un largo bertedero con barquitos de papel
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“Un largo vertedero con barquitos de papel”
(“El regreso”)
La acción transcurre un caluroso 26 de noviembre del año 1954, en un boliche de
copas que se encuentra en una pequeña ciudad pampeana.
La ciudad tiene la particularidad de tener un Hospital-Hospicio. En éste no sólo
son atendidos e internados los pacientes comunes, sino también los enfermos
mentales. Muchos enfermos mentales viven en él.
Espacio escénico:
A la derecha la puerta de acceso del local y la ventana que da a la calle; y a la
izquierda, la puerta que comunica con el resto de la casa.Haciendo foro y a la
derecha de los espectadores encontramos un pequeño mostrador ciego y de
madera. Detrás de él una pequeña estantería con varias botellas. Todas con sus
respectivos corchos o tapas. Algunas con la mitad de su bebida consumida y otras
llenas. Tres mesas de madera esparcidas por el espacio con sillas a sus
derredores.
Los personajes:
FERMÍN: es un hombre cuarentón, taciturno, con apariencia tranquila y que
esconde una peligrosa inestabilidad.
TADEO Y SU PROPIO ESPECTRO: Tadeo Funes alias “El Langosta”. Es un
diminuto hombrecito de 42 años de edad. En su juventud fue un boxeador
conocido en la zona. Luego se transforma en “El Espectro de Tadeo Funes” que
no es visto por ningún personaje y sólo es escuchado por Fermín. No tiene las
características de un fantasma convencional, es alegre, burlón, radiante. Se
mueve por todo el espacio como si fuera una mezcla perfecta entre un púgil
acrobático y una langosta chispeante. Viste una extraña bata en colores pasteles,
donde predominan los verdes y los marrones, que no es una bata de boxeo ni una
salida de baño.
DANTE: es un hombre robusto de baja estatura, de cabellos castaños claros.
Tiene edad similar a Fermín. Viste modesta y prolijamente, de voz muy suave y de
maneras delicadas. Es el encargado de la Estación de Trenes del pequeño
pueblo.
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LEONOR: es la vidente, médium, psíquica de la zona. Es una mujer de más de
cuarenta años, alta, fue muy delgada en su juventud, ahora tiene el exceso de
peso que puede tener alguien que anteriormente fuera muy flaco.Sus cabellos
negros, largos y vaporosos. Nariz puntiaguda, labios finos y dientes grandes.
AMANDA: la mamá de Fermín es una viejita chiquitita, inquieta y de pasitos cortos,
y que tiene una salud de hierro. Es de carácter recio y muy manipuladora.
EL CURA: Jeremías es un hombre cercano a los cincuenta años. Con una
pronunciada calvicie, bigotes muy finitos y gestos ampulosos y refinados. Su voz
es casi angelical.
Música sugerida:
Aunque la grabación no corresponda con la época en que transcurre la pieza,
sugiero el siguiente álbum: “Pájaro Chogui” interpretado por Raúl Barbosa y
Juanjo Domínguez. Hacia el final de la escena y toda vez que se lo indique, se
sugiere una galopera, tal vez: “Tren expreso” interpretada por Raúl Barbosa.
“Un largo vertedero con barquitos de papel”
(“El regreso”)
PRIMER CUADRO “de mañana muy temprano”
La radio encendida a muy bajo volumen, deja escuchar las canciones del álbum
titulado: “Pájaro Chogui” interpretado por Raúl Barbosa y Juanjo Domínguez.
Fermín está terminando de barrer, de acomodar y limpiar las mesas y sillas.
Sale por la izquierda, barriendo y llevándose consigo el montículo de basura
que juntó cerca de esa puerta. Se lo ve ansioso, apesadumbrado…
A los pocos instantes, sigilosamente y mirando hacia atrás en reiteradas
oportunidades, por la puerta del boliche aparece Tadeo. Por unos segundos
se queda mirando a través de la ventana. Luego, pasea su mirada por todo
el boliche. Deja su pequeño bolso de cuero gastado, tan gastado que hace
dificultoso adivinar su color, sobre una de las sillas de la mesa que da a la
ventana. Camina por el lugar, como descubriéndolo.
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Regresa Fermín con un balde con agua y unos papeles de diarios. Sin
percibir la presencia de Tadeo va hacia la puerta de calle y se dispone a
limpiar los vidrios. Al dejar las hojas de diario en la mesa que está junto a la
ventana descubre el bolso sobre la silla. Gira y para su sorpresa sus ojos se
cruzan con los de Tadeo Funes. Se miran fijamente por unos segundos.
Fermín, al no poder ocultar su malestar, le da la espalda y comienza a lavar
los vidrios de la puerta.
TADEO:- (Luego de un largo e incómodo silencio):No dijeron nada…
FERMÍN:- (Secamente):¿Quiénes?
TADEO:- Los de la radio…
FERMÍN:- ¿De vos?
TADEO:- No, de mí no, que van a decir de mí…
FERMÍN:- Qué ya saliste…
TADEO:- No soy una noticia importante.
FERMÍN:- Para tu mujer, a lo mejor…
TADEO:- A estas alturas creo que ni para ella. ¿No dijeron nada de
“Pascualito”?
FERMÍN:- Ganó…
TADEO:- (Con alegría contenida):¡Qué grande!
FERMÍN:- Campeón del mundo.
TADEO:- (Contento):¡Nuestro primer campeón del mundo! ¿Lo noqueó?
FERMÍN:- No sé. Sabés que el boxeo no me cae simpático.
TADEO:- Qué será lo que te cae simpático a vos.
FERMÍN:- El boxeo seguro que no.
TADEO:- ¡Seguro que lo noqueó! Ése chino no le iba a aguantar de pie toda la
pelea.
FERMÍN:- Nipón.
TADEO:- ¿Qué cosa?
FERMÍN:- Japonés, que no es lo mismo.
TADEO:- Chino, japonés… son primos hermanos…
Fermín seca los vidrios de la ventana con los papeles de diario.
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FERMÍN:- ¿Qué tenés pensado hacer?
TADEO:- No sé bien, todavía no lo pensé…
FERMÍN:- Con todo el tiempo que tuviste.
Cuando Fermín termina de secar los vidrios de la puerta, comienza a lavar
los de la ventana. Para poder realizar esta acción se ve obligado a correr la
mesa y las sillas que están juntos a ella.
TADEO:- Bien sabés que estando a la sombra, por mucho tiempo que se tenga
lo que menos que se hace es pensar con claridad. Un día pensaba en llegar acá y
dejar las cosas bien en claro con todo el mundo. Que pararan de culparme por
toda la mierda que ocurre en este pueblo apestoso. ¡Se afanan una gallina y soy el
sospechoso número uno! ¡Se culean a una piba de diez años y soy el sospechoso
número uno! Matan a un viejo de mierda, putanero, vago, pendenciero y vividor: ¡y
soy el sospechoso número uno! (Pausa.)Pero, al otro día pensaba: nunca más me
ven el pelo en ese pueblo de roñoso. Ni bien salga me voy para la ciudad. Allá
donde nadie me conozca. Bien lejos. A perderme, a ser un desconocido, a
juntarme con todos los anónimos y desconocidos habitantes de la ciudad más
grande y más podrida de éste mugroso país…
FERMÍN:- ¿Y por qué regresaste?
TADEO:- Porque necesito aclarar algunas cositas con vos.
Fermín deja de limpiar los vidrios y enfrenta a Tadeo.
FERMÍN:- (Molesto):¿Conmigo? ¿Y qué tenés que aclarar conmigo?
TADEO:- Yo no fui. Yo no hice nada.
FERMÍN:- Ya lo hablamos, poco, pero lo hablamos.
TADEO:- Nunca me creíste.
Fermín termina de limpiar los vidrios de la ventana.
FERMÍN:- De todas maneras me hiciste un favor.
TADEO:- Yo no te hice ningún favor porque nunca lo hice. ¡Yo no fui!
FERMÍN:- Si para irte necesitás que diga que te creo, que creo en tu inocencia,
está bien: ¡Sos inocente! Chau. Buen viaje.
TADEO:- ¿Me estás jodiendo?
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FERMÍN:- Acá el único perjudicado, que yo sepa, (aludiendo a él mismo):“es el
que viste y calza” que se comió casi dos meses de calabozo y (haciendo alusión a
Tadeo):“en no muy grata compañía”
TADEO:- Que yo sepa vos también fuiste detenido como sospechoso…
FERMÍN:- Porque te negaste a declarar tu culpabilidad, porque nunca dijiste
que eras culpable.
Fermín reacomoda la mesa y las sillas.
TADEO:- ¡Cómo me voy a declarar culpable de algo que no hice! Por más odio
que le tuviera a ese viejo sinvergüenza. Todos los motivos del mundo no alcanzan
para matar a alguien. Y menos a sangre fría.
FERMÍN:- ¿Cómo sabés que fue a sangre fría?
TADEO:- Una puñalada por la espalda no puede darse en una pelea.
FERMÍN:- ¡Ah, no! ¿Y por qué estás tan seguro?
TADEO:- (Ocultando los verdaderos motivos de su seguridad.)Porque lo dice
todo el mundo. El viejo estaba sentado chupando su brebaje para dormir sin
culpas, el asesino lo sorprendió viniendo de atrás y lo ajustició.
FERMÍN:- Y ése alguien, para vos: ¿quién fue?
TADEO:- ¿El asesino? (Eludiendo dar una respuesta):¡Cómo lo voy a saber!
Lo único que sé es que yo no lo hice. Hace mil años que no entro a éste boliche
piojoso y vos bien lo sabés. Llevaba años peleado con ése energúmeno y eso vos
bien lo sabés. No me lo podés negar. Y eso no tiene nada que ver con mis
sospechas… ¡No tiene nada que ver! El viejo nunca fue “santo” de mi devoción.
Era un viejo cagador. Todo el mundo lo sabía. Le debía a cada bendito una vela.
FERMÍN:- (Interrumpiéndolo):Y entonces…
Fermín se dirige hacia el interior de la casa llevándose el balde y los diarios
húmedos. Luego de unos segundos reaparece y se dirige a acomodar la
mesa y las sillas junto a la ventana.
