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RECURSOS DIDÁCTICOS RECURSOS DIDÁCTICOS PARA TRABAJAR LA PARA TRABAJAR LA
MITOLOGÍA GRECOLATINA MITOLOGÍA GRECOLATINA EN EL AULAEN EL AULA
““La mitología en el arte”La mitología en el arte”
CPR AltiplanoCPR Altiplano
María Ayala HernándezMaría Ayala Hernández
DIONISOS / BACODIONISOS / BACOLa alegría del OlimpoLa alegría del Olimpo
Dionisos, identificado en Roma con Baco y con el antiguo dios itálico Liber Pater, es el último de los dioses que se incorpora al grupo de los Olímpicos.
Es el dios del vino, promotor de la civilización, legislador y amante de la
paz, así como dios protector de la agricultura y el teatro.
Siempre tuvo un cierto carácter de “dios extranjero”, ya que los griegos pensaban que su culto llegó a Grecia
desde Anatolia. Sin embargo, el nombre de Dionisos aparece ya en las tablillas micénicas como DI-WO-NI-
SO-JO, y en la Creta minoica su presencia resulta reconocible.
CORONA DE HOJAS DE PARRA
RACIMO DE UVAS
TIRSO
PIEL DE GUEPARDO
Sus atributos son el carro tirado por panteras y adornado con pámpanos de hiedra y el tirso, una larga asta adornada con hiedra. El toro, la serpiente, la hiedra y el vino son sus signos más característicos.
Bacchus. Simeon Solomon (1868)
NACIMIENTO DE DIONISOSNACIMIENTO DE DIONISOSEl mito griego cuenta que Sémele, hija de Cadmo (quien era rey de Tebas) y Harmonía, quedó encinta luego de concretar su amor con Zeus. Hera, celosa esposa del gran dios, intentó incinerar a su oponente, para lo cual previamente la convenció de que debía ver a Zeus en su total potencial. Sémele, crédula ante el engaño, logró que aquel aceptara su petición y los rayos y truenos provenientes de la figura divina la aniquilaron.
Afortunadamente, Zeus logró rescatar al fetal Dionisos del vientre de su madre y plantarlo en su muslo, donde pasó los últimos tres meses de gestación. De ahí deviene el nombre de Dionisos, que etimológicamente significa “el dos veces nacido”
Hermes y Dionisos en Olimpia. Praxíteles
Tras su nacimiento, Hermes encargó su educación a Atamante, rey de Orcómeno, y su esposa Ino ( hermana de Sémele) y vistió al bebé con ropa de niña para evitar que Hera lo descubriese. Sin embargo, la pantomima no surtió efecto y Hera hizo que Ino y Atamante enloqueciesen.
Baco niño. Ignacio Pinazo Camarlench
Nicolas Poussin (1594-1665). "El Infante Baco Encargado a las Ninfas de Nisa; La Muerte de Eco y Narciso."
Zeus se llevó entonces a Dionisos lejos de Grecia, al país llamado Nisa, lo transformó en cabrito y lo entregó a las ninfas de la lluvia. Éstas lo criaron y, como recompensa, Zeus las ascendería entre las estrellas como las Híades.
Pero Hera seguía acechándolo desde las sombras, empeñada en concluir su venganza. Así, hizo que Dionisos se volviese loco y lo empujó a vagar por Egipto y Siria.
W.A. Bouguereau. “La juventud de Baco”
Detuvo su peregrinaje en Frigia, donde la diosa Rea lo purificó y le enseñó sus ritos religiosos. Desde entonces siempre lo acompañan sátiros, ménades y otras bestias. El dios Dioniso entre ménades y
sátiros, decoración de una crátera de figuras rojas (siglo IV a.C.). Paris, Museo del Louvre.
