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“2016 -Año del Bicentenario de la Declaración de la Independencia Nacional"
REPÚBLICA ARGENTINA
V E R S I Ó N T A Q U I G R Á F I C A
C Á M A R A D E S E N A D O R E S D E L A N A C I Ó N
DESGRABACIÓN DE LA
REUNIÓN DE LA COMISIÓN DE AGRICULTURA, GANADERÍA Y PESCA
Salón Auditorio – H. Senado de la Nación
12 de julio de 2016
Presidencia del señor senador Alfredo Luis De Angeli
PUBLICACIÓN DE LA DIRECCIÓN GENERAL DE TAQUÍGRAFOS
“2016 -Año del Bicentenario de la Declaración de la Independencia Nacional"
12.7.2016 Jornada de la Comisión de Agricultura, Ganadería y Pesca Pág. 2
Dirección General de Taquígrafos
JORNADA SOBRE CONSERVACIÓN DE SUELOS
Sr. De Angeli.- Buenas tardes a todos. Esta jornada estaba prevista desde hace varios días. Es
una jornada muy importante sobre conservación del suelo. Sin duda, hay mucha labor en el
Senado y hay muchos señores senadores que están en otras comisiones. Pero, respeto,
agradezco y reconozco a todos los asesores de los distintos señores senadores que están hoy
presentes.
Un tema tan importante como es la conservación del suelo, se viene postergando y hay
que tomarlo en serio.
Tengo que decir que también se está trabajando el tema de la producción orgánica.
Estas son cuestiones que se están llevando adelante. Es un proyecto que viene en revisión.
La tan postergada y cuestionada ley de humedales, sobre la cual se está consensuando
un trabajo para sacar el mejor proyecto de ley de humedales, porque hemos recibidos muchos
llamados de distintas provincias planteando inquietudes. Sin duda, vamos a tener que trabajar
mucho. La mejor ley no es la que se saca más rápido, sino la que tiene sustentabilidad.
Cuando hablamos de sustentabilidad, tenemos que hablar del acuerdo con distintas
provincias, principalmente, con el Consejo Federal de Ministros de Producción y Medio
Ambiente de las provincias, para que realmente salga la mejor ley y sea lo mejor posible para
la humanidad.
Ahora, sin duda, van a estar los disertantes a quienes vamos a escuchar. Estoy citado
en otra Comisión. A lo mejor, me tengo que ir un rato y, luego, regreso.
Voy a dejar al maestro de ceremonia para que los presente.
Sin duda, va a ser una jornada donde se planteen cosas positivas. En este momento, se
habla mucho de la producción y la producción de alimentos. El mundo necesita alimentos y
tenemos que producirlos de la mejor manera posible. Tenemos que producirlos conservando.
Una de las cosas es conservar el suelo de la mejor manera posible.
Moderador.- Muchas gracias por la presencia de distintos disertantes, especialistas en
conservación de suelo. En primer lugar, vamos a presentar al ingeniero agrónomo,
representante del INTA, Miguel Taboada, director del Instituto de Suelo del INTA.
Voy a pasar por alta el currículum del ingeniero que es bastante amplio. Después, lo
podrán ver en la página del INTA.
Sr. Taboada.- Buenas tardes a todos. Muchas gracias, en nombre del INTA, por este espacio
que nos conceden para contar lo que pasa con los suelos. Gracias por la invitación, señor
senador.
Voy a hablar en mi nombre, pero también voy a intentar hacerlo en nombre del INTA.
Si bien, en el INTA, somos muchos y los que trabajamos en suelo somos bastantes. No sé si
me puedo atrever a hablar en nombre de lo que piensan exactamente todos. Pero, creo que si
no es la opinión de todos, seguramente, será la opinión de la mayoría, respecto de lo que está
sucediendo con nuestros suelos en este momento.
Este va a ser un poco el trayecto de lo que voy a contar en esta breve presentación.
Voy a empezar hablando sobre cuál es la superficie que cubren los suelos de uso agropecuario
de la Argentina. Por uso agropecuario entiéndase agricultura, ganadería y forestal.
Quizás para muchos de ustedes no es ninguna novedad, pero les voy a contar un poco
qué pasó en los últimos 25 años y los cambios de uso que hubo. Eso ayuda a entender algunas
de las cosas que han sucedido.
Cuáles entendemos nosotros que son los principales procesos de degradación y
amenaza que tienen los suelos productivos de la Argentina. Algunas cuestiones que pasan por
una visión del siglo XXI. Cuáles son las implicancias ambientales de todo esto.
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Y, luego, voy a hacer una muy breve reflexión sobre leyes y regulaciones, dejándole el
espacio a Carla Pascale, quien viene después de mí, y que creo que va a hablar más que yo de
eso.
Empezando por qué superficie cubren los suelos agropecuarios de la Argentina,
entiendo por estos los suelos de aptitud agrícola y forestal de las mejores clases de capacidad
de uso… La capacidad de uso es la calidad del suelo, entendiendo que van de 1 a 8. Las tres
primeras son los suelos de mejor calidad. Estos ocupan alrededor de 31.600 hectáreas. No son
los únicos suelos de uso agropecuario. Que quede claro. Entiendo que si hablamos de suelos
de uso agropecuarios, hoy en día, representan el doble, unas 62 millones de hectáreas de
aptitud ganadera.
De esto, la región pampeana tiene 25 millones de hectáreas. Es decir, el 85 por ciento
de los suelos de mejor calidad están presentes en la región pampeana. En este mapa, se ve
divido entre las provincias de La Pampa, Santa Fe y Entre Ríos. En el nordeste de nuestra
región, hay 3,2 millones de hectáreas. El 37 por ciento de suelos ocupados agrícolas. En el
noroeste, hay 3,5 millones de hectáreas. El 43 por ciento de suelos agrícolas ocupados.
Entonces, podemos decir que, en total, tenemos en la Argentina, 31,6 millones de
hectáreas intervenidas por uso agrícolas y 14 millones de hectáreas ocupadas por pastizales,
bosques y urbanizaciones.
¿Qué cambios tuvo esto en los últimos 25 años? Estas son estadísticas tomadas del
servicio de informaciones del Ministerio de Agroindustria, que muestran la evolución que
hubo desde la campaña 1989-1990 hasta lo más actual que he encontrado. Hay distintos
cultivos. Se observa que en 25 años duplicamos el área sembrada. En 1990, estábamos
sembrando 16 millones de hectáreas. Actualmente, estamos en 33 o 34 millones de hectáreas.
Es decir, hemos subido exactamente al doble.
Fíjense lo que aparece en el área violenta. Podemos ver cómo el área destinada a soja
fue la que más intervino en todo esto. No es novedad para ustedes.
Miren que interesante. Duplicamos el área sembrada. En la producción de granos,
pasamos de unas 30 millones de toneladas de granos… Estamos hablando de los cultivos que
ven ahí: maní, arroz, girasol, soja, sorbo, maíz y trigo. No estoy considerando acá otro tipo de
agricultura. En la última campaña, llegamos a 117 millones de toneladas. ¿Qué quiere decir
eso? Que duplicamos el área sembrada, pero la producción agrícola se cuadruplicó. Está
hablando del impacto que tuvo esto no sólo en el rendimiento, sino también en otros factores
que vamos a ver ahora.
El otro cambio que hubo es que, en la campaña 1989-1990, teníamos una matriz
productiva, donde participaban con proporciones equilibradas trigo, soja y, en menor
proporción maíz y otros cultivos como girasol, maní y lino.
La realidad actual es la que están viendo. El 61 por ciento del área sembrada es soja.
Por lo menos, hasta la campaña pasada. Y aparece un cultivo que ha disminuido mucho,
como el trigo, que pasó a un 16 por ciento. El maíz, un 15 por ciento. Y los otros cultivos.
Obviamente, hay un fuerte predominio de la soja en las rotaciones.
Esa cuadruplicación de la producción, claramente, se dio en base a un impacto
tecnológico importante, mayores rendimientos. Pero, otra parte importante es lo que están
viendo acá. Hubo una dinámica muy fuerte de cambios en la frontera agrícola. En estos
mapas se muestra cómo hubo un avance muy claro hacia el nordeste y noroeste, con avances
y retrocesos. Este avance hacia el nordeste y noroeste, se dio en base a desforestación o
desmonte con destino a cultivos y ganadería en pastoreo. Se estima, en según cifras del INTA,
en 4,5 millones de hectáreas aproximadamente, con una fuerte incidencia de lo que pasó en
este siglo.
El otro avance, hacia el oeste, con períodos de avance y retroceso, acompasado con
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cambios en las lluvias, se debió al reemplazo de pastizales y pasturas por cultivos. Según
datos de INTA Pergamino, esto de pasturas y cultivos, fueron unas 8 millones de hectáreas.
Acá no están contemplados otros cambios que han ocurrido, que no los voy a
mencionar. A diferencia de lo que fue desmonte, hubo procesos de forestación, sobre todo en
Mesopotamia, abandono de tierras. En el norte, se dio mucho eso. Y algo que no aparece en
gran cantidad de hectáreas son los procesos de urbanización o sellado de la tierra.
Esto no fue inocuo. Estos son datos de Santiago del Estero, sobre 20 campos,
mostrando lo que pasó con los almacenes de carbono de los suelos, luego del desmonte. Estoy
hablando del primer metro de suelo. En el bosque nativo, teníamos 120 toneladas de carbono.
Hemos pasado a unas 80 toneladas. Esto tiende a estabilizarse. Los suelos no siguen
perdiendo carbono.
La pregunta lleva a lo siguiente. ¿Qué pasó con la materia orgánica de los suelos y el
carbono? Esto lleva a una segunda pregunta. Saben que en los últimos 25 años, además de
este cambio del uso de la tierra, hubo un cambio tecnológico. Hubo un incremento de la
siembre directo, sin labranza. Siempre se pensó que eso contribuía a aumentar los niveles de
carbono de los suelos.
Acá están viendo datos de unos 50 campos en la pampa ondulada. En color verde, se
muestran las situaciones trístinas o cuasitrístinas. Son pasturas viejas y parques de estancias
no tocados. Viendo cómo los pasajes a la labranzas convencional, el manejo que ocurría en el
siglo XX, significó una pérdida de entre el 30 y el 40 por ciento en los niveles de carbono;
mientras que con siembra directa, contra lo que alguna gente piensa, en los campos de la
zona, no logramos detectar aumentos totales en el carbono de los suelos. Por lo menos, con el
manejo que se hace actualmente. En este caso, no eran campos con monocultivo de soja; sino
campos con soja y maíz, rotaciones de verano.
¿Qué pasó con la ganadería? Estos son datos del Ministerio. Acá se muestra dónde se
concentran las cabezas de ganado en la Argentina, con colores más oscuros donde hay más
cabezas.
Si hacemos una lectura de lo que se muestra acá, vemos que acompasado con este
avance de la frontera agrícola, la ganadería se desplazó hacia suelos de menor fertilidad para
cultivos. Uno podría concentrarlos en esto que estoy señalando. Hay una fuerte concentración
en la zona deprimida bonaerense, la parte sur de Córdoba, la zona más anegable del norte de
La Pampa y los bajos humedales del sur de Chaco y norte de Santa Fe. En general, áreas con
suelos anegables y arenosódicos.
Y, también, tenemos áreas subtropicales donde se desplazó la ganadería. Esos fueron
los principales cambios que han ocurrido en los últimos 20 o 25 años.
Todo esto da para hablar mucho. Pero, una síntesis de los cambios tecnológicos que
ocurrieron en estos 25 años –esta es la parte buena-, la Argentina que tuvo una historia de
escasa aplicación de fertilizantes minerales, sólo en la década del 90, multiplicó por 8 el uso
del nitrógeno. Esto debido a condiciones económicas más favorables a su uso, pero, también,
a una pérdida de fertilidad en nuestros suelos.
Como dije recién, actualmente, el 90 por ciento de esas 33 millones de hectáreas,
están con siembra directa. Si no es siembra directa continua, es siembra con labranzas
estacionales.
Y ocurrió también una irrupción tecnológica importante. A partir de 1996, entra la
soja transgénica. El evento RR, los genes resistentes al glifosato.
Mucho no se habla de esto, pero mucho se dio por lo que pasó con los maíces. Cuando
yo estudiaba agronomía, hablábamos de los maíces dobles de bajo rendimiento. Ahora,
estamos con los maíces híbridos simples, que se incorporan al mercado en el año 1995.
Luego, empieza todo lo que es la agricultura más tecnificada, la agricultura por ambiente, que
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es la actual; el uso de robótica en el agro. Tenemos un fenomenal crecimiento de la
agroindustria en el mercado exportador. Todo lo que es el pool aceitero. Argentina es el
principal mercado exportador de aceites en el mundo.
