tolerancia
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Tolerancia / Intolerancia
“Si respondemos ojo por ojo, lo único que obtendremos será un país de ciegos”
En estos últimos cuatro días, en medio de mi ya habitual mal humor,
consecuencia del desagradable tránsito vehicular en el que debo sumergirme
obligatoriamente por lo menos 2 horas diarias (que se me vuelven una eternidad sin
ninguna opción a evitarla), he debido reconocer el valor que yo perciba como
síntoma de expresión en la sociedad; y en medio de todo mi caos y dejando a mi mal
humor hablar por mí, diría que no existe ningún valor y que somos una sociedad
completamente perdida en la que a nadie le importan los demás, pues aquí todo el
mundo hace cualquier cosa con tal de llegar primero, de no dejar pasar, de
desquitarse porque el de atrás le pitó… Sin embargo yo, si pudiera describir cómo
me siento cada vez que salgo a la calle, diría que me siento tal cual Dave Evans,
mejor conocido como The Edge, en el videoclip “Numb” del disco “Zooropa” de
U2, la gloriosa agrupación musical a la que pertenece: así, entumecida y aguantando.
Y ya en la tranquilidad de la noche y de mi casa, escuchando buena música y con la
cabeza despejada, me doy cuenta que no es cierto que no existan valores, que sólo
mi mal humor es el que habla por mí y que dentro de mi realidad, existe mucha
gente que, a pesar de la asertividad ajena de expresar su inconformidad de manera
violenta, tiene un muy amplio margen admisible de respeto por esas expresiones y
también es igualmente capaz de actuar así pero reconoce que “ese remedio es peor
que la enfermedad”, lo que en otras palabras sería: gente tolerante.
En nuestros días, encontramos que, así como hay gente muy tolerante para la
violencia vehicular, también hay la que ha reconocido las diferencias entre los
miembros de la sociedad en la que vivimos y ha aceptado con respeto cuestiones que
en otros tiempos hubieran parecido imposibles. Uno de los grandes ejemplos en
cuanto a este tema es lo referente a las comunidades gay u otro de los grandes
ejemplos de todos los tiempos son las creencias religiosas, que como John Locke
(1689), en su Carta sobre la tolerancia, plantea en medio de un ambiente violento,
que la solución a los conflictos sociales inicia en la tolerancia y respeto para las
cosas con las que no estamos de acuerdo.
Sin embargo dentro del contexto violento que vivimos, veo que la tolerancia
va más allá de ser buenas personas y respetar las cosas en las que no estamos de
acuerdo: estamos tolerando ser violentados ¡por miedo! ¿Cuántas veces hemos
escuchado comentar que mataron a alguien porque reaccionó ante una agresión?
¿Cuántas veces dejamos de actuar “con tal de no pelear”? Y como estas cuestiones
hay muchas más que nos han orillado a cambiar nuestros hábitos y aceptar, con
imposiciones violentas, tantas cosas con las que no estamos de acuerdo.
Es en este punto de mi ensayo donde pongo nuestra actualidad en el
panorama general y veo que es minoría la que plantea con violencia cómo debemos
vivir y la mayoría hemos tenido que abstenernos de ella y hemos tenido que
agrandar nuestros márgenes de la tolerancia, pues reconocemos, de la misma forma
que Gandhi lo hace en su discurso ante la oposición del gobierno británico, que el
mal sólo se mantiene por la violencia, aunque en algunos casos extremos, esto nos
ha llevado adoptar el miedo como una forma de vivir.
Sin embargo, ante esto y aún sin el respaldo de nuestras autoridades, no
estamos solos, pues somos muchos los que no estamos de acuerdo en la forma en la
que nos hemos debido adaptar a vivir y aunque parezca imposible, estamos abiertos
a soluciones pacíficas que nos lleven a un cambio que nos beneficie. Yo, dentro de
mi ya común desesperación, sólo veo soluciones imposibles como irme a vivir a otro
país o unirme al bando de los malos, pero sigue siendo mi mal humor el que habla
por mí. Me encantaría que en nuestro país los problemas se arreglaran
pacíficamente, que todos recibiéramos educación de buena calidad, que nuestros
valores no fueran tan vulnerables y tantas cosas que cuando despierto ese sueño
imposible, me doy cuenta con desesperación que la pesadilla del desagradable
tránsito vehicular me espera mañana como todos los días, pero que después de
escribir todo este texto tengo la satisfacción de saber que debe haber alguien que
esté de acuerdo conmigo o por lo menos me leyó.
UNIVERS IDAD VASCO DE QUIROGA MAESTRÍA EN DISEÑO GRÁFICO ESTRATÉGICO
DISEÑO Y LIDERAZGO
L.D.G. GABRIELA GALLARDO TELLO OCTUBRE, 2010
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