segregacion urbana espacio publico
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SEGREGACION URBANA Y ESPACIO PUBLICO: LOS JOVENES EN ENCLAVES DE POBREZA ESTRUCTURAL GONZALO A. SARAVI
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R E V I S T A D E L A C E P A L 8 3 A G O S T O 2 0 0 4
Segregacin urbana y espaciopblico: los jvenes en
enclaves de pobreza estructural
Gonzalo A. Sarav
Este artculo explora algunas de las transformaciones que experi-mentan los enclaves de pobreza estructural en Argentina. Frente a los
numerosos estudios sobre el empobrecimiento de las clases medias,
este trabajo enfoca la creciente acumulacin y concentracin territorial
de desventajas sociales que han iniciado un proceso de segregacin ur-
bana y amenaza a estos enclaves con la exclusin. El control del espa-
cio pblico en estas reas de pobreza estructural emerge como un fac-
tor determinante de mltiples desventajas para la comunidad: aislamien-
to social, fragmentacin interna y empobrecimiento de la cartera de ac-
tivos de los hogares. A partir de un anlisis etnogrfico de la forma en
que los jvenes se apropian del espacio pblico e imponen una cultura
de la calle con normas y prcticas propias, se explora el dinmico
entramado de desventajas que acta como motor de la exclusin para
estos enclaves y sus habitantes.
Gonzalo A. Sarav
Profesor Investigador
del Centro de Investigaciones
y Estudios Superiores
en Antropologa Social (CIESAS)
gsaravi@juarez.ciesas.edu.mx
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IIntroduccin
Las elaboraciones tericas y metodolgicas de Amartya
Sen acerca de la pobreza representaron un claro punto
de inflexin tanto en las perspectivas de anlisis como
en la poltica pblica (Sen, 1981, 1983 y 1995). Al si-
tuar el problema de la pobreza no simplemente en la
carencia de recursos sino en las capacidades de los
hogares y sus miembros, se gestaron nuevos enfoques
(de anlisis y accin) centrados en las desventajas que
afectan a determinados sectores y que generan y repro-
ducen situaciones de pobreza. Esta nueva perspectiva
de anlisis signific ubicar el tema de la pobreza en el
marco de los debates tericos sobre la igualdad y los
derechos de ciudadana en las sociedades contempo-
rneas. Al mismo tiempo, se comenz a explorar (y
revalorizar) diversas dimensiones socioeconmicas de
nivel micro, meso y macro que limitan las capacida-
des de los hogares para alcanzar una plena integracin
social. Como resultado, el anlisis de la pobreza alcan-
z un nivel de complejidad mayor.
El presente artculo se inspira en esa perspectiva
de anlisis, al retomar dos de sus supuestos fundamen-
tales. Por un lado, se pretende superar una visin est-
tica, taxativa y dicotmica (pobre / no pobre) de lapobreza, para asumir una ms dinmica y procesal que
hace hincapi en la acumulacin de ventajas y/o des-
ventajas. Este enfoque analtico se ha desarrollado y
consolidado a travs de la literatura contempornea
sobre vulnerabilidad y exclusin social, donde los pro-
cesos de desafiliacin son concebidos como resultado
de una creciente concentracin y acumulacin de des-
ventajas en sectores particulares de la sociedad.1 Por
otro lado, y en relacin directa con el supuesto ante-
rior, se asume la necesidad de explorar dimensiones
socioculturales asociadas a situaciones de pobreza en
que pueden hallarse entramados de desventajas que se
retroalimentan mutuamente. El mercado de trabajo,
pero tambin el hogar de origen, el barrio y la comu-
nidad local, entre otros, constituyen mbitos en que se
generan algunas de estas ventajas y/o desventajas. Los
mltiples factores y procesos que pueden desencade-
nar las desventajas surgidas en los espacios antes
mencionados emergen como tema central tanto para el
estudio y atencin de grupos vulnerables, como para
incrementar nuestra capacidad de anticipar procesos de
exclusin social.
Aqu se intenta explorar tan slo uno de los m-
bitos en los cuales pueden generarse ventajas o des-
ventajas: el barrio y la comunidad local. En particu-
lar, se trata de analizar un factor especfico asociado
al barrio y la vida comunitaria, como es el rol del es-
pacio pblico como potenciador de procesos de acu-
mulacin de ventajas o desventajas en comunidades ur-
banas pobres. El disparador de este artculo es el inte-
rs por indagar cmo se experimenta o se vive el es-
pacio pblico barrial, y cmo afecta a sus habitantes
individualmente y a la comunidad en su conjunto.
Las reflexiones de este artculo se basan en el
estudio de las culturas juveniles dominantes (o cultu-
ra de la calle) en barrios con alta concentracin de
pobreza en dos localidades del Gran Buenos Aires:
Lans y Florencio Varela.2 En este sentido no se abor-
darn aspectos vinculados con las condiciones
ecolgicas y econmicas de los barrios pobres, sino que
la atencin recaer sobre las caractersticas de las re-laciones y valores predominantes en el espacio pbli-
co dominado por los jvenes. En particular, se analiza
la generacin de diferenciaciones estigmatizantes del
tipo nosotros y ellos vinculadas al espacio pblico
barrial. Estas diferenciaciones ocurren a distintos ni-
veles de anlisis (micro, meso y macro) y van deposi-
tndose sobre el individuo como capas sucesivas que
actan como fuentes de ventajas o desventajas en sus
vidas cotidianas.
El artculo consta de cinco secciones. En la que
sigue (seccin II) se reflexiona en torno a la concep-
tualizacin del barrio como el espacio pblico ms
inmediato, a mitad de camino entre el mundo de lo
pblico y lo privado, y al mismo tiempo, como una
1 Vase Paugam (1995), Room (1995), Castel (1999) y Bhalla yLapeyre (1999).
2 La informacin en que se basa este artculo fue obtenida a partirdel trabajo en terreno realizado en la segunda mitad del ao 2000,que abarc 60 entrevistas con jvenes habitantes de barrios de lospartidos de Lans y Florencio Varela, pertenecientes al Gran Bue-nos Aires. De esas entrevistas estn tomadas las citas que aparecenen cuerpo menor en las secciones III y IV. Tanto el nombre de losentrevistados como el de los barrios han sido cambiados para pre-servar su anonimato.
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fuente posible de ventajas y/o desventajas para la co-
munidad y sus habitantes. La seccin III examina la
asociacin de aspectos socioculturales con la dimen-
sin espacial, poniendo de relieve cmo el lugar de
residencia comienza a actuar como una fuente de des-
ventaja y exclusin. En la seccin IV se explora laconformacin de una cultura juvenil dominante (o
cultura de la calle) en barrios con alta concentracin
de pobreza, as como sus efectos sobre la comunidad
y en particular sobre los jvenes. Finalmente, la sec-
cin V retoma los argumentos analizados para plantear
que en la Argentina contempornea los barrios pobres
comienzan a sufrir una nueva desventaja asociada con
las normas, valores y prcticas que dominan el espa-
cio pblico local. Este nuevo aspecto se define comouna dimensin cultural de la segregacin urbana que
acta a un mismo tiempo como efecto y causa de la
exclusin.
IISegregacin urbana y espacio pblico
en enclaves de pobreza
Las diversas definiciones de comunidad local o barrio
presentan problemas prcticos e instrumentales comu-
nes, difciles de resolver. Estos problemas se refieren
a las posibilidades de establecer lmites o fronteras que
permitan su identificacin como unidad de anlisis.
Partiendo de una perspectiva sistmica de la comuni-
dad local, en este artculo se reconoce y asume que los
lmites sociales y ecolgicos de un barrio pueden ser
flexibles y difusos. El nfasis se ha puesto en las rela-
ciones sociales formales e informales entre vecinos.Esto no significa abandonar la posibilidad de tomar al
barrio como unidad de anlisis, sino centrar el anlisis
en las relaciones sociales que tienen por sustento una
comn referencia geogrfica. Tales relaciones, como
sealaron Kasarda y Janowitz (1974), constituyen el
tejido social de las comunidades humanas, sean stas
barrios, comunidades locales, o reas metropoli-
tanas.3 El contenido, fluidez y alcance de estas rela-
ciones se revelan en el proceso mismo de investiga-
cin, por lo cual no pueden ser predefinidas. El barrio
constituye entonces una unidad de anlisis flexible,
cuya delimitacin inicial puede (o no) modificarse enel transcurso de la investigacin.
El barrio como espacio de relacin e interaccin
social se asocia a la nocin de espacio pblico local.
