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Primera edición digital 2018
Ilustración de portada: The Fifth Estate with apologiesto, anónimo,
basado en el cuadro italiano Il Quarto Stat, Il cammino dei lavoratori (1901)
de Giuseppe Pellizza da Volpedo.
Editor y difusor: Blog Educativo Socialista XXI
www.blogsocialist21.wordpress.com/
© Sergio Ch
Queda rigurosamente aceptada, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o
procedimiento, entre los trabajadores y cualquier persona, por el derecho a la libre difusión del
conocimiento y la cultura.
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ÍNDICE
DEDICATORIA………………………………………………………………………………………..……………………………págs. 9-10
PRÓLOGO 2018 A LA PRIMERA EDICIÓN…………………………………………………………………………….págs. 11-20
Capítulo I. TEORÍA. CATEGORÍAS DEL MOVIMIENTO SINDICAL MUNDIAL…..……….págs. 21-120
Introducción: preguntas y temas a tratar
Características generales del sindicalismo clasista
Introducción clasista
Característica 1. Lucha de clases según el principio antagonismo de clases trabajadores versus
capitalistas.
Característica 2. Principio de cambio cualitativo del capital o sociedad anticapitalista. Estado de los
trabajadores, economía planificada, democracia obrera. Socialismo.
Característica 3. Concepción materialista de la lucha sindical - económica y método de estudio de la
realidad social.
Característica 4. Tradición obrera clasista y lucha ideológica de corrientes: antipatronalismo,
antireformismo, marxismo reformista y reformismo vs marxismo revolucionario u obrero clasista.
Característica 5. Métodos de lucha sindical y políticos. Flexibilidad táctica, legal-ilegal, jurídica y de
acción. Cultura e internacionales clasistas. Sinónimos de sindicalismo clasista.
Característica 6. Holismo de principios clasistas obreros de lucha. Interconexión sociohistórica:
internacionalismo proletario y antiimperialismo, solidaridad e independencia de clase,
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antiburocratismo y recuperación de los sindicatos, democracia obrera y centralismo democrático,
crítica y autocrítica, partidismo proletario y unidad de acción obrera y popular, antielectoralismo,
educación y politización.
Sindicalismo clasista y política
Aclaración 1. Partidos políticos, poder político y clases sociales
Sindicalismo clasista versus anarcosindicalismo – ultraizquierdismo
Aclaración 2. Formas de lucha: sindical-económica, electoral y política. Sindicalismo clasista y pre-
clasismo
Sindicalismo procapitalista y sindicalismo proletario
Aclaración 3 y 4. Sindicalismo reformista, sindicalismo empresarial y patronalista, sindicalismo
clasista
Sindicalismo clasista y oportunismo
Comentario 1. Clasismo revolucionario vs reformismo clasista y centrismo
Comentario 2. Clasismo, máxima expresión de la democracia obrera y sindical
Conclusión: progreso contradictorio del sindicalismo clasista
Corrientes políticas contemporáneas del movimiento obrero. Balance colectivo crítico
Notas
Capítulo II. HISTORIA. PANORAMA NACIONAL RECIENTE DEL SINDICALISMO Y NIVEL DE
VIDA…………………………………………………………………………………………………………………págs. 121-289
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Introducción
Preguntas y temas a tratar
Cambios internacionales
I. Contrarrevolución o restauración capitalista
II. Ofensiva global imperialista y antiterrorista
Cambios nacionales
I. Continuismo. Gobiernos de derecha neoliberales
II. Procesos de paz
Crisis prolongada del sindicalismo y la izquierda: retroceso crónico del sindicalismo clasista
ABC de la crisis sindical
A. Causas objetivas. Contrarrevolución económico-política y baja del nivel de vida.
B. Victimización. Genocidio sindical y popular. Terrorismo de Estado, patronal e integral ilegal.
Responsables del genocidio: el empresariado y terratenientes, el estado burgués y el imperialismo, las
fuerzas legales-ilegales a su servicio
Tres lecciones clasistas del genocidio sindical
Movimiento sindical y víctimas: construcción de memoria, lucha y reparación
C. Causas subjetivas. Derrota y traición. Débil resistencia sindical y política.
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Resistencia a la ofensiva capitalista y lucha contra el sindicalismo burocrático
Escenario político del siglo XXI: débil sindicalismo y reformismo emergente
Recapitulación de la crisis: “El Gran Sancocho Nacional”
Luz al final del túnel: reconstrucción clasista
Reconstrucción internacional
Reconstrucción nacional
Conclusiones históricas: estado sindical actual clasista
Alternativas a la crisis sindical y política
Crecimiento sindical y sindicalización
Democracia obrera y reorganización del movimiento sindical
Conclusiones clasistas
La lucha de Sísifo y la garra del León
Notas
Capítulo III. POLÍTICA. CRÍTICA CLASISTA DE LA IDEOLOGÍA SINDICAL
DOMINANTE………………………………………………………………………………………………….…págs. 290-366
Introducción: ideología oficial y clasismo revolucionario
Ideología sindical polista – Partido Polo Democrático
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I. Aspectos positivos del análisis polista: Imperialismo, he ahí el enemigo
II. Polismo y situación política mundial: la clase media se piensa el mundo
III. Estrategia nacional y modelo político polista: “Nada nuevo bajo el Sol”
IV. Conspiración del silencio: manifestación de burocratismo sindical
V. Conclusión sobre el PDA: girasol amarillo, un programa-ideología reformista
Ideología sindical democrática – Partido Progresistas y Alianza Verde
I. Valoración de la Corriente Democrática: reformismo tibio, agridulce y vergonzante
II. Espíritu camaleónico y paráfrasis oficialista: la CSA, el mismo libreto de siempre
III. Diálogo obrero patronal y concertación entre iguales: una pócima mortal
IV. Humanitarismo verde progresista: “cómo les duele”
V. Antiuribismo progresista y Frente Amplio por la Paz: esquirolaje, un premio a Santos
Ideología sindical oportunista – Partido Comunista Colombiano
I. Valoración de la Corriente Clasista: el mal menor también indigesta al obrero
II. Aspectos progresivos y límites en la mirada clasista del ángel de la muerte: crisis capitalista global
y ojo de tigre
III. Etapismo abortado y viejo baile del zigzag: vacilación y renuncia a la estrategia revolucionaria
IV. En busca de salvadores y reconstructores: cambio de Dioses, ¡salve FSM!
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V. Reforma educativa de mentes obreras: sin traspasar la tradición
Conclusión: clasismo revolucionario y contra-oficialismo
Ideología clasista revolucionaria – Partido Socialista de los Trabajadores
I. Unámonos y forjemos las coordinadoras de luchas: bajo un solo puño contra el capital
II. Por un Frente de Lucha social contra el gobierno y el imperialismo: seamos los que marquemos los
goles
III. Recuperemos la CUT y nuestras organizaciones obreras: en pie de lucha
IV. Reparación integral al movimiento obrero y popular: memoria histórica de los vencidos y lucha
proletaria-popular por el poder político
V. Construyamos un partido obrero y socialista en Colombia: herramienta de la victoria, el socialismo
mundial y la revolución colombiana
Notas
Capítulo IV. PROGRAMA. LA LUCHA DE LA JUVENTUD TRABAJADORA……...……… págs. 367-413
Discurso clasista: la antorcha de la vida. Orígenes y permanencia del sindicalismo
Carta abierta a los jóvenes y sindicalistas de la CUT en su VI Congreso Nacional
Salario mínimo y “dieta” de la juventud
Carta abierta a la Juventud CUT: ¡Por un programa para la juventud trabajadora!
Crisis generacional en la izquierda y el movimiento obrero y popular: ¿Qué hacer? ¿Cómo entenderla?
BIBLIOGRAFÍA…………………………………………………………………………………………………págs. 414-422
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DEDICATORIA
Al camarada Walter Garzón (1958 – 2016)1, obrero colombiano de Colmotores, despedido y tiempo
después precarizado, quien fue organizador sindical clasista de numerosos sindicatos de base
durante toda su trayectoria de vida. Habitante del barrio popular Policarpa y padre de familia de la
familia Garzón y su hija Carolina, a la que buscó hasta sus últimos días, aun encontrándose enfermo.
Luchador popular de las víctimas de ASFADEC (Asociación de Familiares y Amigos de Personas
1 Periódico El Socialista # 705 (2016), Separata Especial HOMENAJE Walter Garzón, págs. 1 – 8. Disponible
en Calameo: http://es.calameo.com/read/0005274875fd3df2ffcfa
Canal PST (2016). Walter Garzón, ¡hasta el socialismo siempre! Disponible en YouTube:
https://www.youtube.com/watch?v=Fw-tL9pJ3rI
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Desaparecidas en Ecuador), militante socialista del Bloque Socialista, el sindicalismo clasista e
independiente de los 70’s y fundador histórico del Partido Socialista de los Trabajadores de
Colombia, el cual ayudó a forjar por cuarenta años, más allá de las intermitencias humanas. Diría
una canción, “héroes de la clase obrera, crucificados por el sistema, saquémosle del foso del olvido”.
Tuve la fortuna de conocer a tan humilde ser humano y marchar juntos, Walter expresa la síntesis,
la sangre viva del sindicalismo de lucha, las páginas fogosas de este libro. Él es un ejemplo para los
vivos y los jóvenes obreros millennials que vienen al mundo, a eso, a luchar por sus derechos
laborales y una nueva sociedad anticapitalista en este siglo XXI. Por algo alguna vez dijo: “La
esperanza de los viejos está en los sueños de los jóvenes”. Tomemos atenta nota.
A las víctimas invisibles y anónimas del trágico y prometeico sindicalismo colombiano, entre ellos,
Oscar Bernate, afiliado bancario del sindicato de industria burocratizado ACEB y amigo de mi padre,
inducido al suicidio en 2012 por la patronal de Sarmiento Angulo al ser despedido y sufrir
desgracias familiares y personales por esta inhumana sociedad. No olvidamos ni perdonamos
nuestras más de 4 mil víctimas. Por cada trabajador muerto, naceremos mil. Luchando les
recordaremos.
La educación popular sindical tiene un rol valioso y memoria cultural que cumplir, los maestros
luchadores del sindicato FECODE que cumple 60 años y los futuros sindicatos privados de docentes
que surgirán, lo sabrán. Al libro magistral clásico Derecho Colectivo de Trabajo (3era ed. 2013) de
Edgar Ospina Duque, abogado laboralista, profesor y educador sindical clasista del canal de
YouTube Derecho Laboral para Luchar, militante marxista revolucionario del PST y la LIT, cuya
lectura es recomendada y ciertamente inspiró este libro discípulo.
Al ejército asalariado de menos de un millón de trabajadores sindicalizados y los 6 mil sindicatos
existentes, en especial a los industriales afiliados y del sector privado, de la CUT y demás Centrales
Obreras. A la franja proletaria más explotada industrial y de los servicios, juvenil y desindicalizada,
y ejercito industrial de reserva desempleado, toda una vanguardia prole de los veinticuatro millones
de trabajadores que componen la Población Económicamente Activa, el motor laboral y productivo
que mueve el país diariamente.
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PRÓLOGO 2018 A LA PRIMERA EDICIÓN
Nota: Este 1 mayo todos a las calles. También comparto el prólogo a este libro digitalizado diletante
MOVIMIENTO OBRERO COLOMBIANO Y SINDICALISMO CLASISTA A INICIOS DEL SIGLO XXI:
Problemas y retos (2018) que escribí en estos cuatros años con pausas y pocos apoyos-recursos,
opresión sectaria y generacional de viejos sindicalistas y dirigentes, pero con muchas ganas y
convicción, pude por fin pude recuperarlo, acabar de corregir los 4 capítulos y editar, terminarlo y
publicar gratis en PDF/Calameo para que lo descarguen. La dedicatoria es para el luchador Walter
Garzón, Libardo Rodríguez y Oscar Bernate. A todas las víctimas de nuestro movimiento social.
En el libro se abordan 5 problemas y posibles soluciones colectivas al:
– Problema teórico de las categorías y tendencias sindicales (reformista, clasista y patronalista) y
los principios proletarios, la lucha por una nueva sociedad socialista.
– Problema social de la crisis, sindicalización y la lucha unitaria por el crecimiento sindical y los
derechos laborales e integrales de todos los trabajadores en una época adversa.
– Problema social de la democracia obrera y la lucha unitaria contra la burocratización y corrupción
de los sindicatos, al igual que la lucha democrática por la verdad, justicia y reparación a las víctimas
del genocidio sindical y popular.
– Problema político de las ideologías sindicales y programas, la situación de la CUT y los partidos
políticos de izquierda (Polo Democrático-Moir, Movimiento Progresistas-Alianza Verde, Partido
Comunista Pcc-Farc, Partido Socialista Pst-Lit).
– Problema social, político y teórico-programático de las tareas de lucha de la juventud trabajadora
y la clase toda contra el capital y la opresión generacional.
¡Muchas gracias por leer, compartirlo y luchar!
***
El presente libro MOVIMIENTO OBRERO COLOMBIANO Y SINDICALISMO CLASISTA A INICIOS DEL
SIGLO XXI: Problemas y retos (2018) es un subproducto cultural indirecto y marginal de la lucha de
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clases viva colombiana y global entre trabajadores y empresarios. El autor es la vez activista no
neutral como cualquier otro y observador estudioso de dicha realidad, actuando y analizandola
desde el punto de vista de los intereses de los trabajadores. No hay punto medio ni neutralidad en
esta contienda de vida o muerte.
En el terreno práctico y pese a la inexperiencia, ha participado en la huelga de Sintravidricol en
Medellín (2015), mítines de los cementeros Sintraholcim (2013) y los mensajeros Sinaltram (2017),
trabajadores aéreos terrestres de Antsa y Anstopasac (2017), el intento de Paro Nacional del
Comando Nacional Unitario, de las centrales obreras CUT-CGT-CTC (17 de marzo de 2015), el mitin
ante la sede del grupo Valorem por Sintrabiofilm (2016), varios 1ros de mayo junto a columnas de
trabajadores.
En dichos espacios se llevó en los labios cerrados y tarareó las canciones Sindikatua de Negu Gorriak
y Huelga de Riot Propaganda y Huelga general de la Polla Records. Y en las manos mudas pero
dicientes, una política clasista solidaria. El libro verbal lleva esa impronta de lucha y humildad en la
experiencia que es poca y muy amateur, al no ser parte de los maestros de la vieja guardia sindical
clasista luchadora, pero sí aprender de ella como alumno.
En el terreno ideológico, el primer y segundo capítulo del libro “TEORÍA. CATEGORÍAS DEL
MOVIMIENTO SINDICAL MUNDIAL” 2 e “HISTORIA. PANORAMA NACIONAL RECIENTE DEL
SINDICALISMO OBRERO Y NIVEL DE VIDA”3, son fruto de un texto ampliado y corregido luego del
2 Capítulo I del libro, léelo virtualmente en: https://blogsocialist21.wordpress.com/2014/09/09/vi-congreso-cut-y-sindicalismo-clasista-en-la-colombia-del-siglo-xxi-problemas-y-retos-i-parte/ 3 Capítulo II del libro, léelo virtualmente en: https://blogsocialist21.wordpress.com/2014/11/12/vi-congreso-cut-y-sindicalismo-clasista-en-la-colombia-del-siglo-xxi-problemas-y-retos-ii-parte/
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cierre del Curso Sindical – Nivel I de CORPEIS4 (Corporación para el Desarrollo de la Educación y la
Investigación Social, influenciada por el PCC) en abril de 2013.
Dicho curso fue dictado por Mauricio Rodríguez, Nixon Padilla, et.al, junto a más de una veintena de
trabajadores y obreras de varias regiones de Colombia en proceso de educación popular y con el
permiso sindical respectivo para asistir a los cursos clasistas y así, con lo aprendido, poder
fortalecer sus propias organizaciones sindicales en el “día a día”, “al calor de la lucha obrera”.
Los dos primeros capítulos también se sirvieron de la ayuda de espacios educativos al participar en
el ciclo del V Seminario de Derechos Laborales por Vida Digna de las y los Trabajadores de Bogotá
(20 Sept / 1 Nov, 2014) en la sede Bogotá de la CUT junto a más de 80 trabajadores sindicalistas y
jóvenes, organizado por la Corporación “Aury Sara Marrugo”5 (en homenaje al dirigente obrero de
la USO) e influenciada por los compañeros del Congreso de los Pueblos. El “Discurso clasista: la
antorcha de la vida”, sobre la perennidad del sindicalismo fue el trabajo final del susodicho
Seminario y hace parte del capítulo 4 sobre JUVENTUD TRABAJADORA.
De ambos espacios educativos a los que se agradece a sus organizadores partió el deseo incesante
de aprender y leer que debe tener todo sindicalista y trabajador, el interés por una investigación
independiente sobre el estado actual del sindicalismo clasista y las causas objetivas y subjetivas,
científicas, de la crisis real del movimiento sindical contemporáneo que necesitan una claridad
conceptual y una narrativa histórica actual. El capítulo 2 tal vez sea el grueso o la parte más rica del
libro, pues como diría Trotsky, segundo líder de la revolución obrera rusa en Mi Vida (1930): “El
comprender la verdad de lo que ocurre es tener ya media batalla ganada”.
En las conclusiones provisionales de “HISTORIA. PANORAMA ACTUAL NACIONAL DEL
SINDICALISMO Y NIVEL DE VIDA” se recrea las crisis del gremio y soluciones falibles y contingentes
mediante el uso de las metáforas del Sancocho (plato típico colombiano de muchos ingredientes o
4 Visite http://corpeis.com/ 5 Visite http://www.aurysara.com/
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la realidad compleja del régimen colombiano y el mundo laboral), la de Sísifo (subir una piedra
cuesta arriba o los retos del sindicalismo en su lucha contra el capital, los condenados a luchar) y la
garra del león de Newton (el poder de la lucha y la sabiduría o la praxis sindical, más allá de los
discursos), la Nostalgia Quijotesca (de la etapa anterior al 91 o el error sindical-político de Quijano,
de querer remitirse a una edad de oro de trabajo que ya más nunca volverá).
El sindicalismo clasista setentero ha despertado interés entre los historiadores colombianos, como
el historiador de la Universidad Nacional de Colombia y militante anarcocomunista, José Marino
Fandiño, quien en 2014 presentó un buen trabajo de grado “El sindicalismo independiente y clasista
en las páginas de la revista Alternativa (1974 – 1978)”6 , dirigido por el profesor y reconocido
historiador Mauricio Archila, pero poco se ha escrito sobre el sindicalismo clasista de finales del
siglo y el nuevo siglo. El presente libro y capítulo II, se aventura a dar un recuadro diletante de
nuestro presente, los últimos 25 años.
En estos dos primeros capítulos se intentó tener un tono comunicativo o coloquial, sin éxito, pues
al decir del modo del El Capital de Karl Marx, siempre el comienzo es lo más difícil o árido. Ello se
debe a que inicialmente se buscaba que fuese un material educativo para conversatorios. Es
lamentable que para el juicio despreciativo-sectario y falto de apoyo de algunos compañeros
sindicalistas clasistas y copartidarios socialistas de la dirección de ese entonces con dosis de
desconfianza y realistas atrasados, este no tuviese gran utilidad práctica, por la larga extensión del
escrito y el lenguaje a veces enrevesado, “académico” y confuso.
Pues bien, nadie que se llame marxista lo es si no es clasista, es decir, si no conoce la historia del
movimiento obrero, si no sabe algo del funcionamiento de los sindicatos y si no se inserta en las
luchas obreras de su país, con la brújula estratégica de la lucha por el poder obrero y popular, pues
sólo es marxista quien reconoce en la teoría revolucionaria y la práctica la dictadura del
proletariado, no sólo la lucha de clases, diría Lenin. El lector puede bien optar por saltarse el
capítulo 1 e ir directamente a los problemas prácticos del capítulo 2 y los siguientes.
6 Visite https://sindicalismoindependienteencol.wordpress.com/contexto-historico/
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Ante esto, bien decía una gran oradora político-sindical, la flor del trabajo alemana: “No hay ninguna
calumnia más grosera, ningún insulto más indignante contra los trabajadores, que la afirmación de
que las discusiones teóricas son solamente cosa de los ‘académicos’…Toda la fuerza del movimiento
obrero moderno descansa sobre el conocimiento científico” (Rosa Luxemburg, prólogo Reforma o
revolución, 1889). María Cano, la flor del trabajo colombiana, también tuvo un gran interés por la
educación de los trabajadores.
Por estas dificultades se decidió que quedara como libro digital educativo, hilando y cohesionando
sus capítulos en un todo. No dejar perder la investigación hecha, corregida y publicada este 1 de
mayo 2018 para que la posteridad y el público juzguen por igual sus pocas virtudes e incontables
defectos, de los que aprender en el camino. El formato-libro en esta era tecnológica-digital, propio
de la investigación científica, todavía no es de pleno acceso material para la clase obrera, al vivir
esta como una bestia de carga para la explotación capitalista y con serias limitaciones de tiempo y
culturales, comprensibles. No queda más que la popularización oral (charlas) y folletos resumidos
(textos cortos), publicitación que el propio Marx recomendó a su obra magna-científica proletaria,
Das Kapital.
El capítulo tres y cuatro del libro, a saber “POLÍTICA. CRÍTICA MARXISTA DE LA IDEOLOGÍA
SINDICAL DOMINANTE”7 más “PROGRAMA. LA LUCHA DE LA JUVENTUD TRABAJADORA” 8 esta
última una compilación de textos, son fruto de las discusiones del VI Congreso Nacional de la CUT
2014, Central Unitaria de Trabajadores de Colombia y la Campaña Clasista de la CUT impulsada por
la Coordinadora de Luchas y Solidaridad Sindical de la región Caribe y Bogotá, sindicatos
7 Una primera versión titulada “crítica marxista de las tesis del sexto congreso de la Central Unitaria de los Trabajadores de Colombia” fue publicada el 25 de julio de 2015 en la antigua website del PST Colombia: http://pimientaroja.org/old/article/di%C3%A1logo-pol%C3%ADtico-y-cr%C3%ADtica-marxista-de-las-%E2%80%9Ctesis-del-sexto-congreso-de-la-central-unitaria- 8 Capítulo III y IV del libro, léelo virtualmente en: https://blogsocialist21.wordpress.com/2015/06/29/vi-
congreso-cut-y-sindicalismo-clasista-el-siglo-xxi-problemas-y-retos-iii-parte/
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independientes y aliados, el PST-C y la corriente Unidad Estudiantil (UNES), integrante de la Red
Internacional Jóvenes en Lucha.
Así pues, en este capítulo cuatro está contenida la “Carta abierta a los jóvenes y sindicalistas de la
CUT en su VI Congreso Nacional”, una propuesta personal y texto colectivo que se le encomendó al
autor escribir por parte de UNES-PST y que apareció en la edición impresa (tirada de 1.000 copias)
del periódico El Socialista (#686 – 2014), distribuido en Bogotá, Medellín, Tolima y Cartagena,
principalmente. Esta carta en su momento fue firmada por más de 168 estudiantes de la Universidad
Nacional – Sede Bogotá y el Colegio público Salud Coop Sur de Kennedy y conocida por cientos de
personas de vanguardia.
A su vez la carta fue entregada por los estudiantes socialistas de UNES e independientes a Ligia
Álzate, Directora del Departamento de la Niñez y la Juventud Trabajadora, Miembro del Comité
Ejecutivo de la CUT, el 19 de septiembre de 2014, durante una reunión distrital sobre precarización
y la tercerización laboral9.
De igual modo, la “CARTA ABIERTA A LA JUVENTUD CUT: ¡Por un programa para la juventud
trabajadora de Colombia!”10 , fue escrita en coautoría con María Houghton, mujer dirigente del
Partido Socialista de los Trabajadores. Dicha misiva fue entregada en físico a los más de 300
delegados jóvenes, mujeres y adultos obreros y trabajadores, en el Evento de Instalación del VI
Congreso de la CUT y del II Congreso de la Juventud Trabajadora y el V Congreso de la Mujer
Trabajadora, el 8 de Noviembre de 2015, en el Instituto Distrital de Recreación y Deporte (IDRD).
Esta misiva pública guarda relación con la Campaña Jóvenes por el Trabajo Digno y Encuentro
Nacional de Jóvenes Trabajadores, impulsada años atrás por los compañeros de la JUCO y su
Colectivo de Jóvenes Trabajadores y ATI. Importantes iniciativas.
9 Visite https://unidadestudiantilunes.wordpress.com/2014/09/24/el-departamento-de-la-juventud-y-el-
menor-trabajador-de-la-cut-recibe-las-firmas-de-los-estudiantes-al-vi-congreso/
10 Léalo en https://unidadestudiantilunes.files.wordpress.com/2015/11/programajuv.pdf
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Cabe señalar también que la carta sobre un programa juvenil obrero fue presentada como minuta
programática firmada por 7 compañeros al XII Congreso Mundial (2016) de la Liga Internacional de
los Trabajadores – Cuarta Internacional, centrado precisamente en la actualización programática
del marxismo revolucionario, encarando los problemas contemporáneos de la realidad social
material.
Desafortunadamente, pese a que el Departamento de la Juventud nos invitó a que leyéramos la carta
en el evento, al final la burocracia de la CUT sólo dio el micrófono a la burocracia sindical
internacional, sin el aporte del movimiento estudiantil y sus propuestas, en el tema de la educación
(la coyuntura de las licenciaturas y la privatización, falta de calidad, etc) y el trabajo, acuciantes para
la juventud proletaria y popular.
El otro texto contenido en el capítulo 4 es “Salario mínimo y “dieta” de la juventud”, aparecido en el
periódico El Socialista #688 (2014), con la firma colectiva de UNES y escrito por el autor. Este escrito
se enmarca en la campaña sindical por un SMLV de 1 millón de pesos –a la fecha el salario mínimo
está en $781.242, aumento pírrico de 5.9% para 2018– adhiriendo a una resolución votada por la
mayoría de los delegados del VI Congreso CUT pero incumplida por su burocrática Dirección
Nacional, que a la hora de negociar con el gobierno y la patronal no movilizó a las bases por un
incremento salarial sustancial.
El último texto del capítulo 4 JUVENTUD TRABAJADORA es “Crisis generacional en la izquierda
global y el movimiento obrero y popular: ¿Qué hacer? ¿Cómo entenderla?”11, escrito en el 2018 bajo
el pseudónimo del obrero argentino Mateo Fossa, quien conoció a León Trotsky. Este texto le da una
continuidad a un problema real en curso y constante en el sindicalismo colombiano y mundial,
siguiendo las consignas democráticas que confrontan la opresión generacional de parte de los
jóvenes sindicalistas colombianos en el 6to Congreso: “No queremos ser estigmatizados por nuestra
experiencia”, “La renovación generacional es una necesidad“, “Participación real de la juventud en la
dirección de la CUT”, “No al trabajo infantil”.
11 Léalo en https://blogsocialist21.wordpress.com/2018/01/15/la-crisis-generacional-en-la-izquierda-y-en-el-movimiento-obrero-y-popular/
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Como cuestión anecdótica, una ex sindicalista docente y jubilada, ex dirigente mujer del Comité
Ejecutivo CUT y copartidaria de la LIT y el PST, la compañera Rosa Cecilia Lemus, gran luchadora,
recientemente increpó de modo sectario y molesta después de tomar el micrófono en mitin 2018
frente a la embajada argentina por el cese de persecución a Sebastián Romero (activista obrero de
31 años de la General Motor de Argentina) y la lucha de trabajadores argentinos: “Vos como que te
preocupas sólo por la juventud y no por la clase…”. También en su momento, el abogado laboralista,
Edgar Ospina Duque y varios trabajadores y socialistas del PST, plantearon en el XVI Congreso
Nacional del PST (2015): “Respuesta a un joven equivocado. El problema es social y político, no
generacional, según el marxismo”. Y así.
Todo esto debido a que él se refirió al caso de la desaparición del joven Santiago Maldonado. A lo
que se le respondió: “Es algo transversal”…a la lucha de los trabajadores y el pueblo, por las
libertades democráticas. Por algo los jóvenes estuvieron hombro a hombro con los viejos
movilizándose contra la reforma pensional del gobierno de Mauricio Macri, con carteles tales como
“por mi viejo y mi futuro”, en la España de 2011 los indignados – jóvenes sin futuro marcharon con
carteles “sin casa, sin curro, sin pensión, sin miedo”.
Estos simples hechos son una muestra viva de los debates12 programáticos y político-organizativos
que bordean el sindicalismo nacional y global, lo mismo la izquierda, entre la vieja y nueva
generación de trabajadores y luchadores. Por eso la utilidad de este texto rebelde y los capítulos 4
y 3 del libro sobre JUVENTUD TRABAJADORA (queda pendiente para otra edición el tema de la
opresión-explotación de la mujer trabajadora13, los negros, LGBTIS, entre otros) y la IDEOLOGÍA
SINDICAL DOMINANTE, en diálogo político crítico con los partidos y corriente sindicales:
12 Léase Palabras de la Juventud Socialista al centenario de la Revolución Rusa y a los 40 años del PST (2017), Andrés Felipe, disponible en: http://www.magazine.pstcolombia.org/2017/10/palabras-de-la-juventud-socialista-al-centenario-de-la-revolucion-rusa-y-a-los-40-anos-del-pst/ 13 Léase Programa para la mujer trabajadora (2014) de la Comisión de la Mujer del PST, presentado al sexto congreso CUT, disponible en: http://pimientaroja.org/old/article/programa-para-la-mujer-trabajadora
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Polo Democrático Alternativo y MOIR, el Partido Alianza Verde y Movimiento Progresistas, PTC, el
Partido burgués Liberal, el Partido Comunista Colombiano-Unión Patriótica y FARC – Marcha
Patriótica, desde el punto de vista marxista y socialista revolucionario del Partido Socialista de los
Trabajadores de Colombia, como complemento ideológico de un activista a las tesis colectivas
oficiales de la organización que fueron leídas y difundidas en el VI Congreso CUT.
En efecto, sigue más que vigente la lucha unitaria por una ideología clasista revolucionaria con
asidero real en el movimiento sindical y obrero espontáneo, una recuperación antiburocrática de
nuestras organizaciones en cuyo proceso en el siglo que iniciamos se forje un partido obrero
revolucionario con colaterales e influencia de masas, para la conquista del poder y una nueva
sociedad. En lo inmediato, la pelea está en las elecciones sindicales 2018 de la CUT y FECODE, por
la democratización de los sindicatos y lucha contra la burocratización encarnada en ciertos líderes,
sector social y planchas.
Sobre la apreciación de este libro digital de muy poca difusión (de nuevo, por carencia de recursos
y apoyo, opresión sectaria y generacional, cabría decir) que en su momento fueron publicados
fragmentariamente por partes en el Blog Socialista XXI con 245 visitas a la fecha, transcribo las
palabras literales de un lector escritas por redes sociales una tarde de junio 25 y 29 de 2015:
"A pesar de guardar ciertas distancias (sanas y necesarias) es uno de los mejores documentos que
resume y expone el estado del arte actual del movimiento sindical colombiano, un interesante e
invaluable aporte a las luchas obreras de la región. ¡Excelente documento! Un debate en el que hay que
profundizar, pero que el texto da bastantes luces, un abrazo”.
Esto lo dijo sin sectarismos y a pesar de las diferencias, Jonathan Berneri, estudiante de Ingeniería,
defensor de los pueblos originarios y militante revolucionario anarquista honesto de la entonces
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MANE y el Grupo Libertario Vía Libre. Palabras que sirvieron de contraportada y de aliento para
terminar el libro, pese a las adversidades y desmoralizaciones con las que no hay que dejarse
amilanar, so pena de capitular.
Queda en manos del lector, en especial, los activistas asalariados de hoy y el mañana que tienen la
palabra de autoridad, a la distancia, juzgar si la opinión un tanto exagerada del compañero tiene
cierta validez o no.
Como sea, lo importante es que este libro 2018, pese a sus muchas limitaciones, se convierta en la
medida de lo posible y lo imposible, en una herramienta educativa útil y propagandística para todos
los luchadores, en las escuelas sindicales, de cuadros, conversatorios y charlas, folletos y múltiples
iniciativas pedagógicas.
Pero por sobre todo en la inexcusable autoeducación individual que debe tener todo activista
sindical y trabajador con conciencia de clase y activista de izquierda, más si es un vocero y dirigente,
en pos del resurgir histórico, práctico, estratégico, del sindicalismo clasista en nuestro país y en todo
el mundo globalizado contemporáneo. El reto no es otro sino la dignificación del trabajo y liberación
definitiva del trabajo asalariado del yugo del capital, es decir, la revolución social mundial y la
Segunda Independencia de Colombia.
¡Viva el día global de las y los trabajadores!
¡Viva el sindicalismo clasista!
¡Viva el socialismo!
1 mayo 2018
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Capítulo I. TEORÍA.
CATEGORÍAS DEL MOVIMIENTO SINDICAL MUNDIAL
“A la memoria de Oscar Bernate
y sus hijos” (1)
Introducción: preguntas y temas a tratar
En el presente libro de investigación, divido en cuatro capítulos, se abordará de modo sucinto el
recorrido reciente del Sindicalismo Clasista en Colombia (en adelante, SC) durante las 2 primeras
décadas del III milenio o siglo XXI. Se mapea su panorama histórico actual y dos problemas sociales
y políticos, fundamentales y a la vez concretos del SC y todo el movimiento, muy afines al último
Congreso CUT, como lo son:
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La democracia sindical en los sindicatos en general y en particular en las Centrales Obreras (Central
Unitaria de Trabajadores, CUT/Central de Trabajadores de Colombia, CTC/Confederación General
de Trabajadores, CGT/Confederación de Pensionados de Colombia, CPC, etc) (problema dos, P2).
Seguida por la afiliación de las masas laboriosas en el movimiento obrero sindical, lo que llaman el
crecimiento sindical (problema tres, P3). Ambos exigen un análisis crítico, reto explicativo y
superación paulatina, dicha sea, práctica (capítulo II). No son los únicos problemas, pero a todas
luces son los fundamentales, en la larga lucha por los derechos laborales y mejores condiciones de
vida para todos los trabajadores, más allá de la ínfima minoría sindicalizada.
Este será el propósito. Primero, aportar con este material sencillo de cuatro capítulos a la educación
crítica del movimiento sindical colombiano en escuelas sindicales y de partido. Segundo, aportar y
fijar posturas frente a los debates sociopolíticos del movimiento sindical colombiano
contemporáneo y los del ya transcurrido VI Congreso CUT (Central Unitaria de Trabajadores) de
2014, cuestiones que se tocaron allí y los temas que quedaron por debajo de la mesa y en el aire
para futuros congresos y espacios. Hay que decirlo desde ya, dicho Congreso tuvo serios visos
antidemocráticos, con responsables concretos, sintomáticos de la crisis. Tercero y último, se trata
de que con estos insumos se contribuya humildemente a la empresa histórico-colectiva de superar
y resolver los problemas del movimiento sindical y la «crisis sindical», los cuales impiden el
progreso de las luchas del movimiento obrero y la consecución de la estrategia política del
socialismo, por una nueva sociedad, verdaderamente humanista.
Antes de abordar el panorama actual y exclusivamente los problemas prácticos de democracia
sindical y sindicalización, derechos laborales y cambio de legislación y aplicación, crecimiento
sindical, etc, consignados en el capítulo 2 (P2 & P3) y los otros restantes, es necesario partir de lo
más básico o elemental del edificio en este capítulo I, aunque nos tome un poco más de tiempo.
Para comprender mejor el contexto del VI Congreso CUT y la situación contemporánea del
Movimiento Sindical Colombiano (en adelante MSC), es necesario entonces responder críticamente
a los primarios problemas teóricos acerca del significado del SC y marco de explicación teórica
(conceptos, características, etc) del MSC y mundial (MSM) (problema uno y dos, P1 & P2), las
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categorías del movimiento obrero, organizado (minoría sindicalizada) y espontáneo (mayoría
desindicalizada), en torno a los siguientes interrogantes:
Primero, debemos indagar, de modo crítico, la precisión semántica cobijadora, pero también
problematizadora, como contradicción real-histórica expresada en los conceptos internos, en torno
al cacareado adjetivo “CLASISTA”, ¿qué significa ser un sindicalista clasista y qué no? De entrada
cabe señalar que dicha palabra está consignada en los estatutos fundacionales de 1986 de la CUT,
pese a la reforma de principios y la “extirpación” del término que el reaccionario sector del
Sindicalismo Democrático, propuso en sus tesis al VI Congreso de la Central (Autores, 2014, págs.
44-47), eso sí, hasta el momento sin éxito.
A su vez, la polémica FSM, Federación Sindical Mundial, con 92 millones de trabajados en 126 países,
una de las federaciones sindicales internacionales, controlada por los sindicatos de países como
Cuba y China, Grecia, de arraigada tradición stalinista, reafirma el carácter “clasista” de la FSM en
sus estatutos de 2011.
Finalmente, en el nuevo siglo, son muchas las corrientes sindicales del mundo y Colombia que se
reivindican “clasistas”, ejemplos saltan a la vista: la Corriente Clasista de la CUT, la Coalición Clasista
de Base y sectores emergentes de la Federación Colombiana de Educadores (FECODE), la
Coordinadora Sindical de Solidaridad y Luchas, la Red Sindical Internacional, el sindicalismo
combativo de Argentina, España, Brasil y Francia, etc.
Dicho en palabras concretas: ¿qué significa entonces el Sindicalismo Clasista (SC)?
Segundo, combinado con lo anterior, a medida que vislumbramos la semántica lógico-histórica del
SC debemos plantear e investigar el marco categorial explicativo y propicio del MSC y en conexión
mundial, junto el clasismo sindical, global y nacional, como tal, una segunda pregunta:
¿Cuáles son los opuestos al SC? ¿En qué se diferencia éste, tanto del Sindicalismo Patronal (SP) como
del Sindicalismo Reformista, a veces llamado “democrático” (SR) (términos lógicos = SC ≠ SP & SR)?
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Es necesario precisar a su vez el significado y las características históricas de ellos, pero también
analizando: ¿Cómo en la propia realidad histórica se da un proceso de conformación-evolución del
SC? Podríamos hablar de un movimiento lógico (“pre-SC” > SC & ¬ SC…) en tanto proceso social
dialéctico, también de oscilaciones, mediaciones reales e involuciones se dan en el propio SC (i. e.
Sindicalismo Clasista). Se da pues un cambio dialéctico real del concepto de SC hacía el SP
(“Sindicalismo Patronalista”) y el SR (“Sindicalismo Reformista”), como cuando un obrero se vuelve
esquirol, o deja de ser beligerante y empieza a transigir con el patrón. Se da un cambio de lo “semi
SC” (términos lógicos, SC = SC & ¬ SC) y “anti SC” (¬ SC), entre otras combinaciones reales existentes
entre las vertientes del “S” – Sindicalismo en la historia del movimiento obrero de Colombia y el
MSC.
Dichas combinaciones –cabe responder anticipadamente– no son más que reflejos o productos de
la las tensiones de la sociedad capitalista, de la propia praxis sindical, su movimiento temporal y la
posición histórica de los agentes clasistas humanos, de carne y hueso, sus fuerzas sociopolíticas,
frente a los heterogéneos conflictos económicos y políticos del país y el mundo.
Tercero, es importante preguntarnos: ¿Cuál de las tres vertientes y por qué “x” (SC, SP, SR)
representa, en sentido estricto, la «democracia sindical» y obrera, el MSC y mundial en su conjunto?
¿Cuál y por qué uno de ellos representa la visión totalizadora y el futuro del movimiento obrero
mundial y nacional? ¿Cuáles son las razones de los reformistas, los patronalistas y los clasistas? Por
último, ¿es correcto oponer el “clasismo” a la “democracia” en el MSC y mundial? ¿Cuál es entonces
el «vaho ideológico» de la llamada “democracia sindical” y la idea de la “democracia” en general?
Cuarto y último, mezclado con todo lo anterior (“todo tiene relación con todo”, “todo se
entremezcla”) debemos al menos aproximarnos a conocer y dar pequeñas puntadas sobre el
complejo sistema sindical y su historia, útiles como guía al propósito del texto:
¿Cómo ha sido y es el funcionamiento del MSC, las Centrales, sus corrientes, incluso, a nivel
internacional? Asimismo, ¿cómo es la realidad de la unidad en la diversidad, la unidad de contrarios
o contradicciones internas expresadas en tendencias sociopolíticas? Decimos pluralidad en tanto el
SC es una vertiente general diferenciada en el MSC pero con diferentes corrientes político-sindicales
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contemporáneas, oficiales y no oficiales, pequeñas y grandes, oportunistas-reformistas, centristas y
revolucionarias, que se reclaman y auto-referencian así mismas como “clasistas” y hacen parte del
movimiento obrero global y nacional. ¿Cómo se expresa en Colombia, el oportunismo y
desviacionismo del SC? ¿Cuál es la autocrítica del propio SC y sus condiciones de progreso en este
siglo XXI? ¡Manos a la obra!
Características del sindicalismo clasista
Introducción clasista
Demos inicio a responder estos cuatro “bloques” de preguntas básicas. Empecemos por entender
la conjunción del "sindicalismo" y el "clasismo" en uno solo.
Para empezar, compañeros trabajadores, debemos empezar diciendo que el “sindicalismo clasista”
o “ser clasista”, “clasismo”, no se asemeja con lo que los colombianos llamamos la “gente elitista”,
“clasista”, que “discrimina a los pobres”, que sólo tiene “interés por la plata, económicos”, “ser
millonario”, etc, etc. En este sentido no nos referimos a un “sindicalismo de élites”, de “ricos”,
discriminatorio con los propios afiliados, etc. Nada de eso. Más bien, todo lo contrario, como se verá.
La característica principal del Sindicalismo Clasista, según el docente costeño, Alfonso Conde,
dirigente político del viejo partido neostalinista reformista PCC (“Partido Comunista Colombiano”)
y responsable del Departamento Ideológico Nacional del mismo, puede arrojar una primera
aproximación al problema.
Durante una corta pero cordial entrevista que le hice al profesor sindicalista Conde en abril de 2013
en la histórica sede del partido en Chapinero, Bogotá (adornada con cuadro de La Libertad guiando
al pueblo del pintor francés Delacroix y el Guerrillero heroico Che del fotógrafo Korda, si no me falla
la memoria) en una pequeña oficina, bajo el vaho del humo de su cigarro, cual fumador
empedernido; entrando en confianza, después de mucho hablar, Conde contestó con serenidad y sin
soberbia:
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“–Mira, la característica principal de los llamados sindicatos clasistas es el reconocimiento de la
existencia de una confrontación de intereses entre empresarios y trabajadores, en el que uno gana
y el otro pierde algo…como ya lo ves, una lucha de clases–.”(2). Clasista sería el sindicalista que
sostiene que los conflictos laborales que vive obedecen a la existencia de la lucha de clases sociales,
entre el capital y el trabajo.
Al escuchar estas palabras no pude menos que imaginar con cierta ironía y relacionarlo de
inmediato con la Teoría de Juegos y los experimentos matemáticos de “suma-cero” de los
neoliberales, enseñados los cursos de psicología, economía, inclusive de ética, en las reaccionarias
universidades colombianas y del mundo.
En el juego matemático de suma-cero uno termina siendo el perdedor y el otro el ganador/vencedor,
después de enfrentarse una situación de competencia y riesgo. En la dinámica sindical se refuta la
mera moral individualista, burguesa, formal y ahistórica, intrínseca al uso ideológico del juego
suma-cero, puesto que en los llamados conflictos laborales se trasciende en sí de los “intereses
individuales” naturales, el “coste-beneficio del particular” y la “competencia” entre individuos en un
juego-batalla y experimentos sociales donde los “sujetos” pactan por propio interés, etc, etc.
El juego se da antes a una escala social ampliada, tratándose de luchas sociales e históricas por
interés colectivos, de clase, en consecuencia, por la cooperación social de la clase obrera, más que
por un “egoísmo individual” formal-natural, de la especie humana, en pugna y confrontación de
intereses materiales de diversos grados (salarios, seguro social, beneficios, etc) contra la burguesía,
dueña de los medios de producción.
Obviamente, hay que reconocer lo siguiente: bajo ciertas circunstancias históricas, hay una
competencia económica entre los propios trabajadores y sus franjas. La competencia interobrera u
intraobrera se da entre trabajadores nativos y extranjeros o inmigrantes, viejos y jóvenes, mejores
pagos versus peores pagos, hombres y mujeres, siindicalizados y desindicalizados, etc.
Ello ocurre sobre todo en épocas de desempleo y crisis, diferenciación salarial y nivel de
cualificación y jerarquización, tipo de cultura, etc, es decir, se dan en la realidad social luchas inter-
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obreras (llamaríamos “juegos no-cooperativos”), tanto sociales e individuales. A su vez, las luchas
individuales (“relaciones”) del empleado vs el empleador propio del derecho individual de trabajo
de la legislación burguesa, implican también un juego de interés. E incluso, por qué no, de pugnas
inter-burguesas en el mercado comercial nacional, la diplomacia y las guerras entre estados
burgueses.
Esto es verdad, la lucha de clases podría entenderse como un juego de intereses suma – cero que no
son formalistas y en estos casos no se da frontalmente, aunque sea un subproducto de esta. No
obstante, esto no “desdibuja” la lucha de clases sociales sino que más bien reafirma la tendencia
social general que influye y determina a todas las otras instancias. La confrontación social-global
del capital y el trabajo, de miles y millones de trabajadores y empresarios, mediante la ley
inmanente del capitalismo, tendiente a la acumulación de capital y la plusvalía, de un lado, genera
causalmente fenómenos directos e indirectos que exacerban la lucha de clases contemporánea y
una conducta social «reactiva» (huelgas, movilizaciones, revoluciones, etc), por el otro.
Lo que incentiva la lucha de clases (“la gasolina que prende la mecha social”) son fenómenos sociales
múltiples. La proletarización social de la pequeña burguesía (las quiebra de las “PYMES”, pequeñas
y medianas empresas), su radicalización política. La pauperización generalizada y riesgo material
(“ajuste salarial”, “inflación”) del propio proletariado y las clases dominadas por el gran capital, que
constituyen las grandes mayorías de la población mundial. Las tasas de pobreza relativa y absoluta
en periodos de crisis económicas y estabilidad, de las masas laboriosas, en la ciudad y el campo. La
lumpenización criminal (“bandas criminales”, “delincuencia común”), degradación y miseria urbana
de las sociedades (“calle del Bronx”, “indigencia”). Las guerras coloniales por los recursos materiales
del mundo (“intervenciones humanitarias”) y extractivismo de las multinacionales (“locomotoras
del progreso”). La acentuación de las anteriores tendencias, en los países neo o semicoloniales como
Colombia y América Latina. Todas estas expresan la lucha estructural (o conflicto sistémico) entre
clases sociales.
En esta confrontación social, señalada por el profesor Conde y a la que apela el SC, se entiende el
Sindicalismo Clasista = a la lucha de clases en el terreno económico, sindical y social. Se trata de un
conflicto material o lucha social masiva entre clases sociales “básicas” de la edad “moderna”,
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“postmoderna”, “neo contemporánea”, “novísima”, “nueva época”, como quiera llamársele a la
Civilización Capitalista insuperada del presente y cualesquier noción que se tenga del transcurso de
las etapas históricas del Capital.
Los intelectuales pequeñoburgueses (“pasatiempos académicos”) y proletarios (“teorización a favor
de la lucha del trabajo contra el capital”), es decir, de las clases existentes actuales, según sus
intereses estratégicos, frente al importante y valioso problema filosófico e historiográfico de la
Modernidad, su crítica y los cambios en autores tales como Habermas, Dussel y Guattari, Marx,
Adorno-Horkheimer, Lyotard, teorizan las clases y la era/etapa/época en que viven estas.
Más allá de todo debate academicista estéril, sin ningún valor práctico para el sindicalismo, lo cierto
de la lucha de clases entre el capital y el trabajo, su temporalidad, así nos guste o no, siguen
existiendo objetivamente en la sociedad mundial:
“Obreros y patrones”. “Trabajadores y empresarios”. “Empleados y empleadores”. “Mano de obra
barata y dueños de fábrica”. “Asalariados y multimillonarios”. “Productores y jefes”. “Laborantes y
accionistas”. “Hacedores y emprendedores”. “Nuevo sujeto laboral y empresariado
contemporáneo”. “Pobres y ricos”. “Pobretones y gomelos”. “La high level y la plebe”. “La oligarquía
y el pueblo”. “El populacho y los ricachones”.
En fin, todo este compendio de expresiones de las masas, según el contexto lingüístico de los pueblos
y nacionalidades (hablantes), entre ellos, el pueblo colombiano y los dialectos (“hablados”) propios
de sus regiones (cachacos, costeños, paisas, pastusos, etc), lo mismo con los sectores sociales de la
clase obrera les nombré como convención cultural, así como los usos normativos de lenguaje en los
espacios sociales, en ambientes más de clase media.
De manera paralela, la terminología materialista y categorías científicas, exactas y universales, del
paradigma marxista en la ciencia económica le asignan los conceptos a esta lucha objetiva de la
realidad social tales como: “Proletariado y burguesía”. “Propietarios y no propietarios de los medios
de producción”. “Fuerza de trabajo asalariada y capitalistas”. “Clase obrera y clase burguesa”.
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“Condiciones materiales de existencia proletarias versus condiciones de vida altas y medias
pequeñoburguesas”. Etcétera.
Tanto en unas como en la otras expresiones lingüísticas, lo cierto de estas es que dan plena cuenta
de una realidad objetiva, una realidad social que está-ahí y a la que apela el SC, el conflicto entre
clases sociales, razón de ser del sindicalismo. Independiente del juicio subjetivo prejuicioso, el
“gusto” y “capricho” intelectual, lo cierto es que esta lucha estructural es una certidumbre popular
y ontológica, elemental y fundamental.
La lucha de clases y la existencia de las clases sociales, casi una perogrullada, algo obvio, es algo
cualquier persona intuye acerca del mundo del trabajo de las sociedades contemporáneas. Ello pese
a la “habladera de paja” y la cruzada ideológica con poderosas artimañas prejuiciosas-psicológicas,
negacionistas-irracionalistas y confusionistas-anticientíficas de la ideología burguesa, sus
intelectuales y editoriales, mass media y aparato de educación, todos en combo, ejerzan sobre la
conciencia de las masas laboriosas y populares del mundo y de Colombia, para atenuarla, negarla o
desdibujarla.
El SC como vertiente general y característica lo constituyen entonces los sindicatos de trabajadores
nacionales y extranjeros, sus agentes sindicales de clase que reconocen la existencia social de la
«lucha de clases» y actúan en consecuencia (aquí decimos, “en coherencia”) con ella.
Por ello, como primera característica, el Sindicalismo Clasista no sólo reconoce la lucha de clases
sino que defiende íntegramente e incondicionalmente, es decir, de modo consecuente, en todo
conflicto laboral, sea este local o nacional, incluso mundial, a los intereses de la clase obrera en su
conjunto.
El SC va en auxilio/solidaridad con sus hermanos de clase, los derechos del proletariado, sus
conquistas, sus intereses materiales inmediatos y concretos, frente a la privación y ataques de ellos
por parte de la patronal burguesa y los gobiernos del capital, inclusive de las clases medias
empresariales y la clase baja criminal.
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El SC participa y no es neutral en el tire y afloje entre el trabajo y el capital a favor del primero, con
el supuesto científico objetivo de la confrontación antagónica o principio de antagonismo social real
entre capital y trabajo, entre clases sociales enemigas (empresarios vs trabajadores),
históricamente dominantes y dominadas, que mantienen una lucha implacable.
Dicha lucha social e histórica es a veces velada, en el terreno complejo económico, para defender la
tasa de ganancia y la juridicidad burguesa o atacarla, pero esta a su vez influencia los todos los
demás campos de la vida social. Otras veces dicha lucha, con más acentuación, toma un cáliz más
político, en el campo propiamente político y social extenso, que más adelante trataremos como
segunda característica. Así en las luchas de posiciones de ambos, sindicatos y partidos obreros,
gremios económicos y partidos burgueses, movimiento sociales y de masas y gobierno, se alinean
ambos con sus aliados sociales, por el control del aparato del Estado y medidas políticas (sociales,
económicas, culturales, judiciales, militares, etc) favorables a una u otra clase social.
A diferencia y en contraposición del SC, según me comentó el profesor Alfredo Conde, el fruncir de
su ceño y con cierto tono de desprecio en su rostro y arrugas, me dijo que:
“El sindicalismo “oficial”, llamado a veces democrático [i.e. Sindicalismo Reformista, (SR)], por el
contrario, afirma la ilusión de la conciliación de clases [sociales], como cuando estas en una piñata
y reparten la ponqué, y los dos o todas las partes ganan, se van de la fiesta felices, con la “cara de
ponqué”…este tipo de sindicalismo es una negación de la lucha de clases, como ves, de las partes en
conflicto” (3).
Así pues, usando la como metáfora de un evento social de invitados a una casa ajena y la partición
del ponqué, ambos reparten tajadas o porciones de la torta de la riqueza social, todos ganan algo,
los invitados y el dueño de la casa. En términos sociales, no importa que un multimillonario o gran
empresario devenga más ingresos que un asalariado, lo importante es que ninguno pierda nada. En
enunciados de sentido común diríamos, “usted tiene su trabajo y recibe su salario”, “yo tengo bienes
y recibo mis dividendos”, “ambos nos beneficiamos y nos vamos felices para nuestras casas, carajo”,
“nos gastamos la plata en los que queramos”. Es decir, ambos viven el gran evento social y gozan de
los festines alegres que constituyen la sociedad y economía actual.
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Con respecto a estas 2 declaraciones introductorias del profesor Conde, que pretenden ser
marxistas y perfilan la identidad/diferencia del SC y el SR, no obstante, cabe hacer la
siguiente precisión conceptual, antes de seguir adelante:
El pensamiento burgués, en sí, los sindicalistas criollos y empresarios, muchos de ellos de corrientes
políticas de izquierda, incluso de derecha, influenciados la ideología del Capital, pueden reconocer
abiertamente y de entrada la certidumbre existencial de las clases sociales (“que es cierto que el
agua moja”), diferenciadas y contemporáneas, refiriéndose indistintamente a “estratos sociales”,
“pirámides sociales y elites”, “capacidad adquisitiva”, “franjas poblacionales y clasificación social”,
“estamentos”, incluso de “clases sociales” como trabajadores y empresarios.
Es cierto que trabajadores y empresarios apoyados en la sociología burguesa de la “teoría
tradicional” (diría Horkheimer) reconocen al principio o al final dicha lucha y, por ende, superan la
reacción negacionista de la «lucha de clases», del “qué va, esa vaina no existe” a “en cierto modo, esa
vaina es real compadre…”. Hasta el multimillonario estadounidense Warren Buffett, diría en una
entrevista al New York Times: “There’s class warfare, all right, but it’s my class, the rich class, that’s
making war, and we’re winning”: por supuesto que existe la lucha de clases, pero es mi clase, la clase
rica, la que está haciendo la guerra y estamos ganando. Como se ve, ambas partes pueden concebir
la lucha de clases de un modo indistinto (es decir, igual) o bien distinto.
Dicho en otros términos, el SR/SP (Sindicalismo Reformista & Patronalista) llegan a aceptar cierta
“pugna social”, “roces naturales”, “lucha de clases” entre ellas. Estas tendencias sindicales conciben
como la realidad efectiva del conflicto real de clases sociales –sí, claro que sí, por supuesto, ni más
faltaba compadre, eso es obvio–, pero no en el sentido del Sindicalismo Clasista (SC) y su soporte
teórico, esto es, el marxismo revolucionario (“existe esa lucha social…pero no como ustedes los
rojos se la imaginan”), sino de otro modo muy distinto.
Que franjas sociales de la burguesía reconozcan abiertamente la lucha de clases es comprensible,
pues como bien precisó el viejo Carlitos Marx en su brevísima carta a Joseph Weidemeyer: “…Por lo
que a mí se refiere, no me cabe el mérito de haber descubierto la existencia de las clases en la sociedad
moderna ni la lucha entre ellas” (Marx, 1852). Por lo tanto, la lucha de clases no fue descubierta por
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Marx, aunque a partir de él se le adjudicó y se popularizó, que ya que fue él, junto a su amiguito
Engels, quién sistematizó científicamente esta lucha histórica real. Antes bien, los ideólogos de la
burguesía revolucionaria de la época de la Ilustración, los historiógrafos políticos y economistas
burgueses del siglo XVIII y principios del XIX, fueron quienes la descubrieron y se basaron en ella,
en muchos de sus análisis.
El SR (“Sindicalismo Reformista”) y SP (“Sindicalismo Patronalista”), los empresarios y sindicalistas,
políticos, imbuidos en la ideología del Capital, no interpretan propiamente esta pugna en el sentido
del pensamiento revolucionario de la Ilustración, radicalmente burgués (“que va a la raíz de la
contradicción”), es decir, antimonárquico republicano y anti feudal, de espíritu jacobinista-francés,
basado en la aplicación consecuente e inmisericorde del principio de antagonismo social con el
pasado histórico y las clases dominantes existentes:
¡Si no miren las cabezas cortadas de los reaccionarios (monarcas y nobles, campesinos y
muchedumbres pro-feudales, militares de la realeza) al filo de la guillotina! ¡El terror revolucionario
de la burguesía, los ancestros de los actuales empresarios, ejerciendo su dictadura contra el pasado
oprobioso! ¡Abriendo una nueva época histórica! En una idea: lucha de clases abierta.
Más bien el SR/SP interpretan la lucha de clases de un modo muy diferente a sus parientes clásicos,
lo ven con otros ojos, dada la distancia en el tiempo. El origen de la visión actual y dominante de la
lucha de clases, vista desde los ojos del burgués, su heterogeneidad burguesa de “teorías sociales
del conflicto” en el campo político, social y económico, tiene raíces histórico-ideológicas.
Fácilmente se pueden rastrear en la mezcla y desarrollo del liberalismo de derecha, influenciado
por el espíritu de los lores-ingleses en el principio de conciliación-colaboración de clases: “ricos y
pobres pueden vivir bien”, “monarcas, terratenientes y burgueses pueden convivir”. Similar al
principio de la diferencia, del filósofo John Rawls, según el cual los más favorecidos pueden hacerse
ricos a condición de que beneficien a los menos favorecidos, según políticas de distribución social y
no solo retribución. La jurisprudencia de Corte Suprema de Justicia y su Sala Laboral, hablan
también del principio de transacción y conciliación entre empleados – empleadores, pero sin que
los primeros se les afecten sus “derechos mínimos” irrenunciables.
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Aparte de este origen, dicha noción se encuentra en el revisionismo derechista de la
socialdemocracia, de origen alemán, su reformismo del capital sui generis: “Un par de reformitas
harán que la sociedad industrial marche bien y progrese, trayendo bienestar a los obreros”. Esta
ideología constituiría a la burguesía pos-revolucionaria de finales del siglo XIX hasta principios del
XXI y porciones importantes del movimiento obrero. Cuando la clase capitalista deja de cumplir un
rol político revolucionario y progresivo, tanto en la historia política como en el mundo de las ideas
y la economía, cesa de tener una visión beligerante de la lucha de clases, pasa del antagonismo a la
visión concertadora y conciliadora de las clases existentes. Esta es la hipótesis genética de la que
partimos y que naturalmente necesitará más desarrollo en otra ocasión. Aquí sólo damos pistas.
A todas estas, ¿cuál es entonces la visión contemporánea-burguesa de la «lucha de clases»?
Primeramente, como ya se mencionó, para ella la lucha de clases se perfila desde un negacionismo
absoluto de su existencia objetiva, histórica, en la vida social. Acaso simplemente se trata de una
lucha natural entre individuos competidores por los recursos económicos y políticos, pregonadas
por parte de empresarios retrógrados y neoliberales de las grandes corporaciones.
Se trata de la santa alianza (tipo lord-inglés) entre latifundistas y burgueses de países
semicoloniales, políticos e intelectuales imperialistas de derecha, los parlamentos y los think tanks
de la ciencia social, así como personajes públicos y de figuras de poder fascistoides, de la extrema
derecha como Uribe.
Todos estos niegan la existencia de la «lucha de clases sociales», en todos los niveles y planos, y más
bien hacen referencia a “otros tipos de luchas”, entre naciones, entre razas, entre individuos
competidores, sean emprendedores o asalariados. Los condenados esos, no ceden en nada, excepto
trasladando la lucha a un plano diferente a las clases sociales, lo cual es un claro oportunismo de
derecha.
Secundariamente, mucho más extendida y más interesante aún, retomando la metáfora del ponqué
y del “mito del todos ganan”, esta vez desarrollado a un nivel superior. Sectores de la burguesía
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parten del reconocimiento social, implícito, de un conflicto de clases entendida como una lucha de
clases sociales que es social-natural, pero que es de carácter no antagónica.
La postura afirmativa básica del (re)conocimiento de la lucha de clases es el principio amortiguador
de conciliación-colaboración de clases y reformismo, tanto de la socialdemocracia y como del
liberalismo. Estos se combinan juntos con la visión del progreso social capitalista, es decir, con el
principio de eternalización y naturalización de las relaciones de producción del capital-trabajo, hasta
el final de los días.
Este último principio consiste en la posibilidad, progresiva ascensional y factividad real de armonía
social entre las clases sociales vivientes, colaboración social y autorrealización cooperativa entre el
capital y el trabajo, generando equidad. Dicho en otros términos, “multimillonarios, clases medias,
trabajadores y pobres” podemos vivir cada uno con roces amistosos. Aunque existen conflictos
naturales que nunca faltan, propios del mundo del trabajo, la economía y el mundo natural de los
hombres funcionan, siendo cada día más igualitarios, trabajando junto en pos de un bien común
totalizador y prosperidad social. Es cierto, hacen falta políticas públicas efectivas y mitigadoras de
la desigualdad, que cada día es menor. Son necesarios los planes sociales incluyentes, una sociedad
donde quepamos juntos, etcétera, etcétera.
La lucha de clases es un defecto de la civilización en cuanto sus efectos pero su naturaleza es una
causa natural o mal social necesario para que funcione el mercado con una coexistencia armónica
de estas. Esta postura afirmativa es un claro oportunismo de izquierda, además de una soberana
estupidez, pues no corresponde a la realidad.
Esta segunda “visión burguesa de la «lucha de clases»”, su retórica reformista de derecha e
izquierda es empleada tanto por partidos reformistas y nuevos movimientos políticos de izquierda,
como por los partidos social liberales, de centro izquierda, los partidos neoliberales imperialistas,
de centro derecha, hegemonizados en épocas del boom económico y de ausencia de grandes crisis
históricas.
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Es común y natural que grandes porciones (o la mayoría) de la clase trabajadora posean
esta conciencia reformista pues tienen interiorizado el principio de conciliación-colaboración de
clases y de eternidad del capitalismo en sus cabezas, en clara contraposición al principio de
antagonismo social del SC y el principio de cambio cualitativo del capitalismo, constitutivo del SC
(Sindicalismo Clasista), que tienen una porción minoritaria de la clase obrera, pero que se equilibra,
cuando hay grandes tensiones sociales.
Como vimos, la diferencia entre el Sindicalismo Clasista (SC) y el que no lo es (i. e. Sindicalismo
Democrático, Sindicalismo Patronalista) no es simple y necesariamente la simple dicotomía entre
el reconocimiento expreso o no de la «lucha de clases», ya que en principio ambos pueden aceptar
el “conflicto” en las relaciones laborales.
Esta confusión de suyo incorrecta la sostiene el «marxismo stalinista», vulgar, formalista y con visos
oportunistas-reformistas. Los compañeros luchadores del Movimiento por la Defensa de los
Derechos del Pueblo (MODEP) en su documento histórico del SC en Colombia, el profesor mamerto
y dirigente histórico del Partido Comunista Colombiano, Alfonso Conde, la postura de los luchadores
sindicales de la llamada “Corriente Sindical Clasista” de la CUT, la FSM Colombia y la FSM
internacional, entre otros, suelen incurrir en ese error teórico común con consecuencias prácticas.
Una de las implicaciones derivadas de esto son las alianzas electoreras y burocráticas de la CUT en
el 2013 y años anteriores, por los puestos de dirección. Así se parte de dividir “campos” en pugna:
entre los sectores negacionistas de posturas derechistas-patronalistas (SP), “los que dicen que no
hay lucha de clases”, que pertenecen a la Confederación General del Trabajo, Central de
Trabajadores de Colombia y la Central Unitaria de Trabajadores. Le siguen los sectores en
competencia como el Movimiento Obrero Independiente y Revolucionario (MOIR) y los sectores
aún más reformistas (SR) de la CUT que los “que si creen que exista la lucha de clases”. Luego de
estos, aliados proclives de ser catalogados como “clasistas” o “cercanos” a la órbita del clasismo
sindical (SC) ya que “reconocen” la lucha de clases desde la conciliación, si, esos con los que pactan
puesticos. Lo mismo pasa en la arena internacional en materia de política de alianzas.
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Por consiguiente, podemos decir que el clasismo sindical es más compleja y menos formalista en la
realidad que la simple dicotomía SI/NO.
La diferencia en el SC radica más bien en la propia interpretación y significación
obrero/burguesa/pequeñoburguesa que le den a este “conflicto laboral”, de clases, netamente
sindical y económico, cotidiano, que ninguno niega. O si se quiere concebir la “lucha de clases” de
un modo más macro social, el reformismo puede llegar a reconocerlo o es constitutivo de su
ideología, que lo reconozca.
De ahí que las clases y los bloques sindicales del país, democráticos y clasistas (SR y SC) interpreten
la “lucha de clases” a su modo de ver, apelando a su cosmovisión de clase, bien sea desde el principio
de antagonismo social & cambio cualitativo del capital versus el principio de eternidad del capital
& el principio de conciliación-colaboración social, en la jerga sindical “concertación” y “diálogo
social”, a veces con mediaciones centristas de ambas posturas fundamentales.
Así podríamos hablar, de modo más correcto, de una “dicotomía” de 2 pares de principios
(concepciones) en relación con el reconocimiento-irreconocimiento de la «lucha de clases», por un
lado, desde la concepción del marxismo y el proletariado; del oportunismo y la burguesía, por el
otro. Como se ve, no ocurre necesariamente como lo plantea de modo formal y simplificado Alfonso
Conde y sindicalistas izquierdistas, en sus definiciones diferenciadas de Sindicalismo Clasista y
Sindicalismo Reformista.
Ahora bien, por mor de este oportunismo dual de la burguesía contemporánea (“niego la lucha de
clases o la acepto según mis términos”) es que los empresarios y burócratas del sindicalismo
patronal de derecha (SP) y el sindicalismo reformista de izquierda y centro (SR) critiquen a veces
abierta y acérrimamente, otras veces de forma velada, al SC y su ideología marxista-proletaria
tildándola sus cuadros intelectuales de:
“Lógica binaria” entre ricos-pobres, “dialéctica metafísica” de oposiciones sociales (Gilles Deleuze).
El “gran metarelato teleológico” (F. Lyotard) de la redención del proletariado o “mito universal de
las clases enemigas”. Ello acusan a los sindicalistas clasistas y su ideología de incitar, de manera
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extremista y reprimida el “odio maniqueo entre ciudadanos” y la “enemistad social” de unos
resentidos sociales radicales (María Fernanda Cabal, Claudia López y Álvaro Uribe Vélez). “La
oposición cristiana entre buenos-malos, ángeles-demonios”, incluso pagana, de “dioses y hombres”.
La “religión mesiánica” y “milenarista”, cual “utopía redentora de las clases opuestas”. Una “doctrina
historicista y totalitaria”, “no falseable” (Karl Popper). “El carácter irreconciliable entre empresarios
y trabajadores”, el “esquematismo de extrema izquierda”, “obrerismo”, etc, etc.
Todas estas fórmulas “modernas” y recetas del pensar propias de la doctrina marxista de antaño
(4), perimida, trasnochada, que todavía adoptan un puñado de miles de sindicalistas y trabajadores
en el mundo, esos que hablan todavía disque de “Sindicalismo Clasista”.
Para el SR/SP y su ideología burguesa, sepulturera y triunfante, bien sea que reconozca la lucha de
clases a su modo o la deniegue a su parecer, el “evangelio marxista” era totalmente comprensible
en la temprana modernidad capitalista decimonónica y su pavorosa miseria industrial.
Inclusive era razonable “creer” en ella, pues se entendía que podía “guardarle tributos” mientras
existían estados como la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) –“pero ¡ala!, es
absolutamente inoperante y falseable en el Nuevo Milenio, ¿no lo ves?”–, dado que dicho bloque ya
no existe.
Además –dicen como ñapita, “te digo pa´ que conozcas”– los hechos de la segunda posguerra, como
la existencia del Estado de Bienestar europeo y sus logros sociales, aquí en Colombia, el pomposo
“Estado Social de Derecho” criollo, réplica de la España posfranquista y su constitución de 1978, que
tanto defienden abiertamente los irremediables constituyentes del 91 al interior de la CUT, junto a
los avances sociales y tecnológicos por los que hemos transcurrido la humanidad. Todas estas cosas
han podido demostrar, en los hechos, la prueba madre de que el capitalismo es la mejor de las
sociedades posibles, una sociedad más civilizada y libre que el horror del “comunismo stalinista”
del siglo XX (¡vaya oxímoron!).
El capitalismo, según ellos, sólo necesita combatir sus tendencias salvajes y seguir su marcha de
progreso social y tecnológico –“miremos no más, el nivel de progreso social, la calidad de vida de
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los países europeos y cómo viven los gringos”–, dice el cliché colombiano/latino, usado también por
académicos burgueses.
¿Acaso no han visto noticias sobre la crisis económica de la eurozona y América del Norte, como
para hacer dichas aseveraciones pomposas? No importa la verdad de que haya o no crisis, esto hace
notar más bien la incomprensión o la tergiversación ideológica del problema de la existencia del
imperialismo y la lucha de clases, la situación material entre países desarrollados y los que no lo
son, la lucha entre los asalariados y los multimillonarios. Y todo lo que esto implica en el nivel de
vida social.
De lo anterior se expresa el carácter confusionista, negacionista e idealista de la poderosa cruzada
de la ideología burguesa global y el imperialismo anglosajón, principalmente, toda la sarta de paja
(el “bla, bla, bla…”) del oportunismo teórico del SP/SR que desde hace más de 25 años irradia al
movimiento sindical colombiano. Sus agentes poseen un dominio lingüístico en el derecho y el
discurso sindical, en abierta antítesis real con los postulados científicos en los que se basa el SC,
verificables históricamente en sus análisis de la sociedad capitalista actual y las que le precedieron.
Habiendo hecha la precisión sobre la diferencia ente dos tipos de sindicalismo (SR ≠ SC) teniendo
clara la primera característica del SC en el campo económico, esto es, el “principio de lucha de
clases” unido con el “antagonismo social de clases”, pasemos ahora a una segunda
característica esencial del SC, esta vez en el terreno político, combinada e indisoluble con la
anterior. En esta ocasión llamémosle principio de cambio cualitativo del capital, en contraste con el
principio de eternalización del SR.
El principio de cambio revolucionario (o cualitativo) del capitalismo, consiste en la certidumbre
científica de la transitoriedad del capitalismo como sistema-mundo: “esa vaina no va a durar toda
la vida, algún día tiene que acabarse”, “todo tiene su final / nada dura para siempre / tenemos que
recordar /que no existe eternidad” cantaría el salsero Héctor Lavoe. Por ende, parte de ser una
afirmación de la lucha de la clase obrera mundial y el contexto histórico-material en que se
desarrolla dicha lucha. En este proceso, el SC, que interioriza las luchas obreras, expresa el anhelo
consciente y propósito práctico de sus agentes mundiales: los trabajadores, los sindicalistas,
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activistas obreros y populares de partido, las masas que los siguen, por construir una sociedad
basada en pilares totalmente diferentes al capital existente, mutando el estado actual de cosas sin
dejarlo intacto.
Por ello no nos extrañe que el SC posea una visión política ambiciosa, si compañeros, que no se
conforma con “migajas” dadas por la patronal y los gobiernos de turno de los ricos. Es decir, el
Sindicalismo Clasista busca ganar más allá de los límites reivindicativos del actual derecho burgués
y su legislación liberal avanzada (“hasta donde ceden los gobiernos y los patrones”), esto es:
La biblia del Código Sustantivo de Trabajo (1950) y el Derecho Colectivo de Trabajo criollo, los sin
duda progresivos convenios de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) ratificados o no por
Colombia y la Carta Universal de los DDHH (1945), productos del avance mundial de las luchas
obreras en la segunda posguerra, pese a los frenos reaccionarios que el SR/SP y el imperialismo
anglosajón le impusieron.
No obstante, para el SC y los trabajadores conscientes, avispados, estas “legislaciones”, implícita y
expeditamente defienden la sacro santa propiedad privada de los monopolios y los empresarios,
sus ganancias, con ello, la esclavitud asalariada y la continuidad de la pobreza de millones de
personas. Por ello el SC señala que es necesario luchar por una nueva sociedad socialista mundial,
la sociedad política de los trabajadores, no la de los capitalistas, quienes hoy dominan y controlan
la vida política y económica y cultural en su conjunto.
El SC entonces (recordemos, “Sindicalismo Clasista”) apoya y lucha en sí ni más ni menos que por el
socialismo. El socialismo consiste en la socialización obrera global de los medios de producción, una
propiedad colectiva o economía planificada gestionada por los trabajadores y sus organizaciones
gremiales y estatales, tales como los sindicatos y haciendo uso transitorio de las instituciones. Pese
a toda la propaganda negra acumulada, el socialismo es algo bacano para la vida de los trabajadores,
puesto que es el gobierno nacional y mundial de la clase trabajadora en todos los campos sociales:
empresas y economía, escuelas e instituciones de educación superior, barrios y regiones, congreso
o parlamento, ramas del poder público, fuerzas militares, etc.
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Para este propósito la clase obrera tiene a sus aliados técnicos y populares, tales como los
campesinos pobres e indígenas, agremiaciones de sectores productivos oprimidos y profesionales
ganados para la causa socialista, el apoyo posible de los movimientos sociales (estudiantil, LGBTI y
mujeres, ecologistas, juveniles, afro descendientes y minorías, etc) y sus demandas democráticas,
en un nuevo «Estado político de trabajadores», una república democrática de los asalariados.
Por supuesto, de por sí esta declaración, que al comienzo parece “estar entre las nubes”, parte de un
proceso histórico-real del pasado y el presente en el que el SC, el movimiento obrero y popular
mundial del siglo XXI, deben aprender de los errores/aciertos del pasado histórico del siglo XX. Hay
que superar en el siglo XXI las desviaciones «nacionalistas», «etapistas-reformistas» y
«burocráticas-totalitarias», constitutivas de la praxis del stalinismo y lo que fueron los llamados
“estados socialistas”: la URSS y la Cortina de Hierro, la China Popular, la Cuba Socialista, el Vietnam
y la Corea Popular, etc. Es cierto, en dichos estados no burgueses se llevó a cabo una planificación
estatal burocrática de la economía pero se violó muchas libertades democráticas de los trabajadores
y el pueblo, más tarde a finales del XX y a principios del XXI esas “organizaciones” partidarias y
líderes llevaron a la restauración capitalista y derrotas para la clase obrera, debido a errores que se
prolongan en el tiempo, en la práctica política.
El objetivo estratégico o último del SC es el comunismo y la abolición de las clases, lo cual se traduce
en lo inmediato en construir una «economía anticapitalista», en un nuevo «Estado obrero», contra-
intuitivamente, una “economía sin patrones” y sin “gobiernos títeres” de los grandes empresarios
nacionales y el capital extranjero. Esta no es una “idea utópica” –¡trabajadores!, ¡no os dejéis
engañar!– como se cree, sino que tiene por base material un precedente histórico moderno, real,
hechos en bruto que los trabajadores colombianos, de la región y del mundo, deben emular de una
nueva forma y superarlos en este nuevo contexto que nos impone la historia. Tales hechos los
siguientes:
PRIMERO. Las “cooperativas de trabajo” con denominaciones comunes: cooperativismo, economía
solidaria y popular, empresas cooperativas o de los propios productores, autogestión obrera, etc, –
no confundirlas con su acepción neoliberal, de las Cooperativas de Trabajo Asociado–. Estas
surgieron desde la segunda mitad del siglo XIX hasta el s. XXI, en nuestros días. Estas cooperativas
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consisten en que los trabajadores se vuelven dueños-propietarios colectivos o socios, autogestionan
empresas y se reparten por igual las utilidades sin la figura de un empresario capitalista, ello a pesar
de que hacia afuera reine un marco competitivo de economía privada capitalista y las empresas
cooperativas sean un porcentaje pequeño en la producción.
Esta práctica es muy popular y ha sido impulsada por los sindicatos y algunos estados capitalistas
lo permiten, en Colombia está la Unidad Administrativa Especial de Organizaciones Solidarias y la
Confederación de Cooperativas de Colombia, a nivel internacional existe la Alianza Cooperativa
Internacional.
Los propios obreros en épocas de crisis económicas y convulsiones políticas, cuando los patronos
cierran fábricas y las dejan a la deriva recurren a cooperativas, recuperando las fábricas, también
en procesos revolucionarios implantan el control de la producción y obrero, son prácticas
espontáneas y conscientes de solución frente al empleo.
Estas manifestaciones son una auténtica escuela de socialismo, “prueba reina” de que, contrario a
lo que cree el sentido común de los asalariados, los trabajadores no necesitan de los patrones para
que funcionen las empresas. Algunas comunidades campesinas, afros e indígenas, al tener tierras
colectivas, para el caso colombiano, también manejan gestiones cooperativas de la producción y
luchan contra las multinacionales y los terratenientes.
Los ejemplos históricos emblemáticos de autogestión obrera o cooperativas obreras son:
En España, durante la revolución obrera de 1936, las masivas industrias tomadas y
colectivizadas por obreros, muchos de ellos pertenecientes a la Confederación Nacional del Trabajo
(CNT), de orientación clasista; de modo más reciente, la experiencia de Marinaleda, municipio
español de Sevilla.
En Argentina, el Movimiento Nacional de Fábricas Recuperadas, luego de la debacle económica del
2001 y el proceso revolucionario argentino, las más importantes en estos momentos son las
empresas Frigón Carne sin Patrón, Zannon – Fábrica Sin Patrones (documental reciente Zannon, El
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hilo rojo, el rol del trotskismo con Raúl Godoy, 2018), Donelley, el Hotel BAUN, fábrica Brukman,
Flasko, IMPA, etc, véase el documental de la socialdemócrata Naomi Klein, La Toma (2004) y SIN
PATRÓN, una revolución permanente (2014).
En 2005 hubo un Encuentro Internacional de Fábricas Recuperadas en Caracas, Venezuela, de 235
unidades productivas cooperativas de la región, suscribiendo el manifiesto Compromiso de Caracas.
En Colombia una experiencia reciente cooperativa es la fábrica de vidrio soplado Vilcat en la ciudad
de Pereira, en el año 2013.
Tras la crisis económica de 2008, en Italia, uno de los países periféricos más afectados, se han dado
procesos de cooperativas. En Estados Unidos, quién lo diría, la cooperativa Ingenieria Isthmus, la
Fábrica moderna de pan de San Francisco. Estas últimas aparecen en el famoso documental de
Michel Moore Capitalism: a history of love (2008). En Atenas, Grecia, las 24 clínicas auto gestionadas
después de su cierre, en especial, la Clínica Helleniko, de igual modo la fábrica de aseo Vio Me en el
marco del Festival de Economía Social y Cooperativa, de dicho país.
En el Manifiesto Inaugural de la Asociación Internacional de Trabajadores (AIT) (1864), unión de
sindicatos de varios países europeos, encomendado a ser escrito por el filósofo de los trabajadores,
Carlos Marx, este sostuvo sobre las cooperativas obreras lo siguiente:
“Pero estaba reservado a la Economía política del trabajo el alcanzar un triunfo más completo todavía
sobre la Economía política de la propiedad [capitalista]. Nos referimos al movimiento cooperativo, y,
sobre todo, a las fábricas cooperativas creadas, sin apoyo alguno, por la iniciativa de algunas «manos»
(«hands») audaces [asalariadas]. Es imposible exagerar la importancia de estos grandes experimentos
sociales que han mostrado con hechos, no con simples argumentos, que la producción en gran escala y
al nivel de las exigencias de la ciencia moderna, puede prescindir de la clase de los patronos, que utiliza
el trabajo de la clase de las «manos»; han mostrado también que no es necesario a la producción que
los instrumentos de trabajo estén monopolizados como instrumentos de dominación y de explotación
contra el trabajador mismo; y han mostrado, por fin, que lo mismo que el trabajo esclavo, lo mismo
que el trabajo siervo, el trabajo asalariado no es sino una forma transitoria inferior, destinada a
desaparecer ante el trabajo asociado que cumple su tarea con gusto, entusiasmo y alegría. Robert
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Owen [uno de los primeros socialistas] fue quien sembró en Inglaterra las semillas del sistema
cooperativo…”.
Sin embargo, advierte Marx:
“[E]l trabajo cooperativo, limitado estrechamente a los esfuerzos accidentales y particulares de los
obreros, no podrá detener jamás el crecimiento en progresión geométrica del monopolio [capitalista],
ni emancipar a las masas, ni aliviar siquiera un poco la carga de sus miserias [más en la nueva época
monopolista del capitalismo: el Imperialismo, en el siglo XX-XXI] (…) Para emancipar a las masas
trabajadoras, la cooperación debe alcanzar un desarrollo nacional y, por consecuencia, ser fomentada
por medios nacionales. Pero los señores de la tierra y los señores del capital se valdrán siempre de sus
privilegios políticos para defender y perpetuar sus monopolios económicos. Muy lejos de contribuir a
la emancipación del trabajo, continuarán oponiéndole todos los obstáculos posibles (…) La conquista
del poder político [en consecuencia, la nacionalización obrera de la economía que propugna el
sindicalismo clasista] ha venido a ser, por lo tanto, el gran deber de la clase obrera”. (Marx K. H., 1864).
SEGUNDO. La expropiación social y a nivel macro de las empresas de la gran burguesía en más de
15 países vueltos “socialistas”, los más importantes: la Unión Soviética (1917 – 1991), la República
Popular China (1949 – 1989/73), Corea del Norte (1953 – 1991), Vietnam (1975 – 1991), Cuba
(1959 – 1995), Albania (1945 – 1991), la República Democrática de Alemania (1945 – 1989), la
República Socialista de Yugoslavia (1945 – 1992). En estos países funcionó una economía
planificada-nacionalizada obrera por varias décadas.
Lamentablemente dichas economías tuvieron características burocráticas (planificación
burocrática), incluidas en lo gubernamental del llamado Bloque Socialista mundial, debido a la
deformación stalinista y violación a la democracia participativa del “Soviet”, esto es, organismos
gubernamentales de la vida social de los trabajadores, clases dominadas, con amplias libertades
democráticas para los mismos. Finalmente dichas economías obreras burocráticas perecieron a
finales siglo XX, restaurándose el capitalismo y volviendo de nuevo a economías neoliberales
burguesas y estados en manos de (y al servicio) de la clase empresarial dominante, tanto nacional
como extranjera. La deuda externa con el imperialismo y su presión comercial, los empréstitos y
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planificación corrupta de la burocracia y déficit de desarrollo de las fuerzas productivas, generaron
la restauración capitalista.
¿Qué implicaciones tuvo todo esto? Primero, retornar al enriquecimiento de los empresarios y
recuperación de los medios de producción en sus manos monopólicas de la clase capitalista que
otrora había sido expropiado como clase. Segundo, acaparar la actividad política con partidos del
gran capital, otrora expropiado del poder político. Estas dos manifestaciones llevaron a que los
trabajadores se rompieran la espalda, llevando una vida de asalariados explotados, a que volviera
las altas tasas de pobreza y desempleo, etc.
Las concentraciones privadas de la riqueza generaron que los trabajadores ya no pudieran ser
dueños relativamente, de la vida económica, inclusive de la vida política y social, que de todos
modos bajo el stalinismo (régimen totalitario de partido único) no fueron realmente libres, pues
como diría Trotsky en La Revolución Traicionada (1936): “[L]a clase obrera fue expropiada del
poder político”, aun cuando existiese una economía no capitalista, una casta gobernante empezó a
parasitar y transar con la burguesía internacional. Toda una contradicción social inmanente y
compleja que sería uno de los factores causales que conllevaría a la restauración del capitalismo en
Rusia y Europa Oriental, el Caribe latino-cubano, Asia del Este y Sudeste Asiático.
TERCERO. La llamada socialización de la propia producción capitalista. El control y administración
social cada vez mayor de trabajadores asalariados de distinto rango: operadores de maquinarias y
peones, contadores, oficinistas, técnicos, personal de logística y servicios, ingenieros, repartidores,
etc, de todas las funciones de las grandes empresas y multinacionales que hacen imprescindible a
los capitalistas. Hay una verdadera y majestuosa socialización obrera de las relaciones de
producción capitalista en este siglo XXI que entra en contradicción con la apropiación privada de
las ganancias en unas cuantas manos.
Fruto del desarrollo monopolista del capitalismo y la fase del Imperialismo capitalista, esto es, de
absorción del gran capital comprendido en consorcios, grupos económicos, Empresas
Transnacionales (ETN), grandes accionistas de bolsas nacionales y globales, sociedades
mercantiles, a pequeños negocios de la pequeña burguesía (MyPymes) y capitalistas menores o
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socios menores, la producción se va haciendo cada vez más social, diferente a como funcionaba
antes en el capitalismo de libre concurrencia.
La envoltura de las relaciones jurídicas de propiedad privada no corresponde con el carácter del
trabajo colectivo y lo hace injusto, el rol parasitario del propietario se va alejando más de su bien
productivo, que ahora lo operan decenas, cientos y miles de trabajadores no calificados,
semicualificados y cualificados: producción, administración, control, etc.
Es cierto que las grandes y mega industrias (las Ultimate Factories, véase documental de National
Geographic, 2006) contractan un personal de neo capataces mercenarios: gerentes, directores, jefes,
asalariados pequeñoburgueses y mandos medios. En efecto la mayor parte de los dividendos de los
trabajadores pertenecen y van a parar a los bolsillos de mercenarios del capital, aunque en una muy
menor e ínfima cuantía, y a las cuentas bancarias de un puñado de accionistas financieros
parasitarios, dueños de monopolios, propietarios, en mayor y total cuantía.
No obstante, como bien señala Henrique Canary, ex dirigente de la LIT-CI (Henrique, 2014) y el
mismo Friedrich Engels en 1881 en su texto sobre “clases necesarias y clases superfluas”, estas
relaciones capitalistas ya prefiguran la necesidad de una revolución en las relaciones de propiedad
en el capitalismo. Las huelgas, conflictos laborales, ocupaciones de fábricas, junto a las crisis
políticas nacionales y ciclos descendientes económicos, las revoluciones sociales y procesos sociales
que conllevaron a expropiaciones graduales de carácter parcial (un grupo de capitalistas, sectores
mixtos) o totales (los bienes fundamentales de la burguesía como clase, sectores estratégicos
estatizados). Todas ellas son apenas síntomas para el cambio del modo de producción capitalista
que ya es colectivo, sólo falta que jurídicamente la propiedad sea consagrada colectiva y el Estado
con sus fuerzas armadas, instituciones y la sociedad velen por su protección común.
Ello implicaría que en los códigos civiles y laborales y de comercio, las constituciones y
declaraciones de DDHH, se consagrara como sagrado e inalienable el derecho humano a la
propiedad colectiva de los medios de producción por parte de los productores-trabajadores, que
son los generadores de la riqueza. Esto por encima del derecho a la propiedad personal, que debe
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gozar todo ciudadano, pero sin el derecho de explotar a otros como ocurre hoy, que un propietario
privado se pueda quedar con las ganancias colectivas.
Esto parecería una utopía, pero ello se estipuló en diversos grados en la jurisprudencia más
avanzada hasta el momento, es decir, en el constitucionalismo socialista de la antigua URSS, Europa
del este, Cuba, Vietnam y Corea del Norte. Hoy reina al revés, los derechos humanos de primera
generación y fundamentales constitucionales de los ciudadanos, entre los que se cuela el derecho
burgués a su propiedad privada (art. 17 declaración universal DDHH, ONU, 1945; art. 58 Carta
Política, 1991), priman sobre los de segunda generación, los derechos sociales de los trabajadores.
Inclusive se puede sostener que en varios estados capitalistas, por presión de las luchas obreras y
el temor a que ellos tomaran el poder y expropiaran los ricos, los gobernantes con la tolerancia
relativa del empresariado, se han visto obligados a nacionalizar algunas industrias y sectores
estratégicos, aplicando políticas de industrialización, sustitución de importaciones, redistribución
de la riqueza y derechos sociales garantizados por el Estado, entre otros.
La burguesía, por medio de gobiernos reformistas y la burocracia sindical del SR, sin desechar en
ningún momento su sacrosanta la propiedad privada capitalista, empieza a ejercer (o tolera hasta
ciertos límites) la intervención estatal y planificar de modo mercantil (planificación burguesa) la
economía con innumerables beneficios laborales al nivel de vida de los trabajadores y sus derechos,
las tasas de sindicalización, como a sus niveles de ganancia y acumulación. Este ha sido conocido
bajo distintos nombres históricos de: capitalismo de estado e intervencionismo, modelo social y de
bienestar (o anti neoliberal) del capitalismo, economía mixta, estado social de derecho, tercera vía,
economía social de mercado, etcétera.
Los casos más importantes de socializaciones burguesas y políticas redistributivas del capital han
sido: el New Deal del gobierno de Roosevelt en Estados Unidos. El Estado de Bienestar en Europa
Occidental y los países nórdicos, la mayoría de países de la Unión Europea, el Welfare State en
Inglaterra con gobiernos laboristas con liberales. Los nacionalismos burgueses y frente populismos
de Perón y los Kirchner en Argentina, Lázaro Cárdenas en México, Nasser en Egipto, Chávez en
Venezuela, Dilma Rousseff y Lula Da Silva en Brasil, Salvador Allende y la Unidad Popular en Chile,
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FALN en Argelia y Consejo Nacional Africado en Sudáfrica, panarabismo en Siria, Libia, Palestina,
etcétera.
En Colombia con gobiernos liberales burgueses de conciliación de clases como el de López Pumarejo
y Michelsen, hegemonía Liberal, también con el general nacionalista Gustavo Rojas Pinilla, han
nacionalizado industrias y tenido una política de sustitución de importaciones y de concesiones a
las masas y los trabajadores.
¿Díganme ahora ustedes, compañeros trabajadores, si lo anterior no es cierto? Ya empiezan a
asimilar mejor eso de luchar por una economía planificada por obreros y socializada, en un estado
político republicano, administrado económicamente y gobernado democráticamente por ellos, una
sociedad de trabajadores sin patrones, una sociedad socialista. No una economía capitalista y estado
pseudodemocrático en favor de ganancias privadas en unas poquísimas manos poblacionales, de
los que tienen capital y poco trabajan, pero en cambio sí tienen amplia representación
parlamentaria y leyes a su favor.
En resumen, para que quede un poco más claro y dejando las aclaraciones, ya podemos arribar a
una respuesta integral, señalando con propiedad a que nos referimos cuando hablamos de
Sindicalismo Clasista (SC), mostrado las 6 características generales de orden sindical-
económico, político y programático, ideológico-teórico, histórico y metódico que lo
constituyen. El SC es una tendencia sindical global y nacional viva con la que seguro simpatizarán
muchos trabajadores y usted también lector, si analiza a continuación los siguientes postulados.
Característica 1. Lucha de clases según el principio antagonismo de clases trabajadores
versus capitalistas.
El SC, mundial y nacional, básica y principalmente, se caracteriza por defender de modo
intransigente los intereses de clase objetivos y subjetivos, inmediatos y mediatos, derechos
integrales, conquistas y reformas de todo tipo ganadas con sudor por la clase obrera nacional y
mundial. En el “ring” del campo económico o querella social laboral, el SC se sitúa entonces siempre
a favor de los intereses de clase inflexibles del trabajo, esta es su vocación ética.
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Por eso se es clasista obrero, sindicalista clasista, trabajador con conciencia de clase frente a los
patrones, esto es, ante los representantes del establecimiento burgués, los gobiernos del capital y el
imperialismo, cuando se actúa con beligerancia y combatividad social propia del principio del
antagonismo y de independencia de clase del SC hacia los empresarios y las instituciones
capitalistas (sociales, jurídicas, políticas) que están a su favor. El SC sabe y reconoce que los
trabajadores tienen intereses diametralmente opuestos a la sed de ganancia y esclavización de los
capitalistas. Los trabajadores y empresarios son iguales ni son amigos, son clases enemigas que
están inmersas en una lucha de clases.
Característica 2. Principio de cambio cualitativo del capital o sociedad anticapitalista. Estado
de los trabajadores, economía planificada, democracia obrera. Socialismo.
El SC y los trabajadores tienen objetivos políticos estratégicos y un nuevo modelo de sociedad
radicalmente justo y gobierno democrático real, por eso apoyan, luchan o simpatizan con la lucha
por un gobierno obrero-popular, el socialismo mundial y la revolución socialista nacional.
El Sindicalismo Clasista es ambicioso, apoya un nuevo proyecto de sociedad, no se conforma con el
existente capitalista, la sociedad hecha por y a imagen de los empresarios, a favor de sus intereses
fundamentales y con ciertos paliativos y disminución de brechas sociales.
Antes bien el SC concibe un nuevo modelo económico y político basado en la «economía planificada
obrera» mundial y nacional (planificación democrática) y un «Estado político de los trabajadores y
el pueblo» (democracia obrera-popular), de los que no tienen capital junto a sus aliados populares,
en vista a la emancipación de las clases. Esto es el socialismo, la máxima expresión de la democracia,
la justicia y las libertades, tanto individuales como colectivas.
Por consiguiente, tanto 1 & 2, en los campos económico y político, son una totalidad unida y viva del
SC, pues la defensa de los intereses materiales de la clase obrera se hace en el 2, mediante campañas
políticas, militancia en frentes de lucha social con un programa político, plataforma de lucha y
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posicionamientos políticos de organizaciones sociales y políticas de los trabajadores (¡sí!, partidos,
más adelante se aclara) ante diversas coyunturas políticas de Colombia y el mundo internacional.
El SC está directa o indirectamente anclado a la estrategia común política, mundial y nacional,
anticapitalista, socialista, por la conquista del poder político por los trabajadores y la abolición de
las clases sociales (objetivo mediato) (5). Esta se escenifica, se hace carne en el 1, en los conflictos
laborales y el trabajo sindical del día a día, a lo largo y ancho del país, como una “escuela de lucha”,
experiencial, del socialismo, ya que los trabajadores están en sindicatos y participan de la lucha
económica contra sus respectivos patrones y gobiernos de turno por mejores condiciones de vida
(objetivos inmediatos). Ambas luchas, la lucha económica y política, están pues íntimamente ligadas.
Característica 3. Concepción materialista de la lucha sindical - económica y método de
estudio de la realidad social.
El presupuesto general del SC que determina a las anteriores acciones clasistas y características,
dicho sea con claridad, la base teórica del Sindicalismo Clasista (SC), es la concepción obrera
materialista (i. e. marxismo revolucionario, materialismo histórico) del conflicto histórico o la “lucha
de clases sociales” (no la burguesa, esto es, la visión de los empresarios, a favor de sus intereses)
entendida como:
Primero, el principio científico totalizador de antagonismo social entre clases enemigas existentes,
la burguesía y el proletariado, que luchan por sus intereses materiales en la infraestructura
económica y la estructura política-cultural, segundo, basado en el principio de cambio cualitativo
del capitalismo (principio anticapitalista), luchando por una sociedad de trabajadores, mediante la
dictadura del proletariado, no de plutócratas empresarios y minorías propietarias, una democracia
oligárquica, para realizar el objetivo político del punto 2: el socialismo con democracia obrera.
Les cuento que esta postura general clasista se hegemonizó ideológicamente de una manera
brillante y en cierto modo se hizo realidad en el movimiento obrero y la política mundial, a finales
del siglo XIX hasta finales del siglo XX. Desgraciadamente tuvo su apagón parcial, una suerte de
retroceso relativo en la conciencia de los trabajadores debido al vendaval oportunista teórico del
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neoreformismo, el neo izquierdismo pequeñoburgués y mayoritariamente el sindicalismo
empresarial del siglo XXI, impulsados por el Sindicalismo Reformista-Sindicalismo Patronalista. La
ideología de los patronos, impregnó todo el movimiento social asalariado.
Hasta cierto punto esto es comprensible debido a la caída del stalinismo, digamos vulgarmente,
aunque sean términos no equivalentes: el “comunismo totalitario”, los “estados socialistas”, la
crítica social general al escolasticismo de éste. Esto supuso reiniciar una nueva competencia
existente de ideas en contra de la ideología burguesa, de los empresarios, no la de los trabajadores,
del SR y SP. Nos depara una nueva lucha de Sísifo al levantar la piedra desde ceros en este siglo XXI,
difundiendo las ideas del SC, el marxismo y el socialismo, el sindicalismo consecuente, en el
movimiento obrero mundial y nacional, los sindicatos y los derechos laborales y humanos integrales
en y más allá del capital, tras el contexto de confusión, tergiversación del marxismo por el stalinismo
y reacción ideológica generada por la Cruzada Ideológica del imperialismo o “globalización
neoliberal” desde los 90 hasta nuestros días.
Característica 4. Tradición obrera clasista y lucha ideológica de corrientes:
antipatronalismo, antireformismo, marxismo reformista y reformismo vs marxismo
revolucionario u obrero clasista.
En cuanto al origen y tradición histórica del SC y su desarrollo, les cuento que esta data del
movimiento obrero del siglo XIX en Europa. Fue influenciado y nucleado en los sindicatos (trade
unions) por las ideas heterogéneas en competencia, tales como: los socialistas de izquierda,
comunistas y anarquistas, filantrópicos, etc. Pasando por el siglo XX donde el SC se expande a todos
los continentes del mundo con la disputa de tendencias comunistas fundamentales que se
reivindican de la tradición clasista:
Por un lado, marxistas stalinistas, conocidos por sus concepciones totalitarias y prácticas
burocráticas, etapistas y de conciliación en frente popular con la burguesía, anti internacionalistas,
etc, por el otro lado, marxistas trotskistas, caracterizados por estar a favor de las libertades
democráticas, preservando las bases de la economía obrera, así como el socialismo internacional,
permanentismo, etc. Sumado a esto las pugnas inter-stalinistas de posguerra entre pro soviéticos
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vs pro chinos, etc, las posturas independientes y centristas de los sindicatos, los populistas
izquierdistas, neo anarcosindicalistas y reformistas consecuentes vs marxistas, entre otras
combinaciones. Hasta bien entrados al siglo XXI, hay un proceso de recuperación y reconstrucción
del SC, en una nueva lucha de tendencias y lucha por la hegemonía de las ideas para la lucha sindical
y política de los trabajadores.
En Colombia y América Latina, la aparición del SC se da con la creación de sindicatos y huelgas
obreras en los años 20 con el embrionario e incipiente nacimiento del capitalismo industrial
colombiano, luego de un siglo de consolidación republicana y acumulación originaria. Factores que
influyen su creación son la industrialización e inmigración extranjera obrera en el continente. Lo
común del SC en ambos continentes y temporalidades, América-Europa, todavía vigente, es el
espíritu anti-capitalista, anti-patronalista y el desarrollo del principio de cambio cualitativo del
capitalismo, que caracterizó a estos activistas socialistas heterogéneos y radicales,
anarcosindicalistas clásicos y nuevos, marxistas de derecha e izquierda, luchadores izquierdistas
revolucionarios, corrientes sindicales progresivas, movimientistas e independientes, dentro del
movimiento sindical, diferenciados políticamente del SP/SR.
El SC en el MSC (Movimiento Sindical Colombiano) y mundial, fue tempranamente hegemonizado
por la ideología marxista (ideología clasista), siguiendo un poco a Europa y menor medida a
Norteamérica. En el desarrolló del SC se contagió en la conciencia de los trabajadores, tal que hubo
una superación del “tradeunismo inglés” inicial de sólo luchar por reivindicaciones económicas y
no políticas e integrales, el “anarcosindicalismo europeo” antielectoral y antipartido exportado a
estas tierras, el “sindicalismo revolucionario francés” de métodos violentos y combatividad sin
tiempos de calma, replicado también en América Latina y en zonas de América del Norte, igualmente
el SR/SP.
Existe una lucha contemporánea de ideas e incidencia social que se viene (o estamos) librando en
el MSC y MSM (movimiento sindical mundial) y en el SC, tras la Cruzada Ideológica y reacción del
capital, fraguada por los grandes empresarios. Esta vez volviendo a retomar las herramientas
teóricas y físicas, para transformar la sociedad, revolucionar el MSC-MSM y el movimiento obrero
espontáneo, derrumbar el imperio de los empresarios, quienes son los que viven a costas del sudor
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nuestro. Se trata de recuperar y actualizar esa guía para la acción sindical de los trabajadores, la
movilización del movimiento obrero y los sectores oprimidos: el marxismo revolucionario y la
construcción de un partido político alternativo de los trabajadores, a nivel mundial y nacional.
Característica 5. Métodos de lucha sindical y políticos. Flexibilidad táctica, legal-ilegal,
jurídica y de acción. Internacionales clasistas. Cultura e internacionales clasistas. Sinónimos
de sindicalismo clasista.
El SC también posee unos métodos sindicales de lucha y tradición política que lo delimitan
plenamente. Al basar su actividad sindical en el principio de antagonismo de clases y el cambio
cualitativo del capitalismo, i.e. el socialismo revolucionario, el SC se ha caracterizado históricamente
por recurrir y privilegiar a los métodos de acción obrera colectiva, conocidos como “vías de hecho”,
para luchar contra la patronal, más que las acciones burocráticas, jurídico institucionales, leguleyas
e individualistas.
Así que el recurso a los métodos como:
Las huelgas obreras y piquetes, cortes de ruta y calles, barricadas, los paros obreros de la
producción. Las movilizaciones obreras combativas y unitarias y revolucionarias con sus aliados,
como los estudiantes, campesinos y el resto de los movimientos sociales. Las tomas obreras de
empresas y sedes, las revueltas e insurrecciones obreras armadas y armamento obrero y lucha
armada en contra del imperialismo. Los bloqueos de vías, piquetes, plantones y mítines obreros
frente a empresas o sedes e instituciones del Estado burgués. Los sabotajes y atentados contra
esquiroles, patrones, y medidas reaccionarias de los empresarios. El control obrero de la
producción, la expropiación de industrias y puestas a funcionamiento por los trabajadores.
Secundariamente y de modo paralelo, la acción de tutela, la inspección laboral y quejas ante el
ministerio de trabajo, la demanda a la empresa y los estratos judiciales de la jurisdicción ordinaria
laboral y constitucional, la convención laboral y mecanismos de conciliación del salario y las
condiciones de trabajo, la denuncia ante organismos de derechos humanos y laborales nacionales e
internacionales, etcétera.
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La combinación táctica de lo legal institucional e ilegal, lo jurídico y lo práctico, lo abierto y lo
clandestino, el lazo revolucionario entre sindicatos y el partido obrero revolucionario en las
movilizaciones de masas y situaciones revolucionarias y no revolucionarias, según la situación
histórica concreta. El SC posee todo un arsenal práctico metódico, una baraja táctica combativa,
flexible principista y audaz, el signo de su combatividad contra la clase de los capitalistas, sus
gobiernos y la burocracia sindical, una lucha de clases enteramente viva.
La tradición política de lucha del SC, muy relacionada con el punto (4), está en sus símbolos obreros
y sus referentes organizativos, que ha venido construyendo a lo largo de más de más de 2 siglos de
lucha contra los empresarios y el capitalismo.
Con respecto a lo primero, la tradición cultural: el SC reivindica el uso en el sindicalismo de la
bandera y color rojo, izada por los obreros parisinos de la Comuna de Paris (1870) como símbolo
del poder obrero y la lucha de la clase obrera. Este uso fue extendido a lo largo del siglo XX por los
bolcheviques en la Revolución Rusa (1917) y los estados obreros burocratizados. Sigue su vigencia
en los partidos marxistas y sindicatos clasistas, en el siglo XXI. El himno del SC es el himno de la
Internacional, escrita por el obrero comunero Eugéne Pottier, y que cobija al grueso del movimiento
obrero mundial y que incluso hoy los trabajadores de la CUT y miles de sindicatos en el mundo lo
entonan.
Sin embargo esto no significa que no hayan existido otros himnos obreros clasistas y
populares importantes y otros que en la propia evolución histórica, con innovación y creatividad
de la “cultura obrera” (en el sentido del historiador colombiano, Mauricio Archila y su libro Cultura
e identidad obrera, 1910 – 1945), se creen. De hecho la canción protesta, el folk song y la música
rock tienen innúmeras canciones sobre la clase obrera, auténticos himnos, que de tanto en tanto,
suenan en las protestas y casas, que hay que popularizar.
El SC reivindica el símbolo de la oz y el martillo, el arado y el martillo, las espigas y herramientas
obreras, entre muchos otros, como muestra de la unión de los productores, es decir, los obreros y
campesinos del mundo, en su lucha contra el capital. Ello pese a que el Stalinismo haya pervertido
la bandera roja y la oz-martillo, al pasar dictaduras burocráticas como el socialismo, al haber
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manchado el nombre y esta simbología, además de haber deshonrado la tradición, con sus propias
actuaciones reformistas y burocráticas. Por esto el SC recupera los himnos y canticos, banderas,
símbolos, mártires, literatura y archivo, métodos de lucha, en suma, la cultura (o memoria) obrera,
además que crea y fomenta con creatividad otras en su propio recorrido histórico, desde el siglo XIX
al XXI.
En lo que se refiere a lo segundo, la tradición organizativa: el SC reivindica los referentes
organizativos emancipatorios que propugnaron, a nivel gremial y político, la unidad internacional
de los trabajadores y la lucha contra la sociedad capitalista mundial, por la emancipación del trabajo.
Estas iniciativas son la Asociación Internacional de Trabajadores (AIT) (1864 – 1876) o Primera
Internacional obrera de Carlos Marx y Engels, en frente único sindical y político con otras
expresiones del movimiento obrero europeo y norteamericano, atrasado y reformista.
La Internacional Sindical Roja (ISR) (1921 – 1937) de los bolcheviques Lenin, Trotsky, Andreu Nin,
et.al, que agrupaba a los sindicatos diversos y más combativos del mundo, antes de ser
degenerada por la burocracia del stalinismo y reemplazada con la llamada “Federación Sindical
Mundial” (FSM) (1945 hasta el presente).
El Sindicalismo Independiente y Clasista, que emergió en Colombia en los años 60-80 junto al
Sindicalismo de los años 20, de los luchadores obreros Raúl Eduardo Maecha, María Cano, Ignacio
Torres Giraldo, Tomás Uribe Márquez, Betsabé Espinal y Juana Julia Guzmán, Manuel Gustavo
Chacón, Manuel Marulanda, Erasmo Coronel, Aury Sará Marrugo.
Los luchadores obreros y sindicalistas, mártires o héroes de la clase obrera colombiana, en especial,
de la CUT, lo mismo, del mundo entero y Latinoamericano, como la figura de Carlos Mariátegui.
La II Internacional obrera (1889 – 1914) de partidos obreros marxistas de Europa, de
revolucionarios de la impronta de Engels, Rosa Luxemburgo y Clara Zetkin, Alexandra Kollontái,
Karl Liebknecht, Lenin. La III Internacional (1919 – 1921/1943) del estado obrero de la URSS, de
Lenin y Trotsky, los partidos comunistas y más a la izquierda de todos los continentes del mundo
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(Asia, Europa, América) en sus IV primeros Congresos, antes de que esta organización internacional
fuera tomada y liquidada por el “le mostachu” dictadorzuelo Iosif Stalin, 2 años antes de finalizar la
Segunda Guerra Mundial, como favor a los imperialistas “democráticos” Churchill y Roosevelt.
La IV Internacional (1938 – 1991/) de dirigentes políticos obreros de la talla de León Trotsky y
James Cannon, así como sus más lúcidos seguidores (entre ellos, Nahuel Moreno), de partidos
obreros marxistas y sindicatos obreros independientes de Europa-América-Asía contra la
burocratización de la Unión Soviética y los demás Estados obreros, en respuesta Stalin y sus
secuaces. La IV, pese a estar en reconstrucción contradictoria y crisis durante 80 años es la única
que lucha por un socialismo mundial con democracia y libertades para la clase obrera, es decir, por
el punto (2), a finales del siglo XX y principios del XXI.
Inclusive el planteamiento de una contingente Quinta Internacional de los trabajadores y
revolucionaria en el siglo XXI, debe seguir el hilo programático y legado de la Cuarta, del marxismo
revolucionario o trotskista, que en 2018 cumple 80 años de fundación y crisis prolongada en la re-
construcción de la IV y en 1982 Nahuel ya planteaba que “Lo que no podemos sacar es “Cuarta
Internacional” hasta que no se den razones profundas de tipo objetivo [como la restauración
capitalista de TODOS los estados obreros en 89-91 y la derrota de la revolución política contra la
burocracia restauracionista]…que digan si es la Cuarta o la Quinta y que expliquen la sucesión, que
expliquen de qué árbol genealógico es, porque ese árbol genealógico es parte de la ciencia”.
