lendo no segrel
Post on 10-Mar-2016
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―Marta dubidaba que houbese no mundo
unha muller tan feliz coma ela. […]
Héctor amábaa como ninguén a amara,
pensaba, se cadra con fervor de máis,
porque non lle gustaba que ela se rela-
cionase con ninguén, especialmente con
homes…‖
―Acabou por esquivar os compañeiros
de clase algúns dos cales chegaron a
estrañarse moito deste cambio. Como
por arte de maxia, a Marta que co-
ñecían, amable, simpática e aberta, en
pouco máis dun mes volvérase orgullo-
sa, taciturna e distante.‖
―No fondo decidín facelo porque para
min, a amizade consiste precisamente
niso, na comprensión, no apoio, na to-
lerancia; que é, de verdade, o único
que espero de ti logo da miña difícil
confesión. E na sinceridade‖
―É insoportable vivir da nostalxia, das
lembranzas, vante envelenando sen que
te decates‖
―E soubemos xa dende novos
que para emigrar cómpre ser
rico, os pobres paupérrimos,
os que viven na miseria máis
absoluta, eses non teñen
cartos para emigrar. Mesmo
para soñar fan falta cartos‖
―Alí están as embaixadas, as insti-
tucións do novo gobernó iraquí e os
hoteis onde se aloxan os periodistas
e os contratistas occidentais. Uns
veñen contar as desgrazas e infor-
tunios deste país destruido; os ou-
tros, a facer negocios coa recons-
trucción, co petróleo, coas submi-
nistracións, coa miseria destas ci-
dades arruinadas.‖
―Don Melchor ponía el capital y Cus-
todio se ocuparía de lo demás. No
hubo necesidad de ningún contrato o
acuerdo por escrito, ni firmar nada,
bastó con un apretón de manos‖
―El cargo de Jefe Local le había veni-
do caído del cielo después del asesi-
nato del último Jefe. Se había afilia-
do a la Falange porque un compañero
de facultad le aseguró que iba a pa-
sar una guerra en butaca.‖
―Non vaias a pensar que che estou
dicindo que era meiga e facía as
súas maldades valéndose de are-
tes que non todos posúen, non,
era a dela unha maldade vulgar,
non usaba máis ferramentas que
as que ti ou eu poidamos ter: A
palabra‖
―Polas noites, cando regresaba cansa
á súa casa, refuxiábase nos libros de
poemas que fora reunindo durante
aquela breve tempada, en especial
nos que chegaran a ela por medio das
tarxetas. Eran o refuxio secreto no
que se gorecía cada noite, un refuxio
de palabras para conxurar a tristeza
que ás veces medra en nós e nos
anega por dentro‖
―Muchas de esas historias se contaban
en la escuela, cuando las maestras
trataban de que los niños no perdieran
la memoria colectiva‖
―A Bachir le avergonzaba no saber le-
er, pero solo cuando se encontraba con
amigos de su edad. […] curiosamente,
a pesar de ello, le complacía rodearse
de libros, que sabía que le abrían las
puertas de mundos distintos del suyo‖
―No era la primera vez que llegaba a
la conclusión de que los padres, a
pesar de lo que dicen y presumen,
casi siempre están en la inopia con
respecto a sus hijos, sabía de com-
pañeros del instituto que se embo-
rrachaban los fines de semana, que
incluso coqueteaban con las drogas,
sin que sus padres sospechasen na-
da, y cuántos habían perdido ya la
virginidad mientras sus padres creían
que el sexo aún no les interesaba
nada. Y podía seguir y seguir…‖
―Cogí el sándwich y -Grandes Esperan-
zas– y me metí en la cama con una ex-
trema sensación de lujo. Ahhh. Cama,
libro, gatito y sándwich. Realmente,
todo lo que una necesita en la vida‖
―- Cuánta ignorancia - murmuró, y los
ojos me escocieron al instante: ¿yo era
una chica ignorante? Pero continuó -:
Por favor, disculpa mi ignorancia, Cal-
purnia. Me pusiste al corriente del pri-
mitivo estado de tu educación pública,
y yo debería haber pensado que te
quedarías en la inopia en ciertos temas
de ciencia.‖
―- ¿Pero por qué? - acertó a preguntar
su madre, que parecía disponer de un
tiempo muy limitado y quería aprove-
charlo para expresar las frases que
traía preparadas - .
¿No te hemos dado siempre todo lo que
necesitabas? ¿No nos hemos siempre
sacrificado…?
