lisÓn tolosana, carmelo. la imagen del rey
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7/21/2019 LISN TOLOSANA, Carmelo. La Imagen Del Rey
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Real Academia de Ciencias Morales
y
Polticas
imagen del Rey
Monarqua,
realeza
poder ritual
en l Casa de los Austrias
Discurso
de recepcin
del
acadmico e
nmero
Excmo Sr D
armelo Lisn
Tolosana
y
Contestacin
del
Excmo Sr D Salustiano del ampo
Urbano
Sesin del de
febrero
de 99
OLE iN USTR L
SP S CALPE
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Serie: Pensamiento
Carmelo Lison Tolosana/Salustiano del Campo
Espasa Calpe S A.
Maqueta de cubierta Enric Satu
Depsito legal: M.
42 835 1991
TSBN
84 239 7249 6
Impreso en Espaa
Printed in Spain
Talleres grtificos de la Editorial
Espasa Calpe S A
Carretera de Irun km. 12 200. 28049 Madrid
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NDICE
DISCURSO DEL EXCMO SR D CARMELO LISN
TOLOSANA
9
Introduccin
Monarqua
7
Realeza 57
Poder ritual 3
IV La imagen del rey 7
CONTESTACIN DEL EXCMO SR
D
SALUSTIANO
DEL CAMPO URBANO 87
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IS URSO
DEL
EXCMO SR D C RMELO LISN TOLOS N
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INTRO U IN
Seores acadmicos,
Es para m, seores acadmicos, sumamente gratifi-
cante coronar, debido a vuestra benevolencia, mi carrera
universitaria con esta formal entrada ritual, en la muy
prestigiosa y ms que centenaria Real Academia de Cien-
cias Morales y Polticas. Soy consciente de que en mi per-
sona habis querido realmente honrar a la disciplina que
desde hace aos profeso y que ha adquirido en el ltimo
decenio un cierto volumen cualitativo y un digno rango
acadmico por sus ya numerosas contribuciones al cono-
cimiento e interpretacin de nuestro legado cultural local.
Me honra tambin y sinceramente aprecio, seor Presi-
dente, el pertenecer a esta Institucin porque en ella y hace
ya cien aos un acadmico, pionero en la investigacin
del derecho consuetudinario y antroplogo avant la lettre
inici y foment en su mltiple capacidad un conjunto d
estudios y cuestionarios sobre nuestros modos de vida y
cultura popular que culmin en dos grandes encuestas, una
titulada Oligarqua
y
caciquismo como
orm
actual de
gobierno en Espaa 1901 y otra, modelo en su gnero,
encabezada Informacin promovida
por
a Seccin de
Ciencias Morales
y
Polticas del Ateneo de Madrid en el
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12 C. lSN TO OS N
campo de las costumbres populares
y
en los tres hechos
ms
caractersticos de la vida: el nacimiento el matrimo-
nio
y
la muerte
Me enaltece en tercer lugar a la vez que me abruma
y me espolea el recibir la medalla
nmero
2 porque va
unida
a los nombres entre otros de Cnovas del Castillo
quien curiosamente escribi de algo contiguo a lo que
les voy a
hablar ahora
De las ideas polticas de los espa-
oles durante la Casa de Austria; y de Juan Valera y Al-
cal Galiano fino observador del costumbrismo de la vida
ordinaria y apasionado estudioso de la cultura hispana que
investig a travs de sus objetivas manifestaciones litera-
rias. A ambos me une afinidad temtica e inicial
enfoque
histrico cultural.
No conoc personalmente a mi inmediato predecesor y
tocayo
don Carmelo
Vias y Mey pero s que mantuve
correspondencia con l entre 1958 y 1959 en su calidad
de secretario de la prestigiosa Revista Internacional de So-
ciologa Acept con la benignidad del maestro provec-
to los ensayos vacilantes del iniciando que yo e r en
una
nueva disciplina y
que
desde Oxford le fui enviando;
a l le debo la publicacin de mis primeros artculos sobre
Antropologa
social.
Ciudarrealeo nacido en la mgica fecha de 1898 curs
Derecho Filosofa y Letras en las universidades de Bar-
celona
Madrid; esta doble educacin le facilit un ta-
lante conceptualizador de espritu amplio siempre inte-
resado en el conocimiento filosfico social del
hombre
tanto
en el
pasado como
en el presente ya sea primiti-
vo clsico o civilizado. Vias y Mey
tuvo
adems la
oportunidad como secretario de Ayuntamiento en pueblos
andaluces extremeos
manchegos de acercarse a la hu
Sobre su alcance validez he escrito en ntropologa social enEs-
pafia
cap. 11 Akal 1977.
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INTRODU IN
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mana condicin rural y observarla de cerca, directamen
te, en inmediatez, como hace el antroplogo. Su inters
por las gentes de nuestros pueblos qued reflejado en un
conjunto de publicaciones entre las que quiero recordar
El problema del
minifundio
y la dispersin parcelaria
1952 , Relaciones de los pueblos de Espaa en colabo
racin, 1951 y El
problema
de la tierra en la Espaa de
los siglos XVI y
XVII 1942 , libro ste bien argumenta
do, imprescindible en su tema.
Otra de sus facetas relevantes en el campo de las cien
cias sociales adems de su labor como director del Insti
tuto Balmes de Sociologa fue el incansable esfuerzo rea
lizado para fundar y dirigir publicaciones como las
conocidas Monografas
histrico-sociales,
el nuario de
Historia Econmica y Social,
los Estudios
de Historia
Social de Espaa, etc., en un momento en que la institu
cionalizacin de estas enseanzas desde la vertiente socio
lgica era virtualmente inexistente. Carmelo Vias, im
pulsado por su espritu ecumnico, ense Historia
Antigua y Media de Espaa, se acerc a t n interesantes
etopeyas como las de Pedro de Valencia, Tirso de Molina
y Furi Ceriol, abord el helenismo hispano, los cantares
de gesta, los avatares de los afrancesados, la crisis de la
democracia, etc., pero, en conjunto, dise y desarroll
todo desde un pensamiento pragmtico-social y desde una
teora sociolgica. En su denso y bien trabado Discurso
de recepcin en esta Academia, El pensamiento filos6fi
co alemn y los orgenes de la Sociologa 1957 , conjuga
una vez ms su saber histrico y su preferencia por el
personaje-autor Kant, Fichte, Hegel y Herder entre otros
con una orientacin terico-filosfica que le lleva a pro
poner un todo arquitectnico romntico-idealista como
origen y fundamento de la Sociologa positivista.
or su cercana a la disciplina que profeso voy a real
zar otra dimensin del polgrafo Vias; repetidamente
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4
C
lSN TO OS N
dedic su atencin investigadora al amplio tema del indio
americano. Ya en 1924 escribi sobre la colonizacin es-
paola; a ste siguieron otros tres libros ms en los cua-
tro aos siguientes sobre temtica indiana siendo decla-
rado el tercero de ellos l
estatuto del obrero indgena
en la colonizacin espaola 1928 - de mrito especial
por la Academia de la Historia. Estos libros juntamente
con
una
docena larga de artculos en torno a las leyes de
Indias trabajo justicia social colonizacin y poltica so-
cial indiana le hicieron acreedor al ttulo de colaborador
honorario del Instituto Fernndez de Oviedo del Consejo
Superior de Investigaciones Cientficas.
Quiero sealar por ltimo otra vertiente del acadmi-
co Vias antittica una vez ms al homo clausus que
tanto le desagradaba; lo hago con fruicin por encontrar
una vez ms resonancias armnicas entre las preferencias
investigadoras de los que con esta medalla me han prece-
dido y las mas. Efectivamente en 1935 pronunci Vias
y Mey el Discurso inaugural de la Asociacin Espaola
para el Progreso de las Ciencias con el ttulo:
El concepto
histrico de la cultura espaola Cinco
aos
ms tarde pu-
blic un artculo titulado Imperio
y
Estado en la Espaa
del Siglo de Oro
y
otro
en 1955
bajo
el ttulo
Notas sobre
la estructura social demogrfica del Madrid de los
us-
trias Cultura valores estado monarqua Siglos de Oro
Madrid y Casa de los Austrias son los temas axiales a los
que tambin yo voy a dedicar mi atencin en las pginas
que siguen.
Aunque no es fcil penetrar con nuestras coordenadas
lgico empricas y tcnico valorativas en un segmento eli-
tista
y
un
tanto
ajeno de nuestro pasado ulico invito a
entrar sin prejuicios en la Corte de los Austrias
para
ob-
servar la meticulosa organizacin palaciega y presenciar
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INTRO U IN
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el protocolo mayesttico que circunda y asla al sobera-
no. Esa rgida etiqueta formuladora de un modo de exis-
tencia y configuradora de una manera de ser nos sorpren-
de ciertamente y nos causa extrafieza; pero es precisamente
esa extraeza la que estimula al antroplogo porque sabe
que bajo esa riqueza emprica de mltiples modos forma-
les de comportamiento va a descubrir toda una gama de
significados ideas y valores un metalenguaje en una pa-
labra sobre el que levantar una sntesis interpretativa.
Al traspasar el umbral de la puerta principal del Alc-
zar madrileo penetramos de golpe en un universo sor-
prendentemente fascinante para el comn mortal en un
mundo o modo subjuntivo 2 esto es aquel que viene re-
gido por el deseo y la posibilidad; modo mgico de exis-
tencia en el que predomina la fantasa el mito el arte y
la creencia; manera de vivir en la que reina junto a Su
Majestad
el
Rey la fiesta el gesto simblico la mscara
el teatro la ilusin y la irrealidad. Mundo extraordinario
y liminal al que tenemos que acercarnos pertrechados de
instrumentos simblico conceptuales especficos y de ca-
tegoras politrpicas y semntico icnicas si queremos
captar la dinmica interna de la realeza o ms genrica-
mente la conexin entre el poder y el ceremonial o las
implicaciones polticas de los smbolos culturales y en l-
timo esfuerzo sinttico la imagen del rey desde la natura-
leza simblico sagrada del poder ritual.
