andrés díaz, fiesta caballeresca trastámara

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 La s  fiestas  de caballería en  la  Castilla de  los  Trastámara Las  fiestas,  en  general,  nos inform an  d e  todas  aqu ellas realidades fundamentales  para  cualquier  cultura  y  q u e  abarcan  de sde los  aspec - tos  políticos,  sociales  y  económicos>  hasta  los  religiosos>  expresivos y  estéticos.  N os  proporcionan  el  p arad igm a pa ra ente nder  la  estruc - tura  social  y  política  d e  la  sociedad  en  q u e  se  dan;  a  través  de  dife - rentes  mecanismos>  nos ha blan  d e  la  percepción  q u e  cada  sociedad po see ace rca  de los  papeles  sociales  p o r  edad,  sexo,  condición  social> situación  matrimonial,  etc.,  negando  o  reforzando pap eles  lúdicos  y marcando  asimismo  lo s  ca nales adecu ado s  d e  participación  de  los  d i - ferentes  grupos  sociales.  Además,  la s  fiestas  implican  gasto>  regalos> generosidad,  ahorro> intercamb ios>  hospitalidad,  movilidad  de  bienes, ostentación,  derroche,  rivalidad  económica  y  otras  actitudes  econó - micas.  E n  el  plano ideológ ico,  las  fiestas  son  u no  de lo s  marcos  o  es - cenarios  ideales  en  los  q ue  cada  soc iedad pro yec ta  sus  valores>  sus pautas,  actitudes  y  patrones  de  co nducta estereo tipado s  y  rituali - zados. En po ca s  pala br as > la  fiesta  es el  espectáculo  q ue  un p ue blo  se da  o  s e  ofrece  a  m ism o, vién do se  y  participando  en  los  actos  l úd i - cos  y  festivos. A h ora bien,  este esp ectác ulo  puede ob edece r  a  dos  p os - tulados:  cuando  la  fiesta  es  u n  modelo  de la realidad  es decir,  cuan - d o  refleja  co n  u n a  relativa  fidelidad  la  concepción  cultural  q ue un a sociedad  tiene  d e  sí mism a—  y  cuando  s e  presenta  como  u n  modelo para  la  realidad  o  sea,  cuando  lo que  se  refleja  a  través  de  ella  no es  tanto  lo q ue la  sociedad  es o  cree  ser>  sino  lo que  cree qu e  debería s e r  o le  gustaría  ser.  Pensamos  q ue  todas  la s  fiestas  están  colocadas en  mayor  o  m eno r grado  entre  ambos  postulados,  por cu anto  están dotadas  d e  múltiples  sentidos  q u e  engloban  tanto  las  realidades  como  En  la  España  Medieval.  Tomo  V. Edit or ia l de la  Universidad  Complute nse. Madri d  1986

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  • Las fiestas de caballera en la Castillade los Trastmara

    Las fiestas, en general, nos informan de todas aquellas realidadesfundamentales para cualquier cultura y que abarcan desde los aspec-tos polticos, sociales y econmicos> hasta los religiosos> expresivosy estticos. Nos proporcionan el paradigma para entender la estruc-tura social y poltica de la sociedad en que se dan; a travs de dife-rentes mecanismos> nos hablan de la percepcin que cada sociedadposee acerca de los papeles sociales por edad, sexo, condicin social>situacin matrimonial, etc., negando o reforzando papeles ldicos ymarcando asimismo los canales adecuados de participacin de los di-ferentes grupos sociales. Adems, las fiestas implican gasto> regalos>generosidad, ahorro> intercambios> hospitalidad, movilidad de bienes,ostentacin, derroche, rivalidad econmica y otras actitudes econ-micas. En el plano ideolgico, las fiestas son uno de los marcos o es-cenarios ideales en los que cada sociedad proyecta sus valores> suspautas, actitudes y patrones de conducta estereotipados y rituali-zados.

    En pocas palabras> la fiesta es el espectculo que un pueblo seda o se ofrece a s mismo, vindose y participando en los actos ldi-cos y festivos. Ahora bien, este espectculo puede obedecer a dos pos-tulados: cuando la fiesta es un modelo de la realidad es decir, cuan-do refleja con una relativa fidelidad la concepcin cultural que unasociedad tiene de s misma y cuando se presenta como un modelopara la realidad o sea, cuando lo que se refleja a travs de ella noes tanto lo que la sociedad es o cree ser> sino lo que cree que deberaser o le gustara ser. Pensamos que todas las fiestas estn colocadasen mayor o menor grado entre ambos postulados, por cuanto estndotadas de mltiples sentidos que engloban tanto las realidades como

    En la Espaa Medieval. Tomo V. Editorial de la Universidad Complutense. Madrid 1986

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    los deseos colectivos; y, concretamente, las fiestas caballerescas> queaqu nos ocupan, como veremos a lo largo de este estudio.

    La fiesta caballeresca es el reflejo de una sociedad y de unas in-tenciones polticas. El prestigio que proporcionan estos acontecimien-tos al que las ofrece y participa en ellas es incalculable; prestigio anteos individuos de la propia nobleza, pero sobre todo ante los ojos delpueblo que, igual que acata y aclama a su poderoso monarca en lasentradas reales, se deslumbra ante el podero, valor y destreza dela aristocracia. No son slo juegos o espectculos, sino cuestiones depeso, importantes para los equilibrios y las jerarquas, elementos de-cisivos para forjar o mantener los renombres>

    Ahora bien, se puede hablar de fiestas reservadas a crculos ce-rrados, a clases sociales, a tal o cual ambiente social o cultural?Hay que considerar si puede sostenerse una tipologa social de lasfiestas en la Baja Edad Media castellana: seoriales, burguesas, cle-ricales, etc. A nuestro entender> esto seria simplificar demasiado larealidad compleja que es la fiesta. En cuanto a las fiestas de caballe-ra, esta tipologa podra concebirse si nos atuviramos slo al cere-ruonial, a los ritos de iniciacin; pero tambin debemos tener encuenta todo lo que rodea a estos acontecimientos. As, aparte de lasceremonias de armar caballeros, pasos de armas, torneos y justas senos presentan como los eventos caballerescos por excelencia que obe-decen a rituales complejos y sutiles, expuestos en tratados especfi-cos sobre la manera de realizar los combates 3; suponen, adems, unosgastos enormes y que desde la conquista de Granada ya no tienen lamisma vertiente prctica que antes.

    Pero estas fiestas no se desarrollan en recintos privados, sino enlas plazas pblicas de las ciudades y villas castellanas o en camposabiertos, lugares donde pueda reunirse el inmenso concurso del pue-blo ~. Este era el elemento imprescindible ante el que se afirmaban

    Son muy interesantes los estudios antropolgicos que en los ltimos aosse han venido realizando en Espaa. Principalmente los que se agrupan en:Tiempo de fiesta. Ensayos antropolgicos sobre las fiestas en Espaa, edicinde H. M. Velasco (Asociacin Madri]ei5a de Antropologa), Madrid, Alatar, 1982;y que agrupa estudios de Velasco Maillo, Rodrguez Becerra, Roiz, Prat Canosy otros antroplogos.

    2 Los estudios de Jaeques 1-IEERs arrojan mucha luz sobre las fiestas me-dievales analizadas en sus diferentes valores: Ftes, jeux cf joutes daus lessocit,s dOccident & la fin da Moyen Age, Montreal, Publications de lInstitutdtudes mdivales, 1971. Y tambin: Ftes des Fous cf Carnavals, Paris, Fa-yard, 1983.

    Un ejemplo interesante, entre otros que veremos ms adelante, son estosdos tratados de Mosn Diego de VALERA: Tratado da rieptos e desafos y Es-pejo de Verdadera Nobleza, ambos incluidos en la obra Prosistas Castellanosdel siglo XV, Madrid, Biblioteca de Autores Espaoles, t. CXVI, 1959, Pp. 117a 140 y 89 a 116, respectivamente.

    4 En este sentido, estas fiestas no tienen un lugar particular; su espacioes el espacio cotidiano de la villa, pero, eso s, metamorfoseado, cambiado por

  • Las fiestas de caballera en la Castilla de los Trastmara 83

    los defensores de la sociedad; era el pblico ansioso de espectcu-los que reciba ddivas y manjares en la celebracin de unos aconte-cimientos determinados; disfrutaba de unos das de festejos> rompien-do la rutina diaria, despus de haber participado en la preparaciny desarrollo de la fiesta; era el que aportaba los msicos que acompa-aban con sus atabales y trompetas> los cmicos que amenizaban losintermedios de justas y torneos, los cocineros que preparaban lasgrandes colaciones que seguan a los encuentros> los obreros quepreparaban las lizas, construan las barreras> tribunas, cadahalsos;mercaderes y comerciantes que aprovechaban tal congregacin degentes de toda condicin para vender sus mercancas, etc.

    Ante su presencia> en fin, la monarqua poda asegurarse la fide-lidad de una nobleza inquieta o simplemente afirmar su presenciay su prestigio sobre ella.

    Las fiestas caballerescas, pues> subrayaban la pertenencia a unacategora social y el papel poltico de sta en la vida del reino. Enefecto, encuentran su ocasin en los grandes hechos de la vida pol-tica: son el elemento esencial de los alzamientos> juras y coronacio-nes de nuevos monarcas, de entradas, bodas y bautizos reales, derecepciones a embajadores, nobles y reyes extranjeros

    El proceso de fortalecimiento de la alta nobleza a lo largo de lossiglos xiv y xv, hasta llegar a convertirse en este ltimo en una au-tntica aristocracia es, sin duda, el rasgo ms destacado de la histo-ria social del reino de Castilla en la Baja Edad Media. Las luchas vio-lentas que protagonizaron los nobles, divididos en bandos, y la acti-tud agresiva de un sector importante contra la monarqua se agudi-zaron durante los reinados de Juan II y Enrique IV.

    Los grandes de la oligarqua nobiliaria castellana estaban de-masiado ocupados en los asuntos de la alta poltica para entrar encontacto con sus vasallos. Eran estas fiestas, entonces, las adecuadaspara resaltar valores sociales y polticos establecidos, para entrar encontacto directo con ellos> asegurarse su admiracin y respeto> tras

    un decorado. Ambientado provisionalmente, el lugar de estas celebraciones esenteramente imaginario. As, en Valladolid, en 1428, el por entonces infante donEnrique organiz unos festejos caballerescos en plena plaza, donde fueron co-locados una fortaleza de madera y lienzo, un campanario, diecisiete torres, ungran arco el de La Fuerte Ventura,, grifos dorados, carros, una ruedade la Aventura,,, etc. (Pero CARRILLO DE HUETh: Crnica del Halconero deJuan II, c. 3, ed. 1. de M. Carriazo, Madrid, Espasa-Calpe, 1946.) Esta adapta-cin del espacio cotidiano para la fiesta anunciaba ya las grandes transforma-ciones de la villa que tendrn lugar en los siglos xvi y xvii; ver al respecto:Andr CuAsia. Le Lieu de la Fte,, pp. 419-425 de Les Ftes de la Reizaissance,t. 1, Pars, Centre National de la Recherche Scientifique, 1973.

