jesús era

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pobre. Su familia lo pasó muy mal. No tenía casa. Eran unos

desahuciados en Belén.

El capítulo 2 lo deja muy claro. Su cuna era un pesebre. Sus

primeros amigos fueron unos pastores. Su padre era un carpintero.

Su madre una pariente pobre de su familia sacerdotal. Pero aunque

seas poca cosa, si quieres podrás ser sorprendido por su paso por

tu vida. También Jesús fue llevado al templo de chiquito. Y de

nuevo allí ocurrieron cosas sorprendentes. Sencillas sí, pero de

esas que te hacen crecer y robustecerte. El mismo Jesús creció y

se robusteció. Toda vida, la tuya y la de tu familia, está llamada a

crecer a robustecerse. Quien no cambia es porque muere. Toda

vida necesita llenarse de sabiduría y de gozo, y eso es un proceso.

Nos podremos perder, tendremos que buscar mucho, como le

ocurrió a María y a José. Pero si escuchas a Jesús te asombraras

de su inteligencia y de sus respuestas y te dejará atónito muchas

veces. Él te dará a conocer que tu vida es un asunto del Padre

Dios, y aunque aún no comprendas lo que eso significa, si guardas

en lo íntimo de tu corazón lo que te dice, crecerás y aumentará tu

sabiduría, y llegarás a gozar del favor de Dios entre los hombres.

En el capítulo 3 se nos muestra que para que todo esto

ocurra, debes prepararte, debes abrirte porque muchas cosas de tu

vida tienen que cambiar. Tienes que nivelar cosas, allanar otras,

enderezar caminos y hacer desaparecer las asperezas y entonces

contemplarás la salvación que Dios te envía. Porque Jesús,

significa eso: Dios te salva. Dios quiere salvar lo bueno, lo

verdadero y lo bello que hay en ti y hacerlo entrar en la plenitud. De

una piedra puede surgir un hijo de Dios y todo árbol bien cuidado

puede dar buenos frutos.

La solidaridad será un camino que se te enseñe pues sin ella la

familia no existe. La justicia será otro porque sin ella no hay

15

verdadera familia. La honradez será otro camino propuesto pues sin

ella no existe familia buena que haga feliz a nadie. Y estos caminos

serán un regalo que Jesús a través de su Espíritu obrará en ti. Si tú

eres barro húmedo en sus manos, Él será tu alfarero y sacará de ti

lo mejor que llevas dentro. Él te limpiará de impurezas pero tendrás

que encararte con las cosas malas que hayas hecho. Si tu libertad

no se presta serás como ese Herodes que frustra la posibilidad de

vivir en plenitud por insistir en sus errores. Por ello es preciso que te

bautices. O sea, que te dejes lavar por el amor de Jesús que se

derrama sobre ti hecho Espíritu. Que aunque no se vea, como el

aire, está, y sin él no podrías respirar. Y si te abres a la acción de

Dios en Jesús, tú y toda tu familia llegaréis a ser Hijos amados de

Dios y en vosotros Él se complacerá porque os verá vivir en

plenitud. Pues la gloria de Dios está en que el hombre viva y viva en

plenitud.

Querido amigo, ahora vives en pareja y en familia, pero

Jesús Dios quiere que vivas en la GLORIA. Pues tú y toda tu

genealogía estáis llamados a que Dios lo sea todo en todos y os

haga disfrutar su PLENITUD. Para eso has sido creado por Él. Ese

es tu fin en la vida, el tuyo y el de tu familia: VIVIR COMO DIOS.

En el capítulo 4 encontramos a Jesús camino del desierto. A

veces hay desiertos en nuestra vida familiar. En el desierto las

necesidades primarias pueden poner en cuestión la vida de nuestra

familia. Por eso la voz del Espíritu de Jesús te enseña que no solo

de pan vive el hombre. El pan te hace vivir. Pero para querer vivir

hay que tener una razón que nos impulse a luchar por el pan.

En el desierto de nuestra vida familiar se nos cuestiona

sobre lo que verdaderamente “adoramos”, aquello a lo que

consagramos nuestra vida y le damos culto con nuestra vida y

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nuestro tiempo. Solo Dios no pasa nunca y Él es la razón última que

dota de sentido toda la vida, de la que nuestra familia es una

manifestación. En el desierto de la vida familiar se nos interpela

sobre nuestra responsabilidad. Es muy fácil lanzarse a aventuras

confiando en que los ángeles nos protegerán cuando nuestra

responsabilidad es suficiente para evitar poner a prueba al Dios que

nos ama, pero que no nos anula. “Mil hijos no es un regalo de la

providencia, sino una irresponsabilidad que los hijos, Dios y

nosotros tenemos que padecer”. La mente es un cúmulo de voces.

El maligno es otra voz que conviene evitar porque te conduce por

sendas equivocadas. En cambio la voz del Espíritu te hace vivir con

sabiduría, siendo capaz de enseñar a otros e incluso de hacerte

prestigioso a la vista de ellos. Para que esa voz se haga fuerte en ti

y en tu casa, tienes que oír su palabra, estudiarla, e interpretarla,

descubriendo qué relación guarda ella con tu hoy. Cómo se cumple

hoy para ti y los tuyos. La Palabra de Jesús te hace pensar en los

pobres, los necesitados de liberación, los que necesitan ver y los

oprimidos por diversas causas. Y así cambia tu vida y la de los

demás. Dándote arrojo para hacer frente a los que porque piensan

distinto de ti, quieren impedirte que seas tú mismo. Muchas veces

llevados de sus falsos prejuicios precipitados. Por ello conviene no

dejarles que ganen y saber escabullirse de sus dedos para ser

quien eres. Nuestra sabiduría nos dota de autoridad. Jesús te llama

a ser un sol y a descubrir que el mal es la noche. Y frente al sol

nada puede la noche. Sea tu familia luz para que no reine nunca la

noche en su presencia. Tu hogar sea fuente de salud para todos los

de casa y para los de fuera de casa. Que cuantos más mejor

puedan ver cómo tu familia resulta curativa frente a cualquier suerte

de toxicidad.

En el capítulo 5 se nos ofrece un secreto en la vida de

cualquier pareja o familia, nunca hay que cansarse de echar las

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redes. Aunque a veces no saquemos nada de nada. No perder la

capacidad de sorprendernos jamás. La desilusión es muchas veces

causada por los miedos y los pecados. Pecado es vivir de espaldas

al amor. Pero haber sido un pecador no te impide que puedas

alcanzar nuevas metas, y volver a convertirte en alguien que viva,

no ya para su ego, sino para amar a los demás. Esa es la historia

de Pedro. Y es Jesús quien los enseñó a salir de sí y a amar a los

demás. Jesús es famoso porque limpia toda lepra. Y leprosos

somos cuando las heridas del desamor desangran nuestro corazón.

¡Cuántas parejas y familias están enfermas por la lepra del

desamor! Si eres un leproso, si quieres, puedes quedar limpio.

Porque Jesús quiere limpiarte. Para eso tendrás que caminar con

otros, y a veces dedicar tiempo para ti, para vosotros, para orar, o

sea, para abrirte a la acción de Dios y dejarte trabajar por Él, en tus

ideas, tus sentimientos, y tu conducta. Tus valoraciones mentales,

predisponen tu mundo sentimental y éste decide el rumbo de tu

conducta. Cuántas veces porque el pecado te configura, te

paralizas en la vida familiar. El desamor cuando dirige tu

pensamiento, se traduce en sentimientos negativos que paralizan tu

capacidad de amar con hechos y palabras.

Jesús, cura porque perdona dando una nueva oportunidad,

infundiendo un nuevo espíritu en ti. Seduce tu pensamiento para

enamorarlo del amor y es este nuevo pensamiento el que genera en

tu alma sentimientos hijos del amor. Así vuelves a caminar tras los

pasos del amor. Para eso necesitarás ser descolgado por otros de

muchos de tus errores. Los otros te ayudarán a ponerte ante Jesús.

En grupos y en equipos. Y a su lado verás cosas increíbles. Ahora

también tendrás a tu lado gente que no creerá lo que te está

pasando. Porque se negarán a concederte una nueva oportunidad.

Pero a Jesús eso no le importa. Aunque seas un necio, o hayas

sido alguien incapaz de amar o simplemente alguien que no sabía

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querer. Jesús te concede siempre una nueva oportunidad. Leví o

Mateo, es un claro ejemplo de ello. Porque si estás enfermo porque

no sabes amar, Jesús quiere, curarte, sanarte. Por eso a sus

discípulos que ejercen su misión hoy, muchos los llaman “curas”.

Porque te llevan a Jesús y él te cura. Y lo hace convirtiendo tu vida.

Pues pone de nuevo tu vida al servicio del amor. Abrir tu vida a Dios

no consiste en un cúmulo de prácticas religiosas que se hacen por

costumbre y sin sentido. Se trata de estar con Jesús como una

novia está con su novio. Se trata de hacer de la vida un camino de

enamoramiento entre Dios y nosotros. Se trata de beber un vino

nuevo y de hacer de nuestra vida un odre nuevo. Dejando atrás la

vida añeja que vivíamos antes de conocerlo, pues no es la misma

vida la que vivimos antes de habernos enamorado que la que

vivimos después.

