los milagros de jesús 1ra parte

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LOS MILAGROS

DE JESÚS

Primera parteCuracionesPreparado por

Humberto E. CorralesMayo 2015

Los milagros

• Un milagro es un hecho perceptible a los sentidos que sobrepasa las leyes de la naturaleza y el poder del hombre. Es por lo tanto una acción de Dios y “signos” de la omnipotencia divina.• La creación está siempre bajo la guía providente de

Dios. Aunque generalmente realiza su obra valiéndose de las leyes que Él mismo puso en la naturaleza, no está limitado a ellas.• Las Sagradas Escrituras, ya desde el Antiguo

Testamento, nos relatan muchos milagros. Los más importantes son los que hizo Jesucristo.

Los milagros de Jesús

• Son los hechos sobrenaturales, registrados en los Evangelios, realizados por Él en el curso de su vida terrenal. • Jesús realizó muchas curaciones y expulsiones de demonios,

lo que ayudó en la aceptación de su predicación del Reino de Dios. Son una manifestación de que Él es verdaderamente Dios, ya que los hacía con su propio poder. • Se pueden clasificar en cuatro grupos:

1. Curaciones 2. Exorcismos 3. Resurrección de muertos 4. Control sobre la naturaleza

Cinco curaciones de paralíticos

El criado del Centurión

Al entrar Jesús en Cafarnaún, se le acercó un capitán de la guardia, suplicándole: “Señor, mi muchacho está en cama, totalmente paralizado, y sufre terriblemente”. Jesús le dijo: “Yo iré a sanarlo”. El capitán contestó: “Señor, ¿quién soy yo para que entres en mi casa? Di no más una palabra y mi sirviente sanará. Pues yo, que no soy más que un capitán, tengo soldados a mis órdenes, y cuando le digo a uno: Vete, el se va; y si le digo a otro. Ven, el viene; y si ordeno a mi sirviente: Haz tal cosa, el la hace”.Luego Jesús dijo al capitán: “Vete a casa, hágase todo como has creído”. Y en ese mismo momento el muchacho quedó sano. (Mateo 8, 5-9;13)

El paralítico

En ese momento llegaron unos hombres que traían a un paralitico en su camilla. Querían entrar en la casa para colocar al enfermo delante de Jesús, pero no lograron abrirse camino a través de aquel gentío. Entonces subieron al tejado, quitaron tejas y bajaron al enfermo en su camilla, poniéndolo en medio de la gente delante de Jesús.“Sepan pues, que el Hijo del Hombre tiene poder en la tierra para perdonar los pecados”. Entonces dijo al paralítico: “Yo te lo ordeno: levántate, toma tu camilla y vete a tu casa”. Y al instante el hombre se levantó a la vista de todos, tomo la camilla en que estaba tendido y se fue a su casa dando gloria a Dios. (Lucas 5, 18-19;24-25)

El hombre de la mano paralizada

Saliendo de aquel lugar, Jesús entró en una sinagoga de los judíos. Se encontraba allí un hombre que tenía una mano paralizada. Le preguntaron a Jesús, con intención de acusarlo después: “¿Está permitido hacer curaciones en día sábado?”Jesús les dijo: “Si alguno de ustedes tiene una sola oveja y se le cae a un barranco en día sábado, ¿no irá a sacarla? ¡Pues un ser humano vale mucho más que una oveja! Por lo tanto, está permitido hacer el bien en día sábado”. Dijo entonces al enfermo: “Extiende tu mano”. La extendió y le quedó tan sana como la otra. (Mateo 12, 11-13)

La mujer encorvada

Un sábado Jesús estaba enseñando en una sinagoga. Había allí una mujer que desde hacía dieciocho años estaba poseída por un espíritu que la tenía enferma, y estaba tan encorvada que no podía enderezarse de ninguna manera. Jesús la vio y la llamó. Luego le dijo: “Mujer quedas libre de tu mal”. Y le impuso las manos. Al instante se enderezó y se puso a alabar a Dios. (Lucas 13, 10-13)

El paralítico de la piscina de Betesda

Había allí un hombre que hacía treinta y ocho años que estaba enfermo. Jesús lo vio tendido, y cuando se enteró del mucho tiempo que estaba allí, le dijo: “¿Quieres sanar?” El enfermo le contestó: “Señor, no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando se agita el agua, y mientras yo trato de ir, ya se ha metido otro””. Jesús le dijo: “Levántate, toma tu camilla y anda”. Al instante el hombre quedó sano, tomó su camilla y empezó a caminar. (Juan 5, 5-9)

