septima hora novena de navidad
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En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo.
Oración inicial:
Señor mío Jesucristo, postrado ante tu divina
presencia, suplico a tu amorosísimo Corazón que me admitas a la meditación de los Excesos de tu Amor en el misterio de tu Encarnación. Dame tu
ayuda, gracia, amor, profunda compasión y entendimiento de tus padecimientos, mientras medito el ____ Exceso de tu amor. Y a ti Madre
Inmaculada, te pido que me encierres en tu Corazón, y que me hagas un pequeño lugar en tu seno materno, para que pueda contemplar,
comprender y acompañar a tu Hijo Jesús en este misterio, e imitándolo a Él y a Ti, deje de reinar en mi a la Divina Voluntad, como en el Cielo así
en la tierra. Amén.
“Hija mía, no quieras dejarme solo en tanta soledad y en tanta oscuridad, no quieras salir del seno de mi Madre,
para considerar bien el séptimo exceso de mi amor.
Escúchame: en el seno de mi Padre Celestial, yo era
plenamente feliz; no había bien alguno que yo no poseyera, felicidad, todo estaba a mi disposición. Los ángeles,
reverentes, me rendían culto de suma adoración, y todos estaban pendientes a mis
gestos.
Séptima Hora
Pero el exceso de mi amor por el género humano podría decir que me hizo cambiar de fortuna: me despojé de todas mis alegrías y felicidades, me
desprendí de todos mis bienes y de toda celestial comodidad, para revestirme con todos los males
de las criaturas, a fin de proporcionarles mi felicidad eterna, mis alegrías y mis gozos eternos.Sin embargo, este cambio hubiera sido ligero para
mí, si no hubiera encontrado en ellas la más monstruosa ingratitud y obstinada perfidia.
¡Oh, cómo mi amor quedó sorprendido ante tanta ingratitud!
¡Oh, cuánta pena me da la obstinación y la perfidia del
hombre, las cuales son para mí más que espinas, las más hirientes
a mi Corazón, el cual tuvo que sufrir desde mi concepción
indescriptibles heridas que seguiré sufriendo hasta el último momento
de mi vida!
Mira, fíjate bien: mi Corazoncito ¡en cuántas espinas se encuentra!
Observa las heridas que le hacen y la sangre que de él mana a ríos. ¡Ah,
qué pena, cuántos dolores siento!
Hija mía, tú no me seas también ingrata, pues la ingratitud es la pena más dura y más cruel
para tu Jesús; la ingratitud es más que cerrarme en la cara la puerta del corazón, para
dejarme afuera, todo congelado de frío, sin amor. Y sin embargo, mi amor, ante tanta perversidad del corazón humano, no se ha
detenido; por el contrario, se dispone a otro amor más elevado, que me hace ser
mendicante, gimiente y suplicante; y esto, hija mía, es el octavo exceso de mi más profundo
amor”.
Al terminar cada meditación:
Se reza un Padre
Nuestro, Ave María y Gloria. Pidiendo el Reino
de la Divina Voluntad sobre la tierra, y por las intenciones del Santo
Padre y de toda la Iglesia.
Catecismo de la Iglesia CatólicaIII. Verdadero Dios y verdadero hombre464. El acontecimiento único y totalmente singular de la Encarnación del Hijo de Dios no significa que Jesucristo sea en parte Dios y en parte hombre, ni que sea el resultado de una mezcla confusa entre lo divino y lo humano. Él se hizo verdaderamente hombre sin dejar de ser verdaderamente Dios. Jesucristo es verdadero Dios y verdadero hombre. La Iglesia debió defender y aclarar esta verdad de fe durante los primeros siglos frente a unas herejías que la falseaban.
465. Las primeras herejías negaron menos la divinidad de Jesucristo que su humanidad
verdadera (docetismo gnóstico). Desde la época apostólica la fe cristiana insistió en la verdadera
encarnación del Hijo de Dios, "venido en la carne" (cf. 1 Jn 4, 2-3; 2 Jn 7).
Pero desde el siglo III, la Iglesia tuvo que afirmar frente a Pablo de Samosata, en un Concilio
reunido en Antioquía, que Jesucristo es Hijo de Dios por naturaleza y no por adopción. El primer
Concilio Ecuménico de Nicea, en el año 325, confesó en su Credo que el Hijo de Dios es «engendrado, no
creado, "de la misma substancia" [en griego homousion] que el Padre» y condenó a Arrio que afirmaba que "el Hijo de Dios salió de la nada"
(Concilio de Nicea I: DS 130) y que sería "de una substancia distinta de la del Padre" (Ibíd., 126).
