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MES DE MARÍA 2018
CON MARÍA VIVAMOS MEJOR LA EUCARISTÍA
AÑO EUCARISTICO.2018-2019.
PRESENTACIÓN
Queridos hermanos y hermanas:
¡La Paz abundante del Señor esté con ustedes!
Les presento el Mes de María que he escrito para seguir viviendo el año
eucarístico. Cada día oraremos el Santo Rosario y meditaremos cada parte
de la Eucaristía para que así podamos vivir la Misa “ consciente, activa y
fructuosamente” (Constitución sobre la liturgia .11).
Consciente: Estando presente en cuerpo y alma, mente y corazón en la Misa; no
distraídos sino atentos a todos los gestos, palabras, acciones y movimientos
de la Santa Eucaristía. Para que la participación en la eucaristía sea
consciente debe vivirse con fe porque celebramos el sacramento de nuestra
fe. No es una reunión humana solamente. Consciente significa poner todos
nuestros sentidos externos: vista, oído, tacto, gusto y olfato en el misterio.
Ordenar nuestros sentidos internos la memoria y la fantasía (la loca de la
cosa dice Sta. Teresa) para que se dediquen al Misterio y no nos saquen de
la celebración, no nos hagan escapar a otro día o lugar. Vivir
conscientemente la Misa significa poner nuestras facultades superiores:
inteligencia y voluntad en consonancia con la voluntad de Dios: que nuestra
mente se ilumine por la fe y la voluntad se vacíe de nuestros sentimientos y
se llene del Amor de Dios. El protagonista en la Misa es Jesús que nos
reúne, nos habla y nos alimenta y nos envía en misión.
- Activa: en la Misa no somos pasivos espectadores sino que todos
celebramos la Misa, que el sacerdote preside. Todos alabamos al Señor,
todos escuchamos la Palabra, todos oramos, todos nos damos la paz,
todos damos nuestra ofrenda sagrada. Cuando participamos pasivamente
muchas veces caemos en ir a ver y criticar lo que otros hacen. Antes del
Vaticano II el mandamiento decía: oír Misa entera todos los domingos y
fiestas de guardar; hoy dice participar en Misa todos los Domingos, etc.
Fructuosamente: La Eucaristía bien vivida, bien comprendida, bien participada
debe dar frutos en nosotros. Nos debe ir convirtiendo del hombre viejo que somos
a un hombre nuevo renovado por la Palabra y el Cuerpo de Jesús. La Eucaristía
nos llena del Señor para llevarlo al mundo construyendo un mundo nuevo, una
“civilización del amor” como decía san Pablo VI. El Papa Francisco nos aclara más
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esta dimensión de la eucaristía y el Evangelio: (al Evangelio, a la eucaristía) nos
acostumbramos, pero no nos aseguramos de que tenga una real incidencia en
nuestras vidas y en nuestras comunidades. ¡Qué peligroso y qué dañino es este
acostumbramiento que nos lleva a perder el asombro, la cautivación, el
entusiasmo por vivir el Evangelio de la fraternidad y la justicia!
Que este Mes de María meditando cada día una parte de la Santa Misa nos ayude
a vivir mejor y practicar en nuestra vida de cada día lo que el Señor nos regala en
el Sacramento de nuestra fe. “María de Nazaret, icono de la Iglesia naciente, es el
modelo de cómo cada uno de nosotros está llamado a recibir el don que Jesús
hace de sí mismo en la Eucaristía” Sacramentum Caritatis 33. Papa Benedicto.
Reza y los bendice en nombre del Señor eucarístico.
Pbro. Ramón Tapia Rodríguez.
ESQUEMA:
1.-CANTO INICIAL
ORACION INICIAL DEL MES
2.- REZO DEL SANTO ROSARIO
ORACION FINAL DEL MES.
3.- REFLEXIÓN SOBRE las partes de la Eucaristía.
4.- ORACIONES ESPONTANEAS
5.- SALUDO DE LA PAZ.
NOVIEMBRE:
Jueves 8: Canto inicial y saludo.
Ritos de inicio. El Misal Romano nos dice lo que significa esta primera parte de
la Eucaristía: “Todo lo que precede a la liturgia de la Palabra, es decir, el introito,
el saludo, el acto penitencial, el Kyrie(=Señor ten piedad) con el Gloria y la colecta,
tiene el carácter de exordio, introducción y preparación. La finalidad de estos
ritos es hacer que los fieles reunidos constituyan una comunidad y se
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dispongan a oír como conviene la Palabra de Dios y a celebrar dignamente la
Eucaristía”1
Hacer que los fieles formen una comunidad: Cuando venimos a la Capilla o
a la Parroquia cada uno viene de su propia casa, de lo que hemos vivido en la
semana, las alegrías y las penas, las esperanzas. Pero el canto de entrada, los
saludos iniciales, el rito del perdón nos invita a salir de nuestro yo, de nuestros
problemas y alegrías para vivir en comunidad. Salir de la auto referencia nos
dice el Papa Francisco. No venir sólo a pedir por mis enfermos o por mis
difuntos. Salir de nuestro egoísmo y entrar en comunidad significa que no se
puede ser católico a mi manera, soy católico con otros y para otros. El Papa
Benedicto nos dice que los seres humanos nunca estamos solos: Nadie vive
solo. Ninguno peca solo. Nadie se salva solo. En mi vida entra
continuamente la de los otros: en lo que pienso, digo, me ocupo o hago.
Y viceversa, mi vida entra en la vida de los demás, tanto en el bien como
en el mal. El Papa san Juan Pablo II nos enseña que hacer comunidad es
vivir la espiritualidad de la comunión, es decir, que ser católicos es vivir en
comunión con el Señor y con los demás: Y eso se vive creyendo que en el otro
vive Dios, “sentir al hermano de fe en la unidad profunda del Cuerpo
Místico y por tanto, como uno que me pertenece, para saber compartir
sus alegrías y sus sufrimientos, para intuir sus deseos y atender a sus
necesidades, para ofrecerle una verdadera y profunda amistad”que el otro
es importante para mí, que yo soy parte con el otro ”capacidad de ver ante
todo lo que hay de positivo en el otro, para acogerlo y valorarlo como
regalo de Dios, un don para mí . Vivir la Misa nos tiene que hacer más
comunitarios, mas sociables participando en grupos y comunidades de Iglesia,
en la junta de vecinos. El Papa Francisco en Chile nos dijo: “Jesús, al
proclamar las bienaventuranzas viene a sacudir esa postración
negativa llamada resignación que nos hace creer que se puede vivir mejor si
nos escapamos de los problemas, si huimos de los demás; si nos escondemos
o encerramos en nuestras comodidades, si nos adormecemos en un
consumismo tranquilizante . (Evangelii Gaudium, 2). Esa resignación que nos
lleva a aislarnos de todos, a dividirnos, separarnos; a hacernos los ciegos
frente a la vida y al sufrimiento de los otros”.
PREGUNTA: ¿Vivo la Misa siendo comunidad, uniéndome a los de mi
asamblea y a toda la Iglesia o la vivo sólo para mí, centrado en mis intereses?
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CON MARÍA VIVAMOS MEJOR LA EUCARISTÍA
Viernes 9: Acto penitencial y Señor ten piedad.
Este rito nos dispone a escuchar la Palabra de Dios y celebrar con fruto la
Santa Eucaristía: Nos disponemos a vivir la Misa primero llegando antes de la
Hora. Preparamos el corazón pidiendo perdón, reconociendo con verdad y
humildad que somos pecadores, oramos reconociendo que hemos pecado
mucho. Ante Dios todos somos pecadores, el Papa nos lo recordó en la Cárcel
femenina: Gracias, Janeth, por animarte a compartir con todos nosotros tus
dolores y ese valiente pedido de perdón. ¡Cuánto tenemos que aprender de esa
actitud tuya llena de coraje y humildad! Te cito: «Pedimos perdón a todos los que
herimos con nuestros delitos». Gracias por recordarnos esa actitud sin la cual nos
deshumanizamos, todos tenemos que pedir perdón, yo primero, todos, eso nos
humaniza. Sin esta actitud de pedir perdón perdemos la conciencia de que nos
equivocamos y que nos podemos equivocar y que cada día estamos invitados a
volver a empezar, de una u otra manera. Lo dice también la Palabra de Dios: “Si
decimos que nunca hemos pecado, hacemos pasar a Dios por mentiroso, y su
Palabra no está en nosotros” 1 Jn1,10.
El Papa Francisco en unas catequesis en Roma nos dice sobre esta primera
parte: Todos somos pecadores; y por eso al inicio de la misa pedimos perdón,
el acto penitencial no se trata solamente de pensar en los pecados cometidos,
sino mucho más: es la invitación a confesarse pecadores delante de Dios y
delante de la comunidad, delante de los hermanos, con humildad y sinceridad,
como el publicano en el templo. Si realmente la eucaristía hace presente el
misterio pascual, es decir el pasaje de Cristo de la muerte a la vida, entonces
lo primero que tenemos que hacer es reconocer cuáles son nuestras
situaciones de muerte para poder resurgir con Él a la vida nueva. Esto nos
hace comprender lo importante que es el acto penitencial.
PREGUNTA:1.- ¿Me reconozco sinceramente pecador? ¿Me confieso
seguido? ¿Voy cambiando?
Lunes 12: “El Gloria es el himno antiquísimo y venerable por el que la iglesia
congregada en el Espíritu Santo glorifica a Dios Padre y al Cordero le suplica. El
texto de este himno no puede ser cambiado por otro” nos enseña la Iglesia. Es un
hermoso texto de oración y alabanza y de bendición. Decimos orando o cantando:
“te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos gracias…
porque sólo Tú eres Santo, sólo Tú Señor, sólo Tú Altísimo Jesucristo. Nos
enseña algo muy importante que los fieles estamos llamados a bendecir a Dios, a
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aplaudir, felicitar al Señor, decirle que la gloria es para Él no para nosotros
Bendecir a Dios es decir bien de Dios, es alabarlo, glorificarlo, darle gracias.
