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La familia Zúñiga y Ontiveros, impresores y libreros novohispanos
en la Biblioteca Pedro Reales del Museo Nacional del Virreinato1.
María de los Ángeles Ocampo Villa.
Museo Nacional del Virreinato, Tepotzotlán Edo. de México.
maria.angelorum@gmail.com
angeles_ocampo@inah.gob.mx
1. INTRODUCCIÓN
Antes de iniciar con el tema en cuestión, es importante hacer una breve referencia acerca de
la Biblioteca Pedro Reales2 del Museo Nacional del Virreinato, antigua biblioteca
3 de los
padres jesuitas de Tepotzotlán.
Esta biblioteca fue acondicionada como sala de exposición permanente desde el año de
1964 y resguarda cerca de cuatro mil ejemplares de los siglos XVI-XIX procedentes de los
mismos colegios de Tepotzotlán: Colegio de San Martín, Colegio Noviciado, Congregación
de Loreto y Colegio Seminario de Retiro para el Clero Secular. También tiene bajo su
custodia otras bibliotecas de los jesuitas: el Colegio de San Pedro y San Pablo, San
Ildefonso, la Congregación de Loreto, en la ciudad de México y la Compañía de Pátzcuaro,
en el estado de Michoacán. Integran también esta colección más de cuatrocientos
ejemplares que les pertenecieron a los padres dominicos: el Convento de Santo Domingo de
la ciudad de México, Portacoeli, San Jacinto de las Filipinas o de la China y
1 Vid. Foto 1 2 El nombre de Biblioteca Pedro Reales se le asignó hace tres años, ya que siempre se le identificaba como
biblioteca antigua, para diferenciarla de la biblioteca moderna de este museo. Se le dio ese nombre porque fue
quien mandó construir a mediados del siglo XVIII la biblioteca y otras dependencias del Noviciado, además
de haber sido rector en el año de 1755, maestro de novicios y en 1760, padre Provincial. 3 María de los Ángeles Ocampo Villa. La biblioteca de la Compañía de Jesús en Tepotzotlán, en Jesuitas, su
expresión mística y profana en la Nueva España, Colección Mayor, Estado de México, 2011. pp. 218-234.
Tlalquiltenango, en Morelos, mismos que fueron trasladados de la Biblioteca Nacional de
Antropología e Historia durante la dirección de la Dra. Stella González Cicero.
En sus orígenes la biblioteca tenía cerca de nueve mil volúmenes4, sin contar los que donó
el padre Alonso Núñez de Haro y Peralta y los últimos padres jesuitas que permanecieron
hasta el año de 1914, como bien se puede observar en el sello de tinta que tienen la mayoría
de los libros en la portada o en algunas de sus páginas.
Como toda biblioteca jesuita, la Biblioteca Pedro Reales fue de suma importancia para la
formación humanística, filosófica, teológica, canónica y científica de los maestros y
estudiantes que habitaban en este Colegio. Pues ahí se formaron jesuitas ilustres como el
teólogo veracruzano, Francisco Javier Alegre,5 el padre Juan Antonio de Oviedo,
6
Francisco Javier Clavijero, Andrés Cavo y Diego José Abad.
A pesar de las pérdidas que sufrió dicha biblioteca, como todas las demás bibliotecas
novohispanas, aún se cuenta con obras de gran interés de las cuales podemos obtener
valiosa información de nuestro pasado cultural e histórico.
Los impresos que se conservan nos dan una idea clara del auge que tuvo la imprenta desde
sus inicios, la familia de impresores y libreros son una pieza fundamental en la
reproducción de libros, sin ellos hubiese sido difícil tener acceso a la información y a la
forma de pensar de los escritores en su época.
Hubo en la Nueva España impresores de calidad como Antonio de Espinosa, Pedro
Ocharte, Henrico Martínez, Diego López Dávalos, Bernardo Calderón, Francisco Robledo,
Antonio de Valdés, Juan José de Eguiara y Eguren, José Fernández de Jáuregui, Manuel
Antonio de Valdés, entre otros.
Sin embargo a mediados del siglo XVIII apareció la familia Zúñiga y Ontiveros, integrada
por: Cristóbal y Felipe, hermanos; Herederos de Felipe de Zúñiga; y Mariano José de
Zúñiga y Ontiveros, hijo de Felipe, que es el tema que ahora me ocupa.
