las soberanias en vilo
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8/18/2019 Las Soberanias en Vilo
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s sober ní s en vilo en un
contexto e guerr p z
M aría T eresa U ribe
de H incapié
Profesora e investigadora
Instituto
de
E stu dio s P o lític os
Univers idad
de
Ant ioquia
Un excurso pertinente
Vo lv er sobre e l tem a de las soberanía s en tiempos de g lobaliz ac ión e conómica
y d e in te rn ac io na liz ac ió n d el derecho, parecería an acró nico p or d ecir lo menos y,
m ás aú n, cu an do el E stad o n acional-depositario de la soberanía y su repre senta nte
le ga l- pare ce ría term inar su ciclo históri co para dar paso a formas nuevas de
integración eco nómica y de o rganización política, a otras territorialidad es y a u na
c re cie nte comp lejidad y diferenciación culturales q ue se estarían l levando de calle
la p re tendida homogeneidad de las sociedades modern as'. No obstante, ese
concepto dec imonónico y aparentemente anticuado, puede ofrece r a lg un as c la ve s
p ara in terp retar la g ramática d e la g uerra en Colombia y p ara s it ua r la s pe rspec tiva s
de la paz en horizontes quizá más realistas.
L a particularidad de la confronta ción armada en Colombia, la mu ltip licid ad
y co imp licació n d e lo s acto res, la simu ltan eid ad de conflic to s d e dife re nte o rden ,
su s la rg as dura cio ne s y su s c oyun turas de agudización, sus expres iones r eg ional es
diferenciadas, s u c arácter cada vez m ás civil y las porosidades que hacen posible
1 Para amplia r e ste tema v eá se: B einer Roland. Libera lismo, Nacionalism o, Ciudadanía . T res mo d elos
d e c omunidad política .
R evista In ternacional
de
F ilosofía Polí tic a
No.
10.
Madrid, diciembre de
1997. pp. 5-23 .
11
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María Teresa U ribe de Hincapié/Las sober an ía s en vilo en un co ntexto de gu erra y paz
el cam bio de bando de los actores, com o si los motivos que los llevaron a empuñar
las arm as fu esen banales o circunstanciales, 'conducen necesariamente a pensar
de nuevo en Tomás Hobbes.
E ste a uto r b ritá nico -el gran teórico de la guerra y de la soberanía- pensaba
y con cierta razó n, que la anarquía, la violencia m últiple y des agregada y las
c on fronta ciones c iv ile s, e sta ba n in trín se camente rela cionadas con la ausencia de
soberanía, con la inexistencia o la fragil idad de un aparato institu cio nal públic o
q ue lo grara im po nerse so bre lo s g rupos y lo s in div iduos en confl icto , despojándolos
de sus relaciones belicosas, de la hostilidad y las agresiones recíprocas, para
in sta urar un o rden jurídico político co n cap acid ad v in cu lan te, pero, a nte to do, con
suficien te p oder para dirigir y co ntrolar la vida social en el m arco de un Estado de
nuevo tipo: e l Es tado
Nacíón. --
D e esta m anera, la soberanía estatal-el L eviatán- aparece com o la vía para
conjurar la guerra, com o aquello que podría asegurar la integridad de los sujetos
e n sus v id as y b ie ne s, c omo una e stra te gia para p ro te ge rs e del m i edo , la in ce rtidumbre
y la inseguridad que produce el saberse vulnerable ante los ataques de los otros
hombres. Sólo el Leviatán, m ás fuerte y poderoso que todos los dem ás, podría
som eterlos a un orden jurídico legal pues únicam ente a través de la soberanía se
podría definir un territorio propio, pacificar la población que lo habita, poseer el
m on op olio d e las arm as
y
de lo s re cu rsos bélic os, de fini r pe rt enenc ia s y d if er enc ia s,
agresores y enem igos -tanto internos com o externos- y declarar la guerra cuando
la s circ un sta nc ia s a sí lo amerite n.
La presencia om nipotente del Leviatán no hace desaparecer la guerra y la
violencia, las es ta ta liza, les pone lím ite s, la s dome stíca y las sitúa en las f ronte ras
geográficas del Estado o en su s lím i te s polític o cultu ra le s e id eo lóg ic os; lo que no
se enm arque allí, q ueda en condición de ex teriorid ad o lim in alidad. P ara H obbes,
y sobre todo para los polem ólogos que siguen su estela, la guerra se manifiesta
com o fundadora de orden, com o fundam ento y principio de la soberanía, como
ju stificació n moral d el E stad o y d el d erech o, como la manera de ponerle fin a l o s
e sta do s de belic os id ad .
S in embargo, la soberanía no se instaura de una vez y para siem pre pues,
m ás allá del contrato social, en el fon do del ord en institucional m oderno, y a veces
coexistiendo co n la ley, palpita la guerra y am enaza con su retorn o para reinstalar
la anarquía, el m iedo y la barbarie en el ám bito social. P or esto ~E stado L eviatán
2 Tomás Hobbes. Leviatán Seg un da Edic ió n. Madr id, Editora N acional, 1980. p. 22
y
ss.
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Estudios Polí ticos No. 13. Medellín, J uli o-Dici embre 1998
deberá m antener la espada desenvainada, no só lo para defender las fronteras de
la n ac ió n sin o p ara ev ita r el p osib le re to rn o d e lo s e sta do s o situ ac io ne s d e g ue rra .
3
Segú n Hob bes, el E stado es solam ente u na gu erra civil con tinu adam ente
im pedida por una gran potencia' . Es la om nipresencia, pero , m ás que eso, la
om nip oten cia d el E stado en d on de resid e su sob eran ía; e s d ec ir, e n s u c ap ac id ad
para som eter a su dom inio y c on tro l a d ife re nte s s ec to re s s oc ia le s, a gru pa cio ne s
te rr ito ria le s, b anda s a rmadas , a so c ia ci ones re lig io sa s, g rupos é tn icos , e stamento s
p articu lares, po deres locales o reg ion ales e in div id uo s aislad os, situán do se po r
encim a de ellos y en condición de neutralidad fren te a sus d isputas y tensiones.
C uando la soberan ía es frágil o de carácter form al, persistirá el
estado
de
guerra
que para este au tor no es o tra cosa que la voluntad perm anente
y
no
declinab le de entrar en batalla, de ejercer la v iolencia
y
la fuerza bru ta hacia el
contrad ictor, de lograr el propio in terés som etiendo por las arm as
y
la s ang re
derram ada a todos aquellos que se in terpongan en el cam ino. S in em bargo , el
estado o situación de guerra no es todavía la guerra, la confron tación abierta
y
d ire cta , e l h umo d e la s b ata lla s, lo s c ad áv ere s e sp arc id os, la s c iu da de s d estru íd as
y
e l te rro r p in ta do en lo s ro stro s d e lo s so bre viv ie nte s; e sta im a ge n se co rre sp on de
m ás con
la guerra
como
acción
L a guerra com o estado o situación rem ite, m ás bien, a una soberanía débil
o n o re su elta y pu esta en cu estión po r po deres arm ado s qu e le d isp utan el ejercicio
de la dom inación-su jeción en la que prevalece la voluntad de los diferen tes
b an do s p ara e nfre nta rse , p ara c omb atir, p ara u tiliza r la fu erz a
y
la v io lencia
y
para
agrupar a los sujetos sociales en grupos capaces de m atar y de m orir. Lo
p redo m inante en el escenario d el estad o de gu erra so n las m utu as d escon fian zas,
las m anifestaciones de hostilidad entre las partes, el desafío perm anente
y
la
voluntad m anifiesta de no reconocer m as poder que el propio , prevalídos los
g rup os con curren tes de la fuerza qu e oto rg a la violencia
y
de su capacidad para
u sarla en co ntra del en em ig o.
En
el estado
de
guerra
la soberan ía está en disputa y e xis te u na te nd en cia
al equ ilibrio d e las fu erzas so bre la base de lo s deseq uilib rios. S egú n Hob bes, los
3 E n e ste sen tido in terpretan la teo ría h obb esiana p ensa do res tan d istan tes c omo C arl S chm itty M ich el
Foucault. V éa se : C arl S chm itt. El Le v ia tán en la d oc tr in a d el e sta do en T om ás H ob bes México,
Amalg am a A rte E dito rial, 1 997 . M ich el F ouca ult. G en ea lo gía d el ra cism o Madrid, E dito rial L a
P iq ue ta . p p. 5 1-6 3.
4 Carl Schmitt.
Op c i t
p.
6l.
5 E sta distinción entre estado de guerra y guerra com o acción pertenece a M ichel F oucault. La guer ra
c on ju rada , la c on qu ista y la su blev ación . Op cit p. 101
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M aría T eresa U ribe d e H incapié/Las soberanías en vilo en un contexto de guerra y paz
déb ile s lo son sólo tempor almen te pue s pueden recurrir a l a a stu cia, a la estr atagema,
a las sorpresas o a las alianzas para imponer su voluntad y hacer valer sus
intereses . Los fu ertes o aq ue llo s q ue c oy un turalm ente poseen m ayores recursos
d e po der p orque, co mo diría
T i l l y
h an lo gra do con struir un sistem a de impuestos ,
arm ar ejércitos m ás poderosos y encontrar apoyo en un grupo social que se vea
re pre se nta do en e llo s, p re fe rirá n la p az. S in em bargo, tendrán q ue dem ostrar q ue
están dispuestos a entrar en guerra, a combatir y a ordenar por las arm as el
territo rio y la sociedad p or ellos controlada .
C uan do p re va lec e e l e sta d o de guerra cuand o la sob eranía está en vilo ,
todos tienen el poder que da la v iolencia. A nte este poder todos son iguales o
com o diría H egel, cada uno es débil frente a los dem ás y por tanto cada uno es
e nem ig o y competid or d e lo s o tro s' , d e ah í la ce le bre fra se
bel lum
omnium
contra
o mn es
Carl Schm itt en su texto
E l le v ia tá n
en
la do c tr in a de l e stad o
en
T o m á s
Ho b b es hace una hermosís ima descr ip ción del r ef erente s imbó lico y e l s ign if ic ado
de la figura del Leviatán , tom ado de la ilustración en la portada de la prim era
edición de este libro, publicado en Inglaterra en 1 651 :
U n gran hom bre, gigantesco, com puesto de in num erab les hombres p eq ueñ os,
em pu ña un a esp ad a en su m ano derecha y en su izq uierd a u n bácu lo pasto ral extend ido
p ro te cto ramen te sob re una c iudad pac ífic a. D eb ajo d e c ad a b raz o, ta nto e l te rre na l c omo
elespiritual, s e encuentr a una columna de c in co ilu stra cione s; b ajo la e spada, un cast il lo,
una corona, un cañón y luego armas, lanzas y banderas y finalmente una batalla ;
correspondientes en la serie paralela, debajo del brazo espiritual, tenem os una iglesia,
u na m itra, lo s rayo s de la excomunión, d istinciones ag udas y dilem as y por último un
concí lío.?