También, tenemos problemas. Dentro de los problemas, aparecen problemas
necesarios de este crecimiento. Aparecen malezas resistentes al glifosato. Nuevas plagas. Es
algo inevitable, que hay que trabajarlo. El desplazamiento de poblaciones rurales. La
aparición de barreras comerciales en mercados compradores. Unido a esto, una escasa
infraestructura vial y ferroviaria. Trabajé mucho en el norte. Estoy trabajando en Santiago. A
un señor, sacar un maíz de Santiago, le cuesta una buena plata.
Conflicto rural urbano. Esto se ve mucho en Córdoba. Fumigaciones, urbanizaciones
y todo lo que tiene que ver con estos problemas.
También, lo que llevó a la sanción de una ley de tierras, intentos de compras de tierras
por extranjeros.
Seguramente, hay más cosas. Pero, señalé como hitos de luces y sombras o problemas.
¿Cuáles son los principales procesos de degradación o amenazas que visualizamos en
INTA sobre nuestros suelos? Los puedo diferenciar entre los que son actuales o vigentes y,
después, voy a hablar de los que son potenciales ha futuro.
No voy a ser novedoso. Me parece que estos siguen siendo los mayores problemas de
suelo, no sólo de la Argentina, sino del mundo.
La erosión hídrica, y en laderas –cuando hablamos de laderas, estamos hablando del
trabajo de cultivos en áreas con fuertes pendientes en montañas–; la erosión eólica; la
salinización y la alcalinización secundaria de los sueldos. Lo que significa pérdida de materia
orgánica y de almacenes de carbono de los suelos.
Y, han venido con esto los problemas de calidad de la superficie de los suelos o lo que
llamamos nosotros estructura de los suelos: compactación, sellado, “encostramiento”.
Asimismo, los problemas de anegamiento e inundaciones. Menudo tema ¿no? Desbalance y
agotamiento de nutrientes y, lo que es peor, pérdida de biodiversidad por deforestación,
además de pérdida de pastizales y de humedales.
Digamos que estos son datos bastante recientes que obtuvo Roberto Casas de un libro
que fue editado el año pasado y está mostrando un poco la actualidad de la erosión con datos
estimados, ya que hoy por hoy no tenemos todavía en la Argentina una adecuada matriz de
muestreo de los suelos para chequear esto, pero estas son estimaciones de referentes locales.
Ven allí estimaciones que se hicieron en los años 56, 86, 90 y 2015, mostrando que,
realmente, en lo que es erosión total en la Argentina hubo un avance importante. En
comparación con hace 25 años, según las estimaciones, estamos en más del doble: pasamos
de 58 o a 105 millones de hectáreas.
Tengan en cuenta que el territorio argentino continental abarca 2.800.000 kilómetros
cuadrados, 280 millones de hectáreas, para los que la erosión es un problema serio. Quizás, la
buena noticia es la que pueden ver más hacia la derecha. Se diferencia la erosión, por su tipo:
eólica, por el viento o hídrica, por el agua; por su nivel: grado ligero o moderado, es decir,
problemas de arrastre de agua, erosión laminar, o grado, severo o grave, con pérdida de suelo
o cárcavas, como hay en Entre Ríos, de donde es el senador.
La buena noticia que se puede ver acá es que este avance de la erosión fue
probablemente por problemas de erosión moderada. Es decir que pasamos de 27 a 72
millones de hectáreas en los últimos 25 años, pero hubo un freno marcado en la erosión
grave. Es la erosión en cárcavas de pérdidas notables de suelos, que entiendo yo que estaba
muy asociado al uso de las herramientas de labranza tradicional: las rejas y los discos.
Un ejemplo de esto es una de las cuencas más afectadas, no es la única, es la del río
Arrecifes en La Pampa ondulada. Allí se ven las hectáreas afectadas por la erosión. Tenemos
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1.300.000 hectáreas con el 50 por ciento erosionadas y no es frecuente encontrarse esto.
Esta foto la muestro porque es muy sintomática. Está mostrando un campo sobre la
ruta 191, en plena Pampa ondulada, y se puede observar una fenomenal cárcava de erosión.
Allí, un señor que, quizás, se jacte de hacer siembra directa, pero, observen, qué siembra
directa hace: con soja de cobertura y casi no hay cobertura. Y siembra a favor de las
pendientes, es decir que se produce arrastre de agua y arrastre de rastrojo. Y en los bajos nos
encontramos que de los siete hilos del alambrado hay tres libres.
¿Qué mensaje quiero dar con esto? Que con la siembra directa sola no alcanza.
Evidentemente, tenemos que ver la forma en la que hacemos esa siembra.
La otra cuestión es que estas fotos están tomadas en la provincia de Córdoba. Es un
ejemplo de lo que está pasando con la erosión en las laderas. Y esta erosión no hay que
atribuirla solamente a la agricultura, como pasa en el Norte, en Tartagal, donde el cultivo en
las laderas –sin tener las adecuadas precauciones, con cultivo en contorno, dejando buena
retención para el agua– lo que deja es un fenomenal arrastre, hasta de lodo.
Esa foto de la izquierda la tomé en el área Jesús María. Están viendo en color más
oscuro el suelo antiguo y arriba todo el sedimento que transportaron dos o tres lluvias. Y, a la
derecha, están viendo un puente descalzado en la Ruta 9. El puente de la Ruta 9 de Jesús
María se cortó por esto, es decir, que no estamos hablando de problemas agrícolas. Y aquí
estamos viendo cárcavas de erosión que se formaron.
Luego, lo que están viendo acá no lo generó la agricultura, lo generó el avance de la
urbanización en la sierra. Como sacamos lo que era el monte, el agua no tiene contención y se
genera el desastre aguas abajo. Y si bien, generalmente, el productor o el agricultor te llama y
te consulta: “¿Qué puedo sembrar acá?”, ese sedimento tiene un pH un poco alto para
sembrar. Pero, el problema, el monstruo, es lo que está pasando aguas arriba y si no se hace
un ordenamiento, evidentemente, vamos a seguir con estos problemas.
Acá veo gente de la Secretaría de Ambiente. Esto es información del LADA, que
muestra lo que pasa en las dos terceras partes de nuestro país que tiene tierras áridas y
semiáridas. Y lo que estamos viendo acá, a través de los distintos colores, es la tasa de
degradación de esas tierras secas.
Lo que se encuentra en color verde es lo que aparece sin cambio en los últimos años y
lo que aparece en colores más oscuros –como el amarillo, el sepia o el rojo– muestra el
incremento importante de los problemas de degradación que aparecen en la zona árida,
fundamentalmente, por erosión eólica, desertificación y también erosión hídrica. Reitero:
problemasque son muy importantes. Y, cuando hablamos de ese crecimiento de 53 a 105
millones de hectáreas que abarcan la mayor parte del territorio argentino, estamos hablando
de esto: hay una gran parte de nuestro país que tiene tierras áridas y semiáridas.
Yendo a los suelos más productivos, voy a mostrar algunas fotos que demuestran lo
que significa la pérdida de carbono en el suelo. La pérdida de carbono genera que los suelos
tengan una mayor tendencia a la compactación. Y cuando uno clava la pala, lo más alejado
del suelo… Esto es lo que llamamos estructura de los suelos: el ordenamiento de las
partículas en forma de agregados, de terrones.
Observen el suelo de monocultivo de soja, es todo masivo, como un hojaldre y ahí el
agua de lluvia no entra. Estos problemas de estructura son favorecidos por la falta de
rotaciones. Miren lo que es el mismo suelo pero con un cultivo de cobertura y con pastura:
bien grumoso, con color negro.
Uno si quiere le pone datos de suelo a esto: hacemos materia orgánica, le medimos lo
que queremos o vemos cómo entra el agua, pero, como decía El principito, de Antoine de
Saint-Exupéry: “Lo esencial es invisible a los ojos”. Creo que en los suelos, lo esencial lo
podemos ver bien clarito. A mejor entendedor…
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Y esto es lo que pasa por hacer un mal manejo de los suelos con la falta de rotaciones.
Esta falta de rotaciones, en general, tiende a atribuirse a la soja, pero si hiciéramos
monocultivo de girasol o de algodón sería exactamente lo mismo.
Esta foto que ven arriba es del Chaco, en Avia Terai. Allí pueden observar un suelo de
cultivo de algodón: bien masivo y no se ve agregación. Ahora bien, ese mismo suelo con
maíz muestra erosión laminada arrastrando el agua. Aparece como un pavimento blanco. Y
este mal manejo superficial de los suelos tiene esta consecuencia: la falta de una buena
cantidad de poros. ¿Por qué entra el agua de lluvia en los suelos? Porque tenemos poros
verticales de buena calidad que la captan.
Ahora bien, aquí en lugar de tener poros verticales, tiene lo que hay arriba, como un
hojaldre horizontal, y en tormentas como la de este año lo que pasa es esto: no logramos
captar el agua de lluvia, con lo cual el mal manejo de los suelos está generando una menor
regulación de las inundaciones.
Pasamos al otro problema que estamos viendo y que nos está tocando fuertemente: el
problema de las inundaciones. El problema de las inundaciones, que está en boca de mucha
gente en este momento, es un problema más bien multifactorial, polifactorial, es decir que no
se corresponde a un solo factor. No se trata solamente de la soja ni de cómo manejamos los
suelos. Uno podría relacionar las inundaciones, con la forma en la que se maneja la siembra
directa, el desmonte y las urbanizaciones, pero también, fundamentalmente, queda claro que
el factor climático es primordial.
En este sentido, estamos afrontando una alternancia propia de la variedad climática
por los episodios de El Niño y La Niña. Estamos en dos años de El Niño y está lloviendo
muchísimo más. En el área de Rafaela cayeron en dos o tres días 200 milímetros. Y, por buen
manejo que hagamos, no hay forma de captar esa agua. Entonces, si yo tengo esa cantidad de
agua que cae, evidentemente, uno de los factores que tengo que considerar aquí es ¿qué
cambio de uso de la tierra hubo? Si hubo deforestación, conversión de pasturas y pastizales, y
urbanizaciones, además del consumo de agua y la profundidad.
Voy a poner un número: si yo en la zona de Rafaela tenía pastura de tambo que me
consumía durante el año 900-950 milímetros de lluvia, y esa pastura la reemplazo con la soja
que, en el mejor de los casos–y como es monocultivo que se siembra en noviembre y se
cosecha en abril o mayo–, me puede estar consumiendo solo la mitad de agua, es decir, entre
400 o 500 milímetros –si es una soja del grupo largo, alto–, esto ¿qué quiere decir? Que la
mitad del agua me queda sin consumir. Entonces, ¿qué sucede? Se recarga el acuífero y suben
las napas. Es lo que está pasando este año.
Eso tiene que ver con la cantidad y el tipo de cultivos de rotación, ahora bien, también
tiene que ver la forma en la que manejamos los suelos. Además de todo eso, no es lo mismo
un suelo de buena calidad, que capte el agua de lluvia, que un suelo, como el que mostré en la
diapositiva anterior, en el que el agua de lluvia me queda arriba en la superficie. En efecto, si
el suelo es plano, me queda encharcado, me inunda, y, si tengo pendiente, me genera
escurrimiento y cárcava.
Lo otro que habría que ver es que puede haber un productor que hace las cosas bien, es
decir, que se cuida, pero si me vecino aguas arriba hace las cosas mal, evidentemente, me va a
tirar toda el agua. Es decir, el tema de la inundación y la erosión hay que verlo como un
proceso a nivel de cuenca hidrológica, como un proceso integrado, donde sí me importa
mucho lo que hace el vecino, por consiguiente, no se trata de un manejo individual.
La otra cuestión que he visto en los últimos años es el importante avance de los
procesos de salinización de suelo. Quiero aclarar una cosa: la salinización es un fenómeno
que está en todo el país, específicamente, en toda la zona seca y semiárida, y aparece como un
problema de falta de lluvia. Es natural y no hay que asustarse de eso, porque la sal es un
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producto natural de los suelos. Luego, en general, cuando tenemos lluvias que están arriba de
los 600 o 700 milímetros, como pasa de la isoyeta hacia el océano –arriba–, evidentemente, lo
esperable es que no haya sales en los suelos. Y esto sucede, por ejemplo, en La Pampa
ondulada.
Ahora bien, lo que se ve en muchas zonas es que empieza a haber muchos suelos
salinizados. ¿A qué se debe esto? A que este cambio de uso de la tierra y esta falta de
consumo de agua generó el aumento de la capa freática. El desmonte en el norte, en grandes
partes de El Chaco, o en todo lo que es la zona… Miren, acabo de ir desde Marcos Juárez y
desde allí hasta Villa María y uno se asusta de la cantidad de agua que hay. Evidentemente,
todo esto se debe a un ascenso de la freática. El agua freática, por buena que sea, siempre
tiene sales, y eso genera depósitos.
Este es el panorama que encontramos. Y esta foto está tomada en el oeste bonaerense
donde el agua es freática con cloruro de sodio. Eso genera panes de sales –arriba– y, a su vez,
está generado, por un lado, por ambientes donde ya predominan suelos que pueden ser
afectados por esto, pero muy favorecido por el escaso consumo de agua y el ascenso de la
napa freática cargada de sales. Esto es muy típico de ver en el oeste y en toda la zona norte.