    5 Como iremos apuntando, las crnicas castellanas de esta poca nos ofre-cen numerossimos testimonios de ello.

    USALResaltadoPero hay en el XVI torneo hechos por gremios.

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    lucir su valor y destreza en los ejercicios caballerescos, as como ga-nar fama y honra.

    Por ltimo, los miembros de la nobleza encontraban la ocasinadecuada para marcar con ostentacin la jerarqua de las fortunas yde los rangos> para que los clanes familiares lucieran todo su pode-ro social y econmico> compareciendo a pasos, torneos y justas conlujosos trajes y armaduras, extravagantes a veces, que demostrarana todos los grandes gastos que podan afrontar. Para ellos> estos mo-mentos festivos eran una obligacin social> pero tambin una obliga-cin moral, pues deban reflejar esos ideales de la caballera de los quese supona eran portadores.

    Pasemos, entonces> a hacer algunas consideraciones acerca de ladecadencia del mundo caballeresco.

    DECADENCIA DEL MUNDO CABALLERESCO

    Este declinar comenz ms temprano de lo que a menudo se pien-sa: los primeros sntomas se manifestaron a lo largo ya del siglo xii.En los siglos siguientes, un fuerte poder influy en este proceso dedecadencia de la poca romntica caballeresca ~: la Iglesia. Esta> ensu afn por orientar todos los actos de la vida humana hacia mayorgloria de Dios> fue moralizando y espiritualizando todas las facetasde la vida caballeresca. La dureza y crueldad de torneos y justas sevieron en gran medida suavizadas. La obra fue lenta y dur algunossiglos. Papas y concilios condenaron vigorosamente esos juegos exe-crables y malditos ~.

    Alfonso de Cartajena> obispo de Burgos hacia 1439> en su Doctri-mil de Caballeros, recuerda estas condenas de la Iglesia y se sumaa ellas. Sanciona categricamente duelos, torneos y justas, como for-mas todas de combate en que las armas no se usan contra un enemigoexterior> para guerra conocida, sino en un juego cruel de ostenta-cin peligrosa, de fuerza o> peor an, contra los que deberan ser ami-gos. Condena, en efecto, la brillante vida caballeresca de la cortes.

    6 Trmino ste acuado por Waldemar VEnCE en su gran obra: Ideales dela Edad Media. II. Romntica caballeresca> Barcelona, Labor> 1933-1935

    7 En 1130, en el Concilio de Clermont, Inocencio II prohibi los torneosporque a menudo cuestan la vida a hombres; y los Padres del Concilio aa-dieron. si alguno es herido en uno de esos juegos, no se le negar la pe-nitencia ni el vitico, pero no podr recibir sepultura eclesistica (recogidopor Len GAUTIER: La Chevalerie, Pars, Arthaud, 1959, pp. 284-285>.

    8 En el libro III> ttulo III de esta obra, Cartajena se preguntaba: masqu diremos nos que vemos el reino lleno de platas e de guardabra9os, e estaren paz con los de Granada> e el fermoso meneo de las armas exer9itarse enay-untar huestes contra los parientes.., o en justas o en torneos?,>

  • Las tiestas de caballera en la Castilla de los Trastmara 85

    La Iglesia, pues> llev a cabo una doble poltica de cara a la insti-tucin caballeresca: penetrarla de su fe y reemplazarla por las mili-cias religiosas; de lo que result la sacralizacin de la caballera, inva-dindola con sus ritos en los ceremoniales de armar caballeros (laconfesin y el bao, por los que stos quedaban limpios de alma ycuerpo; la vela de armas y la bendicin, la comunin matinal) y dela degradacin caballeresca; as como la creacin de las OrdenesMilitares de caballera, como resultado de la alianza entre la fe y laguerra justa ~.

    La literatura refleja este estado de cosas. Por ejemplo, en las lti.mas novelas del Grial se aprecia cmo la romntica caballeresca sepone al servicio de la mstica cristiana; el hroe, Perceval, ostentatodas las virtudes del caballero y del perfecto cristiano ~. Y no esraro encontrar composiciones de torneos espirituales ~ y novelascaballerescas referentes al viaje a los infiernos y al paraso 12 Encuanto a las crnicas> por citar un ejemplo, nos encontramos con que>en 1428, cuando Juan II celebra una justa solemne en Valladolid enhonor de su prima la infanta Leonor, el rey y otros doce caballerossalieron a la tela l como Dios Padre, e los otros todos con sus dia-demas, cada uno con su ttulo del santo que era> e con su seal enla mano cada una del martirio que haba pasado por nuestro Seor

    13Dios -

    Castilla> inmersa en la crisis poltico-social de los reinados deJuan II y Enrique IV, haba visto decaer el ideal tico caballeresco yvisto nacer> al igual que en Europa, los libros de caballeras, que porel camino de la desmesura desmesura con que la imaginacin in-tentaba llenar el vaco de la realidad ~ llegaron a ser al final de suevolucin torpe burla del verdadero arquetipo del caballero ~

    Philippe du Puy DE CLINCI-IAMPS: La Chevalerie, Pars, Press Universitairede France, 1962, pp. 67 a 76.

    lO Martin de ROuER: Caballeros andantes espaoles, Madrid, Espasa-Cal-pe> 1967 (col. Austral, 1397), y Los cantares de gesta franceses, Madrid, Gre-dos, 1952. Ambas obras tratan sobre la leyenda del Grial, entre otros temaspicos medievales, viendo cmo sta respira la raz y evidente sentido cristianode la vida caballeresca del protagonista.

    II VALBUENA Pan: La vida espaola en la Edad de Oro, segn fuentes litera-rias, c. 5, pp. 109 a 113.

    12 W. VEnEL> op. cit., pp. 214-220.13 CARRILLO BE HUETE, op. ct., e. 6; Lope de BARRIENTOs: Refundicin de la

    Crnica del Halconero, edicin y estudio por J. de M. Carriazo, Madrid, Espasa-Calpe, 1946, c. 30.

    14 Claudio SNcEZ-ALBORNOz: Espaa, un enigma histrico (Buenos Aires,Ed. Sudamericana, 1956, 2 vols.), II, p. 634.

    5 Gonzalo FERNNDEz DE Ovirno expres esta decadencia con los siguientesversos:

    Castilla quiere que hable de nobles exer9itados,pero volos trocados en usos de granjeria.

    De la escondida caa suelen salir los ladrones>Y no todos los blasones de armas son probados.

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    Importantes prosistas castellanos del siglo xv, como Valera, Sn-chez de Arvalo y Cartajena, reflejan en sus escritos esta decadenciadel mundo caballeresco. Mosn Diego de Valera, en su Espejo deVerdadera Nobleza, dedicado a Juan II, afirmaba: Ya son muda-dos por la mayor parte aquellos propsitos con los quales la Caba-llera fue comenQada: estonges se buscaua en el cauallero sola uirtud,agora es buscada cauallera para no pechar (...) y as como el bitonon fase al monge, as lo dorado non fase al cauallero; e bien tantoquanto la fe sin obras no aprouecha, otro tanto la Cauallera synguardar su Orden... t Rodrigo Snchez de Arvalo, en la XV consi-deracin de su Suma Poltica constataba el gusto por la ostentaciny el lujo de los caballeros, ca a las vezes trahen muy fermosopenacho y de gran valor y trahen las armas de vil presgio...>; perotambin Cmo pervivan los ideales caballerescos en las mentalidades:...Y puesto que los cavalleros de agora no juren estas cosas... ca-lladamente las juran... y puesto que realmente no lo juren no menospecan si lo quebrantan 17 El mismo Prez de Guzmn, pese a su con-denacin de la nobleza corrupta que va a su alrededor> y con suconcepcin medieval de la vida, esperaba y propugnaba un retornoa la antigua virtud caballeresca ~.

    VIGENCIA DEL MODELO DF VIDA CABALLERESCO

    Pero aunque esta poca ya no iba a volver, si tenemos que reco-nocer los abundantes frutos que la vigencia de los ideales de vidacaballerescos iba a proporcionar.

    Huizinga calific el ideal caballeresco de ideal esttico y afirmsu fracaso como ideal moral> por lo que la historia de la aristocraciaen el otoo medieval presenta un cuadro en el que el honor se compa-gina eon el egosmo y la desvergenza 19

    Prez de Guzmn se lamentaba de que haban decado los viejosideales y de que triunfaba la apetencia de bienes y riquezas t aunque

    (Las Quinquagenas de la Nobleza de Espaa, pub. por la Real Academia dela Historia, bajo la direccin de don Vicente de la Fuente, Madrid, 1880; 1, estan-cia 37, pp. 414 y 415; est. 45, pp. 490 y 491.)

    16 Mosn Diego de VALERA: Espejo de Verdadera Nobleza, Madrid, Ed. Ba-lenchana, 1875, e. 10, p. 219.

    17 Pginas 277 y ss. de Prosistas Castellanos del siglo XV, op. cit.19 Jos Luis ROMERO: Sobre la Biografa espaola del siglo XV y los ideales

    de vida, Cuadernos de Historia de Espaa, 1-II, Buenos Aires, 1944.~ Johan HUIzINGA: El Otoo de la Edad Media, Madrid, Revista de Occiden-

    te, 1973; del mismo autor, Men aud Ideas. History, 0w Middle Ages, the Re-naisrance, Princeton University Press, 1984, Pp. 196 a 206.

    20 Al referirse a la cada de Ruy Lpez Dvalos declara aludiendo a la no-bleza castellana. ... pares~e que ms por cobdkia dc sus bienes que por zelode justiyia, fue contra el progedido, gracias a la avarigia que en Castilla es

    USALResaltado

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  • Las fiestas de caballera en la Castilla de los Trastmara 87

    no es menos cierto que escribi sus Generaciones y Semblanzas do-minado por esos ideales en que se entremezclaban orgullo, honra,fama y desvergiienza ~ Y tambin es cierto que Pulgar relata confrecuencia los rasgos magnficos que honraban a algunos magnatescastellanos de su tiempo, como el almirante don Fadrique Enrquez>

    22el marqus de Santillana, Pedro Fajardo, Rodrigo Narvez> etc.

    En Castilla el ideal caballeresco del honor no dej de ser fecundocomo ideal moral en la vida diaria de los castellanos. Snchez Albornoz, al ocuparse del tema, sospecha que la eficacia moral de esteideal se debi tal vez a la ausencia en Castilla de lo que ha sido cali-ficado de espectacular y de vaco de sustancia en el ideal caballerescoeuropeo que l{uizinga nos presenta. La diferencia esencial entre lasignificacin poltica> militar y moral de este ideal radica en la em-presa de la reconquista, que contrasta enormemente con las guerrasseoriales caballerescas que describe este autor. La participacin delas milicias concejiles en esta guerra nacional es, a ojos de Snchez-Albornoz, la causa de que se extendieran los ideales caballerescos dela honra> la lealtad y el orgullo> propios en teora de la nobleza, atodos los ambientes sociales castellanos 23

    Como causa coadyuvante de la crisis que en Europa trasmutpoco a poco este ideal en puro formalismo, se encuentra el triunfoy desarrollo del ideal burgus de la vida, que daba paso a un sentidohedonstico de la misma. En Castilla se interfirieron los dos procesoshistricos: el que impeda el desarrollo de una poderosa burguesay el que aumentaba la vigencia social de los modos de vida caballe-rescos, centrados en el orgullo, el honor, la dignidad y la vergiienza 24

    Refirindonos a los actos sociales que nos interesan> las fiestasaristocrticas, la biografa cronstica empieza a incorporar en el si-

    entrada e la posee, lan9ando della vergenga e conienqia (ed. DomnguezBordona, Madrid, 1932, c. 5). Opinin que corrobora arnisliameute Alonso dePalencia en sus Dcadas al hablar del reinado de Enrique IV.

