luna caliente - alexis candia
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LUNA CALIENTE: EL SÉPTIMO CÍRCULO ARGENTINO
Alexis Candia
(Fragmento: Aparece en Nueva Revista del Pacífico Nº 51. Año 2006.)
Mempo Giardinelli hace hablar a su Luna Caliente a través de una narración en
tercera persona desde la perspectiva del criminal, Ramiro Bernárdez, abogado y
doctor en jurisprudencia de una universidad francesa, que regresa luego de ocho años
a la Argentina del llamado `Proceso'.[La Dictadura militar argentina encabezada
primeramente por el general Videla entre 1976 y 1983]. Pese al carácter
contradictorio de tal decisión, que corre a contrapelo del masivo éxodo de
intelectuales argentinos, Giardinelli sustenta tal argumento en el carácter
individualista de Ramiro y, en consecuencia, en su preferencia por su propio futuro
sobre la infernal situación de la ciudad de Resistencia en esa época.
El reencuentro con las calientes tierras del Chaco llevará a Ramiro a la casa del
doctor Braulio Tannembaum, antiguo amigo de su padre, donde conoce a la hija del
médico, Araceli, adolescente de trece años cuya precoz y perturbadora sexualidad lo
deslumbra hasta el punto de violarla y asesinarla (por primera vez) de manera salvaje
esa misma noche en Fontana. El primer crimen de Ramiro Bernárdez resulta
relevante debido a que evidencia los motivos internos y externos que, en gran
medida, explican su comportamiento psicopático.
Así, mientras en el plano externo estamos ante la presencia del abrasador calor del
Chaco argentino que parece encender en Ramiro el deseo hacia el desbordado
erotismo de Araceli, "porque la luna del Chaco estaba caliente esa noche, y el calor
era abrasador. Porque el silencio era total y el recuerdo de Araceli era desesperante
y su excitación incontenible" (p. 20). Por otra parte, encontramos la enorme
capacidad de violencia de Ramiro Bernárdez, que se reconoce como un verdadero
monstruo, "¿acaso la condición humana no era una demostración de lo infinito? [...)
¿Es que alguien podía creer que existían los límites? Su propio caso era un buen
ejemplo. Sintió asco de sí mismo, un agudo remordimiento que a la vez se le
mezclaba con una espantosa vanidad creciente" (p. 78).
Giardinelli rememora de manera inteligente un pasaje de la infancia de Ramiro para
explicar su carácter frío e implacable. Tras la muerte de su padre encuentra una serie
de gatos en su casa - que su familia había abandonado momentáneamente -, cuya
suciedad le causa una enorme repulsión que lo lleva a dejar encerrados a los
animales. Un mes después se habían transformado en un montón de cadáveres
descompuestos. No se puede soslayar la importancia de ese acontecimiento en la
medida que confiere credibilidad a la determinación de Bernárdez para llevar a cabo
su triada de crímenes.
Acorde a los parámetros de la novela negra, Luna Caliente atribuye menor
importancia a la resolución del enigma. Más aún al considerar que la preeminencia
de la perspectiva del asesino pone de manifiesto abiertamente a los móviles y al autor
material de los crímenes. En este sentido, el misterio pasa más bien por el destino de
Ramiro, acerca de si será o no capaz de librarse de la ley. El asesinato del doctor
Tannembaum y el (segundo) homicidio de Araceli están en esa dirección. Ramiro
empleará todos los medios que están a su alcance para escapar de las garras de la
dictadura y, en consecuencia, de su debacle social.
Aunque Mempo Giardinelli juega con todas las cartas sobre la mesa y emplea una
estructura lineal, resulta notable el hábil manejo que hace de los nudos dramáticos
para sorprender, una y otra vez, al lector. Principalmente, en los finales de los
capítulos de Luna Caliente. Si a lo anterior le sumamos el ritmo ágil y el lenguaje
duro e intenso - que alcanza un punto máximo en los diálogos de Ramiro y Araceli -
estamos ante la presencia de un narrador que acrecienta la tensión del relato y que es
capaz de golpear de manera veloz la inteligencia del lector. La doble resurrección de
Araceli es, en esta línea, uno de los mayores aciertos de la novela y lo que para
Cortázar bien podrían considerarse como un verdadero K.O. literario.