Lo interesante de esto es que mucho de ese avance de la frontera, esos 8 millones de
hectáreas que avanzaron en reemplazo de pasturas, se dio mucho en suelos que eran
propensos a sufrir estos problemas. Y eso también hay que verlo.
Esto ya ocurría pese a que el uso de fertilizantes se octuplicó particularmente en la
década de los noventas y, luego, continuó en este siglo: seguimos teniendo balances altamente
negativos de nutrientes.
Les estoy mostrando un trabajo de Fernando García para fertilizar. Esto tiene cierta
antigüedad, pero tocó la época de oro del campo, cuando la soja estaba a aproximadamente
500 dólares la tonelada y cuando se fertilizaba mucho más.
Lo que vemos ahí es que tenemos balances deficientes de nitrógeno. Cuanto más
oscuro el gráfico, más deficiente es el valor. Eso es bien a la izquierda. Luego, en el medio,
ven fósforo y, en el centro, azufre.
¿Por qué digo esto? Quizás para los agrónomos es bastante de Perogrullo lo que estoy
mostrando, pero uno escucha voces que dicen que una de las cosas que hay que hacer para
evitar problemas ambientales es no fertilizar y claramente ¡eso es un disparate! Nuestros
suelos están perdiendo fertilidad y, por ende, hay que reemplazar los nutrientes que llevamos.
Para hacer una cuenta rápida: cada tonelada de soja que da un campo me está llevando
7 kilos de fósforo. Es decir, un señor que hace 4.000 kilos de soja, se está llevando 30 kilos
de fósforo, que son 120 kilos de superfosfato triple, ahora bien, ¿cuántos productores aplican
120 kilos de superfosfato triple por año? No lo sé. Pero tenemos un problema serio: hay poco
uso de fertilizantes. Y el problema lo estamos viendo: estamos matando a la gallina de los
huevos de oro que es nuestro suelo.
Estos son los problemas que había mencionado; los actuales. Creo que no dejé de
mencionar ninguno: la erosión, la salinización, la pérdida de materia orgánica, el problema de
la estructura, el anegamiento y las inundaciones, el desbalance y el agotamiento de los
nutrientes. Quizás me faltó uno de ellos: la pérdida de biodiversidad por deforestación y la
pérdida de pastizales y humedales. Todos los manejos de monocultura tienden a una
fenomenal pérdida de biodiversidad, particularmente, esa que no se ve: la macrofauna y toda
la parte de microorganismos del suelo.
Luego, tenemos una parte que es potencial, pero que estamos viendo que se viene, y es
el riesgo, más que futuro, presente: cada vez más procesos de acidificación de los suelos. Y
no estoy hablando de los suelos ácidos naturales, como sucede en gran parte de Entre Ríos,
Corrientes y Misiones –que tienen una acidez natural–, sino que estoy hablando de muchas
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áreas de la provincia de Buenos Aires, con planteos de tambos altamente intensivos y de
suelos arenosos, donde es frecuente encontrarse con un pH de 5,2 o de 5,3. Es decir que
empezamos a ver también problemas de estos.
Particularmente, un problema que no llegó es el de la contaminación difusa que
claramente es atribuible a los fertilizantes nitrogenados. Todavía se fertiliza poco en la
Argentina, pero si vamos a poner más fertilizantes, evidentemente, es un tema que hay que
considerarlo. Sin embargo, reitero, todavía no lo tenemos.
Hay datos de nitratos en aguas subterráneas, pero, según Adrián Gandriullo, obedecen
a la fenomenal mineralización de nitrógeno que hubo históricamente en nuestros suelos, no a
la historia de fertilización.A diferencia de lo que pasa en la Unión Europea, donde los nitratos
se deben meter 200 o 300 kilos como fertilizantes, por ejemplo.
El tema de herbicidas hay que seguirlo, fundamentalmente. Todavía no hay datos que
indiquen que tenemos problemas serios, si bien evidentemente es un tema que hay mucha
atención de los grupos ambientales en esto y de los países compradores. Hay algunos trabajos
donde se han visto ya residuos de glifosato en agua, pero creo que es un tema más bien que
hay seguirlo y prestarle atención. Todavía no es, entiendo yo, un foco a preocuparse.
Sí lo que hay que tener mucha preocupación es en todo lo que es contaminación
puntual. Claramente, el tema de los corrales de encierro, los feedlots, que son una fenomenal
pluma de entrada de nitrógeno en las aguas; temas alrededor de la ciudad: basurales no
controlados, áreas de vertidos industriales. A todo eso hay que prestarle mucha atención. Y,
como dije antes en el tema de la provincia de Córdoba, todo lo que es el sellado por
urbanizaciones, que claramente esto lo vemos ya como un problema de pérdidas de suelos
agrícolas de buena calidad. Esto es lo vemos en lo que son urbanizaciones alrededor de la
Ciudad de Buenos Aires, del Gran La Plata, del Gran Mar del Plata y del Gran Córdoba, que
básicamente está ocasionando problemas aguas abajo.
¿Cuáles son las implicancias ambientales? Hasta el momento, a esto le debemos haber
prestado mucha menos atención; pero uno podría decir que las implicancias ambientales
tienen que ver con esto que vemos acá. Por un lado, son las cuestiones que tienen que ver con
la mitigación de impactos del cambio climático, donde una de las estrategias de mitigación
del cambio climático es la disminución de los almacenes de carbono en los suelos. El carbono
que ponemos en los suelos, que es fijado por fotosíntesis, lo captamos de la atmósfera. El
dióxido de carbono es un gas de efecto invernadero.
La otra cuestión es que, evidentemente, la mala calidad de los suelos genera una
menor regulación de las inundaciones, que es otro impacto ambiental importante; lo que yo
mencioné de las pérdidas de biodiversidad; y la otra cuestión importante es el aumento en las
emisiones de gases de efecto invernadero, y a eso me voy a referir. Digamos que todas estas
cuestiones comprometen las funciones ecosistémicas de los suelos.
Como ustedes saben bien, hasta el siglo XX...
- Se interrumpe la grabación.
Expositor.-... si el suelo generaba buenos rendimientos de maíz, de trigo o buen rendimiento
de pastura. A partir del siglo XXI, particularmente a partir de lo que fueron los estudios del
milenio, se comienza a poner el foco en lo que son las funciones ecosistémicas de los suelos.
A diferencia de las funciones productivas, que tiene un valor de mercado –las inmobiliarias,
claramente–, las ecosistémicas, en general, no tienen valor de mercado, pero son esenciales
para la sociedad: filtrado del agua, calidad del aire. Evidentemente, eso importa mucho.
Yendo a una de estas funciones, vamos a ver la consecuencia que tiene.
Fíjense: acá estamos viendo una foto del monte en Santiago del Estero, en el área de
bandera, la barrera forestal. En general, en la zona de estas barreras forestales suele haber una
nuboselva importante. Esta nuboselva suele captar o frenar la radiación entrante. El suelo se
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calienta mucho menos; eso implica menor pérdida de carbono.
El desmonte lo que va a generar es esto: además de una fenomenal pérdida de
diversidad y corredor biológico, para la fauna, del suelo, este mismo suelo... Esta es una foto
colindante, donde uno ve este campo sembrado para maíz, donde claramente cambia el color
del suelo. La radiación incidente llega sin ningún tipo de tropiezo a la superficie del suelo.
Esto se calienta más. Esto genera mayor proceso de evaporación y mayor pérdida de carbono.
Evidentemente, esto había desconocido el impacto que puede tener el cambio de clima a todo
esto, además de que tenemos una fenomenal pérdida de biodiversidad. El desmonte significa
pérdida de carbono almacenado en biomasa y en los suelos, además de pérdida de
biodiversidad, y cambios todavía poco conocidos en lo que es el impacto en el cambio del
clima.
El otro mensaje fuerte que quiero dar acá es el siguiente. Hoy por hoy, por lo menos
en términos internacionales, además de la no conveniencia de que esto siga ocurriendo, hay
una fuerte condena a todo lo que es la deforestación y desmonte en lo que es la visión
internacional. Esto es particularmente condenado. Hay fuertes barreras restrictivas a lo que es
la exportación de biodiesel de soja por mercados compradores en campos que vienen en
desmonte, por ejemplo.
La otra consecuencia que tiene esto es lo que voy a ver acá. Esto es información muy
reciente: el inventario de gases de efecto invernadero de la Argentina, de la tercera
comunicación nacional. Son muy recientes estos datos, y están mostrando que, de la matriz de
gases que emite la Argentina, el 43 por ciento es la producción de energía, fundamentalmente
energía fósil; la agricultura y la ganadería emiten el 28 por ciento, básicamente óxido nitroso
y metano: óxido nitroso, por manejo agrícola de los suelos, y metano, por fermentación de las
vacas; y fíjense que el 21 por ciento tiene que ver con cambio de uso del suelo y la
silvicultura. Es decir que este 21 por ciento es dióxido de carbono que tuvo que ver con la
importante deforestación que ocurrió entre la segunda y tercera comunicación en el siglo XXI.
Es decir que las consecuencias ambientales que tiene esto en la emisión de gases no es
menor, y está contribuyendo a la mitad de las emisiones de la Argentina, que tienen que ver
con el sector agropecuario. Es decir esto no es nada llamativo; se asemeja a países que tienen
una matriz productiva parecida. En los países que tienen una matriz productiva industrial, lo
que es energía y procesos industriales tienen un peso mucho mayor. Pero digamos que hoy
por hoy la Argentina está ocupando el lugar 33 en lo que es las emisiones por habitante. Es
decir, si bien no somos los grandes emisores del mundo, que son los países industriales,
evidentemente esto hace que los países compradores visualicen al sector agropecuario
argentino como foco, como estrategias de mitigación de impacto de cambio climático.
Además de eso, evidentemente esto está siendo observado por varias organizaciones.
Se puede hablar mucho de cada una de ellas. Yo estoy metido en algunas de ellas, pero hay
varias organizaciones como IPCC, la Alianza Global de Investigación de Gases Efecto
Invernadero en la Agricultura, Global Research Alliance y el organismo de Naciones Unidas
contra desertificación. Y recientemente algo en lo que estamos vinculados acá Carla Pascal y
yo –que va a hablar después de mí–, que es la Alianza Mundial por el Suelo, que de alguna
forma están teniendo injerencia, no entrando en lo que es la gobernanza que tienen los países
sobre sus recursos, pero sí un sistema que podríamos llamar –me atrevo a decirlo– de
vigilancia, es decir, que alguien está mirando lo que hacemos. De alguna forma, el temor mío
es que si hacemos las cosas mal, puede tener consecuencias en términos de barreras para-
arancelarias para los productos que estamos vendiendo nosotros. Esto lo hemos visto ya en lo
que es biodiesel de soja, donde tenemos una carga importante por el biodiesel que se produce
de soja por lo que son emisiones que produce la soja.
Voy terminando, entonces, con cuáles son las leyes y regulaciones. Lo que yo
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simplemente voy a decir –va a hablar más Carla que yo de esto– es que la única ley nacional
vigente es la 22.428. Fue sancionada en 1981, pero se aplicó durante el gobierno democrático
de Alfonsín. Esta ley no ha sido derogada; está solo desfinanciada. Es una ley de presupuestos
mínimos que, más bien, tendía a que se adopten prácticas conservacionistas, muy inspirada en
la legislación de Entre Ríos. La gran diferencia es que a partir de la sanción de la Constitución
del 94, las provincias son dueñas de sus recursos. Acá va la experiencia de haber trabajado
con gente del ministerio que está acá presente, en el año 2014. Hemos trabajado en un
proyecto de ley, y lo que uno aprendió claramente ahí es que para cualquier cosa que hagamos
necesariamente se requiere negociar con las provincias, que son las dueñas de los recursos. En
esto, le dejo el espacio a Carla, que me sigue.
Sí quisiera destacar esta última frase: cualquier cosa que hagamos, la mejor ley, va a
estar siempre limitada por la falta de gente para controlar la aplicación de esta ley. Uno lo que
a prendió acá es que hay provincias que tienen equipos armados y están haciendo bien los
deberes. Puede hablar de las provincias de La Pampa o de Entre Ríos, que tiene una historia
muy rica en todo esto. Pero hay otras provincias donde los equipos de suelo en los años
noventa se han desmantelado, y hoy por hoy no hay forma de controlar lo que se hace o de
que asesoren adecuadamente a los equipos técnicos de las provincias. Con lo cual hay una
necesidad clara de reconstituir equipos de suelos en muchas regiones del país.
Les agradezco mucho la atención a todos. Quedo dispuesto a cualquier pregunta que
tengan para hacer. Gracias a todos. (Aplausos.)
Moderador.- Gracias, ingeniero.
¿Alguien quiere hacer alguna pregunta?
Participante.- Buenas tardes.
Yo soy asesor de la senadora Negre de Alonso, de la provincia de San Luís.