Por las anteriores características esenciales, en especial el punto 4 & 5, dentro del campo
económico-político que configura la praxis histórico evolutiva del SC y su hegemonía ideológica y
social obrera no es extraño que al SC se le llame de diversos modos y se le relacione acertadamente
en diversos círculos sociales de trabajadores colombianos, de activistas sindicales del mundo, de
activistas de izquierda. Sirios y troyanos, simpatizantes y detractores, todos reconocen al SC con
adjetivos elogiosos o peyorativos, sinónimos correspondientes y equivalentes tales como:
Sindicalismo ‘revolucionario’ y de ‘clase’, ‘anticapitalista’, ‘antipatronal’, ‘radical’, de ‘extrema
izquierda’, ‘rebelde’, ‘de luchas y combativo’, ‘zurdo’, ‘anti-sistema’, ‘piquetero’ y ‘huelguista’;
sindicalismo ‘alternativo’, ‘combativo’, ‘contestatario’, ‘libertario’, ‘contra las opresiones’,
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‘ecologista’, ‘anti multinacionales’, ‘anticorporativo’ y ‘antineoliberal’; sindicalismo ‘independiente’,
‘autónomo’, ‘antiburocrático’, ‘consecuente’; sindicalismo ‘proletario’, ‘de los trabajadores’,
‘verdadero’, ‘de base’, ‘democrático’ (más adelante veremos, por qué); sindicalismo ‘rojo’,
‘obrerista’, de ‘izquierda’, ‘comunista’, ‘socialista’, ‘marxista’, ‘leninista’, ‘bolchevique’, etcétera.
El Sindicalismo Clasista, basado en el marxismo/socialismo revolucionario, es la condensación
ideológica, histórica, social y política, directa e indirecta, de todas las corrientes sindicales
revolucionarias pre-marxistas y progresivas luchadoras presentes y pasadas contra el capital.
Característica 6. Holismo de principios clasistas obreros de lucha. Interconexión
sociohistórica: internacionalismo proletario y antiimperialismo, solidaridad e
independencia de clase, antiburocratismo y recuperación de los sindicatos, democracia
obrera y centralismo democrático, crítica y autocrítica, partidismo proletario y unidad de
acción obrera y popular, antielectoralismo, educación y politización.
A nivel, ideológico cultural, como ya mencionábamos, el sindicalismo clasista se basa en la doctrina
de la lucha de clases marxista y el principio básico de antagonismo de clases, el principio básico de
transformación o cambio cualitativo del capitalismo, es decir, de los objetivos últimos y mediatos
del movimiento obrero. Pero a nivel político, sumado al organizacional, el sindicalismo clasista se
conecta con otros principios no básicos, por ello se basa en los principios básicos y no básicos
(principismo obrero clasista) invariables (6) pero en construcción permanente, evolución y
sistematización histórica (véase los mencionados en el capítulo II y III) del movimiento social y
político de los trabajadores, con la máxima flexibilidad táctica e histórica-concreta, entre los cuales
están:
La democracia obrera en el funcionamiento de las organizaciones gremiales obreras. La disciplina
consciente que esto supone, el centralismo democrático y la lucha contra las manifestaciones del
burocratismo y todo tipo de burocracia sindical acomodada, reformista y patronalista, o que pose
de roja clasista, recuperación de los sindicatos para los trabajadores y sus necesidades. La unidad
obrera y popular en las movilizaciones y conflictos junto a los movimientos sociales, defensa de las
libertades democráticas en los regímenes burgueses, unidad de todos los sindicalistas y
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trabajadores, del movimiento obrero organizado y el movimiento obrero espontáneo, jaloneado por
el primero. El internacionalismo proletario o solidaridad con todas las luchas de los obreros del
mundo contra el imperialismo y las burguesías nacionales. La independencia de clase hacia los
partidos burgueses y de la pequeña burguesía, las instituciones del Estado capitalista (como el
Ministerio de Trabajo), las empresas, organizaciones privadas y gremios de los patrones, así como
a la Iglesia, entre otras. La educación sindical, clasista y politización consciente de los afiliados y no
afiliados, el conjunto social, la crítica y la autocrítica de los trabajadores. El partidismo obrero, como
derecho que tienen los obreros y asalariados de analizar la situación política de su país, construir y
vincularse a partidos de los trabajadores para los objetivos inmediatos y estratégicos de una nueva
sociedad, no para las elecciones burguesas (anti electoralismo) y la necesaria unidad de acción de
ellos contra los partidos de los capitalistas, etcétera.
Las 6 características del SC (sindical-política-ideológica-histórica-metódica-organizacional-
principios) anteriores necesitan a su vez 4 aclaraciones teórico políticas.
Sindicalismo clasista y política
Aclaración 1. Partidos políticos, poder político y clases sociales
Por el mor de las características 2 & 1 del SC, estos nos remiten invariablemente a la obligación
histórica y necesidad actual de no sacarle el cuerpo a la política y la ‘cuestión de los partidos’.
El dilema estriba si los trabajadores debemos involucrarnos en política, seamos activos en ella,
constituyéndonos en “partido político especial, distinto y opuesto a todos los partidos formados por
las clases poseedoras” (Karl, Engels, & Vladimir, 1976, pág. 34) y los partidos reformistas. Sí sigue
vigente el deber supremo de conquistar el poder político por la clase social proletaria (1976, pág.
33), como señalarían tempranamente Carlitos Marx y Federico Engels, padres del SC, en sus
resoluciones sobre la acción política de la clase obrera de la I Internacional y sus sindicatos, en 1871,
hace menos de un siglo y medio…¡ay carachas!, todavía no lo hemos logrado.
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Este consejo político a los trabajadores, no lo dijo el “coco vanguardista” de Lenin, como
injustamente se le suele acusar y ser satanizado por libertarios y neomarxistas al Sindicalismo
Clasista, que confunden el partido bolchevique con el stalinismo, sino el mismísimo Marx, más
partidista y consciente que nunca de los objetivos históricos de nuestra clase mundial.
Aterrizando el punto 2 & 1 a Colombia y el mundo actual, reconociendo la plena vigencia
contemporánea de las guías para la acción del Marx y Engels, claro está, en un escenario
internacional muy diferente al de ellos, que estos jamás imaginarían, p. ej. la burocratización
stalinista de los estados obreros o “países socialistas” que justificaron masacres obreras-populares
en nombre de Marx, la caída de estos estos países, la degeneración en todos los niveles de sus
partidos obreros, junto a la bancarrota temprana de la Internacional (la III), en 1943, ambos
causados por el propio stalinismo.
Por consiguiente, la realidad política del siglo XXI exige la re-construcción temporal de una figura
partidaria distinta a los ya convencionales partidos plutocráticos y oligárquicos realmente
existentes, a principios del siglo XXI: El Liberal y Conservador, la Unidad Nacional, el Centro
Democrático y Cambio Radical, Opción Ciudadana y MIRA. Cabe decir que muchos de ellos fundan
sus raíces hereditarias políticas en las familias oligárquicas y clases dominantes que nos llevan
gobernando (mejor, ejerciendo su dictadura de clase, a favor de sus intereses) desde el nacimiento
de la República de Colombia en 1819, hace 200 años.
Pero también, siguiendo a Marx y Engels, se necesita una alternativa política frente a los partidos
aristocráticos y pseudo-democráticos parlamentarios de la clase media urbana poseedora y
nacionalistas burgueses, que luchan en primer término por sus propios intereses, pero para ello
necesitan también luchar en nombre de los trabajadores y de todo “el pueblo”, suplantándolos a
ellos, pero contemplándolos relativamente en su programa, ejemplos de ellos son:
La Alianza Verde, el Movimiento Progresistas, la Unión Patriótica y el Polo Democrático Alternativo,
éste último, pese a que tenga cuantiosas bases trabajadoras de la CUT y sindicatos industriales y
movimientos sociales, pudiera catalogarse erróneamente como un “partido obrero
socialdemócrata”, aparentemente, cuando en esencia es un partido pequeñoburgués socioliberal de
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izquierda, con un programa reformista del capital e Ideario de Unidad Polista de su III Congreso
(2012).
Actualmente el polo está bajo el influjo importante de la tendencia aristocrática del MOIR-Robledo
juntos a satélites, por lo que responden cada vez más y esencialmente a los intereses de la pequeña
burguesía y los industriales nacionales, es decir, a la conciliación política con el gran capital nacional
y extranjero, en sincronía con dádivas sociales y bases sociales de los trabajadores y sectores
populares, a la par de los beneficios y solidaridad de clase con la pequeña y mediana burguesía.
Visto a modo de “brochazo” el nefasto panorama actual de los partidos nacionales y los consejos de
Carlitos, no hay más sino concluir lo siguiente:
¡Colombia y el mundo entero necesitan de un partido político revolucionario, de la clase obrera, a la
altura que nos impone siglo XXI! ¡Un verdadero partido comunista revolucionario, bolchevique! ¡No
es una tarea fácil pero tampoco fallida, sino el mayor y más noble reto político nacional y mundial,
que nos depara construir a los trabajadores y los “bolches”! ¡Más allá del partido revolucionario,
todo es ilusión y habladurías! ¡Celebramos el centenario de 2 importantes gestas de la humanidad
y del país: ¡La Revolución Rusa (1917) y su gran Partido Bolchevique, junto a la creación del primer
partido consolidado de clase obrera de Colombia (1926), en su proceso de independencia política
de los patrones, influenciado por los vientos lejanos de la Revolución de Octubre!
El PST y las organizaciones políticas de Colombia que se reclaman revolucionarias y de los
trabajadores, el movimiento marxista global y nacional, hacen parte y son agentes históricos de esta
contradicción nacional-mundial. De ahí que el PST y la LIT-CI se pongan al servicio de esta
resolución y de esta causa social estratégica y descomunal, donde se signa, como bien dijo Trotsky
en su Programa de Transición de 1938, la crisis de la humanidad: en una dirección política de los
trabajadores, consecuente y revolucionaria.
Es por esto que el SC no sólo es solamente la lucha denodada de los sindicatos obreros de clase en
el campo económico sino también el apoyo de sus porcione(s) sindicales clasistas a los partidos
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obrero(s) más avanzados y consecuentes a la clase, a sus políticas y luchas progresivas a favor de la
clase, en el campo político.
Hablo en plural, dada la relativa y “semiheterogeneidad” histórica de la más representativa e
importante triada de partidos obreros y en el espectro general de la izquierda que ha parido en su
historia política el capitalismo, en orden: los partidos socialdemócratas, stalinistas y trotskistas.
Partidos de los trabajadores revolucionarios vs reformistas en pugna por el aparato del estado,
probadas en la lucha social y con los intereses de ejercer hegemonía social y política de masas, para
realizar su programa político de clase con el apoyo y concurso activo de las organizaciones de masas
obreras y populares. Estas tres tendencias político-partidarias mostrarán su capacidad de lucha y
altura histórica en la lucha de clases sociales de este siglo XXI.
Pese a la diferenciación formal entre lo gremial y lo político, la autonomía que supone la actividad
sindical, no obstante, esta se desdibuja, pues parafraseando el Manifiesto Comunista (cap. I) del Marx
y Engels, Manifiesto científico-político más vigente y actual que nunca en este siglo XXI (7): la lucha
“gremial-sindical-social” de clases, de los trabajadores contra la explotación económica, ya es en sí
misma una lucha política-social sintomática no sólo contra los patrones sociales, sino también
contra los partidos políticos y gobiernos del capital. La emergencia de figuras partidaria(s)
históricas o direcciones políticas obreras, en tanto movimiento político independiente, en unión y
disputa, son sólo el desarrollo político de esta lucha real, su continuación viva (Marx & Engels, 2007,
págs. 163-165).
Para que entendamos mejor la necesidad del partido político de los trabajadores y la lucha por el
poder político para la clase y, en consecuencia, una nueva sociedad, al igual que las relaciones entre
sindicatos y partido, gremios y partido, baste citar un pasaje de la fuente enemiga, del Sindicalismo
no clasista.
En un pasaje de la obra El Sindicalismo en Colombia, una historia por resurgir (2005), escrito por la
periodista liberal e historiadora empírica, María Alicia Cabrera Mejía, ex esposa de uno de los más
famosos burócratas sindicales criollos ya fallecidos, Tulio Cuevas, dirigente de la Unión de
Trabajadores de Colombia y político del Partido Conservador. Tulio estuvo contagiado, él y su
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esposa, un poco por el acervo del marxismo (el patrimonio científico y legado a las Ciencias Sociales
modernas, al movimiento obrero actual y a la humanidad en general), de las añoranzas fallidas pero
correctas de la burocracia sindical en los 80 por crear un Partido obrero Laboralista en Colombia,
claro que usándolo de manera oportunista-revisionista y populista-electorera, escribe en sus
reflexiones finales la amada de Tulio:
“Tulio consideraba –escribe María Mejía– que “En el Estado y en el gobierno existe el Poder
Ejecutivo, personificado en el Presidente de la República y sus Ministros: el Poder Legislativo, que
lo ejerce el Parlamento y el Poder Jurisdiccional a cargo de los jueces de la República. Todo parecería
indicar que hay tres poderes en la sociedad, pero las cosas solo son así, en el plano formal.
Esencialmente [es decir, material u objetivamente] en la sociedad no hay sino un sólo poder: el
poder político que ejercen los patronos y los capitalistas a través de la Presidencia de la República,
la mayoría del Parlamento y la Justicia. ¿Qué quiere decir que tengan el poder político? Quiere decir
que ellos elaboran la política económica, la legislación laboral, las leyes sociales, hacen convenios
con otros países, se ponen de acuerdo para nombrar gobernantes, diplomáticos, gerentes y demás
funcionarios al servicio del Estado [burgués]”.
Prosigue razonando el conservador sindical laboralista colombiano y la pluma de la periodista,
queriendo imitar a sus pares ingleses:
“Una lucha que comenzó solicitando un aumento de salarios se convirtió rápidamente en un reto a
todos los patronos y a todos los gobiernos, una lucha económica se transformó en política (…) Los
trabajadores necesitan mejores salarios, los campesinos necesitan tierra, unos y otros requieren las
libertades democráticas. Para lograr estos objetivos se organizan en sindicatos [y organizaciones
de masas], se movilizan y luchan y en muchas oportunidades logran importantes conquistas, pero
todas estas conquistas serán parciales, episódicas y corren el riesgo de perderse, si la clase obrera
no se organiza en su propio partido político. Esta es la más grande enseñanza que se desprende de
la historia del movimiento obrero nacional e internacional. Esta es la experiencia de la Comuna de
París, de las grandes huelgas de los petroleros, ferrocarrileros y de las bananeras en nuestro país y
es la experiencia de las grandes luchas libradas por el campesinado durante las décadas del treinta,
cuarenta y cincuenta. Y más recientemente es la experiencia del Primer Paro Cívico Nacional del 14
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de septiembre de 1977 [9 días después se daría el acto de Fundación del Partido Socialista de los
Trabajadores de Colombia, con un evento de 3 mil personas en el Teatro Lux de Bogotá, donde
participaron habitantes de a pie, organizaciones obreras y sindicales, estudiantiles y populares, de
vanguardia, nacional e internacional], cuando los trabajadores y amplios sectores populares se
movilizaron y le arrancaron fundamentales reivindicaciones al gobierno. Todas estas conquistas y
avances se pueden perder si la clase trabajadora colombiana no se organiza en su partido para lucha
por el poder político”.
“La aspiración máxima es alcanzar el poder político para que con su gobierno, los trabajadores, al
lado de los intelectuales, científicos, educadores, y comunidad explotada, puedan realizar las
transformaciones que la sociedad requiere” [lo dijo el político oportunista burgués y caballito
demagógico del Sindicalismo Patronalista, Tulio Cuevas, pensando en formar un Partido
Laboralista, en la etapa en el marxismo era el sentido común del sindicalismo]”.
“El movimiento sindical no puede mantenerse dentro del apoliticismo malentendido y dentro del
concepto economicista y reivindicativo. Puesto que su finalidad es la defensa de los trabajadores y
la lucha por mejorar su bienestar económico, social y cultural, no puede esperar que otras fuerzas
políticas luchen en su nombre. El verdadero problema del sindicalismo se encuentra en la falta de
una alternativa de carácter político en el escenario del centro o de la izquierda [reformista y
revolucionaria], pero progresista [es decir, burguesa] (…) Podemos sintetizar todo esto en unas
pocas frases, los siglos XIX y XX, fueron los siglos en que la clase obrera luchó por las grandes
reivindicaciones [¡!] y reformas [¡!] (sindicatos, salarios, prestaciones sociales, legislación laboral) y
el siglo XXI es el siglo por el poder político”. (Mejía, 2005, págs. 370, 372, 367) (Corchetes míos).
¡Magnífico! María Mejía y Tulio tienen profunda razón, o más bien, les dan la razón a los maestros
Marx y a Engels, parafraseándolos a su modo cuando señalan que los trabajadores necesitan un
partido independiente para luchar por el poder del Estado y realizar las debidas transformaciones
sociales, de lo contrario las conquistas, derechos y reformas se pierden paulatinamente.
Igualmente aciertan cuando dicen que el Estado moderno actual, por muy democrático que sea, es
controlado por los capitalistas, que la llamada “soberanía popular” es en realidad el poder político
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en manos de la burguesía y que los pocos reformistas que llegan al gobierno, solo administran sus
negocios, con dádivas a los pobres, no tienen el poder económico ni político como tal.
También tiene honda razón la señora Mejía cuando dice que el siglo XXI debe ser la lucha de los
trabajadores por el poder y nueva sociedad, por la victoria estratégica, no por estrechas migajas
salariales.
Pero en lo que irremediablemente se equivocan estos oportunistas del movimiento sindical –por
mor de fidelidad a la ciencia y la memoria histórica de los trabajadores– es en dos asuntos puntuales.
Empecemos por la primera, señalando a viva voz y a los cuatro vientos lo siguiente: ¡El proletariado
y las masas populares sí lucharon por el poder en el siglo XX, lucharon como nunca, a brazo partido!
¡Incluso antes, con el episodio de la Comuna de París del siglo XIX, la primera democracia-estado de
los trabajadores, que prefiguró las futuras batallas políticas!
Por ejemplo, los trabajadores inicialmente conquistaron el poder en la Rusia del 17, en plena 1ra
Guerra Mundial, a través de los Soviets, organismos de masas y de doble poder, frente al parlamento
burgués, creando una República socialista de trabajadores y campesinos. Estos órganos eran
integrados por obreros, campesinos sin tierra y soldados, mediante el apoyo al instrumento del
partido obrero bolchevique, se abalanzaron contra la Santa Alianza de los kadetes burgueses,
terratenientes y el Zar, construyendo un estado político obrero y una economía planificada. Más la
lucha de la URSS se degeneró y fue derrotada, por la emergencia del estalinismo en 1925, quién aun
conservando una economía obrera, implantó un régimen falto de libertades democráticas al
proletariado y el pueblo, además de ello no luchó por la revolución mundial dado a su sofisma del
socialismo en un solo país y la liquidación de la III Internacional en el 43 y negativa a expropiar a
varios estados capitalistas de Europa. Más tarde, en los 90, dicha burocracia estalinista restauraría
el poder de los capitalistas, al que hacía referencia Tulio Cuevas.
Lo mismo se podría decir de los más de 15 países que ya mencionamos, los más importantes: China,
Vietnam, Cuba, Corea del Norte, países de Europa del Este, que expropiaron el poder económico y
político de la burguesía, en la mitad del siglo XX, pero al final restauraron el capitalismo. Durante la
mitad del proceso, instauraron un régimen falto de democracia obrera, todo esto sin contar también
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con las innumerables derrotas tempranas, donde no se pudo concretar dicho objetivo (España,
Chile, Bolivia, etc) por la contrarrevolución burguesa y por el rol de las direcciones burocráticas y
reformistas.
El segundo error está en el significado contradictorio de “conquista del poder”, el cual no quiere
decir que los trabajadores formen su propio partido, compitan con los de la burguesía e ingresen al
parlamento o Congreso de la República, para cambiar la “vida social” mediante leyes a favor de los
trabajadores y los demás sectores populares. Antes bien significa que los trabajadores y las masas
populares realicen una revolución social violenta, a través de sus organizaciones de masas y
sindicatos, usando como instrumento un partido obrero que modifique la estructura económica y
propiamente estatal y así se conviertan ambos en un poder social obrero totalizador, sin grandes
partidos burgueses ni injerencia dominante de estos en la vida política y económica.
El uso del parlamento es apenas una táctica de denuncia y tribuna de movilización, una lucha de
posiciones, preparatoria de la revolución social, de masas, contra el capital, contra el poder político
en manos de la burguesía. La estrategia es, de sumo, conquistar el poder político para los
trabajadores y sus aliados populares, mediante una revolución y con un partido histórico dirigente,
implantando un régimen de máxima libertad para los obreros y las masas, pero de dictadura contra
los capitalistas y sus aliados.
Los partidos socialdemócratas de los trabajadores ingresaron o fueron “alternativa” parlamentaria
de poder en el siglo XX y rápidamente se integraron y fueron corrompidos por el Estado capitalista
siendo agentes y administradores de la burguesía. Algo similar y continuidad histórica ocurre a
principios siglo XXI, el PSUV chavista en Venezuela, el PT lulista, en Brasil, Syriza en Grecia. Mientras
que en el siglo XX el partido bolchevique de Lenin y Trotsky conquistó el poder para la clase obrera
y quiso extenderlo a Europa y el mundo, mediante la III Internacional y la Internacional Sindical
Roja, pero desgraciadamente, tal es la tragedia política de los trabajadores, más tarde, los partidos
stalinistas, al liquidar la III Internacional y volverse nacionalistas-totalitarios, hicieron varias cosas:
Uno, se convirtieron en socialdemócratas, como tiempo después se les llamó, “eurocomunistas”
contrarrevolucionarios, con políticas de Frente Popular junto a la burguesía co-gobernando y la
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política de Coexistencia Pacífica-Transito Pacífico al socialismo, los estados socialistas de la cortina
de hierro haciendo diplomacia con gobiernos burgueses, sin tratar de extender la revolución a todos
los países capitalistas sino pretendiendo derrotarlos vía emulación económica. Los casos históricos
son la España en la transición del 78 y en 36, Francia en la posguerra, Chile con Salvador Allende,
entre ellos incluiría de algún modo, al PC de Colombia con los gobiernos liberales “progresistas”,
pese a su relación con las FARC-EP, y ahora más que nunca son socialdemocratizantes con el
santismo.
Dos, tomaron poder con el concurso de las masas, para el caso del chino Mao, el cubano Fidel, el
vietnamita Ho Chi Min, los partisanos y partidos comunistas de Europa del Este, con la ayuda del
Ejército Rojo, expropiando a la burguesía, sí, pero conservando las desviaciones nacionalistas
(“socialismo en un solo país”) y totalitarias (“dictadura burocrática del proletariado”), que los
llevaron al barranco de la restauración capitalista.
Tres, por su parte los partidos obreros trotskistas y la IV Internacional, también tuvieron varias
actuaciones: lucharon por una revolución política en contra de las burocracias
contrarrevolucionarias y restauracionistas de los estados obreros, a favor de la revolución mundial,
sin éxito y con una masacre por parte del estalinismo, aunque se dieron muchos de estos procesos
sociales revolucionarios contra el stalinismo como en Hungría, Checoslovaquia, Alemania, Polonia,
etc. También, luchas fallidas por el poder en Bolivia en el 52 y Argentina pos dictatorial. Por último,
también se volvieron socialdemócratas y capitularon a otras direcciones, al integrar gobiernos de
Frente Popular y “progresistas” como el de Mitterrand en Francia y el Frente de Liberación Argelino,
apoyar a estados burocráticos de la burocracia moscovita, cubana y china, pese a alcanzar alguna
influencia de masas se degeneraron por el peso del electoralismo en el movimiento obrero.
Sindicalismo clasista vs anarcosindicalismo – ultraizquierdismo
Aclaración 2. Formas de lucha: sindical-económica, electoral y política. Sindicalismo clasista
y pre-clasismo
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De las características 2 & 1 con las aclaraciones anteriormente dadas nos curamos ahora en
diferenciar y oponer aguas al SC, su historia, con las respectivas características 3 & 4.
Una cosa es la construcción de los primeros partidos obreros de la historia de Colombia, como el
extinto Partido Socialista Revolucionario y el vivo aún Partido Comunista, ambos a finales de los
20´s, más tarde el MOIR y el PST en los 70´s, hoy todavía existentes, en los inicios del siglo XXI, el
socialdemócrata PDA, por citar algunos ejemplos. Mientras que otra cosa distinta es el
anarcosindicalismo (“los luchadores clasistas anti-partido”) que existió marginalmente en
Colombia en los años 20 según el estudio académico de 2011 hecho por el CILEP (Centro de
Investigación Libertaria y de Educación Popular) titulado Pasado y presente del anarquismo y
anarcosindicalismo en Colombia (2011) y trabajos precedentes (el francés Alfredo Gómez Müller,
Osvaldo Bayer, Luis Vitale, Ángel Cappelletti, etc), con seguridad son valiosos materiales para
indagar y re-construir el origen y desarrollo del SC en Colombia y en América Latina.
El anarcosindicalismo, es una práctica sindical basada en la doctrina del antiestatismo, el
antipartidismo obrero y el democratismo directo organizacional de los obreros, se entremezcla con
lo que, en palabras de Lenin, sería un “revisionismo de izquierda” en tanto tergiversación de la lucha
de clases y la economía obrera de la teoría marxista. El carácter luchador “anticapitalista” y
“antiburocratizante” de ellos honra las mejores tradiciones sindicales del movimiento obrero y la
democracia obrera, del SC como tal, supremamente útiles frente al oportunismo en el seno del SC y
el reaccionarismo del SR/SP, tal opinión compartida era por los bolcheviques de la III Internacional
y la recién creada Internacional Sindical Roja, en 1920-25. Esto debido a que los oportunistas
sindicales colombianos tachan toda acción revolucionaria de las bases sindicales y las corrientes
combativas como “anarcosindicales”. El anarcosindicalismo constituyó un desarrollo inferior,
inmaduro, involutivo, en el ámbito organizativo y de perspectivas estratégicas políticas dentro del
propio SC, aunque ciertamente fue un paso importante, frente al sindicalismo liberal-conservador,
de los patronos, hegemonizante en Colombia en la década de los 20.
En general, el anarcosindicalismo, desarrollo inferior del Sindicalismo Clasista (SC), diríamos, “pre-
SC” o “SC inmaduro”, hizo parte de la conciencia obrera atrasada, en dos aspectos.
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El primero, la actitud reacia al uso instrumento partidario y la maquinaria estatal debido al uso
opresor que ejercía el elitismo de los patrones dedicados a la política, análogo al uso de las maquinas
industriales de los capitalistas, que en el caso de los obreros ingleses y luditas, las destruían y las
rechazaban como instrumentos de opresión. Pero más tarde, en su propia evolución, el proletariado
mundial emplearía dichos instrumentos y maquinaria de forma revolucionaria, los martillos
metálicos para la huelga económica, los partidos y la lucha por el poder estatal, en la política, contra
sus enemigos patronales.
El segundo aspecto, la actitud y costumbre de la ultra democracia directa y federalismo horizontal,
hostil a la representatividad, mientras se libraban conflictos laborales locales y atomizados,
autónomos. Pero rápidamente se pasaron a conformar organizaciones sindicales más grandes con
un tipo de organización diferente, pues paralelo al crecimiento sindical y centralización nacional y
supranacional de los mismos, compaginado con el desarrollo industrial e internalización del
capitalismo monopolista, exigió e impuso que los trabajadores, mediante la elección de delegados
obreros, congresos nacionales, cargos de dirección y asambleas de base, se entremezclaran modos
especializados de democracia participativa y representativa (a pesar de que el SR/SP, la
degeneraran), modernizando la democracia sindical.
El CILEP, integrante del Congreso de los Pueblos, con el visto bueno del investigador popular Luis
Alfredo Burbano del CEDINS (Corporación para la Educación y el Desarrollo de la Investigación
Popular – Instituto Nacional Sindical), así como los rezagos sindicales eurocéntricos de la AIT y la
CGT-E (Confederación General del Trabajo de España) que les colaboraron en su investigación
histórica, le apostaron –aplicando el principio de buena fe y caridad– a “reactualizar”, “revitalizar”
y “empalmar” aspectos parciales o totales de la doctrina pequeñoburguesa anarcosindical en
Colombia. Proyectaron una tradición libertaria “enraizada” o un anarquismo revitalizado, para que
este saliese de la marginalidad, ¡que salga del ataúd! ¡Que los muertos revivan! ¡Qué reinen las ideas
pequeñoburguesas en el movimiento obrero!
Esto para que en el futuro se entronque en las masas con las luchas contemporáneas sindicales
mediante el “poder popular” (Pinzón, Paredes, & Burbano, 2011, págs. 188, 196) a la par del
“recuperar”, mediante un proceso de memoria histórica del movimiento obrero colombiano de los
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20 el rol anarcosindical de dichas luchas (2011, pág. 28), aportando alternativas para la solución de
la grave crisis sindical de Colombia en el ámbito de la democracia sindical y lo organizativo (2011,
págs. 172-185), en las que ingenuamente cualquier activista honesto puede caer fácilmente en estos
cantos de sirena del pasado.
Aunque, como veíamos el “anarcosindicalismo” (Rudolf Rocker, Diego Abad Santillán, etc) sus
parientes cercanos y parecidos de familia tales como el “sindicalismo revolucionario” (Georges
Sorel, etc), “consejismo” (Anton Pannekoek), las elaboraciones sobre los sindicatos hechas por el
Comunismo de Izquierda, contra las que la obra clásica y obligada del SC, Izquierdismo, enfermedad
infantil del comunismo de Lenin.
El Sindicalismo Clasista debe batallar en contra del novísimo “autonomismo obrero y popular”
(Antoni Negri, John Holloway, etc) y el “nuevo movimientismo”, la teoría new social movements,
muy famosa en Colombia y el mundo, baluartes del revisionismo de izquierda contemporáneo,
todos estos imbuidos con el laxante antimarxista, es decir, el veneno antipartidista y antiestatista
libertario, lesivos a la liberación mundial de los trabajadores, en tanto negación doble del marxismo:
Por un lado, de la necesidad de construir un partido político revolucionario de la clase oprimida, el
proletariado contemporáneo, por el otro, la lucha por el poder político y el periodo transitorio de la
dictadura revolucionaria del proletariado. Del mismo modo, las lecciones de táctica en el
movimiento sindical, irremediablemente muestran sus contradicciones regresivas en contravía con
el propio progreso histórico del movimiento sindical y político de la clase, de ahí su craso error.
Por lo tanto, ante la crisis sindical colombiana y mundial, es deber que el paradigma político y de
investigación social materialista interprete científicamente dicha evolución histórica y saltos, a la
vez que plantee las mejores tareas prácticas y estrategia de lucha de la clase sin caer en “laberintos
teórico-prácticos” que actualmente muchos proponen, con el fin de solventar sus problemas en la
lucha de clases viva: dicha labor corre por cuenta del materialismo histórico del Marx, Engels, Lenin
y Trotsky, mediante la ley de la negación, con los avances de las ciencias sociales materialistas y
nuevos precursores y exponentes.
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Las tendencias anarcosindicalistas atrasadas en las características 3 y 4 hoy continúan
supervivientes y marginales en algunos países y sindicatos de Europa, como la tradición ibérica y
anglosajona. En parte debido al des-auge bolchevique y marxista, por la caída del aparato mundial
estalinista y la institucionalización/burocratización de los partidos obreros de tradición
socialdemócrata.
Pero lo verdaderamente grave no es eso, que poca importancia y atención debe tener para un
proyecto sindical serio y revolucionario del SC y el movimiento obrero, sino más bien, en relación a
las características 2 & 1, la retórica sindical anti-partidista y anti-estatista atrasada, abiertamente
tradeunionista, antes exclusivamente gremialista, hoy basada en el movimientismo populista de la
Teoría de los Movimientos Sociales (NMS). Antes era ultraizquierdista y anti-electoral
abstencionista, hoy oportunista electoral pequeñoburguesa obsesionada con la consecución de
votos, todas estas siamesas deformadas, ensambladas e hijas, de uno u otro modo, de la doctrina
errada del anarquismo decimonónico y su bancarrota integral de dicha tendencia política (véase
nota crítica n. 8), resucitada en este siglo.
Por ello no son una alternativa a la crisis, aunque sea comprensible puesto que en la época de
reacción se repiten viejos errores, superados y ya rebasados por la historia, a los que hay que volver
con el aguijón de la crítica, como ya lo hicieron hace mucho tiempo la labor crítica, fruto de la propia
experiencia obrera histórica y la teorización proletaria del Marx y Engels, el “coco” de Lenin y
Trotsky, maestros del movimiento obrero mundial y el SC mundial, que hoy debemos estudiar y
emular.
El mejor homenaje que les podemos hacer en el siglo XXI es organizarnos, luchar…luchar hasta
vencer, ir a las fábricas y a los sindicatos, a los frentes de lucha de las masas, construir un partido
revolucionario nacional e internacional al calor de los conflictos, que se gane la confianza de las
masas laboriosas y populares y esté preparada para el próximo periodo de revolución permanente
mundial o Nuevo Octubre. Anticipando desde ya la actual y poderosa reacción imperialista mundial
en contra de los procesos revolucionarios pre-Octubre del Norte de África y el Medio Oriente, en
otras latitudes, principalmente.
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Como veníamos diciendo, este antipartidismo (contra toda forma de partido de derecha e izquierda)
y abstencionismo (no participar en elecciones, negar la lucha electoral y abstenerse de participar
en hechos políticos nacionales no económicos) sigue causando estragos sociales en el SC e influjo
negativo en el movimiento sindical mundial. Esto debido a que lo emplean demagógicamente el SP
y SR, mediante su corpus de burócratas sindicales, para despolitizar el movimiento sindical obrero
y alejarlos de la participación independiente en los temas de la vida pública, “arrojándolos –dice
Engels en Sobre la acción política de la clase obrera, 1971– a los brazos de la política burguesa”.
Estas prácticas despolitizadoras operan mediante la persuasión y propaganda de sentido común
para que sólo se ocupen de las demandas economicistas de su propio puesto de trabajo, sector
obrero gremial y sindicato, sin atender a la política internacional y nacional, cosas no inmediatas a
sus necesidades materiales, dicen ellos. También aplicando el recurso de llamar a votar por las listas
electorales de los grandes empresarios, con el fin de obtener réditos y mejoramiento económico de
algún sector laboral, de este modo, sufragando a favor de los partidos políticos del establecimiento
burgués (aquí: los juanmanueles y los uribes, en Europa el PP-PSOE, en el norte demócratas y
republicanos) o simplemente inducirlos a no votar por sus propios candidatos obreros o tener
tácticas electorales y propuestas políticas de clase, quitándoles el apoyo y recurriendo a la archi
radical “abstención electoral”, sin ninguna ilustración y perspectiva estratégica.
De este modo, se priva a los trabajadores de conformar una alternativa política, de respaldo a los
partidos obreros. También, reduciendo el margen de actividad obrera a la exclusiva y reductiva
lucha gremial sindical en las fábricas y de los movimientos sociales.
Esta es una postura que a todas luces es funcional al Estado capitalista en manos de los cuadros
administradores de los intereses de los grandes empresarios, es decir, a la reacción. Dicho en
términos opuestos, coadyuva necesariamente al alejamiento de la lucha de la clase trabajadora por
la conquista del poder estatal-social nacional-mundial, económico-político, para salvar a la
humanidad antes de la destrucción del planeta y sus habitantes, para abolir las clases sociales y
liberarse a sí misma y a la humanidad. Es decir, para cumplir el deber supremo de la clase
trabajadora mundial que es la conquista del poder global y forjar una nueva sociedad, como ya lo
diría sabiamente Carlos Marx.
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El SC, a través de su vanguardia política inserta en el movimiento obrero y de masas, promueve la
absoluta politización de las bases y las luchas (anti apoliticismo burgués y pequeñoburgués, neutral,
hipócrita y atrasado). Promueve la construcción del partido revolucionario (partidismo obrero) en
contra de los partidos burgueses, pequeñoburgueses y obreros reformistas, sin soslayar la política
no sectaria de Frente Único obrero en la movilización social y la unidad de acción.
Sindicalismo procapitalista y sindicalismo proletario
Aclaración 3 y 4. Sindicalismo reformista, sindicalismo empresarial y patronalista,
sindicalismo clasista
Ahora bien, por mor de la característica 3 y también la 1 y 2, el SC se permite diferenciarse del
Sindicalismo Reformista (SR), de la izquierda, y el Sindicalismo Patronalista (SP), de la derecha (SC
≠ SP & SR). ¿Por qué estas distinciones teóricas, reales, en el movimiento social de los trabajadores?
Como ya vimos, el SR se basa en la visión burguesa-oportunista de lucha de clases desde el principio
de conciliación social de clases y eternidad progresiva del capitalismo, similar a una colaboración
en el marco de la moral empresarial, tipo estadounidense u otra, de los presupuestos de la
Administración de Empresas y la economía burguesa, paradigmas como la Responsabilidad Social
Corporativa (RSC) y la filosofía liberal del trabajo, en que el bienestar de las utilidades del
empresario es condición de bienestar en los medios de vida de la masa de obreros y viceversa, la
complementariedad es de suyo mecánica.
El SR trata así de armonizar los intereses empresariales con los de los trabajadores con criterios de
concertación, entre otras figuras de negociación, de tal modo que a las dos partes les vaya bien, al
menos en teoría, cuando hay boom económico o ciclo ascendente y favorable del capital.
El SR es además una vertiente partidaria de reformas burguesas a la sociedad capitalista
contemporánea como acompañamiento a su Estado de clase y sus gobiernos del capital. Su objetivo
es paliar o subsumir sus fenómenos negativos para el mejoramiento paulatino y evolutivo en la vida
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de los obreros, análogo al bienestar acumulativo de los patrones sobe las bases de la sociedad actual,
exonerando un cambio revolucionario de la misma.
En pocas palabras, más allá del capitalismo, el SR (también el SP) no ven nada posible, la historia se
agota y eternaliza en el espíritu inmortal del Capital sobre el Trabajo, con la dictadura omnipotente
de los empresarios.
El cielo y techo límite del SR es el Estado social de Bienestar de la mitad del siglo XX y principios del
XXI (la panacea máxima del SR). Inclusive este sindicalismo “reformista” se ha adaptado al Estado
neoliberal mínimo de finales del siglo XX e inicios del XXI más atractivo al Sindicalismo Patronalista
(SP). Ha habido otras amalgamas precedentes y combinaciones posibles como el Estado liberal
clásico o Estado de derecho del siglo XIX y XX, inclusive el Estado fascista u autoritario, ambas
formas del Estado burgués contemporáneo u otros modelos económicos-políticos de bienestar o
austeridad capitalista, en las que se amolda el SR/SP.
El SR históricamente ha sido conocido bajo los siguientes motes o términos, adjetivos, nombres
elogiosos y peyorativos, usados por trabajadores y empresarios:
Sindicalismo de ‘reformas’, ‘socialdemócrata’, de ‘centro izquierda’, ´moderado´ y ‘progre’, ‘de
avanzada’ y ‘rostro humano’; sindicalismo ‘oficial’, ‘libre’ (en referencia a la extinta Confederación
Sindical de Organizaciones Sindicales Libres, hoy CSI/ITUC, Confederación Sindical Internacional,
que agrupa a la mayoría de centrales sindicales del mundo, más de 166 millones en 156 países),
‘imperialista democrático’ o ‘social imperialista’, ‘social chovinista’, ‘otista’ y del engañoso ‘trabajo
decente’, en relación a los convenios y el espíritu ideológico de la Organización Internacional del
Trabajo, OIT.
Sindicalismo ‘pro capitalista’, ‘pequeñoburgués’, de la ‘aristocracia obrera’ y ‘tradeunista’ (en
relación al laboralismo inglés y la socialdemocracia), ‘humanitarista’ u ‘sociopolítico’, de
‘concentración’ (de clases), ‘colaboracionista’, ‘conciliador’, de ‘diálogo social’, ‘antirrevolucionario’,
‘posibilista’, ‘realista’.
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Sindicalismo ‘economicista’, ‘revisionista’, ‘oportunista’, ‘bernsteniano’ (en alusión a las teorías del
alemán Eduard Bernstein), ‘menchevique’, ‘segundista’ (referido a la Segunda Internacional y la
Federación Sindical Internacional 1901 - 1945, la ‘internacional amarilla’, en su época revisionista
y la hoy existente Internacional Socialista de partidos socialdemócratas, socioliberales y
neoliberales de centro - izquierda, adheridos a la Confederación Sindical Internacional, con los
patronalistas), ‘liberal de izquierda’, ‘neoizquierdista’, ‘neoreformista’ (en relación a organizaciones
como Podemos en España, Syriza en Grecia, etc), ‘social burocrático’, de la ‘burocracia sindical’, con
‘retórica de izquierda’, ‘conservador’, ‘desclasado’, ‘reformista sin reformas’ o ‘inconsecuente’, etc.
¿Y qué hay del Sindicalismo Patronalista (SP)? ¿No es acaso una contradicción en los términos
hablar de un “sindicalismo” “patronal”? En parte sí, en parte no. ¿En qué se diferenciaría del SC y en
qué consiste en sí? ¿En qué aspecto guardan relaciones de identidad y diferencia con el SR?
Tratemos responder estos interrogantes.
En el capitalismo del siglo XXI existen organizaciones gremiales, asociaciones y alianzas
comerciales-económicas y diplomáticas gubernamentales que defienden nacional e
internacionalmente los intereses materiales de los grandes capitales, es decir, sindicatos de
empresarios.
En Colombia existe la Asociación Nacional de Instituciones Financieras (ANIF), Asociación Nacional
de Empresarios de Colombia (ANDI), la Sociedad de Agricultores de Colombia (SAC), Federación
Colombiana de Cafeteros (FEDEGAN), Federación Nacional de Cafeteros de
Colombia (FNCC), Federación Nacional de Comerciantes (FENALCO), Grupo Empresarial
Antioqueño (o Sindicato Antioqueño) y grandes conglomerados económicos (Grupo AVAL, Grupo
Santo Domingo), Asociación Bancaria de Colombia (ASOBANCARIA), entre muchas otras de menor
rango.
En el plano internacional, con las burguesías extranjeras unidas y sus Estados-nación, la burguesía
imperialista cuenta con el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial (BM), el Banco
Interamericano de Desarrollo (BID), la Organización Mundial del Comercio (OMC), sindicatos
patronales supranacionales y altamente sofisticados.
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En el plano regional la burguesía no imperialista está en la Alianza del Pacífico, donde actualmente
ingresó Colombia, bajo el gobierno de Santos II, el Mercado Común del Sur (MERCOSUR) y el
Mercado Común Europeo, la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América - Tratado de
Comercio de los Pueblos (ALBA), el BRIC, en el que hay negocios entre países menores emergentes
pero muy poderosos en lo económico como Rusia y China, con roces con el imperialismo europeo y
norteamericano.
Pero no es a esto a lo que nos referimos propiamente cuando hablamos de Sindicalismo Patronalista
(SP1), aunque si podemos referirnos con base en los ejemplos anteriores a una suerte de
Sindicalismo de los Patrones (SP2), en tanto organizaciones económicas de la burguesía, pues el
artículo 39 de la Constitución Política de Colombia de 1991 establece que: “Los trabajadores y
empleadores tienen derecho a constituir sindicatos o asociaciones, sin intervención del Estado”.
Hay que señalar también que existen agremiaciones u organismos políticos de la burguesía en
general, Organismos Políticos Patronales (OP3) de la burguesía imperialista, o controlados por ella.
Algunos de ellos son la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y la Organización de Estados
Americanos (OEA), aunque tengan miembros de naciones no imperialistas, la Unión Europea (UE).
Por el lado de la burguesía no imperialista están la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) y
la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), la Liga Árabe y la Unión Africana,
etcétera.
El Sindicalismo Patronalista remite entonces específicamente a sindicatos de trabajadores no de
patrones/empresarios, pero siendo altamente controlados e influenciados por ellos y agentes que
orbitan bajos los intereses del capital.
Los industriales o las empresas, la Iglesia Católica (‘Doctrina Social de la Iglesia’, en el campo
sindical) y sectas confesionales conservadoras, los gobiernos capitalistas nacionales e imperialistas,
tienen sus agentes directos patronales conocidos como ‘burócratas sindicales’ derechistas y
ultraderechistas, al interior del movimiento sindical colombiano (MSC) y mundial (MSM), es decir,
el movimiento obrero organizado.
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Aunque el SR también tiene cuerpo colectivo de burócratas sindicales, los del SP son los de peor
calaña y mayor peligrosidad. Es decir, son una vertiente social de derechas, están del lado del
establecimiento burgués, son auténticamente conspirativos y contrarrevolucionarios, en contra de
los intereses económicos y políticos de la clase obrera organizada en sindicatos y el movimiento
obrero en general.
El SP es la pata derecha del Estado capitalista, del imperialismo y las empresas, mientras el SR es su
pata izquierda, velada y más camuflada. El SP es el sindicalismo al servicio del establecimiento
burgués, es agente contrarrevolucionario patronal de estos en el MSC, conscientemente anti
reformista y antisindical, pese a las concesiones sociales y reformas que pueda hacer. El interés del
Sindicalismo Patronalista es defender la tasa de ganancia de los empresarios, sus utilidades y
posesiones, el statu quo del estado político burgués y la administración de la empresa, no los
derechos de los trabajadores, su nivel de vida.
Los adjetivos críticos que muestran la fisionomía, idiosincrasia y naturaleza desnuda del
Sindicalismo Patronalista en Colombia y todos los lugares del mundo, se conocen y han sido
bautizados por los trabajadores y empleadores bajo los siguientes nombres incompletos, que bien
podrían formar un diccionario antisindical:
Sindicalismo ‘amarillo’, común en México, prohibida formalmente esta práctica por la OIT y diversas
legislaciones laborales, Comisiones de Ética y Estatutos de los sindicatos; ‘godo-confesional’,
‘conservador’ e incluso ‘paramilitar’, ‘negro’ (alusivo no a algo racista sino a fuerzas obscuras de la
Nación como las Fuerzas Militares, el extinto DAS y F2, la DEA y la CIA yanqui) o ‘paraco’, ‘para-
estatal’ y de ‘fachada’, si usamos términos del conflicto armado colombiano y el régimen político
autoritario criollo.
Sindicalismo ‘patronal’, ‘procapitalista’, ‘esquirol’ o ‘desclasado’, ‘vende obreros’, ‘amarillo o blanco’
en el que no pocas veces se juntan uña y mugre y se intercambias adjetivos y prácticas inmorales:
SP/SR, sindicalismo ‘fantasma’ o ‘fantasmal’, está ausente, no se le ve iniciativa en los conflictos
laborales y huelgas.
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Sindicalismo abiertamente y potencialmente ‘fascista’ o ‘facho’, ‘fascistoide’, ‘autoritario’ o
‘bonapartista’, véanse las teorizaciones sindicales de Adolf Hitler en el cap. XII de su libro Main Kamp
(1925) y la propaganda de política sindical de nazis y neofascistas del siglo XXI, franquistas y
musilinistas, etc; ‘corporativista’, ‘totalitario’, ‘liberal de derecha’ y ‘ultraderechista’, ‘nacionalista’,
‘falanguista’, en relación al nacionalsindicalismo español de Guillermo Primo de Rivera y acá el
conservador Laureano Gómez, ‘imperialista’ salvaje y ‘negrero’ o esclavista en China, Bangladesh,
etc; ‘antimarxista’, ‘anticomunista’ y ‘antiizquierdista’, ‘anticlasista’, que no está de acuerdo con la
concepción obrera de la lucha de clases que vimos más arriba, ‘contrarevolucionario’.
Sindicalismo de ‘patotas’ y ‘gatillo fácil’, ‘pistoleros’ alusivo a matones de la burocracia sindical,
como dicen en Argentina, como los que asesinaron a Mariano Ferreyra, sicarios de los patronos, etc;
‘charro’ o charrismo sindical, como dicen los trabajadores mexicanos, ‘ultra burocrático’, ‘pro
gubernamental’ y del ‘establecimiento’, ‘entreguista’ y ‘vendido’, ‘de los capitalistas’, ‘traidor’, ‘al
servicio de las empresas’, ‘de los empresarios’, ‘buitre’, ‘zombi’, ‘burocrático’ y ‘reaccionario’.
Este ha sido el carácter del Sindicalismo Patronalista, si tenemos en cuenta que en gran medida
(muchas veces, en complicidad con el SR) que este ha sido responsable junto al conjunto de
terratenientes, imperialistas e industriales, militares, paramilitares, agentes políticos e
institucionales, del genocidio (sindicalicidio) de miles de víctimas sindicales del MSC, activistas del
SR y SC, durante los 50 años del Conflicto Armado colombiano (1964-2016) y desde mucho antes,
durante el periodo de la Violencia (1948-1958). A nivel mundial también tiene su cuota de
responsabilidad moral-sindical, política y penal en las 2 Guerras Mundiales y aventuras colonialistas
de las potencias de UE/EEUU que los patronalistas han apoyado.
En Colombia el SP ha existido históricamente diferenciado del SR, no son iguales, cuestión que la
organización política MODEP no reconoce en su documento histórico del SC, dado el simplismo del
marxismo stalinista al reducir los campos a la dicotomía corriente clasista versus refomista (Moped,
2011), replicando el “viraje ultraizquierdista” del tercer periodo de Iosif Stalin que tachó al
sindicalismo reformista de “socialfascista”.
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El SP ha estado presente mayoritariamente en las centrales sindicales CGT y CTC, minoritariamente
en la CUT y medianamente en el sindicalismo no confederado influenciado por mafias, con los
tentáculos de la influencia gubernamental y empresarial. Hace falta un estudio más exhaustivo y
empírico.
Lo importante aquí es señalar que el punto de apoyo del SP son el estado burgués, las empresas y
algunos de los partidos plutocráticos-oligárquicos burgueses criollos más retardatarios: el Centro
Democrático y Conservador, el Liberal y de la Unidad Nacional, Cambio Radical, el paramilitar
Opción Ciudadana, et.al, anteriormente mencionados.
Antes de existir propiamente las centrales obreras de la CGT y la CTC, el Sindicalismo Patronalista
estaba presente y dominante en:
La Unión de Trabajadores de Colombia (UTC: 1946-1986) de influencia conservadora y jesuita, la
Central de Trabajadores de Colombia (CTC: 1936-1986/actual) de corte liberal y reformista, de la
burguesía industrial tradicional y encamado en sus inicios en el frente populismo con el stalinista
PCC, en contravía de la independencia de clase (anti característica 1 del SC), no fue abiertamente
patronalista. No obstante, a partir de la posguerra, la CTC sería de carácter abiertamente
anticomunista y pro imperialista, con un claro signo patronal, expulsando de sus filas a los clasistas
del Partido Comunista en los 60s durante el Frente Nacional, afiliándose a la CIOSL (Confederación
Internacional de Organizaciones Sindicales Libres, después, en el 2006, la Confederación Sindical
Internacional, CSI/ITUC), controlada por el imperialismo.
La vieja Central General de Trabajadores (CGT: 1971-1986/actual), de centro derecha y orientación
democristiana, después la CGTD, que fue la unión de la ex UTC y la CGT, que finalmente terminaría
por llamarse CGT, también tendría un gran componente patronalista con el burócrata Julio Roberto
Gómez.
Estas han sido las fuerzas del sindicalismo procapitalista y patronalista –no las únicas, pero si las
principales– en santa alianza con la fuerza pública, los poderes institucionales del Estado burgués,
sus gobiernos y partidos burgueses, todos en bloque son la camisa de contención burguesa a la
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voluntad revolucionaria del MSC y el movimiento obrero colombiano, la correa de transmisión de
la ideología patronal y el antisindicalismo.
En el bando contrario del sindicalismo proletario, ha existido la Confederación Sindical de
Trabajadores de Colombia (CSTC: 1964-1986) dirigida por el partido obrero stalinista PCC de
tendencia oportunista (“proto-SC”), a su vez afiliada internacionalmente a la Federación Sindical
Mundial (FSM), controlada en ese entonces por los estados obreros burocratizados de Europa del
este (i.e. el estalinismo), en especial, la Unión Soviética.
A esta le precedió el origen del Sindicalismo Clasista con las huelgas obreras de los 20, las figuras
históricas del movimiento obrero nacional como María Cano y Torres Giraldo, Raúl Mahecha,
et.al. La Confederación Obrera Nacional (CON) de Colombia, que en su II Congreso Obrero iniciado
el 20 de julio en 1925, bajo el secretariado del dirigente obrero y marxista Ignacio Torres Giraldo,
votan mayoritariamente porque la recién creada CON se adscriba a la Internacional Sindical Roja
(ISR), del joven Estado soviético (URSS) en pugna con la socialdemocracia internacional (SR), su
organización sindical internacional y el imperialismo (Müller, 1980, págs. 51-57).
Igualmente, el sindicalismo auténticamente proletario y no procapitalista se ha expresado en el
Sindicalismo Independiente y Clasista, en los 60s-80s, impulsados por:
Trabajadores clasistas y los trotskistas (sectores del Bloque Socialista, después el Partido Socialista
de los Trabajadores de Colombia, antes y después otros independientes, etc), el entonces MOIR de
Francisco Mosquera, maoístas de izquierda y ultraizquierda (los “m-eles”) del PCC-ML y otras
sectas, socialistas populistas, luchadores sindicalistas combativos que no hacían parte de ninguna
Central, cuadros sindicales de masas de las guerrillas estalinistas (FARC-EP, EPL) y populistas (ELN,
M-19, etc), frente al oportunismo de la CSTC y las centrales patronalistas CTC/UTC. Esta diversidad
clasista no implicaba que no tuvieran políticas de frente único obrero y unidad de acción, aunque
hubiera divisionismo.
Finalmente, a este se suma un incipiente, débil, pero real sindicalismo independiente en las
primeras décadas del siglo XXI de varios sindicatos industriales y no industriales no vinculados a
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las centrales obreras oficiales y de aquellos que sí lo están, en especial la CUT, nucleados ambos por
la centro izquierda, el reformismo y la izquierda revolucionaria o clasistas independientes, que
tienen por la base una posición luchadora y más a la izquierda, desde el punto de vista de la lucha
económica antipatronal.
Como ya veremos, la temprana CTC (1936-1964) que en sus comienzos fue liberal “democrática” y
tuvo una influencia mutua del SR-“SC”, por el entrismo comunista y la política oportunista del Frente
Popular del stalinismo. Más tarde y hasta nuestros días, la Central Unitaria de Trabajadores de
Colombia (CUT, 1986-actualidad), fundada en 1986, tal vez por emulación a la Central CUT de Brasil
y otras razones regionales e internas de la lucha de clases nacional, junto a sindicatos medianos y
pequeños no confederados e independientes del SC, se han acogido fundamentalmente al
Sindicalismo Reformista.
Hoy integran el Sindicalismo Reformista (SR) el Partido Alianza Verde y la tendencia del Partido del
Trabajo de Colombia (PTC), el Polo Democrático Alternativo y la tendencia Movimiento Obrero
Independiente y Revolucionario (MOIR), el Movimiento Progresistas, agrupaciones reformistas
menores y más gremiales, etcétera.
Por su parte, hoy conforman el Sindicalismo Clasista, formalmente y genéricamente, el Partido
Comunista Colombiano – Unión Patriótica (PCC-UP) con su “Corriente Sindical Clasista” al interior
de la CUT, el Movimiento Social y Político Marcha Patriótica – Fuerza Alternativa Revolucionaria del
Común (FARC), el Movimiento Social Congreso de los Pueblos, el Movimiento por la Defensa de los
Derechos del Pueblo (MODEP) – Corriente Sindical Ignacio Torres Giraldo, el Movimiento por la
Constituyente Popular (MCP) – Colectivo Nacional Guillermo Marín, el Partido Socialista de los
Trabajadores de Colombia (PST-C), afiliado a la Liga Internacional de los Trabajadores, sindicatos
combativos espontáneos sin dirección política, agrupaciones políticas menores camilistas, maoístas
y trotskistas, la Coalición Clasista de Base de la FECODE con más de 10 tendencias sindicales y
sindicatos según los convocantes al Encuentro de la Coalición Nacional Clasista los días 17-18 marzo
de 2018, en Ibagué, Tolima:
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Colectivo Leonardo Posada PCC, Nueva Cultura, Contracorriente, Fuerza Nacional Magisterial, Red
de Maestros Clasista – La Roja FARC, Unidad Docente PST, Alo Maestros, Asociación de Institutores
y Trabajadores de la Educación del Cauca – ASOINCA, Colectivo TJER, Asociación de Educadores de
Cundinamarca – ADEC, Metal Maestro, Asociación de Educadores del Meta, etcétera.
Esta última diversidad y pluralidad democrática del Sindicalismo Clasista, categoría cobijadora, el
hecho de que internamente el concepto acoja tanto a corrientes oportunistas, esto es, centristas y
reformistas (“pro SR”, “proto-semi SC”, “anti SC”) como revolucionarias que se reclaman clasistas
(toda una dialéctica del SC: anti neoliberalismo vs anticapitalismo, burocratismo vs clasismo, véase
el próximo subtítulo), la hace, no obstante, sumamente cuestionable y problemática, tanto a nivel
teórico como a nivel práctico.
En definitiva, estas últimas centrales obreras históricas, organizaciones sindicales internacionales
y sindicatos, en pugna con el SP y SR del capitalismo, han sido los núcleos organizativos de la agencia
revolucionaria del MSC y MSM, del sindicalismo proletario, de la coherencia del movimiento obrero
y popular colombiano como tal –con menos cadenas y camisas de fuerza, aunque presentes debido
al SR y el stalinismo–.
Sindicalismo clasista y oportunismo
Ahora bien, para culminar este capítulo I, sus “cuatro bloques” en forma de “bombardeos de
preguntas” sobre el Sindicalismo Clasista y el Movimiento Sindical, quisiera señalar dos últimos
comentarios, en torno al método científico-materialista y la política revolucionaria sindical.
Comentario 1. Clasismo revolucionario vs reformismo clasista y centrismo
En vista que la realidad social y sindical de Colombia es más dinámica y real que X o Y esquema
teórico abstracto. Asimismo, reconociendo que no es la historia objetiva la que tiene que ceñirse a
X o Y marco categorial y sus conceptos, sino que es a la inversa. En nuestro caso, el esquema clasista-
principista de los conceptos (SC, SR, SP) y las 6 características generales del SC, dentro del marco
categorial marxista del MSC y MSM, en tanto que es materialista, debe responder internamente al
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carácter objetivo-material y dialéctico-inmanente de la historia social y sindical, adaptándose al
movimiento y objetividad de la historia de las clases sociales contemporáneas, teoría > historia, pero
también al revés y envés materialista, de modo recíproco historia > teoría.
Por eso vemos que, aun cuando exista en Colombia y en el mundo una vertiente general social
clasista, en letras mayúsculas, un “Sindicalismo Clasista” (SC), hay, no obstante, diferencias entre las
corrientes político-sindicales que se “reclaman” recogidas en esas banderas de lucha, a nivel
mundial y nacional. De ahí que la situación del imperialismo capitalista mundial y la realidad
sindical y política colombiana, afecten las posiciones del SC, SR, SP, las hagan pasar de unas en otras,
oscilar entre dos y en grados, combinarse unas con otras, etcétera. Así el marco categorial marxista
y sus conceptos dialécticos internos, expresan de por sí, la propia lucha dinámica de clases real, de
corrientes, tendencias y direcciones, en el MSC y MSM, según una concepción dinámica de la lucha
interna de las corrientes del sindicalismo contemporáneo.
Mirémoslo pasajeramente, trazando tendencias sociales.
En el caso de las tendencias de las corrientes sindicales, que se reclaman clasistas (“SC”) y que son
impulsadas por partidos reformistas de corte-tradición stalinista, tales como el PCC-UP y la MP-
FARC, el POLO-MOIR, el MODEP que hace parte de la Coordinación Internacional de Partidos y
Organizaciones Revolucionarias (ICOR), el AL-PTC, más allá de las diferencias, guardan cosas en
común, puesto que se adhieren al “marxismo stalinista”. Esta es una ideología tradicional en nuestra
situación contemporánea del siglo XXI, es menos ortodoxa que en el siglo XX y más
socialdemocratizantes, hija de la ideología-praxis de los estados obreros deformados del siglo XX, a
la vez que son productos históricos de la cruzada ideológica del imperialismo.
Uno. En lo que atañe al stalinismo criollo de las mencionadas organizaciones y otras menores, su
programa político etapista para el sindicalismo y la sociedad colombiana (pasar primer un estadio
1 de reformas, luego un estado 2 de revolución), se traduce en una defensa (abierta o velada) del
Estado Social de Derecho de 1991 (régimen del 91 reformado) y el modelo de estado de bienestar
del capital. Esta la lucha se concretaría en una revolución democrática anti neoliberal, junto a
direcciones burgueses progresistas (SR), en la primera etapa de un proceso revolucionario, para
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después…en las próximas décadas, si luchar por el socialismo, su segunda etapa. Todo esto en una
abierta contravía con las características 2 y 4 del SC: la revolución obrera por el poder y el
socialismo, la defensa de la tradición clasista.
Como se ve, en los hechos, tales como las coyunturas nacionales y en lo programático, estas
corrientes “del” SC concuerdan plenamente con el SR, con el PDA y la Alianza Verde, pese a los roces
y acuerdos, lo que los pone en la práctica, en el campo del reformismo capitalista, pequeñoburgués.
En lo sindical y en lo político, en la preservación del Estado capitalista nacional, lo cual desdibuja y
diluye los bandos de la CUT (“democrático” & “clasista”) en un solo bloque son tendencias opuestas:
el Sindicalismo Reformista, sus tendencias de derecha e izquierda.
El PCC y la Marcha Patriótica – FARC en su lucha por la solución política al conflicto armado, la
apertura democrática, el apoyo oportunista heterogéneo al Santismo en las elecciones
presidenciales 2014 (en el pasado, el PCC apoyó electoral y sindicalmente a los burgueses
“progresistas”, Pumarejo, Turbay, Lleras Camargo..., como parte de la política de Frente Popular, su
pacto con el Partido Liberal, en contravía con el punto 1 y 2 del SC (véase nota crítica n. 9) y el
llamado Frente Amplio por la Paz y la Democracia, lo atestiguan. El programa socialdemocratizante
de hoy y la soñada catapulta de las guerrillas desmovilizadas (FARC, ELN), junto a la lucha
democrática político-sindical contra el neoliberalismo hegemónico, no anticapitalista (contra la
estrategia revolucionaria, características 2 & 4 del SC), con grandes puntos políticos de
concordancia con los populistas del Congreso de los Pueblos y el MODEP, junto a las fuerzas
socialdemócratas del PDA y la Alianza Verde, los ubican de nuevo, en el Sindicalismo Reformista.
El MOIR, partido reformista y maoísta de derecha, al luchar por una Nueva Democracia, cuya esencia
estratégica y táctica es no subordinar, a la manera del Marx y Lenin, la lucha por la liberación
nacional de Colombia frente a EEUU/UE a la lucha obrera por el poder. Antes bien opera a la inversa,
quedando amarrada la lucha obrera y popular conscientemente en manos de la burguesía nacional,
lopista (Clara López), fajardista-peñalosista (Sergio Fajardo), u otra, nuevamente en identidad con
el SR. Incluso coincide con el SP, de los patrones, pues también llaman a la unidad de intereses de
trabajadores y empresarios nacionales, con lazos cada vez más fuertes, a defender la producción
nacional (azucarera, agropecuaria, etc) contra el capital extranjero, todo esto en contradicción con
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la característica 1, 2, 3 del SC: antagonismo de clases burguesía/proletariado e independencia de
clase, modelo de sociedad alternativa de los trabajadores.
Dos. En el plano de las grandes organizaciones sindicales, si bien estatutariamente, en cuanto
espíritu jurídico-normativo del actuar sindical, la CUT, durante su último V congreso y en 28 años,
se describe así misma como clasista y “preserva” su carácter clasista, al señalar que es una
organización sindical “UNITARIA, CLASISTA, PLURALISTA, DEMOCRÁTICA Y PROGRESISTA, que se
propone la unidad de todos los colombianos…” y que lucha por la consecución de 11 objetivos
democráticos ultra reformistas en el marco de la economía y estado de los ricos (Rodríguez &
Montes, 2006, págs. 1-3).
A su vez, el marco estatutario del XVI Congreso de la FSM (Federación Sindical Mundial), se
reconoce como una “organización sindical internacional democrática, clasista, de lucha de todos los
trabajadores…sobre la base de los principios de la lucha de clases…une a todos los trabajadores con
objetivo final la abolición de la explotación del hombre por el hombre…como objetivo primordial la
emancipación de los trabajadores a través de la lucha” (Mavrikos & Shabban, 2011, págs. 5-8) y el
logro de 13 objetivos políticos avanzados.
No obstante, tanto la Central Unitaria de trabajadores de Colombia como la FSM reclaman más las
banderas más avanzadas del Sindicalismo Reformista y en alianza oportunista con esta, que las del
SC, a pesar de toda suerte de retórica izquierdista e incluso con expresiones filosóficas y
programáticas del marxismo, la ideología proletaria por excelencia.
Ni el corpus estatutario de CUT/FSM proclama abiertamente y decididamente la lucha contra el
imperialismo-capitalismo, como sistema mundial y su expresión nacional. Tampoco la lucha
revolucionaria por el socialismo mundial y en el país, todo esto en contravención de la característica
(2 & 3) del SC.
El Sindicalismo Clasista es anticapitalismo y antiimperialismo, independencia combativa de los
obreros contra los capitalistas, sus intereses de clase o clasismo proletario, lucha por la revolución
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socialista mundial o pro-socialismo, traducidas en economía planificada y estados políticos obreros
(1, 2, 3 características del SC).
Mientras que para el oportunismo, en contubernio con el SR, el SC vendría a ser des-capitalismo,
anti neoliberalismo y anti hegemonía intervencionista de EEUU, clasismo pequeñoburgués y
burocrático, socialdemocracia laboral, etapismo parroquial-retórico “hacia” el socialismo,
obrerismo economicista, conciliación de clases (anti 1-4 SC).
Todo esto se debe a que el SR es el dominante socialmente en el movimiento obrero y la izquierda,
el oportunismo del SC le claudica ideológicamente a este, según este en aras de conservar la
necesaria e importante “unidad” a nivel político-organizativo (1 Central Unitaria/ 1 Federación
Mundial), donde doblemente claudica, manteniendo de palabra la unidad para movilización contra
los planes antiobreros del imperialismo y la burguesía, pero en los hechos constituyéndose cada vez
más en el ala de izquierda de la socialdemocracia y las altas cúpulas sindicales.
No pretendemos hacer un “fetichismo estatutario”, puesto que este no necesariamente reflejan la
realidad de las organizaciones obreras, que más bien se encuentran en su dirección y trayectoria
histórica frente a los patrones, aunque si expresa algo la ideología y discurso sindical. Si miramos
por ejemplo los Estatutos de la Central Sindical y Popular de Brasil (CSP-CONLUTAS), en
comparación con la Confederación General de Trabajadores de Perú (CGT-P), esta última es “más
clasista” en el papel y de retórica izquierdista tradicional, pero en realidad, opera a la inversa,
CONLUTAS es consecuente en su lucha contra el gobierno burgués y pro imperialista de Dilma
Rousseff y de Michel Temer, mientras que la CGT no lo hace con el Gobierno de Ollanta Humala,
antes avala la Reforma Laboral actual y llamó a votar el corrupto presidente Pedro Pablo Kuczynski,
destituido en 2018 después de su dimisión por los dineros de la constructora Odebretch.
Tres. Por el lado de la socialdemocracia colombiana, del Polo Democrático Alternativo y la Alianza
Verde, hay figuras burócratas sindicales de la talla que se han aliado a los patones. Es el caso de
Lucho Garzón, ex alcalde de Bogotá (2004 – 2008) y ex Ministro del Trabajo del santismo y la
burguesía; en sus tiempos, directivo sindical de la Unión Sindical Obrera, del PCC…¡los caminos de
la vida! También el Luís Alejandro Pedraza, el viejo esquirol patronalista de SintraBavaria, un
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enemigo de clase, en el conflicto de 2001 de los trabajadores con esa empresa, hoy presidente de la
CUT, militante del Polo y ficha del MOIR, entre otros.
Los burócratas sindicales del sindicalismo de reformas constantemente se han aliado al SP y los
grandes partidos de la burguesía, a través del Comando Sindical Unitario domesticado, en función
del Gobierno capitalista de turno y las migajas imperialistas de la Confederación Sindical
Internacional (CSI/ITUC) y el trípode (empresarios-trabajadores-gobierno) de la Organización
Internacional del Trabajo, organismo “laboral” de las Naciones Unidas, copado por el SR/SP, junto a
los representantes de las multinacionales y el imperialismo.
El Sindicalismo supuestamente reformista y de centro-izquierda han faltado al principio de
independencia de clase frente a las carteras ministeriales y del gobierno, como el santismo I y II,
igual con el uribismo. Han relucido por incurrir en casos de corrupción, clientelismo, esquirolaje,
burocratismo, politiquería burguesa, pro neoliberalismo y pro-imperialismo, lacayismo a los
gringos, conductas anticomunistas y paramilitares, etcétera, etcétera. En fin, faltas graves a la moral
proletaria o cultura sindical, lo cual los pone directamente en el bando del SP, la pata y bando de la
derecha, el campo del sindicalismo empresarial, alejándolos cada vez más de las alianzas tácticas y
unidad de acción a favor de los intereses del movimiento obrero con el Sindicalismo Clasista, de ahí
el rol contradictorio del SR, que en esencia es burgués, pese a su reformismo izquierdista y de
centro.
Así pues, existe una oscilación histórica del Sindicalismo Reformista al Sindicalismo Patronalista
(SRt1 > SPt2, de un tiempo uno a tiempo dos) en tiempos de grandes conflictos obreros y avances de
los mismos, por ende, amenazas de los intereses burgueses, lo cual es una tendencia del capital
cuando emergen gobiernos derechistas, ultraderechistas que aplican duros planes económicos. A la
inversa también opera, del SP al SR, cuando aquél se ve presionado por el ascenso de las luchas de
las masas laboriosas por sus derechos, ya que ambas tendencias sindicales son pro-burguesas, son
obligadas a hacer concesiones reformistas a sus bases obreras y a toda la clase social asalariada.
Otra oscilación histórica es del Sindicalismo Clasista al Sindicalismo Reformista (SCt1 > SRt2, de un
tiempo uno a tiempo dos) cuando este transige a los gobiernos burgueses de corte izquierdista o de
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conciliación de clases y algunas dádivas, al imperialismo y las empresas, como a las estrategias
electorales reformistas.
Otra posible oscilación es a la inversa de este último, del SR al SC, cuando sindicatos combativos,
confederados o no, medianos y pequeños, libran duras luchas contra la patronal y la propia
experiencia los educa, se radicalizan, aún sin haber leído el Manifiesto Comunista de Marx y Engels
ni el acervo teórico e histórico del SC, los vuelve los mejores soldados clasistas con respecto a la
característica básica del punto 1, el antagonismo de clases y la independencia al patrón. Este
tránsito al clasismo sindical ocurre también cuando un partido de corte revolucionario se inserta,
les educa y eleva la conciencia obrera de estos sindicatos combativos, diariamente presionados por
el economicismo estrecho y el reformismo político.
A pesar de esto, es cierto que la composición social y perfilamiento del SC, SR, SP, se mantiene
“semiestable”, debido a su política de clase, de ahí que puedan clasificarse de forma no inamovible
ciertas corrientes político-sindicales y sindicatos de Colombia.
Dicha clasificación y caracterización del Sindicalismo Clasista es esencialmente política dentro de la
llamada izquierda político y de reflejos de intereses de clase, parcializada, la realizan los partidos
políticos y organizaciones de izquierda stalinista (MOIR, PCC-UP, MP y FARC, MODEP, EPL),
socialdemócrata e izquierdista populista (Polo Democrático, Congreso de los Pueblos y Ejército de
Liberación Nacional, Alianza Verde) y trotskista o socialista revolucionaria (Partido Socialista de los
Trabajadores).
Del mismo la academia y los intelectuales de izquierda, incluso la ciudadanía y el pueblo, los medios
de comunicación, basados en criterios de ideología e historia, estrategia y programa, política de
alianzas y táctica política, lucha de direcciones y tendencias, práctica, perjuicios y prejuicios,
durante el curso temporal de lucha de clases nacional y mundial, clasifican las distintas tendenciales
nacionales, locales y globales del “sindicalismo”, que como ya vimos, no es homogéneo el
movimiento obrero organizado.
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Esto quiere decir que la categorización del sindicalismo a favor de los patrones, a favor de las
reformas y a la conciliación con el patrón y el gobierno, o el sindicalismo a favor de la revolución
obrera y los intereses de los trabajadores, depende de donde uno esté parado, desde la enunciación
del sindicalista, sus preferencias políticas.
Para sintetizar lo dicho anteriormente:
Primero, en el Movimiento Sindical Colombiano (MSC) hay un gran oportunismo burgués de
derecha e izquierda, totalmente regresivo, reformismo y centrismo. Existe también un paso del
reformismo sindical al revolucionarismo proletario, totalmente progresivo. Finalmente, hay una
estabilidad del SR, SP, que constituye el sindicalismo burgués, y el SC que lo constituye el
sindicalismo proletario, con franjas “pequeñoburguesas” combativas. Hay pues una lucha de
tendencias político-sindicales, oportunistas y revolucionarias: marxismo obrero vs sindicalismo
neoizquierdista, marxismo revolucionario ortodoxo y obrero vs socialdemocratismo stalinista y
ultra izquierdismo stalinista, trotskismo vs stalinismo, clasismo sindical vs reformismo sindical,
política revolucionaria obrera vs política pequeñoburguesa, división vs frente único obrero.
Segundo, como miramos en las características 4 & 5, principalmente, el Sindicalismo Clasista (SC)
se ha construido históricamente con dos alas, una oportunista y otra revolucionaria. Así pues el SC
tuvo que lidiar y superar el oportunismo de izquierda, es decir, el anarcosindicalismo, pero también
el oportunismo de derecha, el stalinismo, sin soslayar la lucha contra el “centrismo”, que es el
izquierdismo y neo izquierdismo. Esta lucha no ha acabado, sino que está en plena resolución en
este siglo XXI, mediante lucha de tendencias de la izquierda revolucionaria y sindical, que no
podemos predecir a priori.
Por ello, basados en la ley dialéctica de la unidad y lucha de contrarios, más que en la cacareada
unidad de la diversidad, aplicada a la historia del movimiento obrero, tendríamos que acuñar el
término “Sindicalismo Oportunista” (SO) para esta “ala” del Sindicalismo Clasista pero
“oscilante” dialécticamente entre el SR y el SC. En fórmulas, el sindicalismo oportunista, oscilante
en la reforma y la revolución, sería: SC = SC & ¬ SC, “anti SC” o ¬ SC, “pro SR”, “proto-semi SC”, “pre
SC”. Como vimos, en última instancia el Sindicalismo Oportunista que de palabra se llama “clasista”
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pero que en los hechos no lo es, integraría el Sindicalismo Reformista, pese a que haga parte del SC,
si nos basamos en la ley dialéctica de los cambios cuantitativos-cualitativos, en la historia del
movimiento obrero de Colombia y el mundo.
Históricamente, en Colombia y el mundo, el “SO” = “ala oportunista” del Sindicalismo Clasista, ha
sido conocida bajo los adjetivos y términos tales como:
Sindicalismo ‘revisionista’ y ‘mamerto’ (por el senador colombiano y dirigente político, Gilberto
Vieira White), de los PC – peces, es decir, Partidos “Comunistas” del mundo guiados por la URSS y
sus estados satélites, en Colombia, el octogenario Partido Comunista Colombiano.
Sindicalismo ‘chairo’, ´stalinista´ o ´totalitario´, que orbitó en torno a las burocracias sindicales de
los estados obreros burocráticos del siglo XX, albaneses, chinos, soviéticos (sindicalistas ‘tercistas’,
pseudo III Internacional post-Lenin), castristas, y que luego de su caída, se reciclaron y mantienen
elementos de su tradición.
Sindicalismo ‘pro soviético’ o ‘jrushchovista’, ‘pro chino’ o ‘populista maoísta’, de los mal llamados
Partidos Marxistas-Leninistas, Comunistas Revolucionarios, o Maoístas y Guevaristas, ‘pro FSM’, en
relación a la Federación Sindical Mundial de 1945, todavía existente y sostenida por las dictaduras
capitalistas de la China, Corea del Norte y Cuba.
Sindicalismo ‘oportunista’ o ‘centrista’, ‘socialreformista’ (marxista de palabra, reformista de
hecho), ‘conciliador’ con la centro-izquierda y los reformistas, ‘burocrático’, ‘menchevique’, en base
al sindicalismo del Partido Obrero Socialdemócrata Ruso de Lenin, crítico del economicismo-
tradeunismo ruso y conciliación con los reformistas kerenskystas, ‘vacilante’, ‘inconsecuente’,
etcétera.
Sindicalismo ‘ultraizquierdista’ o ‘extremoizquierdista’ (de las insurgencias armadas colombianas,
latinoamericanas y mundiales), ‘neoizquierdista’ (de los nuevos movimientos sociales y la nueva
izquierda, que posa de radical), ‘centrista’ (vacilante entre el sindicalismo clasista revolucionario y
el reformismo sindical, caso: los kurdos, etc), ‘izquierdista convencional’, ‘pseudo izquierdista’,
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‘trotskista revisionista’, principalmente de los partidos mandelistas/ecosocialistas del Secretariado
Unificado, hoy de la “Izquierda Anticapitalista” europea, ‘anarcosindicalista’, de la Confederación
Nacional del Trabajo, Confederación General del Trabajo y Solidaridad Obrera en España, etc.
Sindicalismo clasista y democracia
Comentario 2. Clasismo, máxima expresión de la democracia obrera y sindical
Hemos hablado someramente de las vertientes sindicales globales y nacionales existentes (SC, SR,
SP), que son las expresiones reales del MSC y mundial. Pero aún no hemos tocado el problema de
cuál de ellas y por qué representa la auténtica democracia sindical y el futuro social y político del
movimiento obrero.
Se señala esto porque en las clasificaciones de la CUT, corroboradas por Alfonso Conde y las Tesis
del VI Congreso CUT, así como en las organizaciones sindicales, etc, existe algo así como el
eufemismo del Sindicalismo Reformista en tanto “sindicalismo democrático, progresista”, el
“bloque/vertiente sindical democrático”. Estos adjetivos y valoraciones de “democracia”,
“democrático”, “libre”, “libertad sindical”, “izquierda democrática”, han sido empleados
históricamente en el Movimiento Sindical Colombiano, sus direcciones burguesas y
pequeñoburguesas, primero, para diferenciarse del SC, del clasismo socialista y el comunismo en
general, segundo, se ha empleado por corrientes-oportunistas del SC para maquillar al SR más de la
cuenta, tercero, para marcar su hegemonía cultural y engaño del movimiento obrero y las Centrales
Obreras, en torno a la idea de democracia sindical-obrera.
¿Por qué se conoce al SR bajo el rótulo de “sindicalismo democrático”? ¿El SR representa
verdaderamente la democracia sindical-obrera, sí o no?, pueden darse muchas respuestas, que
vayan perfilando el asunto en su esencia.
Primero, el SR se autodenomina “democrático”, en el entendido de que apoya la idea moderna de
una democracia burguesa y el Estado democrático capitalista, a diferencia de posturas como el
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socialismo, que reivindican más a la democracia proletaria y el Estado político de los trabajadores,
a nivel mundial.
Segundo, el SR se las da de “democrático”, al asumir que representa efectivamente los derechos
civiles, sociales, económicos y culturales, de la clase trabajadora y el pueblo en general, bajo la
doctrina de los Derechos Humanos Universales y Laborales, las Libertades, diferenciándose, por
ejemplo, del stalinismo (“comunismo totalitario” del S. XX, vieja izquierda en el siglo XXI) y su
violación expresa de las libertades democráticas de los trabajadores y el pueblo, pero también del
socialismo y la dictadura revolucionaria del proletariado, porque rechazan a las libertades
económicas y políticas para la burguesía imperialista y nacional, para una minoría parasitaria.
Tercero, el SR es el sector sindical mundial objetivamente más influyente y poderoso del mundo y
Colombia (OIT, CSI, incluyamos a la CUT), junto a sus partidos políticas socialdemócratas,
socioliberales o reformistas y de centro de toda pelambre, de ahí que se le llame “democrático”.
Esto se debe a que la conciencia obrera primaria es primariamente reformista dado que sólo se
apoyan las luchas reivindicativas por demandas materiales mínimas (más salarios, seguridad social,
mejores contratos, etc), es decir, economistas-tradeunistas, dentro del marco de la estructura social
capitalista. Por consiguiente, constituyen en la práctica la mayoría afiliada de las masas de
trabajadores y el caudal electoral de izquierda y el centro. Las masas medias y obreras son los que
apoyan los postulados socialdemócratas y el reformismo sindical del SR, de ahí que esta
«representatividad real» de miles y millones de bases obreras sindicales y electorales, se traduzca
y ejemplifique la concepción de la democracia sindical para el SR.
Por otro lado, el Sindicalismo Patronalista también dice ser “democrático”, por las siguientes
razones, diferentes a algunas de las mencionadas por el SR, con las que concuerda, dado que ambas
son burguesas:
Primero, por la defensa de la propiedad privada burguesa, de los monopolios y un Estado de
Derecho en función de garante de ésta, llamándolas “libertades individuales” de los ciudadanos y la
“democracia” parlamentaria.
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Esto se traduce en el interés general y riqueza social generada por los industriales, acompañados
de sus aportes para el beneficio colectivo, como la creación de sindicatos, ¡inclusive centrales!, en
sus propios sectores de producción, les da un carácter democrático, en pos del progreso de la nación
y sus empleados, sus partidos de derecha, extrema derecha y centro-derecha cumplen ese rol
mínimo, según el SP.
También posan de democráticos los patronalistas al hablar de la sumatoria de fuerzas sociales y
cooperación entre trabajadores-empresarios-gobiernos y un sindicalismo “moderno”, que adopten
medidas antisindicales tales como los Contratos Sindicales, la cogestión administrativa, los planes
de eficiencia en la producción y austeridad sindical, los acuerdos tripartitos, la tercerización y
flexibilización, etcétera, lo cual constituye los intereses de la mayoría, según el SP.
Lo común del SP y SC es oponer la idea de democracia sindical a la idea de lucha de clases marxista
del SC (‘clasismo’). Equivocadamente en el plano teórico, pero de modo necesario en la política
sindical real, para distinguir los bandos en pugna, las corrientes sindicales y partidos de izquierda
comunista (stalinista & trotskista), también suelan oponer el “democratismo” vs “clasismo”.
Sin embargo, en aras de la táctica y la estrategia, de la lucha ideológica entre clases y la hegemonía
cultural de los discursos, cabría preguntarse y hacer una reflexión política marxista/socialista,
realmente proletaria, sobre lo siguiente: ¿Es o no es el Sindicalismo Clasista el que mejor encarna la
democracia sindical, el futuro y los intereses del movimiento obrero mundial? ¿En qué sentido si? o
simplemente ¿ese lugar le corresponde más al SR/SP? Con ello desmontaríamos los sofismas de la
ideología burguesa y su cruzada acerca de la democracia sindical in abstracto, sin apellido, en el MSC
y MSM, a la vez que reconoceríamos los retos y deficiencias objetivas del SC, en el actual contexto
mundial.
Para empezar con la réplica democrática, vemos que el “Sindicalismo Patronalista” (SP1), unido con
el “Sindicalismo de los Empresarios” (SP2), que ya mencionamos y los “Organismos Políticos
Patronales” (OP3), de clara tendencia derechista capitalista, no pueden responder
espontáneamente a los intereses democráticos, ya que mayoritariamente representan a los
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intereses privados (comerciales, financieros, fiscales, industriales) de una minoría de capitalistas
nacionales y mundiales en el mundo, cuya proporción porcentual con los trabajadores es mínima.
Por lo tanto, en términos cuantitativos y de programa sindical, el SP (SP1 + SP2 + OP3 = ¬ DS,
negación de la democracia sindical) es equivalente y representa en sentido estricto a la oligarquía
social de la gran burguesía monopolista y a la plutocracia económica organizada en gremios
privados, trusts, consorcios, etc, y partidos corporativos liberales-burgueses. Es más, el SP responde
a la cleptocracia patronal multinacional, mediante el robo o explotación del trabajo salariado,
extrayendo la plusvalía de millones y engordando sus cuentas bancarias y el capital financiero; entre
otros modos como la exportación de capitales y explotación de recursos extranjeros, etc, etc,
llevando a recurrir a métodos sucios e ilegales, como el sicariato patronal o los paramilitares.
Antes que cualesquier idea de democracia sindical, de los trabajadores y las mayorías laboriosas, el
SP representa lo opuesto, si a esto le sumamos la violación de un principio básico de la cultura
sindical: la defensa de los derechos de los afiliados, de los trabajadores, no de los patrones y sus
aliados. El SP es la involución reaccionaria y el retroceso de la democracia sindical (DS), de la
democracia contemporánea misma. El SP1-SP2-OP3 es quizá, como diría el “coco” Lenin, el que
mejor refleja la fase superior del capitalismo, transformado en imperialismo, de ahí el desarrollo de
una democracia altamente centralizada, plutocrática, oligárquica y cleptócrata, de y al servicio de
los ricos, la maquinaria sindical patronalista, se pone a su servicio.
Por su parte, el “Sindicalismo Reformista” o “Socialdemócrata” (SR), de centro-izquierda, aun
cuando sea sumamente prestigioso a nivel mundial y nacional, por ende, que no sea tan evidente
sus intereses de clases mezquinos y oligárquicos, como en el caso evidente del SP y que además se
reclame muchas veces parte del espectro de izquierda política (“centro”, “moderada”, “moderna”),
eso sí, sin quitar ni un ápice de apoyo al sistema capitalista, no puede ser involucrado propiamente
con la idea de democracia sindical, puesto que, de entrada y raíz, digámosle a los trabajadores, sin
irnos por las ramas: “el capitalismo es antagónico a la democracia sindical obrera, a la idea de
democracia misma”. El sindicalismo que defienda el capitalismo defiende la antidemocracia.
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¿Por qué? ¿No son acaso, términos inseparables, la democracia y el capitalismo? La verdad es que
no, ya que el capitalismo es esencialmente la imposición de la opresión política y la explotación
económica como proceso combinado de la minoría burguesa que controla las instituciones del
Estado nacional y las organizaciones multilaterales, los gremios empresariales unidos, las
multinacionales, las empresas como tal, contra la mayoría asalariada y pequeñoburguesa, es decir,
contra las organizaciones de los trabajadores, sus sindicatos y partidos, así como el nivel de vida
social de las masas populares en su conjunto.
Además de ello, si la anterior generalidad no convence, entonces digamos que, si bien es verdadero
que las revoluciones burguesas, siglos XVIII y XIX instauraron regímenes de democracia
parlamentaria (sufragio universal, libertades civiles, división de poderes, etc) y actualmente, en el
siglo XXI, el régimen de democracia formal-burguesa es el más extendido en el mundo.
No obstante, el capitalismo ha convivido en su historia política con regímenes abiertamente
antidemocráticos, como el régimen fascista y de dictadura militar, el régimen de monarquía
absoluta o monarquía constitucional y parlamentaria recortada, el régimen autoritario y oligárquico
de familias y elites, el régimen de semidemocracia restringida con características bonapartistas
(¿Colombia?), entre muchas otras combinaciones históricas del capital.
Por supuesto hay países capitalistas desarrollados, con honda democracia para los ciudadanos de
su país, son democráticos por dentro, pero autoritarios y criminales, en su política externa, hacia
afuera, donde promueven guerras e “intervenciones humanitarias” para el robo de recursos,
territorio y mano de obra barata, como buenos neo filibusteros. Hoy, en el siglo XXI, en algunos
países y continentes oprimidos por el imperialismo, Asia, África y América Latina, asolados por
guerras, pobreza y corrupción, es donde se presentan con más regularidad estos regímenes políticos
antidemocráticos.
El imperialismo y el modelo de acumulación de capital utilizan históricamente los modelos políticos
que mejor le sirven a los intereses económicos del capital y la contrarrevolución estatal,
restringiendo por ejemplo, el derecho de sindicalización, sus tasas de afiliación y las libertades
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sindicales, que nunca será el 100%, de ahí que la identidad absoluta entre democracia y capitalismo,
no sea tal.
El Sindicalismo Reformista lo único que hace con cierta maestría sociopolítica es conciliar los
intereses de la oligarquía burguesa de la que hablábamos arriba (el SP1-SP2-OP3) con los del
proletariado, en el campo económico y político. Pero en la práctica, de todos modos, nunca diluye la
realidad social material, puesto que sigue siendo la dominación burguesa en toda la vida social. El
SR es entonces la expresión de colchón de la evolución reformista y conciliadora de la democracia
sindical, con el gran capital. Cabe decir, desde ya, anticipadamente, el SR engaña al movimiento
obrero internacional, con ilusiones anticientíficas, lejanas de la realidad objetiva.
Por lo general, el SR representa los intereses materiales de una pequeña franja de los trabajadores,
del sector público y de la población sindicalizada en general, dada la dominación del gran capital y
su carácter anti-sindical sui generis, aun cuando se viva en un régimen de democracia formal, por
lo que constituyen una aristocracia obrera, sumada a una masa de clases medias.
Esto por ello que el Sindicalismo Reformista plantea en el terreno programático sindical y político
global, los modelos económico-políticos guía con el timón gubernamental de sectores de la pequeña
burguesía y la gran burguesía, tales como:
El Estado de Bienestar europeo, el Estado Social y Democrático de Derecho en países en desarrollo.
El Estado de Derecho, de centro derecha o centro izquierda, con prerrogativas sociales y coberturas
a las clases populares, estilo norteamericano del neo New Deal demócrata o más austero del Estado
republicano (en total concordancia con el SP). El Estado democrático con mayor inclusión social, el
Estado pos neoliberal, socialista bolivariano, República Popular, Social, etc, etc. Todos estos modelos
muchas veces en santa alianza y connivencia con el SP y en sincronía con los planes
contrarrevolucionarios del imperialismo, cuyos objetivo fundamental es que la clase obrera no
conquiste reformas duraderas y derechos, no instaure su propio estado político transicional, no
administre la economía y no construya el socialismo.
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Como se ve, el SP/SR se refieren sofistamente a la idea de la democracia sindical en términos de
“pluralismo” (Democracia sindical = DS = MSC y MSM = SR + SP + SC + afiliados) y “representación
de la mayoría” (Democracia sindical = DS = sufragio afiliados), también mediante características
evolutivas reformistas e involutivas areformistas, que ya analizamos.
Para el caso del movimiento sindical nacional la DS serían las innumerables corrientes político-
sindicales del SC, SP, SR, los afiliados, segundo, la DS sería el sistema moderno de sufragio, pese a
que en cuestiones técnicas no haya todavía un sistema biométrico en Colombia.
Sin embargo, lo que callan SR & SP es que, en los hechos, el control lo ejercen los dirigentes
burgueses patronales, burgueses de izquierda y pequeñoburgueses en las Centrales Obreras, junto
al conjunto monolítico, “antipluralista”, de las empresas, gremios y Estado, en función de total los
intereses del capital, un sistema-mundo. El cacareado “pluralismo” y “democracia” oculta que en el
fondo se trata de una dictadura de la clase dominante burguesa contemporánea, en los niveles
económico-políticos, para clarificar mejor, son sistemas de democracia burguesa restringida y
pluralismo formal en función de los intereses del gran capital multinacional y nacional, que
obtusamente pretender ser conciliados con los de los asalariados. El nivel sindical, además del
económico y político, también tiene correas de transmisión de los intereses patronales.
En realidad la concepción de “democracia” (burguesa) del SR/SP es profundamente
antidemocrática, limitada, ideológica y cuestionable. Por supuesto: no nos oponemos a las
libertades democráticas tales como sufragio de los trabajadores según su conciencia política plural,
que puedan elegir a sus dirigentes obreros en elecciones sindicales y transparente, tampoco la
pluralidad de corrientes en el sindicalismo y la libertad de asociación de los trabajadores a los
sindicatos, para la izquierda comunista (stalinista & trotskista) y reformista (socialdemócrata) y los
sindicatos obreros, conquistadas por el movimiento obrero colombiano en 1 siglo y en la arena
mundial en casi 3 siglos de lucha. Somos los más férreos defensores de esta.
La crítica al sindicalismo burgués tendría que remitir más a la defensa y reforma eterna del Estado
capitalista (principio de eternidad), al control de las organizaciones gremiales de los trabajadores
por el SR/SP (burocratismo), la pésima representación que tienen los trabajadores en el mundo y
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colombianos, en lo que atañe a la defensa de sus intereses materiales y derechos, al engaño
ideológico, anticientífico, de las masas obreras acerca de la constitución y funcionamiento del
sistema capitalista y la democracia. De ahí que sea imperiosa una nueva dirección política y
vertiente sindical, para el transcurso del siglo XXI.
El tipo de sociedad política que el SR/SP defienden y nos quiere vender a los trabajadores, obedece
a la visión de un sindicalismo oligárquico-aristocrático, desde el punto de vista e intereses de la
burguesía mundial (grandes banqueros, multimillonarios, accionistas, organizaciones
multilaterales de economía), una pluto economía (economía de ricos) conciliada con la mayoría;
movilizando para tal cometido a las masas obreras sindicalizadas, a las no sindicalizadas y al
conjunto de las masas populares y medias.
Teniendo presente que el SR/SP se caracterizan por el dominio biopolítico, directo y e indirecto,
gradual e intenso, de la gran burguesía, con ciertas prerrogativas sociales a los trabajadores y a la
clase media baja, así como también consiste en la opresión ideológica de las organizaciones
gremiales de los trabajadores y la conciencia de estos en general, no nos queda sino analizar las
razones y condiciones de posibilidades por las cuales el Sindicalismo Clasista (SC) se presenta como
alternativa en lo que concierne a la democracia sindical y su desarrollo cualitativo.
Uno, el SC, al no tener como tal compromisos materiales y grandes lazos con sectores influyentes
de la economía y la política, incurre decididamente menos en defensas inconsecuentes y traiciones
a los intereses materiales y derechos de los trabajadores que el SR/SP.
El corpus parasitario de burócratas sindicales del SP y SR está comprometido hasta los tuétanos con
el sistema capitalista, de ahí los innumerables casos de corrupción y enorme desprestigio mundial
y nacional, etc. Aunque, decimos que los clasistas están menos expuestos, porque naturalmente la
tendencia oportunista-reformista del SC, claudica y no pocas veces pasa directamente al sector al
SR y, en el peor de los casos, al SP.
Esto significa que el SC está más capacitado y tiene un prontuario de defensa consecuente de la clase
obrera, está más comprometido con ella, con los intereses de la mayoría. De igual modo el SC es
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unitario cuando realiza unidad de acción o política de Frente Único Obrero con el SR (inclusive,
cuando forza al SP a movilizarse contra la burguesía, como en el Paro Cívico del 77 en Colombia y
otras acciones del Comando Nacional Unitario) frente a la arremetida de los gobiernos liberales y
empresas, contra los derechos y conquistas de los asalariados, sean estos sindicalizados o no. El
Sindicalismo piensa por encima de las tendencias sindicales, en el bienestar, derechos e intereses
mediatos y estratégicos de los trabajadores.
El carácter democrático del SC es claro: defender unitariamente a las mayorías empobrecidas y
explotadas sindicalizadas y no sindicalizadas, oprimidas por el Capital, su gran antagonista (algo así
como su “Némesis”), con el que no tiene ningún lazo, compromiso o vínculo de amistad, ni
económico, ni político ni cultural o ideológico.
Dos, el SC, tanto en su recorrido histórico, como en sus proyecciones de sociedad, representa un
modelo de vida, económico-político, superior, profundamente democrático. Es decir, su modelo
democrático se signa en un modo de producción material e institucionalidad política más superior,
cualitativamente más humana y democrática, que el mismísimo culmen del Estado burgués de
bienestar (que además no ha sido extenso al globo entero, no se universalizado, algo de suyo
imposible, sino que se ha concentrado en los países imperialistas de Europa) o cualesquier sociedad
capitalista de abundancia que pregone el SR.
Aunque, no obstante, como todo, haya que hacer la siguiente salvedad, el carácter cualitativo de la
nueva sociedad socialista, por el que lucha el SC es democrático y socialista, pese a la historia de su
tendencia oportunista, i.e. el stalinismo mundial (1925-1990), haya deshonrado y manchado con
sangre popular, la historia del socialismo, con sus modelos de “socialismo real”, de corte totalitario,
estados obreros burocratizados, en más de 15 países, durante el siglo XX y la posterior restauración
capitalista, incluso hoy defiende dictaduras capitalistas en Siria e Irán, China, Vietnam, Cuba y Corea
del Norte, algo lamentable. Su prontuario criminal, de ponerse al lado de los opresores, es
vergonzoso.
El SC, al retomar en sus tradiciones, que son las de la lucha política de la clase obrera por darse a la
tarea de construir una nueva sociedad anticapitalista y resistir en la lucha económica a los ataques
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del capital, reincorpora para sí la tanto la gran experiencia del Estado de los soviets en Rusia
(“Estado Soviético”, no nos imaginemos con esta palabra a burócratas de vestido militar, pues Soviet
significa otra cosa: democracia obrera), de 1917-1925, sus alcances iniciales de democracia obrera
y libertades, entre ellas:
El divorcio, el matrimonio igualitario, medios materiales para libertad de prensa de los obreros y
de la ciencia, participación política de obreros y campesinos en la administración del Estado.
Además de las garantías democráticas también importantes mejoras en el nivel de vida y garantías
económicas: nulidad del desempleo, jubilación cubierta, tiempo de ocio, salud y alimentación, tasas
bajas de pobreza, seguridad social, etc, de los trabajadores en los estados obreros burocráticos.
Como unión-negación de ambos, el SC lucha por una sociedad socialista basada en una economía
planificada y un Estado político de los trabajadores y campesinos que en realidad sí represente los
intereses democráticos de todos, de las mayorías laboriosas y populares, no como en el capitalismo
y sus modelos, pero que a la vez garantice las libertades democráticas y la democracia obrera, que
el stalinismo negó y que el modelo democrático-capitalista, limitó y también negó.
En este sentido el SC es democrático, por cuanto la sociedad global a la que apuesta y prefigura
en cada conflicto laboral y político, es la sociedad de los trabajadores, de la mayorías, no la sociedad
de los empresarios, las minorías, tal como funciona en la actualidad el mundo capitalista y lo seguirá
haciendo mientras se perpetúe, con el beneplácito y apoyo del SR/SP en las organizaciones
sindicales, de este modo de producción-estado político civilizatorio. El sindicalismo clasista, el
marxismo revolucionario, el socialismo obrero, es entonces la más fiel expresión de la democracia
social y libre.
“Ni el estado burgués de bienestar ni el estado obrero totalitario ni el burgués fascista encarnan
plenamente la democracia…”, la salida es el Estado obrero revolucionario y mundial, esta es la gran
divisa revolucionaria y programática del SC en el siglo XXI. Con esta síntesis programática niega
paralela y consecuentemente la Edad de oro del capital en la segunda posguerra y en la actualidad
del siglo XXI cualesquier sociedad/modelo capitalista de abundancia o bienestar, así como el Muro
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de Berlín-Cortina de Hierro, que expiró a finales del siglo XX, en cambio, plantea la lucha por una
sociedad socialista mundial, democrática y libre.
Por esto, esta es, quizás, la mayor razón, para conciliar la democracia sindical obrera y la lucha
sindical trabajadora, la libertad y los trabajadores, la idea de democracia y la clase, en el transcurso
de la lucha de clases (“clasismo”) y su lucha por una nueva sociedad global. En la medida en que hay
una afirmación de la totalidad democrática que encarna el SC, las demandas biopolíticas (i.e. del
mundo de la vida social) de la humanidad sufriente y laboriosa, las necesidades más sentidas de los
trabajadores, campesinos, sectores oprimidos y los individuos, están recogidas en esta lucha real
del SC por el socialismo y el comunismo, por un auténtico sindicalismo democrático, de los
trabajadores y su vida digna.
El SR/SP son muy fuertes y representativos, sí, es verdad, porque expresan en el ámbito ideológico,
político y económicos, de los sindicatos y los estados, el dominio vital del imperialismo del capital,
es decir, el control-dominio de los intereses de la minoría propietaria del mundo, de ahí que sea
muy natural su predominio social.
El SC, en cambio, a principios del siglo XXI, es sumamente débil y está en proceso reconstructivo,
pero encarna los intereses democráticos-socialistas del futuro y del presente de lucha de clases
entre la burguesía y el proletariado contemporáneo. Aunque nuevamente haya que decirlo, el SC
no es débil solamente por su condición de oprimido y antagonista con la opresión existente y el
establecimiento mundial del Capital, sino que esto se debe también a órdenes de factor subjetivo,
contradicciones que están en pleno desenlace mundial e histórico, entre sus agentes sindicalistas
de clase, sus errores y múltiples desviaciones oportunistas y sectarias.
Conclusión: progreso contradictorio del sindicalismo clasista
Corrientes contemporáneas del movimiento obrero. Balance colectivo crítico
Hemos analizado pormenorizadamente las categorías analíticas y campos de lucha del sindicalismo
global, los empresarios y los trabajadores, es decir el problema teórico de las tendencias y el
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clasismo (problema P1 & P2). La condición de progreso, crecimiento, reposicionamiento práctico,
hegemonía ideológica, representatividad realmente democrática y obrera del SC en el MSC y MSM y
el movimiento obrero espontáneo no es otra sino la superación político-estratégica del derechismo
neoliberal –Sindicalismo Patronalista–, el stalinismo y la socialdemocracia –Sindicalismo
Reformista y Oportunista–. En una palabra, de la pequeña burguesía y las burocracias sindicales,
como direcciones internacionales del movimiento sindical, obrero y popular, a la que vez salga y
emerja de la crisis de dirección en el que se encuentra la propia dirección política del trotskismo o
socialismo revolucionario, debido a su inmadurez, errores y desviaciones.
El SC necesita purgarse teórica, programática, organizativa y políticamente no solo del derechismo
neoliberal dominante sino también del oportunismo y desviacionismo stalinista y la traición
socialdemócrata, para que el movimiento obrero mundial se regenere, a la vez que hacer una
autocrítica de la inmadurez política del trotskismo, del marxismo revolucionario o socialismo
obrero a inicios del siglo XXI.
Esta lucha por la democracia sindical (DS) y sus acercamientos reales con el proyecto histórico-
revolucionario del SC pasan hoy por hacer un balance crítico colectivo, lo más objetivo posible,
entre los agentes sindicales y partidarios, desde el punto de vista de los intereses del proletariado
contemporáneo y el socialismo, compaginado con una política de acción revolucionaria. Algunos de
los puntos para un balance democrático, nutrido, por parte de su vanguardia clasista más avanzada,
del movimiento sindical mundial y nacional en sus tres tendencias fundamentales, son los
siguientes:
a) La labor y transcurso histórico de la Federación Sindical Mundial (FSM) en los 73 u 80 años de
existencia hacia adelante, la cual al parecer aglomera un contingente de masas obreras entre 80 y
90 millones. La falta de independencia de la FSM con los gobiernos del capital en la defensa de los
derechos laborales y humanos, su claudicación a la socialdemocracia y sus perspectivas estratégicas
reformistas, anteriormente su relación con el stalinismo y rol contrarrevolucionario en experiencias
concretas, deben ser motivo de análisis crítico, de balance de los trabajadores.
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b) Los viejos y tradicionales Partidos Comunistas (PC’s) como el Partido Comunista Colombiano u
otras organizaciones políticas stalinistas del mundo que nuclean la FSM y su actual «giro
socialdemocratizante» y a la derecha, en vistas al 17 y 19 Encuentro Internacional de Partidos
Comunistas y Obreros de 2015 y 2017, en la ciudad de Turquía y en San Petersburgo, Rusia, en el
marco del centenario de la “Gran Revolución Socialista de Octubre”, en el que contó con 103 partidos
stalinistas y neostalinistas, tercistas (en relación a la III Internacional post-Lenin o stalinista) y
nacionalistas, de 4 continentes del mundo contemporáneo.
El stalinismo en sus distintas corrientes dominantes y menores (maoístas, hoxistas, etc) y matices
converge en que es un sindicalismo oportunista pasado por “clasista” que ya ni siquiera lucha por
expropiar a la burguesía e instaurar un estado obrero de corte totalitario, dejó su beligerancia para
con la burguesía y su régimen.
El etapismo del stalinismo, su rol contrarrevolucionario, exacerbado y llevado al máximo, lo lleva a
comprometerse con el capitalismo y sus muros de contención, los modelos económico-políticos de
bienestar capitalista y algunos gobiernos burgueses “progresistas” o “castrochavistas”, en últimas,
con la democracia burguesa cuyo ADN es el antisindicalismo.
c) La Confederación Sindical Internacional (CSI) y los cientos de partidos miembros, consultivos y
observadores socioliberales, socialdemócratas, laboristas y liberales de izquierda miembros de la
Internacional Socialista (IS) existente desde 1951 de corte reformista capitalista (de derecha e
izquierda) y sus amigos independientes. Esto está sumado y ligado al rol de la Central Unitaria de
los Trabajadores de Colombia (CUT), esto es, el SR o la socialdemocracia mundial y nacional y el
neoreformismo global que emerge de Podemos en España, Syriza en Grecia, Jeremy Corbyn en
Inglaterra, Bernie Sanders en Estados Unidos, etcétera.
La complicidad doble del reformismo sindical y de la IS con el imperialismo, primero, en la crisis
europea del 2008-2018 y desprestigio de sus partidos gobernantes, en las políticas que estos han
aplicado en unidad con el SP (paquetazos, contrarreformas neoliberales), segundo, con las
contrarreformas neoliberales al proletariado colombiano, arrancando las conquistas de más de
medio siglo de lucha, en contubernio con el SP.
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La socialdemocracia mundial y colombiana es cómplice del desmonte del estado burgués de
bienestar y de su mantenimiento a costa de los países semicoloniales, de las conquistas perdidas del
movimiento obrero internacional y nacional, pero fundamentalmente, de la contención reaccionaria
de masas laboriosas y populares para evitar que estas construyan economías planificadas y estados
políticos obreros, en el terreno inmediato, que se movilicen por sus derechos laborales de manera
consecuente, contra los gobiernos del capital.
d) Las principales corrientes políticas internacionales provenientes del Trotskismo (T) y la crisis
prolongada de la Cuarta Internacional y los cuartistas, es decir, del marxismo revolucionario, obrero
y socialista, con incidencia real o marginal, en América Latina y el mundo entero, en este siglo XXI
(10), tales como:
La Liga Internacional de los Trabajadores – Cuarta Internacional de la que hace parte el PST
Colombia, Fracción Trotskista – Cuarta Internacional, Unidad Internacional de los Trabajadores –
Cuarta Internacional, International Marxist Tendency, Committe for International of Workers e
International Committee of Fourth International, Secretariado Unificado, League for Fifth
Internacional (Quinta Internacional) y League for Fourth International, International Bolshevik
Tendency e International Communist League – Fourth Internationalist, International Socialist
Tendency, Corriente Internacional Socialismo o Barbarie, Coordinadora por la Refundación de la
Cuarta Internacional, Fracción Leninista Trotskista Internacional, Unionne Communiste
Internationale, Revolutionary Communist International Tendency, Perspectiva Marxista
Internacional y Núcleo por la Refundación de la Cuarta Internacional, etcétera.
Se necesita una severa autocrítica revolucionaria del trotskismo o socialismo obrero revolucionario
(T) sobre la inserción obrera-sindical y social que todavía es muy baja, sus desviaciones de derecha
e izquierda, sus errores históricos garrafales, la lucha de tendencias y fusión, su desarrollo
dialéctico-histórico contradictorio, sus planes de crecimiento y perspectivas políticas estratégicas,
etcétera.
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Las posibilidades que abre el contexto actual y la misión histórica del clasismo obrero representado
en el trotskismo y su desenlace, en tanto vanguardia comunista revolucionaria en construcción y
con proyección de masas, fruto de una corriente internacional y partidos nacionales, sometida en el
futuro a la “prueba de la historia”, luego de la caída del Muro de Berlín (i.e. restauracionismo
stalinista, capitalista) y auge del capitalismo neoliberal e imperialista, en el proceso del
oportunismo dual, stalinista y socialdemócrata y revisionista trotskista, reinante en los conflictos
actuales del mundo, está por verse (11).
Los «retos históricos» del Sindicalismo Clasista, su porvenir, para nada fáciles pero necesarios, si
queremos que triunfe el socialismo mundial y se regenere el sindicalismo para las luchas, emerja
con fuerza el sindicalismo combativo y no seguir en el callejón sin salida y barbarie civilizatoria al
que nos lleva el Capital, pasan por ir en contra de la marea oportunista que hoy es la mayoría y es
el soporte indirecto del capital imperialista y nacional. Por ello, las “tareas” del SC pasan entonces
por proyectar estratégicamente, mediante una dirección política internacional, dos asuntos
fundamentales:
De un lado, superando el electoralismo y adaptación a la democracia burguesa, la lucha en este siglo
por la revolución socialista en algún país frágil del globo, de eslabón débil, lo cual permita crear uno
o más nuevos estado obreros y, con ello, una nueva organización sindical internacional combativa
(similar a la Internacional Sindical Roja, de los bolcheviques) y una nueva Internacional de los
trabajadores en el presente siglo y etapa de la lucha de clases. Dicha nueva internacional sindical de
corte clasista que integre a las tendencias democráticas radicales, luchadoras y revolucionarias del
SC y más cercanas a su órbita, donde se afilie x Central Sindical nacional, en contra de los voceros
del SR/SP en Colombia.
A su vez, posibles maniobras y abanico flexible de tácticas para este cometido estratégico, según la
decisión del contexto concreto, tales como: luchar por des-afiliarse masivamente la CUT de la SCI
pero mantenerla autónoma de cualquier organización internacional (CSI/FSM, etc), como rezaban
los Estatutos de la CUT en 1986, la creación común y luchadora de una nueva Central Sindical,
combativa, democrática, clasista y de lucha, tras la crisis de 30 años de la CUT Colombia, la
emergencia de una nueva Corriente Clasista o Frente Sindical de Lucha en el país, no convencional
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a la tradición stalinista, entrismo precedente y prolongado en la actual CUT, luchando por
desburocratizarla y la democracia sindical para las bases. En el capítulo II discutiremos este asunto
de la estrategia de democratización sindical en nuestro país.
