las ideas politicas en maria zambrano
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LAS IDEAS POLTICAS EN MARA ZAMBRANOLUIS ALVARENGA
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A mis padres.
A Mara Poumier, por cuya amistad conoc a Mara Zambrano.
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Introduccin
La filsofa espaola Mara Zambrano contina una tradicin que cobr
especial relevancia en el siglo XX: la crtica a la modernidad y a uno de sus
engendros: los sistemas de dominacin poltica basados en el entronizamiento de
la racionalidad. Ya sean las democracias formales burguesas, ya sean los
autoritarismos de izquierda o derecha, el comn denominador a todos es la
voluntad de poder (Nietzsche), de dominacin de las personas concretas en
nombre de una racionalidad hipostasiada. Uno de los aportes de esta autora es el
concepto de historia sacrificial, a travs del cual examina rigurosamente los
despotismos racionalistas de Occidente. Esa historia sacrificial,como su nombre
lo indica, ha terminado sacrificando a los individuos y a los pueblos que estos
despotismos racionalistas haban pretendido redimir, ya sea con el discurso del
progreso, el consumo o la liberacin econmica. Lo que se pretende es valorar
qu tanto valor tienen las ideas de Zambrano para la realidad centroamericana de
principios del siglo XXI. Recurdese que los ltimos veinte aos fueron el
escenario en el cual Centroamrica vivi una serie de cambios importantes: la
lucha contra el despotismo militar-oligrquico, la transicin de dictaduras militares
a regmenes encabezados por civiles, la derrota o, al menos, la ausencia de
victoria de los proyectos de izquierda. En ese sentido, las ideas de Zambrano
pueden aportar mucho a los problemas contemporneos de nuestra regin. Al
menos podra aportar elementos ticos importantes para aquellos proyectos
polticos alternativos al capitalismo.
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A lo largo de este trabajo examinaremos sucintamente los elementos que, a
nuestro juicio y para nuestros propsitos, nos parecen ms importantes en el
pensamiento poltico de Mara Zambrano. Estos elementos confluyen en la nocin
de historia sacrificial y sirven para entender cules son las propuestas de nuestra
autora para superarla. Finalmente, concluiremos con una reflexin acerca del valor
que puedan tener las ideas polticas de la autora de Persona y democraciay qu
es lo que podran aportar a la actual crisis histrica que vive Centroamrica.
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Primer captulo: Antecedentes del pensamiento polticozambraniano
En esta parte, daremos dos pasos preliminares antes de aproximarnos a las
ideas polticas de Mara Zambrano. En primer lugar, describiremos someramente
el marco histrico en el que la vida y la obra de nuestra autora tuvieron cabida.
Ese marco histrico nos permitir comprender cmo hechos tales como la derrota
de la Segunda Repblica, la conflagracin mundial posterior y la tensa poca de
posguerra que le sucedi a esta ltima, marcan la propuesta filosfica de
Zambrano.
En segundo lugar, pasaremos a definir un concepto acuado por Mara
Zambrano en su etapa de madurez, cuando haba pasado de ser una destacada
intelectual y catedrtica universitaria sucesora nada menos que de Xavier Zubiri
en su ctedra de Metafsica, a ser parte de la reserva espiritual de Espaa que
parti de la Pennsula al exilio luego de la victoria del franquismo. Ese concepto es
el de historia sacrificial, y se puede afirmar que es la culminacin de una larga
bsqueda por reivindicar esa otra verdad que est ms all de las doctrinas duras
y de los pensamientos fuertes: la de esa zona profundamente humana de la cual
dan cuenta la poesa, los sueos y la mstica.
Obviamente, en las ideas de Mara Zambrano hay, como en toda gran
autora, la impronta de varias lecturas: para este caso, cabra apuntar fuentes
filosficas (Heidegger, Nietzsche, Ortega y Gasset), msticas (San Juan de la
Cruz, Miguel de Molinos) e incluso pictricas (Zurbarn). Sin embargo, nos
detendremos en dos influencias que provienen de la literatura y tienen densidad
filosfica: Antonio Machado y Miguel de Unamuno. Como se ver, el pensamiento
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de ambos autores permite un dilogo con el concepto de historia sacrificial. Tal
ser el fondo terico sobre el cual intentaremos aproximarnos a ese concepto.
1.1. Mara Zambrano y su tiempo
Para acercarnos al pensamiento poltico de Mara Zambrano, es preciso
situarnos primero en el tiempo en el cual vive nuestra autora y sealar de paso
algunas caractersticas de sus propuestas filosficas. Nacida en 1904 y fallecida
en 1991, la vida de nuestra autora atestigua una poca de crisis, tanto para el
mundo en general como para Espaa en particular. En lo tocante al pas
mediterrneo, se trata de la crisis poltica, social y cultural que concluye con el
derrumbe del Imperio espaol en 1898, ao en que se pierden las ltimas colonias
de Ultramar: Cuba, Puerto Rico y Filipinas. La etapa de crisis posterior propicia un
examen sobre los fundamentos del pas y de su cultura, un examen crtico llevado
a cabo por dos generaciones de intelectuales: la del 98 y la del 27, una cercana a
los restos del naufragio del imperio espaol; la otra, precursora espiritual de ese
intento de superacin de la crisis espaola que fue la Segunda Repblica.
Zambrano es heredera de la primera a travs de la influencia intelectual de
Miguel de Unamuno, Antonio Machado y su propio padre, Blas Zambrano1 y
conoce de cerca a la segunda, durante el drama de Espaaque supuso la Guerra
Civil de 1936. La madurez de Zambrano, que transcurre en buena parte en el
exilio, culmina con el retorno de Espaa a la democracia tras la muerte de Franco
(1975) y con la posterior etapa de consolidacin del rgimen democrtico.
1 Pedagogo, pensador y fundador de revistas, Blas Zambrano (1874-1938), fue contemporneo y amigo de
Antonio Machado. Sus escritos dan cuenta de la crisis que vive Espaa a finales del XIX y principios del XX.
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Nacida en Vlez-Mlaga en 1904, Mara Zambrano pas su infancia en
Madrid y Segovia, debido a los traslados que impona el trabajo docente de don
Blas. ste se lig a los grupos socialistas (lleg, incluso, a presidir la Agrupacin
Socialista Obrera, antecedente del Partido Socialista Obrero Espaol, fundado por
el dirigente obrero Pablo Iglesias). Zambrano no heredar tan slo las inquietudes
polticas del padre, sino tambin las intelectuales. En 1914, ao en que comienza
la I Guerra Mundial, escribe y publica un artculo sobre la suerte de Europa y la
paz. El padre se opone, al verlo publicado, a que vuelva a suceder. "Aqu no hay
nios prodigios".2
La joven Zambrano padece una afeccin que la aleja durante un tiempo
considerable de los libros. Su posterior ingreso a las aulas universitarias y al
estudio de la filosofa, estuvo acompaado de una importante participacin
poltica. Fue alumna de Jos Ortega y Gasset y asisti a los cursos dictados por
maestros como Xavier Zubiri a quien sucedera en la ctedra de Metafsica y
Manuel Garca Morente. Ortega y Gasset fue, para nuestra autora, un animador
de poderes dormidos, actualizador de secretos, incitador de ocultas posibilidades.
De su obra, de su vida, llega una corriente que nos enciende el infinito deseo de
ser, en irrefrenable afn de saltar sobre nuestra propia vida y vivirla, profunda,
inalienablemente nuestra. La medida de su poder creador est, aparte de los
descubrimientos de carcter terico, en ese contagio de autenticidad que
produce.3`
2Cfr., de Julia Castillo: Cronologa de Mara Zambrano, en Anthropos, marzo-abril de 1997, numeros 70-71, pp.74-75.3
Citado por Mercedes Martn Luengo en suJos Ortega y Gasset,Ediciones Rueda, Madrid, p. 82.
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En 1927, Mara Zambrano se une a la Federacin Universitaria Espaola,
movida por la aspiracin de buscar una dimensin salvadora de la poltica. 4Esta
juvenil inquietud esboza lo que ser una preocupacin de la autora: buscar que los
seres humanos concretos se salven de una historia que los sita como sus
vctimas, salvacin que no es la que prometen las grandes doctrinas polticas
presuntamente redentoras. La participacin poltica de Mara Zambrano privilegi
ms la reflexin intelectual sobre el activismo poltico. Lo cual no quiere decir que
la joven filsofa no se involucrara en organizaciones como la Liga de Educacin
Social, encabezada por intelectuales como Ramn Prez de Ayala y Luis Jimnez
de Aza. Publica su Horizonte del liberalismo, un importante texto en el que
enuncia elementos claves de su pensamiento poltico, a travs de la crtica hacia
las aporas del liberalismo y hacia el marxismo.
Al proclamarse la II Repblica en 1931, Zambrano se involucra en este
importante hecho histrico. Durante los aos de la II Repblica apunta Julia
Castillo, Mara Zambrano perteneca al grupo de escritores, artistas y
universitarios que con las Misiones Pedaggicas llevaron a cabo una inslita
experiencia de educacin popular. En compaa de escritores amigos como Luis
Cernuda, Rafael Dieste, J. A. Maravall o el pintor Ramn Gaya, Mara Zambrano
recorri algunos pueblos y remotas aldeas, llevando hasta sus gentes una imagen
de la cultura, de la que por tradicin les perteneca, y de la desconocida (el cine, la
pintura, el teatro o la msica clsica...).5Ese intento de llevar una imagen de la
cultura a los pobladores de la Espaa rural es congruente con los planteamientos
4Cronologa de Mara Zambrano, Op. cit.,p. 75.5
Ibd.,p. 76.
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de Zambrano, que buscan en la tradicin artstica y literaria espaola algunos
elementos importantes para enfrentar la crisis histrica del pas.
Las ideas de Ortega trascendieron el mbito acadmico y dejaron su
impronta en Espaa: El ser discpulo de aquel maestro no dependa de seguir los
estudios filosficos, por eso tantos en Espaa sentan serlo, por eso la vida
espaola haba cambiado indudablemente al ir impregnndose de su
pensamiento. Pues sa es la clase de inteligencia que puede transformar a un
pueblo, influir en un momento de la historia, hacerla sin proponrselo. La que nos
confiere libertad para ser lo que hayamos de ser, para obedecer libremente a la
libertad.6Como sucede con aquellas ideas que se difunden ampliamente, las de
Ortega tambin fueron vctimas del mal uso poltico. Retrocedamos un poco en el
tiempo. En 1923, se da el golpe de estado que instaura a Miguel Primo de Rivera
en el poder y se inicia con ello un perodo dictatorial. ste se prolonga hasta 1930.
