montacargas contra el mal

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Número 3 del Fanzine Montacargas, realizado por jóvenes autores de cómic de Barcelona. En esta ocasión, el eje temático son los superhéroes, por lo que encontraréis más de 260 páginas de lucha contra el mal. ¡Disfrutadlo!

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NÚMERO 32012

Depósito Legal: B-28.873-2012

El Montacargas (contra el Mal) se encuentra bajo licencia Creative Com-mons Reconocimiento - NoComercial – CompartirIgual: no se permite un uso comercial de las obras originales ni de las posibles obras derivadas, la distribución de las cuales se debe hacer con una licencia igual a la que regula la obra original y citando siempre a los autores. Por otro lado, no se responsabiliza de las opiniones vertidas en las obras que contiene, siendo éstas responsabilidad del propio autor.

El cuerpo humano tiene 206 huesos, y hoy tenemos planeado romper al menos uno por página.

Y es que si algo hemos aprendido de los anuncios de quitamanchas, es que hay muchísimas cosas que pueden arruinarte el día. Puede que sea tu jefe, ese gañán que no sabe administrar el dinero, pero opina que cobras demasiado para lo que haces. O puede que sea ese profesor que va todo el día erección en ristre y que le gusta dar masajes. El político que te roba. O ese rockero de mierda de los ‘80 que dice que tú le estás robando a él… No hay una medici-na milagrosa para tratar la injusticia. Los creyentes opinan que hay que poner siempre la otra mejilla. La ley dice que denuncies. Tu madre que te chives a la profe. Tu novia dice que la culpa es tuya. Tu padre dice que eres tonto.

Nosotros en cambio, creemos en los superhéroes. Creemos en el valor y la im-portancia de que, de vez en cuando, las cosas sólo se arreglan a hostias.

En Junio de 1938 se publicó el primer ‘Action Comics’, el primer cómic de Su-perman de la historia. Con esta edición del ‘Montacargas’ queremos comme-morar 75 años de súper-poderes, aparatos del juicio final, bases secretas en la luna, gemelos malvados del multiverso, clones, muertes, resurrecciones y viajes en el tiempo. Esas son las cosas en las que creemos la gente del comic. 75 años de infancia. Y 75 años de resolver las cosas a hostias.

Menos por ese periodo en los años 40, en que Batman patrullaba con pistola y acabó matando a mas gente que la malaria. Ahi se te fue la olla, Bruce.

Total, que bienvenidos al ‘Montacargas Contra el Mal’. No sabemos cuando saldrá el siguiente, pero con este deberíais tener para una temporada…

P.D.: Las historias presentadas en este fanzine son completamente originales. Nosotros no íbamos a tirar de parodias del Batman de Nolan, o los Vengado-res… para eso ya están tumblr y el cine turco. No obstante, a continuación os dejamos una breve compilación de títulos de películas de superhéroes que ya dan risa por sí solas: ‘Lobezno: Orígen’, ‘Spiderman 3’, ‘Catwoman’, ‘Batman Forever’, ‘Batman & Robin’, ‘Daredevil’, ‘Elektra’, ‘The Spirit’, ‘Ghost Rider’, ‘Steel’, ‘Green Lantern’, ‘Green Hornet’, ‘Superman IV’ y ‘Los 4 Fantásticos’ (la de 1994, ¿no la conoces? Busca en google.).

Editorial

Sumario

Dumb El Guardián blanco

Retribution

Citizen Alpha

El Jugador

Sangre joven

Working Class Hero

Héroes de saldo

La Comtessa

The amazing Skyfall

La gàrgola del Gòtic

La capa mágica

La Fiebre roja

Noche en el matadero

Noche en el museo

Ejecutor

Listado de autores

Burying Fences

El nacimiento del súper...

The Unamazing Nerd Boys

Too Mainstream

Rayo Cuántico y Gambusidra

Preguntas recurrentes

Súper Héroes

17 de abril

Reseñas

Mister Power

Colega, ¿Dónde están...

