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Cambios en la cultura de la terapia: una postura filos6fica

Mi enfoque colectivo en psicoterapia se ha desarrollado en el fluir de innumerables conversaciones <&erap6uticas* y conversaciones acerca de la terapia mantenidas durante aiios con clientes, colegas, estudiantes y conmigo misma en un intento de describir y explicar nuestras experiencias a otros y a nosotros mismos. Esas conversaciones sobre una terapia que ha dado buenos o malos resultados han influido sobre mis ideas y mi trabajo. Cuando pienso en ellas, vuelvo una y otra vez a 10s aspectos centrales de mi terapia: 1 s - guaje, conversaci6n, relaci6n. i C u a es la diferencia entre ) una conversaci6n terap6utica exitosa y otra que no lo es? I iHay diferencias entre una conversaci6n con un buen amigo 1 y una conversaci6n terapeutica con un extraiio? iQu6 in- 1 fluencia ejerce lo que ocurre en el consultorio de terapia so- , bre la vida de una persona &era del consultorio? iDe d6nde proviene ulo nuevo,, que 10s clientes suelen describir como' una sensaci6n de libertad o de esperanza? iDe qu6 manera contribuye la terapeuta a esa sensacibn? iEn qu6 es cexper- to,> un terapeuta? Y lo mfis importante: json estas las pre9 - guntas que debemos hacernos?

En mi biisqueda de un m6todo para pensar sobre nues- tras experiencias y sobre este tip0 de preguntas, me fui ale- jando cada vez miis del modernismo. Algo no encajaba. Me senti atraida, a veces a sabiendas y a veces sin quererlo, por 10s supuestos filos6ficos posmodernos, que parecfan ade- cuarse a mis experiencias y liberarme. El pensamiento pos- moderno, en el sentido amplio del t6rmin0, ha sido el punto de partida de mi trabajo actual, y sigue d6ndole sentido, aunque soy consciente de que habrii algo miis all6 de ese pensamiento. Si bien mi enfoque se ha conocido como enfo- que colaborativo de 10s sistemas de lengua~e (Anderson, -.- -

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1993, 19951, en este libro lo llamo simplemente enfoque co- laboratiuo. Estos t6rminos se refieren a mi conceptualiza- ci6n de la terapia: un sistema de lenguaje y un aconteci- miento lingiiistico que reline a lagente en una relacidn y una conversacidn colaboratiuas -una blisqueda conjunta de posibilidades. I El context0 de mi enfoque ha sido provisto por pensa-

dores (te6ricos, fil6sofos, psic6logos sociales, feministas, te- rapeutas familiares) que criticaron la autoridad cientifica como base del conocimiento y ofrecieron otros criterios para indagar y comprender la psicologia humana. Es este d e s d o paradigmgtico -revolucionario, potencialmente explosivo, y naturalmente marginado- que plantean las teorias del construccionismo social, de la hermen6utica y de la narrati- va, lo que para mi constituye el pensamiento posmoderno. He sido testigo y participe de esta revoluci6n desde 10s terre- nos de la terapia familiar y de la psicologia, aunque en el primer0 de esos terrenos se desenvolvieron en lo sustancial mi crecimiento e identidad profesionales como la mayorfa de mis contribuciones clinicas y acad6micas.

Mi anfilisis critic0 de la psicoterapia en general, y mis puntos de vista propios, son parte de la historia del <<grupo Galvestonn o, mfis formalmente, el Houston Galveston Ins- titute (Anderson, Goolishian, Pulliam y Winderman, 1986; Goolishian y Anderson, 1990). El Instituto es una organi- zaci6n privada sin fines de lucro, dedicada a la prfictica cli- nica, la investigacibn y la educacibn, cuyos on'genes se re- montan a la terapia de impact0 miiltiple (MacGregor et al., 1964), una de las primeras formas de terapia familiar. La mayor parte de 10s clientes del Instituto son involuntarios o han sido tratados sin 6dto en otras instituciones; las hen- tes de derivaci6n son organismos de protecci6n del menor, juzgados de familia, albergues para victimas de violencia

--dom6stica y otras instituciones encargadas de identificar a quienes se apartan de las normas sociales. Tambi6n he teni- do la fortuna de ser invitada a ensefiar y consultar en otros contextos y paises, lo que me ha permitido recoger experien- cias iinicas y variadas que a su vez influyeron sobre mi practica y mi ideologfa.

Estos contextos profesionales han provisto ciertas carac- ten'sticas comunes muy importantes: la colaboraci6n con co- legas inquisitivos que cuestionaron paradigmas familiares

y exploraron las -fronteras de nuevos paradigmas; situacio- nes de ensefianza donde la maestra tambi6n era aprendiz; y la oportunidad de alternar con representantes (individuos, familias, sistemas amplios y organizaciones) de una vasta gama de entornos socioecon6micos, culturales y 6tnicos que pasaban por muy diversas dificultades en su vida cotidiana.

Tanto mi enfoque colaborativo posmoderno como este libro se basan en las siguientes premisas filos6ficas:

1. Los sistemas humanos son sistemas de generaci6n de lenguaje y sentido.

2. Son mAs formas de acci6n social que procesos menta- les individuales independientes cuando construyen rea- lidad.

3. Una mente individual es un compuesto social, y por lo tanto el propio ser es un compuesto social, relacional.

4. La realidad y el sentido que nos atribuimos y que atri- buimos a otros y a las experiencias y acontecimientos de nuestra vida son fen6menos interaccionales creados y vivenciados por individuos en una conversaci6n y acci6n con otros y con nosotros.

5. El lenguaje es generador; da orden y sentido a nuestra vida y a nuestro mundo, y opera como una forma de participaci6n social.

.6. El conocimiento es relacional, estfi insert0 en el lengua- je y nuestras prficticas cotidianas donde tambien se ge- nera.

De estas premisas derivan profundas consecuencias para toda empresa humana y para quienes participamos en esas empresas; especialmente, para la terapia y 10s terapeutas: qu6 pensamos de 10s seres humanos y de nuestro papel en su vida, c6mo pensamos y participamos en un sistema tera- p6utic0, en el proceso de la terapia, en la relaci6n terap6u- tica. Esas premisas diferencian mi filosofia y practica colec- tivas de otras versiones posmodernas, e implican un movi- miento en las definiciones de sistema social, proceso tera- p6utic0, y posici6n de la terapeuta

Desde

Un sistema social definido Un sistema basado en el con- por una estmctura de roles texto, y producto de la comu-

nicaci6n social

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man (1981) llam6 el uparadigma evolutivon en terapia fa- miliar (Dell, 1982; Dell y Goolishian, 1979; Elkaim, 1981; Selvini-Palazzoli, Boscolo, Cecchin y Prata, 1978).14 Esta orientaci6n llamada evolutiva nos alej6 del concept0 de ho- meostasis y de causaci6n (lineal y circular). Desde una ~ e ~ s c t i v ~ ~ ~ ~ ~ _ a ~ ~ ~ . ~ ~ ~ ~ ~ . m a s . ~ . e ~ r ? x ~ e s . ~ u _ e . ~ c ~ d ~ - j-an de encontrarse . en . ,~.. un cambio d i s c o n t . ~ , ~ ~ & o m . e n desequilibrio, son no linea_les,, se organizan .__.- solos.~sanauto- recursivos (Briggs y ~ e a t , m Z ~ P r ~ ~ o ~ i n e y Stengers, .~ 1 9 8 4 ) . r ~ c a m b i o sist6mico aparece entonces azaraso, im- predecible, discontinuo, y conduce siempre a niveles mzis altos de complejidad. La aplicaci6n de estos conceptos a 10s sistemas humanos signSc6 que ni la terapia ni 10s terapeu- tas podian, por si solos, amplificar una fluctuaci6n mas que otra, o determinar la orientaci6n del cambio (Dell, 1982; Dell y bolishian, 1979). Los terapeutas no controlaban el sistema, ni podfan controlarlo, sino que eran una parte acti- va de un proceso evolutivo mutuo. Como afirmaron Dell y Goolishian (1981), <<La perspectiva de 10s sistemas evoluti- vos eleva el proceso sobre la estructura, y la flexibilidad y el carnbio, sobre la estabilidad. Como ocurre con la pauta del oleaje en la confluencia de dos nos, el proceso es determina- do por ambos flujos. (pAg. 178). El proceso determina la es- tructura.

Nuestro grupo en Galveston combin6 nuestra fascina- ci6n por 10s sistemas evolutivos con nuestro inter& por el lenguaje.16 Este vuelco hacia el lenguaje, en particular el

l4 VCase Foundations offamily therapy:A conceptual framework for sys- tems change, de Lynn Hoffman (1981), a mi juicio la mejor descripci6n y explicaci6n de la historia de la terapia familiar hasta 10s afios 70.

l5 El Gsico Ilya Prigogine propuso la noci6n de restructuras disipativasn que designan a estas sistemas muy alejados del equilibrio. Para mante- nerse estables, deben cambiar constantemente. Segiin Prigogine, la reali- dad 9, por lo tanto, el cambio, es multidimensional y no produce ni surge de un basamento de tip0 piramidal. Mas bien, se evoluciona de manera no je- r&quica, camo una red, y la red de descripciones se hace cada vez m6s eampleja (vCase Briggs y Peat, 1984, p6gs. 167-78).

I6 La fuente original del inter66 del grupo de Galveston por el lenguaje fue el libro Pragmatics of human communication, de Watzlawick, Beaven y Jackson (1967). Mis tarde recibimos la influenda de Maturana (=The organization of the living,,, 1975, y -Biology of language: Epistemology of realitp, 1978) y, a partir de 10s primeros aiios de la d6cada de 1980, de la hermenbutica y el eanstruccionismo social.

lenguaje desde el punto de vista de la hermen6utica y las teorias socio-construccionistas, nos permiti6 abandonar por completo el mecanicismo de las metaforas de la cibern6tica y de 10s sistemas sociales estructurados como una cebolla o una pirzimide (Anderson y Goolishian, 1989, 1990~). A par- tir de una couceptualizaci6n de 10s sistemas humanos como sistemas lingiiisticos -sistemas de comunicaci6n fluidos, en constante evoluci6n, que existen en el lenguaj-, de- sarrollamos 10s conceptos de ~sistemas determinados por problemas,, (Anderson, Goolishian, Pulliam y Winderman, 1986) y <<sistemas de disoluci6n de problemasu (Anderson y Goolishian, 1988b; Goolishian y Anderson, 1987~).

Apertura de un espacio por otro: nuevas agitaciones paradigmaticas

La terapia familiar se desarroll6 como una ideologia fundadora, centrada en las interacciones dentro del siste- ma. No interesa la cantidad de personas que participan en terapia.17 Esta revoluci6n conceptual, nacida hace medio si- glo, represent6 un salto audaz al territorio fronterizo y des- conocido de un cambio paradigmAtico en la comprensi6n de la conducta humana. Hoy es innegable la influencia de la terapia familiar sobre la psicoterapia en general -sobre su teoria, su przictica, su investigaci6n y la educaci6n de sus profesionales-. La terapia familiar abri6 el espacio para un cambio paradigmzitico que mud6 a la psicoterapia desde su anclaje en la pregunta del por qu6 (una perspectiva unidi- reccional, de causa-efecto, orientada hacia el pasado) hasta un nuevo anclaje en la pregunta del qu6 (centrada en las conductas, la comunicaci6n, el lenguaje, las creencias). Este nuevo paradigma llev6 sobre todo a reconocer la contextua-

l7 Reconozco que hay un debate sobre si la terapia familiar es una ideo- logia o un praceso centrado en la cantidad de personas en un consultorio, Y sobre si es una disciplina separada y distinta o una subespecialidad, Por ejemplo de la psicologia. Creo que estos debates oscurecen la esencia de la terapia familiar, que consiste en un cambio paradigmitico. VBanse Shields, Wynne, McDaniel y Gawinski (1994); Anderson (1994) y Hardy (1994).

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catiuo, que guia a1 hombre desde las oscuras cavernas del tiempo hasta el luminoso cielo de una presencia eternaa (Spanos, 1985, p6g. 56). El conocimiento es representativo de un mundo objetivo, que existe con independencia de la mente y 10s sentimientos; es subjetivamente observable y verificable; y es universal y acumulativo. De este conoci- miento derivan grandes teorias generalizadoras; el mo- dernism~ es un discurso monovocal donde domina la wer- dad. y se valora la estabilidad.

El fil6sofo Richard Rorty (1979) indic6 que en esta tradi- ci6n moderna del conocimiento representativo, el conoci- miento <<corn0 una yuxtaposici6n de representaciones exac- taw (pgg. 1631, el entendimiento es como un espejo que refleja la naturaleza. El individuo es un ser cognitive cuya mente opera como un sistema representacional similar a una computadora. El entendimiento actda como una representaci6n mental interna de la realidad. La realidad -lo que es- es un hecho fijo, a priori, empirico, inde- pendiente del observador. Desde esta perspectiva, como lo propone el profesor de filosofia G. B. Madison (19881, el mundo

aes completo en si mismo y simplemente estg a la espera de que un sujeto cognoscente venga y forme una "representa- ci6n mental" de 61 (. . .) Si [el observador] puede conectar sus ideas de la manera corrects, el resultado serk una "repre- sentaci6n" verdadera o algo parecido a la realidad "objeti- va". (p&. x).

Desde esta perspectiva, el sujeto cognoscente es au- t6nomo y separado de aquello que observa, describe y ex- plica, se trate de algo fisico como una tormenta o de algo hu- mano como una multitud. El individuo que conoce es la fuente y validacidn de todo conocimiento. El individuo es privilegiado.

En esta versi6n modernista, el lenguaje es el medio para el conocimiento; es decir, el conocimiento se comunica a tra- v6s del lenguaje. La funci6n del lenguaje (palabras y simbo- los, verbales y no verbales), igual que la del conocimiento, es ofi-ecer un cuadro correct0 que represente el mundo y nues- tras experiencias en el mundo, referido a lo que es real. Los

seres humanos utilizan el lenguaje como un medio para transmitir pensamientos y sentimientos, o como una expre- si6n (Heidegger, citado en Palmer, 1985, pgg. 20).

La psicoterapia desde una perspectiva moderna

El modernism0 y sus verdades proveen 10s cimientos de las humanidades y las ciencias sociales. Nuestra cultura de la psicoterapia unuestras teorias, prgcticas e investiga- ci6n, tanto en psicologia como en psiquiama, asistencia so- cial y terapia familiar- tienen en ese discurso dominante su base histhrica y son su reflejo; 61 ha elevado al terapeuta a la posici6n de un observador independiente con acceso pri- vilegiado a1 conocimiento de la naturaleza humana, las per- sonalidades individuales, la vida de relacibn, las conductas normales y anormales, 10s pensamientos, sentimientos y emociones. Este conocimiento permite a 10s terapeutas ob- servar, describir y explicar objetivamente 10s comporta- mientos. Con esta autoridad de conocimiento y verdad, 10s terapeutas mantienen una posici6n dualista y jedrquica, y es asi como su saber predomina sobre el saber marginal, co- tidiano, no profesiond de 10s clientes.

Desde una perspectiva moderna, el conocimiento y, por lo tanto, la verdad, es piramidal: construye una jerarquia. Un terapeuta, en tanto representante de un discurso social y cultural dominante, sabe cukl es la historia humana y cugl deberia ser. Este saber deZ terapeuta, basado en teorias, prejuicios y experiencias profesionales y personales, actda como una estructura a priori que predetermina el conoci- miento que un terapeuta trae a la sesibn, y se impone a1 co- nocimiento del cliente. El terapeuta se convierte en un ex- perto en observar, revelar y deconstruir la historia tal como realmente es y tal como deberia ser. El conocimiento del te- rapeuta da forma a sus observaciones y las valida; actda como una uretro-referencia* y uproyecta el pasado en el fu- turon (Giorgi, 1990, pgg. 76).

El discurso modernista perpetcia la noci6n de las met@- ras uniuersales, descubribles, para la descripcidn humana, ideas fijas monovocales y determinadas unilateralmente, sobre la naturaleza humana universal y la conducta indivi-

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dual. Estas verdades pasan por alto el mundo interperso- nal, social, econ6rnico y politico en que vivimos -un mundo en constante y rgpido cambio-, y las variaciones que exis- ten dentro de este mundo. Como 10s estereotipos descriptos por la fil6sofa feminists Lorraine Code (19881, estas verda- des se convierten simplemente en dogmas, <cproductos de la tradici6n cultural, adquiridos como parte del proceso de aculturaci6n* (pdg. 192). Aglomeran gente, problemas y so- luciones en grupos homog6neos que enmascaran y descono- cen sutilezas y diferencias.