E sta im a ge n simb ólica d e la so beranía estatal, que evoca un poder suprem o
y om nipotente, extendido sobre todas las esferas de la vida social -desde las
p ro fa nas h asta la s sag ra das-, este g ran hom bre, poderoso y paternal al m ism o
tiem po, en cuyo cuerpo m ajestuoso se apretu ja la m asa de ciudadanos com o
significando que éstos se han privado de su poder y belicosidad personales para
en tre ga rlo s, e n u n h ip oté tic o c on tra to , a l E sta do so bera no , significa, en últimas,
la c on ju rac ió n d e la g ue rra , la a lte rn ativ a a la v io le ncia, a l te rror, al m iedo que, a
pesar de todo, laten y se m antienen com o amenaza perpetua de anarquía y
6 lbid
p.103
7 Charles TilIy .
L as R ev olu cio ne s e ur op ea s
1492-1992 . Barcelona, Ed itor ia l Crítica, 1995 . p. 28.
8 Carl S chm itt. Op. cit . p. 73
9 lbid
p.55
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Estud io s Po lít icos No. 13. MedeUín, Julio-Diciembre 1998
revolución . D e allí la esp ada d esenv ainad a, pero tam bié n el b ácu lo pro tecto r q ue
alu de a la do minació n cu ltu ral y a la d irecc ió n in telectu al d e la co nd ició n civ il d e
los ciudadanos, apelando a los com ponentes de todo poder: la vio lencia y el
consenso.
E sta figura del Leviatán , tan llena de sugerencias y evocaciones, logra
al m ism o tiem po recrear sim bólicam ente la h istoria que la sustenta, poniendo
en im ágenes, em blem as y com posiciones, los largos procesos históricos de
construcción del E stado Nación: la unificación de poderes y territo rios, la
pacificación e in tegración cultural de la N ación y la instauración de un m arco
ju rídico legal co n cap acid ad v in cu lan te, para el desenvolv im iento de la v ida
de los su jetos com o ciudadanos.
E sta noción de Estado absolu to y soberanía p lena que se desarrolla en la
teoría hobbesiana, no presupone ninguna acción ciudadana orien tada a la
búsqueda de consensos o de acuerdos para fundarla o representarla. Supone un
ma rc o in stitu cio na l d e a cc ió n e sta ta l q ue g ara ntic e lo s d e re ch os c iv ile s, p e ro c are ce
de dim ensiones dem ocráticas o de alguna form a de acción republicana o
r ep re senta tiv a . P a ra Hobbes, e lE s tado Nac ión e s la s ober an ía m i sma , s u enca rn ación ,
su e xp re sió n inm ed ia ta . E n c amb io , p ara lo s c on tra ctu alista s lib era le s q ue sig ue n
el ideal dernocrático ' , la soberanía es ante todo representación; y m ás que en la
guerra y la violencia está fundada en los consensos, en los acuerdos in terpares,
e n la c oo pe ra ció n d e se cto re s y fu erz as so cia le s d e d iv erso o rd en . E s u na so be ra nía
de origen popular y por lo tanto el E stado em ana de esa voluntad y carece de la
om nipotencia que le asignaba Hobbes pues debe desenvolverse en un m arco
ju ríd ic o q ue le d efin e lím ite s y c on tro le s.
Los contractual is tas lib era le s, ta nto lo s c lá sic os c omo lo s c on tempo rá neos ,
h an d esc on fia do siempre d e la s v e nta ja s d e la so be ra nía a bso lu ta y d e la c ap ac id ad
del E stado para garantizar la seguridad ciudadana y evitar la v iolenc ia. H oy , m ás
que nunca, sigue teniendo validez la crítica de Locke a H obbes según la cual
resu ltaría in sen sa to p en sar q ue u no pu ede p ro teg erse d e las zorras y las m ofetas
refugiándose en la jau la del león .
Cam biar pequeños terrores por el terror suprem o en aras de garantizar la
se gu rid ad , h a s id o una ma la e xp erie nc ia h is tó ric a, c uy as e xp re sio ne s má s evid en te s
se pu ede n en con trar, sin ir m ás lejo s, en nu estro co rto y con flictiv o siglo X X . L os
1 0 F rancisco Cortes R odas. Racional idad comunicativa
y
política del iber at iva en Habermas .Estudios
de Filosofía No. 1 2. M ede llín, Un iv er sid ad d e An tio qu ia. A gosto 1 995 . pp.l 07 -1 20.
11 Enrique Serrano
Gómez,
Consenso
y
conflicto Schmitt
Arendt La de fin ic ión
de
político. México,
G rupo E ditorial Interlínea, 1 996 . p. 1 7.
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María T eresa U ribe de Hincapié/La s soberan ías en vilo en un contex to de gue rra
y
paz
totali tarismos, los fasc ismos, l as d ic taduras m il ita re s d el T erc er M undo están ahí
para po ner de m anifiesto los p eligros que para los ciudadanos entraña refugiarse
en la jau la del león pues el Leviatán enérgico y protector con el que soñaba
Hobbes, bien pu ed e co nvertirse en un m onstruo que devora a sus enem ig os p ero
tam bién a sus am igos.
P ero aún para los dem ócratas y liberales m ás radicales, el E stado, en tan to
qu e rep resentante po r ex celencia de la v olun tad po pular, debe evocar de alguna
m anera al viejo L eviatán ; debe m antener una relativa autonom ía frente a los
pode re s p riv ado s -sag ra do s y p ro fa no s-; d eb e a seg ura r e l d om in io su ficie nte p ara
conservar el m onopolio de la v io le nc ia le gítim a, a la sociedad pacificada y
desarmada , y al territo rio y al conjun to de lo s po blad ores integrado s en tanto q ue
ciud ad anos al co rpus de la N ació n. P ara los con tractualistas liberales, se trata de
un L eviatán dom esticado pero sin que pierda por ello su condición soberana que
es su razón de ser y su princip io de leg itim idad.
D e esta m anera la soberanía -absolu ta o representada- se convierte en el
nú cleo cen tral d el pod er po lítico , del o rden institucional y , p ara casi to do s, en la
cond ición n ecesaria aun qu e in su ficien te p ara el d esarrollo d e las dem ocracias
modernas . La sque hoy s e r econocen como verdader es po lía rquías , seconsol idaron
en contex tos históricos de sangre y m uerte, de guerras in testinas, de violencias
disg reg adas y m olecu lares, de largos períodos de inestab ilidad política, de
revoluciones y con trarrev olucio nes, de invasion es y con quistas, d e atro pellos
cultu rales, ling üísticos, étnico s y relig iosos; en fin, d e procesos autoritario s de
dom inación - su jeción a través de los cuales un grupo que se definió así m ism o
com o nacional, logró im ponerse sobre los dem ás e instaurar la soberanía en
te rr ito rio s y con jun to s s oc ia le s d ete rm inado s.
L o que m uchas veces se olv ida es que si b ien los regím enes dem ocráticos
tienen com o precondición la soberanía del E stado, la construcción histórica de
ella tiene poco que ver con la dem ocracia y m uchísim a relación con la violencia
y la s an gre d erramad a.
D e sd e la p ersp ec tiv a h istó ric o s oc ia l, Charle s T i lIy13 se aproxim a a la idea de
los e stado s d e g uerra d e otra m anera y los d efine com o
si tuaciones revolucionarias.
12 A sum im os aquí el concepto de poliarquía elaborado por R obert D ahl y citado por: G uillerm o
O 'Donell. Es tado , democra ti zación y c iudadanía . N u ev a S oc ie da d No. 28 . Caracas, no v. -dic.
1993. p. 62 .
13 Charles T iU y.Op.
ci t
p . 2 8 . Véas e tambi én d el m ismo auto r:
Coerción capital y l os E s ta d os E u ro p eo s
990 1990.
Madrid, A l ianza, 1992.
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Estudios Políticos N o. 1 3. Medellín, Julio-Diciembre 1998
E s d ecir, como un evento o una sucesión de eventos conflictivos, sucedidos en
un arco de espacio y de tiempo, y que ponen de manifiesto la ruptura de la
soberanía o la competencia d e soberanía s múltip le s. Las situaciones revolucionarias
según TilIy, n o condu cen necesariamente a u n re su ltado revolucionario, esto es,
al establecim iento de la sobera nía bajo una nueva dirección , por el contrario ,
pueden desembocar en el restab le cim ie nto del sta tu quo o diluirse para con figurarse
tiempo después bajo otras form as de confrontación o bajo o tra s s itu aciones
revolucionarias.