Entendido de esta manera, constituye el espacio pbli-
co ms inmediato; el primer encuentro pblico al abrir-
se la puerta de lo privado.4 El espacio pblico repre-
3 En este artculo, las citas entre comillas simples corresponden atraducciones del ingls proporcionadas por el autor.4 Retomando la distincin que plantea Rabotnikof (2003) entre losdiversos sentidos en que se ha planteado la diferenciacin pblico-
privada, en este artculo esta dicotoma se equipara al contraste entreapertura y clausura. Lo pblico designa lo que es accesible oabierto a todos, en oposicin a lo privado, entendido como aquelloque se sustrae a la disposicin de otros (Rabotnikof, 2003, p, 20).Uno de los ejes analticos de este artculo reside precisamente en losprocesos de apropiacin (y abandono) de estos espacios abiertos.
senta el locus donde tienen lugar los encuentros,
interacciones y relaciones sociales locales; sin embar-
go, los atributos que asumen estas prcticas sociales
estn definidos por las caractersticas de la vida pbli-
ca local y dependen de ellas. Por un lado, la esquina,
la placita, el parque, el quiosco o la tiendita, la puerta
de la escuela o el club, son espacios pblicos donde el
barrio se manifiesta. Por otro lado, el clima de se-
guridad o inseguridad, violencia o amistad, reconoci-
miento mutuo o indiferencia que predomine moldea-r las caractersticas de las interacciones y relaciones
que se construyen en los espacios pblicos locales. En
este sentido, como seal ms arriba, no puede asig-
narse a priori un contenido preciso a las prcticas so-
ciales que constituyen la esencia del barrio, como lo
han hecho algunas conceptualizaciones al enfatizar y
priorizar las redes sociales basadas en la amistad y/o
el parentesco. Coincidimos con Sampson (2001, p. 102)
en que para bien o para mal, en muchos barrios los
vecinos son conocidos o extraos antes que amigos,
e incluso cabe agregar que estas relaciones no necesa-
riamente estn exentas de conflictos o dominadas por
valores y normas contrastantes.
Sin embargo, ya sea que estas relaciones se ba-
sen en la cooperacin o en el conflicto y las interac-
ciones se sustenten en la amistad o en la indiferencia
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recproca, el barrio constituye un espacio de prcticas
sociales y culturales conocidas y familiares para los
sujetos involucrados. Es decir, no se trata de un espa-
cio pblico cualquiera, sino de un espacio de trnsito
que separa (o une) el mundo de lo pblico y lo priva-
do. Es en este sentido que, como seala Pierre Mayol,el barrio puede considerarse la privatizacin progre-
siva del espacio pblico. Segn Mayol (1999, p. 8),
el barrio es, casi por definicin, un dominio del en-
torno social puesto que es para el usuario una porcin
conocida del espacio urbano en la que, ms o menos,
se sabe reconocido. El barrio puede entonces enten-
derse como esa porcin del espacio pblico en gene-
ral (annimo para todo el mundo) donde se insina
poco a poco un espacio privado particularizado debi-
do a su uso prctico cotidiano. Como resultado de esta
cercana e inmediatez, el espacio pblico barrialasume una particular relevancia en las experiencias y
condiciones de vida de quienes participan en l (i.e.,
los vecinos), y se le puede atribuir un efecto directo
sobre la comunidad local en la medida en que da lu-
gar a diversas prcticas de sociabilidad. De hecho, el
espacio pblico es un ingrediente fundamental para la
existencia misma de la comunidad. Sus efectos sobre
la comunidad en su conjunto y los vecinos en parti-
cular, sin embargo, pueden ser positivos o negativos
(en trminos de representar una ventaja o una desven-
taja).
Freie (1998, p. 49) observa que es en la arenapblica donde una gran diversidad de gente puede
encontrarse, donde el hbito de la asociacin puede
desarrollarse, y donde las races de la democracia pue-
den ser cultivadas. El espacio pblico y las prcticas
sociales que all se generan pueden constituir la base
para desarrollar acciones colectivas, para el intercam-
bio de bienes, informacin y otros recursos, para efec-
tuar contactos, para generar, difundir y mantener de-
terminados valores y normas sociales. El barrio puede
ser entonces una fuente importante de capital cvico,
social y cultural.Esta definicin normativa de lo pblico, sin em-
bargo, no siempre coincide con la experiencia vivida.
En ciertos contextos, el espacio pblico representa el
riesgo de ser sujeto de violencia o crimen, el mbito
de valores y normas alternativos u opuestos a los de
la sociedad mayor, o un espacio de aislamiento y se-
gregacin. En cualquiera de estos contextos, la vida
pblica local o las prcticas sociales que constituyen
el barrio asumen caractersticas particulares. En el pri-
mer caso, los vecinos pueden retirarse de la esfera
pblica local mediante la ampliacin de los lmites de
la vida privada, con lo cual se aslan ms unos de otros
y disminuyen las probabilidades de generar acciones
colectivas o redes de ayuda mutua. En el segundo caso,
se pueden gestar y promover prcticas sociales que, al
sustentarse en valores y normas contrarios, alternati-
vos o rechazados por la sociedad, dificulten la integra-cin social de los vecinos. En el tercer caso, el barrio
puede convertirse en una muralla social, al reproducir
condiciones de vida, relaciones sociales y experiencias
que resultan redundantes y poco enriquecedoras, lo que
en condiciones de pobreza adquiere una importancia
particular. Estas situaciones, destacadas simplemente
como algunos ejemplos entre otros que podran men-
cionarse, no son recprocamente excluyentes, sino que
pueden acumularse y reforzarse. La fragmentacin
interna, el aislamiento con respecto a la sociedad glo-
bal y el empobrecimiento de la cartera de activos delos hogares, son algunos de los efectos derivados de
las caractersticas que asuma el espacio pblico local
y que pueden hacer del barrio un pasivo, o para decir-
lo en trminos menos economicistas, una fuente im-
portante de desventajas para sus propios habitantes y
para la comunidad en su conjunto.
El entorno socioespacial local emerge de esta
manera como un aspecto de particular importancia en
el estudio de la pobreza o, ms especficamente, de
situaciones de vulnerabilidad social que pueden con-
ducir a la exclusin. Al asumir la presidencia de la
Asociacin Demogrfica de los Estados Unidos deAmrica, Douglas Massey visualiz el siglo XXI como
una era de extremos, en la cual la pobreza y la riqueza
tenderan a una concentracin y un aislamiento crecien-
tes (Massey, 1996). Este proceso de dualizacin so-
cial y espacial a la vez, que est presente en pases
desarrollados y en desarrollo, tendra profundas con-
secuencias sobre la capacidad de las sociedades con-
temporneas de asegurar la integracin social de sus
miembros. Segn Massey (1996, p. 407), estas limita-
ciones estaran potenciadas por factores socioculturales
asociados con las nuevas condiciones de segregacinde los pobres urbanos: En la emergente ecologa de
la desigualdad, los mundos sociales de los pobres y de
los ricos divergirn para dar forma a subculturas dis-
tintas y opuestas. Entre quienes se hallan en el extre-
mo inferior de la distribucin de ingresos, la concen-
tracin espacial de la pobreza crear un entorno duro
y destructivo, perpetuando as valores, actitudes y com-
portamientos que son adaptativos dentro de un nicho
geogrfico de pobreza intensa, pero que son perjudi-
ciales para la sociedad en general y destructivos para
los propios pobres.
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Diversos estudios, particularmente algunos efectua-
dos en Estados Unidos y Europa,5 han abordado esta
dimensin de anlisis. En Amrica Latina, y en Argenti-
na en particular, son pocos los esfuerzos por explorar
las nuevas condiciones socioespaciales de la pobreza.
En el transcurso de las ltimas tres dcadas, y conparticular intensidad durante la de 1990, la sociedad
argentina sufri una profunda transformacin socioeco-
nmica, cuyos efectos sobre su estructura social ape-
nas comienzan a percibirse. Varios estudios6 han ex-
plorado, como parte de las consecuencias sociales del
nuevo modelo socioeconmico, el proceso de empo-
brecimiento de amplios sectores de la clase media que
ha dado lugar a la emergencia de los llamados nue-
vos pobres. Menos inters, sin embargo, ha recibido
el anlisis de las nuevas condiciones enfrentadas por
los viejos pobres o pobres estructurales. Los pocosestudios que se han concentrado en este tema coinci-
den en alertar sobre la concentracin y acumulacin de
mltiples desventajas como un nuevo atributo de ba-
rrios tradicionalmente pobres, lo que puede dar lugar
a una nueva marginacin en viejos territorios
(Auyero, 2001). En este sentido, Kaztman (2001) su-
giere la emergencia de un creciente proceso de aisla-
miento social de los pobres urbanos en las grandes
ciudades del Cono Sur, que estara dando lugar a la
conformacin de guetos urbanos. De modo similar,
Prvt-Schapira (2001) observa para el caso de Argen-
tina un proceso de fragmentacin de la ciudad en
mltiples espacios urbanos y sociales, caracterizados
no slo por condiciones de vida contrastantes, sino
tambin por profundas diferencias en las expectativas
y oportunidades de movilidad e integracin social.