TADEO:- Entonces… que tendrían que haber puesto preso a medio pueblo por
sospechosos. Más de medio pueblo lo odiaba. Y ni que hablar de los pueblos a la
redonda. Nunca tuvo buena fama y conoció más calabozos que el mismo Juan
Moreira. (Insidioso):Cualquiera podría haberse querido vengar…
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FERMÍN:- ¿A quién te referís?
TADEO:- En esta casa nadie lo quería. Tanto vos como tu mamá no podían
vivir en paz con ese hombre. Y vos nunca te pudiste olvidar de tu infancia y de lo
mal que trataba a tu vieja. Eso nunca se lo perdonaste.
FERMÍN:- ¿Qué estás insinuando?
TADEO:- Lo que la otra mitad del pueblo decía: “¡Por fin!, Fermín le hizo
justicia a la pobre Amanda”
FERMÍN:- (Asombrado):Eso decían… Pero, era mi padre…
TADEO:- ¡Era un hijo de puta! (Pausa cargada.)Dentro de un rato me voy del
pueblo… Necesito que hablemos con claridad. Sin rencores. Que nos digamos lo
que no nos pudimos decir durante todas esas largas, larguísimas horas de
compañía forzada, entre esas cuatro paredes sucias y tristes. Yo no sé porque
necesito hablar claramente con vos. Pero lo necesito. Eso es lo único que sé.
Necesito que entre nosotros las cosas queden claras. Y de algo estoy seguro, si
volví a éste pueblo de mierda, sólo fue para que hablemos. Lo que se diga queda
aquí, entre nosotros, entre las paredes de este boliche. Eso sí, vos tenés que
comprometerte a ser el encargado de dejar limpio mi nombre en éste miserable
pueblo. Tenés que decirles a todos que yo soy inocente, solamente, una víctima
inocente. Y yo te prometo que me voy de este pueblo y nunca, pero nunca, vas a
tener noticias de Tadeo Funes.
FERMÍN:- ¡Está bien!, creo en tu inocencia…
Se coloca detrás del mostrador y se pone a secar las copas.
FERMÍN:- ¡Qué tengas buen viaje!
TADEO:- No es eso lo que necesito…
FERMIN:- Plata, no tengo…
TADEO:- Ni tengo ni necesito. Antes de que sigamos hablando, no quiero que
nadie sepa que vine hasta aquí…
FERMÍN:- Por mi boca no se van a enterar…
Tadeo va hacia el gastado bolso, sin tomarlo se queda mirando la silla, la
mesa, la ventana…
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TADEO:- Qué pena Fermín. Te prometí que la verdad quedaría aquí, entre
estas cuatro paredes, en vos y en mí. Pero, si no estás dispuesto a hablar con
claridad, me vas a obligar a quedarme. Y te lo aseguro, creémelo que nada me
cuesta más. No estás queriendo entender la situación y me vas a obligar...
FERMIN:- (Sin levantar la vista de las copas.)Yo no te obligo a nada… Hay
cosas que mejor callar…
TADEO:- ¡No, no, Fermín! Sé que no sos el hombre más valiente que yo haya
conocido, pero, tenés que animarte a hablar. Se me ocurre que no tenés idea de lo
que es quedarse con algo podrido internamente, con algo que vaya fermentando
adentro y que para peor no pueda salir. ¡Tenés que hablar, Fermín, tenés que
contarme lo que ocurrió esa noche! Nos va a hacer bien a los dos. Vos te liberás
de la tortura interna que te produce el secreto y yo me puedo ir sin una muerte
apestando sobre mi nombre. ¡Yo nunca maté a nadie! ¡Aunque lo hubiera deseado
con todas mis fuerzas! ¡No soy un asesino, y menos un traicionero que mata a otro
hombre por la espalda! (Retomando la calma):Soy inocente y necesito que todo el
mundo lo sepa. Me quiero ir de acá, pero dejando mis manos limpias. Y vos me
estás obligando a que me tenga que quedar. Y si yo me quedo mi presencia te
hará recordar todo el tiempo lo ocurrido.
Fermín deja de secar las copas y levanta lentamente la mirada; muy
disimuladamente y sin ser visto por Tadeo, toma algo del mostrador y lo
esconde entre sus ropas.
En ése preciso instante, proveniente de la radio aún encendida, el sonido de una
“galopera” inunda el boliche de copas. El volumen de la música irá en ascenso
hasta el final de la escena.
FERMÍN:- No es sencillo hablar… Hay hechos que si uno los olvida parecen no
haber ocurrido…
TADEO:- Un mes y medio estuve esperando que habláramos con claridad, que
vos me contaras tu versión, para yo poder contarte la mía, y los dos juntos poder
armar lo que ocurrió esa noche, pero nada… nada… pasábamos interminables
horas, días, semanas, sin hablarnos, sin mirarnos…Yo no confesé haberlo hecho,
pero tampoco inculpé a nadie. Y eso que lo supe desde el primer momento…
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Fermín disimuladamente sale de detrás del mostrador y muy lentamente va
hacia la puerta de calle.
FERMÍN:- (Atemorizado, impaciente):¿Qué es lo que supiste desde el primer
momento?
TADEO:- Esa noche la seguí a la Zulema. Los compañeros de bochas se
aburrieron de repetírmelo. ¡Todas las benditas noches!, entre arrime y arrime,
entre bochazo y bochazo. ¡Todas las noches me llenaban la cabeza! Y ésa maldita
noche, dejé el partido por la mitad, me fui hasta casa, me escondí cerca y la
esperé salir y la seguí… y la seguí hasta acá. Me cagué mojando. Ella también se
mojó toda, pero a ella ni le importaba. Mientras la seguía, no paraba de pensar,
pensaba y pensaba… ¿con quién?… ¿con quién? Primero pensé que la cosa
venía con vos. Después pensé: el Fermín no es de enredarse con mujeres ajenas.
¡Bah, ni se le conocen mujeres! ¡Pero ése viejo sí que era de enredarse! Ese viejo
era como un chimango, siempre revoloteando sobre la carroña ajena.
Fermín ya está al lado de la puerta y sin ser visto por Tadeo observa
atentamente hacia la calle.
TADEO:- La vi entrar y después la esperé escondido detrás de aquél paraíso.
No sé cuento esperé. Por suerte dejó de llover. Los minutos me parecían horas, y
las horas… Más de tres veces estuve a punto de mandarme, de entrar y de
empezar a los golpes, de molerlos a piñas a los dos. Pero me contuve, me comía
las uñas y me contenía y me contenía, y me decía: “tranquilo Langosta, tranquilo,
sosegate mierda, sosegate Langosta”… Hasta que la vi salir… salió caminando a
los saltitos, esquivando los charcos de agua que había dejado la lluvia en la calle
de tierra.
Fermín va lentamente y se para al lado del mostrador.
(El sonido de la galopera – “Tren expreso” - sube paulatinamente hasta el final del
cuadro.)
TADEO:- Y yo me quedé mirándola. La iba a seguir, pero me distrajo la luz del
boliche cuando se encendió tan de repente. En medio de la noche. Lo vi aparecer
a Don Eliseo con una botella de ginebra en la mano. Y se sentó en ésta mesa, en
ésta silla… dejó la botella sobre ésta mesa… Sentado aquí, al lado de la ventana,
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como si no tuviera nada que ocultar, mirando la noche… Una noche ahora quieta,
oscura…
Tadeo, casi sin darse cuenta, va hacia la misma mesa y se sienta en la
misma silla en dónde lo había hecho Eliseo aquella noche. Fermín lo
observa, sin moverse de al lado del mostrador.
TADEO:- (Haciendo la mímica):Don Eliseo levantó la botella de ginebra, bebió
un trago largo, sin respirar, se bebió otro y dejó nuevamente la botella sobre la
mesa. Se secó la comisura de los labios y en ése momento…
FERMÍN:- ¡Basta! ¡No quiero escucharte más! Desde afuera no pudiste ver
todo. ¡Basta! Y eso que estás contando bien pudo ser cualquier otro día. Papá
siempre se sentaba ahí. Cualquiera que pasara de noche lo podía ver sentado en
ése lugar.
TADEO:- Pero esa noche sólo yo estaba mirando detrás del paraíso aquel.
Sólo yo me quede a pesar de la lluvia. Sólo yo vi salir a Zulema de la cama de tu
viejo. ¡Esa cama que antes usaba con tu mamá! ¡La misma cama en donde te
hicieron a vos!
Fermín casi por impotencia o por el dolor que ya no cabe en su cuerpo, en
un arrebato de valentía insospechado, hace un rápido ademán, como
buscando algo en su cintura, y se abalanza contra Tadeo.
FERMÍN:- (Con un grito ahogado, desesperado):¡Basta! ¡Bastaaaaa!
Tadeo, casi sin salir de su asombro, se ve obligado a ponerse de pie y a
levantar su guardia dispuesto a repeler la agresión.
(La música sube a su más alto volumen y se produce el apagón brusco antes del
enfrentamiento. Cesa bruscamente la música.)
SEGUNDO CUADRO: “al atardecer del mismo día”
Al encenderse las luces de escenas vemos algunos sutiles cambios en el
boliche. Haciendo foro y desde el centro y hacia la izquierda de los
espectadores encontramos el pequeño mostrador ciego y de madera.
La pequeña estantería está vacía y en su antiguo lugar. Todas las botellas
están sobre el mostrador. Las tres mesas de madera esparcidas por el
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espacio con sillas a sus derredores están en el mismo orden que en el
cuadro anterior. Al comienzo del presente cuadro Fermín mudará la
estantería detrás del mostrador y durante el transcurso del mismo colocará
las botellas en ella. Previamente limpiará estantes y botellas. Todo el
trabajo lo realiza de un modo cauteloso, obsesivo, cuidando hasta el último
detalle. Producto de algún movimiento, esporádica y disimuladamente, se
tocará la boca del estómago. Está tanto o más taciturno que en el cuadro
anterior. Dante entra al boliche. Va hacia la mesa que da a la ventana.
Fermín, que estaba a punto de comenzar a arrastrar la estantería, lo mira y
lo llama antes de que éste se siente. Se tratan cariñosamente, con cierta
distancia, pero es evidente que algo profundo los une. Tal vez una historia
en común, algo propio, secretamente propio.
FERMÍN:- ¡Me ayudás!
DANTE:- ¿Eh? Ah, sí…
Dante va hacia la estantería y juntos la levantan y la colocan donde Fermín
lo dispone.
