memorial de anna
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1
MANUEL GIMÉNEZ GONZÁLEZ
MEMORIAL
DE
(POESÍA 1.995-2011)
2
PRÓLOGO
Amigos todos:
Tengo grabada en mi memoria la imagen de cuando llegué por vez
primera a Anna para ocupar la plaza de médico que dejaba Don Leonardo.
Con la distancia del tiempo, hace más de 16 años, todavía me reconozco:
ingenuo, sorprendido, ilusionado por la llegada a un destino que pensé sería
el definitivo.
He sentido el respeto y el cariño de vosotros, gentes de Anna. Ahora
sólo quiero mirarme en los ojos de todos los Anneros y descubrir que he
realizado mi labor con la mayor objetividad posible, con la entrega
desinteresada hacia todo aquel que en su enfermedad, dolor y sufrimiento ha
pedido mi ayuda. Y si a alguien he fallado, le pido perdón.
No tengo palabras para expresar lo que siento. Dicen que ningún
adiós es definitivo, que todo final tiene un principio, y en medio quedan los
momentos vividos.
Os dejo una de las cosas que mejor sé hacer; os dejo mi poesía, la que
he escrito con el alma abierta y sincera, llena de versos expresivos con los
que he dibujado los paisajes de Anna con el pincel de la palabra como si de
un inmenso cuadro se tratara. Aquí, en mis poemas, están los rincones de
ensueño, las fuentes, los miradores, la albufera, el palacio, las cascadas, las
calles,….; en definitiva: el alma pasional de este pueblo generoso desde mi
visión poética personal.
Este es mi testimonio que quedará fijado para siempre a mi corazón y
a mis recuerdos.
Gracias
En Anna (Valencia), Septiembre del 2011
3
EL ESCUDO DE ANNA
4
En escudo partido en dos mitades:
áureo campo encerrando la figura
de ciervo azul, cabeza coronada
con dagas puntiagudas, defensivas,
de paso marcial y solapado;
un árbol de vida nace en la albufera
con sus raíces profundas, incisivas,
embebidas en aguas cristalinas,
cielos claros, horizontes verdeados,
tierra donde mil fuentes le rodean.
En lo alto, regia insignia de condado.
Cervellón, antaño dueño y Señor,
te dio, con su hidalguía, el señorío
de ser gentil villa, noble y tenaz.
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GENTES DE ANNA
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Grita en lo alto los nombres que cincelan
la tierra con Anrubia, Aleix Bañón,
Sala, Claumarchirant, Ciges, Sarrión,
Peiró, Marín, Tornero…si ellos celan
con sus ojos el bien preciado, y velan
en sus sueños la fe de la razón
que sólo lo da un puro corazón.
Miradas que avizoran y que anhelan
Tesoros en vital naturaleza .
Hombre, mujer de viento que arrebata
los sonidos del agua fugitiva
a la roca confusa y primitiva.
El paisaje es un nudo que desata
la ciega confusión de la belleza.
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LAS CALLES
8
Estas calles tienen aire
de su pasado morisco:
Arriba, Abajo, En Medio,
San Cristóbal, San Isidro,
San Roque, Virgen del Carmen,
Cantalar, los caminos
de la Fuente y del Salto,
la ascensión a lo infinito
por la calle del Calvario
llenando espacios vacíos.
Nombres de artistas, pintores,
de músicos y poetas,
de escritores que supieron
decir lo que el alma expresa.
García Lorca y Machado
ocupan la parte nueva,
Don Jacinto y Don Ramón
limitan la parte vieja.
Serrano y Miguel Hernández
tienen la vista más bella.
Cervantes corta a su extremo
la avenida de Alegea.
Nombre de pueblos hermanos:
Sellent, Estubeny, Enguera,
Mogente, Bicop, Bolbaite,
y la más cercana: Chella.
Y entre todas: la Mayor,
que sirve de carretera.
Y la plaza más preciosa:
la señorial Alameda.
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LAS ERAS
10
Desde lo alto, camino de la sierra,
atalaya de luz atardecida
en la cuna del sueño, acaso vida
que se transforma en escarcha,
porque encierra en su cuna
los frutos surgidos de la tierra.
Eres viento de paz serena,
lluvia donde anida el agua,
noche bajo la luna prendida,
espacio solitario que no yerra,
otero sobre la mitad partida,
surco que traza huellas de un pasado
rastreando en el tiempo sus señales.