El golpe de estado se incub en la inestabilidad poltica del pas. Por ello, Primo
de Rivera se granje el apoyo de algunos sectores, y Jos Ortega y Gasset fue
uno de los que en un principio aval la asonada militar. El caso es que, tanto el
dictador como ms tarde su hijo, el falangista Jos Antonio Primo de Rivera,
sustentaron su programa en las tan insistentes crticas que Ortega lanz al caduco
sistema de la Restauracin desde 1914.7 Posteriormente, el autor de
Meditaciones del Quijotese retractara. Cuando Ortega se quit la venda de los
ojos y vio que a quien l consideraba un mediocre "hombre-masa" se le instalaba
6Ibd., pp. 94-95.7
Ortega y Gasset,p. 67.
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en el poder, se dedicar como tarea prioritaria y en cuerpo y alma a la
modernizacin cultural de su querida Espaa.8
Seala Chantal Maillard que nuestra autora firm, en 1932, el manifiesto
fundacional del movimiento denominado Frente Espaol, inspirado en gran medida
por Ortega, movimiento que ella misma disolvi, por ser leal a Ortega, como
escribi ella misma, al ver que ciertas tendencias cercanas a Jos Antonio Primo
de Rivera iban a tergiversar la naturaleza del programa que se haban trazado.9
La proclamacin de la II Repblica es una oportunidad para que Espaa
pueda reconocerse, para que pueda despertar sondose: Despertar, sin dejar
de soarnos, sera tener un sueo lcido. Es el ansia que se padece y que se est
a punto de lograr en ciertos momentos de la historia individual o colectiva
cuando un pueblo despierta sondose, cuando despierta porque su ensueo
su proyecto se lo exige, le exige conocerse; conocer su pasado, liquidar las
amarguras que guarda en su memoria, poner al descubierto las llagas escondidas,
realizar una accin que es a la par una confesin, "purificarse", haciendo. En
aquellas histrica en que estaba al nacer la Repblica del 14 de abril, los
espaoles se disponan a hacerlo, a curarse de sus llagas.10
Durante la Guerra Civil, Mara Zambrano desarrolla una importante labor,
publicando trabajos como Los intelectuales en el drama de Espaay colaborando
en publicaciones progresistas como Cruz y Raya y Hora de Espaa. Se
desempea, adems, como Consejero de Propaganda y Consejero Nacional de la
8dem.9 Cfr. el trabajo de Chantal Maillard: La mujer y su obra, en el portal de Internetwww.ensayo.rom.uga.edu./filosofos/ spain/zambrano/introd.htm10
Cfr., de Mara Zambrano, Delirio y destino,Mondadori, Madrid, 1989, pp. 63-64.
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Infancia Evacuada en ciudades como Barcelona y Valencia, asediadas como
estaban en 1937 por las tropas de Franco.
Obviamente, la Guerra Civil y la instauracin de la dictadura franquista
marcaron a nuestra autora que, al igual que muchos espaoles republicanos, tuvo
que salir al exilio y recalar en distintos lugares: Francia, La Habana, Mxico, San
Juan de Puerto Rico. Oigamos nuevamente a Chantal Maillard, quien resume las
ltimas dcadas de vida de nuestra autora:
En 1946, viaja a Pars, donde encuentra a su hermanaAraceli, torturada por los nazis, al borde de la locura. Sequedar con ella hasta la muerte de sta. En Pars entablaamistad con Albert Camus y con Ren Char. En 1948 sesepara de su marido y vuelve a La Habana, ahoraacompaada por Araceli, donde habrn de quedarse hasta1953, fecha en que viajan a Roma. Por aquel entoncesescribir algunas de sus obras ms importantes: El hombre ylo divino, Los sueos y el tiempo, Persona y democracia,entre otros. En 1964 abandona Roma (detalle curioso: esexpulsada de Italia por la denuncia de un vecino fascista;
causa: los muchos gatos que tena en su apartamento. Aveces los detalles son esas ineludibles circunstancias queprovocan un giro en la existencia. Los gatos le acompaaronen su salida de aquel pas hacia Suiza.) Siempreacompaada de su hermana, se instala en el Jura francs.Araceli muere en 1972 y Mara sigue en su retiro de LaPice, con algn intervalo en Roma. Escribe Claros delbosque y empieza De la aurora. El giro hacia la mstica seha efectuado.Mientras tanto, en Espaa poco a poco se empieza aconocer a la escritora. En 1981 se le otorga el Premio
Prncipe de Asturias. Desde Ginebra, donde se habainstalado en 1980, regresara por fin a Madrid en 1984,despus de cuarenta y cinco aos de exilio. En 1988 le fueconcedido el Premio Cervantes de Literatura. Falleci en lacapital espaola el 6 de febrero de 1991.11
11
La mujer y su obra,p. 2.
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Es evidente que las secuelas personales que tuvieron en nuestra autora,
tanto la II Guerra Mundial como su prolongado destierro, marcan su pensamiento.
La existencia de esa serie de detalles que provocan giros decisivos en la
existencia personal, muestran cun importante es esa dimensin modesta, ntima,
propia de las minsculas vidas personales frente a la dimensin apabullante de
los grandes acontecimientos. El pensar de Mara Zambrano rescatar la
importancia de esa dimensin modesta, nfima, dbil de lo que atae a la
persona concreta, frente a la gran historia.
Para Zambrano, la etapa de la segunda posguerra mundial no trae consigo
la redencin de la humanidad, sino todo lo contrario. En sus palabras liminares a
Senderos, una compilacin de sus escritos publicados durante la Guerra Civil
espaola, afirma que el enfrentamiento interno de su pas no fue otra cosa que el
punto de arranque de una etapa de deshumanizacin: Y as, estos artculos
escritos en aquel final del ao 36 en Santiago de Chile, encaminando tan slo
alguna verdad que de tan difana habra sido innecesario decir, me parecen ahora
meros signos de un padecer que no haca ms que comenzar. Pues que las
razones se mantienen en pie por s mismas. Y por desventura, el dintel de aquel
conflicto entre el hombre que pide vivir y la historia, la antihistoria ms bien,que lo
condena sigue en pie. No ha habido progreso alguno sino en la abismtica
cada que reitera su amenaza. A los males de la guerra han sustituido en la fingida
paz la tortura declarada y establecida en formas innumerables, la proliferacin del
horror metdicamente cultivado: la degradacin ltima de la razn occidental que
al horror ofrece su mtodo. El mtodo sin un gramo ya de respeto a la inocencia
que, eso s, retoa inagotable con invencible aliento; retoar, s, es lo que ms
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cuenta. Y de la inocencia justamente se trata. De la inocencia indispensable para
que la historia sea vivida en forma transparente, para que un soplo inextinguible
de verdad las sostenga. La inocencia que fecunda la razn librndola de ser una
mera construccin que en su cada se degrada en ser un ciego instrumento. Y en
verdad el drama de Espaa nos despert ms que la conciencia a la inocencia, no
a la ingenuidad, segn ese reiterado reproche que se nos dirige nacido de
simpata.12Esto lo escriba Zambrano en 1977. Ha traspasado, despus del tan
trado y llevado fin de las ideologas, la humanidad ese dintel que separa la
antihistoria de la historia verdaderamente humana?
1.2. Gnesis del concepto de historia sacrificial:
Pero, qu haba pasado en verdad en Espaa?Desde el siglo XIX se fue intensificando y
ensanchando la conciencia de Espaa, delconflicto de ser espaol. Individuos aislados,escritores, consciencias solitarias como Larra, quese suicid a los veintinueve aos de mal deamores, dicen, mas en verdad, de mal de Espaa,ngel Ganivet suicida tambin en la lejanaFinlandia, medio siglo ms tarde, en el momentohistrico de 1898, por enfermedad, dicen, s, porenfermedad de Espaa. Ser espaol era tandoloroso, una herida abierta que algunos nopodan soportar.
MARA ZAMBRANO: Delirio y destino
Es notable el hecho que algunas de las ms importantes influencias sobre
el pensamiento de Mara Zambrano provengan de la Generacin del 98: Los
escritores Miguel de Unamuno y Antonio Machado. Juan Pablo Fusi, en su
12 Cfr., de Mara Zambrano, La experiencia de la historia (Despus de entonces), en Senderos, Anthropos,
Barcelona, 1986, p. 17.
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prlogo a En torno al casticismo,de Unamuno, explica en qu contexto histrico
se deriv esa generacin y en qu direccin enfocaron los integrantes de sta sus
esfuerzos intelectuales:
En 1898, tras una breve guerra con los Estados Unidos,Espaa perdi Cuba, Puerto Rico y Filipinas. En contrastecon su formidable pasado imperial, iba a ser en adelante unanacin modesta, sin apenas influencia en la vidainternacional. El desastre del 98 provoc una profunda crisisde la conciencia nacional, al menos en el mbito intelectual,anticipada en los aos anteriores por Unamuno y Ganivet.
Fue una intensa reflexin sobre la esencia de Espaa quetuvo como manifestaciones el pesimismo de la generacindel 98 y la preocupacin crtica ms cultural y anpoltica de la generacin del 14, la generacin de Ortega yAzaa. Cristaliz as al hilo de una produccin literaria yensaystica de calidad excepcional la idea de Espaacomo preocupacin, de Espaa como problema, una formade meditacin esencialista sobre la realidad espaola queiba, adems, a impregnar decisivamente la vida intelectualdel pas (y, en parte, la vida poltica) a lo largo del siglo XX.13
Cmo se caracteriza la crisis de Espaa? Para Mara Zambrano, 1898 era
el momento en el que su patria se quedaba sola. Nunca lo haba estado, pues
que el mismo ao que lograra su unidad nacional descubri las primeras tierras de
ultramar. Ahora, pues, por primera vez se quedaba sola consigo misma, como la
madre cuando todas las hijas se han casado. No era el momento de meditar?