La terapia modernista es unproyecto liderado por el te- rapeuta, influido por las verdades dominantes de la cultura, y que conduce aposibilidades determinadas por el terapeu- ta. Estas verdades se expresan en diagn6sticos, objetivos, y estrategias de tratamiento que se determinan a priori y se aplican indiscriminadamente. A su vez, 10s pensamientos y las acciones del terapeuta pueden validar y reificar su pre- conocimiento, y hacer que se pierda o deseche lo singular, ri- co y complejo en un individuo o un grupo de individuos. A medida que el pre-conocimiento y la voz monovacal se for- man, 10s resultantes pensamientos y acciones del terapeuta tienden a dominar y silenciar la voz del cliente. A1 mismo tiempo, creo, las met&foras y narrativas familiares se hacen autolimitantes, reduciendo la capacidad creativa e imagi- nativa del terapeuta y, por lo tanto, la posibilidad de una no- vedad desconocida --que puede emerger cuando se hacen presentes las voces del cliente, el terapeuta, y otras perso- nas-. Creo k e m e n t e que privilegiar nuestras voces de terapeutas contribuye a perpetuar la desigualdad insti- tucional, tanto en el nivel local de la relaci6n terapeuta- cliente como en el nivel universal de la relaci6n individuo- familia-sociedad -por ejemplo, al ignorar o apoyar genera- lizaciones sexistas, racistas o relacionadas con la edad.

El discurso modernista promueve la noci6n dualista y jerdrquica del cliente como sujeto de indagaci6n y observa- cwn, y coloca al terapeuta en la posici6n superior de exper- to. En este discurso, 10s participantes son entidades estdti- cas separadas --cliente y terapeuta-, y no participates que interactcien en una empresa conjunta. El aspecto rela- cional de la noci6n del individuo-en-relaci6n pasa a segundo piano. El cliente, en tanto sujeto de indagaci6n que no sabe, es liberado del problema malvado por un terapeuta que sa-

be y es un experto en la naturaleza y la conducta humanas: el h6roe libertador.

Un lenguaje de psicoterapia basado en un discurso modernista es un lenguaje basado en una deficiencia y se presupone que representa adecuadamente la realidad conductal y mental. Para utilizar nuevamente la m6tafora de Rorty (1979) de la mente-espejo, al sujeto de indagaci6n (el cliente) se lo considera defectuoso, fallido y disfuncional. Los diagn6sticos operan como c6digos culturales y profesio- nales para recolectar, analizar y ordenar datos a la espera de ser descubiertos. Amedida que se descubren similitudes y pautas, la gente y sus problemas se asignan a un sistema de categorias de deficiencia, mantenido a traves del lengua- je y elvocabulario de nuestros discursos. Esto crea la ilusi6n de un conocimiento psicol6gico generalizable. El lengua- je y 10s vocabularios de la psicoterapia, entonces, son im- personales y desconocen el cardcter singular de cada in- dividuo y cada situaci6n (Gergen, Hoffman y Anderson, 1995). Las etiquetas profesionales y culturales clasifican y asignan a las personas; no nos dicen nada sobre ellas. El psic6logo noruego Jan Smedslund (1978,1990,1993) ha es- crib abundantemente sobre las diferencias entre la reali- dad objetiva y psicosocial, y propone lo que 61 llama <<psicolo- gfa de sentido comk.: en pocas palabras, esas explicacio- nes psicol6gicas <<consideradas correctas por todos 10s que hablan el idioma en el que se las formulw, (1990, pdg. 46).

Desde esta perspectiva moderna, la psicoterapia es una tecnologfa: un ser humano es una mdquina, y el terapeuta, un t6cnico que trabaja con maquinas humanas defectuosas (Anderson y Goolishian, 19883, 1991~) . Para retomar la comparaci6n mente-espejo de Rorty (1979): si la mente es representational --corn0 un espej-, y si le aparecen man- chas y no puede reflejar la realidad con exactitud, entonces la tarea del terapeuta es <&speccionar, reparar y p u b > el espejo defectuoso (p6.g. 12). El papel del terapeuta es diag- nosticar la disfunci6n o el defect0 (en la conducta indivi- dual, en las pautas de interacci6n, en las creencias, o en las historias) en el sistema humano en cuesti6n (individuo, pareja, familia), y devolver al sistema un estado normative (un individuo diferenciado, una pareja complementaria, una familia funcional). En esta perspectiva, el lenguaje es el medio, la herramienta que nos permite usar nuestra

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valen necesariamente a nihilismo, solipsismo o relativis- mo. Prescindir de la noci6n de verdad no significa que ma- da exists,,; adoptar una posici6n pluralists no significa que <<todo valga.. Por el contrario, el posmodernismo alienta la critica social, desde una perspectiva posmoderna todo estg sujeto a cuestionamiento, incluyendo el posmodernismo. Ahora que entramos en el periodo posmoderno y la realidad objetiva desaparece, no se atribuye m4s verdad a las teo- rias cientificas organizadoras aceptadas, en particular las de las ciencias sociales, que a otras descripciones o ficciones (Kuhn, 1970).

Si bien me interesa todo el paisaje posmoderno, 10s pun- tos centrales de mi conce~tualizaciin & apoyan en dos uers- ~~ ~ - - pectivas interpretativas: la hermeneutica fikg6fica con- temporhea y el construccionismo social. Desde mi punto de --. vista, ambos llevan a una tran&nnac16n de la cultura de la

Hacia una transformaci6n

La hermen6utica filos6fica contemporhea y el construc- 0 cionismo social ven a 10s sistemas humanos como entidades

complejas integradas por individuos que piensan, interpre- tan y comprenden. -. Una y otra cuestionan la aplicaci6n de las explicaciones tradicionales de las ciencias Esicas y natu- rales a1 anglisis de 10s sistemas humanos, y consideran que

i la uprecomprensi6n,, -- a tales e-es no per- -mite apreciar la comuleiidad d? lo human~. Ni la una ni el otro ofrecen un Umarco te6rico sistem4tic0, con su corres- pondiente metodologfan (Semin, 1990, p6g. 151); en cambio, 10s dos prcsentanln, marco para la critic.+ de 10s c o m t o s - ___-c-.-------- modernistas, y una alternat~va. ---"

Aunquc distintos, e ~ m c c i o n i s m o social y la herme- 2 n6utica tienen similitudes. Ambos examinan 10s supuestos

gue muevena~g,s_crs~nnc~a-s-sY29r~~~'Ca~~nas: c6mo producimos y comprendemos a 10s indivlduos y las insti- tuciones sociales; c6mo participamos en lo que creamos,

j vivenciamos y describimos (Giddens, 1984). A m b o s z - parten una perspectiva colnprensiua que acentuarlse~zti-

. - - .. do -sentldo construlTo, no impuesto-.. Por ejemplo, 10s - - .-.-

significados de las palabras, 10s significados que atribuimos a 10s acontecimientos y experiencias de nuestra vida, inclu- yendo nuestras identidades, son creados por individuos que conversan e interactiian con otros y consigo nlismos, y son siempre susceptibles de una variedad de interpretaciones. Ademgs, tanto para la hermen6utica como para el construc- cionismo social, <<El sentido ha de verse (. . .) como una co-

Ce producci6n de q u i e n p - i ; 8 -7- c~mparten el mlsmo poder acg$o de compet&icia lingxifs-

( ~ u e a ~ - P . o 1 1 ~ r ~ ~ T ; T 7 ~ G b ~ 3 W n - - guaje desempeiia un papel central; creencias v pra~tkag se @ vincula con, se crean en, y ocurren en el 1enguaj.e. Tanto 10s

construccionistas sociales como 10s hermeneutas cuestio- - nan que el entendimiento pueda refleiar. revelar o ser-; lado (Gergen, 1990).

Hermendutica

La hermen6utica es uno de 10s primeros cuestionamien- tos a la teoria cartesiana del conocimiento, que separaba a1 observador de lo observado. Hist6ricamente, la hermen6uti- ca se remonta a1 siglo XVII, y surgi6 inicialmente como un enfoque para el an4lisis y la interpretaci6n comcta del tex- to bl%lico y 'de otros textos literarios --el lector descubre e interprets la palabra escrita-. En la tradici6n de iluminis- ta, el int6rprete era como Hermes, elm-eIxs&&-od-los dio- ses, quien debfa com~rend~~terpr-ee~1eesigpi_S_c_ado9,por Oif-$ -a entonces poder <<traducir, expresary_explicar-sus intenciones alos mortales. (Mueller-Vollmer, 1989, p4g. 1). .Tr.- ~. -.

n a rad~clon hermenkutica temprana, el foco estaba puesto sobre el texto, no sobre el interprete o el cuestionador del texto. Hacia fines del siglo XVIII, y m4s a h en el XlX bajo la influencia de 10s fil6sofos Friedrich Wilhelm Schleiermacher y Wilhelm Dilthey, la hermeneutica fue rompiendo con esta tradici6n textual, se convirti6 en un m& todo para intepretar y comprender la conducta humana, y \ ~- .. surmo --- .-- - ... como . .. . una hdisciplina filos6fica genuina y u,na teo- d-c( n&eneral iie las cienci 'as~~ci$lesy humanas. (Mueller- . v o l ~ ~ ~ ~ l 9 8 9 , p6g. ix).5

Richard Palmer (1984) prefiere la frase filosofia de la interpretaci67r, mas que teoria d e la interpretacidn (pag. 149).

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terpretativa por parte del sujeto de la experienciai. (pag. 19). Las estructuras biol6gicas del sujeto cognoscente son cri- ticas para el constructivismo; por ejemplo, la relaci6n entre 10s procesos mentales interiores y las experiencias con el mundo exterior. Von Foerster (1984) dice que la cognici6n 1 ucomputa descripciones de una realidad,, (pag. 47). Todo constructivismo pone el acento en el entendimiento del indi- vidnn i .

El constructivismo, advierte Gergen (1994), ase inserta en la tradition del individualism0 occidental>, (pig. 68), 1 mientras que el construccionismo social se aleja de la idea de la mente constructors individual y cuestiona la noci6n del individuo aut6nomo. El individuo ya no es el objeto dis- creto de comprensi6n, o el creador de sentido. El entendi- miento no crea significaci6n; en cambio, la mente es signifi- caci6n.

Para el construccionismo social, es el contexto interac- I

cional y comunal el que produce signSicaci6n; la mente es I

relacional, y el desarrollo de sentido es discursive. Shotter (19936) habla de arealidades conversacionales~~. El cons- truccionismo social va mas alla de la contextualizaci6n so- cial de la conducta y la simple relatividad. El contexto es conceptualizado como un dominio multirrelacional y lin- giiistico, donde las conductas, 10s sentimientos, las emocio- nes y las comprensiones son comunales. Ocurren dentro de una pluralidad compleja y en constante cambio de redes de relaciones y procesos sociales, y dentro de dominios, prac- ticas y discursos locales y mas amplios. Menciono mi propia distinci6n entre construccionismo social y constructivismo porque el Bnfasis en 10s procesos sociales y el Bnfasis en el entendimiento constructor individual presuponen conse- cuencias diferentes para la teoria y la practica de la psicote- rapia.

Mi imagen posmoderna

No afirmo que la imagen posmoderna que he bosquejado representa todos 10s colores del posmodernismo. No es asi.

I Mi imagen es s61o un pequeiio bosquejo que resume y repre- sentalas tonalidades posmodernas que por ahora he elegido

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adoptar en mi trabajo. Hay dos senderos posmodernos, aun- que por supuesto no e s t h totalmente separados. Uno lleva a1 paisaje de lo <ya dicho. -la existencia y el efecto de 10s discursos, narrativas y convenciones culturales-. El otro lleva a lo *todavia no dichos -la novedad que ocurre en el dialogo-. Hoy en dia es este dtimo paisaje -1as premi- sas posmodernas de la hermengutica contemporhea y del construccionismo social, con sus tesis sobre la naturaleza interrelacional del conocimiento y la noci6n del sf-mismo co- mo una construcci6n lingiifstica transformada en el lengua- je-- el que sirve como punto central de mi base conceptual, y el que provee las tonalidades dominantes en el enfoque de 10s sistemas de lenguaje colaborativos. Estas tonalidades dan inteligibilidad a mis experiencias, se corresponden con mis experiencias y han dado forma a mis experiencias. En la actualidad, mis pensamientos y acciones como terapeuta y las preguntas que tengo sobre la terapia se centran en esta como un proceso de conversaciones dial6gicas interio- res y exteriores. Me interesan el cambio o la transformaci6n en este proceso: c6mo se crea conocimiento, como surge la novedad en el encuentro terapButico, c6mo participa la tera- peuta en este proceso creativo y c6mo es una terapeuta en relaci6n con un cliente.

Si quiere usted continuar ahora con las tonalidades do- minantes del conocimiento, el lenguaje, y el self en mi paisa- je posmoderno, lo invito a que pase a la Tercera parte de este libro. Si le interesa mas ver c6mo conceptualize mi enfoque colaborativo de la terapia y c6mo es en la practica, pase a la Segunda parte.

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Segunda parte. La coproducci6n de sistemas de lenguaje, de relaciones y de procesos: socios en un didogo

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Suspensi6n del preconocimiento y atenci6n a la pericia del cliente

A1 crecer nuestro inter& por el conocimiento de la otra persona, nuestro propio conocimiento se hizo menos impor- tante. Espontheamente, nos encontramos suspendiendo nu-tos -nuestras Iustonas, nuestros p;ejuicios, nuestGs opiniones acerca de c6mo deberfan ser las familias, de c6mo deberian construirse las narrativas, de cu6les narrativas eran mas litiles-. Los.~~suspendimos~~ en el sentido de que 10s <<colgamos,> a la vista, para que tanto nosotros como 10s demiis pudibramos estar cons.cie.ntes de su existencia, observarlos, reflexiongz acerca de ellos, po- nerlos en duda. cuestionarlos y camb_ipl,os. Cuanto %as suspendiamos nuestro propio conocimiento, rn_Bsluggpque- daba para oir la voz del cliente y para que su pericia acce- diera al primer plano.

Indagacidn compartida -7 fr0C-e 2 0 cdi @ b&b Descubrimos que cuanto mas nos sumergfarnos, como

aprendices inquisitivos, en el lenguaje y 10s significados de nuestros clientes, tanto mas reconociamos, alent6bamos y escuchabamos su voz. Nuema posici6n de apren&en invi- taba, en forma natural y esponthea, a una -- indagacion mu- tua o compartida. Los clientes se envolvicron con nosotros en un proceso compartido de exploration de 10s problemas Y desarrollo de posibilidades. La terapia dej6 de ser un <'ha- blar &, y se convirti6 en un <<hablar con.. Cliente y terapeu- ta, y cualesquiera otros envueltos en la conversaci6n, se unian -___ en un proceso de.d.ary.ra~ib&, unintercambio, un dia- logo. un entrecruzamie,n.~. de-i.des,opiniones y preguntas. __ Era una conversaci6n de doble via, a la que empezamos a describir como un proceso dial6gic0, donde la terapeuta ya

(I no era la editora de la historia del cliente que usaba el len- guaje como herramienta editorial, sino q a autora mas de las historias nuevas, generadas en el lenguaje y a travbs de la relaci6n7m p r ~ ~ e s ~ T d 6 ~ C o - d ~ 1 ~ t k F a ~ ~ p a p e l dei terapeuta en ku creaci6n pasaron a ser el focrde nuestro trabajo. La importancia de nuestro conocimiento, y por ende el contenido, pasaron a segundo plano.

Incertidumbre

La combinaci6n de estas experiencias nos provoc6 un es- tad0 constante de incertidumbre, en tanto comprendimos que era imposible predeterminar o prcdecir el resultado y las consecuencias de nuestras conversaciones terapbuticas. C o ~ ~ z a m o s a apreciar y valorar esta sensaci6n de impre-

-. decibilidad, aue nos hacla sentir comodos y libres. N-03 sEn-

'

tiamos libres de <<no saber* (Anderson, 19906; Anderson y , , - ~oolishian, 1992), de no tener que saber. No necesit6bamos ser expertos en c6mo deberian vivir 10s clientes, en las pre- guntas correctas o cn la mejor narrativa. No teniamos que ser expcrtos en -Esta libertad de no saber, a su vez, expandi6 nuestra imaginaci6n y nuestra creatividad. El "no saber. devino una idea p~votal para nuestro abordaje 1 de 10s sistemas lingiiisticos coproductivos; introdujo una di- " ferencia significativa entre mis ideas acerca de la terapia y la posici6n del terapeuta, y las de otros.

La influencia de las voces de estudiantes

En buena medida, la conciencia de estas caracteristicas especiales fue estimulada por las observaciones, preguntas y criticas de nuestros estudiantes, que nos obligaron a bus- car nuevas maneras de entender, describir y explicar nues- tro trabajo. Los estudiantes a menudo comentaban sobre la forma positiva en que hablabamos acerca de nuestros clien- tes, sefialando que nuestros modales y attitudes eran respe- tuosos y humildes. Les impresionaba nuestro inter& por cada cliente, y el hecho de que realmente nos gustaran estas personas que para otros serian detestables. Les sorprendia que muchos clientes a 10s que se les habia ordenado recibir psicoterapia no s61o vinieran a la primera sesi6n sino que continuaran. En su intento por describir nuestro abordaje terapbutico, una estudiante coment6: US^ estuviera obser- vando y no supiera quibn es la terapeuta, me pregunto si la podria identificar..

