n 20100426 galileo galilei el gran investigador cientifico
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N-20100426
Galileo Galileí, el gran investigador científico, en tiempos de la temible Inquisición.
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Galileo Galilei, astrónomo y físico italiano, nacido en Pisa el 15
de febrero de 1564 y fallecido en Arcetri el 8 de enero de 1642. A los
veinticinco años Galileo fue nombrado profesor de matemáticas de la
Universidad de Pisa. Como profesor, Galileo prosiguió su búsqueda de la
verdad, analizando las teorías científicas de Aristóteles mediante la
aplicación de las matemáticas y las observaciones experimentales. Con la
ayuda de un telescopio y al orientarlo hacia el cielo por la noche, quedó
fascinado. “Doy gracias a Dios, que ha tenido a bien hacerme el primero
en observar las maravillas ocultas a los siglos pasados”. Todo ello le
abrió nuevos campos del conocimiento que describió en un breve texto,
denominado “Sidereus Nuncius”.
Esta broma de atribuirse mensajero celestial pronto llegó a los oídos
de los reverentísimos señores de la Inquisición, que prestos lo llevaron
ante el “Santo Oficio” para juzgarle por “hereje”, sólo por haber
manifestado, por escrito, lo que en el cielo veía con su telescopio de 32
aumentos y verificaba si cuadraba con sus cálculos matemáticos.
Aunque su padre deseaba para Galileo la profesión médica, éste se
sintió atraído ya desde muy joven por las matemáticas y las ciencias. En
1581, con diecisiete años de edad, al observar en la catedral de Pisa el
balanceo de un candelabro sometido a una corriente de aire, se dio
cuenta de que el período de este movimiento no dependía de la amplitud.
Investigaciones posteriores realizadas por él mismo le llevaron a la
conclusión de que dos péndulos de igual longitud son isócronos
(movimientos que se hacen en tiempos de igual duración).
1
El campo de observación y de investigación de Galileo abarcó
muchísimas facetas: inventó un termoscopio para medidas de
temperaturas, una balanza hidrostática...; pero su fama inmortal se
debe al estudio del comportamiento de los cuerpos en caída libre,
logrando disminuir la aceleración mediante el empleo de planos
inclinados. Llegó a la misma conclusión que Leonardo da Vinci (1) un
siglo antes: la aceleración de caída es constante.
Galileo Galilei explicando el sistema de Copérnico en la Universidad de Padua, denominado, también sistema Heliocéntrico, donde el SOL ocupa el centro del sistema planetario.
En contra de Aristóteles (2), sostuvo la idea de que toda fuerza
constante produce un movimiento uniformemente acelerado; llegando
incluso a fundamentar la balística sobre unas bases totalmente
científicas. Su carácter, no siempre comprendido le hizo trasladarse a
Padua. Según cita de Asimov, «Galileo casi siempre se hacía poco
simpático a la gente influyente, porque tenía un ingenio a la vez brillante
2
y lleno de sarcasmo, y lo usaba para burlarse de los que no coincidían en
ideas con él. y se convertían, por tanto, en sus enemigos acérrimos».
Ya en Padua, interesado por la Astronomía, construyó un telescopio
de 32 aumentos: y con él descubrió las montañas de la Luna y las
manchas del Sol. Demostró también que el Sol gira en torno a su eje en
27 días y determinó, asimismo, la orientación del eje solar. Puso de
manifiesto que el Universo podía ser infinitamente grande y que la Vía
Láctea debía estar compuesta por millones de estrellas. Descubrió cuatro
satélites de Júpiter, lo que constituía una prueba en favor de la teoría
heliocéntrica de Nicolás Copérnico. La publicación de todos estos
descubrimientos y su interpretación trajo como consecuencia que el papa
Pío V, influido por los adversarios del gran científico, declarase herejía
(3) la doctrina de Copérnico, por lo que Galileo se vio reducido al silencio.
Esto ocurría el año 1616 y en tiempos del papa Paulo V.
En 1632, siendo ya tiempos del papa Urbano VIII, Galileo publica su
obra maestra: “Diálogo sobre los dos mayores sistemas del mundo”,
considerada por los doctores de la Iglesia como injuriosa; motivo por el
cual Galileo fue juzgado como “hereje” por la “Santo Oficio” ante cuyo
Tribunal abjuró de sus “errores”. // Actualmente se considera a Galileo
como el “padre” de la ciencia moderna y el primer introductor de lo que
hoy llamamos “método científico”.
3
Galileo se enfrentó en diversas ocasiones con las autoridades eclesiásticas de Roma en defensa de la teoría heliocéntrica y al final, le obligaron a renegar de sus afirmaciones por dos veces y a renunciar a su defensa.
Galileo Galilei juzgado por el “Santo Oficio”
Texto original de la sentencia contra Galileo, por jueces del “Santo Oficio” de la Iglesia Católica Romana el miércoles, 22 de junio de 1633.
Vestido con toga blanca de penitente, Galileo fue conducido a la Sala
de la Inquisición. Delante de él, sentados en un semicírculo, había ocho
cardenales juntos con sus asistentes y varios testigos… // Se abre la
vista:
LA SENTENCIA INQUISICIONAL
Se le ordenó a Galileo que se arrodillara para escuchar la condena clerical y la sentencia de la Santa Sede de la Inquisición:
Puesto que vos, Galileo, de setenta años de edad, hijo del florentino
Vincenzo Galilei fuisteis denunciado en el año 1615 ante este Santo
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Oficio por apoyar como cierta la falsa doctrina enseñada por algunos de
que el SOL es el centro del mundo y es inmóvil y que la TIERRA se mueve
con movimientos diarios; por tener discípulos a los que enseñasteis la
misma doctrina; por mantener correspondencia con ciertos matemáticos
de Alemania sobre lo mismo; por haber impreso ciertas cartas, recogidas
en una obra titulada Historia y demostraciones acerca de los manchas
solares, en la que desarrollabais la misma doctrina como cierta; y por
responder a las objeciones extraídas de las Sagradas Escrituras y que de
vez en cuando se os presentaban, interpretando las citadas Escrituras
según vuestros propósitos; y en tanto que hubo sobre esto una copia de
un documento en forma de carta, supuestamente escrita por vos a uno de
vuestros antiguos discípulos, y en ella se muestran propuestas más
profundas, siguiendo la idea de Copérnico, y que son contrarias al
verdadero sentido y autoridad de las Sagradas Escrituras,
En consecuencia, teniendo este Sagrado Tribunal la intención de
proceder en contra del alboroto y el daño resultante, que ha ido
incrementando en perjuicio de la Santa Fe, por orden de Su Santidad y de
los eminentísimos señores cardenales de esta Inquisición suprema y
universal, las dos proposiciones sobre la inmovilidad del SOL y el
movimiento de la TIERRA han sido calificadas por los teólogos
calificadores como sigue:
La propuesta de que el SOL es el centro del mundo e inmóvil es
absurda, filosóficamente falsa y formalmente herética, ya que es
expresamente contraria a las Sagradas Escrituras. La propuesta de que la
TIERRA no es inmóvil ni es el centro del mundo, sino que se mueve con
movimiento diario, es igualmente absurda y filosóficamente falsa y
teológicamente errónea en la Fe.
Pero estando decidida en esa ocasión a trataros con indulgencia, la
Santa Congregación, reunida con Su Santidad el 25 de febrero de 1616,
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decretó que su eminencia el señor cardenal Belarmino debería ordenaros
abandonar totalmente la falsa doctrina ya citada, y os sería impuesto un
mandato judicial por el comisario del Santo Oficio para abandonar la
citada doctrina y no enseñarla a otros, ni defenderla, ni siquiera
discutirla; y que si no consentíais a este mandato debíais ser
encarcelado. Para ejecutar este decreto, al día siguiente, en el palacio y
en presencia del cardenal Belarmino, después de haber sido informado y
advertido de una forma amistosa par el mismo señor cardenal, se os
entregó un mandato por el entonces padre comisario del Santo Oficio en
presencia de un notario y de testigos para que abandonarais
completamente la falsa opinión y para que en el futuro no pudierais
apoyarla, defenderla, ni enseñarla en ningún modo, ni oralmente ni de
forma escrita: una vez prometida vuestra obediencia se os permitió
partir.
Además, para eliminar completamente tan perniciosa doctrina, y para
no permitir que avanzara más en detrimento de la verdad católica, la
Santa Congregación del Índice emitió un decreto en el que se prohibían
aquellos libros que tratasen sobre este tema y se declaró la doctrina
falsa y completamente contraria a las Sagradas Escrituras.
Y dada que aquí ha aparecido recientemente un libro, impreso en
Florencia el año pasado, en cuya dedicatoria se muestra que sois el
autor, cuyo título es: Diálogo de Galileo Galilei sobre los dos máximas
sistemas del mundo ptolomeico y copernicano; y puesto que la Santa
Congregación ha informado de que con este libro se estaba divulgando la
falsa opinión del movimiento de la TIERRA y la inmovilidad del SOL y que
cada día tenía más impacto, el citado libro ha sido examinado
diligentemente y se ha determinado que viola explícitamente el mandato
que se os dio; ya que en el propio libro defendéis la opinión ya
condenada y así declarada ante vos, aunque en el libro intentéis, a través
de varios recursos, dar la impresión de dejarlo sin decidir e marcarlo
como probable: este es también un error grave, ya que no hay forma
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posible de que una opinión etiquetada como contraria a las divinas
Escrituras sea probable.
Por lo tanto, por orden nuestra fuisteis convocado ante este Santo
Oficio, donde, interrogado bajo juramento, reconocisteis el libro como
escrito e publicado por vos. Confesasteis que hace diez o doce años.
después de que se os diera un mandato citado anteriormente,
empezasteis a escribir el citado libro, y que entonces pedisteis permiso
para imprimirlo sin explicar a aquellos que os dieron dicho permiso que
os encontrabais bajo el mandato de no apoyar, defender o enseñar tal
doctrina de ningún modo.
Asimismo confesasteis que, en varios puntos de la exposición del
citado libro está expresada de tal manera que un lector podría
interpretar que los argumentos dados por la parte falsa eran lo
suficientemente efectivos como para ser más convincentes que
disuasorio. Vuestras excusas por haber cometido un error, como dijisteis,
tan ajeno a vuestra intención, fueron que lo habíais escrito en forma de
diálogo, y que todo el mundo siente una satisfacción natural por su
propio ingenio y por mostrarse más inteligente que un hombre común al
encontrar ingeniosos e aparentemente probables argumentos que
apoyan incluso proposiciones falsas.
Cuando e os dio un plazo conveniente para que presentarais vuestra
defensa, aportasteis un certificado manuscrito del eminentísimo señor
cardenal Belarmino, que dijisteis haber obtenido para defenderos de las
acusaciones de vuestros enemigos, que alegaban que os habíais
retractado y que habíais sido castigado por el Santo Oficio. Este
certificado dice que ni os habíais retractado ni habíais sido castigado,
sino que se os había notificado la declaración hecha por Su Santidad y
publicada por la Santa Congregación del Indice (libros prohibidos), cuyo
contenido es que la doctrina del movimiento de la TIERRA y la inmovilidad
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del SOL es contraria a la Sagradas Escrituras y que por lo tanto, no
pueden ser ni apoyadas ni confirmadas. Dado que este certificado no
contiene las dos formulaciones del mandato, véase “enseñar” y “de
ningún modo”, se supone que debemos creer que en el transcurso de
catorce o dieciséis años las habéis olvidado, que por esta misma razón no
comunicasteis nada sobre este mandato cuando solicitasteis la licencia
para publicar el libro (Dialogo).
Además debemos creer que remarcasteis todo esto no para excusaros
del error, sino para atribuirlo a la ambición vanidosa más que a la
malicia. Sin embargo, el certificado que aportasteis en vuestra defensa
agrava aún más vuestro caso ya que, a pesar de que dice que la citada
opinión es contraria a las Sagradas Escrituras, os atrevisteis a tratarla,
defenderla y mostrarla como probable; tampoco os ayuda el permiso que
obtuvisteis astutamente y con artimañas ya que no mencionasteis el
mandato bajo el que os encontrabais.
Dado que no creíamos que hubierais dicho toda la verdad sobre
vuestra intención, consideramos necesario proceder contra vos
sometiéndole a un riguroso examen, en el cual, sin perjuicio alguno de las
cosas por vos confesadas y contra vos deducidas sobre vuestra intención,
respondisteis católicamente.