La serie negra se manifiesta, además, en Luna Caliente en la medida que la novela
está cargada con una enorme cantidad de violencia. Violencia que pasa, en primer
término, por la necesidad imperiosa de Ramiro de escapar y de librarse de la locura
de esos tres días en la Colonia Perdida. Para esto, Ramiro se ve en la necesidad de
asesinar al padre de Araceli. Bernárdez cree advertir que el doctor Tannembaum
conoce el abuso que perpetró contra Areceli. Ramiro actúa como un asesino
implacable y calculador que, luego de eliminar a su víctima, realiza un hábil montaje
que apunta a hacer parecer como un accidente la muerte del doctor Tannembaum:
Bernárdez sitúa el cuerpo del doctor Tannembaum en un automóvil, marca sus
huellas digitales en el manubrio y pone el coche en marcha para hacerlo chocar
contra un puente y, al fin, desaparecer bajo las aguas del río. Bernárdez piensa que su
crimen no representa nada más que un simple avance hacia su libertad.
La rudeza está relacionada, también, con la búsqueda frenética del placer sexual de
Ramiro, el que sucumbe ante el embrujo abrasador del Chaco y del ardor de, la piel
de Araceli:
"Ramiro la dejó respirar y gemir y le bajo la tanga y se abrió el pantalón. Y en el
momento de penetrarla, ella soltó un aullido que él reprimió otra vez con su boca.
Pero como Araceli gimoteaba ahora ruidosamente volvió a pegarle, más fuerte, y le
tapó la cara con la almohada mientras se corría largamente, espasmódico, dentro de
la muchacha que se resistía como un animalito, como una gaviota herida." (p. 24)
Ahora bien, el abuso sexual al que es sometida Araceli, lejos de provocar rechazo o
ira hacia Ramiro, despierta más bien toda la lujuria escondida en la muchacha,
convirtiéndola en toda una ninfómana:
"-No quiero hablar [...] Quiero seguir haciéndolo, estoy muy caliente... dame más....
Y se movía rítmicamente, llevando sus caderas a los costados y apretando su vagina,
completamente mojada, palpitante sobre el sexo de Ramiro. Por momento ella sufría
como ataques de temblores, accesos espasmódicos... como escalofríos... Ramiro
observó que su sexo volvía a responder [...]
Se sentía vacío; pero sin embargo su sexo se erguía otra vez, respondiendo a esa
muchacha ardorosa, hirviente." (p. 144-145)
Luna Caliente está atravesada por un intenso y duro erotismo que reduce a Araceli a
su condición sexual. En esta línea, es significativo que las intervenciones de Araceli
en la novela - salvo ciertas excepciones - se limitan a una desbordada sexualidad que
tiende a consumir a Ramiro. Así, resulta interesante consignar la doble lectura que
permite ese fenómeno debido a que si a bien parece una actitud misógina en términos
de que restringe la condición de la mujer; una lectura más profunda permite descubrir
la enorme capacidad sexual del género femenino frente a un potencial masculino
mucho más limitado. De ahí que el cielo que alcanza Ramiro en el cuerpo de Araceli
se convierta en una verdadera hoguera para el doctorado en jurisprudencia.
Mempo Giardinelli efectúa, además, una aguda crítica social que pone de manifiesto
la caótica situación argentina durante el gobierno de Videla. Acorde al carácter de los
juicios vertidos en Luna Caliente, que atacan las condiciones sociales y políticas
propiciadas por la dictadura militar - más propias del neopolicial latinoamericano que
de la novela negra - .
Luna Caliente está cruzada por múltiples críticas hacia la dictadura militar de Videla.
Escrita desde la subalternidad en términos de Homi K. Bhabha y ambientada en
1977, vale decir, en los momentos más álgidos de la represión militar, la novela
denuncia abiertamente las políticas represivas y la corrupción del `Proceso'.
