ministerio presbiteral en medio de la crisis

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ministerio presbiteral

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  • 20/03/14 10:50Revista Vida Pastoral - SAN PABLO

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    Revista Vida Pastoral - Ao XLIV - N 245 - ENERO / FEBRERO 2004

    Comunidad, carismas y ministerios

    Gerardo DanielRamos

    Algunas reflexiones sobre el ministerio

    presbiteral en medio de la crisis

    A raz del cambio de poca, la vida del presbtero tambin se ha tornado compleja:su ministerio se ha desdibujado y sus tareas se han multiplicado. En medio de estemaremagnum de actividades fcilmente puede perder la unidad y el sentido de suvida. La caridad pastoral, los tiempos de gratuidad, las relaciones verdaderamentefraternas y la conviccin de estar permanentemente inhabitado por la Trinidad, sonalgunas de las claves que el autor propone para transitar este tiempo.

    No existen "identidades absolutas" pues lo que cada uno es, lo es, en gran parte, porreferencia a lo otro y a los otros. Esto es vlido tambin en el momento dereflexionar sobre nuestra identidad como presbteros: no podemos definirla nidescribirla sino en relacin con un contexto y personas concretas. Y hoy estecontexto est en plena mutacin epocal y la gente se encuentra afectada pordiferentes variables de la crisis. Por eso puede ocurrirnos que las seguridades quetenamos antao ya no nos resulten tan claras para este tiempo y que nos quedemosun tanto perplejos de cara a lo nuevo...

    Un presupuesto teologal y un marco socio-cultural

    Por una parte, "ser cura" es cuestin de fe, y de hecho nos encontramos con lamismsima realidad del "Misterio" en nosotros mismos. Creemos que obramos inpersona Christi, que somos imagen visible de Jesucristo buen pastor, maestro ysacerdote, esposo y cabeza de la Iglesia. La gente nos busca generalmente por eso,y habitualmente nos hace sentir que somos importantes en sus vidas no slo por ladiversidad de servicios que les prestamos, sino sobre todo, por lo que le podemosllegar a "significar" como ministros de Dios.

    Por otra parte (como lo ensea el documento Pastores dabo vobis), nuestraidentidad se va fraguando y moldeando en referencia a un entorno socio-cultural. Eneste ltimo tiempo estamos viviendo en un ambiente deteriorado y "conmocionado".Las prioridades en la mayora de las personas pasan por necesidades muyelementales: poder llevar algo a la boca, conseguirse unos pesos para sobrevivir,conservar el techo para la familia, protegerse de la inseguridad...

    Incidencia sobre nuestra vida y ministerio pastoral

    El ministerio pastoral del presbtero, por todo lo que suele movilizar en el imaginariode la comunidad y del pueblo, puede no estar totalmente exento de apreciaciones yexpectativas distorsionadas. Exigencias desmesuradas y mltiples, reclamos deatencin demasiado personalizados, testimonio de vida ntegro e "inmaculado", sonalgunas de las vehementes peticiones que se nos hacen a diario, y que en parteconstituyen inequvocos indicadores de la polimorfa crisis por la que transitamos. Del

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    "cura" se espera, a veces, demasiado y todo no lo va a poder ofrecersatisfactoriamente, a todo no va a poder responder como muchos desearan.

    Esto nos hace pensar que hoy, ser pastor no es nada fcil. La multiplicidad deservicios en que tiende a atomizarse nuestro ministerio puede impedirnos unificar lavida en torno a un ncleo de identidad personal que trascienda el maremagnum delas vicisitudes diarias. La caridad pastoral entendida sobre todo como disponibilidadapostlica no siempre nos permite vivir la tan anhelada"unidad de vida" y sentido. Por el contrario, en muchoscasos, las mltiples atenciones y estmulos psicolgicos aque solemos estar expuestos pueden resquebrajarnos yhacernos perder casi imperceptiblemente el tesoro de fey vida del que estamos llamados a ser portadores para laIglesia y el mundo.

