la muerte cuelga en forma de serpiente en una esquina ... · la conocía, la conocía muy bien. la...
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Lamuertecuelgaenformadeserpienteenunaesquina.Absurdacomounaccidente,sinuosaeimpredeciblecomounhomicidio…Comolashuellasdeun reptil en la arena, la pluma de Agatha Christie dibuja las curvas delcrimen, los laberintos de la lógica, la mecánica del amor e, incluso, losdifusoslímitesdelespaciosobrenatural.
En Un dios solitario y otros relatos se recogen las primeras narracionescreadaspor lasacerdotisadelcrimen;unregistrocompletoquemuestrademanera excepcional la primera etapa de la prolífica escritora.Desempolvadosdeviejasrevistasdelosañosveinteytreinta,estoscuentosinéditosretratanlaobradeunaescritoraenconstanteprocesodebúsqueda,tanto de género como de estilo. Pero siempre sorprendente con susdesenlacesimprevistos…Elmonstruodelalocuradeformaelbellorostrodeuna joven;elpasadogolpeaa lapuertaen formadechantaje;odioyamorchocanydandebrucesconlasoledadmásabsoluta.
AgathaChristie,viajeraimpenitenteobsesionadaconlaarqueología,noponelímitesalasatmósferasvivas,misteriosasycoloridas:exóticasesenciasdeMedioOrienteofríasynebulosascampiñasbritánicas.
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AgathaChristie
UndiossolitarioyotrosrelatosePubr1.0
Titivillus26.03.15
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Títulooriginal:WhitethelightlastAgathaChristie,1997Traducción:CarlosMillaSoler
Editordigital:TitivillusePubbaser1.2
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Prefacio
Agatha Christie, la «reina del crimen» original, es aún la mayor y más conocidaautoradeliteraturapoliciacaclásica.Sunovelamásfamosa,yposiblementelanovelapoliciacamásfamosajamásescrita,esElasesinatodeRogelioAckroyd(1926),queescandalizóa loscríticosy,poresamisma razón, le sirvióparacolocarseentre losprincipalesautoresdelgénero.ResolvióaquelcasoHérculesPoirot,exmiembrodelapolicía belga y protagonista en el futuro de 33 novelas, incluidasAsesinato en elOrientExpress(1930),Elmisteriodelaguíadeferrocarriles(1936),Cincocerditos(1942),Despuésdelfuneral(1953),Lasmanzanas(1969)yTelón(1975).Entresusdetectives,AgathaChristie sentía especial predilección porMiss JaneMarple, unaancianasolteronaqueaparecióen12novelas,incluidasMuerteenlavicaría(1930),Un cadáver en la biblioteca (1942),Unpuñado de centeno (1953),Misterio en elCaribe (1964)y sucontinuaciónNémesis (1971),yporúltimoUncrimendormido(1976),quecomoTelónhabíasidoescritaduranteelbombardeoalemándeLondrescasi cuarenta años antes.Y entre las 21 novelas en que no figuran ninguno de losdetectiveshabitualesdeAgathaChristieseencuentranDieznegritos (1939)—en laquenisiquierahaydetective—,Lacasatorcida (1949), Inocencia trágica (1959)yNocheeterna(1967).
Alolargodeunacarreraliterariademásdemediosiglo,AgathaChristieescribió66novelas,unaautobiografía,seislibrosconelseudónimo«MaryWestmacott»,unacrónica de su expedición a Siria, dos libros de poesía, otro de poemas y cuentosinfantiles, más de una docena de obras de misterio para el teatro y la radio, yalrededor de ciento cincuenta relatos. Esta nueva recopilación reúne nueve relatosque, salvo un par de excepciones, no se habían reeditado desde su primerapublicación (enalgunoscasosentresesentaysetentaañosatrás).Poirotapareceendosde losrelatos,«ElmisteriodelarcóndeBagdad»y«LaaventuradeNavidad»,que son las versiones originales de dos novelas cortas incluidas en la selecciónElpudin de Navidad (1960). «El acantilado» es un tenso relato psicológico, y «Laactriz»describeunastutoengaño.Elenigmático«Entreparedesblancas»y«Undiossolitario» son historias románticas y datan de los inicios deAgathaChristie comoescritora. Lo sobrenatural se halla representado en «La casa de sus sueños» y«Mientrashayaluz».Seincluyeasimismo«ElorodeMan»,unrelatocuyaformayconceptofueronúnicosensumomentoperogozandesdeentoncesdegranaceptaciónentodoelmundo.
Delprimeroalúltimo,estosnueverelatosmuestranelinimitableestilodeAgathaChristie.Unauténticofestínparalosconocedores.
TONYMEDAWAR
Londres,diciembrede1996
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AGRADECIMIENTOS
CongratitudaJohnCurran,JaredCade,KarlPike,autordeAgathaChristie:TheCollector’sGuide,yGeoffBradley,responsabledelaedicióndeCrimeandDetective
Stories.
T.M.
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ÉstaeslahistoriadeJohnSegrave:desuvida,quefueinsatisfactoria;desuamor,nocorrespondido;desussueños,ydesumuerte.Ysienestosúltimosencontróloqueen aquéllos le había sidonegado, podría considerarseque en sumadisfrutódeunavidaventurosa.¿Quiénsabe?
La familia de John Segrave andaba de capa caída desde hacía un siglo. Susantepasadoshabíansidoricoshacendadosdesdelaépocaisabelina,peronoquedabanyamástierrasporvender.Sehabíajuzgadooportunoquealmenosunodeloshijosseinstruyese en el provechoso arte de amasar fortuna. Una involuntaria ironía deldestinoquisoquefueseJohnelelegido.
Viendosubocapeculiarmentesensualysusojosgarzosyalargados,apenasdosrendijasqueleconferíanunairedeelfoofauno,decriaturamontarazsalidadelosbosques,resultabaincomprensiblequefueseéllaofrenda,elsacrificioenelaltardelasfinanzas.Elolordelatierra,elsabordelsalitreenloslabios,elcielorasosobrelacabeza…ésaseran lascosasqueJohnSegravemásquería,ya lasquedebíadeciradiós.
A losdieciocho años entró como joven empleado enuna importante compañía.Siete años más tarde seguía siendo empleado, ya no tan joven pero con idénticacategoría. Su modo de ser no incluía la facultad de «prosperar en la vida». Erapuntual,voluntarioso,diligente…unempleadoynadamásqueunempleado.
Ysinembargopodríahabersido…¿qué?Élmismoera incapazderesponderaesapregunta,peroteníalafirmeconviccióndequeenalgunaparteexistíaunavidaenlaquesupresenciaseríadignadeconsideración.Poseíaunafuerza,unarapidezdepercepción, una cualidad indefinida que sus compañeros de fatigas no imaginabansiquiera. Les caía bien. Despertaba simpatía por su despreocupada cordialidad, ynadie reparaba en el hecho de que excluía a los demás de cualquier forma deverdaderaintimidad,aunque,esosí,conigualdespreocupación.
Elsueñosepresentódemanerasúbita.Noeraunafantasíainfantilaumentadaydesarrolladaalolargodelosaños.Loasaltóunanocheamediadosdeverano,oparasermás exactos ya demadrugada. JohnSegrave se despertó estremecido e intentódenodadamenteretenerlomientrasseesfumaba,escurriéndoseleentrelosdedosconlaevanescenciapropiadelossueños.
Seaferróaélcondesesperación.Nodebíadejarloescapar.Nodebía.Debíafijaraquellacasaensumemoria.Eralacasa,sinduda.Lacasaquetanbienconocía.¿Eraunacasarealoexistíaúnicamenteensussueños?Nolorecordaba;perodesdeluegolaconocía,laconocíamuybien.
La luz tenue y gris del alba se filtraba en la habitación. La quietud eraextraordinaria. A las cuatro y media de la mañana Londres, el cansado Londres,hallabaunbreveinstantedepaz.
JohnSegravepermanecióinmóvil,arrebujadoensujúbilo,enlaexquisitabellezadelprodigiososueño.¡Conquéhabilidadhabíaconseguidograbárseloen lamente!Pornorma,lossueñospasabandemanerafugaz,sedesvanecíanmientrasuno,conla
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gradual conciencia del despertar, trataba de atraparlos y detenerlos con sus torpesmanos. Pero él había sidomás rápido que aquel sueño. Lo había asido cuando sedeslizabavelozmenteanteél.
Eraunsueñofueradelocomún.Aparecíalacasay…Unsobresaltointerrumpiósuscavilaciones,puesalpararseapensarcayóen lacuentadequenada recordabaapartedelacasa.Ydepronto,conunasomodedecepción,descubrióqueenrealidadnoconocíaaquellacasa.Nisiquierahabíasoñadoantesconella.
Erauna casablanca, construida en lo altodeunpromontorio.Seveían árbolesalrededorycolinasazulesalolejos;perosupeculiarencantonoresidíaenelpaisaje,puesto que (y ahí estaba la clave, el clímax del sueño) era una casa preciosa,singularmentepreciosa.Seleaceleróelcorazónalrevivirdenuevolainsólitabellezadelacasa.
El exterior, por supuesto, ya que nunca había estado dentro.A ese respecto nohabíaduda,lamenorduda.
Luego,amedidaquecobrabanformaloslóbregoscontornosdesuhabitacióndealquiler,experimentóladesilusióndelsoñador.Quizá,despuésdetodo,elsueñonohabíasido tanprodigioso,¿oacaso laparteprodigiosa, laparteesclarecedora,se lehabía escapado, mofándose de sus vanos esfuerzos por aprehenderla? Una casablanca,enloaltodeunpromontorio…Aparentementenohabíaenesomotivoalgunoparatantoentusiasmo.Eraunacasagrande,recordaba,conmuchasventanas,ytodaslaspersianasbajadasnoporquesusmoradoressehubiesenmarchado(deesoestabaseguro),sinoporqueeratantempranoquenadiesehabíalevantadoaún.
De pronto se rió del sinsentido de sus imaginaciones y recordó que esa nocheteníaquecenarconelseñorWetterman.
MaisieWettermaneralaúnicahijadeRudolfWettermanyestabaacostumbradaaconseguirtodocuantoquería.EnunavisitaaldespachodesupadresehabíafijadoenJohn Segrave.A petición de su padre, el joven había entrado unas cartas. Cuandosalió,Maisiepreguntóporélasupadre.Wettermanlehablóconfranqueza.
—EshijodesirEdwardSegrave.Unafamiliadealcurnia,peroidaamenos.Estemuchachonuncallegaráanada.Yoloaprecio,peroesunceroalaizquierda.Lefaltaempuje.
Quizá a Maisie el empuje la traía sin cuidado. Era una cualidad a la que suprogenitor atribuía más valor que ella. Fuera como fuese, quince días despuésconvencióasupadredequeinvitaseaJohnSegraveacenar.Seríaunacenaíntima:Maisie,supadre,JohnSegraveyunaamigaquepasabaunatemporadaencasaconella.
Laamiganopudoreprimirciertoscomentarios.—Supongo,Maisie,quetienesderechoadevolución.Después,siestássatisfecha
delaadquisición,tupadreloenvolverápararegaloyselotraeráasuqueridahijita,
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compradoypagadocomodebeser.—¡Allegra,ereselcolmo!AllegraKerrseechóareír.—Maisie,noteprivasdeningúncapricho,bienlosabes.Megustaesesombrero,
meloquedo.Sipuedehacerseconlossombreros,¿porquénoconlosmaridos?—Nodigastonterías.Apenashehabladoconéltodavía.—No. Pero ya has tomado una decisión—repuso Allegra—. ¿Qué ves en él,
Maisie?—Nolosé—dijopausadamenteMaisieWetterman—.Es…distinto.—¿Distinto?—Sí.Nosabríaexplicártelo.Asumaneraesapuesto,sí,peronosetratadeeso.
Cuandoestásanteél,parecenoverte.Adecirverdad,nocreoquememirasesiquieraelotrodíaeneldespachodemipadre.
Allegravolvióareír.—Éseesuntrucomuyviejo.Unjovenastuto,diríayo.—¡Allegra,eresodiosa!—Anímate, querida. Papá se encargará de traerle un manso corderito a su
pequeñaMaisie.—Noesesemideseo.—Elamorconmayúsculas,¿esoesloqueesperas?—preguntóAllegra.—¿Porquénoibaaenamorarsedemí?—Pornadaenparticular.Ojaláseenamore.Allegrasonrióyobservóasuamigadearribaabajo.MaisieWettermanerauna
muchachadecortaestatura,tirandoarellena,ycabellocastañocortadoalogarçonyartísticamente ondulado. Los colores de moda en polvos y carmín realzaban suexcelente cutis. Tenía la boca proporcionada y los dientes regulares, los ojospequeños y chispeantes, y la barbilla quizá un poco pronunciada. Vestía con buengusto.
—Sí—añadióAllegraunavez concluido su escrutinio—.Estoy convencidadequeseenamorará.Enconjuntocausasunefectofrancamentebueno,Maisie.
Maisielamiróconescepticismo.—Lodigoenserio—aseguróAllegra—.Lodigoenserio,palabradehonor.Pero
supónporunmomentoqueesonoocurre;queseenamorequierodecir.Supónquellegaasentirportiunafectosinceroperoplatónico.Entonces,¿qué?
—Puedequenomegustecuandoloconozcamejor.—Esposible.Sinembargotambiénpodríaserquetegustasemuchomás.Yental
caso…Maisieseencogiódehombros.—Esperotenerorgullosuficiente…—Elorgullo—lainterrumpióAllegra—sirveparadisimularlossentimientos,no
paraevitarlos.
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—Enfin,noveorazónparanoadmitirlo—contestóMaisie,ruborizada—:soyunbuenpartido.Desdesupuntodevista,claro;lahijadesupadreyesascosas.
—Unafuturaparticipaciónenelnegocioytodoeso—dijoAllegra—.Sí,Maisie;ereshijadetupadre,deesonohayduda.Mecomplaceoírtehablarasí.Meencantaquemisamigossecomportencomoespropiodeellos.
ElligerotonodeburlamolestóaMaisie.—Eresdetestable,Allegra.—Pero estimulante, querida. Por eso me acoges en tu casa. Me interesa la
historia,comotúsabes,ysiempremehabíaintrigadoelmotivoporelcualsetolerabaydehechosefomentabalafiguradelbufóndelacorte.Ahoraqueyomismalosoy,he conseguidopor fin entenderlo.A algo tenía quededicarme, y ése no es unmalpapel.Ahíestabayo,orgullosaysinblanca,comolaheroínadeunanovelarosa,biennacidaymaleducada.«"¿Yahoraquéharé?SabeDios",dijoella».Segúnobservé,seteníaengranestimaalaconsabidaparientepobre,siempredispuestaapasarsinfuegoenlahabitaciónycontentadeaceptarencargosy«ayudarasuqueridaprimaFulana de Tal». En realidad no la quiere nadie, excepto aquellos que no puedenpermitirsecriadosylatratancomoaunaesclava.
»Asíqueoptéporelpapeldebufón.Insolencia,franqueza,unapizcadeingeniodevezencuando(nodemasiadoportemoradefraudarluegolasexpectativasdelosdemás),ydetrásdetodoesounaperspicazobservacióndelanaturalezahumana.Alagente le gusta oír lo horrible que es; por eso acude en tropel a escuchar a lospredicadores.Yhetenidoungranéxito.Recibocontinuasinvitaciones.Puedollevarunavidadesahogadaacostademisamigos,ymeguardobiendefingirgratitud.
—Eresúnica,Allegra.Hablassinpensar.—En eso te equivocas. Pienso mucho todo lo que digo. Mi aparente
espontaneidad es siempre calculada. Tengo que andarme con cuidado. Este trabajodebedurarmemientrasviva.
—¿Porquénotecasas?—preguntóMaisie—.Meconstaquehastenidomuchasofertas.
UnaexpresiónseveraapareciódeprontoenelrostrodeAllegra.—Nuncamecasaré.—Porque…—Maisie,mirandoasuamiga,dejólafraseinacabada.Allegramoviólacabezaenunbrevegestodeasentimiento.Seoyeronunaspisadasenlaescalera.Elmayordomoabriólapuertayanunció:—ElseñorSegrave.John entró sin especial entusiasmo.No imaginaba por qué lo había invitado el
viejo.Sihubiesepodidolibrarsedelcompromiso,lohabríahecho.Aquellacasa,consusólidamagnificenciayelsuavepelodesusalfombras,lodeprimía.
Unamuchacha se acercó y le estrechó lamano. Recordaba vagamente haberlavistoeneldespachodesupadre.
—Mucho gusto, señor Segrave. Señor Segrave, la señorita Kerr. John salió
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súbitamente de su apatía. ¿Quién era esa otra joven? ¿De dónde había surgido?AjuzgarporlosropajesígneosqueflotabanentornoasucuerpoylasdiminutasalasdeMercurio que coronaban su pequeña cabeza griega, se habría dicho que era un sertransitorioyfugaz,destacándosesobreelapagadofondoconunefectodeirrealidad.AlcabodeunmomentoentróRudolfWetterman,acompañadoporloscrujidosdesuampliayrelucientepechera.Sinmayoresformalidadescomenzaronacenar.
Allegra Kerr conversó con su anfitrión. John Segrave tuvo que dedicar suatenciónaMaisie,peseaquenopodíaapartardesupensamientoalaotramuchacha.Poseíaungranencanto,aunqueeraunencanto,pensó,másafectadoquenatural.Sinembargodetrásdeesosepercibíaalgomás,unfulgortrémulo,irregular,fluctuante,comolosfuegosfatuosqueantañoatraíanaloshombresdesdelospantanos.
Tuvoporfinocasióndehablarconella.Maisietransmitíaasupadreunmensajedealgúnamigoquehabíavistoaqueldía.Perollegadoelmomentosesintiócohibidoylamiróensilencioconexpresiónsuplicante.
—Temas de sobremesa—dijo ella para romper el hielo—. Podemos comenzarpor los teatrosoconunadeesas innumerablespreguntasdeapertura:«¿Legustaausted…?».
Johnseechóareír.—Y si descubrimos que a los dos nos gustan los perros o nos desagradan los
gatos rubios —contestó—, se formará entre nosotros lo que llaman un «lazoafectivo».
—Sinduda—afirmóAllegraconfingidaseriedad.—Esunalástima,creo,ceñirseaunguión.—Sinembargoesoponelaconversaciónalalcancedetodos.—Cierto—convinoJohn—,peroconconsecuenciasdesastrosas.—Convieneconocerlasreglas,aunquesóloseaparatransgredirlas.Johnsonrió.—Supongo, pues, que usted y yo nos abandonaremos a nuestras particulares
ocurrencias,aunariesgodesacaralaluzlagenialidad,queesprimahermanadelalocura.
Conunmovimientobruscoydescuidado, lamuchachagolpeóconlamanounacopade vino.La copa cayó al suelo y se rompió ruidosamente.Maisie y su padredejarondehablar.
—Losientomucho,señorWetterman—sedisculpóAllegra—.Ahoramededicoatirarcopasalsuelo.
—MiqueridaAllegra,notienelamásmínimaimportancia,lamásmínima.Entredientes,JohnSegravemasculló:—Cristalesrotos.Esotraemalasuerte.Ojalá…nohubieseocurrido.—No se preocupe—dijo Allegra—. ¿Cómo era aquella frase? «No es posible
traermalasuerteallugardondelamalasuertehabita».Allegra sevolviódenuevohaciaWetterman. John, reanudando laconversación
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conMaisie,tratódesituarlacita.Porfinloconsiguió.EranlaspalabraspronunciadasporSieglindeenLasvalquiriascuandoSiegmundproponeabandonarlacasa.
«¿Haqueridodecir…?»,pensóJohn.PeroMaisie le preguntaba ya su opinión sobre la última revistamusical. Poco
antesJohnhabíaadmitidosuaficiónporlamúsica.—DespuésdelacenapediremosaAllegraquetoqueunrato—sugirióMaisie.Pasaronalsalóntodosjuntos,hombresymujeres,costumbrequeWetterman,en
secreto, consideraba incivilizada. Él prefería la ceremoniosa solemnidad delofrecimientodecigarrosylabotelladevinocirculandodemanoenmano.Peroquizáaquellanochefuesemejorasí.Noimaginabadequédemoniospodríahablarconeljoven Segrave. Maisie estaba excediéndose con sus caprichos. Aquel tipo no eraprecisamenteatractivo—atractivodeverdad—ymenosaúnsimpático.SintióaliviocuandoMaisiepidióaAllegraquetocasealgo.Asílaveladanoseprolongaríatanto.Aqueljovenidiotanisiquierajugabaalbridge.
Allegratocababien,aunquesinlaseguridaddeunprofesional.Interpretómúsicamoderna:Debussy,StraussyunpocodeScriabin.AcontinuaciónejecutóelprimermovimientodelaSonatapatéticadeBeethoven,esaexpresióndedolorinfinito,deunpesartaninmensoyeternocomoeltiempo,quesinembargodestiladeprincipioafinel ánimo de quien no acepta la derrota, y en la majestuosidad de esa perpetuaaflicciónavanzaconelritmodelconquistadorhaciasusino.
En los últimos compases Allegra vaciló, tocó un acorde disonante y seinterrumpióbruscamente.MiróaMaisieyrióconunamuecaburlona.
—Comoves,nomedejanenpaz—dijo.De inmediato, sin esperar respuesta a su enigmático comentario, acometió una
melodía extraña e inquietante demisteriosos acordes y curioso compás, distinta decualquierotramúsicaqueSegravehubieseoídohastaentonces.Eradelicadacomoelvuelodeunpájarosuspendidoenelaire.Depronto,sintransiciónprevia,seconvirtióen una confusa sucesión de notas discordantes, y Allegra, riendo, se levantó y seapartódelpiano.
Peseasurisa,selanotabaalterada,casiasustada.SesentójuntoaMaisie,yJohnoyósusurraraésta:
—Nodeberíashacerlo.Enserio,nodeberías.—¿Quéeraesoúltimo?—preguntóJohnconvivointerés.—Unacomposiciónmía—contestóAllegracontonosecoycortante.Wettermancambiódetema.AquellanocheJohnSegravevolvióasoñarconlacasa.
John se sentía desdichado. Nunca antes su vida le había resultado tan tediosa.Hasta ese momento la había aceptado con resignación, como una necesidaddesagradable que, no obstante, dejaba intacta en esencia su libertad interior. De
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repentetodohabíacambiado.Losmundosexterioreinteriorseconfundían.Noseengañóencuantoalacausadetalcambio.SehabíaenamoradodeAllegra
Kerraprimeravista.¿Quéharíaalrespecto?Aquellaprimeranoche,dadoelinicialdesconcierto,nohabíaplaneadonada.Ni
siquiera había intentado verla de nuevo. Poco tiempo después, cuando MaisieWettermanloinvitóapasarunfindesemanaenlacasadecampodesupadre,acudióentusiasmado;pero,parasudecepción,Allegranoestabaallí.
Lamencionóunaveztímidamente,yMaisieleexplicóquesehallabadevisitaenEscocia. John no insistió más. Habría deseado seguir hablando de ella, pero noconsiguióarticularpalabra.
Ese finde semanasucomportamientodejóperplejaaMaisie.Noparecíadarsecuenta… en fin, no parecía darse cuenta de lo evidente.Maisie no se anduvo conrodeos,peroconéldenadaservíansusdirectosmétodos.Johnlaconsiderabaamableperountantoabrumadora.
SinembargolasMoirasfueronmáspoderosasqueMaisie,yquisieronqueJohnvolvieseaveraAllegra.
Seencontraroncasualmenteenelparqueundomingoporlatarde.Johnlaviodelejos, y el corazón empezó a latirle con fuerza contra las costillas. ¿Y si se habíaolvidadodeél…?
PeroAllegralorecordaba.Sedetuvoyhablóconél.Minutosdespuéspaseabanjuntosporlahierba.Johnsesentíaabsurdamentefeliz.
Deimprovisopreguntó:—¿Creeustedenlossueños?—Creoenlaspesadillas—repusoAllegra.LaasperezadesucontestaciónsorprendióaJohn.—Laspesadillas—repitióélcomounestúpido—.Nomereferíaalaspesadillas.—No—dijoella—.Ensuvidanohahabidopesadillas,esosenota.Deprontosuvozsonabadistinta,mástierna.John,tartamudeandoligeramente,lehablódelacasablancadesussueños.Había
soñado con ella ya seis veces, no, siete. Siempre la misma. Y era hermosa, muyhermosa.
—¿Se da cuenta?En ciertomodo tiene que ver con usted—prosiguió John—.Soñéconellaporprimeravezlanocheantesdeconocerla.
—¿Conmigo? —Allegra dejó escapar una risa breve y amarga—. No, eso esimposible:lacasaerahermosa.
—Yustedtambién—aseguróJohnSegrave.Untantoenojada,Allegraseruborizó.—Disculpe. He dicho una tontería. Ha dado la impresión de que buscaba un
halago, ¿verdad?Peronadamás lejosdemisdeseos.Exteriormenteno tengomalapresencia,yalosé.
—Aúnnohevistolacasapordentro—dijoJohn—.Cuandolavea,sindudala
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encontrarétanhermosacomoporfuera.—Hablabadespacio,conseriedad,dandoalaspalabrasunsentidoqueAllegraprefiriópasarporalto—.Quierodecirleotracosa,siestádispuestaaescucharme.
—Escucharé—contestóAllegra.—Voy a dejarmi empleo. Tenía que haberlo dejado hacemucho, ahora lo veo
claro.Meheconformadoconmisuerte,conscientedemifracaso,sinpreocuparmedemasiado,viviendodíaadía.Ésenoescomportamientopropiodeunhombre.Unhombredebebuscarunaactividadparalaqueestécapacitadoytriunfarenella.Voyadejar esto y dedicarme a otra cosa, algomuy distinto. Se trata de una especie deexpediciónaÁfricaOccidental.Nopuedoentrarendetalles;mehecomprometidoamantenerloensecreto.Perositodosalesegúnloprevisto…enfin,serérico.
—¿Tambiénusted,pues,mideeléxitoenfuncióndeldinero?—Paramíeldinerosólosignificaunacosa:¡usted!Cuandoregrese…—Johnse
interrumpió.Allegraagachólacabeza.Habíapalidecido.—Nofingiréhaberentendidomal.Porquehededecirlealgoahoramismo,deuna
vezparasiempre:nuncamecasaré.Johnreflexionóporunmomentoyluego,conextremadelicadeza,preguntó:—¿Nopuededecirmeporqué?—Podría,perodecírseloesloquemenosdeseoenestemundo.John quedó de nuevo en silencio. De repente alzó la vista y una sonrisa
singularmenteatractivailuminósurostrodefauno.—Comprendo—afirmó—.Noquierepermitirmeentrarenlacasa,nisiquieraa
echarunabreveojeada.Laspersianasdebenseguirbajadas.Allegraseinclinóyapoyóunamanoenladeél.—Sólolediréunacosa.Ustedsueñaconsucasa.Yoencambionotengosueños;
tengopesadillas.Ydichoestosealejó,súbitamente,dejándoloenelmayordesconcierto.AquellanocheJohnsoñódenuevo.Últimamentehabíacomprobadoquelacasa
estaba sin duda habitada. Había visto una mano que apartaba una persiana; habíavislumbradosiluetasquesemovíanenelinterior.
Aquella noche la casa parecía más hermosa que nunca. Sus paredes blancasresplandecíanalsol.Laimageneradeunapazyunabellezaabsolutas.
Deprontoloasaltóunjúbilomásintenso.Alguienseacercabaalaventana.Losabía.Unamano, lamismaquehabíavistoantes,cogió lapersianay laapartó.Enunossegundosvería…
Se despertó, estremecido aún a causa del horror, de la indescriptible aversiónexperimentadaalcontemplaralaCriaturaquelohabíamiradodesdelaventanadelacasa.
