saray poema

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Rima LXXIII

Cerraron sus ojosque aún tenía abiertos,taparon su caracon un blanco lienzo,y unos sollozando,otros en silencio,de la triste alcobatodos se salieron.

La luz que en un vasoardía en el suelo,al muro arrojabala sombra del lecho;y entre aquella sombraveíase a intervalosdibujarse rígidala forma del cuerpo.

Despertaba el día,y, a su albor primero,con sus mil rüidosdespertaba el pueblo.Ante aquel contrastede vida y misterio,de luz y tinieblas,yo pensé un momento: ¡Dios mío, qué solosse quedan los muertos!

Rima LXXIII

Cerraron sus ojosque aún tenía abiertos,taparon su caracon un blanco lienzo,y unos sollozando,otros en silencio,de la triste alcobatodos se salieron.

La luz que en un vasoardía en el suelo,al muro arrojabala sombra del lecho;y entre aquella sombraveíase a intervalosdibujarse rígidala forma del cuerpo.

Despertaba el día,y, a su albor primero,con sus mil rüidosdespertaba el pueblo.Ante aquel contrastede vida y misterio,de luz y tinieblas,yo pensé un momento: ¡Dios mío, qué solosse quedan los muertos!

Rima LXXIII

Cerraron sus ojosque aún tenía abiertos,taparon su caracon un blanco lienzo,y unos sollozando,otros en silencio,de la triste alcobatodos se salieron.

La luz que en un vasoardía en el suelo,al muro arrojabala sombra del lecho;y entre aquella sombraveíase a intervalosdibujarse rígidala forma del cuerpo.

Despertaba el día,y, a su albor primero,con sus mil rüidosdespertaba el pueblo.Ante aquel contrastede vida y misterio,de luz y tinieblas,yo pensé un momento: ¡Dios mío, qué solosse quedan los muertos!

Rima LXXIII

Cerraron sus ojosque aún tenía abiertos,taparon su caracon un blanco lienzo,y unos sollozando,otros en silencio,de la triste alcobatodos se salieron.

La luz que en un vasoardía en el suelo,al muro arrojabala sombra del lecho;y entre aquella sombraveíase a intervalosdibujarse rígidala forma del cuerpo.

Despertaba el día,y, a su albor primero,con sus mil rüidosdespertaba el pueblo.Ante aquel contrastede vida y misterio,de luz y tinieblas,yo pensé un momento: ¡Dios mío, qué solosse quedan los muertos!

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