Pero por otra parte la empresa no es tan ardua: pode-
mos establecer cmodo puente iluminador analogando
ceremonias simblico polticas actuales a regios rituales
austracos; as de lo vivido personalmente y conocido pa-
samos a entender mejor lo distante y no experimentado.
Efectivamente: a la recepcin de la reina Isabel
en
2 La expresin es de V. urner The nthropology
of
Performan-
ce
Nueva York 1986 pg. 110.
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L SN
TOLOS N
El Pardo a los congresos polticos exclusivistas regidos
r
jerarqua presididos por imgenes o retratos por sig-
nos e insignias
r
santos
y
mrtires fundadores y
definidores de ortodoxia y que terminan con un himno
litrgico de fraternal armona a la sofisticada y tradicio-
nal coronacin del emperador japons o a la muy simple
pero siempre digna y formal investidura del rey de los
Aruund en el sur del Congo o a la reciente procesin cvi-
ca neoyorquina a lo largo de la Quinta Avenida para ce-
lebrar una victoria militar al estilo de los generales roma-
nos subyacen formulaciones comunes de poder idnticas
estrategias de dominio y ventajosas manipulaciones ana-
fricas homologas estructurales autoritarias similarida-
des fundamentales en una palabra que hacen pensar no
slo en la ubicuidad espacio temporal del poder sino en
su radical necesidad e inmanencia.
Problema clave el del poder real central adems en mi
disciplina que ha retado a las mentes e imaginacin de
antroplogos como Frazer Hocart Evans Pritchard For-
tes Leach Turner y Geertz entre los principales y a los
que como excelentes guas voy a seguir en este modesto
peregrinaje personal a lo largo de las dos centurias de rei-
nado de nuestra monarqua austraca.
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ON RQU
Hay grandes distancias de fundar un reino espe-
cial y homogneo dentro de una provincia al compo-
ner un imperio universal de diversas provincias y na-
ciones All la uniformidad de leyes semejanza de
costumbres una lengua y un clima
l
paso que lo unen
en s lo separan de los extraos Los mismos mares
los montes y los ros le son a Francia trmino conna-
tural y muralla
para
su conservacin Pero en la mo-
narqua de Espaa donde las provincias son muchas
las naciones diferentes las lenguas varias las inclina-
ciones opuestas los climas encontrados as como es
menester gran capacidad para conservar as mucha
para unir
Copi el Cielo en l [Fernando el Catlico] todas
las mejores prendas de todos los fundadores monar-
cas para componer un imperio de todo lo mejor de
las monarquas Junt muchas coronas en una y no
bastndole a su grandeza un mundo su dicha y su ca-
pacidad le descubrieron otro Aspir a adornar su fren-
te de las piedras orientales as como de las perlas oc-
cidentales que si no lo consigui en sus das ense
el camino a sus sucesores por el parentesco que donde
no ha lugar la fuerza lo ha la mafia
GR CIN
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1
En 1602apareci en Granada un libro, escrito en latn
por Diego de Valds,
bajo este apologtico ttulo:
De dig-
nitate regum regnorum Hispaniae
En muy densas pgi
nas de menuda letra razona prolijamente y argumenta que
en dignidad, precedencia, virtud y grandeza tanto el mo
narca espaol como los reinos de su dilatada monarqua
no conocen primero porque lo son siempre ellos. Esa mo
rada vital de excelencia y primeridad no era exclusiva de
Valds, la compartan y la hacan sentir los espaoles por
toda Europa occidental. Unos aos ms tarde, en 1619,
un monje riojano, fray
o n
de Salazar, hace publicar en
Logroo su
Poltica espaflola
termina sus 400 pginas
aduciendo doce contundentes razones 3 por las que prue
ba que el universal imperio mundial que se avecina va a
encontrar su sede y centro natural en la supersoberana mo
narqua espaola, en la suprema Casa de los Austrias. Ms
an, con anterioridad a los dos, el dominico filohispano,
de nacin calabrs, Tommaso Campanella defiende y pro
paga, con argumentos de sabor metafsico-epistemolgico
que escolsticamente despliega en
Della Monarchia di
Spagna 1600 , que la grandiosa monarqua espaola tiene
como misin final convertirse en una talasocracia impe-
3
Pgs. 323 y sigs.
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C.
L SN TOLOS N
rial universal y teocrtica con un rex sacerdos a la cabe-
za bajo la autoridad del
Papa
Desde fuera da el religio-
so italiano una visin augusta del imperialismo barroco
sacro poltico; en su obra encontramos la celebracin su-
prema de la monarqua hispana.
Si tenemos en cuenta primero la extensin geogrfica
de la monarqua austraca cuya grandeza consiste en la
innumerable por no dezir infinita multitud de Reinos Se-
orios
Provincias i varios estados que tiene en todas las
quatro partidas del mundo veremos que es el mayor im-
perio que desde la creacin del mismo se ha hasta nues-
tros tiempos conocido
s
escribe arrogante el fraile Sala-
zar; segundo si a esa inusitada expansin aadimos la
mayor flota del mundo que no slo navega todos los mares
sino que con Elcano ha ceido el globo el ms poderoso
ejrcito un ilimitado comercio con ultramar y riquezas
incalculables y tercero una organizacin burocrtica efi-
caz un conjunto de embajadores y diplomticos excep-
cionales que haca de Madrid la Corte mejor informada
de toda Europa podremos justipreciar el orgullo de los
espaoles y la admiracin y temor de muchos extranjeros
a comienzos del siglo XVII Junto a la cultura pica o de
valores a lo heroico que potencian el yo se desarrolla una
sorprendente cultura literaria que desborda las fronteras
internas y se expande rpidamente por Italia Francia Ale-
mania e Inglaterra. Don Quijote se traduce al ingls en
vida de Cervantes; Gracin y Caldern son ledos yadmi-
rados en Alemania y comedias espaolas son representa
4
Dez del Corral
La Monarquia hispnica en el pensamiento
-
lico europeo. De Maquiavelo a Humbolt
Revista de Occidente 1976;
A. Truyol Dante Campanella. Dos visiones de una sociedad mundial
Tecnos 1968
yA
Pagden
Spanis lmperialism and the Politicallma-
gination
Yale University Press 1990 ofrecen excelentes glosas a la obra
del dominico.
s
Pg. 2.
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LA
IM G N
DEL R Y
21
das despus de su estreno en Madrid en la Corte viene-
sa. La jurisprudencia y la mstica castellanas hacen im-
pacto en
uropa
y alcanzan puestos privilegiados en las
bibliotecas de los literati desde Lisboa a Praga y desde
Roma a Londres. Es hoi Espa.a en Letras el Areopago
de Athenas i la Minerva de Roma anota gozoso Sala-
zar en su
obra
6.
Y esto no es todo: la pintura espaola es conocida y
admirada por doquier
lienzos
castellanos alcanzan
China en el ltimo tercio del siglo
XV
y la etiqueta regia
es imitada en las otras Cortes; estilos modos danzas gor-
gueras trajes y maneras espa.olas causan admiracin e
inducen a la imitacin y fascina el lujo y opulencia de las
grandes casas nobles. A la Corte madrilea envan sus
hijos los prncipes italianos y otras familias nobles euro-
peas para su educacin ulica y poltica. Se cotiza lo his-
pano; la monarqua austraca est presente en Europa; y
fuera: el Shah de Persia escribi a Felipe en 1610: Al
altsimo poderoso rey cuya grandeza no admite igual; que
brilla sobre todo el globo con la misma potencia de Ale-
jandro
el Magno; que tiene el sol
por
sombrero y a cuya
sombra vive
toda
la Cristiandad; seor de todas sus tie-
rras cuyos sbditos son tan numerosos como las estrellas
del cielo 7. La Casa de Austria era la primera.
Pero cules eran realmente las caractersticas defini-
doras de
tan
ingente mquina poltica? Ofreca rasgos
distintivos nicos? en otras palabras cul era su es-
tructura? El espesor poltico semntico de
tan
vasta mo-
narqua requiere especial atencin no slo
por
tratarse de
un fenmeno heterosignificativo sino por suscitar lealta
6
Pg. 208.
7
La frase la leo en R. A. Stradling
Europa y el declive de la es-
tructura imperial espailola 1580 1720
Ctedra 1983 pg. 75 quien a
su vez la ha ledo en A. Domnguez Ortiz.
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C. lSN
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des e identidades similares unas veces complementarias
y aun opuestas otras. El Diccionario de Autoridades que
refleja valencias semnticas del perodo define
Monarcha
como un estado grande y extendido gobernado por uno
solo que se llama Monarcha con independencia de otro
Seor: como lo es la Monarchia de Espaa t extendi-
da en el antiguo y nuevo mundo. En esta primera acep-
cin encontramos como un eco de la universal monarqua
a lo Campanella provocado obviamente por su disper-
sin mundial. Pero hay algo ms que la magnitud geo-
grfica entre los pliegues de este concepto. Efectivamen-
te: despus de la conquista de Granada de las sucesivas
victorias espaolas en Italia y norte de frica y del des-
cubrimiento de Amrica flota en la atmsfera la idea del
advenimiento con el nuevo siglo de tiempos nuevos se ex-
tiende la creencia en la posibilidad de una gran monar-
qua catlica y universal. A Fernando el Catlico un es-
critor perspicaz leaugura en apropiada metfora que ser
el ave de Europa aquel que del mundo se espera mo-
narca 8. Carlos V el ltimo caballero borgon en el
occidente cristiano se siente movido interiormente en su
concepcin imperial por una misin divina. Quiere aca-
bar con el poder del Islam destruir la hidra de la hereja
europea y llevar una cruzada hasta Jerusaln. Bajo su cetro
y al unsono con su imperial persona muchos espafioles
escuchan la llamada mesinico imperial porque tambin
se sienten elegidos como nacin nicos poderosos su-
periores portadores de una ideologa mundialmente sal-
vadora. Slo bajo Felipe
ms de 2.000 misioneros sur-
caron todos los mares y propagaron la buena nueva por
el orbe entero. Bro espiritual y energa vital:
ethos
de una
poca. Garca de Cerezeda llama al emperador monarca
8 Lo he glosado en el captulo IV. pgs. 80 y sigs. de mi libro
n-
tropologa social reflexiones incidentales CIS. 1986. El captulo se ti-
tula Vagad o la identidad aragonesa en el siglo xv.
