ancas fatales (un caso de batracio frogger)

25

Upload: narval-editores

Post on 26-Mar-2016

228 views

Category:

Documents


3 download

DESCRIPTION

Escrito por Andrei e ilustrado por Jorge Liquete. Publica Narval Editores

TRANSCRIPT

Page 1: Ancas Fatales (Un caso de Batracio Frogger)
Page 2: Ancas Fatales (Un caso de Batracio Frogger)
Page 3: Ancas Fatales (Un caso de Batracio Frogger)

Ancas Fatales Un caso de Batracio Frogger

Page 4: Ancas Fatales (Un caso de Batracio Frogger)
Page 5: Ancas Fatales (Un caso de Batracio Frogger)

Ancas Fatales Un caso de Batracio Frogger

Escrito por

Andrei Ilustrado por

Jorge Liquete

Page 6: Ancas Fatales (Un caso de Batracio Frogger)

© del texto: Andrei, 2012

© de las ilustraciones: Jorge Liquete, 2012

© de esta edición: Narval Editores, [email protected] www.narvaleditores.com

ISBN: 978-84-939984-1-7Depósito LegaL: M-14203-2012

impresión: Elece Industria Gráfica, S.L.

Se permite la reproducción total o parcial de este libro por cualquier medio, siempre y cuando sea para uso personal

y no con fines comerciales.

Page 7: Ancas Fatales (Un caso de Batracio Frogger)

A mi madre, por traerme a esta Charca A mi sobrino Nando, por ser el mayor fan de Batracio

Andrei

A la recogedora de albóndigas Jorge

Page 8: Ancas Fatales (Un caso de Batracio Frogger)
Page 9: Ancas Fatales (Un caso de Batracio Frogger)

9

Índice

Capítulo 1Un nuevo caso .................................................... 11

Capítulo 2Infiltrado .............................................................. 25

Capítulo 3Un intruso en la noche ...................................... 38

Capítulo 4Dos sospechosos ................................................ 50

Capítulo 5Rannie .................................................................. 61

Capítulo 6Narnie .................................................................. 73

Page 10: Ancas Fatales (Un caso de Batracio Frogger)

10

Capítulo 7Turno de noche .................................................. 80

Capítulo 8Entre la vida y la muerte ................................... 86

Capítulo 9Ancas Fatales ...................................................... 95

Capítulo 10Persecución aérea ............................................. 106

Capítulo 11El intercambio .................................................. 114

Capítulo 12Cartas boca arriba ............................................ 120

Capítulo 13Rannie/Narnie .................................................. 125

Capítulo 14¿Despedida? ...................................................... 134

Capítulo 15Noticias de Narnie ........................................... 140

Page 11: Ancas Fatales (Un caso de Batracio Frogger)

11

Capítulo 1 Un nuevo caso

Una vez más, me encontraba en el subsuelo de An-cas City; pero esta vez había una buena causa para ello: celebrar que había resuelto mi último caso con éxito. Así que allí estaba yo, en uno de los peores antros de la ciudad, rodeado por... ¡cientos de cu-carachas!

—Yum... yum... Está todo delicioso, Batracio —me dijo mi amigo Ku, sin apartar sus antenas de la comida.

—Me alegro mucho, Ku.—Siempre he dicho que eres una rana de pa-

labra. —Te dije que invitaría a toda tu familia por haberme

ayudado a resolver el caso del falsificador de billetes.

Page 12: Ancas Fatales (Un caso de Batracio Frogger)

12

Sabía que tenías mucha familia... ¡pero no imagina-ba que vendrían todos!

—Ya sabes que... yum... a comer gratis... yum... siempre se apuntan. Sobre todo mis dos docenas de primos. Yum... ¡Están deliciosas estas albóndi-gas!

—¿Cómo conseguiste atrapar al falsificador? —me preguntó la mujer de Ku, que estaba emba-razada de nuevo.

—Bueno, si quieres que te diga la verdad, realmen-te lo fastidió cuando empezó a poner su propia cara en los billetes que hacía. Le perdió el ego. Era cuestión de tiempo que acabara cayendo antes o después.

—Yum... yum... ¿Qué tal tu novia? ¿Cómo le va por...? ¿Dónde diantres era?

—Está en Rhanna. Le va bien. Sigue trabajando en sus misiones ranitarias.

—¿Y tú? ¿Estás metido en algún caso? —Sí —dije, levantando mis ancas de la silla—,

Page 13: Ancas Fatales (Un caso de Batracio Frogger)

13

la verdad es que ahora mismo tengo una cita con un nuevo cliente y debo irme.