Del otro, superando la marginalidad y déficit de inserción en las masas obreras, implica un
crecimiento y fortalecimiento social, político y sindical, de sindicatos y movimientos sociales de
masas, frentes sindicales, partidos obreros de vanguardia, en las organizaciones sindicales y los
frentes de lucha social, con el programa de lucha del socialismo revolucionario y la corriente
internacional que luche a su vez por una Internacional Comunista pos-stalinista en el siglo XXI –
Cuarta Internacional reconstruida o Quinta Internacional, obrera, de masas y socialista
revolucionaria, debate abierto–, en Colombia y el mundo entero.
Esta apuesta del clasismo sindical en clara independencia política de las posturas oportunistas-
reformistas al interior del SC (i.e. stalinismo, otras) y las posturas abiertamente socialdemócratas
del SR (“ultra-archa” reformistas y oportunistas), sabiéndolas tratar, es decir, con una política
magistral y abanico de tácticas de unidad de acción en el seno del movimiento de masas, obrero y
sindical mundial, frente único obrero – enfrentamiento – lucha de tendencias con el SR y el
oportunismo del SC, eso sí, superando y sin caer en el sectarismo pequeñoburgués, oportunismo e
ultra izquierdismo infantil que tanto daño y estragos ha causado en el pasado.
Notas
(1) Oscar Bernate fue un asalariado colombiano N.N que por décadas trabajó en el área de
contabilidad del Banco de Bogotá. Fue amigo cercano de mi padre. Oscar fue despedido por “justa
causa”, según los gerentes de planta, junto a 70 compañeros más, bajo la acusación de negligencia
en sus funciones en relación con un robo y fraude financiero de 2 millones de dólares girados a los
Estados Unidos. El compañero Oscar perdió la demanda de reintegro ante los abogados de Luis
Carlos Sarmiento Ángulo, sin ningún tipo de defensa efectiva de sus derechos por parte de los
burócratas sindicales de la Asociación Colombiana de Empleados Bancarios (ACEB), el Sindicato
de Industria del Sector Financiero con 60 años de existencia, perteneciente a la CTC liberal. Esto
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debido a que la abogada recomendada a Oscar por el Sindicato donde estaba afiliado,
presuntamente vendió el caso y se dejó sobornar, en contravía de la moral profesional y la ley.
Unos pocos años más tarde, en el año 2012, Oscar acometió suicidio personal, mediante intoxicación
por ingerir pastillas tóxicas. Esta vertiginosa decisión se dio después de una larga serie de
problemas económicos, tales como disminución de salario en su nuevo trabajo de oficinista en una
empresa de transportes, luego de ser despedido del Banco, la liquidación pírrica que los banqueros
le dieron, los cuantiosos gastos de la operación de su hermano, el pago del hogar geriátrico a su
madre y el aporte mensual a sus dos hijos, deudas acuciantes contraídas con amigos y en estado de
pobreza, combinados con problemas familiares y psicológicos, al dejarlo su esposa, debido a su
fracaso financiero y quedar en soledad. La madre se quedó con la custodia de los niños y Oscar tuvo
una imposibilidad de encontrar otra pareja y de rehacer su vida, fenómenos sociales que lo
indujeron y lo determinaron a acometer el suicidio, con una alta relación causal después del suceso
del despido arbitrario e injusto del Banco de Bogotá, lo cual desestabilizó completamente sus
condiciones de vida.
Esta lúgubre historia del Oscar Bernate contada personalmente por mi padre, un peón asalariado
más de este país, se cuenta entre las miles de muertes de trabajadores N.N. Socialmente, cabe
destacar el caso del “paseo de la muerte” de las EPS y las estadísticas escandalosas de 1.348.000
muertes evitables desde 1998 hasta 2010, innumerables suicidios por motivos económicos
(suicidios económicos), no sólo en Colombia sino también en varias partes del mundo, dado que cada
40 segundos una persona, en su mayoría jóvenes, se suicidan y dejan para siempre la sociedad
capitalista contemporánea, según un reciente informe 2014 de la Organización Mundial de Salud.
Igualmente, según una investigación hecha por investigadores de la U. Oxford y la Escuela de
Higiene y Medicina Tropical de Londres, publicadas en junio de 2014 en The British Journal of
Psychiatry, fruto de la crisis económica, detonada en 2008, hubo alrededor de más de 10.000
suicidios relacionados causalmente con problemas de orden económico-crisis (despidos,
desempleos, hipotecas, embargos, deudas, pobreza, quiebras), en un lapsus de 2 años, dado a un
aumento significativo de las tasas de suicidio en los 24 países de la Unión Europea, Canadá y Estados
Unidos.
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Estos suicidios, muertes y miserias sociales son, en cierto modo, crímenes con responsabilidad
social de clase imputables a los gobiernos capitalistas y los grandes empresarios (Santos y Obama,
Warren Buffett y Luis Carlos Sarmiento). Aunque sea acertada la tesis conductual que señala que al
engranaje global determinista del sistema del capital, en su conjunto, como aquél que determina a
la agencia de los capitalistas y no al revés, por lo que los capitalistas actúan de esa forma natural, en
sincronía con el sistema histórico, es decir, actúan y conspiran contra:
La vida de las mayorías laboriosas y populares, incluida la pequeña burguesía, como vimos,
provengan o no de países imperialistas (Colombia o Estados Unidos, donde hay 44 millones de
pobres), contra la vida natural del ecosistema. En fin, atentan, violan y transgreden los derechos
humanos del proletariado contemporáneo en todos los rincones del mundo, de ahí que sea aún más
necesaria una revolución social. Las campanas tempranas de las revoluciones del Norte del África y
el Medio Oriente, prefiguran desde ya, un nuevo periodo de revolución permanente contra el
imperialismo y nuevas oportunidades de luchar por el socialismo mundial en el presente siglo y
milenio.
Este texto sobre el Sindicalismo Clasista (SC) en Colombia In Memoriam de trabajadores muertos,
cristalizados en el caso vital de Oscar Bernate, la lucha histórica de los trabajadores del sector
financiero de la ACEB, UNEB, USB y UNASEB, el futuro social de sus hijos y las nuevas generaciones
obreras. Los miles de suicidios económicos y privaciones materiales por la actual crisis del Capital
imperialista. Los más de 3 mil sindicalistas asesinados de la CUT, muchos de ellos profesores de
FECODE, el más reciente asesinato de Edith Santos de la USO y Emilio Aponte, en Colombia.
En fin, todo el «impacto emocional» que esto supone al autor, es por ende, tanto la encarnación
teórica de declaración «consciente» de guerra a muerte del SC contra el capitalismo mundial, un
sano y racional odio e indignación de clase contra las infamias de la burguesía mundial y el capital
global, como reflejos teóricos, sentidos en las masas, de la necesidad histórica –actualmente en
concreción– de luchar por una revolución socialista mundial, de masas.
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(2) Entrevista personal que tuve con Alfonso Conde en la sede del Partido Comunista Colombiano
(Bogotá D.C., Colombia), 11 de abril de 2013.
(3) Entrevista a Alfonso Conde el 11 de abril de 2013.
(4) Estos adjetivos arriba mencionados no son epítetos y acusaciones rabiosas y descalificadoras,
únicamente “empleadas” y “reproducidas” popularmente por la opinión vulgar de empresarios,
patrones godos y burócratas sindicales de diferente talente, los miembros de las profesiones
liberales (periodistas, abogados, profesores socialdemócratas y de derecha, etc), estadistas
imperialistas y medios de comunicación, que combaten la influencia social del SC y el discurso
marxista, proletario, contagiando a sectores de masas masivos, incluido el movimiento sindical.
Antes bien y fundamentalmente, toda su verborrea difamatoria posee un «soporte teórico», pues
los conceptos abstractos y vocabulario categorial de arriba, vulgarizados por estos, le son dados a
aquéllos en tanto lenguaje público convencional y universo de las opiniones dominantes, por la
“labor crítica” de sus compadres, la filosofía burguesa académica contemporánea, “el bando del
capital”. La filosofía con la ayuda de no pocas veces politólogos, historiadores y sociólogos, que se
lanzan a la aventura, de luchar en el terreno ideológico contra el marxismo, tergiversándolo
revisionistamente (hermenéutica “crítica”) o criticándolo abiertamente con un odio y desprecio
visceral impresionantes, labor supremamente taquillera en época de reacción (i.e. cruzada
ideológica imperialista).
Por supuesto, su crítica burguesa y pequeñoburguesa es indirectamente pero social y realmente va
dirigida contra el sindicalismo clasista vivo y el movimiento obrero internacional, es decir, contra
los intereses materiales de los trabajadores y su el sustento teórico-científico de tales intereses. Los
Cruzados son de alguna manera François Lyotard, John Gray, Frankis Fukuyama, Karl Popper, Jean
Francois Revel, etcétera.
(5) El peruano Saturnino Paredes Macedo, para la década de los 70´s, en ruptura progresiva por
izquierda con el aparato del revisionismo y el oportunismo del stalinismo pro soviético, sin por
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ello virar al marxismo revolucionario, precisó sobre el rasgo general-esencial del sindicalismo
clasista, a la luz de una hermenéutica de los maestros:
“Los revisionistas criollos que se auto titulan “comunistas”, que han traicionado al marxismo-
leninismo y que practican la colaboración de clases, hablan a voz en cuello de “sindicalismo clasista”
y a veces de “sindicalismo revolucionario” (…) Tampoco puede llamarse sindicalismo clasista a la
verborrea sindicaloide empleada por los revisionistas criollos que conducen el movimiento obrero
a la conciliación y a la bancarrota. (…) cuando hablamos de sindicatos clasistas nos referimos a
aquellas organizaciones que en su teoría y en su táctica defienden los intereses
mediatos e inmediatos de los trabajadores. (…) La definición que hemos hecho de los sindicatos
clasistas se basa en el principio de la lucha de clases, como en el de la defensa de los intereses totales
de la clase obrera, es decir, de sus intereses vitales, llamados también mediatos y que persiguen la
emancipación de la clase obrera respecto de la explotación del hombre por el hombre y el paso de
los medios de producción de manos de los explotadores a sus manos; y de sus intereses cotidianos
o inmediatos, de aquellos que se presentan a diario a cada momento (…) Sólo puede hablarse de
sindicalismo clasista cuando se orienta a los trabajadores mediante la política proletaria por el
camino de su emancipación total. (…) Los sindicatos clasistas no pueden olvidar jamás la lucha de
clases, no pueden olvidar el problema del poder político” (Macedo, 1972) (Subrayado propio).
(6) Los mejores exponentes programáticos y principismo rector del Sindicalismo Clasista son en
primera medida los documentos de la Profinter (Internacional Sindical Roja) desde 1921 hasta
mediados de 1925/1929, cuando comenzó su deformación burocrática, hasta suprimirse en 1937,
luego de la derrota de la revolución española y triunfo del franquismo como del nazismo, por la
política antialiancista del stalinismo. Está disponible en Marxist Internet Archive:
https://www.marxists.org/history/international/profintern/index.htm
En segunda medida, elementos clasistas sindicales hay en la conservación y aplicación, si bien
contradictoria, de los partidos marxistas más independientes de las burocracias de los estados
obreros burocráticos como la Unión Soviética y la China Popular, del sindicalismo oportunista
oficial, tales como el folleto “los sindicatos clasistas y sus principios” (1972) del maoísta Saturnino
Paredes Macedo y “Fundamentos y principios del sindicalismo clasista” (1964) del peruano Jorge del
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Prado y escritos de Mariátegui, los 7 principios que enunciamos y los documentos del trotskismo
internacional, la Cuarta Internacional.
En una tercer medida, en un terreno actualizado y de preservación de la tradición revolucionaria
estaría el “Manifiesto Sindical: llamamiento a construir un sindicalismo verdaderamente clasista,
independiente, antiburocrático y anticapitalista” (2014) del PST y sus 15 tesis o principios políticos,
ampliamente influenciado por el abogado marxista Edgar Ospina Duque, así como de las
elaboraciones de la LIT y de la Cuarta Internacional en la posguerra, de la actual Red Sindical
Internacional y de las corrientes marxistas internacionales diversas, de corte antistalinista, es decir,
anti frentepopulistas, anti conciliadoras, etc, etc, etc, para ello se necesita una investigación
bibliográfica más profunda que desborda los límites de este trabajo.
En cuarta medida, la literatura fundamental o archivo clasista son la recopilación de textos y
fragmentos de K. Marx y Engels hecha por el francés Roger Dangeville en el libro El sindicalismo
(1976), de dos tomos: I. Teoría, organización, actividad. II. Contenido y significado de las
reivindicaciones sociales. También la recopilación de textos de Marx, Engels, Lenin hecha por la
Editorial Porgreso, bajo el título Acerca del anarquismo y el anarcosindicalismo (1976).
El libro Huelga de masas, partido y sindicato (1906) de Rosa Luxemburgo, la recopilación de textos
y sistematización Sobre los sindicatos de León Trotsky (1940), editado por la Fundación Engels de
España y el Centro de Estudios, Investigaciones y Publicaciones León Trotsky (CEIP) de la Argentina,
también el polémico texto Terrorismo y comunismo (Anti-Kautsky) (1920) de Trotsky, sobre la
militarización de los sindicatos y disciplinamiento en un Estado obrero y la violencia de la dictadura
del proletario, objeto de crítica y debate por Lenin, los bolchevique y mencheviques y el trotskismo
posterior.
Por último el Programa de transición (1938) de Trotsky, los capítulos cortos “Los sindicatos en la
época de transición”, “Escala móvil de los salarios y escala móvil de las horas de trabajo”, “Los
comités de fábrica”, “El secreto comercial y el control obrero de la industria”, “piquetes de huelga,
destacamiento de combate, milicia obrera, el armamento del proletariado”.
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Las Tesis de pulacayo – Tesis Central de la Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia
(146), escrita por Guillermo Lora y documento del sindicalismo clasista boliviana, sigue muchas de
las tesis del programa de transición del maestro Trotsky, pese a que este las traicionara en la
Revolución boliviana de 1962.
Otros textos serían la Crítica del sindicalismo de Georgi Plejánov y ante todo las obras completas de
Lenin, críticas del economicismo y el tradeunionismo, una de ellas, su ¿QUÉ HACER?: Problemas
candentes de nuestro movimiento (1906), capítulos III y IV, bases del sindicalismo clasista y su
relación con el partido revolucionario.
En quinta medida y para el caso nacional, la literatura colombiana sobre sindicalismo clasista –ya
que no siempre sus autores son clasistas– tenemos Cultura e identidad obrera 1910 – 1945 (1992) e
Idas y venidas, vueltas y revolutas. Protestas socialistas en Colombia, 1958 – 190 (2003) de Mauricio
Archila, Los Inconformes. Historia de la rebeldía de las masas (1972) de cinco tomos, del icónico
fundador del sindicalismo clasista criollo y marxista, Ignacio Torres Giraldo, ¡Huelgas! Luchas de la
clase trabajadora en Colombia 1975 – 1981 (2009) del mandelista y ex militante del Bloque
Socialista, Ricardo Sánchez, Gente muy Rebelde (2002), de Renán Vega Cantor, etcétera.
(7) Respecto a la actualidad-vigencia del marxismo en el siglo XXI y el “Manifiesto Comunista”, para
el contexto actual, así como la demostración del trotskismo, como su legítimo seguidor, véase, por
ejemplo: “A 130 años de la muerte de Marx” (2013) del oportunista Alan Woods
(http://www.marxist.com/a-130-anos-de-la-muerte-de-carlos-marx.htm) y la miniserie
audiovisual “¡Marx ha vuelto!” (2014), en especial, su último capítulo “Comunismo, el encuentro de
Marx con Trotsky” (https://www.youtube.com/watch?v=2NXx8sTByJ0).
(8) Para más información sobre las costumbres oportunistas y la falta de independencia de clase
del PCC (Partido Comunista Colombiano, los que en 2014 llamaron a votar por Juan Manuel
Santos, en segunda vuelta) frente a los gobiernos criollos colombianos, que por supuesto son
materiales insuficientes, incompletos, que falta actualizar y sopesar con otras fuentes (ej. Medófilo
Medina, los propios historiadores e intelectuales orgánicos del PC).
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Sin embargo hay que difundirlos masivamente entre las bases honestas del PCC para que rompan
y sea críticos con su dirección oportunista (Carlos Lozano, Jaime Caicedo, Gabriel Becerra, el filósofo
Giovanni Libreros, ¡el profe Alfonso Conde!) y así las nuevas generaciones no caigan en la
ingenuidad y podamos hacer en la izquierda y el movimiento sindical un balance histórico colectivo
de dicho partido en relación con las luchas del MSC/SC y las luchas electorales de la clase, véase por
ejemplo los artículos parciales:
“El Partido Comunista Colombiano en sus alianzas con la burguesía. Una mirada histórica desde su
fundación hasta el Frente Nacional” del historiador, profesor docente y luchador maoísta del
MODEP, Frank Molano Camargo (http://armadelacritica.blogeadora.com/Primer-blog-b1/EL-
PARTIDO-COMUNISTA-COLOMBIANO-EN-SUS-ALIANZAS-CON-LA-BURGUESIA-UNA-MIRADA-
HISTORICA-DESDE-SU-FUNDCION-HASTA-EL-FRENTE-NACIONAL-b1-p2.htm).
También “Historia del Partido Comunista de Colombia: del sectarismo al oportunismo”
(http://archivoleontrotsky.org/phl/www/arquivo/rase02/rase02-21o.pdf) de A. Otto, militante
trotskista de la LIT-CI y del Partido Socialista de los Trabajadores de Colombia (PST-C).
Por último, quizás las menciones críticas marxistas a la estrategia oportunista y alianzas del PCC en
la entrevista a Francisco Mosquera (MOIR) y Ricardo Sánchez (Bloque Socialista) en el clásico libro
Colombia: tres vías para la revolución (1973), de Umberto Valverde y Oscar Collazos.
(9) Véase por ejemplo, la lírica “anarcosindical” de la canción Working Class y Orgullo rojinegro
(http://www.youtube.com/watch?v=u-
_AsoTVZAQ, http://www.youtube.com/watch?v=HsuTW4erHQc), del disco Estirpe Luchadora
(2009), por la banda colombiana Estandarte Oi!, de la cual hice parte en su momento, como
guitarrista líder en dicha grabación, como cosa curiosa, 3 de los integrantes eran asalariados
medios.
El ejemplo cultural es ilustrativo por cuanto, durante el auge de la Coordinadora Libertaria
Banderas Negras y locales como el Roji Negro en Chapinero y Cedritos, más tarde, de la Red
Libertaria Mateo Kramer (ahora integrada al Congreso de los Pueblos), entre otros, estas capas
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pequeñoburguesas promocionaron abundante literatura anarquista y anarcosindical.
Avalanchados por la new school (nueva escuela) del punk-rock y el hardcore, del movimiento
cultural y otros géneros, decenas de jóvenes capitalinos de barrios populares y de otras ciudades de
Colombia, los contagió por doquier y los lanzó a mostrar simpatías por:
El “sindicalismo anti-partido” y la atención de la “historia cenetista europea”, “el obrerismo”, el
“orgullo de clase” y la “idea de lucha de clases”, la “recuperación” y “glorificación” del
“anarcosindicalismo” de los 20 en Colombia y reavivamiento en el siglo XXI ante el burocratismo
sindical criollo, la “visión crítica del stalinismo”, del “socialismo autoritario” (erróneamente
identificada con el bolchevismo-leninismo, incluso imputada a las elaboraciones de Marx) en el
contexto pos-caída del Muro y la cruzada ideológica.
La “lucha política juvenil”, “estudiantil” y “ultraizquierdista”, “autónoma” de los partidos políticos,
la creación reformista de “colectivos”, “redes” y “movimientos”, al menos en el terreno
propagandístico e incipiente nivel de organización, como solución a los problemas sociales y
sindicales (MSC/SC) del país, aunque es cierto que muchos jóvenes influenciados por el punk/hc/oi,
hoy integren organizaciones políticas como la Marcha Patriótica y el Congreso de los Pueblos, entre
otras.
Esta “capa pequeñoburguesa”, mayoritariamente universitaria, aun cuando ahora integre el
Congreso de los Pueblos, estaría hoy y ayer totalmente equivocada, en cuanto sus posturas
ideológicas socialistas populistas y organizativas movimientistas, heredadas del anarquismo.
Muchos jóvenes recibimos influjo directo/indirecto de estos a través de la música y espacios, por lo
que dicho error político, si se quiere esta “desviación libertaria”, es proclive de evolucionar,
corrigiendo viejos errores. Este libro sobre el Sindicalismo Clasista y el marxismo, en el marco del
último Congreso de la CUT, el futuro de la juventud trabajadora, pasa por dotarse de una
organización política-partidaria obrera y lucha de una tendencia revolucionaria del SC, es prueba
de ello.
Ahora bien, en lo que atañe al balance de la bancarrota anarcosindical y anarquista heterogénea, es
válido indagar, ¿qué hay de la “práctica sindical” colombiana actual de los “anarco-socialistas”?
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El Colectivo Trabajo y Libertad del Congreso de los Pueblos-RLPMK ha hecho algunas actividades
de estudio y eventos en torno a la juventud precaria y el poder popular. También el periódico
Huelga-Vía Libre publicó temas exclusivos de la lucha sindical clasista y reformista, tratando de
recuperar el vector clasista del anarquismo de las “desviaciones juvenalistas”, “heterodoxas” y de
“clase media”” de la RLPMK-CILEP-Tejuntas, del Congreso de los Pueblos, quienes plantean
exageradamente a la juventud como “motor de cambio” y poseen bases programáticas que no
asumen o vacilan ante el método de inserción real en el movimiento obrero colombiano, aunque,
tanto unos como los otros estén en esa contradicción. A mediados del 2006, si mal no recuerdo,
algunos anarquistas trabajaron con el sindicato SINALTRAINAL, en la difusión y apoyo de la
Campaña contra la multinacional Coca-Cola por su alianza y patrocinio de paramilitares para
asesinar a sindicalistas.
Las conclusiones de los compañeros reformistas e intelectuales de izquierda del CILEP (Centro de
Investigación Libertaria y Educación Popular) y su libro académico 2011 de investigación histórica
sobre el anarcosindicalismo (“pre- SC”) son claras: “el anarquismo se ha desconectado totalmente de
la lucha obrera y, en general, de las luchas populares de masas” (Pinzón, Paredes, & Burbano, 2011,
pág. 187), a ello debe su marginalidad y responde a la visión pequeñoburguesa del mundo, de su
seno, la teoría anarquista y su práctica histórica, en el mundo y en la singularidad colombiana, lo
que prueba, una vez más, lo siguiente en la presente etapa de la lucha de clases del siglo XXI:
– El anarcosindicalismo de los actuales luchadores obreros de los sindicatos españoles CGT y la CNT,
pese a tener influencia obrera de masas (80 mil afiliados el primero, entre 10 mil y 50 mil, en el
segundo, decenas menos Solidaridad Obrera), durante la reciente crisis capitalista mundial (2008-
2015).
El error histórico de la CNT en la revolución española del 36 al integrar el Frente Popular,
compuesto por direcciones burguesas traidoras, en vez de luchar por un Estado obrero y una
expropiación nacional y sistemática de fábricas, aunque fue un gran acierto lucha junto a los
centristas del POUM, contra los franquistas y republicanos liberales, a diferencia de los stalinistas.
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Actualmente, el doblemente error de ambas al no luchar por la formación de un partido político
obrero independiente y participar en elecciones en la crisis del régimen español del 78, como si lo
hicieron la Corriente Roja, sesión española de la LIT-CI y sus listas de trabajadores en este 2014,
aunque cabe señalar que sea positiva la unidad de acción del sindicato COBAS, influenciado por
Corriente Roja y CGT, como el sindicalismo combativo (en la práctica SC) en contra de las UGT y
Comisiones Obreras (SR/SP) controlada por la socialdemocracia y el sindicalismo, de la CNT y la
CGT.
Otro craso error, de la actual AIT-CNT eurocéntrica, su asilamiento sindical y dogmatismo
estatutario anarcosindical, en tanto doctrina equivocada, junto a la misma CGT, es que tampoco
luchen por una Internacional Comunista y si por una “federación” de sindicatos de su “tradición”
ibérica, “sin partido”, etc, etc, mientras partidos burgueses como el PP/PSOE, siguen en el poder,
manteniendo el régimen y el Estado burgués.
– Los luchadores obreros anarcosindicales de los años 20 en Colombia, tales como Felipe Colombo,
Nicolás Gutarra, Evangelista Priftis, Juan García, Carlos F. León y Luís Rozo, fruto del auge obrero y
las huelgas, que rápidamente se esfumaron ellos, no tuvieron protagonismo ellos y sus
organizaciones sindicales “anti partidos”, pese a emerger innumerables sindicatos combativos y
anarcosindicalistas, todo esto en un proceso de consolidación de la industria capitalista en los 20-
30 y los vientos favorables de la revolución de Octubre, que pasaron por Colombia y que en general,
el marxismo y la revolución rusa cambiarían la historia universal no sólo en el siglo XX, sino hasta
nuestros días.
A decir verdad dirigentes sindicales clasistas coherentes como María Cano, Raúl Maecha, Uribe
Márquez e Ignacio Torres Giraldo, etc, junto a intelectuales como Luís Tejada y Savistky, si tuvieron
mayor protagonismo, es más, dejaron más importantes legados y huellas de clase para el
movimiento obrero colombiano, traducidos en los primeros partidos obreros del Colombia, el
Partido Socialista Revolucionario y el Partido Comunista de Colombia, que nació cuando la III
Internacional ya estaba stalinizada, pese a la Oposición de Izquierda Internacional, del auténtico
bolchevique Trotsky y sus colegas.
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– El “socialismo libertario”, “camilismo libertario” heterodoxo y “populismo latinoamericano” de
izquierda de los compañeros de la Red Libertaria y Popular Mateo Kramer, su recorrido de 5 años,
ahora TEJUNTAS y diluidos en el Congreso de los Pueblos. Su volcamiento al importante proceso de
masas (de indígenas, campesinas, estudiantes, obreros) del Congreso de los Pueblos para superar
(oportunistamente) la contradicción del anarquismo criollo que re emergió sectariamente desde los
90 y el 2000, en el marco de la Cruzada Ideológica, con las limitaciones de la prédica movimientista
y la dirección del camilismo y populismo de los elenos, ahora en proceso de paz, luego de su derrota
político-militar, para luchar por ser alternativa política de poder popular (¿obrero o burgués?) en
el futuro, apoyando al senador campesino Alberto Castilla. Igualmente, los honestos investigadores
sociales del CILEP, sus correlatos en la Argentina, con el Frente Darío Santillán, y el FEL en Chile,
etc, etc, todos estos a espaldas del acierto del Frente de Izquierda de los Trabajadores, en la
Argentina, por ejemplo. Los anarquistas ahora volcados al populismo de izquierda y el camilismo,
de la dirección del Congreso de los Pueblos, también de la vieja ortodoxia.
– El “anarco comunismo” semiortodoxo de los estudiantes luchadores, muy camelladores, del Grupo
Libertario “Vía Libre”, quiénes tomaron el nombre de un viejo periódico anarcosindical de
Barranquilla, Colombia, de los años 20, ¡reviviendo los muertos!, el GEA, ALE, etc, etc. La
circunscripción internacional actual y criolla de la Plataforma organizativa y programática de los
anarquistas rusos exiliados de Makhno-Grupo Dielo Truda en 1926, cuando entró en auge el
stalinismo en la URSS, hoy reivindicadas por 30 organizaciones políticas pequeñoburguesas
minúsculas libertarias. Igualmente, otras sectas ultraizquierdistas heterogéneas de todo pelambre
y nuevas que surjan en Colombia y el mundo, el Congreso Saint-Imier 2012, etc, etc, signan el
panorama anarquista, menos vinculado a las luchas de la clase obrera, con respeto al pasado.
– En fin, toda suerte de “amalgamas” de “socialismo pre-marxista” en el siglo XXI, atrasado, teorías
libertarias-anárquicas y populistas re-encauchadas en el movimiento social y sindical, ya superadas
por la historia política del proletariado, pero supervivientes debido al producto de la Cruzada
Ideológica del Capital.
Pese a ciertos avances organizativos, en la táctica que puedan hacer, en las grandes olas sociales
oportunistas, yerrarán en la estrategia, por lo que no son la alternativa estratégica para la clase
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obrera mundial y las demás clases dominadas, para el logro del socialismo mundial como tal,
haciendo un balance histórico de la bancarrota del anarquismo y otras tendencias socialistas
populistas-movimientistas, influenciadas por este, en todos los niveles, teórico y político, histórico,
lo cual está latente como contradicción histórica nacional señalada por el propio CILEP colombiano
(de alcance mundial, como el mismo CILEP lo reconoce al hablar de la “crisis del anarquismo
organizado” y el “patrón mundial” de su caída desde antes de la mitad del siglo XX, después de los
30 (Pinzón, Paredes, & Burbano, 2011, pág. 27).
Por el contrario, una verdadera alternativa estaría en el acercamiento a la estrategia comunista
mundial, el programa de transición, la teoría y partidos obreros del Socialismo Revolucionario (i.e.
Trotskysmo):
En ese sentido, la re-construcción partidaria de masas y la lucha por una dirección de una
Internacional Bolchevique, son las tareas del momento, como lo hicieron en su momento Lenin,
Trotsky y Nahuel Moreno, labor que hoy, en el siglo XXI, continúan en emulación real corrientes
como la LIT-CI y su expresión nacional, el PST Colombia, en sus 3 décadas de existencia.
Pese a los errores tales como deviaciones sectarias y déficit organizativos, aciertos y retos, las
innumerables mejoras que haya por hacer, son alternativas revolucionarias frente a la crisis de
dirección del reformismo sindical, de ahí que la maestría táctica podría acercar a varios sectores
reformistas luchadores y centristas honestos de Colombia, con una política hábil, en momentos de
auge social y crisis de dirección. Es decir, de compañeros que han tenido experiencias
desafortunadas con las direcciones de las organizaciones anárquicas, libertarias (caso personal y de
miles) y ultraizquierdistas, socialdemócratas y populistas, independientes, la bancarrota después
de más de 50 años de las direcciones guerrilleristas, en el próximo periodo volcadas a
organizaciones políticas legales, de masas, también las stalinistas tradicionales, que persisten en
Colombia.
Pongo un caso en el tapate: el sector luchador minoritario de Presentes por el Socialismo (PPS),
divido en el debate de integrar o no el Polo Democrático Alternativo, más tarde volcó hacia el PST-
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C, entre innumerables experiencias políticas de la Liga Internacional de los Trabajadores, Cuarta
Internacional (LIT-CI), por acercar a activistas desilusionados de sus organizaciones.
Estos “acercamientos” y “contactos políticos” son más que necesarios para impulsar juntos el
desarrollo del movimiento sindical y el Sindicalismo Clasista, la lucha social y estudiantil, contra los
gobiernos del capital de turno y el régimen, en pro de 2 cosas: la construcción alternativa de un
partido proletario revolucionario en Colombia frente a la heterogeneidad de “aparatos reformistas”
y “movimientos de movimientos” en el país y la lucha por la revolución socialista en Colombia y el
mundo.
(10) La crisis de dirección revolucionaria se signa todavía en la etapa inmadura e infantil de la
tendencia política del trotskismo, su crisis desde la posguerra, incluso antes, de la amalgama de
corrientes oportunistas, centristas y revolucionarias, sumadas a su debilidad histórica e
incapacidad relativa de combatir el auge de corrientes contrarevolucionarias socialdemócratas y
stalinistas:
El Mandelismo (Secretariado Unificado) en su renegación oportunista del bolchevismo, su
movimientismo (NPA, IU, IA) y pluralismo teórico revisionista, conocido como Ecosocialismo y los
partidos anticapitalistas amplios diluidos en aparatosa reformistas como Podemos. En Colombia
corrientes mandelistas son la Red Socialista de Colombia y el Movimiento Ecosocialista, marginales
del movimiento sindical.
El Grantismo (Corriente Marxista Internacional) en su entrismo sui generis en partidos
socialdemócratas y reformistas (PSUV, PSOE, PT) y los sindicatos tradicionales, con una estrategia
liquidacionista del partido revolucionario. Sumado a su propagandismo teórico y capitulación a
procesos como el castro-chavismo y la propaganda rusa en Ucrania.
La combinación de fenómenos que no pueden menos que causar vergüenza a un leninista, tales
como el nacional-trotskismo, el fraccionalismo pequeñoburgués ultrainfantil, el centrismo
ultraizquierdista, sectarismo pequeñoburgués, revisionismo, en la “cuna” de la Argentina y sus
partidos: el Partido Obrero y el Altamirismo centrista, el trotskismo sectario y centrista
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(Trostkysmo-Gramsciano) del Partido de los Trabajadores Socialistas (FT-CI), el morenismo
revisionista de Izquierda Socialista/UIT-CI y el Movimiento Socialista de los Trabajadores, el
oportunismo del Nuevo MAS, Movimiento al Socialismo.
La alerta de los riesgos de capitulación al reformismo, el imperialismo y al democratismo, a los
camaradas de la LIT-CI y el Morenismo, en sus importantes y valiosos análisis de los procesos
revolucionarios del Norte del África y el Medio Oriente, en especial, lo que ocurre hoy en Siria, Libia
y Ucrania, como ocurrió en los 90´s, cuando el revisionismo del MAS argentino y otros, capituló al
imperialismo en sus análisis de revoluciones, durante los procesos de restauración de Europa del
Este, en especial la Guerra de Yugoslavia y la “Ayuda Obrera a Bosnia”, que el PST Colombiano
denunció. Adicionalmente, las posibles desviaciones electoralistas, en el futuro político del Brasil y
el partido hermano Partido Socialista de los Trabajadores Unificado de Brasil (PSTU), que se
hicieron realidad, pues un ala reformista de 600 compañeros rompió y creo el MAIS.
(11) El trotskismo, pese a su marginalidad y sectarismo por el auge en el siglo XX del stalinismo y la
maestría de la socialdemocracia, además de errores imputables a él mismo, tales como el
revisionismo y conductas pequeñoburguesas, irradiados por los capitalistas y la clase media, son la
tendencia proletaria política, viva y continuadora, del marxismo revolucionario.
Este socialismo revolucionario está en importante crecimiento, desigual y combinado, en el nuevo
siglo, en lucha política de masas por un estado de dictadura revolucionaria del proletariado, una
sociedad socialista mundial con democracia obrera y economía planificada, en el proceso de
revolución permanente, cualitativamente superior al stalinismo y la neo socialdemocracia, al menos
en la teoría marxista y en lo programático, falta lo político, la praxis, es decir, la “prueba madre de
la historia”.
Baste mencionar ejemplos actuales del trotskismo en Latinoamérica tales como:
La Central Sindical CONLUTAS (el SC de Brasil) y la Red Sindical Internacional, el rol PSTU de Brasil,
miembro de la LIT-CI (Liga Internacional de los Trabajadores – Cuarta Internacional), que en las
elecciones de Octubre de 2014 y 2018 levantará un importante programa socialista y obrero, un
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Llamado a la rebelión, en pugna con la reaccionaria alianza socialdemócrata-stalinista (PT/PCdeB,
etc) de Dilma Rousseff y los seguidos de Michel Temer.
El caso del Frente de Izquierda y de los Trabajadores, con la participación del PSTU argentino,
miembro de la LIT-CI, también del Encuentro Sindical Combativo, verdadero embrión del
Sindicalismo Clasista, en contra del Kirchnerismo y sus aliados del mal llamado sindicalismo
peronista y “nacional y popular” (i.e. SR).
En Colombia, pese a que hemos tenido un auge tenaz del stalinismo y pese a su debilidad y déficit
organizativo, el PST-C, también la LIT-CI, está en su proceso de mayor inserción sindical en el Caribe
Colombiano, Bogotá y Tolima, su política unitaria de lucha, en pro de la participación de sindicatos
pequeños y una programa de lucha del sindicalismo anticapitalista, de cara al VI Congreso de la CUT
2014, las elecciones sindicales 2018 de FECODE y CUT, copadas por el SR/SP y el oportunismo.
Cualesquier movimiento político revolucionario y contemporáneo del siglo XXI, que se reclame hoy
“anticapitalista” o “socialista”, independientemente de su origen, inconscientemente acoge y se
acerca al programa trotskista de revolución internacional y de democracia sindical, es decir, al
programa del sindicalismo clasista, el socialismo y el comunismo.
Capítulo II. HISTORIA.
PANORAMA NACIONAL RECIENTE DEL SINDICALISMO Y NIVEL DE
VIDA
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“Quién se arrodilla ante el hecho consumado es incapaz de enfrentar el porvenir”
León Davídovich Bronstein, alias “Trotsky”, prólogo introductorio a La Revolución Traicionada,
1937, México.
Haciendo uso de las metáforas del “Sancocho Nacional”, la “Lucha de Sísifo” y la “Garra del León”, en
este capítulo II se busca responder a tres preguntas básicas y centrales:
1) ¿En qué tiempo vivimos? ¿Cuál es panorama actual del movimiento sindical, el nivel de vida de
los trabajadores y el clasismo sindical de Colombia? ¿Cuál es la crisis estructural nacional de
Colombia y el proceso de reconstrucción sindical/política, nacional y mundial del movimiento
obrero?
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2) ¿Cómo mejorar las tasas de afiliación sindical en Colombia (problema P2)? y ¿cómo democratizar
el sindicalismo colombiano (problema P3)?
3) ¿Con qué fin político impulsamos el crecimiento sindical y la democratización? ¿Al servicio de
qué? ¿Cuáles son entonces las alternativas a la crisis civilizatoria y la misión histórica de la clase
trabajadora, colombiana y mundial, en el panorama actual del siglo XXI?
Introducción
Con el fin de ubicarnos en la arena política y sindical de los primeros pinitos del siglo veintiuno, los
problemas contemporáneos que enfrenta el MSC, a saber, la sindicalización (P2) y la democracia
sindical (P3), el transcurso del Sindicalismo Clasista (SC) inmerso en esta lucha, se requiere de
manera previa, realizar una retrospección histórica sintética que remita al siglo XX. Un diagnóstico
hacia el pasado más mediato, diríamos, de micro corta duración, para divisar cómo ha sido el campo
de batalla laboral, económico-político, nacional-mundial, desde entonces hasta nuestros días.
Sólo mediante la metodología materialista de contexto histórico mundial > contexto histórico
nacional > crisis estructural nacional > problemas específicos del sindicalismo colombiano (P2 &
P3, otros) > planteamiento de soluciones/alternativas, salidas, se comprenderá con cabalidad la
‘actualidad’, la condición ‘actual’ y la ‘coyuntura’, el ‘devenir mismo del ser social’ o el ‘ahora’ del SC,
los problemas ‘contemporáneos’ del MSC-MSM (Movimiento Sindical de Colombia y del Mundo) y
el asidero de las ‘alternativas’ a la ‘crisis actual’ del sindicalismo, la izquierda y el régimen político
colombiano.
Para comenzar, podemos decir que estamos situados en el periodo histórico o etapa más reciente
del SC y el MSC (1), que va desde el año de 1986 hasta nuestros días, en el presente año y cuatrienio
2018 – 2022, pues en la apertura del periodo se da un acontecimiento histórico para el MSC:
Después de casi 60 años de sindicalismo bipartidista patronal (CTC liberal vs UTC conservadora),
con divisiones y polarizaciones con organizaciones clasistas como la Confederación Sindical de los
Trabajadores de Colombia (CSTC) y el sindicalismo no confederado, independiente, herederos de
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las banderas del SC, se da la monumental fundación de la CUT como central obrera unificada de
sindicatos en el país, la cual aglutinó los reductos heterogéneos del Sindicalismo Independiente y la
tendencia clasista-oportunista de la CSTC, dirigida por el Partido Comunista, además de sectores del
sindicalismo reformista.
En lo que respecta a la CSTC, esta existía desde el año 1964, poco después del suceso de la expulsión
de los comunistas del PCC y sus 2.227 delegados de más de 105 organizaciones obreras, que hacían
parte de la central obrera liberal CTC, en el transcurso y resoluciones dictaminadas por el XII
Congreso CTC de 1960 (Modep, 2011). Dichas medidas arbitrarias, se darían en el clímax
internacional explosivo y gélido de la Guerra Fría entre los Estados obreros y la ONU, en cabeza de
los Estados Unidos, pero además signados por los triunfos de la Revolución Cubana y China. Para el
caso de Colombia, el gobierno nacional tomó parte en la contienda internacional de la posguerra,
como satélite y miembro logístico de la empresa imperialista al enviar el Batallón Colombia a los
campos de la muerte de la Guerra de Corea de 1953. Todo esto determinó la escisión y alternativa a
las centrales sindicales bipartidistas.
Para inicios del Frente Nacional (1958-74) se fraguaría entonces una represalia reaccionaria contra
el Partido Comunista (PCC), al ser ilegalizado dicho partido obrero stalinista reformista y ser
expulsados de la CTC liberal. Una maniobra hábil, orquestada por el SR/SP, bajo el mando de las
direcciones burguesas de la Central de Trabajadores de Colombia y Unión de Trabajadores de
Colombia, con asesoría del imperialismo y respaldo del gobierno nacional de Lleras Camargo
(abuelo de Vargas Lleras), su más fiel sirviente (2).
La expulsión del PCC de la CTC y la posterior creación de la CSTC pondrían en evidencia la
imposibilidad y violación de la burguesía del pacto oportunista de conciliación de clases o de Frente
Popular contraídos entre el Partido Comunista y el Partido Liberal, durante en los inicios hostiles
de la Guerra Fría y la posguerra.
Para el año 1986, entonces, ingresarían a conformar la CUT el ala oportunista del SC, es decir, la
CSTC. A ella se le sumaría la corriente reformista pequeñoburguesa del Sindicalismo Reformista
(SR), en su mayoría provenientes del paciente entrismo guerrillerista en la CTC/UTC, casos del M-
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19 y el ELN, entre otros. También integrarían la CUT algunos fugitivos liberales-conservadores y
transfuguistas de la UTC y la CTC, más cercanos al Sindicalismo Patronalista (SP). Finalmente el
llamado Sindicalismo Independiente y Clasista (SI), que tendría algunas corrientes más
revolucionarias, como el PST, le apostatarían a la fundación y construcción de la Central Unitaria de
Trabajadores de Colombia (CUT). Esta tendencia colombiana o política de una sola central, estuvo
influenciada por la creación en Brasil de la CUT en 1983, tres años atrás.
El terreno favorable y temprano de la CUT (¡efímero!), el espíritu de los 80´s, cuando se realizó su
Congreso Constitutivo, tuvo la característica de tender a la hegemonía, al menos ideológica y
programática, del izquierdismo reformista y progresista, revolucionario y comunista, del SR & el SC.
Este se debe al panorama internacional del capitalismo, a la existencia de los estados obreros
burocratizados, pero sobre todo, al proceso de construcción particular de la izquierda en Colombia.
La primigenia CUT se negó originariamente a ingresar a la Central de la socialdemocracia y la
reacción imperialista, esto es, la Confederación Internacional de Organizaciones Sindicales Libres
(CIOLS), aunque en la práctica, esta generó profunda influencia en la CUT, sobre todo, cuando la CUT
degeneró con la emergencia temprana del F.U.T.D (Frente Unitario de Trabajadores Democráticos),
la punta de lanza del SP/SR. En este momento se daría aval de ingreso al sindicalismo procapitalista.
La explicación de este ingreso e influjo de los ex CTC-UTC en la CUT, se debió al temprano acuerdo
y puestos directivos asignados a ex dirigentes patronalistas de la UTC-CTC, en marcos de Diálogos
y Procesos de Paz de Belisario Betancur, Virgilio Varco, con la complicidad de la izquierda
reformista y stalinista.
El punto de inflexión cualitativo y universal de la CUT y del conjunto del MSC-MSC llegaría a finales
de los 80´s, en los inicios inesperados de los 90´s, unido a la entrada al Nuevo Siglo y Nuevo Milenio
en el 2001, que es nuestra actual etapa desde la creación de la CUT hasta el dos mil veinte.
En efecto, esta temporalidad marca el distintivo propio del panorama actual, nuestro periodo
presente, no tanto por el tránsito temporal de un siglo a otro, los cambios en el calendario, etc, sino
más bien por los poderosos cambios históricos que hubieron entre uno y otro siglo, auténtica y
cualitativamente, de un antes y un después. Por esta razón es que hablamos de SC y MSC-MSM en el
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siglo XXI, en tanto hubo una ruptura histórica a principios de los 90 en la correlación de fuerzas de
las clases sociales contemporáneas, entre trabajadores y empresarios, en el carácter de la dinámica
internacional del capital y la Historia: una nueva realidad mundial.
Los trabajadores colombianos y de la región se preguntarán: “–Aja, entiendo. Pero bueno: ¿En qué
consistió pues el “punto de inflexión”, qué tipo de cambios ocurrieron?– “–¿Qué paso con esa joda,
por qué el sindicalismo cambió y dio un sacudón tremendo, a pocos años de fundarse la CUT?–”.
Una respuesta aproximada a esta pregunta obrera podría involucrar 2 hechos globales o procesos
definitivos en la historia universal del capitalismo contemporáneo. Del mismo modo, 2 episodios
nacionales cruciales de la Colombia contemporánea que golpearon con fuerza el rostro del
sindicalismo y la CUT, los cuales fueron productos causales y combinados con el primero, aunque
con particularidades específicas del país. Pasemos a señalar estos cuatro cambios internacionales y
nacionales.
Cambios internacionales
I. Contrarrevolución o restauración capitalista.
El desenlace de la crisis histórica del aparato gubernamental del Stalinismo mundial, la Unión
Soviética, la resolución reaccionaria del dilema histórico (“revolución o restauración”) por el que
trasegó fatalmente la URSS, disuelta finalmente en 1991, luego de 70 años de existencia, desde 1917.
Trotsky, en los años 1936 y 1938, dos años antes de su asesinato, señaló con anticipación analítica
la coyuntura de las décadas siguientes:
“El pronóstico político [de la URSS] –dice Trotsky– tiene un carecer alternativo [un dilema
disyuntivo]: o la burocracia [del Partido Comunista de la Unión Soviética, PCUS] se transforma cada
vez más en órgano de la burguesía mundial dentro del Estado Obrero, derriba las nuevas formas de
propiedad [colectivas] y vuelve el país al capitalismo; o la clase obrera aplasta a la burocracia y abre
el camino hacia el socialismo [mundial] (…) ¿Devorará el burócrata al Estado obrero –se pregunta
Trotsky– o la clase obrera lo limpiará de burócratas? De esta disyuntiva depende la suerte
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[histórica-estratégica] de la URSS.” (Trotsky, Programa de transición, 1938) (Trotsky, La revolución
traicionada, 1936).
Por la fatalidad de los hechos materiales en la URSS y en Europa del Este, pese a que las masas se
levantaron en varios países contra dicha burocracia, no obstante, en un plano general se dio una
resolución negativa del dilema restauración-revolución, pues los burócratas de los PC´s, como
Gorbachov, Yeltsin, etc, “devoraron” el Estado obrero y las masas en su lucha contra la burocracia
restauracionista permitieron que direcciones contrarrevoluciones distorsionaran el proceso y
desmontaran la propiedad colectiva de los medios de producción, consumándose así una
restauración capitalista.
La restauración capitalista fue entonces el derrumbe definitivo y la transformación cualitativa de
estos estados transicionales, obreros, de economía planificada, me refiero a la URSS y los demás
estados de Europa del este y del mundo, los que conocemos en la escuela tradicional del Nuevo Siglo
con el rótulo de países del “socialismo real”, a diferencia del funcionamiento de los países
capitalistas, basados en la economía privada y partidos burgueses co-gobernantes (Véase
bibliografía, nota general crítica n. 3). La extinción de estos estados obreros, fue capitalizada
enormemente por las potencias imperialistas, Estados Unidos y la Unión Europea, los cuales
desplegaron los tentáculos de la economía burguesa en Rusia y Europa del Este.
La caída del Muro y la URSS, sería entonces un proceso global de conjunciones históricas similares
de países, que tendrían como eje común la Gran Marcha de la Restauración hacia el capitalismo, por
parte de Estados como la China y Yugoslavia, Corea del Norte y la isla Cubana, la propia URSS y los
estados del este, durante las décadas de los 70´s y 90´s hasta culminar y “cerrar el ciclo reaccionario”
en las primeras décadas del siglo XXI o posiblemente (aunque improbable) antes de entrar en el
nuevo siglo.
Simbólicamente, la caída del Muro, la URSS y demás “estados socialistas”, significó la derrota
histórica del –primer intento– a gran escala, de construir una sociedad socialista mundial.
Asimismo, de –facto– era la afirmación y corroboración de la capacidad extraordinaria de
adaptación, de la fuerza de restauración imperialista estratégica y del crecimiento global del
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capitalismo como sistema–mundo. Todo sumado a la capacidad de movilización de las masas, que
en su historia en la posguerra derrumbaron al fascismo, el stalinismo, pero no pudieron avanzar
para aplastar el imperialismo, a la burguesía y su liberalismo.
La restauración burguesa fue entonces la muestra palpable no sólo de la poderosa ofensiva
económica imperialista y la cruzada ideológica imperialista sobre la sociedad y las organizaciones
sindicales del MSC-MSM y el movimiento obrero espontáneo. También mostró hasta la saciedad la
labor contrarevolucionaria de la burguesía mundial y de la burocracia stalinista, a la que aludía
Trotsky, profundamente desprestigiada y odiada por las masas en los 90, una dirección que no
estuvo a las alturas del periodo de transición del capitalismo y que entregó dichos Estados al capital.
El Stalinismo (i.e. los partidos gobernantes moscovitas-sovietistas, castristas, hoxistas-albanistas,
jucheistas, hochiministas, polpotistas, maoístas, etc), mientras fue gobierno en más de 15 países,
estuvo plagado de distorsiones antiobreras y anticlasistas:
Nacionalismo anti internacionalista más estrecho (“socialismo en un solo país”), el burocratismo
anti obrero, de corte totalitario, presentado ante el mundo y la izquierda como la realización del
socialismo (“socialismo real”, “estados socialistas”), un etapismo y tergiversación teórica del
marxismo desde todos los flancos, claro “revisionismo de derecha”, “revolución nacional y por
etapas”, “realismo socialista”, “frente popular” como conciliación del capital y el trabajo,
“antifascismo” pro capitalista, etc, etc.
Tal vez es por este rol negativo del stalinismo que a finales del siglo XX y principios del XXI, la
mayoría de las franjas de los partidos de izquierda y sindicatos, la academia crítica y el marxismo
contemporáneo sean profundamente críticos del Stalinismo, lo cual es progresivo hasta cierto
punto, si entendemos de que la esencia del stalinismo era y es que consiste en:
a) Una estrategia contrarevolucionaria y etapista, no permanentista mundial, que impulsara la
revolución y el socialismo mundial, sino la coexistencia pacífica, la fragmentación nacional y
federación limitada, en suma, la conciliación de clases entre el capital y el trabajo.
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b) Una política dictatorial y burocrática, totalitaria, violatoria de las libertades democráticas
(expresión, prensa, participación, cultura) de las masas y la clase obrera, de parte de la casta
burocrática al mando de la URSS y 15 Estados obreros.
c) Una tergiversación teórica multilateral e integral del marxismo en lo que respecta a la revolución
y las elecciones, el partido, el arte y las libertades, las ciencias y la historia, de parte de los partidos
mal llamados “comunistas” y las organizaciones influenciadas por estos.
II. Ofensiva global imperialista y antiterrorista
Los atentados terroristas a la Torres Gemelas en el 2001 y la invasión colonialista a Irak-Afganistán
marcarían la impronta del inicio del siglo XXI. Es cierto, otras intervenciones imperialistas
precedentes como Yugoslavia en los 90, prefigurarían el escenario de Irak-Afganistán, al igual que
conflictos colonialistas, de vieja data, como Israeli-Palestino, seguirían. Pero la guerra contra el
terrorismo del presidente y administración de George Bush hijo (2001 – 2009), marcaría los
cambios de la etapa de ofensiva imperialista, que siguen ahora con Donald Trump (2017 – 2021).
Desde el proceso de los cascos azules de la ONU en Yugoslavia hasta el atentado a las Torres
Gemelas, se inauguraría el aval y rienda suelta para que la OTAN y EEUU intervinieran en procesos
revolucionarios anti dictatoriales y democráticos en Libia, Siria, Ucrania, Egipto, etc. Todo ello en el
marco de una lucha global y discursiva contra el Terrorismo y aplicación de planes económicos
privatizadores foráneos, la estrategia militar y doctrina acogida con el mismo fragor por las
Administraciones de Colombia e implementaciones bélico-políticas de seguridad nacionales en el
Conflicto Armado colombiano, como el Plan Colombia-Patriótica, la Guerra Integral, la Seguridad
Democrática y Prosperidad Democrática, ahora el Plan Paz Colombia, contra el narcotráfico y por la
ofensiva recolonizadora de las multinacionales en el campo.
Cambios nacionales
I. Continuismo. Gobiernos de derecha neoliberales.
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La adopción por el Gobierno de Reagan-Thatcher y la expansión en el plano económico del
imperialismo anglosajón, hacia sus áreas semicoloniales, tales como Colombia, del modelo
económico neoliberal del capital imperialista o capitalismo neoliberal en nuestro país.
Durante los Gobiernos de Gaviria (1990-94) con su apertura económica y los 7 Gobiernos
subsiguientes (Samper-Pastrana-Uribe-Santos), todos a beneplácito de la aplanadora salvaje del
imperialismo triunfante luego de la caída de los estados obreros, pese a toda juridicidad
socialdemócrata sobre los derechos sociales de la Carta Política del 91, la ofensiva económica
imperialista avanzó en Colombia y el mundo, con el desmonte paulatino de los estados de bienestar
capitalista y estados burgueses con derechos sociales conquistados por la clase obrera, en nuestro
país, el Estado Social de Derecho.
II. Procesos de paz y coaptación del régimen.
Los Acuerdos de paz y transiciones pos dictatoriales en la región, tuvieron en el contexto nacional
un correlato de Procesos de paz del Estado colombiano con las guerrillas pequeñoburguesas: M-19,
sector mayoritario del EPL y su partido stalinista PC-ML, por último, un sector del ELN, la Corriente
de Renovación Socialista.
De estos procesos surgió la expedición conjunta de la Constitución de 1991 y dieron como resultado
el nacimiento inexistente del “Estado Social de Derecho”, vía reforma constitucional total tardía
hecha más de un siglo después. Por su parto, continúa el influjo en la política nacional y el
sindicalismo de los escenarios de paz como el proceso de paz de Pastrana (1999-2002) y más
recientemente los Diálogos de la Habana de 2012, entre las FARC y el Gobierno Santos, que
concluyeron en el desarme de la guerrilla más vieja del continente y que probablemente también se
darán con el ELN y EPL. El sindicalismo y el movimiento social, no sólo los ex insurgentes, tienden
a ser cooptados por las políticas de paz del gobierno, los empresarios y el imperialismo.
Crisis prolongada del sindicalismo y la izquierda: retroceso crónico del sindicalismo clasista
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¿Cómo impactaron los cuatro pares de cambios, internacionales y nacionales, en el desarrollo
histórico del sindicalismo y a su tendencia sindical clasista?
El impacto internacional de la disolución de la Unión Soviética y bifurcada en Federación Rusa, al
igual que los demás estados obreros, por consiguiente, la ofensiva imperialista integral en el flanco
militar-territorial de carácter antiterrorista pero también en lo económico con la vuelta de las
grandes propiedades privadas y magnates (factores uno y dos internacional), afectaron en
profundidad la perspectiva nacional del SC y el MSC.
Las razones que nos permiten sostener estos cambios en el sindicalismo colombiano obedecen al
impacto material de la imposición arrasadora del modelo semicolonial del neoliberalismo
económico, ultra funcional al imperialismo, a los capitalistas nacionales y extranjeros. Del mismo
modo, al impacto subjetivo y militar de los Procesos de Paz y lucha integral antiterrorista contra las
guerrillas pequeñoburguesas y la coaptación del movimiento de masas, incluido el sindicalismo,
favorables al régimen de democracia burguesa autoritaria. Ello sin contar el impacto ideológico de
la caída de los Estados obreros en el propio MSC.
Esta combinación de procesos históricos e impactos (económicos, ideológicos, bélicos) constituirían
una de las más profundas derrotas (relativas, claro está) en los últimos 25 años del movimiento
obrero y sindical, colombiano y mundial, sus expresiones políticas revolucionarias y democráticas,
que se pueden consignar en un ABC básico de la crisis nacional prolongada hasta nuestros días.
ABC de la crisis sindical
A. Causas objetivas. Contrarrevolución económico-política y baja del nivel de vida.
El Estado capitalista de Colombia y su clase burguesa empresarial, a dirección del timonel del
legislativo y el ejecutivo, con el especial aval de la rama judicial, llevan a cabo una serie de agrestes
contrarreformas neoliberales en material laboral, de seguridad social, educación, los servicios
públicos, presupuesto de las regiones, régimen tributario, participación política, con las respectivas
leyes gubernamentales de tipo reaccionario:
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La ley 50 de 1990 (reforma laboral y del Código Sustantivo del Trabajo), ley 71 de 1988 (sobre
reforma pensional), ley 60 de 1990 (reforma laboral de empleados del sector público), ley 100 de
1993 (reforma de la salud y el sistema de seguridad social integral), ley 789 de 2002 (segunda
modificación del Código Sustantivo del Trabajo y reforma laboral), leyes 142 y 143 de 1994
(reforma de servicios públicos domiciliarios y materia energética), ley 617 de 2000 (reforma del
presupuesto público), 30 de 1992 (reforma del servicio público de la educación).
Más tarde los TLC (Tratados de Libre Comercio) de Colombia con USA, Canadá y la Unión Europa y
las políticas públicas de inversión extranjera, la flexibilización laboral neoliberal vía a las CTA
(Cooperativas de Trabajo Asociado), los CS (Contratos Sindicales) y los contratos basuras, las SAS
(Sociedades por Acción Simplificada) como forma de organización jurídico-administrativa de las
empresas, todo esto golpearía e iría en contravía de los intereses materiales de la clase obrera, el
campesinado y conjunto de los sectores sociales populares: afros, indígenas, informales, tenderos,
etc.
La burguesía colombiana sigue entonces el dogma universal discursivo de los imperialistas
occidentales vencedores, a pesar de la lindura de la nueva Constitución Política de 1991 hecha y la
lucha ingente por la proclamación del pomposo “Estado Social de Derecho”. En efecto, dicho proceso
constituyente tuvo como resultado un proyecto-texto fundacional y normativo que coadyuvaron a
redactar en la misma Mesa, junto a prominentes políticos burgueses tradicionales, liberales y
conservadores, los otrora guerrilleros pequeñoburgueses que harían la toma aventurera del Palacio
de Justicia en el 85 y pregonaron la guerra popular por el Andes colombiano, para que tiempo
después, pasaran a estar plenamente integrados al régimen político erigido antidemocrático.
La hipótesis de la causa objetiva de la crisis del MSC remiten entonces a la ingeniería del capital
imperialista neoliberal, el conjunto de planes económicos agenciados por los gobiernos y los
empresarios colombianos, junto al aval y poca resistencia del SP/SR, claudican a esta arremetida de
contrarrevolución económica permanente de la burguesía. El sindicalismo criollo transige y tranza
con las nuevas relaciones en el ámbito del trabajo asalariado y lo holístico social (trabajo, salud,
educación, pensión, servicios públicos, cultura, etc), que permitieron capitalizar los beneficios
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económicos y avances políticos estratégicos de la burguesía dominante, a pasos de gigantes. Entre
las desgracias y padecimientos ligados al movimiento obrero colombiano, se encuentran:
– La tercerización, la precariedad, la inestabilidad, la flexibilidad laboral, la informalidad debido a
los estándares de la demanda, el desempleo y la permisividad empresarial; las formas de
contratación temporal y por 2, 4 o 6 meses condicionados a renovación.
– La productividad del trabajo y la sobreexplotación del capital; la pérdida y recortes en la hora de
sueño y el ocio, en el derecho a la pensión digna, a la salud, las primas, horas extras y dominicales,
la retroactividad de las cesantías y auxilio de transporte, extensión de la jornada diurna, la mayoría
de prestaciones sociales y parafiscales, etc.
En consecuencia, aparición de enfermedades ocupacionales y problemas psicológicos en ambiente
laboral y vital social tales como el acoso laboral y sexual, el chantaje patronal, generando a su vez el
estrés laboral, el descuido de la vida familiar y los hijos, la violencia intrafamiliar y de género, la
depresión y el sentimiento de culpa, el miedo, la humillación de la pobreza.
Las tendencias suicidas y la concreción de ella, como el del asalariado N.N Oscar Bernate, amigo de
mi padre, luego de ser despedido del Banco de Bogotá y pasar por graves penurias económicas y
familiares, decide quitarse la vida, las enfermedades mentales, etc.
– La indigencia subdesarrollada y miseria urbana, conocida como “pobreza relativa”, tan sólo en
Bogotá hay más de 10 mil “habitantes de la calle” con necesidades básicas insatisfechas (CEPAL,
método NBI) y con ollas decadentes como El Bronx desmanteladas pero reubicadas y más de 28 a
nivel nacional, según un censo del Distrito de 2011, 4.5 millones, en todo el país, según la mañosa
DANE en 2013, en el mundo 200 millones de “homeless”, en 2005.
– El recorte de conquistas de los trabajadores sindicalizados y el proletariado industrial (minero,
metalúrgico, siderúrgico, textil, alimentos, etc), la situación miserable de las nuevas generaciones
de jóvenes trabajadores y la tendencia alta a la desindicalización masiva.
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– La proletarización y precarización de la sociedad trabajadora en su conjunto, una expresión de
ello son sectores de los trabajadores cualificados, sin contar con los jóvenes desempleados y los “ni-
ni”, que no estudian ni trabajan.
– La inversión o apertura al capital extranjero y la participación mixta en las empresas sociales,
industriales y comerciales del Estado, la privatizaciones de sectores estratégicos de la economía
nacional, los servicios públicos y la disminución del gasto público, los recortes de derechos y
despidos de los empleados públicos; la disminución de aranceles a las importaciones y tasas bajas
de impuestos al empresariado nacional y extranjero.
– La baja calidad y condiciones de demanda en el sector de la salud y educativo, para las familias
obreras y populares; el aumento de los niveles de pobreza, analfabetismo, desnutrición,
enfermedades, por factores complejos como el ajuste salarial, la desregularización del mercado
laboral y el desempleo, la privatización, condensan la crisis materiales de los trabajadores y el
pueblo colombiano en su conjunto.
Todo este proceso socioeconómico reaccionario trastocó y barrió a las políticas públicas burguesas
anteriores y la correlación de fuerzas pasada entre las clases, puesto que las conquistas ganadas por
la clase obrera colombiana en más de medio siglo, se fueron desmontando y retrocediendo
paulatinamente, supusieron una la disminución abrupta y cínica de los controles sociales del Estado
burgués. Los recortes sociales e irreconocimiento en la garantías de los derechos sociales, la
desregularización normativa en los conflictos obrero-patronales con la disminución de sindicatos y
la vías de dirimir conflictos entre particulares en empresas asumiendo el Estado burgués la figura
mínima y en casos muy excepcionales intervenir sofistamente como árbitro “imparcial”, son
manifestaciones de una tragedia no natural, sino social y calculada con meticulosidad y frialdad
racional de las ganancias de los capitalistas.
Esta contrarrevolución económica, en último término, fue directa e indirectamente funcional a un
aumento exponencial de la “tasa de ganancia” de los capitalistas o acumulación de capital –en
términos culturales del maestro del vallenato colombiano, Beto Zabaleta: “La Ley del embudo”, “La
Ley de la ballena”–. Aumentaron los paraísos terrenales y de niveles de vida de los privilegiados, el
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derroche y goce del consumo suntuario, la full cobertura de los derechos sociales, económicos y
culturales para las reducidas familias propietarias de los monopolios sectoriales de la burguesía
colombiana y de los negocios de la mediana burguesía, sin exceptuar a la cómoda pero ínfima y
diminuta aristocracia obrera y pequeñoburguesa, obsesionada con el “ascenso social” y los “jobs
well-paid”. Del mismo modo, teniendo en cuenta el engordamiento del bajo de billetes, la chequera
y la “buena vida” –antítesis moral de la vida buena– de la llamada clase política corrupta, los
magistrados, los altos ejecutivos del aparato estatal en su conjunto, los gerentes y mandos medios
de las empresas capitalistas nacionales y multinacionales, del sector privado.
Mientras esto acaece, el grueso mayoritario de los trabajadores y el resto del pueblo colombiano,
vivían, viven y vivirán por un buen tiempo –si no luchan y se rebelan– en decibeles de pobreza
relativa y media más degradantes e indignas, con la violación, privación “ascética” y “migajas” de
felicidad alienada de la industria cultural para el goce efectivo y humano de sus derechos, sus
necesidades materiales y espirituales integrales.
La vida material e integral digna de los trabajadores está atravesada por la antinomia material del
“bien-estar”/“mal-estar”, “eudaimonia”(felicidad-placer)/“dolor”, “dignidad”/”humillación”,
“derechos”/“violaciones”, configurada por la lucha sistemática y asimétrica entre el Capital y el
Trabajo, sufrida en las “carnes” de la clase obrera industrial y no industrial y el campesinado pobre,
presos en su condición residente del sistema social carcelero del capitalismo semicolonial y salvaje
de Colombia y América Latina.
B. Victimización. Genocidio sindical y popular. Terrorismo de Estado, patronal e integral
ilegal.
Los activistas sindicales y agentes de izquierda, muchos de ellos parte de sindicatos clasistas de
avanzada, los más activos políticamente, en su mayoría de la CUT (Valencia & Ospina, 2012, pág.
15), fueron asesinados de modo inmisericorde en este periodo de dos décadas y media. Los
desesperanzadores resultados signados entre más de 2.870 sindicalistas muertos según la Escuela
Nacional Sindical (ENS) (Valencia & Ospina, 2012, págs. 25-26) hasta más de 4.000 trabajadores
asesinados según organizaciones de DDHH y la Federación Americana del Trabajo y Congreso de
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Organizaciones Industriales (AFL-CIO), si se contabiliza desde 1986 y 1977. Otras organizaciones
sindicales e instituciones independientes de investigación, hablan de más de 6 mil.
El criterio causal de la victimización sindical se explica por la emergencia mezclada del (f.
1) conflicto armado/interno colombiano y sus actores responsables en orden, la violencia estatal y
las Fuerzas Armadas, el paramilitarismo y sicariato patronal, el guerrillerismo y sus prácticas
burocráticas en mucha menor medida, todas las cuales signaron la violencia antisindical
permanente.
Esto generó desde 1958-2012 más de 220.000 asesinatos y muertes documentadas con ocasión del
conflicto armado, 82% de ellos civiles, 25 mil desaparecidos y 5 millones 700 mil desplazados (País,
2013), recientemente se habla de 6.8 millones de víctimas. Otro aspecto (f. 2) fueron
los mecanismos bonapartistas, militaristas, autoritarios y convencionales disciplinadores y legales
de acumulación de capital que emplearon el Neoliberalismo salvaje e Imperialismo económico en
un país capitalista semicolonial como Colombia, que también fueron gasolina de la victimización.
Puesto que el f. 1 (es decir, el conflicto armado) no se logró culminar en 1991 y se deformó aún más
en el país debido al factor secundario de la escalada de los aparatos guerrilleros pequeñoburgueses
(Ejército de Liberación Nacional y Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, principalmente),
su existencia prolongada de 5 décadas.
La guerrilla colombiana de finales y comienzos del nuevo milenio empleó métodos de guerra y el
entrismo guerrillerista del antes y el ahora en las organizaciones de masas (obreras y sindicales,
campesinas, estudiantiles, magisteriales, políticas, medios, etc), sus movimientos políticos de
fachada y legales (UP, A Luchar, Frente Popular, etc) (Valencia & Ospina, 2012, págs. 43-52) fueron
sometidos a un exterminio antidemocrático, que afectó a toda la oposición política, sindical y
popular.
Si a esto se suma, a partir de los 80, como factor principal, el narcotráfico y el paramilitarismo, el
intervencionismo militar yanqui y el terrorismo de estado, la lucha guerrillera combinaría y
deformaría la lucha de clases sociales del movimiento obrero y popular, ultra exacerbada por el f. 2
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(explotación capitalista y acumulación), por lo que dicho “coctel incendiario”, si lo usamos como
metáfora, generó un genocidio sindical y popular (hipótesis: f. 1 + f. 2 = CM, causa genocidio
sindical, véase nota aclaratoria n. 4). Además de este exterminio de más de 4 mil o 6 mil
sindicalistas en 25 años, el coctel radioactivo también generó una gran onda explosiva, en los
siguientes fenómenos de víctimas:
Colombia está en la lista negra de violadores de los Derechos Humanos (DDHH) y sea uno de los
países más peligrosos para ejercer el sindicalismo, pues en el periodo de 10 años (1999-2009), de
los 1.253 obreros sindicalistas asesinados en el mundo, nuestro país cubrió el 63,12% de estos
(Valencia & Ospina, 2012, pág. 25). Además en el 2013 hubo 28 sindicalistas asesinados, de los 22
del 2012 (Autores Varios, 2014, pág. 78), sin contar los del 2014 – 2018 con Santos II y 2018 – 2022
con el nuevo gobierno derechista, pues ya van 288 líderes sociales asesinados en dos años (2016 –
2018), en su mayoría líderes agrarios.
Entre las 7 modalidades de violencia letales y no letales cometidas contra los sindicatos
colombianos, están: el homicidio, el atentado con o sin lesiones, la desaparición, el secuestro, la
tortura, la detención arbitraria y amenazas, que computadas dan un total de 9.652 agresiones desde
1977 a 2011 (2012, págs. 23-25). Los mayores afectados han sido los sectores asalariados de la
Educación, el combativo magisterio de educación básica y media, la Minería y el Bananero, situadas
en las regiones de Antioquia, Santander, Valle del Cauca, Cesar, Magdalena, Córdoba y Arauca (2012,
pág. 40), los cuales concentraron el 67% de todas estas modalidades y el 73,2% de la ubicación
geográfica (2012, págs. 29-30, 40), con más de 350 sindicatos afectados y cuyos métodos van desde:
– Sicariato por doquier a directivos y dirigentes sindicales medios y activistas sindicales más activos
y “revoltosos”; masacre sindical selectiva a huelguistas y piqueteros por parte de bandas privadas
paramilitares y ejército, con listas previas facilitadas por organismos de inteligencia; crímenes de
lesa humanidad y crímenes atroces contra los obreros organizados, en especial el proletariado
agrícola, desapariciones forzadas de luchadores asalariados y desplazamientos forzados de familias
trabajadoras.
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– Criminalizaciones a las movilizaciones del MSC, obreras y populares, por parte de las instituciones
estatales y para-estatales; montajes judiciales y encarcelamiento de presos políticos sindicalistas,
detenciones arbitrarias; amenazas y represalias contra sindicalistas por parte de los matones
contratados por los empresarios y el gobierno burgués; exilios forzosos y asilos políticos tras las
intimidaciones físicas de tortura y terror psicológico, lo cual genera disfuncionalidad y
resquebrajamiento de miles de familias obreras y populares colombianas, con innumerables
secuelas psicológicas.
– Restricción y violación de las más elementales libertades sindicales (asociación, huelga,
negociación, etc) y derechos humanos, del derecho internacional humanitario, como la vida, la
integridad física y la libertad, el derecho de defensa y debido proceso, la distinción entre civiles y
combatientes y el estado de indefensión, en un sistema de democracia burguesa sanguinaria.
– Asesinatos de héroes de la clase obrera y N.N.s asalariados con tasas de impunidad judicial del
95% para autores materiales y 99% para los intelectuales (Autores Varios, 2014, pág. 79), sumados
al desconocimiento del 77,9% de los responsables identificados del homicidio a sindicalistas en lo
que va de 1986 a 2009.
Esta impunidad se da gracias a la complicidad y censura, por acción y omisión, propiciada por los
entes judiciales y políticos del Estado colombiano y el Observatorio del Programa Presidencial para
los Derechos Humanos y el Derecho Internacional Humanitario (OPPDHDIH), pues hay un registro
incompleto con apenas un 16% de culpabilidad y de victimización sindical imputada a la burguesía
y sus agentes (organismos estatales y políticos, empleadores y narcos, autodefensas y paramilitares,
delincuencia común). El 72% de estos anteriores actores son los responsables y están vinculados
en el asesinato selectivo contra víctimas en general, mientras que apenas un 5.2% de asesinatos a
sindicalistas y 16.8% de asesinatos a víctimas son imputables a la insurgencia pequeñoburguesa,
según la Base de Datos de la Escuela Nacional Sindical, el Centro de Memoria Histórica y la propia
investigación hecha por León Valencia de la Corporación Nuevo Arco Iris (Valencia & Ospina, 2012,
págs. 27-28, 79-80, 90, 117, 149) (País, 2013). En fin, un largo etcétera, etcétera, de atropellos,
tragedias y calamidades hacía las víctimas sindicales, en sí, provenientes de la clase obrera
colombiana.
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Las motivaciones y justificaciones de las guerrillas izquierdistas que afectaron el movimiento
obrero organizado fueron: señalamientos de complicidad con los paramilitares y gobierno y propia
fuerzas militares del régimen, competidores políticos de izquierda legal e ilegal con la moral del
“todo vale” y copar los sindicatos, ajusticiamiento a desmovilizados que hacen trabajo sindical,
control territorial reaccionario de la población y atentados antidemocráticos a las masas obreras y
populares, daños antidemocráticos a sectores de masas.
Responsables del genocidio: el empresariado y terratenientes, el estado burgués y el
imperialismo, las fuerzas legales-ilegales a su servicio
Existen suficientes pruebas empíricas para sostener la postura científico-materialista sobre la
mayoría de estos crímenes contra el sindicalismo obrero de Colombia se debieron y fueron
perpetuados sin lugar a duda, de modo mayoritario, por las fuerzas represivas público-legales,
militares y policivas, extralegales, para-militares tradicionales, neo paramilitares (“Bacrim”) y
delincuentes organizados, sus dispositivos funcionales al Estado burgués de Colombia.
Lo que en términos althousserianos y la teoría marxista del Estado se conocen como la combinación
y doble funcionamiento no sólo de los “Aparatos Represivos de Estado” (ARE), tales como las
cárceles y las Fuerzas Armadas (FF.AA.), sino también los “Aparatos Ideológicos de Estado” (AIE),
de carácter ideológico, como las líneas editoriales-gerenciales de los mass media de Caracol-RCN, El
Tiempo-El Espectador, etc, y el sistema de educación, no coercitivos físicamente (Althousser, 1970
, págs. 28-35).
En términos de Luis Alfredo Burbano, el proceso liquidacionista, sindicalicidio o genocidio sindical
se trataría de una “ofensiva integral de la patronal” (Pinzón, Paredes Goicochea, & Alfredo Burbano,
2011, pág. 155), una guerra socioeconómica, ya no limpia o en condiciones normales de cualesquier
Estado de democracia burguesa basado en sus fuerzas militares y jurídicas de contención,
excepcionalmente extralimitadas, garantes de las formas “limpias” de acumulación de capital, la
extracción de plusvalía y el imperio de la ley (Esmad, policía, tribunales, etc), sino que es una guerra
abiertamente sucia.
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El Estado capitalista colombiano y sus agentes (empresarios, políticos de derecha y gobernantes,
tropas y mercenarios pagos) recurren a la violación expresa y abierta de su propia normatividad
legal, mediante métodos autoritarios, semi-fascistas, en pos de mantener las tasas y formas de
sobreexplotación del capital así como la preservación del régimen político frente a la lucha
transformadora del proletariado, el campesinado, los movimientos sociales, los partidos políticos
obreros, revolucionarios y oportunistas, más la insurgencia pequeñoburguesa, en más de 25 años.
Este proceso liquidacionista del Movimiento Sindical Colombiano (MSC) se da mediante la autoría
intelectual y recursos de las clases dominantes, los terratenientes, la burguesía limpia y espuria,
transnacional, nacional y subnacional, urbana y agraria, pública y privada, las cuales patrocinan
indirectamente, como criminales de cuello blanco, estos actos delictivos de ejecuciones
extrajudiciales para el debilitamiento de la lucha obrera en regiones espaciales de Colombia. Esta
estrategia genocida es paralela con la antiterrorista de avance bélico e integral de la victoria del
Estado sobre las guerrillas pequeñoburguesas alzadas en armas contra el régimen político y el
movimiento obrero y popular en sus luchas económicas y políticas.
Existió entonces una gran cofradía y pacto tanto de acción como de omisión e impunidad entre
agentes privados y públicos, cohecho delictivo, complicidad y autoría intelectual entre políticos
profesionales, jueces y empresarios, propietarios, del y para el Estado burgués colombiano, el cual
emplea audaz y “estadistamente” la combinación de todas las formas de lucha, legales e ilegales,
letales y no letales, limpias y espurias, pacíficas y violentas, contra el sindicalismo colombiano.
Es desde este punto de partida de donde se explica la colaboración entre entidades privadas de la
sociedad civil e instituciones estatales, lo cual tiende a desdibujar en la realidad material, la barrera
dicotómica liberal-burguesa entre la esfera estado-sociedad y las distinciones entre lo público-
privado, agentes-clase. Por el contrario, de lo que se trató fue de una arremetida de clase hacia una
parte de la población, con el uso violento y consciente de la maquinaria estatal e instrumentos
(incluida la justicia) serviles a ella, contra otra población socioeconómicamente explotada y una
dirección política pequeñoburguesa, alzada en armas.
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Contrario al sentido común, la combinación burguesa de las formas de lucha, no es un postulado
simplemente nacional, excepcional y disfuncional, referida al “carácter especial”, “matarife”,
“propio” de la burguesía y oligarquía colombiana, del inherente mal colombiano, el funcionamiento
“exclusivo” y problemas característicos de los estados semicoloniales y particulares como Colombia,
como suele aducir el discurso convencional izquierdista, el centro y el sentido común.
En contraste, el sadismo y la combinación flexible de métodos de lucha por parte de la clase social
burguesa, es más bien un postulado universal de la historia sangrienta del Capital, que una
excepción nacional:
Su expresión inicial es el genocidio y esclavización de los aborígenes del Nuevo Mundo en el proceso
de acumulación originaria del capital, más la expresión máxima ha sido el nazismo alemán y la
solución final de Adolf Hitler, la intermedia, las masacres coloniales en África y Asia.
Los horrores capitalistas de la talla de las dictaduras políticas burguesas del Cono Sur; las infames
bombas apocalípticas del avión “materno” Enola Gay y el Bockscar, arrojadas de manera
inmisericorde a las inermes ciudades de Hiroshima-Nagasaki; las viles guerras imperialistas de
Vietnam, el conflicto prolongado y vivo de Palestina e Irak.
Sin embargo, si tuviéramos que analizar el caso singular de Colombia, en lo que respecta a la
combinación burguesa de las formas de lucha y los crímenes capitalistas de lesa humanidad, estos
no podrían ser otros que las crueles, despiadadas, horribles e inhumanas Masacres del
Paramilitarismo, que rayan a fascismo.
El paramilitarismo, fuerza al servicio de los terratenientes y los capitalistas del campo y las
multinacionales, tuvo un modus operandi de decapitaciones, descuartizamientos, fosas comunes,
matanzas colectivas, hornos crematorios, humillación a las víctimas de los muertos y terror
sanguinario, limpieza social en las ciudades y violaciones sexuales deleznables, etc, etc.
El genocidio sindical es indisoluble al genocidio político y popular perpetuado contra la izquierda
colombiana y el sindicalismo colombiano. Este exterminio obrero sindical y popular, serían los que
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entrarían a engrosar el “Memorial de Agravios” y crímenes de los capitalistas, la lista criminal in
extenso y actualizada del solemne título El libro negro de capitalismo, escrito por varios autores
democráticos en 1998. Igualmente, estas masacres y genocidios de Colombia podrán servir como
insumos para el patrimonio programático de la vanguardia obrera inter-nacional, de la nueva
Internacional socialista y obrera en gestación y reconstrucción, que encarna la memoria política y
consciente de la humanidad, además del movimiento de masas.
Tres lecciones clasistas del genocidio sindical
El caso colombiano del genocidio político-sindical de la izquierda y la oposición, las masacres para-
estatales y el conflicto social y armado, la desviación de la Revolución Colombiana por el rol
distorsionado del guerrillerismo pequeñoburgués en la lucha de masas obrera y populares y las
posibilidades de lucha en el nuevo periodo del posconflicto capitalista en la construcción memoria
colectiva, nos muestran, a lo sumo, 3 lecciones colectivas universales y nacionales, políticas,
susceptibles de ser presentadas como generalizaciones teóricas:
UNO. Por un lado, de hasta qué punto la burguesía y sus aparatos militares “son capaces” –
ironizando la hipócrita Campaña empresarial 2014 del hashtag #SoyCapaz (5), impulsada por la
Asociación Nacional de Empresarios (ANDI) y más de 120 grandes empresas privadas, en el marco
del proceso de paz de Santos II– de exterminar y aplicar métodos de guerra civil contra el
movimiento obrero sindical y la izquierda.
Esta clase social, con tal de perpetuar su poderío, es capaz de violar sistemáticamente los derechos
sociales, económicos y culturales, las libertades democráticas de los oprimidos, dando rienda suelta
al sadismo y autoritarismo, con el fin de mantener el régimen político y económico intacto, su Estado
burgués. Es inclusivo, tan poderosa, que puede evadir responsabilidades penales, disciplinarias y
políticas.
Es por esto que urge la necesidad del reconocimiento crítico, identificación y denuncia del cinismo
patronal, la hipocresía imperialista y los modos de charlatanerías filantrópicas de los gobiernos
burgueses y organismos multilaterales humanitarios, que encubren, velada o directamente, su
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pasado de terrorismo, bonapartismo, autoritarismo, sadismo, contra la clase obrera y las masas, ello
debe ser parte del ethos de los revolucionarios proletarios, de los sindicalistas clasistas, con
conciencia de clase.
DOS. En la mitad, que la propia historia del conflicto armado colombiano, los pronósticos del
posconflicto capitalista y del propio trasegar objetivo del capital, son pruebas fehacientes de que la
burguesía, el sistema judicial capitalista y el imperialismo, tienden a violar sistemáticamente las
garantías democráticas de la utopía idealista-pacifista de no repetición, no victimización o
generación de daño, “no más”, “basta”, etc.
El empresariado, con su poder económico y político, ha violado y seguirá violando en escenarios
contingentes y futuros sus compromisos de disminuir la proporcionalidad del daño, la justa
proporcionalidad de la pena para los victimarios e investigación judicial de los autores materiales e
intelectuales, impedir la impunidad y neutralizar las prerrogativas “ilegales” a la inmunidad,
reconocer sus crímenes y garantizar el derecho a la verdad, hacer una defender irrestricta e
incondicional de los derechos humanos, etc, etc, en la mayoría de los procesos de negociación.
Por ello la absoluta independencia y desconfianza hacia todos los gobiernos burgueses, su juricidad
estatal y los tipos de justicia, incluida la justicia transicional y la Jurisdicción Especial de Paz, los
rumbos “democráticos” del posconflicto, los procesos de paz y negociaciones y pactos de toda
índole, así como la ideología burguesa de la Paz, subyacente, deben ser la actitud política básica del
movimiento sindical, obrero espontáneo y su tendencia clasista irradiadora.
TRES. Del otro lado, podemos aprender del nivel de crudeza, por tanto, de realismo crudo de la
propia lucha de clases contemporánea y la guerra civil distorsionada en un país semicolonial
suramericano, lo cual produjo el aborto y derrota de la Revolución Colombiana en más de 50 años
por mor de las FARC-ELN-EPL-M19, la izquierda reformista y la burocracia sindical, etc.
Más allá del Conflicto Armado, lo que nos muestra la lucha de clases y es que el activismo
revolucionario y sindical no son juego y partidas de niños, sino, por el contrario son luchas reales
por la vida, son una guerra social permanente, global y nacional, por las condiciones materiales de
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existencia entre esclavos asalariados y empresarios libres, entre los partidos políticos y
organizaciones de las clases enemigas, entre el movimiento de masas y la burguesía.
En esta lucha social hay cotidianamente muertos y batallas, despidos y amenazas, ruina material,
tipos de violencia, inseguridad económica, vidas arruinadas y sueños frustrados, derrotas obreras
y errores, pobreza y riesgos reales de los agentes de las clases involucrados, etc. Pero también hay
innúmeras alegrías, proezas, pasiones, avances, la felicidad de luchar, amores, etc, etc. Todo esto
exige una conciencia política proletaria y madura, a la hora de enfrentar y maniobrar dichas
situaciones, sus riesgos y retos, para que la clase obrera en su movimiento sindical y su expresión
política pueda tener las condiciones de vencer violenta y estratégicamente al capital, superando la
sociedad salarial y de clases en Colombia y en todo el orbe humano.
En este sentido de las lecciones, por la negativa y la positiva, son:
La lucha férrea y constante contra las desviaciones de amateurismo y diletantismo en las
actividades políticas y gremiales sindicales, que causaron innumerables bajas y retrocesos; el
control burocrático-autoritario de las organizaciones de masas practicado por el guerrillerismo.
El conformismo e inexperiencia política, el liberalismo en la acción y conformismo de los activistas
y afiliados sindicales; el antipartidismo de las masas y la cruzada en el campo de la izquierda.
El pacifismo antidefensista, tradeunismo y economicismo estrecho de las Centrales Obreras que
coadyuvo a la perpetuación de la masacre, la indisciplina y el autonomismo en las fuerzas de
izquierda, con un saldo caro a la lucha por la revolución.
El aventureismo guerrillerista, vanguardismo mesiánico y pequeñoburgués de los “focos” y
“guerrillas”, como inversa de esto, la idealización y mesianismo movimientista hacia la
“espontaneidad de las masas” y el heroico sindicalismo fetichizado, el movimientismo de los
reformistas sin ninguna dirección consciente.
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El apoliticismo social, el individualismo pequeñoburgués y los “proyectos personales” de la vida
desligados de la suerte de la clase social en lucha y en retroceso, el enfermizo e inmaduro sectarismo
político pequeñoburgués, los costos de adaptación gremial y partidaria a la legalidad sin mediar en
los dispositivos de seguridad-represión del Estado, inaplicando las normas conspirativas y la
autodefensa de masas.
En suma, las tendencias desorganizadoras, disolventes y anárquicas en seno de la política partidaria
y el movimiento de masas, incluido el sindical, deben ser absoluta y constantemente combatidas por
los revolucionarios obreros y sindicalistas clasistas, haciendo uso del método del centralismo
democrático y la democracia obrera.
En las heterogéneas y complejas situaciones de la lucha de clases tales como los conflictos armados,
guerra civiles, dictaduras, posconflictos, guerras imperialistas, revoluciones y movilizaciones, ciclos
de protestas y resistencias, estabilidades, democracias, etcétera, es decir, en todos los regímenes
capitalistas y las situaciones socio históricas de cualquier tipo: no revolucionarias, pre
revolucionarias y revolucionarias, el movimiento sindical y el sindicalismo clasista, debe aprender
a moverse y defender los derechos de la clase y sus víctimas.
Movimiento sindical y víctimas: construcción de memoria, lucha y reparación
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Uno de los temas sociales de preocupación actual para el sindicalismo obrero, que estuvieron
latentes en espacios y documentos tales como el Libro de las tesis del VI Congreso de la CUT
(Autores Varios, 2014, págs. 26-31, 42-43, 78-80), el plan de trabajo del Departamento de Derechos
Humanos de la CUT, la Declaración Política del VI Congreso CUT de Santa Marta (CUT, 2014, pág. 9)
y el Discurso de instalación de dicho Congreso (Becerra, 2014, pág. 4), ha sido los el temario de
los “Derechos Humanos y el Sindicalismo Colombiano”, en su ámbito específico:
Los mecanismos reales y efectivos de “reparación individual y colectiva”, con enfoque “integral”,
“verdad” y “justicia”, las “responsabilidades”, la “Mesa de Alto Nivel para la Reparación”, frente a los
más de 4.000 sindicalistas asesinados, las agresiones a trabajadores organizados y sindicatos que
oscilan entre las 9.652 y las más de 13 mil, las 220 mil víctimas civiles asesinadas y supervivientes
(más de 8.650.169 de víctimas, desde 1984 – 2014 según el corte de feb-2018 y cifra incompleta del
Conflicto dada por la Unidad de Reparación de Víctimas, del Gobierno), la mayoría provenientes del
campesinado y la ruralidad, desplazados y afros, de los 102 grupos indígenas y comunidades étnicas
de las regiones, pero también del sindicalismo y el movimiento obrero.
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A esto se suman la situación de los más de 7500 presos políticos de la insurgencia pequeñoburguesa
y del movimiento social, muchos de ellos sindicalistas, en contexto actual del más reciente proceso
de paz con las FARC-EP y la Mesa de Víctimas de la Habana, que seguramente se dará también con
el ELN-EPL, según la política del próximo gobierno derechista.
Es comprensible el papel del Estado colombiano y la justicia burguesa, restaurativa y retributiva,
transicional, al querer presentar a las víctimas con una cariz genérico y abultadas a sus propias
víctimas de clase, haciendo esfuerzos para preservar la institucional estatal en la Habana y las
instituciones, pero es más lamentable el papel de nuestras Centrales Obreras (CUT/CGT/CTC) tanto
en sus propuestas de reparación como sus llamados a un proceso de reconciliación y perdón, con
sus victimarios patronales.
Lo común a ambas, al Estado y la sociedad, que a la vez es lo dominante, es la ideología burguesa
que subyace al reciente proceso de paz y de reparación a las víctimas del conflicto.
Imperan, de este modo, las reflexiones sociológicas y filosófico políticas liberales sobre el perdón y
el diálogo, la paz perpetua y armoniosa, la reconciliación y el post resentimiento, para el posconflicto
capitalista, lleno de frugalidad y concordia social, tomando como referentes a pensadores como
Derrida, Ricouer, Levinas, Kant, Arendt, Jankelévich, Gadamer, Strawson, etc.
Se hace un uso gubernativo de Mandela, Gandhi, Juan Pablo II, la reciente visita del Papa Francisco
a Colombia, etc, una apertura democrática de “justicia social” y “vida digna” dice la izquierda
reformista (Marcha Patriótica – Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común – PCC, Congreso de
los Pueblos, guerrillas, etc) en sus itinerarios programáticos y referentes tales como: Camilo Torres,
Gilberto Vieira e Iván Márquez, Jaime Batemán, las conferencias guerrilleras y los Acuerdos de la
Habana, etc, etc. De este modo, las propuestas gubernativas, civiles y políticas, incluidas las
sindicales, acerca de la reparación colectiva y justicia a las víctimas, concuerdan en construir –dicen
todos ellos– una paz estable, sostenible y duradera, con justicia transicional, con o sin reformas
“avanzadas”, “democráticas”.
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Las diversas organizaciones del movimiento de víctimas (MOVICE – Movimiento Nacional de
Víctimas de Crímenes de Estado, H.I.J.O.S – Hijas e Hijos por la Identidad y la Justicia contra el Olvido
y el Silencio, Corporación por la Defensa y Promoción de los Derechos Humanos – Reiniciar, etc), los
sectores progresistas y revolucionarios de la academia crítica, presentes en las Instituciones de
Educación Superior (IES), el MSC y el movimiento obrero y popular en general, el SC y los partidos
obreros en particular, deben delimitarse milimétricamente de los discursos ideológicos en boga,
tanto del Estado, los organismos supranacionales imperialistas del talante de la ONU, como de las
palomas filisteas de la paz y la Iglesia, inmersas en el sindicalismo.
El objetivo proyectado debe –o podría ir– hacia un propio proceso de reconstrucción histórica y
memoria colectiva militante frente al vendaval oportunista permanente de la cruzada ideológica y
el proceso de paz que impera en la sociedad.
Para su implementación y plan, se debe emprender una plan de acción social y campañas sindicales,
sociales y diversas permanentes, de alto contenido pedagógico y agitativo, de denuncia e
indignación, de lucha ideológica y jurídica, de movilización y discusión, contra el terrorismo y
responsabilidad del Estado burgués de Colombia, por la acción y omisión de los grandes
empresarios, narcos y terratenientes, las multinacionales, las fuerzas militares y los paramilitares,
políticos y funcionarios, en su condición de victimarios de las clases dominantes que gozan de plena
impunidad e inmunidad.
El movimiento sindical debe ser supremamente escéptico con la Jurisdicción Especial de Paz y el
Tribunal de Paz, fruto del proceso de paz de la Habana, que ya pactó anticipadamente trato
diferencial para agentes del estado y fuerzas militares, reconocimiento de verdad y acudir
voluntario a tribunales de parte de terceros, empresarios y terratenientes, es decir, la justicia
burguesa pactó inmunidad-impunidad para los actores de su régimen reaccionario, mientras se
ensaña de modo asimétrico a los delitos de las guerrillas, una burla total a las víctimas obreras y
populares.
El movimiento de víctimas y sindical debe emular el ejemplo de la protesta del 24 de marzo de 2018
en Argentina en la cual miles de ciudadanos y víctimas salieron a la calle por la memoria de 30 mil
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desaparecidos de la dictadura y el gobierno de Macri, bajo lemas de: “Nunca más”, “ni perdón ni
olvido”, “cárcel para los genocidas”, “no nos reconciliamos”, “no más persecución y asesinatos”, “no
más impunidad”. Colombia, con 200 mil víctimas y 200 líderes sociales asesinados recientes, en su
mayoría por el Estado y las élites, debemos seguir el ejemplo argentino y peruano ante Fujimori.
Por supuesto, las direcciones pequeñoburguesas tales como las FARC-EP, ELN y EPL no dejan de ser
victimarios, no en el juicio ético-jurídico burgués y semántica del uribismo-santismo y las élites en
los espacios de los Diálogos de la Habana y el gobierno, sino en el sentido cuantitativo y real de
cometer actos denigrantes y métodos terroristas que afectan a sectores del movimiento de masas y
el sindicalismo, a las comunidades. Las guerrillas afectaron a otros sectores de la izquierda e
instancias sociales inocentes, de la población obrera y popular, hicieron alianzas distorsionadas y
lúmpenes con el narcotráfico, pero sobre todo, la mayoría de daños focalizados fueron a la
oligarquía, la plutocracia, las fuerzas afines y constitutivas del régimen, como las FF.AA., “víctimas
abultadas” por los que tanta lora, polémicas y rasgadura de vestiduras hace la burguesía. A pesar
de lo primero, el derecho de rebelión y la postura clasista revolucionaria, los libra de culpas o
condición de victimarios, en estos últimos casos.
Sin embargo, lo cierto de todo esto, es que el movimiento insurgente son victimarios
pequeñoburgueses de segundo grado, marginales, infinitamente menores si se les compara con el
significado cualitativo-cuantitativo, la tendencia nacional genocida de la burguesía colombiana y su
aparato de estado, la cual le da el carácter de responsable-victimaria número 1, en la perpetuación
de la masacre y el terrorismo perpetuado contra las víctimas obreras y populares, en más de 50
años y los últimos 25 años.
En un contexto político, el «perdón humano» sólo puede concretarse realmente en una sociedad
postcapitalista, donde las tendencias de daño material del capital contra el trabajo, las
desigualdades económicas y políticas, mengüen y se extingan. Esta sería la condición material para
que pudiera darse una real y amorosa reconciliación entre hombres, como seres iguales, de perdón,
así como condición de disminución radical de la victimización.
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En cambio, durante el posconflicto capitalista, el «olvido» o «amnesia», reconciliación con los
opresores, sería a lo sumo una involución de la conciencia de las masas. El «perdón liberal»
transitando el conflicto armado realmente existente sería transigir a la campaña santista,
gubernamental y burguesa sobre la paz y la reconciliación entre los opresores y los oprimidos, luego
de más de 50 años de atropellos, sadismo y terrorismo patronal, tendencia histórica en la mayoría
de procesos de paz y transiciones democráticas, en la que la burguesía logra réditos impresionantes
y probablemente irá por esa marea Colombia: la reacción democrática.
Objetivamente, «el perdón liberal» es la sensación social imaginaria y emociones, expectativas y los
cambios de la realidad (guerra-paz) en los que se da la prolongación ad infinitum de una «tregua»
armoniosa, una “paz social” entre clases sociales enemigas, una auténtica “borrachera colectiva”,
como diría Estanislao Zuleta en la tesis tercera de su texto filosófico Sobre la guerra, sólo que esta
vez, a la inversa o mediante una inversión de valores colectivos, ya no de la guerra sino de la Paz, ya
no de un pueblo maduro escéptico, sino su contrario (Zuleta, 1985, págs. 1-2), un pueblo fanático e
ignorante, de los crímenes cometidos por sus verdugos. No obstante, realmente, la tregua y fin de la
guerra civil no liquidará el conflicto material y guerra social de la Colombia contemporánea, que es
permanente y tiende a agudizarse en su fase imperialista neoliberal, la desigualdad social y en sus
múltiples manifestaciones son la gasolina.
La «reparación» y la «justicia», para que cumplan con una labor transformadora y un rol
preponderante, deben rechazar las maniobras de coaptación, tergiversación, armonía entre las
partes, impunidad e inmunidad, en fin, el reacomodamiento calculado y ritualismo de los opresores.
Esto no le impide a las víctimas de las clases dominadas, en particular las del sindicalismo y nuestra
clase social, participar con sagacidad y exigir un proceso democrático en Colombia. Las demandas
de las víctimas obreras y populares, democráticamente consensuadas y de ruptura, deben, por lo
tanto, tener en cuenta y partir de por lo menos dos vértices en el proceso de justicia:
a) la memoria colectiva y conciencia de lucha, de las actuales y las nuevas generaciones asalariadas
y populares del mañana, b) el mejoramiento del nivel de vida de los trabajadores colombianos y sus
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organizaciones de clase en el posconflicto capitalista, para aumentar su potencial de lucha contra la
burguesía. El rol del sindicalismo y su tendencia clasista, es crucial para este cometido.
Mirándolo desde su raíz, una auténtica «reparación» al daño universal y situado nacional a las
víctimas obreras y populares del conflicto armado y los planes económicos de los gobiernos, sería
que la burguesía entregara voluntariamente sus medios de producción y su poder político, lo cual
es imposible e ingenuo. Su única posibilidad remota, sería cuando el proletariado tuviera la mayoría
de Estados, en especial, los imperialistas u/o avanzados bajo su control y, en consecuencia, la
burguesía se viera obligada a entregar las armas, bienes y rendirse ante el avance civilizatorio de
una nueva sociedad, la sociedad socialista de los trabajadores. Esta sería una reparación por daños
y prejuicios, a la clase, más allá de toda charlatanería liberal.
De lo anterior se deduce que la «reparación liberal» al movimiento sindical nacional, a un sector de
la clase, podrá tener dos vías materiales: un matiz democrático o muy probablemente, un matiz de
migajas, reaccionario. Analicemos estos escenarios prospectivos.
La reparación colectiva al MSC y todas las víctimas populares de las clases dominadas, deben por
ello apostarle a que el Estado de Colombia, i.e. el Departamento de la Prosperidad Social, su Unidad
para la Reparación Integral a las Víctimas, el Centro Nacional de Memoria Histórica, etc, contraten
artistas y fomenten el empleo público, para que estos erijan monumentos públicos de honra a los
héroes y mártires obreros de Colombia, a los obreros sindicalistas asesinados por las balas de los
agentes de la burguesía u otras muestras públicas arquitectónicas. En Bogotá durante el gobierno
del ex guerrillero Gustavo Petro, operó en la calle 26 el Eje de la Memoria, con un mural de homenaje
a las 4 mil víctimas del sindicalismo.
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Cuentan también los museos, lugares culturales, audiovisuales, heterogéneos, fechas históricas y
archivos históricos, eventos de homenaje anuales, arte musical autóctono y contemporáneo,
literatura social que retraten nuestras víctimas y nos inciten a luchar, exposiciones en instituciones
culturales y educativas públicas, en varias regiones del país, que permitan visibilizar y recordar in
extenso dichos acontecimientos.
Bastante tenemos con los reaccionarios monumentos a policías y militares, así como a los próceres
de la Primera Independencia, hoy deshonrados y maniatados por la burguesía
contrarrevolucionaria, lacaya del imperialismo y que jamás se la jugará por una nueva
independencia, una Segunda Independencia de EEUU/UE, pues esta tarea histórica en tiempos del
aniversario del bicentenario 2019, hoy le corresponde a la clase obrera colombiana,
latinoamericana, sus aliados populares y el partido obrero revolucionario emergente de las luchas.
En este sentido, el derecho a la verdad integral y efectiva supone un proceso de rememoración,
obrera y popular, “de largo aliento”, mediante diferentes procesos socioculturales, educativos y
políticas, tácticas creativas y planes sociales:
Videos, libros, música, performances, cartillas, conferencias, museos, carnavales, marchas anuales y
fechas históricas como la del 6 de Marzo “Homenaje a las Víctimas del paramilitarismo, las víctimas
y los crímenes de Estado” en abierto contraste a los enemigos de clase y el gobierno e incluso
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recuperar el 9 de abril de 1948 (Bogotazo) como acontecimiento revolucionario de la rebelión
popular de los trabajadores, campesinos y el pueblo, hacia un Colombianazo, una revolución social
redentora.
Lamentablemente el 9 de abril ha sido manipulado y castrado su contenido por la ingeniería
pacifista y pseudo-proteccionista de las víctimas, castrando su carácter de lucha, de parte de la
burguesía y los reformistas, el Alcalde Petro con el beneplácito de la cartera santista de la Ley de
Víctimas, titularon el #9A como el “Día Nacional de la Memoria y Solidaridad con las Víctimas”,
mientras que varios compañeros de organizaciones de izquierda como el PCC y la Marcha, incluida
burocracia sindical, le hacen el juego a esta demagogia y deshonra.
Programas de estudio y cátedras, etc, en medio de un pavoroso ambiente actual de impunidad
reinante y amnesia colectiva (al decir de la canción de Kraken y el rockero colombiano, Elkin
Ramírez), auspiciado por el Estado capitalista de Colombia, no es otro sino desenmascarar y tener
plena conciencia de clase cultivada, construida, legada y transmitida, de la resistencia obrero-
popular a través de la memoria, acerca de la Santa Alianza que por décadas, mientras acaeció el
cruento conflicto armado, establecieron los empresarios, terratenientes, políticos, con
paramilitares, militares criminales y demás instituciones represivas del Estado capitalista nacional
y foráneas.
Ello son los responsables históricos del exterminio y atentar contra el MSC, aquellos que hoy son los
verdugos y gobernantes de los destinos del presente, aquellos beneficiarios sociales con la muerte
de más de cuatro mil sindicalistas, con el dolor y sufrimiento de nuestra clase.
Pero no sólo debe limitarse a eso. La memoria colectiva, sindical y popular, debe pasar cuenta a los
garrafales errores de las direcciones políticas que por más de 50 años dirigieron el movimiento de
masas, esto es, las guerrillas pequeñoburguesas y el stalinismo, las cuales llevaron a una derrota de
la revolución colombiana. Con el objetivo de luchar, desde la memoria y actividad política, para
impedir que el stalinismo colombiano (y su colateral: el sindicalismo oportunista-reformista y
centrista) y las guerrillas oportunistas, volcadas a movimientos políticos de masas una vez
desarmadas, la socialdemocracia re frita, jueguen un rol de liderazgo en procesos sociales y
revolucionarios, en el futuro. De un nuevo camino y direcciones políticas y sindicales depende el
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porvenir y buen puerto de la revolución socialista nacional y mundial, la liberación humana y
nacional, de los trabajadores y campesinos, del movimiento sindical. Ya van suficientes derrotas en
50 años.
Por otra parte, aunque pueda ser valiosa una módica indemnización económica y simbólica a
sindicatos y las centrales obreras, tales como “nuevas Sedes de la CUT” dadas por parte del Estado,
en las regiones donde se victimizó a esta, la “devolución de la personería jurídica a la UP” para
lavarse las manos y maquillar el régimen político colombiano y el umbral electoral, la lucha jurídica
en los “tribunales de la CIDH”, los “convenios de la OIT” y las “demandas de DDHH al Ministerio del
Trabajo y la Corte Constitucional”, contra la impunidad del empresariado colombiano y el Estado
colombiano, la “protección a los sindicalistas” y mayores garantías democráticas con el concurso de
la “Unidad Nacional de Protección”. Entre otras modalidades como la atención psicológica,
prevención, recursos y justicia, en tanto reparación moral por daños y perjuicios, riesgos, sean sin
lugar a deudas importantes.
No obstante, una verdadera reparación integral democrática, en vista al posconflicto capitalista,
pasaría además de dicha infraestructura, batallas jurídicas y garantías políticas a la oposición y
democráticas, también por una lucha efectiva y voluntad política por derogar todas las leyes y
decretos gubernamentales anti obreros y populares, que perpetuaron, ayer y hoy, la violencia
antisindical y la victimización sindical a través de las normas jurídicas, en especial las que violan el
derecho de sindicalización y participación política para toda la izquierda y los partidos obreros.
Las propuestas y procesos tangibles de memoria colectiva histórica (I), junto a la derogación de
leyes laborales y políticas (II) en la lucha por reformas, mediante la lucha política y la movilización
de masas, en un eje de campaña de masas contra la impunidad, inmunidad y responsabilidad
histórica por los crimines a las víctimas por parte del Estado colombiano (III) podrían contribuir
tanto a un aumento del nivel y calidad de vida del pueblo trabajador colombiano, como el avance de
su voz democrática organizada y justicia, además de capacidad de resistencia y memoria militante
frente al genocidio sindical y las masacres. Esto significa que dichas medidas de reparación y de
lucha les permitirían tanto vivir mejor como avanzar en la lucha de posiciones contra los
capitalistas, reubicarse, hacía una revolución permanente triunfante en Colombia.
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De lo contrario, de no darse de este modo, si se optara exclusivamente por la otra “propuesta
gobiernista y reformista” de reparación colectiva limitada y recortada, al servicio de lavarle la cara
a los de arriba, lo cual es lo más probable dada la correlación de fuerzas, pero no imposible de
revertirlo, serían solo unas migajas de ratón y mezquindad de los victimarios empresarios y Estado
con las víctimas de las clases dominadas de Colombia. Sobre todo si tenemos la certeza científica de
que la burguesía y la voracidad imperialista incrementarán ostensiblemente sus negocios y
capitales en el sector agroindustrial, especulativo, de despojo y expropiación, etc, durante la
“frugalidad” del posconflicto, muestra de ello es el Tour de Santos II a seis países de Europa y el
“Plan Marshall” para Colombia, estimado en unos 45.000 millones de dólares, para el “fondo de la
paz” (Publimetro, 2014, pág. 4).
En consecuencia, si el Estado-patrón no resarciera “plenamente” –en el terreno de la democracia
burguesa– ni diera en el punto neurálgico, de los problemas sociales del MSC, generados en el
transcurrir del conflicto armado y social, lo cual es lo más probable, los “representantes de los
trabajadores”, las centrales obreras y la izquierda reformista (SR) cometerían una traición histórica
cualitativa.
Se vendría a consolidar una vergonzosa “pantomima de la reparación a las víctimas”, “la gran estafa”
de la paz de la “impunidad” generalizada de la recortada y pomposa Jurisdicción Especial de Paz, el
“engaño infame” del posconflicto y “traición de clase” al MSC y a todos los trabajadores colombianos,
que naturalmente se sumarían al recorrido y acumulado de derrotas colectivas del bloque obrero y
popular colombiano y regional –pasadas como victorias– bajo el inocente manto y formula del
proceso de paz, como ya ocurrió en 1991.
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C. Causas subjetivas. Derrota y traición. Débil resistencia sindical y política.
El transcurso de la contrarrevolución económica permanente (1990-2014) (núm. A) viene
acompañado, naturalmente, de la combinación contradictoria de la resistencia social reactiva del
movimiento obrero y popular, en medio del proceso liquidacionista del MSC (núm. B, genocidio).
Un elemento adicional de análisis político clasista, señalaría el fenómeno político de la claudicación,
permisividad y agenciamiento de las políticas públicas reaccionarias de la burguesía, gracias al rol
de la propia dirección, sindical y política del Sindicalismo Reformista y Patronalista (SR/SP), del
conjunto de las centrales obreras y los partidos políticos de la burguesía, eso sí, teniendo en cuenta
los errores y responsabilidades de la izquierda reformista (SR), como de la centrista y
revolucionaria, del llamado Sindicalismo Clasista (SC).
Este proceso político de claudicación y débil resistencia de las masas constituye la derrota relativa
general de la izquierda genérica de Colombia y el sindicalismo obrero colombiano (núm. C), con un
rotundo triunfo de la derecha recalcitrante burguesa, sus empresas y su aparato reaccionario de
Estado.
Este proceso reaccionario de más de 25 años es la expresión nacional cruda y diminuta, localizada,
del problema global clasista acerca de la crisis de dirección política revolucionaria del movimiento
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obrero y de masas, analizado por León Trotsky y Nahuel Moreno, ad portas de la 2da Guerra
Mundial, durante la posguerra y vigente hasta nuestros días, en los primeros pasitos del nuevo
milenio.
Esta es en conjunto nuestra hipótesis-base frente al problema científico social de las causas
subjetivas de la crisis del MSC, aparte de las objetivas, en cual hay diferentes posturas en la
academia crítica y los estudios de los partidos de izquierda y el sindicalismo. Mientras que en el
asunto de las causas objetivas, de la causalidad material, hay más consenso, sólo con diferencias de
interpretación de clase en torno al antes y el después del “modelo neoliberal”, las alternativas
anticapitalistas o pro capitalistas, los modelos y el “sistema capitalista global”, la “caída del bloque
socialista”, sus orígenes y causas, objetivas y subjetivas, la concepción de “War against terrorrism”
y la crítica, burguesa u obrera, del “Imperialismo” (véase capítulo IV, diálogo crítico de la ideología
sindical dominante de 4 partidos/corrientes sindicales colombianas).