Cuatro curaciones de ciegos

Sanación de dos ciegos

Al retirarse Jesús de allí, lo siguieron dos ciegos que le gritaban: “¡Hijo de David ten compasión de nosotros!”. Cuando Jesús estuvo en casa, los ciegos se le acercaron, y Jesús les preguntó: “¿Creen que puedo hacer esto?” Contestaron: “Sí, Señor”.Entonces Jesús les toco los ojos, diciendo: “Hágase así, tal como han creído”. Y sus ojos vieron. Después les ordenó severamente: “Cuiden de que nadie lo sepa”. Pero ellos, en cuanto se fueron, lo publicaron por toda la región. (Mateo 9, 27-31)

El ciego Bartimeo

Al salir Jesús de allí con sus discípulos y con bastante más gente, un ciego que pedía limosna se encontraba a la orilla del camino. Se llamaba Bartimeo (hijo de Timeo). Al enterarse de que era Jesús de Nazaret el que pasaba, empezó a gritar: “¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!”. Muchas personas trataban de hacerlo callar. Pero el gritaba con más fuerza: “¡Hijo de David, ten compasión de mí!”.Jesús se detuvo y dijo: “Llámenlo”. Llamaron, pues, al ciego diciéndole: “Vamos, levántate, que te está llamando”. Y él, arrojando su manto, se puso en pie de un salto y se acercó a Jesús.Jesús le preguntó: “¿Qué quieres que haga por ti?”Él ciego respondió: “Maestro, que vea”. Entonces Jesús le dijo:: “Puedes irte, tu fe te ha salvado”.Y al instante pudo ver y siguió a Jesús por el camino. (Marcos 10, 46-52)

El ciego de Betsaida

Cuando llegaron a Betsaida, le trajeron un ciego y le pidieron que lo tocara. Jesús tomó al ciego de la mano y lo llevó fuera del pueblo. Después le mojó los ojos con saliva, le impuso las manos y le preguntó: “¿Ves algo?” El ciego, que empezaba a ver, dijo: “Veo como árboles, pero deben ser gente, porque se mueven”. Jesús le puso nuevamente las manos en los ojos, y el hombre se encontró con buena vista; se recuperó plenamente y podía ver todo con claridad.Jesús pues, lo mandó a su casa, diciéndole: “Ni siquiera entres en el pueblo”.(Marcos 8, 22-26)

El ciego de nacimiento

Al pasar, Jesús vio a un hombre que era ciego de nacimiento. Sus discípulos le preguntaron: “Maestro, ¿quién ha pecado para que esté ciego: él o sus padres?” Jesús respondió: “No es por haber pecado él o sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten claramente”.Dicho esto, hizo un poco de lodo con tierra y saliva, untó con él los ojos del ciego y le dijo: “Vete y lávate en la piscina de Siloé (que quiere decir el enviado)” El ciego fue, se lavó y, cuando volvió, veía claramente. (Juan 9, 1-3;6-7)

Dos curaciones de leprosos

El leproso sanado

Estando Jesús en uno de esos pueblos, se presentó un hombre cubierto de lepra. Apenas vio a Jesús, se postró con la cara en tierra y le suplicó: “Señor, si tu quieres puedes limpiarme”. Jesús extendió la mano y lo tocó, diciendo: “Lo quiero, queda limpio”. Y al instante le desapareció la lepra. (Lucas 5, 12-13)

Los diez leprosos

De camino a Jerusalén, Jesús pasaba por los confines entre Samaria y Galilea, y al entrar en un pueblo, le salieron al encuentro diez leprosos. Se detuvieron a cierta distancia y gritaban: “Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros”. Jesús les dijo: “Vayan y preséntense a los sacerdotes”.Mientras iban quedaron sanos. Uno de ellos al verse sano, volvió de inmediato alabando a Dios en alta voz, y se echó a los pies de Jesús con el rostro en tierra, dándole las gracias. Era un samaritano.Jesús entonces preguntó: “¿No han sido sanados los diez? ¿Dónde están los otros nueve? ¿Así que ninguno volvió a glorificar a Dios fuera de este extranjero?”. Y Jesús le dijo: “Levántate y vete; tu fe te ha salvado”. (Lucas 17, 11-17)

Otras seis curaciones

La suegra de Pedro

Al salir Jesús de la sinagoga fue a casa de Simón. La suegra de Simón estaba con fiebre muy alta, y le rogaron por ella. Jesús se inclinó hacia ella, dio una orden a la fiebre y ésta desapareció. Ella se levantó al instante y se puso a atenderlos. (Lucas 4, 38-39)

La mujer con el flujo de sangre

Entonces una mujer, que padecía hemorragias desde hacía doce años y a la que nadie había podido curar, se acercó por detrás y tocó el fleco de su manto. Al instante se le detuvo el derrame. Jesús preguntó: “¿Quién me ha tocado?”. Como todos decían: “Yo, no”, Pedro le replicó: “Maestro, es toda esta multitud que te rodea y te oprime”. Pero Jesús le dijo: “Alguien me ha tocado, pues he sentido que una fuerza ha salido de mí”.La mujer, al verse descubierta, se presentó temblando y se echó a los pies de Jesús. Después contó delante de todos por qué lo había tocado y cómo había quedado instantáneamente sana. Jesús le dijo: “Hija, tu fe te ha salvado; vete en paz”. (Lucas 8, 43-48)