En sntesis, los argumentos presentados hasta aqu
destacan la importancia del espacio pblico barrial enel estudio de procesos de vulnerabilidad social. Si-
guiendo a Mayol (1999), se considera que el barrio
constituye un objeto de consumo que hacen suyo los
vecinos (o usuarios) mediante la apropiacin del espa-
cio pblico. Sin embargo, como se mencion anterior-
mente, los barrios no estn exentos de conflictos y las
prcticas sociales que predominan en ellos no son
siempre las mismas. En este sentido, el espacio pbli-
co barrial constituye una caja negra cuya exploracin
puede iluminar nuevos aspectos asociados con proce-
sos de vulnerabilidad social. Quines se apropian delespacio pblico, cmo lo hacen y cmo se imponen a
la comunidad local, qu tipo de sociabilidad se asocia
con esta apropiacin, cules son las consecuencias de
este espacio pblico as conformado sobre las oportu-
nidades de la comunidad y sus vecinos, son preguntas
para investigacin que emergen de este planteamiento.
En las secciones siguientes se abordan estas interro-
gantes con la intencin de deshilvanar, a travs de un
anlisis etnogrfico de los jvenes de barrios pobres,
el proceso de consolidacin de ciertas prcticas, nor-
mas y valores en el espacio pblico y su efecto sobre
la comunidad y sus habitantes.
IIIEl barrio como construccin simblica
Lans y Florencio Varela representan localidades con
caractersticas ecolgicas contrastantes. Si bien ambas
pertenecen al Gran Buenos Aires, Lans forma partedel anillo que limita con la ciudad de Buenos Aires,
mientras Varela se halla en el segundo anillo del conur-
bano, a 25 km al sur de la capital federal. Lans fue
un centro de destino de las olas de migrantes europeos
llegados al pas a fines del siglo XIX y comienzos del
XX, y ha experimentado un temprano y dinmico
desarrollo industrial. El proceso de urbanizacin en
Varela, en cambio, ha sido ms reciente, nutrindose
de migrantes internos provenientes de las provinciasdel norte, de migrantes de pases limtrofes y de ex
habitantes de villas miseria desplazados. Estos po-
bladores se vieron atrados por la disponibilidad o el
bajo precio de la tierra, pero como nunca se desarro-
ll un sector industrial local, tendieron a ocuparse en
municipios vecinos o en la ciudad capital. Otro rasgo
importante de mencionar es que Lans est altamente
urbanizado, tiene uno de los ndices de densidad
poblacional ms altos del Gran Buenos Aires, y pre-
senta una marcada heterogeneidad en su estructura
social, con extensas clases medias y sectores obreros,
5 Vase Wilson (1987 y 1996), Jencks y Peterson (1991), Masseyy Denton (1993) y Musterd y Ostendorf (1998).6 Vase Minujin (1992), Minujin y Lpez (1994), Minujin y Kessler(1995) y Kessler (2000).
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pero tambin con reas de extrema pobreza. En con-
traste, Florencio Varela tiene una muy baja densidad
de poblacin, reas donde an predominan las activi-
dades agropecuarias, y es altamente homogneo en su
composicin social, con un absoluto predominio de
sectores pobres: es el municipio con el ndice de po-breza ms alto en el conurbano bonaerense.
Estas caractersticas de ambos municipios gene-
ran escenarios urbanos socioeconmicos claramente
contrastantes, con importantes consecuencias para el
proceso de transicin a la adultez.7
Sin embargo, las disparidades no se limitan a los
aspectos econmicos y ecolgicos. Las diferencias
estructurales se reflejan en las distintas percepciones
presentes en el imaginario social acerca de ambas
reas. Mientras Lans tiende a ser caracterizado por el
predominio de normas y valores prototpicos de la claseobrera (o trabajadora), a Florencio Varela se le atribu-
yen rasgos de un tpico gueto de pobreza urbana, tales
como bajos niveles educativos, venta y consumo de
drogas, violencia y delincuencia, muy altos niveles de
desempleo e inestabilidad laboral, entre otros. A tra-
vs de procesos en que intervienen los prejuicios so-
ciales, las experiencias individuales, los medios de
comunicacin e incluso el tipo de intervencin estatal,
la imagen pblica de ambas localidades ha sido
predefinida. A travs de la decantacin y objetivacin
de percepciones socialmente construidas, se les asig-
n a ambos espacios urbanos una identidad propia.Cabe recordar que estas identidades, sin embargo, no
estn necesariamente enraizadas en hechos empricos,
sino que han adquirido autonoma para reproducirse a
s mismas en el imaginario colectivo.
Cuando me aprestaba a iniciar el trabajo de cam-
po en estos dos lugares, familiares, amigos, conocidos
y otras personas que supieron lo que iba a hacer coin-
cidieron en darme una misma recomendacin (aunque
muchos de ellos nunca haban estado en estas locali-
dades): s cuidadoso en Varela que es muy peligro-
so. Sin embargo, nadie me advirti de los riesgos ypeligrosidad de algunos barrios especficos de Lans.
Los antroplogos suelen estar habituados a este tipo de
sugerencias y pasarlas por alto como simples comen-
tarios derivados del exotismo que se acostumbra aso-
ciar a la antropologa; sin embargo, tienen valor en s
mismas como manifestacin de percepciones sobre la
otredad. En este caso, a pesar de la heterogeneidad
de situaciones que pueden encontrarse en ambas loca-
lidades (ms evidente en Lans), cada una de ellas fue
presentada con una misma y nica identidad.
Todos los jvenes entrevistados conocan la otra
localidad en la que yo estaba trabajando y tenan una
opinin formada sobre ella; las experiencias de dos de
ellos eran ms cercanas, al haber vivido o tener fami-liares en ambos lugares. En sus entrevistas surgieron
referencias a estas dos localidades, lo que puso nue-
vamente en evidencia la imagen pblica de ambas.
Cmo cambi tu vida al mudarte de Varela a Lans?
Y cambia por el vnculo de gente que uno hace. Por-
que en Varela o en Solano, yo me juntaba con gente
que estaba en la droga por imposibilidad, por..., por
muchos problemas sociales que haba, y ac en Lans
los pibes que andaban en la droga tenan otros valores,
me entends. Es como que..., por ah eran ms nenes
de mam y lo hacan ms por la cuestin de la moda,del salir, de los exmenes, de esto del otro..., o
boludeces. Pero all en Varela era como que los pibes
lo hacan para sobrevivir muchas veces, entends; ha-
ba que colar 3 o 4 pastillas para poder salir a afanar,
que te den las bolas para salir a afanar. Era como que
all haba que bancrsela..., era otra historia, otra his-
toria. (Anbal, 23 aos, Lans).
Donde vivamos eran tres casas. La de adelante era la
de mi to, la del medio era nuestra, y la de atrs era de
mi abuela. Mi to tambin se pele [con los padres] y
se fue, pero se fue al Barrio Fresno [en Varela]. No,
una pena que se haya ido. Te das cuenta con los chi-cos, con mis primos, las diferencias, enormes, en cmo
eran ellos y cmo ramos nosotros. Diferencias enor-
mes en el sentido del vocabulario, educacin, todo. Y
vos se lo atribus al barrio? Totalmente. Totalmente,
porque la ms grande es ms parecida a m, porque ella
se cri en la casa de San Pablo [Lans] donde estba-
mos nosotros. En San Pablo, vive gente trabajadora,
humilde, pero medianamente educada, o sea, no hay
villas, no hay malandras Y con tus primos cules
son las diferencias? Desde el vocabulario, la msica
que escuchan..., es todo cumbia, yo cumbia no escu-
cho por ejemplo, bailo algo pero tengo otra tendencia
a la msica..., son cosas tontas, pero bueno, que... Los
amigos tambin. Los amigos all andaban calzados
como dicen ellos, con armas, yo ac no tengo un ami-
go as ni... ; recin conoc chicos que fumaban o toma-
ban a los 22 aos, ya era grande, cuando ellos de
chiquititos ya estaban con todo ese tipo de gente.
(Vicky, 25, Lans).
Esta oposicin, asociada adems con diferencias
sociales y culturales entre grupos, es un ejemplo espe-
cfico del mecanismo oposicional fundante de la cons-
truccin (social) de identidad. Esta distincin bsica
entre nosotros y ellos es reproducida a diferentes7 Vase un anlisis de estos impactos en Sarav (2002).