Usted más temprano habló sobre la erosión, tanto eólica, por el viento, o hídrica, por
el tema del agua; y, sumado a esto, la siembra sin la rotación adecuada y el factor del clima.
Esto, en nuestra zona, en la provincia de San Luís, produjo un desbalance hidrológico que
afecta a toda la zona, puntualmente a la zona del morro. Por eso le hago la pregunta.
Teniendo en cuenta que el daño ya se produjo, ¿la medida es quemaderas estratégicas de
prevención o mitigación y cuidado de suelo? ¿Le parece a usted que deberían adoptarse para
mejorar...?
Expositor.- Tengo colegas trabajando en San Luís.
Participante.- Está el INTA en San Luís.
Expositor.- No, no solo del INTA. También de la universidad, en Villa Mercedes, tengo a mi
querido colega Osvaldo Barboza, que fue tesista mío.
No conozco exactamente el tema del morro, pero en términos muy generales, todo lo
que es proceso de erosión –¿por qué lo mencioné primero?– genera daños irreversibles en los
suelos. Si estamos hablando de suelos agrícolas, donde lo que se pierde es la zona con humus,
evidentemente, para recuperarlo, uno lo que debe hacer es que metan carbono en los suelos.
La mejor forma de meter carbono en los suelos es meter gramíneas, pasturas.
Esto uno lo ve mucho cuando trabaja en la zona de riego. Si vamos a Choele Choel,
en el Alto Valle, o toda esa parte, esos suelos son de zona árida. Si uno les mete verdeo, les
mete con riego y les mete gramínea, enseguida el suelo se estabiliza. Quizá no logremos
mejorar los niveles de carbono, que es muy difícil aumentarlo, pero el solo hecho de que haya
raíces estabiliza el suelo y lo deja con mejor calidad.
Te voy a dar una respuesta muy general, porque no conozco el caso particular del
morro, que quede claro. Pero, en general, me parece que la mejor forma agrícola es meter
raíces en los suelos, claramente. Perdón, amén de medidas protectivas, si no es para el
movimiento del agua, para lo que es el cultivo en contorno o en franjas con el tema de control
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de erosión eólica, y una vez que se hace la rotación.
Participante.- Complemento lo dicho por el ingeniero, mi colega, también, obviamente, si
me permite ampliar un poco lo que ha dicho, para que se lleve una imagen quizá más integral.
No solamente está, como bien explicó el ingeniero, un sistema de cobertura,
gramíneas, etcétera, sino, como bien mencionó antes, hay procesos erosivos que se dan.
Probablemente, este sea el caso. Y si fuera ese caso, no importa que nos volquemos a la
siembra de pasturas. También opino que, de acuerdo al grado de pendiente de ese suelo, hay
que laborearlo, ya sea para implantar una pastura o seguir realizando cultivos en la rotación
adecuada, contemplando o curvas de nivel o terrazas, llegado el caso.
Quería agregar eso, nada más.
Expositor.- Correcto.
Insisto, estoy hablando en general. No estoy hablando del caso particular que habías
preguntado, que quede claro, porque puedo meter la pata, claramente. Pero, en general, yo lo
que veo es que el productor, cuando te llama, tiende a ver lo que le pasa en el campo y a
veces no presta atención a lo que está pasando aguas arriba. Eso uno lo ve en lugares como
Córdoba y el norte argentino, donde si yo estoy sacando la vegetación que hay en laderas, que
retiene toda el agua, se viene un torrente que no hay forma de manejarlo. A veces, el tema
pasa por hacer obras de contención, represamiento, pero yo creo que a veces pasa también por
no tocar las laderas, directamente. Me parece a mí.
Moderador.- ¿Alguna otra pregunta?
Sr. Ramírez.- Diego Ramírez, soy periodista.
Quería preguntar. No sé si entendí bien; le pido que usted me lo ratifique o rectifique.
Entendí que la siembra directa no garantiza que en el suelo haya más carbono, pero en todo
caso lo que se ha podido medir es que no se pierde más carbono. ¿Eso es correcto?
Expositor.- Es correcto. Y ojo, no estoy hablando mal de la siembra directa, que quede claro.
El tema es muy simple. La forma de meter carbono en los suelos, claramente, es con
pastura y forrajera. ¿Por qué? Porque la pastura y forrajera, la mayor cantidad de lo que
fotosintetiza –lo que se llama fotosintato– va a parar abajo, a la raíz. Cuando uno esté
haciendo un trigo, un maíz, una soja, cualquier cultivo, por selección genética, por índice de
cosecha, más de la mitad de lo que estoy fotosintetizando se va al grano, me lo lleva un
camión. Entonces, no estoy metiendo carbono en los suelos.
Por eso, haciendo agricultura, no digo que sea imposible, pero es muy difícil levantar
el nivel de carbono en los suelos. Lo que están mostrando las investigaciones es que donde
hay agua y haciendo una mayor intensificación de la agricultura, por ejemplo, metiendo más
trigo, trigo-soja, maíz, con más trigo en la rotación y metiendo más maíz, no solo agricultura
de verano, maíz-soja, y con adecuada fertilización, recién ahí, en suelos que tienen bajo nivel
de materia orgánica, es posible aumentar el nivel de carbono con la siembra directa. Lo que sí
hace la siembra directa es minimizar las mayores pérdidas por erosión y mayores pérdidas de
carbono.
El otro tema importante de la directa es esto. El gran cambio que produce la directa, si
uno lo hace bien, es la mejora en lo que es, entre comillas, la cáscara del suelo, es decir, la
piel del suelo. Evidentemente, yo dejo el suelo protegido con buena cobertura; lo tengo
protegido contra lluvias erosivas; entonces, la raíz genera tubos que dejan entrar el agua y el
suelo empieza a funcionar mejor. Entonces, sí, genera mejor estabilidad de los agregados, una
mejor calidad del suelo, que uno no necesariamente la está midiendo por el carbono total.
Levantar el carbono total es muy difícil.
Participante.- Usted mencionó los riesgos a futuros y mencionó el ejemplo de la soja por el
tema del biodiesel. Lo que quería saber es si el castigo por cuestiones ambientales es a la soja
en sí misma o al modo en que se produce la soja en la Argentina.
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Expositor.- Si bien no soy especialista en biodiesel, digo lo que conozco porque sí trabajo en
lo que es emisiones de gases de efecto invernadero.
Hay dos cuestiones que están penalizadas. Una es la compra de biodiesel de áreas del
mundo donde se ha deforestado. En los últimos quince años hubo un freno enorme a la
deforestación. En Brasil, en el Amazonas, se frenó mucho la deforestación, por ejemplo. Ese
es un punto, sea de soja o de lo que sea. En países que hacen aceite de palma pasa lo mismo.
El otro tema sí tiene que ver con la soja por lo siguiente. Voy a tratar de ser claro,
porque es un tema muy específico. La soja es una leguminosa que fija nitrógeno. La emisión
de óxido nitroso, que es el gran gas del efecto invernadero que produce la agricultura, en
general se produce a partir del nitrógeno que entra en los suelos.
Entonces, lo que está en discusión es cuánto nitrógeno está emitiendo la soja. La
metodología del IPCC, que es la que se usa para hacer el inventario, lo que establece es que
emite el contenido de nitrógeno que entra en el residuo, que es un 3 por ciento
aproximadamente.
Lo que dicen los grupos compradores en base a algunos trabajos científicos –en
realidad, es una barrera paraarancelaria, que quede claro–, algo que es del Joint Research
Center, que es un organismo de Inglaterra, es que la soja mete mucho nitrógeno en los
residuos de las raíces, y ese nitrógeno se descompone más adelante. Con lo cual, estamos
usando la metodología del IPCC, subvalorando el nitroso que está emitiendo.
Entonces, lo que hace es que la soja que se compra de países como la Argentina o
Brasil en realidad para hacer la huella de carbono que llaman ellos lo penalizan con más
emisiones.
Si es cierto o no que se emite, hay que investigarlo mejor, lo que sí es que es una
barrera arancelaria, claramente.
Participante.- La última y no lo molesto más. ¿Existe la hipótesis de que el glifosato
perjudique de alguna manera la penetración del agua y funcione como un aislante en el suelo?
Expositor.- No, bajo ningún concepto.
El glifosato se inactiva en el suelo. Por lo menos, según un estudio hecho por el
National Research Council de los Estados Unidos y el Conicet, encargado a científicos –
entiendo yo– confiables y serios, han demostrado que hasta el día de hoy no hay una
evidencia cierta de que el glifosato esté causando problemas cuando es adecuadamente
aplicado. Ahora bien, si lo aplicamos inadecuadamente en suelos que tienen agua y qué se yo,
los componentes pueden generar compuestos hidrosolubles que, como cualquier molécula
orgánica, puede tener poder carcinogénico, pero eso pasa hasta con los residuos de petróleo.
Me parece que el mensaje es que las cosas hay que hacerlas bien y correctamente. Eso
pasa con cualquier fumigación.
Participante.- Buenas tardes. Soy asesor de la senadora Silvina García de Larraburu,
senadora por la provincia de Río Negro.
Los últimos días nos estuvimos juntando con gente de Probarros en relación con la ley
de lodos por la planta de tratamiento cloacal que hay en el Nahuel Huapi y lo que nos
planteaban era que muchas veces las plantas de tratamiento no saben bien qué hacer con esos
residuos cloacales, con el lodo. Cuando se trata, sale por un lado el agua que vuelve a ser
consumible y ese material orgánico, ese residuo orgánico, por ejemplo, en Bariloche se junta
con chipping de poda y se usa para compostaje.
Entonces, quería saber si tal vez tenemos ahí la respuesta a la solución de los
problemas. Ese residuo cloacal orgánico una vez que ha sido tratado podría ser utilizado para
volver a brindar nutrientes orgánicos a los suelos.
Expositor.- Si me dan un ratito, te explico, porque trabaje bastante en ese tema.
Una referente local en Bariloche es la doctora María Julia Mazzarino, que es la que
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trabaje en todo eso. María Julia es muy amiga mía.
El tema esencialmente es así. No todos los lodos son iguales. En Bariloche los lodos
son más bien de origen urbano, y cualquier lodo urbano que viene de ejidos cloacales por
buena calidad que tengan básicamente va a tener componentes como zinc o cobre. El tema es
que si los completamos con procesos industriales, como pasa en la Capital Federal en lo que
es la cuenca Matanza, se agregan cuestiones más peligrosas como por ejemplo cromo, plomo
o cadmio.
Atendiendo lo que son los lodos de Bariloche que en general no tienen estos
componentes de metales pesados sino elementos traza, evidentemente no son lodos tan
problemáticos. Entonces, el gran impedimento de los lodos, aparte del tema sanatorio, es la
presencia o no de metales pesados, claramente.
También tiene que ver el tratamiento que tengan. Advierto que vamos a hablar de
temas malolientes. En general, los lodos en las plantas de tratamiento tienen lo que se llama
un tratamiento primario. Todo el efluente cloacal que viene es separado. Básicamente, con
rejas se separa todo lo que es madera, plásticos y demás y el resto va primero a un proceso de
digestión aeróbica, que lo que hace es separar el sólido y se obtiene el biosólido primario.
Por ejemplo, en la planta de Aldo Bonzi que tiene AySA se hace ese tratamiento. Ese
efluente, que tiene bastante mal olor porque tiene muchos compuestos volátiles,
evidentemente es pasible de ser valorizado en forma agrícola. El tema es que si tiene metales
o ese tipo de compuestos, evidentemente no puede ir para producción alimentaria y los únicos
destinos que puede tener ese componente es o bien rellenos sanatorios –se aísla directamente,
va al CEAMSE– o algún tipo de producción como la forestal, donde ahí sí puede ser aplicada.
Cualquier lodo tiene un 3 por ciento de nitrógeno, contiene fósforo y tiene nutrientes
que pueden ser reciclados, pero no debe ser aplicado a productos alimentarios.
Ahora bien, si los lodos son de buena calidad y evidentemente abatimos todos los
problemas sanatorios, como de huevos de helminto, Escherichia coli y todo este tipo de cosas,
evidentemente hasta pueden ser usados en agricultura, lo cual tiene sus bemoles porque
comercialmente digamos que no está muy bien visto.
El proceso de compostaje, que es el que me estás diciendo, lo que hace es
desestabilizar el lodo y eso evidentemente desde el punto de vista del uso no tiene ningún
problema, me parece a mí que la cuestión pasa por cómo es percibido por el mercado. Por
ejemplo, en Francia se utiliza mucho el lodo cloacal. Se aplica al suelo, se lo inyecta, pero
hay cadenas que dicen: “No nosotros no vendemos [lo que ellos llaman] épandage de vous”.
Para ellos, eso significa los lodos. Dicen: “Donde hubo épandage no ofrecemos productos”.
Esto es más una cuestión de llegada a la gente.
Lógicamente, este es un tema sensible y me parece que en la Argentina, como sé que
vamos a seguir siendo un país agroexportador, tenemos que tener mucho cuidado con ese uso.
Creo que hay un importante destino de uso para el mercado forestal en todo eso.