Por lo tanto, una vez vistas; consideradas seriamente las
circunstancias de vuestro caso, junto con las citadas confesiones y
excusas y cuanta razón debía ser tenida en cuenta y considerada, hemos
concluido contra vos lo que sigue.
Por consiguiente. invocando al Santísimo nombre de nuestro señor
Jesucristo (4) y a su gloriosa madre, la siempre virgen María; y como
tribunal, con el consejo de los reverendos Maestros de la Sagrada
Teología y los doctores de ambas leyes, nuestros consejeros; en este
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escrito pronunciamos la sentencia final del caso que nos ocupa entre el
Magnifico Carlos Sinceri, doctor de ambas leyes y procurador fiscal de
este Santo Oficio, de una parte.; Galileo Galilei, el antes citado reo, aquí
presente, examinado procesado y confeso como se ha explicado, de la
otra parte
Decimos, pronunciamos, sentenciamos y declaramos que vos. Galileo,
con motivo de las cosas detalladas en el Juicio y que ya habéis
confesado, os habéis vuelto, de acuerdo con este Santo Oficio,
vehementemente sospechoso de herejía, es decir, de haber creído una
doctrina que es falsa; contraria a las Sagradas Escrituras divinas a saber,
que el SOL es el centro del mundo y no se mueve de este a oeste, y que
se puede defender como probable una opinión después de haber sido
declarada y definida contraria a las Sagradas Escrituras. En
consecuencia, estáis sujeto a todas las penitencias impuestas y
promulgadas por los sagrados cánones y todas las leyes particulares y
generales contra este tipo de delitos. Estamos deseosos de absolverlo
siempre y cuando, de forma sincera y con Fe verdadera, renunciéis en
nuestra presencia, maldigáis y detestáis los citados errores y herejías, y
cualquier otro error y herejía contraria a la Santa Iglesia Católica y
Apostólica en el modo y la forma que os indicamos.
Además, para que este grave y pernicioso error vuestro no quede sin
castigo y para que seáis más cuidadoso en el futuro, y como ejemplo para
que otros se abstengan de cometer delitos de este estilo, ordenamos que
el libro Diálogo de Galileo Galilei sea prohibido por edicto público.
El FALLO
Os condenamos a prisión formal en este Santo Oficio mientras sea
nuestra voluntad. Y como penitencia os imponemos la obligación de
recitar los siete Salmos penitenciales una vez a la semana durante los
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próximos tres años. Y nos reservamos el poder de reducir, revocar o
eliminar parcial o totalmente los citados castigos y penitencias.
Así decimos, pronunciarnos, sentenciamos, declaramos, ordenarnos y
reservamos, en esto y en todo lo demás, del mejor modo y forma que
razonablemente podamos y debamos. Así se pronuncian los siguientes
cardenales:
FIRMANTES:
F. cardenal de Ascoli, B. cardenal Gessi, G. cardenal Bentivoglio, F.
cardenal Verospi, Fr. D. cardenal de Cremona, M. cardenal Ginetti. Fr.
Ant. cardenal de San Onofrio. (5)
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Texto original de la confesión de Galileo “de abjuro”, efectuada por él a continuación de oír su condena del Santo Oficio, en presencia de los jueces y cardenales de la Santa Iglesia Católica.
«Yo, Galileo Galilei. hijo del difunto florentino Vicente Galilei de
Florencia, de setenta años de edad, comparecido personalmente en juicio
ante este tribunal, puesto de rodillas ante vosotros, los Eminentísimos y
Reverendísimos señores Cardenales Inquisidores generales de la
República cristiana universal, respecto de materias de herejía, con la
vista fija en los Santos Evangelios, que tengo en mis manos, declaro que
yo siempre he creído y creo ahora y que con la ayuda de Dios continuaré
creyendo en lo sucesivo, todo cuanto la Santa Iglesia Católica Apostólica
Romana cree, predica y enseña. Mas, por cuanto este Santo Oficio ha
mandado judicialmente, que abandone la falsa opinión que he sostenido,
de que el SOL está en el centro del Universo e inmóvil; que no profese,
defienda, ni de cualquier manera que sea, enseñe. ni de palabra ni por
escrito, dicha doctrina, prohibida por ser contraria a las Sagradas
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Escrituras; por cuanto yo escribí y publiqué una obra, en la cual trato de
la misma doctrina condenada, y aduzco con gran eficacia argumentos a
favor de ella, sin resolverla; y atendiendo a que me he hecho
vehementemente sospechoso de herejía por este motivo, o sea, porque
he sostenido y creído que el SOL está en el centro del mundo e inmóvil y
que la TIERRA no está en el centro del Universo, y que se mueve.
En consecuencia, deseando remover de la mente de Vuestras
Eminencias y de todos los cristianos católicos esa vehemente sospecha
legítimamente concebida contra mí, con sinceridad de corazón y fe no
fingida, abjuro, maldigo detesto los arriba mencionados errores y
herejías, y en general cualesquiera otros errores y sectas contrarios a la
referida Santa Iglesia, y juro para lo sucesivo nunca más decir ni afirmar
de palabra ni por escrito cosa alguna que pueda despertar semejante
sospecha contra mí, antes, por el contrario, juro denunciar cualquier
hereje o persona sospechosa de herejía, de quien tenga yo noticia, a este
Santo Oficio, o a los Inquisidores, o al juez eclesiástico del punto en que
me halle.
Juro, además, y prometo cumplir y observar exactamente todas las
penitencias que se me han impuesto o que se me impusieren por este
Santo Oficio. Mas en el caso de obrar yo en oposición con mis promesas,
protestas y juramentos, lo que Dios no permita, me someto desde ahora
a todas las penas y castigos decretados y promulgados contra los
delincuentes de esta clase por los Sagrados Cánones y otras
constituciones generales y disposiciones particulares. Así me ayude Dios
y los Santos Evangelios sobre los cuales tengo extendidas las manos.
“Yo, Galileo Galilei, arriba mencionado, juro, prometo y me obligo en el
modo y forma que acabo de decir, y en fe de estos mis compromisos,
firmo de propio puño y letra esta mi abjuración que he recitado palabra
por palabra” (5)
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Una ver finalizado la declaración, el prisionero fue conducido fuera
de la sala de la y escoltado al Palacio de la Inquisición. Según la leyenda,
se alejaba seguido de su escolta con su destino decidido. Galileo
murmuró: “Y sin embargo la TIERRA se mueve”. Aunque es probable que
no sea más que un mito, semejante comentario había sido muy propio de
él. Tras “el abjuro”, poco después, el papa Urbano VIII, conmuta la
prisión por arresto domiciliado de por vida en su casa de Arcetri..
El texto de la sentencia fue difundido por doquier: En Roma, el 2 de
Julio y en Frorencia, el 12 de agosto. La noticia llega a Alemania a finales
de agosto, en Bélgica en septiembre. Los decretos del Santo Oficio no se
publicarón jamás en Francia. // René Descarte renuncia a la publicación
de su Mundo. // Muchos (entre ellos, el citado Descates), en la época,
pensaron que Galileo era víctima de una confabulación de los jesuitas,
que se vengaban así de la afrenta sufrida por Horacio Grassi.
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NOTAS:
1).- Leonardo da Vinci fue un pintor florentino y notable polimata del Renacimiento italiano (arquitecto, artista, botánico, científico, escritor, inventor, etc.)
2).- Aristóteles, notable filósofo griego (384-322 a C)
3).- Pío V, fue fraile dominico y Comisario General de la Inquisición Romana, Siendo Papa, promulgó la bula “De Salute gregis Dominici”, por medio de la cual prohibió los juegos taurinos.
4).- El segundo mandamiento de la Ley de Dios nos dice: “NO TOMARÁS EL NOMBRE DE DIOS EN VANO”. Los inquisidores del “Santo Oficio”, cardenales, instrumentaron a Jesucristo para justificar sus atropellos contra el prójimo. ¿Cómo sabían ellos que Jesucristo estaba conforme con la sentencia aplicada a Galileo bajo la amenaza de torturas?. Esta arrogancia de los cardenales firmantes, suplantando al propio Jesucristo, no cabe mayor ofensa al Ser Supremo. Fue una excusa, siempre aplicable, para atropellar impunemente al que cayera en sus garras. Caían en un doble pecado.
12
5).- Galileo fue Juzgado por haber escrito que el SOL ocupaba el centro del sistema solar y que los planetas (incluida la TIERRA), giraban en torno al mismo; conocido este sistema como copérnico o heliocéntrico. // En cambio, los inquisidores del “Santo Oficio”, ateniéndose a las “Sagradas Escrituras”, era la TIERRA la que ocupaba el CENTRO del Universo, y que el SOL y los demás planetas giraban alrededor de la ELLA. // Este sistema es conocido como de Ptolomeo o Geocéntrico recogido, como dogma, en dichas “Santas Escrituras” después de insertar en ellas las huellas del pensamiento de Aristóteles. 6).- Galileo, por avalar el heliocéntrico de Nicolás Copérnico, fue obligado a abjurar de una verdad hoy día incuestionable, bajo la amenazas de torturas y de ser quemado vivo en hoguera tal como hicieron, años antes, con Giordano Bruno.
--------------------------------ooo0ooo------------------------------, OTRA MIRADA A LA ODISEA DE GALILEO
Galileo Galilei estuvo relacionado estrechamente con la revolución
científica y fue un eminente hombre del Renacimiento. Mostró interés por
casi todas las ciencias y artes (música, literatura, pintura). Sus logros
incluyen la mejora del telescopio, gran variedad de observaciones
astronómicas, la primera ley del movimiento y un apoyo determinante
para el sistema heliocéntrico o copernicano. Ha sido considerado como el
“padre de la astronomía moderna”, el “padre de la física moderna” y el
“padre de la ciencia”.
Su trabajo experimental es considerado complementario a los escritos
de Francis Bacon en el establecimiento del moderno método científico y
su carrera científica es complementaria a la de Johannes Kepler. Su
trabajo se considera una ruptura de las teorías asentadas de la física de
Aristóteles y su enfrentamiento con la Inquisición de la Iglesia Católica
Romana suele presentarse como el mejor ejemplo de conflicto entre
religión y ciencia en la sociedad occidental.
Galileo, que nació en Pisa cuando ésta pertenecía al Gran Ducado de
Toscana, fue el mayor de sus siete hermanos y fue hijo de un músico y
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matemático florentino llamado Vincenzo Galilei, que quería que su hijo
mayor estudiase medicina. Los Galilei, que eran una familia de la baja
nobleza y se ganaban la vida gracias al comercio, se encargaron de la
educación de Galileo hasta los 10 años, edad a la que pasó a cargo de un
vecino religioso llamado Jacobo Borhini cuando sus padres se trasladaron
a Florencia. Por mediación de este, el pequeño Galileo accedió al
convento de Santa María de Vallombrosa y recibió una formación más
religiosa que le llevó a plantearse unirse a la vida religiosa, algo que a su
padre le disgustó. Por eso, Vincenzo Galilei —un señor bastante escéptico
— aprovechó una infección en el ojo que padecía su hijo para sacarle del
convento alegando “falta de cuidados”. Dos años más tarde, Galileo fue
inscrito por su padre en la Universidad de Pisa, donde estudió medicina,
filosofía y matemáticas.
En 1583 Galileo se inicia en la matemática por medio de Ostilio Ricci,
un amigo de la familia, alumno de Tartaglia. (1) Ricci tenía la costumbre,
rara en esa época, de unir la teoría a la práctica experimental.
Atraído por la obra de Euclides, (2) sin ningún interés por la medicina y
todavía menos por las disputas escolásticas y la filosofía aristotélica,
Galileo retoma sus estudios hacia las matemáticas. Desde entonces, se
siente seguidor de Pitágoras, de Platón y de Arquímedes (3)(4)y(5), y
opuesto al aristotelismo. Todavía estudiante, descubre la ley de la
isocronía de los péndulos; primera etapa de lo que será el descubrimiento
de una nueva ciencia: la mecánica. Dentro de la corriente humanista,
redacta también un panfleto feroz contra el profesorado de su tiempo.
Toda su vida, Galileo rechazará el ser comparado a los profesores de su
época, lo que le supondrá numerosos enemigos.
Dos años más tarde, retorna a Florencia sin diploma, pero con grandes
conocimientos y una gran curiosidad científica. Y de Florencia a Pisa
(1585–1592), y con su telescopio, Galileo comienza por demostrar muchos
teoremas sobre el centro de gravedad de ciertos sólidos dentro de
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Theoremata circa centrum gravitatis solidum y emprende en 1586 la
reconstitución de la balanza hidrostática de Arquímedes o bilancetta. Al
mismo tiempo, continúa con sus estudios sobre las oscilaciones del
péndulo pesante e inventa el pulsómetro. Este aparato permite ayudar a
medir el pulso y suministra una escala de tiempo, que no existía aún en
la época. También comienza sus estudios sobre la caída de los cuerpos.