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niveles. Como ya se indic, a nivel macro Gran Bue-
nos Aires Lans es asociada con una localidad de
clase trabajadora y Varela con un gueto de pobreza
urbana; sin embargo, cuando nos introdujimos en es-
tas comunidades, descubrimos que no todos son igua-
les, y tanto a nivel meso (localidad) y micro (el ba-rrio) emergen nuevas distinciones entre nosotros y
ellos. En cada nuevo contexto social (locus) este me-
canismo oposicional es reproducido mediante la dis-
tincin de diferentes grupos sociales caracterizados por
aspectos socioculturales contrastantes (valores, creen-
cias, actitudes, comportamientos, normas). As enton-
ces, escuchamos que en Lans tambin existen guetos
de pobreza urbana y que en Florencio Varela hay sec-
tores de clase trabajadora, e incluso que dentro de esos
guetos no todos adhieren a las normas, valores y prc-
ticas dominantes.Jos, uno de los entrevistados en Lans, al hablar
sobre la situacin de los jvenes fue claro en marcar
las diferencias entre un nosotros, al cual l pertene-
ca y que estaba constituido por el barrio, y un ellos,
representado por la villa vecina, de la cual lo separaba
una delgada (pero suficiente) lnea de asfalto.8 Aqu la
distincin social entre nosotros y ellos se superpone
con una diferenciacin espacial, pero incluso en la
villa, en el mismo espacio geogrfico, emergen distin-
ciones sociales. En su entrevista, Antonio mostr un
claro inters por diferenciarse de los dems jvenes
habitantes de la villa. Una situacin similar encontra-mos en Florencio Varela, donde, a pesar de que los
contrastes espaciales son menos evidentes, los jvenes
marcaron diferencias similares. Julia, por ejemplo,
seal su intencin de mudarse a un barrio de trabaja-
dores, donde debera estar su familia, en contraste con
su actual barrio, el cual fue presentado con los atribu-
tos opuestos, es decir, como un barrio de no trabaja-
dores.
Ya te digo, el 70% de los chicos ac si no se drogan
roban. Porque esto es todo barrios bajos, viste, y los
chicos de 21 aos como yo, el 60 o 70% estn tirados
en una esquina tomndose una cerveza Yo tambin
tomo cerveza, pero te quiero decir que se estn toman-
do una cerveza, se estn drogando, andan robando, o
pass vos y te piden monedas. Pero vos no vivs en
ese barrio? No, yo vivo para all. Para all ya es dis-
tinto, o sea es ms barrio, ms gente civilizada, de este
lado hay pasillos, Es ms como un asentamiento, para
all no, es ms barrial, ya hay calles de asfalto, todo
eso. Mir, yo creo que esos chicos caen por una cues-
tin de que ya est en la mentalidad de ellos por la zona
en donde viven, por la delincuencia que los rodea, es
ms, ah mismo les estn vendiendo la droga, entonces
la tienen al alcance de la mano. (Jos, 21, Lans.)
Los del barrio no son amigos, son conocidos ms que
nada. Porque no hay una amistad ac. Aparte no s que
tienen en la cabeza, yo tengo 21 aos pero parezco ,
no s, tengo la mentalidad de 40 o 50 aos. Sos como
una excepcin en el barrio? No s si a tal punto, pero
una cosa as. Por qu? Y porque a m no me gustan
los quilombos. Ac no tienen comportamiento, una
educacin, no, no saben comportarse, son de otra
clase. Aparte mucha droga. Y bueno, si vos no quers
estar en un crculo as, para no tentarte, lo mejor es
evitarlos. (Antonio, 21, Lans).
No, yo espero estar mejor, en todo nivel. Por ejemplo
toda la cuadra son familiares y no me gustara llegar
a no es que yo diga bueno es un barrio feo porque
tiene esto, o porque tiene lo otro, pero me gustara
cambiar, como progresar, salir aunque sea a un barrio
de gente trabajadora; ac vos ves que en la esquina se
juntan a vender droga, todas esas cosas y es feo. (Ju-
lia, 18, Varela).
De este modo la distincin entre nosotros y ellos
es asociada con atributos contrastantes, los cuales son
objetivados en diferentes grupos de jvenes. Estas
categoras de identidad, sin embargo, son relativas y
flexibles dependiendo del nivel en el que se trace el
corte demarcatorio; es decir, un joven ser parte de
nosotros o de ellos dependiendo de cul sea el
grupo de referencia. Antonio, por ejemplo, pertenece-
r a la clase trabajadora cuando se enfatiza su condi-
cin de lanusense, ser miembro de un gueto urba-
no cuando se marca su pertenencia a una villa, ynuevamente pertenecer a la clase trabajadora cuan-
do se consideren las distinciones internas de la villa.
Los individuos, jvenes en este caso, no slo es-
tn conscientes de estas percepciones asociadas con su
lugar de residencia, sino que sus vidas e interacciones
cotidianas suelen verse afectadas por ellas. La carga
identitaria que transportan los jvenes como resultado
de su ubicacin social y espacial puede ser emocional-
mente estimulante e incrementar un sentimiento de
autoestima, pero, como sealan Elias y Scotson (1994),
tambin puede convertirse en fuente de rechazo y
8 Prvt-Schapira (2002) sostiene que la multiplicacin de gradientesde espacios de pobreza urbana exacerban la necesidad de distin-cin entre nosotros y ellos; el miedo a la exclusin acenta laslgicas de delimitacin en zonas empobrecidas, en un intento porreafirmar que no se est en la misma situacin que los otros. As,sostiene esta autora, surgen nuevas fronteras que atraviesan losespacios de la periferia, separando a los pobres de los menos po-bres, los villeros de los habitantes de asentamientos, los propieta-rios de los no propietarios, etc.
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exclusin. La distincin entre nosotros y ellos es aqu
al mismo tiempo una diferenciacin jerrquica en tr-
minos de estatus social, en ocasiones implica un jui-
cio tico acerca de lo que es y no es deseable en la
sociedad, y siempre acta como fuente de estigmas que
condicionan las prcticas de unos y otros: A los dosmeses del accidente, consegu otra mina Despus me
pele porque la madre saba donde yo viva , des-
pus se enter que yo viva ac. Era media fifi y
podran agregarse infinidad de experiencias en que los
estigmas vinculados al lugar de residencia disminuyen
la empleabilidad de los jvenes: Cada vez que
llens una solicitud y pons La Cava ya sabs que
no te van a llamar.9
El anlisis presentado hasta aqu sobre las percep-
ciones sociales acerca de diferentes espacios urbanos
pretende resaltar no slo el entrecruzamiento entre dis-tinciones socioculturales y espaciales, sino el efecto de
esta asociacin sobre las vidas (oportunidades) de sus
habitantes. El barrio representa una especie de firma
atada de manera indeleble a ciertos atributos especfi-
cos en el imaginario social; uno es de un lugar que al
igual que uno tiene un nombre, y ste puede gustarnos
o no, haberlo elegido o no, pero debemos cargar con l.
La asociacin entre atributos socioculturales y espacia-
les se constituye as en un mecanismo de exclusin,
abriendo o cerrando las oportunidades de obtener un
empleo, interactuar con otros, acceder a ciertos consu-
mos. Como sealan Sabatini, Cceres y Cerda (2001)la estigmatizacin de los barrios y reas donde se con-
centran los grupos pobres constituye una dimensin
central de la segregacin residencial, y es uno de los
nuevos aspectos que se agrega a la pobreza estructural,
no slo en las ciudades latinoamericanas, sino casi como
un rasgo inherente a las ciudades contemporneas. Los
estigmas territoriales (Wacquant, 2001) son un aspecto
fundamental de los procesos de exclusin social.
Yo estoy lleno de tatuajes, estoy todo escrito. Pienso
que era una cuestin tambin del lugar donde yo viva,
que tena que imponer un respeto, quien era yo. Era
jodido. Yo me mova en ambientes jodidos. Yo me
mova en un ambiente de pendejos que andaban en la
droga, chorros,..., era la que me tocaba, estar en esa...,
en ese lugar. Ahora te gustara sacarte los tatuajes?
S, s. Porque uno tiene una presencia ante el mundo,
tiene una. No puedo decir que la primera impresin
es lo ms importante, pero la primera impresin te cie-
rra muchas puertas. Yo hay muchos laburos que no los
puedo tener porque estoy lleno de tatuajes, me
entends? Yo de manga corta no puedo laburar en nin-
gn lado; y es un problema que hoy lo tengo yo.
(Anbal, 23, Lans).
Esta homogeneidad exterior, sin embargo, se di-
sipa cuando exploramos las comunidades desde su
interior. Como mencionbamos en prrafos ms arri-
ba, en el interior del barrio se pueden encontrar nue-
vas diferenciaciones entrenosotros y ellos. Estas di-
ferenciaciones y conflictos, derivadas de quin domi-
na y cmo se domina el espacio pblico local, tienen
consecuencias igualmente profundas en las vidas coti-dianas de sus habitantes. Este es el tema que me pro-
pongo explorar en la prxima seccin.
9Clarn, 10 de enero de 1999, citado en Auyero (2001).