    21 De don Diego Lpez de Estiga dice. De su esfuerzo no se sabe..,, perode presumir es que un caballero de tal linage de tanta discrepin, que guar-dara su honra fama vergilenqa, en que va todo el fruto del esfuer9o de lasarmas,> (op. ci., c. 8). As pues, nos presenta los caracteres con que aparece elilustre caballero en la biograta castellana del siglo xv, por los que nos esposible observar Ya vigencia de los arquetipos medievaks en la vida social yespiritual. Segn Prez de Guzmn, deber poseer el caballero una tirme feen Dios, hablar con seso, tener horror a la avaricia> ser leal con reyes, vasallosy amigos, estar alejado de malos varones y de mujeres fciles y no tener temora la muerte (op. cit., pp. 24 y 64).

    22 Es frecuente encontrar en sus Claros Varones de Castilla (Madrid, ClsicosCastellanos, 1942) lo que afirma del conde de Ribadeo por ejemplo. .~ gan porlas armas estimaqin de omme esforgado valiente>,. Jos Luis ROMERO, op. czt.,presenta una excelente sntesis sobre estos ideales de vida.

    23 Sc-ozz-ALooaNoz, op. cit., II, pp. 646 a 654.24 Id., II, pp. 653 y 654; Pu~ DE CLINCHAMI5, op. ci., np. 117-123,

    USALResaltado

  • 88 Rosana de Andrs Daz

    glo xv ciertas formas de vida> ciertos valores que se pueden calificarde renacentistas ~: la idea de la sobre todo, en Pulgar, que se re-fiere a menudo a los hechos de la historia de Roma para compararla conducta de los castellanos con los ms ilustres personajes deaqulla ~.

    Por ltimo, es interesante considerar cmo las hazaas y, sobretodo> la leyenda del . conquistador son el postrer capitulo de las ges-tas medievales. Efectivamente, la conquista del Nuevo Mundo puedevlidamente interpretarse como una hazaa inspirada en el sentidocaballeresco de la vida ~. Cronista como Gomara o Bernal Daz delCastillo estn impregnados de este espritu. El mismo Hernn Corts,en su visin de las cosas y en su conducta, fue claramente un hombrede su tiempo y de la Espaa de finales del siglo xv, que estaba, comohemos visto> todava fuertemente influida por los conceptos tpica-mente medievales. Los conquistadores espaoles fueron tambin asi-duos lectores de las novelas de caballeras, siendo el Amads de Gaulala novela ms leda en ambos lados del Atlntico en el siglo xvi 1

    Como consecuencia lgica, nos encontramos con la celebracin deabundantes y variadas fiestas caballerescas desde los primeros tiem-pos de la conquista en el Nuevo Mundo. As, los espaoles> a vecespara amedrentar a los seores indgenas> se exhiban en complicados

    ejercicios ecuestres. En 1520> por citar un ejemplo, Corts organizen Tenochtitln, ante el asombro de Moctezuma, una gran fiesta conun torneo> escaramuzas> sortijas y todo tipo de ejercicios de lanzas,cuyas caractersticas se asemejaban en casi todo a las celebradas enCastilla en pleno siglo xv

    23 El artculo citado de J. L. ROMERO estudia cmo la biografa testimonia ellento acceso de la renovacin renacentista durante este siglo y cul es la valo-racin que la conciencia social otorga a esas formas renovadas de vida quese imponan en los primeros planos de la vida italifina y comenzaban, por en-tonces, a filtrarse en la espaola. Por otra parte, sobre la evolucin del conceptodel honor> ver el interesante estudio de Ottavio di CAMILLO en El Humanismocastellano del siglo XV> Valencia, Fernando Torres Ed., 1976.

    26 Ed. J. de M. Carriazo, Madrid, Espasa-Calpe> 1940, p. 64.27 Pasz OB GUZMN, O~. cit., p. 82.~ Fernando del PULGAR, O~. cit., pp. 26, 34, 67, 69, 105, 108, 110 y 136.29 Ida Rorrnfcurz PRAMPoLINI: Amadises de Amrica. La hazaa de Indias

    como empresa caballeresca> Mxico, 1948, pp. 27, 84, 104 y Ss.; Luis WEcKMANN:La herencia medieval de Mxico (Mxico, El Colegio de Mxico, 1984, 2 vols.),1, pp. 175-196.

    30 M. HERNNDEZ Y SNCT-rz-BAnu.- La influencia de los libros de caballerasobre el conquistador, en Estudios Americanos (Sevilla), XIX (enero 1960).

    ~ WECKMANN, op. ct., 1, Pp. 153-174.

    USALResaltado

    USALResaltadoAMRICA

  • Las fiestas de caballera en la Castilla de los Trastmara 89

    CARCTER COMPETITIVO, AMOROSO Y NOVELESCO DE LAS FIESTASDZ cABALLERA

    En estas fiestas los combates eran encarnizados y peligrosos. Losjvenes nobles arriesgaban su vida para ganar la estima de sus com-paeros y de sus damas. Las canciones de gesta y algunos poemascaballerescos traslucen esta atmsfera de lucha real y verdadero pe-ligro. Permitan a los nobles mostrar su ardor y destreza, pero> msan> de afirmar su rango y su riqueza. Con el tiempo> fueron perfec-cionndose las reglas de estas ceremonias festivas y fueron perdiendosu carcter primitivo y no llegaron a tener ms peligro que los acci-dentes> aunque> por supuesto, el espritu de competicin segua vivo ~

    Ya hemos visto cmo Alonso de Cartajena condenaba los excesosque se producan y que costaban muchas vidas. Rodrigo Snchez deArvalo en su Vergel de Prncipes trata del carcter competitivo deestas fiestas y las considera un prctico medio de alcanzar la virtud>pues ms loable es el ejergigio de justas que non el juego de tablaso que otro juego de fortuna, porque es difficultoso e se llega msal peligro e a la virtud de la fortalega; otros, ms noble exergi9io ese deporte el torneo> que non la justa, porque ms figura tiene deguerra> e ms allegado es al peligro e a la fortaleqa .

    Si nos asomamos a algunas de nuestras crnicas castellanas> comolas del reinado de Juan II, o recordamos el Passo Honroso, de Suerode Quiones del que ms adelante hablaremos> o leemos las p-ginas de El Victoria!, el mundo caballeresco espaol del siglo xv ad-quiere consistencia y emerge plenamente vinculado a unos ideales ya unas costumbres generales en Occidente. Ese otoo de la EdadMedia espaola, del que habla Martn de Riquer ~tpresenta una rea-lidad social que haca posible la existencia de caballeros andantes>figuras que para muchos son solamente seres literarios.

    Sobre la novela de aventuras medieval ha pesado durante muchotiempo la acusacin de irrealidad> idealismo> fabulosidad, inverosi-militud, etc. ~. Sin embargo, se pueden diferenciar dos categoras>igualmente interesantes, en las fiestas de las novelas de caballeras

    32 HEFRs: Filies, jeux et joates..., e. 1; VEDEL, op. cit., pp. 154-160. HuIzINCAretrat sagazmente un mundo brillante, inundado de literatura y empeadoen mantener unas formas de vida de un pasado que, nuiz por serlo> parecams bello (op. cii. en nota 19).

    33 Prosistas Castellanos del siglo XV, p. 326. It Hurr CLIvE, en su artculoIhe influence ot romances on tournaments of 11w Middle Ages (Speculum,XX, 204-211, 1945), realiz unas interesantes consideraciones sobre la prdidade vigor de los combates caballerescos y la inspiracin que buscaron en losmodelos literarios, en la misma lnea de Edouard SANDoz.- Tourneys in theArtburian tradition, Speculum, XIX, 389-420, 1944.

    ~ Martn de RIOLIER: Caballeros andantes espaoles, pp. 9 y ss.~ FFR>L{NDEZ DE Oveno, op. cii., 1, est. 19, p. 233.

    USALResaltado

  • 90 Rosana de Andrs Daz

    espaolas: el Curia! y GUelfa y Tirant lo Blanc, novelas catalanas casicontemporneas que tienen un fuerte componente histrico y permi-ten plantearse el valor documental del gnero; y el Amads de Gaulay el Palmern de Inglaterra, que han supuesto el modelo de innume-rabIes fiestas aristocrticas> e invitan a reflexionar sobre el lugarde la ficcin en la vida de la nobleza ~.

    Estas novelas hablan numerosas veces sobre las ceremonias dearmar caballeros y tambin hay abundantes descripciones de empre-sas (se entiende por empresa el voto por el que un caballero se com-prometa a sostener una opinin, cumplir una promesa de llevaralgn objeto, etc.> hasta realizar un hecho de armas obedeciendo aunas reglas especiales) ~. Ms frecuentemente aparecen pasos de ar-mas ~ y, sobre todo, torneos y justas, prolijamente desarrollados. As,en el Curial y Guel/a, bajo un gran despliegue de lujo, color y galan-tera se ponen de manifiesto solapadamente las rivalidades polticastradicionales de las casas reinantes europeas, quedando vencedor delos combates el monarca aragons ~; este episodio novelesco se basen el famoso duelo entre Carlos de Anjou y Pedro III por la cuestinsiciliana y que narran los cronistas Desclot y Muntaner ~.

    Por su parte, el Tirant lo Blanc presenta un mayor lujo de detallesy gusto por describir el ornamento y el espectculo de los torneos ~Al describir un torneo celebrado en Constantinopla con ocasin de lavisita de los embajadores del Gran Sultn 42, la inspiracin mitolgicade su puesta en escena no puede por menos de recordarnos la clau-sura de las justas organizadas por don Alvaro de Luna que nos relatala Crdnica del Halconero de Juan II: tras los combates, el dios Amor,acompaado por Vulcano y Jpiter, emite su veredicto, erigiendo aJuan II vencedor que recibe un caballo como premio y a don Al-

    ~ Sylvia ROLBAUD: Les ftes daus les rornaus de chevalerie hispaniques,t. III de Les Ftes de la Renaissauee, op. ci., pp. 313-340.

    ~ Joanot MARTORELL y Martn Joan de GALnA: Tiranr lo Blanc, Madrid,Alianza Ed., 1969, 2 vols., e. 68 a 73, vol. 1. PaInierliz de Inglaterra, ed, A. Bo-aiEa y San Martin, Nueva E. A. E., XI, Madrid, 1908; lib. 1, c. 22-23, Pp. 38-41,y c. 26, pp. 44-45; lib. II, c. 22 y 23, Pp. 247-252.

