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ANTOLOGÍA
UNIVERSIDAD DE LA SIERRA, A.C.UNIVERSIDAD DE LA SIERRA, A.C.UNIVERSIDAD DE LA SIERRA, A.C.UNIVERSIDAD DE LA SIERRA, A.C.
TEORIA POLITICASEGUNDO SEMESTRE
LICENCIATURA EN DERECHO
Teoría Política Índice
Universidad de la Sierra, A. C. SNE
1
ÍNDICE
PAGINAS
1.- OBJETO DE LA CIENCIA POLÍTICA 1
1.1 CONCEPTOS DE POLÍTICA, PODER Y ESTADO. 1
1.2 PLANTEAMIENTOS EPISTEMOLÓGICOS DE LA TEORÍA POLÍTICA. 74
1.2.1 MODELOS DE LA TEORÍA 95
1.3 LA CIENCIA POLITICA COMO CIENCIA SOCIAL 97
1.4 MODELOS DE ANALISIS DE DE LOS FENOMENOS POLITICOS 100
1.4.1 EL ESTRUCTURALISMO METODO CIENTICO 103
1.4.2 LA TEOIRA DE SISTEMAS 108
1.4.3 EL FUNCIONALISMO 132
1.4.4 EL MARXISMO 149
1.5 CONCEPTOS BÁSICOS DE LA TEORÍA POLÍTICA 165
2.- MODELOS DE ORGANIZACIÓN POLÍTICA CONTEMPORÁNEOS. 170
2.1. LOS TIPOS DE AUTORIDAD. 170
2.2. FORMAS DE DOMINACIÓN 173
2.3. TIPOLOGÍAS 183
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2.3.1 LIBERALISMO 188
2.3.2 ESTADO SOCIAL 196
2.3.3 FASCISMO 208
2.3.4 COMUNISMO 212
2.3.5 SOCIALISMO 226
2.3.6 CAPITALISMO POSTINDUSTRIAL 236
2.3.7 INSTITUCIONES ATÍPICAS 253
3.- MECANISMOS ACTUALES DE DOMINACIÓN. 257
3.1. FACTORES REALES DEL PODER 257
3.2 LA BUROCRACIA 273
3.3 ASOCIACIONES Y GRUPOS DE PRESIÓN 293
3.4 PARTIDOS POLÍTICO 306
3.5 EJERCITO Y CUERPOS REPRESIVOS 327
3.6 EMPRESAS TRANSNACIONALES 331
4.- POLÍTICA, DESARROLLO Y SUBDESARROLLO. 366
4.1. EL PODER POLÍTICO DE LOS PAÍSES POSTINDUSTRIALES 366
4.2. LA NEGOCIACIÓN POLÍTICA ENTRE LAS GRANDES POTENCIAS 388
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4.3. TEORÍAS DE LA DEPENDENCIA 391
Tema 1
Objeto de la Ciencia Política
Teoría Política Antología
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UNIDAD 1. OBJETO DE LA CIENCIA POLITICA.
1.1 CONCEPTOS DE POLITICA PODER Y ESTADO.
Se observa a los grupos humanos, desde los primitivos hasta los más
desarrollados, se puede comprar la diferenciación entre gobernantes y gobernados, entre
los que mandan y los que obedecen, - El guerrero o brujo que maneja el grupo, hasta
estadista civilizado o el implacable dictador. Los primeros detentan y perpetúan en el
poder, dominado o explotando al grupo y aún tratan de justificase con la realización de
ciertos fines sociales. Los segundos, - los gobernados,- son los sometidos, los que
sufren los excesos o errores de aquellos, la mayor de las veces su actitud es pasiva y
tolerante coadyuvan con los gobernantes. Su actitud puede ser rebelde e inconforme y
luchan para destruir a quienes los oprimen, como los casos de dictaduras o tiranías y aún
por discrepancias ideológicas. Es entonces cuando la política aparece como una lucha
por el poder público.
En una segunda significación y en su comprobación histórica la política es la
actividad que tiene por objeto regular y coordinar la vida social por medio de una función
de orden, defensa y justicia, que mantenga la cohesión y la superación del grupo.
El estado como objeto de conocimiento de la política, obliga a lindar dos campos,
estrechamente vinculados: el primero el de su constitución social o estructura autónoma;
el segundo, el de las normas jurídicas que lo regulan. En estas consideraciones hay un
hecho evidente que sirve como punto de partida. Dentro del complejo de la actividad
social hay una actividad política que es la creadora del ordenamiento jurídico, al mismo
tiempo que va definiendo las formas políticas primitivas, hasta la forma superior de ellas
que es el estado al que asigna funciones, las encuadra en instituciones, y les otorga el
poder coactivo para imponer sus decisiones. La teoría de la decisión es uno de los temas
básicos de la ciencia política contemporánea.
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El poder y el derecho son elementos esenciales para la creación de un orden
político, que supere las luchas sociales y permita realizar los fines de una comunidad. De
esta manera, la política aparece como una actividad necesaria y constructiva dirigida a
mantener el orden y la convivencia, gobernada por ideales elevados, normas y
estructuras que transforman el devenir histórico. Esta actividad, que se denomina la
actividad política o simplemente la política, es la que construye las instituciones y
principios relacionados con el gobierno de los hombres "Con este motivo, dice Maurice
Duverguer se ha entablado entre los especialistas una polémica, mientras algunos
consideran en todo momento a la política como ciencia del Estado, poder organizado en
la comunidad nacional, la mayoría de ellos piensa que es la ciencia del poder organizado
en todas las comunidades".
Tiene otra frase de sentido vulgar, que es la expuesta por Oliver en estos
términos: "La política abunda desdichadamente en disimulos y farsas que deben ser
reverenciadas por el político que aspire al éxito".
La política deja amigos falsos, enemigos verdaderos y a la postre el exilio, afirmó
un presidente. Frente a este cuadro de los problemas cotidianos, aparece el pueblo
como el personaje central, nos obliga a preguntarnos: ¿Cómo siente el estado un
ciudadano de nuestra comunidad?
Pero la alejémonos de la política práctica que aspira al gobierno de los hombres,
en otra de sus acepciones, para refugiarnos en el conocimiento científico o explicativo de
la misma, y en particular con el estado. Der Gablentz nos dice: la política no es en sí
lucha por el poder, sino lucha por el poder con el fin totalmente determinado de conseguir
una orden de vida común relativamente duradero y gobernar con él. Pero un orden
duradero sólo es posible si los subordinados se ensamblan, porque queda satisfecha una
mínima medida de su sentimiento en favor del derecho. El poder y el derecho se
encuentran en el tercer elemento: la configuración. Así Otto Suhr define la política como
configuración de la vida pública y presenta la ciencia política la función de analizar por
una parte el poder, por la otra la educación política. La política es siempre lucha por el
poder: la política debe crear siempre una orden de vida común; la política debe satisfacer
la conciencia del derecho que tienen los hombres.
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Así se puede definir: La política es la lucha por el recto orden.
Cuando se ha alcanzado grado más alto de evolución política parece cambiar de
situación y rumbo, al analizarse desde el mirador del propio Estado, aunque debemos
insistir en el sentido propio o natural de su desarrollo. Jacques afirma "La política es el
dominio, la esfera de los intereses públicos administrados y representados por el estado.
La política es la acción relativa a ese dominio, la dirección del grupo político, la influencia
que se ejerce sobre esta dirección. Comprende así este último término la dirección de la
'cosa pública' así como la competencia entre los grupos que pretenden aportar soluciones
a las cuestiones suscitadas en la sociedad."
La historia es el relato de la vida del hombre sobre la tierra, en una continua lucha
por la supervivencia de la libertad. El pueblo es el personaje de todos los tiempos, es el
reproductor de la política, cantera inagotable de la vida social de la que surgen genios,
maestros, filósofos, Reyes, presidentes, legisladores, magistrados, hombres de ciencia,
artistas. También es la fuente de los dictadores, déspotas y tiranos y los demás casos de
la patología política como Nabudoconosor, Nerón, Hitler y otros.
Al amparo de las luchas populares y como fruto de la actividad política nacen las
instituciones políticas, se transforman o desaparecen en gestos de rebeldía violenta,
tenaces resistencias pasivas o en períodos pacíficos de constructiva evolución. La
indiferencia hacia el pueblo que trabaja, sueña y sufre, corre la vida social. odi profanus
et arceo, dijo desdichadamente Horacio.
Los modos de proceder en la actividad política de los grupos humanos es lo que
elaboró las formas políticas rudimentarias y primitivas y luego la suprema culminación
política que es el Estado. el sistema político guardar relación con las estructuras sociales
y la producción. Con el aumento de la población y el desarrollo de la cultura los
problemas se volvieron complejos, aunque siempre se manifestaron los problemas de la
política.
El estado es una obra artificial de la sociedad construida para su servicio.
Cualquiera que sean sus deficiencias, aspira, a pesar de la indolente pereza social, al
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perfeccionamiento de las instituciones democráticas, en las que, las naciones civilizadas
cifran sus mejores esperanzas y nos hace recordar las palabras de Washington en la
convención constitucional de Filadelfia: "-permítasenos a construir un modelo que los
más sabios y honestos puedan luego perfeccionar. Lo demás dejémoslo descansar en las
manos de Dios. "
La política es, además, una actividad social que tiene por objeto investigar los
medios de que se vale el estado para alcanzar determinados fines. Al referirnos a la
política aludimos a los temas fundamentales: a las funciones, a las instituciones, al
proceso de formular decisiones y a la determinación política.
El concepto de política tiene diversas significaciones y connotaciones. El profesor
Sánchez A. está considera la política en tres sentidos fundamentales:
1. La política como actuación de poder, en este sentido la política es la actividad
que crea, desenvuelve y ejerce poder;
2. La política como disyunción, lucha u oposición;
3. La política como actividad orientada por un fin.
Y concluye: " detrás de todas estas cuestiones está el centro común que las une y
que articula los distintos elementos del concepto de la política. Y esta respuesta nos da la
simple observación de la vida social. Aquellos por lo que los hombres luchan en la vida
política, y para lo que se crean y desenvuelven fuerzas sociales es simplemente un orden
de convivencia, sobre el que proyectar sus fines como criterios de ordenación. "
La política teórica o conocimiento explicativo del estado investiga la conducta
política de los hombres, es decir, aquellas actividades o comportamientos que influyen en
el desarrollo del estado, contrastando con la llamada política práctica que es la actividad
encaminada a realizar los fines del estado. Debemos insistir: la política se refiere al poder
y sólo existe en todas las sociedades cuando hay contradicciones sobre el poder. En el
vasto campo de las acciones humanas, la política tiene su objetivo propio referido a un
círculo de actividades que asume la finalidad de explicar la naturaleza de los
acontecimientos políticos y la posibilidad de influir en los mismos. De este modo la
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ciencia de la conducta o del comportamiento - Behaviorismo-, ha adquirido en la ciencia
norteamericana una proyección notable.
La política en su más elevada concepción es una actividad necesaria, en la que
coinciden todos los aspectos de la vida social, y porque a través de ella los pueblos se
enfrentan a sus problemas y preparar el porvenir. Es necesario puntualizar el significado
altamente social de la actividad política, y sin dejar de reconocer el valor de la
investigación del sistema behavionista, debemos concluir que es un estudio que reduce el
campo de la ciencia política, que es algo más que conducta o comportamiento. La
realidad política es un complejo de fenómenos, en los que la conducta es sólo uno de sus
ingredientes.
La política es una actividad creadora cuando se le reconoce como la fuerza
específica que anima y fortalece a las formas políticas y al estado. La actividad humana y
sus creaciones, que son su resultado forman la base de la vida política de un pueblo y se
encaminan al mantenimiento y desarrollo del poder.
Esto nos hace distinguir los aspectos de la política que caen en el campo de
acción de grandes disciplinas como: a) La ciencia política; b) El derecho político;
c) Y en diversas teorías, generales o particulares como la Teoría del Estado, la
Teoría Política, la Teoría del Poder; la Teoría de las Instituciones; y otras que
mencionaremos.
a) En su primer aspecto es una actividad propia de los seres humanos que integra
el cuerpo electoral, la opinión pública y otras instituciones. En resumen es una actividad
ordenadora o integradora del orden político o poder organizado estatalmente.
Este es el aspecto dinámico que sirve de base a la Ciencia Política, Ciencia del
Estado o Ciencia del Poder.
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b) La actividad política puede ser constructiva y desembocar en creaciones
jurídicas, en leyes, instituciones, órganos que estructuran la vida social, la encauzan y se
proponen la realización de elevados fines sociales.
Este es el aspecto estático que sirve de apoyo al derecho político o derecho del
estado o conjunto de normas inspiradas en el interés general que asume el estado al
atenderlas.
La palabra política, como cuerpo de conocimientos, es definida como el arte,
doctrina u opinión referente al gobierno de los Estados.
También se nos dice que la política es la actividad de los que rigen o aspiran a
regir los asuntos políticos. Hacer política es una actividad legítima de los que luchan por
integrar o poner en acción, las instituciones políticas de una nación.
En otro sentido " politiquear " es bastardear los fines de la actuación política,
envilecer sus modos.
c) La teoría del estado reduce el campo de estudio de la política y la circunscribe a
un simple esquema de la realidad política en su aspecto meramente estático.
CONCEPTO DE CIENCIA POLÍTICA.
En su expresión más general La ciencia política es un análisis crítico y sistemático
del fenómeno político y de las instituciones que origina, entre ellas el estado y a las
demás sociedades políticas, lo que llamamos despectivamente la vida política. En sus
aspectos diversos y complejos proporciona una base teórica necesaria y orgánica al
derecho público general apoyada en la observación de los hechos sociales, encaminados
al establecimiento de un orden político. Dos propósitos amplios animan a la ciencia
política: 1.-La voluntad de integrarse en una ciencia autónoma e independiente; y 2.-
Lograr una estructura política teórica y sistemática propia.
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David Easton resume esta evolución diciendo:
"Durante muchos siglos, desde la antigüedad clásica hasta casi finales del siglo
XIX, el estudio de la vida política no se constituyó una disciplina en sentido estricto, sino
un cúmulo de influencia heredadas. Sólo retrospectivamente, cuando los criterios
modernos se han impuesto sobre el pensamiento de los filósofos sociales del pasado, es
posible identificar sus preocupaciones intelectuales como parte de lo que hoy día hemos
dado en llamar ciencia política. Como consecuencia de ello, para la época en que la
ciencia política adoptó la forma de disciplina académica independiente, había adquirido
un carácter profundamente sintético; su objetivo parecía constituir en una colección de
temas vagamente relacionados, transmitidos y modificados a través de los siglos.
Exteriormente, todo lo que parecía unir estos intereses era su relación común con ciertas
instituciones y prácticas comunes”.
La culminación de este desarrollo es la aceptación de la ciencia política teórica o
con sus métodos apropiados y eficaces.
La ciencia política, que lucha afanosamente por lograr su propia identidad y salir
de su círculo elitista para alcanzar a las naciones subdesarrolladas, es una rama de las
ciencias sociales, relacionada con la teoría dinámica, organización y proyección del poder
político. “Sea cual fuere el modo de definir esta esfera que es la política, dice Gablentz,
ciertamente existe, y es suficientemente amplia como para constituir objeto propio de una
ciencia ".
Su objeto o propósito, que son objeto de una severa revisión científica, tienden a
los " principios, nociones constantes " de las ciencias sociales que guardan relación con
la vida política y, en general, con la aparición, sentido y desarrollo de los fenómenos
políticos.
El Estados se estudia como una forma social y jurídica, en un orden de
convivencia que se proyecta en la historia al servicio de la sociedad y tiende a asegurar la
libertad del hombre y los demás fines que le son necesarios. En numerosas ocasiones se
ha desvirtuado esta finalidad cuando el gobernante, dominado por su particular interés o
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el de una clase social, aprovechar los medios de que dispone, para mantener formas
violentas de opresión.
El Estados es una sociedad política, es decir, una comunidad subordinada a una
autoridad común, una persona jurídica integrada por gobernantes y gobernados. Una
sociedad política superior dentro de la cual existen otras sociedades políticas que le
están subordinadas y a las cuales se manifiesta, también, el fenómeno de autoridad. Es
una institución de instituciones como las cuales, sin excepción, son creaciones humanas
artificiales y permanentes pero transitorias, que pueden incluso desaparecer por la acción
social.
Algo que se está produciendo en el tiempo como resultado de la actividad política
de los hombres. Afirma José Ortega y Gasset: " querámoslo o no, la vida humana es una
preocupación constante por el futuro. En este momento mismo nos preocupamos por lo
que va a venir. El mismo hecho de vivir es siempre una inquietud, un cesar, un hacer.
¿Por qué no se admite que todo hacer es algo que repercutirá en el futuro? Dejemos
pues, bien claro que nada tiene sentido para el hombre si no es aquello que se proyecta
para el futuro. ".
Las leyes que gobiernan la formación y evolución del estado y las causas que lo
justifican, los fines que lo orientan, el estudio de los fenómenos de poder y las relaciones
que se originan por su funcionamiento, las fuerzas sociales que lo animan, la estructura
de la sociedad, forman los temas, doctrinas y conocimientos, de una ciencia teórica
explicativa, al mismo tiempo que normativa. Se habla incluso de " ciencias políticas" o de
" política científica", cuyo estudio se recomienda a los " politólogos " bajo la denominación
de " pilotología ", que comprende a la ciencia de la cosa pública y del ciudadano,
evocando sus antecedentes griegos.
Hemos indicado que en toda sociedad aparece espontáneamente el fenómeno
político. Este fenómeno es privativo de los seres humanos, es un producto de la
inteligencia creadora. Sólo el hombre hace política, es decir, puede hacer buena o mala
política, pero lo esencial es que socialmente se manifiesta como una actividad
encaminada a la construcción, manteniendo, desarrollo o extinción del poder.
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El poder aparece en todas las comunidades como una necesidad, una función de
dirección, de mando, de encauzamiento de actividades, de represión de actos
antisociales. En resumen, el poder y la autoridad que representa se constituyen para
proteger y estimular al grupo y éste, históricamente, le va a asignando una competencia
más amplia.
En toda forma social el hombre actúa políticamente, sea al constituirse la horda, el
clan, la tribu, o cualesquiera de las primeras formas políticas rudimentarias, sea
integrando los complejos órganos del estado moderno, que es esencialmente una
organización del poder.
Una parte importante de la vida social es vida política, es decir " un quehacer
político ", una intencionada actividad que se relaciona con el poder de las primeras
formas políticas rudimentarias, hasta los siglos más tarde, en la forma política superior
que es el estado. La política como ciencia pretende cubrir el estudio de estos fenómenos
políticos propios de la sociedad humana.
La actividad o conducta política se orienta a un propósito general: la necesidad de
un orden jurídico apoyado por una fuerza social organizada que es el poder público.
R. Aron ha definido la política como " El conjunto de las conductas individuales e
instituciones colectivas, que establecen, entre individuos y agrupaciones animadas de
deseos contradictorios, relaciones estables de autoridad y dependencia”.
Todos los pueblos actúan políticamente, ya que la integración de los órganos
públicos en una necesidad social. Para encauzar debidamente su acción política elaboran
principios, teorías, doctrinas y crean instituciones, de acuerdo con su historia, sus
tradiciones y los problemas propios de su estructura social. El estudio de esas ideas
políticas se ve apoyada por una terminología técnica constitucional apropiada: autoridad,
fundación, democracia, federalismo, centralización, descentralización, etc. Las ideas
políticas responden a un proceso consciente de creación y son el resultado de los
factores reales de poder en su interacción o de los procesos circunstanciales de toda
sociedad.
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Hay una notable coincidencia en la actividad política al repetirse actos que alguna
analogía entre sí o responden a motivos semejantes, aunque varíen los casos
personales. Para un pueblo reviste una importancia notable la selección de las personas
físicas que han de ocupar los cargos públicos, para las ideas políticas, la utilidad radica
en la forma de participación del pueblo, el sistema representativo y la naturaleza de las
funciones que se han de realizar.
El hombre procura que el camino que empleó con éxito una vez o varias, o que
fue el resultado de un esfuerzo excepcional se traduzca en una idea política, en un
resultado político o en una institución política.
Ellas respondan a una necesidad ordenadora y se repetirán indefinidamente pero
en los cauces del orden jurídico.
Las instituciones e ideas políticas resumen la experiencia humana. Son fruto de
paciente dedicación poder luchas interminables y acaba por ser necesarias defensas
sociales ante el gobernante que ha pervertido la finalidad de su misión, o ante el propio
gobernado que se muestra indolente para dar a las instituciones el sentido dinámico que
ellas exigen.
La actividad política arroja una experiencia conocimiento es necesario describir,
meteorizar, analizar, clasificar, ordenar en principios más generales y complejos. Es la
política a la que corresponde estudiar esa realidad social que se encamina a la
constitución del orden político de una comunidad.
En las formas políticas atrasadas, rudimentarias o primitivas, la política es de la
misma naturaleza en su propósito central. En la maraña de las relaciones sociales a
veces es difícil distinguir cuáles son las actividades o las creaciones que responden a un
sentido político.
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En el estado moderno la vida social parece estar " politizada ", por el constante
intervencionismo estatal, que ha acabado por asumir la representación de los actos
sociales más elementales o intrascendentes. Y este proceso no sólo se ha detenido, sino
que acusa manifestaciones evidentes de llevarse a consecuencias más extremosas.
El acto o actividad política, lo que constituye la realidad política " lo que es el
quehacer político ", se vincula por una parte a lo social y cae en el estudio de la
sociología política, más relacionada con el derecho, es un orden político y jurídico propio
del estudio de la ciencia política.
Intransigencias, idealismos, rebeldías e inconformidades aparecen como
realidades históricas, como características esenciales del ser humano para provocar el
advenimiento, el desarrollo o transformación de las instituciones políticas.
Se necesitan muchas toneladas de arena para que aparezca un vestigio de oro en
las turbulentas corrientes del Yukón. Los ojos sorprendidos del gambusino saben el
esfuerzo que hay que emplear para un pequeño resultado. En la compleja actividad
política del hombre, tiene que pasar infinidad de actos inútiles o intrascendentes o
sinsentido, para que aparezcan los valores políticos que se encierran en el conocimiento
de la axiología política, que es una rama de la filosofía política y ésta de la filosofía
general.
También hay otro mirador de la política visto desde el gobernante que es el que
traduce " lo que el estado hace”. La ciencia política estudia esta actividad en todos sus
aspectos y los vincula a la actividad política de una nación.
Son los dos aspectos señalados los que indican " lo que es la política " como
hecho manifiesto de la vida social. Gobernante y gobernado tienen dos caminos a seguir:
El gobernado puede hacer todo lo que la ley no le prohíba, o cuando no existe prohibición
puede hacer todo lo que la ley le permita. El gobernante debe actuar de acuerdo con la
ley, y es el supremo regulador de la aplicación del orden jurídico, en el texto de una ley
hay que encontrar la naturaleza del " permiso " para que un gobernante pueda actuar.
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El mundo de la realidad política, " del ser político " se traduce en una conducta
humana orientada a un propósito. El mundo jurídico " es el mundo del deber ser ", señala
lo que debe hacerse, el esquema de una realidad ideal que puede o no cumplirse.
No debemos olvidar que la sociología política nos muestra " El ser político ", y la
ciencia política agrega este conocimiento " el deber ser político”. También la filosofía
política nos debe conducir " al querer ser político”.
Los actos políticos y los principios jurídicos, además del propósito político, pueden
ser portadores de un principio de valor, cuyo conocimiento forma uno de los temas más
debatidos y de mayor desorientación en el campo de la ciencia política, de la teoría
general del estado y del derecho político, ese conocimiento se designa bajo el rubro de
"axiología política”.
LA EVOLUCIÓN DE LA CIENCIA POLÍTICA.
Por su importancia y significación hemos detenernos en el desenvolvimiento de la
ciencia política en los Estados Unidos de Norteamérica. Para tal efecto hemos de repetir
en forma muy breve, las interesantes exposiciones de Francis J. Sorauf y de David
Easton.
El primero expone cómo Francis Lieber ocupó cátedras de ciencia política en la
universidad de Columbia. Esta disciplina llega su mayoría de edad en 19003 al fundarse
la asociación norteamericana de ciencias políticas. Posteriormente adquiere un amplio
desarrollo con la creación de departamentos de ciencia política y con la aparición de
notables investigadores en la materia.
Sorauf señala cuatro corrientes principales: legalista, activista, filosófica y
científica. La ciencia política se ha convertido en una amalgama de estos criterios.
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En la tradición legalista impera la preocupación por las estructuras legales y
contractuales, por las constituciones legales formales, por los derechos poderes legales.
La traducción del activismo y la reforma se inició " cuando los científicos de la
política se unieron a las tradiciones reformistas del progresismo norteamericano, a fin de
utilizar sus conocimientos en la solución de los problemas a que el gobierno se
enfrentaba ese momento".
La tercera corriente es la filosófica, " implica una de las curiosidades semánticas
de la ciencia de la política: el campo de la "teoría política". En tanto que las otras
disciplinas de la teoría se refiere a proposiciones de naturaleza sistemática, causal, en la
ciencia política, por tradición, la teoría se refiere al estudio de importantes valores, ideas y
doctrinas relacionadas con la política".
La cuarta corriente es la científica. La ciencia política ha contenido desde sus
comienzos, elementos científicos. “De hecho, la ciencia política jamás ha carecido de
defensores convencidos de que el estudio empírico de los actos y comportamientos
políticos produciría proposiciones susceptibles de verificación acerca del sistema
político".
Estas corrientes tenían ciertas orientaciones en común, pero prestaba poca
atención a las decisiones y procesos de comportamiento dentro de tales instituciones: el
comportamiento político de los individuos o el comportamiento de los funcionarios, por
ejemplo. "Puede decirse, Sorauf, que la ciencia política a mediados de este siglo "carecía
de un conjunto central, orgánico, de conceptos o de un cuerpo de teoría, el que poseía,
por ejemplo, la economía ".
En el segundo cuarto de este siglo, el grupo llamado de la universidad de Chicago
insistió en el empleo de métodos científicos. Esta corriente de los de behavioristas o
ciencia de la conducta introdujo en la ciencia política novedosos conceptos, las modernas
técnicas estadísticas de descripción y análisis y un nuevo interés por el comportamiento
de individuos y pequeños grupos. Nuevos datos, métodos, conceptos y metas teóricas
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que forman el objetivo de esta tendencia, que pronto se vio diversificada, como hemos de
comprobar.
El admirado profesor David Easton manifiesta también su inquietud por aislar el
objeto de la ciencia política, de por señalar dos clases de criterios diferentes clases de
criterios diferentes para diferenciar la vida política de los de más de la sociedad.
El primer criterio que señala es el que trata de " definir la vida política en función
de las instituciones a través de las cuales haya expresión. Así se define la ciencia
política, como el estudio de las instituciones gubernamentales o políticas, como estudio
del estado.
El segundo criterio " ha centrado la atención en la actividad o comportamiento que
plasma en las instituciones en cuanto formas históricas particulares. Así se ha definido la
ciencia política como estudio del poder o del proceso de adopción de las decisiones.
Distingue el autor en los criterios institucionales de dos planteamientos: se ha
descrito a la ciencia política como el estudio de las instituciones políticas o
gubernamentales. En segundo lugar el estudio del estado ha tenido más duración. “En
realidad, dice Easton, en su escaso valor para la teoría se ha puesto tan de manifiesto
desde la segunda guerra mundial que su uso se ha reducido muchísimo". En una forma
rotunda, que hemos de examinar muy de cerca, porque compartimos esa opinión, afirma:
"a fines de análisis y de investigación, los estudiosos han despojado al término estado de
la mayor parte de su contenido; ha quedado reducido simplemente a un armazón
conquistador, es de significado y valores, que sirve para identificar a los actores de la
escena internacional. En su lugar, ha aparecido "sistema político", un concepto que
encierra pocas resonancias políticas prácticas".
En cuanto a los criterios funcionales, todas ellas identifican el objeto de la ciencia
política como una especie de actividad, comportamiento o, en sentido amplio, función.
Desde mediados de este siglo es, un método superior al institucional.
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Se estudió el poder y general se creó la teoría general del estado. Staatslehre,
que reducía el estudio de la política al estado concebido éste como un cuerpo de normas
constitucionales formales.
“En la definición anterior se ha incluido una expresión particular interés o sea: los
repartos de bienes investidos de autoridad."
"La escasez prevalece en todas las sociedades."
"No hay suficientes bienes o cosas valiosas para satisfacer las necesidades de los
miembros de una sociedad."
"Son inevitables las diferencias y los conflictos sobre unos bienes cuya oferta es
limitada."
"En la mayor parte de las controversias los miembros de la sociedad son capaces
de negociar soluciones de modo independiente, sin necesidad de que intervengan ningún
organismo especial que hable en nombre de la sociedad."
"Pero, en todas las sociedades, hay siempre algunas cosas valiosas acerca de las
cuales surgen diferencias que no pueden negociarse fácilmente por parte de los propios
miembros."
"En estos casos, siempre descubrimos de modo empírico que han surgido
instituciones o procesos especiales para hacer posible la imposición de una solución."
"una forma de conseguirlo consiste en invocar la fuerza en nombre de la sociedad.
Otras consisten en el uso de la persuasión, la manipulación, la medición y otros
expedientes semejantes. La debilidad de estos métodos consiste en que no ofrecen
procedimientos estables y regulares a través de los cuales puedan ser negociados los
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conflictos sobre las cosas valiosas, cuando los miembros no son capaces de llegar a una
solución autónoma".
Los medios regulares y estables son: estructuras y procedimientos para llevar a
cabo las decisiones y las acciones relacionadas con ellas - podemos llamar los repartos;
y la garantía de que a estas decisiones, acciones y repartos- les será reconocida
autoridad.
"Estas instituciones especiales son gubernamentales."
"Son estas interacciones, tomadas colectivamente como las que constituyen el
comportamiento al cual se refiere el término sistema político."
"La política gira en torno a los repartos, el reparto distribuye cosas valiosas entre
los miembros de una sociedad."
"En los sistemas políticos modernizados, los repartos asume la forma de leyes,
sentencia y ordenanzas administrativas."
De este modo, dice Easton, la ciencia política se convirtió en un árido formalismo
jurídico que se apartaba por completo de la realidad social y, a veces, incluso parecía
poder el contacto con la propia realidad jurídica. En contraste los de la teoría de la fuerza
se oponían a esta concepción del estado como un cuerpo de normas jurídicas,
presentando al estado como una serie de grupos sociales en competencia constante por
el poder con sus propios medios. Así surgió la política como una serie de relaciones de
poder. Sin embargo el criterio aparece como insuficiente y no es útil para lograr una
formalización conceptual de las relaciones políticas en su conjunto.
Una variante de esta teoría aparece a mediados de este siglo: el poder adquiere
significado porque conduce al control de los procesos a través de los cuales adopta y
ejecutan las decisiones públicas. El poder aparece como un factor condicionante de las
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decisiones. El criterio es aún insuficiente y se manifiesta en otras esferas de la vida
social.
Por último el profesor Easton expone su teoría del sistema político: "podemos
identificar más provechosamente las interacciones políticas de una sociedad como
sistema político que como gobierno estado, poder o serie de procesos de adopción de
decisiones. ¿Cómo vamos a distinguir este sistema de otros sistemas de comportamiento
tales como el religioso, el económico, el psicológico y el cultural? Al responder a esta
pregunta, obtendremos simultáneamente una formalización conceptual, inicial y somera,
de la ciencia política que pueda servir de punto de partida para configurar la ciencia
política como una disciplina teóricamente autónoma e independiente. Podemos describir
el sistema político como comportamiento o serie de interacciones a través de las cuales
se hace y se cumplen en nombre de una sociedad los repartos investidos de autoridad (o
decisiones vinculantes)".
El profesor Luis Sánchez Agesta a revisar los programas de enseñanza de las
disciplinas políticas en las universidades españolas, hallaba que son objeto de estudio las
materias siguientes:
"Una doctrina o un análisis sociológico, normalmente en su íntima relación con la
ciencia política o como presupuesto de los problemas de esta ciencia; una historia del
pensamiento político, alguna vez acompañada de la historia de las unidades de las
instituciones políticas sobre las que ese pensamiento se proyecta; una teoría, por así
llamarla, del estado en la que normalmente se analizan su concepto, elementos y
relaciones; una teoría de las formas y regímenes políticos frecuentemente desarrollada
como un capítulo o capítulos de la teoría del poder; un concepto de la constitución y un
análisis de sus problemas políticos y jurídicos; una exposición, muy conforme en su
desarrollo, de derecho constitucional comparado, cuyos tópicos clásicos se repiten en
todos los programas -Inglaterra, EE. UU., Francia, U.R.S.S., Portugal, Suiza, Alemania e
Italia-; y un desarrollo histórico más o menos extenso del derecho constitucional español
vigente. Como es natural cambia la proporción en que estas materias se desarrollan de
un programa a otro, e incluso el puesto sistemático que se concede al conocimiento de
cada materia concreta, pero la acepción de estos temas es unánime".
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En términos generales, puede decirse que éste ha sido el recorrido de los
programas en las universidades mexicanas. Desde principios del siglo los estudios
continuaron sobre temas generales del derecho político y de derecho público; más tarde,
bajo la influencia de la doctrina alemana, adoptamos la teoría general del estado; la cual
continua en la actualidad con marcada influencia de las ciencia política y los
consiguientes estudio del derecho constitucional, de sociología política, del desarrollo de
las instituciones políticas nacionales, de su análisis y proyección y de las instituciones
políticas comparadas.
Posteriormente este cuadro de conocimientos políticos sistematizados se ha
extendido con estudios sobre la administración pública, que llevan a cabo los plantel es
universitarios y los organismos administrativos que realizan la reforma administrativa y el
instituto de administración pública; también se ha ampliado el círculo de conocimientos en
derecho internacional, público y privado, en nuestras escuelas, centros especializados
particulares como la asociaciones y academias y el instituto mexicano Matías Romero de
estudios diplomáticos de la secretaría de relaciones exteriores.
CIENCIAS QUE ESTUDIAN A FENÓMENO POLÍTICO.
Los autores convienen en la existencia de un grupo de ciencias enciclopédicas, un
conjunto de conocimientos que forman una pluralidad de disciplinas consideran el
fenómeno político y el estudio del estado desde puntos de vista y enfoques diferentes,
aunque discrepen en cuanto al objeto y método de los mismos.
Debemos comentar con Meynaud que: "El problema de la diversidad de las
ciencias políticas y la discusión de lo que ellas deben ser, por su objeto y método, se
encuentran hoy, sustancialmente, el mismo estado en que se hallaban en los últimos
tiempos de la antigüedad helénica".
El punto de partida, sin embargo, ese reconocimiento de una ciencia política, que
estudia la actividad política de los hombres y las creaciones que engendra el proceso
contradictorio de los grupos.
Aunque los Estados modernos discrepen en formas políticas diversas o
contradictorias, nos encontramos con un conjunto de principios, de sistemas, de teorías,
de "constantes" que permiten considerarlas en su unidad para una visión integral del
estado. Tarea fundamental es determinar la unidad de objeto de la ciencia política.
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Adolfo Posada considera que esas diversas ciencias relativas al estado forman
tres grupos que son: I. Las disciplinas políticas fundamentales; II. Las disciplinas políticas
especiales; y III. Las disciplinas políticas auxiliares.
I. Las disciplinas políticas fundamentales comprenden:
a) La filosofía política; "filosofía política, teoría política y ciencia política ya no son
términos intercambiables", Brecht.
b) La historia política; y
c) La ciencia política o Politología según los autores alemanes;
d) La sociología política.
La filosofía política es un estudio encaminado a la determinación de las causas
eficientes primeras y últimas de los fenómenos políticos y de los valores que ellos
contienen.
La filosofía política proyecta las instituciones políticas hacía su desenvolvimiento
futuro, con las nuevas modalidades del estado y trata de explicar los hechos políticos de
acuerdo con la naturaleza de las relaciones.
b) La historia política o narración y crítica de los hechos pasados que se traducen
en la realidad misma de la vida política tal como ella se desarrolló o las ideas políticas de
los pensadores de la época, que forman una importante contribución al desarrollo de los
grupos sociales.
La historia de las ideas y de las formas políticas nos enseña el origen del estado y
de las instituciones políticas y las fases de su desenvolvimiento. Analiza todas las teorías
políticas expresadas por la filosofía y el estado y el propio pensamiento político del
pueblo.
c) La ciencia política que comprende el estudio de la naturaleza del estado, de las
causas que determinan los procesos políticos y de las constantes y valores que guían el
desenvolvimiento de las instituciones.
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d) La sociología política que estudia los hechos políticos.
La ciencia política y es una ciencia auxiliar de la ciencia del derecho, que según R.
Schmidt "comprende todo lo que el legislador necesita para poder llegar a establecer un
derecho determinado de carácter político y lo que el funcionario precisa para su racional
aplicación". Esta ciencia considera al estado tal como se ofrece en la realidad presente,
concreta y permanente, y se esfuerza por describir, clasificar interpretar y criticar los
fenómenos políticos.
La disciplina que estudia el estado en sus aspectos fundamentales se denomina la
ciencia política. Este conocimiento corresponde a la teoría del estado, de origen
germánico ya la doctrina del estado moderno, según los ligamentos de la escuela
italiana."
II. El segundo grupo formal de las disciplinas políticas espectrales, que se reducen
al estudio de los aspectos particulares del estado. Cualquier actividad social que puede
ser considerada políticamente, puede imprimirle un sentido o dirección determinado. Hay
una economía política que señala la dirección gubernamental en el proceso económico.
III. El tercer grupo de ciencias que estudian al estado se denominan ciencias
políticas auxiliares. Como su nombre lo indica su propósito es proporcionar la debida
información que requiere el estudio general del estado.
Por vía de ejemplo señalamos la actividad demográfica del estado a quien
incumbe la tarea de señalar la política adecuada para el manejo de la población nacional
y extranjera. La demografía constituye una importante ciencia auxiliar de la cual no
pueden prescindir los estadistas.
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NATURALEZA DE LA CIENCIA POLÍTICA.
El profesor Jean Meynaud, afirma que para llegar a un conocimiento científico es
imprescindible llenar las tres condiciones siguientes:
a) Posesión de un objeto. Es la característica previa del conocimiento científico: la
existencia de un orden de hechos suficientemente numerosos sobre los cuales se lleva a
la reflexión del sabio y la posibilidad para este de captarlos objetivamente.
b) Utilización de un método. No hay necesidad de insistir sobre esta exigencia que
marca profundamente el trabajo científico. La carencia de método y la ausencia de
prueba constituyen los rasgos más manifiestos del conocimiento común. El sabio se
particulariza ante todo por el orden riguroso que el despliega en la investigación de los
hechos, y la colocación en orden de las ideas, demostración o la experimentación.
c) Establecimiento de certidumbre. El conocimiento común, llega a lo más, a
desprender las relaciones inciertas e imprecisas. El papel del sabio es establecer, bajo un
nombre u otro, las relaciones constantes y estables entre los fenómenos observados, y
de llegar progresivamente a un sistema de conjunto. Todavía es necesario que el dominio
considerado se preste a tales operaciones. (Problemas de determinismo.)
El problema está en determinar si la ciencia política, cubre con las condiciones
antes señaladas para estimarla un auténtico conocimiento científico.
El Estado es una realidad en la que vivimos. El mundo de nuestros afanes y
nuestras luchas no sólo lo forman las cosas materiales que caen bajo nuestros sentidos,
hay un mundo de creaciones espirituales o culturales que son tan reales como las
anteriores.
La verdad es acción que se manifiesta en numerosas direcciones o propósitos,
"Un hacer humano incesantemente renovado". Cuando concurrimos nuestra tarea nos
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damos cuenta de que ya hay otras gentes más jóvenes que nosotros que comparte
nuestras inquietudes y desalientos.
Vivir en su sentido político es realizar una actividad en la que participamos de los
procesos de integración de los órganos del estado y de los aspectos fundamentales de la
actuación del poder público.
Esa actividad política no es una fuerza ciega, dispersa o desorganizada, sino que
por el contrario, responde a constantes y uniformidades en todos los pueblos de la tierra.
No hay ser humano que sea ajeno a la política en forma mediata, o inmediata, táctica o
expresa. El estado se manifiesta sobre nosotros en los actos de nuestra vida.
Hay por consiguiente, un conocimiento del estado en que cae en el campo de la
ciencia política que nos proporciona explicaciones causales, metódicas y finalistas, todas
ellas "con sentido y proyección políticas".
La ciencia política se propone una interpretación científica de los fenómenos
políticos, de los factores que contribuyen a estructurar y desarrollar al estado.
De acuerdo con esta definición la ciencia política estudia la organización y
funcionamiento del estado, los fines funciones el se propone, los grandes fenómenos de
la vida social que provocan las tremendas luchas y contracciones del mundo moderno.
La ciencia política aparece ante nosotros como un conocimiento que debe ser
prontamente encausado, metalizado y orientado en sus afirmaciones generales. Muy
lejos estamos de una ciencia pura. “Nos equivocáramos, afirma Groppali, pero nosotros
creemos firmemente que están en un error tanto aquellos que sueñan con una ciencia
pura de los fenómenos sociales, arrancada de las palpitaciones de la vida y encerrada en
la torre de marfil de sus abstracciones, como aquellos que la quisieran unir a la política
militante transformándola en un instrumento de apología y de propaganda. La ciencia que
por su naturaleza debería tender a lo universal y a lo eterno, se postra con la rodilla de la
mente dobladas en adoración delante de un régimen político sólo para exaltar sus
méritos, no es más ciencia. La ciencia, que a priori renuncia a la critica en serena con
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internos constructivos, que, según la imagen shakesperiana, como el arado remueve y
fecunda, usurpa y no amerita tal nombre, porque la ciencia puede vestir una divisa, pero
no puede a no ser prostituyéndose, llevar una librea."
Cuán lapidaria es la expresión de Arturo Schopenhauer: "El Estado no es más que
el bozal que tiene por objeto volver inofensivo a ese animal carnicero, el hombre, y hacer
de suerte que tenga el aspecto de un herbívoro.” Sin embargo, el amor y la polaridad han
fortalecido al hombre.
La ciencia política está íntimamente relacionada con las demás ciencias sociales.
El Estado es un orden de la convivencia, un producto de la cultura, es decir, una
creación artificial del modo de vivir de las comunidades humanas, para hacer posible la
vida en una sociedad. Es una constante formación de normas jurídicas de costumbres,
hábitos y prácticas renovadas ininterrumpidamente ante las exigencias sociales y
necesarias para y adaptando o guiando a la conducta humana en nuevos órdenes de las
relaciones sociales.
Los principios que sirven de base a la formación de una teoría política, no deben
estimarse como creaciones arbitrarias, sino como elementos que sean factibles .Hermann
Heller expresa que no puede haber una teoría pura del estado por lo que siempre hay
que vincularla con la realidad práctica. La realidad social es el crisol que fortalece o
aniquila a las instituciones políticas.
Al hombre moderno le interesan un conjunto de nociones acerca de la política,
porque ellas son un factor determinante de la vida social. El hombre es un ser político y
como tal, el orden jurídico crea un conjunto de derechos políticos, y conjunto de
obligaciones. Nuestra constitución alude en los artículos 35 y 36 y a las prerrogativas y a
las obligaciones del ciudadano y ellas son fundamentalmente de carácter político, tal es el
caso de votar en las elecciones populares y poder ser votado para todos los cargos de
elección popular.
La vida política del estado nos envuelve, coacciones y orienta al mismo tiempo
que indica cuál es la posición del hombre frente al poder público. El ciudadano, y en
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general la opinión pública, deben estar suficientemente informados sobre el significado o
alcance de los problemas políticos, económicos y sociales.
EL ESTADO COMO OBJETO DE LA CULTURA.
El término " cultura política " comprende un área de conocimientos " que es el
sistema de creencias empíricas, símbolos y valores que definen la situación en que la
acción política tiene lugar. El comentarista fórmula esta pregunta: ¿Qué son estas
creencias, símbolos y valores que determina el como el pueblo interpreta su propio papel
de gobierno, y como este gobierno se organiza? Todas estas cuestiones, como vemos,
tiene un gran interés como influencia en el sistema político.
El viejo problema entre las humanidades y las ciencias ha tomado en filosofía
moderna orientaciones diversas, sobre todo cuando se establece en las diferencias entre
las ciencias naturales y las ciencias humanas.
Aludiremos a las posiciones más originales de esta contradicción entre los que
figuran M.Windelband, H. Rickert y otros.
Por consiguiente es necesario comenzar por distinguir los dos grandes grupos de
ciencias que se distribuyen el conocimiento humano:
1. El primer grupo de ciencias lo forman las ciencias ideales, que concentra su
atención en los objetos ideales propios de la lógica y las matemáticas y emplean con
frecuencia el método inductivo.
2. El segundo grupo alude a las ciencias reales, que explican los seres de la
naturaleza, los seres psíquicos y los seres culturales.
a) las ciencias naturales integran un conjunto de conocimientos sobre las leyes o
relaciones necesarias de los seres de la naturaleza. Sus diversas ciencias son: la física,
la astronomía, la química y la biología.
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b) las ciencias psicológicas estudian a los seres psíquicos y comprenden a la
psicología experimental y a las demás ciencias del espíritu.
c) las ciencias culturales estudia la proyección del espíritu en la naturaleza y
comprenden diversas ciencias: El derecho, la economía, la sociología, la política, la
filología y general, las demás ciencias sociales.
El conocimiento político y en particular el estado son objeto de estudio de las
ciencias culturales, sociales y forman un conjunto de conocimientos y leyes del deber ser.
Se caracterizan según G. Radbruch en los términos siguientes:
"Las leyes que tratan de enunciar a algo que ineludiblemente el se cumple y leyes
que ordenan algo que posiblemente quedará incumplido; leyes que valen por razón de su
coincidencia con la efectividad de los hechos y leyes que valen a pesar de su
concordancia con dicha realidad efectiva; las leyes que muestran el esquema del mundo
dado realmente, y leyes que enseñan el plan constructivo de un mundo mejor. "
Las leyes jurídicas, es decir, el derecho, corresponde a este mundo del deber ser
o normativos.
Un concepto clásico de las leyes en sus relaciones con los diversos seres es el de
Montesquieu:
"Las leyes, en su significación más extensa, no son más que las relaciones
naturales derivadas de la naturaleza de las cosas; y en ese sentido, todos los seres
tienen sus leyes, el mundo material tiene sus leyes, las inteligencias superiores al hombre
tiene en sus leyes, los animales tienen sus leyes, el hombre tiene sus leyes. Los que han
dicho que todo lo que vemos en el mundo lo ha producido una fatalidad ciega, han dicho
un gran absurdo; porque ¿Hay mayor absurdo que una fatalidad siga produciendo seres
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inteligentes? Hay, pues, una razón primitiva; y las leyes son las relaciones existentes
entre ellas y los diferentes seres, y las que medían entre los seres diversos. "
Al señalar la importancia del derecho con un producto de la vida social, debemos
insistir en que es un fenómeno necesario de la misma. El estado y el orden jurídico
reflejan el estado actual de la sociedad, que a su vez es un fruto de una larga evolución
jurídica. El derecho administrativo, tiene que adoptarse continuamente a al medio social
nacional o internacional de su época. El derecho recoge todas las inquietudes humanas
que pueden ser útiles a la comunidad. La dinámica del derecho mantiene la unidad y los
ideales de la sociedad. Las sociedades que no evolucionan al ritmo imperioso de los
acontecimientos, están siempre en peligro de desaparecer o de perder a sus atributos
soberanos. Determinando la naturaleza constructiva del derecho, dice Garnelutti: " El
derecho, en cuanto ordena la convivencia de los hombres, consolida la sociedad: efectos
que podría expresarse bien con el verbo constituir. Pero como el lenguaje de nuestra
ciencia se emplea la palabra constitución para expresar aquel conjunto de leyes que
representa los fundamentos del estado, ha venido a ser usada en cambio, la palabra
institución para expresar el concepto de la sociedad ordenada por el derecho. Por tanto,
cuando el ordenamiento jurídico se resuelve en una institución, aunque se trate de una
paráfrasis más que de una definición, es el resultado exacto; pero no es igualmente
exacta la proposición si su sujeto se hace consistir en el derecho en vez del
ordenamiento jurídico. No es preciso repetir que el error está en confundir el derecho con
el resultado del derecho.
Vivimos dentro del estado en un orden coactivo manejado por los gobernantes y
sentimos todas las consecuencias del de su existencia. Nuestro mundo cotidiano está
rodeado de numerosos permisos, prohibiciones y restricciones a la libertad individual, que
se imponen por vía de mandatos legítimos, es decir, por prescripciones legales y aún en
ocasiones, con mandatos inspirados fuera del orden legal.
En ocasiones cada vez más frecuentes, se manifiesta la presencia del estado,
aunque no es fácil para el ajeno a estas materias, determinar su verdadera naturaleza
porque su acción es refleja, es decir, el orden jurídico se exterioriza a través de la
voluntad de los funcionarios y empleados, y estos aplican e interpretan la voluntad del
legislador. En su concepción normativa y unitaria que lo convierte en un objeto de la
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cultura. Desde luego porque intervienen factores espirituales de complejidad y
generalidad evidentes.
EL ESTADO ES UN ORDEN DE LA CONDUCTA POLÍTICA.
El primer aspecto que debemos reconocer es que las formas políticas iniciales y el
estado y son una cosa cultural cambiante, sometidos a un proceso de renovación,
violento en ocasiones y pacífico en otras. Una inmensa obra colectiva en la que todos
participamos para soportar, criticar, mejorar y aún destruir su organización.
En segundo lugar, no es sencillo determinar el significado de un orden de
convivencia, que forma, por decirlo así, a manera de una atmósfera dentro de la cual
actuamos. Ese orden imprescindible está comprendido en un orden jurídico total. Los
mandatos como prohibiciones, recomendaciones, amenazas, coacciones, solicitudes de
la autoridad política, crean el orden de las leyes, es decir, una red sin costuras que no
vemos, pero sí estamos seguros de su existencia.
Ella se ostenta, cuando por faltas leyes, El gendarme nos detiene por alterar el
orden, o el agente de tránsito nos señala una alteración del tránsito, o el recaudador fiscal
nos exige prestaciones económicas fundadas en la ley de impuestos, aún cuando
peligran las instituciones y se nos exige vivir y morir por ese orden, que se simboliza en
una bandera, en un escudo, en un himno, en una nación o en una patria.
Entonces si nos damos cuenta de que es una realidad, como realidad es la cárcel
o reformatorio, el hospital o la escuela, el instituto o la universidad. Una universidad no la
forman los edificios, los libros, laboratorios y demás útiles de la enseñanza e
investigación. Todas esas cosas son necesarias, pero una universidad es una
organización jurídica integrada por sus normas, es decir, por la ley constitutiva, su
estatuto orgánico, sus reglamentos y aquellos principios jurídicos que definen su
personalidad jurídica, sus fines, su patrimonio, en unas cuantas palabras, el orden
jurídico que fija sus caracteres.
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Las instituciones que configuran en las leyes y la voluntad contenida en ellas, la
realizan funcionarios, empleados, profesores, investigadores y estudiantes que la forman.
Estamos seguros de la presencia del estado porque sus manifestaciones son
evidentes. El funcionario actúa porque su función se deriva el orden jurídico creado
socialmente para servir a la comunidad. Tal es el caso de la estufa. Sentimos la acción de
calor y sabemos que se originan en un objeto que tienen determinada forma y requiere de
un combustible para su funcionamiento y que es manejado por una persona que se
supone conoce la técnica de su manejo.
“Si desde Grecia a la ciencia política es ciencia de un deber ser político, acaso
estemos en asistiendo al proceso a través del cual, por distintas circunstancias, nuestro
saber rompa amarras con la supuesta asepsia de las décadas pasadas y vuelva a ser el
estudio de una actividad ordenadora que se quiere predicar y conseguir como la más
idónea para la convivencia humana ".
LA REALIDAD DEL ESTADO.
Si tomamos como punto de partida la tesis de Kelsen, que posteriormente hemos
de complementar, el estado está constituido por el orden jurídico vigente. No hay más
estado que el que estudiemos y contemplamos en la construcción, las leyes ordinarias y
las demás disposiciones de observancia general, generales y locales. Pero el estado no
se agota en el orden jurídico y hemos de auxiliarnos de la sociología jurídica para fijar su
realidad.
En este aspecto parcial, el orden jurídico no revela si somos una república, una
democracia, un régimen federal y las diversas variantes de nuestras instituciones.
Más inmediato que el régimen jurídico positivo se encuentra la realidad social y en
particular la realidad política, el engranaje de las instituciones, los factores reales de
poder y las bases socio económicas. El orden jurídico positivo no es sino un esquema de
la vida nacional, un orden del deber ser, que no siempre se ajusta a la vida política y
social.
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A reserva de ampliar el conocimiento socio político, que lo consideramos de
trascendental importancia, nos vamos a referir a los problemas jurídicos del estado.
Ese orden jurídico es un orden ideal que expresa lo que debemos ser para realizar
los propósitos de nuestros constituyentes: ser un pueblo feliz. Ellos dijeron en la
constitución que México es una nación democrática y representativa, nos corresponde a
nosotros organizar un régimen en el que se cumplan los anhelos de nuestros grandes
idealistas.
Las leyes que han estado vigentes, aprobadas, derogadas o que han caído en
desuso, revelan nuestro pasado político, es decir, la historia política del pueblo mexicano
y nos enseñan las características que ha tenido nuestro estado en su evolución. El
pasado jurídico está constituido por la legislación que estuvo vigente y la forma como ella
se realizó.
Superadas las formas políticas rudimentarias de las etapas precortesiana y
colonial, la época independiente encuentra con la liberación iniciada en 1810 y
consumada en 1821, la posibilidad de una integración estatal.
Se inician los titubeos de las primeras formas políticas que ensayan un efímero
imperio.
El primer estado en México se configura con diversos documentos íntimamente
relacionados entre sí: la de aclaratoria del federalismo, el acta constitutiva y la
constitución de 1824.
Tres constituciones básicas regulan la marcha del estado mexicano: la
constitución de 1824, la constitución de 1857 y la constitución de 1917 con sus reformas
respectivas. Cada una de ellas fue antecedida por una revolución.
En este proceso histórico nuestro estado ha sufrido alteraciones fundamentales
en su estructura. La acción de las futuras generaciones debe encauzarse a revisar los
cuadros de la organización política para encontrar la fórmula adecuada a nuestro vivir
social. El estado actual reestructurado en la constitución de 1917 y sus reformas, unido a
todo el orden jurídico vigente, nos ofrece un estricto derecho, la imagen de la realidad
estatal mexicana.
Siguiendo el pensamiento del escuela vienesa, con las modificaciones que más
adelante señalamos, no hay más estado que el que se considera dentro del orden jurídico
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total, pero apoyado y fortalecido en estructura social, sin la cual sería una fuerza
devastadora o un escarceo literario.
Al estado sin estado oponemos el estado apoyando en El orden social.
El orden jurídico no es una orden que se mantiene en el aire, independientemente
de nuestras vidas, de los procesos fenómenos cotidianos que forman la trama de nuestro
diario existir.
Una sociedad está integrada por seres humanos en los cuales se manifiesta muy
complicados problemas sociológicos y sociales. Hay una realidad estatal en la cual está
asentado todo el orden jurídico. Sin esta realidad no tendría ningún valor, finalidad o
propósito las leyes. Ellas viven, evolucionando se desarrollan porque se apoyan en la
conciencia pública que es la que las sustenta en las soporta.
Puede el legislador hacer una ley contraria a esa realidad estatal, pero si no está
de acuerdo con su verdadera naturaleza, la ley sólo puede aplicarse por la coacción, o no
se aplica, o cae en desuso. Si el legislador acierta al hacer una ley, con esto se requiere
significar que es una norma adecuada al vivir social y que ella encontrará todo el apoyo
de la comunidad.
La historia del estado está contenida en la legislación que ha estado vigente con
anterioridad, mas no debemos olvidar los grandes procesos sociales que dieron origen a
esas constituciones. Durante la vigencia de la ley, las sociedades un todo viviente que da
vida o sentido a las instituciones jurídicas, por sumisión, subordinación o reacción.
Todos los seres humanos, considerados políticamente como gobernantes y
gobernados, sufrieron en mayor o menor escala la acción de las leyes y los efectos de su
aplicación. La opinión pública, ha sido el testigo mudo de las vicisitudes nacionales.
EL FUTURO DE LA CIENCIA POLÍTICA.
Los principios arrancados de la Biblia y actualizados en la problemática moderna,
explican la naturaleza social del hombre y la finalidad ineludible de las instituciones
políticas: " no es bueno que el hombre esté solo: hagámosle ayuda y compañía
semejante a él."
“También les dijo: el sábado por causa del hombre es hecho: no el hombre por
causa del sábado."
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Apoyando en el primero y en la información que nos proporciona la sociología,
afirmamos la naturaleza social del hombre, nada puede ni debe explicarse fuera de la
sociedad. Los hombres construyen un mundo cultural y el pensamiento se guía por una
estructura que nace con el y que también desaparecerá con el hombre.
Con el segundo, afirmamos que las instituciones políticas, se han construido para
servir al hombre para realizar sus fines. El estado debe servir al hombre y no destruir los
valores que son correlativos a la dignidad humana. El estado no puede colocarse sobre
una sociedad más que para lo que servirla. Contrario es tanto como construir un
monstruo, resucitar el Leviatham, de Hobbes.
El hombre para sobrevivir tendrá que poner una mayor atención a las formas
políticas y económicas. El futuro de la ciencia política encierra la solución de estos
problemas. Por ello, más que en esquemas políticos formales, esta disciplina ahonda la
naturaleza social del hombre, explica su conducta y la encausa en los derroteros
naturales de su propia naturaleza. Por ello la ciencia política es la ciencia del devenir
histórico.
No debemos perder nunca de vista que la política es una actitud social.
Una ininterrumpida tarea del hombre que reniega de su origen y se considera, "un
forzado huésped o indeseable de este mundo de afanes". Su Santdad Pio XII (25, XII,
1945) dijo que:
“Una crisis de poder, es una crisis de civismo, o sea, y en último término, una
crisis del hombre. "
Y situando al hombre que en esa panorámica social nos dice don José Ortega y
Gasse:
"Yo soy yo y mi circunstancia. Esta expresión que aparece en mi primer libro que
condensa en el último volumen mi pensamiento filosófico, no significa sólo la doctrina que
mi obra expone y propone, sino que mi obra es un caso ejecutivo de la misma doctrina...
jamás has hecho el hombre cosa alguna en el mundo que no fuera circunstancia... el
hecho radical, el hecho de todos los hechos, es la vida de cada cual. Ahora bien: mi vida
consiste en que yo me encuentro forzado a existir en una circunstancia determinada. No
hay vida en abstracto. Vivir es haber caído prisionero de un contorno inexorable. Se vive
aquí y ahora... cada cual existe el náufrago en sus circunstancias. En ella tiene, quiera o
no, que bracear para sostenerse a flote."
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32
Al vivir los acontecimientos del mundo moderno La ciencia política se ve
arrastrada en el proceso contradictorio de sistemas o doctrinas que tratan de destruirla, al
aniquilar al estado y a las formas democráticas. El estado democrático se ve en peligro
de desaparecer frente a los sistemas que no lo aceptan. Más gestoría no ha escrito la
última palabra en el esfuerzo final para fortalecer y defender las instituciones
democráticas.
El proceso creador de la ciencia política se ve envuelto por las grandes crisis de la
historia: " la creación de la ciencia política por Platón y Aristóteles coinciden con la crisis
helénica; la crisis de Roma y la cristiandad, con la Civitas Der, de San Agustín; y la
filosofía del derecho y de la historia de Hegel coincide con la primera gran conmoción
dentro de la crisis de occidente" y concluye: "se entiende por restauración de la ciencia
política el tomar conciencia de los principios, y no un retorno al criterio específico de un
intento anterior. No es posible restaurar hoy la ciencia política volviendo al platonismo, al
Agustínismo o al hegelianismo: cabe aprender mucho, indudablemente, de los filósofos
del pasado en lo que se refiere al alcance de los problemas y su planteamiento teórico:
pero la total historicidad de la existencia humana, esto es, el desarrollo de lo permanente
en una corrección llena de sentido, imposibilita el formular de nuevo válidamente los
grandes principios volviendo a una concreción anterior. De aquí que la ciencia política no
pueda restaurarse a su condición de ciencia teórica en sentido estricto a través de un
renacimiento literario de los logros filosóficos del pasado; pero hay que alcanzar de nuevo
los principios a través de una labor teórica para que desde la situación concreta, histórica,
de cada período teniendo en cuenta la totalidad de nuestro conocimiento empírico. "
EL PODER DEL ESTADO.
Cuando observamos el inmenso poder material de las dos grandes potencias
Estados contemporáneos: los Estados Unidos de Norteamérica y la Unión de Repúblicas
Socialistas Soviéticas, con poderosas economías que se proyectan sobre todo el mundo,
haciendo temblar y desquiciar las frágiles economías nacionales; con sus grandes
arsenales atómicos para atemorizar a la humanidad y para poner en peligro al planeta, en
una desenfrenada y absoluta lucha por la hegemonía mundial, renace en nosotros la idea
de un Leviathan, que jamás se sueña Hobbes, de tal magnitud.
Si observamos a los demás Estados de hoy, dominados por la inflación, el
desempleo, la inestabilidad de sus monedas, lo mistificado de sus libertades, lo ilusorio
de su régimen democrático, y otras calamidades, vemos aparecer como tema siempre
presente dominante el de las relaciones de poder cuyos resultados no lejana que el
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pensamiento de Rosseau: " El hombre nace y en todas partes vive encadenado. Algunos
se creen dueños de los otros, pero no por ello dejan de ser menos esclavos".
Todo esto es una vieja historia que viene del pasado. Desde la antigüedad se ha
venido explicando la política en función de las relaciones de poder. Para Laswell la
ciencia política " como una disciplina empírica, es el estudio de la configuración y reparto
del poder”. Pero, debemos agregar, por nuestra cuenta, que la ciencia política sin el
poder de la comunidad y en particular, sin el poder del estado, carece de toda
sustentación.
La teoría tradicional señala como tercer elemento del estado: el poder del estado.
Los problemas y relaciones en torno al poder público constituyen aspectos fundamentales
de la política y sobre todo del sistema político. No hay duda de la permanencia del poder
en la política. El cual quiere sistema político que dómine la vida del estado, aparece como
su mejor forma de expresión la autoridad, poder político o poder del estado, que tiene por
finalidad organizar la vida política. El concepto de poder se reviste de varias acepciones,
haciendo difícil la formulación de una teoría de esta materia. Queremos insistir que lo
importante no es sólo la discusión del poder, sino la integración, causes, usos y
limitaciones del poder. La teoría moderna señalar que el poder debe ser soberano, en
consecuencia, sólo el poder del estado es soberano, sin que se toleran otras entidades
soberanas que aquellas que el propio estado provee de soberanía.
En su acepción general el poder se refiere al dominio, imperio, facultad y
jurisdicción, que se tiene para mandar o para ejecutar una cosa. “La capacidad de crear o
destruir un derecho u obligaciones legales, u otra fuerza legal. ".
Como indicamos, el fundamento del poder de la facultad de tomar decisiones
políticas. Son ellas las que implican las más graves responsabilidades para los
funcionarios públicos. “El poder puede definirse por la capacidad que posee un actor de
la vida política para obligar a otro a realizar un acto determinado: se diferencia de la
influencia carácter obligatorio, por el eventual recurso de la coacción y se distingue de la
autoridad por la ausencia de toda precisión en cuanto a su carácter de legitimidad."
Para Max Weber " poder es la probabilidad de que un actor dentro de una relación
social esté en posesión de realizar su propia voluntad, a pesar de la resistencias,
independientemente de las bases que resida tal probabilidad”. De esta manera se llega a
su concepto de poder, que tanta influencia ha ejercido en los estudios políticos: " una
asociación política coactiva con una organización permanente será llamado estado sí, y
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en tanto que, su aparato administrativo logra mantener con éxito su pretensión al
monopolio del uso legítimo de la fuerza física para el cumplimiento de su orden. "
Nuestra constitución consagra el artículo 39, el principio fundamental del poder: "
todo poder dimana del pueblo, y se instituyen para beneficio de este”.
En el derecho público moderno el poder se refiere a la autoridad que tienen los
órganos del estado en quienes el pueblo deposita ejercicio de su soberanía. Autoridad es
el poder que es aceptado, respetado, reconocido y legitimó. Un poder institucionalizado.
“Llamaremos autoridad al derecho a dirigir y mandar, a ser escuchado y
obedecido por los demás y llamaremos poder a la fuerza por medio de la cual puede
obligarse a los demás la escuchar y obedecer. Hasta el límite que es poder, la autoridad
descendiente al nivel material; en cuanto es autoridad, el poder se eleva al nivel moral.
"Jacques Maritain. Democracia y autoridad.
El poder de denominación, creado o tolerado por una sociedad para su
autodefensa, es un poder irresistible. “Dominar quiere decir mandar de un modo
incondicionado y poder ejercitar la coacción para que se cumplan los mandatos”
Es poder es a la vez una fuerza moral y jurídica y una fuerza material. La primera
lo encauza y lo justifica, la segunda lo organiza y la tercera le permite cumplir y realizar
los fines de una comunidad política. Esta fuerza material definitiva es la que permite
mantener la supremacía de un poder que manda sobre los demás poderes. El poder de
dominación está ligado a principio de autoridad. Más históricamente no todo el poder
dimana del pueblo, sino de complejas circunstancias en que la fuerza y la arbitrariedad
han jugado un papel importante. Determinar el fundamento del poder es tema básico de
nuestra materia.
La presencia del estado la encontramos en todas partes. Su autoridad se hace
sentir bajo diversas formas: en forma de colaboración, de asistencia, en forma coactiva y
otras análogas.
El orden jurídico que integra el Estado es inconcebible sin el poder del que se le
provee para su efectividad. Estado y poder mantienen una estrecha relación, siendo difícil
en ocasiones señalar cual es aquella parte del Estado que no se manifiesta como poder,
o cuál es el aspecto del poder que no sea totalmente regulado por el mismo Estado, en
un proceso de auto limitación y autodeterminación.
Como el factor determinante de la vida moderna es la economía, ha sido
necesario transformar el sentido liberal del Estado, para hacer de esta institución un
poderoso instrumento de la vida económica. Poder y economía se enlazan de tal manera
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que ningún Estado puede prescindir de una adecuada política económica. El estado
democrático apoya su acción en una política económica de intervencionismo de Estado,
moderado o radical según los casos, en tanto que los estados comunistas mantienen el
control total de la economía. Ya Marco Aurelio afirmó con sabiduría: lo que no es útil al
enjambre, no es menos útil a la abeja.
PODER DOMINANTE POLÍTICO Y PODER NO DOMINANTE.
El profesor Luis Sánchez Agesta afirma: “La acción política como acción libre y
polémica se proyecta como una actividad que crea, desenvuelve y ejerce poder en una
comunidad”, y agrega: “el poder es una energía que se proyecta sobre la vida social por
la obediencia que encuentra en los hombres, por temor, persuasión o aceptación de una
superioridad”.
Por su parte el profesor Georges Burdeau nos dice: “Toda sociedad políticamente
organizada no es un Estado. No se pueden tener por válidas las definiciones que la
asimilan por el lecho de la diferenciación entre gobernados y gobernantes. Lo que esta
jerarquía revela, es la existencia de un poder. Sin embargo, si el fenómeno de poder es
universal, existen formas que no son estáticas.”
Para los fines de nuestro estudio debemos distinguir dos clases de poder: El
poder dominante o político es el que corresponde al Estado en general, es un poder total,
que dispone del monopolio de la coacción y se impone a todos; el poder no dominante o
social al cual nos referimos brevemente: “Un poder discutido se hace prontamente
tiránico.”
El poder no dominante o social se manifiesta en las diversas entidades sociales
del Estado. En la familia, el sindicato, la comunidad agraria, la agrupación patronal, os
colegios profesionistas, las entidades culturales, o económicas y otros tantos ejemplos
mas, ponen de manifiesto la existencia en ellos de un poder social limitado temporal y de
naturaleza diferente al poder dominante político.
Los medios de que se valen ambas entidades son diversos y sus consecuencias
también difieren por la finalidad ellas persiguen. La sociología nos enseña el modo como
el poder de esos grupos se manifiesta principalmente en su estructura interna.
Los grupos de referencia también se manifiestan como grupos de presión, como
factores que se relacionan con las actividades estatales y son ellos, los que presentan el
frente de lucha o el frente de colaboración en la acción gubernamental. Por ello, el poder
es necesario para que el estado pueda alcanzar sus fines.
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En relación con este tema afirma Jellinek, " hay dos órdenes de poderes: poder
dominante y poder no dominante. ¿En qué consiste la distinción entre ambos? El poder
simple, el poder no dominante de la asociación se, caracteriza por serle posible dar
órdenes a los miembros de la asociación, pero carece de fuerza bastante para obligar
con sus propios medios a la ejecución de sus órdenes. Todo miembro, de una asociación
que no posee poder de autoridad, puede en cualquier ocasión sustraerse a ella. ¿Debe
permanecer la asociación, o debe, en virtud de los estatutos, y pesar de su salida de la
asociación, satisfacer siempre las obligaciones respecto a esta? Para lo segundo sería
preciso la autorización o la orden de un poder autoritario que estuviese sobre la
asociación misma”.
Pedro Laín Entralgo nos dice: " claro que la ciencia no da poder al hombre privado
en cuanto tal: nada hubiese podido hacer el mismo Einstein frente a un gun-man
cualquiera dispuesto a agredirle. El poder lo otorga al hombre en cuanto éste pertenece a
una comunidad capaz en medida suficiente veces ciencia y técnica, y dotada a la vez de
firme vocación de mando: de ahí que las fórmulas científicas que garantizan el ejercicio
violento del poder sean por hoy preciadísimos arcana imperi, genuinos 'secretos de
estado'".
El poder del estado para ser legítimo y eficaz debe apoyarse en el poder social, en
las fuerzas reales de poder de una comunidad. Ningún poder es sólido y estable cuando
se gobierna para esclavos. No hay gobiernos ni gobernantes perfectos en el mundo, pero
los mejores han sido aquellos que han contado con el pueblo y han respondido a sus
ambiciones. Los pueblos no se gobiernan solos, pues la democracia directa es un mito,
porque malo o bueno el poder público de ser único camino para alcanzar objetivos
gubernamentales. Dice Maurice Druon: "No hay gobierno ideal. Hay formas de gobierno
mejor apropiadas que otras a los caracteres particulares de una sociedad, a las
condiciones generales de su existencia, las diferentes estaciones de su evolución. Roma
comenzó con reyes y acabó con emperadores. Pero su tiempo de más grande vigor, es
aquel en que construye su poder y adquiere una cabeza de capítulo en la historia del
mundo, que es el tiempo de la República que, era en verdad una oligarquía”.
PORQUE SE MANDA Y PORQUE SE OBEDECE.
El fenómeno del poder y del mando son fenómenos esenciales sociales. Aparecen
todos los grupos sociales y es difícil imaginarnos en el futuro, una sociedad que pueda
prescindir de él, ya sea que se apoye en la fuerza material o en el consenso social.
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El poder se traduce en la concentración de la fuerza material y de la fuerza
jurídica, es decir, es una posibilidad de dominio, de imperio o facultad o jurisdicción para
mandar y ejercitar una cosa. Mandar es una consecuencia del poder: manda el superior
al inferior, le impone su voluntad que puede ser la propia o la voluntad social contenida
en una norma.
Se puede tener poder y no mandar como en el caso del que tiene una posibilidad
de hacer una cosa y no la realiza por circunstancias diversas.
Normalmente poder y mando son correlativos: se tiene poder para mandar o exigir
u ordenar. El mando es asumir autoridad y poder del gobernante que se traduce en la
sumisión del gobernado. Dijo Duron: " voto, elección plebiscito son los aspectos más
evidentes del consentimiento. Pero el abandono, la aceptación, el silencio pueden ser
también formas de sufragio.
Todo ser humano tiene algún poder y asume algún mando, como el padre de los
hijos el maestro, sobre el discípulo el comerciante o industrial sobre sus trabajadores y
así podríamos multiplicar los ejemplos de numerosas posibilidades de mando sociales.
Todos ellos son aspectos parciales o limitados de la vida social. Los llamamos así en
general: fenómenos sociales de poder y mando. Es propio del ser humano manejar esta
energía espiritual y material sobre determinadas personas. Se puede disponer de un
poder como ejercicio de un legítimo derecho; a los casos anormales de un ejercicio
ilegítimo de poder. Poder y libertad son conceptos que se implican con un mismo
contenido.
Mas hay un poder social distinto a todos los poderes sociales: el poder que
produce efectos políticos. Se manda por que así lo ha aceptado una sociedad o por que
así se ha consagrado en normas jurídicas facultando a un grupo de personas físicas para
que manejen ese poder: o se manda por que un grupo asume por la violencia o el engaño
el ejercicio del poder, ya sea creando una situación de hecho, o bajo la apariencia de
legalidad o contra la misma voluntad social.
Para el liberalismo del siglo XIX la idea de poder va implícita en el concepto de
libertad. Los poderes naturales del hombre son las fuerzas generadoras y
transformadoras del desarrollo social. El estado no puede hacer otra cosa que despertar
y estimular esos poderes que como fuerzas de la naturaleza se proyectan en la sociedad
para beneficiarla.
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Se debe al socialismo moderno haber puesto de relieve que esos poderes
naturales del hombre, visto aislada y egoístamente, no sirven para otra cosa que para
acentuar la división de las clases sociales, intensificar el afán desorbitado de lucro del
hombre y mantener una clase social opulenta frente a las grandes carencias sociales.
Es necesario, por consiguiente, encauzar el poder de la sociedad, para que no
sean pequeños grupos los aprovechados, sino toda la comunidad bajo principios
diferentes a las ideas liberales. El hombre no nació para explotar al hombre,
aprovechándose de las desigualdades materiales y espirituales, sino para unir todos sus
poderes para hacer más armónica y justa la vida social. Un mundo social armónico es
aquel que dignifica al hombre y no lo esclaviza.
La sociología moderna se ha empeñado en estudiar las causas del fenómeno de
la obediencia, tan espontánea y naturalmente realizada por el hombre. La explicación
debe encontrarse en los complejos problemas sociales que modelan la conducta
individual y colectiva. Se obedece por necesidad, por temor, por agrado o porque
racionalmente es útil. Se ha llegado a pensar que la obediencia responde a un proceso
de creencias o de fe, que obligan al hombre a someterse al poder público.
Cuando el ser humano despierta a la razón se ofrece desde luego la
diferenciación de gobernantes y gobernados. Todo grupo necesita de una dirección, de
un grupo que asuma las tareas generales que individualmente no pueden atender a los
hombres.
Mandar y obedecer forman el binomio primario de las formas políticas más
rudimentarias, lo mismo en la horda, en la tribu o en el clan. Es razonable la opinión de
Durkheim, en la medida que el grupo aumenta a parece inevitable mente el principio de la
división del trabajo. El monarca, el guerrero, el sacerdote, surgen en un lento proceso de
diferenciación social.
Todo proceso de mando implica un proceso de obediencia. El poder es
incomprensible sin la sumisión, la adhesión, la conformidad, la aceptación consensual. La
historia ha hecho una tremenda jugarreta a la sociedad al convertir en un fenómeno
complejo lo que sencillamente se reduce a servir a los demás.
Los hombres que asumen el poder, no se reducen sólo a cumplir con una misión
social. La historia nos abruma con ejemplos de " goce en el poder " como pasión,
vanidad, goce de bienes materiales y otros casos más.
El gobernado entrega su sumisión en varios procesos: por el temor y la angustia
de quien lo amenaza con la fuerza pública; por simple hábito o conformismo; por
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ignorancia, por pobreza. En la medida de que el grupo es más ignorante y miserable en
esa misma medida es fácil mandarlo y alejarlo de la vida política. La política es una
acción del grupo gobernante, disfrazada unas veces de democracia y otras de dictadura.
La política la hace y la dirige el grupo predominante por insuficiencia, por o presión o por
simplemente sumisión. Obedecer es cumplir la voluntad del que manda. Así lo exigía
durante la colonia española el virrey Márquez de Croix; "el deber del vasallo es callar y
obedecer".
LOS ORÍGENES DEL PODER PÚBLICO.
“La filosofía del poder es bárbara, inhumana y absurda filosofía", dijo el doctor
Eduardo Benes. El ejercicio del poder se manifiesta de acuerdo con el adelanto de un
grupo social determinado: el poder es primitivo o rudimentario o el poder se encauza en
lineamientos del orden constitucional del estado moderno.
Nace el poder como una necesidad apremiante de asegurar la constantemente
amenazada convivencia humana. El poder siempre ha luchado en contra del poder para
mantener la en hegemonía del grupo vencedor.
Los gobernantes que asumen históricamente el poder se han esforzado por
encontrar la justificación del mismo. En todas las épocas no han faltado idealistas o
autopistas que han imaginado una vida social dominada por los sentimientos más nobles
del hombre, incluso formas políticas no dominadas por el poder material.
Para unos el poder es de origen divino. “Los reyes de Francia deben su poder a
Dios le su espada. " Todo poder viene de Dios dijo san Pablo.
Para otros el poder aparece como una superestructura creada por los vencedores
para imponerse a los vencidos.
“Los individuos que parecen mandar y que en todo caso están en actitud de
obligar a los demás a someterse a su voluntad, son los gobernantes, los individuos a
quienes aquéllos parecen mandar y a los cuales imponen un poder de obligar, son los
gobernados. Se puede por tanto, decir que en todas las sociedades humanas, grandes o
pequeñas, primitivas o civilizadas, existe una diferenciación entre gobernantes y
gobernados, a la que exclusivamente se reduce lo que en el fondo se llama el poder
político. En la acepción más general de la palabra, se puede decir que hay un estado allí
donde exista, en una sociedad determinada, diferenciación política, por rudimentaria o
complicada y desenvuelta que ella sea.
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La palabra estado designa ya los gobernantes o el poder público, en la sociedad
misma donde existe aquella diferenciación y, por consiguiente, un poder político.
El poder aparece en sus primeros momentos como una necesidad ineludible. La
defensa del grupo y la necesidad de una dirección eficaz formaron las primeras
concentraciones de poder, en una persona o en un grupo.
Mas esa fuerza excepcional en manos de un hombre o de un grupo hizo nacer la
ciencia y ella fue fomentada por tus beneficiarios, de que el poder era de origen divino, y
se enlazaba con las artes mágicas de la autoridad. Los dioses del clan de la tribu y aún
de la horda, no son dioses del grupo, sin justificación del ejercicio de su poder. Quien
tenía el poder no sólo reflejaba la autoridad divina, sino que su propia sangre ya era del
mismo origen y podía transmitirla a sus herederos.
En los Brahamanes el absolutismo llaga a su máxima expresión: los Reyes se
consideran dioses. El temor a lo divino, el ejercicio efectivo del poder a través de una
fuerte organización preparatoria, consolidar la naturaleza del poder absoluto: El rey lo
puede todo, nada se opone su voluntad.
El absolutismo europeo es más racional y coherente que los regímenes de las
épocas pasadas. El cristianismo proporciona una base sólida a las monarquías, que
pretenden derivar su poder de un origen divino: " Los reyes de Francia deben su poder a
Dios y su espada”. No hay potestad sino de Dios, " omnis potestas a deo " y los Reyes
vincularon su poder a " la gracia de Dios”. Más como lo apuntaron eminentes figuras del
cristianismo, la justificación del poder que hacían los Reyes no se desprendía literalmente
de los textos bíblicos, más bien delimitaba los dos campos: el espiritual y material, " al
César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”.
Los principios aristocráticos de la monarquía se apoyaron fuertemente en el
concepto teocrático del derecho divino, que hacía de los Reyes " ministros de Dios o sus
lugartenientes sobre la tierra”. Según expresión de Bossuet.
Thomas Hobbes en Levitán expresa las razones de la obediencia Real, por haber
depositado en el Rey sus derechos naturales y por un mandato divino. Es importante
señalar que en Hobbes y encontramos un camino que debe conducir a las tesis
democráticas de que todo poder debe emanar del pueblo.
Finalmente también se considera que la naturaleza humana, en particular la
naturaleza social es la que impulsa a crear la autoridad, a robustecer el poder y
asegurarlo en los límites de la ley.
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El poder primitivo fue grotesco e inhumano y se fue transformando para convertirlo
en un instrumento de la vida social, mediante la acción benéfica de la cultura y de sus
valores morales.
Las normas consuetudinarias amparadas por el poder se fueron transformando en
normas escritas, más firmes y seguras para mantener los principios de un grupo social.
La misma sociedad fue la que armó el brazo del gobernante y lo proveyó de la
mayor fuerza social posible. Mas el ejercicio del poder se vio rodeado de ambiciones,
intereses y pasiones. Se conquistaba el poder para dominar al hombre y para acumular
riquezas y otros poderes.
Siglos más tarde la fuerza se subordinó al derecho. Y cuando surge el estado de
derecho, el hombre se enfrenta a otros problemas derivados de la misma naturaleza del
poder.
“El estado no es otra cosa que una máquina de opresión de una clase por otra, y
todo eso es de la misma manera que en una monarquía ", afirmó Federico Engles.
Un fenómeno mantenido a través de los siglos es el acrecentamiento de la fuerza
material de los gobernantes. En la medida que ésta carecía, en la misma proporción
crecía su acción sobre sus propios gobernados y sobre otros pueblos.
Los pueblos bárbaros de la antigüedad mantenían poderosos ejércitos de
defensa, de conquista, de opresión. Los ejércitos del pueblo con trataban con los ejércitos
mercenarios al servicio de las dictaduras y de las tiranías.
Y en pleno siglo XVIII este fenómeno era observado Montesquieu y otros
distinguidos filósofos. El pueblo no era otra cosa que la materia pasiva de opresión e
ignominia.
EL PODER DEL ESTADO EN LA CONSTITUCIÓN MEXICANA.
El poder que se deposita en los órganos y en sus titulares es un derecho expreso
que corresponde al pueblo de nuestro estado.
El punto de partida de constitución de entidades que asume el ejercicio del poder
público radica en un régimen democrático en las personas que viven y actúan en el
estado y a quienes se reconoce el derecho indiscutible de velar por la organización que
ellos reciben y por la superación de las instituciones.
“la soberanía nacional reside esencial y originalmente en el pueblo.
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Todo poder público dimana del pueblo y se instituye para beneficio de éste. El
pueblo tiene en todo tiempo el inalienable derecho de alterar o modificar la forma de su
gobierno. “Artículo 39 de la constitución.
“Es voluntad del pueblo mexicano constituirse en una república representativa,
democrática, federal, compuesta de Estados libres y soberanos en todo lo concerniente a
su régimen interior; pero unidos en una federación establecida según los principios de
esta ley fundamental. " Artículo 10 de la constitución.
PODERES Y FUNCIONES DEL ESTADO.
El poder del estado ha sido creado por la misma sociedad, como una necesidad
imprescindible en las relaciones humanas. Sin el poder la vida social sería caótica e
intolerante. El hombre rebelde por naturaleza y debe ser encausado por los senderos del
bien.
En las formas políticas y sociales más rudimentarias se advierte una
diferenciación entre gobernantes y gobernados. Sería un error al atribuir a una sola causa
el origen de esta relación de mando, obediencia, jerarquía y dirección del grupo que
detenta el poder público.
Aún en esas formas primitivas, el poder general resulta de conjuntos muy diversos
de poderes, que se acentúa en el estado moderno. Una pirámide de poderes que se ligan
y se vinculan relaciones muy complejas.
La ciencia política moderna se refleja en un trabajo en equipo, porque la dirección
del estado es tan difícil que no podría afrontarla un solo ser humano o un pequeño
grupo, se requiere de la acción de numerosas personas y entidades. Esa fuerza podemos
imaginar la concentrada o unificada en una sola persona, entonces, decimos que esa
persona es el jefe de la nación y a eso se refería montesquieu cuando afirmaba que la
libertad se destruía cuando una sola persona concentraba todo el poder público.
Cuando hablamos del poder de un jefe de estado haciendo referencia a una
pirámide de poderes que se escalonan en diversas jerarquías.
En la medida que la fuerza concentrada en una persona o grupo subordina más al
derecho, aparece la idea de poder en su sentido jurídico, o sea una entidad quien se le
provee de una amplia esfera de competencia que puede abarcar la totalidad de una fase
de la acción del estado, digamos la elaboración de la ley, su ejecución o la resolución de
las controversias que origine la aplicación de la ley.
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El poder público resume la unidad de una competencia general, la función por el
contrario implica el medio para realizar esa misma competencia.
Las funciones del estado son el medio técnico para realizar sus fines.
EL PODER COMO INSTITUCIÓN SOCIAL.
La sociedad es la que crea al estado como un orden jurídico y social y lo reviste
de la fuerza material y jurídica suficiente para que no sea solamente una construcción
literaria o intelectual. Un orden jurídico total 100 su sistema coactivo, no se concibe ante
las imperfecciones humanas.
Hemos insistido, que en todo grupo humano que se propone determinados fines,
necesita entrega la dirección del mismo a una persona o grupo de personas a los que
reviste el la suficiente " autoridad" o " poder ", para imponer sus relaciones.
Ni aún en aquellas democracias directas en las que la participación del pueblo
mayor que en otras, se puede prescindir de los conductores, los guías de los directivos.
La falta de estos elementos, buenos o malos, es esencial para la continuidad histórica de
una comunidad.
El poder público se ha manifestado en la historia en dos formas: 1. Como un
poder de hecho; y 2. Como en poder de derecho.
El primero siempre proviene de una situación anormal o irregular como una
revolución, o un desarreglo social.
El segundo se origina y se apoya en la voluntad de un grupo en relación con su
orden jurídico.
Es la sociedad la que crea el poder, lo reconoce y justifica pero al mismo tiempo
es la creadora de otros poderes sociales. La historia nos va enseñando cómo un grupo va
eliminando o subordinando esos poderes. El poder de dominación concluye por ser
exclusivo del grupo vencedor.
A partir de ese momento, todo poder parece subordinado al poder del estado o
como una delegación del mismo.
La más pura teoría democrática, se encierra en el artículo 39 de nuestra
constitución: " la soberanía nacional reside esencial y originalmente en el pueblo. Todo
poder público dimana del pueblo y se instituyen para beneficio de este. El pueblo tiene en
todo tiempo el inalienable derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno. "
Mas, durante largos siglos de la historia el poder aunque se ejerció " contra el
pueblo ", no dimanó de este. Debemos, por consiguiente, precisar el mecanismo de las
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formas primitivas originales, afirmando que el poder es social por que en una u otra forma
es el pueblo el que lo hace, el que los deforma y el que los sufre.
Las ciudades italianas del renacimiento eran grupos dominados por clases
aristocráticas poderosas. No podemos negar la importancia del pueblo en esas formas
políticas, porque el sustentaba las instituciones y aún las situaciones políticas de hecho.
Los médicos fueron populares por su continuo halago a la población, por su riqueza y por
su relación popular.
“Basta echar una rápida ojeada a la historia de los siglos anteriores, para
persuadirse de que, después de haberse derrumbado el edificio del imperio romano,
quedaba descartada toda posibilidad inmediata del renacer intelectual. Los pueblos
bárbaros que habían inundado a Europa, tenían que absorber su barbarismo: los
fragmentos de civilización romana que sobrenadaban en aquel naufragio tenían que ser
destruidos o asimilados: las naciones germánica tenían que recibir la cultura y la religión
de manos del pueblo por ellas sojuzgado; había que crear la iglesia y dar nueva forma a
la vieja idea del imperio. Era necesario, además, que las nuevas nacionalidades se
definiesen, que las lenguas modernas se plasmarán, que la paz se asegurase hasta
cierto punto, y la riqueza se acumulara, de la humanidad. Por eso la primera nación en
que estas condiciones se dieron, fue también la primera en inaugurar la nueva época.
Italia pudo encabezar la era del renacimiento, porque este país poseía una lengua, un
clima propicio, un régimen de libertad política y una cierta prosperidad comercial, cuando
otras naciones permanecían todavía en un estado de semi barbarie. Allí donde el espíritu
humano había sido enterrado con la decadencia del imperio romano, allí volvía a surgir
sobre las ruinas.
No podemos afirmar que la sumisión del pueblo a una forma política determinada,
la justifique y la defina como una institución popular. Las monarquías absolutas emanan
del "poder social ", porque es el principio y fin del poder público; pero son instituciones
antidemocráticas porque aparentan o alejan la acción del pueblo para sustentar las
instituciones políticas.
No interesó nunca a los Luises de Francia, principalmente a los más poderosos,
Luis XV y Luis XIV, convocar a los Estados generales, para definir su política
gubernamental, ni apoyarse en el consentimiento del pueblo, para llevar adelante una
reforma administrativa. Absolutismo es dictadura, oligarquía, negación de libertades,
acción ilegal no subordina a ninguna limitación.
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El poder organizado ha existido en todas las épocas de la historia, ya sea en
forma rudimentaria o imperfecta o acusando un mayor adelanto. El poder del estado,
como poder social, se representa en casos aislados en la historia de las ideas y de las
formas políticas. Gobernantes que gobernaron para el pueblo o que buscaron su ayuda y
su consejo fueron esporádicos, porque siempre el ejercicio se manifestó en forma brutal,
propia de seres humanos que venían de un modo de oscuridad lo mismo el gobernante
que el gobernado.
“La autoridad es una energía espiritual debida a una cierta calidad o valor de la
voluntad y de la inteligencia y que permite a una élite política asumir la empresa del
gobierno de un grupo, haciéndose obedecer por los demás hombres en el orden ".
LA LEGITIMIDAD DEL PODER.
El concepto de legitimidad guarda una estrecha relación con el orden jurídico
imperante en un país, a la calidad de lo que es legítimo, en el sentido de algo conforme a
la ley, con la justicia, con la razón, en unas palabras, lo que se conforma con el derecho.
La legitimidad del poder es la nación del proceso de mando con los principios
jurídicos que dominan sobre un territorio determinado.
Sin embargo, este problema esencial de la vida moderna en el estado se proyecta
más lejos, por lo que los autores tratan de explicar por qué un poder es legítimo, o
analizan si éste tiene alguna finalidad que no puede ser otra que la realización del bien
público. “El poder es una necesidad social. Por el orden que impone y el concierto que
instaura, permite a los hombres la alcanzar una vida mejor. Estos servicios han hecho
una impresión tal sobre la mayoría de los autores, y la idea de la ausencia estatal,
(hobbes, ihring), les ha causado tal horror, que no han encontrado un fundamento el
suficientemente fuerte para los derechos del poder, ya sea que los sacasen de Dios, ya
sea que los sacasen de la sociedad, de la cual sería la expresión suprema (Kant) o el
guía predestinado (Hegel)."
Los numerosos autores que se han ocupado de este tema, pueden clasificar en
dos grupos: a) Los autores han sostenido la legitimidad del poder; y b) los autores que
han sostenido la legitimidad del poder. Estas ideas que vienen desde épocas anteriores,
principalmente del siglo XIX, siguen presentes en las irreconciliables discusiones de los
países democráticos y los países comunistas.
Hemos de comenzar por hacer referencia a los autores que expresan alguna
justificación de la existencia del poder público. Todas ellas parten de un principio común,
no hay sociedad perfecta sin la presencia de una autoridad pública.
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Es muy interesante señalar la importancia de la doctrina clásica española sobre la
legitimidad del poder público, según lo señala Paul Janet, "es, sin duda, la más acertada
y profunda que hemos hallado en la historia de la ciencia ". En su exposición aparecen
notables filósofos como Suárez, Vitoria, Soto, Molina, Covarrubias y otros.
Todos en general parten de la misma afirmación: todo poder dimana de Dios
(Omnis potestas a Deo). Las normas del vivir social encaminadas a la sociedad perfecta
se apoyan en el derecho natural, en los vínculos de unión norma, en la realización del
bien moral. Todos estos valores no podían realizarse sin la presencia de una autoridad
pública, una dirección que coordine y armonice los esfuerzos en un proceso de mutua
colaboración y de ideales comunes.
La justificación de una autoridad activa, moral y legítima se hace patente como un
principio común, a todos los pueblos: " La República no puede ser privada, de ningún
modo, de esa potestad de defenderse a sí misma y de administrarse contra las injurias de
los propios y extraños, lo cual no podría hacer si los poderes públicos. Por lo tanto, si
todos los ciudadanos conviniesen en prescindir de las autoridades, para no estar
obligados a ninguna ley y no tener que obedecer a nadie, el pacto sería nulo e inválido
como antinatural. ".
Es indudable que estas ideas emanan originalmente de Aristóteles y de San
Pablo. Se apoyan en la afirmación de la naturaleza social del hombre y de la necesidad
de una dirección en los asuntos comunes. La sociedad y la organización política son
ideas coetáneas, se presupone y complementan en el transcurso de la historia.
Pero hay otro principio genuinamente democrático que es el consentimiento de la
comunidad a quien Dios ha adoptado del poder necesario para formar sus instituciones
como título legítimo de autoridad.
Otro grupo de autores de tendencia radical sostienen la legitimidad del poder
público.
Ha sido Juan Jacobo Rousseau el que ha dado los mejores argumentos a las tesis
radicales, principalmente al anarquismo para negar la justificación del poder, y afirma la
injusticia de un orden político alejado del estado de naturaleza. " Con Juan Jacobo
Rousseau, dice Piere Janet, nació el odio contra la propiedad y la cólera contra la
desigualdad de las riquezas que tan terriblemente persiste en las sectas modernas. "
Aunque, Jacobo se muestra contradictorio con sus propias ideas, en ocasiones se
muestra partidario de la eliminación de la propiedad privada, insiste en la idea de la
soberanía del pueblo, el único que puede otorgar un derecho, expresando que el
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gobierno no tiene ningún derecho en sí. Niega la representación popular, porque la única
democracia verdadera es la que el pueblo ejerce directamente.
"Con la democracia más perfecta no se puede ser libre ", afirmó Proudhon, líder
socialista francés y teórico del anarquismo. En 1840 aparece su célebre obra: quest6e
que la propiete (que es la propiedad) en la que aparece su célebre respuesta: " la
propiedad es el robo. "
Este autor trató de encontrar un justo medio entre el socialismo y el liberalismo.
Afirmó que la propiedad significa la opresión de los débiles por los fuertes; pero
comunismo es la opresión de los fuertes sobre los débiles. Descartando el impuesto y el
dinero el orden económico sería una mezcla de un sistema y otro. Se recuerda a este
propósito la reacción de Carlos Marx ante las ideas de Proudhon en su célebre obra: las
contradicciones económicas por la miseria de la filosofía.
Proudhon rechazó el socialismo estatal, la intervención del estado, y aún la de un
estado democrático. Una de sus obras que tal vez algún día cobrará actualidad fue: el
siglo XX iniciará la era de las federaciones.
Aunque quedó relegada al olvido, su influencia es indudable y forma parte de la
historia de las ideas políticas y económicas de más relevancia.
Como hemos afirmado repetidamente, Carlos Marx es el expositor sistemático y
científico de los principios de un nuevo socialismo encaminado a la transformación de la
sociedad. El estado no tiene ninguna justificación y habrá de desaparecer para dar paso
a la sociedad nueva, la sociedad comunista.
El estado clasista y capitalista mantiene un régimen de opresión de protección de
intereses de una sola clase, aquella que detenta la propiedad de los medios de
producción. El poder es una superestructura que se basa en esas relaciones que
mantienen la opresión de las clases asalariadas.
Kropotkine es otro de los autores que han sostenido la legitimidad absoluta de
toda clase de gobierno. Este autor ha sido considerado como la cabeza espiritual del
anarquismo. La tendencia anarquista sostiene la abolición del estado y la formación de
una sociedad libre desvinculada de todo lazo con la organización política, a la que
considera como mala y tiránica cualesquiera que sea la forma que revista.
El estado o todo poder que se constituye a su amparo son formas tiránicas y
antinaturales que coaccionan la voluntad individual, por ello preconizan su desaparición
no sólo del estado sino de todas las formas políticas, que deberán dejar paso a una libre
reunión de hombres como que no estén dominados por ninguna organización.
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Sólo en esta situación se lograra una sociedad en que los hombres vivan en
armonía y relacionalmente de acuerdo con su propia naturaleza. El nuevo orden que se
establezca se basará en la más completa libertad.
William Goodwin, Max Stirner, Pierre Joseph Prouhon, Miguel Bakunin, Pedro
Kropotkin, León Trotsky y otros, son representativos de los diferentes aspectos que han
asumido el anarquismo, y mantenido una influencia relativa en la historia del obrerismo, y
en los sectores más radicales del socialismo y del comunismo internacional.
En la actualidad el problema de la legitimidad del poder público ha perdido valor.
Ya no se discute si un gobierno es o no legitima. Lo mismo en los sistemas democráticos
que en los comunistas se manifiesta una verdadera indiferencia sobre la significación del
gobierno.
El gobierno aparece como una entidad a la que por tradición o por necesidad se
debe soportar, pero no se tiene el convencimiento de su total ductilidad. La indiferencia,
la pereza y el agnosticismo se proyectan por doquier ante organizaciones políticas que
dejan mucho que desear. Hay una gran similitud entre la decadencia romana y la
decadencia contemporánea, aunque esta última se adorne con los notables
descubrimientos de la era nuclear y electrónica el problema moral de ayer adquiere
nueva y más fuerte significación en nuestros días.
Cómo pensar en la legitimidad de un poder que pretende obligarnos a actuar de
acuerdo con una métrica espiritual determinada. En verdad, es ilegítimo todo poder que
menoscabe la libertad, destruya la dignidad del hombre o cultive nuevas y más refinadas
formas de esclavitud.
EL HOMBRE FRENTE AL PODER DEL ESTADO.
Al constituirse el poder, el hombre queda desamparado a merced de la voluntad
de los gobernantes. A partir de ese momento el hombre habrá de preguntarse
repetidamente: ¿Quién custodia a los custodios?
Las formas políticas primitivas enseñan cómo se ejerció ese poder en forma
violenta y despiadada y en contra del hombre. Este fue bestia de carga, esclavo, siervo,
siempre en una constante capitis diminutio.
Mas el hombre luchó por su libertad, combatió déspotas y tiranos, torno
instituciones y paulatinamente conquistó principios que limitaron la acción del poder
público.
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Este modo se ha llegado a un concepto más desarrollado del poder del estado en
que la validez normativa aparece como poder del estado. " El llamado poder del estado
no es sino el derecho del estado, desde el momento en que el objeto de una teoría
jurídica sólo puede ser el derecho; una simple etiqueta gramatical ha hecho variar
totalmente su contenido. "
LAS TAREAS DEL PODER PÚBLICO: ORDEN, CULTURA Y PROGRESO.
Aunque haya existido épocas de la historia en las que el gobernante asumió el
poder " como una propia ", como un derecho que recibía o que heredaba, en la raíz
misma de la constitución del poder está servir a la comunidad que lo constituye
Todo poder público se instituye para beneficio del pueblo, sin que ningún grupo
político social, pueda esgrimir un derecho mejor que el originariamente le corresponde al
pueblo.
El estado y las instituciones que de él se derivan han sido instituidos para servir a
la sociedad, cualquier agrupación política, social o espiritual, que pretenda sojuzgar al
hombre esclavizándolo en el lenguaje de una organización abrumadora, es contraria a la
misma naturaleza humana.
La sabiduría de un grupo social reside en que todos colaboren en propósitos
comunes, con el beneficio de los mismos derechos y con la realización de las mismas
aspiraciones.
La paz es un factor esencial de la vida social que debe estar siempre apoyada por
el poder público. No una paz de tregua, de espera, de transición, sino la paz permanente
en un mundo total de seguridad total, sin amenazas futuras, sin solapadas políticas
internacionales.
La cultura es otro factor de la vida social necesario para que el hombre aspire al
descubrimiento de los muchos mundos, que se esconden en su alrededor. Los pueblos
cultos son siempre pueblos responsables, aunque a veces la historia nos enseña que la
cultura es el medio para construir los " grandes monstruos " de la vida política del mundo
moderno. Mucho saber entristece a los pueblos, pero en el saber se encierra el secreto
de una vida mejor.
El progreso social necesario como superación moral y material, debe encaminarse
hacia un objetivo determinado: dominio sobre la naturaleza física, para lograr algún día la
transformación de la naturaleza humana. El sentir democrático que domina nuestro
pensamiento nos hace presentir que los grupos humanos con altos niveles de cultura,
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encontrarán los valores necesarios de la vida social, para ser otro mundo, que, desde
luego, debe ser radicalmente diferente a este inmenso basurero de nuestros afanes.
La organización de nuestra conducta permanentemente dirigida a un interés social
nos lleva a la idea de institución, a diferencia de otros conceptos de institución usados en
el derecho público y privado.
El poder público como fuerza organizada, para apoyar el orden estatal es un
orden institucional del cual emanan otras instituciones de muy diversos sentidos. Más
adelante nos ocuparemos de la organización política y administrativa del estado para
realizar sus fines.
"Las instituciones sociales son la suma total de las pautas, relaciones, procesos e
instrumentos materiales estructurados en torno a un interés social de importancia. Toda
institución puede comprender tradiciones, costumbres, leyes, funcionarios, convenciones,
juntamente con instrumentos físicos como edificios, máquinas, sistemas de
comunicación, etc. las instituciones sociales de reconocimiento más general son la
familia, la iglesia, o religión, la escuela o enseñanza, el estado, el sistema económico y
aquellos otros elementos menores como el recreo, el arte, etc. Las instituciones son
principales componentes de la cultura."
El desarrollo de las instituciones nace y se estimula con el nacimiento del estado
moderno. El estado moderno es un estado institucional, que al estimular al individuo
como parte integrante de una sociedad, ve en esta el objeto inmediato de su actividad.
LAS FORMAS DEL PODER POLÍTICO.
Hemos indicado que el poder del estado es una fuerza material y jurídica que una
sociedad concentra en una organización política determinada. Esa fuerza corresponde al
órgano y aunque sea una persona física la que lo ejerce, no es ella en su calidad
particular a la que se le asigna el derecho de ejercer el poder. El poder tiene una misión y
es la de realizar el bien público.
El poder aparece como "una capacidad o autoridad para dominar a los hombres,
refrenarlos y controlarlos, obtener su obediencia y encauzar su actividad en direcciones
determinadas”
Una sociedad que ha llegado a la forma política superior que es el estado,
engendra todo un sistema de relaciones de poder que se contienen en la organización
política administrativa del estado. Ningún poder es superior al poder del estado, porque
este es el resultado de una lucha de varios siglos entre poderes que trataron de reducir el
poder del monarca, luego el poder del mismo estado. Hoy el estado tiene el monopolio
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del poder legal: pero aún así necesita apoyarse en la opinión pública y en los principios
justos de su actuación.
Sin el derecho del poder del estado sería una fuerza ciega incontenible. Hechos
de fuerza engendran procesos de violencia y desorden. Y aunque la sociedad no ha
elabore directamente el derecho, todo orden jurídico debe estar apoyado en la sociedad
que lo soporta.
Si el poder material, el estado no tendría la autoridad suficiente para contener a
los irresponsables, a los rebeldes, a los intransigentes, a los inconformes. El poder del
estado se convierte en ley en la forma de una acción material, de un sistema de
sanciones proporcionadas a la magnitud de la orden de la violación.
“La fuerza militar es un ingrediente indispensable del poder político. En la
democracia el poder político es la resultante de la lucha de los partidos políticos y de las
organizaciones políticas.
En realidad, el poder reside, principalmente, en una minoría de líderes que
dominan el parlamento y otras organizaciones, y que de esa suerte dirigen las reacciones
políticas ante las presiones económicas importantes. "
El fenómeno social del poder se ha manifestado bajo diversas formas y de
acuerdo con el desarrollo cultural de cada pueblo.
EL PODER PÚBLICO Y LAS INSTITUCIONES JURÍDICAS.
La necesidad de un orden político aparece como un suceso natural en el
desarrollo social. Desde las primeras formas políticas hasta el estado, su única
justificación es servir a los fines de la sociedad que lo creó.
Pero la historia orientada por la voluntad de los hombres ha seguido otro
derrotero. Constituido el poder pronto desvió el grupo de hombres que los detentaban,
sus propósitos verdaderos. Las luchas sociales, la acumulación de riquezas, el ejercicio
mismo del mando, originaron las clases sociales y la organización política en lugar de
servir a la sociedad, se puso al servicio de esos intereses, de esas clases que llegaron a
formar grupos de privilegios que se ampararon en riquezas, blasones, tradiciones.
Paralela a ésta de formación de la sociedad y del estado, la primera soportando y
apoyando el orden jurídico injusto, y el segundo protegiendo de esos intereses, ocurrió la
lucha del hombre por su libertad. Ríos enteros de sangre servían para contestar unas
cuantas líneas de reconocimiento de un derecho.
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Europa presentía el advenimiento de las nacionalidades y los estados italianos
presiden el nacimiento del estado.
El orden jurídico se convierte en un orden más extenso, más complejo y con
nuevos elementos de protección del sistema de privilegios. El profundo desajuste de la
vida social domina toda la historia, pero su mayor intensidad se refleja en los regímenes
absolutistas del siglo XVIII.
No es una lucha contra las formas de gobierno y contra las ideas políticas
generales, esta tarea corresponde a los filósofos. Es una lucha en contra de personas
determinadas que han prostituido el ejercicio del poder durante la revolución francesa.
Mientras el pueblo de París muere de hambre, la realeza derrocha el dinero arrancando
al pueblo. La lucha contra el gobernante, lleva a luego a la lucha en contra de las
instituciones que deforman el ambiente. Y surgen las constricciones y las declaraciones
de los derechos del hombre y del ciudadano.
Más en otros aspectos sigue dominando el derecho injusto, el que caracteriza ya
la organización del estado. Y la doctrina llega a negar la característica de estado a los
que establecen y mantienen el orden injusto. Un derecho mejor se resume en la
declaración universal de los derechos humanos de la ONU.
Pero no hay una métrica adecuada para mediar la justicia o la injusticia de los
principios jurídicos. Países conservadores se encierran en viejas tradiciones y soportan
un paralelismo decadente o anticuado; en tanto que otros, como los norteamericanos con
la constitución de Filadelfia de 1787, apenas se formulan las muy para deducir del texto "
casi eterno y casi inolvidable " Las nuevas soluciones que exigen los acontecimientos de
actualidad.
Y llegamos a la conclusión más terminante: el estado en rezar reflejada el mundo
del deber ser y este la mayor parte de las veces no corresponde a la realidad social, al
auténtico desarrollo de los hechos de la vida cotidiana. El estado aparece como un
fantasma en su proyección como una trágica realidad cuando se interna en los
complicados problemas de la vida social.
Imaginarnos al poder público como una fuerza material es desvirtuar su
naturaleza, de ser un poder social, institucional o constitucional. La fuerza debe radicar
en el derecho, en los principios de justicia social que dominen en un estado y se
concreten en su orden jurídico. En la tesis de Stemmler el derecho justo deberá luchar
con el orden injusto. ¿Más cuál es la métrica que podrá ser útil para delimitar el campo de
lo justo y de lo injusto aplicado la vida social? No hay otra referencia que el clamor
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popular que ante los sufrimientos colectivos demanda nuevas formas sociales
económicas y políticas. El poder que no sirve el pueblo es un poder legítimo.
Estado y sociedad
Lo que ha cambiado, que incluso se ha invertido completamente en el curso de la
reflexión secular sobre el problema del estado, es la relación entre estado y la sociedad.
Durante siglos la organización política fue el objeto por excelencia de toda consideración
sobre la vida social del hombre. Sobre el hombre como animal social, comprendidos sin
diferenciación del doble significado actual de " social " y " político". Con esto no se quiere
decir que el pensamiento antiguo no haya resaltado la existencia de formas asociativas
humanas diferentes del estado, pero la familia es tomada en cuenta por Aristóteles como
la primera forma embrionaria e imperfecta y su estudio es ubicado a inicio de la política.
Por lo que hace a las otras formas de sociedad, que son constituidas por acuerdo
o por necesidad de los individuos con objeto de alcanzar fines particulares, son
abordadas por el mismo Aristóteles en el capítulo de la Etica nicomaquea dedicado a la
amistad, y precisamente en cuanto son formas para el logro de fines particulares, la
navegación de parte de los navegantes, la victoria en la Guerra de parte de los hombres
de armas, el placer y la molicie de parte de quienes se reúnen en un banquete, están
subordinadas a la sociedad política que no se orienta a una utilidad particular o
momentánea sino a la utilidad general y durable que involucra a toda la vida del hombre.
La relación entre sociedad política que únicamente es la societas perfecta y las
sociedades particulares es una relación entre el todo y sus partes, en la que el todo, que
engloba, las partes englobadas son la familia y las asociaciones. En todo el estudio de la
política hasta Hegel incluido, esta relación entre el estado y las sociedades menores o
parciales es constante. En el Leviatán de Hobbes, además del capítulo sobre la familia y
la sociedad patronal, que es común a todos los tratados de política de aquel tiempo, hay
también un capítulo sobre las sociedades pasteles llamadas grecamente systems, de las
cuales se presenta una rica ejemplificación con una tipología, que hoy constituiría uno de
los capítulos principales de un tratado de sociología; la teoría política de Hegel, como es
presentada en la tercera parte de los lineamientos de filosofía del derecho, es una teoría
del estado como momento culminante del espíritu objetivo, culminante en cuanto
resuelve y supera los momentos anteriores de la familia y de la sociedad civil, y donde es
ubicado, entre otros, el estudio de las corporaciones, típica sociedades parciales con
fines particulares en el sentido tradicional. Con la emancipación de la sociedad civil-
burguesa, en el sentido marxista, o de la sociedad industrial, en el sentido
saintsimoniamo, frente al estado, la relación entre instituciones políticas y sociedad se
invierte. Paulatinamente la sociedad en sus diversas articulaciones se vuelve el todo del
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que el estado, considerado de manera restringida como el aparato coactivo con el que un
sector de la sociedad ejerce el poder sobre otro sector, que es degradado en parte. Si el
curso de la humanidad hasta ahora se ha desarrollado de las sociedades de menores
como la familia al estado, ahora finalmente, de un lado, con el descubrimiento de las
leyes económicas que permiten al hombre una convivencia armónica con la mínima
necesidad de un aparato coercitivo y por tanto de poder político, de otro lado, con el
desarrollo de la organización industrial de la que se ocupan los científicos junto con los
propios industriales que ahora en adelante podrán prescindir de la espada de César, se
desarrollará un proceso inverso, del estado opresivo a la sociedad liberada. De este
cambio nace una de las ideas dominantes del siglo XIX, como un tanto al socialismo
utópico como al socialismo científico, lo mismo a las diversas formas de pensamiento
liberario que al pensamiento liberal en sus expresiones más radicales, de la inevitable
extinción del estado por lo menos de su reducción a los términos mínimos. Por lo que se
refiere a los estudios del estado, estos se vuelven cada vez más parciales con respecto al
análisis general de la sociedad. Pocos años después de la muerte de Hegel, con Lorenz
von Stein desaparece la gesamte Staatswissens-chaf "ciencia general del estado", cada
vez más restringida en su objeto y reducida a un estudio del estado diferente de la
sociedad global, se contrapone una Gesellschaftswissenschaft, "ciencia de la sociedad".