―- Tú no lo entiendes. Tú vives aquí so-
lo y nadie te empuja. Pero entras en
una banda así y no puedes pararte. Co-
ges ese camino y no puedes dejarlo.‖
―Eran los tiempos buenos, cuando
apenas sabía lo que era el dolor, o la
tristeza, o el hambre, o lo peor de
todo: La soledad‖
―Habían sido los tiempos felices.
También eso lo había explicado Mua-
zena. Había hablado del paraíso, y
había dicho que la felicidad sólo está
allí donde sabemos que hemos esta-
do, una vez la hemos perdido‖
―A memoria é unha equipaxe estraña:
Algunhas cousas quedan tan ao fondo
que non as das atopado nunca, mesmo
saber que as conservas, pero outras
quedan sempre de man, e semella que
non pasou un minuto dende que as gar-
daches‖
―E así, memoria a memoria, chegaría-
mos, nun rego de fantasmas, ao día en
que o home aprendeu a falar e a con-
tar historias arredor dun lume‖
―Cuando podíamos, de noche en algu-
na jaima, escuchábamos la música
española en la radio, bailábamos y
nos reíamos: El río de mis recuerdos
se fundía con el mar de sus sueños
sin que ninguna de ellas sospechara
ya nada‖
―Rachid, la magia ni se discute ni se
cree‖
―Mi padre habla a veces de una película,
o puede que sea una novela, en la que
salen hombres libro. Como yo el cuaderno
de Von Arx, cada uno de ellos se sabe
un libro de memoria. Es una película, o
una novela, sobre el futuro, en el que los
libros están prohibidos, y en el que los
bomberos se dedican a quemar los libros
que encuentran en sus registros. ^¿Será
posible que algo así llegue a suceder?‖
―Se alegraba cuando, por no
saber contestar acabábamos
soltando como último recurso un
disparate, en lugar de perma-
necer obstinadamente callados.
Y aun se congratulaba más si la
respuesta suscitaba nuevas pre-
guntas que fueran más allá del
problema inicial. Tenía una con-
cepción original sobre el –error
correcto-‖
―¡Se aprende más leyendo que estu-
diando!
¡Todo está en los libros!
¡La cultura es absorber la vida, aquí
dentro y ahí fuera, estar abiertos a
todo, no pasar de nada, tener curio-
sidad y por encima de todo leer y le-
er, para ser felices, aprender, en-
tender las cosas, hacer que el cere-
bro se engrase!
―Fixen fronte con el, sen podelo evi-
tar racionalmente, lembro como me
sentía. Cando estamos seguros de
actuar con xustiza, por unha causa
nobre, ningún sacrificio é capaz de
ponernos medo‖
―Nunca o volvín ver, a vida, compren-
dino máis tarde, obriga diariamente a
elixir. Deses desencontros, de todo o
que perdemos, aliméntase a nos-
talxia‖
―Es la primera vez que conozco a al-
guien que busca a la gente y ve más allá
de las apariencias. […] Hemos renuncia-
do a conocer a la gente, nos limitamos
a conocernos a nosotros mismos sin re-
conocernos en esos espejos permanen-
tes. […] Yo suplico al destino que me dé
la oportunidad de ver más allá de mí
misma y de conocer a la gente.‖
―La facultad que tenemos de manipular-
nos a nosotros mismos para que no se
tambaleen lo más mínimo los cimientos
de nuestras creencias es un fenómeno
fascinante‖
―Claro, dixo a raíña, pero instruir non é
ler. De feito é a antítese da lectura. A
instrucción é directa, concreta e perti-
nente. A lectura é descoidada, discur-
siva e permanentemente incitante. A
instrucción pecha un tema, a lectura
ábreo‖
―Ós libros non lles importaba quen os
estivese lendo ou se alguén os lía ou
non. Tódolos lectores eran iguais, ela
incluída. A lectura, pensou é unha man-
comunidade, as letras, unha república.
―Y leía, […] leía para aprender a
ser mejor redactora, para conjurar
las dudas y el devenir lento de las
horas; para descargarme de mis
cuitas con amigos que non podían
traicionarme porque todos, excepto
Tomás, eran personajes de papel.
Leía porque, aunque no quería ad-
mitirlo, en el fondo, seguía estando
sola‖
―Mamá Clara estudara Maxisterio na Coruña
e dera clase durante algún anos. Despois do
Golpe Militar, como os dous simpatizaban
coa República, prohibíronlles exercer de por
vida. Aínda debe de andar pola casa o ex-
pediente de depuración da avoa. Eu creo
que foi daquela cando se refuxiou tanto na
lectura. Lembras que andaba sempre cun li-
bro?