Era una criatura inconcebiblemente horrenda, una criatura tan abominable yrepulsiva que su mero recuerdo le producía náuseas. Y John sabía que lo más
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espantosoyrepugnantedeellaerasupresenciaenaquellacasa,lacasadelabelleza.Yaquedondeaquellacriaturamorabahabíahorror,unhorrorquesealzabayhacíaañicos la paz y la serenidad que correspondían a la casa por derecho propio. Labelleza,laextraordinariaeinmortalbellezadelacasa,habíaquedadomancilladademanera irremediable, pues entre sus sagradas paredes habitaba la sombra de unacriaturainmunda.
Segrave sabía que si volvía a soñar con la casa, despertaría de inmediatosobresaltado,pormiedoaquedesdesublancabellezalomirasedeprontolacriatura.
Cuandosaliódelaoficinaaldíasiguiente,fuederechoacasadelosWetterman.TeníaqueveraAllegraKerr.Maisiesabríadóndelocalizarla.
Cuando lo llevaron ante Maisie, ella saltó de su asiento. John no percibió eldestello de ilusión que iluminó sus ojos. Con la mano deMaisie aún en la suya,titubeando,formulósupregunta:
—LaseñoritaKerr…Nosencontramosayer,peronosédóndevive.John no notó la súbita flaccidez en la mano de Maisie al retirarla, ni extrajo
conclusiónalgunadelarepentinafrialdaddesuvoz.—Allegraestáaquí,hospedadaenestacasa.Pero, sintiéndolomucho,ahorano
puedeverla.—Pero…—Sumadrehamuertoestamañana—continuóMaisie—.Acabamosderecibirla
noticia.—¡Oh!—exclamóJohn,desconcertado.—Ha sido muy triste—dijoMaisie. Vaciló por un instante y luego añadió—:
Verá,hamuerto…bueno,prácticamenteenunmanicomio.Hahabidomuchoscasosdedemenciaenlafamilia.Elabuelosepegóuntiro;unadelastíasdeAllegraesunadébilmentaldesahuciada,yotramurióahogada,tambiénporsuicidio.
JohnSegravedejóescaparunbalbuceoinarticulado.—He pensado que debía saberlo—dijo Maisie con tono virtuoso—. Para eso
están los amigos, y nosotros lo somos, ¿no? Ya sé que Allegra es muy atractiva.Muchoshombreshanpedidosumano,perocomoeslógicoellanoquierecasarse.Noseríacorrecto,¿nocree?
—Ellaestábien—afirmóJohn,ysupropiavozlesonóroncaypoconatural—.Nolepasanada.
—Eso nunca se sabe. Su madre, de joven, tampoco parecía tener ningúnproblema.Yúltimamente…enfin,noesquefuesesólounpocorara;estabalocadeatar.Esespantosa,lademencia.
—Sí, horrible—dijo John, comprendiendodeprontoqué era la criatura que lohabíamiradodesdelaventanadelacasa.
Maisieseguíahablando.—En realidad—la interrumpió Johnbruscamente—hevenidoadespedirme,y
agradecerledepasosuamabilidad.
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—¿No irá a… marcharse de la ciudad? —preguntó Maisie con manifiestainquietud.
Johnsonriódemediolado;eraunasonrisatristeyseductora.—Sí—contestó—.AÁfrica.—¡África!—repitióMaisie,perpleja.AúnnohabíasalidodesuasombrocuandoJohnSegraveleestrechólamanoyse
fue, dejándola allí plantada, con los puños tensos a los costados y unamancha deairadoruborencadamejilla.
Abajo, en el umbral de la puerta, John Segrave se encontró cara a cara conAllegra,queentrabadelacalle.Vestíadenegroyteníaelrostropálidoysinvida.Lelanzóunamiradaylepidióquelaacompañaseaunapequeñasala.
—Maisieyalohapuestoalcorriente—dijoAllegra—.Losabe,¿verdad?Johnasintióconlacabeza.—Pero¿quémásda?Ustedestábien.Algunos…selibran.Allegralocontemplóconexpresiónsombríaylastimera.—Ustedestábien—insistióél.—No lo sé—susurró Allegra—. No lo sé. Ya le dije que tengo pesadillas. Y
cuandotocoelpiano,esosotrosseadueñandemismanos.Johnlaobservabaparalizado.MientrasAllegrahablaba,algoasomófugazmente
asusojos.Desaparecióenuninstante,peroJohnloreconoció:eralacriaturaquelohabíamiradodesdelacasa.
Allegraadvirtiósuleverespingo.—Me ha comprendido —musitó—. Me ha comprendido… Pero lamento que
Maisieselohayadicho.Lohaprivadoausteddetodo.—¿Detodo?—preguntóJohn.—Sí.Nisiquieralequedaránlossueños.Apartirdeahoranuncamásseatreverá
asoñarconlacasa.
EnÁfricaOccidentalcaíaunsoldejusticiayapretabaelcalor.JohnSegraveseguíagimiendo.—Nolaencuentro.Nolaencuentro.El médico inglés de corta estatura, cabello rojo y pronunciada mandíbula
observaba a su paciente con expresión ceñuda y su característica actitudintimidatoria.
—Repiteesounayotravez—comentó—.¿Aquéserefiere?—Habla, creo, de una casa —susurró la hermana de la caridad de la misión
católicaconsuafableimperturbabilidad,contemplandotambiénalenfermo.—Unacasa,¿eh?Bien,puestienequequitárseladelacabeza,onoserecuperará.
Elproblemaestáensumente.¡Segrave!¡Segrave!Elenfermoconsiguióconcentrarsuerráticaatención.Cuandoposólamiradaen
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elrostrodelmédico,parecióreconocerlo.—Escuche,sepondrábien.Voyacurarlo.Peronodebepreocuparsemásporesa
casa.Novaaescaparse,¿entiende?Asíqueporahoradejedebuscarla.—Deacuerdo—respondióSegraveconaparentedocilidad—.Considerandoque
nisiquieraexiste,supongoquenopuedeescaparse.—¡Claroqueno!—Elmédicorióconsunaturaloptimismo—.Ahoranotardará
yaenrecuperarse.—Ysinperdertiempoenceremoniassemarchó.Segrave se quedó en la cama meditabundo. La fiebre había remitido por el
momento,ypodíapensarconlucidez.Teníaqueencontrarlacasa.Durantediezañoshabía temidoencontrarla.La ideadeque se leapareciesede
improviso era su mayor terror. Y de pronto un día, cuando sus miedos se habíanadormecido,lacasaloencontróaél.Recordabacontodaclaridadelangustiosoterrorinicial,ylaposteriorsensacióndealivio,repentina,profunda.¡Yaquelacasaestabavacía!
Porcompletovacíayenunapazabsoluta.Seguíaigualqueensusrecuerdosdediez años atrás. No la había olvidado. Un enorme furgón de mudanzas negro sealejabalentamentede lacasa.Por lovisto,elúltimoinquilinosemarchabaconsusmuebles.Johnseacercóa losresponsablesdelfurgónyhablóconellos.Elfurgón,totalmente negro, tenía algo siniestro. Los caballos, con las crines y las colas alviento, eran también negros, y los hombres llevaban trajes y guantes negros.Todoaquellolerecordabaalgo,algoquenolograbaprecisar.
Sí, sus suposiciones habían sido acertadas. El último inquilino se mudaba; sucontrato de arrendamiento había expirado. De momento, hasta que el propietarioregresasedelextranjero,lacasapermaneceríadeshabitada.
Yaldespertarlohabíainundadolaapaciblebellezadelacasavacía.UnmesmástarderecibióunacartadeMaisie(perseverante,leescribíaunavezal
mes).EnellalecomunicabaqueAllegraKerrhabíafallecidoenelmismomanicomioque su madre, ¿no era una lástima? Aunque también, en sus circunstancias, unabendición.
Habíasidomuyextraño, recibir lanoticiaenaquelmomento,pocodespuésdelsueño.Johnnoentendíaexactamenteporqué,peroselehabíaantojadoextraño.
Y lo peor era que desde entonces no había conseguido encontrar la casa. Poralgunarazón,habíaolvidadoelcamino.
Lafiebreloatacódenuevo.Seagitóinquieto.¡Claro,lacasaestabaenloaltodeun promontorio! ¿Cómo había podido olvidarlo? Tenía que subir hasta allí. Peroescalarprecipicioserapeligroso,muypeligroso.Arriba,arriba,arriba…¡Oh!Habíaresbalado. Tenía que empezar de nuevo desde abajo. Arriba, arriba, arriba…Transcurrierondías,semanas,quizáinclusoaños,aunquenoestabaseguro.Yseguíasubiendo.
En una ocasión oyó la voz del médico. Pero no podía detenerse a escuchar.Además,elmédicolepediríaquedejasedebuscarlacasa.Él,ensuignorancia,creía
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queeraunacasacorriente.Recordó de pronto que debía permanecer sereno, muy sereno. Sólo
manteniéndosemuyserenoeraposibleencontrarlacasa.Denadaservíabuscarlaconprisasoimpaciencia.
Siconseguíaconservarlaserenidad…¡Perohacíatantocalor!¿Calor?Hacíafrío.Sí, frío.No escalaba por un precipicio, sino por un iceberg, por la pared gélida yrecortadadeuniceberg.
Empezabaaflaquear.Abandonaríalabúsqueda;eraunesfuerzoinútil.¡Peroallíhabíaunsendero!Esoalmenoseramejorqueuniceberg.¡Quéagustoseestabaenaquel sendero verde, sombreado y fresco! Y aquellos árboles eran magníficos. Separecíanmuchoa…¿cómosellamaban?Noseacordaba,perodabaigual.
¡Y había también flores! ¡Flores doradas y azules! Era todo precioso, ymisteriosamentefamiliar.Sí,claro,habíaestadoallíantes.Entre losárbolesseveíayaelresplandordelacasa,enloaltodelpromontorio.¡Quéhermosaera!Elsenderoverde,losárbolesylasfloresnoerannadaencomparaciónconlabellezasupremayplacenteradelacasa.
Apretóelpaso.¡Ypensarquenuncahabíaentradoenella!¡Quétontohabíasido!Alfinyalcabo,siemprehabíatenidolallaveenelbolsillo.
Y naturalmente la belleza exterior de la casa era insignificante al lado de labelleza interior, sobre todo ahoraque el propietariohabía regresadodel extranjero.Ascendióporlaescalinatahacialagranpuerta.
Unas manos poderosas y crueles tiraron de él hacia atrás. Forcejearon con él,zarandeándoloentodasdirecciones.
Elmédicolosacudía,lebramabaaloído.—Aguante,puedeconseguirlo.Noseabandone.Noseabandone.Ensusojosbrillabalafierezadequienhavistoalenemigo.Segravesepreguntó
quién era el enemigo. La monja del hábito negro rezaba. También eso le resultóextraño.
Élsóloqueríaquelodejasentranquilo.Sóloqueríavolveralacasa.Pueslacasasedesvanecíapormomentos.
Esosedebíasindudaalaextraordinariafortalezadelmédico.Johneraincapazderesistirsealmédico.Ojalápudiese.
¡Pero, un momento! Existía una escapatoria: el modo en que los sueños seesfumabanaldespertar.Nohabíafuerzacapazderetenerlos;inevitablementepasabande largo. Si se escabullía entre sus manos, el médico nada podría hacer paraimpedírselo.¡Sóloteníaqueescabullirse!
Sí,ésaeralasolución.Veíadenuevolasparedesblancas;oíalavozdelmédicocada vez más lejana y apenas notaba sus manos. Descubrió de pronto cómo seregodeabanlossueñoscuandoloeludíanauno.
Se hallaba ya ante la puerta de la casa. Nada perturbaba la absoluta quietud.Introdujolallaveenlacerradurayabrió.
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Aguardó sólo un instante, para percibir en toda su dimensión la perfecta, lainefable,lasatisfactoriaplenituddesujúbilo.
Finalmentetraspasóelumbral.
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Epílogo
«Lacasadesussueños»sepublicóporprimeravezenSovereignMagazineenenerode1926.El relato esunaversión revisadade«TheHouseofBeauty»,queAgathaChristie escribió poco antes de la Primera Guerra Mundial e identificó en suautobiografíacomo«loprimeroqueescribíquepermitíaalbergarciertasesperanzas».Sibienelrelatooriginaleraconfusoyenexcesomorboso,«Lacasadesussueños»presentaconsiderablesafinidadesconlasamenazadorashistoriasdefantasmasdelaépoca eduardiana, en particular las deE.F.Benson.Esmuchomás claro ymenosintrospectivoqueelrelatooriginal,corregidoafondoporAgathaChristieantesdesupublicación:paradesarrollarlosdospersonajesfemeninosatenuólaespiritualidaddeAllegrayperfilómejor elpapeldeMaisie.Un temasemejante seexploraen«TheCali ofWings», otro relato de su primera etapa, recogido enPoirot infringe la ley(1933).
En 1938AgathaChristie reflexionó sobre «TheHouse ofBeauty», recordandoque«concebirlohabía sidoagradabley escribirlo enextremo tedioso»,peroque lasemillaestabayasembrada:«Meaficionécadavezmásaesepasatiempo.Siundíaestabaociosa,sinmuchoquehacer,pensabaunrelato.Siempreteníanfinalestristesya veces elevados sentimientos morales». Un importante estímulo en aquellosprimerosañosfueunvecinodeDartmoor,EdénPhillpotts,famosonovelistayamigodelafamilia,queaconsejóaChristie—porentoncesAgathaMiller—respectoasusrelatos y le recomendó la lectura de escritores cuyo estilo y vocabulario podíanservirledeinspiración.Tiempodespués,cuandosupropiafamahabíaeclipsadoladeél, Agatha Christie reconoció que Phillpotts le había mostrado el tacto y lasolidaridadnecesariosparaqueun jovenautornopierda laconfianzaensímismo:«Me admira la comprensión con que me brindaba sólo aliento y se abstenía decriticarme».AlmorirPhillpotts en1960,AgathaChristie escribió: «Por subondadconmigocuandoyoerajovenyempezabaaescribir,nuncaleestarésuficientementeagradecida».
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El desaliñado individuo de la cuarta fila de la platea se inclinó en la butaca ycontemplóincréduloelescenario,entornandofurtivamentesustaimadosojos.
—¡NancyTaylor!—masculló—.¡VálgameDios!¡LapequeñaNancyTaylor!Bajólavistaymiróelprogramaqueteníaenlamano.Habíaunnombreimpreso
conletraalgomayorqueladelrestodelelenco.—¡Olga Stormer!Demanera que así te haces llamar ahora. Te crees una gran
estrella, ¿eh, amiga mía? Y debes de embolsarte un buen dinero. Seguro que hasolvidadoqueenotrotiempotunombreeraNancyTaylor.MepreguntoquéocurriríasiJakeLevitttelorecordase.
Alconcluirelprimeracto,cayóeltelón.Uncalurosoaplausoresonóenlasala.OlgaStormer, laemotivaactrizquehabíaalcanzadorenombreen losúltimosaños,añadíaunnuevoéxitoasupalmarésconelpersonajedeCoraenElángelvengador.
JakeLevittnosesumóalaovación,perounasonrisadecomplacenciaensanchógradualmente su boca. ¡Dios, qué golpe de suerte! Y justo cuando estaba en lasúltimas.Probablementeellaintentaríaengatusarlo,peroconéldenadalevaldríansusartimañas.Bienllevado,aquelasuntoseríaunaminadeoro.
A lamañana siguiente se pusieron demanifiesto los primeros sondeos de JakeLevittensuminadeoro.Rodeadaporloslacadosrojosylascolgadurasnegrasdesusalón,OlgaStormerleíaunacartaabstraídamenteunayotravez.Supálidorostro,defaccionessobremaneraexpresivas,sehallabaalgomásrígidoquedecostumbre,ydevezencuandosusojosdecolorverdeagrisadopermanecíanfijosporunmomentoenunpuntosituadomásalládelpapel,comosimásque laspalabrascontemplasen laamenazaqueseocultabatrasellas.
Con aquella extraordinaria voz suya, que podía vibrar de emoción o sonar tannítidayprecisacomoeltecleodeunamáquinadeescribir,gritó:
—¡SeñoritaJones!Deunahabitacióncontiguasalióalinstanteunapulcrajovencongafas,provista
deuncuadernodetaquigrafíayunlápiz.—Hágame el favor de telefonear al señor Danahan y decirle que venga
inmediatamente.SydDanahan,elrepresentantedeOlgaStormer,entróenelsalónconlaaprensión
propia de un hombre cuya vida se centra en afrontar y mantener a raya lasextravaganciasdeltemperamentoartísticofemenino.Surutinacotidianaconsistíaenpersuadir,apaciguar,intimidar,unasvecesporseparado,otrassimultáneamente.Parasualivio,Olgaparecíaserena,yselimitóacolocarunanotaenlamesafrenteaél.
—Léela.Lacartaestabaescritaenpapelbaratoyconletrapococuidada.
Estimadaseñora:
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AnochetuveelplacerdeversuinterpretaciónenElángelvengador.Creoquetenemosunaamigacomún,laseñoritaNancyTaylor,queantesvivíaenChicago.Pronto sepublicaráunartículo relacionadoconella.Si le interesaquehablemosdelmismo,pasaréavisitarlacuandoconsidereustedoportuno.
Recibaunrespetuososaludode,JAKELEVITT.
Danahanquedóuntantodesconcertado.—Noacabodeentenderlo.¿QuiénesesaNancyTaylor?—Una muchacha que mejor estaría muerta, Danny —contestó Olga con una
amargurayunhastío en la vozquedelataban sus treinta y cuatro añosde edad—.Unamuchachaque estabamuerta hasta que este cuervo la ha traídodenuevo a lavida.
—¡Entonces…!—Sí,Danny,soyyo.Yoynadiemásqueyo.—Estoimplica,pues,unchantaje.—Sinduda—dijoOlga,asintiendoconlacabeza—,yporunhombrequeconoce
eseartealaperfección.Danahan reflexionó sobre el asunto con expresión ceñuda.Olga, con lamejilla
apoyadaenunamanolargayfina,loobservóconojosinsondables.—¿Porquénomientes?Niégalo todo. ¿Cómopuedeestar segurodequeno se
confundeacausadeunparecidocasual?Olgamoviólacabezaenungestodenegación.—Levittvivedechantajearalasmujeres.Estásegurodesobra.—¿Yavisaralapolicía?—sugirióDanahanconescasaconvicción.La irónica sonrisa que asomó a los labios de Olga fue respuesta suficiente.
Aunque Danahan no se daba cuenta, tras la aparente calma de la actriz bullía laimpacienciadeuncerebroperspicazquecontemplaaotromuchomástardoavanzartrabajosamenteporelcaminoqueélharecorridoantesenunabrirycerrardeojos.
—¿Y no crees… esto… que sería sensato… en fin, hablarle tú misma a sirRicharddetupasado?—preguntóDanahan—.Esoleestropearíaenpartelosplanesaestesujeto.
—SelocontétodoaRichardencuantomepropusoelmatrimonio.—¡Magnífico! —exclamó Danahan con admiración—. Muy inteligente por tu
parte.Olgasonrió.—MiqueridoDanny,nofueunacuestiónde inteligencia.Túno loentenderías.
En cualquier caso, si este Levitt cumple sus amenazas, estoy acabada, y de pasotambiénseiráapiquelacarreraparlamentariadeRichard.No, talcomoyoloveo,sólohaydossoluciones.
—¿Cuáles?
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—Pagar,yesoporsupuestonuncaterminaría;odesaparecer,empezardecero.—Elhastíosereflejódenuevoensuvoz—.Ynoesquemearrepientadeloquehice.Era una chiquilla desamparada y muerta de hambre, Danny, que intentaba a todacostamantenermeenelbuencamino.Matéaunhombredeuntiro,unhombrebrutalque merecía morir. Las circunstancias que me obligaron a ello fueron tales queningúnjuradodelmundomehabríadeclaradoculpable.Ahora losé,peroentonceserasólounamuchachaasustada…yhuí.
Danahanmoviólacabezaenungestodeafirmación.—¿No habrá, supongo, algo que podamos esgrimir contra él? —preguntó sin
grandesesperanzas.Olganegóconlacabeza.—Lodudomucho.Esdemasiadocobardeparainvolucrarseendelitosgraves.—
De pronto pareció sorprendida por sus propias palabras—. ¡Cobarde! Tal vezpodríamossacarprovechodeeso.
—¿YsisirRichardvaaverloylointimida?—sugirióDanahan.—Richardesuninstrumentodemasiadodelicado.Nopuedetratarseaesaclasede
hombresconguantedeseda.—Bien,puesiréaverloyo.—Disculpa, Danny, pero no creo que poseas la sutileza necesaria. Aquí se
requiere un término medio entre el guante de seda y los puños desnudos. Unosmitones,digamos.Osea,unamujer.Sí,imaginoqueunamujerserviría.Unamujerqueestédotadadeciertorefinamientoyalavezconozcaelladoruindelavidaporhaberlopadecido.OlgaStormer,sinirmáslejos.Nohables;estoyideandounplan.—Seinclinóyhundiólacaraentrelasmanos.Derepentevolvióaerguirse—.¿Cómosellamaesachicaquequieresermisuplente?MargaretRyan,¿no?Laquetieneelpelocomoelmío.
—Tiene un pelo bonito, sí —admitió Danahan sin mucho entusiasmo,contemplandoelmoñodecolorcastañodoradoquecoronabalacabezadeOlga—.Esigualqueeltuyo,comotúhasdicho.Peroésaessuúnicavirtud.Pensabadeshacermedeellalasemanapróxima.
—Si las cosas salen bien, tendrás que permitirle probablemente que sea misuplenteenelpapeldeCora.—Olgaacalló lasprotestasdeDanahanconungestoenérgico—.Danny,contéstamecontotalsinceridad.¿Creesqueséactuar?Actuardeverdad, quiero decir. ¿O soy sólo una mujer atractiva que anda luciendo trajeselegantes?
—¿Actuar?¡PorDios,Olga,nohahabidootracomotúdesdeEleonoraDuse!—En ese caso, siLevitt es realmente tan cobarde como sospecho, el plan dará
resultado. No, no voy a contártelo. Quiero que te pongas en contacto con esamuchacha,MargaretRyan.Dilequeestoy interesadaenellaydeseoqueceneaquíconmigomañanaporlanoche.Aceptaráenelacto.
—¡Esosinduda!
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—Necesitotambiénunsomníferopotente,algoquedejeaunapersonasinsentidounpardehorasperonosenotealdíasiguiente.
UnaampliasonrisasedibujóenloslabiosdeDanahan.—Nopuedoasegurarquenuestroamigonotengaluegodolordecabeza,perono
sufriráningúndañoirreparable.—¡Estupendo! Ahora márchate, Danny, y deja lo demás en mis manos. —
Alzandolavoz,llamó—:¡SeñoritaJones!Lajovendelasgafasaparecióconsuhabitualprontitud.—Tomenota,porfavor—dijoOlga.Paseándose lentamente por el salón, dictó la correspondencia del día. Sin
embargoescribiódesupuñoyletraunadelascartas.Ensusórdidahabitación,JakeLevittsonriómientrasabríaelsobreesperado.
Estimadoseñor:Norecuerdoalaseñoritadequienmehabla,peroconozcoatantagente
queaveces,inevitablemente,lamemoriamefalla.Siempreestoydispuestaaayudaracualquierotraactriz,ysideseavisitarme,estanochealasnuevemeencontraráencasa.
Atentamente,OLGASTORMER.
Levittmovió lacabezaenungestodeponderación. ¡Unanota inteligente!Aunsin admitir nada, expresaba su voluntad de negociar. Lamina de oro iba por buencamino.
AlasnueveenpuntoLevitt llegóalapartamentode laactrizy llamóal timbre.Nadie atendió, y se disponía a llamar de nuevo cuando advirtió que la puerta noestabacerradaconllave.Laempujóypasóalvestíbulo.Asuderechaviounapuertaabiertaquedabaaunahabitaciónvivamenteiluminada.Ensuinteriorpredominabanloscoloresnegroyrojoescarlata.Levittentró.Enlamesa,bajolalámpara,habíaunahojadepapeldondeseleía:
Porfavor,esperehastaquevuelva.O.Stormer.
Levitt tomó asiento y aguardó. A su pesar, una sensación de desasosiego seadueñó de él. No se oía siquiera el vuelo de una mosca. Por alguna razón, aquelsilencioresultabasobrecogedor.
Nada anormal ocurría, claro que no. ¿Qué iba a ocurrir? Pero el silencio erasepulcral;ysinembargo,peseaaquelsilencio,teníalaabsurdaeincómodasensación
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dequenosehallabasolo.¡Tonterías!Seenjugóelsudordelafrente.Ylaimpresiónsetornóaúnmáspalpable.¡Noestabasolo!Mascullandounjuramento,selevantódeunsaltoyempezóacaminardeunladoaotro.Aquellamujerregresaríaenseguidayentonces…
Sedetuvoensecoyahogóungrito.Bajolascolgadurasnegrasdeterciopeloquevestíanlasventanasasomabaunamano.Seagachóyla tocó.Estabafría,muyfría.Eralamanodeuncadáver.
Apartódeinmediatolacortinayunalaridoescapódesugarganta.Detrásyacíaunamujerbocaabajo,conunbrazoextendidoyelotrodobladobajoelcuerpo.Elcabellodecolorcastañodoradolecaíaenalborotadosmechonesalrededordelcuello.
¡OlgaStormer!Condedostemblorosos,Levittpalpólagélidapieldesumuñecabuscandoelpulso.Comoesperaba,nopercibióloslatidos.Estabamuerta.Sehabíalibradodeél,pues,porelcaminomásfácil.
De pronto atrajeron su atención los extremos de un cordón rojo terminado engrotescasborlasyparcialmenteocultosbajoelpelo.Lostocóconcuidado.Lacabezaseladeó,yLevittentrevióconhorrorunrostrolívido.Lanzóungritoyretrocedióalinstante.Sesentíamareado.Allíhabíaalgoquenoalcanzabaacomprender.Labrevevisióndeaquelrostro,peseaestardesfigurado,nodejabalugaradudas.Noeraunsuicidio sino un asesinato.Aquellamujer había sido estrangulada y…no eraOlgaStormer.
¿Yquéhabíaoído?Unsonidoasusespaldas.Sevolviódeinmediatoysumiradaseposóen losojosaterrorizadosdeunacriadaacurrucadacontra lapared.Teníaelrostrotanblancocomolacofiayelmandilquellevabapuestos.SinembargoLevittno comprendió el fascinado horror que afloraba a sus ojos hasta que sus palabras,apenasunsusurro,lerevelaronelpeligroenquesehallaba.
—¡Diosmío!¡Lahamatado!Aunentoncesseresistióaadmitirplenamentelagravedaddelasituación.—No,no—replicó—.Yaestabamuertacuandolaheencontrado.—¡Lahamatadousted!¡Lohevisto!Lahaestranguladoconesecordón.Acabo
deoírungritoahogado.Levittteníaahoralafrenteempapadaensudor.Mentalmente,repasósusacciones
delosminutosprevios.Lacriadadebíadehaberentradoenelprecisoinstanteenqueélsosteníaentrelosdedoslosextremosdelcordón.Habíavistoladearselacabezayoídosugrito,elgritodeél,pensandoqueprocedíadelavíctima.
Levittobservóalacriadaconexpresióndeimpotencia.Loquevioensurostronodejaba lugar a dudas: era miedo y estupidez. Contaría a la policía que habíapresenciado el crimen, y ningún abogado defensor lograría hacerla vacilar, de esoestabaseguro.Juraríaporsuvidaconinquebrantableconvicciónquedecíalaverdad.
¡Quéespantosaeimprevistaconcatenacióndecircunstancias!Unmomento.¿Erarealmenteimprevista?
—Ésanoestuseñora,¿sabes?—dijosinpensar,mirándolaconatención.
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Lamecánicarespuestadelacriadaarrojóluzsobreelasunto.—No,esunaactrizamigasuya.Siesquepuedeconsiderárselasamigas,porque
andabansiemprecomoelperroyelgato.Estamismanochehan tenidounadesustrifulcas.