Siguiendo entonces este orden de ideas, para empezar a dilucidar la hipótesis, diríamos que las
contrarreformas burguesas trajeron consigo la domesticación y debilitamiento del movimiento
sindical. Este proceso no natural ni inocente sería coadyuvado por la “mano” y “voluntad” del SR/SP,
agentes directos de la patronal en el movimiento sindical colombiano, de ahí una pérdida de
combatividad y claridad ideológica clasista. Esto implica que la burocracia dirigente del SP/SR, es
abierta y descaradamente colaboracionista con el novum Estado constitucional burgués de 1991
hasta nuestros días y su régimen político autoritario, la neo administración funcional a las empresas
privadas, mixtas, nacionales y extranjeras, el apaciguamiento de las públicas, volcada a los intereses
del imperialismo y la burguesía.
Este proceso regresivo combinado del MSC tiene su origen mismo en la fundación “mítica” de la CUT,
la Central Unitaria de las y los Trabajadores de Colombia. Este periodo e hito viene a ser la condición
misma de inteligibilidad de la situación actual y la crisis subjetiva del sindicalismo y la izquierda
(núm. C).
Dos procesos marcan el distintivo de las causas subjetivas de crisis: la primera, es la “joven” CUT
atada con grilletes, de manos y pies, a las posturas pro gobiernistas y pro burguesas frente al
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proceso de paz, de Belisario y Barco, después Gaviria y Santos. La segunda, la crisis precedente,
desde los 70 hasta los 80, de las centrales patronalistas tradicionales, UTC y CTC, con el Frente
Sindical Democrático, como señala el historiador Edgar Caicedo (Caicedo, 1982, págs. 201, 253-286)
y el posterior reacomodamiento sindical y político del patronalismo-reformismo sindical (SP/SR)
al interior de la CUT (F.U.T.D, Frente Unitario de los Trabajadores Democráticos) y las Centrales
Obreras restantes, como se verá.
Durante el periodo del post-Frente Nacional (1974 a 1991), la Unión de Trabajadores de Colombia
y la Confederación de Trabajadores de Colombia (UTC/CTC) vieron mermadas sus fuerzas en el MSC
a la vez que se atenuaron enormemente las contradicciones entre los bloques en disputa de la
burguesía.
Los graves casos de corrupción, estafa y déficit financiero de la UTC (Mejía, 2005, págs. 243-246)
junto a la disminución de apoyo de las bases sindicales, el entreguismo patronalista de la UTC/CTC
y la falta de independencia con respecto al gobierno y los empleadores, la desafiliación de sus
sindicatos, el entrismo de las organizaciones izquierdistas, entre ellas el M-19 (2005, págs. 196-202)
(Romero, 1998, pág. 156). Todos estos fueron factores que contribuyeron a que el dirigente sindical
burócrata Orlando Carrillo y su pandilla transfuguista, en medio del caos de la crisis de las centrales
patronales, propusieran o se sumaran al eco de la creación de una Central Unitaria de Trabajadoras,
de carácter “suprapartidista” y “pluralista” (2005, pág. 249).
A la par de este llamado “unitario”, había el deseo sincero de concentrar la unidad organizativa en
una central de carácter clasista y luchadora, independiente de las centrales patronales UTC y CTC,
postura política desarrollada por el Sindicalismo Independiente y la CSTC (Confederación Sindical
de Trabajadores de Colombia), expresiones del sindicalismo clasista.
Para este objetivo se crearon iniciativas organizativas unitarias y clasistas tales como las UNIR y el
Encuentro Nacional Sindical de 1973 con la participación de 800 delegados (Caicedo, 1982, págs.
210-216). No obstante, pese a los esfuerzos clasistas unitarios, no se superó el aparatoso obstáculo
del año 74, cuando ganó terreno y las riendas del oportunismo calaron en el PCC, luego de serle
consagrada la personería jurídica legal a la CSTC por el Presidente liberal López Michelsen (Romero,
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1998, págs. 139, 147) (1982, pág. 273), después de que la CSTC estuviera alrededor de 10 años sin
prescripción legal durante el Frente Nacional, en tanto medida de reacción democrática, para frenar
el ostensible peligro del ascenso del sindicalismo combativo y la concreción unitaria de una nueva
central combativa. El llamado Congreso Unitario, que nunca se dio, se tradujo entonces en el II
Congreso de la CSTC continuista, con el regalo de su personería y la división clasista del polo
revolucionario y consolidado del MSC.
Al final, esta especie de “fusión” amplia entre el Sindicalismo Independiente y la CSTC se concretaría
realmente en 1986, con la creación de la CUT, sólo que con un cariz distinto, muy deformado, más
cercano a la idea de Unidad pregonada por el sindicalismo patronalista-reformista, que cualquier
otra cosa.
En la naciente CUT confluyeron sectores mayoritarios del Sindicalismo Independiente, entre ellos,
el Partido Socialista de los Trabajadores de Colombia (PST-C) y A luchar, frente político-sindical
heterogéneo, muy influenciado por el ELN, algunos pocos sectores maoístas. Otro actor sindical fue
la CSTC del Partido Comunista. A este bloque se le sumó los sectores disidentes de la UTC y la CTC,
tanto de base luchadora como de la cúpula burocrática, estos últimos desde sus inicios hicieron un
acuerdo venenoso entre el F.U.T.D (Frente Unitario de los Trabajadores Democráticos) con la
dirección de la CSTC y los sectores independientes pro-guerrilleristas (PST, 1995, pág. 49), quiénes
entregaron la dirección de la CUT Colombia a Jorge Carrillo, ex dirigente principal de la UTC, después
a Orlando Obregón.
Lo que no hizo el PCC y las guerrillas, si lo hicieron los sectores del Sindicalismo Independiente al
interior de la CUT, es decir, desarrollar una política de denuncia crítica y lucha contra el
oportunismo claudicante a la burguesía, con no pocos errores de debilidad en esta dura batalla.
La crítica de las desviaciones de la CUT no provinieron únicamente de sus tendencias y corrientes
internas, sino que también se expresaron en la política de las organizaciones centrista y de ultra
izquierda (i.e. los “mlm-es” = maoísmo stalinista) y partidos stalinistas como el MOIR que catalogó
a la naciente CUT como “oportunista y liberal” para pasar a integrar la CGTD (Confederación General
de Trabajadores Democráticos) (Romero, 1998, pág. 179) junto a sectores disidentes de la UTC
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como UTRADEC y la CTC, en un contexto de la lucha hegemonizadora nacional inter-stalinista, pro
soviética heterogénea versus pro china, batalla librada por el PCC, sus mediaciones hoy separadas,
tales como las FARC y las guerrillas vs el MOIR y el archipiélago maoístas. Luchas de aparatos
político sindicales que de algún modo no cesan o varían de modo sustancial en realidad actual, lo
cual explica la crisis de dirección del MSC: la ausencia de una tercería política revolucionaria.
Otro aspecto que consolidaría el comienzo contradictorio de la CUT, fueron los sucesos de reacción
democrática como la amnistía a las guerrillas y los diálogos de paz con Belisario Betancur (1982 –
1986). Más tarde, con el Presidente Gaviria (1990 – 1994) se daría la desmovilización de las
guerrillas M-19 (Movimiento 19 de Abril), PRT (Partido Revolucionario de los Trabajadores) y
Quintin Lame, seguidos por los sectores mayoritarios del EPL (Ejército Popular de Liberación) y
minoritarios ELN (Ejército de Liberación Nacional).
En esencia la CUT, en la práctica estaría hegemonizada por el F.U.T.D, es decir, por el SP/SR, el
sindicalismo burgués sui generis, pese a toda incursión en los puestos directivos, la retórica
estatutaria y documental de la propia CUT. Este proceso también lo permitiría el pacto de la
Constitución del 91 de sus aliados izquierdistas y la burguesía, con la alianza de las otras Centrales,
se haría pro-gobiernista el movimiento y facilitaría la apertura económica neoliberal del Presidente
César Gaviria y los subsiguientes gobiernos, es decir, la introducción imperialista del modelo
económico neoliberal.
Mediante la presidencia y órganos directivos de la CUT y las restantes Centrales Obreras (CTC,
CGTD), los sectores sindicales burgueses y el oportunismo de la izquierda centrista y reformista
(PCC, M-19, EPL-PCML, etc), empezaron entonces a dar su apoyo gubernativo a la expedición formal
del Estatuto del Trabajo –“la gran conquista del MSC”, dicen–, lo mismo la introducción
constitucional de los derechos sociales y económicos de la Constitución del 91, en el Gobierno de
Gaviria, dándole una promisoria tregua social a la patronal. La burguesía supo aprovechar el respiro
y los aires de confianza, por esta razón, se lanzó con todas sus fuerzas a la ofensiva económica de la
poderosa apertura económica, impulsada por los vientos restauracioncitas mundiales en Europa
del Este y la URSS, promoviendo la Ley 50 de 1990 “Por la cual se introducen reformas al Código
Sustantivo de Trabajo y se dictan otras disposiciones”.
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En la segunda década de los 90 la CUT-CTC darían, una vez más, el visto bueno al “Pacto Social de
Productividad, Precios y Salarios” del Presidente Samper (1994 – 1998) (PST, 1995, págs. 44-45) y
las audaces elaboraciones programáticas del XV Congreso de 1992 de la Confederación
Internacional de Organizaciones Sindicales Libres (CIOSL) de la burocracia sindical internacional
en torno al “sindicalismo sociopolítico” (PST, 1995, págs. 72-73), el nuevo acervo de la política
sindical nacional frente a los conflictos de clase del país.
Es desde ahí, con obvios precedentes anteriores en los ochenta, donde empieza el reinado
prolongado de las conductas burocráticas del MSC en el contexto de la contrarrevolución económica
neoliberal de estos 25 años:
La voluntad de concertación y el dialogo social; la acción jurídica, el pacto individual con los
patronos sin convenciones; las comisiones burocráticas tripartitas, impotentes al paquete de
medidas del empresariado burgués y el gobierno de los patronos, entre otras.
Hay un duro proceso de cooptaciones de ex sindicalistas de las Centrales Obreras para el Ministerio
del Trabajo y cargos gubernamentales del Estado burgués (Jorge Carrillo, Orlando Obregón,
Angelino Garzón, Lucho Garzón, etc), prácticas dominantes del sindicalismo colombiano
sumamente lesivas las cuales socavaron y pasaron por encima de tradiciones y métodos de lucha
basados en la democracia obrera y la independencia de clase frente a los patrones.
Para rematar el escenario capitulacionista, en el ámbito de las relaciones internacionales, el MSC
estará alienado mediante relaciones de tutelaje imperial al consenso indirectamente pro neoliberal
y pro imperialista, primero lo haría la CGT y la CTC, más tarde lo hará plenamente la CUT al afiliarse
en el 2005 a la Confederación Sindical Internacional (CSI, antes CIOSL), durante el primer gobierno
de Álvaro Uribe Vélez y la oleada de resistencia y claudicación.
Sus relaciones e influencia decisiva empiezan desde los 90´s, fruto de su V Congreso Internacional,
a pesar del discurso humanitario, desneoliberal y social reformista como camuflaje del lenguaje de
organismos como la OIT y las organizaciones internacionales sindicales, este representa los
intereses y control imperialista del Movimiento Sindical Mundial y Nacional (MSM-MSC).
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Resistencia a la ofensiva capitalista y lucha contra el sindicalismo burocrático
Por supuesto, en estos 25 años la ofensiva burguesa no ha estado exenta de una valerosa «lucha
reactiva», resistencia de masas y agencia histórica del nuestra clase, la clase trabajadora
colombiana, junto a las masas populares. De no ser así, entonces no habría la lucha de clases, de la
que hablábamos en el capítulo I, de modo tal que la burocracia sindical haría lo que le diera la gana.
Pese al freno de la dirección burocrática de las Centrales Obreras y la CUT, las clases dominadas las
presionan y las obligan a actuar, llegando incluso a sobrepasarlas o contenerlas. Al ser protagonistas
de la historia, la clase obrera y sus aliados emprenden acciones valerosas como lo son el Paro
Nacional del 21 de octubre de 1988, la Huelga de más de 121 días contra la privatización de Telecom,
en el año 1992, su reversión privatizadora (Miguel Ángel Urrego, 2000, págs. 164-165), aunque en
el 2005 fuera vendida a la multinacional Telefónica, por el gobierno uribista.
El Paro Cívico contra el Plan Nacional de Desarrollo de Pastrana (2000, págs. 165-166), en lo que
atañe al despido masivo del sector público, cierre de empresas y la disminución de recursos para la
salud y la educación, también tuvo unas proporciones y ecos notables; la resistencia contra-cultural
progresista de sectores juveniles en Colombia a través de la música rock, hxc, punk, metal, oi!, rap,
fusión, etc, desde los 90´s y la new school del siglo XXI, en las geografías populares de Bogotá,
Medellín y Cali, son expresión artísticas de descontento contra el neoliberalismo, el derechismo
social y el régimen político autoritario de Colombia.
Por su parte, en Europa y Norteamérica, las protestas populares y obreras antiglobalización del
2001 y 1999, de la contra cumbre de Génova y la concentración en Seattle contra el G8, el FMI y la
OMC (Sánchez, 2008, págs. 23-47, 93-110).
Más cercana a nuestra coyuntura, los Indignados de US/UE, las movilizaciones estudiantiles de
Chile, Colombia y Europa, la Primavera Árabe, en el 2010 y 2011-2014. Respectivamente, con más
éxitos y desenlaces esta última, las movilizaciones de 1994 y 2014 en México contra el
neoliberalismo imperialista y los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa, la quema de la
Gobernación del Estado de Guerrero.
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Todos estos reposicionan en la vida pública la potencia efectiva de la movilización popular, la
agencia del proletariado organizado y espontáneo, las luchas internacionalistas, pero sobre todo la
palabra explosiva “¡Revolución!” como consigna situada y hecho objetivo, para el caso de algunos
países del Medio Oriente y el Norte de África, con la Primavera Árabe. Miremos si no es así en la más
reciente deposición revolucionaria del Presidente “vitalicio” Blaise Campaoré, por la movilización
del pueblo negro de Burkina Faso. El asalto popular al Parlamento de bolsillo de Uagadugú, su
capital.
Retomando la región y la nación, las masivas movilizaciones obreras y populares contra el ALCA
(Área de Libre Comercio de las Américas) de Bush en América Latina y Colombia, pese a que al final
se radicaran el Plan de Acción Laboral de Obama-Santos tras los TLC con USA y otras lacras de
potencias imperialistas, al igual que el NAFTA (Tratado de Libre Comercio de América del Nortel)
en México y la llamada Alianza del Pacífico, marcan un precedente de movilización notables.
Las protestas contra las multinacionales invasoras y saqueadores, el pico más alto de movilizaciones
contra las reformas a la salud y tributaria, laborales y de educación, como el recorte de
transferencias y la reforma a la ley 30 –ahora el Acuerdo 2034 y la viva contrareforma educativa–,
del gobierno de Uribe y Santos, respectivamente, marcan el repunte de las luchas.
Las masivas manifestaciones por demandas democráticas frente al conflicto armado, tales como el
Acuerdo Humanitario, la solución política y las libertades democráticas, el Plan Colombia de
Pastrana y Patriota de Uribe I y II, las tropas y bases norteamericanas, etcétera, etcétera, todas estas
serían importantes luchas de resistencia al capital por parte de la clase obrera y los sectores
populares, no obstante cabe indicar lo siguiente, con toda la frialdad de la razón materialista y la
claridad objetiva del devenir sindical y político:
La aplanadora imperialista, recolonizadora y neoliberal, siguió su marcha arrasadora
contrarrevolucionaria, la “Larga Noche de Colombia” no terminó. La implementación voraz y
calculada de las políticas neoliberales, el ABC de la crisis (baja del nivel de vida, genocidio sindical-
popular y victimización, derrota de la resistencia o factor desmovilizador) por parte de los
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gobiernos capitalistas de los últimos 25 años, incluyendo el de Álvaro Uribe Vélez & Juan Manuel
Santos.
Esta tendencia general reaccionarias en dos decenios golpearon fuertemente el nivel de vida, la vida
misma y las organizaciones de la clase, dejando miles de muertos, heridos y explotados. Mientras
tanto, el MSC siguió y sigue de derrota en derrota, con pocas y pírricas victorias parciales y avances
de gateos de bebé, con la debilidad y retroceso crónico del sindicalismo clasista y el sindicalismo
nacional en general, la abierta y velada complicidad-traición de la burocracia sindical, el reformismo
y el centrismo, condicionantes de la causa subjetiva de la crisis sociopolítica, el ostensible triunfo
relativo del régimen burgués colombiano y las clases dominantes en la vida nacional.
Escenario político del siglo XXI: débil sindicalismo y reformismo emergente
En efecto, el ABC de la crisis nacional (i.e. contrarrevolución neoliberal, genocidio y tregua-
derrota del movimiento social) y 4 cambios históricos globales-nacionales (i.e. restauración
capitalista, ofensiva global imperial, continuismo, procesos de paz y coaptación), fueron un cartucho
de balas fulminantes, una arremetida triunfante de la “legión” del capital neoliberal global, del
imperialismo como tal, con la cofradía del Estado capitalista de Colombia. Estas asestaron un duro
golpe al MSC como generalidad y el SC nacional como particularidad y globalidad, de alcance
mundial, lo que significa un ocaso y declive vertiginoso del clasismo en la CUT y en el MSC-MSM,
elemento adicional al numeral C de la crisis (debilidad de la resistencia).
Este proceso conlleva a la reafirmación ontológica de la influencia “definitiva” y predominante,
hasta nuestros días, del Sindicalismo Patronalista y Reformista en la mayoría de sindicatos en el
mundo, incluida la CUT, aunque más focalizada en las centrales CGT y CTC, altamente favorables por
los vientos internacionales de la cruzada Ideológica del capital, el restauracionismo burgués y la
contrarrevolución imperialista mundial.
Esto explica, con naturalidad, cómo a su vez el ciclón político global lleva a hipotecar la
independencia de clase del movimiento sindical nacional y lo obliga a lanzar por la borda la
tradición clasista del SC y luchadora del sindicalismo. Para el caso ilustrador, el oportunismo criollo
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del SC y la debilitada Federación Sindical Mundial (FSM), dan un giro más a la derecha que de
costumbre, luego de la caída soviética de la “ubre” de la que se alimentaban, para empezar a
estrechar lazos y alianzas con el SR y claudicar al empresariado-gobierno patronal, como parte de
la acentuación de la cruzada integral del imperialismo.
Hay un hecho remarcable en todo el proceso que va desde finales de los 90 a inicios del siglo XXI, en
el llamado periodo de la Seguridad Democrática del gobierno de Uribe (2002 – 2010), esto es, la
más agreste contraofensiva militar, políticos y económicos. Más tarde, la cartera de su sucesor
“traidor”, Juan Manuel Santos, quien le apuesta al nuevo proceso de paz y el posconflicto capitalista
con las locomotoras del desarrollo para las transnacionales, el capital financiero y el Fondo para la
Paz. Dicho hecho trascendental –elemento adicional del numeral C: traición y claudicación al
enemigo– para la vida política del país y el desarrollo del MSC, propio o “sui generis” del principio
del siglo XXI, es el siguiente:
1. las III Administraciones que se reconocen de “izquierda democrática” en la Alcaldía Mayor de
Bogotá, D.C., (i.e. Luís Eduardo Garzón, Samuel Moreno Rojas, Gustavo Petro Urrego), con su
correlato de candidatos presidenciales (i.e. Carlos Gaviria Díaz, Petro y Clara López Obregón, de
nuevo repitente Gustavo Petro).
2. La conformación unitaria y frentista del partido referencial de centro-izquierda, el Polo
Democrático Alternativo (PDA, 2005 – 2018…crisis e implosión); el especial rol que tuvo el PDA en
el MSC, en particular la CUT, la política polista de alianzas que preservó el Ideario de Unidad en sus
tramos iniciales y medios, con el oportunismo del SC y la socialdemocracia, una política de unión de
trabajadores con “sectores progresistas” de la burguesía y el empresariado nacional, en el plano
sindical y político.
3. El Frente Amplio por la Paz y la Democracia, impulsado y como punto de convergencia electoral
de conciliación de clases, entre la heterogénea izquierda reformista, la burocracia sindical y la
burguesía liberal santista, los cuales confluyeron en apoyar la candidatura presidencial y
reeleccionista de Juan Manuel Santos Calderón, bajo el argumento “común” de respaldar y defender,
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tanto los Diálogos de la Habana entre las FARC-EP como la salida política al conflicto armado
colombiano, con criterios distintos de paz.
El “sindicalismo sociopolítico” del núm. C, que venía calando y haciendo resonancia en las practicas
discursivas de la CUT y el movimiento sindical, no sólo incursionó y se implantó en los métodos de
concertación con los patrones y sus gerentes, es decir, el gobierno nacional. También se diluyo como
gas tóxico en la actitud política hacia el Estado y las elecciones, tanto en las particularidades
regionales como las del Lulismo en su eco “inofensivo” y “propositivo” de un sindicalismo con
“vocación de poder”, como en el contexto nacional signado en profundidad por la contrarrevolución
económica y la impotencia sindical para revertir esta situación. Asimismo, una institucionalidad
gubernamental en función de ella y, para rematar, un conflicto armado incruento, alejado de las
contiendas electorales y las masas populares.
Es en estas circunstancias emerge el reformismo político, como elemento adicional a la crisis del
sindicalismo y la izquierda. Uno de los puntos de arranque es la carrera política del Presidente de la
CUT, Lucho Garzón y los restantes sectores de la burocracia sindical. En su IV Congreso Nacional, la
CUT opta por crear el “Frente Social y Político” (FSP), modelo frentista popular de fuerzas
alternativas de centro izquierda e izquierda “radical”, en el que convergen las direcciones burguesas
socio liberales, pequeñoburguesas de izquierda, socialdemócratas medias y obreras stalinistas. A
dicho Frente se le suma la mayoría de la izquierda en reagrupación y reorganización.
Hasta cierto punto este proceso del Frente Social y Político, Polo Democrático Independiente y
Alternativa Democrática (FSP > PDI > AD), sería sumamente defensivo, electorero y coadyuvaría a
fundar y consolidar el Polo, el cual durante en sus inicios tendría un hondo prestigio social y una
exponencial capitalización social de militancia e influencia de sectores de masas. No obstante, el
PDA y la CUT inauguran un nuevo estado de cosas negativo con no pocas desviaciones burocráticas,
reformistas y burguesas del SC/SR y el MSC, claro está, si nos atrevemos a ir contra corriente en la
mirada retrospectiva del pasado, desde el punto de vista de un balance político socialista y
proletario, pero usando el sentido común sobre la tragicomedia del Polo, hoy reconocida
ampliamente.
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Es a partir del sindicalismo político, las alianzas amplias de la izquierda reformista, con no pocos
ultra oportunistas, que desde entonces, a partir de la decisión política y la política de alianzas
tuvieran réditos electorales en varias gobernaciones, consejos, en el recinto del Congreso, pero
emblemáticamente, en la ciudad de Bogotá con la “tríada de izquierda” de Alcaldes. Los oportunistas
del Sindicalismo Reformista y “clasista” se ufanaron de apoyar electoralmente a sus “propios
candidatos”, endulzando los sentidos de las masas con recetarios poéticos y sociopolíticos sobre los
“cambios” de dichas candidaturas ultra limitadas, en el terreno de las más elementales y tibias, pero
nunca implementadas, reformas democráticas.
Luis Eduardo Garzón (2004 – 2007), histórico dirigente obrero sindical de la USO y ex militante del
Partido Comunista y de la CUT, llegó al estrado público de la Alcaldía de Bogotá, con el objetivo de
implantar el programa de Bogotá Sin Hambre, mediante el aumento de comedores comunitarios y
colegios públicos gratuitos, lo cual hizo, aunque de manera limitada y asistenciales. A la par que era
el agente gubernativo de los cierres de la red de hospitales públicos y las privatizaciones de
empresas, siguiendo la regla dura de los empresarios y el modelo imperialista-neoliberal, en la
ciudad capitalina.
Samuel Moreno (2008 – 2011), político burgués liberal de la extinta ANAP y nieto de Gustavo Rojas
Pinilla, apoyado por el sindicalismo y el oportunismo, entró a realizar un desfalco a las arcas del
Distrito preservando dichos programas sociales, repartiendo puestos burocráticos a sus compadres
políticos polistas y socios. Por lo demás, hoy los Hermanos Moreno, ex polistas, junto al Grupo
empresarial de los Nule, están pagando condenas penales en la Cárcel de la Picota, como buenos
lúmpenes burgueses, es decir, corruptos.
Más recientemente el ex guerrillero del M-19, ex polista y ex candidato presidencial, Gustavo Petro
(2011 – 2015), a través del impulso del Movimiento Progresistas de carácter pequeñoburgués,
propuso e implementó el programa de la Bogotá Humana, que en los hechos consistió en intentos
infructuosos de regulación tarifaria del mínimo vital de agua potable y desprivatización del sistema
de aseo, lo cual generó un multas y un golpe de “aviso” al Alcalde electo con el fin de no volver a
tocar o siquiera plantear reformar tibiamente los negocios monopólicos de la burguesía, hechos que
produjeron una profusa movilización de masas democrática, pero que fueron desmontadas
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reaccionariamente, por el propio Petro. La Bogotá Humana gerenció una política cultural diversa y
democrática hacía la comunidad LGBT, las barras bravas, las zonas verdes, la televisión pública
(Canal Capital), los animalistas, etc, aunque con visos coaptadores del movimiento social y de
conciliación de clases con la burguesía.
Pero sobre todo, la esencia de clase de la Bogotá Humana, como gobierno de conciliación de clases,
fue la vía abierta a los colegios por concesión mixta y privada, la jornada única escolar, para la
explotación de los docentes y el disciplinamiento de futuros trabajadores, en el mercado laboral.
La dictadura de los operadores privados de Transmilenio, el descontento de las masas y sus
métodos de protesta (bloqueos, jornadas colatón, peticiones, etc), junto a la no estatización del
servicio de transporte.
La pavorosa tercerización laboral en el Distrito, la persecución a los trabajadores ambulantes e
informales por la Policía Nacional y los funcionarios de la Bogotá Humana, violando su derecho al
trabajo en un ambiente de desempleo caótico, signado por el rebusque.
El acatamiento a la reaccionaria Corte Constitucional en lo que respecta a los jugosos negocios
taurinos de un sector de la burguesía y la claudicación vergonzante a la burguesía operadora de
aseo.
El pacto petrista-progresista a la Reelección santista, con el fin de mantenerse en la Alcaldía, por
mor del veto del Presidente; los intentos y bregas, mantenidos hasta la fecha, para que el Consejo
de Bogotá apruebe sus planes territoriales para la especulación financiera, semejantes a las de sus
“palomitas” predecesoras, la resistencia de los habitantes del Centro de la ciudad a que Petro los
“reubique” con el fin de dar rienda suelta a que el capital financiero y la planeación urbana,
reinviertan el capital excedente, para la mayor acumulación de capital.
Lo común a estas Administraciones de “centro izquierda” fue el factor clave de apoyo electoral
brindado por la dirección del MSC, en especial, el de la CUT y la socialdemocracia, que convenció a
una basta base electoral masiva para que sufragase a dichos gobiernos “alternativos”. Por su parte,
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los sectores oportunistas que venían de las tradiciones del SC, es decir: los partidos stalinistas
reformistas PCC, MOIR, entre otros, dieron similar apoyo irrestricto electoral, puesto que todos
estaban junticos en las toldas del Polo Democrático Alternativo, a excepción de las divisiones por
los “roces” entre el candidato “quemado” del PDA, Aurelio Suarez Montoya (puesto # 6), después
del desfalco a Bogotá y el “renegado” Progresista, Gustavo Petro, en las elecciones de Bogotá del
2011, que las terminó ganando.
En efecto, una de las tesis programáticas, antimarxistas e incorregible, que constituyen la naturaleza
del stalinismo y el sindicalismo tradicional, en última instancia, el reformismo pasado por clasismo,
es el apoyo y alianza electoral, el seguidismo vergonzoso a las listas pequeñoburguesas o burguesas
democráticas, de izquierda.
Dicha política es conocida en el lenguaje del marxismo y el sindicalismo clasista como Frente
Popular, Frente Amplio, conciliación de clases, alianzas oportunistas, político electorales con
sectores de la burguesía, etc, etc, bajo el ropaje de hacer cambios democráticos y luchar contra la
reacción de derecha.
El oportunismo sindical mayoritario frente a las III Administraciones de Bogotá y su continuidad de
planes precarizadores, su apoyo a las listas presidenciales de Gaviria-Petro-Clara, incluso, la
mayoría de ellos votó por Santos en la segunda vuelta presidencial del 2014, imposibilitan a estos
partidos políticos de “izquierda” liderar una revolución social obrera y de Octubre triunfante en
Colombia, de alcance global. El crisol de los hechos muestra que son partidos que, pese a toda
retórica e influencia social, no sirven estratégicamente, en el crisol de los hechos, a la revolución
socialista nacional y mundial, sino al mantenimiento del sistema capitalista, criollo y global,
mediante su democratización, de ahí la necesidad de construir una alternativa política socialista en
la Colombia del siglo XXI.
En la coyuntura actual, los miembros del MOIR (“Movimiento Obrero Independiente y
Revolucionario”), al ser una tendencia política pequeñoburguesa y maoísta de derecha de notable
influencia dentro del PDA, se vanaglorian de ejercer oposición a las políticas laborales y económicas
de la Bogotá Humana y el petrismo, para ello movilizaron su contingente sindical durante la Gran
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Jornada de Movilización de los Trabajadores del Distrito del 18 de 2014, nuevamente una Jornada
en Octubre, para capitalizar créditos para las elecciones a la Alcaldía de Bogotá 2015 y de 2019 a la
vez que incentivan la opinión pública en los medios de comunicación cuadros como Aurelio Suarez
y compañía.
No obstante, las brumas del olvido no percatan que el oportunismo mayoritario de la CUT, mientras
estuvieron “todos con todos” bajo los coros de la “unidad de la izquierda” en el partido frentista
PDA, cabe acotar, antes de la ruptura y división del Polo en el 2012.
La izquierda tradicional, esto es, la socialdemocracia y el stalinismo no ejercieron con la misma
entereza la denuncia e independencia sindical de clase, contra las políticas laborales reaccionarias
de la Administración de Lucho, Moreno y la primaveral Clara, ni siquiera a las listas
pequeñoburguesas a la Presidencia (Carlos Gaviria, Petro, Clara, again Petro) y al partidor de la
Alcaldía Aurelio Suarez en el 2011 y siguientes candidaturas en la alcaldía de la capital colombiana.
Por el contrario, el criterio político de alianzas de la izquierda reformista, el Frente Popular y sus
concepción programáticas son dependientes a una alternativa democrática pequeñoburguesa o
burguesa de izquierda (‘sectores democráticos’), por lo que la tendencia general fue a prostrase ante
ellas, para salvar los intereses electorales, con el criterio material de pasar por encima de los
intereses materiales de la clase obrera y el MSC, vulnerados por las tasas espantosas de
tercerización e informalidad, los colegios en concesión, el estatuto único docente y el desmonte del
2278, que defiende la burocracia de FECODE, la brutalidad policial del ESMAD y el neoliberalismo
“social” y “rostro humano” de las Administraciones de “izquierda” en Bogotá.
Las Administraciones de estos gobiernos burgueses de “centro-izquierda” mostraron sus dientes y
garras, su verdadera careta, al mostrar su abierta incapacidad, voluntad real de clase e impotencia
para revertir y combatir el neoliberalismo económico, en favor del MSC y la clase obrera. Asimismo,
la participación y el quehacer político del PDA, no sostuvo denuncias consecuentes a las
restricciones a la participación política de la Constitución del 91, la Reforma política de 2003 y 2009,
las ahora argucias uribosantistas del 2014, para la expresión política del proletariado avanzado,
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debido en parte a la mezquindad pequeñoburguesa y aparatista del Polo Democrático Alternativo,
que afecta también a ella misma.
Es decir, estas Alcaldías –por las que no debemos ilusionarnos si llega a emerger en el 2019 y
próximos cuatrienios, ante el desgaste de Enrique Peñalosa– en esencia fueron expresiones del
continuismo neoliberal de más de dos décadas, dado a que no hubo rupturas democrático
revolucionarias contra el modelo de acumulación de capital vía a la movilización de masas y
deposición de gobiernos como si los hubo en otros países de América Latina a finales del XX y
principios del XXI.
Esto implicó que, a su vez, la burocracia sindical de la CUT y el Frente Popular del PDA, i.e. el
reformismo, al brindar apoyo político electoral, hipotecarán la lucha independiente de los
asalariados organizados frente a las Administraciones de Lucho-Moreno-Petro, lo mismo puede
decirse de sus candidatos presidenciales Garzón-Gaviria-Petro-Clara-Petro, independencia a su
programa reformista burgués antiobrero y sus planes, independencia a sus políticas laborales y
castramiento a la capacidad de crítica, creando “falsas ilusiones”, propias del SR, en fin, traficando
votos y pactando treguas vía a la capitalización de los “deseos materiales” de los trabajadores y
“añoranzas filisteas” de la pequeña burguesía urbana.
El Partido Socialista de los Trabajadores de Colombia (PST), pese a su debilidad organizativa-
cuantitativa, altamente desfavorable, fue el único partido de izquierda, que desde su prensa El
Socialista y en los espacios sociales de intervención partidaria, se ubicó en un verdadero polo
revolucionario, al denunciar con vehemencia, desde una posición argumentada, implacable y
consecuente, las Administraciones de Bogotá, contra el oportunismo de derecha y maquillaje de
estas figuras promocionadas por el PDA, sus fuerzas integrantes y ex integrantes.
Lo mismo se puede decir con respecto a la “panacea” de los gobiernos de Frente Popular y
nacionalistas burgueses de América Latina (Chávez-Maduro, Correa, Evo, Cristina, Lula, Mujica, etc),
apoyados por la izquierda reformista. Muchos de estos gobiernos latinoamericanos están hoy en
crisis, con recambios de derecha, comienzos de ruptura de masas y desgate de sus
administraciones-reelecciones, como bien señalan las Resoluciones y Documentos del XI Congreso
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Mundial de la LIT-CI y el PST (LIT, 2014, págs. 59-60, 69-74). Incluso la intelectualidad reformista
habla del “fin del ciclo”, más no necesariamente de derrota inmediatista y transición plena del
reformismo continental en los gobiernos, muestra de ello son la reelección de Dilma –que fue
destituida después– y Evo, la victoria en primera vuelta del Frente Amplio en Uruguay, en los
comicios del 2014, la continuidad en Ecuador, del sucesor rebelde de Correa, Lenin Moreno.
Frente a la “marea” u “ola amarilla” del reformismo e impresionismo inicial de la izquierda
reformista, la cual, teniendo como biblias y recetarios de cabecera la “Carta del 91” y el “Ideario de
Unidad del Polo”, el avanzado “Estado Social de Derecho” y la “Carta Universal de los DDHH”,
señalarían y sigue proclamando a viva voz “ese es el camino que Colombia debe seguir…”. En las
mismas palabras, sólo que por la negativa, la Declaración Política del 6to Congreso CUT (2014)
señalarían sus deseos políticos “Desafortunadamente, en Colombia no se ha podido construir un
gobierno del estilo de la mayor parte de las naciones suramericanas” (CUT, 2014). Por su parte, el
PST y el marxismo revolucionario de organizaciones como la Liga Internacional de los Trabajadores
– Cuarta Internacional (LIT-CI) levantan una política de independencia de clase frente a estos
gobiernos con careta de izquierda. Ahora sabemos bien, transcurridos un par de años después, en
este 2014, cuál era la verdadera añoranza de la burocracia sindical CUT y el reformismo de
izquierda: el camino desneoliberal, claudicante al capital imperialista, neo privatizador, con rasgos
autoritarios y represivos a las movilizaciones de los trabajadores y los sectores populares, en
esencia, pro capitalista.
En este sentido, las posturas políticas levantadas por el PST y el socialismo revolucionario
latinoamericano en corrientes como la LIT, constituyen un precedente cualitativo-programático,
muy valioso, importantísimo, imprescindible, aunque debemos decirlo con total franqueza, es
absolutamente insuficiente para las luchas obreras y populares del siglo XXI, la reconstrucción de
una alternativa política y sindical en Colombia, la reconstrucción de la Internacional obrero y el
propio progreso del SC, ¿por qué lo decimos?
Puesto que “no siempre quien tiene la razón en la teoría, la tiene en la práctica”, hay “buenos críticos,
pero pésimos políticos”, “teoría sin praxis es letra muerta”, “una fuerza política sin peso de masas
no es nada”, pues a la hora de construir un partido revolucionario de inserción de masas es más
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difícil atinarle “al blanco”. Por ello, se debe tener perspectivas de un serio y decidido crecimiento
maduro combinado, cuantitativo y cualitativo, organizativo partidario con de influencia de masas –
más que “ríos de tinta y rollos de papel”– al calor del combate partidario en los conflictos sindicales
y sociales, los frentes de lucha (sindical, estudiantil, barrial, etc). Hay que construir una verdadera
entereza organizativa centralista democrática, en antítesis y combate hacia la adaptación
desleninista a la marginalidad política y el sectarismo, que en últimas, son expresiones de
capitulación por izquierda al “invencible” reformismo sindical y el “clasismo” opositor.
La máxima transigencia de la burocracia sindical de la CUT y el reformismo en este siglo XXI no fue
el apoyo “prolongado” a las Administraciones de Bogotá. Más bien, el culmen máximo de bajeza
política, más a la derecha que nunca antes, se daría en el 2014, cuando la mayoría de franjas de las
Centrales Obreras (CUT, CGT, CTC), el oportunismo stalinista del SC (léase: PCC/UP/MP/CP), la
socialdemocracia y el SR (léase: sector de Clara del PDA, Alianza Verde-Progresistas), en unión con
la maestría táctica del liberalismo burgués y el SP (léase: Partido Liberal), decidieron,
voluntariamente, ser cooptadas y pactar con las huestes gubernativas del Santismo.
Esto se dio ya no sólo en el ámbito de “figuras aisladas” como los dirigentes sindicales de
trabajadores, Angelino Garzón, Lucho Garzón y Julio Roberto Gómez, entre otros, que apoyaron esta
derecha capitalina, sino en esencia, el abierto apoyo electoral, en la segunda vuelta presidencial de
2014, al candidato de los patrones industriales, Juan Manuel Santos. Esta fue, sin duda, la máxima
transigencia, traición, cualquier cantidad de epítetos, etc, que asestaron un profundo golpe al MSC
y profundizaron la crisis reaccionaria del movimiento de los asalariados organizados.
Importantes franjas del MSC y de la CUT tomaron e incentivaron este sufragio entre las bases del
proletariado organizado. Son tan cínicos y convencidos políticamente de su reformismo, que hasta
incluso siguen defendiendo dicho sufragio, un ejemplo de ello es Jaime Caycedo Turriago, miembro
del Ejecutivo del PCC y delegado por el sindicato ASPU (Asociación Sindical de Profesores
Universitarios) como vocero de la “Corriente Sindical Clasista” ante el VI Congreso de la CUT, en el
Panel de la Paz.
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Los “clasistas”, “demócratas”, “liberales”, de las Centrales Obreras, llamaron a ejercer el sufragio
“táctico” en los comicios presidenciales de 2014, nada más y nada menos que por el enemigo de los
trabajadores y el sindicalismo, la burguesía santista, ¡los patrones!, bajo el falso dilema de la “forzosa
escogencia” entre la democracia vs dictadura, la guerra vs paz, la continuidad del proceso de paz o
la susodicha guerra, aplicando el convencional análisis idealista, catastrofista y apocalíptico, además
de oportunista liberal.
Estos sindicalistas “desconocieron” que el proceso de paz es altamente irreversible debido a las
presiones materiales del imperialismo norteamericano, la propia burguesía colombiana y sus
gremios empresariales, de ahí que las propuestas burguesas de Zuluaga-Santos (candidatos
presidenciales 2014) fueran necesariamente la continuidad del proceso de paz, como ellos mismos
manifestaron en sus tiempos de campaña, sólo que con la combinación tácticas diferentes de
negociación flexibles y duras, no obstante, preservando el consenso unitario de optar por una salida
política burguesa al conflicto armado, ambas con costos onerosos a las guerrillas y las víctimas.
De haber habido un escenario real de “riesgo” del Proceso de Paz y dilema frente a la continuación
de la guerra reaccionaria de 54 años o no, un asunto crucial, probablemente (aunque no
necesariamente, según los cálculos de clase y la flexibilidad táctica), podría plantearse, remota o
factiblemente a los revolucionarios y obreros clasista la opción de haber dado una “concesión” a una
fracción reaccionaria de la burguesía, como el santismo, sin dejar de denunciarla ante las masas y
sin arrodillarse a ella –como ocurrió en las elecciones de 2014–, aunque como decimos, tal escenario
político de decisión no existió, puesto que el dilema era inexistente.
Las recientes declaraciones del Semanario Voz y el Comando Central del ELN, las cuales señalan que
la Administración Uribe y su gabinete querían iniciar e hicieron acercamientos para el proceso de
paz y el acuerdo humanitario, siendo canal previo y enganche para el nuevo gobierno entrante, que
fue el de Santos y el actual Proceso de Paz, son pruebas fehacientes, de que no había peligro de
volver y no terminar el conflicto armado. Incluso, si miramos con lupa materialista, mediante un
fino análisis marxista del discurso, el programa de campaña presidencial de 2014 de la “dupla”
contendora Santos-Zuluaga, no se ve dicho dilema histórico, pues en 2016, al ganar el plebiscito de
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NO a los Acuerdos de la Habana, no por ello volvió la guerra ni no por ello no se continuaron con los
Acuerdos, solo que más recortados
Esto quiere decir que dicho dilema era y es sofístico, realmente inexistente, usado por el
oportunismo izquierdista pequeñoburgués y el burocratismo sindical, vendido al gobierno y los
empresarios, pues más que la “defensa de la paz” y la “democracia”, incluso, del “mal menos peor” y
la “continuidad de los Diálogos” con las guerrillas FARC, ELN y EPL –asunto que deseamos y
defendemos todos los demócratas y revolucionarios, en pos de mejores condiciones de lucha de los
trabajadores sin esa violencia distorsionada– primaron poderosas fuerzas materiales
pequeñoburguesas.
Lo que estuvo por debajo de la mesa es que jugaron los cálculos electorales y políticos de corto
plazo, tales como la no destitución de Petro y su pacto con Santos, así como otros de mediano y largo
plazo del posconflicto capitalista, en lo que atañe a la mezquina “tajada” en la participación política
electoral para las guerrillas desmovilizadas y los réditos para un sector de la izquierda tradicional,
aliado coyuntural del santismo (“santistas solapados”), mientras esto beneficie a sus “arcas”, sus
intereses políticos individuales. Lo mismo los “fondos” de cooperación internacional, ONG’s y
gubernamentales de ayudas a sindicatos y víctimas, proyectos productivos agrarios, obligaron
plegarse a la rapiña electoral de un sector de la burguesía, apoyado por el reformismo sindical.
En las elecciones de 2014 se partió de premisas falsas y de un pseudo dilema para constreñir el
electorado: “Si gana Zuluaga, acaba proceso de paz; si gana Santos, hace la paz. Por tanto voto por la
paz…”, por eso en política no basta con conocer nociones de lógica formal y argumentativa, como
piensan los intelectuales elitistas y universitarios sabiondos, “objetivos” y “argumentativos”. Se
necesita también una sólida formación política científica, que sólo la puede dar con cabalidad la
teoría del marxismo, la cual analiza los intereses “vivos” en juego de las clases, más allá de toda
retórica, si a esto le sumamos una dosis de inserción “el calor de las luchas sociales”, en la lucha de
clases.
Lo señalamos porque el falso dilema (pasar del “o Santos o Zuluaga” al “o S o Z o X = voto en blanco,
abstención, etc”), sus deducciones falsas, no se desenmascaraban sólo con una psique de fórmulas
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y enunciados, sino que necesitaba, a su vez, un análisis de clase de las dos fracciones burguesas de
clase (santistas/uribistas) en torno al proceso de paz, la situación nacional y los “factores causales”
de continuidad del proceso, así como indagar las “razones” o “intereses” de clases del por qué las
fracciones reformistas y pequeñoburguesas llamaban a votar por Santos, apoyados en los aparatos
ideológicos de Estado, en el montón de articulistas, opinologos y sabiondos, maestros de la lógica y
la razón, más bien, maestros de la política burguesa, de la razón liberal.
En las elecciones de 2014, el principio político de independencia de clase, del no voto por los
patrones y sus partidos, de no sufragar por la oligarquía empresarial, nuestros enemigos de clase,
asuntos básicos del ABC de la educación sindical y política, fueron pisoteados y enlodados gracias
al rol negativo de la burocracia sindical y los líderes oportunistas de izquierda de todos los matices,
el abecé de la crisis sindical.
Esto es señal clara, del nivel de atraso e impacto en el MSC y la izquierda política causado por
cruzada capitalista, de crisis ideológica y programática del reformismo y el sindicalismo, pues el
abandono de los principios clasistas en materia de elecciones y política de alianzas al interior del
movimiento sindical colombiano y el espectro político de la izquierda, es cada vez más diáfano,
latente y consumado, más miserable y degenerado políticamente. Hecho tras hecho, lo demuestran.
Las elecciones presidenciales 2018 – 2022, pueden reeditar este sufragio político a un
representante del empresariado, como el uribista Iván Duque (apoyado por la cúpula patronalista
del Sindicato Nacional de la Industria Agropecuaria, Sintrainagro, copado por sindicalistas
asociados con paramilitares) o los santistas de derecha y centro, como Germán Vargas Lleras o
Humberto de la Calle.
No obstante, la dirigencia de SINANTRAIGO como Guillermo Rivera, ha recibido el repudio, no sólo
de Junta Directiva Nacional de la CUT, que está afiliado a la CUT, sino también buena parte de la base
obrera palmera y bananera afiliada que sufragará en el 2018 por el centro izquierdista Gustado
Petro y contra el sindicalismo derechista.
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Según Jorge Rojas, ex Secretario de Integración Social de la alcaldía de la Bogotá Humana y miembro
del Movimiento Progresistas, “las subdirectivas de SINTRAINAGRO en Apartadó, Carepa, Chigorodó
y Turbo y delegados de los mil Comités Obreros de las fincas bananeras del Urabá (que reúnen 40
mil trabajadores) adhirieron a Petro” (twitter, 13 de abril de 2018). El sindicalismo reformista, el
oportunista y el sindicalismo clasista, darán un voto crítico y condicionado a Gustavo Petro en las
elecciones 2018.
En último término, la burocracia sindical y el reformismo no sólo avalaron el “punto exclusivo” de
la paz al modo santista, sino fundamentalmente, todo el combo completo, el paquete de campaña
para el próximo cuatrienio y el prontuario criminal del reelecto, que como bien sabían, era el
responsable, desde el despacho ministerial de la defensa, por los Falsos Positivos, el enemigo
número uno de los campesinos y los estudiantes, en el Paro Agrario y el Paro Nacional Universitario
de 2011, entre otros conflictos.
La pseudo bipolaridad entre Santos-Zuluaga fue aprovechada por la burguesía colombiana, la cual
jugó el billar electoral a dos bandas, vía a la financiación electoral a ambas candidaturas,
manipulando, con el auspicio del lamentable papel de compañeros de fuerzas democráticas de
izquierda, la conciencia atrasada de las masas que concurrieron al proceso electoral presidencial,
apenas el 47%. Sin embargo, afortunadamente, la mayoría de la población colombiana, es decir, un
52%, se abstuvo de ir a las urnas y sufragar por sus verdugos de clase o simplemente depositaron
el voto en blanco y nulo, el 4% y 2.5% respectivamente, para un total de 58% que rechazaron
consciente e inconscientemente la candidatura burguesa Santos-Zuluaga y el régimen político.
Para esto hay que tener en cuenta las posturas clasistas consecuentes (SC) de campaña electoral
promovidas por fuerzas políticas de izquierda como el PST-C y el Comité de Voto en Blanco el cual
impulsó e hizo parte, entre los integrantes se encontraban el MODEP y otras organizaciones de
izquierda y democráticas, es decir, reformistas. Al final, el oportunismo del MOIR y varios sectores
democráticos del POLO, en cabeza de los Congresistas Alberto Castilla, Alexander López Amaya,
otras figuras, etc, también llamaron a no sufragar por ninguna de las 2 candidaturas derechistas del
establecimiento burgués.
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El lamentable papel actoral de mujeres al servicio de Juan Manuel Santos, empezando por la
presidenta del Polo, la Sra. Clara López Obregón, pasando por la ex sindicalista, ex concejal del PCC
y co-equipera en primera vuelta de Clara, Aida Abella Esquivel, hoy congresista, por último, la liberal
de izquierda, ex miembro del Partido Liberal y vocera de la Marcha Patriótica, Piedad Córdoba Ruiz,
fue replicado por un sinnúmero de dirigentes sindicales mujeres.
Por fortuna no hubo “unanimidad de izquierda” como quiere vender Sindicalismo Reformista y
Oportunista en su discurso de verdad acerca el proceso electoral de 2014, aunque si una mayoría
vergonzosa, que calló en lo más bajo, siempre comprensible debido a sus profundas raíces de clase,
mencionadas arriba. No obstante, hubo valiosas disidencias democráticas, consecuentes,
revolucionarias, de izquierda real y radical, clasistas, aglutinantes, de oposición y democráticas, en
la segunda vuelta presidencial de 2014, que concordaron en la postura unitaria de no votar ni por
el “Zorro” de Zuluaga ni por “Chucky” Santos, bajo el lema “¡ni Santos ni Zuluaga!”, impulsando entre
las masas el voto nulo, voto en blanco y la abstención política activa o pasiva, una auténtica tercería
democrática y clasista en la contienda electoral.
Estas tres opciones democráticas quedarán en los senderos revolucionarios y avanzados de la
historia de Colombia (8), que ayudarán a desenmascarar de modo paciente y una vez por todas el
oportunismo de partidos de izquierda como el autodenominado falso “Partido Comunista
Colombiano”, el cual lleva un prontuario de apoyo electoral a por lo menos 5 presidentes burgueses
de Colombia: dos veces por Alfonso López Pumarejo y Alberto Lleras Camargo, una por Gabriel
Turbay, Alfonso López Michelsen y Juan Manuel Santos, respectivamente.
Visto este escenario político fatídico de reformismo sindical y político del siglo XXI, sintetizados en 3
ítems: las administraciones de la alcaldía de Bogotá, la fundación del Polo y el Frente Amplio por la
Paz y la Democracia, más el ABC de la crisis nacional (contrarrevolución económica, genocidio
sindical y débil resistencia) es deber histórico el construir una alternativa política de masas, un
partido de los trabajadores de corte revolucionario (i.e. bolchevique, socialista) en Colombia,
paralelo e indisoluble a la construcción nueva Corriente Sindical como Tendencia Clasista
Revolucionaria en el Movimiento Sindical Colombia –el PST se suma a estas tareas históricas
comunes y unitarias de la clase obrera colombiana, pese a que haga parte de la crisis sistémica– que
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siembre la semilla social y regeneración sindical en el siglo XXI. De otro modo, la crisis política y
sindical continuará, agudizará y se prolongará.
Recapitulación de la crisis: “El Gran Sancocho Nacional”
En resumen, la crisis nacional, social y político sindical sistémica, se escenifica en la combinación de
procesos subjetivos, tales como la neurálgica crisis de dirección política en Colombia, la incapacidad
de respuesta efectiva del movimiento sindical y sus dirigentes, la rienda suelta a los abusos del
SP/SR, quienes fueron y son correas de transmisión social en el MSC de los planes económicos
contrarrevolucionarios de la burguesía imperialista y del proceso de neo o más bien de
recolonización desarrollada de Colombia.
Algunos elementos adicionales de la crisis que no señalamos en el numeral A. (contrarrevolución
económica y política), que deben tener en cuenta los sindicalistas nacionales y luchadores obreros
y activistas de izquierda, para saber en qué país viven y desarrollan su lucha, son los siguientes
escenarios dependientes de Colombia, como semicolonial del imperialismo mundial:
Para empezar el menú colombiano, la figura de la extradición de presos, políticos o no, hacía las
mazmorras y tribunales yankees, así como la falta de soberanía nacional en materia judicial. Una
infraestructura de investigación científica judicial y política criminal, subdesarrollada, dicho sea,
ineficiente. Colombia es miembro de la OEA, con la cuenta de cobro de la injerencia política y militar
de EEUU, el Comando Meridional Sur (USSOUTHCOM), la DEA y la CIA. La alineación diplomática
nacional al imperialismo estadounidense y europeo, para el caso de las perspectivas de política
internacional. Los partidos políticos “vergonzantes criollos”, antinacionales, abiertos agentes del
imperio y las multinacionales, con jugosas tajadas para sus burguesías nacionales y monopolios. La
bota militar logística en el suelo patrio, millonarios recursos económicos anuales a la guerra
contrainsurgente y más de 7 bases yankees en nuestro país, en tiempos de paz, violando la soberanía
territorial con el Plan Paz Colombia.
Por otro lado, como “plato fuerte”, las recomendaciones hilarantes de la Embajada yankee (i.e. Joe
Biden) para que Colombia, de manera solicita y disciplinada, con una reserva de soldados haga parte
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de “misiones de paz” de la OTAN, durante el rumbo de paz del posconflicto, además, que sea más
abierto en su política arancelaria.
Los deseos gubernamentales y expectativas de la burguesía colombiana en los próximos años de
pertenecer a dicha maquinaria de la muerte, a su vez, ruegos y solicitudes de ingreso a la
Organización para la Cooperación y del Desarrollo Económico (OCDE), el club de los ricos, por parte
de un país sudamericano pro imperialista, reaccionario y pobre, rezagado y dependiente, en tránsito
a la consolidación de un escenario de posconflicto capitalista y aumento de los negocios
emprendedores, del gran capital nacional e internacional.
El “ethos” de los gobernantes capitalistas, como es costumbre, colonizados y arrodillados como el
que más, a figuras imperiales tales como Clinton-Bush-Obama, Camerón y Blair, Rajoy, etc, el ahora
líder Donald Trump, presidente de Estados Unidos 2017 – 2022. Recientemente, en el 2014, casi
273 años después del intento de Toma española a la Heroica, la más despreciable reverencia y
lambonería de los “estadistas” Santos-Dioniso a huéspedes extranjeros reaccionarios de “talla”
como el Príncipe Carlos de Gales de Inglaterra y la “Duquesa” Camila durante la visita diplomática
de ellos por Colombia. El hecho vergonzoso de erigir(les) una placa de homenaje al fracasado
almirante y conquistador inglés, Sir. Edward Vernon, junto a su ejército de mercenarios, lacras y
expertos en el pillaje, con “ocasión de la visita” de sus compatriotas contemporáneos a Cartagena,
¡vaya remembranzas! Hay prolíficas esculturas, monumentos coloniales, relatos colonizados a
Quesada, Heredia, Robledo, etc, en nuestro país.
Siguiendo el “repertorio” colonialista, los TLC´s leoninos de Colombia con países imperialistas
como USA, Canadá, la Unión Europea, Corea del Sur, quiebra del mercado interno vía al desarrollo
monopolista del capital imperialista, nueva profundización de la semicolonización a través de los
TISA (Acuerdo Internacional sobre el Comercio de los Servicios) y de los TPP (Acuerdo de
Promoción Comercial y de Inversión del Área Transatlántica).
Los enclaves comerciales y business de las multinacionales en este país, ingenierías prolongadas de
la privatización y la mercantilización de los servicios públicos (transporte, salud, educación, cultura,
agua, etc), acompañados por la extranjerización de los bienes comunes y la tierra.
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La venta jugosa y financiarización de empresas nacionales, como ISAGEN, el suelo nacional de
hábitat, planes de urbanización imperialistas y reordenamiento territorial capitalistas, violando el
derecho a la vivienda y, más en profundidad, el “derecho a la ciudad”, que para David Harvey, quiere
decir:
“[E]l derecho de los desposeídos [de propiedad privada] a su ciudad, su derecho a cambiar el
mundo, a cambiar la vida [social = vivienda, arquitectura, condiciones bienestar en las fábricas,
espacios de recreación y sociabilidad, artes y ciencia, ekístika, protección natural, etc] y reinventar
la ciudad de acuerdo con sus propios deseos [y necesidades materiales, no del “deseo-voluntad” de
las inmobiliarias, políticos del capital, empresarios y arrendatarios, los constructores, como ocurre
en el capitalismo urbano] (…) [El derecho a ciudad es una reivindicación “transicional”, obrera y
popular de] mayor control sobre la producción [i.e. hacia la posesión obrera de los medios de
producción] y el uso del excedente…el derecho a la ciudad se constituye estableciendo un control
democrático [de la clase obrera] sobre la aplicación a la urbanización de los excedentes [producidos
por la sociedad]” (Harvey, 2013, págs. 48, 45).
Hay na gran devastación ambiental, depredadora y extractiva, vía a las locomotoras imperialistas
de progreso y los negocios agroindustriales del posconflicto y ZIDRES (Zonas de Interés de
Desarrollo Rural, Económico y Social). El usual y masivo desplazamiento forzado de comunidades a
otras regiones del país, producto no solo del conflicto armado sino vinculante a los proyectos
productivos de las multinacionales, que violan la consulta popular y la soberanía de los territorios,
en contubernio con paramilitares y ejército.
La cínica regla fiscal impuesta por el imperialismo a los trabajadores colombianos y que prioriza la
deuda “soberana” externa impagable de 106.305 millones de dólares (2015), el 32% del PIB, y el
gasto militar, sobre la inversión social y los derechos de la clase trabajadora. El desarrollo e
implementación de políticas públicas de ajuste y planeación, el “dar una manito” al gobierno
nacional por los organismos multilaterales imperialistas “asesores” como el BM, FMI, OMC, OCDE,
ONU, en las esferas biopolíticas, de la educación, la economía, el trabajo y la política, entre otras.
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En lo que concierne al “postre imperial” de la política externa, la situación de la emigración
forzosa de trabajadores colombianos a países imperialistas: Estados Unidos, España y Canadá,
principalmente, en busca de mejores oportunidades y calidad de vida, según el estudio Perfil
Migratorio de Colombia, de la Organización Mundial para las Migraciones (OMI).
La negación masiva de VISA (sobre todo para U.S), el control imperialista de los flujos “ilegales” de
inmigración, falta de garantías materiales en el país extranjero y de derecho a la libertad de
circulación, una de las cacareadas “libertades civiles” de toda república democrática
(recientemente, la probable “eliminación restringida” en el 2015 de la Visa Schengen para los
colombianos en 24 países de la UE, más no en EEUU, con todos los controles migratorios
reaccionarios para los pobres y con el objetivo de que las burguesías imperialistas conquisten
“nuevos mercados” como el turismo de 3 meses y los TLC’s, etc, tratando de “hacer aguas” ante la
crisis económica, más no por ninguna medida democrática).
Los permanentes vejámenes xenófobos-imperialistas contra los trabajadores inmigrantes
colombianos, como mano de obra barata y sobreexplotada, con derechos de ciudadanía de segunda
categoría, para nuestros “compatriotas” y los hermanos latinos y de otros continentes dependientes,
para el caso de los más de 500.000 venezolanos en Colombia.
La “fuga de cerebros”, de la mano de “obra” calificada colombiana, tan sólo en el 2014, 180.000
profesionales, de la pequeña burguesía asalariada y la burguesía, viajaron a los centros de
producción del imperialismo, debido a las condiciones laborales semicoloniales, el atraso para la
investigación científica y el desarrollo de política pública social, pero también por el ascenso social
y arribismo individualista de estos, para los cuales poco o nada les interesa la suerte del pueblo de
una nación oprimida, así como las necesidades económicas que demandan los países imperialistas.
La violación expresa de derechos laborales y sobreexplotación en empresas foráneas instaladas en
Colombia, lo mismo en países extranjeros, con la complicidad de la justicia burguesa colombiana y
“binacional”, al punto de que, según el Estudio 2014 de la Confederación Sindical Internacional
(SCI), en el ámbito del índice Global de Derechos, Colombia ocupa el grupo de países peores para
trabajar (calificación 5), junto a Camboya, China y la India.
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El proxenetismo burgués, falta de garantías de empleo por parte del Estado, alternativas de trabajo
asalariado y negocios burgueses tales como explotación sexual legal e ilegal mediante la trata de
mujeres colombianas, niñas, adolescentes y adultas, memores de edad o no, a los mercados sexuales
ilegales de otros países, a la inversa, turismo sexual con clientela extranjera (gringos, españoletes,
italianos, chinos, israelís) a prostíbulos ilegales/legales en las zonas “afluyentes” de turistas,
“tropicales”, “costeras” e “isleñas” de Colombia, según Informe de la UNICEF, con el déficit
investigativo y subdesarrollado de la justicia colombiana, como ya mencionábamos, por no decir de
las tropas yankees y los abusos sexuales, en el país.
En lo que atañe a los “ingredientes dulces” de la estructura económica y social nacional, es
esencial la expresión material de las 5 características sintéticas o “rasgos fundamentales” del
imperialismo, fase desarrollada o monopolista del capitalismo, según el estudio científico universal
de Vladimir Lenin (Lenin, 1980, págs. 237-238, 176-136) vistas bajo el lente nacional:
Los monopolios nacionales (i), conocidos bajo el nombre “conglomerados económicos” tales como
el Grupo Aval, el Antioqueño de las EPM, Grupo Santo Domingo, Grupo Ardila Lule, etc, etc, por tanto,
tendencia a la quiebra y expropiación de las microempresas MyPymes y privatización de las
industrias nacionales, proletarización e inseguridad de la pequeña burguesía, si a esto se suman, los
“tentáculos” omnipresentes de los monopolios globales, dominantes de la economía nacional.
Los hilos de la oligarquía financiera (ii), de los fondos privados de pensiones, cesantías y seguros,
los empréstitos extranjeros y los grupos financieros, etc, en todas las esferas sociales.
La exportación de capitales (iii) y el endeudamiento nacional, la asociación internacional de
empresas monopolistas e incursión de los business foráneos en el país, en el caso de las
transnacionales instaladas Nestlé, Coca Cola, General Motors y ExxonMobil, Movistar, etc.
El reparto colonial y semicolonial del mundo (iv), mediante guerras imperialistas y despojo
prolongado de la tierra, entre un puñado de países imperialistas y multinacionales, con las secuelas
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negativas y concretas en países semicoloniales, ricos en recursos naturales, tierras y mano de obra,
como el nuestro.
Mirando la “etiqueta” del aspecto cultural, la crisis y estructura colombiana se expresa la
escenificación del colonialismo cultural negativo, pues hay influencias positivas extranjeras.
La alienación popular, banalidad juvenil, focalizada en las universidades y escuelas, discotecas,
donde el fenómeno de mimesis las “Rave parties” y programas de los mass media, muestran el
lacayismo servil a la política foránea diluida en mercancías culturales y de reproducción –expresa u
oculta– de la ideología imperialista, en todas las esferas de la vida social.
La ausencia de memoria histórica cultural, como pueblo “criollo” colonizado con raíces indígenas y
africanas, no obstante, con un invisible racismo silencioso y una conciencia extranacional
eurocéntrica.
La re primarización de la economía funcional a la demanda internacional de materias primas y
desindustrialización, ramas de la economía sobredimensionadas en detrimento de otros, desarrollo
desigual regional según la inversión imperialista, falta de recursos para investigación científica
nacional.
La educación con características de colonización epistemológica del saber en detrimento de las
naciones oprimidas, como Colombia, una mentalidad social colonizada y eurocentrismo, diría
Enrique Dussel, omnipresentes en las comunidades científicas, las instituciones de educación
superior (IES), la sociedad en su conjunto, plagadas de posmodernismo burgués, modernismo
burgués occidental, pero sobre todo, conservadurismo católico y liberal, auto sofismas sobre la
condición de subdesarrollo y elogio reaccionario del imperialismo y los gringos, ausencia de pensar
los problemas del país, etc.
El desarrollo cerebral mínimo de los estudiantes del país y bajo nivel de rendimiento en pruebas de
evaluación nacionales e internacionales en educación, en comparación con los países capitalistas
avanzados. El subdesarrollo deportivo de Colombia en los Juegos Olímpicos, con la sola medalla de
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Oro en el siglo pasado. El incentivo subdesarrollado y falta de financiación de las artes, la pésima
evolución de la industria cinematográfica del país, frente a los países imperialistas, e incluso, de
países de la región con sistemas de democracia burguesa, más progresivas.
Para finalizar, en lo que atañe a los “buenos modales”, en los aspectos sociales y morales de
la Colombia dependiente, estarían la concentración descomunal de la riqueza (3 país desigual del
mundo en el 2011, después de Haití y Angola, según el PNUD, para el 2014, el puesto 12, ¡altísimos!,
en 2017 el Banco Mundial ratifica el segundo), los emporios extranjeros con beneficios a sectores
nacionales burgueses, la fuga de capitales.
Las exenciones tributarias, los paraísos fiscales al capital extranjero y nacional en los Panamá
Papers, y la esclavizante Deuda Externa, impagable. La lumpenización de la sociedad y masividad
de las lacras sociales. Los cordones de miseria extrema y criminalidad social en barrios populares,
la pobreza extrema y relativa en zonas urbanas y cascos rurales de las poblaciones y regiones. La
indigencia subdesarrollada, enfermedades del “Tercer Mundo” en Colombia y limpieza social de
pobres.
La degradación y crisis de la moral burguesa, de la llamada “cultura ciudadana” de la población
colombiana y sectores sociales de clase en rasgos como: el egoísmo existencial, el solipsismo moral
e individualismo burgués; la competencia desleal y el ventajismo interobrero e interburgués, una
selva de “sálvese quien pueda”.
Los deseos, adopción y apariencias culturales de vida por el proletariado colombiano del bagaje y
estilo de vida de la pequeña burguesía y el imperialismo extranjero, a su vez, “pretensión” de
adopción de esta última, de los postulados y modus vivendi de la gran burguesía monopólica y el
imperialismo, en sí, falta de identidad de clase y conciencia de los trabajadores de los estratos 1, 2,
3, estupidez de la pequeña burguesía, incluso 4.
La corrupción económica de la clase política y empresarial, con un desfalco de 50 billones de pesos
según la Contraloría, en los últimos años. El mercenarismo obrero y pequeñoburgués, venderse por
la plata. El conservadurismo derechista o godismo burgués, el conformismo e insolidaridad,
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machismo bárbaro naturalizado, la insensibilidad social, la amnesia colectiva e indiferencia, el
chovinismo cultural y nacionalismo criollo banal sin antiimperialismo, de porciones mayoritarias
de la clase obrera y la pequeña burguesía.
La cultura traqueta lumpen burguesa fruto del narcotráfico y alianzas con esta, la cultura
prolongada de violencia e intolerancia entre los mismos explotados, odios y pasiones sociales
desviadas en los tiempos democráticos de recreación de la clase obrera y los sectores populares
alienados por las “vías de escape” del consumismo heterogéneo “ascético-mísero”, con las pocas
migajas salariales de la nivelación salarial semicolonial y tiempos libres, mediante la “ley del
embudo”, aparte del sostenimiento material, avocadas en la industria cultural de masas: cine, mass
media y redes, gadgets, rumba, burdeles, bares, adicción a drogas, barrismo, video games, modas
idiotas, iglesia, etc.
De las 3.600 iglesias registradas, hay una proliferación de “enclaves” y “sedes” de Iglesias
Protestantes y Cristianas extranjeras y multinacionales, en los barrios populares y obreros,
regionales de Colombia, junto a la recuperación del espacio perdido y cruzada ideológica en América
Latina y Colombia, por parte de la Iglesia Católica y el Vaticano con la visita Juan Pablo II, Papa
Francisco, en el Proceso de Paz de Santos II), el aparato religioso del imperialismo.
El sadismo patronal, fascistización y patologías sociales, con casos recurrentes de violadores,
descuartizadores, asesinos en serie, etc. Los efectos ultra violentos del narcotráfico en la periferia
colombiana, con miles de muertos puestos del lado colombiano mientras los comerciantes y
consumidores gringos viven en paz. Las secuelas sociales del paramilitarismo arrasador y guerra
sucia con el beneplácito de las multinacionales y las fuerzas armadas pro estadounidenses. La
justificación imperialista-burguesa y pequeñoburguesa del asesinato de campesinos y obreros, de
miembros de la izquierda, en pro de un ideal teleológico de seguridad global contra el terrorismo y
la justicia social.
Todo este “Sancocho Nacional” (véase explicación metáfora, nota pie página n. 6) de fenómenos
sociales, culturales, morales, ambientales, económicos y políticos semicoloniales o
de neocolonialismo, vendrían a constituir el proceso dependiente y sistémico de Colombia como
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nación capitalista explotadora de su clase obrera y oprimida por el imperialismo capitalista,
yankee y europeo, sin derecho a ser independiente en los últimos 200 años de vida republicana.
Una parte integrante a este Sancocho semicolonial de Colombia, las recapitulaciones del ABC básico
de aspectos de crisis, como ya analizamos, no serían otras que:
Primero, las contrarreformas legislativas e imperialistas a la clase obrera y la pequeña burguesía
urbana rural más empobrecida. Segundo, la masacre física y genocidio del MSC, la combinación de
métodos de lucha semifascistas de la burguesía, en parte, por el nefasto papel de la insurgencia
pequeñoburguesa y sus métodos de lucha, guerrilleristas y entristas. Tercero, el patronalismo
sindical y el oportunismo, costumbre arraigada de las direcciones burocráticas del MSC, el déficit
de fuerza de resistencia sindical-obrera activa, con una izquierda maniatada y golpeada, un factor
social desmovilizador de primer orden.
El Sancocho Nacional es ininteligible si, a su vez, no se tocan como parte del todo, los IV cambios
mundiales y nacionales, combinados, expresados en la introducción, tales como: uno, la
desintegración de la URSS y la pérdida de los estados obreros, es decir, de las economías planificadas
no capitalistas, la restauración burguesa global y la cruzada ideológica e integral en el MSC y la
izquierda colombiana. Dos, la guerra discursiva y bélica contra el terrorismo en el mundo y en
Colombia, en el marco del conflicto armado. Tres, la adopción mundial y apertura económica
imperialista-neoliberal nacional, el cambio del sistema económico el doble de favorable a los ricos,
con respecto a la anterior etapa. Cuatro, la reacción democrática de los procesos de paz del país,
desarmes de guerrillas y la tregua dada por el MSC, como tal, el rol reaccionario de la izquierda
reformista, la burocracia sindical y la debilidad de la izquierda revolucionaria.
Estos fenómenos estructurales del “Gran Sancocho Nacional”, condujeron a que, para el caso del
sindicalismo “criollo”, en el proceso que va desde 1986 hasta el entrados al 2020, desde la fundación
deformada de la CUT, esta fuera tomada hábilmente por la dirección dominante del F.U.T.D. Más
recientemente, el respaldo electoral de la burocracia sindical y sectores mayoritarios del
reformismo a J. M. Santos en lo que concierne al proceso de paz y otras cosas más.
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Todo ese “cúmulo” de ingredientes expresaron la acentuación de la «crisis político-sindical» y
«nacional» de Colombia, la “Larga Noche de Colombia”, signada en incontables derrotas al nivel
de vida, la conquista de derechos y lucha de posiciones, del pueblo trabajador colombiano, es decir,
de las familias de la clase trabajadora, urbana y rural, industriales o no, de estratos inferiores y
medios, la pequeña burguesía (algunos sectores del campesinado pobre, tenderos, pequeños
negocios, etc) y los sectores populares, reservas auxiliares y aliados contingentes de la revolución,
dominados, en resistencia y en combate contra el imperialismo, i.e. el gran capital transnacional y
criollo monopolista nacional, al igual que el régimen antidemocrático.
El último periodo del sindicalismo colombiano muestra una crisis sistémica prolongada signada por
la pérdida y retroceso de las tradiciones de lucha, políticas y sindicales, de matiz obrero y popular,
al interior del MSC, con el correspondiente correlato de la caída general del nivel de vida de la clase
obrera, el enriquecimiento y goce dionisíaco de la burguesía y los sectores medios, que se
beneficiaron del genocidio y la débil resistencia, por lo que serán vencedores y avanzarán en sus
planes por un buen tiempo.
Luz al final del túnel: reconstrucción clasista
Reconstrucción internacional
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Sin embargo, no todo son lágrimas de dolor, penas ni derrotas eternas. Prueba de ello son las
hercúleas movilizaciones obreras protagonizadas por nuestra clase y las movilizaciones populares
en los últimos 25 años, sucintamente mencionadas arriba (sub capítulo: resistencia a la ofensiva
capitalista y lucha contra el sindicalismo burocrático).
Es menester que el partido de trabajadores revolucionario y las corrientes internacionales obreras
revolucionarias como la Liga Internacional de los Trabajadores (LIT-CI), y general el Sindicalismo
Clasista (SC), las sintetice y reincorpore a su corpus de los métodos de lucha de masas, a la vez que
las recupere, en tanto patrimonio histórico para la re-construcción programática y pedagógica de la
memoria histórica del Movimiento Sindical Colombiano y Mundial (MSC-MSM) y el movimiento
obrero todo, espontáneo.
Nuestra clase asalariada, global y nacional, la que personifica el porvenir del trabajo y los anhelos
humanos e individuales, ha resistido con valentía a los embates y estocadas del becerro de oro
bañado en sangre: el capital imperialista y la burguesía.
Pese a la etapa reaccionaria y situación mundial agreste y desfavorable a finales del siglo XX y
principios del XXI en Colombia, de miles de muertes de trabajadores y campesinos, la pavorosa
miseria y malestar social en centros urbanos, regiones y campos, la desmoralización y el desgaste,
hay que señalar que en las dos décadas del siglo XXI ha habido un lento y débil resurgir y
reconstrucción, desigual y combinada, no exenta de contradicciones, del Sindicalismo Clasista y el
sindicalismo en general en Colombia.
De una parte, del ascenso y ruptura del partido frentista-electoral Polo Democrático Alternativa, de
otra, de experiencias nacionales del Sindicalismo Independiente y nuevos procesos sindicales
antiburocráticos y políticos, pero sobre todo, del empuje internacional de la lucha de clases, signado
por la crisis capitalista mundial, hacen que la resistencia sindical dé múltiples respuestas.
Contrario a lo dicho por las posturas reaccionarias, seniles izquierdistas, de la burocracia sindical,
en última instancia propias de la pequeño burguesía, acerca de la “nostalgia postsoviética” por el
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“paraíso” de los Estados obreros burocratizados y, cabe decir, sus indudables conquistas materiales
obreras y calidad de vida relativa sentidas en la población que vivió en los estados obreros, ni más
faltaba, absolutamente comprensible.
El “levantemos de nuevo el Muro de Berlín (a propósito del 25 aniversario) y la Cortina de Hierro”,
“volvamos” al “socialismo real”, dicen los stalinistas y oportunistas, sin decir ni “mu” sobre la
dictadura burocrática sobre los trabajadores y el recorte de libertades en la Unión Soviética, la China
y Cuba, su complicidad en la restauración capitalista, debido a su “socialismo nacional”,
tergiversando, como buenos revisionistas, el significado marxista de una república de trabajadores
basados en sus organizaciones sociales (soviets) y la revolución mundial, con la unión de los
trabajadores.
Por su parte y a su modo la “Nostalgia Quijotesca” (véase explicación de la metáfora, pie de página
n. 7), romántica y sesentera, según la cual “todo pasado fue mejor, dichosas épocas de la
izquierda…”, “volvamos a la edad de oro del capitalismo: el Welfare State y las garantías sindicales”,
“que vuelva la URSS de Stalin y los gobiernos socialdemócratas”, es equivocada y los trabajadores y
sindicalistas clasistas, por nuestra parte, ir a contracorriente de este discurso e inculcar a las masas
y la vanguardia que:
“¡Vivimos en una extraordinaria época revolucionaria, los inicios del siglo XXI, el Nuevo Milenio, que
no tienen nada que envidiarle al siglo XX!”, “¡Nuestro faro-guía es hacia adelante: por un Nuevo
Octubre de los trabajadores, por el Poder Soviético, por la Revolución Socialista Mundial en nuestro
presente siglo!” “¡Obreros del mundo: se abre una nueva época para cambiar nuestras vidas y forjar
una nueva sociedad!”.
Pese a que el pasado siglo fuera la época más revolucionaria de la humanidad hasta ahora
acontecida, no obstante, los revolucionarios proletarios les decimos a las masas y la vanguardia:
“¡La historia humana no termina aún compañeros trabajadores!”, “¡Vamos por una revancha
obrera!”, “¡A conquistar una nueva sociedad para nosotros, los explotados!”, “¡La Federación de
Repúblicas Soviéticas de América Latina y del mundo entero!”, “¡Socialismo con democracia obrera
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es la alternativa!”, “¡A celebrar el Centenario de luchas y batallas obreras dadas a partir de la
Revolución de Octubre (1917-2017)!”.
Pese a los abismales retrocesos del movimiento obrero, sindical y su expresión política
revolucionaria, en suma la cruzada ideológica y el vendaval antiobrero, reaccionario y oportunista,
entre un siglo y el otro, no obstante, los sindicalistas clasistas sostenemos, de manera obstinada
pero consciente que:
“¡Existe una lenta/débil reconstrucción integral del Sindicalismo Clasista y los partidos del
marxismo revolucionario, del Movimiento Socialista Internacional como tal, vivos ante nuestros
ojos y que no debemos subvalorar!”, “¡Viva este renacimiento de las luchas de los trabajadores y del
socialismo en la opinión pública y sectores sociales!”, “¡Construyamos partidos de trabajadores y
sindicatos de la clase!”, “¡Aprovechemos las oportunidades de la época post-stalinista, luego de la
caída del Muro y de la crisis permanente del stalinismo!” “¡Nunca fue más débil el stalinismo en la
historia, comparado con hace 25 años, el movimiento obrero puede avanzar al no tener esa camisa
de fuerza!”.
En definitiva, estos procesos sociales de reconstrucción sindicales y políticos son proporcionales al
carácter experiencial concreto e histórico de los emblemáticos episodios de lucha de clases global y
regional. Veámoslos.
En lo que atañe al contexto regional, algunos países de América Latina, vivieron pujantes episodios
sociales revolucionarios a finales del siglo XX y principios del siglo XXI que, pese a sus limitaciones
y frenos reaccionarios, llevando a cuestas la Cruzada imperialista vivida, trastocaron el globo
entero:
La Central Obrera Boliviana (COB) fue la fuerza obrera acaudillante, no sin aliados como el CSUTB
y las organizaciones indígenas, en impedir la privatización del Agua por la multinacional Betchel en
la ciudad de Cochabamba, al calor de movilizaciones masivas en el 2000, contra el neoliberalismo
imperialista de Bolivia, en las áreas de hidrocarburos, educación y gas, entre otros.
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Producto de este ascenso revolucionario democrático y deposición revolucionaria del gobierno de
Sánchez Lozada, alías “El Gringo”, lo mismo los fusibles de los candidatos Masa y Rodríguez, un
dirigente trabajador e indígena aimara, Evo Morales, ganaría la presidencia en el 2006 e instauraría
medidas democráticas y reformistas de concesiones a las masas a la vez que frenaría la revolución
permanente, desviándola al terreno de la democracia burguesa, no a la expropiación del capital y la
conquista del poder por los trabajadores bolivianos.
Después de más de 10 años del gobierno burgués reelecto de Evo, sindicatos independientes
clasistas, sectores no progobiernistas y antiburocráticos de la COB, cuya matriz fue el distrito
minero de Huanuni, han empezado a luchar contra el ajuste económico y medidas represivas del
Gobierno de conciliación de clases con los capitalistas. Asimismo, han dado los primeros pasos,
congestionados por los escollos, para la creación de un partido distinto y alternativo al Movimiento
Al Socialismo (MAS), partido socialdemócrata capitalista de Evo, ese partido es el Partido de los
Trabajadores, el cual mediante intento construirse en su I Congreso de Fundación el 8 de marzo de
2013, con influencias de marxistas de izquierda al interior de este, proclamo un Documento Político
de avanzada, planteando ser un instrumento político de oposición al Gobierno de Evo, antes y
después de su reelección, pero al final no se concretó.
Algo similar ocurrió en Venezuela, con la figura del militar patriota, nacionalista burgués, Hugo
Chávez Frías, después del desarrollo de la rebelión popular y masacre del Caracazo, donde la crisis
sucedánea de gobiernos neoliberales y pro imperialistas del puntofijismo en los 90, hicieron
implosión, creando una situación revolucionaria de masas en el país bolivariano hermano.
Posteriormente, tras el lento desprestigio y desgaste del chavismo, en más de 20 años de gobierno,
de freno en seco a la revolución desde hace muchos años debido a su dirección de izquierda
capitalista, en Venezuela existe desde mínimo el año 2007, un proceso de reorganización política y
sindical. Algunos de los fenómenos que lo signan son la candidatura del obrero de la Unión Nacional
de los Trabajadores (UNT), Orlando Chirino, pese a sus déficit organizativos de campaña en las
elecciones de 2007 y 2012, la Corriente Clasista, Unitaria, Revolucionaria y Autónoma (C-CURA) y
el Encuentro Sindical Popular de Lara, hoy la Oposición de Izquierda en Lucha contra el gobierno
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boli burgués de Nicolás Maduro, las masivas huelgas obreras contra el ajuste económico de Nicolás
Maduro, tales como la de Sidor, son muestras de un panorama sindical y político diferente.
En Argentina y Brasil, tras la revolución democrática y el tránsito reformista cualitativo en los 80,
contra los regímenes políticos dictatoriales de Videla y Figuereido, en los que el rol de la CGT
argentina y los sindicatos precedentes a la CUT no fueron, para nada despreciables, se abrió un
nuevo contexto de lucha de clases entre el capital y el trabajo.
Tiempo después, cuando el neoliberalismo hizo poner en jaque mate y acefalia a los gobiernos
“democráticos” de Cardoso en Brasil y de la Rúa en Argentina, el dirigente obrero Lula y los
neoperonistas burgueses de los Kirchner, direcciones oportunistas, capitalizaron las movilizaciones
social y el descontento social, tras el Corralito y las medidas del Fondo Monetario Internacional,
siendo elegidos presidentes.
Después de más de 10 años de gobierno y claudicaciones al capital transnacional, así como medidas
antipopulares, ha habido importantes procesos de oposición de izquierda al kirchnerismo. Entre
ellos se cuentan el Encuentro Sindical Combativo (pese a que en el 2014 no se haya podido hacer
un Encuentro Obrero y Popular Unitario, como proponía el PSTU de Argentina), independiente de
las Centrales progobiernistas, las huelgas obreras permanentes (Lear, Heras, Chevron, etc) y las
históricas fábricas obreras autogestionadas sin patrones, luego de la debacle del 2001. Por su parte,
a nivel político, ha emergido el Frente de Izquierda y de los Trabajadores (FIT), integrado por
partidos obreros marxistas, sus positivos resultados electorales de 2013 y 2016 han potencializado
una alternativa clasista, política y sindical, en la Argentina, además han traído la atención de la
vanguardia de izquierda mundial, al punto que el FIT ha hecho giras por Europa y otros países,
compartiendo su experiencia clasista.
Lo mismo puede decirse de Brasil. Tras el burocratismo sindical de la CUT brasileña, alineada al
partido gobiernista PT, de Dilma y Lula, en el 2004 se crea una nueva central sindical, la
Coordinadora Sindical Popular, CONLUTAS, que ahora acoge a cerca de más de 2 millones de
trabajadores, más que grande en tasas de afiliación que la CUT Colombia, pero infinitamente menor
en proporción a la CUT brasileña, quién acoge 7 millones. Del mismo modo, la recientes
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movilizaciones de junio y contra la Copa de la FIFA, contra la reforma laboral y previsional, la
destitución de Dilma y cárcel al corrupto de Lula en el proceso Lava Jato, así como las elecciones
presidenciales de 2014 y rol marginal pero valioso de la candidatura tercerista del obrero
metalúrgico Zé María y en 2018 de Vera Lucía, vinculados a CONLUTAS y dirigentes del Partido
Socialista de los Trabajadores Unificado, partido obrero marxista del Brasil, son fenómenos de
procesos sindicales y políticos alternativos.
Los sucesos de Bolivia, Brasil, Argentina, Venezuela, Centroamérica y otros países de la
región, etc, etc, son manifestaciones muy tenues y débiles pero propias del proceso de
reconstrucción contradictorio del Sindicalismo Clasista, en el que exceptuamos mencionar los
avances por parte del ala oportunista y el poderío del Sindicalismo Reformista y Patronalista. Lo
mismo podríamos decir a nivel internacional, existen procesos de reorganización mundial del SC
en algunos países específicos:
El Encuentro del Sindicalismo Alternativo en París de 2013, organizado por CONLUTAS Brasil (Didi
travesso, dirigente sindical bancario de la LIT-CI, r.i.p.), CGT España y Solidaries de Francia, con la
participación de delegados de más de 30 países de América, África, Asia y Europa, por Colombia
asistió el sindicato SINALTRAINAL, con el objetivo de intercambiar experiencias, acercar y
coordinar luchas y campañas de solidaridad sindical internacional.
En dicho Encuentro se debate la estrategia política del sindicalismo, frente al sistema capitalista
mundial y las fauces de la crisis, la propuesta de articular una Red Sindical Internacional, que para
junio de 2015 (6 al 8) y 2018, hizo un nuevo Encuentro en el Brasil y España.
En Europa, la formidable y ejemplarizante Huelga Europea 14-N (2012), de carácter internacional
y con focalizaciones en 8 países contra los planes de la Troika, la presión, combate y desprestigio de
la vieja burocracia sindical y de los gobiernos socialliberales y socialdemócratas que están
implementando los ajustes capitalistas.
El sindicalismo independiente español para enfrentar a la crisis de los capitalistas en los planes
laborales, jubilatorios y de servicios públicos, entre otros conflictos como el Catalán, con el carácter
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de ser procesos por fuera y críticos de la política traidora y de freno de la burocracia sindical (SP +
SR) de la UGT (Unión General de Trabajadores) y CCOO (Comisiones Obreras) a los planes del
gobierno de Mariano Rajoy.
Allí confluyen los sindicatos clasistas COBAS, CGT-CNT-SO, pese a las desviaciones anarcosindicales
inmaduras de esta última triada, el Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT), etc, etc, con
importantes luchas protagónicas como la Huelga de los Mineros de España (emblemática) que
muestran, en profundidad la crisis del PSOE-PP que hace surgir el neoreformismo…el partido
Podemos, por ejemplo, y la burocracia tradicional, muy desprestigiada.
Grecia, por su parte, sigue un mismo camino con los comités anti austeridad y la re-alineación del
sindicalismo, contra el gobierno pasokysta y el gobierno de “izquierdas” de Siryza, que traicionó a
los trabajadores y por ello le han hecho más de 5 Huelgas generales.
En EEUU, con el reposicionamiento del histórico Industrial Workers of the World (IWW), pese a sus
desviaciones sindicalistas revolucionarias infantiles, lo mismo con el sindicalismo entre los
inmigrantes y los trabajadores norteamericanos sobre explotados, la lucha de los afiliados contra la
burocracia sindical para que estos se movilicen, dejen de frenar procesos, convoque huelgas y sean
más combativos, frente a la ofensiva de sectores laborales y sociales, es un hecho. Sus demandas son
el salario mínimo por hora de 15 dólares, la sindicalización en la empresa privada y de los
inmigrantes, así como de la sanidad pública.
En Sudáfrica, la realización del Simposio de Organizaciones de Izquierda y de un Movimiento al
Socialismo de 2014, para la creación de una fuerza política alternativa en respuesta a la coalición y
medidas de ajuste del Consejo Nacional de Africano (CNA), el rol antiburocrático y dirigente de la
Unión Nacional de Metalúrgicos de Sudáfrica (NUMSA) en este proceso, al tener ruptura con la
burocracia sindical y el oficialismo gubernamental (COSATU/CNT).
Estas inconformidades y rupturas trajeron el impulso de una huelga de 2 meses con un contingente
de 200 mil obreros, cuyos precedentes son la prolongada y poderosa Huelga minera de 70 mil
obreros de la Asociación de Mineros y Sindicato de la Construcción de Sudáfrica (AMCU) en 2014,
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con una duración valiente de 6 meses de resistencia contra 3 multinacionales del platino (Lonmin,
Anglo American Platinum e Impala Platinum). Otra de ellas, la Huelga de Marikana, que dejó un
rastro de masacre, de 32 mineros y 70 heridos, en el 2012, de la mano de las fuerzas represivas del
gobierno “post apartheid”, que sobreexplota a sus trabajadores negros.
En Egipto y China, el sindicalismo independiente al gobierno dictatorial del general Al-Sisi, pese a
las cooptaciones, se moviliza contra las lacras del régimen militar en la revolución egipcia de 2011
en curso, derrotada y congelada, con los planes imperialistas del FMI en el país, pero que pueden
reactivar la resistencia. El sindicalismo alternativo y rupturista a la burocracia sindical del “Partido
Comunista” (en realidad, capitalista) chino, muy tenue y poco visible, pero producto de las
condiciones de sobreexplotación. El fenómeno más visible de huelgas obreras y nuevas
generaciones obreras migrantes de China en las empresas Yue Yuen, Foxconn, Honda, etc, según el
China Labour Boletin, combinado con las exigencias de libertades democráticas por las masas
chinas, hoy expresadas en los estudiantes de Hong Kong de 2014, acuñadas por los medios
burgueses “la revolución de los paraguas”.
Por cuestiones de espacio y temática, baste con señalar esta evidencia empírica de nuevos procesos
sindicales y políticos. Un análisis más minucioso y en profundidad puede rastrearse en el radar de
las “revoluciones del siglo XXI” y las “resistencias del Siglo XXI”, que son el elemento subjetivo
fundamental que explica los procesos de reorganización social, sindical y política, obreras y
populares, con todas sus limitaciones y reparos.
Estos están influenciados de manera objetiva y anclados a la “crisis económica capitalista
mundial”(1997, 2001, 2007 – 2018, más de una década ya) y la “política del imperialismo”, es
decir, de los Estados Unidos, la Unión Europea y la ONU, principalmente, bajo tácticas múltiples y
estrategias como la “guerra contra el Terror”, el nuevo siglo americano y la “intervención
humanitaria” contrarevolucionaria por la defensa de la “democracia y la seguridad” en procesos
revolucionarios y de resistencia, así como los planes económicos y de cooperación recolonizadora
impuestos a los países semicoloniales de América Latina, África, Asia y Europa Oriental.
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Por el momento, nos limitamos a enunciar algunas de estas revoluciones-resistencias, sus
epicentros y países, como mapa común y guía para un futuro análisis clasista basado en la Teoría de
la Revolución Permanente, sus desarrollos teóricos y las actualizaciones al Programa de Transición,
por parte de la LIT-CI, el PST Colombia y todos los activistas políticos y sindicales clasistas del
mundo entero y colombianos que vivirán en este siglo XXI y contribuirán al desarrollo del
sindicalismo clasista revolucionario global y nacional. Estos estos hechos revolucionarios y de
resistencias al capital, asombrosas, son las siguientes:
Las revoluciones anti neoliberales de América Latina (Venezuela, Argentina, Ecuador, Bolivia, etc)
las revoluciones anti dictatoriales del Norte-Occidente de África (Egipto, Burkina Faso, Túnez,
Yemen, etc) y el Medio Oriente (Libia, Siria) conocidas como Primavera Árabe.
Las resistencias obreras y populares de masas, cortas pero emblemáticas, semiprolongadas y
prolongadas permanentes, por reivindicaciones democráticas y económicas, combinadas, en los
eslabones débiles y periféricos de Europa (España, Italia, Portugal, Grecia, Bulgaria y
Moldavia…aunque todo el continente ha estado al rojo vivo).
Las resistencias en países y zonas distintas de Asia y europeas, con razones anticolonialistas y
democráticas, sin soslayar el elemento material de estas (Palestina, Irak, Ucrania, Turquía, China,
India, Bangladesh). En África la lucha por demandas de libertades democráticas y económicas y
anticoloniales (Sudáfrica, Etiopía, Liberia, Sudán, Sahara Democrática). Finalmente, los desarrollos
desiguales de las luchas obreras y populares en América (Estados Unidos, México, Brasil, Argentina,
Colombia, Venezuela, Chile, etc).
Reconstrucción nacional
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Dicho proceso global sindical y político, naturalmente ha impactado en Colombia, aunque con
mucho menos fuerza, menos fragor y más colmado de contradicciones, por las particularidades del
MSC y el país, dado su desarrollo desigual y combinado menos avanzado con respecto a la lucha de
clases en otras áreas de América Latina es más notoria en su excepcionalidad, paradójicamente,
dada la distorsión del conflicto armado y la transición a una nueva etapa.
Sin exagerar lo anterior, es importante reconocer desde una concepción materialista del mundo
la crisis económica imperialista global, las revoluciones-contrarrevoluciones y
las resistencias-represiones repercuten con distintos niveles en Colombia.
Contrario a las declaraciones de la burguesía colombiana y el gobierno de Santos y analistas
variopintos, los cuales aducen idealistamente, basados en el principio de impenetrabilidad nacional,
algo así como ser “invulnerables” dado el blindaje fronterizo de su “exitoso” modelo económico y
político de gestión, su optimismo empresarial y resultados de índice de crecimiento, hasta ahora
estables y con poco impacto de la crisis, frente a estos procesos exteriores.
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Esto los lleva a proclamar dicha miopía triunfalista, más en los próximos años probablemente
cambiará de visión, más aún con el anuncio reciente del FMI y del Marcos Draghi presidente del
Banco Central Europeo, sobre la prolongación de la recesión económica y lenta recuperación
económica a nivel Europeo y mundial, que ya se está sintiendo en algunos países latinoamericanos,
en Colombia desde el 2016, con la caída de los precios de las materias primas, el estancamiento de
la deuda pública y el recaudo de la reforma tributaria.
Por su lado y a su modo, el reformismo de izquierda y la burocracia sindical “criolla”, en su
tradicional y limitado provincialismo regional, parroquialismo capitalino, particularismo localista,
en suma, su nacionalismo estrecho “chichombiano”, hacen juego a la burguesía y contribuyen al
nivel atrasado de las masas colombianas y los trabajadores, al no prestar atención ni brindar
solidaridad efectiva a la lucha del proletariado internacional y las masas populares.
Los trabajadores con conciencia de clase y el sindicalismo clasista, su ala revolucionaria,
influenciando, presionado y jaloneando el movimiento obrero y de masas, deben ir en contra de las
costumbres y miradas estrechas de las luchas y los acontecimientos, la marea reformista y burguesa
en Colombia, bregando porque, a nivel gremial, en las Centrales y sindicatos se enlace, según las
capacidades y necesidades, las luchas nacionales con las regionales y mundiales.
Para ello, la herramienta de la Internacional de trabajadores, a nivel político y sobre todo a nivel
gremial-sindical-popular, es también cada día más apremiante para la elaboración programática y
la comunicación, las campañas de agitación/propaganda y las informaciones entre las luchas
obreras y sindicales de todas partes del mundo, que puedan nutrir la experiencia colombiana.
A pesar de la desnivelación de influencia internacional y etapa desigual del proceso de lucha de
clases, es innegable que, para Colombia, en lo que concernió al PDA (“el Polo”) y sus matrices
precedentes, coadyuvaron a una reorganización sindical y semi burocrática del MSC, en aspectos
tales como el fortalecimiento de la CUT y la unidad sindical, muy proclives dado el frente electoral
y de partido, encarnado en el PDA, donde confluyeron la mayoría de las fuerzas políticas de
izquierda por lo que, en consecuencia, fue más fácil la coordinación sindical.
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Pero quizás lo más importante de estos procesos, serían los frentes unitarios de lucha discontinuos
de innumerables reveses burocráticos y asensos de lucha, con propósitos comunes de luchar a
inicios del siglo XXI contra los gobiernos burgueses neoliberales y autoritarios de Álvaro Uribe Vélez
I-II (2002 – 2010) y Juan Manuel Santos I-II (2010 – 2018), como los siguientes:
La Gran Coalición democrática (GCD), la Coordinadora de Organizaciones y Movimientos Sociales
de Colombia (Comosocol) y la Coordinadora de Movimientos Sociales y Políticos de Colombia
(Comosopol), serían influenciados de modo notable por las fuerzas políticas reformistas y
oportunistas de lo que se llamaría el Polo Democrático Alternativo (PDA) y de los que ya no hacen
parte. Con igual potencia, la directriz burocrática de la CUT y varios sindicatos también tomaron
partida en esto.
En menor proporción, con la participación y peso de fuerzas revolucionarias, como el PST, el cual,
cabe resaltar como dato, para el año 2007 se re-integró de nuevo a la Liga Internacional de los
Trabajadores – Cuarta Internacional (LIT-CI) con el progresivo proceso de unificación del CITO
(Centro Internacional de Trotskysmo Ortodoxo) y la LIT, lo cual es, sin ningún reproche, un
elemento subjetivo de reconstrucción política, de cierto impacto regional y nacional, aunque en el
terreno de la vanguardia, es decir, sin ser un fenómeno político que alterase la realidad.
La GCD (Gran Coalición Democrática) en tanto frente de unidad de acción realizó denodados
esfuerzos por boicotear y luchar contra el referendo reeleccionista de Uribe, en el 2009, luego de
ser por 8 años Jefe de Estado, máxima autoridad administrativa y de las Fuerzas Armadas.
Después de haber triunfado en dicho cometido, los avances anteriores y posteriores se darían más
en el acumulado de lucha y la unidad, obrera y popular, de los sectores sindicales y populares en la
movilización en contra del gobierno del capital, en temas medulares tales como la ofensiva
paramilitar y las libertades democráticas, los servicios públicos y el presupuesto del plan de
desarrollo, la privatización y los leoninos TLC, entre otros. Por esta misma vía, la Comosocol y la
Comosopol, a veces dispersas y disfuncionales, contribuirían a las jornadas del 12 de octubre –
Semanada de la Indignación, los primeros de mayo, los encuentros sindicales y la Cumbre de los
Pueblos, las movilizaciones sindicales y populares nacionales, etcétera.
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Aunque no ataña al movimiento sindical en específico, si conviene nombrar los procesos de
reorganización y coordinación –especial– del país, tales como la Minga Indígena de 2008 –después
absorbida a la organización política Congreso de los Pueblos–, las Dignidades Campesinas de 2013
y el Paro Nacional Agrario –hoy divida en dos– y la Mesa Amplia Nacional Estudiantil (MANE) para
el 2011 y el Paro Nacional Universitario –hoy como espacio de coordinación entre los aparatos
políticos estudiantiles–.
Para los tres casos, con las características de ser espacios de unidad de acción y coordinación de
luchas contra el gobierno del capital, de ser procesos por fuera de la burocracia y aparatos agrarios
e indígenas convencionales, institucionales y burocráticos, todos con la permanente limitación de
presentar roces interburocráticos, aparatismo, luchas por la dirección entre las fuerzas
tradicionales de la izquierda colombiana y la burocracia sindical. Es decir, de la “omnipresencia” de
los reformistas de vieja data, pero ante todo, con la persistencia del problema de la concentración
de la tierra y la reforma agraria, la defensa de los territorios indígenas y la lucha por una educación
gratuita en todos los niveles y financiada por el Estado.
En Colombia, el retroceso en la defensa de los derechos e intereses materiales de vida de los
trabajadores ha traído procesos reorganización sindical y popular muy débiles pero también
procesos de desarticulación y desmantelamiento, dobles y más notorios y tendenciales los segundos,
dado el factor de derrotas, traiciones y déficit de resistencia. Además de la respuesta activa del
espectro general clasista (SC), oportunista y revolucionario, como opción viable y postulante entre
las masas laboriosas, pese a su suma debilidad y su lenta reconstrucción, si lo comparamos
empíricamente con los avances del SP/SR de Colombia y la situación del SC en el contexto
internacional.
Son 4 manifestaciones concretas del descontento y traición al movimiento obrero por la burocracia
dirigente, entreguista y conciliadora, del SP/SR, una profunda crisis de la democracia sindical…, lo
cual muestra la urgencia y posibilidades de la alternativa clasista revolucionaria:
El Acuerdo Tripartito y Comisión de Concertación Permanente de Concertación de Políticas
Salariales y Laborales, de aumento del Salario Mínimo Legal Vigente del 4,02 para el 2013, 4,5 en el
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presente año, inferior al 5,8 en el 2012, los aumentos pírricos en los últimos 8 años y 25 años,
favoreciendo la cuota de plusvalía de la burguesía; la firma del tratado TLC con Estados Unidos en
el 2012 y el Plan Obama-Santos, avalado por la mayoría de las centrales obreras.
La retiración del Estado colombiano de la lista negra de violadores de DDHH por la CIDH (Corte
Interamericana de Derechos Humanos) en asuntos como asesinato a sindicalistas con la
complicidad, mejor digamos, traición abierta, de las Centrales Obreras y la CSI (CGT, CTC, en menor
medida, la CUT) ante el gobierno de Santos I-II y la sanguinaria burguesía colombiana.
Las elecciones de la CUT, FECODE y ADE de 2013, ni qué decir de las de 2018, con el presunto
incurrir en fraude electoral, compra de votos, malversación de fondos de las organizaciones
sindicales internacionales, falta de garantías democráticas, así como desprestigio político de la
burocracia tradicional, en sus pliegos reivindicativos de lucha y métodos.
Desde el 2013 se reanudan las luchas populares con la radicalización y politización de los
trabajadores con la ruptura parcial de los métodos pregonados por la burocracia dirigente del
SP/SR a las bases, a través de la Huelga del Cerrejón de Sintracarbón, una de las minerías más
grandes de América Latina, su precedentes tales la Huelga de los corteros de caña, las nuevas
huelgas 2015 de la USO tras la caída del petróleo y conflictos obreros dispersos por todo el país,
recientemente, la huelga de los pilotos de Avianca, precedida por los Paros de Mocoa y
Buenaventura 2017, por servicios públicos e inversión social.
Otras luchas son el paro y las barricadas de los cafeteros y el campesinado pobre con el Movimiento
Nacional por la Defensa y la Dignidad Cafetera (MNDDC) y las Dignidades Campesinas (hoy Cumbre
Agraria, Étnica y Popular), la toma de la Universidad Nacional por el Comité Pro Mejora Salarial que
aglutina a los trabajadores administrativos de Sintraunal y Sintraunicol, también en otras
universidades públicas.
El paro de Asonal Judicial 2014 que ya lleva 1 mes, la asonada popular de familias obreras y
populares, habitantes de Yopal debido a estar dos meses sin agua potable y la porosidad de la
corrupción de la podrida política burguesa.
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Los sindicatos clasistas dirigen, acompañan o dan su apoyo solidario a las luchas más combativas,
del sector industrial, de los tercerizados, que muestran lo mejor de las tradiciones clasistas de lucha,
además, el Sindicalismo Clasista lleva un precedente de eventos aglutinadores planificados, foros,
encuentros, conferencias, coordinaciones organizativas, en el conflicto de clases del nuevo siglo.
Para entrar en materia, en lo que atañe a las peripecias de los grandes luchadores del SC durante el
siglo XXI y la franja del oportunismo (más exacto, el “ala izquierda” del SR), cabe destacar y analizar
críticamente el rol sindical del octogésimo vanguardismo paternalista, en alusión a los 88 años del
“Partido Comunista” de Colombia. Por ende, la estrategia sindical y trasegar del PCC, con sus aliados
estratégicos más afines y los no estratégicos, sus idiotas útiles y compañeros que a la vez ganan
beneficios, en el largo trasegar de la inserción y lucha sindical.
Mientras el sector oportunista del Sindicalismo Clasista (PCC) ingresó al Polo, luego de la crisis de
la Unión Patriótica y el barranco a la que la llevó el guerrillerismo pequeñoburgués y el terrorismo
de estado, este no cesó la luchar por la dirección de la CUT, frente a los “compadres” oportunistas
del MOIR.
Ellos denunciaran la afiliación de la CUT a la CSI (Confederación Sindical Internacional) en el 2005
y el burocratismo al interior de la misma con un discurso democrático, de zorros habilidosos y
honestos, en el “Documento preparatorio” del Seminario Nacional del Sindicalismo Clasista y
Unitario, del 22 y 23 de abril de 2005 (2011, pág. 165). Pese a este descalabro en la afiliación
sindical, los réditos momentáneos, producto de militar en las toldas amarillas y avanzar en la lucha
de posiciones en la CUT se vieron palpables en las curules de Jaime Caicedo Turriago en Bogotá y la
dirigente de FECODE, Gloria Inés Ramírez, en la Cámara de Representantes, así como los avances en
la dirección de la CUT.
No obstante, en el 2012, tras la expulsión del PCC y separación de sus aliados del PDA, por tener una
doble militancia en la Marcha Patriótica, creada en el 2010, dado el vislumbramiento del PCC por
los posibles réditos políticos electorales, estratégicos, de las guerrillas desmovilizadas durante el
banquete de curules y participación política del edén del posconflicto capitalista (“la mina de oro”),
con el resultado de la lucha política de direcciones con el MOIR y su lugar consolidado en el Polo, el
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PCC cambia o más bien adapta, al parecer, su táctica de construcción sindical, a la situación post-
Polo.
El PCC continúa afilando baterías en la consolidación de la “Corriente Sindical Clasista”, puesto que
el stalinismo global y “criollo”, pese a su derrota histórica en los 90 y crisis histórica del stalinismo
en el siglo XXI (véase nota crítica n. 3), de la que ya nunca más se recuperará, se niega a abandonar
el escenario social de la historia a principios del siglo, muestra de ello es Colombia, sus poderosas
facciones partidarias y acopamiento sindical (MOIR, PCC), de ahí la crisis de dirección del
movimiento obrero, de la izquierda como tal.
A partir del 2010, se da la “reactivación” del Equipo Colombia de la golpeada, débil, más en proceso
de recuperación, Federación Sindical Mundial (FSM), vertiente mundial del ala de derecha
oportunista del Sindicalismo Clasista, heredera de los estados obreros burocratizados vueltos
capitalistas y controlada por los partidos “comunistas”, más reinstalada en Colombia, por mor del
PCC y la Marcha Patriótica – FARC, hoy llamada Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común.
En junio 5 y 6 de 2010, la región caribe de la FSM, convoca al Foro Ideológico sobre el Movimiento
Sindical, realizado en la Universidad Autónoma de Colombia, con la participación de delegados de
30 sindicatos. En el 2012 se realiza el Encuentro Nacional de Trabajadores y Sindicatos Clasistas en
el legendario barrio Policarpa Salavarrieta (Bogotá) donde se gestaron las luchas proletarias y
proviviendistas de antaño, que impulsaron otrora con valor e indudablemente los comunistas del
PCC, en la invasión y fundación de barrios obreros y populares, tales como el Policarpa, Nuevo Chile,
etc. En dicho evento participaron 472 delegados de 115 organizaciones sindicales y otras agrarias,
pensionales, mineras, etc, relacionadas con el mundo del trabajo (FSM, 2012, pág. 1).
En el 2013, los jóvenes de la JUCO, luchadores como el que más, el Colectivo de Jóvenes Trabajadores
y CORPEIS (Corporación para el Desarrollo de la Educación y la Investigación Social), promocionan
la Campaña Distrital Jóvenes Por el Trabajo Digno y para noviembre del 2014 realizarán el I
Encuentro Nacional de Jóvenes Trabajadores y el impulso de la Asociación de Trabajadores
Independientes (ATI), en la perspectiva estratégica de organizar la nueva generación de asalariados,
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recuperar el vector obrero juvenil, hacer un relevo generacional, entre los cuadros trabajadores
nuevos y viejos del PCC.
Fruto de la deliberación democrática y la generación de consensos del Plan de Trabajo del
Encuentro Nacional de Trabajadores y Sindicatos Clasistas de 2012, se declaró con retórica
“revolucionaria”, antes de las elecciones CUT de junio de 2013: “reivindicamos la necesidad de
recuperar la perspectiva clasista en las posturas y accionar del movimiento sindical”. A su vez se
enfatizó y ahondó en el objetivo central del oportunismo, con retórica clasista del zorro:
“A pesar de la crisis que la ha afectado [a la CUT], se hace necesario rescatarla para enrumbarla en
una coyuntura tan trascendental como la que atraviesa nuestra nación [el proceso de paz y las luchas].
Tenemos la obligación de ligarla a la FSM. Hay que ir a las próximas elecciones sindicales con el
propósito de colocar los mejores cuadros en su dirección y se requiere de inmediato iniciar la campaña
por el rescate (…) que la coloque más de punta frente a la oligarquía entreguista y antinacional [¿a
quién se refieren, a la burguesía como clase social, o a una fracción de ella?] que rige los destinos de
Colombia. (…) Ante la avalancha de críticas y observaciones al comportamiento de la dirección de la
CUT, el Encuentro concluyó que es importante rescatar la CUT para las posiciones de clase en beneficio
de los intereses de todos los trabajadores y que se hace urgente democratizar a esta central para que
juegue el papel colectivo que corresponde ejercer al servicio de la causa de los trabajadores y el pueblo
colombiano. (…) La creación de la CUT implicó esfuerzos y no se le puede entregar a la derecha [al SP,
incluso al SR, al sindicalismo pro capitalista, ¡claridad!], tampoco se puede pensar en la posibilidad de
retirarse de esta, por el contrario se manifiesta un fuerte deseo por mantener la unidad, porque de lo
contrario será consumida por la CSI, central que no es de los trabajadores y que representaría un punto
de quiebre, que la burguesía espera con ansiedad. (…) como decía Lenin, hay que trabajar con los
sindicatos en general y aún con aquellos reaccionarios, porque detrás de esas organizaciones están los
trabajadores y nuestro objetivo son ellos” (FSM, 2012).