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del mundo
9
y Hemn Corts se dirige a l como a mo
narca del universo ; rey de reyes y emperador del
mundo son los ttulos que le da el doctor Mota ante las
Cortes castellano-coru.esas de 1520
11
A Felipe dedica
el capitn-poeta Hemando de Acua estos versos:
Ya se acerca seor o es ya llegada
la edad gloriosa en que promete el cielo
una grey y un pastor solo en el suelo
por suerte a nuestros tiempos reservada.
Ya tan alto principio en tal jornada
os muestra el fin de vuestro santo celo
y anuncia al mundo p r ms consuelo
un monarca un Imperio y una espada...
La idea sigue vigente bajo Felipe III; G. Lpez de Ma
dera le dedica su o r Excelencias de la Monarqua y rey-
nos de Espaa. En ella argumenta que en realidad y por
excelenciaMonarqua
[es]
el reino ms poderoso y que ms
reinos y provincias tuviesse sujetos la espa.ola en otras
palabras
12.
El religioso descalzo fray Juan de Santa Maria
ve a esa primersima monarqua en 1615 como un cuer
po mystico 13 y el licenciado Geronymo de Zevallos
623
escribe sobre el cuerpo mixtico de la Republi
ca
14.
Vivifican el significado operacional y denotativo
9
Lo leo en J. A. Maravall
Estudios de Historia del Pensamiento
Espaol
Cultura Hispnica 1973 pg. 87.
10 En una de sus cartas segn refiere J. H. Elliott Spain and its
World 1500 1700 Yale University Press 1989 pg. 39.
11 R. Menndez Pidal Idea imperial de Carlos Austral 1940
pgs. 14 y 15.
12 Vase Historia de Espaa vol. XXV Espasa-Calpe 1982
pg. 50 parte redactada por F. Toms y Valiente; la panormica de con
junto que ofrece es excelente.
13 En la carta-dedicatoria de su Tratado de Repblica y policia
Christiana para Reyes y Principes
Imprenta Real 1615.
14
Pg.
Ov
de rte
realpara el buen govierno de los Reyes y Prin-
cipes y de sus vasallos Toledo 1623.
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primero magnitud, extensin intercontinental dotndo-
lo de un rasgo selectivo interior que Juan de Salazar defi-
ne explcitamente cuando insiste en que a la universal Mo-
narquia a la que en opinin comun de politicos... los
Reyes de Espaa aspiran 15 lo que realmente le une y
solidifica es el parecer y union de los entendimientos,
mediante la misma f 16 o, ms genricamente: la
union de los animos i conformidad de voluntades de los
subditos, es la liga y argamasa del firme edificio de un
Imperio i govierno
17.
Y obviamente Espaa es el co-
razon y cabeza que ministra el vivir las demas partes del
cuerpo de su seorio ms mnos distantes 18.
Que las ideas, creencias y representaciones colectivas
puedan constituir el vincu/um substantia/e o la valencia
ntica ms aglutinante de una dilatada y heterclita mo-
narqua es una apreciacin antroplogica que entrevieron
pero que no desarrollaron plenamente. La fuerza de la in-
tuicin radica en que desde el momento en que aquella
universal monarqua tena como meta a alcanzar la pro-
pagacin de normas y consolidacin de valores ecumni-
cos, vlidos en todos los rincones de la tierra y, por tanto,
permanentes y atemporales, la haban convertido en
una
monarqua transcendente; y desde el momento en que
vena informada por principios transcendentes de orien-
tacin religiosa
implantar
el reino de Dios en la t ierra-
la haban transformado en monarqua divinal, esto es, la
haban sacralizado. Y si esa gran monarqua es a cierto
y ltimo nivel transcendente y sagrada, el soberano que
la presida se ver revestido a su vez de un halo numinoso
15
Op cit pg. 281.
6
Op cit
pg. 271.
17 Op cit
pg. 206.
18
L Cabrera de Crdoba, Historia de Felipe Il rey de Espaa cito
por la edicin de Madrid, 1876, vol. 1, pg. 322.
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L
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y sobrenatural. Los escritores y juristas con sus volme
nes, los soldados con sus
banderas
y espadas y la avanza
dilla misionera
con
el catecismo y la cruz en la
mano
acti
vamente colaboraron
con los reyes en la conformacin
terico-prctica de la monarqua hispano-universal, mo
narqua
tan poltico-religiosa
como
religioso-poltica en
esta su
mxima
acepcin.
Si
ahora
reducimos el foco de observacin podemos
limitarnos a examinar un segundo serna o elemento cons
tituyente pero restringido, la monarqua peninsular sola
mente. Para comenzar fijmonos en este detalle signifi
cativo: los soberanos austracos eran reyes de Castilla y
Len de
Aragn Portugal
Navarra Valencia, Mallor
ca,
Granada Toledo, Sevilla, Crdoba
Jan
Murcia, Gi
braltar
Algeciras y Algarve, Condes de Barcelona y Cer
daa
y Seores de Vizcaya provincias vascas y de Molina
de Aragn. A veces, pero de forma no oficial,
era
cele
brado el
monarca
como rey de las Espaas pero nunca
aparece al menos yo no la he visto la titulacin, que
en principio podra esperarse, de rey de Espaa. A qu
se debe esa
montona
letana interminable
s
todava
ms larga en los documentos al aadir los ttulos extra
peninsulares
de diferenciadas y nominativas titulacio
nes que encabeza todos los papeles oficiales? Este sorpren
dente e
inusitado protocolo
invita al anlisis radical,
institutione
de la monarqua peninsular en su estructura
segmentara
interna
y,
por tanto
en
contraste
con la in
clusiva acepcin anterior y tambin como introduccin al
examen del concepto de realeza.
Refiere el cronista
Hernando
del Pulgar que estando los
Reyes Catlicos en 1479 en Guadalupe les alcanz la no
ticia de que el rey Juan de Aragn
padre
del Catlico,
haba
fallecido. Los reinos de la
Corona
de
Aragn
le
urgen inmediatamente a que fuera a tomar posesin de
sus reinos y condados con arreglo a procedimiento esta-
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26
C. L SN TOLOS N
blecido. Ante la noticia los soberanos renen Consejo que
relata as el cronista: Platicase asymismo en el Consejo
del rey e de la reyna como se debian yntitular; et como
quiera que los votos de algunos de su Consejo eran que
se yntitulasen reyes e
seores de Espaa, pues subcedien
do en aquellos reynos del rey de Aragon eran seores de
toda la mayor parte della, pero entendieron de lo no hazer,
e yntitularonse en todas sus cartas en esta manera:
Don
Fernando e o Isabel, por la gracia de Dios, rey e reyna
de Castilla
...
19,
etc., segn la lista anterior que he
completado por aplicarla a sus sucesores. Por qu toma
ron los del Consejo esta decisin? No puedo asumir desde
esta distancia las intenciones de todos y cada uno de los
miembros ni elucubrar sobre las posibles lneas de debate
y argumentos propuestos pero s, quiz, someter a anli
sis estructural el mapa antropolgico ideas, creencias,
smbolos y poltico-histrico, constituyente de la Penn
sula aos ms tarde cuando ya haban sido anexionados
los reinos de Navarra y Portugal.
La monarqua peninsular estaba fundamentada y con
figurada por
la unin personal, no constitucional, de tres
coronas o estados independientes en
una sola cabeza y
cetro. Este concepto patrimonial de reinos y tierras no im
plic la fusin de estructuras polticas ni la identificacin
de instituciones jurdico-administrativas; costumbres,
leyes, fueros, privilegios, libertades, presin fiscal y re
clutamiento de soldados era algo privativo de cada uno
de estos reinos pues as
haba sido pactado en la unin
de Coronas.
Cuando
el emperador renuncia sus estados
en 155510 hace en tres documentos separados
l
segun
do se refiere a
Aragn
de acuerdo con la estructura mo
nrquica federada; la nica institucin poltica centrali
zada y centralizadora
era
el Consejo real o de Estado que
19
Lo tomo de F. Toms y Valiente, p it pgs. 48 y 49.
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LA IM G N DEL R Y
27
ejerca su jurisdiccin sobre todo el territorio peninsular
porque en l se tratan todas las materias universales de
la Monarqua... y que miran a la trabazn y unin de
todo 20; tambin el Consejo de la Suprema Inquisicin
extenda su control sobre todo el mbito peninsular.
Aqul, de peso diferente segn la personalidad de los mo
narcas, aconsejaba al soberano sobre la alta poltica esta
tal; ste, con su dinmica propia, castigaba la hereja con
ceptual y vigilaba creencias y prcticas en su heterodoxia.
Monarqua,
por
tanto, eminentemente personal, puesto
que slo la persona del rey produca, fundamentaba y con
formaba la nica, efectiva y real unidad de los reinos y
tierras peninsulares.
Entre los espaoles se viva, sin duda, un cierto sentido
de hispanidad
y
haba reaparecido despus de la inva
sin berber segn se muestra en la
rnic
mozrabe de
754
pero los factores que
ahora
les hacan sentirse es
paolados es palabra de la poca eran su pertenencia a
la misma monarqua peninsular y los valores comunes
ideolgico-religiosos, vigorosamente expresados en el ex
tranjero 21. Pero el soberano triplemente coronado reina
ba sobre
una
babel de lenguas y dialectos, de razas, insti
tuciones diferenciadas y costumbres variadas sobre las que
ni siquiera tena informacin; el aislamiento, la distancia
20
As lo define el Conde-Duque de Olivares en su Memorial o Ins
truccin rey, pgs. 74 y 75 del vol. I de sus Memoriales
y
Cartas del
Conde Duque de Olivares recopiladas por J. H. Elliott y J. F. de la
Pea, Alfaguara, 1978.