Levittloviotodoclaroalinstante:lehabíantendidounatrampa.—¿Dóndeestátuseñora?—preguntó.—Sehamarchadohacediezminutos.Unatrampa.Yélhabíacaídocomounnecio.EsaOlgaStormereraastutacomo
un demonio. Se había deshecho de una rival, y él pagaría por el crimen. ¡Unasesinato!¡Santocielo,porasesinatoloenviabanaunoalahorca!Yélerainocente.¡Inocente!
Unfurtivosusurrodetelaloarrancódesuscavilaciones.Lacriadasedeslizabaconsigilohacialapuerta.Empezabaasalirdesuestupor.Lanzóunamiradaindecisaalteléfonoysevolviódenuevohacialapuerta.
Levittdebía impedirlehablarcomofuese.Era laúnicasolución.Tantodabasercolgadoporuncrimenrealcomoporunoinexistente.Lacriadanoteníaarmaalguna,yéltampoco.Peroélcontabaconsusmanos.Deprontoelcorazónlediounvuelco.Enlamesa,juntoaella,casibajosumano,habíaunpequeñorevólveradornadoconpiedraspreciosas.Siconseguíacogerloantesqueella…
El instintoo lamiradadeLevittpusieronsobreavisoa lacriada,queagarróelrevólvercuandoélseabalanzabayahaciaellayloapuntócontrasupecho.Pesealatorpeza con que lo sujetaba, tenía el dedo en el gatillo, y a tan corta distanciadifícilmenteerraríaeltiro.Levittsedetuvoenelacto.UnrevólverquepertenecíaaunamujercomoOlgaStormersindudaestabacargado.
Peroalmenosahoralacriadanoseinterponíayaentreélylapuerta.Sólosilaatacaba,reuniríavalorparadisparar.Encualquiercaso,Levittnoteníamásremedioque arriesgarse. Zigzagueando, corrió hasta la puerta, atravesó el vestíbulo yabandonóelapartamento.Cerródeunportazo.Desdeelinteriorllególavozdébilytrémuladelacriada:
—¡Policía!¡Unasesinato!Tendríaquegritarmásaltoparaquealguienlaoyese.Detodosmodos,nohabía
tiempoqueperder.Levittdescendiórápidamenteporlaescaleraysalióalacalle.Enlaaceraaflojóelpasoy,caminandocomocualquiertranseúnte,doblólaesquina.Yahabíaconcebidounplan.SetrasladaríacuantoantesaGravesend.Esamismanochezarpabadeallíunbarcoconrumboaunremotorincóndelmundo.Levittconocíaalcapitán, un hombre que a cambio de una pequeña suma no haría preguntasindiscretas.Unavezabordoyenmarabierto,estaríaasalvo.
AlasoncedelanochesonóelteléfonoencasadeDanahan.EraOlga.—PreparauncontratoparalaseñoritaRyan,¿deacuerdo?Serámisuplenteenel
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papeldeCora.Noadmitodiscusión.Despuésdeloquelehehechoestanocheestoyendeudaconella.¿Cómo?Sí,creoquehesalidodelapuro.Porcierto,simañanatecuentaquesoyunafervorosaespiritistaylahepuestoentrance,noreaccionesconexcesivaincredulidad.¿Quecómohasido?Conunasgotasdesomníferoenelcafé,seguidasdeunosexpertospases.Luegolehepintadolacaraconmaquillajemoradoyleheaplicadountorniqueteenelbrazoizquierdo.¿Perplejo?Puesdeberásseguirentuperplejidadhastamañana.Ahoranotengotiempodeexplicártelo.HedequitarmeelmandilylacofiaantesdequemilealMaudvuelvadelcine.Estanocheponíanun«melodramaprecioso»,mehadicho.Peroseguroquenoeranadacomparadoconelmelodramaquesehaperdido.Hoyherepresentadoelmejorpapeldemivida,Danny.Hanvencido losmitones. JakeLevitt es enefectouncobarde,y sí,Danny…, ¡soyunaactriz!
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Epílogo
«Laactriz»fuepublicadoporprimeravezenNovelMagazineenmayode1923como«AtrapfordeUnwary»,títuloconelquevolvióapublicarseenelfolletoeditadoen1990conmotivodelcentenariodelnacimientodeAgathaChristie.
Este relato ilustra la granhabilidaddeAgathaChristie para tomardeterminadoelementoargumentalypresentarlodenuevoenotraobra,quizáde lamismaformaaunque desde una perspectiva distinta o con variaciones sutiles pero significativaspara que el lector no lo identifique. La simple argucia de «La actriz» aparece envariashistoriasmás,demaneraparticularmentenotableenel intriganterelato«TheAffairat theBungalow», incluidoenMissMarpleytreceproblemas (1932),yen lanovelaMaldadbajoelsol(1941),protagonizadaporPoirot.
El relatonosrecuerdaasimismoqueAgathaChristiehasidounade lasautorasteatralesdemayoréxitoenGranBretaña,peseaquesuprimerapieza—descritaporellamisma como «una obra deprimente que, si lamemoria nome engaña, tratabasobreelincesto»—nuncallegóarepresentarse.EllasentíaespecialpredilecciónporTestigodecargo(1953),perosuobramásconocidaessindudaLaratonera(1952),quecincuentaañosdespuésdesuestrenosigueenlacarteleralondinense.Sibienlatrama deLa ratonera se centra en la capacidad de un asesino para engañar a susposiblesvíctimas,comoobradeteatrosesustentaenlaperspicaciadelaautoraparaprever las reacciones de los espectadores ante lo que ven y oyen, y en suextraordinaria destreza para manipular sus interpretaciones de lo que ocurre. AlestrenarseLaratoneraenLondres,elcríticodelTimescomentóque«lapiezacumpledemaneraadmirablelosrequisitosespecíficosdelteatro»y,comobiensabenquieneshanestadovinculadosalaobraolahanestudiadodetenidamente,éseesunodelossecretosdesuéxito,omejordichodeléxitodeporquétanpocosespectadoressoncapacesdeadivinarsuasombrosodesenlace.
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ClareHalliwellrecorrióelcortocaminodesdelapuertadesucasahastalaverja.Desubrazocolgabaunacesta,ylacestaconteníaunabotelladecaldo,gelatinacaserayunosracimosdeuva.EnlaaldeadeDaymer’sEndnohabíamuchospobres,perolospocos que había recibían asidua atención, y Clare era una de las voluntarias másdiligentesdelaparroquia.
Clare Halliwell contaba treinta y dos años. Tenía un porte erguido, un colorsaludable y unos bonitos ojos castaños. No era hermosa, pero ofrecía un aspectolozano,agradableymuyinglés.Todoslaapreciabanydecíanqueerabuenapersona.Desde lamuerte de sumadre, hacía dos años, vivía sola en la casa con su perro,Rover.Criabapollosylegustabanlosanimalesylavidaalairelibre.
Mientrasdescorríaelpestillodelaverja,pasóuncochebiplaza,ylaconductora,unamuchachaconunsombrerorojo,lasaludóconlamano.Claredevolvióelsaludo,peroapretóloslabiosporunmomento.NotóesapunzadaenelcorazónquesiempresentíaalveraVivienLee.¡LaesposadeGerald!
LavillaMedenhamGrange,quesehallabaapocomásdeunamilladelaaldea,pertenecía a la familia Lee desde hacía muchas generaciones. Sir Gerald Lee, elactualpropietariodelavilla,aparentabamayoredaddelaqueteníay,segúnmuchos,semostrabaaltivoeneltratoconlosdemás.Enrealidad,suactitudpomposaocultabaunaconsiderabletimidez.ÉlyClarehabíanjugadojuntosdeniños.Mástardefueronamigos, ymuchos—incluida, debedecirse, la propiaClare—confiaban enquedeesarelaciónsurgieseunlazomásserioyestrecho.Nohabíaprisa,desdeluego,peroalgúndía…AsíseloplanteabaClareensusadentros:algúndía.
Ydepronto,hacíaapenasunaño,laaldearecibióconasombrolanoticiadequesirGeraldsecasabaconunatalseñoritaHarper,unadesconocida.
LanuevaladyLeenosegranjeólasimpatíadesusconvecinos.Losasuntosdelaparroquiale traíansincuidado; lacazalaaburría;yelcampoylosdeportesalairelibrelecausabanaversión.Losresabidosdellugarmovíanlacabezaenungestodepesimismoy sepreguntabancómoacabaría aquelmatrimonio.Nocostabaadivinarpor qué se había encaprichado de ella sirGerald.Vivien era una belleza,menuda,delicada,grácil,decabellorojodoradoqueserizabaencantadoramenteentornoasuspreciosas orejas y grandes ojos de color violáceo capaces de lanzar insinuantesmiradasdesoslayoconabsolutanaturalidad.EntodoslossentidosellayClareeran,pues,polosopuestos.
Gerald Lee, con sumasculina simplicidad,mostraba un vivo interés en que suesposayClarellegasenaserexcelentesamigas.InvitabaaClareacenarenlavillaconfrecuencia,yVivienfingíaunaafectuosafamiliaridadsiemprequeseveían.Deahísualegresaludodeesamañana.
Clare fue a cumplir su caritativa misión. El párroco se encontraba también devisita en la casa de la anciana en cuestión, y al salir caminaron juntos un trecho.Antesdeseguircadaunoporsulado,sedetuvieronunmomentoahablardeasuntosparroquiales.
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—Joneshavueltoa lasandadas—anuncióelpárroco—.Yestavez,alverqueabandonaba la bebida por iniciativa propia, yo tenía la firme esperanza de que loconsiguiese.
—Vergonzoso—afirmóClarecategóricamente.—Esonos parece a nosotros—dijo el señorWilmot—, pero debemos recordar
queesdifícilponerseensulugarycomprendersutentación.Paranosotros,eldeseodeemborracharse resulta inexplicable; sinembargo,a todosnosasaltan tentacionesdeunauotraclase,yesodebeservirnosparaentendermejorlassuyas.
—Supongoqueasíes—repusoClareconescasaconvicción.Elpárrocolaobservó.—Algunos tienen la fortuna de verse tentados escasas veces —dijo con
delicadeza—.Peroinclusoaésoslesllegaelmomento.Mantentealertayrezaparanocaerenlatentación.Noloolvides.
Acontinuación sedespidióy sealejóconpasoenérgico.Clare siguióandando,absortaensuspensamientos,yalcabodeunosminutoscasitropezóconsirGeraldLee.
—Hola, Clare. Confiaba en encontrarte por aquí. Estás radiante. ¡Y qué buencolor!
Esecoloracababadeaparecerensusmejillas.—Como te decía, esperaba encontrarte —continuó Lee—. Vivien ha de
marcharseaBournemouthestefindesemana.Sumadreestáenferma.¿Podríasveniracenarelmartesenlugardeestanoche?
—¡Ah,sí!Lomismomedahoyqueelmartes.—Todoarreglado,pues.Estupendo.Yahoratedejo;tengounpocodeprisa.Clarefueacasayhallóasuúnicayfielcriadaaguardándolaantelapuerta.—Menosmal que ha llegado, señorita.No sabe qué lío se ha organizado.Han
traído aRover a casa. Estamañana se hamarchado él solo y lo ha atropellado uncoche.
Clarecorrió juntoalperro.Adorabaa losanimalesy sentíaespecial cariñoporRover.Leexaminólaspatasunaporunayluegolepalpóelrestodelcuerpo.Rovergimióunpardevecesylelamiólamano.
—Sitienealgunaheridagrave,esinterna—dictaminóporfin—.Noparecequehayahuesosrotos.
—¿Lollevamosalveterinario,señorita?Clarenegóconlacabeza.Noconfiabademasiadoenelveterinariodelaaldea.—Esperaremoshastamañana.Noda la impresióndeque leduelamucho,y las
encíastienenbuencolor,asíquelahemorragiainterna,si lahay,nopuedesermuyabundante.Mañana,sinomegustasuaspecto,lollevaréaSkippingtonenelcocheparaqueReeves le echeunvistazo.Es elmejorveterinariode los alrededores condiferencia.
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AldíasiguienteClarenotóaRovermásdébilyllevóacabosuplancomohabíaprevisto.Skippingtonestabaaunascuarentamillas,unlargocamino,peroReeves,elveterinariodeesaaldea,gozabadegranreputaciónenmuchasmillasalaredonda.
Diagnosticóciertas lesiones internas,peroconfiabaenuna total recuperación,yClaresemarchódelaconsultacontentadedejaraRoverensusmanos.
EnSkippingtonhabíasólounhotelaceptable,elCountyArms.Lofrecuentabanprincipalmenteviajantesdecomercio,puesnohabíabuenacazaenlasinmediacionesdeSkippingtonnipasabacercaningunacarreteraimportante.
Noservíanelalmuerzohastalauna,ycomofaltabanaúnunosminutos,Clareseentretuvohojeandolasentradasdellibroderegistro.
Deprontoahogóunaexclamación.Conocíaaquellaletra,consusbucles,volutasy florituras. Siempre la había considerado inconfundible. Habría jurado que era lasuya, pero no podía ser. Vivien Lee estaba en Bournemouth. El propio nombreinscritoenel registrodemostrabaqueera imposible:«SeñorCyrilBrownyseñora.Londres».
Perocontrasuvoluntadlamiradaseleibaunayotravezhaciaaquellaadornadacaligrafía.Finalmente,movidaporunimpulsoqueeraincapazdedefinir,preguntóalaconserje:
—¿LaseñoradeCyrilBrown?Megustaríasabersieslamismaqueyoconozco.—¿Esunamujermenuda?¿Pelirroja?Muyguapa.Llegoenunbiplazarojo.Un
Peugeot,creo.¡Así que era ella! Habría sido ya demasiada coincidencia. Como en un sueño,
Claresiguióoyendolavozdelaconserje.—Sealojaronaquíduranteunfindesemanahacepocomásdeunmesylesgustó
tantoelsitioquehanvuelto.Reciéncasados,imagino.—Gracias—seoyócontestarClare—.Nocreoqueseamiamiga.Suvozsonabadistinta,comosifuesedeotrapersona.Ya sentada a la mesa, mientras comía rosbif frío en silencio, su mente era un
laberintodeemocionesypensamientoscontradictorios.Sinembargonoalbergabalamenorduda.SuprimeraimpresióndeVivienhabía
resultadoacertada.Vivieneradeésas.Sintióunavagacuriosidadporsaberquiénerael hombre. ¿Alguien que Vivien conocía de sus tiempos de soltera, quizá?Probablemente.Peroesonoimportaba.NadaimportabasalvoGerald.
¿QuéharíaClare respectoaGerald?Teníaderechoaenterarse, todoelderechodel mundo. Estaba claro que su obligación era contárselo. Había descubierto elsecretodeVivienporcasualidad,perodebíaponeralcorrienteaGeralddeinmediato.EllaeraamigadeGerald,nodeVivien.
Noobstante,algolaincomodaba.Noteníalaconcienciatranquila.Enaparienciasu razonamiento era intachable, pero el deber y la predisposición corríansospechosamenteparejos.AdmitióqueVivienleinspirabaantipatía.Porotraparte,siGerald Lee se divorciaba de su esposa —y Clare no dudaba que ésa sería
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exactamentesureacción,pueseraunhombrecuyaconcepcióndelhonorrayabaenelfanatismo—,tendríavíalibreparaacudiraella.Vistoasí,laasaltabanlosescrúpulos,minandosudeterminación.Supropósitoleresultabainjustificadoyrepugnante.
El elemento personal pesaba demasiado. No podía estar segura de sus propiosmotivos. En esencia, Clare era una mujer desinteresada e íntegra. Hizo el sinceroesfuerzode comprender cuál era suobligación.Deseaba, comoen todos sus actos,obrarcorrectamente.Peroenesecaso,¿quéeralocorrectoyquéloimpropio?
Porazarhabíallegadoasupoderunainformaciónqueafectabademaneravitalalhombrequeamabayalamujerporlaquesentíaaversióny,paraserfrancos,tambiéncelos.Podíaarruinarlavidadeesamujer.Pero¿estabaautorizadaahacerlo?
Claresiempresehabíamantenidoalmargendelasmurmuracionesychismorreosquesonparteinevitabledelavidaenunaaldea.Ledesagradabalasensacióndeversedeprontocomounodeaquellosseresretorcidosquesiemprehabíadichodetestar.
De repentevolvieron a sumemoria laspalabraspronunciadaspor el párroco lamañanaanterior:«Peroinclusoaésoslesllegaelmomento».
¿Lehabíallegadoaellaelmomento?¿Eraésasutentación?¿Sehabíapresentadoinsidiosamente disfrazada de obligación? Ella era Clare Halliwell, una buenacristiana,yamabaatodosloshombres…ymujeres.SidecidíacontárseloaGerald,debíacerciorarseantesdequeningúnmotivopersonallainducíaaello.Demomentocallaría.
Pagó lacuentaysemarchó, invadidaporuna indescriptiblepazdeespíritu.Enrealidad, hacía tiempo que no se sentía tan feliz. Le complacía haber tenido lafortalezaderesistirsealatentación,denoactuardemaneramezquinaoindigna.Porun segundo se preguntó si aquel súbito optimismo se debía a cierta sensación depoder,perolaidealeparecióabsurdayladescartódeinmediato.
ElmartesporlanocheClaresemanteníafirmeensudecisión.Noseríaellaquiendesvelase el hecho.Debíaguardar silencio.Su secreto amorporGerald le impedíahablar.¿Eraacasounaactituddemasiadoaltruista?Talvez;peroparaellanohabíaalternativa.
Llegóalavillaensupequeñoautomóvil.Comolanocheeralluviosa,elchóferdesirGeraldesperabaantelapuertaprincipalparaguardarelcocheenelgarajeencuanto ella se apease.Acababade arrancar cuandoClare recordóquehabíadejadodentro unos libros que se había llevado prestados en una visita anterior y deseabadevolver.Llamóalchófer,peronolaoyó.Elmayordomocorriótrasél.
DemodoqueduranteunpardeminutosClaresequedósolaenelvestíbulo,juntoalapuertadelsalón,queelmayordomohabíadejadoentornadacuandosedisponíaaanunciar su llegada. No obstante, quienes se hallaban en el interior ignoraban supresencia,ydeahíqueViviencomentaseconvozagudayestridente—unavozqueennadaseparecíaaladeunadama—,claramenteaudibledesdeelvestíbulo:
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—SólofaltaClareHalliwell.Yalaconocen,probablemente;viveenlaaldea.Es,se supone, unade las bellezas del lugar, pero en realidadno tieneningún encanto.Intentópor todos losmedios atrapar aGerald, pero él nomordió el anzuelo.—Encontestaciónaunmurmullodeprotestadesumarido,añadió—:Eslaverdad,cariño.Puede que tú no te dieses cuenta, pero hizo todo lo posible. ¡La pobre Clare! Esbuenapersona,perotanpocoagraciada…
Clarepalideció,apretandolospuñosaloscostadosconunairaquenuncaanteshabíasentido.EnesemomentohabríasidocapazdemataraVivienLee.Sólograciasaunsupremoesfuerzofísico logrórecobrar laserenidad.Graciasaeso,ya la ideamedio formada de que tenía en sus manos el poder de castigar a Vivien por suscruelespalabras.
Elmayordomo regresó con los libros, abrió la puertay la anunció.Un instantedespuésClaresaludabaalospresentesconsuhabitualamabilidad.
Viven, ataviada con un exquisito vestido de color vino oscuro que realzaba sublancafragilidad,semostróconellamásefusivaquedecostumbre,casiempalagosa.Sequejódequelaveíanpocoporallí.Ella,Vivien,ibaaaprenderajugaralgolf,yqueríaqueClarelaacompañasealcampo.
Gerald estuvomuy atento y cordial. Pese a que no recelaba queClare hubieseoídoelcomentariodesuesposa,teníalavaganecesidaddecompensarla.ProfesabaaClareungranafectoylamentabaquesuesposadijesecosascomoaquélla.AélyaClare los unía una buena amistad, nada más que eso, y si albergaba la menorsospechadequehubieseenlaafirmacióndeVivienalgodeverdad,laapartódesumente.
Enlasobremesasalióacolacióneltemadelosperros,yClarecontóelaccidentedeRover.Intencionadamenteesperóaqueseprodujeseunapausaenlaconversaciónparadecir:
—AsíqueelsábadolollevéaSkippington.OyóelsúbitotintineodelatazadecafédeViviencontraelplato,peroprefirióno
dirigirlavistahaciaella…todavía.—¿Paraveraesehombre,Reeves?—Sí.Rover se pondrá bien, creo. Luego almorcé en elCountyArms.Un sitio
bastante agradable. —Eligió ese momento para volverse hacia Vivien—. ¿Te hasalojadoalgunavezallí?
Silequedabaaúnalgunaduda,sedisipóenelacto.Vivienseapresuróacontestarconvozvacilante:
—¿Yo?Ah,no…no,no.Elmiedosereflejóensusojos,dilatándolosyoscureciéndolos.LosojosdeClare,
en cambio, nada delataban. Su mirada era serena, escrutadora. Nadie habríaimaginadoelintensoplacerqueocultaba.EneseinstanteClarecasiperdonóaVivienlaspalabrasquelehabíaoídopronunciarpocoantes.Alsaborearaquelpoderentodasuplenitudcasilediovueltaslacabeza.TeníaaVivienLeeenunpuño.
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AldíasiguienteClarerecibióunanotadelaotramujer.¿Leapeteceríatomareltéconellatranquilamenteesatarde?Clarerehusólainvitación.
Viviendecidióentoncesvisitarla.Sepresentóendosocasiones,ahorasenqueeramuyprobable encontrarla en casa.LaprimeravezClare había salido realmente; lasegunda,seescabullóporlapuertatraseraalveraproximarseaVivienporelcamino.
Aún no tiene la certeza de si lo sé o no, se dijo Clare. Quiere averiguarlo sincomprometerse.Peronoledaréesasatisfacciónhastaqueestépreparada.
Clare no sabía exactamente a qué esperaba.Había optadopor guardar silencio;era lomásdecenteyhonroso.Sesentíaaúnmásvirtuosacuandorecordabalagranprovocacióndequehabíasidoobjeto.TrasescucharelmodoenqueVivienhablabadeellaasusespaldas,unamujerdecaráctermásdébil,pensaba,habríarenunciadoasusbuenospropósitos.
Eldomingoasistiódosvecesamisa.Primeroa laeucaristíadelalba,de laquesaliófortalecidayespiritualmentereconfortada.Ningúnsentimientopersonalinfluiríaensusdecisiones,nadasuperficialomezquino.Acudiódenuevoalaiglesiaparaeloficiodelamañana.Enelsermón,elseñorWilmothablódelaconocidaplegariadelfariseo.Contóagrandesrasgoslavidadeaquelhombre,unbuenhombre,fervorosocreyente.Ydescribiódespuéscómoseadueñódeélgradualmentelalacradelorgulloespiritual,hastadeformaryensuciarsualma.
Clarenoprestómuchaatención.ViviensehallabaenelbancoenormeymacizodelafamiliaLee,yClareintuyóquepretendíaabordarlaencuantoacabaselamisa.
Yasíocurrió.VivienseacercóaClareylaacompañóhastasucasa.Unavezallíle pidió que la dejase entrar. Clare accedió, naturalmente. Se acomodaron en lapequeñasaladeestar,adornadaconfloresyanticuadas tapiceríasdechintz. Vivienempezóahablarconfrasesinconexasyentrecortadas.
—ElfindesemanapasadoestuveenBournemouth,¿sabías?—comentóalcabodeunrato.
—EsomedijoGerald—contestóClare.Semiraron.EsedíaVivienparecíacasiunamujercorriente.Surostroofrecíaun
aspectoangulosoyamarillentoqueloprivabadebuenapartedesuencanto.—CuandoestuvisteenSkippington…—prosiguióVivien.—¿CuandoestuveenSkippington?—repitióClarecordialmente.—Mencionasteunhotelitoquehayenelpueblo.—ElCountyArms,sí.Noloconocías,dijiste.—He…heestadoallíunavez.—¡Ah!Clare no teníamás que esperar tranquilamente. Vivien era incapaz de soportar
cualquierclasedetensión.Dehechoempezabayaaperderelcontrol.Deprontoseinclinóyprorrumpióenunvehementeparloteo.
—Notecaigobien.Nuncatehecaídobien.Meodiasdesdeelprincipio.Yahoraestásdivirtiéndoteamicosta, jugandoconmigoalgatoyel ratón.Erescruel,muy
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cruel.Poresotetemo;porqueenelfondoerescruel.—¡Estoeselcolmo,Vivien!—exclamóClarecontonocortante.—Tehasenterado,¿verdad?Sí,yaveoquetehasenterado.Losabíasyalaotra
noche,cuandohablastedeSkippington.Dealgunamanera lohasaveriguado.Bien,puesquierosaberquépiensashaceralrespecto.¿Quépiensashacer?
Clarepermanecióensilencio,yVivienselevantódeunsalto.—¿Quépiensashacer?Tengoquesaberlo.¿Noirásanegarqueestásenteradade
todo?—Nopretendonegarnada—contestóClareconfrialdad.—¿Mevisteallíaqueldía?—No.Vituletraenelregistro:«SeñorCyrilBrownyseñora».UnallamaradacubrióelrostrodeVivien.—Despuéshehechoalgunasaveriguaciones—continuóClareconcalma—.Me
constaquenopasasteel findesemanaenBournemouth.Tumadreno tepidióquefueses.Yunasseissemanasatrásocurrióexactamentelomismo.
Viviensedesplomóenelsofáyrompióalloraralágrimaviva.Eraelllantodeunaniñaasustada.
—¿Quépiensashacer?—preguntóentresollozos—.¿VasadecírseloaGerald?—Aúnnolosé—respondióClare.Sesentíaserena,omnipotente.Vivienseincorporó,apartándoselosrojosrizosdelafrente.—¿Quieresquetelocuentetodo?—Nadapierdoconescuchar,supongo.Viviendesembuchólahistoriacompleta,sinlamenorreticencia.Cyril«Brown»
eraenrealidadCyrilHaviland,unjoveningenieroconquienhabíaestadoprometidaenotro tiempo.Cayóenfermoyperdióel trabajo, tras locual,sinelmenorreparo,dejóplantada aVivienpara casarse conuna rica viudamuchomayorque él. PocodespuésViviencontrajomatrimonioconGeraldLee.
VolvióaencontrarseconCyrilporcasualidad.Aeseprimerencuentrosiguieronfrecuentes citas. Cyril, respaldado por la fortuna de su esposa, prosperaba en suprofesiónyempezabaaserconocido.Eraunahistoriasórdida,unahistoriadecitasclandestinasycontinuasmentirasymaquinaciones.
—Lequierotanto—gimoteabaViviensincesar,yClaresentíanáuseascadavezqueoíaesaspalabras.
Porfinelbalbuceoterminó,yVivienmascullóunavergonzado:—¿Ybien?—¿Qué pienso hacer?—dijo Clare—. No puedo responderte. Necesito tiempo
parareflexionar.—¿NomedelatarásaGerald?—Quizáseamideber.—No, no. —La voz de Vivien se convirtió en un histérico chillido—. Se
divorciarádemí.Noseatendráarazones.Preguntaráenelhotel,yCyriltambiénse
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veráinvolucrado.Entoncessuesposasedivorciarádeél.Esoarruinaríasucarrera,susalud…suvidaentera;sequedaríaotravezenlamiseria.Nuncameloperdonaría.Nunca.
—Disculpa—dijoClare—,peroeseCyrilnomemerecemuybuenaopinión.Viviennolaescuchaba.—Teloaseguro:meodiará.Meodiará.Nopodríasoportarlo.Noselocuentesa
Gerald.Haréloquemepidas,peronoselocuentesaGerald.—Necesitotiempoparatomarunadecisión—repusoClareconseveridad—.No
puedoprometertenada sin antespensarlo.Entretanto túyCyril nodebéisvolver averos.