—¿De qué se trata?—No tengo ni idea. Todo es muy misterioso y

muy secreto.—Antes de irte, pídele al camarero otra ración

de... yum... estas fabulosas albóndigas. ¿Qué lleva-ban?

—¡Mejor no saberlo, Ku! ¿No has comido ya su-ficiente? Despídeme de ToDA tu familia, que lle-vo algo de prisa.

—Claro, Batracio. Dejé a la enorme prole de Ku comiendo y salí

de aquel tugurio de las alcantarillas. Ascendí por una escalera y regresé a la superficie, a mi querida Ancas City. Aspiré de nuevo ese aire contamina-do que tanto me gusta. Mientras caminaba hacia mi destino, contemplé la ciudad iluminada con sus farolas y neones, tan hermosa como una tar-ta de cumpleaños adornada con muchas velas.

Page 14: Ancas Fatales (Un caso de Batracio Frogger)

14

Page 15: Ancas Fatales (Un caso de Batracio Frogger)

15

Page 16: Ancas Fatales (Un caso de Batracio Frogger)

16

No se veía a demasiada gente andando por las ca-lles. Algo normal, si tenemos en cuenta que esa no-che emitían por la tele el llamado «partido del año», que enfrentaba nada menos que a los SuperSapos contra el Real Anfibio Club. Menos mal que a mí no me gusta el deporte.

Llegué a mi objetivo: un enorme rascacielos en el centro de la ciudad. En la última planta del edi-ficio había un cartel luminoso que anunciaba el último producto de la empresa: un perfume para ranitas pudientes, ANCANEL Nº 7. Mi nuevo cliente era el director de la compañía. ¿Para qué charcas necesitarían a un detective en una empre-sa de perfumes?

Al cruzar la puerta giratoria, tuve el primer con-tacto con el guardia que vigilaba la entrada. Evi-dentemente, estaba más preocupado en seguir en una pequeña televisión portátil las evoluciones de Ranaldo, la estrella del Real Anfibio Club (como el resto de habitantes de Ancas City), que en echar un

Page 17: Ancas Fatales (Un caso de Batracio Frogger)

17

ojo a los monitores de las cámaras de seguridad. Al acercarme a él, noté que mi inesperada visita lo molestaba.

—Buenas noches —le dije mientras veía cómo apartaba sus dedos membranosos del siguiente bo-llo relleno de una enorme caja—. Tengo una visita concertada con el presidente.

—¿A estas horas? Un poco tarde para visitas, ¿no?—No me lo pregunte a mí. Hable con su jefe.—Vale, vale. Ya voy. Con algo de fastidio, levantó su culo del asiento,

cogió el teléfono e intercambió unas palabras con alguien. Después de colgar, volvió a sentarse frente a la tele y agarró el olvidado bollo.

—Coja ese ascensor —dijo, señalando hacia una dirección indeterminada— y vaya a la última plan-ta. Lo están esperando.

Dicho esto, se zampó el bollo (ni siquiera me dio tiempo a ver de qué estaba relleno) y pasó total-mente de mí, sin apartar su mirada de la televisión.

Page 18: Ancas Fatales (Un caso de Batracio Frogger)

18

—Gracias —le dije, aunque, visto lo poco que le importaba, podría haberme ahorrado la saliva.

Me encaminé hacia el ascensor y pulsé el último botón, la planta 13. No quiero ser una de esas ranas supersticiosas, pero no me dio buena espina. Las puertas automáticas se cerraron y, mientras el ele-vador ascendía, pensé que tenía gracia trabajar para una empresa de perfumes, cuando yo jamás en mi vida he usado colonia. Como siempre decía mi ma-dre: «Ranita limpia y lavada, no ha de oler a nada».

Mis pensamientos quedaron interrumpidos cuando el ascensor se detuvo en la planta de des-tino. Avancé por un larguísimo pasillo hasta llegar frente a la puerta de doble hoja que conducía al lujoso despacho del director de Ancanel.

—Adelante —me dijo una voz desde el inte-rior. obedecí y pasé adentro—. El señor Batracio Frogger, supongo...

—El mismo que viste y calza —le respondí, mientras observaba con atención a mi nuevo cliente:

Page 19: Ancas Fatales (Un caso de Batracio Frogger)

19

un corpulento sapo que vestía una camisa minima-lista, diseñada por Francco Moschitto o algún otro de esos carísimos modistos. Me fijé en las ojeras que señalaban sus ojos. Llevaba varias noches dur-miendo mal, muy poco o nada. Se encontraba en problemas; problemas muy serios.

—Vaya... ¡Por su anuncio, creía que sería usted más alto! —me soltó mientras apagaba su ordena-dor personal—.Y ¿no es usted demasiado joven?