IVDisputando el espacio pblico local
El mundo de la calle se ha convertido para los jve-
nes de sectores populares en el espacio privilegiado de
socializacin (Kuasosky y Szulik, 2000). La calle,
incluyendo no slo las veredas y esquinas del barrio,
sino tambin las placitas, las canchitas de ftbol,
los quioscos y tienditas en los que se vende cerveza,
constituye para estos jvenes uno de los principales
mbitos de sociabilidad, interaccin y esparcimiento,
a diferencia de lo que sucede con jvenes provenien-
tes de otros sectores sociales. La apropiacin diferen-
ciada del espacio pblico por sectores sociales es una
variable determinante a la hora de considerar la cre-
ciente importancia que adquiere la presencia de los
jvenes en el espacio pblico barrial en contextos ur-
banos de pobreza estructural.10
10 Esta presencia de los jvenes en enclaves de pobreza estructuralha sido observada por distintos autores en diversos contextos na-cionales, y en todos ellos aparece de manera similar el fuerte im-pacto que ejerce esta cultura de la calle sobre la atmsfera y di-nmica de la vida cotidiana en la comunidad en su conjunto (Avery,1987; Anderson, 1991; Auyero, 1993; Wacquant, 2001).
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La fragmentacin de las sociedades latinoameri-
canas y en particular de la argentina durante la dcada
de 1990 se refleja en la estructura urbana y el espacio
pblico. Como seala Makowski (2003, p. 96), los
espacios pblicos se han fragmentado, convirtindose
en compartimentos estancos en los que se reproducela desconexin y el autismo social que tiene lugar en
la propia experiencia urbana. En el caso de los jve-
nes esta apropiacin diferenciada del espacio pblico
se presenta con particular nitidez. Mientras que los
shoppings o centros comerciales y otros espacios
cerrados han sido ocupados por sectores de clases
medias y altas (Ariovich, Parysow y Varela, 2000),
para los jvenes de sectores populares la calle apa-
rece como el nico espacio accesible, disponible para
la conquista. Como veremos ms adelante, en los sec-
tores medios el proceso ha sido en sentido inverso,dndose en ellos una retirada de la calle que puede
observarse en distintas esferas de la vida cotidia-
na.11 Pero al mismo tiempo, diversos factores conflu-
yen para que la calle represente para los jvenes de
sectores populares no slo un espacio pblico ms
importante que para otros sectores sociales, sino el ms
importante como espacio de encuentro y sociabilidad.
La exclusin de mbitos de institucionalizacin de la
transicin a la adultez como la escuela y el mercado
de trabajo, la discriminacin social que marca espacios
de pertenencia y no pertenencia, la pobreza de recur-
sos que impide acceder al mercado, el hacinamiento yotras deficiencias de las viviendas sumadas a frecuen-
tes ambientes familiares conflictivos que expulsan a los
jvenes de sus hogares, as como los aspectos de iden-
tidad asociados a la calle, son algunos de los factores
que nos ayudan a entender lo importante que es la calle
para los jvenes residentes en enclaves de pobreza.
En los barrios estudiados el espacio pblico se
caracteriza por el predominio de una cultura juvenil
particular o cultura de la calle, definida por un con-
junto especfico de normas y valores, prcticas y com-
portamientos. Los jvenes que controlan las esquinasde estos barrios en general no estudian, no trabajan (o
lo hacen espordicamente), pasan la mayor parte del
tiempo juntos en la calle, conversando, peleando con
otros, tomando alcohol y algunas drogas, y en ocasio-
nes involucrndose en pequeas actividades delictivas.
Pedro y Diego cuentan en sus entrevistas lo que repre-
senta formar parte de esta cultura de la calle.
A los 16 viva todos los das en la esquina, durmiendo
ah con mi hermano. Me la pasaba vagueando. Y
mir, ah te pars en la esquina todo el da y le
empezs a pedir plata a los vecinos y as ests todo el
da y junts... qu s yo, para una damajuana, junts
para el faso, y ests todo el da ah en la esquina y vas
a comer a tu casa y te volvs a ir. As estuve un par de
aos, como dos aos Y todos mis amigos eran as,
ramos como 15, ms los que venan de otro lado, de
pasada, igual que nosotros de otro barrio iban a juntar-
se con nosotros. Pero eso s, no salamos ni a robar, ni
nada yo y mis hermanos. Yo a veces le deca a mi vie-
ja, decir que gracias a Dios no salimos a robar. No, yo
todo el tiempo pensaba en mi mam, yo pensaba en mi
mam, digo no, no puedo hacer esto, ya que soy bo-
rracho, soy drogadicto, lo nico que falta es que sea
ladrn y que me encuentre en un zanjn. (Pedro, 22,
Varela).
Entonces ya se empez a arruinar un poco el grupo, se
empezaron a separar un poco los pibes, empezaron con
la droga, as a robar; yo tambin tuve problemas,
entonces dije no, nunca ms, me abr. [] Es por el
barrio, el tipo de barrio que es. Est por ejemplo..., la
generacin anterior a nosotros, son pibes de 25 o 26
aos, que cuando nosotros estbamos jugando a la
pelota, esos pibes ya estaban tomando..., en el club ya
estaban tomando cerveza, estaban fumando marihuana
y, tomando cocana y esas cosas. Nosotros lo vea-
mos y nunca..., nunca le dimos bola, porque no tena-
mos conciencia de lo que hacan o de lo que era. Cla-
ro, porque el barrio ese, ah se vende droga y todo
eso, pastillas, cido, es un shopping eso; a la no-che, hay ms vida nocturna que diurna, porque em-
piezan a aparecer autos, camiones, colectivos, de todo.
Y bueno, fue as. Se empez a meter uno, se empez a
meter otro, y otro, y otro y as, todos fuimos cayendo,
casi todos. (Diego, 21, Lans).
El objetivo central de esta seccin no es analizar
las causas por las que emergi esa cultura de la calle,
sino las consecuencias de ella en trminos de ventajas
o desventajas para los jvenes del barrio y el conjunto
de la comunidad. Sin embargo, dada la reemergencia
de enfoques culturalistas en el anlisis de procesos deexclusin social, cabe hacer dos observaciones al res-
pecto.
En primer lugar, como se seala en Massey y
Denton (1993), el problema con los enfoques cultura-
listas reside precisamente en que han olvidado la co-
nexin entre las caractersticas culturales de determi-
nados grupos y sus condiciones estructurales de inser-
cin en la sociedad. Diversos estudios muestran que,
ante situaciones de concentracin y segregacin de sec-
tores en extrema pobreza y carencia de oportunidades,
resulta difcil seguir las normas y valores promovidos
11 La proliferacin de barrios cerrados, shoppings y escuelasprivadas es uno de los ejemplos paradigmticos de este fenmeno.
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SEGREGACION URBANA Y ESPACIO PUBLICO: LOS JOVENES EN ENCLAVES DE POBREZA ESTRUCTURAL GONZALO A. SARAVI
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por la sociedad. Particularmente, los jvenes someti-
dos a estas condiciones de restriccin tienden a desa-
rrollar un conjunto de normas, valores y prcticas
percibidas como alternativas o desviadas, pero que sin
embargo les permiten hacer frente a la frustracin
generada por el reconocimiento de lo inalcanzable delas metas avaladas socialmente (Merton, 1984).
En segundo lugar, esta relacin entre ambas di-
mensiones debe analizarse en su contexto, consideran-
do que las oportunidades son relativas al entorno so-
cial e histrico. En Ciudad de Guatemala, por ejem-
plo, Roberts (1973) observ que los pobres urbanos, a
pesar de sus condiciones de extrema precariedad, se
mostraban muy activos en la persecucin de valores y
metas socialmente hegemnicos, aprovechando peque-
as oportunidades de mejoramiento asociadas a las
caractersticas del proceso de urbanizacin, como lainvasin de tierras, la autoconstruccin de viviendas y
el trabajo en actividades informales. En este sentido,
las condiciones de extrema pobreza no se asocian ne-
cesariamente con la emergencia de normas, valores y
prcticas particulares.
No es aventurado sugerir que en Argentina se
experimenta en el transcurso de los ltimos aos un
proceso de fragmentacin socioespacial de las grandes
ciudades. Uno de sus rasgos principales es que, en
contraste con el pasado, los espacios urbanos con alta
concentracin de pobreza tienden a caracterizarse por
una evidente exclusin de los canales tradicionales deascenso social. Al igual que lo sealado por Roberts
para el caso de Guatemala, las villas en Argentina,
si bien estaban sumergidas en situaciones de mltiples
carencias, se mostraban como espacios dinmicos en
la persecucin de mejores condiciones de vida. La le-
galizacin de la propiedad de la tierra, la organizacin
comunitaria, la escuela pblica, la obtencin de un
empleo formal, eran algunos de los canales que pro-
metan una movilidad social ascendente. Puede decir-
se que esas expectativas de movilidad social entre
generaciones (revalidadas en la experiencia cotidiana)
fueron el principal mecanismo de integracin social
durante buena parte del siglo XX en Argentina. Sin
embargo, las ltimas dcadas fueron testigos de la
transformacin no slo de un modelo de desarrollo
econmico, sino tambin de los mecanismos tradicio-
nales de movilidad social, hoy fuertemente cuestiona-
dos (tambin a partir de la experiencia cotidiana) par-
ticularmente entre las generaciones ms jvenes.