Sátiros
Sátiro
Ménade
“SILENO BORRACHO”. Rubens, 1618
Tras sus viajes por Oriente, Dionisos volvió triunfante y asumió la introducción de su culto en Grecia, donde algunos príncipes se le opusieron, temerosos de los desórdenes y la locura que acarreaba. A pesar de todo, se dirigió a Tebas e instauró las Bacanales.
LAS BACANALESLAS BACANALES
“Bacanal delante de una estatua de Pan”. Poussin (1632)
Las Bacanales eran ritos celebrados en honor al dios
Baco o Dionisos. En un principio, estaban
protagonizadas por mujeres llamadas bacantes, quienes
subían en procesión a un monte solitario y, durante unos días,
sin contacto con hombre alguno se lanzaban a un desenfreno de
alcohol, misticismo y alucinógenos. Se suponía que tales prácticas fomentaban la fertilidad. La danza de las
ménades era el rito central de las ceremonias.
“Bacante sobre una pantera”Bouguereau
Pintura mural de Villa Misteriosa en Pompeya.
En Roma, las bacanales u orgías se abrieron a todo el mundo, degenerando de tal forma que el Senado las prohibió.
Más tarde, Dionisos pidió a unos piratas que le llevaran a la isla de
Naxos. Los piratas decidieron traicionarlo y pusieron rumbo a Asia, donde planeaban venderlo
como esclavo. Acetes, timonel del barco, intentó persuadirlos, al
haber reconocido al Dios, aunque sin éxito. Finalmente, Dionisos descubrió las intenciones de los
piratas y transformó los remos en serpientes, llenó el barco de
hiedra, hizo sonar unas flautas invisibles y paralizó la nave entre
enramadas de parra.
Los piratas, aterrados, se arrojaron al mar y allí
fueron transformados en delfines, de los que cuentan que desde
entonces acompañan y salvan a los naúfragos para
expiar su culpa.
“Baco y Ariadna”, Carlo Galbacini
Ariadna era hija del rey de Creta Minos y de Pasífae. Cuando el héroe ateniense Teseo llegó a Creta dispuesto a matar al Minotauro, Ariadna lo vio y se enamoró de él. Gracias a su ayuda Teseo logró salir del laberinto donde estaba encerrado
el monstruo. La joven le había dado un ovillo que el héroe fue soltando al entrar. Después de
cumplido su objetivo el hilo le indicó el camino de regreso. Ariadna se escapó con Teseo en su nave con dirección a Atenas. Hicieron una escala en la
isla de Naxos y, mientras la joven dormía en la playa, el héroe partió rumbo a su destino
abandonándola, posiblemente impelido por una orden del Destino ya que la joven no le estaba
destinada.
DIONISOS Y ARIADNADIONISOS Y ARIADNA
“Triunfo de Baco y Ariadna”, Anibale Carraci
No tuvo Ariadna ocasión de lamentar por mucho tiempo el abandono de su amado porque muy pronto Dioniso-Baco, ya convertido en dios de la corte olímpica, apareció por el aire conduciendo un carro tirado por panteras y rodeado de su cortejo de sátiros, ménades y
Sileno. El dios quedó fascinado por la belleza de
Ariadna y la tomó por esposa conduciéndola al Olimpo.
Como regalo de boda le dio una diadema de oro, obra del
dios Hefesto-Vulcano, que más tarde fue convertida en
constelación y conocemos como Corona Boreal.