FERMÍN:- (Anticipándose a las preguntas):Cansado de ver el boliche siempre
igual. Y como no hay guita para pintar, cambio las cosas de lugar. Aquí me parece
que está bien. Gracias Dante. ¿Con qué te puedo convidar?
DANTE:- (Yendo hacia la mesa.)Con el trabajo que hice no me gané ni un
aperitivo.
FERMÍN:- (Busca sobre el mostrador la botella.)Y cómo no. ¿El de siempre?
DANTE:- Y dale, no más…
FERMÍN:- (Sirviéndole en un vaso largo.) Lo que sí que con esto de limpiar y
cambiar las cosas de lugar, no tuve ni tiempo para ir a comprar las aceitunas…
DANTE:- Que sea sin aceitunas, no más
Fermín le lleva en una bandeja la copa y se la deja sobre la mesa.
DANTE:- A caballo regalado…
FERMIN:- (Regresando hacia el mostrador.)¿Hizo calor hoy?
DANTE:- (Entre sorbo y sorbo.)No tanto… para la época del año… no tanto.
FERMÍN: Será que anduve todo el día de aquí para allá.
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DANTE:- Será, no más… (Se termina de un trago la bebida y se queda
mirando el vaso vacío.)El carguero llegó media hora tarde…
FERMÍN.- Con razón.
DANTE:- El que llegó a horario fue el de las siete y treinta…
Fermín lleva la botella hacia la mesa y le vuelve a llenar el vaso.
FERMÍN.- El de pasajeros…
DANTE:- Gracias. Si el de la mañana. Ni un pasaje tenía vendido.
FERMÍN:- No valía la pena ni levantarse de la silla.
DANTE:- (Después de un sorbo.)Fue lo que hice, me quedé sentado detrás de
la ventanilla hasta el pitazo de la despedida. Ahí, salí y levanté la mano para que
salieran, no más…
Fermín vuelve al mostrador y sigue limpiando y ordenando las botellas en la
estantería.
FERMÍN:- (Disimuladamente):Salvo el empleado del correo no debe haber
llegado ningún pasajero…
DANTE:- No sé, ni vi quienes descendieron… (Mirando por la ventana.)Ahí va
la Zulema.
FERMÍN:- (Cómo si no hubiera escuchado):¿Quién?
DANTE:- La mujer del Langosta. (Repitiendo algo que otros dicen, sin ninguna
connotación sexual):¡Está para hincarle un diente a la viudita! (Se ríe de su
ocurrencia.)¡Bah, eso dicen, no más!
FERMÍN:- (Sorprendido):¿Cómo la viudita?
DANTE:- (Después de un sorbo.)Es una forma de decir.
FERMÍN:- ¡Ah!
DANTE:- Como el Langosta sigue a la sombra. Además, todos dicen, que es
muy, pero muy fácil y que eso la hace más interesante. Bueno, todos los que no
quieren enredarse con mujeres más serias y complicadas. ¿A dónde irá tan
apurada?
FERMÍN:- Mientras no se le ocurra venir para acá.
DANTE:- ¡Ah, claro! ¡No, no creo que se le ocurra venir para acá! ¡Qué cabeza
la mía! Me había olvidado. Espero no haberte ofendido con mis comentarios…
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FERMÍN:- De ninguna manera, las cosas son como son.
DANTE:- Don Eliseo sí que se dio los gusto en vida.
FERMÍN:- Hizo de todos menos trabajar.
DANTE:- Con todo lo que andaba de noche no tenía ni energía para trabajar
de día. El hombre era como los gatos: dormía al sol y andaba a la noche. Y en
este pueblo de noche no hay trabajo, lo que hay es otra cosa…
Se recorta la figura de Leonor en el rellano de la puerta de entrada. Los dos
hombres se quedan en silencio. Dante, la mira por un instante y apartándole
la mirada, oculto a la vista de ella y de Fermín, se persigna.
LEONOR:- Buenas tardes.
FERMÍN:- (Visiblemente sorprendido):Buenas…
Leonor con caminar seguro se dirige a la mesa que se encuentra a la
izquierda del público y toma asiento. Todas las miradas se entrecruzan en
silencio. Fermín toma un trapo rejilla del mostrador y se dirige a la mesa en
donde se sentó Leonor. En ése preciso instante y por detrás del mostrador
aparece el Espectro de Tadeo Funes.
FERMÍN:- (Pasa maníacamente el trapo por sobre la mesa, secamente):Qué le
sirvo…
LEORNOR:- Una bidú.
FERMÍN:- (Tratando de echarla):Fría no tengo, vendí la heladera para pagar el
entierro…
LEONOR:- Natural, está bien, no hace tanto calor…
FERMÍN:- (Yéndose, secamente):Cómo quiera.
Leonor saca una foto de su cartera de mano y la deja sobre la mesa.
El espectro va hacia la mesa y toma la foto, al levantarla es como si
levantara el “espectro de la foto”, ya que la foto original sigue sobre la mesa
y él de todas maneras tiene una foto entre sus manos.
ESPECTRO:- (Mirando la foto con atención.)¡Linda foto! Esa noche gané por
nocaut en el segundo round. Pobre Godoy, lo tumbé dos veces en el primer round
y ni bien comenzó el segundo un gancho al hígado y: ¡a otro gato con ese bofe!
Mirala Fermín, es una muy linda foto.
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El Espectro deja el “espectro de la foto” sobre la foto que estaba aún sobre
la mesa. En ese preciso instante Fermín deja sobre la mesa la botella de
gaseosa y el vaso. Producto del movimiento siente un pequeño dolor y de
manera sutil y disimulada se toca a la altura del hígado.
LEONOR:- (Con referencia a la foto, a Fermín):No le dice nada.
FERMÍN:- Es la foto de un boxeador.
LEONOR:- (Se sirve un poco de gaseosa.)Mírela bien. No lo reconoce.
FERMÍN:- (Toma la foto, no queda ninguna sobre la mesa, y la observa
fijamente.) Parece que fuera…
LEONOR:- ¿Quién?
Dante hace esfuerzos para mirar la foto pero sin moverse de su lugar.
FERMÍN:- (Deja la foto sobre la mesa, se va hacia el mostrador, visiblemente
molesto): Es una foto muy vieja.
LEONOR:- (A Dante, al verlo muy interesado):¿Usted lo reconoce?
DANTE:- ¿A quién?
LEONOR:- Al de la foto.
DANTE:- De aquí no la veo.
LEONOR:- Está solamente a dos pasos de ella.
Dante va hacia la mesa de Leonor, y evitando la mirada de ella, toma la foto
y se queda mirándola.
ESPECTRO:- (A Fermín, los dos están detrás del mostrador): No me vas a decir
que no me reconociste, ¡estoy igualito!
DANTE:- (Con absoluta naturalidad):Es el Langosta, no más…
LEONOR:- (Intrigante):¡Tadeo Funes!
Dante deja la foto sobre la mesa y lentamente se va hacia la suya.
LEONOR:- Ayer lo dejaron en libertad por falta de mérito. Hoy debería haber
llegado en el tren de las siete y media. (A Dante):Usted, ¿lo vio bajar del tren?
DANTE:- ¿A mí me pregunta?
LEONOR:- Sí a usted. (Burlonamente):A pesar de ciertas “debilidades”, todavía
sigue trabajando en la estación, ¿no es cierto?
DANTE:- (Herido):Nadie subió y nadie bajó.
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ESPECTRO:- ¡Mentira!
LEONOR:- No es cierto.
DANTE:- (Con evidente culpa por no haber estado donde debiera,
dudando):Está bien…tiene razón.
El Espectro mira atentamente a Fermín, éste por un instante se atemoriza
por lo que pudiera confesar Dante.
DANTE:- El único que bajó tiene que haber sido el flaco Spedaletti.
LEONOR:- Además del jefe de correo, ¿no bajó Tadeo Funes?
ESPECTRO:- (Sarcástico, a Fermín):Se están complicando las cosas, esto se va a
poner muy divertido…
FERMÍN:- (Secamente, con un dejo algo violento):Disculpe señora, porque no
se termina su bebida y se va para su casa. Usted no es quien para andar haciendo
preguntas. Deje ese trabajo para el Comisario Salinas. Si Dante, que estuvo ahí, le
está diciendo que no lo vio, ¡es porque no lo vio! De la misma manera que le está
diciendo que al jefe de correo, ¡sí lo vio bajar del tren!
DANTE:- (Con exagerado temor):¡Yo no vi nada! ¡Fermín, yo te dije que ni me
moví de atrás de la ventanilla! ¡No, yo no vi absolutamente nada! ¡No vi nada! No
salí de atrás de la ventanilla de ventas hasta que el tren me pidió salida. Yo lo que
quise decir es que el flaco debe haber llegado porque el correo estaba abierto.
LEONOR:- ¿Entonces qué fue lo que pasó con Tadeo Funes? ¿Se fue volando?
DANTE:- (Haciendo un chiste, producto de su nerviosismo):Y es Langosta…
ESPECTRO:- Sobrio es boludo, medio chupado boludo y medio.
LEONOR:- (Con seguridad aterradora):De la cárcel confirmaron su salida; en la
estación de allá subió un pasajero con pasaje para acá, y entonces…
Leonor apoya la mano sobre la foto y cierra sus ojos. El Espectro va hacia
la mesa y se coloca al lado de Leonor. Como pasándole su energía,
tratando de hacer más fértil la perceptibilidad de ella.
LEONOR:- (Con suspenso intrigante):Al principio de mi entrenamiento, hace más
de quince años, necesitaba como mínimo media hora de relajación, de estar
tranquila, en silencio, concentrada, para poder meterme bien para adentro, para
solamente prestar atención a mi interior…¡Ahora no! Las imágenes se me
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chorrean delante de mis ojos cerrados, se van dibujando punto a punto raya a
raya, entre sombras y luces, con más intensidad y rapidez… me basta con tocar
una fotografía o sólo con saber el nombre…
Leonor sin abrir los ojos, bruscamente, se pone de pie. Todo su cuerpo
vibra, se estremece. Levanta ostensiblemente los brazos hacia el cielo.
Todo su cuerpo vibra, se estremece.
De la nada, como viniendo desde el más allá, empiezan a sonar los acordes de la
galopera – “Tren expreso” - . La misma que escucháramos en el cuadro anterior.