En 1588, es invitado por la Academia Florentina a presentar dos
lecciones sobre “la forma, el lugar y la dimensión del Infierno de Dante”
(6). Paralelamente a sus actividades, busca un empleo de profesor en una
universidad; se encuentra entonces con grandes personajes, como el
padre jesuita Christopher Clavius, excelencia de la matemática en el
Colegio pontifical. Se encuentra también con el matemático Guidobaldo
del Monte. Este último recomienda a Galileo con el duque Fernando I de
Toscana, que lo nombra para la cátedra de matemáticas de la Universidad
de Pisa por 60 escudos de oro por año — una miseria. Su lección
inaugural tendrá lugar el 12 de noviembre de 1589.
En 1590 y 1591, descubre la cicloide y se sirve de ella para dibujar
arcos de puentes. Igualmente experimenta sobre la caída de los cuerpos
y redacta su primera obra de mecánica, el de motu. La realidad es que
estas “experiencias” son puestas en duda hoy por hoy y podrían ser una
invención de su primer biógrafo, Vincenzo Viviani. Este volumen contiene
ideas nuevas para la época, pero expone también, evidentemente los
principios de la escuela aristotélica y el sistema de Ptolomeo (7). Galileo
los enseñará durante mucho tiempo, sabiendo que éste adolece de
pruebas tangibles, después de estar convencido de la exactitud del
sistema copernicano / Heliocéntrico
En 1592 se trasladó a la Universidad de Padua y ejerció como profesor
de geometría, mecánica y astronomía hasta 1610. La marcha de Pisa se
explica por diferencias con uno de los hijos del gran duque Fernando I de
15
Toscana. Padua pertenecía a la poderosa República de Venecia, lo que dio
a Galileo una gran libertad intelectual, pues la Inquisición no era
poderosa allí. Incluso si Giordano Bruno había sido entregado por los
patricios de la república a la Inquisición, Galileo podía efectuar sus
investigaciones sin muchas preocupaciones. Enseña mecánica aplicada,
matemática, astronomía y arquitectura militar. Después de la muerte de
su padre en 1591, Galileo debe ayudar a cubrir las necesidades de la
familia. Se pone a dar numerosas clases particulares a los estudiantes
ricos, a los que aloja en su casa. Pero no es un buen gestor y sólo la
ayuda financiera de sus protectores y amigos le permiten equilibrar sus
cuentas.
En 1599, Galileo participa en la fundación de la Accademia dei
Ricovrati con el abad Federico Cornaro. El mismo año, Galileo se
encuentra con Marina Gamba, una atractiva joven veneciana con la cual
mantendrá una relación hasta 1610 (no se casan ni viven juntos). En
1600, nace su primera hija Virginia, seguida por su hermana Livia en
1601, luego un hijo, Vincenzo, en 1606. Después de la separación (no
conflictiva) de la pareja, Galileo se encarga de su hijo y envía sus hijas a
un convento, ya que el abuelo las sentencia de “incasables” al ser
ilegítimas. En cambio el varón Vincenzo será legitimado y se casará con
Sestilia Bocchineri.
El año 1604 es un año mirabilis para Galileo:
1).- En julio, prueba su bomba de agua en un jardín de Padua;
2).- En octubre, descubre la ley del movimiento uniformemente acelerado, que él asocia a una ley de velocidades erróneas;
3).- En diciembre, comienza sus observaciones de una nova conocida al menos desde el 10 de octubre. Consagra cinco lecciones sobre el tema el mes siguiente, y en febrero de 1605 publica el Dialogo de Cecco da Ronchitti da Bruzene in perpuosito de la stella Nova junto con D. Girolamo Spinelli.
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Aunque la aparición de una nueva estrella, y su desaparición repentina
entra en total contradicción con la teoría establecida de la inalterabilidad
de los cielos, Galileo continúa todavía como aristotélico en público por
temor al “Santo Oficio”, pero en privado ya es copernicano. Espera la
prueba irrefutable sobre la cual apoyarse para denunciar el aristotelismo.
Retomando sus estudios sobre el movimiento, Galileo «muestra» que
los proyectiles disparados describen, en el vacío, trayectorias
parabólicas. Hará falta la gravitación universal de Newton, para
generalizar a los misiles balísticos, donde las trayectorias son en efecto
elípticas.
Movimiento parabólico de proyectiles. Un proyectil disparado oblicuamente, la trayectoria del recorrido del proyectil es una parábola.
En 1606, Galileo construye su primer termoscopio, primer aparato de
la historia que permite comparar de manera objetiva el nivel de calor y
de frío. Ese mismo año, Galileo y dos de sus amigos caen enfermos el
mismo día de una misma enfermedad infecciosa. Sólo sobrevive Galileo,
que permanecerá lisiado de reumatismo por el resto de sus días. En los
dos años que siguen, el sabio estudia las estructuras de los imanes.
Todavía se pueden contemplar sus trabajos en el museo de historia de
Florencia.
En mayo de 1609, Galileo recibe de París una carta del francés
Jacques Badovere, uno de sus antiguos alumnos, quien le confirma un
rumor insistente: la existencia de un telescopio que permite ver los
objetos lejanos. Este telescopio, fabricado en Holanda, habría permitido
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ya ver estrellas invisibles a simple vista. Con esta única descripción,
Galileo, que ya no da cursos a Cosme II de Médicis, construye su primer
telescopio. Al contrario que el telescopio holandés, éste no deforma los
objetos y los aumenta seis veces, o sea el doble que su oponente.
También es el único de la época que consigue obtener una imagen
derecha gracias a la utilización de una lente divergente en el ocular. Este
invento marca un giro en la vida de Galileo.
El 21 de agosto, apenas terminado su segundo telescopio, con una
capacidad de aumento, ocho o nueve veces, lo presenta al Senado de
Venecia. La demostración tiene lugar en la cima del Campanile de la plaza
de San Marco. Los espectadores quedan entusiasmados: ante sus ojos,
Murano, situado a dos kilómetros y medio, parece estar a 300 m
solamente. Galileo ofrece su instrumento y lega los derechos a la
República de Venecia, muy interesada por las aplicaciones militares del
objeto. En recompensa, es confirmado de por vida en su puesto de Padua
y sus emolumentos se duplican. Se libera por fin de las dificultades
financieras.
Sin embargo, contrario a sus alegaciones, Galileo no dominaba la
teoría óptica y los instrumentos fabricados por él son de calidad muy
variable. Algunos telescopios son prácticamente inutilizables, al menos
en observación astronómica. En abril de 1610, en Bolonia, por ejemplo, la
demostración del telescopio es desastrosa, como así lo informa Martin
Horky en una carta a Johannes Kepler (8). // Galileo reconoció en marzo
de 1610 que, entre más de 60 telescopios que había construido,
solamente algunos eran adecuados. Numerosos testimonios, incluido el
de Kepler, confirman la mediocridad de los primeros instrumentos.
Durante el otoño, Galileo continuó desarrollando su telescopio. En
noviembre, fabrica un instrumento que aumenta veinte veces la
capacidad del telescopio. Emplea tiempo para volver su telescopio hacia
18
el cielo. Rápidamente, observando las fases de la Luna, descubre que
este astro no es perfecto como lo quería la teoría aristotélica. La física
aristotélica, que poseía autoridad en esa época, distinguía dos mundos:
1).- El mundo “sublunar”, que comprende la TIERRA y todo lo que se encuentra entre la TIERRA y la LUNA; en este mundo todo es imperfecto y cambiante;
2).- El mundo “supralunar”, que comienza en la Luna y se extiende más allá. En esta zona, no existen más que formas geométricas perfectas (esferas) y movimientos regulares inmutables.
Galileo, por su parte, observó una zona transitoria entre la sombra y la
luz, el terminador, que no era para nada regular, lo que por consiguiente
invalidaba la teoría aristotélica y afirma la existencia de montañas en la
LUNA. Galileo incluso estima su altura en 7000 metros, más que la
montaña más alta conocida en la época. Hay que decir que los medios
técnicos de la época no permitían conocer la altitud de las montañas
terrestres sin fantasías. Cuando Galileo publica su Sidereus Nuncius
piensa que las montañas lunares son más elevadas que las de la TIERRA,
si bien en realidad son equivalentes.
En pocas semanas, descubrirá la naturaleza de la Vía láctea, cuenta
las estrellas de la constelación de Orión y constata que ciertas estrellas
visibles a simple vista son, en verdad, cúmulos de estrellas. Galileo
observa los anillos de Saturno pero no los identifica como tales sino como
extraños «apéndices», no será hasta medio siglo más tarde cuando
Huygens utilizando telescopios más perfectos, pueda observar la
verdadera forma de los anillos. Estudia igualmente las manchas solares.
El 7 de enero de 1610, Galileo hace un descubrimiento capital:
remarca tres estrellas pequeñas en la periferia de Júpiter. Después de
varias noches de observación, descubre que son cuatro y que giran
alrededor del citado planeta. Se trata de los satélites de Júpiter llamados
hoy satélites galileanos: Calixto, Europa, Ganímedes e Ío. A fin de
19
protegerse de la necesidad y sin duda deseoso de retornar a Florencia,
Galileo llamará a estos satélites por algún tiempo los “astros mediceos”
I, II, III y IV, en honor de Cosme II de Médicis, su antiguo alumno y gran
duque de Toscana. Galileo no ha dudado entre Cósmica sidera y Medicea
sidera. El juego de palabras entre cósmica y Cosme es evidentemente
voluntario y es sólo después de la primera impresión que retiene la
segunda denominación.
El nombre actual de estos satélites se debe sin embargo al astrónomo Simon Marius, quien los bautizó de esta manera a sugerencia de Johannes Kepler, si bien durante dos siglos se empleó la nomenclatura de Galileo.
El 4 de marzo de 1610, Galileo publica en Florencia sus
descubrimientos dentro de “El mensajero de las estrellas” (Sidereus
Nuncius), resultado de sus primeras observaciones estelares. Para él,
Júpiter y sus satélites son un modelo del Sistema Solar. Gracias a ellos,
piensa poder demostrar que las órbitas de cristal de Aristóteles no
existen y que todos los cuerpos celestes no giran alrededor de la TIERRA.
Es un golpe muy duro a los aristotélicos. El corrige también a ciertos
copernicanos que pretenden que todos los cuerpos celestes giran
alrededor del SOL.
El 10 de abril, muestra estos astros a la corte de Toscana. Es un
triunfo. El mismo mes, da tres cursos sobre el tema en Padua. // Johannes
Kepler siempre ofrece su apoyo a Galileo con entusiasmo. El astrónomo
alemán no confirmará verdaderamente este descubrimiento de Galileo
hasta septiembre, gracias a una lente ofrecida por Galileo en persona.
El 10 de julio de 1610, Galileo deja Venecia para trasladarse a
Florencia. A pesar de los consejos de sus amigos Sarpi y Guiovan
Sagredo, que temen que su libertad sea restringida, él ha, en efecto,
aceptado el puesto de Primer matemático de la Universidad de Pisa, - sin
20
carga de cursos, ni obligación de residencia - y aquél de Primer
matemático y Primer filósofo del gran duque de Toscana.
El 25 de julio de 1610, Galileo orienta su telescopio hacia Saturno y
descubre su extraña apariencia. Serán necesarios 50 años e instrumentos
más poderosos para que Christiaan Huygens comprenda la naturaleza de
los anillos de Saturno. El mes siguiente, Galileo encuentra una manera de
observar el SOL en el telescopio y descubre las manchas solares. Les da
una explicación satisfactoria.
El presente sistema heliocéntrico, los planetas todo giran alrededor del SOL (Helio, en griego), sistema que defendió tanto Copénico como Galileo. Y la diferencia fundamental con el sistema geocéntrico de Ptolomeo, el planeta TIERRA ocupaba el centro del sistema, y los demás planetas y el SOL incluido, giraban alrededor de ella. Este último era el que defendía la Iglesia Católica, fundándose en la BIBLIA y en las creencias de Aristóteles.
