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Los Evangelios dan gran prominencia a los Misterios Dolorosos de Cristo. Desde el principio, la piedad cristiana, especialmente durante la devoción

cuaresmal del Viacrucis, se ha enfocado en los momentos individuales de la pasión, dándose cuenta que aquí está fundada la culminación de la revelación

del amor de Dios y la fuente de nuestra salvación.

Extracto de la Carta Apostólica "El Rosario de la Virgen María”

Papa Juan Pablo II

16 de Octubre, 2002

39 En seguida Jesús salió y fue como de costumbre al monte de los Olivos, seguido de sus discípulos.

40 Cuando llegaron, les dijo: «Oren, para no caer en la

tentación».

41 Después se alejó de ellos, más o menos a la distancia de un tiro de piedra, y puesto de rodillas, oraba:42 «Padre, si quieres, aleja de mí este cáliz. Pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya».

43 Entonces se le apareció un ángel del cielo

que lo reconfortaba.

44 En medio de la angustia, él oraba más intensamente, y su sudor era como gotas de sangre que corrían hasta el suelo.

45 Después de orar se levantó, fue hacia donde estaban

sus discípulos y los encontró adormecidos por la tristeza.

46 Jesús les dijo: «¿Por qué están durmiendo?

Levántense y oren para no caer en la

tentación».

1 Pilatos mandó entonces azotar a Jesús.

28 Entonces lo desvistieron y le pusieron un manto rojo.29 Luego tejieron una corona de espinas y la colocaron sobre su cabeza, pusieron una caña en su mano derecha y, doblando la rodilla delante de él, se burlaban, diciendo: «Salud, rey de los judíos».

30 Y escupiéndolo, le quitaron la caña y con ella le golpeaban la cabeza.31 Después de haberse burlado de él, le quitaron el manto, le pusieron de nuevo sus vestiduras y lo llevaron a crucificar.

17 Jesús, cargando sobre sí la cruz, salió de la ciudad para dirigirse al lugar llamado «del Cráneo», en hebreo «Gólgota».

25 Junto a la cruz de Jesús, estaba su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Cleofás, y María Magdalena.

26 Al ver a la madre y cerca de ella

al discípulo a quien el amaba, Jesús le dijo:

«Mujer, aquí tienes a tu hijo». 27 Luego dijo al discípulo:

«Aquí tienes a tu madre». Y desde aquel momento,

el discípulo la recibió en su casa.

28 Después, sabiendo que ya todo estaba cumplido, y para que la Escritura se cumpliera hasta el final, Jesús dijo: Tengo sed.

29 Había allí un recipiente lleno de vinagre; empaparon en él una esponja, la ataron a una rama de hisopo y se la acercaron a la boca.

30 Después de beber el vinagre,

dijo Jesús: «Todo se ha cumplido».

E inclinando la cabeza, entregó su espíritu.

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