María Julia ha trabajado mucho en todo lo que son los lodos de la industria del
pescado, todo lo que es la industria de la trucha, y ese sí es un lodo no tiene ni el menor
problema. Por ejemplo, en Francia, en todo lo que es la industria de la mostaza, en Dijon, los
lodos que se usan son de excelente calidad. De hecho, en el mercado se venden como
fertilizantes en bolsitas. El tema es cuando eso se mezcla con lo que es el efluente cloacal,
porque evidentemente el tema es otro ya.
Participante.- Hay una ley vigente, que es de 2001, que contempla el uso agrícola de los
cloacales y allí los dividía por calidad, como decía Miguel. Dependiendo del origen del barro
y de cómo fue su proceso en la planta depuradora, tenés distintas calidades. Por lo que decía
Miguel, los de María Julia son de los de mejor calidad, porque no tiene desagüe industrial
prácticamente.
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Expositor.- María Fernanda es otra referente en el tema. Ella trabajó en ese tema hace
muchos años.
Moderador.- Muchas gracias, ingeniero.
Sr. De Angeli.- Gracias, ingeniero por todo.
Sin duda, después tendremos preguntas para hacerle, pero vamos a seguir con el
temario.
Moderador.- A continuación, hará uso de la palabra la ingeniera Carla Pascale Medina, que
es funcionaria del Ministerio de Agroindustria y se va a explayar con mucha experiencia y
conocimiento en la materia, como surge de su currículum.
Sr. De Angeli.- Pido disculpas, porque me voy a retirar un ratito porque tengo otra comisión
y me están solicitando la presencia.
Sra. Pascale Medina.- Muy buenas tardes a todos.
Como bien decían, trabajo en el Ministerio de Agroindustria, pero desde hace un año
y medio aproximadamente he tenido el placer de poder conducir la Alianza Sudamericana por
el Suelos, de la FAO. Acá quisiera detenerme un poco porque no voy a explayarme
demasiado en lo que es la Alianza, pero sí quiero comentarles que la FAO, que es la
Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura comenzó a trabajar
aproximadamente desde 2010 en el tema de suelos. Hubo un pedido muy fuerte de los países
para que la FAO pusiera nuevamente la visión en el recurso suelo y allí es que nace esta
alianza mundial.
La alianza mundial se divide en regiones, tal cual las regiones que tiene establecida
Naciones Unidas, y una de esas subregiones es América del Sur. Así que la Argentina está
conduciendo en este momento los diez países de América del Sur en todo lo que respecta a
suelos.
La presentación que nosotros queremos compartir con ustedes tiene que ver con qué
es lo que hace la FAO, cuál es la visión que está teniendo el mundo respecto del recurso y
cómo de alguna manera estamos tratando de internalizar eso en la región y, por supuesto, en
nuestro país.
Quiero retomar un poco lo que comentó Miguel respecto de esta visión que está
teniendo el mundo en cuanto al suelo no solamente como sustrato o proveedor de alimentos,
sino que el suelo tiene que ver con otras funciones que nos da la sociedad. Por ejemplo, esto
de la función social que tiene el suelo para nosotros y qué es lo que nos puede proveer.
Como comentó Miguel, esto tiene que ver con la regulación del agua, la regulación de
clima, tiene que ver con las inundaciones, tiene que ver con el efecto del cambio climático y
tiene que ver con lo que nosotros hacemos en el día a día con respecto a nuestro desarrollo de
infraestructura, dónde vivimos e, incluso, hasta por donde nosotros nos movilizamos. Sin
embargo, para todos nosotros el suelo pasa a ser algo inadvertido. Está, sabemos que está,
usamos los recursos que el suelo nos da, que nos provee, pero no reparamos en él. Y
justamente uno de los problemas que tiene el suelo es que cuando el suelo se degrada, son
efectos que muchas veces nos son invisibles. Es decir, se van dando a lo largo del tiempo. Tal
vez, nos damos cuenta en el momento en que se cortó un camino, pero no pensamos en cuál
la causa que nos impide, por ejemplo, llegar a la escuela, ir hasta el pueblo, movilizarnos y
demás.
Y esto tiene que ver con algo que también es importante y que tampoco tenemos en
cuenta, que es el tiempo en que tarda en formarse un suelo. Pensemos que para que se forme
un centímetro de suelo se tarda mil años. Mientras nosotros estamos acá sentamos
discutiendo acerca del suelo, en muchos lugares está perdiendo muchísimas toneladas que no
las vamos a recuperar y que nosotros no las vamos a ver. Creo que es algo que es
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fundamental. No hay mucho tiempo. No hay más tiempo para pensar en esto.
Tampoco hay que dejar de pensar que lo que nosotros comemos, que proviene del
suelo, tiene que ver con nuestra nutrición. Hoy hay un pedido de la Organización Mundial de
la Salud a Naciones Unidas respecto de todo el tema de microelementos, que nosotros no
consideramos. Fíjense que Miguel les habló de nitrógeno, fósforo, potasio, azufre. Entonces,
lo que hay es un llamado a la sociedad porque si el suelo no tiene buena calidad, no van a ser
de buena calidad los alimentos que ingerimos. De hecho, ya está habiendo muchas
enfermedades, sobre todo en países carenciales de África, porque el suelo está desbalanceado
en nutrientes. Es decir, se ve que es un problema que va más allá de lo que es la erosión
porque tiene que ver directamente con la salud humana.
¿Cuál es el compromiso? ¿Qué es lo que está pasando hoy? ¿Por qué el mundo está
poniendo los ojos en el suelo? Se sabe que tenemos que aumentar la producción en un 60 por
ciento en función a como es la proyección del crecimiento de la población hacia 2050. Y
porque también –algo que fue muy difundido durante 2015, que fue el año internacional del
suelo– el 95 por ciento de los alimentos que consumimos proviene del suelo.
Entonces, es necesario poner el foco. Así lo entendieron los países y lo entendieron
los gobiernos los gobiernos al firmar la carta mundial por el suelo, donde los países nos
hemos comprometido de alguna manera a cuidar el recurso. Esto lo fueron levantando varias
organizaciones de Naciones Unidas, y hoy tenemos los objetivos de desarrollo sostenible,
donde uno de los puntos que se pudo lograr es justamente en el recurso suelo.
¿Qué estamos pensando desde el Ministerio? Como ustedes ven, la calidad, la
conservación, el manejo del suelo depende de quienes hacemos uso del suelo, y eso somos de
alguna manera aquellos que intervenimos en las actividades productivas. O sea, el Ministerio
de Agroindustria tiene mucho para hacer para y por el suelo. Y esos somos aquellos que
intervenimos en las actividades productivas. O sea, el Ministerio de Agroindustria tiene
mucho para hacer para y por el suelo. O sea, una de las líneas estratégicas del Ministerio tiene
que ver con alcanzar el máximo potencial productivo en cada espacio territorial en forma
sostenible, conservando la biodiversidad y mejorando la calidad de los recursos naturales,
contribuir a la seguridad alimentaria, mejorando la diversidad de accesos a los alimentos y
asegurando la inocuidad de los mismos y promover el desarrollo territorial con foco en los
pequeños y medianos productores y en los trabajadores rurales. Como verán, muchas de esas
líneas estratégicas que se está proponiendo el Ministerio van en consonancia con lo que está
demandando el mundo y lo que, de alguna manera, nuestro país asumió como compromiso en
los distintos foros internacionales.
Y acá viene el otro pinto que comenzamos a transitar que tiene que ver con la
gobernanza del suelo y que es lo que de alguna manera, desde lo internacional, se está
demandando y que tiene que ver con las dimensiones de autoridad, de toma de decisiones y
de responsabilidad en función a que la gobernanza y en el caso del suelo, se refiere al proceso
de toma de decisiones incluyendo el desarrollo y ejecución de marcos legales, políticas,
estrategias y acciones empleadas por los tomadores de decisiones desde el nivel nacional a
nivel de predio en referencia al uso y manejo o gestión del recurso.
Ahí está Mafalda mirando qué es lo que está pasando con el planeta y esto que vemos
entre todos, cómo está dando vueltas y vemos que nuestro país, igual que lo que está pasando
en muchas partes del mundo y a la región de América Latina y el Caribe en particular, vemos
que hay una proliferación de leyes que pueden ser desde específicas a no específicas, es decir
que hay un marco de regulación bastante enmadejado con necesidades de financiamientos
específicos, con necesidades de contar con un marco institucional para que esto pueda
caminar y rodar y, sobre todo, con la necesidad de mecanismos de cooperación y acá también
se señala todo lo que sea comparación en distintos niveles, incluso cooperación Sur-Sur.
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Entonces, podemos identificar hacia adonde se requiere avanzar. Esto surge de las
acciones de la FAO pero es lo que, en definitiva, los países de la región estamos pensando y
tiene que ver con el manejo sostenible del suelo para lo cual ya están prontas a aprobarse unas
directrices mundiales que tienen que ver con el manejo sostenible con lo cual nuestro país,
que está apoyando esta iniciativa, a partir de eso tiene un compromiso voluntario de
cumplimiento. Se requiere avanzar en el fortalecimiento de instituciones nacionales en los
distintos niveles, se requiere avanzar en la conservación y restauración de los suelos, en
contar con sistemas de información, en desarrollar actividades de concientización, educación
y generación de políticas. Eso es algo muy importante que tiene que ir de la mano con las
actividades también de investigación y extensión de suelos. En general, los sistemas de
extensión de suelos han ido desapareciendo en muchos lugares del mundo, la Argentina es
uno de los países que todavía lo conserva a través del INTA. Se ha visto la necesidad de
reforzar todos los sistemas de enseñanza en suelos. Edafología, que es la materia que de
alguna manera comienza a enseñar el cuidado y el manejo del suelo es una carrera que está
desapareciendo en todo el mundo, son pocas las áreas que tienen como carreras de grado o,
incluso, materias dedicadas a la enseñanza del suelo y si pensamos en la edad de la gente que
trabaja en suelo, es una población bastante envejecida. Nosotros como país necesitamos
empezar a mover un poco esto, porque en todas las instituciones nacionales, que la realidad
de la Argentina no difiere del resto de la región de América, están quedando las poblaciones
con gente ya pronta a jubilarse en los distintos organismos e instituciones de investigación,
con lo cual hay que poner ahí un poco el foco.
Y después, una de las preguntas que nos hacemos es: ¿quién tiene la obligación de
conservar, proteger o gestionar el uso del suelo? Acá nosotros hicimos un poco un ensayo y
preguntamos ¿cuál sería el rol del Estado? ¿Cuál sería el rol de cada uno de los poderes? El
Ejecutivo respecto de la política de ejecución, el Legislativo con las sanciones de las leyes.
¿Cuál sería el rol del Poder Judicial? Es algo que en nuestro país, respecto del uso suelo,
habría que estar mirando y prestando un poquito de atención. ¿Qué es lo que está pasando con
la jurisprudencia? ¿Qué es lo que está pasando cuando se inician acciones?¿Cuál es el rol que
cumpliría la sociedad asociada a lo que sería el Poder Judicial?
Por otro lado, tendríamos que ver, entonces, cuál es el rol del privado. Porque
entendemos que preservar el suelo es un rol de todos. Entonces cuál sería el rol que tendría
que estar cumpliendo el productor, las asociaciones, los empresarios y acá, atado a esto:
¿Cuál es el rol del mercado? ¿Qué pasa con la presión que se ejerce desde el mercado sobre
los recursos, en este caso específico sobre la conservación del suelo? ¿Qué pasa si se generan
exigencias sobre la producción sustentable, pensando en la Argentina como país
agroexportador? Eso es lo que explicaba Miguel respecto de las barreras para-arancelarias.
También se requiere de una mirada poniendo el foco en la cuestión económica y no solamente
pensar en la recuperación del suelo, sino también en la recuperación de todo su sistema
productivo y qué impacto generaría recuperarlo. ¿Cuál es el costo de la recuperación del
suelo? Si hacemos una cuenta my sencillita, para los que trabajan en terraza, yo creo que ni el
presupuesto de todo el Ministerio junto, como decimos con Nicolás Lucas, alcanzaría si el
Estado tendría que hacerse cargo de recuperar todos los suelos que hoy ya tenemos
degradados o si tendríamos que estar previendo acciones de conservación. Es una cosa que
entendemos es algo de todos y para todos, con lo cual todos tenemos que hacernos, de alguna
manera, responsables.
Ahí entra el rol social y cuáles serían las acciones participativas que tendríamos que
implementar para que haya una participación de la sociedad en su conjunto en el cuidado del
suelo, cómo generamos esa concientización y sensibilización y, lo que hablaba hace un ratito,
cómo insertamos el tema de educación y el tema de extensión en la conservación del suelo.
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Creo que tenemos mucho para sentarnos a discutir.
¿Qué pasa en nuestro país? ¿Hay leyes? Sí, las hay. Miguel nombró la 22.428; acá está
Octavio que también comentará algo sobre eso, pero todas las provincias tienen legislación.