E n l o q ue coinciden el filó so fo y e l h is tori ador es que en lo s esta do s d e g ue rra
o en la s situ ac io ne s re vo lu cionarias, lo que está en disputa es la soberanía. E llo
ocurre , s egún T i lIy,cuando apa recen contend ien tes o coalic iones de con tend iente s,
con asp iraciones in co mp atib les entre sí de controlar el Estado o una parte del
m ism o; cu an do el apo yo de esas asp iraciones es respaldado por parte de un sector
impo rtante d e lo s c iudadanos y cuando los gobernantes son incapaces o no tienen
voluntad suficiente para suprim ir la coalición alternativa o el apoyo de sus
aspiraciones. 14
S i la so be ra nía e s e l r esu lta do d e la c on stru cción histórica d el E stado N ación
y si e lla, expresada en el L eviatán -om nipoten te o dom esticado- es la manera de
su pera r lo s e sta do s o situ aciones de guerra, tendríamos qu e a cepta r, al m enos en
e l o rd en h ip oté tico , d os tesis:
a) Q ue la naturaleza de la s co nfrontaciones arm adas y de la vio lencia
mo le cu lar en C olombia, expresan estados de guerra pro longados a la m anera
hobbesiana y develan la existencia de verdaderos dom in io s te rrito ria le s,
contraestatales o paraestatales, que no sólo m antienen en vilo la soberanía
del Estado sino que van configurando órdenes de facto con pretensiones
tambié n so be ra na s.
b ) L os estad os de gu erra prolong ad os y las soberanías en disputa, permiten
afirm ar que el conflicto armado en Colombia se enm arca en las
guerras
por
la
cons trucc ión nac iona l. S e trata de guerras po r el ord en ju sto; por la representación
soberana; por el dom in io territorial; por el control institucional de los b ienes
públicos; por la sujeción de pobladores y residentes. En fin , guerras por la
soberanía que se coim plican y se entrecruzan con los conflictos propios de las
so cie da de s mo de rn as d ev en id os d e la comple jid ad y la d ife re nc ia ció n q ue les so n
propias: v io lencias u rbanas, juveniles, de exclus ión, y con el nuevo escenario de
14 Ib id
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María T ere sa U r ib e d e H in ca pié /L as s ob era nía s e n v ilo e n un con te xto d e gue rra y paz
la globalización y de la sociedad de consum o en el cual se destaca el fenóm eno
del narcotráflco.
L a soberanía es pues el referen te analítico de am bas tesis, el concepto que
perm itiría ir m ás allá de las causas y de las ju stificacio nes m orales de las gu erras
y d esen trañ ar tanto su g ram ática co mo sus d inám icas con cretas.
Los estados de guerray la competencia de soberanías
El e stado de guerra se expresa en C olom bia por una debilidad endém ica de
la soberanía puesta en vilo, tan to en el pasado com o en el presente, por grupos
arm ad os de diferente adscrip ció n id eológ ica, ub icación territo rial o con dició n
social:Los rasgos m ás destacados de estos grupos fueron: no reconocer la
au to rid ad públic a u o tr o pode r d is tin to a l p rop io ; r es is tir lo s in ten to s de dom inación -
su jeción realizado s d esd e el E stado y m antener viva la h ostilidad y la vo lu ntad de
entrar en guerra o de usar la v io lencia cuando sentían vulnerados o en peligro sus
c irc uito s p riv ad os d e p od er J '
L os estados de guerra (H obbes) o las situaciones revolucionarias (T ilIy) ,
no lograban una transferencia de poder a los grupos en conflicto n i la
instauración de un orden soberano que los som etiera a todos. L a prolongación
d e e sta s situ ac io ne s e n a rc os d e tiempo in de te rm in ad os p ro du ce n modific ac io ne s
significativas en la naturaleza del conflicto arm ado y en las dinám icas de la
guerra .
Lo s a na lista s p olític os e n Co lombia h an in te rp re ta do e sta d eb ilid ad end ém ic a
de la soberanía com o ausencia de Estado , pero , m ás que de om nipresencia, el
E stad o N acion al h a carecid o d e o mnipo ten cia p ara tom ar la decisión sob erana, lo
que devela no sólo el fracaso del consenso y de los instrum entos legales para la
in stauración d e u na sob eran ía representada -o L eviatán d om ad o- sin o, ante tod o,
el fracaso en el uso d e las arm as y de la fu erza p ara restaurar el ord en institu cio nal
a trav és d e u n L ev iatán om nip otente.
D esd e h ace cerca d e cu arenta añ os, p ara referirse só lo a la historia reciente,
el E stado colom biano ha recurrido a las arm as para som eter una guerrilla que, en
sus in icios, fue débil, cam pesina y m odesta
16;
ha usado de m anera discrecional
15 Daniel Pécaut. E stra te gia s d e p az e n u n c on te xto d e d iv ers id ad d e a cto re s y fac tores de violencia .
Santafé de B ogotá. P onencia presentada en la U n iversidad de los A ndes. p. 2 . (m im eo)
1 6 E n l os relatos m em oriales de las F arc, se en fatiza en este origen m odesto , cam pesino
y
de resistencia
q ue tu vo e sta o rg an iz ac ió n g ue rrille ra. V éa se , p or e jemp lo , e lD i sc urs o d e la s F arc e n la in sta la ció n
de las m esas de diálogo. San V icente del Caguán, enero 7 de 1999.
18
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Es tud io s P olít icos No. 13. Medellín, Ju lio-Diciemb re 1998
y laxa los recursos de la excepcionalidad (estado de sitio) y más recientemente ha
tolerado la parainstitucionalidad y otras estrategias privadas para controlar el
poder armado de la guerrilla, con lo cual se han debilitado, aún más, la soberanía
y el poder del Estado, agudizando la confrontación y ampliándola a sectores de
la sociedad ajenos al conflicto.
Si para Hobbes la soberanía del Estado es una guerra civil continua-
damente impedida por una gran potencia , entonces, su impotencia o, lo
que es lo mismo, la fragilidad de su soberanía, no sería otra cosa que un
es tado de g uerra p ro lo ng ad o e inde te rminado en el cual ni el aparato
público, ni aquellos que intentan subsanar su fragilidad (los paramilitares),
ni sus enemigos reconocidos (las guerrillas), han logrado imponerse sobre
los demás para terminar con la belicosidad social, fundar orden y derecho,
mantener el monopolio de las armas e instaurar, por fin, alguna forma de
soberanía que pueda llamarse así.
Por el contrario, la soberanía ha permanecido en vilo, en disputa por
largos períodos. Es decir, se mantienen por tiempo indefinido los estados de
guerra, permitiendo que en varias regiones del territorio nacional se configuren
ó rd enes a lterna tivo s de facto con pretensiones también soberanas. En estos
espacios se definen formas particulares y no convencionales de hacer y
representar la política, de usar los recursos colectivos y de fuerza; se trazan
fronteras y se delimitan territorios exclusivos; se instalan autoridades y
mandos alternativos; se establecen circuitos de poder a través de los cuales
se mantiene, en los espacios controlados de esta manera, la capacidad para
tomar decisiones soberanas: desplazar población no confiable y concitar
obediencia y acato de quienes allí residen, bien sean éstos ciudadanos
corrientes o representantes y administradores del poder público. is
Esprecisamente laprolongación del conflictoen un arco de tiempo indefinido,
lo que permite que se transite de la debilidad endémica de la soberanía estatal a
la compe tenc ia de soberan ías donde aquella que representa a la institución legal,
coexiste, se superpone o se confronta con otras soberanías alternativas, que
controlan terrítorialidades difusas pero que no logran una transferencia del poder
del Estado ni concitar el apoyo decidido de un sector importante de los ciudadanos
17 Carl Schmitt. O p cit p. 61
18 M aría Teresa U rib e d e H in ca pié . L as dinámicas bélica s en la Colombia de hoy . En: A lfo nso
Monsalve y Eduar do Domíngue z (editores). Democrada
y
paz . M edellín,EditorialPontíf íci a Boliva riana,
1999 . p. 172 .
19
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María Teres a U ribe d e H incap ié/Las soberanías en v ilo en un contexto de guerra
y
paz
de la N ación , manteniendo, eso sí, la in ca pacidad de los sucesivos gobiernos
para som eter los contradicto res y hacer obedecer sus norm as al conjunto de la
Nación.
L os estados de guerra prolongados com o los que se presentan en C olom bia,
generan su propia dinám ica interna, a dq uieren ló gicas part iculares y le dan salid a
a situaciones inéditas que a veces tienen poco que ver con las razones m orales
o las justificaciones que llevaron a los contendientes a em puñar las arm as. Los
estados de guerra o las situaciones revolucionarias que no desem bocan en un
resultado revolucionario y que se m antienen en un arco de tiem po prolongado,
encuentran en su propio devenir, las condiciones para su m antenim iento y
re pro du cc ió n, a sí c omo p ara su d eslizam ien to h ac ia la g uerra c omo ac ció n. Elperf i l
m ás destacado del estado de guerra en Colom bia es, pues, la com petencia de
soberanías.
E l aparato público m antiene el control sobre la form alidad instituc ional y
desa rrol la sus acciones po lít ico -mi li ta re s, a dm in istra tiv as y d e g estió n e n el m a rc o
del ordenam iento territorial vigen te pero no es soberano en buena parte de la
Na ció n. S eg ún re sie nte s estudíos , para 1 995 la guerrilla tenía presen cia en algo
m ás de la m itad de los m unicip io s c olombian os p ero , m á s a llá d e la s e sta dística s
q ue so n b astan te sig nific ativ as e n sí m ism as, e sa p rese nc ia h a lo grad o c on fig ura r
territorialidad es m ás amplias, cuasi regiones que articulan varios municipiosz
vecinos o, al m enos, partes de ellos -algunas veces pertenecientes a varios
d ep artam en to s-, in teg rán do lo s y c oh esio ná nd olo s b ajo u n m ismo mand o p olític o
militar.
Estas
cuasi
re gio ne s o te rrito ria lid ad es b élic as tu vie ro n e n e l p a sa do una c la ra
s ign if icac ión estra tég ica , geopolítica, cuyo sentido era la au toprotección de sus
efectivos, la mov ilid ad en e l t er rito rio y la con secución de re cu rsos y aba ste cim ientos,
acorde con la lógica de una guerra de guerrillas o guerra de m ovim ientosJEstas
te rrito rialid ad es b élic as p od ían co nec tarse en tre sí p or ac cid en te s g eo gráfic os:
valles y cañones de los ríos, p áramos d e d ifíc il ac ce so, cresta s d e la s c ord ille ra s y
un intrincado sistem a de viejos y nuevos cam inos de herradura, conocidos sólo
por lo s luga reños, y q ue p erm itía n a las ag ru pa cio ne s g ue rrille ra s ir rá pid ame nte
19 C harles T illy e n su análisis sobre la s r evoluc ione s europeas, d is ti ngue meto do ló gic amen te e ntre las
s ituaciones revolucionarias y los resultados revolucionarios; las p rim eras no siempre desembocan
en la s s egunda s. V éase C harles T illy.
Op.
cit
p. 33
20 Jaime Z uluaga Nieto. D in ám ic a d el c on flic to in te rn o a rmado y d esp la zamiento forzado . Santafé
de B ogotá, 1998. p. 4 . (Mimeo)
20
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Estudios Po líticos No. 13 . Medellín, Jul io-Diciembre 1998
y sin m ayores riesgos de un sitio a otro para mantener en jaque a las fuerzas
institucionales.