En el capítulo 6 Jesús vuelve a llenarnos con su sabiduría.

Las reglas están al servicio del hombre, y no el hombre al servicio

de las reglas. La mejor manera de honrar a Dios es hacer el bien a

otra persona. Salvar una vida es lo más grande y noble que a los

ojos de Dios podemos hacer en este mundo. Para eso nace la

familia. No para hacer el mal a los demás. No para destruir a nadie.

Sino para darle vida al mundo por medio del amor.

Amor y Vida son los cimientos de la familia. Si la familia es

hija de ellos dos, es porque el amor y la vida se desposan, se

casan. La familia es el matrimonio del amor y la vida, bendecido por

Dios. Muchos son los que por, desgracia, llevados por las tinieblas

no saben disfrutar de esta luz. Pero otros muchos sí pues aceptan a

Jesús y Él los considera algo suyo, su familia y les regala su

Espíritu que los renueva para vivir una vida nueva. Alguno de los

tenebrosos se cuela y trata de traicionar al Espíritu de Jesús, pero

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los demás con sus nombres y apellidos, hasta con sus motes,

siguen los pasos de Jesús y Él los tutela.

Muchos matrimonios podrían incluirse en este listado de

discípulos que Lucas nos ofrece en este pasaje de su Evangelio.

Una enorme masa de gente, de parejas y familias siguen sus pasos,

lo escuchan y su Palabra sabia los cura y los libera de otros

espíritus impuros. Son muchos los que experimentan el poder de su

fuerza, cuando nos toca, en momentos importantes de nuestra vida

en común, unidos en el amor fraterno, en la oración, en la escucha

atenta de su Palabra, en la vida litúrgica y en el tiempo que

compartimos. Eso es lo que llamamos la Iglesia. Que no son sólo

los apóstoles (los curas), son infinidad de personas. La parroquia es

una familia de familias donde gente de distintos lugares se reúne en

torno a Jesús a escucharlo. En ese “llano” en el que todos nos

sentamos Jesús nos mira con amor a todos y cada uno de nosotros.

¿Quieres ser tú uno de los que se sienta en ese maravilloso llano

para estar con Él? Porque si quieres ser feliz mira lo que te dice:

FELICES VOSOTROS. Ese es su propósito cuando te habla,

cuando se comunica contigo.

Quiero mostrarte el modo de que tú, tu pareja y tu familia

seáis felices. Ni la pobreza lo podrá impedir, ni tampoco el llanto, ni

el rechazo de los demás, mientras estéis a su lado nunca perderéis

la esperanza en medio del sufrimiento. Dios reinará en vuestra vida

porque os amaréis. Si hoy lloráis mañana reiréis. La esperanza os

lo asegura. Y estaréis alegres y gozosos por ser vosotros mismos y

no unas marionetas en manos de los demás. Porque la riqueza

material no es la madre de la felicidad, tampoco la saciedad egoísta

y menos aún la risa que se construye sobre el dolor y el llanto de los

demás. Los más aplaudidos no siempre son los que aciertan. Son

los que están de moda, pero la moda, no siempre es el camino que

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lleva a la verdad, a la bondad y a la belleza. Muchas veces es una

mera convención construida por gente falsa que no merece la pena.

La felicidad exige que nuestra libertad solo se someta al imperio del

amor y nunca al del egoísmo y el odio. No devuelvas el mal

pensando que eso curará el dolor que el otro te ha causado porque

estarás golpeando con la mano herida y más dolor tendrás. Trata al

otro como te gustaría que te trataran a ti. Ama gratuitamente. No

exijas nada. El secreto de la familia está en que sus miembros

busquen dar. Cuando todos buscamos dar, todos recibimos.

Cuando todos buscamos recibir, nadie recibe nada. DAD Y SE OS

DARÁ. Dios siempre ama y nunca se deja intoxicar por nuestro

desagradecimiento ni nuestra maldad. Acordaos de la cruz. Ponte

siempre en el lugar del otro y ayúdale. La maldad es la falta de

empatía. La incapacidad de reconocer en el otro a un ser humano

que necesita un trato humano para vivir en plenitud. Dáselo. Esa es

el alma de la familia. El secreto para ser feliz en la vida de pareja.

Dale a tu esposa o a tu esposo, tu deseo. Dale tu amor. Regálale tu

capacidad de hacerte compatible con él o ella, por medio del

diálogo. Y al amar así, sin medida, serás hijo del Dios altísimo

porque amarás como Él ama y serás bondadoso como Él es

bondadoso. Juzgar no ayuda a los demás, no ayuda nada, para

hacernos compatibles. Tampoco lo hace condenar. Todos somos

imperfectos. La convivencia en pareja es imposible sin perdonar.

Antes de medir al otro, párate a pensar en ti y mídete tú con la

misma medida y descubre que si ninguno estamos libres de pecado

ninguno podemos andar tirando la primera piedra. Esto lo vemos en

Juan 8, otro evangelio, pero hablándonos del mismo Jesús y de sus

mismas cosas con otras palabras.

Muchas crisis matrimoniales son hijas de que los dos están

ciegos para ver porque se fijan en los defectos del otro y no son

conscientes de sus propios defectos. Ningún divorcio es hijo de la

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culpa de uno solo, es una cosa de dos como el Matrimonio. La

hipocresía es la madre de muchas rupturas. Si tus sentimientos son

malos no esperes que tu conducta sea buena. Si tu pensamiento no

ama, no esperes que tus sentimientos sean hijos de la ternura. Un

espino no da higos. Digo soy “muy buena gente” pero no amo ¿Cuál

es tu bondad? Te quiero mucho pareja mía pero te traiciono, te

miento, no te hablo, te soy infiel, te maltrato, te avergüenzo, te

culpo, te aterro, te uso, te abandono, te rechazo ¿Y dices que me

quieres? Pues no actúas en consecuencia. A lo mejor hasta llevas

tiempo oyendo la palabra de Jesús y sigues así:” mucho Señor,

Señor”, pero muy poca vergüenza. Tu casa, tu vida, no estará

cimentada en Él y al final será una ruina. Tormentas, inundaciones,

crisis, los embates de las aguas turbias, vendrán por miles en la

vida.

Para mantener tu vida y tu casa en pie necesitas estar

cimentado en la roca del amor. Contra viento y marea. Y si no es así

te vendrás abajo. Construye bien tu vida. Construye bien tu pareja y

cimenta bien tu familia. ¿Menudo mensaje verdad? Dejar que Jesús

esté en tu vida de pareja y de tu familia, hacer de tu matrimonio una

cosa de tres, hacer que tu casa esté muy bien orientada hacia la

felicidad. ¿Necesitas más para darte cuenta de ello? No te apures

porque el evangelio prosigue. Ahora sí que empezarás a

comprender por qué evangelio significa Buena Noticia. Es una

palabra que te enseña el secreto de la felicidad a ti, a tu pareja y a

tu familia. Esto de seguir a Jesús como pareja, no consiste en que

tú te hagas cura y yo monja, consiste en que llenos del Espíritu de

Jesús, tú y yo, seamos felices, viviendo en plenitud, viviendo en la

gloria, viviendo como Dios, en pareja y en familia.

En el capítulo 7, seguimos aprendiendo cosas de Jesús. La

fe es fundamental. Si no tenemos fe en el amor, no vamos a ningún

sitio pero si tenemos una fe grande en él nuestra vida de pareja,

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aunque esté muriéndose, puede curarse. Y si es que crees que ya

no eres digno de tratar con Jesús, no temas, la curación te llegará.

Basta que creas. Si dejas de creer es cuando muere todo lo que

eres con tu pareja y tu familia. No permitas al llanto que ahogue tu

ilusión por vivir. Lo muerto en manos de Jesús revive. Porque en Él,

Dios ha venido a salvar a su pueblo. La muerte es nuestra mayor

amenaza. Acaba con todo. Pero Jesús se presenta como más

fuerte que la muerte. El amor y la vida tendrán la última palabra y no

la muerte. Si crees en este profeta, lo verás. ¿Tienes dudas? VEN

Y LO VERÁS. Verás y oirás cómo cambia para bien la vida tuya y

de todos los que te rodean. Gente de ayer y gente de hoy, gente

sencilla y normal pero con unas vidas cargadas de significado para

ti. Puedes permanecer en la indiferencia cínica, si quieres. Es tu

derecho. Pero entonces, por puros prejuicios, es posible que te

pierdas cosas muy hermosas que vivir. Simón era de esos. La mujer

que amó mucho porque se le perdonó mucho, no. El amor intenso

cambia todo y corrige todos los errores. Porque muchas relaciones

pueden no estar “dentro de lo considerado políticamente correcto”,

es hasta posible que no estén bien hechas, pero no por eso

tenemos que impedir que toquen a Jesús. La mala reputación no

excluye del lado de Jesús a nadie. Jesús no es un fariseo. Estos si

son excluyentes con los demás, los que no dan la talla: “los

impuros”. Jesús perdona. Jesús da nuevas oportunidades. Jesús se

deja amar y tocar por el equivocado que reconoce su error y quiere

cambiar de vida. Jesús siempre da nuevas oportunidades al amor y

a los que quieren volver a amar de veras. Nunca es tarde para eso.