Sola e incomprendida, sola y mal dentro de s, como una madre pobre y media
loca.14
La crisis, momento propicio para el ejercicio de la crtica, impone, pues, la
necesidad de meditar sobre la raz del problema nacional: Y los hombres del 98
fueron meditadores aade Zambrano, antes que por el contenido de su obra
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por la actitud. Hay en todos ellos una retirada, una especie de "epoj" llevada a la
historia y a todo, un quedarse en lo menos y con lo menos. Meditaron sobre la
menuda realidad minuciosamente y con una voluntad de conocimiento; haba en
ellos una intencin que quiz no hubo en Galds, ms pico, ms grandioso; una
conciencia sin amargura, un ajuste de cuentas, ms que por la sensibilidad, no por
la razn, que no servira en esos momentos. Meditar es tambin reconquistar el
sentir originario de las cosas, del paisaje, de las gentes, de los hombres y de los
pueblos, el sentir de la realidad inmediata, que nos abre a la realidad del
mundo.15
Y es que para Mara Zambrano, el 98 como despus la II Repblica y la
Guerra Civil cifran la angustia histrica de Espaa: Nuestra angustia era otra
escribe en 1937, hablando de los intelectuales de su generacin, nuestra
asfixia tena otras fuentes, eran otros los nudos de nuestra historia. Una
interrupcin entre la Espaa brillante de ayer y la triste Espaa de las derrotas en
frica y la prdida de las colonias, un rompimiento en la marcha de nuestra
historia, que ha sido problema para todo intelectual consciente. En Espaa
invertebrada,Ortega ofrece la tesis de que Espaa nunca ha llegado a realizarse
por una insuficiencia de su constitucin histrica. Sea o no as, sin entrar en
explicaciones de hecho, existe el hecho de esta desconexin entre los
acontecimientos de Europa y los de Espaa que con tanta superficialidad como
miopa se ha analizado. [...] Era evidente la separacin real, la escisin que en
Espaa haba desde largo entre la Espaa viva y la Espaa oficial. Esta ltima era
13Cfr. Liminar, enEn torno al casticismo, Editorial Biblioteca Nueva, Madrid, 1996, p. 9.14Delirio y destino,p. 83.15
Op. cit.,pp. 83-84.
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una especie de sobrepuesto, de careta que al par de ocultar impeda el
crecimiento de la Espaa viva. Los intelectuales pertenecan a esta Espaa viva,
al margen, cuando no en transparente rebelda, respecto a la Espaa oficial y
somnolienta. Es la significacin de la llamada generacin del noventa y ocho,
Unamuno, Baroja, Valle-Incln, y despus Ortega, por citar a los nombres de
mayor significacin, se plantaron cara a la realidad espaola hacindose cuestin
de su ser; en todos ellos en diversas formas segn su categora aparece como
mdula la interrogacin sobre Espaa. Y a veces la desesperacin por Espaa.
Qu espaol de buena ley ha sido este inquietarse por Espaa!.16Ntese que
para Zambrano lo fundamental de la crisis histrica espaola reside en la
disgregacin, en la vivencia fragmentada de la historia: la separacin entre la
Espaa oficialy la Espaa viva. En nuestra autora, es patente la preocupacin por
la disgregacin de la vida y, por ende, de la historia.
Los autores del 98 perciben una profunda decadencia del pas, decadencia
que ya en fecha temprana como 1895 tres aos despus de la debacle iniciada
con el hundimiento del Mainefrente a las costas cubanas, Miguel de Unamuno
adverta con toda agudeza en los trabajos agrupados en el ya mencionado En
torno al casticismo.El escritor vasco denuncia la marginacin cultural del pueblo
por parte de unas lites enajenadas:
Es una desolacin; en Espaa el pueblo es masa electoral ycontribuible. Como no se le ama, no se le estudia y como nose le estudia, no se le conoce para amarle. El bachillerCarrasco sigue confirmando a Sancho por uno de los mssolemnes mentecatos de nuestros siglos, porque habla detestamento que no se puede revolcar. Ni sus costumbres, nisu lengua, ni sus sentimientos, ni su vida se conocen.17
16Los intelectuales en el drama de Espaa, en Senderos,pp. 41-42.17
Cfr. Sobre el marasmo actual de Espaa, enEn torno al casticismo.,p. 168.
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Cerrada a las corrientes vivas, la cultura espaola arrastraba consigo las
rmoras de la cerrazn y el tradicionalismo provincianos:
No hay corrientes vivas internas en nuestra vida intelectual ymoral; esto es un pantano de agua estancada, no corrientede manantial. Alguna que otra pedrada agita su superficietan slo, y a lo sumo revuelve el lgamo del fondo y enturbiacon fango el pozo. Bajo una atmsfera soporfera seextiende un pramo espiritual de una aridez que espanta. Nohay frescura ni espontaneidad, no hay juventud.18
He aqu la palabra terrible: no hay juventud. Habr jvenes,
pero juventud falta. Y es que la Inquisicin latente y el senilformalismo la tienen comprimida. En otros pases europeosaparecen nuevas estrellas, errantes las ms y quedesaparecen tras momentnea fulguracin; hay el gallito delda, el genio de la temporada; aqu, ni esto: siempre losmismos perros y con los mismos collares.19
Espaa estaba sumida en un letargo espiritual. Oigamos ahora al poeta
Antonio Machado:
Este hombre no es de ayer ni es de maana,sino de nunca; de la cepa hispanano es el fruto maduro ni podrido,es una fruta vanade aquella Espaa que pas y no ha sido,esa que hoy tiene la cabeza cana.20
La Espaa del Imperio donde no se pona el sol atraviesa el ocaso, pero
sin haber sido, es decir, sin haber sido asimilada crticamente e integrada al
subsuelo cultural; no ya como el culto obseso a los smbolos de las glorias idas (y
repintar sus blasones,/ hablar de las tradiciones/ de su casa,/ a escndalos y
amoros/ poner tasa, /sordina a sus desvaros:Antonio Machado21), sino como un
18Op. cit.,p. 158.19dem.20Del pasado efmero, enAntologa potica de Antonio Machado,Biblioteca Salvat, Barcelona, 1970, pp. 129-130.21
Llanto de las virtudes y coplas por la muerte de don Guido, op. cit., p. 130.
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momento histrico cuyas enseanzas deberan ser descubiertas por los hombres y
mujeres del presente, diferenciando lo vital que podra tener de aquello que qued
muerto para siempre.
El pesado lastre de una tradicin no asimilada, sino ms bien mistificada, es
tambin un peso demasiado ominoso para quienes estn en la posibilidad de
emprender la tarea de valorarla crticamente: la juventud:
Ya hay un espaol que quierevivir y a vivir empieza,
entre una Espaa que muerey otra Espaa que bosteza.Espaolito que vienesal mundo, te guarde Dios.Una de las dos Espaasha de helarte el corazn.22
Y es que para los autores de la generacin del 98, los anteriores son
sntomas de un problema: Espaa no haba logrado resolver su problema de
identidad. Problema doblemente complicado, porque no se circunscriba
nicamente a definir qu era el ser espaol, sino que dilucidar esta identidad junto
a su condicin de europeos. El nacionalismo a ultranza, la cerrazn de las lites
hacia lo que se daba fuera del pas, llevaba a absurdos como aquello de la
ciencia nacional, que Unamuno ataca ferozmente, a la par que reivindica la
doble necesidad de abrevar en las fuentes populares de la cultura junto a la de
abrirse al mundo contemporneo. La cultura espaola pareca ms bien anclada a
las viejas glorias coloniales que abierta a los desafos del siglo por venir. La
Espaa que muere y la Espaa que bosteza dan la espalda a los retos de la
modernidad.
22
Proverbios y cantares, LIV, en Op. cit.,pp.143-144.
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Como veremos ms adelante, Zambrano ser continuadora de esta
preocupacin, pero la radicalizar, llevando la crtica al mbito de la cultura
occidental y a la razn moderna. Por ahora, veamos cules son los elementos de
esa tradicin intelectual a los que nuestra autora recurre en la formulacin del
concepto de historia sacrificial. Podemos distinguir provisionalmente dos: el
concepto de intrahistoria de Miguel de Unamuno y la crtica que sobre la
racionalidad moderna expone Antonio Machado en su Juan de Mairena.
1.2.1. La intrahistoria unamunianaDel concepto unamuniano de intrahistoria, acuado para realizar una
propuesta de interpretacin sobre la crisis de Espaa a fines del siglo XIX, puede
verse un anticipo de lo que en Zambrano se conocer como historia sacrificial.
Definamos qu es lo que entiende Unamuno por intrahistoria, para luego dilucidar
la importancia de este concepto.
La historia suele verse como un relato de las grandes conmociones
polticas, militares econmicas y sociales, y sus protagonistas han sido los
grandes personajes que engrosan los manuales y pasan a ser el pasto de las
ctedras y de las escuelas. Mas, para Unamuno la historia tiene una dimensin
mucho ms ntima, mucho ms modesta, que es la que realmente jalona estos
grandes instantes:
Las olas de la historia, con su rumor y su espuma quereverbera al sol, ruedan sobre un mar continuo, hondo,inmensamente ms hondo que la capa que ondula sobre unmar silencioso y a cuyo ltimo fondo nunca llega el sol. Todolo que cuentan a diario los peridicos, la historia toda delpresente momento histrico, no es sino la superficie delmar, una superficie que se hiela y cristaliza en los libros y
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registros, y una vez cristalizada as, una capa dura no mayorcon respecto a la vida intrahistrica que esta pobre cortezaen que vivimos con relacin al inmenso foco ardiente que
lleva dentro. Los peridicos nada dicen de la vida silenciosade los millones de hombres sin historia que a todas horas delda y en todos los pases del globo se levantan a una ordendel sol y van a sus campos a proseguir la oscura y silenciosalabor cotidiana y eterna, esa labor que como la de lasmadrporas subocenicas echa las bases sobre que sealzan los islotes de la historia. Sobre el silencio augusto,deca, se apoya y vive el sonido; sobre la inmensahumanidad silenciosa se levantan los que meten bulla en lahistoria. Esta vida intrahistrica, silenciosa y continua comoel fondo mismo del mar, es la sustancia del progreso, la
verdadera tradicin, la tradicin eterna, no la tradicinmentira que suele ir a buscar al pasado enterrado en libros ypapeles, y monumentos, y piedras.23
La intrahistoria,genuina base de la historia, est constituida por esa mirada
de dramas y tragedias individuales, que pasan desapercibidas para la historia
dominante. Si vamos ms a fondo sobre este concepto que aporta Unamuno,
encontraremos una crtica hacia esa concepcin que afirma que hay una lite de
individuos o de grupos sociales que conducen la historia, y una muchedumbre
annima que es nicamente el sujeto paciente e incluso, padeciente de sta.