El segell de la súper força

Citizen Defender

Aventuras en el submundo

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Ilustración de portadaJuan Román Cano (dibujo)Oriol Hernández (color)

MaquetaciónAgrio

ImprimePUBLIDISAwww.publidisa.com

El Montacargas es un fanzine co-lectivo y sin ánimo de lucro reaiza-do por alumnos y ex alumnos de l’Escola Joso.

Podéis contactar con nosotros en fanzine.montacargas@gmail.com visitar nuestra web fanzinemontacargas.blogspot.com o página de Facebook: Fanzine El Montacargas.

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PREGUNTAS RECURRENTES… Y OTRAS PEQUEÑnAS

REFLEXIONES SOBRE LOS SÑupER HEROES

¿Se han preguntado por qué rechazamos los súper héroes no fabricados en Estados Unidos?

¿Por qué, cuando hay tantos y tantos autores nacionales que destacan di-bujando súper héroes , cuando existen tantos y tantos lectores adeptos en nuestro país, cuando hay tantos y tantos editores especializados, ninguna editorial europea produce o dibuja súper héroes con la misma credibilidad y fiabilidad que las estadounidenses, por ridículos que éstos puedan parecer?

¿Son los súper héroes un producto tan exclusivamente norteamericano como lo es el “Western”, que literalmente no tiene sentido fuera del ámbito estadounidense?

¿Es que las capas, las mallas y las máscaras, solo tienen denominación de origen yankee?

¿Existe en nuestro subconsciente la idea de que todo lo demás no es más que copias baratas?

No sé, no sé… Hagamos un pequeño ejercicio.

Imaginemos un hipotético Capitán España enfundado en su pijama a base de barras rojigualdas, regalando valores y moral española en cantidades in-dustriales, creado por el hipotético Manolo Pérez y producido por la no menos improbable “Colon Editores”. ¿Qué tal? ¿Me lo compran? Ya… me lo temía.

Ahora tomen al mismo personaje y edítenlo en Marvel, DC, Dynamite, Dark Horse o cualquier editorial que se les antoje ubicada en Estados Unidos… ¿A que tiene otra cara?

Incluso considerando al personaje una creación -como poco- cuestiona-ble, el hecho de haber sido gestada en el país del Burguer King e integrada en un universo yankee aceptado, le otorga un cierto aroma de prestigio que le permitirá el beneficio de la duda

Si me permiten, rescataré un vieja reivindicación, nada original, pero no por ello menos justa: tiempo ha, decidimos que el rock, el jazz, el pop, o la electrónica no necesitaban venir de ninguna parte en especial para ser escuchados, que la calidad dependía del músico, del compositor y del pro-ductor. Que si se cantaba en inglés bien, y si no también.

¿Por qué en la música, la literatura, el cine y otras artes sí y en el cómic no?

Piensen, piensen ¿Por qué?

Josep Mª Polls es jefe de estudios de l’Escola de còmic Joso

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por josep maria polls

Garde Republicain, superhéroe galo creado por Mariano de la Torre

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super heroes

Ilustración: Mintonia

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por hector gomis

“Madre me enseñó a escribir. Para que se te entienda, me dijo. Para que seas persona. Padre me enseñó a trabajar y también a usar los puños, y a tratar a las hembras, y a aguantar el sol en mi espalda, y a desconfiar.

Madre me dijo, cuéntalo, cuéntalo todo. Por eso lo hago.

Nunca he salido de aquí. Nadie del pueblo lo ha hecho. A veces viene gente. Extraños. Vienen y se van. No los conocemos y no nos conocen. Nos saludan, saben nuestros nombres, pero no nos conocen. Algunos son agradables, pero hay que desconfiar. No son de aquí. No entienden nada.Madre murió hace tiempo. De vieja, dijo padre. Tenía cuarenta años.

La enterramos detrás de casa. El perro a veces escarba en su tumba. Lo apedreo cuando lo hace. Padre talló una cruz de madera y la clavó a sus pies. Los días de viento cae al suelo. Madre tampoco salió nunca de aquí.

Al amanecer comienza la faena. Padre dice que en el trabajo no hay padres e hijos. Soy uno más. El trabajo es duro. Tenemos cerdos. Yo los cuido. Les doy de comer, les doy de beber, limpio la porquería... Huelo a cerdo. Luego me lavo, pero sigo oliendo a cerdo. A padre le gusta su trabajo. Yo lo odio.