—No,nonosveremosmás.Telojuro.—Cuandosepaquéeslomáscorrecto,telocomunicaré.Clare se puso en pie. Vivien salió de la casa abochornada, con andar furtivo,
echandounvistazoatrásporencimadelhombro.Clare arrugó la nariz asqueada. Un asunto repugnante. ¿Cumpliría Vivien su
promesadenovermásaCyril?Probablementeno.Eradébil,resabiadasinremedio.AquellatardeClaresalióadarunlargopaseo.Habíauncaminoquediscurríapor
las colinas ribereñas.Serpenteaba cuesta arriba, y a su izquierda lasverdes laderasdescendíanenligerapendientehaciaelacantilado.LoslugareñosloconocíancomolaVera.Aunqueera seguro siuno semantenía enel camino, apartarsedeélpodíaresultarpeligroso,puesaquelsuavedeclive,peseasuinofensivaapariencia,eramuytraicionero.Clarehabíaperdidoallíunperroenunaocasión.Elanimal,correteandopor la hierba uniforme, cobró velocidad, y al llegar al borde del acantilado, fueincapazdedetenerseysedespeñó,estrellándosecontralasafiladasrocasdelaorilla.
Eraunatardeclarayhermosa.Deabajollegabaelruidodelasolas,unrelajantemurmullo. Clare se sentó entre la corta hierba y contempló el mar azul. Debíaafrontaraquellasituaciónsinrodeos.¿Quéseproponíahacer?
Pensó en Vivien con cierta aversión. ¡Cómo se había desmoronado! ¡Quévilmente se había rendido! Clare sintió un creciente desprecio por ella. No teníaredaños;eraunacobarde.
No obstante, pese a la antipatía que Vivien le inspiraba, Clare resolvió serindulgente con ella por el momento. Cuando volvió a casa, le escribió una nota,anunciándole que si bien no podía prometerle nada a largo plazo, había decididoguardarsilencioporelpresente.
LavidacontinuópocomásomenoscomosiempreenDaymer’sEnd.Lagentenotómuydesmejorada a lady Lee.ClareHalliwell, en cambio, nunca había tenidomejor aspecto.Le brillabanmás los ojos; llevaba la cabezamás alta, y se advertíamayoraplomoensuactitud.EllayladyLeesereuníanconfrecuencia,yseobservóque en tales ocasiones lamujer demenor edad escuchaba con aduladora atenciónhastalaúltimapalabradelaotra.
AveceslaseñoritaHalliwelldejabaescaparcomentariosuntantoambiguos,no
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del todo pertinentes a la conversación. Decía de pronto, por ejemplo, queúltimamente había cambiado de opinión respecto a muchas cosas, que resultabacuriosocómoundetalleinsignificantepodíainducirlaaunaamodificarporcompletosus puntos de vista, y que amenudo una tendía a dejarse influir demasiado por lacompasión,locualeraunerror.
Cuando hacía observaciones de esa clase, solía mirar a lady Lee de un modopeculiar,yéstaderepentepalidecíayparecíacasiaterrorizada.
Pero amedidaque avanzó el año esas sutilezas se tornaronmenosmanifiestas.Clare continuó con losmismos comentarios, pero aparentemente a lady Lee no laafectabanyatanto.Empezabaarecobrarelbuenaspectoyelánimo.Volviósualegríadeantes.
Unamañana,cuandopaseabaalperro,ClaresecruzóconGeraldenlacalle.ElspanieldeésteconfraternizóconRovermientrassudueñocharlabaconClare.
—¿Conocesyalanoticia?—preguntóGeraldilusionado—.SupongoqueVivientelohadicho.
—¿Quénoticia?Viviennomehamencionadonadafueradelonormal.—Nosvamosalextranjero…porunaño,oquizámás.Vivienestáhartadeesto.
Nunca le ha gustado demasiado, ya sabes. —Suspiró. Por un momento parecióabandonarlosuanterioroptimismo.GeraldLeeestabamuyorgullosodesucasa—.Elcasoesqueleheprometidouncambio.HealquiladounavillaenAlgiers.Unsitioprecioso,segúndicen.—Dejóescaparunatímidarisa—.Comounasegundalunademiel,¿no?
PoruninstanteClarefueincapazdehablar.Eracomosialgosehubieseatascadoen su garganta y le impidiese respirar. Vio las paredes blancas de la villa, losnaranjos;oliólabrisasuaveyperfumadadelsur.¡Unasegundalunademiel!
Escapaban. Sus amenazas no surtían ya el menor efecto en Vivien. Se iba,despreocupada,ufana,feliz.
Clare oyó su propia voz, algo más ronca, mientras expresaba los pertinentesparabienes:«¡Estupendo!¡Quéenvidia!».
PorsuerteRoveryelspanieldecidierondesavenirseeneseprecisomomento,yenlasubsiguienterefriegafueimposiblecontinuarconlaconversación.
Esa tardeClare se sentó a escribir una nota dirigida aVivien. Le pidió que sereuniese con ella al día siguiente en la Vera, ya que tenía algo importante quecomunicarle.
El día siguiente amaneció claro y despejado. Clare subía exultante por elempinadocamino.Hacíaundíamagnífico.Secongratulabadehaberdecididodecirlo que debía decir al aire libre, bajo el cielo azul, en lugar de encerrada entre las
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cuatro paredes de su pequeña sala de estar.Lo sentía porVivien, lo sentíamucho,peronoquedabaotroremedio.
Viounpuntoamarilloa lo lejos,másarriba,comounafloral ladodelcamino.Conforme se acercaba, el punto se tornómás nítido, hasta dibujarse claramente lafiguradeViviensentadaenlahierba,conunvestidoamarillodepuntoylasmanoscruzadasentornoalasrodillas.
—Buenosdías—saludóClare—.¿Nohaceundíaprecioso?—¿Ah,sí?—dijoVivien—.Nomehabíadadocuenta.¿Quéqueríasdecirme?Claresedejócaerenlahierbajuntoaella.—Déjame recobrar el aliento—se excusó Clare—. Hasta aquí hay una buena
caminata,ycuestaarriba.—¡Malditaseas!—exclamóVivienconvozaguda—.¿Porquénohablasdeuna
vezenlugardetorturarme,demonioconcaradeángel?Clarequedóestupefacta,yVivienseretractódeinmediato.—Lohedichosinquerer.Losiento,Clare.Deverdad, losiento.Essóloque…
tengolosnerviosdestrozados,ytúahísentada,hablándomedeltiempo…Enfin,heperdidolosestribos.
—Tendrásunataquedenerviossinovasconcuidado—dijoClareconfrialdad.Viviendejóescaparunabreverisotada.—¿Volverme loca, yo? No, no soy de ésas. Nunca seré una chiflada. Y ahora
dime,¿porquémehashechoveniraquí?Clare permaneció callada por unmomento. Cuando por fin habló, en lugar de
miraraVivien,mantuvolavistafijaenelmar.—Me ha parecido justo advertirte que ya no puedo guardar silencio por más
tiempo…respectoaloqueocurrióelañopasado.—¿SignificaesoquevasacontárselotodoaGerald?—Amenosqueselodigastúmisma—respondióClare—.Esoseríalomejor.Viviensoltóunaestridentecarcajada.—Desobrasabesquenotengovalorparaeso.Clarenolacontradijo.YaanteshabíacomprobadolacobardíadeVivien.—Seríalomejor—repitió.Vivienrespondiódenuevoconaquellarisabreveydesagradable.—Teobligaahacerloturectaconciencia,supongo—dijocondesdén.—Seguramentea tieso teparecemuyextraño—repusoClareconserenidad—,
peroesasí,créeme.Pálidaytensa,Vivienlamiróalacara.—¡Diosmío!—exclamó—.Además,lodicesconvencida.Realmentepiensasque
ésaeslarazón.—Eslarazón.—No,noloes.Silofuese,habríashabladoyahacetiempo.¿Porquénolohas
hecho?No,nocontestes.Yotelodiré.Teproporcionabamásplaceramenazarme,por
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eso no has hablado. Preferías tenerme sobre ascuas y ver cómo me crispaba yestremecía.Hacíascomentarios…comentariosdiabólicos…sóloparaatormentarmeymantenermesiempreconel almaenvilo.Yalprincipio tedaban resultado,peroluegomeacostumbré.
—Empezasteasentirteasalvo—corrigióClare.—Te diste cuenta, ¿verdad? Aun así, guardaste el secreto, disfrutando de tu
sensación de poder. Pero ahora nos marchamos, escapamos de ti, quizá inclusoseamos felices… y eso no lo tolerarías por nada del mundo. ¡Así que ahora tuconcienciavaysedespierta,justocuandoteconviene!—Seinterrumpió,respirandoagitadamente.
—Nopuedoimpedirquedigassemejantesdisparates—replicóClare,todavíaconcalma—,peroteaseguroquenadadeesoesverdad.
DeprontoViviensevolvióhaciaellaylacogiódelamano.—¡PoramordeDios,Clare!Meheenmendado.Hehecholoquemepediste.No
hevueltoaveraCyril,telojuro.—Esonotienenadaquever.—¿Esquenotienescorazón,Clare?¿Noconoceslacompasión?Telosuplicaré
derodillassihacefalta.—CuéntaselotúmismaaGerald.Siselodices,quizáteperdone.Vivienrióconsorna.—Tú conoces bien aGerald y sabes que nome perdonará.Montará en cólera;
querrá vengarse. Me hará sufrir. Hará sufrir a Cyril, y eso es lo que no resisto.Escúchame,Clare,ahoralevanbienlascosas.Hainventadoalgo,unamáquina.Yonoentiendodeeso,peropuedeserunéxitoextraordinario.Enestosmomentosestádesarrollando la idea. Su esposa pone el dinero, claro está. Pero es una mujerdesconfiada… celosa. Si se entera, y se enterará en cuanto Gerald comience lostrámitesdel divorcio, se desentenderádeCyril, de su trabajo, de todo.Cyril estaráacabado.
—Cyril no me preocupa —dijo Clare—. Me preocupa Gerald. ¿Por qué nopiensasunpocoenéltambién?
—¡Gerald!Geraldnomeimportaniesto—chasqueólosdedos—.Nuncamehaimportado.Yaqueestamos,¿porquénohablarconfranqueza?PeroquieroaCyril.Soy una completa sinvergüenza, lo reconozco. Posiblemente también Cyril lo es.Peromissentimientoshaciaélsonsinceros.Moriríaporél,¿looyes?¡Moriríaporél!
—Esoesfácildecirlo—repusoClarecondesprecio.—¿Creesquenohabloenserio?Teloaviso:sisiguesconesteasquerosoasunto,
memataré.AntesesoqueveraCyrilenlamiseria.Clarenosedejóimpresionar.—¿Nomecrees?—preguntóVivienconlarespiraciónentrecortada.—Elsuicidiorequieremuchovalor.Vivienseechóbruscamentehaciaatrás,comosihubieserecibidoungolpe.
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—En eso te doy la razón. Es verdad, no tengo agallas. Si hubiese unamanerafácil…
—Delante de ti hay una manera fácil —dijo Clare—. Sólo tienes que bajarderechaporesapendienteverde.Todoterminaríaenunpardeminutos.Recuerdaloqueleocurrióaaquelniñoelañopasado.
—Sí—respondióVivien,pensativa—.Esoseríafácil,muyfácil,siunaquisieserealmente…
Clareseechóareír.Viviensevolvióhaciaella.—Hablemos seriamentede estounavezmás. ¿No tedas cuenta,Clare, deque
habiendoguardadosilenciotantotiempo,ahorano…notienesderechoaempezardenuevoconeso?NoveréaCyrilnuncamás.SeréunabuenaesposaparaGerald, lojuro.Osino,memarcharéyGeraldnovolveráavermeporaquí.Loquetúprefieras.Clare…
Claresepusoenpieydijo:—Teaconsejoqueselocuentestúmismaatumarido;delocontrario,loharéyo.—Entiendo—susurróVivien—.Bien,novoyaconsentirqueCyrilsufra…Selevantó,permaneció inmóvilporunmomento,comosi reflexionase,y luego
trotóhaciaelcamino,peroenlugardepararalllegaraél,locruzóysiguiópendienteabajo.VolvióunavezlacabezaysedespidiódeClareconungestojovial.Despuéscontinuócorriendo,alegre,despreocupada,comounniño,hastaperdersedevista.
Clare se quedó paralizada.De pronto oyó exclamaciones, gritos, un clamor devoces.Porfin,silencio.
Agarrotada, descendió hasta el camino. A unos cien metros de allí se habíadetenidoungrupodegentequesubía.
Mirabanyseñalabanhaciaelbordedelacantilado.Clarecorrióhastaellos.—Sí,señorita,sehadespeñadoalguien.Doshombreshanbajado…aver.Clareaguardó.¿Transcurrióunahora,unaeternidad,osólounosminutos?Un hombre trepaba con esfuerzo por el escarpado terreno. Era el párroco en
mangas de camisa. Se había quitado la chaqueta para cubrir el cuerpo que yacíaabajo.
—Espantoso—dijo,muypálido—.GraciasaDios,hadebidomorirenelacto.—VioaClareyseacercóaella—.Habrásidounaconmociónterribleparati.Estabaispaseandojuntas,¿no?
Clareseoyócontestarmecánicamente.Sí.Acababandesepararse.No,elcomportamientodeladyLeehabíasidonormal.
Unapersonadelgrupocomentóquelahabíavistoreírydespedirseconlamano.Unsitiomuypeligroso.Deberíahaberunabarandillaalbordedelcamino.
Lavozdelpárrocosonódenuevo:—Unaccidente.Sí,sindudahasidounaccidente.YderepenteClareprorrumpióencarcajadasroncasyestridentesqueretumbaron
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enelacantilado.—Esoesmentira—dijoporfin—.Lahematadoyo.Notóunapalmadaenelhombro;oyóunaspalabrasdeconsuelo.—Vamos,vamos.Tranquila.Enseguidatesobrepondrás.Pero Clare no se sobrepuso enseguida. Ya nunca se sobrepuso. Persistió en su
delirante idea —sin duda delirante, puesto que al menos ocho personas habíanpresenciadolaescena—dequeellahabíamatadoaVivienLee.
Estuvo muy deprimida hasta que la enfermera Lauriston se ocupó de ella. LaenfermeraLauristonobteníaexcelentesresultadosconlosenfermosmentales.
—Lessigolacorrienteaesospobresinfelices—explicabaconsatisfacción.DemodoquesepresentóaClarecomoceladoradelacárceldePentonville.Le
habían conmutado la pena de muerte por trabajos forzados, anunció. Una de lashabitacionesseacondicionócomocelda.
—Yahora,creo,latendremoscontentayagusto—dijolaenfermeraLauristonalmédico—.Tráigalecuchillossinfilosiquiere,doctor,perodudoquehayariesgodesuicidio.Noesdeesaclasedepacientes.Demasiadoegocéntrica.Escuriosoqueamenudoseanésoslosquesevuelvenlocosconmayorfacilidad.
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Epilogo
«El acantilado» se publicó por primera vez enPearson’sMagazine en febrero de1927,conelsugerentecomentarioeditorialdequeelrelatohabíasido«escritojustoantes de la reciente enfermedad ymisteriosa desaparición de la autora». A últimahora de la tarde del 3 de diciembre de 1926AgathaChristie abandonó su casa deBerkshire.Alamañanasiguientetempranosucochefuehallado,vacío,enNewlandsCorner, cercadeShere, localidaddel condadodeSurrey.Lapolicíayungrupodevoluntarios rastrearon en vano las inmediaciones. Una semana y media despuésvariosempleadosdeunhoteldeHarrogatecayeronenlacuentadequelamujerquese había alojado allí con el nombre de Theresa Neele era en realidad la novelistadesaparecida.
CuandoAgathaChristieregresóacasa,sumaridodeclaróalaprensaquehabíasufrido «una pérdida total de la memoria». Sin embargo, las circunstancias querodearonesteepisodiorelativamenteinsignificantedesuvidahansuscitadoalolargodelosañosciertasespeculaciones.Inclusocuandosehallabaaúndesaparecida,EdgarWallace,elfamosoescritordenovelasdesuspense,escribióenunartículoquesinohabía muerto, «debe de estar viva y en plena posesión de sus facultades,probablemente en Londres. Para expresarlo con claridad—continuabaWallace—,pareceserquesuprimeraintenciónera"escarmentar"aciertapersonadesconocida».NeeleeraelapellidodelamujerqueseconvertiríaensegundaesposadeArchibaldChristie,yalgunossostienenqueAgathaChristie,despuésdeabandonarsucocheafin de poner a su marido en una situación embarazosa, pasó la noche del 3 dediciembreenLondresconunosamigosantesdeviajaraHarrogate.Sehaafirmadoinclusoqueladesapariciónnofuemásqueunextravagantemontajepublicitario.Noobstante, aunque algunos aspectos del incidente siguen sin aclararse, no existenpruebas que corroboren ninguna de estas «explicaciones» alternativas, por lo cualdebenconsiderarsemerasespeculacionesociosas.
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Losgruesosleñoscrepitabanalegrementeenlagranchimenea,yporencimadeloschasquidosdelfuegoseelevabaunbabelproducidoporseislenguasquesemovíanafanosamente al unísono. Los jóvenes reunidos en la casa disfrutaban de susNavidades.
LaancianaseñoritaEndicott,conocidaporlamayoríadelospresentescomotíaEmily,escuchabalachácharaconunasonrisaindulgente.
—Meapuestoalgoaquenoerescapazdecomerteseispastelillosdefrutossecos,Jean.
—Sípuedo.—No,nopuedes.—Siloconsigues,tedaremosatitodalafrutaconfitadadelbizcocho.—Sí,mástrestrozosdebizcochoydosdepudindepasas.—Esperoqueelpudinhayaquedadoensupunto—comentólaseñoritaEndicott
con temor—. Está hecho desde hace sólo tres días. El pudin de Navidad deberíaprepararse mucho antes de Navidad. ¡Si hasta recuerdo que de niña, en la últimaplegariaanterioralAdviento,cuandodecíamos«Remueve,oh,Señor…»,creíaqueteníaalgoqueverconremoverlamasadelpudindeNavidad!
LosjóvenesguardaronuncortéssilenciomientraslaseñoritaEndicotthablaba,yno porque les interesasen sus reminiscencias de tiempos pasados, sino porqueconsideraban que, por educación, debían dar alguna muestra de atención a suanfitriona.Encuantocalló,estallódenuevoelbabel.LaseñoritaEndicottsuspiróy,comosibuscaseapoyo,dirigiólamiradahaciaelúnicomiembrodelgrupocuyaedadseacercabaa lasuya,unhombrepequeñodecuriosacabezaovoidey tiesobigote.Los jóvenes no eran ya como antes, reflexionó la señorita Endicott.Antiguamentehabrían formado un círculo mudo y respetuoso y escuchado absortos las sabiaspalabras de sus mayores. Ahora, en cambio, se enfrascaban en aquel parloteoabsurdo, en su mayor parte ininteligible. A pesar de todo, eran unos muchachosencantadores. Su mirada se enterneció mientras pasaba revista a sus jóvenesacompañantes:Jean,altaypecosa;lapequeñaNancyCardell,consubellezamorenay agitanada; los dos chicosmenores, Johnnie y Eric, en casa por vacaciones, y suamigoCharliePease;yEvelynHaworth,rubiaypreciosa…Alpensarenestaúltima,arrugó la frente, y sumirada se desvió hacia donde se hallaba sentado su sobrinomayor, Roger, callado y cabizbajo, ajeno a la diversión, con la vista fija en laexquisitablancuranórdicadelajoven.
—¿Noestáincreíblelanieve?—preguntóJohnnieavozengrito,acercándoseala ventana—. Una auténtica Navidad nevada. Propongo una batalla con bolas denieve.Aúnfaltaunbuenratoparalacomida,¿no,tíaEmily?
—Sí, cielo.Comeremosa lasdos.Porcierto,mejor seráquevayaaver si estálistalamesa.
LaseñoritaEndicottsalióapresuradamentedelsalón.—¡Tengounaideamejor!—exclamóJean—.Haremosunmuñecodenieve.
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—Sí. ¡Quédivertido!Ya sé: haremosuna estatuademonsieurPoirot. ¿Looye,monsieur Poirot? ¡El gran detective, Hércules Poirot, modelado en nieve por seiscélebresartistas!
Guiñandounojo, elhombre sentadoen labutaca inclinó la cabezaen señaldeagradecimiento.
—Perosáquenmefavorecido,muchachos—exigió—.Sóloesolespido.—¡Cómono!La tropa desapareció como un torbellino, arrollando en la puerta a un
ceremoniosomayordomoqueentrabaenesemomentoconunsobreenunabandeja.Recobradalacalma,elmayordomoseencaminóhaciaPoirot.
Poirotcogióelsobreyloabrió.Elmayordomosemarchó.Poirotleyódosveceslanota.Luegodoblóelpapelyseloguardóenunbolsillo.Ensurostronosemovióun solomúsculo, y sin embargo el contenidode la nota era no poco sorprendente.Escritoenletradescuidada,rezaba:«Nopruebeelpudindepasas».
—Muyinteresante—mascullóPoirotparasí—.Ydeltodoinesperado.Miró hacia la chimenea. Evelyn Haworth no había salido con los demás.
Contemplaba el fuego abstraída, dando vueltas nerviosamente a una sortija quellevabaeneldedoanulardelamanoizquierda.
—Está absorta en un sueño,mademoiselle—dijo Poirot por fin—.Y no es unsueñoagradable,¿verdad?
Lamuchacha se sobresaltó y se volvió hacia él desconcertada. Poirotmovió lacabezaenungestotranquilizador.
—Mitrabajoconsisteenaveriguarcosas.No,noselavecontenta.Tampocoyoloestoydemasiado.¿Nosconfiamosnuestrasrespectivaspenas?Verá,yosientoungranpesar porque un amigo mío, un viejo amigo, ha zarpado rumbo a Sudamérica. Aveces,cuandoestábamosjuntos,esteamigomehacíaperderlapaciencia,meirritabasunecedad;peroahoraquesehaido,recuerdosólosusbuenascualidades.Asíeslavida,¿no?Yahoradígame,mademoiselle,¿cuálessuproblema?Ustednoescomoyo,unviejosolitario;esjovenybella.Además,elhombrealqueamalaamaasuvezausted.Sí,asíes;heestadoobservándolodurantelaúltimamediahora.
Lamuchachasesonrojó.—¿SerefiereaRogerEndicott?Ah,peroenesoestáequivocado;noesRogermi
prometido.—No, suprometido es el señorOscarLevering.De sobra lo sé.Pero ¿por qué
estáprometidaaélsiamaaotrohombre?Suspalabrasnoparecieronmolestaralamuchacha;dehecho,algoensuactitud
excluía cualquier posibilidad de ofensa. Hablaba con una irresistible mezcla debondadyautoridad.
—Háblemedeello—instóPoirot condelicadeza.Acontinuación repitió—:Mitrabajoconsisteenaveriguarcosas.
Lafraseproporcionóunextrañoconsueloalamuchacha.
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—Soytandesdichada,monsieurPoirot, tandesdichada.Antesdisfrutábamosdeuna posición acomodada. En principio yo era una heredera, y Roger sólo un hijomenor.Y…yaunqueestoyseguradequeleinteresaba,nuncadijonada,yundíasemarchóaAustralia.
—Resulta curiosa lamanera en que acuerdan aquí losmatrimonios—comentóPoirot—.Sinorden,sinmétodo,dejándolotodoalazar.
—Deprontoloperdimostodo.Mimadreyyonosquedamoscasienlamiseria.Nosmudamos auna casapequeñay a duraspenas íbamos arreglándonos.Peromimadreenfermó.Suúnicaesperanzaerasometerseaunadelicadaintervenciónypasarluego una temporada en algún lugar de clima templado. Y no teníamos dinerosuficiente para eso, monsieur Poirot, no lo teníamos. Así que mi madre estabacondenadaamorir.ElseñorLeveringyamehabíapropuestomatrimoniounaodosveces,volvióapedirmequemecasaseconélyprometióhacertodoloqueestuviesea su alcance por mi madre. Y yo acepté. No tenía alternativa. La operó el mejorespecialistadelmomento,ypasamoselinviernoenEgipto.Deesohaceunaño.Mimadre vuelve a estar bien de salud, y yo… yo me casaré con el señor LeveringdespuésdeNavidad.
—Entiendo—dijoPoirot—.YentretantomurióelhermanomayordemonsieurRoger,yél regresóacasa, encontrándoseconquesu sueñosehabíahechoañicos.Asíytodo,aúnnoestácasada,mademoiselle.
—UnaHaworthnuncafaltaasupalabra,monsieurPoirot—afirmólamuchachaconorgullo.
Apenashabíaacabadodehablarcuandoseabriólapuertayaparecióenellaunhombrecalvoycorpulentoderostrorubicundoyastutamirada.
—¿Quéhacesahíaburriéndote,Evelyn?Saladarunpaseo.—Muybien,Oscar.Lamuchachase levantócondesgana.Poirotsepuso tambiénenpieypreguntó
atentamente:—¿SigueindispuestamademoiselleLevering?—Sí,lamentablementecontinúaacostada.Esunalástimatenerqueguardarcama
eldíadeNavidad.—Desdeluego—convinoPoirotcortésmente.Evelyn necesitó sólo unos minutos para ponerse las botas de nieve y ropa de
abrigo,yellaysuprometidosalieronaljardínnevado.EraundíadeNavidadideal,fríoysoleado.Elrestodelgruposeguíaocupadoconelmuñecodenieve.LeveringyEvelynsedetuvieronaobservarlos.
—¡Eh,tortolitos!—gritóJohnnie,yleslanzóunaboladenieve.—¿Quéteparece,Evelyn?—preguntóJean—.HérculesPoirot,elgrandetective.—Espera a que le pongamos el bigote—dijoEric—.Usaremos unmechón de
peloquevaacortarseNancy.¡ViventlesbravesBelges!—¡Mira que tener un detective auténtico en casa!—exclamó Charlie—. Ojalá
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hubiesetambiénunasesinato.—¡Oh,oh,oh!—dijoJean,brincandoalrededor—.Semeacabadeocurriruna
idea. Planeemos un asesinato… en broma, quiero decir. Y engañemos a Poirot.¡Venga,hagámoslo!Seráunajuerga.
Cincovocesempezaronahablarsimultáneamente.—¿Cómolohacemos?—¡Unosespantososgemidos!—No,pedazodetonto.Aquíafuera.—Unashuellasenlanieve,cómono.—Jeanencamisón.—Senecesitapinturaroja.—Enlamano…yenlacabeza.—Lástimaquenotengamosunrevólver.—PapáytíaEmnoseenterarándenada,osloaseguro.Sushabitacionesestánen
elotroladodelacasa.—No,nolotomaráamal;tienemuchosentidodelhumor.—Sí,pero¿quéclasedepinturaroja?¿Esmalte?—Podríamoscomprarenelpueblo.—HoyesdíadeNavidad,bobo.—No,mejoracuarela.Unrojoóxido.—Jeanpuedeserlavíctima.—Notepreocupesporelfrío.Serásólounrato.—No,queseaNancy.Ellallevaesospijamastanelegantes…—AversiGravessabedóndehaypintura.Corrieronentropelalacasa.—¿Meditando,Endicott?—dijoLevering,ysoltóunadesagradablerisotada.Roger salió al instante de su ensimismamiento. Apenas había oído las
maquinacionesdesuscompañeros.—Essóloquehayalgoquenoacabodeentender—murmuró.—¿Entender?—NoentiendoquéhaceaquímonsieurPoirot.SurespuestadesconcertóaLevering,peroenesemismoinstantesonóelgong,y
todosentraronacelebrarlacomidadeNavidad.Enelcomedor,lascortinasestabanechadas y las luces encendidas, iluminando una larga mesa repleta de paquetessorpresayotrosadornos.EraunaauténticacomidadeNavidadalaantiguausanza.OcupabalacabeceraelseñorEndicott,rojizoyjovial;suhermanasesentabafrenteaél,alotroextremode lamesa.Para laocasión,monsieurPoirotsehabíapuestounchaleco rojo, y entre eso, su oronda figura y el modo en que ladeaba la cabeza,recordabainevitablementeaunpetirrojo.