El Espectro abraza a Leonor y comienza a bailar con ella por el boliche. El
diminuto cuerpo del Espectro se pierde entre el delgado y alto cuerpo de
Leonor. Ella baila sin registrar lo que está haciendo. Entró en trance, en una
fase profunda de concentración mental y física casi sobrenatural. Todo su
cuerpo vibra intensamente. Cada vez con mayor vigor. Los brazos de
Leonor se alzan a las alturas evocando, moviéndose al ritmo de la música.
Dante muy asustado se va acercando hacia la puerta de calle. Fermín
observa aterrado.
LEONOR:- (Mientras baila, invoca):¡Tadeo! ¡Tadeo! ¡Dame una señal! ¡Tadeo!
¡Tadeo! ¡Dame una señal! ¡Tadeo! ¡Tadeo! ¡Dame una señal! ¡Tadeo! ¡Tadeo!
¡Dame una señal!
El Espectro, a través del baile, conduce a Leonor hacia el mostrador.
Fermín intuyendo el desenlace saca fuerzas de dónde no tiene y se
interpone entre los bailarines y el mostrador. Protegiendo el mostrador y la
estantería. Cuando la pareja se le acerca comienza a zamarrear con
violencia a Leonor.
FERMÍN:- (Tomándola por la espalda y zamarreándola con violencia):¡Basta!
¡Basta de estupideces! ¡Basta! ¡Dante, ayudame a sacar a esta loca de acá!
¡Dante, dame una mano!
El Espectro, entre risas burlonas, lucha para llevar a Leonor hacia el sector
del mostrador; Fermín no lo permite; Leonor se siente tironeada y sus
fuerzas van decayendo.
DANTE:- Perdón Fermín, tengo mucho miedo…
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Dante huye velozmente hacia la calle. Los textos que siguen se
superponen, se repiten, hasta que Leonor pierda la vertical.
LEONOR:- (Mientras lucha, invoca):¡Tadeo! ¡Tadeo! ¡Dame una señal! ¡Tadeo!
¡Por favor Tadeo, necesito una señal! ¡Tadeo, dame una señal! ¡Una señal, una
solita! ¡Una señal! ¡Una señal!
ESPECTRO:- ¡Correte Fermín! ¡Salí del medio! ¡Fermín, salí del medio! ¡Fermín,
salí del medio!
FERMÍN:- (La zamarrea con violencia, muy decidido a no dejarla pasar):¡Basta!
¡Basta de estupideces! ¡Basta! ¡Dante! ¿Dónde mierda te metiste? ¡Dante!
LEONOR:- (Ya no tiene más fuerzas.)¡Dame una señal! ¡Tadeo! ¡Tadeo! ¡Dame
una señal! ¡Tadeo! ¡Tadeo! (Ya sin fuerzas, abatida, agotada.)¡Dame una señal!
Leonor se desmaya y cae entre Fermín y el Espectro. Ambos se quedan
frente a frente.El espectro lo mira burlonamente. Fermín, cubriendo y
protegiendo con sus brazos extendidos el mostrador y la estantería,
observa a Leonor que está en el piso.
ESPECTRO:- (Riendo irónicamente, a Fermín):¡Esta batalla la ganaste vos, pero,
¿hasta cuándo vas a poder sostener esta guerra?!
Fermín se agacha y toma desde las axilas a Leonor, no sabe bien si llevarla
afuera del boliche o sentarla en la mesa en donde estaba. Toda esta acción
la realiza ante la mirada absorta de Amanda, quien se queda de pie en el
rellano de la puerta que comunica con el interior de la casa, Fermín arrastra
a Leonor hacia la calle. Cuando está llegando a la puerta de calle, el
Espectro casi de un salto se le interpone y le bloquea la puerta.
ESPECTRO:- (A Fermín, desafiante):¿Qué vas a hacer? (Amanerando la voz en
claro tono de burla):¿Te estás poniendo “loquito”? ¡Mirá que esto recién empieza!
Fermín duda y gira para llevar a Leonor, arrastrándola de las axilas, hacia la
mesa en dónde ella había tomado su bidú. El Espectro se queda paralizado,
mirando fijamente a Amanda y toma la decisión de irse hacia el mostrador.
AMANDA:- (Burlonamente):Igualito al sinvergüenza de tu papá.
FERMÍN:- (Detiene su andar y mira avergonzado a su madre):No, no es lo que
usted piensa, mamá.
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El Espectro desaparece detrás del mostrador.
AMANDA:- ¿Y qué es lo que yo pienso, si puede saberse?
FERMÍN:- (Sigue arrastrando a Leonor hasta una silla.) Se desmayó. Se
desplomó en el piso y estoy…
AMANDA:- ¿Y por qué la llevabas afuera?
FERMÍN:- (Improvisando):Para que tomara un poco de aire…
Fermín deja caer el cuerpo de Leonor en la silla. El cuerpo está muy
relajado, tan relajado que parece carecer de tono muscular. Fermín no
puede alejarse de ella, porque cada vez que lo hace, Leonor parece irse de
nuevo hacia el piso.
AMANDA: (Se acerca a Leonor; a Fermín, ordenándole):¡Trae una botella de
whisky!
Amanda con un movimiento brusco sienta a Leonor de tal manera que el
cuerpo de ella queda balanceado y no se va ni para un lado ni para el otro.
AMANDA:- (A Fermín, que se quedó de pie y mirando):¡Dale, trae una botella de
whisky! (Cachetea a Leonor, tratando de despertarla, a Fermín): ¿Quién es esta
loca? (A Leonor):¡Vamos, despertate, despertate!
FERMÍN:- Es Leonor, la que dicen que es vidente…
AMANDA:- ¡Con que esas teníamos! (Le mueve la cabeza de una lado para el
otro.) ¡Despierte mi hijita! ¡Vamos! ¡Vamos! ¿Y el whisky, para cuándo?
FERMÍN:- ¿Eh?, ah sí. (Lleva la botella y se la da a Amanda.)
AMANDA:- (Primero se toma un trago largo y luego lleva el pico a la nariz de
Leonor.) ¿Y qué vino a hacer aquí? ¿Nunca entró de día una mujer en este
boliche?
FERMÍN:- A tomar una bidú…
AMANDA:- Fermincito, a mí me querés engañar, te di la vida y me querés
engañar. (A Leonor que abre los ojos):¡Por fin, mi hijita! ¡Por fin! Por un momento
creía que íbamos a estar nuevamente de entierro. ¡Últimamente no damos abasto!
LEONOR:- (Sin salir del trance, llamando):¡Tadeo! ¡Tadeo, necesito una sola
señal! ¡Una sola! ¡Tadeo! ¡Dame una señal!
AMANDA:- ¿Quién es ése?
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El Espectro asoma su brazo por detrás del mostrador.
LEONOR:- ¡Dame una señal, Tadeo! ¡Necesito una señal! ¡Una señal!
El brazo del Espectro primero se mueve por el aire y luego la mano
comienza a tantear sobre el mostrador, hasta que descubre un cenicero de
chapa y lo arroja al piso. Los tres personajes se estremecen y se quedan
observando el cenicero que cayó en el centro del boliche y hacia el
proscenio. Casi en simultáneo con el golpe del cenicero en el piso, Leonor
se pone de pie y todo su cuerpo comienza a vibrar inconteniblemente.
LEONOR:- (Después de una breve pausa, muy contenta):¡Tadeo estuvo acá!
¡Estuvo aquí! ¡Me dio una señal! ¡Tadeo estuvo acá! ¡Me dio una señal! ¡Estuvo
acá, en el boliche! ¡Tadeo estuvo acá! (Sale hacia la calle gritando):¡Tadeo estuvo
en el boliche! ¡Me dio una señal! ¡Llegó en el tren y estuvo en el boliche de Eliseo!
¡Estuvo en el boliche! ¡Me dio una señal!
El Espectro ríe a carcajadas y sin dejar de reírse desaparecen su brazo y su
mano detrás del mostrador.Pausa cargada. Amanda mira a su hijo y éste le
esconde la mirada.
AMANDA:- (Asombrada):¿Quién es Tadeo?
FERMÍN:- (Aturdido):El asesino de papá…
AMANDA:- El Langosta.
FERMÍN:- (Aún muy desorientado):Estuvo acá.
AMANDA:- ¿Recién?
FERMÍN:- ¡No!, la noche aquella…
AMANDA:- (La madre abraza a su hijo, protectoramente.)Cosa de brujas.
Lentamente llega el apagón.
TERCER CUADRO: “La mañana temprano del día siguiente”
El boliche guarda el mismo orden que en el cuadro anterior. Al encenderse
la luz de escena vemos a Amanda sentada a la mesa que está junto a la
ventana. Toma mate, tranquilamente.
La radio encendida a muy bajo volumen, deja escuchar las canciones del álbum
titulado: “Pájaro Chogui” interpretado por Raúl Barbosa y Juanjo Domínguez.
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Se abre la puerta de calle y aparece Fermín trayendo una destartalada
carretilla de madera. Entra, deja la puerta abierta y la carretilla delante del
mostrador. Va detrás del mostrador y guarda las llaves en un cajón. En ése
preciso instante se percata que su madre está tomando mate y mirándolo.
FERMÍN:- ¿Qué hace ahí, mamá?
AMANDA:- ¿Para qué trajiste ése cachivache todo roto y sucio?
FERMÍN:- Ya se lo dije muchas veces mamá, no le hace bien sentarse en esa
mesa, y menos estando sola.
AMANDA:- ¿Y vos qué sabés? ¿Cómo podés saber lo que me hace bien o mal?
FERMÍN:- La escucho llorar todas las noches…
AMANDA:- De odio, lloro, de odio…
Fermín con papeles de diario comienza a sacarle la tierra a la carretilla.
FERMÍN:- Por lo que fuera, de todas maneras creo que no le hace bien
sentarse en el mismo lugar…
AMANDA:- Ya no es el mismo lugar. El lugar no es el mismo, porque el tiempo
no es el mismo y nosotros no somos los mismos… ¿Para qué trajiste esa
porquería?
FERMÍN:- Hasta que podamos comprar una nueva heladera me va a servir para
traer el hielo. Ya viene el verano y sin hielo, no vamos a tener buenas ventas.
Fermín del interior de la carretilla, extrae un plato de lata con unas piedritas
de incienso. Lo lleva hacia el mostrador, busca en el cajón una caja de
fósforos de cera y comienza a encender el incienso. Esta acción le
demanda más de una cerilla.