Hoy la sociología política es una de las ciencias sociales; el estado como sistema político
es con respecto al sistema social un subsistema.
De parte de los gobernantes o de los gobernados
Al lado de las diferentes maneras de considerar el problema del estado que
hemos examinado hasta aquí respecto al objeto, el método, al punto de vista, a la
concepción del sistema social, es necesario mencionar una contraposición que
generalmente es descuidada, pero que divide en dos campos opuestos las doctrinas
políticas quizá más que cualquier otra dicotomía: nos referimos a la contraposición que
deriva de la diversa posición de los escritores adoptan con respecto a la relación política
fundamental, gobernantes-gobernados, o soberano-súbdito, o estado-ciudadanos,
relación que generalmente es considerada como una relación entre superior e inferior,
salvo en una concepción democrática radical donde gobernantes y gobernados se
identifican por lo menos idealmente en una sola persona y el gobierno se resuelve en el
autogobierno. Al considerar la relación política como una relación específica entre dos
sujetos de los cuales uno tiene derecho a demandar, otro el deber de obedecer, el
problema del estado puede ser tratado fundamentalmente desde el punto de vista del
gobernante o desde el punto de vista del gobernador: exparte principis (de la parte del
príncipe) o ex parte populi (de la parte del pueble). En realidad por una larga tradición que
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va del Politico de Platón al Príncipe de Maquiavelo, de la Ciro pedía de Xenofonte al
Princeps chirstianus de Erasmo, los escritores políticos han tratado el problema del
estado principalmente desde el punto de vista de los gobernantes; temas esenciales, el
arte de gobernar, las virtudes, habilidades o capacidades que se piden al buen
gobernante, las diversas formas de gobierno, la distinción entre buen gobierno y mal
gobierno, la fenomenología de la tiranía en sus más diversas formas, derechos, deberes,
prerrogativas de los gobernantes, las diferentes funciones del estado y los poderes
necesarios para desempeñar los correctamente, los diversos segmentos de la
administración, conceptos fundamentales como dominium (dominio), imperium (imperio),
maiesta (majestad), autoritas (autoridad), potestas (potestad) y summa potestas
(potestad suprema), todos los cuales se refieren a uno solo de los dos sujetos de la
relación, al que está arriba y al que de tal manera se vuelve el verdadero sujeto activo de
la relación, el otro es tratado como sujeto pasivo, la materia con respecto a la forma
(formante). No es que haya permanecido completamente ausente la otra perspectiva, la
sociedad política contemplada desde abajo, desde los intereses, las necesidades, los
derechos de los destinatarios de los beneficios (o maleficios según los casos) del
gobierno; pero la persistencia o insistencia desiertas metáforas, el pastor que presupone
una grey, el gubernator (gobernador en el sentido original de "timonel") que presupone
una chusma, el padre que presupone hijos menores de edad y que necesitan protección,
el amo que presupone esclavos, muestran más que una larga ejemplificación el sentido y
la dirección preponderantes en los siglos pasados del discurso político. También la
metáfora utilizada por Platón en el político del gobernante-Tejedor -"el fin de la tela de la
acción política es un buen tejido"- no sale de esta perspectiva: el arte de tejer es el que "
indica a cada quien cuales son las obras que deben terminarse”.
El cambio, el descubrimiento de la otra cara de la luna, se presenta al inicio de la
época moderna con la doctrina de los derechos naturales que pertenecen al individuo.
Estos derechos son anteriores a la formación de cualquier sociedad política y por tanto de
cualquier estructura de poder que la caracteriza.
A diferencia de la familia o de la sociedad patronal, la sociedad política comienza
a ser entendida fundamentalmente (anteriormente también había estado en la época
clásica) como un producto voluntario de los individuos que deciden con un acuerdo
recíproco vivir en sociedad e instituir en un gobierno.
Johannes Althusius, uno de los mayores artífices de esta nueva forma de ver las
cosas, define la política de la siguiente manera; " la política es el arte por medio del cual
los hombres se asocian con objeto de instaurar, cultivar y conservar entre sí la vida
social. Por tal motivo se define simbiótica". Althusius parte de "los hombres" y se mueve
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a través de la obra de los hombres hacia la descripción de la comunidad política. El punto
de partida de Aristóteles, que predominó durante siglos, es exactamente lo opuesto: " es
evidente... que el estado existe por naturaleza y que es anterior a cualquier individuo".
¿Que implica este cambio del punto de partida, aunque Althusius no lo llevó a sus últimas
consecuencias? implica la relevancia dada a los problemas políticos que son diferentes
de los tratados normalmente por quien se pone ex parte principis: la libertad de los
ciudadanos( de hecho o de derecho, civil o política, negativa o positiva) y no el poder de
los gobernantes; el bienestar, la prosperidad, a la felicidad, de los individuos tomados uno
por uno, y no solamente la potencia del estado; el derecho de resistencia a las leyes
injustas, y no sólo el deber de obediencia (activa o pasiva); la articulación de la sociedad
política en artes incluso contrapuestas (los partidos que va no son juzgados
exclusivamente como fracciones que dañan el tejido del estado), y no sólo su unidad
compacta; la división y contraposición vertical y horizontal de los diferentes centros de
poder y no únicamente el poder en su concentración y centralización; el mérito de un
gobierno que debe buscarse más en la cantidad de derechos de los que goza el individuo
que en la medida de los poderes de los gobernantes. Para Locke, la finalidad del
gobierno civil es la garantía de la propiedad es un derecho individual, cuya formación es
anterior al nacimiento del estado; para Spinoza y Rousseau es la libertad, no la libertas
que Hobbes leía en los muros de las ciudades (la autosuficiencia de la que había hablado
Aristóteles). La más alta expresión práctica de esta mutación son las declaraciones de los
derechos norteamericanos y francesa s, en las cuales está anunciado solemnemente el
principio de que el gobierno es para los individuos y no los individuos para el gobierno, un
principio que no sólo ha influido en todas las constituciones que vinieron después, sino
también la reflexión sobre el estado. Tal principio se ha vuelto, por lo menos idealmente,
irreversible. En la reflexión política, por lo menos de la revolución francesa en adelante, la
modificación más importante ha sido la que se refiere a la idea de " cambio ", en el
sentido del libro y de la política aristotélica, es decir, del paso de una forma de gobierno a
otra. Considerado este paso generalmente como un mal (contusión lógica de una doctrina
política durante siglos privilegio y exaltó la estabilidad y juzgó a la guerra civil como el
peor de los males), adquiere un valor positivo de parte de los movimientos
revolucionarios que miran en el cambio el inicio de una nueva era; así como la guerra
civil representa la crisis del estado vista ex parte principis, la revolución, interpretada
positivamente, representa la crisis del estado contemplaba ex parte populi.
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El HOMBRE Y LA COSA
Origen del hombre
Es indiscutible que la palabra " estado " se impuso por la difusión y el prestigio del
príncipe de Maquiavelo. Como se sabe, La obra comienza con las siguientes palabras: "
todos los Estados, todas las combinaciones que ejercieron y ejercen el imperio sobre los
hombres, fueron y son repúblicas o principados". Esto no quiere decir que la palabra fue
introducida por Maquiavelo. Minuciosas y amplias investigaciones sobre el uso de "
estado ", en el lenguaje de los siglos XV y XVI, muestran que el paso del significado
común del término status de " situación " a " estado " en el sentido moderado de la
palabra, ya se había dado mediante el aislamiento del primer término la expresión clásica
status rei pubblicac. El mismo Maquiavelo no hubiera podido escribir tal frase
precisamente al comienzo de la obra si la palabra en cuestión no hubiese sido ya de uso
corriente.
Ciertamente, con el autor de El príncipe el término " estado " sostuvo
paulatinamente, si bien a través de un largo camino, los términos tradicionales con los
que había sido designada hasta entonces la máxima organización de un grupo de
individuos sobre territorios en virtud de un poder de demando: con gobierno mínimo, con
gobierno difuso y con gobierno en expansión, no excluye que estas sociedades puedan
ser consideradas sociedades políticas, como el uso del término Gobernment deja
entender. Al llegar a este. El problema se traslada a otro lugar: ¿Existen sociedades
primitivas que ni siquiera sean organizaciones políticas en el sentido más amplio de la
palabra? Para dar otro ejemplo, quien distinguir sociedades acéfalas de aquellas que
tienen un jefe considera sociedades no políticas a las primeras porque introducen como
criterio administrativo cierta concentración de poder y la necesidad de un guía en el
vértice; y sí en cambio el estado en un primer momento es identificado con la realización
de un poder concentrado, pero luego se introduce otra distinción entre poder coactivo, el
cual utiliza la fuerza para hacerse valer, y poder de las palabras, poder del gesto, de los
símbolos, es posible sostener que solamente son sociedades políticas de las primeras.
El ESTADO Y PODER
Teorías del poder
Antes de la aparición y del uso corriente del término estado el problema de la
distinción entre ordenamiento político y estado ni siquiera se planteaba; pero la
identificación entre la esfera de la política y la esfera del estado va mucho más allá de la
aparición del término " estado”. Desde la Pilitica methodice digesta de Johannes Althusius
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hasta la Politica de Heinrich von Treitschker, pasando por la Politica in nuce de Croce, el
estudio de los temas del estado continúa apareciendo bajo el nombre de " política ",
derivado originalmente de aquella forma particular de ordenamiento político. En estos
últimos años los estudiosos de los fenómenos políticos al abandonado el término " estado
" para sustituirlo por uno más comprensivo, " sistema político”. Entre otras ventajas que
ofrece esta expresión se encuentra la de tener un significado axiológicamente más
neutral que el término " estado ", el cual resiente por un lado la divinización, y por otro la
satanización, que ha sido hecha, respectivamente por los conservadores y los
revolucionarios, de los ordenamientos con gran concentración de poder que desde
Maquiavelo han sido llamados así cada vez con más frecuencia.
Lo que el " estado " y la " política " tienen en común (y es la razón de su
intercambiabilidad) es la referencia del fenómeno del poder. No hay teoría política que no
parta de alguna manera directa o indirectamente de una definición de " poder " y de un
análisis del fenómeno poder. Tradicionalmente el estado es definido como el portador de
la summa potesta (poder supremo); y el análisis del estado se resuelve casi totalmente
en el estudio de las deferentes potestades que le competen al soberano. La teoría de
Estado se entrelaza con la teoría de los tres poderes (legislativo, ejecutivo, judicial) y de
sus relaciones. De acuerdo con un texto canónico de nuestros días, Power and Society
(poder y sociedad) de Lasswell y Kaplan, el proceso político es definido como " La
formación, la distribución, el ejercicio del poder” . Si la teoría del estado puede ser
considerada como una parte de la teoría política, la teoría política a su vez puede ser
considerada como una parte de la teoría del poder.
En la filosofía política el problema del poder ha sido presentado bajo tres
aspectos, con base en los cuales se puede distinguir tres teorías fundamentales del
poder, sustancialista, subjetivista y relacional. Una típica interpretación substancialista
del poder es la de Hobbes , según la cual " el poder de un hombre... son los medios que
tiene el presente para obtener algún aparente bien futuro", que estos medios sean dotes
naturales, como la fuerza y la inteligencia, o bien adquiridas, como la riqueza, no cambia
significado específico del poder, entendido como algo que sirve para alcanzar lo que es
objeto de nuestro deseo.
Semejante es la muy conocida definición de Bertrand Russell de a cuerdo con la
cual el poder consiste en la " producción de los efectos deseados " y cuanto tal puede
adoptar tres formas: poder físico y constructivo, que tiene su expresión concreta más
visible en el poder militar; psicológico, con base en amenazas de castigos y promesas de
recompensas, en el que consiste principalmente el dominio económico y mental, a que el
que se ejerce mediante la persuasión o la disuasión, y tiene su forma elemental y
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presente en todas las sociedades mediante la educación. Una típica interpretación
subjetivista del poder es la expuesta por Locke, quien por "poder" no entiende la cosa
que sirve a alcanzar el objeto sino la capacidad del sujeto de obtener ciertos efectos, por
lo que se dice que " El fuego tiene el poder de fundir los metales" de la misma manera
que el soberano tiene el poder de hacer leyes y al hacerlas influyen en la conducta de sus
súbditos. Esta forma de entender el poder es la que adoptan los juristas para definir el
derecho subjetivo ; que un sujeto tenga un derecho subjetivo quiere decir que el
ordenamiento jurídico le atribuyó el poder de obtener ciertos efectos. Ahora bien la
interpretación más utilizada en el discurso político contemporáneo esta tercera, que se
refiere al concepto relacional de poder y para la cual por poder debe entender una
relación entre dos sujetos de los cuales el primero obtiene del segundo un
comportamiento que éste de otra manera no habría realizado. La más conocida y
sintética de las definiciones relacionales es la de Robert Dahl: " La influencia que es una
relación entre actores, en la que uno de ellos induce a los otros a actuar de un modo en
el que no lo habrían de otra manera ". En cuanto relación entre dos sujetos, el poder así
definido está estrechamente ligado al concepto de libertad, de manera que los dos
conceptos pueden ser definidos uno mediante la negación de otro de la siguiente forma: "
El poder de A implica la no-libertad de B"; "La libertad de "A implica el no-poder de B."
LAS FORMAS DE PODER Y EL PODER POLÍTICO
Una vez ubicado el concepto de estado en el de la política, y el concepto de
política en el de poder, debemos distinguir ahora el poder político de todas formas que
puede asumir la relación de poder. La teoría política de todos los tiempos se ha ocupado
de este tema con infinitas variaciones. La tipología clásica transmitida durante siglos es la
que se encuentra en la política de Aristóteles, donde se distinguen tres tipos de poder con
base en el criterio de la esfera en la que se ejerce: el poder del padre sobre el hijo, del
amo sobre el esclavo, del gobernante sobre los gobernados, Aristóteles agrega que los
tres tipos de poder también pueden distinguir con base en el diferente sujeto que se
beneficia del ejercicio del poder paternal es ejercido en interés de los hijos, patronal o
despótico en interés del amo, el político en interés de quien gobierna y de quién es
gobernado ( de donde derivan las formas corruptas de régimen político donde el
gobernante, convertido en tirano, únicamente gobierna para su provecho). Esta tipología
ha tenido relevancia política porque ha servido para proponer dos esquemas de
referencia para definir las formas corruptas de gobierno: el gobierno paternalista o
patriarcal en el que el soberano se comporta con los súbditos como un padre, y los
súbditos son tratados eternamente como menores de edad (la crítica más célebre a esta
forma de gobierno fue hecha por Locke en el segundo de los Dos Ensayos sobre el
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gobierno civil, en polémica con el Patriarca Robert Filmer, y fue retomada por Kant con la
crítica del estado Audemonológo que se preocupa por la felicidad de sus súbditos en vez
de limitarse a garantizarles la libertad); despotricó en el que el soberano trata a los
súbditos como esclavos a los que no se le reconocen derechos de ninguna especie (esta
forma de gobierno ya fue claramente señalada por Aristóteles que la consideró adecuada
para los pueblos esclavos por naturaleza como son los orientales, los bárbaros, los
cuales soportan el peso del poder opresivo sin lamentarse o rebelarse, y tendrá
reconocimiento pleno, siempre en referencia a los pueblos orientales, en Montesquieu y
Hegel). La tripartición de las formas de poder es paternal, despótico y civil, es uno de la
teoría política clásica y moderna. En sus obras políticas Hobees, antes de tratar del poder
civil, analiza el gobierno familiar y el gobierno patronal, Locke comienza el segundo
ensayo manifestando el propósito de buscar en que cosa se distingan el poder del padre
sobre sus hijos, del capitán de una guerra sobre lo galeotes (que es la forma moderna de
esclavitud), del gobierno civil. Sin embargo, el estudio de Locke se distingue del de
Aristóteles por el diferente criterio de diferenciación, que se refiere al diverso fundamento
de los tres poderes, hoy se diría del diferente principio de legitimidad: el poder del padre
es un poder cuyo fundamento es natural en cuanto deriva de la procreación, el patronal
es el efecto del derecho de castigar a quien se ha hecho culpable de un delito grave y por
tanto es acreedor a una pena igualmente grave como la esclavitud; el poder civil,
únicamente entre todas las otras formas de poder, está fundado en el consenso
manifiesto y táctico de quienes son sus destinatarios. Como se puede apreciar, se trata
de las tres formas clásicas del fundamento de toda obligación: ex natura, ex delico, ex
contractu.
Esta división clásica, a pesar de su éxito, no permite distinguir el poder político y
de otras formas de poder. Los criterios, el aristotélico, basada en el interés, y el lockiano,
y fundado en el principio de legitimidad, no son criterios analíticos sino axiológicos, en
cuanto son útiles para distinguir el poder político como debería ser y no como es, las
formas buenas de las formas corruptas. Tan es así que lo mismo Aristóteles que Locke
debe reconocer que existen gobiernos en los que el poder que es ejercido en las otras
dos formas. Una teoría realista del poder político, como formas de poder diferentes de
cualquiera otra, se forma mediante la elaboración, debida a los juristas medievales, del
concepto de soberanía, mientras la sociedad antigua no conoce más que una sociedad
perfecta, el estado que abarca a todas las otras sociedades menores, la sociedad
medieval conoce dos, el estado y la iglesia. La disputa secular sobre la preeminencia de
uno o de otro exige una delimitación de las dos esferas de competencia y por tanto del
dominio, y consecuentemente la delimitación de los caracteres específicos de las dos
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potestades. Se vuelve una opinión común la distinción entre la vis directiva, que es
prerrogativa de la iglesia y la vis coactiva, que es prerrogativa del estado. en
contraposición a la potestad espiritual y sus pretensiones, los defensores y los
detentadores de la potestad temporal tienden a atribuirle al estado el derecho y el poder
exclusivo de ejercer sobre un determinado territorio y en referencia a los habitantes del
territorio la fuerza física, dejando a la iglesia El derecho y el poder de enseñar la religión
verdadera y los preceptos de la moral, de salvaguardar la doctrina de los errores, de
dirigir las conciencias hacia el logro de los bienes espirituales, el primero entre todos la
salvación del alma. De esta manera el poder político se identifica con el ejercicio de la
fuerza, y es definido como el poder que para obtener los efectos deseados (retomando la
definición hobbeasiana) tiene derecho de servirse, si bien en última instancia, como
extrema ratio (razón extrem a), de la fuerza. Aquí, el criterio de distinción y entre el poder
político y el poder religioso de nueva cuenta es el medio utilizado para hacerlo valer: el
poder espiritual se sirven de la amenaza de penas o de la promesa de premios ultra
terrenales; el poder político utilizar la construcción física como es la que se ejerce
mediante las armas.
Para la definición del poder político el uso de la fuerza física es la condición
necesaria, pero no es la condición suficiente. De acuerdo con la doctrina que se afirma en
las grandes de controversias entre el estado y la iglesia, lo que distingue al estado frente
a la iglesia es el ejercicio de la fuerza; pero una controversia igualmente decisiva para la
definición del poder político es la que observa cómo contrapuestos los reinos al imperio
universal y las ciudades a los reinos. Aquí el problema es otro; no es el del derecho de
usar la fuerza, sino de la exclusividad de este derecho sobre un determinado territorio.
Quien tiene el derecho exclusivo de usar la fuerza sobre un determinado territorio es el
soberano. Como la fuerza es el medio más resolutivo para ejercer el dominio del hombre
sobre el hombre, quien detenta el uso de este medio excluyendo a todos los demás
dentro de ciertos confines es quién dentro de esos confines tiene la soberanía entendida
como summa protestas, como poder supremo; summa en el sentido de que no reconoce
superior alguno, suprema en el sentido de que no tiene ningún poder por encima de si
misma. Si el uso de la fuerza es la condición necesaria del poder político, sólo el uso
exclusivo de este poder es la condición suficiente.
Las fórmulas que anticipan el concepto de soberanía, que se vuelve a través de
los escritores políticos de la época moderna el concepto fundamental para la definición
del estado, son la distinción entre las civitates superiorem recognoscentes y superiorem
non recognoscentes de los juristas medievales que defienden la autonomía jurídica y en
consecuencia la política de las ciudades. El principio rex in regno suo imperator, afirmado
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por los juristas franceses que defienden la soberanía del rey de Francia de las
pretensiones del emperador. Aquel que es tomado como el teórico de la soberanía (en
realidad más que el teórico, el reconocido expositor de un concepto que tiene tras de sí
una larga y consolidada tradición), Jean Bodin, define al estado como un gobierno justo
de muchas familias y de lo que le es común con poder soberano y el poder soberano
como el poder absoluto y perpetuo. Donde "absoluto" significa que no está sometido a
otras leyes más que a las naturales y divinas, y "perpetuo" significa que logra obtener
obediencia a sus mandatos con continuidad también gracias al uso exclusivo del poder
coactivo. El tema de la exclusividad del uso de la fuerza como característica del poder
político y es el tema hobbesiano por excelencia; el paso del estado de naturaleza al
estado está representado por el paso de una condición en la que cada cual utiliza
indiscriminadamente su fuerza contra todos los demás a la situación en la que el derecho
de usar la fuerza corresponde solamente al soberano. A partir de Hobbes, el poder
político asume una connotación que permanece constante hasta hoy cuando el escrito de
juventud la construcción de Alemania Hegel lamenta que Alemania ya no sea un estado,
observa que " una multitud de hombres puede darse el nombre de estado solamente si
está unida por la defensa común de todo lo que es su propiedad " y repite más adelante, "
donde una multitud forme un estado es necesario que constituya un aparato militar y un
poder estatal comunes”. Con un lenguaje tomado de la economía, Weber define a estado
como el detentador del monopolio de la coacción física legitima. Para Kelsen el estado es
un ordenamiento coercitivo, en particular: " El estado es una organización política por que
es un ordenamiento que regula el uso de la fuerza". En uno de los manuales de ciencia
política más difundidos en estos últimos años se lee: " Estamos de acuerdo con Max
Weber que la fuerza física legítima es el hilo conductor de la acción del sistema político".
LAS TRES FORMAS DE PODER
Desde el punto de vista de los diversos criterios que han sido adoptados para
distinguir las diversas formas de poder, la definición del poder político como el poder que
está en posibilidad de recurrir en última instancia a la fuerza (y es capaz de hacerlo
porque el detenta su monopolio) es una definición que se refiere al medio del que sirve
quien detenta el poder para a obtener los efectos deseados. El criterio del medio es el
que se utiliza comúnmente por que permite una tipología a la vez simple y clara, la
llamada tipología de los tres poderes, económico, ideológico y político, o sea, de la
riqueza, del poder y de la fuerza. El poder económico y es el que se vale de la posesión
de criterios bienes, necesarios o considerados como tales, en una situación de escasez,
para inducir a quienes no los poseen a adoptar una cierta conducta, que consiste
principalmente en la realización de un trabajo útil. En la posesión de los medios de
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producción reside una enorme fuente de poder de parte de quienes lo poseen frente a
los que no los poseen, precisamente en el sentido específico de capacidad de determinar
el comportamiento ajeno. En cualquier sociedad donde existe propietarios y no
propietarios, es el poder del propietario deriva de la posibilidad de que la posesión
exclusiva de un bien Leda de obtener que el no propietario (o propietario solamente de su
fuerza de trabajo) trabaje para él bajo las condiciones que el imponga. El poder
ideológico es el que sirve de la posesión de ciertas formas saber, doctrinas,
conocimientos, incluso solamente de información, o de códigos de conducta, para ejercer
influencia en el comportamiento ajeno e inducir a los miembros del grupo a realizar o
dejar de realizar una acción. De este tipo de condicionamiento deriva la importancia
social de quienes saben, los sacerdotes en las sociedades tradicionales, los literarios, los
científicos, los técnicos, los llamados intelectuales, en las sociedades secularizadas,
porque mediante los conocimientos que ellos de funda en o los valores que predican el
inculcan se realiza proceso de socialización del que todo grupo social tienen necesidad
de permanecer unido. Lo que tienen en común estas tres formas de poder es que en ellas
contribuyen conjuntamente a instituir y mantener sociedades desiguales divididas en
fuertes y débiles con base en el primero, en ricos y pobres con base en el segundo, en
sabientes e ignorantes con base en el tercero. Genéricamente entre superiores e
inferiores.
Después de todo, definir el poder político como el poder cuyo medio específico es
la fuerza sirve para hacer entender porque siempre haya sido considerado el poder
supremo, o sea, el poder cuya posesión distingue en toda sociedad al grupo dominante.
En efecto, el poder coactivo esa que el del que todo grupo social tienen necesidad para
defenderse de ataques externos o para impedir su disgregación interno. En las relaciones
entre los integrantes de un mismo grupo social, a pesar del estado de subordinación que
la expropiación de los medios de producción crean en los expropiados, a pesar de la
adhesión pasiva a los valores transmitidos de parte de los destinatarios de los mensajes
emitidos por la clase dominante, sólo la utilización de la fuerza física serlo para impedir la
insubordinación y para apaciguar toda forma de desobediencia. En las relaciones entre
los grupos sociales, no obstante la presión que puede ejercer la amenaza o la ejecución
de sanciones económicas para persuadir al grupo adversario de asistir de un
comportamiento considerado nocivo u ofensivo (en las relaciones entre grupos los
condicionamientos de naturaleza ideológica cuentan menos), el instrumento decisivo para
imponer la propia voluntad es el uso de la fuerza, es decir, la guerra.
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Estas distinciones entre los tres tipos principales de poderes sociales, si bien
manifestada de diferentes maneras, es un dato casi constante en las teorías sociales
contemporáneas, en las cuales el sistema social en su conjunto aparece directa o
indirectamente articulado en tres subsistemas: La organización de las fuerzas
productivas, la organización del consenso y la organización del poder coactivo. Incluso la
teoría marxista puede ser interpretada en este sentido: la base real comprende el
sistema económico, mientras la superestructura, escindiéndose en dos momentos
diferentes, abarca el sistema ideológico y el más propiamente jurídico-político (del que
Marx, es necesario no olvidarlo, toma sobre todo el aspecto represivo, resultando
especialmente el aparato de coacción). El sistema Gramsciano es más claramente
tricotómico, donde el momento superestructural es distinguido en dos momentos, el
momento de la hegemonía o del consenso que es llamado " sociedad civil " y el momento
del dominio o de la fuerza llamado " estado”. Por lo demás, durante siglos los escritores
políticos han distinguido el poder espiritual que hoy se llamaría ideológico del poder
temporal, y siempre han interpretado el poder temporal constituido por la conjunción del
dominium, que es el poder sobre las cosas, constitutivo del poder económico, con el
imperium, que es el poder de mando sobre los hombres, constitutivos del poder político
en sentido estricto. Así, en la dicotomía tradicional como el la marxista se encuentran las
tres formas de poder, con tal de que se interprete correctamente como compuesto por
dos momentos, tanto en un caso como en otro, el segundo término. La diferencia esencial
y radica en el hecho de que en la teoría tradicional el poder principal está representado
por el poder ideológico en cuanto el poder económico-político es concebido como
dependiente del espiritual, mientras en la teoría marxista el poder principal es el
económico en cuanto las ideologías y las instituciones políticas tienen la función de
garantizar la permanencia de determinadas relaciones de producción (por lo menos hasta
que la contradicción misma que explota en un cierto momento del desarrollo de estas
relaciones produce el cambio). Al inicio de la época moderna es ejemplar el De cive de
Hobbes dividido en tres parte: libertas, potestas, religio, que corresponden
respectivamente a la esfera de la libertad natural donde se desarrollan las relaciones de
intercambio en la cual es el poder político debe intervenir lo menos posible (hay quien
como Macpherson a creí poder observar en el estado de naturaleza hobbesiano una
prefiguración de la sociedad de mercado), al poder político, que detenta las dos espadas
de la justicia y de la guerra, al poder espiritual, al que corresponde una tarea
fundamentalmente de enseñanza. En Hobbes, el poder por excelencia es el poder
político, el cual, legitimado para ello por una delegación específica de individuos aislados
y aterrorizados, impulsados por la necesidad de salir del estado de naturaleza, controla lo
mismo el poder espiritual que el poder económico. También bajo este aspecto Hobbes
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puede ser considerado el primero y también el máximo teórico del estado moderno, es
decir, del estado cuya formación es acompañada por la persistente idea de la primacía de
la política.
LA PRIMACÍA DE LA POLÍTICA
La diversa relación entre los tres poderes y la diferente manera de disponerlos en
orden jerárquico están entre los rasgos más característicos de las grandes corrientes del
pensamiento político y de la filosofía de la historia. La primacía de la política que
distingue al pensamiento político moderno, de Maquiavelo a Hegel, se contrapone tanto
la primacía del poder espiritual, que distingue a la época medieval y de las grandes
controversias del estado y la iglesia y a la cual la iglesia romana y las otras iglesias jamás
han renunciado, como la primacía del poder económico cuyo descubrimiento coincide con
el nacimiento del mundo burgués y el inicio de la reflexión sobre el modo de producción
capitalista.
La doctrina de la razón de estado está íntimamente vinculada a la idea de
primacía de la política. No por casualidad tal doctrina nace y se desarrolla al lado de la
teoría del estado moderno. Una de las formas en las que se manifiesta la primacía de la
política es la independencia del juicio político frente al juicio moral, o inclusive la
superioridad del primero sobre el segundo; que exista una razón de estado diferente de la
razón de los individuos quiere decir que el estado, y más concretamente el hombre
político, es libre de perseguir sus propios objetivos y sin estar obligado a tomar en cuenta
los preceptos morales con los que está comprometido el individuo en sus relaciones con
los otros individuos.
A la concepción de la primacía de lo espiritual corresponde la doctrina de la
subordinación completa de la acción política a las leyes de la moral, que son los
preceptos de la religión dominante: subordinación que se refleja en la figura del príncipe
cristiano; en cambio, a la concepción de la primacía de la política corresponde la doctrina
de la necesaria inmoralidad o amoralidad de la acción política que debe contemplar su
objetivo propio, la salus rei publicac, sin sentirse obligada o comprometida por rémoras
de otra naturaleza; primacía se refleja en la figura del príncipe maquiavélico con respecto
al cual los medios de los que se sirve para vencer y conquistar el estado, siempre son,
cualesquiera que ellos sean, " juzgados honorables, y loados por cada cual ". En la
filosofía del derecho de Hegel, que concluye la teoría del estado moderno, el último
momento del espíritu objetivo que cubre el territorio tradicional de la filosofía práctica, no
es la moral sino la eticidad, de la cual la figura suprema es el estado. Abordando el tema
clásico de la distinción entre la moral y la política, de la razón de estado, Hegel
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manifieste con la máxima fuerza la idea de la primacía de la segunda sobre la primera, en
un fragmento que puede ser considerado justamente la quintaesencia de esta idea y
contiene el argumento principal para su justificación:
El bien de un estado tiene un derecho totalmente diferente del bien del individuo,
porque el estado, que es " sustancia ética ", " tiene su existencia, es decir, su derecho,
inmediatamente en una existencia no abstracta sino concreta... y solamente esta
existencia concreta, no una de las tantas proposiciones generales, sujetas a preceptos
morales, puede ser principio de su acción y de su comportamiento”.
¿Qué quiere decir este cargamento? Significa que el principio de acción del
estado debe ser buscado en su propia necesidad de existencia, que es la condición
misma de la existencia (no sólo de la existencia sino también de la libertad y del
bienestar) de los individuos. Prueba de ello es que el tribunal que juzga las acciones del
estado no es ni el externo instituido por el propio estado para juzgar las acciones de los
súbditos ni el que cada individuo erige en su interior para responder a su conciencia o a
Dios, sino el tribunal de la historia universal, cuyos sujetos no son los individuos sino los
Estados.
EL FUNDAMENTO DEL PODER
El problema de legitimidad
En referencia al poder político tradicionalmente no sólo se ha presentado el
problema de su definición y de las características que lo distingue de las otras formas de
poder, sino también el de su justificación. El problema de la justificación del poder nace
de la pregunta: " ¿Admitiendo que el poder político se al poder que dispone del uso
exclusivo de la fuerza en un determinado grupo social, es suficiente la fuerza para
hacerlo aceptar por aquellas personas sobre las cuales ejerce, para persuadir a sus
destinatarios a obedecerlo? Una pregunta de este tipo puede tener y tenido dos
respuestas según si es interpretada como una pregunta sobre lo que el poder de hecho o
sobre lo que debe ser. Como sucede en el estudio de los problemas políticos, también
estas respuestas frecuentemente han sido confundidas entre sí o sobrepuestas, de
manera que no siempre se logra entender si quien se plantea el problema de la relación
entre el poder y la fuerza suponga un problema de mera efectividad (en el sentido de que
un poder basado solamente en la fuerza no puede durar) o también un problema de
legitimidad (en el sentido de que un poder basado únicamente en la fuerza de hecho
puede ser efectivo pero no puede ser considerado legítimo). Una cosa es sostener que el
poder político no puede ser únicamente fuerte en el sentido de que no es posible, y otra
cosa es muy diferente a que no se puede ser solamente fuerte en el sentido de que no es
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lícito. Desde el punto de vista de los destinatarios del poder, el mismo o cuestionamiento
ha sido visto cómo problema de la obligación política; pero también el problema de la
obligación política puede ser planteado como análisis de las razones por las cuales se
obedecen órdenes de quien detenta un cierto tipo de poder o como determinación de los
casos en los cuales debe obedecer y de los casos en los que es lícita la desobediencia o
la obediencia pasiva.
La filosofía política clásica, que, se ha dicho (ver la parte referente a la ciencia
política y filosofía política), considera que su tarea es plantearse el problema del
fundamento del poder, se ha inclinado a negar que un poder únicamente fuerte,
independientemente del hecho de que sea capaz de durar, puede ser justificado. Aquí la
distinción ya no analítica sino axiológica entre el poder legítimo y el ilegítimo, con base en
el argumento ritual: " ¿Si nos limitamos a fundar el poder exclusivamente en la fuerza,
como se logra distinguir el poder político de una banda de ladrones?”.
Este problema fue presentado de manera contundente por san Agustín en el
famoso fragmento sobre el cual se ha vertido una infinidad de comentarios; " ¿Sin la
justicia que sería el realidad los reinos si no banda de ladrones?, ¿Y qué son las pandas
de ladrones sino pequeños reinos?” Fragmentos seguidos por el también célebre
intercambio de palabras entre Alejandro y el pirata.
Dos de los más famosos libros de teoría política, la República de Platón y el
contrato social de Rousseau, comienzan con un debate sobre la relación entre la justicia
y la fuerza, en el que se rechaza la tesis del " derecho del más fuerte”. También
Rousseau recurre al ejemplo del bandido: " si un bandido me sorprende en un bosque,
estaré, no solamente por la fuerza sino aún pudiendo evitarlo, obligado en conciencia a
entregarle embolsa. Porque, en fin, también la pistola que él tiene es un poder. “Para
Bodin el estado es " El gobierno justo que ejerce... ". El mismo Hobbes afirma que por la
seguridad de los súbditos, que es el fin superior del estado, inconsecuencia de las
instituciones del poder político, es necesario que alguien, no importa si se a una persona
física o una asamblea, " detente legítimamente en el estado al poder supremo”. Por lo
demás, precisamente con base en esa atribución de un carácter épico jurídico, durante
siglos se ha hecho la distinción entre poder político bueno y poder político malo, entre el
Rey y tirano (cuando " tiranía " no sea tomada en la acepción de mal gobierno, como en
la antigüedad clásica, sino de usurpación del poder); es ésta una distinción que implica
consecuencias importantes con respecto al problema de la obligación política, de suerte
que el mismo Hobbes, teórico de la obediencia absoluta, afirma que el usurpador, es
decir, el príncipe ilegítimo, debe ser tratado como un enemigo.
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La consideración recurrente según la cual el poder supremo, que es el poder
político, deberá tener una justificación ética, (por lo que es lo mismo, un fundamento
jurídico) ha dado lugar a la variada formulación de principios de legitimidad, o sea, de las
diversas maneras bajo los cuales se ha buscado dar una razón, en referencia a quien
detenta, poder demandar, y a quien lo sufre, de obedecer; lo que Gaetano Mosca llamó
con una expresión afortunada la " fórmula política ", explicando que, en todas las
sociedades discretamente numerosas y llegadas a un cierto grado de cultura hasta ahora
ha sucedido, que la clase política no justifica exclusivamente su poder únicamente con la
posesión de hecho, sino que busca darle una base moral y legal, haciéndolo emanar
como consecuencia necesaria de doctrinas y creencias generalmente reconocidas y
aceptadas en la sociedad que esa clase política dirige.
Mosca reconocía exclusivamente dos fórmulas políticas, la que hace derivar del
poder de la autoridad de Dios y la que lo hace derivar de la autoridad del pueblo. Aunque
la consideraba como maneras ficciones pensaba que correspondían a una necesidad
real, a la necesidad de gobernar y de sentirse gobernados " no solamente con base en la
fuerza material o intelectual, sino también con base en un principio moral".
Los diversos principios de legitimidad
En realidad los principios de legitimidad adoptados a lo largo de la historia no son
únicamente los indicados por mosca. Sin ser exhaustivos podemos indicar por lo menos
seis, que se reclaman en parejas antitéticas a tres grandes principios unificantes: la
voluntad, la naturaleza y la historia. Los dos principios de legitimidad que se reclaman a
una voluntad superior sólo recordados por Mosca: los gobernantes reside en su poder de
voluntad de Dios o de la voluntad del pueblo. La fórmula clásica de este tipo de
legitimación es la hobbesiana: " no es la razón, sino la autoridad la que hace la ley. "
¿Pero, cual es la fuente última de la autoridad? En una concepción descendente del
poder (concibiendo la estructura del poder como una pirámide el poder bajar del vértice a
la base) La autoridad última es la voluntad de Dios; es una concepción ascendente (de
acuerdo con la cual el poder sube de la base al vértice), la autoridad última es la voluntad
del pueblo. Ficción por ficción los principios, por antitéticos que puedan ser, en algunas
doctrinas se refuerzan entre sí: vox populi vox Dei (La voz del pueblo es la voz de Dios).
A las doctrinas voluntaristas siempre se opusieron las doctrinas naturalistas que dieron
origen a las diversas formas de derecho natural. También estas se presentan en dos
versiones aparentemente antitéticas: la naturaleza como fuerza originaria, de acuerdo
con la preponderante concepción clásica del poder, y la naturaleza como orden racional
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por lo que la ley natural se identifica con la ley de la razón de acuerdo con la
preponderante interpretación del iusnaturalismo moderno. Apelar a la naturaleza para
fundar el poder significa, en la primera versión, que el derecho de mandar de unos y el
deber de obedecer de otros deriva del hecho ineluctable que hay naturalmente, y por
tanto independientemente de la voluntad humana; fuertes y débiles, sapientes e
ignorantes, o sea individuos y también pueblos enteros aptos para mandar e individuos y
pueblos capaces de obedecer; en cambio apelar a la naturaleza como orden racional
significa fundar el poder en la capacidad del soberano de identificar y aplicar las leyes
naturales que son las leyes de razón. Para Locke, el principal deber del gobierno es el de
hacer posible, mediante el ejercicio del poder coactivo, la observancia de las leyes
naturales para el respeto de las cuales no habría necesidad de algún gobierno si todos
los hombres fueran seres racionales. En cuanto a los hombres no son racionales, Locke
necesita del consenso para fundar el estado, pero el consenso mismo, esto es, el
acuerdo necesario para salir del estado de naturaleza e instituir el gobierno civil, es, con
todo un acto racional. No hay necesidad de consenso solamente allí donde el príncipe
mismo que el gobierna es racional de conformidad con las leyes naturales que revelan los
iniciados; al llegar a este punto el gobierno de la naturaleza, la fisiocracia sustituye
completamente al gobierno de los hombres. También el apelo a la historia tiene dos
dimensiones según si la historia de cuya autoridad se busca derivar la legitimación del
poder sea la pasada o la futura. El reclamo a la historia pasada instituye como principio
de legitimación la fuerza de la tradición y en consecuencia está en la base de las teorías
tradicionalistas del poder de acuerdo con las cuales el soberano legítimo es quien ejerce
el poder desde tiempos inmemorables. El poder demandar también se puede adquirir,
con base en un principio general de derecho, apoyando en el uso que se transmite en el
tiempo, como se adquiere la propiedad o cualquier otro derecho. Mientras la referencia a
la historia pasada constituye un típico criterio para la legitimación del poder constituido, la
referencia a la historia futura es uno de los criterios para la legitimación del poder por
constituirse. El nuevo ordenamiento que el revolucionario tiende a imponer desarticulando
al viejo puede ser justificado en cuanto se le represente como una nueva etapa en el
curso histórico, una etapa necesaria, inevitable, y más avanzada axiolólicamente, en
referencia a la anterior. Un ordenamiento que no existe todavía, que están en cierne, no
puede encontrar su frente de legitimación más que post factum. En el conservador tiene
una concepción estática de la historia: está bien lo que dura. El revolucionario, una
concepción dinámica: está bien lo que cambie en correspondencia con el movimiento,
predeterminando y finalmente comprendido del progreso histórico. Ambos pretenden
estar en la historia (representan dos posiciones históricas); pero el primero considera que
la respeta aceptándola, el segundo anticipándola (e incluso estimulándola).
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El debate sobre los criterios de legitimidad no solamente tiene un valor doctrinario:
el problema de la legitimidad está íntimamente vinculado al de la obligación política con
base en el principio de que la obediencia debe solamente al mando del poder legítimo.
Don determinar la obligación de obedecer a las leyes (la obediencia puede ser activa o
solamente pasiva) comienza el derecho de resistencia (que a su vez puede ser
solamente pasiva o activa). El juicio sobre los límites de la obediencia y la validez de la
resistencia depende del criterio de legitimidad que se asuma. Un poder que con base en
un criterio es afirmado como legítimo, con base en otro puede ser considerado ilegitimo.
De los seis criterios enlistados, algunos son más favorables al mantenimiento y del statu
quo, es decir, están ex parte principis, otros son más favorables al cambio, osea, están
en ex parte populi. De una parte, el principio teocrático, el apelo a la naturaleza como
fuerza originaria, la tradición; de otro, el principio democrático del consenso, el apelo a la
naturaleza ideal, el progreso histórico. Quien contemple los movimientos de resistencia,
en el sentido más amplio de la palabra, del mundo actual, no tardará en darse cuenta de
la persistencia de estos criterios: contra un despotricó gobierno, contra una potencia
colonial o imperialista, contra un sistema económico o político considerado injusto y
opresivo, el derecho de resistencia o de revolución es injustificado: mediante el reclamó
a la voluntad general conculcad a, y por consiguiente a la necesidad de un nuevo
contrato social; a través del derecho natural a la autodeterminación que vale no sólo para
individuos sino también para los pueblos; mediante la necesidad de remodelar lo que está
condenado por la historia y de meterse en el cauce del devenir histórico que se mueve
inexorablemente hacia nuevas y más justas formas de sociedad.
Legitimidad y efectividad
Con el advenimiento del positivismo jurídico el problema de la legitimidad cambió
completamente. Mientras de acuerdo con todas las teorías anteriores el poder debe estar
apoyado por alguna justificación ética para poder durar, y en consecuencia la legitimidad
es necesaria para la efectividad, con las teorías positivistas se abre paso la tesis de que
sólo el poder efectivo es legítimo: efectivo en el sentido del principio de efectividad del
derecho internacional, según el cual, las palabras de Kelsen que ha sido uno de sus más
respetables partidarios, una autoridad de hecho constituida es el gobierno legítimo, el
ordenamiento coercitivo es un ordenamiento jurídico, y la comunidad constituida por ese
ordenamiento es un estado en el sentido del derecho internacional, en cuanto este
ordenamiento es un conjunto eficaz.
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Desde este punto de vista la legitimidad es un puro y simple estado de hecho. Lo
que no quita que un ordenamiento jurídico legítimo en cuanto eficaz y reconocido como
tal por el ordenamiento internacional pueda ser sometido a juicios axiológicos de
legitimidad, que pueden llevar una gradual, más o menos rápida, inobservancia de las
normas del ordenamiento, y por tanto a un proceso de deslegitimación del sistema. Sin
embargo, permanece el hecho de que con base en el principio de efectividad un
ordenamiento continúa siendo legítimo hasta que la ineficacia ha llegado a tal punto que
hace probable o previsible la eficacia de un ordenamiento alternativo.
En el ámbito del positivismo jurídico, es decir, una concepción en la que se
considera derecho solamente al que está puesto por las autoridades delegadas para ello
por el mismo ordenamiento y ha hecho eficaz por otras autoridades previstas por el
propio ordenamiento, el tema de legitimidad ha tomado otra orientación, llano de los
criterios axiológicos sino de las razones de la eficacia de la que deriva la legitimidad. Bajo
esta orientación se presenta la famosa teoría weberiana de las tres forma se poder
legítimo. Weber no se planteó el problema de en esta las diversas maneras con las
cuales toda clase política ha buscado en todo tiempo justificar su poder, sino de ubicar y
describir las formas históricas de poder legítimo, una vez definido el poder legítimo,
diferente de la mera fuerza, como el poder que logra determinar el comportamiento de los
miembros de un grupo social emitiendo mandatos que son obedecidos habitualmente en
cuanto su contenido es tomado como máxima de la conducta. Los tres tipos puros o
ideales de poder legítimo son, de acuerdo con Weber, el poder tradicional, el poder legal-
racional y el poder carismático. Describiendo estos tres tipos de poder legítimo Weber no
pretende presentar fórmulas políticas en el sentido mosquiano de la palabra, sino intenta
comprender cuáles son las diferentes razones por las que se forma en una determinada
sociedad esa relación estable y continua de mandato-obediencia que distingue el poder
político. Los tres tipos de poder representan tres tipos diferentes de motivación: en el
poder tradicional el motivo de la obediencia a (a lo que es lo mismo, la razón por la que el
mandato tiene éxito) es la creencia en la sacrilidad de la persona del soberano, sacrilidad
que deriva de la fuerza de lo que dura, de lo que siempre ha sido y, en cuanto siempre ha
sido, no hay razón para cambiarlo; en el poder racional, el motivo de la coherencia deriva
de la creencia en la racionalidad del comportamiento conforme a las leyes, esto es, a
normas generales y abstractas quien instituye una relación impersonal entre gobernantes
y gobernado; en el poder carismático, por la creencia en las dotes extraordinarias del jefe.
En otras palabras: con la teoría de los tres tipos de poder legítimo Weber quiso mostrar
cuáles han sido hasta ahora en la historia los fundamentos reales, no los presuntos o
declarados, del poder político. Lo que no excluye que pueda existir una relación entre
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ellos. Tanto la tradición como la racionalidad del poder son por un lado un motivo de
obediencia así como un principio de legitimación y es difícil establecer dónde termina uno
y comienza otro.
En esta perspectiva, que no contempla los criterios Axiológicos sino al proceso
real de legitimación en un determinado contexto histórico, se ubica el reciente debate
sobre la teoría de Niklas Luhmann, de acuerdo con el cual, en las sociedades complejas
que han concluido el proceso de positivización del derecho de legitimidad no es el efecto
de la referencia a valores, sino es producto de la aplicación de ciertos procedimientos
establecidos para producir decisiones vinculantes, como las elecciones políticas en los
procedimientos legislativo y judicial. Allí donde los mismos sujetos participan en el
procedimiento, si bien dentro de de los límites de las reglas establecidas, la legitimidad el
representada como una presentación del mismo sistema.
PODER
El poder es objeto y fin de una constitución; el poder considerado como un todo,
como una universidad que comprender todos los vínculos de dominación. En términos
generales, la constitución legaliza, sanciona, regula o prevé toda clase de denominación
trascendente o importante; de manera preferente, norma el poder político; determina
quién manda y quién obedece; establece los términos, condiciones, límites personales,
territoriales y temporales de su ejercicio y de la obediencia por particulares. En el caso no
importa que la constitución sea escrita o consuetudinaria ni que en su texto se determine
que es de naturaleza política.
La constitución desarrolla y regula preferentemente el poder político, pero no deja
de hacerlo respecto a las otras formas en que se manifiesta; económico, social y religioso
la regularización relativa a estos tiende a neutralizarlos y determinar su sometimiento a al
político. El poder militar, durante mucho tiempo se manejó en forma autónoma, a partir de
1857 y hasta la fecha, se ha clasificado como una de las partes en que se integra el
poder político.
Las leyes que derivan de la constitución, uno de acuerdo con ésta, están
encaminadas preferentemente a permitir el ejercicio del poder político y a sancionar a
quienes cuestiona su titularidad, la forma y los términos en que se ejerce. De manera
secundaria establecen las bases según las cuales operen y se manifiesten las otras
formas de poder, siempre que, de hecho o derecho, se sometan al poder político, acepten
su legalidad o sean parte del aparato de dominación.
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Aquí se considera el poder en su doble acepción, la Real, que tiene que ver con el
dominio en sí, como se ha manifestado y se manifiesta; también se considera su aspecto
teórico, es al que se alude, regula y desarrolla la constitución.
El poder plantea un extenso número de problemas, algunos de estos son
fundamentales: que es el poder, quien es el titular del poder, como se adquiere, sobre
quienes se ejerce, cuales son los alcances y límites del poder, como se manifiesta y
como se hace efectivo o se impone y, finalmente, como se pierde, comparte diluye.
Al fin de intentar dar una respuesta real a esos cuestionamientos, se pasa por alto
el mundo del deber ser y de la moral; se está solo a los hechos éstos y no los buenos
deseos, son los que determinan la estructura del poder en todos los casos, aun cuando
los religiosos y los moralistas son quienes la ejercen o influyen en él. Se considera de
manera preferente la realidad mexicana; en lo posible se prescinde del deber ser.
Es fácil predicar principios morales cuando se está fuera del poder, y quienes lo
detentan y ejercen son otros. Esto es lo que puede decirse de los moralistas católicos,
que desde la edad media y hasta la actualidad han diseñado modelos ideales de
príncipes cristianos; se ha visto que tanto los papás han ejercido el poder terrenal como
los gobernantes seculares cristianos han procedido más de manera perversa y
sanguinaria, como lo hubiera hecho cualquier príncipe infiel e incircunciso, que siguiendo
los consejos de sus moralistas.
Este estudio es un ejercicio simple; en él se intenta poner en juego algunas ideas
que del poder, su naturaleza forma ejercicio, transmisión y pérdida aparecen tanto en
alguna literatura de la antigüedad clásica de occidente como en la hora de Maquiavelo;
ésta se concederán en relación con el problema específico del uso y abuso del poder en
México; para hacerlo se toma en cuenta el marco constitucional, el hecho y el derecho.
En el desarrollo del tema se llega al cinismo sólo en el grado en que todo ejercicio del
poder, incluido en el que ejerce el estado mexicano es cínico.
Un habitante medio del occidente europeo supondrá que el poder que desprende
de este estudio es una forma arcaica, violenta primitivas y ya superada que desapareció
en la actualidad; eso pudiera ser cierto en otros países, pero no lo es en el que aquí se
considera: México.
Quienes conocen la bibliografía que existe sobre el poder, es abundante, pronto
llegarán a la conclusión de que este estudio no tiene nada de original.
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1.2 PLANTEAMIENTOS EPISTEMOLÓGICOS DE LA TEORIA POLÍTICA.
La palabra política viene de " Polis", la ciudad-Estad. griega, que es una pequeña
forma política de convivencia de diversas familias en la que se desenvolvía la vida de las
comunidades de la Hélade, bajo un régimen de autosuficiencia y autarquía. Jorge Xifra
Heras nos dice: " Ya en Grecia, se destacaba en lo político una estructura sociológica
(polis) una organización jurídica (Politeia), un aspecto típicamente político (política) y el
significado técnico o artístico (Politiké). Esta amplitud tiene su base en que ninguno de los
problemas que plantea la existencia humana es ajeno a la política, pues ésta es un
principio activo, susceptible de abarcar todos los aspectos de la vida del hombre en
sociedad. La actividad política se caracteriza precisamente en por la universidad y
diversidad. Toda sustancia social puede ser, en un momento determinado, sustancia
política”. En suma la política en Atenas era lo que concierne al conjunto de ciudadanos.
Los romanos emplearon expresión "civitas", equivalente a Ciudad, pero con un
contenido más amplio.
Más tarde la expresión se generalizó está comprender todas las actividades que
se relacionaran con el " Estado ", concepto empleado por Maquiavelo en el renacimiento.
El estado convertido en objeto de conocimiento ha originado diversas disciplinas
políticas, cuyos límites aún no son precisos, pero que se comprende, en enciclopedia de
las ciencias políticas modernas.
En la vida de relación, determinadas actividades sociales se refieran al estado
bajo diversos ángulos y constituyen actos que pueden influir en la creación y
mantenimiento de un orden estadual determinado. De este modo la política es lo que
hace referencia directa al Estado, aunque lo preceda históricamente y su contenido sea
más amplio que el de este, El derecho político se integra con un conjunto de normas
relativas al estado en su totalidad.
Desde la obra clásica de G. Jellinck, la política se consideró como la ciencia
práctica del estado o ciencia aplicada, que estudia el modo como el estado puede
alcanzar determinados fines. El propio autor planteó el dilema de la controversia moderna
sobre la naturaleza de las ciencias que estudia al estado. La doctrina del estado contiene
esencialmente juicios de un nuevo conocimiento, un tanto que el contenido de la política
está formada por juicios de valoración, es decir, la política no es una ciencia de lo que es,
sino de lo que debe ser.
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Revisar el recorrido de la ciencia política en las últimas décadas supone un trabajo
gigantesco, sobre todo si el presupuesto es la exhaustividad. Un manejo del estado del
arte sobre la ciencia política como el que pretendo hacer en este momento acepta de
entrada las limitaciones de la tarea, selecciona algunas de las temáticas significativas y
desarrolla de forma breve algunas aproximaciones significativas.
Si partimos de las referencias actuales es posible detectar que la ciencia política
se encuentra, junto con las demás ciencias sociales, en una etapa de fuerte
fragmentación, de búsquedas intensas que caminan entre la creatividad y la orfandad de
los grandes paradigmas. Los signos de estos tiempos son, sin duda, el derrumbe de las
grandes certezas; no hay nada más confortante que asimilarnos a la posmodernidad para
constatar que se han terminado los grandes relatos, y de forma particular las relaciones
de certeza y de certidumbre sobre los objetos de estudio, sobre los marcos de
conocimiento y sobre las formas de ver, analizar y hacer política. Cambios de fin de siglo,
cambios inimaginables hace algunos años, hoy son realidades cotidianas y nuevos
desafíos para entender, desde la ciencia política, los problemas del poder, las
instituciones y sus reformas, el estado y su nueva ubicación en un referente global, los
nuevos y viejos actores, las visiones de fin de siglo sobre referentes movibles,
cambiantes, fragmentados. Miradas híbridas y procesos de hibridación. En este fin de
siglo se han terminado las fortalezas del método y las estrategias de un conocimiento
seguro y estable.
Hay mega tendencias que ubican el devenir científico, lo impactan, revolucionan y
a su vez se ven impactados por él. La ciencia política está presente de forma central en
los nuevos laberintos de fin de siglo: la globalidad, el auge del mercado y el clima cultural
que nos ha dejado la posmodernidad. Las formas como la política es afectada por estos
procesos son: "En primer lugar, es notoria la desaparición de la política. A raíz de la
creciente diferenciación funcional, la centralidad de la política como instancia máxima de
representación y conducción de la sociedad se diluye. La política deja de tener el control
de mando de los procesos económicos, del ordenamiento jurídica, etcétera. En la medida
en que la economía, el derecho y demás campos de la vida social adquieren autonomía,
orientándose por racionalidades específicas, la política deviene un subsistema más. En
segundo lugar, cabe destacar la informalización de la política. Anteriormente, existía una
distinción relativamente nítida entre la política, delimitada por el marco acotado del
sistema político, y la no política. Hoy en día tal delimitación se ha vuelto fluida. La política
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se despliega a través de complejas redes, formales e informales, entre actores políticos y
sociales. Estas redes políticas son de geometría variable según las exigencias de la
agenda y desbordan el sistema político. La política se extralimita institucionalmente" /.
Este planteamiento ubica algunos de los retos de la ciencia política en este fin de siglo: la
descentralización, la autonomía creciente de los fenómenos sociales, la pérdida de
centralidad de la política, la informalidad, la variabilidad, la fugacidad. Sobre estas nuevas
aguas es que la ciencia política se ubica y se despliega.
En este punto es donde casi termina la historia, pero hay detrás un largo recorrido
de laberintos y paradigmas, modas y conceptos, que se han desarrollado a lo largo de
décadas.
La operación de reconstruir la evolución de este concepto y de la disciplina de la
política, o por lo menos de alguna de sus líneas más significativas nos lleva de entrada
hacia algunos planteamientos epistemológicos. Citamos la famosa metáfora náutica de
Otto Neurath, citada por Danilo Zolo: "Somos como unos marineros que deben reconstruir
su nave en mar abierto [...] Ellos pueden usar la madera de la vieja estructura para
modificar el esqueleto y la cubierta de la embarcación, pero no pueden llevarla al dique
para reconstruirla desde el principio. Durante su trabajo se mantiene sobre la vieja
estructura y luchan contra borrascas y olas de tempestad. Este es nuestro destino",
Este trabajo es, es suma, una suerte de rastreo de un mapa imposible en donde
hay señales de continuidad y de ruptura, fragmentaciones, desencuentros,
acercamientos, importaciones y exportaciones de hipótesis y conceptos, hay un mundo
complejo de retos, paradojas y dilemas; ese, creo, es el escenario de la ciencia y la teoría
política a final del siglo XX.
UN MUNDO DE CERTEZAS EMPÍRICAS.
Cuando el mundo de la ciencia política era claro y nítido, tenía un paradigma
dominante, fronteras muy bien delimitadas y conceptos que no permitían la confusión, ni
la ambigüedad. Ese era el tiempo en donde la ciencia política fue inyectada por la famosa
revolución de la conducta, el behaviorismo. Fue el momento en el que se hizo una
separación que, supuestamente, estaba destinada a durar, entre la filosofía política y la
ciencia política.
En este horizonte cabe la distinción particularmente aséptica de Bobbio: "La
expresión ciencia política puede ser usada en un sentido amplio y no técnico para
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denotar cualquier estudio de los fenómenos y de las estructuras políticas, conducido con
sistematicidad y con rigor, apoyado en un amplio y agudo examen de los hechos,
expuesto con argumentos racionales. Más brevemente, ciencia política en sentido estricto
y técnico designa a la ciencias empíricas de la política, o a la ciencia de la política
conducida según la metodología de la ciencia empírica más desarrollada, como en le
caso de la física, de la biología" .
En esta misma línea de separación es Sartori el que explica de una forma
bastante específica el origen de la diferencia entre ciencia y filosofía e inclusive, anota el
origen del modelo científico de lo que después sería la revolución de la conducta.
Primero, se establece el problema de cómo la política fue encontrando su autonomía en
sentido relativo, a través de varios los procesos: la diferenciación, la independencia, la
autosuficiencia y la causa generadora. Más adelante, este mismo autor hace una
diferenciación que puede resultar audaz, pero es correcta: fue Maquiavelo y no
Aristóteles el que descubrió la política, porque no sólo se limitó a separar a la moral de la
política, sino porque "teorizó con inigualado vigor sobre la existencia de un imperativo
propio de la política" .
En esta misma lógica argumentativa hay un dato importante por el cual la
diferencia entre filosofía y ciencia empírica, como lo entendió Bobbio; la diferencia entre
ciencia y filosofía no viene por el modelo de la geometría y de la matemática, es decir, de
la deducción lógica, sino de la inducción, de la observación y del experimento
La otra parte importante para la construcción científica, según el argumento de
Sartori, es la creación de un lenguaje, como el instrumento indispensable de cualquier
ciencia: un lenguaje conceptualizado, reflexión sobre los instrumentos; un lenguaje
crítico, diferente al lenguaje común; un lenguaje especializado; un lenguaje que
posibilite acumular y repetir (acumulabilidad y repetibilidad). El lenguaje, como
instrumento material permite el desarrollo de los otros requisitos de la ciencia política
empírica: conceptos empíricos; clasificaciones; generalizaciones y leyes tendenciales;
teorías ordenadoras.
El que desarrollo el paradigma de esta concepción de la ciencia política fue David
Easton. Lo importante era explicar la conducta humana, pero no en general, sino la
conducta política, el comportamiento de los individuos y de los grupos respecto a sus
relaciones institucionales y sus vínculos con el poder. En este enfoque hay una serie de
rasgos que se pueden añadir a los rasgos mencionados: regularidades, para tener
generalizaciones y teorías con valor explicativo e incluso predictivo; verificación, se
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necesita alguna forma de probar la certeza de las conductas; se requieren técnicas; una
cuantificación, para determinar la validez de los procedimientos; la no valoración,
distinguir y separar entre la ética, la moral y las explicaciones empíricas; sistematizar, no
teoría sin datos, sería vano, datos sin teoría sería trivial; ciencia pura, puede haber
después aplicación y utilidad, pero antes se necesita de cierta pureza; integración e
interrelación con otras ciencias.
Este paradigma, del cual sólo hemos apuntado brevemente algunos de sus rasgos
centrales forma parte de un proceso histórico que se puede entender en cuatro etapas: el
auge del programa conductista entre 1945 y 1965, con autores tan importantes como
Gabriel Almond, Easton, Dahl, Deutsch; luego el declive de la teoría política, son las
argumentaciones de autores más cercanos a la filosofía política como Berlín o Strauss;
luego la crisis del auge, las revisiones de cierta izquierda, las reformulaciones al estilo
Popper sobre la falsación y luego la autocrítica de Almond y Easton, entro otros, a
mediados de los años ochenta; y posteriormente el resurgimiento de la filosofía política,
desde los años setenta con autores como Rawls, Nozick .
LA FORTALEZA SE VACÍA.
En la contraparte de este paradigma se encuentra la crítica que establece el paso
de la ciencia política empirista a una complejidad con la cual se inicia el vaciamiento de
las certezas, la fortaleza del empirismo se vacía y se inician reflexiones plurales en la
cual se fragmentan las grandes certezas. Se multiplican los puntos de referencia, se
termina la hegemonía de la ciencia política como se conoció durante varias décadas.
Los argumentos de la reflexión postempirista son:
No es posible registrar regularidades de larga duración y de amplio radio ni en el
comportamiento de los actores políticos ni en el funcionamiento de los sistema políticos.
Aquí entran en juego otras categorías como el de complejidad social y política /.
Hay una amplia discusión sobre la imposibilidad de las generalizaciones de la
ciencia política empírica; el argumento es que no hay posibilidad de verificación o de
falsación empírica a la Popper, porque los hechos no son resultado de selecciones que
corresponden a una teoría o a un prejuicio, pero no existen ahí fuera del sujeto, como
objetos para ser aprehendidos por una investigación. Dice Bourdieu que el objeto se
conquista y se construye; Saussure lo dijo antes con una expresión ya clásica: "El punto
de vista crea el objeto". La crítica al empirismo es fulminante: "la investigación científica
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se organiza de hecho en torno de objetos construidos que no tienen nada en común con
aquellas unidades delimitadas por la percepción ingenua".
La otra parte de la crítica tiene que ver con toda una amplia gama de recursos,
teorías e hipótesis de la vida política, de los comportamientos de los actores que están en
otra dimensión a lo observable o a la respuesta simple de una encuesta, es decir, las
motivaciones políticas, las estructuras simbólicas, los discursos, las referencias
ideológicas, que acompañan y dan sentido a las prácticas políticas. En este ámbito se
considera como muy limitadas las capacidades explicativas propias de la cuantificación
empirista.
Otro de los fracasos del paradigma conductual es la imposibilidad de acumular un
núcleo duro de teorías y conocimientos, que se compartan por diversos autores como un
"patrimonio" de la disciplina. Se trata de una disciplina que se fue fragmentando, a pesar
de los esfuerzos de algunos autores por generar marcos y referencias conceptuales muy
pulidas y globales; aceptemos que la ciencia política está llena de metáforas y prestamos
de imágenes y conceptos de otras ciencias sociales, de las ciencias duras y de la
literatura.
La otra crítica fuerte es la de la imposibilidad de la avaloratividad, la cual se ve
como un planteamiento ingenuo y por demás imposible. Hay muchas formas de entrarle
al problema y de resolverlo, pero ciertamente no es mediante la abstención de los valores
del sujeto que mira y observa el mundo de las prácticas políticas. Incluso, después se
llegaron a incorporar no sólo valores, sino la dimensión de la subjetividad y referencias
como la afectividad. "H2O, se ha dicho, no ha sido el descubrimiento de un pez. Nos
bañamos en el elemento afectivo que subyace, colorea, embebe el aspecto
representativo de nuestras motivaciones políticas. Una racionalidad ideológica cifra en
ideas -expresa y oculta- un conjunto organizado de filias y fobias, de simpatías y de
antipatías, de atracciones y repulsiones, cuya única secreta coherencia puede ser
llamada matriz. Carecemos cruelmente de un conocimiento de la afectividad" /.
Esa fortaleza, de la ciencia política que durante décadas se sentía muy orgullosa
de la capacidad no sólo de la "objetividad" de la ciencia, sino de la posibilidad
"predictiva", unos años después, a finales de los años ochenta, mostró su fracaso. Vale la
pena aclarar que en este sentido no sólo se trató de este tipo de ciencia política
empirista, sino, de todo el conjunto de la disciplina. Tal vez pocas veces en la historia
contemporánea de las ciencias sociales se ha reconocido la superioridad de otras
disciplinas. En efecto, es tal vez la literatura la que se anticipado y ha logrado captar
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situaciones y realidades que por ejemplo la ciencia política ha sido incapaz de hacerlo. El
mejor caso para ilustrar este presupuesto es la caída del Muro de Berlín y la desaparición
del bloque socialista, el famoso ‘otoño del pueblo’ que en 1989 conmovió al mundo. Al
respecto dice Przeworski, "El otoño del pueblo representó un deprimente fracaso de la
ciencia política. Además de dar cuenta de los sucesos históricos, cualquier explicación
retrospectiva de la caída del comunismo debe identificar también los supuestos teóricos
que nos impidieron anticipar esos acontecimientos. Si ahora lo vemos tan claro, en
efecto, ¿por qué no fuimos igualmente clarividentes antes?
La mayoría de los enfermos terminales de cáncer mueren de neumonía. La
ciencia social, por su parte, no es demasiado diestra en la diferenciación entre causas
profundas y condiciones desencadenantes; como muestra, valgan los cincuenta años de
controversia en torno a la caída de la República de Weimar. En efecto, ‘¿por qué se
hundió el comunismo?’ y ‘¿por qué se desplomó en el otoño de 1989?’ /. La respuesta es
muy interesante, porque señala que se trató de aplicar el mismo modelo de la transición a
la democracia que operó en España o Argentina, pero no hubo distinción entre
totalitarismo y autoritarismo, por lo cual se tenía un diagnóstico sobre la neumonía, pero
no sobre el cáncer, que es una enfermedad mucho más profunda. Pero donde sí se pudo
observar fue en el terreno de las artes, el cine de Andrezej Wajda (El hombre de mármol)
y las novelas de Milán Kundera (La broma), expresaron muy bien el cáncer de los países
socialistas. O lo que hizo Umberto Eco, que para ver cómo era la teología medieval y las
visiones del mundo en los monasterios, todo un mundo de significados, hizo la famosa
novela El nombre de la Rosa. Tal vez no se trata de saber con exactitud cuándo, la fecha,
en la que ocurrirá un factor desencadenante, pero si conocer la profundidad de una
problemática.
LA HIBRIDACIÓN.
Hay en el origen de la ciencia política como disciplina una historia interesante la
cual puede ayudar a explicar esta hipótesis de la hibridación, que es un proceso de
fragmentación, rompimiento de los núcleos duros de una disciplina por diversos factores
como la especialización y la dispersión, que no es otra cosa que un seguimiento de la
complejidad social y política de la misma sociedad. En el proceso mismo de desarrollo de
las ciencias sociales aparece un fenómeno de intersección, de encuentro entre las
mismas disciplinas, el cual es el origen de la fragmentación y al mismo tiempo produce
una situación en la cual se dan espacios híbridos. Las disciplinas se salen de sus centros
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y se mudan a las periferias, transgreden las fronteras clásicas y generan nuevas
expresiones.
Por ejemplo la ciencia política es "el resultado de la fragmentación de otras
disciplinas como la historia y la sociología. En sus inicios, en calidad de dominio
académico, versaba sobre la política al interior de la historia o del derecho" /.
En la misma teoría política hay inclinaciones hacia la economía y el reencuentro
con la filosofía. Según se avanza en las clasificaciones, se puede ver que al inicio de los
años setenta ya había subdivisiones de la disciplina y del mismo concepto, por ejemplo la
American Political Science divide en secciones los campos del mismo concepto: histórica,
normativa y empírica; asimismo, incorpora otras subespecialidades como la metodología,
la epistemología y la filosofía de la ciencia / . Hoy en día casi cualquier congreso de
ciencia política tiene más subdivisiones que las que tenían en su conjunto todas las
ciencias sociales en las primeras décadas del siglo XX. Otra forma de ver el desarrollo es
mediante un acercamiento al lugar y el espacio de las ciencias sociales en las
universidades; así en Harvard a principio de este siglo, la ciencia política era un reducto,
una subdisciplina del departamento de historia; lo que se hacía era estudiar derecho
constitucional. Unos años después la ciencia política se mimetizó con el concepto de
gobierno y agrupaba estudios sobre derecho internacional, diplomacia y teoría política /.
Se puede ver la evolución de la ciencia política por los dominios que tiene en su
haber, pero no se puede desconocer que no son los temas y tópicos los que unen a la
disciplina. Dentro del campo de la ciencia política se mueven las relaciones
internacionales, las políticas públicas, la misma teoría política, que ha tenido un nuevo
auge en años recientes, la política comparada e inclusive la administración pública y cada
uno de ellos, a su vez, tiene decenas de subdivisiones. La conservación rígida de las
disciplinas puede ser una razón burocrática e institucional, pero de ninguna forma es una
expresión de lo que en realidad sucede. Si hiciéramos una convención de los integrantes
del Sistema Nacional de Investigadores, nada más en las ciencias sociales, y
preguntáramos a cada uno que nos describieran lo que hacen en sus respectivos campos
de estudio, es muy factible que el resultado de este experimento nos indicara que, en
efecto, hay una serie de redes, de vinculaciones, de distancias y cercanías que tienen
poco que ver con el esquema y la clasificación oficial de este organismo; quizá, por
ejemplo, veríamos mucho más cercanía entre cierto tipo de geografía y la ciencia política,
que entre un determinado tipo de sociología y los que trabajan problemas de poder.
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Otra cuestión interesante es la que se refiere a las influencias y préstamos entre
las disciplinas. La diferenciación no se da en base a los objetos de estudio, o no sólo en
base a ellos, o como se pensó un tiempo, por diferenciación de métodos, con las viejas
caricaturas que pintaban al antropólogo con su diario de campo en una comunidad
campesina y al sociólogo con su encuesta en cualquier ciudad; o al politólogo como lector
del periódico y asesor de algún funcionario. Nada más falso. En dado caso, lo que hace
ciertas diferencias son las influencias de las tradiciones teóricas, las redes institucionales
y los liderazgos que existen. Para no hablar de los problemas temporales que se
expresan en las modas generacionales. Un estudiante de ciencias sociales en los años
sesenta tenía que leer a Marcuse, diez años después lo hacía con Gramsci, después
Habermas y Luhmann. Y así en cada campo, había autores y teorías que circulaban e
inundaban las librerías y los programas de estudio en las universidades; o los temas
dominantes, como por ejemplo, el sindicalismo y los campesinos, luego el Estado y los
aparatos ideológicos, más tarde los nuevos movimientos sociales, después las dictaduras
y las transiciones a la democracia, hoy los problemas de consolidación democrática, los
estudios de género, el mundo étnico, las regiones y por supuesto, el gran tema de la
globalidad.
De igual manera las influencias entre las ciencias sociales se fueron dando, así
entre 1960 y fines de los años setenta, "la sociología irrigó a la ciencia política, aportando
contribuciones importantes, como la teoría de los grupos, la socialización política, la
diferenciación social y la teoría de los sistemas. En los años setentas y ochentas, la
economía se convirtió en la principal fertilizadora de la ciencia política, en particular con la
teoría de los bienes públicos y la acción colectiva, de los juegos, de la elección social y
del comercio internacional. La psicología ha exportado constantemente sus hallazgos a la
ciencia política. Una de las principales razones de toda hibridación es que la ciencia
política tiene la ventaja de ser una disciplina pragmática, lo cual abre las puertas a
muchos practicantes eclécticos que persiguen la solución de problemas concretos".
En el ir y venir de importaciones y exportaciones, las ciencias sociales están hoy
en un replanteamiento de lo que han sido sus paradigmas clásicos, sus autores que
alcanzaron este nivel y los problemas que tratan. "La economía ha exportado la teoría de
los juegos a la ciencia política, los modelos estructurales a la sociología, y la teoría de la
utilidad y la decisión a la psicología. Por su parte, la ciencia política ha difundido la teoría
de la organización en la economía, la teoría del equilibrio de los poderes en la sociología
y el concepto mismo de poder en la psicología. En el caso de la sociología, cabe señalar
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que esta disciplina ha exportado la noción de burocracia a la economía, la teoría de los
sistemas sociales a la ciencia política y el concepto de anomia a la psicología" /.
Una vez establecida la fragmentación y la hibridación en las ciencias sociales,
como un paso que siguió al proceso de certezas que tuvo la revolución conductual, su
crisis y su amplísima crítica, podemos establecer algunos casos que ilustran el desarrollo
que ha tenido la ciencia política en estos años. De ninguna manera se trata de un listado
completo o exhaustivo, sino de simples casos, ejemplos, que han tenido influencia sobre
ciertas áreas del conocimiento político y han influenciado el campo de estudio y de
investigación. Este conjunto de autores tampoco es representativo de una corriente o de
un paradigma, porque su contribución se ha enfocado a tratar problemas de la ciencia
política y no a elaborar una teoría omnicomprensiva. Otra cuestión que se muestra con
estos casos son las nuevas alianzas y planteamientos que se han elaborado entre
autores que tienen diferentes tradiciones formativas. El único criterio de unificación es
que todos han hecho investigación empírica, sin estar tampoco peleados con la teoría.
Juan Linz, ha elaborado entre sus muchas contribuciones dos cuestiones muy
importantes, la del análisis de cómo se rompen o quiebran los sistemas democráticos y la
investigación sobre el tipo de régimen entre el presidencialismo y el parlamentarismo. En
el primer caso Linz se propuso establecer un modelo para determinar las condiciones
para que un sistema democrático se derrumbe; no se trató de un modelo descriptivo, sino
de uno probabilístico. En el segundo estudio hay una argumentación de Linz para probar
que un régimen parlamentario es más propicio para la estabilidad democrática que uno
de tipo presidencial. Sus argumentos se inscriben en una amplia polémica sobre tipos de
régimen, en la cual existen estudios sobre los gobiernos divididos, sobre las relaciones
entre sistema de partido y tipo de régimen. De alguna forma, Linz se introduce en ciertos
debates de la ciencia política que hoy generan referencias importantes para la situación
de nuestro país.
Arend Lijphart, un politólogo importante en la actualidad, sobre todo en el campo
de la ciencia política comparada. Al igual que Linz y otros, Lijphart ha estudiado los
sistemas políticos desde una perspectiva empírica y algunas de sus contribuciones más
significantes están en la caracterización de las democracias plurales consolidadas, el
sistema electoral y los modelos para analizar el funcionamiento de sistemas políticos con
democracia de mayoría o democracia de consenso. En sus palabras señala que: "Ya que
los modelos de democracia mayoritaria y de consenso son racionales y están dotados de
una lógica interna, cabe esperar que sean también empíricos".
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Philippe Schmitter, es otro autor que ha tenido fuerte influencia por sus estudios
sobre el tema del corporativismo. Este concepto se reformula y de alguna se transforma
para tener a disposición un modelo de análisis para examinar de forma más específica la
lucha de los intereses gremiales. El concepto se había quedado rezagado como una
explicación de ciertos regímenes como el nacional-socialista o el fascismo italiano. Con
planteamientos como el de este autor se dan intersecciones de estudios que trabajan el
problema de los intereses en diversas estructuras estatales. El modelo de corporativismo
puede tener una aplicación empírica, al igual que los que construyeron Lijphart y Linz .
Giovanni Sartori es un autor que ha contribuido de forma diversa e influyente en la
ciencia política actual. Sartori, a diferencia de los anteriores, si es de los que tienen una
preocupación por establecer o recuperar un gran paradigma para la disciplina, una tarea
que ha plasmado en su tratado para definir la teoría de la democracia, en la cual hay un
objetivo muy orientado a la limpieza y la precisión conceptual. Pero, también tiene la
parte de la investigación empírica, en la cual ha hecho contribuciones significativas en el
estudio del sistema de partidos y de elecciones.
Adam Przeworski, un politólogo que ha innovado en la ciencia política por la
incorporación de modelos analíticos y estadísticos, muy propios de la economía, en
problemas eminentemente políticos. Con diversas influencias como la escuela del rational
choice, este autor ha desarrollado nuevas metodologías como la del individualismo
metodológico, combinatoria entre estructuras sociales e individuos; se ha metido a una
revisión interesante de los viejos problemas del marxismo, pero desde una perspectiva
novedosa, es el caso de los temas clásicos vistos desde nuevas preguntas y con otros
métodos de análisis. Con estos enfoques se ha metido a trabajar la estructura de clases o
los compromisos y estrategias del estado capitalista con el sistema democrático; y los
procesos de transición a la democracia en la perspectiva comparada de Europa del este y
América Latina / .
Algunos autores han logrado alianzas para hacer importantes obras colectivas. A
continuación presentaremos algunas problemáticas que han abarcado la atención de la
ciencia política en los últimos años, como la transición a la democracia y los nuevos
movimientos sociales, los cuales significan también una mutación muy importante en la
hegemonía de temas y autores. De la década de los sesentas a la de los ochentas, el
cambio temático cultural fue de la revolución a la democracia.
La transición a la democracia. El ritmo y los tiempos fueron marcados por el
acontecer del tipo de gobierno. Fue, quizá, América Latina la mejor expresión de este
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laboratorio. Primero se rompieron las democracias y en cascada llegaron las dictaduras
militares. El modelo fue analizado por diversos politólogos, Guillermo O’Donnell lo bautizó
como régimen burocrático-autoritario. Después empezó la ola de las transiciones tanto en
Europa con los casos de Portugal, España y Grecia, y en América del sur con Argentina,
Brasil y Chile. Junto con esta ola democratizadora, se dio una intensificación exponencial
de conceptualizaciones sobre el problema mismo de la democracia y sus objetos
cercanos. Análisis sobre sistemas de partidos, formatos electorales, fases de transición
política, ocuparon la atención de la ciencia política y de la teoría política. Después de una
primera vuelta en la que un grupo significativo de países transitaron a la democracia en
todos los continentes, empezaron a surgir los problemas de la consolidación, lo cual abrió
un nuevo espacio, hoy vigente, de trabajos de investigación sobre la complejidad de lo
que sucede después de ganar un proceso electoral. En este espacio el problema de la
gobernabilidad, por una parte y por la otra los cambios institucionales de estos nuevos
regímenes, son dos dimensiones de primera importancia que acompañan los retos de
una democracia.
Los movimientos sociales viejos y nuevos. Después de cierto agotamiento en los
estudios sobre movimiento obrero y movimiento campesino, que durante décadas
mantuvieron la atención de politólogos, sociólogos y antropólogos, empezaron a surgir
otras formas de organización que ya no embonaban en las tradiciones y ortodoxias de las
clases sociales y sus expresiones de lucha. Así llegaron a refrescar el campo de estudio
la política, el género y de forma central el feminismo, la ecología y los movimientos de los
verdes, los gays y su lucha de derechos humanos, la vida cotidiana, los indígenas y la
dimensión étnica, y los nuevos enfoques sobre la identidad en este mundo diferenciado y
fragmentado. En este panorama se pueden ubicar las grandes paradojas con las que
está cerrando este siglo XX, tan largo y tan sangriento: en la mayor expresión de la
globalidad, las luchas más fuertes que se libran frente a esa hegemonía de mercado que
parece uniformizar productos, consumos y necesidades, es la reivindicación de las
autonomías, los regionalismos, lo propio en pequeños espacios. El deshielo de la
polarización que provocó la caída del muro de Berlín y la desaparición de la Unión
Soviética, son nuevas realidades sobre las que la ciencia política tiene sus principales
retos.
Quizá uno de los temas más importantes para la ciencia política en este fin de
siglo sea el análisis de los dilemas y paradojas que acompañan y amenazan al sistema
democrático, lo cual significa un agrupamiento de tema y problemáticas que apuntan
hacia múltiples realidades. Retomo la revisión que hicieron Offe y Schmitter sobre el
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tema, que no otra cosa sino actualizar lo que Bobbio ya nos había señalado hace algunos
años /. En una matriz de varios componentes, tenemos por una parte dilemas externos e
internos, y por la otra, está otra dimensión, que es la procedencia, en este caso,
fenómenos de arriba o de abajo.
Dilemas externos de arriba hacia abajo son:
• Los poderes de hecho, los que no están sometidos a la legalidad, desde los capitales
que se mueven a la sombra, hasta el mundo de la criminalidad;
• Los límites e incapacidades de los estados nacionales frente a la globalidad; la perdida
de soberanía;
• El cinismo de la clase política;
• La incapacidad para resolver los problemas importantes de la ciudadanía y establecer
un horizonte de futuro y bienestar.
Algunos dilemas externos de abajo hacia arriba:
Los rumbos de la cultura política y la construcción de la ciudadanía; lo cual implica
que es necesario librar dos posiciones no deseables, una ubicación premoderna de la
población, poblada por intolerancia, cerrazón , pocas afinidades con el horizonte
democrático; o su contrario, una ubicación posmoderna, que genera subjetividades
desencantadas, poco solidarias y muy desgastadas.
Las terribles y agudas desigualdades económicas, que propician que millones de
ciudadanos -situados en la línea de la pobreza extrema- sean víctimas de la compra y la
manipulación de su voluntad.
• La inseguridad interna en la cual ha explotado un complejo mundo de delincuencia.
• Los conflictos étnicos y las intolerancias religiosas, con casos extremos como el de la
ex Yugoslavia, o casos menos drásticos pero igualmente problemáticos.
Algunos dilemas internos:
• El inicio de un ciclo de nuevas mayorías que son mayorías inestables, que pueden
generar parálisis, polarización. Las dificultades para construir una nueva institucionalidad,
que permita concluir la transición y apoyar la consolidación.
• La creciente autonomía de poderes que no tienen contrapesos, como sería el caso del
manejo de las finanzas mediante el Banco central y el caso de las fuerzas armadas.
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• Los abusos del poder y la red de corrupción que ahoga a la ciudadanía y a los
gobiernos.
• Las sobrecargas de la demanda que provocan ingobernabilidad.
Uno de los retos de la ciencia política frente a estos dilemas y paradojas es,
además de la valoración, la medición, la producción de instrumentos que permitan
delimitar el problema, ubicarlo y obtener criterios que nos indiquen con cierta claridad en
qué terreno nos movemos. Así, por ejemplo, sobre los movimientos de transición
democrática se pueden tener preguntas como la siguiente: ¿cuándo se puede decir que
ya un sistema político ha consolidado su proceso democrático? Una primera respuesta
que podemos revisar como un criterio metodológico puede ser: cuando el sistema de
instituciones se convierte en el único concebible y nadie se plantea la posibilidad de
actuar al margen de estas instituciones; cuando los perdedores quieren probar su nueva
jugada en el marco de las mismas instituciones con las que perdieron el poder; para
decirlo en términos de Przeworski: Cuando todas las fuerzas políticas significativas
consideran preferible continuar supeditando sus intereses y valores a los resultados
inciertos de la interacción de las instituciones; cuando la actuación en el marco
institucional, constituye el punto de equilibrio de las estrategias descentralizadas de todas
las fuerzas políticas involucradas / .
CLIMAS DE REFLEXIÓN PARA LA POLÍTICA: LA POLÉMICA ENTRE
MODERNIDAD Y POSMODERNIDAD.
Hay un nudo conceptual que es necesario ubicar en este trabajo, se trata de las
especificidades entre la ciencia política y la teoría política. Durante los años de la gloria
empirista, toda lo que sonara a reflexión sin datos era condenado como filosofía; inclusive
hubo un tiempo en el que las clasificaciones permitieron separaciones radicales que hoy
en día se encuentran completamente superadas. El clima cultural en el cual se hace hoy
en día ciencias sociales es el de la posmodernidad, como lo indicamos al inicio.
En la discusión de la posmodernidad confluyen varias tradiciones y disciplinas
como el postestructuralismo francés, la teoría crítica alemana y la literatura artística
americana. "La posmodernidad se convierte así en un discurso de varias lecturas -la
secularización de toda norma sea estética, científica o moral, o el cambio de las
categorías espacio-temporales, o el politeísmo de los lenguajes" /. Josep Picó establece
tres direcciones básicas para ubicar las discusiones entre modernidad y posmodernidad.
Este autor señala que "Un número creciente de problemas políticos y sociales (movidas
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juveniles, crisis energética, recesión económica, movimientos ecologistas, feministas,
pacifistas, etc.) a ambos lados del Atlántico han llevado a discusiones interminables
acerca de la ‘crisis de legitimación’ del capitalismo tardío, los límites de las actitudes
centralistas sistemáticas, y las posibilidades de autodeterminación individual y colectiva
en el nivel sociopolítico, en los que los presupuestos tradicionales y las finalidades de las
teorías críticas (especialmente en la versión marxista) han sido desafiadas, revisadas o
refutadas. La crisis política y social, a menudo definida en el contexto del debate sobre el
proceso de modernización histórica y social, y el advenimiento de la sociedad
postindustrial, ha de ser entendida, sin embargo, en su relación dialéctica con la crisis de
la cultura, el ‘final de la modernidad’, el nacimiento de una ‘contracultura’ y las
perspectivas y políticas de la ‘posmodernidad’ .
Este proceso ha permitido nuevos enfoques, acercamientos, hibridaciones y otras
mezclas. Las fronteras rígidas entre ciencia y filosofía se han reblandecido y una de sus
mejores expresiones es que hoy se usan y se aceptan reflexiones que podrían pertenecer
a una disciplina diferente, como propias o incluso hay importantes contribuciones que se
importan a la disciplina política, sin que se haya tematizado los objetos clásicos de la
ciencia política.
Según Picó hay tres grandes ejes que enmarcan la polémica actual, los cuales,
consideramos, contagian y contaminan las visiones sobre la política: uno es la versión
neo-conservadora de Daniel Bell, otro es la versión reformista de Haberman y la última es
la posmoderna del post estructuralismo francés de Foucault, Lyotard, etc.
De forma muy apretada se pueden enunciar las tres líneas de pensamiento:
a) "En la tesis neo-conservadora de Bell la cultura posmodernista es del todo
incompatible con los principios morales de una conducta de vida racional y propositiva.
Bell atribuye el peso de la responsabilidad a la disolución de la ética protestante, y por
tanto al paso del individualismo competitivo al individualismo hedonista.
La sociedad moderna era conquistadora, creía en el futuro de la ciencia y la
técnica; en la sociedad postmoderna se disuelven la confianza y la fe en el futuro, ya
nadie cree en el porvenir de la revolución y el progreso, la gente desea vivir el aquí y
ahora, buscando la calidad de la vida, y la cultura personalizada . El individuo sólo tiene
ojos para sí mismo o para su grupo. El capitalismo autoritario cede el paso al capitalismo
hedonista y permisivo que acaba con la edad de oro del capitalismo competitivo ¿De qué
forma la sociedad puede promover normas que restablezcan la ética de la disciplina y el
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trabajo? La respuesta a este interrogante apunta en Bell hacia el restablecimiento de la
religiosidad" .
b) La otra vertiente, propiamente posmoderna viene de Lyotard. Según este autor hay
una nueva forma de legitimidad social y de legitimidad de la ciencia. "En la sociedad
postindustrial, y cultura posmoderna, la cuestión de la legitimación se plantea en otros
términos. El sistema se auto legitima en base a la optimización de sus actuaciones, es
decir, que legitima la eficacia y el poder. Así el incremento de poder y su auto legitimación
pasan por la producción, la memorización, la accesibilidad y la operatividad de las
informaciones. El gran relato ha perdido su credibilidad, sea relato especulativo o sea
relato de emancipación. El proyecto del sistema-sujeto es un fracaso y se abre la tarea de
la des construcción. Weller dirá que la posmodernidad es un movimiento de des-
construcción y desenmascaramiento de la razón ilustrada como respuesta al proyecto
modernista y su consiguiente fracaso y que esa des construcción expresa: a) un rechazo
ontológico de la filosofía occidental, b) una obsesión epistemológica con los fragmentos y
fracturas, y c) un compromiso ideológico con las minorías en política, sexo y lenguaje. El
post-estructuralismo supone, por tanto, un rechazo total de la modernidad, y la distinción
crucial que Lyotard ofrece es la que hay entre los relatos de liberación (la tradición
francesa de la modernidad ilustrada) y de la totalidad (la tradición hegeliano/marxista
alemana), por una parte, y el discurso postmoderno de los juegos de lenguaje, por la
otra".
En esta visión hay un cambio radical de paradigma el cual impacta diversas áreas
de conocimiento. Un ejemplo importante de esta tradición es Michel Foucault, quién a
través de zonas de estudio no políticas, llega a fundamentar una de las teorías del poder
más potentes y con mayor capacidad explicativa; pero no lo hizo a través del análisis en
las estructuras del Estado y la dominación, sino en objetos de otra dimensión, en la
sexualidad, el modelo de las prisiones y los tratamientos para la locura. Pasó del famoso
paradigma de la teoría política leninista que se puede expresar en la ‘toma del palacio de
invierno’ a una red múltiple de relaciones y estrategias micro. Fue como el
descubrimiento de los antibióticos. En una serie de contra tesis sobre la dominación
política como la concibió Max Weber o de la dominación económica del marxismo,
Foucault se ubica en otra dimensión: se trata de verlo en sus formas más capilares,
donde se inviste en instituciones, en las retículas donde circula, en las cadenas y redes,
es una "microfísica". Y el planteamiento más radical es el siguiente: "en lugar de dirigir la
investigación sobre el poder al edificio jurídico de la soberanía, a los aparatos de Estado
y a las ideologías que conllevan, se la debe orientar hacia la dominación, hacia los
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operadores materiales, las formas de sometimiento, las conexiones y utilizaciones de los
sistemas locales de dicho sometimiento, hacia los dispositivos de estrategia".
c) La tercera ruta de esta discusión está emblemáticamente representada en la figura de
Habermas, el representante más destacado de la segunda generación de la escuela
crítica. "Para él el proyecto de la modernidad no es una causa perdida, sino más bien una
trayectoria recuperable siempre y cuando se enderece el proceso racionalizado desde
posturas teóricas de reconstrucción, y se eliminen los aspectos patológicos" /. La última
de las contribuciones de Habermas es La teoría de la acción comunicativa, en la cual
hace una síntesis de pensamiento social (Durkheim, Marx, Weber, Horkheimer, Adorno,
Parsons) hace una integración de teorías y hermenéuticas ‘rivales’ e incorpora la vida
cotidiana y los sistema sociales. " Lo que ha sucedido en la sociedad moderna y continúa
sucediendo es un proceso selectivo de racionalización de una razón determinada que nos
invade y deforma la vida cotidiana. Según Habermas el carácter selectivo de este
proceso puede ser explicado por las restricciones particulares que ha sufrido la
racionalización comunicativa y por las condiciones limitantes y la dinámica de un proceso
capitalista de producción (...) su tesis acerca de la selectividad supone que existen
diversas alternativas, es decir, que la racionalización del mundo puede tomar una
variedad distinta de formas históricas. No existe una lógica inevitable de la modernidad
(...) Habermas trata de salvar así la potencia emancipadora de la razón ilustrada que para
él es la condición sine qua non de la democracia política" /.
Para los posmodernos, Habermas hace sólo una meta narrativa, un poco más
abstracta que la de Marx o de Freud; para el postestructuralismo francés ya no se puede
mantener a un sujeto, en este caso, la humanidad, que busca su emancipación. Para
Habermas estos ‘jóvenes conservadores’, como los llama, se mueven con una
subjetividad descentrada, en la esfera arcaica de sus propias emociones y de su
imaginación. Así tenemos tres planteamientos: los que no se quieren contaminar con el
modernismo y la secularización de la sociedad (Bell), los que rechazan los grandes
relatos emancipa torios y en cambio se dedican a complicados juegos de lenguaje para
desconstruir la lógica de la modernidad (Lyotard, Foucault) y los reconstructores de la
modernidad, porque es un "proyecto inacabado" que hace falta reformar para lograr las
condiciones de una racionalidad que conduzca a una modernidad emancipadora
(Habermas).
UNA RARA SÍNTESIS DE CONSTRUCCIÓN TEÓRICA E INVESTIGACIÓN
EMPÍRICA.
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Un caso digno de presentación de este recorrido es sin duda la obra de Pierre
Bourdieu, porque es una rara expresión de las mejores tradiciones de las ciencias
sociales en Europa, caracterizadas por su alto nivel especulativo y hermenéutico, con lo
mejor de la tradición de investigación que han aportado las ciencias sociales en las
tradiciones empíricas, muy propias del mundo anglosajón.
La otra razón es que Bourdieu trabaja en áreas que no son directamente las de la
ciencia política, se le ubica en dos disciplinas, la sociología y la antropología, sin embargo
ha construido otra potente teoría sobre el poder. Se ha dicho que este autor investiga
temas culturales como el público de los museos, cómo y qué fotografían los grupos
sociales, cómo funciona la academia en Francia, con lo cual ha elaborado una ‘sociología
de la cultura’. El interés que tienen los planteamientos de Bourdieu para la ciencia política
pueden ser: la aplicación de conceptos como el de campo, que ubican a las actividades
sociales como un ámbito de lucha donde se disputan la legitimidad y el capital de esa
especialidad; hay una elaboración para investigar la relación entre la dimensión subjetiva
y las estructuras institucionales, llamado habitus, el cual supera la concepción de los
efectos observables del paradigma empirista de la ciencia política, o la concepción
marxista clásica de la ideología como falsa conciencia; la otra tiene que ver con las
posibilidades metodológicas para estudio de las clases sociales, que rompe con varios
obstáculos e ilusiones como el de las sustancias que pasa de la construcción teórica a la
identificación empírica sin mediación; el economicismo que trabaja sólo con la simple
ubicación en las relaciones de producción; o con el objetivismo, que no reconoce el
ámbito simbólico y cultural; finalmente, hay una serie de aportaciones importantes para
las dimensiones simbólicas de la política y de las luchas de poder. La política para
Bourdieu es "el lugar por excelencia de la eficacia simbólica" .
LA CIENCIA POLÍTICA Y LA TEORÍA POLÍTICA: UN CAMPO DIVIDIDO.
A estas alturas se puede retomar la tesis de Gabriel Almond, que ve a la ciencia
política como una disciplina dividida entre diversas escuelas y sectas. Este autor que fue
uno de los pilares de la tradición empirista de los estudios políticos en Estados Unidos,
hoy hace un esfuerzo interesante para clasificar y ubicar las tradiciones de estudio de la
disciplina. Y tal vez podamos tener un punto de vista más completo si, por otra parte
también, tomamos en cuenta lo que ha pasado dentro de la tradición de la teoría política
en Gran Bretaña.
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Sólo pondremos un ejemplo de cada caso, por cuestiones de espacio. Gabriel
Almond construye una clasificación de las distintas tradiciones del estudio de la política y
para ello hace un cuadro con dos categorías, la dimensión metodológica con dos
posiciones, suave y dura y la dimensión ideológica con otras dos posiciones, izquierda y
derecha. De este modo tenemos cuatro grupos: duros de izquierda y duros de derecha y
suaves de izquierda y de derecha. De esta forma, según Almond, en el continum
ideológico de izquierda tenemos cuatro grupos en la tradición marxistas, los marxistas
propiamente dichos, los teóricos de la crítica política, los dependentistas y los teóricos del
sistema mundial. Otros ejemplos son, de acuerdo a este esquema, que en la izquierda
suave tenemos a la escuela de Frankfurt, y en la derecha dura al rational choice; en la
derecha suave está Max Weber y en la izquierda dura los dependentistas, alguien como
Cardoso; quizá hoy se tendría que revisar esta clasificación o por lo menos habría que
consultar a los brasileños para saber dónde ubicaría a un duro de izquierda como su
presidente .
El problema de estas clasificaciones es que se puede tener mucha creatividad
para construir categorías y ubicar autores y conceptos, pero se puede llegar al extremo
de cada autor tenga su propia clasificación, lo cual suena absurdo, y es muy probable
que no se gane mucho. Tal vez, sea interesante recoger las clasificaciones y ubicar las
hipótesis que las sustentan. De alguna forma en este trabajo hemos tratado de recoger
diversas perspectivas bajo diferentes hipótesis, más al estilo de una supercarretera de
muchas entradas, niveles, señales y velocidades, que al estilo de un mapa muy exacto y
acotado.
Otra clasificación interesante sobre la evolución de la teoría política en las últimas
décadas es la que hace David Miller desde la perspectiva de Gran Bretaña. De forma
muy sintética el autor ubica tres tipos de trabajo: estudios críticos sobre autores clásicos,
para analizar problemas actuales; análisis conceptuales orientadas a las principales
categorías del pensamiento político como libertad, justicia, democracia, autoridad,
etcétera; trabajos sobre teoría institucional. Si este era el panorama hace una década,
hoy en día, nos indica Miller, ha habido transformaciones en los tres tipos de trabajo: "El
estudio de los textos clásicos ha sido reemplazado por el análisis histórico del
pensamiento político; el análisis conceptual por la filosofía política normativa; y la teoría
institucional, en gran medida, por el análisis teórico de las políticas públicas Cada una de
estas transformaciones es defendible en sus propios términos, pero el costo es la
fragmentación de la disciplina en compartimientos estancos, entre los cuales la
comunicación ha sido muy restringida" .
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En cada una de las direcciones se establecen tesis interesantes: en la primera se afirma
que un texto clásico o histórico tiene que ser visto y analizado desde el contexto mismo
del medio intelectual en el que fue producido; en la segunda perspectiva se hace un
breve análisis de las dos tradiciones, -la individualista y el comunitarismo- y sus
principales argumentos en base a algunas de las principales obras de cada tradición,
autores como John Rawls y su famosa obra A Theory of Justicie; o la discusión entre los
defensores de la elección racional y sus críticos; y finalmente, el amplio campo de la
política aplicada, que se ha desarrollado en el mundo de las políticas públicas y en la
compleja dimensión del institucionalismo; ámbitos como política social, bienestar,
derechos individuales y colectivos, tipos de elección, problemas de constitucionalismo,
etcétera / .
AMÉRICA LATINA: LOS DILEMAS DE UNA POLÍTICA SIN CERTIDUMBRE.
No comparto la tesis de la geografía para explicar la regionalización conceptual, y
menos hoy que la globalidad puede ser entendida como una dimensión política, cultural,
tecnológica y no meramente económica; con lo cual quiero decir que el valor de los
conceptos no tiene necesariamente a su lado una raigambre territorial. Por otra parte,
sería demasiado largo hablar de la evolución de la ciencia política en América Latina, lo
cual nos llevaría a otro trabajo, quizá con muchas referencias similares a éste y algunas
especificidades. Por lo tanto, una opción que encontré para analizar algunos de los retos
de la ciencia política en América Latina fue plantear una dimensión política muy
importante, pero quizá no sólo política, en la cual América Latina tiene que encontrar
soluciones en este fin de siglo: los problemas de un desarrollo social, con democracia y
justicia.
Las especificidades de la región se tienen que localizar en las diferencias
históricas, en las tradiciones y las inercias, pero no tanto en los conceptos, que igual los
usamos aquí que en Europa o Estados Unidos. Hoy en América Latina se mueven las
diferentes tradiciones, escuelas y sectas de la ciencia y la teoría políticas; lo cual no
significa que los contextos específicos no tengan importancia, pero se pueden entender
como aproximaciones a niveles de investigación empírica. Por ejemplo, Habermas puede
estar pensando en la Alemania que dejó la posguerra y en la Alemania de la unificación,
pero sus planteamientos pueden servir para mirar otros países.
Hay una amplia y nutrida agenda de problemas que rondan América Latina y que
a su vez marcan los desarrollos, aplicaciones y lecturas de la ciencia política: transiciones
a la democracia; creación y consolidación institucional de la democracia; compatibilidades
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y distancias entre la democracia liberal, formal, y las desigualdades económicas;
etnicidad y autonomías; identidades y pluralismo; luchas sociales y derechos humanos;
pobreza, política social y modelo de desarrollo; una nueva forma de reconstrucción del
Estado de bienestar; otras formas novedosas de integración social y política en países
que han sido devastados por regímenes populistas, dictaduras militares, ajustes
neoliberales salvajes / .
Abusando de la simplificación se puede decir que hay dos grandes tendencias que
cruzan a la ciencia y a la teoría política, esta división está en el grado de aceptación y en
los márgenes de maniobra disponibles a favor o en contra del modelo de economía de
mercado y democracia liberal. Se trata de discutir dos paradigmas encontrados:
1.- El primero tiene tres componentes, "que la economía es una esfera básicamente
autónoma y separada del resto de la sociedad, lo cual responde a su propia dinámica
interna dos, que los agentes económicos (individuos, hogares y firmas) realizan acciones
exclusivamente racionales, dirigidas a la maximización de sus utilidades; y tres, que el
problema de la equidad en la distribución del ingreso no es central para el análisis, sea
porque se suponen ya dados los mecanismos institucionales para solucionarlo y son
externos al modelo sea porque se cree que este problema se resolverá por arrastre al
encontrar su punto de equilibrio la producción y la distribución de bienes" . Esta visión
despolitiza a la economía, saca al Estado del ámbito de intervención y responsabilidad
social en la distribución del ingreso y plantea el individualismo de las teorías del rational
choice.
2.- En el lado contrario hay una búsqueda obsesiva por las alternativas, que se inicia por
el mismo hecho de derribar la idea que no hay más alternativa que el neoliberalismo. Se
abre un amplio abanico en la búsqueda que trata de recuperar el papel de la intervención
del Estado, pero sin caer en el viejo modelo centralista o populista, lo cual se ubica más
en un Estado que pueda regular la acumulación de capital y pueda contribuir a la
distribución del ingreso; además, se busca reivindicar las formas comunitarias y los ejes
de la solidaridad para ubicar a los grupos sociales con algo más que decisiones
individuales y racionalidades privadas, con la introducción de problemáticas políticas
como la ética y la tolerancia; y por último, se establece como central la vinculación, al
estilo de las socialdemocracias europeas, en las cuales se puedan abrir las puertas de
comunicación entre la democracia política y representativa y los problemas de la equidad
en el desarrollo social.
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En América latina los problemas también son: la crisis de gobernabilidad de las
democracias, el envejecimiento del Estado de bienestar y la crisis de los estados
nacionales frente a la globalidad y el mercado .
Quizá hoy en más necesario que antes volver a ubicar a la política en el centro de
la mesa, no por el afán de menosprecio de otras disciplinas, sino por la necesidad de
ubicación de instrumentos que nos permitan lograr acuerdos y pactos para aceptar las
diferencias, pero también para resarcir la desintegración de sociedades cada vez más
polarizadas, a pesar de que una franja minoritaria este integrada en los mercados
internacionales.
1.2.1 MODELOS DE LA TEORIA
LA TEORÍA DEL PODER POLÍTICO EN EL PENSAMIENTO DE HANS
KELSEN.
Desde luego Kelsen no acepta que el poder del estado sea un elemento de este
como pretende la teoría tradicional. La palabra poder se le ofrece con varias
significaciones, de acuerdo con sus distintos usos.
El único concepto que acepta es el siguiente: " El poder del estado a que el pueblo
se encuentra sujeto, no es otra cosa que la validez y eficacia del orden jurídico, de cuya
unidad se deriva la del territorio y la del pueblo. El poder del estado tiene que ser la
validez y la eficacia del orden jurídico nacional, si la soberanía ha de considerarse como
una cualidad de tal orden. ".
La soberanía es pues, la cualidad del poder, es decir, la cualidad de un orden
normativo considerado como una autoridad de la que emanan los diversos derechos y
obligaciones.
Volvemos a nuestra imagen crítica inicial: el traje con la camisa no son el cuerpo
aunque los podamos considerar en forma separada. El orden jurídico estatal tiene validez
por el proceso histórico social que le dio nacimiento, no sólo por la validez de la norma
jurídica. Orden jurídico y fuerza material sólo se explican como creaciones sociales.
Cuando el ilustre fundador de la escuela normativa estudia la justicia también
reduce a un concepto jurídico. “La justicia es, ante todo, una característica posible pero
no necesaria de un orden social. Sólo secundariamente, una virtud del hombre; pues un
hombre es justo cuando su conducta concuerda con un orden que es considerado justo.
“Para nosotros la justicia es una consecuencia necesaria del orden social. Lo justo es una
noción elaborada por una sociedad y puede o no reflejarse en el orden jurídico. Cuando
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el estado liberal se aferra a una superestructura individualista, convierte al orden jurídico
en un instrumento de opresión, que en ninguna manera podemos llamar un orden justo.
LA TEORÍA DEL PODER EN LA DOCTRINA SOCIOLÓGICA-JURÍDICA.
La sociedad creadora ha constituido un conjunto de poderes, reconocidos,
tolerados o impuestos, en personas o entidades que influyen sobre la conducta de sus
integrantes. Estos poderes son fuerzas reguladas de acción social.
Si la sociedad fuese perfecta -una sociedad no de animales racionales, sino de
filósofos, Ángeles, o semi-dioses, hubieran sido suficientes las propias fuerzas sociales
para crear un mundo más armónico dominado por elevados principios o valores
humanos.
El ser humano es un centro o complejo de instintos, pasiones, intereses,
egoísmos e insesateces. Son fuerzas negativas, las que han formado el mundo primitivo
de la violencia y las que han llevado al hominilupus, a la destrucción y a la intolerancia.
Hemos repetido con frecuencia, que son más lógicos los animales irracionales frente al
mundo de la naturaleza y en sus acabadas estructuras sociales, como la abeja, la
hormiga o el castor, que los seres humanos dominamos por sus inconsecuencias
pasionales.
El principio de autodefensa es eminentemente social. Razonemos de cuantos
miles de años fue menester para que el hombre reconociera ciertos principios
elementales, como el principio de " no matarás ", o " no robara " o los demás de nuestro
tradicional decágolo biblico. El origen de esas nociones generales fue consuetudinario y
ellas dieron paso a principios más generales y eficaces.
La autodefensa social es la protección interna del grupo, frente a sus mismos
componentes y la protección externa frente a los demás grupos hostiles o antagónicos.
Ante la insuficiencia de sus propios poderes naturales, la sociedad se vio obligada
a crear, primero un orden espontáneo de fuerzas y coacciones sobre los que amenazan
su subsistencia; en segundo lugar, y en largos siglos de experiencia, un orden político
artificial amparado en las fuerzas materiales.
De este modo nace y se desarrolla el poder como un orden social provisto de una
dirección que integra, más tarde, el poder del estado, es pues, el poder, un fenómeno
social " exclusivamente humano ", una creación de la propia sociedad para poder
subsistir protegiendo a sus miembros y a su propia integridad.
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En forma simbólica esto nos recuerda la tela de Penélope, la mujer de Ulises y la
madre de Telémaco. En la ausencia que juzgaban definitiva de Ulises ellas se ve
asediada por los pretendientes. Más ella ha prometido que al terminar la que la que
bordaba haría una elección. Marsella deshacía en la noche todo lo que hacía durante el
día, como un trabajo que no se termina jamás y como un símbolo de fidelidad. El hombre,
en cambio, destruye lo que hace lo mismo en el día que en la noche y no siempre es fiel
a sus convicciones " en un trabajo que no se acaba jamás”.
La naturaleza de este orden social, que toma por sus propios caracteres el nombre de
orden político, nos lleva a una nueva estructuración o jerarquización de la sociedad al
aparecer la fuerza o autoridad de la que se le encomienda el cuidado o dirección de ese
orden, el gobierno, o sean los que mandan, y los que obedecen los mandatos de un
pequeño grupo que ordena, manda o somete.
1.3 LA CIENCIA POLITICA COMO CIENCIA SOCIAL.
El Estado es una forma definida de asociación que debe distinguirse de otras
formas o comunidades que quedan dentro del marco de estudio de la sociología. Esta
disciplina no comprender todas las materias que son propias de las ciencias sociales
particulares. Cada una de ella tiene acotado su propio campo y sus principios no debe
generalizarse a todo el conocimiento sociológico porque daría origen a notables
construcciones.
Más debemos guardar ciertas reservas con los términos que empleamos porque
originan serias confusiones. El término asociación proviene del sector sociología y no es
un término conveniente para aplicarlo al estado, porque éste es un orden político-jurídico.
El factor determinante de la vida social es el principio de la sociabilidad humana.
La vida social origina numerosos fenómenos entre ellos el factor político. un acto social
es político cuando se le matiza con una especial modalidad: su referencia al estado, a su
participación en la lucha por el poder político.
Nuestro punto de partida es la sociedad, la más grande de las asociaciones
modernas, que tiene por finalidad la realización de todos los fines de los seres humanos.
Ella es la que construye la armazón de la estructura social. Mas la vida misma de la
sociedad no es suficiente para atender los graves e ineludibles problemas del ser
humano viviendo en sociedad.
Algunas simples "expresiones metafóricas" nos dan la idea cabal de este proceso
de creación material del estado. La abeja y su obra que es el panal en el que produce
cera y miel; la araña y la tela de araña, que se forma con una secreción de su propio
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organismo. La araña que es un organismo integral, con su propia sustancia va creando el
hilo con el que se teje la red o tela, que forma su mundo material. Así también la sociedad
necesita crear un orden de convivencia integral y la sustancia o elemento que emplea, no
es material sino espiritual. Ese elemento es el derecho. Norma tras norma se va creando
las instituciones políticas, en el devenir de los siglos, hasta formar esa "red sin costuras"
que es el mundo estatal.
