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Post on 16-May-2020
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Linda Scaperotto nos recibe en su nueva casa de Madrid para mos-trarnos cómo vive la Navidad la familia Matu-tes. El imperio familiar incluye hoteles en va-rios continentes, como, por ejemplo, el Ushuaia, y diversas empresas, entre las que se en-cuentran una gran pis-cifactoría y una naviera. A la izquierda, la entra-da y la piscina interior
LA NAVIDAD DE LOS MATUTES EN SU NUEVA Y MODERNA CASA DE MADRID
Linda Scaperotto, mujer de Abel, heredero del imperio Matutes, nos recibe con sus cuatro hijos: «Nací en Filadelfia, donde mi familia, de
origen irlandés, italiano y alemán, ha vivido desde hace dos siglos»
«Preparamos la Nochebuena en casa para toda la familia de Abel. Con los niños, aho-ra disfrutamos aún más de estas fiestas»
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LINDA Scaperotto es americana, y su belle-za es reflejo de toda la frescura, la espon-
taneidad y la gentileza de su actitud, con la que siempre te atiende y que trasmite a su al-rededor. Está casada con un hombre muy im-portante, el heredero del imperio Matutes, Abel, gran trabajador y tan inteligente como su padre, que fue ministro de Asuntos Exte-riores, comisario europeo y fundador del gru-po Empresas Matutes. Forman una formida-ble y discreta familia, a pesar de su poder. Vi-ven de forma sencilla, valorando todo lo que tienen y siendo agradecidos. Linda, Abel y sus cuatro hijos residen en Madrid en una casa muy moderna que han decorado de Navidad con amor y respeto a las tradiciones, además de la alegría de los más pequeños, Abel, Álex, Stella y Linda, que hablan inglés y español al mismo tiempo y que evidencian el espíritu cosmopolita de la nueva generación de estos destacados empresarios
—Linda, ¿cómo celebráis la Navidad? —La Nochebuena siempre la pasamos con
la familia de Abel en Ibiza, donde preparamos una gran cena en nuestra casa. Como marca la tradición en Estados Unidos, Papá Noel viene cuando los niños están durmiendo, y al desper-tarse van corriendo al salón para abrir los rega-los que les ha traído. Justo después de Navidad, nos vamos a Estados Unidos, donde los niños reciben los regalos de mi familia.
«PERSONAS SENCILLAS Y NADA OSTENTOSAS»
—¿Decoras mucho en estas fechas? —Me encanta decorar la mesa, encargar los
centros de flores, sacar la vajilla y los elementos decorativos de Navidad, encender velas de olo-res navideños y poner música para crear un ambiente muy festivo.
—¿Y el menú? —Lo hacemos entre Abel, mi suegra y yo.
Ellos son dos genios en la cocina. Ella suele cocinar una «porcella» ibicenca (jamón de cer-do al horno); mi marido, faisán a la canela, y yo me ocupo de los acompañantes y los postres. Me encanta darle un toque americano con una tarta de manzana, otra de calabaza y mi favori-ta, tarta de queso neoyorquina. También me hace mucha gracia vestir a los niños con sus jerséis de renos —¡me van a matar cuando vean las fotos de mayores!— y a las niñas de rojo o de tartán.
—¿Qué significa pertenecer a esta familia?—Desde que comencé mi relación con Abel,
me han arropado increíblemente y me han he-(SIGUE)
Linda con sus cuatro hijos: Abel, el mayor, que acaba de cumplir cinco años; Alejan-dro, de tres y medio, y las gemelas Linda y Stella, de veintiún meses. «Ser padres de cuatro hijos tan peque-ños es agotador, pero, al verles jugar y pasarlo genial juntos, te das cuenta de que tenerles tan seguidos tam-bién es precioso». A la iz-quierda, rincón de estar donde arranca la escalera a
la planta superior
«Cuando tuve a las gemelas, me dediqué a mi familia, y reco-nozco que es un privi-legio poder hacerlo. Era muy difícil compa-ginar mi puesto de di-rectiva con mi faceta de madre de cuatro niños muy pequeños»
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«Quería que hiciese el interiorismo mi cuñada, Stella Matutes, porque tiene un gran estilo, pero estaba con muchísimos proyectos, y encima se quedó embarazada, así que
Abel me dijo: “Hazlo tú”. ¡No sabía por dónde empezar!»
cho sentir una más de la familia. Son personas sencillas, trabajadoras y nada ostentosas. Siempre juzgan a las personas por cómo son, y no por lo que tienen o por su apellido. Me siento muy afor-tunada de ser la mujer de un gran hombre como Abel. Es una persona diez, pero no solo lo digo yo, sino que lo dicen todos los que lo conocen. Es un padre entregado, un atento marido y un trabaja-dor incansable. Si hay una cosa que destaca en to-dos ellos es su sencillez. Quien conozca a mi mari-
do lo sabe. No es nada pretencioso y no siente ninguna necesidad de hablar de lo que tiene o no tiene. Es un gran amigo de sus amigos. Básica-mente, la filosofía de la familia se basa en eso: cero tontería.