Los detalles de las vidas de esos sujetos padecientes se ven sacrificados en
favor del grandioso devenir histrico.
23En torno al casticismo,p. 63.
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1.2.2. Antonio Machado y Juan de Mairena
Pero entre todos los poetas que en su casitotalidad han permanecido fieles a su poesa,que se han mantenido en pie, ninguna voz quetanta compaa nos preste, que mayorseguridad ntima nos d, que la del poetaAntonio Machado.Mara Zambrano: La guerra, de AntonioMachado
El poeta Antonio Machado es uno de los grandes manantiales en el que
abreva el pensamiento de Mara Zambrano, pues, segn sus palabras, el poeta
canta y cuenta de la vida ms verdadera y de las verdades ms ciertas,
universales y privadsimas al par de toda vida. Qu sera de nosotros, de todo
hombre, si no supisemos hoy y no nos lo supiesen recordar el saber ltimo que
con sencillez de agua nos susurran al odo las palabras poticas de Machado?. 24
Este poeta, de palabras paternales, padre de un pueblo, no slo fue
importante para Zambrano, dada la honda amistad que su padre tuvo con l, sino
por la bsqueda de ese conocimiento de las verdades ms ciertas, las que son
valederas tanto para las sociedades como para las subjetividades.
Ciertamente, la poesa de Antonio Machado tiene un carcter metafsico,
en el sentido de constituir un buceo en busca de los fundamentos de la realidad,
pero donde esa metafsica se explaya es en las palabras de su heternimo: el
profesor apcrifo Juan de Mairena, y en las del maestro de ste, igualmente
apcrifo, pero con ms vida que muchos hombres de carne y hueso, Abel
Martn.
24
La guerra,de Antonio Machado, en Senderos,p. 61.
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Escritas y publicadas en peridicos y revistas, antes y durante la Guerra
Civil, las Sentenciasde Juan de Mairena dan cuenta de las preocupaciones ticas
y estticas de Machado. Como en Mara Zambrano, la poesa es algo ms que
arte: es un saber de carcter vital. Aqu cabe citar lo siguiente:
La poesa es deca Mairena el dilogo del hombre, deun hombre con su tiempo. Eso es lo que el poeta pretendeeternizar, sacndolo fuera del tiempo, labor difcil y querequiere mucho tiempo, casi todo el tiempo de que el poetadispone. El poeta es un pescador, no de peces, sino de
pescados vivos; entendmonos: de peces que puedan vivirdespus de pescados.25
La poesa se trata de un dilogo del hombre [...] con su tiempo, esto es,
con su ms honda realidad: su realidad histrica, su realidad personal, su realidad
subjetiva. En las primeras lneas del Juan de Mairena, hay una enseanza tan
profunda que, por obvia, pasa por desapercibida:
La verdad es la verdad, dgala Agamenn o su porquero.Agamenn. Conforme.El Porquero.No me convence.26
Al afirmar que la verdad es la verdad, se afirma lo que la Modernidad tan
pretenciosamente ha aseverado: que hay una nica verdad, asequible a la razn
humana. Cuando Juan de Mairena introduce el desacuerdo del porquero de
Agamenn, nos dice que no hay tales verdades absolutas. El absolutismo de la
verdad es una de las trampas de la racionalidad moderna. Contra ella combate,
con hermosa irona, el maestro apcrifo de Machado. Esta crtica de las
verdades que se pretenden universalmente vlidas, ya sean para Agamenn o
para su porquero, constituyen el pensamiento duro que fundamenta la historia
25Juan de Mairena, en Obras Completas de Antonio y Manuel Machado,Editorial Plenitud, Madrid, 1967, p. 1034.26
Ibd.,p. 1033.
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sacrificial.Una de las imgenes que Zambrano nos presenta para ilustrarnos ese
pensamiento es el del palacio del rey Felipe II en El Escorial: una mole
arquitectnica inmensa, inconmovible: la razn occidental es eso: arquitectura
inmvil y aplastante, como las verdades absolutas que la fundamentan.
Otra crtica que Machado externa hacia la racionalidad moderna es la de
concebir a la historia como una pugna, como una disputa. Se tratara, pues, de
usar la razn para conquistar, para aprehender, para posesionarse de una
realidad, pero tambin para enseorearse de otros seres humanos. El siglo XIX
es esencialmente pelen escribe Machado. Se ha tomado demasiado en serio
el struggle-for-life darwiniano. Es lo que pasa siempre: se seala un hecho;
despus se le acepta como una fatalidad; al fin, se convierte en bandera. Si un da
se descubre que el hecho no era completamente cierto, o que era totalmente falso,
la bandera, ms o menos descolorida, no deja de ondear27. Se trata de una
pugna donde la gran idea sobrepasa a las personas concretas a las cuales se
pretende beneficiar en nombre de dicha idea. El resultado es la conversin de los
individuos, cada cual con su riqueza de verdades propias, en masas. Pero la
condicin de masa es equivalente a la deshumanizacin de la especie humana.
Oigamos a Juan de Mairena:
Nosotros no pretenderamos nunca educar a las masas. Alas masas, que las parta un rayo. Nos dirigimos al hombre,que es lo nico que nos interesa; al hombre en todos lossentidos de la palabra: al hombre in genere y al hombreindividual, al hombre esencial y al hombre empricamentedado en circunstancias de lugar y tiempo, sin excluir alanimal humano en sus relaciones con la Naturaleza. Pero elhombre masa no existe para nosotros. Aunque el conceptode masa pueda aplicarse adecuadamente a cuando alcanza
27
Ibd.,p. 1012.
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volumen y materia, no sirve para ayudarnos a definir alhombre, porque esa nocin fsico-matemtica no contiene untomo de humanidad. Perdonad que os diga cosas de tan
marcada perogrullez. En nuestros das hay que decirlo todo.Porque aquellos mismos que defienden a lasaglomeraciones humanas frente a sus ms abominablesexplotadores han recogido el concepto de masas paraconvertirlo en categora social, tica y aun esttica. Y esto esfrancamente absurdo. Imaginad lo que podra ser unapedagoga para las masas. La educacin del nio-masa!Ella sera, en verdad, la pedagoga del mismo Herodes, algomonstruoso.28
En suma, el concepto de historia sacrificialse relaciona estrechamente con
la crtica que formula Machado hacia la racionalidad moderna, en tres vertientes:
a) en su crtica al absolutismo de dicha racionalidad: la pretendida posesin de
una verdad nica; b) en la crtica a esa razn entendida como polmica
(recurdese que el vocablo proviene del griego plemos:lucha): esto es, el uso de
la racionalidad como instrumento de pelea y como mtodo para aplastar al otro y
c) en la consecuente deshumanizacin que provoca esta razn absoluta, que
relega a los individuos a la condicin de masas, las cuales nicamente tienen
sentido si se las utiliza para defender esa razn absoluta y polmica, es decir,
avasalladora y no comprensiva de los mltiples mbitos del ser humano concreto,
de ese hombre entendido en tanto que gnero, pero tambin a ese ser humano
empricamente dado en circunstancias de lugar y tiempo.
28Ibd.,p. 1134.
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1.3. El concepto de historia sacrificialcomo clave del pensamiento poltico
zambraniano
La obra de madurez de nuestra autora, que transcurre entre la segunda
guerra mundial y la transicin espaola de la dictadura a la democracia, tiene
mucho que decir acerca de la traicin que hizo la razn occidental a su proyecto
de redencin de la humanidad. En esto, el pensamiento de Mara Zambrano
acompaa a las crticas de la Escuela de Frankfurt y de los existencialismos. La
originalidad del pensamiento zambraniano reside en su bsqueda de un saber
que, al contrario que el del logosoccidental que busca "aprehender", es decir,
aprisionar, ejercer su voluntad de poder sobre lo que conoce, atienda a lo que
expresa aquello que la filsofa llama "los nferos", palabra que, como sabemos,
proviene del latn y designa al "tipo de ovario de las fanergamas que se
desarrolla por debajo del cliz, como en el membrillo y otras rosceas.29" nfero
proviene de Inferus: lo que lleva algo dentro de s. Es, pues, la bsqueda de un
saber que escuche lo que el ser humano lleva en su interior. De ah su constante
dilogo con los msticos como San Juan de la Cruz, con la poesa e incluso con la
pintura. No es accidental el que el trmino nfero se aplique a las rosceas: la rosa
es el smbolo del misterio de la poesa. En dilogo con ese misterio, tierra tan
ajena al pensamiento occidental, se puede comprender la propuesta de Zambrano
en un contexto mundial donde una definicin apropiada sera parafrasear el ttulo
del clebre aguafuerte de Goya: la vigilia, no el sueo, de la Razn produce
monstruos. Estos monstruos los ha conocido Zambrano: los despotismos del siglo
29
Vid. Diccionario de la Real Academia Espaola, Madrid, 2001.
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XX, sean estos brutales como el estalinismo y el fascismo, o sean menos
explcitos y hasta cobijados por grandes ideas como la democracia.
Pero el concepto de nferosva tambin ligado a la bsqueda de una razn
potica como alternativa a la razn occidental. No es simplemente una cuestin
de estilo lo que explica el aliento potico de la prosa de Mara Zambrano: es una
opcin deliberada por un lenguaje que, alejado de la pretensin de posesionarse
de la realidad como totalidad, hable tambin desde las profundidades del ser
humano. El pensar, pues, ms que el pensamiento, de Mara Zambrano aporta
algo, una forma particular de integrar los elementos de la realidad, esa realidad
que ante todo se nos presenta como constitutiva del ser humano que somos
apunta Chantal Maillard. Una forma que le debe su peculiaridad a esta hibridez
de la expresin en la que el carcter filosfico de la exposicin se ensancha con la
musicalidad y el ritmo propio de la imaginacin potica: hacedora, creadora. En
su escritura, en efecto, la palabra se encarna en la imagen y la razn fertiliza en el
smbolo para as lograr la finalidad anhelada: engendrar en los nferos y dar a luz
en la conciencia para elevarse a los lugares de creacin donde ser, plenamente,
sea posible. Empresa, por lo tanto, femenina entre todas, puesto que se trata de
dar a luz un cuerpo, cuerpo terico, cuerpo especular, pues la theoraera esto en
su origen: ver, asistir al espectculo, y asistirle en su crecimiento hacia niveles
ms altos de ser hasta la consecucin de su plenitud.30Maillard es de la opinin
que Zambrano se anticipa en mucho a lo que Gianni Vattimo llamar
30
Cfr. La mujer y su obra,p. 12.