Y, sin embargo, el recurso no está cuidado. ¿Qué es lo que pasa? ¿Qué es lo que está
sucediendo? Con toda esa profusa −que no vamos a leer esa lista− de las 23 provincias, 13
tiene normas específicas de conservación. 10, cuentan con legislación ambiental con un
capítulo referido a la conservación de suelos. O sea, hay leyes. Muchas de ellas tienen puntos
en común que tienen que ver con lo reglamentario y que refieren a clasificación de zonas,
catálogos de prácticas de manejo, realización de estudios, monitoreos, creación de consejos
asesores, realización de obras públicas, creación de consorcios y creación de fondos. Esos son
los puntos en común que tienen estas leyes. Hay otras que son leyes de fomento que tienen
que ver con los créditos, subsidios e impuestos y hay otras que están enfocadas hacia las
sanciones que tienen que ver con multas, caducidad de estímulos y reintegro de montos. O sea
es una gran diversidad enfocada, por distintos lados, y, sin embargo, el suelo no está
conservado. Entonces, lo que nosotros vemos es que en esa cuantía de leyes que hay, hay una
gran disparidad de criterios, de conceptos, de incentivos y de sanciones. Entonces, lo que está
faltando es comenzar a pensar en cómo podemos hacer esa conjunción de leyes en forma
armónica.
Entonces, preguntamos: ¿es necesario contar con una estrategia nacional? ¿Cómo
armamos o construimos entre todos esta política de suelos que está necesitando nuestro país?
Y la está necesitando porque el suelo no está conservado. Pensamos en que es necesario
hablar de programas nacionales referidos al suelo agropecuario que es el ámbito de
intervención y sobre el cual se está haciendo el uso y el manejo del suelo. Entonces, ¿cómo
avanzamos con una ley nacional?
Hace una semana y media atrás tuvimos un taller en Colombia donde nos reunimos
todos los países de Latinoamérica y estas preguntas surgieron igual porque todos los países
tienen el mismo problema. Es profusa la cantidad de legislación y todos los países tienen sus
suelos degradados. En el mundo, el 33 por ciento de los suelos están degradados. América
Latina tiene el 14 por ciento de sus suelos con algún estado de degradación. Y de ese 14 por
ciento de estado de degradación, el 75 por ciento es por malas prácticas de manejo.
Solamente para resumir ¿cuáles serían los vacíos? Podríamos resaltar una falta de
política, regulación, implementación o financiación de leyes específicas sancionadas o de
programas y una desarticulación institucional. Entonces, para nosotros es importante avanzar
en una integración legal del territorio, buscar la coherencia entre las normas, sensibilizar y
capacitar y, de esta manera, empezar a construir entre todos esta necesidad que la Argentina
tiene respecto de la conservación del suelo.
Muchas gracias. (Aplausos.)
Moderador.- ¿Alguien quiere hacer alguna pregunta?
Muchas gracias, ingeniera.
Ahora va a exponer el doctor Nicolás Lucas, especialista en ambiente del Ministerio
de Agroindustria. Ha sido secretario de Desarrollo Sustentable y Ambiente en la provincia de
Tierra del Fuego y, en fin, ha tenido una cantidad de actividades a través de sus trabajos sobre
el tema.
Sr. Lucas.- Muchas gracias.
Lo mío va a ser breve. Como no soy ingeniero agrónomo, no me voy a meter en
cuestiones técnicas que tanto Miguel Taboada como Carla Pasacale han marcado y pueden
seguir profundizando.
Quiero resaltar una cuestión que Carla mencionó a la pasada y es que
internacionalmente la capacidad técnica que radica en la Argentina, respecto del tema suelos
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es, realmente, de primer nivel. O sea tenemos argentinos liderando procesos mundiales en
materia de conservación de suelos y eso no deja de ser una de esas paradojas del país donde
una gran capacidad instalada, un capital humano extraordinario y los resultados no se nos
terminan de dar. El problema de los suelos no es de ahora, es de década atrás. De alguna
forma no estamos encontrando la solución institucional a un problema claramente muy grave.
Simplemente quiero dejar uno o dos conceptos que creo que pueden servir para el
debate y el diseño de normas e instituciones para la gobernanza de suelos, un poco a partir de
las experiencias de los procesos internacionales que se han mencionado y de largas
discusiones que hemos mantenido, justamente, con Miguel y Carla en el proceso del
anteproyecto de la ley de suelos que mencionaba Miguel hace un rato. El concepto básico es
toda esa degradación de suelos que presentaron y que es común a todo el mundo y, en
particular a América Latina, como nos estaban diciendo recién, es en efecto, una pérdida de
capital natural. Me parece importante que más allá de entender que el suelo tiene funciones
ecológicas y que es el sustrato de los ecosistemas y hay un montón de valores asociados al
suelo, de alguna manera estamos olvidando la función que tiene como capital natural de la
economía nacional. Y la economía no está reconociendo ese valor, ni a nivel de
macroeconomía, ni a nivel de las decisiones micro, de los productores en particular.
El estudio que mostraba Miguel hace un rato de balance y nutrientes es negativo. Hay
uno posterior, que actualizó Roberto Casas con otros donde incluso le pone un número un
valor económico a esa exportación de nutrientes. Y ellos, en la campaña 2010-2011 hacen la
estimación de las toneladas de nutrientes que exportaron en grano para el conjunto de los
principales cultivos argentinos y dicen: “ese año la Argentina exportó 3600 millones de
dólares en nutrientes”. De alguna forma, estas cosas son cuantificables y estas cuestiones
tienen una incidencia que no está siendo reconocida adecuadamente desde el punto de vista
económico. Por supuesto que con esa degradación de suelos se va no solamente ese capital,
sino un mundo de funciones ecológicas que, si no tenemos claridad respecto de ese capital
productivo, menos aún tenemos internalizadas las funciones de regulación hídrica de hábitat
para la diversidad y etcétera. Con lo cual, el cuadro se vuelve interesantemente complejo,
creo yo, y el desafío es bastante evidente. La Argentina debe dar a sus suelos tratamiento de
recurso renovable, tratamiento sustentable y salirse de esta especie de extractivismo, en donde
las curvas son negativas y decrecientes y tenemos 105 millones de hectáreas en algún estado
de degradación, según nos mostraban recién. Por supuesto, esto depende de la política
integral que abarca múltiples factores, los técnicos, obviamente.
La Argentina es una gran adoptadora de tecnología. Eso es notable. En el sector
agropecuario el país no tiene solo buen desarrollo tecnológico sino buena capacidad de
adaptación, también tiene que ver con factores climáticos que no controlamos, desde luego,
climáticos y físicos. Los volcanes en la Patagonia. Por ahí a la Patagonia la descartamos como
un lugar de producción pecuaria, pero son hectáreas, hectáreas y millones de hectáreas que
cada volcán que hace erupción termina quitando de circuito. Además, hay dos que para mí
nos están fallando que tienen que ver con las económicas, los factores económicos, los
factores institucionales, que le dan un poco de forma a los incentivos que se generan.
Como decía recién Carla, en el país hay más de veinte leyes de suelos; o sea, no es que
falten normas. Quizás sí faltan, pero de otra naturaleza. Si uno mira las estrategias legislativas
de ese veinte y pico de leyes provinciales, la nacional que hay, hay excepciones pero, en
general, no difieren demasiado; tienden a ser normas de mandato con algún instrumento de
sanción, en algún caso algún subsidio. En general, tienen que ver con ese tipo de estrategia.
Y, la realidad de las cosas indica: ¿deberíamos decir que la estrategia ha fracasado? Porque
las leyes esas datan de la década del setenta para acá, no es que son recientes. Tenemos
mucha experiencia en desarrollo de normas para la conservación de los suelos.
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Entonces, acá va el planteo sobre la mesa, que es algo que estamos discutiendo dentro
del Ministerio y que amerita, yo creo, reflexión serena y profunda a la hora del diseño de
cualquier instrumento legislativo. Para empezar me parece que cualquier marco normativo
debe ser coherente respecto del resto de las instituciones económicas de un país. Es decir,
para mí tiene que haber desde la regulación un deber de coherencia, en el sentido de que la
política de suelos no puede estar contradicha por la política comercial ni la tributaria y las
demás. No se le puede decir al actor económico al mismo tiempo: conserve los suelos, por un
lado, y agótelos, por el otro. Porque muchas veces la estructura de incentivo que se generan
desde políticas que no son específicas desde sector son las que hacen que las decisiones
microeconómicas terminen siendo externalizar los costos ambientales de la producción para
poder cuadrar con el resto de la estructura normativa institucional. Eso es por un lado, y no es
fácil. Hay que alinear las políticas, los instrumentos, con una mirada de largo plazo y de
sustentabilidad. Mucho más fácil decirlo que hacerlo, pero para eso es el ámbito del
Congreso, justamente, para pensar en el largo plazo y en el bienestar general.
La segunda, que es un poco corolario de esto, es saber las normas que tienden a
basarse principalmente o centralmente en estrategias de prohibiciones, mandatos con alguna
forma de sanción o alguna forma de subsidio, han resultado de éxito muy limitado por decir el
mejor de los casos. Quizás haya que pensar cómo se hace para que la economía, la macro y la
micro, internalice ese capital natural y lo tome como un factor entre los demás a tener en
cuenta a la hora de la producción y no tengan el incentivo de degradarlo. Tomen nota de que
eso debe ser cuidadoso porque es lo que te genera el beneficio a futuro.
La Argentina es agropecuaria como Perú es minero. Es identitaria, esa función es
histórica. La gran diferencia es que la minería es una industria extractiva. La gran pregunta
económica es la tasa de agotamiento y cómo vas reinvirtiendo eso que vas extrayendo. En
nuestra economía eso no tiene por qué ser el caso. Nosotros podemos tener ese recurso para
siempre, si lo manejamos bien. Para mí la clave tiene que ver con esa internalización. Por
ejemplo, cuentas patrimoniales o cuentas nacionales. La Argentina no termina de reflejar en
su contabilidad nacional el ahorro neto que le significa la pérdida o la degradación, la pérdida
en ahorro neto que le significa la degradación de sus suelos y las pesquerías y de tantos otros
ecosistemas. Esa es una asignatura pendiente.
Lo mismo ocurre con las políticas comerciales y fiscales. Y a nivel más micro, por
supuesto, por ejemplo, decir: no puede ser el sujeto productivo, el actor económico
productivo, lo mismo el que hace una mala práctica que el que hace una buena práctica, desde
el punto de vista del riesgo que representa, el riesgo comercial que representa. ¿Se entiende?
O sea, de alguna manera el sistema no está reconociendo que una persona que hace mal las
cosas, aunque sea en el mediano y largo plazo, termina siendo un sujeto mucho más riesgoso
desde el punto de vista del crédito, desde el punto de vista del aseguramiento, desde el punto
de vista de las relaciones comerciales y civiles que uno que las hace bien. El que las hace
bien, es mucho más confiable, que el que las hace mal. Y así podemos seguir.
Hay todo un desarrollo posible de herramientas del derecho civil que pueden llevar a
que de una forma un poco más eficaz y efectiva la economía, los actores económicos
terminen de internalizar este sujeto ausente de las relaciones productivas, que es el capital
natural de nuestro país. De manera que eso es lo que yo quería agregar a lo que ya habían
dicho los anteriores. Y acá termino. (Aplausos.)
Moderador.- Gracias, doctor.
¿Alguna pregunta?
- No se realizan manifestaciones.
Moderador.- Pasamos la palabra ahora al ingeniero Octavio Pérez Pardo. Director de
Conservación de Suelos y Lucha contra la Desertificación del Ministerio de Ambiente y
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Desarrollo Sustentable del Poder Ejecutivo nacional.
Ingeniero: muchas gracias.
Sr. Pérez Pardo.- Gracias a usted. Buenas tardes a todos.
Esperen que voy a ubicar una presentación que traje. La verdad es que un gusto poder
conversar con ustedes vinculado a este tema y en este ámbito. Me tengo que poner los lentes,
por lo que dijo Carla. (Risas.)
Nosotros somos a partir del 10 de diciembre Ministerio de Ambiente de la Nación.
Eso es lo primero que hay que señalar, que el Poder Ejecutivo nacional ha llevado a rango de
Ministerio el área ambiental. El Ministerio de Ambiente es un Ministerio de Ambiente y
Desarrollo Sustentable, así se llama. Es un Ministerio trasversal. Es un Ministerio que trabaja
con los otros ministerios para que se incorporen la mayor cantidad de variables ambientales
que garanticen sostenibilidad en las actividades que desarrollen. Eso queda clarito, que la
política agropecuaria, ganadera y forestal de la República Argentina la lleva el Ministerio de
Agroindustria. Lo que nosotros estamos haciendo y en lo que vamos a trabajar junto a ellos es
en que la actividad productiva, ganadera y forestal en la República Argentina tenga la mayor
cantidad de variables ambientales posibles para garantizar el buen uso del recurso, suelo,
fauna, biodiversidad. Esta es en la óptica en la cual nosotros entramos acá. En otro foro
hablaremos de energía, por lo tanto, la política energética la define el Ministerio de Energía
de la Nación y nosotros estamos trabajando o el tema represas… “Trabajando” es cuáles son
las variables ambientales que la Argentina tiene que tener. La herramienta que el Ministerio
de Ambiente de la Nación tiene es la Ley General del Ambiente, una ley sancionada en 2002,
a la que le falta reglamentar muchas cosas. Y uno de los temas que nosotros estamos
trabajando es justamente estos temas.