Asimismo, acrecienta el horror del relato el actuar como violento y oscuro trasfondo
de los crímenes de Bernárdez. De esta forma, Giardinelli desliza feroces críticas
hacia el régimen mediante los ácidos comentarios de algunos personajes, en especial,
de Braulio Tannembaum, quien realiza un grave y amargo diagnóstico de su país al
sostener que
"este país es una mierda [...] Era hermoso, pero lo convirtieron en una completa
mierda" (p. 40) porque se habría invertido el principio griego del orden social:
"La aritmética es democrática porque enseña relaciones de igualdad, de justicia; y
la geometría es oligárquica porque demuestra las proporciones de la desigualdad
[...] Pues nos dieron vuelta el principio, che; ahora somos un país.cada vez más
geométrico. Y así nos va." (p. 41)
Giardinelli logra plasmar el clima represivo de esos años no tanto en las críticas
abiertas hacia el `Proceso' sino más bien con una serie de toques sutiles que ponen de
manifiesto la verdadera cara de la reconstrucción argentina.
Bajo esta perspectiva, está la patrulla que controla a Ramiro y al doctor Tannembaum
por estar detenidos a un costado de la carretera. Con todo, el mayor acierto de
Giardinelli en esa línea es la manera refinada pero inquietante con la que plasma la
tortura que sufre un preso que estaba en el mismo recinto policial en el que se
encontraba Ramiro por el asesinato del Braulio Tannembaum: "Y entonces se apagó
el sonido de la radio, que durante un largo rato había pasado chamamés, rasguidos
dobles y avisos comerciales. Ramiro creyó escuchar, en el silencio retornado, un
gemido, lejano. Y más tarde volvió a escucharse la radio, ahora atronando el
silencio con un tema de Charly García [...] Afuera estaba más claro. Le pareció que
ya era de día. Lo preguntó. Almirón respondió que eran las siete y media y quiso
saber cómo se sentía. - Cómo el culo. Jodieron toda la noche con una radio. -Y, los
muchachos tuvieron mucho laburo." (p. 121-122)
Así, con una estrategia discursiva que alude al ambiente que rodeaba a las
violaciones a los derechos humanos, Giardinelli da forma al principal método de
represión que utilizó el régimen militar argentino en particular y las dictaduras del
cono sur americano en general, para consolidar el "retorno" al orden social.
Argentina parece descender al séptimo círculo donde miles de ciudadanos caen en las
manos de los minotauros militares.
Otro de los elementos claves para comprender la naturaleza de la tiranía de Videla es
el rol que desempeña la policía transandina respecto de los crímenes cometidos por
Ramiro Bemárdez. Mempo Giardinelli efectúa una inversión del trabajo detectivesco.
Lejos del erigirse como restauradores del orden y buscadores de la verdad, como
aconteció tradicionalmente en la novela de enigma y en la negra, el inspector
Almirón y el jefe de la policía, Alcides Gamboa Boschetti - que están a cargo de la
investigación - desdeñan ambos conceptos debido a que éstos están subordinados a
los intereses de su proyecto-país, tal como manifiesta Gamboa Boschetti: "Un
proceso en el que el verdadero enemigo es la subversión, el comunismo
internacional, la violencia organizada mundialmente. Nuestro objeto es exterminar
el terrorismo, para instaurar una nueva sociedad" (p. 110).
En este contexto, adquiere poca importancia para los agentes de estado la
perpetración de un asesinato menor que, por lo demás, tienen claro que fue cometido
por Ramiro Bernárdez:
"Nosotros sabemos que usted mató al doctor Tannembaum. Podría darnos más o
menos tiempo probarlo, pero eso es lo de menos. Si acá la policía quiere probar
algo, lo hace y listo, ¿me entiende? Porque no vaya a pensar que acá estamos en
Francia, doctor; no, aquí estamos en un país en guerra, una guerra interna pero
guerra al fin [...] nosotros sabemos que usted lo mató a Tannembaum. No lo estamos
suponiendo. No está muy claro por qué lo hizo, y a mí, le voy a ser franco, me
importa poco descubrirlo. " (p. 108)
El interés por alcanzar la verdad decrece todavía más al considerar que Bernárdez
debido a su preparación académica y a su escasa politización ha sido seleccionado
por las autoridades como un `hombre de reserva' destinado a contribuir al proceso
nacional. De ahí que Gamboa Boschetti esté interesado en la confesión de Ramiro no
para hacer justicia sino para tenerlo bajo su control: "Digo que si confiesa podemos
arreglar las cosas [... ] Se dará cuenta que yo tengo otros asuntos que atender, de
orden político, de interés nacional. De modo que si yo vengo a verlo es porque usted
nos interesa. Nos interesa usted; no ese borracho (Tannembaum)" (p. 110).