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pensamiento dbil, en contraposicin al absolutismo racionalista occidental.31A
sabiendas de que temas como los arriba enunciados la razn potica, el
pensamiento desde los nferos, o la oposicin entre esa razn potica y el
despotismo de la razn exceden con mucho el mbito del presente trabajo, ser
inevitable que a la hora de acercarnos a las ideas polticas de Zambrano nos
encontremos con algunos aspectos de ellos. En la bsqueda filosfica de nuestra
autora, lo que se busca es una razn que sepa entender,un entendimiento que
fuese activo, accin y no slo estudio terico32, puesto que, como ella misma lo
pregunta, cabe entender las entraas, desentraar sin entraarse al mismo
tiempo?.33
Es precisamente la crtica al absolutismo de la razn que caracteriza a la
Modernidad lo que constituye el eje fundamental de ese rescate de los nferos,
que emprende Zambrano a lo largo de su dilatada obra. La crtica a la racionalidad
occidental en el pensamiento poltico de nuestra autora, se sustenta en una
categora: historia sacrificial.
Para Zambrano, la historia sacrificiales un modo de caracterizar el devenir
de la historia de Occidente.
La contextura trgica de la historia habida hasta ahoraproviene de que en toda sociedad, familia incluida, aun en la
peculiar sociedad formada por dos que se aman, hayasiempre como ley que slo en ciertos niveles humanos norige, un dolo y una vctima. Lo que equivale a decir que eldintel de la historia ante el cual el hombre ha retrocedido unay otra vez sin acertar a traspasarlo, sea ste: que all dondenos agrupemos y no podemos vivir sin agruparnos deje
31A este respecto, puede leerse el volumenEl pensamiento dbil,editado por el propio Vattimo y Pier Aldo Rovatti(Ctedra, Madrid, 2000), cuyo contexto es el debate filosfico entre intelectuales italianos en la dcada de lossesenta.32Delirio y destino,p. 72.33
dem.
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de existir un dolo y una vctima; que la sociedad en todassus formas pierda su constitucin idoltrica; que lleguemos aamar, creer y obedecer sin idolatra; que la sociedad cese de
regirse por las leyes del sacrificio o, ms bien, por unsacrificio sin ley.
dolo es lo que exige ser adorado o recibe adoracin, esdecir, absoluta entrega; absoluta, mientras dura. dolo es loque se alimenta de esa adoracin o entrega sin medida yuna vez que le falta, cae. Es una imagen desviada de lodivino, una usurpacin. Toda persona convertida en doloaun a pesar suyo, vive en estado de fraude. Resulta extraoque hasta ahora slo en algunos claros de la historia sehaya vivido libre de esta tirana.34
Esa idolatra que denuncia Zambrano no es constituyente tan slo de las
sociedades arcaicas. Se da en las pocas posteriores, disfrazada bajo los ropajes
ms sofisticados: bajo la advocacin de la teologa, como ocurri en la Edad
Media, y bajo la gida de la Razn, como sucede posteriormente. No hay palacio
renacentista, ni castillo medieval, que no tenga la prisin bajo sus salones
apunta. Pero el contraste an es mayor en ciertas pocas, especialmente
iluminadas de humanismo y embriagadas de alegra de vivir. Separadas por un
estrecho canal y unida por un puente est la prisin de Venecia del palacio del
Dogo; a la celda del condenado llegaba el esplendor de las luces y aun el rumor
de voces y risas; la misma prisin es palacio, slo que su interior es mazmorra.
Las carrozas de la nobleza francesa atravesaban callejones enfangados para
llegar al resplandeciente palacio; no eran dos ciudades la del esplendor y la de la
miseria sino una sola. Y aqullos hundidos en la miseria se sintieron fascinados
por el esplendor y adoraron al dolo, al Rey Sol, pues la vctima por un tiempo
acepta su condicin. La revolucin se impone entonces; el dolo pasa a ser la
34
Persona y democracia,Siruela, Madrid, 1996, p. 56.
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podemos enseorearnos de todo, mas ese todo carecerde... realidad, entendiendo por realidad lo que nos resiste,segn Ortega, haba acabado de resistir en aquel curso,
Es posible el conocimiento de objetos reales?. Y tambinlo inagotable, lo mltiple, lo que por muy conceptuado queest guardar siempre un fondo de donde nos llega eldevenir.Y si nos volvemos hacia la imagen an nuestra, se nostransformar en dolo, y acabar por ser hermtica, como loes la imagen de lo que se ama, por su fijeza. Entonces seren principio un alimento, y despus enajenacin.36
La propuesta de nuestra autora buscar, como veremos a su tiempo, vas
para superar esa historia sustentada en el sacrificio, sobrepasar ese dintel, ese
doloroso arco histrico y trascender hacia una nueva historia, que bien podramos
calificar de humana,por cuanto no har de la inmolacin, real o simblica, de los
individuos su fuerza motriz. No es que se busque eliminar el sacrificio, pero s la
raz enajenante, idoltrica, de la historia que se mueve bajo la razn que pretende
una conquista de la realidad. Es, como dice Maillard, el momento en que el
personaje que representamos en la historia ha de ser trascendido para dar paso a
la persona.37
El paso de la historia sacrificial a la historia humana implica la superacin
de esa enajenacin: del personaje a la persona. La liberacin de la persona lleva,
pues, aparejada la liberacin de la historia. Es liberacin del absolutismo
racionalista, que de alguna manera mata a la historia, la detiene, porque realiza
la abstraccin del tiempo. Situado entre verdades definitivas, el hombre deja de
sentir el paso del tiempo y su constante destruccin, deja de sentir el tiempo como
oposicin, como resistencia, deja de saberse en lucha perpetua contra el tiempo,
36Delirio y destino,p. 162.37
La mujer y su obra,p. 9.
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contra la nada que adviene a su paso. Si toda historia es construccin,
arquitectura, el sueo de la razn, del absolutismo y de las religiones monotestas
es construir por encima del tiempo. La conciencia, en esa atemporalidad artificial
de lo eterno verdadero, no puede despertar, ya que la conciencia surge al par que
la voluntad personal y esta se crece con la resistencia. Despojado de tiempo, el
individuo no siente angustia, pero tampoco puede despertar de este estado de
sueo.38
Las categoras racionales suplantan a la vida, que es constante apertura; la
seguridad que nos otorga el sentirnos situados en un relato histrico
fundamentado en grandes verdades que le dan sentido a los hechos, impide ver
que somos seres contingentes, tanto como lo es el tiempo humano. La liberacin
de la historia sacrificial es, en cierta medida, emancipar a la persona de ese
estado de sueo histrico, de ese letargo durante el cual ocurre su
inmolacin ante los dolos de la razn. De ah que sea necesario despertar
sondonos, asumiendo los rincones oscuros de nuestra intrahistoria y
dialogando con ellos. Lo que se busca es una razn que dialogue con los nferos,
o con la dimensin infrica del ser humano, en vez de querer subyugarla.
38
Ibdem.
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2. Segundo captulo: Hacia la superacin de la historia sacrificial
2.1. La importancia de la poltica en Mara ZambranoSera un error considerar que la obra zambraniana, al formular su crtica al
logos occidental en trminos de la bsqueda de una razn potica, desdea las
urgencias de la poltica. Inequvocamente poltica es la vida humana, pero ms lo
es la vida y la obra de la filsofa espaola. No se trata de poltica de partidos: se
trata, en el caso de Zambrano, de poltica comprendida como una necesidad vital.
En Horizonte del liberalismo, Zambrano apunta de manera muy
contundente qu es lo que hace de la poltica algo necesario para la vida humana.
Nuestra autora seala que hay una actitud poltica ante la vida, que es
simplemente el intervenir en ella con un afn o voluntad de reforma. Se hace
poltica cada vez que se piensa en dirigir la vida. Dice Spranger: poltica es
voluntad de poder. Pero no. El poder puede ser la raz mediante la cual se inserte
en algunos individuos esta actividad; pero ella en s misma, si ansa el poder, es
para la reforma39. Ese mbito transformador de la vida cifra consigo parece
estarnos diciendo Zambrano la doble posibilidad de la poltica: transformar la
vida para que pueda transcender de su disgregacin, o, artificio de la hybris,
convertir al sujeto que bien puede ser el individuo o el grupo en dolo: la cada
en la historia sacrificial. La poltica, como posibilidad de reforma de la vida, tiene
esa doble potencialidad. La poltica, pues, tiene que reformar la vida, pero al
servicio de sta. Es una actividad humana fundamentalmente utpica y se mueve
en la tensin de la protesta ante lo que es y el ansia de lo que debe ser40, y
39Cfr. de Mara Zambrano, Horizonte del liberalismo,Ediciones Morata, Madrid, 1996, p. 203.40
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vincula a un individuo que acta y una vida que se ofrece como materia
reformable41. Pero esta materia, aade Zambrano es la vida actual42, pero hay
tambin una forma ideal que se pretende hacer real, y un individuo... un
hombre43. Si la poltica es, para Ellacura, un mbito histrico de mayor densidad
de lo real, para Mara Zambrano es tal vez la actividad ms estrictamente
humana y su anlisis nos descubra los mayores dramas, conflictos, glorias del
hombre, en tanto que, reitera, poltica es reforma, creacin, revolucin siempre,
por tanto: Lucha conjuncin entre el individuo y la vida. Al ser el mbito real
por excelencia, en la poltica se juega la vida en su integralidad. En tal sentido,
entran en juego las constantes antinomias: el sujeto y la colectividad, la
subjetividad y la vida pblica, la corporeidad y la vida espiritual. El grave peligro es
la disgregacin de todos estos aspectos y la supremaca de uno de ellos en
desmedro de los dems. Si se reforma la vida, ser para lograr su unidad perdida,
no para sacrificar el conjunto en los altares de un trmino al cual se ha
hipertrofiado: la razn, el espritu, la colectividad, el individuo... todos ellos no
contienen sino partes de la vida.