21 J. de Salazar, op. cit. pgs. 36,228, seala d union singular
que entre s tienen los espaoles fuera de Espaa, i mientras estan de
bajo de bandera, que es lo que... los haze invencibles. Ni incluye ni
Incluyo a los portugueses. Vicentius Hispanus glorifica las virtudes de
la noble Espaa y de los espaoles frente a otras naciones a princi
pios del siglo
XIII
segn G. Post, Blessed Lady Spain. Vicentius His
panus Spanish National Imperialism in the thirteenth century, Specu-
lum 29 1954 , pgs. 189-209.
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28
c L SN TOLOS N
y la difcil comunicacin haban consolidado toda una
enorme riqueza de diferenciacin etnogrfico-cultural va
lores creencias smbolos jurisprudencia tipos de fami
lia formas de propiedad y herencia de administracin
de poltica y poder local
22
que hacan de su monarqua
la ms heterognea y plural de Europa.
Pero eso no es todo. La peculiar estructuracin segmen
tada de la monarqua austraca estaba trabajada interna
y necesariamente por una tensin producida por la cons
tante presin integradora y unitaria que generaba el cen
tro cortesano y por la no menos persistente tendencia a
la individualizacin autctona que provena de y se acen
tuaba en los reinos de la periferia rebeldes a absorcin.
Como se trata de una caracterstica inherente a la estruc
tu
de la monarqua barroca voy a dedicar unas lneas
al examen de los factores que la mantenan bien en esta
do latente o difuso bien en manifiesto antagonismo cir
cunstancial; para ello voy a recurrir al reino de Aragn
que puede servir de paradigma de la tirantez fusin/fisin
que caracteriz por largos aos al conjunto monrquico
peninsular.
Cuando la Corona de Aragn pasa a ser ce.idapor los
Austrias el reino muy poco posterior en su origen al de
Castilla pero con trayectoria poltica distintiva y diferen
ciada se.oreaba el Mediterrneo; el Aragn histrico se
haba construido lentamente durante siglos a golpes de
batalla contra moros de estrategias polticas y de matri
monios cortesanos. El Aragn jurdico con sus privativos
fueros celebradas libertades e instituciones coronadas por
la impresionante y magistral creacin del Justicia haba
sido admirado e imitado por otras monarquas; el Ara
gn simblico con la reactivacin de signos iconos sm-
22
Lo he descrito para Aragn en elmontede los aballeros Prin
ceton University Press 1983.
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bolos escudos emblemas narraciones y mitos no slo
haba creado y construido
una
singularidad propia y
consolidado
una
vigorosa personalidad histrica sino que
adems se encontraba en un momento propicio a efer-
vescencia nacionalista 23.
Este Aragn cimentado en la virtud de sus hroes y
antepasados tiene como seas primarias su tierra conquis-
tada
palmo a palmo sus montaas teofnicas clima in-
hspito y ros u ode los cuales le da su nombre ; este
Aragn es adems y principalmente
toda
una
gama de
acumulaciones cualitativas de normas y valores y de sedi-
mentaciones de ideas representaciones y creaciones men-
tales de
una
gran eficacia simblica. El origen sagrado del
reino los fantaseados fueros de Sobrarbe la narracin
etiolgica del Pilar los privilegios de la Unin la figura
del Justicia la fuerza imaginativa del juramento real etc.
condensan el espritu de independencia de los aragoneses
y su visceral adoracin de la libertad. Un pueblo que como
ste ha cultivado con exquisito primor su memoria selec-
tiva del pasado para
el futuro no es fcilmente desmonta-
ble o asimilable ni acepta sin ms el rol de excluido.
y
sin embargo a eso qued reducido cuando en una ma-
ana
de octubre de 1489 su rey contrajo matrimonio
con
Isabel; esta
boda
inici el principio del fin: Aragn se vio
envuelto como segundn o tercern en los avatares polti-
cos castellanos. En la concertacin de la unin de Coro-
nas el rey aragons prometi vivir en Castilla y no salir del
reino sin la conformidad de su esposa; rey ausente gobierna
su propio reino indirectamente
por virreyes o desde 1494
por
el Consejo de Aragn que tendra su sede en la Corte.
El reino pierde virtualmente a su rey que slo pasa en l
1.118 das en sus treinta y siete aos de reinado; Zarago-
za la capital de los reinos olvida las solemnes ceremo
23 Vagad o la identidad aragonesa en el siglo XV cap. citado.
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30 C.
SN
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nias rituales de unciones, investiduras, coronaciones y con
Felipe de juras regias; autoridad y poder pasan de la
Corona de
ragn
a la de Castilla y la Diputacin del reino
se convierte en un escenario sin primer actor. En el reino
se produce un vaco que Diputacin y Cortes se esfuerzan
en aminorar amparndose en la constitucin jurdico
poltica del reino; pero es aqu, precisamente, donde en
contramos el mayor foco de conflictividad estructural
entre las dos Coronas debido a su configuracin intrnse
ca esencialmente diferente en alguna de sus dimensiones
especficas. Vemoslo.
Curiosamente la unin personal de reinos sin que
brantamiento de las distintas estructuras polticas locales
era algo connatural en la Corona aragonesa
llamadao-
ron r gonum desde el siglo XIII en los documentos-
por la integracin del condado y reinos Catalua, Valen
cia y Mallorca bajo un mismo y nico rey que poda, por
testamento, legarlos separadamente a sus hijos; por con
siguiente, la unin con Castilla, si hubiera procedido segn
el principio y modelo aragons de no interferencia en las
materias jurdico-polticas propias, podra haber sido per
fectamente viable. Pero la ausencia del rey, la creacin
del Consejo real no slo fuera del reino sino dominado
por
castellanos y la implantacin de la Inquisicin repu
diada por los aragoneses encendieron
una
luz roja, presa
giaron desafueros mayores. La reaccin fue tan legal como
violenta; el primer inquisidor fue acuchillado en La Seo
cuando oraba.
La monarqua aragonesa, a diferencia de la castella
na, estaba fundamentada en la roca
dura
de un sistema
constitucional de carcter no absoluto cuya caracterstica
principal consista en el pacto o contrato tcito o implci
to entre el rey y el reino que fijaba los derechos y obliga
ciones mutuos. En esta monarqua paccionada o, si se
quiere, pactista, se asuma que el poder vena ciertamente
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de Dios pero que estaba depositado en el monarca que
los sbditos le deban obediencia como a seor natural
que ste vena obligado a cumplir con el derecho del pas
que estaba sujeto a leyes de justicia natural y normas
comunes morales y que finalmente estaba obligado a pro-
curar el bien comn. El rey estado deba adems mano
tener la tranquil/itas r gni o sea la paz y el orden jurdico
la honra del reino o su integridad territorial defender
la religin cristiana y si necesario fuere hacer la guerra
en el exterior. Al venir el soberano sometido tambin a
ley no vivan los aragoneses bajo una monarqua absolu-
ta trmino que significativamente se acua por primera
vez en 1543 en los Pases Bajos
;
al contrario ese ele-
mento constitucional limitador de raz pactista obligaba
al monarca a ser respetuoso con las libertades de los sb-
ditos y daba a la monarqua un cierto talante igualitario;
las instituciones organizacin y prcticas jurdico polticas
establecidas consolidaron eficazmente esa ideologa. Ideo-
loga que hizo posible la creacin imaginativo desiderativa
del conocido juramento de los nobles: nos que valemos
tanto como vos os hazemos nuestro Rey y Seor con
tal que nos guardeys nuestros fueros y libertades y sy
no No.
En ragn no en Castilla la Diputacin del reino vi-
gilaba y fiscalizaba a la Corona en la observacin de leyes
y controlaba el gasto del tesoro pblico; el monarca no
poda legislarsin las Cortes y para conseguir un incremento
en tributos necesitaba de la aprobacin unnime en prin-
cipio de los brazos de aqullas. Las Cortes funcionaban
adems como instrumento de canalizacin y oposicin a
la Corona; sin ellas era imposible el gobierno del reino
y la administracin de la justicia. El soberano deba jurar
antes de tomar el ttulo de rey y ser coronado guardar
24
R. Bonney
L Absolutisme PUF
1989 pg. 20.
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y mantener los Fueros usos costumbres libertades fran-
quezas y privilegios del Reyno pues esta jura se tenia
por el principio de las Cortes que despues se tenian
25.
El juramento era la domesticacin del poder. El Justicia
de
ragn
excepcional institucin y sin parangn en toda
la Europa monrquica estaba erigido en baluarte oficial
de las leyes del reino y de las libertades personales; como
barrera al absolutismo mediaba entre el rey y el reino am-
parando al individuo contra cualquier abuso arbitrario de
poder seorial o regio.
Constitucin Justicia de Aragn instituciones liber-
tades fueros juramento regio y modos de procedimien-
to en las Cortes podan todos juntos y por separado cons-
tituir una afrenta para los algo ms absolutistas reyes
castellanos no acostumbrados a tales prioridades ni tra-
bas legales y protocolarias. Ante las primeras dificulta-
des que encuentra la reina Isabel ante las Cortes aragone-
sas se siente ntimamente herida en su realeza y apostrofa
duramente a los aragoneses a los que deseara someter
aunque fuera por las armas. Gernimo de Blancas anota:
y entoncesfue quando la Reina Catholica como era mujer
de bravos pensamientos refieren que mostrando estar muy
enfadada de los Aragoneses un dia en platicas dixo pala-
bras de mucho disgusto contra ellos 26. Carlos V em-
perador qued personalmente humillado y resentido al
pronunciar ante los aragoneses en 1518 el juramento de
aceptacin de sus fueros y libertades en la ceremonia que
por tradicin tena lugar en la catedral de La Seo zarago-
zana. Ofendi a su soberana dignidad la disposicin es-
pacial del juramento: solemnemente prometi guardar las
leyes y libertades del reino arrodillado bajo dosel pero
25 G. de Blancas
Coronaciones de los serenissimos reyes de Ara-
n
cap. III Zaragoza 1641 pgs. 19 22.