Hay quien recuerda el roce del rastrillo
sobre tu piel difusa,
y una mano erguida y poderosa
aventando el trigo en las eras.
Camino de la sierra sin premura
los olivares ascienden,
se curvan en el aire,
son seres renacidos de la tierra
en simétrico equilibrio.
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A TI, VIAJERO
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Detén tu paso en Anna y ven, viajero,
porque es aquí donde tendrás la vida.
Regalarte la tierra prometida,
la música del viento, es lo que quiero.
Presentirás, la paz de la albufera,
el agua rumorosa y cantarina,
rasgar la roca limpia y diamantina
del Gorgo Catalán y la Escalera.
El río, abre los pies de la arboleda,
la sombra del palacio renovada
y el color de las flores caprichosas.
Atraviesa el verdor de la alameda.
Dirige hacia la gente tu mirada
y verás en su faz cosas hermosas.
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ROPAJE DE DIOSES
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Tras el velo aligerado por la bruma
surges fundida en tu coraza.
Abajo, mitad pendiente a la grieta
que se asoma.
Arriba, mitad plana
en la era más extensa.
Ya no hay sima que repare tus costuras
ni que socave tus fluidos interiores.
¿De qué ropaje hicieron tu envoltura?
¿Qué mano moduló tu alta estirpe
con la huella del tiempo fundida en tus esquinas?
¡Que el viajero te juzgue
y derrame su compás en lenta espera!
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INVOCACION
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Conociste el sitio elegido
mientras lo ibas creando,
y así, contemplándote segura del destino,
no dejaste que nadie te olvidara
o llegara a dudar de que habías nacido.
Beberé de tu tiempo, achicaré mis ojos
ante el recuerdo de las luces cenitales
desde el vértigo airoso de la torre.
Daré color a tu cielo sin final,
sonido al clamor de los arroyos,
como labios de lluvia
en el regazo materno que te envuelve.
¡Quién pudiera leer en los trazos del río
la curva que sostiene los constructores de sueños
junto al vientre desnudo de la roca!
Aquí, la espera se hace tiempo deseado,
la paz es un remanso receloso,
la música ocupa el espacio del silencio,
el agua es prisionera del paisaje
con la tierra midiendo las distancias,
el aire araña las esencias
para ser latido, sangre, fuego,
el inmenso abrazo que te abarque.
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CAMINOS DE LA TARDE
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No ha de quebrar el aire
la cornisa ni el alero
la piedra angular perfecta en tu recta geometría,
cuando el agua mansa araña
las costuras de tus rocas.
En los ribazos crecen las amapolas,
la flor de azahar levita en el campo,
las pétalos de rosas despuntadas
aguardan caricias de manos que no son manos
sino arcilla, barro, agua….
En la tarde, las pupilas avizoran
horizontes de rojos escarlatas,
amarillos topacio, azules turquesa,
y el sol acunado brevemente
sobre el cuerpo frágil de la tierra.
Eres caudal que camina sin reparos
por fieles torrenteras tras abrir
las arterias subterráneas de tu vientre.
Al manto que te cubre darás vida,
y transformarás la yerma roca
en el vergel dorado codiciado,
frontera del eterno paraíso.
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FUENTE DE ARRIBA, FUENTE DE ABAJO
20
El agua de la roca se rebela
para alcanzar todos sus recuerdos.
Se ha ido la tarde. La noche
anticipa su metálico sonido
sobre espejos infinitos,
mientras la luz de la luna
dibuja una sombra
de manos firmemente enlazadas
y, de improviso, recorta
el rumor de unos pasos perdidos.
Hay silencio en la memoria.
Una atmósfera en penumbra
recorre las fuentes de arriba a abajo.
Los jóvenes amantes ahora sueñan,
en ese instante inmóvil,
con lechos de espumas
bajo planos intensamente azules,
con un beso robado,
con la fragancia con nombre
de una piel desnuda.
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NOCTURNO
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Sentado en la dura roca, a lo lejos,
he seguido tu rastro.
En un espeso laberinto de callejas,
la bruma se desliza
entre tensas fibras de luz y fuego,
y allí derrama, entre curvas emergentes,
su huella vaporosa
hasta alcanzar los jazmines trepadores.
La luna caprichosa te inunda,
saborea la fragancia del néctar,
cuando la noche te ofrece
sus labios sensuales y carnosos
con los reflejos del lago dormido.