E ntre ta nto, el p aís fo rm al, el in stitu cional, e l u rb ano, se m ovía por otros
corredores viales y tanto el departam ento com o el m unicipio , con su cabecera y
zona rural, con stitu ían lo s r ef erente s e sp aciales para la adm in is tra ción y la gestión
públicas o para el control m ilitar.
D e e sta m an era, los estados de guerra prolongados configuraron un nuevo
m apa de C olom bia, una nueva división territorial que desbordaba, con m ucho,
aquella que se reconocía institucionalm ente y con base en la cual se ejercía la
admin is tr ac ión y la gestión públicas. Se defin ie ron f ron te ras in te rn as que delim itaban
poderes exclusivos y que sólo podían descubrirse desde la gram ática bélica; es
d ecir, d esd e la s e strate gias pu esta s en ejec ució n p or lo s sec to re s a rm ad os y d esd e
lo s r eq uerim ie nto s ex ig id os p or la c on fro ntac ió n p ro pia d e u na g uerra d e g ue rrillas:
autoprote cc ión, mov ilid ad, a ba ste cim ie nto s y re cu rso s e co nóm icos.
L os estados de guerra prolongados construyeron otra C olom bia, invisible,
m arg in al y d ista nte d e lo s g ran de s c en tro s u rb an os, de las zonas económ icas m ás
productivas y de las sedes principales del poder público pero con la suficiente
capacidad de m antener en vilo la soberanía del Estado y de construir ordenes de
facto con p re tens ione s soberanas' tra Colom bia donde rein ab an la s g ue rrilla s
so cie ta le s muy imb ric ad as c on la p ob la ció n residente, que em pezó a reconocer en
ellas un poder concreto, autoritario y discrecional es cierto, pero capaz de
constituirse en principio de orden, dirigir la vida en com ún, dirim ir la s d isp uta s
en tre vecinos, sancionar las conductas consideradas por ellos com o delictivas y
o frecer domin io y pro tección; y si b ie n b uena p arte d e e sto s p ob la do re s, campesinos
y colonos en su m ayoría, n o e sta ban m uy enterados de los propósitos polít icos
o d e la s ra zo nes morale s d e lo s in su rg en tes, su presencia era aceptada porque no
perturbaba dem asiado la cotidianidad de sus vidas y porque encarnaban una
autoridad arm ada a la cual podían recurrir para dirim ir conflictos y tensiones de
la v id a lo ca l/?
E s d ec ir, se emp ez ó a rec ono cerle a la s g uerrillas so be ra nía territo rial e n su s
zo nas d e in flu en cia y a lg un a fo rm a d e re pre sen tativid ad y re co no cim ie nto so cial.
S in embargo, p ara o tro s p ob la do re s, g ra nd es o media no s p ro pie ta rio s, re sid en te s
en su s te rrito rio s o en sitio s aled añ os, la a cción de las agrupaciones guerrilleras
sí se convirtió en un elem ento grave de perturbación, y no precisamente por su
discurso político o por sus razones m orales para alzarse en arm as sino, a nte to do,
por e l sis tema de impues to s para fin ancia r la gue rr a que auto rita riamente in stituyeron
a trav és d el se cu estro e xto rsiv o y d ife re ntes form as de exacción económ ica.
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María T ere sa U ribe de Hincapi é/Las soberanías en vílo en un contexto de guerra y paz
El cobro de impuestos de guerra le generó a los insurgentes muchos
enemigos y deslegitimó, en buena medida, sus propósitos públicos. Pero, al
mismo tiempo, puso de manifiesto la existencia de soberanías alternativas en
algunas regiones del país, esto es, la existencia de grupos alzados en armas
capaces de obligar el pago de impuestos, controlar territorios, organizar la
población residente y encontrar algún reconocimiento social. 21
Este modelo de acción guerrillera y las eventuales incursiones del
ejército nacional en persecución de los insurgentes, contribuyeron a crear
adhesiones más sólidas entre población residente y guerrilla pues las fuerzas
armadas del Estado, llegaron a estas zonas apartadas de la geografía nacional
como a un territorio enemigo; de ahí que sus prácticas bélicas se asemejaran
más a las de un ejército de ocupación en un país extranjero que a las de un
organismo representante del poder público y de la soberanía de la propia
Nación. Deesta manera, la acción contrainsurgente -sin proponérselo- contribuyó
a fortalecer las soberanías alternativas y a que el aparato administrativo del
Estado, perdiera pie en las llamadas zonas rojas. 22
En suma, la dinámica del conflicto armado y el contrapunto de acciones
y reacciones en un arco de tiempo prolongado, posibilitaron la lenta configuración
de soberanías alternativas, de poderes territoriales autónomos, informales,
fácticos y autoritarios pero no por ello ineficaces, irrelevantes o no vinculantes.
Estas cuasiregiones fueron el resultado de las gramáticas bélicas, configuradas
en torno a una conjugación de estrategias contrapuestas: aquellas devenidas
de las exigencias de una guerra de movimientos ( autoprotección, movilidad,
abastecimientos
y
recursos económicos) y aquellas referidas a las acciones
estatales de contrainsurgencia que, en la perspectiva de la teoría de la
seguridad nacional, convirtieron en enemigos internos no sólo a los guerrilleros
sino también a los residentes en las zonas de conflicto, a los disidentes
políticos y a la dirigencia de la protesta social.
2 De la guerracomo acción
El estado de guerra en arcos de tiempo prolongados
y
territorialmente
diferenciados, termina por alimentarse cada vez más de su propia dinámica
2 1 E sta s s o n la s c ara cte rístic as q ue d efin en, según Ti ll y, l as s it uaciones de sobe ran ía s en disput a. Véase:
Las Revo lucione s europea s. 1492-1992.
O p
ci to
22 Para ampliar este tema véase: F rancisco Leal B uitrago. Las utopías de la paz . En: Alfonso
Mon saIv e y Edu ard o Dom íngu ez (e dito res ).
O p cit
p.115.
22
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Estudios Polít icos No. 13. Medellín, Julio-D iciemb re 1998
y cada vez menos de las razones morales o de las causas aducidas para usar
las armas en contra de supuestos o reales enemigos. Pero quizá lo más
importante, es que al prolongarse y diferenciarse el conflicto, no se mantiene
congelada o relativamente estable la situación original en la cual éste se
produjo. Por el contrario, el contexto o la matriz histórico política y económica
se transforma, se despliega en múltiples direcciones, se redefinen los actores
y las poblaciones o grupos de apoyo, lo que se manifiesta en nuevos factores
de conflicto o de cooperación, sin relación entre sí y sin que se pueda
establecer cadenas de causalidad o de continuidad entre ellos y la situación
original.
Se trata, entonces, de una suerte de situaciones diferentes que terminan
propiciando conjugaciones de escenarios, de actores y de eventos violentos, cuyo
conjunto configura lo que Tilly llama
la
situación crítica
23
y lo que en palabras de
Schmitt sería
la g u e rr a
como acción o
g ue rr a to ta l
24
En Colombia, en la década de los ochenta, se empiezan a manifestar -
cambios importantes, tanto en las estrategias de los diversos actores armados:
insurgentes, gubernamentales y sociales como en el contexto sociocultural y
económico en el cual el viejo conflicto se venía desarrollando, lo que cambia
los referentes para el accionar de estos grupos y el sentido y la intensidad
de la propia guerra. Las modificaciones más importantes en el contexto en el
que se venía desarrollando el estado de guerra prolongado, tienen que ver
con la generalización de la violencia y la irrupción de la economía del
narcotráfico. Al mismo tiempo, y no necesariamente ligadas con los cambios
en el contexto, se presentan modificaciones considerables en las estrategias
de los actores armados en los siguientes aspectos: el tránsito de la guerra de
movimientos a la guerra de posiciones, la apertura de escenarios de diálogo
o de diplomacia armada y el giro parainstitucional y privado de una guerra
que se va haciendo cada vez más total.
~
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.
3 La violencia generalizada
I~>;' /~' 1
f ~t t'.lM de b'cJUIO,
El estado de guerra prolongado se vio sustancialmente modificado con
lefé l,n
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. ,1 Je j)oc~
la irrupción de los conflictos que acompañan siempre los fenómenos de la
modernización: urbanos, económicos, tecnológicos y de la comunicación
23 Charles T illy. La s r evoluc iones eur opea s. 1492 -1992 .
O p
cit . p. 28.
24 Carl Schm itt, E l concepto de lo político. Madr id, A l ia nz a U niversidad, 1991 . p. 139.
23
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María Te resa U ribe de H incapié/Las soberan ías en v ilo en u n contexto de guerr a
y
paz
mediá tica; con las exclusiones y las m aneras fragmentarias de in tegración de
los su jetos sociales a las urbes ya los nuevos m odelo s p ro du ctiv os, así co mo
c on lo s c amb io s c ultu ra les a bru pto s e n lo s v a lo re s y en las mo ra le s tra dicionales .
25
E sto s cam b ios m ultip olares y p oliv alentes crean clim a s d e c omp le jid ad ,
de dife re nc iac ió n y d e d esg arram ie nto d e la s v ie ja s so cia bilid ad es e n c ua lq uie r
lugar donde ocurren de m anera acelerada. P ero, en el contexto co lom b iano ,
se tornaron particu larm ente violentos y conflictivos deb ido, en p arte , a la
v igencia de estados de guerra prolongados que habían debili tado la sob eran ía
estatal y fractu rado el aparato institucional haciéndolo inorgán ico en su
ejercic io admin is tr ati vo, in efic az e n e l c on tro l m ilita r y p olicia l y p ro fundamente
ingo bernab le a la socied ad.