    38 Amads de Gaula (ed. P. de Gayangos, E. A. E., XL, Madrid, 1857), lib, 1,e. 17-18, pp. 46 y 47; lib. II, e. 7, p. 122. Palmern..., lib. II, e. 36 a 46, pp. 288 a 323:es la descripcin de un soberbio paso de armas mantenido por el caballeroFloriano, cerca de Dijon, y sus escenas recuerdan las pginas de El Victorial(op. cir., c. 78, 83 y 89), cuando cuentan los combates de Pero Nio, condede Buelna, en el castillo de Srifontai~e, cerca de Run. Otro paso de armasaparece en la misma obra (lib. II, e. 40, p. 302), convertido esta vez en una ver-dadera fiesta galante ms que en un hecho caballeresco,

    ~ Curial..., lib. II, pp. 170, 195 y 215.~ Sylvia ROUBAUn, op. cO., pp. 3164 Tirant lo Blauc, 1, e. 29, 44 a 51, 52 y 60; y tambin en lo que se refiere a

    retos y desafos: 1, c. 77 y 79.42 Id,, II, c. 189.

  • Las fiestas de caballera en la Castilla de los Trastmara 91

    varo una cimera con plumas de sus alas y rogando a las damas43presentes que prodiguen su gentileza con los campeones

    Podemos concluir, en primer lugar, que las fiestas que ofrecenestas novelas presentan grandes analogas, en sus motivos y modali-dades, con las que relatan las crnicas oficiales. En segundo lugar, enlas fiestas de la poca se puede reconocer un parecido de motivos yesquemas que muestran la tendencia de la aristocracia a lo imagi-nario y a inspirarse en la literatura caballeresca.

    Nuestro siglo xv est lleno de verdaderos e histricos caballerosandantes que llevaron sus empresas por reinos europeos, tanto cris-tianos como paganos> y concluyeron brillantes aventuras t Muchosde ellos se dedicaban a los torneos como compensacin a las antiguasguerras privadas, convirtindose stos en manifestaciones de un de-porte con el que los prncipes divierten a sus inquietos caballeros enlas pocas de ms tranquilidad; entretenimiento que en numerosasocasiones les hacia ir de una corte a otra en busca de torneos ~.

    Por otra parte, estos espectculos se desarrollaban en un ambientemuy caracterstico> que trataremos de explicar. La educacin corte-

    ~3 CARRJLLO DE HLETE, op. cit., e. 163, pp. 154-155, y e. 164, p. 160. Un episodiopoco conocido de la Crnica del Halconero ilustra perfectamente la compe-netracin entre la realidad y la ficcin; narra las fiestas que organiza el in-[ante don Enrique en Valladolid, en 1428 (e. 3, pp. 20 y ss.); los decoradosson clsicos (ver nota nm. 4) y su puesta en escena no puede ser ms prximaa las que se narran en las novelas de caballeras, como constata 5. Roun..xtin,op. cit. Ver tambin SNcJ-rnz ALBORNOZ, op. ci., 1, e. X, pp. 615 a 636.

    44 Las crnicas as lo testimonian: C. nE HUElE, op. cd., e. 188; BAIZIUP.Nos,op. cit., c. 105; PREz DE GuzMN: Crnica del Prncipe don Juan Segundo, 1435,c. 8 (Crnicas de los Reyes de Castilla, t. II, B. A. E., Madrid, Atlas, 1953); Diegode COLMENARES: Historia de la Insigne Ciudad de Segovia y Compendio de lasHistorias de Castilla (Segovia, Academia de la Historia y Arte de San Quirce,1965, 2 vols.), 1, c. 29; por citar algunos ejemplos. Fernando del Pulgar notabacon orgullo. Yo, por cierto, no vi en mis tiempos ni le en los pasados. veniesentantos cavalleros de otros reinos tierras estraas a estos vuestros reinos deCastilla Len, por fazer en armas a todo tran9e, como vi que fueron cavallerosde Castilla a la buscar por otras partes de la Cristiandad. COno9i al conde donGonalo de Guzmn e a Juan de Merlo..., a Gutierre Quixada a Mosn Diegode Valera oi dezir de otros castellanos que con nimo de cavalleros fueronpor los reinos extraos a fazer armas con qualquier cavallero que quisiere...e por ellas ganaron honra para s, fama de valientes esfor~ados cavallerospara los fijosdalgo de Castilla> (op. cit., ttulo XVII).

    ~ W. VEDEL, op. cit., pp. 14 y ss.; Sidney ANCLO, en su artculo LArbre dechevalerie et le perron dans les tournois (pp. 283 a 298, t. III de Les Ftesde la Renaissance, op. ci.), habla de la existencia real de los caballeros andan-tes y de la relacin con los libros de caballeras; y 1. E. Ruiz DOxtExEcF (ElLaberinto cortesano de la Caballera, Instituto Universitario de Estudios Me-dievales, Univ. Autnoma de Barcelona, 1981, 2 vols., Pp. 27 a 75, II) estudia elfenmeno de la errancia: para l, las fiestas de caballera presentan un com-plejo de hbitos que, superponindose unos a otros, ofrecen un sentido a lasuperioridad social y legitiman el bloque de privilegios de los jvenes caballerosque recorran los caminos de Europa. Ver tambin: Georges Duay, Lesjeunes dans la socit aristocratique dans la France du Nord-Ouest au xivsicle,,, Anuales. E. 5. C., 1964, Pp. 835-846.

  • 92 Rosana de Andrs Daz

    sana no se basaba nicamente en el aprendizaje del manejo de lasarmas y otros juegos> sino tambin en todas las artes de la sociedadque puedan imaginarse> como la msica, la danza> el canto y la poe-sa, que se desarrollaron enormemente en las veladas cortesanas; y,por supuesto, en el arte de la conversacin> caracterizado por lasdisputas y dilogos de amor. En estas cortes, reales y seoriales> eldeseo de agradar y destacar tena gran importancia, as como el afnde aventuras y el culto a la -hermosura ~. Era una sociedad en laque brillaba el amor y la lucha> con la participacin decisiva de lostrovadores, maestros de un arte amatorio caracterstico. Los jve-nes caballeros se afanaban por descollar en torneos y justas paracaptar la atencin de sus damas o dedicarles su victoria t Cada unoelega una de ellas, segn el urs amatoria, para servirla en sociedad yluchar por ella en las fiestas ~. Arte amatorio que plasm AndreaCapellanus en su De Arte Amand, escrito en latn hacia 1200, expli-cando los treinta y un preceptos del cdigo caballeresco del amor QDe l se hizo eco Diego de San Pedro en su Tractado de Amores deArnalte e Lucenda, al ofrecernos las reglas del amor, con una posturaque se podra calificar de ovidiana ~2 El protagonista, Arnalte, persi-gue a Lucenda utilizando cuantas estratagemas se le ocurren, entreellas llevar en una justa una invencin que declara su pasin: sucimera era un peso, con un platillo verde y otro negro; el primeromuy alto y el segundo muy bajo, y la letra deca:

    En lo poco que esperan~apesa, se puede juzgarcunto pesa mi pesar.

    El color verde significaba esperanza> y el negro, dolor ~.Ya las Partidas, al hablar de la Caballera, decan que los caballe-

    ros . . porque se esforassen ms, tenan por cosa guisada, que los

    ~ Sobre el importante papel de las cortes en el comportamiento festivo delos caballeros ver: Ruiz DOMENECIL> op. cit.> II, pp. 72-74.

    ~ W. V~nrt, op. dL, e. 5, pp. 40 y 154; Jacques LArrrrE-UoossAT: Troubadourset Cours dAmour, Pars, Press Universitaire de France> 1966, Pp. 71-97.

    48 VEDEL, op. cit., pp. 48 y 68; DEz DE GMEs, op. cit, e. 83.~ FERNNDEZ DE OVIEDO> O~. cit., 1, est. 19, p. 233.5~ VEDEL, op. cit., p. 72.51 Id., pp. 74-82 y 154-160; LAFITTE-IvIoossxr, op. cit., Pp. 37-71.52 Esta obra fue compuesta entre 1483 y 1485: Madrid, Castalia, 1971.~3 d., pp. 112 y 113. Adems, sobre motes y divisas: PULGAR, op. cit.,

    letra XIII; Crnica Incompleta de los Reyes Catlicos (1469-1476), Estudio deJulio Puyol, Madrid, 1934, ttulo 20; Cronicn de Valladolid> Coleccin de Docu-inentos Inditos, t. XIII, pp. 92-94; Alonso de PALENCIA: Crnica de EnriqueCuarto (trad. castellana por A. Paz y Meli, Madrid> 1904-1908, 3 vols.), III,II, c. 3, y Prlogo, LXI; Mosn Diego de VALERA: Crnica de los Reyes Catlicos(ed. y estudio por 3. de M. Carriazo, Madrid, 1927>, c. 9; DIEz DE GAMES> op. cU.,p. 245.

  • Las fiestas de caballera en la Castilla de los Trastilmara 93

    que oviessen amigas> que las nombrassen en las lides> porque les54

    crecessen ms los coragones, e oviessen mayor vergilenga de errar -Por supuesto> El Victorial, al narrar las aventuras caballerescas

    de Pero Nio, nos enriquece la informacin en este sentido y dicede l que fue esmerado en amar en altos lugares; e bien ansi comosiempre dio buen fin a todos sus fechos de armas que comenv, enunca fue vengido, ansi en los lugares donde l am fue amado enunca reprochado...; y de los caballeros, en general> que e se trahen ms guarnidos, e hazenpor su amor grandes proezas e cavalleras, ansi en armas como enjuegos, e van en otros reynos con sus enpresas dellas, buscandocanpos e lides, loando e ensalzando cada uno su amada e seora... ~.

    Por ltimo> cuando en 1475 hacen su gran entrada los ReyesCatlicos en Valladolid, la Crnica Incompleta, relatando las solem-nes justas que se celebraron> aprovecha para reflexionar sobre cmo . - .los venturosos justadores... siempre contentaron ms al dios deamor que al del qielo, ellos as glorindose del servigio que cada unopensava hager a su amiga... y sufran syn pena el trabajo.. - aunquelas fuergas de los justadores cansasen, las voluntades> engendidas conla presungin de quien los mirava, hagan aborrecer las tinieblas ypedir antorchas para que ms langas al nmero de las muchas rom-pidas acregentassen. . .

    En pocas palabras, se puede decir que para aumentar la tensincausada por la lucha disponan estas fiestas caballerescas del incen-tivo del orgullo y del honor aristocrticos y del efecto de la pompaertico-romntica y artstica. Estaban sobrecargadas de ornamenta-chin y magnificencia; la vida real era dura y cruel> la crisis alcanzabatodos los aspectos de la vida. En la existencia del cortesano y en lacarrera militar haba poco espacio para esos sentimientos de heros-mo por amor. Pero en su mentalidad s existan y quera experimen-larios a travs de costosos y vistosos espectculos como eran las fies-tas de caballera que> a continuacin, vamos a describir.

    1. El paso de armas

    Dentro de las modalidades de combate caballeresco> el paso dearmas se llevaba a cabo con unas condiciones muy precisas: un ca-

    54 Partida II, ttulo XXI, ley XXII (citada por SNCHEZ ALBORNOz, Op. cit,II, p. 623).

    5~ Dnz an GAMES, op. cit., p. LII a LVI del Estudio Preliminar, y c. 34.56 Crnica Incompleta..., tt. 20; PALENCIA> op. cit., III, II, c. 3; Cronicn de

    Valladolid, pp. 92 a 94.