El pueblo está entre montañas. No se ve nada más allá. No tenemos coche. Vienen de fuera a recoger la carne y nos la pagan. Ellos no preguntan, noso-tros tampoco.

El trabajo es duro, pero yo también lo soy. Padre me enseñó a ser duro. A golpes se aprende, dice padre. A golpes aprendí.

En el pueblo hay poca gente. De mi edad había un chico, pero murió. De viejo, dice padre. Tenía quince años. Se llamaba Daniel. Era mi único amigo.

A veces visito a la puta. Luego veo al cura. Madre me enseñó a confesar mis pecados. Al cura no le gusto, él tampoco a mí. La puta sí me aprecia. Tiene cuarenta años, como madre. A veces se tiende a mi lado y deja que apoye mi cabeza en su pecho. Y me canta, como madre hacía.

El cura es gordo y huele a natillas. De pequeño era flaco. Lo llamaban el cuervo, por el pelo largo y negro, y los brazos largos y la nariz tan larga. Ahora esta calvo. El cura es el único hombre del pueblo que no visita a la puta. El anterior si que lo hacía. Padre dice que de joven tocaba a los niños en la catequesis. Un día se juntaron varios chicos, se lo llevaron al bosque y lo castraron. Ahora lo llaman el capón.

A mí nunca me ha tocado. No sé si tocó a padre alguna vez.

La puta se llama Juana. Tenía marido, pero murió ahogado en el río. Luego encontró un novio, pero murió también. Lo atropelló el único coche que pa-saba ese día. Ya nadie quiere casarse con Juana. Por eso es puta.

Padre dice que de joven era guapa. Ahora esta gorda y fea, pero huele bien. Huele como olía madre.

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La puta, cuando era muy joven, tuvo una hija. Vino con ella y el marido a vivir al pueblo. La niña era guapa y lista y graciosa. Madre decía que valía mu-cho. Cantaba y bailaba en las fiestas. Quería ser artista. Se iba a ir del pueblo para triunfar en la ciudad. Un día la niña se perdió. Todos la buscamos hasta la noche. Al día siguiente apareció en su casa. Estaba desnuda y tenía golpes en el cuerpo. No quiso contar que había ocurrido. Después la niña escapó del pueblo y el padre apareció flotando en el rió. Nadie preguntó. Nunca se habló más de aquello.

Dice padre que la niña ahora trabaja de puta en la ciudad. Como Juana. Cuan-do cumpliera dieciséis le iba a pedir que se casara conmigo. Se llamaba Andrea.

Los del pueblo no son mala gente. Nadie se mete con nadie. Cuando necesi-tas ayuda te la dan. A veces hablo con ellos. En el bar. Algunos beben mucho. Padre dice que lo hacen porque aquí no hay trabajo, pero ninguno se va del pueblo. Se quedan y siguen bebiendo.

Los del bar me llaman muchacho. A veces se ríen de mí. Me llaman tarugo. Yo les ignoro. Padre dice que hay que hacerlo. En un par de años, cuando sea más fuerte, podré pegarles. Padre se ha pegado con todos los hombres del pueblo. Siempre ha ganado. De padre no se burlan.

En invierno hace frío, nieva. Andar hasta el pueblo es imposible. Nos quedamos en casa hasta que el camino se despeja. Padre escucha la radio, los deportes. Yo escribo sin que él se entere. A veces oigo música. No hablamos mucho.

En ocasiones Padre me cuenta cosas del pueblo. De la ciudad no habla. Nun-ca estuvo allí. Padre dice que en la ciudad nadie se conoce. Nadie se saluda. En la ciudad eres un extraño sin amigos. No le interesa visitar un sitio así. Aquí tampoco tengo amigos.

Dice padre que los hombres son como los cerdos. Parecen pacíficos, pero si les das la espalda acaban mordiéndote el culo. Un cerdo me mordió la mano hace años. Duele mucho. Padre me llevó en brazos al médico. No lloré mientras me cosían. A la vuelta me llevó también en brazos. Luego me besó la frente y me acostó. Al cerdo le sacó un ojo con su navaja.