Estamos más acostumbrados a pedir, a orar pidiendo perdón o gracias para
nosotros o nuestros seres queridos. Esta oración nos eleva hacia Dios. Miramos
hacia arriba. Es la bendición ascendente. Nosotros bendecimos a Dios, lo
alabamos por lo que es Él, no por lo que nos da. Cuando nosotros decimos
bendice mi pan, bendice mi trabajo, etc. estoy orando centrado en mí y no en Dios.
El Gloria me invita a glorificar, felicitar, decirle a Dios que es Bueno,
Misericordioso. Como lo hace la Virgen María que dice en su cántico: Alaba mi
alma al Señor que es grande, que es Poderoso, que es santo, yo soy una humilde
esclava.
El Catecismo de la Iglesia nos remarca el sentido de esta hermoso Himno: “2628
La adoración es la primera actitud del hombre que se reconoce
criatura ante su Creador. Exalta la grandeza del Señor que nos ha hecho
(cf Sal 95, 1-6) y la omnipotencia del Salvador que nos libera del mal. Es la
acción de humillar el espíritu ante el "Rey de la gloria" (Sal 14, 9-10) y el
silencio respetuoso en presencia de Dios "siempre mayor" (S. Agustín, Sal.
62, 16). La adoración de Dios tres veces santo y soberanamente amable nos
llena de humildad y da seguridad a nuestras súplicas.
Martes 13: Liturgia de la palabra I: "Cuando se leen en la Iglesia las Sagradas
Escrituras, es Dios mismo quien habla a su pueblo, y Cristo, presente en su
Palabra, quien anuncia el Evangelio. Por eso las lecturas de la Palabra de Dios,
que proporcionan a la Liturgia un elemento de la mayor importancia, deben ser
escuchadas por todos con veneración. Y aunque la palabra divina, en las
lecturas de la Sagrada Escritura, va dirigida a todos los hombres de todos los
tiempos y está al alcance de su entendimiento, sin embargo, su eficacia aumenta
con una explanación viva, es decir, con la homilía, que viene a ser así parte de la
acción litúrgica"2.
Esta parte de la Eucaristía nos invita a escuchar en silencio la Palabra de Dios
proclamada y explicada en la homilía para hacernos evangelizadores.
SILENCIO: Para escuchar es muy importante el silencio como nos dice el papa
Bergoglio: “Pero no es el momento de hablar: es el momento del silencio para
prepararnos al diálogo. Es el momento de recogerse en el corazón para
prepararse al encuentro con Jesús. ¡El silencio es muy importante! Recordad lo
2 Ordenación General de Misal Romano 9
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que dije la semana pasada: no vamos a un espectáculo, vamos al encuentro con
el Señor y el silencio nos prepara y nos acompaña. Permaneced en silencio junto
a Jesús. Y del misterioso silencio de Dios brota su Palabra que resuena en
nuestro corazón. Jesús mismo nos enseña cómo es realmente posible «estar» con
el Padre y nos lo demuestra con su oración” Los ruidos externos e internos nos
impiden acoger la palabra de Dios
“Aprender a comunicar quiere decir aprender a escuchar, a contemplar, además
de hablar; silencio y palabra son elementos esenciales e integrantes de la acción
comunicativa de la Iglesia, para un renovado anuncio de Cristo en el mundo
contemporáneo”, “en el silencio escuchamos y nos conocemos mejor a nosotros
mismos; nace y se profundiza el pensamiento, comprendemos con mayor claridad
lo que queremos decir o lo que esperamos del otro; elegimos cómo expresarnos.
Callando se permite hablar a la persona que tenemos delante, expresarse a sí
misma; y a nosotros no permanecer aferrados sólo a nuestras palabras o ideas,
sin una oportuna ponderación. Se abre así un espacio de escucha recíproca y se
hace posible una relación humana más plena”. Papa Benedicto XVI
Miércoles 14: Liturgia de la palabra II
Escuchar con fe: Dicen los orientales que el ser humano se demora unos dos años
en hablar pero se demora casi 60 años en escuchar. Y lo otro que dicen es que
tenemos dos oídos y una boca para escuchar el doble de lo que hablamos.
ESCUCHAR: Los seres humanos tenemos muchos filtros y nos cuesta escuchar
con oídos abiertos la Palabra de Dios. Como dice Jesús en la parábola del
sembrador: “Los que están al borde del camino son los que escuchan, pero luego
viene el demonio y arrebata la Palabra de sus corazones, para que no crean y se
salven. Los que están sobre las piedras son los que reciben la Palabra con
alegría, apenas la oyen; pero no tienen raíces: creen por un tiempo, y en el
momento de la tentación se vuelven atrás. Lo que cayó entre espinas son los que
escuchan, pero con las preocupaciones, las riquezas y los placeres de la vida, se
van dejando ahogar poco a poco, y no llegan a madurar”. Todos los descritos por
Jesús somos los que escuchamos la palabra de Dios pero hay obstáculos en
nuestro corazón: preocupaciones materiales, poca profundidad, el demonio que
nos hacen no escuchar y no dar fruto. Porque recordemos que para Jesús
escuchar es poner en práctica: “ Al contrario, el que escucha mis palabras y no las
practica, puede compararse a un hombre insensato, que edificó su casa sobre
arena». Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y
sacudieron la casa: esta se derrumbó, y su ruina fue grande» .Mt 7,26-27. El que
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escucha al Señor puede hablar del Señor, evangelizar. Si no escucho de corazón
la Palabra puede ser algo aprendido pero no hecha propia.
PREGUNTA: ¿Escucho de corazón la Palabra? ¿Me distraigo fácilmente en la
Misa? ¿Soy camino, roca, espinas o tierra buena para la Palabra de Dios?
Jueves 15: Liturgia de la Palabra III.
Leer las Escrituras: " En las lecturas, que luego desarrolla la homilía, Dios habla a
su pueblo, le descubre el misterio de la Redención y Salvación, y le ofrece el
alimento espiritual; y el mismo Cristo, por su Palabra, se hace presente en medio
de los fieles"
El Papa Benedicto nos dice: “En un mundo que considera con frecuencia Dios
como algo superfluo o externo confesamos con Pedro que sólo él tiene “palabras
de vida eterna” (jn 6,68) No hay prioridad más grande que esta: abrir de nuevo al
hombre de hoy el acceso a Dios, al Dios que habla y nos comunica su amor para
que tengamos vida abundante( Jn 10,10) Dios habla a su pueblo nos dice la
introducción al Misal. Por eso al comienzo de las lecturas decimos: lectura del
profeta Isaías, o del libro de la Sabiduría o del Ëxodo o de las cartas de san Juan
o de san Pablo, o de los Hechos de los apóstoles y al final decimos: Palabra de
Dios. Es decir no es el profeta, no es san Pablo, san Pedro o san Juan quien nos
está hablando sino el mismo Dios que sale a nuestro encuentro y con lenguaje
humano nos habla al corazón. Cuando escuchamos el Evangelio decimos según
san Marcos, Mateo, Lucas o Juan al comienzo y al final decimos: Esta es Palabra
del Señor. Me está hablando Dios, el Señor. No es una Palabra cualquiera es la
Palabra que hizo el cielo y la tierra, es la Palabra del Señor Jesús que sanaba
enfermos graves y resucitaba muertos del cuerpo y muertos del alma.
El papa Juan Pablo II nos enseña: “En efecto, precisamente en la Misa dominical es donde
los cristianos reviven de manera particularmente intensa la experiencia que tuvieron los
Apóstoles la tarde de Pascua, cuando el Resucitado se les manifestó estando reunidos
(cf. Jn 20,19). En aquel pequeño núcleo de discípulos, primicia de la Iglesia, estaba en
cierto modo presente el Pueblo de Dios de todos los tiempos. A través de su testimonio
llega a cada generación de los creyentes el saludo de Cristo, lleno del don mesiánico de la
paz, comprada con su sangre y ofrecida junto con su Espíritu: « ¡Paz a vosotros! » Al
volver Cristo entre ellos « ocho días más tarde » (Jn 20,26), se ve prefigurada en su
origen la costumbre de la comunidad cristiana de reunirse cada octavo día, en el « día del
Señor » o domingo, para profesar la fe en su resurrección y recoger los frutos de la
bienaventuranza prometida por él: « Dichosos los que no han visto y han creído »
(Jn 20,29). Esta íntima relación entre la manifestación del Resucitado y la Eucaristía es
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sugerida por el Evangelio de Lucas en la narración sobre los dos discípulos de Emaús, a
los que acompañó Cristo mismo, guiándolos hacia la comprensión de la Palabra y
sentándose después a la mesa con ellos, que lo reconocieron cuando « tomó el pan,
pronunció la bendición, lo partió y se lo iba dando » (24,30). Los gestos de Jesús en este
relato son los mismos que él hizo en la Última Cena, con una clara alusión a la « fracción
del pan », como se llamaba a la Eucaristía en la primera generación cristiana”. Dies
Domini 33
Viernes 16: Liturgia de la Palabra IV.
Alimentarse de la Palabra: En los hechos de los apóstoles se ve cómo vivían las
primeras comunidades cristianas: “ Se reunían frecuentemente para escuchar la
enseñanza de los apóstoles, y participar en la vida común, en la fracción del pan y
en las oraciones” Hech 2,42. El evangelio nos presenta varias veces cómo las
multitudes que escuchaban la palabra de Jesús se olvidaban de comer y por eso
multiplicó los panes. La Eucaristía es una Banquete donde el Señor nos sirve dos
alimentos exquisitos: primero su Palabra y segundo su Cuerpo y Sangre.
