una palabra de aliento - espiritualidad puritana y reformada
Post on 17-Feb-2015
187 Views
Preview:
TRANSCRIPT
UnapalabradealientoCalvino ha sido criticado por dejar de apoyar, supuestamente, la obra evangelizadora. Hemos
visto que esto, sencillamente, no es así, y las lecciones debieran darnos aliento.
Por un lado, nos dice que deberíamos permanecer ocupados, y preocuparnos menos de lo que los
demás digan de nosotros. Si Calvino no pudo protegerse de los críticos ni trabajando veinte horas
al día, predicando, enseñando y escribiendo, ¿qué dice esto de nuestro trabajo por el reino de
Dios? Si Calvino no fue evangelizador, ¿Quién lo es? ¿Estamos dispuestos a confesar con William
Carey respecto al trabajo por las almas de los pecadores: “Prefiero desgastarme antes que
oxidarme”?
Quizás algunos de nosotros estamos cansados. Tememos que nos estemos desgastando con ver el
fruto de nuestra obra evangelizadora. Estamos cargados de trabajo. La labor espiritual ha
producido cansancio espiritual, que a su vez ha producido desaliento espiritual. Nuestro ojo no se
ha oscurecido, pero nuestra energía física y espiritual ha sido seriamente reducida por nuestro
constante darnos al bien de los demás.
Esto puede ser particularmente cierto de aquellos que somos pastores. Los sábados por la noche
estamos preocupados porque no nos sentimos adecuadamente preparados para la adoración.
Nuestras responsabilidades han sido demasiado pesadas. Estamos agobiados por la administración
eclesiástica, el consejo personal y la correspondencia. El domingo por la noche estamos
completamente agotados. Incapaces de cumplir con nuestras responsabilidades, trabajamos bajo
un sentido permanente de inadecuación. Carecemos de tiempo familiar; carecemos de tiempo
privado con Dios. Como pasaba a Moisés, nuestras manos se hacen pesadas en la intercesión.
Como Pablo, exclamamos: “Y para estas cosas, ¿Quién es suficiente?” (2 Co. 2:16). Las rutinas del
ministerio diario se hacen agobiantes. Experimentamos lo que Spurgeon llamó “ataques
desvanecedores del ministro”, y nos preguntamos si estamos siendo usados por Dios, después de
todo. Nuestra visión del ministerio es tristemente menoscabada.
En tales momentos, deberíamos seguir el ejemplo de Calvino. Algunas lecciones suyas incluyen:
Mira más a Cristo. Descansa más en su perseverancia, pues tu perseverancia descansa en
la suya. Busca gracia para imitar su paciencia en la aflicción. Tus pruebas pueden
alarmarte, pero no te destruirán. Tus cruces son el camino de Dios a la coronación real
(Ap. 7:14).
Adopta una perspectiva amplia. Trata de vivir a la luz de la eternidad. El bambú chino no
parece hacer anda en absoluto durante cuatro años. Entonces, en su quinto año, de
repente crece noventa pies de altura en sesenta días. ¿Dirías que este árbol creció en seis
semanas o en cinco años? Si sigues al Señor en obediencia, en general verás tus esfuerzos
recompensados al final. Recuerda, sin embargo, que Dios jamás te pidió producir
crecimiento: sólo te pide seguir trabajando.
Date cuenta de que los tiempos de desaliento a menudo son seguidos por tiempos de
avivamiento. Mientras predecimos la ruina de la Iglesia, Dios está preparando su
renovación. La Iglesia sobrevivirá a través de todos los tiempos e irá a la gloria, mientras
que los impíos irán a la ruina. Así que cíñete los lomos de tu entendimiento y permanece
seguro, pues el Señor es mayor que Apolión y los tiempos. Mira a Dios, no al hombre, pues
la Iglesia pertenece a Dios.
Confía en Dios. Aunque los amigos puedan fallarte, Dios no lo hará. El Padre es digno de
confianza. Cristo es digno de confianza. El Espíritu Santo es digno de confianza. Viendo que
tienes un gran sumo sacerdote, Jesucristo, el Hijo de Dios, acércate a Él en fe, y espera en
Él, y Él renovará tus fuerzas. No todos somos Calvino. De hecho, ninguno de nosotros
puede ser Calvino. Pero podemos seguir trabajando, por la gracia de Dios, mirando a Jesús
para obtener la fuerza diaria. Si Calvino, un hombre, hizo tanto por la causa de la
evangelización, ¿no deberíamos pedir a Dios que usara también nuestros esfuerzos,
haciéndolos fructíferos mediante su bendición?
Atended al consejo del puritano John Clavel, que escribió: “No enterréis a la Iglesia antes de que
esté muerta”. Orad más y mirad menos las circunstancias. Continuad con doble fervor para servir
al Señor cuando no haya ningún resultado visible ante vosotros. Resistid la dificultad como buenos
soldados de Cristo. Estad dispuestos a ser tenidos por necios por amor a Cristo. Aseguraos de que
estáis en Dios, pues entonces podéis estar seguros de que Dios está en vosotros.
En palabras de M’Cheyne: “Hable vuestra vida más alto aún que vuestros sermones. Sea vuestra
vida la vida de vuestro ministerio”. Sed ejemplares en y fuera del púlpito, y dejad los frutos de
vuestro ministerio a nuestro Dios soberano, quien no comete errores y jamás abandona la obra de
sus manos.
Finalmente, cobrad ánimo del enfoque de Calvino de “la puerta abierta”. ¿No erramos gastando
nuestras energías en abrir puertas que Dios ha cerrado? ¿No deberíamos, más bien, orar más para
que se abran nuevas puertas a nuestro ministerio? ¿No deberíamos pedir la guía de Dios para
reconocer qué puertas están abiertas y, por su fuerza, atravesarlas? Dios nos dé gracia no para
guiarlo, sino más bien para seguirlo en toda nuestra obra evangelizadora. ¿No es el corazón mismo
de la evangelización reformada seguir a Dios antes que intentar guiarlo?
Pueda el Señor Jesús decir de nosotros lo que dijo a la Iglesia de Filadelfia en Apocalipsis 3:8: “Yo
conozco tus obras; he aquí, he puesto delante de ti una puerta abierta, la cual nadie puede cerrar;
porque aunque tienes poca fuerza, has guardado mi Palabra, y no has negado mi nombre”
De esto se trata la evangelización reformada de Calvino, y de esto debe tratarse nuestra
evangelización. Dios nos ayude a ser verdaderos a su nombre y obedientes a su Palabra, buscar las
puertas que abrirá ante nosotros, y orar con Calvino: Ayúdanos a solicitarte cada día en nuestras
oraciones, y a no dudar jamás que, bajo el gobierno de tu Cristo, puedes volver a reunir a todo el
mundo…, cuando Cristo ejercerá el poder que le ha sido dado para nuestra salvación y para la de
todo el mundo”.
top related