AMANDA:- ¿Y ahora? ¿Qué estás haciendo ahora?
FERMÍN:- Tengo que encender el incienso.
AMANDA:- ¿Por qué?
FERMÍN:- Hablé con el Padre Jeremías. Antes del mediodía va a pasar.
AMANDA:- ¡Dejá de encender esa porquería! Al final lo que pasó te alteró más a
vos que a mí. ¡Yo soy la viuda! Mirá que traer al Cura. Te estás volviendo loco
Fermín. ¡No quiero ni verlo por aquí!
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Fermín logró encender el incienso y va con la rejilla húmeda a limpiar la
carretilla.
FERMÍN:- Cuando lo veas llegar te vas adentro y listo. Es necesario que
purifique el lugar…
AMANDA:- ¡Lavá con agua jane que va a resultar más efectivo que ése bueno
para nada!
FERMÍN:- Ayer y hoy me la pasé lavando el piso, las paredes, los vidrios…
AMANDA:- ¡Apagá eso que larga un olor a iglesia que mata! ¿Para qué sirve ésa
porquería?
FERMÍN:- Escuché que… (Como repitiendo una lección estudiada de memoria):
“El incienso se conoce desde épocas muy antiguas y se usa para ofrendas
religiosas, para ahuyentar a los malos espíritus, para alejar a las enfermedades,
para ahuyentar a la muerte y, naturalmente, para estar más cerca de Dios.”
AMANDA:- Todas esas sartas de gansadas te la dijo ése vago que vive a
expensas de “su rebaño de estúpidos”.
FERMÍN:- Mamá: ¿no se preguntó alguna vez, si todo lo que nos pasa, no
tendrá que ver con nuestro alejamiento de la iglesia?
AMANDA:- Hijito mío, la muerte te dió un miedo espantoso que no podés
soportar. ¿Sabés por qué me escuchás llorar de noche? ¡Porqué no dormís!
¡Porqué te las pasas dando vuelta por la casa! ¡Porqué entrás al boliche y te
sentás en éste mismo lugar y bebés la misma cantidad de ginebra que bebía él! ¡Y
la tomás de pico igual que él! ¡Y mirás por la ventana, igual que él! Las otras cosas
que él hacía, no las hacés porque no tenés coraje. Por qué nunca hubieras tenido
las agallas que él tenía para vivir sin moral. Sin importarle los demás. Sin
importarle el sufrimiento que sus acciones provocaba en los demás. (Mira hacia la
ventana y se pone de pie.)Y me voy para adentro. Ahí viene ése bueno para nada.
No quiero verle la carita de curita angelical que pone. ¡Ése sí que es un gran actor
y no los que dan en el biógrafo! (Va yendo hacia el interior de la casa llevándose el
mate y la pava. Al pasar delante del incienso lo escupe intentando
apagarlo.)¡Apagá bien ésa porquería que larga un olor a muerte desesperante!
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Amanda Sale. Fermín va hacia el incienso, saca las cerillas del cajón pero
antes de encender una observa que el incienso sigue desprendiendo humo.
Vuelve a guardar las cerillas y va hacia la carretilla. En ése preciso instante
por detrás del mostrador aparece el Espectro. Se pone a jugar con sus
dedos con el humo del incienso.
ESPECTRO:- Así que purificando. Mirá lo que son las cosas, una madre viejita
parece más revolucionaria que su propio hijo. Hay Fermín, estás cada día peor.
Mirá que creer en la purificación, en el exorcismo. Si Satán estuviera acá adentro
no te hubiera alcanzado una fábrica de cerillas para encender ese carboncito
perfumado.
CURA:- (Apareciendo.)¡Buen día, hijo!
FERMÍN:- ¡Buen día, padre!
ESPECTRO:- (Con amaneramiento burlón):¡Buenos días, buenos días!
CURA:- Bonita mañana, hijo. Bonita mañana. ¿Tienes pensado dedicarte a la
jardinería?
El Cura se sienta en la misma silla y en la misma mesa, en la que se sentó
Leonor en el cuadro anterior. Deja su negro portafolio sobre la mesa.
FERMÍN:- No, Padre, de ninguna manera. El boliche a uno no le da tiempo para
otra cosa.
CURA:- ¿Ni para ir a misa los domingos de mañana?
ESPECTRO:- No es sencillo ir a misa cuando un es uno gran pecador.
FERMÍN:- ¿Quiere tomar algo, padre?
CURA:- Una copita de algún vino espirituoso.
FERMÍN:- ¿Moscato?
CURA:- Si no hay oporto o jerez…
ESPECTRO:- Tinto de damajuana.
FERMÍN:- (Sirve un vaso de moscato.)Un moscato, entonces…
Fermín va hacia el Cura llevándole su vaso de moscato. El Espectro va y se
sienta al lado del cura.
CURA:- De todas maneras no me respondiste a la pregunta.
FERMÍN:- ¿Qué pregunta Padre Jeremías?
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CURA:- Deberías ir a misa los domingos de mañana. Ayudaría mucho a la
purificación. No sólo debemos exorcizar el espacio, también debemos hacerlo con
el alma.
ESPECTRO:- Y el espíritu santo, amén.
FERMÍN:- A partir del próximo domingo voy a intentar ir.
CURA:- (Luego de beber un trago importante de moscato.)Mejor que
prometer es hacer. (Fermín continúa limpiando la carretilla.)¿Dónde la compraste?
FERMÍN:- La encontré tirada cerca del paso a nivel.
CURA:- Hablando de trenes, hay sospechas de que Tadeo Funes regresó al
pueblo, pero todavía se desconoce su paradero.
El Cura de otro trago importante se termina de tomar su moscato.
ESPECTRO:- ¡Dale Fermín! Sincerate con el curita. Después del tercer moscato
gratis te libera de toda culpa.
FERMÍN:- Lo único que sé Padre es que nadie lo vio llegar.
CURA:- Pudo haber bajado tratando de que nadie lo viera.
FERMÍN:- (Observa la copa vacía.)¿Le sirvo otro, padre?
CURA:- (Se pone de pie y va hacia donde está el incienso.) Después, hijo
mío, después. Para reponer energías. La lucha será cruel y mucha. Demandará
mucha fe, entrega y energía celestial. (Toma el plato de lata y se quema.)¡La puta!
Perdón, hijo, perdón. Pero, ¡cómo quema!
ESPECTRO:- Yo necesitaría un buen trago, voy a tener mucho trabajo.
FERMÍN:- (Dándole la rejilla toda sucia.) Tome, Padre.
CURA:- (Sin tomar la rejilla sucia.)¿No habrá algo un poco más higiénico?
Fermín va detrás del mostrador y busca otra rejilla limpia.
FERMÍN:- Sí, Padre, discúlpeme. Tome, está recién lavada.
CURA:- Gracias, hijo mío. En los tiempos bíblicos, la quema de incienso
acompañaba los sacrificios de aceite, frutas, vino…
ESPECTRO:- Sobre todo: vino, mucho vino…
El Padre Jeremías saca de su portafolio una biblia y una botellita con agua
bendita. Deja todo sobre el mostrador. Y luego toma, con el trapo rejilla, el
plato con el incienso y lo lleva a la puerta que comunica con el interior de la
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casa. Lo deja en el piso como obstruyendo la entrada y la salida por esa
puerta. Todas estas acciones las realiza mientras dice los textos que
siguen:
De la nada, como viniendo desde el más allá, empiezan a sonar los acordes de la
galopera – “Tren expreso” - . La misma que escucháramos en el cuadro anterior.
CURA:- …y otros sacrificios apacibles en el Templo de Jerusalén. Existía un
altar especial en el patio del Templo para la quema exclusiva de incienso. El
propio Dios señala a Moisés la fórmula del incienso, que sólo podía ser preparado
por la tribu de los levitas y los únicos que poseían el privilegio de ofrendarlo en el
Templo eran los sacerdotes.
El Padre va hacia el mostrador toma la biblia y el agua bendita y comienza
a rezar en latín, va por todo el boliche, por todos los rincones, por todas las
mesas, reza en latín, esparce agua bendita, santigua e invoca a viva voz.
La galopera – “Tren expreso” - va subiendo su volumen hasta llegar a su máximo
al final del cuadro.
CURA:- ¡Te ordeno a ti, Satán! ¡Te ordeno a ti, Satán! ¡Fuera! ¡Fuera! ¡Gloria
Patri, et Fili, et SpirituiSancto! ¡Sicuterat in principio! ¡Et nuncet semper! ¡Et in
saecculasaeculorum! ¡Amen! ¡Gloria Patri, etFili, et SpirituiSancto! ¡Sicuterat in
principio! ¡Et nuncet semper! ¡Et in saecculasaeculorum! ¡Amen!
Mientras el Padre reza y bendice, el Espectro comienza a andar por el lugar
tirando sillas, ceniceros, corriendo mesas; y le dice abiertamente a Fermín
los textos que siguen:
ESPECTRO:- (diabólicamente y gozando a pleno de la situación):¡Hay feo aliento
a sudor y olor a cadáver! ¡Hay feo aliento a modorra y olor a mujer! ¡Olor a
cadáver, olor a mujer! ¡Olor a cadáver, olor a mujer! ¡Olor al cuerpo de otro
hombre! ¡De otro hombre! ¡Hay aliento a sudor de otro hombre!
En la medida en que el Espectro arroja cosas al paso del Padre Jeremías,
éste establece una lucha cruenta con Satán, una lucha que lo va
consumiendo, que le va restando energías. El Padre Jeremías reza más
fuerte, más fuerte le habla el Espectro al pobre Fermín. Cuya imagen es
cada vez más chiquita y más sufriente. Fermín termina sentado sobre la
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carretilla y tapándose los ojos y los oídos. Los textos que siguen se
superponen y responde al vértigo de una lucha sin cuartel.
CURA:- (Casi a los gritos):¡Te ordeno a ti, Satán! PaterNoster, qui es in caelis,
sanctificéturnomenTuum, adveniatRegnumTuum, fiatvolúntastua, sicut in caelo et
in terra. Panemnostrumcotidiánum da nobishódie, et dimittenobisdébitanostra,
sicut et nos dimittímusdebitóribusnostris; et ne nos indúcas in tentationem, sed
libera nos a malo. Amén.