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7. La voz de 10s clientes: consejos przicticos de 10s expertos para crear conversaciones dial6gicas y relaciones colaborativas

<Para alcanzar lo que no sabes, debes seguir el camino & la ignorancia,,.

T. S. Eliot

<En realidad, nadie ue unaflor --es tanpequeria-, no tene- mos tiempo, y ver lleva tiempo, como tener un amigo lleua tiempo,.

Georgia O'Keeffe

La voz del cliente ha sido muy importante para la evolu- ci6n de mi enfoque colaborativo-materapia (Anderson, -55, 1996a,'Tg9~~;;a~~on$%olishian, 1988b, 1992; Anderson, Goolishian y Winderman, 19866; Gooli- shim yAnderson, 1990). Esto se ha debido a la curiosidad y fascinaci6n - ...... .. - que .... -. mc inspiran - - ........ las d.cscripciones que hacen 10s clientcs de sus experiencias~n. la terapiay !o~t_ccapatas, y-a-mi-~bfiiiicci6n de &e las opiniones del consurnidor so11 esenciales para el desarrollo y perfeccionamiento de todo producto. Esto no quiere decir que mi pr p6sito sea formu- lar una terapia disefiada por 10s clientes. Lo que ocurre es que en el curso de mi pr4ctica me he dado cuenta de lo mu- \ tho que aprendf de mis clientes, y de la infl encia que su voZ ha tenido sobre mis pensamientos y acciones como terapeu- ta. De ahi que me dedique a la investigaci6n como parte de mi pr4ctica clinica cotidiana. S i e m p ~ e q ~ ~ - p ~ e d o , entrevisto a 10s clientes de mipropia p r s a , y a1osd.e~rivagcl~~~r.a -- ........ ~ ~ ~ ~ ~ & L ~ ~ ~ s ~ e x P 1 e n e p ~ i a ~ c ~ n , ~ ~ ~ e n t o s A -. exitosos ... - -. . y

e x i t o ? i n $ ~ x ~ n d o su_s :~~erienc:i~n!e~,,~fofes?ona- IGSqGe 10s tratan. . . . . . . . . . . . . . . . .

Porque presto atenci6n a lo que dicen 10s clientes, he

dec&lo una vez m6s, 10s clientes ensefian y 10s terap&tas aprenden, invirtiendo 10s papeles tradicionales del terapeu- ta que sabe y el cliente que no sabe.l

Aqui presentare lo que he aprendido escuchando 10s re- latos de 10s clientes en primera persona, sus reflexiones so- bre la terapia y sobre sus relaciones con terapeutas.2 Inclu- yo las voces de mis propios clientes, las de clientes de otros terapeutas con quienes he conversado una sola vez y-las de clientes a quienes entreviste especificamente acerca&%us experiencias terapeuticas. Partiendo de estos consejo&%?:ex- pertos, propongo un an4lisis y un marco de referencia p&a crear lo que llamo conversaciones dial6gicas.y relaciones na- rrativas colaboratiz-un proceso y una-relaci6n riza+s por la conexi6n, la colaboraci6n y la construcci6n. "' -T;

1 concept0 cTaTe para este enfoque conversational y relacional es e1,de no-saber (Anderson, 1990; Anderson y Goolishian, 198827, 1992; Goolishian y Anderson, 1987a,

sabe?

.<No son respetuosos. Dicen lo que estd escrito [lo que apren- dieron de 10s Zibros]. Describen losproblemas en suspropios tirminos>>.

m e r -la ilusi6n de entender, o la seguridad de un m6tod- reduce la posibilidad de ver, y empeora nuestra .--- -..-------

Esta es m a idea presentada por mi colega Arlene Katz. Los nombres de 10s clientes y otras caracteristicas identiticadoras han

sido modificados.

/'

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sordera para lo inesperado, lo no-dicho y lo todavia no-dicho (Anderson y Goolishian, 1988b). Si siempre oimos y escu- chamos de la misma manera, no podemos ver ni oir lo dife- rente y lo ~ c o . La posici6n de no-saber, apoyada en movi- mientos posmodernos como la hermenkutica contempor&- nea y el construccionismo social (Gergen, 1982; Shapiro y Sica, 1984; Shotter y.Gergen, 1989; Wachterhauser, 1986a), cuestiona el dualism0 sujeto-objeto o conocedor-coocido. Se basa en el supuesto de que la c r r i f i - cados es siempre un proceso intersubjetivo. que da lugiir a p;sibilidades- .-- de esas posibi- Zidades es el diciZogo.

El no-saber dude a la actitud y creencia del terapeuta de que 61 no tiene acceso a una informaci6n privilegiada, que nunca puede comprender plenamente a otra persona, que necesita mantenerse en un estado constante de ser infor- mado por el otro y de aprender m& sobre lo que se ha dicho

. o puede no haberse dicho. El no-s&er es una postura inter: pretativa que se apoya eLel an6lisis continuo de la expe- ,.-T'- ---..- ------- "1----"---

pn~ia$aGmo .a-s* .-.,." .,.. cm-oa.. ocurre en .un contexto, y t-mo es narra- __I" .... . -'-."-..l ...>. -." ,-

d&p8~,,eLcliente. La mGrpretaci6n es siempre a o g o entre terapeuta y ~ l i e n t e , ~ no el resultadode alguna na- rrativa te6rica privilegiada por lo que el terapeuta entiende, por su pericia, su experiencia o su modelo conceptual. El no- saber incluye varios aspectos que lo ayudan a mantenerse constantemente informado por su cliente, y a seguir apren- diendo.

Incertidumbre

VoZuntad de dudal: La incertidumbre requiere que pon- gamos en suspenso, <<colgandon frente a n o s o t r x s t r o s

~ . . - discursos profesionales~Personal~s~ominantes -lo que sabemos o creemos saber-; que nos mantengamos cons- cientes de nosotros mismos y de 10s otros, y abiertos a exa- minarnos y a ser examinados por 10s otros. Tenemos que ser capaces de no entender d e m a s i a d o w t e , de aban- donar supuestos y estereotipos prematuros, de cuestionar- lo que pensamos que sabemos y de no apreciar nuestro co- nocimiento m4s que el del cliente. Necesitamos una mente abierta a 10s cuestionamientos, al cambio y a lo inesperado.

Esto nos permite abrir en nuestra mente un espacio para el I

otro, ese espacio para las posibilidades que constituye un aspecto critico del didogo.

VoZuntad de arriesgar. En mi consultorio, el terapeutano est6 seguro, no est6 protegido por su saber. La posici6n de ko-saber es ane rab le ; 10s terapeutas tambi6n corren el Gesgo de cambiar. Hay cierto riesgo en dejar a 10s clientes el centro del escenario y la decisi6n sobre lo que van a contar y el mod0 en que lo barb, en lugar de guiarse por lo que uno piensa que es importante oir. Creo necesario desechar 10s supuestos y categorias generalizantes, derivados de textos previos al contexto actual (Becker, 1984, p4g. 435). Lamen- tablemente, 10s terapeutas tienden a valorar en demasia la formulaci6n temprana de diagn6sticos, interpret-es, metas y estrategias de tratamiento (Gergen, Hoflinan+An- derson, 1995). Las evaluaciones prematuras pueden h&er que un terapeuta formule preguntas cuxo prop6sito sea ve- rificar las realidades del terapeuta mzis que aprender las del clipnte. El saber -bajo la forma de un diagnhstico del DSM- V; un supuesto clinic0 o una hip6tesis de investiga- ci6n- puede hacer que el terapeuta o investigador actiie de mod0 tal que lo confirme (Jones, 1986; Scarr, 1985). Cuando escuchamos y respondemos selectivamente a la historia de un cliente desde una postura de saber, buscamos, intencio- nalmente o no, confirmar nuestras creencias, prejuicios, ex- pectativas y verdades aprendidas. Una actitud de escucha y respuesta selectiva puede obstaculizar el intercambio dia- 16gic0, con la consecuencia de restringir la amplitud del dis- curso, provocar un cierre premature del relato del cliente y empobrecer las opciones tanto para el cliente como para el terapeuta. Aqui lo decisivo no es tanto que el terapeuta ten-

w a s p?econcebidas, sino lo que haga con esas ideas. Cuando buscamos lo que nos es familiar, nos cegamos para lo que es especial de cada cliente y iinico de su situaci6n. I Gergen (1988b) advierte: &Jna vez fijados en una deter- minada interpretaci6n, aumentar la cantidad de aconteci- i mientos no refuerza la interpretaci6n. Meramente demues- tra la agilidad conceptual del observador que le permite ge- nerar una aparente-coherencia entre las interpretaciones,> (p&. 36).

La postura de no-saber hace que la terapia y las pregun- tas del terapeuta se distingan de la exploraci6n diagn6stica

I

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traditional. Si realmente no sabemos, entonces debemos -der. Para aprender, tratamos de ente e el cliente nos &mnXSFi i i~d&dad , el s a b e r x n d e r

siempre estan en camino. El terapeuta debe arriesgarse a ser un aprendiz con cada nuevo cliente; es una experiencia radical que nos hace humildes y nos libera.

-

Humildad

El no-saber implica humildad acerca de lo que uno sabe. El terapeuta esta m6s interesado en aprender lo que un cliente tiene -___l,_.- que decir que --.---- en b u s ~ a ~ s p o n e r , validar o

' promover su propio conocimiento o intereses. Por ejemplo, yo no pensaria que una madre que teme que su hijo de once aiios carnine solo a la escuela o duenna en casa de un ami- go sea <'sobreprotectora,,. No trataria de que sienta o piense como yo. - En cambio, ...... - ..... habl-a con eUa de mse'_ra~al q5e pu- diellamo~xp!o~ar y.dlesarrp!!ay juntas p?@?!es. asLoses, ....... - sentimientos ,.... . y _ ~ s ~ . e ~ @ ~ . q u e , ~ ~ ada~tenasuser--: paciones, sus creenci-as y sus ~ ~ r c u n s h c i a s ~ ~ e s , no alas mias. TraT-<ae aprender mas sobre sus miedos; averigua- &ZiuUiiiiedo m4s grande y lo que influye en su estilo paren- t a ~ Z R I Z ~ ~ t . r % ~ e n t e ~ u e la aconseja, .y de ser asi, qu6 le aconseja? iSe habl&a.de.estos temas en su familia, y de ser ---- .......... ,

a,sl!c6mose manejaban? La .............. intenci6n de mis preguntas seria aprender mas, participar en su narrativa tal como es y tah-iilbbpodri sef No @efFi%-que estas u otras preguntas -- - . , -...... le dieran la impresi6n de que yo estuviera buscando una respuesta particular, o que existiera una respuesta correc- ta. Tampoco supondria que mis experiencias, opiniones y teorias acerca de la relaci6n madre /hijo se corresponderh con las de ella. Si las ofreciera, lo haria humildemente. Esto no quiere decir que me muestre d6bil, insegura o timida, si- no que prefiero no darme demasiada importancia.

La posici6n de no-saber me protege de 10s cierres artifi- ciales y prematuros que suelen ser la consecuencia de un resultado preplaneado. Operar desde una posici6n de saber independiente predetermina las posibilidades y destruye el codesarrollo de nuevos significados a partir de las historias Y nan-ativas generadas en terapia. Las terapias orientadas hacia metas (tales como interrumpir pautas disfuncionales,

impulsar una soluci6n, buscar una excepci6n o crear una narrativa sustitutiva), y basadas en el conocimiento, teoria o experiencia preexistentes, limitan las opciones disponi- bles en'el discurso terap6utico porque acentuan y buscan solamente lo que ya se sabe.

Los requisites del no-saber

El terapeuta debe ser un experto en no basar sus-gm- ~

prensiones, explicaciones e interpretaciones .. _ . en emr ien- cias, conocGiSGn"ZTjT~~e'rIdla"des previos. Para ello, atiende al - aprendiendo y tratando de entender las preocupacioI1R~4~s d e s a ~ d ~ ' i i ~ ~ f ~ r ~ d ~ - ~ ' ~ l i T S t ~ ~ d e su cliente dialogando, .

puntos de vista y las expectativas del cfiente. El tera3&3& realmente cjuiere aprender cl sentido que ticnen lascos& para el cliente; cluiere captar la historiadel clientc, no de- terminar suiausa. El terapeuta no sabe a priori cual es la intenci6n de cualquier con~ersaci6n o acci6n, sino que de- pend. de la explicaci6n del cliente; aprende el significado de lo que dice un cliente, del mismo ~1ient.e.~ El terapeuta aprende que 10s aparentes sinsentidos tienen sentido para el cliente.

I Shotter (1993e, pag. 130, n. 1) se refiere a lo que esta posici6n de no- saber requiere del terapeuta. Sugiere que la tarea del terapeuta es

~"sentir" al otro Gnico que tiene frente a si, como es ser esa otra persona. De manera que el terapeuta no debe solamente repensar la naturaleza de la comunicaci6n, sin0 tambien la naturaleza de su conocimiento (del otro), como algo que comienza con una secuencia de sentimientos vagas, frag- mentarios, que con el tiempo han de integrarse en una totalidad "sentida", un todo que funcionara como una '"oase", en tbrminos de la cual pueda juz- garse la adeeuaci6n de una formulaci6n lingiiistica de su naturaleza (. . .) Y quizas esa sera la tarea mas dificil para ellos (10s terapeutas) porque, entrenados para pensar y actuar en forma aut6noma, con un "plan" o un "cuadro" en mente, ahora t e n d r h que iiprender a "andar a tientas", a res- Ponder creativamente a sus circunstaneias, y de hecho eso es lo que ha- cemos siempre, sintiendo, por asi decir, en algo que alguien expresa, la Yforma" de un problems, y haeiendo una pregunta que esperamos que ela- rifique las easas..

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Lo que el no-saber no significa: el conocimiento profesional preaprendido

No-saber, en las palabras de Jacques Denida (19781, "no significa que no sabemos nada, sino que estamos mds all& del conocimiento absoluto (. :.) acerchdonos al criterio que anuncia y decide su cierre.. No-saber no significa retener informaci6n, sim~1'ar estupidez, engaiiar o ser neutral.

Yo no cuestiono que 10s terapeutas tengan un conoci- miento preaprendido -te6rico y vivencial, profesional y personal-. Grandes cantidades de tiempo, dinero y energia han sido dedicados al avance del conocimiento en diagnosti- car, predecir y tratar. No sugiero que este aprendizaje deba o pueda ser borrado. El tera6euta no pucde ser una pantalla en blanco, vacia de ideas, opi&Fn>% y-p7ejuicios. No p u d e ~- -

Y

ser neutral. Por el contra&, cada uno de nosotros trae a1 consultono experiencias vitale-Srionalesy profesiones, _. _-,. valores, preferencias y convicc~zpes. Debemos ser capaces ___.__- _ _ - d5Xeiiler=@~ y.,pr.omover ~ . . -"-. nuestras- .. .... . y

by%] , sentimien~s. A mi me interesa lo que incomoramos. Debemos p& \Y. ger cuestionados y cuestionarnos a nosotr0.s mismos; em-

u b a r c a r n o ~ g ~ ~ ~ ~ ~ ~ 9 $ ~ : ; 7 1 i e n t e 1.a b & q u x - igualitaria y mutua de la com&ren_s$n. Un proceso colabo- I-... P-'r..- - ralxvo tal dismmuye el nesgo de que, aun sin quererlo, ex- plotemos nuestro poder social como terapeutas con la fina- lidad de preservar nuestra propia base de conocimiento o la de nuestras instituciones y discursos culturales.

El siguiente es un ejemplo de la posici6n de no-saber.

Un colega psiquiatra --competente y creative, pero frus- trado- pidi6 una consulta con Harry Goolishian acerca de un cliente que a su juicio tenia un problema intratable, y con quien se sentia en un atollade~-o.~ El cliente, Lars, un marino mercante noruego, crefa que tenfa una enfermedad cr6nica y que estaba contagiando a otros, incluso matzindo-

Este cliente ha sido meneionado en trabajas anteriores ("Cause Ander- son, 1995; Anderson y Goolishian, 1992). Utilizo la historia aqui porque ejemplifica en forma dram6tica la posici6n de la que estoy hablando.

10s. Aunque Lars habia hablado algo sobre dificultades en su matrimonio y su incapacidad actual de trabajar, fijaba su atenci6n en la enfermedad. Estaba perturbado y asustado.