Después de las desprestigiadas y polémicas elecciones CUT y FECODE de 2013, con serias denuncias
de fraude electoral y falta de condiciones democráticas, hechas por las bases obreras y candidatos
tales como la guerrera magisterial Rosa Cecilia Lemus y el obrero industrial, Freddy Marrugo, del
PST-C, los resultados electorales mostraron:
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En primer lugar, como ganadores del partidor al PDA, secundado de los Progresistas (hoy en Alianza
Verde), en tercer lugar al PCC y la Marcha Patriótica, en alianza, quiénes lograron posicionar a
Hubert Ballesteros, dirigente sindical de FENSUAGRO al Comité Ejecutivo de la CUT, preso en su
momento bajo imputaciones falsas de los aparatos represivos del Estado colombiano mediante la
habilidosa táctica de negociación de la zanahoria-garrote del Presidente de la “paz”, Juan Manuel
Santos, en los Diálogos de la Habana, tras continuas criminalizaciones del MSC y asesinato masivo
de miembros de la Marcha Patriótica, con la complicidad mezquina de la dirección de la CUT.
Los resultados no fueron los esperados para el PCC, ni en las elecciones CUT-FECODE, ni en su
Congreso de 2014, pues la Unión Patriótica, no logró ninguna curul y, más tarde, tuvo que postrarse
ante el PDA, a la candidatura de Clara López. Por eso, tras ir de “retroceso en retroceso” en la lucha
de posiciones y por la hegemonía política y sindical, el sector influyente de la “Corriente Sindical
Clasista” (CSC) de la CUT, esto es, el PCC, precedido a su vez por las orientaciones FSM, convocó a
un “salvavidas anticipado” a un 3 round, la pelea del VI Congreso de la CUT de 2014, el flotador fue:
el “1er Congreso Nacional Sindical Clasista”.
En la Comisión Política de dicho Congreso “Alternativo”, celebrado en la histórica sede de Sintraime,
en Venecia, espacio adornado de murales artísticos con rasgos de fealdad y heroicidad popular
propios del estilo criollo del realismo soviético. Hubo un portentoso escudo, formidable,
seguramente, proveniente de la extinta URSS, con el rostro de perfil de Vladimir Ilich Lenin, el más
grande animal político de la historia hasta el momento, una pancarta pomposa y triunfalista del
evento, con consignas proletarias, con la presencia de no menos de 50 personas en el que se
desarrolló dicho “evento clasista”, según se pudo observar junto a 2 camaradas del PST.
En este Congreso se trató de la situación internacional y nacional, a la luz de las tesis al 6to Congreso
de la CUT de la Corriente Sindical Clasista. Se hicieron rondas de intervenciones sobre las
consideraciones de continuar en la CUT o salirse de ella y fundar una nueva central, pese a que la
línea actual de PCC, sea mantenerse, en la perspectiva, de sobreponerse de las derrotas políticas y
sindicales de los últimos años. También hubo no pocas críticas al carácter burocrático y reformista
de la CUT, sobre las negativas de participar a sindicatos de menos de 500 afiliados, a la vez de
testimonios sobre las situaciones concretas de los sindicatos en las regiones y denuncias al
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oportunismo, por haber llamado a votar por “Juan Ma”, siendo una contradicción llamarse “clasista”
y a la vez “votar por Santos”, el patrón industrial, con tapabocas o no.
Cuando llegó la hora del té, es decir, el VI Congreso de la CUT, toda la llamarada de fuego, de
denuncias, críticas, resoluciones, acerca de desvincular a la CUT de la SCI, democratizar la CUT, etc,
se desvanecieron en el aire, bajo la metodología interna, la costumbre de las alianzas tácticas y la
concertación, ya no entre sindicalistas-patrones, sino entre los propios burócratas de las 3
Corrientes Sindicales (Clasista, Democrática, Polo).
La Corriente Sindical Clasista fue al Congreso de Santa Marta de dos mil catorce, en primera
instancia, a defender acérrimamente, bajo un análisis enrevesado y en alianza con los “Progresistas”,
el voto condicionado al patrón liberal, Juan Manuel Santos. En segunda instancia, a forcejear en
alianza/lucha contra las corrientes dirigentes de la CUT en las Comisiones, para terminar
conciliando y al final pactando con ellas, ajustando y votando de manera “unánime” la Declaración
Política de la CUT 2014.
Naturalmente, viene a las buenas costumbres del stalinismo “pceísta”, por no decir “mamerto”
(¡ofuscación!), esta clase de conductas, pues este ha estado históricamente, más preocupado por la
salida política al conflicto armado y el Golem creado por él, el “fantasma” que siempre lo persigue,
lo atormenta y no lo deja progresar, i.e. la guerrilla FARC-EP (intereses políticos particulares).
El Partido Comunista y su Unión Patriótica más preocupado por las posibilidades electorales tras el
proceso de paz y la reciente curul de Aida Avella (2018 – 2022), preservar el “espacio” electoral y
alianzas oportunistas con los sectores democráticos de la pequeña burguesía y la burguesía, el
liberalismo (¡5 presidentes!) y la burocracia sindical de las centrales CUT, anteriormente CTC, que
por las luchas combativas del movimiento obrero colombiano y los frentes políticos clasistas de
izquierda en las elecciones (intereses colectivos de clase), es decir, por la revolución socialista como
horizonte estratégico, al que se le subordinan todas las tácticas.
En síntesis, el ala de derecha del SC, a inicios del siglo XXI, es parte del proceso contradictorio de
reconstrucción del SC y a la vez tiene como objetivos y pronósticos:
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a) Desafiliar a la CUT de la CSI para que aquélla adhiera a la FSM, bajo el tradicional vanguardismo
stalinista y burocrático de los desgastados partidos comunistas y la conciliación de clases
“matizada” de la actual Federación Sindical Mundial.
b) Continuar provisionalmente en la CUT, para rescatarla, canalizando el descontento, no en el
sentido de recuperar el vector clasista revolucionario, sino para avanzar en la hegemonía
burocrática y la lucha por la dirección de la Corriente Sindical Clasista, en los hechos, el propio PCC
y el nuevo partido fariano.
c) Como producto de la ruptura del Polo en el 2012 y el retroceso del oportunismo en el SC y la
política, puede tener improbables giros de izquierda, hacia la conformación de una nueva Central
Sindical y recuperación de federaciones como la ADE y FECODE (el caso de la “Coalición Clasista de
base”). Esto podría dar a nuevos procesos de reorganización sindical, o de giros más a la derecha
por mor del posconflicto capitalista y las prebendas electorales, en el próximo periodo, siendo el ala
de “izquierda” del SR, en alianza con las fuerzas políticas legales post-guerrilleras, para estar en la
CUT y luchar por recuperar los “puestos” directivos perdidos, más no en la perspectiva de luchar
por una CUT y sindicalismo para los trabajadores, para la lucha anticapitalista y la revolución
colombiana.
Por el lado del ala de izquierda del SC y el Sindicalismo Independiente, pese a que haya
complicaciones de búsqueda de fuentes, más no de iniciativas históricas, existe, igualmente, un
importante proceso de recuperación y, por tanto, de reconstrucción, pues allí donde brota el
oportunismo senil, la historia incuba y crea a los revolucionarios, por débiles y marginales que sean
en ciertos periodos relativos.
El partido stalinista, PCC, nació en los años 30 (1930), transcurridas 3 décadas llegó el trotskismo a
estas tierras y un decenio después se fundó el primer partido trotskista o socialista revolucionario,
el PST (1977).
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Sin embargo la lucha política marxista y en el movimiento sindical no ha sido entre stalinismo vs
trotskismo, es decir, no ha llegado a su expresión revolucionaria superior, aún después de la caída
del Muro de Berlín. Tan sólo ha sido desviada, canalizada y mantenida principalmente entre
stalinismo prochino vs stalinismo proruso –en el fondo, “peleas de compadres”, como la de los
uribistas y los santistas, a pesar de las nebulosas apariencias– cuando se fundaron las partidos PC-
ML (1965) y el MOIR (1969), entre 3 y 4 décadas después, fruto de la ruptura sino-soviética. Fue en
este proceso de radicalización de posguerra en que se fue quitándole paulatinamente la hegemonía
política, en el campo sindical y de la izquierda al PCC, hasta el punto de que el terreno actual de
nuestros días, durante el del primer decenio del siglo XXI, sea más o menos la pugna inter-stalinista
PCC-UP-MP–FARC vs POLO-MOIR, no otra. Esperemos los próximos 40 años, cómo cambiará el
panorama mundial y nacional. Por ahora batallar.
En “concordancia mínima” al Equipo Colombia – FSM en el propósito de desmontar la mayoría de la
burocracia dirigente del SP/SR del Comité Ejecutivo de la CUT en las elecciones de julio de 2013 y
su composición actual, pero con diferencia de enfoque más avanzado, el Partido Socialista de los
Trabajadores de Colombia (PST Colombia), de corte comunista trotskista, miembro de la corriente
internacional LIT-CI, Liga Internacional de los Trabajadores – Cuarta Internacional, a principios de
febrero de 2013, expuso ante el mundo laboral su Manifiesto Sindical “Llamamiento a construir un
sindicalismo, independiente, antiburocrático y anticapitalista” (PST, 2013, págs. 5-6), publicado en
su prensa revolucionaria “El Socialista” (#671), con firmas y compromiso minoritario de más de 10
dirigentes sindicalistas clasistas de Sintratucar, Sinaltrainal, ASPU, USTRIAL, Sintrabiofilm,
Sinaninal, Unidad Docente Fecode, Asdem, entre otros, en los que influye y tiene política de alianzas.
El PST consagró lo siguiente:
“Porque consideramos que las centrales obreras son una herramienta construida por todos los
trabajadores y que por tanto nos pertenecen a todos los trabajadores, estamos decididos a hacer
nuestro mejor esfuerzo para que se retome, desde ellas, el camino de la lucha contra los patrones, los
gobiernos y el sistema capitalista (…), la tarea de buscar los mecanismos para fortalecer el
sindicalismo clasista [SC] como paso indispensable hacia la unidad de la clase trabajadora (…) lo
anterior implica encontrar los lazos de comunicación y agrupación para participar centralizadamente
en las elecciones de los organismo de la dirección de la CUT (…) y la participación con una plataforma
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de principios y programa de lucha, que recupere el camino perdido y que abra de nuevo la posibilidad
de que la Central [CUT] juegue el papel de unificadora de las luchas de todos los explotados y
oprimidos” (PST, 2013, pág. 5).
Para dicho cometido el PST participó en las elecciones de FECODE, con la candidatura de la maestra
de artes de secundaria y militante histórica del PST y la LIT, ex miembro del Comité Ejecutivo de la
CUT en los 90´s, Rosa Cecilia Lemus, a la cual 3481 votos de trabajadores apoyaron su programa,
quedando en el remoto puesto 19. Paralelamente, el obrero metalúrgico, Freddy Marrugo, del PST,
participó como candidato en las elecciones de la CUT, obteniendo un ínfimo resultado de 226 votos.
Lo trascendental de la participación, independiente de sus resultados, sería la oportunidad de
presentar una plancha y política obrera y revolucionaria, para el movimiento magisterial y el
sindical en su conjunto bajo la consigna “Por una nueva dirección clasista y antiburocrática”, además
de denunciar la falta de garantías democráticas en FECODE-CUT, pues los permisos sindicales,
recursos, espacios públicos, el fraude sindical que denunció no sólo el PST sino otras organizaciones,
etc, expresan el profundo carácter antidemocrático de la CUT y la degeneración de la burocracia
sindical.
Por otro lado, el “Manifiesto Sindical”, frente a la cruzada ideológica del capital, instó a tocar las
campanas de la recuperación programática e ideológica del SC y el MSC (7), señalando lo siguiente:
“Este camino [de reconstrucción] implica recuperar los principios [clasistas] de la clase obrera [para
el presente siglo XXI] hoy abandonados y pisoteados por los oportunistas y los
burócratas…conservar y defender las mejores tradiciones de la lucha obrera heredadas de la
Comuna de París de 1871, la Revolución Rusa de 1917, la huelga de las bananeras de 1928, y de
todas las luchas libradas por la clase obrera colombiana” (PST, 2013, pág. 4).
Para ello, el Manifiesto de 2013 reintrodujo en la política sindical, los principios políticos
fundamentales del MSM-MSC tales como:
La independencia de clase (i) frente a los patrones, el Estado capitalista, la iglesia y los partidos
burgueses, sean estos de ultraderecha, derecha o centro izquierda; la democracia obrera y sindical,
la unidad obrera y popular (ii).
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La politización (iii) o principio de cualificación política o educación sindical de los afiliados, en tanto
los trabajadores participen de las discusiones y acciones de la vida pública y en el cual entra la
indignación de clase (iv) de los trabajadores frente a las infamias cotidianas de la burguesía de todas
las latitudes, en especial, la criolla, sean conductas solidarias e inculcadas.
Sumado a esto, que la politización los lleve a crear su propio partido político revolucionario (v),
teniendo en cuenta la relativa diversidad de partidos obreros, oportunistas, centristas y
revolucionarios divididos en tres grandes: los partidos socialdemócratas, stalinistas y los
trotskistas, las interpugnas, pero aplicando políticas de frente único en el terreno gremial y político.
La solidaridad sindical (vi) o gremial, relacionada con el internacionalismo proletario (viii); la
acción colectiva y organizada, disciplinada (ix) guiada por los principios de la democracia obrera y
el centralismo democrático.
En lo que respecta a los métodos de lucha, el “Manifiesto” instó a que estos se basaran en los
principios de democracia obrera y la acción colectiva (ii, ix), resaltando además el deslinde del
accionar del MSC del burocratismo convencional, el guerrillerismo pequeñoburgués y el
oportunismo partidos socialdemócratas-stalinistas (x), verificados empíricamente y que sólo han
traído derrotas y más derrotas al movimiento obrero. Por el contrario, hay que hacer énfasis
unitario en la huelga, las movilizaciones de masas, los paros de producción, los mítines, e incluso, la
violencia revolucionaria, etcétera, (PST, 2013, págs. 4-8) así como otro tipo de alternativa política
para Colombia, un instrumento de lucha para la revolución social.
Más recientemente, en el marco del VI Congreso a la CUT, fenómenos como la Coordinadora de
Solidaridad Sindical de Cartagena y su Carta Abierta a la CUT, firmada por más de 70 dirigentes,
entregada de modo físico a todos los delegados al Congreso. En ella exigieron, entre otras cosas, la
participación de sindicatos de menos de 500 afiliados, la reestructuración de Coordinadoras en
Bogotá, también en Tolima y Barranquilla y la Región Caribe, impulsadas o influenciadas del PST,
su participación marginal pero combativa en el VI Congreso de la CUT, su nula incidencia en la
dirección de la CUT. Esto sin contar los demás procesos similares que ocurren actualmente en
Colombia, dan pie para plantear, no obstante, un débil intento de reorganización del sindicalismo
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que no está afiliado a las centrales obreras, al reformismo de “marras” y la burocracia sindical, de
parte de nuevos y viejos sindicatos que necesitan luchar por las reivindicaciones más sentidas y
mínimas de los trabajadores.
No queda más sino seguir labrando camino en la clase obrera, hacer el balance autocrítico sugerido
en el capítulo I y construir una alternativa de largo aliento para el Sindicalismo Clasista en Colombia.
¡Construir, construir / alternativa clasista y obrera, para el porvenir!
Conclusiones históricas: estado sindical actual clasista
Después de transcurridos 25 años de panorama actual del MSC-MSM, cuyos hitos históricos se
signan a partir de la creación de la CUT y la extinción de la URSS, es sensato sostener y constatar
que existe un proceso de reconstrucción integral del SC en el mundo y Colombia en sus peldaños
todavía muy inferiores-débiles y medianos, combinado con un proceso de desmantelamiento y
derrotas, muy desiguales.
Esto no se da tanto por el “deseo subjetivo” de cambio y de acelerar la historia del movimiento
obrero nacional y la recomposición del movimiento revolucionario mundial (“pensar lo real desde
el deseo del ego”, “pensar con el deseo”) como por la realidad social misma de inicios del nuevo
milenio (“el acto del ego refleja la materia exterior”).
De manera sintetizada, las características más generales de este proceso de reconstrucción del
Sindicalismo Clasistas, están expresadas y signadas en los siguientes puntos:
I. Algunos sindicatos no confederados y de la CUT (entre 20 y 25) se han afiliado y han mostrado
simpatías a la FSM, reactivada en Colombia, dadas las áreas de influencias agrarias e industrial del
stalinismo o “comunismo” mamerto, es decir, el socialismo reformista.
Mientras otros hacen un balance crítico de la dirección stalinista internacional de la FSM en relación
con el movimiento obrero basada en la interpretación marxista de los IV cambios internacionales y
el ABC de crisis nacional:
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Contrarrevolución económico-política y baja del nivel de vida producto de la restauración
capitalista, ofensiva global imperialista y antiterrorista compaginada con la victimización del
genocidio sindical y el terrorismo de estado, continuismo y Gobiernos de derecha neoliberales con
una débil resistencia sindical y política, procesos de paz reaccionarios y coaptación al régimen.
Por ello se mantienen independientes del ala oportunista del SC (la llamada “Corriente Sindical
Clasista”, controlada en los hechos por el PCC y FARC, que bregan por reacomodarse) sin que esto
implique no apoyar decisivamente el rescate del rumbo clasista de la CUT o dar la pelea unitaria e
independiente, por parte de la SC contra la burocracia sindical del Sindicalismo Reformista y
Patronalista, y la burguesía.
II. El proceso de reelaboración política contradictoria y recuperación programática, metódica y de
principios del Sindicalismo Clasista al interior del MSC y la izquierda, está relacionado
internacionalmente con el semi revival relativo, tenue, débil, del Marxismo, ideología científica y
cualitativa del proletariado, inexplicable sin fenómenos como la crisis económica mundial del
capital imperialista (2008-2018…) y otros factores temporales que le preceden desde los 90´s.
No obstante, cabe decir con franqueza, aunque en Colombia no ha sido tan explosivo el “revival”
cultural, si hay recuperación e interés social visible, en los espacios académicos y sociales del MSC,
por lo que hay, mundialmente, un nuevo repunte en la lucha discursiva contra la cruzada ideológica
del imperialismo y los IV cambios internacionales, pues hay nuevos sectores sindicales y sociales
que buscan como en un laberinto una teoría revolucionaria de transformación de la sociedad.
El estreno moderado de la exitosa miniserie argentina “Marx ha vuelto” (2004) en la sede de Bogotá
del PST, en octubre de 2014, el número 4 de la Revista Marxismo Vivo – Nueva Época (2014) de la
Liga Internacional de los Trabajadores (LIT-CI), traducida a 5 idiomas, así como el I Seminario
Internacional El Capital – 150 Aniversario, organizado por comunistas de marras, durante el mes
de noviembre de 2014, en Bogotá, con la participación de múltiples intelectuales reformistas.
Por otro lado, los espacios de las escuelas Sindicales y temáticas, etc, incluso el presente libro
clasista sobre el Sindicalismo Clasista en la Colombia del siglo XXI, son muestras y jalonazos de un
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fenómeno mundial, con desigualdades y contradicciones propias de la Cruzada, de ahí las profundas
debilidades nacionales. En síntesis: la reconstrucción material del sindicalismo clasista y los
partidos obreros es paralela, aunque no mecánica, al revival o leve avance subjetivo y contradictorio
de la difusión cultural del marxismo y su constante actualización y desarrollo científico.
III. Procesos socio históricos contradictorios, emergentes del siglo XXI, como la Gran Coalición
Democrática, la Comosocol y Comosopol, el acenso social del siglo y ruptura tardía del Polo, las
campañas sociales de lucha, las coordinadoras sindicales independientes, situadas
geográficamente, los encuentros unitarios de confluencia, el Comando Nacional Unitario, los nuevos
que emerjan tras el Proceso de Paz, etcétera, etcétera, han potencializado el revival del
“sindicalismo izquierdista” del SR en mucha mayor medida y el SC en mucha menor proporción, con
sus respectivas alas oportunista y revolucionaria.
De igual modo, han contribuido a tenues procesos de reorganización sindical. Existen
manifestaciones de unidad de acción y frente único obrero, política de alianzas (SC + SR) y lucha de
tendencias, entre los partidos de izquierda colombianos, organizaciones sociales y sindicales.
Por todo lo anterior, para cerrar paso a las “filas cautelosas” a las que se aferra el sectarismo, las
“mañas” de ultraizquierda y las “desviaciones” oportunistas aventureras, muchas veces bien
intencionadas, es deber del partido clasista y de su expresión sindical, participar en los espacios
unitarios sindicales de lucha –lo mismo podría decirse de las estudiantiles– convocados por los
reformistas y oportunistas, impulsados o apoyados por los mismos revolucionarios, según el
contexto concreto de evaluación, para influir e intervenir en ellos, construirse, a la par de impulsar
tácticas de frente único, unificación de las luchas y conflictos, de los sectores movilizados y
coordinados, contra el gobierno y los gremios del capital, bajo figuras históricas y propuestas
unitarias tales como:
Los Encuentros Sindicales Alternativos, los Encuentros de Dirigentes Amenazados, los Encuentros
Obreros y Populares, Encuentros de Víctimas. Las Coordinadoras Sindicales, de Sectores en
Conflicto, de Solidaridad Sindical y Lucha, como se le llame, de alcances regionales, con la condición
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de ser espacios organizativos abiertos a todos los sindicatos y con todas las fuerzas políticas de la
izquierda que enfrentan a la patronal.
Los Foros compartidos y Conferencias anuales como espacios de formación sindical e intercambio
de experiencias. Las Movilizaciones unitarias y bregas por la organización del Paro Cívico Nacional
entre la acción coordinada de las Centrales, los sindicatos y todas las organizaciones de masas. El
Encuentro Víctimas del Salario Mínimo para adelantar planes de lucha y movilización al ajuste
salarial y las concertaciones, los Encuentros Amplios de Mujeres y Jóvenes Trabajadores, embriones
de Sindicalismo Independiente, etcétera, etcétera.
IV. A excepción de Colombia y otras naciones, en algunos países de América Latina, Medio Oriente
y Europa hay procesos mucho más avanzados de SC, debido a los procesos revolucionarios y de
resistencia del Nuevo Siglo acaecidos (i.e. revoluciones anti neoliberales, Primavera Árabe) que aún
no ha vivido Colombia debido a fenómenos de estancamiento tales como el conflicto Armado y el
rol de la insurgencia pequeñoburguesa y la izquierda tradicional.
Por consiguiente, el impacto no significativo en Colombia de la más reciente crisis capitalista global,
llamada crisis de Wall Street, a diferencia de la devastación y resistencia de masas en Europa y Medio
Oriente, hace mediar las diferencias, lo cual, no obstante, prueba el proceso de reconstrucción
desigual del SC y la posible repercusión futura para el contexto colombiano.
V. El ciclo histórico de Colombia y mundial en las movilizaciones de masas de los 90´s y principios
del 2000, así como el ascenso del 2008, 2011 hasta el 2014, el ABC de la crisis nacional (ataque al
nivel de vida, genocidio sindical y débil resistencia), refutan en los hechos los postulados de
conciliación, concertación y dialogo social, trámites jurídicos, pocas huelgas y movilizaciones,
ningún Paro Cívico Nacional, pregonados por el SR/SP colombiano, más allá de toda verborrea, pues
pesa mucho más el criterio irrefutable de los hechos.
Tras este escenario, la agencia proletaria y popular hacen sobrepasar a las burocracias sindicales,
sus convencionalismos, pasivismo y conservadurismo, multiplicando los conflictos obreros y
populares a lo ancho del país, lo cual da oportunidades sin iguales al Sindicalismo Clasista.
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VI. Dentro del SC, su ala oportunista y revolucionaria, expresada en partidos políticos y grupos de
izquierda concretos, hay una polémica político-sindical contemporánea que no está saldada y cada
día cobra mayor importancia: el problema de las centrales existencia.
El trasegar del problema político-organizativo bordea desde el origen mismo de la CUT, en 1986,
hasta la culminación del evento histórico característico de nuestra época actual: el “VI Congreso
nacional de la CUT de 2014”, para el 2015, el “Congreso Extraordinario” de la misma y las elecciones
sindicales de 2018.
Esta polémica tiene que ver con la disyuntiva de romper o no la CUT, construir o no una nueva central,
íntimamente ligada al balance sobre el recorrido histórico de la susodicha Central Obrera, en actual
crisis, como las perspectivas estratégicas del SC, es decir a problemas teóricos del significado de un
sindicalismo consecuente (P1) y el problema de la democracia sindical (P3) de los capítulos uno y
dos, los cuales dividen aguas por doquier.
– Por el lado de los marxistas revolucionarios y un sector de sindicalistas clasistas, tales como el
PST, están los objetivos estratégicos de la lucha revolucionaria por:
La conquista de un gobierno obrero y popular en Colombia, del fomento de organizaciones de masas
y un partido revolucionario obrero en medio del proceso histórico que tomen el poder político, por
ende, un MSC funcional a este propósito estratégico. Asimismo, la construcción de un Estado obrero
democrático, en algún país del mundo o en Colombia, que le permita postular y crear una nueva
Internacional Sindical Roja, diferente a la oportunista FSM, poco importa el “nombre” pero si el
espíritu programático clasista de esta.
Esta tarea estratégica, antes y después de esto, implica construir un proyecto político colectivo: la
nueva Internacional de los trabajadores, post-stalinista, de partidos obreros revolucionarios, en lo
mediato, como una palanca para esta tarea de un nuevo poder obrero y una nueva confederación
sindical clasista de índole internacional, en lo inmediato, una centralización de la lucha política
contra el capital.
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En síntesis, lo trascendental es el rol de la Internacional, tanto sindical como política, al igual que el
avance del movimiento de masas, obrero y populares, en la reorganización mundial del
sindicalismo, los partidos y la lucha contra el imperialismo, por el socialismo mundial.
Teniendo en cuenta esto, la permanencia e influencia o la separación de la CUT, si nos basamos en
el principio de la unidad obrero-popular contra la burguesía y la recuperación clasista de los
Sindicatos y Centrales con el enfrentamiento a los patronalistas-reformistas, no la “unidad per se”,
“recuperación per se” ni la “división sectaria per se”, diríamos que estar o no en la CUT es una táctica
flexible de construcción, basada en dichos principios y anclada –esto no hay que olvidarse en ningún
momento– a la estrategia de la liberación global y nacional de la clase obrera, mencionada arriba.
La táctica clasista debe estar sometida en todo momento a las deliberaciones hechas sobre el
contexto concreto, los altibajos de la lucha de clases nacional, de la construcción del movimiento-
movilización obrera y del partido revolucionario. Por el momento, el PST llama a recuperar la CUT
para la lucha anticapitalista y no llama a crear otra Central.
Es absolutamente equivocado quienes, desde el marxismo revolucionario y apoyándose en los
escritos del maestro León Trotsky como el compilado Sobre los sindicatos y de Vladimir Lenin,
sostienen erróneamente que, “por encima de todo”, se debe permanecer en la CUT o cualquier
sindicato, por muy reaccionario que sea, hasta el final de los días, sin hacer ningún tipo de
paralelismo sindical.
Dicen sus defensores, que de lo contrario dicha “división” paralela, de “otro organismo” alterno,
contribuye a la fortaleza centralizada de la burguesía y, como resultado, a la debilidad y derrotas de
la lucha del proletariado organizado, además de que constituiría una “capitulación” pues mostraría
la imposibilidad de recuperar las organizaciones existentes para la lucha anticapitalista.
Polemizando con dicha postura de “unidad per se”, de “falsas deducciones” y hermenéutica errada
del maestro Trotsky, para un partido revolucionario y el sindicalismo, que basa su acciones en la
evaluación dialéctica de cada momento y tiene formación científica en la historia del movimiento
obrero nacional y mundial con varios casos concretos y arsenal táctico acumulado de “dividir para
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avanzar” y “paralelismo” sumamente progresivos, no es norma moral inamovible, permanecer en X
Central Obrera o X Sindicato.
Antes bien su permanencia siempre es condicionada –histórica y políticamente– según los
siguientes interrogantes básicos, aplicados a X hecho social y momento del país y el estado del
sindicalismo:
¿Con qué fin nos quedamos en una organización sindical (sindicato de base, de rama o industria,
central sindical)? ¿Es recuperable dicho organismo o no (principio recuperación clasista) para la
lucha? ¿Es útil o no romper y hay o no un acumulado organizativo de fuerzas para al avance de la
conciencia, organización y movilización de los trabajadores y el pueblo contra la burguesía
(principio de unidad-obrera)? ¿Hace justicia a la etapa actual de la lucha de clases o no? ¿Nos permite
o no avanzar nuestra lucha contra la burocracia sindical, contra el Sindicalismo Reformista y
Patronalista? ¿Contribuye o no a la reorganización de las luchas obreras?, etcétera.
Los socialistas permanecemos por ahora en la burocratizada CUT, en el futuro: ¡ya veremos…!
Depende de la dialéctica social, los vaivenes de la lucha de clases, no de esquemas, voluntarismos y
deseos. ¡Recuperemos la Centra Unitaria de Trabajadores y las otras para la lucha, no para la locha
y la concertación con el gobierno y los patrones!
– Por el lado del stalinismo reformista, visible y predominante, tales como el PCC y el MOIR, están
por la lucha por gobiernos de Frente Popular en Colombia, siguiendo los patrones antineoliberales
y “alternativos” de América Latina (Evo, Dilma, Correa, Maduro), en unidad de acción y lucha con
sectores socialdemócratas y burgueses “progresistas”.
Sumado a esto, está la lucha por conquistar la hegemonía neostalinista de la CUT aun pactando
políticamente en elecciones parlamentarias y sindicales con la socialdemocracia criolla, la
burocracia sindical y la centro izquierda, en pos de ambos fines. Este mismo escenario de
reformismo-stalinismo, puede extenderse y replicarse en otras zonas del mundo.
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Para la consecución de estos objetivos el reformismo neostalinista (o izquierda tradicional)
promueve propiciar espacios de coordinación internacional de partidos stalinistas tales como el
Encuentro Internacional de Partidos Comunistas y Obreros (EIPCO), bajo las orientaciones del PC
griego o con partidos socialdemócratas de la Internacional Socialista (IS) y el Foro Social Mundial.
Las bregas para la adhesión de la CUT a la FSM o mantenerla en la misma CSI, en el caso de la disputa
PCC y del MOIR determinan la contienda y rumbos del sindicalismo nacional.
Ambas organizaciones políticas y su influencia sindical están en pos de luchar contra los efectos del
capitalismo, en pugna/pacto con sus coetáneos reformistas, consolidando la hegemonía aparatista
y estratégica de la CUT, cuyo esquema de corrientes sindicales internas y manejo burocrático de la
Central, aceptan, aunque ahora sea más difícil “conciliar” después de la post división del Polo.
De no poder hacerlo, para el caso del PCC y FARC junto a sus aliados y bases sindicales influenciadas,
de seguir avanzando la hegemonía del MOIR y el PDA, estos optarían por impulsar, junto a otras
fuerzas aliadas y útiles, la fundación de otra Central en la que estén mejor ubicados. Aunque como
decíamos, este escenario es el más improbable, por el contrario, el más plausible es la de
permanecer en la CUT y disputar estratégicamente su dirección en el posconflicto capitalista,
haciendo un frente con las ex guerrillas convertidas en organizaciones políticas y otras fuerzas y
sindicatos más a la izquierda.
– En lo que respecta a stalinismo ultraizquierdista, ortodoxo, de carácter ultra marginal, que no
amerita nombrar debido su ínfimo carácter de grupúsculo, están los propósitos archi radicales de
“crear” una Central Sindical Revolucionaria y hacer todos los intentos posibles por liquidar desde
ya la CUT (UOC, 2014, págs. 5-8), pues no compartieron siquiera su fundación.
Desde la “división sectaria per se”, estos buscan ser dominantes y tienen una política sindical de
sectarismo “revolucionario”, “purista”, como suelen ser sectores minoritarios. Sumado a esto, le
apuestan a la construcción de un Partido Comunista Revolucionario y una Internacional Stalinista,
de “nuevo tipo”, que dirija o sea muy influyente en dicha Central, reviviendo una época muerta,
superada, del stalinismo gubernativo, de errores del pasado del siglo XX.
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Los objetivos políticos maoísta son entonces la lucha vanguardista por una revolución, que en los
hechos es una revolución democrática “avanzada”, es decir, una revolución burguesa, con el
esquema de etapas de la Nueva Democracia maoísta hacia el socialismo, sólo que con alaridos
verbales hacia las proezas de las tareas democráticas y el “comunismo”, ejemplo más reciente son
los corifeos a la guerra guerrillerista en la India, “bastión” de la revolución mundial según sus
apologetas.
VII. Si se hace una comparación con la etapa histórica anterior de Colombia durante posguerra y
finales del siglo XX frente a inicios del siglo XXI, el Sindicalismo Clasista (SC) es mucho más débil que
el Sindicalismo Reformista (SR) y Patronalista (SP), como producto de la caída de los Estados
obreros y la Cruzada, pese al contradictorio proceso de recuperación, reconstrucción integral y
desmantelamiento.
Esta correlación política de fuerzas expresa-en-sí el peso actual de la contrarrevolución y la
burguesía, refractados en el movimiento sindical, por mor de los IV cambios internacionales y el
ABC de crisis nacional, el gran sancocho nacional, en detrimento de la clase obrera, su resistencia
como clase y sus apuestas por una revolución del trabajo contra el capital.
A su vez en la –lucha de tendencias– del sindicalismo clasista en Colombia se mantiene la lucha del
inter-stalinismo. En segundo lugar, el izquierdismo más o menos radical (camilista, etc) y el
marxismo. En tercer lugar, la muy débil e ínfima entre trotskismo vs stalinismo, junto a las
contradicciones internas hegemónicas y primarias del sindicalismo colombiano, entre la lucha
inter-reformista sindical y entre el SR vs SP, las dos variantes sindicales procapitalistas. Esto quiere
decir que el ala revolucionaria del SC es sumamente débil comparada con el ala oportunista, que en
última instancia integra y expresa objetivamente al Sindicalismo Reformista (SC), véase capítulo
uno: sindicalismo clasista y oportunismo.
En pocas palabras, el reagrupamiento de fuerzas y reconstrucción integral (organizativa, gremial,
programática, teórica, política) en el plano global, regional y nacional, con sus obvias desigualdades
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y dualidad (i.e. desmantelamiento y dispersión), la voluntad de unidad de acción social y lucha de
tendencias, es el rasgo peculiar del Sindicalismo Clasista en el MSC-MSM, durante el presente siglo.
Este “rasgo” histórico del SC en Colombia, contiene sus alas de izquierda minoritaria, derecha
mayoritaria oportunista –aunque sea pequeña en comparación con el auge ultraderechizante del
SP/SR– y una ultraizquierda minúscula, ultra marginal, en el transcurso sindical del decenio
temprano del siglo XXI en Colombia.
Alternativas a la crisis sindical y política
Crecimiento sindical y sindicalización
Partiendo del panorama actual (I, II, III, IV) y el ABC nacional, someramente reseñados, es visible la
«crisis sindical» que acaece el Movimiento Sindical Colombiano (MSC) e inclusive mundial, en su
conjunto, si a ello le sumamos la debilidad del SC.
Los factores externos/objetivos de la ofensiva imperialista neoliberal constriñen los niveles de
afiliación o sindicalización (problema P2) supremamente bajos en nuestro país, como los
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factores internos/subjetivos, organizativos, de la democracia sindical en el sindicalismo criollo
también influyen en la perpetuación de la crisis (problema P3). Ahondemos en el problema práctico
número dos.
Como decíamos en el ABC, los “factores externos” que influyen en los niveles deficitarios y bajos de
afiliación sindical son la intensificación de la ofensiva integral de implantar paulatinamente la
reacción económica capitalista. La ofensiva imperialista neoliberal en el país junto al conflicto
armado, recrudecieron y lesionaron las libertades sindicales tales como la asociación o afiliación,
con la respuesta integral, militar, económica y jurídica, del Estado burgués autoritario con sus
agentes legales, extralegales, paramilitares, propios de regímenes burgueses poco democráticos. Es
un proceso combinado de factores negativos al problema de la sindicalización (P2), por un lado, la
contrarrevolución económica del gobierno y las empresas, por el otro, la distorsión y daño del
guerrillerismo y terrorismo de estado al MSC, como sugiere la evidencia del ABC de crisis nacional.
Según estadísticas de las centrales obreras y del Ministerio de Protección Social, citado por la
Escuela Nacional Sindical, el número de afiliados a sindicatos en general (confederados y no
confederados) del año 1997 era de 2.970.005, con el pico más alto de sindicalización y la década de
los 80’s con el 16%, en comparación al 2004 con apenas 1.850.000 (Varios, 2005, pág. 36).
Asimismo, en continuidad con esto, Luis Alfredo Burbano, del Instituto Nacional Sindical (Cedins)
señala que: “para junio del 2009, de un total de 20.872.000 trabajadores (correspondiente a la
Población Económicamente Activa – PEA), solamente 821.954 estaban organizados en algún tipo de
sindicato, es decir, apenas un 3.9% del total. La tendencia sigue siendo de disminución, de
decrecimiento y desmantelamiento, como ocurre desde hace 20 años, ya que en 2004 el porcentaje
de sindicalización frente a la PEA era de 4,05% (Pinzón, Paredes Goicochea, & Alfredo Burbano,
2011, pág. 161), ello influido por el periodo de la Seguridad Democrática.
Según el Informe 2014 del Departamento de Organización y Planeación de la CUT, la tasa de
sindicalización es de 4.1%, la Escuela Nacional Sindical habla de un 4.6% con 1.002.555 de
sindicalizados para el 2016 con 22 millones de PEA (hoy 2018, 24 millones), recuperándose el
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vector sindicalismo, con respecto a los periodos anteriores y la cruzada uribista y el conflicto, casi
un milagro.
Según el Informe mensual Sindicalismo en Colombia (2017) de Fedesarrollo, centro de
investigación de los capitalistas, la Organización para el Desarrollo y la Cooperación Económica
(OCDE) sitúa (e infla) la sindicalización en el país en una tasa del 9.2%, mientras que la Escuela
Nacional Sindical lo situaba en el 4% en el 2012, pero ambas coinciden en que tienen índices bajos
según los estándares internacionales. Con el tránsito a la finalización del conflicto armado guerrillas
vs estado iniciado con la dejación de armas de las FARC-EP en 2017, hay muchas más posibilidades
de la reconstrucción y crecimiento sindical y la lucha de los trabajadores, en general.
Sin embargo, si en más de 25 años atrás el sindicalismo ha descendido de manera alarmante, no
menos lo es si se compara con las “épocas de gloria” del MSC en la segunda posguerra, pues pasó a
tener más o menos del 15% en la mitad de los 60´s y 16% en los 80’s a un magro 3.9%/4.1% o 4.6%
actual, lo que significa que estas tasas actuales bajas se remontan a tendencias inferiores a 1947,
según Miguel Archiva (Mejía, 2005, pág. 337) y el Boletín del Observatorio del Mercado de Trabajo
y Seguridad Social, número 7.
Para el caso de la Central Unitaria de Trabajadores de Colombia, esta pasó a tener en 1997, unos
1.853.473 afiliados, en el 2004 tenía 750.000 (Varios, 2005, pág. 36) hasta la cifra entre 531.000 o
521.128, diez años después (2014). La desigualdad de composición de la CUT también es
preocupante, pues el sector magisterial de la Federación Colombiana de Educadores lo copa con
cerca del 270.000, equivalente al 50%, en detrimento del grueso del sector industrial obrero y los
sectores laboriosos de trabajo manual intenso de jornada y privado, no el trabajo intelectual de
servicios (i.e. magisterio y otros, bancarios, etc), quienes deberían constituir la mayoría de la CUT y
de su dirección.
Esto quiere decir que la CUT no es sensu stricto una Central Obrera como la pintan, sino más bien
una Central de asalariados medios, de la aristocracia obrera. El sindicalismo colombiano tampoco
es un sindicalismo proletario y del sector privado, sino mayoritariamente, del sector público y
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trabajadores estatales, los porcentajes estables de sindicalización obedecen más al segundo sector,
mientras que el primer sector, es más vulnerable y fluctuante.
Sumado a lo anterior, los trabajadores afiliados de Colombia, corresponden en su mayoría a
sindicatos grandes del sector público, alrededor de 789, frente a la gran cantidad de trabajadores
no organizados del sector de los servicios y privado, aunque en este último sector haya 2.096
sindicatos, con mucho menos afiliados. Para el año 2015, había un total de 5.230 sindicatos en
Colombia, mientras que en 2010 había 3.539, esto quiere decir que, por cada 100 trabajadores, 95
no están en un sindicato.
En conclusión, el movimiento sindical de Colombia (MSC) ha retrocedido 5 décadas, en lo que
respecta al estado o promedio tendencial de sindicalización. Aunque la afiliación a sindicatos en
comparación de 1990 con el 2004 y 2018 ha aumentado a tasas muy lentas y bajas, lo cierto es que
hay un descenso dramático y retroceso de más de 50 años, por lo que estamos ante el predicado
real de la denominación de «crisis sindical» en materia de afiliación y el derecho de asociación
sindical. A este nivel bajo de afiliación se suma, según, el profesor comunista, Alfonso Conde, del
PCC: “la debilidad del sindicalismo clasista, pues viene maso menos a ser la cuarta parte, es la
minoría dentro la minoría del movimiento sindical de Colombia (…) el sindicalismo es todavía una
fuerza débil en el número de afiliados y en la presión por paro de la producción” (7).
El problema de la sindicalización (P2) es de ningún modo un asunto exclusivamente nacional, sino
es objetivamente la realización de su opuesto, es mundial. Para contribuir a una solución alternativa
al problema P2, a saber, la sindicalización en Colombia, debemos partir de la racionalidad
materialista o clasista de 4 enunciados materialistas históricos y socialistas:
I. Capitalismo y tasa sindical
Ningún “Santa Claus”, “Niño Dios”, “milagro celestial”, “enviado”, “caudillo popular”, “socialista”,
“neochavista”, de cualesquier “gobierno” y “modelo” capitalista, de derecha o de izquierda, “popular
y democrático” o no, neoliberal o antineoliberal, garantizará jamás el 100% de sindicalización y tasa
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sindical significativa, porque es contrario a la lógica inmanente del capital, a la dictadura económica
del capitalismo global.
En Colombia el tope máximo de sindicalización ha sido apenas entre el 13% y el 15%, en 1965 y
16% en la década de los 80’s, donde se empezó a fraguar el genocidio sindical. No existe ningún
fundamento empírico, estadístico, histórico, sobre la cobertura total de sindicalización o altamente
significativa de los países capitalistas, desarrollados o subdesarrollados. Aunque es cierto que en
diferentes periodos en algunos países imperialistas y emergentes si haya habido tasas grandes, e
incluso en los estados obreros burocratizados con economía planificada del siglo XX, las tasas de
sindicalización hayan sido son lo más cercanas a la “media” (el 50%), que incluso la superen
levemente, en épocas de “boom”, “concesiones burguesas” y producto de revoluciones socialistas.
No obstante, por ejemplo, la tasa de sindicalización para la actual Unión Europea en el 2009, la cuna
de los “derechos laborales”, es del 23%, tan sólo 6 puntos por arriba al nivel máximo de
sindicalización de Colombia, además de esto, el Informe Anual 2015 de la OIT señala que sólo el
25% de la población económicamente activa en el mundo son formales (vinculados a un contrato
laboral) y los cobija el derecho, el 75% están en modalidades de trabajo atípico, es decir
trabajadores informales y trabajadores semidependientes y dependiente pero sin contrato
(Delgue, 2016, pág. 41 – 42). Un absurdo que, mirándolo bien, no es absurdo, puesto que la
cobertura total y global del sindicalismo, muy significativa, incluso, por encima de la mitad es tanto
imposible e improbable como minoritaria en el capitalismo imperialista, respectivamente.
Contrario a esta postura científica, se dice que puesto que “El sindicalismo está en relación con una
fase determinada de las fuerzas productivas de la humanidad. Las luchas y reivindicaciones sociales
nacen de la explotación capitalista, y el sindicalismo era inconcebible antes de la existencia del
capital” (Maspero, 1976, pág. 8). Lo que significa que el capitalismo y sindicalismo son indisolubles
y se complementan, en este orden de ideas, la interpretación oportunista que el reformismo-
reaccionarismo sindical del SP/SR hacen en materia de derechos de afiliación es la tesis de la
progresividad de la sindicalización a la par del desarrollo temporal del capital y los sindicatos.
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Según ellos, la concentración económica del capital genera la tendencia mecánica y gradual a la
sindicalización, desconociendo la política laboral burguesa. De ahí las ilusiones sindicalistas en la
cobertura o cobijo proporcional significativo de los trabajadores, en sindicatos, para el bienestar
social general de los países, así como el apoyo electoral a miembros de la burocracia sindical o los
reformistas, al parlamento y los gabinetes.
En realidad, debemos de partir de que, en el capitalismo, el MSM-MSC jamás de los jamases
alcanzará la tasa 100 por ciento de sindicalización, de todos los asalariados heterogéneos del
movimiento obrero espontáneo o no organizado, tendrán la full cobertura de las conquistas y
derechos ganados de los organizados. Ni siquiera una tasa alta, la pregunta es ¿por qué?
Si bien la concentración de capital aboca a la homogeneidad obrera y condiciones para que estos se
organicen en la defensa de sus intereses materiales en sus respectivas híper, grandes y medianas
empresas capitalistas, el Estado capitalista, que es una dictadura de la burguesía, impide tal
concreción total, tan sólo la acepta a niveles de sindicalización en proporcionalidad media y baja.
Esto sumado a la parcialización de sectores de asalariados beneficiados por la sindicalización,
incluso a veces, vía a la legislación laboral reaccionaria y el abuso del capital, se viola el derecho de
sindicalización, por lo que el asunto varia de países y contextos históricos, de ahí que la relación
causal del mecanicismo económico y la cobertura sindical, no sea tal.
El capitalismo es el enemigo natural de cualesquiera organizaciones de clase del proletariado,
incluido el sindicalismo obrero, este es el principio económico del capital sobre el trabajo. Más aún
los ataques despiadados se dan en los ciclos descendentes y estancamientos de crisis económica del
imperialismo y capitales nacionales, de agrestes contrarreformas laborales. Al no poder exterminar
el sindicalismo, pues el verdugo necesita darle concesiones al esclavo, no puede menos que
aplacarlo, regularizarlo, domesticar el movimiento sindical y coaptarlo para su proyecto estatal de
clase, para la acumulación de capital por la acumulación misma, con unas cuantas prebendas
laborales y sindicales, nunca estables, para un porcentaje reducido de la población obrera, a la vez
que garantiza la tasa de ganancia y la competencia en el mercado interno e internacional. A veces
los escenarios no son tan positivos, pero en términos normales, de democracia burguesa, tiene a
ocurrir esto.
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En sociedades capitalistas avanzadas, es decir, en los países imperialistas, donde la combatividad y
privilegios coloniales, permiten la consolidación de poderosos contingentes sindicales, con mejores
tasas de afiliación, que a decir verdad no son la gran cosa a nivel continental, estos, no obstante,
siguen las directrices del SP/SR, de la burguesía. Las ilusiones sindicalistas en los países
semicoloniales como Colombia, que miran como “añoranza” y “faro” el avance organizativo de las
zonas imperialistas y sus aparatos sindicales dirigidos por burócratas, desconocen las condiciones
específicas que lo hacen posible: el saqueo colonial, las migajas de la burguesía imperialista, las
concesiones de democracia burguesa, exclusivas, para un puñado de países y un continente
privilegiado, la progresividad de derechos laborales y privilegios, etc.
El capitalismo en su política económica, se ve enfrentado constantemente a lidiar con las crisis
cíclicas económicas y las guerras comerciales entre países burgueses, luego la cobertura sindical
opera en la tendencia de decrecimiento, por los factores complejos generados por estos procesos.
El capitalismo en su política de estado, se ve obligado a elaborar y reformar legislaciones laborales
y constituciones que siempre tienden a defender la base material de su sociedad, la propiedad
privada y la acumulación del capital, por encima de todo, luego la cobertura sindical es menos
prioritaria a esta base constitutiva y, por consiguiente, su tasa es baja y media, fluctuante.
El capitalismo como sistema mundial, con distinciones entre países imperialistas y países
dependientes, garantiza más la cobertura sindical “media” en los primeros, por los factores
anteriores descritos que, en los segundos, luego la sindicalización total y alta en todos los países es
imposible.
“Suponiendo” que, en el capitalismo y la mayoría de países, en especial los imperialistas, existiera
una tasa de sindicalización del 100% o más del 50%, muy probablemente, habría una coaptación
sindical al régimen burgués, a gran escala. Aunque también, debido al contingente sindical
mayoritario, habría las bases para una revolución social anticapitalista, por el peso de los
asalariados en la organización de la economía, si una dirección política comandara el proceso y
llamara a la expropiación y gestión obrera del sector productivo y general de la economía, lo cual
sería lo menos probable.
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En conclusión, las “ilusiones sindicalistas” sobre “crecimiento sindical” y “más cobertura, total”, son
en esencia, anticientíficas e idealistas, oportunistas, reformistas, en suma, una deformación idealista
y utópica de la realidad material social, en lo que concierne a la sindicalización y la cobertura social.
Este es el debate colectivo y batalla política que tenemos que dar a la burocracia sindical colombiana
del SR/SP y a la base de trabajadores de conciencia atrasada, de nuestro país subdesarrollado y
semicolonial.
II. Lucha obrera, tasa sindical y derechos laborales
Los avances de la sindicalización, sus tasas de afiliación han sido en el capitalismo, son y serán fruto
de la combatividad de clase y persistencia de lucha del MSC-MSM, de la propia fuerza del
movimiento obrero, nacional y mundial, organizado y espontáneo, en sí, de la correlación de fuerzas
de la lucha de clases nacional y global, la fortaleza del trabajo contra el capital. Nada más. Aplicando
el sabio dicho popular obrero, lo podemos resumir en la siguiente frase sintética: “Los derechos no
se otorgan ni mendigan, se conquistan y arrancan al calor de la lucha organizada”, “No nos regalaron
nada”.
La burguesía, desde el trípode gobierno-empresas-fuerza militar, conspira constantemente contra
los derechos, intereses materiales, acciones, de la clase obrera, entre ellas, la tasa sindical y la
asociación.
Si la burguesía, en más de tres siglos de existencia gubernativa, expide leyes, reformas, decretos,
medidas sociales, ayudas, textos constitucionales y declaraciones de derechos humanos, tratados
internacionales, que coadyuvan a mejorar las tasas de afiliación y las libertades sindicales, no es por
la magnanimidad moral y filantropía natural de esta, sino por las presiones obreras e históricas a
que la lucha de clases entre clases sociales enemigas, la obligue a ceder, conceder, retroceder, pactar,
fingir, sin por ello perder su carácter conspirativo, de hostilidad, siendo enemiga de clase de los
trabajadores.
El fin de la burguesía es la preservación soberana, a toda costa, mediante reformas y la fuerza bruta
(“la zanahoria y el garrote”), del poder político o Estado político, el régimen, sus bienes o empresas,
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sector productivo o modelo económico, su dinero, como una totalidad social para la clase social
dominante de la época capitalista, a esto se le subordina las reformas/concesiones al movimiento
sindical y a los trabajadores, pues el esclavista necesita del esclavo, para poder vivir a costa de él.
Un ejemplo histórico nacional son las huelgas obreras y movilizaciones obreras de los 20’s, las
respuestas y arrinconadas de los gobiernos del periodo de la República Liberal (1930-1945) frente
a este avance de las luchas, que avocaron a lograr conquistas laborales de las leyes 83 de 1931; la
Reforma Constitucional de 1936; el Código Sustantivo del Trabajo, etc. Décadas después, el Estatuto
del Trabajo y los derechos laborales consagrados en la Constitución del 91, hecha para conjurar un
ascenso revolucionario de posguerra. En la arena internacional, la lucha de los obreros europeos y
estadounidenses por la Jornada Laboral de 8 horas y la demanda de los 3 ceros (8 hrs para
trabajador, dormir y cultivarse), fruto del 1 de mayo de 1886, concretado en la Ley Ingersoll, así
como la Carta Universal de los Derechos Humanos, de la posguerra, del 48. Todos estos obedecen al
tire y afloje de la lucha de clases.
Lamentablemente, la naturaleza involutiva, decadente, reaccionaria, de lucha de posiciones y
correlaciones de fuerza del capitalismo imperialista en el siglo XXI, ha hecho retroceder la conquista
de la jornada única laboral de finales del siglo diecinueve, por la extensión inhumana de esta, así
como las garantías a las libertades sindicales y los derechos laborales, de principios y de la
posguerra del siglo veinte, por los sistemáticos atropellos al derecho de asociación, en Colombia,
remontados a épocas anteriores a la segunda posguerra, en el siglo XX.
La burguesía es experta en el desmonte de conquistas sociales históricas, en el recorte paulatino de
derechos y nivel de vida de los trabajadores. Pero también en las dádivas populistas a las masas en
ciclos de boom económico, en las reformas gatopardistas presentadas como avances, en los
objetivos de bienestar social a largo plazo, como los Objetivos del Milenio de la ONU y los Objetivos
de Desarrollo Sostenible, siempre con el fin estratégico de mantener su modo de producción basado
en la su propiedad privada, sus grandes conglomerados empresariales y sus regímenes políticos. El
tiempo transcurrido muestra la habilidosa capacidad de esta clase camaleónica. Por ello, para
rematar, he aquí otro adagio popular, traído a colación: “Los ricos son lobos con piel de cordero”.
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II. Tasa sindical, reformas y revolución obrera
Las mejoras y tendencias medias en la sindicalización, esto es, los derechos de asociación sindical y
reformas, no serán jamás la solución de fondo ni la panacea de resolución de los problemas
laborales, sociales, en suma, biopolíticos (i.e. las demandas de la vida material holística) que la clase
obrera nacional y mundial, la humanidad misma, necesita para ser libre.
La solución civilizatoria y política es la construcción de un nuevo tipo de sociedad, lo cual implica la
lucha por una revolución social y obrera permanente mundial de masas, violenta, que destruya el
imperialismo, expropie a los empresarios, barra los estados burgueses, luche por el socialismo y la
construcción de los estados obreros, en permanencia hacia una sociedad sin clases, el comunismo.
Nuevamente la sabiduría política resume y nos dice: “Los pobres no deben luchar por reformar la
sociedad de esclavos, sino por construir una nueva”.
Para dicho objetivo la relación dinámica y compleja estriba en la construcción del Partido Mundial
de los Trabajadores (PMT), una Internacional Comunista post-stalinista, de legado cuartista, con
obvia expresión nacional, colombiana, en relaciones vinculantes con el movimiento espontáneo y
organizado de la clase obrera inter-nacional, el movimiento espontáneo y organizado de las masas
populares heterogéneas (MMP), sin los cuales no puede desarrollarse. Estos movimientos sociales
y políticos enfrentados a las organizaciones multilaterales de la burguesía, sus partidos, gobiernos
y Estados en conjunto, para salvar la humanidad, la vida holística.
La clase obrera global no debe ser pendeja. No debe limitarse a luchar por la cobertura de
sindicalización en una sociedad de esclavitud contemporánea, como se hizo en la edad de oro del
capitalismo (1945 – 1990) y que hoy el reformismo pequeñoburgués y sindical intenta replicar el
ciclo y vendernos esa idea de añoranza y pasado idílico, una Nostalgia Quijotesca.
Antes bien y fundamentalmente la clase obrera debe luchar por una nueva sociedad libre de
esclavitud asalariada, donde más que limitarse a expandir sindicatos para pactar la tasa de
explotación con los patrones, como buenos esclavos. La clase obrera debe crear su propio gobierno
obrero y transformar el modelo económico actual y social por uno de propiedad colectiva,
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multiplicar sus organizaciones de clase y comandar toda la nueva sociedad, sin patrones, a imagen
y semejanza de sus deseos humanos, voluntad de clase, necesidades vitales y derechos,
verdaderamente humanos. Como demostramos en el capítulo I, hay precedentes históricos del
carácter real de este proyecto de nueva sociedad, la sociedad socialista.
El crecimiento sindical y sus mejoras, a través de la lucha de movimientos, sólo pueden ser una
valiosa táctica y guerra de guerrillas, como dijo Marx en Salario, precio y ganancia, en pos de la
revolución proletaria mundial y la construcción del partido.
Sin duda hay que luchar por reformas hacia una nueva sociedad y fortalecer un movimiento sindical
contra los capitalistas, lo cual no es un fin en sí mismo, puesto que no resuelve nada el aumento de
sindicalización si no se cambia estructuralmente la sociedad, acaso en el terreno del ciclo eterno de
la estrategia de la preservación del modo de producción capitalista y su tipo de Estado, de unas
cuantas migajas a los esclavos asalariados, por último, de la perpetuación del reformismo
pequeñoburgués y la capitalización reformista de los avances sociales del sindicalismo, como lo
viene haciendo en Colombia, organizaciones institucionales-electoreras como el Polo Democrático
Alternativo.
IV. Tasa sindical y proletariado no organizado, clase obrera total
El Movimiento Sindical Mundial y Nacional (“MSM-MSC”) representan realmente a una pequeña
parte de la demografía obrera, ínfima, de ahí que la cobertura sindical no exprese como tal a la
mayoría asalariada, sino a su opuesto.
Para la circunstancia de Colombia son 821.954 trabajadores organizados en sindicatos, el 3.9% en
2009, 1.002.555 en 2016 con 4.6%, frente a más de 22-24 millones de trabajadores colombianos y
su tasa no sindicalizada del 96%. En realidad, en muchos casos, los trabajadores sindicalizados
constituyen una minoritaria “aristocracia” obrera en los países imperialistas, o una clase obrera
“privilegiada” con derechos garantizados y conservadores, tales como nivelación salarial,
convención colectiva, privilegios, etc, etc, en países no imperialistas como Colombia.
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Lo anterior nos lleva a la necesidad de reconocer, en primera instancia, una contradicción social y
organizativa entre el sindicalismo y los trabajadores, entre el movimiento obrero organizado
(“sindical”) y el no organizado (“social” o “laboral” en sí), que es la mayoría del promedio de países
del mundo, sus diferentes niveles de conciencia de clase, los vicios burgueses y pequeñoburgueses
entre uno y otro.
En segunda instancia, nos obliga a reformar o añadir una categoría económica, vital, más universal,
que la del “MSM-MSC”, pues en efecto, el marco categorial del capítulo I, es incompleto, aunque
contenga las categorías más generales y su proceso de crítica. Este proceso de reconocimiento y
ampliación nos llegar a evitar incurrir en desviaciones tradeunistas-economicistas (sindicalerismo
como ideología) y parcelación de la realidad social material, en consecuencia, de la lucha de clases
real y el movimiento real de masas.
Necesitamos, entonces, “subsumir” las partes (“MSM-MSC”) a una totalidad material de clase, una
categorización de la esencia, en que “esté” representada la mayoría obrera no organizada, la
población económicamente activa y el porvenir de una revolución de masas, es decir:
El “Movimiento Obrero Global”, Mundial y Nacional, colombiano (“MOM-MOC”), el “Movimiento de
Masas Populares” (MMP), campesinas, estudiantiles, sectoriales y barriales, etc, como indicábamos
arriba. Añadido a esto, es necesario complementar el marco categorial, cobijando un espacio político
de vida, es decir, la vanguardia consciente u expresión política global de las clases sociales
dominadas, en construcción histórica: el “Partido Mundial y Nacional de los Trabajadores” (PMT-
PNT), expresión histórica de la “Internacional” obrera de nuevo tipo, post-stalinista, acorde con la
realidad objetiva de la época imperialista y el contexto del siglo XXI.
Por último, para complementar lo dicho, debemos reconocer que el sindicalismo y los auges de
sindicalización no implican que estos sean el “agente” per se y exclusivo de la revolución social
proletaria y permanente, aunque tengan contingentes combativos y semiconscientes dentro de sus
filas. Antes bien, los actores sociales históricos son las mayorías obreras y populares, organizadas y
no organizadas, espontáneas, objetivamente, la mayoría de la humanidad y ante todo el proletariado
como clase social y sujeto social dirigente de la revolución colombiana y mundial, no la ínfima
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demografía obrera y su porción sindical, razón adicional para no hacer culto al sindicalismo
(tradeunismo economicista), mucho menos a la cobertura sindical y su crecimiento. Por eso el título
del libro es movimiento obrero colombiano y no “movimiento sindical”, porque atañe a las
condiciones de vida y derechos integrales y luchas de todos los trabajadores, no solamente de su
élite o fracción del cuatro por ciento.
¿Qué hacer? Estrategia de crecimiento y sindicalización.
Con base en el precedente material empírico y evaluativo del estado actual de la sindicalización
junto al enfoque teórico clasista (SC) de sus 4 enunciados científicos materialistas, podemos
enfrentar más en concreto, las posibles soluciones y alternativas al problema de la sindicalización
en Colombia (P2).
La pregunta inicial, polifónica y masiva es: “¿Qué hacemos, como Sindicalismo Clasista, influyente
en el MSC y MOC, para enfrentar la hilarante tasa de 3?9% y 4.6% de sindicalización?”. “¿Cómo
mejorar la re-construcción y crecimiento sindical en Colombia?”. “¿Con qué métodos, objetivos y en
qué contextos lo llevamos a cabo?”. “¿Cómo desarrollar el MSC campañas permanentes, situadas y
efectivas de afiliación sindical?”. “¿Cómo sindicalizar a las nuevas juventudes trabajadoras y las
mujeres, que no tienen contratos y estabilidad laboral, además que son oprimidas, discriminadas e
hiperexplotadas?”. “¿Cómo y para qué organizar el MSC, con los demás movimientos sociales
oprimidos?”.
Bien, a todas estas, ustedes, compañeros trabajadores, se preguntarán: “¿Cómo se hace para
resolver colectivamente ese ‘chicarrón’?”. “¿Tiene solución?”. “¿Cómo le vamos a hacer ahora que
conocemos el problema y tenemos el arsenal teórico del ABC de la crisis político-sindical y nacional
sistémica, las IV características marco históricas de nuestra época actual y los 4 enunciados
revolucionarios sobre la sindicalización?”. Hagamos una aproximación de respuesta, que en ningún
modo pretende resolver “en el papel” el problema P2, pero si contribuir a su solución colectiva de
parte de los propios trabajadores.
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Partamos de lo siguiente: el contexto histórico-social del capital y el conflicto material influye en
nosotros pero que a la vez nosotros influimos en este pues somos agentes colectivos. Dicho contexto
combinado no es otro que el proceso económico imperialista, sus políticas públicas en nuestro país
por el gobierno y los empresarios, junto al proceso de paz y su coaptación.
Al parecer, tras un proceso prolongado y contingente de posconflicto capitalista, en el transcurso de
1 o 2 décadas y próximos decenios, esto es, al existir una desaparición tanto de la insurgencia
pequeñoburguesa aislada de las masas, que por décadas luchó y luchó, sin éxito, contra el régimen
político burgués y llevó al barranco el proceso revolucionario colombiano, como de los
paramilitares, junto a la neutralización y control más efectivo del narcotráfico y sus bandas
criminales, similares al México actual, ambas agentes ilegales al servicio de la burguesía, los
trabajadores del campo y la ciudad tendrán mejores condiciones para desarrollar sus luchas.
Es decir, al darse este proceso contradictorio y aumentar la lucha de masas en contra del régimen
antidemocrático del 91, probablemente mejorarán las condiciones de organización del MSC, en la
nueva situación de las próximas décadas y años del mediano plazo, con una lucha de clases no
distorsionada y seminormal, es decir, signada por la violencia de una sociedad capitalista
semicolonial, golpeada por la ofensiva imperialista-neoliberal, con el auge y control del narcotráfico
y la permanencia de los monstruos de miseria urbana y rural, como lo es el “espejo” de Colombia,
en el que el MSC podrá desarrollar mucho mejor su lucha.
Al desaparecer el tinte guerrillerista y derrotar el terrorismo de estado, las estigmatizaciones
público-privadas, se concretará un tibio o digno proceso de reparación al MSC, según la correlación,
en el que muy probablemente el MSC podrá defender mejor sus derechos de asociación y avanzar
en la sindicalización, tendrá un saludable respiro, que le permita potencializar la lucha.
Los obstáculos imborrables los dicta el propio presente, por ello no podemos saltarnos la malla de
la historia, su contexto objetivo. Los procesos de la Habana (i.e. la “Paz Liberal”) y de Quita, la paz
en la que mejores réditos saca la burguesía, probablemente, no va a conceder grandes reformas
democráticas, cualitativas, altamente beneficiosas a la clase obrera colombiana. Siquiera habrá
contrarreformas, no implementación y reformas de reacción democrática y gatopardistas, tibias, de
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centro derecha, debido, entre otras, al fracaso de la propia insurgencia, en proceso de
reincorporación al régimen política y desmovilización, como a la debilidad política de la izquierda
colombiana y del propio movimiento de masas, en proceso de exterminio y reducción, tras décadas
de conflicto armado.
La llegada de la paz no es producto ni de una revolución social, ni de un arrinconamiento que obligue
al régimen a hacer grandes reformas democráticas en materia de sindicalización, como llegaron a
sostener en los inicios y con “pecho de paloma” las FARC-EP, sino que es un proceso
meticulosamente controlado por la burguesía después de una guerra prolongada.
El no cese al fuego prolongado de estos casi 2 años, la maestría negociadora de la delegación del
gobierno en la Habana, el apoyo internacional del imperialismo, la nueva Ley de Baldíos (“Zidres”)
y la Ley 1148 de Víctimas, que fomenta la impunidad y las faltas de garantías en reparación, los
forcejeos de los Acuerdos de la Habana y la derrota del plebiscito de paz con la victoria del NO
uribista y reaccionario, el débil eco de la propuesta insurgente de una nueva Constituyente Nacional,
el terreno de lucha inter-burgués, la alianza de la insurgencia y una franja de la izquierda y la
burocracia sindical con el Santismo y el establecimiento, la indiferencia mayoritaria de la población
ante el Proceso de Paz, ante una guerra ajena a ella, probablemente, parecen atestiguar esto.
Frente a la hipotética situación progresiva de finalización del conflicto armado, necesaria para la
organización de la resistencia obrera y la revolución permanente de Colombia, el avance de
sindicalización y la reorganización sindical y política de la izquierda, etc, etc, está también la tesis e
hipótesis altamente probable de la preservación estructural de la situación profundamente
reaccionaria, esto es, el modelo económico arrasador de acumulación imperialista en Colombia,
conspirador de los derechos de los asalariados. Este es el obstáculo objetivo del problema 2 de la
sindicalización, su malla de contención permanente, pese a los avances que le brinde tras la
finalización del conflicto armado.
El imperialismo, como lo entendemos los clasistas revolucionarios –no al modo oportunista del
reformismo, basados en la doctrina y estrategia de los nacionalismos burgueses del siglo XX-XXI–
es la real desgracia, gangrena, obstáculo y enemigo hegemónico de todos los pueblos y trabajadores
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del mundo, incluido el de Colombia, de la clase obrera en su conjunto, al que debemos llamar a
combatir en el posconflicto capitalista y en el proceso de tránsito a este, por parte de los agentes del
MSC y el SC.
El imperialismo, como capitalismo monopolista desarrollado, con características avanzadas y
desiguales en nuestro país y en los inicios del nuevo milenio, es el modelo económico de la burguesía
colombiana y mundial
llamado a derrotar, vía a una revolución socialista que logre la liberación nacional y la expropiación
burguesa, es decir, la combinación de tareas socialistas y democráticas, que extiendan el cambio a
todo el mundo, a su vez, vía a la resistencia social y sindical, preparatoria, al capital, por las manos
y cerebros del MSC y el movimiento de masas, la izquierda, el partido obrero revolucionario y el
Sindicalismo Clasista.
El MSC-SC no puede reflexionar sobre el crecimiento sindical, las condiciones de sindicalización y
avance de los derechos sindicales de asociación y derechos laborales integral, sin atender el
problema esencial del imperialismo capitalista en Colombia, tocadas en el ABC de la crisis, las IV
generalidades de la época y los 4 enunciados marxistas sobre la sindicalización: i. capitalismo y tasa
sindical, ii. lucha obrera, tasa sindical y derechos laborales, iii. tasa sindical, reformas y revolución
obrera, iv. Tasa sindical y proletariado no organizado, clase obrera total.
En el plano concreto, la cruda realidad colombiana es que la ingeniería de las políticas públicas
burguesas, las tácticas legislativas y del mercado laboral de los patrones, el conservadurismo
sindical de las Centrales Obreras y el reaccionarismo del Estado-patrón condenan a las masas
obreras y populares, sufrientes y precarias, a la no vinculación generalizada a sindicatos, a su
atomización e impotencia, a la falta de respuesta efectiva y planificada de las tácticas clasistas y
estrategia revolucionaria de lo más avanzado del SC, así como al SR, el MSC-MOC en su conjunto,
frente a esta situación de opresión económica de grandes y alarmantes proporciones. No es un
secreto que en Colombia el derecho de asociación sindical es permanentemente violado en el sector
público y privado, bajo el más reaccionario y vil arsenal ideológico del empresariado y de los
gobiernos cómplices de los próximos decenios. Sus decibeles son dramáticos.
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Frente al problema de la sindicalización P2, en lo que se refiere a las tasas mínimas o bajas de
afiliación sindical, considero que debe haber una reconfiguración del SC y del MSC-MSM en general,
puesto que no estamos respondiendo acertadamente a las dinámicas del momento ni estamos a la
altura organizativa del reciente periodo (1986-2018…) en el juego burgués-neoliberal de poderes.
Como bien señala Luis Alfredo Burbano, del CEDINS – ENS (Corporación para la Educación y la
Investigación Popular), los sindicatos de Colombia, en especial los de industria, la burocracia
sindical mezquina de las Centrales Obreras: “se limitan a los trabajadores que tienen estabilidad
contractual y de oficio y son extremadamente inflexibles ante la flexibilidad del capital” (Pinzón,
Paredes Goicochea, & Alfredo Burbano, 2011, pág. 175). Esto genera que se pierda la adecuación y
correlación de fuerzas a favor del MSC en la nueva realidad del capital neoliberal, al despreocuparse
por las condiciones del conjunto de los asalariados colombianos, las nuevas generaciones,
favoreciendo su diminuta porción sindical con contratos de trabajo estables, sus prerrogativas o
derechos laborales conquistados, sectorialmente parcelados y minoritarios.
La estrategia clasista que se debería y podría impulsan en el MSC y el SC es buscar las maneras de
promover la afiliación entre los sectores asalariados precarios, flexibles, de los servicios del sector
privado, los informales, las nuevas generaciones obreras como la nuestra, las aglomeraciones
sociales del proletariado más explotado y no organizado, aquellos que ganan menos de un Salario
Mínimo Legal Vigente (SMLV) y los que ganan entre 1 y 4 SMLV, mediante adopciones clasistas
propias del Sindicalismo Clasista como lo son:
La organización de movimientos de desempleados temporales o desocupados, con la solidaridad de
las Centrales. Las exigencias sociales de empleo y obras públicas al Estado, paralelo a las plenas
garantía de los derechos de asociación en entidades del Estado. Los comités obreros de empresa y
los sindicatos de informales, apoyados por los sindicatos y las Centrales Obreras, ante el Ministerio
de Trabajo. Mayores Acciones de respuesta solidarias en los conflictos laborales de las empresas,
sean o no sindicalizados, pero en la perspectiva de organizarlos. El impulso de los sindicatos de
oficios varios, sin importar su sector ni condición contractual, así como los sindicatos aglutinados
por un referente territorial, zonales, federados por ramas y sector de empresas, para impedir que
la patronal rompa los sindicatos, como continuamente lo suele hacer.
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No hay que desestimar tampoco el incentivo de las movilizaciones obreras y populares, la
construcción de pliegos de lucha por el salario digno y por la batalla de la derogación de los
contratos basura, tercerización laboral y precariedad, los Contratos Sindicales y las Cooperativas de
Trabajo Asociado, por la estabilidad laboral ante el estado y con el apoyo y organización de un gran
movimiento de los trabajadores afectados por estas modalidades.
La adopción de una actitud positiva de permisividad y política hábil de maniobras por parte de las
Centrales Obreras, en especial y más factible, de la CUT, para organizar nuevas generaciones
laboriosas, en sindicatos, mediante formas de vinculación flexibles a los sindicatos y la Central, para
lo cual es necesario una Reforma Estatutaria y una nueva política sindical volcada a los informales,
precarizados y tercerizados.
La exigencia social al Ministerio del Trabajo y el gobierno nacional para la asesoría sindical y
pedagogía del MSC en las empresas públicas y privadas del país, para atraer al contingente de
asalariados no organizados sindicalmente a la lucha laboral, paralelo a la “Cátedra de la paz” y de
“Constitución Cívica” en el sistema de educación, los “comerciales” sindicales y programas en la
televisión pública. Luchar porque la Cátedra de los Derechos Humanos y Laborales, sea obligatoria
en los niveles medios y superiores, en un contexto de posconflicto capitalista, con penalización para
las empresas e IES que no cumplan.
Promover compromisos y forcejeos para que en el posconflicto del capital en el uso de los medios
como la T.V y la radio, el empresariado y el gobierno burgués reformen su política antisindical de
silencio, de ortodoxa y satanización del sindicalismo. Se debe impulsar y exigir sanciones y
condenas internacionales, multas pecuniarias y cárcel para los patrones que violen el derecho de
asociación y no acaten las medidas del Ministerio de Trabajo, a la par los sindicatos, mediante los
comités obreros de base, legales o clandestinos, en las empresas, deben promover huelgas, paros de
producción, acciones simbólicas y solidarias, siempre que se vulnere el derecho de asociación y
proliferen abusos laborales.
La batalla por la reparación colectiva del gobierno y las empresas al MSC, debe plantear mecanismos
de derogación y reforma de leyes laborales, que permitan el crecimiento sindical y disminuir los
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requisitos para crear un sindicato de trabajadores. Se deben propiciar fondos y espacios de
investigación en los sindicatos, las IES públicas y las elaboraciones teóricas del partido
revolucionario y la izquierda, sobre las nuevas relaciones laborales de precarización, tercerización,
informalidad, subempleo, las respuestas organizativas sindicales mundiales y nacionales que se han
dado y que pueden darse a estas nuevas masas obreras, para guiar y formular planes colectivos de
soluciones.
En compendio, todo este abanico de tácticas organizativas y de presión, así como otras que
construyamos de modo colectivo y planificado, asimismo, las que nos legue la historia de la lucha
de clases colombiana y mundial, mediante un estudio materialista de la sociedad, deben hacer parte
de una Estrategia Clasista de Sindicalización (ECS) de la clase obrera colombiana.
Viendo la estrategia sindical, desde una perspectiva revolucionaria, no es sino una “gran táctica”
diversa y flexible para la verdadera “estrategia de estrategias”, “la tarea de tareas” de la humanidad
laboriosa, que no es otra sino la construcción del partido revolucionario en las masas obreras y la
movilización de las masas por una nueva sociedad, hacía la revolución anticapitalista en Colombia
y el mundo, según los 4 enunciados marxistas bolcheviques perfilados, de tal modo que permitan
simultáneamente una adecuación crítica y de resistencia obrera al régimen-modelo capitalista
neoliberal de Colombia, su reforma y a la vez su superación.
Eso significa que el nivel adaptativo al terreno de lucha de clases debe ser la adecuación organizativa
y estratégica al campo labor reaccionario del enemigo en el que nos tocó pelear en nuestro momento
histórico, siempre en beneficio de la afiliación sindical y el derecho de asociación integral, pero
también combativa del modelo actual y en avance de posiciones, lo cual es imposible hacer sin que
la Estrategia de Crecimiento Sindical (o ECS) contemple los siguiente ejes combinados, no
excluyentes.
Eje de una nueva política de construcción sindical
La política sindical ya no responderá a un modelo económico keynesiano o semikeynesiano, donde
el Estado burgués garantice la estabilidad laboral y los derechos laborales, etc. Antes bien hará una
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re-configuración organizativa de respuesta al modelo económico neoliberal imperialista y Estado
burgués mayoritario contemporáneo, garante de la flexibilización del mercado laboral, violador
sistemático de los derechos laborales y con solo maquillajes de su política pública laboral.
En este sentido, todas las todas las tácticas sociales sindicales (algunas nombradas arriba y las que
construya la experiencia histórica de la clase obrera) que respondan al Eje, son legítimas y deben
ser implementadas por el conjunto del MSC:
Comités obreros de empresas, sindicatos flexibles y reforma estatutaria para las condiciones
flexibles de afiliación. Movimiento de desempleados y precarizados, asesoría sindical en empresas
sin sindicatos. Cátedras de Derechos Humanos y Laborales, en barrios obreros y las empresas.
Acciones de solidaridad sindical frente a abusos laborales a desindicalizados y Coordinadoras
Sindicales de Lucha. Investigación científica sobre el cambio de la regularización del trabajo y la
respuesta del movimiento sindical y obrero mundial, a este flagelo, junto y combinado a las formas
organizativas y tradicionales del MSC, para avanzar en la afiliación, etc.
Eje de reforma de la legislación laboral
El objetivo del MSC no es adaptarse “per se” al modelo imperialista (semicolonial neoliberal) de
Colombia, resignarse a él, conservarlo y respetarlo por los siglos de los siglos. Por el contrario, se
debe aprender a luchar en este campo laboral reaccionario del enemigo para asestarle golpes a la
clase empresarial y el gobierno, para transformar el modelo económico, vía a una reforma laboral,
por medio de la resistencia de masas y una revolución social.
La lucha de clases lleva entonces al MSC-MOC a una «actitud reactiva», de «resistencia», con varios
rumbos estratégicos y, por lo menos, 3 escenarios históricos de una legislación laboral mucho más
favorable.
En su efecto positivo, sólo mediante una revolución socialista podremos implantar medidas
democráticas que permitan abolir y derogar esta reaccionaria legislación laboral burguesa de
Colombia para reemplazarla por una nueva legislación obrera y popular, una Reforma Laboral
Anticapitalista, similar a los modelos de 15 Estados obreros del siglo XX, como la Revolución Rusa
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de 1917 y la URSS, pero más progresivas y actualizadas, que beneficien realmente a la vida de los
trabajadores colombianos y la sindicalización.
Esta es la tarea estratégica suprema y permanentista del ala revolucionaria del Sindicalismo Clasista
de Colombia, jaloneando al movimiento obrero organizado y espontáneo y el movimiento popular
y de masas, es decir, todo el pueblo, basado en los 4 enunciados revolucionarios sobre la “cobertura
sindical”, expuestos en este capítulo. Es la solución realista, no maximalista, a los problemas
biopolíticos (o vitales integrales) de los trabajadores: empleo, trabajo, vivienda, salud, educación,
cultura, participación política, etc.
En su defecto negativo, un Acuerdo Laboral entre el gobierno, la clase capitalista y la clase obrera,
vía a la movilización de masas y presión parlamentaria sólo serán conquistas mitigadoras de la
inestabilidad laboral que en ningún modo alterarán de conjunto el modelo económico neoliberal.
Este es el “programa máximo” e ilusorio de la burocracia sindical del Sindicalismo Reformista y la
socialdemocracia, a la que le cedería la burguesía, como medida reaccionaria.
Algo así como el “Pacto Agrario” de 2013, firmado entre el Gobierno de Santos y las Dignidades
campesinas, después de poderosas movilizaciones en todo el territorio nacional, con apoyo de
sectores urbanos, mediante cacerolazos, etc, sólo que esta vez se daría en el MSC, el movimiento
obrero organizado, como se sabe con muchos incumplimientos del gobierno. En el fondo, el Acuerdo
es una solución de reacción democrática, de freno, gatopardista y paliativa importante, que en lo
substancial, no cambia nada, pero según las circunstancias históricas de los conflictos obreros
locales y nacionales, puede ser un avance de las luchas sí hay una conciencia elevada de las masas
obreras, de que no es suficiente esto, pues el clasismo sindical lucha por reformas para los
trabajadores sin olvidar su objetivo supremo: la lucha por el poder político para los trabajadores y
una nueva sociedad.
En un ámbito combinado de factores, de la mitad, contradictorio, podría darse una revolución
democrática (que erija un gobierno de izquierda capitalista) el cual podría traer una transformación
“cualitativa”, pero temporal, del “modelo” económico neoliberal del capital, no el sistema de
producción-gobierno del capitalismo, es decir, mejorará notablemente la estabilidad laboral,
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mediante una Reforma Laboral democrática, pero será efímera e insuficiente para el nivel de vida y
la liberación real de la clase obrera.
Esta es muy llamativa a la lucha etapista del oportunismo estalinista y el izquierdismo
pequeñoburgués. Es una solución reformista que contribuiría a mejoras no cualitativas del nivel de
vida de la clase obrera y los sectores populares, por tanto, es muy limitada, además de una traición
al proceso social revolucionario.
Un paralelo histórico de esto es la Revolución Mexicana (1910) o la llamada Revolución Bolivariana
(1999) de los llamados “Gobiernos progresistas” de América Latina o europeos, por los que “riegan”
la baba la burocracia sindical y la izquierda reformista colombiana, pero que están en rotunda crisis,
pues estos empezaron a aplicar planes laborales neoliberales, dictados por los empresarios.
En últimas, la baraja del problema P2 de la sindicalización estriba en la correlación de fuerzas
subjetivas y objetivas, el contexto histórico mundial y la política de las direcciones políticas,
reformistas, centristas, revolucionarias, contrarrevolucionarias, nacionales e internacionales, para
impulsar, impedir o frenar el proceso histórico «reactivo-resistencia» del MSC-MOC-MMP
(movimiento sindical, obrero y de masas populares). Los escenarios contingentes-prospectivos no
previsibles y cambiantes del postconflicto capitalista, en las próximas etapas históricas nacionales,
median entre las siguientes tensiones históricas posibles:
1. O un Acuerdo Laboral del MSC y el gobierno burgués nacional de turno (Al), en el que, vía a la
movilización y ascenso de luchas sociales se conquisten demandas democráticas laborales
sectoriales o generales que obliguen al gobierno a mitigar la inestabilidad laboral y permitan
mejorar el derecho de sindicalización, sumados a los avances laborales y derechos en el posconflicto
capitalista.
2. O una revolución permanente en Colombia contra el régimen-modelo neoliberal y político de
1991, que bien sea una revolución de carácter democrático (Rd) <> o de revolución carácter
socialista (Rs), en el que la espacialidad temporal dialéctica (“<>” = evolución/involución temporal,
avance/retroceso) del medio social-tensión y el jaloneo de ambas, sea:
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O bien la revolución permanente o la resistencia de las luchas obreras y populares, la cual traiga
consigo respectivamente o un Acuerdo laboral parcial y localizada (Al) <> o Reforma Laboral más
general y nacional (Rl) de tipo des <> anti neoliberal <> anticapitalista (Al ó Rd < Rl > Rs). Por ahora,
atengámonos a la existencia realmente existente del mercado laboral y modelo económico de
Colombia e internacional, condicionante de los escenarios.
3. La contrarrevolución económica permanente, el Pacto de clase Antilaboral (Pal) y unidad
burguesa del empresariado y el gobierno y las facciones capitalistas, contra la sindicalización, la
estabilidad laboral y el bajo nivel de vida de las masas laboriosas, populares, de Colombia.
Tendencia existente y dominante del presente, toda una estrategia del capital y sus agentes, contra
la clase obrera colombiana, regional y mundial.
Tengamos en cuenta y aferremos a la frialdad materialista, esto es, la hegemonía política y
dominación legislativa y discursiva cultural la ejerce el uribismo-santismo-llerismo o derechismo
burgués, la burguesía y el imperialismo yanqui y europeo.
En segundo plano estaría la reaccionaria e ínfima socialdemocracia reformista o centro-izquierda
oportunista y la situación de derrota relativa permanente del MSC, el ABC de la crisis nacional
permanente, debida, en parte, a la política desmovilizadora de la burocracia sindical y la izquierda
reformista, pues la responsable principal es la clase capitalista colombiana y extranjera.
Democracia obrera y reorganización del movimiento sindical
Al momento de escudriñar el problema de la democracia sindical (P3) no partimos desde el tramo
inicial de la montaña por escalar, sino divisamos un avance ponderable, cuestas arriba.
En el capítulo uno de investigación materialista hicimos un avance discursivo teórico, argumentado,
sustentado, del por qué ni el Sindicalismo Patronalista (SP) ni el Sindicalismo Reformista (SR)
representan la democracia sindical obrera. Vimos por el contrario más plausible, con mayor grado
de validez, al Sindicalismo Clasista (SC) en lo que se refiere al modelo de sociedad, los aspectos
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morales de su accionar o de cultura sindical, la democracia obrera-sindical, de clase, que propugna
de modo emancipador y los desenmascaramientos de las trampas ideológicas del SR/SP y su lucha
en el ámbito organizativo, del día a día. Es desde ahí que partimos para subir por la montaña del
conocimiento y la acción política sindical sobre el entramado de la democracia obrero sindical en
Colombia.
La dimensión compleja de la crisis sindical es la crisis de la democracia sindical, como vimos en el
capítulo I cuando hicimos una contribución a la crítica marxista de la idea de democracia. En su
contemporaneidad la democracia burguesa parlamentaria y sindical expresa en su esfera de
actividad social la crisis de la putrefacta democracia capitalista en su conjunto del SR/SP y el
capitalismo como contexto de elección, discusión y deliberación, etc.
Por ello decimos que la “crisis de la democracia”, en el ámbito sindical es un problema internacional
pues, por ejemplo, las burocracias sindicales y la politiquería sindical prosperan y existen en todos
los países capitalistas del mundo, en especial, en los imperialistas y grandes filiales de la
Confederación Sindical Internacional. El burocratismo sindical, la antidemocracia y la corrupción
sea un problema de índole internacional, inherente al sistema capitalista y sus esferas sociales, de
su orden, con la huella particular de presentar expresiones nacionales peculiares.
Entre las más diversas, elementales y podridas manifestaciones nacionales del fenómeno de la
antidemocracia obrero-sindical y burocratismo sindical de Colombia, que ya son imposibles de
ocultar en la sociedad. Al interior de las organizaciones de los trabajadores, a expensas de la
voluntad del “dispositivo de mutismo”, la olla exprés revienta y esparce el siguiente “estiércol
social”:
El nepotismo y clientelismo patronal de las burocracias del Sindicalismo Reformista/Sindicalismo
Patronalista se perpetúan en las Centrales Obreras y sindicatos por décadas. Cuando estos expiran
o deciden retirarse, por mor de la división del trabajo, relegan y crean nuevos parásitos burócratas
sindicales, que reciben migajas y prebendas de los patrones y el gobierno, para vender a los obreros,
muy parecido a los corruptos partidos de los empresarios y de derecha con respecto a la
administración pública.
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De igual modo, la profesionalización burocrática de la labor sindical como una “profesión” especial
en el que imperan los interés personales de índole económica, donde el soborno de la burguesía
corrompe a los dirigentes obreros, por lo que su grado de especialidad, desde sus “poltronas”, los
hace ponerse por encima y alejados de sus afiliados, constituyendo un verdadero abismo sindical y
tensión social entre la “base-dirigentes”, con resultados fehacientes que no son otros sino el
atentado a la democracia sindical y la pérdida de las conquistas laborales de los trabajadores
colombianos.
La débil participación de las bases sindicales mayoritarias de trabajadores, los afiliados, en el
proceso decisiones, hace constituir mandos de orden centralista y burocráticos por parte de las
directivas sindicalistas enquistadas, sin ningún espacio de interlocución asambleario entre ambos
u existencia de un órgano decisorio de las mayorías afiliadas.
Asimismo, la privación y castración de la capacidad de iniciativa obrera, de lucha directa contra los
patronos, debido a la dependencia, supeditación y coaptación de los sindicatos, a los intereses
partidistas de la burguesía, las empresas capitalistas, el gobierno del capital y las centrales
sindicales internacionales, no como un todo en el MSC, pero si como tendencias de una epidemia
social que afecta de modo principal a quienes conducen las organizaciones de los asalariados.
Por otro lado, la ausencia relativa y total de representación consecuente en la defensa de los
derechos laborales de los afiliados y no afiliados, la sociedad de trabajadores en su conjunto, por
parte de las directivas de las Centrales Obreras y de los sindicatos, en pliegos colectivos locales y
nacionales (negociación del salario mínimo), conlleva a incurrir en acciones entreguistas,
conciliadoras y corporativistas, propias del SP/SR.
La jubilación burocrática, la burocratización y falta de relevo generacional de dirigentes sindicales
en el MSC es un “nodo social” en que está involucrado e embardunado absolutamente TODO el
movimiento sindical colombiano y sus tendencias políticas SP/SR/SC.
Por otra parte, la política desmovilizadora, pasiva, quietista, promovida por la cúpula sindical como
el que más ha abandonado de manera paulatina y palpable los métodos efectivos de acción colectiva
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obrera, en los que emerjan el protagonismo y tesón de lucha de los trabajadores, como agentes
sociales de cambio, antes bien los han feriado e intercambiado por la heroicidad de las “comisiones
de concertación”.
Finalmente, existe una falta de garantías democráticas en los procesos electorales sindicales, donde
se ve el aplastamiento y discriminación de las posiciones clasistas, es decir, de defensa de los
trabajados. Se presentan episodios cotidianos que inducen a que sean conculcados los derechos de
las minorías políticas en los sindicatos y en las Centrales obreras, que combaten a la burocracia
sindical y el reformismo.
Por la emergencia y salida a la luz pública de estos “fenómenos sindicales antidemocráticos”,
propios de la democracia burguesa, es que aumenta el grado de inconformidad social del poder
constituyente obrero, pues el ambiente de crítica cada vez más tiende a agudizarse, no solo entre la
franja de los trabajadores organizados convencionales sino también entre los que no lo están, está
última resulta ser la opinión más mortal para las huestes del sindicalismo obrero colombiano.
Es bien sabido que en la opinión pública masiva y el grueso de la clase obrera nacional el
sindicalismo obrero colombiano carece de legitimidad, credibilidad, renovación,
identificación, debido a la crisis en la democracia sindical orgánica, burocrática, las
manifestaciones más degeneradas y corrompidas de su seno.
Por su parte y con maestría mediática, la propaganda burguesa no escatima esfuerzos en estimular
los índices bajos de favorabilidad y satanización del sindicalismo, pese a las infructuosas
concesiones del Ministerio del Trabajo de Santos I y II, por darle un rostro más amable a la labor
sindical.
En Colombia (y en la mayoría de países), el sindicalismo en crisis es sinónimo de burócratas
sindicales y corruptos, no de organizaciones sociales de clase en defensa de los derechos y nivel de
vida de los trabajadores. El sindicalismo colombiano es una desgracia social, un experimento
cristalizado, estancado, está en una profunda crisis de democracia interna.
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El sindicalismo colombiano es equiparable a prebendas laborales y pactos sectoriales con el
gobierno, no de lucha transformadora del país que beneficie socialmente al conjunto de los
asalariados.
El sindicalismo colombiano produce en la población trabajadora, la apatía más extrema,
negativismo acentuado e indiferentismo preocupante, con picos no convencionales a los de
cualquier país capitalista, que goce de demografía obrera normal.
El sindicalismo colombiano es semejante a pensionados, jubilados y viejos, muestra de ello son
las movilizaciones y marchas de conmemoración del 1 de mayo. Los manifestantes perciben el tufo
incipiente, burocrático y extemporáneo, de las Centrales Obreras, con el característico pasivismo de
sus afiliados, sus métodos “apagados” de protesta y consignas “transnochadas”, su “baja moral de
tropa” y combatividad, la ausencia de creatividad y renovación. La burocracia sindical ha
domesticado la capacidad y las energías de lucha de sus afiliados, de los trabajadores organizados,
poco atrayentes a la juventud trabajadora.
Si al decir de Vladimir Lenin (Gutiérrez, 2017), Karl Marx y el filósofo colombiano Carlos Eduardo
Maldonado (Maldonado, 2013), la revolución y la protesta social son la fiesta de los pobres, el
sindicalismo colombiano es entonces, en su gran mayoría, un funeral o marcha de amargados y
zombis, base apagada, con ladridos de burócratas sindicales, perros viejos.
Como señalan los clasistas, “Hoy la CUT [y las demás centrales burocráticas] ha[n] perdido poder
de convocatoria [y movilización luchadora] porque su dirección se dedica a actuar como los perros
viejos que ladran echados y no inspiran ni el más mínimo temor a los que le ladran, es decir, a los
representantes patronales y el gobierno” (Secato, 2018).
Sumado a esto, frente a la agitación y propaganda sindical, dice un miembro de la Corriente Sindical
Clasista: “es importante que nos preguntemos cuántas veces hemos gritado las consignas con
fuerza, con claridad y con convicción. Lo hemos hecho en innumerables ocasiones y habrá que
seguir haciéndolo, pero hay que decir que el hecho de repetir lemas sin nada más no nos acerca a
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los jóvenes: tenemos que buscar formas nuevas, encontrarlos en las redes sociales y hacer un
esfuerzo de diseño para que nuestro material publicitario deje de ser feo y aburrido, para que los
comunicados dejen de ser panfletos eternos que nadie lee. No podemos creer en el poder mágico de
una frase. Hay que buscar una estética sindical que mantenga el espíritu de lucha, pero que también
recoja los símbolos que hoy manejan los jóvenes trabajadores” (Taboada, 2013).
Los fenómenos antidemocráticos “abstractos” que se “condensan” conceptualmente en estos 25
años de luchas económicas y juicios morales colectivos, en el ABC de la crisis, tienen la “continuidad
de crisis” de 4 manifestaciones “concretas”, recientes, de crisis contemporánea de la democracia
sindical, señalados en capítulos anteriores.
1. El descontento social y sectorial, la profunda crisis de representación del MSC en la concertación
tripartita del Salario Mínimo Legal Vigente (SMLV) en el año 2013-2014, la tendencia de
continuidad anticipada en el 2015 y 2018 con el nefasto papel “actoral” que desempañarán el
“santista decente” Roberto Gómez, el “esquirol converso” y “polista” Luís Pedraza, el
“desapercibido” y “desprevenido” Luís Morantes, en la Comisión Permanente de Concertación de
Políticas Laborales y Sindicales, desde el 3 de diciembre hasta el 30 de diciembre, por decenios,
hasta que las bases dignifiquen la labor sindical y en conjunto con el pueblo se rebelen. Trabajadores
y trabajadoras, ¡Feliz Navidad! ¡Feliz Año Nuevo de mísero salario! Les desea la podrida burocracia
sindical chichombiana del Sindicalismo Patronalista y Reformista.
2. La permisividad de las Centrales Obreras –a excepción quizás, de la tibia CUT– a las políticas
gubernamentales imperiales de los TLC y el Plan Obama-Santos y ahora Trump, con el mutismo
sobre la violación incivilizada de los derechos laborales en Colombia.
3. El aval directo que la burocracia sindical brindó al gobierno nacional con el fin sacar a Colombia
de la lista negra de países violadores de los DDHH y laborales, en los organismos internacionales
como la Corte Interamericana de los Derechos Humanos (CIDH).
4. El escándalo de corrupción en las elecciones 2013 de CUT-FECODE y malversación de fondos, que
sembró un bochorno en la cerviz de la burocracia sindical de la CUT, al modo de los “hilos” de la
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Espada de Damocles, puesto que la cólera física y fuego tenue de sus afiliados, antes y después del
proceso electoral, con el voto en blanco y la opinión colectiva en contra de sus “representantes” y
sus temas de negociación, es cada vez más aguda. En las elecciones de 2018 se corre el riesgo de
incurrir en un nuevo escándalo.
La explosión de la furia de la base por esta situación se dio en el febrero – marzo 2015, cuando 300
miles docentes del sector oficial entraron en Paro Nacional Indefinido de 15 días, doblegando la
voluntad de la Ministra Parodi y sus dotes para hacer promedios y el Jefe de Estado, abanderado de
la educación. El Paro Nacional Magisterial de 2017, también fue glorioso.
El pliego iba por un aumento salarial del 28% y otras demandas laborales y por la educación pública
y las condiciones laborales de los maestros 1278, sin embargo, al final, la Dirección de FECODE
entrego el paro, con un preacuerdo anticipando y promesas con el gobierno, generando indignación,
rabia y furia colectiva de la base magisterial.
Comentarios por redes sociales, consignas públicas de miles, en contra de la burocracia sindical,
revocatoria de directivos en Cali y resoluciones anti burocráticas en el Sindicato Único de
Trabajadores de la Educación del Valle (Sutev). Finalmente, se saboteo y pintadas justas y clasistas
en la sede de Fecode en Bogotá, con pintas como: “Ratas”, “Vendido$”, “Las bases fuertes…la
dirigencia débil”, “A conformar comisión de la educación”, “Cobardes”, etc, etc, hicieron parte de
una verdadera rebelión de las bases.
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¿Qué hacer? Estrategia de democratización sindical clasista
El problema de la democracia sindical (P3) en nuestro país es inherente y semejante pero no
igual al problema de la afiliación y el derecho de asociación (P2) del título anterior. Aunque esté
ligado íntimamente al modelo de acumulación imperialista es insuficiente si no se añade un análisis
de la crisis de dirección política revolucionaria del proletariado y las masas. Para hacernos
comprender, llamémosle coloquial y de modo más o menos equivalente la “crisis de la izquierda
colombiana”, la “crisis de la representación”, de la “democracia” en los sindicatos, tan resonante en
el mundo contemporáneo de hoy.
Como pudimos analizar en el ABC de la crisis, la responsabilidad colectiva y temporal de la crisis de
la democracia sindical tiene su explicación originaria, en primera instancia, en la propia praxis y
ethos de las direcciones políticas de los partidos burgueses derechistas, como el Liberal y el
Conservador, Centro Democrático y de la Unidad, que han tenido cierto acumulado de influencia
sindical producto de la ingeniería gubernamental e industrial.
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Seguida de ella, de la imputación de cargos a la reaccionaria burocracia sindical y la izquierda
reformista de los últimos 25 años, desde el “mito fundacional” de la CUT, donde el reformismo
pequeñoburgués mostró su política viva en su más cruda expresión.
Para culminar el proceso, debemos no opacar ni censurar, sino sacar a la luz la latente debilidad y
claudicación de la izquierda centrista y revolucionaria, el sindicalismo clasista, presionado por una
de las ofensivas reaccionarias y ciegas más feroces de la burguesía y el capital a partir de las décadas
de los 90, que objetivamente la llevaron a retroceder al puesto de retaguardia y marginalidad,
tratando de sobrevivir.
Este es el marco de explicación general y último de la crisis de la democracia sindical en Colombia,
una responsabilidad compartida en el que los culpables directos del fracaso de las luchas obreras
organizadas del MSC son: el reformismo partidario-tradeunista y la influencia multilateral de la
burguesía como clase social viva actuante en la esfera social y sindical.
Ahora bien, tomando como “guías” los fenómenos antidemocráticos y sus responsables, podemos
presentar una postura obrera revolucionaria, clasista, alternativa, frente al complejo problema de
la democracia obrero-sindical en Colombia, en el plano ya no de la politología, la ética y la filosofía
política, la teoría del capítulo I, sino más en una perspectiva de historiografía política actual y
política concreta nacional de este capítulo II. Se precisan de músculos colectiva, del bello “arte de la
política”, el mundo del devenir social, la táctica-estrategia, la “praxis” de la fuerza colectiva obrera,
la política real y vivida, sin más adornos que la lucha política que debe revestir la lucha sindical.
La salida al atolladero de la crisis de la democracia es en este sentido la renovación cualitativa de la
democracia de tipo burgués, burocrática, representativa y vertical, patronalista, tal como en la
actualidad impera en el funcionamiento orgánico de las Centrales Obreras y los sindicatos
colombianos, administradas conductual y conscientemente por la burocracia dirigente del SP/SR.
Bajo esta orientación de negación del presente reaccionario, la respuesta a la crisis es el “giro
organizativo” del MSC teniendo como “ejes”, ciertas “líneas de acción”, “tácticas”, los “presupuestos”
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objetivos, deliberaciones y planeaciones “creativas” y “subjetivas” del Sindicalismo Clasista (SC),
tales como:
– La Reforma Estatutaria de la CUT y la democratización clasista de la Central y de las otras, que
cambiara las condiciones de participación y control, podría ser un bueno comienzo de lucha pujante,
para el Congreso Extraordinario 2015 y los de los próximos años y decenios.
Podrían darse e impulsarse juicios obreros de los afiliados y campañas de denuncia anuales hacia
los presidentes antidemocráticos de las Centrales y líderes burocráticos de los sindicatos, de los que
negocian el salario mínimo y los pliegos.
Serían importantes los Encuentros de Trabajadores Inconformes, de afiliados inconformes de las 3
Centrales obreras, intercambiando problemáticas y decidiendo planes de lucha contra la burocracia
sindical y el gobierno. La fomentación del método de asambleas obreras, de carácter amplio y
participativo. La recuperación y exigencia de la dinámica asamblearia de los afiliados, de sector y
empresas, del sindicato, en planos superiores como los Congreso Extraordinarios y Encuentros
regionales, etc, jugarían un aspecto clave en el proceso de democratización.
– La prohibición expresa de la jubilación “sindical” parasitaria, permisos sindicales permanentes y
prolongación excesiva en las Juntas Directivas debe ser la norma. También sería positivo el
fortalecimiento de los Departamentos de la Juventud, como el de la CUT, las convocatorias unitarias
a los Encuentros de Jóvenes Obreros y Mujeres Trabajadoras. La lucha por la descentralización
operativa, la rotación de cargos y control democrático de funciones, debe tenerse en cuenta. La
promoción de cuadros obreros jóvenes, los planes para una nueva camada de cuadros, serían muy
útiles para el relevo y síntesis generacional, de los jóvenes obreros, para socavar la burocracia y la
senilidad y el inmovilismo. Un buen comienzo fallido fue el primer Congreso de Jóvenes de la CUT
de 2015.
– Por su parte, la acción Colectiva, directa y organizada, como forma de lucha principal, en que las
bases obreras y sus dirigentes protagonicen huelgas obreras de largo aliento, sabotajes en respuesta
a las medidas patronales, bloqueo de vías tras eventualidades de la política pública gubernamental,
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entre otras. Cuentan también las potentes y prodigiosas movilizaciones creativas de asalariados
(batucadas, carnavales, etc) que paralicen el país, paros de producción que dobleguen la voluntad
de los patrones, plantones con elocuencia y espíritu luchador de los obreros, tomas y ocupaciones
de empresas y ministerios para hacer retroceder a la burguesía, cacerolazos comandados por el
movimiento obrero, etc, etc.
Hay que hacer un proceso de alfabetización y de agitación y propaganda para que se retomen no
sólo en las marchas del 1 de mayo sino en las movilizaciones obreras y sociales las consignas de
lucha, cancioneros y canticos del espíritu luchador tales como:
“¡Se va acabar, se va acabar, la burocracia sindical!”, “¡Obreros somos / obreros seremos / a los
patronos, por culo daremos!”, “¡Ya van a ver / ya van a ver / la clase obrera en el poder!”, ¡Y venga
venga, venga y venga compañero / que aquí se está librando un gran conflicto obrero!”, “¡Que lindo,
que lindo, que lindo va a ser / patrones a la mierda / obreros al poder!”, “¡A la huelga 100 a la huelga
mil / a la huelga madre yo voy también (bis) / yo por ellos madre y ellos por mí!”, “Llueva o truena
/ la Huelga se mantiene”.
“¡Le llaman democracia y no lo es / le llaman democracia y no lo es / oe oe oe, oe oe oe oe / le llaman
democracia y no lo es!”, ¡Y lucha lucha lucha / no dejes de luchar / que esta huelga obrera / la vamos
a ganar!” “¡Me parece, me parece, me parece que el paro obrero crece!”, “¡A las calles a tumbar / al
gobierno patronal!”, “¡Arriba, arriba, todos a luchar/ que se metan por el culo / que se metan por el
culo / la reforma laboral!”.
“¡Luchar / vencer / obreros al poder!”, “¡Sindicatooos de los trabajadores / hagamos que la crisis /
la paguen los patroneees!”, “¡Dure lo que dure / cueste lo que cueste / si luchamos como hermanos
/ este Paro lo ganamos!”, “¡Y con las manos / y con los pies / los obreros al poder!”, “¡Se siente / se
escucha / arriba los que luchan!”, “¡Ole ole / ole ola / somos la muerte del capital!”.
“¡La clase obrera / es una y sin fronteras!”, “Veni Veni / Marchad conmigo / Que un amigo vas a
encontrar / y de la mano del socialismo / la clase obrera el poder tendrá /”, etc, etc, las nuevas y
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consignas concretas y cánticos que surjan creativamente en el movimiento obrero y de masas
populares (estudiantil, campesino, etc) en este siglo XXI, al calor de las coyunturas y conflictos.
– La lucha por la democratización sindical implica también la lucha por la verdad, justicia y
reparación colectiva e individual a las víctimas del genocidio sindical y popular. El sindicalismo debe
promover la memoria colectiva, de parte de sus comisiones de derechos humanos y educación, a su
vez, debe ponerse a la cabeza e impulsar el movimiento de víctimas del terrorismo de estado,
terrateniente, paramilitar y patronal, en contra de la impunidad para agentes del Estado,
empresarios y militares, los altos mandos en especial.
– En fin, toda esta priorización, potencialización y glorificación de estos métodos de lucha, las
llamadas “vías de hecho” o movilizaciones de masas, sobre los métodos jurídicos nacionales e
internacionales, que también son esenciales y valiosos, claro está, si se hace un uso combativo de
ellos –y no burocrático, como ocurre en el presente– de parte de abogados laboralistas aliados, en
función de los primeros, serían entonces muestras “fisiológico-sociales” del saludable “pulmón” del
proletariado organizado, serían los índices de vigorosidad del “cuerpo” atlético del sindicalismo
colombiano, pese a sus carestías materiales.
Así se revitalizaría el movimiento obrero y se superaría la senilidad actual y pasivismo de las
centrales obreras y sindicatos, de los viejos burócratas, que ladran mucho, cual perros viejos, pero
se mueven poco. La negación del presente conllevaría a una potencialización “turbo” de la
resistencia-revolución de masas obreras contra las huestes capitalistas.
– Pero no sólo la agitación y efervescencia constituiría la democratización del proceso, los espacios
de educación sindical exigidos a cada sindicato y las Centrales son cruciales.
También serían buenos síntomas de cambio, los proyectos educativos influyentes acordes a las
necesidades políticas de la clase, una reforma del currículo sindical, en el que se indagaran la
naturaleza y a las concepciones del Estado (capitalista) colombiano y su régimen, lecciones obreras
de la historia, se impartieran fundamentación en ciencias sociales materialistas, que hicieran énfasis
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en la memoria histórica de los trabajadores y sus luchas, que explicaran el proyecto colectivo del
socialismo, a los que están llamados a realizar, si no queremos perecer y vivir como bestias de carga.
No obstante, lo más inmediato y primordial sería la capacitación técnica en aspectos de lucha
jurídica contra los patrones y el gobierno, abecé de los sindicatos, trámites, formas de luchas en
pliegos, convenciones, huelgas y conflictos.
– Elementos adicionales a la reforma educativa, curricular, necesitarían también la formación
educativa de cuadros y liderazgos sociales sindicales que podrían tener ejes integrales de la
democracia y la lucha obrera que incluyesen:
La lucha implacable contra el patriarcado o machismo (i) en las filas sindicales, sociales y familiares,
en las complejas relaciones amorosas, el abanderamiento de las demandas de las mujeres
trabajadoras y la alfabetización en demandas de la mujer trabajadora.
La lucha contra la homofobia hacía los LGBTI y la xenofobia contra trabajadores inmigrantes (ii),
comprendida en sus causas y efectos reaccionarios, que en últimas benefician a los capitalistas.
El desastre ecológico del capitalismo (iii), sus implicaciones, tales como el saqueo de las
multinacionales a nuestro país; la solidaridad de clase y la unidad obrera-popular (iv), coordinada
e intersectorial con las luchas de los estudiantes, campesinos y la clase obrera de otras naciones.
La identificación, combate y la no promoción allí donde aparezcan de las estructuras burocráticas y
protoburguesas de representación en la “democracia sindical”, bajo el pelambre de cualesquier
argumento “izquierdista”.
La promoción de la democracia obrera y el centralismo democrático (v) en las organizaciones
sindicales, entre muchos otras que permitan una reforma progresiva de la formación sindical, dando
saltos cuantitativos y cualitativos, no ceñidos a la mente del autor o equis sindicalista y luchador
clasista y trabajador, sino a procesos sociales históricos tales como el posconflicto capitalista y la
pujanza política de la lucha de clases en el gremio sindical.
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Estos componentes concretos y renovadores que acabamos de mencionar, potenciarían el proceso
de reconstrucción integral del SC (teórico, programático, metódico, organizativo, moral, partidario,
educativo, etc), por ello, podrían servir a la lucha por la superación de la “crisis del modelo de
democracia” del Movimiento Sindical en Colombia, es decir, por la construcción y democratización
de las organizaciones de los trabajadores.
El método de la tendencia del Sindicalismo Clasista (SC), sus agentes impulsores y su contagio entre
las masas obreras, nos pueden sacar del atolladero y la cristalización en la que estamos, sus avances
serían superiores a las reformas propuestas por el Sindicalismo Reformista (SR), por ello la
estrategia clasista de democratización sindical sería la más democrática y progresista del
movimiento obrero.