4Por medio del registro de la Junta de Temporalidades se sabe que antes de la expulsión de los jesuitas, la
biblioteca tenía 8672 volúmenes de todas las facultades y en diversos idiomas. 5 2 ejemplares de este autor que versan sobre teología se conservan en la Biblioteca Pedro Reales.
6 Hay dos ejemplares también de este padre que fue Prepósito General de la Compañía de Jesús en México.
Idem.
2. Antecedentes Históricos de la familia Zúñiga y Ontiveros
Felipe Zúñiga y Ontiveros, oriundo de Huastepec, fue uno de los impresores más
sobresalientes en la Nueva España. Junto con su hermano Cristóbal fundó la Imprenta
Antuerpiana7 en la ciudad de México en 1761. Esta imprenta estuvo ubicada como lo
refiere en su obra José Toribio de Medina en la calle de la Palma8 y al morir su hermano, en
1764, Felipe quedó como único dueño de la imprenta9. A partir de ese momento puso gran
dedicación y empeño en todos sus trabajos. Invirtió dinero suficiente para la adquisición de
material tipográfico procedente de Amberes y Madrid. Esto nos da una idea clara de la
calidad tipográfica de sus impresos, ya que como es sabido, Amberes tuvo a uno de los
impresores más importantes del mundo, Cristóbal Plantino quien duró en su oficio por más
de una centuria.
También conviene mencionar que Felipe fue el primero en usar tipos fundidos en la Nueva
España hechos por el relojero e impresor Dimas Rangel10
.
Su establecimiento fue todo un éxito por lo cual se mudó a un local más amplio en la calle
del Espíritu Santo, ya que al mismo tiempo ejercía el oficio de librero. Al morir Felipe, en
1793, quedan a cargo de la imprenta sus herederos hasta el año de 179511
y posteriormente
su hijo Mariano12
continuó con la magna labor durante los primeros años del siglo XIX13
.
Además de laborar en la imprenta, continuó también con la redacción de la Guía de
forasteros y del Calendario que su padre había dejado. Tuvo bajo su cargo la impresión del
Diario de México (1809-1812)14
.
7 Nombre latino de la ciudad de Amberes, en Alemania. Se puede intuir que una parte del material tipográfico
que usó lo adquirió en este país. 8 El dato más seguro de la ubicación de la primera imprenta se puede constatar en el pie de imprenta que
tienen algunas obras publicadas por él. 9 José Toribio Medina, La imprenta en México, 1539-1821, p. CXC. 10 (1787-1789) Impresor y fundidor de gran talento. Beristain en su Biblioteca, t. III, p.9. dice que el reloj
que existía en su época en la Catedral fue elaborado por Rangel y también quien fundió dos de las campanas
de dicha Catedral. Idem. 11 Idem. 1212 Vid. Foto 2 13 Su labor como propietario inicia en 1795 y termina en 1825. Idem. 14 Ya en los últimos cinco años, su imprenta era conocida como la del Superior Gobierno.
3. Los impresos de la familia Zúñiga y Ontiveros en la Biblioteca Pedro Reales
Los Zúñiga y Ontiveros editaron algunas de las obras más importantes y significativas que
se resguardan en la Biblioteca Pedro Reales del Museo Nacional del Virreinato, entre ellos
sobresalen los títulos siguientes: La caridad del sacerdote para con los niños encerrados en
el vientre de sus madres difuntas, Carta pastoral y Constituciones de Alonso Núñez de
Haro y Peralta, Reflexiones sobre las reglas y sobre el uso de la crítica , Elementos de
medicina, Historia del clero en el tiempo de la revolución francesa, Compendio histórico
sacroprofano, Crónica Seráfica y Apostólica del Colegio de Propaganda Fide de la Santa
Cruz de Querétaro en la Nueva España, segunda parte, Manual de ejercicios espirituales,
Séneca cristiano, poemata sacra in candidatorum latinitatis gratiam, y el Sermón de san
Felipe de Jesús.
A pesar de que no hay una colección basta de libros impresos por la familia Zúñiga y
Ontiveros15
, es importante resaltar y comentar algunos de los ejemplares que se tienen en el
acervo mencionado y así darnos una idea general de la calidad de ediciones que circulaban
en esta época.
Cada una de estas obras merece un trato y estudio especial, ya sea por su contenido, por la
edición, por su procedencia, o por el autor.
La mayoría de los ejemplares pertenecieron al Real Seminario de Retiro para el Clero
Secular establecido por Alonso Núñez de Haro y Peralta y a los últimos jesuitas del siglo
XIX16
. Esto no quiere decir que los primeros padres jesuitas no hubieran contado con libros
de tales impresores, lo cierto es que al ser expulsados, como ya se mencionó párrafos
arriba, miles de sus ejemplares pasaron a formar parte de otras bibliotecas17
.