El señor Endicott trinchó el pavo en un abrir y cerrar de ojos, y todos seconcentraronensusplatos.Elservicioretirólosrestosdedospavos,yseprodujoun
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expectantesilencio.AlcabodeunmomentoentróGraves,elmayordomo,congranceremonia portando en alto el pudin de pasas, un pudin gigantesco envuelto enllamas.Laaparicióndesencadenóunaensordecedoraalgarabía.
—Deprisa.¡Oh,miporciónestáapagándose!Rápido,Graves.Sidejadearder,nosecumplirámideseo.
Nadie tuvo tiempo de advertir la peculiar expresión de Poirot mientrasinspeccionaba la porción de pudin que le había correspondido.Nadie reparó en lafugaz mirada que lanzó en torno a la mesa. Con un ligero ceño de perplejidad,empezó a comer su pudin. La conversación bajó de volumen. De pronto el señorEndicottprofirióunaexclamación.Sonrojado,sellevóunamanoalaboca.
—¡Portodoslosdemonios,Emily!—bramó—.¿Cómoconsientesquelacocinerapongacristalenelpudin?
—¿Cristal?—repitiólaseñoritaEndicott,atónita.ElseñorEndicottsesacódelabocalacausadesurepentinairritación.—Podríahabermerotoundiente—gruñó—,ohabérmelotragadoytener luego
unaapendicitis.Frente a cada comensal había un pequeño lavafrutas con agua destinado a las
monedasydemásobjetosocultosenelbizcocho.El señorEndicottdejócaerenelsuyoelfragmentodecristal,loenjuagóyloalzóparaobservarlo.
—¡Dios nos asista! —prorrumpió—. Es una piedra roja, quizá de un broche.Probablementehasaltadodealgunodelospaquetessorpresaalabrirlos.
—¿Mepermite?Con notable destreza, Poirot cogió el objeto de entre sus dedos y lo examinó
atentamente.Como el señor Endicott había dicho, era una gran piedra roja, del color de un
rubí.Laluzsereflejabaensusfacetasmientrasledabavueltas.—¡Caramba!—exclamóEric—.¿Ysifueseauténtico?—Noseasbobo—replicóJeanconsorna—.Unrubídeesetamañovaldríamiles
ymilesdelibras,¿no,monsieurPoirot?—Hay que ver lo bien que arreglan ahora estos paquetes sorpresa—musitó la
señoritaEndicott—.Pero¿cómohabrállegadoadentrodelpudin?Obviamenteésaera lagrandudadelmomento.Seagotaron todas lashipótesis.
SóloPoirotpermanecióensilencio,yconaparentedespreocupación,comosipensaseenotracosa,seguardólapiedraenelbolsillo.
Despuésdecomervisitólacocina.Lacocineranopudodisimular suazoramiento. ¡Ser interrogadaporunode los
invitados,ynadamenosqueelcaballerodeotropaís!Peroprocurócontestarasuspreguntasconlamayorclaridadposible.Elpudinhabíasidopreparadotresdíasatrás.
—Elmismodíaqueustedllegó,caballero—precisólacocinera.Todos habían pasado por la cocina para remover la masa, distribuida ya en
distintos moldes, y formular un deseo. Una vieja tradición… ¿no era costumbre
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quizásenelextranjero?Despuéshabíancocidoelpudinycolocadolosmoldesenelestantemás alto de la despensa. ¿Había alguna diferencia entre aquella porción depudin y las otras?No, la cocinera creía que no. Salvo que estaba en unmolde dealuminio, y las otras enmoldes de porcelana. ¿Estaba previsto servir el pudin delmoldedealuminioeldíadeNavidad?Eracuriosoquepreguntaseaquello.No,noeraparaNavidad.ElpudindeNavidadsecocíasiempreenmoldesblancosdeporcelanaconundibujodefloresdeacebo.Peroesamismamañana(lacararojadelacocinerasellenódeprontodeira)Gladys,laayudantadecocina,albajarlosmoldesparasuúltimacocción,habíarotouno.
—Yclaroestá—concluyólacocinera—,alverquepodíanquedarastillasenelpudin,lohesustituidoporeldelmoldedealuminio.
Poirotlediolasgraciasysaliódelacocinasonriente,satisfechoalparecerconlainformación que acababa de obtener, y dando vueltas a algo en el interior de subolsilloconlosdedosdelamanoderecha.
—¡MonsieurPoirot!¡MonsieurPoirot!¡Despierte!¡Haocurridounadesgracia!Era la voz de Johnnie, al amanecer del día siguiente. Poirot se incorporó en la
cama. Llevaba puesto un gorro de dormir. El contraste entre la seriedad de susemblanteyeldesenfadoconquelucíaelgorro,caídoaunladodelacabeza,erasindudachocante;peroenJohnniecausóunefectodesproporcionado.Anoserporsuspalabras,habríacabidopensarqueapenaspodíaaguantar la risa.Seoíanasimismocuriosossonidosalotro ladode lapuerta, semejantesalborboteodevarios sifonesatascados.
—Bajeahoramismo,por favor—continuóJohnnie, lavoz ligeramente trémula—.Hayunapersonamuerta.—Sevolviódeespaldas.
—¡Vaya!—dijoPoirot—.¡Lacosaesgrave,pues!Se levantó y, sin excesiva prisa, se aseó parcialmente. Luego siguió a Johnnie
escaleraabajo.Elrestodelgruposehabíacongregadojuntoalapuertadeljardín.Susrostrosexpresabanintensaemoción.AlveraPoirot,Erictuvounviolentoataquedetos.
JeanseadelantóyapoyólamanoenelbrazodePoirot.—¡Mire!—dijo,yseñalóatravésdelapuertaconademánteatral.—¡MonDieu!—exclamóPoirot—.Pareceunaescenadeundrama.Suobservaciónnoerainapropiada.Porlanochehabíavueltoanevar,yalatenue
luzdel alba todoparecía blancoy fantasmal.El níveomantopermanecía impolutosalvoporunamanchadevivocolorescarlata.
Nancy Cardell yacía inmóvil en la nieve. Vestía un pijama de seda escarlata,estaba descalza, y tenía los brazos extendidos y la cabeza ladeada y oculta por suabundante melena negra. Permanecía mortalmente quieta y de su costado derechosobresalía laempuñaduradeunpuñalmientras,alrededor,uncírculodenievecada
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vezmayorseteñíadecarmesí.Poirot salió al jardín. En lugar de dirigirse hacia el cadáver de la muchacha,
siguióporelcamino.Elrastrodedosparesdepiesconducíaalpuntodondesehabíaproducidolatragedia.Lashuellasdelhombresealejabanluego,solas,endirecciónopuesta.Poirotsedetuvoenelcaminoyseacaricióelmentónenademánreflexivo.
DeprontosaliódelacasaOscarLevering.—¡SantoDios!—exclamó—.¿Quéesesto?Suagitacióncontrastabaconlacalmadeldetective.—Pareceunasesinato—contestóPoirotpensativamente.Ericsufrióotroviolentoaccesodetos.—Tenemosquehaceralgo—dijoLeveringavozengrito—.¿Quéhacemos?—Sólounacosapuedehacerse—respondióPoirot—:avisaralapolicía.—¡Oh!—protestóelgrupoacoro.Poirotlosmiróconexpresióninterrogativa.—Esasí—insistió—.Nopodemoshacernadamás.¿Alguienseofreceair?Siguióuninstantedesilencio.PorfinJohnnieavanzóhaciaél.—Seacabóladiversión—anunció—.Espero,monsieurPoirot,quenoseenfade
connosotros.Hasidounabroma.Lohemospreparadotodonosotros…paratomarleelpelo.Nancynoestámuerta;sólolohacever.
Poirotloobservósininmutarse,salvoporunrápidoparpadeo.—Sehanburladodemí,¿noeseso?—inquiriócontodatranquilidad.—Losientomucho,deverdad.Nodeberíamoshaberlohecho.Hasidounabroma
demalgusto.Lepidodisculpas.—Noesnecesarioquesedisculpe—contestóPoirotconuntonopeculiar.Johnniesevolvió.—¡Vamos,Nancy,levanta!—gritó—.¿Esquevasaquedarteahítendidatodoel
día?Perolafiguraqueyacíaenlanievenosemovió.—¡Levantaya!—repitióJohnnie.Nancycontinuó inmóvil,yde repenteuna sensacióndemiedo indescriptible se
apoderódeJohnnie.MiróaPoirot.—¿Qué…quéocurre?¿Porquénoselevanta?—Acompáñeme—dijoPoirotlacónicamente.Caminó por la nieve con paso resuelto. Había indicado a los demás que
permaneciesendondeestaban,yprocurónopisarlasotrashuellas.Johnnielosiguió,asustado e incrédulo. Poirot se arrodilló junto a la muchacha y al cabo de unmomentohizounaseñaaJohnnie.
—Tóquelelamanoybusqueelpulso.Perplejo,Johnnieseagachóydeinmediatoretrocediódejandoescaparungrito.
LamanoyelbrazodeNancyestabanfríosyrígidos,ynosepercibíaelmásdébillatido.
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—¡Estámuerta!—dijoJohnnieconvozentrecortada—.Pero¿cómo?¿Porqué?Poirotpasóporaltolaprimerapregunta.—¿Porqué?—repitió,abstraído—.Esomegustaríaamísaber.Deprontoseinclinósobreelcadáverdelamuchacha,leabriólaotramano,que
tenía firmemente cerrada en torno a algo. Tanto él como Johnnie lanzaron unaexclamación.EnlapalmadelamanodeNancyaparecióunapiedrarojaquerefulgióconígneosdestellos.
—¡Ajá!—exclamóPoirot.Con la rapidez de un rayo, semetió lamano en el bolsillo y volvió a sacarla,
vacía.—El rubí del paquete sorpresa —musitó Johnnie, asombrado. Mientras el
detectiveexaminabaelpuñaly lanievemanchada,añadió—:Nopuedesersangre,monsieurPoirot.Espintura.Simplepintura.
Poirotseirguió.—Sí—afirmóconcalma—.Tienerazón.Noesmásquepintura.—Entonces¿cómo…?—Johnnieseinterrumpió.—¿Cómolahanmatado?—dijoPoirot,acabandolafraseporél—.Esohabráque
averiguarlo.¿Hacomidoobebidoalgoestamañana?Volvíasobresuspasoshaciaelcamino,dondelosdemásaguardaban.Johnnielo
seguíaacortadistancia.—Ha tomado un té —contestó el muchacho—. Se lo ha preparado el señor
Levering,tieneunhornillodealcoholensuhabitación.Johnniehablabaaltoyclaro.Leveringoyósuspalabras.—Siempreviajoconunhornilloacuestas—explicó—.Nohayenelmundonada
más práctico. En esta visita mi hermana lo ha agradecido; no le gusta andarmolestandoaloscriadosatodashoras,¿entiende?
Poirot,casienactituddedisculpa,bajólavistaalospiesdeLevering,calzadosconunaszapatillasdeestarporcasa.
—Sehacambiadolasbotas,veo—murmurócondiscreción.Leveringlomirófijamente.—Pero¿quévamosahacer,monsieurPoirot?—preguntóJean.—Como ya he dicho,mademoiselle, sólo una cosa puede hacerse: avisar a la
policía.—Yoiré—seofrecióLevering—.Notardaréniunminutoenponermelasbotas.
Mejorseráquenosequedenaquífuera,conestefrío.Corrióalacasa.—¡Qué considerado, este señor Levering! —susurró Poirot—. ¿Seguimos su
consejo?—¿Ysidespertamosamipadrey…yatodoelmundo?—No—respondióPoirotcontonotajante—.Noesnecesario.Aquífueranodebe
tocarse nada hasta que llegue la policía. ¿Entramos, pues? ¿A la biblioteca? Les
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contaréunabrevehistoriaquequizásalejedesusmentesestalamentabletragedia.Seencaminóhacialacasa,ylosdemáslosiguieron.—La historia trata de un rubí—empezó Poirot, arrellanándose en un cómodo
sillón—. Un famoso rubí que pertenecía a un hombre no menos famoso. Nomencionarésunombre,peroesunodelospersonajesmásimportantesdelplaneta.Ehbien, este gran hombre llegó a Londres de incógnito.Y como, pese a ser un granhombre,eratambiénjoveneinsensato,cayóenlasredesdeunapreciosamuchacha.A esta preciosa muchacha no le interesaba demasiado el gran hombre, pero sí leinteresaban sus bienes, tanto que un día desapareció con el histórico rubí quepertenecía a su familia desde hacía muchas generaciones. El desdichado joven sehallóanteundilema.Prontocontraerámatrimonioconunaprincesa,ynodeseaverseenvueltoenunescándalo.Antelaimposibilidaddeacudiralapolicía,recurrióamí,HérculesPoirot.«Recupereelrubí»,medijo.Ehbien,yoposeíaciertainformaciónsobreesamuchacha.Sabíaqueteníaunhermano,yquejuntoshabíandadomásdeunastutocoup.CasualmenteaverigüédóndepasaríanlasNavidades.YporgentilezadelseñorEndicott, aquienpor azar conocía, tambiényo fui invitadoa esta casa.Perocuandoesapreciosajovenseenteródequevenía,sealarmómucho.Esinteligente,ysabía que andaba tras el rubí. Debía esconderlo de inmediato en lugar seguro, eimaginen dónde fue a esconderlo. ¡En un pudin de pasas! Sí, bien puedensorprenderse.Mientras removía lamasa junto con todos losdemás, lometió enunpudinconunmoldedealuminiodistintodel resto.PeroporunaextrañacasualidadesepudinacabósirviéndoseeldíadeNavidad.
Olvidandolatragediaporunmomento,losmuchachoslomiraronboquiabiertos.—Después—prosiguió Poirot— decidió quedarse en cama.—Sacó su reloj y
consultólahora—.Enlacasaestányatodosdespiertos.ElseñorLeveringtardamásde la cuenta en traer a la policía, ¿no creen? Juraría que lo ha acompañado suhermana.
Ahogandoungrito,EvelynselevantóyclavólamiradaenPoirot.—Yjuraría tambiénqueno regresarán—añadióeldetective—.OscarLevering
llevamucho tiempo jugandocon fuego,yestavezha idodemasiado lejos.Ély suhermanacambiarándenombreycontinuaránconsusactividadesenotropaís.Estamañana lohe tentadoyatemorizadoalternativamente.Renunciandoporcompletoasuimpostura,podíaapoderarsedelrubímientrasnosotrosestábamosenlacasayél,supuestamente,ibaabuscaralapolicía.Peroesoequivalíaaquemarlasnaves.Asíytodo,anteelriesgodeseracusadodeasesinato,lahuidaparecíalomásoportuno.
—¿HamatadoélaNancy?—susurróJean.Poirotsepusoenpie.—¿Ysivisitamosunavezmásellugardelcrimen?—propuso.Seencaminóhaciael jardín,y losdemás losiguieron.Perocuandosalieron,un
gritoahogadoescapósimultáneamentedesusgargantas.Noquedabaelmenorrastrodelatragedia;lanieveestabalisaeintacta.
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—¡Caramba!—exclamóEric,dejándosecaerenelportal—.Nohasidotodounsueño,¿verdad?
—Asombroso—dijo Poirot con un ligero parpadeo—. Elmisterio del cadáverdesaparecido.
Movidaporunarepentinasuspicacia,Jeanseacercóaél.—Monsieur Poirot, no estará… mejor dicho, no habrá estado burlándose de
nosotrosdesdeelprincipio,¿verdad?Sí,creoquesí.—Escierto,muchachos.Verán,me enteréde su inocente conspiraciónydecidí
contraatacar. Ah, aquí tenemos a mademoiselle Nancy… y sana y salva, espero,despuésdesuextraordinariaactuación.
Enefecto,allíestabaNancyCardellencarneyhueso,conunamiradaradianteypletóricatodaelladesaludyenergía.
—¿Nosehaenfriado?¿Sehabebidolatisanaquehehechosubirasuhabitación?—preguntóPoirotcontonoacusador.
—Hetomadounsorbo,yconesomehabastado.Meencuentrobien.¿Quétalheestado, monsieur Poirot? ¡Uf, me duele el brazo ahora que me he quitado eltorniquete!
—Ha estadomagnífica, petite. Pero quizá deberíamos poner al corriente a losdemás. Percibo que siguen en la inopia.Verán,mesenfants, acudí amademoiselleNancy,ledijequeestabaenteradodesupequeñocomplot,ylepedíquerepresentaseunpapelparamí.Hademostradounagranastucia.HainducidoalseñorLeveringaprepararle una taza de té y ha conseguido asimismo que fuese él quien dejase sushuellas en la nieve. Así que llegado el momento él ha pensado que, por algunafatalidad,mademoiselleNancyestabamuertarealmente,yesomehaproporcionadotodosloselementosnecesariosparaatemorizarlo.¿Quéhaocurridocuandonosotroshemosvueltoalacasa,mademoiselle?
—El señorLeveringhavenidocon suhermana,mehaarrebatadoel rubíde lamano,ylosdossehanmarchadoatodaprisa.
—¡Perocómo,monsieurPoirot!—exclamóEric—.¿Yelrubí?¿Noiráadecirnosquehaconsentidoqueselolleven?
Anteelcírculodemiradasacusadoras,Poirotquedócariacontecido.—Lo recuperaré —afirmó sin convicción, pero advirtió que había perdido la
estimadelosmuchachos.—¡Puesnofaltaríamás!—protestóJohnnie—.¡Mirequedejarlosmarcharsecon
elrubí…!Jeansinembargofuemássagaz.—¡Estátomándonoselpelootravez!—dijo—.¿Noesasí,monsieurPoirot?—Busqueenmibolsilloizquierdo,mademoiselle.Con vivo entusiasmo, Jeanmetió lamano en el bolsillo y la extrajo de nuevo.
Profiriendo una exclamación de triunfo, alzó el gran rubí y lo exhibió en todo suesplendorcarmesí.
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—Verán, el otro era una réplica en bisutería que traje de Londres —explicóPoirot.
—¡Quéinteligente!—dijoJeanconadmiración.—Hayundetallequeaúnnonoshaaclarado—saltóJohnniedepronto—.¿Cómo
descubriónuestratreta?¿SelocontóNancy?Poirotnegóconlacabeza.—¿Cómoseenteró,pues?—Mi trabajo consiste en averiguar cosas —contestó Poirot, y sonrió al ver
alejarseporelcaminoaEvelynHaworthyRogerEndicott.—Sí,perodíganoslo.¡Va,porfavor!QueridomonsieurPoirot,díganoslo.Lorodeabauncírculoderostrossonrojadoseimpacientes.—¿Deverdaddeseanqueresuelvaesemisterioporustedes?—Sí.—Nocreoquepueda.—¿Porqué?—Mafoi,losdecepcionaría.—¡Va,díganoslo!¿Cómoseenteró?—Pues,verán,mehallabaenlabiblioteca…—¿Sí?—… y ustedes discutían sus planes en el jardín, justo al lado…, y la ventana
estabaabierta.—¿Esoestodo?—dijoEricconenojo—.¿Asídesencillo?—Asídesencillo—confirmóPoirot,sonriente.—Almenosahoralosabemosyatodo—declaróJeanconsatisfacción.—¿Ah,sí?—murmuróPoirotparasí,dirigiéndosehacialacasa—.Yono…yo,
cuyotrabajoconsisteenaveriguarcosas.—Ydenuevo,quizáporvigésimavez,sacódesubolsillounpapelbastantesucioyleyó—:«Nopruebeelpudindepasas».
Poirotmoviólacabezaenungestodeperplejidad.Enesemismomomentooyó,muycercadesuspies,laexclamaciónahogadadeunapeculiarvoz.Bajólavistaydescubrió a una criatura pequeña con un vestido estampado. En la mano derechasosteníauncepilloyenlaizquierda,unrecogedor.
—¿Ytúquiéneres,monenfant?—preguntóPoirot.—AnnieHicks,señor,paraservirle.Segundadoncella.Poirottuvounaintuición.Entrególanotaalaniña.—¿Hasescritotúesto,Annie?—Nolohiceconmalaintención,señor.Poirotlesonrió.—Claroqueno.¿Porquénomelocuentastodo?—Fueron esos dos, el señor Levering y su hermana. Nadie del servicio los
soporta,yellanoestabaenfermaninadaporelestilo, se loaseguro.Amíesomedabamala espina, y en fin, señor, le seré sincera, escuché detrás de la puerta y oí
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deciralseñorLevering:«TenemosquelibrarnosdeesePoirotcuantoantes».Así,talcual.Luego,conmuchointerés,lepreguntóasuhermana:«¿Dóndelohaspuesto?»,yellacontestó:«Enelpudin».AsíqueimaginéquequeríaenvenenarloaustedconelpudindeNavidad,ynosabíaquéhacer.Amílacocineranomehabríahechonicaso.Pensé, pues, escribirle una nota para avisarlo del peligro y la dejé en el vestíbulo,dondeelseñorGravesporfuerzalaveríayselaentregaría.
Annieseinterrumpió,sinaliento.Poirotlaobservóconseriedadporunmomento.—Leesdemasiadosfolletines,Annie—dijoporfin—.Perotienesbuencorazóny
notefaltainteligencia.CuandoregreseaLondres,teenviaréunlibroexcelentesobreleménage,ytambiénLasvidasdelossantosyunaobrasobrelaposicióneconómicadelamujer.
DejandoaAnnieconotraexclamaciónahogadaenloslabios,sediomediavueltaycruzóelvestíbulo.Seproponía entrar en labiblioteca,peroa travésde lapuertaabiertaviodoscabezasmuy juntas,unarubiayotramorena.Sedetuvo.Deprontounosbrazoslerodearonelcuello.
—Quierodarleunbeso—anuncióJean.—Yotambién—dijoNancy.MonsieurPoirotdisfrutódelaocasión;disfrutómucho,adecirverdad.
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Epílogo
«LaaventuradeNavidad»sepublicóporprimeravezcomo«TheAdventureoftheChristmasPudding»enTheSketchel12dediciembrede1923,yeraelúltimodelasegunda serie de relatos publicados bajo el títuloTheGrey Cells ofM. Poirot. Elrelato reapareció en los años cuarenta con el nombre «La aventura de Navidad»,incluidoendosrecopilaciones,ProblematPollensaBayandChristmasAdventureyPoirotKnows theMurderer, ambasdecortavidaynunca reeditadas.MuchosañosdespuésAgathaChristie lo amplió, convirtiéndolo en una novela corta, que formóparte de El pudin de Navidad (1960). En el prólogo a esa recopilación, AgathaChristieexplicóqueenelrelatorememorabalasNavidadesdesujuventud,quepasóconsumadre,traslamuertedesupadreen1901,enlamansióndeAbneyHall,enStockport. Abney Hall había sido construida por sir James Watts, alcalde deManchesterenunaépocayabuelodeJamesWatts,elmaridodelahermanamayordeAgatha Christie, Madge. En su autobiografía, publicada en 1977, Agatha ChristiedescribíaAbneycomo«unacasamaravillosadondepasarlaNavidadenlainfancia.Nosóloeraunaenormemansiónneogóticacon infinidaddehabitaciones,pasillos,peldaños inesperados,escaleras traseras, escalerasdelanterasy recovecos—todo loqueunniñopodríadesear—,sinoqueademásteníatrespianosdistintosdondetocar,asícomounórgano».Enotraparterecordabaalrespecto:«…mesasquecrujíanbajoelpesodelacomidaylagenerosahospitalidad…habíaunadespensaabiertadondetodos podíamos proveernos de bombones y cualquier otra exquisitez que nosapeteciese».YcuandoAgathanoestabacomiendo—porlogeneral,encompeticióncon Humphrey, hermanomenor de JamesWatts—, jugaba con él y sus hermanosLionel,MilesyNan.QuizápensabaenellosaldescribiralosmuchachosdelrelatoycómosedivirtieronenunaNavidadnevadacon«undetectiveauténticoencasa».
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Se hallaba sobre una repisa del Museo Británico, solo y desamparado entre unacongregacióndedeidadesobviamentemás importantesqueél.Alineadosa lo largode lascuatroparedes, esosotrospersonajesmayoresparecíanmanifestar todosunaabrumadora sensación de superioridad. El pedestal de cada uno de ellos llevabadebidamenteinscritaslaprocedenciaylarazaquesehabíaenorgullecidodeposeerlo.Noexistíalamenordudarespectoasuposición:erandivinidadesdealtorangoyselasreconocíacomotales.
Sóloelpequeñodiosdel rincónquedabaexcluidode sucompañía.Toscamentelabradoenpiedragris,susrasgosborradoscasiporcompletoacausadelaintemperieylosaños,permanecíasentadoensoledad,acodadoenlasrodillas,lacabezaentrelasmanos;undiospequeñoysolitarioentierraextraña.
Ningunainscripcióndabaaconocersulugardeorigen.Estabaenverdadperdido,sin honor ni fama, una figurilla patética lejos de sumundo.Nadie se fijaba en él;nadie se detenía a contemplarlo. ¿Por qué iban a hacerlo? Era insignificante, unbloque de piedra gris en un rincón. Lo flanqueaban dos dioses mejicanos, susuperficiealisadaporelpasodel tiempo,plácidos ídoloscon lasmanoscruzadasybocascruelesarqueadasenunasonrisaquerevelabasintapujossudesprecioporlahumanidad.Habíatambiénunpequeñodiosorondoyenextremoprepotente,conunpuño cerrado, que a todas luces tenía un exagerado concepto de su propiaimportancia,peroalgúnqueotrovisitanteseparabaaecharleunvistazo,aunquesólofuesepara reírsedelmarcadocontrasteentre suabsurdapomposidady la sonrienteindiferenciadesuscompañerosmejicanos.
Yelpequeñodiosperdidoestabaallísentado,comosiempreañotrasaño,sinlamenoresperanza,lacabezaentrelasmanos,hastaqueundíasucedióloimposible,yencontró…unadorador.
—¿Haycorrespondenciaparamí?El conserje extrajoun fajode cartas deun casillero, las hojeóy respondió con
tonoindolente:—Nadaparausted,caballero.Frank Oliver suspiró y volvió a salir del club. No tenía ningún motivo en
particularparaesperarcorrespondencia.Pocagenteleescribía.DesdesuregresodeBirmanialaprimaverapasadahabíaidotomandoconcienciadesucrecientesoledad.
Frank Oliver acababa de cumplir los cuarenta, y había pasado los últimosdieciocho años en distintas partes del planeta, con breves períodos de permiso enInglaterra.Ahoraquesehabíaretiradoyvueltoacasaparaquedarse,sedabacuentaporprimeravezdelosoloqueestabaenelmundo.
TeníaasuhermanaGreta,sí,casadaconunclérigodeYorkshireymuyocupadacon las responsabilidadesparroquialesyelcuidadodesushijos.Comoeranatural,Greta sentía un gran cariño por su único hermano, pero en sus circunstancias era
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tambiénnaturalquedispusiesedepocotiempoparaél.Porotraparte,contabaconsuviejoamigoTomHurley.Tomhabíacontraídomatrimonioconunamuchachabonita,alegree inteligente,unamuchachamuyenérgicayprácticaaquienFrank temíaensecreto. Jovialmente le decía quenodebía convertirse enun solterón avinagradoyconfrecuencia lepresentaba«chicassimpáticas»;ellaspersistíanen la relaciónporuntiempoyluegolodejabanporimposible.
Y sin embargo, Frank no era una persona insociable. Anhelaba compañía ycomprensión, y desde su regreso a Inglaterra había ido tomando conciencia de sucreciente desánimo.Había estado lejos demasiados años, y no sintonizaba con losnuevos tiempos. Pasaba días enteros deambulando sin rumbo, preguntándose quéhacerconsuvida.