“Baco y Ariadna”, A. Coypel
Ariadna erraba enloquecida por la desierta arena que ciñe la isla de Naxos, azotada por el mar; apenas sacude el
sueño, medio cubierta por la sencilla túnica, con los pies descalzos y sueltos los rubios cabellos, se dirige a las sordas olas llamando al cruel Teseo, y un raudal de
lágrimas se desliza por sus frescas mejillas; gritaba y lloraba a la vez, y el llanto y las voces, lejos de disminuir
su belleza, contribuían a realzarla de un modo extraordinario. Ya golpeándose el pecho sin cesar con
mano despiadada, gritaba: "Aquel traidor se ha ido; ¿qué será de mí, qué suerte me espera?" En aquel momento
resuenan por el extenso litoral los címbalos y los tímpanos golpeados con frenéticas manos, cae despavorida, las
últimas palabras expiran en sus labios y diríase que en su cuerpo no quedaba una gota de sangre. De súbito aparecen
las bacantes con los cabellos tendidos por la espalda, y detrás la turba de los sátiros que preceden al dios; después el viejo Sileno, tan borracho, que gracias si se mantiene en equilibrio tomándose de las crines del asno, persigue a las bacantes que huyen y le acometen de improviso; como es
tan mal jinete, hostiga con la vara al cuadrúpedo que monta y al fin cae de bruces por las orejas del paciente animal. Los sátiros entonces gritan: "Levántate, padre Sileno;
levántate".
Preséntase al fin, en su carro ceñido de pámpanos, el dios que gobierna los domados tigres con riendas de
oro. Pálida de terror Ariadna, no nombra más a Teseo, porque la voz se le hiela en la garganta; tres veces quiso huir, y el miedo la detuvo inmóvil otras tantas; estremeciéndose como las espigas estériles
agitadas por el viento y la liviana caña que tiembla en las orillas del húmedo pantano. El dios la calma así: "Aleja tus temores; yo seré un amante más fiel que Teseo, y tú serás, Ariadna, la esposa de Baco. El
cielo premiará tu dolor; como una estrella reinarás en el cielo, y las naves guiarán su rumbo por tu corona
de brillantes." Dijo y para que los tigres no la asustasen baja del carro, salta sobre la arena de la playa que cede a sus pies, y la toma en brazos...
Libro I del poema de Ovidio
HIMNO A DIONISOSCantemos al rey que gusta del grito de Evohé, el Taurino,
de cabellera abundante, rústico, digno de ser cantado, de hermosa figura,
de Beocia, estruendoso, báquico, con cabello adornado de racimos,
gozoso, rico en fecundidad, matador de gigantes, rico en risas,
nacido de Zeus, engendrado dos veces, nacido dos veces, Dioniso, 5
Evio, de espesa cabellera, de hermosos viñedos, que excita a las orgías,
celoso, muy colérico, receloso, que procura bienes envidiables, mitigador, bebedor, de voz agradable, seductor,
portador de tirso, de Tracia, miembro de un tiaso, de corazón de león,
vencedor de la India, amable, de corona de color violeta, el Taurino, 10
que participa en el festín, provisto de cuernos, ceñido de hiedra, ruidoso,
de Lidia, dios del lagar, que hace olvidar las penas, que disipa las preocupaciones,
iniciador (en los misterios), el que inspira, dador del vino, que toma mil formas,
el dios de las fiestas nocturnas, pastoril, vestido con piel de cervato, con túnica de piel de cervato,
que lanza una jabalina, común a todos, dador de comensales, de rubia cabeza, 15
propenso a la cólera, de corazón impetuoso, que mora en las montañas umbrosas, que frecuenta las montañas,
gran bebedor, errante, ceñido por muchas guirnaldas, que preside festines abundantes,
que destruye la razón, tierno, que se retuerce bailando, vestido con piel de oveja,
Triunfo de Baco o Los Borrachos, Velázquez (1628-1629)
saltarín, sátiro, hijo de Sémele, vástago de Sémele, alegre, de mirada de toro, destructor de los tirrenos, presto para la
ira, 20 que asusta con sueños espantosos, húmedo, dios del himeneo, que
habita en los montes, apasionado por los animales salvajes, temible, que gusta de sonreír,
vagabundo, de cuernos de oro, gracioso, que relaja la mente, de mitra de oro,
que extravía el alma, embustero, aficionado al ruido, que desgarra el alma,
maduro, feroz, alimentado en las montañas, que hace ruido en las montañas. 25
Cantemos al rey que gusta del grito de Evohé, el Taurino.
Antología Palatina IX
FINFIN
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