Sociedad y estado guardan una estrecha relación, pero son conceptos que deben
diferenciarse. Cuando decimos que " México ha firmado un tratado" nos referimos al
estado mexicano. Mas cuando afirmamos que "México tiene un nivel bajo de vida", no
podemos referirnos más que a la sociedad mexicana que es la única que puede acusar
ese nivel en otras fuerzas sociales, " en la iglesia y sólo en la iglesia, ha encontrado la
dictadura nazi un obstáculo insuperable a sus pretensiones absolutistas".
Mac Iver afirma en conclusión " que el estado sólo puede supervisar eficazmente
los aspectos externos de la vida. Fuera de ellos no le es posible en ninguna circunstancia
a sustituir aquellas organizaciones culturales que son expresión de las diversas
creencias, opiniones, intereses o ideales múltiples y varios grupos de una sociedad”.
La sociología trata de las relaciones sociales pero dentro de ese conjunto de seres
humanos que se llama sociedad. Esas relaciones sociales en sí mismas son creaciones
de los seres humanos pero vistas por la sociología con un enfoque especial.
Cada ciencia social concentra su interés en aspectos particulares de ella, pero no
como todo individuo en partes, " por el interés que selecciona " en la explicación de su
contenido.
Queremos insistir en que el estado es una creación artificial pero necesaria, de la
sociedad y que el ingrediente creador es el derecho. Todo lo existe y que ha existido en
materia cultural es creación del hombre. Sistema sociales, teorías políticas, afirmaciones
económicas, estéticas de cualquier orden, ha sido ideado y desarrollado por la sociedad
nacen con el hombre desaparecerá con el hombre.
El territorio no es creado por la sociedad, sino conquistado o mantenido por ella
que los somete a un orden jurídico; el grupo de seres humanos que integran la sociedad
forman el órgano creador de las normas, directamente o por medio de representantes,
con ellas forman el estado, no como obra de un grupo o de una generación, sino como
una obra consiente o inconsciente realizada a través de los siglos, que una vez creada
vuelve sobre sus autores para condicionar su vida con sus mismas normas: el poder del
estado no es la fuerzas ciega, brutal al o despiadada para que unos hombres impongan
su voluntad a otros, es la fuerza que se pone al servicio de una sociedad en el contenido
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mismo de las normas jurídicas y en las sanciones necesarias para su cumplimiento. La
soberanía es una característica de este poder, precisamente la de ser un poder que está
por encima de los demás poderes y domina en su régimen interior, a todas las fuerzas de
una comunidad.
Y así sucesivamente las demás instituciones son creadas y superadas por el
derecho. Eliminar el derecho de la vida social, es ver desplomarse todo el orden que
llamamos estado. Esta es la aspiración de las tendencias comunistas; destruir el estado
para mantener una organización social que ellos denominan " la sociedad comunista”.
El estado adolecerá de grandes defectos e imperfecciones pero debe subsistir,
porque a pesar de ser una creación artificial de la sociedad, fue ideado para servirla y
para atender aquellos problemas que la propia sociedad se declaró incapaz para
solucionarlos. El Estados puede y debe ser superado por qué ese orden será cada día
más necesario para la vida social. Destruirlo equivaldría a volver el caos y la vida
desorganizada, que se explica en los pequeños y dispersas grupos de las sociedades
primitivas, pero no en conglomerados de miles de millones de seres, José Ortega y
Gasset, nos dice: " La sociedad es un hecho natural con realidad sustantiva, y el estado
es un hecho artificial, cuya realidad es únicamente adjetiva”.
Al analizar dos situaciones en particular: la ausencia de política y la política
imposible. El filósofo español, Julián Marías, afirma: " hay muchas situaciones en la
historia en que hoy no hay política, y algunas en que, además, la política es imposible. Y
entonces se produce un espejismo engañoso y peligroso,-como casi todos los
espejismos,-creer que se está haciendo política cuando, a lo sumo, se está hablando de
política”.
Sin embargo, es difícil señalar los casos notorios de ausencia de política, porque
aún en forma primitiva, rudimentaria, grotesca a clandestina, ella se manifiesta, como
algo inherente a la naturaleza humana, como un derecho primario e indiscutible de los
seres humanos. El autor invocado llama prepolítica a " aquellas acciones destinadas a
hacer que la política vuelva a ser posible”.
Por perfecto que nos imaginemos un régimen de opresión no es capaz de eliminar
la vida política de un país, que se hace dentro y fuera de sus fronteras. En el interior se
aplasta a los hombres para que no participen en política o se crean medios engañosos y
pueriles para dar la imagen de una libertad que no existe.
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Sin duda la política, aunque ella se refugie en las conciencias que tarde o
temprano afloran a la superficie de la realidad social. Es el germen que ha levantado las
grandes revoluciones de la historia. El absolutismo de los Luises no llegó a quebrantar el
espíritu libertario de la Francia inmortal.
Los mecanismos de la acción del poder público pueden arbitrariamente reprimir la
acción ciudadana, el régimen de sus libertades, allanar sus hogares y otros desatinos
más. La política existe pero se retarda o limita su acción pública.
Apolitismo se refiere a una actitud de quien no se muestra interesado en los
hechos políticos, a diferencia de la politización que alude a la penetración de la política en
otros dominios sociales.
1.4 MODELOS DE ANALISIS DE LOS FENÓMENOS
POLÍTICOS.
Los actos de nuestra vida cotidiana se van matizando por la finalidad o propósito
que ellos persiguen. Asistir a un matrimonio o a una fiesta es un acto social, adquirir un
objeto en una tienda es un acto económico, hacer un testamento es un acto jurídico,
crear una pintura o una escultura es un acto estético, luchar por el poder público, votar en
una elección o asistir a una manifestación o mitin, u ocupar un puesto público son actos
políticos.
Es frecuente que en un mismo acto revista varios aspectos como comprar un libro
es un acto económico, jurídico y quizás estético, y a veces político, si pensamos
obsequiarlo a una persona con propósitos políticos. Siempre la finalidad la que matiza el
acto definiendo su verdadera naturaleza.
El acto político es un acto que se relaciona directamente con el mantenimiento del
poder, es un acto encaminado a asegurar el orden directorial de la vida social. No todos
los actos sociales merecen el calificativo de políticos, sólo una variedad de ellos aceptan
este calificativo: aquellos que se relacionan con el estado o son el resultado de una lucha
o antagonismo social. Carl Schmitt afirma que la lucha es de la esencia política o en la
tesis de Bertrand de Jouvenel " El arte político es una técnica de adición de fuerzas
humanas por reunión de voluntades”.
El gobierno es una creación de la actividad política de los hombres. Como éstos
no pueden ni deben vivir en un interminable y destructor proceso de con acciones,
consecuencia de sus instintos, pasiones, intereses, necesidades, egoísmos, es necesaria
una fuerza externa y superior ordenadora de esa realidad social.
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El portero fuerza mantenedor del orden nace como una súper estructura u
organización de la sociedad, un orden material que en el transcurso de los siglos se
convierte en un orden jurídico, cuando no es un orden personal o complejo derivado de
una acción interesada, pero a quien se señala la tarea de dirigir al grupo o la de tomar las
decisiones o determinaciones que atañen al interés general.
Creado el poder público, éste actúa sobre la sociedad que lo organizó para su
servicio y actúa sobre ella en forma determinante, autoritaria o irresistible. Cuando es
legítimo y justo la acción del poder se dirige al bien público; cuando es ilegítima e injusto
conduce a los pueblos por rutas de atraso y desaliento, los esclaviza mientras que el
gobernante hace de su vida y de su grupo, el desenfreno de una oligarquía avasalladora.
El ciudadano participa intensamente en la vida política del estado moderno. No
podemos sustraernos a la acción de la política, porque además de dominar nuestras
acciones, las condiciona, regula o encauza.
Toda actividad política tiene una referencia directa hacia el estado. Puede
distinguirse un acto no político, de un acto político, por la intención o estilo señalado en la
intención o propósitos de las personas. Una reunión de amigos puede tener un fin social,
cultural, recreativo o deportivo, más ese grupo se convierte en un grupo político cuando
se vinculan sus actos con sentido u orientación política, tales como una crítica al
gobierno, la participación en un proceso electoral para la integración de los órganos del
poder público, o una lucha partidista, o cualquier otro acto análogo.
Los viejos conceptos de la política como una actividad parcial van perdiendo
interés en sus aspectos cuantitativos y cualitativos. Si en un principio lo político supero a
lo estatal, hoy lo estatal en vuelve a todo lo político.
En el estado democrático federal aún queda un campo importante de lo social al
que no ha penetrado la acción estatal. En el estado comunista la vida social es regulada
integralmente por el estado, no hay aspecto de ella que no sea objeto de una
consideración política.
En el estado democrático que enmarca nuestros actos no podemos dejar de
señalar la importancia de la acción gubernamental, en la intensidad y modos que fijen las
leyes o la propia acción de sus órganos.
Lo estatal ha envuelto los actos del hombre y pretende abrumarlo con sus
continuas reglamentaciones. Haya algo que el estado no ha logrado destruir en el mundo
democrático, y es la capacidad creadora y la imaginación del hombre, para rebelarse en
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contra del desorden, la injusticia y la insensatez. El hombre es un creador de paraísos, de
utopías y forjador de ideales que tarde o temprano se aprovechan en la vida de relación.
Si ésta fuerza libre y creadora desapareciera, abrumada por moldes políticos
intrascendentes o venales, el nombre quedaría reducido a un pigmeo.
La actividad política del hombre para lograr el bien común, es una actividad
ordenadora de la vida social. El hombre siempre ha luchado y continuará luchando en
contra de otros hombres para crear, mantener, desarrollar o superar el orden necesario
de la vida política.
Frente al mundo de la naturaleza que se agota en una relación causalita se realiza
el mundo del espíritu de acción teleológica, en el que el hombre aporta su libertad y su
espíritu progresivo.
Hace varios miles de años, el hombre aportó su libertad para crear un orden
político rudimentario que lo librará de los peligros y acechanzas que lo rodeaban y aún
para asegurar un mínimo de libertades que le permitieran construir el mundo de la
cultura.
Hoy el hombre sigue aportando su libertad, en unas partes en su totalidad y en
otras, manteniendo aspectos de formados de su libertad, para que las utopías políticas de
nuestros días, sigan haciendo sus ensayos y malabarismos. En los Estados que han
alcanzado una madurez política elevada el ciudadano es un factor determinante de la
vida pública.
El ciudadano en el estado democrático moderno es un ente político al que la
constitución le confiere la obligación el derecho a ejercer sus derechos públicos
subjetivos, de esta manera, da al poder público una seguridad eficiente para el desarrollo
de una política de largo alcance.
Los caminos que emplean las organizaciones políticas, para asegurar su régimen
institucional, según sean países desarrollados o subdesarrollados son:
I.- En un país subdesarrollado, la política la hace el gobierno por medio de la
fuerza, o del engaño, o con la complacencia, consentimiento o resignación táctica de la
ciudadanía; que no encuentra un procedimiento mejor, por la propia incapacidad o
inmadurez del ciudadano para participar en procesos democráticos civilizados, o por la
presión que se pueda ejercer sobre ellos.
La misión elevada del estado a realizar un fin superior fue señalada por
Maquiavelo en su sus discursos, pero subordinada a la fuerza " porque la fuerza
fácilmente haya títulos que la sostengan, pero los títulos no da la fuerza”.
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II.- En un estado desarrollado, la política la hacen los ciudadanos, directamente o
por medio de sus representantes. En la actualidad no hay mejor camino que el libre juego
de los partidos políticos, cuando éstos son elementos idóneos para integrar el poder
público.
Los partidos políticos son instrumentos mejores y más poderosos para realizar
plenamente la actividad política.
En un régimen democrático todos los ciudadanos deben participar en la actividad
política como miembro de un partido político.
La actividad política aislada es intrascendente y peligrosa, porque además de su
transitoria, provoca una lucha desigual entre los grupos organizados ideológicamente y
no responde más que a un proceso político eventual.
El drama moderno se desarrolla en una lucha sin cuartel entre partidos,
asociaciones, grupos legales o clandestinos políticos. En las naciones democráticas, el
partido político desempeña un papel de primer orden para integrar las instituciones,
señalar sus orientaciones y fomentar una educación cívica valiosa. Los países,
políticamente subdesarrollados como partidos políticos inconscientes, están a merced de
fuerzas políticas poderosas, que fácilmente los hacen zozobrar.
1.4.1 EL ESTRUCTURALISMO METODO CIENTICO.
ACTOS POLÍTICOS.
La política es una actividad encaminada a la construcción, desarrollo y
funcionamiento del poder público. Ello origina la doble relación de gobernantes y
gobernados, es un proceso de mando y obediencia.
Esta actividad o acción política se traduce en la realización de actos y hechos
políticos y los actos materiales que se relacionan con los mismos.
Toda esa actividad debe estar vinculada al ejercicio del poder.
El ser humano realiza numerosas acciones sociales como las jurídicas, las
políticas, religiosas, artísticas, pedagógicas, económicas, etc. en un largo proceso secular
estas actividades y sus creaciones se fortalecen y se superan cuando responden a las
necesidades y aspiraciones sociales; pero ellas desaparecen o se deforman
grotescamente cuando ya son inútiles para la vida de relación. Por lo cual, afirmamos el
valor de la praxis (obra) como acción creadora.
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Más el hombre persiste en esa actividad política a pesar de estar pletórica de
imperfecciones, injusticias, vicios de incertidumbres, porque reconoce que el poder es un
elemento imprescindible de la vida social, instituciones que una generación transmite a
otra como acervo cultural y siempre con la esperanza de un mundo mejor.
Llegamos a la vida social provistos de medios poderosos para realizar nuestros
fines humanos, pero pronto nos damos cuenta de que sólo la reunión de ellos nos
proporciona fuerza o poder. Nos encontramos sumergidos y dominados por la
organización que ha sido creada artificialmente por todos los que han pasado antes que
nosotros. Una vida social consciente o inconsciente hecha piedra tras piedra. Cargamos
con historias ajenas y somos cómplices de muchos hechos que hieren la dignidad, pero
no los podemos remediar de inmediato. En otros casos, el pasado es recuerdo de glorias,
de hechos comunes locales y desinteresados de quienes tuvieron la ilusión de una patria
mejor.
Ellos nos imponen formas de vida que recibieron en la misma forma o a través de
procesos de imitación y que en una u otra forma también contribuyeron a impulsar la.
Nuestro comportamiento se ve acosado por las cosas hechas o por los mandatos
de un pequeño grupo, que se supone que es el dueño de la verdad circunstancial del
momento. Todo lo bueno o lo malo que nos rodea nos obliga a actuar con determinada
servidumbre, con táctica resignación, sin inconformidades, ni rebeldías que alteren el
monótono vivir, insistiendo en que lo que nos envuelve es lo mejor y así esperar las
cosas que el futuro depare a una nación. Ello olvida la en conformidad como fuerza
creadora.
Nos dice Carlos S. Fayt " toda nuestra actividad política está influida por la
historia, por la cultura, por la sociedad en forma de causas y condiciones, antecedentes y
circunstancias; pero nos caracteriza la posibilidad de alterar las, porque tenemos
conciencia de nuestra situación en el mundo. Nuestra existencia no está hecha ante
fatalidad ni predestinación. El futuro depende de la decisión del hombre. Hay algo de
inacabado, algo en devenir, que forma parte de la sustancia humana. La acción política
tiene principio, medio y fin. Surge como resultado de elementos histórico-naturales, se
manifiesta de manera corporal, en forma de expresiones, movimientos, gestos, palabras y
se dirige a obtener un fin, a lograr un propósito.
Como acto social, su soporte lo conforman otros actos sociales -Los actos de
otros individuos-, o simplemente, posee significación. Traduce objetivamente, en
actuación, lo que, subjetivamente, representa comportamiento. Y actuar políticamente,
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significa deliberar, decidir. La decisión es la culminación de la acción activa de la política.
"
ARTE DE LA POLÍTICA.
La misión del investigador de la ciencia política lo lleva al conocimiento de los
fenómenos de la de la política y de las instituciones del estado, con todos sus
convenientes, como sus normas y conclusiones, pueden influir en un determinado orden,
salvando las indebidas presiones que desvirtúen su sentido.
La aplicación de esos principios, algunos de ellos no muy precisos y de relativo
alcance, originan en el hombre de estado-político, gobernante o técnico o actuante en
política (político logo o estató logo)-, una cierta sensibilidad, a disposición o destreza para
conseguir sus propósitos, manejando hombres y situaciones, siempre encaminando a
superar la realidad, creando un orden nuevo o corrigiendo el existente. Bismarck dijo: "
que la política no es una ciencia, sino un arte”.
La política como arte, es la habilidad para elegir entre varios inconvenientes,
salvar con decoro una situación o para transigir con inteligencia cuando las circunstancias
así lo exijan o para imponer una política transitoria de fuerza para salvar las situaciones
irregulares. Ese arte nos enseña cómo se alcanzan en forma adecuada, ciertas
finalidades políticas en determinadas condiciones y aprovechando ciertas eventualidades
de la vida de relación. El mundo político es un complejo porque en él se manifiestan
elementos diversos y complicados, que obligan a tomar una decisión oportuna. Una
actitud intransigente, equivocada o inconveniente, ha conducido en más de una ocasión,
al cambio de un sistema o la renovación de los hombres en el poder. Muchas
revoluciones han comenzado por motivos fútiles o que se estimaron inoperantes, y
alcanzaron desarrollos insospechados. Un antiguo aforismo de Goethe señalados rumbos
de la política: " divide y gobierna, los politicastros calman: unir y dirigir son las vigilantes
palabras de los sabios”.
Estos diversos sentidos mantienen una relación que los unifica y es la idea de
orden social, la realización del bien común, y el orden de la convivencia.
La política en su aspecto subjetivo se refiere a la política como actividad humana y
debe distinguirse de la política en su aspecto objetivo, es decir, en sus creaciones,
contenidos y objetos.
Se alude a la política como ciencia y como arte. El propio Jellinek nos dice: "La
ciencia y el arte de la política, está laguna respecto a la otra en la relación en que se
encuentran los propios generales con el arte que los aplica a los casos concretos. El arte
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del estado, que no es meramente empírico, ha de ocuparse de dar forma a relaciones
públicas concretas conforme principios reconocidos, teniendo en cuenta el conjunto de
circunstancias estrictamente individuales bajo las cuales se presenta el problema. Hasta
qué punto puede descansar tal arte en reglas generales que sirvan de guía a los políticos,
es cosa que caen dentro de la cuestión ya muy antigua y de si es posible y en qué
medida, enseñar la moral. "
En unos cuantos términos la política como arte, es un conocimiento " que enseña
cómo se alcanzan del modo más adecuado ciertas finalidades políticas en determinadas
condiciones y aprovechando ciertas eventualidades de la vida humana o política", según
la definición de O. G. Fischbach. De este mismo autor repetimos su concepto científico de
política: "La misión de la política en sentido estricto que solamente consiste en investigar
las formas de convivencia humana que solamente se aplican al estado. Por el contrario,
la política como ciencia ese conocimiento, logrado mediante el examen e investigación de
las instituciones estatales, de cómo es posible influir en la vida política; en otras palabras,
aspira a la adquisición de un módulo o de un sistema de normas experimentales para
juzgar los acontecimientos políticos, y la posibilidad de influir en los mismos. "
El arte de la política prescinde de generalizaciones y desciende a la habilidad para
su aplicación particular o concreta tratando de investigar las soluciones que se relacionan
con el propósito que el estado lleva a cabo.
“La ciencia política, que busca una descripción de clasificación exacta de las
instituciones políticas y una determinación precisa de las fuerzas que las crean y
controlan, se puede distinguir del arte y de la política y de la filosofía política. "
“El arte de la política tiene como fin la determinación de los principios y las reglas
de conducta que necesario observar para operar es eficientemente con las instituciones
políticas. "
"La filosofía de la política o teoría política, trata sobre generalizaciones, bien que
con datos particulares, busca determinadas abstracciones fundamentales y esenciales.
La filosofía jurídica de la política, busca determinar la naturaleza del estado como creador
y ejecutor de la ley. La filosofía ética de la política trata de fijar la naturaleza y la esfera de
autoridad del estado, a la luz de los propósitos para los cuales el estado existe. Define el
estado en términos de sus fines y juzga su organización y actividad de acuerdo con la
extensión en que se cumple estos fines."
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El derecho político es un concepto estricto, que se limita a estudiar las normas
que rigen la organización del estado. La teoría del estado es materia del derecho político,
cuando la doctrina, teoría o principio se transforma en un principio de general
observancia.
Finalmente le ha ciencia política pertenece al grupo de las ciencias culturales,
porque los fenómenos políticos son fenómenos sociales. Todas estas disciplinas nos
proporcionan metódicamente clasificados los conocimientos relativos al estado.
En la realidad de las instituciones, la política se nos presenta como el arte de
escoger entre varios inconvenientes. Los demagogos de actualidad dicen que la política
es interpretar lo que el pueblo quiere. Estas equivocadas maneras de pensar olvidan que
una opinión pública idónea es la mejor fuente de las instituciones.
POLÍTICA Y ESTADO.
El objeto de la política es el estado, como en épocas pretéritas lo fueron las
formas rudimentarias o inacabadas, que culminaron con la forma política superior que es
el estado.
El estado es un orden jurídico total, que configura íntegramente a la sociedad,
dentro del cual se enmarca el desarrollo y configuración de la política. Por ello hemos de
llegar a la conclusión de que todos lo que hace el estado tiene un contenido político.
Los actos políticos tienen una doble situación:
1. Como actos políticos de los ciudadanos, que se esfuerzan por actuar con
sentido político en procesos contradictorios en pro o en contra de ideas políticas
determinadas, criticando las existentes o la actuación gubernamental, luchando por la
conquista del poder.
En los países que se apoyan en el voto, el sufragio es instrumento más idóneo de
la política. Cada voto representa una partícula de un sistema político, de un grupo de
presión, de una tendencia, que comienza en las urnas y que tiene un fin inmediato,
aunque la lucha social es ininterrumpida y constante. Aún así se distingue el pacífico
ciudadano indolente de sus opiniones, y el cambiante ideólogo gobernado por una
táctica, una técnica y un sistema político.
2. Como actos políticos de los gobernantes o de gobierno. Conquistado el poder
público, éste se manifiesta en la imposición de un conjunto de ideas o en contemporizar
en apariencia con otras. Ellas provienen en unos casos de un partido político, de una
coalición de partidos políticos, o simplemente son ideas de un grupo, raras veces de un
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solo hombre, que frecuentemente se van modelando, a paso y medida de los
acontecimientos.
“La política y el estado, afirma Herman Heller, se encuentran, en verdad,
estrechamente relacionados tanto conceptualmente como en la realidad, pero no deben
ser identificados. No es sólo el estado el que despliega puro poder político, sino también
los grupos políticos interestatales, como los partidos, las alianzas, la sociedad de las
naciones, y, además otros grupos cuya función no es, en si la política como las iglesias y
las asociaciones Patronales y obreras. Así, pues, no todo poder que actúa políticamente
en un poder estatal; pero todo poder político aspira a ver tal según su función de sentido;
es decir, que todo poder político activo aspira organizar y actuar la cooperación social
territorial según sus intenciones. Pero este objeto sólo lo pueden alcanzar, en último
extremo, un poder político -aunque sea interestatal - si se transforman en poder estatal.
Pues el poder del estado, se diferencia de todas las otras formas de poder político porque
tiene a su disposición el orden jurídico establecido y asegurado por órganos estatales.
Dado que el estado representa el "optimum" político, es decir, la organización política
normalmente más fuerte, precisa y practicable, toda actividad política, en virtud de su
inmanente función de sentido, debe esforzarse, no ciertamente por conquistar el poder
estatal en su totalidad, pero sí por tomar parte de él. "
El acto político implica dirección, conducción de gobierno, orientación política de
arriba a abajo. En los países de régimen presidencial corresponde casi una exclusiva al
presidente de la República. Se diferencia del acto administrativo en que éste es un acto
de ejecución de la ley encaminado a realizar los fines del estado y al mantenimiento de
los servicios públicos. El acto político se proyecta en la conducción de una dirección
nacional.
1.4.2 LA TEORÍA DE SISTEMAS
La teoría de sistemas (TS) es un ramo específico de la teoría general de sistemas (TGS).
La TGS surgió con los trabajos del alemán Ludwig von Bertalanffy, publicados entre 1950
y 1968. La TGS no busca solucionar problemas o intentar soluciones prácticas, pero sí
producir teorías y formulaciones conceptuales que pueden crear condiciones de
aplicación en la realidad empírica.
Los supuestos básicos de la TGS son:
Existe una nítida tendencia hacia la integración de diversas ciencias naturales y sociales.
Esa integración parece orientarse rumbo a una teoría de sistemas.
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Dicha teoría de sistemas puede ser una manera más amplia de estudiar los campos no-
físicos del conocimiento científico, especialmente en ciencias sociales.
Con esa teoría de los sistemas, al desarrollar principios unificadores que atraviesan
verticalmente los universos particulares de las diversas ciencias involucradas, nos
aproximamos al objetivo de la unidad de la ciencia.
Esto puede generar una integración muy necesaria en la educación científica.
La TGS afirma que las propiedades de los sistemas, no pueden ser descritos en términos
de sus elementos separados; su comprensión se presenta cuando se estudian
globalmente.
La TGS se fundamenta en tres premisas básicas:
Los sistemas existen dentro de sistemas: cada sistema existe dentro de otro más grande.
Los sistemas son abiertos: es consecuencia del anterior. Cada sistema que se examine,
excepto el menor o mayor, recibe y descarga algo en los otros sistemas, generalmente en
los contiguos. Los sistemas abiertos se caracterizan por un proceso de cambio infinito
con su entorno, que son los otros sistemas. Cuando el intercambio cesa, el sistema se
desintegra, esto es, pierde sus fuentes de energía.
Las funciones de un sistema dependen de su estructura: para los sistemas biológicos y
mecánicos esta afirmación es intuitiva. Los tejidos musculares por ejemplo, se contraen
porque están constituidos por una estructura celular que permite contracciones.
El interés de la TGS, son las características y parámetros que establece para todos los
sistemas. Aplicada a la administración la TS, la empresa se ve como una estructura que
se reproduce y se visualiza a través de un sistema de toma de decisiones, tanto individual
como colectivamente.
Desde un punto de vista histórico, se verifica que:
La teoría de la administración científica usó el concepto de sistema hombre-máquina,
pero se limitó al nivel de trabajo fabril.
La teoría de las relaciones humanas amplió el enfoque hombre-máquina a las relaciones
entre las personas dentro de la organización. Provocó una profunda revisión de criterios y
técnicas gerenciales.
La teoría estructuralista concibe la empresa como un sistema social, reconociendo que
hay tanto un sistema formal como uno informal dentro de un sistema total integrado.
La teoría del comportamiento trajo la teoría de la decisión, donde la empresa se ve como
un sistema de decisiones, ya que todos los participantes de la empresa toman decisiones
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dentro de una maraña de relaciones de intercambio, que caracterizan al comportamiento
organizacional.
Después de la segunda guerra mundial, a través de la teoría matemática se aplicó la
investigación operacional, para la resolución de problemas grandes y complejos con
muchas variables.
La teoría de colas fue profundizada y se formularon modelos para situaciones típicas de
prestación de servicios, en los que es necesario programar la cantidad óptima de
servidores para una esperada afluencia de clientes.
Las teorías tradicionales han visto la organización humana como un sistema cerrado. Eso
ha llevado a no tener en cuenta el ambiente, provocando poco desarrollo y comprensión
de la retroalimentación (feedback), básica para sobrevivir.
El enfoque antiguo fue débil, ya que 1) trató con pocas de las variables significantes de la
situación total y 2) muchas veces se ha sustentado con variables impropias.
El concepto de sistemas no es una tecnología en sí, pero es la resultante de ella. El
análisis de las organizaciones vivas revela "lo general en lo particular" y muestra, las
propiedades generales de las especies que son capaces de adaptarse y sobrevivir en un
ambiente típico. Los sistemas vivos sean individuos o organizaciones, son analizados
como "sistemas abiertos", que mantienen un continuo intercambio de
materia/energía/información con el ambiente. La TS permite reconceptuar los fenómenos
dentro de un enfoque global, para integrar asuntos que son, en la mayoría de las veces
de naturaleza completamente diferente.
CONCEPTO DE SISTEMAS
Un conjunto de elementos
Dinámicamente relacionados
Formando una actividad
Para alcanzar un objetivo
Operando sobre datos/energía/materia
Para proveer información/energía/materia
CARACTERÍSTICAS DE LOS SISTEMAS
Sistema es un todo organizado y complejo; un conjunto o combinación de cosas o partes
que forman un todo complejo o unitario. Es un conjunto de objetos unidos por alguna
forma de interacción o interdependencia. Los límites o fronteras entre el sistema y su
ambiente admiten cierta arbitrariedad.
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Según Bertalanffy, sistema es un conjunto de unidades recíprocamente relacionadas. De
ahí se deducen dos conceptos: propósito (u objetivo) y globalismo (o totalidad).
Propósito u objetivo: todo sistema tiene uno o algunos propósitos. Los elementos (u
objetos), como también las relaciones, definen una distribución que trata siempre de
alcanzar un objetivo.
Globalismo o totalidad: un cambio en una de las unidades del sistema, con probabilidad
producirá cambios en las otras. El efecto total se presenta como un ajuste a todo el
sistema. Hay una relación de causa/efecto. De estos cambios y ajustes, se derivan dos
fenómenos: entropía y homeostasia.
Entropía: es la tendencia de los sistemas a desgastarse, a desintegrarse, para el
relajamiento de los estándares y un aumento de la aleatoriedad. La entropía aumenta con
el correr del tiempo. Si aumenta la información, disminuye la entropía, pues la
información es la base de la configuración y del orden. De aquí nace la negentropía, o
sea, la información como medio o instrumento de ordenación del sistema.
Homeostasia: es el equilibrio dinámico entre las partes del sistema. Los sistemas tienen
una tendencia a adaptarse con el fin de alcanzar un equilibrio interno frente a los cambios
externos del entorno.
Una organización podrá ser entendida como un sistema o subsistema o un supersistema,
dependiendo del enfoque. El sistema total es aquel representado por todos los
componentes y relaciones necesarios para la realización de un objetivo, dado un cierto
número de restricciones. Los sistemas pueden operar, tanto en serio como en paralelo.
TIPOS DE SISTEMAS
En cuanto a su constitución, pueden ser físicos o abstractos:
Sistemas físicos o concretos: compuestos por equipos, maquinaria, objetos y cosas
reales. El hardware.
Sistemas abstractos: compuestos por conceptos, planes, hipótesis e ideas. Muchas
veces solo existen en el pensamiento de las personas. Es el software.
En cuanto a su naturaleza, pueden cerrados o abiertos:
Sistemas cerrados: no presentan intercambio con el medio ambiente que los rodea, son
herméticos a cualquier influencia ambiental. No reciben ningún recurso externo y nada
producen que sea enviado hacia fuera. En rigor, no existen sistemas cerrados. Se da el
nombre de sistema cerrado a aquellos sistemas cuyo comportamiento es determinado y
programado y que opera con muy pequeño intercambio de energía y materia con el
ambiente. Se aplica el término a los sistemas completamente estructurados, donde los
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elementos y relaciones se combinan de una manera peculiar y rígida produciendo una
salida invariable, como las máquinas.
Sistemas abiertos: presentan intercambio con el ambiente, a través de entradas y salidas.
Intercambian energía y materia con el ambiente. Son adaptativos para sobrevivir. Su
estructura es óptima cuando el conjunto de elementos del sistema se organiza,
aproximándose a una operación adaptativa. La adaptabilidad es un continuo proceso de
aprendizaje y de auto-organización.
Los sistemas abiertos no pueden vivir aislados. Los sistemas cerrados, cumplen con el
segundo principio de la termodinámica que dice que "una cierta cantidad llamada
entropía, tiende a aumentar al máximo".
Existe una tendencia general de los eventos en la naturaleza física en dirección a un
estado de máximo desorden. Los sistemas abiertos evitan el aumento de la entropía y
pueden desarrollarse en dirección a un estado de creciente orden y organización
(entropía negativa). Los sistemas abiertos restauran su propia energía y reparan pérdidas
en su propia organización. El concepto de sistema abierto se puede aplicar a diversos
niveles de enfoque: al nivel del individuo, del grupo, de la organización y de la sociedad.
PARÁMETROS DE LOS SISTEMAS
El sistema se caracteriza por ciertos parámetros. Parámetros son constantes
arbitrarias que caracterizan, por sus propiedades, el valor y la descripción dimensional de
un sistema específico o de un componente del sistema.
Los parámetros de los sistemas son:
Entrada o insumo o impulso (input): es la fuerza de arranque del sistema, que provee el
material o la energía para la operación del sistema.
Salida o producto o resultado (output): es la finalidad para la cual se reunieron elementos
y relaciones del sistema. Los resultados de un proceso son las salidas, las cuales deben
ser coherentes con el objetivo del sistema. Los resultados de los sistemas son finales,
mientras que los resultados de los subsistemas con intermedios.
Procesamiento o procesador o transformador (throughput): es el fenómeno que produce
cambios, es el mecanismo de conversión de las entradas en salidas o resultados.
Generalmente es representado como la caja negra, en la que entran los insumos y salen
cosas diferentes, que son los productos.
Retroacción o retroalimentación o retroinformación (feedback): es la función de retorno
del sistema que tiende a comparar la salida con un criterio preestablecido, manteniéndola
controlada dentro de aquel estándar o criterio.
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Ambiente: es el medio que envuelve externamente el sistema. Está en constante
interacción con el sistema, ya que éste recibe entradas, las procesa y efectúa salidas. La
supervivencia de un sistema depende de su capacidad de adaptarse, cambiar y
responder a las exigencias y demandas del ambiente externo. Aunque el ambiente puede
ser un recurso para el sistema, también puede ser una amenaza.
EL SISTEMA ABIERTO
El sistema abierto como organismo, es influenciado por el medio ambiente e influye sobre
el, alcanzando un equilibrio dinámico en ese sentido.
La categoría más importante de los sistemas abiertos son los sistemas vivos. Existen
diferencias entre los sistemas abiertos (como los sistemas biológicos y sociales, a saber,
células, plantas, el hombre, la organización, la sociedad) y los sistemas cerrados (como
los sistemas físicos, las máquinas, el reloj, el termóstato):
El sistema abierto interactúa constantemente con el ambiente en forma dual, o sea, lo
influencia y es influenciado. El sistema cerrado no interactúa.
El sistema abierto puede crecer, cambiar, adaptarse al ambiente y hasta reproducirse
bajo ciertas condiciones ambientes. El sistema cerrado no.
Es propio del sistema abierto competir con otros sistemas, no así el sistema cerrado.
Al igual que los organismos vivos, las empresas tienen seis funciones primarias,
estrechamente relacionadas entre sí:
Ingestión: las empresas hacen o compras materiales para ser procesados. Adquieren
dinero, máquinas y personas del ambiente para asistir otras funciones, tal como los
organismos vivos ingieren alimentos, agua y aire para suplir sus necesidades.
Procesamiento: los animales ingieren y procesan alimentos para ser transformados en
energía y en células orgánicas. En la empresa, la producción es equivalente a este ciclo.
Se procesan materiales y se desecha lo que no sirve, habiendo una relación entre las
entradas y salidas.
Reacción al ambiente: el animal reacciona a su entorno, adaptándose para sobrevivir,
debe huir o si no atacar. La empresa reacciona también, cambiando sus materiales,
consumidores, empleados y recursos financieros. Se puede alterar el producto, el
proceso o la estructura.
Provisión de las partes: partes de un organismo vivo pueden ser suplidas con materiales,
como la sangre abastece al cuerpo. Los participantes de la empresa pueden ser
reemplazados, no son de sus funciones sino también por datos de compras, producción,
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ventas o contabilidad y se les recompensa bajo la forma de salarios y beneficios. El
dinero es muchas veces considerado la sangre de la empresa.
Regeneración de partes: las partes de un organismo pierden eficiencia, se enferman o
mueren y deben ser regeneradas o relocalizadas para sobrevivir en el conjunto.
Miembros de una empresa envejecen, se jubilan, se enferman, se desligan o mueren. Las
máquinas se vuelven obsoletas. Tanto hombres como máquinas deben ser mantenidos o
relocalizados, de ahí la función de personal y de mantenimiento.
Organización: de las funciones, es la requiere un sistema de comunicaciones para el
control y toma de decisiones. En el caso de los animales, que exigen cuidados en la
adaptación. En la empresa, se necesita un sistema nervioso central, donde las funciones
de producción, compras, comercialización, recompensas y mantenimiento deben ser
coordinadas. En un ambiente de constante cambio, la previsión, el planeamiento, la
investigación y el desarrollo son aspectos necesarios para que la administración pueda
hacer ajustes.
El sistema abierto es un conjunto de partes en interacción constituyendo un todo
sinérgico, orientado hacia determinados propósitos y en permanente relación de
interdependencia con el ambiente externo.
LA ORGANIZACIÓN COMO UN SISTEMA ABIERTO
Herbert Spencer afirmaba a principios del siglo XX:
"Un organismo social se asemeja a un organismo individual en los siguientes rasgos
esenciales:
En el crecimiento.
En el hecho de volverse más complejo a medida que crece.
En el hecho de que haciéndose más complejo, sus partes exigen una creciente
interdependencia.
Porque su vida tiene inmensa extensión comparada con la vida de sus unidades
componentes.
Porque en ambos casos existe creciente integración acompañada por creciente
heterogeneidad".
Según la teoría estructuralista, Taylor, Fayol y Weber usaron el modelo racional,
enfocando las organizaciones como un sistema cerrado. Los sistemas son cerrados
cuando están aislados de variables externas y cuando son determinísticos en lugar de
probabilísticos. Un sistema determinístico es aquel en que un cambio específico en una
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de sus variables producirá un resultado particular con certeza. Así, el sistema requiere
que todas sus variables sean conocidas y controlables o previsibles. Según Fayol la
eficiencia organizacional siempre prevalecerá si las variables organizacionales son
controladas dentro de ciertos límites conocidos.
CARACTERÍSTICAS DE LAS ORGANIZACIONES COMO SISTEMAS
ABIERTOS
Las organizaciones poseen todas las características de los sistemas abiertos. Algunas
características básicas de las organizaciones son:
Comportamiento probabilístico y no-determinístico de las organizaciones: la organización
se afectada por el ambiente y dicho ambiente es potencialmente sin fronteras e incluye
variables desconocidas e incontroladas. Las consecuencias de los sistemas sociales son
probabilísticas y no-determinísticas. El comportamiento humano nunca es totalmente
previsible, ya que las personas son complejas, respondiendo a diferentes variables. Por
esto, la administración no puede esperar que consumidores, proveedores, agencias
reguladoras y otros, tengan un comportamiento previsible.
Las organizaciones como partes de una sociedad mayor y constituida de partes menores:
las organizaciones son vistas como sistemas dentro de sistemas. Dichos sistemas son
complejos de elementos colocados en interacción, produciendo un todo que no puede ser
comprendido tomando las partes independientemente. Talcott Parsons indicó sobre la
visión global, la integración, destacando que desde el punto de vista de organización,
esta era un parte de un sistema mayor, tomando como punto de partida el tratamiento de
la organización como un sistema social, siguiente el siguiente enfoque:
La organización se debe enfocar como un sistema que se caracteriza por todas las
propiedades esenciales a cualquier sistema social.
La organización debe ser abordada como un sistema funcionalmente diferenciado de un
sistema social mayor.
La organización debe ser analizada como un tipo especial de sistema social, organizada
en torno de la primacía de interés por la consecución de determinado tipo de meta
sistemática.
Las características de la organización deben ser definidas por la especie de situación en
que necesita operar, consistente en la relación entre ella y los otros subsistemas,
componentes del sistema mayor del cual parte. Tal como si fuera un sociedad.
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Interdependencia de las partes: un cambio en una de las partes del sistema, afectará a
las demás. Las interacciones internas y externas del sistema reflejan diferentes
escalones de control y de autonomía.
Homeostasis o estado firme: la organización puede alcanzar el estado firme, solo cuando
se presenta dos requisitos, la unidireccionalidad y el progreso. La unidireccionalidad
significa que a pesar de que haya cambios en la empresa, los mismos resultados o
condiciones establecidos son alcanzados. El progreso referido al fin deseado, es un
grado de progreso que está dentro de los límites definidos como tolerables. El progreso
puede ser mejorado cuando se alcanza la condición propuesta con menor esfuerzo,
mayor precisión para un esfuerzo relativamente menor y bajo condiciones de gran
variabilidad. La unidireccionalidad y el progreso solo pueden ser alcanzados con
liderazgo y compromiso.
Fronteras o límites: es la línea que demarca lo que está dentro y fuera del sistema.
Podría no ser física. Una frontera consiste en una línea cerrada alrededor de variables
seleccionadas entre aquellas que tengan mayor intercambio (de energía, información)
con el sistema. Las fronteras varían en cuanto al grado de permeabilidad, dicha
permeabilidad definirá el grado de apertura del sistema en relación al ambiente.
Morfogénesis: el sistema organizacional, diferente de los otros sistemas mecánicos y aun
de los sistemas biológicos, tiene la capacidad de modificar sus maneras estructurales
básicas, es identificada por Buckley como su principal característica identificadora.
MODELOS DE ORGANIZACIONES
Schein propone una relación de aspectos que una teoría de sistemas debería considerar
en la definición de organización:
La organización debe ser considerada como un sistema abierto.
La organización debe ser concebida como un sistema con objetivos o funciones múltiples.
La organización debe ser visualizada como constituida de muchos subsistemas que están
en interacción dinámica unos con otros.
Al ser los subsistemas mutuamente dependientes, un cambio en uno de ellos, afectará a
los demás.
La organización existe en un ambiente dinámico que comprende otros sistemas.
Los múltiples eslabones entre la organización y su medio ambiente hacen difícil definir las
fronteras de cualquier organización.
MODELO DE KATZ Y KAHN
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Desarrollaron un modelo de organización más amplio y complejo a través de la aplicación
de la TS y la teoría de las organizaciones. Según su modelo, la organización presenta las
siguientes características:
La organización como un sistema abierto
Para Katz y Kahn, la organización como sistema abierto presenta las siguientes
características:
Importación (entrada): la organización recibe insumos del ambiente y necesita
provisiones energéticas de otras instituciones, personas o del medio. Ninguna estructura
social es autosuficiente.
Transformación (procesamiento): los sistemas abiertos transforman la energía disponible.
La organización procesa y transforma insumos en productos acabados, mano de obra,
servicios, etc.
Exportación (salidas): los sistemas abiertos exportan ciertos productos hacia el medio
ambiente.
Los sistemas como ciclos que se repiten: el funcionamiento de cualquier sistema consiste
en ciclos repetitivos de importación-transformación-exportación. La importación y
exportación son transacciones que envuelven al sistema en ciertos sectores de su
ambiente inmediato, la transformación o procesamiento es un proceso contenido dentro
del propio sistema.
Entropía negativa: los sistemas abiertos necesitan moverse para detener el proceso
entrópico y reabastecerse de energía manteniendo indefinidamente su estructura
organizacional. A dicho proceso se le llama entropía negativa o negentropía.
Información como insumo, retroalimentación negativa y proceso de codificación: los
sistemas vivos reciben como insumos, materiales conteniendo energía que se
transforman por el trabajo hecho. También reciben información, proporcionando señales
sobre el ambiente. La entrada de información más simple es la retroalimentación negativa
(negative feedback), que permite al sistema corregir sus desvíos de la línea correcta. Las
partes del sistema envían información de cómo operan a un mecanismo central y
mantiene así la dirección correcta. Si dicha retroalimentación negativa es interrumpida, el
estado firme del sistema desaparece. El proceso de codificación permite al sistema
reaccionar selectivamente respecto a las señales de información para las cuales esté
programado. Es un sistema de selección de entradas a través del cual, los materiales son
rechazados o aceptados e introducidos a su estructura.
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Estado firme y homeostasis dinámica: los sistemas abiertos se caracterizan por un
estado firme, ya que existe un influjo continuo de energía del exterior y una exportación
continua de los productos del sistema. La tendencia más simple del estado firme es la
homeostasis, pero su principio básico es la preservación del carácter del sistema, o sea,
un equilibrio casi-estacionario. Los sistemas reaccionan al cambio o lo anticipan por
intermedio del crecimiento que asimila las nuevas entradas de energía en la naturaleza
de sus estructuras. La homeostasis es un mecanismo regulador.
Diferenciación: la organización, como todo sistema abierto, tiende a la
diferenciación, o sea, a la multiplicación y elaboración de funciones, lo que le trae
también multiplicación de papeles y diferenciación interna.
Equifinalidad: los sistemas abiertos se caracterizan por el principio de
equifinalidad, o sea, un sistema puede alcanzar, por una variedad de caminos, el mismo
estado final, partiendo de diferentes condiciones iniciales.
Límites o fronteras: como sistema abierto, la organización presenta límites o
fronteras, esto es, barreras entre el ambiente y el sistema. Definen el campo de acción
del sistema, así como su grado de apertura.
LAS ORGANIZACIONES COMO CLASE DE SISTEMAS SOCIALES
Las organizaciones son una clase de sistemas sociales, los cuales a su vez son
sistemas abiertos. Las organizaciones comparten con todos los sistemas abiertos
propiedades como la entropía negativa, retroinformación, homeostasis, diferenciación y
equifinalidad. Los sistemas abiertos tienden a la elaboración y a la diferenciación, debido
a su propia dinámica.
Los sistemas sociales, consisten en actividades estandarizadas de una cantidad
de individuos. Ellas son repetitivas, relativamente duraderas y ligadas en espacio y
tiempo. La estabilidad o recurrencia de actividades existe en relación con la entrada de
energía en el sistema, en relación con la transformación de energías dentro del sistema y
en relación con el producto resultante o salida de energía. Mantener dicha actividad,
requiere renovación constante de energía. Es lo conocido como negentropía.
CARACTERÍSTICAS DE PRIMER ORDEN
Para Katz y Kahn, las características de las organizaciones como sistemas sociales son
las siguientes:
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Los sistemas sociales, al contrario de las demás estructuras básicas, no tienen
limitación de amplitud. Las organizaciones sociales están vinculadas a un mundo
concreto de seres humanos, recursos materiales, fábricas y otros artefactos, aunque
estos no estén interactuando. El sistema social, es independiente de cualquier parte física
determinada, pudiendo aligerarla o sustituirla. El sistema social es la estructuración de
eventos o acontecimientos y no la estructuración de partes físicas.
Los sistemas sociales necesitan entradas de producción y de mantenimiento. Las
entradas de mantenimiento son las importaciones de energía que sustentan al sistema;
las entradas de producción son las importaciones de energía, procesadas para
proporcionar un resultado productivo.
Los sistemas sociales tienen su naturaleza planeada, esto es, son sistemas
esencialmente inventados, creados por el hombre e imperfectos.
Los sistemas sociales presentan mayor variabilidad que los sistemas biológicos.
Los sistemas sociales necesitan fuerzas de control para reducir la variabilidad e
inestabilidad de las acciones humanas.
Las funciones, normas y valores como los principales componentes del sistema
social: las funciones describen formas específicas de comportamiento asociado a
determinadas tareas. Las funciones se desarrollan a partir de los requisitos de la tarea.
Las normas son expectativas con carácter de exigencia, que alcanzan a todos los que les
concierne el desempeño de una función, en un sistema o subsistema. Los valores son las
justificaciones y aspiraciones ideológicas más generalizadas.
Las organizaciones sociales constituyen un sistema formalizado de funciones.
El concepto de inclusión parcial: la organización usa sólo los conocimientos y
habilidades de las personas que le son importantes.
La organización en relación con su medio ambiente: el funcionamiento
organizativo debe ser estudiado en relación con las transacciones continuas con el medio
ambiente que lo envuelve.
CULTURA Y CLIMA ORGANIZACIONAL
Toda organización crea su propia cultura o clima, con sus propios tabúes,
costumbres y usos. El clima o cultura del sistema refleja tanto las normas y valores del
sistema formal como su reinterpretación en el sistema informal, así como las disputas
internas y externas de los tipos de personas que la organización atrae, de sus procesos
de trabajo y distribución física, de las modalidades de comunicación y del ejercicio de la
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autoridad dentro del sistema. Dichos sentimientos y creencias colectivos, se transmiten a
los nuevos miembros del grupo.
DINÁMICA DE SISTEMA
Para mantenerse, las organizaciones recurren a la multiplicación de mecanismos,
ya que les falta la estabilidad de los sistemas biológicos. Así, crean estructuras de
recompensas para vincular a sus miembros al sistema, establecen normas y valores y
dispositivos de control. Mientras que en la TS se habla de homeostasia dinámica (o
mantenimiento del equilibrio por ajuste constante y anticipación), se usa el término
dinámica de sistema en las organizaciones sociales: el sistema principal y los
subsistemas que lo componen hacen que se vuelve cada vez más aquello que
básicamente es. Para sobrevivir (y evitar la entropía), la organización social debe
asegurarse de una provisión continua de materiales y hombres (entropía negativa).
CONCEPTO DE EFICACIA ORGANIZACIONAL
La eficiencia se refiere a cuanto de entrada de una organización surge como
producto y cuanto es absorbido por el sistema. La eficiencia se relaciona con la
necesidad de supervivencia de la organización. La eficacia organizacional se relaciona
con la extensión en que todas las formas de rendimiento para la organización se hacen
máximas. La eficiencia busca incrementos a través de soluciones técnicas y económicas,
mientras que la eficacia busca la maximización del rendimiento para la organización, por
medios técnicos y económicos (eficiencia) y por medios políticos (no económicos).
ORGANIZACIÓN COMO UN SISTEMA DE PAPELES
Papel es el conjunto de actividades requeridas a un individuo que ocupa una
determinada posición en una organización. La organización se constituye por papeles o
conjunto de actividades esperadas de los individuos y por conjuntos de papeles o de
grupos que se superponen. La organización es una estructura de papeles.
MODELO SOCIOTÉCNICO DE TAVISTOCK
Fue propuesto por sociólogos y sicólogos del Instituto de Relaciones Humanas de
Tavistock, con base en investigaciones realizadas en minas de carbón inglesas y
empresas textiles hindúes.
Concibe la organización como un sistema sociotécnico estructurado sobre dos
subsistemas:
El subsistema técnico: conlleva la tecnología, el territorio y el tiempo. Es el
responsable de la eficiencia potencial de la organización.
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El subsistema social: comprende los individuos, las relaciones sociales y las
exigencias de la organización tanto formal como informal. Transforma la eficiencia
potencial en eficiencia real.
Estos dos subsistemas presentan una íntima interrelación, son interdependientes
y se influyen mutuamente. El enfoque sociotécnico concibe a la organización como una
combinación de tecnología y a la vez un subsistema social. El modelo de sistema abierto
propuesto por el enfoque sociotécnico, importa cosas del medio ambiente, las cuales en
base a ciertos procesos de conversión, convierte en productos, servicios, etc., para
exportar. La tarea primaria de la organización es algo que le permita sobrevivir dentro de
ese proceso de:
Importación: adquisición de materias primas.
Conversión: transformación de las importaciones en exportaciones.
Exportación: colocación de los resultados de la importación y de la conversión.
El fundamento de este enfoque es que cualquier sistema de producción requiere
tanto una organización tecnológica como una organización de trabajo. La tecnología
limita la especie de organización de trabajo posible, aunque la organización presenta
propiedades sociales y sicológicas propias pero independientes de la tecnología.
Las organizaciones tienen una doble función: técnica (relacionada con la
coordinación del trabajo e identificación de la autoridad) y social (referente a los medios
de relacionar las personas, para lograr que ellas trabajen juntas).
El subsistema técnico es determinado por los requisitos típicos de las tareas que
son ejecutadas por la organización. La tecnología determina el tipo de entrada humana
necesaria a la organización. También es el factor determinante de la estructura
organizacional y de las relaciones entre los servicios. Pero este subsistema no puede ser
visualizarse aisladamente, ya que es el responsable por la eficiencia potencial de la
organización. Los subsistemas técnico y social coexisten, si uno se altera, el otro tendrá
repercusiones.
APRECIACIÓN CRÍTICA DE LA TEORÍA DE SISTEMAS
De todas las teorías, la TS es la menos criticada, ya que aún no ha transcurrido
suficiente tiempo para su análisis más profundo. Sin embargo, una apreciación crítica de
la TS, lleva a los siguientes aspectos:
CONFRONTACIÓN ENTRE TEORÍAS DE SISTEMA ABIERTO Y DE SISTEMA
CERRADO
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Hay varias implicaciones críticas entre distinguir un sistema abierto y uno cerrado,
desde el punto de vista administrativo, están las siguientes del sistema abierto:
La naturaleza dinámica del ambiente está en conflicto con la tendencia estática de
la organización. Está constituida para auto perpetuarse en lugar de cambiar de acuerdo a
las transformaciones del ambiente.
Un sistema organizacional rígido no podrá sobrevivir si no responde adaptándose
al entorno.
Un sistema abierto necesita garantizar la absorción de sus productos por el
ambiente. Para garantizar su viabilidad, debe ofrecer al ambiente productos por el
necesitados o crearle necesidad de tales productos.
El sistema necesita, de constante y depurada información del ambiente. Para el
sistema es indispensable una retroalimentación constante, depurada y rápida.
Contrario a ese enfoque abierto, la perspectiva de sistema cerrado indica las
siguientes distorsiones:
Conduce el estudio y la práctica administrativa a una concentración en reglas de
funcionamiento interno, la eficiencia como criterio primario de la viabilidad organizacional
y por ende, énfasis en procedimientos y no en programas.
La perspectiva de organización como sistema cerrado, se da por insensibilidad de
la administración tradicional a las diferencias entre ambientes organizacionales y por la
desatención a la dependencia entre la organización y su ambiente. Soluciones,
instrumentos y técnicas son ínter transferibles, ya que el ambiente no hace la diferencia.
La perspectiva de la organización como sistema cerrado, lleva a la insensibilidad
hacia la necesidad de cambios y adaptación continua y urgente de las respuestas de la
organización al ambiente. En un ambiente de rápido cambio, las organizaciones
desaparecerán si no se adaptan al cambio.
CARACTERÍSTICAS BÁSICAS DEL ANÁLISIS SISTEMÁTICO
Las principales características de la moderna teoría de la administración basada
en el análisis sistemático son las siguientes:
Punto de vista sistemático: la moderna teoría visualiza a la organización como un
sistema constituido por cinco partes básicas: entrada, salida, proceso, retroalimentación y
ambiente.
Enfoque dinámico: el énfasis de la teoría moderna es sobre el proceso dinámico
de interacción que ocurre dentro de la estructura de una organización.
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Multidimensional y multinivelado: se considera a la organización desde un punto
de vista micro y macroscópico. Es micro cuando es considerada dentro de su ambiente
(sociedad, comunidad, país); es macro cuando se analizan sus unidades internas.
Multimotivacional: un acto puede ser motivado por muchos deseos o motivos. Las
organizaciones existen porque sus participantes esperan satisfacer ciertos objetivos a
través de ellas.
Probabilístico: la teoría moderna tiende a ser probabilística. Con expresiones
como "en general", "puede ser", sus variables pueden ser explicadas en términos
predictivos y no con certeza.
Multidisciplinaria: busca conceptos y técnicas de muchos campos de estudio. La
teoría moderna presenta una síntesis integradora de partes relevantes de todos los
campos.
Descriptivo: buscar describir las características de las organizaciones y de la
administración. Se conforma con buscar y comprender los fenómenos organizacionales y
dejar la escogencia de objetivos y métodos al individuo.
Multivariable: tiende a asumir que un evento puede ser causado por numerosos
factores interrelacionados e interdependientes. Los factores causales podrían ser
generados por la retroalimentación.
Adaptativa: un sistema es adaptativo. La organización debe adaptarse a los
cambios del ambiente para sobrevivir. Se genera como consecuencia una focalización en
los resultados en lugar del énfasis sobre el proceso o las actividades de la organización.
CARÁCTER INTEGRATIVO Y ABSTRACTO DE LA TEORÍA DE SISTEMAS
La TS se considera demasiado abstracta y conceptual, por lo tanto, de difícil
aplicación a situaciones gerenciales prácticas. Auque tiene gran aplicabilidad, su enfoque
sistemático es básicamente una teoría general comprensible, que cubre todos los
fenómenos organizacionales. Es una teoría general de las organizaciones y de la
administración, una síntesis integradora.
EL EFECTO SINÉRGICO DE LAS ORGANIZACIONES COMO SISTEMAS
ABIERTOS
Una fuerte causa para la existencia de organizaciones, es su efecto sinérgico, es
decir, en el resultado de una organización pueden diferir en cantidad o en calidad la suma
de los insumos. La palabra sinergia viene del griego (syn = con y ergos = trabajo) y
significa trabajo en conjunto. Cada participante de la organización espera que los
beneficios personales de su participación, sean mayores que sus costos personales de
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participación. Existe sinergia cuando dos o más causas producen, actuando
conjuntamente, un efecto mayor que la suma de efectos que producirían actuando
individualmente.
EL HOMBRE FUNCIONAL
La TS se basa en la teoría del hombre funcional. El individuo desempeña un papel
dentro de la organización, interrelacionándose con los demás individuos, como un
sistema abierto. En sus acciones basadas en roles, mantiene expectativas respecto al rol
de los demás y envía a los demás sus expectativas. Esa interacción altera o refuerza el
papel. Las organizaciones son sistemas de roles, en las cuales los individuos actúan
como transmisores de roles y organizadores.
La teoría general de sistemas surgió con los trabajos del biólogo alemán Ludwig
von Bertalanffy, publicados en 1950 y 1968. Esta teoría no busca soluciones prácticas,
pero sí producir teorías y formulaciones que puedan crear condiciones de aplicación en la
realidad empírica. La teoría de sistemas afirma que las propiedades de los que las
propiedades de los sistemas no pueden ser descritos significativamente en términos de
sus elementos separados. La comprensión de los sistemas solamente se presenta
cuando se estudian los sistemas globalmente, involucrando todas las interdependencias
de los subsistemas.
La teoría general de sistemas se fundamenta en tres premisas básicas a saber:
- Los sistemas existen dentro de sistemas.
- Los sistemas son abiertos.
- Las funciones de un sistema dependen de su estructura.
Se verifica que las teorías tradicionales de la organización han propendido por ver
la organización humana como un sistema cerrado. Esa tendencia ha llevado a no
considerar los diferentes ambientes organizacionales y la naturaleza de la dependencia
organizacional en cuanto al ambiente. El punto débil del enfoque pasado fue que trató
con pocas de las variables significantes de la situación total por un lado, y muchas veces
se ha sustentando con variables impropias por otro.
La teoría de sistemas penetró rápidamente en la teoría administrativa por dos
razones básicas:
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125
a) por un lado, frente a la necesidad de una síntesis y de una integración mayor de las
teorías que la procedieron, esfuerzo intentado con bastante éxito en la aplicación de las
ciencias del comportamiento al estudio de la organización desarrollado por los
behavioristas;
b) Por otro lado, la matemática, la cibernética, de un modo general, y la tecnología de
la información, de un modo especial, trajeron inmensas posibilidades de desarrollo y
operacionalización de las ideas que convergían hacia una teoría de sistemas aplicadas a
la administración.
CONCEPTO Y CARCTERISTICAS DE SISTEMAS
La organización es un sistema que consta de un número de partes interactúan tes
y ninguna de ellas es más que las otras en sí. De la definición de Bertalanffy, según la
cual el sistema es un conjunto de unidades recíprocamente relacionadas, se deducen dos
conceptos: el de propósito y el globalismo.
- Propósito: todo sistema tiene uno o algunos propósitos. Las unidades o elementos,
como también las relaciones, definen una distribución que trata siempre de alcanzar un
objetivo.
- Globalismo: todo sistema tiene una naturaleza orgánica, por la cual una acción que
produzca cambio en una de las unidades del sistema, con mucha probabilidad producirá
cambios en todas las otras unidades de éste.
El término sistema es empleado generalmente en el sentido de sistema total. Los
componentes necesarios para la operación de un sistema total son llamados
subsistemas, los que, a su vez, están formados por la reunión de nuevos subsistemas
más detallados.
En cuanto a su constitución, los sistemas pueden ser físicos o abstractos: sistema
físicos o concretos, cuando están compuesto por equipos, por maquinarias y por objetos
y cosas reales. Sistemas abstractos, cuando están compuestos por conceptos, planes,
hipótesis e ideas. En ciertos casos, el sistema físico opera en consonancia con el
sistema abstracto.
En cuanto a su naturaleza, los sistemas pueden ser cerrados o abiertos: los
sistemas cerrados son los que no presentan intercambio con el medio ambiente que los
rodea, pues son herméticos a cualquier influencia ambiental. Los sistemas abiertos son
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los que presentan relaciones de intercambio con el ambiente, a través de entradas y
salidas.
El sistema se caracteriza por determinados parámetros. Los parámetros de los
sistemas son: entrada, procesamiento, salida, retroacción y ambiente.
La descripción del sistema abierto es exactamente aplicable a una organización
empresarial. Una empresa es un sistema creado por el hombre y mantiene una dinámica
interacción con su medio ambiente, ya sea con los clientes, los proveedores, los
competidores, las entidades sindicales, etc. influye sobre el medio ambiente y recibe
influencias de éste.
La idea de tratar a la organización como un sistema abierto no es nueva. Herbert
Spencerya lo afirmaba en el inicio de este siglo: “Un organismo social se asemeja a un
organismos individual en los siguientes rasgos esenciales:
- en el crecimiento
- en el hecho de volverse más complejo a medida que crece;
- en el hecho de que haciéndose más complejo, sus partes exigen una creciente
interdependencia;
- porque su vida tiene inmensa extensión comparada con la vida de sus unidades
componentes
- porque en ambos casos existe creciente integración acompañada por creciente
heterogeneidad”
Las organizaciones poseen todas las características de los sistemas abiertos,
definidas en parte anteriormente.
De todas las teorías presentadas hasta este momento, la teoría de sistemas es la
menos criticada, tal vez por el hecho de que aún no ha transcurrido suficiente tiempo para
su análisis más profundo. Por otra parte, puede ser además que la perspectiva
sistemática parece estar de acuerdo con la preocupación estructural-funcionalista típica
de las ciencias sociales de los países capitalistas de hoy en día.
Las principales características de la moderna teoría de la administración basada
en el análisis sistemático son las siguientes: punto de vista sistemático, enfoque
dinámico, multidimensional y multinivelado, multimotivacional, probabilístico,
multidisciplinaria, descriptivo, multivariable y adaptativa.
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127
Sin embargo, muchos autores consideran la teoría de sistemas demasiado
abstracta y conceptual, y por lo tanto, de difícil aplicación a situaciones gerenciales
prácticas. A pesar de que ha venido predominando fuertemente en la teoría
administrativa y tiene una aplicabilidad general al comportamiento de diferentes tipos de
organizaciones e individuos en diferentes medios culturales, el enfoque sistemático es
básicamente una teoría general comprensible, que cubre ampliamente todos los
fenómenos organizacionales. Es una teoría general de las organizaciones y de la
administración, una síntesis integradora de los conceptos clásicos, neoclásicos,
estructuralistas, neoestructuralistas y behavioristas.
En un sentido amplio, la Teoría General de Sistemas (TGS) se presenta como una
forma sistemática y científica de aproximación y representación de la realidad y, al mismo
tiempo, como una orientación hacia una práctica estimulante para formas de trabajo
transdisciplinarias.
En tanto paradigma científico, la TGS se caracteriza por su perspectiva holística e
integradora, en donde lo importante son las relaciones y los conjuntos que a partir de
ellas emergen. En tanto práctica, la TGS ofrece un ambiente adecuado para la
interrelación y comunicación fecunda entre especialistas y especialidades.
Bajo las consideraciones anteriores, la TGS es un ejemplo de perspectiva
científica (Arnold & Rodríguez, 1990a). En sus distinciones conceptuales no hay
explicaciones o relaciones con contenidos preestablecidos, pero sí con arreglo a ellas
podemos dirigir nuestra observación, haciéndola operar en contextos reconocibles.
Los objetivos originales de la Teoría General de Sistemas son los siguientes:
a. Impulsar el desarrollo de una terminología general que permita describir las
características, funciones y comportamientos sistémicos.
b. Desarrollar un conjunto de leyes aplicables a todos estos comportamientos y, por
último,
c. Promover una formalización (matemática) de estas leyes.
La primera formulación en tal sentido es atribuible al biólogo Ludwig von Bertalanffy
(1901-1972), quien acuñó la denominación "Teoría General de Sistemas". Para él, la TGS
debería constituirse en un mecanismo de integración entre las ciencias naturales y
sociales y ser al mismo tiempo un instrumento básico para la formación y preparación de
científicos.
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128
Sobre estas bases se constituyó en 1954 la Society for General Systems Research,
cuyos objetivos fueron los siguientes:
a. Investigar el isomorfismo de conceptos, leyes y modelos en varios campos y
facilitar las transferencias entre aquellos.
b. Promoción y desarrollo de modelos teóricos en campos que carecen de ellos.
c. Reducir la duplicación de los esfuerzos teóricos
d. Promover la unidad de la ciencia a través de principios conceptuales y
metodológicos unificadores.
Como ha sido señalado en otros trabajos, la perspectiva de la TGS surge en respuesta al
agotamiento e inaplicabilidad de los enfoques analítico-reduccionistas y sus principios
mecánico-causales (Arnold & Rodríguez, 1990b). Se desprende que el principio clave en
que se basa la TGS es la noción de totalidad orgánica, mientras que el paradigma
anterior estaba fundado en una imagen inorgánica del mundo.
A poco andar, la TGS concitó un gran interés y pronto se desarrollaron bajo su alero
diversas tendencias, entre las que destacan la cibernética (N. Wiener), la teoría de la
información (C.Shannon y W.Weaver) y la dinámica de sistemas (J.Forrester).
Si bien el campo de aplicaciones de la TGS no reconoce limitaciones, al usarla en
fenómenos humanos, sociales y culturales se advierte que sus raíces están en el área de
los sistemas naturales (organismos) y en el de los sistemas artificiales (máquinas).
Mientras más equivalencias reconozcamos entre organismos, máquinas, hombres y
formas de organización social, mayores serán las posibilidades para aplicar
correctamente el enfoque de la TGS, pero mientras más experimentemos los atributos
que caracterizan lo humano, lo social y lo cultural y sus correspondientes sistemas,
quedarán en evidencia sus inadecuaciones y deficiencias (sistemas triviales).
No obstante sus limitaciones, y si bien reconocemos que la TGS aporta en la actualidad
sólo aspectos parciales para una moderna Teoría General de Sistemas Sociales (TGSS),
resulta interesante examinarla con detalle. Entendemos que es en ella donde se fijan las
distinciones conceptuales fundantes que han facilitado el camino para la introducción de
su perspectiva, especialmente en los estudios ecológico culturales (e.g. M.Sahlins,
R.Rappaport), politológicos (e.g. K.Deutsch, D.Easton), organizaciones y empresas (e.g.
D.Katz y R.Kahn) y otras especialidades antropológicas y sociológicas.
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Finalmente, el autor quiere agradecer a Juan Enrique Opazo, Andrea García, Alejandra
Sánchez, Carolina Oliva y Francisco Osorio, quienes dieron origen a este documento en
una versión de 1991, bajo el proyecto de investigación SPITZE.
DEFINICIONES NOMINALES PARA SISTEMAS GENERALES
Siempre que se habla de sistemas se tiene en vista una totalidad cuyas propiedades no
son atribuibles a la simple adición de las propiedades de sus partes o componentes.
En las definiciones más corrientes se identifican los sistemas como conjuntos de
elementos que guardan estrechas relaciones entre sí, que mantienen al sistema directo o
indirectamente unido de modo más o menos estable y cuyo comportamiento global
persigue, normalmente, algún tipo de objetivo (teleología). Esas definiciones que nos
concentran fuertemente en procesos sistémicos internos deben, necesariamente, ser
complementadas con una concepción de sistemas abiertos, en donde queda establecida
como condición para la continuidad sistémica el establecimiento de un flujo de relaciones
con el ambiente.
A partir de ambas consideraciones la TGS puede ser desagregada, dando lugar a dos
grandes grupos de estrategias para la investigación en sistemas generales:
a. Las perspectivas de sistemas en donde las distinciones conceptuales se
concentran en una relación entre el todo (sistema) y sus partes (elementos).
b. Las perspectivas de sistemas en donde las distinciones conceptuales se
concentran en los procesos de frontera (sistema/ambiente).
En el primer caso, la cualidad esencial de un sistema está dada por la interdependencia
de las partes que lo integran y el orden que subyace a tal interdependencia. En el
segundo, lo central son las corrientes de entradas y de salidas mediante las cuales se
establece una relación entre el sistema y su ambiente. Ambos enfoques son ciertamente
complementarios.
CLASIFICACIONES BÁSICAS DE SISTEMAS GENERALES
Es conveniente advertir que no obstante su papel renovador para la ciencia clásica, la
TGS no se despega –en lo fundamental– del modo cartesiano (separación sujeto/objeto).
Así forman parte de sus problemas tanto la definición del status de realidad de sus
objetos, como el desarrollo de un instrumental analítico adecuado para el tratamiento
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130
lineal de los comportamientos sistémicos (esquema de causalidad). Bajo ese marco de
referencia los sistemas pueden clasificarse de las siguientes maneras:
a. Según su entitividad los sistemas pueden ser agrupados en reales, ideales y
modelos. Mientras los primeros presumen una existencia independiente del
observador (quien los puede descubrir), los segundos son construcciones
simbólicas, como el caso de la lógica y las matemáticas, mientras que el tercer
tipo corresponde a abstracciones de la realidad, en donde se combina lo
conceptual con las características de los objetos.
b. Con relación a su origen los sistemas pueden ser naturales o artificiales, distinción
que apunta a destacar la dependencia o no en su estructuración por parte de
otros sistemas.
c. Con relación al ambiente o grado de aislamiento los sistemas pueden ser
cerrados o abiertos, según el tipo de intercambio que establecen con sus
ambientes. Como se sabe, en este punto se han producido importantes
innovaciones en la TGS (observación de segundo orden), tales como las nociones
que se refieren a procesos que aluden a estructuras disipativas,
autorreferencialidad, auto observación, auto descripción, autoorganización,
reflexión y autopoiesis (Arnold,M. & D.Rodríguez. 1991).
BASES EPISTEMOLÓGICAS DE LA TEORÍA GENERAL DE SISTEMAS
Según Bertalanffy (1976) se puede hablar de una filosofía de sistemas, ya que toda teoría
científica de gran alcance tiene aspectos metafísicos. El autor señala que "teoría" no
debe entenderse en su sentido restringido, esto es, matemático, sino que la palabra
teoría está más cercana, en su definición, a la idea de paradigma de Kuhn. El distingue
en la filosofía de sistemas una ontología de sistemas, una epistemología de sistemas y
una filosofía de valores de sistemas.
La ontología se aboca a la definición de un sistema y al entendimiento de cómo están
plasmados los sistemas en los distintos niveles del mundo de la observación, es decir, la
ontología se preocupa de problemas tales como el distinguir un sistema real de un
sistema conceptual. Los sistemas reales son, por ejemplo, galaxias, perros, células y
átomos. Los sistemas conceptuales son la lógica, las matemáticas, la música y, en
general, toda construcción simbólica. Bertalanffy entiende la ciencia como un subsistema
del sistema conceptual, definiéndola como un sistema abstraído, es decir, un sistema
conceptual correspondiente a la realidad. El señala que la distinción entre sistema real y
conceptual está sujeta a debate, por lo que no debe considerarse en forma rígida.
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131
La epistemología de sistemas se refiere a la distancia de la TGS con respecto al
positivismo o empirismo lógico. Bertalanffy, refiriéndose a si mismo, dice: "En filosofía, la
formación del autor siguió la tradición del neopositivismo del grupo de Moritz Schlick,
posteriormente llamado Círculo de Viena. Pero, como tenía que ser, su interés en el
misticismo alemán, el relativismo histórico de Spengler y la historia del arte, aunado a
otras actitudes no ortodoxas, le impidió llegar a ser un buen positivista. Eran más fuertes
sus lazos con el grupo berlinés de la Sociedad de Filosofía Empírica en los años
veintitantos; allí descollaban el filósofo-físico Hans Reichenbach, el psicólogo A. Herzberg
y el ingeniero Parseval (inventor del dirigible)". Bertalanffy señala que la epistemología
del positivismo lógico es fisicalista y atomista. Fisicalista en el sentido que considera el
lenguaje de la ciencia de la física como el único lenguaje de la ciencia y, por lo tanto, la
física como el único modelo de ciencia. Atomista en el sentido que busca fundamentos
últimos sobre los cuales asentar el conocimiento, que tendrían el carácter de indubitable.
Por otro lado, la TGS no comparte la causalidad lineal o unidireccional, la tesis que la
percepción es una reflexión de cosas reales o el conocimiento una aproximación a la
verdad o la realidad. Bertalanffy señala "[La realidad] es una interacción entre conocedor
y conocido, dependiente de múltiples factores de naturaleza biológica, psicológica,
cultural, lingüística, etc. La propia física nos enseña que no hay entidades últimas tales
como corpúsculos u ondas, que existan independientemente del observador. Esto
conduce a una filosofía ‘perspectivista’ para la cual la física, sin dejar de reconocerle
logros en su campo y en otros, no representa el monopolio del conocimiento. Frente al
reduccionismo y las teorías que declaran que la realidad no es ‘nada sino’ (un montón de
partículas físicas, genes, reflejos, pulsiones o lo que sea), vemos la ciencia como una de
las ‘perspectivas’ que el hombre, con su dotación y servidumbre biológica, cultural y
lingüística, ha creado para vérselas con el universo al cual está ‘arrojado’ o,más bien,al
que está adaptado merced a la evolución y la historia".
La filosofía de valores de sistemas se preocupa de la relación entre los seres humanos y
el mundo, pues Bertalanffy señala que la imagen de ser humano diferirá si se entiende el
mundo como partículas físicas gobernadas por el azar o como un orden jerárquico
simbólico. La TGS no acepta ninguna de esas visiones de mundo, sino que opta por una
visión heurística.
Finalmente, Bertalanffy reconoce que la teoría de sistemas comprende un conjunto de
enfoques que difieren en estilo y propósito, entre las cuales se encuentra la teoría de
conjuntos (Mesarovic) , teoría de las redes (Rapoport), cibernética (Wiener), teoría de la
información (Shannon y Weaver), teoría de los autómatas (Turing), teoría de los juegos
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132
(von Neumann), entre otras. Por eso, la práctica del análisis aplicado de sistemas tiene
que aplicar diversos modelos, de acuerdo con la naturaleza del caso y con criterios
operacionales, aun cuando algunos conceptos, modelos y principios de la TGS –como el
orden jerárquico, la diferenciación progresiva, la retroalimentación, etc., son aplicables a
grandes rasgos a sistemas materiales, psicológicos y socioculturales.
1.4.3 EL FUNCIONALISMO
Funcionalismo
Entre las teorías sociológicas del estado, dos han acaparado el campo en estos
últimos años, con frecuencia en polémica entre sí, pero más a menudo ignorándose,
yendo cada una por su propio camino como si la otra no existiese: la teoría marxista y la
teoría funcionalista, esta última dominante en la política Science norteamericana, pero
que también ha tenido gran influencia en Europa y ha sido tomada durante años como la
ciencia política por excelencia. Entre las dos teorías existen diferencias respecto a la
concepción de la ciencia y general como en referencia al método; pero la diferencia
fundamental radica en la ubicación del estado en el sistema social considerado en su
conjunto. La concepción marxista de la sociedad distingue en toda sociedad histórica,
por lo menos desde una cierta etapa del desarrollo económico, dos momentos, que no
son puestos en el mismo nivel con respecto a su fuerza determinante y su capacidad de
coordinar el desarrollo del sistema y el paso de un sistema a otro: la base económica y la
superestructura. Las instituciones políticas, en una palabra el estado, pertenecen al
segundo momento. El momento subyacente que comprende las relaciones económicas,
caracterizadas en toda época por una determinada forma de producción, es el momento
determinante, aunque no siempre, de acuerdo con algunas interpretaciones, dominante;
al contrario, la concepción funcionalista (que proviene de Parsons) concibe el sistema
global en su conjunto dividido en cuatro subsistemas (patter-maintenance, goal-
attainment, adaptation, integration), caracterizados por las funciones igualmente
esenciales que en cada uno desempeña para la conservación del equilibrio social, y en
cuanto tales recíprocamente interdependientes. Al subsistema político corresponde de la
función del goal-attainment, lo cual quiere decir que la función política realizada por el
conjunto de las instituciones que constituyen el estado es una de las cuatro funciones
fundamentales de todo sistema social. Es verdad que también en la concepción marxista
la relación entre base económica y superestructura política es una relación de acción
recíproca, pero es válida la idea (sin la cual una de las características esenciales de la
teoría marxista vendería a menos) de que la base económica a pesar de todo sea en
última instancia determinante. En la teoría funcionalista no existe diferencia de niveles
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133
entre las diversas funciones de las que todo sistema social no puede dejar de prescindir.
En todo caso, el subsistema al que se le atribuye una función propondrá ante no es el
subsistema económico sino el cultural, porque la mayor fuerza cohesiva de todo grupo
social dependería de la adhesión a los valores y las normas establecidas, a través del
proceso de socialización de un lado (interiorización de los valores sociales) y de control
social de otro lado (observancia de las normas que regulan la generalidad de los
comportamientos).
Las dos diversas, más aún, opuestas concepciones pueden ser llevadas al
diferente problema de fondo que se plantean y pretenden resolver: mientras la teoría
funcionalista, especialmente su versión parsonista, está dominada por el tema
hobbesiano del orden, la teoría marxista está dominada por el tema de la ruptura de la
orden, por el paso de un orden a otro, concebido como paso de una forma de producción
a otra, mediante la explosión de las contradicciones internas del sistema, especialmente
de la contradicción entre fuerzas productivas y relaciones de producción; mientras la
primera se preocupa esencialmente del problema de la conservación social, la segunda
se preocupa fundamentalmente del cambio social. Los cambios que se presentan dentro
del sistema y que éste tiene la capacidad de absorber mediante pequeños ajustes
previstos por el mecanismo mismo del sistema. Marx y los marxistas siempre han
preconizado, analizado y prefigurado el gran cambio, que pone en crisis un sistema
determinado y crea, por medio de un salto cualitativo, otro. De acuerdo con el lugar
común (pero no por esto erróneo) del pensamiento sociológico, la gran división es la que
opone los sistemas que destacan el momento de la cohesión a los sistemas que
subrayan el momento de antagonismo, los sistemas llamados integracionistas a los
sistemas nombrados conflictualistas. Difícilmente se encontraría en la historia del
pensamiento sociológico dos prototipos de esta gran división más puros que el marxismo
y el funcionalismo. Se puede agregar que la concepción funcionalista es en ciertos
aspectos semejante a aquélla contra la que Marx desencadenó una de sus batallas
teóricas más célebres, la concepción de la economía clásica de acuerdo con la cual la
sociedad civil, a pesar de los conflictos que la sacuden, obedece a una especie de orden
preestablecido, y goza de las ventajas de un mecanismo, el mercado, orientado a
mantener el equilibrio mediante un ajuste continuo de los intereses en competencia.
En los últimos años el punto de vista que ha terminado por prevalecer en la
representación del estado es el sistemático derivado, aunque con poco rigor y con
algunas variantes, de la teoría de sistemas ( en primer lugar, David Easton Y Gabrial
Almond). La relación entre el conjunto de las instituciones políticas y el sistema social en
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general está representada como una relación demandada respuesta (input-output. ). La
función de las instituciones políticas es la de dar respuesta a las demandas que
provienen de la mente social o, de acuerdo con una terminología común, de convenir las
demandas en respuestas. Las respuestas de las instituciones políticas son dadas bajo
forma de decisiones colectivas obligatorias para toda la sociedad; a su vez tales
respuestas influyen en la transformación del ambiente social, del que, dependiendo de la
manera en que son dadas las respuestas, nacen nuevas demandas en un proceso de
cambio continuo, que puede ser gradual cuando existe correspondencia entre demanda y
respuesta, y puede ser brusco cuando debido a una sobrecarga de las demandas sobre
la respuestas se interrumpe el flujo de retro alimentación; esto conlleva a que las
instituciones políticas vigentes al no lograr ya dar respuestas satisfactorias en un proceso
de transformación que puede llegar a la fase final de su cambio completo. La
representación sistemática del estado es perfectamente compatible con las dos teorías
generales de la sociedad de las que hablé poco antes, pero no cambia la diferente
interpretación de la función del estado en la sociedad. La representación sistemática del
estado intenta proponer un esquema conceptual de la manera en que las instituciones
políticas funcionan, la forma en que cumple las funciones que le son propias, y cuál sea
su interpretación.
A lo largo de la existencia humana la comunicación ha sido necesaria e
indispensable, con esto se da un desarrollo de la misma a la par del desarrollo humano;
por esto, su estudio se ve en la problemática de la extensión, por lo que surge una gama
de versiones sobre las definiciones de lo que es la comunicación y su área de trabajo.
Por lo anterior, surgen diversas definiciones de acuerdo a las necesidades de
cada tiempo, pero como el principal fin es transmitir ideas y pensamientos, no es muy
difícil encerrar una estructura clara sobre comunicación pero hay que tener una base
ideológica.
En este caso la ideología es el funcionalismo. Así debemos tener claro que la
sociedad y la comunicación van a nacer paralelas. La necesidad de satisfacer los
requerimientos básicos de subsistencia trae aparejada la necesidad de comunicación, lo
que conlleva a la unión de los hombres.
La teoría funcionalista se enfoca al estudio de los efectos de los medios masivos
de comunicación, tomando como base a sus principales autores y destacando de sus
teorías los elementos que ayuden a comprender los medios masivos con relación a la
sociedad tanto desde su punto de vista individual como global.
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135
Lo que caracteriza al funcionalismo es que para encontrar constantes en todas las
sociedades y elaborar un conjunto de leyes generales que le den una teoría científica o
un conjunto interrelacionado de leyes, elabora una serie de problemas funcionales
comunes a toda sociedad con el supuesto que bajo la apariencia de una gran diversidad
de conductas se ocultan los mismos problemas humanos. Ahora bien, el sistema social
no puede ser analizado desde un punto de vista estático, sino que también debe
encontrarse su función, para su estudio dinámico. Llegando así a un análisis estructural-
funcional.
Con esto, el funcionalismo queda como la corriente que nos servirá como base para
el estudio de los medios masivos y su relación con la sociedad. Para poder comprender
sus efectos, pero también ayudará en el estudio de los medios como institución de una
manera detallada para comprender el porque de dichos efectos con base en sus
estructuras. Así, es necesario rescatar las características de los medios masivos:
• Las masas requieren organizaciones formales complejas.
• Los medios masivos se dirigen a públicos muy amplios.
• Las comunicaciones masivas son públicas; es decir, su contenido esta abierto a
todos.
• Público heterogéneo.
• La relación Emisor - Público es impersonal.
Ahora bien, conociendo la importancia social que tienen los medios es necesario
conocer su productividad aprovechando que llegan a un mayor número de personas y
para esto se le asignan tres grandes funciones:
• Educar
• Informar
• Entretener.
La efectividad de los medios masivos es una expresión que alude a la eficacia de los
medios para alcanzar un objetivo dado y se puede aplicar al pasado, al presente o al
futuro, pero siempre indica intencionalidad, con lo que se puede hablar de efectos, y al
hablar de éstos nos referimos a lo que ya ha sucedido como consecuencia directa de la
comunicación de masas, fuese o no pretendido. Con esto aseguramos que los efectos de
los medios de comunicación siempre conllevan al intento de establecer una relación entre
el contenido del mensaje y los datos que son ajenos a los medios, y tenemos que el
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136
contenido de eso se presenta en formas que parecen tener mucha mayor constancia en
el tiempo que otros fenómenos culturales.
MEDIOS MASIVOS EN EL PROCESO SOCIALIZADOR.
Primero debemos entender lo que es la socialización y así tenemos que ésta es el
proceso de aprendizaje por el cual el individuo adopta actitudes y forma su personalidad
mediante el contacto con los demás y de acuerdo a una sociedad determinada. Así
debemos tomar en cuenta el estudio de la familia, ya que es el pilar del proceso
socializador, porque es aquí donde surge la primera enseñanza de la vida social; es
decir, aquí los padres e preocupan por enseñar a sus hijos las primeras normas sociales
que deben seguir para poder llevar una vida en armonía con la sociedad, un ejemplo de
esto es un simple saludo que los padres enseñan a dar cuando se ve a alguna persona
conocida, el respetar a los mayores, el estudiar y, un sin fin de pequeños eslabones que
van formando la vida social.
Por otro lado, sabemos que toda sociedad tiene un continuo remodelamiento en
su tipo social, con esto tenemos que el proceso de socialización es permanente y donde
a lo largo de la existencia de un individuo en determinado ambiente social se encuentra
con elementos reforzadores como lo son los medios masivos de comunicación, y estos
son lo que mayor importancia tiene ya que su característica principal es la capacidad de
abarcar a un mayor número de personas en menor tiempo, logrando con eso permitir a la
sociedad facilitar el reforzamiento de normas sociales que lo requieran.
Por otra parte, debemos tener en cuenta que la característica funcionalista de los
medios de comunicación se resume en dos grandes funciones sociales y una disfunción:
1.- Función de conferir prestigio: La posición social de personas, acciones o grupos se
ve prestigiada y enaltecida cuando consigue atraer la atención favorable de los medios.
2.- Función de reforzar las normas sociales: Al dar publicidad a las conductas
desviadas se acorta la distancia entre la moralidad pública y las actitudes privadas,
ejerciendo presión para que se establezca una moral única.
3.- Disfunción narcotizante: Los medios disminuye el tiempo dedicado a la acción
organizada; el hombre "informado" tiende a considerarse participante, cundo en realidad
no desarrolla acción alguna: Conoce los problemas pero no actúa para resolverlos.
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137
Los medios masivos ocupan ahora el primer lugar en transmitir información, así el
hombre es más dependiente de los efectos de comunicación social en la satisfacción de
sus necesidades informativa pero, con esto, no queremos decir que hallan desaparecido
las formas directas y personales y menos la influencia de éstas en el proceso formativo
de la opinión. Los medios masivos cumplen funciones de estímuo - refuerzo de
deformación e influencia según los casos y las intensidades manipulatorias al mismo
tiempo que son vehículos de control social.
Al hablar de esto debemos integrar un nuevo término que es el de la
resocialización, ya que así como tenemos que el proceso socializador continúa todo el
tiempo, puede surgir un proceso que consiste en desconectar el típico proceso donde el
individuo es "inyectado" de tipos de vida y conductas de acuerdo a sus bases sociales
dadas desde la familia y surge un nuevo proceso encargado de eliminar toda esa carga
ideológica, "inyectando" una nueva que no concuerda con la anterior y que ahora seguir
nuevos ideales y a esto se le ha denominado resocialización.
NICOLAS LUHMANN Y TALCOTT PARSONS
La teoría de sistemas construida por Nicolás Luhmann parte de asumir la
complejidad siempre creciente de las sociedades contemporáneas como una realidad
insoslayable que pone contra la pared a las clásicas concepciones de la sociedad. Su
pretensión es ambiciosa en el sentido de intentar elaborar una teoría general que no se
limite a una teoría de la sociedad sino que tenga aplicación en otras esferas, aunque
paralelamente, y como primer evidencia quizás de lo paradójico de su pensamiento,
puede afirmarse que resigna inclinaciones totalizan tes al incorporar la temporalidad, la
contingencia y el caos (en oposición a la tendencia "natural" al equilibrio) como
componentes intrínsecos de su teoría.
El núcleo de la teoría de Luhmann son las sociedades contemporáneas. Incorpora
los avances recientes de las teorías de los sistemas para explicar la complejidad
creciente de las sociedades modernas. Para Luhmann existen básicamente tres sistemas
(vivos, psíquicos, sociales) que se diferencian por su propio tipo de operación y el modo
en que reducen la complejidad. Para reducir la complejidad los sistemas utilizan la
diferencia como principio orientador y principio de procesamiento de la información. La
reducción de la complejidad se realiza a través de una estabilización interna/externa.
Para sobrevivir un sistema debe establecer una relación concordante entre su propia
complejidad con la del medio ambiente.
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138
Los sistemas para Luhmann son cerrados sobre sí mismos, es decir, son auto
referentes y autopoieticos, en tanto son capaces de crear sus propias estructuras y
componentes. Esta característica de los sistemas cuestionan la relación todo/parte para
incluir una nueva diferenciación sistema/entorno. Por otra parte no existe como en
Parsons jerarquía entre sistemas en función de las relaciones de control de uno sobre
otro. La relación entre sistemas en Luhmann es contingente.
El fenómeno que observa Luhmann es la diferenciación progresiva de las
sociedades a lo largo de su evolución temporal en diferentes subsistemas sociales
(derecho, política, economía, educación, religión, etc.). Estas especializaciones son
modos eficaces de reducir la complejidad y se caracterizan por ser todos ámbitos de
comunicación. La sociedad engloba al conjunto de las comunicaciones. Este es un punto
crítico en la teoría de Luhmann: la sociedad no está compuesta por individuos sino por
comunicaciones. Los seres humanos son un sistema más y son el entorno del sistema
social.
El evento comunicativo tiene tres momentos: información, participación, y
comprensión. El cierre de cada evento comunicativo se da con el último paso. Este
proceso constituye la operación que define al sistema social.
La autonomía de los sistemas presupone una cooperación entre sistemas que les
permitan una acomodación al entorno. Para explicar esta relación Luhmann incorpora el
concepto "acoplamiento estructural", a partir del cual un sistema aumenta la irritabilidad
del otro de forma tal que pueda llevarlo a una forma interna capaz de operar. El lenguaje
sirve al acoplamiento estructural entre el sistema social y los sistemas de conciencia
(sociedad e individuo). Incrementando su irritabilidad aísla al sistema de otras fuentes de
irritabilidad.
A lo largo de este esbozo de la teoría de Luhmann pueden encontrarse varios
puntos de encuentro y desencuentro con la teoría estructural funcionalista de Parsons.
Ahora bien, en este intento comparativo debe realizarse un alto. La teoría de sistemas de
Luhmann sólo es posible compararla con uno de los momentos de la teoría de Parsons,
precisamente aquella última etapa parsoniana en donde vira de la concepción
voluntarista de la acción a una concepción estratificada de los sistemas, en donde la
estructura y sus componentes se vinculan en forma dinámica a través del concepto
función. Aquel momento último de su teoría en donde la estructura del sistema constituye
una categoría estática en virtud del escaso desarrollo de la teoría de la acción humana y
no un observable. En este sentido, es sólo en este momento donde pueden establecerse
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algunos puntos de encuentro entre ambas teorías. En principio identifico las siguientes
similitudes...
Partir del concepto de función para necesitar el concepto de sistema
Utilizar el concepto de sistema, en el caso de Parsons para estructurar, definir y
explicar la acción humana, y en el caso de Luhmann para explicar la supervivencia.
El desdibujamiento del individuo como agente capaz de construir y modificar su
propia historia. En el caso de Parsons el individuo pierde su creatividad y libertad a través
del concepto de rol/status, acción regulada a partir de la introyección de las normas y
valores y la doble contingencia, en el caso de Luhmann este desaparece por completo,
proponiendo incluso resignar la noción de individuo recordando el carácter histórico del
concepto nacido con la modernidad.
De algún modo la preocupación de Luhmann por la creciente complejidad del entorno y la
necesidad de reducir y sintetizar esta complejidad a través de los sistemas, se monta
sobre el concepto de diferenciación estructural de Parsons. Uno de las dos formas en la
que Parsons concibe el cambio.
... y las siguientes rupturas
La existencia empírica de los sistemas en oposición a la conceptualización de los
sistemas como categorías analíticas
1. El carácter auto referente y autopoietico de los sistemas sociales
2. El establecimiento de la dicotomía sistema/entorno diferenciándose del todo/parte.
En este sentido el establecimiento de la diferencia como el punto de partida para
definir al sistema.
3. El carácter contingente de las relaciones entre sistemas
LAS CLASES SOCIALES EN BOURDIEU SIMILITUDES Y DIFERENCIAS CON
EL MARXISMO CLÁSICO
Las clases en Bourdieu representan un conjunto de agentes que ocupan
posiciones semejantes, prácticas y tomas de decisión semejantes. El concepto "clase" en
Bourdieu remite a una categoría construida a partir de las posiciones que los agentes
ocupan en el campo social. Es un recorte particular que realiza el investigador social a
partir del análisis del entramado multivariado que conforma el campo social. Esta
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tipología tendrá valor teórico cuando logre explicar y prever prácticas y propiedades de
las cosas clasificadas. Esta clasificación se construye a partir de la identificación de las
posiciones que los agentes ocupan en relación al capital económico, simbólico, cultural y
social. Las clases entonces no se definen por la posesión o no de los medios de
producción sino por la posición relativa en el espacio social que les confiere mayor o
menor poder en la definición de las percepciones acerca del mundo. Lo que esta en juego
no es el control del aparato productivo sino la capacidad de conferirle un sentido
particular, de construir un relato acerca del mundo y naturalizarlo.
El conocimiento del mundo social y más precisamente de las categorías que lo
componen es lo que está en juego en la lucha política , una lucha inseparablemente
teórica y práctica por el poder de conservar o de transformar el mundo social
conservando a transformando las categorías de percepción de ese mundo. En la lucha
por la imposición de la visión legítima del mundo social, los agentes poseen un poder
proporcional a su capital simbólico, es decir, al reconocimiento que reciben de un grupo.
Mediante las propiedades y sus distribuciones el mundo social accede en la
objetividad misma el estatuto de sistema simbólico. El espacio social y las diferencias que
en él se trazan tienden a funcionar simbólicamente como espacio de los estilos de vida.
El capital simbólico no es sino el capital de cualquier especie cuando es percibido
por un agente dotado de categorías de percepción que provienen de la incorporación de
la estructura de su distribución, cuando es conocido y reconocido como natural.
Las estrategias desarrolladas para imponer una visión del mundo son múltiples y
variadas, culminado en la nominación oficial, acto de imposición simbólica que cuenta
con toda la fuerza de lo colectivo del consenso, del sentido común porque es operada por
un mandatario del Estado, detentador del monopolio de la violencia simbólica legítima.
Quienes ocupan las posiciones dominadas en el espacio social también están
situados en posiciones dominadas en el campo de la producción simbólica. Estos no
pueden contar por sí solos con el capital simbólico para transformar el punto de vista que
los lleva a reproducir la diferencia. La lógica propia del campo de producción cultural y los
intereses específicos que en se engendraron tienen el efecto de inclinar una fracción de
los profesionales comprometidos en ese campo a ofrecer a los dominados, sobre una
base de homología de posición, los instrumentos de ruptura con las representaciones que
engendran en la complicidad de las estructuras mentales y sociales y tienden hacia la
reproducción de la diferencia. Esto supone una ruptura tajante con la representación
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unidimensional y unilineal del mundo social que sirve de base a la visión dualista
propietarios/no propietarios.
Las clases existen en la medida en que mandatarios dotados de sentido puedan
estar y sentirse autorizados a hablar en su nombre y hacerla existir así como una fuerza
real dentro del campo político. La clase como voluntad y representación no es asociable a
la clase en el acto.
Esta particular concepción de las clases sociales significa una profunda ruptura
con el marxismo, básicamente en los siguientes aspectos,
Remiten a una definición multidimensional del concepto en oposición al carácter
determinante del aspecto económico en la conformación de las clases sociales.
• Prioriza las relaciones entre los agentes y no la conformación de grupos para
explicar las clases sociales
• Diferencia las clases en el papel de las clases reales. En este punto coincide con
la visión de Thompson quien recupera el concepto de clase como categoría histórica en
contra de la clase como categoría estructural. La lucha de clases para Thompson se da
en un "campo de fuerzas", concepto muy asociable al "campo social" de Bourdieu. No
existen clases sino espacios de relaciones. Ambos conceptos confieren un carácter
multidimensional a las clases sociales. En ambos autores las clases están siempre por
hacerse, porque las clases se construyen en la práctica más allá de las nominaciones. El
punto que distancia a Bourdieu de Thompson es que el primero incluye al campo
económico como el más importante en la conformación de las clases sociales pero no
exclusivo.
• Por su particular concepción del campo social en Bourdieu no podría hallarse una
mención a una sociedad sin clases. Por el mismo motivo no podrían encontrarse en
Bourdieu clases en diferentes estadios evolutivos (clases de transición, grupos cuasi
clases)
• En Marx las relaciones de propiedad constituyen el eje del sistema de clases. En
este sentido la dominación económica está unida a la dominación política. La clase
dominante trata de estabilizar su posición imponiendo una ideología que legitime la
dominación económica. En Bourdieu no se encuentra tal jerarquización. La disputa por
imponer una percepción del mundo no discrimina esferas: las incluye a todas por igual.
• Ahora bien, aunque es indiscutible que la teoría de Bourdieu implica una ruptura
con algunos preceptos fundamentales del marxismo, es importante destacar algunas
líneas de continuidad que subyacen en toda su obra,
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142
• La inclusión del conflicto como aspecto constitutivo de las relaciones sociales y
del análisis del campo social. Este aspecto posiciona a Bourdieu claramente en el debate
teórico como seguidor de la tradición marxista y como opositor de las corrientes
estructural funcionalistas en las ciencias sociales. En parte porque -considerando el
planteo de Elster - toda teoría de clases es una teoría del conflicto social. La noción de
clase induce a una teoría del conflicto social (aspecto estructural de las clases presente
en Bourdieu) y su contenido debe poseer un significado para los agentes (aspecto
subjetivo también presente en Bourdieu)
• Por lo anterior, Bourdieu al igual que Marx retoma el carácter político de la teoría.
• La primacía (aunque no determinación) del aspecto económico en la constitución
de las clases sociales. Aunque el concepto "capital económico" no se corresponde a la
relación con los medios de producción de la teoría marxista, Bourdieu confiere un lugar
central a la acumulación de bienes materiales para la traducción del poder en una
percepción del mundo que logra imponerse a otras.
En algún sentido Bourdieu complementa a Marx. La utilización de la palabra
"capital" y "clases" no es ingenua. El esquema básico marxista según el cual la posesión
de los medios de producción es el punto a partir del cual se impone una ideología es
retomado por Bourdieu en su análisis de las posiciones relativas en los distintos campos
según la posesión de distintos tipos de capital. La capacidad de imponer una ideología
(asociable, aunque no igual, al concepto "una percepción del mundo") es la resultante no
tan sólo de poseer un único tipo de bienes (los medios de producción) sino de un capital
total (la suma de capital simbólico, cultural, social y económico).
Bourdieu no es el único ni el primer teórico que critica al carácter unidimensional
de la conformación de las clases. Por el contrario este constituye uno de los aspectos
más discutidos de la teoría marxista, incluso por sus mismos seguidores, quienes en la
urgencia por recuperar el valor explicativo de las clases sociales en las sociedades
contemporáneas incorporaron conceptos de otras escuelas sociológicas conformando la
corriente de pensamiento denominada por Val Burris como "neomarxismo".
Val Burris afirma que el marxismo hizo un esfuerzo por incorporar categorías weberianas
al análisis de las clases sociales, fundamentalmente para sumar complejidad al concepto
y no desecharlo por ser insuficiente para explicar el rol de las clases medias en las
sociedades capitalistas contemporáneas.
Weber, al contrario de Marx, ofrece un estudio completo del concepto "clase".
Básicamente hay dos aspectos que difieren del modelo marxista,
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143
Para Weber la clase es un tipo de organización al igual que lo es el status y el
partido, y es una característica objetiva. La importancia de los grupos de status es que se
basan en criterios diferentes a los de mercado (el espacio en donde se definen las
clases). Las clases y los status tienden a estar muy vinculados por la propiedad. Las
clases y comunidades de status representan dos formas de distribuir el poder que pueden
ser competitivas. El poder no se debe asimilar a la dominación económica. El partido
orientado a la consecución de una dirección política representa como la clase y el grupo
de status un foco principal de la organización social y la distribución del poder. Sin
embargo, esto sólo es característico del Estado Nacional Moderno.
Weber tiene una concepción multidimensional de las clases, porque los géneros
de propiedad que se pueden utilizar para obtener beneficios de mercado (clases
propietarias y adquisitivas) son altamente variables y pueden producir muchos intereses
diferenciados.
Las posiciones de clase de los que carecen de propiedad se diferencian también
en relación tanto con los tipos como con los grados de monopolización de las
cualificaciones negociables en el mercado. En consecuencia existen varios tipos de
clases medias que se encuentran entre las clases privilegiadas y las clases desposeídas.
Los conceptos weberianos que fueron incorporados por los neomarxistas para el análisis
de la conformación y relación entre las clases sociales son:
1. El papel de la acción social en la conformación de las clases sociales (en Marx
las clases se definen por su posición en la estructura).
2. El papel de la dominación en la conformación de las clases sociales (en Marx
las relaciones de explotación son las que en primer lugar constituyen las clases sociales y
las relaciones de dominación son medios para garantizar las relaciones de explotación)
3. El papel del mercado en la conformación de las clases sociales (en Marx las
clases se constituyen en las relaciones de producción).
4. El carácter no exclusivo de las clases como forma de organización de lucha por
el cambio social (la teoría marxista considera que la lucha de clases es el vehículo
privilegiado del cambio macrosocial)
Al incorporar estos tres conceptos en el análisis de las relaciones de clase surgen dentro
del marxismo las siguientes redefiniciones,
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144
o Las estructuras imponen direccionalidad y la selección entre posibles resultados
queda determinada mediante la lucha de la acción humana.
o Las relaciones de clase están determinadas en forma contradictoria y múltiple
por la estructura
o Los factores estructurales son importantes sólo en la medida en que moldean
los intereses y los recursos políticos. Cómo se pongan de hecho estos recursos al
servicio de los intereses sólo puede entenderse partiendo de un análisis de la acción
humana.
o La acción humana siempre asume un papel importante en el proceso por el cual
las clases estructuralmente definidas se transforman en colectivos organizados.
o Las relaciones políticas e ideológicas también forman parte de la determinación
estructural de las clases.
o Las posiciones de clase se definen por una combinación de criterios y no por
una única variable. Estos criterios son: (a) control sobre los medios físicos de producción
(b) control sobre el capital de inversión (c) control sobre el trabajo. Este esquema se
aplica fundamentalmente al análisis de las clases medias. La clase obrera no posee el
control sobre ninguno de estos tres aspectos. Los directivos y supervisores ocupan una
posición contradictoria porque no controlan la inversión pero supervisan los medios
físicos de producción y el trabajo ajeno.
o Por otra parte, Elster, desde el marxismo analítico sugiere que las clases
no son la única forma de conflicto social organizado. Una clase se convierte en arena de
alianzas incluso cuando no sea ella misma la fuente del conflicto. Una clase siempre
encierra poder aunque no sea el único determinante.
o Por último, Touraine recupera a las clases sociales en tanto concepto que
explica las relaciones surgidas en el ámbito de la acumulación, pero afirma que ni clases
ni estratos sirven para definir a los actores en el campo de la historicidad, porque si bien
la acumulación se convierte en relaciones de clase y le confiere un sentido económico a
la historicidad es esta en su conjunto la que le define las características de la acción de
clases.
CONCEPTOS PRINCIPALES DE LA TEORÍA DE GRAMSCI.
Algunas palabras claves de la teoría gramsciana son: hegemonía, bloque
histórico, la particular concepción de la crisis y su articulación con la revolución pasiva.
Todos estos conceptos se encuentran articulados en la teoría de la hegemonía, de la
crisis y de la revolución.
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145
Aunque el pensamiento gramsciano surge al calor del marxismo, su concepto
fundamental - hegemonía - lo distancia de Marx. En Marx la hegemonía estaba muy
cercana al concepto de legitimidad de Weber. Es decir, a la versión moderna del ejercicio
del poder sin necesidad de la violencia directa. Marx se valía del concepto de hegemonía
para reforzar su teoría de las determinaciones generales del estado y la política. Gramsci
reformula este concepto para construir una teoría de las transformaciones del estado
capitalista y de la política burguesa. El esfuerzo fundamental de Gramsci en relación al
marxismo es superar el economicismo de su ideología. A través del concepto de
hegemonía Gramsci articula dominación política y cultural. La capacidad para abarcar
esta complejidad en un único concepto es uno de los aportes más importantes de
Gramsci a las ciencias sociales. Hegemonía se distingue de dominio porque este se
expresa en formas directamente políticas y en tiempos de crisis a través de la coerción.
Al sumar la esfera cultural Gramsci construye un tipo especial de dominación
caracterizado como un cuerpo de prácticas y expectativas en relación con la totalidad de
la vida. La hegemonía es un sentido de la realidad para la mayoría de la gente. Es una
cultura que debe ser considerada como la dominación de clases particulares. En este
sentido es que la hegemonía constituye un proceso y nunca una forma pasiva de
dominación. Sólo analíticamente se construye como estructura. A través de este
concepto Gramsci intenta superar la jerarquía estructura / superestructura.
Gramsci es considerado por muchos como un "teórico de la coyuntura". Esta
apreciación puede explicarse en parte por el intento de Gramsci de aprehender a cada
sociedad como un concreto histórico. No aparece en Gramsci la eventual explicación o
previsión de acontecimientos a través de leyes sociológicas, ni la posibilidad de explicar
una formación histórica a partir de un modo de producción. Por el contrario, cada
sociedad es un producto complejo que se condensa como sistema hegemónico en donde
la estructura y superestructura forman un bloque histórico que se constituye como reflejo
del conjunto de las relaciones sociales de producción. En este sentido, un grupo
hegemónico es aquel que representa los intereses políticos del conjunto de grupos que
dirige. La estructura, por consiguiente, es concebida como un conjunto de relaciones
sociales en un determinado período histórico que marca el campo posible de un
movimiento social.
El concepto crisis en Gramsci está íntimamente relacionado con su particular
visión de la conformación del Estado burgués. Para Gramsci "el estado es hegemónico,
es el producto de determinadas relaciones sociales, el complejo de actividades con las
cuales las clases dirigentes justifican y mantienen su dominio y logran obtener el
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146
consenso activo de sus gobernados. Las instituciones son el escenario de la lucha
política de clases". El Estado se constituye por agregación. Un estado es fuerte en la
medida en que la clase dominante logra despojarse de sus intereses corporativos e
incorpora los intereses de otros sectores dominados. Las crisis en Gramsci surgen
cuando entra en crisis la capacidad de sumar, agregar, incluir - procesándolos - el mayor
número de intereses al bloque hegemónico. La crisis es siempre crisis entre
representantes y representados. A la vez nunca una crisis es una vuelta al pasado.
Gramsci concentra su interés en el modo en que el Estado burgués se recompone en
situaciones de crisis. El proceso más frecuente es el que denomina "revolución pasiva"
generalmente llevado adelante por un líder carismático. La revolución pasiva es el
proceso a través del cual la esfera más consolidada del poder político y económico
recupera una parte de las demandas de los gobernados quitándole su iniciativa política.
El Estado de esta forma amplía su esfera de clase. Cuando a través de este proceso no
se logra recomponer la hegemonía, el bloque histórico y el estado entran en una etapa de
descomposición.
Al hablar de crisis y fundamentalmente al considerar a un teórico que parte y
critica al marxismo es necesario hacer una mención al conflicto social. Gramsci es , al
igual que Marx, un teórico del conflicto social. En relación con este punto, su interés es
encontrar la fractura por donde construir una "contra hegemonía". El espacio del conflicto
social se encuentra en la sociedad civil a la que caracteriza como el conjunto de
instituciones públicas y privadas que tienen como función socializar a los individuos para
construir las bases de la legitimidad. Se diferencia de la sociedad política entre otras
cosas porque esta última tiene como función la coerción. Es en la sociedad civil en donde
deben instalarse los dispositivos contra hegemónicos. Al perseguir este objetivo es
necesario distinguir entre los aspectos orgánicos y coyunturales de una crisis porque sólo
de este modo pueden fundarse las probabilidades de iniciativas políticas. Es en este
momento en donde puede comprenderse el rol de los intelectuales y su relación con el
partido político.
Si cada forma estatal es un modo particular de nexo entre economía y política, la
mediación entre ambos componentes está dado por los intelectuales. Este grupo es el
encargado de ejercer las funciones subalternas de la hegemonía social y el gobierno
político. El partido político es un sujeto colectivo, es un intelectual colectivo. Todos los
sujetos son intelectuales pero sólo algunos desempeñan ese rol. Es a través de estos
grupos que se puede generar una alternativa al bloque hegemónico.
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La principal consecuencia de esta particular concepción de la crisis es despojarla
del componente catastrófico y consecuente anuncio de una sociedad nueva. La
revolución en el sentido clásico no está anunciada en la crisis. Esta es de algún modo un
fenómeno extremadamente frecuente y es a partir de su resolución permanente a través
de lo que Gramsci denomina "revoluciones pasivas" que el estado burgués y el sistema
capitalista han demostrado su gran capacidad de recomposición a lo largo de la historia.
El advenimiento de la sociedades de masas planteó la necesidad de repensar los
mecanismos de representación, y para el marxismo específicamente significó reformular
la relación entre oprimidos y el Estado. El punto central es que la presencia organizada
de las masas cambiaba la situación de estas con el sistema político. Las interiorizaba en
el Estado. La legalidad comenzaba a ser para algunos más efectiva que la violencia y la
subversión. Este fue el diagnóstico realizado por la socialdemocracia en la segunda
internacional. Las instituciones estatales en las que se organizaba la burguesía ofrecían
nuevas formas para luchar contra ellas. El socialismo aparecía como la expansión del
liberalismo. En el proceso evidente de una mayor complejidad de la sociedad Weber
anunciaba la formación de tendencias centralizadoras y autoritarias mientras que la
socialdemocracia anunciaba el comienzo del socialismo. Se creía que el Estado era
neutral y beneficiaria a los sectores que tuviesen mayor capacidad de negociar sus
intereses. El papel de la socialdemocracia era organizar al movimiento obrero para
constituirlo como fuerza progresiva dentro del Estado. A mediados de 1905 surge una
nueva corriente dentro del socialismo. Reconocían que el capitalismo estaba iniciando su
etapa imperialista y que esta constituía la antesala de su destrucción. En este sentido
creían que el movimiento obrero organizado podría destruir al Estado burgués. Ambas
corrientes, con estrategias diferentes, coincidían en su análisis instrumental del Estado.
Aquella para tomarlo, esta para destruirlo.