Era certo! A avoa vivía rodeada de libros,
pasaba o día enteiro a ler, mesmo mentres
cociñaba. Daquela parecíame natural, máis
agora comprendía que poucas mulleres así
debía haber na vila, se é que había algunha‖
―En más de una ocasión José le había
confesado su pena porque las nuevas
generaciones de su tribu se estuvieran
relajando en el cumplimiento de las
tradiciones. La influencia española en
la educación y en la vida diaria de la
isla era la principal causante de ello,
pero José añadía que los propios jóve-
nes ya no escuchaban las palabras de
los ancianos como antaño y que, algún
día, habrían de lamentar el desconoci-
miento de muchas de sus costumbres‖
―Muchos años después, fren-
te al pelotón de fusilamiento,
el coronel Aureliano Buendía
había de recordar aquella
tarde remota en que su pa-
dre lo llevó a conocer el hie-
lo‖
―Si sigue todo recto por Broadway, en-
contrará la librería Strand. Si le so-
bran otros dos minutos, ¿Podría dar
una vuelta por las estanterías por mi?
Hace tanto tiempo que sueño con eso…
- ¿Quiere que le traiga algún libro
concreto?
- No. Solo el ambiente… Entre, vaya
hasta el fondo a la derecha, allí donde
están las biografías, mírelo todo con
atención y respire pensando en mí…‖
―Los soldados de la UNE que lograron
salir vivos de Arán, murieron para
que nadie lo sepa. La historia con
mayúsculas de los documentos y los
manuales los ha barrido con la escoba
de los cadáveres incómodos, hasta
esconderlos debajo de la alfombra
que marca el sendero que condujo a
su patria hacia el futuro, y allí si-
guen, cubiertos de polvo, rebozados
en pelusas‖
―En Madrid habría gente que creería
que en 1939 se había acabado la gue-
rra, pero en mi pueblo todo era dis-
tinto. En mi pueblo, los hombres se
echaban al monte para salvar la vida,
y la autoridad perseguía a las mujeres
[…] para ellas todo estaba prohibido,
todo era ilegal, todo era un delito y
la supervivencia de sus hijos un mila-
gro improbable, Así eran las cosas en
mi pueblo‖
―Quería defender a mi hijo a toda
costa, ponerme de su parte, pero no
debía hacerlo con excesiva firmeza, y
menos aún con demasiada locuacidad;
no se trata de acorralar a nadie. Los
maestros y docentes te dejan hablar,
pero después se toman el desquite con
tu hijo. […] No es tan difícil exponer
mejores argumentos que los de los ma-
estros y docentes-, pero al final sería
el hijo el que pagase…‖
―Los partidarios más acérrimos de la rebelión son los sacerdotes, que se di-cen intérpretes de la palabra de Dios, pero su misma condición de sacerdotes los hace de natural holgazanes, acomo-daticios y propensos a estar a bien con el poder.‖
―Puedes hacer uso de lo que te he con-tado, con prudencia y sin revelar la fuente de tus conocimientos. La verdad es que apenas escucho lo que me cuen-tan los hombres […] Los hombres no pagan para que yo les escuche, sino para escucharse a sí mismos en pre-sencia de un testigo paciente‖
―La solidaridad femenina era, en ver-
dad, un tema muy delicado en el patio,
porque las mujeres rara vez se unían
contra los hombres. […] En realidad, mi
madre acusaba a aquellas que se aliaban
con los hombres de ser en buena medida
responsables del sufrimiento de las mu-
jeres. Son más peligrosas que los hom-
bres—explicaba-, porque físicamente
parecen iguales que nosotras, pero en
realidad son lobos disfrazados de ove-
jas, si existiera la solidaridad femeni-
na, no estaríamos inmovilizadas en esta
terraza‖
―De haber continuado corriendo a aquel
ritmo, sin parar, habría llegado a Teneri-
fe sobre las aguas y, además de en el
periódico, me habrían sacado en la Biblia‖
―Yo me siento más Maruja, sin que ello
implique un cambio en mi orientación
sexual o algo por el estilo. Quiero decir
que lo poco que yo tenía de valor se lo
quedó ella con mi tarjeta caducada. Soy
un cuerpo vacío, un traje colgado de una
percha en una casa sin dueño. Quizá haya
llegado el momento de leer -El Quijote-‖
―O que a min me gustaría ser e non
fun é cura. Pero non home, diso
nada. Eu, Elvira López, cura. Unha
cura nova, […] Decateime, eu, aos
meus setenta anos, unha ilusa, e
con iso invadiume un bo desacougo
porque souben que nunca podería
chegar a conseguilo, e non polos
setenta anos, senón por chamarme
Elvira, Elvira López‖
―Me explicó que a leer se empieza
escuchando. Yo más bien habría pen-
sado que, precisamente leyendo. Pero
me dijo: -No, de ninguna manera,
Germain, no crea eso, para conseguir
que a los niños les guste la lectura,
hay que leerles en voz alta– y añadió
que si se hace eso, después se vuel-
ven dependientes como de una droga.