En septiembre de 1610, prosiguiendo con sus observaciones,
descubre las fases de Venus. Para él, es una nueva prueba de la verdad
del sistema copernicano, pues es fácil de interpretar este fenómeno
gracias a la hipótesis heliocéntrica, puesto que es mucho más difícil de
hacerlo basándose en la hipótesis geocéntrica
21
Galileo fue invitado el 29 de marzo de 1611 por el cardenal Maffeo
Barberini (futuro papa Urbano VIII ) a presentar sus descubrimientos al
Colegio Pontifical de Roma y en la joven Academia de los Linces. // Galileo
permanecerá dentro de la capital pontifical un mes completo, durante el
cual recibe todos los honores. La Academia de los Linces le reserva un
recibimiento entusiasta y le admite como su sexto miembro. Desde ese
momento, el lince de la academia adornará el frontispicio de todas las
publicaciones de Galileo.
El 24 de abril de 1611, el Colegio Romano, compuesto de jesuitas, de
los cuales Christopher Clavius es el miembro más eminente, confirma al
cardenal Belarmino (9), que las observaciones y pruebas Galileo sobre el
sistema heliocéntrico son exactas. No obstante, los sabios se guardan
bien de confirmar o de denegar las conclusiones hechas por el florentino.
Según Bertrand Russell, el conflicto entre Galileo y la Iglesia Católica
fue un conflicto entre el razonamiento inductivo y el razonamiento
deductivo. La inducción basada en la observación de la realidad, propia
del método científico que Galileo usó por primera vez, ofreciendo pruebas
experimentales de sus afirmaciones, y publicando los resultados para que
pudiesen ser repetidas, frente a la deducción, a partir en última instancia
de argumentos basados en la autoridad, bien de filósofos como
Aristóteles o de las Sagradas Escrituras.
Así, en relación a su defensa de la teoría heliocéntrica, Galileo
siempre se basó en datos extraídos de observaciones experimentales que
demostraban la validez de sus argumentos. En resumen, y a pesar de
que, en ocasiones, se sostiene que Galileo no demostró el movimiento de
la TIERRA, las pruebas de carácter experimental, publicadas por él mismo
de su argumentación son las siguientes:
1).- Montañas en la LUNA, fue el primer descubrimiento de Galileo con
ayuda del telescopio, publicado en el Sidereus Nuncius en 1610. Con él
22
refuta la tesis aristotélica de que los cielos son perfectos, y en particular
la LUNA una esfera lisa e inmutable. Frente a eso, Galileo presenta
numerosos dibujos de sus observaciones, e incluso estimaciones de la
altura de montañas, si bien errados por realizar estimaciones incorrectas
de la distancia de la LUNA.
2).- Nuevas estrellas. Fue el segundo descubrimiento de Galileo,
también publicado en el Sidereus Nuncius. Observó que el número de
estrellas visibles con el telescopio se duplicaba. Además, no aumentaban
de tamaño, cosa que sí ocurría con los planetas, el SOL y la LUNA. Esta
imposibilidad de aumentar el tamaño era una prueba de la hipótesis de
Copérnico sobre la existencia de un enorme hueco entre Saturno y las
estrellas fijas. Esta prueba refutaba el mejor argumento a favor de la
teoría geocéntrica, que es que, de ser cierta la teoría copernicana,
debería observarse la paralaje, o diferencia de posiciones de las estrellas
dependiendo de lugar de la TIERRA en su órbita. Así, debido a la enorme
lejanía de las mismas en relación al tamaño de la órbita no era posible
apreciar dicha paralaje.
3).- Satélites de Júpiter. Probablemente el descubrimiento más famoso
de Galileo. Lo realizó el 7 de enero de 1610, y provocó una conmoción en
toda Europa. Cristóbal Clavio, astrónomo del Colegio Romano de los
jesuitas, afirmó: «Todo el sistema de los cielos ha quedado destruido y
debe arreglarse», Era una importante prueba de que no todos los
cuerpos celestes giraban en torno a la TIERRA, pues ahí había cuatro
planetas que lo hacían en torno a Júpiter.
4).- Manchas solares (primera prueba). Otro descubrimiento que
refutaba la perfección de los cielos fue la observación de manchas en el
SOL que tuvo lugar a finales de 1610 en Roma, si bien demoró su
publicación hasta 1612. El jesuita Christopher Shcneider, bajo el
pseudónimo de Padre Apelles, se atribuye su descubrimiento e inicia una
23
agria polémica argumentando que son planetoides que están entre el SOL
y la TIERRA. // Por el contrario, Galileo demuestra, con la ayuda de la
teoría matemática de los versenos que están en la superficie del SOL.
Además, hace otro importante descubrimiento al mostrar que el SOL está
en rotación, lo que sugiere que también la TIERRA podría estarlo.
5).- Las fases de Venus. Esta prueba es un magnífico ejemplo de
aplicación del método científico, que Galileo usó por primera vez. La
observación la hizo en 1610, aunque demoró su publicación hasta “El
Ensayador”, aparecido en 1623, si bien para asegurar su autoría hizo
circular un criptograma, anunciándolo de forma cifrada. Observó las
fases, junto a una variación de tamaño, que son sólo compatibles con el
hecho de que Venus gire alrededor del SOL, ya que presenta su menor
tamaño cuando se encuentra en fase llena y el mayor, cuando se
encuentra en la nueva; es decir, cuando está entre el SOL y la TIERRA.
Esta prueba refuta completamente el sistema de Ptolomeo, que se volvió
insostenible. A los jesuitas del Colegio Romano sólo les quedaba la opción
de aceptar el sistema copernicano o buscar otra alternativa, lo que
hicieron refugiándose en el sistema de Tycho Brahe, dándole una
aceptación que hasta entonces nunca había tenido.
6).- Argumento de las mareas. Presentada en la cuarta jornada de los
Diálogos sobre los dos máximos sistemas del mundo. Es un argumento
brillante y propio del genio de Galileo, sin embargo, es el único de los que
presenta que estaba equivocado. Según Galileo, la rotación de la TIERRA,
al moverse ésta en su traslación alrededor del SOL hace que los puntos
situados en la superficie de la TIERRA sufran aceleraciones y
deceleraciones cada 12 horas, que serían las causantes de las mareas. En
esencia, el argumento es correcto, y esta fuerza existe en realidad, si
bien su intensidad es muchísimo menor que la que Galileo calcula, y no es
la causa de las mareas.
24
El error proviene del desconocimiento de datos importantes como la
distancia al SOL y la velocidad de la TIERRA. Si bien estaba equivocado,
Galileo desacreditó completamente la teoría del origen lunar de estas
fuerzas por falta de explicación de su naturaleza, y del problema de
explicación de la marea alta cuando la Luna está en sentido contrario,
pues alega que la fuerza sería atractiva y repulsiva a la vez. Sería
necesario esperar hasta Isaac Newton para resolver este problema, no
sólo explicando el origen de la fuerza, sino también el cálculo diferencial
para explicar el doble abultamiento. Pero, aún equivocada, situada en su
contexto, la tesis de Galileo presentaba menos problemas y era más
plausible en su explicación de las mareas.
7).-Manchas solares (segunda prueba). Nuevamente, en su gran obra,
el diálogo sobre los sistemas del mundo, Galileo retoma el argumento de
las manchas solares, convirtiéndolo en un poderoso argumento contra el
sistema de Tycho Brahe, el único refugio que quedaba a los
geocentristas. //Galileo presenta la observación de que el eje de rotación
del SOL está inclinado, lo que hace que la rotación de las manchas solares
presente una variación estacional, un “bamboleo” en el giro de las
mismas.
Si bien los movimientos de las manchas se pueden atribuir al SOL o a la
TIERRA, pues geométricamente esto es equivalente, resulta que no es así
físicamente, pues es necesario tener en cuenta las fuerzas que los
producen. Si es la TIERRA la que se mueve, Galileo indica que basta una
explicación con movimientos inerciales: la TIERRA en traslación, y el SOL
en rotación. Por el contrario, si sólo se mueve el SOL, es necesario que
éste esté realizando dos movimientos distintos a la vez, en torno también
a dos ejes distintos, generados por motores sin ninguna plausabilidad
física. Este argumento vuelve a ser una nueva prueba, junto a las fases
de Venus, de carácter positivo y experimental que muestra el movimiento
de la TIERRA
EL SIDEREUS NUNCIUS.
25
(La denuncia al Santo Oficio )
Galileo Galilei parece ir de triunfo en triunfo y convence a todo el
mundo, menos a sus enemigos los jesuitas que lo denuncian al “Santo
Oficio”. Por tanto, estos (veladores) partidarios de la teoría geocéntrica
o de Ptolomeo se convierten en enemigos encarnizados y los ataques
contra Galileo comienzan con la aparición de SIDEREUS NUNCIUS. Ellos no
pueden permitirse el perder la afrenta y no quieren ver su ciencia
(basada en el sistema geocéntrico) puesta en cuestión.
Además, los métodos de Galileo, basados en la observación y la
experiencia en vez de la autoridad de los partidarios de las teorías
geocéntricas (que se apoyan sobre el prestigio de Aristóteles), están en
oposición completa con los suyos, hasta tal punto que Galileo rechaza
compararse con ellos. Al principio, sólo se tratan de escaramuzas. Pero
Sagredo escribe a Galileo, recién llegado a Florencia:
“El poder y la generosidad de vuestro príncipe [el duque de Toscana] permiten esperar que él sepa reconocer vuestra dedicación y vuestro mérito; pero en los mares agitados actuales, ¿quién puede evitar de ser, yo no diría hundido, pero sí al menos duramente agitado por los vientos furiosos de los celos?”.
La primera flecha viene de Martin Horky, discípulo del profesor Magini
y enemigo de Galileo. Este asistente publica en junio de 1610, sin
consultar a su maestro, un panfleto contra el Sidereus Nuncius.
Exceptuando los ataques personales, su argumento principal es el
siguiente:
“Los astrólogos han hecho sus horóscopos teniendo en cuenta todo aquello que se mueve en los cielos. Por lo tanto, los astros mediceos no sirven para nada y, Dios no crea cosas inútiles, estos astros no pueden existir”. (se trataba de los satélites de Júpiter)
Horky es ridiculizado por los seguidores de Galileo, que responden que
estos astros sirven para una cosa: hacerle enfadar. Convertido en el
26
hazmerreír de la universidad, Horky finalmente es recriminado por su
maestro: Magini no tolera un fallo tan claro. En el mes de agosto, un tal
Sizzi intenta el mismo tipo de ataque con el mismo género de
argumentos, sin ningún éxito.
Una vez que las observaciones de Galileo fueron confirmadas por el
Colegio Romano, los ataques cambiaron de naturaleza. Ludovico delle
Colombe ataca sobre el plan religioso y se pregunta si Galileo cuenta con
interpretar La Biblia para ponerla de acuerdo con sus teorías. En esta
época en efecto, antes de los trabajos exegéticos del siglo XIX, un salmo
da a entender una cosmología geocéntrica:
«Tú has fijado la Tierra firme e inmóvil» (Salmo 93:1)
El cardenal Belarmino, que hizo quemar en hoguera a Giordano Bruno,
ordena que la Inquisición realice una investigación discreta sobre Galileo
a partir de junio de 1611. Y arrecian los ataques contra Galileo. El
problema de cardenal Belarmino era sencillo: Él consideraba a la Iglesia
Católica una institución divina, creada por los siervos de Dios y guiada
por la infalibilidad del Papa. Si la Santa Sede era infalible, ¿cómo podría
ser errónea la interpretación de las divinas Escrituras?
La Iglesia necesitaba acabar con cualquier inicio de innovación, y como
Galileo estaba en Roma para defender el derecho de investigar el
firmamento en pro de la ciencia, el planteamiento del cardenal Belarmino
era el siguiente: Se podía y escribir sobre el copernicanismo. // Galileo
podía proclamar lo que quisiera, siempre y cuando dejara bien claro que
su descripción no era más que una hipótesis. // El objetivo del Cardenal
era reprimir la ciencia si ésta ponía en peligro la Religión Católica. Para
él, la Fe lo era todo; la Verdad la proporcionaba Dios como un don de la
Fe; en su “universo”, no había ninguna necesidad de conocer las
innovaciones de Galileo.
27
Galileo, de retorno a Florencia, es inatacable desde el punto de vista
astronómico. Sus adversarios van entonces a criticar su teoría de los
cuerpos flotantes. Galileo pretende que el hielo flota porque es más
ligero que el agua, mientras que los aristotélicos piensan que flota
porque es de su naturaleza el flotar (física cuantitativa y matemática de
Galileo contra física cualitativa de Aristóteles). El ataque tendrá lugar
durante un almuerzo en la mesa de Cosme II en el mes de septiembre de
1611.