La visión instrumental del Estado imposibilitaba comprenderlo como espacio de
reproducción de la totalidad de las relaciones sociales. Esta fue una de las causas
fundamentales de la parálisis teórica de los grupos intelectuales dominantes de la
Segunda y Tercera Internacional y el punto central que los distancian de Gramsci. En
este sentido el concepto de hegemonía gramsciano resultó mucho más adecuado para
comprender el proceso de reestructuración del estado burgués luego de la crisis
revolucionaria de los primeros años de posguerra. A su vez, este análisis lo acerca a
Weber quien comprendió el vínculo entre relaciones sociales, técnicas y dominación
como una nueva forma de reproducción del poder. Weber intentó caracterizar las
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modificaciones al interior del poder y su nueva forma de reproducción a través de la
inclusión del saber especializado como instrumento de dominación.
EL CONCEPTO DE PODER EN ARENT Y HABBERMAS.
Hannah Arent invierte la relación clásica entre violencia y poder. Marx estableció
la relación entre poder y violencia a través de la lucha de clases, Weber conceptualizó al
poder como el monopolio de la violencia legítima, es decir la capacidad de imponer la
propia voluntad al comportamiento de otros y Gramsci como la articulación de la
violencia. Hannah Arent por el contrario estipuló que donde hay violencia no hay poder. El
punto de partida de Arent es la filosofía clásica y no los contractualistas liberales del siglo
XVIII que es fundamentalmente de donde parte la teoría de los autores antes
mencionados.
Arendt propone pensar la sociedad contemporánea a partir de la reformulación de
algunos conceptos presentes en la polis griega aplicando el modelo de la acción
comunicativa. Habbermas explica la postura de Arendt del siguiente modo " (...) Arendt
analiza la forma de intersubjetividad generada a partir de la praxis del habla como el
rasgo fundamental de la reproducción cultural de la vida. La acción comunicativa es el
medio en el que se forma el mundo de la vida compartido intersubjetivamente. La filosofía
de la praxis parte de las propiedades formales de la acción (praxis comunicativa) y trata
de descubrir las estructuras generales de la intersubjetividad. Estas estructuras fijan las
pautas de normalidad. El ámbito de la praxis es muy inestable y necesita ser protegido.
De eso se cuidan las sociedades estatalmente construidas con las instituciones políticas.
Estas instituciones se alimentan del poder que nace de las estructuras de la
intersubjetividad no menoscabada. De ahí surge que ninguna dirección política puede
sustituir impunemente al poder por la fuerza y el poder sólo puede surgir de un espacio
público no deformado. Arendt insiste en que un espacio público político sólo puede
generar poder legítimo en la medida en que sea expresión de las estructuras de una
comunicación no distorsionada. En este marco el poder no está relacionado con la
obediencia y el mando sino que por el contrario es la capacidad de actuar
concertadamente. El poder es un fin y la violencia un instrumento. El poder para Arendt
no constituye una relación medio fin como para Weber sino que es una acción
comunicativa orientada al consenso. En este sentido es que Arendt dice que la estructura
del poder en sí mismo puede y sobreviene a todas las cosas por lo cual el poder lejos de
ser un medio es la verdadera condición que permite a un grupo de personas pensar y
actuar en términos de categorías medio - fin. Por otra parte, el poder -dice Arendt - para
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149
su ejercicio y fundamentalmente para su permanencia necesita legitimidad, la violencia
por el contrario puede ser justificable pero nunca legítima. "La violencia puede destruir al
poder pero de la violencia nunca podrá brotar el poder". Del mismo modo, la violencia
puede reemplazar al poder y significar la victoria inmediata a la vez que significar la
derrota de los vencedores en el mediano plazo en términos de su permanencia.
Habbermas que al igual que Arendt es un teórico de la acción comunicativa crítica
a Arendt y se pregunta si su conceptualización del poder es utilizable para el análisis de
las sociedades modernas. Su conclusión es que esta visión sólo es adecuada al
incorporar algunas precisiones conceptuales. En principio Habbermas cree que es un
error separar poder y violencia, esto sólo es posible porque Arendt establece al primero
como un parámetro normativo de la política y no incorpora a su análisis el concepto de
violencia estructural, es decir, las barreras sistémicas que bloquean las comunicaciones,
la capacidad de ciertos grupos de bloquear la percepción de sus propias limitaciones.
Habbermas distingue tres componentes del poder: la génesis, la adquisición y el ejercicio.
El modelo de acción comunicativa sólo es útil para explicar la génesis del poder pero
hace agua al considerar la adquisición y fundamentalmente a su ejercicio. Al pensar el
ejercicio del poder se está considerando la acción estratégica y para su análisis es
necesario partir de una visión sistémica y no del individuo como lo hace Arendt. Como se
dijo en párrafos anteriores la violencia para Habbermas es la capacidad de impedir que
otros individuos o grupos perciban sus intereses. En este sentido para Habbermas la
violencia se encuentra en la adquisición del poder político.
1.4.4 El MARXISMO
a) Origen histórico. Entre las doctrinas socialistas, el marxismo es una de las
mejor estructuradas, hasta el punto de que se le ha llamado “socialismo científico”
debido al rigor de sus razonamientos y a la objetiva crítica que hace al sistema
económico, social y político establecido.
Sus raíces históricas se encuentran en ciertos movimientos políticos que se
produjeron en la alta Edad Media como protesta contra la desigualdad social y la
explotación económica que sufrían las capas inferiores de la sociedad, movimientos
que en la mayor parte de los casos solo alcanzaron la fantasía literaria. Otros piensan
que las raíces históricas del marxismo no van más allá de Tomás Moro y su obra Utopía
(1516) yu de Campanella y su libro Ciudad del Sol, publicado a comienzos del siglo XVII.
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150
En todo caso, el antecedente histórico inmediato del marxismo en el socialismo
utópico de principios del siglo XIX, cuyos pensadores propugnaron la supresión de la
propiedad privada de los instrumentos de producción especialmente de la tierra: la
abolición de la herencia, que contribuyen a crear una riqueza injustificada; la
eliminación de la empresa privada capitalista cuyo lugar debe ser ocupado por un
sistema cooperativo de producción destinado a prever directamente a la sociedad de lo
que ella necesite para su consumo; la descentralización del Estado en diversos
organismos funcionales desprovistos de poder político y dotados tan sólo de atribuciones
administrativas; la igualdad de derechos entre todos los hombres; la difusión de la
educación estatal gratuita a todos los estratos de la población y otras medidas de este
orden. Una de las características principales del utopismo socialista fue, sin embargo,
que después de hacer un severo análisis critico del sistema económico, social y político
vigente, saltó directamente a bosquejar la quimera del futuro, sin señalar los medios
que debían ser utilizados para alcanzar sus propósitos.
Por eso, precisamente, se le ha llamado socialismo utópico: porque se limitó a
delimitar la imagen de un mundo perfecto, sin determinar con preescisión los
procedimientos que, en la práctica, habría de materialismo.
Los principales exponentes del socialismo utópico fueron de Conde Herid de
Saint-Simón (1760-1825), Charles Fouier (1772-1837), Robert Owen (1771-1858),
Etienne Cabet (1788-1856) y Luis Blanc (1811-1882).
Con tales antecedentes históricos surge el marxismo, como filosofía y acción
políticas de una clase social: el proletariado. Su partida de nacimiento data de 1848, en
que se publica el Manifiesto Comunista redactado por Carlos Marx y Federico Engels,
en cumplimiento de una resolución adoptada por el segundo congreso de la Liga de los
Comunistas, reunido en Londres del 29 de noviembre al 8 de diciembre de 1847. En
este importante documento que es sin duda uno de los más trascendentales de la
historia de las ideas políticas está contenida la primera exposición orgánica de los
postulados del socialismo científico.
b) El materialismo dialéctico y la interpretación materialista de la historia.
Pueden distinguirse tres aspectos diferentes en el marxismo o socialismo científico: un
aspecto filosófico, un aspecto político, y un aspecto económico. El aspecto filosófico
comprende el materialismo, dialéctico o dialéctica materialista, que concibe al mundo en
movimiento, en permanente proceso de transformación y cambio, integrado
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exclusivamente por materia en diversos grados de evolución y sujeto a un complejo
sistema de interrelaciones, en el que unas cosas obran sobre otras.
Los términos “materialismo” y “dialéctica” tienen, para Marx, una significación
especialmente iconoclasta, porque implican la disolución completa de verdades
supuestamente absolutas y de valores tenidos como trascendentes. Al demostrar la
relatividad de unas y otros, que no son más que productos sociales que crecen en la
vida de una comunidad en el curso de su evolución temporal e histórica, el marxismo
destruye por su base los viejos prejuicios inventados por las clases dominante para
conservar su ergonomía sobre la sociedad y reemplaza por concepciones que son
pretenden ser científicos y que, como tales, aspiran a alcanzar la certeza y precisión de
la científico.
Entre los prejuicios destruidos está el religioso, considerado por los marxista
como el “opio del pueblo”, cuyo único fin es adormecer a los oprimidos para impedirles
resistir a sus explotadores y mejorar su suerte. De aquí, que, comentando el punto de
vista del materialismo significaba para Marx, como lo ha seguido significando para los
marxista, un laicismo antirreligioso considerado como la precondición necesaria de
cualquier reforma social efectiva.
El materialismo, en la concepción marxista, está impregnado de la más profunda
fe en el poderío del saber, de la razón humana, en su capacidad para descubrir los
secretos del mundo y para crear un régimen social sensato y justo.
El aspecto político del marxismo consiste en la interpretación materialista de la
historia, a través del llamado materialismo histórico, que resulta de la aplicación de las
leyes del materialismo dialéctico al estudio de la sociedad.
Finalmente, el aspecto económico comprende el estudio de las relaciones de
producción que se dan dentro de la sociedad capitalista y tiene tres fundamentales: la
teoría del valor, la teoría de la plusvalía y las leyes del desarrollo y acumulación
capitalista.
Para efecto de analizar el pensamiento marxista sobre los fines y justificación
del Estado podremos énfasis en su aspecto político, fundado en el materialismo
histórico.
Pero además de la necesaria vinculación que guardan los hechos sociales
entre sí, los marxistas advierten que la evolución histórica tiene causas determinantes de
orden material, que han de encontrarse en el medio de producción imperante en la
sociedad.
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La interpretación materialista de la historia llega a la conclusión de que el modo
de producción de los bienes económicos determina la manera de ser de una sociedad,
de tal suerte que cada cambio de aquél produce es ésta un cambio correlativo; a un
modo de producción dado (estructura) corresponde necesariamente una forma de
organización social (superestructura). Esto lo prueba la secular experiencia histórica,
ya que siempre la forma como en cada época los hombres produjeron las elementos
necesarios para su supervivencia (alimentos, vestidos, habitación, etc.) determinó que el
modo de organización social, que fue primero colectivista, luego esclavista, más tarde
feudal y finalmente capitalista.
Como explica Bodenheimer, “el orden político, social, religioso y cultural de una
época dada estaba determinado según Marx y Engels por el sistema material de
producción y cambio de mercancías existentes en esa sociedad; en otras palabras,
todas las manifestaciones de la vida social están causadas fundamentalmente pro los
fenómenos económicos.
Para la interpretación materialista de la historia, es incuestionable que a cada
modo de producir bienes económicos corresponden forzosamente una forma especial de
pensamiento humano, particulares concepciones morales y religiosas y una determinada
ordenación jurídico-social. Si el modo de producción cambia, también la ordenación
política-jurídica-social-moral-religiosa y cultural de la sociedad que, cambiando las
causas, cambian también sus efectos.
El materialismo histórico que, como hemos visto tiende a das una explicación
económica de la historia fue expresado por Marx en forma fragmentaria en diferentes
libros suyos.
En su El XVIII Brumario, por ejemplo, dice que “las diversas formas de propiedad
y las diferentes condiciones de existencia, soportan toda una superestructura de
sentimientos, de ilusiones, de mentalidades y concepciones filosóficas, donde
encontramos las fisonomías más variadas y particulares”.
Y en el prologo de su obra Contribución a la critica de la Economía Política es
mucho más explicito.
En cuanto a lo jurídico, que no es más que una parte de lo social, el marxismo
tiene dos teorías: “la primera teoría de la determinación económica del Derecho. El
Derecho es meramente una superestructura construida sobre una base económica. La
segunda doctrina importante de la teoría marxista del Derecho es la del carácter de
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clase del Derecho. El opinión de Marx y Engels, todos los sistemas jurídicos desde el
comienzo de la historia hasta el momento actual, han sido creados por una clase
económica gobernante”.
Al respecto, Radbruch manifiesta que “los conceptos jurídicos dominantes en un
lugar y momento determinado, son sólo en verdad, según Marx, la expresión de las
correspondientes relaciones de poder en la lucha de clases, y consiguientemente un
efecto involuntario de las mutaciones de la Economía y en última instancia de la técnica”.
De manera que, para los marxistas, el ordenamiento jurídico no es más que el
resultado de las relaciones de poder entre las clases sociales y, el ultimo término, la
consecuencia necesaria del modo de producción imperante en la sociedad.
Por otra parte, la doctrina política marxista, al trasladar los conceptos del
materialismo dialéctico al estudio de la sociedad y de la historia, afirma la permanente
movilidad de los fenómenos sociales, que son y dejan de ser, que devienen
incesantemente, que nace, se desarrollan y mueren. Lo mismo que en el orden de la
naturaleza, en el orden social nada es eterno, todo es transitorio. El cambio es la ley
inexorable de todo lo existente.
Esta dinámica universal, que se igual en el orden de la naturaleza que en el de la
cultura, obedece al principio dialéctico de la unidad y lucha de los contrarios, según el
cual todo lo existente está integrado pro los elementos: uno positivo y otro negativo, que
mantienen entre si una lucha permanente. La transformación universal se produce
gracias a la contradicción interna que tienen todas las cosas, que al encerrar en su
seno dos elementos en conflicto, desencadenan una pugna que se resuelve
necesariamente en un síntesis superior, que a su vez lleva en su seno una nueva
contradicción, que al negarse así misma ha de resolverse en una nueva síntesis y así
sucesivamente.
Es precisamente esta sucesión de contradicciones lo que constituye el
movimiento y la transformación universales, que se realizan a través de la triada
hegeliana compuesta de tesis, antitesis y síntesis. La tesis es el elemento positivo de las
cosas, que tienen a afirmarlas plenamente. La antitesis es el elemento negativo, que
pugna por destruirlas; y la síntesis es el resultado final de esta lucha, que contiene la
parte viable de los elementos contendientes y representa un grado evolutivo superior.
Manifiesta Hegels que la contradicción es la raíz de toda vida y de todo
movimiento. No es sino en la medida en que una cosa contiene en si el germen de
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una contradicción, que ella vive y se agita. No es si por el choque de los contrarios que
el proceso de desenvolvimiento se hace posible y alcanza un nivel superior, más allá
de la contradicción.
El Hegels quien da consistencia a esta concepción dinámica del mundo, que fue
ya esbozada por muchos filósofos griegos de la Antigüedad.
Pero Hegels era idealista y su dialéctica, al decir de los marxistas, estaba
concebida al revés. Por tanto, ellos se encargaron de ponerla al derecho. “mi método
dialéctico dice por eso Marx no sólo es fundamentalmente distinto del método de Hegels,
sino que es, en todo y por todo, su reverso. Para Hegels, el proceso del pensamiento, al
que él convirtió incluso, bajo el nombre de idea, en sujeto con la vida propia, es el
demiurgo de lo real, y esto la simple forma externa en que toma cuerpo. Para mi, lo
ideal no es, por el contrario, más que lo material traducido y transpuesto a la cabeza del
hombre”.
De ese modo, la dialéctica idealista de Hegels se transforma en la dialéctica
materialista de Marx y Engels.
Trasladando los principios dialécticos al estudio de la sociedad, las marxistas
concibieron a la lucha de clases como la expresión de la contradicción interna de los
grupos sociales. Ya que en todo cuerpo existen dos elementos antagónicos (tesis y
antitesis), en la sociedad tales elementos son las clases sociales, que en el afán de
mantener la posición privilegiada las unas, y de cambiarla, las otras, entablan una lucha
permanente que, aunque no se releve siempre en grandes hechos, esta librándose
todos los días. Por eso, en el manifiesto Comunista de 1848 dice Marx y Engels que “la
historia de toda sociedad has nuestros días no ha sido sino la historia de la lucha de
clases. Hombre libres y esclavos, patricios y plebeyos, nobles y siervos, maestros
artesanos y compañeros, en una palabra opresores y oprimidos, en lucha constante,
mantuvieron una guerra ininterrumpida, ya abierta, ya disimulada: una guerra que
termino siempre, bien por una transformación revolucionaria de la sociedad, bien por la
destrucción de las dos clases antagónicas”.
Marx sostenía que la historia era una lucha de fuerzas contrapuestas que se
manifiestan en forma de tesis, antitesis y síntesis. Por eso, según el modo de ver
marxista.
En resumen, el materialismo histórico sostiene el principio de la unidad material
del mundo, dentro de la cual la sociedad humana que, al igual que todos los fenómenos
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del universo, no es más que una manifestación especialmente compleja y evolucionada
de la materia, está en constante movimiento, impulsada por el auto dinamismo que le da
la lucha de clases. Así ha pasado sucesivamente por diversas etapas, que pueden
clasificarse según el desarrollo de las fuerzas productivas y de los modos de
producción en: colectivismo primitivo, esclavismo, feudalismo y capitalismo. En cada
una de esas etapas hay una permanente correspondencia entre el modo de producción
prevalecerte en el grupo y su forma de organización social, es decir, entre la estructura
y la superestructura, para hablar en términos marxistas.
Tan estrecha es la vinculación, que cada cambio estructural determina
necesariamente un cambio correlativo en las superestructuras ideológicas y, por ende,
en la ordenación social, porque como hace notar Marx, “al descubrir nuevas fuerzas
productivas, los hombres cambian de modo de producción, y al cambiar el modo de
producción, la manera de ganarse la vida, cambia todas sus relaciones sociales. El
molino movido a brazo engendra las sociedad de los señores feudales; el molino de
vapor, la sociedad de los capitalistas industriales”.
De este modo, según el pensamiento marxista, la sociedad humana ha recorrido
hasta aquí cuatro etapas históricas: el colectivismo primitivo, el esclavismo, el feudalismo
y el capitalismo. Ahora va camino del socialismo. Cada una de esta etapas corresponde
a un genero determinado de relaciones de producción, en el que se dan peculiares
modos de producir e intercambiar los bienes económicos.
El materialismo histórico considera al capitalismo como una simple y transitoria
etapa entre el feudalismo y el socialismo futuro, etapa en la clase poseedora de los
medios de producción imponen a las demás clases sociales sus conceptos jurídicos,
políticos, morales y culturales con miras a defender su riqueza y sus privilegios. En esta
etapa, la clase capitalista no sólo dieta el orden jurídico estatal de acuerdo con sus
conveniencias, sino que convierte al propio Estado en “una maquina esencialmente
destinada a tener rayas a la clase oprimida y explotada”.
Por eso sostiene Strachey que, durante la etapa capitalista, “el Estado es un
aparato de coerción, apto para respaldar la voluntad de la clase que ha alcanzado
poder suficiente para dictar las leyes. La función del Estado consiste en resolver los
conflictos y crisis que provocan la división de la sociedad en clases distintas con
intereses opuestos. Resuelve estos conflictos principalmente, aunque no de modo
exclusivo, mediante el empleo de la fuerza, con la mira de hacer prevalecer la voluntad
de la clase dominante directora”.
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Como hemos visto, el socialismo marxista mantiene la tesis de que el Estado es
un instrumento de dominación de una clase sobre las demás, y que el poder político,
que es uno de los elementos estructurales del Estado, es la fuerza coactiva organizada
al servicio de la clase dominante y propietaria.
c) La estrategia revolucionaria del marxismo. A diferencia de los anarquistas, los
marxistas no pretenden la inmediata supresión del Estado, pues aspiran a utilizarlo
durante su periodo limitado de tiempo para transformar la estructura económica de la
sociedad y hacer posible el advenimiento de la sociedad socialista sin clases.
Resumiendo el pensamiento de Marx y Engels, expresa Lenin en su obra El Estado y
la revolución (1917) que “el proletariado no tiene necesidad del Estado más que durante
cierto tiempo. No estamos en modo alguno en desacuerdo con los anarquistas en
cuando a la abolición del Estado como fin. Afirmamos que, para alcanzar este fin, es
necesario utilizar provisionalmente los instrumentos del poder del Estado contra los
explotadores, lo mismo que es indispensable para la supresión de las clases de
dictadura provisional de la clase oprimida. Al ejercicio del poder político por la clase
proletariado, son propósitos de llevar a cabo la transformación revolucionaria, llaman
los marxistas dictadura del proletariado”.
La clase trabajadora debe tomar el poder por la fuerza (la violencia dijo Marx y
repitió Engels es la parte de toda vieja sociedad a punto de dar a luz una sociedad
nueva, el instrumento con ayuda del cual se abre camino el movimiento social rompe las
formas políticas muertas y petrificadas) y debe ejercerlo provisionalmente para el
advenimiento de la sociedad sin clase. Una vez hecho esto, consumará gradualmente
la supresión del Estado. Sólo el poder ejerció dictatorialmente por el proletariado admite
justificación moral desde el punto de vista marxista, puesto que tiene como finalidad
primordial de la de promover y defender las conquistas revolucionarias ante la posible
reacción de la clase capitalista , suprimir la propiedad privada de los medios de
producción y crear las condiciones estructurales indispensables para el advenimiento
de la nueva sociedad.
Según la teoría marxista, el Estado sólo existe desde que la sociedad se
excedió en clases sociales, fenómeno que se produjo en el momento en que los
instrumentos de producción pasaron a ser propiedad particular. Las clases sociales no
son, por eso, más que una consecuencia de la apropiación privada de los medios de
producción.
De aquí que, para ir en orden, el marxismo propugna un cambio fundamental en
la estructura económica de la sociedad, que traslade la propiedad de los instrumentos de
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creación de riqueza de las mano particulares a las del Estado. Producido este cambio
estructural, la supresión de las clases sociales advendrá como lógica consecuencia
suya. Y, naturalmente, la desaparición de las clases hará innecesario al Estado, dado
que éste no es más que un mecanismo que, habiendo nacido en el instante en que la
sociedad es escindió en clases antagónicas, sólo sirve para resguardar las interese
económicos de la clase dominante y para mantener sojuzgadas las demás clases
sociales.
Fiel a su teoría de que los fenómenos políticos son meros efectos de causa
económicos, el marxismo persigue un cambio en las relaciones de producción, es decir,
un cambio en la estructura económica de la sociedad, para obtener de él la correlativa
modificación de las superestructuras social y política. Suprimida a la apropiación privada
de los instrumentos de producción, piensan lo marxistas que las desaparición de las
clases sociales será la inmediata consecuencia de este cambio estructural y que la
abolición del Estado que es el aparato político surgido de la escisión de la sociedad
en clases contendientes será su consecuencia mediata.
Dentro de la estrategia revolucionaria del marxismo, la socialización de la
propiedad de los medios de producción y la consiguiente abolición de las clases
sociales es tarea que complete realizar a la “dictadura del proletariado”, o sea al poder
ejercido por la clase trabajadora para el logro de las condiciones que hagan factible el
advenimiento de la nueva sociedad socialista.
En efecto como expresa Iring Fetscher en su interesante ensayo “Kart Marx y la
futura sociedad sin clases”, la tarea “de ese Estado proletario de transmisión, la vio Marx,
en primera línea, en la transformación de las relaciones de propiedad, es decir, en la
socialización de los medios de producción”. Sin duda, estaba Marx persuadido de que
tocaba al Estado cumplir ciertas funciones imprescindibles bajo la dirección del
proletariado y de que sólo se lo debía suprimir cuando se haya superado la sociedad de
clases de la cual nació, o sea cuando se haya superado la sociedad de clases de la cual
nació, o sea cuando se haya eliminado el fundamento sociológico y económico sobre el
cual él surgió por modo necesario.
Es decir, entre la toma del poder por la clase proletaria y la supresión definitiva
del Estado, forzosamente debe correr un lapso durante el cual la clase trabajadora, en
ejercicio del poder político mediante la dictadura del proletariado, como suele decirse en
la fraseología marxista, debe cumplir la tarea de suprimir la aprobación privada de los
instrumentos de producción y, con ello, eliminar las clases sociales, para abrir el camino
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a la desaparición definitiva del Estado y hacer factible el advenimiento del nuevo tipo de
sociedad propugnando por el marxismo: la sociedad socialista sin clases.
Para los marxistas, como lo ha hecho notar Sabine, “más allá de las libertades de
la republica democrática, aunque ésta es la forma superior de sociedad de la clase
media, y más allá del Estado tal como se ha desarrollado hasta el momento, está una
forma más elevada de sociedad en la que el Estado será superado; y, para alcanzar
esta etapa superior, es necesaria una nueva revolución, una revolución social en
contraste con la revolución política que se ha producido”. Esta revolución social, dirigida
y realizada por la clase proletaria, persigue socializar el derecho de propiedad sobre los
instrumentos de producción como medio para desterrar definitivamente la exploración y
desigualdad sociales, partiendo del supuesto de que las raíces de estos males reside en
el injusto sistema de producción, que permite a una clase monopolizar los instrumentos
de trabajo y apropiarse de todas a la mayor parte de las utilidades.
d) Critica a la doctrina marxista y el fracaso de sus predicciones. A base de la
observación de las empresas industriales inglesas del siglo XIX. Marx y Engels elaboran
sus leyes de acumulación capitalista, según las cuales cada día se acentuaría más la
diferencia económica entro los dueños del capital cada vez en menos numero y la gran
masa de proletariados emprobecidos, hasta que en un momento determinado se
produciría inevitablemente la explosión revolucionaria, que llevaría al poder de la clase
trabajadora.
Para los teóricos marxistas, esta transformación social violenta era un imperativo
histórico ineludible en las sociedades altamente industrializadas, pues la lucha de clases
entre una minoría de monopolista oponiendo y la inmensa mayoría de proletarios
desposeídos debía concluir fatalmente con el triunfo revolución de estos últimos.
Pero la realidad ha contradicho las lucubraciones de Marx y Engels y se ha
encargado de demostrar que precisamente en los países industrializados, como EE. UU.,
Inglaterra, Alemania occidental, Canadá, Suecia, Dinamarca, Bélgica y otros de la
Europa de Occidente, no se ha producido la esperada polarización de fuerzas sociales,
ya que una vigorosa clase media con intereses propios y diferentes se ha interpuesto
entre los capitalistas y los proletarios, ni estos han llegado a ser lo que Marx y Engels
supusieron que serían, pues al contrario, los “proletarios” de los Estados industriales
tienen un elevado nivel de vida posiblemente mejor que el de la clase media, un alto
grado de seguridad e independencia económica y disfruta de las comodidades que pone
en sus manos la ciencia y la tecnológica modernas, prefiriendo ciertamente su forma
actual de vida a los regios de una revolución.
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Como acertadamente dice, refiriéndose a este asunto, George H. Sabine, la teoría
de Marx postulaba, como los dos polos opuestos en dialéctica social, unas burguesías o
clase capitalista.
Todo lo anterior nos lleva a concluir que ha fallado las predicciones de Marx y
Engels acerca del curso que debía seguir la sociedad burguesa en su camino hacia el
colapso definitivo.
Esto lo prueba experiencia histórica del último siglo.
Los leyes de la acumulación capitalista que ellos preconizaron no se han
cumplimiento, pues las modernas empresas industriales, fundadas sobre grandes
sociedades anomias por acciones, han desplazado en cierta proporción la propiedad
de los instrumentos de producción hacia sectores cada vez más amplios de la
población. Tampoco se ha producido el correlativo empobrecimiento de la clase
proletaria, puesto que las sociedades industriales elevaron notablemente su nivel de
vida.
La predicción de que la clase media baja pequeña burguesía, que llamaba Marx
seria absorbida por el proletariado, también resultó falsa. Está más que demostrado que
la clase media, a pesar a sus constitución heterogénea, tiene intereses autónomos y
diferentes de los del proletariado industrial.
La simplificación de las estructuras sociales a sólo dos clases contendientes:
burgueses y proletariados que fue una de las básicas presuposiciones marxistas, ha
resultado también alejada de la realidad. Ha ocurrido precisamente lo contrario: que la
moderna sociedad industrial, menos estratificada que las anteriores, ha originado una
tendencia hacia la diversificación y gradualización de las clases, al mismo tiempo que ha
demostrado una mayor movilidad social, con divisiones de clase menos rígidas.
Una de las pocas predicciones marxistas acertadas en la de la lucha de clases,
aunque ella no tiene hoy en las sociedades altamente industrializadas el carácter
dramático con que fue concebida originalmente.
La lucha de clases es, sin duda, una realidad evidente, pero no constituyente, ni
mucho menos, un factor real o potencialmente revolucionario, capaz de conducir al poder
a la clase trabajadora. Bien dice Eduard Bernstein: “De ninguna manera niego que se
esta librando una lucha de clases dentro de la sociedad moderna. Pero quiero argüir
contra la concepción estereotipada de esa lucha, así como contra a afirmación de que
ella tiene que asumir caracteres cada vez mas violentos”.
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En suma, las predicciones marxista no se han cumplido ni es probable que se
cumpliera en futuro. A su fracaso es justo reconocer esto no es ajena la propia
admonición de la doctrina marxista, que al poner es evidencia las graves
consecuencias del egoísmos económico de las clases dominantes, puso a éstas en
guardia y las obligo a enmendar sus procedimientos. Porque no hay que olvidar que el
marxismo, pese a todos sus errores la mayor parte de los cuales es imputable a su
utopía concepción de la naturaleza humana dio “el primero y probablemente el más
fuerte de los ataques éticos a la fealdad moral de una sociedad adquisitiva sin
protección adecuada para su fuerza de trabajo industrial”, como lo hace notar Sabine.
Pero si bien las predicciones marxistas fracasaron como tales, es decir, como
profecías históricas del rumbo que debía seguir la sociedad capitalista hasta llegar a su
colapso definitivo, no es menos cierto que, consideradas como factores correctivos de la
injusticia social, ellas han desempeñado un papel verdaderamente positivo durante el
último siglo de la historia humana.
No hay duda de que la advertencia del marxismo fue uno de los factores que
indujeron al despiadado capitalista del siglo XIX a cambiar de sistemas y adoptar
métodos distribuidos de la riqueza, fundados especialmente en la elevación de
salarios, en la implantación de sistemas de seguridad social y en la reforma tribuida ría y
fiscal.
El moderno capitalismo occidental, como se basa en la producción en escala y
en elevado niveles de consumo, requiere del poder adquisitivo de la población,
circunstancia ésta que lo ha obligado a mejorar los condiciones de vida de la clase
trabajadora. Se ha reemplazado el viejo concepto de “proletario”, miserable y
hambriento, por el de “trabajador-consumidor”, de tal suerte que se ha unificado el
interés utilitario de empresa capitalista, de vender más, con el interés de clase de
trabajador, que es al propio tiempo consumidor, de ganar mejor salario.
Paradójicamente, es en los países subdesarrollo de América Latina, Asia y África
donde la acción marxista, es decir, el marxismo no como filosofía, ni como doctrina
política, ni como teoría económica, sino simplemente como actitud de profecías contra
la pobreza de las masas y la justicia social imperante, juega un papel potencialmente
revolucionario. Fuera de toda previsión científica, el marxismo se vuelve cada día
menos operante en los Estados más industrializados, en donde teóricamente debido
producir la plenitud de sus efectos revolucionarios, mientras gana fuerza insurgente en
los países infradesarrollados, en los que no existe un proletariado fuerte y organizado,
capaz, de ser instrumento de la transformación social.
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De esto se sigue que, en lo fundamental, no se ha cumplido las predicciones
marxistas, tal y como fueron vaticinadas por sus principales teóricos. En los países
industriales no se ha producido la polarización de clases ni tampoco los proletariados han
llegado a sufrir la extremada pobreza que imaginaron los marxistas los lanzaría a la
revolución social.
Pero si bien en cierto que la predicciones del socialismo marxista no se han
cumplido ni es probable que se cumplían en el futuro, no es menos cierto que fueron
sus advertencias las que obligaron al deshumanizado capitalismo a rectificar, rumbos.
Por eso, aunque perezca contradictorio, nos atrevemos a firmar que el marxismo, como
doctrina política, ha ofrecido grandes beneficios a la humanidad, en cuanto la ha
obligado a rectificar su régimen de justicia social. Beneficios que hoy reclaman los
pueblos de Europa oriental, que han sometido a la clase trabajadora a los mismos
rigores del capitalismo occidental del siglo XIX; bajos salarios, supresión de los
derechos laborales, restricciones a la libertad de trabajo, etc., de modo que en realidad
son los obreros y sobre todos los campesinos los que han financiado los planes de
desarrollo económico mediante sus bajos salarios y el consumo insuficiente.
e) inadecuaciones de la tesis marxistas en los países atrasados. En América
Latina no hay clases sociales. Al menos no las desde el punto de vista de la concepción
leninista de ellas, o sea grupos distintos dentro de la sociedad en función del lugar
que ocupan en el proceso de la producción, de su relación con los instrumentos
productivos, de la proporción en que recibe los excedentes y de la conciencia de
clases que tienen.
La teoría marxista de las clases, aplicable a sociedades más evolucionadas, no
tiene contacto algún con la realidad Latinoamérica. Aquí no hay nada que se parezca
un proceso como el profetizado pro el Manifiesto Comunista, en la cual “ toda sociedad
tiende a dividirse cada vez más en dos grandes campos enemigos en dos clases
antagónicas: la burguesía y el proletariado”.
Nada de esto. Aquí hay tendencia al fraccionamiento de los estratos sociales en
numerosos segmentos y capas superpuestos, cada uno de los cuales tiene sus
propósitos u distintos intereses.
No es que neguemos la lucha entre ellos lucha sorda unas veces, abierta otras,
evidentes siempre ni el hecho de que las capas dominantes utilizan el aparto estatal en
su propio beneficio, sino que descartamos la posibilidad de hablar de “clases sociales” en
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un medio en que ellas no han logrado plasmarse, consolidarse ni adquirir fisonomía
propia.
Para empezar de abajo hacia arriba, ¿Quién pude sostener el proletariado
latinoamericano haya alcanzado la estructura de una verdadera clase? El proletariado,
que en el análisis marxista “es la capa mas baja de la sociedad”, resulta que no lo es en
América latina, que tiene capas suprelatarias aun mas profundas, más pobre y mas
dislocadas. No hay en ellas ninguna conciencia de clase. Con frecuencia tiene interese
encontrados. El alza de sueldos obrerismo afecta a la capas suprelatarias que carecen de
patrón y que están al margen de las regulaciones laborales, el aumento de las tarifas del
transporte suscita en cambio la protesta de los obreros, la congelación de los precios de
los productos agropecuarios atenta contra los interese de los trabajadores del campo y
así, por este orden, podrían multiplicarse los ejemplos demostrativos del fraccionamiento
de interese de estos estratos sociales.
Dice Antonio García que el “proletariado en América latina es una suma de capaz
insatisfechas y aun incoherentes, en cuanto no existe un proletario, en el sentido orgánico
de industrialista de expresión”.
Guillermo Bedregal, en relación con lo que ocurre en su país, afirma que “el
proletario boliviano esta constituido por los diversos sectores, categorías, capas o
estratos, desde los mas avanzados, como los obreros especializados de la gran industria
minera y petrolera, hasta los mas atrasados desde el punto de vista de la casi total
descalificación técnica”.
Esto demuestra que el proletariado no es en nuestros países una clase social sino
una multiplicidad de capaz heterogénea, agrietada e incoherente.
En las capas medias la cuestión es todavía peor. Ninguna homogeneidad existe
en ellas. Hay múltiples capaz medias, desde las mas elevadas, que solo sueñan en
asimilarse a las capad dominantes, hasta las más pobres, cuyo nivel de vida se diferencia
poco del de los obreros.
Lo cual ha llevado, inclusive, a la incongruencia de que se hable de “clase media-
alta”, “clase media-media” y “clase media-baja”, como prueba de la total desintegración
de este sector social.
No se puede hablar de una “clase media” en el sentido marxista de la palabra.
Explica García precisamente que “lo que se escapa usualmente al diagnostico de la
sociología formal, es la homogeneidad, la constitución pluralista y ambigua de las clases
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medias en América latina” y que “lo esencial es que las clases medias latinoamericanas
no podrían simplificarse de acuerdo con los módulos de estratificación social de los
sociólogos norteamericanos o de los teóricos comunistas, por lo mismo que se trata de
complejos que comprenden capaz de diversa naturaleza, rol cultural y dinámica”.
En su ensayo “clase media: el falso modelo uruguayo”, dice Álvaro Barros Lemes
que “la misma complejidad de la integración hace que dentro de la clase media no todo
los integrantes tengan igual nivel y que por consiguiente, su respuesta a los hechos
básicos de la lucha de clases se han heterogéneas”.
En conclusión, no hay verdaderas clases sociales en América latina.
Sabemos que este es un concepto polémico, a pesar de que no negamos la
beligerancia entre capas con interese contra puestos.
Bedegral, en su analiza de la estructura de la sociedad Boliviana, afirma que “hay
ciertamente gran impresión en la delimitación entre la burguesía, la pequeña burguesía y
el proletariado como clases fundamentales, razón por la cual una clasificación exacta es
muy difícil de elaborar. Lenin dice al respecto que en la sociedad capitalista y
semicapitalista no conocemos más que tres clases: la burguesía, la pequeña burguesía y
el proletariado, sin embargo, en una realidad como la boliviana, no se pude adoptar
ningún criterio simplista por el hecho de que clases asiladas, plenamente estructuradas
nos se presentan en la realidad”.
Ni aun las capas de altos ingresos tienen conciencia de clase en nuestros países,
a pesar de sus posibilidades de información, y es frecuente la contradicción si bien en
cuestiones fiscalizadas, entre comerciante e industriales y entre estos y los dueños de la
tierra.
En alguno de los teóricos políticos latinoamericanos hay una innegable alineación
cultural e ideología que les lleva adoptar, sin sentido critico, categorías, valores y
esquemas de los países metropolitanos. Por eso es que, como lo han observado tan
certeramente García, “en la formulación del esquema de las clases y las relaciones
sociales se ha incurrido en el error de trasponer al América latina las nociones y datos
sociales correspondientes a la sociedad norteamericana o a las de tipo europeo
occidental. Semejante enfoque se apoya en el supuesto teórico de que las sociedades a
trazadas reproducen en un plano de pequeñas escalas las estructuras, condiciones y
procesos de sus arquetipos o modelos”.
Este es el error de quienes quieren aplicar en nuestros lugares los esquemas
marxistas sobre las clases sociales. Es la influencia ideológica extranjera que suple la
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carencia de una teoría social propia de los países latinoamericanos para explicar sus
realidades.
Esto se enlaza en otra categoría ideológico cultural, que tiene intima relación con
la cuestión de las clases sociales, y que tampoco tiene aplicabilidad al desenvolvimiento
histórico de nuestros países. No referimos a la teoría de las cinco etapas del desarrollo
social, que debieron darse a lo largo del tiempo en función de los distintos modos de
producción en la sociedad: el colectivismo primitivo, el esclavismo, el feudalismo, el
capitalismo y finalmente el socialismo.
Esta tesis no puede explicarse mecánicamente a la realidad de sociedades de
desarrollo desequilibrado, en las cuales conviven, sin superarse, etapas históricas
diferentes.
En América latina se encuentran hoy todos los modos de producción, desde el
colectivismo primitivo hasta el capitalismo. No es que los unos hayan superado
históricamente a los anteriores, sino que también todos ellos coexisten en la actualidad.
Para comprobarlo no hay más que tomar un automóvil, recorrer trescientos o
cuatrocientos kilómetros en el espacio y retroceder siglos en el tiempo. Allí encontramos
el cultivismo primitivo y el esclavismo en las comunidades aborígenes apartadas, el
feudalismo en los sectores campesinos periféricos y las estructuras capitalistas muy
avanzadas en los centros económicos de las ciudades. Toso esos modos de producción
conviven. El desarrollo desigual de las zonas centrales y de la periferia de nuestros
países lo ha permitido. De donde se desprende que no es adecuadle a la realidad
latinoamericana y en general, a la realidad del tercer mundo la teoría de las etapas
sucesivas del desarrollo histórico. Esto, como es lógico nos ayuda a explicar el
fenómeno del fraccionamiento de los estratos sociales en América latina.
1.5 CONCEPTOS BASICOS DE LA TEORIA POLITICA.
LA TEORÍA POLÍTICA: POLÍTICA TEÓRICA Y POLÍTICA PRÁCTICA O
PRAXIS POLÍTICA.
La política teórica se le denomina ciencia política, o teoría política y considera a
todos los fenómenos sociales que guardar alguna relación con el estado.
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Debemos comenzar por señalar Las relaciones entre la teoría política en la
práctica o praxis política. Es frecuente decirle a una persona " tú eres un teórico " o te
dedicas " a teorizar”. En el primer caso teórico es un estudioso que conoce los hechos o
fenómenos y los considera especulativamente. Teorizar es tratar un asunto sólo en
teoría.
Los filósofos griegos con su proverbial sabiduría oponían la teoría a la práctica, es
decir, como un reconocimiento especulativo al margen de toda aplicación práctica. Julián
Marías nos dice que Aristóteles sabía muy bien que la theoria es la forma suprema de
praxis, es decir, lo más práctico de todo.
Desde la edad media se inicia un movimiento para vincular la teoría a la práctica y
en consecuencia, como una forma para dominar la realidad. De esta manera a través de
la teoría se acrecentaba el poder. Hoy ya no podemos negar la influencia tan notoria
entre los conocimientos teóricos y el desarrollo de la vida social. El filósofo español que
citamos, afirma: " toda teoría es una práctica, para una acción, para dominar la realidad,
manejarla, transformarla; pero sin teoría adecuada, no se hace más que manosear
torpemente la realidad, confundirla, acaso destrozarla. Por esto, si hay algo urgente, es lo
que merezca llamarse pensamiento político”.
En resumen, teoría es un conocimiento especulativo y sistemático, sobre cualquier
conocimiento o acerca de una actividad. Se comete un error cuando se afirma como lo
hace el diccionario de la Real academia que ese conocimiento es con independencia de
toda aplicación”. La relación teoría y práctica es ineludible.
En la búsqueda del conocimiento puede la teoría proponerse indagar leyes,
constantes, cuadros generales, de carácter general o particular, todo ello en relación con
un orden de fenómenos. Estas concepciones o hipótesis pueden estar en proceso
contradictorio o no constituir un saber comprobado. Cuando la teoría alcanza este grado
de perfección, es porque ha penetrado al campo de la ciencia y de la filosofía.
Hemos de apoyarnos en Dowse y Hughes que concluyen, " en otras palabras, no
parecen existir razones de carácter analítico para que limitemos nuestro estudio a las
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instituciones gubernamentales o estatales, aunque de hecho los especialistas en
sociología política tiendan a centrarse en la consideración de las formas en que la
sociedad afecta al estado. Como dicen Bendix y Lispet, " la sociología política empieza en
la sociedad y examinar la forma en que ésta afecta al estado”.
El estado es un problema muy complejo y su estudio abarca situaciones de
diversa naturaleza. Sin embargo, no es un conocimiento caótico, porque el fenómeno
político es propio de todos los hermanos, en todas las épocas de la historia, lo mismo en
el pasado que en el presente. Por lo cual, la actividad política es un objeto de
consideraciones científicas.
En todos los centros científicos del mundo se realiza una intensa labor para
enjuiciar infinidad de datos sobre los caracteres del estado, tal como se ha vivido y tal
como se vive, y quizás para conjeturar sobre su futuro desarrollo. La teoría del estado,
conocimientos en creciente desarrollo, no agota el conocimiento del estado, porque es
indispensable hacer desembocar ese conocimiento en los cauces de la actividad
científica. Es una palabra, elaborar una ciencia del estado, una ciencia política.
La política práctica persigue un objetivo inmediato, se concreta, se personifica, se
actualiza. Es una actividad de los ciudadanos para que el estado se ponga al servicio de
la sociedad. La política práctica se refiere a buen gobierno de los hombres, pero se aleja
de toda consideración doctrinal, que deja en manos de la política teórica.
La política práctica se orienta en diversos sentidos. Por una parte puede estar
gobernada por bellos ideales constructivos para cooperar en una obra social valiosa.
También puede perseguir propósitos mezquinos, intereses personales y aún
puede quedar en el propio campo de la patología política. En este sentido D'Alembert
decía que " la guerra es el arte de destruir a los hombres; la política es el arte de
engañarlos”.
EL LENGUAJE DE LA POLÍTICA.
Sea insistido en que el hombre se mueve en un bosque de símbolos.
Pensamiento, actuación y lenguaje guardar una relación necesaria para hacer posible la
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convivencia, mas ellos no guardan la misma relación. No todas las mentes mantienen las
mismas posibilidades de razonamiento y expresión, ni atesoran los mismos factores de
cultura. Pensamiento y lenguaje deben ser inseparables, aunque en ocasiones " una
enfermedad del lenguaje es, por consiguiente, lo mismo que una enfermedad del
pensamiento”.
En efecto, sino atenemos a la psicología de las grandes masas, estas accionan y
reaccionan obedeciendo a impulsos externos de muy diversa naturaleza. En unos casos
hay un proceso coactivo externo que nulifica cualquier actitud independiente. En otros
casos en que existe esa libertad de pensamiento y expresión, las masas obedecen a
reclamos sentimentales, patrióticos, emotivos, que en la mayor parte de las veces
desvían la acción a fines preconcebidos.
El lenguaje es un medio o instrumento de acción política. Los grupos exigen este
continuo monólogo del gobernante dando a conocer su pensamiento, que se convierte en
diálogo en el comentario popular, en los procesos de la opinión pública.
El lenguaje de la ciencia política es en ocasiones tan impreciso como el de la
política práctica. Hay conceptos como poder, función, organización y otros similares que
varían en sentidos diversos de autor a autor, y de estado a estado. En la investigación de
la UNESCO el problema de la terminología política arrojo datos interesantes en estas
variaciones conceptuales.
Los gobiernos tienen necesidad de emplear un lenguaje impreciso o genérico para
realizar el proselitismo político. El profesor Snow decía que " en occidente no hemos
sabido ver muy bien esta singularidad con ojos puros y veraces. Tenemos una
propensión excesiva a engañarnos a nosotros mismos con frases como un 'El mundo
libre', o 'la libertad de la ciencia' ".
El pueblo, sin embargo, tiene una intuición o sentido especial para juzgar a sus
gobernantes, y para apoyarlos cuando juzga benéfica su labor o para denostarlos o
satirizarlos cuando juzga su labor inconveniente. Hay un aspecto ridículo de la política
que el pueblo sabe aquilatar muy bien.
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En ocasiones la política tiene más de engaño o subterfugio que de ciencia. La
política que ingeniosamente llama el pueblo " política de campanario ", consiste en decir
mentiras con la apariencia de verdades, o a la inversa, decir verdades con la inocente
apariencia de mentiras. El mismo profesor Snow antes citado agregó: " nadie que haya
pensado alguna vez en las relaciones de la ciencia con el gobierno, y mucho menos si ha
tenido una participación directa en ellas, estará dispuesto a creer que es fácil o seguro
llegar a conclusiones definitivas. La mayor parte de los conceptos usados por los teóricos
de la administración pública son, todo lo más, racionalizaciones, no guías para un
pensamiento ulterior, y por lo general resultan y irrealísticamente alejados de de la
experiencia activa cotidiana. ".
Los pueblos que viven en la mentira no son felices. La vida moderna, y más la del
futuro, está implicada de gravísimos problemas, porque en lugar de resolverse se van
haciendo más complejos y difíciles de solucionar. En ellos se juega la propia vida del
estado y un gobierno responsable debe hace un todo del pueblo y del gobierno. Un
gobierno responsable debe hablarle al pueblo con informaciones precisas y verídicas,
que no lo hagan incurrir en errores o imprecisiones. En las horas más difíciles de la
Francia de los últimos años, el contacto con el pueblo a través del " referéndum ", logró
darle al gobierno una solidez y apoyo insospechados. El gobierno actuaba sobre la base
de que lo que estaba haciendo era lo más conveniente y porque así lo juzgaba necesario,
ya que había pasado por el tamiz de la opinión nacional.
Numerosos sede son los artículos publicados en las revistas especializadas sobre
los desordenes y el lenguaje en materia política. Joseh Gabel nos dice: " puede constarse
que existe una alineación del lenguaje político, homologa de la alineación del lenguaje y
de que hablan algunos psicópatologos. Esta alineación se inserta en los procesos
generales de la alineación alavés como causa y como efecto, pues el lenguaje fuerza una
esquematización, simplificadora y antidialéctica de la realidad social, facilitan una
percepción irreal, delirante de situaciones dadas los momentos de tensión o crisis”.
En fecha relativamente reciente han estado de moda términos de muy diversa
significación política. Tal es el caso de concepto de " despolitización ", con el que se
quiere indicar que un pueblo como el francés muy apegado a sus situaciones políticas ve
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reducirse esa actividad como un retroceso, una crisis, o simplemente las ideas nuevas va
desterrando a las otras.
“vivimos en un tiempo que se siente fabulosamente capaz de realizar, pero no
sabe qué realizar. Domina todas las cosas, pero no es dueña de sí mismo. Se siente
perdido en su propia abundancia. Con más medios, más saber, más técnicas que nunca,
resulta que el mundo actual va como el más desdichado que haya habido: puramente de
la deriva. Tal ha sido la deserción de las minorías directoras, que se halla siempre al
receso de la rebelión de las masas".
De lo expuesto podemos llegar a esta conclusión, que es expresada por Hugo
Padilla: " En general, son los lenguajes los instrumentos que nos sirven para pensar. La
ciencia no es un lenguaje, pero se sirve de un lenguaje para expresar sus ideas ", y
concluye: " bajo pena de distorsionar la función que les es propia, los lenguajes científicos
deben marginar todo recurso que oscurezca su cometido fundamental: logra
proposiciones verdaderas y/o argumentos correctos”.
Tema 2
Modelos de Organización Política
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UNIDAD 2. MODELOS DE ORGANIZACIÓN POLITICA
2.1 LOS TIPOS DE AUTORIDAD
Autoridad:
"Es la facultad de que está investida una persona dentro de una organización para dar
ordenes y exigir que sean cumplidas por sus subordinados, para la realización de
aquellas acciones que quien las dicta considera apropiadas para el logro de los objetivos
del grupo"
Tipos de Autoridad
1. Formal.
Cuando es conferida por la organización, es decir, la que emana de un superior para
ser ejercida sobre otras personas y puede ser:
a) Lineal. Cuando es ejercida por un jefe sobre una persona o grupo.
b) Funcional. Cuando es ejercida por uno o varios jefes sobre funciones distintas.
2. Técnica o Staff. Nace de los conocimientos especializados de quien los
posee.
3. Personal. Se origina en la personalidad del individuo.
Tipos De Autoridad
A cual tipo de sociedad corresponde, un tipo de autoridad. "Autoridad significa la
probabilidad de que una orden específica sea obedecida". La autoridad representa el
poder institucionalizado y oficializado. Poder implica potencial para ejercer influencia
sobre otras personas. Poder significa, la probabilidad de imponer la propia voluntad
dentro de una relación social, aún en contra de cualquier tipo de resistencia y cualquiera
que sea el fundamento de esa probabilidad. El poder es la posibilidad de imposición
arbitraria por parte de una persona sobre la conducta de otras. La autoridad proporciona
poder: tener autoridad es tener poder. La autoridad depende de la legitimidad, que es la
capacidad de justificar su ejercicio. La legitimidad es el motivo que explica por qué
determinado n° de personas obedece las órdenes de alguien, confiriéndole poder. Esa
aceptación, esa justificación del poder, se llama legitimación. La autoridad es legítima
cuando es aceptada. Si la autoridad proporciona poder, el poder conduce a la
dominación. La dominación significa que la orden del dominador influencia a los
dominados, de tal manera que el contenido de la orden, se transforma en obediencia para
los subordinados. La dominación es una relación de poder en la cual el dominador tiene
derecho a ejercer poder y el dominado considera que su obligación es obedecer sus
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órdenes. Las creencias que legitiman el ejercicio del poder existen en la mente del líder y
de los subordinados, determinando la relativa estabilidad de la dominación, refleja las
diferencias básicas entre los diversos sistemas de dominación. Weber establece una
tipología de autoridad basándose, en las fuentes y tipos de legitimidad aplicados.
La dominación requiere un aparato administrativo, cuando la dominación se ejerce
sobre un n° de personas y un vasto territorio, necesita personal administrativo para
ejecutar las órdenes y servir como punto de unión entre el gobernante y los gobernados.
Weber describe 3 tipos de autoridad legítima:
• Autoridad tradicional.
• Autoridad carismática.
• Autoridad legal, racional o burocrática.
a) Autoridad tradicional
Cuando los subordinados consideran que las órdenes de los superiores son
justificadas porque ésa fue siempre la manera como se hicieron las cosas. El dominio
patriarcal del padre de familia, representa el tipo más puro de autoridad tradicional. El
poder tradicional no es racional, puede transmitirse por herencia y es conservador.
Todo cambio social implica ruptura de las tradiciones.
En la dominación tradicional, la legitimación del poder viene dada de la creencia en el
pasado eterno, en la justicia y en la pertinencia de la manera tradicional de actuar. El líder
tradicional es el señor que comanda, en virtud de su estatus de heredero o sucesor.
Aunque sus órdenes sean personales y arbitrarias, sus límites se fijan a partir de
costumbres y hábitos, y sus súbditos obedecen por respeto a su estatus tradicional.
Cuando la dominación tradicional, se extiende, puede asumir 2 formas de aparato
administrativo para garantizar su supervivencia:
1. forma patrimonial: los funcionarios que preservan la dominación tradicional son los
servidores del "señor"y dependen económicamente de él.
2. forma feudal: el aparato administrativo presenta mayor grado de autonomía con
relación al "señor", puesto que los funcionarios, son sus aliados prestándole un juramento
de fidelidad. Los vasallos ejercen una jurisdicción independiente, disponen de sus propios
dominios administrativos y no dependen del "señor" en lo que atañe a remuneración y
subsistencia.
b) Autoridad carismática
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Los subordinados aceptan las órdenes del superior como justificadas, a causa de la
influencia de la personalidad y del liderazgo del superior con el cual se identifican.
Carisma: cualidad extraordinaria e indefinible en una persona. El poder carismático es un
poder sin base racional, es inestable y adquiere características revolucionarias. No puede
ser delegado, ni recibirlo en herencia.
El líder se impone por ser alguien fuera de lo común, que posee habilidades mágicas o
muestras de heroísmo o poder mental de persuasión y no debido a su posición o
jerarquía. Es una autoridad basada en la devoción afectiva y personal y en el arrebato
emocional de los seguidores hacia la persona que posee el mencionado carisma.
La legitimación de la autoridad carismática proviene de las características personales
carismáticas del líder y de la devoción y arrebato que consigue imponer a sus seguidores.
Cuando la dominación carismática incluye un n° de seguidores, el aparato administrativo
está constituido por los discípulos y subordinados más leales t devotos, para desempeñar
el papel de intermediarios entre el líder carismático y la masa. Ese aparato administrativo
es inconstante e inestable. El personal administrativo es escogido y seleccionado según
la confianza que el líder deposite en los subordinados. La selección se basa en la
devoción, autenticidad y confiabilidad del subordinado. Si el subordinado deja de merecer
la confianza del líder, pasa a ser sustituido por otro más confiable.
c) Autoridad legal, racional o burocrática
Cuando los subordinados aceptan las órdenes de los superiores como justificadas,
porque están de acuerdo con un conjunto de preceptos o normas que consideran
legítimos y de los cuales se deriva el poder de mando. Es el tipo de autoridad técnica,
meritocrática y administrativa. Se basa en la promulgación. La idea básica reside en el
hecho de que las leyes pueden ser promulgadas y reglamentadas libremente por
procedimientos formales y correctos. El grupo gobernante es elegido y ejerce autoridad
sobre sus subordinados, siguiendo ciertas normas y leyes. La obediencia se debe a un
conjunto de normas y reglamentos legales, previamente establecidos.
La legitimidad del poder racional y legal se basa en normas legales racionalmente
definidas.
En la dominación legal, la creencia en la justicia de la ley es fundamento de la
legitimación. El pueblo obedece las leyes porque cree que son decretadas por un
procedimiento escogido, por los gobernantes y los gobernados. El gobernante es visto
como una persona que alcanzó tal posición, por procedimientos legales y en virtud de su
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posición alcanzada ejerce el poder dentro de los límites fijados por las normas y
reglamentos sancionados legalmente.
El aparato administrativo que corresponde a la dominación legal es la burocracia, y su
fundamento son las leyes y el orden legal. La posición de los funcionarios y sus
relaciones con el gobernante, los gobernados y sus colegas son definidas por reglas
impersonales y escritas, que delinean, la jerarquía del aparato administrativo, los
derechos y deberes inherentes a c/ posición, etc. La burocracia es la organización típica
de la sociedad moderna democrática y de las grandes empresas. La autoridad legal,
abarca la moderna estructura del Estado y las organizaciones no estatales. A través del
"contrato" las relaciones de jerarquía en ella pasan a constituir esquemas de autoridad
legal.
Weber identifica 3 factores que favorecen el desarrollo de la moderna burocracia:
1. el desarrollo de una economía monetaria: la moneda facilita y racionaliza las
transacciones económicas. La moneda asume el lugar de la remuneración en especie
para los funcionarios, permitiendo al descentralización de la autoridad y el fortalecimiento
de la administración burocrática;
2. el crecimiento cuantitativo y cualitativo de las tareas administrativas del Estado
moderno: sólo un tipo burocrático de organización podría sustentar la complejidad y el
tamaño de las tareas;
3. la superioridad técnica del tipo burocrático de administración: sirvió como fuerza
autónoma interna para imponer su prevalencia.
2.2 Formas de Dominación
Las Formas de Legitimidad
Debe entenderse por "dominación", de acuerdo con la definición ya dada, la
probabilidad de encontrar obediencia dentro de un grupo determinado para mandatos
específicos (o para toda clase de mandatos). No es, por tanto, toda especie de
probabilidad de ejercer "poder" o "influjo" sobre otros hombres. En el caso concreto esta
dominación ("autoridad"), en el sentido indicado, puede descansar en los más diversos
motivos de sumisión: desde la habituación inconsciente hasta lo que son consideraciones
puramente racionales con arreglo a fines. Un determinado mínimo de voluntad de
obediencia, o sea de interés (externo o interno) en obedecer, es esencial en toda relación
auténtica de autoridad.
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No toda dominación se sirve del medio económico. Y todavía menos tiene toda
dominación fines económicos. Pero toda dominación sobre una pluralidad de hombres
requiere de un modo normal (no absolutamente siempre) un cuadro administrativo; es
decir, la probabilidad, en la que se puede confiar, de que se dará una actividad, dirigida a
la ejecución de sus ordenaciones generales y mandatos concretos, por parte de un grupo
de hombres cuya obediencia se espera. Este cuadro administrativo puede estar ligado a
la obediencia de su señor (o señores) por la costumbre, de un modo puramente afectivo,
por intereses materiales o por motivos ideales (con arreglo a valores). La naturaleza de
estos motivos determina en gran medida el tipo de dominación. Motivos puramente
materiales y racionales con arreglo a fines como vínculo entre el imperante y su cuadro
implican aquí, como en todas partes, una relación relativamente frágil. Por regla general
se le añaden otros motivos: afectivos o racionales con arreglo a valores. En casos fuera
de lo normal pueden éstos ser los decisivos. En lo cotidiano domina la costumbre y con
ella intereses materiales, utilitarios, tanto en ésta como en cualquiera otra relación. Pero
la costumbre y la situación de intereses, no menos que los motivos puramente afectivos y
de valor (racionales con arreglo a valores), no pueden representar los fundamentos en
que la dominación confía. Normalmente se les añade otro factor: la creencia en la
legitimidad.
De acuerdo con la experiencia ninguna dominación se contenta voluntariamente
con tener como probabilidades de su persistencia motivos puramente materiales,
afectivos o racionales con arreglo a valores. Antes bien, todas procuran despertar y
fomentar la creencia en su "legitimidad". Según sea la clase de legitimidad pretendida es
fundamentalmente diferente tanto el tipo de la obediencia, como el del cuadro
administrativo destinado a garantizarla, como el carácter que toma el ejercicio de
dominación. Y también sus efectos. Por eso, parece adecuado distinguir las clases de
dominación según sus pretensiones típicas de legitimidad. Para ello es conveniente partir
de relaciones modernas y conocidas.
1. Tan sólo los resultados que se obtengan pueden justificar que se haya tomado
este punto de partida para la clasificación y no otro. No puede ser en esto un
inconveniente decisivo el que por ahora se pospongan para ser añadidas otras
características distintivas típicas. La "legitimidad" de una dominación tiene una
importancia que no es puramente "ideal" -aunque no sea más que por el hecho de que
mantiene relaciones muy determinadas con la legitimidad de la "propiedad".
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2. No toda "pretensión" convencional o jurídicamente garantizada debe llamarse
"relación de dominación". Pues de esta suerte podría decirse que el trabajador en el
ámbito de la pretensión de su salario es "señor" del patrono, ya que éste a demanda del
ejecutor judicial, está a su disposición. En verdad, es formalmente sólo una parte
"acreedora" a la realización de ciertas prestaciones en un determinado cambio de
servicios. Sin embargo, el concepto de una relación de dominación no excluye
naturalmente el que haya podido surgir por un contrato formalmente libre: así en la
dominación del patrono sobre el obrero traducida en las instrucciones y ordenanzas de su
trabajo o en la dominación del señor sobre el vasallo que ha contraído libremente el pacto
feudal. El que la obediencia por disciplina militar sea formalmente "obligada" mientras la
que impone la disciplina de taller es formalmente "voluntaria", no altera para nada el
hecho de que la disciplina de taller implica también sumisión a una autoridad
(dominación). También la posición del funcionario se adquiere por contrato y es
denunciable, y la relación misma de "súbdito" puede ser aceptada y (con ciertas
limitaciones) disuelta voluntariamente. La absoluta carencia de una relación voluntaria
sólo se da en los esclavos. Tampoco, por otra parte, debe llamarse "dominación" a un
poder "económico" determinado por una situación de monopolio; es decir, en este caso,
por la posibilidad de "dictar" a la otra parte las condiciones del negocio; su naturaleza es
idéntica a la de toda otra "influencia" condicionada por cualquiera otra superioridad:
erótica, deportiva, dialéctica, etc. Cuando un gran banco se encuentra en situación de
forzar a otros bancos a aceptar un cártel de condiciones, esto no puede llamarse, sin
más, "dominación", mientras no surja una relación de obediencia inmediata: o sea, que
las disposiciones de la dirección de aquel banco tengan la pretensión y la probabilidad de
ser respetadas puramente en cuanto tales, y sean controladas en su ejecución.
Naturalmente, aquí como en todo la transición es fluida: entre la simple responsabilidad
por deudas y la esclavitud por deudas existen toda suerte de gradaciones intermedias. Y
la posición de un "salón" puede llegar hasta los límites de una situación de poder
autoritario, sin ser por eso necesariamente "dominación". Con frecuencia no es posible en
la realidad una separación rigurosa, pero por eso mismo es más imperiosa la necesidad
de conceptos claros.
3. La "legitimidad" de una dominación debe considerarse sólo como una
probabilidad, la de ser tratada prácticamente como tal y mantenida en una proporción
importante. Ni con mucho ocurre que la obediencia a una dominación esté orientada
primariamente (ni siquiera siempre) por la creencia en su legitimidad. La adhesión puede
fingirse por individuos y grupos enteros por razones de oportunidad, practicarse
efectivamente por causa de intereses materiales propios, o aceptarse como algo
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irremediable en virtud de debilidades individuales y de desvalimiento. Lo cual no es
decisivo para la clasificación de una dominación. Más bien, su propia pretensión de
legitimidad, por su índole la hace "válida" en grado relevante, consolida su existencia y
codetermina la naturaleza del medio de dominación. Es más, una dominación puede ser
tan absoluta -un caso frecuente en la práctica- por razón de una comunidad ocasional de
intereses entre el soberano y su cuadro (guardias personales, pretorianos, guardias
"rojos" o "blancos") frente a los dominados, y encontrarse de tal modo asegurada por la
impotencia militar de éstos, que desdeñe toda pretensión de "legitimidad". Sin embargo,
aún en este caso, la clase de relación de la legitimidad entre el soberano y su cuadro
administrativo es muy distinta según sea la clase del fundamento de la autoridad que
entre ellos exista, siendo decisiva en gran medida para la estructura de la dominación,
como se mostrará más adelante.
4. "Obediencia" significa que la acción del que obedece transcurre como si el
contenido del mandato se hubiera convertido, por sí mismo, en máxima de su conducta; y
eso únicamente en méritos de la relación formal de obediencia, sin tener en cuenta la
propia opinión sobre el valor o desvalor del mandato como tal.
5. Desde un punto de vista puramente psicológico la cadena causal puede
mostrarse diferente; puede ser, especialmente, el "inspirar" o la "endopatía". Esta
distinción, sin embargo, no es utilizable en la construcción de los tipos de dominación.
6. El ámbito de la influencia autoritaria de las relaciones sociales y de los
fenómenos culturales es mucho mayor de lo que a primera vista parece. Valga como
ejemplo la suerte de dominación que se ejerce en la escuela, mediante la cual se
imponen las formas de lenguaje oral y escrito que valen como ortodoxas. Los dialectos
que funcionan como lenguajes de cancillería de una asociación política autocéfala, es
decir, de sus señores, se convierten en su forma de lenguaje y escritura ortodoxa y han
determinado las separaciones "nacionales" (por ejemplo, Holanda y Alemania). La
autoridad de los padres y de la escuela llevan su influencia mucho más allá de aquellos
bienes culturales de carácter (aparentemente) formal, pues conforma a la juventud y de
esa manera a los hombres.
7. El que el dirigente y el cuadro administrativo de una asociación aparezcan
según la forma como "servidores" de los dominados, nada demuestra respecto del
carácter de "dominación". Más tarde se hablará particularmente de las situaciones de
hecho de la llamada "democracia". Hay, empero, que atribuirle en casi todos los casos
imaginables un mínimo de poder decisivo de mando, y en consecuencia de "dominación".
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Existen tres tipos puros de dominación legítima. El fundamento
primario de su legitimidad puede ser:
1. De carácter racional: que descansa en la creencia en la legalidad de
ordenaciones estatuidas y de los derechos de mando de los llamados por esas
ordenaciones a ejercer la autoridad (autoridad legal).
2. De carácter tradicional: que descansa en la creencia cotidiana en la santidad de
las tradiciones que rigieron desde lejanos tiempos y en la legitimidad de los señalados
por esa tradición para ejercer la autoridad (autoridad tradicional).
3. De carácter carismático: que descansa en la entrega extracotidiana a la
santidad, heroísmo o ejemplaridad de una persona y a las ordenaciones por ella creadas
o reveladas (llamada) (autoridad carismática).
En el caso de la autoridad legal se obedecen las ordenaciones impersonales y objetivas
legalmente estatuidas y las personas por ellas designadas, en méritos éstas de la
legalidad formal de sus disposiciones dentro del círculo de su competencia. En el caso de
la autoridad tradicional se obedece a la persona del señor llamado por la tradición y
vinculado por ella (en su ámbito) por motivos de piedad (pietas), en el círculo de lo que es
consuetudinario. En el caso de la autoridad carismática se obedece al caudillo
carismáticamente calificado por razones de confianza personal en la revelación,
heroicidad o ejemplaridad, dentro del círculo en que la fe en su carisma tiene validez.
1. La utilidad de esta división sólo puede mostrarla el rendimiento sistemático que
con ella se busca. El concepto de "carisma" (gracia) se ha tomado de la terminología del
cristianismo primitivo. Con respecto a la hierocracia cristiana Rudolf Sohm ha sido el
primero que en su Kirchenrecht (derecho eclesiástico) empleó el concepto, aunque no la
terminología; otros (por ejemplo, Hall, Enthusiasmus und Bussgewalt, "Entusiasmo y
poder expiatorio") destacaron ciertas consecuencias importantes.
2. El que ninguno de los tres tipos ideales -que van a estudiarse en lo que sigue-
acostumbre a darse "puro"en la realidad histórica, no debe impedir aquí, como en parte
alguna, la fijación conceptual en la forma más pura posible de su construcción. Más tarde
habrá de considerarse (§§ 11 ss.) la transformación del carisma puro al ser absorbido por
lo cotidiano, y de esa manera se hará mayor la conexión con las formas empíricas de
dominación. Pero aún entonces tiene validez para todo fenómeno empírico e histórico de
dominación, que nunca constituye "un libro abierto" en donde todo se declare. Y la
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tipología sociológica ofrece al trabajo histórico concreto por lo menos la ventaja, con
frecuencia nada despreciable, de poder decir en el caso particular de una forma de
dominación lo que en ella hay de "carismático", de "carisma hereditario", de "carisma
institucional", de "patriarcal" (§ 7), de "burocrático" (§ 4), de "estamental", etc., o bien en
lo que se aproxima a uno de estos tipos; y asimismo la ventaja de trabajar con conceptos
pasablemente unívocos. Pero con todo, estamos muy lejos de creer que la realidad
histórica total se deje "apresar" en el esquema de conceptos que vamos a desarrollar.
DOMINACIÓN TRADICIONAL
Debe entenderse que una dominación es tradicional cuando su legitimidad
descansa en la santidad de ordenaciones y poderes de mando heredados de tiempos
lejanos, "desde tiempo inmemorial", creyéndose en ella en méritos de esa santidad. El
señor o los señores están determinados en virtud de reglas tradicionalmente recibidas. La
"asociación de dominación", en el caso más sencillo, es primariamente una "asociación
de piedad" determinada por una comunidad de educación. El soberano no es un
"superior", sino un señor personal, su cuadro administrativo no está constituido por
"funcionarios" sino por "servidores", los dominados no son "miembros" de la asociación
sino: 1) "compañeros tradicionales" (§ 7a, o 2) "súbditos". Las relaciones del cuadro
administrativo para con el soberano no se determinan por el deber objetivo del cargo,
sino por la fidelidad personal del servidor.
No se obedece a disposiciones estatuidas, sino a la persona llamada por la
tradición o por el soberano tradicionalmente determinado: y los mandatos de esta
persona son legítimos de dos maneras:
a) en parte por la fuerza de la tradición que señala inequívocamente el contenido de los
ordenamientos, así como su amplitud y sentido tal como son creídos, y cuya conmoción
por causa de una transgresión de los límites tradicionales podría ser peligrosa para la
propia situación tradicional del imperante;
b) en parte por arbitrio libre del señor, al cual la tradición le demarca el ámbito
correspondiente.
Este arbitrio tradicional descansa primeramente en la limitación, por principio, de
la obediencia por piedad.
Existe por consiguiente el doble reino:
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a) de la acción del imperante materialmente vinculada por la tradición.
b) de la acción del imperante materialmente libre de tradición.
Dentro de este último el soberano puede dispensar su "favor" otorgando o
retirando su gracia libérrima por inclinaciones o antipatías personales o por decisión
puramente personal, particularmente también la comprada mediante regalos -la fuente de
los "arbitrios". En la medida en que el soberano procede según principios son éstos los
de la justicia y equidad, con un contenido ético material, o los de la conveniencia utilitaria,
pero no -como en la dominación legal- principios formales. De hecho el ejercicio de la
dominación se orienta por lo que, de acuerdo con la costumbre, está permitido al señor (y
a su cuadro administrativo) frente a la obediencia tradicional de los súbditos, de modo
que no provoque su resistencia. Esta resistencia se dirige, cuando surge, contra la
persona del señor (o de los servidores) que desatendió los límites tradicionales del poder,
pero no contra el sistema como tal ("revolución tradicionalista").
En el tipo puro de dominación tradicional es imposible la "creación" deliberada, por
declaración, de nuevos principios jurídicos o administrativos. Nuevas creaciones efectivas
sólo pueden ser legitimadas por considerarse válidas de antaño y ser reconocidas por la
"sabiduría" tradicional. Sólo cuentan como elementos de orientación en la declaración del
derecho los testimonios de la tradición: "precedentes y jurisprudencia".
DOMINACION CARISMATICA
Debe entenderse por "carisma" la cualidad, que pasa por extraordinaria
(condicionada mágicamente en su origen, lo mismo si se trata de profetas que de
hechiceros, árbitros, jefes de cacería o caudillos militares), de una personalidad, por cuya
virtud se la considera en posesión de fuerzas sobrenaturales o sobre humanas -o por lo
menos específicamente extracotidianas y no asequibles a cualquier otro-, o como
enviados del dios, o como ejemplar y, en consecuencia, como jefe, caudillo, guía o líder.
El modo como habría de valorarse "objetivamente" la cualidad en cuestión, sea desde un
punto de vista ético, estético u otro cualquiera, es cosa del todo indiferente en lo que
atañe a nuestro concepto, pues lo que importa es cómo se valora "por los dominados"
carismáticos, por los "adeptos".
El carisma de un "poseso" (cuyos frenesíes se atribuían, al parecer sin razón, al
uso de determinadas drogas; en el Bizancio medieval se mantenía un cierto número de
éstos dotados con el carisma del frenesí bélico como una especie de instrumento de
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guerra), de un "chamán" (magos, en cuyos éxtasis, en el caso puro, se daba la
posibilidad de ataques epileptoides como condición previa), la del fundador de los
mormones (quizás, mas no con seguridad absoluta, un tipo de refinado farsante) o la de
un literato entregado a sus éxtasis demagógicos como Kurt Eisner, todos ellos se
consideran por la sociología, exenta de valoraciones, en el mismo plano que el carisma
de los que según apreciación corriente son "grandes" Héroes, Profetas y Salvadores.
1. Sobre la validez del carisma decide el reconocimiento -nacido de la entrega a la
revelación, de la reverencia por el héroe, de la confianza en el jefe- por parte de los
dominados; reconocimiento que se mantiene por "corroboración" de las supuestas
cualidades carismáticas -siempre originariamente por medio del prodigio. Ahora bien, el
reconocimiento (en el carisma genuino) no es el fundamento de la legitimidad, sino un
deber de los llamados, en méritos de la vocación y de la corroboración, a reconocer esa
cualidad. Este "reconocimiento" es, psicológicamente, una entrega plenamente personal
y llena de fe surgida del entusiasmo o de la indigencia y la esperanza.
Ningún profeta ha considerado su cualidad como dependiente de la multitud, ningún rey
ungido o caudillo carismático ha tratado a los oponentes o a las personas fuera de su
alcance sino como incumplidores de un deber; y la no participación en el reclutamiento
guerrero, formalmente voluntario, abierto por el caudillo ha sido objeto de burla y
desprecio en todo el mundo.
2. Si falta de un modo permanente la corroboración, si el agraciado carismático
parece abandonado de su dios o de su fuerza mágica o heroica, le falla el éxito de modo
duradero y, sobre todo, si su jefatura no aporta ningún bienestar a los dominados,
entonces hay la probabilidad de que su autoridad carismática se disipe. Este es el sentido
genuinamente carismático del imperio "por la gracia de Dios".
Aun los viejos reyes germánicos podían encontrarse ante "manifestaciones públicas de
desprecio". Cosa que ocurría, pero en masa, en los llamados pueblos primitivos. En
China la calificación carismática de los monarcas estaba fijada de un modo tan absoluto,
que todo infortunio, cualquiera que éste fuese -no sólo guerras desgraciadas, sino
sequías, inundaciones, sucesos astronómicos aciagos- le obligaba a expiación pública y
eventualmente a abdicar. En ese caso no tenía el carisma de la "virtud" exigida
(clásicamente determinada) por el espíritu del cielo y no era, por tanto, el legítimo "Hijo
del cielo".
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181
3. La dominación carismática supone un proceso de comunización de carácter
emotivo. El cuadro administrativo de los imperantes carismáticos no es ninguna
"burocracia", y menos que nada una burocracia profesional. Su selección no tiene lugar ni
desde puntos de vista estamentales ni desde los de la dependencia personal o
patrimonial. Sino que se es elegido a su vez por cualidades carismáticas: al profeta
corresponden los discípulos, al príncipe de la guerra el "séquito", al jefe, en general, los
"hombres de confianza". No hay ninguna "colocación" ni "destitución", ninguna "carrera"
ni "ascenso", sino sólo llamamiento por el señor según su propia inspiración fundada en
la calificación carismática del vocado. No hay ninguna "jerarquía", sino sólo
intervenciones del jefe, de haber insuficiencia carismática del cuadro administrativo, bien
en general, bien para un caso dado, y eventualmente cuando se le reclame. No existen ni
"jurisdicción" ni "competencias", pero tampoco apropiación de los poderes del cargo por
"privilegio", sino sólo (de ser posible) limitación espacial o a determinados objetos del
carisma y la "misión". No hay "sueldo" ni "prebenda" alguna, sino que los discípulos y
secuaces viven (originariamente) con el señor en comunismo de amor o camaradería,
con medios procurados por mecenas. No hay ninguna "magistratura" firmemente
establecida, sino sólo misioneros comisionados carismáticamente con una misión, dentro
del ámbito de la misión otorgada por el señor y de su propio carisma. No existe
reglamento alguno, preceptos jurídicos abstractos, ni aplicación racional del derecho
orientada por ellos, más tampoco se dan arbitrios y sentencias orientados por
precedentes tradicionales, sino que formalmente son lo decisivo las creaciones de
derecho de caso en caso, originariamente sólo juicios de Dios y revelaciones. Sin
embargo, en su aspecto material rige en toda dominación carismática genuina la frase:
"estaba escrito, pero yo en verdad os digo"; el profeta genuino, como el caudillo genuino,
como todo jefe genuino en general, anuncia, crea, exige nuevos mandamientos -en el
sentido originario del carisma: por la fuerza de la revelación, del oráculo, de la inspiración
o en méritos de su voluntad concreta de organización, reconocida en virtud de su origen
por la comunidad de creyentes, guerreros, prosélitos u otra clase de personas. El
reconocimiento crea un deber. En tanto que a una profecía no se le oponga otra
concurrente con la pretensión a su vez de validez carismática, únicamente existe una
lucha por el liderazgo que sólo puede decidirse por medios mágicos o por reconocimiento
(según deber) de la comunidad, en la que el derecho sólo puede estar de un lado,
mientras que del otro sólo está la injuria sujeta a expiación.
La dominación carismática se opone, igualmente, en cuanto fuera de lo común y
extracotidiana, tanto a la dominación racional, especialmente la burocrática, como a la
tradicional, especialmente la patriarcal y patrimonial o estamental. Ambas son formas de
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la dominación cotidiana, rutinaria -la carismática (genuina) es específicamente lo
contrario. La dominación burocrática es específicamente racional en el sentido de su
vinculación a reglas discursivamente analizables; la carismática es específicamente
irracional en el sentido de su extrañeza a toda regla. La dominación tradicional está
ligada a las precedentes del pasado y en cuanto tal igualmente orientada por normas; la
carismática subvierte el pasado (dentro de su esfera) y es en este sentido
específicamente revolucionaria. No conoce ninguna apropiación del poder de mando, al
modo de la propiedad de otros bienes, ni por los señores ni por poderes estamentales,
sino que es legítima en tanto que el carisma personal "rige" por su corroboración, es
decir, en tanto que encuentra reconocimiento, y "han menester de ella" los hombres de
confianza, discípulos, séquito; y sólo por la duración de su confirmación carismática.
Lo dicho apenas necesita aclaración. Vale lo mismo para el puro dominador
carismático "plebiscitario" (el "imperio del genio" de Napoleón, que hizo de plebeyos
reyes y generales) que para los profetas o héroes militares.
4. El carisma puro es específicamente extraño a la economía. Constituye, donde
aparece, una vocación en el sentido enfático del término: como "misión" o como "tarea"
íntima. Desdeña y rechaza, en el tipo puro, la estimación económica de los dones
graciosos como fuente de ingresos -lo que ciertamente ocurre más como pretensión que
como hecho. No es que el carisma renuncie siempre a la propiedad y al lucro, como
ocurrió en determinadas circunstancias con los profetas y sus discípulos. El héroe militar
y su séquito buscan botín; el imperante plebiscitario o el jefe carismático de partido
buscan medios materiales para su poder; el primero, además, se afana por el brillo
material de su dominación para afianzar su prestigio de mando. Lo que todos desdeñan -
en tanto que existe el tipo carismático genuino- es la economía racional o tradicional de
cada día, el logro de "ingresos" regulares en virtud de una actividad económica dirigida a
ello de un modo continuado. Las formas típicas de la cobertura de necesidades de
carácter carismático son, de un lado, las mecenísticas -de gran estilo (donaciones,
fundaciones, soborno, propinas de importancia)- y las mendicantes, y, de otro lado, el
botín y la extorsión violenta o (formalmente) pacífica. Considerada desde la perspectiva
de una economía racional es una fuerza típica de la "antieconomicidad", pues rechaza
toda trabazón con lo cotidiano. Tan sólo puede "llevar aparejada", por así decirlo, con
absoluta indiferencia íntima, una intermitente adquisición ocasional. El "vivir de rentas",
como forma de estar relevado de toda gestión económica, puede ser -en muchos casos-
el fundamento económico de existencias carismáticas. Pero no se aplica esto a los
"revolucionarios" carismáticos normales.
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La no admisión de cargos eclesiásticos por los jesuitas es una aplicación
racionalizada de este principio del "discipulado". Es cosa clara que todos los héroes de la
ascética, de las órdenes mendicantes y de los combatientes por la fe quedan
comprendidos en lo que venimos diciendo. Casi todos los profetas han sido mantenidos
de un modo mecenístico. La frase de Pablo dirigida contra los misioneros gorrones:
"quien no trabaja no debe comer", no significa, naturalmente, una afirmación de la
"economía", sino sólo el deber de procurarse el sustento, aunque como "profesión
accesoria"; pues la parábola propiamente carismática de los "lirios del campo" no debe
interpretarse en su sentido literal, sino únicamente en el de la despreocupación por lo que
ha de realizarse al día siguiente. Por otra parte, es concebible en el caso de un grupo de
discípulos carismáticos de carácter primariamente estético, que valga como norma la
relevación de las luchas económicas por limitación de los vocados en sentido auténtico a
personas "económicamente independientes" (rentistas; así en el círculo de Stefan
George, por lo menos en su primera intención).
5. El carisma es la gran fuerza revolucionaria en las épocas vinculadas a la
tradición. A diferencia de la fuerza igualmente revolucionaria de la ratio que, o bien opera
desde fuera por transformación de los problemas y circunstancias de la vida -y, por tanto,
de modo mediato, cambiando la actitud ante ellos- o bien por intelectualización, el
carisma puede ser una renovación desde dentro, que nacida de la indigencia o del
entusiasmo, significa una variación de la dirección de la conciencia y de la acción, con
reorientación completa de todas las actitudes frente a las formas de vida anteriores o
frente al "mundo" en general. En las épocas prerracionalistas tradición y carisma se
dividen entre sí la totalidad de las direcciones de orientación de la conducta.
2.3 TIPOLOGIAS
El interés por la comprensión del mundo emocional en la filosofía tiene ya una
larga trayectoria en el estudio de las pasiones y los sentimientos, que data desde la
Grecia clásica.2 Sin embargo, desde finales del siglo xix y por varias décadas las
emociones fueron objeto de estudio privilegiado, sino exclusivo, de la psicología y el
psicoanálisis, sobre todo desde una perspectiva instrumental (conductista), clínica y
acaso sociopatológica.
Por su parte, la sociología, aun cuando de modo tangencial, le ha concedido
también importancia a la esfera emocional. Incluso para los clásicos, ésta es una especie
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de sedimento implícito, como el fin último de algunas instituciones sociales, la arena en la
que se expresan y depositan los cambios globales de la sociedad.
Piénsese, por ejemplo, en las tipologías históricas elaboradas por los sociólogos
clásicos como Marx, Weber y Durkheim, que, como bien señala Lyon, conservan una
gran influencia de la tipología elaborada por Tonnies, en el sentido de que contienen los
aspectos fundamentales señalados por este último autor, respecto al movimiento social
que va desde el Gemeinschaft o comunitario lifestyle, al Gelsellschaft lifestile propio de la
sociedad moderna y la vida urbana, que descansa en la voluntad racional e implica la
emergencia del individualismo, y de un orden social legal que exige y moviliza la
neutralidad afectiva
Así, la emergencia del individuo y la neutralidad afectiva que lo acompaña pueden
ser encontradas en estas grandes tipologías, sean éstas expuestas en la forma de
tránsito que va del modo de producción feudal al de producción capitalista, en el modelo
de Marx; o en la forma del tránsito del tipo de dominación tradicional al de dominación
legal y burocrático, en el modelo weberiano; y finalmente, en la forma del cambio que va
desde la solidaridad mecánica, característica de las sociedades tradicionales, a la
orgánica, en torno a la cual se cohesiona la sociedad moderna, en términos de Durkheim.
Podríamos decir que el desplazamiento de la importancia de la vida emocional en el
orden social constituye un elemento común a estas tipologías, muy al margen de las
profundas diferencias que conservan estos autores en cuanto a los principios filosóficos,
epistemológicos y aun políticos que guían su reflexión.
En particular, en la tipología elaborada por Durkheim en La división social del
trabajo, la solidaridad orgánica implica la pérdida de importancia de los lazos
comunitarios, de la homogeneidad de la población y, sin duda, afecta el mundo emocional
del sujeto. Durkheim se interesó en diferenciar la psicología de la sociología; en
particular, encuentra en los sentimientos religiosos una fuerza moral que ofrece refugio a
los sentimientos de la comunidad.
Su trabajo sobre El suicidio constituye una aproximación importante a los
sentimientos en la perspectiva histórica. En él ilustra su preocupación por el mundo
emocional, y su interés por entender los fenómenos psicológicos como consecuencia de
procesos sociales globales.
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Collins resalta la trascendencia que adquieren de manera implícita las teorías
propuestas por Durkheim y Parsons. Para ellos, el orden social y la cohesión descansan
en los valores morales compartidos. Pero en última instancia, éstos no son otra cosa que
"conocimientos amalgamados con emociones". Efectivamente, los valores invocan, pero
también implican la movilización de emociones en el macro y micro nivel de la sociedad.
Como veremos, el foco de los funcionalistas herederos de la tradición durkheimiana, en la
sociología de las emociones, es, a la inversa, el estudio de la función de las emociones
en el orden social. De cualquier forma, la sociología de las emociones, muy al margen de
si los autores son o no herederos de la tradición funcionalista de Durkheim, ha heredado
la premisa fundamental de que la sociología debe explicar los fenómenos emocionales
con el uso de conceptos sociológicos adecuados y propios de esta área de conocimiento
.
Por otra parte, la concepción de Weber sobre las emociones ocupa un lugar
central en sus conceptos teóricos; así, la acción social que constituye en su opinión el
objeto de estudio de la sociología, gira en el sentido referido, el cual puede ser racional o
irracional, y descansar este último, fundamentalmente, en la esfera afectiva. La oposición
racionalidad frente a irracionalidad es un aspecto principal del enfoque de Weber, para
quien las sociedades, como tipo ideal, viven un proceso que denota la pérdida de
importancia del sentido afectivo en torno al cual se articula el orden convencional
característico de las sociedades tradicionales.
En cierta forma, esta perspectiva general de los sociólogos clásicos y de Weber
en particular corresponde vis à vis a un ambiente social influenciado ya por los efectos de
la llamada revolución científica, y sobre todo por una concepción que consideraba la
racionalidad y emocionalidad no sólo diferentes, sino como formas opuestas de
relacionarse con el mundo en el orden individual, y por supuesto también a nivel global e
histórico; no olvidemos que la racionalidad fue vista como una característica privilegiada
de las sociedades más desarrolladas. Incluso para la psicología todavía en los años
treinta y cuarenta del siglo xx, las emociones eran consideradas como respuestas
desorganizantes y desorganizadas de la conducta.
En el campo de las ciencias sociales, en los estudios de "cultura y personalidad"
de R. Benedict, M. Mead y H. Lasswell hacia la década de los treinta del siglo xx, se
expresa una preocupación más específica por la esfera emocional. Su influencia, sin
embargo, podría ser más leve y quizás objeto de reflexiones críticas en comparación con
los trabajos de sociólogos/historiadores que, para la misma época, mostraron una rica
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veta en el análisis de las emociones, como el trabajo de Elias, que ilustra la fusión de la
sociología de "lo emocional" y de una perspectiva histórica de largos ciclos.
Sin duda, un antecedente más cercano y directo a la subdisciplina de la sociología
lo constituye George H. Mead, fundador de la psicología social, pero también la filosofía y
la sociología del conocimiento consolidaron las raíces de las que derivaría el nuevo
campo de la sociología de las emociones .
Así, la sociología clásica se preocupaba sobre todo por análisis macrosociales y
no acababa de crear todavía las herramientas conceptuales para el estudio de las
dimensiones microsociales y los fenómenos que ocurren en la vida cotidiana. No sería
sino hasta el desarrollo de nuevos paradigmas, como el interaccionismo simbólico y la
etnometodología (fuertemente influenciados por el análisis de la dimensión social del
pensamiento individual de George H. Mead), por una parte, y la sociología del
conocimiento, por otra, que la sociología prestó atención al análisis del individuo y sus
interacciones más inmediatas. Éstas serían las influencias teóricas determinantes para la
emergencia de este nuevo campo de análisis sociológico.
No obstante este cúmulo de antecedentes más tangenciales que directos, la
sociología de las emociones constituye una subdisciplina de más reciente creación y, en
cierta forma, su propio surgimiento ofrece una respuesta crítica a la tradición de los
clásicos, no sólo porque "rescata" la vida emocional o la sitúa en el centro de la reflexión
sociológica, sino porque hace acto de presencia al señalar que los sentimientos y las
emociones forman parte de un proceso constructivo y subrayar que la esfera emocional
está permanentemente atravesada por una enorme racionalidad que es "activada" por el
individuo como actor social, y por los grandes dispositivos ideológicos e institucionales en
los que descansa el orden social.
La sociología de las emociones, como campo disciplinario propiamente dicho, emerge
hacia la mitad de la década de 1970.
Para Kemper, su surgimiento fue posible por las nuevas perspectivas teóricas que en los
años sesenta rompen con la lógica lineal, y critican el interés en el análisis de las
estructuras y el menosprecio por el actor social y su vida emocional. La sociología de las
emociones exige entonces una mayor atención al "yo" en relación con las estructuras
sociales, sin desdibujar al actor social propiamente dicho, y subraya la necesidad de
entender los fenómenos emocionales como fenómenos sociológicos. En este sentido,
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inició un camino enriquecedor al establecer puentes dentro de las dimensiones micro y
macrosociológicas
Como lo señala Kemper , desde el inicio de la sociología de las emociones se han
expresado y desarrollado en su interior los mayores conflictos y controversias de la
sociología, que se circunscriben básicamente en dos grandes posiciones teórico-
epistemológicas: positivistas y antipositivistas.
Para McCarthy, las emociones son procesos eminentemente sociales, de tal suerte que
ni siquiera cabría la posibilidad teórica de preguntarse acerca de cualquier emoción que
no sea socialmente construida, formada y orquestada; en el mismo sentido, y de acuerdo
con Matthews, la emoción no puede ser comprendida como un estado interno del sujeto
ni tampoco es producto de las acciones propias, individuales; más aún, es un sentimiento
directamente dirigido a y causado por la interacción con otros en un contexto y situación
social.
Gordon aduce que es papel del sociólogo considerar la definición de la situación por
parte del actor inmerso en una cultura emocional particular, la cual le proporciona los
conceptos lingüísticos con los cuales da sentido a sus propias emociones. Por otra parte,
las "situaciones emocionales" se inscriben dentro de modelos relativamente sostenidos y
perdurables de relaciones sociales. En este orden, aun las llamadas emociones primarias
y universales están también sujetas a estos condicionamientos de la estructura social,
consideración en la cual coincido.6
La sociología parte de que las experiencias emocionales individuales están determinadas
por las normas sociales, las costumbres, las tradiciones, las creencias en torno a las
emociones mismas; prueba de ello es que las ideologías y prácticas culturales de
contextos sociales específicos promueven ciertas emociones y restringen otras.
En resumen, la sociología de las emociones presta atención a lo no estrictamente
subjetivo; va más allá de lo que "sentimos" en determinada circunstancia o en relación
con las historias de vida personal. Por el contrario, encuentra que las experiencias
emocionales conservan un patrón sociocomunicacional, y se dan en una especie de
script cultural y socialmente aprendido. De esta suerte, se interesa por comprender hasta
qué punto sentir determinadas emociones, y expresarlas de un modo y no de otro está
estrechamente ligado a la clase social a la que se pertenece, al lenguaje y los referentes
aprendidos, a las nociones de qué es lo "propio" o más adecuado a cada situación, a
cada género y grupo de edad; finalmente, enmarca las emociones en el entorno particular
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en el que emergen y se explican, esto es, en función de ciertos contextos histórico-
culturales, lo que abre la posibilidad de hacer estudios comparativos a nivel generacional
y de distintas sociedades.
Sin duda, la subdisciplina de la sociología de las emociones está en deuda con los
estudios del género, en particular con Hochschaild, pionera en el campo de la sociología
de las emociones, quien escribió en 1975 "The Sociology of Feelings and Emotions...", su
primer artículo acerca del tema; a partir de éste ha habido una considerable reflexión
sobre el entendimiento de las diferencias entre hombres y mujeres trasladadas en
términos de racionalidad/emocionalidad, que resultan ilustrativas para comprender la
incidencia de los procesos ideológicos y los mecanismos de control social en la forma en
que experimentamos y expresamos la emoción.
Los estudios sobre el género ilustran que no sólo la estructura social, sino aún
más la cultura emocional respecto al género influyen en las relaciones interpersonales
(Sprecher y Sedikes 1993), tanto como contribuyen a que el individuo identifique "el
lugar" que ocupa en determinada interacción cara a cara (micropolítica del poder), como
lo señala Clark .
De este modo, la sociología de las emociones, que es un campo de reflexión que hoy
atrae a un número creciente de estudiosos, investigadores y lectores, incursiona y aporta
frescas e interesantes perspectivas.
2.3.1 EL LIBERALISMO.
El liberalismo como filosofía.
El liberalismo es más que una doctrina política: es una concepción integral del
mundo, que por lo mismo implica para quien la profesa la toma de una actitud
fundamental ante la vida. Es una interpretación global del cosmos, que envuelve al
individuo en la totalidad de sus aspectos y que le impone una determinada manera de ser
frente a la realidad circundante.
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De que el liberalismo sea algo más que una doctrina política de que sea una
concepción integral del mundo, una cosmovisión, un punto de vista sobre todo lo
existente resulta la consecuencia de que el hombre que lo profesa adopta una manera de
ser peculiar, un estilo de vida y de muerte que le distingue de los demás.
Pueden distinguirse tres aspectos diferentes en el liberalismo: su concepción
filosófica del mundo, su doctrina política y su teoría económica.
La filosofía liberal mantiene una concepción racionalista y critica del mundo, por lo
mismo opuesta a todo dogma, a todo prejuicio, a toda creencia que antes no haya sido
sometida al juicio crítico de la razón. No acepta como verdadero lo que con toda
evidencia no reconociese como tal a la luz de la razón, o sea todo aquello que no se
presente al entendimiento humano en forma tan clara y distinta que no sea admisible la
más mínima duda.
La filosofía liberal afirma que la autoridad suprema, en cuanto a la búsqueda y
calificación de la verdad y “en cuanto a la moralidad de una opinión o de una acción, es
para cada individuo su propio juicio, concienzudo y razonado”.
En consecuencia, rechaza todas las opiniones inmutables e imperfectibles
impuestas a los hombres por autoridades ajenas a la de su propia conciencia, opiniones
que por lo mismo son inaccesibles a su libre examen y reflexión. Por eso el hombre que
profesa la filosofía liberal es necesariamente un librepensador, que juzga por si mismo las
acosas y que en su incesante búsqueda de la verdad rechaza las prohibiciones
dogmáticas, por que piensa que “si un hombre posee una creencia, pero ahoga las dudas
que surgen en su espíritu respecto de ella, y evita los hombres y las lecturas que de ella
tratan y podrían ilusionarlo, y tiene además por limpios los pensamientos que podrían
perturbarla, la vida de ese hombre no es mas que un largo pecado hacia la humanidad”.
Como consecuencia de esto, la filosofía liberal conduce al hombre hacia una
posición racionista y critica frente a todo lo existente y le obliga a repeler igual el
despotismo de los autócratas que loe dogmas de los teólogos y las falacias de los
sofistas.
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EL LIBERALISMO COMO TEORÍA ECONÓMICA.
La teoría económica liberal está contenida principalmente en las obras de loe
economistas clásicos, y de modo especial en las de Adam Smith (1725 -1790) y David
Ricardo (1772-1823).
Sostenían ellos que la actividad económica tiene sus propias leyes, en las que no
debe intervenir el Estado, pues es preciso "dejar actuar por si al libre juego de las fuerzas
económicas aun más allá de los limites nacionales".
Para este efecto usaron la celebre formula lassez faire, laissez passer, que
propiamente no fue inventada por los economistas de la escuela clásica sino por los
fisiócratas para combatir las restricciones aduaneras del mercantilismo. En todo caso, la
tesis central del liberalismo fue la de reducir al mínimo la intervención del Estado en la
actividad económica de los particulares y dejar que ella se regule por si misma, de
acuerdo con sus propias leyes. Los economistas clásicos estuvieron persuadidos de que,
dentro del libre juego de las fuerzas económicas, al chocar entre si intereses individuales
opuestos, se suscita en las relaciones de producción, circulación y distribución de
riquezas un efecto estabilizador que equilibra la actividad general.
Sostenían los liberales puros los liberales ortodoxos que cualquier intromisión en
el juego de las leyes económicas naturales (que ellos velan como un mecanismo perfecto
que se nutria, se ponía en marcha, se frenaba y se lubricaba a si mismo,
automáticamente), no haría sino alterar su funcionamiento. El interés político encarnado
en el Estado 'corrompería' la pureza de ese equilibrio que, no obstante estar fundado en
factores reales descarnados, crudamente humanos (el egoísmo, el apetito de lucro) y no
en concepciones éticas abstractas como la de los utopistas, lleva a la realización de un
ideal superior de armonía social.
Según el concepto de los economistas liberales del siglo XVIII, con esta política
abstencionista se obtenía dos objetivos fundamentales; de un lado, se liberaba la
iniciativa individual que hasta entonces había permanecido aherrojada por las
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reglamentaciones mercantilistas y los prejuicios aristocráticos y se inculcaba al hombre
un "sentimiento de poder sobre su propio destino y la creencia en las ilimitadas
posibilidades de mejorar su propia suerte", y de otro, se expandía en forma antes no
conocida la actividad productora de la sociedad y se impulsaba el progreso de la ciencia y
de la técnica, ya que, ajuicio de Hayek, "sólo cuando la libertad industrial abrió la vía al
libre uso del nuevo conocimiento, solo cuando todo pudo ser intentado si se encontraba
alguien capaz de sostenerlo a su propio riesgo y, debe añadirse, no a través de las
autoridades oficialmente encargadas del cultivo del saber, la ciencia hizo los progresos
que en los últimos ciento cincuenta años han cambiado la faz del mundo".
Naturalmente que hoy no puede admitirse la neutralidad del Estado ante los
conflictos económico-sociales producidos por la injusta distribución de la riqueza. El
laisscz faire es un principio superado por los acontecimientos. Cumplió en su tiempo una
tarea de alto valor, al desencadenar las potencias económicas de la sociedad e
impulsarlas hacia la creación de riqueza, pero hoy ha devenido en factor negativo en la
distribución de la riqueza creada, pues permite la excesiva acumulación de bienes en
pocas manos.
Ante el Estado autoritario e intervencionista del absolutismo monárquico estuvo
plenamente justificado el principio del laissez faire, porque fue el medio eficaz para
reivindicar la libertad individual y estimular el desarrollo económico de las colectividades
merced a la iniciativa privarla exenta de trabas. Pero hoy la conservación de esa misma
libertad impone una rectificación fundamental a este principio, para confiar al Estado la
tarea de planificar y vigilar el proceso económico con miras a promover una mas justa
distribución de la riqueza entre todos lo que participan en su producción.
Esta rectificación sustancial del principio del laissez faire, a nuestro juicio, no
implicarla para el liberalismo una contradicción a sus postulados fundamentales, puesto
que tal principio y aun su teoría económica general debe ser sólo el medio para la
consecución de los fines propuestos. Antes, la abstención estatal se presentaba como el
medio capaz para preservar la libertad humana frente a las restricciones económicas
impuestas por el decísionismo monárquico del siglo XVIII. Hoy la intervención reguladora
del Estado debe reemplazar al laissez faire como medio para defender esa misma
libertad.
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Sin embargo, los ideólogos libérales sostienen, como principio dogmático e
inmutable, que el Estado debe observar una conducta inhibitoria frente a la empresa
privada y a la actividad económica de los particulares. Con lo cual, naturalmente, se
institucionaliza el status de privilegio y se asegurarían, en beneficio de ella, los
mecanismos tradicionales de dominación social. Esta interesada y utilitaria ha hecho
mucho daño a la doctrina liberal y le ha impedido modificarse con la agilidad que el
tiempo y las circunstancias demanda.
EL LIBERALISMO COMO DOCTRINA POLÍTICA.
Tiene el liberalismo una idea racional y finalista del Estado, al que considera como
instrumento del bienestar humano, que cobra sentido en cuanto sirve a los fines para los
que ha sido concebido como medio. Con tal criterio ha distribuido sus partes y planificado
su funcionamiento, de modo que con las menores fricciones garantice al hombre los
valores esenciales de su existencia.
Para alcanzar estos fines, el liberalismo ha impuesto una estricta limitación
jurídica al poder público al que considera como el mayor enemigo de la libertad individual
y ha señalado una esfera de libertad personal ante la cual el Estado es incompetente.
Desde este punto de vista, el liberalismo es un sistema de barreras que detiene el
poder del Estado con el fin de afirmar contra él la libre condición del individuo.
Juan Jacobo Rousseau, una de las cumbres del pensamiento liberal clásico,
afirma que el fin primordial de la sociedad política Estado es el de preservar la libertad y
la igualdad de los asociados. Dice que “si buscamos en qué consiste precisamente el
mayor de todos los bienes, que debe ser el fin de todo sistema de legislación,
encontramos que se reduce a estos dos objetos principales, la libertad y la igualdad: la
libertad, porque toda sujeción particular es otra tanta fuerza quitada al cuerpo del Estado;
igualdad, porque sin ella no puede haber libertad".
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La libertad es la facultad que tiene el hombre para desplegar su esencia vital sin
restricciones o con sólo las restricciones que sean socialmente necesarias para el
ejercicio de la libertad de los demás. "La libertad consiste en poder hacer todo lo que no
dañe a otro", de suerte que "el ejercicio del derecho natural de cada hombre no tiene más
limites que aquellos que aseguran a los demás miembros de la sociedad el goce de los
mismos derechos".
Esto significa que cada persona ha de actuar libremente en tanto que sus actos no
devengan limitaciones indebidas para la libertad de los demás o no causen en ella
restricciones mayores a las que soportan por su causa.
Así lo entendió Rousseau cuando dijo, refiriéndose a las condiciones de la
asociación política y a las recíprocas limitaciones que ella necesariamente implica para
los individuos, que "dándose cada cual a todos, no se da a nadie en particular, y como no
hay socio alguno sobre quien no se adquiera el mismo derecho que uno le cede sobre sí,
se gana en este cambio el equivalente de todo lo que uno pierde, y una fuerza mayor
para conservar lo que uno tiene".
La igualdad es una condición para la existencia efectiva de la libertad y debe
entenderse como una limitación del individuo por el grupo. Corresponde al Estado dar a
todos las mismas oportunidades dentro de la vida social, sin distinción de raza, religión,
sexo, idioma o de cualquier otra índole.
Extendida al campo económico, la igualdad podría interpretarse, aun a riesgo de
ampliar más de lo debido el pensamiento liberal clásico, como la condición social "en que
ningún ciudadano sea tan opulento que pueda comprar a otro, y ninguno tan pobre que
se vea precisado a venderse", como afirmo Rousseau, en un pensamiento que más que
liberal es socialista.
Para el liberalismo la finalidad del Estado es asegurar al hombre todos los valores
esenciales de su existencia resumidos por Rousseau en la libertad y la igualdad y, en
general, ser el instrumento de su bienestar.
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Para este efecto, crea un riguroso sistema de limitaciones jurídicas a la acción
estatal, pues parte del concepto de que el enemigo natural de la libertad es el poder
político. El liberalismo expresa cierta desconfianza tanto respecto al poder político ya que,
según Montesquieu, es "una experiencia eterna que todo hombre que tiene poder tiende
a su abuso" como respecto al individuo particular ya que también es una experiencia
eterna que todo individuo tiende al abuso de su libertad cuando lo puede hacer
impunemente. Por eso se ha empeñado en afirmar los derechos de la persona humana y
en atribuirle una esfera de libertad que no puede ser violada ni por el estado ni por los
individuos.
En toda sociedad política luchan internamente dos fuerzas contrarias: el orden y la
libertad. Son ellas factores contrapuestos, en permanente tensión, que pugnan por
anularse recíprocamente: la libertad tiende a burlar la autoridad, mientras que esta se
empeña en imponer el orden. De ahí que una de las cuestiones cardinales de toda
filosofía política haya sido siempre la búsqueda de una solución satisfactoria para
resolver el conflicto entre autoridad y libertad, es decir, entre el mantenimiento coercitivo
de la disciplina social, como factor necesario para la existencia del grupo, y la
conservación de la libertad que es esencial a la condición del ser humano.
Bien puede decirse que la historia de las ideas políticas se resume, en último
termino, en la sucesión de soluciones que a través del tiempo se han dado a este
problema. Unas han fortalecido la autoridad pública sistemas burocráticos y otras han
robustecido la libertad sistemas liberales, pero todas se han preocupado de dar algún
desenlace a la antinomia orden-liberal.
Desde este punto de vista, la doctrina liberal representa una entre tantas
soluciones históricas al problema. Lo característico del planteamiento liberal, dentro de la
historia de las instituciones políticas, es la denodada defensa de la libertad del individuo
dentro del Estado. El liberalismo consideró siempre que el mayor enemigo de la libertad
es la autoridad pública el orden y partiendo de esta premisa estableció un sistema
amurallado destinado a defender al individuo de las agresiones del poder.
La virtud del sistema liberal y quizá una de sus actuales debilidades ha sido la de
mirar con excesiva desconfianza a la autoridad pública, restringiendo al máximo las
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facultades de ella. El liberalismo clásico partió de la idea de que el poder era la única
fuente de opresión y tomó severas precauciones en beneficio de la libertad del individuo
pero de un individuo abstracto, sustraído de la vida social, desposeído de sus particulares
condiciones de fortaleza o debilidad económicas frente al grupo lo cual le impidió mirar
que juntamente con los factores políticos provenientes del poder actúan factores
opresivos colaterales, nacidos de las relaciones de producción, que restan o anulan la
libertad del individuo concreto, o sea del individuo integrado en la vida social y
aprisionado por la red de interrelaciones económicos que ella supone.
Desde este punto de vista, la doctrina liberal se redujo a crear un sistema de
limitaciones jurídicas al poder y a señalar una esfera de libertad individual ante la cual el
Estado es incompetente, pero no creó un sistema protectivo similar para defender al
individuo de la acción tiránica de otros individuos o corporaciones económicamente
poderosas. Razón por la inadecuación del sistema liberal clásico a nuestro tiempo es
evidente. Porque la tarea de salvaguardar las libertades en la actualidad difiere
notablemente del modo como debió acometerse esta tarea en el pasado. Y, además,
según lo observa Ayala, porque “el tipo social representativo de nuestro tiempo es,
justamente, el hombre sin propiedad, encadenado al trabajo, y sin formación cultural,
brotado de la tierra misma con la cualidades esenciales de lo humano, pero sin historia.
Es decir: que hoy predomina un tipo social alejado pro completo del que, por predominar
en su día, sirvió de modelo real al sujeto abstracto de las libertades burguesas”.
De modo que, para defender las libertades del hombre de nuestros días, hace
falta algo más que las simples limitaciones jurídicas al poder: se requiere una
dinámica acción estatal regimentadota de las relaciones de producción.
El liberalismo clásico, a su hora creo eficaces mecanismos jurídicos para
defender la libertad individual dentro del grupo social el Estado de Derecho, la división
de poderes, el sistema de los derechos naturales fueron, entre otras, soluciones
eficaces e ingeniosas al problema pero el proceso de desarrollo económico durante este
siglo ha generado tan profundas transformaciones en la sociedad, que las instituciones
jurídico-política del liberalismo tradicional han resultado insuficientes para la ordenación
de la sociedad actual. Las nuevas relaciones económicas requieren soluciones más
dinámicas.
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2.3.2 El Estado Social
Por lo que respecta a los elementos socio-históricos que han propiciado el paso
del Estado Liberal al Social, son principalmente dos.
De una parte, la necesidad de dar solución a los problemas o disfunciones
planteados por la estructura del Estado Liberal. Como Kammler recuerda, el poder
público venía siendo, a menudo, apelado para que actuara de mediador en los fuertes
enfrentamientos que el fortalecimiento del capitalismo, por una parte, y el del mundo
obrero, por otra, venía provocando. El Estado, viéndose así implicado, reaccionaba de
tanto en tanto con la adopción de medidas sociales, pero si éstas (y en ocasiones
también las medidas represivas) pudieron dar la impresión de que se estaba integrando a
los obreros en el sistema, la gran crisis del 29 produjo dos efectos definitivos: de un lado,
arrumbó la idea del automatismo en el logro de la justicia social; de otro, confirmó que el
capitalismo, abandonando a su propia dinámica, conllevaba la producción de los
desequilibrios sociales.
Las profundas crisis económicas y la agudización de la lucha de clases, presentes
en el período de entreguerras, repercutían decisivamente en la estabilidad de las
instituciones políticas; las experiencias totalitarias europeas y el desastre de la Segunda
Guerra Mundial enfrentó a las potencias occidentales con el reto histórico de evitar la
vuelta al sistema anterior, pero también evitar la caída en un socialismo de inspiración
soviética.
Para tal propósito doble resultó extremadamente útil la política económica
propuesta por Keynes (en 1936): según éste, era posible llegar por métodos
democráticos, y sin alterar fundamentalmente la economía capitalista, a la cancelación
del paro mediante un aumento de la capacidad adquisitiva de las masas, por cuanto ello
conllevaría un aumento de la producción y, consiguientemente, de la oferta de empleo.
Para lograrlo era, sin embargo, preciso que el Estado asumiera la función de orientación
y control del proceso económico aunque sin llegar a adquirir la propiedad de los medios
de producción.