Una de esas visiones hipertrofiadas (vale decir: distorsionadas) de la vida
es la del racionalismo y sus derivados. El racionalismo, al ab-straer extraer
de lo que considera permanente, inmutable, por encima de las contingencias y
las inexactitudes, disgrega la vida. En su crtica y superacin est, sin embargo, la
fuente de una nueva esperanza. Despus del culto a la ciencia, bien lo dice
Zambrano, ya no cabe ser ingenuo. Este desengao de la razn no conduce al
41dem.42Op. cit.,p. 204.43
dem.
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nihilismo, sino a una esperanza fundamentada en el conocimiento de los lmites de
esa razn que otrora se reclamaba todopoderosa: Despus del naufragio
positivista, despus de la disgregacin producido por un cientifismo mediocre,
volvemos a tener universo, historia verdadera, y no amorfa narracin notarial
polvillo desprendido de una gema que se nos ofreca como verdad. Creemos de
nuevo en la posibilidad de la Historia. Slo falta descubrirla poco a poco, con
amorosos ojos, en su pura esencia arquitectnica.44 Es posible, pues,
transcender de la historia sacrificial, historia disgregada, historia hipertrofiada, a la
historia verdadera; podemos aspirar a tener universo y no fragmentos
contaminados de hybris.Y cul es el camino? A lo mejor la autora no lo sepa,
pero aconseja avizorar esa historia con amorosos ojos, es decir, con
inteligencia sentiente, para utilizar la expresin zubiriana de una manera acaso
demasiado libre.
2.1.1. Crtica a la idolatra de la razn occidentalEl concepto de historia sacrificial est ligado a una crtica a la razn
occidental: a la idolatra de esa razn que ha conducido a la humanidad a guerras
y a exterminio. De dnde proviene esta idolatra? De las races de la cultura
occidental, de esa logificacin de la inteligencia, que reduce todo el
conocimiento humano de la realidad al concepto y de esa entificacin de la
realidad, que sustituye la realidad por el ente ideal, peligros ambos que
denunciaba Zubiri en sus tres libros dedicados a la inteligencia. Estas races se
remontan a Grecia. Ante la variabilidad de la naturaleza que se presenta en
44Op. cit.,p. 207. De aqu en adelante, salvo indicacin, todas las cursivas sern mas.
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movimiento, el pensamiento griego busca qu es lo que permanece ante el
cambio, y en esa bsqueda de permanencia, el logos buscar certidumbres en
esencias inmutables, en ideas fijas que estn ms all de la caducidad de lo
corpreo. El racionalismo moderno es heredero de esa supremaca del logos
griego, pero va ms all: busca organizar la vida conforme a ese logos. La
inteligencia aparece como eterna, como algo que va ms all del tiempo y de sus
mutaciones, algo inalterable que pasaba por el mundo sin romperse ni
mancharse. [...] La inteligencia era una forma pura que no participa de las
conmociones de su objeto, ni tampoco de ninguna de las conmociones del
hombre, por profundas que sean45. He aqu una versin idoltrica de la
inteligencia.
La razn se endiosa: toma el lugar de Dios, en el sentido de ser ella la que
domina el tiempo: explica el pasado; organiza, dndole un sentido, al presente; y
proporciona un derrotero para el futuro: el progreso al que inevitablemente se
dirige la humanidad. El racionalismo es el culmen del absolutismo de la razn,
puesto que el racionalismo europeo elev a su mximo grado y a su mayor
expresin esta idea de la razn [la idea de su omnipotencia: N. del A.], creyendo
adems en su poder absoluto.46
Para nuestra autora, el racionalismo, como toda actitud fundada en
ideales, es de origen ms noble, pero tambin mucho ms peligrosa. Supone una
gran fe en la razn y tambin en el mundo; en un mundo conformado
racionalmente por eso la razn es buen instrumento para conocerlo. Y una
45Los intelectuales en el drama de Espaa, en Senderos,p. 29.46
Ibdem.
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gran ansia de fijar la vida todo lo que fluye en forma inteligibles, que, una vez
alcanzadas, son las nicas. La pura razn es la pura monotona.47
El racionalismo es culpable de presentar a la inteligencia como portadora
exclusiva del progreso del gnero humano. El progreso se entenda como avance
tecnolgico y cientfico, laicismo, destierro de toda visin religiosa, potica o
metafsica de la realidad. Para el discurso racionalista, es decir, progresista,
inteligencia reaccionaria era simplemente falta de inteligencia y se supona a los
reaccionarios siempre pobremente dotados de este precioso instrumento.48 En
virtud de esa falsa apreciacin, no se toman en cuenta todos los subterfugios y
disfraces de que el hombre es capaz y sobre todo y ms gravemente el no
distinguir entre la inteligencia como dote de un hombre concreto de carne y hueso
y la inteligencia en su historia, en su desenvolvimiento a travs de los sucesos
ms encontrados.49
Del racionalismo progresista occidental se desprenden dos grandes
modelos polticos contemporneos: el liberalismo burgus y, como respuesta a
este, las revoluciones de inspiracin marxista leninista. Ambos pretenden redimir a
la humanidad y persisten en poner en una racionalidad, que asumen infalible, la
clave de esa redencin. Por otra parte, escinden al ser humano entre su
dimensin individual y su mbito colectivo, supeditando uno al servicio del otro.
47Horizonte del liberalismo,p. 215.48Los intelectuales en el drama de Espaa, en Senderos.,p. 30.49
Ibdem.
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2.1.2. La crtica al liberalismo: sus aporas y sus posibilidades
El liberalismo burgus tiene su raz en el racionalismo. Surge como
respuesta a los despotismos medievales y reivindica la igualdad de todos frente a
los abusivos privilegios de una aristocracia que se pretende por encima de las
vidas de sus siervos. Detengmonos un poco en los orgenes: El liberalismo es
hijo de dos posiciones que en la historia del pensamiento han podido hallarse
frente a frente en algn momento. Por una parte es hijo del racionalismo (que le
proporciona un fundamento terico, una independencia doctrinal, que le permite
romper ideolgicamente con su pasado prximo, con la Edad Media). Pero su
contenido vivo y esencial, su aportacin a la historia es el individualismo, que va
emergiendo poco a poco de su dogma y adquiriendo independencia.50
Pretende fundar la vida de nuevo51, en un deseo de dar a lo humano
todo su intenso valor, con afn de pureza suprema las races que se hunden en
la tierra son impuras.52Traiciona, sin embargo, su deseo de re-fundar la vida.
Al hacer de la razn el centro de todo, mont de nuevo la vida; pero, fra y pura
como un brillante, la mont al aire; y fue la suprema belleza y la suprema
inutilidad.53 Suplanta, adems, la aristocracia medieval con la aristocracia del
individuo, que se ve a s mismo por sobre el resto de la sociedad: est
contaminada de individualismo. Y aqu se sacrific la unidad humana escribe
Zambrano. "Libertad, igualdad, fraternidad", reza el venerable lema en su
ltima encarnacin. Pero ya desde el principio se sacrificaron los dos ltimos al
50Horizonte del liberalismo,pp. 250-251.51Op. cit., p. 232.52Ibdem.53
Ibdem.
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primero. Era ineludible.54 Se convierte a la libertad en un dolo. No hay tal
igualdad: si el individuo es la medida de todas las cosas, la colectividad debe
supeditarse al mismo. Tampoco hay, por tanto, fraternidad: la unidad humana ha
sido vulnerada. No hay posible fraternidad entre individuos desiguales, en tanto
que el liberalismo se asienta sobre la esclavitud, y slo sobre ella puede alcanzar
su perfeccin55. Esclavitud que surge de negar a los muchos por afirmar al
individuo. En esto reside la apora del liberalismo.
Para superar tal apora, se han formulado salidas falsas. Puestos ante el
dilema de escoger entre el individuo y la sociedad, hay quien pretende resolverlo
con filosofa de avestruz, negndose a ver la libertad y su raz humana. Y as
dicen: el hombre es esclavo de la sociedad, de su misma naturaleza.56Aqu, lo
nico que se hace es invertir los trminos del problema, pero dejndolo intacto. Se
traslada el centro del individuo a la sociedad, o a la naturaleza. Es, nuevamente,
una visin escindida, fragmentada de la vida. Y as, negando uno de los trminos
dice sarcsticamente nuestra autora, la solucin acude pronto. No es cierto?
Si el conflicto est planteado entre el Universo y el hombre en la esfera metafsica,
neguemos el Universo, como hacen las teoras subjetivistas, idealistas; o
neguemos al hombre, al individuo, y... ya est. Que el conflicto est planteado en
lo poltico canjeando en trminos sociales los trminos metafsicos y el
conflicto es entre el individuo y la sociedad anarquismo o al individuo
comunismo ciego y la tranquilidad acudir pronto a nuestra mente.57Se sigue
un mtodo falsificador, pero aparentemente revolucionario: cosas colocadas en la
54Ibdem.55Op. cit.,p. 235.56
Op. cit.,p. 235.
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periferia iban a llegar hasta el centro, y lo que hasta entonces, permaneciendo
inmvil dogmtico, era el eje de giro de todo lo dems, dejaba de serlo y
comenzaba a girar, a moverse. Nada se descubra. Era tan slo un cambio de
posicin, de protagonista, de centro giratorio.58As, tanto el liberalismo burgus
como la crtica de ste, deja intacta la tensin entre individuo y sociedad. La
respuesta para Zambrano sera distinta: recuperar la unidad perdida, a travs de
la reconstruccin, la integracin de un mundo estructurado; la vuelta a un
universo que conexione al hombre sin disolverle ni encadenarle; el retorno a la fe,
a una fe timonel de la inteligencia y no su prisin; el reconocimiento de la
legitimidad del instinto, de la pasin, de lo irracional, no podran ser la base y la
meta de las tareas de nuestros das?.59
No implica ello que el liberalismo est completamente agotado para Mara
Zambrano. Podra afirmarse que su aporte a la superacin de la historia sacrificial
est en haber reivindicado la libertad como fundamento de la vida humana. El
problema residira en que sus postulados espirituales libertad, igualdad,
fraternidad no pueden realizarse con la economa liberal60, que es
profundamente individualista y, por tanto, insolidaria.
Al hacer un balance sobre el liberalismo, Zambrano no condena la
preocupacin que ste tiene por el individuo y su liberacin. Todo lo contrario. El
individuo no puede quedar fuera de la vida en nombre de ninguna idea. Lo que s
critica del liberalismo es que condena al humano a la soledad. Lo hace, pues
niega todo mbito que no est capturado por su inteligencia, en manos de la cual
57Op. cit., p. 236.58Op. cit.,p. 238.59Op. cit.p. 245.