6 Ibdem
pg. 248.
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ante el Justicia de Aragn que estaba de
pie
tena ade-
ms y para mayor vejacin a su
espalda
el magnfico y
nuevo retablo del altar mayor mientras que estaban
en-
frente
los representantes de las Cortes. La humillante es-
cena qued grabada y no slo en la retina del mayor prn-
cipe del mundo y que debi comparar con su apoteosis
boloesa: all estaba la majestad imperial postrada de ro-
dillas ante el pueblo soberano de Aragn El astuto bor-
gon catador y amante de protocolo encontr la doble
simbolizacin espacio corporal simplemente intolerable.
no lo olvid. Cuando su hijo Felipe Il hizo aos ms
tarde el juramento a los aragoneses en la misma catedral
expresamente orden que el prncipe se arrodillara para
pronunciar el juramento teniendo al frente al altar mayor
no al Justicia ni a los magistrados del reino segn etique-
ta local. La sacra catlica y real majestad slo poda arro-
dillarse ante Dios 27.
Felipe Il por su parte haba demorado durante aos
el juramento regio de las libertades del reino conforme
al Fuero tardanza que como era de esperar hiri a los
aragoneses vigilantes de su constitucin; les ofendi tam-
bin que desde la jura en 1563 hasta 1565 no visitase a
Aragn
y que 10hiciera en esa fecha de una manera breve
y superficial. Cuando una noche de enero de 1568arrest
el
rey en persona a su hijo el prncipe Carlos la Corona
aragonesa envi con urgencia una embajada al Alczar
para pedir explicaciones satisfactorias que no obtuvo.
Asombra a los aragoneses en 1588y les deja estupefactos
que Su Majestad quiera incorporar Ribagorza a su direc-
to control regio. Otro caballo de dura batalla: consideran
los aragoneses sencillamente intolerable que por arbitrio
soberano sea impuesto un ajeno al reino
l
que llaman
27
Pg. 18 del excelente libro
Philip II
oj
Spain
de P. Pierson Tha-
mes and Hudson 1975.
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C. SNTOLOSANA
extranjero- como virrey de Aragn; el rey argumenta
que posicin tan clave y delicada debe ser ocupada por
persona de su eleccin y no depender de la voluntad de
sus sbditos lenguaje que stos rechazan. Felipe en su
intento de quebrar la estructura intrnseca del reino en
declinacin reactiva el envite: para detraer de la custodia
del Justicia a su secretario Antonio Prez y encerrarlo en
las ms seguras crceles de la Inquisicin hace que se le
acuse de hereje blasfemo y sodomita y finalmente ante
los disturbios ocasionados en Zaragoza aprovecha la opor-
tunidad enva un ejrcito castellano a Aragn y ejecuta
al Justicia a cuyo cadver
trata
con toda la pompa que
requiere el protocolo del magistrado. En su camino hacia
el absolutismo el rey convoca Cortes en Tarazona
-1592- ;
en ellas hace cambiar el tradicional requisito
de unanimidad por el de mayora y somete al Justicia a
su personal y regia voluntad.
El creciente absolutismo propio de la poca -ms vi-
goroso desde luego en las monarquas
europeas-
ms
los problemas propios del gigantismo de la tan dilatada
monarqua cooperan a que la unin interna peninsular sea
cada vez ms dbil. Los aragoneses se sienten lejos de la
Corte; como aquellas puertas las encuentran lejanas y ce-
rradas dirigen todo un caudal de energas a escudriar
u
amore el pasado institucional y revivir su gloriosa histo-
ria o ms exactamente se repliegan en su intrahistoria.
Zurita Blancas Argensola D. de Sayas Rabanera Josef
Dormer Panzano Ibez Blasco de Lanuza 28 J. Briz
Martnez
Diego de Morlanes J. A. de Ustarroz
28 Historias eclesisticas y seculares de Aragn
2 vols. Zaragoza
1619 1622.
29 Historia de la fundacin y antigedades de San Juan de la Pea
Zaragoza 1620.
30
Alegaciones en
favor
del Reyno de Aragn en la causa de Vi-
rreyestr ngero
Zaragoza 1591.Los restantes continan la obra de Zurita
o Blancas.
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LA
{M EN
DEL
REY
35
M. del Molino
31
etc. pues la lista es
mucho
ms larga
reactivan la tradicin reeditando fueros y narraciones etio-
lgicas glosando venerables teofanas locales realzando
mitos fundadores y gestos patriticos y reelaborando sm-
bolos y ritos potentes instrumentos de cohesin interna
y generadores de aragonesismo. Historia simblica idea-
lizada nostlgica avivada
por
la crisis del presente. A
mayor
evolucin poltica absolutista e integradora en el
centro monrquico
mayor
involucin simblico cultural
diferencidora en la periferia o expresado de
otra
mane-
ra a mayor reelaboracin selectiva del pasado mayor reac-
tivacin de valores culturales sectoriales mayor potencia-
cin de la congruente organizacin diferencial y
menor
disposibilidad de integracin en mbitos mayores.
Con
el cazador festero piadoso bonachn
tahr
n
noches de naipes lleg a perder 100.000
ducados
y siem-
pre
ausente de la
monarqua
Felipe
el proceso de
distanciacin contina e incluso se acrecienta
con
el dete-
rioro de la
monarqua
a pesar de los intentos de los
aragoneses por
atraer
a Zaragoza a la persona del rey. En
septiembre de 1605 una comisin de diputados se pone en
camino hacia la
Corte
para suplicar S.M. de
parte
de
aquel reino se sirva de ir tenerles
Crtes;
los embaja-
dores esperan desde primeros de octubre
orden para
pasar
a dar su
embajada
al Rey A finales de noviembre
comunican al nico
diputado que
pacientemente espera-
ba que S.M. est dispuesto a hacer la merced que desea
aquel de tenerles Crtes Vuelven a suplicar
rey se digne
tenerles Crtes dos aos ms tarde en septiembre de
1607. Una
maana
de octubre
fueron
los dos diputados
de
Aragon
con mucho
acompaamiento
a Palacio lle-
vando
delante las mazas
que acostumbran
en semejantes
3 Repertorium fororum et observatiarum regni Aragonum Zara-
goza 1533.
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C. SN
TOLOSANA
embajadas suplicar a S.M. fuese servido ir a tener r-
tes aquel reino; el cual respondi que procuraria deso-
cuparse de los negocios de ac para irse lo ms breve que
pudiese hacer merced aquel reino ... Tinese entendi-
do que se har la jornada entrando el afio que viene y
que [los reyes] no llegarn a Zaragoza sino que se cele-
brarn las Crtes en una villa que es cerca de Calatayud
para poder dar luego la vuelta ac. Espacio y tiempo den-
samente significativos del aprecio o reputacin en len-
guaje de la poca en que era tenido el reino aragons por
la monarqua. En julio de
escribe
Cabeza de Cr-
doba: estaban con esperanza los aragoneses de que S.M.
les ira a tener Crtes como se les ha prometido muchas
veces y agora paresce que se les dilata esta esperanza 32.
A pesar de que el embajador veneciano Contareni co-
municara a la Repblica de Venecia en su
Relacin
no
tiene el rey tan absoluta mano en el reino de Aragn por-
que son mayores sus privilegios no fueron ms eficaces
las gestiones ante la Corte llevadas a cabo por dos dipu-
tados para representar los inconvenientes que resultaran
de sacar los moriscos del reino; en julio de 1610comen-
z el xodo intentado primero por Canfranc y verificado
despus por los Alfaques
33.
No era fcil
el
dilogo entre
el todo y la parte; vena voceado desde posiciones opues-
tas y desde premisas contrarias. La tendencia absolutista
tolera
m ll
diferencia la imperiosa igualdad aniquila la
diversidad; la poltica unitaria e integradora con sus po-
derosas razones de objetividad y de eficacia no es pacien-
te con la plural especificidad local ni sufre el ultraje de
la dispersin de energas inherente a la ms tolerante so
32 Relaciones de las cosas sucedidas en la Crte de Espaa desde
1599 hasta
1614 cito por la edicin de Madrid 1857 pgs. 259 261
265 315 317 Y445.
33
brer
de Crdoba
op cit
pgs. 574 y 391.
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L IM G N EL
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ciedad civil. Monarqua
y
reino se encuentran en dos eta-
pas procesuales distintas emergente una en declive otra
funcionando a dos velocidades diferentes en direccio-
nes opuestas: aqulla potente dinmica mira al futuro
ste en declive y estanco suea en el pasado. La primera
innova el segundo preserva celosamente el tesoro de la
tradicin.
He contrapuesto dos fuerzas geopolticas antitticas y
dos dinmicas culturales divergentes
para
escenificar los
vectores de tensin entre dos unidades de distinto
ethos
monrquico de desigual potencial poltico pero los fac-
tores hechos aducidos sobrepasaran su significado real
si indujeran a pensar
representarse a la monarqua aus-
traca como absolutista a estilo europeo; no lo era haba
una
diferencia de grado. Su gobierno no era arbitrario ni
tirnico ni absoluto es ms dada la estructura segmen-
taria diferencial difcilmente poda serlo; en la Espaa
catlico barroca el soberano estaba obligado a observar
leyes naturales morales humanas
divinas. Las Cortes
castellanas se reunieron cincuenta tres veces entre 1497
y 1660. Escritores moralistas y confesores reales aconse-
jaban al rey creando una atmsfera moderadora y
la Junta
de telogos diriga con benevolencia en materias graves
de estado
Pases
Bajos Portugal
Indias
la concien-
cia del soberano. La misma organizacin poltica de la mo-
narqua era el freno ms eficaz a la creciente inclinacin
al absolutismo inherente a toda gran monarqua que trata
de impedir su desmembracin.