Madre amaba a padre. Nunca supe por qué.

En el pueblo hay cincuenta casas. Todas con luz. Pero en la noche, desde la montaña donde vivo, casi no se ven. Todo está oscuro. No hay más que estre-llas. En la noche estoy solo y hay paz hasta que regresa el sol.

Madre plantó un huerto. Era pequeño. Teníamos verduras frescas todo el año. Ahora Madre duerme allí. Este año salió una lechuga en su tumba. Padre no dejó que la cogiera. Vi como fue encogiendo día a día hasta desaparecer. A madre no le hubiera gustado. No soportaba ver como se desperdiciaba la comida.

Por la noche duermo. Por el día cuido cerdos. Por la tarde bebo en el bar. No llego a emborracharme como Florián. Sólo bebo lo suficiente. Padre dice que hay que beber lo suficiente, nunca demasiado. Suficiente es para que la vida se haga llevadera. Beber demasiado es vicio. Florián bebe demasiado.

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Florián es el tarado del pueblo. Perdió la cabeza una tarde. Padre dice que vio a su madre en la cama con un hombre. Tenía seis años. No habla desde entonces, pero a veces canta en el bar. Todos callamos cuando lo hace. Es bonito oírlo cantar. Luego para y se va.

A la puta le gusta Florián. Le deja mirar mientras ella se desnuda. Lo llama su niño. Florián le sonríe cuando lo hace. Sólo sonríe a la puta. Florián tiene setenta y dos años. Parece feliz. Me gustaría volverme tarado.

El dueño del bar se llama Ramón. Era uno de los pretendientes de madre. A veces me dice que yo podría haber sido hijo suyo. Ramón es bajito y enclenque. Tiene la cara amarilla y voz de flautín. Es el único del pueblo que no bebe. Por el hijoputa del hígado, dice. Si hubiera sido su hijo ahora trabajaría en un bar. Vestido elegante. Limpio. No tendría que oler a cerdo, pero tendría la cara amarilla.

La mujer de Ramón se llama Ramona. Padre dice que se emparejaron por el nombre. Ramona es agradable. Algunas noches, si padre no está de buenas, me deja dormir en el bar. Junto dos mesas y me tumbo encima. Ramona no puede tener hijos. Está seca por dentro.

En verano viene gente de fuera y tengo con quien divertirme. A veces nos bañamos en el rió, o visitamos a la puta, o jugamos al fútbol. La gente de fue-ra es rara. Visten raro y hablan raro. Pero son simpáticos. Aún así desconfío.

Uno de los chicos de fuera se llama Samuel. Vive en la ciudad, pero sus abuelos eran del pueblo. Ellos murieron y sus padres usan la casa en verano. El resto del año está vacía. Samuel me descubrió las drogas. Me sentí mal la primera vez. La segunda me gustó. Su hermana me descubrió el sexo. Con ella disfrutaba más que con la puta, pero hace dos años que no viene. Samuel dice que tiene un novio en la ciudad y ya no le gusta el pueblo.

Cuando termina el verano, Samuel me regala sus cómics viejos. Para que me entretenga en invierno, dice.

Me gustan los de superhéroes. Ellos no tienen que cuidar cerdos ni aguan-tar palizas. Los superhéroes de Samuel son fuertes y listos. Siempre se salen con la suya. Salvan a los buenos y acaban con los malos. Nada puede detenerlos. Me gustaría conocer a alguno. Algún día saldré de aquí e iré a buscarlos. Quizá me dejen quedarme con ellos. A lo mejor puedo con-vertirme en uno. Si fuera superhéroe dejarían de llamarme tarugo los del bar, y si alguna otra niña desapareciera en el bosque yo la encontraría, y todos me aplaudirían cuando la trajera de regreso. Si fuera superhéroe podría ir a la ciudad. Sería alguien importante. Haría cosas buenas por la gente y lucharía con los malvados. Conocería lo que hay fuera, y la gente sabría mi nombre.

Pero antes de todo eso, me alzaría volando por encima de las montañas, apuntaría con mi dedo hacia el pueblo y lanzaría un rayo que lo convirtiera todo en cenizas. Sería hermoso verlo.”