En el aire hay aromas
de tomillo y de albahaca,
de espliego y de amapolas.
Sólo el crujido de ramas rotas
parece que lloran enlutadas
si el viento balancea los naranjos
y alguna fruta madura cae en el bancal.
Segura y callada, la noche me espera.
Y aunque batan las horas
el reloj de la vida
y su voz se imponga
con el silencio y la calma,
en ti buscaré nuevos surcos,
en tu piel,
en tu cuerpo de fértil savia,
con miles de auroras
todavía por nacer.
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ELEMENTOS NATURALES
24
Así eres, Anna :
fuente primera de todos los manantiales,
rumor de agua con los ojos fijos
a la tierra que fuertemente te anuda;
mineral líquido sin corrientes,
sin márgenes que te sometan,
sin tinieblas que ornen las estrellas
y arrebaten tu corazón hendido.
Así eres, Anna:
eco de ruiseñores fundido en un viento
que disputa su ancho vuelo
a los cuatro puntos cardinales,
horizonte de aire que vibra con la música
en las líneas del pentagrama,
sonido de sueños reversibles
anunciando los versos capturados.
Así eres, Anna:
luz que redime el escalofrío
como en un cuerpo de danza,
torbellino de colores que en el cielo
se extienden en jubilosa entrega,
laberinto de auroras espectrales
que iluminan el rostro de la tarde
venciendo la singladura del sol en el ocaso.
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EL PINO RODENO
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Como si enterrar quisiera
sus hojas puntiagudas, el pino rodeno duda
entre girar al viento hacia la sierra cercana
o abrir su tronco a las brisas marinas.
Siempre estaba allí, a los ojos
de todo el pueblo, robusto, expectante,
centenario, al pie de la ermita,
con sus ramas extendidas de amplios brazos
cobijando los huertos con su llanto.
Desde su otero, la luz retenía su estela
si las sombras no robaban sus dominios;
un murmullo de agua,
avivando las acequias, era su voz;
un eco grave cruzaba los caminos
con redobles sonoros.
Por sus raíces desnudas,
como dedos gigantescos
anclados en la fértil tierra,
se izaban en sus juegos manos infantiles
cuando el tiempo los limó de su envoltura.
Era, el ungido rey de la naturaleza,
el eterno atributo de la fuerza
y del poder de los titanes.
Pero un día sus pies cayeron doblegados
y su copa abrazó la vega
como amante sumiso.
El pino rodeno queda en el recuerdo
con el silencio de noches confusas,
avivando el fuego del hogar junto a la alameda.
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GORGO DE LA ESCALERA
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Hay un brillo tatuado a la altura del aire,
una herida profunda en el vientre de la tierra,
un derrumbe en la grieta sin fondo,
un espacio calculado que escucha su eco
en la madura corriente que baja hasta la sima.
Al final de la escalera, peldaño a peldaño,
la luz se disuelve en un sonido de agua,
en una sombra de roca,
en una cueva pulida, en la alacena
que quiebra el alarido de la verde espesura.
Los ojos, desde lo alto, avizoran la fosa sinuosa,
la blanca cola de caballo, el principio
de la espuma que refleja en sus costados
el choque de su fuerza, las líneas recurrentes
en la expresión calcárea de las formas.
No hay más edén, más paraíso,
más paisaje transformado
que reniegue del deseo cumplido,
cuando viene a rebelarse la hermosura
que encierra el Gorgo de la Escalera.
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LA DAMA DEL LAGO
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El agua, como tinta frágil,
levanta las raíces con un beso resguardado
entre las grietas, y, allí, a contracorriente,
busca entre las fuentes mensajeras
las voces que sólo a ella pertenecen.
Sobre un podio de silencio y luna
la Dama del Lago adormece en el paisaje,
recorta la orilla con un hilo de espuma;
en sus ojos, la memoria del tiempo
está prendida de aromas de primavera;
el azul es tan vivo como un libro miniado;
el verde se eriza en las copas de los árboles;
blancas nubes invaden con sus atrevidos juegos
el dulce y espeso líquido que modula
su registro en el círculo sinuoso
que traza su angosta arquitectura.
En la isla interior, el coro de las ninfas celadoras
despierta con metálicos sonidos
las sirenas aun dormidas. Y tú,
Gran Dama, Señora de la Albufera
en este reino sin reina, tú que resumes
la confluencia de los cantos rodados,
custodia los secretos que se esconden
entre tu carnosa enramada.