Alimentémonos de la Palabra. Leamos la Biblia todos los días solos, en familia o
en comunidad. La palabra de Dios nutre el alma para darnos la fuerza de superar
nuestras debilidades, pecados, sufrimientos y fragilidades. La mejor medicina para
el enfermo es la comida. Vengamos a la Eucaristía con hambre espiritual, con
ganas de escuchar y nutrirnos de la Palabra fuerte de Dios.
PREGUNTAS: ¿Leo todos los días la palabra de Dios así como alimento mi
cuerpo? ¿Me alimenta el espíritu La Biblia o sólo me llena de conocimientos?
Sábado 17: Vivir la Palabra:
EVANGELIZAR: Los Obispos latinoamericanos en Aparecida nos dicen: Conocer
a Jesús es el mejor regalo que puede recibir cualquier persona; haberlo
encontrado nosotros es lo mejor que nos ha ocurrido en la vida, y darlo a conocer
con nuestra palabra y obras es nuestro gozo (DA 29).
El papa Pablo VI en 1974 ya había dicho: “- Evangelizadora, la Iglesia comienza
por evangelizarse a sí misma. Comunidad de creyentes, comunidad de esperanza
vivida y comunicada, comunidad de amor fraterno, tiene la necesidad de escuchar
sin cesar lo que debe creer, las razones para esperar, el mandamiento nuevo del
amor. Pueblo de Dios inmerso en el mundo y, con frecuencia, tentado por los
ídolos, necesita saber proclamar "las grandezas de Dios" <41>, que la han
convertido al Señor, y ser nuevamente convocada y reunida por El. En una
palabra, esto quiere decir que la Iglesia siempre tiene necesidad de ser
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evangelizada, si quiere conservar su frescor, su impulso y su fuerza para anunciar
el Evangelio”. Necesitamos escuchar la Palabra de Dios para encarnarla en
nuestra vida, para que nos ilumine a nosotros y con esa palabra en el corazón la
comunicamos a los demás.
Esta evangelización, esta misión es de todos los cristianos y debemos hacerlo de persona a persona nos dice el Papa Francisco: “Hoy que la Iglesia quiere vivir una profunda renovación misionera, hay una forma de predicación que nos compete a todos como tarea cotidiana. Se trata de llevar el Evangelio a las personas que cada uno trata, tanto a los más cercanos como a los desconocidos. Es la predicación informal que se puede realizar en medio de una conversación y también es la que realiza un misionero cuando visita un hogar. Ser discípulo es tener la disposición permanente de llevar a otros el amor de Jesús y eso se produce espontáneamente en cualquier lugar: en la calle, en la plaza, en el trabajo, en un camino.
128. En esta predicación, siempre respetuosa y amable, el primer momento es un
diálogo personal, donde la otra persona se expresa y comparte sus alegrías, sus
esperanzas, las inquietudes por sus seres queridos y tantas cosas que llenan el
corazón. Sólo después de esta conversación es posible presentarle la Palabra,
sea con la lectura de algún versículo o de un modo narrativo, pero siempre
recordando el anuncio fundamental: el amor personal de Dios que se hizo
hombre, se entregó por nosotros y está vivo ofreciendo su salvación y su
amistad.
Que este año eucarístico nos ayude a vivir la Liturgia de la Palabra escuchando al
Señor que nos habla en las lecturas por eso decimos al final: Palabra de Dios,
Palabra del Señor. No es una palabra de Isaías, del Éxodo, de san Pedro o de san
Lucas sino que es una Palabra de Dios que nos habla hoy. Y cuando Jesús
hablaba la gente quedaba contenta, incluso pasaban días sin comer. Hagamos
caso al salmo 94: Ojalá hoy escuchen la Voz del Señor.
Lunes 19: El Credo.
“El Símbolo o profesión de fe tiende a que todo el pueblo congregado responda a
la Palabra de Dios anunciada en las lecturas de la sagrada escritura y expuesta en
la homilía, y a que, al proclamar la norma de su fe, recuerde y confiese los
grandes misterios de la fe, antes de comenzar su celebración en la Eucaristía”
vivir este momento es hacer confesión pública de nuestra fe, de que somos
católicos, de que queremos seguir creyendo, que creemos lo proclamado en las
lecturas y lo que viviremos en la consagración y comunión. Podemos orar con
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humildad la petición del padre de familia a Jesús: “Creo Señor pero aumenta mi
fe”( Mc 9,24). La fe no es algo dado para siempre. Necesitamos que crezca
siempre. “Porque la fe es dejar de afirmarse en las propias fuerzas y
pensamientos y afirmarme y abandonarme en la Santa Trinidad. La pregunta es
evidente ¿en quién me afirmo yo en la vida?: en mi salud, en mi dinero, en el
afecto de mi familia o en la roca de la fe que es el Señor.
En este Mes de María que crezca nuestra fe como lo vivió ella que fue creciendo
en la fe porque creyó que nada es imposible para Dios. Virgen María auméntanos
la fe. Creo Señor pero, aumenta mi fe.
Martes 20: Creo en Dios Padre: Catecismo 143"Creo en Dios": Esta primera afirmación de la profesión de fe es también la más fundamental. Todo el Símbolo habla de Dios, y si habla también del hombre y del mundo, lo hace por relación a Dios. Todos los artículos del Credo dependen del primero, así como los mandamientos son explicitaciones del primero. Los demás artículos nos hacen conocer mejor a Dios tal como se reveló progresivamente a los hombres. "Los fieles hacen primero profesión de creer en Dios" (Catech.R. 1,2,2). Padre Creador:
Padre providente: Nos dice Jesús: “Por eso les digo: No se inquieten por su
vida, pensando qué van a comer, ni por su cuerpo, pensando con qué se van a
vestir. ¿No vale acaso más la vida que la comida y el cuerpo más que el vestido?
Miren los pájaros del cielo: ellos no siembran ni cosechan, ni acumulan en
graneros, y sin embargo, el Padre que está en el cielo los alimenta. ¿No valen
ustedes acaso más que ellos?¿Quién de ustedes, por mucho que se inquiete,
puede añadir un solo instante al tiempo de su vida? ¿Y por qué se inquietan por
el vestido? Miren los lirios del campo, cómo van creciendo sin fatigarse ni tejer.
Yo les aseguro que ni Salomón, en el esplendor de su gloria, se vistió como uno
de ellos. Si Dios viste así la hierba de los campos, que hoy existe y mañana será
echada al fuego, ¡cuánto más hará por ustedes, hombres de poca fe! No se
inquieten entonces, diciendo: «¿Qué comeremos, qué beberemos, o con qué nos
vestiremos?”. Son los paganos los que van detrás de estas cosas. El Padre
que está en el cielo sabe bien que ustedes las necesitan. Busquen primero el
Reino y su justicia, y todo lo demás se les dará por añadidura. No se inquieten por
el día de mañana; el mañana se inquietará por sí mismo. A cada día le basta su
aflicción”. Si Dios es mi Padre no me inquieto, no me pongo nervioso, no vivo
angustiado sino que vivo entregado a mi Padre que me cuida, me ama y provee
por mí.
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Padre misericordioso: En san Lucas 15 vemos tres parábolas que nos hacen ver que el hombre lejos de Dios o sin Dios está perdido, pero Dios no lo deja perdido. El Señor nos busca y nos espera. No se queda en nuestro pecado sino que se alegra de que volvamos a él, nos hace fiesta. Porque es misericordioso y tierno. Como dice el salmo: no nos trata como merecen nuestros pecados, sino que nos espera hasta el final como al buen ladrón. No nos aplica la justicia sino la misericordia. Con David Dios le aplicó la misericordia le perdonó su pecado de adulterio y asesinato. A Pedro le perdonó Jesús sus tres negaciones y Pedro al recibir la misericordia lloró amargamente. A la Magdalena, a la adúltera, a Zaqueo,
Miércoles 21: Creo en Jesucristo: Catecismo 423: “Nosotros creemos y
confesamos que Jesús de Nazaret, nacido judío de una hija de Israel, en
Belén en el tiempo del rey Herodes el Grande y del emperador César
Augusto; de oficio carpintero, muerto crucificado en Jerusalén, bajo el
procurador Poncio Pilato, durante el reinado del emperador Tiberio, es el Hijo
eterno de Dios hecho hombre, que ha "salido de Dios" (Jn 13, 3), "bajó del
cielo" (Jn 3, 13; 6, 33), "ha venido en carne" (1 Jn 4, 2), porque "la Palabra se
hizo carne, y puso su morada entre nosotros, y hemos visto su gloria, gloria
que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad... Pues de
su plenitud hemos recibido todos, y gracia por gracia" (Jn 1, 14. 16).
San Pablo VI hizo una hermosa profesión de fe en Cristo en Manila, Filipinas
leamos una parte: “Yo, Pablo, sucesor de San Pedro, a cargo de la misión
pastoral de toda la Iglesia, nunca habría venido de Roma a este país
extremadamente lejano, si hubiera sido firmemente convencido de dos
cosas fundamentales: la primera, de Cristo; El segundo, de tu salvación.