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Ilustración: Marcel Pérez

17 de abril

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por israel L. escudero

Algunas noches levanto la vista hacia el cielo, miro la Luna y pienso en pis-cinas climatizadas. Entonces se me revuelven las tripas y me dan ganas de matar a alguien.

Dicho así, fuera de contexto, podría parecer que estoy como una puta ca-bra, pero lo cierto es que soy un tío bastante normal. No, en serio, dejadme que me explique. La cosa tiene tela.

Hace un par de años tuve una idea cojonuda. El pan que venden en los súpers está hecho a base de masa congelada, y pensé que a la gente le gustaría probar un pan artesanal, elaborado de verdad cada mañana, ama-sado con cariño y horneado durante el tiempo justo. Así que decidí abrir una panadería. El pan de casa se llamaba.

En plena crisis económica mundial invertí todos mis ahorros en aquel negocio. La gente me decía que era una mala idea, pero yo no hice caso. Acababa de leerme un libro de autoayuda, de esos que te comen el tarro con que serás capaz de conseguir todo lo que te propongas, y me lancé de cabeza.

¡Venga, una panadería! ¡Por qué no!

Alquilé un local cerca de la Gran Vía. Era el más grande que encontré, pero también el más caro. Tuve que pedirle dinero prestado a mis hermanos y poner el piso de mis padres como aval. Lo decoré con un rollo rural, con pa-redes de ladrillo visto y cacharros de cocina oxidados. Todo muy cool, muy vintage. Contacté con los proveedores, me hice diseñar un delantal de pa-nadero, abrí una página en Facebook, preparé una campaña de marketing repartiendo panfletos por todo el barrio... En fin, esas cosas que se hacen cuando uno va a abrir un negocio.

Pensaba que me iba a comer el mundo. Que a la gente no le importaría pagar los diez céntimos de más que valían mis barras en comparación con de las del súper. Aquel era sólo el principio de una franquicia de panaderías que en breve se extenderían por toda la ciudad. Qué coño, por todo el país. Un día me miraría al espejo y vería a un triunfador, al alguien que consiguió su sueño de llevar pan del bueno a millones de hogares. El maldito libro de autoayuda tenía razón.

Sólo cometí un error. En fin, no sé, puede que la cagara en más cosas, pero hubo un detalle que fue crucial. Iba a inaugurar la tienda a primeros de mayo, pero al final, por impaciente, quise adelantarlo un par de semanas y abrí a mediados de abril. Concretamente el 17.

¿A alguien le suena esa fecha? ¿No? ¡Claro que sí, joder, el 17 de abril! ¡¡El puto 17 de abril!!

El 17 de abril de hace dos años el Doctor Nekrosius y su horda de Nekrobots atómicos invadieron Barcelona. Una de sus naves destrozó la parte delantera de la Sagrada Familia y otra se llevó por delante la torre Agbar. Se desató un horrible incendio en Las Ramblas que lo arrasó todo desde Colón hasta la Plaza Catalunya. Al mediodía Nekrosius tomó el ayuntamiento y proclamó el

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Reino de Nekrosia. Primero la policía y luego el ejército intentaron impedírselo. Trajeron tanques y todo, pero Nekrosius les derrotó con su poderoso rayo vapo-rizador, tecnología avanzada que había obtenido en uno de sus viajes a otra dimensión.

La gente abandonaba en masa a ciudad. Las salidas estaban colapsadas. Pero entonces, cuando la situación parecía perdida, llegaron los de la Legión de la Justicia. El Capitán Libertad se enfrentó personalmente a Nekrosius, mien-tras que Lobo Asesino, el Ciber-Hombre, la Hechicera Blanca y el Señor Músculo se ocupaban de detener a sus Nekrobots. Al final necesitaron la ayuda de la Dama Láser y su compañera, la Chica Fotón. El Doctor Nekrosius acabó siendo neutralizado, pero la ciudad nunca volvió a ser la misma. Miles de muertos. Centenares de miles de heridos. Calles destrozadas. Edificios históricos dañados para siempre.

El pan de casa no fue una excepción.