La edición más temprana que se tiene de Felipe de Zúñiga en esta biblioteca es la Caridad
del sacerdote para con los niños encerrados en el vientre de sus madres difuntas, es una
15 Los ejemplares que tenemos en la biblioteca no son más de 20. 16
Ibidem. p. 2 17
La Biblioteca Nacional de México, la Biblioteca de fondo reservado de la Universidad Iberoamericana, la
Biblioteca Lerdo de Tejada y la Biblioteca Eusebio Kino resguardan libros con la marca de propiedad de los
jesuitas en Tepotzotlán.
traducción de la lengua italiana al español por Fray José Manuel Rodríguez, impresa en la
calle de la palma en el año de 177218
.
La obra está encuadernada en cuero, consta de parecer, licencia y un prólogo de gran
interés para el lector. La temática se reduce a una serie de consejos para que los sacerdotes
y curas acepten la operación de las madres embarazadas que están en peligro de muerte, y
así el niño pueda salvarse o bien en caso de que ambos murieran pudiese el bebé o el feto
recibir el bautismo. En el prólogo se hace mención al autor de esta obra quien afirma que
esta práctica del parto con cesárea para las mujeres difuntas es cada vez más indispensable
en esta Nueva España. Cabe destacar aquí el espíritu y preocupación que el autor manifiesta
en la vida de un nuevo ser, ante todo un sentido de humanismo hacia el hombre.
Por lo que respecta a sus ediciones más recientes se cuenta con: Reflexiones sobre las
reglas y sobre el uso de la crítica , impresa en calle del Espíritu Santo en el año de 1792,
escritas en francés por el carmelita Honorato de Santa María19
del cual aparece su retrato
con sus atributos de escritor: el cálamo, una silla, la mesa con libros y su librero. Se
aprecian en la obra letras capitulares ornamentadas y viñetas de buena calidad.
El tema central es la crítica y la necesidad de servirse de ella, ya que es indispensable
aplicarla en todo momento, sobre todo en estos tiempos20
de decadencia de la cultura: las
ciencias humanas, las bellas artes, la teología y en especial formar buenas bibliotecas de
autores eclesiásticos. El autor considera que la crítica es la vía correcta para obtener buenos
resultados, experiencias positivas que nos permitan avanzar en una sola línea.
Crónica Seráfica y Apostólica del Colegio de Propaganda Fide de la Santa Cruz de
Querétaro en la Nueva España, escrita por fray Juan Domingo Arricivita, impresa también
en 1792, aunque no menciona la calle de la casa impresora.
En esta obra se narran las vidas y virtudes de los religiosos que habitaron en el mencionado
Colegio y la fundación de las misiones de San Francisco Javier en la provincia de Tejas21
.
18 Vid. Foto 3 19
Vid. Foto 4 20 El autor hace referencia al problema del uso de la crítica desde el siglo XVI, en especial sobre la teología
positiva, la Sagrada Escritura y la historia de santos y mártires. 21
Idem. pp. 605.
Estas obras coinciden con las fecha de la carta que Felipe envió al rey de España, donde le
cuenta sus avances en la producción de los libros:
“…no lo ha sido menos a todo este reino, como impresor, pues , a costa de incesantes
fatigas y de crecidas sumas de, dinero suyo propio, que ha enviado a esa corte para la
compra y conducción de caracteres, ha logrado poner en la mayor perfección, el ramo de la
imprenta en esta capital, de tal suerte, que en el día esté su oficina surtida de cuantos
caracteres nuevos y exquisitos pueda necesitar, como lo acreditan las bellas y repetidas
ediciones22
que en ellas se publican, y sobre un pie que manifiesta claramente su
permanencia para lo sucesivo”23
Se puede notar con claridad en esta carta, el compromiso del impresor con su trabajo y con
todos los que confiaban en la calidad de sus impresos, cuidaba que no le faltara herramienta
necesaria en su taller, el cliente tiene la preferencia, ya que se trata de eminentes personajes
civiles y religiosos como Francisco Xavier de Lizana, Antonio María de Bucareli y Urzúa,
Alonso Núñez de Haro y Peralta; también científicos importantes, entre ellos: Benito Díaz
de Gamarra, José Antonio Álzate y Ramírez, Ignacio Bartolache, Francisco de Florencia
quienes confiaron sus trabajos a esta familia de impresores.