Cuando crecen, necesitan libros‖
―Nadie les atendía ni se ocupaba de
ellos, y sólo traían comida muy de
cuando en cuando. Tenían tanta ham-
bre que se dedicaban a masticar hier-
ba seca y trocitos de paja. Nadie los
consolaba. La chica se preguntaba si
esos gendarmes no tendrían familia,
hijos a los que veían al volver a casa.
¿Cómo podían tratar a los niños de
esa manera?‖
―Le hablé de cómo hasta aquel mo-
mento no había comprendido que aque-
lla era una historia de gente sola, de
ausencias y de pérdida, y que por esa
razón me había refugiado en ella has-
ta confundirla con mi propia vida, co-
mo quien escapa a través de las pági-
nas de una novela, porque aquellos a
quien necesita amar son solo sombras
que viven en el alma de un extraño‖
―Yo podía comprender que se aver-
gonzase de no saber leer ni escri-
bir, y que hubiera preferido com-
portarse de una manera inexplicable
conmigo antes que permitir que la
desenmascarase, al fin y al cabo,
ya sabía por propia experiencia que
la vergüenza puede forzarlo a uno a
mostrarse esquivo, a ponerse a la
defensiva, a ocultar y desfigurar las
cosas, incluso a herir a los demás‖
―Esto es lo que me encanta de la
lectura, en un libro encuentras un
detalle diminuto que te interesa, y
este detalle diminuto te lleva a
otro libro, y algo en este te lleva a
un tercer libro. Es matemáticamen-
te progresivo; sin final a la vista, y
sin ninguna otra razón que no sea
por puro placer‖
―Leer buenos libros te impide dis-
frutar de los malos‖
―Si todos los profesores hubiesen sido
como el señor Morton y la señorita
Bernstone, Francie habría sabido lo que
era el cielo. Pero quizá fuese mejor que
no ocurriera así. Debe haber aguas tur-
bias y oscuras para que el sol tenga algo
que enmarque su deslumbrante gloria…‖
―En el cerebro de Katie surgió súbita-
mente la respuesta, tan sencilla que fue
como si un relámpago de asombro cruzara
su mente. ¡Educación! Eso era. Era la
educación lo que diferenciaba a las dos
mujeres. La educación los colocaría por
encima de la miseria y la inmundicia.‖
―Estaba convencida de que aquel
hombre era excepcional, el único que
había conocido que era capaz de ves-
tirla con la mirada. Boris levantó la
cabeza y se volvió hacia la sirena.
Julie no pudo evitar estremecerse.
En la mirada que Boris posó en ella
había lo que nunca había tenido la
suerte de sentir. Respeto‖
―A veces hay que dar tiempo al tiem-
po para comprender qué querían en-
señarnos nuestros padres.‖
―Na parede máis afastada da porta
aliñábanse varios estantes de ma-
deira ateigados de libros. Caldas
lembraba as palabras do seu paí
cando insistía en que podía coñecer
aos homes simplemente atendendo
ao que beben ou ao que len‖
―O pai mirou ao seu irmán, cos ollos
sorrindo tras a máscara, e Caldas
contemplou fascinado como comeza-
ban a falar sen necesidade de pa-
labras, movendo os músculos do
rostro, comunicándose na linguaxe
que conservan os que teñen na in-
fancia un idioma común‖
―Me temo que nada finaliza realmente
cuando llega el fin. Los recuerdos per-
manecen mientras son capaces de blandir
su espada y encontrar un punto blando
en la mente para hacer un tajo y pene-
trar en ella‖
―Las grandes cosas no son más que pe-
queñas coas en las que uno se fija‖
―Quiero palabras en mi entierro. Aunque
imagino que eso significa que necesitas
vida en tu vida‖
―A los alemanes les encantaba que-
mar cosas, tiendas, sinagogas,
Reichstags, casas, objetos persona-
les, gente caída en desgracia, y, por
descontado, libros. Disfrutaban de
una buena hoguera de libros, lo que
proporcionaba a la gente interesada
la oportunidad de conseguir ciertas
publicaciones que, de otro modo, no
habría tenido‖
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