De cristo Sí, siento la necesidad de anunciarlo, no puedo guardar silencio:
"¡Ay de mí si no proclamara el Evangelio!" (1 Corintios 9:16 ). Para esto soy
enviado por él, por el mismo Cristo. Soy un apóstol, soy un testigo. Cuanto
más lejana es la meta, más difícil es para mi misión, más urgente es: el
amor que me impulsa a esto (cf. 2 Co 5, 14). Debo confesar su nombre:
Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios vivo ( Matth.. 16, 16); Él es el revelador
del Dios invisible, es el primogénito de toda criatura, es el fundamento de
todo; Él es el Maestro de la humanidad, él es el Redentor; Nació, murió,
resucitó por nosotros; Él es el centro de la historia y del mundo; Él es el
que nos conoce y nos ama; Es el compañero y amigo de nuestra vida; Él es
el hombre de dolor y esperanza; es Él quien debe venir y quien un día debe
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ser nuestro juez y, esperamos, la plenitud eterna de nuestra existencia, nuestra
felicidad. Nunca terminaría de hablar de Él: Él es la luz, es la verdad, por el
contrario: Él es "el camino, la verdad y la vida" ( o. 14, 6); Él es el Pan, la
fuente de agua viva para nuestro hambre y para nuestra sed; Él es el
pastor, nuestro guía, nuestro ejemplo, nuestro consuelo, nuestro
hermano. Como nosotros, y más de lo que somos, era pequeño, pobre,
humillado, trabajador, desafortunado y paciente. Para nosotros, habló,
realizó milagros, fundó un nuevo reino, donde los pobres son bendecidos,
donde la paz es el principio de la convivencia, donde los puros de corazón
y el llanto son exaltados y consolados, donde aquellos que aspiran a la
justicia son reclamados, donde los pecadores pueden ser perdonados,
donde todos son hermanos.( Noviembre de 1970)
Jueves 22: Creo en el Espíritu Santo: Catecismo 683 "Nadie puede decir: "¡Jesús
es Señor!" sino por influjo del Espíritu Santo" (1 Co 12, 3). "Dios ha enviado a
nuestros corazones el Espíritu de su Hijo que clama ¡Abbá, Padre!" (Ga 4, 6).
Este conocimiento de fe no es posible sino en el Espíritu Santo. Para entrar
en contacto con Cristo, es necesario primeramente haber sido atraído por el
Espíritu Santo. El es quien nos precede y despierta en nosotros la fe.
Mediante el Bautismo, primer sacramento de la fe, la Vida, que tiene su
fuente en el Padre y se nos ofrece por el Hijo, se nos comunica íntima y
personalmente por el Espíritu Santo en la Iglesia. El Papa Francisco nos
enseña sobre esta fe en el Espíritu: “ EG 280. Para mantener vivo el ardor
misionero hace falta una decidida confianza en el Espíritu Santo, porque Él
«viene en ayuda de nuestra debilidad» (Rm 8,26). Pero esa confianza generosa
tiene que alimentarse y para eso necesitamos invocarlo constantemente. Él puede
sanar todo lo que nos debilita en el empeño misionero. Es verdad que esta confianza
en lo invisible puede producirnos cierto vértigo: es como sumergirse en un mar donde
no sabemos qué vamos a encontrar. Yo mismo lo experimenté tantas veces. Pero no
hay mayor libertad que la de dejarse llevar por el Espíritu, renunciar a calcularlo y
controlarlo todo, y permitir que Él nos ilumine, nos guíe, nos oriente, nos impulse
hacia donde Él quiera. Él sabe bien lo que hace falta en cada época y en cada
momento. ¡Esto se llama ser misteriosamente fecundos!
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Viernes 23: Oración de los fieles.
“En la oración universal u Oración de los fieles, el pueblo, en cierto modo
responde a la palabra de Dios recibida con fe y, ejerciendo la función de su
sacerdocio bautismal, ofrece súplicas a Dios por la salvación de todos”
Después que Dios nos ha hablado en las lecturas y en la homilía, nosotros le
hablamos a Dios, le presentamos nuestras súplicas por nuestra comunidad
de la Iglesia, por los gobernantes y responsables de las actividades
humanas, por los que sufren alguna necesidad, por todos los hombres y la
salvación del mundo entero. También por la asamblea local que celebra. La
oración de intercesión (=pedir por otros) es muy importante porque nos saca
del egoísmo de pedir siempre por mis enfermos, por mis problemas, por mis
muertos. Esta oración nos abre a las necesidades del mundo, de nuestro
país, de los más sufrientes y de distintas necesidades del momento. El
Catecismo nos enseña: “2634 La intercesión es una oración de petición que
nos conforma muy de cerca con la oración de Jesús. Él es el único intercesor
ante el Padre en favor de todos los hombres, de los pecadores en particular
(cf Rm 8, 34; 1 Jn 2, 1; 1 Tm 2. 5-8). Es capaz de "salvar perfectamente a los
que por él se llegan a Dios, ya que está siempre vivo para interceder en su
favor" (Hb 7, 25). El propio Espíritu Santo "intercede por nosotros... y su
intercesión a favor de los santos es según Dios" (Rm 8, 26-27).
2635 Interceder, pedir en favor de otro, es, desde Abraham, lo propio de un
corazón conforme a la misericordia de Dios. En el tiempo de la Iglesia, la intercesión cristiana participa de la de Cristo: es la expresión de la comunión de los santos. En la intercesión, el que ora busca "no su propio interés sino el de los demás" (Flp 2, 4), hasta rogar por los que le hacen mal (recuérdese a Esteban rogando por sus verdugos, como Jesús: cf Hch 7, 60; Lc 23, 28. 34).
2636 Las primeras comunidades cristianas vivieron intensamente esta forma de
participación (cf Hch 12, 5; 20, 36; 21, 5; 2 Co 9, 14). El Apóstol Pablo les hace participar así en su ministerio del Evangelio (cf Ef 6, 18-20; Col 4, 3-4; 1 Ts 5, 25); él intercede también por ellas (cf 2 Ts 1, 11; Col 1, 3; Flp 1, 3-4). La intercesión de los cristianos no conoce fronteras: "por todos los hombres, por todos los constituidos en autoridad" (1 Tm 2, 1), por los perseguidores (cf Rm 12, 14), por la salvación de los que rechazan el Evangelio (cf Rm 10, 1).
PREGUNTAS: ¿Intercedo, rezo por otros? ¿Por los que no creen?¿ Por las
personas de países lejanos que viven tragedias?
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Sábado 24: Oración de los fieles II
Es una oración universal y tiene el siguiente esquema:
- 1.- Se pide por el mundo, las naciones, la paz, la justicia, por las personas
que sufren la guerra, los desastres naturales, la violencia. Se pide por las
autoridades comunales, nacionales y mundiales.
- 2.- Se pide por la Iglesia, pastores y fieles, necesidades particulares y
nacionales o de la Iglesia universal. Por el papa y los obispos.
- 3.- Se presentan al Señor la gran multitud e los que sufren distintas
dolencias, vicios, injusticias, dolores corporales, sicológicos, espirituales.
Los que son perseguidos por practicar la paz o la fe.
- 4.- Se pide por los que estamos celebrando: los presentes, para que
vivamos y hagamos realidad el Evangelio y la palabra de Dios escuchada.
- 5.- Se pueden agregar intenciones por el día que se está viviendo( día de la
mamá, día de la Parroquia, día de los pobres, día de los pueblos
originarios, de los emigrantes, de los adultos mayores, día de la Capilla)
- 6.- En silencio se pide por las intenciones, preocupaciones, problemas,
inquietudes, penas de los que estamos presentes en la celebración.
Lunes 26: Presentación de los dones.
Antes del Vaticano II este momento de la Eucaristía se llamaba ofertorio, hoy se
llama presentación de los dones, ya que es el momento no de ofrecer, porque la
Iglesia ofrece el Cuerpo y la Sangre de Jesús al Padre y en este momento los
dones son pan y vino, no han sido consagrados, por eso sólo los presentamos.
Los presentamos como fruto de la tierra y del trabajo de los seres humanos. Es
decir, presentamos nuestro trabajo, nuestro esfuerzo. El pan para llegar a serlo
hubo un largo proceso: se sembró el trigo, se esperó que creciera, se le sacaron
las malezas, se lo segó, se lo molió y convirtió en harina y unido al agua y cocido
en el fuego llegó a ser pan. Hubo un proceso de destrucción, de moler el trigo,
unirlo con el agua para que así el pan nos dé vida. Eso mismo debemos hacer
nosotros moler nuestro egoísmo, nuestra comodidad, renunciar a sí mismo dice
Jesús para dar vida a otros.
Lo mismo pasó con el vino: se plantó las cepas, se esperó algunos años para que
diera uvas. La uva fue molida en el lagar y se convirtió en vino. También la
comunidad que celebra tiene que ser molida por la Palabra y el Espíritu Santo y
los acontecimientos de la vida para ser vino bueno, vino que alegra a los demás.
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Las oraciones que dice el presbítero son: Bendito seas Señor, Dios del universo
por este pan( por este vino) fruto de la tierra y del trabajo de los hombres que
recibimos de tu generosidad y que ahora te presentamos, ellos serán el Cuerpo y
la Sangre de Jesucristo.
Martes 27: Prefacio: En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación
darte gracias siempre y en todo lugar. Es una oración que nos enseña que orar y
bendecir, dar gracias al Señor es nuestro deber y salvación, no es algo “voluntario”
si nos encontramos de verdad con Jesucristo resucitado tenemos que darle
gracias como una necesidad . La oración de acción de gracias es la que nos abre
totalmente a Dios porque experimentamos que somos mendigos y que todo lo que
tenemos y somos viene del Señor.
El Catecismo nos lo enseña: “2637 La acción de gracias caracteriza la oración
de la Iglesia que, al celebrar la Eucaristía, manifiesta y se convierte más en lo
que ella es. En efecto, en la obra de salvación, Cristo libera a la creación del pecado y
de la muerte para consagrarla de nuevo y devolverla al Padre, para su gloria. La
acción de gracias de los miembros del Cuerpo participa de la de su Cabeza.
2638 Al igual que en la oración de petición, todo acontecimiento y toda necesidad
pueden convertirse en ofrenda de acción de gracias. Las cartas de San Pablo
comienzan y terminan frecuentemente con una acción de gracias, y el Señor Jesús
siempre está presente en ella. "En todo dad gracias, pues esto es lo que Dios, en
Cristo Jesús, quiere de vosotros" (1 Ts 5, 18). "Sed perseverantes en la oración,
velando en ella con acción de gracias" (Col 4, 2).