Uno de esos días entró en elMuseoBritánico. Le interesaban las curiosidadesasiáticas,yasífuecomodescubrióporazaraldiossolitario.Suencantolocautivóalinstante.Allíhabíaalgovagamenteafínaél,alguienextraviadotambiénenunatierraextraña.Comenzóafrecuentarelmuseoconelúnicopropósitodecontemplaraquellafigurillagrisdepiedra,expuestasobrelaaltarepisaensuoscurorincón.
Aciaga suerte la suya, pensaba. Probablemente en otro tiempo era el centro deatención,abrumadosiempreconofrendas,reverenciasydemás.
Había empezado a creerse con tales derechos sobre su menguado amigo(equivalentescasiaunverdaderosentidodepropiedad)queenunprimermomentolemolestó ver que el pequeño dios había logrado una segunda conquista.Aquel diossolitariolohabíadescubiertoél;nadie,consideraba,teníaderechoaentrometerse.
Pero una vezmitigada la indignación inicial, no pudomenos que sonreír. Puesaquellasegundaadoradoraeraunacriaturamenuda,ridículaylastimosaenextremo,vestidaconunraídoabrigonegroyunafaldaquehabíaconocidotiemposmejores.Era joven—tendría poco más de veinte años, calculó—, de cabello rubio y ojosazules,yunmelancólicomohínsedibujabaensuslabios.
Elsombreroquellevabalellegóalcorazóndemaneraespecial.Saltabaalavistaque lohabíaadornadoellamisma,yera tal suvaleroso intentodeparecerelegantequesufracasoresultabapatético.Erasindudaunadama,perounadamaidaamenos,yFrankconcluyódeinmediatoquetrabajabadeinstitutrizyestabasolaenelmundo.
Prontoaveriguóquevisitabaaldioslosmartesyviernes,siemprealasdiezdelamañana,encuantoabríaelmuseo.Alprincipioledisgustósuintrusión,peropocoapoco seconvirtióenunode losprincipales interesesde sumonótonavida.Adecirverdad,sucompañeradeveneraciónempezabaadesbancaralobjetoveneradoensupreeminenteposición.Losdíasquenoveíaala«PequeñaDamaSolitaria»,comoéllallamabaensuspensamientos,seleantojabanvacíos.
Quizá también ella experimentaba igual interés en él, pero se esforzaba endisimularlobajounacalculadaactitudde indiferencia.Con todo,unsentimientodecompañerismoseforjógradualmenteentreellos,peseaqueaúnnohabíancruzadopalabra.ElverdaderoproblemaeraenrealidadlatimidezdeFrank.Ensusadentros
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aducía queprobablemente ella ni siquiera se había fijado en él (esonoobstante lodescartaba en el acto cierto sentido común interno), que lo consideraría unaimpertinenciaintolerable,yporúltimoqueaélnoseleocurríaniremotamentequédecir.
Peroeldestino,oelpequeñodios,tuvolagentilezadeproporcionarleunagenialidea,oesoleparecíaaél.Sobremanerasatisfechodesuastucia,compróunpañuelodemujer,unadelicadaprendadebatistayencajequeapenasseatrevíaatocar.Asípertrechado,siguióalamuchachacuandosemarchóyladetuvoenlaSalaEgipcia.
—Disculpe —dijo, procurando hablar con flemática despreocupación yfracasandoestrepitosamenteenelintento—.¿Esestosuyo?
LaDamaSolitariacogióelpañueloyfingióexaminarlocondetenidaatención.—No,noesmío.—Se lodevolvióy,dirigiéndoleunamiradaen laqueFrank,
consentimientoculpable,creyóadivinarrecelo,añadió—:Esmuynuevo.Aúnllevaelprecio.
Sinembargo,Frankseresistióaadmitirquehabíasidodescubiertoyemprendióunafarragosaexplicaciónenexcesoverosímil.
—Verá,loheencontradobajoaquellavitrinagrande,juntoalapatadelfondo.—Halló un gran alivio en esa detallada descripción—.Así que, comousted se habíaparadoallí,hepensadoquedebíadesersuyoyhevenidoatraérselo.
—No,noesmío—repitióella.Comodemalagana,agregó—:Gracias.Laconversaciónllegóaunembarazosopuntomuerto.Lamuchachapermaneció
inmóvil, sonrojada e incómoda, buscando obviamente la manera de retirarse condignidad.
Frank,enundesesperadoesfuerzo,decidiósacarprovechodelaocasión.—No… no sabía que hubiese en Londres otra persona interesada en nuestro
pequeñodiossolitariohastaquelahevistoausted.—¿Usted también lo llama así? —preguntó la muchacha con vivo interés,
dejandoaunladosusreservas.Porlovisto,elpronombreelegidoporél,«nuestro»,silohabíaadvertido,nole
molestó.Demaneraespontáneasehabíasentidoimpulsadaaadmitirsuafinidad.Asípues,Frankconsiderólomásnormaldelmundocontestar:—¡Naturalmente!Denuevoseprodujounsilencio,peroestaveznacidodelamutuacomprensión.Fue la Dama Solitaria quien lo rompió, recordando de pronto los
convencionalismos.Seirguióy,adoptandounaactituddedignidadcasiridículaenunapersonadetan
cortaestatura,dijocontonoglacial:—Deboirme.Buenosdías.Ytrasunaligerayenvaradainclinacióndecabeza,sealejó,conlaespaldamuy
recta.
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Cualquierotrosehubierasentidorechazado,peroFrankOliver,enunlamentableindiciodesusrápidosprogresosenconductalicenciosa,selimitóamurmurar:
—¡Quéencantodemujer!Prontosearrepentiríadesutemeridad,noobstante.Enlosdiezdíassiguientessu
pequeña dama no se acercó al museo. Frank se desesperó. ¡La había ahuyentado!¡Nuncaregresaría!¡Eraunbruto,unvillano!¡Nuncavolveríaaverla!
En su ansiedad,merodeó sin cesar por elMuseoBritánico.Quizá simplementevisitaba el museo a otras horas. Pronto Frank conoció de memoria las salasadyacentes y desarrolló una perdurable aversión a lasmomias.Casi enloqueció deaburrimientoafuerzadecontemplarinnumerablesjarronesdetodaslasépocas,yelvigilante lo observaba con recelo cuando se pasaba tres horas absorto en losjeroglíficosasirios.
Peroundíasupacienciaseviorecompensada.Lamuchachaapareciódenuevo,conelcolormássubidoquedecostumbreeintentandoatodacostamostrarseserena.
Franklasaludóconefusivacordialidad.—Buenosdías.Hacíaunaeternidadquenoveníaporaquí.—Buenosdías—contestóella,pronunciandolaspalabrascongélidodesapegoy
pasandoporaltoimpasiblementesusegundafrase.PeroFrankestabadesesperado.—Escúcheme.—Seplantófrenteaellaconunamiradasuplicantequerecordaba
ladeunperrofiel—.Seamosamigos.YoestoysoloenLondres…totalmentesoloenelmundo,ycreoqueaustedleocurrelomismo.Deberíamosseramigos.Además,noshapresentadonuestropequeñodios.
Ella alzó la vista con cierta reserva, perouna trémula sonrisa se insinuó en lascomisurasdesuslabios.
—¿Noshapresentado?—¡Naturalmente!Porsegundavezempleabaesaexpresióndecertidumbreenextremocategórica,y
tambiénenestaocasiónsurtióefecto,yaquealcabodeunossegundoslamuchacha,conaquellaactitudligeramenteregiatancaracterísticadeella,respondió:
—Muybien.—¡Espléndido!—exclamóFrankconrudeza,pero lamuchacha,percibiendoun
quiebroensuvoz, le lanzóunamiradafugaz,movidaporunsúbitosentimientodecompasión.
Y así nació aquella peculiar amistad. Dos veces por semana se reunían en elsantuariodeunpequeñoídolopagano.Alprincipiorestringíanaélsuconversación.Por así decirlo, el dios servía a la vez como paliativo y excusa para su amistad.Hablaronlargoytendidoacercadesuposibleprocedencia.Élinsistíaenatribuirleuncarácterenextremosanguinario.Lodescribíacomoel terrordesu lugardeorigen,con un insaciable deseo de sacrificios humanos, reverenciado por sus asustados ytemblorosos adoradores. En el contraste entre su pasada grandeza y su presente
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insignificanciaresidía,segúnél,elpatetismodesusituación.La Dama Solitaria rechazaba de pleno esta teoría. Era en esencia un dios
benévolo,sostenía.Dudabamuchoquealgunavezhubiesesidopoderoso.Dehaberlosido, aducía, no habría acabado en aquella sala, solo y perdido. En todo caso leparecíaunpequeñodiosencantadorysentíaporélungrancariño;noresistíalaideadequeestuvieseallídíatrasdíaconaquellasotrashorrendasyaltivasdeidadesquesemofabandeél,¡porqueeraevidentequeesohacían!Despuésdeestosvehementesarrebatoslapequeñadamasequedabasinaliento.
Agotado el tema, inevitablemente empezaron a hablar de sí mismos. Frankdescubrióquesusuposicióneracorrecta.EllatrabajabadeinstitutrizparaunafamiliadeHampstead.Éldeinmediatosintióantipatíaporlosniñosqueellateníaasucargo:Ted, que contaba cinco años y no eramalo sino sólo travieso; los gemelos, querealmenteladesquiciaban;yMolly,quenuncaobedecía,peroeratanadorablequenohabíaformadeenfadarseconella.
—Esosniñosabusandesupaciencia—afirmóFrankcontonoadustoyacusador.—Nimuchomenos—replicóellaconfirmeza—.Soymuyseveraconellos.—¡Ya,ya!—dijoél,yseechóareír.Peroellaloobligóadisculparsemansamenteporsuincredulidad.Erahuérfana,explicólamuchacha,ynoteníaanadieenelmundo.GradualmenteFrank le habló tambiénde su vida; de su vida oficial, quehabía
sidomuysacrificadaymoderadamentesatisfactoria;ydesupasatiempoextraoficial,queeraembadurnarunlienzotrasotro.
—Adecirverdad,nosénadadepintura—aclaró—.Perosiemprehepresentidoque algún día seré capaz de pintar algo. Dibujo bastante bien, pero me gustaríarealizar una auténtica pintura. Un conocido me dijo una vez que no tenía malatécnica.
Lamuchachamostróinteréseinsistióenconocermásdetalles.—Estoyseguradequepintamuybien.Franknegóconlacabeza.—No. Últimamente he empezado varios cuadros y los he tirado todos
desesperado. Siempre había creído que, cuando pudiese dedicarle tiempo, sería unjuegode niños.Viví con esa idea durante años, pero lo he dejado paramuy tarde,supongo,comotantasotrascosas.
—Nuncaesdemasiadotarde,nunca—dijolapequeñadamaconelfervorpropiodelosjóvenes.
Franksonrió.—¿Esocree?Paraalgunascosasyosíhellegadodemasiadotarde.LapequeñadamaseriódeélylollamóenbromaMatusalén.EmpezaronasentirsecuriosamenteagustoenelMuseoBritánico.El fornidoy
cordialvigilantequerondabalasgaleríaseraunhombrecontacto,yporlogeneralencuanto la pareja aparecía, consideraba que sus arduas labores de vigilancia se
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requeríanconurgenciaenlacontiguaSalaAsiría.UndíaFranktomóunaaudazdecisión:¡Lainvitóatomarunté!Ellapusoreparosenunprimermomento.—No tengo tiempo. No dispongo de libertad. Puedo venir algunas mañanas
porquelosniñosrecibenclasesdefrancés.—Tonterías—dijoFrank—.Puedepermitírseloalmenosundía.Pretextequese
le hamuerto una tía o un pariente lejano; lo que quiera, pero venga. Iremos a unpequeñosalóndetéquehayaquícercaytomaremosbollos.Adivinoqueleencantanlosbollos.
—¡Sí,esospequeñosconpasas!—Yrecubiertosconazúcarglasé…—¡Sontanredondosyapetitosos…!—Los bollos tienen algo que los hace infinitamente reconfortantes —afirmó
FrankOliverconsolemnidad.Asíquedaron,pues,ypara laocasión lamenuda institutrizseadornó lacintura
conunacararosadeinvernadero.ÚltimamenteFrankpercibíaenellaciertatensión,ciertainquietud,yaquellatarde
esaimpresiónseacrecentómientraslacontemplabaservirel téenlapequeñamesademármol.
—¿Hanestadoatormentándolalosniños?—preguntó,solícito.Ella movió la cabeza en un gesto de negación. Curiosamente, desde hacía un
tiemposemostrabareaciaahablardelosniños.—Sonbuenoschicos.Nomedanningúnproblema.—¿Deverdad?Sutonocomprensivoparecióafligirlademanerainexplicable.—Sí,deverdad.Noeseso.Pero…perosíestabasola.Muysola—admitiócon
vozcasisuplicante.—Sí, sí, lo sé —se apresuró a decir él, conmovido. Guardó silencio por un
momento y luego añadió jovialmente—: ¿Se ha dado cuenta de que ni siquieraconoceaúnminombre?
Ellaalzólamanoenungestodeprotesta.—No, por favor. Prefiero no saberlo. Y no me pregunte el mío. Seamos
simplementedospersonas solitariasque sehanencontradoy sehanhechoamigas.Asíesmuchomásmaravillosoy…ydistinto.
—Deacuerdo—respondióFranklentaypensativamente—.Enunmundoporlodemássolitario,seremosdospersonasquesetienenlaunaalaotra.
Aquello no se correspondía exactamente con lo que ella había expresado, ypareció resultarle difícil seguir con la conversación.Poco a poco fue agachando lacabezahastaofreceralavistasólolacopadesusombrero.
—Esmuybonito,esesombrero—observóafindelevantarleelánimo.—Loadornéyomisma—informóellaconorgullo.
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—Esa impresión me dio en cuanto lo vi—contestó Frank, inconsciente de lopocoafortunadoqueeraelcomentario.
—Metemoquenoestanelegantecomopretendía.—Amímepareceprecioso—aseguróélenungestodelealtad.Cayeron de nuevo en elmutismo. Por fin FrankOliver rompió el silencio con
arrojo.—Señorita, no pensaba decírselo aún, pero no puedo contenerme. La amo. La
quiero. La amo desde el instante en que la vi por primera vez allí parada con suvestido negro. Querida mía, si dos personas solitarias estuviesen juntas… en fin,terminaría la soledad. Y yo trabajaría. Trabajaría con ahínco. La pintaría a usted.Podría;séquepodría.¡Oh,niñamía,nopuedovivirsinusted!Nopuedo…
Supequeñadamanoapartabadeéllamirada.Perosuspalabrasfueronloúltimoqueesperabaoír.Convozclarayserena,dijo:
—Aquelpañuelolocompróusted.Frankquedóatónitoantetaldemostracióndeperspicaciafemenina,ymásatónito
aún por el hecho de que esgrimiese aquello contra él en ese preciso momento.Despuésdeltiempotranscurrido,sindudapodríahabérseloperdonado.
—Sí, lo compré yo —admitió con humildad—. Buscaba una excusa paradirigirme a usted. ¿Está muy enfadada? —Aguardó dócilmente sus palabras decondena.
—Creo que fue un detalle encantador de su parte—dijo la pequeña dama convehemencia—.¡Undetalleencantador!
—Dígame,niñamía,¿esimposible?—prosiguióFrankconsuhabitualrudeza—.Tengoyaciertaedadyséquesoyfeoytosco…
—¡No,noloes!—lointerrumpiólaDamaSolitaria—.Yonocambiaríanadaenusted,nada.Loamotalcomoes,¿entiende?Noporquemeinspirelástimaniporqueyoestésolaenelmundoynecesitealguienquemequieraycuidedemí,sinoporqueustedescomoes.¿Loentiendeahora?
—¿Lodicesinceramente?—preguntóélenunsusurro.—Sí,contotalsinceridad—contestóellasinvacilar.Enmudecieron, abrumados por la emoción y el asombro. Por fin Frank dijo
ensoñadoramente:—¡Entonceshemosencontradoelparaíso,queridamía!—Enunsalóndeté—respondióellaconlavozempañadaporelllantoylarisa.Pero los paraísos terrenales duran poco. La pequeña dama dejó escapar una
exclamación.—¡Nosabíaqueeratantarde!Debomarcharmeahoramismo.—Laacompañoacasa.—¡No,no,no!Frank no pudo vencer su resistencia y sólo la acompañó hasta la estación de
metro.
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—Adiós,amormío—sedespidióella,estrechándolelamanoconunaintensidadquemástardeFrankrecordaría.
—Adiós sólo hasta mañana —contestó él con alegría—. A las diez como decostumbre,ynosdiremosnuestrosnombresycontaremosnuestrashistorias,siendoprácticosyprosaicos.
—Adióstambién…alparaíso—musitóella.—¡Siempreestaráconnosotros,vidamía!Ellasonrió,peroconaquellamelancólicaexpresióndesúplicaqueloinquietabay
noconseguíacomprender.Finalmenteelimplacableascensorlaapartódesuvista.
Aquellasúltimaspalabraslecausaronuninexplicabledesasosiego,perolasalejódesumentecondeterminaciónylassustituyóporunaradianteilusiónanteloqueeldíasiguienteledepararía.
Alasdiezsehallabayaenelmuseo,dondesiempre.Porprimeravezreparóenlasmalévolasmiradasqueledirigíanlosotrosídolos.Casidabalaimpresióndequeconociesen algún funesto secreto que le afectaba y se regodeasen en ello. Percibíaconintranquilidadlaaversiónquelemanifestaban.
Lapequeñadamaseretrasaba.¿Porquénollegaba?Elambientedeaquellugarempezabaaponerlonervioso.Nuncaantessupequeñoamigo,eldiosdeambos, lehabíaparecidotanimpotentecomoaqueldía.Unpedazodepiedrainútil,aferradoasudesesperación.
Interrumpiósuspensamientosunniñodesemblanteastutoquesehabíaacercadoa él y lo examinaba de arriba abajo con atención. Satisfecho al parecer con elresultadodesusobservaciones,leentregóunacarta.
—¿Paramí?El sobre no llevaba escrito el nombre del destinatario. Lo cogió, y el niño se
escabullóconextraordinariarapidez.FrankOliverleyólentamentelacarta,sindarcréditoasusojos.Erabreve.
Amormío:Nunca podré casarme con usted.Olvide por favor que he entrado en su
vida y procure perdonarme si algún daño le he causado. No intente darconmigo,porquenoloconseguirá.Esunadiósdefinitivo.
LADAMASOLITARIA.
Alfinalhabíaunaposdata,añadidaobviamenteenelúltimomomento:
Loamo.Loamodeverdad.
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Y esa lacónica e impulsiva posdata fue su único consuelo en las semanassiguientes.Demásestádecirquelabuscópeseasuexpresaprohibición,perotodofueenvano.Habíadesaparecido,yFranknoteníaelmenorindicioparalocalizarla.En su desesperación, puso anuncios en los diarios, implorándole veladamente que,cuando menos, le aclarase el misterio, pero sus esfuerzos no obtuvieron másrespuestaqueelsilencio.Sehabíaidoparanovolver.
Yocurrióentoncesqueporprimeravezensuvidafuecapazdepintarrealmente.Sutécnicasiemprehabíasidobuena.Deprontolaaptitudylainspiraciónibandelamano.
EllienzoconelqueseconsagróysaltóalafamafueexpuestoenlaAcademiadeBellas Artes y distinguido con el galardón de mejor cuadro del año, tanto por suexquisito tratamiento del tema como por la técnica ymagistral realización. Ciertogradodemisterioaumentabasuinterésparaelgranpúblico.
Habíaencontradosufuentedeinspiraciónporazar.Uncuentodehadaspublicadoenunarevistahabíaencendidosuimaginación.
Narrabalahistoriadeunaafortunadaprincesaaquiennuncahabíafaltadonada.Si expresaba un deseo, se cumplía de inmediato. Si formulaba una petición, le eraconcedida.Teníaunospadresquelaquerían,grandesriquezas,preciososvestidosyjoyas, esclavos siempre a punto para satisfacer sus más insignificantes antojos,alegrescriadasquelehacíancompañía,todocuantounaprincesapudiesedesear.Lospríncipesmásapuestosyricoslacortejabanyenbaldepedíansumano,dispuestosamatar cuantos dragones fuese necesario para demostrar su ferviente amor. Y sinembargo la soledad de la princesa era mayor que la del mendigo más mísero delreino.
Frank no leyó más. El destino final de la princesa no le interesaba. Se habíaforjado ya una imagen de la princesa colmada de placeres con un alma triste ysolitaria,asqueadadelbienestar,asfixiadaporel lujo,anhelanteenelPalaciode laAbundancia.
Comenzóapintarconfebrilenergía.Elintensojúbilodelacreaciónseadueñódeél.
Representó a la princesa en su corte, reclinada en un diván. Una vistosaambientaciónorientaldominabaellienzo.Laprincesalucíaunmagníficovestidoconbordadosdeextrañoscolores;elcabellodorado lecaíaen tornoal rostro,yunaroprofusamenteenjoyadoornabasucabeza.Estabarodeadadedoncellas,yanteellasepostrabanlospríncipesconexquisitosregalos.Enconjunto,laescenaeraunderrochedelujoyopulencia.
Sin embargo, la princesa tenía vuelto el rostro, ajena a las risas y el alborozo.Manteníalavistafijaenunlóbregorincóndondehabíaunobjetoqueparecíafueradelugarenaquelambiente:unpequeñoídolodepiedragrisconlacabezaentrelasmanosenunararaactituddedesesperación.
¿Estabafueradelugar?Laprincesaloobservabaconunaexpresiónextrañamente
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compasiva, como si una creciente conciencia de su propio aislamiento arrastrasehaciaallísumiradademanerairresistible.Existíaafinidadentreellos.Aunqueteníaelmundoa suspies, estaba sola:unaprincesa solitariamirandoaunpequeñodiossolitario.
TodoLondres habló del cuadro.Greta le escribió unas apresuradas palabras defelicitacióndesdeYorkshire,ylaesposadeTomHurleyenunacartalerogó:«Venapasar el fin de semana y conocer a una chica encantadora, gran admiradora de tuobra».FrankOliver soltóunasarcástica risotadayechó lacartaal fuego.Lehabíallegadoeléxito,pero¿dequéservía?Suúnicoanheloeralapequeñaysolitariadamaquehabíasalidodesuvidaparasiempre.
AqueldíasecelebrabaelgranpremiohípicodeAscot,yelvigilantedeservicioenciertaseccióndelMuseoBritánicosefrotólosojos,pensandoquesoñaba,puesnoeranormalencontrarseallíunavisiónpropiadeAscot,consuvestidodeencajeysuextraordinariosombrero,unaauténticaninfa talcomolahabríaconcebidoungenioparisino.Elvigilantelacontemplóarrobado.
Probablemente el dios solitario no estaba tan sorprendido.Quizás a sumanerahabía sido un dios poderoso; en todo caso, una de sus adoradoras había vuelto alredil.
La Dama Solitaria lo miraba con atención y movía los labios en un rápidosusurro.
—¡Oh,pequeñoyqueridodios!¡Ayúdame,queridodios!¡Ayúdame,porfavor!Quizás el pequeño dios se sintió halagado. Quizá, caso de que en otro tiempo
hubiese sido la deidad feroz e implacable que Frank Oliver imaginaba, los largosañosde tedioy la influenciade lacivilizaciónhabíanablandadosufríocorazóndepiedra.QuizálaDamaSolitariateníarazónyenrealidaderaundiosbenévolo.Quizáfuesólounacoincidencia.Fueracomofuese,enaquelprecisoinstanteFrankOliver,cabizbajo,entrólentamentedesdelaSalaAsiría.
Alzólacabezayvioalaninfaparisina.Unmomentodespuéslarodeabaconelbrazoyescuchabasuexplicaciónrápiday
entrecortada.—Estabatansola…Peroustedyalosabe;debiódeleerelcuentoqueescribí.No
habría podido pintar aquel cuadro si no lo hubiese leído… y comprendido. Laprincesa era yo. Lo tenía todo, y sin embargo me hallaba en una soledadindescriptible. Un día decidí visitar a una adivina y le pedí ropa prestada a midoncella.Decaminoentréaquíylovicontemplarelpequeñodios.Asíempezótodo.Aparenté ser quien no era… ¡Fue un comportamiento imperdonable! Y peor aún,seguífingiendo,ydespuésnomeatrevíaconfesarlequelehabíamentido.Penséqueseindignaríaalconocermiengaño.Noresistíalaidea,asíquedesaparecí.Mástardeescribíelcuento,yayervisucuadro.Ustedpintóesecuadro,¿verdad?
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Sólolosdiosesconocenrealmenteelsignificadodelapalabra«ingratitud».Cabesuponerqueelpequeñodiossolitarioconocíalaprofundaingratituddelanaturalezahumana.Comodivinidad,seencontrabaenunaposiciónprivilegiadaparaobservarla,pero a la hora de la difícil prueba él, que había recibido en ofrenda innumerablessacrificios, se sacrificó a su vez.Renunció a sus dos únicos adoradores en aquellatierraextraña,ydemostróasíserasumaneraungrandios,yaquerenuncióatodoloquetenía.
Atravésdelasrendijasdesusdedoslosviomarcharse,cogidosdelamano,sinvolverlavistaatrás,dospersonasfelicesquehabíanencontradoelparaísoyyanolonecesitaban.
Pues¿quéeraélalfinyalcabosinounpequeñodiossolitarioentierraextraña?
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Epílogo
«Undiossolitario»sepublicóporprimeravezenRoyalMagazineenjuliode1926.EsunodelospocosrelatospuramenterománticosdeAgathaChristie,yellamismaloconsideraba «de un sentimentalismo lamentable». Sin embargo este relato tiene unespecial interés, puesto que prefigura la futura pasión de Agatha Christie por laarqueología,quedefiniócomosutemadeestudiopreferidoenMichaelParkinson’sConfessions Album (1973), un libro publicado con fines benéficos. Fue el comúninterésporlaarqueologíaloquelallevóaconoceraquienseríasusegundoesposo,elcélebrearqueólogoMaxMallowan.DespuésdelaSegundaGuerraMundialellayMallowanviajaroncadaprimaveradurantemuchosañosaNimrud,laantiguaciudadasiría,y lapropiaAgathaChristiepresentasuvisióndelasexcavacionesrealizadasen Tell Brak, Siria, en 1937 y 1938 en Ven y dime cómo vives (1946), una guíaentretenida e instructiva de los yacimientos y una excelente muestra de esta otrafacetadelaautora.Sibiennuncaescribió,porlovisto,durantelasexpediciones,susexperiencias le proporcionaron material para varios libros de la serie de Poirot,incluidosAsesinatoenMesopotamia(1936),PoirotenEgipto, (1937)yCitacon lamuerte(1938),ytambiénparalaextraordinarianovelaLavenganzadeNofret(1944),ambientadaenelantiguoEgiptomásdedosmilañosantesdeCristo.
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Prólogo
«ElorodeMan»noesunrelatopolicíacocorriente;inclusopuedequeseaúnicoensuespecie.Losdetectivessonbastanteconvencionales;perosibienseenfrentanconun asesinato especialmente brutal, la identidad del asesino no es su principalpreocupación.Estánmuchomásinteresadosendesentrañarunaseriedepistassobreelparaderodeuntesoroescondido,untesorocuyaexistencianosehayaconfinadaalapáginaimpresa.Estoobviamenterequierealgunaexplicación…
El invierno de 1929, AldermanArthur B. Crookall concibió una original idea.Crookall presidía el «Esfuerzo de Junio», un comité creado para promocionar elturismoenla isladeMan,ysuidea, inspiradaenlasnumerosasleyendassobreloscontrabandistas maneses y sus olvidados tesoros ocultos, consistía en organizar labúsqueda de un tesoro.Habría un tesoro auténtico, escondido en algún lugar de laisla,ypistasparalocalizarlointroducidasveladamenteenelargumentodeunrelatopolicíaco.Alprincipioalgunosmiembrosdelcomitéexpresaronsusreservasrespectoa la propuesta deCrookall, pero finalmente fue aprobada.El comité acordóque el«ProyectoBúsquedadelTesorodelaIsladeMan»sedesarrollaríaalcomienzodelatemporadaturística,coincidiendoconlaspruebasdemotociclismodelInternationalTourist Trophy, por entonces en su vigésimo cuarta edición, y con otros eventosanuales tales como «la coronación de la Reina de las Rosas» y la regata demedianoche.