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cifra todo su destino. Nos dice Zambrano: La intencin, la significacin profunda
del liberalismo fue sin duda la liberacin del hombre; represent la mxima
confianza, la fe ms intensa en lo humano, y al mismo tiempo la exclusin ms
absoluta de todas las fuerzas no humanas. En consecuencia: soledad; soledad del
hombre frente al inmenso mundo.61Esta soledad viene de descartar, cuando no
de pugnar en su contra, a la transcendentalidad lo que Zambrano llamar la
gracia y a la naturaleza. A la naturaleza, la razn buscar domearla,
sojuzgarla. A la transcendentalidad, la razn la negar y se sentar en su trono y
exigir sacrificios sin nombre. En consecuencia, el proyecto emancipatorio liberal,
slo libera al ser humano de manera aparente. Ha pretendido resolver el problema
de lo transcendental negndolo, y el de la relacin con la naturaleza a travs de la
dominacin.
No se trata, con ello, de desterrar a la razn, sino darle su justo lugar dentro
de la vida. Porque tambin lo tiene. Pretender combatir a la razn en nombre de
un irracionalismo burdo, significa volver a fragmentar la vida. De lo que se tratara
es de buscar un equilibrio donde la razn y lo individual puedan ofrecer su verdad,
junto a la verdad que puede dar lo subjetivo. Por ello, nuestra autora se pregunta:
Mas, no sera lo justo cultivar como el activo liberal nuestro huerto con
nuestras manos, y dejar a los ngeles con el meridional la intimidad, la oculta
fluencia de nuestro huerto interior? Yo entreveo en este modo de vivir un indicio
para la solucin del problema de la libertad moral. Nuestro arraigo en la
Naturaleza y en la gracia tan librepuede contribuir a lograr el equilibrio y la
60Op. cit.,p. 261.61
Op. cit., p. 264.
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fecundidad que se echa de menos en el desasosiego estril del liberal
racionalista.62
La libertad del ser humano es una preocupacin vlida del liberalismo. Esto
es lo que rescata Zambrano del mismo. La libertad es una condicin necesaria
para humanizar la historia. Pero hay que tener cuidado en qu es lo que se
formula con esta libertad. No se trata de la libertad-de, sino que de libertad a
partir de, a base de.63El espejismo liberal y por ende, racionalista, es creer
que se liberar al individuo de la necesidad, de la naturaleza y de Dios. Es un
espejismo, porque para ser absolutamente libre de los mismos tendra que estar
fuera de todos ellos. Es eso posible para el ser humano? El ser humano no es un
ser absoluto, que est solo en el universo, o, mejor an, que est puesto ah para
dominarlo a su antojo. Pretender liberarse absolutamente es el primer paso para la
hybris,para el endiosamiento.
Hay otro aspecto vlido del liberalismo, y es su reivindicacin de las
libertades polticas. Sin esas libertades, las actividades polticas pierden su cariz
poltico para adquirirlo policaco.64No puede ser de otra manera, puesto que si
recordamos que la poltica es voluntad de reforma de la vida, cmo puede
reformrsela si hay, por ejemplo, un frreo control estatal o judicial, meditico o
econmico hacia las libertades de organizacin poltica y de expresin del
pensamiento? El problema no es tanto el reivindicar estas libertades polticas, sino
en el absolutizarlas.
62Op. cit.,pp. 265-266.63Op. cit.,p. 266.64
Op. cit.,p. 267.
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En suma, para Zambrano habra que descartar el liberalismo econmico,
pero s rescatar sus postulados espirituales: su defensa de las libertades y del ser
humano.
2.1.3. Crtica al estalinismoEn vez de historia verdadera, hemos tenido historia sacrificial; en vez de
poltica consciente de su deber hacia la vida, nos han sobrado proyectos
disgregadores y animados por la voluntad de poder. A veces estos proyectos
polticos, que buscan, explcitamente, reformar la vida para bien de la vida misma,
han terminado alejndose de esa vida, esto es, proyectos que lo piden todo [la
vida] y lo ofrecen todo [otra vida, radicalmente nueva y mejor]. Mara Zambrano
tiene la mirada puesta en el estalinismo sovitico, o, para usar sus palabras, el
caso del comunismo ruso actual65.
Al igual que el liberalismo burgus, al cual pretende superar, el estalinismo
tiene una raz racionalista. As, pues, el comunismo es el ltimo resultado del
movimiento racionalista, racionalizador de la vida, que comenz con la reforma
religiosa y sigui en lo poltico con la Revolucin francesa; con la rusa lleg a lo
social punto crtico del problema: individuo y sociedad.66 Contrario al
liberalismo, que privilegia al individuo, el estalinismo colocar la sociedad al centro
y relegar al individuo.
El estalinismo tiene un fondo cuasi religioso: aspira a practicar una
redencin total de la vida: una vida nueva, un paraso en la tierra. Un paraso que
65Op. cit., p. 208.66
Op. cit.,p. 256.
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no es el producto de la salvacin divina, sino de la razn: Partiendo de una teora
de la historia, crea una economa, una moral, un arte, es decir, una cultura. Es una
poltica inspirada en la vida; en la que la vida predomina y aun aplasta al individuo.
Es querer fundar una nueva vida, s, pero una vida concebida por un cerebro
humano, una vida racional, racionalizada. Lejos de ser entrega a lo espontneo, a
lo natural, es afn de dominio sobre ello. Hasta en eso coincide con la religin.
Hay horror a lo imprevisto. Se persigue toda posible espontaneidad
heterodoxia hasta el detalle, hasta la obsesin. El comunismo ruso ama tanto la
vida que, en ansia ertica, quiere apoderarse de ella y detenerla.67El estalinismo
y sus derivados intentaron planificar cada aspecto de la vida verbigracia, los
famosos planes quinquenales y pretendieron controlar lo incontrolable: la
subjetividad, los aspectos transcendentales, lo irracional, el azar. Hablar en
nombre de la vida y afirmar que la vida es, en ltima instancia, lo econmico 68,
que es susceptible de ser medido (positivismo) y controlado.
Lo anterior no es ms que el afn de dominio de todo racionalismo el
estalinismo es un racionalismo que acta en nombre de una idea grandiosa: la
revolucin proletaria y el fin de toda explotacin del hombre por el hombre:
voluntad de poder de la razn sobre la vida. La necesidad positivista de controlar y
medir llevada a cada intersticio de la vida. En ese sentido, el estalinismo jams
pudo resolver su apora raigal: el actuar en nombre de la vida pero terminar
ahogndola. Al sacrificar al individuo concreto en aras del colectivo, el estalinismo
refrenda la historia sacrificial. Testigo de ello fueron las vctimas de las purgas
estalinianas y los que huyeron, desterrados, de la nueva encarnacin de Pedro El
67dem.
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Grande y sus nuevos horrores. Significa, por ello, que, irremisiblemente, todo
proyecto alternativo de sociedad siempre se queda en los linderos de la historia
sacrificial y que no hay posibilidad alguna para la humanidad? Esa sera la
respuesta del posmodernismo de reaccin y la de los adalides del fin de la
historia. Es eso lo que nos est diciendo Zambrano?
2.2. Hacia la superacin de la historia sacrificial
De la lectura de la obra zambraniana, podemos intuir algunos posibles
caminos que lleven hacia la historia humana. Estos caminos son, bsicamente,
dos: la resignacin y la esperanza, esbozada esta ltima en una posible poltica
revolucionaria. Ms adelante, veremos qu es lo que esta poltica revolucionaria
puede o no dar de s para que la humanidad supere la historia sacrificial. En
verdad, superar la historia sacrificial no es tarea que prometa ser fcil. Tampoco
implica llegar a un punto histrico inamovible, a partir del cual se superarn todas
las contradicciones y todo tipo de enajenacin (idolatra). Se trata de un desafo
ingente, pues parte de la vida y su constante cambio. El camino tampoco es fcil,
pues, como nos recuerda nuestra autora en Horizonte del liberalismo,amplia es
la tarea, pues hay que salvarlo todo. Cultura y democracia. Individuo y sociedad.
Razn y sentimiento. Economa y libertad.69Es decir, se trata de salvar la vida en
su integralidad y no solamente uno de sus fragmentos endiosados.
68Op. cit.,p. 257.69
Op. cit,. p. 263.
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2.2.1. El camino de la resignacinEn medio de la Guerra Civil (en 1938, para mayor precisin), Zambrano
publica en la revista Hora de Espaa un texto titulado Un camino espaol:
Sneca o la resignacin. El contexto socio-poltico es evidente. La intencin es
remitirse al camino recorrido por el filsofo estoico, en medio de un contexto
caracterizado por una crisis humana. Recurrir al pensador cordobs no resulta
antojadizo, pues Zambrano descubre en l una constante en la historia espaola:
la resignacin como modo de enfrentar la historia, razn de la popularidad
efectiva de Sneca [...] que ha dado motivo a que por muchos investigadores se
haya dado al pueblo espaol por estoico70. Es bueno recordar algunos de los
pensamientos que Mara Zambrano aporta sobre esta opcin.
El estoicismo senequista, esto es, la resignacin senequista, no comporta
necesariamente un conformismo ante la adversidad. Las Consolaciones de
Sneca responden a la soledad humana. En el contexto de Sneca, esta soledad
se da en un contexto de crisis de la cultura. Han sido rotas las seguridades y los
sentimientos de unidad para el hombre. Por primera vez escribe Zambrano
nos topamos con un hombre desarraigado, a quienes los lazos de la sangre, la
comunidad patria o la obediencia religiosa no bastan para conducir su vida. El
cosmopolitismo estoico, aparte de su exageracin, tiene, sin duda alguna, este
significado; el hombre se siente solo, sin conexiones sanguneas, raciales ni
religiosas y por eso se siente intercambiable. No lleva sobre sus hombros el peso
70
Un camino espaol: Sneca o la resignacin, en Senderos,p. 109.