Nuestra postura y propuesta política cualitativa a favor de la democracia obrera es entonces aquella
que sostiene que las “condiciones de superación” de la crisis sindical en Colombia, pasan
invariablemente, por acercarse directa o indirectamente a los métodos de lucha, la riqueza táctica y
la concepción del mundo del SC (véase capítulo I), por parte de sus agentes heterogéneos obreros,
de los sindicatos y las Centrales obreras, el proletariado no organizado colombiano, los activistas
populares y la izquierda.
No olvidemos que el SC representa desde el siglo XIX, el recorrido del XX e inicios del XXI, como se
reseñó descriptivamente en el capítulo I, una salida progresista, una luz en el túnel, una respuesta
radical, de raíz, frente al veneno del burocratismo sindical, el modelo en crisis de la democracia
burguesa y la corrupción, la negación de la democracia en las organizaciones de los asalariados
organizados, por lo cual constituye una salida positiva al reaccionarismo procapitalista del SP/SR,
su negación de los principios del sindicalismo obrero.
Por ello, pueden enriquecer los deseos prácticos del MSC y la resistencia, mediante planes colectivos
de acción eficaces para salir avante de la crisis a la que naturalmente, debido a las leyes políticas y
económicas del capitalismo, la han llevado consciente e inconscientemente las “tendencias” del
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sindicalismo reformista socialdemócrata, el sindicalismo pro patronal, imperialista y derechista, sin
exonerar al oportunismo “izquierdista” en Colombia, que posa de clasista.
En términos particulares, el enemigo principal de la democracia sindical y del movimiento obrero
es a todas creces el uribismo-santismo y la gran burguesía nacional y extranjera, los hilos directos
y correas de transmisión directas de la burguesía, su gobierno junto con los sindicatos patronales-
amarillos.
Del mismo modo, para el sindicalismo clasista y el marxismo revolucionario, el reformismo sindical
de “marras” y la pequeña burguesía y los burócratas constituyen sus competidores políticos o
enemigos de segundo orden, aquéllos a los que Lenin llamaría los “agentes de la burguesía en el seno
del movimiento obrero, lugartenientes obreros de la clase de los capitalistas, verdaderos vehículos del
reformismo”, con los cuales hay una permanente unidad de acción por la base con estos luchadores
reformistas y trabajadores, contra el régimen y el gobierno burgués, alejada de cualesquier
sectarismo pequeñoburgués. Sin por ello perder la condición una lucha permanente y combate de
tendencias en el plano social, entre reformistas traidores y revolucionarios. Por lo pronto
señalamos, como bien es sabido, que en política, las fracciones de las clases sociales y sus sectores
(i.e. los partidos) con mayores prestigios sociales y que están mejor organizados, son los que vencen,
los otros son aplastados y derrotados.
Para concluir, la noción general sobre el problema democrático-sindical se puede plantear de un
modo mucho más complejo que un simple y mágico “recetario de tácticas” a-priori y “tacticismo”,
sin ningún engranaje ni base material. Por el contrario, consisten más bien, emergen y obedecen al
carruaje del proceso objetivo/subjetivo de la “estrategia” de democratización clasista del
Sindicalismo (EDS) situada en la arena del posconflicto capitalista en Colombia. Esta va unida a la
“estrategia” por la construcción y crecimiento sindical (ECS), basada en dos ejes (una nueva
política de construcción sindical, reforma de la legislación laboral), aumentando las cuotas de
afiliación y organización de los asalariados en el adverso modelo neoliberal del capital.
Por esta razón será de nuevo una estrategia “aparente”, subordinada, la lucha por la democracia
sindical, que en realidad es sólo una gran “táctica” y resistencia obrera-popular que esté ligada y
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responda en todo momento a la “madre” de las todas las estrategias, “al vagón del tren”, a la
constante histórica, es decir, a la lucha por una revolución social anticapitalista en Colombia y en el
mundo, la lucha por la conquista del poder y la implantación de un gobierno soviético triunfante, de
trabajadores, campesinos y el pueblo, basado en una democracia política obrera en un nuevo Estado
con una economía planificada.
En el plano político concreto y de largo plazo esta lucha impone a los revolucionaros clasistas y
trabajadores, los propósitos difíciles, pero no imposibles, vía a rentes Sindicales, una Corriente
Clasista diferenciada, según el contexto de acción, etc, etc, la conquista y hegemonización de los
puestos de dirección de la CUT u otra emergente, los sindicatos, el movimiento de masas,
destronando y debilitando en los campos sociales a los reformistas-patronalistas-oportunistas.
De igual modo, la lucha impone la reorientación de la lucha de masas obreras y populares, que las
organizaciones crezcan orgánicamente en estos ascensos y aumento de la resistencia, donde las
contiendas combativas contra el régimen criollo y las lides contra los gobiernos burgueses del
posconflicto capitalista, conlleven a una revolución social triunfante.
Para este propósito descomunal, las tareas espartanas de los trabajadores clasista son: ¡Más
inserción obrera sindical! ¡Construir un partido de los trabajadores y crecer en cantidad y calidad!
¡Mayor maestría táctica! ¡Mayor peso político nacional-regional y de masas! ¡Asenso objetivo de la
movilización y construcción paciente! ¡Aprovechamiento de oportunidades! ¡Mayores cuadros! En
suma, mayor experiencia y mayor intensificación de luchas agrestes por una dirección democrática
y antiburocrática del movimiento de masas.
Para que dicha táctica de democratización y crecimiento en función de la estrategia de la revolución
social prosperen, debemos reconocer abiertamente y sin vacilar los obstáculos reales, que impiden
su concreción, de ahí la lucha implacable y sostenida contra las direcciones burguesas,
pequeñoburguesas, reformistas y oportunistas, del movimiento obrero y popular, del mismo modo,
como señalamos al final del capítulo I, debemos hacer un balance autocrítico del socialismo
revolucionario del siglo XXI, en Colombia y el mundo.
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De no resultar esta batalla por la democracia sindical victoriosa, si no vencemos y seguimos
relativamente derrotados, como sucede en el presente, la “democracia de los ricos”, determinada
por la omnipresencia del “capital imperialista”, biopolítico, seguirá imponiéndose causalmente en
los Estados contemporáneos, en las esferas institucionales de la sociedad, incluidas las
“impenetrables” y “autónomas” organizaciones de los trabajadores, como lo son los sindicatos y las
centrales obreras (CUT/CGT/CTC).
Pese a la sofistería y “buena voluntad democratista” del Sindicalismo Reformista (SC) y la ala
oportunista del SC, avocados en “reformar para perpetuar” los efectos causales burocráticos y
antidemocráticos permanentes del sindicalismo de Colombia, hay que ir a las causas y combatir el
mal social de raíz, que no es otro sino la democracia del capital, plutocracia, enfrentada a la
democracia del trabajo, esto es, el socialismo.
Conclusiones clasistas
La lucha de Sísifo
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Las conclusiones clasistas sobre los problemas prácticos y contemporáneos del MSC, a saber, la
sindicalización en una era antisindical y la democracia obrera en una era burocrática, son parciales
pues dependen del escrutinio público dentro del SC, del transcurso, medidas y el nivel de
organización sindical del MSC.
El diagnóstico y planteamiento de soluciones colectivas dependen entonces del desarrollo social e
histórico de los problemas de la «crisis» nacional, sindical y obrera, las alternativas y progresos a la
misma por los «agentes reales» de la historia, es decir, las direcciones conscientes, los militantes
insertos en la lucha de masas obreras, dirigentes sindicales y políticos, los sectores partidarios
proletarios más avanzados y de la izquierda, pero sobre todo, de la adecuación y reflejo social de la
teoría revolucionaria al trasegar y «experiencia social» de nuestra clase obrera internacional y
nacional, no a la inversa.
El modo de superación o simplemente de enfrentar los problemas del Sindicalismo Clasista y el
movimiento obrero total, para salir de la crisis del sindicalismo es asumir el reto de poner en
práctica las ricas enseñanzas, experiencias, construcciones actuales y deliberaciones políticas del
Sindicalismo Clasista (SC) para hacer frente a los casos reiterados de burocracia y antidemocracia,
plutocracia, oligarquía, autoritarismo, corrupción económica, clientelismo, patronalismo y
nepotismo, que hacen perder la credibilidad de la loable lucha sindical en Colombia.
Esto implica salir avante y dar una ofensiva ideológica contra la estigmatización, los prejuicios y
desconocimiento, tergiversaciones del campo de la izquierda y la derecha, en suma, de la cruzada
integral contra el Sindicalismo Clasista (SC) hecho por los agentes reaccionarios en el MSC y la
sociedad.
El mito de la Lucha de Sísifo del hombre que castigado por los dioses permanentemente carga
cuesta arriba una piedra subiendo una montaña y vuelve a rodar cuesta abajo, empezando de nuevo
el camino, es aquí ejemplarizante y equivalente a la ingente reconstrucción del Sindicalismo Clasista
en el siglo XXI y todo el movimiento obrero hacia la cima de la victoria, recuperando el terreno
perdido del siglo XX.
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La labor de Sísifo es la tarea revolucionaria del proletariado colombiano e internacional, por dotarse
de un sindicalismo y partido revolucionario, contra la burguesía mundial y todos sus aliados.
Mientras exista el capitalismo el proletariado será Sísifo: “Los eternos condenados a luchar…” por
vivir mejor y una nueva sociedad. ¡Hasta vencer al imperialismo o morir la civilización humana en
el intento!
Es primordial incentivar el diálogo, el aprendizaje, la propaganda y la hegemonía de las posturas
revolucionarias, en términos concretos, el debate de ideas en las escuelas, centros de investigación
popular y comunidades científicas (la Academia crítica y la democrática liberal, la “intelectualidad
progresista” y “revolucionaria”, de partido), en el ámbito de la investigación universitaria y espacios
de formación sindicales de Colombia tales como:
CORPEIS – Corporación para el Desarrollo de la Educación y la Investigación Social, CEDINS –
Corporación para la Educación, el Desarrollo y la Investigación Popular, NEPO – Nueva Escuela
Popular y Obrera, ENS – Escuela Nacional Sindical, CILEP – Centro de Investigación Libertaria y
Popular, CINEP – Centro de Investigación y Educación Popular, CASM, CIEP, ESMC – Escuela Sindical
María Cano y Flora Tristán Trabajo Digno, Escuela Popular José María Carbonell, CEDETRABJO –
Centro de Estudios del Trabajo– y CEDESIP – Centro de Estudios Sindicales y Políticos, Blog
Educativo Socialista XXI.
El Centro de Atención Laboral, Fedesarrollo – Centro de Investigación Económica y Social,
Observatorio Laboral LaboUR y consultorios jurídicos gratuitos en lo ateniente a lo laboral de las
universidades públicas y privadas, Asociación de Abogados Laboralistas de Trabajadores y Colegio
de Abogados del Trabajo de Colombia, Colectivo José Alvear Restrepo, Canal YouTube Derecho
Laboral para Luchar, etc, etc.
Las publicaciones políticas (revistas teóricas y políticas, periódicos diversos), las escuelas de
cuadros y sindicales, los grupos de estudio y congresos, el rol formativo de los partidos de izquierda
reformista, centrista y revolucionaria, los espacios de las Centrales Obreras, los programas de
televisión (Ej. “De traje y overol”, en Canal Capital en la Bogotá Humana de ex Acalde Petro), la
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autocrítica y la crítica, pueden aportan en análisis, diagnósticos y planes para superar el problema
de la democracia sindical y la sindicalización.
Recapitulando los retos de superación, es necesaria la reconfiguración organizativa de la estructura
sindical ante los nuevos tiempos de la ofensiva neoliberal capitalista y la compleja realidad actual,
es decir, a la forma transitoria y evolutiva del capitalismo contemporáneo en su etapa monopolista
desarrollada, en pleno curso, conocida en Colombia como “modelo neoliberal” (eufemismo).
La reconfiguración tendrá como eje principal superar los niveles bajos de sindicalización entre los
tradicionales sectores y sobre todo nuevos sectores de clase obrera colombiana, tales como el de los
servicios temporales, el sector extractivo y en menor medida el manufacturero de la construcción
de infraestructura, que tienen la característica común de la movilidad, inestabilidad y flexibilidad
laboral de los contratos de prestación de servicios y a término definido.
Siguiendo este propósito, debemos organizar y llegar a esas masas laboriosas, a por ese nuevo –en
sentido cuantitativo– sujeto de trabajo, creado por las condiciones avanzadas del imperialismo en
Colombia. Ir a la nueva juventud trabajadora, en ellas se hallan numerosos hombres y mujeres,
jóvenes de nuestra generación y la época actual, personas precarias y sufrientes, víctimas de las
ignominiosas condiciones de vida a las que les somete el vellocino del capital, los detestables
verdugos empresariales.
La estrategia del MSC y su tendencia avanzada clasista debe acoger en sus filas a estos nuevos
trabajadores, transformar su subjetividad social y prácticas culturales, entre otras formas creativas
que respondan a las nuevas relaciones laborales y productivas imperialistas del siglo XXI.
En últimas, lo crucial es llevar al plano de lo real las aspiraciones clasistas en el Movimiento Sindical
de Colombia y el Movimiento Obrero por una fuerza política revolucionaria, alianzas sociales y
colectivas con otras fuerzas y unidades de acción puntuales, con nuevas maneras de pensar y actuar
que enriquezcan al MSC, en especial la CUT.
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El peligro de la burocracia dirigente ha salpicado a sectores oportunistas del Sindicalismo Clasista,
en especial la mal llamada “corriente clasista”, durante la propia fundación “originaria” de la CUT,
todo su recorrido desviado hasta nuestros días. La burocracia y la antidemocracia no es un
problema exclusivo de la derecha patronal sino también de las organizaciones sociales y políticas
de los trabajadores.
Por ello no se trata de cambiar la estructura directiva posicionando dirigentes “clasistas”,
“avanzados”, “democráticos” y “alternativos”, como lo plantea el oportunismo de Federación
Sindical Mundial y sus defensores en Colombia, el moirismo y la socialdemocracia, sino que se debe
fomentar el trabajo de base de los trabajadores no organizados y organizados, potencializar las
movilizaciones y acciones directas colectivas de los mismos, ir a esas masas laboriosas no
sindicalizadas y golpeadas por el modelo de capital neoliberal en Colombia, para reconstruir el
movimiento sindical y sumar esfuerzos para la concreción de la revolución social colombiana.
La estrategia política, sindical clasista, marxista, debe ser dialéctica, es decir, de dimensión dual,
trabajo con las bases obreras, inserción en nuevos y viejos sectores obreros de la economía (desde
abajo) y trabajo de dirección con los nuevos cuadros revolucionarios, dirigentes populares clasistas,
en las centrales y sindicatos (desde arriba). En este orden de ideas, la lucha contra la burocracia
sindical, la democracia sindical burguesa y el reformismo “camaleónico” es la lucha por el devenir
de la revolución colombiana y fortalecimiento político de la izquierda revolucionaria y el
debilitamiento de los capitalistas y sus agentes, en el terreno sindical, económico y político.
Si miramos el ABC de la crisis, si nos atenemos a la realidad nacional de Colombia, renunciar a la
lucha revolucionaria no parlamentaria y parlamentaria, en los espacios electorales sindicales y no
sindicales, es decir, la organización partidaria y avances de lucha en los sindicatos, el movimiento
de masas y en el parlamento, es permitir la perpetuación de las contrarreformas neoliberales y, por
ende, permitir la hegemonía social de la dominación política burguesa con la expedición de leyes en
cuatrienios por Cámara y Senado de la República y Ejecutivo, sin ninguna perspectiva de reforma
de la legislación laboral o defensa de lo conquistado frente a una contrarreforma vía la movilización
y la tribuna parlamentaria.
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La dirección del Estado en manos de la burguesía, en sincronía con el empresariado transnacional
y nacional, el seguidismo por parte de las masas obreras y populares a los partidos del régimen y
las corrientes sindicales reaccionarias, durante los calendarios electorales, constituye serios
impedimentos y obstáculos a la sindicalización y la democracia sindical, al proceso de resistencia y
revolucionario de Colombia.
Esto es exactamente lo que en tiempos actuales vivimos con las situaciones desfavorables a la
sindicalización-democracia debido a la Administración Santos y la nueva 2018 – 2022, la segunda
“Unidad Nacional”, la “Prosperidad Democrática” volcada a la “Paz, la Equidad y la Educación”,
donde se aglomera la mayoría de partidos políticos burgueses en coalición y “roces” con el uribismo
en el proceso de paz, pero que en lo sustancial arremeten con reformas neoliberales e imperialistas
en curso, de tributación, salud y pensiones, preservación de la laboral y sometimiento a los
dictámenes de las relaciones diplomáticas y comerciales imperialistas, en unidad con la fracción
burguesa de extrema derecha.
Por ende, la tesis política central (TI) planteada es: al triunfo de una reconfiguración organizativa
de los órganos económicos de la clase obrera (es decir, los sindicatos, el MSC, problema 3, lo mismo
las organizaciones populares, en general) en favor de las tasas de afiliación y la democracia sindical
(problema 2 & 3), le corresponde o va a la par el triunfo de la reconfiguración política de Colombia
en tanto crisis de dirección de los partidos de izquierda y de trabajadores, su emergencia
revolucionaria, socialista. No hay reconstrucción integral del movimiento sindical fuerte sin fuerzas
políticas que lo democraticen y ayuden a construir el instrumento partidario de los trabajadores.
El progreso en las “correlaciones de fuerza” entre el movimiento obrero y popular, los partidos
obreros y organizaciones vs el Estado burgués, los gremios capitalistas y los grandes partidos
burgueses, podría poner limitaciones a la dominación de clase y avance en la lucha de posiciones
del conflicto de clases sociales, a la inversa de hoy, es decir, debe ir en contravía de la fuerza y los
privilegios políticos y económicos de la burguesía, en cuanto correlación de fuerzas, expresadas en
sus prácticas antisindicales y sus políticas públicas multilaterales imperialistas y antilaborales en
las empresas e instituciones.
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De esta lucha depende el desenlace del conflicto histórico de clases sociales, de resistencias y
revoluciones, para la superación de los dos problemas principales de la «crisis sindical», todo el ABC
nacional (i. e. baja de nivel de vida, genocidio sindical y popular, débil resistencia), así como la
concreción de una revolución social permanente, democrática-socialista, en Colombia, dirigida por
un partido obrero revolucionario y el movimiento de masas y el pueblo insurreccionado.
En vista a la tesis anterior, la segunda puntualización o la tesis política secundaria (TII), sostiene
que: la condición de una efectiva y funcional democracia sindical estratégica, a su vez, el crecimiento
de afiliación sindical, estará determinado causalmente, aunque de modo relativo y sin carácter
despreciativo, por el desenvolvimiento del proceso de paz entre el gobierno y las FARC-EP, ELN,
EPL.
Por consiguiente, con el cese de hostilidades bélicas, la desmovilización de las guerrillas y los
paramilitares, con mayores garantías de libertad sindical y de participación política, como
pronóstico probable, que devengan con el rompimiento definitivo de las luchas obrero sindicales
con la lucha guerrillerista pequeñoburguesa (véase elemento B de la crisis y la nota pie de página n.
4), ligazón que ha traído elementos negativos y derrotas al proletariado colombiano y todo el
proceso revolucionario colombiano.
En el posconflicto capitalista o la nueva etapa de la lucha social, sindical y política y su tránsito traerá
un elemento positivo de impedir la arremetida estatal al MSC a niveles paramilitares en el marco de
la culminación del conflicto armado de Colombia y la ampliación de la libertad sindical, aunque
probablemente persistan los asesinatos y atentados contra sindicalistas, con menos intensidad pero
continuados debido a la pervivencia del régimen antidemocrático, que de 2016 a 2018 ha asesinado
a más de 200 líderes sociales, en su mayoría agrarios.
La garra del León
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Es común en el mundo sindical colombiano y el “campo avanzado” de la izquierda escuchar
consignas tales como: “¡El futuro es nuestro!”, “¡Venceremos!”, “¡Hasta la victoria siempre!”.
Estas consignas permanentemente vociferan el “voluntarismo imperturbable” y archi
revolucionario de la veteranía sindical, de aquella que pasa las derrotas obreras por avances de
victorias e infla las victorias más de lo debido. También se incurre en este optimismo pasional e
invidente, por ingenuos, al igual que la moral de tropa de los “snobs reformistas”.
Todos arman bullicio pese a la incruenta masacre física y opresión económica, dolor y padecer que
se cierne en las carnes del movimiento obrero colombiano, en los últimos 25 años. Algún incauto y
“primaveral” dipsómano replicaría y les acompañaría la sonata, diciéndoles: “¡Amén! ¡Que así sea
compañeros! ¡Brindemos por eso! ¡Viva la revolución!”.
Está bien. Gritemos a voz en cuello “¡victoria!” sólo cuando los retos prácticos del Sindicalismo
Clasista contribuyan a superar la «crisis político-sindical» del MSC-MOC. Para ser más exactos, que
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estos puedan trascender a la «derrota relativa» de los últimos tres decenios nos lleva infligiendo
con arrasadora ventaja, impiedad e inclemencia la burguesía colombiana, aquella que en estos días
de “borrachera de la paz” está de fiesta y parranda, por los jugosos negocios que posee y obtendrá.
¡Los monstruos que asesinaste con tu “verborrea izquierdista” hoy gozan de buena salud y
vigorosidad! ¡La burguesía anda muerta de risa en el Palacio de Nariño, en las gobernaciones, juntas
empresariales y festines sociales!
Ante este panorama de derrota relativa, el Movimiento Sindical Colombiano (MSC) y el Movimiento
Obrero Colombiano (MOC), el PMT (Partido Mundial de Trabajadores) y el SC, deben realizar la
difícil Lucha de Sísifo la cual reside en abogar por conquistar derechos perdidos e impulsar como
soldados rasos y comandantes inteligentes la lucha de posiciones estratégicas en las relaciones de
fuerza entre las clases enemigas, aprendiendo de los golpes y puñetazos de las últimas décadas, todo
esto en favor del robustecimiento de los trabajadores en el campo de batalla laboral, económico y
político, gremial y partidario, en el cuadrilátero de la vida social.
Se trata de reconstruir el Movimiento sindical, desde la tendencia del Sindicalismo Clasista, es decir,
desde la democratización, pese a que la piedra haya descendido cuestas abajo, haya retrocedido
muchas décadas atrás, es menester volver a subir la montaña. El polo de referencia de Sísifo en este
siglo XXI no es otro que la Internacional Sindical Roja de Lenin, Trotsky y Andrés Nin, en los años
20, la temprana afiliación de la Confederación Obrera Nacional (CON) de Colombia a esta, de igual
modo, el Sindicalismo Independiente de Colombia, de los años 60-80. La luchas de la clase obrera
colombiana de medio siglo por conquistas para sí y las nuevas generaciones, en medio del avance
de la revolución mundial con los 15 Estados obreros burocratizados.
Si llega a “madurar el fruto” del sindicalismo clasista en Colombia y “muestra las garras” tal cual al
león en la arena experiencial del pugilato, si no baja la guardia y se prepara para los grandes
momentos de la historia humana que no son otros sino las revoluciones sociales (algunas de ellas
ya existentes en otras partes del mundo) y las oleadas de resistencia frente a la crisis sistemática
económica-política-ecológica-social-moral que acarrea el capitalismo en estos tiempos
contemporáneos signados por fenómenos tales como:
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El cambio climático y calentamiento global, desastres naturales (tsunamis, ciclones, inundaciones,
etc), finitud de recursos hidrocarburos no renovables y tercera revolución industrial, crisis
económica crónica, recesión económica prolongada y sobrepoblación, decibeles cada vez más altos
de las guerras imperialistas y nuevas tecnologías militares peligrosas, investigaciones científicas y
misiones para hallar vida en otro planeta, con condiciones de habitabilidad.
En otras palabras, si el proletariado y su vanguardia social y partidaria, están a la altura de los
acontecimientos históricos, logran sobreponerse a las derrotas y sortear obstáculo, persistir como
Sísifo y abrir un proceso de dictadura del proletariado mundial, entonces, no perecemos como
civilización y podremos gritar victoria.
Por eso es pertinente recalcar la semblanza del genio Issac Newton, el físico británico moderno: un
“animal salvaje” como el León se le conoce en la práctica cazadora por el uso formidable de sus
garras y destreza de zarpazos, la praxis revolucionaria e inteligencia vuelta acción, no por la
apacible retórica de sus rugidos atemorizantes. Los jolgorios de taberna, los vítores de las
asambleas, los días dominicales de fiesta, las pasiones bipolares y verborrea de prensa, las
primaveras fugaces y sus triunfos no duraderos y pírricos del movimiento sindical.
“¡Tanquam ex ungue leonem!” (Por la garra se conoce al león) (8), la Garra del León, gran lección
revolucionaria del científico moderno Newton, que debe seguir el proletariado y su vanguardia
política, pues “la clase obrera sólo puede derrotar a la burguesía si se organiza férreamente” (Moreno,
1980), diría con contundencia el “Tigre” Nahuel Moreno, hace más de 34 años, en la poderosa tesis
XXXVIII de su Actualización del Programa de Transición. Una frase serena y paralela de un animal
político bolchevique y un científico natural, traída a colación y enseñanza para el movimiento obrero
colombiano y del mundo entero, en su actual situación.
Visto el panorama desde esta óptica materialista, debemos enfrentar con madurez, con altura y
entusiasmo disciplinado los nuevos y descomunales retos de la lucha de clases, la crisis sistémica
del imperialismo que nos depara en el siglo XXI, durante las próximas décadas y devenir actual
mismo, pues de los objetivos y la estrategia trazada, dependen el «porvenir real» y la agencia
revolucionaria de la clase trabajadora colombiana y mundial.
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Navegamos en medio del trasegar y cauce caótico de las mareas históricas de este dichoso y
asombroso siglo, para que acompañemos disciplinadamente “como la sombra al cuerpo”, a la clase
obrera, el proceso de progreso y retroceso, flujos y reflujos del MOM-MSM, mediante el uso
revolucionario de la Garra del León. La clase obrera es fuerte cuando está unida y muestra su fuerza
colectiva.
Sin pretensión de exagerar e incurrir en nerviosismo o catastrofismo, de dicho desenlace depende
no sólo la vida laboral de los trabajadores por una mejor calidad de vida, sino el «futuro» todo de la
«vida holística» del planeta.
La concreción histórica de una revolución histórica permanente, de masas, durante épocas
convulsivas como las que hoy vivimos, que implante la dictadura del proletariado contemporáneo
y sus aliados, tales como los campesinos pobres, en todos los ámbitos de la vida social nacional de
Colombia: empresas, gobierno, instituciones estatales, educación, familia, cultura, etc, expropiando
las propiedades de los grandes empresarios, los monopolios y el capital foráneo, para colocarlas en
manos obreras y campesinas, tal es la garra y combate al que deben apostarle los laborantes.
En una noble tarea histórica no puede quedar relegadas las irrenunciables y acuciantes tareas
democráticas de un país dependiente, tales como romper con la injerencia multilateral gringa y sus
organismos, la deuda externa, la concentración de la tierra y su distribución al proletariado agrícola,
los indígenas y campesinos, garantizando el castigo a las víctimas de la burguesía y las libertades
civiles, etc, etc. Todo esto para impulsar y avanzar la resistencia y…la revolución a un peldaño
superior en la arena internacional, para que de este modo esta vez ¡SI! podamos derrotar
totalmente –estratégicamente– a la burguesía mundial y nacional, que hoy clama
ingenuamente pero con justas razones, su victoria eterna, su dictadura omnipotente.
Esta batalla social y política contra la burguesía mundial y el imperialismo la tenemos que ganar
nosotros, la clase obrera mundial. ¡Podemos vencer Sísifo! ¡Usemos la Garra del León! De no ser así,
al ser de otro modo, con un escenario prospectivo diferente, muy probablemente nos acarrea no
solo la baja de la calidad de vida de nuestra clase social sino la extinción de la civilización humana.
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“Socialismo o Muerte de la Civilización viviente” (11), he aquí el “dilema humano vital” que
muestra cada vez más la necesidad objetiva-histórica y apremiante del socialismo y el comunismo,
es la “tarea suprema de la política” y estremecedora que crea inconformes, revolucionarios y
partidos, luchadores obreros y populares en todos los lugares del mundo.
Es la “crisis real de nuestro tiempo” contemporáneo, es el incesante “conflicto capital-trabajo” y de
“opresiones” del movimiento social y obrero mundial que deja tras de sí montañas de cadáveres y
miseria.
Es el “problema” más relevante de la humanidad que “condensa-en-sí” todos los problemas
humanos, es “el reto” de los pobres del mundo, de todas las masas esclavas asalariadas y populares
del mundo terráqueo, sindical y social (MSM-MOM-MMP).
Es el “tópico permanente”, consciente e inconsciente, de los reformistas, los revolucionarios, los
científicos sociales y naturales, los visionarios e “intelectuales” y activistas socialistas.
En fin, es un problema real y estratégico que enfrentan hoy por hoy y de modo relacional, en el corto,
mediano y largo plazo, la vanguardia del movimiento, tanto el partido político revolucionario global
y la nueva Internacional post-stalinista de los trabajadores (Partido Mundial de los Trabajadores),
como el Sindicalismo Clasista inserto (SC), ambos en reconstrucción de Sísifo y uso revolucionario
de la Garra del León en la guerra social de clases mundial y sistémica entre el capital y el trabajo.
Notas
(1) Como bien señala el historiador clasista colombiano, Edgar Caicedo, muy a fin al PCC, hay un
problema historiográfico sobre la periodización o etapas por las que ha transcurrido el MSC
(Caicedo, 1982, págs. 51-104) y el SC, incluso mundial.
Por ejemplo, en la obra clásica de Caicedo “Historia de las luchas sindicales de Colombia” (1982) están
descritas las siguientes etapas, basadas en el “la montaña rusa del PCC” y, en menor medida de las
luchas obreras:
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La 1ra etapa de formación de los sindicatos y la clase (1900-1929), 2da etapa de ascenso y
desviación del sindicalismo por la Hegemonía Liberal (1930-1945), la 3ra etapa de paralelismo
sindical y la violencia (1946-1957), la 4ta etapa por la unidad y la independencia (1960 – 1970),
luego de crearse la CSTC, por último la 5ta por la nueva etapa (1974-1981). José Marino Fandiño,
joven anarcocomunista e historiador de la Universidad Nacional, en su trabajo de grado de 2014 El
sindicalismo independiente y clasista en las páginas de la revista Alternativa (1974 – 1978), reseña la
etapa más rica y combativa del sindicalismo “setentista”.
Probablemente la siguiente etapa o etapas (¿6 y 7?, ¿sólo una?) que el libro no reseña, serían desde
la creación de la CUT hasta nuestros días, en donde se desliza el VI Congreso CUT y el proceso de
paz con la guerrilla FARC-EP y ELN.
Con respecto a la última etapa del MSC, si nos ceñimos al documento histórico de 2011 sobre el SC
hecho por el Comité de Obreros y Trabajadores Ignacio Torres Giraldo, del MODEP – Movimiento
por la Defensa de los Derechos del Pueblo, bastante esquemático pero didáctico, con una
periodización diferente a la de Caicedo y el PCC, estaríamos en la IV etapa o periodo del MSC/SC:
“EL MOVIMIENTO SINDICAL ACTUAL: SINDICALISMO CLASISTA VS SINDICALISMO
SOCIOPOLITICO, CUARTO PERIODO (1986 – HOY)” (Modep, 2011).
En esta ocasión, pese a que partimos del consenso que sostiene que el más reciente periodo del
MSC/SC se da a partir de la creación de la CUT, hasta nuestros días, por las razones expuestas en
este capítulo II, no obstante, se discrepa del “sesgo stalinista” de periodización histórica, sumamente
dañino, del PCC y el MODEP. En contraste, se considera necesario, para contribuir a los avances
colectivos del problema historiográfico de periodización sindical, aunque dicha tarea desborde el
propósito de este texto, seguir los siguientes consejos y enfoque materialista dialéctico:
Primero, reescribir la historia del movimiento sindical y obrero, mundial y no solamente
colombiano, total y no meramente fragmentario, con esquemas del “factor internacional”, pues la
izquierda está plagada de un parroquialismo criollo y nacionalismo estrecho, reaccionario, un vicio
dañino, propio de cierto tufillo stalino.
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Segundo, historiar y periodizar críticamente la tendencia clasista en Colombia, sin caer en la
invisibilización del Sindicalismo Independiente y el rol del trotskismo. Tampoco en el abultamiento
del vanguardismo pceísta de Edgar Caicedo (aunque sea un buen trabajo histórico; al igual que los
de Mauricio Archila y Renán Vega, Ignacio Torres Giraldo, etc) ni las redenciones del pro stalinismo
chino, de los Comités ITG y MOIR, sino más bien criticar el rol del stalinismo, nacional y mundial, su
crisis contemporánea, luego de la Caída del Muro y antes, sus intereses de clase, oportunismo
reformista y falsificaciones, en lo concerniente al movimiento sindical.
Tercero, elaborar una historia sindical desde el paradigma del materialista histórico que tome
como narrativa objetiva primaria el criterio material de los avances y retrocesos de los derechos,
intereses materiales, nivel de vida y procesos económicos, luchas, del movimiento obrero
colombiano, antes que los aparatos políticos sindicales, la inter-pugnas de las Centrales, las lides de
los partidos políticos y sucesiones de gobernantes, los líderes sindicales y burócratas sindicales,
presentados como héroes, como criterio principal, etc.
Cuarto, reelaborar el marco categorial del movimiento sindical y obrero desde el marxismo
revolucionario y los intereses históricos de la clase obrera, como yo lo hago aquí, como un proceso
dialéctico de los conceptos sometidos a la crítica marxista, re tematizar y actualizar sus problemas
contemporáneos, como se hace en este libro.
(2) En lo que respecta a la expulsión del Partido Comunista de las filas de la Central de Trabajadores
de Colombia (liberal-gobiernista) y la conformación de su Confederación Sindical de Trabajadores
de Colombia, Edgar Caicedo, nos cuenta que el texto de informe al VII Congreso de la UTC de 1958,
en Bogotá, señaló literalmente:
“La penetración comunista en Colombia significa un peligro evidente que no podemos
menospreciar…se debe adoptar las fórmulas que han de conducir a una campaña anticomunista de
grandes alcances” (Caicedo, 1982, pág. 108). Dicha “recomendación” haría eco en las toldas de sus
compadres de la CTC, cuando en el X Congreso de la misma, bajo el gobierno conservador de Ospina
Pérez (1946 – 1950), se puso en la mesa de deliberación el “problema de la afiliación internacional”
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y finalmente se votó de la siguiente manera: 178 a favor de la afiliación de la CTC a la CIOSL, central
sindical mundial imperialista y anticomunista, posición sufragada por dirigentes liberales y
oportunistas, frente a 141 en contra, por parte de los dirigentes sindicales stalinistas (Caicedo, 1982,
págs. 97-98). Esto trajo la ruptura de la CTC con la Federación Sindical Mundial (FSM), creada
apenas 5 años atrás en 1945 en Paris luego de la posguerra mundial con la alianza oportunista-
frentepopulista entre stalinistas y socialdemócratas y liberales pro imperialistas occidentales.
Para el caso de Colombia, en lo que al terreno sindical respecta, como era de esperarse, la burguesía
liberal-conservadora (UTC/CTC), maniató y jugo con la buena voluntad del PCC. Veámoslo: después
de desafiliar a la CTC de la FSM, dos años después se decretaría la expulsión definitiva del PCC
durante el XII Congreso de la CTC (1960), celebrado en Cartagena, durante el gobierno de Lleras
Camargo, que mal le pagaría el PCC, pues pese a que llamó a votar por esta candidatura presidencial
burguesa, la dirigencia liberal sostuvo lo siguiente: “La junta directiva de la CTC consciente de su
responsabilidad ante el sindicalismo libre del mundo y de la tradición democrática del pueblo
colombiano, ha resuelto verificar su XII Congreso Nacional del Trabajo con las organizaciones
democráticas y libres, para consolidar las fuerzas sindicales y no permitir que el comunismo
internacional que no le interesa la solución de los problemas [laborales] colombianos, se apodere
de la combativa CTC” (Caicedo, 1982, pág. 119). A este Congreso se agregó una resolución
condenatoria de la revolución cubana y la formalización de la expulsión a los comunistas (Caicedo,
1982, págs. 118-120).
Frente a esta desfavorable situación y audaz unidad del bloque burgués y sus centrales patronales,
el PCC pacientemente impulsará los CUAAS, especie de coordinaciones de “sindicalismo
independiente” regionales. Posteriormente, en el primero de mayo de 1964, 262 delegados,
representantes de un contingente de masas de 200 mil trabajadores, fundan en la capital
colombiana la CSTC (Confederación Sindical de Trabajadores de Colombia), dirigida con
exclusividad por el PCC y signada en un importante ascenso de las huelgas y luchas obreras contra
los gobiernos del Frente Nacional. También se crea el mismo año del bombardeo de las repúblicas
independientes y la consolidación de la guerrilla campesina, pequeñoburguesa, impulsada por el
PCC: las FARC (Caicedo, 1982, págs. 133-135). Este fue el proceso de expulsión de la CTC y creación
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de la CSTC, evento histórico de enorme importancia no sólo para la historia del sindicalismo clasista,
sino para las lecciones revolucionarias y críticas del mismo.
(3) La crisis y caída de la espuria burocracia en Rusia, a finales de los 80, que tempranamente León
Trotsky en su obra cumbre “La revolución traicionada” (1936) prevería y analizaría, constituye la
fuente-genética más genial de análisis marxista, de crítica materialista a la URSS y el estalinismo, a
veces llamado “socialismo real”.
La “Revolución traicionada” del genio de León Trotsky repercutió decidida y poderosamente en el
estado del arte de la ciencia social y el desarrollo bibliográfico de obras marxistas más
contemporáneas a este y actualizadas en el tema, tales como:
“Rusia, de la revolución a la contrarrevolución” (1998) del oportunista Ted Grant, más “Perestroika
versus Socialismo: Stalinismo y restauración del capitalismo” (1989) y Leon Trotsky and the Post
Soviet School of Historical Falsification (2007) de David North, de la International Comitte –
Fourth International.
Los lúcidos trabajos teóricos en los 80 del dirigente político de la LIT-CI y maestro del PST-
Colombia, Nahuel Moreno, una de estas obras sería “Revoluciones del siglo veinte” (1984), entre
otras.
El libro de Carlos Munzer “1989: La burocracia stalinista entregó los Estados obreros a Wall Street y
al capitalismo mundial”, adscrito a la secta Fracción Leninista Trotskista – Cuarta Internacional.
El libro polémico del camarada de la Liga Internacional de los Trabajadores (LIT-CI), Martín
Hernández, “El veredicto de la Historia: Rusia, China, Cuba. De la Revolución Socialista a la
Restauración del Capitalismo”.
Los documentos, también polémicos del Centro Internacional del Trotskismo Ortodoxo (CITO), la
biblioteca de la LIT-CI, las publicaciones del Comité Central PST-C, como por ejemplo el Cap. I. “El
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derrumbe del totalitarismo stalinista, la crisis de dirección y la vigencia del socialismo”, de su
“Manifiesto Laboral” (1995).
Sin contar con las publicaciones marxistas independientes más conocidas, Michel Lowy y sus
“12 tesis sobre la crisis del socialismo realmente existente” (1991), etc, etc, y la numerosa bibliografía
de historiadores democráticos de izquierda y de la izquierda revolucionaria, no stalinista y
centrista, etc, etc.
Todas estas obras estos contribuyeron a analizar científicamente o si se quiere, de modo más
objetivo, desde el punto de vista de la clase obrera, el proceso restauracionista-
contrarevolucionario de la URSS y los demás estados obreros del siglo XX –no sin debates y
polémicas vivas hasta el presente, no resueltas– por lo que ciertamente constituyen hasta hoy, en la
segunda década del siglo XXI, un patrimonio clave y de referencia para la memoria histórica de los
trabajadores, los activistas sindicales y de izquierda, la vanguardia revolucionaria en construcción
proveniente de Colombia y el mundo, obras clasistas que por supuesto hay que incentivar editorial,
investigativa y propagandistamente sino queremos que sean marginales y desactualizadas.
Estas obras y las nuevas investigaciones marxistas que debemos hacer son en sí materiales teóricos
que permiten el avance teórico del marxismo revolucionario y el sindicalismo clasista al actualizar
el análisis de estos nuevos procesos tales como la caída del Muro, la disolución de la URSS, la
apertura de mercado de China y Vietnam, la liberalización de Cuba, etc, etc.
Hay un tenaz peso ideológico tergiversador y reaccionario en el que está sumergido la sociedad
colombiana y la academia, debido al rol ideológico del stalinismo en el siglo pasado, pero ante todo
por las dañinas mercancías liberales y los cuadros intelectuales burgueses impulsados por la
cruzada ideológica del imperialismo en este siglo, los cuales barren con estas fuentes e introducen
la ideología burguesa en la conciencia mayoritaria de las masas.
Consideramos que en el contexto del aniversario 30 de la caída del Muro de Berlín y el centenario
de la revolución rusa es fundamental que los trabajadores del mundo, en especial el MSC y todos los
compañeros clasista y no clasistas que integramos izquierda colombiana, nos preguntemos: “¿Qué
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pasó? ¿Por qué se desplomo la URSS y los otros ‘estados socialistas’? ¿Qué alternativas al capitalismo
hay? ¿Cuáles fueron las causas objetivas y subjetivas? ¿Quiénes fueron los responsables históricos?”
etc, etc.
No es sólo una propuesta de discusión sino que es una realidad. Existe un estado de reflexión
positiva de la izquierda colombiana y mundial, en varios sindicatos del mundo, sino miremos por
ejemplo las propias palabras del profesional en filosofía, Giovanni Libreros, Secretario de
Organización Nacional del PCC (“Partido Comunista Colombiano”). Durante su didáctico taller
acerca de las categorías universales de Aristóteles-Marx en la ciudad de Ibagué – Colombia (2013),
Giovanni reflexiona con agudeza la decadencia y caída de la URSS y del llamado “campo socialista”:
“Estas no son cuestiones tan fáciles de responder –dice Giovanni–. De las atrocidades del capitalismo
sabemos mucho, pero bueno, también de los experimentos alternativos se promovieron errores
históricos. ¿Qué pasó en la Unión Soviética? ¿Cómo se enfrentó por un lado el problema de la necesidad
social y el otro el problema de la subjetividad del deseo? ¿Cómo fue esa confrontación? ¿Cómo se
resolvió ese conflicto? En últimas: ¿Por qué se cayó la Unión Soviética? Uno diría: Todo fue culpa del
imperialismo y de la CIA. Podría ser. Pero, sería muy sospechoso. Hay crítica. ¿Y la autocrítica? Miremos
que fue lo que pasó entonces. Cuando se cae el campo socialista no salieron los obreros a defender el
socialismo, ¿Por qué? No salieron las masas a defender el socialismo, ¿Por qué? El problema es complejo
y uno no puede ponerse de radical, pero el fenómeno ocurrió. El fenómeno pasó. O sea, no estamos
debatiendo en abstracto, no estamos diciendo: supongamos que la Unión Soviética se cae por estas
causas o por otras. No, estamos diciendo: Se cayó la Unión Soviética y nosotros [los herederos de los
partidos comunistas] todavía no sabemos por qué se cayó. Hay que seguir debatiendo porque eso tiene
que ver sobre qué tipo de sociedad existe y cuál es la alternativa. No son cosas que se puedan zanjar
fácilmente (…) La causa eficiente tiene que ver con el autor. Humano o no humano, no nos referimos a
dios; se cayó la Unión Soviética porque dios quiso que se cayera. Eso no. Son otros factores, factores
naturales, históricos. Es decir, en el caso de la estatua, qué fue lo que inspiró al autor para que adoptara
este molde. Hay que conocer al autor. En el caso de la Unión Soviética habría que preguntar qué partido
dirigió ese proceso, cómo era ese partido, cómo era la clase trabajadora, cómo era el campesinado. Se
puede aplicar de muchas maneras. Es decir, la causa eficiente es en qué sentido: la Unión Soviética cae
pero muchos de sus actores que estuvieron durante la Unión Soviética hoy permanecen: la clase obrera,
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el campesinado, claro, con otras características en una sociedad totalmente opuesta y distinta. Y esta
es la causa final que refiere a la filosofía: el para qué, el por qué, por qué es así y no de otro modo”
(Silva, 2013).
Por su parte, el líder histórico del PCC, Gilberto Veira White, según narra su hija Constanza, para el
año de 1989: “Luego de la caída del muro de Berlín y de la muerte de su esposa, Cecilia Quijano
Caballero, se refugió aún más en los libros para hacerle el quite a la soledad. Un día su hija Constanza
lo encontró en el estudio con un esfero azul en la mano, concentrado en un texto de Antonio Gramsci.
Ella, sorprendida porque sabía que su padre acostumbraba subrayar los libros con un lápiz rojo, le
preguntó qué estaba haciendo. “Estoy releyendo toda mi biblioteca de marxismo para ver dónde
estuvo el error”, le respondió Vieira, uno de los fundadores del Partido Comunista Colombiano
(PCC) hace 70 años y su secretario general durante 44 de ellos…Vieira fue vocero del PCC en el
Concejo de Bogotá, en la Asamblea de Cundinamarca y durante 22 años ocupó una curul en la
Cámara.” (Semana, 2000).
La auténtica respuesta científica a este problema científico-social de las “causas eficientes”, diría
Aristóteles, a los interrogantes sociales comunes de la izquierda y el MSC y el sindicalismo clasista
sobre las libertades democráticas en los estados obreros (“deseo”/”necesidad social”) y la sociedad
mundial alternativa a la que aspiramos (“teleología”).
Todas ellas son preguntas que hasta los propios “neostalinistas” de Colombia y el mundo, hijos y
bisnietos de la influencia del Kremlin o de Pekín, stalinistas contemporáneos en acto de contrición,
confusión y oportunismo, ortodoxia, junto a neo izquierdistas vienen preguntándose.
En fin, todas estas preguntas y sus respuestas hay que buscarlas entonces en el patrimonio
científico, metódico, de la misma filosofía materialista-científica más objetiva existente, aquella que
radicalmente no se compromete con los sofismas capitalistas y el statu quo global de la civilización
burguesa contemporánea: el marxismo.
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¿Y qué es el marxismo hoy, en el siglo XXI? A nuestro juicio, el marxismo es el trotskismo al que da
la razón la historia y que resuelve, a su vez, el abismal problema del legado teórico o hilo de
continuidad del pensamiento de Marx-Engels.
El Trotskismo es la teoría y praxis del marxismo leninismo revolucionario, el materialismo
dialéctico abierto de la nueva época, desarrollado dialécticamente –es decir, anti herméticamente
frente al universo y problemas de las ciencias naturales y sociales y formales, a la historia universal–
en la etapa histórica de la burocratización de los estados obreros, su proceso de crisis y caída, en la
comprensión y acción en una nueva situación de lucha de clases.
El Trotskismo es la continuación del marxismo-leninismo porque responde al contexto de la
existencia mundial económica y crisis civilizatoria del capitalismo monopolista, i.e. el Imperialismo,
evolucionado a finales del siglo XIX, principios del XX y plenamente desarrollado en el siglo XXI.
El Trotskysmo es producto de los procesos sociales revolucionarios permanentistas y
contrarrevoluciones de la clase obrera mundial en la época de la lucha por el poder obrero global y
su derrota relativa, por mor del stalinismo, las retrospecciones sociales científicas que esto supone
en un periodo histórico stalinista, de casi todo el siglo XX, hacia un periodo post-stalinista, a
principios del siglo XXI. Ese es el lugar histórico del marxismo y su evolución teórica actual. El
trotskismo no es una tendencia es la esencia y acerbo del socialismo contemporáneo, por lo tanto
del sindicalismo obrero.
Su desarrollo político o práctica partidaria y social y sindical está un poco a la zaga, con respecto a
la teoría, pero al responder a la situación actual, tiene a desarrollarse social, sindical y
partidariamente, de ahí la necesidad del balance autocrítico, sugerido el capítulo I.
(4) En los resultados de la profusa investigación científica titulada Sindicalismo Asesinado (2012),
libro de carácter pequeñoburgués, empírico y cualitativo, escrito por León Valencia, ex guerrillero
del ELN y miembro de la Corporación Arco Iris, junto a Celis Ospina, sociólogo de la UNAL, los
autores sostienen la siguiente tesis causal sobre el origen de la “violencia” contra los sindicalistas
de Colombia en los últimos 25 años:
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“Los sindicatos colombianos se han empeñado en asegurar que la protesta laboral es la causa
principal –o única– de las agresiones que ha sufrido el sindicalismo. (…) Por su parte, el Estado
colombiano, sostiene una tesis contraria [a saber, que la violencia se atribuye a los vínculos de los
sindicatos con las guerrillas] (…) como si al decir que la mayoría de los crímenes contra sindicalistas
tienen una vinculación directa con el conflicto armado quedara exento de culpa o viera atenuada su
responsabilidad (…) Nuestra investigación revela que tal[es] explicación[es son] incompleta[s]. La
acción política al lado de las guerrillas y la lucha autónoma por la democracia, desataron una
respuesta atroz y desproporcionada de élites regionales, agentes del Estado y fuerzas ilegales”
(Valencia & Ospina, 2012, págs. 19, contraportada y capítulo I. EL ASESINATO DE 2.732
SINDICALISTAS SÍ TIENE EXPLICACIÓN).
La hipótesis que se planteó arriba (F. 1 + F. 2 = CM) concuerda relativamente con la tesis causal de
Valencia-Ospina, en lo que concierne a la cooperación de sindicatos y coaptación de estos por la
insurgencia pequeño burguesa, así como la arremetida sanguinaria del Estado y sus agentes
serviles.
En este sentido, los marxistas no guerrilleristas, como el trotskista Nahuel Moreno y el PST
colombiano (por izquierda), pero no sólo estos, pues también el stalinista Francisco Mosquera
(aunque por derecha), dieron en el blanco, acertaron políticamente al desvincular el SC y el
sindicalismo colombiano, de las tesis y métodos de la lucha guerrillerista y el terrorismo, que
llevaron a la bancarrota de la revolución colombiana y a la masacre de las propias organizaciones
sindicales, postura que por supuesto, no pretende por ello caer o apoyar la vacuidad del pacifismo
pequeñoburgués y el respeto del Estado de derecho, su monopolio de las armas, al modo de
Valencia-Ospina.
Sin embargo, la hipótesis que planteo discrepa profundamente, tanto en el enfoque como en las
categorías, con la tesis causal de Valencia-Ospina, por ejemplo, uno de ellos es el tema del origen de
la violencia antisindical, pues los autores sólo lo documentan los últimos 25 años y lo relacionan
con la variable del conflicto armado.
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En menor medida, se refieren a la “lucha democrática” pacífica, pero dejan de lado que las 7
modalidades de violencia antisindical, incluidas el homicidio, hacen parte de la historia natural y
peculiar del capitalismo en Colombia:
La masacre de los 20 artesanos de Bogotá del 16 de marzo de 1919, la masacre de los petroleros de
1924 y la represión de las huelgas textileras en los 20, la masacre de las bananeras de 1928. El
periodo de la Violencia y el saldo de muertos del Paro Cívico Nacional, pero también la resistencia
autónoma obrera al neoliberalismo de los últimos 25 años, en el sector de los servicios públicos, los
empleados públicos, el sector de la salud y el SENA, incluso los procesos independientes, aunque
estigmatizados, del sector educativo, petrolero y bananero (2012, págs. 131-133, 167, 191, 197-
198), son muestra de la violencia sistémica.
Por ello se disiente del enunciado de los autores, para los cuales “sólo una paz estable puede
terminar la victimización sindical” (2012, pág. 21), por considerarla falsa, ideológica. Más bien, el
posconflicto capitalista conllevará a que la “victimización sindical” disminuya a
índices significativos sí y sólo sí si hay un cambio de régimen, desmonte del paramilitarismo y
diques a las fuerzas represivas del estado.
Sin embargo, el crimen o la violencia sistémica, el terrorismo laboral contra los sindicalistas, es
constitutivo al capitalismo y a la burguesía, al “Estado de derecho” al que tanto invocan Valencia-
Ospina (2012, págs. 19-20) y que la ONU defiende (entidad que por lo demás financia la
investigación de ellos). El estado burgués no es sino una maquinaria espuria, de muerte, prueba de
ello son los 1.253 sindicalistas asesinados en 49 países, durante 1999-2009: Colombia, Brasil,
Filipinas, Nepal, Guatemala, Guinea (2012, pág. 25), entre otros, los 43 sindicalistas muertos de la
huelga de Marikini en Sudáfrica (2012), etc, etc, cabe decir, muchos de estos asesinatos
ocurrieron/ocurren en países en que no padecen conflictos armados.
Lo que explica realmente la “violencia antisindical” y la “victimización sindical” es el índice común
de todos los asesinatos: la lucha de clases (el F. 2 en cuanto tal) entre empresarios y trabajadores.
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Existe un Estado burgués que conspira y asesina a dirigentes sindicales, esta situación obliga al
movimiento obrero y popular a defenderse de los embates de la patronal y sus Estados.
Basado en las causas científicas de la violencia contra los sindicalistas y los trabajadores, el
marxismo revolucionario y el PST sostienen una posición contraria a los Valencia, los Ospina, los
“Santos” y los “Cepedas”: “la superación o erradicación de las causas de la violencia antisindical y la
victimización sindical pasan por la transformación revolucionaria del capitalismo en Colombia y la
construcción del socialismo mundial”. Lo demás son habladurías burguesas y pequeñoburguesas,
sobre el posconflicto y la protección sindical.
(5) Con respecto a la Campaña #SoyCapaz, escribe con gran acierto la articulista reformista e
historiadora, Fernanda Espinosa, miembra del Congreso de los Pueblos:
“¿#Soycapaz de comprometerse (sic) con el respeto de los derechos laborales? (…) ¿#Soycapaz de
respetar la consulta previa? (…) ¿#Soycapaz de aportar a la conservación de los bienes de la
naturaleza y los derechos medio ambientales? (…) ¿#Soycapaz de tributar para la inversión social y
para La Paz? (…) La campaña #Soycapaz habla de un compromiso con la paz de más de 120 empresas
entre las que se encuentran algunas multinacionales. Unos mínimos de aporte a la paz es que se
comprometieran con respetar los derechos laborales, la consulta previa, la conservación de los bienes
de la naturaleza, tributar para la inversión social y respetar los derechos humanos, en particular con
el desmonte del paramilitarismo (…) sospecho que no pasará de ser más que un slogan publicitario
vacío de compromisos reales. Se quedarán simplemente en el #Soycapaz de hacerme publicidad con la
paz” (Espinosa, 2014).
Vaya que Fernanda tiene razón en sus sospechas sobre dicha campaña. Como nos enseña Fernanda,
no hay que hacernos “ilusiones”, luego, la conclusión es contundente: ¡Una vez más…! ¡La burguesía
no será capaz! ¡Es tarea de los socialistas y luchadores clasistas, del proletariado revolucionario y
las masas populares, llevar a cabo estas acciones cualitativas de derechos laborales, consulta previa,
conservación natural, etc, por medio de una revolución social, un programa de transición de masas
y la resistencia social cotidiana en los conflictos. Lo demás es pura publicidad barata de la paz tanto
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igual o peor a los incumplimientos del estado colombiano con las víctimas y el campesinado y los ex
combatientes.
(6) El “Sancocho” es un plato típico de la cocina colombiana, una deliciosa sopa con varios alimentos
e ingredientes, como lo son: tubérculos, verduras, condimentos y carnes. Hay uno que trae gallina,
papa criolla, mazorca y zanahoria.
La expresión metafórica de “Sancocho Nacional” fue utilizada por primera vez, hasta donde
conocemos, por el carismático y humanista guerrillero del M-19, ex miembro del PCC y costeño
pequeñoburgués: el Comandante Jaime Bateman Cayón. A principios de los 80’s, Bateman habló del
“Sancocho nacional” en alusión a la unión y diálogo democrático de todas las expresiones sociales y
políticas del pueblo colombiano, burguesas y proletarias, para la consecución de un proceso de paz
y apersonamiento colectivo de los problemas del país, en favor de los más desfavorecidos.
En esta ocasión usamos la metáfora del “Sancocho”, en dos sentidos diferentes. El primero (1),
para ilustrar y analizar, desde una óptica clasista y materialista, toda la serie de factores
heterogéneos, mezclas, ingredientes y expresiones biopolíticas de raíz material, directas e
indirectas, infraestructurales y supra estructurales, los problemas y crisis sistémica de todo tipo
que hacen de Colombia una nación oprimida por el Imperialismo mundial, especialmente, el
estadounidense.
El segundo (2), que a partir de este “sancocho de problemas” semicoloniales generados por el
Imperialismo, sea menester en Colombia y los países latinoamericanos, en todo este “sancocho
cultural” de masas obreras y populares, criollas, negras, mestizas, mulatas y blancas, con diversas
costumbres, luchar por la liberación nacional de Estados Unidos y sus aliados, la Segunda
Independencia de los pueblos semicoloniales y la conquista del poder estatal por la clase obrera
multicultural, “tareas” históricas inherentes a la Revolución Colombiana y Latinoamericana, en lo
inmediato a la resistencia a la ofensiva neoliberal del empresariado.
(7) Véase el Cap. XI, Parte Primera, de uno de los clásicos de la literaria universal, El Ingenioso
Hidalgo Don Quijote de la Mancha (1615) de Cervantes, donde el Caballero de la Triste Figura
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pronuncia su famoso Discurso de la Era Dorada, después de finalizar de comer la cena y departir
con los cabreros. El Quijote saborea como postre una bellota dulce, que le hace venir a la mente
aquéllas emotivas palabras, transmitidas a los presentes, con el dramatismo y elocuencia propia de
los caballeros andantes, discurso del cual me permito citar completo:
“–Dichosa edad y siglos aquellos a quien los antiguos pusieron nombre de dorados, y no porque en ellos
el oro, que en esta nuestra edad de hierro tanto se estima, se alcanzase en aquella venturosa sin fatiga
alguna, sino porque entonces los que en ella vivían ignoraban estas dos palabras de tuyo y mío. Eran
de aquella santa edad todas las cosas comunes; a nadie le era necesario para alcanzar su ordinario
sustento tomar otro trabajo que alzar la mano y alcanzarle de las robustas encinas, que liberalmente
les estaban convidando con su dulce y sazonado fruto. Las claras fuentes y corrientes ríos, en magnífica
abundancia, sabrosas y transparentes aguas les ofrecían. En las quiebras de las peñas y en lo hueco de
los árboles formaban sus repúblicas las solícitas y discretas abejas, ofreciendo a cualquiera mano, sin
interés alguno, la fértil cosecha de su dulcísimo trabajo. Los valientes alcornoques despedían de si, sin
otro sacrificio que el de su cortesía, sus anchas y livianas cortezas, con que se comenzaron a cubrir las
casas, sobre rústicas estacas sustentadas, no más que para la defensa de las inclemencias del cielo.
Todo era paz entonces, todo amistad, todo concordia; aún no se había atrevido la pesada reja del corvo
arado a abrir ni visitar las entrañas piadosas de nuestra primera madre; que ella sin ser forzada
ofrecía, por todas las partes de su fértil y espacioso seno, lo que pudiese hartar, sustentar y deleitar a
los hijos que entonces la poseían. Entonces sí que andaban las simples y hermosas zagalejas de valle en
valle y de otero en otero, en trenza y trenza y cabello, sin más vestidos de aquellos que eran menester
para cubrir honestamente lo que la honestidad quiere y ha querido siempre que se cubra, y no eran sus
adornos de los que ahora se usan, a quien la púrpura de Tiro y las por tantos modos martirizada seda
encarecen, sino de algunas hojas verdes de lampazos y yedra entretejidas, con lo que quizá iban tan
pomposas y compuesta como van ahora nuestras cortesanas con las raras y peregrinas invenciones
que la curiosidad ociosa les ha mostrado. Entonces se declaraban los conceptos amorosos del alma
simple y sencillamente, del mismo modo y manera que ella los concebía, sin buscar artificioso rodeo de
palabras para encarecerlos. No había el fraude, el engaño ni la malicia mezcládose con la verdad y la
llaneza. La justicia se estaba en sus propios términos, sin que la osasen turbar ni ofender los del favor
y los del interese, que tanto ahora la menoscaban, turban y persiguen. La ley del encaje aún no se había
sentado en el entendimiento del juez, porque entonces no había qué juzgar, ni quién fuese juzgado. Las
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doncellas y la honestidad andaban, como tengo dicho, por dondequiera, sola y señera, sin temor que la
ajena desenvoltura y lascivo intento la menoscabasen, y su perdición nacía de su gusto y propia
voluntad. Y ahora, en estos nuestros detestables siglos, no está segura ninguna, aunque la oculte y
cierre otro nuevo laberinto como el Creta; porque allí, por los resquicios o por el aire, con el celo de la
maldita solicitud, se les entra la amorosa pestilencia y les hace dar con todo su recogimiento al traste.
Para seguridad, andando más los tiempos y creciendo más la malicia, se instituyó la orden de los
caballeros andantes, para defender las doncellas, amparar a las viudas y socorrer a los huérfanos y a
los menesterosos” (Saavedra, 2008, págs. 95-99).
El “Discurso del Quijote sobre la Era Dorada” está muy influenciado por el mito de las edades de Los
Trabajos y los Días (700 a.c.) del poeta clásico Hesíodo. Sus características son la glorificación de un
estado anterior adámico (al parecer el Quijote está pensando en el “comunismo primitivo” y está
escribiendo entrado el siglo XVII desde las peldaños prematuros al Renacimiento, en el nacimiento
del capitalismo), la añoranza y elogio de un pasado adámico, la maldición y condena del presente
(status quo), la creencia de que todo pasado fue mejor, base para el romanticismo literario y político
posterior.
El Discurso sobre la Era Dorada pasó a llamarse en la historia de la literatura y de la lógica –e incluso,
como veremos, también en la historiografía y la filosofía de la historia, tipo John Zerzan y los
primitivistas– la “nostalgia del Quijote”, bajos los nombres y las características claras de
“Romanticismo moderno” debido a las actitudes pesimistas y nihilistas, también la “Falacia del
Quijote” por errores de argumentación en el uso falaz de la generalización, la falta de
información/evidencia y falsa analogía, acerca de X tema.
Para esta ocasión, en un contexto político y de historiografía marxista, sostenemos que la izquierda
tradicional y la burocracia sindical de vieja data y los trabajadores de la vieja generación, a finales
del siglo XX y principios de este siglo XXI, fruto de la cruzada ideológica y el confusionismo
anticientífico sobre las causas históricas de la caída de los Estados obreros burocratizados, la etapa
stalinista, la restauración del capitalismo y el declive del Estado de Bienestar, lamentablemente
sufren de aquél mal quijotesco.
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Ellos poseen una narrativa histórica reaccionaria con rasgos esenciales de “romanticismo político
sesentero” sobre el pasado y de “falacia historicista-quijotesca” al “añorar” la historia del siglo XX y
las conquistas obreras, a saber, de los “Estados socialistas, las luchas guerrilleras y los gobiernos
populares”, “la juventud y estados de ánimos de los pueblos de aquélla época”, “los grandes Trade
Unions y el Welfare State” (¡suspiros!…¡lágrimas!), “la muerte de la utopía”, la “edad de oro del
capitalismo” y donde los trabajadores pudieron vivir bien, etc, etc, etc. De ahí la “nostalgia
quijotesca” de estos, su mirada “filosófica” del espíritu de la época, sobre el presente y el futuro
político de la humanidad, sea en esencia reaccionaria.
El materialismo histórico actual y el sindicalismo clasista, al ser el paradigma científico de las
ciencias sociales y guía revolucionaria de la clase obrera en el siglo XXI, es el más acérrimo enemigo
de la “Nostalgia Quijotesca”, pues en lo que atañe a la historia, la burguesía y los sectores políticos
de clase influenciados por ella, miran al pasado con nostalgia reaccionaria y no al futuro con decisión
revolucionaria, por nuevas victorias del socialismo y por la lucha en el terreno adverso del
neoliberalismo económico.
No se trata de volver a la edad de oro capitalista o stalinista, sino luchar por una edad socialista en
el siglo veintiuno y sucesivos, en lo inmediato, lucha en la edad de hierro y barbarie que condena al
nuevo proletariado a niveles de explotación propios, esos sí, del siglo XIX.
(7) El corpus programático y principista clasista del Manifiesto Sindical del 2013, está ya esbozado
primeramente en el Manifiesto Laboral de 1995 (PST, 2013, págs. 59-70) del Comité Ejecutivo del
PST, cuando este tuvo que lidiar valientemente, 6 años después de la caída de la URSS, con el llamado
“vendaval oportunista” al que alude la LIT-CI, la reacción política o su equivalente supra estructural,
esto es: la “Cruzada Ideológica”, política e integral, en Colombia y al interior de sus organizaciones
obreras, entre ellas, el movimiento sindical y los partidos de izquierda.
Por ello no es extraño que el Manifiesto Laboral del PST esté precedido por un epígrafe aleccionador
del maestro Lenin, dos años antes del estallido de la primera Revolución Rusa de 1905 y que nos
recuerda hoy al oportunismo del clasismo vuelto reformismo, el cual reza: “¡Le demostraremos que
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somos gente de principios! Y lo han hecho. Han demostrado palpablemente a todo el mundo que si
tienen nuevos principios, éstos son principios oportunistas” (PST, 1995, pág. 59).
De ahí que, que 19 años después, ambos Manifiestos del PST (1995 y 2013) ratifiquen y preserven
las mejores tradiciones revolucionarias del Sindicalismo Clasista, con la vigencia programática y
tradiciones de 3 siglos de lucha de la clase obrera y las actualicen, para la necesaria revolución que
demanda Colombia y el mundo entero, como para la resistencia cotidiana contra la clase capitalista
criolla y extranjera.
(8) Entrevista personal que tuve con Alfonso Conde en la sede del Partido Comunista Colombiano
(Bogotá D.C., Colombia), el 11 de abril de 2013.
(9) Véase el texto “PARTIDOS, ELECCIONES Y REVOLUCIÓN EN COLOMBIA” Cap. II, “¿Por qué los
socialistas llaman a votar en blanco este 2014?” (Chaparro, 2014).
(10) “Por sus garras se conoce al león”, frase usada por Johann Bernoulli para elogiar al físico inglés
Sir Isaac Newton, tras haber resuelto en 1697 dos problemas matemáticos de altísima complejidad
en competencia con más de 7 científicos y eruditos de la época, muchos de ellos miembros de la Real
Sociedad de Ciencias de Inglaterra.
Aquí se toma la expresión latina como una metáfora política clasista (“La Garra del León”) en un
contexto del problema político de magnitud compleja y sin presentes, que exige una solución
revolucionaria: el problema es el dilema de la continuación de la vida y la civilización, la crisis del
sindicalismo y la izquierda política, tanto en Colombia como el mundo, en últimas, el dilema
materialista de “¡Socialismo o Muerte de la Civilización!”.
(11) No es este el espacio apropiado para debatir en profundidad el problema complejo y actual del
materialismo histórico que versa sobre la necesidad objetiva/posibilidad subjetiva del socialismo y
la revolución social en el siglo XXI, es decir, del problema mismo de la civilización y al que está
subordinado las luchas “tácticas” de guerra de guerrillas del sindicalismo y luchas proletarias, en el
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que pululan diversas posiciones. Por tanto, queda pendiente para una próxima ocasión. Solamente
dejo como elemento de clarificación del debate, dos asuntos:
a) El contexto histórico del problema. Las dos grandes «derrotas» dialécticas de la clase obrera
mundial (Comuna de Paris + caída del Muro de Berlín y los estados obreros) que impactaron en el
sindicalismo y el movimiento obrero espontáneo, los «hechos» que generaron las posiciones sobre
«escenarios prospectivos», «futuros», a partir de las vivencias de su «presente histórico».
Dicho de otro modo, a partir de esa derrota estratégica, la perspectiva estratégica de una ultra
decadencia material y barbarismo de la clase obrera o bien del fin de la especie humana a partir de
«eventos históricos», «nodos» y posibles escenarios que determinan la necesidad del socialismo en
tanto nuevo modo de producción planetario:
Las crisis económicas cíclicas y catastróficas (1929, 1973, 2008, …), la pobreza mundial <> las
guerras imperialistas mundiales (I, II, ¿III?,…) y la guerra termonuclear, las nuevas tecnologías
militares <> el fascismo nazi y neofascismo imperialista mundial, el bonapartismo mundial y
neoesclavismo capitalista <> el cambio climático e impacto del capital en el medio ambiente, la
finitud del petróleo y exterminio de especies <> la sobrepoblación ascendente y la distribución
material, la desigualdad social y la pobreza <> la finitud del Planeta Tierra, condiciones de
habitabilidad humana, los pronósticos científicos de vida de la especie humana y la Tierra <> la
Conquista de otro planeta y el desarrollo aeroespacial, principalmente.
b) El contexto teórico y la evolución del problema. La fórmula clásica marxista sobre el tránsito
revolucionario del “modo de producción capitalista al modo de producción socialista” y “la
contradicción del desarrollo de las fuerzas productivas con las relaciones de propiedad (jurídicas)
existentes” de Marx-Engels, como ley científica de la historia, la “negación del tránsito objetivo del
capitalismo al socialismo” (1899) de Eduard Bernstein.
En el prólogo a la Introducción general a la crítica de la economía política (1859) Marx sostuvo la
tesis objetiva del límite de desarrollo del capitalismo como condición de su perecimiento, según la
cual:
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“Una formación social jamás perece hasta tanto no se hayan desarrollado todas las fuerzas
productivas para las cuales resulta ampliamente suficiente, y jamás ocupan su lugar relaciones de
producción nuevas y superiores antes de que las condiciones de existencia de las mismas no hayan
sido incubadas en el seno de la propia antigua sociedad…Las relaciones de producción burguesas
son la última forma antagónica del proceso social de producción…Con esta formación social
concluye, por consiguiente, la prehistoria de la sociedad humana” (Marx, 1989, págs. 67 – 68).
La “eternidad del capitalismo” de los ideólogos burgueses desde las posturas modernas y
contemporáneas, bien sea desde el idealismo tipo “el capitalismo es un sistema económico eterno”
(Adam Smith, David Ricardo) a los que hace mucho tiempo criticó con éxito Marx.
De la “superioridad cualitativa del capitalismo sobre el socialismo” (i.e. stalinismo) y en “evolución
progresiva” (1992) por parte de Francis Fukuyama y otros. Pero quizás la más importante e
interesante para nuestra época sea “el capitalismo como el último sistema económico en crisis antes
del fin del ciclo y autodestrucción de la especie humana” o “supervivencia dual de la especie humana
en otro planeta con la tecnología y la economía del capitalismo”, según pregonan a su modo los
ideológicos burgueses de la ONU e imperialistas.
Volviendo al campo del sindicalismo clasista, del “Socialismo o barbarie” (1915) de Rosa
Luxemburgo y Karl Kautsky/Engels sobre el carácter cíclico de las crisis comerciales y la decadencia
cultural de la humanidad por la primera gran guerra mundial.
La “Decadencia del Imperialismo” de Vladimir Ilich Lenin (1916), como última fase de crisis y
guerras, del capitalismo. La “Crisis de la humanidad” (1938) de León Trotsky en tanto la crisis de
dirección política de la revolución socialista mundial y la premisa objetiva de la revolución socialista
mundial sobre “el cese del desarrollo de las fuerzas productivas” en la época del imperialismo y los
treinta, que los marxistas revolucionarios hemos interpretado como el desarrollo dialéctico
desigual y combinado de del “Desarrollo-Destrucción de las fuerzas productivas”, no sólo un polo
de ellas.
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“La mirada del Angeluos Novus” y la “crítica de la idea de progreso” de Walter Benjamin (1940) ad
portas de la segunda guerra mundial. El “Socialismo o muerte” (1961) de Fidel Castro Ruz y el
stalinismo frente al ataque del Imperialismo a un estado obrero, la llamada crisis de los misiles, o
los que pensaban para la época en una hecatombe nuclear entre la URSS y Estados Unidos, como
Posadas.
El “Socialismo o holocausto” (1981/86) de Nahuel Moreno sobre la muerte de la civilización
humana y la vida en el marco de agotamiento de petróleo, la destrucción de la naturaleza y peligro
de guerra atómica en el marco de existencia de los Estados obreros.
“Ecosocialismo o extinción”, según los ecosocialistas europeos y Michel Lowy, el neo mandelismo
del Secretariado Unificado y el revisionismo troskista y neoreformismo, en un contexto de
absolutización de grandes problemas ambientales. El “comunismo primitivo o extinción”
(1994/) del anarquista John Zerzan.
Finalmente, el “Socialismo o Muerte de la Civilización” (2014/2018), que se plantea para estos
momentos de crisis y los que se avecinan en el siglo XXI, siguiendo la tradición ortodoxa de Marx-
Engels, Luxemburgo, Lenin, Trotsky y Moreno, en diálogo revolucionario con las otras posturas
teóricas, programáticas y partidarias de las ciencias políticas, sociales y naturales.
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Capítulo III. POLÍTICA.
CRÍTICA CLASISTA DE LA IDEOLOGÍA SINDICAL DOMINANTE
Introducción: ideología oficial y clasismo revolucionario
Cuando analizamos en el capítulo I los problemas teóricos tales como el significado del “SC”
Sindicalismo Clasista (P1) y el marco categorial explicativo del movimiento sindical colombiano y
mundial (P2) en la actualidad, percatamos una grave limitación. Habíamos olvido abordar otro
asunto crucial de íntima relación con el capítulo II sobre los problemas prácticos de democracia y
sindicalización (P3) y también de I, a saber:
Las famosísimas y “avanzadas” tesis políticas/programa (P4) presentadas al VI Congreso de la
Central Unitaria de Trabajadores de Colombia celebrado en Santa Marta (2014) bajo la
consigna “Por la paz, soberanía, democracia y derechos laborales”, por parte de la llamada Corriente
Sindical del Polo, la Corriente del Sindicalismo Democrático y la Corriente Sindical Clasista. Como
tal, el documento político oficial cutista que versa sobre el averno y lo mundano, lo divino y lo
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humano, pero lo central y en lo que más ponen énfasis es en la situación política mundial y nacional,
en el estado del sindicalismo colombiano y la propia Central, así como una serie de propuestas,
ajustes de organización y plan de lucha de la Central.
Dicho libro cutista constituye la ideología oficial (1), con sus 3 “corrientes de opinión que hacen
presencia dentro de la CUT” (Autores Varios, Tesis VI Congreso CUT, 2014, pág. 5), como llama el
Presidente de la CUT, Luis Pedraza.
En realidad, más que corrientes de opinión, se trata de tres fracciones o fuerzas políticas influyentes
al interior del movimiento obrero organizado con bases asalariadas de influencia, “pescando en río
revuelto” dentro de una muestra de más de 500.000 asalariados afiliados a la principal Central del
país, sindicatos independientes y asalariados, delegados, con finalidades de capturar para sí en la
organización partidaria “centrífuga” y aportar al desarrollo gremial.
Cada una de las corrientes está aglutinada en una concepción teórica del mundo y en nociones
discursivas programático-políticas singulares, que de uno u otro modo ejercen influjo y reproducen
el discurso oficial del MSC (Movimiento Sindical Colombiano) y MSM (Movimiento Sindical Mundial)
y de toda la sociedad capitalista contemporánea.
Dicho lo anterior, como complemento a la categorización de las tendencias del capítulo II y la
historia reciente de la crisis sindical en el capítulo II, es necesario analizar dichas tesis desde un
lente clasista, es decir, con las gafas del obrero avanzado puestas. Por eso es necesario que los
trabajadores, clasistas o no, de diversas condiciones del país, los más avanzados, todos los
luchadores, interesados en el devenir futuro del movimiento sindical y obrero en este nuevo siglo
que apenas despega, contribuyamos a dicha labor.
Abordaremos en este capítulo III el problema de la ideología sindical al interior de la CUT (P5) e
irradiada en el movimiento social y la sociedad colombiana, a la luz de las Tesis del VI Congreso
(2014) pintadas con el barniz político-sindical izquierdista de estas, tan característico de la CUT, al
ser estar nucleada por partidos de izquierda, en sentido genérico.
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Este diálogo crítico de izquierdas con las tres corrientes sindicales son apenas unas “notas críticas”
primarias, unas “glosas marginales”, dicho sea, un “borrador en obra negra” insuficiente y
rudimentario, limitado en muchos aspectos, con pocas aclaraciones y profundizaciones, debido a las
presiones materiales. Por ende, en ningún modo pretenden ser algo sistemático y acabado en sí, más
si útiles como bases iniciales de contribución, polémica, orientación y escrutinio a esta tarea
colectiva crítica, desde distintos ángulos y temas, que debemos realizar los trabajadores y pobres
de Colombia, sindicalizados o no, activistas de izquierda, el clasismo proletario. Un dialogo político
y crítica marxista de las “tesis del sexto congreso de la Central Unitaria de Trabajadores de Colombia”.
Hay que tener una mirada crítica o clasista, para que no nos dejemos embaucar, a la hora de
toparnos y oír una y otra vez “ideas en boga”, “idearios de izquierda” y lenguajes del “mundo
sindical”, también “empresarial” y “la política”, de las Centrales Obreras. Igualmente, en los
Departamentos de Recursos Humanos y los medios, en nuestras empresas, las charlas-parlas de
asambleas de empleados, conferencias, eventos de las compañías y propaganda de los partidos,
movilizaciones y huelgas sociales. También en espacios más privados como el recinto de la sala y
las charlas sociales y familiares de entretención, como los bares populares y obreros, al calor de
unas frías, en el debate entre nosotros mismos.
Los barbudos alemanes, maestros de los parias de nuestro tiempo, solían decir que “los
trabajadores merecían lo mejor, se merecían todo”, lo más perfecto y bueno. Eran exigentes,
aristocráticos, con su clase, en relación a la literatura y las ideas científicas. También podríamos
decir con ellos igualmente que “el estado de una Nación burguesa está dado por la calidad de sus
partidos”, de ahí viene el diagnóstico de la crisis de dirección política de los trabajadores. En este
orden de ideas, nos referiríamos a los partidos realmente existentes y contingentes de nuestro país,
no sólo la podredumbre de los partidos de la oligarquía, pasados como amigos de los pobres y de la
soberanía del país, sino también, de los llamados partidos del “pueblo”, democráticos, de izquierda.
El pueblo colombiano raso, los trabajadores, las mayorías laboriosas, merecen la mejor y más
representativa herramienta catalizadora de sus íntimos deseos colectivos y necesidades, para la
consecución de sus fines y el autogobierno de sus propios destinos, de ahí que esta crítica marxista
revolucionaria (clasista) y diálogo ciudadano y sindical con la política de la Corriente Sindical del
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Polo Democrático Alternativo, el Movimiento Progresistas y el Partido Comunista Colombiano, sea
un llamado a decir:
“Los pobres de Colombia nos merecemos algo mejor a los partidos existentes y sus dirigentes
tradicionales y los de “izquierda”, en últimas, “el pueblo trabajador y la juventud necesitan dotarse
de un partido alternativo”, un partido obrero revolucionario.
El llamado es a politizarnos y polarizarnos, sin miedo, a estudiar y conocer las opiniones de
“nuestros Dirigentes de la Central” y sus correspondientes partidos, a leer y digerir las tesis del VI
Congreso con una mirada crítica, obrera, explorar otros horizontes, etc, ¡sin tragar entero!
Sobre el tema de la discusión pre congreso, hay algo que debemos señalar, antes de proseguir a
nuestra tarea:
El “librillo” de las VI Tesis al Congreso de la CUT ha sido “imprimido” y difundido con “masividad”
entre miles de trabajadores afiliados y sindicatos de la CUT, según la Junta Nacional. Aunque, lo real
es que fue discutido muy poco por la base obrera, las mayorías, apenas un puñado de mesas de
trabajo “express”, sesiones de juntas directivas de burócratas sindicales y grupos de estudio
discontinuos, encuentros de burócratas y de nuevas generaciones interesadas, lecturas
individuales, ninguna participación de los des-sindicalizados y la sociedad, poco impacto social del
evento, etc, etc.
No en vano la prensa independiente Desde Abajo no pecaría de incauta al señalar con la lucidez
democrática que muchas veces caracteriza a su editorial y sus publicaciones:
“[E]ste congreso de la CUT termina siendo un escenario de disputa de las fuerzas expresadas como
corrientes dentro del ejecutivo nacional (corriente democrática, corriente del Polo y corriente clasista)
y no en un amplio evento democrático en donde las tesis fuesen elaboradas y discutidas por sitio de
trabajo, por rama de la producción y por territorios, propiciando que la cita del 24 al 26 de Septiembre
no entusiasme a nadie más que a algunas juntas directivas, transformándose más bien en un insípido
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debate de trámite [y búsqueda (burocrática) de consensos, como escribió su Presidente Pedraza]”.
(Desde Abajo, 2014).
En efecto el periodo “democrático” de discusión precongreso y los tres días de deliberación
democrática en la hermosa Ciudad de Santa Marta, siguieron dicho patrón de minorías a puerta
cerrada y tufillo burocrático, discusiones con poco filo polemista y más de consensos burocráticos,
sin eco público del grueso de los veintidós millones de laborantes, pese a las buenas intenciones de
reuniones y encuentros, lo cual es una de tantas muestras de la crisis del sindicalismo de este país.
En el 2015 se realizó el Congreso Extraordinario CUT y el II Congreso de la Juventud Trabajadora y
V Congreso de la Mujer CUT de 2015, eso sí, pese a las maniobras de dilación y sectarismo de la
burocracia sindical. Lo cierto es que será fueron espacios para mejorar, bien seguir con el
continuismo o empeorar ostensiblemente. Esperamos que sea lo primero, los trabajadores así lo
desean y los revolucionarios, siguiendo sus anhelos, también lo impulsarán.
En este capítulo III, concebido como una contribución a la crítica marxista-clasista de la ideología
sindical dominante colombiana, se procederá del siguiente modo:
Primero, examinar la ideología oficial, su tripartición y desdoblamiento
(polista/democrática/clasista) así como su comunión, sus flancos débiles y fuertes, mediante un
diálogo crítico con las izquierdas insertas en el movimiento obrero organizado, polemizando con
sus posiciones.
Segundo, en aras de la democracia sindical y el espíritu cualitativo del Sindicalismo Clasista (véase
capítulo I), paralelo a la crítica, de tanto y tanto, permanentemente, emergerá una ideología no
oficial, una concepción política alternativa, alterna y en contraste con el “Libro Oficial” de la CUT y
el criterio de verdad oficial, emanada del Partido Socialista de los Trabajadores de Colombia (PST-
C), la Liga Internacional de los Trabajadores (LIT) y la aglutinación de posturas clasistas
revolucionarias y apreciaciones independientes socialistas.
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Tercero, para concluir lo anterior, se plantearán un serie de conclusiones generales sobre la
ideología sindical del movimiento sindical colombiano y global, la contra-ideología oficial del SC,
unos ejes de lucha para el próximo periodo de parte del PST y una síntesis de esta “batalla de ideas”.
Esperando que el diálogo crítico acaecido entre izquierdas sindicales, con las respectivas “armas”
que desenfundaron burócratas y oportunistas y reformistas honestos, del lado del rin del
oficialismo sindical, bases obreras, posiciones clasistas y posturas marxistas independientes, del
otro, la contra-oficialidad, sea muy fructífero para el desarrollo político del movimiento obrero.
Ideología sindical polista – Partido Polo Democrático
I. Aspectos positivos del análisis polista: Imperialismo, he ahí el enemigo
“El yankee, he ahí el enemigo”, se subtitulaba del libelo político Ante los barbaros (1930) del escritor
colombiano José María Vargas Vila. A modo inicial, si algo cabe reconocer como positivo de las tesis
de la Corriente Sindical del partido Polo Democrático Alternativo (PDA) de centro-izquierda o
socialdemócrata, es en buena medida su uso lacónico del lenguaje, un poco más digerible a los
trabajadores que las otras corrientes. Ello remite a los viejos vestigios de la gran didáctica del
maestro de escuela chino, Mao Stung, que muy pronto los maoístas criollos de derecha, como el
MOIR, en cabeza del “honorable” Senador vitalicio, Jorge Enrique Robledo y Tribuna Magisterial,
aprendieron a su modo. También a la magistral política de comunicaciones y propaganda, de la
militancia polista, en sus diversas tendencias, en el contexto actual, los cuales son uno de los mejores
exponentes, en sus intercambios con la gente, durante elecciones.
Otro aspecto importante de las referidas tesis es el análisis geopolítico de la situación política
internacional –independiente de sus conclusiones pequeñoburguesas o de los enunciados filisteos,
que son muchos– el cual no merece menos que una honda reflexión interna sobre nuestra época,
debido a las implicaciones y profundidades del asunto tocado.
Ante la geopolítica que vive el globo, el documento polista, en sus primeras líneas empieza con una
frase contundente –y de cliché–: “El mundo está convulsionado” (Autores Varios, 2014, pág. 9). En
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efecto, lo es, aunque, como dicen ellos, en América Latina no se siente todavía como la misma fuerza
dicho “huracán”, pues no se vive de cerca otras situaciones continentales de gran envergadura.
Para constatar el enunciado, los polistas apelan a monumentales hechos actuales, con cierto acento
reflexivo: la anexión de Crimea por Rusia y la guerra entre las dos partes, Ucrania versus Rusia y sus
respectivos aliados Occidente y el oso ruso, fenómeno que “amenaza con ser un conflicto de
consecuencias mundiales” y que “constituye el centro de un nuevo conflicto mundial”, dicen. El hilo
conductor también pasa por el conflicto israelí-palestino y lo que ellos llaman “las recientes
intervenciones militares de Estados Unidos y la OTAN en Libia y Siria”, con la financiación de
mercenarios autóctonos, luego de las “empresas similares” de Irak y Afganistán, del mismo talante
neocolonial y fratricida.
Independiente de la interpretación pequeñoburguesa y fraseología reformista engañosa de los
polistas sobre el “mundo internacional” –que ya tocaremos–, preguntémonos: ¿Qué es lo “valioso”
de su análisis? En ese mar negro de la Corriente Sindical del Polo, repleto de “detritus” y “basura
marítima”…¿dónde yace la “perla”, así sea esta en extremo “diminuta”?
En primer lugar, como decíamos, lo significativo de sus líneas son los cambios geográficos
geopolíticos que han transformado el mundo desde la posguerra, en segundo lugar, el lugar de
Colombia como “neocolonia” del imperialismo estadounidense y europeo. A nuestro juicio clasista,
¿por qué son importantes y dan en el punto?
1. Porque, contrario a todo augurio sobre “el ocaso de las tendencias colonialistas del Imperialismo”,
del periodo de las viejas guerras mundiales y la época decimonónica, ¡la lucha por el reparto –
territorial– y financiero del mundo, continúa vigente! Las recientes disputas bélicas de Ucrania y
Palestina, las jurídicas por los límites fronterizos de Colombia y Nicaragua, la invasión consumada
del dolor de cabeza por el control de Irak y Afganistán, junto a la emergencia de las fuerzas militares
del Estado Islámico y la disputa de Siria, las naciones en vía de la inversión y la “modernización
económica” –eufemismos liberales de la recolonización–, la crisis de austeridad y de la deuda
externa, de Grecia, Argentina y Puerto Rico, por ejemplo, son tal vez las muestras más contundentes
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de los cambios de “cartografía” e interdisputas entre los estados capitalistas, sean estos
imperialistas o no, la latencia del imperialismo, fase superior del capitalismo.
2. Porque, desestimando los análisis ultraizquierdistas, reductivos y ridículos de “clase contra
clase”, dicho sea, de lucha de los obreros chichombianos y gringos contra los capitalistas de sus
respectivos países, sin nada más que eso, estos optan por pararse –aunque de modo oportunista–
desde una óptica de una cierta “lucha entre países”, de distinta condición, por ejemplo, de Colombia
con respecto a los Estados Unidos de América, pues nuestra nación gobernada por una burguesía
lacaya es dependiente tanto económica, diplomática, militar y política, cultural, etcétera, en relación
con la otra, de ahí que la “liberación nacional” imbricada con la “liberación social” y la “cuestión
nacional” con la de “clase” esté a la orden del día y sea algo crucial para nuestro país. El grueso del
asunto es qué clase social hegemonice y lleve adelante y de qué modo esas demandas
independentistas contra el imperialismo, si un sector burgués oportunista o la clase obrera.
En resumen, el documento polista, ante la situación política internacional, mencionan algunas de las
tendencias del imperialismo capitalista del siglo XXI, como lo son “las guerras y la lucha por el
reparto del mundo”, de un lado, la “lucha entre países capitalistas colonialistas y los que no lo son”,
del otro. El rastro de uno de los stalinistas colombianos más visibles, Francisco Mosquera, todavía
revolotea en sus cabezas, en su mirada analítica sobre la situación mundial.
En todo esto, cuando se habla de imperialismo, se trata ni más ni menos de “lo que está en juego”,
que no es otra cosa que el territorio y tierras para la instrumentalización del capital transnacional
y financiero, el “hábitat” vital de los pueblos dominados, usurpados y traficando con su soberanía.
Los “recursos” con que disponen las naciones, entre ellas, la “mano de obra” nativa de la clase obrera
con residencia permanente, el “nivel de vida” que comparten en común los trabajadores que residen
desde Punta de Gallinas hasta la Quebrada de San Antonio, en la región del Amazonas, junto a la
clase obrera de toda América Latina, África y Asia, nuestros hermanos, no solamente de clase, sino
también, como pueblos neocolonizados, las bestias de carga que soportan con más dolor, la opresión
política y la desigualdad económicas, generadas por el imperialismo y un puñados de países ricos.
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Hasta ahí, todo luce bien, color de girasol. Ahora pasemos a examinar y confrontar las posturas
“amarillas” socialdemócratas, stalinizadas por el discurso mosquerista-moirista, hegemónico
dentro del Polo.
II. Polismo y situación política mundial: la clase media se piensa el mundo
La ideología polista habla de “convulsiones mundiales”, pero no las comprende en su extensión y
contenido, más bien, las lee según su singular visión de clase pequeñoburguesa (2). Para la Corriente
Sindical Polista, la naturaleza de los conflictos estriba en las pretensiones hegemonistas de Estados
Unidos, con sus aliados europeos y los “contrapesos antiimperialistas” de parte del BRIC, el gigante
asiático y el oso ruso, junto a los gobiernos “de corte democrático y nacionalista” de América Latina.
Como ya apuntó la Declaración Política de la CUT, cuyo precedente son estas tesis, los polistas, pese
a que hablen de “contradicciones interimperialistas” (Autores Varios, Tesis VI Congreso CUT, 2014,
pág. 10) entre EEUU y Federación Rusa, ven a los últimos como un campo progresivo y desde ahí
que se ubican y “juzgan”, a diestra y siniestra, las políticas de las potencias dominantes del mundo,
como EEUU y, también cabe decir, de los pueblos y masas que se sublevan contra ambos bandos y
las naciones aliadas de estos.
El Polo habla de “golpes de estado y subversiones” (Ucrania), “grupos rebeldes de la OTAN” contra
un “gobierno constitucional y legítimo y destruyen el país” (Siria), “ataques e intentos de
desestabilización” (Ibíd., Venezuela, otros coetáneos), dejando en claro que condena toda suerte de
intervencionismo extranjero.
El argumento del intervencionismo y de los campos, entonces, les hace caer en el negacionismo
pequeñoburgués y burgués (en el caso de Chávez-Castro, etc) de revoluciones antidictatoriales
como las de Egipto, Siria y Libia, conocida como Primavera Árabe.
Del mismo modo, los lleva a respaldar fracciones burguesas de los gobiernos latinoamericanos
contra la clase trabajadora y el pueblo, acusando a todos de “oposición derechista y neoliberal”.
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En Ucrania, por ejemplo, no se ponen del lado de los trabajadores ucranianos, en contra del
hegemonismo de Rusia y Ucrania, mediante sus titiriteros, antes les obliga a ponerse del lado y
apoyar el gobierno autoritario de Putin, saludar la anexión colonialista de Crimea y Sebastopol a lo
que algunos cándidos y “filorusos izquierdistas” llaman la “resistencia antifascista” y la republica
“popular” de Donetsk y Lungansk, unificadas por un tiempo bajo el nombre chovinista y
reaccionario de “Nueva Rusia”.
El Partido Socialista, al igual que nuestra corriente internacional, la Liga Internacional de los
Trabajadores, aun sabiendo de las intervenciones imperialistas en las luchas justas de las masas y
de los pueblos, rechazando con vehemencia su injerencia, no concuerda con las teorías
“negacionistas”, de naturaleza “idealistas”, en clave “conspirativa” y “pseudoantiimperialistas”,
levantadas y reproducidas por amplios sectores de izquierda y sindicales (incluso gobiernos), entre
ellas, por los genios polistas y la corriente “clasista” de la CUT (Autores Varios, Tesis VI Congreso
CUT, 2014, pág. 68), sus homólogos, los “Partidos Comunistas” de Siria e Israel, entre otras decenas
de partidos stalinistas del mundo, participantes del EIPCO.
Su discurso anti proletario se traduce pues en hablar de un sofisticado y meticuloso complot
imperialista y reproducen montañas de basura, como buenos oportunistas de derecha, sobre el
otanismo y postura pro imperialista, de corte calumnioso, de quienes apoyan la derrota
revolucionaria de gobiernos y se pusieron a lado de la barricada del pueblo, una vez comenzaron
los levantamientos masivos en Medio Oriente y el Norte de África. Necesariamente una de las dos
posiciones y bandos es cierta, clasista y revolucionaria, otra es falsa, contrarevolucionaria y anti
proletaria, pero no ambas.
Tal como escribió el columnista Santiago Alba Rico sobre el proceso Sirio, de quienes piensan que
se trata de una intervención imperialista y golpista, por ende, de una guerra de liberación nacional,
frentes aquellos que la consideran una revolución del pueblo sirio contra el régimen: “Elijamos uno
de los 2 relatos. Y carguemos con las consecuencias” (Rico, 2013). La historia de los pueblos y la
memoria histórica, en las próximas décadas, lo dirá.
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Por el contrario, los socialistas y clasistas proletarios apoyan de modo decisivo la lucha del pueblo
libio contra el dictador Al Assad, el carnicero de Damasco, su derrocamiento revolucionario, desde
que, en el 2011 hasta el presente, estos se movilizaron contra el mandatario con una serie de
demandas democráticas y materiales, este respondió con guerra, a la que el pueblo opuso la legítima
sublevación armada, ante un gobierno ilegítimo, que sin pena ni honra lanzó ráfagas de fuego contra
la ciudadanía pacífica y luego bombardeo ciudades y arrojó gases tóxicos y químicos contra su
mismo pueblo, tras la intransigencia de llevar once años en el poder y 30 años del régimen
autoritario.
En el 2018 la USA de Trump y la OTAN hace su segundo bombardeo de los laboratorios y centros de
investigación de Al-Assad, de modo hipócrita y mostrando una careta humanitaria, que ni el régimen
ni ellos tienen, los trabajadores del mundo no deben apoyar la dictadura siria ni los bombardeos
imperialistas, pero sí la lucha del pueblo sirio y las masas árabes contra sus gobernantes. La misma
postura anti dictatorial debe tener los trabajadores colombianos y del mundo respecto a los egipcios
contra el régimen militar de cinco décadas y su triada titiritera continuista del régimen militar,
Murabak-Morsi-Alsisi, que ha recibido el apoyo histórico de EEUU y el FMI.
Ante el panorama latinoamericano, aun desligándose del oportunismo derechista burgués, de pifias
post – puntofijistas como María Corina Machado, Capriles y el “huelguista” Leopoldo López, por sólo
nombrar a los que más retumban, los clasistas proletarios, nos ponemos del lado de la barricada de
los obreros, comunidades indígenas y campesinos y estudiantes pobres que luchan contra el ajuste
neoliberal de Maduro, Dilma, Kristina (desgastados y recambiados por Temer y Macri) y demás
“gobernantes izquierdistas” que representan el rostro humano del capital nacional y foráneo.
Todo esto, más allá que los sindicalistas y parlamentarios del Polo y sus coetáneos pretendan
lavarles la cara y de que muchos sectores honestos del pueblo, intelectuales progresistas y del
activismo social se dejen confundir todavía por la retórica izquierdista de estadistas al mando de
estados capitalistas, muchos de los cuales empiezan a entrar en razón, adquiriendo conciencia
política de clase, eso sí, a paso de tortuga.
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Las bases sindicales de la CUT, los trabajadores colombianos y del mundo –de manera especial, los
obreros organizados– cuando miremos para afuera en busca de nuestros hermanos y aliados,
debemos ubicarnos y saber muy bien quiénes son nuestros amigos y quiénes no. Los trabajadores
necesitan dotarse, entonces, como dijo Marx, de su propia política exterior, internacional, de clase.
Una política proletaria internacionalista y de independencia de clase, de solidaridad, debe entonces
procurar y respaldar “sin peros”, la lucha de los obreros y masas populares de todas las
nacionalidades contra sus gobernantes patronales y el imperialismo. Ponerse del lado del pueblo en
los levantamientos de todos los pueblos sublevados hermanos contra dictaduras burguesas –de
derecha o de izquierda– y contra planes de ajuste lesivos de gobiernos del capital y la patronal.
De ahí que, como trabajadores y pueblo, atendamos la “situación internacional”, a primera vista,
como algo distante de nuestros intereses inmediatos de nuestra fábrica o país, familia (apariencia),
para divisar, en la realidad (esencia material, objetiva), lucha política y económica, mixta, contra un
enemigo internacional de diversas caras diplomáticas, organizada como clase capitalista
contemporánea.
El Polo y sus cuadros intelectuales, arrogantes como el que más, “olvidan” –con toda la sapiencia y
la cómica originalidad– las convulsiones revolucionarias de la Primavera Árabe (3), las niegan. El
polismo desestima las resistencias obreras y populares, de nuestros hermanos de clase, a los
gobiernos “progresistas”, de los países más cercanos a Colombia, calla. El PDA no percata el cambio
de la situación, de los procesos revolucionarios antineoliberales y permanentes de las masas a
comienzos del siglo, al freno reaccionario, ajuste neoliberal y crisis de desgaste de los gobiernos
burgueses reformistas de América Latina, es invidente.
El Polo pasa de largo la lucha de los pueblos oprimidos y tan sólo reseña la lucha que libran estados
capitalistas con intervenciones colonialistas, como el caso de Ucrania y Occidente imperialista
versus Rusia y sus “áreas de influencia”, una pelea de perros capitalistas, luego de una sublevación
social del Maidan provocara la caída del gobierno represivo y de ajuste de Yanukovich.
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El Polo no levanta ninguna postura independiente del pueblo trabajador de ambas naciones ante las
arremetidas de las oligarquías empresariales y la política colonialista y mercenaria de ambas
burguesías caninas y gobiernos, lo mismo ocurre con las administraciones burguesas de los países
suramericanos como la Venezuela de Maduro y su relación con la clase obrera binacional,
colombiana y venezolana, pueblos hermanos.
Los compañeros del Polo se alinean con regímenes nacionalistas burgueses y coaliciones de frente
popular, es decir, con las burguesías gobernantes del “Partido Socialista Unido de Venezuela”, el
“Partido de los Trabajadores”, “Frente para la Victoria”, “Frente Sandinista de Liberación Nacional”
PSUV, PT, FpV, FSLN, contra el pueblo trabajador y los sectores sindicales independientes y sus
propias bases obreras.
Bajo sofisterías y galimatías sobre el carácter “antiimperialista”, democrático, de estos gobiernos
ajustadores, el PDA apoya las castas burocráticas sindicales parasitarias de estos países, cadenas de
contención de la agencia social obrera, que dan espaldarazos a estos gobiernos, lo cual se explica
por el burocratismo polista en la CUT, FECODE y la ADE.
Tal es la “lectura” de la situación mundial del partido amarillo y de centro-izquierda democrática,
sin duda, el más importante de Colombia. La vanguardia política de la clase media se piensa el
mundo entero y el país, por supuesto.
III. Estrategia nacional y modelo político polista: ¡Nada nuevo bajo el Sol!
Pasemos rápidamente al ámbito nacional, para ver lo que traen en mente.
El Polo tiene trazada una “estrategia política” de largo aliento para el conjunto del movimiento
obrero sindical y todo el pueblo colombiano, al que quiere mover y encarrilar, tal cual “rebaño” hacia
la “estrella de Belén”. La lucha del Polo Democrático Alternativo es la lucha por la superación
estratégica del “modelo neoliberal” y por el restablecimiento efectivo del Estado Social de Derecho
y la carta del 91, del paraíso perdido social en las 6 regiones geográficas de Colombia.
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El “faro” del PDA son los gobiernos alternativos, menos vituperados, al punto de que para el Foro
Internacional del IV Congreso del Polo (PDA), en el lujoso Hotel Tequendama sobre “Experiencias
de Unidad y Gobernabilidad en la Región”, los invitados ponentes fueron Guillaime Long, Mónica
Yelpo y Emilio Delgado, en representación del Gobierno correista de la Revolución Ciudadana, del
Frente Amplio uruguayo y del Partido castrista y restauracionista cubano, mal llamado comunista,
un muñeco caribeño ligado a la gran tragicomedia restauracionista de los “PC´s” de China,
Vietnamita, Corea del Norte, Soviético, etc. Las burocracias políticas izquierdistas y burguesas de
América Latina, los pseudo farabundos y sandinistas, bolivarianos, lulistas, también se hicieron
presentes en el Acto de Instalación.
No invitaron siquiera el neo reformismo de Syriza y el protagonismo de Podemos, apoyados como
es lógico y tenía que ser, por amplias ciudadanías inconformes y sectores masivos medios, obreros
y populares en el medio de la crisis. Tampoco el nacionalismo burgués del chavismo y sus fichas
edificantes –hoy en crisis y usado por la burguesía colombiana para hacer propaganda negra en
nuestro país–, a contar sus experiencias y presentar ponencias.
La sencilla razón del polismo, hoy aliado con Alianza Verde y el candidato presidencial de centro-
derecha Sergio Fajardo, obedece a querer guardar el perfil polista de “centro”, de izquierda
“moderada”, civilista, democrática, con vocación de poder y de luchar por un “proceso único” en la
historia de Colombia, según lo dijo Jorge Robledo en su intervención, etc, para ello resultaba
inoportuno enlodarse y comprometerse con experiencias “progresistas” desastrosas. El polismo es
tan poco consecuente con el reformismo que dice pregonar y con la supuesta estrategia reformista
que se dice trazar, que cada día recorta más y más su programa reformista, adaptándose al régimen
antidemocrático y de precariedad laboral.
Los aliados, amigos y hermanos internacionales dicen mucho de un partido y de una corriente
sindical, si se está con los movimientos sociales, con las organizaciones de la clase obrera y el
campesinado pobre, los sectores oprimidos y pueblos oprimidos en lucha, o bien con los gobiernos
del capital en sus diversas caretas, las burocracias sindicales y políticas tradicionales, que mal hacen
al posar de izquierda.
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De ser un partido revolucionario, con una estrategia anticapitalista y con aliados internacionales, es
más, si en el seno y dirección del Polo hubiese una corriente interna democrática y avanzada (no
como los compañeros del PUP y del Senador luchador, Alberto Castilla, por dar un nombre), habría
al menos bregado por invitar a algunas delegaciones tales como:
El inestable pero valioso Frente de Izquierda y de los Trabajadores de la Argentina, a voceros
avanzados y consecuentes de la Resistencia Armada Palestina –el Polo tuvo en su instalación al
embajador palestino y de la conciliadora OLP, Mohamed Amer Oder–, las mujeres armadas y
luchadoras Kurdas, los rebeldes de Siria, etc.
A líderes sindicales y políticos revolucionarios que luchan contra la austeridad europea ante la
debacle del estado de bienestar capitalista –una paraíso obrero del capital que ahora se quiere
replicar en un país semicolonial (república bananera) como Colombia, ¡osados amarillos!–.
A la apenas en gestación Red Sindical Internacional impulsada por la Central CPS – CONLUTAS del
Brasil que en junio 2015 realizó su II Encuentro y se posiciona como oposición social por izquierda
a Dilma Rousseff y el nuevo gobierno de Michel Temer y sus sucesores.
A los obreros y movimientos sociales que ponen cara a los regímenes autoritarios y ajustes
neoliberales en África, Asia y Medio Oriente, así como aquellos que luchan y desenmascaran los
planes antipopulares del progresismo gubernamental latinoamericano y su complicidad y apoyo
militar y logístico directo con la ocupación imperialista y abusos coloniales de los Cascos Azules de
la ONU –tipo Haití, la operación infame Minustah–.
Como ya se mencionó con anterioridad, es importante el “enfoque anticolonial” y la “cuestión
colonial y nacional”, el énfasis de concienciación de la “condición neocolonial” que padece Colombia,
la verdadera llaga del país, es decir, las ansias de independencia nacional, que la tendencia
mayoritaria del MOIR irradia y “conecta” con el Ideario y de Unidad y programa político del Polo.
Empero, lo que hay que desaprobar con ahínco es la estrategia reformista oportunista y la teoría
revisionista del antiimperialismo, que ellos sostienen, amparados en la doctrina “sindicalista-
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política” del antineoliberalismo y de la resistencia al Consenso de Washington (Autores Varios,
Tesis VI Congreso CUT, 2014, pág. 10) (véase nota pie de página n. 3).
La prensa El Socialista (#685), órgano político del PST, comentando la Declaración Política de la
CUT hacía el VI Congreso (9/5/2014), señalo muy bien, lo siguiente: “[Para la CUT, en cabeza de la
Corriente Sindical Polista y reformista,] todos los atropellos contra los trabajadores y el pueblo son
consecuencia de aplicar en Colombia el modelo capitalista neoliberal, [como ellos mismos dicen: “el
costo mundial de la crisis mundial del modelo neoliberal que sacude a Europa y Estados Unidos, desde
2008…”, ¡no de la crisis económica mundial del imperialismo capitalista!].
Lo anterior quiere decir que, según la actual dirección de la CUT, si se cambia el modelo capitalista
neoliberal, por el modelo socialdemócrata o por la tercera vía, como recientemente lo ha planteado
Santos, se van a empezar a resolver todos los problemas de los trabajadores y del pueblo de Colombia.
(…) Todo el capitalismo, en sus distintos modelos [económicos y regímenes políticos, como el fascista,
el democrático, keynesiano o neoliberal], [más allá de sus matices] tiene como propósito central
explotar económicamente a la clase obrera [en consecuencia, tender a su pauperización y frenar sus
luchas legítimas], enriquecer a los burgueses y con tal de lograr este propósito están dispuestos a
acudir a todos los métodos [legales e ilegales] y a todos los procedimientos políticos y militares [en los
marcos de la ley y por fuera de esta, arto experiencia colombiana, se tiene en ello]” (2014, pág. 4).
Ante la “noble” estrategia política de los compañeros del polismo democrático, cabe decir, sin tapujo
alguno, unas cuantas verdades.
1. La narrativa histórica polista y su estrategia política es tan simple, como un “cuento adámico”, al
punto de que el Senador Robledo, emplea expresiones poéticas como la “larga noche de Colombia”
y el paraíso de una “nación prospera, soberana e independiente”, de todos los “colombianos”, donde
quepan, “pobres, capas medias y el empresariado nacional”, etc, según el credo mosquerista.
Según el Polo y, en consecuencia, su Corriente Sindical, “el mal de males” de Colombia y sus gentes
laboriosas fue la Apertura Económica de Gaviria en 1991, la continuación del modelo privatizador
de los gobiernos pronorteamericanos de Samper/Pastrana/Uribe y Santos, en esencia, son lo
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mismo. Una salida del túnel, de la larga noche, está en un nuevo gobierno, de una Clara López o un
Sergio Fajardo, o un empresario como el senador santandereano Leónidas Gómez, del mismísimo
Robledo –Senador de la República desde 2006 con el “record” de ser el más votado por la
ciudadanía, reelecto en 2018 - 2022– que asuma otras riendas del país, con un modelo de economía
mixta y proteccionista, de derechos sociales y de defensa de la soberanía nacional.
Un paraíso capitalista paralelo y porvenir…miremos a nuestros homólogos latinoamericanos,
pensemos como una nación desarrollada, al modo de Corea del Sur y Alemania, nos dice la mente
de Aurelio Suarez Cheveroni (miembro de la Academia Colombiana de Ciencias Económicas e
ingeniero de los Andes) y la Roblelandia (arquitecto egresado de los Andes).
¡Una industria nacional consolidada y una prosperidad social de todos los colombianos…!, ¡…en
marcha al socialismo!, con el ya cacareado y viejo cliché maoísta-etapista de derecha, bagaje
ideológico del estalinismo delirante.
Saquemos adelante este país, con un frente único nacional, amplio, de convergencia nacional, de la
mano de sectores burgueses Claristas-Dussanistas-Fajardistas, como bien nos lo enseño nuestro
maestro, Francisco Mosquera. Luego, el día de mañana, mucho después, ante los cambios socialistas
estratégicos, ya veremos y nos las arreglaremos con el nuevo poder capitalista emergente del
pueblo colombiano, que nazca con el Estado pos neoliberal, vaya demagogia de clase media.
2. A finales de la primera década del siglo XX, cuando el bolchevismo-clasismo (el partido comunista
revolucionario de Lenin y Trotsky, su proyección internacional partidaria y sindical, tercista/roja)
plantó cara a la socialdemocracia y al reformismo, los clasistas rusos formaron el primer Estado
obrero de la historia, la URSS, Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.
Los fundamentos que heredó y transmitieron los maestros clasistas, no eran la lucha por el
capitalismo con rostro humano o democrático sino por el socialismo mundial y una sociedad
gobernada por los trabajadores; la doctrina y espíritu de lucha de los partidos no era el
antiliberalismo económico y modelos de estado de bienestar capitalista sino el anticapitalismo y el
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único modo de producción en que los trabajadores vivirán mejor, un modelo socialista (no
confundir con castrochavista y demás pifias).