ESPECTRO:- (Tira alguna cosa y va a gritarle a los oídos a Fermín, va y vuelve,
disfruta con placer casi demencial):¡La noche de frío se va llenando como dedos
sobre el cadáver, como manto manchado de sangre sobre la piel de un hombre
que agoniza! ¡Hay feo aliento a sudor y olor a cadáver, hay feo aliento a modorra y
olor a mujer! ¡Olor a cadáver, olor a mujer! ¡Tierra revuelta! ¡Flores secas! ¡Olor a
cadáver, olor a mujer! ¡Se respira humedad y olor a cadáver!
El Padre Jeremías cae rendido al piso. Fermín casi no se logra ver, oculto,
agazapado, dentro de la carretilla. Con los oídos tapados y la cabeza entre
sus piernas.
ESPECTRO:- (Se va detrás del mostrador, entre carcajadas diabólicas y
repitiendo):¡Olor a cadáver, olor a mujer! ¡Tierra revuelta! ¡Flores secas! ¡Olor a
cadáver, olor a mujer! ¡Se respira humedad y olor a cadáver! (Deja de reír.) ¡Hay
tufo al sudor apestoso de un hombre! Éste tiempo de frío se va colmando como los
dedos acariciando un cadáver, como sotana pintada con sangre sobre la piel de
un hombre que agoniza.¡Hay tufo hediondo al sudor de un hombre al lado de otro
hombre! ¡Hay tufo hediondo a transpiración de dos hombres!(Desaparece.)
En el espacio escénico reina el caos. La música cesa y viene el apagón.
CUADRO CUARTO: “al atardecer del mismo día”
El boliche de copas está a medio ordenar. Algunas sillas todavía
permanecen en el piso, pero las mesas están en sus lugares. En el piso
todavía quedan cosas tiradas.Entra Dante observa el espacio y a Amanda
que está llevando la carretilla hacia el foro y a la izquierda.
DANTE:- ¿Qué desorden? ¿Quiere que le dé una mano Doña?
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AMANDA:- Con levantar las cosas del piso y ponerlas en su lugar es suficiente…
DANTE:- ¿Qué pasó aquí? (Comienza a levantar las sillas y a ponerlas en sus
lugares.) Parece como si hubiera habido una gran trifulca.
AMANDA:- Las locuras de “su amigo” Fermín…
DANTE:- ¿Por dónde anda ahora?
AMANDA:- Lo llevaron al hospital.
DANTE:- Pero eso fue cerca del mediodía, ¿todavía no volvió?
Dante junta los ceniceros que están dispersos por cualquier parte, luego los
lleva y los coloca sobre el mostrador. Amanda se sentó en la misma mesa
en que estaba sentada en el cuadro anterior. Ocupando el lugar que
ocupaba Eliseo y que sin saber Dante también tomó como propio.
AMANDA:- Deberían dejarlo internado, está muy pasado de vueltas. Deberían
sedarlo, ¡meterle una inyección así de grande!, como para dormir a una mula; y
después, para mayor seguridad, atarlo a la cama. Necesita dormir, dormir, dormir
dos días seguidos. Si no descansa se puede volver loco. La muerte de Eliseo no lo
está dejando en paz. (Después de una pequeña pausa, reflexivamente):A lo mejor
tiene razón y Satán se le metió en el cuerpo.
DANTE:- (Que no sabe dónde sentarse.)¿Quién dice eso?
AMANDA:- Él mismo lo dice. ¿No ve que se la pasa limpiando todo con
lavandina casi pura? ¡Encima se trajo al inútil del Cura! ¡Y ése bueno para nada se
puso en pedo con un par de moscatos! ¡El Cura en pedo y Fermín más loco que
una cabra loca, juntaron sus mentes nubladas y en dos minutos dejaron todo éste
despiole!
DANTE:- (Que se muere de ganas por beber algo.) Entonces es cierto lo que
están diciendo por ahí…
AMANDA:- (Con profundo pesar):Tengo mucho miedo de que los nervios le
jueguen una mala pasada.
DANTE:- (Con muchas ganas de beber.)Eso fue hace muchos años.
AMANDA:- La persona que es floja de los nervios cuando sufre un dolor que no
puede soportar fácilmente se vuelve a desequilibrar, Fermín nunca se pudo
recuperar del todo. Después de aquél ataque de nervios se le hicieron huellas en
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el cerebro que no se borran jamás. Ahí quedan para siempre. Surcos profundos en
el cerebro. Como cauces de ríos secos. Un día llueve mucho, demasiado, casi
como un diluvio y los ríos no dan abasto, desbordan, rebalsan, y el agua busca los
cauces secos y rápidamente los llena. Así se llenas los surcos del cerebro. Un día
una emoción fuerte rebalsa y la mente del hombre se inunda. Y a veces ahí no
más se estanca. Queda atrapada como el agua en una represa. (Pequeña pausa
cargada.)Bah, eso fue más o menos lo que entendí de lo que me dijeron en el
hospital aquella vez…
DANTE:- (No da más de las ganas de beber.)Doña, ¿no me sirve un aperitivo?
AMANDA:- Sírvaselo usted mismo, yo ni sé dónde está, después arregla las
cuentas con “su amigo”.
Rápidamente y casi como si fuera él mismo el que atiende el boliche, Dante
se sirve y vuelve a su mesa con el aperitivo.
AMANDA:- (Con dolor sincero):De haber sabido que éste era el precio, hubiera
preferido que el sátrapa de Eliseo, siguiera vivo. (Breve pausa.)Dante, ¡tengo
mucho miedo!
DANTE:- (Con un trago importante da cuenta con la mitad del aperitivo.
Temeroso ante el presentimiento de Amanda y sin saber que decir):No hay mal
que dure cien años ni cuerpo que lo resista.
Amanda lo mira y menea su cabeza como diciendo: “no diga pavadas,
hombre”; él se avergüenza de haber dicho lo que dijo. Proverbio dicho casi
sin pensarlo, por decir algo, para salir del paso.
DANTE:- (Para cambiar de tema): ¿No hay aceitunas?
AMANDA:- Si no hay donde están siempre, es porque no hay…
DANTE:- No tuvo ni tiempo para ir a comprar. Yo vine un poco más tarde
porque se volvió a atrasar el carguero. Últimamente siempre llega casi una hora
más tarde. Cómo si me pagaran un sueldazo para estar todo el día metido en ésa
estación mugrienta.
AMANDA:- No se queje mi hijito. (Dante con otro importante trago termina de
beber su aperitivo.)Usted debería besarle la placa todas las mañanas al ferrocarril,
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que si no hubiera encontrado ése trabajo andaría de linyera, todo el santo día
borracho y durmiendo en cualquier parte.
DANTE:- No ha de ser para tanto, Doña. Sólo dos aperitivos por día, no
más...(Luego de una breve pausa y casi con vergüenza): A propósito de…
AMANDA:- Sírvaselo.
Dante rápidamente vuelve al mostrador y se sirve. Observa a Amanda que
está distraída mirando por la ventana y de un trago se bebe medio vaso y
luego vuelve a llenarlo. Regresa a su mesa con el aperitivo.
AMANDA:- (Cómo si lo hubiera visto):Igual que un chico.
DANTE:- ¿A quién se refiere, Doña?
AMANDA:- (Sin dejar de mirar por la ventana.)Ahí va “la mal nacida” de Zulema.
En que cama se meterá a ésta hora.
DANTE:- Sigue averiguando por lo del Langosta.
AMANDA:- Si ése tiene dos dedos de frente debe de haber volado para otros
pagos. Para él sería una tortura vivir aquí. Con una mujerzuela como esposa y con
la sospecha de la sangre del difunto amante de ella entre sus dedos. ¡No hay
conciencia que soporte tanto tormento!
DANTE:- Se sabe que él salió de la cárcel y tomó el tren…
AMANDA:- No se sabe hacia dónde…
DANTE:- Yo no lo vi bajar… (De un trago se bebe medio vaso de aperitivo.)
Muy apresurado entra Fermín. Se lo ve desorientado, nervioso, fuera de sí.
Pasa, sin tomar en cuenta a los ocupantes del boliche, de la puerta de
entrada a la puerta que conduce al interior de la casa y desaparece.
Amanda, al verlo entrar de ése modo, queda tan aturdida que no atina a
nada. Dante es sorprendido por una angustia incontenible. Ambos sin tener
todavía en claro los profundos motivos, tal vez presumiendo un desenlace
doloroso y fatal, se miran sin poder lograr consuelo uno en el otro.
AMANDA:- (Muy maternal y asustada):¿A dónde vas? ¡Fermín!, ¿qué diablos
pasa con vos? (Mira a Dante como pidiendo ayuda y luego sale detrás de Fermín.)
Dante, casi por impulso, se toma de un trago el resto del vaso. Mira hacia
todos lados y luego va hacia el mostrador y se llena el vaso nuevamente.
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Mira hacia la puerta que conduce al interior de la casa, duda, no sabe si
entrar o quedarse a esperar, y dubitativamente regresa a su mesa. Vuelve
Amanda, desconsolada, confundida y lo enfrenta con decisión.
AMANDA:- (Con severidad casi maternal): ¡No se mueva de acá! ¡Y no lo deje
salir! Compórtese como un verdadero amigo y no lo deje salir. (Pronta a salir.)
DANTE:- (Muy dubitativo y con mucho temor):¿Y usted a dónde va?
AMANDA:- (Con mucha decisión y yendo hacia la puerta):Vuelvo en seguida.
¡No lo deje salir! (Regresa y va hacia el mostrador, abre el cajón y le arroja las
llaves a Dante. Cierra presurosamente el cajón.)¡Cierre con llaves hasta que yo
regrese! (Sale.)
Dante no logró atajar las llaves. Estas cayeron al piso y hacia el centro del
escenario. Dante duda en levantarse para recogerlas. Reaparece Amanda
en la puerta del boliche y rápidamente, con la velocidad que los tres
aperitivos se lo permiten, busca la llave y se encamina a cerrar la puerta
con llave. Amanda sale definitivamente. Dante, por unos instantes se queda
de pie al lado de la puerta, luego va hacia la ventana y observa a Amanda
yéndose, luego mira las llaves en sus manos y no sabe bien que hacer con
ellas. Aparece Fermín con un pequeño bolso de cuero, lo deja sobre el
mostrador, abre el cajón y extrae de él unos pocos pesos, toma su bolso y
va hacia la puerta. Se detiene ante ella mira el espacio, a modo de
despedida. Lo observa a Dante sentado en la mesa y bebiéndose de un
trago su vaso de aperitivo. Los ojos de Fermín se nublan por las lágrimas
contenidas. Se está despidiendo de su lugar, de su amigo, de su pasado.