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De otra parte, también han contribuido al desarrollo y a la actual complejidad de
las funciones estatales las posibilidades ofrecidas por el desarrollo tecnológico en la
medida en que, de un lado, han facilitado la omnipresencia de la acción estatal (imposible
de concebir sin las técnicas de control y programación con que hoy se cuenta) y, de otro,
es este mismo desarrollo, con los riesgos que conlleva, el que ha exigido a su vez que la
función directiva del mismo quede en manos del Estado.
El Estado Social, pues, en tanto que respuesta histórica al reto planteado por las
disfunciones sociales y económicas del Estado Liberal, no es, como ya se ha dicho, sino
un intento de adaptación a la sociedad industrial y postindustrial.
Como precursor de la idea del Estado social suele citarse a Lorenz Von Stein,
quien en 1850, defendió que había terminado la época de las revoluciones y de las
reformas políticas para comenzar la de las revoluciones y reformas sociales. Por lo que
solamente una teoría y una praxis conscientes de este hecho permitirían enfrentarse con
éxito al futuro. En tal sentido, se convendría en que la fortaleza del Estado depende del
nivel moral y material de sus ciudadanos, por lo que es absurdo permitir la miseria de la
población; de suerte que corregir las disfunciones sociales de una sociedad industrial
competitiva no es tan sólo una exigencia ética sino, también, una necesidad histórica si
se quiere evitar la revolución social.
Dentro de la historia de la idea del Estado social deben mencionarse también
ciertas tendencias del pensamiento socialdemócrata clásico, iniciadas por Lasalle y
proseguidas mutatis mutandis por las direcciones marxistas revisionistas e incluso
centristas. El Estado ha sido y es, ciertamente, un instrumento de dominación de clases,
pero es también una institución que, bajo la presión de los partidos y de las
organizaciones obreras, puede ir consiguiendo constantes mejoras para las clases
trabajadoras, las cuales, por tanto, tienen interés en un Estado fuerte, eficaz y
socialmente orientado; su significación para la generalidad de la sociedad y para el
cumplimiento de las funciones sociales –que exige desarrollo de sus actividades
económicas y administrativas. Crece a medida que se avanza hacia la modernidad y,
desde luego, la futura sociedad socialista es impensable sin un Estado que asegure la
dirección del proceso productivo. La lucha no es, por tanto contra el Estado. Y, en fin, sin
negar que la democracia política formal sea una forma de dominación de clases, se la
considera, no obstante, como una valiosa y definitiva conquista
de la civilización, sólo bajo la cual podrá avanzarse hacia la democracia social. La
democracia tiene, pues, dos momentos, el político y el social: el primero es el supuesto
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inexcusable para conseguir el segundo y éste es, a su vez, la plena realización de los
valores de libertad e igualdad proclamados por aquélla. Parafraseando una famosa
expresión escolástica, podría sintetizarse esta posición diciendo que el socialismo no
anula a la democracia, sino que la perfecciona.
Pero la formulación de la idea del Estado Social (de Derecho) se le debe a
Hermann Heller, militante socialdemócrata, quien se enfrenta con el problema concreto
de la crisis de la democracia y del Estado de Derecho al que considera que es preciso
salvar no sólo de la dictadura fascista sino, también, de la degeneración a que le ha
conducido el positivismo jurídico y los intereses de los estratos dominantes. Y para ello
no es necesario renunciar al Estado de Derecho, sino que bastará con darle un contenido
económico y social. Sólo el Estado Social de Derecho (escribía en 1929) puede ser una
alternativa válida frente a la anarquía económica y frente a la dictadura fascista y, por
tanto, sólo él puede ser la vía política para salvar los valores de la civilización.
La idea del Estado social fue constitucionalizada por primera vez por primera vez
en 1949 por la Ley Fundamental (Constitución) de la República Federal de Alemania, al
definir a ésta en su art. 20 como “un Estado federal, democrático y social”, y en su art. 28
como “un Estado democrática y social de Derecho”. Por su parte, la Constitución
española de 1978 establece en su art. 1.1 que “España se constituye en un Estado social
y democrático de Derecho”. Tanto el esclarecimiento de su concepto como la
problemática que comporta esta modalidad de Estado han sido ampliamente
desarrollados principal, aunque no únicamente, por los juristas y tratadistas políticos
alemanes. El origen nacional del concepto e incluso su constitucionalización o carencia
de constitucionalización formales no mengua su validez para designar y esclarecer la
forma de Estado de los países industrializados y post-industrializados y de los que están
en curso de desarrollo, del mismo modo que la literatura desplegada en Alemania
Occidental, aunque frecuentemente centrada en sus peculiares problemas
constitucionales, puede ser útil para establecer una teoría general del Estado social. En
realidad, se trata de un fenómeno frecuente, por no decir permanente, en la historia de
las formaciones políticas: el constitucionalismo monárquico o parlamentario se desarrolló
como la extensión a otros países, bien que con las necesarias adaptaciones, de la teoría
y de la praxis constitucionales británicas, a las que frecuentemente se aludía no sólo
como factor explicativo, sino también normativo. Del mismo modo, el feudalismo consistió
en la extensión a otros espacios de modelos institucionales y teóricos surgidos
originariamente en los Estados Unidos y en Suiza.
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Los rasgos del Estado Social se derivan directamente de su origen histórico y del
reto social al que trata de responder. Como descendiente directo del Estado Liberal, no
va a negar sus notas sino que las adapta a sus propios fines; aunque ello, ciertamente,
comparte en algunos casos la mutación radical de los planteamientos liberales (como
observa en la interacción Estado-sociedad o en la condición de Estado distribuidor y
manager que se consolida frente al inhibicionismo precedente). Pues bien, de todas las
que en un estudio exhaustivo habría que mencionar, sólo nos ocuparemos ahora de las
que responden al propósito de este capítulo sin invadir contenidos sobre los que,
obviamente, puede y debe reflexionarse al estudiar el régimen español vigente. Nos
limitamos ahora a los aspectos que, además de subrayar las diferencias con el Estado
liberal, permiten poner de relieve, con toda brevedad, las nociones básicas de esta última
formulación histórica del Estado.
1. En primer lugar, a deferencia de lo que acontecía en la etapa anterior, Estado y
sociedad ya no van a ser realidades separadas ni opuestas, de modo que aquél no podía
ni debía modificara el orden social natural y espontáneo, dotado de racionalidad, cuyo
equilibrio se sostenía con el sólo reconocimiento de la libertad y la igualdad. Por el
contrario, el Estado social parte de que la sociedad, dejada a sus mecanismos
autorreguladores, conduce a la pura irracionalidad y de que sólo la acción del Estado
puede neutralizar los efectos disfuncionales de un desarrollo económico y social no
controlado. Por consiguiente, el Estado no puede limitarse a asegurar las condiciones
ambientales de un supuesto orden social inmanente, ni a vigilar los disturbios de un
mecanismo autorregulado, sino que, por el contrario, ha de ser el regulador decisivo del
sistema social y ha de disponerse a la tarea de estructurar la sociedad a través de
medidas directas o indirectas: “Estado social –dice H. P. Ipsen- significa la disposición y
la responsabilidad, la atribución y la competencia del Estado para la estructuración del
orden social.” Los límites para esta estructuración del orden social son, sin embargo,
discutibles y, en resumen, pueden manifestarse en las siguientes posiciones: 1) el Estado
social tiene como función asegurar los fundamentos básicos del status quo económico y
social adaptándolo a las exigencias del tiempo actual y excluyendo permanentemente los
disturbios para su buen funcionamiento, de modo que en esencia está destinado a
garantizar el sistema de intereses de la sociedad actual, es decir, de la sociedad
neocapitalista; 2) el Estado social significa una corrección no superficial, sino de fondo;
no factorial (parcial) sino sistemática (total) del status quo, cuyo efecto acumulativo
conduce a una estructura y estratificación sociales nuevas, y concretamente hacia un
socialismo democrático.
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La política estatal lleva a cabo directa o indirectamente una acción estructuradora de la
sociedad en los países industrializados y post-industrializados y que se manifiestan en
múltiples aspectos como, por ejemplo, en su contribución a las modificaciones de la
estratificación y movilidad sociales, creando, si no nuevas clases, sí nuevas categorías
sociales, promoviendo el potencial científico-tecnológico a través de los programas de
Investigación y Desarrollo, abriendo el disfrute de bienes materiales e inmateriales
mediante el crecimiento de los servicios sociales, especialmente de salud y de educación,
creando por sí misma o promoviendo la creación de nuevas fuentes de trabajo,
reduciendo por medidas jurídicas y económicas el ámbito y la intensidad de la lucha de
clases, etc. En una palabra, la sociedad actual no sería tal como es sin la permanente y
sistemática acción del Estado.
A este resultado se ha llegado, históricamente, tanto por una coerción de la sociedad
por el Estado como por una coerción del Estado por la sociedad, si bien no entendido el
término en su estricto sentido jurídico. En efecto, des el punto de vista estatal, las
experiencias de los años anteriores a la segunda guerra mundial mostraron que la
existencia misma del Estado estaba sometida a fuertes tensiones, a grandes costos de
energía, a permanentes crisis políticas, etcétera, que en algunos países terminaron con el
régimen democrático y libre para dar paso a formas estatales totalitarias capaces de
resolver temporalmente algunos de los problemas planteados, como el paro y el orden
público, pero a base de tremendos costos, entre los que se cuentan la anulación de las
libertades, la constante aplicación de la violencia, el reinado de un terror difuso, la política
exterior agresiva desatinada a la destrucción del orden internacional, etc. Por
consiguiente, si el Estado quería subsistir había de disponerse a controlar
permanentemente los aspectos económicos, sociales y culturales de la sociedad. Y si el
Estado democrático liberal de Derecho quería continuar teniendo vigencia había que
adaptar sus valores a las nuevas exigencias y añadir a sus objetivos los de la regulación
permanente del sistema social. O, dicho en términos de la teoría de sistema, había de
disponerse a controlar su ambiente socioeconómico a fin de que no le enviara insumos
negativos incapaces de ser absorbidos por el sistema estatal. Así pues, interés radical del
Estado, más aún, interés existencial era proceder a la estructura de la sociedad.
Por su parte, la sociedad ejercía una acción coercitiva sobre el Estado dado que por su
solo juego era incapaz de resolver los conflictos existenciales que albergaba en su seno
o, dicho de otro modo, había perdido su capacidad de autorregulación y había de buscar
en el Estado la acción reguladora de la que carecía. Y, en efecto, por todos los grupos de
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la sociedad cualquiera que fuera su status económico se postulaba enérgicamente,
aunque en sentidos distintos y contrapuestos, la acción del Estado para dar a la sociedad
el orden que ésta era incapaz de darse. En suma, el Estado era incapaz de subsistir sin
proceder a la reestructuración de la sociedad y la sociedad, por su parte, era incapaz de
subsistir sin la acción estructuradora del Estado.
Tales eran, por así decirlo, los términos históricos del problema y tales son
actualmente sus términos estructurales. Pues, en efecto, es claro que si el Estado
estructura y reestructura a la sociedad, que si su acción afecta a los intereses concretos
de los grupos, estratos y, en general, de los actores sociales, a su vez éstos han de estar
interesados –no tanto por razones políticas cuanto por sus intereses vitales cotidianos.-
en influir la política del Estado y en interpenetar sus centro de decisión y, de este modo,
el Estado social está necesariamente vinculado con el influjo del los grandes grupos de
intereses o del las grandes organizaciones destinadas a la defensa de intereses parciales
o sectoriales en el sistema político. Nos limitamos, por ahora, a enunciar el problema
sobre el que volveremos más adelante. Lo que nos interesa es destacar por el momento,
y al nivel de abstracción de las presentes consideraciones, es que nos encontramos con
una tendencia a la estatización de la sociedad, pero también con una tendencia a la
socialización del Estado y, por tanto, a la difuminación de límites entre ambos términos.
En resumen, Estado y sociedad ya no son sistemas autónomos, autorregulados,
unidos por un número limitado de relaciones y que reciben y envían insumos y productos
definidos, sino dos sistemas fuertemente interrelacionados entre sí a través de relaciones
complejas, con factores reguladores que están fuera de los respectivos sistemas y con un
conjunto de subsistemas interseccionados, de lo que son muestra el cumplimiento de
funciones estatales a través de empresas de constitución jurídica privada, la realización
de importantes funciones públicas por vía de contrato, la presencia de representantes del
sector privado en las comisiones estatales y en los loci de las decisiones, etc. No es,
pues, extraño que hoy estemos ante una cierta decadencia de la teoría del Estado que
tiende a ser sustituida por la teoría del sistema político que engloba factores estables y
sociales y que más que ante dos términos definidos nos encontramos con lo que los
norteamericanos llaman “complejo público-privado”, en el cual muchas de las funciones
del Estado se llevan a cabo por entidades privadas a la vez que éstas no pueden cumplir
sus fines privados sin participar en las decisiones estatales. En realidad se trata de un
nuevo planteamiento del problema clásico de las relaciones entre el Estado y la sociedad
que en términos de abstracción sistemática, podría expresarse de la siguiente manera: el
sistema estatal y el sistema social, sin perjuicio de su respectiva autonomía, son partes
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del metasistema, es decir, hay que considerarlos desde la perspectiva de un sistema más
amplio en el que cada uno de los términos sirve a finalidades complementarias y posee
cualidades y principios estructurales igualmente complementarios.
2. El Estado Social nace y se desarrolla en íntima convivencia con el progreso técnico;
éste le ha proporcionado toda su capacidad para garantizar al ciudadano lo que
Dahrendorf denomina “oportunidades vitales”, pero, también, condiciona el propio
proceso político o puede condicionarlo. Porque, según se ha dicho, el avance tecnológico
es tan importante que condiciona las relaciones sociales e incluso se impone en el orden
político, dando lugar a extraordinarias modificaciones en este mismo. De manera que, si
hace algunos años la tendencia hacia la realización social podía considerarse como
fuerza motriz política más importante, hoy su lugar es ocupado por la técnica. La técnica
resuelve sólo problemas técnicos, no sociales ni políticos. Pero tiene implicaciones
sociales y políticas y, a causa de tales implicaciones, cambia las condiciones de las que
los problemas políticos y sociales derivan. Elimina problemas no por su resolución, sino
por su superación, convirtiéndolos en obsoletos.
3. El Estado Social no pretende negar los valores y fines del Estado Liberal (la libertad
y la igualdad del individuo); al contrario, los asume y trata de hacerlos más efectivos
dándoles una base y un contenido material y partiendo del supuesto de que individuo y
sociedad no son categorías aisladas y contradictorias, sino dos términos en implicación
recíproca de tal modo que no puede realizarse el uno sin el otro. Así, no hay posibilidad
de actualizar la libertad si su establecimiento y garantías formales no van acompañadas
de unas condiciones existenciales mínimas que hagan posible su ejercicio real; mientras
que en los siglos XVIII y XIX se pensaba que la libertad era una exigencia de la dignidad
humana, ahora se piensa que la dignidad humana (materializada en supuestos
socioeconómicos) es una condición para el ejercicio de la libertad. La propiedad individual
tiene como límite los intereses generales de la comunidad ciudadana y los sectoriales de
los que participan en hacerla productiva, es decir, de los obreros y los empleados. La
seguridad formal tiene que ir acompañada de la seguridad material frente a la necesidad
económica permanente o contingente a través de instituciones como el salario mínimo, la
seguridad de empleo, la de atención médica, etc. La seguridad jurídica y la igualdad ante
la ley han de ser complementadas con la seguridad de unas condiciones vitales mínimas
y con una corrección de las desigualdades económico-sociales. Y, en fin, la participación
en la formación de la voluntad estatal debe ser perfeccionada con una participación en el
producto nacional a través de un sistema de prestaciones sociales y con una
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participación en la democracia interna de las organizaciones y de las empresas a través
de métodos como el control obrero, la cogestión o la autogestión.
De este modo, mientras que el Estado tradicional se sustentaba en la justicia
conmutativa, el Estado social se sustenta en la justicia distributiva; mientras que el
primero asignaba derechos sin mención de contenido, el segundo distribuye bienes
jurídicos de contenido material; mientras que aquél era fundamentalmente, un Estado
legislador, este es un Estado gestor a cuyas condiciones han de someterse las
modalidades de la legislación misma (predominio de los decretos-leyes, leyes medida,
etc.); mientras que el uno se limitaba a asegurar la justicia legal formal, el otro se
extiende a la justicia legal material. Mientras que el adversario de los valores burgueses
clásicos era la expansión de la acción del Estado, para lo cual han de desarrollarse
también los adecuados mecanismos institucionales. Allí se trataba de proteger a la
sociedad del Estado, aquí se trata de proteger a la sociedad por la acción del Estado. Allí
se trataba de un Estado cuya idea realiza por inhibición, aquí se trata de un Estado que
se realiza por su acción en forma de prestaciones sociales, dirección económica y
distribución del producto nacional.
4. El Estado Social es un Estado que se responsabiliza de que los ciudadanos cuenten
con “mínimos vitales” a partir de los cuales poder ejercer su libertad. Si el Estado
Liberal quiso ser un Estado “mínimo”, el Estado Social quiere establecer las bases
económicas y sociales para que el individuo, desde unos mínimos garantizados por
aquél, pueda desenvolverse. De ahí, que los alemanes hayan definido al Estado Social
como Estado que se responsabiliza de la “procura existencial” (Daseinvorsorge),
concepto formulado originariamente por Forsthoff y que puede resumirse del
siguiente modo. El hombre desarrolla su existencia dentro de un ámbito constituido por
un repertorio de situaciones y de bienes y servicios materiales e inmateriales, en una
palabra, por unas posibilidades de existencia a las que Forsthoff designa como espacio
vital. Dentro de este espacio, es decir, de este ámbito o condición de existencia, hay que
distinguir, de un lado, el espacio vital dominado, o sea, aquel que el individuo puede
controlar y estructurar intensivamente por sí mismo o, lo que es igual, el espacio sobre
el que ejerce señorío (que no tiene que coincidir necesariamente con la propiedad) y, de
otro lado, el espacio vital efectivo constituido por aquel ámbito en el que el individuo
realiza fácticamente su existencia y constituido por el conjunto de cosas y posibilidades
de las que se sirve, pero sobre las que no tiene control o señorío. Así, por ejemplo, el
pozo de la casa o de la aldea, la bestia de carga, el cultivo de su parcela por
el campesino o la distribución de los muebles en la propia vivienda, pertenecen al
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espacio vital dominado; el servicio público de aguas, los sistemas de tráfico o
de telecomunicación, la ordenación urbanística, etc., pertenecen al espacio vital
efectivo.
La civilización tecnológica ha acrecido constantemente el espacio vital efectivo, al
tiempo que ha disminuido no menos constantemente el espacio vital dominado o, dicho
de otro modo, el individuo ha perdido crecientemente el control sobre la estructura y
medios de su propia existencia. Esta necesidad de utilizar bienes y servicios sobre los
que se carece de poder de ordenación y disposición directa produce la “menesterosidad
social”, es decir, la inestabilidad de la existencia. Ante ello, le corresponde al Estado
como una de sus principales misiones la responsabilidad de la procura existencial de sus
ciudadanos, es decir, llevar a cabo las medidas que aseguren al hombre las posibilidades
de existencia que no puede asegurarse por sí mismo, tarea que, según Forsthoff, rebasa
tanto las nociones clásicas de servicio público como de la política social sensu stricto.
Para terminar con este tema, es interesante mencionar la tesis de Hubber según la cual
la política estatal para la existencia debe consistir en garantizar las condiciones de
libertad del individuo en la sociedad de nuestro tiempo y no en anularla mediante un
sistema perfecto de protección estatal. La procura para la existencia rectamente
entendida significa crear las condiciones para el adecuado despliegue de las
potencialidades de la personalidad a través de la iniciativa y de la capacidad creadora y
competitiva en las que se patentiza la autodeterminación del hombre: una mera actividad
de ayuda económica que tuviera como resultado el enervamiento o la obstaculización del
despliegue de la personalidad, que alienara a una procura extraña, que hiciera depender
la seguridad de una voluntad ajena, sería una degeneración de la procura existencial.
5. La procura existencial no se agota en las medidas a favor de las clases
económicamente débiles, sino que se extiende a la generalidad de los ciudadanos, ya
que a todos alcanza la incapacidad para dominar por sí mismos sus condiciones de
existencia, es decir, la menesterosidad social en el sentido amplio del concepto.
Naturalmente, esto no quiere decir que la menesterosidad sea igualmente acuciante par
todos los grupos y estratos de la sociedad y, por consiguiente, es claro que unas
colectividades deben ser objeto de mayor atención que otras. Pero aun en ese caso, los
efectos de esta procura existencial especificada, de la política social en el sentido
restringido de la expresión, no se extienden solamente a sus beneficiarios inmediatos, es
decir, a los estratos inferiores de la sociedad, sino que se extienden directa o
indirectamente a todas las capas de la sociedad y, en última instancia, a la estabilidad del
sistema neocapitalista o, al menos, a la garantía de que su transformación hacia formas
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socialistas tendrá lugar por un proceso agregativo y, por tanto, sin bruscas
transformaciones.
En efecto, una mínima satisfacción de las condiciones de existencia para los estratos
inferiores y una esperanza en que tales condiciones mejorarán constantemente de
acuerdo al crecimiento del producto nacional son condición para acrecer la legitimidad, es
decir, el consenso en el sistema cuyos beneficiarios principales son sin duda los estratos
superiores. En conexión con ello, las condiciones socioeconómicas ambientales creadas
por la política del Estado Social han tenido como consecuencia la disminución de la
intensidad de la lucha de clases y de la energía revolucionaria de los partidos obreros y,
consecuentemente, la conversión de tal lucha de una oposición generalizada y politizada
de ámbito de las empresas o sectores industriales, sin que ponga en riesgo la globalidad
del sistema. Por otra parte –y de acuerdo con el esquema keynesiano-, el pleno empleo y
la expansión de las prestaciones sociales y de los servicios públicos son condición para
el desarrollo económico general y para la reproducción del sistema económico en su
configuración actual.
Lo que constituyan las medidas concretas de la procura existencial en su sentido lato
es, naturalmente, algo variable dependiente de las distintas circunstancias, situaciones y
coyunturas, es, como dice Forsthoff, “toda actuación del la Administración para
proporcionar a la generalidad o, según criterios objetivos, a determinados círculos de
personas, el goce de prestaciones útiles”. Pero, con todo, podemos considerar que
incluye:
A) El desarrollo de sistemas o el control de sistemas sin los cuales es imposible el
despliegue de la vida humana en la civilización de nuestro tiempo.
B) La seguridad de los distintos aspectos vitales en la sociedad nacional. Antes la
defensa de la sociedad nacional se centraba capitalmente en la defensa exterior y en la
defensa interna frente al delito o la subversión. Hoy ha de añadirse a ello la defensa
frente a las contingencias y necesidades económicas globales, frente al deterioro del
ambiente natural, frente al agotamiento de los recursos naturales, frete al agotamiento de
los recursos naturales, frente a la radicalización y extensión de los antagonismos en el
seno de la sociedad nacional, etc.
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206
C) La realización de una serie de prestaciones sociales que preferiblemente deben
estar no sólo proclamadas, sino también por los textos constitucionales, pero sin que tal
condición sea absolutamente necesaria para la existencia real del Estado Social, del
mismo modo que la Francia de la III República era considerada como un Estado Liberal,
aunque su Constitución careciera de una declaración de derechos, e incluso en nuestro
tiempo la misma República Federal de Alemania que, como sabemos, se define como
Estado Social, carece de una formalización de derechos económicos y sociales. Entre
tales prestaciones cabe contar:
a) La fijación de un salario vital mínimo con independencia de la clase de ocupación y
destino a ser revisado de acuerdo con la coyuntura económica nacional.
b) La procura de un puesto de trabajo para todo ciudadano útil, para lo cual ha de
desarrollarse una política de pleno empleo.
c) La atención de los que estén incapacitados para el trabajo temporal o
permanentemente: obreros de industrias decaídas, paro coyuntural, ancianos, niños,
deficientes mentales, etc., función tanto más importante en estos tiempos de crisis de las
estructuras tradicionales de la familia y de las formas comunitarias que antes cuidaban de
las gentes desvalidas.
d) El acrecimiento de las posibilidades vitales de la población y especialmente de las
masas de empleados y obreros, acrecentamiento que se actualiza: (i) mediante una justa
distribución de ingresos a todos los niveles de acuerdo con la coyuntura económica,
mediante el creciente acceso a los bienes culturales, lo que, por otra parte, es un
requisito para la reproducción de un sistema sustentado sobre la innovación o al menos
sobre la posesión de los conocimientos tecnológicos, y mediante la expansión y el
perfeccionamiento de los servicios sociales a través, principalmente, de sistemas de
seguros.
6. Respecto al reconocimiento de los derechos sociales, es cierto que el Estado Social
no los reconoce en el mismo nivel de exigencia y garantía que los tradicionales, puesto
que los derechos sociales suelen ser de configuración legal o sometidos (a diferencia de
los fundamentales) a la acción del legislador. Las funciones sociales que asume el
Estado tienen un condicionante básico, el desarrollo económico, de suerte que el éxito de
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las políticas estatales se produce en forma proporcional al nivel con que se cuente con
una economía saneada.
7. El Estado Social cuenta con un instrumento jurídico excepcional, el sistema
tributario. Lo que le es propio, al Estado Social, es su carácter redistribuidor de las rentas
que, con el auxilio del sistema tributario, le permite atender la urgente demanda de
servicios sociales.
8. El Estado Social es ante todo un Estado en el que los procesos de
representatividad adquieren la complejidad inherente a la acumulación de
representatividades de naturaleza diversa. A la más amplia representatividad política a
que han conducido los métodos democráticos del Estado Social se han venido a sumar
todo tipo de manifestaciones grupales que esperan ser oídas, bien para obtener
prestaciones del Estado “benefactor”, bien para llamar la atención e imponer condiciones
al Estado “recaudador”. En unos casos, tales manifestaciones o voces se
institucionalizan (tal vez el ejemplo más patente sea los consejos económicos y
sociales), en otros, actúan mediante la presión de diversos tipos.
9. El Estado Social ha convivido con la máxima expansión del constitucionalismo. El
Estado Social, que heredó del Liberal los postulados del Estado de Derecho, los ha
hecho reales y efectivos, en la misma medida en que se ha dotado de principios
democráticos y los ha respetado e impulsado.
2.3.3 EL FASCISMO
EL FASCISMO COMO SÍNTOMA DE UNA PATOLOGÍA SOCIAL
El fascismo no es propiamente una doctrina política, ni menos una concepción
filosófica integra del mundo, sino simplemente un conjunto de reglas pragmáticas sobre el
ejercicio del poder. Lo incluimos aquí, no porque consideramos que sea una doctrina
debidamente estructural, sino principalmente porque en ciertos sectores latinoamericanos
existe todavía una tendencia latente a aplicar formulas fascistas de acción o de gobierno.
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El fascismo fue elaborado originalmente para justificar el asalto de Mussolini al
gobierno de Italia y cohonestar luego sus atropellos dictatoriales, para lo cual se hicieron
acrobáticas adaptaciones de algunas ideas filosóficas de Nietzsche, Schopenhauer, Sorel
y otros apologistas de la violencia. Las versiones alemanas, portuguesa y española del
fascismo tampoco constituyen verdaderas doctrina políticas, a pesar de que Hitler
escribió su libro Mein Kampf con pretensiones doctrinales y de que los áulicos de Oliveira
Salazar y de Franco se empeñaron también en crear su ideario fascista.
Todos los tratistas están en acuerdo en que no existe una filosofía fascista ni una
doctrina política fascista. Dice Duverger que “no hay filosofía fascista, doctrina fascista:
hay mitos, tendencias, aspiraciones bastante mal en lazadas entre si, bastante poco
coherentes”. Sabine anota también que “lo que ha pasado por los filosofía fascista es
algo muy vago, a veces de una vaguedad buscada de propósitos; es un conjunto de
ideas tomadas de diferentes fuentes y reunirlas para encajarlas según las exigencias de
las circunstancias. No esta refinada por la discusión, tiene como frecuencia tono histórico
y casi siempre es indiferente ante las incompatibilidades que existen entre sus partes”.
Linares manifiesta que “ mientras la filosofía política del comunismo fue elaborada por
obra de tres generaciones de eruditos marxistas, fue adoptada a una multitud de
situaciones y su discusión en los partidos sociales de todos los países de lió un alto grado
de coherencia, el fascismo careció de una filosofía política o social orgánica y, sobre todo
en el caso de Italia, la doctrina fue construida en gran parte con posterioridad al triunfo
del movimiento, con el propósito de explicar y justificar hechos ya producidos”.
LAS IDEOLOGÍAS POLÍTICAS.
Tan desorientado fue el fascismo en materia ideológica, que el propio Mussalini se
permito expresar, en un articulo suyo publicado en 1924, que “los fascistas tenemos el
valor de destacar todas las teorías políticas tradicionales, y somos aristócratas y
demócratas, revolucionarios y reaccionarios, proletarios y anti-proletarios, pacificas y anti-
pacificas. Basta con tener un solo punto fijo: la nación. El resto es obvio”. En realidad, ha
faltado el fascismo el equivalente de Locke, Rousseau, Montesquieu y los enciclopedistas
franceses, en el pensamiento liberal, o de Marx, Engels y lenin, dentro del marxismo,
para llegar a constituir una verdadera doctrina política, levantada sobre sólida bases
filosóficas.
El fascismo fue el producto9 circunstancial de una oportunidad historia mas que
una ideología política concebida en abstracto. Tanto en Italia como en Alemania resulto
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de la depresión económica de posguerra y de la ola de descontento popular, pobreza,
desocupación, inestabilidad política y frustración de los ideales nacionales que sacudió a
Europa después de la conflagración de 1914-1918. Fue por consiguiente la expresión o el
síntoma de ganador, sufrió las mismas consecuencias posbélicas que Alemania.
Balo esta condiciones de depresión moral y material nació y creció movimientos
fascista italiano, que tomo el poder en octubre de 1922, tras la celebre marcha sobre
Roma realizada por los camisas negras de Mussolini.
En Alemania las cosas fueron peores .A mas de los estragos de la guerra y la
humillación moral de la derrota, el Tratado de Versalles le impuso sanciones económicas,
políticas y militares tan duras, que engendro en ellas el clima de insurgencias popular
propicio para la formación de los mitos totalitarios y el desarrollo de los grupos nacionales
y reaccionarios. El Tratado de Versalles cometió el grave error de hacer pagar las culpas
del imperialismo prusiano a la naciente Republica democrática y con sus injusticias
fomento la inseguridad internacional e hizo inevitable la nueva contienda, muy a pesar de
“todos sus idealistas retóricos, sus buenos propósitos y sus grandes esperanzas”. La
intervención extranjeras que se impuso a Alemania para evitar su rearme exacerbo el
sentimiento nacional de su pueblo y la torno muy sensible a las predicas nacionalitas de
Hitler: Con el ofrecimiento de denunciar el Tratado de Versalles, de reintegrar a Alemania
todos los territorios y colonias que perdió en la guerra, de cesar el pago de las deudas
internacionales, de restaura su plena soberanía y de luchar contra la agitación comunista
dirigida por Moscú, Hitler formo los primeros cuadros del partido de obrero nacional
socialista alemán. Las proclamas hitlerianas pronto alcanzaron gran popularidad, porque
consideraron con el espíritu de reivindicación nacional que a la sazón conmovía al pueblo
germánico ante los abusos de las potencias vencedoras, y por esta actitud de rebeldía
invocaba Hitler lo mas vial, lo mas sensible de las tradiciones, del espíritu, del orgullo y
del resentimiento del pueblo alemán. El nacionalismo germánico, que pronto se convirtió
en uno de los mitos fundamentales del totalitarismo nazista, propago desde el principio la
creencia de que “el ejército imperial no había sido vencido por el adversario, sino
apuñalado por la espalda por los republicanos y socialistas”. Al calor de estas ideas, y
también de la necesidad de combatir la agitación izquierdista que amagaba con huelgas y
atentados terroristas, se agruparon las huestes de camisa pardas y tomaron el poder en
enero de 1933, cuando el presidente Hindenburg confió la Chancillería de la Republica a
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Adolfo Hitler. Desde ese infante hasta 1945, la historia de Alemania es la historia del
nazismo. O sea la historia de un hombre y de una nación que se volvieron locos.
LA MITOLOGÍA TOTALITARIA
El nazismo alemán – que fue la versión germánica del fascismo- se fundo sobre
dos mitos: el nacionalismo y el racismo. El mito nacionalista derivo de la exacerbación del
sentimiento nacional y conjunto a los nazis a la megalomanía colectiva y el sacrificio del
interés individual ante el altar del Estado. El mito racista se fundo en el culto a la raza
aria, derivado de las teorías de Arthur de Gobineau (1816-1927), que defendieron la
creencia en una raza superior predestinada a gobernar el mundo. Basado en esta
concepción, Hitler proclama que “en un porvenir lejano, la humanidad deberá afrontar
problemas cuya solución exigirá que una raza excelsa en grado superior, apoyada por las
fuerzas de todos el planeta, asuma la dirección del mundo”. Sobre estos dos mitos se
levanto el Estado totalitario de los nazis.
A diferencia de las doctrinas demo liberales, que conceptúan al Estado como
medio al servicio de una multiplicidad de fines humanos, el fascismo exalta al Estado
como el fin supremo de la vida de los hombres, a tal extremo que estos no tienen
significación histórica ni utilidad sino en la medida en que son instrumentos del
engrandecimiento y gloria del Estado. El fascismo “descansa sobre una concepción
permanente y orgánica de la sociedad, que lleva a proclamar la supremacía de esta, en
su organización estatal, sobre el derecho y el interés del individuo”. Es por eso una teoría
transpersonalizada, que asigna a la comunidad política una categoría superior y fines
propios, situados mas allá del fin es individual.
Alfredo Rocco, uno de los principales teóricos del fascismo italiano manifiesta que.
De acuerdo con estos postulados, Mussolini redujo la teoría fascista del Estado a la
siguiente forma: Todo en el Estado, todo por el Estado, nada fuera del Estado, nada
contra el Estado. Formula que define cabalmente a la organización totalitaria y
jerarquizada del fascismo, destinada a controlar todos los aspectos de la vida individual.
LA DESCONSTITUCIONALIZACIÓN DEL ESTADO Y TEORÍAS DE LAS
MINORÍAS SELECTA
La consecuencia de la omnipotencia del Estado en que ante el la libertad
individual y los derechos de la persona humana pierde toda su fuerza. Como bien dice
Linares, “ubicándose en la posicio0n opuesta al constitucionalismo, la concepción fascista
del Estado estima que la libertad y, en general, los derechos individuales, son una
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concesión del Estado al individuo, y de ahí que no son superiores a que el ni pueden ser
ejercidos contra el Estado”. Resulta de esto que los derechos de las personas pueden ser
suprimidos o limitados por el Estado, en uso de la misma facultad por lo que fueron
conferidos. De modo que el Estado fascista es la antitesis del Estado constitucional:
representa precisamente la desconstitucionalización del Estado, o sea la exención de
toda restricción jurídica a sus actos.
En vez de la igualdad de los hombres ante la ley, el fascismo proclama “la
inmutable, benéfica y provechosa desigualdad de clase”, la predestinación de las “elites”
a ocupar los lugares de mando y derecho inmanente de los “mejore” a gobernar.
LAS IDEOLOGÍAS POLÍTICAS.
De lo anterior se desprende que el fascismo es esencial y rabiosamente
antidemocrático, puesto que jerarquizar a las clases sociales y a los individuos, y demás
atribuyen a sus minorías selectas el derecho a decir sobre las cuestiones de interés
general. Decía al respecto Mussolini que “el número es opuesto a la razón, y la historia
demuestra que pequeñas minorías han producido en la sociedad humana
transformaciones profundas”. También Hitler afirma que “hay una cosa que no podemos
ni debemos olvidar: una mayoría no puede nunca sustituir al Hombre. La mayoría ha sido
siempre, no solo abogado de la estupidez, sino también de las conductas mas cobardes;
y así como cien mentecatos no suman un hombre listo, tampoco es probable que una
resolución heroica provenga de cien cobardes”. Por eso, “el Estado Nacional debe
trabajar sin reposo para librar a la administración, especialmente a la mas alta o, en otras
palabras, a la dirección política, del principio del gobierno de las mayorías asegurando así
en su lugar la indiscutible autoridad del individuo”. El fascismo reemplaza, pues, el
principio democrático del gobierno de las mayorías por el principio autocrático del
gobierno de las minorías selectas, cuyo derecho al poder esta dado, según el, por el
orden natural de las cosas: en un derecho inmanente e inmutable.
En el aspecto internacional, una de las consecuencias mas grave de la
concepción totalitaria del Estado es el imperialismo, o sea la acción estatal expansiva con
miradas a la conquista territorial o ideológica, a la absorción de mercados o la imposición
de una cultura.
Las fenecías imperialista van ligadas siempre a los regimenes totalitarios y son el
resultado lógico y natural de la concepción del Estado como un fin en si mismo.
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De aquí que los sistemas nazi-fascistas realizaron una intensa actividad
expansiva, convencidos de que de sus dogmas políticos dependía la salvación del
mundo. Mussolini proclama que “el imperialismo es el fondo mismo de la vida de un
pueblo que aspira a extenderse económica y espiritualmente”, y Hitler explica sus
ambiciones de conquista universal diciendo que “en un porvenir no lejano, la humanidad
deberá afrontar problemas cuya solución exigirá que una raza excelsa en grado
superlativo, apoyada por las fuerzas de todo el planeta, asuma la dirección del mundo”.
Con tales conceptos, los dictadores fascistas irrumpieron arbitraria y agresivamente en la
esfera soberana de otros Estados, hasta provocar la segunda Guerra Mundial.
2.3.4 COMUNISMO
COMUNISMO
Durante más de 70 años, el mundo fue testigo del intento de llevar a la práctica los
principios marxistas. No es por lo tanto exagerado describir esta etapa como el siglo del
comunismo.
Esta ideología no fue creación del Siglo XX. Sus orígenes se remontan a los días en que
Carlos Marx y Federico Engels le dieron su sustento teórico en el Siglo XIX.
Pero no cabe duda de que esta centuria le dio su certificado de madurez al presenciar su
expansión por una buena parte del planeta, empezando con la Revolución Rusa en 1917.
En cuestión de décadas, la Rusia comunista, la Unión Soviética, se había convertido en
una de las mayores potencias industriales y en el principal poder militar junto a E.U.A.
La ideología comunista se expandió como un rayo por el mundo e incluso ganaba
una fuerza insospechada en potencias occidentales como Italia y Francia.
Los comunistas estaban convencidos de que la explotación capitalista se vendría
abajo. El líder soviético Nikita Khrushev incluso aseguró que Occidente sería aplastado
por la superioridad del comunismo.
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Para sus enemigos, el comunismo simplemente era la imagen misma del mal,
hecha realidad en regímenes como los de Stalin o Mao Tse Tung. En las palabras del
presidente Ronald Reagan, se trataba del "imperio del mal".
Pero si era una pesadilla para unos, sobre todo en el mundo industrializado, la
ideología comunista se convertía en la esperanza de muchos en el llamado Tercer
Mundo.
Sus promesas de liberación de los oprimidos, de lograr el desarrollo de las
sociedades atrasadas y del fin de la opresión y del imperialismo "capitalista", prendió en
generaciones enteras de jóvenes idealistas.
Toda una generación de líderes políticos y guerrilleros abrazó la ideología y
desarrolló variantes regionales y hasta nacionales.
El comunismo generó regímenes de facto tanto entre quienes lo defendía como
entre quienes buscaban su destrucción; generó ejércitos irregulares encargados de
combatirlo y movimientos guerrilleros encargados de promoverlos.
El mundo se sumió en la Guerra Fría, de la cual no saldría sino hasta la caída del
Muro de Berlínen1989.
Hoy, al finalizar el siglo, ya no quedan muchos países que continúen con el
experimento comunista. Pero no cabe duda que sus principios ayudaron a dibujar
algunos de los rasgos más sobresalientes del fisonomía del Siglo XX.
Origen del Capitalismo: Fue desarrollándose paulatinamente en Europa Occidental, a raíz
de la crisis feudal, fundamentalmente a partir del siglo XVI. Uno de los aspectos que
marca los orígenes del capitalismo es la acumulación de recursos financieros y técnicos,
fenómenos éste que se desarrolla entre los siglos XVI y XVII.
Origen del Comunismo: Surgió, a principios del siglo XIX, como respuesta al nacimiento y
desarrollo del capitalismo moderno. El concepto comunista de la sociedad ideal tiene
lejanos antecedentes, incluyendo La República de Platón y las primeras comunidades
cristianas.
Fue la base de una serie de afirmaciones utópicas; sin embargo, casi todos estos
primeros experimentos comunistas fracasaron; realizados a pequeña escala, implicaban
la cooperación voluntaria y todos los miembros de las comunidades creadas participaban
en el proceso de gobierno.
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Fundadores del Capitalismo: Se puede decir que, de existir un fundador del sistema
capitalista, éste es el filósofo Adam Smith, que fue el primero en describir los principios
básicos que definen el capitalismo
Fundadores del Comunismo: Los fundadores del comunismo fueron, Karl Marx y Friedrich
Engels En sus obras, intentaron analizar la sociedad capitalista. Pusieron de manifiesto
las contradicciones existentes en el seno de la sociedad contemporánea: los derechos
fundamentales no habían abolido la injusticia; los gobiernos constitucionales no evitaban
ni la mala gestión ni la corrupción; la ciencia posibilitaba el dominio de la naturaleza pero
no el de las fluctuaciones de los ciclos económicos; y la eficiencia de los modernos
modos de producción no evitaba la existencia de barrios marginales en medio de la
abundancia.
Características del Comunismo:
a. En la teoría, estas sociedades permiten el reparto equitativo de todo el trabajo en
función de la habilidad, y de todos los beneficios en función de las necesidades.
b. La sociedad comunista suponen que, en último término, no se necesita que haya
un gobierno coercitivo y, por lo tanto, la sociedad comunista no tendría por qué
tener legisladores.
c. El comunismo debe luchar, por medio de la revolución, para lograr la abolición de
la propiedad privada; la responsabilidad de satisfacer las necesidades públicas
recae, pues, en el Estado.
Los antecedentes históricos del régimen comunista son los siguientes:
La cuestión social había pasado a ser la cuestión obrera en la década de 1830: ¿cuál
es la participación de los desposeídos que perciben sus ingresos con su trabajo
asalariado en el seno de la sociedad moderna, es decir, de substrato industrial? Esta
interrogante poseía una dimensión social, el tema eran los salarios y los ingresos, la
seguridad social, la seguridad de las familias, la vivienda, la educación, el acceso a la
cultura. Y tenía además una dimensión política, con una agenda que incluía el derecho al
sufragio universal, las libertades cívicas, los derechos participativos y, por último, la
cuestión del poder estatal. La revolución socialista, tal como la previeron Marx, Engels,
Lassalle y otros, debía resolver los dos problemas con la toma del poder por el partido
obrero y con la expropiación de los dueños del capital. La socialdemocracia fue la
expresión política de esos afanes por solucionar la cuestión social en favor de la clase
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obrera y de las capas bajas en su conjunto. En el seno del partido socialdemócrata, tanto
más del alemán, se estuvo discutiendo desde la década de 1890 si en caso de duda
debía otorgarse la prioridad a la democracia, en la que la cuestión del poder se resuelve
por vía electoral y mayoritaria, o si las reglas de juego democráticas se dejarían de lado a
favor de la revolución para acelerar la expropiación de los capitalistas.
La I Guerra Mundial se contemplaba como una agudización inaudita de las
contradicciones internas del sistema económico capitalista y de los sistemas políticos
concomitantes. Mucho antes de estallar aquel primer conflicto bélico mundial, el
movimiento obrero internacional estaba conciente de lo que había formulado en Alemania
August Bebel: los terribles destrozos y la devastación que cause una guerra europea a la
economía culminarán en una gran catástrofe que precipitará al abismo a la sociedad
burguesa. En la cúspide de su evolución, esta sociedad ha creado un estado de cosas
que hace insostenible su existencia, preparando su naufragio con los medios que creó
ella misma."En este sentido, la I Guerra Mundial tenía visos de ser la catástrofe prevista
provocada por el capitalismo y su imperialismo, de la cual iba a emerger "el socialismo",
es decir, la salvación. Y como en esa gran guerra estaban involucrados todos los Estados
europeos importantes, organizados según principios parlamentarios burgueses, como
Gran Bretaña y Francia, o más o menos autoritarios, como Alemania o Rusia, la cuestión
de la democracia parecía tener una importancia secundaria.
Al estallar la guerra en 1914, la mayoría de los socialdemócratas de Alemania,
Francia, Rusia y otras naciones se habían alineado en torno a sus respectivos gobiernos
y a su modo de conducir ese conflicto. Los congresos de la II Internacional, celebrados en
Stuttgart (1907) y Basilea (1912), habían aprobado la resolución de trabajar a fondo para
impedir una guerra, pero que si ésta llegaba a estallar a pesar de todo, iban a aprovechar
la situación creada para acabar con la hegemonía capitalista. En 1914, sin embargo,
quedó en claro que ese proyecto había sido ilusorio, o los socialistas mayoritarios
traicionaron la causa, dando pie por lo tanto a los reproches políticos de los izquierdistas.
A partir de esa traición de 1914 data igualmente la división del movimiento obrero, que
halla su expresión política organizada en la corriente comunista a partir de 1918-1919,
junto a la socialdemocracia, que no dejó de existir.
Desde Marx, las promesas de una nueva sociedad se nutrían de la idea de que el
mercado y las utilidades eran negativos intrínsecamente, por lo cual hacía falta abolirlos,
y de que "la economía socialista planificada" sería viable como teoría científica hecha
realidad. En efecto, August Bebel –a quien cito aquí nuevamente como a un líder político
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internacionalmente reconocido de la antigua socialdemocracia– enfatiza que el socialismo
es "la ciencia aplicada a todos los campos de la actividad humana". Quiere decir que el
movimiento comunista y la antigua socialdemocracia no difieren fundamentalmente en
sus ideas relativas a la "regularidad" de la evolución de la sociedad, la abolición del
mercado y las utilidades, sino en el énfasis sobre los medios a aplicar: democracia versus
revolución, y en la valoración de sus acciones políticas durante y después de la I Guerra
Mundial, diferencia que ha proseguido como una línea conflictiva en el seno de las
izquierdas alemana y europea prácticamente hasta nuestros días. La revolución alemana
de noviembre de 1918 fue una revolución socialdemócrata sofocada por los líderes
socialdemócratas, "un acontecimiento inédito en la Historia Universal."Miles de
revolucionarios fueron ultimados por el cuerpo de voluntarios con el consentimiento de la
dirigencia socialdemócrata, empezando por Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht, quienes
habían fundado el KPD (Partido Comunista Alemán). Los comunistas se valdrían de esa
actitud como pretexto para encarcelar y liquidar a socialdemócratas después de 1945 en
la zona de ocupación soviética y en la República Democrática Alemana. Disputas
similares se produjeron en otras naciones europeas.
Los bolcheviques rusos, una vez en el poder tras la revolución de Octubre de 1917,
disolvieron en enero de 1918, por orden de Lenin, la Asamblea Constituyente elegida. La
renuncia a obtener la mayoría numérica en el seno de la "propia" población quedó
consagrada así por el poder soviético instaurado y por todo poder de corte comunista que
se iba a constituir desde entonces. Rosa Luxemburgo intuyó entonces con mucha
clarividencia el peligro que acechaba en ese contexto al movimiento comunista, culpando
a Lenin y Trotzki, los líderes de la revolución rusa, de haber abolido la democracia (al
disolver la Asamblea Constituyente), lo cual llevaría a "sofocar la vida política en todo el
país" y, en última instancia, a implantar una dictadura, no del proletariado, sino de "un
puñado de políticos". Es en este mismo sentido que Leo Trotzki subraya en el exilio –el
año 1936– , que el centralismo democrático ha cedido paso al "centralismo burocrático" y
que la obediencia ciega ha suplantado a la reflexión independiente. En el partido
comunista de Stalin, los "funcionarios ocupaban los puestos de los revolucionarios".
El contexto sistemático es tan importante como el contexto histórico. La justificación
del régimen fue siempre de naturaleza ideológica. De ahí la primacía que se otorgaba
constantemente a la ideología "correcta", y los controles periódicos de la afiliación al
partido, especialmente de la postura de los camaradas frente a las declaraciones de turno
del Secretario General y del Buró Político, así como los cursos de adoctrinamiento fueron
parte constitutiva del régimen hasta su desaparición. En este proceso es determinante la
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metamorfosis sufrida por el pensamiento: a partir de las ideas polémicas, a partir de la
crítica social que practicaba Carlos Marx, Federico Engels y los líderes de la antigua
socialdemocracia forjaron el "marxismo" del movimiento obrero. Mientras que el
marxismo tenía estructuras suficientemente democráticas al interior del partido y en
materia sociopolítica, Lenin elaboró a partir de esa ideología el bolchevismo, que
perfilaba con trazos aún más nítidos el principio de la "dictadura del proletariado" y la
estatización de los medios de producción en manos privadas. Pero lo que hizo en
especial fue transformar al partido comunista en una formación combativa organizada con
mano férrea y criterios militares, estableciendo para ello el principio del "centralismo
democrático" que en el fondo implicaba la supresión de los mecanismos decisorios
democráticos en el seno del partido y la implantación de una jerarquía orgánica de mando
de arriba abajo. Stalin optó por llamarlo "leninismo" y a fines de los años treinta,
coincidiendo con los espectaculares procesos contra los "enemigos del pueblo", recogió
los dogmas pertinentes, que por entonces ya no eran muchos, y los fijó como un canon
sacrosanto.Las ideologías de la mayor parte de los partidos comunistas europeos en el
poder –salvo la Yugoslavia de Tito– constituyeron hasta el final una versión atenuada en
mayor o menor grado de aquel canon. Visto desde la perspectiva histórica de las ideas y
la política, el edificio teórico de Marx cedió paso al "marxismo", éste al "leninismo" y, este
último, a la versión estaliniana de la ideología comunista. Ahí se ve la relación entre Stalin
y Lenin, la de Lenin con la vieja socialdemocracia de Bebel y Engels y la de éstos con
Marx. Se ha rastreado metódicamente cada paso de esta metamorfosis.
En cada caso han existido por supuesto otras vías de interpretación de los textos.
Desde esta óptica, la historia completa del marxismo practicado en el seno del Partido es
una sucesión de controversias intelectuales y políticas entre "ortodoxos" y "heréticos",
una historia propia de la Inquisición, con persecuciones y eliminación física de disidentes.
Fue al mismo tiempo una historia de divisiones. Baste recordar la disputa entre Stalin y
Tito, o entre Jruschov y Mao, que degeneró en choques militares a lo largo de la frontera
chino-soviética. La batalla en torno a las vías políticas adoptó siempre formas
ideológicas, fue librada en torno a palabras, imágenes y textos sagrados; viceversa, las
discrepancias ideológicas no dejaban de acarrear consecuencias políticas que podían
traducirse en fusilamientos. Los elementos sustantivos del régimen comunista fueron por
lo tanto:
La utópica promesa de un mundo nuevo y mejor, sustancialmente distinto al
capitalismo, un mundo que había empezado a existir aquí y ahora, fue un factor presente
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entre los regímenes comunistas de Europa Oriental hasta su extinción. Era su
justificación última e ineludible.
El partido comunista a cargo del Estado derivaba de allí su propia identidad: La
"transición del capitalismo al socialismo" es una "regularidad" histórica; promoverla en lo
social era la "misión histórica" de la clase obrera; realizarla en lo político era el mandato
del partido comunista en el poder, que se definía como "la avanzada consciente y
organizada de la clase obrera y del pueblo trabajador". Fiel a la tradición leninista, el
partido estaba organizado de arriba abajo según el principio del "centralismo
democrático". En consecuencia, era imposible destituir a la dirigencia del partido por la
vía democrática, estatutaria. Las disputas políticas adoptaban la forma de complots y
revueltas palaciegas que culminaban con el fusilamiento de los vencidos, con la sola
excepción de Jruschov. Posteriormente se optó por relegar a los derrotados al olvido
político, como en el caso de Jruschov a quien se le prohibió hacer declaraciones públicas
en su domicilio moscovita.
Puesto que la política del Partido pretendía encarnar la única realización verdadera de
las regularidades históricas, la política como tal jamás se sometía a debate, sino tan sólo
la implementación del rumbo "correcto". En este orden de cosas se abolió toda forma de
división efectiva de poderes. El órgano supremo del Partido, el Buró Político, era la
máxima instancia ejecutiva, legislativa, judicial y la suprema congregación de la fe, todo
en uno. La política se interpretaba en su aspecto instrumental. La ciencia, tanto más las
humanidades, que fueron puestas al servicio del régimen, con la filosofía a la cabeza,
debían subordinarse al principio del "partidismo de la ciencia".
En este sentido, el Partido con su "papel dirigente" consagrado inclusive por el
derecho estatal, se situaba por encima del orden constitucional. Así, por ejemplo, la
Constitución de la RDA (la de 1974) postulaba que las organizaciones políticas del país
actuaban "bajo la dirección" del "partido marxista-leninista". El régimen completo se
agrupaba con sus órganos estatales en torno al Partido y estaba estructurado a su vez
según el principio del "centralismo democrático". También la relación con el Derecho era
de naturaleza instrumental. La idea rectora no era el Estado de Derecho, el imperio de la
ley, sino la del Estado y el Derecho como "instrumento de poder de la clase dominante",
vale decir, del Buró Político.
Como el capitalismo debía abolirse, y con él, los beneficios o utilidades, se procedió a
suprimir instituciones propias de la era moderna, como los intereses, los créditos, etc. con
la consecuencia final de que la "economía planificada" del socialismo se redujo en lo
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esencial a la asignación de recursos materiales y de metas productivas dictadas a las
empresas por el órgano central (es decir, por el Buró Político como único agente
autorizado). Incluso allí donde se experimentó con instrumentos financieros para el
manejo económico, como en Hungría, la dirigencia política no renunció en definitiva a
controlar el acceso a los recursos; las reformas económicas no pasaban de los límites
tras los cuales se debería dejar a cargo de las empresas las competencias en materia de
formación de precios, fijación de salarios y despidos. El sometimiento de la producción a
la dirigencia política hizo por último imposible cualquier cálculo de costos y beneficios en
el ámbito de la economía nacional, de las distintas ramas productivas o de las empresas.
Se dificultó la innovación tecnológica. Los márgenes de maniobra de la política
económica se fueron estrechando cada vez más, hasta que los estados de Europa
Oriental se vieron incapaces finalmente de pagar el servicio de la deuda que tenían con
sus acreedores occidentales.
Puesto que en cada uno de los países comunistas se daba el conjunto de aspectos ya
descritos la pretensión de cumplir una "misión histórica", de desempeñar un "rol
dirigente", de tener siempre la razón, de disponer de toda la economía nacional como
propietario de facto aunque fuera imposible realizar un verdadero cálculo de costos y
beneficios– resulta que la constelación de estados comunistas albergaba estructuras
estatales monolíticas y diferentes entre sí. No tenía lugar ni una formación de precios real
ni una integración auténtica, así fuera política o económica. El Consejo de Ayuda Mutua
Económica (CAME) funcionó hasta el último momento a nivel bilateral; el haber de
Hungría respecto a la RDA no podía contabilizarse con las deudas frente a la Unión
Soviética. Aunque la división del trabajo a escala mundial es capaz de generar incentivos
para el desarrollo, cosa que ya sabía Marx, el sistema comunista había renunciado a ella.
A todo eso se oponía el régimen en su manifestación real, existente.
La erosión del sistema fue gradual, por interacción entre los gobernantes y los
gobernados, entre el círculo interno de la burocracia que se había constituido en "La
Nueva Clase" sobre los hombros del pueblo, y el pueblo avasallado, hasta que sucumbió
en 1989-1991 víctima de sus problemas inherentes.
El año 1973 no cabía ni pensar en el final de tal sistema. Pero, sin embargo, la
dirigencia comunista de la RDA y nosotros, los jóvenes socialistas, contemplamos a Chile
de la Unidad Popular desde perspectivas diferentes durante el Festival Mundial. Visto por
la política oficial, Chile reflejaba el creciente número de países del mundo que se iban
liberando del "dominio imperialista". Esta opinión llevaba consigo el afán de legitimación
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propia, a nivel de política interna. Desde nuestro punto de vista, no obstante, lo que se
evidenciaba era una manera distinta de surgir una nueva sociedad, una sociedad
democrática con una multiplicidad de fuerzas políticas de izquierda que cooperaban entre
sí, con un Presidente Allende que de hecho dialogaba con el pueblo. Cinco años apenas
habían pasado desde la tentativa realizada en Praga de oponer un socialismo abierto y
democrático al tradicional ejercicio del poder por los regímenes comunistas. Aquel intento
tuvo por respuesta la invasión de Checoslovaquia por las tropas del Pacto de Varsovia,
justamente para impedir que ese propósito se hiciera realidad. Uno de los argumentos de
los invasores fue la lógica de la Guerra Fría: no podían tolerar que el "enemigo" tendiera
una cabecera de puente en el territorio bajo su propio dominio.
Henry Kissinger, nombrado Ministro de RR.EE. de los EE.UU. en 1973, razonó en
términos parecidos ante lo que pasaba en Chile y promovió el derrocamiento del
Gobierno de Unidad Popular. El mundo occidental hacía tiempo que daba por supuesto
que el "socialismo" estaliniano, anquilosado, no era ya un verdadero contrincante en la
lucha entre sistemas, pese a que la Unión Soviética aún disponía de su arsenal nuclear.
A lo que sí le temía, y no poco, era a un socialismo democrático de arraigo popular.
¿Orden mundial imperial?
Finalizada la Guerra Fría, desaparecido el sistema social y estatal comunista en la
Europa Oriental y desintegrada la Unión Soviética, se multiplicaron las voces que
predecían el advenimiento de una era de paz universal. Los acontecimientos indican lo
contrario. La situación internacional se caracteriza por los afanes de EE.UU. por
establecer un entramado imperial bajo su dictado. Las estructuras imperiales no son
ninguna novedad a lo largo de la historia, pero su implantación y su desmantelamiento
cuestan por lo general grandes sacrificios. Las metas asociadas con la guerra contra Irak
son ambiciosas. Esa acción bélica no tuvo como único fin derrotar el régimen de Saddam
Hussein; su caída debía ocurrir gracias al papel determinante y visible de los Estados
Unidos, con su abrumador poderío militar. La intención no era sólo gobernar Irak, sino
transformar la mentalidad del mundo islámico demostrando como un poder superior
sometía a su control a un país islámico rebelde. Tampoco se trata en primer lugar del
petróleo, sino de la geopolítica. Irak se halla en el centro de una región flanqueada por el
Mediterráneo y el Golfo Pérsico, limitando con Jordania, Siria, Turquía, Irán Kuwait y
Arabia Saudí. Si los Estados Unidos llegaran a estacionar un contingente suficientemente
numeroso de efectivos de la Fuerza Aérea y de la Infantería, pasarían a ser la potencia
militar más poderosa de la región. En tal caso, todos los demás países de la región, entre
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ellos los regímenes de Arabia Saudí y de Irán se verían obligados a redefinir sus
intereses frente a la nueva situación planteada por la presencia norteamericana.
Con el apoyo de ese poder militar estacionado directamente en Irak, los Estados
Unidos dispondrían de una esfera regional de influencia que, combinada con la
disponibilidad del petróleo, tendría una importancia no sólo regional, sino también global.
En tal caso, los europeos –piensan los estrategas norteamericanos– se verían a su vez
en la necesidad de incorporarse más pronto a una "política defensiva integral" que,
lógicamente, volvería a intensificar el control de EE.UU. sobre Europa. Los Estados
Unidos, al controlar el petróleo iraquí, ejercerían una influencia considerable sobre los
mercados internacionales de este producto, controlándolos en lo posible y extendiendo
desde luego esa influencia a todos los demás países productores o exportadores de
crudo. A través de los precios del crudo harían a la vez más estricto su control sobre las
economías asiáticas en expansión, incluyendo las de China, India, Japón y los llamados
"tigres asiáticos".
El ropaje ideológico lo suministra una serie de argumentos sobre la teoría de la
democracia: en la Alemania y el Japón de posguerra, la implantación "de la democracia"
(y la presencia de gobiernos amistosos con EE.UU.) también funcionó con éxito bajo
regímenes de ocupación. A continuación, los regímenes autoritarios de España, Portugal
y otros países, cedieron terreno a sistemas democráticos y finalmente le tocó el turno al
comunismo de Europa Oriental. Este vez se trata entonces de la "cuarta" o "quinta"
(según como se cuente) "ola democratizadora", esta vez en el mundo árabe-islámico. En
Afganistán se ha conseguido introducir "la democracia" mediante una guerra (entiéndase
por "democracia" desde esta perspectiva la acción de escoger entre varios dirigentes
políticos). El término "democracia", no designa en este caso el gobierno por el pueblo y
para el pueblo, sino la instauración de regímenes simpatizantes de los Estados Unidos,
en otras palabras: regímenes subalternos de EE.UU. que forman parte del entramado
imperial de nuestros días.
Si los Estados Unidos consiguen poner en práctica su estrategia relativa a Irak, no
será éste un acontecimiento aislado. Estamos a principios de una era de nuevas guerras
imperialistas cuyo escenario no se limitará al Cercano y Medio Oriente. La lista de los
denominados "Estados fuera de la ley" señala los siguientes objetivos: primero figuran
Irán y Corea del Norte, últimamente se incluyó a Siria y, por último se añadirán Libia y
Cuba. El enfrentamiento terminará por extenderse a todas las naciones del mundo que se
opongan a la política estadounidense, incluidas India, Rusia y China. Numerosos
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precursores de la estrategia imperial calculan en EE.UU. que este proceso abarcará dos
generaciones, es decir, cincuenta años de guerra. ¿Se caracterizará el XXI por ser la era
de la instauración de un nuevo orden imperial?
La historia de la sociedad humana conoce hasta la fecha dos puntos claves de
inflexión: la revolución agrícola, hace varios milenios, y el surgimiento del mundo
capitalista moderno a principios de la Era Moderna. Con Europa como punto de partida,
el modo de producción capitalista se fue propagando al mundo entero desde el siglo XVI.
Un comercio internacional en expansión, las conquistas coloniales y la generalización del
principio de la obtención de beneficios desplazaron otras formaciones económicas para
forjar el sistema mundial capitalista. A eso se referían ya Carlos Marx y Federico Engels
en su "Manifiesto Comunista". Ese capitalismo requería y requiere no sólo mercados y
mercancías que colocar en los mercados, sino además mano de obra, recursos humanos
atraídos o forzados a producir los bienes que se venderán a precios superiores a los
costos soportados por el vendedor. Así constituido, el principio de la obtención de
beneficios planteó desde un comienzo la cuestión social del capitalismo en torno a una
vida digna y a las condiciones existenciales de quienes producen esas mercancías.
El movimiento comunista, que se remonta a Marx, perseguía establecer una
sociedad distinta que produjera según criterios no capitalistas y solucionara la cuestión
social. Esa meta se consideró fracasada con el hundimiento del sistema comunista. Esta
actitud ha tenido consecuencias de gran alcance desde el punto de vista de la Historia
Universal. Una de ellas, inspirada en la política y la ideología neoliberal, es el propósito
de anular todas las concesiones hechas por los empresarios temerosos de nuevos
intentos comunistas, como fruto de compromisos con las poderosas organizaciones
obreras de Europa Occidental e incluso de otras regiones. El desmantelamiento de los
derechos y los sistemas de seguro social de los obreros y otros trabajadores
dependientes; la reducción de los ingresos derivados del trabajo frente a los ingresos
provenientes de las acciones o de la propiedad capitalista en general; el desmontaje de la
previsión social pública y la privatización de sus instituciones, todo esto se ha incluido en
la agenda y se ha llevado sistemáticamente a ejecución.
Forma parte del capitalismo el hecho de que numerosos procesos que antes
escapaban al control del mercado, adoptan el carácter de mercancías. Y como el
capitalismo "es un proceso que se guía por sus propias necesidades, resulta que ningún
acontecer social queda realmente excluido de una posible apropiación." La evolución
histórica del capitalismo conlleva el afán "de transformar todas las cosas en mercancías".
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Este afán ha consumado un salto sustancial tras la desaparición del socialismo de
Estado: están expuestos a él no sólo los antiguos países comunistas, sino todas las
regiones del mundo, hasta los sectores más recónditos de la sociedad.
Es aquí donde entran en juego las estrategias neoliberales para, tras haber
fracasado el Acuerdo Multilateral sobre Inversiones (AMI), implementar el llamado
Acuerdo General sobre el Comercio de Servicios (GATS) por mediación de la
Organización Mundial del Comercio (OMC). En Europa como en otras partes, los políticos
se dan cada vez más prisa por vender instituciones públicas de la previsión social,
centrales eléctricas, hospitales, servicios de transporte público y, ante todo, servicios de
agua potable. El acuerdo GATS entrará en vigor a escala mundial en 2005, con carácter
obligatorio. La firma de un país, estampada al pie de este documento, fijaría con carácter
permanente la liquidación de bienes públicos. Sectores fundamentales como la educación
escolar, la salud pública y las instituciones sociales quedarán a merced de los
mecanismos destinados a maximizar las utilidades. También la Comisión de la Unión
Europea está preparando su "catálogo" de privatizaciones en esos sectores para
ofrecérselo a la OMC. Todo esto se desarrolla a puerta cerradas.
La cuestión social, a nivel global, se plantea hoy en otros términos: Se ha constituido un
sector internacional privilegiado, dueño de esa economía mundial capitalista y ajena por
completo al sentido de la responsabilidad social. El poder adquisitivo de los
multimillonarios estadounidenses en su conjunto supera a la de una nación gigantesca
como la "República Popular" China; las 365 personas más ricas del mundo perciben
juntas unos ingresos superiores a los de los más pobres entre los pobres, que suman
1.200 millones en todo el mundo.
La otra consecuencia de gran alcance es que Estados Unidos es la única
superpotencia restante. Este país gasta más en armamento que la totalidad de sus
rivales económicos y políticos más importantes: ya en 1998, el presupuesto militar
estadounidense ascendía a casi US $266.000 millones, mientras que el de Rusia no
pasaba de US $54.000 millones, el de China era menor de US $37.000 millones y el de
todos los países de la OTAN era de US $171.000 millones. Para el año fiscal 2002-2003,
el Gobierno norteamericano tiene previsto destinar US $355.000 millones al armamento.
El potencial militar de Estados Unidos es inalcanzable para otros países o regiones, en
cantidad o en calidad.
Sustentada por semejante maquinaria bélica, la guerra ha sido convertida
nuevamente en un medio "normal" de la política. Mientras que durante la Guerra Fría, la
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estrategia de EE.UU. tendía también a prevenir una guerra de grandes proporciones y no
dejar que escalasen las guerras "pequeñas", hoy en día se planean guerras "imperiales"
que tienen un carácter distinto. La idea consiste en descargar el máximo de violencia en
el plazo más corto posible para imponer el orden que desea el centro imperial. En cierto
sentido, la guerra en Yugoslavia de 1999 fue la primera librada para castigar la rebeldía,
abrir una nación al mencionado "empuje" del capital internacional y hacer caso omiso del
Derecho Internacional vigente. La guerra geopolítica librada para la ocupar Irak e imponer
un nuevo orden es lo mismo pero a una escala incomparablemente más amplia.
Es oportuno en este caso recordar la idea de Karl Kautsky, formulada durante la I
Guerra Mundial, de que el capitalismo desembocaría en un "ultraimperialismo" cuando la
política imperialista de ese entonces fuese suplantada por una nueva, ultraimperialista,
que sustituiría la lucha entre capitales financieros nacionales por la explotación
concertada del mundo a manos de un capital financiero internacional unido. Este
fenómeno es por lo visto el que afrontan los pueblos desde 1945 y se produce a escala
mundial una vez desaparecido el socialismo de Estado. Los Estados Unidos y la Europa
comunitaria son los grandes protagonistas de este "ultraimperialismo", junto al Japón; la
relación entre ellos es de comunidad de intereses y de competencia dentro del sistema
en el que operan. La crisis asiática que estalló a fines de los 90, cuando varios de los
países asiáticos en transición que hasta entonces se catalogaban de "exitosos" perdieron
en poco tiempo una parte considerable de un bienestar duramente trabajado, demostró
que los grandes beneficiarios de este fenómeno se hallaban en a ambas orillas del
Atlántico Norte, en el "mundo del hombre blanco".
Esto concuerda con el enfoque de Wallerstein según el cual el capitalismo –
originario de Europa– no dio a luz ningún imperio, sino un sistema mundial que pasó a
convertirse en un sistema social de nuevo tipo. Éste abarca fronteras, estructuras, grupos
miembros y leyes de legitimación, y consta de fuerzas en pugna cuyas tensiones
mantienen la cohesión del sistema o amenazan con desintegrarlo. Cada grupo se afana
sin cesar por modelar el sistema en su propio beneficio. Posee los atributos de un
organismo en movimiento, de cambiantes estructuras, "pero que en su conjunto ha
demostrado capacidad de supervivencia." El centro y la periferia se condicionan
mutuamente en este sistema; la riqueza en el centro tiene como requisito la pobreza en la
periferia. Y no funciona sin el Estado, por lo menos el Estado del centro: los sectores
capitalistas necesitan de él para proteger sus intereses, imponer diversos monopolios y
repartir sus pérdidas entre el resto de la población. Por eso, las estructuras del Estado
son fuertes en los centros y más bien débiles en las regiones periféricas.
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La interacción entre cooperación y competencia en el seno de esta estructura
ultraimperialista es posible que no salte mucho a la vista en tiempos de paz: los temas en
disputa son los aranceles entre EE.UU. y la UE, las normativas de la OMC, la soja
transgénica. En estos años, no obstante, cuando EE.UU. apuesta por la guerra geopolítica
para implantar un nuevo orden en el Cercano y Medio Oriente, para compensar con la
fuerza de las armas su debilidad relativa en materia de competitividad económica y asumir
el control de los precios del crudo mediante el petróleo iraquí, esa relación entre
cooperación y competencia adopta una nueva dimensión. No sólo porque los gobiernos de
Alemania y Francia, de acuerdo con Rusia y China y actuando, entre otros, por motivos
económicos, trataran de impedir la guerra desde el Consejo de Seguridad de la ONU, sino
porque coincidieron al mismo tiempo con la voluntad de la mayoría de los pueblos de
Europa, más aún: del mundo entero. En Bosnia, Kosovo y Afganistán es posible
comprobar sobre el terreno que esos protectorados imperiales se han establecido para largo
y los gastos, como se sabe, corren a cargo de los demás, en cualquier caso no de los
Estados Unidos. La excepción es Irak, donde han asumido ellos mismos el papel de
protector, por el petróleo y otras causas. La expansión de semejantes estructuras
protectoralistas a todo el mundo compromete en todo caso cada vez más recursos y fondos
provenientes del sistema mundial capitalista, que ya no están disponibles para otros fines, e
intensifica la resistencia del "Sur" contra el "Norte".
3.5 EL SOCIALISMO.
EL INSTINTO SOCIALISTA
El instinto socialista es tan antiguo como el hombre, pero su sistematización
teórica es relativamente reciente. El hombre nació socialista. En la colectividad primitiva
no hubo “mío” ni “tuyo”. Las cosas pertenecieron a quien las necesitaba. Fue, después
cuando los medios de producción crearon excedentes, que nació la dependencia
económica. Entonces el hombre se transformo en “lobo del hombre” homo homini lupus,
decía Hobbes y se disipó el socialismo original de la sociedad primitiva para convertirse
en un estado de lucha implacable de todos contra todos, en el cual el ser humano,
núcleo de apetitos, contrajo un ansia insaciable de poder y también de riqueza, que es
una forma de poder.
La sistematización teórica de la protesta humana contra los vicios de la
organización social asumió diversas modalidades a través de la historia. Hay muchas
clases de socialismo: desde el socialismo utópico, de principios del siglo XIX, hasta la
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socialdemocracia contemporánea, pasando por múltiples versiones del marxismo, que
empieza con el marxismo de Marx y de Engels y sigue con las interpretaciones
soviéticas, yugolasva, albanesa, china en su etapa maoísta y en la actual, húngara,
cubana, eurocomunista y otras.
El marxismo es una de las versiones del socialismo. Quienes la profesan creen
que es el único “socialismo real”. En esta apreciación convergen los ideólogos de la
derecha y los de la izquierda radical: cuando oyen la palabra “socialismo”, todos ellos
piensan exclusivamente en el marxismo-leninismo. Pero la verdad es que éste es una
de las tantas versiones que, es en el tiempo, ha producido la idea socialista.
EL SOCIALISMO DEMOCRÁTICO.
a) Bases doctrinales. El socialismo democrático comparte el pensamiento
dialéctico de que la quietud no existe ni en el mundo de la naturaleza ni en el hombre, la
sociedad o la cultura. Todo este en movimiento. Las cosas son y dejan de ser. Todo
transcurre y fluye incesantemente. También la ideología política toda ideología política,
como parte del mundo de la sociedad y de la cultura, es un ser vivo, siempre perfectible,
e interminable movimiento. El reposo de las ideas no existe; la vida del hombre es la
incesante búsqueda de la verdad. Las verdades de ayer son las mentiras de hoy. Así
avanza la sociedad.
El socialismo democrático sostiene, como tesis, que no son incompatibles la
equidad económica con la libertar política, ni la justicia social, con el respeto a los
derechos humanos, ni el desarrollo económico con la organización democrática de la
sociedad, ni la justa distribución del ingreso con la prerrogativa de los pueblos de elegir
libremente a sus gobernantes.
La libertad es una de las grades conquistas de la historia. Suprimirla es
retroceder, la libertad es el sentido civil, político y económico de la palabra tiene un
enorme poder creativo en la sociedad esto favorece su proceso. Las sociedades que la
han recortado han perdido dinamismo. Hoy asistimos precisamente al `proceso de
reindicación de la libertad en la Unión Soviética y en los países de Europa oriental,
después de que sus pueblos ha tomado conciencia de que los regimenes monocráticos,
al impugnar la libertad, ha sustraído a la sociedad uno de sus factores fecundantes.
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No es admisible una organización social montado sobre el desprecio y la
humillación del ser humano, pero tampoco lo son las aberraciones de un sociedad
farisaica que, postulando derechos formales, condena al hambre y a la pobreza a la
mayor parte de sus integrantes.
Ni la equidad económica entre cadenas ni la libertad de morirse de hambre. El
socialismo democrático busca soluciones libertarias y no cesaristas a los problemas del
subdesarrollo y de la injusticia social. Sostiene que la equitativa participación popular en
el ingreso nacional no esta reñida con el mantenimiento de las libertadas, el respeto a la
opinión ajena, el pluralismo político y la constitución de gobierno representativos,
legitimados por el consenso popular electoralmente expresado. Tampoco el respeto a las
libertades es opuesto a los cambios estructurales que posibiliten al desarrollo económico
independiente y que eleven la calidad de vida de los pueblos.
Desde el punto de vista del socialismo democrático, el propósito desarrollo
es proporcionar a los seres humanos un cúmulo de bienes tangibles e intangibles que
enriquezcan su vida más allá del consumo material.
La calidad de vida de un pueblo no es el resultado de una operación puramente
económica sino que esta dada pro la suma de múltiples factores. No es simplemente el
consumo el que determina la calidad de vida. Ésta es una visión economicista y parcial
de realidad, porque el pueblo puede tener altos índices de consumo y no buena calidad
de vida.
El hombre no aspira solamente a tener sino también a ser. De allí que la calidad
de vista signifique algo más que la acumulación de bienes económicos: son la
libertad, la salud, la seguridad, la paz, el bienestar, la cultura, la solidaridad, la
preservación del medio ambiente, la satisfacción del trabajo desempeño, el buen uso del
tiempo libre, la realización de los objetivos vitales y una amplia gama de otros valores
lo que integran la calidad de vida de un pueblo.
La medición de ella no puede hacerse con los indicadores tradicionales, todos
los cuales son meramente cuantitativos. Ni el producto nacional bruto ni el ingreso per
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cápita, como indicadores del éxito o fracaso económico de una sociedad, nos sirve para
el efecto. Resultan fórmulas falaces, particularmente en países de grandes desniveles
sociales. Habría que pensar, por tanto en una nueva formula tal vez el bienestar
nacional neto capaz de apreciar y medir los aspectos cualitativos de la vida de una
sociedad.
El socialismo democrático, por su vocación de cambio social, está en la
izquierda. En la izquierda nacional, o sea en la izquierda no dependiente de centros
ideológicos ni políticos externos.
Por sus puesto que hay varias izquierdas, o sea diversos sectores políticos
empeñados en auspiciar, promover y adelantar cambios en los sistemas regimentales
de la sociedad. Nadie puede reclamar el monopolio de esa aspiración. Existen distintas
fuerzas que buscan el cambio social, pero algunas de ellas lo hacen par establecer un
sistema autoritario y burocrático. Pretenden implantar un régimen de fuerza que
suprima el pluralismo ideológico, que imponga el sistema de partido único que impida de
debate de las ideas, que encadena los pensamientos. Esas izquierdas son autocráticas y
para diferenciarse de ellas hay un socialismos que se llama democrático, porque no lo
interesa establecer u régimen autoritario, que excluya oposición y discrepancia.
Este socialismo cree en el poder fecundante de la libertad y quiere el cambio
social más la libertad y no el cambio social en lugar de la libertad. Busca la justicia social
con la libertad y no justicia social en vez de libertad ni libertad sin justicia social.
Estos valores no son intercambiables: la falta de libertad no puede compensarse
con mayores ingresos monetarios ni la pobreza puede suplirse con la libertad. Son
valores complementarios. Los unos no tiene sentido sin los otros.
Como proyección de esa libertad, el socialismo democrático propugna el
pluralismo ideológico y el pluralismo y repudia de ortopedia deformante del partido
único. Que existan tantos partidos como corrientes de opinión importantes se den en la
sociedad y que triunfe el que seduzca el ama de la multitud.
Como cierto expresó Mitterrad, en su discurso ante la conferencia de la
Internacional Socialista celebrada a fines de marzo de 1980 en la Republica Dominicana,
que “no hay democracia allí donde las pluralidades culturales, espirituales, éticas, no
puede expresarse libremente”.
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b) Socialismo democrático a marxismo, con cierto grado de simplificación, se
puede enunciar algunas de las diferencias que separan al socialismo democrático del
marxismo-leninismo.
La ideología no es, para el primero, dogma inmutable ni acepta el modelo
ideológico de validez universal. Cada país debe buscar su propio camino del
desarrollo, y la ideología, según antes lo dijimos, es esencialmente revisable y
perfectible, como lo son todas las proporciones científicas.
A diferencia del marxismo-leninismo al menos en las aplicaciones históricas que
de él hemos conocido durante los últimos setenta años el socialismo democrático
sostiene que sin libertad no hay socialismo y que el pluralismo ideológico es
conveniente para la sociedad. Rechaza la “dictadura del proletariado” como forma de
gobierno. Considera que estatificación no significa por si misma socialismo, que la
estatificación de los medios de producción degenera en un sistema productivo deficiente
especialmente en países en los que subdesarrollo administrativo es el limite real del
socialismo, que el control gubernativo de los instrumentos de producción se convierte
pronto en el “interés de clase” de la alta burocracia, que pasa a ser la nueva clase
dominante. Sostiene que el capitalismo de Estado retiene muchos de los defectos del
capitalismo privado y que se puede democratizas una sociedad, en el marco de un
sistema de economía mixta, a partir de la renta que los medios de producción rinde en
manos privadas.
Para el marxismo-leninismo no hay socialismo sin estatismo, para el socialismo
democrático no lo hay si libertad.
El gran error de Stalin fue confundir lo “estatal” con lo “social” y suponer que
había advenido el socialismo tan sólo y tan pronto como el Estado controló todas las
ramas de la economía, sin detenerse a pensar sin con ello se había dado objetivamente
el control directo y democrático de los productores sobre el aparato económico.
La estatificación no significa por sí sola socialismo si se mantiene la opresión
política y la explotación de la fuerza de trabajo.
No tenemos nada contra la estatificación de los instrumentos de producción,
salvo su ineficacia.
Sostenemos que no hay socialismo sin libertad, ni libertad sin democracia ni
democracia sin socialismo. Los tres son conceptos que se implican mutuamente. El
socialismo, según la más certera de sus definiciones, es la extensión de la democracia
a todos los ámbitos de la vida social.
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Esto pone en contradicciones el socialismo democrático con la “dictadura del
proletariado”, como forma de gobierno adoptada por el régimen marxistas.
La “dictadura del proletariado” esta transitoria, según la concibió Max, hasta
establecer las condiciones infraestructurales del comunismo intenta ser el gobierno
autoritario de una clase, pero en la práctica, por obra de un proceso de sucesiva
suplantaciones en el cual es partido sustituye a la clase, el aparto del partido y los
dirigentes que, pretendiendo identificarse con la clase obrera, toman dediciones en
nombre de ella pero sin su presencia.
Se consolida así una “nueva clase” de burócratas y militares para utilizar la
conocida expresión de Milovan Dijilas que controlan los mecanismos del poder político
los instrumentos de producción estatificados.
Herbet Marcase afirma al respecto que “las diferencias entre los primeros años
de revolución bolchevique y el Estado estalinista son obvias: crecimiento constante de
totalitarismo y de la centralización autoritaria: crecimiento de la dictadura, no del
proletariado, sino sobre el proletariado y los campesinos”.
Con esto, al dualismo señalado en el Manifiesto Comunista habría que agregar
unos: burócratas y ciudadanos.
Vamos a aplicarnos:
El manifiesto Comunista, redactado por Marx y Engels en 1848, afirmó que la
“historia de toda sociedad humana hasta nuestros días, es la historia de las luchas de
clases. Hombre libre y esclavo, patricio y plebeyo, barón y siervo de la gleba, maestro y
oficial del gremio: en una palabra, opresor y oprimido, frente a frente, empeñándolos en
la lucha ininterrumpida, velada unas veces y otras franca y abierta”.
Esa es la historia de la humanidad.
Pero con el advenimiento de las deformaciones marxistas la cosa siguió igual,
persistió la dualidad entre opresores y oprimidos, sólo que ahora las dos nuevas clases
contendientes se llaman burócratas y ciudadanos. Los burócratas con todo el poder
político y económico en sus manos y los ciudadanos rasos sin más alternativa que
obedecer.
Esta fue la nueva dualidad creada por las interpretaciones estalinistas del
marxismo.
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c) Socialismo democrático y neoliberalismo. El neoliberalismo inconsistente de
que la libertad entre desiguales conduce a la injusticia propone la absoluta libertad de
la fuerzas económicas y la estricta neutralidad del Estado ante el juego de la economía
particular.
Pero la libertad de las fuerzas del mercado conduce a un estado de cosas en
que el pez grande se come al chico. Pero eso no en los países subdesarrollados hay
una contradicción insalvable entre la democracia y neoliberalismo, porque ni la
democracia resulta de la aplicación de políticas neoliberales ni ellas conducen a un
orden de cosas verdaderamente democrático, al menos visto desde el prisma del
socialismo libertario. Puede ser que la medidas neoliberales lleven a una democracia
formal, desprovista de contenido económico y social, pero de ninguna manera a lo que
el pensamiento socialista democrático concepta como democracia.
Las corrientes neoliberales se han dedicado a la tarea de desempolvar y extraer
del museo de antigüedades de la historia una serie de categorías políticas y económicas
que ha sido superadas por el tiempo y que dieron ilustre y contenido a las revoluciones
liberales de finales del siglo XVIII.
Aquellas categorías no tienen ya vigencia del mundo actual.
La teoría de los derechos naturales, de que hablaba el liberalismo y de que
habla hay el neoliberalismo, como prerrogativas inherentes a la persona humana pero
procedente al Estado, desvinculadas de la dinámica de los acontecimientos sociales y
económicos, no tiene ya validez. Hoy se da un inevitable sometimiento de los derechos
individuales a las conveniencias del grupo social y hay que aceptar esto como evidente.
La teoría de los derechos naturales se inspiro en la idea de que el poder político es el
enemigo único de la libertad de las personas.
De ahí que el imperativo de la época fue establecer vallas horizontales par
limitar y detener la acción de la autoridad pública. Pero después se descubrió que hay
también otros peligros, igualmente letales contra la libertad de las personas: lo poderes
económicos dentro de la sociedad. Y entonces se concibieron los derechos sociales,
que tienden a dotar a las personas de un mínimo de seguridad económica como
condición indispensable par que sea realmente libres. Los derechos sociales implica la
creación de vallas verticales para impedir el abuso de los individuos a corporaciones
económicas poderosos.
Y estos derechos no pueden ser negociables, como pretende el neoliberalismo,
ni depende de la autonomía de la voluntad particular ni de las fuerzas del mercado.
Están dados por la voluntad estatal, que limita, a favor de los sectores sociales
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protegidos, la libertad de la contratación y que incorpora estipulaciones mínimas
irrenunciables. No cabe respecto a ellos la libre contratación ni pueden estar sometidos
a la ley de la oferta y la demanda.
La igual ante la ley otro de los principios venerados por el liberalismo clásico y
por el neoliberalismo actual tampoco puede tener vigencia hoy, porque resulta absurdo
que la ley dé igual tratamiento a elementos humanos tan diferentes como pueden serlo
el trabajador y el patrono, el inquilino y el dueño de casa, el consumidor y el productor,
el hombre y enfermo y el sano, el desempleado y el ocupado, el ignorante y el ilustrado.
Como puede suponerse que deba haber igual trato par personas que tienen diferencias
tan evidentes.
Lo lógico es que la ley se aproxime más estrechamente a los seres humanos
concretos, en las particulares situaciones de fortaleza o debilidad económica frente al
grupo. Es una nueva concepción del hombre. No la concepción que tuvo el liberalismo
y que hoy pretende ser restaurada por el neoliberalismo que vio al individuo en
abstracto, destituido de sus características personales, sino una concepción que toma el
hombre concreto, integrado en la vida social y sometido por tanto a las fuerzas
económicas.
Se trata, pues, de un sustitución de la forma abstracta, general e igualitaria de
mirar al ser humano pero una forma menos igualitaria pero más humana y objetiva, que
toma en cuenta su ubicación en el proceso de la producción.
De suerte que el principio de la igualdad ante la ley ha quedado superado por los
acontecimientos. La libertad entre desiguales conduce a la injusticia. Esto se ve
claramente hoy. Por ello, aunque suene herejía, las corrientes socialistas sostienen la
desigualdad de las personas ante la ley, vistas las diferencias y los desniveles en que,
hecho, están ellas colocadas en la dinámica de los acontecimientos sociales y
económicos.
El estado no puede desentenderse de tales diferencias. Tiene que promover
presentaciones sociales y económicas compensatorias a favor de los sectores
económicamente más débiles, a fin de que logren cierta equidad de trato, sin la cual
caen inexorablemente en la esclavitud económica.
Y qué decir del sistema de inhibiciones estatales que propugna el neoliberalismo
y que en suma permite que el pez grande de coma al chico frente a un Estado
impasible, cruzado de brazos, indiferente ante todo lo que neoliberalismo ha añadido
algo que resulta terriblemente tramposos: sostiene como principio de neutralidad del
Estado ante las fuerzas del mercado y ante el proceso productivo, pero no ven con
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malos ojos las intervenciones estatales que signifiquen subsidios, alicientes tributarios,
protecciones arancelarias, exoneraciones fiscales, sustituciones de deudas externas y
otras acciones de auxilio a la actividad económica particular. Allí no protesta contra la
intervención del Estado, pero tan pronto como éste pretende participar de manera
reguladora y trata de podar determinadas aspiraciones desproporcionadas, los ideólogos
del neoliberalismo ponen el grito en el cielo y se quejan del “intervencimiento” estatal.
Parece ser que los sectores que se alinean en las filas neoliberales buscan la muy
productiva fórmula de socializar las pérdidas y “privatizar” las ganancias de la operación
económica. Quieren la intervención del Estado en lo que les es favorable y piden su
abstención es todo lo demás.
Guillermo Villareal, en su importante libro sobre la materia, manifiesta que “la
contrarrevolución monetarista es el retorno a la vieja ortodoxia del liberalismo económico
clásico que, anunciando eufórica su grito de guerra volvamos al mercado libre, muera el
Estado Leviatán, ha ido penetrando al Estado para apantallar al neoliberalismo desde el
centro de gravedad mismo de la sociedad. Ello implica que el Estado tiene que abdicar
solamente de sus facultades de intervención y regulación del mercado, teórica e
históricamente sustento de la economía mixta, sino que también ha de tirar por la borda
el catalogo de derechos políticos y sociales que constituyen y fundamentalmente la
libertad política democracia”.
La libertad formal proclamada por el neoliberalismo, es libertad simplemente
escrita que no se cumple para la mayor parte de los miembros de la sociedad, libertad
que se detiene en la vitrina del supermercado y después de la cual no existe mas que la
corona soberana del dueño del negocio, esa es una libertad ilusoria para muchos, una
libertad que solo puede ser ejercida por los que tienen poder de compra en la sociedad.
En fin, cuanto podríamos decir acerca de las propuestas neoliberales.
El derecho de propiedad sin limitaciones, sin responsabilidades sociales, que no
considera que la riqueza sea un instrumento de dominación social, que no se ha detenido
a pesar de que quien la detenga puede mandare mientras que los demás solos les queda
la opción de obedecer.
La apertura indiscriminada de fronteras al capital extranjero, que exacerba la
dependencia exterior y que consagra la división internacional del trabajo, es otra de las
tesis neoliberales. Bien sabemos que los países económicamente atrasados necesitan
inversión extranjera para su desarrollo, pero no toda inversión extranjera es saludable;
hay que seleccionar la que cada país requiere, a través de un régimen legal que permita
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usar selectivamente la inversión extranjera, es decir, utilizarla donde se la necesita,
cuando se la necesita y a costos que convengan al país receptor.
La regimentación de la inversión extranjera es indispensable, no solo para
prevenir prácticas neocoloniales que refuerzan los vínculos de dependencia exterior, sino
también para obtener la pronta y eficaz transferencia tecnológica y para ejercer un control
nacional sobre la explotación de los recursos básicos.
No estamos en contra de la inversión extranjera pero creemos que hay que
reglamentar, que desde ser objeto de un tratamiento especial selectivo. De lo contrario,
no habrá desarrollo independiente para nuestros países ni equitativas relaciones
comerciales con el exterior, sino que habremos consagrad la división internacional del
trabajo que, para decirlo con las graficas palabras de Galeano, consiste en que unos
países se han especializado en ganar y otros nos hemos especializado en perder.
La llamada “economía social del mercado”, sistema económico que las corrientes
neoliberales vienen postulando cada vez con mayor insistencia en América Latina,
copiándolo al carbón de los postulados desarrollados en Alemania Federal por los
teóricos socialcristianos y liberales (Roepke, Hayek, Eucken, Mueller Armack, Erehard) a
partir de 1948, después de la segunda guerra mundial, pretende someter el conjunto de
la economía a las fuerzas del mercado y confía ciegamente en que ellas pueden
regularse automáticamente.
Tal sistema eleva al mercado a la categoría de árbitro supremo e inapelable de la
actividad económica. Hace del mercado la medida de todas las cosas. Puede funcionar
en sociedades desarrolladas pero definitivamente no funciona en nuestros países
atrasados, porque en ellos el mercado sufre una serie de deformaciones y distorsiones
que fatalmente conducen al monopolio, al oligopolio y al oligopsonio, con lo cual
desaparece toda posibilidad de equilibrio y regularon automática de las fuerzas del
mercado. Eso no funciona en nuestros países. No se da la libre competencia, todo
conspira contra la equidad y presiona a favor de la concentración del poder económico. Y
el sistema va degenerando, poco a poco, en “sociedad de consumo” porque el mercado,
que es el llamado a indicar al productor es quien dispone, a través de la publicidad una
de las bellas artes del capitalismo lo que se ha de consumir.
El productor termina por manipular el mercado y someterlo a sus convivencias.
Utiliza la publicidad para crear nuevas necesidades o para satisfacer de nuevas maneras
las viejas necesidades. Se vale de ese tremendo poder de envejecimiento prematuro que
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tiene la moda. Condiciona al consumidor, la cautiva y, al final, no son los imperativos del
productor los que determinan el consumo.
De lo dicho concluimos que las políticas neoliberales, que nos llegan como una de
las tantas expresiones del colonialismo cultural al que estamos sometidos, no de las
tantas expresiones del colonialismo cultural al que estamos sometidos, no se adecuan a
los países en vías de desarrollo. La prueba esta en el fracaso espectacular que ellas han
tenido en Chile, Argentina y Uruguay.
Convengamos en que el crecimiento económico pide ser un hecho espontáneo,
acicateado por el afán de lucro de las personas, pero no el desarrollo social, que requiere
una acción inducida, deliberada, planificada de la autoridad publica.
d) Socialismo democrático y socialdemocracia. No es lo mismo socialismo
democrático que socialdemocracia, a pesar de que ambas doctrinas tienen como
característica común el afán de conciliar la equidad económica con la libertad política.
La socialdemocracia es una versión propia de países altamente desarrollados,
cuyos problemas y requerimientos son totalmente diferentes de los que tienen lo países
subdesarrollados o, para decirlo con el piadoso eufemismo de los que temen llamar a las
cosa por su nombre, de los países “en vías de desarrollo”.
La socialdemocracia es un fenómeno del norte de Europa, Finlandia, Suecia,
Noruega, Alemania Federal, Australia, Dinamarca y obedece al desarrollo y evolución del
movimiento obrero de los países nórdicos. En el sur del propio continente europeo no se
encuentran partidos socialdemócratas sino socialistas : el Partido Socialista Obrero
Español, el Partido Socialista Francés, el Partido Socialista Portugués, los Partidos
Socialista y Socialista Democrático de Italia y otros mas. Esto responde al hecho evidente
de que los pises nórdicos han alcanzado mayores grados de desarrollo y de organización
que los del sur y prueba nuestras afirmaciones de que la versión social democrática es
propia de esas estructuras avanzadas.
La socialdemocracia europea enfrenta problemas totalmente diferentes de los
nuestros. No trata de producir un movimiento brusco y radical, puesto que sus conquistas
sociales se han ido acumulando a lo largo del tiempo y la calidad de vida de sus rublos ha
alcanzado índices muy altos. La mayor preocupación actual de la socialdemocracia es
conservar y calibrar sus instituciones socioeconómicas –el sistema tributario, la seguridad
social, as conquistas de los trabajadores, los proyectos de desarrollo social- y
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defenderlas de las amenazas de los partidos conservadores que disputan el orden. En
cambio, el planeamiento del socialismo democrático es otro: busca el cambio para crear
la infraestructura social y económica de la democracia. Poco es lo que tiene que defender
y mucho lo que le queda por conquistar.
No es fácil transplantar la socialdemocracia a las selvas tropicales
latinoamericanas. Poco hay entre las estructuras sociales, culturales, económicas del
norte de Europa y las nuestras.
El ritmo de desarrollo, el espacio y tiempo histórico, los problemas específicos son
distintos entre Europa del norte y América Latina.
2.3.6 CAPITALISMO POST INDUSTRIAL
El trabajo es el argumento que se repite en todos los periódicos, conferencias, debates
políticos e incluso en artículos y panfletos escritos por compañeros. Las grandes
preguntas que se plantean son: ¿cómo hacer frente a la desocupación creciente? ¿cómo
volver a dar un sentido a la profesionalidad laboral penalizada por la actual
reestructuración capitalista? ¿cómo hallar caminos alternativos al trabajo tradicional? ¿es
posible el reparto del trabajo?. La sociedad postindustrial ha resuelto el problema de la
desocupación, al menos dentro de ciertos límites, dislocando la fuerza laboral hacia
sectores más flexibles, fácilmente maniobrables y controlables. Ahora, en la realidad de
los hechos, la amenaza social de la desocupación creciente es más teórica que práctica y
es utilizada como arma política para disuadir a amplias capas de población de intentar
direcciones organizativas que pongan en discusión las actuales directrices económicas.
En la actualidad, siendo el trabajo mucho más controlable, precisamente en su forma
cualificada, pegada al puesto de trabajo, se insiste sobre la necesidad de dar trabajo a la
gente, por eso de reducir la desocupación. No porque ésta constituya un peligro en sí,
sino más bien al contrario, porque el peligro podría venir de la misma experiencia de
flexibilidad ahora ya hecha indispensable en las organizaciones productivas. El haber
sustraído una identidad social que precisa el trabajador lleva a posibles consecuencias
disgregativas que hacen más difícil el control. Del mismo modo, los intereses de
formación profesional en su conjunto no permiten una formación de alto nivel, al menos
no para la mayoría de los trabajadores. Se ha sustituido pues la pasada petición de
profesionalidad por la actual de flexibilidad, es decir, de adaptabilidad a tareas laborales
en constante modificación, a pesar de una empresa a otra; en suma, a una vida
cambiante en función de las necesidades de los patronos. Desde la escuela se programa
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237
ahora esta adaptabilidad, evitando suministrar los elementos culturales de carácter
institucional que una vez constituían el bagaje técnico mínimo sobre el cual el mundo del
trabajo construía la profesionalidad. Esta ahora se reduce a unos pocos millares de
personas que son preparadas en los másters universitarios, algunas veces a expensas
de las mismas y grandes empresas que tratan así de acaparar a los sujetos más
proclives a sufrir adoctrinamiento y, como consecuencia, un condicionamiento.
CAMBIO DE RELACIONES
En el pasado el trabajador vivía en la empresa: tenía amistad con compañeros
de trabajo; en el tiempo libre hablaba de los problemas del trabajo; frecuentaba
estructuras recreativo-culturales de los trabajadores; y cuando iba de vacaciones
acababa por hacerlo junto a la familia de otros compañeros de trabajo. Para completar el
cuadro, especialmente en las grandes empresas, diferentes iniciativas sociales ligaban a
las distintas familias con pasatiempos y excursiones; los hijos iban a escuelas asistidas
financieramente por la misma empresa y cuando se jubilaba uno de ellos, era sustituido
por alguno de sus hijos. Se cerraba así todo el círculo laboral que enmarcaba toda la
personalidad del trabajador, pero también la de su familia, surgiendo de este modo una
identificación total con la empresa. Pensemos, por poner un ejemplo, las decenas de
operarios de la FIAT que animaban en Turín a la Juventus, el equipo de Agnelli. Todo
este mundo ha decaído completamente. Aunque algún residuo continúa funcionando, ha
desaparecido en su homogeneidad y en su uniformidad proyectual. En su lugar ha
entrado una relación de trabajo donde la falta de una identidad profesional significa
ausencia de una base sobre la cual el trabajador pueda proyectar su vida. Su único
interés es ganar lo imprescindible para llegar a fin de mes o pagar el crédito de la casa.
Ya en la condición precedente, la huida del trabajo se configuraba como una búsqueda
de un modo alternativo de trabajar. El modelo era el del rechazo a la disciplina, el
sabotaje sobre la línea de montaje, entendido como reducción de una opresiva cadencia,
la búsqueda de retazos de tiempo. Así, el tiempo libre no institucionalizado, sino robado
al atento control empresarial, estaba cargado de valor alternativo. Se respiraba fuera de
los ritmos encarcelados de la fábrica o taller. Pero en aquellas condiciones el gusto del
tiempo encontrado se envenenaba enseguida por la imposibilidad de suministrarle otro
sentido que no fuera el mismo del ambiente laboral. Por eso, la abolición del trabajo
significaba, hasta hace algunos años, la eliminación de fatiga, creación de un trabajo
alternativo fácil y agradable, o bien -y esto en las tesis más avanzadas y bajo ciertos
aspectos más utópicos y peregrinos- su sustitución por el juego, pero un juego que
obliga, provisto de reglas y capaz de dar al individuo una identidad como jugador-
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trabajador. Es un hecho si se quiere interesante, pero que no escapa a las reglas
esenciales del trabajo entendido en términos de organización global del control. De esto
deriva que nos sea posible ninguna abolición del trabajo en términos de reparto
progresivo del mismo, sino que se necesita proceder de manera destructiva. Antes que
nada es el mismo capital el que ha desmantelado desde hace tiempo su formación
productiva, sustrayendo al trabajador su propia identidad. De este modo, lo ha hecho
«alternativo» sin que se haya dado cuenta de ello. Tiene libertad de palabra, vestuario,
variabilidad de tareas, un modesto compromiso intelectual pedido, la seguridad de los
procedimientos, la reducción de los tiempos de trábajo. En definitiva, que haya necesidad
de una cantidad de trabajo muy inferior a la hoy obligatoria para percibir un salario era
una reivindicación que ayer venía ilustrada por teóricos revolucionarios, mientras que hoy
es patrimonio analítico del capitalismo post-industrial y se discute en congresos y
reuniones destinadas a reestructurar la producción. Luchas por una reducción, pongamos
de veinte horas semanales, del horario de trabajo no tienen sentido revolucionario, en
cuanto que abre el camino a la solución de algunos problemas del capital y no el de la
posible liberación de todos. La válvula de escape del voluntariado, sobre el que tan poco
se discute mientras se trata de un argumento que merecería toda nuestra atención,
podría suministrar una de las soluciones operativas a la reducción del horario de trabajo,
sin que surja la preocupación de cómo las grandes masas huérfanas del control de un
tercio de su jornada pudieran emplear el tiempo encontrado de nuevo. Visto en estos
términos, el problema de la desocupación no es el de la crisis más grave del sistema
productivo actual, sino un momento constitucional a su estructura, momento que puede
ser institucionalizado a nivel oficial y recuperado como empleo proyectual del tiempo libre,
siempre por obra de la misma formación productiva, y a través de las estructuras creadas
para este fin. Razonado de este modo, se comprende mejor el análisis del capitalismo
post-industrial como sistema homogéneo dentro del cual el movimiento de la crisis no
existe, habiendo sido transformado en uno de los momentos del proceso productivo
mismo.
IDEALES ALTERNATIVOS
Otro punto a tratar es el de los ideales alternativos de vida fundados sobre el
arreglárselas uno mismo. Estamos hablando de las pequeñas empresas fundadas sobre
la autoproducción en laboratorios electrónicos y en otros pequeños almacenes, sin aire y
sin luz para sobrecargarse de trabajo y demostrar que el capital de nuevo ha tenido
razón. Si quisiéramos concentrar en una fórmula simple y breve el problema, podríamos
decir que si una vez el trabajo confería una identidad social, la del trabajador. Esta
identidad, integrada en la del ciudadano formaba el súbdito perfecto. Por ello, la huida del
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trabajo era un intento concretamente revolucionario, directo a romper el ahógo. Hoy, en el
momento en que el capital no suministra más una identidad social al trabajador, sino que
al contrario trata de utilizarlo de manera genérica y diferenciada, sin perspectiva y sin
futuro, la única respuesta contraria al trabajo es la de destruirlo, procurando una propia
proyectualidad, un propio futuro, una propia identidad social del todo nueva y
contrapuesta a los intentos de nadificación puestos en marcha por el capitalismo
postindustrial. Aquí vuelven a la actualidad algunas reflexiones que parecían de otro
tiempo. El sabotaje, cuando se utilizaba, era solamente un medio de intimidación pero, lo
que es más importante, golpeaba no sólo para obtener algo, sino que también y diré
principalmente, para destruir. Y el objeto de destrucción es siempre el trabajo. Cierto que
para atacar se necesita un proyecto, una conciencia de lo que se quiere hacer. El
sabotaje es un juego fascinante, pero no puede ser el único juego que se desee jugar. Es
necesario disponer de una multitud de juegos, varios y a menudo contrastantes, con el fin
de evitar que la monotonía de uno de ellos o el conjunto de las reglas se transforme en
un ulterior trabajo aburrido y repetitivo. El aspecto esencial de un proyecto de destrucción
está ligado a la creatividad empujada al máximo nivel posible; ¿Qué podremos hacer con
el dinero de todos los bancos que atraquemos si luego la única cosa que sabemos hecer
es comprarnos un coche, una mansión, ir de discotecas, llenarnos de inútiles
necesidades y aburrirnos a muerte hasta el próximo atraco?. Pienso que el rechazo del
trabajo se puede identificar antes que nada con un deseo de hacer las cosas que más
placen, por eso de transformar cualitativamente el hacer en actividad libre, esto es, en
acción. Pero la condición actival el hacer libre, no se consigue de una vez por todas. No
puede nunca pertenecer a una situación externa a nosotros y nosotras. Necesitamos
profundizar en nuestro propio proyecto creativo, sobre lo que se quiere hacer de la propia
vida y de los medios de los que se está en posesión no trabajando. Porque ninguna suma
de dinero podrá nunca liberarnos de la necesidad de trabajar y de todas aquellas otras
necesidades que se nos crean.
El capitalismo mexicano hacia un modelo económico realista
Entusiasmados por la euforia de la globalización buscamos un modelo
económico apto para todos los países, pero ¿cualquier sistema es adecuado para las
necesidades, valores y metas particulares de cada pueblo? ¿El modelo económico
mexicano ha tenido el éxito esperado? Al parecer, falta «adaptar» el capitalismo y hacerlo
«a la mexicana».
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Los análisis sobre las culturas capitalistas no deberían arrancar de actitudes
ideológicas o sociológicas de la economía global e como las que han caracterizado a
nuestros últimos gobiernose sino desde la fuente misma de esas culturas; esto es, la
empresa y el management, pero no entendidas como disciplinas científicas, sino como el
producto, el fruto del carácter o modo de ser e cultura precisamentee de quienes hacen
y dirigen la empresa.
Cuando nuestros gobernantes acepten los muchos Méxicos que conforman al país y
planeen modelos económicos para cada distinto tipo de «cultura mexicana», estarán en
condiciones de propiciar un modelo económico mexicano de desarrollo, menos
espectacular que el de la economía global, pero más realista e igualitario.
LOS PRINCIPALES MODELOS DE CAPITALISMO
A propósito de la edición de la extraordinaria obra Las siete culturas del
capitalismo (Hampden-Turner y Trompenaars, 1995) Carlos Llano sugería averiguar qué
tipo cultural de capitalismo es el nuestro, o al menos qué similitudes y diferencias guarda
con el que aplican los siete países reseñados en el libro; cuál ofrece mayores
probabilidades de éxito y cuál sería la ruta factible para México.
En nuestro país se debate la necesidad de cambiar el modelo económico, pero
las alternativas son difusas e ininteligibles; no se sabe bien qué se quiere cambiar y a qué
se quiere cambiar. Es necesario averiguarlo, de lo contrario, hablar de cambio de modelo
económico es caer en un lugar común, en un desánimo generalizado y en un
desconcierto improductivo.
Llano destaca en su artículo dos puntos que considero importantes. Primero, la
separación que el capitalismo occidental ha hecho de cultura y economía. «Uno de los
graves problemas de Occidente y de su capitalismo, es haber separado economía y
cultura, haber abierto la grieta entre la economía y el hombre, entre las técnicas
económicas y la antropología». Y segundo, siete rasgos que suponen siete estilos de
capitalismo:
1. El modo de establecer las reglas y de identificar las excepciones, que configura el
dilema cultural universalismo versus particularismo.
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2. El modo de enfrentarse con la organización: considerando analíticamente cada
parte o viéndola bajo la perspectiva de una armonía globalizadora, que
respondería al dilema metodológico análisis versus integración.
3. La diversa manera de enfrentarse con los grupos o comunidades de individuos,
que a su vez da pie a la consideración de dos polos axiológicos opuestos:
individualismo versus comunitarismo.
4. Las guías o criterios más importantes de acción por parte de la empresa nos
ponen en contacto con dos grandes modos de trabajo: orientación hacia dentro
versus orientación hacia afuera.
5. Los procesos que acontecen en las empresas, a los que contemporáneamente se
les imprime cada vez más velocidad, señalan también dos géneros de empresas
según se considere el tiempo como secuencia versus el tiempo como
sincronización.
6. Las formas de hacer empresa varían dependiendo del status en que se coloca a
las personas. Para unas empresas la posición se gana con resultados; para otras,
deriva de varias condicionantes e edad, experiencia, titulación académica,
antigüedad en la empresa…e no necesariamente vinculada a los resultados:
status conseguido versus status asignado.
7. El valor predominante en la relación de las personas en la empresa: la
homogeneidad (se asumen como iguales y se diferencian por su eficacia) o la
heterogeneidad (se distinguen por su nivel jerárquico). Es decir: igualdad versus
jerarquía.
Llano precisa la ubicación económica de los grandes países capitalistas: podría
decirse que Estados Unidos e Inglaterra se ubicarían en el lado izquierdo de estos
parámetros (es decir, la dirección de empresas sería universalista, analítica,
individualista, orientada hacia las operaciones internas, con un punto de vista secuencial
de sus procesos, atenta a resultados y valorando la igualdad) mientras que Japón y
Alemania —en ese orden— se encontrarían en la parte de la derecha de los extremos
alternativos (sus empresas particularistas integradoras, comunitarias, sincrónicas,
etcétera). En una posición intermedia y variable hallaríamos a las empresas holandesas,
francesas y suecas.
LA IDENTIDAD MEXICANA
Ahora que conocemos —al menos en parte— el panorama del capitalismo en el
mundo, tratemos de encontrarle un lugar a México. Para ello habrá que revisar
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242
brevemente la complicada naturaleza del mexicano; con ese fin me remito a un atinado
texto de Luis Xavier López Farjeat sobre este problema.
Más que de identidad, debe hablarse de volkgeist o espíritu de un pueblo. La historia de
nuestra identidad empieza con la fusión entre cristianismo e indigenismo propia de la
Colonia.
Hay que resaltar dos elementos que describen acertadamente el espíritu del
mexicano el simbolismo y la pluralidad cultural y luego analizar sus repercusiones en su
forma de ser.
El mexicano es simbolista de origen. Durante la evangelización se le dio rienda
suelta a la metáfora como recurso pedagógico. Ese modo de entender la realidad fue
definiendo nuestra sensibilidad hasta que lo hicimos propio. López Farjeat señala: el
barroco criollo fue vitalmente simbolista. Y tal parece que nos gustó la metáfora
exagerada y la ornamentación recargada. El castellano que hablamos es metafórico. Este
espíritu metafórico va más allá de lo lingüístico y lo pictórico. Es festivo y vital.
Además de este espíritu, en México conviven distintas culturas que se reflejan
en la esfera individual. El mexicano reúne una inmensa pluralidad de sensibilidades.
Desde nuestros orígenes conservamos de manera notable costumbres y modos de ser
de nuestros antepasados indígenas.Somos un pueblo que si bien vive en la inmediatez
de los sentidos, también suele pensar que las cosas mejorarán, junto a nuestro pasado
indígena hemos sabido sintetizar de manera admirable cualquier cultura que nos llegue.
