leopoldo fdez. camarero. mi nombre es emeterio escudero y soy un vecino de herrera de pisuerga....

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LA MAROMA

Leopoldo Fdez. Camarero

Mi nombre es Emeterio Escudero y soy un vecino de Herrera de Pisuerga. Seguro que me conocen por mi bigote y por estar algo rollizo. Pero sobre todo será por ser el encargado de la maroma, esa pieza única y necesaria para que funcione el aquí conocido como “El Barco de la Maroma”.

¡Qué tiempos aquellos cuando transitaban unas 400 barcazas por estas aguas! Pero yo era un niño de aquella…

Trabajé en este cruce de caminos más adelante, en la última parte de vida del canal como medio de transporte de mercancías. Ya el número de barcas había descendido. Ésta era mi casa…

Hoy da pena ver mi hogar, donde tanto tiempo pasé con Severina Palomo, mi esposa.

El sitio desde donde les hablo es muy peculiar ya que el canal mezcla sus aguas con el río que antes se las dio, el poderoso Pisuerga, para seguir su camino atravesándolo de par en par. Todo ello gracias a la Presa de San Andrés que nivela y retiene las aguas de ambos torrentes, dejando escapar al Pisuerga dócilmente por su robusta construcción.

Les hablaré de mi cometido y de la parcela por donde mi labor era importante. Comienzo según se desliza el canal, de arriba hacia abajo, desde la sexta esclusa hasta la séptima.

El agua llegaba tranquila hasta la sexta.

Allí caía a la esclusa y continuaba su recorrido en busca del Pisuerga.

Las barcazas eran arrastradas por la orilla derecha del canal, tanto para subir como para bajar en esta época, pero al llegar a este enclave, donde se volvían a ver las caras canal y río, donde las mulas no podían empujar la embarcación, entraba mi labor como barquero.

Era esa mi principal función en el canal.

Ya se ve al generoso Pisuerga, que espera a volver a tocar lo que era suyo.

Éste es el punto donde el canal se mezcla con el río. Al fondo podéis vislumbrar la presa de San Andrés.

Desde la otra orilla y visto de frente, vemos como desemboca el Canal en el Pisuerga…

Los barqueros llegaban a mi vera con las mulas para cruzar el Pisuerga y sin soltar las sirgas montaban en el barco que yo gobernaba, con salidas a ambos lados y con una medida de más de 10 metros. Todos lo llamaban “El Barco de la Maroma”.

Yo daba ese servicio, y con la única ayuda de mis manos en la cuerda, llevaba a éste cargado de mulas y a la barcaza.

Las mulas subían unos metros río arriba donde se encontraba el embarcadero.

“El Barco” se sostenía de un apoyo fundamental: “la Maroma”. Ésta era una gruesa cuerda que cruzaba el ancho del río Pisuerga.

Estaba atada por un extremo a un fresno y por el otro se ensamblaba a una maciza y rara construcción fabricada en perfecta piedra de sillería.

Ésta era la antigua maroma.

Esa soga se sustituyó por un cable, mucho más resistente y con menos cuidados de los que dedicaba la primera. Me facilitaron el trabajo pues yo era el encargado de tenerla a punto. Imaginaos como la dejaban las heladas que caen por esta zona…

Éste es el primer apoyo, el fresno.

En la otra orilla, el cable se amarra, pasando por su interior, a un tensor de “la Caseta de la Maroma”…

Una vez en el margen derecho del Pisuerga, se continuaba la marcha canal abajo buscando la séptima esclusa.

Todavía quedaba otra maniobra. Las mulas pasaban por el puente de la segunda retención y cambiaban de orilla. Y continuaban hasta llegar a la 7ª donde estaba el Batán del Rey.

Me despido, pues siempre en Navidad viene a verme mi buen amigo Fermín, que vive en la casa que está al lado de la retención de San Andrés.

Seguro que como todos los años, trae su acordeón y algún manjar para compartir con nosotros como suelen hacer nuestras familias durante todo el año.

Adiós y hasta siempre.

fin

Gracias a todas las personas que me han ayudado a que este proyecto sea posible y a hacerme entender mejor la historia que me precedió.Leopoldo Fdez. Camarero

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