En el preciso instante en que Fermín lleva su mano al picaporte de la
puerta, reaparece por detrás del mostrador el Espectro de Tadeo Funes y
mira con asombro el accionar de Fermín.
ESPECTRO:- (Sarcásticamente):¡Te escapás, Fermín! ¡Te escapás!
Fermín, por primera vez, lleva la mirada hacia donde proviene la voz de
Espectro. Sus ojos se transforman. Su mirada es la de un hombre que
acaba de ver ante sí lo más horroroso que un ser humano puede soportar.
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ESPECTRO:- (Muy burlón):¡Epa, che, no es para tanto! ¡Ni que hubieras visto la
luz mala!
Fermín, aterrado, angustiado, intenta abrir la puerta sin éxito.
FERMÍN:- (A Dante, con desesperación):¿Quién cerró la puerta?
DANTE:- (Muy asustado):Doña Amanda…
FERMÍN:- (Dubitativo):Y, ¿a dónde fue?
DANTE:- (Con mucho temor):No sé, no me lo dijo. Yo también me quiero ir, se
me está haciendo un poco tarde, pero nos dejó encerrados…
ESPECTRO:- ¡Fue a buscar al comisario! ¡Tú querida mamá te va a poner entre
rejas! ¡Y todo por tu culpa! ¡Por no haber hablado!
Fermín haciéndose eco de lo que acaba de oír, comienza a deambular con
desesperación por el lugar.
ESPECTRO:- ¡La culpa es toda tuya! ¡Por miedo a decir la verdad! ¡Por no haber
hablado claramente conmigo! ¡Por no haberme dejado ir!
Fermín por un instante se queda de pie; daría la sensación de que el peso
de todo su pasado le cayera sobre la cabeza y los hombros, y que sus
piernas casi no pueden evitar que sus pies se entierren en el piso.
FERMÍN:- (Absolutamente consternado):¡Me tengo que ir ahora! ¡El barco no
me puede esperar! ¡La marina es la marina y no me va a estar esperando toda la
vida!
ESPECTRO:- (Le camina al derredor y con un sarcasmo casi diabólico):¡Bueno!
¿Qué tenemos aquí? ¡Fermín se fue del presente! ¡Retrocediste en el tiempo!
¿Qué pasa Fermincito? ¿Qué te está pasando? (Desafiante):¿Podrás escapar? ¡A
qué no! ¡A qué no! ¡A qué no sos capaz!
Mientras el Espectro le habla el cuerpo de Fermín parece irse enterrando
lenta pero inexorablemente.
DANTE:- (Con profundo cariño):¿Y te vas a ir sin despedirte de tu mamá?
Fermín, sin mover su cuerpo, solamente girando la cabeza, mira hacia
todos lados como no sabiendo que hacer. Luego sale despedido, con sus
últimas fuerzas, va hacia la puerta y la intenta abrir. Después, va hacia el
mostrador, busca desesperado en el cajón, saca todo lo que hay en él, no
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encuentra lo que busca, vuelve a tirar todo dentro del cajón. Lo cierra con
brusquedad. Mira hacia todos lados, buscando con desesperación. El
Espectro lo sigue por todos lados, burlándose de él.
FERMÍN:- (Con profundo dolor):Ella no quiere que me vaya. Si no fuera por el
viejo, yo no me podría ir nunca de al lado de ella. ¡El viejo sí que me apoya! A él le
gusta la idea. El sí que quiere que me vaya. (Como si el padre le hablara):“El mar
te va a forjar el carácter, te va a hacer un hombre de bien, un macho de verdad,
¡en cada puerto te espera una puta! ¡Andá por ellas! ¡Corré, no te quedés ahí
parado! ¡Andá por ellas! ¡En cada puerto una puta te estará esperando!
DANTE:- (Casi sin poder contener el llanto):Tu mamá está por venir…
ESPECTRO:- ¡Qué jodido que era tu viejo! Te quería meter en un barco, lleno de
marineros. Pero vos nunca te hubieras animado. ¡Tenías miedo! ¡Te tenías miedo
a vos mismo! ¡A tus propios instintos!
FERMÍN:- (Con rabia contenida):¡No tengo miedo! ¡No tengo miedo! ¡Me quiero
ir! ¡Tengo que irme!
Fermín va hacia la carretilla, la toma, se coloca detrás de ella y luego se
pone a cierta distancia de la puerta, como tomando impulso para cargar
contra la puerta y romperla.
FERMÍN:- ¡Voy a tener que romper la puerta! ¡Para poder ir voy a tener que
romper la puerta!
ESPECTRO:- ¡Qué vas a romper! ¡Nunca pudiste romper nada! ¡Nada!
Dante con mucho miedo, pero con gran decisión, sopesando la acción que
se dispone a realizar Fermín, se interpone entre la puerta y la carretilla.
DANTE:- (Casi como un ruego):No la rompas, esperá…, esperá…, ya va a
venir tu mamá y la va a abrir, ella va a entender que ya sos grande…
Fermín deja la carretilla, el bolso en el suelo y se desmorona. El llanto lo
ahoga. La angustia le impide hablar con claridad. De pronto deja de llorar y
comienza a hablar y escuchar como si en ese preciso momento fuera un
niño; emulando las voces de su mamá o de su papá.
FERMÍN:- (Emulando a Eliseo):“¿Cómo te vas a poner de novio pedazo de
pelotudo? ¿No te das cuenta que esa mina culea con cualquiera menos con vos?”
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(Emulando a Amanda):“¡Dejalo tranquilo al nene! ¡Tiene sólo dieciocho años! ¡Y la
chica no es ninguna puta!” (Emulando a Eliseo):“¿Y vos que mierda sabés si vivís
encerrada entre estas cuatro paredes? ¡Si yo te digo que es una puta, es porque
es puta! ¡Igualita a la madre! (Emulando a Amanda):“¡Si estás tan seguro es
porque de seguro que ya estuviste metiendo la cola por ahí! ¡Un día te van a
encontrar en una cama ajena y te van a meter un par de puñaladas!”
Fermín, llora desconsoladamente tirado en el piso. Bruscamente se pone de
pie y con furia contenida va hasta la silla donde siempre se sienta Amanda,
que no es otra que la silla donde se sentaba todas las noches Eliseo a
tomar su ginebra. Se queda paralizado delante del respaldo de la silla.
ESPECTRO:- (Diabólicamente sarcástico):¡Sos incapaz de hacerlo! ¡Reprimido!
¡No tenés agallas! ¡Sos incapaz! ¡Reprimido!
Fermín arremete con furia contra la silla, la golpea contra el piso y luego
contra la mesa y por último la destroza contra la ventana, haciendo añicos
los vidrios de ella.
FERMÍN:- (Con una angustia y dolor guardado por años): ¡Hijos de puta! ¡Mal
paridos! ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué?! ¡Hijos de puta! ¡Mal paridos! ¡Por qué! ¡Por qué!
¡Por qué nunca pude ser libre! ¡Libre! ¡Libre! (Se deja caer en el piso, abatido,
confundido, extraviado…)
ESPECTRO:- (Muy burlón):¡Qué coraje! ¡Qué hombre! Qué miedo que me diste,
un hombre así es capaz de todo… de todo… (Se le ríe burlonamente a la cara.)
Fermín está tirado en el piso y llora ahogadamente. El Espectro le gira
alrededor y le canta, burlonamente.
ESPECTRO:- (Emulando las voces de varios niños cantando a coro): “Fermín es
dulce y empalagosa; de mirada tan tierna y plena; que te mira como una nena;
moviendo su boquita golosa.”
Mientras el Espectro le baila y canta alrededor, Fermín se tapa los oídos y
esconde su rostro entre sus piernas. Entre tanto, Dante se arrodilla al lado
de su amigo y le acaricia el cabello, la cabeza, los hombros… Intentando
crear una atmósfera casi celestial, ideal, resguardando la escena que viene
a continuación dentro de una campana de cristal, una campana protectora y
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llena de consuelo. Dónde sólo ellos dos puedan estar, libres, sin miedos ni
peligros.Fuera de esa atmósfera el Espectro sigue cantando, pero su voz no
se escucha, baila y canta y gesticula, pero su voz es inaudible, no logra
penetrar la campana de cristal.
DANTE:- (Amorosamente):Si me esperás unos días yo también voy con vos…
FERMÍN:- (Reprochándole):No vas a venir… Tu papá no quiere que vengas…
DANTE:- A lo mejor logro convencerlo… Y si no, me voy igual. Nos
escapamos…
FERMÍN:- Nos escapamos. Lejos, en el medio del mar, lejos de los puertos y de
la tierra y de los boliches… (Confidencialmente):Te espero hasta hoy a la noche, si
hoy a lo noche no me pasás a buscar, (amenazante):¡me voy solo!
DANTE:- (Tranquilizándolo, dándole seguridad):¡Voy a venir! ¡Voy a venir!
FERMÍN:- Hacé como todas las noches, imitá al grillo y yo salgo con el bolso
por la ventana de atrás.
DANTE:- (Imitando al grillo):¡Priiii… priii… priii…!
El Espectro al agacharse y tomar por detrás los hombros de Fermín, sin
siquiera proponérselo, rompe el efecto que la campana de cristal produjo
en Fermín.
ESPECTRO:- (Dándole un pequeño coscorrón amoroso en la cabeza a Fermín.)
Ya está Fermín, que pena que fuera así… qué pena… te voy a dejar en paz… (Se
pone de pie.)
Dante percibe que Fermín está algo inquieto, sobresaltado, e intenta
conducirlo nuevamente debajo de la atmósfera protectora.
DANTE:- (Vuelve a imitar el sonido del grillo): ¡Priiii… priii… priii…!
FERMÍN:- (Regresando a la calma):Qué lindo que te sale el sonido del grillo.
(Burlonamente, emulando la voz de su padre):“Nos vamos a hacer hombres, nos
va a forjar el carácter…”
Dante y Fermín ríen tontamente. El Espectro con un gesto casi de dolor, se
va hacia el mostrador.