Un grupo de profesionales de la pluma filsofo-
telogos que se sirven de la historia moral para recomen-
dar poltica prctica hicieron notar en sus escritos aun-
que brevemente la mayor parte los problemas de coordi-
nacin de antitticas fuerzas institucionales. A fray Juan
de Santa Mara por ejemplo le preocupa la amalgama
de tierras pueblos razas sin precedente cmo alcanzar
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c. L SN TOLOS N
el concierto poltico de la Republica los limites de ju
risdicon que piensa no se han de alterar ni mudar.
Ms adelante concreta y aconseja: Tambien ser causa
deste amor y mucha parte
para
grangearle y tener a todos
contentos si los Reyes que son seores de muchos Rey
nos y Provincias tuvieren cerca de si ministros y conseje
ros naturales de todas ellas;
porque
las Republicas y Rey
nos se resienten de verse desechados de la administracin
y govierno cuando no ven
alIado
de su Rey
yen
su Con
sejo ninguno de su natural piensan que los tienen en poco
o que no se fan dellos. Lo
uno
engendra odio y lo otro
busca libertad. Considere el Rey que es persona publica
y que no debe hazerse particular es
natural
ciudadano de
todos sus Reynos y Provincias no se haga de su voluntad
estrangero de ninguna. Es padre de todos no se muestre
padrastro
de ninguno
34.
Tambin el jesuita
Pedro
de
Ribadeneyra es consciente del esfuerzo que ha de hacer
el monarca
para
adaptar su modo de gobierno a particu
lares espacios y circunstancias: Regla assi mismo de pru
dencia es conocer las propiedades humores y condicio
nes de las naciones que el Principe ha de governar
por
ser muy varias diferentes y aun contrarias 35. Juan de
Mariana autor
del famoso libro
De rege et regs institu-
tione -Toledo 1599- que fue condenado por el Parla
mento de Pars el8 de junio de 1610 recuerda as mismo
al prncipe que cada nacin tiene su
modo
de ver las cosas
y
como
ste no puede fcilmente erradicarse aqul debe
aceptarlo y seguirlo para no alienar las mentes de sus sb
ditos y quebrar intilmente la
paz
36.
34 p cit. pgs. 135 345 Y346.
35
Pedro de Ribadeneyra Tratado de la Religion
y
Virtudes que
debe tener el Principe Christiano para governar y conservar sus esta-
dos
Madrid 1595 pg. 449.
36 Vase J. A. Femndez-Santamarfa Reason
State
and
State-
craft in Spanis Political Thought 1595 1640 University Press of Ame
rica 1983 pg. 99.
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LA IM GEN DEL REY
39
Pero nadie, quiz, como el Conde-Duque de Olivares
vivi en experiencia inmediata y directa en rle nis y
en
Erfanrung
la enfermedad estructural de la universal
monarqua que l pilotaba bajo Felipe IV y el desequili
brio formal organizativo que frenaba tanto su integracin
interna como su empuje en el exterior. Sus reflexiones
sobre la complejidad del heterogneo sistema monrqui
co peninsular merecenunas lneasporque enmarcan, desde
su perspectiva autocrtica, la trama de fuerzas en necesa
ria oposicin y el desfase entre una organizacin funda
mentalmente poltica y estatal que l quiere absoluta y una
histrica estructura socio-cultural que le desagrada o, ex
presado a nivel de abstraccin sociolgica, la dialctica
parte todo en cualquier sistema poltico-social. A finales
de 1624,cuando el Conde-Duque tena treinta y ocho aos
y su rey y seor Felipe IV diecinueve, entreg al soberano
una Instruccin secreta o memorial pragmtico para ini
ciar el rey en su carrera poltica segn indica l mismo al
principio: Seor, considerando los pocos aos escri-
e de V. Majestad, que Nuestro Seor alargue a innu
merables, me ha parecido de mi obligacin instruir el real
nimo de V. Majd. de algunas mximas generales del go
bierno de Castilla y de Espaa
37.
En este documento
sincero y privado explaya el valido sus ideas, que voy a
resumir a continuacin.
Al Conde-Duque nacido en la embajada de Roma,
donde pas su infancia, no le agradan los pequeos na
cionalismos que considera cosa de muchachos, lo que
no es de extraar en alguien que pisa Espaa por primera
vez cuando ya contaba doce
aos
l lleva el timn, o al
menos copilota, una monarqua mundial.
Para
l, perso-
37 J. H. Elliott
y
J. F. de la Pe.a eds. ,
op cit
pg. 49 del vol.
I
Ntese la construccin y realce de la frase: Castilla primero y por un
lado y el conjunto hispano restante en segundo lugar y por otro.
-
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4 C. SONTOLOSANA
na de muchas partes un reino como el de Aragn tena
que ser forzosamente algo de poca
monta
y no llega a me-
recer su atencin:
No
estoy advertido
dice
al
rey
del
nmero de los ttulos que hay en cada uno de los tres rei-
nos [de la Corona de Aragn] ni es necesario ). Arro-
gante finge ignorancia de lo que bien conoca: Los tres
reinos de la Corona de Aragn llego a considerar por casi
iguales entre s en costumbres y fueros 38; su descripcin
del Consejo de Aragn 39 el anlisis que hace del plura-
lismo organizativo las diferencias que establece entre va-
lencianos y los dems naturales de la Corona y otros datos
que omito sugieren que aunque careciera de detalles por-
menorizados su visin de conjunto era adecuada y certe-
ra. Saba tambin que privar al reino de la presencia de
su rey de privilegios a otros concedidos y de ttulos
y posiciones de confianza y seguridad produca celos
descontentos y desconfianzas
grandsimas y justifica-
dsimas en sus naturales a los cuales no obstante lo an-
terior nunca aconseja a su rey se les debe conceder
que el gobernador ministro de justicia o virrey sea nati-
vo; si su rey y seor contina logra introducir en todos
los reinos autoridad forastera se podra llamar dichosa
esta monarqua y V. Majd. verdadero monarca pues ten-
dra unido el mayor imperio que se ha visto hasta ahora
junto 40.
La unin de la monarqua: he ah el signo y lema de
la cruzada que lidera el Conde Duque. Cmo se la ima-
gina y la fundamenta
dada
la heternoma estructura sec-
torial de que tiene que partir? La respuesta es inicialmen-
te hbil: Tiene V.
Majd,
explica
diversos Consejos
en su corte que son supremos unos respecto de las pro
38 Como el anterior pg. 92 ambas citas.
39
dem pgs. 80 81.
40 dem pgs. 93
95.
-
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L
IM G N
DEL R Y
41
vincias y reinos que gobiernan otros respecto de algunas
materias que particularmente les estn cometidas por
V Majd en esta Corona de Castilla En ellos est repre-
sentado V Majd y es su cabeza y de V Majd y destos
miembros se constituye un cuerpo Y como en la persona
de V Majd aunque una sola concurren diversas repre-
sentaciones de rey por serlo de diversos reinos que se han
incorporado en esta Corona tan principal y separadamente
como se estaban antes es fuerza tener en su corte Conse-
jo de cada uno y con esto se considera estar V Majd
en cada reino 41 Pero su
realpolitik
es mucho ms agre-
siva y contudente Cito: Tenga V Majd por el negocio
ms importante de su Monarqua el hacerse rey de Espa-
a; quiero decir seor que no se contente V Majd con
ser rey de Portugal de Aragn de Valencia conde de Bar-
celona sino que trabaje y piense con consejo maduro y
secreto por reducir estos reinos de que se compone Espa-
a al estilo y leyes de Castilla sin ninguna diferencia en
todo aquello que mira a dividir lmites puertos secos el
poder celebrar cortes de Castilla Aragn y Portugal en
la parte que quisiere a poder introducir V Majd ac y
all ministros de las naciones promiscuamente y en aquel
temperamento que fuese necesario en la autoridad y mano
de los consellers jurados diputaciones
y
consejos de las
mismas provincias en cuanto fueren perjudiciales para el
gobierno y indecentes a la autoridad real en que se po-
dran hallar medios proporcionados
p r
todo que si
V Majd lo alcanza ser el prncipe ms poderoso del
mun o
r
contrarrestar parcialmente la dureza de la anti-
constitucional sugerencia aade Olivares unos consejos
respetos y precauciones que sirven para cohonestar lo im-
propio del intento: conviene no obstante esperar en cada
41 dem pg
74
-
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42 C. lSN TO OS N
caso a que se presente el momento oportuno no descu-
brir a nadie
por
confidente que sea el plan a llevar a cabo
buscar siempre la justificacin apropiada tener tambin
muy en cuenta que al reducir. .. [los] reinos
[a] estado
ms seguro el soberano habr incrementado su poder
para el mayor bien y dilatacin de la religin catlica co-
nociendo que la divisin presente de leyes y fueros enfla-
quece su poder y le estorba el conseguir fin tan justo y
glorioso y
tan
del servicio de Nuestro Seor y conocien-
do que los fueros y prerrogativas particulares que no tocan
en el punto de justicia que sa en todas partes es una y
se ha de guardar reciben alteracin
por
la diversidad de
los tiempos y
por
mayores conveniencias se alteran cada
da y los mismos naturales lo pueden hacer en sus Cor-
tes cmo puede ser incompatible con la conciencia que
leyes que se oponen
tanto
y estorban un fin
tan
glorioso
y no llegan a ser un
punto
de justicia aunque se hayan
jurado
reconocido el inconveniente se procure el reme-
dio por los caminos que se pueda honestando los pretex-
tos
por
excusarse el escndalo aunque en negocio
tan
grande se pudiera atropellar por este inconveniente ase-
gurando el principal? Pero como dije al principio en todo
acontecimiento debe preceder la justificacin de la con-
ciencia
42.