El sordomudo de la Decápolis

Saliendo de las tierras de Tiro, Jesús pasó por Sidón y, dando la vuelta al lago de Galilea, llegó al territorio de la Decápolis. Allí le presentaron un sordo que hablaba con dificultad, y le pidieron que le impusiera la mano.Jesús lo apartó de la gente, le metió los dedos en los oídos y con su saliva le tocó la lengua. En seguida levantó los ojos al cielo, suspiró y dijo: “Effetá”, que quiere decir: “Ábrete”.Al instante se le abrieron los oídos, le desapareció el defecto de la lengua y comenzó a hablar correctamente. Jesús les mandó que no se lo dijeran a nadie, pero cuanto más insistía, tanto más ellos lo publicaban. Estaban fuera de sí y decían muy asombrados: “Todo lo ha hecho bien; hace oír a los sordos y hablar a los mudos”. Marcos 7, 31-37)

El hombre con hidropesía

Un sábado Jesús fue a comer a la casa de unos delos fariseos más importantes, y ellos lo observaban. Por casualidad había delante de él un hombre que sufría de hidropesía. Jesús preguntó a los maestros de la Ley y a los fariseos: “¿Está permitido por la Ley curar en día sábado o no?” Pero ninguno respondió. Jesús entonces se acercó al enfermo, lo curó y lo despidió. Después les dijo: “Si a uno de ustedes se le cae su burro o su buey en un pozo en día en sábado, ¿acaso no va en seguida a sacarlo?”. Y no pudieron contestarle. (Lucas 14, 1-6)

La oreja de Malco

Todavía estaba hablando cunado llegó un grupo encabezado por Judas, uno de los Doce. Como se acercara a Jesús para darle un beso, Jesús le dijo: “Judas, ¿con un beso traicionas al Hijo del Hombre?”.Los que estaban con Jesús vieron lo que iba a pasar y le preguntaron: “Maestro, ¿sacamos la espada?”. Y uno de ellos hirió al servidor del sumo sacerdote cortándole la oreja derecha. Pero Jesús le dijo: “¡Basta ya!”. Y tocando la oreja del hombre la sanó. (Lucas 22, 47-51)

El hijo del funcionario

Jesús volvió a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Había un funcionario real en Cafarnaúm que tenía un hijo enfermo. Al saber que Jesús había vuelto de Judea a Galilea, salió a su encuentro para pedirle que fuera a sanar a su hijo que estaba muriendo.Jesús le dio esta respuesta: “Si ustedes no ven señales y prodigios no creen”. El funcionario le dijo: “Señor, ten la bondad de venir antes de que muera mi hijo”. Jesús le contestó: “Puedes volver, tu hijo está vivo”.El hombre creyó en la palabra de Jesús y se puso en camino. Al llegar a la bajada de los cerros, se topó con sus sirvientes que venían a decirle que su hijo estaba sano. Les preguntó a qué hora se había mejorado el niño, y le contestaron: “Ayer, a la una de la tarde, se le quitó la fiebre”. El padre comprobó que a esa misma hora Jesús le había dicho: “Tu hijo está vivo”. Y creyó él y toda su familia. (Juan 4, 46-54)

Curaciones a multitudes

Además de las ya mencionadas curaciones, hay pasajes que hacen referencia a ocasiones en que Jesús curó diversas enfermedades. Se mencionan cinco a continuación:• Recorriendo Galilea (Mt. 4:23-25).• En casa de Simón (Mt. 8:16-17, Mr. 1:32-34, Lc. 4:40-

41).• Junto al mar de Galilea (Mt. 15:29-31).• En el Templo (Mt. 21:14-15).• A orillas del lago (Mc 3:7-12).

• Son muchos los milagros de sanación que hizo Jesús, probablemente no todos quedaron registrados en los Evangelios. • Siendo el dolor de la enfermedad el efecto del pecado

original, al vencerlo, demuestra que viene a vencer a su causa que es el pecado. • Jesús da conocer, por medio de los milagros, que Él es el

Mesías. Cada milagro es un signo visible de lo que viene a traer al mundo: “vida en abundancia”.• Los milagros de Jesús son también la revelación del

amor de Dios hacia el hombre, particularmente hacia el hombre que sufre, que tiene necesidad, que implora la curación, el perdón, la piedad. Son, pues, "signos" del amor misericordioso proclamado en el Antiguo y Nuevo Testamento (cfr. Encíclica Dives in misericordia).

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