Galileo se opone a los profesores de Pisa y en especial al mismo Delle
Combe, durante lo que se denomina la «batalla de los cuerpos flotantes».
Galileo sale victorioso del intercambio. Varios meses más tarde, sacará
una obra en la que se presentará su teoría. Además de estos asuntos,
Galileo continúa con sus investigaciones. Su sistema de determinación de
longitudes es propuesto en España por el embajador de Toscana.
En 1612, emprende una discusión con el Padre Apelles (seudónimo del
jesuita Christopher Scheiner), un astrónomo alemán, sobre el tema de las
manchas solares. Apelles defiende la incorruptibilidad del SOL
argumentando que las manchas son en realidad conjuntos de estrellas
entre Él y la TIERRA. // Galileo demuestra que las manchas están sobre la
superficie misma del SOL, o tan próximas que no se puede medir su
altitud. La Academia de los Linces publicará esta correspondencia el 22
de marzo de 1613 con el título: “Historia y demostración en torno a las
manchas solares”
El 2 de noviembre de 1612, las querellas reaparecen. El dominico
Niccolo Lorini, profesor de historia eclesiástica en Florencia, pronuncia un
sermón resueltamente opuesto a la teoría de la rotación de la TIERRA.
Sermón sin consecuencias particulares, pero que marca los comienzos de
los ataques religiosos. Los opositores utilizan el pasaje bíblico en el Libro
28
de Josué (Josué 10-12-14) en el cual Josué detiene el movimiento del SOL
y de la LUNA, como arma teológica contra Galileo. A continuación el citado
pasaje bíblico:
12.- “Entonces Josué habló a Jehová el día en que Jehová entregó al Amorrheo delante de los hijos de Israel, y dijo en presencia de los israelitas; SOL, deténte en Gabaon; y tú, LUNA, en el valle de Ajalon.
13.- El SOL se detuvo, y la Luna se paró. Hasta tanto que la gente se hubo vengado de sus enemigos.¿ No está escrito en el libro de Jasher?. Y el SOL se paró en medio del cielo y no se apresuró a ponerse casi un día entero.
14.- Y nunca fue tal día antes ni después de aquel, habiendo atendido Jehová a la voz de un hombre: porque Jehová peleaba por Israel”.
En diciembre de 1613, el profesor Benedetto Castelli, antiguo alumno
de Galileo y uno de sus colegas en Pisa, es encargado por la duquesa
Cristina de Lorena de probar la ortodoxia de la doctrina
copernicana. //Galileo vendrá en ayuda de su discípulo escribiéndole una
carta el 21 de diciembre de 1613 (traducida como Galileo, diálogos y
cartas selectas) sobre la relación entre ciencia y religión. La gran
duquesa se tranquiliza, pero la controversia no se debilita. Galileo
mientras tanto continúa con sus trabajos. Del 12 al 15 de noviembre,
recibe a Jean Tarde, a quien presenta su microscopio y sus trabajos de
astronomía.
El 20 de diciembre de 1613, el padre Caccini ataca muy violentamente
a Galileo en la iglesia de Santa María Novela. El 6 de enero de 1614 un
copernicano, el carmelita Apolo Foscarini, publica una carta tratando
positivamente la opinión de los pitagóricos y de Copérnico sobre la
movilidad de la TIERRA. Él percibe el sistema copernicano como una
realidad física. // La controversia toma una amplitud tal que el cardenal
Belarmino debe intervenir el 12 de abril. Éste escribe una carta a
Foscarini donde condena sin equívocos la tesis heliocéntrica en ausencia
29
de refutación concluyente del sistema geocéntrico de Ptolomeo. En dicha
carta escribe:
“Y no se puede responder que esto no es materia de fe, porque si no es materia de fe ex parti obiecti (respecto al objeto) es materia de fe ex parte dicentis (por quien lo dice). Y tan herético sería como quien dijera que Abraham no tuvo dos hijos y Jacob doce, o quien dijera que Cristo no nació de Virgen”.
En 1614, conoce a Juan Bautista Baliani, físico genovés, que será su
amigo y correspondiente durante largos años. Como reacción, En 1615
Galileo escribe a Cristina de Lorena una carta extensa en la cual
desarrolla admirablemente sus argumentos en favor de la ortodoxia del
sistema copernicano (Heliocéntrico). Esta carta es, también, muy
difundida, y es una pieza esencial del dossier. Ahí se ven los pasajes de
las escrituras que poseen problemas desde un punto de vista
cosmológico.
A pesar de ello, Galileo es obligado a presentarse en Roma para
defenderse contra las calumnias y sobre todo para tratar de evitar una
prohibición de la tesis científica copernicana. Pero le falta la prueba
irrefutable de la rotación de la TIERRA para apoyar sus requerimientos. Su
intervención llega demasiado tarde: Lorini, por carta de denuncia, ya
había avisado a Roma de la llegada de Galileo y el Santo Oficio ya había
comenzado la instrucción del caso.
El 8 de febrero de 1616, Galileo envía su teoría de las mareas
(Discurso del flujo e reflujo) al cardenal Orsini. Esta teoría (a la cual se le
ha reprochado durante mucho tiempo de estar en contradicción con el
principio de la inercia enunciado por el mismo Galileo, y que sólo puede
explicar pequeños componentes del fenómeno) pretendía demostrar que
el movimiento de la TIERRA producía las mareas, mientras que los
astrónomos jesuitas ya postulaban con acierto que las mareas eran
producidas por la atracción de la LUNA
30
A pesar de pasar dos meses removiendo cielo y tierra para impedir lo
inevitable, es convocado el 16 de febrero de 1616 por el Santo Oficio para
el examen de las proposiciones de censura. Es una catástrofe para él. La
teoría del sistema copernicano es condenada como «una insensatez, un
absurdo en filosofía, y formalmente herética». El 25 y 26 de febrero de
1616, la censura es ratificada por la Inquisición y por el papa Pablo V.
Aunque no se le inquieta personalmente, se ruega a Galileo exponer
su tesis presentándola como una hipótesis y no como un hecho
comprobado, cosa que no hizo a pesar de que no le fue posible demostrar
dicha tesis. Esta petición se extiende a todos los países católicos. La
intransigencia de Galileo, que rechaza la equivalencia de la hipótesis
copernicana y de la geocéntrica de Ptolomeo, pudo haber precipitado los
eventos.
Un estudio del proceso por Paul Feyerabend muestra que la actitud
del inquisidor (Roberto Belarmino) fue al menos tan científica como la de
Galileo, siguiendo criterios modernos. Este asunto afecta a Galileo
profundamente. Sus enfermedades le van a atormentar durante los dos
años siguientes y su actividad científica se reduce. Sólo retoma su
estudio de la determinación de las longitudes en el mar, y mientras
tanto, sus dos hijas, Arcángela y Celeste, entran en órdenes religiosas.
Galileo retorna a Florencia el 4 de junio de 1616, confuso. Por el
camino, le vino a la memoria como la Inquisición quemó a Giordano
Bruno en la hoguera y en sus sueños delirantes creyó ver brasas entre
cenizas. Sabía que su nombre estaba entre los papeles de sus enemigos
declarados dominicos y jesuitas; todos ellos teólogos académicos y
miembros del “Santo Oficio” de alto rango. Y su cometido era emitir un
juicio sobre la naturaleza herética del sistema heliocéntrico del Universo,
pero todos tenían formación en teología, y ninguno entendía ni una sola
palabra de ciencia, filosofía o matemáticas. Como se podía esperar, de
clérigos con una formación tan pobre en ciencias y matemáticas, fueron
31
muy duros con el modelo Copérnico, sin tener en cuenta, que siglos antes
ya habían intuido y divulgado los pitagóricos que a TIERRA giraba
alrededor de Helio. (SOL).
En 1618, observa el pasaje de tres cometas, fenómeno que relanza la
polémica sobre la incorruptibilidad de los cielos. En 1619, el padre jesuita
Horazio Grassi publica “De tribus cometis ani 1618 disputatio
astronomica”. En él defiende el punto de vista de Tycho Brahe sobre las
trayectorias elípticas de los cometas. Galileo responde al principio por la
intermediación de su alumno Mario Guiducci que publica en junio de 1619
Discorso delle cometes donde desarrolla una teoría errónea sobre los
cometas, afirmando que sólo se trataba de ilusiones ópticas, incluyendo
causas de fenómenos meteorológicos. Los astrónomos jesuitas del
Observatorio Vaticano decían, en cambio, que eran objetos celestes
reales. // Mientras, Galileo, animado por su amigo el cardenal Maffeo
Barberini y sostenido por la Academia de los Linces, responderá con
ironía en IL saggiatore. // Grassi, uno de los sabios jesuitas más
importantes, es ridiculizado. Mientras tanto, Galileo ha comenzado su
estudio de los satélites de Júpiter. Por culpa de dificultades técnicas se
ve obligado a abandonar el cálculo de sus efemérides. Galileo se ve
cubierto de honores en 1620 y 1622.
El 28 de agosto de 1620, el cardenal Barberini envía a su amigo el
poema Adulatio perniciosa que él ha compuesto en su honor. El 20 de
enero de 1621, Galileo se convierte en cónsul de la Academia
florentina. // El 28 de febrero, Cosme II, el protector de Galileo, muere
súbitamente. // Ese mismo mes de enero de 1621, la muerte del papa
Pablo V llegó de improvisto en plena celebración de la victoria católica
de una de las batallas más importantes de la guerra de los Treinta Años,
concretamente la batalla de la Montaña Blanca; la Santa Sede se dispuso
celebrar tal evento por todo lo alto. El pontífice, de 70 años, sin
encomendarse a Dios ni al Diablo, bebió demasiado vino y comió
demasiados manjares y pronto sufrió una apología y cayó muerto en la
32
mesa del comedor. Es posible que Galileo al recibir la noticia sintió cierto
alivio. A este Papa le siguió el 17 de septiembre (1621) el cardenal
Roberto Belarmino, el apodado “el martillo de los herejes” del “Santo
Oficio Romano”. Otro alivio, de momento, para Galileo.
En 1622, en Fráncfort, aparece una Apología de Galileo redactada por
Tommaso Campanella en 1616. Un defensor bastante poco confiable,
puesto que Campanella ya está condenado por herejía. // El 6 de agosto
de 1622, el cardenal Maffeo Barberini es elegido papa bajo el nombre de
Urbano VIII. (8) El 3 de febrero de 1623 Galileo recibe la autorización para
publicar su Saggiatore que dedica al nuevo Papa. La obra aparece el 20
de octubre de 1623. Gracias a las cualidades polémicas (y literarias) de la
obra, se aseguró el éxito en la época. No permanece más que unos meses
allí, Galileo se convierte de alguna manera en el representante de los
círculos intelectuales romanos en rebelión contra el conformismo
intelectual y científico impuesto por los jesuitas.
Los años siguientes son bastante tranquilos para Galileo a pesar de
los ataques de los aristotélicos. Aprovecha para perfeccionar su
microscopio compuesto (septiembre de 1624), pasa un mes en Roma
donde es recibido numerosas veces por Urbano VIII. Este último le da la
idea de su próximo libro Diálogo sobre los dos sistemas del mundo, obra
que presenta de manera imparcial a la vez el sistema Ptolomeo-
aristotélico y el sistema copernicano. Encarga escribirla a Galileo.
33
Uno de los libros más significativos de Galileo es DIÁLOGO. El grabado del frontispicio muestra a tres estudiantes de Astronomía, de izquierda a derecha: Aristóteles (384-322 a.C.), Ptolomeo (90-128 d.C.) y Nicolás Copérnico (1473-1543). Ptolomeo tiene una esfera armilar con la TIERRA en su centro, mientras que el modelo de Copérnico soporta un modelo heliocéntrico del sistema solar.
En 1626, Galileo prosigue sus investigaciones sobre la estructura del
imán. También recibe la visita de Élie Dodati, que llevará las copias de
sus manuscritos a París. En marzo de 1628, Galileo cae gravemente
enfermo y está a punto de morir. El año siguiente, sus adversarios
intentan privarle de la asignación que recibe de la Universidad de Pisa,
pero la maniobra falla. Hasta 1631 Galileo consagra su tiempo a la
escritura del Diálogo y a intentar que éste sea admitido por la censura.
La obra se imprime en febrero de 1632. Los ojos de Galileo comienzan a
traicionarle en marzo y abril. Las posiciones del teólogo valón Libert
Froidmont (de la Universidad Católica de Lovaina) esclarecen bien todos
los equívocos de la condena de Galileo.