  • 94 Rosana de Andrs Yaz

    ballero, situado en un lugar fijo junto a un rbol, una fuente> unpuente , en medio de un camino, bosque o valle ~ prohiba el pasoa todos los caballeros que intentaban acercarse al lugar vedado odefendido. Este caballero era el mantenedor del paso. Los dems,que deban conocer las condiciones de ste los captulos del com-bate expuestas pblicamente con anticipacin al aceptar la aven-tura, se convertan en aventureros> y se enfrentaban con el defensordel paso. Este, a menudo, se encontraba ayudado por varios compa-eros que actuaban tambin como mantenedores.

    El paso solfa durar un nmero determinado de das o de semanasy, por lo general, se fijaba tambin de antemano en los captulosel nmero de lanzas que se haba de romper en cada combate o eltotal que haban de quebrar .

    Estos acontecimientos caballerescos tenan sus jueces, por lo ge-neral viejos caballeros experimentados, sus oficiales reyes de ar-mas, heraldos, trompetas> persevantes, notarios que levantaban actade los combates y un numeroso y lucido pblico, entre el cual lasdamas ocupaban un lugar principal. Eran autnticos espectculos de-portivos, llenos de colorido, a los que acudan los caballeros jvenesque deseaban darse a conocer y los experimentados para conservary acrecentar su prestigio.

    Sin lugar a dudas> el ms famoso paso de armas y del que con-servamos una informacin ms detallada, es el Passo Honroso defen-elido por el Excelente Caballero Suero de Quiones ~. Pero las crni-cas castellanas reflejan otros muchos, como el que se celebr el18 de mayo de 1428 en Valladolid, con motivo de la llegada de doaLeonor de Aragn que iba a Portugal a casarse con el nfante donDuarte ~; o el Passo de la Fuerte Ventura, en que particip RuyDiaz de Mendoza, en 1440, y que narra Prez de Guzmn en su Cr-nica 61; o aquel en que particip Beltrn de la Cueva, cerca de Madriden 1472, para festejar la llegada de un embajador extranjero 62

    Del Passo Honroso que defendi el caballero leons Suero de Qui-ones del 10 de julio al 9 de agosto de 1434> poseemos un relatominucioso y detallado, que elabor el escribano real y notario p-

    Ver 8. ANGLO> O~. cit., sobre el rbol caballeresco; Amads de Gaula,II, e. 7, narra el paso del puente de madera; junto al puente sobre el roOrbigo se celebr el famoso Passo Honroso>, del que adelante hablaremos.

    58 Amads..,, 1, c. 17-18, sobre el paso del valle de los pinos; ENRDUEZ DELCAsTILLo: Crnica de Enrique IV (Cr. R. Cast., t. III), c. 23 y 24, sobre el cele-brado en Madrid en 1472, en un camino de un bosque cercano.

    De Pedro RooRtcunz DE LENA, Valencia, Imp. de A. Sancha, 1970. OP. ct., c. 23 y 24.

  • Las fiestas de caballera en la Castilla de los Trastmara 95

    blico Pedro Rodrguez de Lena. Todo empez cuando en Medina delCampo, a primeras horas de la noche y ante el rey y su corte, se pre-sent Suero de Quiones y otros caballeros> entre ellos Lope deEstiga con una argolla de hierro al cuello. Un faraute presentsu peticin y el rey Juan II, tras consultar a su consejo, le concedilo que solicitaba, para que as el virtuoso cavallero se pudiese deli-berar de su prisin. Entonces ste ley los captulos de su empresay pudo tener lugar el paso en el tiempo convenido.

    El punto de partida o excusa era, entonces> un voto caballerescodel que el mantenedor> se tena que liberar. A pesar de que los jue-ces declararon libre del voto a Suero de Quiones y de que le resca-taron de la argolla que tena que llevar todos los jueves como pri-sionero que era de su amada, en el Passo Honroso no se rompieronlas trescientas lanzas que se haban anunciado en los captulos>> sinonicamente ciento setenta y siete. Y ello no por falta de aventureros,precisamente, pues el ltimo da de su celebracin se quedaron trescaballeros sin combatir por haber expirado el plazo.

    El paso de armas es quiz la manifestacin ms clara, dentro delos espectculos caballerescos, de la tendencia a novelizar su vida>sobre todo en las relaciones con las damas, por cuyo amor se orga-nizaban estos pasos y se realizaban los mencionados votos. Lo cualno quiere decir que no se consideraran como algo muy serio, en loque se invertan grandes sumas de dinero y que ofreca un gran es-pectculo que entusiasmaba al pblico asistente.

    2. Las justas

    Las justas eran combates singulares de hombre a hombre. Tam-bin eran al propio tiempo ostentacin del valor personal y entrete-nimiento pblico y espectculo apropiado para grandes acontecimien-tos como bodas> bautizos y coronaciones reales 64 En ellas tomabanparte los mismos reyes y> por supuesto, los magnates y caballeros j-venes y aventureros que queran ganar estima en la Corte 65

    Los caballeros hacan en las justas gala de buenos cabalgadores,fuertes y certeros. Lucan ostentosos paramentos en sus arreos y

    63 M. de RIOUER, op. cit., pp. 15 y ss.64 PREZ DE GUZMN, op. cit., 1423, c. 3; 1425, e. 2; COLMENARES, op. cit., 1, c. 28

    y 29; Andrs BERNLOEz: Memorias del reinado de los Reyes Catlicos (Ed. M. 06-mez Moreno y 5. de M. Carriazo, Madrid> 1964), c. 29; F. del PULGAR: Crnicade los Reyes Catlicos (Cr. Reyes Cast., t. III), tercera parte, e. 128; J. ALENDAy MIRA: Relaciones de tiestas y solemnidades de Espaa, Madrid, 1903, p. 12.

    65 Dfnz DE GAMES, op. cit., c. 30; L. FERNNDEZ DE RETANA: Isabel la Catlica,fundidora de la unidad nacional espaola (Madrid, 1947, 2 vol. II, 471.

  • 96 Rosana de Andrs Diaz

    en los caballos ~, adornndose con las bandas, trofeos y joyas desus damas 67

    Las justas, fundadas en las largas luchas contra los moros, solanhacerse con caballos y armaduras de guerra ~; las lanzas eran agudas>ms o menos gruesas> hechas con fierros de Miln. Se trataba dedesmontar al rival> en el choque violento> a todo el correr del caba-lo> o quebrar sobre l el fuste de la lanza. Ello envolva peligro,pues a parte del fuerte encontronazo de la lanza con la armadura, yel peligro de perforacin, la simple cada con el peso del arns y laposible cada del caballo eran, a menudo> ocasin de graves heridasy en ocasiones de muertes % Era rara la fiesta en que no haba quelamentar, por lo menos, graves lesiones> teniendo en cuenta que en elpeligro y la competicin estaba el inters del juego. Nunca faltabanmdicos y cirujanos en dichos acontecimientos. ( sino tambin se daba por rotas se derribaba al contrario o se le ocasionaba una herida sangrienta.

    El encuentro tena lugar en un palenque> o liza, recinto cerra-do por maderas> que tena alrededor construidos unos cadahalsos>para los justadores que esperaban su turno, los jueces, reyes de ar-mas , farautes> trompetas, escribanos> etc.> siendo el principal parael rey, grandes seores y damas> mientras el pblico se apiaba enel espacio alrededor de la liza, de pie y al aire libre.

    El reinado de Juan II de Castilla debi de ser la edad de oro delas justas, dada la aficin enorme que tena este monarca y la etapade cierta tranquilidad externa que permita la organizacin de estosespectculos que entretenan a la conflictiva nobleza castellana y delos que las crnicas nos proporcionan numerosos testimonios ~.

    ~ CARRILLO DE HUETE, op. cit., e. 6; BARRIENTOS> op. cii., c. 30; Dir.z DEMES, Op. cii., c. 30 y 31; Alonso de SANTA Cnuz: Crnica de los Reyes Catlicos(ed. de 3k de Nl. Carriazo, Sevilla> t9SI, 2 voIs.), II, e. 66.

    67 Crnica de Don Alvaro de Luna, Condestable de Castilla, Maestre de San-tiago, Ed. de J. de M. Carriazo, Madrid, Espasa-Calpe, 1940, c. 8.

    ~ CARRILLO DE Hueve, op. cii., c. 5, 157 y 204; PREZ DE GUZMN, 1428, e. 8;BARRIENTOS, op. cii., c. 29.

    69 Dez DE GAMES, op. cii., p. 29; PREZ DE GUZMN> O~. cii., 1428, e. 8; AlvarGARcA nr SANrAMARIA: Crnica de Don Juan II de Castilla (Madrid, Co. Do. In.,t. 99, pp. 79495, y t. 100, pp. 1-409, 1891), c. 2 de 1423; PALENCIA, op. cii., II, II 10Lorenzo GALNDEZ CARVAJAL: Anales Breves del reinado de los Reyes Catlicos(Cr. Reyes Cast., t. III), ao 1497; F. RETANA, op. cii., II, pp. 471-472.

    70 Diego de VALERA.Prehemincncias y cargos de los oficiales de armas,pp. 169-171 de Prosistas castellanos del siglo XV, op. cii.

    71 CARRILLO DE HUETE, op. cii.> introd., 1425, c. 1, 5, 6, 157; BARRIENTOS, op. cii.>c. 29, 30, 31, 71 y 84; PREZ DE GUZMN, O~. cii., 1415, e. 3; 1423, c. 1 y 3: 1428,e. 8 y 9; GARA DE SANTAMARA, op. cii., 1424, e. 1; COLMENARES> op. cii., 1, c. 28;PULGAR, op. cii., tercera parte, c. 128; PALENCIA, III, II, e. 3; VALERA: Crnicade los Reyes Catlicos, c. 8; DEz DE GAMES, op. cii., e. 97; Lucio Marineo Scu-Lo: Vida y hechos de los Reyes Catlicos, Madrid, Atlas (col. Cisneros, nm. 53),1943, p. 154; FERNNDEZ DE OVIEDO> OP. cii., 1, est. 47, p. 515; ALENDA Y MIRA, op. cii.,pp. 1 a 11.

  • Las fiestas de caballera en la Castilla de los Trastmara 97

    Las justas solan comenzar al amanecer. Previamente> los justado-res haban odo misa devotamente y luego tomaban posesin delcampo. Salan a l con sus ricos paramentos y acompaados de variospajes. Luego llegaban las lanzas en un carro y se preparaban jueces>reyes de armas ,y escribanos. Dada la seal de comienzo> la justaempezaba; el nmero de encuentros estaba determinado y especi-ficado en los captulos y condiciones. Se acostumbraba a entregarun trofeo al caballero que mejor justase, un presgio, que poda serun caballo, un almete o una joya 72

    Con frecuencia> sobre todo a partir del reinado de Juan II> estasjustas se vean enriquecidas con invenciones> y entremeses, queles proporcionaban vistosidad y colorido ~. Parece ser que el Condes-table don Alvaro de Luna era muy aficionado a ambas representacio-nes, dndolas un agudo significado poltico o simplemente cortesa-no. Su cronista afirma que fue muy inventivo e dado a fallar inven-giones e a sacar entremeses en fiestas o en justas o en guerra, en lascuales invengiones muy agudamente deQia lo que quera ~. Y yahemos visto cmo Juan II y doce caballeros ms salieron en ciertaocasin a la tela como Dios Padre y su corte celestial ~.