Penss en el futuro? S, s!!!, pero ni quiero pensar a
veces, porque de repente como estoy yo digo qu vas a
hacer boludo; a veces tengo como dos personas que me
digo qu vas a hacer boludo, no tens nada.... O sea,
no es que no tens nada sino que cmo ests..., me da
un poco de miedo. Y aparte como est la mano, ha-
blar de lo econmico ya me pone pattico, ni siquiera
quiero a veces prender la tele, cuando prendo la tele
solamente pongo canales de msica. (Seba, 23, Varela).
Qu hacas en todo el da? No, no, lea, s me encerra-
ba, s miraba tele e iba alternando, lea, miraba tele,
escuchaba msica y as. Ahora ya no? S, sigo hasta el
da de hoy, pero ahora ya tengo ms actividad, antes me
encerraba, medio depresivo era lo mo. Por lo mismo que
te digo, que no tena laburo, no poda nada, no poda
diagramar nada. Tampoco es una depresin ya es una
forma de depresin, no es la literal que te tirs y te tirs
al abandono, no, me quedo as pensando en los proble-
mas En qu problemas? Ehhh, el futuro, como voy
acomo me voy a mantener, qu s yo el da de maa-
na quiero tener yo mi propia casa y cmo lo voy a conse-
guir, eso me preocupa. (Federico, 21, Lans).
Este ltimo aspecto es crucial en nuestro proble-
ma. No se trata simplemente de un desgaste de los
mecanismos tradicionales de integracin social percep-
tible para el observador externo, sino que los propios
sujetos de este proceso pueden visualizarlo. Esto aade
una dimensin subjetiva fundamental en todo proceso
de exclusin social. Como sealaba Mills (2003, p. 30),
cuando la gente estima una tabla de valores y no ad-
vierte ninguna amenaza contra ellos, experimenta bien-
estar; cuando estima unos valores y advierte que estnamenazados experimenta una crisis. Los jvenes per-
ciben la amenaza de la exclusin. Como indican
Kuasosky y Szulik (2000, p. 58), luego de trabajar con
un grupo similiar de jvenes, la sociedad es vista como
algo extrao a ellos, un mbito al que no pertenecen.
La ausencia de oportunidades y expectativas de
movilidad social (lo cual puede traducirse como una
situacin de desafiliacin o exclusin) genera entre los
jvenes no slo sentimientos de incertidumbre y frus-
tracin, sino tambin una profunda crisis de autoestima
e identidad. Durante este perodo de transicin, que es
clave en el curso de vida, la construccin del indivi-duo como persona y ciudadano resulta cuestionada.
Diversos estudios etnogrficos12 han mostrado que bajo
estas condiciones y en contextos urbanos particulares,
los jvenes tienden a desarrollar sistemas de roles y
estatus alternativos, los cuales adems tienden a basarse
en normas y valores que difieren sustancialmente de
los promovidos por la sociedad.
12 Fordham y Ogbu (1986), Elias y Scotson (1994) y Craine (1997).
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SEGREGACION URBANA Y ESPACIO PUBLICO: LOS JOVENES EN ENCLAVES DE POBREZA ESTRUCTURAL GONZALO A. SARAVI
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En otro trabajo (Sarav, 2002) observbamos que
la transicin familiar ya sea a travs del matrimo-
nio, las uniones consensuales o la maternidad brin-
da a las mujeres jvenes un mecanismo socialmente
aceptado de adquirir un nuevo estatus o rol. El inicio
de una nueva familia ofrece a las jvenes nuevas acti-vidades y responsabilidades, pero, lo que es ms im-
portante an, les asigna una nueva identidad social
como esposas, madres o amas de casa. Aqu sugerimos
que de manera similar los jvenes encuentran un sis-
tema de estatus y roles en la calle, en el espacio pbli-
co barrial. Este nuevo contexto, con normas y valores
propios, funciona como un mecanismo de defensa y
repliegue para los jvenes: algunos de ellos encuentran
en la cultura de la calle una fuente de prestigio,
autoestima e identidad; otros, simplemente una venta-
na de escape a una realidad de exclusin.Mayol (1999) seala que el barrio puede conce-
birse como un objeto de consumo del cual se apropia
el usuario apoderndose del espacio pblico, imponien-
do su propia ley al orden externo de la ciudad. En este
sentido, en barrios con alta concentracin de pobreza
pero fundamentalmente caracterizados por una extendida
ausencia (real y percibida) de oportunidades, los jve-
nes se apropian del espacio pblico, construyendo un
entorno que no recrimina el abandono de la escuela, el
desempleo, el no hacer nada, el uso de drogas y alco-
hol, el robo y la violencia. La cultura de la calle, con
sus propias normas y valores, da sustento y reafirma esteconjunto de prcticas que contradicen al deber ser. En
esta forma, las evidencias de la exclusin o desafiliacin
social son evadidas o resignificadas en el barrio, en el
espacio pblico apropiado.13 Ante la percepcin y ex-
periencia de la exclusin, la sociedad exterior se con-
vierte en una realidad amenazante. Con el control del
espacio pblico local, los jvenes responden constru-
yendo un espacio interior de integracin que, parad-
jicamente, ser percibido por el exterior como fuente
de amenaza, en un juego de espejos que acenta los
procesos de fragmentacin y segregacin urbana.
Qu hacas cuando estabas en la calle? Chupaba,
andaba con amigos que andaban en la droga. Y bueno,
ellos se drogaban y siempre me ofrecan pero yo nun-
ca me drogu; estuve a punto pero nunca lo hice. Ese
grupo de amigos es como que yo iba y me olvidaba de
los problemas. Y pienso que eso es lo que les afecta a
los pibes, el de pensar que los problemas ya se fueron.
(Ernesto, 25, Varela).
Los peores aos [en el barrio] fueron los 1990s, hastael 98. Por ejemplo, ac 4 aos atrs cualquiera no
pasaba; o sea, por la calle de mi casa cualquiera no
pasaba. Los robaban, les pegaban. Quines? Personas
que en este momento estn presas o desaparecidas, no
s dnde estn. Eran pibes de tu edad? De mi edad,
ms grandes, ms chicos, de todo. Y por qu haba
tanta violencia? Porque eran muchos y estaban eufri-
cos. Por drogas? Por todo, y por creerse tambin,
por ignorancia tambin de creer que eran ms [supe-
riores], y al mismo tiempo sentirse discriminados, pero
entre los suyos se sentan orgullosos de ser el mejor
o, bueno ese tipo de cosas. Yo jugaba a la pelota con
ellos, pero siempre tuve en claro quines son mis ami-
gos y (Alberto, 23, Lans).
La cultura de la calle, sin embargo, es dominante
por su presencia en el espacio pblico barrial, pero no
por una igual adherencia de todos sus habitantes jve-
nes. Como sealbamos ms arriba, en el barrio exis-
ten divisiones entre jvenes: nosotros y ellos, inte-
grados y aislados. La demarcacin entre unos y otros
es la participacin e involucramiento en la cultura de
la calle; as, los aislados son quienes no comparten las
normas, valores y prcticas que caracterizan a la cul-
tura juvenil dominante en el barrio; tambin llamadosgiles por los integrados, viven en el mismo barrio,
y van a la escuela o trabajan, no consumen drogas, no
se involucran en actividades violentas y/o delictivas.
A pesar de las evidencias de la exclusin, los giles
perseveran en los canales tradicionales de movilidad e
integracin social.
Y a veces es jodido vivir ac. Es decir, depende cmo
te tome la gente, entends, si te toman como ellos di-
cen un gil, la vivs mal. Qu es un gil? Un gil para
ellos es uno que trabaja, que va al colegio, bueno, una
cosa as. Vos seras un gil? Claro. Que no anda en...,que no tiene amistades as..., chabones que roban y esas
cosas. (Antonio, 21, Lans).
Si bien existe una relacin de conflicto entre in-
tegrados y aislados, ambos manifiestan inseguridad
respecto al patrn elegido. Los integrados suelen cues-
tionar la cultura de la calle fuera del espacio pblico
del barrio. Esta inseguridad se pone de manifiesto
cuando expresan su pretensin de rescatarse.
Rescatarse significa hacer un viraje importante en sus
vidas, abandonar la calle. En trminos de prcticas,
13 La apropiacin no es slo simblica sino tambin fsica. Ambasdimensiones de apropiacin se encuentran ntimamente ligadas, locual se manifiesta claramente en el rechazo que produce la presen-cia de desconocidos o extraos en el barrio. La presencia de extra-os no es slo una ocupacin del espacio, sino tambin la presenciasimblica del exterior (normas y valores).
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SEGREGACION URBANA Y ESPACIO PUBLICO: LOS JOVENES EN ENCLAVES DE POBREZA ESTRUCTURAL GONZALO A. SARAVI
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significa dejar las drogas y el alcohol, volver a la es-
cuela o buscar un trabajo, formar una familia; en tr-
minos simblicos, rescatarse significa volverse un gil.