Uno de los recursos –y ahora para empezar a abocarnos a este tema– que aún falta
generar la política institucional, legal y normativa necesaria, a pesar de que está la ley –yo voy
a hablar de la 22.428–, es el tema de los suelos. Por eso, este es el abordaje. El abordaje claro
del Ministerio de Ambiente es: punto uno, es un recurso natural, que depende de la Nación,
porque es un recurso que la Nación dispone dentro de sus estrategias nacionales; es un
recurso cuya jurisdicción es la provincia por la Constitución y los pactos que generaron que
las provincias hayan cedido jurisdicción menos en el tema de recursos y es un recurso con
título de propiedad, que es mío o de ustedes o del que compró ese lote. Entonces, es un
recurso –como bien se dijo anteriormente– en donde el sector público nacional, público
provincial y privado toman parte directamente, porque excepto que sean tierras fiscales en las
cuales no interviene un privado, en general en la República Argentina hablar de conservación
de suelo es hablar de decisiones que se toman en el sector privado todos los días. Porque la
decisión de qué hacer en qué momento y cómo, en general, está en manos de un particular y
no del Estado en sí. Por lo tanto, este es un tema que a nosotros nos interesa remarcar.
Estamos hablando de un recurso con título de propiedad. Hay muy pocos con título de
propiedad. No hay títulos de agua o de bosques; de suelo sí. Suelo como límite, pero el suelo
como límite es suelo como recurso porque cumple esas dos funciones.
Yo traje una presentación de definiciones. Creo que no hace falta hablar de
definiciones, pero sí destacar dos cosas importantes, que son la reducción o pérdida de la
productividad biológica, entendida la degradación de tierras, como dijo recién, definición de
la FAO, y justamente que es un proceso la degradación que rebaja la capacidad actual y
potencial de los suelos. Desertificación son esas degradaciones en áreas determinadas, áreas
semiáridas, húmedas, secas y áridas. La Argentina es uno de los grandes países en el mundo
de tierras secas. Hay muy pocos países, solo seis países, que tienen más tierra seca que la
Argentina en el mundo, que son China, Estados Unidos, Australia, Rusia, el Brasil no tiene,
tiene más superficie, pero tiene menos zonas áridas. La Argentina tiene el 75 por ciento de su
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territorio. Por lo tanto, tiene una inmensa Pampa Húmeda, que también es cierto, casi 65
millones de hectáreas. Pero también tenemos el 75 por ciento del territorio en zonas áridas y
semiáridas. Entonces, esta es una visión que también hay que tenerla muy clara. Estamos en
un país de los más grandes del mundo de zonas áridas. Y además tenemos una de las zonas
húmedas en superficie más grandes del mundo.
Causas son diversas. No me voy a detener a esto, porque el tema, me parece, de
debate… todo lo técnico que escuchemos hoy de mano de INTA creo que es el elemento
catalizador. Nosotros concordamos en el cien por ciento en lo que dijo el ingeniero Taboada
en el diagnóstico de cuál es la situación. Creo que este es un paso muy importante en el
sentido de que el diagnóstico que presentó Taboada con información y con datos, el
Ministerio de Ambiente lo hace suyo. Y creo que, por lo que se transmitió en el Ministerio de
Agroindustria, es exactamente lo mismo. O sea que hoy tenemos una visión compartida de un
problema existente en este caso. Por eso digo que hay diversas causas de la desertificación.
Esa foto que está en el medio es la Cuenca del Morro, de la que se habló, no sé quién
de ahí... Fíjense, esa es una foto de hace dos meses más o menos o tres meses. Ahí se fue el
piso. Cuando se sembró había más terreno que el que hay ahora, porque no se puede llegar a
sembrar el maíz sobre el borde. Se lo llevó al borde en las últimas crecidas. Este es un tema
en el cual el gobierno de la provincia de San Luis ha decretado una emergencia en el área y
unas obligaciones.
Las causas de la degradación son diversas, en eso coincidimos. También coincidimos
en lo que dijo Carla del manejo sostenible de tierras, que no solo es obtener beneficios
productivos, sino que no generen daños permanentes al ecosistema justamente para contribuir
a la adaptación, mitigación, rehabilitación de tierras para mantener funciones y servicios del
ecosistema. O sea, cuando hablemos de manejo sostenible de tierras, las toneladas por
hectárea son importantes, pero la función en el ecosistema como almacenamiento de agua,
generación de beneficios o protección o mantención de la biodiversidad. O sea, las funciones
y los servicios del ecosistema. Y en esto creo que también hay un acuerdo entre los órganos
de investigación técnica, como el INTA, el Conicet y otras instituciones, y ambos ministerios
nacionales de agroindustria y ambiente. Ahora tenemos compromisos internacionales
legalmente asumidos. O sea, ahora pasamos a lo que ya la Argentina suscribió. La Argentina
suscribió, apoyó, los objetivos de desarrollo sostenible del año 2030 en los cuales hay un
objetivo número 15 que establece: proteger, restablecer y promover el uso sostenible de los
ecosistemas terrestres, gestionar sosteniblemente los bosques, luchar contra la desertificación,
detener e invertir la degradación de tierras y detener la pérdida de biodiversidad. Eso es un
acuerdo mundialmente aprobado y bastante reciente –fue el año pasado-.
Y la meta del 15.3 –establece metas– dice textualmente: de aquí al 2030 –o sea, los
catorce años–, lucha contra la desertificación, rehabilitar las tierras y los suelos degradados,
incluir tierras afectadas por sequía para lograr un mundo con un efecto neutro de la
degradación del suelo. El efecto neutro de la degradación del suelo, para que se entienda, es
que la tasa de rehabilitación sea igual o superior a la tasa de degradación. O sea, la tasa de
rehabilitación, recuperación o el manejo sostenible –ahora vamos a explicar un poco más– sea
igual o superior a la tasa de degradación del recurso. Esto es un compromiso vigente que hoy,
en el marco de los objetivos de desarrollo sostenible, están.
Y la segunda es una decisión dos de la COP 12 –la COP es la Conferencia de las
Partes del convenio de lucha contra la desertificación– establece un concepto nuevo de los
tantos conceptos que Naciones Unidas lanza. Este es “neutralidad de la degradación de las
tierras”, que lo define como un estado en el que la cantidad y la calidad del recurso tierra son
necesarios para sostener funciones y servicios de ecosistema, mejorar seguridad alimentaria;
se mantienen estables o aumentan dentro de los ecosistemas y escalas temporales y espaciales
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definidos. Esto es un compromiso en el cual invita a los países a armar sus propias estrategias
nacionales de neutralización de la degradación de las tierras; es un proceso que vamos a
iniciar juntos en breve –no está iniciado en la Argentina– y cuando digo “juntos en breve”
estoy hablando del primer taller para cruzar con las distintas instituciones nacionales en el
curso de los próximos días –se está haciendo una convocatoria–. Estas son nuevas realidades
que el país se comprometió a realizar.
Perdonen que esté en inglés, pero no conseguí la transparencia en español. Pero,
concretamente, cuando se habla del objetivo número 15.3 –lo que les decía–, establece un
gran indicador, que es la porción de las tierras que están degradadas con respecto a la porción
total, esas cien millones de hectáreas de que hablaba del INTA, y después tres indicadores
para poder trabajar, de los que aquí también se habló. Uno es el índice de productividad, el
otro es el carbono en el suelo y el otro es la cobertura. Como para entender que si nosotros
podemos monitorear en forma permanente –y ahora vamos a ver–... No son los únicos tres
indicadores, pero establece que si la productividad se mantiene o incrementa la cobertura del
suelo real no en una etapa instantánea, porque nosotros tenemos que hacer una cobertura a lo
largo de los doce meses, pero una cobertura real, y el carbono orgánico en el suelo –dice:
“arriba y abajo del suelo”–, nosotros podemos entender que estamos avanzando a un proceso
superior al que tenemos, o viceversa: si con esos indicadores no tenemos buena cobertura, o
bajó la productividad, o el carbono del suelo disminuyó, estamos yendo para el otro lado.
Esta es uno propuesta –esto es mejorable–, pero lo que nos propone Naciones Unidas
es que los países discutamos y utilicemos esos tres, definamos las bases metodológicas y una
serie de cosas. Hay propuestas de FAO, también, que están en la misma línea, hay algunas
cosas que se complementan y otras que faltan definir. Pero lo que yo les quería mostrar es
para dónde nos estamos dirigiendo.
En ese sentido, nosotros imaginamos que un programa nacional que trabaje el tema de
degradación de tierras tendría que tener tres ejes fundamentales. Uno es: un equipo que
observa, monitorea y evalúa, que nosotros lo llamamos el Observatorio Nacional de la
Degradación de Tierras y Desertificación. Es un observatorio que está creado... Mejor dicho,
no está creado institucionalmente, está trabajando de hecho; es una red de instituciones en
donde participa, por supuesto, INTA, el Conicet, algunas universidades, el Ministerio, que es
una idea de que puede elaborar un futuro, una línea de base a escala nacional, trabajar con los
indicadores. O sea, concretamente, un área o un grupo de instituciones especializadas, INTA
a la cabeza, que tengan este mandato de generar un observatorio con el que nos podamos
mirar y ver si estamos caminando para adelante, para atrás, en el medio o nos quedamos.
Una segunda comisión de implementación que, sin duda, tiene que estar conformada
por el Ministerio de Agroindustria, el Ministerio de Ambiente y otros organismos del Poder
Ejecutivo, apuntando a cada uno lo que tiene el mandato de hacer, como la política en materia
agropecuaria, ganadera y forestal de la República es del Ministerio de Agroindustria; las
políticas en materia de ambiente y sostenibilidad están en manos del Ministerio de Ambiente.
Entonces, conformar esto.
Y un tercero es idear el mecanismo financiero que pueda sostener esto, que es lo que,
más o menos, se decía ayer; es: creación de un fondo ambiental o creación de una ley de
presupuestos mínimos que sostenga estas tres patas, lo que es la implementación de prácticas,
lo que es el monitoreo y lo que es el financiamiento. Aquí ya es materia opinable, por eso yo
estoy mostrando simplemente la opinión que el Ministerio de Ambiente tiene. En lo que
hemos avanzado a la fecha fue, en reuniones en las cuales me tocó participar con el
Ministerio de Agroindustria, en avanzar en la creación de una primera mesa de trabajo con
dos objetivos centrales. El primero es basado en actividades productivas, ecosistemas,
regiones del país –ese es un tema en el que tenemos que ponernos de acuerdo en cómo–. Pero,
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en base a alguno de esos tres parámetros –ecosistema, actividad productiva o región del país–,
identificar una buena práctica agrícola, ganadera o forestal según la práctica que se quiera
analizar. No todas las buenas prácticas agrícolas, ganaderas o forestales son, para nosotros,
sustentables desde el punto de vista ambiental; o no todas son para todo el país sustentables
desde el punto de vista ambiental.
Hoy acá se habló de una actividad, una práctica, que puede ser muy útil en
determinados ecosistemas, áreas del país, y muy negativa, mal usada, en algunos otros. Por lo
tanto lo que decimos es: identificar una buena práctica, hacer el chequeo cruzado entre
agricultura, los institutos técnicos y ambiente, con sus institutos o sus consultas, y poder
identificar una buena práctica agrícola que haga gestión ambiental de recurso suelo. Cuando
nos pongamos de acuerdo –en unos podrá ser y en otros no–, tenemos que protocolizar la
práctica, basada con los protocolos que proceda el INTA o los organismos especializados;
protocolizar y decir: para esta práctica, para este lugar, de esta manera, de esta forma y
haciéndolo así, para el Ministerio de Agroindustria es una buena práctica agrícola, para el
Ministerio de Ambiente es una buena práctica ambiental. Entonces, ahí generar una doble vía.
Una vía es: a los productores, transferirles a las cámaras productoras, a los interesados en
hacer esa práctica, y a los colegios profesionales, por un lado; y por el otro, a la banca pública
o privada y a los ministerios de economía. Decir: hemos identificado juntos una práctica
productiva y ambiental común, este es el protocolo, es esta; productor que venga certificando
esta práctica, qué beneficio fiscal, qué beneficio impositivo, qué beneficio crediticio. O qué
desgravación impositiva se le puede hacer en la provincia, porque a lo mejor es maní,
entonces le va a interesar a Córdoba y a San Luis, qué sé yo.