    Despus de celebrada la justa, solan organizarse grandes cenas>que eran amenizadas con msica> danzas y especialmente con mo-mos. Estos eran un tipo de festejo introducido en los salones caste-llanos durante el siglo xv: eran unos danzantes disfrazados> caballeros

    72 CARRILI.O DE HUETE, op. cii., c. 164. En su Preheminencias y cargos de losoficiales de armas, Mosn Diego de VALERA refleja el complicado ceremonialde estas fiestas caballerescas, hablando de las obligaciones propias de los re-yes y oficiales de armas; entre otras:

    ... que todos los desafos que entre los reyes o prncipes se oviesende haser, se hisiesen por los reyes d>arn-ias... Es asi mesmo generalcostunore en el mundo que quando conbateri caballeros en presenciade algn prn9ipe, que los pavellones y cotas darmas y randeras yparamentos que traen, sean dell ofigio de armas; y quando justas rea-les se hasen y ay presgio en ellas, que el tal presgio se d al cara-llero o gentil onbre por la mano de los reyes darmas que presentesfueren, y los cadahalsos que para ellos se hasen son de los ofigialesdarmas...; y qualquiera respuesta que se haya de haser entre cava-lleros no se acostunbra a fazerse salvo por ofigial darmas si puedeser ando, y no lo aviendo sulese haser por tronpeta o tanborn conletra sellada del que la hase (pp. 169-171).

    73 Sobre la naturale~.a y definicin de la palabra entrems y su historia,ver la obra interesantsima de Agathe LAFORTUNE-MARTEL: Fte noble en Bour-gogne en XV~ sicle. Le banquc du Faisan (1454): Aspecis politiques, socxauxci culturales, Cahiers dtudes Mdivales, 8, Paris, Vrin, 1984. Tambin GlyneWcuFIAM: The Medieval Theaire, London, Weidenfeld & Nicolson, 1974; Fer-nando LZARO CARRETEE: Teatro Medieval, Madrid, Castalia, 1981, pp. 52 y ss.

    ~ Crnica de Don Alvaro de Luna..., c. 68; ENR~OUEZ DEL CASTILLO, op. cii.,e. 14; LzARO CARRETER, op. cii.., pp. 52 y 53.

    n Ver nota 13 y Dinz nr GAMEs, op. cii., e. 97. Sobre otro tipo de curiosasinvenciones: PREZ DE GUZMN, op. cii., 1428, e. 9; PALENCIA> op. cii., 1, 1, e. 1;SANTA Cam., op. cit., LS, e. 11.

  • 98 Rosana de Andrs Daz

    y damas tambin, que ejecutaban danzas y bailes, quiz burlescos,alegricos o de otra naturaleza; eran un gnero especial de que lucan cada una sus coloresen los arreos personales y de las cabalgaduras; por ciertas particu-laridades de los atarlos que ostentaban en la lid, manifestaban elamor por sus damas. Tales eran los emblemas llamados divisa, em-presa y mote>.

    La divisa consista en un color simblico que expresaba con-vencionalmente los sentimientos o la situacin amorosa del caballe-ro ~ Con ocasin de cierto torneo, Alonso de Palencia explica:cada campen deba sacar la dirisa que escogiese; unos descubransu secreto pensamiento presumiendo ocultarle; otros, por el contra-rio> insinuaban lo que ms tarde pensaban realizar> 1 Diego de Va-lera en varios de sus tratados, relaciona los colores con virtudes;as, el amarillo con la templanza, el azul con la lealtad, el verde conla esperanza, el blanco con la castidad, el colorado con la grandezade corazn, el negro con la firmeza, etc. 1

    Las empresas constaban de dos partes, llamadas alma y cuer-po, que aisladamente carecan de significado. Consista el cuerpo>en una figura pintada: guila, palmera, laurel, etc. El alma> era lainscripcin o letrero que acompaaba y explicaba la figura. As, unaempresa> llevaba pintada un guila, con la inscripcin ms cruely menos franca, haciendo referencia a la dama por la que se com-

    80

    bata

    76 Los Hechos del Condestable don Miguel Lucas de Iranzo (Ed. LS. de M. Ca-rrar.o, Madrid, Espasa-Calpe, 1946) son una rica fuente de testimonios sobreliestas y tambin sobre este tema; ver cap. 16; LZARO CARRETER, op. cii.,pp. 63 a 65.

    Tras i.a justa que relata Diego de San Pedro, y que antes hemos mencio-nado, e... como la hora de momear llegada fuese, saliendo los momos a lasala, cada uno con la dama que serva, comenzaron a danZar,.. (Tractado deamores de Amalle e Lucenda, pp. 111 a 113).

    ~ Ya el Romance de Ayala (Romancero General, ed. de Agustn Durn, Ma-drid, Riradeneyra, t. X, p. 124) detalia el uso simblico de los colores. Estacostumbre subsistia en cl siglo xvu y a ella alude Guzmn de Alfarache (Ma-drid, Clsicos Casteilano=;1940; flL 208) Vtjbin J DI.nt Y PIUELA:

    Tambi.sc divierte cl pueblo, Madrid, Espasa-Calpe, 1954, p. 95.78 PALENcIA: Op. cil., III, II, c. 3.~ VALERA: Espejo de Verdadera Nobleza, e. U, y Tratado de Rieptos e de-

    safos, p. 137.80 DELEITO Y PIUELA: O~. cii., pp. 95 y ss.

  • Las fiestas de caballera en la Castilla de los Trastmara 99

    Los motes> eran mximas o proverbios comprensibles por smismos, tales como Quien ms vale sufre ms> Quien espera deses-

    SIpera>, Para todos sale el sol> etc. -En todos los torneos que aparecen en las crnicas castellanasexista un premio o galardn para los vencedores> los cuales se loofrecan a sus damas como testimonio de amor o cortesana ~.

    Una variedad de los torneos eran las escaramuzas de adargas,llamadas as por ser encuentros efectuados con esos instrumentos>que eran escudos de cuero de forma ovalada ~. Los contendientes pe-leaban agrupados en cuadrillas, tirndose mandobles desordenada-mente. Otros caballeros les servan de jueces y determinaban el nme-ro de encuentros> poniendo fin a la lucha cuando lo estimaban regla-mentario o conveniente situndose en medio del campo. Los trom-petas y atabales divertan al pblico con su incesante msica y losdesordenados encuentros entre los participantes daban gran variedady espectacularidad a esta fiesta, demostrando adems su valor y des-treza.

    Otra transformacin de los torneos eran los juegos de caas, queobtuvieron un gran xito en el siglo xv ~. Consistan en una carreraentre varias cuadrillas de jinetes, que se asaetaban unas a otras conlanzas de caa> Dejemos que explique Palencia en qu consistancuando narra los festejos con que se honr a los embajadores delrey Fernando de Npoles> en 1477: Uno de los festejos con que sedispuso honrarles fue un juego de caas entre dos cuadrillas de esco-gidos caballeros jerezanos> exactos observadores de las condicionesde este ejercicio en que, despus de acometerse y arrojarse mutua-mente largas caas que rebotaban en las adargas> los justadores danvuelta corriendo al palenque y van a reunirse con su respectiva cua-

    i d.82 Mercedes GAInROIs: Historia del Reinado de Sancho Cuarto de Castilla,

    Madrid, 1922-1928, 3 vols.; 1, c. 15; Crnica del Rey Don Alfonso el Onceno (Cr-nicas de los Reyes de Castilla, t. 1), c. 141 y 186; PREZ DE GUZMN: op. cii.,1423, c. 1 y 1428, e. 10; Crnica de don Alvaro de Luna, c. 74; ENR1OUEZ DEL CAs-TILLO: O~. al., e. 14; Crnica del Rey Don Pedro, de Pero LPEZ UE AYALA (Cr. E..Cast., t. 1), 1356, c. 4; VALERA: Memorial de Diversas Hazaas (Cr. R. Cast., t. III),c. 10; Hechos del Condestable..., c. 5; PALENcIA: Op. cii., 1, IV, e. 6 y 1, V. e. 1;DIEZ DE GARLES: Op. cii., c. 51.

    >~ Sobre las armas que se usaban a la gineta: adargas, bohordos, caas, ascomo los aderezos que tradicionalmente se utilizaban, ver Gregorio DE TAPIASALZED: Exergi en las que suelen poner vandas, motes, cifras y empresas muy curiosaspara regocijo y galantera.

    ~ VAlERA: Memorial..., e. 51; Hechos del Condestable..., c. 11; Crnica deDon Alvaro de Luna, c. 105; VALERA: Crnica..., e. 85; PALENCIA: Op. cii., III,XXX, e. 5; Hechos del Condestable,,,, c. 5, Pp. 172, 176 y 180.

    > TAPIA SALnsoo: Op. ci. (ejemplar conservado en la Biblioteca Slacional dcMadrid, con curiosas ilustraciones) explica, asimismo, las medidas y caracters-ticas que tradicionalmente tenan estas caas.

  • 100 Rosana de Andrs Daz

    drilla. Est prohibida toda contienda, aunque entre ellos existanrencores o salgan heridos del combate> y ni se considera ms ene-migos a los caballeros de una cuadrilla cuando arrojan la caa trai-doramente contra los contrarios no protegidos por las adargas> nipor esto se tacha a los justadores ~.

    Existan tambin caas pequeas llamadas bohordos>> que te-nan canutos pesados llenos de arena o yeso y que> segn Tapia Sal-zedo, eran muy vistosos para arrojarse a mucha distanqia ~

    El origen de los juegos de caas parece ser musulmn t TapiaSalzedo cuenta que en los juegos de caas se sola usar que la mi-tad saliessen vestidos de Christianos y la otra mitad de Moros, contodos los requisistos de su trage> y era muy vistoso el de las TocasMoriscas, por ser tan extraordinario...> ~, caractersticas que tambinreflejan los hechos del condestable Lucas de Iranzo ~. De este anta-gonismo entre las dos religiones, llevado a las fiestas> pueden ser re-miniscencia evidente los simulacros de las luchas entre moros y cris-tianos que han sobrevivido en la regin valenciana.

    ~ P~sncu.: Op. cii., III, XXX, c. 5; ENRQUEZ BEL CASTILLO: Op. cii., c. 64.87 Op. cit.: El Poema de Alfonso el Onceno, al hablar de las fiestas de la

    coronacin de ste, dice as.- Unos andavan dangando/desde el fondo fastaenqima 1 los otros bofordando otros jogando esgrima. Tomaban escudo lanqa, / la jineta ivan jogando; ricas dueas faqan danga / a muy gran pa-qer cantando (citado por Manuel ALVAR en el captulo dedicado a la poesa dela Edad Media de la Historia de la Literalura Espaola. 1. La Edad Media, Ma-drid, Taurus, 1981). Sobre la antigua costumbre de bofordar en los reinosespaoles, ver Sncusz ALBORNOz: Op. cii., II, pp. 409 y ss.