34
El 21 de febrero de 1632, Galileo, protegido por el papa Urbano VIII y
el gran duque de Toscana Fernando II de Médicis, publica en Florencia su
diálogo de los Massimi sistemi (Diálogo sobre los principales sistemas del
mundo), donde se burla implícitamente del Geocentrismo de Ptolomeo. //
El Diálogo es a la vez una revolución por una parte y un verdadero
escándalo por otra. El libro es en efecto abiertamente pro-copernicano -
heliocéntrico, ridiculizando audazmente la interdicción de 1616. (decreto
de prohibición)
El Diálogo sobre los principales sistema del mundo se desarrolla en
Venecia durante cuatro jornadas entre tres interlocutores: Filipo Salviati,
un florentino seguidor de Copérnico, Giovan Francesco Sagredo, un
veneciano ilustrado sin tomar partido, y Simplicio, un mediocre defensor
de la física aristotélica; un personaje que algunos quieren ver inspirado
en Urbano VIII.. Pero, mientras que se le reprocha el carácter
ostensiblemente peyorativo del nombre, Galileo responde que se trata de
Simplicio de Cilicia. Muchos autores coinciden en que Galileo no esperaba
estas reacciones ni que el papa Urbano VIII reaccionara posicionándose
con ira entre sus enemigos.
En estos cuatro días de discusión, Galileo, aunque lo tenía prohibido
por el decreto de 1616, presenta dos nuevas pruebas de carácter
experimental y observacional a favor de la teoría copernicana. La basada
en el movimiento de las mareas, errónea, y la basada en la rotación de
las manchas solares, acertada y que refutaba tanto la ptolomeica (ya
descartada por las fases de Venus), como la de Tycho Brahe, en cuya
defensa se habían refugiado los jesuitas del Colegio Romano. Esto motivó
la intervención de la Inquisición, que sólo le permitía a Galileo el
presentar la teoría como mera hipótesis, y no presentar a su favor, como
hizo, las pruebas y los cálculos matemáticos cuidadosamente verificados
sobre el sistema copernicano ( heliocéntrico). Para los miembros del
35
Santo Oficio esta exposición de las pruebas era intolerable, al ser
contrarias a las divinas Escrituras.
Para Galileo, que ya tenía en Roma poderosos enemigos,
fundamentalmente entre los jesuitas del Colegio Romano, especialmente
Christopher Steiner y Orazio Grassi, quienes se consideraban la rama
intelectual de la Iglesia, y quienes pudieron ser quienes iniciaron el
rumor de que el papa Urbano era, en realidad, el simpático pero poco
brillante Simplicio. Esto fue muy perjudicial para Galileo, pues en Roma
era muy conocida la enorme autoestima del Papa. Por otro lado, tampoco
ayudó a Galileo el escribir su citada obra Diálogo en lengua vulgar, en vez
de hacerlo en el idioma culto utilizado entonces entre los hombres de
ciencia, el latín, pues a la Iglesia no le gustaba que las obras (libros)
llegaran directamente al hombre de la calle.
El proceso realizado por la Inquisición fue irregular, pues a pesar de
que el libro había pasado el filtro de los censores, se le acusaba de
introducir doctrinas heréticas. Puesto que esto dejaba en mal lugar a
dichos censores, la acusación oficial fue de violar la prohibición por
decreto de 1616. Por ello, Galileo fue requerido para presentarse en
Roma lo más pronto posible. Sin embargo, Galileo se hallaba enfermo y
sumamente agotado debido al gran esfuerzo desplegado en meses atrás
en la preparación del libro Diálogo. Ya contaba 68 años, por lo que se
demoró en acudir a Roma. Además, de que en esos momentos existía una
epidemia de peste en Italia, y aunque presentó certificados médicos
alegando estas circunstancias, a finales de diciembre de 1632 fue
conminado a acudir inmediatamente de grado o por fuerza.
El primer día de Galileo en Roma fue un deprimente y frío domingo, el
primero de Cuaresma, 13 de febrero de 1633, dos días después de su
sesenta y nueve cumpleaños. Durante las primeras semanas no se toma
ninguna medida en su contra, lo cual inquieta enormemente a Galileo.
36
Fue una treta deliberada en un plan de Urbano VIII para minar su estado
mental. Febrero dio paso a marzo y marzo a abril y mientras tanto
Galileo seguía en el Palazzo Firenze del embajador de Toscana.
No fue voluntad suya el retrasar el viaje lo prueba el que, debido a la
peste, fuera retenido por espacio de 42 días para abandonar la Toscana.
Por otra parte, estaba concertado que el trato que recibiera durante el
proceso fuese el correcto y, alojado en las habitaciones del palacio de la
Inquisición, y recibiendo todas las atenciones que necesitaba, si bien no
sin ningún trato especial distinto al resto de otras personalidades
importantes y personas de su condición; es necesario recordar que
Galileo era ya una persona famosa en toda Europa, y el “Santo Oficio” lo
sabía, tratando de dignificar el trato en este caso en apariencia. Pues los
procedimientos normales eran fríos y brutales. El mejor ejemplo es el
tratamiento que se le dio a Giordano Bruno, unas tres décadas antes, fue
encarcelado en una celda apestosa e Infestada de ratas y sometido a
repetidas torturas.
PRIMERA AUDIENCIA:
La primera audiencia ante la Inquisición tuvo lugar el martes, 12 de
Abril de 1633, en el palacio del “Santo Oficio”, en el ala sur de San Pedro.
Galileo fue escoltado desde la embajada por la guardia armada y fue
llevado a una sencilla sala. Dentro no había nada más que una mesa de
madera y dos sillas. El prisionero estaba obligado a permanecer de pie
mientras los dos inquisidores, el comisario Vincenzo Maculano y su
ayudante, el fiscal Carlos Sinceri estaban sentados. Sobre la mesa
había una serie de papeles y una copia del libro Diálogo.
A Galileo no fue informado de la naturaleza de los cargos presentados
contra él, ni se le dijo quien había presentado dichos cargos. A lo largo de
la vista (hubo cuatro), Maculano expuso sus preguntas a Galileo en
37
latín y en tercera persona. Las respuestas aparecen en italiano en
primera persona. Fueron 21 preguntas las efectuadas por Maculano y
21 respuestas profusamente esclarecedoras y sinceras de Galileo.
Esta primera vista sentó las bases del conflicto. Los inquisidores
mencionados habían recibido instrucciones de recoger la máxima informa
de Galileo. // Y quedó claro que en esta vista no había ayudado a mejorar
la situación; estaba bastante claro que Galileo no iba a ponerse de
rodillas como muestra de arrepentimiento. El comisario Maculano era un
hombre inteligente y astuto y conocía meticulosamente todo el plan del
proceso y estaba dispuesto a doblegar a Galileo incluso con los medios
que fuesen menester......../
Maculano (con vestimenta sacerdotal), leyendo los cargos contra Galileo (de
pie). Por Cristiano Banti (1857)
El jueves, 28 de abril, el comisario Maculano fue solo directamente a la
habitación de Galileo del Palacio de la Inquisición y fue brutamente claro
con él. // “Si Galileo decidía no colaborar sería necesario aplicarle un
mayor rigor en la administración de justicia y tener menos
consideraciones hacia su persona por las consecuencias de este asunto,
38
con amenazas de “torturas” si no lo hace (10), y promesas de un trato
benevolente, en el caso de colaboración…..”
SEGUNDA AUDIENCIA:
Dos días después, el sábado 30 de abril, Galileo fue llamado
personalmente, por segunda vez, a la Sala de las Congregaciones ante el
comisario Maculano y el fiscal Carlos Sinceri y con la asistencia de los
mencionados anteriormente. // Galileo, “que ha pedido ser escuchado y
que ha jurado formalmente decir la verdad, fue preguntado por los
padres lo siguientes: “Que exponga lo que desea decir:”
Durante varios días he estado pensando de forma continua y directa
sobre el interrogatorio al que fui sometido el día 16 de este mes, y
particularmente sobre la pregunta de si hace dieciséis años se me
prohibió, por orden del Santo Oficio, mantener. apoyar y enseñar de
manera alguna la opinión, entonces condenada, del movimiento de la
TIERRA y la inmovilidad del SOL. Se me ocurrió releer mi versión impresa
del Diálago, que no había mirado en los últimos tres años. Quería
comprobar muy cuidadosamente si, contrariamente a mi más pura
intención, por un descuido mío, podrían haber salido de mi pluma no solo
algo que permitiera a los lectores o superiores detectar un defecto de
desobediencia por mi parte, sino también otros detalles a través de los
cuales alguien pudiera tomarme como un transgresor de las órdenes de
la Santa Iglesia. Siendo libre, tras la generosa aprobación de los
superiores, para mandar a uno de mis sirvientes o hacer recodos,
conseguí una copia de mi libro, y empecé leerlo con la mayor de los
concentraciones y a examinarlo de la formo más detallada.
Al no haberlo visto desde hacía mucho tiempo, lo encontré casi como
un libro nuevo de otro autor. Ahora, libremente confieso que me pareció
en varios lugares escrita de manera tal que el lector, que no conoce mis
intenciones, podría haber tenido razones poro creer que los argumentos
39
en favor de la parte falsa que yo intentaba refutar, son presentados con
tanta fuerza que parecen mas convincentes que disuasorios. En concreto,
dos argumentos, uno basado en las manchas solares y el otro en las
mareas, son presentados favorablemente al lector como si fueran salidos
y fuertes, en vez de como debería ser para alguien que los estima como
no concluyentes y que pretendía refutarlos. como ciertamente yo
deseaba hacer internamente.
Para disculparme a mi mismo por haber caído en un error tan ajeno a
mi intención, no me basta con decir que cuando uno presenta
argumentos contrarios con la intención de refutarlos, estos deben ser
explicados de la manera mas justa y no deben ser presentados como
vacíos para desventaja del oponente, especialmente cuando se escribe de
forma dialogada. Al no satisfacerme esta excusa. como ya he dicho,
recurrí a esa gratificación natural que todo el mundo siente por su
ingenio y por mostrarse como más inteligente que el hombre común, al
encontrar inteligencia y argumentos interesantes incluso en favor de
falsas proposiciones.
No obstante, a pesar de que, usando palabras de Cicerón, «Deseo la
gloria más de lo que seria adecuado», si tuviera que escribir los mismos
argumentos ahora, no hay duda de que los debilitaría de manera que no
pareciera que tienen la fuerza de la que real y esencialmente carecen. Mi
error entonces fue, y lo confieso, uno de ambición vanidosa, pura
ignorancia e imprudencia. Esto es todo lo que necesito decir en esta
ocasión, y se me ocurrió cuando releía mi libro.
Con esto, una vez obtenida su firma y habiéndole hecho jurar silencio,
los Padres dieron por finalizada la audiencia.
Yo, Galileo Galilei. he testificado lo expuesto anteriormente.
----------------.
De acuerdo con el informe, a continuación sacaron a Galileo de la
habitación, y fue llevado de nuevo a sus habitaciones de Palacio //
Horas después, Galileo fue llamado ante Su Reverencia el comisario
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Maculano para manifestarle que tenía un plazo de ocho días para
presentar su defensa por escrito, si así lo deseaba y tenía intención de
hacerlo.
“Habiendo escuchado lo que Su Reverencia me ha dicho, como respuesta
digo que quiero presentar algo en mí defensa, a saber: para mostrar la
sinceridad y pureza de mi intención, no para excusarme por haber
cometido de alguna manera una transgresión, tal como se ha dicho”.
TERCERA AUDIENCIA:
Diez dios después, el 10 de mayo se convocó uno tercera audiencia. En
ésta se le, pidió a Galileo que presentara su defensa escrita a las
Inquisidores.
Galileo leyó entonces su defensa:
En un interrogatorio anterior se me preguntó si había informado al
reverendísimo padre maestro del Sacro Palacio sobre la orden que se
emitió contra mí hace dieciséis años por orden del Santo Oficio, la de “no
transmitir, defender o enseñar de modo alguno” la idea del movimiento
de la TIERRA y la inmovilidad del SOL y yo contesté “No”. Ya que no se me
preguntó la razón por la que no le informé, no tuve la oportunidad de
decir nada más. Ahora me parece necesario mencionarlo, para probar la
absoluta pureza de mi mente, que siempre se opone a la falsedad.