Por eso damos gracias a Dios:
- Siempre: en lo bueno y en lo malo, en las alegrías y penas, todos los días ,
en todos los momentos. No es una oración de repente cuando nos sentimos
bien o hemos recibido algo bueno. San Pablo agradecía las tribulaciones,
sufrimientos, cárceles, azotes, etc.
- En todo lugar: delante del Santísimo, en una gruta de la calle, en el mar, la
montaña, el estadio, el mar, manejando, en el taco, en el bus, en el metro..
Como dice nuestra fe Dios está en el cielo, en la tierra y en todo lugar por
eso puedo darle gracias donde esté: viajando o en casa, solo o en
comunidad, en una gran Catedral o en una humilde capilla.
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Miércoles 28: Plegaria Eucarística . “La última Cena, en la que Cristo instituyó el
Memorial de su Muerte y Resurrección, se hace continuamente presente en la
Iglesia cuando el sacerdote, que representa a Cristo, realiza lo que el mismo
Señor hizo y encargó a sus discípulos que hicieran en memoria de Él, instituyendo
así el sacrificio y banquete pascual”3. “Ahora es cuando tiene lugar el centro y
culmen de toda la celebración, cuando se llega a la Plegaria Eucarística, que
es una oración de acción de gracias y santificación (….) El sentido de esta
plegaria es que toda la congregación de los fieles se una con Cristo en la
proclamación de las maravillas de Dios y en la ofrenda del sacrificio”
Relato de la Última Cena: Consagración. Jesús dijo en la Ultima Cena: Hagan
esto en memoria mía. Por eso en este momento solemne pedimos que baje el
Espíritu Santo sobre el pan y el vino cuando el sacerdote impone sus manos sobre
estos elementos diciendo: Santo eres en verdad Señor, fuente de toda santidad,
santifica estos dones con la efusión de tu Espíritu. Y sobre esos elementos
baja el Espíritu y pronunciando las palabras de Jesús: Tomen y coman todos de
Él. Tomen y beban todos de Él. El pan se transforma en el Cuerpo de Jesús
entregado en la Cruz y en la Sangre de Jesús derramada por nuestros pecados.
Volvemos a la Ultima Cena y al Calvario. Revivimos el Jueves y el Viernes santo.
Como dice el Papa Juan Pablo, pasamos a ser contemporáneos de Jesús. Se
realiza hoy y aquí el Misterio de nuestra fe: Jesús muere y resucita por nosotros.
Se nos da como alimento. Es el sacramento admirable. Jesús en persona,
humildemente presente en el pan y el vino es el sacramento de nuestra fe. Como
se les apareció a los discípulos después de la Resurrección Jesús vuelve a estar
presente con nosotros. Es un momento para adorar al Señor, para alegrarse de
que vive resucitado con nosotros. Jesús como anfitrión de la Eucaristía nos da
como alimento su propio cuerpo y su propia sangre: Tomen y coman, tomen y
beban. Nos invita a comer el Pan de vida y beber el cáliz de salvación. Fijémonos
que nos invita a todos: coman todos, beban todos. No dejemos de comulgar.
Confesémonos, purifiquémonos para vivir este Misterio de la Fe, para que Jesús
entre en nuestro corazón. Como cantamos en la canción Milagro de amor: “Jesús,
aquí presente en forma real te pido un poco más de fe y de humildad ;quisiera poder ser
digno de compartir contigo el milagro más grande de amor
Milagro de amor tan infinito en que tú mi Dios te has hecho tan pequeño y tan humilde
para entrar en mi .
Milagro de amor tan infinito en que tú mi Dios te olvidas de tu gloria y de tu majestad por
mí.
3 Ordenación General del Misal Romano 48.
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PREGUNTA: ¿Me doy cuenta que la Eucaristía es un Milagro, un sacramento admirable?
¿Arrodillo mi cuerpo o mi mente ante el Misterio de la fe?
Jueves 29: Intercesiones: Después toda la Iglesia congregada con su Señor vivo y
presente en el pan y el vino intercede, ofrece (ahora sí) el Cuerpo y la Sangre de
Jesús:
- Te pedimos que el Espíritu Santo nos congregue en la unidad. Acuérdate
del Papa y de nuestro Obispo. Así como el Pan es uno y se parte y se une
a la sangre de Cristo. La Eucaristía nos invita a vivir la comunión en la
Iglesia, a vivir la unidad en la variedad de personas y comunidades. Es Dios
quien nos convoca y nos une. No nos unimos por un motivo humano sino
que es una gracia de Dios . Los primeros cristianos tenían una sola alma y
un solo corazón( Hechos 2,42).
- Acuérdate de nuestros hermanos difuntos: Le presentamos al Señor resucitado todos nuestros seres queridos que ya han terminado su peregrinación aquí en la tierra. El Papa Francisco nos dice: “257. Una
manera de comunicarnos con los seres queridos que murieron es orar por ellos.
Dice la Biblia que «rogar por los difuntos» es «santo y piadoso» (2 M 12,44-45).
Orar por ellos «puede no solamente ayudarles, sino también hacer eficaz su
intercesión en nuestro favor»[. El Apocalipsis presenta a los mártires intercediendo
por los que sufren la injusticia en la tierra (cf. Ap 6,9-11), solidarios con este mundo
en camino. Algunos santos, antes de morir, consolaban a sus seres queridos
prometiéndoles que estarían cerca ayudándoles. Santa Teresa de Lisieux sentía el
deseo de seguir haciendo el bien desde el cielo. Santo Domingo afirmaba que «sería
más útil después de muerto [...] Más poderoso en obtener gracias»[. Son lazos de
amor[. porque «la unión de los miembros de la Iglesia peregrina con los
hermanos que durmieron en la paz de Cristo de ninguna manera se
interrumpe [...] Se refuerza con la comunicación de los bienes espirituales».
- Ten misericordia de nosotros y que con la Virgen María y todos los santos
merezcamos por tu Hijo Jesucristo compartir la vida eterna y cantar tus
alabanzas: Le pedimos por nosotros pecadores para que seamos
purificados, convertidos y transformados a imitación de la Santa madre de
Dios y Madre nuestra para que vayamos al cielo a vivir la vida eterna y
alabar eternamente a la Santa Trinidad.
Viernes 30: Doxología.
Esta hermosa oración con la que terminamos la consagración es una doxología (
=alabanza a la Gloria de Dios). Se alaba a la Santa Trinidad por Cristo que ha
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dado su vida por nosotros, por su encarnación, por su muerte y resurrección, por
su vida misionera, por su Palabra liberadora.
Con Cristo: Se alaba a la Santa Trinidad con Cristo, nunca podemos alabar al
Señor solos. ¿Quiénes somos nosotros para alabar a Dios todopoderoso? Con
Cristo como cabeza de la Iglesia oramos al Señor. La Iglesia que alaba en la
Eucaristía no es un cuerpo (nosotros) sin cabeza ( Jesucristo). Como dice san
Agustín es el Cristo total: Cabeza y miembros los que alabamos al Señor.
En Cristo: San Pablo dice muchas veces que nuestra vida de fe es en Cristo,
metidos en el Señor, injertados en Él, no tenemos vida espiritual propia, es Cristo
que vive en nosotros y nosotros en Él. En Cristo tenemos la redención, en Cristo
recibimos las bendiciones espirituales, en Cristo se nos perdonan los pecados.
Habitando en Cristo alabamos a la Trinidad.
A ti Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo Todo honor y toda
gloria por los siglos de los siglos. El Catecismo nos lo explica: “2639 La
alabanza es la forma de orar que reconoce de la manera más directa
que Dios es Dios. Le canta por El mismo, le da gloria no por lo que hace
sino por lo que El es. Participa en la bienaventuranza de los corazones
puros que le aman en la fe antes de verle en la Gloria. Mediante ella, el
Espíritu se une a nuestro espíritu para dar testimonio de que somos hijos de
Dios (cf. Rm 8, 16), da testimonio del Hijo único en quien somos adoptados y
por quien glorificamos al Padre. La alabanza integra las otras formas de
oración y las lleva hacia Aquél que es su fuente y su término: "un solo Dios,
el Padre, del cual proceden todas las cosas y por el cual somos nosotros" (1
Co 8, 6).
PREGUNTAS: ¿Alabo a Dios por lo que es o por lo que me da? ¿Alabo a la Santa
Trinidad en Cristo, por Cristo y con Cristo o lo hago solo(a)?
DICIEMBRE:
Sábado 1: Padre Nuestro y Paz: Orar el padre Nuestro significa vivir como
hijos. Creer que él es mi Padre, que me cuida, que es providente. Que todo lo que
me sucede está en las manos del Padre. Si oro el Padre Nuestro y vivo
angustiado, nervioso, desesperado, preocupado quiere decir que existencialmente
mi oración del Padre Nuestro no es real. Orar el Padre es ser como un hijo
pequeño que descansa en los brazos de sus padres y de sus mayores y duerme
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con una paz infinita. Nada me turba, nada me da temor. Vivo en las manos
poderosas y amorosas de mi Padre. Vivo agradecido del Padre que me regaló a
su Hijo, que pagó por mis pecados. Vivo agradecido de todo lo que me da orando
y bendiciéndolo. No vivo exigiéndole ni reclamándole. Orar el padre Nuestro con
las manos abiertas significa estoy en tus manos. Hay un canto cristiano que dice
toma la mano de Dios y ella te sujetará. Si Dios es mi Padre yo soy su hijo amado,
su hijo querido. Orar el Padre Nuestro significa que me siento querido,
regaloneado por el Padre. La Palabra original que traducimos como Padre es
Abbá, que significa papito.
Orar el Padre Nuestro significa vivir como hermanos. Si Dios es mi Padre,
todos los demás son mis hermanos. Por eso los amo, los perdono, los ayudo, me
interesa la salvación física y espiritual de ellos porque son mis hermanos. No
compito con los demás, no los juzgo, no me mido con ellos. No miro sus defectos
sino sus virtudes. Un afiche antiguo de la cuaresma salía un niño cargando a otro
y el texto decía: no pesa porque es mi hermano. Mi hermano es mi marido, mi
esposa, mis hijos, el compañero conflictivo del trabajo, el vecino molestoso.