—¡Bueno! La altura no es una condición dema-siado importante para ser un buen detective privado —me defendí—. En cuanto a la edad... sepa usted que, pese a mi apariencia juvenil, llevo mucho tiem-po en esto y he resulto docenas de casos satisfacto-riamente. El último, sin ir más lejos...

—Está bien, está bien. No quería ofenderlo, se-ñor Frogger —me interrumpió, algo nervioso—. La verdad es que necesito su ayuda desesperada-mente.

Eso ya me sonaba mejor.

Page 20: Ancas Fatales (Un caso de Batracio Frogger)

20

Page 21: Ancas Fatales (Un caso de Batracio Frogger)

21

—Bueno, comencemos por el principio: ¿es un asunto de amor o de dinero?

El sapo dio un respingo y me miró con cierto recelo.

—¿Cómo lo sabe?—Porque siempre es un asunto de amor o de

dinero. Así que... ¿de qué se trata?—Se trata de dinero, de muchísimo dinero. Verá,

mi compañía lleva años luchando por ser la número uno en el mundo de la cosmética pero, lamentable-mente, sólo somos la número dos. Sin embargo, eso va a cambiar pronto, porque estamos trabajando en una nueva línea de productos que nos va a distan-ciar de nuestros competidores. Hemos descubierto un nuevo ingrediente, secreto, por supuesto, que rejuvenece la piel como jamás se ha visto antes.

—Y se lo han robado, ¿verdad? —me anticipé.—No, todavía no. Por eso lo necesitamos. He re-

cibido una serie de anónimos. ¡Mire, aquí los tiene! Sacó varias notas de un cajón y me las enseñó.

Page 22: Ancas Fatales (Un caso de Batracio Frogger)

22

Les eché un vistazo: «tu secreto será pronto mío». «Vuestra empresa está acabaDa». «sé Lo que pLaneas»...

—¿Por qué no llama a la policía?—No, no, nada de policía. ¡Discreción ante todo!

Y ahí es donde entra usted: quiero que le eche el guante a quien está detrás de este asunto.

—¿Sospecha de alguien?—Sí, de todo el mundo. Creo que me estoy vol-

viendo paranoico. Llevo sin dormir... —Le diré lo que haremos —lo interrumpí— si

acepta mis honorarios...—¡Los acepto! Le pagaré lo que sea pero, por

favor, atrape a ese ladrón antes de que cometa el robo que está planeando.

—Está bien, acepto el caso. Necesito un adelan-to de...

Antes de que terminase la frase, el sapo puso ante mí un enorme fajo de billetes.

—¿Con eso le será suficiente para comenzar?

Page 23: Ancas Fatales (Un caso de Batracio Frogger)

23

—Sí, desde luego —le respondí, cogiendo el dinero. Mi nuevo cliente se relajó un poco.—¿Por dónde va a empezar la investigación? —Bueno, le diré lo que vamos a hacer. Me lle-

varé esos anónimos para ver qué es lo que puedo averiguar. Pero ya le digo, por mi experiencia, que, en este tipo de casos, puede que haya algún «topo» infiltrado en su empresa.

El director me miró, confundido.—No, lo siento, en esta empresa no trabaja nin-

gún topo. Todo los empleados son ranas, sapos y... bueno, también hay una tortuga.

—Verá, lo de «topo» es una forma de hablar. No me refiero a que haya un topo de verdad, sino a que posiblemente el ladrón, o uno de sus cómplices, esté infiltrado entre su personal.

—Eso mismo creo yo —asintió mi cliente, más animado—. Y ¿cómo lo va a desenmascarar?

—Es fácil. Me haré pasar por un nuevo emplea-do suyo.

Page 24: Ancas Fatales (Un caso de Batracio Frogger)

24

—¿Así de sencillo?—Como suelen decir: «Lo sencillo, simple es, y

lo más directo suele ser».—¿Cuándo empieza?—¡Ya he empezado! —dije, emocionado por la

perspectiva de enfrentarme a un nuevo caso. ¡Ba-tracio Frogger estaba en marcha de nuevo!

Page 25: Ancas Fatales (Un caso de Batracio Frogger)

25

Capítulo 2Infiltrado

Así es como comencé a fingir que trabajaba para Ancanel. La mañana siguiente, horas después de nuestra conversación, el presidente me presentó al resto de directivos de la oficina central. Mi coartada era que, como estaban preocupados por la seguri-dad informática, me habían contratado para insta-lar un nuevo programa de protección en todos los ordenadores de la compañía. Mi misión real era la de revisar los equipos informáticos, uno por uno, y averiguar quién estaba detrás de esos amenazantes anónimos.