Jesús quiere salvar porque está convencido de tu verdad, de tu

bondad y de tu hermosura. Sabe que eres imagen y semejanza de

Dios. Y cuando te mira, te mira con los ojos de Dios que te aman. Si

eres esa mujer, no temas. Ponerte ante Jesús no es ponerte ante

Simón. Y si en este proceso, en algún momento, te encuentras con

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Simón, decláralo invisible y no le hagas caso. Concéntrate en

Jesús.

En el capítulo 8 queda claro que Jesús es un tema

interesante para las mujeres y para los hombres pues de todo iba

en su comitiva. Las personas quieren ser felices, y en estos temas,

la fisiología sexual, importa poco. Así que entiende bien tu vida de

pareja y de familia. Vuestro amor, es la semilla que Dios ha puesto

en vosotros. Pero ¿qué sois vosotros? ¿Camino (tierra dura donde

el amor no puede brotar), terreno pedregoso (tierra sin hondura, sin

profundidad, donde el amor no arraiga por inmadurez y

superficialidad), terreno de cardos (tierra llena de problemas,

negocios y placeres que abortan el amor por considerarlo algo más,

cuando es la fuente de todo), o tierra buena (tierra fértil que da fruto

porque oye la voz del amor y le abre su corazón para que lo haga

noble y bueno, dando frutos de amor)? ¿Qué eres tú? Responde

ante Jesús te está interpelando hoy. Porque tú eres alguien llamado

a conocer los secretos para que el amor pueda reinar. Pues Dios es

amor y Reinado de Dios quiere decir reinado del amor. Puedes

apagar la luz del amor, o puedes ponerla en lo alto de ti para que te

ilumine a ti, a tu pareja, a toda tu familia y así al mundo entero.

Cuando os amáis como pareja y como familia ilumináis el mundo. Si

tienes amor se te dará todo, pero si echas al amor de tu vida, todo

lo perderás. Porque sin amor que es luz, lo demás son tinieblas. Si

escuchas la voz del amor que te habla en Jesús y si vives para

“hacer el amor”, para practicarlo poniendo tu libertad a su servicio, y

nunca al servicio del odio y el egoísmo, tu familia será la familia de

Jesús. Pues una familia sin este amor, es una misma herencia

genética compartida, pero no es una verdadera familia. Un

progenitor no es un padre ni una madre. Un progenitor engendra.

Un padre y una madre aman hasta dar la vida. En este proceso

habrá tempestades y la barca matrimonial y familiar parecerá que se

24

hunde. A veces, Jesús, parece que se duerme. Pero en esos

momentos es cuando más fe hemos de tener.

En las crisis, igual que se puede destruir todo, también se

puede crecer si se tiene fe en que se puede salir de ellas. Sentir

miedos en ese proceso es normal, si bien el quid de la cuestión está

en no dejarse dominar por ellos. Porque por pánico somos muchas

veces incapaces de romper las cadenas que nos atan y que

impiden la buena marcha de nuestra casa. El pánico paraliza, y lo

que hay que hacer es enfrentarse a los demonios que destrozan

nuestra vida y la dificultan y tirarlos al barranco más hondo para

recuperar la paz y el juicio cabal que el amor da a nuestra vida. Por

eso acércate con fe a Jesús. Toca el borde de su manto con tu

mente y tu corazón, y la hemorragia que desangra la felicidad de tu

pareja y de tu familia, se cerrará, el amor lo cura todo y el amor que

brota de Jesús, que nace a su lado, más. Ese amor hasta resucita

una relación muerta si es necesario. En casos muy concretos eso

ha pasado, para asombro de propios y extraños.

Los miedos impiden nuestra fe en el amor. Los miedos

hacen que nos perdamos muchas cosas. Las inseguridades no

siempre son buenas consejeras. A veces, pensamos que nuestra

vida en pareja se ha muerto cuando sólo está dormida. Es posible

que hasta muchos o tú mismo te burles de oírme decir esto. Pero

muchos se han levantado. El Espíritu del Amor vuelve y las parejas

y las familias se levantan y si se alimentan de nuevo. Te quedarás

atónito viendo cómo los miedos eran simples espejismos, pesadillas

de las que únicamente teníamos que despertar.

En el capítulo 9 muchas enseñanzas enriquecen nuestra

comprensión de la familia. Como verás este Jesús es una fuente

inagotable de sabiduría. Cuánta importancia damos a tener todo lo

material para iniciar nuestra andadura familiar. Cuando lo

25

importante es velar porque el amor reine entre nosotros y todo lo

demás, vendrá después. En esta aventura lo importante es no

desconcertarse como Herodes ante Jesús. Porque nos enseña a

compartir lo nuestro con los demás produciendo siempre un efecto

multiplicador, pues si compartimos lo que nos sobra satisfacemos al

que necesita y reina siempre la igualdad.

El amor fraterno es quien estimula a la libertad individual,

para que se abra a los demás y engendre la igualdad. El amor obra

la multiplicación de bienes para que todos puedan quedar

satisfechos. Jesús es el amor que multiplica. Así que a estas

alturas: ¿Quién dices tú que es Jesús? ¿Es alguien más de los

muchos sabios que han hablado? Porque Pedro lo tiene claro: si los

demás son testigos de la luz, Jesús es LA LUZ. Si los demás son

testigos de Dios, Jesús es Dios con nosotros, hablándonos. Está

ungido por el mismo amor de Dios, eso significa Mesías. ¿Y tú que

dices? Porque la verdad muchas veces es rechazada, el amor

muchas veces es abortado.

Para amar hay que estar dispuesto a darlo todo, hay que

renunciar al propio ego y estar dispuesto a llegar incluso al

sufrimiento por amor. Piensa en los sacrificios que un padre o una

madre son capaces de aceptar por sus hijos. Pues cuando te

buscas a ti mismo nada más, pierdes a tu familia. Pero cuando das

la vida por ella, la salvas y descubres que has hecho de tu felicidad

hacer felices a esos seres que te rodean y que son tus mayores

tesoros. Pues, ¿De qué te servirá ganarlo todo si destruyes aquello

que más amas? Si te avergüenzas del amor, dejarás de amar, y no

le permitirás que reine en tu vida. Pero como ames llegarás a la

cumbre de la vida, y tú y toda tu familia os veréis transfigurados,

revestidos de la luz del amor, pues toda la Palabra de Dios se

cumplirá en vosotros y descubriréis lo hermoso que es estar ahí.

Veréis lo que significa vivir en la gloria y aunque vueltos a la

26

normalidad dejéis de estar extasiados en esa maravilla, ya habréis

saboreado la maravilla para la que hemos sido creados y a la cual

estamos destinados. Basta como nos decía María, con escuchar a

Jesús y llenarte de la sabiduría con la que Jesús enriquece tu vida,

y vivir así.

A veces te cansarás porque perderéis la fe en el amor, unos

u otros. A veces se te hará duro soportarlo pero deberás aprender a

no dejarte dominar por ese hartazgo y lucharás contra esa

incredulidad para que no te domine ni a ti ni a los tuyos. Y

reencontrarás la senda que conduce a la grandeza. No siempre

serás comprendido, ni entendido ni siquiera por los tuyos. Verás

cosas que ellos no ven aún y tendrás que ser paciente con ellos

porque algún miembro creerá que es más importante que los

demás. Y tendrás que educarte a ti y a todos para descubrir que el

insignificante ha de ser considerado el más importante porque si no

el amor fracasará. No se puede dejar a nadie tirado en la cuneta.

Porque si no estás a favor del amor estás en contra del amor y por

ello nunca deberás ceder a la tentación de acabar con los que se

nieguen a recibir el amor que quieres darles, porque de lo contrario,

dejarás de ser un hijo del amor. Ser un inquisidor en nombre del

amor, es dejar de amar y es lógico que el amor te reprenda si haces

eso. Por eso habita en el amor siempre. Ese es tu único hogar.

Reclina en él tu cabeza. Nada está por encima de que reine el amor

en tu vida, por importante que dicha llamada pueda parecer. Pon la

mano en el arado del amor y no mires atrás, entonces y sólo

entonces, el amor reinará en ti. Jesús es la sabiduría del amor en

acción, no lo olvides. Si lo sigues a él sigues al amor, aunque éste

te lleve a tener que ir a situaciones en la vida que aparentemente

superen tus capacidades. El amor encierra recursos que tú no eres

capaz de imaginar.

27

En el capítulo 10 Jesús te convoca a dar gratis lo que gratis

has recibido.