Si Dios nos perdona porque nosotros somos tan duros de corazón. Cuando a mí
me dicen: no a ese violador hay que matarlo, a ese pedófilo igual o a ese militar
que violó derechos humanos no tienen perdón, a esas personas les digo y si ese
delincuente fuera su hijo, su papá, o fueras tú mismo cómo pensarías. La Iglesia
quiere que pongamos en práctica el Padre Nuestro; perdónanos como nosotros
perdonamos.
La Paz es un rito muy hermoso y antiguo que el Vaticano II ha recuperado porque
antes de llegar al altar, antes de recibir a Jesucristo debemos estar en paz con
todos. El gesto es sencillo y profundo: darse un beso o abrazo de paz(o las dos
cosas) con los que están al lado o adelante mío. Lo que doy no es mi paz porque
quizás no la tengo sino que digo: la Paz del Señor esté contigo. Y el otro hermano
me la devuelve diciendo: y con tu espíritu. Los chilenos que achicamos todo
apenas nos damos la mano y decimos la Paz a secas; no, es la Paz del Señor la
que ofrezco. Es la Paz de Jesús resucitado que siempre que se aparecía se la
daba a sus discípulos ( Jn 20-19,21,26) Recordemos lo que nos dijo el Papa en
Chile: “Felices aquellos que son capaces de ensuciarse las manos y trabajar para
que otros vivan en paz. Felices aquellos que se esfuerzan por no sembrar
división…Felices los que trabajan para que otros puedan tener una vida dichosa.
¿Quieres paz?, trabaja por la paz. ¡Sembrar la paz a golpe de proximidad, de
vecindad! ¡A golpe de salir de casa y mirar rostros, de ir al encuentro de aquel que
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lo está pasando mal…” Este rito no es una paz sentimental por el momento, es
para llevar esta paz y derramarla en la familia, el trabajo, el barrio, el país.
PREGUNTAS: ¿Rezo con conciencia el Padre nuestro sintiendo lo que digo?
¿Construyo la paz en mi familia y mi comunidad? ¿Tengo la paz de Dios ¿La
busco?
Lunes 3: Oración final, Bendición y Envío:
“El rito de conclusión consta de: a.- Saludo y bendición sacerdotal, que en
algunos días y ocasiones se enriquece y amplía con la bendición “sobre el
pueblo” o con otra fórmula más solemne, b.- Despedida, con la que se disuelve a
la asamblea, para que cada uno vuelva a sus quehaceres, alabando y bendiciendo
al Señor”4.
Todo este rito final es un envío de parte del Señor a llevar la Buena Noticia a los
demás. Es un envío a hacer realidad en la vida diaria lo que hemos vivido:
escuchar, cantar, pedir perdón, adorar a Dios, darme como ofrenda, dar la paz,
estar en silencio, vivir en comunidad. El Papa Benedicto nos dice que “la
espiritualidad eucarística no es solamente participación en la Misa y devoción al
Santísimo Sacramento. Abarca la vida entera” Sacramentum Caritatis 77.”Es
importante notar lo que los Padres sinodales han denominado coherencia
eucarística, a la cual está llamada objetivamente nuestra vida. En efecto el culto
agradable a Dios nunca es un acto meramente privado, sin consecuencias en
nuestras relaciones sociales, al contrario exige el testimonio público de la propia
fe” SC 83.
Somos enviados por Jesús para ser luz del mundo y sal de la tierra:
Partimos de la certeza de que JESUS es la luz del mundo y la sal de la tierra. Nuestra misión de ser sal y luz no es en solitario, sino en Jesús, metidos en Jesús, alimentados de Jesús. Porque nosotros con qué ropa vamos a ser luz si tantas veces estamos en la oscuridad y como vamos a ser sal de la tierra si no queremos morir a nosotros mismos. Jesús es luz porque con su vida y sus palabras nos ilumina las tinieblas que producen en nosotros nuestros pecados, los pecados de los demás, nuestros errores y confusiones del mundo. Él nos dice la verdad. No nos deja en la mentira ni en la media verdad. Nos hace ver la realidad. No nos cuenta cuentos, ni nos dora la píldora. Nos hace el mejor servicio: vivir en la verdad, en la realidad, estar iluminados. El problema es que si tú y yo no aceptamos esa luz del Señor nos
4 Ordenación General del Misal Romano 57.
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quedamos a oscuras y lo mismo les pasa a los que necesitan de nuestra luz. Ser luz es dejar pasar la luz por tu vida para que te ilumine a ti y también a todos los que te rodean. Jesús es sal porque el da la vida por nosotros. Muere para que tú y yo tengamos vida plena. Se niega a sí mismo. Renuncia a su comodidad, a su juventud, a la gloria humana. Como la sal en la comida. La sal en los porotos granados desaparece de tal modo que uno dice que ricos están los porotos y no que rica está la sal. La sal es el sabor, el sentido de la vida. Jesús nos da el verdadero sentido de la vida: morir, entregarse, darse al Padre y a los demás. Los cristianos tenemos esta misión: morir a nuestro yo, a nuestros caprichos para dar vida, alegría y esperanza a los demás. El mundo es al revés porque busca que tú seas importante, que tú no des la vida por nadie. Te incita al egoísmo. Y el egoísmo nunca nos da la felicidad. Nos hace vivir frustrados siempre como niños malcriados, mimados que si no se hace lo que yo quiero me enojo. PREGUNTAS: ¿Me siento enviado al mundo para llevar la Buena Noticia de Jesús? ¿Evangelizo en la semana con los que me encuentro?
Martes 4: Adoración al Santísimo I: “Práctica de la adoración eucarística
El Papa Benedicto nos dice: SC 67. “Por tanto, juntamente con la asamblea sinodal, recomiendo ardientemente a los Pastores de la Iglesia y al Pueblo de Dios la práctica de la adoración eucarística, tanto personal como comunitaria.[194] A este respecto, será de gran ayuda una catequesis adecuada en la que se explique a los fieles la importancia de este acto de culto que permite vivir más profundamente y con mayor fruto la celebración litúrgica. Además, cuando sea posible, sobre todo en los lugares más poblados, será conveniente indicar las iglesias u oratorios que se pueden dedicar a la adoración perpetua. Recomiendo también que en la formación catequética, sobre todo en el ciclo de preparación para la Primera Comunión, se inicie a los niños en el significado y belleza de estar con Jesús, fomentando el asombro por su presencia en la Eucaristía.
Además, quisiera expresar admiración y apoyo a los Institutos de vida consagrada cuyos miembros dedican una parte importante de su tiempo a la adoración eucarística. De este modo ofrecen a todos el ejemplo de personas que se dejan plasmar por la presencia real del Señor. Al mismo tiempo, deseo animar a las asociaciones de fieles, así como a las Cofradías, que tienen esta práctica como un compromiso especial, siendo así fermento de contemplación para toda la Iglesia y llamada a la centralidad de Cristo para la vida de los individuos y de las comunidades.
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PREGUNTAS: ¿Voy a la Adoración al Santísimo en mi Parroquia o en los santuarios? ¿Dejamos a Cristo abandonado en el sagrario? ¿En este año eucarístico ha aumentado mi tiempo dedicado a la Adoración al Santísimo?
Miércoles 5: Adoración al Santísimo II: Formas de devoción eucarística
SC 68. La relación personal que cada fiel establece con Jesús, presente en la Eucaristía, lo pone siempre en contacto con toda la comunión eclesial, haciendo que tome conciencia de su pertenencia al Cuerpo de Cristo. Por eso, además de invitar a los fieles a encontrar personalmente tiempo para estar en oración ante el Sacramento del altar, pido a las parroquias y a otros grupos eclesiales que promuevan momentos de adoración comunitaria. Obviamente, conservan todo su valor las formas de devoción eucarística ya existentes. Pienso, por ejemplo, en las procesiones eucarísticas, sobre todo la procesión tradicional en la solemnidad del Corpus Christi, en la práctica piadosa de las Cuarenta Horas, en los Congresos eucarísticos locales, nacionales e internacionales, y en otras iniciativas análogas. Estas formas de devoción, debidamente actualizadas y adaptadas a las diversas circunstancias, merecen ser cultivadas también hoy.[195]
El Señor se queda en el sagrario en las hostias consagradas para que lo adoremos, reconozcamos su infinito amor, su cercanía, su presencia con nosotros todos los días hasta el fin del mundo. Al estar presente en nuestros templos el Señor se hace nuestro mejor vecino, pone su casa entre las nuestras (Jn 1,14) No hay un Dios tan cercano como el nuestro. Vayamos a adorarlo porque la oración nos transforma, entramos en la presencia de Dios, en el ámbito de Dios. Nos enseña bellamente el Papa Benedicto: “Cuando ya nadie me escucha, Dios todavía me escucha. Cuando ya no puedo hablar con ninguno, ni invocar a nadie, siempre puedo hablar con Dios. Si ya no hay nadie que pueda ayudarme –cuando se trata de una necesidad o de una expectativa que supera la capacidad humana de esperar–, Él puede ayudarme[25]. Si me veo relegado a la extrema soledad...; el que reza nunca está totalmente solo.(Spe salvi 32)
PREGUNTA: ¿Tengo fe en la presencia verdadera de Jesús en las hostias consagradas? ¿Tengo conciencia que Él se queda con nosotros todos los días hasta el fin del mundo?
Jueves 6. NOTAS CONCRETAS PARA MEJORAR TU VIVENCIA DE LA EUCARISTIA.
