the rake | julio gonzalez
Post on 24-Jul-2016
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INTRODUCCION
“¡¿QUÉ ES ESO?!”
Su aspecto es humanoide (como el de un humano), escuálido, calvo, de piel
blanca o un gris muy claro, con ojos negros mientras que en otros relatos se lo
describe como un canino completamente calvo y pálido, aunque se cree que la
que más concuerda es la de la forma humanoide.
No se sabe exactamente que es, algunos dicen que es un alienígena, otros
dicen que es una criatura de otra dimensión, otros que es un demonio enviado
a castigarnos, otros dicen que también podría ser una mezcla hibrida humana
de un experimento.
Lo que lo distingue de otras leyendas urbanas es que el en vez de matar
gente las mira mientras duermen ya sea al lado de ella o desde un rincón
sombrío como un arbusto, arboles, escalones o hasta debajo de casas. No
se sabe exactamente porque aunque algunos creen que lo hace porque
aquellas personas representan un peligro para el, otros dicen porque está
aprendiendo de nosotros, otra teoría de este comportamiento es que sigue a
las personas que están vinculadas con lo paranormal.
CAPITULO 1
“¿ESTOY LOCA?”Hace tres años, acababa de regresar de un viaje a las Cataratas del Niágara
con mi familia por el 4 de julio. Estábamos exhaustos luego de conducir todo el
día, así que pusimos a los niños en la cama y nos fuimos a dormir.
A las 4 de la madrugada me desperté con la idea de que mi esposo había ido al
baño. Aproveché para jalar las sábanas, despertándolo en el proceso. Me
disculpé y le dije que pensé que se había levantado de la cama. Cuando me
vio, suspiró y retiró sus pies de la orilla de la cama tan rápido que su rodilla casi
me tiró. Me agarró y no dijo nada.
Luego de ajustar mi vista a la oscuridad por medio segundo, fui capaz de
distinguir qué causó la reacción. Al pie de la cama, sentado y viéndonos de
lejos, había lo que pensé era un hombre desnudo, o
un gran perro sin pelo de algún tipo. Su posición era
perturbadora y no natural, como si hubiese sido
arrollado por un auto. Por alguna razón no sentí miedo,
sino preocupación por su condición. Hasta ese momento,
estaba bajo la asunción de que debíamos ayudarlo.
Mi esposo estaba viendo sobre su brazo y la rodilla, doblado
en posición fetal, ocasionalmente viéndome antes de regresar
la mirada a la criatura.
CAPITULO 2
“VIENE POR MI”En un movimiento veloz se arrastró hacia nosotros, a un lado de la cama, hasta
quedar a poco menos de 30 cm. del rostro de mi esposo. Por medio minuto, en
silencio, sólo le observó.
Se levantó y corrió al pasillo en dirección a los cuartos de los niños. Grité y fui
tras él para detenerlo y evitar que los hiriera. Cuando llegué al pasillo, la tenue
iluminación era suficiente como para verlo agachado y jorobado a unos 6
metros a la distancia. Estaba cubierto de sangre y tenía a Clara, mi hija. La
arrojó bruscamente y huyó por las escaleras cuando mi esposo le disparó con
su arma desde la habitación.
Una gran herida atravesaba el pecho de Clara y con esfuerzo se mantenía
consciente. Llamamos por una ambulancia e inútilmente tratamos de detener el
sangrado, mi esposo maldecía iracundo y lloraba descontrolado. Presenciar la
vida de mi hija terminar me tenía paralizada y escuchar los lamentos de su
hermano menor ante la situación fue insoportable. Sin darme mucha
oportunidad de reaccionar mi esposo tomó a Clara y la llevó a la camioneta,
desesperado por la ausencia de ayuda la encaminó él mismo al hospital. Estoy
segura de haberla escuchado decir “Él es el Rastrillo” en una débil y esforzada
voz previo a que dejara la habitación.
Impactaron violentamente contra un camión de carga que frecuentaba la ruta
de nuestro pueblo, murieron casi instantáneamente.
CAPITULO 3
“PESADILLAS” En pocos días la noticia se movilizó entre los medios. La policía ayudó un poco
al principio, y el diario local tomó mucho interés en ello. Pero nada jamás fue
publicado, y la nota en las noticias locales nunca tuvo seguimiento.
Por varios meses, mi hijo Justin y yo nos quedamos en un hotel cercano a casa
de mis padres. Después de que decidimos regresar a casa, comencé a buscar
respuestas por mí misma. Eventualmente encontré a un hombre en otra ciudad
vecina que tuvo una historia similar. Entramos en contacto y comenzamos a
hablar de lo ocurrido. Conocía a otras dos personas que habían visto a la
criatura que ahora llamaremos El Rastrillo, en Nueva York.
Nos tomó a los cuatro casi dos años de buscar en internet y escribir cartas para
obtener una pequeña colección de lo que creíamos que eran registros del
Rastrillo. Ninguno dio detalles, historia o seguimiento. Una jornada involucraba
a la criatura en sus primeras 3 páginas, y nunca mencionada de nuevo. El
diario de un marinero no explicaba nada del encuentro, diciendo que el Rastrillo
le ordenó largarse del puerto en el que recientemente había desembarcado.
Fue la última entrada del diario.
Eran varias las instancias en que la visita de la criatura era una en una serie de
visitas a la misma persona. Muchos daban registro de que el Rastrillo les habló,
mi hija incluida en esos testigos. Esto nos llevó a preguntarnos si el Rastrillo
nos había visitado anteriormente antes del último encuentro.
CAPITULO 4
“déjame en paz”Puse una grabadora digital cerca de mi cama y la dejé corriendo por toda la
noche, cada noche, por dos semanas. Oía con interés los sonidos cada día que
me despertaba. Para terminar con la segunda semana, estaba acostumbrada al
sonido usual del sueño mientras oía el audio a 8 veces la velocidad normal, por
cerca de una hora diaria.
Casi a finales del primer mes oí algo diferente. Una voz aguda, estridente. Era
el Rastrillo. No pude escucharlo lo suficiente como para transcribirlo. No había
dejado que nadie lo oyera. Todo lo que sé, es que lo oí antes, y ahora sé que
habló cuando estaba sentado frente a mi esposo. No recuerdo haberlo oído en
ese momento, pero, por alguna razón, la voz en la grabadora inmediatamente
me lleva de vuelta a ese momento.
Los pensamientos que debieron pasar por la mente de mi hija me hicieron
enojar.
No he visto al Rastrillo desde que arruinó mi vida, pero sé que ha estado en mi
habitación mientras dormía. Sé y temo que un día despertaré para verlo de pie,
con su mirada vacía puesta sobre mí.
Agradecimientos y trabajos:
Agradezco a páginas como creepypastas.com que ayudaron a desarrollar la historia.
Edición – Julio Gonzalez
Historia – Julio Gonzalez / creepypastas.com
Imágenes – Julio Gonzalez
Títulos – Julio Gonzalez
Página para publicar - issuu.com
Estructura, tema y proyecto: Guillermo Alpuche
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