B a jo e l ambig uo n omb re d e v io le nc ia g en era liz ad a, s e agr up a ron d if eren te s
m od alid ades de acció n arm ada: juven iles, delin cu enciales, interpersonales,
domést icas, d e b arrio y v ec in da rio , de au todefensa y seguridad privada, cuyo
per fil e ra d if us o, mo le cu la r, c amb iante e in es ta ble; mo da lid ad es d e a cc ió n arm a da
s in def in ició n clara de enem ig o y que se articulaban de m an era bastante irregular
y sinu osa co n los v iejos y nu ev os actores d el co nflicto , e ntre e llo s lo s d o n e s del
trá fic o d e d roga s ilíc ita s.'Y
Estas violencias difusas obedecían a una p luralidad de causas y de
situaciones sin relación aparente en tre ellas, pero tenían en común que no
se articu laban en torno a una identidad específica preexisten te sino a
e stru ctu ra s d e p atro na zg o y clie nte la , m uchas de ellas surg idas de la d inám ica
de los conflictos lib rados a su propia suerte . E sta característica las hacía
mó vile s, p oro sa s y d e fá cil e nc ua dramien to en las gram átic as d e lo s c on flic to s
prcexístentes.
La percepción generalizada era la de un profundo desorden, u na su erte
de caos social en el cual la autoridad pública parecía estar desbordada por
las realidades violen tas, perm eada por los intereses de la d elin cu en cia
o rg an iz ad a y su by ug ad a p or la a cc ió n g ue rrille ra. E sta p erc ep ció n d e d eso rd en
y d e c ao s se a ce ntu ab a c ua nd o la s in te rp re ta cio ne s tra dic io nale s e ra n in efic ac es
25 A las violencia s a so cia da s c on e sta s tra ns fo rm a cio ne s, las denom ina D aniel Péc au t v io le nc ia s
modernas
pa ra d is tinguir las de con fl ic tos t rad icionales de un ámbito pred om in an tem en te rural.
Véase: Daniel Péca ut, Op. citop. 2 .
26 Sobre e l a ccio nar de lo s g rup os po rtad ores d e e stas n uevas form as de violencia, vé ase A na M aría
Jar ami llo e l. al . E n la
en crucij ada Conflicto
y
cu lt ur a p olítica
en e lMedel lí n d e
l os n ove nt a
M edellín ,
Co rpora ci ón Regi ón, 1998 . pp . 57-86.
24
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Estudio s Políticos No . 13. M ed ellín, Ju lio-Diciembre 1998
para explicar una nueva situación que parecía no obedecer a ninguna lógica
pública, haciéndose cada vez m ás opaca, m ás m ecánica, m ás automática y
m ás to tal.
27
E sta situ ac ió n aparentem ente caótica y anárquic a del u niv erso d e lo s so cia l,
convocó las dem andas de seguridad ciudadana, lo q ue le a brió la s p ue rta s, tanto
a la s o rg an iz ac io ne s p riv ad as d e v io le ncia y ju stic ia , c omo a re ac cio ne s ile ga le s d e
las fu erzas de seg urid ad d el E stado , haciendo cada vez m ás confusas y g ris es la s
diferencias entre lo político y lo delincuencia l; entre lo leg al y lo ileg al; entre la
v io lenc ia o rg aniz ada y l a desorganizada; 'e ntre lo s oc ie ta l y l o mi li ta r; en tre la
justicia y l a venganza.
A su v ez, la estru ctu ra de p atron azgo
y
c lie nte la d e e sta s v io le nc ia s d ifu sa s,
le s p erm itía a de cu arse a la s re alid ad es p ro pia s d e la s so be ra nía s e n d isp uta ; p asa r
de una organización arm ada -delincuencia l o política- a otra, com o si fuesen
banales o fú tiles los m otivos que llevaron a los d iversos actores a div idirse en
bandos capaces de m atar
y
de m orir.
28
La d ific ulta d p ara in te rp re ta r la s mo dific ac io ne s q ue e l c o nte xto p ro du cía e n
u n esta do d e g uerra p rolon gado , llev ó a lo s a nalistas po lítico s a centrar su m irada
en la d imen sión cuan tita tiv a pues cada veze ra más d if íc ild if er en cia r la s modalid ade s
d e a cc ió n v io le nta, las prácticas m ilitares de cada actor o las razones de tan tas
muertes. S ólo pare cía po sib le co nocer el n úm ero de v íctim as, e l a rm a h om ic id a
y quizá el lugar donde ocurrían los hechos de sangre. P ara tener una idea de la
m agn itu d d el pro blem a, baste considerar que m ientras en A m érica L atina, el
p rom ed io d e h om ic id io s p or c ad a c ie n m il h a bita nte s e s d e v ein tiu no , e n C olombia
son s etenta y cuatro; que para todo el m undo los hom icid ios representan ell
d e las m ue rtes m ientras q ue en tre no sotros e s el2 5
% ,
lo q ue sig nific a q ue p or e sta
causa m ueren m ás personas que por cualquier enferm edad
.29
L o q ue se p on ía de m an ifiesto co n e sta situ ació n era la ex pan sió n del
animus
belli
30
a o tr os e spacio s
y
o tro s a cto re s d e la v id a so cia l, a je no s o n o c omp rom etid os
2 7 Estas son las características que le asigna Schm itt a la guerra com o acción o guerra total. Véase:
E l con cepto de lo p olítico . O p cit. p. 130.
28 Daniel Pécaut. De l a v io le nc ia b an al iz ad a a l te rr or . E l c a so colombi ano . ControlJersia. No.l7 l.
S antaféde B ogotá, C inep, 1 997. p p. 9 -3 3 .
29 Jaime Zuluaga Nieto. O p ci t. p. 3 .
30 Carl Schmitt señala que la hostilidad o el anímus b e/ /í n o p re ce de a l c on flic to; por e l con tr ar io ,
se alim en ta de él
y
en la m ed ida en qu e se agu diza, la host ilidad se hace m ás total. Ve r Carl Schmi tt.
E l c on ce pto d e lo s p olític o. O p ci t. p. 139.
25
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María T eresa U ribe d e H incapié/Las soberanías en ví lo en un contex to de guerr a
y
paz
hasta el momento con el conflicto armado; los efectos perturbadores de la
estructura patrón clientela, sobre los referentes políticos y públicos de los actores
armados y sociales; la conjunción de escenarios de guerra y delincuencia; las
porosidades y deslizamientos de los actores armados de un campo a otro y, lo que
es más importante, la aparente pérdida de sentido de la guerra misma. En suma,
se ponía de manifiesto un cambio cualitativo, no solo cuantitativo del conflicto
armado, que consistía en el giro del estado de guerra a la guerra como acción, y
que ésta, parecía justificarse a sí misma, haciéndose cada vez más total.
31
4 La economía de la droga
La economía de la droga modificó, también de manera significativa, el
contexto de los conflictos armados. Su irrupción yrápida expansión verificada en
los años ochenta, estuvo posibilitada, en parte, por una soberanía estatal frágil y,
en parte, por el incremento sustancial en lademanda internacional de estupefacientes.
Las manifestaciones del narcotráfico en la vida colombiana son de muy
diversa naturaleza, pero en lo que atañe al conflicto armado, fueron de
particular significación dos aspectos: en primer lugar, las maneras como los
narcotraficantes se articularon tanto a los actores tradicionales de la guerra
en el mundo rural como a las nuevas modalidades de acción violenta que se
desarrollaban en las grandes ciudades; y, en segundo lugar, la gran cantidad
de recursos económicos generados por el tráfico ilegal, que por canales
diversos llegaron a las arcas de los distintos actores armados y al universo
de la política tradicional que, dada su estructura de patronazgo y clientela,
facilitaba la estrategia de control sobre lo institucional puesta en práctica por
estos nuevos actores violentos: los
narcotrañcantes.r>
La expansión de la economía del narcotráfico produjo modificaciones
paradójicas y contrastantes. Le dio organicidad y potenció las llamadas
violencias urbanas, juveniles, delincuenciales, comunes y vecinales, anudando
milicias y bandas a sus estrategias de distribución y mercadeo de estupefacientes,
así como a las guerras privadas en contra de una gama muy amplia de
enemigos y contradictores; y, almismo tiempo, produjo efectos desorganizadores
y dislocadores en algunos sectores de la burocracia estatal de las diversas
ramas del poder público, de las fuerzas de seguridad y de ciertos actores de
la política partidista, que con su accionar corrupto ponían en vilo la soberanía
31 [b id.
p.
139
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Estudios Polí ti cos No. 13 . Medellín, Julio-Diciembre 1998
estatal pero esta vez desde dentro del régimen político y en el ámbito de los
órganos de representación, elección y gestión públicas.
32
Esta forma de articulación de los narcotraficantes con los actores legales
e ilegales de la vida colombiana,_y su doble efecto -organizador en un ámbito
y desorganizador en otro-, ha estado determinada, en parte, porque unos y
otros comparten un sustrato sociocultural similar, donde predominan formas
de asociación que se enmarcan en la relación de patronazgo y clientela,
donde los vínculos que unen a los asociados no están determinados por
identidades culturales, sociales o de clase sino por relaciones bidireccionales
de intercambio, centrado en los recursos de poder (institucionales, de fuerza,
violencia o control territorial) que posee un patrón en particular.
El personalismo es de la naturaleza de estas asociaciones c1ientelares.
Se obedece a un patrón, se lo reconoce y acata, no por lo que él significa en
el ámbito público sino por la cantidad de recursos institucionales, económicos,
de violencia o de fuerza que pueda movilizar en un momento dado, para sus
intereses privados y los de su clientela. El faccionalismo es otra característica
de las relaciones patrón-clientela, es decir, la tendencia a la división interna,
al surgimiento de nuevos patrones, a las escisiones y recomposiciones de las
clientelas. A su vez, los personalismos y los faccionalismos tienden a ser
descentralizados, de base regional o local, y aunque eventualmente pueden
dar pie a alianzas o federaciones de patrones en el contexto nacional, también
son frecuentes las guerras a muerte en las que se definen nuevos patronazgos
y
se realinderan las c1ientelas.
33fi
->
La articulación de los narcotraficantes con los sectores armados, siguió
el mismo patrón diferencial y desregulado. En su condición de nuevos
terratenientes rurales en zonas con fuerte presencia guerrillera
34
hicieron
causa común con propietarios tradicionales quienes venían deslizándose
hacia estrategias paramilitares para combatir a la guerrilla y desmontar su
32 El llamado proceso ochom il develó la presencia de los intereses ilícitos del na rco tr áfico en la
burocracia del gobierno y e n o tras ram as del poder público .