Desde el cristianismo hasta la ilustración, desde el barroco hasta el yanquismo, desde el
marxismo al neoliberalismo. Siempre hemos sido un pueblo que mezcla infinidad de
sensibilidades. México ha pasado por etapas de afrancesamiento, de españolamiento y,
sobre todo, de norteamericanismo. Pero todas esas culturas las hemos modificado.
Somos sincréticos: hacemos uno lo diverso.
Esta realidad se traduce en muchos México. Apunto dos: el «europeo» y el
mestizo, el del norte y el del sur. En la tipología que analiza Ernesto Bolio, el primero
encuadra más con el hombre nórdico o práctico-ético (aquí hay que hacer A y B y éstas
son las reglas): toma el trabajo como una necesidad; trabaja en solidaridad con otros
(comunitarista versus individualista), y tiene un concepto objetivo del tiempo: prevé y
planea sincrónico en la tipología de Las siete culturas.
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243
El hombre mediterráneo propio del México mestizo concibe el trabajo como algo
que debe hacerse para poder disfrutar del descanso; considera al ocio como condición
normal y meta de la vida. Tiene un concepto subjetivo del tiempo: prevé y planea poco, y
no tiene más necesidad de colaboración y solidaridad con la gente que aquella con los
miembros de la familia o el clan.
El hombre tropical ubicado en el Sur del país no distingue entre trabajo y ocio; vive en un
perpetuo presente, carente de previsión y planeación, además de que tiene poco sentido
de solidaridad familiar y grupal.
Consideramos e con todos los peligros a los que lleva una excesiva generalidad que el
mexicano es una mezcla de hombre tropical y mediterráneo, con ciertos tintes de hombre
nórdico al norte del país.
EN BUSCA DEL MODELO MEXICANO
Aplicando las distinciones de Hampden-Turner y Trompenaars, el capitalismo mexicano
es individualista salvo en lo que respecta a la empresa familiar muestra de lo cual
tenemos la tremenda desigualdad que ha caracterizado por siglos al país. El mexicano es
más integracionista que analista, su concepción del tiempo es sincrónica, trabaja más
bien enfocado hacia dentro, es más emotivo que ético, no selecciona a sus individuos
entre aquellos que han logrado progresos en beneficio de la compañía. Del mismo modo,
nos parece que la empresa mexicana no promueve la igualdad de oportunidades de ahí
la importancia del compadre y del factor de la amistad en la toma de decisiones.
Esto daría como resultado un enfoque capitalista distinto al que ha pretendido
implantar, o con el que ha pretendido contar, la generación tecnócrata que ascendió al
poder en 1988. No se pueden utilizar parámetros de capitalismo desarrollado o post
industrial (Daniel Bell) en sociedades que no funcionan bajo esas premisas.
Ya en 1950 Frank Tannenbaum había llamado la atención sobre un crecimiento
económico basado en el progreso como un fin en sí mismo. México —sostenía—
necesitaba una filosofía de cosas pequeñas. A la suya se sumaron voces más conocidas,
como la de Octavio Paz en El Ogro Filantrópico: «Nuestro país se modernizaba al costo
de perderse a sí mismo».
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En 1983, Enrique Krauze en Por una democracia sin adjetivos había advertido
el riesgo de un crecimiento sostenido predominantemente en el petróleo y en los grandes
proyectos, descuidando la comunidad tradicional, gran error del Presidente López Portillo.
También destacó la voz de Gabriel Zaid, quien aboga por una producción en
masa con medios de producción baratos al alcance de la gente, en lugar de un consumo
en masa, que siempre tiende a irse hacia las capas adineradas y los sectores
improductivos. De ahí que el crecimiento del PIB en los últimos años no se haya reflejado
en el bolsillo de los mexicanos, y que la creación de empleos (800,000 el año pasado) no
llegue a cubrir los cerca de 1,300,000 empleos que México necesita producir cada año,
más los que lleva rezagados por la «década perdida».
Sin embargo, tales voces cayeron en el vacío. Al copiar el modelo capitalista
norteamericano sucede que copiamos lo bueno —más eficiencia y mejor trabajo, pero a
costa de asumir los costos de la masificación de la sociedad norteamericana e
consumismo, individualismo, relativismo, desintegración familiar…
Zaid y González Pedrero pusieron el dedo en la llaga al criticar los afanes
modernizadores prescindiendo del México real, el otro México, el de las comunidades.
Según Zaid, en las culturas tradicionales —como la mexicana— la comunidad
aprendió a aprovechar al máximo sus recursos. El criterio excluyente del «progreso» y de
la modernidad ignora esa reserva de saberes seculares y, a la vez, carece de
imaginación para desplegar una oferta pertinente para las necesidades de los pobres.
Lejos de vender ilusiones que sólo sirven para aumentar la desigualdad e impulsar la
globalización como una meta en sí misma engordando elefantes de la gran empresa o del
Estado, habría que condicionar el progreso a que haya un mínimo garantizado para
todos.
Por su parte, González Pedrero fundó su propuesta en un modelo mexicano de
desarrollo, basado en la reafirmación de las virtudes de la comunidad indígena y en la
vocación de autonomía municipal de herencia hispánica. «No se trata de proponer
soluciones espectaculares sino modestas y sólidas. No se trata de imitar a ultranza el
modelo norteamericano, sino de manejar dos modelos: es necesario unir al México
tradicional, el mestizo, el de las comunidades indígenas y la economía informal, con el
México moderno de grandes exportaciones, preparado profesionalmente y con una
situación económica más estable».
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245
Ello exige distintas medidas de empresarios y gobiernos. Por parte de los
empresarios, ejercer un liderazgo que motive a los empleados de acuerdo a nuestra
idiosincrasia: «"Ándale mano, ayúdame, es que estamos reagobiados y queremos pasar
la Navidad con la familia". Y el otro contestará: "Encantado". También exige superar la
mentalidad individualista para ser más comunitarios, y lo lógico sería empezar por la
empresa familiar, en la que el mexicano muestra sus primeros lazos de solidaridad. La
empresa familiar tiene fuerzas y debilidades, pero pretender desfamiliarizarla es
desconocer la realidad mexicana y también una de sus fortalezas, por lo que
consideramos que debe ser alentada.
Por parte de los gobiernos, no se puede aplicar el mismo modelo de desarrollo al
norte (donde predomina el hombre nórdico, a quien le vienen bien las políticas de
globalización y apertura de la economía), que al centro y sur del país (donde predominan
el hombre tropical y el mediterráneo), zonas que exigen desarrollo de pequeñas
industrias y empresas, fomento de la agricultura dotando a las pequeñas comunidades de
todo lo científico y tecnológico capaz de hacerlas autosuficientes. Se fomentarían
además, la piscicultura en pequeñas obras hidráulicas locales, con tecnologías
intermedias (baratas y accesibles a la micro y pequeña empresa); las artesanías locales
(para las que tenemos ventajas competitivas, dado nuestro carácter integrador), y la
instrucción de los habitantes en todas aquellas técnicas que pudieran mejorar la cría de
animales, el rendimiento del agro y demás actividades productivas que la comunidad
pudiera desarrollar de acuerdo con los recursos propios de la región.
En cuanto a nuestro carácter festivo, simbolista e integracionista, consideramos
que la empresa mexicana debe esforzarse en promocionar aquellos productos que
favorezcan un nicho de mercado en donde pueda utilizarse esta característica como
fortaleza competitiva, como las artesanías, la agroindustria y sectores donde brille la
«creatividad» empresarial.
Hace falta una generación en el concepto orteguiano de mexicanos empresarios,
académicos, políticos, que desempeñen un papel similar al que desarrollaron los Siete
Sabios y las generaciones subsecuentes después de la Revolución, a quienes a pesar de
la disparidad de opiniones les unía el afán de crear, de hacer algo por el país, y a los que
debemos gran cantidad de instituciones de todos los géneros —partidos políticos,
sindicatos, editoriales, labor académica e investigadora, etcétera.
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246
IMPACTO SOCIOCULTURAL – EDUCATIVO DE LA GLOBALIZACIÓN
En tiempos de la modernidad ha crecido de modo inusitado la trascendencia de
la cuestión educativa en todo el mundo, aunque de manera particular para los países
menos desarrollados. Se acrecentó la clara visión de los vínculos socioeconómicos tanto
por su naturaleza socioclasista como por su papel en la economía, con la política, en el
desarrollo ideológico y cultural. De igual manera, la idea de la educación como
instrumento del desarrollo, de formación del capital humano necesario para lograr las
metas que el devenir viene planteando a escala global, ha sido notoria desde hace ya
algunas décadas. Los organismos internacionales y principalmente las Naciones Unidas
a lo largo de la década de los noventa del siglo XX, enfatizaron indistintamente estos
requerimientos como imperativos impostergables de la humanidad para la centuria recién
iniciada. La teoría marxista mantiene todo su valor heurístico, teórico y epistemológico
para el estudio y análisis de escenarios complejos en la era global.
La Cumbre Mundial sobre Desarrollo Social, (Copenhague, 1995), refiere la
multiplicidad de factores que afectan gran parte de la humanidad. Allí se concibe el
desarrollo social como la búsqueda de la justicia social, la solidaridad, la armonía e
igualdad entre las naciones, con el completo respeto a la soberanía nacional, integridad
territorial, así como la determinación consensuada de las prioridades, el respeto a la
religión, a la diversidad cultural, a los derechos humanos y las libertades fundamentales.
Esta concepción supone la creación de un ambiente económico, político, social, cultural y
legal que permita a los pueblos lograr el desarrollo social, erradicar la pobreza, así como
la solución a los problemas de empleo, promover la integración social basada en el
reforzamiento y protección de todos los derechos humanos, logrando igualdad y equidad
entre el hombre y la mujer y alcanzar el universal y justo acceso a la educación y a la
atención primaria de salud (ONU, 1995).
La Sesión Plenaria del Vigésimo Cuarto período Extraordinario de la Asamblea
General se ratifica que, en la Declaración de Copenhague (2000) y en el Programa de
Acción de la Cumbre, “se estableció un nuevo consenso para situar al ser humano en el
centro de las preocupaciones en relación con el desarrollo sostenible” (ONU, 2000: 1). Se
destacó la comprensión de que “no existe una vía universal única para lograr el desarrollo
social”, que todos “tienen experiencias, conocimientos e información que vale la pena
compartir” (ONU, 2000 : 2 ). Así en los objetivos del Desarrollo Social incluyen
imprescindiblemente “mejorar las condiciones de vida de la población y proporcionarle los
medios de participar plenamente en las esferas económicas, políticas y sociales”
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247
No es por tanto casual que de los trece objetivos cuantitativos planteados en
la esfera de los servicios sociales básicos y de la asistencia para el desarrollo, figure en
el primer sitio la educación y que se haya planteado como meta avanzar en su desarrollo
hacia el 2010. Un lugar significativo ocupó en este proceso la valoración realizada por la
UNESCO acerca del desarrollo de la educación. Esta destacó que “la educación se sitúa
en el nacimiento doloroso de una sociedad mundial y en el núcleo del desarrollo de las
personas y las comunidades” (Delors; 1996 : 18). La Cumbre de Población (Cairo,
Egipto, 1994) reconoce que “la enseñanza es un factor clave del desarrollo sostenible,
que contribuye a la reducción de las tasas de fecundidad, morbilidad y mortalidad, a la
habilitación de la mujer, al mejoramiento de la calidad de la fuerza de trabajo y al fomento
de una democracia auténtica”. La Cumbre de la Mujer (Beijin, China, 1995) enfatiza la
situación de estas en los países pobres, reveló el enfoque autoritario de la mayoría de los
sistemas educacionales imponen a la población indígena, ignorando la importancia de los
valores tradicionales y culturales de esas poblaciones (ONU, 1995). En Estambul
(Asentamientos Humanos (Habitad II),Turquía, 1996), se ha señalado como meta más
importante la creación de asentamientos humanos sostenibles durante el siglo XXI,
teniendo en cuenta su relación con el medio ambiente, los derechos humanos y el
desarrollo social, reclamando la movilización mundial a todos los niveles para lograr el
desarrollo sostenible en las primeras décadas del siglo XXI.(ONU, 1996 ). Finalmente en
la reunión de Dakkar (Senegal), de Ministros de Educación del año 2000, al analizar la
situación de la educación en los países del Tercer Mundo, se destacó que la meta
trazada en Tailandia de alcanzar “Educación para todos en el 2000” no se cumplió. Se
reconoció la existencia en el mundo de 880 millones de analfabetos, 110 millones de
niños que no asisten a las escuelas, de los que dos terceras partes son niñas, así como
la pandemia del SIDA para el Africa donde se reconoció que un 40% de sus maestros
padecían la enfermedad (Gómez, 2000).
Lo contradictorio del tema resulta, del contraste respecto a lo que se invierte en
la carrera armamentista, el narcotráfico, comida para gatos y perros cada año, amén de
las astronómicas cifras que diariamente se mueven como resultado de la especulación
financiera. Un eje nodal en estos procesos lo constituye la globalización económica y sus
implicaciones culturales para los pueblos de las diferentes regiones del orbe. Este
fenómeno en correspondencia con la interpretación de Marx (1979) refleja una tendencia
objetiva del desarrollo de las fuerzas productivas de la sociedad, expresa una tendencia
de progreso, sin embargo el papel de las relaciones de producción puede obstruir estos
procesos, cuando la racionalidad sed paso a la voracidad del mercado. La
contemporaneidad es un ejemplo de este proceso. La globalización en el orden
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248
económico se puede identificar como el proceso de interrelación entre diversos
mercados, comúnmente por medio de agentes privados, especialmente las denominadas
transnacionales o multinacionales, cuyo objeto primero consiste en ensanchar la escala
de ganancias por la venta de productos, servicios o por el establecimiento directo de
filiales para reducir costos o competir en mercados protegidos. Es, en definitiva, la
eliminación de todo obstáculo que limite la acción del mercado o, como se dice, la
eliminación de la frontera bajo la égida del mercado (Regino, 2000).
Es a partir de tal estatus económico donde entra a jugar su papel el estado
neoliberal y la filosofía que le acompaña, cuya acción básica se dirige a implantar
políticas que faciliten su expansión. Así el estado debilita sus funciones, garantizando
sobre todo el imperio de la ley de la oferta y la demanda, como ley suprema, de modo
que la regulación del sistema económico la impone la ganancia (Engels, 1979). Además
es el mercado quien pasa a tomar el sentido del estado (Soros, 1996) y éste, de hecho,
abandona su función histórica central, al desentenderse de los problemas sociales y
hacer cuanto sea necesario para proteger el mercado.
El avance de la concepción neoliberal ha llevado a la destrucción del control
político por parte del estado de la economía, obligando a los diferentes países a
subordinarse a las condiciones que plantea el mercado internacional (Touraine, 1993).
Este modelo irreflexivo, alejado de los intereses de las grandes mayorías y de exclusivo
beneficio para unas minorías, deviene cuestionable a todas luces. Una de sus primeras
consecuencias es la crisis en que coloca a los gobiernos elegidos con relativo apoyo de
masas populares que, al alejarse en sus actuaciones de tales intereses cuando
responden a las exigencias del mercado, produce frustración democrática en las
mayorías. Como se reconoce (Harvey, 1989) la flexibilidad y la desregulación en la
producción y la distribución promueven nuevas exigencias en el mercado del trabajo y en
los procesos de formación del capital humano que, finalmente, conducen a la precariedad
del mercado laboral. Esta filosofía cuyo reflejo no hace más que expresar la tendencia
histórica de la acumulación capitalista en la que los ricos son cada vez más ricos y los
pobres cada más pobres (Marx, 1973), empuja a otras consecuencias sociales de no
menor envergadura que las ya citadas. Los influjos de estos procesos en cuanto a
precariedad se reflejan más dramáticamente en los países menos desarrollados y dejan
sentir sus impactos en las relaciones internacionales. Surgen así los problemas de las
emigraciones masivas, el incremento del racismo, el comercio de personas, el tráfico de
seres humanos, la trata de mujeres para la prostitución, y el tráfico de niños para estos
fines y para la venta de órganos humanos, el desarraigo social y cultural, los conflictos
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249
entre culturas, la explotación desmedida de los recursos naturales, el incremento de los
problemas ecológicos y, en consecuencia, el incremento de las catástrofes ecológicas,
meteorológicas, el auge de los nacionalismos y sus expresiones más radicales y
peligrosas materializadas en fundamentalismos de diversos matices y rasgos.
Aunque la concepción del estado nación parece perder significación en tanto sus
dimensiones resultan empequeñecidas ante las nuevas dimensiones de la economía,
entre las masas populares aparece la tendencia no sólo de incorporarse a procesos
supranacionales sino la de replegarse al espacio comunitario local, con lo que la
integración cultural adquiere tanta significación como la política. Como se reconoce
(Giddens, 2000 : 64), el núcleo del pluralismo no es la opción individual sino la diversidad
de culturas y grupos a los que pertenece el individuo.
8. La filosofía neoliberal hace que se preste mayor atención a la escala más general de la
sociedad y se promueva la tendencia a no ponderar debidamente las cuestiones locales.
En el orden cultural, el informe de la UNESCO (1996) enfatizó la necesidad de meditar
más en estas realidades. La internacionalización de los procesos culturales es por lo
menos tan importante como las de los procesos económicos. La preocupación estriba en
que el desarrollo haya significado la pérdida de la identidad, del sentido de comunidad y
del significado personal. La mayoría de las gentes quiere participar en la modernidad
pero sin renunciar a sus tradiciones” (UNESCO, 1996 : 10— 11).
No es menos cierto que la globalización económica ha favorecido los
intercambios internacionales de información, ideas, creencias, valores. Pero esta
interacción dialéctica es multidireccional, con lo cual se producen también influencias
entre las propias culturas. Resulta evidente que bajo la actual globalización “el equilibrio
no existe” (Giddens, 2000 : 65). La mundialización económica ha extendido la pérdida de
valores de la cultura y, en consecuencia, plantea la cuestión de la identidad de naciones,
pueblos y regiones como un reto insoslayable. La complejidad de estos fenómenos puede
llegar al punto en que “la injusticia cultural se esconda bajo las definiciones de la
diversidad” (UNESCO, 2000: 25). “Lo único capaz de resistir la globalización es la
afirmación de una identidad (..) una diferencia. El requisito de que todas las cosas
converjan se pone así en tela de juicio, en nombre de las diferencias entre regímenes
económicos y del pluralismo en los procesos de desarrollo” (Cohen, 2000 : 75 ).
La mercantilización de la cultura la homogeneiza y desvalora al tratarla como
una mercancía más, provoca reacciones disímiles que la educación no puede ignorar.
Como indica Mohan Rao (2000), a medida que las políticas e instituciones nacionales se
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250
ven sometidas a los mercados financieros internacionales, las políticas fiscales y las
legislaciones laborales se ven replegadas a los fines del mercado y a la competencia
internacional, crecen las amenazas que gravitan sobre las tradiciones, los modos de vida,
los sentimientos de autonomía nacional y éstas terminan debilitándose progresivamente.
Las consecuencias de los procesos de globalización económica, cultural,
reconocidas como positivas (UNESCO, 1996, 2000), entrañan un grave peligro para los
países en vías de desarrollo. Su naturaleza antidemocrática obvia los derechos mínimos
de millones de hombres y mujeres. La imposición de la globalización hace que prevalezca
la irracionalidad en la acción, ejecución y diseño de las políticas nacionales. Para los
países del tercer mundo se precisa más que todo globalizar la solidaridad e impedir la
globalización del silencio, lo cual no es más que silenciar las cosas que “no convienen” a
los poderosos. Otra de las características de la “modernización convergente” que se vive
es el fenómeno de la “americanización” pues, como indica Pieterse(1966), el gusto por la
cultura americana procede de la entremezcla de sus múltiples componentes, que genera
una atracción subliminal a través de la música, la televisión y el cine.
En todo caso la variabilidad en estos procesos dialécticos será alta y estará
mediatiza por las circunstancias en que se desarrollen los intercambios entre las culturas.
Dependerá de si tales procesos se desarrollan en relaciones de subordinación, de
dominio y explotación, o de igualdad, respeto mutuo y de intercambio fecundo. Como
indica Hurrington (1993: 26), la resistencia de las culturas y el conflicto de las
civilizaciones que de ellas se deriva es una característica de estos procesos, por lo que
se puede afirmar que el proceso de globalización económica origina una competencia
“feroz” entre las “civilizaciones que conservan culturas diferentes”.
En este contexto alcanza mucha significación, en nuestra opinión, la
concepción de la “cultura depredadora”, expuesta por McLaren, indicando como su rasgo
más sobresaliente la invisibilidad, para depredadores y víctimas, dada su obviedad, “que
inmuniza a sus víctimas contra la revelación de sus amanezadas capacidades”. Esta
cultura desarrolla su identidad de forma violenta como resultado de los excesos del
marketing y del consumo presente en las relaciones sociales del capitalismo
postindustrial, que es vivida de una forma divertida y a una velocidad tecnológica. “La
cultura depredadora – dice — es el detrito sobrante de la cultura burguesa desprendida
de su arrogante pretensión de civilidad y de lirismo cultural y reemplazada por una terca
obsesión por el poder, alimentada por la voracidad del viaje del capitalismo global”,Tiene
entre sus rasgos los siguientes: Abandona criterios históricos para hacer juicios éticos,
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251
rechaza la apuesta por la esperanza radical, crea falsas esperanzas sobre el excremento
del valor de la imagen, colapsa todas las diferencias entre lo real y lo imaginario, intenta
ocultar bajo su propia pata hendida su imagen simulada, es la gran impostora, es el
ascenso de una imagen deshidratada que perdió la capacidad de soñar, no requiere de
“tanta preocupación”, anda a la búsqueda de “enemigos”
Estos procesos suscitan malestar tanto en países ricos como en pobres, y se
produce una merma en el sentimiento de autonomía nacional. Por lo tanto; “la
globalización cultural tiene repercusiones diferentes en las poblaciones rurales y urbanas,
en los jóvenes y en los ancianos, en los hombres y en las mujeres, en los ricos y en los
pobres, etc”. El proceso de globalización como tendencia histórica y natural del desarrollo
económicosocial alcanzó mayor universalidad en todos los órdenes de la actividad
humana y social a lo largo de la década del noventa del siglo XX. Este proceso se
sustenta además en los avances de la ciencia y la técnica, en particular de las
telecomunicaciones, la biología molecular, la ingeniería genética, y la biotecnología y
todas sus implicaciones en el acercamiento de fronteras, la sistematización de
intercambios de todo tipo, los procesos integracionistas, etc. En las nuevas
circunstancias, por lo tanto, el análisis de una perspectiva educativa planteada como
factor de desarrollo ya sea para la sociedad en general, para el ámbito de una región, o
un área de una sociedad como podría ser el espacio rural, requiere de la comprensión,
análisis y atinada valoración de: Los problemas comunes de pueblos, comunidades y
regiones en cuanto a necesidades, requerimientos y peligros. Los procesos de
integración y cooperación son complejos, contradictorios y tienen el reto de vencer los
grandes obstáculos. La universalización de patrones de comportamiento cultural, social,
político y científico técnico, lo que toma decisiva trascendencia en los nuevos proyectos
sociales y políticos que se gesten o en los que permanezcan en su empeño de alcanzar
el desarrollo y el mejoramiento para esas grandes mayorías. Ello supone: Compatibilizar
los requerimientos de la cultura universal con los imperativos de la cultura e identidad
nacional y local. Una determinación ante la nueva ideología política del capital
internacional: el Neoliberalismo, una interpretación de la nueva filosofía: la
postmodernidad. Una postura critica frente al consumismo. Sistemas educativos que
trabajen lo más coherente y armónicamente posible las transversalidades complejas que
reclama promover el desarrollo, asumir la acción educativa sustentada en la ciencia,
cargada de eticidad, comprometida política e ideológicamente y crítica.
El consenso universal expresado en las cumbres y reuniones internacionales
revelaron que la educación es un factor de desarrollo, concientizador renovador de la
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cultura y la fe, e instrumento idóneo para el rescate de los mejores valores de la
humanidad. Se destaca la educación como factor de movilización y agrupamiento de los
pueblos. Proceso de construcción y reconstrucción de una conciencia critica, que supone
reconstruir las relaciones con la naturaleza. Factor llamado a desenajenar multitudes.
Un elemento que se ha configurado a nivel del continente, que socava cualquier
alternativa de enfrentamiento a esta situación, ha sido la maniobra de la reacción
neoliberal aprovechando la desarticulación de las fuerzas de izquierda, de implantar un
discurso por una parte y, por otra, comprometer a importantes sectores dentro del cuerpo
de universitarios para contar con su complacencia. Gentili (1996) revela en este sentido
cómo, a partir de los resultados logrados por las dictaduras militares en el continente
(sobre todo en lo que a la desarticulación de las fuerzas de izquierda significó) a partir de
los finales de los ochenta se gestó un discurso de carácter hegemónico en torno a la
calidad educativa, con una esencia antidemocrática que no encontró resistencia y que ha
servido de fundamento a las políticas neoliberales para la implementación y ejecución de
sus políticas en este campo. Las palabras de Lárez destacan el acierto de esta
percepción cuando indica que, desde los años noventa, se observaban en el continente
signos de la penetración neoliberal que se expresaba en la introducción de la enseñanza
programada, el desarrollo de un currículum basado en una racionalidad pedagógica de
carácter tecnológico y tecnocrático y en la orientación del proceso de formación del
profesorado como un técnico acrítico y no como un intelectual de la cultura. Ello coincide
con las estrategias del Banco Mundial de ver la educación como un proceso de consumo
más.
Como enfatiza Gentile, calidad para pocos no es calidad, es privilegio. De esta
manera la realidad y, como parte de ella, la educación queda reducida a un simple
elemento de negociación, a un objeto de compra — venta en el mercado, con lo cual
asume la fisionomía y el carácter que define a cualquier mercancía: acceso diferenciado y
distribución selectiva. Se explican así el atraso que l a globalización ha multiplicado en el
continente ubicado entre los mas atrasados del mundo.
El análisis realizado sobre la globalización y sus impactos en América Latina,
me han permitido comprender por una parte la relación estrecha y trascendental que
toma la cuestión educativa en las estrategias de desarrollo y por otra la conexión que se
desarrolla entre sistema político e ideología. La batalla por el desarrollo económico y
social tal como revela la modesta, pero perseverante obra del proyecto político cubano en
sus 45 años, no solo resultan imprescindibles voluntad política, unidad, ni siquiera un
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253
grado de determinado dentro de la escolarización reconocida universalmente sino
además una basta cultura, en la que ocupan un lugar fundamental la política, la mejor
tradición de pensamiento y las más elevadas aportaciones de la cultura universal,
regional, nacional y local. En esta perspectiva me resulta obligada la consulta de Marx
para entender el desarrollo como empeño colectivo por establecer una racionalidad de
orden económica y social, ajustada a una proyección progreso, que distinga la condición
humana para superar el subdesarrollado.
2.3.7. INSTITUCIONES ATÍPICAS:
El derecho ejerce un tipo de control de aquellos que conforman el complejo entramado
del control social. Su formalidad no es ahora motivo de discusión, pero sí lo son las
comunicaciones entre el sistema jurídico penal, el sistema social y los individuos –
sistemas psíquicos, en la terminología de LUHMANN1[1]-. Para el funcionalismo jurídico, el
derecho es un subsistema social de naturaleza cultural con funciones propias, que tiene
un carácter social como sistema de relaciones y expectativas basadas en acciones e
interacciones humanas, necesariamente vinculado a otros subsistemas existentes en el
marco del sistema global sociedad2[2]. Subyace a estas características una función propia
y privativa del derecho, que justifica su autonomía social: la protección de expectativas
normativas de conducta. Para ello garantiza la extensión de éstas en la dimensión
temporal, su integridad y una eventual respuesta institucional en el supuesto de su
infracción (procesos administrativos y jurisdiccionales en nuestro medio)3[3].
La función de orden que cumple el derecho, entendida como la preservación de las
comunicaciones inter sistémicas, debe asegurar que las expectativas sociales fundadas
en la norma (social y/o positiva) prevalezcan sobre los intentos individuales -e incluso
organizacionales- de romper su cualidad comunicativa4[4]; esto significa que sobre la
infracción del deber (rol especial) acude la norma para reafirmar su vigencia.
En este orden de ideas, el uso que del derecho penal debe hacerse, pasa por la
consideración de su utilidad social, a partir de la ponderación de su característica
drasticidad como medio de control social, la cual se limita con los principios de
fragmentariedad y última ratio. La temerosa aplicación de sus disposiciones coercitivas
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254
por parte de nuestra magistratura a situaciones aparentemente atípicas, ya por
desconocimiento, para evitar el riesgo de prevaricar o por carecer del aplomo necesario
para aplicar la ley, aunada a la imprecisión en la redacción de los tipos penales y el uso
recurrente del ius puniendi para la realización pragmática de la política criminal del
gobierno de turno -derecho penal simbólico-, nos tiene por infractores de la justicia penal,
que debería ser otra de las manifestaciones de la concreción de los derechos humanos
en un Estado de Derecho, como se dice que es el nuestro5[5].
Las ideas que plasmo a continuación y que está a punto de hacer suyas, a través de la
lectura de estas líneas, pretenden analizar parte del supuesto de hecho punible contenido
en el artículo 145° del Código Penal peruano, referido a la alteración de filiación de menor
de edad. Al concluir su análisis, advertirá que éste no es más que un pretexto para
repasar las categorías jurídico penales que de lege ferenda deberían aplicarse al caso
concreto. La sucesión de estas ideas tendrá como objetivo demostrar que las acciones
típicas contenidas en la cláusula abierta final de la redacción del tipo penal referido,
incluyen la modalidad comisiva por omisión, respecto de los obligados jurídicamente a la
no causación del perjuicio derivado de la inobservancia del mandato de evitación, es
decir, los padres.
Para ello, abordaré el tema de la acción, según el enfoque funcionalista, pues se adecua
con mayor propiedad a la finalidad protectora que subyace en el tipo penal. Transcribo el
artículo referido del Código Penal, para hacer énfasis en la frase que sostiene la
posibilidad comisiva por omisión (el subrayado es mío):
Artículo 145o.- El que exponga u oculte a un menor, lo sustituya por otro, le
atribuya falsa filiación o emplee cualquier otro medio para alterar o suprimir su
filiación será reprimido con pena privativa de libertad no menor de uno ni
mayor de cinco años.
Debido a la naturaleza de este trabajo y el contexto de su presentación, abordaré cada
uno de los ítems del sumario de la forma más concreta posible, restringiendo la
posibilidad de explayar la fundamentación doctrinaria de mi posición en procura del
cumplimiento de los parámetros aceptados para esta exposición.
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255
Para abordar el tema propuesto, debemos hacer una breve evocación de algunos
conceptos preliminares, siempre enfocándolos hacia el tema estudiado, tales son los
lineamientos básicos sobre prevención general positiva, un concepto actual acerca de la
acción y la omisión y el rol de garante en los delitos de comisión por omisión. Este
conocimiento posibilitará la comprensión de la propuesta de interpretación que para el
artículo 145º del Código Penal se sustentará en lo sucesivo. Cabe puntualizar que tal
propuesta de interpretación no puede ser general, pues nada más que la ley penal tiene
ese carácter cuando aún no se ha producido el silogismo jurídico penal entre los hechos
del caso concreto y la ley, por ello, esta interpretación sólo tendrá validez para el caso
especial y requerirá de una decidida acción por parte del Juez.
La prevención general positiva, marco general de comprensión de la intervención penal
propuesto por JAKOBS, debe entenderse teóricamente, como ejercicio de reconocimiento
de la norma, que debe prevalecer ante su lesión, para asegurar la existencia de los
contactos comunicativos de los miembros humanos de la sociedad (la confianza del
contacto, la disminución, a través de la norma, de los riesgos de fracaso y otros.)
Para esto se debe proceder de tres formas: 1) se debe confiar en la norma, en tanto
todas las personas la deben respetar y en base a ella se debe tener expectativas; 2) se
debe asignar a la pena una función preventiva en el marco social, de manera que no sea
el delito una forma de comportamiento alternativo, y; 3) de producirse el delito, aceptar
sus consecuencias y la función de la pena como restablecedora de la vigencia de la
norma violada.
Si la norma es conculcada, la sanción penal sale en su defensa, para que con su
aplicación se restablezca la vigencia de la característica cultural conformante de la
sociedad (tal es el contenido de la norma). Tal dinámica consigue fortalecer, a través de
la prevención general positiva, el sistema normativo conductor. Este es el principio de
conservación del Derecho o de defensa del ordenamiento jurídico.
La confianza en la norma, en el sentido aquí esbozado, se renueva al ya no depender de
una explicación que empieza y termina en la sociedad. No se debe esperar del derecho
penal una tarea de subsidiariedad respecto de las primigenias formas de control social,
que han fallado al haberse producido el delito. No se puede desconocer que el derecho
penal siempre intervendrá en una fase posterior a la consumación de la lesión. Exigir del
derecho penal un resultado exigible a las formas de control social -formal e informal-
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256
implica exceder la finalidad de este sistema. La conservación del orden normativo se dará
en tanto se reconozca que este sistema de normas es necesario para la conformación de
las comunicaciones indispensables para la vida en sociedad, es decir, que sean
legítimas. Después de todo, queda el fundamento hegeliano de la respuesta ante el
delito, pero desde otro punto de vista, pues también la intervención del sistema penal y la
imposición de la pena cumplen una función comunicativa en la sociedad de
comunicaciones.
Tema 3
Mecanismos Actuales de
denominación.
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UNIDAD 3 MECANISMOS ACTUALES DE DOMINACION
3.1 FACTORES REALES DEL PODER.
El término poder es equívoco: " El poder político es un concepto equívoco. Abarca
dos relaciones radicalmente distintas: control de la naturaleza y control del hombre. El
poder sobre la naturaleza es un mero poder intelectual. Consiste en la comprensión
humana de legalidad de la naturaleza exterior a las necesidades del hombre... este
poder es importante. No entraña el control de otros hombres. "
Tiene múltiples y variados significados; de todos estos la aceptación que debe
considerarse implica la existencia de una fuerza para dominar, dominio o influencia sobre
otros; también expresa ausencia de obstáculos o inconvenientes para que alguien se
imponga a otros.
Cuando el término poder se considera en el sentido en que se utiliza en la
concesión mexicana, se le toma como sinónimo de autoridad que actúa, manda, dispone,
ordena y sanciona en ejercicio de facultades o atribuciones, teóricamente limitadas, que
ésta le confiere. Finalmente, se trata de una forma de dominación que es perfectamente
política.
Maquiavelo no definió el poder; opinó respecto de la forma en que se manifiesta
siempre hubo quien sirve y quién manda, y quién sirve mal de su grado, y que bien de su
grado, y quien se revela es reprimido. Esa es una idea que tomó de la antigüedad, que
fue considerada tanto por Platón y Aristóteles como por Dionisio de Halicarnaso: que hay
una ley de naturaleza, común para todos y que ninguna época derogará, consistente en
que los superiores gobiernan sobre los inferiores.
Para Max Weber " significa la probabilidad de imponer la propia voluntad, dentro
de una relación social, aun contra toda resistencia y cualquiera que sea el fundamento de
esa probabilidad”. Considera que el concepto poder es sociológicamente amor. “Todas
las cualidades inimaginables de un hombre y todo su arte de constelaciones posibles
puede colocar a alguien en la posición de imponer su voluntad en una situación dada.
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En el mismo sentido se pronuncia Mario Stoppino: " el poder se precisa y se
convierte, de genérica capacidad de obrar, en capacidad del hombre para determinar la
conducta del hombre: poder del hombre sobre el hombre. El hombre no es sólo el sujeto
sino también el objeto del poder social. “Para Franz Neumann: " el poder político es poder
social concentrado en el estado. Implica el control de otros hombres a fin de ejercer
influencia sobre la conducta del estado y sus actividades legislativas, administrativas y
judiciales. Puesto que el poder político (en contraposición con el poder sobre la
naturaleza exterior) es el control de otros hombres, siempre representa una relación
bifsética. "
Hermann Heller distingue entre autoridad, poder social y poder político: " tener
autoridad que decir encontrar obediencia sin tener en cuenta la protección de los
intereses en que piensan los que obedecen. Todo poder social se basa en la expectativa
de alguna conducta regular por parte de los sometidos, y todo poder político en la
expectativa de una conducta de los súbditos, según lo exigido por la regla... todo poder
político es poder jurídicamente organizado. "
LOEWENSTEIN sostiene que: " en la sociedad estatal, el poder político aparece
como el ejercicio de un efectivo control social de los detentadores del poder sobre los
destinatarios del poder. Por control social, en el estricto sentido de la ciencia política
contemporánea, debe entenderse la función de tomar o determinar una decisión, así
como la capacidad de los detentadores del poder obligar a los destinatarios del poder a
obedecer dicha decisión. "
El término poder supone la existencia de vínculos; va de quien manda a quien
obedece; de quien castiga un desacato a quien es objeto del castigo, sufre la sanción en
su persona o en sus bienes; de que obedece y es premiado o de quien por razón de su
persona de las circunstancias queda temporalmente al margen del sistema represivo. De
quién teme un castigo y quien se ve impelido a castigar. De quien, en cierto momento y
circunstancias especiales, ha decidido desobedecer, y quién duda en imponerse, en
verse obedecer o está imposibilitado para castigar. Supone la posibilidad de determinar y
ser determinado; en la antigüedad se aludía a la opción de poder deliberar o no. De que,
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eventualmente, alguien se haga temer y, llegado el caso, sea capaz de ir más allá, crear
situaciones de terror y angustia.
Max Weber diferenció entre dominación y disciplina; por la primera entendía " la
probabilidad de encontrar obediencia a un mandato de determinado contenido entre
personas dadas,... sólo puede significar la probabilidad de que un mandato sea
obedecido”.
Por disciplina, ese mismo autor sostenía que " debe entenderse la probabilidad de
encontrar obediencia para un mandato por parte de un conjunto de personas que, en
virtud de actitudes arraigadas, se pronta, simple y automática”. Para él, que ese concepto
encierra una obediencia habitual por parte de las masas sin resistencia ni crítica.
En el disponer y acatar no importa la naturaleza de lo mandado; lo que importa es
que en ello se de el principio de adecuación; quien manda debe partir del supuesto de
que existen posibilidades reales de imponerse y de que, finalmente, se ha obedecido;
quien recibe un mandato, lo acata en la medida que sabe o tiene conciencia de que es
razonable y existen las condiciones para que le sea impuesta la obediencia en forma
forzada o de que sea sancionado oportuna y adecuadamente.
En el ejercicio del poder se puede llegar a absurdos en la medida que una
sociedad es absurda. Para un estado no hay crímenes o errores graves que no puedan
cometerse o en los que no se esté expuesto a caer. Una orden que implique la comisión
de un crimen, es válida en la medida en la que encuentre acogida tanto en quien la emite
como quien la acata; una autoridad que en circunstancias absurdas no esté dispuesta a
llegar al absurdo, no tiene razón de ser; se expone a ser rebasada. Las minorías que
disienten se exponen al ridículo o al castigo.
A falta de otro término, el poder pudiera ser el genérico, que comprenda otro tipo
de relaciones no calificadas en forma privativa o especial.
En esta materia lo correcto seria hablar de posibilidad y no de probabilidad; al
aludir al ejercicio del poder, necesariamente se supone factibilidad de su ejercicio; no
está frente a un problema de prueba, que es lo que implica, cuando menos en español, el
término probabilidad.
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Todo poder sin importar la clase, supone la posibilidad de imponer una voluntad a
alguien y de sancionar de manera válida un desacato en forma real; desde el lado pasivo,
supone tener que acatar los dictados de alguien aun contra la voluntad propia. En el caso
no importa que se haga por convencimiento o por temor a la sanción; tampoco importa el
tipo de sanción; finalmente lo que se cuenta es que ésta sea temida.
Analizada la idea de que el poder tuvieron y tienen la mayor parte de los
gobiernos revolucionarios mexicanos, en su elemento definitorio no es tanto la posibilidad
de imponer una voluntad, más bien es la de reprimir, dentro o al margen del derecho,
cualquier tipo de cuestionamiento que pudiera hacérsele respecto del abuso que hace de
él y de los fondos públicos. Se ha creado la convicción de que es arriesgado no sólo
competir por alcanzar o compartir el poder, sino también inquirir respecto del ejercicio que
se hace de él. En ese contexto, en el caso particular de México, poder es mandar,
imponer una conducta, conforme o al margen del derecho y, sobre todo, reprimir, legal o
ilegalmente y hacerlo de manera impune.
FORMAS DE PODER
El poder se manifiesta de diferentes formas; las clasificaciones posibles son
infinitas, pues se dan considerando el titular, la duración en su ejercicio, la concentración
de que él se haga en pocas o muchas personas, etc. Puede ser limitado o ilimitado, legal
o ilegal; político, económico, religioso, social; despótico o normado; impuesto o
consensuado; vitalizó o temporal; monárquico o republicano; tiránico, oligárquico o
democrático. En ese contexto, es factible diferenciarlo con base en su naturaleza,
titulares, las funciones y los fines
Las clasificaciones debían ser mínimas; mucho más si se toma en cuenta que
todo poder, en el fondo, es idéntico; sólo habría que reconocer que se da una gamma
amplia de manifestaciones.
A pesar de la anterior, no puede dejar de reconocerse que el poder, ciertamente,
es a la vez complejo y simple; complejo, porque comprende un infinito número de
vínculos los que son de la variedad ilimitada. Simple, porque, en esencia, todo lo relativo
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a la titularidad y ejercicio del poder, por estar de por medio una rutina y un esquema de
acción previamente determinados, es un asunto meramente burocrático, son tan
burócratas quienes en lo interno ocupan la posición política, económica o social más
elevada como las normas de casa que, en su domicilio, a diario intenten imponer su
autoridad y hacerse obedecer por sus hijos y mascotas.
Las novedades que eventualmente se presentan en el ejercicio del poder y que
exceden los márgenes, amplios o estrechos, en que se da la actuación ordinaria de estos
titulares del poder no son suficientes para quitarles el calificativo de burócratas.
EL PODER POLÍTICO
Desde un punto de vista formal, pasado por alto su naturaleza, todo poder previsto
por regulado por la constitución es político. Para el caso me importa que se trate de
materias de naturaleza económica o social; se han incorporado a ésta en virtud de que
influyen en el poder estimado como netamente político o porque lo neutralizan.
Toda forma de dominación es política en la medida que quien detente el poder o
el titular una autoridad se ha de hecho, consuetudinaria o de derecho, o lo ejerza con
fines públicos; esto es el aspecto material. Dejará de ser política en el momento que
quienes desempeñen las funciones de mandar, dispone que castigar sean los
particulares con fines privados. Adquiere el carácter de político en virtud de quien lo
ejerce, en el caso públicos, que se persiguen.
Se podrá afirmar que la distinción, es simple, que no aporta elementos objetivos
que sustenten; esto es cierto; pero bien considerado el sujeto de estudio, difícilmente
podrá encontrarse un elemento diferenciador que sea por completo confiarle. En este
caso, el elemento jurídico no ayuda ante la circunstancia de que existen autoridades de
hecho que ejercen su imperio.
Eventualmente particular podrá mandar respecto a objetivos públicos, y una
autoridad con fines privados. Se estará frente a casos mixtos o híbridos.
En toda sociedad existe una cuota fija de poder; se trata de una universalidad en
la que se comprende toda forma de dominación, sin importar su naturaleza; éstas se
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distribuyen entre gobernantes y gobernados en función de las formas de estado y
gobierno; se estará frente a una tiranía o dictadura porque un titular o centro retenga o
ejerza una proporción mayor de esa cuota o universalidad de poder que existe,
desplazando a otros titulares marginales o en detrimento de la autoridad que pudieran
ejercer los particulares.
Cuando un estado a fin de acrecentar su campo de acción, convierte en políticas
ciertas materias, asume las funciones de mando, disciplina, control y sanción, o parte
considerable de éstas, que corresponden a un padre de familia, a un patrón o autoridad
educativa, simplemente desplaza a sus titulares y asume la función de dominación que
existe, que es necesaria y que antes no tenía. Lo mismo sucede cuando esos titulares,
ante su incapacidad para someter castigar, recurran a la autoridad en busca de auxilio.
En toda sociedad, con el fin de conservarse, de preservar la vida, la persona, la
familia, el honor, los bienes de sus integrantes, existen ciertos principios fundamentales
que es preciso prever y asegurar, sin importar quien lo haga. Los vínculos de dominación,
públicos y privados, se dan en torno a esas y otras materias.
En algunos casos la autoridad política es la que se le reconoce una cuota mayor
en la defensa de los principios que preservar esos valores; en otros, es el caso contrario.
De la proporción que se de para uno u otro lado depende, en parte, que se esté frente a
lo que se denomina tiranía o ante una sociedad estimada democrática. El número de
vínculos determinación y control no se acreciente ni disminuye, tampoco de los sujetos
pasivos, simplemente se traslada a la titularidad y se cambia la naturaleza
Es el titular de la función y el carácter con que lo hace lo que determina el grado
de concentración del poder. Cuando la función defensa recae preferentemente en la
comunidad, los titulares serán particulares y su dominación será de naturaleza privada.
Es preciso no desconoce el papel, notable o insignificante, que desempeña el
derecho y el consenso, expreso o táctico, de la ciudadanía, en lo relativo a la
determinación de la fachada.
Cuando el derecho romano permitía a los padres de familia castigar a sus hijos y
esclavos aún con la pena de muerte, lo que sucedía era que, al existir un orden o
costumbres determinados, una violación grave a éstos debía ser reprobada y su autor
sancionado, el estado no asumía esa función; en el momento que la tomó para sí, no
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creó una nueva forma de dominación y surgió un vínculo nuevo; su titular original fue
desplazado. El sujeto pasivo y el vínculo ya existían, simplemente se operó una situación
del juzgador y sancionador.
Hasta aquí se ha aludido factores internos: pero esa universalidad de poder,
público y privado, que existe en el nivel interno, disminuye, se neutraliza o se diluye,
asimismo, en virtud de factores externos, no sólo por los organismos internacionales, sino
también por la influencia de los Estados a forma aislada y por la de quienes se dedican al
comercio y el tráfico internacional. No está frente a un caso de desaparición de vínculos
de dominación, simplemente los titulares internos han sido neutralizados en el ejercicio
de éstos, han visto disminuidas su cuota de resolución o han hecho partícipes en su
ejercicio a centros de poder extra nacionales; en estos casos se asiste a una nueva
transformación del poder, que no se fluctúa entre poder y público y privado, se va de un
poder interno a otros de naturaleza externa.
Al conservar intactos la cuota de valores ha proteger y el número de vínculos de
dominación, cuando los titulares internos del poder político y privados ven disminuida su
actuación no es porque haya desaparecido parte de ese poder, sólo ha sido neutralizada
y trasladada a una porción de esa acción decisoria a otros titulares; en este sentido es
correcto sostener que el poder interno se, se transforman, pero no desaparece, como tal.
Este es sólo pudiera desaparecer cuando muera el penúltimo hombre.
EL PODER ECONÓMICO
Desde que se tiene memoria existe la convicción de que quien concentra
riquezas, contra el poder político; en el caso no importa su naturaleza, puesto lo que
cuenta es el hecho de que se trate de objetos o bienes que se estimen valiosos para los
hombres, el lugar y la época. A quien los detenta, mediante su dosificación, adecuada, el
doble ejercer el poder político, compartirlo o influir en él.
Quien en su titular no lo ejercerá en todas su dimensión teórica ni el grado en que
pudiera desearlo; se debe conformar con el que lo haga en grado que se ha necesario
para alcanzar una obediencia constante y generalizada; puede aspirar a ser obedecido
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en 1° genérico aceptable; a que, de todas las órdenes que emita, se obedezcan las que
él estima más importantes, trascendentes.
No es factible esperan que todos y en todo momento obedezcan cumplidamente;
es de esperarse y admisible cierto grado de desobediencia; a imágenes que permiten
determinar la efectividad del poder. Su amplitud se determina en función de cada
sociedad y de cada época. Los márgenes de desobediencia serán en amplios en
sociedades con carencias económicas y culturales o en las que han emergido de
conflictos violentos graves; serán estrechos en las sociedades con desarrollo industrial,
cívico y cultural avanzado.
Todo imperativo que emite quien está facultado con imposibilidad de hacerlo es
con el fin de que se ha establecido; ésa debería ser una regla que no debiera admitirse
excepciones; no obstante, en la práctica se ve que es dable a autoridades y particulares
discernir entre unos y otros, atacar unos y preferir otros, sin que exista, de hecho, una
sanción. Los límites de lo permisible son móviles con base en circunstancias políticas,
económicas y sociales.
El poder relativo es un doble aspecto: uno, por el lado del que lo ejerce, lo que
haga o no con plenitud; el otro, que se ha acatado o no en su totalidad por los sujetos
pasivos, en ambos está de por medio la capacidad o la incapacidad de sancionar y de ser
sancionado. En esta materia se concederá más adelante.
En el ejercicio del poder necesariamente debe existir cierto convencimiento: en el
mandar y en el obedecer; forma absoluta que se considere una autoridad, en el acto de
mandar se requiere cierto convencimiento en quien manda respecto a la bondad u
oportunidad de la orden; por el lado pasivo se requiere, asimismo, cierta dosis de
credibilidad en lo razonable de la orden, del temor de que ésta les sea impuesta contra su
voluntad y de aceptación con base en su carácter; este relativo, poco o nada puede
hacerse frente a alguien que está dispuesto a destacar una autoridad, rebelarse y están
su mano darse muerte.
TITULAR DEL PODER
Sobre la titularidad del poder político es preciso distinguir: cuando se trata de
relaciones que se dan en el interior de un estado opera el binomio autoridad- súbdito,
cuando esas mismas relaciones se dan entre potencias, se manifiesta el binomio estado-
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estado, independientemente de quiénes están dentro de dichos Estados se a los que
ejercen el poder de manera legal o el poder.
Respecto de otras formas de poder, para los efectos de ubicar a sus titulares
habría que considerar su clase y naturaleza: económica, social, religiosa, hay que estar
se a lo que sus estatutos, reglamentos y leyes, dispongan y no perder de vista la realidad
en que se dan y operan.
Desde la antigüedad ha sostenido que unos cuantos, los superiores, son los que
gobiernan; con ello coincidía Maquiavelo "... Dios ama a los hombres fuertes, porque
siempre se de que castiga a los impotentes con los poderosos ". "... un corto número de
ciudadanos quieren la libertad para mandar, y todos los demás, que son infinitos, para
vivir seguros. En todas las repúblicas hay, en efecto, cualquiera que sea su organización,
40,50 ciudadanos que aspiran a mandar, y, por ser un pequeño número, fácil cosa es
asegurarse contra sus pretensiones: deshaciéndose de ellos, o repartiéndoles los cargos
y honores que, conforme a su posición, puedan satisfacérseles.
Las leyes y los reglamentos, los estatutos, la tradición, la costumbre y los
convencionalismos sociales determinan, que expresan o tácticamente, en cada caso,
quienes son los titulares del poder, la clase, los términos, la forma, los tiempos y grados
de su ejercicio. La constitución regula perfectamente el poder político, será legal aquél
poder que se ha ejercido por quienes ellos designen y en la forma que ellos prescriban.
En toda sociedad el grueso del poder político se deposita y es ejercido
formalmente en el y por el gobierno, en ese sentido es válido afirmar: "... se puede definir
el gobierno como el conjunto de las personas que ejercen el poder político, o sea
determinan con la orientación política de una cierta sociedad".
Independientemente de lo que ha sostenido y sostengan las llamadas teorías
elitistas, lo cierto es que el caso particular de México, respecto al poder político se ha
dado el siguiente fenómeno:
Las clases gobernantes sólo han sido desplazadas del poder por la fuerza; de
1821 a la fecha, las elecciones no han sido la vía para alcanzar cambios en esa materia.
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No todo el poder político está previsto en la constitución y las leyes; al margen de
estas y aún en contra de su texto, existe un número extensos de formas en virtud de las
cuales los titulares del poder, que no son siempre los que señalan aquellas, se imponen y
se hace en obedecer.
Aunque exista un titular formal del poder, este no siempre puede ejercerlo en
relación con todas las materias que tiene atribuidas; en algunos casos no puede hacerlo
por razones políticas o sociales temporales o permanentes; en otras, en virtud de que
existe un centro de poder que se ha reservado o se ha apropiado, en virtud de su
ascendiente o fuerza, de la titularidad real del poder de decidir. Los gobiernos de
Obregón y Calles por, más que intentaron imponer un modelo social adverso al sostenido
en sus tiempos en el alto clero católico, sólo lo hicieron en forma parcial temporal.
Pascual Ortiz Rubio, a pesar de ser el titular formal del poder ejecutivo, fue incapaz de
sobreponerse a la autoridad del jefe máximo de la revolución.
En teoría, en México los diferentes titulares del poder sólo deben ejercerlo con
base en la ley y dentro de ella. Sólo en este contexto pueden ser estimadas como
autoridades.
También en teoría, por regla general, los actos de las autoridades son revisables
por las autoridades competentes, éstas, por lo común, son las judiciales. La revisión se
limita a poner los a la luz de la constitución y la ley, y con esto se determinan si aquellos
se hallan o no adecuados a éstas. Esa intervención no puede incidir en materia de
conveniencia política o social. Hay ciertos actos, como los que emite el congreso de la
Unión o las cámaras que lo compone, en materia electoral y de responsabilidad de los
servidores públicos y las sentencias que dicten en el pleno, las salas de la suprema Corte
de justicia de la nación y los tribunales colegiados, que no son susceptibles de revisión.
Hay texto expreso que los pone al margen de esa posibilidad. Para que otros
también lo estén se requiere texto expreso; las excepciones son claras y sólo limitadas al
caso específicamente determinado. Esto en lo que concierne a la materia que se
considera en este apartado es lo que puede afirmarse en el caso particular de México.
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Consideradas todas las formas en que el poder se manifiesta, es claro que porque
todos, de una u otro forma, participan su ejercicio son, por ello, sus titulares; lo hacen de
diferentes maneras. Son titulares del poder todos los habitantes de un país; los
ciudadanos lo ejercen mediante su voto y la presión que se diferentes formas pueden
hacer; se habla del poder del sufragio; igualmente, gozan de una parte del poder los
menores de edad y los incapacitados; también son titulares las potencias y ciudadanos
extranjeros, ya que cuentan con los medios para imponer a un estado y a sus autoridades
un punto de vista propio.
Ejercen una forma de poder los marginados, lo que viven de la mendicidad; entre
ellos existen relaciones de dominación; unos se imponen a otros; su autoridad, incluso,
puede exceder su medio; con la posibilidad que tienen de causar lastima o de ofender
con su presencia a una clase pudiente en sus ceremonias o actividades sociales
condicionan la conducta de los integrantes de esta, temporalmente quedan bajo su
jurisdicción; aun lo que estiman estar al margen o excluidos de esa forma de autoridad;
su presencia puede provocar desasosiegos, intranquilidad y repulsión en los pudientes en
virtud de ellos; los marginados pueden obtener un beneficio; quien tiene la posibilidad de
causar esas sensaciones tiene una forma de autoridad.
Se dirá que en este supuesto no son los marginados quienes han dispuesto los
principios en virtud de los cuales los integrantes de la sociedad se mueven; han sido los
autores de los convencionalismos, son los titulares de esa particular manifestación del
poder.
Con base en los principios de solidaridad, de asistencia mutua y de los códigos
médicos de conducta, también es titular de una forma de poder, un moribundo
desahuciado; este, sin saberlo. Mueve en su cuidado y atención a un gran número de
profesionales de la asistencia y salud, dispone de instalaciones. Se afirmara que en este
caso se esta frente a un derecho, lo que también es cierto, pero en el fondo, derecho y
poder pudieran ser lo mismo.
El poder político, en principio, es de dos clases; uno el tiránico y el otro el
democrático; el primero se distingue porque sus titulares regulan y controlan in mayor
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numero de vínculos de dominación en de trimento de los particulares; el orden normativo,
considerando en su acepción amplia, depende directamente o indirectamente del titular o
de los titulares del poder físico, y para acceder a el y conservarlo no requiere el
consentimiento de los gobernantes. Los cambios que en el se operen no dependen de la
voluntad, pacíficamente expresada, de los habitantes.
El poder político democrático es el que se adquiere conforme a la ley o costumbre,
sus titulares están acotados por esto, en el que el grueso de la población se siente autor,
directa o indirectamente, del sistema normativo prevaleciente y que administran aquellos
a quienes la población mediante su opinión o voto, ha llevado a la titularidad de su
ejercicio. El súbdito razona, acepta y toma como propio el ser de su estado y la forma de
dominación que de él deriva.
Se convence de que se trata de algo propio respecto del cual puede imponer su
voluntad para que cambie.
En esos dos extremos, que tiene convenientes e inconvenientes tanto para
quienes detentan el poder como para los gobernantes, puede darse toda clase de
variantes y combinaciones.
En ambas clases los titulares del poder dejan de sancionar en la medida que su
orden normativo es acatado por si y en forma voluntaria. En el primero obedecerá por
medio de la sanción; temor al castigo o temor a la violencia. Aquí es aplicable la pregunta
de los historiadores ¿es mejor ser temido que amado, o viceversa?
En los sistemas democráticos se obedece por educación, convencimiento,
corresponsabilidad e imitación. Se habla que en estos supuestos la autoridad no se
siente; esto es cierto en alguna medida; quien se conduce de la forma en que se dispone
el orden normativo aunque no sea observado, finalmente lo hace porque esta convencido
de que lo hace en acatamiento de si mismo, por que es coautor de ese orden normativo.
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De todas las formas que existe el poder, algunos tienen un poco mas poder de
una que de otras, solo la autoridad ejecutiva: rey, príncipe o presidente de la republica,
concentra en sus manos una cuota de poder político mayor y de todas las restantes una
proporción considerable, esto le da ascendiente y autoridad en todos los ámbitos de su
estado: Algunos de ellos a pesar de que ocupen o desempeñen la misma función,
concentran en sus manos una cuota mayor de poder político; otros buscan y alcanzan
una cuota de poder económico mayor.
Las leyes en general son las que atribuyen y regulan el poder político.
Formalmente alguien concentrará una cuota mayor de poder en la medida que las leyes
así lo prevean; estas lo hacen en forma institucional o por iniciativa del titular que en
determinado momento lo sea y que lo hace con el fin de acrecentar su cuota.
Solo puede hablarles de que alguien es titular del poder en el sentido de que
concentra una cuota mayor de todas las clases de poder.
EL PODER EN LA CONSTITUCIÓN.
De todas las especies de poder que existen, la constitución regula
preferentemente una:
El poder político; la que lo fracciona, determina quienes son sus titulares,
establece sus limites, norma su ejercicio y prevé lo relativo a su transmisión pacifica y
legal. Como es propio a su naturaleza, lo hace en términos generales. No regula todo el
poder político.
No obstante, la constitución no deja sin normas otras manifestaciones, como son
los poderes económicos, el que ejercen lo religiosos y el de los gemíos, entre otros; al
respecto, su regulación se encamina mas a neutralizar su influencia que a determinar la
estructura de los titulares y la forma de manifestarse.
A partir de que Montesquieu revivió el principio de de división de poderes, este se
incorporo en algunas constituciones; en al de 1824 se hizo de acuerdo con el modelo de
la carta de Cádiz. En 1836 se altero el patrón y se agrego un cuarto poder: el
conservador, al que se confió, en términos generales, la función de ser el controlador de
la constitucionalidad, con algunas variantes.
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En las constituciones de los estados se han hecho algunos experimentos; se han
agregado, en algunos casos, un poder electoral; en otros, un municipal. Pero solo son
recuerdos, pues han desperecido. Que los estados fraccionen la cuota de poder en más
partes de las que establecen los Art.41 y 116 no es contrario a la constitución y si
benéfico para los habitantes de sus territorios, por que las parcelas del poder se
fragmentan y se disminuyen. El principio de división de poderes se justifica debido a que
se evita la concentración. No les esta permitido establecer menos de tres ni presidir de lo
municipios como forma de gobierno de las comunidades y de división del territorio de los
estados.
En la constitución aparece en forma reiterada el término poder, con el se alude,
principalmente a todas las instituciones: la primera a una universalidad de facultades,
Obligaciones, prohibiciones atribuidas e impuestas a dos entes generales,
federación y los estados, emprendidos en las formulas: “Art.49. El Supremo Poder de la
Federación…” “Art. 116 poder publico de los Estados se dividirá para su ejercicio…”
La constitución no hace referencias explica a la forma de poder primaria que es la
función constituyente; su existencia lleva a suponer que esta existe y que aunque con
algunas limitaciones, es superior a todo el derecho ordinario. Tampoco es calificada por
ella como poder, a pesar de que cierta parte de la doctrina le da ese carácter y nombra
poder constituyente permanente a la función que confía a la combinación del congreso de
unión y legislaturas de los estados, cuando se coordinan para reformar la constitución.
Las dos formas de poder, a pesar de que expresamente no se les de ese carácter.
La segunda institución, mas especificas y limitada., es la que corresponde a cada
una de las partes en que la apropia constitución ha dividido el poder para permitir su
efectivo y adecuado ejercicio, que es a la que hacen referencia al Art. 50, 80, 94 y 116; se
trata, en este caso, de cada uno de los poderes legislativos; ejecutivo y judicial de la
federación y los estados.
Ambas instituciones, como toda propiedad, puede clasificarse o llamarse poderes,
los son por que dentro de la orbita de su competencia, en ejercicio de facultades y
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atribuciones, aun fuera de estas, están en posibilidad de imponer a los particulares una
manera de actuar e impedir que realice determinada conducta; en ambos supuestos aun
enconara de su voluntad y, llegado el caso han sido dotados legal y realmente de los
medios de coacción para imponerse, ya para obligar a actuar en el sentido que se desea
o para un desacato.
A lo órganos de gobierno del Distrito Federal no se les ha dado el carácter de
poder, y a su campo de acción, en general, se le denominan atribuciones. Sobre este
particular, si se toma en cuenta el punto de vista de don Emilio Rabasa, que se cita, no
puede dejar de reconocer que la asamblea de representantes, porque estas facultades a
fin de legislar para el Distrito Federal en lo relativo a ciertas materias, y lo hacen en
nombre de lo habitantes de esa entidad, hace y quiere en su sentido político, por lo tanto,
realmente en su poder.
Cuando en la constitución se habla de división de poderes, se alude a un
fenómenos complejo; especialización de funciones, parcelación de3l manto, colaboración
ínter orgánicas neutralización reciproca. La teoría no ha terminado por convertirse en
realidad.
Don Emilio Rabasa, aludiendo a la manifestación de poder político que regula la
constitución afirma: La idea de poder en general, de la que no puede estar disociada la
de poder político, implica necesariamente la idea de voluntad en ejercicio y por
consiguiente la de libertad de determinación. Son poderes públicos los órganos de la
voluntad del pueblo; es decir, los encargados de sustituir su determinación en lo que el
pueblo puede hacer o no hacer, pero no los que tienen encomendada una función sin
libertad, por mas que la desempeñen en nombre y con apoyo de3 la autoridad del pueblo.
Es poder en el órgano que quiere en nombre de la comunidad social y ordena en virtud
de lo que supone que la comunidad quiere. El legislativo es poder siempre que ejerce sus
funciones propias; no lo es cuando desempeña una extraña, como la de jurado de
sentencias; porque entonces no interpreta la voluntad de la Nación, sino de las leyes
penales. El Ejecutivo es poder cuando determine; por movimiento propio, las medidas de
seguridad publica, de propiedad económica; de acción diplomática, en las que consulta
el bien de la nación y presume su aquiescencia, no loes cuando promulga una ley o
convoca a sesiones extraordinarias con obediencia ciega en la que no interviene su
voluntad: El departamento judicial nunca es poder, porque nunca administración de
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justicia es dependiente de la voluntad de la acción porque en sus resoluciones no se
toma en cuenta ni el deseo ni el bien publico, y el derecho individual es superior al interés
común; por que los tribunales no resuelven lo que quieren en nombre del pueblo, sino lo
que deben en nombre de la ley; y porque la voluntad libre que es la esencia del órgano
de poder, seria la degeneración y la corrupción del órgano de la justicia.
En México, el legislativo es poder, en su acepción jurídica, en la medida que esa
afirmación se circunscriba solo al aspecto formal; lo es porque constitucionalmente esta
facultado para querer y hacer; no lo es desde el momento en que realmente quien quiere
y hace en su nombre, en materias importantes o trascendentales, es el presidente de la
republica. Detalles más o menos, es valioso hacer la misma afirmación respecto a las
legislaturas de los estados en relaciones con los gobernantes. La particular forma que
existe de concebir la democracia, el sistema representativo, el juego de partidos, con uno
que es oficial, lo sistemas de responsabilidad y enjuiciamiento lleva a la conclusión de
que estos pueden ser todo menos lo que prevén las normas.
La rama judicial, con base a la controversia constitucional como se consigno en le
texto origina de 1917, con las reservas del caso, dado que carece de iniciativa y esta
imposibilitada para hacer, formalmente podía calificarse como poder; no lo en la cualidad
porque en virtud de las reformas de 1994 se ha desvirtuado el alcance de sus
determinaciones y por requieren un gran numero de votos para alcanzar generalidades
en relación con algunas materias. También en virtud de que su intervención en acciones
de inconstitucionalidad tiene limites en cuanto a materia, tiempo y titulares. Lo anterior es
valido sin considerar el hecho de que jueces de distrito y magistrados de circuito, con
frecuencia se muestran obsequioso a los requerimientos de los agentes dependientes del
presidente de la republica respecto a reprimir a inconformes con el sistema o actuar en el
sentido que se indique, en relaciones sin juicios en lo s que esta interesados el estado
mexicano o de `por medio la persona a los bienes de uno o varios integrantes del grupo
gobernante.
En México, el ejecutivo es poder; porque así lo dispone la constitución, que le da
el calificativo de supremo; también lo es de hecho porque quiere y hace por sí y por el
congreso de la unión y la rama judicial; a pesar del sistema federal, también quiere y
hace en muchas materias confiadas a los poderes de los estados.
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273
3.2 LA BUROCRACIA
PODER, LEGITIMIDAD Y AUTORIDAD
Antes de entrar al análisis de la burocracia como un estructura social formal con
las cuestiones que ello implica, es preciso ocuparse de la concepción clásica de la
burocracia en el pensamiento de Max Weber, para lo cual es conveniente estudiar la
topología de la autoridad según el ilustre sociólogo alemán mencionado, pero
previamente es necesario distinguir entre los conceptos de poder, legitimación y
autoridad.
Ahora bien, Weber distingue entre el poder que consiste en la habilidad para
inducir a los demás a la aceptación de las ordenes, la legitimidad que consiste en la
aceptación del ejercicio del poder porque está de acuerdo con los valores sostenidos
por los sujetos; y la autoridad que se forma de la combinación del poder y de la
legitimidad, esto es, el poder es visto como legitimo.
LAS FORMAS DE DOMINACIÓN SEGÚN MAX WEBER
Weber considera que los hombres que detentan el poder pretenden que su
posición es legitima y que los privilegios de que gozan son merecidos, y consideran
que la situación de los dominados no es sino la realización del destino justo que les
toco en suerte. Ahora bien, todos los dominadores, es decir, los que ejercen la
autoridad, se ven en la necesidad de urdir algo, que generalmente tiene el carácter de
mitico en relación con su supuesta superioridad natural, esto suele ser admitido por el
pueblo en circunstancias normales, pero se puede producir en una situación de crisis
una discusión muy grande sobre el fundamento de la legitimidad de la autoridad que
es detentada por quien le ejerce y, como consecuencia de ello, se pueden originar
movimientos violentos contra los que se encuentran en la posición de dominadores, es
decir, de quienes ejercen una forma especifica de denominación.
Weber distinguió tres tipos de dominación en lo que hace al fundamento de la
legitimación de quien ejercer la autoridad para justificar su poder de mando, a saber;
la dominación legal, la tradicional y la carismática.
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274
LA DENOMINACIÓN LEGAL
La denominación legal se presenta cuando existe un sistema de reglas
abstractas que se aplicado tanto judicial como administrativamente de acuerdo con un
conjunto de principios que se consideran válidos por los miembros de una comunidad
históricamente existente.
Las decisiones pronunciadas por los jueces y administradores son consideradas
como justas por parte de los sometidos, porque se derivan del sistema de reglas
abstractas con las que están de acuerdo y las consideran legitimas.
Los que ejercen el poder de mando son estimados como superiores y han sido
designados o elegidos de acuerdo con ciertos procedimientos legales, para
funcionarios que por si mismo de hallan orientados hacia el sostenimiento del orden
legal, es decir, los funcionarios no se reclutan entre personas que con su conducta no
consideran el ordene legal son iguales ante la ley y fundamentalmente la obedecen
más que los encargados de aplicarla. Aquí se advierte, a mi juicio, una dominación
impersonal, tal cual es aquella que se lleva a cabo a través de un sistema de normas
abstractas. Los principios de referencia son igualmente aplicables al aparato que se
encuentra al servicio de la dominación legal.
La organización de dicho aparato es permanente; los funcionarios que lo integran
se encuentran sometidos a reglas que determinan los límites de su autoridad; existen
controles para supervisar el ejercicio de la autoridad; se encuentra prohibida toda
interacción de la personalidad individual en el desempeño de las funciones públicas y
se exige que cualquier cuestión se tramite por medio de expediente, como condición
de su validez. El aparato que se encuentra al servicio de la dominación legal, es
precisamente la burocracia, con lo cual se advierte el carácter instrumental de ésta. Por
lo expuesto anteriormente no se debe confundir la dominación legal con su aparato o
instrumento.
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275
Ahora bien, si se trata aquí de las formas de dominación como antecedentes del
análisis de la burocracia, es precisamente atendido a la relación que existe entre la
burocracia y la denominación legal. Probablemente se entienda aún mejor la
dominación legal y la burocracia relacionada con ella, si nos fijamos en las
características que se presentan otras formas de dominación, tales como la
dominación tradicional y la dominación carismática.
LA DOMINACIÓN TRADICIONAL
La dominación tradicional presenta características que nos permiten distinguirla
de la dominación legal, que tiene un carácter racional y de la dominación carismática
que se basa en la atribución a un individuo de cualidades extraordinarias por parte de
los sometidos a esa dominación. Los sometidos a la dominación tradicional creen que
la autoridad es legítima porque siempre ha existido, es decir, por su origen es inmortal.
Los señores que ejercen el poder gozan de un autoridad personal en virtud de que
suposición o status la han heredado, y no lo han adquirido por disposición de una ley
general, ni por meritos propios, sino en virtud de la tradición que desde luego en esta
forma de dominación se le atribuye un carácter religioso. El fundamento de la
legitimidad de los mandatos en la forma de dominación tradicional se basa en que
están de acuerdo con la costumbre, pero además pueden fundarse en la decisión
personal que es libre, de tal suerte que el tipo de autoridad del que nos estamos
ocupando tiene un doble fundamento de validez, a saber;
I. Porque se basa en las costumbres, y
II. Porque se apoya en la libre decisión, no en una norma abstracta,
como la dominación legal.
Las personas que se encuentran sometidas a las ordenes el señor son sus
súbditos y lo obedecen, ya sea por lealtad personal, o bien por piedad religiosa, hacia
su status que tiene una antigüedad en verdad venerable.
Como toda forma de dominación, la tradicional dispone de un aparato a través
del cual se ejerce. Este aparato varía, si se trata del régimen patrimonial se integra con
los asistentes personales, tales como los funcionarios domésticos, parientes y
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favoritos; si se trata de la sociedad feudal los súbditos son los vasallos y señores
tributarios.
Cuando se trata del régimen patrimonial, los asistentes personales del señor
reciben de éste las órdenes basadas en la costumbre y en la decisión personal. Por el
contrario, en la sociedad feudal los funcionarios no son subalternos personales del
señor, sino sus aliados que han prestado juramento de fidelidad, y cuyas jurisdicciones
son independientes y han sido adquiridas por medio de concesión o de convenio.
LA DOMINACIÓN CARISMÁTICA.
El fundamento de la dominación carismática es por completo distinto del de la
dominación legal y del de la dominación tradicional.
El poder de mando puede ser ejercido por un líder cuya cualidad carismática
tiene un carácter extraordinario, la cual tiene un origen mágico, ya se trate de profetas,
hechiceros, enviados de Dios o caudillos militares . la forma de acuerdo con la cual se
valore objetivamente dicha cualidad carismática, de naturaleza sobrenatural o
sobrehumana, sea desde el punto de vista ético o estético es indiferente en lo que se
refiere al carisma, lo verdaderamente importante es la valoración que hacen de dicha
cualidad son sometidos a la dominación carismática, que son los seguidores del líder o
adeptos.
En relación con la validez del carisma, ésta depende del reconocimiento que
nace de la entrega a la revelación del sentimiento de reverencia que se experimenta
por el héroe, de la confianza en el jefe, por parte de los sometidos. Este reconocimiento
se mantiene en virtud de que se corroboran las cualidades carismáticas.
En el carisma genuino el reconocimiento no es el reconocimiento de la
legitimidad de la dominación carismática sino un deber de los llamados atendiendo a
la vocación y a la corroboración para el reconocimiento de esta cualidad. La entrega
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tiene un carácter a entrega tiene un carácter personal y se lleva a cabo por la fe, la
cual surge del entusiasmo, de la indigencia o de la esperanza.
En la dominación carismática aparece un proceso de comunicación de carácter
emotivo entre el líder carismático y los sometidos a su dominación.
Como toda forma de dominación, la carismática se lleva a cabo por medio de un
aparato cuyo valor instrumental permite ejercerla.
Ahora bien, este aparato no es en manera alguna una burocracia y mucho
menos una burocracia profesional. La selección de los miembros del aparato de
referencia no se lleva a cabo atendiendo a puntos de vista estamentales, ni de
dependencia personal o patrimonial. Se es elegido para integrar el cuadro
administrativo, que tiene un valor instrumental, tomando en cuenta cualidades
carismáticas. En este orden de ideas cabe advertir que: al profeta corresponden los
discípulos, al príncipe guerrero el séquito. Si alguna forma de dominación, en lo que
toca a su aparato, es distinta de la carisma es la burocracia.
En la dominación carismática no existe ninguna carrera profesional, no hay
nombramiento ni destitución de los miembros del aparato; no existe un escalafón, ni
criterios que determinen el ascenso dentro de él sino sólo el hecho de que los sujetos
al tipo de dominación que nos ocupa experimenta un llamamiento por parte del señor,
según su inspiración, el cual se fundamenta en la calificación carismática del llamado o
invocado.
Las tres formas de dominación que se han analizado son tipos ideales puros en
el sentido de Weber, es decir, son construcciones racionales que se llevan a cabo
partiendo de un material empírico determinado administrado por la historia. Ahora bien,
en la realidad frecuentemente aparecen mezclas dichas formas de dominación.
Para nuestros fines no es necesario profundizar más en el análisis de las tres
formas de dominación mencionadas. Lo que interesa recalcar es que cada forma de
dominación tiene su propio cuadro administrativo a través del cual se ejerce.
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Ahora bien, precisamente el cuadro administrativo burocrático es el instrumento
de la dominación legal. Una vez sentado esto entremos al análisis de la burocracia
tomando en cuenta ante todo, su estructura y sus funciones.
ESTRUCTURA DE LA BUROCRACIA
El concepto de la burocracia adquiere precisión de acuerdo con las ideas que el
respecto expone Merton: Una estructura social formal, organizada, implica norma de
actividad definidas con claridad en las que, idealmente, cada serie de acciones está
funcionalmente relacionada con los propósitos de la organización. En esta organización
está unificada una serie de empleos, de posiciones jerarquizadas, a los que son
inherentes numerosas obligaciones y privilegios estrictamente definidos por reglas
limitadas y especificas. Cada uno de los empleos contiene una zona de competencia y
de responsabilidad que le son atribuidas.
La autoridad, el poder de control que se deriva de una posición reconocida, es
interesante al empleo y no a la persona particular que desempeña el papel oficial. La
acción oficial suele tener lugar dentro del entramado de reglas pre-existentes de la
organización. El sistema de relaciones prescritas entre los diferentes empleos supone
un grado considerable de reglamentación y una distancia social claramente definida
entre quienes ocupan esas posiciones.
La reglamentación o formulismo se manifiesta mediante un ritual social más o
menos complicado que simboliza y apoya el orden minucioso de los diferentes
empleos. Tal formulismo, que está unificado con la distribución de autoridad dentro del
sistema, sirve par reducir al mínimo la fricción restringiendo en gran medida el
contacto oficial a los modos que están definidos previamente por las reglas de la
organización. De esa manera crean la facilidad de calcular la conducta de las demás y
un conjunto estable de expectativas mutuas. Además el formulismo facilita la
interacción de los ocupantes de los empleos a pesar de sus actividades privadas de
uno para otro. De este modo, el subordinado está protegido contra la acción arbitraria
de su superior, ya que los actos de ambos están limitados por una serie de reglas
mutuamente reconocidas. Ordenaciones específicas de procedimientos fomentan la
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objetividad y restringe el rápido paso del impulso a la acción. El tipo ideal de esa
organización formulista es la burocracia.
A diferencia de la dominación carismática en la cual el poder es inherente al
líder carismático, en la estructura burocrática el poder del control que se deriva de
cierto status social burocrático, es inherente al empleo no a la persona que lo
desempeña. La acción oficial encuentre en su fundamento en las reglas que integran
la organización. Entre los diversos empleos existe una trama de relaciones que se
encuentran reglamentadas. Aquí encontramos el carácter normativo y por ende objetivo
de dichas relaciones.
Por otra parte los empleos se encuentran organizados en forma jerárquica, es
decir, entre quienes los desempeñan se dan relaciones de supra-subordinación, lo cual
implica una diferencia de status entre ellos.
La reglamentación que organiza la burocracia distribuye el poder entre las
partes integrantes del sistema y sirve para evitar al máximo las fricciones de quienes
desempeñan las diferentes empleos, ya que los contactos oficiales de carácter
reciproco entre ellos se encuentran definidos por las normas que integran la
reglamentación.
El carácter racional de la burocracia, que consiste en que las decisiones se
encuentran apoyadas en normas abstractas, permite predecir la conducta de los
demás, ya que se elimina los elementos irracionales como factores que motivan dichas
relaciones. Como consecuencia de esto, respecto de la conducta de los ocupantes de
empleos se crean una serie de expectativas reciprocas.
El carácter objetivo de la estructura burocrática permite que quienes
desempeñan los roles dentro del sistema, eliminen en alto grado las fricciones derivadas
de los sentimientos de hostilidad personal que eventualmente existan entre ellos. El
empleado subordinado está protegido contra la acción arbitraria de su superior, ya
que la conducta de ambos se encuentra definida por reglas previamente establecidas.
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En resumen, en las relaciones entre los ocupantes de empleos y, por ende, que
desempeñan roles, se eliminan la subjetividad, el capricho, la arbitrariedad, merced a
que su conducta se encuentra normada por la organización burocrática. Cabe advertir,
que en la teoría de la organización social desarrollada desde Weber hasta nuestros
días se observa una tendencia normativa de la Sociología para entender estructuras
sociales concretas, y, en nuestro caso la de la burocracia.
CARACTERÍSTICAS DE LA BUROCRACIA SEGÚN WEBER.
Antes de estudiar las características de la burocracia según Weber vemos en
qué forma expone Reinhard Bendix las circunstancias que favorecieron la aparición de
una burocracia moderna en Europa Occidental: Primero el desarrollo de una economía
monetaria determinó las características de la administración del gobierno. Las
organizaciones burocráticas habían surgido en muchas civilizaciones diferentes: en el
antiguo Egipto, en la China con posterioridad a la declinación del feudalismo, en los
imperios Romano y Bizantino, y en otras partes. Sin embargo, en la medida que tales
organizaciones remuneraron a sus funciones es especie y no en dinero, los
funcionarios intentaron apropiarse las fuentes de ingreso como su posesión privada, y
usarla consiguientemente. Esta tendencia, que examinamos en páginas anteriores,
conduce a la descentralización de la autoridad y desvía de una organización burocrática
del gobierno. Inversamente, la burocracia presupone la existencia de un ingreso fijo para
el mantenimiento del aparato administrativo, lo cual significa, al nivel del gobierno, la
existencia correlativa de un sistema estable de tributación.
Segundo: el desarrollo de una burocracia racionalmente orientada y responsable
resultó alentado por la expansión, en sentido cualitativo y cuantitativo, de las tareas
administrativas. En la realidad histórica esas tareas fueron de diversa índole. En el
antiguo Egipto, la necesidad de regular colectivamente los canales tuvieron por efecto
la expansión mencionada; una causa más frecuente fue la creación de un ejercito
estable y el correspondiente desarrollo de loas finanzas públicas. En las circunstancias
modernas, la burocratización surgió como resultado de aspiraciones culturales
crecientes, entre ellas, la demanda de pacificación interna y de diversos servicios
sociales, o como fruto de innovaciones técnicas aparecidas especialmente en los
campos de transporte y las comunicaciones.
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Tercero: la administración burocrática es técnicamente superior a todos los
métodos administrativos propuestos. Esto alienta la expansión de la burocracia y de las
tareas burocráticas, donde quiera que los medios de administración se concreten en
manos de la autoridad central. Dicha concentración es correlativa, a su vez, con la
nivelación de las diferencias sociales y económicas, en la medida que estas inciden
sobre la administración de gobierno. Los aspectos distintivos de la burocracia que acaban
de mencionar se examinarán mejor cuando tratemos el análisis que hace Weber de la
denominación legal.
Parece conveniente agregar otra circunstancia que favoreció la creación de la
burocracia. Al aumentar la complejidad estructural de la sociedad hubo de producirse
necesariamente un aumento de complejidad funcional de la misma. Si del nivel de la
sociedad pasamos al del Estado, lógicamente un aumento de volumen del aparato de
funcionarios del Estado Patrimonial apareciese la forma de dominación burocrática.
Las características que Weber señala a la burocracia son las siguientes:
I, En la burocracia rige el principio de las atribuciones establecidas
mediante leyes o disposiciones administrativas, esto es:
a) Se dan una firme distribución de las actividades necesarias las
que se consideran como deberes oficiales para cumplir los fines del aparato
burocrático.
b) Existen los poderes de mando indispensables para el cumplimiento
de dichos deberes, los cuales se encuentran establecidos de manera fija; se
encuentran perfectamente definidos los medios coactivos de que se sirven esos
poderes, en normas jurídicas positivas.
c) Para el fin de que se cumplan de manera regular y continua los
deberes así distribuidos, así como para que se lleve a cabo el ejercicio de los
derechos respectivos se toman las medidas adecuadas en relación con el
nombramiento de personas idóneas para el desempeño de los cargos de que se
trate.
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I. En la burocracia rige el principio de la jerarquía funcional y de la tramitación,
esto es, un sistema organizado de mando y de subordinación de las autoridades que
forman la estructura burocrática mediante una inspección de las inferiores por las
superiores.
El principio de la tramitación jerárquica se encuentra tanto en las grandes
organizaciones estatales y eclesiásticas, como en cualesquiera otras organizaciones
burocráticas, como en las extensas organizaciones de partido y en las normas
empresas privadas, siendo irrelevante que se les quiera dar o no el nombre de
autoridades a sus instancias privadas.
II. La administración moderna se basa en expedientes que se conservan en
borradores, y en un conjunto de empleados subalternos y de escribientes de toda
categoría. Se llama negociado al conjunto de empleados que trabajan a loas órdenes
de un determinado jefe, junto con sus archivos de documentos y expedientes. La
organización moderna burocrática distingue entre la oficina y el despacho particular, ya
que separa la actividad burocrática del campo de acción de la vida privada, y los medios
y recursos oficiales de aquellos bienes que constituyen el patrimonio privado del
funcionario. Para llegar a esta situación ha sido necesaria una evolución muy larga.
Actualmente se da tanto en las oficinas públicas como en las privadas, y en éstas se
extiende hasta los gerentes de las empresas.
III. La actividad burocrática, por lo menos la especializada presupone un aprendizaje
profesional. Esto se realiza tanto en los funcionarios públicos, como en los jefes y
empleados de una empresa privada.
IV. En el desempeño de un cargo el funcionario está obligado a dar todo su
rendimiento sin que deje de mediar la circunstancia de que se encuentre bien
determinado el tiempo que deba pasar en la oficina cumpliendo con sus obligaciones.
Afirma Weber que esto es el resultado de una evolución de los empleos públicos y
privados. Antiguamente la tramitación sé hacia marginalmente, y en consecuencia, no
exigía una entrega total de los funcionarios al estudio y resolución de los asuntos.
V. El desempeño del cargo por parte de los funcionarios no es arbitrario sino que
está sometido a normas generales, las cuales se pueden aprender, que tiene como
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características el que son más o menos fijas y más o menos completas. El conocimiento
de estas normas representa la posesión de una tecnología especial, que era en la época
de Weber, la jurisprudencia, la administración y las ciencias comerciales.
Afirma Weber que la vinculación al reglamento es de tal manera grande, que,
según la moderna teoría científica, se admite que la competencia atribuida legalmente a
un funcionario par el establecimiento de ordenanzas no le autoriza para crear normas
especiales que se destinen a un caso particular, sino que se encuentra obligado a
limitarse a una reglamentación abstracta. Esta forma de reglamentación es radicalmente
diferente a la que se basa en el dominio, que es propia del patrimonialismo, y que se
lleva a cabo por medio de privilegios y de favores individuales. Esta ultima forma de
reglamentación solamente afecta a los asuntos no regulados por la tradición sagrada.
En la burocracia se administra el poder por medio de normas generales; en el
patrimonialismo por medio de normas individualizadas.
ANOMIA Y BUROCRACIA
La burocracia administra el poder de una manera absolutamente impersonal,
trata de impedir que los burócratas lo ejerzan arbitrariamente. En esta forma se logra,
que en el caso concreto, la aplicación del poder sea calculada y predecible y con ello se
pueda expresar de manera adecuada la voluntad de quien ejerce el poder. El carácter
instrumental de la burocracia sirve para impedir que se transforme la voluntas de quien
detenta el poder al recorrer el trayecto hasta llegar al último destinatario.
Infortunadamente la transformación de la voluntad de quien ejerce el poder es
posible, como se puede observar si se acerca uno a las oficinas burocráticas de
nuestro país.
De lo expuesto anteriormente se puede concluir que la administración del poder
se lleva a cabo en forma anómica, es decir, sin arreglo a normas, y no toman en cuenta
las características individuales de los destinatarios. El tratamiento impersonal que
experimenta el individuo le produce la impresión de que la burocracia lo utiliza como
medio para llevar a cabo los fines que el poder le ha fijado. Esto a su vez permite
afirmar también el carácter anómico de la relación de la dominación que es en la
burocracia.
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Por otra parte, cabe advertir que la persona afectada pro la decisión no tiene el
carácter de medio si la decisión concuerda con las normas que rigen las relaciones
entre los miembros del grupo social del que forma parte, en virtud de que en dichas
normas se establecen los fines del grupo social, y como consecuencia de ello el respeto
a las normas del grupo social al que pertenece la persona implica al respeto a los fines
de ésta, y ello a su vez, permite afirmar que, en la hipótesis que nos ocupa, la persona
no es un mero medio al servicio de quienes detentan el poder, lo cual nos lleva a
concluir que en este caso se excluye la relación anómica en la administración del poder.
Ahora bien, en virtud de que se acuerdo con lo expuesto anteriormente se ha
considerado a la burocracia como una forma anómica de administración del poder, es
conveniente exponer el concepto de anomia en general y de anomia por impartición de
ordenes en particular.
EL CONCEPTO DE ANOMIA
El concepto de anomia fue introducido por Emilio Durkheim y desarrollado, en
nuestro tiempo, por Robert Merton. La anomia no significa que la meta a la que aspiran
los hombres de una determinada sociedad sea susceptible de ser considerada como
inaceptable, sino que los medios y caminos para lograrla no están reglamentados. Un
ejemplo muy sencillo de anomia lo encontramos en la comisión de un homicidio con
fines de lucro personal, éste es considerado en la sociedad capitalista como algo
aceptables, pero en nuestro ejemplo, el medio utilizado no es considerado como ilícito,
sino como algo elegido en contra de las normas vigentes.
El concepto de anomia se puede referir a las siguientes cuestiones: a la
ausencia de normas para conseguir una meta socialmente aceptada, o bien, ala
ineficacia de las normas, es decir, que aun estando vigentes éstas los sujetos que
aspiran al alcanzar un determinado objetivo aceptado socialmente como válido, no las
toman en cuenta o actúan abiertamente contra ellas.
LA ANOMIA POR IMPARTICIÓN DE ÓRDENES
Ahora bien, el concepto de anomia precisado anteriormente se pude aplicar al
ejercicio del poder y en este orden de ideas es posible hablar de la anomia por
impartición de órdenes o de la anomia en la relación de dominación. La anomia en el
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ejercicio del poder se presente cuando las decisiones tomadas por lo que lo detentan
se realizan a través de cauces no reglamentados.
El principal problema sociológico que se refiere a la anomia consiste en saber, si
las decisiones en el curso de su realización, son aceptadas o no por los grupos a los
cuales pertenecen las personas a quienes afectan tales decisiones; o bien, si dichos
grupos pueden o no llevar a cabo un ajuste de esas dediciones a las normas que rigen
as relaciones entre los miembros del grupo social al cual pertenecen.
Para evitar la anomia por impartición de órdenes es necesario que la meta fijada
por quienes detentan el poder se lleve a cabo por medio de las normas formuladas por
los grupos de personas a los cuales afectan tales decisiones.
Si se reglamenta el procedimiento para llevar a cabo las decisiones
pronunciadas por quines detentan el poder, entonces evita la relación anómica con lo
cual las decisiones de referencia logran aceptación y se pueden ajustar a las normas
del grupo de personas afectadas por ellas.
Recurramos a un ejemplo para mostrar cómo se puede evitar la anomia por la
impartición de órdenes. Así si se va legislar sobre materia mercantil es necesario, para
evitar la anomia, consultar a los diversos sectores relacionados con el comercio para
que opinen en la materia que nos ocupa y para que nombre comisiones con la finalidad
de que manifieste sus ideas en relación con el proyecto de ley que una vez que llegue
a convertirse en un cuerpo de normas vigente va afectar sus intereses. De esta manera
se logra evitar que las decisiones de los que detentan el poder afecten por anómicas,
los intereses de los grupos a los cuales se refieren, y con ello ajustar las decisiones de
referencia a las normas del grupo de personas a quienes afecta.
Es necesario reglamentar el procedimiento para llevar a cabo las decisiones
pronunciadas por quienes detentan el poder, para evitar la relación anómica, con lo
cual, las decisiones de referencia logran aceptación y se pueden ajustar a las normas
del grupo de personas afectadas por dichas decisiones.
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LA BUROCRACIA COMO INSTRUMENTO DE QUIENES TIENE EL PODER.
Se ha analizado una característica de la burocracia, a saber, como administración
anómica del poder, y ahora se va a analizar como instrumento al servicio de quines
detentan el poder, veamos en qué forma Heintz caracteriza la burocracia como un
instrumento al servicio de los individuos que detentan el poder.
Una de las consecuencias del hecho de que el grado de anomia es relativamente
alto, se manifiesta en los frecuentes roces entre la burocracia y el público siempre, que
no hay competencia entre diversas organizaciones burocráticas. Se suele denunciar la
impersonalidad con que la burocracia trata los casos concretos que comprende y se
considera que los destinatarios de la voluntad burocrática perciben necesariamente sus
propios casos de una manera personal e individualizada. El tratamiento impersonal que
sufre el individuo le da la sensación de que la burocracia lo utiliza como medio para
cumplir con los fines que le ha fijado el poder.
El carácter instrumental de la burocracia se manifiesta también en otra forma,
los aparatos burocráticos están dispuestos en general para servir a los mas diversos
señores que se siguen el uno al otro en el poder. En las burocracias publicas, por
ejemplo, suelen sobrevivir intactas a los cambios de gobierno, aun cuando los
gobiernos sucesivos tengan una orientación política distinta y persigan objetivos
contrarios. Si, no obstante, se modifica la composición personal de la burocracia a raíz
de un cambio de gobierno, el reemplazo de antiguos funcionarios por nuevos no se
debe generalmente a que los primeros hayan pedido su retiro, puesto que no pueden
conformarse con la nueva orientación del poder, sino más bien a que se les obliga a
renunciar ya que los nuevos representantes del poder desean proporcionar empleos a
sus propios partidarios.
LOS REGLAMENTOS COMO FINES EN SÍ MISMO.
En intima conexión con esta ultima característica, o sea, con la de que la
burocracia es un instrumento al servicio de quines detentan el poder cabe advertir que
cuando se presenta, en la burocracia, un desplazamiento de los objetivos, en virtud de
que los medios se convierten en fines, es decir, cuando los reglamentos que no son sino
meros medios para conseguir la realización de una meta determinada se convierte en
fines, ello no contribuye, en manera alguna, a sostener, mucho menos a reforzar el
carácter instrumental de burocracia que ésta al servicio de los que detentan el poder.
Por el contrario, el desplazamiento de los objetivos puede ser determinada
reinterpretación de los mandatos que se contiene en los reglamentos y que son
impartidos por los superiores. Esta reinterpretación da lugar frecuentemente a
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conductas que se apartan en mayor o menor medida de las intensiones de quienes
detentan el poder.
Los burócratas al tratar de aplicar los reglamentos que para ellos han dejado de
ser meros medios para convertirse en fines, tienden a actuar de manera más rígida
que la que corresponde a la intención del legislador. Por esta razón se pierde la ratio
legis de los reglamentos. Este es el fundamento por el cual tanto el público como los
representantes del poder consideran que la forma en que la burocracia administra el
poder es demasiado rígida.
LA TENDENCIA A ORIENTARSE DENTRO DE LA ORGANIZACIÓN.
La tendencia a apegarse a los reglamentos muestra una correlación con la
tendencia, muy difundida, entre los aparatos de tipo burocrático para orientarse dentro
de la propia organización. En tanto es más débil la tendencia a orientarse dentro de la
organización, más fuerte es la tendencia contraria, o sea, la que se inclina a orientarse
en la propia profesión, lo cual implica que la importancia concedida a los reglamentos
se debilite.
Todos los factores que producen un reforzamiento de la orientación del individuo
dentro de la orientación burocrática, fortalecen de manera indirecta la tendencia de los
individuos a apegarse en forma más o menos rígida a los reglamentos. Considerando
que tal apego al párrafo suele producirse con particular frecuencia dentro del marco de
organizaciones burocráticas, es de suponer que la burocracia ofrezca al individuo
algunas condiciones relativamente favorables a su orientación en la organización que él
emplea.
Uno de los factores que tiene gran importancia como elemento que vincula el
hombre dentro de la organización burocrática, consiste en que si se abandona esa
organización ello le reporta una pérdida considerable de status dentro de la estructura
social, precisamente ese temor a perder el status de referencia es lo que lleva al
individuo a orientar su conducta dentro de la organización burocrática. Como la
burocracia le ofrece al individuo un status, muy elevado, al cambiar de empleo, por lo
general, no lo puede conservar, y esto es lo que influye para que permanezca dentro de
la organización burocrática. Por otra parte, ésta le ofrece al individuo la expectativa de
alcanzar un status más elevado dentro de dicha organización o por lo menos no perder
el que ha adquirido.
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288
Por lo expuesto, se puede concluir que el individuo busca quedarse dentro de la
organización de referencia y le llega a tener, un alto grado de lealtad.
En la sociedad moderna la burocracia, sobre todo la de Estado, disfruta de un
prestigio social relativamente bajo; prestigio que no corresponde al poder que
administra directa o indirectamente.
Esta discrepancia entre el poder que administra la burocracia y el prestigio de
que goza se manifiesta en el hecho de que la actitud de la burocracia con el público es
calificada por esto de arrogante, y que no corresponde a la posición social de los
funcionarios de que se trate.
La falta de prestigio de la burocracia se manifiesta también en el hecho de que
individuos prominentes socialmente no aceptan ocupar puestos burocráticos, aun
cuando éstos, en los rangos superiores, dispongan de mucho poder. Por lo expuesto,
se puede comprender que los representantes del poder se encuentran fuera del
aparato burocrático.
Es conveniente advertir que hay un numero reducido de burocracia que gozan,
dentro de la organización, de un prestigio superior al status que ocupan, ellos son los
expertos que han logrado alcanzar un elevado prestigio profesional, pero no participa
en la organización de la misma manera que los empleados permanentes.
Una de las consecuencias del prestigio relativamente que tiene los burócratas
es relación con los miembros del extragrupo, o sea por parte del os individuos que no
pertenecen a la organización burocrática, consiste en que busca el ascenso dentro de
ésta que es lo que les permite adquirir prestigio en el intragrupo ya que no lo tienen,
como hemos visto, entre los individuos que integran el extragrupo. Al burócrata le
importa de manera considerable la jerarquía interna de la organización, ya que subiendo
los escalones de es jerarquía adquiere prestigio dentro de ella, esto lo conduce a
orientar su conducta dentro de la propia organización.
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289
Como el prestigio de la burocracia depende, como hemos visto, más bien de la
opinión de los miembros de la organización burocrática que del juicio de los miembros
de la organización burocrática que del juicio de los miembros de la sociedad global,
esto hace que su conducta se oriente dentro de la organización, lo cual provoca que se
fortalezca el vínculo entre el burócrata y la organización que lo emplea y que aumente
su orientación hacia ella.
Siguiendo el orden de ideas expuesto anteriormente, es correcto suponer que
los detentadores del poder, por el interés que tiene en que sus empleados sean leales
no se oponen a que el prestigio social de la burocracia sea bajo. Más aún, contribuye a
esto impidiendo en un alto grado la profesionalización de los miembros de la
burocracia.
El desnivel que existe entre el prestigio interno que es el que confiere la
organización burocrática, y el externo que es el que otorga la sociedad global, produce
el problema siguientes: ¿En virtud de esta situación, cómo hay individuos que aspiran
a ingresar dentro de la burocracia? La respuesta a esta interrogante es la siguiente:
I. El desnivel no afecta a los puestos más bajos.
II. La burocracia ofrece a sus miembros un camino que los
conduce al ascenso social; el cual está estrictamente reglamentado y
es relativamente seguro.
Estas dos ventajas motivan a ciertos individuos a ingresar en la organización
burocrática, aun cuando es conveniente que dichos individuos se percaten de que
deben conformarse con ciertas desventajas económicas y con esta carencia de
prestigio social temporal, con la finalidad de lograr en el futuro un considerable
ascenso social.
La mayoría de los burócratas que lleguen a ascender dentro de la jerarquía de la
organización son reclutados de los puestos más bajos y no de personas ajenas a la
organización burocrática, y ello se explica en virtud de los expuesto anteriormente, o
sea, que ellos han sacrificado ventajas presentes por expectativas futuras.
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290
Parece que la carrera burocrática, en aquellos países en que existe, contribuye
a reforzar el carácter racional de la burocracia como forma de administración del poder.
El camino del ascenso social que se establece en la burocracia es más seguro que el
que ofrece otras vías para conseguirlo, por ejemplo de las profesiones liberales o del
pequeño comercio, y ello es así por las siguientes razones:
I. En virtud de que están reglamentadas las promociones y se
aplican criterios objetivos para integrarlas bajo la vigilancia de los propios
burócratas.
II. Se emplean como uno de los criterios objetivos para lograr las
promociones la antigüedad en la presentación de servicios, criterio que se
admite en forma generalizada en las sociedades modernas.
Existe un hecho evidente que consiste en que los individuos que ingresan a la
burocracia lo hacen tomando en cuenta la expectativa de obtener, en el curso del
tiempo, un ascenso social, esto explica que el burócrata oriente su conducta por el
orden jerárquico, el cual adquiere una gran importancia para él.
El burócrata orienta su conducta en dirección vertical especialmente en el rango
que quiere obtener en el futuro, por ejemplo un juez de distrito orienta su conducta por
aspiración de ser ministro de la Suprema Corte de Justicia.
Esta tendencia del trabajador burocrático a orientar su conducta dentro de la
organización y particularmente en relación con sus superiores inmediatos refuerza, por
una parte el principio de la jerarquía; y , por la otra, el carácter instrumental de la
burocracia en tanta organización que administre el poder.
Una de las consecuencias más palpables de la tendencia de los burócratas a
orientarse dentro de la organización, se manifiesta en el hecho de que los diversos
sistemas burocráticos tienen un carácter cerrado y se encuentran en mínima medida
expuestos a las influencias del exterior.
La discreción con la cual se resuelven los asuntos burocráticos revela el carácter
cerrado de la organización que nos ocupa. El público sólo en contadas ocasiones se
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291
da cuenta de los criterios con arreglo a los que se resuelven los asuntos que le
incumben, así como de la fecha en que se pronuncia la resolución de los asuntos de
que se trate.
La orientación del burócrata dentro de la organización genera otra consecuencia
consistente en que se produce un debilitamiento de la orientación en el nivel
profesional, y, por consiguiente en su preparación profesional.
El estimulo para superarse profesionalmente se encuentra ausente en el
burócrata ya que se siente seguro dentro de la organización y espera ascender dentro
de ella, y no toma en cuenta la alta capacitación profesional que ha de adquirir para
mejorar su situación a través del cambio de empleo que implique para él, el ascenso
dentro de la estructura social como consecuencia de la adquisición de un status social
y económico más elevado.
El burócrata propiamente dicho se distingue del experto, el cual puede llegar a
una determinada organización y ocupar, el cual puede llegar a una determinada
organización y ocupar, dentro de ella, un alto puesto sin tener que recorrer una serie de
escalones, lo cual permite afirmar que el puesto del experto está propiamente
hablando fuera de la organización burocrática concebida en sentido estricto.
El burócrata se orienta en la organización, el experto no, sino que se orienta en
su profesión y en el prestigio que le puede traer el haber alcanzado un alto nivel
profesional. El prestigio suele ser evaluado por los expertos, por los estándares
reconocidos por la organización profesional y por las opiniones que emiten respecto a
ellos los colegas de prestigio.
Atendiendo a la diferencia anteriormente expuesta se puede comprender que el
burócrata tiene temor a cambiar de empleo, en tanto que el experto no experimenta
ese temor y su movilidad interorganizacional es muy alta, solamente limitada por la
naturaleza de su actividad profesional. Por otra parte, se comprende también cómo el
experto realiza su ascenso a través del cambio de empleo, aceptando puestos
sucesivamente en diferentes organizaciones. La movilidad en el empleo del experto se
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292
manifiesta en todo en las etapas de crisis económicas debido a que sus servicios
especializados, en esas etapas, son más altamente valorados.
El temor del burócrata, que depende en alto grado de una sola organización
profesional, se compensa por el alto grado de seguridad que le ofrece ésta. Dentro del
marco de la sociedad moderna es conveniente advertir, que la burocracia constituye
un sistema relativamente cerrado. Obedece a sus propias leyes y sus miembros
frecuentemente pasan en ella gran parte de su vida. Lo mismo en las burocracias
públicas como en las privadas existe una resistencia a despedir a un empleado por
incapacidad, si éste ha logrado determinado rasgo aun cuando no sea muy alto.
Tomando en cuenta esta base se desarrolla entre los burócratas cierto espíritu de
cuerpo. Este espíritu de cuerpo no se da exclusivamente entre los empleados que
pertenecen al mismo rango o que forman parte de una misma unidad administrativa,
sino que enlaza o vincula a los miembros que ocupan diferentes status dentro de la
organización burocrática. Además, el hecho de que el burócrata se oriente dentro de
la propia organización impide o en el mejor de los casos obstaculiza las asociaciones
de obreros. Es conveniente observar, que no existe una ausencia total de
asociaciones horizontales que reúnen y vinculan a los burócratas, pero que no han
adquirido la misma fuerza que tienen las asociaciones de obreros en los países
altamente desarrollados.
Es pertinente advertir, que el espíritu de cuerpo y el carácter cerrado dan a la
organización burocrática una relativa independencia frente a quienes detentan el
poder, los cuales, como hemos visto, se encuentran por lo general ubicados al margen
de dicha organización. Esto no tiene que ver con el carácter de medio o instrumento
que se da a la burocracia, pero si se relaciona con el desplazamiento de objetivos, en
virtud del cual los reglamentos se convierten en normas independientes. Este proceso
es el que origina la rigidez de la burocracia, la cual funciona aun cuando ya no reciba
nuevas órdenes por pare de quienes detentan al poder.
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293
3.3 ASOCIACIONES GRUPOS DE PRESIÓN
Asociación o grupo organizado de personas o instituciones que manifiestan
deseos conscientes o intereses comunes a sus miembros, realizando una acción
destinada a influir en las instituciones del poder público para producir decisiones de éste
favorables a sus fines. Algunos autores prefieren usar el vocablo cabildeo en vez de
grupo de presión para referirse a los grupos que intentan ejercer presión sobre el poder
público, ya que la mayor parte de dichos grupos, durante la mayor parte del tiempo sólo
plantean solicitudes y en el caso de usar la presión, ella no es utilizada de manera regular
(Finer, S.E.: The Anonymous Empire. Ed. Pall Malí. Segunda edición, 1966).
Los rasgos que caracterizan al grupo de presión son los de ser: 1) un grupo
organizado; 2) expresar conscientemente intereses parciales o particulares; 3) ejercer
presión sobre el poder público para obtener sus fines; 4) no buscan ejercer por sí mismos
el poder público y 5) no asumen la responsabilidad de las decisiones adoptadas bajo su
influencia.
Clasificación de los grupos de presión
Los grupos de presión pueden clasificarse atendiendo a diferentes criterios:
• Grupos de personas y grupos de organizaciones
Este criterio atiende a la naturaleza del grupo. Hay grupos de presión integrados de
personas naturales (sindicatos, asociaciones gremiales, asociaciones profesionales,
asociaciones de vecinos, etc.), como hay grupos de presión constituidos por otros grupos
o asociaciones (federaciones y confederaciones de sindicatos o asociaciones
profesionales; federaciones o confederaciones de organizaciones campesinas;
federaciones o confederaciones de asociaciones estudiantiles; federaciones o
confederaciones de organizaciones empresariales, etc.).
• Grupos de masas y grupos de cuadros
Los grupos de presión de masas están compuestos de una gran cantidad de miembros,
con una organización bien estructurada y con aportes financieros pequeños y regulares
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(organizaciones sindicales de trabajadores industriales o de campesinos). Los grupos de
presión de cuadros están compuestos de una cantidad pequeña de miembros con fuerte
influencia económica o social (asociaciones de banqueros, asociaciones de grandes
empresarios industriales o agrícolas, etc.).
• Grupos de presión exclusivos y grupos de presión parciales
Los grupos de presión exclusivos son aquellos cuya razón de ser para constituirse es
ejercer presión (los lobbies en Estados Unidos). Los grupos de presión parciales son
aquellos grupos en los que la presión es utilizada en momentos específicos o como
instrumento adicional, no siendo ella la única finalidad del grupo (asociaciones
profesionales, asociaciones de cooperativas, asociaciones empresariales, etc.).
• Grupos de presión promocionales y grupos de presión funcionales
o seccionales
Los grupos de presión promocionales o de causa tienen por objeto promover un ideal o
una causa determinada, su número de adherentes no es susceptible de apreciarse. Tales
asociaciones buscan atraer miembros con base en compartir determinados valores o una
visión determinada de ciertos problemas (sociedades protectoras de animales,
asociaciones opuestas al uso de centrales atómicas, Amnesty International, etc.). Los
grupos de presión seccionales o funcionales son aquellos que hablan en nombre de una
función o sección reconocible de la sociedad (agrupaciones de comerciantes, federación
de sindicatos industriales, colegios profesionales).
• Grupos de presión privados y grupos de presión públicos
Los primeros son todos aquellos que emergen de la organización de la sociedad civil,
mientras que los segundos están compuestos de personas o agrupaciones de ellas que
desarrollan sus funciones dentro del poder gubernamental o estatal (organizaciones de
funcionarios públicos, las fuerzas armadas, organizaciones militares, industriales).
• Grupos de presión nacionales y grupos de presión internacionales
Los grupos de presión nacionales son aquellos que desarrollan su acción dentro de los
límites de un Estado. Los grupos de presión internacionales ejercen su acción
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295
traspasando los límites de un Estado, sin que necesariamente puedan ser identificados
con las organizaciones internacionales.
• Grupos de presión directos y grupos de presión indirectos
Los primeros son aquellos que presionan en búsqueda de su propio interés
(agrupaciones profesionales, asociaciones empresariales, asociaciones sindicales). Los
segundos son aquéllos que ponen al servicio de otros grupos su influencia a cambio de
una remuneración (los lobbies en Estados Unidos).
• Los grupos de presión material y los grupos de presión moral
Entre los últimos que tienen intereses morales o valóricos, encontramos las asociaciones
filantrópicas, agrupaciones culturales, las iglesias. Entre los primeros que son aquellos
que persiguen un interés material generalmente de carácter financiero (aumento de
remuneraciones, alzas de precios, deducciones tributarias, bonificaciones), aunque
también pueden ser de otro orden (mejoramiento de las condiciones de trabajo, ventajas
previsionales, entre otras).
IV. Las formas de presión utilizadas
Los grupos de presión utilizan tres formas o tipos de presión: la persuasión, la corrupción,
y la intimidación.
• La persuasión
Esta forma de presión se emplea a través de las negociaciones, la información y la
propaganda, con el objeto de convencer de que ella está orientada hacia el bien común,
aun cuando en la práctica representa el interés particular o sectorial que sirve al grupo de
presión respectivo.
• La intimidación
Esta forma de presión lleva aparejada una amenaza velada o abierta del uso de la fuerza
o de no colaboración con el gobierno en el caso de no aceptarse la propuesta del grupo
de presión.
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• La corrupción
Constituye éste el mecanismo más contrario al ordenamiento jurídico, siempre se realiza
fuera del escenario público, utilizándose generalmente medios económicos para
recompensar la decisión política favorable al grupo de presión.
LOS LÍMITES DE LA EFECTIVIDAD DE LOS GRUPOS DE PRESIÓN
La fuerza y efectividad del grupo de presión dependen de la importancia del grupo más
que de la forma jurídica que éste adopte. La efectividad del grupo de presión dependerá
del sistema político en que éste se inserte y de los recursos que controle, de la facilidad
de acceso a las autoridades competentes para adoptar la decisión política. Los recursos
económicos constituyen una manera de facilitar la influencia directa o indirecta, ya que
ellos permiten adquirir y orientar los medios de comunicación, entregar información
orientada, influir en la opinión pública, etc. La fuerza del grupo de presión es creciente a
medida que controle un bien escaso, sea éste material o inmaterial (conocimiento,
capacidad, riqueza), ya que ello lo sitúa en una posición negociadora más fuerte. En los
regímenes democráticos el número de las personas que conforman el grupo de presión y
el apoyo de la opinión pública constituyen un elemento importante de su fuerza
negociadora, ya que el poder político se sustenta en la decisión ciudadana que se
expresa normalmente a través del sufragio. Los límites de la eficacia de los grupos de
presión están dados porque éstos son diversos y persiguen objetivos paralelos o muchas
veces contradictorios entre sí, como asimismo, al hecho de que la presión no es sólo
unidireccional, vale decir, de los grupos de presión hacia el poder público, sino que
también el poder público puede influir en los grupos de presión a través de las decisiones
que adopte.