Durante la entrevista, Harry pregunt6 a Lars: <<iCu&to tiempo ha tenido esta enfermedad?~. Evidentemente sor- prendido, y tras una larga pausa, Lars cont6 c6mo comenz6 todo, incluyendo 10s numerosos intentos de medicos y psi- quiatras de aliviar su creciente miedo y su convicci6n de pa- decer una enfermedad contagiosa. Cuando era un joven ma- rino mercante en el Lejano Oriente, habia tenido sexo con una prostituta. Enseguida, y recordando las conferencias sobre enfermedades ven6reas que habia escuchado en su barco, temi6 haberse expuesto a una horrible enfermedad sexual. Presa del phico, acudi6 a una clinica local, dom&la enfermera no le crey6, le dijo bruscamente que alli nok+&- taban a perversos sexuales,,, que 61 <<no necesitaba mediz- na, sino confesi6n y Diosn, y lo expuls6 de.la sala de espe- ra. De regreso a su hogar, y todavia temeroso de infectar a otros, rrio a varios m6dicos. <<Nadie me crey6>,, dijo. En diver- sas oc lsiones fue derivado a consulta psiquidtrica. Nadie pudo aliviar sus miedos y convicciones acerca de su enfer- medad contagiosa. Con el tiempo se convenci6 de que nadie comprendia la seriedad de su contaminaci6n.

Harry mostr6 inter& en el dilema de Lars y le dej6 con- tar su historia a su manera. Lars se fue relajando, incluso se anim6 un poco, y comenz6 a compartir la curiosidad de Ha- rry. El prop6sito de Harry no era cuestionar la realidad o la historia de Lars, ni manipularlo para que abandonara su delirio. Harry querfa aprender la historia de Lars, ser sensi- ble a esa historia, mantener coherencia con la historia.

Los colegas que observaron la entrevista criticaron la pregunta de Harry uiCu&to tiempo ha tenido esta enfer- medad?,,. Temian que la pregunta reforzara el adelirio hipo- condriaco, del hombre. Sugirieron que hubiera sido m&s se- guro, m&s neutral, preguntar <<&CuAnto tiempo ha creido que tem'a esta enfermedad?>>. Pero la posici6n de no-saber no le permitia a Harry tomar la postura de que la historia de Lars era delirante. Lars dijo que estaba enfermo. Por lo tanto, Harry querfa aprender mds acerca de su enfermedad. Esto requeria preguntas de no-saber.

Tratar de comprender a Lars y lo que podria aparecer co- mo su <&slate. o su npsicosis,, era un paso esencial en el

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Pero para mi la narrativa es algo m& que una metkfora &eraria: es un proceso discursivo reflexivo, de ida y vuelta, que construye nuestras experiencias y es a su vez utilizado para compr m s t r a s expenenclas. 6 1 vehculo de este proceso es w. Lo usamos para construir, organizar y ~ e n i s c a d ~ ~ n u s histonas? Lo que creamos ns una ewresi6n de nuestro uso del lenrmaie: nuestros voca- -- - - - bularios y accione<silo adquieren sentido a trav6s de nues- tra semhtica. Es imposible separar el sentido de la acci6n: se reflejan entre si, y su relaci6n no es causal. Los limites de nuestro lenguaje restringen lo que es posible expresar: nuestras estructuras narrativas, nuestras historias y, por lo tanto, nuestros futuros. Nueswas narrativas, en tanto pr4c- ticas discursivas, e s t h sujetas a constante evoluci6n y cam- bio. De mod0 que las historias no son hechos completes, sino entidades en proceso de construcci6n. La narrativa es la for- ma en que imaginamos alternativas y creamos posibilida- des, y la forma en que hacemos reales esas ~ ~ c i o n e s . ~ Lana- rrativa es la fuente de las transformaciones.

' Las narrativas son creadas, vividas y compartidas por individuos que conversan e interacikan con otros y consigo mismos. Son la forma en que usamos el lenguaje para re- lacionarnos con otros y con nosotros mismos. El psic6logo Jerome Bruner (1990), entre otros (Dunn, 1988; Nelson, 1989), sugiere que 10s niiios gprenden a temprana edad a organizar sus experiencias en forma narrativa, por medio de las historias que oyen y que aprenden a contar. Es a tra- v6s de la narrativa como construimos el sentido de nuestra vida cotidiana, y pensamos y explicamos nuestro mundo co- mo es y como debiera ser. Las narrativas son las 'historias [quel sirven como recursos comunitarios que las personas utilizan en sus relaciones,, (Gergen, 1994, p4g. 189). El pos-

Uso historia y narrativa indistintamente. B-er (1990) explica que la narrativa no s610 permite, sin0 que tam-

b i b restringe: -Hay una quiebra que es el resultado del mero empobreci- miento,de 10s recursos narrativos --en la infraclase permanente del gueto urban-, en la segunda y tercera generaci6n del campamento de refu- giados palestinos, en las aldeas africanas a1 sur del Sahara afectados por la sequia cr6nica. No es que se haya perdido por completo la capacidad de dar forma narrativa a la experiencia, sino que la narrativa del "peor esce- nario" llega a dominar tanto la vida cotidiana que la variaci6n parece im- posibleu (pggs. 96-7).

modernists Lyotard (1984) sostiene que las narrativas son nuestros ahculos sociales,, (pero ataca decididamente la noci6n de una metanarrativa --corn0 en el caso de una gran teoria s o c i a l , por considerar que crea privilegios y opresio- nes). Es decir que, como propone Anthony Giddens (1984), tanto el individuo como la sociedad .se constituyen en y por md io deprcicticas inveteradas,> (pag. 222).

I La narrativa corn esquema discursivo

La narrativa es un esquema discursivo situado en con- textos locales, individuales, y en contextos m4s amplios, co- mo las reglas y convenciones culturales. Las narrativas lo- I cales individuales y las culturales m4s amplias encajan mas en otras e interact6an unas con otras. Como dice Bru- ner (19901, la narrativa humana <<hate deintermediaria en- tre el mundo can6nico de la cultura y el mundo m4s idiosin- cr4sico de las creencias, 10s deseos y las esperanzas. (p4g. 52). Las narrativas se crean, cuentan y oyen en el context0 de este esquema cultural. Lo que puede parecer ordenado o desordenado esta influido por la cultura y es el producto de un acuerdo compartido. Para servir a estas funciones, las narrativas han de ser abarcadoras, coherentes y conecta- das. En nuestra cultura occidental, organizamos nuestras historias en el tiempo, con comienzos, medios y finales. Cu- bren el pasado, el presente y el futuro, se conectan en forma secuencial y tambi6n se entrelazan en el tiempo.

Las historias siempre se sitfian en una cronologia, por- que sin eso 10s cambios en nuestra vida serfan ininteligi- bles. Para compartir nuestra vida con otros, tomamos 10s fragmentos de nuestras narrativas y 10s organizamos en versiones historiadas viables, influidas por nuestros re- cuerdos, contextos e intenciones. Por ejemplo, cuando trata- mos de encontrarle sentido a un sueiio, contarle a un amigo nuestras vacaciones o recordar un hecho de nuestra niiiez, lo hacemos en forma narrativa. Bruner, quien desde ha- ce mucho se ha interesado en la relaci6n entre narrativa y sentido, sostiene que <<la narrativa se ocupa de las vicisitu- des de la intenci6n humana. (1986, p4g. 16), y usa las ex- presiones <<mod0 narrativo de pensamiento,, y nestructuras narrativas. (Bruner, 1990) para referirse a1 lenguaje que

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empleamos para <<enmarcar>, nuestras experiencias y nues- tros recuerdos de experiencias. Dice B r ~ n e r : ~

*Las personas no abordan el mundo un suceso por vez, como no abordan un texto una oraci6n por vez. A1 contrario, en- marcan 10s sucesos y las oraciones dentro de estructuras m5s amplias (. . .) &as estructuras mAs amplias [estructura narrativa] brindan el contexto interpretative para 10s com- ponentes que abarcan,, (1990, p5g. 64).

@r (1990) identifica las caracteristicas que debe -. reunir una narrativa: a) sigue una secuencia, 'una secuen- ciz h i c a de sucesos, estados mentales (. . .) que carecen de vida o significado propios,, (p5g. 43) fuera de la estructura; b) es f5cticamente indiferente, npuede ser "real" o "imagina- ria" (. . .) tiene una estructura que es interna a1 discurso (. . .) la secuencia de sus oraciones, m5s que la verdad o fal- sedad de cualquiera de ellas, es lo que determina la codigu- raci6n general o argumenton (p5g. 441, y c) maneja de una manera linica el abandon0 del chon, presentando lo excep- cional y extraordinario de manera tal que mitiga y hace po- sible, o por lo menos comprensible, la desviaci6n respecto de

ltural es tbdar (p5g. 47). l a w 994) se centra en la inteligibilidad de la narra- tiva: << as narrativas son formas de inteligibilidad que dan cuenta de 10s sucesos en el tiempo. Las acciones individua- les (. . .) obtienen su significado de su inclusi6n en la narra- tivan (p5g. 224). Gergen sugiere que una narrativa bienfor- mada, inteligible, suele reunir ciertos criterios: a) tiene una conclusibn establecida, valuada; b) 10s sucesos narrados convienen a la conclusi6n y sirven a su prop6sito; c) 10s su- cesos e s t h ordenados en el tiempo; d) 10s personajes man- tienen una identidad continua y coherente en el tiempo; e) 10s sucesos se vinculan causalmente y sirven como expli- caci6n del resultado, y f ) hay un principio y un fin. Gergen tambi6n advierte que las narrativas dependen de otras na- rrativas, culturales, sociales, politicas e histbricas, tanto lo- cales como universales, que las abarcan.

Bruner (1986) sostiene que necesitamos das modos de pensamiento, dos modos de construir y organizar experiencias: el paradigmitico (induc- tivo, objetivo y axiorndtico) y el narrativo (subjetivo, reflexivo y fluido) (pigs. 11-43).

Desde la perspectiva narrativista, un ser posmoderno es una expresi6n de esta capacidad del lenguaje y la narraci6n: el si-mismo que cuenta la historia se forma v m- F fgrma a traves del proceso de contar la histaria. Los seres humanos siempre nos hemos relacionado con otros a traves del contar y escuchar historias sobre nosotros y 10s otros. Siempre hemos entend- podqu6-iamos ser a partir de las historias que nos contamos. .<Entender ---. .. . . --- (. . .) por medio del lenguaje es la forma primordial de ser- en-el-mundo (. . .) Este proceso de autoformaci6n y auto- comprensi6n nunca se termina o completa. (Woolfolk, Sass y Messer, 1988, p6g. 17).

El profesor de filosofia G. B. Madison (19881, influido por Paul Ricoeur, dice que a trav6s de la narrativa. del conhr &storias, entendemos nuestra experiencia vivida y le otor- gamos significado e-hteligibilidad:,

, ' "El si-mismo es la forma en que nos relatamos, explicamos, hablamos sobre nuestras acciones (. . .) El sf-mismo es la unidad de una narrativa continua, una narrativa que dura mil y una noches y mAs a h , hasta que, como diria Proust, llega la noche a la que no sucede n i n g h albm (p5gs. 161-2).

Estas narrativas continuas e s t h contenidas en otras y se entrelazan con ellas. Las historias propias y de otros de- . - terminan qui6nes somos. En el mejor de 10s casos. soy uno de 10s muchos autores deQa cambiante narrativa que me c p , . . . S

locales y universales, y en 10s contextos culturales, sociales y pofiticos de ETiTiacer narrativo.

Zdentidades cambiantes y continuidad a trau6s del cambio

El ser de la perspectiva narrativista posmoderna no es una entidad estable y duradera, limitada o fijada en el es- pacio o el tiempo; no es la simple acumulaci6n de experien- cia, ni la expresi6n de caracteristicas neurofisiol6gicas. La identidad no u s a en la continuidad o discontinuidad psi- col6gica de la personalidad, sino e ~ l a _ ~ . ~ n g ~ ~ i ~ , d e - ~ _ a ~ ~ a - rrativa enpw-ezo. Como indica Rorty (1979), 10s seres hu- m a n o s ~ o ~ g e n x r a d o r e s de nuevas narrati- -

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vas, mzis que seres susceptibles de ser fijados en una des- 3 cripci6n. El sf-mimo es una autobiogrda en desarrollo o, para ser m&s e x a c t o ~ f f a m u l - tifac6tica que escribimos y editamos constantemente. Es la expresi6n siempre cambiante de nuestras narrativas, un ser-y-devenir por el lenguaje y las historias que contamos en nuestro contincointento de encontrarles sentido al mun- do y a nosotros mismos. El si-mismo, por lo tanto, esM siem- pre envuelto en un devenir conversado, en una construcci6n y reconstrucci6n que ocurre a trav6s de la continua interac- ci6n (Anderson y Goolishian, 1988a; Goolishian y Anderson, 1994). Vivimos nuestras narrativas y nuestras narrativas devienen nuestro vivir, nuestras realidades devienen nues- tras historias y nuestras historias devienen nuestras reali- dades. Al igual que el pasado, el presente y el futuro, son procesos reflexivos que no pueden separarse. Esta reflexivi- dad provee la continuidad del proceso constante de compo- ner y recomponer nuestras vidas.

Ricoeur sugiere que

<<a diferencia de la identidad abstracts de lo Mismo, esta identidad narrativa, que constituye la constancia del si- mismo, puede incluir cambios y mutaciones dentro de la cohesi6n de un ciclo vital. El sujeto aparece entonces como el lector y el escritor de su propia vida, como lo concebia Proust. Tal como lo confirma el an6lisis literario de la auto- biografia, la historia de una vida se reconfigura constante- mente a trav6s de las historias veridicas o ficticias que el su- jeto se cuenta acerca de si mismo. Esta recodiguraci6n hace que la vida sea un paiio tejido con historias contadas,, (cita- do en Joy, 1993, pzig. 297).

La psic6loga canadiense Morny Joy (1993) ofrece un ejem- plo de esta revisi6n constante cuando sostiene que la vida de una persona no es una narrativa estAtica con una ~ c a linea argumental sino un proceso, un emosaico dinCimico*.

.Podemos decir que la vida de una persona es una combi- naci6n de muchas lineas narrativas diferentes. Cada linea presta cohesi6n y coherencia alas miiltiples intluencias que incesantemente amenazan abrwnarnos. La persona cons- truye una linea argumental particular en respuesta a una

situaci6n o experiencia especifica que requiere una aclara- ci6n. La linea argumental puede ayudar a que la persona establezca una cabeza de puente desde donde le sea posible organizar temziticamente un conjunto de sucesos que de otra manera resultm'an demasiado ca6ticos o demasiado perturbadores. Tambi6n puede ayudar a expresar acciones estrasgicas, de tipo politico o 6tic0, en respuesta a esa mis- ma situaci6n~ (pzigs. 296-7).

Si nos atenemos a la premisa de que la narrativa es algo dinzimico y continuo, jc6mo desarrollamos una identidad propia? jLa identidad propia es lo mismo que la continuidad propia? En otras palabras, si siempre estamos envueltos en un devenir conversacional, jc6mo podemos tener continui- dad al mismo tiempo que nos transformamos?

Desde el punto de vista posmoderno, la identidad, la con- tinuidad, o lo m w e i + u n o s nuestra-pmsonalzdad, con- Zste en el mantenimiento de una coherencia y una conti- iiudad entre las historias aue contamos acerca de -0s rmsmos, con tal que podamos construir narrativas que ex- phquen nuestra falta de coherencia cmummtmosmisGos y con el caos de la vida. Nuestras narrativas de identidad consisten en dar forma y expresi6n al yo que nos decimos -y que decimos a otros- que somos, que hemos sido y que seremos. Creo que el propio ser, h6oe o victima, deviene la persona o personas que requierea nuestras historias (Ger- gen, 1994). Somos tantos anosotros misrnos,, como 10s sf- mismos potencialmente insertos en nuestras conversaci~-

.nes y creados por estasj En esta lfnea, el psicoanalisEiRoy Schafer d e k e al propio ser como a n fen6meno vivencial, un conjunto de formas -m&s o menos estables, mzis o me- nos sentidas emocionalmente-- de contarnos qui6nes so- mos y c6mo seguimos siendo los mismos a trav6s del cam- bio,, (citado en Madison, 1988, pzig. 160).

La teoria de la narrativa, con este sesgo discursive, fue uno de 10s primeros retos a la perspectiva moderna del propio ser, y una de las primeras exploraciones de las posi- bilidades implicitas en la definici6n del propio ser como un contador de historias, un producto del proceso humano de generar sentido a trav6s de la actividad lingiiistica. Para entender mejor la fascinate idea posmoderna de u n s a - rratiuo, relacional y social, quiz& sea 6til que nos detenga-

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mos un momento y echemos una mirada a las perspectivas modernistas sobre lo propio y la identidad.

El propio ser modern0 conocible

La tradici6n filos6fica occidental del siglo XX ha desarro- llado vocabularios y narrativas de la persona como un ser consistente, observable y conocible, por si misma y por 10s otros. Esta noci6n del propio ser y la concepci6n de la perso- na como un sistema motivacional y cognitivo bien delimita- do, linico e integrado, y comp el centro de la emocibn, la con- ciencia y la capacidad de juicio, han influido poderosamen- te en la teoria y la prhctica psicol6gicas. Es una noci6n fir- memente arraigada en el dualism0 cartesiano, que trata la mente y el cuerpo como entidades separadas y considera a la primera como un espacio autosuficiente. En un sentido metafisico, esta noci6n del yo supone que existe algo esen- cial en el ser humano, una esencia humana. En un sentido epistemol6gic0, supone que el yo es una entidad que exis- te, es duradera y puede ser conocida: observada, medida y cuantificada. El propio ser posee calidad y cantidad.