A lo largo del día nadie había entrado en la tienda. La gente estaba más preocupada por sobrevivir que por probar auténtico pan casero horneado en fuego de leña. Sin embargo yo insistía en permanecer abierto. A las 3 de la tar-de entró mi primer cliente. Bueno, por llamarlo de alguna manera.

La batalla se había trasladado a la Gran Vía y el Señor Músculo huía de un grupo de Nekrobots que le tenían acorralado. Supongo que vio la puerta de la panadería abierta y pensó que aquel sería un lugar de puta madre para es-conderse. En fin, por eso le llaman Señor Músculo y no Señor Cerebro. Los Nekro-bots le siguieron y entraron también, y estuvieron luchando allí dentro durante un par de minutos. Me agazapé debajo del mostrador mientras a mi alrededor todo eran explosiones, puñetazos y pulsos gamma. Creía que iba a morir. De verdad, estaba seguro de que iba a palmarla allí mismo, de cuclillas, abrazado a una barra de medio. Cuando por fin salieron a la calle a continuar con su lucha, ya todo se había ido a la mierda. Mi panadería, el sueño de mi vida, se había convertido en un montón de yeso, cristales y vigas retorcidas.

Los del seguro no quisieron pagarme los desperfectos. Decían que mi póliza no cubría actos de guerra. Tócate los cojones.

Me arruiné y arruiné a toda mi familia. Me diagnosticaron una depresión, que traté encerrándome en casa para hartarme de ansiolíticos y dejarme crecer la barba. En la tele sólo se hablaba del puto Doctor Nekrosius y de cómo la Legión de la Justicia había resuelto la situación.

Sé que no debería, pero últimamente he vuelto a pensar en todo aquello. Ayer acabó en La Haya el juicio contra Nekrosius. Por lo visto le han condenado a cadena perpetua en esa prisión de máxima seguridad que construyeron en la Luna. Una vez leí un artículo en una revista. El cabrón tendrá una celda más grande que todo mi piso y dos veces por semana podrá acceder a un gimnasio.

Con piscina climatizada.

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INVENCIBLE

Robert Kirkman, Cory Walker, Ryan Ottley. Invencible. Aleta Ediciones. Serie regular en dos ediciones (nor-mal y Ultimate Co-llection). 400 pági-nas en color. 34,95 euros.

Imaginad un mundo en el que el superhéroe más poderoso del planeta (una especie de Superman) tiene un hijo cuyos pode-res empiezan a manifestarse durante la adolescencia (al estilo de Peter Parker) y que, obviamente, inicia un entrenamien-to para afinar sus capacidades, conocer sus límites y comprender la responsabili-dad que implica poseerlos (como los X-Men en sus orígenes, imberbes mutantes que descubren su naturaleza).

Bajo esta premisa, el creador de Los Muertos Vivientes nos ofrece su parti-cular visión del concepto superheróico. Kirkman utiliza con acierto las claves de todas las sagas de súpers de la histo-ria y, además, las sazona con su estilo propio (largas conversaciones, exce-lente caracterización de los personajes y múltiples tramas cruzadas…). Todo ello acompañado del dibujo de Cory Walker primero y, posteriormente, de Ryan Ottley (quien empieza con timidez pero acaba por desbancar a Walker a medida que pasan los números) que se desenvuelven perfectamente tanto en conversaciones de almohada como en esas luchas encarnizadas y épicas don-de no falta sangre y vísceras (además en abundancia, palabra).

Por otro lado, cabe destacar una de las grandes ventajas de Invencible: es una serie disfrutable por sí misma que no pre-cisa de la lectura previa o paralela de otras colecciones para una mejor com-

prensión del universo en el que se inte-gra (aunque cada vez más, Kirkman se atreva a escribir historias y colecciones alternativas del mundo de Invencible). Es como vivir toda la experiencia de un uni-verso Marvel o DC en una sola colección.

Finalmente, y pese a que, tras más de 100 números a sus espaldas, cuenta con algún bajón de interés en sus tra-ma (algo puntual y comprensible de-bido a su extensión y longevidad), me atrevo a afirmar que Invencible es, en estos momentos, la mejor serie -en ac-tivo- de superhéroes.