Otro factor limitante de la eficacia de los grupos de presión es que las personas que los
integran pertenecen a otros grupos, ello hace que su lealtad a cada grupo del que
participan sea una lealtad parcial y condicional, dependiendo la mayor o menor lealtad de
la importancia de los propósitos del grupo de presión para la vida de sus integrantes.
Finalmente, la compatibilidad o incompatibilidad de los intereses del grupo con los valores
predominantes de la sociedad respectiva, constituye un elemento que puede favorecer o
limitar la eficacia del grupo de presión.
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297
EL RECONOCIMIENTO Y ROL ASIGNADO A LOS GRUPOS DE PRESIÓN
POR EL ORDENAMIENTO JURÍDICO-POLÍTICO
La regulación de los grupos de presión por el ordenamiento jurídico se desarrolla en los
regímenes políticos contemporáneos durante el siglo XX. Especialmente se desarrolla
con posterioridad al término de la Segunda Guerra Mundial.
Esta regulación ha tomado distintas orientaciones, las principales son la orientación
norteamericana, la orientación europea de la democracia consociativa y la orientación
europea de la institucionalización de los grupos de presión en consejos económico-
sociales.
1. La orientación norteamericana consiste en institucionalizar, regular la acción de
los grupos de presión y establecer límites a su accionar. Ejemplo de ello son los Lobbies
cuya función de lobbing fue regulada jurídicamente y definida en sus marcos de actuación
por la Federal Regulation of Lobbying Act o ley La Fallete Moroney de agosto de 1946,
complementada por otras medidas posteriores.
2. La orientación europea de la democracia consociativa que prevalece en los países
escandinavos y en Austria, tiene como base fundamental el acuerdo trilateral, gobierno,
trabajadores y empresarios, para diseñar la política económica que, luego de ser
aprobada por consenso, regirá en los distintos países mencionados.
3. La orientación europea de los Consejos Económico-Sociales. Esta orientación
tiende a encausar la participación de los grupos de presión en órganos consultivos,
representativos de los diversos grupos organizados de carácter económico y social,
teniendo funciones de consulta, debate, concertación y evaluación, en distintos grados
según los países. Estos consejos están establecidos en la Constitución Política del
Estado como es el caso del Consejo Nacional de la Economía y del Trabajo de Italia y el
Consejo Económico y Social de Francia; en otros países están establecidos a nivel
infraconstitucional como en el caso de los Países Bajos y Luxemburgo.
Estos consejos se han desarrollado dentro de países africanos como Alto Volta,
Camerún, Gabón, Mauritania y Togo, con distintas modalidades en diferentes contextos
políticos. En algunos países europeos encontramos también las fórmulas de las
Asambleas Económicas como una forma más plena de integración de los grupos de
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298
interés sectoriales, ya que tales asambleas se sitúan al lado de la asamblea de
representación política clásica.
Así, el parlamento se integra por una cámara representativa de intereses y otra elegida
con criterios político-territoriales tradicionales. Es el caso de Yugoslavia, Irlanda y el
Lander de Baviera, entre los más destacados. En el caso de Yugoslavia, el parlamento se
integra con cinco cámaras, tres de las cuales están integradas por representantes de
organizaciones sindicales, cooperativas y otros organismos pertenecientes a cada una de
las ramas de actividad (el Consejo Económico, el Consejo Cultural y Educacional, y el
Consejo de Asuntos Sociales y Salud).
En el caso de Irlanda, el Senado tiene una representación con base económica, técnica y
cultural. De sus 60 integrantes, 43 son elegidos por los representantes de los diferentes
estratos socio-económicos: cultura, industria, agricultura, administración pública y
trabajadores; 6 son elegidos por las universidades y 11 son designados por el Primer
Ministro.
El Senado en el Lander de Baviera está integrado también por 60 miembros: 11
representan a los sindicatos; 11 representan a la economía agrícola y forestal; 5 a la
industria y el comercio; 5 a la artesanía, 4 a las corporaciones liberales; los restantes
corresponden a municipios y asociaciones de municipios, comunidades religiosas.
En América Latina ha existido una tendencia a desarrollar las orientaciones europeas
tanto de concertación social como de consejos económico-sociales. Estos últimos, sobre
todo, en el cono sur del continente, en Argentina (Herrera, Enrique: Los Consejos
económico-sociales. Ed. Eudeba, Argentina, 1972) y en Chile (Consejo Económico y
Social establecido en 1983), aun cuando este último no es representativo en términos
objetivos, al menos en la parte correspondiente al sector laboral.
Por otra parte, en varios países latinoamericanos se han desarrollado instancias de
consulta con los grupos de interés afectados, sobre las decisiones que deben adoptarse
por el parlamento o por el gobierno.
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299
GRUPOS DE PRESION
Los grupos organizados que presionan sobre los centros de decisión han existido desde
el surgimiento de la política. Sin embargo, en la democracia, la libertad de asociación y el
derecho de petición permiten que ciertos grupos ejerzan influencia sobre instituciones y
funcionarios gubernamentales para que operen a favor de sus intereses particulares, y
que hoy irónicamente, amenazan la confianza pública en la democracia porque hacen
predominar sus intereses a costa del interés general. Al respecto escribió Burdeau: "el
poder siempre tuvo clientes ávidos de obtener ventajas. Las instituciones democráticas
permiten que estos clientes se comporten como dueños, ya no se limitan a solicitar,
exigen".
En teoría, los grupos complementan la tarea de los partidos e inclusive algunos de ellos
se han convertido en partidos, como el Laborista inglés y viceversa; representan una
gama de intereses que no son tomados en cuenta por ellos, matizan las ideologías
partidistas y recogen problemas de interés sólo para sectores específicos no para la
comunidad en su conjunto, de modo que "si todos los grupos participan con paridad en la
política, todos los intereses individuales estarán representados en las decisiones
políticas" (Colhoun, A Disquisition on Government). Así, se concluye que los grupos se
equilibran uno con otro de modo que se evita que alguno de ellos ejerza una influencia
dominante; en igual sentido, la teoría pluralista considera que si existe competencia,
ningún grupo de interés tiene probabilidades de dominar de modo permanente.
En la práctica, la dualidad entre quienes ocupan el poder y quienes sólo desean obtener
los beneficios de éste, ha hecho posible que se hable desde los tiempos de Lasalle de los
"factores reales de poder", de los intereses creados, de la existencia de un gobierno
invisible, de un imperio anónimo, del poder del dinero en la política, de una tercera
cámara, de arreglos tras bambalinas, del que gobierna pero que no manda, del gobierno
de la minoría organizada sobre la mayoría desorganizada y, en materia de elecciones, de
que los votos dan el gobierno pero no el poder.
Para algunos, el abuso de la defensa de los intereses privados conduce a la tecnocracia.
Asimismo, mientras los parlamentos son elegidos en nombre de la Nación y la
administración pública y la justicia se ejercen y se imparten, en teoría, en forma general y
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300
equitativa, los grupos de presión mejor organizados y financiados tergiversan su acción.
Además, si el sistema formal de representación resulta ser inadecuado, los grupos de
presión adquieren una representatividad de los valores de la comunidad mayor que la de
los partidos.
Señala Julieta Guevara respecto a la presión de los grupos de interés sobre la
administración pública: "cada dependencia mantiene una interacción funcional y de
representación con los grupos de interés, y no pocos funcionarios conciben su labor
como de servicio a estos grupos. De esta manera, la asignación de funciones y de
autoridad a las entidades públicas tiene también implicaciones políticas. Por lo regular
cada dependencia corresponde a un grupo o tipo de apoyo organizado que presiona
sobre él: industriales, banqueros, comerciantes, sindicatos, campesinos, etc. Estos
grupos de interés pugnan por obtener un arreglo organizacional que les permita el mayor
acceso a quienes toman las decisiones para intentar influir en la formulación de políticas.
De ahí la demanda permanente de controlar a la burocracia con instituciones políticas
fuertes para evitar que, en unión con los grupos de interés, rebase el poder de los
órganos democráticos representativos". Añade Lowi que las dependencias burocráticas
frecuentemente son "capturadas" por los mismos grupos que pretenden regular, de modo
que se vuelven incapaces de distinguir entre el interés público y el interés de esos
grupos. Lo que es bueno para el grupo se convierte en bueno para la Nación a los ojos
de la burocracia. Asimismo, rara vez las dependencias encuentran grupos capaces de
equilibrarse entre sí y normalmente están a merced de un sólo grupo importante.
En suma, el problema es que cada grupo tiende a creer y hacer creer que sus intereses
propios coinciden con lo justo y con el bienestar general y viceversa; es famosa la frase:
"lo que es bueno para la General Motors es bueno para Estados Unidos".
Es por todo eso que se critica la acción de los grupos de presión en la democracia, ya
que tuercen la voluntad popular y generan status especiales mediante el cabildeo y el
corporativismo, imponen una visión parcial de la realidad y provocan la desagregación del
interés general. El problema, según Sauvy, es que la suma de los intereses privados no
constituye el interés general, además, la desigualdad entre los grupos genera un
desequilibrio profundo e injusto en el que la defensa más débil es la del interés general.
Señala Key: "pocos grupos privados defienden medidas más amplias que las de su
propio interés, salvo cuando un interés mayor coincide, fortuitamente, con el suyo más
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301
pequeño". Así, los grupos de presión poderosos fragmentan la labor del gobierno y no
compiten y forman alianzas entre sí y con las dependencias gubernamentales y
fracciones parlamentarias para promover el interés público, sino para imponer el suyo
propio (Lowi).
El hecho es que las decisiones políticas, cada vez más, tienden a ser resultado de la
interacción entre los grupos de presión, las burocracias públicas y la llamada clase
política que está lejos de perseguir el interés público; y que los partidos ganan amplio
poder durante periodos cortos, mientras que los grupos conquistan estrecho poder
durante largos periodos. El debate sigue abierto, el problema es si el pueblo seguirá
convencido de que el sistema es representativo y justo.
En todas las época de la historia han existido asociaciones voluntarias de individuos que
se agrupan para defender sus intereses. Pero los actuales grupos de presión, bien
organizados y financiados, aparecieron en el siglo XIX al margen de las teorías
democráticas y son característicos de las sociedades capitalistas. Desde las primeras
décadas de este siglo XX, se les ha considerado como fuerzas poderosas invisibles pero
peligrosas para la democracia que tenían que ser sujetas a la ley; por eso, en Estados
Unidos se legisló después de la Segunda Guerra Mundial, para que los representantes de
grupos de interés que realizan labores de cabildeo hicieran públicas sus actividades y los
intereses a los que servían, bajo el supuesto de que si estaban expuestos al examen
público no dañarían a la democracia: Hoy el cabildeo es una actividad reconocida y
ejercida profesionalmente, contratada por las grandes corporaciones y hasta por algunos
gobiernos extranjeros (el mexicano inclusive durante el gobierno de Zedillo).
También en algunos países, se incorpora a los principales grupos de presión en órganos
consultivos o de decisión en materia de política económica (en México fueron los
llamados pactos) integrados por representantes del capital, del trabajo y del gobierno.
Asimismo, en algunos órganos legislativos (el Senado de Irlanda, por ejemplo) se
establece una representación corporativa, en la cual se otorga participación de acuerdo a
criterios económicos, técnicos y hasta culturales.
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302
GRUPO DE REFERENCIA.
Designa al grupo con el cual se compara un individuo para evaluar su status y del cual
recibe su influencia, de modo tal que asume las mismas actitudes y comportamiento que
los miembros de ese grupo y le sirve como un patrón de contraste para emitir juicios y
evaluaciones. El término fue creado por Herbert Hyman en 1942. Hyman distingue dos
orientaciones hacia estos grupos: a) de identificación, que produce un compromiso con
las normas; b) de juicio, que trae consigo una evaluación acerca de los ingresos, posición
social, educación, etc. en relación a los miembros del otro grupo.
El comportamiento de un individuo puede explicarse generalmente por el grupo al que
pertenece, pero siempre hay personas que no se ajustan ni se conforman con su grupo;
entonces se identifican con otro distinto al suyo, que es el grupo de referencia. Muchas
veces el cambio de actitudes y valores se puede atribuir a la influencia del grupo de
referencia, por lo que identificarlo aumenta el conocimiento del individuo y la posibilidad
de predecir su conducta.
La decisión de votar es influenciada por los grupos de referencia en la medida que la
gente los utiliza como modelos y para orientar su opinión en uno u otro sentido. Por eso,
es importante descubrir cuáles son los grupos de referencia de los diferentes sectores del
electorado a fin de comprender mejor sus motivaciones y enfocar adecuadamente el
esfuerzo de persuasión de las campañas.
GRUPO DE TENSION
Son un grupo de interés que crea tensiones sociales para constreñir a los gobernantes y
forzarlos a atender sus demandas. Según Borja, son grupos de obreros, intelectuales,
campesino, colonos y estudiantes cuyos medios de lucha son la huelga, la movilización
popular, la toma de edificios e instalaciones, la clausura simbólica, la paralización de los
servicios públicos, el sabotaje, el boicot, las manifestaciones masivas e inclusive la
violencia, para lograr sus reivindicaciones sociales.
Se diferencian de los grupos de presión porque constituyen instrumentos de las bases
sociales, mientras que aquellos son organizaciones de lucha de las cúpulas económicas.
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303
TEORIA DEL GRUPO EXTERNO
Es la tendencia de la gente a gustarle más su propio grupo que otros grupos ajenos
opuestos o en competencia. El autor del término es William Graham Summer en
"Folkways", y se confunde con el concepto de etnocentrismo. Esta tendencia puede
utilizarse en las elecciones de dos maneras: para motivar la lealtad de los electores a los
candidatos que pertenecen a su mismo grupo o para unificar a sus seguidores en el
miedo y repudio al grupo externo al que pertenece el opositor y que se identifica como el
enemigo común. El caso del nazismo fue ejemplar al promover el mito de la raza aria y el
antisemitismo.
GRUPO GOBERNANTE
Conjunto de personas que formalmente ejercen el poder político en una sociedad. El
grupo gobernante está compuesto por los magistrados y funcionarios que visiblemente
detentan el poder, pero que en la realidad están al servicio de la minoría dirigente. Los
componentes del grupo gobernante pueden ser o no ser miembros de la minoría
dirigente, que es la que verdaderamente detenta el poder en el régimen liberal.
(GARZARO).
GRUPO IDEOLOGICO
Es un grupo que persigue objetivos con base en un conjunto integrado de valores
fundamentales. Su éxito depende de que los valores que propugnan coincidan con los
valores de sectores más amplios de la población. Se diferencian de los grupos de base
económica porque los objetivos que persiguen son normalmente de carácter no material.
Se distinguen de los grupos de interés público porque su enfoque es relativamente más
amplio, más simbólico y abstracto. El marco ideológico de este tipo de grupos constituye
la base para derivar sus posiciones sobre cuestiones específicas. La expresión de su
posición ideológica es con frecuencia el único objetivo particular de los miembros de este
grupo.
Son los grupos que más tienden a actuar en los procesos políticos y por lo mismo, que
ejercen más influencia en comparación con otros grupos de fuerza similar. Generalmente
se erigen en defensa de valores como la familia, la democracia y la nacionalidad.
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PENSAMIENTO DE GRUPO
Se refiere a la forma en que un grupo presiona para que se logre el consenso y la
conformidad en la toma de decisiones, lo cual se traduce en una supresión de la
disidencia, evita la evaluación de otras alternativas e impide una mayor eficacia y la
expresión de juicios críticos realistas que podrían mejorar la decisión, al analizar el caso
bajo otros puntos de vista.
El pensamiento de grupo surge cuando el líder no permite discrepancias o los miembros
del grupo por temor a perder solidaridad, en vez de objetar la decisión inadecuada, se
quedan callados otorgando así su apoyo tácito, esta situación se presenta,
principalmente, en grupos altamente cohesivos y donde sus miembros se identifican
fuertemente entre sí.
Las decisiones de grupo pueden ser mejores que las individuales pero esta ventaja se
pierde cuando hay demasiada cercanía entre sus miembros, comparten los mismos
valores y se presenta una situación crítica que llos obliga a fortalecer su integración.
En tales circunstancias, surge la conformidad, domina el pensamiento de grupo, se
deteriora la capacidad de tomar decisiones acertadas y los individuos se someten a lo
que los demás decidan. Esto puede ocurrir en el seno de la familia, en la comunidad, en
las empresas u otro tipo de agrupaciones sociales y desde luego, en el gobierno y los
partidos.
El pensamiento de grupo es un término original de Irving Lester Janis del cual habla en su
libro " Víctimas del pensamiento de grupo: Un estudio psicológico de las decisiones
políticas para extranjeros y fraudes", para referirse al deterioro de la eficiencia intelectual
y del juicio moral a causa de las presiones del grupo por lo que se le considera
indeseable
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En la política como en otros campos en que se toman decisiones puede prevalecer el
pensamiento de grupo con todas sus consecuencias negativas. Durante las elecciones,
las decisiones de campaña también pueden ser producto del pensamiento de grupo con
funestos resultados que sólo serán evidentes para el equipo de la campaña cuando los
sorprenda el triunfo del otro candidato.
GUERRA DE NERVIOS
Es la presión psicológica mediante desinformación, noticias y rumores alarmistas,
amenazas veladas, etc., que se ejerce para forzar una determinada decisión o acción, sin
que se llegue a la agresión física. Se trata de generar el temor o terror. También se le
llama guerra psicológica. La teoría se atribuye a Hitler, quien en su libro Mi Lucha
propone el amago constante con mentiras y rumores hasta que los nervios de la persona
atacada estallen, con base en un cálculo preciso de la debilidad humana.
Durante las campañas, la guerra de nervios puede desatarse dirigida a los
candidatos o a la población en general. En el primer caso, rumores de agresiones
preparadas durante un acto de campaña, de complots, de represión violenta, de
asesinatos, etc.; en el segundo caso, creación de un ambiente de temor acerca de
hechos violentos que ocurrirán el día de la elección (para promover el abstencionismo) o
rumores y noticias falsas acerca de la huida de capitales, de acciones expropiatorias, de
la devaluación monetaria, de asonada militar, de la presión de naciones poderosas, etc.
para forzar el voto o disuadir a la gente de que apoye a un determinado candidato. Estas
acciones nunca ocurren, pero cumplen un efecto intimidador. Desde luego, todas estas
son tácticas fascistas no democráticas, en la medida que no persuaden sino sólo
manipulan el miedo de la gente común.
GUERRA SUCIA
Fue un programa conocido oficialmente como "Proceso de Reorganización Nacional" de
la junta militar que gobernó Argentina de 1976 a 1983, cuyo propósito era suprimir a la
oposición política, a las guerrillas izquierdistas, a las organizaciones de trabajadores y a
los intelectuales de ese país. Estuvo dirigido por las fuerzas militares y ejecutado por los
"escuadrones de la muerte" anónimos y enmascarados que operaban con la aprobación y
a veces con la participación de los militares.
Se le consideró una guerra "sucia" porque su enfoque era clandestino, informal,
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sin bases ni controles legales, sin papeles que pudieran documentar las atrocidades de la
que fueron víctimas uno de cada mil argentinos, de los cuales más de 30,000
simplemente desaparecieron. Fue una represión brutal contra los hombres de izquierda,
un terrorismo de Estado.
Se justificó de acuerdo con la doctrina de la seguridad nacional que durante la
guerra fría, sostenía que la lucha interna de los países era parte de la lucha global entre
los sistemas ideológicos que se disputaban la hegemonía mundial, por lo que procedía
una guerra permanente contra el comunismo.
Su propósito, señala Borja, fue "limpiar a la Argentina de los subversivos, los
apátridas y los materialistas y ateos a fin de defender los valores de la civilización
occidental y cristiana".
Acciones similares desarrollaron el gobierno golpista de Pinochet en Chile y los
militares uruguayos.
3.4 LOS PARTIDOS POLÍTICOS.
CONCEPTOS Y ORIGEN HISTÓRICO.
En el sentido moderno de la palabra, los partidos políticos se han formado
durante los últimos cien años. Con excepción de los Estados Unidos, ningún país tuvo
verdaderos partidos políticos antes de 1850. Hubo, si, clubes políticos, facciones,
tendencias de opinión, asociaciones cívicas de diversas índole, grupos parlamentarios,
pero no partidos políticos propiamente dichos.
Sin duda, el desarrollo de los partidos políticos está íntimamente ligado a los
mismos factores que favorecieron el despliegue de la opinión pública, como fuerza
política orgánica del Estado. Tales factores fueron 1º) los movimientos revolucionarios
liberales el siglo XVIII que transfirieron la sede de la soberanía estatal del monarca
absoluto al pueblo y fundaron la legitimidad del poder en el consenso mayoritario de
los gobernados y no en las sucesión hereditaria de la corona, 2º) el advenimiento de
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las multitudes a la acción política y la creciente universalización del sufragio, y 3º) la
difusión cultural y la educación cívica de las masas.
Conceptualmente considerado, el partido político es “un grupo de personas
organizadas con el fin de ejercer o de influenciar el poder del Estado para realizar total
o parcialmente un programa político de carácter general”, o como dice Burke, “un
núcleo de hombres unidos para promover, mediante un esfuerzo conjunto, el interés
nacional, sobre algún principio particular en el cual están todos de acuerdo”.
Menzel define a los partidos como las “asociaciones de personas con las misma
opiniones en cuanto a una organización deseable del Estado y la sociedad, y que
tienden a realizar estas ideas, para lo cual desean ocupar el poder del Estado, o al
menos ejercer cierta influencia sobre él”.
Sorokin dice que “por partido político se entiende una agrupación de individuos
organizada para el logro de una finalidad política” que depende, en cada lugar, de las
condiciones en que tal agrupación se desenvuelve, pero que “por lo general se relaciona
con el gobierno del Estado, con su personal, con la organización política de la población ,
con una serie de problemas económicos urgentes dentro de las condiciones existentes
y con una amplia variedad de otros valores, primordial pero no exclusivamente de orden
político o económico”.
A diferencia de otros tipos de asociaciones política, lo que caracteriza a los
partidos en su organización estable y su programa de gobierno. La agrupación
transitoria para el logro de objetivos electorales o para la defensa accidental de un
principio, que es tan propia de los “grupos” y “movimientos” nacidos del oportunismo
político y de la desorientación pública, es completamente ajena al concepto mismo de
partidos políticos. Estos tienen, como nota esencial y distinta, una organización
establecida de modo permanente, que los capacita para actuar en todos lo momentos
de la vida política del Estado, y una declaración de principios doctrinales a la que
ajustan su acción política y de la que derivan su programa de gobierno. En esa
declaración de principios se define la filosofía política que inspira al partido y, en
concordancia con ella, las soluciones que éste propugna para los diversos problemas del
Estado.
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De modo que, a diferencia de cualquier otra forma de agrupación política, los
partidos son organizaciones de carácter permanente, que operan dentro del Estado con
arreglo a principios doctrinales previamente establecidos y a un programa de gobierno
que contempla soluciones para los diversos problemas del país. Los partidos
constituyen, como acertadamente anota José Antonio Ayala, verdaderos “laboratorios en
donde se analizan las ideas y los métodos políticos, en el afán permanente de
renovación de programas y de sistemas de estructuración de la vida comunitaria”.
Es su organización estable y la permanencia de su acción política, así como
sus principios doctrinales y programáticos, lo que confiere al partido político un carácter
especifico, que lo distingue de las agrupaciones circunstanciales, formadas para la
defensa de una orden dado de interés o para la eventual participación electoral.
FINALIDADES.
El primer objetivo táctico de un partido es la toma del poder, como medio de
convertir en actos eficaces de gobierno sus postulados y sus programas. Pero no
siempre puede alcanzar este objetivo, y en tal caso, su misión no termina allí, pues el
partido es también un instrumento de fiscalización de la función gubernativa, llamado a
conservar una permanente actitud critica sobre los actos del gobierno. Le corresponde,
en este caso, no solamente vigilar el comportamiento de las autoridades públicas, sino
también analizar en sus departamentos técnicos y especializados los problemas
nacionales en todos los campos y planear soluciones. Esto es particularmente
importante en la época actual y para los países del tercer mundo, cuyo reto histórico
principal es la superación del subdesarrollo económico y social. Concluida ya la era de
las lucubraciones abstractas, vivimos la era del desarrollo económico y social, por lo
cual, en una sociedad dinámica, los partidos deben tener hacia el desarrollo ser partidos
del desarrollo económico y del cambio social.
Cuando está fuera del poder, al apartido le está confiada una de las más
importantes funciones que existen dentro del Estado moderno: la de ejercer la oposición.
Función que, lógicamente corresponde desempeñar a los partidos que ha quedado
marginados de la acción gubernativa directa.
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En el sistema bipartidista tipo parties system, que llaman los ingleses esta función
reviste gran importancia por la alteración de los grupos políticos en el ejercicio del
poder. En los Estados Unidos de Norteamérica, por ejemplo, en donde funciona un
sistema bipartidista bien definido, la oposición tiende a convertirse en una verdadera
institución política, a la que se reconocen tareas de notable importancia. Se ha
operado allí una efectiva delimitación de funciones entre el partido que ejerce el poder
y el partido que está fuera de él. Al primero le toca poner es práctica su plan de
gobierno, puesto que cuenta con todos los medios para hacerlo, mientras que al
segundo le corresponde ejercer las funciones de control sobre el primero y ofrecer a la
opinión pública un programa sustitutivo del que actualmente ejecuta el partido
gubernamental.
Es estas circunstancias, el cuerpo electoral puede en las próximas elecciones
decidir con sus votos el triunfo de uno u otro partido, es decir, confirmar al que está en
el poder o reemplazarlo por que está en la oposición.
También en Inglaterra, en donde se disputa la mayoría los partidos Laborista y
Conservador frente al pequeño Partido Liberal, la oposición es una verdadera institución
política que funciona de manera permanente y centralizada frente al “gobierno de S.M”
está la “oposición de S.M” cuyo líder goza de rango y consideraciones especiales ,
además de un sueldo pagado por el Estado.
De este modo, si bien la función opositora no ha sido creada por la ley, al menos
ha recibido de ella su reconocimiento y trato como una verdadera función
constitucional. El propósito del partido de oposición no es, por cierto, derribar al que está
en el poder para tomar su lugar, sino “criticar el conformismo, la inercia o el extremismo
de la política gubernamental”, como dice García Pelayo. En suma, hacer que la
conducta de los gobernantes se ciña a loa que la oposición considera la norma justa y
acertada. Los puntos de vista sostenidos por la oposición son calificados por el
electorado británico, que en las próximas elecciones podrá negar sus votos al gobierno
y concederlos a la oposición y al programa gobernativo que ella ofrece, con lo que el
periodo venidero. De aquí se ha considerado que en Inglaterra la oposición es el
“gobierno alternativo de S.M”, es decir, la fuerza politica lista a convertirse en gobierno y
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a desalojar del lugar de mando lo que actualmente lo ocupa. O sea que la fuerza de
oposición representa para el electorado británico la posibilidad de un programa
alternativo de gobierno.
En los sistemas multipartidistas, en cambio, la función de los partidos opositores
no aparece tan bien definida como en el sistema bipartidista, ya que los limites mismos
entre el gobierno y la oposición pierde exactitud por la movilidad que alcanzan los
partidos que operan fuera del poder.
En estos sistemas no se produce una contraposición simétrica entre el partido
del gobierno y el de la oposición, tal como puede ocurrir en el bipartidismo, sino que los
diversos partidos oposicionistas suelen ocupar una.
Al principio de este siglo, con la participación activa de grandes masas en la
vida pública de los Estados, se fue transformando la estructura y la organización de los
partidos políticos. Dejaron de ser el reducto de pequeñas minorías oligárquicas para
convertirse en agrupaciones multitudinarias. La organización basada en el puro influjo
personal de sus dirigentes paso a ser impersonal y regida por normas objetivas y
generales. Las complejidad de sus funciones hizo necesaria las creación de una
burocracia administrativa, encargada de la organización del partido, de la atención de
sus asuntos ordinarios y del cumplimiento y ejecución de las órdenes emanadas de
sus autoridades. Esta burocracia tiene parecidas características a las del Estado:
jerarquías, delimitación precisa de competencias, separación de funciones, normar y
reglamentos, suelos, etc. El sostenimiento económico del partido ya no es
responsabilidad exclusiva de su jefe ni de sus candidatos, sino de todos los miembros,
mediante un riguroso sistema de cotizaciones populares. Cuenta así el partido con un
presupuesto debidamente establecido y con una tesorería que maneja sus finanzas y
que está obligada a rendir cuentas de su gestión ante las autoridades superiores. En
lugar de las rivalidades personales, que eran tan características de los viejos partidos,
se presentan en los nuevos las luchas de tendencias, que engendran oposiciones
internas. Finalmente, el programa de acción del partido ya no se circunscribe a los
asuntos puramente políticos, sino que avanza hacia los campos sociales y económicos.
Han nacido, pues, los “partidos de masas”, destinados a promover la participación de
grandes multitudes en la vida política de los Estados.
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Los “partidos de cuadros” y los “partidos de masas” son formas de organización
política que ha nacido y se han desarrollado en dos momentos históricos diferentes.
Los primeros corresponden a la etapa del sufragio restringido y en general, a las
peculiares características políticas y sociológicas del siglo XIX. Los segundos, en cambio,
son el producto de la universalización del sufragio y de las nuevas condiciones creadas
por el advenimiento de las multitudes a la acción política. Son ellos una consecuencia
de la gasificación de las sociedades que empezó a operarse en las primeras décadas
del presente siglo. Forman parte de las modernas sociedades de masas.
No hay duda de que la sustitución del sufragio restringido por el sufragio
universal demando de los partidos un cambio de estructura, que los capacitara para
encuadrar a las grandes masas electorales, convertidas desde ese momento en
titulares del derecho de elegir. Las “partidos de cuadros”, por más que se flexibilizaron
y trataron de abrirse a las masas, resultaron insuficientes para regimentarlas y
conducirlas a la lucha política. Su estructura, apta sin duda para los regímenes
electorales censatarios que prevalecieron durante el siglo XIX, no lo fue para el nuevo
estado de cosas, que demandaba una organización partidaria más amplia y más
profunda. Entonces aparecieron los “partidos masas”, que encuadraron a extensas
multitudes y las prepararon para la acción política directa.
Hacia 1914, en vísperas de la primera Guerra Mundial, se formaron ya en Europa
algunos partidos de masas, casi todos tendencia socialistas. El más importante de
ellos fue el Partido Social-Demócrata alemán, que contó a la sazón con más de un
millón de miembros y con un presupuesto anual que sobrepaso los dos millones de
marcos. Tuvo definitiva influencia en la formación de estos partidos la concepción
marxista del partido-clase, puesto que, siendo éste la expresión política de una clase
social, debía tratar de encuadrarla enteramente y prepararla para la lucha política. La
regimentación, por el partido, de una clase social el proletariado, de la que debían
extraerse sus propios dirigentes y candidatos, fue y sigue uno de los objetivos tácticos
de los partidos marxistas. Pero el presentar candidatos obreros para los diferentes
cargos electivos del Estado impido la presidencia del finanzamiento capitalista y trajo
consigo otro tipo de financiamiento para sus campañas: el funcionamiento colectivo, a
base de cotizaciones de todos los miembros del partido, con lo que se creó un método
de aportación popular financiamiento democrático, que llama Diverge que sustituyo al
financiamiento capitalista de los partidos cuadrados, fundado en el aporte de los
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grandes industriales, banqueros, comerciantes y terratenientes. La aportación popular,
que es una de las notas características de los partidos de masas, libró a éstos de la
dependencia en que los viejos partidos estaban en relación con la gran empresa
capitalista, cuyos intereses se obligaban a defender a cambio de las contribuciones
monetarias que ella recibían.
Los partidos políticos de estructura moderna no descansan sobre “comités”,
“juntas”, “secciones” o “centros”, como los de viejo cuño, sino sistemas celulares, con
hondas raíces en la masa de población, especialmente de los sectores laborales. Tales
sistemas buscan la organización de pequeños núcleos de militantes en el lugar de su
trabajo. Se forma así células de fabrica, de taller, de oficina, de tienda, etc. “la célula
descansa en una base profesional: reúnen a todos los miembros del partido que tiene
un mimo lugar de trabajo”. Se llaman pro eso células de empresa. Pero existen también
células locales, o sea núcleos de organización establecidos con criterio vecinal. Son las
células de aldea, de sector, de barrio y de calle. En ambos casos, la célula contiene un
reducido numero de miembros, que normalmente va de 10 a 20, y que le permite, de un
lado, alcanzar gran movilidad, y de otro, ejercer completo control de sobre todos sus
integrantes.
El sistema de células es un invento comunista que ha superado a la antigua
forma de organización partidaria y que ha dotado a los partidos comunistas de notable
versatilidad y eficacia. Para contrarrestar la acción de ellos, otros partidos políticos han
adoptado el mismo sistema de organización, y a veces con mayor éxito que los propios
inventores del sistema. De modo que el método celular es hoy común a todos los
partidos de estructura moderna.
El sistema celular permite una acción rápida, precisa y disciplina, y por eso, más
que un medio para la conquista de sufragios, es un instrumento para la agitación, la
propaganda, la movilización de masas y eventualmente para la lucha clandestina. Pero
esto no significa que en un régimen democrático-representativo la célula local o de
empresas no sirva también, y con gran eficacia, para la acción electoral. Por su
capacidad de penetración en las masas que aseguran una organización partidaria
apretada y profunda, ella se adapta muy bien a las necesidades de la propaganda
electoral y de la sección de los viejos partidos, pese a que éstos estuvieron
principalmente organizados para las controversias electorales y parlamentarias.
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La nueva forma de organización partidaria, de procedencia europea, fue imitada
en América por algunos partidos democráticos-revolucionarios.
En el Ecuador el único partido de masa es la Izquierda Democrática, fundada
como movimiento a medidos de 1970 y como partido en 1977.
INTEGRACIÓN DE LOS PARTIDOS: MILITANTES, MIEMBROS Y
SIMPATIZANTES.
Los integrantes de un partido político pueden clasificarse, según el grado e
intensidad de sus participantes en las actividades partidarias, en tres categorías:
simpatizantes, miembros y militantes. Estas categorías implican diverso grado de
vinculación entre los individuos y el partido, como lo vamos a ver inmediatamente.
Son simpatizantes los que, no siendo afiliados a un partido, manifiestan una
cuerdo permanente con él y con su línea política, votan por sus candidatos y declaran
políticamente su voto, leen regularmente su prensa, asisten a sus manifestaciones y
reuniones publicas y en ocasiones contribuyen económicamente a su mantenimiento. A
pesar de que sus relaciones con el partido no están oficializadas por la afiliación, sus
actos entrañan la declaración tácita de una preferencia política y el reconocimiento de
su simpatía por la línea del partido. Dice Diverge que “un simpatizante es elector, pero
algo más que elector; reconoce su inclinación hacia el partido; lo definen, y lo apoyan
en ocasiones financieramente; entra incluso en las instituciones anexas al partido. Los
términos pro-comunistas y cripto-comunistas a menudos empleados hoy, designan a los
simpatizantes”.
Después viene el grupo de los que se han adherido formalmente al apartido, o
sea de los que han cumplido los requisitos formales de afiliación.
Mantiene éstos un compromiso firmado con el partido y por lo tanto están
vinculados a él por lazos disciplinarios. Su adhesión representan una grado de
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participación mayor que el de los simpatizantes pero no menor que el de los militantes:
son los miembros de partido.
Finalmente están los militantes, es decir, los miembros activos del partido, lo que
asisten regularmente a las reuniones, participan en la difusión de las consignas, apoyan
la organización de la propaganda, preparan campañas electorales. Las militantes, a
más de prestar adhesión formal al apartido, trabajan activamente a favor de él: son los
ejecutores de las órdenes y consignas impartidas por sus dirigentes. Sobre ellos recae
todo el peso de la actividad del partido, pues como hace notar Duverger, mientras que
“los demás miembros no dan más que su nombre al registro y un poco de dinero a las
cajas, aquellos trabajan efectivamente por el partido”. Por consiguiente, la militancia
supone un mayor grado de participación del ciudadano en la tareas partidarias y una
estrecha vinculación disciplina de éste con el partido.
Estos tres diferentes grados de participación pueden ser representados
gráficamente como tres círculos concéntricos, de los cuales el más grande corresponde
a los simpatizantes, el que le sigue a los miembros y el central a los militantes. De este
modo, la masa de integrantes de un partido está compuesta por un núcleo central de
militantes, un circulo de miembros más o menos activos y una esfera satélite de
simpatizantes, el que le sigue a los miembros y el central a los militantes. De este
modo, la masa de integrantes de un partido está compuesta por un núcleo centro de
militantes, un circulo de miembros más o menos activos y una esfera satélite de
simpatizantes. Cada uno de estos grupos representan un grado diferente de
vinculación con el partido: la militancia es más intensa que la afiliación, y esta mas
intensa que la simpatía.
PARTIDOS DEMOCRÁTICOS Y PARTIDOS TOTALITARIOS.
Lo mismo que el las formas de Estado, en los partidos políticos pueden
distinguirse dos clases: democráticos y totalitarios, según como de organice y distribuya
en ellos el poder de mando. Si el partido tiene una estructura de poder organizada de
abajo hacia arriba, es democrático; si tiene una estructura de poder organizada de
arriba hacia abajo, es totalitario.
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Esta división se funda, no en el programa de acción del partido ni en sus
principios ideológicos, sino en su organización interna. Aunque generalmente los
partidos de ideología totalitaria tiene también una organización interna totalitaria, bien
puede darse un partido doctrinalmente democrático con organización totalitaria por
motivos de estrategia política, ya que este método de organización parece capacitarlo
mejor para la lucha por el poder.
Es lo partidos de organización democrática predominante los enlaces
horizontales son verticales y son por eso notablemente descentralizados. Rige en ellos
el principio de la electivita de los dirigentes en todos los escalones, el de alternación y
limitación de su autoridad, el de libertad de crítica y fiscalización, el de libre discusión de
los asuntos del partido y el de la selección democrática de candidatos a todas las
dignidades del estado.
Los partidos de organización totalitaria, en cambio, se caracterizan por una muy
aguda centralización, por el predominio de los enlaces verticales en su organización y por
"una separación rigurosa entre los elementos de base, que los protege contra toda
tentativa de cisma y de división y asegura una disciplina muy estricta". Se produce en
ellos una gran concentración de poderes en manos del dirígeme máximo.
A partir de la segunda década de este siglo, los movimientos comunistas y nazi-
fascistas dieron al mundo no sólo los ejemplos más logrados de partidos totalitarios, sino
también los modelos de la más eficiente organización de partidos políticos que se haya
conocido. Los partidos comunistas y fascistas.
Pero no obstante estos puntos coincidentes, hay notables diferencias entre los
partidos comunistas y los fascistas. Los primeros se presentan como partidos de clase
social, ya que son o pretenden ser la expresión política de la calase obrera; los segundos
representan la relación de la clase capitalista ante el peligro de que la clase obrera tome
el poder. En cuanto a su estructura, los partidos comunistas se fundan en un sistema de
células, mientras que los fascistas se integran a base de milicias. Los partidos
comunistas proclaman su fe en las virtudes constructivas de las masas y para el ejercicio
de la autoridad partidaria, postulan la legitimidad de clase, de modo que pertenecer a la
clase obrera es una condición para el ejercicio de esa autoridad, a pesar de que en la
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practica estos pronunciamientos teóricos no logran encubrir cierta tendencia oligárquica
de las organizaciones comunistas.
Los partidos fascistas, en cambio, dan a conocer abiertamente aquello que los
comunistas practican a hurtadillas: la legitimidad de las elites. Para ellos es del orden
natural de las cosas que las minorías selectas gobiernen, y con arreglo a este principio
organizan verticalmente sus agrupaciones políticas.
La dirección suprema de los partidos fascista esta siempre entregada a un jefe,
que se ha investido a si mismo de todos los poderes. Nadie discute la legitimidad de este
jefe, llámese duce, fuhrer o caudillo, para ejercer la autoridad del Estado y del partido en
forma absoluta.
Sin embargo, es posible distinguir dos concepciones fascistas diferentes sobre el
ejercicio del poder: la germánica y la latina. La teoría germánica, concretada en el
nacismo alemán, "considera al Fuhrer como un hombre providencial, cuya naturaleza
misma es encarnar a la comunidad germánica y ejercer, a ese titulo, la soberanía", para
lo cual evoca las viejas y supersticiosas teorías del derecho divino de los reyes. En
cambio, la teoría italiana y sus versiones española y portuguesa, concebidas por espíritus
más escépticos, ven en los jefes supremos de sus partidos solamente a hombres a
quienes las circunstancias los han colocado providencialmente a la cabeza de sus
organizaciones políticas, y por tanto los rodean de una atmósfera de veneración menos
tensa.
La característica más notable de los partidos nazi-fascistas es su organización
miliciana. Así como la célula es una invención comunista, la milicia es una invención
fascista. Duverger la define como una "especie de ejercito privado, cuyos miembros están
organizados militarmente, sometidos a la misma disciplina y al mismo entrenamiento que
los soldados, revestidos como ellos de uniformes e insignias, capaces como ellos de
desfilar en orden armónico, precedidos de música y banderas, aptos como ellos para
combatir a un adversario por las armas y la lucha física.
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La milicia es, pues, una organización militarizada de civiles, quienes no están
permanentemente encuartelados, sino que son convocados periódicamente para
prácticas y ejercicios de tipo militar y se mantienen listos para entrar en acción en
cualquier momento. La organización miliciana descansa sobre pequeños grupos de base,
que se unen para integrar unidades cada vez mayores, en forma piramidal. Por ejemplo,
las tropos de asalto del Partido Nacional Socialista Alemán tenían como unidades de
base las escuadras (Schar), compuestas de cuatro a doce hombres; la reunión de tres a
seis escuadras integraba una sección (Trupp); cuatro secciones formaban una compañía
(Sturm); la unión de dos compañías completaba un batallón (Sturmbaum); tres a cinco
batallones componían un regimiento (Standarte) que agrupaba de 1 000 a 3 000
efectivos; tres regimientos integraban una brigada (Untergruppe); y cuatro a siete
brigadas formaban una división (Gruppe) para cada una de las veintiuna
circunscripciones del territorio alemán. La organización miliciana de Mussolini estaba
planificada en forma similar. Sus grupos básicos eran las Squadrí di combatimento, que
se integraban progresivamente en secciones, centurias, cohortes y legiones, de acuerdo
con una nomenclatura extraída de la historia romana. También los partidos comunistas
copiaron de los fascistas la organización de milicias. El Partido Comunista alemán integró
la Unión de Combatientes del Frente Rojo para enfrentar a las milicias hitlerianas, y
posteriormente, durante la ocupación alemana de Europa y durante el periodo de
posguerra, otros partidos comunistas europea crearon también poderosas milicias
populares, destinadas a la conquista del poder político por la fuerza de las armas. Pero
las milicias, en los partidos que las tienen, constituyen sólo una parte de la totalidad de
sus integrantes. Al lado de ellas están los cuadros civiles desmilitarizados, generalmente
agrupados mediante el sistema de células locales y de empresas. En el Partido Nacional
Socialista Alemán, por ejemplo, los grupos de asalto constituían menos de la tercera
parte de los efectivos nazista. Se calcula que en 1932, de 1 200 000 miembros de los
cuadros hitlerianos, solamente 350 000 eran milicianos.
Es evidente que la organización de milicias fascistas y comunistas es el signo
revelador de la definitiva ruptura que existe entre estos movimientos políticos totalitarios y
la acción electoral y parlamentaria. Defendiendo intereses económicos diferentes y
postulando filosofías políticas contrarias. Las reactores extremistas de la derecha u de
izquierda se identifican en su culto a la violencia y en su alejamiento de la acción
electoral.
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PARTIDOS DE IZQUIERDA Y DE DERECHA; PARTIDOS PROGRESISTAS,
CONSERVADORES Y REACCIONARIOS.
Según la actitud que adopten los partidos frente al desarrollo político, social,
cultural y económico de los pueblos y específicamente frente a los cambios estructurales
en materia económico-social, se distinguen partidos de izquierda y partidos de derecha.
En la fraseología política moderna, los términos izquierdos y derechos son sinónimos de
revolucionario y conservador, respectivamente. De modo que son partidos de izquierda
los que propongan el progreso político, social, económico y cultural de os pueblos,
modificando para ello las viejas estructuras estatales, tan generosas en privilegios para
determinadas clases sociales. Y son partidos de derecha los que adoptan una actitud
tradicionalista, se oponen a todo cambio en los sistemas de organización política vigente
y se empeñan en la preservación de la sociedad tradicional.
Los partidos de derecha se subdividen en reaccionarios y conservadores. Son
reaccionarios los que propugnan el regreso hacia sistemas políticos practicados en el
pasado: los que pretenden recorrer los caminos de la historia en sentido inverso.
Generalmente este tipo de partidos florece en las etapas posrevolucionarias y por eso se
llaman también partidos contrarrevolucionarios, ya que su propósito principal es volver las
cosas al estado en que estuvieron antes de la revolución. Estos partidos agrupan y
organizan políticamente a las personas que, a causa de la transformación operada en el
ordenamiento del estado, se sienten perjudicadas en sus intereses económicos por la
supresión de los privilegios de que gozaban antes de la revolución e intentan
reivindicarlos, volviendo las cosas a su estado original. Son conservadores, en cambio los
mercados que persiguen el mantenimiento de los actuales sistemas de organización
social, a sabiendas de que son injustos para la mayor parte de los habitantes de un país.
Por regla general, estos partidos son la expresión política de una clase social: de aquella
que ha alcanzado una posición dominante en la estratificación social y que no desea
cambio alguno en la forma de organización política, que pueda poner en peligro sus
intereses económicos y su estilo de vida, eficazmente protegidos por el ordenamiento
legal imperante. La circunstancia de que eventualmente estos partidos hagan
concesiones pequeñas para salvar en su favor lo fundamental de sus privilegios, no los
exime de su condición retardarla y conservadora.
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Entre los partidos de izquierda y los partidos de derecha no caben partidos de
centro, cual algunos pretenden. El centro, como posición ideológica, no existe en política,
pues se esta por la tesis de la transformación, y por tanto se es de izquierda, o se está
por la de la conservación, y se es de derecha. No es concebible un punto equidistante
entre estas dos posiciones doctrinales. No cabe conciliación alguna entre los afanes
innovadores y los conservadores. Todo intento de conciliación señalará forzosamente
una inclinación hacia uno u otro lado, produciéndose entonces las posiciones llamadas
centro-izquierdistas y centro-derechistas, que no son sino gradaciones de las tesis
transformistas y las tesis conservadoras.
La división entre partidos de izquierda y de derecha responde, en el fondo, a dos
actitudes espirituales de los hombres frente al mundo: la de aquellos que sienten total
inconformidad con la realidad presente y tienden a transformarla, abriendo la posibilidad
de construir una sociedad más justa e igualitaria, y la de los que están satisfechos de la
que existe y no pretenden cambiarla, sea por inercia, sea porque el actual ordenamiento
social favorece sus intereses económicos y sociales. Los primeros son los revolucionarios
y los herejes de todos los tiempos, que hacen pedazos los ídolos de barro construidos y
venerados por la tradición. Los segundos son los obsecuentes seguidores de lo que se
hizo ayer, cuya única filosofía política es "que nada cambie, que todo siga igual". Como
dice Ortega y Gassct, "vivir es para ellos un simple dejarse ir de un minuto al siguiente,
en puro abandono, sin reacción íntima ni toma de actitud ante dilema alguno".
La proyección política de esta diferente actitud espiritual del hombre da origen a la
antedicha división de los partidos, que no son más que concreciones de la manera de
pensar de los diversos grupos dentro de la sociedad. En torno de los partidos, que pese a
su multiplicidad representan sólo dos posiciones fundamentales, alinéense las fuerzas
sociales del Estado: de un lado, las que reclaman modificaciones estructurales, y de otro,
las que preconizan el respeto incondicionado a la autoridad, a la tradición, al orden
establecido. En esta controversia participan también instituciones que no son
propiamente políticas, pero que tienen intereses económicos que defender: mientras que
las capas medias y bajas, los sindicatos de trabajadores y los sectores estudiantiles
engruesan las filas de las fuerzas transformadoras, la iglesia católica, las agrupaciones
industriales, financieras y agrícolas, las altas capas sociales, los altos mandos militares y
otros grupos afines integran oficial o extraoficialmente los partidos de derecha, y en su
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desesperado afán por defender privilegios e injusticias sociales recurren en ocasiones a
la violencia, como en el caso fascista.
En general, para identificar a un partido como de izquierda o derecha no basta
apelar a su nombre: hay que acudir a su ideología, a su programa de acción, y más que a
ellos, a su historia, a sus realizaciones en favor de las mafias populares, a sus conquistas
efectivas, porque como bien dice Víctor Alba, en un interesante ensayo sobre las
ideologías políticas, "hay partidos que se denominan socialistas y social-demócratas y
que son conservadores, y partidos que se llaman demócratas cristianos y que son en
realidad reaccionarios. Cada denominación de estos partidos, debe pues ser valorada
ideológicamente a la luz de su historia y de su programa. El nombre, en este terreno,
raramente es expresión ideológica.
El progreso social, dialécticamente considerado, es el resultado de la lucha
triunfante que libran las fuerzas progresistas, políticamente organizadas en los partidos
de izquierda, contra las fuerzas reaccionarlas y conservadoras, agrupadas en torno a los
partidos de derecha. Las primeras, bregando por un cambio radical en el régimen jurídico
vigente, con miras a ordenar la sociedad en forma más justa e igualitaria. Las segundas,
oponiéndose a ese cambio y concediendo a veces alguna modificación insustancial para
defender en lo fundamental el orden imperante, a cuya sombra están bien protegidos su
posición hegemónica, sus valores morales, sus usos y costumbres sociales y sus
intereses económicos. La controversia se resuelve generalmente en un avance pequeño
o grande de las nuevas ideas, que es siempre una conquista de la sociedad en el camino
hacia su liberación política y económica.
SISTEMAS BIPARTIDISTA, MULTIPARTIDISTA Y DE PARTIDO ÚNICO.
Una de las más importantes innovaciones políticas de este siglo es ciertamente la
organización y perfeccionamiento de los partidos. Con ella se han desplazado en buena
parte del centro de gravedad político de los individuos a los grupos organizados, que han
pasado de ser por eso los sujetos principales de la acción política de la sociedad. Esto es
especialmente cierto en los modernos regimenes democráticos, en donde casi todo el
juego político se resume en el conjunto de las relaciones de poder entre los partidos, que
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son los grandes laboratorios de estudio y experimentación de las soluciones para los
conflictos sociales, al mismo tiempo que los garantes de la estabilidad política contra el
providencialismo caudillista, la demagogia, el oportunismo político, el militarismo, el
clericalismo y cualquier otro peligro que amenace la seguridad jurídica y politica de los
estados.
Con mucha razón ha dicho Giorgo Vecchio, en su interesante ensayo acerca del
“Sufragio universal y capacidad política”,que “de hecho, la llamada partitocracia ha
reducido al minimum el peso efectivo del criterio individual en la vida política, tanto para
aquellos que, perteneciendo a un partido, dependen de las liberaciones de los dirigentes,
como para aquellos que, no habiendo dado su nombre a ningún partido, permanecen
fuera de la palestra política y solo indirecta y saltuariamente pueden hacer valer sus
opiniones”.
Y es que, en realidad, en la moderna estructura estatal, los partidos han tomado
para si la función de organizar políticamente a las masas y de promover su intervención
metodizada en la vida pública del Estado. Con ello la acción política ha dejado de ser, en
gran medida, responsabilidad de los personas aisladas y ha pasado a ser tarea de los
grupos organizados. Toman estos a su cargo las decisiones políticas más importantes, a
las que los individuos prestan su acatamiento, con lo que se mediatiza la acción política
de éstos, por la interposición del partido entre su libre decisión y el acto de gobierno. En
tales circunstancias, el individuo sólo indirectamente puede hacer valer su voluntad
política, esto es, por medio del partido al que pertenece. Es en este sentido que se habla
actualmente de que el centro de gravedad se ha desplazado de los individuos a los
grupos en la moderna sociedad de partidos.
Ahora bien, en razón del número de partidos que intervienen en la actividad
política del Estado, se pueden distinguir tres sistemas de partidos: sistema bipartidista,
sistema multipartidista y sistema de partido único.
a) Sistema bipartidista. Se funda en una dualidad de partidos, alrededor de la cual
gira toda o la mayor parte de la vida política del Estado. Tales partidos, sin serlos únicos,
son los más fuertes y los que de hecho absorben la mayor parte de la actividad cívica de
los ciudadanos. En manera alguna su preponderancia política se ve amenazada por la
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acción de otros partidos pequeños que puedan existir en el Estado, ya que la polarización
de fuerzas que caracteriza al sistema bipartidista tiende a eliminar de la contienda cívica
a los grupos menos fuertes, y aunque no los elimine, éstos carecen en absoluto de
influencia política, dado el poder que de hecho poseen los dos grandes partidos.
Tradicionalmente se ha considerado como tipo puro de bipartidismo el inglés, fundado
sobre los partidos Conservador y Liberal, que han ejercido alternativamente el poder
desde 1868 hasta 1924, en que el Partido laborista lo tomo por primera vez,
quebrantando el clásico bipartidismo británico. La aparición de este tercer partido de
tendencia socialista alteró fundamentalmente el dualismo de partidos que hasta entonces
había sido una de las características más salientes de la vida política de Inglaterra. Con
el proceso de ascensión del Partido Laborista y declinación del Partido Liberal, y después
de un breve periodo tripartidita de transición, ha vuelto el Reino Unido al sistema de dos
partidos: el Conservador y el Laborista. Actualmente existen sistemas bipartidistas en
Colombia, con los partidos Liberal y Conservador, en Uruguay con el Partida Colorado y
el Partido Blanco; en los estados Unidos con el Demócrata y el Republicano; en
Venezuela con Acción Democrática y Copel y en Costa Rica, con Liberación Nacional y
Democracia Cristiana. Sin duda, el ejemplo más ilustrativo de bipartidismo es el
norteamericano, basado en sus dos grandes partidos, que durante los últimos sesenta
años han alternado en el ejercicio del poder. La política norteamericana se circunscribe
casi por completo a la relación de fuerzas entre sus dos partidos principales. Y como
éstos son antes que todo maquinarias electorales destinadas a la conquista de votos,
ocurre que esa relación de fuerzas se expresa siempre en forma electoral. Pero lo
extraño del fenómeno norteamericano es que subsiste el sistema bipartidista fundado
sobre sus dos viejos partidos, pese al advenimiento de las masas a la acción política,
fenómeno que ha provocado en otros países la formación de partidos populares
modernos, aptos para regimentar grandes multitudes. Por eso afirma Duvergcr que "el
verdadero problema es saber por que el sufragio universal y la entrada de las masas en
la vida política de los Estados Unidos no ha provocado el nacimiento de un partido de
izquierda con estructura moderna".Todo parece indicar que, en lugar de perder fuerzo, el
bipartidismo norteamericano se ha vigorizado hasta tal punto que todo intento de formar
nuevos partidos ha fracasado irremisiblemente. Las pequeñas agrupaciones que han
logrado surgir al lado de los dos grandes partidos, tales como el Partido Laborista, el
Socialista, el Prohibicionista, el Progresista, el comunista, el Partido de los Campesinos y
algún otro, no han alcanzado ninguna significación en la vida política del país. Como bien
dice Sumuelson, "ningún tercer partido en loa Estados Unidos ha podido nunca llegar a
adquirir cierto desarrollo. El partido socialista americano, que presenta en todas las
elecciones un candidato para la presidencia —junto con el partido prohibicionista— sólo
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obtiene una pequeñísima fracción de votos. Y el partido comunista tampoco ha obtenido
nunca muchos votos". Esto seguramente obedece, según afirma el profesor de la
Universidad de Kansas, Robert D. Tomasek, al explicar las causas sociológicas del
bipartidismo de los Estados Unidos, a que "en la sociedad norteamericana no hay división
rígida de clases, luchas religiosas, problemas nacionalistas ni otros elementos
separatistas que pudieran justificar la existencia de otro tipo de partidos". De modo que la
homogeneidad básica del pueblo norteamericano, así como su estabilidad político-social
fundada sobre firmes bases económicas, explican la pervivencia del sistema bipartidista.
b) Sistema multipartidista. El bipartidismo es un sistema que hoy existe en muy
pocos países. Dada la variedad de motivos de oposición que hay dentro de las
comunidades sociales, lo normal y corriente es el multipartidismo, o sea el sistema
basado en la participación activa e importante de más de dos partidos en la vida publica
del Estado. La oposición entre dos puntos de vista simétricamente contradictorios da por
resultado el bipartidismo, pero la oposición entre varios puntos de vista parcialmente
contradictorios, independientes entre sí, produce el multipartidismo. Por ejemplo, la
contradicción simétrica y total de sólo dos puntos de vista: digamos monarquía y
república, como formas de gobierno deseadas, da por resultado la división bipartita de
monárquicos y republicanos. Pero la oposición de varios puntos de vista parcialmente
contradictorios, proyectados desde diferentes ángulos, produce una división múltiple de
partidos, o sea el multipartidismo. Por ejemplo, la oposición simultánea por motivos
políticos y religiosos puede dar lugar a varios partidos: democráticos laicos, democráticos
clericales, autocráticos laicos y autocráticos clericales. La combinación de estos motivos
de oposición parciales multiplica el numero de partidos que de ellos nacen o pueden
nacer, dando lugar al sistema multipartidista. Por tanto, se puede sentar como regla
general que los pueblos que tienen dentro de sí el mayor número de motivos de oposición
(históricos, raciales, sociales, económicos, religiosos) tienden hacia el multipartidismo,
mientras que los pueblos con menores fricciones internas se inclinan hacia el dualismo de
partidos o hacia el sistema de partido único, si es que una dictadura elimina por la fuerza
todo motivo de oposición y obliga a los ciudadanos a considerar las cosas desde un solo
punto de vista. Esto es muy cierto, porque las diversidades de todo orden que existen en
una comunidad social tienden a reflejarse inmediatamente en el plano político y en la
división de los partidos. Por eso manifiesta Duverger que "el individualismo profundo de
sus ciudadanos, cierto carácter anárquico de su temperamento, introducen una
inclinación bastante clara al poli partidismo en los pueblos latinos",dado que, en general,
la actividad política de un país no es mas que el trasunto de las condiciones básicas de la
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vida de su pueblo. Pero es menester distinguir bien la diferencia que existe entre
multipartidismo y la inexistencia de partidos políticos. No es multipartidismo la
concurrencia de numerosos grupos políticos inestables y efímeros, a que da lugar la
etapa histórica anterior a la organización de verdaderos partidos políticos. Esos grupos
inestables e inorgánicos corresponden a la prehistoria de los partidos. Son
condensaciones fluidas de opinión pública, que aún no aciertan a integrarse con la
cohesión y permanencia propias de los partidos políticos. Por lo tanto, al conjunto de ellos
y a su intervención en la vida política mal puede llamarse multipartidismo. El
multipartidismo supone la existencia de verdaderos partidos y la participación activa e
importante de ellos en el hacer político de un Estado.
Ahora bien, el multipartidismo obedece a un proceso de diferenciación que
generalmente se origina en el bipartidismo. Por lo menos tal ha sido el curso histórico de
los partidos europeos. En la segunda mitad del siglo pasado, todos los países de Europa
tuvieron ya partidos políticos organizados. Estos generalmente se desarrollan al calor de
la pugna conservadora-liberal, que dio lugar al bipartidismo clásico. Pero mas tarde, a
fines del siglo pasado y principios del presente, los partidos liberales se escindieron en
dos alas: una liberal y otra radical. Apareció entonces el movimiento radical europeo,
como ala revolucionaria del liberalismo hasta 1894. Suiza también, hasta que el
nacimiento del partido radical lo convirtió en tripartidismo, que mas tarde los socialistas lo
transformaron en Cúa tripartidismo. En Francia ocurrió lo mismo: el partido radical dividió
al republicano, de modo de que a fines del siglo pasado hubo tres tendencias
perfectamente definidas: la conservadora, la republicana y radical. Dinamarca y Holanda
y los demás países de Europa Occidental estuvieron sometidos a idéntico proceso de
formación del multipartidismo. El naciente multipartidismo europeo, que en rigor
tripartidismo, se vio ampliado por la aparición de los partidos políticos sociales y
comunistas, a principios de este siglo. Los partidos socialistas, a su vez, tomaron
diferentes orientaciones (marxistas, reformistas, revisionistas, laboristas, etc.), con lo cual
aumentó el número y diversificación del multipartidismo europeo.
Con excepción de los Estados Unidos, Uruguay y probablemente Colombia, el
recorrido histórico del multipartidismo americano es básicamente igual, puesto que casi
todos los partidos de este Continente no son más que una imitación de los europeos. En
nuestra América, el siglo pasado se caracterizó, primero, por la formación de grupos de
opinión inorgánicos y fluidos, que no alcanzaron la categoría de partidos políticos, y
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luego, por la presencia cada vez más definida del bipartidismo conservador-liberal, que
monopolizó la acción pública de su tiempo, encubriendo las luchas entre clanes y
caudillos, que tuvieron un carácter marcadamente personal. A fines del siglo, la escisión
que provoca el radicalismo en el seno de los partidos liberales rompe el bipartidismo
clásico, y más tarde, hasta los años 20 y 30 de esta centuria, con el advenimiento de los
grupos socialistas, aumenta el pluralismo de los partidos americanos. Por ese mismo
tiempo, la formación de la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA) en el Perú,
da comienzo a una nueva forma de organización de partidos políticos en Latinoamérica,
fundada en el espacio-tiempo americano y no en la imitación de las corrientes doctrinales
europeas. Nacen así los partidos democrático-revolucionarios, de estructura moderna,
que pretenden ser la expresión política, no de una clase social, sino de una alianza de
clases, y que buscan organizar las fuerzas sociales de cada país en conexión con su
realidad política y sociológica, olvidándose de todo doctrinarismo europeizante. Estos
partidos de masas, donde se han formado, han alcanzado gran preponderancia en la vida
política y han contribuido a diversificar aún más el multipartidismo americano.
c) Sistema departido único. Como hemos dicho, mientras que el bipartidismo nace
de la contradicción simétrica y total de dos puntos de vista, y el multipartidismo de la
contradicción parcial de varios, el sistema de partido único se origina en la eliminación
compulsiva de toda oposición pardal o total al punto de vista oficial de quienes ejercen el
poder político del Estado. De aquí que el sistema de partido único, en su forma más pura,
sólo puede existir bajo un régimen dictatorial, que suprima por la fuerza todo motivo de
oposición política en el seno de la sociedad. E1 sistema de partido único es relativamente
nuevo: nació con los dictaduras comunistas y nazi-fascistas de las primeras décadas de
este siglo. Su finalidad primordial fue la de dar una sólida sustentación a aquellos
regímenes de fuerza, con lo cual apareció una nueva modalidad dictatorial: la basada en
un partido político. Desde entonces, una nueva técnica se puso al servicio de la
dictadura. Sin embargo, la práctica de este sistema precedió a su teoría. Sólo después de
que el hubo de alcanzar realidad empírica fue elaborada la teoría del partido único e
incorporada a la doctrina general de los movimientos comunistas y fascistas. Apenas en
la Constitución Soviética de 1936 se consagró oficialmente el monopolio de la acción
política que habla venido ejerciendo el partido comunista ruso desde principios de la
etapa revolucionarla. Igual cosa ocurrió con los movimientos fascistas, que no sólo no
elaboraron prontamente la justificación de su uní partidismo, sino que tardaron mucho en
integrar su sistema básico de ideas políticas que rigiera su ejercicio del poder.
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Cada una de las dictaduras comunistas y fascistas elaboró su propia teoría del
partido único. Los comunistas dijeron que todo partido es la expresión política de una
clase social y que como la URSS es una sociedad sin clases, o mejor dicho de clases
unificadas, no puede haber en ella más que un partido político. El Art. 126 de la
Constitución soviética de 5 de diciembre de 1936, declara que "los ciudadanos mas
activos y mas conscientes del seno de la clase obrera y de las otras capas de
trabajadores se agrupan en el Partido Comunista (bolchevique) de la URSS, que
constituye el destacamento de vanguardia de los trabajadores en su lucha por el
afianzamiento y desarrollo del régimen socialista, y que representa el núcleo dirigente de
todas las organizaciones de trabajadores, tanto sociales como del Estado".
Los fascistas justificaron su uní partidismo por la necesidad de formar una sólida
estructura de gobierno destinada a difundir la propaganda oficial y a modelar, organizar y
canalizar la opinión pública, para luego dirigirla. Pese a la clara
diferencia de objetivos tácticos y estratégicos que existe entre los partidos comunistas y
los fascistas, ya que los primeros son instrumentos del proletariado para abatir la
autoridad de la burguesía, mientras que los segundos son los instrumentos de las clases
burguesas para conservar su poder e impedir que caiga en manos del proletariado, es lo
cierto que ambos partidos obedecen a un misino esquema totalitario y están al servido de
regímenes igualmente dictatoriales. Los partidos comunistas, tanto como los fascistas,
son instrumentos de opresión al servicio de gobiernos fuertes y cumplen las mismas
funciones de vigilancia y delación. Su estructura piramidal, agudamente centralizada, con
predominio de enlaces verticales, les da una armazón apta para el eficiente desempeño
de sus tareas policiales, al propio tiempo que les permite ser eficaces instrumentos de
propaganda para la formación, canalización y dirección de la opinión pública.
En los regimenes de partido único, la estructura del partido se confunde con la del
estado, de modo que a cada uno de los planos de la organización estatal corresponde un
organismo partidario. De esta manera, el jefe del estado es al mismo tiempo jefe del
partido (el primer ministro de los países socialistas es el secretario general de los
respectivos partidos comunistas; el duce y el fuhrer fueron jefes de sus respectivos
partidos fascistas; Franco era la máxima autoridad de la falange española) y las demás
escalas jerárquicas del estado coinciden también con las del partido en todos sus niveles.
Esto le permite al partido controlar los actos del estado y convertirse realmente en el
sujeto del poder político.
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El partido único pretende ser el intermediarlo entre las esferas gubernativas y las
esferas populares, que en los regímenes totalitarios suelen estar notablemente
distanciadas entre sí. Contrariamente a lo que sucede en los regímenes democráticos, en
que las diversas modalidades del sufragio y la libre expresión de la opinión pública
mantienen en permanente contacto a los gobernantes con los gobernados, en los
regímenes totalitarios se opera un aislamiento de los dictadores con respecto a las masas
populares. Entre aquéllos y éstas suele interponerse una cortina de palaciegos y esbirros
que imposibilita todo contacto directo. El partido único, que es un verdadero órgano del
Estado, es el que logra a medias establecer cierta conexión entre gobernantes y
gobernados valiéndose de su sistema celular, que le permite penetrar en las bajas capas
sociales. Por eso dice Duverger, cuando explica este problema, que en tales casos "el
partido da al gobierno la opinión del pueblo, y da a comprender al pueblo las decisiones
del gobierno".
3.5 EJÉRCITO Y GRUPOS REPRESIVOS:
La teoría de la imputación objetiva introduce el concepto de rol para facilitar la atribución
de responsabilidad penal, así, existirán roles especiales y generales (como se indicó ut
supra) sobre los cuales se sustentan expectativas sociales cuya defraudación dolosa o
culposa es el principio de la imputación penal. Sólo para ejemplificar esta idea vemos que
son roles especiales aquellos que asumen un abogado, un médico, un transportista, un
policía, un padre y una madre, una autoridad administrativa, un juez, etc. Por otro lado,
son roles generales aquellos que portan todas las personas por el sólo hecho de serlo
(aquí debemos tener cuidado con el concepto funcionalista de persona que sostiene
JAKOBS) Estos roles de las personas en sociedad, no distinguibles por un grado especial
de conocimiento o por la atribución de autoridad, se denominan rol de persona en
derecho, e imponen el deber (basado en la solidaridad, si se quiere) de evitar la
causación de un mal cuando éste es conjurable por el ciudadano.
Es obvio que tales roles se basan en las obligaciones de diversa índole que las personas
asumen en sociedad. El mismo JAKOBS, propone un concepto de obligación jurídica,
que por su generalidad puede ser muy bien considerado para el caso al que nos
dedicamos. Dice: “se hablará de obligación cuando se espera de una persona un
determinado comportamiento sin que se tenga en cuenta la constitución del individuo,
dicho de otro modo, cuando la ordenación de la conducta no es descrita en función del
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esquema satisfacción/insatisfacción (o conforme a un esquema subordinado a éste, como
estímulo muscular/inacción), sino de acuerdo con un esquema distinto, un esquema de
deber, que si bien no contradice necesariamente en todo caso el esquema
satisfacción/insatisfacción, sí lo hace ciertamente en supuestos individuales” 6[17] y
agrega: “cuando la persona no logra una acción debida o ejecuta una acción no debida,
ello le es imputado como defecto” 7[18].
Así pues, la sociedad de hombres se organiza en base a lo que unos esperan de otros
con sustento en la norma (expectativas), lo cual es la esencia de la protección penal. Sin
un margen de previsibilidad de los comportamientos humanos, éstos se limitarían y el
individuo rehusaría iniciar un contacto social por temor al fracaso. Las expectativas serán
distintas según lo sea el rol de la persona en el entramado social: cada quien sabe qué
esperar de sus padres y por eso hace; todos sabemos qué esperar de un transportista y
por eso actuamos.
IV.- El artículo 145° del Código Penal peruano, su ubicación normativa y la finalidad
tuitiva propuesta.
El artículo en referencia ha dado, en su redacción al menos, una evaluación negativa del
accionar destinado a alterar o suprimir la filiación de un menor de edad, sin tener que
pronunciarse por la omisión ya que ha de estarse a la verificación del resultado lesivo.
Esto, sin duda alguna, puede excluir esta modalidad de comisión omisiva. Por ello, a
continuación abordaré el tema de los fundamentos que sustentan que la omisión también
es una forma posible de lesionar a este “interés socialmente asegurable”.
4.1.- La problemática del bien jurídico o la expectativa social protegible.
La función social bajo estudio8[19], reconocida como fundamental para la identidad de la
sociedad, está tipificada en el cuerpo legislativo penal, dentro del Título III del Libro
Segundo del Código penal peruano (Parte especial), y a su vez, dentro del capítulo II del
mismo, de los delitos contra el estado civil. Como sabemos, en derecho penal es muy
común emplear como sumillas que preceden a los tipos penales, la enunciación, siempre
tosca e incompleta de los posibles bienes jurídicos que se pretenden proteger con la
tipificación.
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Los inconvenientes se hacen evidentes cuando el operador jurisdiccional advierte que el
supuesto bien jurídico no se ajusta al ámbito de protección de la norma penal, ante lo
cual no le queda otra alternativa que sustanciar el proceso, por temor a prevaricar,
coactando así su criterio de conciencia y toda la fundamentación filosófica que lo tiene
por Juez.
Este breve comentario inicial pretende introducir la discusión siguiente sobre el bien
jurídico (o la expectativa social protegible) que debe ser reafirmado con la intervención
penal a partir del artículo 145° del Código sustantivo, pues si bien es cierto no se ha
discutido su exactitud es nuestro medio, esto no quiere decir que haya pacificidad sobre
la misma. Contrastaré posturas nacionales y extranjeras y finalmente emitiré mi opinión
personal al respecto.
El Código penal peruano ubica este delito dentro de aquellos que van contra la familia,
siendo esto en extremo amplio y poco garantista a fin de determinar la real entidad de la
lesión provocada, estando al mandato constitucional de lex certa en el caso de leyes
penales, pues así se colabora a apreciar, en su verdadera magnitud, la responsabilidad
por el hecho de la lesión o puesta en peligro de determinados “bienes jurídicos”
La doctrina nacional9[20] ve aquí un delito contra el estado civil de la persona, sin
establecer un contenido pormenorizado de este concepto: “Se entiende por estado civil la
situación jurídica de una persona respecto a sus vínculos de familia con otras personas,
determinados por el nacimiento, el matrimonio y la muerte, situación de la que se derivan
una serie de derechos y obligaciones”.
Con mejor criterio, MUÑOZ CONDE10[21], se refiere al estado civil familiar y al respecto
sostiene que “se puede definir el estado civil familiar como el hecho de la pertenencia de
una determinada persona a una familia. Tal pertenencia se fundamenta por la filiación,
por la adopción o por el matrimonio. Se trata de un bien jurídico de naturaleza jurídico-
pública del que no puede disponer el sujeto que lo tiene, pero que incide directamente en
su propia identidad como persona”.
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El último concepto citado recoge elementos que no tiene nuestro concepto sobre el bien
jurídico lesionado y que ayudan a comprender la entidad de la lesión al asociar sus
efectos a la identidad de la persona, pero el Código Penal español va más allá y en su
tipificación distingue los delitos que atentan contra el estado civil matrimonial y el estado
civil derivado de la filiación. En este último caso se encuentra el tipo que estudiamos.
La diferenciación no es baladí, pues contribuye a esclarecer la generalizada imprecisión
en el uso del concepto “estado civil” que en el ámbito común comprende nada más que la
situación concreta de una persona respecto al matrimonio (soltera o casada), lo cual no
puede hacerse extensiva, por regla general, a los menores de edad.
Sin embargo, me atrevo a disentir de la idea que tiene al estado civil derivado de la
filiación como la entidad lesionada con este delito. Sostengo que esto no es así por que el
concepto, visto desde un plano abstracto, no es dinámico, es decir, no contribuye en
nada a reconocer que la lesión incide sobre la formación de la persona y al empleo de
este atributo como sostén de posteriores construcciones interpersonales. Por ello, debe
evaluarse que lo que protege el derecho penal con el tipo, debe estar en relación directa
con el interés personal, y éste será importante en la medida en que le sirva a la persona
titular y a las otras que sobre ese atributo ajeno, constituirán otras expectativas sobre las
que depositarán su confianza.
Lo protegible debe ser dinámico, debe tener un papel en el entramado social que
evidencie su importancia inminente y justifique su afirmación a través de la punición. Creo
que lo que debe protegerse es la expectativa de la correcta identidad del menor respecto
a sus progenitores. Como puede verse, tal concepto incluye una fuerte carga subjetiva y
cómo no ser así, puesto que las consecuencias de saberse distinto al nombre que se nos
ha asignado acarrea consecuencias, más allá de las legales, psicológicas y personales,
sobre las que el conjunto de personas tienen una opinión formada y una utilidad atribuida
de antemano.
El nombre (correcto) contribuye a generar en el menor a lo largo de su proceso de
socialización, un sentido de pertenencia, de individualidad, que puede aprehenderse
teóricamente con el concepto de personalidad, es decir, la autopercepción como parte de
una descendencia clara, que hace al menor único e irrepetible e idéntico a sí mismo. Si
este parámetro de autorreferencia desaparece o no es claro, la persona no halla un
sustento en el nombre para las relaciones emocionales (ese sentido de mi nombre soy
yo) y la utilidad de la identidad para los demás, se difumina hasta alcanzar una situación
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de indefensión para la persona que no se recompone hasta volver a tener certeza de con
quién se trata. Mientras, la persona con un nombre distinto al que le corresponde no
puede desempeñarse con la misma libertad en sociedad, lo hará en un nivel elemental.
4.2.- El rol de garante, normativamente prescrito, de los padres respecto a la identidad de
los hijos. La omisión comisiva del supuesto de hecho del tipo estudiado.
La paternidad responsable es un deber constitucionalmente reconocido en nuestra
legislación, aunque no es una institución constitucional de arraigo histórico. El contenido
de la patria potestad está desarrollado en el Código Civil11[22] y si bien es cierto que las
relaciones familiares son prejurídicas (es decir estuvieron y están siempre antes que el
derecho), los intereses colectivos implicados en esta clase de relación natural interesan a
todos, en cuanto son constitutivas de las unidades primarias de creación de individuos.
La posición de garante por parentesco y por consiguiente, el deber especial de cuidado
de los padres respecto a los hijos, se encuentra prescrito en la Constitución Política de
1993 y en el Código Civil de 1984, básicamente (como se verá más adelante). Es
entonces un rol especial positivizado y lo es así en atención a su importancia. Se sostiene
este rol sobre la relación familiar que cohesiona a los padres y a los hijos -y que es
prejurídica como se ha sostenido-, pero, además, en el deber de los padres de proveer
de cuidado y fomento a los hijos, obligaciones que se desprenden de la institución civil de
la patria potestad.
3.6 EMPRESAS TRANSNACIONALES
Capitalismo, Socialismo y rol de las transnacionales.
Capitalismo y transnacionales
En la actualidad, el capitalismo constituye el modelo económico predominante en
el mundo. Con distintas particularidades, el también llamado neoliberalismo (como
desarrollo postindustrial del capitalismo decimonónico) se ha establecido como el modo
de relación entre los factores productivos (capital, trabajo y tecnología) que determina, a
través del mercado, la asignación más eficiente de los recursos a través de la dinámica
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332
de la oferta y la demanda y el sistema de precios, que es la señal clave para determinar
qué y cuánto se produce y se vende.
Durante el siglo pasado, las naciones capitalistas del llamado primer mundo
(Estados Unidos y Europa occidental) desarrollaron todo un sistema internacional de
intercambios, un mercado mundial, basado en la apertura de las fronteras comerciales y
el libre flujo de los bienes, servicios, mano de obra y capital generando una dinámica de
acumulación prioritariamente financiera, a la vez que nació, después de la segunda
guerra mundial, todo una institucionalización del capitalismo a nivel global, con la
creación del Banco Mundial, el fondo Monetario Internacional, el Banco Interamericano de
Desarrollo, etc., que en el fondo administran los flujos de recursos de los países ricos a
los pobres, vía préstamos. Esta situación, ampliamente conocida en Latinoamérica ha
generado brechas insalvables entre países acreedores y deudores, las cuales muchas
veces han puesto en jaque economías prósperas, como el cercano ejemplo de Argentina
en los últimos años. Finalmente, los países deudores se han convertido en exportadores
netos de capital para los países del primer mundo.
Una de las características más importantes del capitalismo contemporáneo, es el
fin de las relaciones entre las naciones, para desarrollarse una estrategia de intercambios
globalizados que traspasa las fronteras nacionales en una dinámica que supera los
intereses de los estados soberanos y convierte a las respectivas economías en un sólo
gran mercado en el cual, dadas las asimetrías de las distintas economías, la mayoría de
los países sigue exportando materias primas, como es el caso de Chile (cobre, madera,
productos del mar) a cambio de comprar bienes a las economías ricas con altísimo valor
agregado, especialmente tecnología y manufacturas de alta complejidad. Del mismo
modo, los mercados financieros internacionales, buscan invertir en zonas económicas
que privilegien bajos costos fijos, especialmente mano de obra, desregulaciones,
incentivos tributarios, etc. Ello explica que muchos de los productos que compramos hoy
en Chile provienen de Malasia, India, Pakistán, lugares en que se dan estas
características.
El capitalismo requiere de estados pequeños, máximas garantías de libertad
económica, por ejemplo en el mercado laboral, libre flujo de inversiones en el mercado de
capitales, tasas impositivas bajas y que no castiguen las remesas de utilidades, entre
otras. Este dominio planetario de la economía capitalista ha generado numerosos
argumentos críticos, especialmente en lo relacionado con la depredación de recursos
naturales, los efectos contaminantes de la producción industrial (el protocolo de Kioto, por
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333
ejemplo, que determina estándares máximos de polución vinculados al efecto
invernadero, no es respetado por el máximo contaminador del planeta: Estados Unidos),
las condiciones laborales deplorables en que muchos mercados como los señalados en
Oriente y en Latinoamérica también se desenvuelven: ausencia de sindicalismo, niveles
de salarios mínimos, altos índices de cesantía, producto de coyunturas económicas
depresivas como la actual. Esto nos lleva a reflexionar sobre un aspecto determinante del
capitalismo actual: el elemento fundamental sobre el cual se basa es el consumo. La
compra de bienes y servicios por parte de los consumidores resulta ser el barómetro de la
actividad económica de un país.
El caso del capitalismo chileno es elocuente: Uno de los indicadores más
certeros de actividad económica es el gasto en publicidad, más que la contratación de
mano de obra en la construcción. El nivel de endeudamiento es también un elemento
orientador respecto a la Biblioteca del Congreso Nacional de Chile - Departamento de
Estudios, Extensión y Publicaciones temperatura de la actividad económica. Las bajas
tasas de interés de los últimos años buscan, precisamente, desincentivar el ahorro y
promover el gasto. Sin embargo, la incertidumbre lleva a un comportamiento bastante
conservador de parte de la ciudadanía, de hecho el índice de precios (IPC) ha estado
detenido o incluso con registros negativos. La primera mitad de los años noventa en Chile
presenció altos niveles de crecimiento (alrededor de 7% anual) producto de intercambios
internacionales favorables, inversiones de capitales extranjeros, no sólo compra de
empresas, y altos niveles de gasto y crédito por parte de la ciudadanía. Afortunadamente,
los equilibrios macroeconómicos y las reservas internacionales del país han permitido,
dentro de la gravedad de la situación económica internacional, sortear las dificultades,
con niveles de cesantía de 1 dígito, y crecimiento superior al 3% anual. Sin embargo,
países como Argentina, de una riqueza enorme, han sucumbido a la irresponsabilidad de
sus autoridades económicas, a la mala administración, a la corrupción, al endeudamiento
con los organismos internacionales, entre otros factores. Otro de los fenómenos
característicos del capitalismo actual dice relación con la conformación de bloques
económicos con mercados transfronterizos en su interior y que negocian acuerdos de
libre comercio con otros bloques o países. Es el caso de Chile con la Unión Europea y
con Estados Unidos. Las condiciones se basan en la apertura del intercambio con
progresivas bajas arancelarias que permitan el libre flujo de bienes y capitales. Sin
embargo, estos acuerdo terminan por liquidar algunos sectores de la economía,
especialmente el agrícola que ha debido ser protegido (el caso de las bandas de precios
en Chile) con el objeto de evitar las distorsiones que causa el proteccionismo que las
grandes economías aplican a sus propios productores. En definitiva, las asimetrías
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334
terminan por perjudicar a las economías más débiles ya que los países poderosos,
especialmente Estados Unidos promueven el libre comercio por todo el mundo, sin
embargo no lo practican, al menos con las economías pequeñas como la nuestra.
La globalización corresponde a un último estadio del capitalismo
contemporáneo, al “planetarizar” la economía, basada en el factor predominante hoy en
día en las transacciones y en los negocios financieros: la información y los dispositivos
tecnológicos que la sustentan como es el caso de Internet. Pero en ello también se
reproduce la asimetría propia de la Biblioteca del Congreso Nacional de Chile -
Departamento de Estudios, Extensión y Publicaciones dinámica capitalista: la brecha
entre los países que acceden a estas tecnologías de la información y los países
atrasados que acceden secundariamente a estas herramientas. La información hoy en
día es tan importante como los recursos financieros ya que su uso y conocimiento
permiten tomar decisiones que necesariamente redundarán en beneficios y posiciones
privilegiadas en lo económico. Baste recordar lo ocurrido con empresas norteamericanas
como Enron el año pasado. Lo comentado en las líneas precedentes lleva
necesariamente a cuestionarse el rol de las empresas transnacionales, las cuales como
se ha visto son más poderosas que los propios estados nacionales, desde el momento
que los recursos administrados por una sola gran empresa internacional (Coca Cola,
Siemens, entre muchas) son mayores a todo el PGB de Chile, por ejemplo. Las
decisiones de inversión tomadas en centro financieros internacionales como Wall Street,
pueden tener efectos desequilibrantes para economías como la nuestra, totalmente
abierta e interrelacionada con el mundo. Por lo demás, el papel de estas transnacionales
puede evidenciarse en situaciones dramáticas como el conflicto reciente en Irak, en que
obviamente los intereses de las empresas petroleras, fundamentalmente
norteamericanas, estaban directamente vinculados con las decisiones político-militares
del gobierno estadounidense, y también de los gobiernos europeos cuyas empresas del
sector energético también tenían intereses en la zona. No es novedoso señalar que
conflictos como el mencionado tienes un lado frío y analítico relacionado directamente
con los intereses de las empresas del complejo industrial militar a nivel mundial.
Socialismo El pensamiento socialista nació en Europa como reflexión crítica a la sociedad
surgida de la revolución industrial caracterizada por la desintegración social, el
proletariado industrial y la acumulación del capital. Autores como Marx y Engels
sistematizaron esa crítica a la economía capitalista generando un cuerpo teórico que
interpretó la historia desde la óptica de la propiedad de los medios de producción y el rol
del proletariado en la superación de ese estado de desarrollo. La revolución rusa implicó
un salto en esa dirección, aunque sin pasar Biblioteca del Congreso Nacional de Chile -
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335
Departamento de Estudios, Extensión y Publicaciones por la etapa de acumulación
capitalista que la teoría señalaba, sino que saltó desde una sociedad feudal a una
socialista. Los experimentos de socialismo han tenido distintas versiones, desde la
soviética, pasando por la experiencia china, la de los países de la ex Europa oriental,
como también revoluciones socialistas latinoamericanas como la cubana.
Hoy en día en que los llamados socialismos reales como la ex URSS, los países
de
Europa oriental, sucumbieron a sus propias contradicciones y a la dinámica del
capitalismo, pocos son los países socialistas de esa orientación: estatales, con
economías dirigidas, con proyectos políticos desvinculados de la democracia liberal:
Corea del Norte, China (que tiene perfiles capitalistas evidentes), Cuba. El resto de los
países que asumen una economía socialista adhieren a perspectivas reguladoras y con
un estado que garantiza determinados estándares de bienestar a su población, pero
vinculados al comercio internacional capitalista, es el caso de los países nórdicos, que
durante décadas han tenido niveles de vida altos, los llamados estados de bienestar. El
libre mercado no parece cuestionado, salvo diferencias claves en la manera de cautelar
la justicia social que permita a todos los ciudadanos acceder al bienestar y el confort.
Entre estas claves está el acceso a la educación y a la salud.
Una nueva manera de humanizar el capitalismo es la llamada tercera vía, nacida
en Inglaterra con teóricos como Anthony Giddens y políticos que la preconizan como el
hoy cuestionado Tony Blair. La idea, de acuerdo a lo señalado en las conclusiones de la
última reunión en Londres, a la cual asistió el Presidente Ricardo Lagos, es convertir las
iniciativas de democracia económico-social en proyectos económicamente rentables,
compatibles con el libre mercado, de manera de asegurar el crecimiento, pero
ajustándolo a niveles de acceso al bienestar para todos sin que ello vulnere las reglas del
comercio internacional.
El socialismo, hoy en día tiene otras áreas a las cuales abocarse, dado que el
modelo económico mundial imperante no tiene alternativas plausibles, por el momento.
Estas áreas dicen relación con la defensa de principios y valores humanistas como los
derechos de las minorías (étnicas, sexuales, raciales, culturales, etc), la defensa del
medioambiente, el pluralismo y la tolerancia cultural, religiosa y filosófica, la regulación de
los mercados en busca de mayores espacios de equidad y justicia en los intercambios, la
necesidad de lograr Biblioteca del Congreso Nacional de Chile - Departamento de
Estudios, Extensión y Publicaciones acuerdos de paz en los lugares conflictivos del
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planeta, la lucha por los derechos humanos y el establecimiento de un sistema de justicia
internacional, como el recientemente estrenado Tribunal Internacional. También es
fundamental la defensa del acceso a la cultura y a las nuevas tecnologías de la
información y la comunicación por parte de todos los ciudadanos, así como el respeto
irrestricto a la libertad de expresión e información y el rechazo de la censura y la
manipulación de la prensa y los medios.
GLOBALIZACIÓN, EMPRESAS TRANSNACIONALES Y EL BANCO MUNDIAL
Carlos Marx, en el siglo pasado, sostenía en el Manifiesto del Partido Comunista
que , un fantasma recorría al mundo: el Comunismo; parafraseándolo, en sentido inverso
hoy podemos decir que son no dos fantasmas, sino dos realidades: la globalización y el
desempleo.
La globalización de la economía a nivel mundial es un fenómeno apasionante por
las enormes implicaciones que tiene para las sociedades. Se puede hablar de ella en
abstracto, analizando sus efectos económicos y los problemas derivados de ellos. Sin
embargo tiene sujetos históricamente determinados que la hacen posible : las empresas
transnacionales(ET).
La configuración de estas arranca de tiempo atrás y puede decirse que antecede
a los grandes movimientos de bienes y servicios entre los países, que hoy vemos como
uno de los riesgos distintivos del fenómeno. Una veta de investigación que no abordamos
aquí a profundidad sería estudiar la forma en que las ET han ido creando la compleja red
de intereses que hoy observamos.
A diferencia de hace unos decenios, las ET actualmente no son organismos que
se limitan a ubicar filiales comerciales en otros países, sino que ahora con mayor énfasis
ponen el acento en instalar plantas industriales y maquiladoras con las cuales producen
todo o sólo algunos de los insumos para la fabricación de los productos, lo cual puede
realizarse en una ensambladora, situada en cualquier país.
Las transnacionales articulan sus procesos productivos y comerciales con una
visión global, el mundo se ha convertido para algunas de ellas en una zona sin fronteras;
para otras sin embargo contiene regiones de alto riesgo y otras de influencia asegurada.
Este proceso ha venido siendo acompañado, aproximadamente desde la década de los
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337
80, por movimientos de capitales cada vez más importantes y que en ocasiones, como
veremos más adelante, se desfasan con la producción y el comercio de bienes y servicios
con los que teóricamente deben guardar una correspondencia, ocasionando graves
problemas entre las naciones.
Mientras el capitalismo se desarrolló fundamentalmente al interior de los países,
los gobiernos a través de la política monetaria, como un instrumento entre otros tenían la
posibilidad de regular, algunas veces sin éxito, la relación entre producción y sistema
financiero, pero en la globalización, actualmente esto, la más de las veces no es posible
al no haber un emisor único de moneda y papel moneda. Así los disturbios financieros
son una constante hasta el momento. De este modo la globalización es el signo de
nuestros tiempos y por el momento abre un amplio campo de análisis.
Aquí presento en primer lugar algunos aspectos que me parecen importantes para
irse introduciendo en el complejo problema de la globalización de la economía a nivel
mundial. Estamos convencidos y de hecho en estas páginas tratamos de demostrarlo que
cualquier investigador que pretenda entender los cambios políticos, económicos y
sociales que se han dado en nuestro país, si no parte explícita o implícitamente de la
globalización, pocas posibilidades tiene de profundizar e ir al fondo de las variables que
están determinando nuestro acontecer. Pero no con ello queremos decir que es de una
importancia mayúscula sólo para nuestro país, pues tal como esta la situación mundial, la
globalización es determinante para cualquier nación del mundo que se articule en la
globalización; no hay ningún país que actualmente escape a este proceso.
Si bien la importancia de unos es mayor a la de otros, no deberá entenderse que
los primeros están determinando el desarrollo para el resto: todos ellos obedecen a los
movimientos y a la actual tendencia del proceso de acumulación de capital. Por ello nos
parece que no son los estados nacionales los que determinan la política económica, sino
que ahora es evidente que quien decide el actual hacer o no hacer en este rubro es el
capital, como siempre en manos de los grandes consorcios.
Con el anterior planteamiento inicial que para nosotros es axial, pasamos en
primer lugar a revisar algunos aspectos que sentimos pueden ir auxiliándonos para tener
una idea más completa de la globalización. Así vemos las relaciones abiertas,
comerciales, financieras, entre los países y la función de sus gobiernos, y, por supuesto,
el papel de las empresas transnacionales en la transformación de las plantas productivas
y el comercio.
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338
Pero además no podía faltar observar brevemente el papel que en la globalización
han asumido organismos tan importantes como el Banco Mundial y el Fondo Monetario
Internacional. A partir de este bosquejo, pasamos a revisar con más detalle y acopio de
información los puntos señalados a nuestro juicio como fundamentales. Como se verá el
trabajo pone el acento en los aspectos económicos de la globalización, es indudable que
también, como lo hemos dicho hay efectos sociales, ideológicos, etc. pero de ellos sólo
acotaremos algunos rasgos sin profundizar, pero que nos servirán para destacar la
complejidad del problema.
SEMBLANZA DE LA GLOBALIZACIÓN
Estudiosos de la talla de David Ibarra Muñoz, señalan que algunos de los rasgos
que presenciamos en la época actual son entre otros las vinculaciones abiertas entre
economías y, además, la cada vez mas estricta vinculación de los sistemas financieros
nacionales e internacionales. Como efecto de ello los estados nacionales han visto no
solo alterada sino disminuida la eficacia de los instrumentos económicos con que cuentan
para regular la marcha de la economía, entre otros el encaje legal, restricciones al
crédito, etc., por ello recurren preferentemente al los tipo de cambio y en menor medida a
las tasas de interés. Ello es consecuencia de los movimientos masivos de capital y de
todo tipo de recursos externos a los que tienen acceso los sectores privados . Cuando el
desarrollo de la economía a nivel mundial no alcanzaba los niveles que hoy tienen los
estados nacionales tenían una gama de alternativas que les permitían un manejo y
control de sus procesos productivos, comerciales, y financieros. Los intercambios con el
exterior no representaban un factor de inestabilidad, sino, en general mas bien eran
complementarios al desarrollo del capital en su interior; si en algún momento se
presentaban desajustes internos y/o externos, tenían instrumentos y capacidad para
salvar o reducir los efectos disfuncionales producidos.
Pero si a pesar de estos no se ponía remedio a los desajustes el recurso que era
(y sigue siendo) efectivo, la devaluación, se tomaba y si bien era una medida drástica
resultaba, acompañada de otras medidas o no, necesaria para el sistema, cuando por
ejemplo las compras al exterior superaban el monto en cierto nivel de las exportaciones, y
se reducían las reservas extranjeras en monedas fuertes, poniéndose en peligro la
compra de bienes de capital e insumos necesarios para producir y reproducir el proceso.
Con tal medida el Estado recuperaba el control de las variables económicas mas
importantes.
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339
Si bien para David Ibarra, es el tipo de cambio actualmente el principal
instrumento, pensamos nosotros que su efectividad ha disminuido, pues ya no garantiza,
como antaño el recuperar la iniciativa, en el terreno económico; con cierta independencia,
por parte de la administración pública; a medida que la globalización avanza, el Estado
pierde capacidad y control en ese campo. Antes de que la globalización adquiriera
cuantitativa y cualitativamente la importancia que hoy tiene, el Estado a través de la
política económica regulaba y alentaba hasta cierto punto la producción y el consumo,
con, entre otros, el manejo de la política monetaria, las tasas de interés y el encaje legal.
Pero, cuando los recursos financieros provenientes de otros países irrumpen en forma
masiva en el mercado interno, los instrumentos señalados pierden efectividad, ya que el
control de los capitales financieros externos no pueden ser manejados por el gobierno al
igual que lo hace con la moneda nacional. Esto es comprensible por el hecho de que no
tiene ni puede tener control sobre la producción de las monedas extranjeras.
Las alteraciones que éstas traen consigo reducen el incremento en la capacidad
de maniobra que existía antaño para controlar la inflación. Una razón importante subyace
para que no sea posible; ahora los agentes privados tienen acceso a los recursos
externos como son los monetarios, que se mueven en forma ágil y casi sin dificultades
provocando entre otros que se dispare la inversión y el consumo alterando los procesos
internos, no se diga ya la problemática que ocasionan si se instalan en forma
especulativa en los mercados de capitales.
La marcha actual de la economía a nivel mundial ha integrado en tal sentido a las
economías nacionales que aún países como los Estados Unidos, que basaron su enorme
crecimiento en una expansión de su producción para el mercado interno y que era
reducido su comercio externo, no pueden, en el momento presente, al igual que cualquier
otro, corregir los rumbos de su economía, sin fijar acuerdos y mecanismos con otros
países. De este modo los Estados buscan "... conciliar los objetivos nacionales con los de
la economía internacional, como condición básica a su viabilidad interna... /ya que/ los
mecanismos del mercado en la arena internacional producen inestabilidad y desajustes
financieros (como los que se produjeron con el régimen de tasas flotantes entre 1972 y
1985), que hacen insoslayable la intervención mancomunada de los gobiernos... /por lo
que/ la estabilidad y el desarrollo internacionales son resultado, en definitiva, de la
posibilidad de establecer un proceso profundo de convergencia de las políticas
macroeconómicas de los países líderes".
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340
Esta visión de la globalidad, de la interdependencia, era ya anunciada en los
lejanos 50 por un pensador de relieve como lo era Harold D. Laswell, quien señalaba que:
"La perspectiva de la ciencia orientada hacia las políticas es global, en virtud de que la
población del mundo constituye una comunidad en la que el destino de unos afecta a
otros."
Cuando las economías estaban menos enlazadas, las repercusiones de deterioro
en alguna de ellas, eran menos pronunciadas; actualmente en la medida en que avanza
la integración a nivel mundial, si alguna tiene problemas, estos repercuten y adquieren
resonancia en el resto. Pero queremos hacer la siguiente aclaración, esta resonancia
está en función directamente proporcional al tamaño de la economía, así no es lo mismo
un traspié de la economía de la República del Salvador si se compara con un desajuste
en México y sobre todo con un desequilibrio de los Estados Unidos.
Es conveniente también rescatar de la penúltima cita la afirmación de que la
estabilidad solo se alcanza a nivel mundial, cuando convergen las "políticas
macroeconómicas de los países líderes". Los que en definitiva son los actores más
dinámicos de los procesos; correspondiendo a países como el nuestro y en mucho mayor
medida a los países de escaso desarrollo como los africanos, un papel mas bien pasivo.
Siguiendo con David Ibarra, el agrega que en el citado proceso de globalización
poco a poco se: "... trasmutan las ventajas comparativas, y el comercio administrado de
los países, por ventajas comparativas e intercambio administrado de los consorcios;
quienes liberan la formación de esas ventajas comerciales de la dotación original de
recursos para hacerlos función de la ciencia instrumental y de la carrera tecnológica; y
hacen ubicua la producción en el Norte o en el Sur; privatizan las relaciones
internacionales antes dominadas por la diplomacia entre Estados, y transforman la
competencia internacional en lucha de consorcios integrados en redes comerciales-
productivas de alcance mundial que buscan el control del largo plazo de los mercados".
La anterior es una observación puntual y sumamente importante pues destaca,
entre otras cosas que, como lo veremos con amplitud mas adelante, las ventajas
comparativas que tuvieron su importancia en el pasado y que descansaban en la
dotación de recursos naturales, hoy gracias a la tecnología y al avance de las ciencias
pierden día con día el significado que tenía para los países productores de materias
primas, pero no así para los grandes consorcios, quienes las aprovechan para su
beneficio. Ya cada vez mas, como lo asienta el autor, los intercambios escapan del
control de los aparatos públicos de los Estados, pues la privatización de las relaciones
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internacionales es mas la lucha entre consorcios por el control de los mercados
nacionales e internacionales. A nosotros nos parece que ahora mas bien con mayor
énfasis la administración pública sanciona y legitima esos intercambios, esto es: actualiza
su papel; es con mayor frecuencia la vía que no se opone sino que facilita los
intercambios administrados intra e inter consorcios; la diplomacia esta entonces al
servicio no, en sentido estricto de los países, si no de las grandes empresas; por eso al
hablar de la privatización de las relaciones internacionales sólo adquieren un sentido real
si se expresan en tales términos y no en otras que encubran los aspectos esenciales que
subyacen en ellas.
La globalización convierte al mundo en una sociedad inmensa en la cual los
países están estrechamente relacionados, pero no están exentos de dificultades en su
cada vez mayor articulación, las alteraciones que sufren en el orden económico,
decíamos repercuten en el resto de las economías, sobre todo si quien padece
quebrantos es una nación líder. Como ejemplo de lo anterior, está comprobado que el
deterioro de la balanza comercial norteamericana, obliga, a este país a recurrir al
endeudamiento para corregir tal situación, su papel como deudor lo hace actualmente el
competidor para los países del llamado tercer mundo, de la antigua Unión Soviética y de
los países de Europa Oriental 6 . mas importante en busca de recursos Por ello la
disminución de los recursos para el resto de Estados como el nuestro, es una realidad,
con la secuela de consecuencias negativas como el entorpecimiento y retraso en la
recuperación económica.
Se desprende de lo que hasta aquí llevamos, señalar que el actual proceso de
globalización esta signado bajo relaciones de acumulación del capital. Por ello en esta
semblanza inicial introductoria, haremos por lo pronto como lo habíamos anotado en las
páginas iniciales, una breve referencia, sobre los efectos que tiene para la fuerza de
trabajo, el otrora factor de importancia similar al capital. La CEPAL sostiene que "la
creciente relevancia del diseño, unida a la automatización de la producción, distribución y
comercialización, erosiona rápidamente las ventajas comparativas de la mano de obra
barata. Hoy son (más importantes) los factores de la competitividad: la calidad del
producto, la rapidez y confiabilidad de la entrega de bienes y servicios, y la capacidad
para diversificarlos según las preferencias de los consumidores de los países
industrializados". De este modo se ha dado una transformación cualitativa.
El desarrollo de las fuerzas productivas gracias a la ciencia y su aplicación como
tecnología, trae consigo que una de las ventajas con que contaban nuestros países , su
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abundante mano de obra que la hacía barata, se reduzca. En la referencia anterior se
observa la cada vez mayor complejidad que entraña el proceso de globalización pues ha
llevado --o quizá es producto de-- a un enorme despliegue de las potencialidades
técnicas en la producción que afecta, directamente al trabajo. Pero además observamos
que también la comercialización participa y no es ajena a la puesta en marcha de nuevos
y modernos mecanismos para agilizarla.
Dentro de este tenor la CEPAL observa también que mientras los países de
América Latina, indiscriminadamente han abierto sus fronteras al intercambio comercial,
los países líderes han preferido proseguir con medidas proteccionistas para proteger
áreas específicas de su producción, o bien acuerdos que abarquen zonas geográficas
para el libre comercio. La política económica de los países desarrollados es así porque
es en ellos donde las transnacionales tienen sus matrices, las cuales si es conveniente
presionan para que sus gobiernos liberen al comercio exterior aquellas ramas donde
pueden aumentar sus ganancias y protejan aquellas que les pueden traer perdidas.
Hemos señalado, a nuestro juicio, los factores mas importantes que están
involucrados en el actual proceso de globalización de la economía a nivel mundial: la
producción, el comercio, el trabajo y las finanzas. También hemos señalado brevemente
el efecto que tienen estos factores sobre las políticas económicas de los Estados
Nacionales, y con ello explícitamente se toca el problema de la soberanía. Pero es quizá
el aspecto de las finanzas un punto neurálgico, que refleja con mayor fuerza los actuales
y complejos procesos económicos. Para algunos autores como Samuel Lichtensztejn, la
economía a nivel mundial está en crisis, por lo que se buscan soluciones y salidas. Una
institución financiera a nivel internacional, el Banco Mundial, se ha sumado a estas
tareas, y ello obedece en palabras del anterior autor a que: "... Las tendencias de un
capital en crisis que se internacionaliza a partir de polos distintos y conflictos determinan
la influencia relativa de Estados Unidos. En la institución estas tendencias exigen al
Banco acompañar el movimiento global del capital y adecuarse a sus modalidades
transnacionales, lo que relativiza y puede llegar a cuestionar la solidaridad o
subordinación del organismo a los intereses específicos de un gobierno. En el fondo, el
control estadounidense, en el Banco existe pero inscrito en --y hasta determinado por-- la
dinámica transnacional del sistema". De entrada vale la pena rescatar el señalamiento de
que el capitalismo a nivel internacional está en crisis, aunque no determina el anterior
investigador los rasgos para caracterizarla, la cual, parece desprenderse, es un reflejo
por un lado de la lucha de las transnacionales entre sí, y por otro, debido también a la
competencia entre los capitales financieros ubicados en zonas distintas de desarrollo.
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El Banco va acompañando a la globalización y como organismo cuya función es la
intermediación financiera, no es imparcial en la política a nivel mundial, pues,
objetivamente obedece al control de parte de Washington, sólo que aún este gobierno no
puede contradecir y contravenir "la dinámica transnacional del sistema". De este modo
aunque un país goce o gozará en el futuro de una posición hegemónica, no la tendría por
cuestiones de carácter ideológico nacionalista, sino porqué es justamente el patrón de
acumulación de capital a nivel internacional el que determina esa posición. En otras
palabras los gobiernos no subordinan a otros países y organismos internacionales a sus
dictados, pues es la acumulación la que define que los gobiernos asuman en la división
internacional un papel u otro: dominante o dominado. No son razones de carácter político
las que obligan en un sentido o en otro, sino de carácter económico.
Por ello reafirmamos nuestro supuesto de que la globalización es determinante a
nivel mundial del desarrollo de las naciones en todos los ordenes de la vida, social,
ideológico, político y por supuesto económico. Es el momento entonces de dar mayores
elementos para comprobar lo anterior.
TRANSFORMACION ECONOMICA. EMPRESAS TRASNACIONALES Y
ECONOMIA
La globalización es un proceso en la actual fase de la acumulación de capital que
afecta todos los ordenes, y que por supuesto se inicia fundamentalmente en el
económico.
La globalización trae de suyo un mayor grado de internacionalización e integración
del capital donde, a juicio de Arturo Huerta, las empresas transnacionales también
buscan ventajas comparativas que les permiten reducir los costos y estar en condiciones
de mantenerse competitivamente en el mercado internacional. Así la globalización tiene
sujetos históricamente determinados que están haciendo la historia: las empresas
transnacionales. Estas son los principales agentes, que realizan los cambios. En ellas
descansa el llevar al capital a un mayor grado de internacionalización e integración. Por
ello las empresas al buscar, no solo ventajas comparativas, sino también competitivas,
para abatir costos, están elevando a un mayor nivel del desarrollo a las fuerzas
productivas. Las razones son claras, mantenerse en posición competitiva en la esfera
internacional.
La competencia entre empresas gigantescas a nivel mundial no termina con la
globalización sino que adquiere un mayor nivel.
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344
Ya no podemos sin embargo hablar como hace lustros del imperialismo, en el cual
había una estrecha relación entre gobiernos y empresas transnacionales, donde los
primeros eran los agentes políticos que defendían, entre los Estados, los intereses de las
gigantescas corporaciones. En la actualidad, sostiene David Ibarra "... la competencia e
incertidumbre generalizada en el ambiente de los negocios ha llevado a las corporaciones
a seguir otra lógica, diversificando geográficamente su inversión, para lo cual comienzan
por los mercados más desarrollados. Así es común que las empresas japonesas inviertan
en Europa y en los Estados Unidos, mientras las de esas zonas emprenden estrategias
similares".
Las empresas en el pasado invertían en sus propios países y se dedicaban a
exportar bienes manufacturados y servicios, en tanto que importaban materias primas:
esto beneficiaba a sus naciones. Actualmente invierten y levantan industrias en otros
países, --no importa que haya rivalidad hasta ideológica, no se diga ya comercial,--
llevados por la máxima norma capitalista: donde hacer mas redituable al capital; donde
elevar la tasa y masa de ganancia. Que en el país de origen se pierdan fuentes de trabajo
y se eleve el desempleo, eso no importa: el gran capital, ya desde hace tiempo en lo que
menos piensa es en los estrechos criterios ideológicos nacionalistas.
Las grandes empresas cada vez son menos dependientes y quizá en el momento
presente ya no lo sean y parece que nunca mas lo serán, --si es que alguna vez pesó en
forma definitiva en sus decisiones de inversión-- de actitudes nacionalistas. Según J.
Cantwell, citado por Arturo Huerta, ahora son "... mas dependientes de las economías de
alcance y menos dependientes de las economías de escala". Cuando la globalización no
había adquirido ni por asomo las condiciones que ahora tiene, en boga de los estudiosos
de la economía había, como problema importante determinar el tamaño de la firma y fijar
en las economías de escala el nivel mas adecuado; en aquel entonces la pertinencia de
tales preocupaciones era necesaria pues en general los inversionistas tenían como
marco de referencia la dimensión de su mercado nacional.
Ahora este aspecto no a dejado de ser considerado pero a pasado a un nivel
secundario pues de lo que se trata es de fijar el alcance posible en el mercado
internacional. Se produce con el propósito de conquistar o mantener espacios en el
mercado internacional.
La importancia de las empresas transnacionales en países como México, cuya
economía se abrió al exterior indiscriminadamente, es tal que en ella descansa
fundamentalmente la estrategia de crecimiento y en menor medida en el sector privado
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nacional. Este último se comporta igual que el de los países desarrollados, pues invierte
guiado por la máxima de obtener las mayores ganancias, los empresarios privados
nacionales al igual que los del primer mundo, invierten cuando las opciones se les
muestran promisorias y lo hacen sobre todo en países de similar desarrollo al nuestro o
en menor a él; España, Centroamérica, aunque eso no descarta el establecer empresas
en naciones altamente desarrollados, pero esta es la opción menos socorrida.
Tratándose de las inversiones hacia el exterior, las empresas trasnacionales en el
proceso actual establecen redes interconectadas cuya característica es oligopólica, por
ello las ganancias de corto plazo no son determinantes de la inversión, sino el valor
agregado compuesto y su mantenimiento en el mercado internacional a largo plazo. Ya
veíamos que las transnacionales se orientan en la inversión por economías de alcance,
buscando ventajas comparativas, sin excluir a las, competitivas, y en esa lucha
establecen filiales interconectadas, en las cuales la formación de oligopolios que
compiten con otros es una consecuencia claramente visible. La tendencia a mirar en el
largo plazo les lleva a establecerse con tal objetivo en las zonas mas idóneas. Para
nosotros, salvo un hecho inusitado que cambie radicalmente la situación lo cual es
probable pero que difícilmente se podría presentar, la globalización de la economía a
nivel mundial parece un hecho irreversible. Solo que los pueblos decidan regular para su
provecho y no el de unos cuantos la marcha de la economía y los oligopolios, se podría
revertir incluso el acelerado deterioro de la naturaleza. La CEPAL, haciendo un
encomiable esfuerzo de síntesis observa que la globalización: "... tiende a una cierta
uniformidad en cuanto a formulación y aplicación de las políticas, ya que cada país se
convierte en un competidor para mercados finitos y recursos escasos. Por ello privilegiar
las señales del mercado, fomentar la competitividad internacional, promover la capacidad
empresarial y atraer la inversión directa se están convirtiendo en elementos comunes de
los esfuerzos que deben realizar las naciones para mejorar su inserción internacional.