La pregunta ((iQu6 es lopropw?,, siempre ha sido central en psicologia y en psicoterapia. Los lenguajes psicoterap6u- ticos -tanto el del psicoanalista que describe un incons- ciente impulsive y de base biol6gica, como el del terapeuta familiar que define a la familia como la cuna de nuestra identidad- forman parte de narrativas modernistas. Todos esos lenguajes contienen el elemento de la historia huma- na conocible -propios seres que pueden ser descubiertos, identificados y descriptos por otros y por nosotros-. El propio ser se constituye en la entidad abarcadora que de al- giin mod0 sustenta todo -mociones, sentimientos, pensa- mientos y acciones-. La persona dueiia de si es dueiia de sus acciones y sus capacidades.

En la perspectiva modernista, el propio ser es una enti- dad abstracts axiomhtica, distinta y separada de otras cons- trucciones piscol6gicas. Cada persona es un suceso indepen- diente en el universe, un individuo aut6nomo y autodeter- minado, y un sistema motivacional y cognitivo integrado, delimitado y iinico, que es el centro de conciencia, emoci6n Y

juicio: un sf-mismo encapsulado (Anderson y Goolishian, 1988a; Goolishian, 1989; Goolishian y Anderson, 1992, 1994). El propio ser se distingue claramente de lo que no es propio, del otro. El tema de indagaci6n psicol6gica es el in- dividuo o la familia, o mhs precisamente el interior del indi- viduo o la familia. La mayoria de 10s fendmenos psicol6gi- cos, como el del propio ser, admiten una explicaci6n causal, esencialista, fundamental. Las clasificaciones psicol6gicas de la conducta se basan en esta noci6n modernista del pro- pio ser y de la identidad propia.

Por ejemplo, la psicologia cognitiva actual explica 10s fe- n6menos psicol6gicos de la mente, incluyendo el propio ser y la conciencia, por las acciones internas del sistema nervioso central. Como una computadora, la mente y el propio ser procesan informaci6n cotejkdola con un criterio o sintaxis intrhsecos al sistema. El yo se conecta con la experiencia interior y con el mundo exterior. Incluyo en este tipo de psi- cologia cognitiva a la teoria cibernbtica de 10s sistemas, que aplica una metsora mec&nica a 10s sistemas humanos y a la terapia familiar, e incluso ciertas versiones del construc- tivism~ radical y de la teoria de 10s constructos personales. Frecuentemente, estas teorias reducen la intenci6n huma- na y el entendimiento a la estructura biol6gica y el funcio- namiento de sistemas fisiol6gicos, o a componentes de un sistema que <<computa,,, y as< produce el proceso psicol6gico que llamamos Lo propio, o el-proceso interactional que lla- mamos familia.

iQu6 ocurre con el propio ser y la identidad propia si adherimos a la noci6n de que el lenguaje no representa a1 propio ser sino que es parte inextricable del propio ser, un entretejido de 10s yo, 10s a mi y 10s a ti?

El propio ser como concept0

si-mismos como creaciones sociales y linguisticas: muchos yo

Nuestxo lenguaje es ambiguo. Consideremos por ejemplo el t6rmino yo. Pareciera referirse a un objeto. El lingiiista

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Emile Benveniste fue uno de 10s primeros en cuestionar la noci6n traditional del yo en la filosofia occidental. En su clasico articulo .La subjetividad en el lenguaje. (1971), sos- tuvo que el propio ser se construye y comprende en el len- guaje. S 3 Benveniste, el lenguaje es responsable por la e e pro~io ser, yes impm&le concebir un lenguaje sin pronombres persodes. <<Yo se refiere al act0 de discurso 3-

'dividual en el que es pronunciado, y con ello designa al ha- blanten (citado en Madison, 1988, pag. 161). S e e n la in- terpretaci6n que Madison hace de Benveniste, *El yo existe en el interior y por medio de decir "yo"; el yo no es un s ~ e t o , no es sustancia preexistente que habla: 5s como suiet- sujeto hablanteu (p&. 161),El yo no e-

& m d i s c u r s o ; se crea y sostiene en el lenguaje y en el chscurso. En otras palabras, la persona construye su des- cripci6n personal en el lenguaje y a traves del lenguaje;

es ci*emos que somos es una construcci6n l i nwt i ca . El y no es un sujeto o sustancia preexistente en el sentido

temoldgico o metafisico; e p suieto h a b m a (Gada- mer, 1975). Para Benveniste,

conciencia propia s6lo es posible si se tiene experiencia de ella por contraste. Digo yo cuando estoy hablando con al- guien que serA el tzi en mi discurso. El di6logo es constituti- vo de la persona, porque implica que, recfprocamente; yo deviene tzi en el discurso de quien a su vez se designa a sf mismo como yo,, (ditado en Madison, 1988, pag. 162).

La propuesta del posmodernismo es que el yo no es una entidad ni un ser ~ c o . No hay un xhico yo nuclear, algo fijo y tangible que est6 dentro de uno y a lo que Se pueda acceder despues de quitar varias capas.- o se compone de muchas narra&ys, experiencias y relaGo- -- -. ncs, pero el conjunto de todas eUas no constituye un s*o - ----- m un vo nuaear. El vo (v el otro) es un conce~to creado. una " " ." A

narrativa construida lingiiisticamente y que existe en el &&logo y en la relacidn (Benveniste, 1971; Bruner, 1986, 1990: Gadamer. 1975: Gereen. 1989. 1991b. 1994: Harr6. 1995; Rorty, 1979; ~ho'ker, T989). ~ e s d e esta persphva , ei yo es un propio ser dial6gico y n a r r a w la identidad es ~ i d ~ d c i d ~ a 1 6 g i c a y zrratiua. Gergen (1989) sostie- -_Z

ne q u e - e f a ~ t t ~ o C & i e n t ~ Gii&dn soy?.) <<no es, como -/

suele suponerse, el producto de una exploraci6n profunda de 10s vericuetos de la psique (. . .) Es mcis bien una habili- dad discursiva, un "saber c6mo" mas que un "saber qu&> (pAg. 75). Shotter (1995~) dice que

- <<en lugar de adoptar la preocupaci6n cartesiana de saber c6mo nosotros, individuos aislados, llegamos a conocer 10s objetos y entidades del mundo que nos rodea, o a expresar nuestras experiencias internas, nosotros nos construccio- nistas socialesl nos hemos interesado mas en averiguar c6- --. moarimero desarrollamos y mantenemos ciertas formas de .... - relacionarnos con otros en una .conversation, y c o ' m o ~ ~ ~ ~ - ' ~ - desde el interior de esas relaciones sostenidas por la conver- . - sacion, llegamos a explicar a nuestro entorno,, (p&. 385).

Las identidades son ahora relativas a una perspectiva, a un punto de vista que a su vez es relativo a nuestras inten- ciones. Es posible entonces describir al propio ser de muchf- simas maneras distintas. Se infiere de esto que no hay dos propios seres, dos mentes que sean exactamente iguales (Harr6,1995, pag. 372).

Desde la perspectiva narrativa, el propio ser, el narra- dor, es muchos yo, ocupa muchas posiciones y tiene muchas voces. Como lo expresan Hermans y sus colegas:

-. 1 '<Las voces funcionan como losper%onajes interactuantes de una historia. Una vez que el autor pone en movimiento a un personaje, ese personaje adquiere vida propia y cubre cierta necesidad narrativa. Cada personaje tiene una historia pa- ra contar, basada en sus propias experiencias desde su pro- pio punto de vista. Con sus diferentes voces, estos persona- jes intercambian informaci6n acerca de sus respectivos a mis y de sus mundos, todo lo cud da como resultado un pro- pio ser complejo, estructurado narrativamente* (Hermans, Kempen y Van Loon, 1992, pags. 28-9).

Los m'ticos del posmodernismo, yen particular del cons- truccionismo social, suelen quejarse de que en estas pers- pectivas el individuo se pierde: la persona pierde sus dere- chos individuales, se convierte en un titere de una sociedad que amenaza arrebatarle sus derechos humanos, y deja de ser personalmente responsable. Yo creo que ocurre todo lo

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contrario. El individuo y la responsabilidad individual ocu- pan una posici6n de primordial importancia. La diferencia estk en c6mo se conciben el individuo y su responsabilidad. Porque estamos absortos en 10s otros, porque no somos soli- tarios, porque somos seres relacionales, nos vemos obliga- dos a ser m&s responsables, no menos. Pero, como expongo en el capitdo 5,1a_responsabiIidad se hace compartida.

Otra critica &s que el concept0 de propios seres mdti- ples, construidos socialmente, conduce a un propio ser frag- mentado. Hermans et al. (1992) responden que

<<la multiplicidad del propio ser no lleva a su fragmentaci6n, porque es un mismo yo el qye v a y viene mas bastardillas son mias] entre varias posiciones. Gracias a esta identidad, co- existen en el propio ser lo variante y lo invariante, lo conti- nuo y lo discontinue,, (p&s. 28-9).

Lo realmente interesante es que el cambio y la continuidad coexistan. Un buen ejemplo es el personaje del rey Jorge 111 en La locura del rey Jorge (Evans y Hyther, 1995). Cuando el rey recita partes de la obra de Shakespeare El rey Lear, el lord canciller observa: aSu Majestad parece m&s vos mismo.. Alo cual el rey responde: .iParezco? Si, siempre he sido yo mismo, incluso cuando estaba enfermo. Es s610 que ahoraparezco nas bastardillas son mias] yo mismo, y eso es lo importante. Me acuerdo de c6mo parecern. Mgs tarde, cuando el pueblo celebra su regreso ('Nuestro viejo Rey ha vuelto.), el rey contesta: <<No supongsis que soy la persona que era. El Rey es 61 mismo otra vez*. En otras palabras, lo que 10s otros perciben como dos reyes Jorge diferentes, es el mismo rey Jorge yendo y uiniendo.

Parece importante ahora volver a la noci6n de narrativa en psicoterapia, y c6mo se inserta en el desplazamiento des- de el self modern0 hasta el posmoderno.

Visiones de la identidad en psicoterapia

El yo como cuentista

Hace unos veinte aiios, algunos psicoterapeutas y tebri- cos de la clfnica comenzaron a trascender 10s limites de la psicologia cognitiva modernista, con su concepci6n del yo co- mo una mkquina de computar, y adoptaron una perspecti- va interpretativa.4 El commin denominador de esta nueva orientaci6n es la idea del individuo o yo como narrador o cuentista. El giro hacia la interpretacibn se origin6 en dos senderos distintos pero superpuestos. Uno representa la emergencia de la narrativa en tanto cuento, y se organiza en torno de la noci6n del yo como cuentista, la historia como algo creado dentro del yo. Desde este punto de vista, la psi- coterapia es un suceso historiado. El otro sender0 represen- ta la emergencia de un inter& por el lenguaje y el diaogo, y se centra en el yo como un proceso social, dial6gico. En este -p caso la narrativa es creada <&uerm, del yo, y la terapia se de- fine como un suceso dial6gico.

Quizas el intento m&s temprano de bosquejar el papel de la narrativa en la psicoterapia se origin6 en el movimiento psicoanalitico; se remonta a la primacia que Freud otorg6 a1 descubrimiento del pasada o del por qud. En su trabajo aconstrucciones en el anaisis,>, de 1937, Freud (1964) sugi- ri6 que cuando el proceso de asociaci6n libre y el anaisis de las defensas yoicas no alcanzan para recobrar 10s necesarios recuerdos edipicos de la niiiez, el analista puede permitirse <construb> una historia que se aproxime a la que se obten- dria si el paciente pudiera re~ordar .~

<<El camino que parte de la construcci6n del analista debia culminar en el recuerdo del analizado; ahora bien, no siem- pre lleva tan lejos. Con harta frecuencia, no consigue llevar

El surgimiento del yo como narrador en ciencias sociales y en psicote- rapia merece mAs atenci6n para la que aqui no disponemos de espacio. El lector puede consultar Mitchell (1981) y Sarbin (1986, 1990).

MAS adelante en este mismo trabajo, sin embargo, Freud parece recha- zar la posicidn narrativa, comparando este proceso con el delirio psic6tico y advirtiendo contra sus peligros.

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a1 paciente hasta el recuerdo de lo reprimido. En lugar de ello, si el anaisis ha sido ejecutado de manera corrects, uno alcanza en 61 una convicci6n cierta sobre la verdad de la construcci6n, que en lo terap6utico rinde lo mismo que un recuerdo recuperado. Bajo qu6 condiciones acontece esto, y c6mo es posible que un sustituto al parecer no integral produzca, no obstante, todo el efecto, he ahi materia de una investigaci6n ultenon> (p6gs. 265-6 [pgg. 267 de la versi6n castellana, en Obras completas, Buenos Aires: Amorrortu editores, vol. 231).

El consenso general, sin embargo, es que el inter6s de 10s psicoterapeutas por la narrativa f ie despertado por 10s es- critos de 10s psicoanalistas Roy Schafer (1981) y Donald Spence (1984), y 10s psic6logos Donald Polkinghorne (1988) y Jerome Bruner (1986, 19901, que introdujeron la noci6n del yo como narrador o cuentista, y delinearon el papel de la narrativa en la psicoterapia. Spence (1984) extiende la no- ci6n freudiana de que un analista, cuando 10s recuerdos del paciente son irrecuperables, a lo sumopodrd construir una historia que se asemeje tanto como sea posible a 10s suce- sos infantiles relacionados con el problema, de mod0 que la narrativa construida se aproxime a lo que pudo ser. Para Spence, la tarea del terapeuta no era el descubrimiento arqueol6gico de una realidad escondida e irrecuperable, sino el desarrollo de una narrativa, la construcci6n de una historia de vida que se adecuara a las circunstancias a h a - les del paciente sin preocuparse por la weracidad arqueol6- gica. de la construcci6n. .Spence introdujo la expresio>ver- dad narrativa para designar la nueva narrativa c o n e d a en el curso del psicoandisis. La verdad de la narrativa es lrienos importante que su adecuaci6n a la historia real del paciente. La historia construida debe ser coherente, vivida y adecuada, y a1 mismo tiempo ser congruente con 10s re- cuerdos -reales pero irrecuperables- de la infancia. Esto podria explicar en parte por qu6 algunos psicoterapeutas in- tentan explicar las dificultades actuales de sus pacientes mediante el recurso de asociarlas con recuerdos reprimidos de abuso sexual (Crews, 1995).

En Language and insight, Schafer adopt6 una perspecti- wittgensteiniana y socio-construccionista. Para (=$ ( s e e el anas i s de Madison, 1988, p6g 160), ---

es la manifestaci6n de una accibn, la acci6n de hablar acer- a e uno mismo. Su punto de vista es que siempre estamos contando, a 10s otros y a nosotros mismos, historias de qui6- nes somos, y que las historias se incluyen siempre en otras historias. El yo es la manera m6s o menos estable, m6s o menos emotional, como nos contamos a nosotros mismos, y l ~ c o n t a m o s a otros. a G n e s somos y qui6-0s siendo e_n medio de nuestro constante c a m b i o w se in- teres6, como Spence, en el contenldo de la narrativa cons- truida, pero tambi6n se ocup6 del proceso narrativo, el m6- todo de construcci6n, la conversaci6n narrativa. -61, el

c@o. La tarea del terapeuta es ayudar a 10s ~akdesa volver a contar las-historias de su vida de manera tal que el k b i o sea narrativamente concebible, creible v a1cauzab.k or semi- cial. La narrativa utilizada en sstos eqfpques psicoanaliti- cos se centra en el contenido y su utilidad, no en el proceso narrativo. El escritor Kevin Murray (1995) sefiala una dife- rencia entre la ruta del contenido y la del proceso: q.Uno ve a la narrativa como un espacio mental que s h e a1 progreso de un individuo en el mundo, mientras que el otro hace de la narrativa una parte de ese mismo mundo. (p6g. 187).

-eundo sender0 del giro interpretativo en psicote- ry5a llev6 a1 surgimiento de *-&ter6s por ellenguaje y el . -- didogo, donde 10s puntos clave son el yo dial6~ico v=- te;apia comoacontecer dial6co. Consideremos este giro interpretativo. iC6m0 se crean las significaciones que nos atribuimos y que atribuimos a 10s sucesos de nuestra vida dialbgicamente? iC6mo se preservan y modifican en el tiempo? LY c6mo participan 10s terapeutas en este proceso?