Entonces, eso es lo que nosotros hemos avanzado, hemos hablado entre ambos
ministerios. Lo que creemos es que esa bien podría ser una ley de conservación de suelos, o la
ley de conservación de suelos que la Argentina se pudiera dar, en donde medimos,
implementamos algo común y creamos el mecanismo financiero, que es: o desgravaciones, o
crédito, o lo que fuera. En eso yo coincido con Carla: hay un montón de leyes, como la de
Entre Ríos –me acuerdo–, que otorgaba descuento en ingresos brutos, creo que era...
Participante.- El impuesto inmobiliario.
Expositor.- El impuesto inmobiliario, exacto. Correcto, el impuesto inmobiliario.
Entonces, nosotros podemos tener un paquete de opciones en una ley que nos ordene.
Eso es lo que nosotros hemos planteado, lo hemos hablado y hemos quedado en conformar
esa mesa. Yo no sé, pero en breve se va constituir esa mesa, y de ahí se va a poder armar la
estrategia. Creo que tiene mucho que ver con tres temas centrales. Uno, como les decía, es la
responsabilidad o el seguimiento. Inclusive, Carla hablaba del observatorio, o del monitoreo –
ella hablaba del monitoreo global, pero monitoreo a nivel nacional–; una comisión
interministerial, o que tenga la cabeza en uno y la gestión en otro –esas son cosas que la
norma tendrá que discutir–; y un instrumento de un fondo que pueda garantizar ese
financiamiento.
Bueno, simplemente, para decirles esto, que era lo que yo planteaba en la primera
etapa del observatorio. Es una red que hoy tiene veinticinco instituciones miembros –la idea
es ampliarla–; no tiene personería –la idea es que tenga–; tiene diecisiete sitios piloto ya en
funcionamiento –la idea es que pase a cincuenta–; no hay un régimen formalizado; no hay una
participación de los gobiernos locales hoy –tiene que haberla–. En fin, este es que un poco el
estado de situación del observatorio tal cual como está. La idea es que pueda hacer reportes,
bases de datos, recomendaciones.
Ya, después, son programas que vamos ejecutando. En esto quiero decir, justamente,
con respecto al tema de la ley 22.428, que para nosotros se trata hoy en el marco jurídico
nacional, no es una ley de presupuestos mínimos, es una ley de adhesión, en la cual se accede
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en forma voluntaria; no ha sido, cuando fue usada, una mala ley –todo lo contrario, hay
provincias que han hecho un uso muy efectivo de la misma–, pero hoy la instrucción que uno
tiene es generar un marco que sirva para todo el país, o sea, que tenga una ley de presupuestos
mínimos en materia de conservación de suelos o gestión ambiental de los suelos, que rija para
todo el país y que tenga no solo el carácter voluntario, sino el carácter de obligaciones por
parte de determinadas jurisdicciones, todas las provincias argentinas, de organizarse de
determinada manera.
Creo que ahí lo dejaría. Yo traje unas fotos por lo que pensé que podían salir temas
para el otro lado, pero el concepto de lo que queríamos transmitir era eso; era –con esto
termino– el mandato que, dentro de la planificación dada en el Ministerio de Ambiente,
establece trabajar durante todo este año para poder llegar a tener un marco en materia de
conservación de suelos a nivel nacional el año que viene. O sea que nuestra idea –eso
depende no de nosotros, sino de donde estamos, del Senado y de Diputados– es trabajar todo
lo que haya que trabajar este año como para que podamos lograr –si Dios quiere este año,
pero si no, el año que viene– un marco jurídico o normativo adecuado para este tema.
Muchas gracias. (Aplausos.)
Moderador.- Gracias, ingeniero.
¿Alguna pregunta?
Participante.- Ingeniero, si es tan amable... Concretamente, la parte de financiamiento, ¿de
dónde sale?, ¿va a ser una partida?, ¿va a ser un impuesto?
Expositor.- El tema es así...
- Se realizan manifestaciones fuera del alcance del micrófono.
Expositor.- Yo le voy a dar una idea personal de trabajo con uno de los temas que hizo
fracasar a todas las leyes de conservación de suelos, en líneas generales, que fue el
financiamiento que generaba, según la ley 22.428, obligaciones a cargo del Tesoro. Por lo
tanto, el Tesoro un año les decía que les daba y otro año les decía que no les daba, y así un día
dijo: emergencia económica. Fue por la cual se detuvo el financiamiento que, como bien dijo
Taboada, existía.
Ahora, si nosotros pensamos en esto, si nosotros trabajamos en protocolizar prácticas
sostenibles desde el punto de vista productivo ambiental, hay dos cosas que a mí me quedan
claras. Seguramente que es una práctica un poco más cara que la que el productor está
haciendo ahora, porque le exigís al productor ciertas cosas, o ciertos cuidados en el manejo o
cierta tecnología que, a lo mejor, lo va a encarecer. Y, por otro lado, hay que saber muy bien,
sobre la práctica tradicional y la que haga buena práctica agrícola y ambiental, cuál es ese
costo incremental. Porque en el fondo lo que hay que resolverle al productor–lo que nosotros
creemos–es ese costo adicional que le insume pasar de hacer una práctica más o menos bien a
hacerla bien.
Entonces, sabiendo esos costos incrementales, nosotros tenemos que trabajar sobre
cuáles son los beneficios impositivos o crediticios que el productor que certifique esa práctica
puede recibir. Por lo tanto, aquí se abre el abanico–que creo que lo dijo también Carla–sobre
el financiamiento público privado de la banca pública, no del Estado, o el beneficio directo o
indirecto de los ministerios de Economía que otorguen desgravaciones impositivas o
descontar de ganancias el costo incremental de hacer esa práctica productiva con gestión
ambiental del recurso.
- Se realizan manifestaciones fuera del alcance del micrófono.
Expositor.- Estamos trabajando. Cuando hacemos las reuniones yo digo esto, otros dicen otra
cosa y estamos tratando de componer...
- Se realizan manifestaciones fuera del alcance del micrófono.
Expositor.- Sí, el ministro es nuestro representante. Nos ha pedido que trabajemos en este
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12.7.2016 Jornada de la Comisión de Agricultura, Ganadería y Pesca Pág. 26
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tema y le traigamos una propuesta.
- Se realizan manifestaciones fuera del alcance del micrófono.
Expositor.- Claro. Así es. Todavía no hay nada. ¿Qué hay? Una reunión entre el Ministerio
de Agroindustria y el Ministerio de Ambiente para conformar una mesa, empezar a trabajar
juntos e identificar esto. Este es el avance que hemos hecho.
Sr. De Angeli.- Voy a ayudar a contestar, porque también me incluye. Esto no parte de un
solo ministerio. Acá tenemos varios ministerios: de Ambiente, de Producción, de
Agroindustria, de Economía y de Hacienda. Sin duda que va a haber partes que van a ser
promocionales por parte del gobierno, porque sabe el gobierno que si hacemos conservación
de suelo, sin duda, vamos a tener mejores rendimientos. Esto es a largo plazo. Por eso digo
que las leyes no son las mejores. Es difícil hacer una ley que sea buena, y tiene que ser
sustentable en el tiempo. Entonces, hay muchos proyectos y hay muchas ideas como
desgravar la parte de fertilización en impuesto a las ganancias. Tenemos que plasmarla, pero
para eso tenemos que trabajar coordinados. Hace 6 meses que somos gobierno, hay varios
proyectos y tienen que trabajar mancomunadamente los distintos ministerios con las
organizaciones que hacen a la parte productiva, y de ahí sacar la mejor ley. Tal vez, es
aventurado decir tal cosa en este momento. Por eso, va a ser el año que viene y, sin duda,
vamos a sacar una buena ley de suelo que realmente contemple a todos los estamentos de la
cadena de producción. Yo no estoy apurado por sacar una ley. Quiero sacar la mejor ley y en
tiempo, porque hay un tiempo.
Le pido disculpas a Carla que no la pude escuchar, porque estoy en dos comisiones.
Hoy estaba el proyecto de pyme dando vueltas y tenía que estar presente, por eso le pido
disculpas.
Lo importante es que a través de ustedes, los profesionales que nos ilustran a nosotros,
a través de profesionales de otros ministerios como el de Economía, Hacienda y
Agroindustria que estén trabajando, saquemos la mejor ley. Hoy hablaban de la ley de
humedales. No podemos sacar una ley exprés de humedales, porque resulta que todavía no se
sabe cuántos humedales hay en la Argentina. Todavía no está claro. Los hielos del Perito
Moreno son humedales, también el Delta es humedal y la laguna del Iberá. Entonces, no
podemos sacar una ley de humedales.
Nosotros tenemos que sacar las mejores leyes. Por eso, apelo a todos los asesores que
están acá y a las distintas organizaciones que nos están acompañando para sacar la mejor ley
que sea sustentable en el tiempo, de lo contrario no sirve de nada. ¿Cuál es la ley sustentable?
A la que también los gobernadores puedan adherir, porque si no nos va a pasar que no van a
adherir y es una ley marco-regulatoria a nivel nacional que ninguna provincia adhiere y no
sirve de nada o sirve de poco, para no decir nada. Entonces, estas son las cosas que tenemos
que hacer.
Cuando ustedes preguntan sobre el presupuesto y qué opina el gobierno, hay distintos
actores opinando y tenemos que, a través del debate y de los consensos, sacar la mejor ley.
(Aplausos.)
Moderador.- Quiero decirles que esta jornada será subida a la página de la Comisión de
Agricultura, Ganadería y Pesca del Senado.
Senador...
Sr. De Angeli.- Quiero agradecerles a todos los organismos. Carla te pido disculpas, pero en
otro momento lo escucharé. No sé quién más disertó, pero como dije hoy, no sé si vale las
excusa, tenía que estar en otra comisión y coincidieron las dos comisiones y necesitaba estar
ahí.
Les agradezco a todos los asesores y desde esta Comisión trabajaremos fuertemente
para sacar la mejor ley–como dije hoy–para que realmente sea sustentable en el tiempo, que
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es ahí donde van a estar los valores. Tomémonos el tiempo prudencial, tampoco indefinido,
para sacar la mejor ley. Les agradezco la presencia y sin duda los vamos a volver a convocar,
porque hay mucha tela por cortar en este tema. Yo digo producir conservando. Había un
programa de televisión, ¿se acuerdan? Producir conservando.
Creo que hay una política pública del gobierno que apunta a que la ganadería tenga
lugar en nuestro país, que se pueda sembrar trigo, que se pueda sembrar maíz, que se pueda
seguir sembrando sorgo, que vuelva el lino, aquel lino que se había dejado de sembrar por
distintos motivos, y que dejemos la sojización. Cuando hablamos del desierto verde que nos
llevaron–y no quiero hacer crítica– a sembrar soja. Sin duda, al sacar las retenciones, el año
que viene va a haber mucho más trigo, va a haber más maíz y se va a poder agrandar la
cadena de valores. El maíz, sin duda, hoy está sobrevaluado, pero va a bajar el precio del
maíz y se va a poder hacer mucho más alimento, principalmente humano; pero como decía,
conservando.
Hoy hablaban de la degradación del suelo y yo la sufrí en la erosión hídrica,
principalmente. Claro, era soja nomás. Ahora ya empiezan a sembrar maíz y todas las raíces.
Cuando hablamos de pradera, como la ganadería estaba excluida prácticamente, había que
romper las praderas y sembrar soja. Ahora, sin duda, se van a sembrar muchas más praderas
que van a durar 3, 4 o 5 años poniéndole fertilizante, y las raíces –los ingenieros saben– van a
ayudar a la mantención del suelo.
También hay que hablar de las terrazas y de las curvas de nivel. Trabajé en el campo
en las dos: curva de nivel y terraza. Vino el glifosato y las curvas de nivel estaban hechas por
el gramón hacia la barrera. ¿Qué pasó? Había que sembrar soja. El glifosato terminó con el
gramón y empezó la erosión hídrica. Empezamos con las terrazas en Entre Ríos. Había una
promoción en Entre Ríos y se hizo mucha sistematización, pero después vino un gobierno que
dijo: "listo, no hay más programas. No se le pone más guita a esto y hagan lo que quieran con
los campos porque no nos interesa". Había sido un trabajo de muchos años por parte del
INTA, del Colegio de Ingenieros y tantas organizaciones que habían hecho toda una
sistematización, y se terminó.
Creo que es momento de que volvamos a trabajar y a pensar en terrazas y en el caso de
las erosiones hídricas. Sin dudas, otras provincias –hablaba el asesor de la provincia de San
Luis–son distintas. Recorrí varias provincias y son distintos suelos, pero sin duda los
ingenieros de su zona, del INTA y demás van a estar trabajando en la conservación, sin
olvidarnos de que tenemos que producir.
Les agradezco a todos. Muchas gracias. Los otros senadores están excusados porque
fue una semana de muchas comisiones en las que había que estar trabajando, pero sin duda
ellos se van a enterar de lo que ha pasado. Agradezco la generosidad de habernos esperado.
Gracias por todo. (Aplausos.)
- Fin de la desgrabación.
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