    La Crnica de Don Alvaro de Luna relata que en 1453 ante el palacio (deTordesillas) se fizo, adonde la Reyna las damas lo miravan, un bien cavalle-roso bien bravo bien porfiado juego de caas.., as por los cavalleros queen l andavan, como por los polidos arreos que trayan... tu ~iertamente porla fuer9a la porfa de los cavalleros que de la una parte de la otra en lestavan, peligroso a qiertos delios, ca morieron algunos de las caadas que enderesgibieron; lanqbanse por algunos caballeros bohordos de entre amas par-tes por lo que muchos resultaron heridos (c. 105).

    Ver tambin: Crnica del Rey don Pedro, de Pero LPEZ DE AYALA> 1358, c. 3;SNCHEZ ALBORNOZ: Op. cii., II, pp. 409 y 55.; Antonio BALLESTEROS BERETTA:Alfonso X el Sabio, Barcelona, Salvat> 1963, p. 304.

    88 Manuel ROMERO DE TERREROS: Torneos, Mascaradas y Fiestas Reales enla Nueva Espaa, en Revista de Cultura, IX: 4 (Mxico, 1918).

    ~ TAPIA SALZEDO: Op. cii.; sobre los ricos trajes moriscos, en concreto de lalucida marlota ver Carmen BERNIS MADRAZO.- Modas moricas en la socie-dad cristiana espaola del siglo xv y principios del xv, Boletin de la Real Aca-denqia de la Historia, Madrid, CXLIV (1959), pp. 199-228; otras de sus obrastambin arrojan mucha luz sobre los vestidos, indumentarias y ornamentosque tanto relieve adquiran en estas fiestas caballerescas: Indumentaria medie-val espaola, Madrid, Instituto Diego Velzquez (CSIC), 1956, y Trajes y modasen la Espaa de los Reyes Catlicos, Madrid, Inst. Diego Velzquez (CSIC),1978, 2 voN.

    ~ En efecto, cuenta cmo cada 24 de junio> da de San Juan Bautista, elcondestable acostumbraba a organizar un juego de caas en el que l fingien-do ser moro con otros caballeros, se enfrentaba a los que de la dicha cfbdadsalan cristianos y trauauan una fermosa escaramuga (e. 15, pp. 171 y 172).

  • Las fiestas de caballera en la Castilla de los Trastmara 101

    4. Los retos y desafos.

    A caballo entre torneos y justas, nos encontramos con la celebra-cin de rieptos y desafos> que podan tener carcter colectivoo individual, ya pa-a conseguir honra corriendo aventuras por elmundo, como el clebre Juan de Merlo ~, ya para resolver pleitosentre enemigos.

    Donde resalta ms claramente el conflicto que exista entre elespritu caballeresco y la realidad era en el caso en que el primerotrataba de hacerse valer en plena y verdadera guerra 92 La aplicacinprobablemente ms genuina de este ideal caballeresco a la guerraconsisti en los desafos colectivos> entre grupos de igual nmero decaballeros. Andrs Hernndez narra en sus Memorias del Reinado delos Reyes Catlicos el desafo de doce franceses contra doce espao-les en Italia el 10 de diciembre de 1510: Los frangeses demandaroncampo a los espaoles> que se matassen doze por doze onbres dearmas sobre el derecho del reino, porque Dios mostrasse su justigia,e los que fuessen vengedores paresgiese que su rey tena mayorjustigia e abgin al reyno; los espaoles quedaron vencedores> pues...todos los espaoles rompieron sus langas, y en los frangeses ava

    93nueve langas sanas -

    En cuanto a los retos individuales> Martin de Riquer, en sus Le-tres de batalla e cartels de dexeisemens, refleja de modo excepcionallas reglamentaciones de la batalla privada y del duelo judicial medie-val t Afirma que su razn de ser se explica si consideramos que lacaballera> en decadencia, tena que mantener estas formas antiguasporque justificaban su primaca dentro de la estructura del Estado.Entre los caballeros abundaban las banderas, que dividan a la no-bleza en partidos irreconciliables; de entre las llamadas luchas pormalquerencia que se producan entre ellos, estudia la batalla a ul-tranza.

    Se trataba sta de que un caballero agraviado o que disputabacon otro sobre un punto en el que no existan pruebas> le requerapara luchar en liza y ante un juez competente, hasta que uno delos dos fuera muerto o se confesara vencido o alegara no tener razon.

    Estas fiestas tuvieron gran xito en el Nuevo Mundo y ya en 1510 se tienennoticias de su celebracin en la Espaola (L. WEcKMANN: Op. cii., 1, pp. 153-174).

    ~ PREZ DE GUZMN: Op. cii., 1433, e. 4; FERN~NOEZ DE RETANA: Op. cit., II,p. 473; M. de RIoUER: Caballeros andantes,,,, pp. 110 y 111.

    ~ LS. Huzr-~c,v El Otoo de la Edad Media, pp. 146-167.~ Andrs BERNLDEZ: Memorias..., e. 170; y en el captulo 173 refiere tam-

    bin otro desafio colectivo entre trece franceses y trece italianos en febrero de1503, del que salieron vencedores estos ltimos, siendo testigo de excepcinGonzalo Fernndez de Crdoba.

    ~ Martn de RIoUER: Lletres de batalla, cartels de dtxeisements i capitolsde passo d>armas, Barcelona, Ed. Barcino, 1963.

  • 102 Rosana de Andrs Daz

    Pero hasta llegar a la lucha se pasaba por un largo y complicado pro-ceso, bien regulado y fijado de acuerdo con sus leyes> fueros y cos-tumbres ~.

    Se enviaba por el retador una carta de requerimiento> ~, que eldestinatario aceptaba y negaba el hecho que su oponente le atribuacalificndolo de mentira. Muchas veces no estaba claro realmentequin era el acusador y quin el acusado; lo cual era esencial> por-que este ltimo tena que divisar las armas ~ fijar si el combatedeba de ser a pie o a caballo, las armas ofensivas o defensivas, siem-pre idnticas para los dos y buscar juez ~ de batalla> imparcial sinsospecha, Este fijaba el lugar (liza o palenque) y la fecha de celebra-cin, mediante una carta citatoria que enviaba a los dos adversarios.El requerido sola tener de plazo para encontrar juez entre tres ycuatro meses y si no lo haca se encargaba de encontrarlo el re-queridor; poda ser extranjero ~. La carta citatoria era conducidapor un rey de armas o heraldo en un acto solemne> con testigos ynotario ~. Con el tiempo se tendi a que los jueces fueran los mo-narcas.

    Con esto nos introducimos en el importante significado polticoque tenan estos desafos y retos en lo que se refiere a las relacionesentre la nobleza y la monarqua. Esta, a lo largo de la Baja EdadMedia, tendi a desarrollar una nueva forma judicial de dirimir lospleitos entre caballeros. Poner fin al tradicional duelo judicial erareforzar e! poder monrquico ~ Se ira perfeccionando en este sen-tido toda la codificacin sobre los retos y desafos el Tratado deDiego de Valera es el mejor de los ejemplos> se les encaminardesde una tradicin plenamente feudal hacia unas formas ms cor-tesanas; se les rodear de un complejo y simblico ceremonial ca-balleresco> en cuya celebracin la figura del monarca era imprescin-dible 103

    ~ Tiran lo Blanc, 1, e. 52.6 Id., o. 62 a 69, 74, 77, 79, 81, 150; VALERA: Epstolas (Madrid, Biblifilos

    Espaoles, 1878), X; Diego de SA PEDRO: Op. cit., pp. 114 a 118.~ Tirant..., 1, e. 65; M. de Riorea: Lletres..., p. 84.~< Id., e. 66.~ Id., 1, e. 48; en este caso fueron ocho meses.tm Id., 1, c. 37. El rey de Granada fue juez en el duelo entre Juan Rodrguez

    de Castaeda, seor de Fuenteduea, e Iigo de Estiga, en 1217 (PREZ DEGUZMN: Op. cit., p. 373).

    Pero, tambin es verdad, existieron las llamadas luchas deportivas, es de-cir, los combates de caballeros entre los cuales no exista odio ni ningo pro-blema personal a ventilar; revestan diversos aspectos, siendo manifestaciones,por lo general, del espritu luchador y, a finales del siglo xv, una clara imita-cin de lo que ellos lean en las novelas de aventuras (M. de RIOCER: Lleires...,pp. 80 a 99).

    103 RULE DoMnrcu; Op. oit., 1, pp. 181 y 182.103 Segn Michel FOIJOAULT (La verdad y las formas jurdicas, Barcelona,

    1980, pp. 77 y ss.),

  • Las fiestas de caballera en la Castilla de los Trastmara 103

    El Tratado de las armas o de los rieptos e desafos que entre loscavalleros e hijos dalgo se acostunbran hazer lo dedic Diego de Va-lera al rey Alfonso y de Portugal. Compuesto entre 1458 y 1471, tienemenor valor literario que otros tratados suyos> pero posee una ma-yor importancia documental ~.

    Valera presenta cmo los nobles, los caballeros, estaban vincula-dos por un pacto de amistad que se quebraba cuando uno de ellosofenda a otro> as que el ofendido le retiraba formalmente la fe quele tena, le desafiaba>. Nos expone un cuadro de conjunto suficien-te para sacar una idea clara y adecuada del desarrollo de aquellosacontecimientos caballerescos> verdaderamente festivos por todo loque llevaban aparejado.

    El Tratado est dividido en tres partes: la primera trata de lasarmas nesyessarias que se hacen por por juezes, reptadores e reptados; la segunda, sobre las ar-mas voluntarias que sin nesgesidad alguna se enprenden y la ter-cera, sobre las armas que los reyes, prinqipes, cavalleros e gentilesonbres traen . . .poniendo su prinqipio e fundamento, derecho e bla-sn, . . .

    En Espaa, el injuriado poda emprender las armas segn riep-to o desafio. La diferencia estaba determinada por la causa, yaque el primero tena lugar por acusaciones de traicin o alevosa yel segundo por ofensas. Valera recoge la legislacin de Alfonso Xsobre el asunto y las reformas que hizo Alfonso XI, veyendo los

    cin de la justicia que les permita la aplicacin de estos mecanismos de con-fiscacin; he aqu el fondo poltico de esta transformacin. Por otra parte>las croncas nos proporcionan testimonios en los que queda clara la interven-cin monrquica: Crnioa de Alfonso Onceno, e. 10, 262 y 267; LPEZ DE AYALA:Op. oit., 1361, c. 4; CARRILLO DE -lUETE: Op. cii., e. 295; BARRIENTos: Op. cit.,o. 23; PREZ DE Ot;zxf: Op. cii., 1428, o. 6. Sobre cartas de desafio y retos engeneral: CARRILLO DE HUElE: Op. cii., c. 245; Crnica del rey Don Sancho elBravo (Cr. R. Cast., t. 1), o. 5; Crnica del reY Don Enrique el Segundo, de LPEZDE AYALA (Cr. R. Cast., . 1), 136, e. 2; Crnica de do,, Alvaro de Luna, o. 31; CoL-MERARES: Op. oit., II, c. 30; Crnica In.cotnplela tt. 34; PALENCIA: Op. cii.,III, III, c. 5; PULGAR: 2/ parte, c. 23; FERNNDEZ DE OVIEDO: Op. cii., 1, est. 18,pp. 218-219, e. 30; pp. 356-357, o. 33; pp. 380-381; VALERA: Epstolas, X: BALLESTEROSBERETTA: Op. cii., p. 697; GAIBRoIs: Op. oit., 1, o. 10; SNCUEZ ALBORNOZ: Op. cii.,II, pp. 338 y 627.