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AÑORANZAS
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En Anna, hay perfume de azahares
saboreando el néctar bajo luna,
jazmines trepadores cincelando silencios
sobre inocentes miradas,
surcos de hondas raíces arañando la tierra,
como un amante que desafía
la lluvia consumada.
¡Quién te quisiera, jardín florido,
corcel de agua cruzando el aire,
donde la luz se torna fuego infinito
tras el azul intenso y el verde turquesa!
No eres un sueño. Eres la promesa
que siembra la singular caricia
hasta alcanzar el corazón de la palabra,
hasta atrapar el tiempo detenido,
mientras la música festiva
rasga los sonidos en las calles
y el día borbotea lentamente
llenando el espacio con su densa simetría.
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ANNA EN FIESTAS
34
Una flor cae lentamente
atravesando el agua en la albufera,
y se adentra en un cristal de luces
sin que su tallo la ahogue.
El agua es un cuerpo sin espejo
que mana presurosa de sus fuentes.
Anna es la tierra prometida
que se sumerge entre los sueños.
Soplan vientos nocturnos
en la arboladura del otoño.
Es el día esperado de la fiesta.
Comparsas y charangas,
moros y cristiano,
en escuadras bien formadas,
recorren las calles con su ritmo.
La música es dueña del espacio
mientras la reina coronada,
desde su trono, todo lo preside.
Hay un fervor que penetra
en el interior de los corazones:
el Santo Cristo de la Providencia,
Divino Nombre que Anna adora;
una plegaria clama al cielo
desde la ermita hasta la iglesia.
Música, más música en el aire,
la Banda se engalana, la fiesta
se culmina con la furia del toro,
nobles astados que miden su fuerza
con el hombre. El sueño se ha cumplido.
Hay una mirada de ternura,
un horizonte fatigado,
la esperanza en el futuro,
el resplandor que crece en la mañana.
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EL MIRADOR DE SANTA LUCÍA
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En el Mirador de Santa Lucía
el aire es libre para el vuelo,
hay unos ojos de par en par abiertos
hacia el manto verde de la tierra,
un espacio de escalas onduladas
hacia un río que al final se adivina,
un oleo ungido por el tiempo
pintado por la mano del hombre.
Se mueve el Creador al fondo
con el bosque ascendiendo la ladera
y un cielo azul con nubes esponjosas.
Al costado, Anna, suspendida , engalanada,
en un marco de silencio y de belleza,
un tañido de campana golpea un viento limpio,
la torre del palacio ensalza su diseño,
las casas son blancas manchas del paisaje,
y cerrando un círculo perfecto,
la ermita, atenta vigía protectora.
Más cerca aún, casi tocando los dedos,
las ramas del naranjo con su fruto renacido
y el perfume de miles de azahares
con sus pétalos abiertos e invasores.
Mirador de Santa Lucía, remanso de paz,
donde una mano invisible dibuja
el color fundido en el relieve.
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EL PALACIO DE LOS CONDES DE CERVELLÓN
38
En tu vientre brotó el territorio del agua
bajo los arcos ojivales. El aljibe vacío,
la fuente de piedra, testigos son
del útero engendrado en la calcárea piedra.
Con el paso del tiempo todo permanece.
Fuiste árabe y cristiana, Palacio renacido,
Señor de una tierra de mágico equilibrio
donde la memoria de las gentes que te pueblan
se detuvo en el forjado de tus muros.
Nítida la palmera destaca su figura
sobre el estanque rectilíneo del jardín.
Naranjos enanos, limoneros y granados,
empapan el aire y abren heridas al espacio:
un tapiz de arabescos y herraduras,
teselas de mosaicos policromos,
filigranas encendidas en las puertas,
la luz danzando sobre láminas de vidrio
en un loco desliz del arcoíris.
El párpado insomne se posa en el mirador,
contempla ensimismado el lenguaje del río
y el bosque brumoso que a sus pies reposa.
Desde la torre el paisaje se ilumina
con atardeceres de rojo terciopelo.
Tu destino está escrito en los ojos vidriosos
que no pueden retener tanta belleza.