Estamos terminando el Bendito Mes de María meditando la Santa Misa parte por parte,
ahora evaluemos en cosas concretas cómo vamos creciendo para que vivamos la
Eucaristía y demos frutos convirtiéndonos, evangelizando, siendo solidarios con el mundo
y cambiando nuestra sociedad.
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Participar todos los domingos en Misa. Llegar antes de la hora.
1. Saludar al Señor con la genuflexión (=doblar rodilla derecha)
2. Orar en silencio y tranquilizarme para entregarle al Señor mis cansancios,
agobios, problemas porque Él me aliviará: Mt 11,28.
3. Pedir perdón reconociendo sinceramente que he pecado mucho: 1 Jn 1,8-9
4. Participar cantando o escuchando los cantos sintiéndolos de verdad.
5. Poner atención a las lecturas bíblicas buscando ¿qué me dice a mí?
6. Escuchar la homilía con apertura al Señor que habla hoy. “La homilía puede
ser realmente una intensa y feliz experiencia del Espíritu, un reconfortante
encuentro con la Palabra, una fuente constante de renovación y de
crecimiento” Papa Francisco.
7. Hacer los distintos gestos (ponerse de pié, persignarse, arrodillarse,
sentarse) con naturalidad y sentido de fe.
8. En la presentación de ofrendas y en la colecta no dar una limosna sino una
ofrenda (algo sagrado) al Señor ((¡¡ Un padre español decía: no den
monedas porque interrumpen el recogimiento y silencio, sólo billetes¡¡))
9. En las oraciones y cantos unir lo que digo con la voz con mi corazón.
10. En la Plegaria eucarística de consagración pedir el Espíritu de fe ante el
Misterio. Papa Benedicto: “fomenten el asombro ante el misterio de Dios,
manifiesten la unidad de la fe y refuercen la devoción”.
11. Comulgar con Jesús con humildad, sinceridad y fervor. San Agustín: “Si lo
han recibido dignamente, ustedes son eso mismo que han recibido”
12. Darnos la Paz del Señor de corazón con toda la persona, un buen abrazo y
un beso fraterno. El rito de la Paz “ se trata de un signo de gran valor”
(Papa Benedicto)
13. Terminada la eucaristía llevarnos en el corazón una palabra que me tocó
de las lecturas, la homilía, de los cantos, de las oraciones para rumiarla
(=rezarla, repetirla) toda la semana. “Una auténtica fe-que nunca es
cómoda e individualista siempre implica un deseo de cambiar el
mundo”.(Papa Francisco)
14. No salir arrancando del templo sino compartir un momento fuera del
templo.
15. Recordar que la eucaristía es comunitaria. Si mi relación con Dios es sin
comunidad no crece. Nos dijo el Papa Benedicto en Brasil, Aparecida: “¿Qué
nos da la fe en este Dios? La primera respuesta es: nos da una familia, la familia
universal de Dios en la Iglesia católica. La fe nos libera del aislamiento del yo,
porque nos lleva a la comunión: el encuentro con Dios es, en sí mismo y como tal,
encuentro con los hermanos, un acto de convocación, de unificación, de
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responsabilidad hacia el otro y hacia los demás”. No vivirla sólo por mis
intereses sino por los intereses de todos. “El gusto de ser pueblo”( Papa
Francisco)
16. Recordar que la eucaristía no se termina en el tiempo sino que está abierta
a la eternidad. Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección, Ven
Señor Jesús. Por eso recordamos a La Virgen María, los santos y nuestros
seres difuntos.
Viernes 7: La Eucaristía y la Virgen María:
El único ser humano que puede decir con toda propiedad: Esto es mi cuerpo, esta
es mi sangre en la eucaristía es la Virgen María.
La Virgen María es la mujer eucarística porque vive alabando y bendiciendo a
Dios. Lo decimos con ella en su hermoso cántico: Mi alma canta la grandeza del
Señor. En La Eucaristía cantamos al Señor que siendo grande se ha hecho
pequeño en la santa hostia y en un poco de vino. Lo alabamos, nos asombramos.
“Se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador” La Misa es una fiesta con Jesús dice
un hermoso cántico. Otro dice “estamos de fiesta con Jesús y al Padre queremos
ir, todos reunidos en la Mesa es Cristo quien va a servir” Aunque traigamos penas
y preocupaciones celebramos con María la alegría de la Fe. Con el Papa
Francisco vivamos esta alegría: “EG 1. La alegría del Evangelio llena el corazón y
la vida entera de los que se encuentran con Jesús. Quienes se dejan salvar por Él
son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento. Con
Jesucristo siempre nace y renace la alegría”.
La Virgen se alegra no porque ella tenga méritos ni por otros motivos humanos
sino porque “ha mirado la humillación de su esclava” se ha fijado en ella que es
una esclava ante Dios. Se alegra porque Dios usa a los pequeños para hacer su
obra. Derriba a los poderosos y enaltece a los humildes, a los ingenuos, a los
pequeños, a los abusados, a lo sencillos de corazón, a los que no se creen nada.
El Papa san Juan Pablo II en su carta sobre la Eucaristía nos habla de esta relación profunda
entre la Virgen María y la Santa Misa: “María es mujer « eucarística » con toda su vida. La
Iglesia, tomando a María como modelo, ha de imitarla también en su relación con este santísimo
Misterio.
54. Mysterium fidei! Puesto que la Eucaristía es misterio de fe, que supera de tal manera nuestro
entendimiento que nos obliga al más puro abandono a la palabra de Dios, nadie como María puede
ser apoyo y guía en una actitud como ésta. Repetir el gesto de Cristo en la Última Cena, en
cumplimiento de su mandato: « ¡Haced esto en conmemoración mía! », se convierte al mismo
tiempo en aceptación de la invitación de María a obedecerle sin titubeos: « Haced lo que él os diga
» (Jn 2, 5). Con la solicitud materna que muestra en las bodas de Caná, María parece decirnos: « no
dudéis, fiaros de la Palabra de mi Hijo. Él, que fue capaz de transformar el agua en vino, es
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CON MARÍA VIVAMOS MEJOR LA EUCARISTÍA
igualmente capaz de hacer del pan y del vino su cuerpo y su sangre, entregando a los creyentes en
este misterio la memoria viva de su Pascua, para hacerse así “pan de vida” ».
55. En cierto sentido, María ha practicado su fe eucarística antes incluso de que ésta fuera
instituida, por el hecho mismo de haber ofrecido su seno virginal para la encarnación del Verbo de
Dios. La Eucaristía, mientras remite a la pasión y la resurrección, está al mismo tiempo en
continuidad con la Encarnación. María concibió en la anunciación al Hijo divino, incluso en la
realidad física de su cuerpo y su sangre, anticipando en sí lo que en cierta medida se realiza
sacramentalmente en todo creyente que recibe, en las especies del pan y del vino, el cuerpo y la
sangre del Señor.
Hay, pues, una analogía profunda entre el fiat pronunciado por María a las palabras del Ángel y
el amén que cada fiel pronuncia cuando recibe el cuerpo del Señor. A María se le pidió creer que
quien concibió « por obra del Espíritu Santo » era el « Hijo de Dios » (cf. Lc 1, 30.35). En
continuidad con la fe de la Virgen, en el Misterio eucarístico se nos pide creer que el mismo Jesús,
Hijo de Dios e Hijo de María, se hace presente con todo su ser humano-divino en las especies del
pan y del vino.
« Feliz la que ha creído » (Lc 1, 45): María ha anticipado también en el misterio de la Encarnación
la fe eucarística de la Iglesia. Cuando, en la Visitación, lleva en su seno el Verbo hecho carne, se
convierte de algún modo en « tabernáculo » –el primer « tabernáculo » de la historia– donde el Hijo
de Dios, todavía invisible a los ojos de los hombres, se ofrece a la adoración de Isabel, como «
irradiando » su luz a través de los ojos y la voz de María. Y la mirada embelesada de María al
contemplar el rostro de Cristo recién nacido y al estrecharlo en sus brazos, ¿no es acaso el
inigualable modelo de amor en el que ha de inspirarse cada comunión eucarística?
56. María, con toda su vida junto a Cristo y no solamente en el Calvario, hizo suya la dimensión
sacrificial de la Eucaristía. Cuando llevó al niño Jesús al templo de Jerusalén « para presentarle al
Señor » (Lc 2, 22), oyó anunciar al anciano Simeón que aquel niño sería « señal de contradicción »
y también que una « espada » traspasaría su propia alma (cf. Lc 2, 34.35). Se preanunciaba así el
drama del Hijo crucificado y, en cierto modo, se prefiguraba el « Estaba la Madre » de la Virgen al
pie de la Cruz. Preparándose día a día para el Calvario, María vive una especie de « Eucaristía
anticipada » se podría decir, una « comunión espiritual » de deseo y ofrecimiento, que culminará en
la unión con el Hijo en la pasión y se manifestará después, en el período postpascual, en su
participación en la celebración eucarística, presidida por los Apóstoles, como « memorial » de la
pasión.
¿Cómo imaginar los sentimientos de María al escuchar de la boca de Pedro, Juan, Santiago y los
otros Apóstoles, las palabras de la Última Cena: « Éste es mi cuerpo que es entregado por vosotros
» (Lc 22, 19)? Aquel cuerpo entregado como sacrificio y presente en los signos sacramentales, ¡era
el mismo cuerpo concebido en su seno! Recibir la Eucaristía debía significar para María como
si acogiera de nuevo en su seno el corazón que había latido al unísono con el suyo y revivir lo
que había experimentado en primera persona al pie de la Cruz.
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CON MARÍA VIVAMOS MEJOR LA EUCARISTÍA
Sábado 8.- SOLEMNIDAD DE LA CONCEPCION INMACULADA DE LA VIRGEN
MARÍA.