Ernesto Gomis

KICK-Ass

Mark Millar, John Romita Jr. Kick Ass. Panini. 224 páginas a color. 19,95€

No todos los superhéroes necesitan tener un pasado oscuro o un motivo familiar profundo y altamente traumático para ser el detonante de su conversión heroi-ca. ¿Por qué no lo puede ser un tipo nor-mal? ¿O un chaval cualquiera? Un cha-val que no destaca por su fuerza física, su atractivo, su inteligencia, un chaval que en definitiva… no destaca en nada.

El problema es que la voluntad no le hace a uno ser un superhéroe de los de libro, más en una sociedad en la que vestirse con los calzoncillos por fuera y enfundarse en un traje de neopreno cutre, mientras se imparte justicia por la calle, es más motivo de burla que de respeto. Pero esto no es óbice para que el protagonista lo intente y, desgra-ciadamente, se vea obligado a asumir las consecuencias a modo de palizas y linchamientos, despertando lástima, risas o curiosidad a través de sus haza-ñas grabadas con el móvil y esparcidas por internet a una velocidad de vértigo. ¿Pero qué pasa cuando la insistencia le lleva a asuntos más serios? A dejar de meterse con pandillas que molestan a los vecinos y a toparse con “pandillas”

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más grandes, organizadas y serias en el mundo de la delincuencia. Pues que las consecuencias, lejos de ser cómicas, son realmente terribles.

Sin duda, un -ya- clásico imprescindible para todo amante de los superhéroes y las historias agridulces, en el que no solamente el guión, sino los pinceles de Romita Jr transmiten toda la emoción de los personajes.

Alicia Grande

THE ULTIMATEs

Mark Millar, Bryan Hitch. The Ultimates. Panini cómics. 2 volúmenes, colección Marvel De-luxe. 368 páginas en color. 34,95 euros.

Esta serie comenzó con la intención de ser el buque insignia del sello Ultimate de Marvel, una saga alternativo en la que se nos planteaba una revisión de los personajes habituales del universo de Stan Lee. Así pues, Mark Millar y un Bryan Hitch en estado de gracia nos enseñan la cara B (supuestamente más “realis-ta”) de Los Vengadores: un Capitán América totalmente desorientado y con los caducos valores de un yanki de los años cuarenta; un Thor reconvertido en hippie anti-sistema; un Hulk psicópata y totalmente descontrolado; un Tony Stark repentinamente filántropo debido a un secreto que amenaza con acabar con su vida, y la pareja formada por la Avis-pa y el Hombre Hormiga… que tienen algo más que problemas domésticos.

Este variopinto grupo auspiciado por la agencia gubernamental SHIELD al mando de un Nick Furia con la cara de Samuel L. Jackson (¿?) se convertirá en la pandilla más poderosa de la Tierra y, sin embargo, eso no les exime de lidiar con sus propios problemas del día a día.

No en vano, la película de Joss Whe-don tomó numerosos elementos de la primera etapa de Mark Millar… y sí, úni-camente de ésta, ya que la continua-ción de la serie, sin estos dos autores al timón, resulta absolutamente lamenta-ble (sí, os señalamos a vosotros, Jeph

Loeb y Joe Madureira) en compara-ción con los dos primeros arcos argu-mentales que se cierran como si fueran sendas temporadas de una ficticia se-rie de televisión y, por tanto, se pueden disfrutar desvinculados del resto de la colección, son inteligentes, divertidos, épicos y genialmente dibujados.

Y es que, cuando se pone, Mark Millar es muy bueno.

Ernesto Gomis

sUpERMAN: HIjo Rojo

Mark Millar, Dave Johnson. superman: hijo rojo. Editorial Planeta. 192 páginas a color. 14 €.

En esta oca-sión Mark Millar vuelve a las an-dadas desarro-llando toda una historia bajo una pregunta contundente: ¿Cómo sería el mundo si Super-man aterrizase y creciese en la Unión Soviética, en lugar de los Estados Unidos?

Y con esta misma contundencia mues-tra a Superman como ahijado de Stalin y sucesor del mismo en un mundo en el que la mayoría de países giran al son del comunismo frente a unos Estados Unidos capitalistas y en constante decadencia.