—¿Cómo conociste a tu marido?—Nos conocimos mientras cursábamos un
MBA en el Instituto de Empresa. Abel tiene un gran carisma. Es brillante y tiene el mismo sentido de humor que yo, así que enseguida nos hicimos
inseparables. Aunque mis padres están divorcia-dos, tengo claro que hay que luchar por un matri-monio sólido y feliz, y no tomárselo a la ligera, so-bre todo si hay niños pequeños.
—¿Cuáles son tus orígenes? —Soy la mayor de tres hermanos. Nací en Fila-
delfia, donde mi familia, de origen irlandés, italia-no y alemán, ha vivido desde hace dos siglos. A mi familia le encanta España, y todos, incluso mi
Un gran sofá rinconera adquiere protagonismo en el salón, que tiene grandes superficies acristaladas. A la izquierda, Linda con las gemelas: «Aunque yo ya tenía algunas ideas de colores y de muebles, el equipo de interiorismo de la empresa me ha ayudado muchísimo, y estoy contenta con cómo ha quedado»
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«Me encanta deco-rar la mesa, encar-gar los centros de flores, sacar la va-jilla y los elemen-tos decorativos de Navidad, encender velas de olores na-videños y poner música para crear un ambiente muy
festivo»
A la derecha, Linda posa en el come-dor, donde nos revela: «El menú lo ha-cemos entre Abel, mi suegra y yo. Ellos son dos genios en la cocina. Ella suele cocinar una «porcella» ibicenca (jamón de cerdo al horno); mi marido, faisán a la canela, y yo me ocupo de los acompañantes y los postres». Bajo estas líneas, la cocina. Abajo derecha, detalle de la mesa, vestida de Navidad
abuela, nos visitan con frecuencia. Eso sí, nin-guno, salvo mis hermanos, habla nada de espa-ñol. Mis hijos mayores dicen que son españoles y americanos. Yo les hablo a todos en inglés, y Abel, en castellano. Las pequeñas mezclan mu-cho los idiomas porque todavía están apren-diendo, pero los chicos ya dominan los dos.
—Los niños llegaron muy rápido, ¿verdad?—Fuimos padres de cuatro niños en tres
años. ¡Lo nuestro debe ser un récord! Después de tener dos varones, queríamos ir a por la niña, y cuando nos dijeron que venían dos fue un «shock» total. Ser padres de cuatro hijos tan pequeños es agotador, pero, al verles jugar y pasarlo genial juntos, vemos que tenerlos tan seguidos también es precioso. Cuando tuve a las gemelas, me dediqué a mi familia, y reco-nozco que es un privilegio poder hacerlo.
—¿Puedes compaginar bien trabajo y fa- milia?
—Era muy difícil compaginar mi puesto de directiva con mi faceta de madre de cuatro ni-ños muy pequeños, sobre todo con mi marido viajando mucho y mi familia muy lejos. Tengo ayuda fantástica en casa, pero tengo claro que me quiero ocupar yo de criarles.
—¿Contasteis con ayuda para montar la casa?
—Llevamos muy poco tiempo aquí, así que,
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poco a poco, la vamos poniendo a nuestro gus-to. Yo quería que hiciese el interiorismo mi cu-ñada, Stella Matutes, porque tiene un gran esti-lo, pero estaba con muchísimos proyectos, y encima se quedó embarazada, así que Abel me dijo: «Hazlo tú». ¡No sabía por dónde empezar con una casa de estas medidas! Aunque yo ya tenía algunas ideas de colores y de muebles, el equipo de interiorismo de la empresa me ha ayudado muchísimo, y estoy contenta de cómo ha quedado. A medida que los niños vayan cre-ciendo, iré añadiendo otras cosas: esculturas, lámparas de pie y más obras de arte, sin el mie-do de que me rompan todo (ja, ja).
Realización y texto: NANÁ BOTTAZZI Fotos posadas: PEPE BOTELLA
Fotos casa: MATTIA BETTINELLI Trajes: ALBERTA FERRETTI
«Aunque mis padres están divorciados, tengo claro que hay que luchar por un matri-monio sólido y feliz, y no to-márselo a la ligera, sobre todo si hay niños pequeños»
«Ser madre de gemelos es algo especial. Las niñas tie-nen una conexión increíble, y son muy parecidas física-mente, pero bastante dife-rentes de personalidad»
«A medida que los niños vayan creciendo —explica riéndose Linda, vestida por Alberta Ferretti—, iré añadiendo otras cosas: escultu-ras, lámparas de pie y más obras de arte, sin miedo de que me rompan todo». Justo después de Navidad, el matrimonio y sus hi-jos se marcharán a Estados Unidos para ver a la familia materna
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