La familia no puede encerrarse en sí misma. La familia está

llamada a compartir el tesoro del amor con otros que lo quieran

recibir, pues muchos caminan como ovejas sin pastor y aunque te

parezcan extraños, recuerda que, también están llamados a ser tu

familia. A menudo cuando te abres a los demás descubres que

pueden incluso llegar a ser más familia que otros que quizás

nacieron contigo pero han querido separar sus pasos de la senda

del amor. Ese salir no será fácil. Encontrarás dragones, encontrarás

lobos. Tu poder y tu riqueza frente a ellos ha de ser la

mansedumbre del amor y la astucia del amor. Pon amor donde no

hay amor para sacar amor, y si aun así te rechazan, respeta y

busca a otros. No te detengas, pues muchos son los que necesitan

descubrir el tesoro que llevas contigo. Quédate en la casa de los

que te abran las puertas de su corazón y haz que reine el amor

entre vosotros. Y cúralos con tu amor. Algunos los amarás y sin

embargo no recogerás ningún fruto, allá ellos. Si escuchan al amor

del que tú eres portavoz ¡ maravilloso! y si no lo escuchan, siendo

una pena, la responsabilidad será sólo suya. Somos libres, porque

si no lo fuéramos el amor sería imposible.

Te llenarás de alegría cuando veas que Satanás (que

significa el que estorba al amor), CAE DEL CIELO EN MUCHAS

VIDAS. Pues verás como muchos pisotean a las conductas

enemigas del amor, y al amar, sus vidas empiezan a saborear los

gozos del cielo. Pues no es otra cosa ese bendito estado que

amarnos unos a otros como Dios nos ha amado en Jesús, a quien

estamos conociendo paso a paso. Y darás gracias al Padre porque

gente sencilla descubrirá lo que muchos que se creen listos (y por

eso se incapacitan para aprender algo), han rechazado. Y sabrás

28

que ese tesoro que te lo han puesto a ti en las manos, tú lo has

dado a conocer y muchos, gracias a eso, lo habrán visto.

Ser misionero para otras familias es la capacidad de

convertirse en un gozo que se comparte con los demás. Serás feliz

por ver lo que estás viendo y por vivir, lo que estás viviendo. Para

alcanzar la vida eterna basta con amar al amor que es Dios por

encima de todo lo demás y basta con amar al otro como a ti mismo.

Tu pareja, tu familia, y todos los demás que estén dispuestos a

compartir tu vida. El otro es tu prójimo y prójimo es aquel que

comparte tu vida y necesita de tu ayuda, aquel que si pasas a su

lado de largo dejas abandonado en la cuneta, aquel que necesita de

tu cuidado, aquel que necesita tu compasión y ser amado

eficazmente por ti, aunque para eso tengas que cambiar tus planes.

Pues el único plan válido ha de ser amar. Amar es el único objetivo

importante en la vida, lo demás es relativo.

Por eso es importante poner amor en todo lo que se hace y

es definitivo dedicar tiempo a cultivar el imperio del amor en ti.

Marta cree que hay cosas más importantes que estar a los pies del

amor mismo y en eso ella se equivoca, en cambio, María su

hermana acierta.

En el capítulo 11, se te enseña que orar es amar y que es

necesario aprender a orar porque así amas más y amas mejor.

Cuando oras con el Padre Nuestro, estás amando a todos aquellos

por los que rezas.

Padre que nos amas, que eres nuestro; que todos puedan

santificar tu nombre para que lleguen a conocer lo verdadero, lo

bueno y lo bello que es tu amor; que tu amor reine en nosotros

siempre; que tu amor nos alimente siempre; que perdonemos, pues

29

sólo así el amor renace; y que nunca nos apartemos del amor. No

hay que cansarse nunca de amar por medio de la oración. A veces

nuestra libertad retrasa los designios de Dios porque no estamos

dispuestos a amar como Él nos ama. Y su voluntad de que nos

amemos deja de hacerse en la tierra como sí se hace en el cielo.

Insiste y pide que el amor reine, pues Dios está de tu parte en ese

propósito. Dale permiso a Dios para que intervenga en tu vida y en

la de los que están a tu lado. Él enviará sobre todos su Espíritu de

amor. La división es la seña del diablo. Eso es lo que significa esa

palabra griega. Y algunos se empeñarán por ese camino. Pero tú no

te dejes llevar. Expulsa ese mal de tu vida y de la vida de tu familia

para que reine Dios en ella, ya que, si reina Dios, reina el amor,

pues no es la primera vez que algunos se han dejado atrapar otra

vez por el odio y el egoísmo después de haber amado y han

terminado mucho peor que al principio. Feliz serás si escuchas todo

cuanto aquí se dice y lo cumples. Tú y toda tu casa. La señal

milagrosa que pondrás en medio del mundo será el amor. La

lámpara que encenderás para expulsar la tiniebla será el amor. Si

tus ojos miran con amor tus ojos están limpios y serás alguien

luminoso. Vigila para que la oscuridad del desamor no se meta

dentro de ti, pues el problema consiste en trabajar tu corazón. Y el

amor es quien lo trabaja y limpia. El amor es tu regla principal que

ha dirigir todo lo demás. Deja de lado tu ego y no seas un sepulcro

lleno de pútrido desamor. No exijas amor si tú no quieres amar,

pues manos que no dais ¿Qué esperáis? No entierres el amor bajo

túmulos funerarios. No le pongas al amor, una pirámide encima. Le

haces un monumento al amor, y luego ¿Tú no amas? No asesines

nunca a los mensajeros del amor que llegan a la puerta de tu vida y

de tu familia. Abre con tu llave la puerta del amor para todos. Y si te

acorralan, ama. AMOR y siempre AMOR. Esa es la sabiduría de

Jesús para ti, para tu pareja y para tu familia. ¡Qué bueno es

invitarlo a tu casa! Este amor nunca te hará daño.

30

En el capítulo 12 llegamos a la mitad de esta densa

enseñanza. El amor es incompatible con la hipocresía. Donde hay

hipocresía no hay amor. El amor es más fuerte que la muerte, ésta

solo puede matar el cuerpo pero no el alma. El alma muere cuando

no ama. Dios no se olvida de los que aman. Que el miedo no ponga

freno al amor. Si amas Dios está de tu lado. Si no amas Dios no

puede estar a tu lado porque tú lo rechazas. Si hablas mal del amor

no sabrás nunca lo que es el paraíso, pues sin amor no hay

paraíso. En medio de cualquier situación imprevista ama. Déjate

conducir por el Espíritu de Jesús y Él te mostrará qué decir y qué

hacer en nombre y al servicio del amor.

En la familia y en la vida de pareja también es necesario

dejar al amor hacer y decir. La avaricia y las herencias muchas

veces rompen las familias. La única riqueza que nos acompaña más

allá de este mundo es el amor que hayamos derramado y sólo de

amor seremos examinados y no de las riquezas tenidas. Hazte rico

en amor. Pon tu empeño en amar por encima de cualquiera otra

preocupación o angustia vital. Busca siempre, por encima de todo,

el reinado del amor que es lo importante y lo demás poco a poco irá

visitando tu vida. No tengas miedo a amar, a compartir, a dar. Que

tu riqueza sea el amor y no cosas que pueden ser robadas por

otros. Estad siempre despiertos para amar. Siempre preparados

para amar. Que cuando te sorprenda la última hora de tu vida te

encuentren amando. Tu deber es amar. Eso es lo único que se te

exige. Amar en todo: Ama y haz lo que quieras, porque si amas,

todo lo harás bien. Los partidarios del odio y el egoísmo estarán

contra ti. Pero no dejes de arder por eso en el fuego del amor.

Interpreta el tiempo que vives desde la clave del amor y juzgarás

con rectitud. Y reconcíliate siempre que puedas. Pues de este modo

31

jamás dejarás de ser del amor y de servir al amor. Tú, tú pareja y

toda tu familia.

En el capítulo 13 se nos pide que vivamos convirtiéndonos

al amor permanentemente. Es una batalla diaria, una tarea de todos

y no sólo de algunos en la vida familiar. La conversión al amor en la

vida familiar ha de ser global. Para que una familia pueda dar fruto,

necesita de paciencia, de cavar en los corazones y de abonar la

vida en común con información oportuna. Y entonces es posible que

dé fruto. Cortar la vida familiar a la primera de cambio porque no

hay frutos no es legítimo; lo propio es preguntarse antes por qué

puede no estar dando frutos y atajar los problemas que lo impiden.

Siempre es tiempo para cambiar, para liberarnos de las ataduras de

“Satanás” (el que estorba), lo urgente y lo importante, lo que honra

el buen nombre de Dios, es poner todos los medios para soltar las

ataduras que impiden la felicidad de una familia. Ponerse en

presencia de Jesús en cualquier momento ayuda mucho a eso. Su

palabra escuchada de manera continuada, el contacto con Él

siembra en nosotros semillas mentales que se transforman en

sentimientos a modo de arbusto, que terminan por convertirse en

árboles conductuales. Porque su presencia es una levadura que

hace crecer nuestra vida y la vida de todos los que comparten la

nuestra. Esto supone complicarse la vida: es una puerta estrecha.