Digo, por lo tanto, que en aquel momento, algunos de mis enemigos
estaban dispersando el rumor de que yo había sido llamado por el señor
cardenal Belarmino para hacerme abandonar algunas de mis opiniones,
que debía retractarme, que había recibido castigos por estas opiniones,
etc., y por ello me vi obligado a recurrir a Su Eminencia y a rogarle que
me diera un certificado explicando por qué había sido llamado por él.
Recibí este certificado de su propio puño y letra, y es el que adjunto a la
presente declaración.
41
En él se ve claramente que únicamente se me dijo que no debía
comentar o defender la doctrina copernicana sobre el movimiento de la
TIERRA y la inmovilidad del SOL; pero no se ve muestra alguna de que,
aparte de esta declaración general aplicable a todo el mundo, se me
diera ninguna otra orden especial. Una vez tuve el recordatorio de este
certificado auténtico, escrito a mano por la propia persona que dictó la
orden, no volví a pensar más tarde en las palabras usadas en el citado
mandato que se me impuso, que manifestaba que no se puede defender,
apoyar, etc.; por lo tanto, las palabras usadas aparte de “defender” y
“apoyar”, que he oído que contiene el mandato que se me dio, es decir
“enseñar” y “de ninguna manera” son nuevas para mi. Creo que no se
debe desconfiar de mí sobre el hecho de que en el transcurso de catorce
o dieciséis años me haya olvidado de ellas, especialmente porque no les
presté atención, puesto que tenía el recordatorio escrito. Ahora, si
quitamos estas dos frases y nos quedamos solo con las otras dos
mencionadas en el certificado adjunto, no hay ninguna razón para dudar
de que la orden contenida en ellas sea la misma que la del mandato
dictado por orden de la Santa Congregación del Indice.
Puesto que mi libro no fue sometido a más censuras que las
requeridas por el Índice, seguí el camino más seguro y más efectivo para
protegerlo y purgarlo de cualquier traza de blasfemia. Me parece que
esto está claro, ya que se lo facilité al Inquisidor mayor en un momento
en el que muchos libros sobre las mismas materias estaban siendo
prohibidos con el único argumento de ser contrarios al decreto
anteriormente citado.
Por lo que estoy diciendo, creo que puedo esperar firmemente que la
idea de que hubiera desobedecido conscientemente y a propósito las
órdenes que me fueron dadas sea descartada por sus eminentísimos y
prudentísimos señores jueces. Por ello, esos errores que se pueden
encontrar distribuidos a lo largo de mi libro no fueron incluidos con
42
astucia o falsa intención, sino por la vanidosa ambición y satisfacción de
parecer más inteligente que la mayoría de los escritores populares; este
fue un resultado inadvertido de mi forma de escribir, tal)’ como confesé
en otra declaración. Estoy preparado para reparar y compensar el daño
que estos errores hayan causado de cualquier manera, sea lo que sea lo
que se me ordene o me permitan hacer sus eminentísimos señores.
Por último, solo me queda rogar que tengan en cuenta el lamentable
estado de salud al que estoy reducido, debido a diez meses de constante
ansiedad mental y a la fatiga de un viaje largo y molesto en la peor de las
estaciones y emprendido a la edad de setenta años; tengo la sensación
de que he perdido los años que mi anterior estado de salud prometía.
Me anima a hacer esto la fe que tengo en la clemencia y la bondad de
corazón de sus eminentísimos señores, mis jueces; y espero que, si su
sentido de la justicia detecta alguna falta entre tantos achaques como
adecuada para ser castigada por mis crímenes, ruego la achaquen a mi
avanzada edad, que también ruego tengan en cuenta. De la misma
manera, quema que tuvieran en cuenta mi honor mi reputación frente a
las calumnias de aquellos que me desprecian, espero que cuando estos
insistan en despreciar mi reputación, mis eminentísimos señores jueces
lo tomen como una prueba de por que me fue necesario obtener del
Eminentísimo señor cardenal Belarmino el certificado que he adjuntado.
---------Fín----------
Como favor especial del papa Urbano VIII, después de esta
audiencia Galileo fue conducido de vuelta a la embajada Toscana, donde
se le permitió permanecer durante el resto del proceso. Galileo estaba
agotado después de su terrible experiencia y se le llevo inmediatamente
a su lecho de enfermo. El embajador, Niccolini, estaba claramente
preocupado por su invitado, y en una carta al gran duque informó de que
Galileo había vuelto de su última audiencia “medio muerto”.
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Hubo una gran dilación entre esta audiencia y la aparición final de
Galileo ante el comisario Maculano y el fiscal Carlos Sinceri. La razón
principal fue simple logística: el Papa no volvió a Roma de su lugar de
Vacaciones hasta el 20 de mayo y. cuando lo hizo, estaba absorto en
asuntos militares a consecuencia de la guerra de los “Treinta Años”. La
primera oportunidad que tuvo de asistir a una reunión del Santo Oficio
para hablar del proceso contra Galileo fue el jueves 16 de junio. En esta
reunión se decidió que Galileo debía comparecer una última vez ante sus
jueces para aclarar sus intenciones de nuevo. // “No podía permitir
simplemente que volviera a su trabajo ileso y sin restricciones. Los
cardenales reunidos concluyeron que Galileo debía ser humillado
públicamente y encarcelado de por vida”
CUARTA AUDIENCIA:
El informe del juicio nos relata que el 21 de junio, cuatro días después
de la reunión del Santo Oficio, el prisionero fue llevado de nuevo al
palacio del Santo Oficio y se le hizo presentarse ante sus inquisidores,
ante los que juró decir la verdad, y los padres le preguntaron lo
siguiente:
PREGUNTA: Si tiene algo que decir.
RESPUESTA: No tengo nada que decir.
PREGUNTA: Si apoya o ha apoyado, y durante cuánto tiempo, que el SOL es el centro del mundo y que la TIERRA no es el centro del mundo sino que se mueve con un movimiento diario.
RESPUESTA: Hace mucho tiempo, es decir, antes de la decisión de la Santa Congregación del Indice, y antes de que me fuera emitida la orden, no estaba seguro y consideraba las dos opiniones, la de Ptolomeo y la de Copérnico, como discutibles, porque ninguna de las dos — ser cierta por naturaleza. Pero después de la citada decisión, convencido de la prudencia de las autoridades, mi falta de certeza desapareció, y apoyé, como todavía apoyo, como verdadera e indudable la opinión de Ptolomeo, es decir, la inmovilidad de la TIERRA y el movimiento del SOL.
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PREGUNTA: Una vez que se le ha informado de que se presume que ha apoyado la citada opinión después de ese momento, por la forma y manera usadas para discutir y defender dicha opinión en el libro que publicó después de ese momento, e incluso por el mero hecho de haber escrito y publicado el citado libro, se le pide que diga libremente la verdad sobre si apoya o ha apoyado esa Idea.
RESPUESTA: En referencia a mi forma de escribir el Dialogo ya publicado. no lo hice así porque apoyan la opinión de Copérnico como cierta. En su lugar considerando únicamente que estaba haciendo un servicio beneficioso, expliqué las razones físicas y astronómicas que pueden ser argumentadas en cada parte; Intenté mostrar que ninguna de estas, ni las que están a favor de esta opinión o de aquella, tenían la fuerza de una prueba concluyente y que, por lo tanto, para proceder con certeza tendría que recurrir a la determinación de doctrinas más ingeniosas tal y como puede observarse en varios pasajes del Dialogo. De esta manera, por mi parte, concluyo que no apoyo y que, después de la determinación de las autoridades, no he apoyado la opinión condenada.
PREGUNTA: Una vez que se le ha informado de que por el propio libro y por las razones argumentadas en favor de la parte falsa, es decir, que la TIERRA se mueve y que el SOL esta quieto, se presume que, tal como se ha ya dicho, él apoya la opinión de Copérnico, o al menos que la apoyó en aquel momento, se le informa de que al menos que este dispuesto a decir la verdad, será necesario aplicar todos los recursos medidas de la ley contra él.
RESPUESTA: No apoyo esta opinión de Copérnico, no la he apoyado después de que se me ordenara mediante mandato que abandonara dicha opinión. Por lo demás, estoy en sus manos; hagan como deseen.
PREGUNTA: Y se le requirió que dijera la verdad; de lo contrario se recurriría a la tortura.
RESPUESTA: Estoy aquí para obedecer, pero no he apoyado esta opinión después de que se toman aquella decisión, tal y como he dicho.
Yo, Galileo Galilei, he testificado como se cita.
Y puesto que no se pudo hacer más para la ejecución de la decisión,
después de haber firmado, fue enviado a sus aposentos. // El proceso
estaba casi concluido. Sólo quedaba un acto simbólico más: Galileo debía
ser llamado ante una congregación de cardenales en una sala contigua a
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la Iglesia de de Santa María sopra Minerva, donde se le haría retractarse
públicamente. Era todo por apariencia, por supuesto: un espectáculo y de
escarmiento público..
AUDIENCIA CONDENATORIA:
Vestido con la toga blanca de los penitentes, Galileo fue conducido a
la sala. Delante de él, sentados en semicírculo ocho cardenales junto con
sus asistentes y varios testigos. A partir de aquí, se ruega volver a la
página 4 de esta historia donde están los textos de la SENTENCIA y
ABJURACIÓN a este HONORABLE investigador, científico y matemático
como fue Galileo Galilei. // Estos cardenales impíos en vida lo condenaron
al infierno, pero la ciencia y la verdad lo elevaron a la GLORIA DE LA
HISTORIA. // La verdad siempre espera en el camino para fulminar la
mentira, aunque esta venga del “Santo Oficio”, que, de justo ni de santo
nunca tuvo. La Divina Justicia lo habrá enviado al infierno, por incumplir,
en todo tiempo, el mensaje de Jesucristo.
CARDENALES IMPÍOS
Uno de los primeros pecados que conocemos por la BIBLIA, es un
pecado contra el quinto mandamiento de la Ley de Dios; el crimen de
Caín, que mató a Abel, su hermano. // Entonces mismo quiso Dios que los
hombres se diesen cuenta de que ÉL ES EL DEFENSOR DE LA VIDA .
“Preguntó el Señor a Caín: ¿Dónde está Abel, tu hermano?.
Contestóle: No sé. ¿Soy yo, acaso, guardián de mi hermano?. ¿Qué has
hecho? – le dijo el Señor - Lo voz de la sangre de tu hermano está
clamando a mí desde la tierra. Ahora maldito serás en la tierra, que abrió
su boca para recibir, de la mano tuya, la sangre de tu hermano. Cuando
la labres, te negará sus frutos y andarás por ella fugitivo y errante.
(Génesis 4, 9-12).
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Esta misma actitud es la que adopta el Señor con Moisés al entregarle
las TABLAS DE LA LEY DE LOS DIEZ MANDAMIENTOS en la cima del monte
Sinaí, entre ellos el quinto: “No matarás a tu prójimo”
“Sube a mi montaña y quédate allí, por cuanto quiero darte las tablas de piedra y la ley y el mandamiento que tengo que escribí a fin de enseñarlos” (Exodo 24,12).
Esta misma Ley fue confirmada por Jesucristo: No penséis que he venido a abolir la Ley de los Profetas. No he venido a abrogarla, sino a consumarla (San Mateo 5, 17) Con el fin de no violentar el Quinto Mandamiento por temor a Dios, los inquisidores del “Santo Oficio” se cuidaban en lo posible no derramar la sangre de los sentenciados a muerte por “herejes”; los quemaba vivos, sin derramar una gota de sangre. // Así actuaron impunemente esos malhechores durante siglos.
-----------------------ooo0ooo----------------------,
Giuseppe Baretti afirmó que después de la abjuración Galileo dijo la
famosa frase «Eppur si muove» (“Y sin embargo se mueve”), pero según
Stillman Drake, Galileo no pronunció la famosa frase en ese momento ya
que no se encontraba en situación de libertad y sin duda era desafiante
hacerlo ante el tribunal de cardenales de la Inquisición. Para Stillman si
esa frase fue pronunciada lo fue en otro momento.
El texto de la sentencia fue difundido por doquier: en Roma el 2 de
julio y en Florencia el 12 de agosto. La noticia llega a Alemania a finales
de agosto, en Bélgica en septiembre. Los decretos del Santo Oficio no se
publicarán jamás en Francia, pero, prudentemente, René Descartes
renuncia a la publicación de su Mundo. Muchos, entre ellos Descartes, en
aquella época, pensaron que Galileo era la víctima de una confabulación
de los jesuitas, que se vengaban así de la afrenta sufrida por Horazio
Grassi en el Saggiatore.