O sea, cuando me preguntan para qu estaba en la es-
quina, para qu paraba en la esquina y para qu medrogaba tanto, yo digo y bueno, para salir de la reali-
dad, porque es la verdad. Es una excusa, en ese mo-
mento era una excusa. Es ms para m mismo era una
excusa el parar en la esquina, era bueno, me voy a la
esquina y estoy con los pibes, me tomo un par de vi-
nos, me fumo un par de fasos y ests re-colgado. Y
bueno, te puede pegar el mambo de estar deprimido y
te pons peor, o te pega el mambo de no saber ni qu
hacer. Pero la mayora estn con ganas de rescatarse y
estn esperando... Porque sabs, los pibes no son ma-
los, viven en una burbuja. Se levantan, se fuman un
faso, y se la pasan todo el da escabiando, llega la noche
y siguen escabiando hasta que no dan ms y se van adormir. Pero no son mocos, as mal, bardos.
(Lautaro, 18, Varela).
Los aislados muestran las mismas inseguridades,
pero en sentido contrario. Las experiencias cotidianas,
aunadas a la presin que ejerce la cultura de la calle,
corroen la perseverancia que los define. La incertidum-
bre que mortifica diariamente a los aislados es plan-
tearse si no son realmente giles.
Los chicos ac estn perdidos ahora. Yo no s, yo digo
por el hambre, o por la droga. Ms por la droga, por-que dicen que como no tienen trabajo van a robar para
comprarse una zapatilla de marca, unas Adidas. Pero
se compran la ropa, todo, y a las 3 horas roban otra vez
y ya tienen ropa, y van para la droga. Y as es. Y por
qu vos no ests en esa? Porque me da miedo; pienso
si salgo a robar y me pegan un tiro?. A m a veces no
me faltan ganas, tampoco, de ir a robar, pero no para
ir a comprar un par de zapatillas, para estar bien,
entends, para ayudar ms a mi familia, viste. Pero un
da perds, un da perds, entends. Una vez ya estuve
preso yo. (Matas, 21, Lans).
Yo no vea la escuela desde ese punto de vista, porquetena muchos compaeros que no seguan la secunda-
ria. O sea, con los chicos que me juntaba del barrio casi
ninguno iba a la secundaria me entends? Y mi vieja
me deca, tens que estudiar, tens que estudiar, pero
yo no la vea as, para m era terminar la primaria y lis-
to. Porque era como que yo estaba en un ambiente en
el cual todos terminaban la primaria y ya est, despus
vamos a joder y vamos a divertirnos. (Andrs, 18,
Varela).
La cultura de la calle ejerce una enorme presin
sobre los aislados, y lo hace desde diferentes frentes.
Sus vidas cotidianas estn permanentemente afectadas
por esta condicin. En primer lugar, como vimos en
prrafos anteriores, la sola presencia de la cultura de
la calle representa la existencia de otra va, la oferta
de una alternativa a la espera de la desilusin y la
desesperanza. Vivir en ese entorno no es sencillo, y losaislados responden con una combinacin de aislamien-
to y confrontacin. Estas respuestas, sin embargo, se
transforman en nuevos problemas para ellos mismos
y para la comunidad en su conjunto.
En sus estudios sobre los guetos afroamericanos
de Chicago, Wilson (1987 y 1996) observa un proce-
so de migracin selectiva por clases (class-selective
migration): las familias negras de clase media aban-
donan estas comunidades para escapar a un entorno que
exhibe falta de oportunidades, concentracin de la
pobreza, violencia, consumo de drogas y otros rasgossimilares. Como es de esperar, el resultado es un cr-
culo vicioso de creciente concentracin de la pobreza
y las desventajas. En los barrios estudiados en Varela
y Lans, varios de los jvenes definidos como giles
manifestaron sus deseos de emigrar. Diego, por ejem-
plo, cuando se decidi a rescatarse despus de un
problema de drogas, abandon el barrio y se mud a
la casa de sus abuelos. De manera similar, Mauro cont
sus deseos de poder estudiar en un colegio internado
para evitar las influencias de su barrio.
Despus me vine a vivir de vuelta a la casa de mi abue-la. Porque ya no es lo mismo, estar ah en ese barrio,
porque ya ahora no es como cuando yo era chico que
se jugaba a la pelota, se jugaba a la escondida, aho-
ra no, ahora los pibes lo nico que hacen es drogarse,
drogarse y robar, y eso. Entonces ya, como a m no
me gusta andar as Que hagan su vida, pero estar as
entre ellos ya no porque si se mandan un moco grande
despus viene la polica y no mira a quin. Todava
tengo amigos ah, lo que pasa es que no tengo tanto
contacto con ellos porque ellos trabajan y otros.... [quie-
re decir que roban], y a los dems ya no les doy cabi-
da. Por qu vos no seguiste el mismo camino que
ellos? Seguirlo lo segu, lo que pasa es que despus merescat un poco, adems tuve problemas con la droga
y... y dije listo, ya fue, ya fue y me vine para lo de
mi abuela. (Diego, 21, Lans).
Quiero anotarme en esa escuela porque ah tens que
estar de lunes a viernes y sals los fines de semana,
como para probar... porque yo s que puedo y mucha
gente me dijo que yo puedo hacer lo que yo quiera. Yo
quiero estudiar. Profesoras me dijeron que yo si quera
lo iba a hacer, todos me dijeron igual, que a m me
jode la vagancia. Claro, tengo que estar s o s ah
adentro o hasta el fin de semana, bueno despus el fin
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de semana salgo, fumo con los vagos, salimos a bailar
todo, un pedito puede ser, mamarnos por ah y despus
llega el domingo, bueno ya estoy durmiendo hasta las
4 y pico de la tarde y despus me vuelvo otra vez.
(Mauro, 17, Varela).
Ms frecuente, sin embargo, es un proceso de
aislamiento dentro del propio barrio. Los jvenes no
integrados a la cultura de la calle de su barrio se reti-
ran del espacio pblico. No hacen amigos en el barrio,
evitan ciertas calles y esquinas, disminuyen sus rela-
ciones con los vecinos, tratan de asistir a escuelas pri-
vadas u otras fuera de la comunidad. Entre las princi-
pales consecuencias de esta estrategia de retiro y ais-
lamiento de los aislados se cuentan: por un lado, una
mayor presencia de los integrados en el espacio pbli-
co barrial, con lo cual sus normas, valores, y prcticas
tienden a consolidarse an ms como dominantes; porotro, una prdida de capital social comunitario, es de-
cir, se debilitan las relaciones entre vecinos, disminu-
ye la interaccin entre grupos diferentes, los modelos
alternativos a los de la cultura de la calle se hacen
menos visibles, y el temor, la inseguridad y la descon-
fianza se extienden en la comunidad. De esta manera,
la comunidad no slo se asla de la sociedad global,
sino que comienza a padecer una creciente fragmenta-
cin interna.
Tens amigos del barrio? No, porque es como quecada uno se ocupa de su casa, de su familia. Aparte no
hay muchos chicos as de mi edad..., bueno, hay, pero
son as adictos, van en mal camino digamos. Se juntan
mucho en la esquina de mi casa, en la palmera. Se
juntan a tomar, a drogarse, a hacer quilombo. (Martita,
19, Varela).
No, mis amigos son del colegio [privado], no, con los
del barrio yo no me junto. Cuando era ms pibe me jun-
taba, jugaba al ftbol, pero despus ya no. Porque...,
bueno, estos chicos no hacen nada, o sea, nada, es una
vagancia total. Adems las malas juntas, se quedan
a tomar cerveza en la esquina toda la noche. No es unabuena junta para amigos. No s, son otra clase de gen-
te, porque no les interesaba mucho el colegio; por ejem-
plo, los pibes esos que estn en mi barrio ninguno es-
tudia, ninguno hace nada. Yo siempre los veo que van
a jugar a la cancha, de la cancha al almacn de enfren-
te de mi casa a tomar cerveza y jugar al metegol, y
siguen ah en la esquina tomando cerveza. (Daniel, 18,
Varela).
En un barrio el aislamiento tiene sus lmites; un
individuo que nace o se instala en un barrio est obli-
gado a darse cuenta de su entorno social, a insertarse
para poder vivir en l (Mayol, 1999, p. 14). Literal-
mente, para los aislados o giles (principalmente j-
venes varones) vivir en el barrio no es una experien-
cia sencilla. Ellos son doblemente castigados y exclui-
dos, por la sociedad y por su barrio, y sufren una fuer-
te presin en ambas direcciones. Si quieren sobreviviren el barrio deben adoptar y usar normas y prcticas
de la cultura de la calle para enfrentar a los integra-
dos, pero al mismo tiempo deben resistir la oposicin
de la cultura de la calle y los obstculos de sus caren-
cias y desventajas para sostener y perseguir los valo-
res, normas y prcticas que promueve la sociedad. La
experiencia de Alberto, quien hoy persiste y perseve-
ra en su intento por obtener un ttulo universitario,
refleja estas mltiples presiones a las que son someti-
dos los aislados.