Tal fue la tendencia del pasado siglo veinte, no sin la convivencia poderosa con su antítesis
reformista y pequeñoburguesa, la omnipresente socialdemocracia (“izquierda democrática”), es
decir, del Sindicalismo Reformista, su máximo competidor en el movimiento obrero.
No fue sino hasta la contrarrevolución de los 90, cuando aconteció una debacle, un real retroceso
ideológico y programático sin magnitudes de las organizaciones obreras, es decir, de los partidos
políticos de izquierda y los sindicatos. En este contexto nacieron estrategias neo reformistas en
nuestro país como la lucha por el “Estado Social de Derecho”, los “gobiernos post-neoliberales”
burgueses, la resistencia y superación del “modelo neoliberal”. De lado del mal llamado
“comunismo” chichombiano, se renegó incluso del etapismo “revolucionario” de la revolución
socialista, se ensanchó aún más el puente al punto de sólo quedar la etapa de lucha por la
democracia y la defensa de los pocos derechos laborales existentes.
De ahí que en el actual debate político, sindical y teórico volvieran a resurgir en estado del arte de
las ciencias sociales en América Latina y el mundo, como en las organizaciones sociales y políticas
cercanas a los trabajadores, los clásicos problemas sobre la disyuntiva “reforma o revolución”
planteadas por la revolucionaria Rosa Luxemburgo hace más de 80 años.
En cuanto a las cualidades políticas de cuadros sindicales y políticos como Luxemburgo o María
Cano, hay un retroceso en las personalidades, con respecto a mujeres pigmeas y enanas, en un
sentido político y moral, como las polistas Clara López (Presidenta del Polo), María Antonieta Caro
(dirigente Fecode), “vergüenza de género”, como le diría la maestra de base y colega, Margoth
Palomino Muñoz, luego de avalar los acuerdo del paro magisterial de 2015, y la joven abogada,
Karola Enriquez (Asonal Judicial).
De tal magnitud fue el retroceso y la contrarrevolución ideológica y política en las organizaciones
de izquierda, incluso, las que se llamaban “revolucionarias” o “progresistas”, defensores de
derechos humanos y de los trabajadores. No son hijas de María Cano, Rosa Cecilia Lemus y Mónica
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Baena, Clara Zetkin ni Rosa Luxemburgo, Myriam Bregman y Fabiana Stefanoni, etc, verdaderas
flores revolucionarias del trabajo y el socialismo, no medias tintas reformatorias.
Lo mismo podríamos decir de los hombres. El movimiento sindical y la izquierda política de
Colombia, para recuperar su tradición de lucha, necesitan dotarse aparte del acervo programático
también de una política de cuadros y generacional, de emulación a dirigentes sindicales obreros,
clasistas y socialistas, de la talla de figuras como:
El venezolano Orlando Chirino, los argentinos Pollo Sobrero, Raúl Godoy, Néstor Pitrola, Alejandro
Vilca, los hermanos y camaradas de la LIT como los gauchos Eduardo Barragán y Rodolfo Vidal, el
brasileño Cleber Ravelo, el inmortal Didi Travesso y visible Zé María, el españolete Ángel Luís
Parras.
Los colombianos José Gámez “El Rojo”, Freddy Ruíz Ayala, Wilson Castro y Freddy Marrugo, del PST,
todos los cuales tendrán sus limitaciones presentes de sus fuerzas políticas en las cualidades
gremiales y políticas de diversa y muy variada índole, a futuro otras más, pero alumbran más sus
méritos y talante luchador, muy diferente al talante de burócratas sindicales reformistas y polistas
de vieja data como Gustavo Triana, Tarsicio Mora y Pedraza.
Frente a este panorama nauseabundo del predominio ideológico de la socialdemocracia amarrilla,
de girasol, la lucha revolucionaria de Sísifo (esto es, la clase obrera y su expresión consciente y
colectiva) es, como se sugirió en el capítulo II, la reconstrucción ideológica, obrera, clasista
revolucionaria y partidaria, las cuales son las tareas políticas del actual periodo, recuperando el
terreno perdido.
En contraposición a las posiciones de la Corriente Sindical del Polo, el PST, sesión nacional de la Liga
Internacional de los Trabajadores, lucha con denuedo por revoluciones socialistas, permanentes, de
forma nacional en Colombia y contenido mundial, para el resto de países, regionales y continentales,
que construyan sus propios gobiernos obreros y populares.
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El clasismo contemporáneo le apuesta al desmantelamiento de los trabajadores del “modelo
multifacético capitalista” y la implantación de “estados obreros revolucionarios”, con amplia
democracia obrera, dotados de una economía planificada eficiente y democracia soviética de las
organizaciones obreras y las masas, en el proceso de reorganización de la sociedad. Esta apuesta no
socava la necesidad de un estado de dictadura y represión transitoria y revolucionaria hacía los
bienes monopólicos y fuerzas sociales minoritarias de los grandes capitalistas y potentados
nacionales y aliados sociales, lo mismo las fuerzas militares, económicas y políticas, que osen
atentar contra los gremios obreros y las instituciones revolucionarias del nuevo estado o grupo de
estados erigidos.
3. En realidad el MOIR (“Movimiento Obrero Independiente y Revolucionario”: nombre engañoso),
a estas alturas del partido, como tendencia dirigente del Polo Democrático e indudablemente un
elemento crucial de la posguerra proveniente de la matriz histórica del “movimiento marxista
colombiano” –pues el stalinismo maoísta ha calado con cierta fuerza moderada en Colombia, tras la
colaboración de clases y oportunismo de derecha del mamertismo pceísta, guiados por el patriarca
Gilberto Vieira White–, hace tiempo renunció a la lucha por el socialismo y los trabajadores (acaso
a sus capas más privilegiadas y pequeñoburguesas), debido a los golpes noventeros.
Inclusive, bajo la lógica maoísta-mosquerista, de revolución por etapas y resistencia civil sindical,
creado por el stalinismo, pero adjudicado ingenuamente a los dirigentes de segundo orden del
“Pensamiento Guía” (Mao, Francisco Mosquera, Abimael), esta estrategia etapista que todavía
defienden dentro del Polo con “ortodoxia”, para conservar su identidad partidaria, con su discurso
soberanista renovado, “anti yanqui”, en efecto existe, más no porque sea una lucha efectiva y sincera
contra el imperialismo y por la revolución democrática, del moirismo.
El polismo de hoy (¿cuándo lo ha hecho?) ni siquiera reivindica la revolución democrática,
antineoliberal, de masas, y la resistencia obrera en la movilización permanente, para tumbar el
régimen actual y conseguir en lo inmediato reformas puntuales de los trabajadores. Más bien, le
apuesta a una revolución de las urnas y concertación con los patrones (¡unidad “táctica” con el
empresariado nacional!), electoral, transitoria, acompañando y respondiendo a la conciencia
reformista de amplios sectores de la población colombiana y bogotana, para ser poder quién sabe
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cuándo, a largo plazo, una coalición democrática, que permita tener un gobierno desneoliberal
victorioso, el coletazo tardío del proceso latinoamericano. Esto se debe a su adaptación
parlamentaria del Polo Democrático y sus huestes sindicales al juego y lobby de la democracia
burguesa del Congreso de la República y las curules, como la del ex dirigente sindical Alexander
López Amaya.
Ni revolución etapista ni revolución democratista, reforma del régimen y proyectos legislativos en
favor de la clase media y los trabajadores que nunca son aprobados, tal es la situación pragmática
de la izquierda democrática amarilla y el Sindicalismo Reformista, aunque bien no esté descartado
a futuro un giro en el post-conflicto capitalista, por la presión de las masas y una situación
revolucionaria tras la acentuación de la crisis del modelo nacional, del régimen, que exija respuestas
más radicalizadas al gobierno y los empresarios.
IV. Conspiración del silencio: manifestación de burocratismo sindical
Una última anotación sobre las cuestiones organizativas (Autores Varios, Tesis VI Congreso CUT,
2014, págs. 16 – 21) propuestas por la corriente sindical polista.
La ideología sindical polista, en cabeza del Presidente de la CUT, al ganar la mayoría de puestos
dirigentes de la Central en las elecciones de 2014, se place de tener un tono realista y pragmático,
en suma, burocrático, para “mantener el orden en la casa y criticar poco la polvareda”, antes
esconderla, debajo de la alfombra.
Los sindicalistas amarillos prescinden de toda autocrítica severa y de abordar asuntos de
democracia interna, obrera, con toda la serie de errores que yacen en la superficie –a diferencia y
como lo hacen a su modo sus competidores, la “Corriente Sindical Clasista”, con el fin de capitalizar
descontento y luchar burocráticamente, por puesticos en la CUT–. Los amarillentos se placen más
bien de pedir el “acatamiento de la base”, la “centralización de mando” de la CUT y sus “directivas
regionales”, el respeto por los “mecanismos de elecciones” y la política de “crecimiento sindical”,
enfocada en sindicatos de industria, etc, sin mencionar todas las heces y el mal hedor que existe en
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la democracia sindical, que ya se mencionó en el capítulo II y I. No menos bochornoso son sus
posturas ante las relaciones organizativas de carácter internacional de la CUT.
El Polo, en alianza con la Corriente Democrática (Autores Varios, Tesis VI Congreso CUT, 2014, pág.
47) –quién propuso una reforma reaccionaria de los principios de la Central y habla, sin pena ni
gracia, de un “nuevo internacionalismo de trabajadores”–, se muestra complacido de que la CUT
continúe desarrollando una “cooperación internacional” con la Confederación Sindical
Internacional (SCI), siempre y cuando se cumplan –dicen ellos, los herederos morales de Carlos
Gaviria Díaz– cinco criterios básicos:
Independencia (i), ayuda internacional para los proyectos de la CUT, no viceversa (ii), no recibir
ingresos económicos los miembros del Comité Ejecutivo (iii) y rechazo de condicionamientos de
tipo ideológico o político (iv), manejo de proyectos bajo responsabilidad del Comité Ejecutivo y los
Departamentos (v) (Autores Varios, Tesis VI Congreso CUT, 2014, págs. 15 – 16).
En términos generales, la CUT incumple todos cinco criterios normativos y organizativos, los giros
de recursos y corrupción, requisitos que los atan a dictámenes, aval de políticas reformistas y lesivas
a los trabajadores, etc, parecen decir otra cosa. En realidad las razones por las que el Polo opta por
la SCI, no es sólo por algunas afinidades ideológicas, sino fundamentalmente, por conservar su
poder e influencia en la CUT, algo así como “con la SCI y la Corriente Democrática”, para combatir
otra postura diferente que sostenga que hay que desafiliar la CSI, socialdemócrata y pro
imperialista, su reflejo nacional. A su vez, que denuncie los vínculos de la burocracia sindical criolla
con la burocracia internacional como la malversación de fondos y degeneración por el veneno de la
financiación privada y gubernamental imperialista y nacional.
V. Conclusión sobre el PDA: girasol amarillo, un programa-ideología reformista.
Para finalizar y sintetizar, a juzgar por el “lenguaje” del documento polista, los contenidos políticos
que emanan de esta “fuerza consensual”, vienen a ser una “mezcla” de salsas, en las que predomina
y hegemonizan ideológicamente las siguientes ideas políticas:
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El moirismo robledista (MOIR) sobre la soberanía nacional y de cuanto en cuanto terminología
marxista para fines reformistas y usos revisionistas, aupadas con el socialdemocratismo liberal,
lopista-dussanista, reaccionario, en el acápite de la democracia económica (Autores Varios, Tesis VI
Congreso CUT, 2014, págs. 14 – 15), también con influjo de las víctimas y derechos humanos, para
darle cierto contentillo a los Cepeda (Iván Cepeda y compañía) (págs. 27 – 31), de parte de los
primeros, en lo que atañe al “conflicto social y armado”, cediendo en los ataques –como en el IV
Congreso–, manteniendo la unidad partidaria, más sólo dejando constancia de los efectos lesivos de
la reelección santista para los trabajadores y la nación (págs. 13 – 14).
Dicho en otros términos, el documento del Polo como un todo, es centro izquierdista, es “izquierda
democrática” muy moderada, notablemente influenciada por el MOIR y el sector liberal de izquierda
de la entonces Clara López Obregón, académica burguesa y política liberal trepadora, ajena al
mundo obrero sindical.
Recordemos que el actual Presidente de la CUT, el señor Pedraza, esquirol en la lucha de los obreros
de Bavaria de 2000 y burócrata profesional dentro del mundo sindical internacional, así como el
actual y reelecto Secretario General del PDA, Gustavo Triana, a su vez segundo vicepresidente de la
CUT, en el anterior periodo, son polistas, militan en este partido electorero y reformista
pequeñoburgués –véase, elementos primarios de caracterización del Polo en el capítulo I y II–.
Ambos sujetos sindicales responden a este vergonzoso documento y al programa polista, en cada
coyuntura económica y política que involucra a los trabajadores de este país y los sectores
populares, en cada situación de la lucha de clases oriunda y foránea contra los patronos y el
gobierno que se les pase por sus refinadas narices y sus avanzadas decisiones político – gremiales.
El documento sindical polista es entonces una “sopa” reformista de antiyanquismo moderado en
unión con sectores burgueses nacionales (arroceros, cañeros, etc), pasado como “antiimperialismo”
y apoyo “consecuente” del campo “progresivo” de los BRICS.
Negacionismo “convulsionado” de las revoluciones árabes y los procesos de luchas obreras en el
mundo. Un amargo mutismo, “simpatías” y posturas políticas colindantes con el nacionalismo
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burgués de los “gobiernos democráticos” de América Latina y sus expresiones más moderadas de
gobernabilidad y burocracias sindicales.
“Antineoliberalismo” pequeñoburgués (clasemediero) y rampante en sincronía con un
desarrollismo burgués, capitalismo humano como “estrategia” política reformista, levantada desde
antaño, la segunda posguerra mundial, reencauchada en el nuevo milenio post-muro de Berlín.
Conciliación de clases y “frente único interclasista” con el empresariado nacional, en el tema de los
TLC (Autores Varios, Tesis VI Congreso CUT, 2014, pág. 12) y las elecciones y los conflictos
productivos.
Sindicalismo Reformista (SR) en la “envoltura” del partido polista pequeñoburgués, vanguardismo
burocrático y “aparatismo” en la CUT y en FECODE, socialdemocracia electoral reciclada, de color
amarillento, amplio y diverso, como un girasol de innumerables pétalos.
De dicha sopa negra y comida, con “suculosos ingredientes” –en verdad pobres y dañinos, para la
sed de hambre y conciencia política de los trabajadores colombianos– son muchas las “cucharas”,
de aquellos que “beben el agua del mismo grifo”, que comparten en muchos aspectos –sin bien, no
en todos– el “mismo festín” de análisis, en razón a que pertenecen al Sindicalismo Reformista (SR,
véase concepto, capítulo I), así de palabra digan que no, nos referimos a la Corriente Sindical Clasista
y Democrática, junto a la mesa de la Corriente Sindical del Polo y los grupos secundarios sindicales
del país.
Como veremos a continuación, mediante el método o línea de consensos y disensos, dicho discurso
reformista oficial, “cutista”, al igual que la originalísima reproducción de los amarillos de las
mercancías discursivas del mundo, permean en la mayoría de la izquierda y el sindicalismo, no sólo
colombiano, no sólo las tres corrientes de la CUT, sino de la izquierda mundial y el movimiento
sindical global.
En virtud de la mecánica política del capitalismo y el retroceso de los últimas décadas, los
reformistas sindicales van “siempre adelante”, “se miran entre sí” y compiten en diversas latitudes
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y “se aconsejan” y se “buscan” (visita a Colombia del profe progre, gran cuadro de Podemos y del
núcleo-movida intelectual de la Universidad Complutense Madrid, Juan Carlos Monedero),
“hegemonizan ideas” y sectores sociales “masivos”, “van a la par” con las “mareas” oportunistas y
“mecanismos” reformadores del capitalismo que la burguesía global está dispuesta a ceder, no sin
lucha (véase explicación, nota n. 1).
Ideología sindical democrática – Partido Progresistas y Alianza Verde
I. Valoración de la Corriente Democrática: un reformismo tibio, agridulce y vergonzante.
Siguiendo el mismo procedimiento de consensos-disensos, pero a la inversa, diríamos y
confesaríamos algo sobre las tesis de la Corriente Sindical Democrática: estas son las más
reaccionaristas, execrables y repugnantes, a lo sumo, las más conservadoras, por lo tanto, dañinas
a los trabajadores colombianos. Evidentemente, no es un documento de derecha, pero sí de centro
izquierda, más a la derecha que el mismísimo reformismo sindical del Polo, aunque este último es,
de suyo, lo suficientemente derechizante, desde el punto de vista de las ideas de clase: es en esencia
procapitalista conciliador.
Hasta donde se sabe, el documento democrático, responde en buena medida al “partido político” (si
es que se le puede llamar así) de la Alianza Verde y las que fueron sus corrientes, es decir, al
Movimiento Progresistas de Gustavo Petro y el Partido del Trabajo de Colombia. También involucra
a los verdes oportunistas, todos en un vergonzante coqueteo, toque-toque y mezcolanza y
acompañamiento en varios temas con el Liberalismo santista gobiernista, Partido Liberal y la
Unidad Nacional, en el abierto sindicalismo social liberal internacional, emanado de la
Confederación Sindical Internacional.
Resulta difícil reconocer algo progresivo o positivo en las tesis de la Corriente Democrática,
independiente que no se comparta sus contenidos o enfoque de análisis, a diferencia de los
compañeros luchadores del Polo Democrático, su militancia sindical y de base más combativa. A
decir verdad, la única virtud de la Corriente Sindical Democrática es, a todas luces, el no eludir u
esconder su oportunismo y su reformismo agridulce y vergonzante, como lo hacen otros, sino que
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lo saquen a la luz, muestren su piel de lobo y defiendan con agallas y a viva voz su ideario centro
izquierdista movedizo y moderado, amoldado a la situación y los actores del país, que más rindan,
tanto en lo electoral como en lo social.
Por lo anterior, merecen señalar unas pocas apreciaciones, muy puntuales, de los compañeros de la
Corriente Democrática, diferentes a las ya señaladas arriba y del anterior subcapítulo.
II. Espíritu camaleónico y paráfrasis oficialista de la CSA: el mismo cuento de siempre
El consenso general de la corriente democrática sindical con la “doctrina antineoliberalista” del Polo
y las ubicaciones políticas que esto suponen, aunque con un matiz más conciliador y vergonzante,
menos consecuente y fanático, más traicionero, cuestión que explica que hoy no estén en las toldas
amarillas, de por sí, bastante tibias y estrechas.
A diferencia del tufillo moirista, estos transcriben literalmente, línea por línea, “in extenso”, las
posiciones políticas del campo internacional que levanta el documento de plataforma 2014 de la
Confederación Sindical de Trabajadores y Trabajadoras de la Américas (la SCI de estas tierras).
Con ellos se “casan” completamente, como buenos y obedientes –y poco originales– burócratas
sindicales, incapaces de usar su propio aparato cognitivo, prefirieron usar el recurso de la paráfrasis
y la citación textual escuelera de la burocracia internacional. Pero todo esto son meras cuestiones
formales, que poco interesan. La Corriente Democrática, al igual que la Polista, está en la línea de
consenso de la estrategia reformista sindical contrarevolucionaria; pese a que los reformistas sean
de distinto matiz, de diversos grados oscilantes, en el fondo son “arena del mismo costal”:
reformismo capitalista, pequeñoburgués, al servicio del régimen de los empresarios.
En el documento democratista se leen frasecillas reformistas bellísimas, maquilladoras del capital,
caracterizaciones socialdemócratas, narrativas de indignación, sus tópicos y propuestas lo
muestran así:
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“En la actualidad –dicen los progresistas– asistimos al desarrollo de una crisis internacional de largo
alcance…el cual nos exige cuestionar el modelo neoliberal hegemónico” (Autores Varios, 2014, pág.
37), “nuestros Estados deber retomar el control y poder sobre el mercado…la intervención estatal
debe asegurar el pleno empleo y contribuir a la redistribución de la riqueza…El Estado debe
garantizar servicios públicos de calidad…abasteciendo de agua potable, garantía de electricidad,
sistema de salud universal e integral, educación, seguridad” (Autores Varios, 2014, pág. 39),
“Colombia, contrario a la mayoría de países de América Latina, mantiene gobiernos que siguen
aplicando en materia económica, social y laboral los ortodoxos principios neoliberales (Apertura
Económica, TLC) lejos todos ellos de relaciones progresistas entre estado y sociedad” (Autores
Varios, 2014, pág. 40).
III. Diálogo obrero patronal y concertación entre iguales: una pócima mortal
La desvergüenza de la Corriente Democrática es sin igual pues siguen defendiendo –de manera
abierta y soterrada– y con el mismo arsenal ideológico de marras el sindicalismo de concertación
(Autores Varios, Tesis VI Congreso CUT, 2014, pág. 50), con los entes gubernamentales y patronales,
pese a las incontables derrotas a la clase, como la del decretazo del salario mínimo, una décima
arriba, de lo que proponían los empresarios, o el levantamiento del paro magisterial de 2015.
Los democratistas sugerían ratificar la resolución n. 2 del pasado Congreso de la CUT (2006), sobre
la movilización y los “espacios de concertación”, continuismo puro y duro. Al menos estos son
sinceros, a diferencia de los concertistas solapados, radicaloides en apariencia, conciliadores en los
hechos, tal como lo mostró la traición al paro magisterial de 2015 y los 25 años de neoliberalismo
imperialista (véase capítulo II).
IV. Humanitarismo verdeprogresista: ¡cómo les duele!
Los “demócratas” se placen de reseñar las calamidades que sufren los trabajadores, víctimas del
“modelo neoliberal”, pero sin ninguna perspectiva o mira de resolución de la crisis económica
mundial, tan solo para convencer al lector, de que les “duele los sufrimientos de los trabajadores”
tanto como su propia suerte de burócratas sindicales privilegiados.
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Este es un viejo truco, muchas veces sincero, del discurso humanitarista y las propuestas políticas
de mejoramiento sindical de la Corriente Democrática, sin duda, valiosas muchas de ellas y
necesarias para el sindicalismo contemporáneo, en especial en el tema de juventud trabajadora, la
erradicación del trabajo infantil y las mujeres (Autores Varios, 2014, págs. 51 – 55), con múltiples
barajas tácticas, que si las aceptáramos sin chistar nada, diríamos que las tesis del VI Congreso CUT,
son la última palabra santiguada y sacrosanta de la izquierda colombiana y el sindicalismo
consecuente, unos angelitos, las madres de la caridad. Por fortuna: no es así. Su hipocresía y
lágrimas de cocodrilo, hay que desenmascarar ante los trabajadores.
V. Antiuribismo “progresista” y Frente Amplio por la Paz: esquirolaje, un premio a Santos.
El alineamiento del movimiento obrero, organizado o no, hacia las posiciones del antiuribismo
(Autores Varios, Tesis VI Congreso CUT, 2014, págs. 41 – 43) es un sentido común sindical y popular,
pero que la Corriente Democrática mal encausa, sin un criterio de independencia de clase, en lo que
se refiere a la lectura “progresista” que hacen de las elecciones presidenciales del año pasado
(2014).
Los “demócratas”, con aire justificador, hablan y sostienen la justeza del “voto crítico a Santos”, o
como dicen ellos, contra el uribismo, de la derecha contra la extrema derecha, argumento
compartido por la mayoría de los que componen la “Corriente Clasista” –a excepción, quizás, de los
luchadores consecuentes del MODEP–.
En total, fueron 140 dirigentes sindicales de las tres centrales obreras, en su mayoría de la dirección
patronalista de CGT y CTC, por lo que el registro periodístico señala, además, presuntamente, 8 de
21 directivos de la CUT –muchos de ellos de la Corriente Democrática como su Secretario General
Fabio Arias y algunos de la “Clasista”–, al igual que los altos mandos de FECODE, en cabeza de su
Presidente Gruber y el Secretario Cuello, las fichas de Gustavo Petro, los que respaldaron a Chucky-
Santos, el oligarca capitalista bogotano para un segundo mandato.
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Aparte de lo dicho sobre la coyuntura electoral en el capítulo II, no sobra decir algo sobre el Partido
Centro Democrático y lo que este representa, pues que no vaya a ocurrir que los trabajadores,
queriendo curar el veneno reaccionario, no hagan sino intensificarlo o, mucho peor, no combatirlo
realmente, con dicho alineamiento político de repudio de la ultraderecha burguesa uribista,
el “coco” del pueblo, en las presidenciales de 2018 representado en el porcino Iván Duque.
Cuidémonos de lanzar los dardos al punto central y medular, no a sus círculos periféricos, menos
próximos, y no nos digamos mentiras:
El bloque del anti uribismo fue totalmente progresivo en 2002 – 2010, pero es absolutamente
insuficiente y limitado en el actual periodo santista 2010 – 2018, más aún, cuando está más
acentuado y consolidado después de su reelección, el gobierno erigido, que cogobierna con la
oposición uribista en los temas fundamentales, más allá de las diferencias frente al proceso de paz.
Si gana Duque, el antiuribismo 2018 – 2022 volvería a tener un cariz progresivo, si se le orientara
desde un punto de vista de los trabajadores “ni-ni”, contra los de arriba, por demandas materiales y
por la brega por la reparación y contra la impunidad.
Durante el gobierno de la seguridad democrática de ocho años, cuando las grandes fuerzas políticas
de la burguesía marchaban relativamente unidas, con una unidad de mando férrea, repudiar los
Falsos Positivos, los asesinatos extrajudiciales de entes del Estado y el paramilitarismo
parapolitizado en el Congreso, los asesinatos extrajudiciales, la persecución de movimiento sociales,
el cierre de la cartera ministerial laboral y la política antilaboral, etc, todo el régimen, era progresiva,
pues polarizaba al movimiento de masas, la ciudadanía y los trabajadores, de modo frontal, con el
aparato gubernamental, el establecimiento.
Tiempo después, cuando una fracción, encabezada por Juan Manuel Santos, se desligó de dichas
arcas, el momento exigió una respuesta distinta, a los victimizadores y crímenes de Estado, al ajuste
y a los planes económicos del gobierno santista y los empresarios en ocho años. Luego, hoy no se
puede ser “antiuribista” sin lindar con los senderos del oportunismo ambidiestro, en sus dos
desviaciones. El frente antiuribista es un frente interclasista y amplio por la paz liberal, ajena y
lesiva en muchos aspectos, a los trabajadores, aunque masivos sectores populares y medios caigan
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en la trampa. En las elecciones, por el miedo al uribismo, se suele apoyar a otra fracción de la clase
dominante.
Es cierto que el uribismo y su figura, El Innombrable Uribe, tienen profundas deudas con el
movimiento de víctimas, obreras, populares y del espectro de la izquierda, de ahí que sea una
necesidad ineludible el recurrir y fomentar de manera independiente la movilización de masas y
concurrir a los estrados judiciales con el uso táctico de la justicia institucional.
Todo ello en aras de mitigar la impunidad y denunciar a “El Chucky”, ex Ministro de Defensa del
régimen uribista y ahora Presidente, Nobel de Paz, su inconsecuencia y crímenes de cohecho con
los uribistas, como lo fueron los más de tres mil Falsos Positivos, política sistemática más que unas
cuantas manzanas podridas, según informe de HRW 2015.
El movimiento sindical y los trabajadores deben enfrentar el gatillo fácil de las patronales y las
multinacionales, todo para poder lograr verdad y castigo penal a los descuartizadores, paramilitares
y fuerzas represivas, sus máximos líderes ejecutivos, como el hoy congresista Uribe, que al igual que
Fujimori, podría estar en la cana, lo cual sería una gran victoria de las víctimas, aunque muy
improbable por la inmunidad presidencial y ante todo por el pacto uribista-santista, encarnado en
la propuesta del liberal César Gaviria y del fiscal Montealegre. No por todo ello hay que estar y
apoyar la Casa de Nariño de míster Santos y el congreso de la Unidad Nacional y su oposición de
derecha ficticia.
El movimiento sindical, sin claudicar a la política de victimas del gobierno santista y el pacto de
impunidad con el Uribismo, debe luchar por una reparación colectiva e individual integral, justicia
y verdad (véase II Parte), sobre las victimas obreras y populares de los últimos 25 años.
La Corriente Sindical Democrática, con dicha postura seguidista a la fracción santista-llerista,
traiciona los intereses en cada pliego y conflicto laboral, su postura cooptada por el gobierno
santista, su correlato político, es de acompañamiento a los Diálogos de la Habana y de Quito
(trasladado a otro país), sin cuestionar ni luchar consecuentemente con los planes patronales y
gubernamentales, a cambio de recibir todo tipo de dádivas, económicas, electorales y partidarias.
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Hoy en día, columnistas liberales, politicastros de derecha, empresarios “civilizados”, hipócritas y
calculadores, como su clase, lanzan diatribas contra la parapolítica y la violación de los DDHH, en
suma, el delinquir uribista, a la espera que la sociedad asalariada y popular –incluido el movimiento
obrero organizado– vaya de “seguidista” crítico –de uno u otro modo– por una segunda opción
política oligárquica: el santismo y sus sucesores, Vargas Lleras y Humberto de la Calle.
El progresismo petrista y los verdes, en la esfera estatal, lo mismo su contingente sindical, en la
esfera gremial, vienen haciendo muy bien su parte. En este sentido, la negación social dual y radical,
ni Santos ni Uribe, ni Duque ni Lleras, contra un nuevo frente nacional, tienen un gran potencial de
independencia de clase, que hay que saber estimular.
Ante este panorama lamentable, desolador y conciliador de los voceros de la izquierda y corrientes
tradicionales en el movimiento sindical, los socialistas proponemos conformar un urgente y
necesario frente de lucha social contra el segundo gobierno de Juan Manuel Santos y el imperialismo
y el nuevo gobierno 2018 – 2022, al que es terriblemente fiel.
Dicho frente anti patronal, que recoja el descontento antiuribista y antisantista, concretado en el
Comando Unitario de las Centrales Obreras y emplazando al Dpto. Sectores Sociales de la CUT, la
reactivación de la Comosocol y la Comosopol, Cumbres, Dignidades, Encuentros, entre otros
espacios e iniciativas de Frente Único, obrero y popular, a la par que rechazamos que la burocracia
sindical se alié y declare una tregua social a Santos y el nuevo gobierno derechista.
Si no hay un frente social de lucha y unitaria, se causará un grave daño y afectación a los derechos y
condiciones de vida de los millones de trabajadores y el pueblo colombiano, de las víctimas, pues el
frente antiuribista, el fallido Frente Amplio Por la Paz –de naturaleza ambigua, que impulsa, por
ejemplo, el “clasista” PCC, bajo órdenes de sus líderes Jaime Caycedo y Carlos Lozano, y demás
dirigentes firmantes de una Carta Abierta a la CUT, al final de las tesis– (Autores Varios, 2014, págs.
94 – 95) de algún u otro modo “lleva[ará] agua al molino de la burguesía, la segunda [frente de lucha
social] la lleva al molino de las luchas obreras y populares” (PST, 2015, pág. 10).
Ideología sindical oportunista – Partido Comunista Colombiano
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I. Valoración de la Corriente Clasista: el “mal menor” también indigesta al obrero
Ad portas de finalizar el libro de las tesis congresuales, después de haber acabado de mirar las dos
corrientes y pasear por la otra, un trabajador de a pie y curioso no puede menos que preguntarse:
¿Con cuál de las tres “me caso”? ¿Con cuál de ellas “simpatizo” más?: –Uhmmm: a decir verdad, con
esta; con la siguiente; o mejor, con ninguna, ¡por supuesto! –. Algo aún más corchador es cuando se
limitan las opciones y se le pregunta al asalariado organizado: si te vieras “obligado” a optar por una
de las tres –por ninguna otra–, ¿cuál elegirías? ¿Por qué esa?
En nuestro caso, si se estuviera entre la espada y la pared, sin duda, se elegiría la menos peor, la
menos reaccionaria, aunque no por ello deje de ser nociva, estercolera, ambientada en una
fraseología “humanista verdosa”, de carácter pseudo “comunista” y critica de la burocracia cutista,
es decir, la ideología sindical oportunista o clasismo reformista (Sindicalismo Oportunista).
El SO (véase capítulo I) son las elaboraciones de los compañeros de la llamada “Corriente Sindical
Clasista”, cuyos integrantes son el Partido Comunista Colombiano, las arandelas y aliados útiles,
como el Movimiento por la Defensa de los Derechos del Pueblo y la Colectivo Nacional Sindical
Guillermo Marín –aunque sus dirigentes obreros no suscribieron las tesis, sólo consensuaron una
tibia Carta Abierta–, entre otros luchadores y aliados tácticos, en pasadas elecciones de naturaleza
sindical, de FENSUAGRO, FECODE y la CUT, como la Marcha Patriótica y la ahora Fuerza Alternativa
Revolucionaria del Común.
Las posibles simpatías que puedan “despertar” (aunque ciertamente, no del letargo), estriban en
algunos de los Principios Fundacionales de la CUT, que los clasistas oportunistas reivindican, eso sí,
a su modo (Autores Varios, Tesis VI Congreso CUT, 2014, págs. 65 – 67) (4).
Otra de las cosas, que ya dijimos, sería el reconocimiento de la existencia de una profunda crisis
sindical, la adopción de una postura más crítica e independiente, aunque tibia y acomodaticia, de la
burocracia cutista (Autores Varios, Tesis VI Congreso CUT, 2014, págs. 76, 80 – 81), el gobierno y la
patronal, no por ello sea en extremo limitada.
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Finalmente, a pesar de las diferencias fundamentales, el clasismo obrero-sindical, en sus matices
oportunistas-revisionistas y revolucionarios y centristas, vienen de un mismo tronco común, de
larga data, del movimiento marxista internacional, cuyas banderas son la liberación del yugo del
capital y la construcción de una sociedad socialista libre, a diferencia de demócratas amarillos y
verdes.
Que algunos de ellos hayan desmembrado las ramas, minado las raíces y sean los maestros de la
inconsecuencia con su clase, ya es otra cosa y es la razón madre de estas contra-tesis, contra-
ideología oficial. No obstante, es probable (hipótesis) que, para la reconstrucción del movimiento
obrero, se necesiten del concurso de todas las fuerzas independientes, luchadoras progresivas,
ultraizquierdistas y las que se reclaman clasistas, un contra-frente clasista. En este sentido, no está
descartado que algunos sectores de la Corriente Sindical Clasista y bases obreras del Sindicalismo
Reformista jueguen un rol progresivo y haya que hacer una unidad de acción puntual con las bases
obreras y acuerdos, en primer medida, de disputa con la dirección sindical burocrática del
derechismo patronal y la socialdemocracia sindical (SR, SP), pasando un plano superior de lucha.
Por fortuna, la realidad colombiana y sindical, a pesar de lo visible, lo dominante y lo trágico de la
oficialidad sindical, es más rica que estos arrinconamientos, disyuntivas y tercerías aparentes y
trepadoras, signos de la crisis de dirección revolucionaria del proletariado nacional. En este orden
de ideas, el documento de la Corriente Sindical Clasista, merece algunos apuntes centrales de su
andamiaje constitutivo.
II. Aspectos progresivos y límites en la mirada “clasista” del ángel de la muerte: crisis
capitalista global y ojo de tigre
Un valioso aporte que reconocer y atesorar al documento “clasista” es su análisis sintético, empírico,
documentado y técnico, su sincera preocupación por “la nueva crisis económica capitalista”
(Autores Varios, Tesis VI Congreso CUT, 2014, pág. 68) que asola al mundo entero hace más de un
quinquenio, una década ya, a la que dedican un capítulo especial (4 páginas valiosísimas) dentro de
la situación internacional.
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La última y más reciente crisis económica global con cientos de miles de vidas de trabajadores y
sectores medios destrozados y pauperizadas han quedado con una piara de cadáveres tras de sí bajo
el fuego flameante del capital, el ángel de la muerte, un fantasma vivo que recorre el mundo.
Pese a que la crisis no haya impactado con igual potencia en otras latitudes y naciones como
Colombia y este no sea el epicentro ni el catalizador de ella –aunque ya se siente–la caída real de los
precios del petróleo y contingente de los commodities en la región y la nación, la tasa de crecimiento
por debajo del 3% y la disminución de presupuesto del PDN, la desfinanciación de las universidades
públicas y el futuro incierto de los estudiantes, la mano de obra del mañana, precarizada,
desempleada y desmoralizada, augura cambios para el nuevo periodo.
El principio de blindaje económico e impenetrabilidad nacional, del gobierno y la burguesía
colombiano (razonamientos usados en su momento empleado por Stalin y demás jefes burocráticos
y de los Estados obreros de la pasada centuria), son falaces e idealistas.
El intento fallido (hoy ya consumado) bajo la recomendación de Valerie Cerra del Fondo Monetario
Internacional, en desnacionalizar y vender ISAGEN, la política de disminuir la cuota de producción
y personal de ECOPETROL y la respuesta huelguística ante tal atropello a sus derechos y la
corrupción gerencial, el desmonte de la fábrica de Chiclets Adams en Cali y la desocupación, junto a
escenarios anteriores como el desfalco de la Bolsa de Valores y el estallido de la ruina agraria, son
apenas síntomas de lo que se viene.
Según la Corriente Sindical Clasista, juegan en contra factores negativos, dado que “la reacción del
movimiento obrero y popular en Colombia es muy débil; con la atenuante, que es una fuerza de
trabajo de posibilidades muy pobres. Sin embargo, los fenómenos no se muestran sin
confrontaciones” (Autores Varios, Tesis VI Congreso CUT, 2014, pág. 71) y resistencias obreras, a lo
largo y ancho del país.
Es por ello que, si todo obrero consciente y trabajador quiere interesarse por sus propias
condiciones de vida y de lucha por la existencia (por nuestro salario y libertades), más locales y
elementales, su vida y la de los suyos y demás compañeros de trabajo, valor preciado común, es
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insoslayable que bien empiece por analizar o bien procure informarse en macro, sobre la situación
de sus hermanos y del conjunto de naciones donde residen personas laboriosas como él o ella,
mediante la prensa y los medios, entre otras herramientas consultivas de estudio y escrutinio, en
una palabra, la situación mundial. La misma burguesía, sus medios de comunicación y voceros,
cuando empiezan a vislumbrar problemas económicos contingentes e inminentes, bombardea a la
población con toda clase de consejos prácticos de educación financiera, ahorro familiar,
conveniencia de consumo, etc.
El mismo ejercicio informativo y analítico, claro que en un peldaño más desarrollado, de educación
e investigación, merecen las organizaciones sindicales oriundas, las expresiones organizadas y
privilegiadas de la fuerza laboral nacional como la CUT que de modo distorsionado reflejan y son la
expresión consciente, aunque limitada, de millones de asalariados, en lo que a sus condiciones de
vida atañe.
Ni qué decir de la elaboración teórico-política de los partidos políticos que se reclaman
revolucionarios y de izquierda, y que dicen influenciar la subjetividad social y reflejar las
condiciones materiales de existencia de la clase obrera y los sectores populares pauperizados por
el gran capital, en la lucha de clases nacional y mundial y ante la partidocracia capitalista y la
burocracia sindical patronalista.
El “análisis de las cifras” (Autores Varios, 2014, pág. 69) y la realidad económica internacional que
la Corriente Clasista nos presenta es en muchos aspectos, dinámica, crítica y desoladora:
En 2004 – 2009 el Producto Interno Bruto de la producción capitalista del mundo (bienes y servicios
totales) pasó de 42 a 57 mil millones de dólares, con un crecimiento periódico del 37%, el seis por
ciento anual, de los cuales el conjunto de Países Emergentes y en Vía de Desarrollo aportaron al
Mundo el 21% y el 31%, en las dos fechas respectivas. Sin embargo, para el final del periodo, según
la CEPAL, el crecimiento económico en América Latina disminuyó al menos del 1.9%, un bajonazo
abrumador, por la crisis financiera e hipotecaria en Estados Unidos, si bien logró recuperarse con
más dinamismo que otros continentes y países, pero hoy continúa el raquítico crecimiento.
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Mientras esto ocurría en el mundo global, los compañeros clasistas describen el cuadro regional y
su constitución material. Así pues, para el 2013, América Latina y el Caribe contaban con 590
millones de personas, de las cuales 274 millones eran trabajadores, población económicamente
activa, el 49% del total y el peso del 60% de asalariados entre las clasificaciones por grupos
poblaciones de la CEPAL (Autores Varios, Tesis VI Congreso CUT, 2014, pág. 71), muestra “un mayor
protagonismo de las relaciones sociales capitalistas” (pág. 70), en consecuencia un mayor desarrollo
poblacional de la clase obrera y el modelo productivo a lo largo de un siglo para Colombia.
“[E]l concepto de proletariado en la época actual se ha ampliado…es un importante sector
(industrial), que unido a otros trabajadores que están tercerizados, representa la mayoría de la
población” (Autores Varios, Tesis VI Congreso CUT, 2014, pág. 76), sostienen no sólo a nivel regional
sino nacional, dentro del conjunto de 22 millones de asalariados y mayorías obreras como PEA, el
60% informales.
Por ello la corriente sindical “clasista” van dejando atrás resquicios premodernos y análisis
idealistas-etapistas y confusionistas sobre una aguda semifeudalidad en el continente (basados en
la ley de desarrollo desigual, pero no combinado), que el stalinismo colombiano replicó y alimentó
de cabo a rabo, en contravía de la ley materialista del desarrollo desigual y combinado, del marxismo
revolucionario de León Trotsky. En ese sentido, es positivo que la realidad supere estos marcos e
inconscientemente haga autocriticar sus postulados tradicionales, aunque la tendencia a la
conservación de derecha y al yerro revisionista en la concepción dialéctica del método del
materialismo histórico, sean fuertes.
En Latinoamérica, prosiguen, la sumatoria de 6 sectores de la actividad económica, el 44.9%
asociados con la industria, con el porcentaje restante repartido en la actividad financiera (5.1%),
otros servicios y no especificados, muestran que “el capitalismo latinoamericano no ha subsumido
y controlado totalmente la fuerza de trabajo a las relaciones financieras” (Autores Varios, Tesis VI
Congreso CUT, 2014, pág. 70), no ha logrado “dar ese tránsito” y que además apunta a una
recuperación y aun nuevo ciclo de industrialización, como “necesidad social”, para el desarrollo
nacional y el empleo, sostienen ellos.
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Aunque a nivel mundial, como fase desarrollada del capitalismo, el capital financiero y monopolista
acumulado en un puñado de países imperialistas y accionistas transnacionales sea el rector global
del mercado mundial, no hay razones para suponer que América Latina tenga que darse un
predominio financiero “propio” y regional, puesto que somos un continente semicolonizado y
funcional a los intereses del imperialismo europeo y norteamericano. Por consiguiente, la
exportación de capitales foráneos y la penetración regional y nacional de ellos opera en la región, lo
mismo cabe pensar de una supuesta industrialización “autónoma”, por el contrario, el proceso
industrial productivo tiende a ser dependiente y acentuarse los fenómenos negativos que la
Corriente Clasista denuncia.
En conclusión, los efectos en el empleo, la baja de salarios y de los artículos de consumo, las piras
de hambre y pobreza, el desempleo regional del 6.3% para el 2013, se hicieron notar y la tendencia
periódica y de la crisis como fenómeno prolongado apuntan a la oscilación mundial entre “auge y
estancamiento” e “índices de crecimientos decrecientes”, lo que la prensa burguesa del mundo y
analistas liberales llaman una “recesión mundial” y “lenta recuperación económica”, desigual y
combinada.
La Corriente Clasista bien apunta a señalar que esta crisis expresa un “problema de orden sistémico,
tales como las llamadas crisis de sobreproducción” (Autores Varios, , 2014, pág. 69) que Marx y
destacados intelectuales y economistas del marxismo “actual” (si bien con viejos oportunismos y
errores teóricos y revisionistas), como David Harvey, Anwar Shaikh, Michael Lebowitz, Rolando
Astarita, etc, etc, los colombianos Jairo Estrada Álvarez y el oportunista Daniel Libreros, etc, llevan
analizando, aunque con varios defectos en el caso de la Corriente Clasista, que a continuación
queremos reseñar.
“Entre la frustración y la búsqueda de un futuro mejor” (Autores Varios, Tesis VI Congreso CUT,
2014, pág. 68) así resume la Corriente Sindical Clasista el encabezado central sobre la situación
mundial socioeconómica y el espíritu de las luchas. Dicha búsqueda, según dicen, “viene elevando
el nivel de consciencia política sobre los defectos del modelo neoliberal” (2014, pág. 70) y es deber
del sindicalismo cutiano y general del país propender por continuar elevando estos niveles y
concientizando sobre sus tendencias y causas (2014, pág. 72).
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Es de suponer que la tesis de la Corriente Sindical Clasista y el tiraje sean un primer insumo (un
grano de azúcar rancio) para la pedagogía político-sindical y fomento de la conciencia de clase entre
los afiliados de la Central, de los dirigentes sindicales clasistas y delegados congresistas. No
dudamos que en algo contribuyan, con este análisis “dulzón”. Más dudamos que lo consignado y
dicho discurso público sea lo mejor, podría haberse aprovechado mejor, para la ingesta. La
Corriente Clasista (CSC) comete un grave error, criminal, de honda limitación y profundidad al “dar
cuenta de la crisis”, tema en boca de miles de cuadros medios y altos de la burguesía, franjas medias
y el proletariado, y por supuesto, de sus millones de víctimas más directas.
Mientras que el Sindicalismo Clasista (SC) se place en dar una explicación científica de las crisis
cíclicas, indisoluble a los factores generados de ella y la respuesta coherente que debe dar el
movimiento social obrero, traducida en una política revolucionaria, el oportunismo de la CSC no
plantea con claridad teórica estos dos componentes, no parece cumplir con las líneas de cierre del
capítulo I:
“[D]ebemos propender por elevar la consciencia política, superando viejos vanguardismos, pero sin
ceder en los principios…a condición de que actúen con una orientación amplia y unitaria, que en
ningún momento riñe con la firmeza revolucionaria…lo que no excluye una actitud crítica sobre el
papel de las corrientes derechistas y socialdemócratas al interior de la central” (Autores Varios,
2014, págs. 72, 80, 81).
En realidad el oportunismo “clasista” cede en los principios revolucionarios y es conciliador con los
postulados ultra reformistas y embusteros de la Corriente Democrática y Polista, para evitar caer
en una “postura vanguardista” y coadyuvar a “hundir” la rica dinámica de la conciencia ascendente
de los trabajadores cutistas y colombianos, de todos los que enfrentan la austeridad gubernamental
y el ajuste empresarial europeo, los síntomas materiales cada vez más notorios en países
semicoloniales como Colombia y otros en América Latina.
La Corriente Clasista, es cierto, habla de la actual crisis financiera, sus datos y tendencia, pero olvida
realizar una reflexión más profunda y radical sobre el fenómeno de la sobreproducción de
mercancías y carácter cíclico de las crisis capitalistas, constitutivas del sistema, generadoras de
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desempleo, pobreza, no pocas veces de guerras, revoluciones y resistencias existentes, vivas a
nuestros ojos, en frente de nuestra narices.
En ningún momento hablan de la crisis de alcance mundial de 2008 – 2015…le preceden otras
internacionales como las de los años 1973, 1929, 1914, 1873, sin contar con las crisis económicas
más nacionales y particulares, de países como Argentina, Estados Unidos, China, etc, etc. Omiten
señalar y propagandear que las revoluciones nacionales con correlatos de deterioro económico,
expresan la lógica inmanente del capitalismo, que va de crisis en crisis y cada cierto periodo
destruye las fuerzas productivas, entre ellas el trabajo, para salir a un nuevo momento de
estabilidad relativa y que en dicho sistema caótico, oscilante, la clase obrera no tiene un porvenir
asegurado, una garantía de sus derechos básicos, por el contrario, se encuentran ante un
despeñadero cíclico, por lo que la búsqueda de un futuro mejor no es otro que el mundo y horizonte
socialista.
Hay que hablar a los esclavos contemporáneos con claridad y contundencia, alto y claro. La crisis no
es el modelo neoliberal (Autores Varios, Tesis VI Congreso CUT, 2014, págs. 70, 74, 88) –como
plantea los clasistas en “frente amplio en la teoría” con los polistas-demócratas–, sino del
imperialismo, fase desarrollada y monopolista del capitalismo global, en tanto sistema-mundo,
moderno y contemporáneo, diría Immanuel Wallerstein y Lenin. El neoliberalismo es apenas una
intensificación de parte de los gobiernos del modelo de acumulación del capital y recolonización
imperialista, por tanto, de explotación del trabajo asalariado y opresión colonial a escala regional,
global y nacional.
Ante las crisis sistémicas del capitalismo no hay que denunciar sus efectos, sino ir a la raíz del
problema, plantearles a los trabajadores y generaciones laboriosas que si no luchan y resisten para
que la crisis no recaiga sobre ellos no tienen un futuro asegurado, si no luchan y pasan de la
defensiva táctica a la ofensiva estratégica para que el poder sea de los trabajadores, los capitalistas
y sus gobiernos les jalonearán del brazo, como muñecos de trapo, de vaivén en vaivén, como unos
estúpidos esclavos, para que pasen épocas de pauperización y relativo bienestar, mientras sus
verdugos viven como reyes (el goce dionisíaco capitalista), a costa de sus sufrimientos y regateos
de alegrías.
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La música progresista y psicología anímica de los artistas y reflejo de su época, en este sentido, son
mucho más consecuentes y radicales que la pedorra “Corriente Clasista”, pasemos a mostrarlo,
como parte de la educación sentimental de los trabajadores y la nueva juventud trabajadora.
Expresa bien en el 2013 “el sonido de las armas” (canción: ¿Hablaran las armas?, Disidencia), el
artista y rockero punk español Carlos Jipi, metáfora de la sublevación revolucionaria ante la
austeridad europea, el régimen del 78 y las barbaridades cotidianas en su propio país con el
gobierno de Mariano Rajoy:
“Van a tener que hablar las armas, para llenar el vacío moral que quema, si no arrecia la tormenta /
Y ya que en un descuido y ya van dos, y traspasamos el umbral de la miseria / Y en cada recesión se
beneficia algún cabrón, ¿qué les parece, si los mandamos a la mierda? / Quien ya no puede perder
nada, seguro está hambriento de balas, el miedo puede más que la verdad / Y ya que en un descuido
les bastó, y los desahucios se suceden, día tras día / Y ya que el capital impone la ley del más fuerte,
¿qué les parece si usamos su mismo lenguaje? / Y ya que no me puedo descuidar, y la pobreza no la
curan las palabras / Y ya que es evidente el papel de la Casa Real, ¡les propongo resolverlo a la
Francesa! /”.
Por su parte, el cinéfilo y Mc Nega junto a otros micros rabiosos, cantarían en el mismo año (Canción:
El miedo va a cambiar de bando, Riot Propaganda): “Así que lárgate / que esta vez hemos venido a por
todo el pastel / Nada de medias tintas, ya se acabó / ¡Queremos nuestra Guillotina en la Puerta del Sol!
/ Sociedad hipocondríaca, levantemos al grito de revolución / Compañeras, ya suenan las alarmas,
exigimos que el gobierno se disuelva y entregue las armas / ¡El miedo va a cambiar de bando! /” (6).
La actual crisis económica global, de Wall Street, ha generado procesos revolucionarios en el Norte
de África y Medio Oriente, a partir de 2011, también exacerba las guerras comerciales y empresas
bélicas de los países económicamente dominantes paralelo al aumento de las movilizaciones
obreras y populares, resistencias colosales, a nivel mundial, el arte refleja esto.
Es poco clasista que la Corriente Clasista no desnaturalice la terminología cepalina y categorías
económicas desarrollistas de la ONU, encubrimientos y pronósticos embecelledores e implícitos del
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imperialismo, por ello, en este sentido, cabe decir que la interpretación clasista-stalinista, más que
empirista, es reformista, embaucadora, estrecha de miras, no coadyuva a un mayor desarrollo de
una conciencia anticapitalista sobre la crisis sino antes bien a la parálisis y la conformidad con lo
que hay.
En síntesis, “quién habla de crisis, habla de revolución”, “no hay análisis económico de la crisis sin
una política revolucionaria para enfrentarla”, por ello constituye una abierta traición del
oportunismo “clasista” el callar en el terreno del análisis propagandístico de sus tesis y sus medios
informativos e investigativos (prensa Semanario Voz, revista teórica, el CEIS, Editorial Ocean Sur,
Revista de la EIPCO, etc) y la agitación –campañas, mítines, acciones concretas, marchas, etc– los
levantamientos de la Primavera árabe (algunos de ellos armados, agudos) en más de 5 países y
otros, las revoluciones democráticas de América Latina, tipo Argentinazo y Caracazo, como las
resistencias obreras y populares en Europa (España, Grecia, Italia) y del nuevo siglo, con ejes
directrices de ella.
¿Cuál es el rol que debe jugar el Sindicalismo Clasista (SC) ante una crisis global?, exactamente el
mismo que hicieron las correas gremiales sindicales y obreras, de los soviets influenciados por el
Partido proletario más clasista y revolucionario de todos los tiempos, el POSDR de Lenin, el cual en
medio de la Primera Guerra Mundial y la debacle económica del régimen zarista, no sólo organizó
una sublevación revolucionaria obrera y popular para instaurar un nuevo gobierno, el Soviet de
obreros, soldados y campesinos, llamando a deponer al poder económico y político imperante y
cesar la guerra por el reparto de Europa que libraba la burguesía rusa indolente con las de otras
naciones mientras su pueblo moría por inanición, hambruna y la guerra reaccionaria.
El bolchevismo clasista también se encargó de consolidar una internacional sindical revolucionaria
(profinter), que le abriera los ojos a los obreros de todo el mundo sobre la naturaleza de las crisis
económicas y sobre la necesidad ineludible de que los trabajadores y el pueblo se organizaran en
sindicatos combativos y organismos soviéticos, tomasen el poder, pues allí donde se asoman
recesiones, se producen potencialmente situaciones revolucionarias y resistencias agudas en las
correlaciones de la lucha de clases entre el capital y el trabajo.
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En el contexto colombiano, de haber una tendencia revolucionaria del SC, hoy inexistente (o sino
muy débil todavía), esta se ocuparía de contribuir a educar a las masas organizadas en sindicatos y
en movimientos sociales, sobre las revoluciones del siglo XXI, la política solidaria y de lecciones que
estas nos dejan estos procesos, algunos pasados, otros en pleno curso, derrotas y aciertos, con todos
los reveses sufridos y contradicciones complejas en el Norte de África y el Medio Oriente (la más
actual, Yemen y Siria).
Lo mismo cabría suponer con la crisis económica desatada en el corazón del capitalismo,
Gringolandia, el desgaste del régimen yankee por la política racista y colonialista de la criminal
política de la Unión Europea y del Norte para socializar las pérdidas y privatizar los beneficios,
vaciando los bolsillos y cuerpos de los trabajadores –no sin una valiente resistencia de estos–,
recortando conquistas históricas en materia social y recolonizando otros países y sus recursos.
Pero estas dos cosas carecerían de valor si no se las entroncara con la crisis del modelo nacional,
del segundo mandato de Santos (y el nuevo gobierno entrante), sus planes antipopulares en el
cuatrienio los cuales están sincronizados con los intereses materiales conglomerados de la
burguesía colombiana y los emporios económicos, su estrategia neoliberal imperialista para el
postconflicto capitalista. Si no se planteara una respuesta ante los planes, una política
revolucionaria para el movimiento obrero, un Frente Social contra el régimen imperante, el
clasismo proletario sería un concepto huero, hueco, ideal, no una guía para la acción.
Ahora bien, si miramos la perspectiva oportunista, bajo el lente miope de la Corriente Clasista,
encontraremos que la lucha de clases en el terreno internacional y regional opera y se desarrolla,
además de los indignados y procesos huelguísticos del Viejo Mundo y en Colombia, que apenas
mencionan de pasada, también se dan –según ellos– mediante “choques de bloques”, entre la
“Doctrina Monroe”, es decir, el americanismo imperialista de Estados Unidos, y el
“Latinoamericanismo” (Autores Varios, Tesis VI Congreso CUT, 2014, pág. 70), esto es, el
soberanismo de los gobiernos reformistas de América Latina, estos últimos baluarte de la “lucha
antiimperialista” en el continente, según apuntan ellos, “es evidente”.
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Para ellos estos dirigentes sindicales y políticos pareciera que el tiempo y el contexto fueran
“estáticos”. Por ello es globalmente falso su análisis de bloque (en realidad, la teoría de los campos
burocráticos o interburgueses, del stalinismo y el reformismo), al menos, merece un escepticismo
racional y reflexión sobre la naturaleza de los Estados capitalistas y su política en las crisis.
A primera vista, pudiéramos suponer que la derecha latinoamericana, la oposición burguesa,
golpista y pro estadounidense, sus tentáculos empresariales, buscan un recambio reaccionario de
los progresismo latinoamericano, las fuerzas capitalistas gobernantes. En efecto, esa
intencionalidad y posibilidad existe, ya se está dando en varios países, expresa la lucha de clases,
sólo que entre dos franjas interburguesas, instrumentalizando la polarización social obrera y de los
de abajo.
Sin embargo, no se asoma un nacionalismo burgués “consecuente” de parte de estos tipos de
gobiernos latinoamericanos, que permitan un amplio margen tal de defensa avanzada de la
soberanía nacional, tal que hayan notables choques de bloques y apoyo táctico e independiente ante
golpismos imperialistas, sino todo lo contrario, lo más probable es una sumisión servil a las
aplanadoras imperialistas y desarrollo de la semi y recolonización de las naciones latinoamericanas.
Mientras estos gobiernos de la región administraron los negociones de capitales nacionales y
foráneos, con un malabarismo creativo, durante el ciclo del 2000 – 2010, en la era Bush, tuvieron
un margen de maniobras y de concesiones materiales a las masas gracias a la relativa bonanza que
vivió la región y que las estadísticas que presentan las tesis de la Corriente Clasista, reflejan muy
bien. Esto les permitió que franjas amplias, mayoritarias, frenéticas, de la clase obrera y del campo
popular, vieran estos gobiernos capitalistas “desneoliberales” como sus propios gobiernos, sus
fieles representantes, sus salvadores, dada las mejoras en salud, educación, vivienda y consumo,
como el pasado oprobioso de pasadas administraciones de derecha neoliberal y sus planes de
contrarrevolución económica.
Los Documentos y Resoluciones del XI Congreso Mundial de la pequeña corriente mundial, la Liga
Internacional de los Trabajadores, explican bien este proceso de estabilidad gubernamental y de
modelo, además del desprestigio de los viejos partidos y gobiernos neoliberales “fue posible porque
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coincidieron con un largo periodo de alto crecimiento de las economías de estos países. Este
crecimiento fue producto de la combinación de una subida pronunciada de los commodities, que
invirtieron la norma de la tendencia a la caída de los términos de intercambio con un crecimiento
del consumo en los países” (LIT, 2014, pág. 62).
Tras el estallido de la crisis, la situación empieza a cambiar, los vientos se tornan desfavorables.
Estos gobiernos empiezan a carecer de ese estilo de gobernabilidad que más le apetece a la
burguesía, el de la armonía y unidad de intereses entre los asalariados y el capital, de riendas sueltas
para las inversiones y los negocios junto a concesiones a las masas, una concordia social entre el
pueblo y el gobierno.
Esto les obliga, de un tiempo para acá, a venir aplicando planes de ajuste y de represión, guiados
por los dictámenes del BDI y el FMI, como es lógico en toda crisis cíclica capitalista, con un descenso
en el nivel de popularidad e índices electorales desfavorables, aunque no tan exacerbado como para
constituir un recambio inmediato, pues hubo reelecciones en Brasil, Ecuador, Uruguay y Bolivia,
pero luego ascendió los derechistas Michel Temer, Lenín Moreno, mientras que Evo Morales se
mantuvo y ganó elecciones Tabaré Vásquez del Frente Amplio.
Todo este proceso se viene intensificando y arreciando las grandes movilizaciones y resistencias de
la clase obrera y el pueblo, enfrentadas a las fuerzas militares, mandos patronales y reflejos
gubernamentales de estos estados capitalistas. La oposición derechista busca pescar y capitalizar
estas justas luchas obreras y populares, mientras que el oficialismo burgués y el reformismo sindical
y político –incluida la “Corriente Sindical Clasista”, criolla– se pone al lado de estos gobiernos
disfrazados antes que en la clase, en su proceso de concientización y ruptura. Para ellos no existe la
independencia de clase ante los gobiernos burgueses y la estrategia revolucionaria de la dictadura
social y económica del proletariado ante las voraces huestes capitalistas, de países dominantes y
dominados, sean estos gobiernos burgueses derecha y de izquierda.
De todo esto, podemos deducir que la lucha antiimperialista está presente en la movilización y
conflictos por la derrota de los planes neoliberalizantes de los gobiernos burgueses, sean estos de
derecha y de izquierda, reales vehículos colonizados de los dictámenes imperiales, de la banca
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internacional, la deuda externa, la inversión y confianza extranjera, eufemismo uribista-santista del
saqueo neocolonial a nuestro país y explotación de nuestra gente.
El Latinoamericanismo como facticidad social la encarnan, inconscientemente, estas luchas
cotidianas de la clase obrera contra gobiernos títeres con distintas estrategias de acumulación y
matices, serviles a la Doctrina imperialista Monroe.
Estratégicamente, sólo pueden prosperar si las masas obreras y populares latinoamericanas luchan
por barrer y derribar a los demagogos y mercanclifes de nuestras naciones, sumisos a la bestia
imperialista, para construir su propio gobierno, un gobierno de los trabajadores y del pueblo, para
la Segunda Independencia del coloso del Norte y los tigres de papel imperialistas –lo mismo la clase
obrera de estos países oriundos, hacía la síntesis panamericana proletaria y proletaria global
socialista–, un auténtico choque entre bloques nacionales de clase, dejando de ser el patio trasero
del tío Sam.
Lo demás parece ser, como decimos en Colombia y a modo de paradoja y contra intuición clasista:
“puros pajazos mentales”.
IV. Etapismo abortado y el baile del zigzag: vacilación y renuncia a la estrategia socialista
revolucionaria.
Un rasgo muy característico de los partidos políticos de corte estalinista, además de los
socialdemócratas de tradición y neoreformistas de este siglo, es su invocación al socialismo y los
cambios profundos “en los días de fiesta”, de tribuna, como decía Trotsky, en un futuro indefinido.
En los días restantes, su estrategia omnipresente es la de la revolución democrática, en el peor de
los casos, invocaciones a cambios democráticos, de avanzada, de paz con justicia social, democracia
popular, apertura democrática y otras combinaciones discursivas mínimas, rebajadas, ultimatistas
pobres, que de todos modos son mucho en un contexto reaccionario.
Al parecer, hace mucho que no hay “momentos de esparcimiento” y “jolgorio” en sus filas y mentes
“a la vanguardia de la clase”, estos clasistas contemporáneos de Colombia (más bien,
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socialreformistas decrépitos) siguen la línea del consenso de arriba, es decir, el desviacionismo
socialdemócrata de la Corriente Democrática y Polista, el abandono completo, en los hechos y en la
teoría, de la estrategia socialista, de la conquista del poder político por parte de los asalariados y el
pueblo, la desligación transicional o dialéctica del programa mínimo y máximo, en uno solo.
Muestra de ello es la ausencia total en las tesis del horizonte del socialismo, como única forma de
liberación y emancipación de los trabajadores, por no decir, una resistencia consecuente a la crisis
del capital y su modelo neoliberal nacional. La defensa argüida por la postura “clasista” criolla de
no incurrir en un doctrinarismo ultraizquierdista y no confundir –al modo anarcosindical– los
campos del gremio sindical y la política revolucionaria, no resiste el menor análisis y sólo auto
encubre el propio reformismo sindical.
Las mareas abrumadoras del castro-chavismo y el izquierdismo “antineoliberalista” de América
Latina –hoy en reflujo en la tempestad–, las contemporáneas alianzas y empresas electorales de la
izquierda reformista europea de un Dien Linke, un Zyriza, o de Juntos Podemos, cabalgando en la
ola de la crisis y las luchas, capitalizando descontento social, la caída del aparato stalinista mundial
en el ámbito de los estados de Europa del este y la URSS, su bifurcación como gobiernos burgueses
tal cual Cuba y China, Vietnam, Corea del Norte, con plenos poderes dictatoriales, bien como
partidos stalinistas incorporados a la coalición gubernamental, Brasil, por ejemplo, los llevan sin
duda alguna, ya no a la revisión –cosa que siempre hicieron– sino a exacerbar su adaptación al
sistema capitalista y a la estrategia de democratización del mismo, la corriente sindical clasista no
escapa a esta tendencia.
La influencia sindical volcada al proceso de reformas del capital y, por sus vínculos políticos con la
cúpula gubernamental, en el peor de los casos existentes, a avalar el retroceso y recorte de
conquistas de la clase obrera y los sectores populares, para evitar que “retorne” la derecha
neoliberal al gobierno, aunque el gobierno izquierdista aplica medidas neoliberales…, es todo un
triunfo de la dialéctica material allende del formalismo político categorial “clasista”.
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En el documento “clasista”, se leen combinaciones “variopintas”, zigzagueantes, de la mal llamada
Corriente Sindical Clasista, por un lado se hablan de consignas programáticas y postulados
rebajados, empezando por el título:
“¡[Rescatar la unidad y la movilización de la clase obrera por un nuevo país!” y “la superación de las
consecuencias negativas generadas por la profunda crisis del sistema capitalista” (Autores Varios,
Tesis VI Congreso CUT, 2014, pág. 65), “urgencia de adelantar una honda y profunda reforma al
régimen político colombiano” y “caminos para avanzar en la paz con justicia social” (pág.
75), “materializar la lucha política desde los trabajadores y el pueblo colombiano con vocación de
poder y alternativa de ser gobierno de carácter democrático, patriótico y popular” (pág. 78).
Por el otro, señalan de modo marginal con fraseología marxiana, “el papel histórico del proletariado
se mantiene para para garantizar una real transformación real” (pág. 76) y la “unidad de acción de
todas las fuerzas decididas a restituir los derechos legítimos de los trabajadores y a borrar de la faz
de la tierra la explotación del hombre por el hombre” (pág. 73), “la CUT debe tomar el liderazgo en
la formación y educación de los trabajadores y campesinos encargados de los medios de producción
del país y en este sentido su dirigencia debe concientizarse que sólo mediante el contacto directo
con la base de trabajadores y campesinos puede enclavar sus política e ideales que sensibilice a la
clase trabajadora frente a los cambios que deben darse en un país para alcanzar el poder y
transformar el modelo capitalista por el socialista” (pág. 86) (7).
V. En busca de salvadores y reconstructores: cambio de Dioses, ¡salve FSM!
La magia, el plus de la política, estriba en hacer pasar una táctica política por un fenómeno neutro o
inocente de la realidad, todo con el propósito de hegemonizar socialmente, ganar mayorías y
conseguir la realización de una acción, ante posibles presiones, frenos sociales y de otras fuerzas
que se lo impidan y le se opongan. Esto ocurre en el terreno de las relaciones políticas
internacionales.
Los clasistas oportunistas, arropados en un balance autocrítico de la Confederación Sindical
Internacional (CSI), verídico por su objetividad, desean que la Central de trabajadores se enrumben
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“en otro carro” (mendicante y oxidado), por mera concatenación de hechos –esto en desmedro del
art. 4 de Principios de la CUT que osan defender de palabra pero rechazan en los hechos, y que a
decir verdad, sería más beneficioso– (Autores Varios, Tesis VI Congreso CUT, 2014, pág. 66).
Más bien, por el subjetivismo stalinista, empecinado en controlar el movimiento de masas y
reencauchar su vanguardismo de décadas y siglo pasado, volviendo a las épocas doradas de los
estados obreros burocráticos y freno contrarrevolucionario, el predominio sindical de los mal
llamados “partidos comunistas”, que si bien para la presenta etapa en países como Chile y Portugal,
Grecia y Sudáfrica, entre otros, es nada despreciable, en Colombia, por el contrario, si sufrieron un
revés impresionante, debido a factores internos, más que externos.
Así pues, la línea argumentativa consiste en partir de una base real, a saber, las actuaciones
inconsecuentes de la CSI ante la actual crisis capitalista mundial y la política de los gobiernos, en lo
que refiere a su actitud ante la crisis europea y la OIT como al “papel desempeñado por la CSI en
Colombia”, pasando a proponer asistir al Foro Social Mundial y el Encuentro Sindical Nuestra
América de sindicatos de CSI y FSM (2014, págs. 72 – 73), finalmente, el puerto de llegada (¡plum…!,
¡magia!, ¡solución a la crisis…!, ¡venida del mesías!):
El fortalecimiento nacional de un núcleo y afiliación democrática de la CUT a la Federación Sindical
Mundial, como faro guía (2014, págs. 80 – 81); tal como mencionamos sus intereses en el capítulo I
y II, tal salida no parece ser una salida revolucionaria a la crisis y luz del túnel, pese a toda suerte de
retórica clasista y acciones que osen pregonar.
Nada o muy poco puede esperanzar el movimiento obrero nacional ni los 20 sindicatos cercanos
del FSM Colombia al afiliarse y seguir la política de una dirección sindical internacional –lo que no
implica desconocer que numerosos sindicatos afiliados y bases combativas de 120 países
conformen la FSM– influenciada por la burocracia restauracionista cubana y sus gendarmes
sindicales, vehículos del capital foráneo e interno, verdaderos traidores –por no hablar del proceso
global de la restauración capitalista y la federación que lo avaló–.
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Tampoco del peso del burocratizado y la patronalista federación sindical china y de otros estados
ex obreros de Europa del Este, al igual que la COSATU avaladora del régimen pos-apartheid y sus
planes neoliberales, e incluso, de los salvadores griegos del KKE y el Secretario de la FSM, George
Mavrikos, con escaramuzas ultraizquierdistas, políticas y sindicales que les caracterizan ante la
crisis económica de la Zona Euro, pero en la que no se puede caer, a riesgo de ser obnubilados por
el impresionismo stalinista, pasado por fuerza revolucionaria que no es.
En el 70 aniversario y celebrarse en Grecia en 2015 el 17 Congreso Mundial de la Federación
Sindical Mundial, es pertinente realizar un profundo balance clasista de la trayectoria de su
dirección, así como sus documentos de análisis y planes de acción en retrospectiva histórica y
perspectiva, no para avalarlos ni para anonadarse, sino para combatir su conciliación de clases y
embaucamiento de la voluntad revolucionaria de la clase trabajadora mundial.
Los socialistas y clasistas independientes, acerca de las relaciones de las Centrales Obreras
colombianas, en especial la CUT, con las organizaciones sindicales internacionales, planteamos que
la CUT no debe estar afiliada a ninguna de ellas, como apostó el art. 4 de 1986, pero debe guardar
relaciones fraternales de campañas y de unidad obrera de acción, en la movilización contra la
patronal y los gobiernos capitalistas.
En cambio, debe luchar por hacerse participe de la Red Internacional Sindical, impulsada por la
Central Sindical del Brasil CONLUTAS, es decir, del sindicalismo independiente, clasista y de luchas,
entre otras iniciativas organizativas independientes y progresivas sectoriales y coordinaciones
continentales y regionales obreras en lucha. A la par debe tomar como referente histórico la
Internacional Sindical Roja (profinter) y el Sindicalismo Independiente y Clasista que existió en
Colombia en los 60-80, también el de los 20, en aras de apostarle a una nueva internacional sindical,
antiimperialista y clasista, luego de la degeneración burocrática de la FSM y continuas traiciones y
bancarrotas a la que nos lleva la Confederación Sindical Internacional en Colombia, como
planteamos en los capítulos I y II.
VI. Reforma educativa de las mentes obreras: sin traspasar la senda de la tradición
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Aunque suene paradójico, es notable el daño que hacen la proliferación de maestros intelectuales
en el movimiento obrero, cuando se trata de educación sindical reformista y del eclecticismo
académico, sin fines claros y clasistas, es decir, sin una política revolucionaria para la clase y la
Central, uno de tantos estragos de la “fecodización” de la CUT.
Con ello no queremos estigmatizar y para no tergiversar, si entendemos por ella la inoculación
posible y tendencial del trabajo intelectual acomodaticio-burócrata y reformista en los destinos de
una Central Obrera, más no a trabajadores intelectuales revolucionarios (profesores, abogados,
periodistas, etc), con enlaces orgánicos y cercanos a las luchas de la clase obrera, sometidos al
control democrático y la disciplina al interior de los partidos de la clase, revolucionarios, puesto que
de un u otro modo, la “intelectualidad” (entre ellos, la magisterial) tiende al oportunismo y al
individualismo pequeñoburgués, malsano.
“No es la consciencia la que determina la vida, sino la vida la que determina la conciencia” (Marx &
Engels, 1987, pág. 26), tal es la ley y concepción materialista del marxismo, del clasismo sindical,
por ello, se puede resumir diciendo, “dime bajo qué condiciones materiales sistémicas vives y te diré
cómo piensas”. De ahí que sea verdad de que, pese a la precariedad laboral docente y remuneración
salarial mendiga (aunque no es tan caótico en el sector público), no sean las mismas condiciones el
trabajo intelectual y de servicios que el trabajo industrial, manual y agobiante, difieren
radicalmente, más cuando aquél goza de los beneficios de la actividad sindical burocratizada, el
turismo y permiso sindical, a su vez escalafones altos de remuneración salarial y pensión.
Si a esto se suma, que viva sometido al influjo discursivo permanente de un partido pequeñoburgués
o reformista (“dime con quién andas y te diré quién eres”), de las reuniones de concertación y
compra de conciencias de la patronal y el establecimiento, entre otras esferas sociales y presiones
de sectores urbanos medios, negocios y fuentes de ingresos independientes, de ahí las desviaciones
privilegiadas, el oportunismo, el surgimiento material (y su correlato ideológico) de la burocracia
sindical, en el actuar y el pensar, de muchos compañeros y dirigentes magisteriales de la CUT,
FECODE y ADE, ADIDA, etcétera.
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Es sabido que en la central CUT hay una división de tareas de la lógica de la “profesionalización
burocrática”, condicionada por la repartición de los cargos burocráticos, Departamentos, Directivas
y Subdirectivas, etc, luego de elecciones fraudulentas, de poco cariz democrático, en cuanto a
garantías de las planchas. Las elecciones 2018 a junta nacional, tendrán esa constante.
Así, pese a la disputa entre las tres corrientes, también hay toda clase de acuerdos y tareas
especializadas de trabajo, basados en la unidad entre la diversidad de la Central, en la democracia
obrera, Tarsicio Rivera (del Dpto. de Educación de la CUT y miembro de los Guillermo Marín) y
Pedro Arango (además de Ejecutivo de FECODE, miembro de CORPEIS, escuela sindical
“progresista” del PCC), cumplen su rol mecánico en el engranaje sindical, con pocas posibilidades y
voluntades de disidencia real ante el aparatismo de las otras corrientes, la falta de garantías
democráticas y la conciliación interburocrática.
Es correcta la estrategia del clasismo sindical el buscar influir en la Central y los sindicatos, por
medio de la educación, lo pésimo es la vaguedad y eclecticismo de dicha reforma en la educación de
la clase organizada, sumada al carácter administrativo y burocrático, al momento de ocuparse de
los temas educativos.
Al situar el estado de la conciencia obrera de las organizaciones sindicales y la Central CUT, la
Corriente Sindical Clasista, aunque con un nivel inferior de comprensión y desubicación, apenas de
los efectos, concuerda en lo que los socialistas colombianos y la LIT hemos venido llamando el
“vendaval oportunista”, la “Cruzada Ideológica”, a partir de los procesos de restauración de los
Estados del este, hace 25 años. El fin de la historia y la victoria eterna (triunfalista) del capitalismo,
supuso un impacto ideológico sistémico en las organizaciones gremiales y políticas de los
oprimidos, la crisis ideológica del marxismo-“leninismo” (en realidad, del stalinismo, mas no de los
legados teóricos invaluables de Lenin a la humanidad y a la clase trabajadora).
Es por ello que estos señalan con acierto, por un lado: “La casi total ausencia de formación teórica y
ética que ha caracterizado la última época, guarda relación estrecha con las dificultades para el
avance que se viven en el país…la globalización neoliberal fundamentada en la libre competencia y
el estímulo al intereses privado individual…impactando en el movimiento sindical, que no es ajeno
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a la situación de fragmentación y a las peores desviaciones ideológicas y políticas que han logrado
permear la práctica de la actividad sindical, más aun cuando la clase trabajadora y sus
organizaciones de clase se ha bajado la guardia en la lucha ideológica; hoy pulula el debilitamiento
de los principios de clase, el oportunismo, el clientelismo, muchos sectores han caído en la
corrupción, que es la esencia de la dirigencia dominante, todo esto conlleva a la pérdida de
independencia frente al patrón, como una práctica de sobrevivencia, acomodamiento y
pragmatismo justificada por la incertidumbre de una situación compleja y violenta” (Autores Varios,
2014, págs. 76, 80), de otro lado, la “reconstrucción ideológica, política y orgánica del movimiento
sindical” y de la Central Obrera CUT (págs. 65, 72, 80, 81), ante este panorama decadente.
Partiendo de este diagnóstico objetivo, veraz, la ideología sindical oportunista plantea la propuesta
de la “Escuela Sindical CUT”, basada en 6 ejes educativos y 6 observatorios de organización (Autores
Varios, 2014, págs. 83 – 85), con el ánimo de una “reconstrucción educativa” cualitativa,
bienintencionada. Dicha reconstrucción es en realidad un amoldamiento “reformista” tibio a la
mecánica de la formación e investigación de la Central (normatividad jurídica, ciencias sociales,
contenidos temáticos y núcleos de problemas relacionados con la clase, modos de estudio, etc),
aunque con aspectos importantes, es inconsecuente, limitada.
El discurso educativo “clasista”, mezcla de eclecticismo (tiene más unidad ideológica y claridad el
PDA, pese a ser un “partido de tendencias”) y socialdemocratismo liberal de derechos, habla de la
necesidad de auto reflexividad del obrero y dirigente sindical, el “pensamiento crítico”, una
palabreja desvirtuada por la socialdemocracia y el reformismo sindical criollo; pero que el
marxismo clásico y aportes al concepto de la Teoría Crítica, profundizaron sobre su real carácter
rupturista cualitativo, ante los métodos de investigación y resultados, lo mismo ante la realidad
nacional y crisis sindical, no por ello deja de ser en esencia tradicional, en el sentido dado por Max
Horkheimer.
La pretendida Corriente Sindical Clasista no asume una transitoriedad anticapitalista y desarrollo
cualitativo de la conciencia de clase de los trabajadores organizados, tan sólo responde a la lógica
inmanente de la utilidad social y los recursos de tradeunismo de la CUT, el onegeismo, las migajas
gubernamentales condicionadas y el corporativismo.
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No hay como tal un cuestionamiento de los marcos cognitivos y financieros de la sociedad capitalista
unidimensional, como soporte ontológico de la susodicha reforma educativa y la educación en la
lucha, es decir, la dirección y los conflictos de la base involucrada, una reforma ideológica
(educativa, clasista) que hoy es necesaria (véase capítulo II), tanto en las Centrales como en los más
de 2.885 sindicatos obreros del país, y que por ende, interpela a los quienes se reclaman parte de la
izquierda revolucionaria (o marxista) y obrera en Colombia.
Conclusiones: clasismo revolucionario y contra oficialismo
Luego de esta ínfima pero valiosa crítica política clasista de las tres corrientes sindicales, resulta
muy pertinente a la lucha sindical y partidaria, pero sobre todo, para la “lucha ideológica”, luego del
VI Congreso de la principal pero diminuta e inofensiva central de trabajadores del país, traer a
colación dos dichos políticos: “Por más que lo intentes, es inútil matar con el deseo” y el otro que reza
“los muertos que osaste asesinar, gozan de buena salud”.
Al final del capítulo II, se hacía referencia a la verborrea triunfalista e irresponsable lengua, llena de
chispas, cual dragón Charmander, que proclama victorias y avances, ante un enemigo de clase,
monstruoso y monumental, que nos lleva ventajas y derrotas, de mucho alcance. Es, pues, un
proletariado lacerado, con chichones y puñetazos, en fin, asaltos a su nivel de vida impresionantes.
En 150 años, no hemos podido vencer a la clase burguesa mundial, pero le hemos asestado golpes
mortales, de los que ya no se podrá reponer, del mismo modo, en 25 años la clase trabajadora
colombiana ha retrocedido millas, aunque ha peleado con valentía en casi una centuria.
Sin embargo, no eran estas derrotas parciales a las que hacía referencia, de modo explícito y puntual,
con aquello de los “deseos asesinos” tal cual muñecos de vudú, la “realidad” en tanto peso social de
las organizaciones de los capitalistas y la “buena salud” de las mismas, de sus veleros. Se refería,
entonces, al mundo de los partidos políticos de las clases sociales en el país, en especial, al
subconjunto pequeño todavía de la izquierda colombiana y sus organizaciones políticas con
influencia social, de mayor y menor cuantía y calidad.
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Hay que rememorar las maniobras del oportunismo electoral izquierdista –aunque también los
partidos del establecimiento–, sus “celos” y su “sed revanchista”, tras el ascenso del Polo
Democrático Alternativo, los cuales no hacían menos sino “matarlo” a punta de artículos y
declaraciones: “el Polo está dividido y es sectario”, “el Polo no alcanzará el umbral”, “el Polo carece
de legitimidad y simpatía social”, “el Polo se acabará destruyendo” antes o luego de su IV Congreso,
“el Polo está alejado del movimiento social”, “el Polo acabará cavando su propia tumba”, “se auto
sentenció”, “el Polo vive en una crisis permanente”, “crónica”, “implosionará” y un largo etcétera.
En el 2014 y 2015, contrario a todo pronóstico de la prensa liberal e izquierdista, Clara López sacó
casi 2 millones de votos para la presidencia y en el congreso, se consolidó una bancada polista, con
alrededor de cuatrocientos mil votos, de igual manera, los 766 delegados al cuarto Congreso del
partido, figuraron elegidos con una participación de alrededor de 417.214 mil votantes.
Los resultados demoledores de la plancha Avanza UN, tanto para el Consejo Superior Universitario,
como el Consejo de la UN, en diversos grados, del movimiento universitario de las públicas, los
desplazamientos de la dirección y cambios en organizaciones obreras como la CUT, FECODE y ADE,
al igual que las universidades, el aumento a 700 mil votos del Polo en el Congreso 2018, también
expresan esa recuperación amarilla, un avance importante, después del descalabro del Carrusel de
la Contratación y la división del Polo, propio de la podrida política burguesa, corrupta y oportunista.
De inmediato, ante los resultados polistas, la dupla reformista Robledo-Aurelio, con aires
triunfalistas, merecidos, temporales, salió a decir en distintos medios, contra todo pronóstico: “¡El
Polo vive!”, “¡Se quedaron con los crespos hechos los que querían ver al Polo muerto! ¡Hay Polo para
arto rato!”, “a los Juanmanueles y a todos los que están contra el Polo les decimos, los muertos que
osaste asesinar, no murieron, sino que hoy gozan de buena salud” y así. Hoy el Polo está en una
nueva crisis aguda, por la división en las elecciones presidenciales 2018 entre los que apoyan a
Fajardo (candidato del grupo empresarial antioqueño) o al reformista Petro.
Como fuera, era un mensaje fogoso, realmente extraordinario, profundo, si se lo analiza, hacia el
mamertismo en sus dos acepciones, legal e ilegal, los caballeros de la paz con justicia social y las
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causas estructurales del conflicto, ávidos de votos, ahora y tras la firma del proceso de paz en el
acápite de la participación política.
A su vez expresaba una burla al sectarismo ultraizquierdista en sus distintas presentaciones,
incapaces de ser constructores de algo propio y ambicioso estratégico, de crecer y de errar
constantemente en su aislamiento de las masas y accionar táctico, por el contrario, expertos en ser
criticones del otro y cultivar un odio estéril y mediocre, colindante con la psique de la petite
bourgeoisie radicale, sus minúsculos feudos políticos de tenderos.
También los trinos iban para el derechismo parlamentario, plutocrático y mediático de la burguesía
uribista-santista, todos ellos, desde distintas posturas de clase, se habían empeñado y empecinado
en “liquidarlos con el deseo” basados en intereses, pronósticos y lecturas de la realidad política
nacional. Aunque ciertamente, la burguesía colombiana y las clases dominantes, sus agentes son de
suyo sanguinarios, son efectivos, letales en “liquidar” físicamente y destruir vidas, allende las
“amenazas” y los malos “deseos”, no sólo con la zanahoria y el garrote, las balas, las chuzadas y el
gas lacrimógeno, sino también con la motosierra, el horno crematorio y el empalamiento, la tortura,
etc.
Este sólo ejemplo valeroso de los polistas (sin atrevernos a juzgar sus rumbos futuros y sabiendo el
fenómeno histórico de la “crisis de los partidos” en el capitalismo, su ascenso, decadencia y
desaparición y aparición de otros, por lo que no está descartada otra división o declive polista, o un
nuevo aire ascensional, tras lo cual el reemplazó sea de otra variante reformista y del
establecimiento) sirven para ilustrar el cuadro decadente y formidable vigorosidad y fuerza
militante del reformismo capitalista en Colombia (mejor y más organizados que los revolucionarios,
etc), al que en esencia, no se le puede “extirpar”, “vencer”, “superar” etc, por medio de un acto
intelectual sobrio sólo y verbal unívoco, por muy verídico que sea, con mil artículos de prensa y un
libro clasista.
Lo mismo puede decirse de esta nota crítica de las tesis de la CUT y la política sindical y para la clase
trabajadora de los partidos políticos, sustentados en la ideología sindical oficial dominante como
pensamiento “corporizado”. De tratarse de liquidación con el deseo ya estarían en coma, su fuerza
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crítica no radica en sí misma, sino en hombres y mujeres, organizaciones y alianzas que estén
dispuestos a dar un viraje estratégico al mundo obrero y social nacional, en sincronía con el factor
objetivo de la situación de la lucha de clases.
En este orden de ideas, la crítica clasista a las tesis del VI Congreso y este libro no pretenden tener
la razón a secas ni ser la última palabra en política sindical y revolucionaria, con aire
autoproclamatorio sectario ni con ello asuma solucionar la crisis de dirección, pues el Partido
Socialista de los Trabajadores y los socialistas, en general, por una serie de factores subjetivos y
objetivos, complejos, donde hay elementos autocríticos y errores, somos todavía una corriente muy
pequeña dentro el movimiento obrero organizado. En cambio sí busca ser una fuerza teórica y
militante, que contribuya a la discusión democrática y la construcción de alternativas. Tan sólo el
criterio de la práctica histórica, del desarrollo de la lucha de clases, comprobará la verdad o la
falsabilidad del clasismo contra oficial, aquí plasmado.
Ante la pululación y hegemonía de los partidos reaccionarios y reformistas hay que oponer –
¡construir!– un partido revolucionario serio, con voluntades vivas, prácticas, una fuerza militante
de trabajo estructurado y una organización, paciente, estratégica, de largo aliento, más no toneladas
de maldiciones, vituperios, en ríos de tinta, que son importantes desde el punto de vista de la
propaganda y la lucha ideológica en su repercusión en la realidad material, pero no son los decisivos,
pues “la fuerza material debe ser superada por la fuerza material” (Marx, 1968, pág. 15), no hay otra
vía que la praxis política misma, la fuerza militante.
De ser las palabras los que fijaran el rumbo a la historia, serían los grupos de investigación, las
agrupaciones culturales y artísticas, la academia, los periódicos y los libros –hoy agregaríamos, las
redes– en sí, el arma de la crítica, de individuos ilustres levitantes, con un rol social particular, los
agentes históricos del cambio. Pero no necesariamente parece ser así.
Son los gobiernos, partidos políticos y las masas populares, sus grandes acciones, movilizaciones y
luchas, guiadas con un arsenal ideológico eficaz y demandas (el arma de la crítica), las que tienen
dicha capacidad potencial, transformadora, lo demás (oradores, libros, prensa) es apenas un
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complemento secundario que atesorar (crucial en muchas temporalidades) y emplear del mejor
modo.
Es decir, cuando “el verbo se hace carne y habita entre nosotros”, en el mundo práctico-político, de
decenas, centenares, miles y millones, pasa a tener un papel crucial, en términos de Marx en su
prólogo a la Crítica de la filosofía del derecho de Hegel, su valoración de las grandes ideas para
cambios nacionales y cualitativos de época, “la teoría llega a ser fuerza material apenas se enseñorea
de las masas…La teoría en un pueblo alcanza a realizarse, en tanto cuanto se trata de la realización
de sus necesidades…la misma realidad debe acercarse al pensamiento” (Marx, 1968, págs. 15 – 17).
Ese enseñoramiento y adecuación a las necesidades de la clase, debe correr por cuenta de un partido
revolucionario y su ideología clasista revolucionaria, convirtiéndose el programa de transición y
lucha en el “alma del pueblo” (como diría Marx) (pág. 19), en la “hegemonía” de las mentes y las
consciencias de las masas obreras y populares en una “revolución radical”, de necesidad de ruptura
histórica con el régimen político existente (pág. 17).
Lastimosamente, en el espectro maloliente actual de la izquierda colombiana –y mundial– y el
sindicalismo, a pesar de la pululación de aparatos y diversidad, hay un pobre y podrido menú de
opciones políticas. Miseria de la política, de los partidos. Miseria en el movimiento obrero, del
tradeunismo. En la actualidad, como se ve, no se asoman con contundencia alternativas partidarias
revolucionarias, en el campo de las batallas laborales y políticas. El sindicalismo, la CUT, también
reflejan esto. Este es en el fondo del asunto, el leitmotiv, de este libro y hasta ahora trilogía clasista.
La clase trabajadora se ve obligada a “elegir” y “sufragar” su conciencia a partidos políticos
burgueses de derecha, uribistas-santistas y de menor rango en el establecimiento, iguales de viles.
Menos común, votar de vez en cuando, barajar y militar en algunos demócratas pequeñoburgueses
como el Polo Democrático y los Progresistas. También participar o tener influjo de en las
organizaciones que se dicen de los trabajadores, como los reformistas de corte staliniano y
octogenario, como el Partido Comunista Colombiano y Unión Patriótica. O simplemente, en su vasta
mayoría, los trabajadores no van a ningún partido, dado el apoliticismo analfabeto y la partidofobia,
la desesperanza por la izquierda tradicional y la reticencia a estos, el derechismo de las masas
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populares colombianas, tras la Cruzada Ideológica, la crisis de la política colombiana, fiel espejo de
la degeneración de la sociedad burguesa, como al daño de los aparatos guerrilleros (hoy convertidos
en partido legal FARC) al movimiento revolucionario y a las luchas obreras y populares.
Ante este panorama, reiteramos, urge la construcción alternativa de un partido obrero
revolucionario en Colombia, el Partido Socialista, basado en una formidable e invencible ideología
clasista revolucionaria. Los socialistas del PST y el clasismo independiente y contra oficial nos
sumamos a este propósito colosal común de construir unitariamente, la herramienta política de los
trabajadores y el frente sindical y de masas sectoriales, para su emancipación material y espiritual.
Ideología clasista revolucionaria – Partido Socialista de los Trabajadores
Para concluir esta trilogía y en razón al aniquilamiento no letal a través de los deseos subjetivos, su
impotencia ante la buena salud de los veleros de la burguesía y el reformismo político y sindical
emparentados (fuerza material) pero reconociendo el cambio de correlación de fuerzas al interior
del movimiento obrero nacional y de masas siempre en cuando la conexidad histórica de polos entre
la praxis política militante, real (fuerza material) y la ideología clasista revolucionaria (fuerza
espiritual) (SC, véase concepto capítulo I) se juntan y se dinamizan (fuerza teórica, arma de la
crítica, ideología revolucionaria).
Ante esta contradicción histórica, que en su tiempo planteo el filósofo radical de Tréveris ante el
reaccionarismo político de su propio país, presa real del l’ancien régime, pero con un desarrollo
intelectual e ideal revolucionario en las altas esferas, de Lutero y Hegel, capaces de contribuir a su
destrucción sí y sólo si se traducían en praxis, en fuerza política, contagiando a las masas (en nuestro
caso la contradicción del cambio remite a las izquierdas, a una opción revolucionaria ante el
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régimen imperante de nuestro país), los socialistas y la política del PST de Colombia, plantean y
someten al escrutinio público, de los luchadores y la vanguardia, los siguientes ejes rectores de
lucha resumidos, para contribuir a superar la crisis política y sindical reaccionaria de la presente
etapa.
I. Unámonos y forjemos las coordinadoras de luchas: bajo un solo puño contra el capital
Para nadie es un secreto que en Colombia, desde hace más o menos cinco años y ahora con el
fenómeno social y electoral de Petro en 2018, viene ocurriendo algo: ¿coincidencia con la crisis
global o endogamia nacional del régimen? ¿Un fenómeno mixto de descontento e impacto de la crisis
de 2008? No hay prisa para afirmaciones categóricas, ante este fenómeno social. Todavía no se tiene
muy en claro qué expresa, si la crisis prolongada del modelo económico y régimen nacional, de ello
la actitud reactiva del movimiento obrero y popular, la resistencia social de décadas, aunque
acentuada, o si deviene en algo mucho más profundo, de síntomas socio históricos y coincidencias
de un coletazo de las revoluciones antineoliberales, que protagonizaron y sacudieron al continente.
Movilizaciones multitudinarias, visibles, conflictos masivos, se manifiestan por doquier, desde la
segunda administración Uribe hasta Santos, con desniveles, pero no se apunta a un descenso
generalizado de las luchas, habrá que ver si el tránsito de reacción democrática del postconflicto y
los apagafuegos, logran frenarlo. La clase trabajadora colombiana, debido al genocidio y la
desarticulación del mercado flexible, no es el protagonista nacional de este proceso de
movilizaciones y resistencias sociales, aunque huelgas y luchas obreras no han faltado, no han sido
nada despreciables.
Ha sido el campesinado, el estudiantado y los indígenas, la juventud y los sectores medios urbanos,
los que han marcado la pauta nacional y han estado al frente de la conflictividad de clases, los
trabajadores han estado más atomizados y sólo han estado congregados como fuerza social
contundente, en sectores de tradición, como el petrolero, en menor medida, magisterio y judicial,
con la aristocracia obrera.
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Lo cierto es que, ante la proliferación de conflictos populares y obreros, las direcciones de las
Centrales Obreras, de las organizaciones agrarias y estudiantiles, no le han apostado a una
centralización y unificación de estas, ni siquiera de sectores comunes. Es más, la burocracia sindical
y altos mandos de las centrales, ante la guerra social de Juan Manuel Santos, tras su reelección y el
nuevo gobierno derechista, se encargan de dividir, frenar, las luchas, de modo indirecto, hacen la
labor del esquirolaje.
Se necesita una respuesta organizativa, táctica, de prueba, amplia y unitaria, ante la conflictividad
laboral y social en Colombia. Hay que coordinar las luchas, en primera medida, de los sindicatos
combativos en lucha, pertenezcan estos o no a la CUT o a las otras centrales, por la base y como
presión a las direcciones, de tal modo que en cada pleito, mediante el apoyo en la movilización, la
protesta y campañas de variada índole, puedan fortalecerse y golpear como un solo puño a los
empresarios y el gobierno nacional. En Bogotá y en la región Caribe, en especial, Cartagena, de modo
embrionario, sindicatos han empezado a reunirse y hacer acciones en común, por ello la apuesta
organizativa es hacia Coordinadoras Sindicales u organismos de lucha y frente único, contra los
patronos y el gobierno, presionando a la burocracia sindical y las Centrales, entre ellas la CUT, para
que impulsen las luchas.
El camino general y la política del momento es la unificación y centralización de las luchas, hacia el
Paro Nacional y Sectorial, presión obrera y de base hacía la burocracia sindical, con la apuesta
organizativa, la táctica flexible y el trabajo estructural de las coordinadoras de lucha, organismos e
iniciativas colectivas de unidad de acción, de los sindicatos y sus aliados.
II. Por un Frente de Lucha social contra el gobierno y el imperialismo: seamos los que
marquemos los goles
Los cuatro años del segundo mandato de Santos fueron determinantes en muchos sentidos, con gran
probabilidad, el conflicto armado prolongado disminuyó y con ello, la burguesía del país, bajo
asesoramiento del imperialismo, está consolidando la estrategia del post-conflicto capitalista, tras
el desarme de las guerrillas, que consiste, de un lado, de la pacificación, del otro, de la guerra social
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y económica, contra los trabajadores y el pueblo. Decimos, consolidar, porque esta está
implementándose desde ya.
El Frente Por la Paz en tanto “frente amplio” es una política aliancista impulsada desde el
reformismo sindical y político, que a su vez, le cargó el ladrillo a la administración Santos, dándole
un acompañamiento crítico a su gobierno, en los Diálogos de la Habana y de Quito, con el agravante
indirecto de avalar y declararle una tregua social, a sus planes políticos, económicos y sociales, como
a los del nuevo gobierno. Esto quiere decir que, dicho frente electoral, traducido en la consiga, “Con
el apoyo crítico a Santos y la paz, contra la reacción”, esto es, los “enemigos” de la paz uribistas, tiene
efectos dañinos en el frente social, en las luchas más elementales, cotidianas y apremiantes del
pueblo colombiano, de los trabajadores.
Ante ello, la apuesta más consciente es, tener una postura independiente del gobierno, frente a la
paz y empleando la metáfora y pasión obrera por el futbol, lo cual se traduce en conformar un Frente
de Lucha contra los gobiernos del capital y el imperialismo, su estrategia neoliberal para el campo
colombiano, la educación y el trabajo, para que seamos nosotros los que metamos los goles en el
arco contrario y no autogoles.
III. Recuperemos la CUT y nuestras organizaciones obreras: en pie de lucha clasista frente al
patrón y las burocracias sindicales
En 2014 culminó el último Congreso de la CUT y las perspectivas, en lo que a su dirección y política
refiere y el momento político del proceso de paz y la relección santista comunican, fueron el
continuismo burocrático y la conciliación de clases, el panorama de la nueva Junta Directiva
Nacional para 2018, no es muy distinto. Como ya se demostró en el capítulo II, la crisis del
movimiento sindical y del origen y desarrollo contradictorio de la Central Unitaria de Trabajadores,
muestran la perpetuación de factores negativos, lesivos a las luchas de la clase trabajadora y el
pueblo en general.
El movimiento obrero organizado, sus elementos más luchadores y conscientes, necesitan luchar
por una estrategia de crecimiento y democratización del movimiento sindical, que no sólo depende
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de ellos y de otras expresiones políticas, sino también de la realidad social, aunque su impulso
subjetivo sea crucial. Anclado al crecimiento y la democratización, está la lucha por una nueva
dirección clasista, anticapitalista, antiburocrática para la CUT y los sindicatos, en pos de la
recuperación no sólo de la Central sino de todo el gremio obrero y sus sectores para la movilización
y la lucha frontal contra los patrones y los gobiernos de turno. El Congreso Extraordinario de 2015
y las elecciones de la CUT y FECODE 2018, son una oportunidad para ello.
La ideología sindical polista, la democrática y la clasista oportunista, como vimos en el presente
capítulo III y el capítulo II y I, no sólo en Colombia si no en todo el mundo, adolecen de serias
limitaciones y errores fundamentales, lesivos a una estrategia revolucionaria y a las luchas
inmediatas de resistencia del movimiento obrero, aunque no podemos renunciar sino más bien
insistir en la unidad en la movilización contra el gobierno y las patronales. El Sindicalismo
Patronalista, Reformista y Oportunista, sus acólitos en las tres corrientes sindicales de la CUT y
demás Centrales, llevan a la ruina a la clase obrera y los movimientos sociales, por ello la
recuperación y reconstrucción de la tradición clasista, viene a ser una necesidad social e histórica.
Como hipótesis, el Sindicalismo Clasista, su reconstrucción integral en Colombia, no será obra del
crecimiento vegetativo y ascensional de una sola fuerza ni tampoco la sola actividad del radicalismo
aislacionista y vanguardismo infantil, del ataque de una minoría a otras fuerzas oportunistas, tal
como postula la metafísica de sectas y los salvadores marginales, de vieja data.
Por el contrario, es muy probable que el Sindicalismo Clasista del siglo XXI, contemporáneo, tenga
el correlato de la etapa revolucionaria mundial de la posguerra en la década de los 60’s, la expresión
del Sindicalismo Independiente y Clasista en Colombia, “espíritu setentista”, diría la canción de
Ataque 77.
Es decir, será proceso social altamente contradictorio y complejo de radicalización obrera y de la
vanguardia de izquierda, de rupturas organizacionales y ascensos de luchas, pero también de
unidad obrera-popular de acción y de las luchas, de acuerdos para la lucha contra el gobierno y la
patronal.
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Finalmente, de disputas y divisiones entre oportunistas y revolucionarios, distintas expresiones
políticas, por circunstancias puntuales y no puntuales de la lucha de clases, factores externos y
objetivos que marquen el proceso, como la crisis, las luchas en la arena internacional y el cambio en
la etapa por el post-conflicto capitalista que ya se siente.
En sumatoria, una serie de factores complejos materiales y subjetivos, descensos y ascensos de
viejas y nuevas fuerzas políticas que sepan leer el momento histórico y tengan una política de
inserción en las masas laboriosas, de dirección de las movilizaciones y participación en los conflictos
locales, consolidándose.
De la anterior la hipótesis barajada y la heterogeneidad obrera realmente existente se deduce una
política, acorde a la situación objetiva, la necesidad de plantear un Frente Sindical Independiente y
Clasista, sin nombre, más de unidad de acción puntual y acuerdos en coyunturas y conflictos, de
todos aquellos que se reclaman cobijados bajo las banderas del sindicalismo clasista (u otro de sus
sinónimos lingüísticos, véase capítulo I) y luchan por cambiar la crisis política del sindicalismo
colombiano, un frente ampliado que será más allá de la Corriente Sindical Clasista y el equipo de la
FSM Colombia, con una lógica social más unitaria, aglutinadora, de frente único, menos conciliadora.
Este proceso social de reorganización sindical y popular, por la unidad en las luchas, podrá
involucrar a la embrionaria e inestable Coordinadora de Solidaridad y Luchas, de Bogotá y la Región
Caribe, al sector sindical del PST, a las fuerzas de los camilistas en el campo obrero, del Congreso de
los Pueblos, el trabajo sindical del MODEP e independientes, entre muchos otras fuerzas sindicales
de izquierda, del mañana. Una expresión contradictoria de este proceso, es hoy la llamada Coalición
Clasista de Base, en disputa con la burocracia tradicional de FECODE.
La recuperación clasista de la CUT y las organizaciones gremiales de los trabajadores, mediante
iniciativas de unidad de acción y de frente único, el crecimiento sindical y la democratización de
todo el movimiento, serán una tarea colectiva, por ello, viene traer a colación la consigna de los
obreros argentinos, peruanos y colombianos: “¡Unidad de los trabajadores / Y al que no le gusta / Se
jode, se jode!”, “¡Recuperar la CUT y los sindicatos para la lucha / no para el inmovilismo y la locha!”.
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IV. Reparación integral al movimiento obrero y popular: memoria histórica de los vencidos
y lucha proletaria-popular por el poder político
Para nadie es un secreto que en Colombia no sólo es un país capitalista, de tantos, donde asesinan
sindicalistas por doquier, sino también donde la tasa de atentados contra la clase obrera, es la más
alta del mundo. Además de ello, según el Índice Global de Derechos, Colombia es uno de los peores
países para trabajar, junto a China y Haití, la explotación capitalista y la ofensiva patronal, es de todo
lujo. Esto se debe al proceso de contrarrevolución económica a partir de la liberalización de la mano
de obra y recorte de derechos del 91, como a 50 años de conflicto armado, especialmente, las últimas
dos décadas, en los cuales, el movimiento obrero, ha sido blanco de ataques de la patronal y
terratenientes, los paramilitares y el gobierno, principalmente.
En la Habana, discurrieron unos diálogos entre el gobierno de Santos y la guerrilla fariana, en Quito
con la guerrilla elena. A partir de la Ley de Víctimas 1448 y los diálogos, futuras normas, en la vida
pública no deja de hablarse de la justicia y reparación a las víctimas. El movimiento sindical debe
tomar parte de esta discusión y lucha, desde una postura y voz independiente, alejándose del
proselitismo gubernamental, empresarial y de las insurgencias, estas últimas, ávidas de prebendas
electorales.
Ante el genocidio sindical, obrero y popular, la lucha es por arrancarles al gobierno y los patrones,
reparaciones efectivas, a la par de construir una memoria histórico-social de los vencidos y en
nombre de todos los oprimidos de todas las épocas (que ya habló Walter Benjamin y el propio Marx)
que han sido los trabajadores y sus mártires, no para paralizarse en el pasado, sino para afrontar la
lucha en el postconflicto capitalista (véase el capítulo II), siendo los vencedores del mañana, en la
lucha por la verdad, justicia y reparación, por la resistencia, los derechos y la conquista del poder
político para que no sigan gobernando los victimarios.
V. Construyamos un partido obrero y socialista en Colombia: herramienta de la victoria, el
socialismo mundial y la revolución colombiana
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El desencanto por la política es proporcional a la crisis de legitimidad de la partidocracia capitalista
del Congreso de la República y el circo de la corrupción electoral, junto a la institucionalidad
colombiana desacreditada y la amargura por los planes del actual Gobierno Nacional.
La parapolítica, el carrusel de los Moreno y las alcaldías, la mermelada santista, la burocratización
de la extinta MANE y FECODE, el encuentro ENEL, la desilusión por la ola verde y la amarilla, en
consecuencia, el fenómeno de voto en blanco, el partido del tomate y las ilusiones perdidas, el
“renacer” de la UP y la personería de bolsillo a cambio de vender la memoria de los 3 mil upecistas
asesinados por el régimen, el tránsito a movimientos políticos electorales del Congreso de los
Pueblos y la Marcha Patriótica, entre otros, muestran el desgaste de los partidos tradicionales del
establecimiento y del propio campo reformista, que pretende construir alternativas, reencaucharse
y virar a salidas.
Es un fenómeno global dicho desgate del partidismo gubernamental –pese al clientelismo y compra
de votos– producido por la crisis económica mundial, los ajustes de los parlamentos y las luchas de
clases situadas, nacionales. En consecuencia, surgen nuevas opciones, con el agravante de ser
neoreformistas, se dan progresivos procesos de reorganización sindical y popular, de movimientos
sociales, pero también políticos, de partidos.
En Colombia, en el periodo del posconflicto capitalista y, en el transito actual hacia aquél, los
revolucionarios marxistas, obreros y jóvenes avanzados, entre ellos, la militancia del PST, se debe
poner a la tarea de impulsar la construcción y consolidación de una alternativa socialista.
El movimiento necesita dotarse de un partido político revolucionario, obrero y socialista,
independiente tanto de la bancarrota de los grupos guerrilleros desmovilizados (FARC-EP, ELN,
EPL), convertidos en movimientos políticos y con búsqueda de beneficios electorales del régimen,
sumada a la conciliación de clases y de clase media con sectores obreros y populares del Polo
Democrático Alternativo, como de los partidos tradicionales de la derecha y el gobierno neoliberal.
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Ante el centenario dual, tanto de la creación del primer partido obrero de Colombia, el Partido
Socialista Revolucionario, como de la festividad de aniversario más próximo de la primera
revolución obrera triunfante del mundo, la Revolución Socialista de Octubre.
Ante la debacle de la insurgencia y la dirección del reformismo armado durante 50 años de lucha
armada, el aborto del proceso revolucionario, con miles de vidas perdidas de valientes luchadores
y revolucionarios campesinos e indígenas, obreros y estudiantes, etc, miles de presos políticos
actuales, en su lucha contra el régimen.
Ante el reformismo europeo y el ascenso de partidos de extrema derecha, ante la acomodación de
proyectos reformistas como el Polo y la Unión Patriótica – Lista Decentes, con la vieja dirección de
los partidos stalinistas del PCC y el MOIR, estos debilitados y en recuperación luego de la caída del
stalinismo de los Estados obreros burocráticos, aunque, con una dinámica y formidable militancia
luchadora nacional.
Ante la expresión partidaria de un reformismo pequeñoburgués y de izquierda en esencia
procapitalista en más de 150 años que prometen prolongar por otros siglos más la hegemonía del
capitalismo hasta la extinción de la civilización humana y condenan a la clase al fracaso mortuorio
y a la desmovilización, como lo ha venido haciendo la bancarrota del “socialismo del Siglo XXI” y
como pretende rebajar la “izquierda democrática” de Colombia.
Ante todo esto, el movimiento de izquierda, marxista y revolucionario, inmerso en el movimiento
de masas, en su heterogeneidad social y reagrupamiento, pero sobre todo su expresiones más
conscientes e independientes, como el PST y la LIT, en diálogo con otras fuerzas de izquierda y en
ruptura con los aparatos tradicionales y reformistas, también haciendo un balance autocrítico
propio, deben impulsar con la máxima flexibilidad táctica y sin sectarismos la construcción y
consolidación de un Partido Obrero y Socialista, de vanguardia y con ideología clasista
revolucionaria, inserto en el movimiento obrero y de masas, con una proyección de intervención y
dirección de las luchas y organizaciones de la clase, así como de participación en las contiendas
económicas, políticas y electorales, de variado cuño. No hay “atajos” para la Segunda Independencia,
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la revolución colombiana, latinoamericana y mundial, como tal, para la superación del capitalismo
global.
La construcción estructural y estratégica de un partido revolucionario del grueso más combativo de
los asalariados colombianos de la ciudades y los campos junto a sus aliados sociales más próximos
en la lucha de clases (campesinos pobres, sectores populares y oprimidos, jóvenes estudiantes
populares y mujeres pobres, etc), el Partido Socialista de la clase obrera, comunista revolucionario,
junto a una corriente internacional centralizada de partidos revolucionarios y
organizaciones nacionales que luchen por nueva Internacional, Obrera y Revolucionaria, en esta
colosal globalización capitalista, es la tarea actual y estratégica del momento de transito al
posconflicto capitalista, en la nueva situación abierta de la lucha de clases nacional.
