tema sobre critica literaria
Post on 14-Dec-2015
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Para el tema que prepare tomo como punto de partida el título del texto de Kauffmann
“en defensa de la teoría y como no hacer estudios culturales”, con el fin de destacar
estas dos posturas que se oponen y que son las que voy a desarrollar. Entonces, por un
lado, destaco los estudios culturales, y por el otro, la teoría literaria, que más
específicamente voy a llamarla teoría literaria pura, para acentuar más sus diferencias.
En cuanto a los estudios culturales, ubico la postura de Eagleton, quien, desde su punto
de vista, comprende que la literatura carece de naturaleza propia, de un rasgo esencial
en ella que sirva como base sólida para transformarse en objeto de estudio, del cual se
puedan extraer conclusiones científicamente puras. Lo que implicaría, entonces, su falta
de identidad y la imposibilidad de poder ser examinada como un fenómeno concreto. De
esta manera, Eagleton llega a la conclusión que la literatura no existe, que lo que le da
vida en realidad a esta entidad son los juicios de valor de las personas, constituyéndose
así la literatura como una categoría artificial, la cual se va ir legitimando gradualmente
en función de las ideologías vigentes en la sociedad. De este modo, Eagleton se opone a
la teoría literaria pura, que según él, tiene un afán por escapar de la realdad, en la que
incluyo, para contrastar: al Formalismo Ruso, la propuesta pragmática de Santana y
también la reflexión estructuralista de Barthes. Con respecto al formalismo, esta es una
corriente que se caracteriza por manejar sus estudios con una actitud totalmente
científica; que influenciada por la lingüística, si busca descubrir cuál es el rasgo esencial
que hace a un texto literario. Para concretar tal empresa, su primer paso, como toda
disciplina científica, fue delimitar su objeto de estudio; siendo este objeto, lo que
Jakobson denomino “literaturidad”, que es el lenguaje empleado en la obra, el cual se
caracteriza por su forma y organización especial, que posee el efecto de contrastar con
el lenguaje ordinario que se usa en la vida cotidiana.
Ante estas ideas, Eagleton no está de acuerdo, porque esta forma especial de lenguaje de
la que hablan los formalistas solo se encuentra en la poesía, cuando la novela también es
considerada como literatura en la sociedad, y sin embargo, no cumple con los mismos
requisitos formales. Ante esta problemática, me apoyo en las ideas de Todorov, quien en
su texto “La noción de literatura” la explica muy bien a partir de lo que él llama
definición funcional y definición estructural. Según Todorov, un texto literario puede,
visto desde la definición funcional, funcionar en la sociedad como un poema o como
una novela, pero visto desde la definición estructural, estos dos tipos de discursos
presentan grandes diferencias formales entre sí. No obstante, ambos estilos no pueden
incluirse bajo una misma categoría, ya que no existe ningún factor común dentro de sus
estructuras que logre vincularlos. Es así, que Todorov llega a la misma conclusión que
Eagleton, es decir, que no existe una esencia de la literatura para poder hablar de ella
como un concepto bien definido y estrictamente delimitado. Por eso mismo, los dos se
van a ocupar de hacer una teoría del discurso, es decir, estudiar todas las formas de
discursos presentes en la sociedad, ya que reducir los análisis a la “literatura” entre
comillas, es un hecho arbitrario.
Luego, después del formalismo ruso, surgió en el ámbito de los estudios literarios la
escuela pragmática, que vino rebatir sus reflexiones. Un ejemplo de esta perspectiva es
la de Santana, quien realiza en su texto “Propuestas pragmáticas para la caracterización
de la literaturidad” una crítica al modelo de comunicación literaria de Jakobson, y como
contestación propone el suyo propio, con el objetivo de re-definir el mensaje poético. A
partir de su modelo, Santana nos informa que el rasgo notorio de la literaturidad, en
líneas generales, no se concentra únicamente en los aspectos formales de la obra, sino
más bien en el modo y con la finalidad con que se transmiten y comunican. En este
sentido, la intención que tiene el autor de comunicar estos aspectos formales, y a través
de ellos producir un impacto afectivo en los lectores, es un elemento fundamental en su
propuesta.
Y con respecto ante esta última postura, Eagleton tampoco está de acuerdo. Porque lo
único que define para él a una obra literaria, no es la intención que tenga el autor, sino
en cómo los lectores quieran apreciarla. Y cuya apreciación se basa en los juicios de
valor que ellos tengan sobre la obra, que según Eagleton, varían notablemente, ya que
tales juicios de valores se van adecuando a los cambios de ideologías que se van dando
en la sociedad. Eagleton, en este sentido, nos advierte, que si la sociedad sufriera una
importante transformación, esta podría dejar de sacarle provecho, por ejemplo, a la
lectura de Shakespeare, y en tal caso, con el tiempo, las obras de Shakespeare dejarían
de considerarse literatura. En este último caso, Barthes, influenciado por los modelos
lingüísticos de Saussure y Jakobson, opina todo lo contrario. Desde su posición
estructuralista, Barthes escribe que no hay ninguna razón para que algún día se deje
hablar de Shakespeare, ya que sus obras se prestan a un desgarramiento infinito. Esto se
da, porque según él, el texto literario detenta por estructura sentidos múltiples, sentidos
que son concebidos así a causa de la naturaleza simbólica de sus signos lingüísticos, y
que le dan a la obra la posibilidad de ofrecerse de múltiples formas a través del tiempo.
Dice Barthes: el símbolo es constante, lo que varía es la conciencia que la sociedad tiene
sobre él, y lo que se obtiene, no es una inclinación de la sociedad al error, sino una
disposición de la obra a la apertura.
Por último, este antagonismo entre Eagleton y Barthes, se resume en dos de sus
reflexiones: mientras Barthes, desde su punto de vista formal nos afirma que la obra
literaria es eterna, Eagleton, desde su punto de vista socio-critico nos advierte sobre la
muerte de la literatura.
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