Argentina se erige como una verdadera tierra de nadie, "donde para morir es muy
pronto y para amar es muy tarde" (p. 160) o, más bien, como un país en que se
puede amar y vivir, siempre y cuando, los hombres se "entreguen" en cuerpo y alma
al poder militar. Por el contrario, el resto debe resignarse a sumirse en las lagunas de
sangre del infierno argentino.
Luna Caliente permite una lectura de carácter alegórica en que es posible identificar a
Araceli con Argentina. Mempo Giardinelli sostiene, en este sentido, que Luna
Caliente tiene un final fantástico y abierto "donde Araceli (que es la Argentina) no
puede morir y lo vemos a él con los ojos abiertos"
.
Ahora bien, resulta interesante analizar a Araceli con el fin de realizar una exégesis
de la Argentina del `Proceso'. Araceli es una adolescente de trece años que tiene una
belleza salvaje que, de una forma u otra, encandila a Ramiro. Además, es una púber
cuyo erotismo está despertando de manera intensa, lo que la convierte en una niña
insolente y seductora que tienta al retornado del viejo mundo. Araceli presenta varias
analogías con Argentina. Argentina es un país hermoso y dotado de abundantes
recursos naturales que, al igual que el resto del continente, tiene una limitada
madurez política y que despierta en la intensidad y el apasionamiento propio de los
cambios radicales provenientes del socialismo en la década de 1970.
Ramiro constituye un signo de la reconversión de la barbarie americana en la
civilización del primer mundo. Dotado de una educación de primer orden regresa a
su país en busca de un futuro brillante y, luego de tres días, en vez de resucitar en la
luz, emerge en la sombra: se ha transformado en un monstruo. Sucumbe al calor de la
Colonia Perdida y, en especial, a la maldad que existe en su interioridad. En este
sentido, Ramiro puede homologarse con los responsables de la irrupción militar. No
sólo porque realizan sus operaciones militares alentados por las directrices
`civilizadas' del primer mundo, sino porque en la búsqueda del bien para su
comunidad, se convierten en una de las administraciones más sanguinarias del
continente.
Bajo este prisma, es dable suponer que la violación de Araceli es una alegoría del
golpe de Estado. Araceli/Argentina luego de ser cargada de un universo de violencia,
sin embargo, no muere sino que se transforma en un verdadero demonio sediento de
sexo, en un caso, y muerte, en otro. En este sentido, resulta concluyente la visión de
Ramiro sobre Araceli, luego de padecer su ansiedad erótica: "esa chica era el
demonio reencarnado; Mefistófeles que vino a cagarme la vida" (p. 120). Así,
Ramiro se encuentra con que la violación de la niña ha despertado una "diabólica"
que lo va a consumir fisica y espiritualmente: "El doctor Fausto estaba perdido [...]
Increíble: una adolescente, apenas una niña hiperdesarrollada, corrompida
prematuramente, lo tenía en sus manos. Y él, sin escapatoria" (p. 134).
Mempo Giardinelli está aludiendo al cuadro de amor pero, sobre todo, de locura y de
muerte que se produce en Argentina tras el golpe militar, el que disloca por completo
al país y que produce un carnaval de muerte y terror. Al igual que Araceli, Argentina
se ha convertido en un monstruo. Un ser maligno, infausto y execrable que está fuera
de control. De ahí que Araceli resucite en dos ocasiones. Argentina no puede morir ni
Araceli tampoco. Más que una clave fantástica, entonces, Giardinelli parece dar
forma a un signo alegórico que intenta evidenciar la profunda crisis que experimenta
su patria y que, en consecuencia, tiene la posibilidad de pervivir a las extrañas, letales
y, muchas veces, perversas decisiones de los seres humanos.
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