Notas
(1) El concepto acuñado de ideología oficial u oficialismo no se reduce simplistamente ni se agota a
la estrechez de mira, es decir, a un adjetivo político crítico y situado, a una constatación casi
tautológica de las elaboraciones teóricas y exclusivas de las “tres corrientes sindicales” realmente
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existentes y más poderosas de la CUT, demócratas-polistas-clasistas, algo así como cada una de las
“posturas internas” u “oficiales” al “interior” de la CUT (el “Libro” del VI Congreso, las “Tesis
oficiales”, la “triada pública”).
No. Más bien, el término de ideología oficial, el calificativo que aquí empleamos, remiten más a una
noción más amplia, de la teoría marxista de la «ideología», proveniente de La Ideología Alemana y
sus desarrollos, tanto al fenómeno social de casi tres siglos del poder burgués, es decir, a las
“ideas dominantes”, “oficiales”, “el poder espiritual” de clase y su irradiación global, que reflejan de
una u otra manera la manera de pensar interiorizada, sistémica, de la sociedad burguesa, dominante
socialmente (Marx & Engels, 1987, págs. 50 – 51).
Es oficial esta racionalidad en tanto el statu quo capitalista y la “reproducción de las relaciones
sociales capitalistas” existentes (Althousser, 1974, págs. 11 – 22), las condiciones para la producción
material reinantes y su reproducción permanente y generacional a través del discurso social y otros
aparatos ideológicos que incorporan las sociedades, como diría Althousser son una necesidad
histórica para la existencia de la sociedad capitalista.
Así la “clase económicamente dominante de la sociedad” influencian –así sea una “pisca” o un
“océano”– con vigorosidad y energía la “psique social” inconsciente y naturalizada de las esferas
políticas, de lo público, entre ellas, los partidos de izquierda y movimientos del pueblo, etc, las de
carácter gremial como los sindicatos obreros, organizaciones sociales y populares, etc, del mismo
modo que el cuarto poder influencia la opinión ciudadana, al igual que un patrocinador influye en
las elecciones y programas de los partidos y sectores ciudadanos.
Para aterrizar un poco más el asunto, diríamos que lo oficial es intercambiable con el poder
espiritual dominante en los movimientos sociales del país, como equivalente lo es la ideología
pequeñoburguesa por la reproducción discursiva en la Central cutista dentro de la lógica sistémica
de la economía privada existente en la sociedad colombiana.
El soporte de la oficialidad dominante requiere una gran inversión de recursos humanos y
materiales, de largos plazos de actividad y procesos de larga duración, de más de una década de
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trabajo de izquierdas y de doscientos años de consolidación e influencia ideológica del capitalismo
colombiano, con sus medios, empresas, instituciones públicas y, por supuesto, con la aparición y
desarrollo contradictorio de organizaciones gremiales del pueblo trabajador y populares.
La ideología oficial en el Movimiento Sindical Colombiano y Mundial (MSC-MSM), es o responde
indirectamente a la concepción burguesa del mundo, para nuestro caso, desde el “flanco invisible”
y “progresista” del centro y la izquierda, como “agentes indirectos” e “influenciables” del capitalismo
y la burguesía. Estas mareas son las corrientes sindicales de la izquierda reformista colombiana y
mundial (“Sindicalismo Reformista”, “Sindicalismo Oportunista”, SR/SO) en sus variantes stalinista,
socioliberal y socialdemócrata criollas, sean o no estás de la CUT, residentes o no en Colombia.
Por contraposición, la ideología contra-oficial (“Sindicalismo Clasista”, SC), vendrían a ser las “ideas
revolucionarias” que emergen de los asalariados “dominados” y más combativos, de una fracción
del movimiento obrero nacional y mundial, ideario de “segunda categoría”, ideas “no oficiales”, que
de por sí “presuponen ya la existencia de una clase revolucionaria” (Marx & Engels, 1987, pág. 52), el
proletariado y su gestación política partidaria más avanzada, en lucha con diferentes partidos y de
influencia sectorial en el movimiento de masas.
En virtud de las leyes históricas de la política, de la mecánica política del capitalismo, con la
reproducción económica y lo dominante discursivo, del mercado de ideas, todo el reformismo
político y sindical en sus distintas variantes contemporáneas como el polismo, chavismo, lulismo,
zyrizismo, pablismo de Podemos y municipalismo alternativo español, laborismo renovado, frente
amplismo uruguyayo, kirchnerismo, sandinismo gubernativo, kurdismo democratista (PKK/CHP),
los bajos vuelos y desinfles del zapatismo, la emergencia mexicana de Morena, etc, tienden a ser más
fuertes y oficiales, llamativas, a ser el soporte “crítico” y de contraste de los regímenes burgueses,
en muchos casos timoneles como gobiernos, son la capitalización del descontento social con los
planes de la burguesía y siembran ilusiones entre amplias franjas de la población.
Las tesis del VI Congreso, la composición de la dirección de la CUT, la recuperación y el avance
político que viene teniendo el Polo, son prueba de ello (véase vg. Capítulo II, cap. escenario político
del siglo XXI: débil sindicalismo y reformismo emergente), claro está, en todo esto, sin que por ello
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nos hagamos los de la vista gorda sobre los propios errores de los clasistas y revolucionarios de
toda índole en su proceso de construcción política e inserción social, de ahí que no desestimemos
plantear un balance autocrítico pendiente y colectivo de las corrientes contemporáneas del
movimiento obrero en el capítulo II.
No obstante esto, pese a que en la actualidad “la experiencia que van haciendo las masas no encuentra
de otro lado una nueva referencia política” (LIT, 2014, pág. 64), que una alternativa revolucionaria
no sea visible en el orbe planetario y en algunos países, todavía sea muy débil, el carácter subalterno
y extra oficial se desarrolla, de modo lento, por ello se expresan en las mismas entrañas de las
esferas sociales de Colombia y de todos los países capitalistas del mundo la ideología contra-oficial
con unos objetivos supremos:
La negación teórica radical y la abolición política de la sociedad burguesa existente incluidas las
poderosas “emanaciones discursivas” de “tipo patronal” y conciliador en el mundo sindical
colombiano y mundial del siglo XXI, con la inclinación de la balanza y de la simpatía popular, su
expresión real-partidaria e ideológica. Estas tienen el viento a su favor en crisis históricas
revolucionarias, cuando la ideología oficial y los aparatos reformistas, es decir, el conjunto del
andamiaje propagandístico social y estatal, entran en crisis, en declive, las masas dejan de seguirlos
a ellos, les quitan el soporte y se vuelven contra ellos, pasando a apoyar al bando revolucionario,
que representa una respuesta a sus necesidades y a la crisis.
Es cierto, el reformismo capitalista, con su ideología sindical oficial y heterogénea, su política
directiva de nuclear las organizaciones gremiales de los trabajadores y del pueblo, son
poderosísimos, pero no invencibles. La oficialidad social inmanente crea su contrario, la ideología
clasista revolucionaria y el partido socialista (i. e. comunista revolucionario, bolchevique). El deber
ineludible es construir esa alternativa revolucionaria para Colombia y el orbe planetario, en plena
cocción fenomenológica.
El bolchevismo ruso hasta el momento ha sido la muestra más palpable y grandiosa de este proceso
y quien quiera llevar al movimiento obrero nacional y extranjero a buen puerto, al poder y timonel
de los estados, debe aprender, guiarse y practicar una política bolchevique, la de Lenin y de Trotsky,
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clasista revolucionaria, contra oficial, las más diversas y ricas peripecias históricas que enfrentó
dicho partido. Eso sí, acorde a la situación de los primeros decenios del tercer milenio, preparándose
para los grandes cambios de olas y balanzas, oportunidades únicas en situaciones revolucionarias
nacionales y mundiales, que rompan con el pasado.
La LIT y el Partido Socialista de los Trabajadores de Colombia, junto a un puñado de corrientes
marxistas del mundo, a contracorriente de los vientos oportunistas y posmos, neoliberales
imperialistas, progres y anarcos, neo marxistas revisionistas, reivindican en el s. XXI, la actualidad
del modelo organizativo, centralista democrático, el espíritu programático y teórico, la acción
política y clasista, en suma, la tradición revolucionaria clasista del bolchevismo. Rosa Luxemburgo
escribió, a menos de un año del estallido de la revolución rusa y pese (o más allá de) a su abierta y
sincera crítica, ya clásica, de la política del POSDR y del reciente Estado de los Soviets, no vacilaría
en ningún momento en señalar la esencia revolucionaria y durabilidad del bolchevismo:
“Pero hay que distinguir en la política de los bolcheviques lo esencial de lo no esencial, el meollo de las
excrecencias accidentales. En el momento actual, cuando nos esperan luchas decisivas en todo el
mundo, la cuestión del socialismo fue y sigue siendo el problema más candente de la época. No se trata
de tal o cual cuestión táctica secundaria, sino de la capacidad de acción del proletariado, de su fuerza
para actuar, de la voluntad de tomar el poder del socialismo como tal. En esto, Lenin, Trotsky y sus
amigos fueron los primeros, los que fueron a la cabeza como ejemplo para el proletariado mundial;
son todavía los únicos, hasta ahora, que pueden clamar con Hutten: “¡Yo osé!”. Esto es lo esencial
y duradero en la política bolchevique. En este sentido, suyo es suyo es el galardón histórico de haber
encabezado al proletariado internacional en la conquista del poder político y la ubicación práctica del
problema de la realización del socialismo, de haber dado un paso adelante en la pugna mundial entre
el capital y el trabajo…Y en este sentido, el futuro en todas partes pertenece al “bolchevismo”
(Luxemburgo, 1918, pág. 402).
En el Centenario Mundial de aquéllos que se atrevieron a tomar el cielo por asalto, en los vastos
campos rusos, abriendo una nueva época mundial y legado para los trabajadores y los pueblos
oprimidos, que hay que recuperar (la LIT, en su XI Congreso de 2014, voto por unanimidad una
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Resolución para “la realización de una fuerte campaña propagandística con motivo del centenario de
la Revolución Rusa” (LIT, 2014, pág. 174), no podemos menos que decir: ¡Amén Rosa!
Hay desarrollos bibliográficos contemporáneos e intereses por el centenario y conmemoración,
como la obra “La revolución rusa en siglo XXI” (2008) del dirigente “nacional” del Partido
Obrero, Jorge Altamira, lo mismo la ponencia “¿Por qué nos conviene estudiar la revolución rusa?”
(2015) en el acto de presentación de la comisión del centenario de la Revolución Rusa, de parte
historiador español, otrora marxista heterodoxo, Joseph Fontana, entre otros trabajos de Orlando
Figes y los clásicos e imprescindibles de Trotsky, Broué y John Reed.
(2) Respecto a la crítica del imperialismo, Lenin la entendía: “en el sentido amplio de la palabra,
como actitud de las distintas clases de la sociedad ante la política del imperialismo en consonancia
con la ideología general de las mismas” (Lenin, 1980, pág. 255).
Esto quiere decir que, frente a los efectos negativos y colaterales del imperialismo, emergen críticas-
desde-las-clases, así pues, miembros intelectuales e individuales, grupales y partidos de la
burguesía, la pequeña burguesía y la clase trabajadora, sindicatos y organizaciones sociales, tienen
un “criterio crítico” ante la política imperialista de los países dominantes, a partir de su propia
subjetividad o bagaje ideológico de clase.
En el cap. IX y pasajes profundos de su ya obra clásica El imperialismo, fase superior del capitalismo
(1916), la analítica sobre la nueva fase del sistema capitalista, vigente todavía, aunque falta de
actualización, Lenin busca analizar la aparición de diversas manifestaciones críticas que surgen en
el seno del movimiento obrero europeo y la intelectualidad, así como en los países colonizados y los
movimientos de liberación nacional, en China, India e Indonesia, –décadas después, los
nacionalismos burgueses de Perón, Cárdenas, Chávez–, tendencias socialdemócratas, etc, lo lleva a
reconocer la existencia de una:
“[O]posición democrática pequeñoburguesa al imperialismo…elementos burgueses de las naciones
oprimidas no van “más allá” hacía adelante” (Lenin, 1980, pág. 256) o bien de sectores hipócritas
burgueses, bajo la férula del imperialismo democrático. Las expresiones intelectuales “medias”
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corren por cuenta de Karl Kautsky, A. Lansburgh, Spektator, John Hobson, Víctor Bérad –hoy
hablaríamos de Joseph Stiglitz, Piketti, Noami Klein, Heinz Steffan, Amartya Sen, Seyla Benhabid,
Saskia Sassen, Paul Krugman, etc, etc–, entre otros.
Los postulados y caracteres generales de estos son la reforma de las tendencias desastrosas del
imperialismo entremezclado con la vuelta atrás hacia un estado de cosas preexistente, de la fase
previa al desarrollo del capital monopolista.
El librecambismo y competencia pacífica de mercados o bien la protección de la producción nacional
y los altos aranceles, los modelos de acumulación pacíficos del capital financiero más productivos
que una lógica belicista colonial, las alianzas pacíficas y “ultra imperiales” de naciones para
erradicar las guerras y fortalecer la diplomacia democrática y multilateral, la independencia
nacional de las colonias y los tribunales internacionales que garanticen la concordia de los tratos
comerciales y económicos favorables, con los verdugos, sin demeritar la autonomía nacional, el
otoño originario del liberalismo filosófico de la paz perpetua kantiana y la soberanía nacional de los
estados, el derecho de residencia, la cosmopolitas liberales y el comercio libre pacífico, etc, etc, son
el “armamento antiimperialista” de estos.
Para nuestra situación histórica, difieren así las actitudes “críticas” de Putin ante la hegemonía de
Occidente y sus miras estratégicas, las preocupaciones del presidente de la ANDI ante la
competencia por los TLC, de un Pablo Iglesias, Tsipras y Jeremy Corbyn, su rechazo tibio sobre la
deuda no soberana y la austeridad social, en detrimento de la propia nación y las apuestas de
renegociarlas, de la bonanza petrolera del 2000 y margen de acción y “rebeldía” del discurso
antiimperialista del Comandante Chávez y evocación nostálgica del Libertador, en sus alocuciones
mediáticas y plazas: “¡Váyanse al carajo, yankees de mierda!”.
Este desimperialismo burgués y pequeñoburgués difiere del antiimperialismo proletario de la LIT
y sus partidos que llaman al desmantelamiento de las bases yankees en América Latina, entre ellas
Guantánamo, el no ingreso de Colombia a la OTAN y empresas bélicas en el mundo de las tropas
colombianas –en esta barricada estamos con los polistas y todos los que nos reconocemos parte de
la oposición política y social–, el no pago de la deuda externa ante el FMI y la expropiación de los
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pulpos transnacionales (ETN) y tratados comerciales favorables al imperialismo, para recuperar la
soberanía, en orden estratégico de instaurar una Federación Socialista de América Latina (LIT,
2014, pág. 88) mediante una revolución de “segunda y definitiva independencia” (ibíd.), extenderla
a otros continentes, como palanca revolucionaria para derrocar y desarmar el poder militar y
político de la Troika y la OTAN, la ONU y el Coloso del Norte.
En este orden diferido, el Polo ocupa el lugar ideológico de un “antiimperialismo” moirista, en
apariencia “radicaloide” y “consecuente”, más en esencia es un des-imperialismo pequeñoburgués.
La corriente sindical polista clama por la renegociación de los TLC sin alterar el modelo de
recolonialización económica, pues plantea una convivencia entre el capital nacional y el
multinacional, una soberanía política independiente con una aguda dependencia económica de los
capitales europeo y norteamericano.
Ingenuamente, como bien conciliador de clase media, considera y cree en un mundo sin guerras,
con una libertad y límites a la competencia, de ahí que vea un avance integracionista, los gobiernos
de la UNASUR. Ellos no tienen reparos de apoyar el desarrollo de la industria y burguesía nacional,
de ser gobierno, serían los administradores de los negocios de la burguesía oriunda y protectora
fundamental del interés extranjero, pese a tal o cual medida nacionalizadora y proteccionista dentro
de los marcos del capital, “no más allá”, diría un leninista, es decir, un clasista proletario.
(3) Para una mayor comprensión de la Primavera Árabe, véase el dossier temático una revolución
en curso de la Revista Teórica Marxismo Vivo, Año II, N. 2 (2011), en especial, “Una interpretación
de la revolución en el mundo árabe” del Josef Weil. También pueden consultarse otros materiales de
estudio más actualizados y complementarios, la Revista Política Correo Internacional (números 4 al
11). La website, declaraciones y prensa partidaria de los partidos nacionales y la dirección
internacional de la LIT, muchas de ellas disponibles en el Archivo León Trotsky (virtual), abierto para
el estudio, la crítica democrática en el campo marxista y la consulta de la vanguardia luchadora, o
bien haciendo el contacto directo con el PST Colombia.
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En aras de la pedagogía política y la riqueza audiovisual, didáctica, también puede verse los
documentales sobre la Revolución Egipcia y Siria: “Ecos del Desgarro. La historia de una revolución
imposible” (2014) y “The Square” (2013), entre muchos otros programas sobre la Primavera Árabe.
(4) El periódico El Socialista (#685) del PST, de cara al VI Congreso de la CUT, propuso en su
Separata especial un proyecto de “Reforma de Estatutos” abierto a la discusión democrática de
todas las corrientes, de los afiliados y la base los trabajadores, como generalidad. En ella se consigna
una “plataforma de lucha clasista, independiente e internacionalista” y una “programa para la CUT”
(PST, 2014, pág. 6), en el que por supuesto hay ciertos puntos de concordancia y de diferencias
abismales, con las otras corrientes y la actual dirección, muchos elementos faltantes y por
desarrollar que las Tesis del VI Congreso, si las analizan, etc. Los ejes principales consisten
principalmente en:
La lucha contra las transnacionales y tratados comerciales desiguales, como los TLC, la indeclinable
vocación dirigente e internacionalista proletaria de la Central que no sólo se remita a defender los
recursos y la mano de obra nacional sino también a adelantar campañas de solidaridad con el pueblo
palestino, europeo, sirio, etc. La confrontación e independencia de modelos productivos y
gubernamentales anti obreros que emplea el capitalismo en todas sus variantes para su
funcionamiento, como la “tercera vía” de Santos, es decir, para estrujar de un u otro modo a los
trabajadores y el pueblo, de lo cual se deduce que, no sólo se reducen al luciferiano modelo
neoliberal, de ahí que la CUT se defina como una organización clasista y anticapitalista.
La voluntad obrera por luchar por la reparación colectiva efectiva y concientizar a las actuales y
nuevas generaciones sobre las víctimas del Estado y la burguesía, sus responsabilidades, el rechazo
enfático y campaña por la derogatoria de la normatividad laboral que el régimen empleo para atacar
a los sindicatos y los derechos de los asalariados y desfavorecidos, así como una serie de demandas
concretas de reparación que movilicen a los trabajadores y el pueblo.
La sincronía de las luchas y vanguardia obrera de las movilizaciones y demandas de los
movimientos sociales, en lo que respecta a la reforma agraria democrática favorable al campesinado
pobre y el proletariado agrícola, semiproletarios y medios, contra la reforma santista de la Zidres y
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la burguesía agraria, la educación pública, laica, gratuita y de calidad, en todos los niveles, siguiendo
el movimiento estudiantil del 2011, por la dignificación del trabajo juvenil y contra la tercerización
laboral, contra la violencia de género y el machismo, etc.
La actitud ética y de principios de la Central por ser independiente de cualquier gobierno burgués
de turno y del gobierno santista, del influjo clerical, pero sobre todo, del rechazo e independencia,
de las empresas y de los partidos de los empresarios, es decir, de las expresiones políticas de la
oligarquía burguesa y el establecimiento, por el contrario, el apoyo a los partidos obreros más
combativos y el compromiso de la Central por luchar por la conquista del poder por los trabajadores
y por una nueva sociedad, la sociedad socialista.
Por un Plan de Lucha de CUT, basado en campañas y movilizaciones, en unidad de acción con las
otras centrales obreras y coordinaciones sindicales de base: por el Salario Mínimo de 1 Millón, por
el Paro Cívico Nacional y la articulación de las luchas populares, por la sindicalización de los jóvenes
y los tercerizados, por la reparación colectiva al movimiento sindical, etc, etc.
Una profunda reforma democrática estatutaria de la CUT, debe estar en pos de neutralizar las
propuestas reaccionarias de la Corriente Democrática en unidad con el influjo del polismo
reformista (Corriente Sindical del Polo). De igual modo, la apuesta por un marco estatutario
progresivo defendiendo en unidad algunos de los 15 principios fundacionales formales y
estatutarios progresistas de la CUT de 1986 –de todos modos insuficientes, pues necesitan
actualizarse algunos y criticarse en profundidad las elaboraciones del Sindicalismo
Oportunista (véase concepto, crítica y contexto, capítulos I y II), pro FSM.
Sumados a demandas democratizadoras como la participación de sindicatos de menos de 500
afiliados como delegados a los Congresos, por una nueva dirección clasista estratégica y por la más
amplia democracia sindical, es tarea de primer orden para deliberar en el Congreso Extraordinario
de la CUT y las elecciones FECODE y CUT de 2018, luego de la imposibilidad de hacerlo en el
Congreso Ordinario, por “cuestiones de tiempos”, naturales y burocráticos, es decir, por las
maniobras antidemocráticas la Junta Nacional, en menor medida, por la desorganización del mismo.
¡Manos a la obra!
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(6) Véase las canciones progresistas anti-crisis “¿Hablaran las armas?” (2013) del grupo de Punk-
Rock melódico español, Disidencia, “Dignidad, guitarras y cintas de video” y “El miedo va a cambiar
de bando” en el álbum musical “United Artists of Revolution” (2013), del grupo español de
Stepdown-Hardcore y fusión con voces de Hip-Hop, Riot Prograpanda.
Link: https://www.youtube.com/watch?v=Dvt0w5IOtVIhttps://www.youtube.com/watch?v=EbU
tbsIBLuU
https://www.youtube.com/watch?v=HaWaAGw7ktI
(7) En el valioso Documento “Política de Jóvenes en la CUT: La juventud trabajadora hacia el sexto
congreso nacional” (2014), fruto de Encuentros Regionales y Seminarios, se fragua una alianza
predominante entre la Corriente Democrática y la Clasista, en especial, del Colectivo de Jóvenes
Trabajadores y el Departamento de la Juventud, entre otros.
El resultado es una ideología reformista (“antineoliberal”) que aparte de la crítica que hicimos que
vale también para su elaboración de la normatividad laboral de la OIT y del ordenamiento jurídico
colombiano, de la situación mundial, nacional y juvenil, está también el carácter zizgagueante-
oportunista que mirábamos arriba, al criticar estos el concepto de “trabajo decente” de la OIT. Según
dicen estos, con ínfulas democratistas y clasistas, conciliadas en la nota marginal al pie de página
diecinueve:
“A diferencia del Trabajo Decente el Trabajo Digno además de incluir variables como Salario Justo,
estabilidad laboral, prestaciones sociales, jornada de trabajo, formación, seguridad social y derecho
de asociación, va más allá, incluyendo también la necesidad de la eliminación de las formas de
explotación capitalista que son en últimas las que debilitan estas variables, el concepto de trabajo
digno considera antagónica la contradicción capital-trabajo y por lo tanto propugna por su
eliminación. Este concepto es el que los jóvenes de la CUT asumimos en el encuentro nacional”
(Varios, 2015, pág. 63). ¡Claro que sí!
Capítulo IV. PROGRAMA.
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LA LUCHA DE LA JUVENTUD TRABAJADORA
Discurso clasista: la antorcha de la vida. Orígenes y permanencia del sindicalismo
Discurso inédito presentado como requisito de trabajo del V Seminario de Derechos Laborales por la
Vida Digna de las y los trabajadores de Bogotá (20 Sept/ 1 Nov, 2014), a los organizadores. Por
cuestiones de tiempo, no se pudo leer públicamente ni asistir al cierre, debido a otro compromiso
político. Este discurso mejorado está en íntima relación con las insistencias prácticas en el capítulo II
y I sobre el sindicalismo clasista revolucionario.
La antorcha de la vida
(Discurso)
Después de todo, el sindicalismo obrero y el movimiento obrero espontáneo no son distantes a
nuestro entorno vital, de una galaxia a otra, un jardín a otro, un extremo de la ciudad al otro, región,
como solíamos creer.
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La “asociación y hermandad de los brazos”, el “arma de la dignidad de los esclavos”, el organismo
de “defensa de la labor e intereses obreros ante los patrones”, esa idea hermosa y corporizada, ha
sido conocida hace más de dos centurias bajo el nombre religante de sindicato. La palabreja nació,
como tenía que ser, en los albores primigenios del capitalismo decimonónico en las portentosas
ciudades europeas, desde entonces, con las más denodadas y épicas batallas obreras, libradas por
nuestros valientes ancestros, continúa existiendo y reproduciéndose, como un organismo vivo de
combate en el tercer milenio.
Aunque a primera vista, a nosotros, los jóvenes, así como a la mayoría de ciudadanos laboriosos, el
vocablo “sindicalismo” nos parezca remoto, desconocido y frío, exclusivo a una ínfima demografía
(el cuatro por ciento de los trabajadores del país), al punto que “sindicato” sea una rara y extraña
palabreja, ajena nuestra propia realidad nacional, barrial y urbana, individual.
No obstante, con ánimo de separarme de esta opinión, tan común y veraz, me atrevo entonces a
creer y afirmar ante ustedes, muy por el contrario, lo siguiente: el sindicalismo sigue estando
presente, de modo cuasi omnipresente, en la vida real y en los corazones del pueblo trabajador de
Bogotá, en las gentes del común que co-habitan las casi veinte dos localidades capitalinas, sus
enigmáticas callejuelas y barrios, que hoy se contabilizan en más de cinco mil.
Bogotá, una ciudad cargada, como todos sabemos (ya sea por tradición oral, educación brindada,
como la de este enriquecedor seminario, o por las vivencias personales de cada uno), de
majestuosas historias, silenciosas y colectivas, libradas por nuestra clase social trabajadora.
El Bogotazo, las huelgas obreras de los veinte y los primeros festejos y pinitos del Día del Trabajo y
los obreros, el Paro Cívico Nacional, el reciente paro agrario y los cacerolazos urbanos, las huelgas
capitalinas por aumento salarial y conflictos obreros silenciosos por doquier que no los muestran
los medios, los mítines obreros, son muestras palpables de que Bogotá es una ciudad cargada de
sudor y luchas, de vida misma.
Además de nuestra ciudad Bogotá (con la convicción y el ánimo de no ser chovinistas ni invidentes
locales, como los barristas), en la que por fuerzas del azar y la causalidad histórica habitamos en el
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presente más de ocho millones de personas, el mismo planteamiento podríamos decir de cualquier
hábitat social del planeta tierra:
Allá donde residan obreros, proletariado, urbano o rural, estará presente la viva palabra
“Sindicalismo” (trade unión, Syndikat, союз, االتحاد, 联盟, συνδικος…) en sus innumerables y variadas
traducciones lingüísticas. Las particularidades nacionales o condiciones, son apenas
condicionamientos, que poco alteran la tendencia viva universal.
Por esta razón, evocar a la palabra “sindicalismo” en cualquier sitio o ciudad, Bogotá, Hong Kong,
Ciudad del Cabo, Daca o Nueva York, es evocar, aunque no lo crean, el ciclo vital, los sueños
materiales y sentimientos humanos de individuos laboriosos de carne y hueso, la clase obrera
mundial. Un conglomerado humano agrupado en el ochenta y cinco por ciento, dicen algunos,
constituye hoy por hoy (para cerrarles la bocota a “populistas” e idealizadores), en los primeros
vuelos del nuevo milenio, la inmensa mayoría social de nuestra especie humana, de ahí la vitalidad
del sindicalismo obrero, que esté vivo. Como decimos coloquialmente, se encuentre vivito y
coleando, a sus anchas.
El sindicalismo obrero global, colombiano y bogotano, no nació por la fuerza creadora de la Ley y la
codificación. Mucho menos por el gobierno patronal. Ni siquiera germinó por la voluntad aguerrida
y “el paso dado” por algunos cuantos asalariados avezados y berracos, congregados en fábricas y
barriadas, que finalmente decidieron asociarse y organizarse colectivamente, para defender sus
derechos, pasándose a llamar “afiliados”.
A mi juicio, esa no parece ser la raíz primigenia de donde brotó el inmenso árbol ramificado de los
Trade Unions, organización básica (más no superior) de la clase obrera, aunque sea verdad que una
de sus consecuencias posteriores fue su institucionalización sistémica como organismo gremial y
con atención gubernamental de la clase capitalista, restándole independencia del estado y los
gobiernos.
En cambio, me atrevo a pensar que el Sindicalismo se originó, nació y se desarrolló, permanecerá
vivo, existente en las urbes del mundo, hasta el final de los tiempos agónicos del monstruo del
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capitalismo y en el periodo de transición al comunismo –si es que ganamos la batalla–, gracias a la
complejidad de la vida. Allí donde haya el más tenue decibel sonoro, a veces mudo, existirá. Allí, en
cualquier lugar abierto o recóndito donde halla la más mínima muestra y señal de descontento
social de los esclavos asalariados y deseos de autogobernar la producción social de la vida, de
liberación social, de parte de trabajadores, existirá. Los sindicatos, son la escuela de lucha del
proletariado en su guerra de guerrillas contra los patronos y del comunismo, dijo Marx y Lenin. Son
la lucha por la vida.
No es la legislación gubernamental, la asociación colectiva ni la condición de afiliados, la que hace
al Sindicalismo ser y estar, sino que es el descontento fogueante de la sociedad asalariada como
caldera contra la clase de los patronos capitalistas la que posibilita su vida, su vigorosidad, su
aliciente.
Este descontento, casi un eufemismo, remite a una “lucha” que en la vieja mitología antigua y en la
filosofía platónica podríamos llamar metafóricamente, como expresión ideal, una “batalla de dioses
y gigantes”, de los Amigos de la Tierra y de los Dioses. Pero que en la vida real de Colombia, Bogotá
y las demás naciones capitalistas, en el mundo de los hombres de carne y hueso, llamamos una
“lucha entre clases sociales”, una lucha entre ricos y pobres, sin adornos. En suma, una lucha
material en la que están involucrados todos sus miembros, profetas, intelectuales y currantes. El
sindicalismo es entonces la llama viva, la antorcha del descontento social y los deseos
emancipatorios inmanentes de la lucha de clases, es su locomotora organizada.
Este descontento social, al que hago referencia, tiene la característica de ser corporizado, de ser a la
vez individual y colectivo, de ser una inconformidad cualitativa que en muchos casos no es captada
en toda su riqueza por las frías estadísticas cuantitativas de la burguesía y papers académicos
filisteos, en los informes científicos e imperialistas de la Organización Internacional del Trabajo y
los de la burocracia sindical.
Permítanles que les explique.
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Este descontento humano es un descontento particular, propio de una clase obrera personalizada y
territoralizada, más que cualquier abstracción por el estilo. Dicho de otro modo, para los
materialistas, para los clasistas, se trata de un descontento de una clase social con rostro individual,
humano, residente situacionalmente en una “aldea global” o una geografía, espacio tiempo
específico. En nuestro caso, en la Ciudad del Distrito Capital, bacatá.
Imaginémonos por un instante, los “rostros e historias de vida”, donde este descontento social y
deseos de emancipación, residen, en nuestra ciudad capital. Carlos, el joven herrero, maldice el calor
de las máquinas y el horno de la caldera y no ve la hora de irse a emborrachar a punta de Águila, con
su grupo de amigos en la mítica esquina de Fontibón. Reside en Rosa Cecilia, madre tejedora, de San
Victorino la cual añora ver a su hijito después de terminar su jornada a las 6 de la tarde. Yace allí en
Andrés, un padre soldador de la Zona Industrial que trabaja incesantemente para asegurar la
manutención de sus hijos queridos. ¿Por qué no?, permanece como una “llama viva” allí en el
corazón de la maestra Paola, al impartir clases en un Colegio de Kennedy y sueña con futuro mejor,
para ella misma y para las nuevas generaciones asalariadas, precarias, tercerizadas y
desmoralizadas.
El sindicalismo es una llama viva que está omnipresente en nuestra ciudad, en nuestro territorio,
en todas las profesiones asalariadas pobres e historias de vida, en muchos estudiantes y jóvenes,
aunque a veces parezca marginal y en el peor de los casos, invisible, ausente. El sindicalismo está
presente como idea corporizada, primigenia y en potencia, en las condiciones de vida de Carlos, Rosa,
Andrés y Paula, los cuales son trabajadores tercerizados y precarizados, uno de ellos estable, pero
lo común y paradójico a todos es que ninguno de ellos esté sindicalizado.
El sindicalismo obrero de Colombia (es decir, el movimiento obrero organizado) no ha muerto, a
pesar de los más de 4.000 o más de seis mil héroes caídos en estos 25 años y anteriores, a los que
debemos honrar con lucha y memoria. El Sindicalismo colombiano y bogotano viven, esto es apenas
tautológico, más necesitan saber capitalizar creativamente a su favor esa llama viva llamada
“descontento social” y “liberación”.
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En este orden de ideas, son valiosas las propuestas que han salido de este Seminario: crear
sindicatos de in-estables o incorporarlos, organizar comités obreros de fábricas, articular los
sindicatos con los demás movimientos sociales y los “desindicalizados”, crear nuevas formas de
organización amplias de los trabajadores y batallar contra la podrida burocracia sindical. Todos
estas propuestas que respondan al campo de batalla imperialista neoliberal y a gobiernos burgueses
ultrareaccionarios, época que, para mal o bien –yo creo que bien– nos tocó vivir a muchos de
nosotros, en especial, a los más jóvenes.
Por todo lo dicho aquí, preciados compañeros sindicalistas, trabajadores, estudiantes, jóvenes y
veteranos, mujeres y hombres, asistentes al “V Seminario de Derechos Laborales y sindicales – por
vida digna de las y los trabajadores de Bogotá”, es que tercamente y, contrario a todo pronóstico
pesimista, sostengo ante este auditorio de la CUT, que el sindicalismo está más vivo que nunca. Esa
es la idea-imagen que aprendí y a riesgo de parecer una perogrullada que todos ustedes saben pero
les quería transmitir esta tarde de hoy.
Para culminar mi discurso, quisiera finalizar con lo siguiente:
Depende de cada uno de ustedes, queridos asistentes, que la llama aurífera del descontento social y
la liberación que se está cultivando en los cuerpos y mentes de los trabajadores de la vieja Bacatá y
el mundo, alcancen proporciones inimaginables en el largo sendero del posconflicto capitalista por
el que muy seguramente transitará Colombia.
En la llamarada de los ajustes y las crisis regionales y globales, espacios abonados que puedan ser
aprovechados para luchar por una mayor tasa de crecimiento sindical, con mayores y más fuertes
organizaciones democráticas sindicales, de carácter clasista y luchadoras, presentes en las
empresas y barrios, esparcidas en los centros productivos del país y los territorios de la ciudad
bogotana, asestando duros golpes a los gremios empresariales, al gobierno y sus sucesores
trogloditas, aprovechando las oportunidades del despliegue y lucha por las libertades democráticas
del país, tras finalizar el conflicto armado.
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¡Los movimientos obreros y sindicales de Colombia –incluidos, sus contingentes más jóvenes e
inexpertos– también del mundo terráqueo, la totalidad laboriosa, necesitan ponerse de pie y dirigir
el resto de las luchas de masas! ¡Tenemos que ser los obreros los que guiemos el tren!, dice nuestro
himno milenario. Pero no sólo eso.
Las “llamaradas capitalinas”, “chichombianas”, “latinas”, de descontento social y liberación, esta
monumental antorcha “olímpica” de la vida, cada vez más poderosa y flameante. Esa inconformidad
inmanente que acabé de mostrarles y que ustedes se alcanzaron a imaginar y a palpar en sus
cuerpos, está omnipresente en todos los países, ciudades y lugares del mundo, incluidos este
recinto, dan para mucho más. Dan para ser más ambiciosos. Dan para realizar mancomunadamente
un sueño político o proyecto colectivo –formado por las contradicciones inmanentes del modo de
producción social y la apropiación privada de la riqueza–. Avanzar, si se quiere, en la misión
histórica a la que está llamada a realizar la clase obrera contemporánea y los “fogoneros”
bolcheviques del mundo, constructores del partido de los parias.
La lucha ingente por la Revolución Colombiana, obrera y socialista, con alcances colosales (luego de
un proceso de 50 años de derrota del proceso revolucionario) que arrebate el poder a los
capitalistas. Una revolución social que contagie o se sume a las proporciones mundiales hacía
nuestros hermanos asalariados y sectores populares de más de 148 países y 5 continentes
hermanos, con una que parece casi una islita. Una serie de revoluciones sociales para estos tiempos
convulsionados del siglo XXI y con la incertidumbre de saber dónde estallará primero y de nuevo
un nuevo levantamiento obrero triunfante (muy probable Colombia no será, pero contribuirá al
triunfo mundial, de modo tardío, la historia lo dirá).
Vivimos tiempos que se expanden hacia el resto de días no previsibles que le quedan por vivir a la
civilización humana, pues “lo más hermoso nos cuesta la vida”, dijo una vez un artista; eso lo sabe
muy bien el movimiento obrero y socialista mundial, neófitos y conocedores.
Dicho esto, cierro el pico, no sin antes recitarles un “verso”:
“Seguid ardiendo, antorcha crepitante,
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vida centrífuga, flor del trabajo, nenúfar rojo,
Perece como azufre, bola de fuego, bestia del capital,
Los parias arderán, vencerán;
sino, fenecerá la humanidad”
28 de octubre de 2014.
Carta abierta a los jóvenes y sindicalistas de la CUT en su VI Congreso Nacional
Mediante esta cordial misiva estudiantil, extendemos un saludo solidario al Departamento de la
Niñez y Juventud Trabajadora de la CUT (Central Unitaria de los Trabajadores de Colombia), su
directora Ligia Inés Álzate, a todos los Jóvenes CUT y a su cerca de 500 mil afiliados que la integran.
El VI CONGRESO CUT 2014, se realizará el 24-26 de sept., en Santa Marta, donde participarán con
entusiasmo ustedes, la JUVENTUD CUT, es sin duda un importante suceso en la vida pública nacional
que se suma al «eco social» positivo que en la actualidad está generando el “tema de los sindicatos”,
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con sucesos recientes como la creación de la Asociación Colombiana de Actores (ACA) y los derechos
de los profesionales.
Por ello es que todo estudiante, egresado o no, joven trabajador, afiliado o no a un sindicato, en
general, los ciudadanos y la opinión pública, deben estar al tanto del VI Congreso de la CUT y sus
resoluciones, dado que allí se discutirán mecanismos de defensa de nuestros derechos como futuros
profesionales egresados y las condiciones de vida de 22 millones de trabajadores, entre ellos, la de
nuestros docentes, baluartes de nuestra educación.
De igual modo, se tocarán los avances en la construcción de sindicatos en las empresas, lo cual traerá
innumerables beneficios sociales a nuestros padres y familias colombianas, en sí, al desarrollo de la
democracia del país, que pasa por el bienestar económico de las mayorías y el derecho efectivo de
sindicalización, para los trabajadores de todos los sectores.
Bien, el motivo de nuestra carta es informarles brevemente la difícil SITUACIÓN ACTUAL DE LOS
ESTUDIANTES Y LA JUVENTUD, aspectos de análisis que, por supuesto, no limitan y agotan su
próximo Congreso, sino que lo enriquecen; además involucran problemas sociales en empresas, del
movimiento estudiantil y los estamentos educativos (docentes, estudiantes, administrativos), de
nuestras universidades, institutos y colegios, públicos y privados.
– A la fecha 2014 y en pleno siglo XXI los estudiantes de Colombia no contamos con nuestra propia
Organización Gremial, mientras en varios países democráticos de Europa y América Latina si los
hay. Este atraso nos ha privado de defender unitariamente nuestros derechos educativos, de
bienestar, demandas sociales, así como influir en las políticas públicas. La falta de garantías
democráticas de los gobiernos junto a la situación interna del Mov. Estudiantil, donde ha primado
intereses partidistas antes que gremiales, tendencia también recurrente en sindicatos y las
Centrales Obreras, ha impedido crear nuestra propia Organización.
Experiencias como la Central Obrera Boliviana (COB), o CONLUTAS en Brasil, donde estudiantes se
afilian a estos sindicatos y defienden sus derechos gremiales, no han podido darse ni se han
contemplado para Colombia, donde la tasa de afiliados es sólo del 4%. Esto se debe a la falta de
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visión de la burocracia de las Centrales Obreras (CGT, CUT, CTC) junto a las medidas restrictivas de
los patrones y los gobiernos neoliberales.
– Según cifras amañadas del DANE, en marzo-mayo 2014, el desempleo juvenil, incluyendo a los
“egresados”, bordeó el 16%, aunque sabemos que es mucho más. De cada 5 jóvenes de 18 hasta los
24 años, sólo 1 consigue empleo. Esto significa que muchos que salimos del colegio a los 18 años y
nos toca trabajar, no conseguimos empleo por largos periodos; otros tenemos el privilegio (no el
derecho) de estudiar y graduarnos de una carrera, para salir y no conseguir trabajo.
En ambos casos, los salarios son irrisorios, los puestos escasean, muchas veces nos toca
conformarnos con empleos precarios, de los cuales los jóvenes somos las principales víctimas y
flanco de ataques, sin derechos sindicales, con contratos basura y en la informalidad. Lo anterior
coadyuva a la falta de seguridad social de la población juvenil, la criminalidad juvenil, la exclusión
social y los niveles de pobreza.
– Del sistema de educación pública del país, donde ingresan gran parte de los estudiantes de escasos
recursos, 32 universidades pasan por un déficit presupuestal de 12.5 billones en las últimas 2
décadas, incluida la grave situación del SENA, lo cual obedece a la desfinanciación y políticas que
sólo benefician al capital extranjero-privado.
Deudas moratorias mediante créditos ICETEX, son del 35%, matrículas altas en U. privadas, generan
un endeudamiento con entidades bancarias. Las cifras de analfabetismo son de 1 millón y medio de
jóvenes, mayores de 15 años, en su mayoría de regiones periféricas de Colombia. El acceso a la
educación superior sólo es del 34%, sin contar con la deserción, quedando por fuera una demanda
mayoritaria de jóvenes, lo que muestra la pavorosa desigualdad social de Colombia, etcétera,
etcétera.
Por todo lo anterior, que es apenas una “gota” en el océano de nuestra vida social, como jóvenes y
estudiantes, nos reconocemos y nos sentimos parte de las luchas obreras y por los derechos
laborales y sociales que encarna y viene defendiendo la CUT, principal central del país, y la Juventud
CUT. Sus luchas son también las nuestras.
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Por ello sometemos a su consideración, de cara a los problemas del país, que competen a jóvenes y
estudiantes de Colombia, las siguientes SOLICITUDES PUNTUALES a la bases obreras, a la Juventud
de la CUT y su Departamento, a los miembros no burocráticos de su Junta Directa Nacional y a su VI
Congreso 2014 en general.
De antemano, esperamos que el Congreso se realice con total éxito, en un amplio ambiente
democrático, no burocrático, tomando en consideración nuestras solicitudes, también las de su
propio sector sindical gremial, pues muchos de ellos exigen, justificadamente, el derecho de
participación y no exclusión al Congreso de delegados de sindicatos de menos de 500 afiliados, que
son la mayoría en el movimiento sindical colombiano (el 72.6%), además de una reforma estatutaria
al respecto. Ambas cuestiones dependen mucho de la voz crítica de la Juventud CUT y los
trabajadores afiliados.
Primero, aprobar una Resolución Pública, fruto de su VI Congreso, que desapruebe abiertamente
el “Acuerdo por lo Superior 2034” o cualquier nombre de maquillaje, promovido hoy por la Ministra
de Educación y el Gobierno Santos, puesto que estas serán lesivas políticas educativas que harán
aún más daño a nuestros intereses como estudiantes, a la comunidad educativa en su conjunto,
entre ellos, los profesores, y al bolsillo de nuestros padres, generando mayor crisis y descontento
social, similar al año 2011.
Segundo, publicar un Comunicado Público en que la CUT se declare en abierta independencia
gremial y autonomía sindical frente a toda suerte de intereses politiqueros (‘mermelada’) y medidas
contraproducentes y coaptadoras del Gob. Santos II y su Ministro del Trabajo “Lucho Garzón”.
Esto se traduce en: mostrar un rechazo y oposición al Paquetazo laboral, los planes de las políticas
laborales neoliberales y antisindicales del gobierno actual, con una plataforma de lucha, pues bajo
la retórica demagógica de la “Paz, Equidad, y Educación” y la “Tercera Vía”, quieren engañar al
pueblo colombiano y a los estudiantes de la IES y básica; pero que ustedes, los sindicalistas, nuestros
profesores y campesinos, por ejemplo, han sufrido en carne propia y han podido constatar en la
práctica de los últimos 4 años de “Prosperidad Democrática”, sus medidas antipopulares, que
invariablemente se prolongarán en el próximo cuatrienio con más recrudecimiento social.
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Tercero, solidarizarse con las luchas sociales y movilizaciones, entre ellas, la de los estudiantes,
durante los próximos 4 años (2014-2018), empezando por convocar públicamente a un Paro Cívico
Nacional y sumarse como Central Sindical que son, en coordinación con las otras Centrales Obreras,
a las Movilizaciones Sociales que eventualmente la ciudadanía, con pleno ejercicio de sus derechos
civiles, convoque; pues en nuestro caso, el Gobierno de Santos y Parodi nos quieren imponer a los
estudiantes y a los demás estamentos educativos, de manera arbitraria y antidemocrática (como lo
suele hacer con trabajadores, campesinos, indígenas, etc) un nuevo Paquetazo Educativo, es decir,
un reencauche neo-privatizador, des-financiador, restrictivo de las libertades democráticas de los
estamentos en los planteles y falto de calidad educativa, de la “Reforma a la ley 30”, que
valerosamente y vía a la movilización social, con el apoyo solidario de la sociedad colombiana,
logramos derrotar parcialmente, al ser retirada como proyecto de ley neo-liberal en el Congreso de
la República, 4 años atrás. No obstante, la lucha justa de los estudiantes y los estamentos continúa.
¡Contamos con la solidaridad efectiva de la CUT por la defensa de la educación pública y los
estudiantes!
¡Enfrentemos unidos los paquetazos y contra-reformas laborales y educativas de “Santos 2”!
¡Vivan los jóvenes y las nuevas generaciones laboriosas de la CUT!
¡Por un VI Congreso CUT, democrático y antiburocrático!
¡Arriba la alianza obrero-campesina-estudiantil y la unidad triestamentaria!
2 septiembre de 2014.
Salario mínimo y “dieta” de la juventud
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Durante el mes de diciembre, en vísperas de la Navidad y las festividades de Año Nuevo, las
Centrales Obreras, los Gremios empresariales y el Gobierno de Santos II, aliado de los banqueros e
industriales, se sientan a negociar el Salario Mínimo Legal Vigente (SMLV) que regirá para el 2015.
Pese a que a primera vista el incremento salarial parezca ser un asunto propio y exclusivo del
“mundo sindical”, de la comisión tripartita, desde UNES – Unidad Estudiantil consideramos todo lo
contrario: el Salario Mínimo debe ser un tema laboral cuyo interés sea de primer orden de debate y
de lucha social pues le compete al bolsillo e intereses del grueso de la sociedad colombiana y sus
sectores más pobres, al 65% de los trabajadores que gana el mínimo o menos de este (17 millones),
inclusive, a la juventud estudiantil.
Salario mínimo y estudiantes
Según el CESU (Consejo Nacional de Educación Superior), en Colombia existen alrededor de 3
millones de estudiantes de universidades privadas y públicas, institutos técnicos y tecnológicos, etc,
sin contar con los compañeros secundaristas y de las básicas. Para el periodo 2010 – 2013, el
79,65% de estudiantes de las IES (Instituciones de Educación Superior) provenían de familias con
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ingresos de 0 a 3 salarios mínimos, mientras un 20.34% de estudiantes era de un núcleo familiar
que ganaba entre 3 y más de 10 salarios mínimos.
Por otro lado, para el 2012, según el DANE, 60 de cada 100 de trabajadores jóvenes, ganaban menos
de un salario mínimo y 23 de ellos, ganaba sólo entre 1 salario y 1.5. SMLV, lo cual desmiente
igualmente los datos de 2012 del Observatorio Laboral de la Educación, sobre el ingreso promedio
ficticio y abultado de un estudiante egresado de pregrado, avaluado en 1.069.599.
Si bien es cierto la juventud estudiantil en sus niveles básico, secundario y superior es heterogénea,
en ella “conviven” pobres y ricos, sectores medios, no obstante, a juzgar por las estadísticas, es claro
que la mayoría de ellas provienen de familias trabajadoras y populares, esto debido a que cada vez
más, en Colombia y el mundo, crece la clase obrera y los antagonismos de clase, son cada vez
mayores.
Los estudiantes cumplen un rol social doble en la sociedad, la escuela y en la familia: como
educandos e hijos, pero también como ciudadanos de un país. Las etapas de la juventud suelen ser
de educación para el trabajo y trabajo asalariado, aunque muchas veces se combinen ambas, pues
hay muchos estudiantes trabajadores y jóvenes trabajadores que no son estudiantes, más si
tenemos en cuenta que sólo el 34% logra ingresar a la educación superior.
Tanto en las empresas como las Instituciones de Educación y la sociedad, la mayoría de los jóvenes
son las principales víctimas de las políticas salariales del gobierno y los patrones.
Para el caso de la mayoría de estudiantes de sectores obreros y populares (el 76%), estos necesitan
de la manutención material básica de sus familias con salarios de 0 a 3, también de las “onces”, para
el goce de sus derechos democráticos, tales como la recreación, la ciencia y la cultura.
En este orden de ideas, debido al déficit de 12.5 billones y desfinanciación de la educación pública,
así como la mercantilización y el ánimo de lucro de las privadas, conllevan a que el bienestar
educativo integral (refrigerios, vivienda, bonos-sueldo, becas, infraestructura y presupuesto
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cultural y recreativo, etc) no esté garantizado debidamente a la población estudiantil, a sus sectores
más pobres.
Es por eso que los problemas de manutención, matrícula, impuestos para el presupuesto en
educación y préstamos de créditos educativos, el bienestar educativo, el mercado laboral y
egresados, entre otros, los cuales muchas veces corren por cuenta de los esfuerzos de las familias
obreras y populares, están íntimamente ligados al tema de la concertación tripartita del Salario
Mínimo de Santos-Centrales obreras-Gremios patronales, por lo tanto, afectan a la sus familias
asalariadas más pobres, la mayoría de la población estudiantil y la juventud trabajadora, egresada
o no.
En Colombia, aunque no estemos en recesión económica como en Europa, los estudiantes y la
juventud obrera no gozamos de una garantía de nuestros derechos, debido a la mezquina y
terrorista política salarial del Gobierno de Santos y los empresarios.
Negociación Salario Mínimo…
¿Hasta cuándo vamos a tolerar la miseria?
Desde UNES, llamamos a la Comunidad Educativa y el Movimiento Estudiantil, las organizaciones
políticas estudiantiles, los colectivos y grupos, los Consejos Estudiantiles, a la Mesa Amplia Nacional
Estudiantil (MANE) y la Federación Nacional de Representantes Estudiantiles (FENARES), incluido
los Jóvenes de la CUT, el magisterio de FECODE, ASPU y los sindicatos de los trabajadores
administrativos de las IES, etc, a manifestarse públicamente contra el ajuste salarial de Garzón-
Santos para el año 2015, en pro de defender el nivel de vida de la mayoría de las familias
trabajadoras y los estudiantes, del mismo modo, los invitamos a que conozcan, firmen y difundan la
Resolución de Salario de 1 millón, emanado del VI Congreso de Septiembre (2014) de la Central
Unitaria de Trabajadores (CUT).
El objetivo es ir aunando esfuerzos para un gran y posible “Movimiento de Víctimas e Indignados por
el Salario Mínimo”, con todos los sectores obreros y populares, incluidos los estudiantes, cuyo
carácter sea anual, para que, mediante la concientización y la movilización social, estos sean una
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tribuna de presión e indignación social en la Mesa de Concertación de finales de año, precedida en
los próximos años por el gobierno patronal de Santos II, los socios gremiales empresariales, aliados
de los primeros, así como la burocracia sindical de la CUT/CGT/CTC y sus presidentes. Un Mitin o
Protesta frente a las instalaciones donde se lleve a cabo la Mesa de Concertación Laboral, sería un
buen comienzo. ¡La LUCHA es larga, empecémosla YA!
En vía a este objetivo, firmamos y acogemos el mandato democrático de los delegados al VI Congreso
de la CUT en la Comisión del Plan de Acción y Plenaria Final, su aprobación unánime de la Resolución
sobre el Salario Mínimo de 1 millón, bandera que hoy es tristemente abandonada por su Comité
Ejecutivo, debido a sus maniobras antidemocráticas, sintomáticas de la crisis de la CUT. De igual
modo, nos sumamos y aportamos a la Campaña que vienen impulsando los compañeros
sindicalistas que conforman la Coordinadora Sindical de Bogotá y la Región Caribe, nuestras
demandas unitarias son:
No más pantomimas. Por un verdadero incremento salarial. Por un Salario Mínimo de 1
millón de pesos para el 2015.
No más salarios de hambre. Abajo el aumento pírrico del 4.5% medido con la vara patronal.
No más fijaciones unilaterales del gobierno santista. Basta de engaños y mentiras del
Ministerio del Trabajo y los empleadores.
Por una representación democrática del 65% de los trabajadores que ganan el mínimo o
menos que éste. Por el pleno cumplimiento democrático del mandato del VI Congreso y la
Resolución del Salario de 1 millón de pesos.
Paremos la miseria y digámosle no a la complicidad de las Centrales Obreras con el inhumano
e indigno “SMLV”.
Por la defensa de la capacidad adquisitiva y las necesidades básicas de la familias obreras
colombianas. Por la defensa unitaria del nivel de vida de nuestros maestros, nuestros padres
y los derechos de sus hijos, los estudiantes. Trabajadores y estudiantes unidos,
movilizándonos por un Salario de UN millón, por un salario digno.
UNIDAD ESTUDIANTIL – UNES
17 noviembre de 2014.
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Carta abierta a la Juventud CUT: ¡Por un programa para la juventud trabajadora!
Carta entregada a los más de 300 delegados jóvenes, mujeres y adultos obreros, en el Evento de
Instalación en el Instituto Distrital de Recreación y Deporte (IDRD) del II Congreso de la Juventud
Trabajadora y el V Congreso de la Mujer Trabajadora, el 8 de Noviembre de 2015. Igualmente, fue
compartida a los delegados de III Congreso Extraordinario de la CUT.
Desafortunadamente, pese a que el Departamento nos invitó a que leyéramos la carta en el evento, al
final la burocracia de la CUT, sólo dio el micrófono a la burocracia sindical internacional, sin el aporte
del movimiento estudiantil y sus propuestas, en el tema de la educación (la coyuntura de las
licenciaturas, etc) y el trabajo.
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Carta abierta de Unidad Estudiantil (UNES), grupo estudiantil integrante del Partido Socialista de
los Trabajadores y la Red Internacional de Jóvenes en Lucha, a las bases obreras de la Central y
delegados al VI Congreso Extraordinario CUT y el II Congreso de la Juventud Trabajadora CUT, que
se realizará los días 8, 9 y 10 de Noviembre de 2015. Adherimos a la “Propuestas al congreso
extraordinario de la CUT” firmadas por 16 dirigentes sindicales, entre ellos el Delegado de ASPU
(Asociación Sindical de Profesores Universitarios), Juan Sánchez.
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La juventud en la encrucijada…
Desde 2008 hasta la presente fecha, los gobiernos en todo el mundo están avanzando en la
aplicación de políticas de recorte y ajuste contra los trabajadores para salvar a los sectores más
pudientes, las grandes empresas y grandes bancos, de la crisis económica que ellos mismos
generaron. Pero también en todo el mundo, los trabajadores y las masas populares se movilizan
contra estos ataques y por sus reivindicaciones; en todas estas luchas miles de jóvenes han sido
protagonistas, dado que estas políticas, más que afectarlos, los están dejando sin futuro.
Un gran fenómeno social en Colombia y en el mundo producido como consecuencia de los aumentos
y acentuación de la crisis del modelo económico neoliberal, es el de la aparición de una nueva
generación de jóvenes hijos de obreros y de sectores populares que una vez terminan la deteriorada
educación secundaria, a veces antes, no encuentran acceso a la Universidad ni al mercado laboral,
se trata de los “ni-nis” – ni estudian ni trabajan- , los cuales acaban convirtiéndose en la práctica en
parte del ejército industrial de reserva.
Estamos ante una generación obrera y popular para la que ya no pesa la ideología de la “caída del
socialismo” porque no conocieron los Estados Obreros (como la URSS y China) ni el aparato
estalinista mundial de manera directa, como tampoco fueron testigos de los acontecimientos de la
década del noventa en los que se apoyó el imperialismo para lanzar su cruzada ideológica; sin
embargo, son presos de ella, en los medios, la educación y la sociedad, por ello ven “utópico” y
“fracasado” toda apuesta anticapitalista del presente a la vez que ven con desdén la política.
A pesar de esta situación de retroceso ideológico, la incertidumbre material frente al futuro obliga
a lo mejor de esa nueva camada de proletarios y sectores populares a buscar una salida en las
propuestas revolucionarias, convirtiéndose en una importante cantera en la construcción de la
nueva dirección revolucionaria y las movilizaciones de masas contra los empresarios y el gobierno.
Sus movilizaciones e inconformidades están ligadas a la crisis de la educación pública, las luchas
democráticas y económicas en las empresas, y en algunas oportunidades ha empalmado las luchas
obreras con la lucha de los estudiantes universitarios y de los campesinos.
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En Colombia y ante el VI Congreso Extraordinario de la Central Unitaria de Trabajadores, se precisa
construir una plataforma democrática de lucha para la juventud proletaria colombiana, no sólo para
la “juventud a secas”, pues la juventud es un sector social en permanente transición y con diversa
composición socioeconómica; sin embargo, el sector juvenil de la clase obrera compuesto por los
jóvenes trabajadores, desempleados, y estudiantes hijos de trabajadores y sectores populares, al
tiempo que representa la vanguardia de las luchas, el futuro de la humanidad y del país, son quienes
padecen las peores consecuencias de la explotación y la opresión del modelo neoliberal.
Una de las evidencias de la opresión, es la creciente criminalización de la juventud pobre, batidas
ilegales, requisas, abusos laborales y policiacos, estigmatización creciente de los jóvenes
estudiantes y obreros, habitantes de los barrios populares. La represión y abuso de la fuerza pública,
vienen acompañados de un discurso sobre la juventud obrera y los estudiantes, que cataloga las
expresiones propias de los jóvenes como el grafiti, la música, la vestimenta, las organizaciones y
subculturas que son transgresores y disidentes al orden establecido como actos vandálicos y
delincuenciales de pandilleros e incluso tratados con frecuencia de infiltrados guerrilleros.
Este discurso no es de ahora ni es local, desde el Cordobazo Argentino, el Mayo Francés y Mexicano
de 1968, los gobernantes burgueses han temido y detestado la fuerza renovadora y crítica de la
juventud y entre ella de los estudiantes y los contingentes obreros juveniles, críticos entre los
críticos y rebeldes por vocación, quienes han sabido forjar poderosas alianzas obrero-estudiantiles
y populares.
Consideramos a la juventud trabajadora y popular un sector oprimido, opresión de la cual se valen
empresarios capitalistas para explotar más y mejor, como decíamos anteriormente, se convierten
en ejército de reserva laboral durante las caídas de la economía:
La tercerización, los salarios de hambre, los contratos basura, la nula expectativa de pensión, afectan
principalmente a la juventud de nuestra clase; se trata de una mayoría des-sindicalizada y con fobia
a los sindicatos, humillada, presa de las más reaccionarias ideologías posmodernas (individualismo,
apoliticismo, apartidismo, antipartidismo) que con pocas herramientas y armas tiene que luchar
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por su sustento y mejores condiciones de vida. Esta juventud tiene la responsabilidad de alzar las
banderas del socialismo en el presente y en el futuro cercano, para enfrentar las consecuencias de
las medidas neoliberales con sus propias fuerzas.
Para el periodo 2010 – 2013, el 79,65% de estudiantes de las Instituciones De Educación Superior
(IES) provenían de familias con ingresos de 0 a 3 salarios mínimos, mientras un 20.34% de
estudiantes era de un núcleo familiar que ganaba entre 3 y más de 10 salarios mínimos. Por otro
lado, para 2012, según el DANE, 60 de cada 100 de trabajadores jóvenes, ganaban menos de un
salario mínimo y 23 de ellos, ganaba sólo entre 1 salario y 1.5. SMLV, lo cual desmiente igualmente
los datos de 2012 del Observatorio Laboral de la Educación, sobre el ingreso promedio ficticio y
abultado de un estudiante egresado de pregrado, avaluado en 1.069.599 pesos.
Solamente en datos demográficos, del total de la población mundial casi la mitad está compuesta
por personas menores de 24 años, de los cuales 1.153 millones son jóvenes entre 15 y 24 años, lo
que corresponde al 18% de la población mundial. En términos absolutos hay más jóvenes que
nunca, el capitalismo, en su sed por la extracción de plusvalía y mano de obra barata, produce un
verdadero caos demográfico, donde los jóvenes y la niñez son las principales víctimas.
Si bien es cierto la juventud es “policlasista”, es decir, en ella “conviven” pobres y ricos, sectores
medios, no obstante, a juzgar por las estadísticas, es claro que la mayoría de ellas provienen de
familias trabajadoras y populares, esto debido a que cada vez más, en Colombia y el mundo, crece
la clase obrera y los antagonismos de clase, son cada vez mayores.
Es dramático ver que en el mundo existan 74 millones de jóvenes sin empleo (13%), 30 a 70% de
los restantes dependen de la economía informal, situación que es peor en el caso de las mujeres, las
negritudes e indígenas, por ejemplo en Colombia el desempleo juvenil en las mujeres es del 19% vs
el 12% en los hombres, además en Latinoamérica se estima que sólo el 29% cotizan para algún
sistema de pensiones.
Los estudiantes cumplen un rol social doble en la sociedad, la escuela y en la familia: como
educandos e hijos, pero también como componentes de las clases sociales de un país. Las etapas de
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la juventud suelen ser la de un largo o corto ciclo de educación para el trabajo y del trabajo
asalariado temprano, aunque a veces se combinen ambas, pues hay muchos estudiantes
trabajadores y jóvenes trabajadores que no son estudiantes, más si tenemos en cuenta que sólo el
34% logra ingresar a la educación superior.
Tanto en las empresas como las Instituciones de Educación (IES) y en la sociedad, la mayoría de los
jóvenes son las principales víctimas de las políticas salariales del gobierno y los patrones. Para el
caso de la mayoría de estudiantes de sectores obreros y populares (el 76%), estos necesitan de la
manutención material básica de sus familias con salarios de 0 a 3, también de la alimentación para
el goce de sus derechos democráticos, tales como la recreación, la ciencia y la cultura.
En este orden de ideas, debido al déficit de 12.5 billones de pesos y des-financiación de la educación
pública, así como la mercantilización y el ánimo de lucro de las universidades privadas, llevan a que
el bienestar educativo integral (refrigerios, vivienda, bonos-sueldo, becas, infraestructura y
presupuesto cultural y recreativo, etc.) no esté garantizado debidamente a la población estudiantil,
a sus sectores más pobres.
Es por eso que los problemas de manutención, matrícula, impuestos para el presupuesto en
educación y préstamos de créditos educativos, el bienestar educativo, el mercado laboral y
egresados, entre otros, los cuales muchas veces corren por cuenta de los esfuerzos de las familias
obreras y populares, están íntimamente ligados al tema de la concertación tripartita del Salario
Mínimo de Gobierno-Centrales obreras-Gremios patronales, ya que los pírricos aumentos en el
Salario Mínimo, afectan directamente a las familias asalariadas más pobres, a las que pertenecen la
mayoría de la población estudiantil y la juventud trabajadora y popular, egresada o no.
Ante este panorama, la tarea central de la juventud trabajadora y popular colombiana, en los
próximos años, es en primera instancia movilizarse y organizarse gremialmente contra los patronos
y el gobierno Santista desde ya y en aras del llamado posconflicto capitalista; y en segunda
instancia, hacerse sentir, participar en política y construir una herramienta partidaria propia, un
Partido revolucionario y socialista de los Trabajadores que se presente como alternativa a todas las
direcciones reformistas y capituladoras de la izquierda reformista (Polo Democrático, etc.) y se
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proponga ganar el apoyo mayoritario de los trabajadores y los sectores populares, las mujeres y la
juventud para aportar en la tarea de dirigir el movimiento hacia la transformación socialista del
país.
Una tarea básica de la juventud obrera: ¡aprender y recuperar los principios de las luchas
obreras!
1. Independencia de clase ante las empresas y gobiernos patronales
Precisamos de un movimiento juvenil (obrero-sindical, estudiantil, barrial, cultural, etc.) cuya
bandera sea defender los intereses de los trabajadores y el pueblo y que no esté atado ni
condicionado por ningún gobierno capitalista, de derecha o de “izquierda”. Por una CUT
independiente del segundo gobierno de Santos y los próximos gobiernos burgueses.
2. Internacionalismo de los trabajadores y coordinación de las luchas
Desde la CUT debemos expresar nuestra solidaridad con el pueblo palestino y haitiano, con todas
las organizaciones obreras, populares y estudiantiles, y las luchas en curso en cualquier lugar del
mundo, así como en Colombia.
3. Antiimperialismo
La CUT debe luchar contra cualquier medida de austeridad o recorte en materia laboral y educativa,
puesto que es en definitiva, una lucha que cuestiona el papel del imperialismo y sus políticas
económicas y sociales aplicadas bajo una represión intensiva contra trabajadores y estudiantes del
mundo.
4. Unidad y alianza obrero-popular
Toda lucha popular (campesina, etc.) o estudiantil por si sola está condenada a retroceder si no
logra empalmar con el apoyo de los trabajadores, de quienes generan la riqueza del mundo y son
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capaces de frenar todas las maquinarias que lo mueven; del mismo modo, para que la clase obrera
tome el poder y avance en sus luchas cotidianas contra las patronales, necesita el concurso de las
masas estudiantiles y populares, aliadas. La CUT y el Departamento de Juventud, propiciará la
solidaridad de clase y la unidad de acción contra el gobierno y el empresariado capitalista.
5. Lucha contra la opresión generacional y todas las opresiones del capitalismo
La CUT impulsará la lucha contra el machismo, la homofobia y la xenofobia, el colonialismo, la
discriminación a los jóvenes, ideologías reproducidas, incorporadas y perpetuadas por el sistema
capitalista para aumentar la explotación de la clase trabajadora en su conjunto, por ello batallará
contra ellas al interior de la Central, en el movimiento obrero y en toda la sociedad.
La burocracia sindical, se vale de la opresión generacional, para sostener sus privilegios y
neutralizar la radicalización obrera, las demandas de democracia sindical al interior de los
sindicatos y le hace juego a la patronal, en relación a la desindicalización juvenil y el indiferentismo
frente a dicha situación, que se combate de palabra más no en la práctica.
Por una plataforma de lucha de la CUT con eje juvenil obrero
Reivindicaciones democráticas
• ¡No a la estigmatización y al señalamiento de la juventud! ¡Abajo las batidas ilegales!
• Contra la represión y criminalización de la juventud, en particular de la juventud negra e indígena
especialmente reprimida por el Estado y discriminada en las empresas.
• Contra todo tipo de opresión a las mujeres jóvenes y trabajadores jóvenes LGBTI al interior de las empresas.
• Contra el endurecimiento de las penas para adolescentes infractores, las sanciones laborales y terror
psicológico y chantajes de los patronos contra los empleados jóvenes.
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• Libertad inmediata de todos los jóvenes detenidos ejerciendo el derecho a la protesta, contra la patronal y
el gobierno.
• ¡Desmonte inmediato del ESMAD!
• Por plenos derechos sexuales y reproductivos de los niños, niñas y adolescentes. Por educación sexual
democrática de la juventud trabajadora.
• Contra la criminalización del consumo de sustancias psicoactivas y manejo del consumo como asunto de
salud pública.
Reivindicaciones económicas y sociales
• Empleo digno para los jóvenes obreros de estratos populares. ¡Contra el flagelo del desempleo juvenil!
• Ante el desempleo crónico: escala móvil de salarios y reparto de todas las horas de trabajo (“trabajar menos
horas para que trabajen más personas”, entre ellos, miles de jóvenes desocupados).
• Contra toda Ley de desventaja laboral, por pleno empleo, acceso a la educación y formación profesional.
• Salario mínimo de 1 millón y medio de pesos, que la burocracia deje de pactar salarios de hambre, cuyos
mayores afectados son los jóvenes trabajadores de Colombia.
• No a los contratos basura, las Cooperativas de Trabajo Asociado, las SAS, Contratos Sindicales, y demás
formas de tercerización laboral, así como la falsa ley
tercerizadora de Primer Empleo, del gobierno Santos.
• Políticas de enganche laboral al final del ciclo educativo sin baja del salario y con plenos derechos laborales
de asociación y convención colectiva.
• Permiso laboral remunerado por los patronos para poder estudiar y acceso nocturno a la Universidades
Públicas, para la clase trabajadora.
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• Subsidio especial para las madres jóvenes además de licencia de maternidad y lactancia remuneradas.
• Subsidio de transporte para los jóvenes trabajadores o populares, sean o no estudiantes. Subsidio para las
familias obreras y populares de los jóvenes estudiantes para luchar contra la deserción por causas
económicas.
• Por una política de erradicación del trabajo infantil, al tiempo que se garantice el empleo e ingresos
económicos para las familias.
• Contra los injustos procesos de admisión (exclusión) del sistema educativo neoliberal.
• ¡Educación gratuita, laica, de calidad y de libre acceso! Educación al servicio de las necesidades del pueblo
y los trabajadores, por la nacionalización obrera del sistema educativo.
• Contra los planes neoliberales incluido el Plan Nacional de Desarrollo, el Acuerdo 2034 y la Reformas
legislativas a la educación y el trabajo, de Santos II, en el próximo periodo.
• Defensa del SENA y las universidades públicas, por la construcción del Sindicato de Estudiantes, Asociación
de Egresados del SENA y la sindicalización de las IES.
• Adopción de una política de desarrollo cultural, recreativo y deportivo, para la juventud trabajadora tanto
desde el Estado como desde las organizaciones gremiales y sindicales.
• Por la politización y plenos derechos políticos para la juventud de la clase trabajadora y los sectores
populares: derecho a elegir y ser elegido del art. 40 de la Constitución Política. Quitémosle el monopolio de
la política a los delfines y la burocracia sindical aliada de la burguesía: dirigentes obreros juveniles, a las
elecciones. Joven obrero, vota obrero, no vota a patrón.
• Plenos derechos para los trabajadores inmigrantes de América Latina residentes en Colombia.
Democracia obrera y sindical para unificar la clase
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• Por la Democratización de la CUT, que los congresos de la Juventud Trabajadora tengan carácter decisorio
y no meramente “consultivo, asesor y deliberativo”, como plantea la Junta Directiva Nacional.
• Derecho de sindicalización, asociación y expresión cultural, deportiva y política de los jóvenes trabajadores.
• Por una Organización Gremial estudiantil democrática y de lucha, un Sindicato Estudiantil, con derecho a
afiliación a las Centrales Obreras, en especial la CUT, reivindicando la gesta progresiva de la MANE, antes de
ser burocratizada (reivindicando el embrión progresivo que significo la MANE, cuando movilizaba a las bases
estudiantiles, muy a pesar de su decadencia orgánica por nefastas políticas de sus direcciones).
• Reformas Estatutarias en los sindicatos afiliados a la CUT que garanticen mayor composición juvenil, y que
ésta se refleje en la composición interna y los cargos directivos y la Dirección Nacional de la CUT, con un
mínimo de 25% de jóvenes trabajadores menores de 35 años.
• Mantener el funcionamiento del Departamento de Juventud Trabajadora en los sindicatos donde exista,
paralelo a los de la Mujer, y crearlos en los que aún no existen.
• Plan de Formación político – sindical anticapitalista y capacitación jurídica y social de parte de la CUT, para
la juventud trabajadora.
• Que todos los sindicatos, centrales y Consejos Estudiantiles promuevan la inclusión de las demandas
específicas de los jóvenes en sus pliegos de peticiones.
• La CUT será la más férrea defensora de los jóvenes trabajadores colombianos en los contextos de trabajo y
el mercado laboral. Por la dignificación del trabajo juvenil y de toda la clase trabajadora colombiana.
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• Por un Eje Juvenil en las Campañas de la Sindicalización de la CUT, para obtener así la fuerza de la
organización unificada de la clase, unidos podemos más.
• La CUT impulsará e implementará estrategias flexibles para favorecer la sindicalización e ingreso de
trabajadores independientes y tercerizados.
La crisis generacional en la izquierda global y en el movimiento obrero y popular: ¿Qué
hacer? ¿Cómo entenderla?
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Foto: carteles “No queremos ser estigmatizados por nuestra experiencia“, “La renovación
generacional es una necesidad“, “Participación real de la juventud en la dirección de la CUT”, de los
jóvenes en el 6to Congreso (2014) de la Central Unitaria de Trabajadores de Colombia.
“Hay muchos dirigentes veteranos, inteligentes, cuadros, pero estamos atrapados en una dinámica
intrascendente en el fondo. Somos una izquierda que se muerde la cola, a la mayoría nos queda pocos
años de vida política y vemos que nuestros esfuerzos no han dejado casi nada que poco sirve en
términos de resultados prácticos aunque muy enriquecedora en términos morales y de coherencia
personal, pero intrascendente a nivel político-social. Es parte de nuestra tragedia.
¿Qué nos queda de tantos años de lucha? Ni siquiera dejamos una camada de jóvenes, formados para
la acción. Muchos ni siquiera convencimos a nuestros hijos. En eso también hay egoísmo. Nos creemos
superiores a las nuevas generaciones, nos creemos intocables en nuestros dogmas, poseedores de la
verdad. Miramos con desprecio las posiciones divergentes.
¡Nos volvimos casi viejos y no nos dimos cuenta! ¿Qué les decimos a los jóvenes? Qué les decimos de la
ciberadicción, la sexualidad, la violencia contra las mujeres, la rumba, el consumismo, las drogas?
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Nada que los atraiga a la izquierda [y las luchas sociales]. ¡Nada! Miremos las reuniones de la
izquierda: ¡puros viejos! ¿Acaso nos preguntamos por qué y qué hacer?” (1).
Introducción
Este es un texto proletario útil a todos los que quieran oponerse a las manifestaciones reales de
opresión generacional y burocrática, de la que hemos sido víctimas los jóvenes de abajo. ¡YA BASTA!
Una crisis larvada, a la vez sociobiológica, política y económica, integral, corroe las entrañas
fisiológicas de la izquierda global-nacional, los movimientos sociales y el conjunto de las
instituciones de la sociedad civil y el trabajo: la ‘crisis generacional’. A la par empieza a aparecer una
profusa literatura mundial, debates congresuales y opinión pública nacional de debate sobre el tema
(2). El debate generacional bordea y tensiona las fibras de toda la vanguardia mundial.
Jóvenes “versus” viejos, distintas edades y personalidades, extracciones sociales y posiciones, libran
una batalla silenciosa, otras veces enconada, por la conducción y funcionamiento de sus
organizaciones sociales, culturales y políticas. Lucha que se expresa a veces abierta, otra velada,
pero lo cierto es que tiende a acentuarse cada vez más y en ciertos momentos políticos puntuales, a
25 años de la restauración capitalista de los 15 Estados obreros burocráticos: URSS y Europa del
este, China Popular, Cuba, Vietnam y Corea del Norte, etc.
Una nueva etapa y generación pos-muro (o post-estalinista) está en la arena de combate, haciendo
su experiencia a base de palos y desorientada. Es apenas normal y natural –y hasta saludable– que
haya conflictos entre viejos y jóvenes. La generación Z (1990 – 2000) y T (2010 – 2020), a veces
llamada ‘millenial’.
En Colombia, después de 55 años, se augura el fin del conflicto armado y las nuevas generaciones,
nacieron después de hitos históricos globales y nacionales del 89 –caída del Muro de Berlín– y el 91
–nueva constituyente–, sumado al exterminio de 4.000 sindicalistas, dejando un vacío generacional
y orfandad para un propicio relevo. Una tragedia.
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Son comunes entonces las quejas y demandas, roces y ardides, actitudes de toda índole, duras
polémicas internas, pues estamos ante el florecimiento combinado y desigual de una camada y el
marchitamiento biológico de una vieja generación de luchadores, que se están muriendo para
siempre, sin menoscabar la muerte prematura e injusta de muchos jóvenes. Triste, pero cierto (sad,
but true). Esto golpea anualmente a los partidos de izquierda, sindicatos y organizaciones obreras
y populares de toda índole. Grandes pérdidas.
El marxismo y lo generacional
¿Cómo comprender este conflicto real, esta crisis generacional permanente, desde un punto de vista
materialista? La respuesta salta a la vista: haciendo análisis de clase y de las opresiones, una de ellas,
la generacional. Otro marco analítico, idealista, nos puede desviar del rumbo, un diagnóstico errado
y plantear una mala cura puede ser peor a la enfermedad.
El conflicto generacional es un subproducto de la sociedad de clases, de su lucha material y cultural.
Es decir, el conflicto generacional es un subconjunto del mayor de los conflictos “estructural y
estructurante” de todos los demás: la lucha de clases. En la lucha por las condiciones materiales de
vida y el poder, participan por de modo desigual y combinado viejos y jóvenes, para la reproducción
de sus respectivos intereses reales de clase.
Por ello para la burguesía es tan importante la herencia de bienes y patrimonial-jurídica, el
reclutamiento de cuadros jóvenes (delfines) para sus tareas en el aparato de Estado (partidos de
derecha europeos con nuevas caras) y en la economía, al igual que la utilización de la mano de obra
barata juvenil, para el fomento de la tercerización laboral, la extracción de plusvalía absoluta y el
abaratamiento de los salarios. Lo mismo para el proletariado, este necesita una prole que le ayude
a subsistir, además una cantera de cuadros sindicales y políticos, a los que ceda la antorcha, tras
mermar las energías.
Pero la lucha entre clases sociales no se expresa únicamente entre proletarios y burgueses, sino que
es transversal a otras luchas y opresiones que expresan el clasismo, como las de género, raza, étnica,
colonial-nacional, entre otras. Este fue el descubrimiento tardío pero colosal del marxismo en la
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posguerra, desprendiéndose del reduccionismo economicista del stalinismo, la cariturización del
materialismo histórico. Hoy se debate mucho en la izquierda la “interseccionalidad” (o “tema de las
opresiones”) de las luchas. Así pues, a la par del conflicto de clases, se expresa el conflicto
generacional, que se puede dar al interior de una misma clase o entre distintas (3).
Por eso ocurre que en el sindicato, el fenómeno de la burocracia, se asemeje a viejos líderes, con
toda una serie de privilegios que estancan la organización, oprimiendo a los afiliados, especialmente
a los jóvenes proletarios, con o sin sindicato. O en la empresa capitalista, entre directivos gerenciales
viejos y jóvenes, sus propuestas e innovación, modelos organizacionales, se pelean también. Lo
mismo ocurre entre los padres y los hijos de la clase media, que no quieren seguir el ascenso social
y sus cánones de clase. Aquí aparece la opresión generacional intraclasista e interclasista y el choque
intergeneracional, entre viejos jóvenes y jóvenes viejos, viejos viejos y jóvenes jóvenes.
Nahuel Moreno le reconoció al gran economista belga Ernest Mandel la genialidad de identificar un
“conflicto generacional” en la Revolución Cultural China, como un aspecto de la lucha de clases (4).
Análisis similares se podrían hacer con el mayo del 68, las luchas de la generación “baby boom” de
la posguerra tras los 60 millones de muertos de la Segunda Guerra Mundial, las revoluciones del
proletariado y la juventud en Europa del este contra las burocracias stalinistas, el fenómeno de la
juventud posfranquista y la Transición Española, más reciente los Indignados globales de 2011 para
acá, etc.
En el primer texto serio del marxista argentino Moreno, El Partido (1943), siendo apenas un
muchachito de 19 años y en plena consolidación, empalmar de grupos socialistas embrionarios con
las masas trabajadoras, tocó también “El problema de la juventud” en polémica con el viejo
oportunista y sectario de Liborio Justo Quebracho, hijo del presidente argentino y militar Agustín
Pedro Justo (1932 – 1938), señalando que:
“Nuestras organizaciones si desean hacer algo tienen el deber, para merecer el nombre de movimiento
político, de tratar de utilizar en todo sentido, ya sea la capacidad como la energía de todos esos viejos
militantes, buscando labores en los lugares juveniles, donde puedan desarrollarlas. Para atraer a la
juventud podemos y debemos utilizar a los viejos, una cosa condiciona la otra”.
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“La juventud ha sido y es la esperanza de todo auténtico movimiento revolucionario…Hoy día…lo
fundamental ha sido aproximarse como movimiento…a la juventud obrera o expresado más categórica
y exactamente a la vanguardia proletaria [en general, que surge de la luchas de masas]” (5).
¿Qué hacer? Síntesis generacional y democracia obrera
Pero no basta sólo con tratar de comprender tan complejo fenómeno, que tiene varias aristas u
ópticas de análisis. También hay que preguntarse, renglón seguido: ¿Cómo propender a solucionar
democrática, clasista y revolucionariamente este conflicto, esta crisis agudizada y opresión
generacional, sin caer en el sectarismo y en el oportunismo? Qué hacer…, manos a la obra…, diría
Lenin.
Algunas medidas resolutivas y paliativas que pueden valerse los movimientos sociales y los partidos
de izquierda, no como recetas sino ejes de lucha y concepciones ideológicas-organizativas, por parte
de las Comisiones de Ética o Moral y Juventud, las direcciones y Congresos, pero sobre todo por las
exigencias y batalla política de las bases juveniles revolucionarias, adultos conscientes y viejos
antiburocráticos consecuentes, según el contexto concreto de la lucha de clases que determina todo
y sujetas al debate público son:
– El apadrinamiento a la base juvenil y educación de los mayores a estos en base a la lucha y
asignación de tareas y moldeamiento. La vieja dirigencia revolucionaria tiene una responsabilidad
histórica, educativa, y es la de formar a la nueva generación que se fogueará en la lucha contra el
patrón y el gobierno, por la resistencia y la revolución social. Una educación integral: teórica,
organizativa, política, etc.
Será una educación recíproca y desigual y combinada pues los viejos tienen mucho que enseñarle a
jóvenes, pero estos también a estos. Necesariamente, habrá muchos vacíos, ausencias, orfandades,
por la ofensiva del imperialismo desde los noventa. Por ello, su deber es dejar una historia, una
tradición, unos principios y un fogueamiento de lucha, que los jóvenes “hagan su propia
experiencia”, se caigan, se estrellen y se levanten avantes, de nuevo, una y otra vez.
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Al respecto opina el sindicalista Pierkey Taboada: “[A]lgunos compañeros expresan públicamente su
deseo de que los y las jóvenes sindicalistas expongan sus ideas y hagan sus encuentros, pero que cuando
éstos deciden asumir responsabilidades o proponer su nombre para ser elegido a cargos de
representación dentro de los sindicatos, inmediatamente sacan comentarios como ‘puedes hacerlo,
pero aún no’ o ‘primero gatee, mijo, y después corra’. (...) Olvidan que alguna vez no sabían lo que hoy
saben y que fue la lucha por aprender la que les permitió ganar ese importante conocimiento. Olvidan
que pueden convertirse en los tutores y mentores desinteresados de las nuevas generaciones (...) Hay
que buscar una estética sindical que mantenga el espíritu de lucha, pero que también recoja los
símbolos que hoy manejan los jóvenes trabajadores".
"No todo es culpa de los compañeros directivos tradicionales y hay que reconocer que los jóvenes que
hoy se vinculan laboralmente no están interesados en hacer parte de los sindicatos por múltiples
razones: contratación laboral precaria que dificulta la sindicalización, extenuantes jornadas de
trabajo, múltiples actividades adicionales exigidas por la sociedad contemporánea, convenciones
colectivas que no aplican a los nuevos trabajadores, mala imagen de los sindicatos, etc".
"[V]enimos con la cultura de la desorganización... del individualismo que nos han sembrado en la
cabeza para que pensemos que la estabilidad laboral y el bienestar social y familiar sólo vienen como
consecuencia de un trabajo duro puesto por cada individuo y que la sola preparación profesional basta.
Se nos olvida que los grandes cambios económicos y sociales son producto del esfuerzo colectivo y
organizado" (Taboada, 2013).
– La promoción gradual y proporcional de cuadros jóvenes en organismos de dirección local,
regional y nacional, que hayan mostrado cualidades morales y políticas de lucha. Aplicar algo
paralelo a la discriminación positiva o cuota mínima de mujeres y sectores oprimidos.
– Sanciones y apartamiento de la dirección a cuadros viejos o jóvenes, que den muestras de
arribismo personal y prestigismo, corrupción y burocratismo despótico, apoliticismo y
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oportunismo, patronalismo, falta de destreza en la conducción y falta de autocrítica, maltrato y
violencia verbal-psicológica o física, a la militancia o miembros de una organización social o sindical.
– Camaradería, ambiente democrático y fraternal de trato entre los miembros, respeto mutuo y
reconocimiento de trayectoria de jóvenes a viejos y viceversa, sanción a signos de discriminación,
que enrarezcan el ambiente.
Quien valiéndose de su situación de poder, trate mal y discrimine a un compañero joven o viejo, está
contra los principios de la moral revolucionaria y la camaradería. Ni culto a la vieja guardia ni culto
a la joven militancia, por el sano ejercicio de la crítica y la autocrítica, en un marco de democracia
obrera.
Los miembros deben ser conscientes que la gerontofobia (opresión a los viejos) y la paidofobia
(opresión a los jóvenes) son ideologías burguesas y opresivas, que se usa la burguesía para fomentar
la división del proletariado y los oprimidos y golpea a todos, pues arrecia el desempleo y la baja de
salarios, el trabajo infantil y esclavo, la burocratización sindical y la precarización, la negación de
una pensión y jubilación digna y abandono psicosocial al adulto mayor, el militarismo burgués, de
una niñez y juventud sin derechos democráticos efectivos, recorte de derechos y conquistas al viejo
proletariado e impacto negativo al joven, toda la encrucijada que vive la juventud obrera y popular
en el mundo entero.
– Estipular en los estatutos, programas o textos internos, el centralismo democrático, la más amplia
democracia interna con garantías para las nuevas generaciones, la jerarquía de organismos y la
unidad, el sometimiento decisional de la minoría a la mayoría, la centralización de la acción
colectiva, la elección democrática transparente y congresos democráticos periódicos, con el
corolario de lucha contra las opresiones, entre ellas, a la juventud.
– El proceso de selección de cuadros con base en el rendimiento en la lucha de clases práctica no
solamente tiene un criterio democrático generacional sino en lo fundamental de clase. En lo posible
hay que dar prevalencia mayoritaria a los jóvenes obreros y mayores obreros que a los jóvenes de
otras clases, que deben ser minoría y deben tener un control democrático.
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La proletarización de las organizaciones es la garantía democrática que de no degeneren las
organizaciones y esta va íntimamente ligada a la oxigenación generacional, a las nuevas camadas de
jóvenes que ingresen a las organizaciones sociales y políticas. Fortalecimiento y oxigenación no sólo
de la columna vertebral de mando dirigente sino de todo el cuerpo social de una organización y
músculos, con el ingreso de jóvenes.
¡No os moráis sin antes esforzaros por crecer y multiplicaros!, es nuestro mensaje a los viejos y
adultos dirigentes revolucionarios y sindicales. ¡Paso a la juventud! ¡Abajo el burocratismo y el
arribismo!, tal es el grito de guerra antiburocrático y proletario de Trotsky en su Programa de
Transición (1938):
“[A]ún entre los obreros que en un tiempo ocuparon las primeras filas, actualmente hay no pocos
fatigados y decepcionados…El movimiento se renueva con la juventud, libre de toda responsabilidad
del pasado…Sólo el entusiasmo fresco y el espíritu beligerante de la juventud pueden asegurar los
primeros triunfos de la lucha y sólo éstos devolverán al camino revolucionario a los mejores elementos
de la vieja generación. Siempre fue así y siempre será así”.
La lucha contra la burocracia sindical y el reformismo, su opresión generacional, hace parte del
programa de revolución política en las organizaciones sociales y políticas del proletariado, en las
que las nuevas camadas juveniles obreras, pueden cumplir un rol progresivo por la democracia.
La lucha o contradicción fundamental en esencia no es entre viejos – jóvenes, sino entre intereses
de clase, programas, es político, donde se alienan bien sectores jóvenes y viejos, indistintamente.
Luchamos por organizaciones saludables y una nueva sociedad, una síntesis de lo viejo y lo nuevo,
por lo cual negamos la falsa disyuntiva sobre el “gobierno de los viejos” sabios o burócratas y el
“gobierno de los jóvenes” impúberes o inexpertos, con el epíteto positivo o negativo y estereotipado
que queramos ponerle a ambos.
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¡Ni gerontocracia ni paidocracia, por la democracia proletaria y la unidad obrera! Ni paternalismo
ni juvenalismo pequeñoburgués (desviación juvenil, de izquierda o derecha). Contra el
burocratismo senil y el oportunismo juvenil-juvenalismo, adelante la democracia obrera, tal es
nuestra síntesis generacional y dinámica. La lucha contra la opresión generacional, es una tarea
democrática unitaria pero también clasista.
La juventud genérica, especialmente la pequeñoburguesa, tiene una tendencia a importantes
desviaciones prácticas a ideológicas, es normal por su inexperiencia, por ello las organizaciones
políticas y sociales, deben crear mecanismos de control y de resorte, que impidan que controlen el
aparato las capas medias juveniles y urbanas, no obreras ni campesinas, pues tenderán a un
burocratismo a la inversa del senil e igual o peor de oportunista, a renegar de la tradición
revolucionaria, con el aluvión posmoderno y reformista, capitulando a la burguesía y el régimen.
El oportunismo pequeñoburgués, reformista y juvenil, también agita las banderas de la renovación
generacional, etc, etc, se viste de seda para reproducir valores, para avanzar en sus pugnas
interburocráticas con otras corrientes y con fines mezquinos de su clase, igual o peor a los viejos
burócratas. Por ello no siempre un sector juvenil que reclama democracia es progresivo, hay que
caracterizarlo políticamente y mirar su tendencia y caso concreto.
Para la muestra de un botón y por citar unos cuantos casos: el neoreformismo global y caras como
Pablo Iglesias y el impúber Iñigo Errejón de Podemos, Alberto Garzón de Izquierda Unida PCE,
Alexis Tsipras de Syriza.
En el ámbito nacional: Jairo Rivera de FARC, Sergio Fernández del MOIR-POLO, et.al. En el ámbito
del trotskismo y las filas revolucionarias, la ruptura del PSTU-B y el surgimiento oportunista del
MAIS – PSOL, con numerosos cuadros jóvenes.
Las camadas jóvenes universitarias e intelectuales pequeñoburgueses del Secretariado Unificado
europeo y mundial, que fortalecen el revisionismo. Las caras jóvenes del sindicalismo de
conciliación de clases. Los nuevos jóvenes (hasta de “izquierda”) que apoyan a candidatos de
partidos tradicionales neoliberales. Etcétera.
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Sobre el posmodernismo juvenil y la nueva intelectualidad, con sus diversos matices e intereses de
clase, cabría traer a colación la obra literaria del italiano Giovanni Papini, quien sostenía
irónicamente:
“Este infantilismo progresivo se encuentra incluso en la filosofía [y en la política]. A la razón, a la
dialéctica –cualidad y fuerza del hombre maduro– sustituyen siempre el estro, el inconsciente, la
intuición, [la fe y el voluntarismo], en suma, lo irracional [los rasgos pragmáticos y empíricos del
oportunismo], propio del espíritu del muchacho” (6).
– Que en los balances de las direcciones y eventos congresuales y plenarios, haya un punto de
balance sobre el problema generacional, el avance o retroceso en la síntesis generacional. La
juventud obrera y popular debe dar esta batalla y ser intransigente y hostil a las expresiones
antidemocráticas y burocráticas normalizadoras al interior de las organizaciones y la sociedad. No
callar ni dejar pasar. Además que haya las garantías democráticas, para que el militante joven o
mayor, de dirección o de base, pueda expresar sus opiniones y denunciar casos de discriminación,
de haberlos.
– Un avance en la formación y estudio marxista de las opresiones, tales como el machismo, el
racismo, colonialismo, xenofobia y lbgbtfobia, etc, entre ellos, la opresión (o discriminación)
generacional, tal que se entienda el fenómeno desde la lucha de clases. Una labor vital es superar el
negacionismo y minimización de la opresión-discriminación de viejos a jóvenes o viceversa,
reconocer que existe, sus causas y efectos, buscarle una solución materialista. Hay que reactualizar
y revitalizar la teoría revolucionaria. Pesa sobre nosotros un lastre y ausencia, un retraso
programático y teórico-político inmenso. Dentro de los programas obreros y de masas, debe haber
subcapítulos o eje juvenil de reivindicaciones.
– Se necesita construir programática y políticamente el movimiento juvenil de masas y gremial
democrático, de todas las tendencias políticas, en el sindicalismo, en el estudiantado, en el
campesinado, en las barriadas populares y las expresiones culturales, en los partidos de izquierda.
Por el fomento y creación de comisiones de la juventud y colaterales juveniles en el movimiento de
masas y en los partidos. Por ello los planes de captación en la juventud obrera y popular, se vuelven
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de crucial importancia, de vida o muerte, para el futuro de las viejas organizaciones y las emergentes
de los trabajadores.
Clase obrera, la clase social más joven
Para finalizar, acerca de la salud de las clases sociales e individuos pertenecientes a ella y su tiempo
biológico e histórico de vida, íntimamente ligado a la ‘cuestión generacional’, habría que decir que:
La pequeña burguesía (pequeños empresarios, campesinado con minifundios y tierras medias,
comerciantes, profesionales liberales tales como asalariados pequeñoburgueses y consejeros
medios del capital, arrendadores, etc) es una clase vieja y fluctuante –es decir, oportunista– a
merced de otras clases de más de 5 siglos que remite a los artesanos, campesinos, rentistas y élites
medias serviles al poder en la Edad Media y la temprana modernidad.
La pequeña burguesía contemporánea están siendo golpeada y desmantelada globalmente sobre
todo en sus estratos inferiores, son sumamente inestables, arrojada a los brazos del proletariado o
el lumpen, pese a numerosas clases medias heterogéneas que son el sostén del régimen burgués
imperialista, alrededor de 1 o 2 mil millones o muchísimos más, hay una tendencia global a la
proletarización de la sociedad, el paso del campesinado al proletariado agrícola, la urbanización e
informalidad (millones de vendedores ambulantes) y la acumulación de capital, que hacen quebrar
el pequeño capital.
Esto es un hecho, más allá del ascenso social y el sostenimiento gubernamental de capas medias
aristocráticas y reaccionarias de las grandes urbes, muy numerosas también, que como la definiría
Marx a la pequeña burguesía reaccionaria, son “serviles con los de arriba, tiránicas con los de abajo”
(7).
El lumpen proletariado (mendigos, homeless, pobres absolutos, delincuentes bajos, hambrientos,
etc) es la clase del marasmo y decadencia permanente de la civilización moderna y pobreza de
sistemas de producción anteriores, una pandemia global, muy numerosa, 1.100 millones con menos
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de 1 dólar al día, o tal vez varios millones más, pero no tiene perspectivas de ser el abanderado del
cambio, vanguardia, por su precaria situación material y cultural.
Este “proletariado no proletario” también está a merced de las otras clases, la beneficencia pública,
los programas sociales del Estado, como la represión del mismo –hacinamiento de cárceles, hasta
limpieza social hay– y hostilidad de los que laboran y la contrarrevolución en casos históricos –no
en todos–, el populismo y reaccionarismo de los partidos, en temas de seguridad y qué hacer con
ellos.
Por su parte, la burguesía es una clase senil parasitaria de hace 4 siglos y hoy se hace cada vez
menos numerosa, es decir, más monopolista, 300 personas tienen el patrimonio equivalente a 3.000
millones de proletarios y pequeños burgueses. Las burguesías medias y nacionales, unas de menos
calibre, 205 millones, no dejan de ser de todos modos una aristocracia miserable, que tiene como
ejército y defensores de millones, a la clase media alta y media, el 30% o 40% de la población
mundial, lo mismo a las clases bajas y asalariadas que son la mayoría de la humanidad, su soporte
pasivo temporario y fluctuante.
Los éxitos y avances (tecnológicos, científicos, económicos, etc) de la burguesía contemporánea, su
emprendimiento y genialidad progresiva, a diferencia de la moderna, han sido gracias a las otras
clases, a sus subalternos, más que a sus méritos como clase, apenas aporta su chequera y acciones,
y una mentalidad reaccionaria y regresiva, pues es parasitaria y prescindible socialmente. La
sociedad puede funcionar sin ellos. La burguesía se torna lumpen también cuando participa del
narcotráfico y la criminalidad con las franjas pequeñoburguesas, el saqueo al erario público y el
lobby, la llamada corrupción, saqueo colonial descarado y la especulación financiera parasitaria, etc.
En cambio, la clase obrera es la clase joven global por excelencia, la más joven y base estructural del
capitalismo, de la riqueza común de toda la sociedad, de la que es privada, cuenta con 2 siglos de
existencia y en algunos países poco más de cien años y pico de existencia.
Es una clase adulta, con experiencia y una tradición riquísima, y adolescente a la vez, pues se
renueva, con los cambios de la producción. Es a la vez madura e infante, por los avatares políticos
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de la lucha de clases. No en vano se hizo del poder en 15 estados en el siglo pasado y hoy se
encuentra desorientada e impúber, analfabeta funcional, al perder sus conquistas socialistas y
tradición, por mor de la contrarrevolución imperialista, que hay que recuperar. A los proletarios no
les han regalado nada. Todo lo han conquistado con lucha.
Que Marx y Engels la hayan llamado “proletariat” en remembranza de los esclavos del Imperio
Romano, no es casual, pues es la clase dominada o bestia de carga laboral que encarna la rebelión
universal contra la sociedad de clases, en especial, las viles clases altas y medias, aliadas a su
régimen. Como le dijo Varro a Espartaco: “Eso es lo que eres para ellos [los ricos], oro forrado de
sangre y piel” (Serie televisión Spartacus, Blood and Sand, 2010).
El proletariado trabaja mucho pero no tiene medios de producción (tierras, etc) sino su sola fuerza
laboral y una “prole” de hijos, para subsistir, malvivir, más allá de migajas sociales y concesiones
políticas temporales (“derechos”), arrancadas al Senado y Emperador, los políticos plebeyos
populistas y los patricios, para mantenerles estratégicamente en esclavitud, con algunas mejoras a
su calidad de vida.
El proletariado del capitalismo es la clase social (con todos sus sectores) de los países imperialistas
y dependientes que no tiene medios de producción industriales y no industriales, es explotada por
la clase capitalista y pequeñoburguesa, extrayendo directa e indirectamente plusvalía y tiene unas
condiciones materiales de existencia de pobreza relativa, media y absoluta baja, inclusive los que
tienen ingresos medios y estratos privilegiados superiores, una vida relativamente confortable, en
ciclos económicos ascendentes y descendentes del capital.
Los modernos y contemporáneos batallones de asalariados industriales fundamentales (8),
columna vertebral prole, los asalariados bajos y medio bajos del sector primario, secundario y
terciario, sus familias e hijos, el ejército industrial desempleado temporal y los jubilados
asalariados, son los que componen esta clase proletaria/obrera entre 3 y 4 mil millones de
habitantes, casi el 50 o 60% de la población mundial.
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Sus aliados potenciales del pueblo, son las capas bajas y medio bajas de la pequeña burguesía rural
y urbana y el semiproletariado, los sectores populares y oprimidos, radicales y pauperizados
también numerosos.
Es la clase obrera global la que puede extinguir como clase, es decir, socialmente, al parasitismo
burgués y la pandemia de la pobreza lumpen y el lumpenismo pequeño y gran burgués, todos los
males sociales que estos acarrean.
En esta juventud laboral, en esta clase social lozana, está signada el futuro de la humanidad, la
esperanza y todas las demandas fundamentales no solo de sí, sino de las otras clases humanas, de
otras especies no humanas y el medio ambiente. Las muy pequeñas minorías revolucionarias y
cuadros disidentes de la clase media y alta, deben ayudar a la clase más joven y baja, la más
numerosa y con más porvenir, base de todo el progreso acumulado: la clase obrera global.
Estos deben contribuir a sus partidos y sindicatos, sus luchas espontáneas en calles, barrios y
empresas, a sus armas de lucha y combate cotidiano, en primer lugar, aprender de ellos con
humildad y ayudarles a organizarse, acompañarles, en segundo lugar, coadyuvar en su instrucción
y reclutamiento en la formación de un partido obrero revolucionario mundial.
Los trabajadores son la clase joven que tiene tareas históricas por delante, proyección. Es la clase
de vanguardia, pese a las nebulosas posmodernas de “nuevos sujetos”, reflejo indirecto de la
cruzada ideológica de los vencedores. La clase obrera es la que puede acaudillar las luchas del
pueblo, ser hegemonía, satisfacer consecuentemente las demandas democráticas y materiales de
sus aliados. La nueva generación obrera, en el neoliberalismo, tiene poco o nada que perder, excepto
sus cadenas, pues vive en contratos-basura, no tiene sindicatos y partidos, no tienen derechos
laborales, viven grandes penurias de todo tipo, etc, pese al colosal avance de la tecnología y la
cultura.
Es así como adquiere el sentido de la divisa de “ser joven” y “ser obrero”, la contradicción
“generacional” que es “clasista”, la antítesis de la “paidocracia-gerontocracia” en las instituciones y
las edades de los grupos sociales y personas biológicas, entre “lo joven y lo viejo” en la historia, su
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mutua imbricación y “desarrollo desigual y combinado”, lo que nace y lo que muere en las
sociedades, el interregno y la transición, entre lo obrero y no obrero.
El socialismo y el proletariado son la juventud del mundo, los protagonistas del nuevo milenio que
estamos viviendo y entrando. En una palabra muy de moda y en boga: son los auténticos
“millennials”. El liberalismo burgués, el capitalismo, la clase empresarial, son lo antiquísimo de hace
cinco siglos, las trabas del progreso, de lo que hay que superar.
Quisiera terminar con la alusión generacional de Juan Sánchez, militante histórico y carismático del
Partido Socialista de los Trabajadores, participante en la Brigada Simón Bolívar en la Revolución
Nicaragüense, sindicalista de ASPU y delegado al 6to Congreso de la CUT, hecha a los millennials de
un ínfimo país bananero sudamericano:
“Yo me politicé como estudiante [joven], yo me hice socialista fue en los años 70 y lo que combatí fue
justamente una concepción de socialismo profundamente equivocada: de revolución por etapas, o que
teníamos que esperar que bajaran de las montañas a liberarnos, o que se podía construir una sociedad
socialista en un solo país. He luchado durante 40 años contra esa concepción. Y lo que queda
demostrado ahora con esta negociación de la guerrilla [FARC-EP y ELN] es que esa estrategia
[vanguardista] fracasó. Hay que ponerle un nombre a eso. Y no vamos a hacer un juicio moral: porque
quienes dieron su vida, luchando por cincuenta años, luchando por un ideal, merecen nuestro más
profundo respeto, nuestra más profunda admiración”.
“Uno tiene que saber en qué sociedad está [situado]. Y la sociedad colombiana es una sociedad que se
urbanizó. El 80% de la población vive en cabezas municipales o vive en grandes ciudades. El 25% está
metida en 3 ciudades: Bogotá, Medellín y Cali. Nuestro país es un país urbano, un país de asalariados
fundamentalmente, inclusive de proletarios agrícolas como los cañeros del Valle o los cosecheros de la
palma africana o el banano en Urabá. Entonces nuestro país tiene una lógica social a la cual se tiene
que corresponder un proyecto político, y creo que el proyecto no puede ser distinto que un Proyecto
Socialista. Nuestra sociedad está madura para la revolución socialista, en el terreno objetivo”.
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“La principal tarea [en el terreno subjetivo] es construir organizaciones democráticas de masas,
organizaciones gremiales que reivindiquen los derechos de las mayorías, segundo, necesitamos
organización política, que haya mucha politización. Nosotros proponemos frente a eso un programa
socialista, un cambio radical, no un cambio de modelo, a un capitalismo neoliberal a un supuesto
capitalismo democrático, no, necesitamos cambiar el capitalismo por una sociedad socialista, porque
el capitalismo lo único nos ofrece para el futuro, es barbarie, degradación, desempleo, destrucción de
fuerzas productivas, eso es lo que nos ofrece y tenemos que hacer el esfuerzo de superarlo”.
“Lo que reclaman los jóvenes [de todo el mundo] es que les dejemos como herencia condiciones de
trabajo dignas. Y lo que nosotros tenemos que tratar dejarles como herencia es una nueva sociedad,
construida sobre principios radicalmente distintos, de solidaridad, equidad, igualdad, para
ellos…reivindico eso como una meta que nos tenemos que proponer como trabajadores”
“Ahora Colombia es ‘más competitiva’ porque se regala el trabajo de nuestros jóvenes…Nosotros que
aún tenemos derecho a una pensión y tenemos la obligación de pensar en esa nueva generación, eso es
lo que reclaman nuestros jóvenes y por eso tienen derecho a estar en los cargos directivos de la Central
para que no seamos todos estos canosos, acomodados [burócratas] y probablemente con buenos
salarios como yo, los que pretendamos negociar el Salario Mínimo” (9).
“Lo que se viene va a ser la tarea de Uds. [los jóvenes] como generación. Lo que hemos hecho nosotros
[los mayores] durante cuarenta o cincuenta años es resistir. Aquí se abre una nueva experiencia [de
lucha en el globo, el continente y el país, tras el fin del conflicto armado y la caída del aparato
gubernativo mundial stalinista]…Ojalá que Colombia, que siempre ha estado en contravía, para el lado
de atrás, para el lado reaccionario, ahora se vuelva en contraria, pero por el lado revolucionario.
Gracias”.
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Homenaje a Libardo Rodríguez Marín, docente de escuela, dirigente sindical clasista magisterial,
líder barrial, concejal municipal de Flandes, Tolima, militante socialista revolucionario del PST:
https://www.youtube.com/watch?v=dgsf9rmCP3M
Notas
(1) Panclasta, Biófilo. (2013). Reflexiones de un viejo militante
La Izquierda colombiana, ¿qué? Disponible en
Rebelión: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=161835
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(2) “El esquivo verbo a renunciar (a los cargos) en la izquierda colombiana” (2015), Alfredo Holguín
de la Fundación Walter Benjamin; “Recambio en la izquierda colombiana” (2014), Felipe Pinera,
Portal 2 Orillas; “Relevo generacional” (2011), Santiago Montenegro, prensa El Espectador; “Juntar
alegres rebeldías juveniles: aportes a una polémica” (2018), Cristian Hurtado, Prensa Rural; “Paz,
transición y debate generacional” (2015), Lucas Carvajal, Semanario Voz; "El camino de los jóvenes
en la CUT" (2013), Pierkey Taboada, El Turbión; "Política de jóvenes en la CUT" (2014),
Departamento de la Juventud y el Menor Trabajador.
(3) Anselmo, Julio. (2017). Lucha generacional y lucha de clases. En: Breves apuntes sobre juventud
desde un punto de vista marxista. Disponible en Blog Teoría & Revolución y traducido al español en
LIT: https://litci.org/es/menu/juventud/breves-apuntes-juventud-desde-una-perspectiva-
marxista/
Otros textos relacionados con la cuestión generacional son: “La juventud para el trotskismo: los
debates de Trotsky” (2018) de Yuri Gomes, “Socialismo y Juventud: historia y formas de organización”
(2017) y “Los bolcheviques y la juventud” (2017) de Julio Anselmo, publicadas en el website de la
Liga Internacional de los Trabajadores.
(4) Moreno, Nahuel. (1969). Las revoluciones China e Indochina. Disponible en Marxist Internet
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(5) Moreno, Nahuel. (1943). El Partido. Disponible en el archivo Nahuel Moreno de la UIT –
CI: http://www.nahuelmoreno.org/pdf/El%20Partido.pdf
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(6) Papini, G. (1931). Paidocracia. En: libro Gog (1931), págs. 134 – 136. Disponible virtualmente
en: http://www.librosmaravillosos.com/gog/pdf/Gog%20-%20Giovanni%20Papini.pdf
(7) Marx, K. (1854). “The English Middle Class”. Disponible en Marxist Internet
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(8) Almeida, Eduardo. (2017). NOTAS SOBRE LA EVOLUCIÓN DEL PROLETARIADO INDUSTRIAL
(2017). En: Revista Marxismo Vivo – Nueva época n. 9. Págs. 7 – 26.
(9) Sánchez, Juan. (2016). Salario mínimo en Colombia. ¿$1’500.000? Propuesta presentada al
Congreso de la CUT, minutos 1:33 – 3:01, 5:45 – 6:26. Disponible en
YouTube: https://www.youtube.com/watch?v=k0h7WtVjzTk&t=11s
(10) Sánchez, Juan. (2015). Conferencia “Situación nacional y política de la Educación Superior en
Colombia” (2015), minutos 55:48 – 56:51, 57:15 – 58:14, 1:04:20 – 1:06:54. Disponible en
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