Pero es que si de eso depende que tu vida en pareja y en familia

crezca, aunque exija grandes sacrificios, esa es la vía que hay que

tomar. Porque si no lo haces, luego no deberás quejarte de nada,

salvo de ti mismo que en su día no tomaste la salida necesaria y

oportuna. Porque no sólo por ser hijo de un entorno cristiano te

haces cristiano. Los cristianos no lo son por tradición, sino por

convicción y ese camino es personal. Los demás pueden ser

transmisores pero no pueden recorrer por ti tu camino. Es más si

matas y apedreas las ocasiones que se te ofrecen de cambiar para

32

bien tu vida familiar se desertificará. Y la razón última será:” que tú

no has querido”. El amor es una oferta o un regalo, que tú puedes

recibir o rechazar y una vez recibido lo puedes usar o arrinconar en

el cajón de los trastos. Así que ¿Quieres o no quieres dejarte

cambiar por el amor? Eso es lo que Jesús te pregunta hoy, porque

esa tarea es para toda la vida. El amor es una revolución

permanente en la vida familiar.

En el capítulo 14 comenzamos por descubrir que muchos

ponen pegas para que te integres en procesos de conversión donde

Jesús sea tu sanador principal pero no te ofrecen luego ninguna

alternativa, ninguna respuesta real a tus problemas, se quedan

mudos ante tu situación. Dejado esto claro, Jesús, vuelve a ofrecer

su palabra. Pues Él no se queda mudo. No te consideres más que

nadie en tu familia, porque si humillas a los demás, no crearás un

ambiente familiar verdadero. Si quieres ser ensalzado nunca

humilles a los demás. Cuando actúes busca dar sin pedir nada a

cambio. Cuando en la familia todos buscan recibir nadie recibe

nada. Cuando en la familia todos dan sin esperar nada a cambio,

todos reciben. Ésta es la sabiduría a la que se nos invita. Pero

podemos rechazar la invitación por diversos motivos y perdernos la

alegría del banquete del reinado del amor. Mientras que otros sí los

disfrutan. Tampoco el egoísmo familiar, el pensar sólo en mi núcleo,

basta. El sálvese quien pueda, no resuelve los problemas. No

puedo pretender ser feliz mientras todo a mi alrededor se

desmorona. Aunque mi casa esté en paz si mi entorno está en

guerra nuestra paz durará muy poco. El odio y el egoísmo, como el

ébola, se contagian muy pronto y siembran de destrucción sus

entornos. Muchas veces poner paz a nuestro alrededor exige

negarnos espacios íntimos a los que podríamos tener derecho.

¿Qué pensarían los hijos de Mandela cuando éste se convirtió en

un luchador contra el racismo sudafricano? Mis bienes no siempre

33

están por encima de los bienes de los demás, sobre todo, cuando el

bien común nos compromete a todos. Del mismo modo Jesús nos

insiste en que nuestra vida personal y familiar puede tornarse

insípida. Para evitar tal extremo y que no pierda el sabor, el amor no

puede faltar ni en nuestra vida ni en nuestra familia, pues el amor es

la sal que torna sabrosa la vida familiar, de todos y cada uno. Sin el

amor, la vida en común se torna tan insípida que al final hay que

tirarla.

En el capítulo 15 Jesús deja claro que no tiene problemas

de rodearse de gente pecadora, de gente que ha cometido errores,

de gente que se ha equivocado, de gente que ha metido la pata y

algunos incluso han sido censurados públicamente. Los perdidos

son los que más necesitan ser encontrados. Los enfermos

necesitan ser sanados y los pecadores cambiar de vida para evitar

sus particulares infiernos en los que viven sufriendo y haciendo

sufrir.

Lo fácil es condenar que es lo que hace el hermano mayor.

Lo verdadero, lo bueno, lo bello y por ello lo difícil, es lo que hace el

padre:” respetar la libertad del que se ha equivocado”, incluso hasta

para equivocarse y luego la capacidad de volver a dar una

oportunidad al que habiéndose equivocado vuelve totalmente

arrepentido. Algunos dicen que este arrepentimiento del hijo es

insuficiente y, aún así, da una oportunidad para que el muerto

vuelva a la vida. PORQUE EL PADRE AMA. Esto que con los hijos

se entiende de maravilla, no siempre se entiende tan bien con tu

pareja. ¿Acaso el problema es que he querido a “mis hijos” y no me

he dado cuenta de que eran “nuestros hijos”? ¿Me he refugiado en

mis hijos porque contigo no me acabo de entender? ¿Dónde se

perdió nuestro amor para que no te vuelva a dar una oportunidad, si

te equivocas? Este capítulo es central en tu valoración vital. Porque,

sin el perdón, el amor no renace cuando éste se ha perdido. El dolor

34

se torna rencor en el caso del hermano mayor. En el caso del

Padre, el dolor no se torna rencor, no hace memoria de lo que el

hijo equivocado hizo. Sin embargo el hermano mayor sí. Hacer

memoria es como hurgar en una herida abierta. Ni se cura, ni se

desinfecta, ni se cicatriza. Tiempo, distancia y no hurgar en la

herida. Sin esto es imposible perdonar. Si haces memoria, la

inflamación lejos de bajar, se mantiene y crece y el dolor no cesa.

Poner la atención en el amor vuelve a la vida lo muerto y encuentra

de nuevo lo perdido. Poner la atención en el dolor no cura nada y

golpear con la mano herida menos aún. Sin amor no hay perdón y

sin perdón, el amor no se renueva. Son las dos caras de una misma

moneda.

En el capítulo 16 la enseñanza de Jesús pasa por descubrir

que el dinero hay que ponerlo al servicio del amor, esto es al

servicio de la persona, de la familia y no condicionar la familia

desde la avaricia del dinero porque eso destruye la familia

irremediablemente. Si es la avaricia tu principal opción destruirás tu

familia, porque ella no sobrevive en el egoísmo. La familia sólo

sobrevive en el amor y el amor convierte al dinero en un instrumento

al servicio de las personas. Con unas normas de uso, como un

electrodoméstico cualquiera. Así como el fuego de la cocina no se

usa para incendiar la casa, del mismo modo, el dinero exige un

protocolo de uso por el bien común de todos. Los amigos del dinero

se burlarán de este discurso. Pero frente a un ser humano, todo el

dinero del mundo, para Dios, es basura.

Lázaro, el pobre a las puertas del rico Epulón, es la niña de

los ojos de Dios. Y la insolidaridad injusta del rico no engendra

felicidad ni para el pobre, ni para él mismo. El dinero está al servicio

de las personas y no las personas al servicio del dinero. La

economía no tiene sentido fuera de la aspiración al bien común.

¡Cuántas veces por dinero se rompen familias enteras! La lógica de

35

la insolidaridad, la avaricia y el egoísmo son incompatibles con la

familia. También lo es el adulterio. La traición a la confianza de la

pareja es destructiva porque rompe corazones. El amor matrimonial

es de cristal, y volver a pegar el cristal roto, se torna muchas veces,

una tarea imposible. Este texto en otros evangelios es matizado,

añaden que en ese caso se entiende la separación. Lucas aquí no

lo incluye, pero Mateo en el capítulo 19, si lo prevé. Sí es cierta una

cosa, “todo lo que un cura bendice no lo une Dios”. Merece la pena

pensar en esto, porque cuando el amor entre los cónyuges no es

verdadero estamos ante una unión matrimonial falsa, lo que los

católicos llamamos “matrimonio nulo”.

En el capítulo 17 se profundiza en las enseñanzas que se

vienen exponiendo. El seguimiento de Jesús exige muchas veces

profundizar en torno a un mismo eje. Los valores se aprenden

gradualmente, de manera progresiva. El daño a los “pequeños”,

niños, ancianos, gente indefensa e inocente, te convierten en un

monstruo. Los pequeños son sagrados. Quien atente contra ellos

contra Dios atenta.

Todos los que tenéis hijos entendéis muy bien que si alguien

hace daño a uno de ellos la pena de la piedra al cuello sería

demasiado generosa si el personaje cayera en vuestras manos. El

cuidado de los niños es por tanto una exigencia incuestionable para

una familia. El perdón como referencia constante también lo es,

porque la familia está integrada por personas y nadie es perfecto: ni

los esposos, ni los hijos, ni los hermanos, ni los padres.

Sin misericordia constante es imposible mantener la

convivencia humana. La fe en el amor mueve montañas enormes.