PeroCrookalldebíaencontraraalguienqueescribieseelrelatoenquesebasaríalabúsqueda,¿yquiénmejorqueAgathaChristie?Quizáparasorpresadetodos,yporsólo60libras,AgathaChristieaceptóelencargo,sindudaelmásinsólitodesuvida.Viajó a la isla de Man a finales de abril de 1930 y se alojó en casa delvicegobernador, hasta que se vio obligada a volver aDevonpara atender a su hijaenferma.AgathaChristieyCrookalldeliberaronsobrelabúsquedadeltesorodurantevarios días y visitaron algunos lugares a fin de decidir dónde esconder el tesoro ycómopresentarlaspistas.
Elrelatoresultante,«ElorodeMan»,sepublicóenelDailyDispatchafinalesdemayo en cinco entregas. Cabe suponer que el comité eligió elDailyDispatch, unperiódicodeManchester,considerandoqueeraelmedioidóneoparahacerllegarelrelato a un mayor número de posibles visitantes ingleses. «El oro de Man» sereimprimióluegoenformadefolletoysedistribuyeron250000ejemplaresporloshotelesypensionesdelaisla.Seincluyeroncincopistas,cadaunaenunaentrega(suubicacióneneltextoaparecemarcadaconuna ),ycuandoseaproximabalafechadelaprimeraentrega,elcomité«EsfuerzodeJunio»solicitóatodoslosmaneseslamáxima «cooperación a fin de obtener la mayor publicidad posible» para la
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búsqueda. A más turistas, mayores ingresos, y la búsqueda se anunció también avarioscentenaresdemanesesquehabíanemigradoaEstadosUnidosyregresaríanenjunioalaislacomoinvitadosdehonor.Citandoliteralmenteeltextopublicitariodelaépoca, era «una oportunidad para que todos los detectives aficionados pusiesen apruebasupericia».ParacompetirconJuanyFenella,seaconsejabaproveerse—aligualqueellos—de«variosbuenosmapas…unascuantasguíasdelaisla…unlibrosobreelfolklore[y]unlibrosobrelahistoriadelaisla».Lassolucionesalaspistasseencuentranenelepílogodeesterelato.
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ElviejoMylecharanealograndevivía.EnlascolinasdeJurbysugranjasehallabayenellasólotojoyhierbacanacrecían,camposdoradosquecongustosuhijamiraba.
Segúndicen,ohpadre,nadatefalta,perolafortunaescondidasindudalatienes.Másoronoveoqueelresplandordelaaulaga,¿dónde,pues,loguardassipuedesaberse?
Mioro,hijamía,enuncofrederobleescondo,quealmarechéundíaalbajarlamarea.Yallíestá,unancladeesperanzasujetaalfondo,másseguroqueenunbancoybrillantecomounatea.
—Megustaesacanción—dijeconponderacióncuandoFenellaacabó.—Bienestáqueteguste—respondióFenella—.Habladeunantepasadonuestro,
tuyoymío,elabuelodeltíoMyles.Amasóunagranfortunaconelcontrabandoylaescondióenalgúnsitio,nuncasehasabidodónde.
LagenealogíaeselfuertedeFenella.Seinteresaportodossusascendientes.Pormiparte,tengoinclinacionesestrictamentemodernas.Eldifícilpresenteyelinciertofuturoabsorbentodamienergía.NoobstantedisfrutooyendoaFenellacantarviejasbaladasdeMan.
Fenellaesencantadora.Somosprimosytambién,devezencuando,novios.Enépocas de optimismo económico estamos prometidos. Cuando nos arrastra lasubsiguienteráfagadepesimismo,tomamosconcienciadequenopodremoscasarnosenmenosdediezañosyrompemos.
—¿Nadiehabuscadoeltesoro?—pregunté.—Muchagente.Peronadielohaencontrado.—Quizánadielohabuscadosistemáticamente.—El tío Myles lo ha intentado muy en serio —aseguró Fenella—. Según él,
cualquiera con cierta inteligencia debería ser capaz de resolver un problema tanelementalcomoése.
El comentario eramuypropio del tíoMyles, un viejo gruñóny excéntricoquevivíaenlaisladeManyteníaunagranpropensiónalasafirmacionesdoctrinales.
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Eneseprecisoinstantellegóelcorreo…¡yconéllacarta!—¡Santo cielo! —exclamó Fenella—. Hablando del ruin de Roma… del rey,
quierodecir…¡EltíoMyleshamuerto!Tanto ella comoyohabíamosvisto anuestro extravagantepariente sólo endos
ocasiones, así que no tenía sentido fingir un profundo pesar. Remitía la carta unbufetedeDouglasparainformarnosdeque,conformealtestamentodelseñorMylesMylecharane,recientementefallecido,Fenellayyoéramoscoherederosdetodossusbienes, que se reducían a una casa próxima a Douglas y una insignificante renta.Habíaadjuntounsobrecerrado,queporordendelseñorMylecharanedebíaenviarsea Fenella a su muerte. Abrimos la carta y leímos el sorprendente contenido. Lareproduzcoíntegramente,yaqueeraundocumentoenextremocaracterístico:
EstimadosFenellayJuan(yaquedoyporsentadoquedondeelunoesté,noandarámuylejoselotro,oesocuentanlasmalaslenguas),quizárecordéishaberme oído decir que cualquiera con un poco de inteligencia encontraríafácilmenteeltesoroqueescondióelbribóndemiqueridoabuelo.Pues,bien,yodemostréesa inteligencia…yenrecompensaobtuvecuatrocofres llenosdeoromacizo.Pareceuncuentodehadas,¿verdad?
Parientes vivosme quedan sólo cuatro: vosotros dos;mi sobrino EwanCorjeag,quesegúnheoídoesunamalapieza;yunprimo,untaldoctorFayll,dequienapenastengoreferencias,ylaspocasquetengonosontodasbuenas.
OsheotorgadomispropiedadesensentidoestrictoatiyaFenella,peromesientoobligadoaactuardeotromodorespectoaese«tesoro»quellegóamis manos gracias única y exclusivamente a mi ingenio. A mi queridoantepasado,creo,nolecomplaceríaquelodejasedócilmenteenherencia.Asíqueyo,amivez,helegadounpequeñoproblema.
Existen aún cuatro «cofres» del tesoro (aunque en una versión másmoderna que lasmonedas o lingotes de oro), y competirán por ellos cuatropersonas: mis cuatro parientes vivos. Sería más justo asignar un «cofre» acadauno;peroelmundohijosmíosnoesjusto.Ganalacarreraelmásrápido,yamenudoelquetienemenosescrúpulos.
¿Quiénsoyyoparaoponermealanaturaleza?Tendréisquemedirvuestrainteligenciacontraladelosotrosdos.Vuestrasposibilidadessonescasas,metemo.Enestemundo labondady la inocencia raravezson recompensadas.Tanconvencidoestoydeestoquehehechotrampaadrede. (¿Veis?Unavezmáslainjusticia).Lacartaosllegaráveinticuatrohorasantesquealosotrosdos.Asítendréisoportunidaddeaseguraroselprimer«tesoro»;siposeéisunmínimodecerebro,veinticuatrohorasdeventajadeberíanbastaros.
EncontraréislaspistasquellevanaestetesoroenmicasadeDouglas.Laspistas referentes al segundo «tesoro» no se conocerán hasta que el primerohaya aparecido. Por tanto, en el segundo y sucesivos casos partiréis en
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igualdaddecondiciones.Osdeseodetodocorazónelmejorresultadoposible,y sería mi mayor satisfacción que os hicieseis vosotros con los cuatro«cofres»; pero por las razones que ya he aducido lo considero en extremoimprobable.RecordadqueelbuenodeEwanesunhombresinescrúpulosyno sedetendráantenada.EncuantoaldoctorRichardFayll, sépocodeél,perosospechoquepodríadarlasorpresa.
Deseándoossuerte,peroconpocasesperanzasrespectoavuestroéxito,sedespide,pues,vuestrotíoqueosquiere,
MYLESMYLECHARANE.
Tanprontocomoleímoslafirma,Fenellaseapartódemíalinstante.—¿Quépasa?—pregunté.Fenellahojeaba rápidamenteunaguía telefónica.—Debemos llegara la islade
Man cuanto antes —dijo—. ¿Cómo se ha atrevido a decir que somos buenos,inocentes y estúpidos? ¡Yo le enseñaré! Juan, encontraremos esos cuatro «cofres»,noscasaremosyviviremosfelicesparasiempre,conRollsRoyce,lacayoybañosdemármol.PerodebemosmarcharnosalaisladeManahoramismo.
Habíanpasadoveinticuatrohoras.AlllegaraDouglas,fuimosinmediatamenteaver a los abogados, y en ese momento nos hallábamos ya en la mansión deMaughold,frentealaseñoraSkillicorn,elamadellavesdenuestrodifuntotío,unamujertemibleque,sinembargo,seablandóunpocoanteelentusiasmodeFenella.
—Teníasusrarezas—dijo—.Legustabahacercavilaralagente.Parsimoniosamente, como era su costumbre, la señora Skillicorn salió de la
habitación. Regresó al cabo de unos minutos y nos entregó una hoja de papeldoblada.
La desplegamos con impaciencia. Contenía un ripioso poema escrito con laapretadaletradenuestrotío.
Cuatropuntoscardinalestieneelhorizonte,quesoneste,oeste,surynorte.Losvientosdelestemalossoncomolapeste.Idaloesteyalnorteyalsur;peronuncaendireccióneste.
—¡Oh!—exclamóFenella,perpleja.—¡Oh!—repetíyoconigualentonación.LaseñoraSkillicornsonrióconsombríoregodeo.—Notienemuchosentido,¿verdad?—comentóparagranayudanuestra.
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—No…nosépordóndeempezar—dijoFenellaconvozlastimera.—Empezaressiemprelomásdifícil—afirméyoconunoptimismoquenosentía
—.Unavezquenospongamosmanosalaobra…La señora Skillicorn esbozó una sonrisa aúnmás desalentadora. Era unamujer
deprimente.—¿Puedeayudarnos?—preguntóFenellacontonopersuasivo.—Nosénadadeesteabsurdoasunto.Noconfiabaenmí,sutío.Leaconsejéque
llevasesudineroalbancoysedejasedetonterías.Desconocíasusplanes.—¿Nuncasaliódelacasaconcofres…oalgoparecido?—No.—¿Nosabecuándoescondióeltesoro?¿Sifueúltimamenteohacetiempo?LaseñoraSkillicornnegóconlacabeza.—Bien—dije,intentandoreponerme—.Haydosposibilidades.Oestáescondido
aquí, en la finca, o está escondido en alguna otra parte de la isla. Depende deltamaño,claro.
Fenellatuvounasúbitainspiración.—¿Haechadoalgoenfalta?—inquirió—.Entrelosefectospersonalesdemitío,
quierodecir.—Vaya,escuriosoquepregunteeso…—¿Haechadoalgoenfalta,pues?—Comoledecía,escuriosoquepregunteeso.Sí,unascajasderapé.Hayporlo
menoscuatroquenoencuentroporningunaparte.—¡Cuatro! —exclamó Fenella—. ¡Eso debe de ser! Estamos sobre la pista.
Vamosaecharunvistazoaljardín.—Ahí no hay nada —dijo la señora Skillicorn—. Si lo hubiese, yo estaría
enterada. Su tío no podría haber enterrado nada en el jardín sin que yo me diesecuenta.
—Enelpoemasemencionanlospuntoscardinales—observé—.Loprimeroquenecesitamosesunmapadelaisla.
—Hayunoenesamesa—indicólaseñoraSkillicorn.Fenella se apresuró a extenderlo.Mientras lo desdoblaba, un papel cayó de su
interiorrevoloteando.Loatrapé.—¡Vaya!—dije—.Estopareceotrapista.Losdosexaminamoselpapelconentusiasmo.Porlovisto,eraunaespeciedeplanorudimentario.Habíadibujadosunacruz,un
círculoyunaflechayofrecíavagasindicaciones;peroenconjuntonadaaclaraba.Loobservaronensilencio.
—Noresultamuyesclarecedor,¿nocrees?—comentóFenella.—Comoes lógico, requiereciertoesfuerzode interpretación—contesté—.¿No
esperarásquelasoluciónseaevidenteaprimeravista?LaseñoraSkillicornlosinterrumpióparaofrecerlesalgodecenar,sugerenciaque
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ellosaceptaronagradecidos.—¿Y sería tan amable de prepararnos café?—rogó Fenella—.Mucho café, y
muycargado.LaseñoraSkillicornlessirvióunaexcelentecena,traslacualaparecióunagran
jarradecafé.—Yahoramanosalaobra—propusoFenella.—En primer lugar, conviene saber en qué dirección buscar—dije—.El plano,
porloqueseve,señalaclaramentehaciaelnorestedelaisla.—Esoparece.Consultemoselmapa.Estudiamoselmapaconatención.—Todo depende de cómo se interprete—observó Fenella, volviendo sobre el
plano—.¿Representalacruzeltesoro?¿Oesunaiglesiaoalgosemejante?Deberíahaberalgunaregla.
—Esolosimplificaríademasiado.—Sí,supongo.¿Yporquéhaylíneasaunladodelcírculoynoalotro?—Nolosé—respondí.—¿Hayalgúnotromapaporaquí?Noshallábamosenlabiblioteca.Habíavariosmapasexcelentesytambiénguías
delaisla.Encontramosasimismounlibrosobreelfolkloreyotrosobrelahistoriadelaisla.Leímostodoelmaterial.Finalmenteelaboramosunaposibleteoría.
—Enapariencia,concuerda—dijoFenellaporfin—.Enningunaotrapartesedaunacoincidenciaasí.
—Entodocaso,valelapenaintentarlo—contesté—.Nocreoquepodamoshacernadamásporestanoche.Mañanatempranoalquilaremosuncocheeiremosaprobarsuerte.
—Yaesmañana—puntualizóFenella—.¡Sonlasdosymedía!¡Quéhoras!
Al amanecer estábamos ya en la carretera. Habíamos alquilado un coche sinconductor por una semana. Fenella se animaba por momentos a medida queavanzábamosporlaexcelentecarretera,kilómetrotraskilómetro.
—Sinofueseporlosotrosdos,¡quédivertidoseríaesto!—comentó—.AquíesdondesecorríaoriginalmenteelDerby,¿no?Antesdeque lo trasladasenaEpsom.Resultaextraño,síteparasapensarlo.
Señaléhaciaunagranjaydije:—Ahídebedeestar,siesverdadloquedicen,elpasadizosecretoquecruzabajo
elmarhastalaotraisla.—¡Quédivertido!Meencantanlospasadizossecretos,¿atino?Nosacercamos,
Juan.Estoymuynerviosa.¡Miraquesihemosacertado!Alcabodecincominutosdejamoselcoche.—Todoseencuentraenlaposiciónprevista—observóFenellaconvoztrémula.
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Seguimosapie.—Hayseis,esocoincide.Ahoraveamosentreesosdos.¿Hastraídolabrújula?Cincominutosdespuésnoshallábamoscaraacara,mirándonosconexpresiónde
incrédulaalegría,yenlapalmademimanososteníaunaantiguacajaderapé.¡Lohabíamosconseguido!Alregresara lamansióndeMaughold, laseñoraSkillicornnos informódeque
habíanllegadodoscaballeros.Unhombrealtodecabelloclaroyrostrorubicundoselevantódeunsillóncuando
entramosenlasala.—¿ElseñorFarakerylaseñoritaMylecharane?Encantadodeconocerlos.Soysu
parientelejano,eldoctorFayll.Interesantejuegoéste,¿no?Peseasuactitudafableycortés,meinspiróunainmediataantipatía.Presentíque
aquelhombreerapeligroso.Suactitudafableeraenciertomododemasiadoafable,yteníaunamiradaesquiva.
—Sintiéndolo mucho, tenemos malas noticias para usted —anuncié—. LaseñoritaMylecharaneyyohemosdescubiertoyaelprimer«tesoro».
Encajóbienelgolpe.—Lástima, lástima.La recogidadel correodebede ser un tanto irregular en la
isla.Mehepuestoenmarchaencuantoherecibidolacarta.NonosatrevimosaconfesarlatrampadeltíoMyles.—En todocaso,empezaremos la segundabúsquedaen igualdaddecondiciones
—dijoFenella.—Estupendo.¿Ysivemosyaesaspistas?Lasguarda,creo,laeficienteseñora…
esto…Skillicorn,¿no?—NoseríajustocomenzarsinelseñorCorjeag—seapresuróaresponderFenella
—.Debemosesperarle.—Cierto,cierto;meolvidaba.Hayqueponerseencontactoconélcuantoantes.
Yomeocuparédeeso.Ustedesdosnecesitaránseguramenteundescanso.Acto seguido semarchó.Debióde resultardifícil localizar aEwanCorjeag, ya
que el doctor Fayll no telefoneó hasta casi las once de la noche. Propuso que nosreuniésemosloscuatroenlamansióndeMaugholdalamañanasiguientealasdiez;élacudiríaconEwan,ylaseñoraSkillicornnosentregaríalaspistas.
—Perfecto—contestóFenella—.Mañanaalasdiez.Nosfuimosadormir,cansadosperocontentos.
AlamañanasiguientenosdespertólaseñoraSkillicorn,queenesemomentonopresentabasupesimistaserenidaddecostumbre.
—¿Qué lesparece?—dijoconvozentrecortada—. ¡Hanentrado ladronesen lacasa!
—¿Ladrones?—exclaméconincredulidad—.¿Sehanllevadoalgo?
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—Nada,yesoeslomásextraño.Seguramenteveníanporlaplata,perocomoestábajollave,nohanpodidoseguiradelante.
Fenellayyolaacompañamosallugardelhecho,quecasualmenteerasupropiasaladeestar.Sindudalaventanahabíasidoforzada.Sinembargonoparecíafaltarnada.Aquelloresultababastantemisterioso.
—¿Noséquépodíanandarbuscando?—comentóFenella.—Noesquehayaun«cofredeltesoro»escondidoenlacasa—dijeyoconironía.
DeprontounaideapasópormimenteymevolvíhacialaseñoraSkillicorn—.¡Laspistas!¿Dóndeestánlaspistasquedebíaentregarnosestamañana?
—Sí,claro…Lastengoahíguardadas,enelprimercajóndeesemueble.—Fueabuscarlas—.¡VálgameDios!¡Aquínohaynada!¡Handesaparecido!
—Noeranladrones—deduje—.¡Hansidonuestrosqueridosparientes!Recordé entonces la advertencia del tío Myles respecto al peligro de
comportamientos poco escrupulosos. Obviamente sabía de qué hablaba. Alguienhabíajugadosucio.
—¡Silencio!—dijoFenelladerepente,alzandoundedo—.¿Quéhasidoeso?El sonido que había atraído su atención se oyó de nuevo claramente. Era un
gemidoyprocedíadelexterior.Nosasomamosa laventana.Crecíanunosarbustosjuntoaaquellaparedde lacasaynovimosnada;perovolvimosaoírelgemidoyadvertimosdestrozosenalgunosarbustos.
Rápidamentebajamosyrodeamoslacasa.Encontramosprimerounaescalerademano caída, prueba inequívoca del modo en que habían trepado hasta la ventana.Unoscuantospasosmásalláyacíaunhombre.
Erajovenymoreno.Obviamenteestabamalherido,yaqueteníalacabezaenuncharcodesangre.Mearrodilléjuntoaél.
—Hayqueavisaraunmédicoenseguida.Metemoqueestáagonizando.Enviarondeinmediatoaljardineroenbuscadeunmédico.Introdujelamanoen
elbolsillointeriordelachaquetadelheridoyextrajeunbilletero.EnélseleíanlasinicialesE.C.
—EwanCorjeag—dijoFenella.Elhombreabriólosojos.—Mehecaídodelaescalera…—susurró,yperdiódenuevoelconocimiento.Cerca de su cabeza había una piedra de considerable tamaño y afiladas aristas
manchadadesangre.—Está bastante claro—observé—. La escalera ha resbalado y este hombre ha
caído,golpeándoselacabezacontraesapiedra.Metemoquetienelashorascontadas,elpobretipo.
—¿Esocrees?—preguntóFenellaconunpeculiartonodevoz.Pero en esemomento llegó elmédico. Tras reconocerlo, nos comunicó que no
albergaba grandes esperanzas respecto a su recuperación. Trasladamos a EwanCorjeaga lacasaymandamos llamaraunaenfermeraparaque loatendiese.Nada
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podíahacerse,ylequedabapocotiempodevida.Ensusúltimosmomentossolicitaronnuestrapresenciaenlahabitación.Cuando
noshallábamosjuntoasucama,abriólosojosyparpadeó.—SomossusprimosJuanyFenella—dije—.¿Podemoshaceralgoporusted?Movió débilmente la cabeza en un gesto de negación.Un susurro salió de sus
labios,ymeinclinéaescuchar.—¿Quierenlapista?Yoestoyacabado.NopermitanqueFaylllosengañe.—Sí—contestóFenella—.Díganosla.Algoparecidoaunasonrisasedibujóensurostro.—¿Sabenqué…?Deprontoladeólacabezayexpiró.
—Estonomegusta—dijosúbitamenteFenella.—¿Aquéterefieres?—Escuchaconatención,Juan.Ewanrobóesaspistas;admitióquesecayódela
escalera. Si es así, ¿dónde están? Hemos registrado todos sus bolsillos. Según laseñoraSkillicorn,estabanentressobrescerrados,yesossobresnohanaparecido.
—¿Yaquéconclusiónhasllegado,pues?—pregunté.—CreoqueEwanteníauncómplice,alguienqueempujólaescaleraparahacerlo
caer.Yporotroladoestálapiedra.Ewannocayósobreellaporaccidente.Alguienlallevóhastaallí;heencontradolamarca.Legolpearonconellaintencionadamente.
—¡Pero,Fenella,estáshablandodeunasesinato!—Así es—afirmóFenella,muypálida—.Ha sidounasesinato.Habrásnotado
queeldoctorFayllnosehapresentadoestamañanaalasdiez.¿Dóndeestá?—¿Creesqueesélelasesino?—Sí.Estáenjuegoeltesoro,yalosabes,Juan,yesmuchodinero.—Y no tenemos la menor idea de dónde pueda estar Fayll —dije—. Es una
lástimaqueEwannoacabaselafrase.—Quizásestonossirvadealgo.Loteníaenlamano.Meentregóunafotografíarota.—Probablemente es una pista —continuó Fenella—. El asesino debió de
arrancárselaaEwandelamano,sindarsecuentadequesehabíadejadountrozo.Siencontrásemoslaotramitad…
—Paraeso,debemosencontraranteselsegundotesoro—dije—.Observemoslafoto.Mmm.Noaportagrancosa.Enmediodelcírculoparecehaberunatorre,peroesdifícilidentificarla.
Fenellaasintióconlacabeza.—EldoctorFaylltienelamitadimportante.Elsabedóndebuscar.Tenemosque
encontrar a ese hombre, Juan, y vigilarlo. Naturalmente, le ocultaremos nuestrassospechas.
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—Mepreguntoenquépartedelaislaestaráenestosmomentos.Sisupiésemos…Volví a pensar en nuestro primo agonizante. De pronto me erguí con nuevo
entusiasmo.—Fenella—dije—.¿Ewannoeraescocés?—No,claroqueno.—¿Noloentiendes,pues?¿Nosabesaquéserefería?—No—contestóFenella.Anotéunaspalabrasenunpapelyseloentregué.—¿Quéesesto?—Elnombredeunosquequizápuedanayudamos.—BellmanyTrue.¿Quiénesson?¿Losabogados?—No,seacercanmásaloquesomosnosotros,detectivesprivados.Yempecéaexplicárselo.—HavenidoaverloseldoctorFayll—anunciólaseñoraSkillicorn.Nos miramos. Habían pasado veinticuatro horas. Por segunda vez habíamos
concluido nuestra búsqueda con éxito. Para no llamar la atención viajamos en elautobúsqueibaalSnaefell.
—Mepreguntosisabequelovimosalolejos—susurróFenella.—Esextraordinario.Denoserporlapistadelafotografía…—Silencio… y mucho cuidado, Juan. Debe de estar furioso con nosotros por
haberleganadolapartidaapesardetodo.SinembargoelrostrodeldoctorFayllnoreflejabaelmenorindiciodeesaposible
ira. Entró en el salón con lamisma actitud afable y cortés de la otra vez, y sentídesvanecersemifeenlateoríadeFenella.
—¡Quéespantosatragedia!—dijo—.PobreCorjeag.Supongoquepretendía…enfin, jugar con ventaja. El castigo no se hizo esperar. Pero, bueno, apenas loconocíamos, alpobre tipo.Sepreguntaránporquénoaparecí ayercomohabíamosquedado. Recibí unmensaje con indicaciones falsas, obra de Corjeag, supongo, yperdí el día enteroparanada al otro ladode la isla.Yahora, veo, ustedesdoshanvueltotranquilamenteacasa.¿Quétallesfue?
Nomepasóinadvertidoeltonoansiosodesuvozalformularlapregunta.—Afortunadamente el primo Ewan consiguió hablar justo antes de morir —
respondióFenella.YoobservabaatentamenteaFayll,yhabríajuradoquepercibíciertaalarmaensu
miradaaloírlaspalabrasdeFenella.—¿Sí?¿Yquédijo?—preguntó.—Nosdiounapistasobreelparaderodeltesoro—explicóFenella—.Sóloeso.—¡Ah!Entiendo, entiendo.Hevuelto a quedar almargen, veo; y sin embargo,
curiosamente, también yo estuve en esa parte de la isla. Quizá me vierondeambulandoporallí.
—Estábamosmuyocupados—contestóFenellacontonodedisculpa.
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—Claro, claro. Debieron de tropezarse con el «tesoro» más o menos porcasualidad.Unpardejóvenesconsuerte.Ybien,¿cuáleselpasosiguiente?¿SerálaseñoraSkillicorntanamablededarnoslasnuevaspistas?
Pero,porlovisto,eltercerjuegodepistassehallabaenposesióndelosabogadosdel tío Myles, y nos presentamos los tres en el bufete, donde nos entregaron loscorrespondientessobrescerrados.
El contenido era simple: un mapa con una zona marcada y una hoja deinstrucciones.
El85fueelañoenqueestelugarhizohistoria.Diezpasosdesdeelmonumentohaciaeleste,luegootrosdiezhaciaelnorte.Desdeallímiradaleste.Dosárbolessedistinguendelresto.Trazaduncírculoaunmetrodelquefuesagradoenestatierra.Giradsobreél,yalcabodeunmomento,sinoperdéisdevistaelcastañodeEspaña,loencontraréis.
—Dalaimpresióndequehoyandaremosestorbándonostodoeldía—comentóeldoctorFayll.
Fiel a mi táctica de mantener una aparente cordialidad, le ofrecí llevarlo ennuestro coche, y él aceptó. Almorzamos en Port Erin e inmediatamente despuésiniciamoslabúsqueda.
Mepreguntéquémotivoshabríaninducidoamitíoadejarconcretamenteaquellapistaenmanosdesusabogados.¿Habíaprevistoacaso laposibilidaddeun roboyresueltoquesólounadelaspistasdebíacaerenpoderdelladrón?
Aquellatardelabúsquedadeltesorotuvosuladocómico.Eláreaquedebíamosrastrear era muy reducida, y nos veíamos continuamente. Nos observábamos conrecelo,intentandoadivinarsielrivalsehabíaadelantadooteníaunacorazonada.
—Esto forma parte del plan del tíoMyles—afirmóFenella—.Quería que nosespiásemosysufriésemoselmartiriodepensarquelaotrapersonasenosanticipaba.