Primer Concilio Ecuménico de Nice (325)
«Siguiendo, pues, a los Santos Padres, enseñamos
unánimemente que hay que confesar a un solo y mismo
Hijo y Señor nuestro Jesucristo: perfecto en la
divinidad, y perfecto en la humanidad; verdaderamente
Dios y verdaderamente hombre compuesto de alma
racional y cuerpo; consubstancial con el Padre
según la divinidad, y consubstancial con nosotros
según la humanidad
Santos Padres de la Iglesia
Se ha de reconocer a un solo y mismo Cristo Señor, Hijo único en dos naturalezas, sin
confusión, sin cambio, sin división, sin separación. La diferencia de naturalezas de ningún modo
queda suprimida por su unión, sino que quedan a salvo las propiedades de cada una de las
naturalezas y confluyen en un solo sujeto y en una sola persona» (Concilio de Calcedonia; DS, 301-
302).
Y la liturgia de San Juan Crisóstomo proclama y
canta:
"¡Oh Hijo unigénito y Verbo de Dios! Tú que eres
inmortal, te dignaste, para salvarnos, tomar carne de la
santa Madre de Dios y siempre Virgen María. Tú,
Cristo Dios, sin sufrir cambio te hiciste hombre y, en al
cruz, con tu muerte venciste la muerte. Tú, Uno de la
Santísima Trinidad, glorificado con el Padre y el Santo Espíritu, ¡sálvanos!
(Oficio Bizantino de las Horas, Himno O' Monogenés").
Santos de la Iglesia
Para profundizar en los Escritos de la S. D. Luisa Piccarreta
Vol 14.Jun. 26,1922Vol 24. Agosto 23, 1928
Continuando mi habitual estado, mi siempre amable Jesús ha venido, y como desde hace algunos días yo me encontraba como atada, tanto que me sentía impotente aun para moverme, me ha dicho tomando mis manos en las suyas:
“Hija mía, deja que Yo te desate.”
Y poniéndose junto a mí ha puesto mis brazos sobre sus hombros diciéndome:
“Ahora estás libre, estréchame a ti, pues he venido para hacerte compañía y recibir en correspondencia la tuya. Mira, Yo soy el Dios aislado por las criaturas, vivo en medio de ellas, soy vida de cada uno de sus actos y me tienen como si no existiera con ellas. ¡Oh! cómo lloro mi soledad, me ha tocado la misma suerte del sol, que mientras él vive con su luz y calor en medio de todos, no hay fecundidad que de él no venga, con su calor purifica la tierra de tantas inmundicias, sus bienes son incalculables y con magnanimidad los hace descender sobre todos, pero él en lo alto vive siempre solo, y el hombre ingrato no le da jamás un gracias, un testimonio de agradecimiento.
De los Escritos de la S.D. Luisa Piccarreta. Vol.14 Junio 26, 1922
Así soy Yo, solo, siempre solo, mientras que estando en medio de ellos soy Luz de cada pensamiento, sonido de cada palabra, movimiento de cada obra, paso de cada pie, latido de cada corazón, y el hombre ingrato me deja solo, no me dice un gracias, un te amo; quedo aislado en la inteligencia, porque de la Luz que les doy se sirven para ellos y tal vez para ofenderme; quedo aislado en las palabras, porque el sonido que forman muchas veces sirve para blasfemarme; quedo aislado en sus obras, de las que se sirve para darme muerte; en los pasos, en el corazón, atentos sólo a desobedecerme y a amar lo que a Mí no pertenece.
¡Oh, cómo me pesa esta soledad! Pero mi Amor, mi magnanimidad son tan grandes, que más que sol continúo mi curso, y en mi curso voy investigando si alguno quiere hacerme compañía en tanta soledad, y encontrándolo, con él formo mi compañía perenne y lo abundo de todas mis gracias. He aquí por qué he venido a ti, estaba cansado de tanta soledad, no me dejes jamás solo hija mía.”
Vivir la Navidad acogiendo los problemas de quien
está a nuestro lado¿Tenemos el coraje de acoger
con ternura las situaciones difíciles y los problemas de quien está a nuestro lado, o bien preferimos soluciones
impersonales, quizás eficaces pero sin el calor del Evangelio? ¡Cuánta necesidad de ternura
tiene el mundo de hoy! Paciencia de Dios, cercanía de
Dios, ternura de Dios”. (24.12.2014)
Para tener en cuenta:
http://radiolinksmedia.com:1935/uai/uai/playlist.m3u8
Adoración al Santísimo en vivo
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