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EL RELOJ DE SOL
40
El reloj, en la pared prendido,
tiene una cara despierta de cómico burlón
con sus ojos vivos y saltones,
nariz respingona, mofletes
de arlequín resabiado
y una boca perfilada de carnosos labios.
El reloj, oye la lluvia en blanco
arañando el muro encalado,
tiene la sencillez de una máquina perfecta
sin engranajes que se acoplen
a su cuerpo inmaterial,
espera sin prisas a que el sol se despierte
y un rayo denso lo ilumine
como una mano invisible
proyectando la luz en la distancia;
sólo una sombra señala el paso de las horas
con un negro dedo en lento movimiento.
En la noche, en el reloj de sol,
el tiempo duerme, se detiene,
borra sus huellas del camino ya andado,
y mira las nubes vacilantes
que se esconden sobre la luna llena
sin espacios ni minutos que marcar.
41
CALLE DEL PANTANO, PASEO DE LA ALAMEDA
42
Este rio subterráneo de dulces labios,
cicatriz que agrieta los senderos,
se asoma a la calle entre la acera,
vierte sus cabellos por escalones de agua;
su voz se agita en medio de las plataneras
que erizan sus troncos hacia el cielo
y alargan sus ramas como un red de sombras
que atrapan y abrazan los espacios;
su cuerpo dibuja, plácidamente,
una huella delicada sobre el lavadero
dando brillo a la piedra desgastada,
donde la memoria recuerda
unos brazos fatigados que se alargan
y encuentran una espalda rendida.
Los desnudos muros del palacio,
las puertas con filigranas orientales,
el balcón vacío, sienten
la afilada caricia de las hojas.
Busco en secreto la paz de la alameda
bajo la honda luz que la ilumina
con el fondo de un lienzo azul,
más azul, intensamente azul.
43
LA FUENTE DE SANTAMARÍA
44
La fuente de Santa María muestra
su forma caprichosa y curvilínea
como un altar donde el agua domina
el sordo rumor de un lecho de piedra.
Dos ángeles descienden de los cielos,
se recuestan dormidos en la cima,
la luz crepuscular los acaricia
ordenando sus rizados cabellos.
De tres rostros de querubines manan
aguas cristalinas,- néctar de vida-,
a la garganta seca del viajero.
La fuente de Santa María sueña
con el tiempo pasado, con el niño
hecho ángel vigoroso en su regazo.
45
LA FUENTE DEL SURTIDOR
46
Pareces una flor de pétalos abiertos
donde el tiempo se detiene.
Todo ante ti es silencio,
callado celador de impulsos naturales,
luz vencida por una sombra inclinada,
luz rota en el centro de la roca
con un ángel escondido en la maleza.
El surtidor lanza dulces gemidos de agua,
roza el aire con geométrica simplicidad.
A su alrededor, lamiendo sus costados,
se remansa la memoria de Anna
en el brillo de los azulejos:
la plaza de la alameda con su ingrávida cascada
iluminando corros festivos,
la ermita acunando juegos infantiles,
el camino de las fuentes en invisible red
de canales y de fuentes, y la albufera,
azul prendido en los espejos del agua
dibujando los perfiles de la tarde.
47
LA FÁBRICA DE LUZ
48
Dijo el hombre: hágase la luz.
Y la luz se hizo
con la fuerza del agua. Ahora,
con el tiempo detenido,
creado en un punto de sombra,
un manto terroso cubre los muros
de la fábrica de luz.
Tal vez,
alguien reviva la grandeza
de lo que fue ayer,
para que un rayo de luz alumbre
las miradas vacías.
49
ÍNDICE
PRÓLOGO
EL ESCUDO
GENTES DE ANNA
LAS CALLES
LAS ERAS
A TI, VIAJERO
ROPAJE DE DIOSES
INVOCACION
CAMINO DE LA TARDE
FUENTE DE ARRIBA, FUENTE DE ABAJO
NOCTURNO
ELEMENTOS NATURALES
EL PINO RODENO
EL GORGO DE LA ESCALERA
LA DAMA DEL LAGO
AÑORANZAS
ANNA EN FIESTAS
EL MIRADOR DE SANA LUCIA
EL PALACIO DE LOS CONDES DE CERVELLÓN
EL RELOJ DE SOL
CALLE DEL PANTANO, PAEO DE LA ALAMEDA
LA FUENTE DE SANTA LUCÍA
LA FUENTE DEL SURTIDOR
LA FÁBRICA DE LUZ
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