    Evidentemente, con esto no quiero decir que tengamosque aislarnos en una esplndida burbuja o preservarnosen formol, sino que pongo de relieve una de lasdificultades clave que, generalmente, encontramos y queen estos tiempos crticos tiende a acentuarse ms. A lavez, estoy invitndome a no perder, por imprevisin odescuido, el tesoro escondido que llevo dentro por mibautismo y uncin, y que el Seor me pide multiplicar en favor de mis hermanos yhermanas. Procuro, simultneamente, "hacer anmnesis" de los medios paraconseguirlo.

    Hacia un estilo ministerial ms humano y "pneumtico"

    Pienso que, histricamente, fuimos "vctimas" de una impostacin excesivamentecristomonista de la teologa y, por tanto, tambin de la concepcin de nuestroministerio. La identidad del presbtero tendi a ser enfocada casi exclusivamente entorno a la capacidad sacramental de hacer visible con cierta dosis de "eficiencia" y"autonoma" a Cristo pastor, maestro y sacerdote, esposo y cabeza de la Iglesia.Sin que estos rasgos estructurantes y bsicos dejen de ser necesarios y ciertos, creoque no se han resaltado suficientemente aquellos otros que hacen a un talante mspneumtico, fraterno y comunitario. Por lo menos no hasta hace poco.

    "Con ustedes cristianos, para ustedes obispo", deca Agustn. Y en esa cercanafraterna que desmitifica el "halo de sacralidad" que tanto mal nos ha hecho y quepropicia encuentros significativos y recprocamente humanizantes con las personas,es ms fcil percibir la presencia gozosa, pacificadora y unificadora del Espritu. l esel que como en Jess est sobre cada uno de nosotros, y nos enva a anunciar laBuena Nueva a los pobres y excluidos, a los enfermos y encarcelados y a todos los"insatisfechos" un ao y tiempo de gracia (ver Lc 4, 16-22). Pero tambin nos invitaa percibirlo vivo y actuante con su estilo casi "anmalo" de obrar, en la diversidad derostros, lenguas y lugares (ver Hech 2, 1-13; 10, 34ss.), para riqueza de la vida dela gente incluso cuando acta ms all de los"confines visibles" de nuestras comunidades ypara alivio de nuestra sensacin de "excesiva yheroica carga pastoral".

    Es el Espritu de Dios el que traza y abre caminos,el que conduce la vida de la comunidad y elservicio de nuestro ministerio y el que,misteriosamente, lo hace fructificar. Tal vez l, queno se sabe de dnde viene ni a dnde va (ver Jn3, 8), sea el mejor, en este tiempo de crisis, para

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    seguirnos conduciendo en la "oscuridad de la noche" (Juan de la Cruz) con feesperanzada.

    La vida y misin del presbtero como "espacio habitado"

    Nuestro ministerio puede as recuperar un sereno espacio "habitado" en el "seno dela Trinidad", de la vida de la gente, de nuestras comunidades y de nuestras propiasexistencias. Un espacio de vida y misteriosa fecundidad que trascienda el mero"hacer y responder" por y a las necesidades de quienes nos reclaman a la puertacosas y servicios, contribuyendo, as, a un mayor "adentramiento" de nuestroshermanos en el orden teologal de la esperanza, que es lo que muchas veces estamostodos tentados de perder.

    Para ello es imprescindible recuperar, cultivar y enriquecer creativamente los tiemposde silencio y oracin contemplativa, el hbito por encontrarnos "despojadamente"con la Palabra, ante el misterio "fascinante y tremendo" de Dios en cada eucarista, oen el mismo "reposo adorante". En medio del agobio y la opresin, el desencanto yla violencia, el descrdito y la inseguridad de la vida, hay un real espacio detrascendencia que todo hombre puede cultivar y que cada uno de nosotros tiene pormisin ayudar a descubrir, valorar y ofrecer con paciencia, misericordia y caridad enel dilogo y acompaamiento pastoral para que la Iglesia, edificacin de Dios ytemplo de la Trinidad, pueda seguirse construyendo con las piedras vivas, que sonsus hijos e hijas en el Hijo y por el Espritu para gloria del Padre.

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