Cuando sirvas al amor, no pidas medallas. Pues para servir al amor

has sido creado y si no sirves al amor, te destruyes y destruyes

siempre a los demás. Que el desagradecimiento de los demás no

36

te frene para servir al amor. En el amor se ha de creer más allá de

la respuesta del otro. Sin una fe inquebrantable, en el amor, difícil

será poder construir un hogar. El reino de Dios está donde reina el

amor. Si entre nosotros reina el amor, entre nosotros Dios reina. Si

el amor no existe entre nosotros, Dios es destronado de nuestra

vida familiar y personal. La destrucción del amor por la muerte de

una de las personas de la familia no acaba con el amor, pues a

veces el fin de este mundo (anticipado por la muerte personal)

amenaza con destruirlo todo, incluso nuestro ámbito familiar.

La palabra de Jesús en este sentido es clara: La última

palabra la tiene Dios, y Dios es amor y vida. En medio de esa

situación terrible, mantén tu fe en que el amor es más fuerte que la

misma muerte. Jesús se acerca a Jerusalén y sabe que su familia

de discípulos tendrá que afrontar su muerte, y los prepara para ese

momento durísimo. Nunca estamos preparados para esto, pero esto

puede ocurrir en cualquier momento. Y en esa situación la sangre

fría y la mente lúcida, hijas de la fe en que el amor es más fuerte

que la muerte (porque Dios está siempre con nosotros), son

irrenunciables, si no queremos claro está, perder la fe en la vida y

en todo lo que somos.

En el capítulo 18 nos enseña a mantener la esperanza en

nuestro futuro familiar y personal haciendo un acto de fe constante y

permanente por medio de la oración. El poder de la oración en este

asunto es incuestionable. Cada vez que oras crees en que todo el

universo está cimentado en el Dios que nos ama y no sucumbes en

la desesperación que conlleva el sin sentido nihilista (todo es para

nada y la vida una mera pasión inútil).

Quien pierde la fe lo pierde todo. Sin fe la vida se desvanece

como una estrella fugaz en el firmamento veraniego. Del mismo

37

modo la humildad de todos es fundamental. Todos somos de carne

y hueso. Y pensar esto con frecuencia evita adoptar poses

justicieras con los otros miembros de la familia. Cuando entiendes

que tú metes la pata, entiendes que los demás por desgracia

también suelen hacerlo. Una vez más la insistencia en la

misericordia y nunca será suficiente esta insistencia. De nuevo los

niños vuelven a aparecer como algo sagrado, y además como un

modelo de identificación. El niño tiene pasión por vivir y pasión por

amar y ser amado. Y ese es el estereotipo que ha de configurar

nuestra vida familiar. El niño además no sabe vivir sin sus padres.

Nuestras familias están llamadas a vivir en las manos de Dios como

un niño en brazos de su madre, confiando plenamente en el amor

contra viento y marea. No basta con cumplir la ley y sus

prohibiciones: No hacer el mal. Eso no basta para vivir en pareja y

en familia. Hay que amar dándolo todo. Reservarse riquezas en lo

profundo del corazón sin darlo todo, estorba para la vida común. Si

te parece imposible llegar a dar hasta ese extremo, descubre que

Dios puede hacer posible lo imposible. Si llegas a darlo todo sabrás

lo que es vivir en plenitud. Jesús nos dio testimonio de lo que es

darlo todo entregando su vida y derramando su sangre. De ahí la

fuerza de sus palabras:” Amaos unos a otros como yo os he

amado”. Por eso si estás ciego para amar, grítale a Jesús. “¡JESÚS

HIJO DE DAVID TEN COMPASIÓN DE MI! Y aunque algo en tu

interior o en tu entorno te quiera frenar no pares de gritar. El amor

de los amores que es Jesús, el que nos enseña que la medida del

amor es el amor sin medida, te dirá: ¿Qué quieres que haga por ti?

Díselo:” JESÚS QUE PUEDA AMAR”. Y tus ojos verán con amor si

tu fe en su palabra es firme. Y alabarás a Dios cuando te incorpores

al grupo de los que viven iluminados por Jesús que abre los ojos de

su corazón para que aprendan a amar. Eso ocurre cuando te abres

a vivir tu vida en familia con otras familias cristianas que caminan

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tras los pasos de Jesús y han descubierto algo importantísimo: ÉL

VIVE.

En el capítulo 19 Jesús se muestra experto en lograr que

los seres humanos de corazón ruin, se tornen personas generosas.

Zaqueo es el ejemplo de una persona que sin conocer el amor,

porque su corazón está metalizado, cambia tras conocer y escuchar

a Jesús y creer en su palabra. Cualquier persona que no conoce el

amor puede salvarse de una vida tan triste como esa, y Jesús, hace

lo posible porque así sea.

El amor es un talento inmenso que Dios nos entrega y que

hay que ponerlo en juego. Las capacidades de amar no son para

guardárselas sino para ponerlas a circular. El que más amor tenga

más amor cosechará y al que menos tenga menos amor disfrutará.

Ser un enemigo del amor al final te conduce a la muerte en el

camino hacia la felicidad. Así que el tema es sencillo ¿Quieres que

el amor de Jesús entre en tu vida y en tu familia aunque venga

montado a lomos de un borrico? porque los que a veces te damos

testimonio de él somos eso: un poco borricos. Si le dejas entrar

gritarás de alegría. Bendecirás que el amor reine en tu casa. No lo

dudes. Y sabrás lo que es la paz del cielo y la gloria de Dios

altísimo en tu vida. Y nunca te lo callarás. Aunque fueras una piedra

no lo harías. Es una pena que tantos y tantos no sepan encontrar el

camino que conduce a la paz y que se dejen prender por los

enemigos del amor y que se vean destruidos por ellos. Y que no

quede piedra sobre piedra de lo que fueron como familia,

simplemente porque no se dejaron salvar por el amor. Una familia si

es una casa de oración, que tiene al Dios de Jesús en su seno,

nunca será una cueva de ladrones.

En el capítulo 20 Jesús te enseña que si le das derecho a

hacer maravillas en tu vida, las hará; y si cuestionas su derecho te

39

dejará vivir tu vida a tu manera, aunque te lo pierdas todo.

Simplemente porque Él quiere amarte y para eso tienes que

invitarlo de buena gana a formar parte de tu familia. Su voluntad es

que des sin cesar frutos de amor. Pero si tu voluntad es otra, si no

quieres que el amor sea la piedra angular de tu casa, tu voluntad

será respetada, aunque eso suponga que te estrelles.

Quien te ha creado sin ti no quiere salvarte sin ti. Y eso no

cambiará te guste o no. La puerta de tu vida al amor tienes que

abrirla tú libremente. Sin libertad el amor no existe. Puedes buscarle

la vuelta todo lo que quieras, puedes intentar cazarlo si quieres, no

serías el primero, pero su amor es muy sabio. Tus trampas no darán

resultado. Su discurso es muy claro: Si eres del amor sé del amor y

déjate de milongas. Si pretendes cazarlo te dejará estupefacto. Si

la muerte es en tu mente una frontera infranqueable para el amor

(como la plantean los que no creen en la resurrección) Jesús te

dirá: abre tu mente, tu amor es más fuerte que la muerte, es más tu

amor tiene una vocación tan grande que hasta supera los límites

estrechos de tu matrimonio o de tu familia concreta. Está llamado a

revestirse de la eternidad y universalidad del amor de Dios. Tu amor

está llamado a alcanzar una plenitud que ni te imaginas. Lo que

aquí vives es una pequeña parte de lo mucho que te aguarda. Tu

amor es el de los hijos de Dios y está llamado a resucitar. El amor

no muere nunca. Simplemente se transfigura, se transforma. Tu

amor está a salvo con Dios, porque es un Dios de vivos y no de

muertos. Para Dios no hay muertos, todos viven. Si le das la razón

descubrirás que tu amor es más fuerte que la muerte. El amor tiene

sed de infinito. Pues cuando amas nunca aceptas la muerte de

quien quieres. Por eso el amor encuentra en Jesús la respuesta que

anhela. En Él sacia su sed de infinito. Por eso siéntate a los pies de

Jesús. Si te sientas a su derecha, los enemigos de tu amor serán

puestos como estrado de tus pies. Basta que decidas no andar

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buscándote a ti mismo y devorando para ello a los demás. Guárdate

por tanto de hacer tal cosa. Por esa vía sólo lograrás destruirte.

En el capítulo 21. Jesús insiste: ”dalo todo” aunque sea

poco lo que eres o lo que tienes. Entrégalo por amor a tu pareja y a

tu familia y al resto de personas. Para fundar una familia no basta

con dar lo que te sobra hay que darlo todo. Lo único que no se

destruirá de tu vida será el amor que hayas tenido. Lo demás

pasará. Por dificultades horribles que tengas que vivir o superar, no

dejes de amar. Ni en las alegrías ni en las penas, ni en la salud ni

en la enfermedad, ni en la prosperidad ni en la adversidad. Hasta

los cabellos de tu amor son sagrados para Dios. Mantente firme en

el amor y alcanzarás la vida en plenitud. La angustia puede llegar a

ser terrible. Pueden hasta pisotear todo lo que eres. La confusión y

el terror pueden cercarte, es posible que se tambalee todo el

mundo, pero al final aunque no lo parezca, el amor triunfará. El

poder y la gloria son suyos. Así que, aunque todo se oscurezca,

cobra aliento para amar siempre y levanta tu cabeza enamorada

porque Jesús te ha liberado para que ames siempre. El amor nunca

pasara. El cielo y la tierra pasarán pero el amor que Jesús te

muestra nunca pasará. Por eso que nada te distraiga del amor: ni el

vicio, ni las borracheras, ni las preocupaciones de esta vida. Vigila,

ama sin cesar y no dejes de orar para no perder nunca tu fe en el

amor. Así cuando el AMOR ETERNO DE DIOS te salga al

encuentro, pueda reconocerte como suyo. Retírate en su compañía

a menudo y escúchale siempre que tengas tiempo. No te

arrepentirás.