La carga ideológica está presente en la cita anterior, pues no parte del supuesto
de que son las empresas transnacionales las que están llevando a las economías por
esos senderos: fomento a la competitividad, privilegio de las señales del mercado,
atracción de recursos para la inserción directa, así como producir para mercados finitos y
promover una mejor inserción internacional. La CEPAL habla de que son los países los
que buscan esos objetivos y no expresamente habla de las empresas transnacionales,
las que, llevadas por esos objetivos, orientan sus esfuerzos para mantenerse o ganar
mayores espacios a nivel mundial. Por ello es comprensible que los ámbitos nacionales
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les han quedado estrechos, ya han rebasado desde hace tiempo el marco ideológico
nacionalista que alguna vez les sirvió de escudo para cobijar sus acciones.
En tal proceso conducido por las empresas transnacionales como siempre se
observa una diferenciación entre los países; ésta es una realidad insoslayable. El
desarrollo de las fuerzas productivas no ha sido, ni lo será a nivel mundial, homogénico,
lo único uniforme, aquí si dándole la razón a la CEPAL, es la intención, lograda o no, de
buscar, de atraer las inversiones y mejorar la inserción internacional. Esto como
consecuencia hace que haya países con economías de competitividad creciente y alta
eficiencia en tanto que en otros la competitividad es decreciente, lo cual en este caso le
impide a sus empresas alcanzar una posición adecuada en el mercado pues su deficiente
eficiencia es la causa que determina esa situación. El proceso no puede, insistimos una
vez más, sino originar marcadas diferencias de desarrollo. Por ello como ya quedó
asentado en líneas anteriores las grandes empresas inviertan en primer lugar en los
países de alto desarrollo; los mercados son mas apetecibles y lo hacen buscando reducir
costos, elevando el nivel de la tecnología aplicada: los costos y su abatimiento son su
preocupación, ya que eso les permitirá, mirando en el largo plazo, mantenerse en el
mercado. Esto se debe a que en general las grandes empresas a nivel mundial nacen,
crecen y se desarrollan en los países que han marchado a la vanguardia.
Las diferencias de desarrollo entre los países no es mas que una consecuencia
históricamente determinada a la que difícilmente se podría escapar. O, lo que es lo
mismo, las empresas transnacionales producen y reproducen las diferencias entre los
países. Que finalmente las economías con diferente grado de desarrollo combinen sus
necesidades y formas de satisfacerlos eso no esta a discusión, solo que matizando lo
anterior, primero combinan sus relaciones con naciones de similar desarrollo y en
segundo lugar con las que están en grado distinto y por abajo. Así, Japón prefiere
incrementar sus relaciones con E.U., primordialmente. Con nuestro país también lo hace
pero el enfásis no es del mismo nivel. Con países como Nicaragua, El Salvador o de
escaso desarrollo de Africa o Asia es otra la importancia que se les da.
LOS MERCADOS INTERNACIONALES Y EL BANCO MUNDIAL
La globalización no es solo, como tendencia, el eliminar las barreras nacionales
para facilitar el intercambio de bienes y servicios, se busca también derribar los
obstáculos para el flujo de los capitales. Los mercados financieros internacionales, sobre
todo en los últimos años, han integrado no solo a los países, sino a los mercados, a las
instituciones y a los instrumentos financieros. Ello ha traído una mayor competencia y
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eficacia en la intermediación. Estos son, sin lugar a dudas, aspectos positivos, sin
embargo la CEPAL considera que eso no excluye el que los flujos de capital en tales
condiciones han incidido negativamente en la inestabilidad de los precios de los activos
financieros amén de traer irregularidades bancarias y efectos no deseados, que dificultan
a los países la efectividad de sus políticas monetarias y cambiarias. Como no existe un
emisor mundial de moneda y papel moneda con carácter forzoso y legal, entre otros de
los hechos indeseados que ha abierto la globalización ya bastante documentado, es la
existencia de activos financieros que sobrepasan con mucho a las transacciones
comerciales internacionales, por lo que ello, en abundancia, repercute en la balanza de
pagos de los países y en la fijación de las tasas de interés y "... por consiguiente en la
competitividad relativa de las economías ".
La creación de burbujas financieras que son entre otros brechas que se abran
entre la producción y el dinero en circulación, han acarreado innumerables problemas
internacionales. De hecho esos excedentes monetarios no respaldan plenamente a la
producción mundial, la sobrepasan. Ante la imposibilidad de, por el momento y quizá por
muy largo tiempo, llegar a establecer un emisor único de moneda y papel moneda, los
países quedan al arbitrio de los grandes agentes privados que movilizan y especulan
para obtener ganancias extraordinarias, sobre todo a costa de países como el nuestro,
donde se ha observado como los capitales golondrinos se asientan por breve tiempo con
la intención de apropiarse del ahorro generado, luego de lo cual emprenden el vuelo. En
una cita anterior, veíamos como los países lejos de desalentar la llegada de capitales
externos, la buscan para que se convierta en inversión directa, solo que en el caso de las
naciones en desarrollo no pueden discriminar e impedir que junto a este tipo de recursos,
llegue también el capital golondrino.
Una posible solución hasta el momento es quizá hacer que el Fondo Monetario
Internacional y el Banco Mundial jueguen un papel mas activo en la solución de los
problemas que acarrea tal movilización de excedentes financieros, pero no para resolver
los problemas de la banca internacional ni de grandes empresas, sino considerando
también a los pueblos, esto es una combinación entre objetivos privados y generales, lo
cual suena a utopía pero no parece haber por el momento otra salida. Hasta ahora como
sabemos el Fondo Monetario Internacional se aboca a resolver problemas en la balanza
de pagos en tanto que el Banco Mundial funge como intermediario para la
comercialización de recursos hacia los sectores productivos relacionados con ellos.
Ambas instituciones tienen los mismos propósitos. La canalización de recursos
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financieros hacia los países que están en condiciones de hacer que éstos se
incrementen.
Si la importancia de tales entidades para el desarrollo del capitalismo a nivel
mundial, es insoslayable, para la solución que proponemos lo es más. Sobre el Banco de
Mundial, Samuel Lichtensztejn, en su bien documentado trabajo sobre tal organismo, ha
escrito que: "...el Banco Mundial propende a un nuevo reordenamiento del sistema
productivo internacionalizado, articulándose a la expansión de la banca privada
internacional; es decir, apoya la hegemonía del capital financiero internacional . Su
función como el mismo investigador señala no se queda en el papel de intermediario
financiero, pues impulsa en los países subdesarrollados la libre circulación de capitales y
de mercancías; pero también orilla a la reestructuración industrial y, con matices, el
regreso a las exportaciones de recursos naturales, así como la elevada dependencia de
las inversiones financieras y por último el que se acentúe el endeudamiento externo. La
coordinación entre el FMI y el Banco Mundial al servicio del capital privado internacional
es inocultable. Presionan y logran que los bancos de desarrollo de los países sobre todo
desarrollados, se sujeten a sus directrices, y es tal su papel que de hecho coordinan a los
agentes financieros para que concertadamente se lleven a cabo las metas trazadas. El
Banco Mundial, prosiguiendo con Lichtensztejn, "... ha acentuado en extremo su papel de
activo intermediario que obtiene fondos entre los bancos privados internacionales, por
una parte, y los gobiernos, principalmente, por la otra ",
El Banco encubre ideológicamente sus acciones con la pretensión de buscar que
al canalizar recursos hacia los países en desarrollo, se socialicen sus beneficios
alcanzando al mayor número posible de comunidades y sus pobladores. En la práctica
tales recursos, se ha demostrado palmariamente, han servido para concentrar y
centralizar el capital en pocas manos. Para Lichtensztejn, finalmente, el impacto del
quehacer del Banco Mundial rebasa, a nivel global, la sola esfera de los préstamos por
programa para insertarse en la modificación de las políticas internas de los países, lo cual
se incrementará a medida que la crisis a nivel internacional sea mas amplia y profunda 25
. De que es certeramente válida tal apreciación no hay ninguna duda. En el caso
particular de México se ha visto como el Banco Mundial y el Fondo Monetario
Internacional han acentuado su papel de organismos a los cuales al gobierno le es
materialmente imposible hacerlos a un lado como agentes protagónicos en la formulación
de la política económica que se decide y ejecuta. Lo cual deja solo como letra muerta a
los artículos y 39 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, el primero
a la letra dice "Corresponde al Estado la rectoría del desarrollo nacional para garantizar
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que éste sea integral, que fortalezca la Soberanía de la Nación y ..." etc, etc. En tanto que
en el 39, se asienta: " La soberanía nacional reside esencial y originalmente en el pueblo.
Todo poder público dimana del pueblo y se instituye para beneficio de este..." etc, etc.,
(los subrayados son nuestros). Formalmente la soberanía es la autonomía al interior del
país para determinar la política económica, que decide y ejecuta el gobierno, éste
aparece como depositario de la voluntad del pueblo; y también es la independencia del
Estado con respecto a otros, esto es, no esta subordinado a ningún otro poder externo o
extranjero.
Pero en la realidad observamos que las políticas gubernamentales --entendidas
estas como la toma de decisiones y ejecución de las mismas no para atender problemas
contingenciales, sino con programas permanentes de mediano y largo plazo-- en materia
económica están dictados al poder ejecutivo por los organismos internacionales, FMI y
Banco Mundial; y al gobierno mexicano le corresponde hacerlas suyas y llevarlas a cabo.
Por cierto, incluso las instituciones citadas se arrogan el derecho de supervisar si se
aplican al pié de la letra las recetas que no recomiendan, sino que imponen. Así que ¿de
qué soberanía estamos hablando?; ¿cuál rectoría del Estado para el desarrollo
económico?; ¿qué poder público se constituye para beneficio del pueblo?.
Este problema, la relación entre lo económico y lo político, lleva directamente de la
mano a revisar el contenido del concepto Estado en el marco de la globalización de la
economía a nivel mundial. Lo cual trataremos en los siguientes párrafos, pero antes es
necesario recapitular sobre los aspectos económicos básicos que entraña la citado
globalización de acuerdo con lo que hasta aquí hemos escrito.
La globalización es una etapa mas elevada y compleja de desarrollo del
capitalismo. Abarca la extensión de las relaciones de producción a casi todos los ámbitos
del planeta. Ni las antes selvas vírgenes escapan ya a ellas. Impacta a la producción y a
la comercialización de los bienes y servicios y parte de dos hechos claramente
diferenciados pero estrechamente articulados: un elevado desarrollo de las fuerzas
productivas que trae consigo la aplicación de los nuevos adelantos científicos aplicados
como tecnologías y por el otro la necesidad de encontrar salida a la vasta producción de
la riqueza que trae consigo, dado que los mercados nacionales no tienen la capacidad
para absorber los enormes excedentes económicos generados. Al frente de este proceso
están las grandes empresas transnacionales que dirimen en la esfera internacional los
avances aplicados no sólo en la industria, sino también en el comercio y los servicios,
siendo el comercio externo un mecanismo que permite convertir en ganancia la plusvalía
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que se obtiene en la esfera de la producción. Así resulta actualmente la válvula de
escape mas socorrida para la realización de las mercancías. El proceso de acumulación
de capital va acompañado, como lo hace desde su nacimiento, de la intermediación
financiera cuyo objetivo es incentivar la producción, regular y facilitar las transacciones
comerciales, solo que ahora, ante la carencia de parámetros mundiales que midan las
necesidades como cuando se dan en el marco de los Estados-Nación, las dificultades
que de por si existen en este aspecto, a nivel internacional se ven substancialmente
incrementadas, por lo que es mucho mayor el capital financiero que a nivel mundial se
mueve en relación con la producción, por eso se crean problemas de enorme importancia
para el desarrollo de la sociedad mundial.
Este desfase perjudica fundamentalmente a los países como los de América
Latina, los cuales se encuentran en clara desventaja derivada del rezago en que se
encuentran sus plantas productivas con respecto a los países líderes. Las relaciones
comerciales con los segundos no son primordiales para los desarrollados, por lo que no
pueden negociar, a partir de la fuerza de la cual obviamente carecen, los intercambios
que sean menos lesivos para sus economías. Las consecuencias no se hacen esperar:
problemas en las balanzas de pagos, y por ende en la comercial, que llevan a los
Estados a subordinar sus soberanías ante organismos claves como el Fondo Monetario
Internacional y el Banco Mundial, los cuales como intermediarios del crédito a nivel
internacional --tan necesario para evitar el estancamiento y problemas mayores--
imponen políticas económicas lesivas para vastos sectores de la población. Los Estados
para contar con recursos en forma permanente se someten, de no hacerlo peligraría el
modo económico en que descansa la producción y distribución de la riqueza.
Así el complejo proceso de globalización que busca eliminar las barreras
económicas para el libre flujo de bienes y servicios y sobre todo de capital, está
descansando en las empresas transnacionales que solo benefician a estas y a los
capitales nacionales que marchan acordes con la nueva dinámica; pero, por otra parte,
esto está provocando serios problemas a los pueblos. El proceso de globalización es por
y para las empresas transnacionales, sus efectos benéficos para el resto de la sociedad
que no participa, o lo hace escazamente de ellos son reducidos.
LOS ASPECTOS POLÍTICOS
El actual desarrollo del capitalismo a nivel mundial está minando aceleradamente
las bases actuales sobre las que descansa el Estado. La soberanía está quedando cada
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vez más sólo como una expresión formal, en los términos actuales en que está escrita, no
solo en México, sino en la mayor parte de los países.
No olvidemos que el Estado, en el pasado, jugó un papel importante en la vida
económica. Para Paul Mattick la creciente intervención del Estado en la economía
presagiaba incluso la desaparición a la larga de la empresa privada. Este autor
consideraba que al intervenir directamente al Estado en el proceso económico lo hacía
para salvar los obstáculos que se presentaban en el proceso de acumulación. Bien
sabemos que las crisis recurrentes del sistema imponían que el aparato público acudiera
en auxilio del capital. Mattick sostenía que los recursos estatales, destinados a incentivar
la economía eran obtenidos de los impuestos o de la deuda pública, con lo cual de hecho
los capitales privados regalaban al Estado las mercancías que este utilizaba para la
creación de escuelas, hospitales, etc. públicos. La intervención estatal no agregaba más
riqueza a la producida por la sociedad. Supongamos que la producción era de 100; el
Estado a través del fisco se quedaba con 10 para el gasto público, los 90 restantes, en
condiciones de no crisis, era la parte de la riqueza que se consumía o invertía. En
periodos de crisis se llegaba al intervensionismo estatal, por lo que los impuestos subían
a 20, de los cuales 10 serían para impedir el estancamiento, solo que para inversión y
consumo del resto de la economía en manos privadas, el porcentaje bajaba a 80, el
resultado: la economía salía del periodo crítico; en ambos casos la cantidad de riqueza
no aumentaba, seguía siendo el 100%. Para Mattick entonces la inversión pública era
improductiva; no entraba al mercado; no lo afectaba directamente.
Parcialmente era cierta tal aseveración, pero dejaba de lado el hecho de que un
porcentaje de la inversión pública si era productiva, pues algunas de las empresas
públicas, se comportaban como cualquier empresa privada: producción bajo relaciones
capitalistas; esto es obtenían mercancías, -con plusvalía generada por sus trabajadores-
y las realizaban en el mercado. Que vendieran por abajo o por arriba de los costos, ese
era otro problema; si lo hacían por debajo de esa era por cierto la forma en que
trasladaban valor a sobre todos los sectores económicos importantes del sistema: el
capital y los trabajadores.
En donde si asiste la razón a Paul Mattick es el señalamiento de que la inversión
destinada por el Estado a la construcción de escuelas, hospitales, etc., no entra al
mercado, pues tales instituciones no se venden y no tienen la categoría de mercancía; en
este aspecto es correcto el planteamiento. De cualquier forma, sea improductiva o
productiva la inversión pública la intervención del Estado a través del gasto público si era
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importante para la marcha de la economía, pues impedía el estancamiento. Tenía, tal
hecho, un efecto nada despreciable, posibilitaba que las mercancías que se iban
acumulando.--incluso incrementando los gastos-- se vendieran. La inversión pública
productiva producía parte de los insumos que el capital necesitaba, así como parte de los
bienes salarios demandados por los obreros; en tanto que la improductiva consumía
básicamente mercancías salidas de la empresa privada. Además el pago de los
trabajadores dedicados a construir instituciones públicas permitía que éstos contaran con
ingresos con los cuales a su vez consumieran bienes y servicios que de otra forma no
tendrían salida. Las recetas de Keynes, como se ve, tenían plena vigencia.
Pero actualmente lejos estamos de lo que planteaba Ralph Miliband que al igual
que Mattick, presagiaban un mayor intervencionismo estatal. Para algunos países hoy
altamente desarrollados, como Alemania y Japón, tuvo el Estado que auxiliar en sus
inicios en forma decidida al capitalismo que se desarrollaba. Sin ese apoyo es muy
probable que no hubiera alcanzado a despegar plenamente. Incluso en países como
Inglaterra, una de las cunas donde desde hace siglos se arrulló el sistema, entre 1940 y
1950, la conversión de empresas privadas en públicas en la industria del carbón,
electricidad, ferrocarriles, etc. hizo posible que se detuviera la vertiginosa caída del
sistema. El capital privado había dejado de invertir para modernizar las plantas en esas
industrias porque la rentabilidad iba reduciéndose. Sin embargo los energéticos y el
transporte se necesitaban. De este modo el Estado apuntalaba a un capitalismo
decadente evitando su colapso.
La inversión pública en los países de América Latina a diferencia de Inglaterra,
tenía por objetivo crear la infraestructura que sirviera de soporte al despegue del
capitalismo, similar al caso de Japón y Alemania, pero por otras razones no alcanzó los
niveles de estos últimos.
Un rasgo, a pesar de las diferencias, es común en la inversión pública en países
con grados distintos de desarrollo, Japón, Alemania, Inglaterra, México, etc.: la inversión
pública productiva e improductiva, sirve para que el sistema capitalista salve los
obstáculos al proceso de acumulación.
A manera de conclusión podemos escribir que el actual proceso contemporáneo
que vive la sociedad mundial ha redefinido la intervención del Estado en la economía. En
la mayoría de los países no importando su grado de desarrollo el sector paraestatal se ha
reducido. Se ha dejado al libre juego de la oferta y la demanda, al mercado, como
regulador de las transformaciones. La apertura comercial hacia el exterior casi sin
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restricciones se hizo en países como el nuestro. Por su puesto que esta política ha sido
acompañada de la correspondiente campaña mediante el cual se legitiman esas
acciones, y así la sociedad ha visto como lo que antes era una virtud, hoy se denota y se
considera un grave error.
NECESIDAD DE EMPRESAS TRANSNACIONALES LATINOAMERICANAS
En las políticas gubernamentales, partidistas y académicas sobre la economía
latinoamericana existe un asombroso vacío: el debate sobre la necesidad de empresas
transnacionales latinoamericanas (ETN) para salir de la miseria. Del Banco
Interamericano de Desarrollo (BID) al Banco Mundial, desde las universidades hasta los
medios de comunicación, el silencio cómplice sobre el imperativo de las ETN es total.
Lo absurdo de esta situación es obvio. Excluir del debate sobre la ingeniería
económica del progreso tal tópico, es como excluir de la discusión sobre la ingeniería
mecánica de un automóvil el tema de su fuente de energía y dinámica, el motor. Diseñar
un medio de desplazamiento sin considerar su propulsión, sería tal desatino que nadie se
atrevería a hacerlo. En el debate de los partidos políticos, de los gobiernos y de los
economistas académicos, sin embargo, sucede exactamente esto. Quieren desplazarse
económicamente, pero con un vehículo sin máquina ni energía.
Dentro de estos genuinos new age economics -donde se mezclan los dogmas de
la economía neoclásica con la lucrativa esotérica mercantil del Dalai Lama (Spirit in
Business) y el neocolonialismo intelectual- que pretenden discutir la mecánica del sistema
solar abstrayendo del sol, la verdad de la economía global desaparece. Y la verdad de la
economía mundial es que nada tiene que ver con el modelo, intuitivamente cibernético,
de Adam Smith, en el cual un infinito número de pequeñas empresas en pleno laissez
faire determinan el comportamiento del sistema.
Hoy día, la economía global está organizada en un sistema de cuatro anillos. El
primer anillo o centro estratégico de este macrosistema, que determina su direccionalidad
y velocidad de evolución, lo forman las quinientas corporaciones transnacionales más
importantes de la elite global, del grupo G-7. El segundo anillo lo constituyen las restantes
treinta y siete mil empresas transnacionales que, en su abrumadora mayoría, también
pertenecen al G-7. El tercer anillo son las millones de pequeñas y medianas empresas y
el último que prácticamente no decide nada y está siendo arrastrado como una cola de
cometa, son las decenas de millones de microempresas en todo el mundo.
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La función de las corporaciones transnacionales en la aldea global es tan evidente
como lo fue en su tiempo la función de los galeones españoles. Eran los vehículos que
permitían acceder al plusproducto mundial. Quién no disponía de esos vehículos, estaba
separado del surplus mundial y, por lo tanto, tenía que vivir en la miseria y la
dependencia.
En la economía contemporánea las ETN acceden al surplus mundial a través de
su poder económico-político-cultural y de las tecnologías de punta, los cuales, a su vez,
se nutren de la ciencia de excelencia; de tal manera que empresas transnacionales,
tecnología de punta y excelencia científica forman una unidad indisoluble que determina
la sustentabilidad y las condiciones de vida de una nación. La nación que no tiene ETNs,
tampoco necesita tecnología ni ciencia avanzada, porque está condenada al
subdesarrollo. El desmantelamiento de las universidades públicas y el tabú de las
transnacionales latinoamericanas encuentran ahí su raíz común: el destino colonial de la
Patria Grande.
Sin embargo, a diferencia de África, América Latina dispone de todos los
elementos necesarios para desarrollar sus propias empresas transnacionales o
Complejos de Investigación-Producción-Comercialización (CIPC), capaces de enfrentar a
las transnacionales del Primer Mundo; actuando dentro de un bloque regional de
capitalismo proteccionista, el Mercosur ampliado, profundizado y democratizado, y
sosteniéndose sobre cuatro polos de crecimiento: 1. las pequeñas y medianas empresas
(PYMES); 2. las corporaciones transnacionales nacionales (CTN); 3. las cooperativas y,
4. las empresas estratégicas del Estado.
Las empresas transnacionales latinoamericanas pueden tener diferentes
regímenes de propiedad, desde el capital privado y cooperativista hasta empresas mixtas
(privadas-estatales) y estatales y, de hecho, existen ya en todas esas formas. Pero,
donde más sistemáticamente se ha avanzado en esa estrategia de desarrollo por vía de
los Complejos de Investigación, Producción y Comercialización global (CIPC), es en
Cuba, en el área de las ciencias bio-médicas. El complejo biotecnológico-farmacéutico-
medico de Cuba es, hoy día, en todos sus aspectos, comparable a una de las grandes
transnacionales de Occidente. Si se uniera en una o dos grandes holdings con la
respectiva industria brasileña y argentina, podría ocupar exitosamente una parte
considerable del surplus mundial en este segmento de mercado que alcanza los
trescientos mil millones de dólares.
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La empresa aeronáutica brasileña Embraer, a su vez, tiene todo el potencial para
compartir en partes iguales con Airbus y Boeing el mercado mundial de la aviación y, más
temprano que tarde, de la industria espacial, aprovechándose al Ecuador como el lugar
geográfico de mayor ventaja comparativa para el lanzamiento de cohetes al espacio.
Varias líneas aéreas latinoamericanas podrían fusionarse y garantizar no sólo un
mercado natural para la industria aeroespacial criolla, sino que competiría en condiciones
iguales con los europeos y estadounidenses.
Las gigantescas exportaciones de materia prima -petróleo, minerales, granos,
madera, etc.- garantizarían, por otra parte, varias grandes industrias navales en el
subcontinente. En el sector energético se ofrece un CIPC latinoamericano, creado a
través de la unión entre PdVSA de Venezuela, Petrobras de Brasil y la reestatizada YPF
de Argentina. La física nuclear argentina y la brasileña mantienen todavía, pese a los
sabotajes de los gobiernos neoliberales, un alto nivel de competencia y podrían ser el
germen de un CIPC capaz de competir con las transnacionales Westinghouse y Siemens
en energía nuclear. Y así, ad infinitum.
Sin embargo, en lugar de operar dentro de esta lógica, concentrando los grandes
recursos nacionales en Complejos de Investigación-Producción-Comercialización, para
recapitalizar a América Latina y darle trabajo y educación, los discípulos de Adam Smith
siguen enajenándolos. Privatizan hacia el exterior el potencial del mañana, para equilibrar
sus cuentas fiscales de hoy y quedar bien con el capital financiero internacional, en la
quimérica esperanza de escapar al inexorable fin de Argentina y Brasil.
Adam Smith, quien vivía de los ingresos transnacionales britanicos, must be
smiling in hell.
Porque en los países de la periferia capitalista como América Latina, las empresas
transnacionales (ET) representan un problema sociopolítico específico? ¿De qué manera
pueden alterar la situación de las poblaciones y amenazar la soberanía de los pueblos?
Fundamentalmente, este problema reside en las ventajas de esas empresas relacionadas
a su nivel de desarrollo y en sus capacidades a extender un poder exorbitante sobre las
poblaciones y las instituciones públicas de los territorios receptores. Sobre este tema no
importa si las empresas son estadounidenses, europeas o japonesas. La visión según la
cual la relación económica entre la Unión Europea (UE) y América Latina (AL) sería más
equilibrada que entre EEUU y AL no puede ser justificada para el comportamiento de las
empresas europeas y las relaciones económicas que ellas contribuyen a organizar.
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Las ET con base en países de la UE representan la mitad de las principales ET
mundiales y, en América Latina, juegan un papel tan grande como las de Estados Unidos.
En el marco de los recientes acuerdos y negociaciones entre la UE y países o grupos de
países de AL (UE-México, UE-Chile y UE-MERCOSUR), los aspectos relacionados a las
inversiones dan cada vez más derechos a las ET. Las cláusulas que liberalizan
completamente la repatriación de las ganancias a las casas matriz así como la
prohibición de todo tipo de preferencia a los inversionistas nacionales privan a los
gobiernos de herramientas de regulación y de política industrial. De la misma manera se
prohíben todo tipo de requerimientos de comportamiento que pueden condicionar la
inversión, por ejemplo de parte de las autoridades locales o municipales para asegurarse
que una inversión no afecte al medio ambiente. Tal vez, el aspecto más dramático
concierne la prohibición de expropiaciones o “medidas equivalentes a las
expropiaciones”. Como se ve ya en el marco del Tratado de Libre Comercio de América
del Norte (TLCAN), este último concepto en razón de su carácter muy extendido
representa un peligro mayor para la soberanía de los pueblos. De facto, las ET pueden
obtener reparaciones financieras por cualquier medida política que tiene consecuencias
negativas sobre sus actividades.
Concretamente, hay una superioridad de los derechos de las ET a obtener sus
ganancias sobre el derecho de las comunidades a proteger el medio ambiente, la salud
pública o las condiciones laborales.
Durante la última década las inversiones directas europeas en AL han crecido de
un 300%. Un factor importante de este crecimiento fue la privatización masiva de
servicios y empresas públicos que representó una oportunidad extraordinaria de negocios
para las ET. Con esta presencia, muchos acontecimientos ilustran el peligro específico
que representan las ET en razón de un comportamiento predador, de la posibilidad de
salida brutal o del no respeto de la soberanía de los pueblos.
Con sus ventajas iniciales sobre las empresas nacionales, las ET pueden
escapar a los mecanismos de competencia y adoptar un comportamiento predador
basado sobre rentas de monopolio. Así, pueden apropiarse de los recursos naturales o
energéticos estratégicos impidiendo a los gobiernos obtener los recursos financieros que
necesitan de estos sectores. Así, en el caso boliviano, las ET que están involucradas en
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la explotación del gas se niegan a aceptar un incremento tributario propuesto por el
presidente Carlos Mesa para paliar la crisis económica que sacude esta nación.
Se observan otras configuraciones donde las ET juegan juntas y hacen alianzas
para aplicar tarifas muy elevadas y repatriar en su casa matriz altos beneficios sin
preocuparse del impacto de su comportamiento. Asi, el Banco Mundial y el Banco de
México han destacado que en este país donde solamente subsiste un banco con capital
nacional las tasas de ganancias en el sector bancario son las más importantes del
mundo. Los bancos extranjeros entre las cuales HSBC del Reino Unido y BBVA-
bancomer o Santander de España, cobran comisiones diez veces más altas que en su
país de origen y, al mismo tiempo, no toman ningun riesgo y no juegan su papel de
financiamiento de la economía.
El ejemplo de Argentina es también muy explícito del comportamiento predador de
las ET. Después de la crisis del 2000-2001, muchas ET involucradas en los anteriores
servicios públicos han preferido cerrar sus filiales sin consideración para sus acreedores
y sus empleados. Esto fue el caso, entre otros, en el sector del agua (Suez-Lyonnaise
des Eaux y Veolia exVivendi de Francia; Aguas de Barcelonas; Anglian water), de la
energía (Electricité de France y Totalfinaelf de Francia; United Utilities y Nacional Grid de
GB; Repsol de España), de las telecomunicaciones (Telecom Italia y France Telecom).
Además que estas empresas estuvieron involucradas en los actos masivos de corrupción
relacionados a las privatizaciones, se han beneficiado de giros de ganancias a sus casas
matriz excepcionalmente elevados durante los noventas. La estrategia correspondiente a
sus inversiones fue así claramente una estrategia predadora: 1/ financiar directamente el
mínimo de la inversión con un endeudamiento muy fuerte sobre el mercado local 2/
repatriar el máximo de ganancias cada año lo que implica invertir el mínimo en las
infraestructuras y el desarrollo de la actividad 3/ salir cuando la situación se ve fea para
escaparse y no contribuir al financiamiento de la salida de crisis.
El problema de la salida es un segundo tipo de problema. De hecho existe una
asimetría considerable entre las ET que juegan a escala global y las comunidades
enraizadas en un territorio. Esta asimetría reside en la facultad de las ET de salir de
manera abrupta del negocio donde se encuentran sin hacer caso de las poblaciones y de
los trabajadores involucrados y a veces sin respetar la legislación vigente. El caso de la
clausura ilegal de la fábrica de neumáticos Euskadi de Jalisco, México, por la empresa
alemana Continental es una buena ilustración de esta lógica. El 16 de diciembre de 2001,
la dirección de Continental cerró la fábrica sin respetar ninguna de las convenciones
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358
internas de la empresa ni la legislación laboral mexicana. Desde más de dos años, la
lucha de los trabajadores de la planta y de su sindicato sigue con una huelga que fue
finalmente reconocida como válida por los tribunales mexicanos y con algunos viajes a
Europa para presionar directamente a la casa matriz.
Finalmente, hay un problema de respeto a la soberanía de los pueblos. Las ET
son muchas veces empresas gigantes que en algunos casos producen ellas mismas más
riquezas que el PIB de algunos países. A menudo en los países de la periferia, están en
capacidad de chantajear a los gobiernos y de beneficiarse de la ayuda política de sus
países de origen para obtener una evolución en su favor de la normatividad legal. Así,
después de la crisis argentina, los gobiernos de la UE han hecho declaraciones públicas
para exigir a las autoridades del país devastado no tomar medidas que podrían ser
nefastas para los ET.
En México, en el inicio del año 2004 se lleva a cabo una controversia sobre la
legalidad de algunas concesiones acordadas a ET en el sector de la energía, lo que esta
prohibido explícitamente la constitución. Después de los señalamientos de la Auditoria
Superior de la Federación mexicana en torno a este problema, los representantes del
capital extranjero han contestado de manera muy negativa, manifestando su ausencia de
respecto por los principios constitucionales del país. Asi, para la directora en México de
Electricité de France – el actor privado más importante en el
campo de la electricidad en México, Cintia Angulo, las cosas son muy simples: “si
estamos en la ilegalidad o la inconstitucionalidad, entonces que hagan legales y
constitucionales nuestros contratos”.
La situación boliviana nos ofrece otro acontecimiento revelador del papel decisivo de las
ET sobre el destino de los pueblos. ¡El proyecto de ley de hidrocarburos que el gobierno
puso en consulta a la sociedad civil el 15 de abril de 2004 se conocía una semana antes
en la sede de la petrolera española Repsol que opera en sociedad los ricos yacimientos
gaseros del sur del país!
Los problemas relacionados a la presencia de las ET en América Latina son muy
preocupantes. Pero lo más importante es entender bien que para las ET y los gobiernos
este proceso es solamente un inicio: todas las medidas que se definen en los acuerdos
entre los países latinoamericanos y la UE otorgan cada vez más libertades a las ET lo
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359
que permite anticipar una agravación de la situación económica de esas naciones si no
se cambian los principios de la integración interregional.
Las Empresas Transnacionales y el Estado en el proceso de Globalización:
¿Existe una lucha de poderes?
En los últimos años, el debate en torno al proceso de globalización y sus
implicaciones políticas, económicas, sociales y tecnológicas a nivel mundial, han
acaparado buena parte de los estudios sobre relaciones internacionales para explicar una
“nueva” realidad. Para muchos (comúnmente llamados globalistas), esa realidad se
caracteriza, entre otras cosas, por la disminución de los poderes del Estado, para regular
diversos sectores (principalmente de la economía) que desde un principio le fueron
asignados. Esta pérdida de capacidades paralelamente ha sido acompañada de un
incremento en las capacidades de influencia, sobre todo económica e incluso política, de
otros actores internacionales que ahora cuentan con una gran presencia en la sociedad
internacional, como lo son las Empresas Transnacionales (ET). Pero, ¿En qué consiste
esa realidad que tratan de explicarnos?, ¿Existe realmente una disminución de los
poderes del Estado a tal grado que algunos aseguran su desaparición total en un futuro?,
¿Serán las ET los nuevos agentes reguladores de la sociedad internacional?
Intentemos dar algunas respuestas a esas interrogantes, mediante la explicación
de lo que es la globalización, y las características de las que se consideran sus
principales agentes: las ET, así como analizar brevemente el papel que llevan a cabo en
el mismo proceso junto al Estado. Para ello, es necesario realizar algunas precisiones
teóricas e históricas, con el afán de no caer en confusiones y evitar una concepción
limitada de determinados conceptos.
Hablemos de la globalización. Como noción o concepto, la globalización es un
término reciente. “En los años setenta, la palabra clave era desregulación: la tendencia a
acabar con las normas y medidas que ordenaban las relaciones económicas dentro y
entre los estados (...) Durante los años ochenta se hablaba de mundialización: creciente
interdependencia de las economías nacionales, grandes intercambios. En los años
noventa se ha sustituido por la Globalización: constitución de un mercado global único”.
Pero como fenómeno histórico, la Globalización es un proceso que se manifiesta a partir
del siglo XVI en Europa Occidental con el descubrimiento del Nuevo Mundo, la formación
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360
de los Estados Modernos, la extensión de los intereses políticos, económicos y
comerciales a nivel internacional y mediante la creación de las primeras compañías
comerciales internacionales (de la Indias Occidentales y Orientales, fundadas con los
capitales de las Coronas inglesa y francesa).
Ahora bien, una definición general de Globalización, dice que “es la integración más
estrecha de los países y los pueblos del mundo, producida por la enorme reducción de
los costes de transporte y comunicación, y el desmantelamiento de las barreras
artificiales a los flujos de bienes, servicios, capitales, conocimientos y (en menor grado)
personas a través de las fronteras”. Esta definición está muy acorde con la explicación
que varios analistas dan sobre la Globalización, con respecto a que constituye una etapa
más del desarrollo y evolución del sistema económico capitalista, el cual, por naturaleza,
requiere operar en mercados cada vez más amplios. Esto significa que la Globalización
es un proceso por el que las economías nacionales se “integran” progresivamente en la
economía internacional. Como resultado, existe una interacción económica mucho más
intensa, caracterizada por la desregulación y el desarrollo de las nuevas tecnologías
informáticas y de comunicación, así como por la intensificación de los flujos de
inversiones y de capitales a escala planetaria, es decir se ha formado lo que se conoce
como mercado global. Para muchos, esto implica privar a la autoridad del Estado de
márgenes de maniobra y funciones, los cuales rápidamente son apropiados por los
intereses transnacionales que son promovidos principalmente por las grandes
corporaciones.
Es por esa razón, que las ET son consideradas los principales agentes de la
globalización, ya que como portadora de la vocación universal del capital, integra
producción tecnológica, mercados, flujos comerciales y financieros, y decisiones políticas,
es decir, son las responsables del despliegue económico de las naciones y concentran
buena parte de la actividad económica internacional; tanto en el comercio, finanzas e
inversión foránea, lo que se traduce en una amplia capacidad de gestión mundial.
Pero, ¿Qué es una ET y cómo se diferencia de otro tipo de empresas? Para empezar,
una empresa es una organización con personalidad jurídica que conjunta diversos
factores de producción, como el trabajo (o mano de obra), la tierra y el capital, sometidos
a un centro único de decisión, para generar un producto o servicio que se espera pueda
venderse con cierta utilidad.
Ahora bien, para algunos especialistas, la ET es aquélla cuyo origen, dirección y
propiedad, corresponde a un país y realiza actividades productivas a escala internacional.
Sin embargo, tomando en consideración la dinámica de la economía internacional en la
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361
actualidad, “integran” la economía mundial, de forma tal que, “ventas, servicios,
relaciones públicas y asuntos legales son locales. Pero partes, máquinas, planificación,
investigación, finanzas, mercadotecnia, fijación de precios y administración, se realizan
teniendo en cuenta al mercado mundial”.Se habla también de empresas multinacionales,
pero cabe señalar que la multinacionalidad de las empresas se adjudica de acuerdo a su
estructura legal (es decir entre cuántos países se reparten el control de la empresa),
mientras que la transnacionalidad está más condicionada a sus actividades comerciales,
productivas y financieras. El crecimiento y desarrollo de las ET, así como su gran
influencia en el comercio internacional, en la inversión privada, así como en la
transmisión de su tecnología, las llevaron a ser objeto de análisis por primera vez en la
Tercera Reunión de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo,
en Santiago de Chile en 1972. En esta reunión se reconoció la creciente participación de
las ET, así como su importancia en los sectores ya mencionados.
Ahora bien uno de los criterios más utilizados para clasificar a las empresas se basa
en la relación que tienen las empresas entre sí. Esa relación ha cambiado a través del
tiempo en cuanto a forma. Es así que se habla de Pools, Trusts, Carteles, Holdings,
Mergers (que implican una fusión de empresas) y en la versión japonesa encontramos a
los Zaibatsu y a los Keiretsu. Pero otro término más popular, que define y señala muy
bien la manera en como se relacionan muchas empresas es el de franquicias, que fueron
creadas para hacer llegar los productos y servicios a lugares en donde no se podían
distribuir, con el objetivo de expandir una empresa con el capital de otras personas. En la
actualidad, la franquicia de un producto o de marca registrada, se caracteriza porque el
franquiciante otorga al franquiciatario, el uso y explotación de un nombre comercial o
marca, y se convierte en proveedor exclusivo del franquiciante. McDonal’s es un buen
ejemplo de cómo funciona una franquicia. Empero, independientemente del tipo de
empresa de la que se hable, lo cierto es que la ET tienen una gran presencia a nivel
mundial. Incluso, la Revista Fortune realiza una clasificación de dichas empresas cada
año, con base a los ingresos que reciben anualmente, el número de empleados, etc.
Véase cuadro 1.
Cuadro 1
Las 10 empresas más importantes del mundo por ingresos en 2002
LUGAR EMPRESA PAíS INDUSTRIA NúMERO DE
EMPLEADOS
INGRESO
(MILLONES
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DE
DOLARES)
1 Wal-Mart Stores EEUU Comercio 1,300,000 246,525.0
2 General Motors EEUU Automotrìz 350,000 186,763.0
3 Exxon Mobil EEUU Petròleo 92,500 182,466.0
4 Royal Dutch/Shell
Group
Holanda/GB Petròleo 116,000 179,431.0
5 BP GB Petròleo 115,250 178,721.0
6 Ford Motor EEUU Automotriz 350,321 163,871.0
7 DaimlerChrysler Alemania Automotrìz 365,571 141,421.1
8 Toyota Motor Japón Automotriz 264,096 131,754.2
9 General Electric EEUU Industrias
Diversas
315,000 131,698.0
10 Mitsubishi Japón Electrònica 47,370 109,386.1
La lista de Fortune, toma como criterio principal el monto de los ingresos de las
empresas (procedentes de la inversión que reciben, las utilidades de sus activos, cuotas
que establecen a otras empresas por diversos servicios y ventas, entre otros), criterio que
ha sido utilizado por diversos analistas para fortalecer el argumento de que su poderío y
capacidad económica y financiera puede en momento determinado influir en otros
aspectos de la sociedad internacional, como por ejemplo tomar decisiones de carácter
político.Pero también, diversos estudios realizan su propio ranking, tomando en cuenta
otros aspectos característicos de las actividades de las empresas, como el valor de las
empresas, tal y como lo señala el ranking de Interbrand, que toma en cuenta los costos
de operación, infraestructura, capital humano, la demanda del servicio o producto que
ofrece, actividad financiera y de marketing, etc. Véase el cuadro 2, que señala el lugar
que ocupa la empresa de acuerdo a su valor en billones de dólares en 2003.
Cuadro 2
Las empresas más valiosas en 2003
Lugar Empresa Valor Billones
de dólares
Lugar Empresa
Valor Billones
de dólares
1 Coca-cola 70.45 11 Toyota 20.78
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2 Microsoft 65.17 12 Hewlett-Packard 19.86
3 IBM 51.77 13 Citibank 18.57
4 General Electric 42.34 14 Ford 17.07
5 Nokia 29.44 15 American Express 16.83
6 Intel 31.11 16 Gillete 15.98
7 Disney 28.04 17 Cisco 15.79
8 McDonal’s 25.70 18 Honda 15.63
9 Marlboro 22.18 19 BMW 15.11
10 Mercedes 21.37 20 Sony 13.15
Los datos anteriores nos pueden dar una idea de la capacidad económica y
financiera que las ET tienen a nivel mundial, pero a su vez, también le ha dado la ventaja
de expandir ideologías, usos y costumbres de su país de origen: “De hecho, las marcas y
los estados suelen fundirse en la mente del consumidor global. Por ejemplo, en muchos
sentidos, Microsoft y McDonald’s se encuentran entre los diplomáticos estadounidenses
más visibles, tal como Nokia es el emisario de Finlandia en el mundo. En esta época de
sobreabundancia informativa, las marcas fuertes tienen mucha importancia cuando se
trata de atraer la inversión extranjera directa, reclutar a los mejores y más brillantes e
influir en el ámbito de lo político”.
Sin embargo, aunque la influencia de las ET a nivel mundial en cuestiones
económicas es indudable, ¿Es acaso esto un indicador suficiente para determinar que el
Estado está perdiendo capacidades regulatorias, al grado de que llegará el momento de
desaparecer? Un primer acercamiento a la respuesta de esta pregunta, es que los
criterios utilizados para sostener el argumento de que las ET se están apoderando del
mundo, en detrimento del Estado, es que tales criterios explican parcialmente la realidad.
Las empresas sean transnacionales o no, requieren cumplir con una serie de
disposiciones legales que los Estados aplican, ya sea para que se conformen dentro de
su territorio, o para que una empresa, ya constituida, llegue a establecerse en territorio
extranjero. Si bien es cierto que la organización, estructura y operación de una empresa
está determinada por sus directivos, en el momento de participar en los mercados y
“convivir” con otras empresas, tiene que sujetarse a las legislaciones existentes como lo
pueden ser las políticas de competencia, que tratan de mantener a los mercados en buen
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funcionamiento. De no sujetarse a la ley, las empresas pueden ser objeto de sanciones
aplicadas por los Estados.
Por otra parte, las empresas pagan impuestos, y uno de los componentes del
Estado, (desde la perspectiva jurídica) es la población, de donde sale la fuerza de trabajo
que requieren las empresas para operar, y qué decir de los recursos naturales de los
Estados, que las ET necesitan también para sacar adelante su producción.
Además, cuando se dice que empresas como McDonal´s fungen como
diplomáticos de Estados Unidos, más que estar señalando una supremacía de la
empresa, se habla entonces de un “servicio” que la empresa le está realizando al Estado.
Esto es cuestión de enfoques.
Considero que en realidad no es que exista una lucha de poderes entre ET y Estados
como tal. La supremacía de uno sobre otro debe de analizarse tomando en cuenta quién
tiene la capacidad de regular, las ET pueden recibir anualmente ingresos que superen al
PIB de varios países subdesarrollados como lo muestra la lista de Fortune, pero también
son creadores de tecnologías y generadoras de empleo, y las portadoras del capital para
invertir, pero ¿Acaso esto no les conviene a los Estados? Dudo mucho que exista un
Estado en el mundo que se preocupe considerablemente porque sus empresas (ya sean
nacionales o extranjeras), crean tecnología dentro de su territorio, ofrecen empleo,
realizan inversiones y por tanto pueden beneficiar a los consumidores mediante la
adquisición de más y mejores bienes y servicios.
Se dice que las ET son agentes del proceso de globalización, por las causas
explicadas anteriormente, pero yo diría que también pueden considerarse como agentes
del Estado, ya que aplicando adecuadamente las políticas necesarias, basadas en
legislaciones de carácter económico, político, social e incluso ambiental, las empresas
fomentan la competitividad y el comercio, los cuales constituyen uno de los indicadores
más importantes del desarrollo y fortaleza de un Estado. Además, las desregulaciones,
liberalizaciones y todo lo que conlleva el proceso de globalización, para que surgiera una
economía más integrada mundialmente, no hubiera sido posible sin que los Estados así
lo decidieran, por lo que si las ET han encontrado un ambiente propicio para su
expansión y su proliferación, es gracias a los Estados.
La relación entre Estado y ET no debe plantearse en el contexto de la
desaparición del primero ¿Quién ayudaría a las empresas a ingresar o mantenerse en un
mercado si no existen las condiciones para ello? Hasta el momento, las ET con todo y su
poderío y capacidad económica, no cuentan con la capacidad de regulación de un
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Estado, que en todo caso, si se presentara la oportunidad de que ET intervengan en otros
aspectos como el político o social, es porque las instituciones del Estado, así lo han
permitido.
Considero que aquéllos que señalan que el Estado está mostrando incapacidades
para fijar las reglas del juego y dar una respuesta acertada en diversos aspectos, les falta
tomar en cuenta que esto se debe, no al poderío económico de las ET, o la creciente
influencia de otros actores como las ONG’s, sino más bien a otros factores como la
corrupción, burocracia excesiva, políticas no adecuadas a su realidad interna y externa,
etc, por lo que el Estado necesita fortalecer sus instituciones regulatorias con la finalidad
de dar una mejor y mayor respuesta ante los cambios que implica el proceso de
globalización.
ET y Estado se necesitan mutuamente, tal vez el debate tenga que centrarse en
una especie de interdependencia de ambos actores, a final de cuentas los dos tienen
intereses que proteger.
Tema 4
Política, Desarrollo y
Subdesarrollo.
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UNIDAD 4 POLITICA, DESARROLLO Y SUBDESARROLLO
4.1 EL PODER POLÍTICO DE LOS PAISES POSTINDUSTRIALES.
Vimos ya que el Estado, que no es más que la sociedad formada bajo las
garantías de las leyes y con objeto de utilidad común, como dijera Cicerón, tiene
cuatro elementos estructurales: pueblo, territorio, soberanía y poder político. Hemos
estudiado los tres primeros: faltamos analizar el cuarto.
No puede administrarse la existencia de una sociedad humana, así sea sencilla
y rudimentaria, que no tenga órganos directos encargados de unificar los esfuerzos
aislados y dispersos de sus componentes y de encaminarlos hacia la consecución de
los fines propuestos. Un grupo humano cualquiera, encerrado en su seno tantas
voluntades particulares como miembros, no está en aptitud de gobernarse a si mismo
sin adoptar un sistema de dirección que condense el querer general y lo convierta en
actos concretos de administración. Por tanto, es preciso convertir en que la función de
gobierno satisface una necesidad social.
Por su parte, Jellinek afirma que toda unidad de fines en los miembros necesita
la dirección de una voluntad. Esa voluntad, que ha de cuidar de los fines comunes de ala
asociación, que ha ordenar y dirigir la ejecución de sus ordenaciones, es precisamente el
poder de la nación. Por esto, toda asociación, por escasa fuerza que posea, tiene un
poder particular, que aparece como una unidad distinta de la de sus miembros.
Si, como expresan los tratistas de ciencia política, el poder o facultad de mando es
indispensable a toda agrupación de hombres que persigue un fin común, con mayor
razón lo es el estado, que es la asociación más compleja de todas. Por eso los teóricos
políticos con la exclusión de los anarquistas, por por5 cierto- estas de acuerdo en que el
Estado necesita una voluntad dominante e investida de autoridad para dirigir la actividad
social y coordinar los esfuerzos individuales. Esa voluntad dominante e investida de
autoridad, capaz de hacer obedecer compulsivamente, se llama poder político o poder
publico
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EL PODER COMO EXPRESIÓN DE FUERZAS Y JURICIDAD; OPINIÓN DE
SANTAMARÍA DE PAREDES Y DE FISCHBACH
Sea por los diferentes punto de vista de los tratistas, sea por las tendencias
doctrinales imperantes en cada momento y lugar, sea por su realidad imprecisa e
inasible, la verdad es que no ha sido posible formular un concepto univoco y de validez
general sobre el poder político. Unas veces se lo ha entendido como poder de
dominación, dando preponderancia al elemento fuerza. Otras, concediendo mayor
importancia al elemento derecho, se le ha considerando como poder jurídico y se ha
dicho, con Sehmmitt, que “el ideal de un Estado de Derecho estriba en todas las
posibilidades de actuación estatal, sin residuo alguno se sometan a sistemas normativos
preestablecidos “. Lo evidente es que el poder político participa de uno y otro carácter,
pues si bien no puede hacer efectivas sus dediciones sin el uso o la amenaza de la
fuerza, es la sustancia jurídica la que le da el verdadero sentido institucional, es virtud del
cual unos hombres tienen el derecho de mandar y otros el deber de obedecer.
Según Santamaría de Paredes, el poder tiene dos elementos: autoridad y fuerza.
La autoridad equivale a la fuerza en el orden moral; es la presión que ejerce sobre
nuestro espíritu la verdad, imponiéndose al error, el talento a la ignorancia, la virtud al
victo, la justicia a la injusticia; esta presión no domina a la voluntad con el fatalismo de la
materia, sino por lo contrario, busca el convencimiento y procura la espontaneidad en la
adhesión. La autoridad es algo que reconocemos como superior, y a que prestamos
voluntario y respetuoso acatamiento. Este algo superior es el orden jurídico, la santidad
de la idea de justicia y la necesidad de una regla de Derecho que sea su expresión en la
vida social.
Luego añade este tratadista que: el principio de autoridad no basta por si solo
para que el estado tenga un poder digno de tal nombre. La autoridad en el Estado ha de
ir acompañada de la fuerza y en esto precisamente se diferencia de la autoridad en el
orden religioso, científico, artístico o moral. Mientras que la religión, dice Bluntschli, habla
a la fe, la ciencia a la inteligencia y el arte al sentimiento, la autoridad del Estado va más
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lejos, pues fuerza a la obediencia; ella consiente que se discuta teóricamente, pero no
tolera en la práctica resistencia ni rebeliones de cualquier género que sea.
De otro lado, al definir el significado moderno del concepto poder del Estado, dice
Fischbach que este “guarda menos relación con la palabra fuerza en el sentido de
violencia que con los términos ordenar y administrar “; y agrega que “lo esencial para el
Estado no es la fuerza, sino la ordenación, es decir la organización de la colectividad. La
coerción política es solo el último medio para el mantenimiento de este orden, o sea, que
no es objeto principal, sino medio para un fin.
En conclusión, el poder político esta formado por dos elementos: juricidad y
fuerza. Merced a ellos el poder obtiene una serie de grados de obediencia de parte de los
individuos, que va desde el consentimiento espontáneo hasta la forzada observancia de
sus disposiciones, impuestas en forma compulsiva. En otros términos, si las ordenes y
mantenimientos expedidos por el poder publico, dentro de os limites jurídicos que
circunscriben su competencia, resultan ineficaces para obligar moralmente la voluntad de
los gobernados, puede recurrir al uso de la fuerza para imponer mediante por este medio
su cumplimiento. Siempre estará la coacción física respaldando las órdenes del poder
político y garantizando s u cabal acatamiento. Juridicidad y fuerza forman, de este modo,
la sustancia del poder del Estado.
PODER POLÍTICO Y SOBERANÍA
Bien claro esta que el pueblo, no obstante ser soberano y, como tal, estar
investido de la facultad de decidir en ultima y definitiva instancia sobre sus propios
destinos, no puede en la practica efectuar actos concretos de gobierno y administración
ya que es un ente multitudinarios y heterogéneo, y por lo mismo inhábil para acción
política técnica en que consiste el gobierno de la colectividad. A lo sumo puede adoptar
decisiones de carácter general, por vía plebiscitaria, electoral o de referéndum, pero en
ningún caso es dado realizar por si mismo actos particularizados de gobiernos o de
administración de la cosa publica. Esta labor especializada y técnica, que para su
ejecución demanda particulares conocimientos, excede las capacidades de la multitud.
Por eso el pueblo, como sujeto de la soberanía estatal, se ha visto en caso de encargar la
gestión de sus negocios a un grupo reducido de `personas, dotándolas párale efecto de
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un poder especial e invistiéndolas de la autoridad publica bastante para que sus
decisiones posen valor obligatorio y sean cumplidas eventualmente por medios coactivos.
Tal autoridad lleva el nombre de poder político y al conjunto de órganos que la ejercen se
llama gobierno.
Pero el poder que el grupo confiere a sus gobernantes no implica enajenación de
la soberanía. Esta es inhabitable y permanece invariablemente localizada en el pueblo.
Bienm dice Rousseau que “no siendo la soberanía mas que el ejercicio de la voluntad
general, nunca se puede enajenar, y que el soberano que es un ente colectivo, solo
puede estar representado por si mismo; el poder bien puede trasmitirse, pero la voluntad
no “. En otros términos el pueblo otorga a sus gobernantes una mera autorización
temporal y limitada, para que ellos puedan gestionar los negocios públicos, pero no loes
entregan la soberanía, que es el atributo originario e inalienable de la colectividad.
De aquí la diferencia básica que algunos autores no reconocen- entre soberanía y
poder político. La primera es la faculta inmanente del pueblo para organizar el Estado,
crear su orden jurídico y hacerlo vivir con eficacia, instituir4 el poder publico y designar a
las personas que deben ejércelo. El segundo, en cambio, consiste en la simple autoridad
o facultad de mando otorga periódicamente por el pueblo aun grupo de personas para
que, en nombre suyo, ejecute actos concretos y particulizados de gobiernos y
administración de la cosa publica. De esto se sigue que, mientras que la sober54ania es
un poder originario e ilimitado, el poder publico el derivado y limitado.
No sabemos si hemos sido lo suficientemente claros para explicar esta cuestión.
En todo caso, no interesa destacar el hecho que la soberanía es atributo irreducible de la
pueblo y que, por siguiente, los gobernantes no ejercen facultades soberanas, sino solo
facultades demando temporarias y limitadas. Afirmar que los gobernantes ostentan la
soberanía estatal seria retrotraer las cosas a la etapa histórica absolutista y establecer a
favor de ellos un poder ilimitado, arbitrario, despótico. Por eso conviene a los intereses de
la libertad civil y política el atribuir exclusivamente al pueblo los poderes soberanos, de tal
manera que los gobernantes, considerados solo como representantes de aquel,
dispongan de facultades de mando limitadas y controladas por la sociedad.
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370
Naturalmente que esta versión no vale para explicar las relaciones de poder
dentro de3un régimen autocrático, en el que no rige el principio de la soberanía popular
sino el de la soberanía de gobernante. Ello vale únicamente para explicar la integración y
el ejercicio del poder político e la forma democrática de Estado, que se caracteriza por
tener una estructura de poder construida de bajo hacia arriba.
EL PODER DEL ESTADO Y EL PODER DE OTRAS SOCIEDADES
El poder político, que pertenece exclusivamente al Estado, t los poderes de
sociedades menores que existen dentro del Estado, tienen una característica común:
haber surgido a la respuesta a la necesidad de unificar, ordenar y dirigir la acción de los
miembros del grupo con fines de utilidad general.
Tanto en el Estado como en las sociedades imperfectas o parciales, “el poder es
principio de la unidad social, por que cada individuo busca su propio bien: y por
consiguiente, sin la acción de la autoridad habría el la sociedad tantos bienes como
individuos la componen, tantos impulsos y direcciones como tienen estos. Para reducir a
los individuos y sus bienes particulares al bien común se necesita una autoridad, la cual
puede definirse como la parte de la sociedad que conduce a todos sus elementos al bien
común “.
Pero es indudable que l poder del Estado, a diferencia que existe en las
agrupaciones subalternas, esta dotado de una fuerza dominante, irresistible, que tiene el
monopolio de la coacción física legítima. Ejercer ese poder es mandar de una manera
absoluta y estar en situación de coaccionar la ejecución de las órdenes dadas. En
cambio, el poder de las sociedades especiales es restringido, esta limitado al campo de
sus actividades específicas y su eficacia esta condicionada a la permisión del poder
estatal.
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371
Jellinek, destacando entre la diferencia del poder político que pertenece
exclusivamente al Estado- y el poder de las agrupaciones parciales, califica de dominante
al primero y de disciplinario al segundo. Dice que “la denominación es la cualidad que
diferencia al poder del Estado de todos los demás poderes. Allí donde hallamos el poder
de la dominación, bien sea en una sociedad inserta en la vida del Estado, o en un
individuo, es porque procede del poder del Estado. Incluso cuando esta dominación ha
llegado ser derecho propio de una asociación, no tiene un carácter ordinario, sino que es
siempre poder derivado”.
De acuerdo con esto, el poder del estado esta por encima de todas las unidades
de mando que existen en su interior. Como acertadamente anota Heller, “el poder del
Estado, considerando desde un punto de vista existencial y en relaciones con otros
poderes que se encuentra en su territorio, es un poder superior por qué se encuentra esta
sobre de ellos, del mismo modo que una organización económica puede ser superior a
otra. Pero es el poder supremo como sujeto de la soberanía, porque esta supraordinado
a todos los restantes poderes dentro de su territorio y dicta las normas jurídicas
supremas”. Según esto, “el poder del Estado tiene que ser, desde el punto de vista del
derecho, el poder político supremo, y desde el punto de vista del poder, el poder político
normalmente mas fuerte, dentro de su territorio, pues de lo contrario no será soberano ni
poder del Estado”.
Además de las distinciones anotadas, existe otra de valor específico: el poder del
Estado tiene el carácter de denominación territorial, a diferencia de la denominación
personal que ejercen los poderes del otro s grupos. El poder estatal se diferencia de
cualquier otro, no únicamente por la clase de coacción que aplica sino también por la
especifica relación de la dominación del territorio. Las dediciones adoptadas por los
órganos estatales poseen obligatoriedad no solo para los que sean jurídicamente
miembros de la organización estatal, sino en general para todos los habitantes de su
territorio. En virtud de esta propiedad, el Estado se considera como un grupo territorial de
denominación, a diferencia de los grupos de carácter personal.
De suerte que el poder del Estado es sustancialmente distinto del poder de las
agrupaciones menores que funcionan dentro de el, así por que ejercen el monopolio de la
coacción física legitima para dar eficacia a sus dediciones, como porque de obediencia
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con respecto a todos sus habitantes, sin consideración alguna a las condiciones
personales de ellos.
ÓRGANOS DEL ESTADO
Denominarse órganos del Estado u órganos estatales a las entidades que, dentro
de los límites de competencia, realizan actividad oficial por cuenta del estado. A través
de tales órganos se forma y expresa la voluntad estatal y se cumple la función del poder
polito dentro de la sociedad. Partiendo de la idea de que las personas morales no pueden
actuar sino a través de personas físicas, que se constituyen en sus órganos, se lleva a la
conclusión de que sin estas no podría operar el Estado, ya que el también, como dice
fraga, una persona moral que “requiere la existencia de personas físicas que manifiestan
su voluntad, y esas personas físicas se relacionan directamente con órganos
administrativos, constituyéndose titulares de los y asumiendo el ejercicio de las facultades
que se encuentran dentro de la esfera de competencia de cada uno de los órganos”.
Al respecto dice Santamaría de Paredes que como Estado es una “entidad
abstracta que nuestra razón concibe pero que no se manifiesta con realidad física,
necesita concentrarse y determinarse por medio de personas individuales que le sirvan
como órganos para la realización de sus fines. Estos individuos, consagrados de un
modo especial al servicio de las funciones publicas, representan al Estado en cuanto lo
personifican físicamente con su propia personalidad, constituyendo lo que usualmente se
denomina Estado oficial”. Aunque tales individuos, consagrados de modo especial al
servicio del Estado, no son propiamente los órganos estatales, como luego veremos, sino
solo sus titulares, es muy cierto que el Estado y el poder político no pueden expresarse
mas que por medio de personas.
Cada órgano estatal esta ocupado por una o varias personas, llamadas titulares
de los órganos, quienes ligan con sus actos al Estado en la medida en que despliegan
actividad oficial dentro de los límites de su competencia. Esto significa que dentro de la
medida que obra en nombre del Estado, son titulares de sus órganos y por lo tanto los
actos suyos se imputan al Estado.
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373
En otros términos, la voluntad de los titulares de los órganos vale como voluntad
estatal y sus actos vinculan directamente al Estado, siempre que se realicen dentro de la
esfera de su competencia, pues de lo contrario, ni la voluntad de los titulares vale como
voluntad estatal, ni lo actos por los ejecutados ligan al Estado, ni ente responde por sus
consecuencias.
Algunos autores no establecen la distinción entre el órgano y titulares del órgano,
es decir, entre la calidad de órgano estatal y el individuo que la ostenta. Llaman en
general órganos estatales a las personas físicas que operan en nombre del Estado.
Kelsen, por ejemplo, dice que son órganos del Estado ciertos individuos que realizasen
mayor o en menor grado e intensidad funciones estatales; y Borja, siguiendo a Kelsen,
afirma también que los hombres por medio de los cuales se realiza la actividad del
Estado son órganos del Estado.
Sin embargo, parecemos convenientes hacer tal distinción. Al efecto afirmamos
que órgano estatal es la entidad gubernativa permanece a través d la cual el Estado
realiza un aspecto o un parte de su actividad general, mientras que titular del órgano es la
persona física que desempeña actual y temporalmente las funciones publicas que el
órgano implica. La diferencia sutil, por cierto- reside en que el órgano es una institución,
vale decir una dependencia o cargo publico, establecida por una norma de derecho, cuya
permanencia no se altera por el sucesivo y periódico cambio de las personas que la
despeñan, en tanto que el titular es el individuo que actual y temporalmente ejerce la
función orgánica respectiva. Así, la presidencia de la republica es un órgano estatal,
mientras que la persona que la desempeñe es un titular.
Como acierto dice Fraga que “un examen cuidadoso demuestra que no es posible
ni debido confundir el órgano con su titular, porque siendo este ultimo una perdón física
tiene, junto con la necesidad de satisfacer sus interéseles particulares, una actividad que
se realiza en intereses del Estado, y solamente desde este punto de vista séle puede
considerar con la categoría de titular, como desempeñando las funciones que al órgano le
corresponde “. En consecuencia añade, Fraga, “es necesario distinguir entre el órgano y
su titular, pues mientras el primero reprenda una unidad abstracta, una esfera de
competencia, el titular reprenda una persona concreta que no puede ir variando sin que
se afecte la continuidad del órgano y que tiene, además de la voluntad que dentro del a
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esfera de competencia del órgano representa la del Estado, una voluntad dirigida a las
satisfacciones de sus intereses personales”.
Toda ubicación desde la cual se desempeña una función de gobierno o de
administración de la cosa publica es un órgano del Estado, y como tal, una unidad
abstracta de carácter permanente a pesar de los cambios que en los individuos que son
titulares de el, mientras que la persona que desde esa ubicación efectúa la tarea oficial
pertinente es el titular del órgano. De modo que no acaben las confusiones entre órgano
estatal, entidad abstracta y titular del órgano.
Las personas que actúan como titulares de los órganos estatales se llaman
genéricamente funcionarios públicos. Según el concepto jurídico material de Kelsen, solo
estos deben ser considerados como titulares de los órganos del Estado, puestos que
realizan en mayor grado e intensidad funciones estatales y lo hacen de manera
consiente y reflexiva. Sin embargo, otros autores confirman que los empleados públicos,
aunque carecen de poder de decisión y son simples ejecutores de las ordenes
superiores, tienen también la cuidad de titulares de los órganos, si bien están colocados
en un nivel jerárquicos inferior.
En todo caso, únicamente los funcionaros públicos ejercen la representación del
Estado en la esfera de su competencia y ejecutan actos de significación jurídica, por lo
que muchos tratadistas tienen a considerar solo a estos como titulares de los órganos
estatales, en estricto sentido.
FINES DEL PODER POLÍTICO.
Toda sociedad humana, no importa su magnitud y complejidad, requiere de un
conjunto de órganos que, investidos de autoridad (no de soberanía), desempeñen la
función de gobierno y ejerzan la facultad de mando que la colectividad que les confiere.
Veamos ahora cuales son lo fines específicos del poder.
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De modo general, se puede decir que el poder político busca coordinar las
actividades aisladas y dispersas de los particulares, dotar la sociedad de unidad de
acción para alcanzar sus propios objetivos vitales y hacer posible la cooperación
planificada de sus individuos e instalaciones para el aumento de la potencia operante del
todo.
Este aumento de la potencia operante del todo Estado, logramos a base de la
organización de sus partes, no es simplemente la resultante mecánica de la acumulación
de fuerzas individuales. Excede con muchos esa suma de fuerzas, para convertirse en
unidad colectiva de acción, conscientemente ordenada, poseedora de una potencia
multiplicada y orientada hacia la consecución de finalidades claramente determinada.
El poder público, como unidad de decisión y acción políticas, es, pues, el
instrumento capaz de poner disciplina en la sociedad: le incumbe la función de ordenar
rectamente la vida social, es decir, atribuir a todos sus miembros lo que, con referencia a
un todo, les corresponde en facultades y obligaciones. El poder publico, como
instrumento de ordenaciones social y de acoplamiento de las relaciones individuales, se
vale del derecho para cumplir sus fines.
En consecuencia, y dado que modernamente no hay otra forma de organizar los
estados sino mediante normas jurídicas en las que se prevé y regula todo lo referente a la
entidad estatal, los fines del poder político (siempre subordinados a los Estado, ya que el
cumplimiento de las finalidades estatales tiene por condición que el poder publico cumpla
las suyas) esta estrechamente unidos al establecimiento y ejecución del Derecho dentro
de la sociedad. De aquí que el poder político sea, cada vez con mayor definición, un
poder jurídico, es decir, un poder que opera con sujeción a leyes y que por consiguiente
posee una autoridad que obliga moral y físicamente la voluntad de los individuos.
ORIGEN Y JUSTIFICACIÓN DEL PODER POLÍTICO
La circunstancia de considerar el Estado también como un problema de
conciencia nos conduce a estudiar con sumo interés las cuestiones del origen y
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justificación del poder publico, que en resumen, consiste en averiguar su procedencia y
en indagar las razones que permitan calificarlo como justo, útil y necesario para la
sociedad.
Puesto que el poder político es una fuerza de dominación sobre la sociedad, que
se impone por medios que van desde el consentimiento expone de los individuos hasta la
coacción física irresistible, la indagación de su origen y justificación se representa para
los hombres con carácter de necesidad psicológica, que responde a la cuestión de por
que hay que ofrecer al Estado sacrificios personales y patrimoniales y por que hay que
soportar su imposición autoritaria. Los hombres constituidos en sociedad política hacen
consciencia del problema de conducción. Siendo todos iguales, ningunos tiene un
derecho originario de mandar sobre los demás. Entonces, ¿De donde surge el poder?
¿Cómo se justifica, moralmente, el derecho de unos hombres a mandar y el deber de
otros de obedecer?
Varias teorías se han propuesto para explicar este problema.
a) Escuela teocratita: San Agustion, Santo Tomas, Bossuet, León Xll, Stahl.
Teoría del derecho divino sobrenatural y teoría del derecho divino providencial. Inspirada
inicialmente en las palabras de San Pablo: “no hay potestad que no provenga de Dios”
(non est potestas nisi a Deo), Lugo integrada y robustecía por las opiniones sobre el
Estado los fenómenos políticos enunciados especialmente en la Edad media por los
etólogos y doctores de la iglesia Católica, surge la llamada escuela socrática, que
sostiene la procedencia divinas del poder político.
San Agustín (354-430) es el mas importante de los Padres de la Iglesia y uno de
los mas calificados expositores de esta doctrina, desde el punto de vista católico. Afirma
que Dios, “así como es creador de todas las naturalezas, así es dador y dispensador de
todas las potestades”, con lo cual establece el principio absoluto e inmutable de que la
divinidad constituyente la única fuente de todo poder humano y de que,
consecuentemente, su ejercicio tiene como finalidad primordial propender a la “mayor
gloria de dios en la tierra”.
Por su parte, Santo Tomas 1225-1274), combinando es su doctrina interese
terrenales y preterrenales, afirma que “el Estado, por ser una necesidad natural, es al
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mismo tiempo querido por Dios, y la obediencia a sus mandos (dictados por el poder
publico) constituye un deber, advirtiéndose que el fin del Estado es la educación del
hombre para una vida virtuosa y, en ultimo termino, una operación para unirse a Dios”.
Bossuet, a fines del siglo XVll, fue uno de los mas importantes defensores de la
doctrina teocratita. Proclamo el carácter sagrado y absoluto de la monarquía y afirmo que
los príncipes obran como miembros de Dios en la Tierra- diputados por la Providencia
para la elección de sus designios, los lama- y que, por tanto, atender contra ellos es un
sacrilegio que no puede cometerse por ningún súbdito, ni aun en el caso de un príncipe
injusto y opresor, puesto que, “la impiedad declara, y hasta la persecución, no exime a los
súbditos de este deber de obediencia”. Como consecuencia de estos, añade Bossuet,
“los súbditos no deben poder a la violencia de los príncipes mas que exhortaciones
respetuosas, sin sedición y sin murmullos, y oraciones a su conversación”.
A fines del siglo pasado, en su Encíclica sobre el origen del poder, el papa León
Xlll resumió la doctrina teocratita de la Iglesia católica y pretendió dar un contragolpe a
las conquistas liberales del siglo anterior.
En la doctrina teocratita, pues, convergen la idea del origen divino del poder, que
deriva la autoridad publica de la “gracia de Dios” o de cualquier otra representación
metafísica, y la idea de que el Estado es un medio para el cumplimiento de finalidades
religiosas. Así lo estima Stahl, cuando afirma que “la misión del Estado se funda en el
servicio de Dios” y que, “el fin del Estado no es simplemente el cumplimiento de las
prescripciones morales: debe dirigirse al servicio de Dios, obedecerle y erigir un imperio a
la gloria divina”.
No obstante partir del mismo principio /el origen divino del poder), la escuela
teocratita tiene dos variantes: una que afirma que la divinidad deposita el poder o facultad
de mando directamente en determinadas personas, quienes, pero este hecho, se
constituyen en representantes de Dios en la Tierra; y otra que sostiene que Dios entrega
el poder a la cololectividad, a fin que esta, a su vez, lo deposite en la persona escogida
para desempeñar la función de gobierno, ya que, en opinión de San Juan Crisóstomo, el
Apóstol San Pablo no dilo: “todo príncipe viene de Dios”, sino “toda potestad viene de
Dios”.
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La primera corriente recibe el nombre de teoría del derecho divino sobrenatural; y
la segunda, teoría del derecho divino providencial. Una y otra coinciden, empero, en
atribuir a Dios hacedor de la sociedad civil- el origen de la autoridad publica.
Según la teoría del derecho divino sobrenatural, que históricamente surgió
primero, la sociedad política y lo Estados son creados por un ser sobrenatural – que Dios-
, quien al mismo tiempo escoge directamente a las personas que deben gobernar. Esta
teoría sostiene, por lo tanto, que la fuente del poder esta en dios y no en el pueblo, que la
autoridad de que se hayan investido los reyes les ha sido delegada por la provinencia y
que solo a ella debe dar cuenta de sus actos. Como consecuencia de esto, “la resistencia
al rey es un pecado y crea la condenación eterna”, por lo que los súbditos deben seguir
“el ejemplo de los cristianos primitivos y sufrir con paciencia las penas que corresponden
a la infracción de la ley”.
En la memoria de Luís XIV y en ciertos escritos atribuidos a Luís XV, encuentra
esta teoría su consagración como rectora de inicuos depositamos. García hace notar
que la famosa frase atribuida a Luís XIV: “El Estado soy Yo”, probablemente no tiene
otra explicación que la convicción absoluta que este monarca tenia del origen divino de
su poder.
Posteriormente, la teoría del derecho divino providencial sostuvo que el
gobernante no es designado directamente por Dios, pese a que éste es la única fuente
de poder, sino que surge providencialmente del desarrollo de las acontecimientos
históricos guiados por la Voluntad Divina. Lo cual significa que, mediante la dirección
de los acontecimientos y las voluntades humanas, la Providencia eleva al tramo, en
cada época y cada lugar, al hombre necesario para conducir los destinos de la
colectividad. Y esta acción providencial, no manifiesta en forma directa, sino a través de
los sucesos históricos de cada pueblo, no puede ser desviada de su curso, puesto que
está conducida por la fuerza irresistible de la providencial.
Explica García que esta doctrina sostiene que, no obstante proceder de Dios el
poder político, el sujeto de dicho poder no es elegido personalmente por él, sino que
resulta providencialmente mediante el mismo desarrollo de los sucesos humanos. El
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gobernante o titular del poder surge de los medios y de las voluntades humanas
mismas, las cuales son dirigidas por los mismos designios providenciales. En tal sentido,
el gobernante nace de la voluntad mediata e invisible de la divinidad.
Ahora bien, viniendo de de Dios el poder del Estado, se concluye lógicamente,
primero, que su ejercicio no se justifica sino en la medida en que provee eficazmente a
los designados religiosos; y, segundo, que la responsabilidad por los actos de gobierno
corresponden juzgarla exclusivamente a Dios, origen y fin de toda potestad.
De lo dicho se vislumbra el peligro que la aplicación de esta doctrina encierra
para la convivencia humana, porque en dejándose el gobierno temporal, y espiritual de
los hombres en las manos de la iglesia y no teniendo ésta que dar cuenta de sus actos
sino a Dios, mucho hay que temer y la experiencia de un mundo ahogado de sangre
por la luchas religiosas no advierte que los pueblos caigan en las garras de la tiranía y
el fanatismo.
Afortunadamente los nuevos conceptos de la ciencia política han superado las
tesis teocráticas, señalándolas como fuente de despotismo y opresión a la
contemplación cristiana del mundo, propia de la Edad Media dice Roberto Mhol ha
seguido en los tiempos modernos la formación de la inteligencia y de la moralidad de la
clase media ilustrada en todos los pueblos europeos, y con esto las ideas teológicas
medievales sobre el Estado y sus fenómenos conexos has perdido terreno frente al
avance de las interpretaciones racionalistas y criticas.
Sin embargo, es preciso reconocer que las teorías del derecho divino no han
sido totalmente extrañadas del Derecho político moderno. Ellas sobrevivieron a la acción
reformadora de la Revolución francesa, y no sólo sobrevivieron, sino que se convirtieron
más tarde en una de las principales tesis contrarrevolucionarias postuladas por los
grupos conservadores y monárquicos para restaurar el orden social destruido por la
transformación de 1789. Fue de aquellas teorías, precisamente, de donde los llamamos
“partidos del orden” extranjero el principio legitimista, según el cual los monarcas
destronados conservan el derecho al mando y lo transmitían a sus descendientes, dado
que su poder, por venir de Dios, no pueden los hombres arrebatarlos a sus legítimos
depositarios.
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Por eso, pese al progreso de la civilización y a las conquistas del espíritu
humano, quedaron aún vestigios teocráticos en el Derecho político de algunos Estados
modernos. La Constitución de Pakistán de 1948, por ejemplo, estableció en su
declaración de principios que “la soberanía sobre todo el universo pertenece únicamente
a Dios Todopoderoso, y que la autoridad por Él delegada en el Estado del Pakistán por
medio de su pueblo para que sea ejercida dentro de los limites por Él prescritos, es un
deposito sagrado”. La Constitución de Libia, otorga en 1951, estatuyó que “por voluntad
divina el pueblo confía la soberanía nacional en el depósito al rey y sus sucesores.”
Pero el ejemplo más abominante de un régimen teocrático es el que rigió los
destinos de España, bajo la bota del caudillo falangista. La ley de Sucesión en la
Jefatura del Estado, aprobada por las Cortes el 7 de junio de 1947, prescribía que
España, como unidad política, es un Estado católico, social y representativo que de
acuerdo con la tradición, se declara constituido en Reino (Art. 1) y que la Jefatura del
Estado corresponde al Caudillo de España y de la Cruzada, Generalismo de los
Ejércitos, don Francisco Franco Bahamonde (Art. 2).
De la frondosa fraseología oficial, destinada a exaltar el capitoste falangista, se
desprende que Franco Bahamonde era una especie de envió de Dios, con derecho
divino, de gobierno sobre el pueblo, que no respondía de sus actos sino ante el ser
supremo y la historia. De modo que el sanguinario matarife hispánico, quien se hacia
llamar caudillo de España por la gracia de Dios recibió el poder, no de manos de su
pueblo, como en la concepción democrática del Estado, sino directamente de la
divinidad, y en consecuencia sólo a ella rindió cuenta de sus desafueros e inquietudes.
Las concepciones teocráticas del Estado y del gobierno se apoyan sobre un
acto de fe que atribuye a Dios el origen de todas las cosas y de todas las instituciones
sociales. Como lógica consecuencia de esto, ellas determinan la sumisión de los
intereses políticos a la voluntad del sacerdote, que supone la expresión permanente de
los designios divinos. La entidad religiosa, entonces, reclaman para si la obediencia
política de todos los ciudadanos obligados por la eficaces medios coactivos espirituales,
con la cual alcanza una gran parte y peligrosa preponderancia político-económica, que
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en el pasado, la ejerció en alianza con las oligarquías mas reaccionarias y
antipopulares, como ha ocurrido en América Latina.
Todo esto, y el ejemplo de las ensangrentada teocracia española, nos demuestra
el peligro que estas doctrina encierran para la paz y la libertad de los pueblos. Ya lo dijo
Montalvo: ¡Qué rió ancho y profundo fuera ése, si de una vez pudiéramos ver correr por
las naciones la sangre que ha derramado el fanatismo!
Pero la tendencia a explicar los fenómenos políticos en función divina, que el
contenido común de todas las doctrinas teocráticas, no es rasgo exclusivo del
catolicismo, aun siendo el que más se esforzado para das una fundamentación teológica
a la vida política, como medio de someter el Estado a la Iglesia. Miles de años antes de
la era cristiana, las sociedades primitivas interpretaron, no sólo los fenómenos políticos,
sino todos los acontecimientos naturales y sociales, como manifestaciones de voluntad
divina. El poder político y el poder religioso nacieron hermanados y se ejercieron
indiferenciadamente en aquellas sociedades. Las calidades de sacerdote, mago y
caudillo estuvieron reunidas en la misma persona, tenida como representante de la
divinidad en la Tierra.
Desde el punto de vista histórico, como explica Hearnshaw, “las primeras
monarquías del mundo fueron teocracias. El faraón egipcio era considerado como un
dios, el gran rey de Babilonia, como el descendiente de la Deidad, y los gobernantes de
los hebreos, como ‘señor ungido’, que derivaba su autoridad del círculo y la compartía
con los sacerdotes. De ahí que la religión y la política estaba íntimamente ligadas, y la
Sociología, en todas sus ramas, era considerada como una subdivisión de la Teología”.
Desde este mismo punto de vista, expresa Linares Quintana que los Estados de
la antigüedad oriental estuvieron regidos por monarquías teocráticas absolutas, a cuyo
frente actuaron reyes que representaban cundo no encarnaban directamente a la
divinidad. Las leyes de Manú que juntamente con el Código de Hammurabi son las
recopilaciones legislativas más antiguas del mundo consignan:
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Lo dicho deja en claro que las raíces históricas de las doctrinas se remontan a
los albores de la vida humana y se pierden en la oscura maraña de la magia y la
hechicería. Pero su elaboración razonada y pretendidamente lógica sólo se presenta
con el advenimiento del monoteísmo judeo-cristiano y con la formación de una Iglesia
universal, independiente de las fronteras políticas, que sustrajo buena parte de la vida
personal y pública de la dominación del poder político. Por eso, el conjunto de sus
opiniones mágico-religiosas sobre la fenomenología social se ha llamado, por
antonomasia, doctrina teocrática.
b) Escuela de la fueraza: fundamento doctrinal de los regimenes totalitarios.
Afirma esta escuela que el fuerte debe gobernar al débil, porque ésa es la ley natural, y
explica el origen del poder por el hecho de que siempre los poderosos dominaron a
los débiles y los colocaron bajo su autoridad acatando una especie de dictado de la
naturaleza, según el cual unos hombres están en condiciones de mandar y ser
obedecidos por otros.
En estos términos, la doctrina de la fuerza sostiene la tesis de que la
superioridad natural de unos individuos con respecto a otros es la base de la autoridad,
a la vez que el origen y justificación del poder. Según ella, la idea de la relación de
fuerza explica el hecho de que el poder se asienta sobre el desnivel integrado por
unos pocos que imponen su voluntad sobre la gran mayoría que presta su obediencia,
dice el profesor García.
En opinión de Jellinek, “la esencia de la doctrina de la fuerza consiste en que
concibe el Estado como el dominio de los fuertes sobre los débiles, y se explica esta
relación fundándose en una tendencia de la naturaleza. El Estado descansa, pues, para
ella, en una ley natural que el arbitro humano no pueda evitar”.
A nuestro entender, esta doctrina vale como explicación histórica del origen del
poder, más no como justificación moral de su ejercicio, pues no satisface la necesidad
psicológica de saber por qué debemos soportar la coacción estatal y por que sus
determinaciones deben obligarnos moralmente.
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Aparte de esto, es notorio que el carácter inicial de violencia que tuvo el poder
público ha sido paulatinamente reemplazándose por un sentido jurídico-institucional,
que ha hecho que la obediencia a la autoridad legitima se presente para los individuos
como obligación ética antes que como sometimiento a la fuerza. Bien dice Posada que
la “historia política de la humanidad en sus pueblos y naciones, desde el punto de
vista de la concepción ética del Estado, puede interpretarse como un esfuerzo mil
veces secular, para convertir al gobierno del más fuerte en que el hombre fuerza se
impone al hombre, y el hombre se somete al hombre fuerza en un régimen jurídico”.
De modo que si la fuerza, como hemos visto, no constituye Derecho ni es fuente
de legítima autoridad, mal puede obligar a los hombres y a las colectividades. Por eso,
como acertadamente señala también Rousseau, “mientras que el pueblo se ve forzado a
obedece, hace bien si obedece; tan pronto como puede sacudir el yugo, si lo sucede,
obra mucho mejor; pues recobrando su libertad por el mismo derecho con que se han
quitado, o tiene motivos para recuperarla, o no tenían ninguno para privarlo de ella los
que tal hicieron”.
Explicar el origen del poder a base de la natural diferencia de fuerza física
que existe entre los hombres, es, a veces, razonable, mientras sólo se pretenda
demostrar el hecho del poder y no su derecho. Esto está de acuerdo no solamente
con la historia, que prueba que el ejercicio del poder fue casi siempre fruto de la
imposición violenta de unos hombres sobre otros, sino también con la realidad de hoy,
en que frecuentemente se alinea el Derecho ni es fuente de legitima autoridad. La
imposición de la fuerza puede tener, ciertamente una explicación en el orden de los
hechos físicos, más no una justificación desde el punto de vista normativo-moral. Por
eso modernamente el gobierno del más fuerte ha ido cediendo su lugar al gobierno
del Derecho y el poder político ha cobrado un valor y una categoría eminentemente
jurídico, capaz de obligar moralmente la voluntad de los gobernadores.
La teoría de la fuerza, lejos de justificar el ejercicio del poder desde un punto de
vista ético, más bien ha propiciado la imposición despótica y arbitraria de unos
hombres sobre otros. Con ella se ha pretendido demostrar la predestinación de los
más fuertes o de los mejores a gobernar a los pueblos. En no despreciable medida, la
teoría de la fuerza inspiró los movimientos fascistas europeos de la primera posguerra,
que defendían el derecho natural de las “élites” a ejercer los poderes sociales.
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Explicando el punto de vista fascista sobre la desigualdad humana y sobre el
derecho de los mejores a gobernar, dice Montenegro que cualquiera que sea la
interpretación que se dé a la doctrina de la fuerza es lo cierto que ésta resulta deficiente
para legitimar el ejercicio del poder político, porque como lo hace notar Posada.
c) Escuela contractualista: Hobbe, Locke, Rousseau. Esta corriente de
pensamiento surgió como resultado lógico de la singular actitud mental adoptada por el
hombre de Renacimiento, definan por Paúl Hazard como “posición de buscar y de
descubrir; exigencia critica y libre examen, ávido de impugnar todo dogma, de
desgarrar cualquier escolástica; orgullo humano dispuesto a enfrentarse con lo divino, a
oponer al Dios creador el hombre que se basta a si mismo, el hombre convertido en
Dios por el hombre, que ejerce su propio poder creador sobre una naturaleza exenta
ya en lo sucesivo de raíces religiosas, tornada de nuevo en pagana”.
Tras esa larga noche conventual que fue la Edad Media, en la cual el peso de
las supersticiones teológicas esclavizó al hombre, impidiéndole buscar por si mismo la
verdad, advino la etapa renacentista, que fue un pujante y luminoso resurgimiento de la
cultura clásica, con nuevas formas y matices propios.
A partir de ese momento el hombre erigió la razón como autoridad suprema
para el juzgamiento y búsqueda de la verdad, apartándose de los dogmas y las recetas
morales de los teólogos y de los sofistas. Aprendió a concebir el mundo en forma
racional y critica, por lo mismo apuesta a todo prejuicio y a toda creencia que antes no
haya sido calificada por el juicio analítico de la razón, a no aceptar como verdadero sino
lo que se presente el entendimiento humano en forma tan clara y distinta que no sea
admisible la más mínima duda, según la más pura concepción cartesiana.
Resultante de esta nueva manera de concebir el mundo y los fenómenos
políticos, la doctrina contractual in surge en contraposición a las doctrinas teocráticas y
de la fuerza, que no logran justificar el ejercicio del poder público ni satisfacen la
inquietud humana de saber por que unos hombres tienen el derecho de mandar y
otros de deber de obedecer. En este aspecto, las afirmaciones contractualistas son las
que con mayor eficiencia analizan el origen, naturaleza y funciones del poder político, y
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lo legitiman desde el punto de vista ético. Por eso el Derecho constitucional de casi
todos los países del mundo ha recogido sus postulados y los ha convertido en normas
jurídicas positivas.
El razonamiento capital de la doctrina contractualista es el siguiente: puesto
que la naturaleza no da a los hombres autoridad solo puede provenir legítimamente
del convenio mediante el cual los individuos erigen un poder social y se someten a él
bajo ciertos limites y condiciones. Sólo concibiendo es esta forma de origen del poder
puede éste justificarse moralmente y reclamar de los ciudadanos obediencia, atento el
hecho de que ellos están moralmente obligados a prestar acatamiento a un poder que
espontáneamente concurrieron a formar para la garantía de sus intereses.
Al tratar de la soberanía vimos como Locke, Rousseau y lo demás pensadores
liberales del siglo XVIII construyeron su sistema filosófico-político a base de tres
nociones, fundamentales: estado de naturaleza, estado de sociedad y contrato social,
nociones que sirven de idea centro a la doctrina contractualista, así para explicar el
nacimiento de la sociedad política, como para analizar el origen y justificación del
poder público.
Aseguran los filósofos liberales y en esto coincide también Hobbes, no obstante
su a tendencia absolutista que los hombres estuvieron sometidos originalmente al
estado de la naturaleza, en el cual no existía sociedad ni cooperación social, y la vida
estaba condenada a la extinción por los obstáculos que la naturaleza le oponía y cuya
remoción no podía lograrse sino mediante el concurso ordenado y dirigido de las
fuerzas individuales.
Ante tales circunstancias, le quedó al hombre un solo camino para su propia
conservación: formar por agregación un cúmulo de fuerzas capaz de vencer la
resistencia opuesta por la naturaleza y ponerlas en movimiento bajo una voluntad
directora. En esta forma, mediante una especie de convención o contrato, los hombres
abandonaron el estado de la naturaleza, ingresando al estado de sociedad y formaron
un ente político en el que, “dándose cada cual a todos, no se da a nadie en particular; y
como no hay socio alguno sobre quien no se adquiera el mismo derecho que uno de
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cede sobre sí, se gana en esta cambio el equivalente de todo lo que uno pierde, y una
fuerza mayor para conservar lo que uno tiene”.
Pero la convención o contrato del que hablan los propugnadores de la doctrina
contractual no tiene categoría jurídica ni se refiere en ningún modo a la génesis
histórica del Estado, sino que es un postulado racional del cual se deriva saludables
consecuencias para la vida social. La idea es presentar al Estado como si hubiera
tenido su origen en el contrato, para que la voluntad de los gobernadores sea
respetada y sus derechos no sufran menoscabo por la acción del público.
En esta forma dando apariencia de acontecimiento empírico a lo que sólo es
postulado de la razón, Locke sostiene el origen contractual del poder político y se
sirve de la hipótesis de la formación del Estado por una acto de voluntad de los
hombres para justificar el ejercicio del poder estatal en la medida en que éste cumple
determinados fines ligados al interés general.
Al mismo tiempo, dando el origen contractual del poder, Locke impone
limitaciones a su ejercicio, de modo que quien es investido, por este procedimiento, de
la autoridad publica, no pude valerse de ella arbitrariamente, porque le ha sido confiada
para la tutela de los derechos de los individuos. Si abusa de ella y si en lugar de
mantener el imperio de la libertad, la igualdad y el respeto a los derechos de los
asociados promueve un régimen de opresión y privilegios, el gobernante viola el
contrato social y, como consecuencia de esta violación, desaparece para los
gobernadores el deber de obediencia, ya que la teoría contractualista de Locke, como
la de Rousseau, encierra un principio bilateral, en virtud del cual el vínculo de
obediencia de los súbditos está subordinado a la observación del pacto social pro los
gobernantes.
Pero Rousseau también da a las convecciones, no el valor, de un instrumento
jurídico formal, al estilo de los que utilizan los juristas, sino la categoría de principio
normativo que indica a los hombres cómo deben entender el Estado y el Gobierno
para que los derechos individuales no naufraguen en la vida social. Solamente
suponiendo el Estado y el gobierno como formados por un acto de voluntad de los
individuos, vale decir por contrato o convención es posible establecer obligaciones
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reciprocas entre gobernantes y gobernados e impedir que los primeros ejerzan el
poder fuera o en contra de los intereses de los segundos.
De ahí que lo acertado en concebir el contrato social, no como un hecho
acaecido en algún momento de la historia humana, sino como un principio
deontológico, del que se desprenden consecuencias políticas y morales de inapreciable
valor para la convivencia humana, basada en el respeto a los derechos de cada
persona.
Pero según el pensamiento de Rousseau, no sólo es menester que el poder
político realice sus propósitos específicos, que en lo fundamental se reducen a
precautelar los derechos naturales del hombre, sino que además se ejerza con
sujeción a los mandatos de la voluntad general expresados mediante leyes. Estas leyes,
en sus diferentes niveles, fijan las condiciones ñeque la vida del Estado debe
desarrollarse y, muy especialmente, las atribuciones del gobierno. Por tanto, quienes
ostentan autoridad pública están obligados a actuar dentro de esas limitaciones legales,
como condición inexcusable para exigir obediencia a los ciudadanos.
Nace así la idea de un poder político limitado por normas jurídicas, como una
de las grandes conquistas de las revoluciones liberales del siglo XVIII. Considerando
que el poder es el enemigo nato de la libertad, los pensadores liberales se empeñaron
e coartar hasta donde sea posible la esfera de acción de la autoridad pública, ya que,
como indica Rocafuerte.
La escuela contractualista sostiene:
1º) que debe considerarse la sociedad política como nacida del contrato social
para que de este modo asegurar el respeto a los derechos individuales.
2º) que el poder político, originando, también en el contrato, se justifica
moralmente en la medida en que cumple sus fines propios, inseparablemente ligados a
las conservación y garantía de aquellos derecho; y
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3º) que la justificación del poder público implica, en suma, un esfuerzo del
espíritu por comprender su origen, naturaleza y fines, toda vez que el Estado es un
problema de conciencia que reclama del hombre reflexivo una explicación.
La negociación en la política es algo tan habitual e intrínseco en esta, que resulta indispensable establecer reglas orientadoras que no sean útiles al momento de estar inmersos en esta actividad.
Yehezkel Dror en su obra “Enfrentando el futuro” formula 21 de estas reglas, de las cuales, he tomado 8 para darles algunas situaciones históricas que comprobarían (de una manera somera) su validez.
Perseguir el resultado real y no las formulaciones legales: El 15 de Junio de 1998 el Ministro Interino de Relaciones Exteriores, Diego Ribadeneira (Ecuador) refiriéndose a la presencia de su país en los ríos amazónicos y a lo que esperaba del proceso de negociación que se realizaba para solucionar el diferendo territorial con el Perú, dijo que si se “lee la palabra soberana por el hecho de poner una bandera, eso no es así porque eso no es importante. Lo importante es lo práctico, lo tangible, lo útil y no simplemente lo que puede significar un histórico recuerdo”. Esto significa que para él lo importante era que Ecuador tuviera un derecho a navegar libre, continuo, gratuito, perpetuo y con centros de comercio y navegación, en los cuales también se podrían realizar actividades industriales.
Basar las operaciones trágicas sobre consideraciones a largo plazo: La estrategia ecuatoriana en su política exterior frente a Perú ha sido de ir ganando batallas de a pocos. El resultado de las negociaciones de Paz entre Ecuador y Perú fue la confirmación de la soberanía peruana en los territorios amazónicos, pero Ecuador logró que el Perú cediera mucho en derechos para que éste haga comercio e industria en territorios cercanos a los ríos Amazonas y Marañón. No lograron su aspiración máxima (la soberanía sobre el Amazonas), pero han sentado las bases para que ésta se alcance en un futuro no tan lejano. Aquí es útil recordar las palabras de Gustavo Barragán Schenone (ex jefe de la Secretaría de Defensa Nacional) que en Junio de 1998 eran: “me preocupa la operación psicológica de "ablandamiento de conciencia" para que nos vayamos haciendo a la idea de que tenemos que ceder (a la penetración) si queremos vivir en paz”.
Preparar el contexto de la negociación: Esta regla nos dice que a veces las negociaciones y sus resultados se manifiestan influidos y hasta determinados por sucesos externos a las situaciones de regateo. Un claro ejemplo de esto lo tenemos en el fallido inicio de una nueva ronda de negociaciones de la Organización Mundial del Comercio ( OMC ) que tuvo lugar en Seattle en el mes de Noviembre de 1999. A lo que se enfrentaba la OMC y, por extensión, el gobierno de Bill Clinton y su representante de Comercio Charlene Barshefsky eran los intereses establecidos en los países industrializados que incluían a la agricultura y los sindicatos. “Bill Clinton, al respaldar algunas de las protestas, especialmente las de los grupos laborales proteccionistas, se ganó la desconfianza de los países en desarrollo partícipes de las negociaciones de la OMC” (en the Wall Street Journal Americas, 6 de Noviembre de 1999.) Por ello, esta regla nos dice que “adoptando una postura más activa, se prestará particular atención a aquellos sucesos de control más relevantes, por lo menos en el ámbito del propio país; para estimar el efecto posible que pueden tener sobre las negociaciones, así
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como para intentar su preparación más atingente”.
Seleccionar racionalmente las estrategias de negociación: Podemos tomar el caso de la guerra de los Balcanes producido en Marzo y Abril de 1999, cuando la guerra en Kosovo produjo una reacción fuerte de USA a la situación. Recordemos que la condición para que USA detenga los bombardeos, Milosevic tendría que aceptar en ese momento (no negociar) la oferta de Chernomyrdin y Ahtisaari (enviado ruso y presidente de Finlandia, respectivamente), para dar paso al Consejo de Seguridad de la ONU, donde se adoptaría una resolución con todo el acuerdo de paz. Esta forma de “negociación” motivó la crítica del ex Secretario de Estado de USA Henry A. Kissinger, que refiriéndose ya al acuerdo, Ramboullet expresó lo siguiente: “yo respeto el motivo humanitario de la intervención. Pero esto no absuelve a las democracias de la necesidad de buscar una solución sostenible. El acuerdo Ramboullet no pasa esa prueba. Llevar a cabo una negociación basada en un acuerdo redactado completamente en cancillerías extranjeras y tratar de imponerlo con la amenaza de bombardeos aéreos solo ha exacerbado la crisis en Kosovo... El acuerdo Ramboullet debiera, por lo tanto, ser despojado de sus más esotéricos componentes”. (en Newsweek, Abril de 1999).
Estudia con cuidado a los partícipes y actúa en consecuencia: Es sabido que un elemento importante que contribuye a obtener ganancias en una negociación es conocer bien al contrincante o adversario. Un ejemplo de esta afirmación lo podemos sacar del proceso de negociación que vería el futuro de Tacna y Arica, que luego daría lugar al Tratado de 1929 entre Perú y Chile. Este proceso de negociación se llevó a cabo a lo largo de la década del ´20, durante la cual se suceden tres gobiernos en Chile: el de Arturo Alessandri (1920 - 1925), el de Emiliano Figueroa Larraín (1925 - 1927) y el de Carlos Ibáñez (1927 - 1931). En el Perú hubo, en todos esos años, un solo gobierno: el de Augusto B. Leguía (4 de Julio de 1919 - Agosto de 1930). Es lógico pues que los Chilenos llegaron a conocer muy bien cómo pensaba, reaccionaba, qué esperaba y aspiraba, los puntos fuertes y sobre todo débiles del presidente peruano, quien a lo largo de toda la negociación él fue “el principal negociador” del Perú. Los Chilenos lo llegaron a conocer muy bien y aprovecharon esta ventaja.
Precaución con las negociaciones personales y Predisposición favorables para intercambiar símbolos a fin de alcanzar logros concretos: Clarísimo ejemplo de estas dos reglas lo extraemos también de las negociaciones que precedieron al Tratado Perú - Chile de 1979. La segunda regla mencionada nos dice que se debe recordar que tanto la gratificación como el “sentirse bien” a título personal no constituye un resultado ventajoso en las negociaciones, aunque otros traten de engatusarte con este tipo de señuelo barato. A continuación el texto ejemplificador de estas dos reglas, extraído del libro del historiador Ernesto Yepes “Como se negoció el Tratado de 1929” (sustentado en información confidencial del Departamento de Estado de los E.E.U.U. ) “El 18 de Octubre de 1928 en Washington, el Embajador del Perú en esta ciudad, Sr. Dávila, visita a White, Secretario de Estado Asistente y hablan en términos estrictamente confidenciales... El embajador expresó una serie de agudas apreciaciones sobre la mecánica y estrategia de las negociaciones a emprenderse simultáneamente en Lima y Santiago, y, en cierto modo también en Washington. Se oponía a que ellas se centraran en Santiago o en Washington. Creía que debería concentrarse en Lima, pues estaba convencido de que Leguía quería participar personalmente en las negociaciones y obtener todo el crédito de ellas, razón por la cual había solicitado su gobierno permiso para hacerlo de ese modo. Así, sentenció: “es necesario lograr que
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Leguía ceda en muchas cosas que son provechosas para Chile y si él desea ser considerado como el padre del acuerdo, de la transacción, no escatimemos nada que le permita a él lograr eso; dejémosle tener la gloria, los monumentos, etcétera, pues lo que Chile quiere es arreglar el asunto de una vez. Además, si las negociaciones se concentran en Lima Leguía no permitirá que ellas se frustren, porque un fracaso recaería inmediatamente sobre él, mientras que si las negociaciones se centran en Santiago o Washington a él no le importaría un fracaso, pues éste no significaría mucho para él, dado que podría culpar a sus embajadores en esas capitales de la suspensión de las negociaciones. En cambio, si ellas se realizan fundamentalmente en Lima un fracaso significaría la caída del mismo Leguía, razón por la cual el Presidente estaría dispuesto a ejercer el máximo de sus esfuerzos a fin de lograr que las negociaciones culminen con éxito”.
Así, pues, vemos claramente cuales fueron los factores decisivos que llevaron a que el Perú perdiera en las negociaciones de la década del ´20. Estas dos reglas no se tomaron en consideración.
Finalmente, como puntos culminantes y factores decisivos finales que produjeron la pérdida del puerto de Arica es la no observación de las reglas siguientes:
Recuérdese la ingeniería humana: Que nos dice que no se deben subestimar ni despreciar aquellas características menors del llamado Homo Sapiens, las cuales tienen la influencia continua en la conducta negociadora, tal como la fatiga, la presión del tiempo, la tensión y el stress, etc. Y aquella otra que nos dice:
Cultivar el apoyo doméstico: "El 16 de Abril de 1929, el presidente peruano, negociando solo, asediado de mil formas, agotado, sin la colaboración de la clase política de ese entonces, termina aceptando a pie juntillas lo que el representante de Chile le había planteado en Octubre de 1929: dinero y un muelle para Tacna dentro del puerto de Arica. Comenzaba otra agonía para Tacna: cómo sobrevivir, amputada, bajo la bandera por la que había peleado durante cuarenta años”. (Ernesto Yepes, en “Cómo se negoció el Tratado de 1929”).
4.3 TEORIAS DE LA DEPENDENCIA
Algunos países para el despegue y el desarrollo económico. Surgieron en los
años sesenta impulsadas por el economista argentino Raúl Prebish y la CEPAL.
Inicialmente se dirigieron al entorno latinoamericano aunque posteriormente fueron
generalizadas por economistas neo-marxistas entre los que destacó Samir Amin,
asociándolo al concepto de desarrollo desigual y combinado.
La dependencia económica es una situación en la que la producción y riqueza de
algunos países está condicionada por el desarrollo y condiciones coyunturales de otros
países a los cuales quedan sometidas. El modelo "centro-periferia" describe la relación
entre la economía central, autosuficiente y próspera, y las economías periféricas, aisladas
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entre sí, débiles y poco competitivas. Frente a la idea clásica de que el comercio
internacional beneficia a todos los participantes, estos modelos propugnan que sólo las
economías centrales son las que se benefician.
Los mecanismos mediante los que el comercio internacional agrava la pobreza de los
países periféricos son diversos:
La especialización internacional asigna a las economías periféricas el papel de
productores-exportadores de materias primas y productos agrícolas y consumidores-
importadores de productos industriales y tecnológicamente avanzados. Se llama "teoría
de la dependencia" a un conjunto de teorías y modelos que tratan de explicar las
dificultades que encuentran
La monopolización de las economías centrales permite que los desarrollos
tecnológicos se traduzcan en aumentos salariales y de precios mientras que en la
periferia se traducen en disminuciones de precios
La expansión económica tiene efectos diferentes sobre la demanda de productos
industriales y la de productos agrícolas ya que su elasticidad respecto a las rentas es
diferente. Cuando los países de la periferia crecen económicamente sus importaciones
tienden a aumentar más rápidamente que sus exportaciones.
Como consecuencia de estas ideas, los países latinoamericanos aplicaron una
estrategia de desarrollo basada en el proteccionismo comercial y la substitución de las
importaciones. A la vez, los bancos centrales latinoamericanos se esforzaron
sobrevalorar sus propias monedas para abaratar sus importaciones de tecnología. La
estrategia funcionó satisfactoriamente durante la década de los setenta en la que se
produjo un crecimiento generalizado del precio de las materias primas en los mercados
internacionales que influyó muy negativamente en las economías "centrales". Pero
finalmente, la contracción de la demanda internacional y el aumento de los tipos de
interés desembocó en la década de los ochenta en la crisis de la deuda externa lo que
exigió profundas modificaciones en la estrategia de desarrollo.
Las Teorías de la Dependencia fueron la continuación natural de las Criticas de la
CEPAL a las políticas de desarrollo inspiradas en la Teoría de la Modernización. Por lo
tanto son a la vez una teoría independiente y una crítica específica a un modelo de
desarrollo.
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Son varios los pensadores que le dieron vida, pero se destaca especialmente
André Gunder-Frank y sus Tesis .
Una de las características de esta teoría del desarrollo, es el estudio histórico del
progreso y desarrollo de los países del Tercer Mundo, que en el caso de los teóricos
latino americanos, implica el enfoque histórico del desarrollo del subdesarrollo de los
países pobres de nuestro continente, a la vez que realizan un profundo estudio del
desarrollo de los países desarrollados (la redundancia vale), y de las ligazones mutuas de
dependencia socio-económica estructural con que nuestros países llegan hasta la década
de los años 60.
Un importante trasfondo de la escuela de la dependencia(1) fue la discusión
localista Latinoamericana en subdesarrollo, reflejando experiencias económicas e
intelectuales específicas en varios países Latinoamericanos, particularmente ocurridas
durante la depresión de los años 30. La crisis económica dramatizó la dimensión de la
dependencias Latinoamericana e inició investigaciones más sistemáticas (por ej. por los
Bancos Centrales), y necesitó de una política de sustitución de importaciones, más tarde
sistematizada en una estrategia de desarrollo. Si agregamos a ésto los primeros trabajos
de un eminente economista argentino, Raúl Prebisch, tenemos el trasfondo histórico de la
CEPAL
Después de la guerra, cuando los EE.UU. se comprometieron con la
reconstrucción económica con el establecimiento de la Comisión Económica Europea y la
Comisión Económica para Asia y el Lejano Oriente, los países latinoamericanos, se
sintieron dejados de lado y quisieron establecer su propia comisión económica. El mayor
oponente a esta "regionalización" de las Naciones Unidas fueron los Estados Unidos de
Norte América, que interpretó las demandas latino americanas como una declaración de
independencia. A pesar de ello, la CEPAL fue establecida en 1948, con su centro en
Santiago de Chile. La hostilidad de los Estados Unidos continuó y, en efecto, aumentó
cuando la posición teórica y política de la CEPAL cristalizó (con Prebisch 1950) en el
contexto del pensamiento del desarrollo convencional de los 50s., la doctrina de la
CEPAL fue concebida como revolucionaria por algunos y utópica por otros.
Esta doctrina fue un salto sobre la convicción convencional concerniente a la
relación ente el comercio internacional y el desarrollo y la elaboración de un marco
alternativo, el sistema de centro-periferia, de acuerdo con el cual las naciones centrales
se benefician del comercio mientras que las naciones periféricas sufren. Habrían varias
razones para ello: tendencias de largo plazo en términos de comercio, asimetría política,
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factores tecnológicos, etc. En términos de estrategias de desarrollo, la doctrina de la
CEPAL enfatizaba la industrialización por sustitución de importaciones, la planificación y
el intervencionismo de estado, en general, la regionalización y la integración regional.
Ideológicamente la doctrina de la CEPAL constituía un ejemplo de la larga
tradición de nacionalismo económico partiendo de las listas "F" y la reacción alemana a
Gran Bretaña como la fábrica del mundo.
Al nivel de la política económica el remedio, se creyó, era la industrialización
basada en la sustitución de importaciones por la que la importación de varios artículos de
consumo fueron sustituidos por la producción doméstica. Esto implicaba proteccionismo
durante la etapa inicial y también cierta función coordinativa del Estado. Como se dijo, tal
estrategia, modesta como puede parecer hoy, era muy poco ortodoxa, casi revolucionaria
en aquellos días. Sin embargo, durante los años 50s, la doctrina de la CEPAL fue
aceptada como una estrategia de desarrollo, apropiada por muchos regímenes latino
americanos. (Incluso Chile)
Por un período limitado la estrategia funcionó pero las experiencias posteriores mostraron
que la sustitución de importaciones era, si no errónea, al menos inadecuada. Su
inadecuación puede ser explicada por dos factores: Primero, el proceso industrial
necesitaba insumos que tenían que ser importados y que por lo tanto, creaban otra clase
de dependencia, tecnológica y financiera. Segundo, el patrón de distribución de ingresos
de América Latina, confinaba la demanda para manufacturas a una elit relativamente
minoritaria y tan pronto como esta se satisfacía, el proceso de crecimiento se terminaba.
Los economistas de la CEPAL, trabajando con presiones institucionales y
políticas, fueron reacios a sacar las conclusiones obvias de esta experiencia. El resultado
estado de disonancia cognitiva proveyó incentivos para elaboraciones en el argumento
dependentista, que resultó en una variedad de "escuelas de la dependencia", algunas de
ellas fueron continuación de la vieja estrategia de la CEPAL otras más orientadas hacia
"marxismos de distintas clases". Un importante rol le cupo al Instituto Latinoamericano de
Planificación y Estudios Sociales (ILPES).
A diferencia del concepto de imperialismo, que fue importado desde el extranjero,
dependencia fue una creación localista latinoamericana. Sin embargo, el concepto de
dependencia forma parte de la teoría general del desarrollo y debe analizarse en ese
contexto. Antes de examinar más el concepto debe admitirse que esta teoría que tiene
paralelos en otras partes puede no corresponder a la forma en que este proceso
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intelectual fue experimentado por los padres fundadores de la dependencia. Fernando
Henrique Cardoso, por ejemplo, puntualiza la dificultad de dar una verdadera descripción
de la prehistoria intelectual de un nuevo paradigma. El puede tener razón al aseverar que
el matrimonio entre neomarxismo y la argumentación de la CEPAL es una forma simplista
de explicar su surgimiento, la que es necesariamente un proceso intelectual complejo y
variado.
Las lecturas que presenta la Universidad de la Sierra, A.C. en esta Antología, son de obras literarias y artísticas ya divulgadas y se reproducen solo con propósitos educativos, de investigación y sin perseguir la obtención de lucro, de conformidad a los artículos 1o y 148o fracciones I, III y IV de la Ley Federal de Derechos de Autor. El precio que se cobra es para recuperar el costo de la misma.
COORDINACIÓN DEL SISTEMA NO ESCOLARIZADOAvenida Universidad s/n Col. Fracc. El Paraíso
Huauchinango, Puebla. C.P. 73160Tels. (776) 7 62 20 34, 7 62 24 88, 7 62 00 71Fax ( 776) 7 62 25 99 01(800) 7 12 04 91
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