33 Estas estructuras de pat ronazgo
y
cliente la presentes en la h is to ria Lati no americana desde els ig lo
X IX h asta ho y, s on las que le han perm itido a F ern ando Escalan te G on zalbo afirmar que el orden
po lítico de estas na ciones es al go a medio cam ino entre el ord en clásico de la Sícilia m afiosa
y
e l ti po webe riano de dom inación pa tr imonial . Véas e: Los c rímenes de la patria. Las guerras de
construcción nacional en M éxico. Metapolít ic a Vol 2. No. 5 . México ,Cepcom , 1998. p. 9.
34 Jaime Zuluaga Nieto.
O p
cit. p. 5 .
27
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María Ter esa U r ib e de H incap ié/L as sob eran ías en v ilo en un con texto d e g uerra y paz
sistem a im p ositiv o d e secu estro s y ex to rsio nes. E sta co nv erg en cia d e in tereses
coim plicó a las fuerzas arm adas -por lo m enos a algunos de sus efectivos de
d iferente rango- dado que, para todos ellos, la guerrilla era el enem igo
principal . La alianza táctica perm itió que buena parte de las ganancias del
tráfico d e n arcó tico s así como su s recu rso s d e fu erza (ejército s, arm as, tácticas
d e terro r) flu yeran h acia alg un as o rg an izacio nes p aram ilitares p osib ilitan do
s u c on so lid ac ión y e xte ns ión. 35 S in embarg o, en o tras re gio nes d e c arac terístic as
d iferen tes, fu erza p úb lica y n arco trafican tes se sitú an en co nd ició n d e en em ig os
irreconciliables y se confron tan m ilitarm ente con un altísim o costo en vidas
p ara las in stitu cio nes arm ad as.
L a situ ac ió n e s to ta lm e nte d ifere nte e n las z on as d e co lo niza ció n d e fro nte ra
ab ierta. E n estas region es h a ten id o m ayor ocurren cia la exp an sió n de cu ltiv os
ilícitos
y es d on de la articu lació n d e lo s n arco trafican tes co n lo s g ru po s arm ad os
ha seguido un patrón diferente. En estas zonas, la convergencia de in tereses
tácticos se nucleó en torno a los pequeños cultivadores de coca y am apola.
A lrededor de ellos, de sus necesidades y dem andas, guerrilla y narcotráfico
entraron en contacto, perm itiendo la irrigación de las finanzas de la prim era a
tra vé s d e la re trib u ción que r ec ib ía n po r s erv ic io s p re sta do s, ta le s c omo v ig ila nc ia
de laboratorios, uso com ún de redes de abastecim ien to , de in sum os y arm as;
ad em ás d el co bro d e un im puesto ex to rsivo llam ado g ram aje y cobrad o sob re las
d ro gas ilíc itas q ue salen de las reg io nes de cu ltiv o.
E sta c on ve rg en cia d e in terese s tá ctico s, d iferen ciad a re gio na lm e nte, h ac e
que guerrilleros y narco trafican tes no siem pre estén situados en condición de
enem igos, y m ien tras que en algunas zonas se enfren tan a m uerte a través de los
param ilitares, en o tras desarrollan tácticas fragm entarias de cooperación y
complementariedad
E n sum a, la eco nom ía d el n arco tráfico se b en efició d e lo s estad os d e g uerra
p ro lo ng ad os, d e lo s ó rd en es reg io nales d e facto , d e las so beran ías en d isp uta. S u
articu lació n co n lo s acto res in stitu cio nales, p artid istas, arm ad os o so ciales, se
ajustó de una m anera muy eficaz al m apa de los conflictos arm ados y de los
poderes fragm entados, así com o a las diversas arm azones de patronazgo y
c lie nte la . A lm ismo tiempo, la e conom í a del n arc otrá fic o mod ificó sus tanc ia lmente
e l c onte xto d el c on flic to a rmado, no s ólo po rque c on s us c ap ita le s ilíc ito s f in an cia
35 Sobre el tem a véase: Carlos M ed ina Ga l lego.
Autodefensas
param ilitares
y narcotráfico
en
Colombia
Origen, desarrol lo y consolidación. Bogotá, Ed itor ia l Documen tos Period ís ti cos, 1990.
36 Jaime Z uluaga N ieto. O p citop. 6 .
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Estudios Polí ti cos No. 13 . Medellín , Ju lio -D ic iembre 1998
a los d iferentes ejércitos sino porque am plió el universo de los conflictos y las
violencias, haciendo de ellos algo cada vez m enos público , m ás opaco , m ás
privado
y
co n altos g rado s de co mp lejidad y diferen ciació n regio nal.
5. La diplomacia y la guerra
Ad emá s d e la s mo dific ac io ne s d el c on te xto so cio cu ltu ra l y e co nóm ic o, que
tran sfo rm aro n profu ndam ente las d inám icas bélicas a partir de la década de los
ochenta;se presentaron cam bios significativos en las estrateg ias de los actores
a rm ado s, red efin icio nes en su s p ob lacio nes de apo yo y el surg im ien to d e u n po lo
de opin ión opuesto a la guerra que em pezó a buscar form as de negociación de los
c on flic to s. E s d ec ir, se c on fig ura ro n e sc en ario s d e d ip lomac ia p ro lo ng ad a y gue rra
generalizada poniendo de m anifiesto que se transitaba hacia un m omento
cualita tiv amen te d is tin to de la conf ron ta ción??
A prin cip io s d e la d écada de lo s o chen ta, se inició, tardíam en te po r lo dem ás,
el largo y tortuoso proceso de negociación
y
acuerdos entre las d iferentes
ag rup acio nes gu errilleras y el g ob ierno
nacional.Se
necesitaron algo m ás de
veinte años de guerra irregular, para que los actores del conflic to aceptaran la
p osib ilid ad d e e nsa ya r e stra te gia s d ia ló gic as y c on se nsu ale s p ara p on erle fin a u n
estado de guerra pro longado, que cada vez se tornaba m ás complejo y se
d ife renciab a territo rialm en te sin presen tar altern ativas claras de salida. Pero
cuando los actores arm ados se sentaron a la m esa del d iálogo , l as g ramát icas
b élic as y la s modific ac io ne s d el c on te xto, hab ían cread o realida des in éd itas qu e
superaba am pliam ente las causas prim eras o las justificaciones m orales del
conflicto.
7
L os diálogos fueron m ultilaterales, con cada agrupación por separado,
d iferidos en el t iempo, con agendas distintas, tratam ientos desiguales para los
insurgentes y siem pre parciales e incom pletos, de tal m anera que m ientras con
unos se firm aba la paz, con los o tros se m antenía la guerra. A d em ás, fu ero n
frecuentes las d iv isiones en las organizaciones guerrilleras y, por lo general,
quedaban reductos que se negaban a obedecer los com prom isos adquiridos por
las cúpulas en las m esas de neqocíacíón .
37 Para ampliar este p un to v éa se: A na M aría Be ja ra no. Estrategias de paz
y
apertura democrática.
U n ba lance de las adm inistracion es B etancu ry B arco . En: F r an cis co Lea l Bu it ra go (edito r).
A l
filo d el
c ao s. B og otá , T erc er Mund o Edito re s, 1990. pp . 27-55. M ar ía Emma W i lls Obre gó n. Las
polí ticasgubernamenta les f ren te a lproceso de paz . En:El izabetUngar B l eie r ( edi tora).
Gobemabil idad
en
Colombia Retos
y
perspectivas
San ta fé d e Bogo tá, Uniandes, 1993 . pp . 129-185. J e sú s An tonio
Bejarano .
U na agenda para la paz
S an tafé de B og otá, T ercer M u ndo E ditore s, 1995.
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María Teresa U ribe de Hincapié/La ssoberanías e n v ilo en un contexto de guerra y paz
Los interlocutores gubernamenta les tam poco lo gra ro n d es arro lla r u na acción
coherente y orgánica. A unque públic amen te no hubo opo sic ió n a la s n egociaciones,
ésta no fue una polí tica que comprom etiera a toda la burocracia estata l. A lgunos
sectores de l a s fue rzas a rm adas, la ram a ju dic ia l, e l congreso y l a s a dm i n istraciones
te rrit o riale s, man tuvieron el
anim us be/li
su opción por la gu erra c omo so lu ció n
y , por acción u om isión , llena ron de obstáculos el cam ino de lo s a cu erd os.
Las conversaciones se desarrollaron en c lim as b a sta nte ambiguos, producidos
por una m ezcla perversa de voluntarismos y desconfianzas. Casi siempre se
rom pían abruptamen te por actos de vio lencia o d e fuerza, seguidos de asesinatos
selectivos, secuestros, desaparicion es, ofensiv a s m i litares, escaladas guerrilleras
y acusaciones sobre la s responsabilidades de cada cual en el fracaso de los
díáloqos .
Estos se reanudaban tiem po después, inducidos la m ayoría de las
vece s p or nuevos actos de fuerza, in sta ura nd o u na su erte d e d ip lom acia arm ada
que lleva m ás de quince años
?
De e sta m a ne ra, e l e scenario de los d iálogos ponía de m anifiesto los perfiles
m ás vis ib les de los estados de guerra: se buscaba la paz pero no se renuncia ba a
la contienda; se confrontaban varias soberanías pero ninguna de ellas -in clu ida
la estatal- te n ía n sufic ie nte c on tro l
y
auto ridad para hacer respeta r los acuerdos
suscrito s
y
los comprom isos adquiridos a nom bre de sus representados
y,
entre
tanto, s e c om bin aba m agistralmen te la d ip lomacia con la guerra. La garantía para
el rec onoc im ie nto c omo interlocutor válido , era e l d esp lie gu e d e a cc iones m ilitares.
T anto para las agrupaciones guerrille ras com o para el gobierno, lo s d iá logos
constitu ían un escenario de m edición de fuerzas, u n espa cio para desplegar
y
m ostrar el poder de cada cual, p ara co ncitar el m ie do
y
el resp eto e n e l e n em ig o,
p a ra doblegar lo
y
oblig a rlo a l s ome tim i en to l
L o q ue estaba en el horizonte de unos
y
otros, s e p a re cía m ás a la expectativa
de una rendic ión que a una construcción conjunta del fu turo . A unque parezca
paradójico , la posib ilidad de hacer la paz em pezó a depender cada vez m ás de
la capacidad de m over fuerza bélica
y
d e p ro pin arle golpes m ilitares al e n em igo
p ara o blig arlo a negociar. Pero, al m ism o tiem po, n inguno de los actores en
conflic to estuvo dispuesto a ce rrar d efin iti vam ente ese espacio de d iálogo y su
a pe rtu ra h a p erm itid o la re cu pe ra ció n d el d isc urso p olítico y sit uar las agendas en
el horiz onte de lo que se podría llam ar un proceso de construcción nacional.