    04 Cit. supra, nota 3.iOS Este ltimo apartado describe cules son las enseas, cotas de armas y

    dignidades y personas que acuden a estos acontecimientos junto con los reyes.J. HUIZINGA (El Otoo pp. 164-167) explica esa forma singular de ficcin ca-balleresca con fines polticos que era el duelo entre prncipes, siempre anun-ciado y nunca realizado; en 1289, el desafo de Alfonso 111 de Aragn y el in-fante Alfonso de la Cerda a Sancho IV (Cr. de Sancho IV, c. 5; GAnRols: Op. cit.,o. X); en 1430, Alvaro de Luna es desafiado por los infantes de Aragn (Cr. dedon A. de Luna, e. 31); en 1.475, Fernando el Catlico por el rey de Portugal>durante el cerco de Toro (Cr. Incompleta, t. 34; PALENCIA> III, III, c. 5; PULGAR,2. parte, e. 23).

  • 104 Rosana de Andrs Daz

    grandes daos y males que a los fijos dalgo de Espaa se seguan porse dar tan largamente a los rieptos e desafos>.

    En cuanto al ceremonial que seguan estos acontecimientos caba-llerescos, las costumbres francesas> espaolas e inglesas eran seme-jantes. El lugarteniente del rey reuna a retador y retado para leer laquerella presentada por el primero, reservando al rey> mi seor>que como soberano les asigne plaqa, da e nra y armas para la dichabatalla. Hasta el da sealado se estableca una tregua entre clos ysus familias> generalmente de cuarenta das; ese da el retador deballegar una hora antes del medioda y el retado a medioda. Sus armaspodan ser lanzas> espadas, dagas iguales y arneses acostunbrados aconbatir. La liza deba medir ochenta pasos de largo y sesenta deancho, con una altura de un codo; a un lado, un cadahalso contres rdenes: para los oficiales de armas, para el condestable y losmariscales y para el rey, duques, condes y caballeros en general. Dehecho estos eventos se convirtieron en verdaderos espectculos fes-tivos.

    En el campo deba haber dos puertas: el retador entraba pororiente y el retado por occidente. Antes de esto, un pregonero> fuerade la liza, anunciaba que nadie> salvo ellos dos, poda llevar armas nivenir a cavallo, ni entrar en la liga, Colocados cl primero a laderecha del rey y el segundo a su izquierda> un oficial de armas ad-verta al pblico que deba estar en silencio y no avisar ni hacerseales a los lidiadores. Entonces> se proceda al juramento triplesobre un misal: juraban que la causa era justa uno de retar y elotro de defenderse, que no llevaban ms armas que las que debany de nuevo que la causa era justa ambos tomados de la mano iz-quierda y con las derechas sobre el misal. Tras besar un crucifijoque un preste les enseaba, comenzaba el combate.

    Un lugarteniente del rey, que poda ser el condestable> estabaatento en todo momento a la decisin real de mandarlos descansar,sacarlos del campo por buenos, etc. Cuando esto ltimo ocurra, loslidiadores salan de la liza por donde haban entrado y se reunan conel monarca, que les obsequiaba con mercedes y les armaba caballeross no lo eran todava ~. Pero si alguno, en la lucha, declaraba que sucausa era injusta, deba ser llevado por la justicia del rey al merca-do y all el verdugo le cortara la cabeza y no se le enterraba hastatres das despus; sus bienes eran confiscados, pagadas primero lasdespensas del vencedor, el caballo se le daba al condestable> las ar-mas a los mariscales y las lizas y cadahalsos a los oficiales de armas.

    i~ En 1428, iran II arm caballeros a los Velascos, caballeros que se habanretado, tras haberlos sacado por buenos del campo y hecho amigos (PREZ DEGUZM.4N: Op. oit., 1428, e. 6).

  • Las fiestas de caballera en la Castilla de los Tras tmara 105

    Por ltimo, si alguno mora en la lucha, l y su linaje quedaban porbuenos.

    Ya hemos mencionado antes que Valera> buen conocedor de lascostumbres caballerescas europeas, afirma en su obra que en lasgeremonias de Francia e dEspaa es pequea la diferengia, tantocomo para no especificara. Pero> eso s, al referirse a las reformasde Alfonso XI en materia de desafos y retos, recuerda que el retadortena que pedir primero permiso al rey para retar a otro caballeroo fijodalgo y que el reto tena que celebrarse en pblico> donde a lomenos estn doze cavalleros.

    . . .Resta de ver cmo en las armas voluntarias se deven ayer loscavalleros o gentiles onbres que por slo exerqiqio y gentileqa las en-prenden 107 Se podan realizar de dos maneras: requeriendo a otrocavallero o gentil onbre que lo delibre de giertas armas que por es-crito le sern demostradas> o trayendo alguna enpresa generalmentepara qualquier cavallero o gentil onbre que tocar la querr en qual-quier manera. El que tales armas emprendiera tambin tena queobtener el permiso previo del rey y seguir unas ceremonas comoeran entrar el primero en la liza y salir el ltimo> colocarse a la de-recha del monarca salvo si perda la empresa, en cuyo caso debasalir el primero. Si las armas eran a pie> ambos contrincantesdeban llevar sus cotas de armas vestidas sobre los arneses y si erana caballo, eran los oficiales de armas los que las llevaban delante deellos. Por ltimo, es de destacar que en tales armas voluntarias po-dan estar dentro de las lizas todos los caballeros o gentilhombresque hubieran hecho armas en liza.

    * * *

    Un ltimo aspecto que queda por considerar de las fiestas de ca-ballera es el factor econmico. Montar un palenque o liza, con loscadahalsos, las tiendas de campaa y alojamientos, la ornamenta-cin que el acto requera> la gran cantidad de hombres de armas,oficiales, heraldos, etc., era cosa evidentemente muy costosa. Pasos,justas, torneos> desafos y retos, con toda su tramoya y decoracin,eran ocasin de grandes despensas; como tambin lo era emprenderla vida de caballero andante> acompaado de un numeroso squitode hombres y caballos. Las crnicas aportan escassimos datos al res-pecto. Los caballeros que justaban en las cortes reales y seoriales yque, por tanto, contribuan a su pompa y esplendor> eran a vecesretribuidos econmicamente por reyes y seores ~. En las batallas a

    03 Ver nota 101.~ Martn de RIOCER: Lletres..., pp. 80 y Ss.; d.> Caballeros andantes espa-

    oles, pp. 168 a 170.

  • 106 Rosana de Andrs Daz

    ultranza> por malquerencia se dispona que el vencido pagara todoslos gastos hechos, as la construccin del palenque y los salarios dejueces, oficiales> reyes de armas> etc.> como la cura de heridas y laretribucin de los mdicos 109 como en parte hemos mencionadoanteriormente.

    El esplendor de estas fiestas de caballera resida, adems en loscostosos preparativos del lugar de celebracin y la ornamentacinadecuada, en la riqueza y ostentacin con que los caballeros salan ala liza, con su squito de pajes. Dice Palencia> al describir un luc-dsimo torneo que organiz el marqus dc ViUena en Sevilla, que elda fijado para el torneo salieron todos los caballeros con costososarreos y armaduras en que brillaba cl oro y la plata as como en losparamentos de los caballos> 110 Gracias a estos excesos quedabanmarcados los rangos y las jerarquas de los aristcratas.

    * * *

    Para intentar comprender lo que significa un tipo de fiestas de-terminado es necesario tener en cuenta el contexto social y poltico>entrever qu deseos, a qu necesidades responde a nivel de las men-talidades colectivas. Se puede adoptar tambin una definicin quereconozca en la fiesta la coexistencia de dos elementos, el ceremonialy el divertimento. Todo ello nos ha llevado a tratar de profundizaren los fenmenos festivos en el marco concreto de la nobleza caste-llana dc la poca de los Trastamara.

    Es necesario realizar una doble lectura de estas fiestas de caballe-ra, a la vez como expresin y manifestacin de ideologas dominan-tes en la medida en que estn a menudo organizadas oficialmente,por el poder o por grupos constituidos; y como lugar de expresindel deseo de comunicacin de los ideales de vida caballerescos y exal-tacin de la preponderancia social y poltica de sus portadores, en lasciudades y villas del reino, en cuyas plazas tenan lugar torneos yjustas, y cuyos procuradores tomaban enrgicas posturas en las cor-tes para intentar frenar la expansin seorial.

    De aqu se trasciende al problema fundamental que es el del sen-lAdo y funcin de la fiesta. Esta es quiz un modo de dar un sentidoa la existencia, puesto que saca a relucir la imagen que la sociedado los grupos que la forman tiene de s misma y de su fuerza.Puede ser tambin el lazo social por excelencia> que alivia las tensio-nes y asegura una cierta cohesin> aunque sea temporal; un lugar de

    ~ Id. Ya hemos mencionado antes las penas econmicas que, segn Valera,sufra aquel que en un reto declaraba que su causa era injusta.

    ~> P~ixNc~: Op. oit., 1. LV, e. 6; VALERA: Memorial..., c. 10.

  • Las fiestas de caballera en la Castilla de los Trastmara 107

    encuentro de los grupos que rene cada cierto tiempo y que quiz nose da en otras circunstancias.

    Hay que reconocer que la fiesta es uno de los medios privilegia-dos por los que un poder se establece y asegura el mantenimientode su orden; en el caso de las fiestas de caballera, el orden de loscaballeros. La funcin social, poltica y econmica de esta fiesta nopuede ponerse en duda.

    As> pone en evidencia que puede ser el vehculo de un cierto con-formismo social, el cauce de afirmacin de valores establecidos. Aligual que en las grandes bodas> bautizos y honras fnebres, las fies-tas de caballera marcan la jerarqua de fortunas y rangos; aunquecarezcan de esos ingredientes de subversin o contestacin social,eso s limitada> que contienen el Carnaval y las Fiestas de Locosmedievales.

    Es necesario considerar, pues> qu tienen estas fiestas de comna todas, de estructural, lo que es propio a su especificidad histricay continuar el tira y afloja que se debe tener entre estructura y co-yuntura, entre general y particular, entre lo que se expone y lo quese calla.

    Se debe, en fin, hacer una lectura de la fiesta en tres dimensiones:poltico-social en nuestro caso, el fortalecimiento de la nobleza yla expansin seorial al final de la Edad Media castellana, histri-co-descriptiva buscando las races, fuentes, evolucin y caracters-ticas de estas fiestas de caballera y antropolgica estudiando eltrasfondo, es decir, la decadencia del mundo caballeresco y la vigenciadc sus modelos de vida.

    Rosana DE ANDRS Dxz(Universidad Complutense de Madrid)