Los problemas de nuestro superhéroe rojo vendrán dados por varios factores, el primero, como no cabía esperar de otra manera, la única inteligencia extrangera capaz de contrarrestar a Superman: Lex Luthor. El segundo, un Batman anarquis-ta como amenaza revolucionaria para aquellos que no ven el estatalismo de Stalin y su sucesor con buenos ojos.

Además de sus principales incordios, Superman contará con una poderosa

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aliada, Wonder Woman, que será la otra fuerza vital para contener dichas ame-nazas y preservar la paz, o más bien di-cho, su visión de paz.

Alicia Grande Top 10

Alan Moore, Zander Cannon, Gene Ha. Top 10. Norma editorial. Volumen único. 352 pági-nas en color. 26 euros.

Nos encontramos ante un interesante planteamiento: ¿Y si todos los habitantes de una ciudad tuvieran superpoderes de cualquier tipo? Ya sea por nacimien-to, accidente, mutación, origen divino o alienígena, etc. todos los habitantes de la futurista ciudad de Neópolis tienen ca-pacidades que exceden lo meramente humano. En este contexto, Robyn Slin-ger, una cadete de la policía recién sali-da de la academia, tiene que integrarse en la comisaría del Distrito 10 para luchar contra el (¿Súper?)crimen en compañía de sus variopintos compañeros.

A medio camino entre “Canción triste de Hill Street” y un atípico mundo superhe-róico donde los poderes ya no te con-vierten en nadie fuera de lo normal, Alan Moore narra una divertidísima historia sobre el día a día de una comisaría de policía muy especial. Con el veterano Gene Ha y Zander Cannon en el aparta-do gráfico, el mosaico de personajes y si-tuaciones pasadas de rosca (que al final resultan no diferir tanto de las nuestras) asistimos a un espectáculo increíble-mente ameno y con un tono humorístico poco común en Moore.

Por otro lado, y como era de esperar tra-tándose de semejante maestro de la histo-rieta, ésta, pese a lo frívola que pueda pa-recer en un principio, tiene todas sus tramas perfectamente entrelazadas y no suelta la atención del lector en ningún momento.

Ernesto Gomis

FLEx MENTALLo

Grant Morrison, Frank Quitely. Flex Mentallo. ECC Ediciones. 128 páginas a color. 15 €.

No siempre es nece-sario acudir al cómic underground o alter-nativo para encon-trar experimentos na-rrativos o, como es el caso que nos ocupa, meta-comiqueros; Flex Mentallo, per-sonaje secundario de la Doom Patrol (propiedad de DC Cómics), tuvo su pro-pia serie en la que, Gran Morrison, más lisérgico que nunca, solapa diversas rea-lidades: la de los superhéroes, la del ul-tramusculado protagonista y la nuestra, representada por un autor de cómics al borde del suicidio.

De este experimento surge una historia de difícil lectura para los neófitos en el terreno de los superhéroes, especial-mente el vintage, ya que está repleto de guiños a tiempos pasados e íconos del cómic. También, para qué negarlo, re-sultará confusa para la inmensa mayoría de lectores, que necesitarán -como un servidor- propinarle más de un repaso para elegir y desechar varias de sus posi-bles interpretaciones, lo cual alarga con-siderablemente la vida de Flex Mentallo.

Dicho esto, ¿Por qué demonios debe-ríamos invertir tiempo y/o dinero en este cómic cuando podemos encontrar otros “viajes” más accesibles de la mano de, por ejemplo, Alan Moore?

Pues, sin ir más lejos, por el otro nombre que figura en los créditos: Frank Quitely, quien en una de sus primeras obras im-portantes, se descubre como un artista gráfico mayúsculo: el nivel de detalle y lo correcto de éste (ni satura ni estorba), así como la narrativa y composición de páginas e ilustraciones es un deleite para los ojos de cualquier amante de... qué demonios, para cualquiera, y punto.

Dicho esto, ¿Necesitáis más motivos para haceros con Flex? Venga, no repliquéis y aprovechad esta excelente relación ca-lidad-precio que nos ofrece ECC.

David Agrio

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por Cristina Ubero

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