Los capítulos 22 y 23 van unidos. Estos textos narran cómo

la tiniebla trató de eclipsar la luz. Pues es la narración del complot

contra Jesús. De cómo fue apresado, juzgado, torturado y

asesinado. Cuando has recorrido todo el evangelio, entiendes muy

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bien por qué. Estos textos se han interpretado de muchas maneras.

Alguno no ha faltado que ha usado estos textos para construir un

mensaje monstruoso: “Cuando tu esposo o tu esposa, cuando tus

padres o tus hijos te hagan sufrir, carga con tu cruz, porque te están

santificando como a Jesús en la Cruz”. Es decir, usan a Jesús para

dar la razón a los que oprimen, a los que hacen sufrir e incluso

matan. Eso no es lo que dicen los textos. Eso es una macabra

interpretación. A mi juicio, la lectura de la pasión debe llevarnos a

otra conclusión. ¿Quieres ser tú de los crucifican o no? Porque si

crucificas a tu esposo, a tu esposa o a tus hijos o a tus padres a

Jesús crucificas y lo haces cuando pisoteas su dignidad o sus

derechos, cuando los maltratas desde todos los ángulos. Crucificas

cuando vendes al otro. Crucificas cuando traicionas a conciencia al

otro. Crucificas cuando te sientas a la misma mesa con él y llevas

doble vida. Crucificas cuando no sirves al otro por amor. Crucificas

cuando te dejas zarandear por Satanás (“el que estorba”, significa

esta palabra) por sus insinuaciones que te llevan a buscarte a ti

mismo a costa de los demás. Crucificas cuando pierdes la fe en el

amor. Crucificas cuando cuentas al inocente entre los criminales.

Crucificas cuando te duermes ante el dolor ajeno. Crucificas cuando

no consuelas al que al sufrir angustia suda hasta sangre. Crucificas

cuando con un beso traicionas a quien te quiere. Crucificas cuando

sacas la espada para resolver los problemas. Crucificas cuando

llenas de tinieblas tu vida. Crucificas cuando niegas a quien te mira

con amor. Crucificas cuando llenas de llanto amargo la vida de los

demás. Crucificas cuando te burlas del otro. Crucificas cuando

golpeas al otro. Crucificas cuando pegas al otro. Crucificas cuando

profieres contra el otro toda clase de insultos. Crucificas cuando

interrogas sin voluntad de creer al otro, habiéndolo condenado

previamente. Crucificas cuando acusas con falsedad, pues cuando

señalas con el dedo, cuatro dedos apuntan a ti. Crucificas cuando

condenas al inocente. Crucificas cuando conviertes al otro en un

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mono de feria. Crucificas cuando acosas con violencia. Crucificas

cuando tratas al otro con desprecio. Crucificas cuando castigas al

inocente. Crucificas cuando por cobardía no defiendes al inocente.

Crucificas cuando entregas al inocente para que hagan con él lo

que quieran. Crucificas cuando te lavas las manos ante la injusticia.

Crucificas cuando colaboras con los que hacen el mal. Crucificas

cuando sólo lloras ante el dolor ajeno. Crucificas cuando clavas en

una cruz al inocente como si fuese un criminal. Crucificas cuando

desnudas al otro de lo que necesita para vivir. Crucificas cuando te

juegas lo que es del otro. Crucificas cuando ofreces vinagre a los

labios del otro para calmar su sed de amor. Crucificas cuando

cuelgas letreros acusadores al otro. Crucificas cuando no tienes

compasión y misericordia con el otro. Crucificas cuando sumerges

la vida del otro en la oscuridad. Crucificas cuando matas al otro en

todos los sentidos. Crucificas cuando te golpeas el pecho pero

dejas morir al otro siendo inocente. Crucificas cuando miras desde

lejos el sufrimiento del otro. Crucificas cuando entierras los anhelos

del otro de amar y ser amado. Crucificas cuando no amas. Pues el

egoísmo y el odio crucifican siempre. Sólo el amor nunca crucifica.

Entonces ¿Qué quieres ser? ¿Quieres crucificar al otro? ¿Quieres

crucificar al amor? Esta interpretación de estos dos textos me

parece la adecuada. Y ahora fíjate en Jesús. Nunca es espejo de la

brutalidad de los demás. Nunca se deja apresar por el horror de los

demás. Jesús siempre es fiel al amor. Entrega su vida por amor a

los otros. Derrama su sangre por amor a los otros. Jesús es el amor

que no se contagia de la toxicidad que lo rodea. Jesús coge su vida

en sus manos, da gracias por ella, la parte y la da por amor a los

demás. Si hace falta llegar hasta ese extremo para que el otro se

entere de que lo ama, lo hace. Y asombra con su capacidad de

amar. Verdaderamente es Dios porque ningún humano es capaz de

amar hasta ese extremo. No es extraño que el centurión diga lo que

dice. Jesús sirve a los demás porque ama a los demás hasta el

43

extremo. Jesús nos invita a hacer memoria de su amor para

alimentarnos de su amor permanentemente y no ser nunca más

causa de crucifixión para los demás. Eso es lo que hacemos en la

Eucaristía. Esa última cena con la que conmemoramos la realidad

del amor verdadero manifestado en Jesús como en ningún otro

lugar. Jesús tiene paciencia con quien lo niega tres veces. Jesús

prepara a los demás frente al peligro que acecha, aunque no lo

entiendan. Jesús reprueba la violencia. Jesús ora sin cesar en

medio de la amargura a la que lo condenan los que odian. Porque ni

defenderse puede. No quiere hacer daño. Y no lo hace. Él ha

nacido para amar. La cruz es el reflejo del que nos ama hasta el

extremo a pesar de nuestro horror, para ganarnos para el amor, y

hacer que dejemos de crucificar a los demás. No seguimos a Jesús

cuando crucificamos a los demás sino cuando amamos a los otros.

Jesús nunca se duerme ante el dolor de los demás. Jesús salva a

los suyos y ofrece su vida por ellos. Jesús mira con amor al que lo

niega. Jesús es veraz siempre. Jesús nunca es culpable, su

inocencia es la del que ama a prueba de bombas. Jesús es el que

guarda silencio para no faltar al amor con su palabra. Jesús es el

que no se deja contagiar del odio ajeno porque sabe que no

sabemos lo que hacemos cuando crucificamos.

Aquí hay una gran sabiduría pues crucificamos cuando

convertimos al otro en una amenaza cuando no lo es, porque

nuestra valoración está radicalmente equivocada. Los que mataron

a Jesús creían que era un mal, aquel que paso haciendo entre

nosotros el bien porque lo único que sabía hacer era amar. Cuántas

veces crucificamos a los demás porque creemos que son una

amenaza cuando no lo son. La historia está llena de esos casos por

desgracia. La historia de la humanidad en un aspecto es una

historia repleta de crucifixiones de los demás por motivos

equivocados. El que crucifica lo hace muchas veces porque su

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visión de las cosas es tan retorcida, tan parca, que es capaz de

sacar de su corazón toda la oscura brutalidad que lleva dentro. Esa

es la sabiduría de las palabras “perdónalos porque no saben lo que

hacen”. No te ven a ti cuando te crucifican, ven su visión oscura,

retorcida y equivocada de ti, porque no te miran con amor, no te

miran con los ojos de Dios. Sólo encontró amor Jesús en los labios

de un ladrón y por ello, aún muriéndose “a chorros”, decidió que lo

último que quería en este mundo era morir amando, morir siendo

misericordioso, sin juzgar con la inhumanidad propia del fariseo que

demoniza todo aquello que no está de acuerdo con su estrecha

manera de ver las cosas. Por ello, como último grito de vida lo que

hace Jesús es ponerse en las manos del Padre, ponerse en las

manos del amor, con la fe y la esperanza firme de que este amor no

le defraudará nunca. Pues ni la muerte tiene el poder de eclipsar la

fuerza del amor. El amor no puede enterrarse bajo tierra mucho

tiempo. El amor no se eclipsa bajo el imperio de ninguna oscuridad

para siempre. JESÚS AMA SIN MEDIDA. Y nos dice hoy a todos: si

quieres vivir en plenitud NO CRUCIFIQUES, AMA. ¿Y ahora tú que

dices? Esa es la clave para interpretar estos textos en mi opinión. Y

esta clave ilumina por completo la vida de toda sociedad, de toda

familia, de toda pareja y de toda persona. Y ESA ES LA RUTA

PARA VIVIR EN PLENITUD. Lo repito: ¡NO CRUCIFIQUES! ¡AMA!