Unaperspectiva relacwml del yo y la iclentidad narrativa

En el centro de las numerosas narrativas que emergen -elmso de l a o r s a n i z a c i 6 n d e a n las

- --dos en f o r m a ~ o & s

dad: adoptan una forma narrativa. El fil6sofoAnthony Ker- by (1991) sugiere:

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aDesde una perspectiva n a r r a t i v a G n o es visto como un dato lingiiistico que se limita a emplear el lenguaje como una herramienta, sino mzis bien como un product0 del len- -10 que podriamos llamar elyo imulicito.&e dccires au- tmeferentes. El propio ser o sujeto es el resultado de una praxis discursiva, mzis que una entidad sustancial dotada de prioridad ontol6gica respecto de la praxis, o de prioridad epistemol6gica eB %-anto originador de significado>> (pQ. 4).

Para Polkinghorne (1988), es a trav6s de las historias co- mo adquirimos nuestras <identidades narrativass:

<<Logramos nuestra identidad personal y nuestro esquema propio por medio de la confihracibn narrativa, y damos in- tegridad a nuestra existencia cuando la entendemos como la expresi6n de ma historia iinica en desarrollo. Estamgs en el medio dc , dad c5mo el ar@iiieni76,Coljlfoi5me nuevos sucesos se van agregando a nuestra vida. El yo, pues, no es una cosa estzitica o una sus- tancia, sino un configurar de sucesos personales en una uni- dad hist6rica que incluye no solamente lo que uno ha sido sino tambien anticipaciones de lo que uno ser& (pgg. 150).

Como el desarrollo de cugquier otra narrativa, el de las narrativas que definen al yo ocurre en un contexto social y local que incluye conversaciones y acciones con otros signifi- cativos, incluidos nosotros mismos. La perspectiva linm- tica y dial6gica acenhia la nat- de un vo que emerge de relaciones y se actualiza en ellas, y nuestra capa- c&i?iddb crear-significaciones a t,rsv&q drl 1 ,- a conversacih. Esta es laperspectiva linguistico-relacwnal del yo que pro- pone Gergen (1987, 1989, 1991b), donde lo propio (como tambi6n lo otro) se realiza en el lenguaje y el diaogo y de- viene un propio ser lingiustico dial6gico. Como sugeri ante- riormente, esto implica que una narrativa nunca represen- t s s a linica voz, sino un propio ser de autoria mmiltiple, y sue, en tanto nos constituimos en el diglogo, estamos en constantecambip. Sarbin (1990) ofrece la interesante re-'\' flexi6n ddeque nuestras narrativas de nosotros mismos, por ocurrir en un contexto social, son 10s productos de una cola- boraci6n obligatoriau (pzig. 60).

No es mi prop6sito minimizar lo que parece ser una ca- racteristica de la naturaleza humana, nuestra constante bfisqueda de nosotros mismos y de la autocomprensi6n, o lo que Madison (1988) denomina nuestros <<propios seres de- seosos.. Para Madison, el propio ser .es una funci6n de la conversaci6n con otros propios seres tambien deseosos, una funci6n de las narrativas que nos refuerzan, urdidas tanto en nuestras conversaciones casuales como en las mzis serias que duran toda la noche. (p8g. 166). El deseo a1 que se re- fiere Madison es la exaltaci6n de uno mismo, el uno-mismo que queremos ser y que potencialmente podemos ser. Ma- dison tambi6n insiste en la conversaci6n con 10s otros: MES- tamos siempre intentando, siempre deseando, con otros propios seres, poder convertirnos en el uno mismo que de- seamos ser, y poder ser quienes somas,, (pzig. 166)

Bajtin (1981) tambi6n ve a1 yo narrador desde una pers- pectiva dial6gica. In£luy6 mucho sobre-6l.el estilo literario de Dostoievski, cuyas historias no son narradas por un au- tor sino por muchos personajes, cada uno de 10s cuales oii-e- ce una versi6n distinta de la historia. En su anzilisis de la construcci6n de personajes en Dostoievski, Bajtin sugiere que cada personaje (o autor) es una pluralidad de voces independientes (por ejemplo otro personaje, la conciencia, 10s pensamientos interiores u otro imaginado), que dialogan en lo que 61 llama unapolifonia. Para Baitin, el yo es como una novela polif6nica; n_o es una entidad, una voz o una po- sici6n ii+i-g,-sino ur& multiplicidad de cada una de ella<

-Corn0 sefialan Hermans et al. (1992), <El concept0 del yo como novela polif6nica (. . .) hace posible que un individuo Viva en una multiplicidad de mundos, donse caaa frimd'u tiene su proaio autor-ue cuenta una his- mente independencia de @autores de 10s otros m u n d ~ > (p4g. 28). Yo dudo, sin embargo, que emerjan en forma rela- tivamente independiente de 10s otros.

Refiriendose alas narrativas de pacientes que emergen, o no, en una consulta m6dica, Rita Charon (1993) tambi6n dude a este tip0 de polifonia, o de yos narradores:

<<Cuando alguien cuenta algo acerca de si mismo en una si- tuaci6n m6dica o psicoterap6utica, hay un yo que cuenta y un yo que es contado. [Como todo contar], el contar terap6u- tic0 genera un autor, un autor implicit0 y un personaje (. . .)

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Aunque 10s relatos que 10s pacientes hacen sobre si mismos e s t h basados en sucesos reales, la naturaleza de la situa- ci6n narrativa hace que 10s pacientes produzcan cierta ver- si6n de 10s sucesos reaZes Das bastardillas sonmiasl (. . .) A1 contrario de lo que suele suponerse, entonces, el paciente no es la persona (. . .) es necesario oir y reconocer mmiltiples vo- ces contradictorias,.fquel en su conjunto componen a la per- sona que sufre, (cdg. 89).

Las historias y las nociones propias no son sino una versi6n entre muchas que influyen sobre la situaci6n narrativa. Los propios seres que emergen de esas historias varian en rela- ci6n con el contexto social y las conversaciones con otros en

A-

ese contexto. La dehici6n lingiiistica y relacional del yo contrasta

marcadamente con su definici6n psicol6gica habitual, a la que Bruner (1990) ridiculiza por ser <<lo medido por 10s tests de esquema propio,, (pdg. 101). Con arreglo a la metdfora narrativa, las historias (propias y otras) determinan qui6- nes somos o quienes creemos -nosotros y otros- que so- mos (Bruner, 1986, 1990; Gergen, 1994; Gergen y Gergen, 1986, 1988; Kitzinger, 1987; Shotter, 1988, 1991a; Surrey, 1991). Para Bruner (1990),

.Los propios seres que constnrimos son 10s resultados de es- te proceso Da narrativa, el contar, el lenguajel de construc- ci6n de signScados (. . .) Los progos seres no son niicleos de conciencia aislados, encerrados en la mente, sinq, que e s t h "distribuidos" interpersonalmente. Ni tampoco crecen sin rakes, respondiendo solamente a1 presenie; reciben ade- mds significado de las circunstancias histhricas que dieron forma a la cultura de la cud son una expresi6n,, (p&. 138h6

Debemos tener presente, entonces, que las historias propias que escuchamos en terapia no son la iinica historia posible, ni son necesariamente mcis uertdicas que otras historias.

La definici6n del propio ser ofrecida por Bruner (1986) se parece mu- cho a la del construccionista social; sin embargo, Bruner se autodefine constructivists (pAg. 130).

La wuanguardk> donde sucedw el cambio

La psicologia social, sobre todo la teoria del construccio- nismo social, f i e el terreno donde rcreci6 el inter& por lo personal -por la persona, la iniciativa, la acci6n m&s que por las causas, conductas y objetos- y donde emergi6 la no- ci6n de la construccidn social del propio sen, (Shotter, 1989, pdg. 135). Aunque son muchos 10s autores que merecen ser reconocidos por haber estado a la vanguardia de este movi- miento (Gergen, 1982,1989; Harr6,1979,1983; Harr6 y Se- cord, 1972; Polkinghorne, 1988; Potter y Wetherell, 1987;- Shotter, 1975,1989), las contribuciones cruciales han sido I

las de Gergen, Harr6 y Shotter. Con algunas variantes, 10s .. - -- tres - han e n f o c a d ~ t e a c i o n cie la identidad, - no - _su estructura." -

El primer intento visible de atribuir una iduencia pri- mordial a 10s aspectos sociales y relacionales de la construc- ci6n del propio ser ha sido, quiza, la investigaci6n de Gergen (1977) sobre el esquema propio y la estima propia que va- rian se* el contexto social y 10s comentarios de 10s partici- pantes de ese contexto. A partir de sus observaciones, Ge%- - gen propuso el concept0 de auton'a relaciond, y 8up;irio que

, T I propio ser y la ideiifEGa -dadcs narrati- vas, conshuidas socialmcnte en el lenyaje. Las identida- des propias son una funci6n de las historias, conshuidas so- cialmente, que narramos contiquamente, a los otros y a no-

, sotros mismos. Nuestras identidades propias son una mani- 4 festaci6n de nuestras conversaciones y acciones con otros y

con nosotros mismos, y son generadas por ellas. Estas reali- i dades narrativas, socialmente construidas, otorgan signifi-

cado y organizaci6n no solamente a 10s sucesos y experien- ; cias de nuestra vida, sino a nuestras identidades propias, j cuyas definiciones y explicaciones cainbian constantemente $ . a medida que la interacci6n social varia. Este proceso es si- c . milar a lo que Bruner (1990) denomin6 *producci6n de sen- : tido,, (pdg. 12). - -

El concept0 de un y o relational*, construido socialmen- te (Gergen, 1973, 1985, 1991b), trasciende 10s-cogceptos de . - --

2 ' Gergen, Harr6 y Shotter tambi6n estAn a la vanguardia del reto a las $ tradiciones modemistas de la psicologia en general, y a sus pretensiones 5 cientffieas en particular.

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autoria y coautorfa individual (Gergen, 1973; Gergen y Tay- lor, 1969; Morse y Gergen, 1970), y describe en cambio a1

~ r o p i o ser comoma -- construcci6n social con multiples au- . . . . . ~ .-__.

<<Los relatos narratives est6.n insertos en la acci6n social. Los sucesos se hacen visibles socialmente (. . .) y por lo co- m- son utilizad02-para establecer expectativas hacia suce- sos futuros (. . .) Las narrativas propias no son, fundamen- talmente, posesiones del individuo; m4s bien son productos del intercambio social -posesiones del sociusn (Gergen y Gergen, 1988, p4g.

Es decir que una narrativa nunca representa una voz singular. Siemprc somos t a n t o s ~ i o s seres y propios..~e- res po@nc-ides como 10s que se insertan en nuestras convsr- - s a x n e s y ~Xac~ones. Gergen (1994) aclara que estas identi- - d X F ~ r % p t ~ s , que nos marcan qui6nes simos o creemos ser, como la idea misma de un propio ser, <<no son impulsos personales que devienen sociales, sino procesos sociales que se realizan en el sitio de lo personal,, (pag. 210). De hecho, Gergen (19883) llega a afirmar:

<<No es preciso suponer que la naturaleza humana es una propiedad de individuos sinmares y aislados, y que lo rela- cional es un product0 se~undar io '~ problematico. Lo que su- giero es un an4lisis donde 1'0 individual es una propiedad que emerpe d-xnde la relaci6n precede a la

<- denti id ad. Si se aceptara esto, el conflict~ no tendrfa que preceder, necesariamente, a la comuni6n~ (pag. 405).

Shotter (1989) insiste en que debemos prestar atenci6n no solamente a la construcci6n del yo sino tambi6n a la cons- truccibn y a la importancia del otro, el td. <<No adeo simple- mente "desde" mis propios planes y deseos, independiente- mente de las circunstancias sociales en las que obro, sino en cierto sentido tambi6n "hacia" las oportunidades de acturn-

D e s ~ u e s Gereen (1994) correeirs esta Dara Daner de relieve la noci6n - - A A

de relaciones: ~ L a s narrativas prapias no son, fundamentalmente, pose- siones del individuo, sino posesiones de las reladones; produdos del inter- cambio social. (psgs. 187-8).

296

que se me ofrecen. . . La relaci6n es nuestra, n - w m> (p4g. 144). ~ h o t g r describe la form- del td en la comunicaci6n (y la relaci6nj como a n proceso por el cual podemos, en el cwso de la comunicaci6n, in-formar lo que somos, es decir, ayudarnos a devenir personas de uno u otro tipo,, (p4g. 145). Asi, las narrativas que yo cuento sobre ti son parte del proceso de tu identidad, y viceversa. Ham6 (1983), como Gergen y Shotter, postula la construcci6n con- versacional de la persona, como tambi6n de las institucio- nes y ~r~anizaciones .~

La ruta lingiifstica, dial6gica y relacional nos lleva mas all4 de la terapia narrativa como un contar y construir his- torias, y mas all& del yo como narrador. Porque si no tras- cendemos estas nociones, sucumbiremos a 10s riesgos de la objetividad modernist= qui6n elige y dirije la historia a ser contada, c6mo es contada y qu6 emerge de ella.

El proceso narratiuo: una advertencia

La teoria narrativa, por supuesto, ha mostrado su utili- dad en una variedad de ciencias sociales ademas de la psico- terapia: en la medicina, la antropologia, el derecho, la teoria de la cultura, y la administraci6n y desarrollo de organiza- ciones (Brody, 1987; Bruner, 1990; Charon, 1993; Coles, 1989; Davis, 1992; Feldman;' 1990; Kleinman, 1988a, 1988b; Sachs, 1985; Sherwin, 1993; Turner, 1980; Wilkins, 1983). Todos estos autores concuerdan en que nuestras - _ _ - narr&yas constmdas socialmente son la hnica naturazza huiana que conocemos: nuestras c o m p r e n s i o n e s , ~ s descnpclones, nuestros m6todos para observar la organiza- ci6n social, las herramientas con las que entendemos pro- blemas y nuestros modos de acci6n no son sino expresiones de nuestro uso del lenguaje, nuestros vocabularies y nues- tras historias. El profesional -abogado, m6dic0, antrop610- go o psicoterapeuta- participa con el cliente en unproceso narrativo de contar, recontar y crear, de inventar y reinven- tar el pasado, presente y futuro del cliente. -

Otros autores, por ejempla 10s psie6logos Jonathan Pottery T. R. Sar- bin, forman parte de una rama denominadapsicoZogia narrativa, y tam- bi6n se interesan por la narrativa de la psicologfa misma.

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El mod0 como 10s profesionales participamos en este pro- " - ceso narrati50, la posicion C: - que -.. -... adoFtamos . .. . . .. -. y . . .. nuestra -- forma _det.uar marcan la drferenaa-entre un pr.o.ceeo_.moderno Y uno posmoderno-los profesionales somos especialmente responsables por la forma en que nos posicionamos y las elecciones que hacemos en el proceso de contar, oir y crear narrativas, en el-proceso de construcci6n conjunta de la nueva narrativa. Los psicoterapeutas, por ejemplo, elegi- mos cu6ndo hablar con y acerca de 10s clientes, de qu6 ha- blar con ellos y c6mo participar en la manera en que nos cuentan sus historias. Y, ya creamos que el lenguaje es re- presentational o que es formante, somos responsables por el mod0 en que lo usamos, laspalabras que elegimos, y por la influencia de estas decisiones en el relato que emerge, el re- lato que es privilegiado o que se considera verdadero. Por ejemplo, nuestras preguntas sobre la conducta de un padre hacia su hija pueden atribuir significaciones diferentes -buena, mala o cuestionable-- a la misma conducta. Lo que intentemos indagar, y la manera de hacerlo, influira so- bre la forma que adopte la historia de un conflicto entre un cliente y su jefe: de qui6n es la culpa, qui6n deberia haber hecho, o hacer, cierta cosa. Tambi6npuede indicar de qu6 la- do estamos o cud suponemos que deberia ser la soluci6n.

En otra &-ea profesional, la del derecho, Sherwin (1993) seiiala que las prActicas e instituciones legales son creadas socialmente y se sostienen en prActicas discursivas profe- sionales y construcciones narrativas. Sherwin critica la uti- lizaci6n del discurso legal dominante como una herramien- ta que permite a una persona en posici6n de poder guiar o contar la historia de otra, con el resultado de que la versi6n profesional se imponga sobre la del cliente. Igual que un te- rapeuta, un abogado puede controlar el flujo de 10s temas y marcar el paso, y de esa manera dominar la interacci6n y, por lo tanto, la historia que emerge. Usando casos de divor- cio como ejemplo, Sherwin muestra c6mo alas abogados construyeron la identidad de sus clientes (. . .) y recontaron las historias de sus clientes para que reflejaran y facilitaran un aspecto de realidad legal,, (pgg. 46). Sherwin exhorta a la profesional legal a que examine seriamente c6mo el discur- so dorninante crea las leyes y sostiene las ideologias legales. Lo mismo vale para las teorias y prAdicas psicoterap6uti- cas, incluidos 10s diagn6sticos.