FERMÍN:- (Con mucha ternura y casi en un susurro, como no queriendo
molestar los sonidos de la naturaleza):Escuchá, Dante, escuchá… ¿Lo
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escuchaste? Es el sonido del mar… ¡Miralo! No es como lo imaginamos… No es
un largo vertedero con barquitos de papel, ¡no!, es como muchos ríos juntos, y de
los más anchos… Mirá, Dante, mirá como las olas golpean contra las rocas, y las
lavan y las lustran y les sacan brillo… Vienen como enojadas y se van felices, para
volver como enojadas…
El Espectro se coloca detrás del mostrador, menea su cabeza y como
diciendo: “Hay Fermín, si hubieras confesado”. Y luego desaparece.
FERMÍN:- Un ancho y largo… muy largo vertedero con barquitos de papel...
pero, con el sonido del mar… ¿Sabés una cosa Dante? Ahora voy a poder dormir.
La música del mar me va a acunar y voy a poder dormir… libre… Dante,
abrazame, está llegando el invierno y tengo mucho frío…
Amanda golpea, desesperada, la puerta. Dante, sin escuchar los golpes y
los gritos, abraza a Fermín.
DANTE:- ¡Vamos a ser libres! ¡Vamos a poder dormir! (Con verdadera
duda):¿Cómo vamos a llegar hasta el mar?
FERMÍN:- Con el tren… de polizones en el tren carguero…
DANTE:- Siempre se retrasa cerca de medía hora…
FERMÍN:- No te confíes que a lo mejor llega a horario.
DANTE:- Tenés razón, cuando hace frío siempre llega a horario.
Amanda golpea, insistentemente, la puerta. Va hacia la ventana rota.
AMANDA:- ¡Dante, abra la puerta! ¡Abra inmediatamente la puerta!
DANTE:- (Casi sin perder el juego, en secreto):Fermín, ahí está tu mamá…
escondé el bolso para que no se avive… ¡Dale, andá a esconderlo debajo de tu
cama!
AMANDA:- ¡Dante, abra la maldita puerta! (Casi en un ruego):¡Dante, no me
obligue a saltar por la ventana! ¡Por favor, ya no tengo edad para eso! ¡Dante,
ábrame la puerta! ¡Por favor!
Fermín mira con viveza hacia todos lados, salvo hacia donde está su
madre, esconde su bolso entre sus brazos, casi acunándolo, como si su
bolso fuera un bebé.
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FERMÍN:- (Confidente a Dante):Si no lo convencés, escapate, hacé como voy a
hacer yo. Nos escapamos juntos… (Se pone de pie con el bolso entre sus brazos
y corre hacia el interior de la casa.)Nos escapamos juntos…
AMANDA:- (Observando a través de la ventana):Dante, ¿qué está pasando?
DANTE:- (Imitando el sonido del grillo para acompañar la retirada de
Fermín):¡Priiii… priii… priii…! ¡Priiii… priii… priii…! ¡Priiii… priii… priii…!
AMANDA:- ¡¿Por qué corre de ésa manera?! ¡¿Qué esconde entre sus brazos?!
¡Dante!, ¿qué pasó?, Dante: ¿qué está pasando?... ¡Esto es una locura! No me
puede estar pasando a mí…
Dante se pone de pie y comienza a llorar casi como un niño. Deambula
aturdido por el boliche. Va hacia la puerta por dónde salió Fermín y luego
mira como pidiendo consuelo a Amanda. Hurga en un bolsillo en busca de
las llaves y después, lentamente, agobiado, va hacia la puerta de calle.
AMANDA:- (Aún desde la ventana rota; desolada, con una angustia casi
incontenible):Por favor, dejá de llorar, dejá de llorar y respondeme. Hablá de una
buena vez… hablame… ¿qué pasó ahora?, Dante, ¿qué fue lo que pasó?
Lento apagón.
CUADRO QUINTO: “algunos días después, de mañana”
Sobre el mostrador un frasco de aceitunas verdes.La carretilla, pintada y
arreglada, se encuentra al lado de la puerta que conduce al interior de la
casa.La disposición de las mesas es la misma que se conservó durante
toda la pieza. La silla rota ya no está en escena y el lugar que ocupaba está
vacío. La ventana que aún no fue arreglada está cubierta por una lona
verde desteñida por el sol, cuyo destino anterior fuera el de preservar la
carga de un camión.
La radio encendida a muy bajo volumen, deja escuchar las canciones del álbum
titulado: “Pájaro Chogui” interpretado por Raúl Barbosa y Juanjo Domínguez.
Desde el interior de la casa y trayendo un balde con agua y diarios viejos,
aparece Dante. Tranquilo, pero con paso decidido, va hacia la puerta de
calle. Deja el balde en el piso y los diarios sobre la mesa que da a la
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ventana. Abre la puerta, por unos segundos se queda mirando hacia la calle
y luego se dispone a limpiar los vidrios de ella. Por unos instantes se queda
mirando un enorme cartel escrito a mano en el que reza: “SE NECESITA
EMPLEADO”. Sin disimular una leve sonrisa, arranca el cartel lo dobla
prolijamente y se lo guarda en un bolsillo. Va hacia el balde y se da cuenta
de que no trajo la rejilla. Meneando levemente la cabeza, como dibujando
un pequeño reproche, va hacia el mostrador en busca del accesorio.
Observa la botella de aperitivo. La manotea y la coloca sobre el mostrador.
Toma un vaso y se apresta a llenarlo. Duda. Con decisión tapa la botella y
la vuelve a dejar en donde estaba. Toma el trapo rejilla y se dispone a ir
hacia el balde. En ése preciso instante, Leonor entra al boliche de copas.
Observa hacia todos lados y casi sin prestar atención a Dante va hacia la
mesa que había ocupado con anterioridad. Sin tomar asiento, deja sus
cosas sobre la mesa. Mira fijamente hacia el mostrador. Dante, sin ser visto
por ella, se persigna.
DANTE:- (Deja caer la rejilla dentro del balde y con mucho temor):¿Desea
algo?
LEONOR:- (Sin Dejar de mirar el mostrador.)La verdad.
DANTE:- (Cada vez con más temor.)No sé a qué se refiere...
LEONOR:- Todo indica que Tadeo estuvo aquí.
DANTE:- (Con mucho miedo.)Dicen que lo tomó de sorpresa a Don Eliseo...
LEONOR:- (Con mucha autoridad.)¡Dicen! ¡Dicen! ¡En éste pueblo todos dicen!
¡Pero nadie dice la verdad!
DANTE:- (Muerto de miedo):Yo decía...
LEONOR:- Nadie dice la verdad.
Aparece el Cura y se queda en el rellano de la puerta observándolo todo.
CURA:- (Con impostada voz y carita de curita angelical): A qué verdad se
refiere, hija mía...
La mirada de Leonor por primera vez se aleja del mostrador y se posa
sobre la figura del Padre Jeremías.
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LEONOR:- (Con respeto pero sin perder seguridad):Tadeo estuvo en éste lugar.
Mi percepción es cierta. No tengo dudas. Y de éste lugar no salió. Sigue estando
aquí adentro.
El Cura se acerca lentamente hacia donde se encuentra Leonor.
CURA:- (Sin perder la calma.)Querida hija mía, el único que conoce la verdad
es el altísimo.
LEONOR:- (Tratando de no perderle el respeto, pero sin dejar de decir su
verdad): Tadeo estuvo aquí; bajó del tren y vino hacia aquí; y nunca salió de éste
lugar; ¡todavía está aquí! ¡Siento su energía!
Leonor comienza a encaminar sus pasos hacia el mostrador, casi sin querer
Dante se le interpone en su camino.
LEONOR:- ¡Está aquí! ¡Aquí!
El Cura con mucha energía la toma de un brazo y la hace girar. Quedan
cara a cara y se miran desafiantes.
CURA:- ¡Le ordeno que se retire de aquí!
LEONOR:- Está siendo cómplice.
CURA:- ¡En nombre de Dios le ordeno que se retire! Que deje en paz a esta
pobre gente. ¡Apiádese del que sufre!
LEONOR:- ¡Zulema también sufre!
CURA:- ¡Por esa pecadora Satán entró a éste lugar! (Con mucha autoridad):
¡Retírese!
Leonor junta sus cosas y se encamina hacia la puerta de salida. Se detiene
al punto, gira, y clava sus ojos profundos en los ojos del Padre Jeremías.
LEONOR:- (Con seguridad y autoridad):¡Sus manos, al igual que la iglesia
que usted representa, están llenas de sangre! (Sale.)
Se produce un cargado silencio. Dante recoge el balde y lo lleva detrás del
mostrador. El Cura se deja caer en la silla más próxima.
CURA:- Me atreví a venir cuando desde la ventana de la sacristía vi pasar a
la señora Amanda… (Se sienta.)Pobre no tiene consuelo… Le va a resultar más
difícil si no se reconcilia con el Señor… ¿A dónde iba?
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Dante, ya desistió de lavar los vidrios de la puerta. Con decisión toma otra
rejilla y va hacia la mesa próxima al Padre Jeremías.
DANTE:- A llevarle comida y ropa limpia a Fermín…
CURA:- ¿Cómo está él?
DANTE:- (Pasa maníacamente el trapo por sobre la mesa,
amablemente):Sedado, Padre, sedado…
CURA:- (Reflexivo y esperanzador):Buscando un poco de luz entre los surcos
llenos de sombras de su mente agobiada y enferma…
DANTE:- (Cambiando de tema): ¿Qué le sirvo?
CURA:- Un moscato bien espirituoso.
Dante con paso seguro va hacia la estantería y manotea la botella de
moscato y comienza a llenar un vaso. El Padre Jeremías observa, primero
la lona en la ventana y luego girando su cabeza se queda mirando
largamente la carretilla.
CURA:- (Cambiando radicalmente de tema): ¡Quedó bonita la carretilla!
DANTE:- (Yendo hacia el mostrador.)La fui arreglando entre tren y tren…
Dante deja sobre la mesa el vaso de moscato y un pequeño platito con
aceitunas.
CURA:- Muy pronto la bebida va a necesitar hielos…
DANTE:- Y, sí…
Dante va hacia el mostrador. Se coloca detrás y le pasa maniáticamente la
rejilla. El Padre Jeremías se bebe de un solo trago su moscato. La luz baja
suave y la música sube sutilmente.
Apagón Final.
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