Extrao
sandwich
de maquiavelismo religio-
sidad y razn de estado.
Olivares depresivo melanclico buen catlico yenr-
gico valido lleva a este texto vago y plural la ambigedad
de su persona y la ambivalencia de su pensamiento; codifi-
ca varios mensajes con valencias diferentes. Apela a la jus-
ticia sin tener en cuenta la legalidad; un fin glorioso justifi-
ca y calma la conciencia
aunque
los medios empleados
sean dudosos; pero
todo por
y para la dilatacin de la fe
fin supremo e incontrovertible. No obstante sus conce
4 dem pgs. 96 y 97.
-
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L
IM GEN EL REY 43
siones a la justicia y a la conciencia la razn de estado
acaba predominando en el hombre de estado. Propone sin
ambages descarnadamente en este programa secreto tres
caminos para reducir los reinos al modo castellano sien-
do el primero promover
el
matrimonio entre los natura-
les de distintos reinos y provincias; el segundo entrar el
soberano en negociacin con las partes pertinentes pero
respaldado por una gruesa armada uniendo a la inteli-
gencia el poder usando la fuerza disimuladamente y ocul-
tando lo hecho con las armas y el mayor poder. A este
prrafo un tanto indeciso semnticamente sigue otro
mucho ms explcito que no deja espacio a la menor duda
en cuanto al pensamiento definitivo del Conde. Si todo
lo anterior falla El tercer camino aunque no con medio
t n justificado pero
el
ms eficaz sera que hallndose
V. ajd con esta fuerza que dije ir en persona como a
visitar aquel reino donde se hubiere de hacer el efecto y
hacer que se ocasione algn tumulto popular grande y con
este pretexto meter la gente y con ocasin de sosiego gene-
ral y prevencin de adelante como por nueva conquista
asentar y disponer las leyes en la conformidad de las de
Castilla y desta misma manera ido ejecutando en los otros
reinos
El mayor negocio a mi ver desta Monarqua es
el que he rrepresentado a V. ajdy en que debe V. Majd.
estar con suma atencin sin dar a entender
el
fin procu-
rando encaminar el suceso por los medios apuntados 43.
Sinceramente dese Olivares acertar algn camino por
donde... conseguir que los reinos de S. M. fuesen entre
s cada uno para todos y todos para cada uno ... [a pesar
de ser] los reinos muchos y los humores diferentes
44
pero no lo consigui; antes al contrario su insistente
pugna por la integracin de los reinos fue una de las cau
43
dem pgs.
97 y 98.
44
Idem pg.
173.
-
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44
C. L SN TOLOS N
sas que motiv su cada. Desde finales del siglo
XVI
y du-
rante toda la primera mitad del
XVII
creci el desconten-
to por la realidad concreta y formas de hacer de la mo-
narqua y por la particular persona y modo individual de
proceder de los Felipes
y IV cuya imagen no era posi-
tiva entre el pueblo como suficientemente indican los con-
flictos en Vizcaya la conspiracin del duque de Hjar las
alteraciones andaluzas el desprecio pblico a las insignias
y armas reales en Valencia
4S
la
revolta
catalana la des-
membracin de Portugal los problemas con
Aragn
todas las cuales tienen un denominador comn naciona-
lista anclado desde luego en circunstancias especficas
locales. Las condiciones personales del Conde Duque los
altibajos de su temperamento y su posicin oficial de
guardin de
t n
ingente monarqua a la que trat en mo-
mentos muy difciles de conservar en su integridad le
impidieron ver con otros ojos desde la periferia la com-
plejidad del problema socio cultural que como reto le plan-
tearon los reinos y naciones peninsulares. Ni la Corte ni
Madrid le ofrecieron la plataforma adecuada para justi-
preciarlo objetivamente.
Otros sin embargo lo percibieron adecuadamente al
reflexionar sobre ms amplias dimensiones y desde pers-
pectivas perifricas y contextuales. El tacitista Lancina
por ejemplo escribe complaciente a dos bandas: Todas
estas provincias son diferentes en leyes polticas usos y
costumbres y lo que a algunos les parece que sea causa
de discordia otros juzgan que con esta contraposicin sean
ms estables 46.
El caso de Gaspar
J.
Escolano es alec-
cionador
y
recuerda la similar posicin del aragons Vagad
a finales del siglo xv Valenciano de nacin defiende que
Espaa es una y nica
y
que incluye a todos los reinos
y
45
Cabrera de Crdoba
Relaciones op cit
pgs. 217
y
218.
46 Lo torno de F. Toms
y
Valiente op cit pg. 56.
-
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L IM G N EL
R Y 45
pueblos peninsulares sin distincin; no acepta por consi-
guiente que un solo nombre el de Castilla designe y en-
globe al conjunto: mirando en todo esto
d i e
no
puedo dexar de dolerme de la impropiedad de hablar del
vulgo castellano que con ser su provincia una de las hijas
de nuestra Espaa Citerior; y que como parte la recono-
ci en lo antiguo por su cabeca se levanta a mayores con
toda la honra de su madre y hermana llamando a sola
Castilla Espaa y a solos los castellanos espaoles Igno-
rancia es tan pueril que mereceser condenada a risa Pero
esta visin del valenciano quedara radicalmente incom-
pleta sin las citas siguientes que replantean el caso a nivel
menor es decir arremete ahora contra la incorrecta cos-
tumbre verbal de incluir a valencianos bajo el nombre de
catalanes: han pasado los deste Reyno debaxo del nom-
bre de catalanes sin que las naciones estranjeras hizies-
sen diferencia ninguna de Catalanes y Valencianos de
donde se ha seguido un gran inconveniente que quanto
se poda escrivir de los nuestros en particular y de sus jor-
nadas y hechos notables en guerra sala a la luz debaxo
del nombre de catalanes sin hazer mencin distincta de
los Valencianos en su propio nombre Hasta que de cien
aos o pocos ms a esta parte que el Rey Catlico
don Fernando de
r gn
uni su Corona con la de Cas-
tilla cada una de estas naciones ha tirado por su cabo
como sintiendo la ausencia de su cabeza y ass tenidas
por diferentes 47
A de Fuertes y Biota es otro de los intelectuales perif-
ricos que reflexiona sobre la naturaleza de la monarqua
incitado una vez ms por la crisis y declinacin interno-
externa de la misma; aconseja al soberano salir de la Corte
observar personalmente a su alrededor y adquirir expe-
riencia no mediada sino directa Reitera en su
Vidade
oi
47
Como el anterior pgs 57 58
-
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46
LlSN TOLOSANA
ss que es una quimera intentar aplicar reglas polticas
universales en una monarqua que suma a diferentes rei-
nos y provincias sencillamente porque cada uno de stos
exhibe caractersticas nicas y aun contradictorias y que
por consiguiente no toleran el yugo de normas genera-
les. Piensa que sera locura con graves consecuencias so-
meter a estos diferentes pueblos y tierras a idntico molde
constitucional. La naturaleza y la historia los han consti-
tuido como son y por tanto un poltico prctico har bien
en respetar las diferencias porque stas no se oponen a
que todos ellos se vean coronados por un solo monarca.
Los reinos con sus diferencias son hechura de Dios por
lo que necesariamente deben ser respetados en su organi-
zacin interna leyes y normas propias defiende la auto-
rizada voz de Juan de Palafox y Mendoza obispo de Pue-
bla de los ngeles. Palafox conoca el proyecto unitario
del Conde Duque al que se refiere y glosa con piedad epis-
copal. Olivares procedi escribe con recta intencin al
querer eliminar la diversidad entre los pueblos que causa
discordia 49 pero en estos casos haba que esperar violen-
ta reaccin de los naturales de esos reinos al querer impo-
nerles siendo diferentes idnticas leyes y la misma forma
de gobierno; hubiese sido ms prudente haber empleado
otra mano y modo; Castilla opina el obispo no debe do-
minar a otros pueblos hispanos. En sus propias palabras:
intentar que estas naciones que entre s son t diversas
se hiciesen unas en la forma de gobierno leyes y obeden-
cias gobernndolas con una misma mano
y
manera es
un grave error propio de la inconsideracin y falta de re-
flexin pues [si]Dios siendo Creador pudo crear las tie-
rras de una misma manera las cre diferentes ... ne-
cesario es tambin que las leyes sigan como el vestido la
48
Resumo a J. A. Fernndez Santamara op cit pg. 218.
49 J. A. Fernndez Santamara op cit pgs. 219 y 220.
-
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LA IM G N DEL R Y
47
forma del cuerpo y se diferencien en cada Reino y Na
cin. Contina el juicioso prelado razonando en su me
surado Juicio interior
y
secreto de la monarqua para mi
slo: De donde resulta que queriendo a ragngober
narlo con las leyes de Castilla, o a Castilla con las de Ara
gn
o a Catalua con las de Valencia o a Valencia con
las usajes y constituciones de Catalua, o a todos con
unas es no slo no reparar en la afliccin de las mis
mas Naciones y en el desconsuelo de los Reinos sino
incitarles a rebelarse. Mucho ms poltico hubiera sido
gobernar en castellano a los castellanos, en aragons a
los aragones, en cataln a los catalanes, [y en portugus
a los portugueses s termina el obispo en silepsis para
tcticamente potente y en apercepcin antropolgicamente
creativa.
En lo que precede he subrayado una dimensin cons
titutiva de la monarqua peninsular, aquella que la define
como un inestable sistema de diferencias en tensin, sis
tema en el que las relaciones positivas y negativas de las
partes adquieren un protagonismo esencial e imprescin
dible para entender el conjunto. Los monarcas austracos
se encontraron desde el principio con el reto de la forma
cin de un sistema poltico unitario ex novo sin prece
dente si tenemos en cuenta su magnitud, su diversidad de
partes y, muy especialmente, la fuerte personalidad pol
tico-jurdica de alguno de sus reinos; en cuanto a la
Pennsula, se enfrentaron al difcil problema de la redefi
nicin de
Espaa,
Las opciones estratgicas a la mano eran
Las citas provienen de F. Toms
y
Valiente, p cit pg. 64.