Prueba de ello, son las obras del arzobispo Alonso Núñez de Haro y Peralta que se
resguardan en la Biblioteca Pedro Reales. Hay una en especial de la cual haré mención, se
trata de las “Constituciones que formó para el mejor régimen y govierno del Real Colegio
Seminario de Instrucción, Retiro voluntario y Corrección para el Clero Secular de esta
Diocesi, fundado por S.S. Illma. en el Pueblo de Tepotzotlán.” 24
La obra fue impresa en México, por Felipe de Zúñiga, en 1777. Se trata de las reglas
internas y las funciones que cada uno de los integrantes del Colegio Seminario debía
cumplir. Por ejemplo:
22
Ibidem. Foto 4 23
José Toribio Medina, Op. Cit., t. VIII, p. 410 24
Vid. foto 5
“De los Catedráticos de lenguas Mexicana y Othomí, y Misioneros.
Habiendose fundado este Colegio con el gravamen de que los Padres de él tuviesen la obligación de enseñar
las lenguas Mexicana y Othomí á otros Padres y Personas que quisieran aprenderlas; y quando no, que
acudiesen á las Doctrinas de los Indios del mismo Pueblo y su comarca, en que se hablan ambos idiomas: y
habiendo acordado la citada RI. Junta, que las enunciadas cargas de dos Maestros de dichos idiomas, se
cumplan por ahora, y hasta que vengan los Misioneros de Villa-Garcia y Loyola, por los Clérigos que
residiesen en dicho Colegio: Declaramos, que uno de los mencionados Clérigos ha de ser Catedrático de
idioma Mexicano, y otro de Othomí, y que ambos tienen obligación de enseñar la doctrina christiana, y hacer
Misiones en el Pueblo de Tepotzotlán, en los de su comarca, y en los demás que Nos les ordenáremos, y en la
forma y tiempo que dispusieremos”25.
Por lo que respecta a las ediciones de Mariano de Zúñiga y Ontiveros conviene mencionar
los Elementos de medicina del Dr. Juan Brown26
, t. I, editada en la calle del Espíritu Santo
en el año de 1803. Obra de gran utilidad en la Nueva España para la ciencia médica.
En el prólogo del autor al lector se hace referencia a la vida personal de Brown .
Al final hay una tabla sobre la clasificación de las enfermedades según el sistema de
Brown.
Llama la atención el libro titulado: Historia del clero en el tiempo de la revolución
francesa, editado en 1800, porque tiene seis hojas manuscritas intermedias que parecieran
ser añadidos o tal vez error de edición. En una hoja aparece como título: advertencia del
autor y en otra, compendio histórico de la persecución, muertes y destierro del clero de
Francia. Sin embargo me queda la inquietud y la duda, puesto que sigue la secuencia de la
página impresa que le antecede, como si el impresor hubiese pasado por alto estos
cuadernillos. De cualquier forma dejo abierta esta interrogante, y por ahora seguiré
creyendo que se trata de una edición única y rara.
25
Constituciones, Idem. P. 63 26
Estudió en la Universidad de Edimburgo. Fue secretario de la sociedad de anticuarios de Escocia. A los 36 años fue atacado por la terrible enfermedad de la gota, trece años antes de escribir esta obra la cual fue
ampliada por José Mariano Moziño, médico y profesor en esta Capital, también botánico de las reales
expediciones facultativas de Nueva España. pp. 199.
Por último y a manera de conclusión diré que la imprenta de la familia Zúñiga y Ontiveros
fue en su época una de las más completas, la más activa y la de mejor calidad en sus
impresos, ocupando un lugar importante dentro de los inicios de la prensa mexicana.
Las obras de estos impresores que resguarda la Biblioteca Pedro Reales son de gran
importancia para todos aquellos que deseen conocer más a fondo la imprenta de los Zúñiga
y Ontiveros.
Bibliografía
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Tepotzotlán, en Jesuitas, su expresión mística y profana en la Nueva España, Colección
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Séneca cristiano, ed. Francisco de Olivares, Mariano de Zúñiga y Ontiveros, México,
1796.
Sermón de San Felipe de Jesús. Predicado el 5 de febrero de 1781 por José Martínez de
Adame, México, Felipe de Zúñiga y Ontiveros, 1781.
Foto 1
Vista de la Biblioteca Pedro Reales del Museo Nacional del Virreinato.
Foto 2
Mariano José de Zúñiga y Ontiveros
Anónimo
Óleo sobre tela
Siglo XVIII
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