El capítulo 24 es el último. Su mensaje resulta sorprendente

y resplandeciente. El amor no está sepultado. El amor no es mortal.

Esta noticia cuando menos es desconcertante. No busques entre

los muertos al que vive. El amor no está muerto ¡VIVE! El amor es

más fuerte que la muerte.

Si Jesús no está aquí, si ha resucitado, el amor se manifiesta

todopoderoso, no sólo frente a la muerte, sino frente al egoísmo y el

odio. Si el egoísmo y el odio son la noche, el amor es el sol. Y

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cuando el sol sale la noche se desvanece. La noche da paso a la

aurora, después viene el alba, y tras el amanecer se impone el día y

la noche se desvanece. Eso Jesús ya nos lo ha dicho a lo largo del

evangelio. Basta repasar distintos capítulos de los que ya hemos

visto. La muerte no tendrá la última palabra en la vida. La muerte

perderá su dominio. Sin vida no hay amor. Luego si el amor quiere

ser eterno, la vida también tiene que ser eterna. Y eso sólo puede

serlo en Dios. En un mundo finito eso resulta imposible. Luego la

cuestión es: ¿Hay Dios que haga posible la eternidad de la vida y

por tanto la eternidad del amor? La resurrección de Jesús

demuestra que sí. Jesús no es un amor inaudito sepultado tras una

muerte horrorosa. Jesús ha resucitado, por tanto el Padre, en cuyas

manos se encomienda está, existe. Esto no es fácil de creer. A

muchos les parece una locura. De hecho así les ocurrió a los

discípulos de Jesús en aquel momento. Algunos aun así se abrieron

a la posibilidad y el asombro fue su destino porque Jesús no estaba

muerto. Después otros se encontraron con un caminante que se

interesó por su tristeza y desaliento por el duelo que les supuso la

pérdida de Jesús. Su palabra les iluminó su saber fundado en las

Escrituras. Después volvieron a compartir la mesa con Él. Volvieron

a vivir la experiencia de la cena pascual que habían compartido con

Jesús en Jerusalén. Y al partir el pan lo reconocieron.

Entonces se dieron cuenta de que su amor les había hecho

arder su corazón. Su amor vivía porque él vive. Nada mejor para

alguien que ha perdido un ser querido, herido de amor, descubrir

que tal persona no está muerta, sino que esa persona y el amor

mantenido con ella, viven. Y dar esta noticia a los demás se

convierte en fundamental. La sorpresa fue que esa ya era una

experiencia compartida por muchos.

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Pablo, en su primera carta a los corintios, en el capítulo 15,

dará testimonio de que esa vivencia la tuvieron más de quinientas

personas. La victoria del amor sobre la muerte no es un fantasma.

Sorpresa claro, susto…. ¡no faltaría más! Dudas, normal. Pero las

manos amadas, los pies queridos, estaban ahí. “Él yo mismo”

amado estaba ahí, para alegría y asombro de todos. Podían tocarlo

y mirarlo. Su carne amada y sus huesos queridos eran reales. ¿Hay

algo más hermoso para una familia que descubrir que sus miembros

amados son más fuertes que la muerte y que nunca

desaparecerán? ¿Hay algo más maravilloso para una familia que

descubrir que su amor no es una pasión inútil condenada al

sinsentido nihilista? Porque pensadores como Ciorán creen que lo

peor que se puede hacer es tener familia ya que es el camino para

seguir convocando a la vida a seres humanos cuyo futuro es el

abismo oscuro de la nada y no siempre con la garantía de que van

a ser felices mientras vivan. Además creen que enamorarse es lo

peor que te puede pasar porque al final perderás lo que amas. Sin

fe en la vida y en la existencia, el amor se convierte para ellos, en

una maldición. Aquellos discípulos, alegres y asombrados, no

acabaron de creer lo que ocurría. Tuvieron que comer con Él y tras

escucharlo abrieron su mente. Comprendieron con claridad la

revolución de la que estaban siendo testigos. Morimos porque

vivimos en un mundo que no es Dios y que por tanto muere, ya que

es finito al par que imperfecto, porque solo Dios es infinito y

plenitud. Pues de lo contrario no sería Dios sino mundo. Pero se

nos ofrece en Él la invitación a hacernos inmortales e incorruptibles

como Dios si decidimos unirnos a Él por amor y unirnos a Él

significa amar. Hacernos amor. Si hacemos esto el amor nos

muestra su otra cara: “Resurrección”.

Si crees en el amor crees en la resurrección porque el amor

nunca acepta de buen grado la muerte de los seres amados. El

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amor te enferma de sed de infinito y si el agua es el presupuesto de

la sed, no es irracional considerar que la sed de infinito, hija del

amor, presuponga la existencia del infinito. La resurrección es el

hecho que prueba que esta presunción es una realidad. Los testigos

de aquello son testigos para nosotros hoy y cumplen su función. A

través de ellos nos habla el Espíritu de Jesús resucitado que nos

invita a amar sin miedos ni dudas porque el amor nunca pasará, es

eterno. Dios es amor, y cuando nos amamos descubrimos que

nuestra verdadera plenitud es la eternidad. Sin ella el amor es mera

frustración. Sólo junto a Jesús el amor se salva y se abre a la gloria

como meta.

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EPÍLOGO

Tras su ascensión la presencia amorosa de Jesús, se torna

Espíritu y como tal es capaz de estar con todos en todas partes a

un mismo tiempo. Algo parecido a lo que ocurre con el aire. Lo que

hoy permite que Él haya podido hablarte a ti, a través de estas

palabras, si ha ardido tu corazón.

Por eso tenemos una fe firme: su Palabra, los sacramentos,

la oración y la vida en común con otras parejas y familias cristianas,

en la familia de familias que es cada parroquia y cada diócesis.

Todo ello son vías firmes por las cuales tú también puedes

encontrarte con Él para que cambie tú vida, tú corazón, tú pareja y

tú misma familia.

Así que es hora de pensar. ¿Invitas a Jesús y a María a tu

matrimonio? ¿ te atreves a seguir los pasos de los novios de Caná

en Galilea? Si es que sí, haz caso a María. Haz lo que Jesús vivo te

dice. ÉL TIENE PALABRAS DE VIDA ETERNA, MUCHOS NUNCA

HAN OIDO HABLAR A ALGUIEN COMO ÉL. Si lo haces, tu vida en

pareja, tu amor y tu familia, no se aguarán. Serán una experiencia

sabrosa y lejos de degradarse, con el tiempo se irán añejando como

el buen vino. El reto ahora depende de ti. Si quieres vivir en plenitud

tu vida de pareja y de familia, no lo dudes: “VEN Y LO VERÁS”.

Conoce, ama, sigue a Jesús y sabrás lo que es vivir en plenitud.

Jesucristo es la buena noticia de la familia cristiana y por eso es

NUESTRO CIMIENTO.

ANDROS PRESBÍTERO

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POSDATA

Este material se ofrece a la consideración de todos. El

Movimiento Familiar Cristiano ha sido el detonante de esta reflexión

que me complazco en poner a disposición de quien lo quiera usar.

No agota mi meditación los múltiples significados que para la

familia encierra este evangelio. Seguro que otros ojos más atentos y

profundos que los míos podrán descubrir nuevas luces incluidas en

los textos sagrados. Pues no es la primera vez que la misma

Palabra de Dios me sorprende abriendo nuevos universos de

comprensión que antes yo no había sido capaz de vislumbrar. De

ahí que animo a todos a hacer este mismo recorrido. Interpretar el

evangelio desde una clave concreta, como lo es en este caso la

vida de la familia, resulta muy enriquecedor. Hacer esta misma

lectura con otros evangelios sería extremadamente interesante. Y

más aún que ese recorrido sea realizado por parejas cristianas con

todo su caudal de vida y experiencia.

Para trabajar este texto recomiendo tres etapas. La lectura

personal de un número de capítulos del

evangelio. El diálogo entre la pareja o los

miembros de la familia, acerca de los

frutos, recibidos. Y la puesta en común

con el resto de parejas o familias

participantes en el encuentro. El prólogo y

el epílogo recomiendo leerlos juntos en el

gran grupo. A modo de introducción y de

conclusión. El prólogo antes de lanzarse a

la lectura personal. Y el epílogo al final del

estudio de los capítulos del evangelio.

50

Tanto una convivencia como reuniones progresivas permiten

acercarse al contenido expuesto en este documento. No creo

necesarias más indicaciones al respecto. A partir de aquí la

imaginación al poder.

Nada más por mi parte. Pido disculpas por los errores que

seguro los habrá. Y por la falta de comprensión por mi parte de los

significados que no haya sido capaz de desentrañar. Y agradezco

siempre vuestra atención y consideración.

El autor:

Andrés Marín Navarro

Presbítero