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de un destino concreto, se siente desamparado y en su desamparo descubre su
individualidad que, claro est, es universal.71
Esta conciencia del desamparo lleva a la necesidad de un consuelo para
vivir. Esa es la resignacin senequista: la consolacin que puede proporcionar la
filosofa en momentos de crisis. Debera ya bastar con esto para el pago de
nuestro tributo a la fascinacin de Sneca. Pues quiz nada ms misteriosa y
conmovedoramente espaol podramos encontrar en l escribe nuestra autora
. Su figura tan humana y hasta humanitaria, de curandero filosfico, es lo
suficientemente noble en este momento tan inhumano, como para merecer el
amor de todas las almas no pervertidas. El que se destacara con esta aureola
sobre el fondo de la vida de Roma, nos llena de sereno orgullo y nos invita en el
instante presente a no resignarnos a ser aplastado por todo eso que l hubiera
detestado; lo que en la Roma que l esclareciera haba de brbaro, totalizado y
puesto hoy en pie. Se trata, pues, de una resignacin activa, que busca resistir la
barbarie por mantener la lealtad a unos principios de conducta. Esta resistencia,
sin embargo, carece de fe. Y la falta de fe conduce a Sneca a la autoinmolacin,
al suicidio, a preferir la muerte a la contradiccin72, es decir, a la doblez, al culto
a la conveniencia. Nos pregunta Zambrano: Es admirable y ejemplar, pero,
tendramos derecho a elegir ese camino, contando ya con su experiencia?73. Y
responde: Un pueblo no puede resignarse porque no puede detenerse, porque
no puede aniquilarse a s mismo. Un pueblo suicida sera algo precursor inmediato
71Ibdem,p. 112.72Ibdem,p. 116.73
dem.
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del fin del hombre.74El empeo humano tiene que estar por la vida. De ah que el
otro camino, el de la esperanza, es el que debe preferirse en tiempos de crisis.
Y eso lleva a una posicin tica, como la que tuvieron que adoptar los
intelectuales espaoles cuando la II Repblica estaba asediada por el fascismo:
resistir para la vida. Llegar, incluso, a participar en la guerra, pero no para matar,
sino para dar la vida. En un tiempo crtico como ese que simboliza la crisis
general de la humanidad, no hay neutralidad posible: o se est con la vida, o
contra ella. Ntese que no se habla de una opcin ideolgica: se habla de la vida.
Los neutrales seala en Los intelectuales en el drama de Espaa hablan
de valor por estar en el equilibrio imposible entre dos contrarios que no existen,
que no pueden existir en un mismo plano; porque no hay trmino medio entre la
muerte y la realidad preada de futuro, ya actual, de la Espaa que renace.
Ignoran que no es posible este equilibrio, que adems, lejos de suponer valor, lo
esquiva, esquiva la realidad de la vida, queriendo forjarse mundos privados donde
la lucha y el riesgo no existen. Pueden dar tambin su obra por acabada, si la
tienen. Los que no la haban logrado an, arrastrarn una juventud estril por el
mundo, horrible juventud caduca sin el cansancio fecundo de la vejez bien
lograda.75
El camino es el de la fe puesta en la vida. Ello nos coloca ante el siguiente
paso: la necesidad de una poltica revolucionaria.
74dem.
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2.2.2. La poltica revolucionaria
Zambrano ya ha apuntado que la poltica, suprema actividad humana, es
necesidad de cambio, es esencia dinmica. Pero no toda poltica es
revolucionaria, vale decirlo: hay poltica conservadora. Qu define para nuestra
autora la poltica revolucionaria?
En primer lugar, la poltica revolucionaria no ser dogmtica de la razn,
ni tampoco de la supra-razon; y creer ms en la vida, ms en la virtud de los
tiempos que en la aplicacin apriorstica de unas cuantas frmulas, expresadas
con exigencias de perennidad.76Esto significa deshacerse del ncleo racionalista
y colocar la prioridad en la vida. Pero cuidado. Hacer esta prioridad podra
interpretarse como una visin cntrica: logocntrica, antropocntrica, etc. Esta
priorizacin de la vida implica tomarla en su integridad: considerarla como
naturaleza, ser humano, trascendencia.
En segundo lugar, la poltica revolucionaria buscar superar la
disgregacin histrica. La vida es contingencia; no eternidad. Pero es tambin
asimilacin del pasado, del presente y del futuro como un todo no una
totalidad en equilibrio. Ms adelante, veremos como la hipertrofia del pasado o
del futuro histricos deriva necesariamente en lo que podramos llamar poltica
sacrificial.
El fascismo es un ejemplo de los peligros de esa hipertrofia del pasado. El
fascismo, enemistad con la vida que destruye todo respeto y devocin hacia
75Ibdem,p. 48.76
Horizonte del liberalismo., p. 212.
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ella77, se nutre de una versin distorsionada del pasado. Surge como respuesta a
la crisis de la primera posguerra mundial, como la desesperacin impotente de
hallar salida a una situacin insostenible; desesperacin aferrada a su propia
limitacin. Lo que tiene de grave el fascismo, lo que le lanza al crimen, es el
aferrarse a unos lmites, el ser rebelin y violencia para no abandonar una
posicin por lo dems inhabitable.78Los lmites a los que se aferra son los de un
pasado hipertrofiado: No hace mucho que el hombre adquiri lo que se ha
llamado conciencia histrica; el progresismo fue su tosca manifestacin, y
recientemente el hombre ha ido entrando en posesin de ella. El fascismo se
produce sobre esa conciencia de lo histrico y tambin la utiliza y la enmascara. El
hombre vive en la historia, ha dicho Mussolini, y en vista de ello emprende la
reconstruccin del Imperio romano, dejando ver con ello que le falta inspiracin
histrica verdadera para crear un proyecto nuevo. Pero esta pobreza proviene de
no querer reconocer las necesidades de la poca, pues slo a travs de las
necesidades encuentra el hombre su libertad.79
Sirva esta larga digresin para subrayar que la poltica revolucionaria debe
contar con el tiempo, concebido no como algo esttico, mineralizador de la
historia80al estilo conservador, sino como tiempo vivo,como tiempo en el que la
vida fluye. Una poltica, pues, que tome en cuenta el humilde limo terrestre81en
el que el tiempo se mueve: la intrahistoria.
77Los intelectuales en el drama de Espaa, en Senderos.,p. 35.78Ibdem.79Ibid.,p. 37.80Horizonte del liberalismo,p. 213.81
Ibid.,p. 212.
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La revolucin es, entonces, continuidad con el tiempo. Pero esta
continuidad tampoco es garanta de traspasar la historia sacrificial. Advierte
nuestra autora:
Pues la revolucin es otra cosa. La Revolucin Francesa fueun movimiento intelectual o de una fe en un principiouniversal y una conmocin entraable de aquella sociedadpara dejar salir a una clase nueva, aunque no tan nueva. Laburguesa, no viene del burgus medieval? Y esta clasenueva en cuanto a sus pretensiones de ocupar el poderresult hacedora de la nacin en esta etapa, pero dentro deuna continuidad. La ruptura con el pasado de la Revolucin
en Francia fue brevsima, pronto se estableci unacontinuidad diferente, no la encarnada por los monarcas sinopor la sociedad misma en todas sus dimensiones.Y la revolucin rusa, hecha tambin en nombre de unprincipio universal, pretendi realizar una utopa. A los pocosaos se estableci la continuidad con la historia rusa en unmomento un tanto alejado: el de Pedro y Catalina.82
La poltica revolucionaria no es per segaranta de superacin de la historia
sacrificial, como tampoco lo es el que la poltica tenga continuidad con el tiempo.
Evidentemente, la vida no otorga certezas eternas, puesto que es propio de la
persona el discurrir, el avanzar... pero esto no se verifica de un modo simple.
Avanzar, en realidad, slo se logra sabiendo recorrer las diversas dimensiones del
tiempo. En vez de quedarse fijo, preso en la fijeza, frente a una imagen o una idea
o un propsito, recorrer con l los mltiples caminos del tiempo hacia el pasado y
hacia el futuro; contrastado con los diversos presentes.83Trasponer el dintel de la
historia sacrificial no implica llegar a un Paraso donde todo ser fijeza y
perfeccin. Implica otra cosa: un camino humano. No una utopa inalcanzable,
sino algo ms cercano: la democracia.
82Delirio y destino,p. 176.83
Persona y democracia,p. 203.
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2.2.3. La democracia como humanizacin de la historia
Para Mara Zambrano, la democracia es la manera de superar la historia
sacrificial. Ms all de la definicin etimolgica de democracia gobierno del
pueblo, para el pueblo y por el pueblo, que se ha banalizado a fuerza de
manipulaciones, nuestra autora propone un concepto distinto. En primer lugar,
afirma que si hubiera que definir la democracia podra hacerse diciendo que es la
sociedad en la cual no slo es permitido, sino exigido, el ser persona.84
Aqu es importante el uso de la palabra persona. No en vano el ttulo de su
libro, Persona y democracia.Personase contrapone a individuo.Individuo tiene
para Zambrano una connotacin negativa, que remite a la oposicin
individuo/sociedad. Es el individuo enfrentado a la sociedad, no en armona
dentro de ella. En cambio aclara, persona incluye al individuo y adems
insina en la mente algo de positivo, algo irreductible por positivo, por ser un
ms; no una diferencia, simplemente.85Esa definicin positiva quiere decir que
el ser personadestierra ese antagonismo con la sociedad. Si la democracia exige
el ser persona, ello implica que la persona no es ya ese individuo cerrado dentro
de s. La oposicin entre individuo y sociedad desaparece. No es ya el individuo
que, como un nuevo dios, vale por encima de su sociedad; ni sta ser el Leviatn
o el Ogro Filantrpico que devorar al individuo, o cuando menos, lo anular.
Para Zambrano, llegar a ser persona quiere decir el que la realidad humana
se haga presente, y su interaccin con la democracia no es otra cosa ms que la
84Ibd.,p. 169.85
dem.
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sociedad sea adecuada a la persona humana; su espacio adecuado y no su lugar
de tortura.86
Ahora bien, veamos qu es esta democracia que se nutre del ser persona.
En todo caso, por qu valerse de un trmino que ha sido tan manipulado para
referirse al mbito que posibilita la historia humana? No ha sido tanto la
democracia lo que est desvirtuado, aclara Zambrano, sino el abuso del trmino,
que se ha empleado a la ligera, o bien para enmascarar fines inconfesables87.
El trmino democracia es el parmetro a travs del cual se mide la
legitimidad de un rgimen poltico. Democracia es la ensea a la cual se acogen
todos los regmenes que pretenden servir al hombre en la hora presente88. La
democracia, pues, constituye como un tribunal o una instancia ante la cual se
justifican, explican, los que quieren servir al prog
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