P ara principios de la década de los noventa , d e la s v ie ja s g ue rrilla s s oc ie tales
quedaba m uy poco. É stas habían am pliado de m anera signif icativa el n úm ero de
38 M ari a Emma W il l sOb r egón .
O p
cit
p . 14 2
y
ss .
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Estu diosPol ílicosNo.13 .M edeU ín, Julio-Diciembre 1998
frentes y de efectivos; habían conform ado verdaderos ejércitos disciplinados y
b ien armados, incursio naro n en n uev os territo rio s d e al ta p roductividad económica
o de in te ré s e stra té gico para el desarrollo nacional y , al am paro de los cam bios en
e l ré gim e n polític o, especialmen te el de la descentralización, reorientaron su
a cc ionar po lític o m ilita r h acia el co ntro l y la d irecció n d e la v id a en las lo ca lid ad es
y
municipios. .
La nue va e strateg ia d e las organizac iones a rmadas, l a svincu ló con f lo re cientes
econom ías exportadoras com o la del petró leo, e l b an ano, el café, la palm a
africana , la m in ería d el oro y del carbó n, los desar ro l los hidroeléc tricos. Además,
los acercó a m unicipios con econom ías com erciales e n expan sión, a polos de
d esarro llo re gional y a las cuatro grandes ciudades del
país .
Es ta e xpan sión
territorial, acom pañad a d el in crem en to en el nú mero de frentes, efectivo s, arm as
y am pliación de su sistem a de im puestos extorsivos, significó, a l m ismo tiempo ,
el deslizam iento dela guerra de guerrillas o guerra de m ovim ientos a la guerra
regular o guerra de posiciones sin que se abandonaran del todo las tácticas
originales.
Las nuevas estrateg ias guerrilleras ponían frente a frente y en batallas
cam pales al ejército nacional, acosado en sus cuarteles, y a unos ejércitos
guerrilleros , d iscip lin ad os y bie n a rmado s, c on c ap acid ad d e in frin girle d erro ta s
s ign if ic at iva s a sus enemigos, tom ar rehenes y m anten erlo s in de fin id amente b ajo
s u c on tro l so be ra no . E sta c on ju ga ció n de e sc en ario s e ntre d ip lomac ia p ro longada
y g uerra g eneralizad a, sign ific ó también la expansión del param ilitarism o a
nue va s z on as y te rrito rio s. S eg ún estu dios recientes, en 1985, la presen cia de
es tas organizac iones se loca liz aba básicamente en algunos m unicip iosde lMagda lena
M edio B oyacence, U rabá y en el sur de los L lanos O rientales pero para 1993 ,
estaban presentes en 272 m unicipios, esto es en el 27
de los municipios
colornbíanos '. C inco años después su presencia en las localidades puede ser
e l dob le .
Estos grupos cuyo origen es m últiple y sus alianzas abarcan conjuntos
m uy heterogéneos de población , han tenido patrocinios y apoyos sociales de
m uy diverso carácter: algu nos están vinculados con la fuerza pública dado
39 Véase Francis co Lea l Bu itr ago. La sU t opías de l a P az . E n A lfo nso Monsalve
y
Eduardo Domíng uez
(editores).
O p cit
pp.127-136 .
40 Camilo Echandí a. La evolución reciente del co nflicto arm ad o en Colombia . Semina rio taller:
E l
estado del co nflic to político arm ado y
su
solución negociada
M elga r, junio de 199 6.
41 Jaime Zuluaga Nieto .
O p cit
p. 8 .
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María Teresa U ribe de Hincapié /Las sob eranías en v i/o en un contexto de guerra
y
paz
que tienen un enem igo com ún, otros obedecen m ás a las estrategias del
narcotráfic o, lo s hay de origen claramente campesin o y autodefensivo, y la
mayo ría corre sponden a la iniciativa de grandes
y
pequeños pro pietari os
urbanos y rurales, legales e ilegales
42
.
Pero lo que define su accionar, es su
vocación contrainsurgen te que crece y se multip lica en la m edida en que
declina y se opaca la soberan ía estatal y se d ism inuye la capacidad ofensiva
y defensiva de las fuerzas m ilitares
E l go bierno nacion al, que tiene el poder constitucional para defin ir el
e nem ig o in te rn o, ha ten ido con estos grupos contrainsurgen tes una postura
ambivalente. L o s d es au to riz a p úb lic amente, so bre to do cu ando las p resio nes
internacion ales po r m asacres y vio lacio nes de los d erechos hum an os lo o bligan
a e llo . E n o ca sio ne s, realiza co n las au to defen sas operacio nes con juntas, dice
com batirlos y eventualm ente lo hace, pero , al m ismo tiempo, y por largos
períodos , l ega li za formas c iv il es de cont ra in surgenci a.
S i para el gobierno los grupos param ilitares no constituyen un enem igo
interno, p ara m uchos m iem bros de la so ciedad civil , d e sa rmados y supues tamente
respetuosos de la ley, la presencia bélica de estos gru pos significa una solució n
v iable y p ragmá tica para la garantía de su seguridad individual y la de sus b ienes,
con lo cual se los sitúa com o los princip ales pro tagon istas de la gu erra contra las
guerrilla s o to rg án do le a l c o nflic to arm a do u na dim ensión cada vez más civil y m ás
opaca.
L o s grupos parami l it a res, a s u v e z , han optado en su accionar con trainsurg en te
por una estrategia de guerra de m ovimientos, sim ila r e n su fo rm a a la s p rá cti cas
d e su s e nem ig os,
43
1
que les ha perm it ido ejercer contro l sobre algunas zonas de
s ig nif ic ativ a p resen cia gue rr ille ra, o b sta cu liz ar avances, resp on de r a cc io ne s,
desvertebrar corredores de m ovil ización , cen tros de abastecimiento , áreas de
refug io y re taguard ia. D e e sta m a ne ra c on stru ye n u n e nem ig o to ta l e n la s r eg io nes
d on de tie ne n p re se nc ia, lo qu e anu la en la práctica la d iferencia en tre armados y
desarm ados, o bligand o a la p oblación residente y n o confiab le - según su c rite rio -
a la diáspora y al éxodo.
42 Para am pliar este tema véas e: Jorge Orlando Melo. Lo s pa rmi litar es y s u imp ac to en la pol ítica .
En: Francisc o L ea l B u itra go (editor). O p cit Carlos G allego M edina. O p cit Fernando Cubides.
L o s p a ra m i litares y
su
estrategia
San ta fé d e Bogo tá, Program a de es tudio s s obre se gu rida d, ju sticia,
v io le nc ia y paz pública . Documentos de tr abajo No. 8. Octub re de 1997. T eofi lo Vásquez. U na
n ueva e ta pa del param ilitarismo . Pon en cia pre sent ada en el fo ro V io le ncia e in se guridad enA ntioquia
Medel lín, ¡P C, 1 998.
43 Véase G ermán Castro Caycedo . En
Secreto
Santaf é de B ogo tá, Planeta, 1996 . p. 157 Yss .
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Es tudios P olíticos No. 13 . Medellín , Ju lio-Diciembre 1998
La guerra que hoy libran param ilitares y guerril leros se define en torno a
estrategias de conquista y reconquista de territorios, es decir , a propósitos
esencialm ente m il itares de acuerd o con la ló gica de la guerra como acción. o q ue
in teresa ahora es la liquidación de l enem igo, el ex te rm in io o e l d es pla zam ie nto
definitivo de su población de apoyo, el control absolu to y no compartido de
recursos económ icos y la d isputa a m uerte por las zonas de abastecim iento y por
las áreas susceptibles para el cobro de im puestos de guerra. D e esta m anera, la
gram ática d e la lo s co nflictos con su s perfiles p riv ado s, o paco s y la definició n
mecán ic a y au tomá tic a de enem igo s, e stá r ed e fin iendo la s te rr ito ria lid ade s bélic as ,
poniendo en vilo las sob eranías altern ativas y tran sfo rm and o lo s p aralelos y lo s
m erid ian os d em og ráficos y econ óm icos del país, así com o la geopolítica de la
con fro ntació n qu e tiend e a su internacio na liz ac ió n p ro gre siv a '7
La con ju nc ió n d e e sc en ario s d e d ip lomac ia p ro lo ng ad a y gue rra g en era liz ad a,
ha ten ido repercusiones significativas en las poblaciones de apoyo y en los
diferen tes sectores que com ponen la sociedad civil. La guerrilla m antiene la
sim patía en sus zonas de presencia tradicional, lo s p a ram ilitares han logrado
c on cita r a po yo ta nto e n a lg un os g ru po s e co nóm ic os p od erosos com o en pequeños
propie ta rio s u rb an os y ru ra le s. P ero , lo m ás novedoso, es la aparición de un grupo
impo rta nte d e p erso na s y o rg an iz ac io ne s so cia le s y no gubernamen ta les, d e fue rte
a rra ig o en lo s s ec to re s p ro fe sionales, medios y populares de las grande s c iudades ,
que constituyen un polo de opin ión con capacidad de moviliz ac ió n y d e d is cu rs o,
orientado h acia la crítica de la guerra com o estrategia de acción política, que se
opone de m anera racional y ética a los m étodos violentos y autoritarios de los
d iv ers os a cto re s a rmado s y que s e d efin e p or la d efe ns a d e lo s d e re ch os c iu dadano s,
de la d im en sión de lo p úb lico y d e la co nstru cció n d e p ro ce so s d e d emo cra tiz ac ió n
progresiva.
E sto q uiere d ec ir q ue la c on ju nc ió n d e e sc ena rio s d e d ip lom ac ia p ro lo ng ad a
y gue rra g en era lizada ha producid o e fe cto s sig nifica tiv os e n la re de fin ic ió n d e lo s
d iv erso s sectores qu e con form an la so ciedad civ il, que ya no pasan por las viejas
sociabilidad es o po r sim patías d e co rte clasista, id eológ ico o cliente lar sin o p or
realinderam ientos cuyo sentido sólo puede encontrarse en la gram ática de la
g ue rra c omo a cc ió n.