Hoy celebramos la Inmaculada Concepción de la Virgen María. ¿Qué significa
esta fiesta de María? Significa que ella fue concebida sin pecado al contrario de
todos los demás seres humanos. El Señor la preservó de pecado adelantándole la
salvación del pecado que logró su Hijo Jesús. Pero lo interesante y admirable en
María es que ella fue concebida y nació sin pecado y permaneció sin pecado
siempre, toda su vida. También Adán y Eva fueron creados sin pecado pero, como
nos enseña la primera lectura ellos y nosotros pecamos.
Por eso las lecturas nos hablan del pecado y de cómo vencer esta mala hierba,
esta maleza del pecado que está en nuestro corazón. En el Génesis se ve las
consecuencias del pecado en todos los seres humanos, dice que después de
pecar al comer el árbol prohibido se produce un desastre en la vida de nuestros
primeros padres: aparece el miedo a Dios, el esconderse de Dios (por eso nos
cuesta confesarnos o el demonio nos aleja de la Misa, de la oración) Aparece el
culparse unos a otros: Adán culpa a Eva y Eva a la serpiente. Aparece el
sufrimiento, el dolor, y la muerte. Es decir el pecado no es cualquier cosa, no es
algo inofensivo, inocente, es algo que nos daña profundamente, que lesiona
nuestro ser más profundo. Después del pecado no somos iguales, algo interior se
ha destruido, nos sentimos desnudos, sentimos nuestra impotencia y debilidad,
sentimos remordimiento, nos hemos desmejorado, nos hemos degenerado.
Pero el Hijo de la Virgen María viene a cambiar nuestra historia de pecado en una
de gracia, de salvación. Con su obediencia hasta la muerte, aceptando la injusticia
de la muerte Jesús cambia la historia que nos pone de nuevo en la voluntad de
Dios. Se vence el pecado haciendo lo que Dios quiere, lo bueno, lo mejor. O como
dice la Virgen en el Evangelio: hágase en mí según tu palabra. Hacer la voluntad
de Dios cambia la historia, cambia nuestra vida. En la voluntad de Dios
encontramos la paz, la felicidad. Terminado el Mes de María sigamos viviendo el
año eucarístico que nos ayude a recibir el Espíritu Santo para salir de nuestro yo
orgulloso y egoísta y nos ayude a vivir dóciles en la Voluntad del Padre.
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CON MARÍA VIVAMOS MEJOR LA EUCARISTÍA
ORACIONES:
ORACIÓN AÑO EUCARISTICO
¿Qué haría Cristo en mi lugar?
Jesús,
pan vivo bajado del cielo,
que al venir al mundo
nos trataste con misericordia
y al final de tu vida continuaste tu obra
quedándote en la Eucaristía
como pan de vida y salvación para todos.
En este tiempo de gracia,
te pedimos nos renueves
al encontrarnos contigo al partir el pan
para compartirlo con los más necesitados.
En comunión y bajo la fuerza de un mismo Espíritu,
nos preguntamos: “¿Qué haría Cristo en mi lugar?”
Queremos ser contigo
protagonistas de los cambios
y convertirnos en artesanos de unidad y de paz
para transformar a nuestro Chile,
un hogar para todos,
en tierra de sueños y de hospitalidad.
Junto a María te lo susurramos al oído,
a Ti que vives y reinas,
por los siglos de los siglos.
Amén.
Gaudete et exsultate 147. Finalmente, aunque parezca obvio, recordemos que la santidad está hecha de una apertura habitual a la trascendencia, que se expresa en la oración y en la adoración. El santo es una persona con espíritu orante, que necesita comunicarse con Dios. Es alguien que no soporta asfixiarse en la inmanencia cerrada de este mundo, y en medio de sus esfuerzos y entregas suspira por Dios, sale de sí en la alabanza y amplía sus límites en la contemplación del Señor. No creo en la santidad sin oración, aunque no se trate necesariamente de largos momentos o de sentimientos intensos.
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ORACIÓN PARA TODAS AQUELLAS PERSONAS QUE HAN SUFRIDO
LA PÉRDIDA DE SUS SERES QUERIDOS.
Amado Padre Celestial, tú que me conoces y que sabes cómo gimo ante la partida de mi
querido(a)……………. Al recordar a mi ser querido difunto me cuesta aceptar su partida
por la falta que me hace. Al recordarlo me vienen tantos recuerdos a mi mente y a mi
corazón. Te pido Padre Bueno que pueda vivir este duelo contigo para que pueda seguir
caminando en la vida con esperanza.
Dame tu consuelo como un bálsamo en mi corazón para aceptar que la pérdida de mi ser
querido. Que sea realista aunque me duela. Que lo suelte, que lo deje partir. Convénceme
en mi alma.
Ayúdame a conocer porque me duele. ¿Hice todo lo posible por él? ¿Se fue en paz
conmigo? De lo contrario ayúdame para pedir perdón porque Él sigue vivo en tu presencia.
Dame tu amor y cercanía para aprender a vivir sin esa persona querida. Mi ser querido ha
ido a la plenitud de la vida, ya cumplió su misión.
Dame Padre Bueno volver a tener interés por mi vida, por mi trabajo, por mi misión en la
tierra. Que asuma mi vida y mire al futuro. Libérame de quedar atrapado por el pasado.
Virgen María, tú que estuviste junto a la cruz y viste morir a Jesús en medio de sus
dolores; danos tu fuerza y tu amor para vivir como tú el duelo por nuestros seres
queridos. Ruega por nosotros que somos pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte.
Amén.
NUEVAS LETANÍAS A LA VIRGEN MARÍA. Virgen María.: RUEGA POR NOSOTROS. Hija del Padre: Madre de Jesús: Esposa del Espíritu Santo: Servidora del Reino: Madre de la Iglesia: Misionera del Evangelio: Madre de los apóstoles: Esperanza de tu pueblo: Madre de un mundo nuevo: Catequista de los pobres: DANOS TU AMOR Y TU PAZ. Amparo de los enfermos: María de los desamparados: Amiga de los niños: Modelo de los jóvenes: Protectora de la familia: Consuelo de los ancianos: Madre de los sacerdotes: Bendita entre las mujeres: Madre de los obispos:
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CON MARÍA VIVAMOS MEJOR LA EUCARISTÍA Señora de la ternura: CAMINA CON NOSOTROS. Virgen de la esperanza: María del consuelo: Profeta de la justicia: Mujer fiel y creyente: Virgen solidaria: María de la paz: Madre del amor hermoso: Virgen de la alegría: María de la verdad: Madre del perdón: MUESTRANOS A TU HIJO. VIRGEN DEL DOLOR: Hermana de los hombres: Señora de la oración: María de los trabajadores: Luz de los viajeros: Virgen del compromiso: Mujer del silencio: Madre de la historia: María de la reconciliación: María de la anunciación: MÍRANOS CON BONDAD. Virgen pobre de Belén: María exiliada en Egipto: Señora de Nazaret. Esposa de José: Servidora de la Palabra: Peregrina de Jerusalén: Servidora de Caná: Madre de la cruz: María de la Resurrección: Virgen de Pentecostés: Vecina de Nazaret:
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ORACIÓN INICIAL DEL MES DE MARÍA
¡Oh María!, durante el bello mes a Ti consagrado, todo resuena con tu nombre
y alabanza. Tu santuario resplandece con nuevo brillo, y nuestras manos te han elevado un
trono de gracia y de amor, desde donde presides nuestras fiestas y escuchas nuestras
oraciones y
votos.
Para honrarte, hemos esparcido frescas flores a tus pies, y adornado tu frente con guirnaldas
y coronas. Mas, ¡oh María!, no te das por satisfecha con estos homenajes. Hay flores
cuya frescura y lozanía jamás pasan y coronas que no se marchitan. Éstas son las que Tú
esperas de tus hijos, porque el más hermoso adorno de una madre es la
piedad de sus hijos, y la más bella corona que pueden depositar a sus pies, es la de sus virtudes.
Sí, los lirios que Tú nos pides son la inocencia de nuestros corazones. Nos
esforzaremos, pues, durante el curso de este mes consagrado a tu gloria, ¡Oh Virgen Santa!,
en conservar
nuestras almas puras y sin manchas, y en separar de nuestros pensamientos, deseos y
miradas aun la sombra misma del mal.
La rosa, cuyo brillo agrada a tus ojos, es la caridad, el amor a Dios y a nuestros hermanos.
Nos amaremos, pues, los unos a los otros, como hijos de una misma familia, cuya Madre
eres, viviendo todos en la dulzura de una concordia fraternal.
En este mes bendito, procuraremos cultivar en nuestros corazones la humildad, modesta
flor que te es tan querida, y con tu auxilio llegaremos a ser puros, humildes, caritativos,
pacientes y esperanzados.
¡Oh María!, haz producir en el fondo de nuestros corazones todas estas
amables virtudes; que ellas broten, florezcan y den al fin frutos de gracia, para poder ser algún
día dignos hijos de la más Santa y la mejor de las Madres, Amén.
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ORACIÓN FINAL DEL MES DE MARÍA
¡Oh María, Madre de Jesús, nuestro Salvador y nuestra buena Madre! Nosotros venimos a
ofrecerte, con estos obsequios que colocamos a tus pies, nuestros corazones
deseosos de serte agradable, y a solicitar de tu bondad un nuevo ardor en tu santo servicio.
Dígnate a presentarnos a tu Divino Hijo, que en vista de sus méritos y a
nombre de su Santa Madre, dirija nuestros pasos por el sendero de la virtud. Que haga lucir
con nuevo esplendor la luz de la fe sobre los infortunados pueblos que gimen por tanto
tiempo en las
tinieblas del error. Que vuelvan hacia Él, y cambien tantos corazones rebeldes, cuya penitencia
regocijará su corazón y el tuyo. Que convierta a los enemigos de su Iglesia y que en
fin, encienda por todas partes el fuego de su ardiente caridad, que nos colme
de alegría en medio de las tribulaciones de esta vida y dé esperanzas para el porvenir.
Amén.
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