Me senta afectado tambin. Porque yo no, no te-
na la misma mentalidad que ellos y se me presenta-
ba, me vena la violencia y yo no puedo hacer que
ellos entren en mi pensamiento, no les puedo expli-
car, entonces tengo que hacer lo mismo que hacen
ellos para sobrevivir. Qu quiere decir que se te
vena la violencia? Y que te apareca alguien que te
quera pegar o cualquier cosa y yo tena que respon-
der tratando de evitarlo, pero llegaba un punto que no
se poda hablar ms y tena que responder de la mis-
ma forma porque ellos no iban a llegar a pensar lo
mismo que yo. Si te peleaban, vos peleabas? Claro.
Y por qu te peleaban? Por tonteras. Porque mevean as que yo estudiaba, que yo no era lo mismo
que ellos, entonces me queran probar, una cosa as.
Y qu te decan? No, que me decan no, que me ti-
raban. Cuntas veces me habrn tirado grasa, pie-
dras, Algunas veces cuando los poda evitar, los
evitaba, haca que no me daba cuenta. Pero cuando yo
tena la seguridad que ellos saban que yo estaba aten-
to a lo que pasaba, entonces tena que responder de
alguna forma porque as se mueve la cosa, as es
esto. (Alberto, 23, Lans).
La comunidad padece en mltiples formas la vio-
lencia asociada con la cultura de la calle y dominanteen el espacio pblico del barrio. Como seala Auyero
(2001, p. 16): Hoy, en democracia, los habitantes de
las villas no tienen miedo de los militares, sino de sus
propios vecinos, sobre todo de los ms jvenes. Los
robos perpetrados por los propios vecinos, el cobro de
peaje en ciertos accesos del barrio, las peleas entre
bandas de jvenes, y la violencia indiscriminada cons-
tituyen experiencias cotidianas.
S, ac la mayora, ac de este barrio, vos pregunts y
te dicen: no, no te conviene meterte porque es como
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que te mets en la boca del lobo. No..., es muy jodido
ac, va por lo menos en mi barrio, ac es jodido.
(Martita, 19, Varela).14
La cultura de la calle surge como un mecanismo
de defensa ante la crisis, ante la evidencia de la exclu-sin. Sin embargo, como seala Massey en la cita re-
producida al inicio de este trabajo, se convierte al
mismo tiempo en un factor perjudicial para la socie-
dad en su conjunto y destructivo para los propios su-
jetos de este proceso. El anlisis previo sugiere que el
espacio pblico dominado por esta cultura de la calle
representa un eslabn ms en una cadena de desven-
tajas y tiene efectos diferentes pero igualmente profun-dos sobre los integrados, los aislados y la comunidad
en su conjunto.
14 Pocas semanas despus de esta entrevista, Martita fue vctima deuna violacin a pocas cuadras de su casa, sumndose a una lista de
jvenes que haban padecido una agresin de esta ndole en el mismobarrio.
15 Sera correcto decir tambin que constituye el factor que permiteentender la relacin entre ambas dimensiones.
VConclusin
El espacio pblico en barrios de pobreza estructural fue
promovido durante mucho tiempo (y an lo sigue sien-do) por especialistas en el combate contra la pobreza
y en particular por organismos internacionales, en ca-
lidad de potencial activo de los pobres. Como mbito
de encuentro, interaccin y dilogo, el espacio pbli-
co suele asociarse con la participacin comunitaria, la
gestacin de acciones colectivas, la promocin de re-
laciones de solidaridad y cooperacin. Aunque no
siempre de manera explcita, el espacio pblico es
considerado el esqueleto del capital social comunita-
rio. En este artculo he tratado de mostrar que esto no
es siempre as, y que antes que un activo dicho espa-cio puede incluso ser un pasivo. Uno de los nuevos
atributos, o mejor dicho, una de las nuevas desventa-
jas de la pobreza estructural, que adems le da a este
fenmeno un carcter totalmente nuevo, se asocia con
las caractersticas que adquiere el espacio pblico en
estas comunidades. Como seala Borja (2003, p. 60),
la pobreza del espacio pblico los hace an ms po-
bres.
En un trabajo reciente, Sabatini, Cceres y Cerda
(2001) mencionan con absoluta claridad dos aspectos
vinculados a la segregacin residencial que comple-
mentan la importancia dada en este artculo al rol delespacio pblico: la dimensin subjetiva de la segrega-
cin residencial como uno de los atributos ms impor-
tantes de ella, y la malignidad de la segregacin resi-
dencial en las ciudades latinoamericanas como una de
sus nuevas caractersticas. Al primero de estos aspec-
tos los autores mencionados lo definen como la per-
cepcin subjetiva que los pobres tienen de la segrega-cin objetiva. Sera conveniente, sin embargo, exten-
derlo no slo al reconocimiento de la propia segrega-
cin, sino al reconocimiento de la ausencia de oportu-
nidades, al sentimiento de no pertenencia, a una intui-
cin de la exclusin. El segundo aspecto, la maligni-
dad, se refiere a la asociacin creciente entre la segre-
gacin residencial y sntomas de desintegracin so-
cial que para los autores citados incluyen indicadores
como la inaccin juvenil, la desercin o retraso esco-
lar y los embarazos adolescentes, a los que adems
podran agregarse la violencia, las actividadesdelictivas, la inseguridad y el consumo de drogas y
alcohol, entre otras cosas. Como vemos, la malignidad
de la segregacin residencial guarda relacin con las
normas, valores, prcticas y comportamientos que de-
finen la cultura de la calle de los barrios de pobreza
estructural estudiados, y con los estigmas que pesan
sobre algunos de estos barrios o espacios urbanos y que
son predominantes en el imaginario colectivo. Se po-
dra definir la malignidad como la dimensin cultural
de la segregacin.
Cabe sugerir que el espacio pblico barrial cons-
tituye el eslabn que asocia la dimensin subjetiva yla dimensin cultural de la segregacin.15 El barrio es
espacio de trnsito entre la esfera privada y la esfera
pblica, espacio intermedio de privatizacin de lo p-
blico en el que los individuos reconstruyen a su modo
una parte del mundo exterior. En este sentido, el espa-
cio pblico barrial, as apropiado, permite reducir la
extraeza o la amenaza del mundo exterior.
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Es en el espacio pblico del barrio donde, a par-
tir de la dimensin subjetiva, la segregacin urbana
comienza a adquirir una dimensin cultural. La cultu-
ra de la calle surge como una resultante de la expe-
riencia y la percepcin de la exclusin. Los jvenes
construyen en este espacio pblico privatizado o apro-piado un entorno con normas, valores, prcticas y com-
portamientos que les permite enfrentar o evadir la frus-
tracin y exclusin que les ofrece el mundo exterior.
La dimensin cultural de la segregacin (tambin
llamada efecto gueto), cuyo locus es el espacio pbli-
co barrial, constituye uno de los atributos principales
que dan a la pobreza estructural un nuevo carcter.
Estudios en Estados Unidos y Europa han asociado a
esta nueva pobreza el concepto de underclass. Es
posible que las transformaciones en la estructura so-
cial de Argentina (en Buenos Aires y tal vez en mu-chas otras ciudades latinoamericanas) sean tan profun-
das como para que se est asistiendo al surgimiento de
una nueva pobreza estructural? Como ha sealado
MacDonald (1997), un proceso de ese tipo no puede
percibirse en el transcurso de una sola generacin. Sin
embargo, se observan algunas tendencias que muestran
una creciente vulnerabilidad y riesgo de exclusin de
sectores especficos de la sociedad. En este artculo he
intentado destacar que entre los factores de riesgo se
hallan las transformaciones asociadas con el espacio
pblico del barrio en enclaves de pobreza estructural.
Dos aspectos merecen destacarse al respecto.
Como hemos visto en secciones anteriores, la
apropiacin del espacio pblico barrial no est exenta
de conflictos. El dominio del espacio pblico generainmediatamente una frontera entre nosotros y ellos,
entre integrados y aislados. De aqu se derivan dos
observaciones que conviene retomar en estas conclu-
siones. En primer lugar, la homogeneidad que se per-
cibe en el espacio pblico es siempre falsa o aparente.
En el caso estudiado, un anlisis profundo de las rela-
ciones al interior de la comunidad permiti encontrar
las divisiones antes mencionadas entre integrados y
aislados. Ambos grupos padecen en forma diferente las
desventajas del barrio, de la cultura de la calle. Sin
embargo, la presencia de aislados o giles representaan un recurso (potencial) para que la comunidad trans-
forme el espacio pblico. En segundo lugar, es sin
embargo sobre esta falsa homogeneidad (entre otros
aspectos) que se construyen los prejuicios y estigmas
territoriales. As, el espacio pblico, y ms concreta-
mente la cultura de la calle, deja de ser un mecanismo
de defensa producto de la exclusin para convertirse
en un poderoso factor de exclusin para la comunidad
en su conjunto.
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