47
El fin. Galileo permanece confinado en su residencia en su casa de
Florencia desde diciembre de 1633 a 1638. Allí recibe algunas visitas, lo
que le permitió que alguna de sus obras en curso de redacción pudiera
cruzar la frontera. Estos libros aparecieron en Estrasburgo y en París en
traducción latina.
En 1636, Luis Elzevier recibe un boceto de los Discursos sobre dos
nuevas ciencias de la parte del maestro florentino. Éste es el último libro
que escribirá Galileo; en él establece los fundamentos de la mecánica en
tanto que ciencia y que marca así el fin de la física aristotélica. Intenta
también establecer las bases de la resistencia de los materiales, con
menos éxito. Terminará este libro a lo justo, puesto que el 4 de julio de
1637 pierde el uso de su ojo derecho.
El 2 de enero de 1638, Galileo pierde definitivamente la vista. // Por
suerte, Dino Peri ha recibido la autorización para vivir en casa de Galileo
para asistirlo junto con el padre Ambrogetti que tomará nota de la sexta
y última parte de los Discursos. Esta parte no aparecerá hasta 1718. La
obra completa aparecerá en julio de 1638 en Leiden (Países Bajos) y en
París. Será leída por las más grandes personalidades de la época.
Descartes por ejemplo. enviará sus observaciones a Mersenne, el editor
parisino.
Galileo, entre tanto, ha recibido la autorización de trasladarse e
instalarse cerca del mar, en su casa de San Giorgio. Permanecerá allí
hasta su muerte, rodeado de sus discípulos (Viviani, Torricelli, Peri, etc.),
trabajando en la astronomía y otras ciencias. A fines de 1641, Galileo
trata de aplicar la oscilación del péndulo a los mecanismos del reloj.
Unos días más tarde, el 8 de enero de 1642, Galileo muere en Arcetri a
la edad de 77 años. Su cuerpo es inhumado en Florencia el 9 de enero. Un
mausoleo será erigido en su honor el 13 de marzo de 1736 en la iglesia
de la Santa Cruz de Florencia.
LA IGLESIA EN LOS SIGLOS SIGUIENTES
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Galileo, especialmente por su obra Diálogo sobre los principales
sistemas del mundo (1633), cuestionó y resquebrajó los principios sobre
los que hasta ese momento habían sustentado el conocimiento e
introdujo las bases del método científico que a partir de entonces se fue
consolidando.
En el siglo XVII, la teoría del heliocentrismo, suponía cuestionar que
los textos bíblicos: como (por ejemplo que la Tierra fuera el centro del
Universo-Geocentrismo), fueran válidos para una verdadera ciencia. Las
consecuencias no solo fueron para la teología y la ciencia incipiente,
también se produjeron consecuencias metafísicas y ontológicas, que
producirán reacciones de los científicos
En el siglo XVIII, Benedicto XIV autoriza las obras sobre el
heliocentrismo en la primera mitad del siglo XVIII, y esto en dos tiempos:
En 1741, ante la prueba óptica de la órbita de la TIERRA, hizo que el Santo
Oficio diese al impresor la primera edición de las obras completas de
Galileo, y en 1757, las obras favorables al heliocentrismo fueron
autorizadas de nuevo, por un decreto de la Congregación del Índex, que
retira estas obras del Index Librorum Prohibitorum. (Indice libros
prohibidos).
En el siglo XX, homenaje y rehabilitación. A partir de Pío XII se
comienza a rendir homenaje al gran sabio que era Galileo. En 1939 este
Papa, en su primer discurso a la Academia Pontificia de las Ciencias, a
pocos meses de su elección al papado, describe a Galileo “el más audaz
héroe de la investigación ... sin miedos a lo preestablecido y los riesgos a
su camino, ni temor a romper los monumentos”.
Su biógrafo de 40 años, el profesor Robert Leiber, escribió:
“Pío XII fue muy cuidadoso en no cerrar ninguna puerta a la ciencia prematuramente. Fue enérgico en ese punto y sintió pena por el caso de Galileo”.
49
En 1979 y en 1981, el papa Juan Pablo II encarga una comisión de
estudiar la controversia de Ptolomeo-Copérnico de los siglos XVI y XVII. El
31 de octubre de 1992, Juan Pablo II rinde una vez más homenaje al sabio
durante su discurso a los partícipes en la sesión plenaria de la Academia
Pontificia de las Ciencias. En él reconoce claramente los errores de
ciertos teólogos del siglo XVII en el asunto y pidió perdón por los errores
que hubieran cometido los hombres de la Iglesia a lo largo de la historia.
En el caso Galileo propuso una revisión honrada y sin prejuicios en
1979, pero la comisión que nombró al efecto en 1981 y que dio por
concluidos sus trabajos en 1992, repitió una vez más la tesis que Galileo
carecía de argumentos científicos para demostrar el heliocentrismo y
sostuvo la inocencia de la Iglesia como institución y la obligación de
Galileo de prestarle obediencia y reconocer su magisterio, justificando la
condena y evitando una rehabilitación plena.
El propio cardenal Ratzinger, prefecto de la Congregación para la
Doctrina de la Fe, lo expresó rotundamente el 15 de febrero de 1990 en la
Universidad romana de La Sapienza, cuando en una conferencia hizo suya
la afirmación del filósofo agnóstico y escéptico Paul Feyerabend:
“La Iglesia de la época de Galileo se atenía más estrictamente a la razón que el propio Galileo, y tomaba en consideración también las consecuencias éticas y sociales de la doctrina galileana. Su sentencia contra Galileo fue razonable y justa, y sólo por motivos de oportunismo político se legitima su revisión”
Esta declaración injusta será objeto de una fuerte polémica cuando en
el año 2008 el ya papa Benedicto XVI tenga que renunciar a una visita a
la Universidad de La Sapienza de Roma. // Es habitual en Ratzinger la cita
de autores, a priori contrarios a las posturas de la Iglesia, para reforzar
sus tesis, de la misma forma que cita a Paul Feyerabend al que califica de
“filósofo agnóstico y escéptico”, cita también al que califica de “marxista
romántico” Ernst Bloch para justificar científicamente, acogiéndose a la
50
teoría de la relatividad, la corrección de la condena a Galileo no
solamente contextualizada en su época sino desde la nuestra.
El Santo Oficio prohibió en 1633 el Diálogo sobre los principales
sistemas del mundo, texto escrito en 1632 por Galileo y le condenó a la
cárcel, pero sin que se cumpliera la sentencia que no fue ratificada por el
papa Urbano VIII. En relación a las aportaciones científicas de Galileo,
además de a las realizadas por Nicolás Copérnico y Johnnes Kepler, es
frecuente referirse a ellas como una revolución científica en la
astronomía que inició la ciencia moderna (caracterizada por la
matematización, el mecanicismo y la experimentación) y supuso un
cambio de paradigma tanto en la astronomía (paso del sistema
geocentrismo al sistema heliocentrismo) como en modo de trabajo en
otras disciplinas que se fundamentó en el método científico.
El estudio de los trabajos experimentales y de las formulaciones
teóricas de Galileo es importante, sin embargo, no sólo para conocer el
origen de la filosofía natural moderna sino también para comprender el
modo como se pasa de un paradigma conceptual a otro. Por este motivo
Galileo es un caso ejemplar, cuyo examen detallado lleva a replantear los
problemas capitales de la teoría científica, la filosofía de la ciencia y la
epistemología, Para Stephen Hawking, Galileo probablemente sea, más
que cualquier otro, el máximo responsable del nacimiento de la ciencia
moderna; Albert Einstein lo llamó padre de la ciencia moderna.
Joseph Ratzinger, ya como Papa, había sido invitado a participar de la
ceremonia de inauguración del curso académico prevista para el 17 de
enero de 2008, pero tuvo que renunciar ante la protesta iniciada unos
meses antes por 67 profesores de la Universidad de La Sapienza y
apoyada después por numerosos profesores y estudiantes para declararle
persona non grata. El claustro de profesores no aceptaba la posición
“medieval” del papa Benedicto XVI ante la condena de Galileo y
condenaba las afirmaciones que había realizado en el discurso público
pronunciado por dicho Papa en la Universidad de La Sapienza en 1990.
51
Al inicio de una cierta armonía entre la Ciencia e Iglesia, 376 años
después de su condena y la prohibición de sus libros, y aprovechando los
eventos del Año de la astronomía, el Vaticano celebró el 15 de febrero de
2009 una misa en su honor. La celebración, fue oficiada por monseñor
Gianfranco Ravasi y estuvo promovida por la Federación Mundial de
Científicos; la Santa Sede deseaba hacer pública la aceptación del legado
del científico dentro de la doctrina católica.
En 2009, dentro de la celebración del Año Internacional de la
Astronomía, la Santa Sede organizó un congreso internacional sobre
Galileo. En marzo se presentó en Roma el libro escrito en italiano Galileo
y el Vaticano, que ofrece un «juicio objetivo por parte de los
historiadores» para comprender la relación entre el gran astrónomo y la
Iglesia. Al presentar el libro, el presidente del Consejo Pontificio para la
Cultura, el arzobispo Gianfranco Ravasi consideró que esta obra facilita a
la Iglesia comprometerse «en una relación más vivaz y calmada con la
ciencia».
En julio se presentó una nueva edición sobre las investigaciones del
proceso realizado a Galileo. El nuevo volumen se titula I documenti
vaticani del processo di Galileo Galilei (Los documentos vaticanos del
proceso de Galileo Galilei), Archivo Secreto Vaticano. La edición ha ido a
cargo del prefecto del Archivo Secreto Vaticano, monseñor Sergio
Pagano.
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NOTAS:
1).- Tartaglia (1499-1557), matemático autodidacta italiano
2).- Euclides (330-275 a. C), matemático y geómetra famoso griego. Escribe los Elementos, donde se sistematiza toda la geometría conocida hasta entonces.
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3).- Pitágoras de Samos (580-495 a.C) filósofo y matemático griego. Crea la escuela de pensamiento pitagórico.
4).- Platon (427-347 a.C) filósofo griego, seguidor de Sócrates y maestro de Aristóteles y fundador de la Academia.
5).- Arquímedes (287-212 a. C) físico, matemático, inventor y astrónomo griego. Su idea del cálculo del área poligonal, al aumentar el número de lados, de manera sutil, llega a la generación práctica de la integral definida.
6).- Dante Alighieri (1265-1321) poeta florentino; su obra maestra: La Divina Comedia
7).-Claudio Ptolomeo (90-168 d. C), Astrónomo, geométrico y matemático griego.
8).-Johannes Kepler (1571-1630) astrónomo y matemático alemán, conocido por sus tres leyes sobre el movimientos de los planetas en su órbita alrededor del SOL
9).- El Cardenal Belarmino (1542-1621) fue arzobispo, inquisidor y cardenal de la Compañía de Jesús, que defendió la fe y la doctrina católica durante y después de la Reforma Protestante, por lo que fue llamado el “MARTILLO DE LOS HEREJES”. Fue beatificado y canonizado por el para Pío XI en1930, y en 1931 fue declarado doctor de la Iglesia Católica. Quemó vivo en hoguera a Giordano Bruno por “hereje”.
En 1598, se le encarga la dirección del proceso de la Inquisición contra Giordano Bruno, quien tras su negativa y reiterada a retractarse de sus ideas sobre los múltiples sistemas solares y la infinitud del Universo, pasaría ocho años en prisión y después lo sacaron para quemado vivo en la hoguera).
En 1616 el Santo Tribunal hace un análisis de la teoría heliocéntrica expuesta por Nicolás Copérnico y que empezaba a tener mucha fama en el ámbito científico, filosófico y teológico. De acuerdo a la experiencia cotidiana y por ciertos fragmentos de la Sagrada Biblia, se llegó a la conclusión de que esta teoría, aunque no era herética, era contraria a las Escrituras y falsa en la filosofía, por eso, el Cardenal Belarmino comunica, poco después, se haga firmar a Galileo, para no exponer su teoría como verdad absoluta, sino como una hipótesis, puesto que las pruebas todavía no se asentaban a su favor.(¿?).
10).- Galileo se vio obligado a abjurar del sistema heliocéntrico bajo la amenaza de someterle a torturas, tal como le amenazó el jueves, 28 de mayo de 1633 el comisario Maculano. // A Galileo, si no hubiese sido por
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el edicto del papa Urbano VIII ordenando su arresto domiciliado en Toscana, sus huesos quizás hubieran visto la hoguera de cerca.
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Trazas de la Historia Científica // Versalles, 26 de abril de 2010 Víctor Manuel Cortijo Rubín de Celis
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