6 Las perspectivas del conflicto armado
L o que devela y pone de m anifiesto el tránsito de los estados de guerra a la
g uerra co mo acció n, es qu e la so beran ía d el E stado N acio nal está o pacán do se,
d ilu yénd ose y es pu esta en cu estió n d esd e un a trip le perspectiv a: co mo d om inio
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Instituto de Est~i
lefe nio de 00
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María Teresa U ribe de Hinc apié/Las soberan ías en vilo en un contexto de guerra
y
paz
territorial, que hoy se disputan guerrilleros y param ilit ares, como referente
institucional, ya que ha perdido hasta su eficacia sim bólica para mantener, así
fuera vir tualmente, alg un a fo rm a d e o rden públi co o colectivo, y como re presenta ción
de la autonom ía de la N ación fren te al exterior q ue g ara ntice la no in te rv ención
de otras naciones en los asuntos internos.
E lEs tado, rep resen tan te leg al de la so beranía, h a perd ido la prim acía en la
conducción de la g uerra que ahora va por cuenta de los civiles . También encuentra
g ra nd es d ific ulta de s p ara d efin ir c omo e nem igos intern os a lo s p aram ilitares y p ara
n eg ociar la p az, p orq ue n o co ntro la su s b uro cracias y p orq ue secto res im p ortan tes
de la sociedad civil , a los cuales form alm ente representa el gobierno, le siguen
apuntando a la guerra privada como solución pragm ática a sus situaciones
partic ula re s de in se gu rid ad.
E l tránsito hacia la guerra com o acción ha puesto de m anifiesto, tam bién ,
que las soberanías alternativas o los poderes de facto, tan to aquellos que
dicen representar las guerrillas com o la s te rrito ria lid ad es p aram ilita re s, no
son ni absolutas n i permanentes. Se mantienen en disputa y el control que
se ejerce en una coyuntura puede cam biar radicalm ente en otra, manteniéndose
estas cuas i re giones som etidas a guerras de conquista y reconquista , lo que
hace frágiles y transitorios los dom in io s a llí e sta ble cid os, así com o el apoyo
que pudiesen tener en los sectores sociales, augurando por tiempo indefinido
la pro longación de los conflictos.
Los cambios cualitativos que induce la guerra como acción , ponen de
manifie sto q ue e sta ríamos fre nte a u na c on fro nta ció n por la construcción nacional
por un orden justo y, a nte to do , p úb lic o y c ole ctiv o, p or la g aran tía d e lo s d erech os
civ iles, políticos, sociales y culturales, por la v igencia de una autoridad con
capacidad de con citar o bed ien cia y acato p or parte d e los go bern ado s. E n fin, una
guerra por la con stru cc ión de la soberanía gue rra a pa re ntemen te a rc aic a, librada
en el m undo o cciden tal en los sig los X V IIIy X IX, y su pu estamen te e xtempo rá ne a
en los tiem pos que corren.
P or eso no es extraña la seducción que el pensam iento hobbesiano puede
te ne r so bre lo s a na lista s d e u n c on flic to c on e sta s c ara cte rís ticas. S in embargo, vale
la pena exam inar sucin tamente si las formulas hobbesianas serían viables y
practicables en la Colombia de hoy y si, en tiem pos de globalización, sigue
teniend o vigen cia el p rop ósito de co nstru ir sob eranía n acion al.
S í d e lo que se trata es de la construcción nacional, resu lta lógico pensar en
las so luciones hobbesianas. E n el retorno de un L eviatán todopoderoso y quizá
tambié n p ate rn al q ue pud ie ra e sta r a so cia do, b ien co n la transfe re nc ia de sobera nía
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Estudios Políticos No . 13 . MedeUín, Julio-Dici embre 1998
del Estado hacia un grupo o una coalición de grupos insurgen tes o hacia la
restauración del orden , la au to ridad y la seguridad por parte de las f uerz a s armadas
del Estado , pero siem pre en el horizon te de la guerra y de triunfos m ili tares
co ntund entes que derroten al enem igo o lo dobleguen de tal m anera que no le
d ejen m ás alternativa que la negociación.
S in em b arg o, las form ulas hobbesianas que para m uchos analistas
polí ticos en Colom bia siguen teniendo vigencia, se topan con realidades
histó ricas que las hacen im practic ables . E n p rim era in stancia, las guerras que
condujeron a la conform ación de soberanías nacion ales estatales se lib raron
e n c on te xto s h istó ric os b ie n d ife re nte s, cuando declarar y hacer la guerra era
ho norífico y una g ran m u estra d e v alor y patrio tism o. H o y la s g uerra s re su lta n
m otivos de vergüenza para las naciones que las m antienen o declaran y los
organism os supranacionales in tentan evitarlas desde 1945 .
E ra m ás fácil y m ás honorífico com eter todo tipo de atropellos y derram ar
sangre en nom bre de la patria , cuando no existía la Onu , l as convenciones
de G in ebra, el derecho in ternacional hum anitario , las organizaciones no
gubernam entales de derechos hum anos, las veedurías ciudadanas y, sobre
todo, cuando no se hab ían configurado polos de opinión, tan to en el in terior
com o en el exterior, que dem uestren activam ente su creciente rechazo y
repugnancia por la guerra com o alternativa a la so lución de los conflictos de
d ive rs a na tu ra leza.
L os E sta do s Na cio na le s modernos, l a spo liarquías, surg ieron en el silencio,
l a inv i sibilid ad y la imp unidad con que actuaban los gu erreros. A l a m paro de estas
d im e nsio ne s p ro pias d e la s so cie da de s p remod ern as y d omé stic as, d e la g ue rra ,
de sus horrores y de sus costos, poco se conocía. L os relatos sobre las gestas
nacionales poco develaban sobre su verdadera naturaleza pero, en un m undo
g loba liz ado e h ip er comun ic ado, donde los m edios m asivos de com unicación
hacen públicos y divu lgan para públicos m uy diferenciados y com plejos los
desm anes y desafueros de las guerras, las fo rm ulas hobbesianas se vuelven
imp ra ctic ab le s y se a bre n o tro s c am inos para la construcción nacio nal.
L a g lob aliz ac ió n y la in te rn ac io na liz ac ió n d el d ere ch o, e sa mundia liz ac ió n
del m u ndo q ue acelerad am en te se po ne de m anifiesto en el ú ltim o d ecen io de este
sig lo , l a n ue va a gen da in te rn ac io na l q ue ma ntiene en prim er plan o la defensa de
los derechos hum ano s, la lucha contra el narco tráfico y la pro tección de la
naturaleza, lim i ta n e l e sp ac io d e maniob ra que cad a país en particular p ueda tener
para m anejar situaciones de guerra interna y en nom bre de la hum anidad se le
m arcan lím ites al accionar de los gobiernos y de los grupos insurgentes.
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María T er es a U r ib e d e H in ca pié /Las sob er an ías en v ilo e n un c on te xto d e gue rra
y
paz
Pero no son sólo consideraciones referidas al anacronismo o al destiempo
histórico los que hacen impracticables las formulas hobbesianas siendo tan
acertadas sus interpretaciones sobre el significado de los estados de guerra.
Se trata también, y primordialmente, de la naturaleza de las confrontaciones
armadas en Colombia, cuyos desenvolvimientos en arcos de tiempo indefinidos
y en espacios diferenciados, desataron dinámicas bélicas que escapan al
control de los diferentes actores armados y del gobierno mismo y disminuyen
tanto el poder que éstos pueden tener como los apoyos sociales que concitan,
dando al traste con las pretensiones soberanas de todos los actores.
Por eso no parece razonable suponer que de una guerra de perfiles
opacos, privados y diferenciales pueda surgir algún Leviatán que imponga
un orden colectivo y público con la fuerza de su espada y a la sombra de su
báculo protector. Por el contrario, lo que cabe esperar es que una guerra
como ésta, continúe prolongándose y recomponiéndose, cambiando sus
gramáticas y sus emplazamientos como hasta ahora, y sigan creciendo las
estadísticas de muertes violentas, masacres y violaciones de los derechos
humanos sin que se vea en el horizonte una derrota militar contundente o
un doblegamiento del enemigo, para llevarlo con la cabeza baja a la mesa
de diálogos.
En condiciones de predominio privado y de ampliación de las estructuras de
patronazgo y clientela, y dada la vulnerabilidad de todos frente a la violencia, las
tesis de la negociación del conflicto pueden abrirse paso; y no necesariamente
porque se aprecie el valor de la paz, las bondades éticas del consenso o las
ventajas comparativas de la democracia sino porque, ante la debilidad política y
pública de los implicados en una guerra con estos perfiles, el uso de la fuerza se
vuelve ineficiente para casi todos e inconducente en términos de los resultados
esperados, y la inclinación a negociar puede sustituir la hostilidad y el
animus
belli 51
Lo que no parece razonable es abandonar la idea de la construcción
nacional, así los vientos de la globalización parezcan cambiar los rumbos de la
historia y algunos contenidos de las soberanías decimonónicas. Lo que se puede
esperar de la negociación del conflicto es la conformación de un verdadero orden
político, público, colectivo e institucionalizado, con capacidad de sancionar los
delitos y de garantizar los derechos ciudadanos, tarea que, pese a casi doscientos
años de vida republicana, no se ha podido realizar. La construcción nacional tiene
que desembocar en un nuevo orden soberano, pues sin soberanía no hay
ciudadanía y sin ley los derechos de todos serían frágiles y vulnerables.
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8/18/2019 Las Soberanias en Vilo
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Estudios Polít icos No. 13 . M ede llín . Julio -Diciembre 1998
Hoy, la vía para la constru cc ió n n ac ional es m ás com pleja y el reto para esta
sociedad no está únicam ente en lleva r a l os actores arm ados a firm ar un acuerdo
de cesación de hostili dades. E l reto tiene que ver con la tra nsfo rm ación de las
prácti cas patrim onialis tas y clientelistas, con el uso privado de los recursos
públicos y bélicos para garantizar intereses particula res que han conducido a la
profunda debilidad de lo público , y a l d esp liegue del autoritarism o en la v ida
social. E l reto está en constru ir un orden nacional soberano com o condición
necesaria y previa al desarro llo de la dem ocracia ya la inserción del país en un
mundo g lob aliz ado.
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