-
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48
c L SN TOLOS N
dos: o la monarqua absoluta y unitaria a lo francs o la
confederacin de partes a lo aragons respetando idiosin-
crasias nacionales
51.
En su clculo anatmico sobre la
monarqua peninsular que heredan los Austrias desde el
emperador y a pesar de las Hermandades castellanas y de
la Germana valenciana hasta Felipe IV
y a pesar de la
separacin de Portugal
y
de la revuelta catalana optan
por inclinarse hacia la unidad de estilo absolutista a un
incremento de la integracin autocrtica por
fiat
regio lo
propio de la
Weltanschauung
de la poca. Aunque en oca-
siones y guiados por la funcin cognitiva y experienciaque
presta el ejercicio del poder sinceramente buscaron pla-
taformas de equilibrio entre la homogeneizacin forzosa
y la provocacin del conflicto en conjunto tendieron a
dar a la monarqua una estructura absolutista. Pero se en-
contraron con la dureza de un campo de fuerzas geopol-
ticas contrarias y
con la resistencia de tradiciones geohis-
tricas opuestas.
Dado su expreso deseo de unificar y
partiendo de la es-
tructura dramtica de la monarqua peninsular qu es lo
que queran integrar? Cmo llevar a cabo la unin de
segmentos hetermeros? Qu une a una monarqua in-
trnsecamente plural? Y ms genricamente qu es lo que
organiza ordena y aglutina un todo heteromrfico? Una
constitucin nica con idnticas instituciones y
con la
misma legislacin estatal para todos los pueblos peninsu-
lares era la respuesta obvia e inmediata;
y
la ms eficaz.
Pero tambin la ms provocativa; las respuestas armadas
y revueltas de castellanos valencianos aragoneses viz-
canos andaluces portugueses y catalanes a los conatos
autocrticos de los Austrias son bien expresivos del crni
51 Yuxtaposicin confederativa en acertada frase de
Diez de
Corral p cit pg. 89.
-
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L IM G N DEL
R Y
49
co rechazo sangriento. Al interferir en instituciones, fue-
ros y libertades tradicionales la Corona tocaba el nivel ex-
plosivo del sistema. Las lealtadades primarias e inmediatas
estaban orientadas a las magistraturas, leyes e institucio-
nes prximas y familiares, difcilmente a nuevas entele-
quias difusas y distantes.
La Corona no lleg a crear instituciones monrquicas
ad
hoc como requera aquella coyuntura, o contrapode-
res institucionales reguladores como precisaba la nueva
y prometadora situacin y el dinmico momento penin-
sular, una confederacin no reductora, a la aragonesa, por
ejemplo; tampoco desarroll estrategias econmicas real-
mente aglutinantes
comunes empresas colonizadoras ex-
citantes pues provenan del esfuerzo personal y los nati-
vos de la Corona aragonesa estaban excluidos , ni logr
diplomticamente contraponer los estados, algo estruc-
turalmente necesario segn entendi Cabrera de Crdo-
ba 52. Al contrario, la monarqua y sociedad austraca ge-
ner factores de desasociacin: consolid el proceso de
exclusin de los judos, expuls a los moriscos, tuvo como
ajenos e indeseables a herejes y alumbrados y como ex-
tranjeros a los aragoneses y a otros pueblos perifricos.
La exclusin de la diversidad y la marginacin de la dife-
rencia produjeron no slo tensin sino profunda frustra-
cin y prolongado resentimiento. Y una epistemologa del
Otro en la que por razones de concisin no voy a entrar
en estas pginas.
Ahora bien, el rationale subyacente al rechazo de la cen-
tralizacin estatal no hay que buscarlo slo en la irredu-
cible disonancia e incompatibilidad constitucionales; aflo-
ra, adems, en dos niveles pblicos y colectivos cuya
dinamicidad no justipreci la Corona: en el social y en
el cultural. La sociedad civil aragonesa
p r
continuar
52
p
cit vol. 1, pg. 322.
-
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5
C.
SONTOLOSANA
con el mismo paradigma
region l
con sus magistratu
ras y tradicional organizacin administrativa haba crea
do una praxis poltica y discurso mental robustecidos por
fueros, privilegios y libertades que en conciencia
emic
consideraba la lite aragonesa como irrenunciables. La di
narnicidad de centenarias instituciones caracterizadas,
vis-
a vis
la monarqua peninsular, por un fuerte heteromorfis
mo y ms an por su heteronoma frente a aqulla, mo
del, en relacindialcticacon sus creadores, una identidad
colectiva, tan institucional como personal y social, que la
haca no slo refractaria sino antittica a la absorcin.
Identidad ideolgica real y explcita, representacin cons
ciente, objetiva, pblica e intersubjetiva que aflor ms
tarde en distintas ocasiones rechazando injerencias y po
derosos invasores, hasta llegar a convertirse en honora
ble tenacidad autodestructora. Frente a la local memoria
de poticas representaciones sociales del pasado y frente
a selectivasglosas de la tradicin consuetudinaria poltico
jurdica, autctona y autnoma, toleradora de diferencias
inclua reinos y condados , la Corona austraca hizo efec
tiva una poltica sin memoria, proveniente de un plantea
miento sin historia y de una concepcin global sin com
patibilidad de intereses ni reciprocidad de perspectivas y,
desde luego, sin un aceptable gradiente de coherencia entre
los segmentos o partes. Las sociedades perifricas l Co
rona de Aragn especi lmente que no sufran la arro
gancia de que una sociedad parcial se hiciese pasar por
el conjunto ms de una razn, pensaban los castellanos,
haba para ello explotaron en beneficio propio, siempre
que pudieron, la tensin bicentenaria.
A las Cortes, al Justicia del reino, a la nobleza descon
tenta y a la personalidad histrico-social aragonesas hay
que aadir
otr
muy poderosa instancia que fren y
sigue frenando
mundi lmente
la inicial centralizacin
monrquico-estatal: me refiero a las valencias simblico-
-
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L
IM GEN
EL REY
51
culturales. La Corona no tuvo en cuenta
o
pudo, en
aquel tiempo, tener en
cuent
la potencia del modo cul
tural ni la fuerza resistencia en este caso de la lgica de
la calidad, lo que no es de extraar pues ste es un coefi
ciente al que, a pesar de los cotidianos estallidos naciona
listas actuales, se sigue minusvalorando por los ms inte
resados en apreciar sus virtualidades y radical virulencia.
El reino aragons haba desarrollado desde el siglo IX
todo
un circuito simblico de signos, iconos y ritos esparcidos
por el reino, cristalizados ya en los Siglos de Oro y que,
como los mismos aragoneses repetan, eran su razn de
ser. El
corpus
simblico-cultural aglutinaba, en primer
lugar, a los nativos con referentes perennes e inamovibles,
perpetuos, como ros
el Aragn , montaas y rocas
Oroel , lugares sagrados S. Juan de la Pea, el Pilar ,
patronos San Jorge , banderas la de Espaa es copia de
la aragonesa , iconos y emblemas la galera de retratos
de reyes aragoneses
53
en la Sala Real del Palacio de la
Diputacin del Reino , etc. En segundo, y no menos ex
presivo, lugar, era parte constituyente de la formacin sim
blica aragonesa un campo lexemtico marcado por
palabras-clave supersemantizadas libertades, fueros, pri
vilegios que aparecen machaconamente en los documen
tos de la poca, y un rampallo de smbolos institucionali
zados que culminaban en la figura hipersimbolizada del
Justicia del reino. Narraciones etiolgicas, mitos funda
dores y leyendas ms ritualizaciones peridicas juramen
tos, unciones regias, investidura de armas, coronaciones,
procesiones y fiestas monrquicas colmaban el universo
cultural al que recurran como a grito de guerra en mo
mentos de crisis, interferencias y fracasos. Universo con
fuerza y realidad propias, vlido, moral y verdadero para
53 A. San Vicente, na cartela de tesis dedicada a la Virgen del ilar
y
Reino de
ragon
en
1639. Diputacin General de Aragn, 1990.
-
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52
lSN TO OS N
ellos capaz de influenciar con su lenguaje simblico a
todas las capas de la sociedad.
Los
loci
de la memoria los smbolos del ser
y
existir
los escenarios teofnicos
y
de origen las gestas idealiza-
das la historia sinttica las representaciones sublimadas
y
los valores supremos conformaban un congruente siste-
ma espiritual una mentalidad polismica una concien-
cia histrica que rechazaba su simple absorcin
y
desapa-
ricin. Porque los smbolos en accin energetizan con bro
inusitado los sentimientos
y
la emotividad aceleran las
pulsiones primarias
y
reactivan el indomable espritu de
grupo;
y
este
t t d esprit
que hace confluir
y
dinamiza
en momentos lgidos al corpus cultural en su totalidad
del que se sirve como escudo protector
y
arma ofensiva
hace a la vez surgir un fascinante y mtico raragon modo
cultural transcendente irreducible a involuntaria sujecin.
Sorprende cmo una monarqua peninsular con pies de
barro pudo colonizar conquistar
y
someter a pases pr-
ximos y tierras lejanas hasta alcanzar u supremaca
mundial. Si castellanos valencianos aragoneses andalu-
ces vizcanos portugueses y catalanes se levantan en dis-
tintos momentos contra el hacer
y
omitir de la monar-
qua que acumula fracasos
y
derrotas
y
vaca de autoridad
va a la deriva a qu se debe que ni siquiera con el mini-
soberano Carlos se decidieran por acabar con la insti-
tucin? Es ms ni se lo plantean. Cules eran los facto-
res que integraban a los diferentes pueblos peninsulares?
Cierto que liderados por u
Castilla dinmica
y
genero-
sa todos participaban en una cultura pica de valores
heroico msticos vibraban en un elan creador extraordi-
nario profesaban una fe y crean en una for
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