En el mismo sentido, las autoras feministas en 10s cam- pos de la 6losofia y la psicologia han criticado a la ciencia so- cial oficial, y particularmente a la psicologia, por basarse en 10s modos cientificos modernistas. Kitzinger (1987, p a . 24) observa que esos modos otorgan al profesional un .aura de objetividad,,, convierten a1 individuo en la unidad de estu- dio y conceptualizaci6n, y generan definiciones normativas, incluyendo definiciones normativas de grupos oprimidos y marginados socialmente. La percepci6n cle esa pericia pro- fesional contribuye a perpetuar la legitimidad de la discipli- na. Esta bibliografia feminista se apoya en las nociones pos- modernistas de un propio ser y una identidad propia cons- truidos, interpretados e influidos por discursos sociocultu- rales, hist6ricos y politicos, siempre abiertos a un proceso constante de revisibn, critica esas nociones y hace sus pro- pios aportes. (Para otros trabajos compatibles con esta defi- nici6n del si-mismo, v6anse Flax, 1990; M. Gergen, 1994, 1995; Grimshaw, 1988; hooks, 1984; Joy, 1993; Kerby, 1991; Kitzinger, 1987; Ricoeur, 1988,1991). Como Ricoeur, sostie- nen que la .identidad propim no es lo mismo que un ~propio ser nuclear* (Flax, 1990; Kitzinger, 1989). Desde el punto de vista de un yo construido socialmente, dialbgicamente, y de una identidad propia en constante refomulaci6n, un yo nu- clear narrador (un propio ser nuclear) es un mito.1° El yo narrador y el yo construido social y dial6gicamente son reflexivos; el narrador se hace en el proceso de narrar.

Cecelia Kitzinger (1987), pscc610ga feminista y acad6mi- ca, por ejemplo, cuestiona el uso de lesbianismo como cate- goria psicol6gica. Sostiene que el 6nfasis individualists y humanists de la psicologfa liberal contemporhea persona- liza lo politico, promoviendo la realidad de una 'identidad privada y despolitizadaa (p4g. 45), evitando e ignorando lo que ella ve como una posici6n institutional, sociopolitica y so~iocultural.~ Kitzinger oeece una provocativa y persua-

lo El psiquiatra Roderick Anscombe (1989) ofrece m a interesante pers- pectiva sobre lo que 61 llama uel mito del propio ser verdadero~. Suriere

~ - - que la noci6n del propio ser vcrdadcro (cquivalenrc, en su rcrminola~a, a1 propio ser nuclear) cumple una funci6n important<. en la psieoterapia. In- ventado por la imaginaddn del paciente y del terapeuta, Eirve como punto de partida para la curiosidad y como una direcci6n o potencial para las aspiradones del paciente.

l1 Kitzinger (1987) sugiere que, de hecho, esta definici6n del lesbianis- mo sinre como una forma de control social (pig. 39).

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siva alternativa, desde el punto de vista del construccionis- mo social, proponiendo lo que llama *"relates" de identidad lesbiana. (pAg. 90), y seiiala que el observador no tiene acceso direct0 a la experiencia individual y que el relato de identidad, no el individuo, es la unidad de andisis.

Si la unidad primaria de estudio es el relato, no importa que su obtenci6n dependa inicialmente de relatores indivi- dudes; la psicoloaa de estos individuos es incidental para la investigaci6n. Puesto que el relato ya no estA ligado al in- dividuo que lo suministr6, la investigadora puede estudiar el relato como tal y ampliar la investigaci6n para buscar otros indicios de relatos similares en el medio sociocultural, las ideologias con las que se asocian y 10s intereses politicos que dictan su promoci6n o su';echazo. El enfoque s h e para prestar atenci6n a 10s aspectos mAs politicos que personales de 10s relatos de identidad lesbiana (pAg. 90).

Accidn creadora y cambio: nlas historias que nos contarnos,,

Es a traves de estas narrativas propias como deveni- mos actores o agentes, y obtenemos un sentido de lo social o de la autonomia. Utilizo el Grmino autonomia en el sentido de una percepci6n personal de competencia para la acci6n. Sarbin (1990), entre otros, sefiala que el actuar indica in- tencionalidad: Nque 10s seres humanos emprenden una conducta por alguna raz6n, para satisfacer al* prop6sito, para demostrar algoa (pAg. 50). Poseer autonomia, o un sen- tido de autonomia, significa tener la capacidad de compor- tarse, sentir, pensar y elegir de una manera que es libera- dora, que abre posibilidades nuevas o simplemente nos per- mite ver que esas posibilidades nuevas existen. ~Acci6n creadoram no s610 significa elegir, sino tambi6n participar en la creaci6n y la expansi6n de las elecciones posibles. El con- ! cepto de acci6n creadora puede definirse como el tener una boz y el ser libre de usarla o no.

Yo creo que la autonomia es inherente a todos nosotros, y accesible a cada uno de nosotros. Los terapeutas no pode- mos otorgarla, del mismo mod0 que no podemos otorgar poder; s610 podemos participar en un proceso que maximice la oportunidad de que emeja. Harr6 (1995) define esta com- petencia inherente como una *afirmaci6n potencial (. . .)

Cuando nacemos somos personas en potencia, y 10s cons- truccionistas sociales ofrecen una explicaci6n de c6mo la personalidad potencial se convierte en una personalidad real, y c6mo es posible discernir algunas importantes va- riaciones en esa evoluci6nn (pgg. 372). Como dice Shotter (1995a), nuestra capacidad de acci6n creadora <cse muestra en nuestra doble habilidad de dar forma a nuestra vida a1 mismo tiempo que permanecemos arraigados en nuestra cultura. (pAg. 387).

Cuando pienso en la autonomia, pienso en dos palabras quGios - . .. -. . - clientes suelen usar para descnbir 10s resultados_de un-rapia exitosa: Libertad (respecto de un pasado, pre- sente y futuro aprisionantes) esperanza (de un futuro dife-

-sa. 10s clientes desarrollan n u e y , --E rente) (Anderson, 1991b, 1992,1995) n una terapia exito-

as historias propias, nuevas narrativas en primera persona que cuentan una histoha mas tolerable, coherente con la.intenci6~ y el obrar actua- les. Esto es similar a lo que significa Shotter (1991~) cuando - escribe sobre la adquisici6n de aelatos nuevos y capacitan- tes que reemplacen a 10s discapacitantesn. Como respond% el experto brithico en historia oral Ronald Frazier a su analista cuando este 1e pregunt6 cud era, exactamente, su esperanza: rEncontrar un pasado, recrearlo con cierta cer- teza de que puedo dejarlo atrAs y seguir mi vida, (citado en Shotter, 1991~). Tanto Shotter como Frazier se refieren a un sentido de acci6n creadora, & libertad, de esperanza.

Me agrada la idea de Freeman (1993) s- la c ce ser libertad respecto del p a s a ~ , ~ o ~ u ~ es en realidad un

--,%-I

ualpare- l( mento de liberarse del <<c=ticipado de las cosas. (pAg. (2 ' 216). La prisi6n no es la historia (imaginada), sin-two - imaginado.lL

Me viene a la mente Tom (el maestro sin empleo de El principe de las mareas, de Pat Conroy), que, en su bdsqueda de sf mismo, trata de liberarse de su pasado, su presente y sufuturo. En un intento de desenredar su vida, de encon- trarle sentido y reconciliarse con ella, reflexiona sobre su perturbada familia, <<indefensa, humillada y deshonrada,,, y sobre su infancia abusiva y turbulenta.

l2 Freeman (1993) ofrece "n hermoso ejemplo de esta idea de ser prisio- nero del <<curso anticipado de las eosas;, en su indlisis de la lucha sostenida por la autora e historiadora australiana Jill Kerr Conway con sus relacio- nes e identidades (pdgs. 185-214).

i, , '

301

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"Ojal6 no tuviera ninguna historia para relatar. Durante mucho tiempo hice como si mi niiiez nunca hubiera ocurri- do. Teda que mantenerla apretada contra mi pecho. No po- dia dejarla salir. Segui el ejemplo formidable de mi madre. Tener memoria, o no tenerla, es un act0 de voluntad, y yo elegi no tenerla. Porque necesitaba m a r a mimadre y a mi padre, con todas sus faltas e indignidades. No me podia per- mitir echarles eccara directamente las maldades cometi- das contra todos nosotros. No podia hacerlos responsables o condenarlos por delitos que no habian podido evitar. Ellos tambi6n tedan una historia, una historia que yo recordaba con ternura y dolor a la vez, una historia que me hacia per- donarles sus transgresiones.en contra de sus propios hijos. En una familia, nin* delgo est6 m6s all6 del perd6n (. . .)

.Aunque odiaba a mi padre, expres6 ese odio en forma elocuente imitando su vida, haci6ndome m& y m4s ineficaz cada dia (. . .) Habia encontrado la manera de vivir una vida totalmente carente de sentido, pero que imperceptible e ine- vitablemente destmiria la vida de quienes me rodeabanu (Conroy, 1987, p6gs. 8,101).

Tom describe, como una ~elocuente metSora de mi vida adult=> (p6g. 614), las p6ginas en blanco de 10s diarios en- cuadernados en cuero que su hermana le enviaba cada Na- vidad y que ahora se acumulaban en 10s estantes: eVin'a wn el terrible conocimiento de que a l e dia seria viejo y toda- via estaria esperando a que mi vida real comenzara. (p&. 634).

Para Tom, el perd6n desplaz6 a la tirania del pasado; &-ataria de curarme por medio de la reminiscenciam (p6g. 101). Esto le permiti6 tomar 10s diarios del estante, por asi decir, y <<seguir su vida,,, como Frazier. Y, como propone Shotter, fue capaz de dar forma a su vida al mismo tiempo que se mantuvo arraigado en su cultura:

-Mi vida no comenz6, realmente, hasta que juntk la fuerza necesaria para perdonarle a mi padre el que hubiera hecho de mi vida una larga marcha de terror (. . .) creo que empe- zamos a perdonar a nuestros padres por ser exactamente lo que estaban destinados a ser. Empez&bamos nuestras con- versaciones con recuerdos de brutalidad o traici611, y las ter- min6bamos reafirmando una y otra vez nuestro perturbado

pero autkntico amor por Henry y Lila. Finalmente, habia- mos crecido lo suficiente para perdonarlos por no haber na- cido perfectos,, (Conroy, 1987, p @ ~ . 282,631-2).

Nuestras narrativas propias pueden facilitar u obstacu- lizar la autonomia. Pueden crear identidades que nos per- mitan o no hacer lo que necesitamos o queremos, o simple- mente nos dejen sentir que podemos actuar o no, s e d n lo prefiramos (Anderson y Goolishian, 1 9 8 8 ~ ; Goolishian, 1989; Goolishian y Anderson, 1994). En la terapia nos en- contramos con gente cuyos problemas as^ emanan de narrati- vas y del5niciones propias que no facilitan una acci6n eficaz. Por ejemplo, las mujeres que se autorrotulan o son rotu- ladas por otros como "sobrevivientes del incesto,, tal vez desarrollen narrativas intrinsecamente autolimitantes (Anderson, 1992). Recuerdo el caso de Rita,13 criada en una familia incestuosa, y que pas6 angustiada muchos aiios, tratando de vivir con <<la Rita que 10s otros veian y les gusta- bw y <<la Rita que yo veia y no me gu~ taba . .~~ Reflexionando sobre su experiencia terapGutica, dijo: 4 h o r a me siento li- bre de seguir con mi vida. Cuando me di cuenta de que pue- do ser las dos personas, sigo siendo yo. Sigo siendo esas dos personas, pero ahora me gusto,,. En el curso de su terapia, Rita desarroll6 una nueva identidad que incluia, entre otras cosas, dos identidades que antes habian estado en conflicto: "yo,, y "no yo.. La nueva identidad, das dos son yo., fiber6 a Rita de su angustia y le permiti6 seguir con su vida. El di- lema de Rita es un ejemplo de 10s r6tulos que pueden man- tener vivo al pasado, perpetuando la identidad de la mujer como victima o sobreviviente, e impidiendo el desarrollo de defhiciones propias m6s viables y liberadoras. F m (1993) utiliza la noci6n de 'c-eescribir el si-mismo,, uara re- ferirse al qroceso de volver a entender el pasado uropio, e incluso a uno mismo, a trav6s de la interpretaci6n>> (p6g. 3).

l3 Rita es el nombre ficticio de una mujer perteneciente a una familia con una pauta de abuso sexual multigeneracional, a quien entrevistb junto con mi colega Arlene Katz.

l4 Quiz& haya aqui cierta semejanza con la noci6n del sf-mismo dividi- do propuesta por Laing (1969) como una manera de entender 10s origenes de la esquizofrenia: la disonancia entre el sf-mismo que una persona pien- sa que es (el eoneepto interno) y el que la familia actfia acomo sin fuera (la experiencia externa). La experiencia es incangruente con el concept0 y lo invalida.

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Desde la perspectiva inteypretativa. el mmbb es inh2- rente .. . -- al disilogo: e l ~ . C ~ a S n b i ~ ~ ~ s i s t e en contar v recontaxhis- torias familiares; en las redescripciones que se acumulan a

_.,.C _̂_.._ _.._ ". -- travds-&-Ia C_ conversac~bn. en . 10s . . . diferentes s i m o s confen~a~.s.~~~~Ssuucesos . . ..-" del ..--.--.-.-. pasado L.. d&x-te v del futuro kaginado..El cambio consiste en el desarrollo de futuros sf- m i s r n o s . ~ ~ iniportante para la terauia son las narrXvas

L

m-ale; en pi-imera persona (Gergen, 1994; Gergen y - & s n 3 8 3 , 1986, 1988; E t E g e r , 1987; Shotter, 1991b, 1993a; Surrey, 1991). Shotter escribe:

<'La conducci6n de la vida social se basa en el derecho que asignamos a la primera persona de que nos cuente cosas acerca de sf misma y de su.experiencia, y de que se tome en serio lo que dice (. . .) Todas nuestras formas vdidas de in- dagaci6n e s t h basadas en ese derecho (. . .) En Bpocas re- cientes, la autoridad de la primera-persona [m&s adelante Shotter utiliza la expresi6ngente comrinl fue usurpada por la tercera-persona, la posici6n del observador externo [m&s adelante Shotter prefiere expertosl,, (Shotter, 1984, citado en Shotter, 1995a, p6g. 387).

Cuando las formas tradicionales de conceptualizar a1 individuo dejaron de coincidir con mi experiencia de la rela- ci6n con 10s clientes, estas ngevas perspectivas sobre el sf- ksmo, la narrativa, la identidad y la transformaci6n pro- pias me resultaron una herramienta conceptual muy fitil. En parte inspiraron el cambio (descripto en el capitulo 4) de

C una concepci6n de 10s sistcmas como una entidad colect~va --- -.--- -ue actua, siente, picnsa y Cree-- a la concepci6n de 10s sistemas como un grupo de individuos reunidos en torno de

. u n e ~ a i m m r t r t m ~ i ~ n d e r s o n , l m d e r s o n y Gooli- " . shiany1988a; Anderson, Goolishian y winderma< 1986a, 1986b; Goolishian y Anderson, 1987~). El objeto de este re- novado inter& no era el individuo de la psicologfa occiden- tal, delimitado por un propio ser nuclear y poseedor de 61, sino el individuo en relaci6n. Las nuevas perspectivas tam- bi6n contribuyeron a una nueva forma de pensar sobre el , cambio terap&tic~:-!+~ sf-mismo ZZ@&ser el sujeto delver- -..-. .- ~

bo [cambiar,,. El cliente dej6 de ser el objeto que el terapeuta . -. ., ."_- -_-- __l_.- --.- -_C_

cambia. Estos puntos ae vlaa constituyen una diferencia fundamental entre el enfoque de 10s sistemas de lenguaje

colaborativos y otras terapias posmodernas de inspiraci6n narrativa.

Para mi, el prowdsito de la terapia es 0.- persohas cuenten sus narrativas en wrinwzg. wersona, de -0-

do quepuedan transfsmar sus ~~ identidades - en - otras que ~ les permztan entender su :idasus aconteceres, qu< .aah ra~u- chus maneras . posibles de ser y actgzr en el m,u_n&oen .cu&- quier momento y en cualquier c i rcun@ncz~~~gue Zes a x k

---. ...&~ den ---- a conseg-uzr y exp_esaro.ej~tar sucreatividado-susen- tido de autonomia. Para lograr o restaurar una competen- cia propia, es necesario transformar la propia historia. La transformaci6n de la historia propia es precisamente lo que le permitid a Rita, hasta entonces constrefiida por dos sf- mismos contradictorios, decir <<Puedo ser esas dos perso- nas.. Esas descripciones liberadoras conducen a una trans- formaci6n del sf-mismo. La terapia es un acontecimiento transformador, la consecuencia natural de la conversaci6n . , 4

dial6gica y la relaci6n de colabaracron. En el capitulo siguiente examino las aplicaciones de la fi-

losofia terapeutica posmoderna en otros dos dominios: el de la educaci6n de terapeutas y el de la consulta con organi- zaciones.

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Cuarta parte. La ampliaci6n del espacio

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Veinte terapeutas, agrupados bajo el nombre Consorcio para el Aprendizaje, me invitaron a pasar un dfa con ellos. Se relinen dos veces por aiio para hablar de su trabajo, co- nectarse y aleccionarse mutuamente, como parte de su cre- cimiento profesional y personal. Una de las terapeutas, a quien llamare Lee Ann, pidi6 una consulta sobre lo que ca- racteriz6 como <<un dilema inc6modo~, quahabfa surgido en su trabajo con una pareja. Sugeri que Lee Ann y sus colegas me acompafiaran en un ejercicio. Puesto que acabAbamos de almorzar, hacer algo activo les pareci6 una buena idea. Lo que sigue enlaza mis recuerdos de esa consulta, una dis- cusi6n del ejercicio y las reflexiones de Lee Ann dos sema- nas y cinco meses despu6s. En la descripci6n de la consulta me centro en el proceso y en la experiencia de Lee Ann, no en la situacibn vital de la pareja o en la terapia.

De acuerdo con mi postura filos6fica y mi inter& en crew un nsvacio que promueva un diAlogo interior y exte; w, he disefiado un ejezcio a1 que uComo si,,, para ayudar a 10s participantes a encarar las dificultades, preo- cupaciones, problemas, conflidos o cuestiones que presen- tan en situaciones de supervisi6n, ensefianza o consulta institutional (Anderson, 1991~; Anderson y Burney, en pre- paraci6n; Anderson y Rambo, 1988; St. George, 1994). El ejercicio s h e a1 mismo tiempo como consulta y como apren- dizajc: la participation .. en el proceso de wzlisducihdeLpro- blema. cs una forma de tener la experiencia de la conversa- ci6n a la que me he estado refiriendo.

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Mi prop6sito es ofrecer a 10s participantes la oportuni- dad de tomar conciencia de lo que 10s diversos miembros de un sistema sienten y piensan acerca de una misma infor- maci6n o un mismo suceso; de comprender la diversidad de las percepciones y puntos de vista individuales; de discutir en un foro mzis piiblico que privado, de apreciar la intluen- cia del lenguaje profesional, de tener una experiencia direc- ta de la generaci&n de significaciones y el carnbio de pers- pectivas, y de observar 10s estilos y clases de preguntas y co- mentarios que invitan a otros a la conversaci6n, y aquellos que impiden la conversaci6n. AdemAs, 10s participantes vi- ven la experiencia de que un didogo puede adoptar muchas formas y de que es imposible predecir su resultado.

El formato del ejercicio combina cuatro procesos: presen- tacibn, escucha, reflexiones y discusi6n. En cada caso se ajusta al context0 de la consulta, a la situacibn, a 10s obje- tivos del que presenta la historia, a 10s del grupo, y al tama- iio del grupo. Los participantes pueden ser un grupo de su- pervisi6n de dos estudiantes, un equipo terapbutico de seis personas, 10s veinte empleados de una oficina de una em- presa o una conferencia con cien participantes. El que pre- senta la historia puede ser un terapeuta individual, un equipo terap6utico o el personal de una oficina.

Posiciones <<coma si,

Comenc6 la consulta pidibndole a Lee Ann el listado de 10s personajes del drama. Lee Ann mencion6 a un marido, Larry; a una esposa, Carol; al difunto hermano de Carol; a la hija del matrimonio anterior de Carol, que habia muerto a 10s tres aiios, y a la propia Lee Ann. Pedi a 10s colegas de Lee Ann (diecinueve en total) que escucharan la historia ecomo si>> fueran una de las personas en la lista, o un consul- tor de la terapeuta, y que dejaran para el final las pregun- tas, comentarios o sugerencias que se les fueran ocurriendo. Tambi6n les pedf que se agruparan de acuerdo con las posi- ciones ‘<coma si,, que hubieran elegido, y que se tomaran un momento para situarse mentalmente en las respectivas po- siciones. Pedi que escucharan a Lee Ann en silencio.

Presentacibn de la historia

Pedi a LeeAnn que hablara sobre tres puntos, y que ima- ginara que 10s personajes de su historia estaban presentes, escuch&dola:

1. Cuentanos por qub elegiste esta situaci6n. Por ejemplo, irepresenta un tip0 particular de dificultad clinica, es un atolladero de la terapia, es un problema familiar en tu trabajo?

2. Cubntanos cufil es tu esperanza, tu agenda o t u meta. Por ejemplo, iqu6 esperas de la consulta? ~Tienes algu- na pregunta especifica que quisieras que contestAra- mos? icon qu6 quieres que te ayudemos?

3. Cuentanos lo que a ti te parece que nosotros debemos sa- ber. Por ejemplo, icud es tu historia? ~ Q u b te parece que es importante que sepamos para que-podamos respon- der a tus expectativas?

Estas preguntas, combinadas con la silenciosa posici6n ''corn0 si., permiten que la presentante tome la iniciativa con lo que a ella le parece importante, no lo que le puede pa- recer importante a 10s otros. Mi uso de expresiones como qQu6 quieres td que sepamos nosotros?n acentiia esta di- ferencia. Para subrayar laimportancia de qui6n cuenta y qui6n escucha, y 10s papeles-que desempeiian en el proceso dialbgico, utilizo a prop6sito 10s pronombres; por ejemplo, <<Cu6ntanos lo que a ti te parece que nosotros debemos sa- ber,, indican que la presentante nos contara su historia, escogiendo lo que ella quiere que 10s otros oigan. Uso el co- lectivo nosotros porque quiero incluirme entre 10s que escu- chan. Esto hace mAs probable que la historia sea presenta- da a todo el grupo y no solamente a la consultors en tanto

" experta designada. Todo el tiempo, mi funci6n fue la de faci- litar. Escuch6 en silencio, hablando solamente para indicar el paso siguiente en el ejercicio.

Lee Ann es una mujer sureiia de hablar suave, nada pre- sumida, con una pasi6n quieta pero intensa por aprender. En tono calmo y como disculp&dose, describi6 su rechazo hacia Carol, la esposa, y su simpatia hacia el marido. Des- cribid a Carol como <enojada y dominante., <<un ansioso mo- n6logo de quejas y un remolino de emociones>,. La exaspera-

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ba d a incesante lists. de las ediez maldades. del marido se- gin Carol. Pensaba que Carol, quien recientemente habia abandonado a1 marido en un *intento chantajista de hacerlo cambiarn, era un caso perdido. Cada encuentro con Carol era como *ser golpeada por las olas de una marejada,,. Te- merosa de verse nenvuelta por la ola verbal y emocionals, Lee& se aprestaba a abandonar a Carol y derivarla a otro terapeuta. Sin embargo, le extraiiaba la fuerza de sus sen- timientos negativos y su intolerancia hacia una cliente, y aunque aparentemente avergonzada por su reacci6n y por su confesi6n de fracaso, estaba ansiosa por examinar su di- ficultad con sus colegas y conmigo.

Las reflexiones de 10s que escuchn Crcomo si>

Una vez que Lee Ann termin6 su historia, pedf a 10s otros que mantuvieran sus posiciones '<corn0 si., y que desde esas posiciones cornpartierant cada uno en su grupo, sus pensa- mientos y experienciq sobre la historia. Por ejemplo, iqu6 les inspir6 curiosidad, qu6 sintieron como una invitaci6nT .---

icipar =a conversaci6n, qu&los hizo sentir incam- _ .... _^__

$ g & d o s y qu6 le reco-@an a Lee Ann? A Lee Ann le ped1"cpnevisitaiZZEFZIa grupo, y escuchara en silencio.

Los que habian escuchado.en cada una de las posiciones <<coma sin representaban la multiplicidad de voces interiores que un individuo puede tener en ub momento determinado. Cada voz represektaba una perspectiva, a veces apnoniosa, otras veces conflictiva. El ejercicio dependfa de la imagina- ci6n de 10s participantes, pdesto que ~610 conocian a 10s acto- res de la historia segrin Lee Ann 10s describia, y s610 cono- cian el contenido de la historia tal como Lee Ann lo habia presentado. Los participantes no necesitaban estar en pose- si6n del contenido. El contenido era simplemente un vehicu- lo para el proceso.

Una vez que 10s grupos tuvieron tiempo suficiente para compartir sus reflexiones, pedi que un miembro de cada grupo actuara como vocero del Gcomo sin colectivo, compar- tiendo la multiplicidad de las reflexiones con el resto de no- sotros. Anot6 esas palabras y frases en una pizarra, para que todos las pudieran ver. Esto destacaba el hecho de que yo escuchaba cuidadosamente 10s comentarios de cada per-

sona y 10s consideraba importantes. AdemAs permitia a Lee Ann y 10s voceros <<coma sin escuchar mAs atentamente, puesto que 10s eximia de tomar notas.

Luego Lee Ann tom6 nota de 10s fragmentos que le ins- piraron m&s curiosidad, y que despu6s comparti6 conmigo. Esas notas son un ejemplo de que en una conversaci6n nun- ca sabemos a qu6 presta atenci6n la otra persona, qu6 oye y qu6 significa para ella lo que oye. Del marido 4como siu, Lee tom6 las siguientes notas: <<Me resulta diEcil ser el maridon, .Me alegra ser comprendido (. . .) Quiero que alguien ayude a mi mujer (. . .) Estoy cansado de cargar con su enojo.. De la esposa <<corn0 six .Quiero que alguien entienda la profun- didad de mi sufrimiento (. . .) nunca nadie ha percibido la profundidad de mi dolor (. . .) No quiero tener que lidiar con otra p6rdida. Lo rechazo ahora porque mis padres estAn por morir (. . .) No tengo ningiin controls. Del hermano <<corn0 si>>: *Me preocupa mi hermana (. . .) Angel de la muerte (. . .) Quiero que viva su vidai.. De la hija eomo six <<Es un abuso separarla de 10s que se estAn muriendo (. . .) yo voy a tomar tu partido (. . .) es duro verte sola (. . .) estoy confundida,,. Y de la consultante <<coma si.: 4tratar de encontrar una mane- ra de conectar (. . .) estoy de acuerdo con que Carol ha sido lastimada (. . .) tratar de aprender mAs sobre la experiencia de Carol de ser abusada, sin estar de acuerdo con ella (. . .) dar vuelta a las diez maldades (. . .) sacar algo parcial de cada &rea>,. A1 tope de la pkgina de notas, Lee Ann escribi6: qGadamer-Wittgenstein-Shotten,.

Reflexwnes sobre las reflexiones

Pedi a Lee Ann que reflexionara sobre las ideas, comen- tarios, preguntas y sugerencias de quienes habian escucha- do desde las posiciones ecomo siu. Por ejemplo, iqu6 le habia intrigado, qu6 la hizo sentirse comprendida y respetada,

las reflexiones de 10s otros o las de Lee Ann.

1 qu6 la hizo sentirse incomprendida y frustrada? DespuBs, todos 10s participantes compartieron sus reflexiones sobre

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Discuswn por los participantes

Pedi que todos compartieran sus experiencias acerca del Droceso de consulta. Algunos comentaron sobre la dificultad de abandonar el papelde terapeuta y mantener una posi- ci6n de escucha silenciosa, postergando preguntas y comen- tarios. Otros se manifestaron sorprendidos por la cantidad de ideas que se hgbian generado sin contar con 10s detalles que se suelen consider- necesarios; es decir, el contenido. Y otros se preguntaron c6mo era posible disolver un problema sin una soluci6n. Varios hablaron de la experiencia de oir la descripci6n que otro hace de nosotros, c6mo describe el otro nuestros atributos, intenciones y sentimientos. Algunos examinaron aquello que promueve las conversaciones y aquello que las dificulta. Tanto Ann Lee como sus colegas notaron que la forma, el tono y la actitud que se utilizan al hablar de contenidos delicados y contlictivos influyen sobre la manera en que se lo oye.

Cdmo se disolvw la rnarejada

Todos, incluida Lee Ann, se sorprendieron de que se sin- tiera tan aliviada puesto que habia salido de la consulta sin una lista de estrategias. En cambio de ello, Lee Ann adqui- ri6 una percepci6n diferente de Carol y Larry, y de su rela- ci6n con ellos. Dijo: "No s6 qu6 hare cuando 10s vea de nue- vo, pero me siento tranquila y confiada de que lo sabre cuando llegue el momenton. Lee Ann identific6 esta diferen- cia y este nuevo sentido de iniciativa en una carta que me envi6 dos semanas despues de la consulta.

Me senti mucho mejor despues de la consulta. Habia car- gad0 con una sensaci6n horrible pensando en mi pr6xi- - mo encuentro con Carol pero, cuando lleg6 el momento, se habia disipado casi por completo. Fui capaz de escu- char sin interrumpir su habitual lista de las diez .mal- dadesn que no deja de atribuir a Larry. Empeck a hacer preguntas sobre las diez <'maldades>>, pero de una mane- ra distinta que antes de la consulta. Senti que podia dejar que ellenguaje de Carol -intenso, critico, golpean- te-- fluyera por encima o alrededor de mi sin sentirme

aplastada o perforada, y fui capaz de detectar (oir) un hi- lo casi invisible de ambivalencia. Si bien esta misma se- mana Carol ha dejado a Larry por un mes, ella dice que no quiere un divorcio, y 61 ha dicho lo mismo (. . .) Hago pregunta tras pregunta sobre las diez maldades (. . .) y me parece como si desatara con trabajo nudo tras nudo. Pero a ella parece gustarle (yo sB que a mi me gusta) nuestra nueva manera de tratarnos. Me siento m5s con- fiada con Carol, y estoy menos intimidada por su forma de expresarse.

Cinco meses despu6s, Lee Ann escribi6 para compartir su ecorriente de conciencia~ en una retrospectiva sobre la consulta. Destac6 la influencia de la 4presencia. y el '<den- cia,,, y lo que pens6 despu6s.

Creo que un aspect0 esencial de tu presencia en la sala fue que te sentaras a mi derecha. Esa simple presencia .sentida., conmigo en lugar de dirigiendome o corrigien- do mi pensamiento acerca de la pareja, f i e muy refies- cante.

Ahora que lo pienso, tomaste una posici6n silenciosa, como una camarada o compaiiera. He pensado muchas veces en eso durante mis sesiones con la pareja. Tanto las reflexiones adichas,~ por mis colegas como las <<no dichasn por ti han sido una ayuda poderosa. He pensado que esa posici6n de silencio es un espacio, una invitaci6n a seguir desenredando 10s nudos en la vida de Carol y Larry, espacio para el misterio, lo que a ellos y a mi to- davia nos falta entender, una especie de constancia per- severante, la seguridad de que continuaremos nuestra biisqueda de una mayor comprensi6n. Quiz5 demos mu- cho a nuestros clientes y estudiantes si nos mostramos abiertos, receptivos y silenciosos.

Recuerdo que te veia en mi campo visual perifBrico. Cuando miro a Carol y pienso en ella, mis ojos y mi men- te son m5s amables. Me he sentido m5s libre para ver las preocupaciones de Larry y sobre todo las de Carol desde muchos m5s puntos de vista.

Al mencionar tus experiencias y al referirte a otros autores (Gadamer, Wittgenstein y Shotter) de una ma- nera eliptica, nos diste -a mi y a mis colegas- claves y

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las otras. Las voces ucomo si,, no ofrecen nueva "informa- ci6nx a la presentante; ese no es el objetivo. La novedad y l a apertura de posibilidades vienen de la fluidez de las interac- ciones de ida y vuelta, que siguen sucediendo a medida que cada conversaci6n (dentro y fuera de la consulta) se hace parte de y genera otras conversaciones. Las marejadas se disuelven.

11. M&s alla de una terapia posmoderna

<.He pasado mi vida 6 . J tratando de uprender a compartir lo suficiente con 10s extraiiospara que el aprendizaje seapo- sible, buscando definir premisas diferentes en lugar de su- poner que las correctas son Zas propias, y a aceptar unapers- pectiva mcis amplia y m&s ambigua que la del sentido co- mzin El reto que hoy nos lanza en lo esencial u n mundo in- terdependiente es el de separar la noci6n de diferencia de la nocidn de superioridad, hacer de lo no familiar m&s un re- curso que una amenazcu,.

Mary Catherine Bateson

El alcance social de la iilosofia posmoderna sobrepasa el . terreno de la psicoterapia, se extiende al reino ilimitado de

10s sistemas sociales y sus necegidades &cas, y ofrece nue- vas posibilidades.l El posmodemismo que guia mis prefe- rencias e n terapia (la postura del terapeuta, el proceso de la terapia y el sistema terap6utico) tambi6n guia mi trabajo con individuos y grupos e n situaciones de aprendizaje, in- vestigaci6n o consulta (Anderson y Burney, e n preparaci6n; Anderson y Goolishian, 1 9 9 0 ~ ; Anderson y Rambo, 1988; Anderson y Swim, 1993,1995). Tambi6n orienta 10s aconte- cimientos y relaciones e n mi vida privada.

Naturalmente, la implementaci6n de esta filosofia varia de una situaci6n a otra, porque cada situaci6n tiene sus fi-

' Mencionemos en este sentido el Proyecto de Conversaciones Pfiblicas, del Family Institute de Cambridge. El prop6sito del proyedo es promover el dislogo entre adversarios politicos en torno de temas controversiales eo- mo el aborto.

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