—Vamos,abordemoslacuestióndemanerametódica—sugerí—.Comopuntodepartida,tenemosunapistaclara:«Elochentaycincofueelañoenqueestelugarhizohistoria». Consultemos los libros y tratemos de determinar ese lugar.Una vez queconsigamoseso…
—Estámirandoenaquelseto—meinterrumpióFenella—.¡Dios,no loresisto!Silohaencontrado…
—Atiéndeme—insistícon firmeza—.Sólohayunamanerade resolveresto: la
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maneracorrecta.—Enlaislahaymuypocosárboles,asíqueseríamássencillobuscaruncastaño
—propusoFenella.Prefiero no hablar de la hora siguiente.Empezábamos a sucumbir al calor y el
desánimo,ysincesarnosatormentábamosconlaideadequeFayllpodíasalirairosoynosotrosderrotados.
—Recuerdounanovelapolicíaca—comenté—enlaqueunpersonajesumergíaunahojadepapelescritaenunbañodeácidoyaparecíanotraspalabras.
—¿Acasocrees…?¡Peronosotrosnotenemosácido!—DudoqueeltíoMylesnosatribuyesegrandesconocimientosdequímica.Pero
otrométodoeselcalorvulgarycorriente…Doblamoslaesquinadeunsetoynosocultamosdetrás.Rápidamenteamontoné
unas cuantas ramitas y les prendí fuego.Acerqué el papel a las llamas lomáximoposible y de inmediato comenzaron a formarse unos caracteres al pie de la hoja.Aparecieronsólodospalabras.
—«EstaciónKirkhill»—leyóFenella.EneseprecisomomentoFaylldoblólaesquinadelseto.Nopudimosadivinarsi
noshabíaoídoono;surostroerainescrutable.—Pero, Juan,noexisteningunaestacióndeKirkhill—dijoFenellacuandonos
hubimosalejado,extendiendosimultáneamenteelmapa.—No—contesté,examinandoelmapa—,peromiraesto.Tracéunalíneaconunlápiz.—¡Claro!—dijoFenella—.Yenalgúnpuntodeesalínea…—Precisamente.—Ojalásupiésemoselpuntoexacto.Measaltóentoncesunasegundainspiración.—¡Losabemos!—afirmé,ycogídenuevoellápiz—.¡Fíjate!Fenellalanzóunaexclamación.—Esabsurdoymaravillosoalavez—dijo—.¡Quémaneradeengañarnos!EltíoMyleshabíasidosindudaunancianoingenioso.
Habíallegadoelmomentodelaúltimapista.Ésta,noscomunicóelabogado,nosehallabaensupoder.La recibiríamosporcorreoen respuestaauna tarjetapostalqueélmismoenviaría.Noestabaautorizadoafacilitarnosmásinformación.
Nadallegó,noobstante,enlamañanaprevista,yFenellayyonosdesesperamospensando que de algúnmodoFayll había conseguido interceptar nuestra carta. Sinembargo al día siguiente, cuando por fin la recibimos, supimos la causa de lamisteriosademoraysedisiparonnuestrostemores.Laremitente,personaalparecerdeescasacultura,explicabaenunanota:
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Estimadoseñoroseñora:Perdoneelretrasoperoeestadoechaunlioperoahoraagocomoelseñor
Mylecharaneme pidió no se porque y le envió este escrito entregado amifamiliaacemuchosaños.
muyagradecida,MARYKERRUISH.
—LlevamatasellosdeBride—comenté—.Leamosahorael«escritoentregadoamifamilia».
Sobreunarocauncartelveréis.Oh,decidmequésentidopuedeesotener.Bien,primero(A),cercaencontraréis,depronto,laluzquebuscáis;luego(B),unacasa—unacabañacontejadodepaja—,ynomuylejosuntortuosocamino.Sóloesoosdigo.
—Noes justoempezarporuna roca—protestóFenella—.Hay rocaspor todaspartes.¿Cómovamosasabercuáltieneuncartel?
—Si lográsemos determinar la zona —respondí—, sería relativamente fácilencontrar la roca. Debe de haber en ella algunamarca que señale en determinadadirección,ysiseguimosenesadireccióndescubriremosalgoescondidoquearrojaráluzsobreelparaderodeltesoro.
—Probablementetienesrazón—dijoFenella.—EsoeslaparteA.LanuevapistaincluiráalgúndatoquenospermitallegaraB,
la cabaña.Yel tesoro estaráoculto en algúnpuntodel caminoquepasa junto a lacabaña.PeroprimeroobviamentedebemosencontrarA.
Debido a la dificultad del paso inicial, el último problema planteado por el tíoMylesresultóunauténticorompecabezas.AFenellacorrespondeelméritodehaberloresuelto, y aun así debe decirse que tardó casi una semana. De vez en cuandocoincidíamosconFayllennuestrabúsquedadezonasrocosas,peroeraunáreamuyextensa.
Cuandoporfinrealizamosnuestrodescubrimiento,yaanochecía.Erademasiadotarde,aduje,paraemprenderelcaminohaciaellugarencuestión.Fenelladiscrepó.
—¿Y si Fayll también lo averigua?—dijo—. ¿Y si nosotros esperamos hastamañanayélsalehaciaallíestamismanoche?Entoncesnosdaremosconlacabezaenlasparedes.
Derepentesemeocurrióunaideamagnífica.—Fenella,¿aúncreesqueFayllasesinóaEwanCorjeag?—pregunté.
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—Sí.—Enesecasoquizáseaéstanuestraoportunidaddehacerlepagarporsucrimen.—Sólo de pensar en ese hombre me dan escalofríos —dijo Fenella—. Es la
maldadenpersona.Cuéntametuplan.—Anunciaremos que sabemos dónde estáA. Luego nos pondremos enmarcha
haciaallí.Teapuesto loquequierasaquenossigue.Esun lugarsolitario, justo loqueleconviene.Sifingimoshaberencontradoeltesoro,sepondráenevidencia.
—¿Yentonces?—Yentonces—respondí—sellevaráunapequeñasorpresa.
Eracasimedianoche.Habíamosdejadoelcocheaciertadistanciayavanzábamosconsigilojuntoalapared.Fenellaalumbrabaelcaminoconunapotentelinterna.Yollevabaunrevólver.Noestabadispuestoacorrerriesgos.
DeprontoFenellasedetuvoydejóescaparungritoahogado.—Mira,Juan—dijo—.Lehemosencontrado.Porfin.Permanecí desprevenido por un momento. Luego me volví instintivamente…
pero era ya demasiado tarde. Fayll se hallaba a unos seis pasos de nosotros y nosapuntabaconunrevólver.
—Buenasnoches—dijo—.Estavezheganadoyo.Entréguenmeeltesoro,sisontanamables.
—¿Quiere que le entregue también otra cosa?—pregunté—. ¿Media fotografíaqueencontréenlamanodeunhombreagonizante?Sinomeequivoco,ustedtienelaotramitad.
Letemblólamano.—¿Dequéhabla?—gruñó.—Se ha descubierto la verdad —dije—. Usted y Corjeag actuaron de común
acuerdo.Ustedempujólaescaleraylegolpeólacabezaconunapiedra.Lapolicíaesmásinteligentedeloqueimagina,doctorFayll.
—Asíquelapolicíayalosabe,¿eh?Puessimehandecolgar,queseaportresasesinatos,ynosóloporuno.
—Alsuelo,Fenella—grité,yenesemismoinstanteseoyólasonoradetonacióndesurevólver.
Caímoslosdosentrelosbrezos,yantesdequeFaylltuvieseocasióndedispararnuevamente varios agentes de uniforme salieron de detrás de la pared donde sehabíanescondido.AlcabodeunosminutossellevabanaFayllesposado.
AbracéaFenella.—Losabía—susurróconvoztrémula.—Cariño,erademasiadoarriesgado—dije—.Podríahabertematado.—Peronolohaconseguido.Yahorayasabemosdóndeestáeltesoro.—¿Losabemos?
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—Yo sí. Mira. —Escribió una palabra—. Iremos a buscarlo mañana. Allí nopuedehabermuchossitiosdondeesconderlo,supongo.
Eramediodía.—¡Eureka!—exclamóFenella—.Lacuartacajaderapé.Yalastenemostodas.El
tíoMylessealegraría.Yahora…—Ahora—lainterrumpí—noscasaremosyviviremosfelicesparasiempre.—ViviremosenlaisladeMan—decidióFenella.—Y gracias al oro de Man —añadí, y me eché a reír a carcajadas de pura
felicidad.
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Epílogo
JuanyFenellasonprimosyestánmuyenlalíneadeTommyyTuppenceBeresford,losdetectivesdeMatrimoniodesabuesos (1929)yotrasvariasnovelasposteriores.También guardan estrecha relación con los jóvenes investigadores privados decualquiera de las primeras novelas de suspense de Agatha Christie, tales comoElsecretodeChimneys(1925)oWhydidn’ttheyaskEvans?(1934).Enlarealidad,aligualqueenelrelato,el«tesoro»sepresentóenformadecuatrocajasderapé,cadaunadeltamañodeunacajadecerillas.CadacajaguardabaunamonedadeMandelsigloXVIII,mediopenique, conunorificioenel centroenelque llevabaatadaunacinta de colores. Cada caja contenía asimismo un documento cuidadosamenteplegado,escritoentintachinaconadornadaletrayfirmadoporAldermanCrookall,dondeseordenabaaquienlohallaraquesepersonasedeinmediatoanteelsecretariodel ayuntamientodeDouglas, la capital de la isla deMan.Los afortunadosdebíanpresentar la caja de rapé y su contenido para cobrar el premio de 100 libras(equivalenteaunas3000dehoyendía).Tambiéndebíanmostraralgúndocumentoque acreditase su identidad, ya que sólo se permitía participar en la búsqueda deltesoroalosvisitantes;losmanesesquedabanexcluidosdelconcurso.
«Cualquiera con un poco de inteligencia encontraría fácilmente eltesoro».
Elúnicopropósitodelaprimerapistade«ElorodeMan»,larimaqueempezabacon«Cuatropuntoscardinalestieneelhorizonte»,publicadaenelDailyDispatchelsábado31demayo,eraindicarqueloscuatrotesorosestabanenelnorte,elsuryeloestedelaislaperonoeneleste.Lapistaparalocalizarlaprimeracajaderapéerade hecho la segunda pista, un plano publicado el 7 de junio. Sin embargo, paraentonces el tesoro ya había sido descubierto, ya que el relato proporcionaba datossuficientes.LoencontróunsastredeInverness,WilliamShaw,que,segúninformólaprensalocal,celebróelhallazgoechándoseacorrerencírculoyagitandolacajaenalto,«mientrassuesposaquedabamudadelaemocióndurantevariosminutos».
La pistamás importante la ofrece Fenella al comentar que el escondite estabacerca del lugar «donde se corría originalmente el Derby… Antes de que lotrasladasenaEpsom».Esunaalusiónalafamosacarreradecaballosinglesa,queenunprincipiosecelebrabaenDerbyhaven,alsurestedelaisladeMan.La«otraisla»alaque,segúnrumores,podíallegarseatravésdeun«pasadizosecreto»quecruzababajoelmardesdeunagranjaesfácildeidentificar;setratadelaisladeSt.Michael.En dicha isla, además de una ermita consagrada a San Miguel, se alza una torrecircular de piedra conocida como Derby Fort, a la que la isla debe su nombrealternativo, Fort Island, y efectivamente «en ninguna otra parte se da una
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coincidenciaasí».Latorreaparecíaenelplanocomouncírculodelquesalíanseislíneas, que representaban los seis cañones históricos—«Hay seis»— del fortín; laermitaestabarepresentadaporunacruz.
La pequeña caja de peltre se hallaba oculta en un saliente de roca situado endirecciónnoreste,tomandocomopuntodereferenciaelespacioentrelosdoscañonescentrales—«entre esos dos. ¿Has traído la brújula?»—; y la inicial sugerencia deJuan respecto a la dirección indicada en el plano —«señala claramente hacia elnorestedelaisla»—eraunapistafalsa.
«Esolosimplificaríademasiado».
Lasegundacajaderapé,hechaalparecerdeasta, fuehalladael9de junioporRichardHighton,uncontratistadeLancashire.ComoFenelladejaclaroalpeligrosodoctor Fayll, las últimas palabras pronunciadas por Ewan Corjeag antes de morir,«Saben qué…», son una pista sobre el paradero del tesoro. De hecho, son elcomienzodeunacancióntradicionalinglesa,JohnPeel,quecuentalahistoriadeuncazadordeCumbria;ycuandoJuancomentaque«BellmanyTrue»esel«nombredeunos que quizá puedan ayudarnos», no se refiere a los abogados de Douglasmencionadosalprincipiodelrelato,sinoalosdossabuesosdeJohnPeelnombradosenlacanción.Conestaspistas,laimagendelafotorota,quesepublicóel9dejuniocomo tercera pista, no habría sido muy difícil de identificar; eran las ruinas delcastillodePeel,construidoenelsigloXIVenlaisladeSt.Patrick,ylaslíneascurvasqueaparecíanenelladoizquierdodelafotografíaeranlosarabescosdelbrazodeunbancodePeelHill desde el cualpodía contemplarse el castillo.La cajade rapé sehallabaocultabajoelbanco.ElviajeenautobúsalSnaefell,elpicomásaltodelaisladeMan,eraunapistafalsa.
«Másomenosporcasualidad».
El tercer«tesoro»fueencontradoporHerbertElliott,un ingenieronavalnacidoenManpero radicadoenLiverpool.Elliottdeclaródespuésquenohabía leído«ElorodeMan»niestudiadosiquieralaspistas,sinoquesimplementehabíaelegidounáreaprobabledonde,lamañanadel8dejuliomuytemprano,setropezóconlacajaderapé,ocultaenunsurco.
El dato principal acerca de su paradero residía en la cuarta pista, el texto queempiezacon«El85fueelañoenqueestelugarhizohistoria»—publicadoel14dejunio—;con la segundapalabrade cada línea se formaelmensaje:«85pasos estenorteestedelcírculosagradocabodeEspaña».
El «círculo sagrado» alude al círculo deMeayll, enMull Hill, unmonumentomegalíticosituadoacasidoskilómetrosdelcabodeEspaña(SpanishHead),lapunta
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másmeridionaldelaisla.Lasreferenciasaunimportanteacontecimientoocurridoen«El85»yalcastañodeEspaña,que,segúncomentariosdelaépoca,desorientaronamuchosbuscadoresdeltesoro,eranpistasfalsas.Encuantoala«EstaciónKirkhill»,la pista descubierta por Juan, es cierto que no existe tal lugar, como bien observaFenella.Síexiste,noobstante,unpueblollamadoKirkhill,asícomounaestacióndeferrocarrilenPortErin,dondeJuanyFenellaalmuerzanantesdeiniciarlabúsqueda.SisetrazaunalíneaenelmapadesdeKirkhillhastaPortErinyesamismalíneasecontinúa en dirección sur, finalmente atraviesa el círculo de Meayll, «el puntoexacto»determinadoporJuan.
«Unauténticorompecabezas».
Pordesgracialaspistasdelcuartotesoro,comohabíaocurridoyaconlaspistaspara la localizacióndel tercero (encontradodehechoporazar), tampoco llegaronaresolverse.Laquintayúltimapista,elpoemaqueempiezacon«Sobreunarocauncartel veréis», se publicó el 21 de junio, pero el 10 de julio, al cumplirse el plazofijado para la búsqueda —que había sido prorrogado, puesto que inicialmente sufinalización estaba prevista para el 30 de junio—, el alcalde de Douglas retiró elúltimotesoro.Dosdíasdespués,como«secuela»delrelato,elDailyDispatchpublicóunafotografíadelactoylaexplicacióndeAgathaChristierespectoalapistafinal:
Encuantoa esaúltimapista, aún sonríocuando recuerdoel tiempoqueperdimos buscando rocas con un cartel. La verdadera pista era en realidadmuysencilla:laspalabras«seisesysietes»delacartaadjunta[1].
Cogiendo las palabras sexta y séptima de cada verso del poema, seconstruye este mensaje: «Veréis. Punta de (A). Cerca del faro una pared».Buscandolapuntade(A),laidentificamoscomolapuntadeAyre.Tardamoscierto tiempo en encontrar la pared en cuestión, y el tesoro no estaba allí.Habíanoobstantecuatronúmerosescritosenunapiedra:2,5,6y9.
Aplicándolosalprimerversodelpoema,seobtienelapalabrapark,ydehechoenlaisladeManhayunsoloparque,queestáenRamsey.Rastreamoseseparqueyporfinencontramosloquebuscábamos.
Lacabañaconeltejadodepajaeraunpequeñoquioscoderefrescos,yelcaminoquepasaba juntoaélconducíahastaunaparedcubiertadehiedradondesehallabaocultalaescurridizacajaderapé.ElmatasellosdeBrideeraunapistaadicional,yaque dicho pueblo se encuentra cerca del faro de punta de Ayre, el extremo másseptentrionaldelaisla.
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Es imposible saber si «El oro de Man» sirvió realmente para promocionar elturismoenlaisla.Porlovisto,en1930aumentóelnúmerodevisitantesrespectoalaño anterior, pero no está claro en qué medida puede atribuirse ese aumento a labúsquedadel tesoro.Laprensade laépocarevelaquemuchospusieronendudasuutilidad, y en un almuerzo oficial celebrado para dar por finalizada la búsquedaAlderman Crookall respondió a las unánimes muestras de agradecimientoarremetiendo contra aquellos que se habían negado a dar mayor publicidad alproyecto;eran,afirmóCrookall,«unosvagosyavinagradosquenosabíanmásquecriticar».
Elhechodequenosepermitieseparticiparenlabúsquedaaloshabitantesdelaislaquizásexpliquelageneralapatía,peseaqueelDailyDispatchofrecíaunpremiode cinco guineas (unas 150 libras actuales) a los isleños en cuya casa oestablecimiento se hospedasen quienes encontraran el tesoro. Puede que tambiénfueseésalacausadevariosactosdemoderado«sabotaje»,talescomolacolocacióndepistasycajasderapéfalsas,olaaparicióndelapalabraLEVANTARescritaconpinturaenunarocabajolaquenohabíamásquepielesdefruta.
SibiennuncaseprodujounacontecimientosemejantealabúsquedadeltesorodelaisladeMan,AgathaChristiesícontinuóescribiendorelatosynovelasdemisteriocon un tema similar. Se observa con especial claridad en el desafío propuesto aCharmianStroudyEdwardRossiterporsuexcéntricotíoMathewen«StrangeJest»,un relato conMissMarple como protagonista publicado por primera vez en 1941como «A Case of Buried Treasure» e incluido más tarde enMissMarple’s FinalCases (1979).Aparece tambiénuna«búsqueda»estructuradademaneraanálogaenEltempletedeNasseHouse(1956),delaseriedePoirot.
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FuelaseñoraLempriérequiendescubriólaexistenciadeJaneHaworth.Nopodíaserdeotromodo,naturalmente.AlguiendijoenunaocasiónquelaseñoraLempriéreeraconmucholamujermásodiadadeLondres;peroeso,creo,esunaexageración.Sindudaposeeeldondeaveriguaraquelloqueunomásdeseamantenerensecreto,ylohacecongenuinotalento.Essiempreporcasualidad.
En este caso, habíamos estado tomando el té en el estudio de Alan Everard.Ofrecíaesostésdevezencuando,yporlogeneralsequedabadepieenunrincón,vestidoconropamuyvieja,haciendosonarlasmonedasquellevabaenelbolsillo,yconunaspectodeprofundoabatimiento.
DudoqueaestasalturasalguienpongaendudaaúnlagenialidaddeEverard.Susdoscuadrosmásfamosos,ColoryElconocedor,pertenecientesasuprimeraetapa,cuandotodavíanoerauncotizadoretratista,habíansidoadquiridosporelEstadoelañoanterior,yporunavezlaelecciónsehabíahechoporunánimeacuerdo.PeroenlasfechasdequehabloEverardestabaaúnensuscomienzos,ynossentíamoslibresdepensarquelohabíamosdescubiertonosotros.
Erasuesposaquienorganizabaaquellasreuniones.Everard adoptaba con ella una actitud peculiar.Que la adoraba era evidente, y
cabíaesperarlo.Isobeleradignadeadoración.PeroEverardsiempreparecíasentirseendeudaconella.Accedíaatodossusdeseos,ynotantoporternuracomoporunainquebrantable convicción de que tenía derecho a ello. Si nos paramos a pensar,supongoquetambiénesoeranatural.
Pues Isobel Loring había sido una auténtica celebridad. Cuando entró ensociedad, fue ladebutantedelaño.Exceptodinero, lo tenía todo:belleza,posición,nobleorigen,inteligencia.Nadieesperabaquesecasaseporamor.Noeradeesaclasedechicas.Ensusegundatemporadaensociedadteníatrespretendientes:elherederoaunducado,unpolíticocongranporveniryunmillonariosudafricano.Ydepronto,parasorpresadetodos,contrajomatrimonioconAlanEverard,unjovenpintorsinuncéntimoaquiennadieconocía.
Puede considerarse un tributo a su personalidad, creo, el hecho de que todo elmundo siguiese llamándola Isobel Loring. Nadie se refería a ella como IsobelEverard. Uno oía, por ejemplo: «Esta mañana he visto a Isobel Loring. Sí,acompañadadesumarido,eljovenEverard,elpintor».
La gente decía que Isobel estaba «acabada». Habría «acabado» con muchoshombres,creo,serconocidoscomo«elmaridodeIsobelLoring».PeroEverarderadistinto.ElolfatodeIsobelparaeléxitonolahabíaengañado,alfinyalcabo.AlanEverardpintóColor.
Supongo que todos conocen el cuadro: un tramo de carretera con una zanjaexcavada; la tierra revuelta, de color rojizo; un resplandeciente trozo de tuberíamarrón;yelenormepeón,apoyadoensupala, tomándoseunrespiro,unahercúleafiguraconunpantalónsuciodepanayunpañuelorojoescarlataatadoalcuello.Elhombremiraba al observador desde el lienzo. Era unamirada sin inteligencia, sin
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esperanza, pero con una muda súplica inconsciente, la mirada de una bestiamagnífica. Es un cuadro de intenso colorido, una sinfonía de tonos anaranjados yrojos. Se ha escrito mucho sobre su simbolismo, sobre lo que pretende expresar.SegúnelpropioAlanEverard,nopretendíaexpresarnada.Estabaharto,declaró,detenerquecontemplarcuadrosdepuestasdesolvenecianas,ydeprontoloasaltóunrepentinodeseodecrearunestallidodecolorpuramenteinglés.
DespuésEverardobsequióalmundounaépicapinturadeunataberna,Idilio: lacallenegrabajolalluvia;lapuertaentreabierta;laslucesylosvasosrelucientes;elhombreconcaradezorrocruzandolapuerta,pequeño,mezquino,insignificante,conloslabiosseparadosymiradaansiosa,deseosodeolvidar.
En virtud de estos dos cuadros Everard fue proclamado el pintor de los«trabajadores». Se había hecho ya su hueco. Pero se negó a permanecer en él. SuterceraymásgenialobrafueunretratodecuerpoenterodesirRufusHerschman.Elfamosocientíficoaparecepintadosobreunfondoderedomas,crisolesyestantesdelaboratorio.El conjuntocrea loquepodríadenominarseunefectocubista,pero laslíneasdeperspectivaresultanextrañas.
Yrecientementehabíaterminadosucuartaobra:unretratodesuesposa.Senoshabía invitado a verlo y criticarlo. Everard miraba por la ventana con expresiónceñuda;IsobelLoringsemovíaentrelosinvitados,hablandodeaspectostécnicosconinfalibleprecisión.
Expresamos nuestras opiniones. Estábamos obligados. Elogiamos la factura delsaténrosa.Eltratamientodeesapartedelcuadro,dijimos,eraextraordinario.Nadiehabíapintadoasíelsaténhastaentonces.
La señora Lempriére, que es una de las críticas de arte más inteligentes queconozco,mellevóapartecasideinmediato.
—Georgie—dijo—, ¿cómo ha podido pintar una cosa así? No tiene vida. Esfalso.Es…esdeplorable.
—¿Retratodeunadamaensaténrosa?—sugerí.—Exactamente.Y sin embargo la técnica es perfecta. ¡Y laminuciosidad!Ahí
haytrabajosuficienteparadieciséislienzos.—¿Demasiadotrabajo?—sugerí.—Quizáseaeso.Sialgunavezhahabidoalgoenesecuadro,lohamatado.Una
mujermuybellaconunvestidodesaténrosa.Paraeso,¿porquénounafotografíaencolor?
—¿Porquéno?—convine—.¿Creequeélesconsciente?—Claroqueesconsciente—asegurólaseñoraLempriérecondesdén—.¿Noves
que está desquiciado? Por culpa probablemente de mezclar los sentimientos y eltrabajo.Ha puesto toda su alma en pintar a Isobel, porque lamujer del cuadro esIsobel, y en su esfuerzo por incluir hasta el último detalle, la ha perdido porcompleto.Hasidodemasiadobenévolo.Aveceshayquedestruirlacarneparallegaralalma.
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Asentí reflexivamente.Desde el punto de vista físico, sir RufusHerschman nohabía salido favorecido, pero Everard había logrado plasmar en el lienzo unapersonalidadinolvidable.
—EIsobelposeeunapersonalidadmuyfuerte—continuólaseñoraLempriére.—QuizásEverardseaincapazdepintaramujeres—comenté.—Quizá —dijo la señora Lempriére pensativa—. Sí, puede que ésa sea la
explicación.YfueentoncescuandolaseñoraLempriére,consuhabitualtalentoparadarenel
blanco, tiró de un cuadro que estaba apoyado contra la pared. Había unos ocho,colocadosdecualquiermanerayvueltosdelrevés.FuepuracasualidadquelaseñoraLempriéreeligieseprecisamenteaquél;pero,comoyahedicho,conellaesascosasocurrían.
—¡Oh!—exclamólaseñoraLempriérealvolverlodecaraalaluz.Estaba inacabado; de hecho, era poco más que un esbozo. La mujer, o la
muchacha —no tenía más de veinticinco o veintiséis años, calculé—, se hallabainclinada,con labarbillasobreunamano.Dosaspectosme llamaron laatenciónalinstante: la extraordinariavitalidady la asombrosa crueldaddel cuadro.Everard lohabíapintadoconánimovengativo.Laactitudmismaconquehabíasido realizadoeracruel:poníaderelievecadadetalledesagradable,cadaángulopronunciado,cadarasgo vulgar. Era un estudio en marrón: vestido marrón, fondo marrón, ojosmarrones… unos ojos melancólicos y anhelantes. El anhelo era de hecho la notadominante.
La señora Lempriére lo observó en silencio por unosminutos. A continuaciónllamóaEverard.
—Alan—dijo—.Venaquí.¿Quéesesto?Everard obedeció. Percibí un asomo de irritación que no pudo ocultar por
completo.—Esapenasunborrón—contestó—.Nocreoqueloacabe.—¿Quiéneslamodelo?—preguntólaseñoraLempriére.Everardsemostróremisoahablar,ysurenuenciaavivóaúnmáslacuriosidadde
laseñoraLempriére,quesiemprepensabalopeorporprincipio.—Unaamigamía.UnatalJaneHaworth.—Nuncalahevistoporaquí—dijolaseñoraLempriére.—Novieneaestasreuniones.—Guardósilencioporunmomentoyluegoañadió
—:EslamadrinadeWinnie.Winnieerasuhijadecincoaños.—Ya—prosiguiólaseñoraLempriére—.¿Ydóndevive?—EnBattersea.Enunpiso.—Ya—repitiólaseñoraLempriére—.¿Yquétehahecho?—¿Amí?—Ati.Paraquehayassidotan…despiadado.
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—¡Ah,eso!—dijoEverard,yseechóareír—.Bueno,noesunabelleza.Ysinoloes,novoyapintarlacomotalsóloporamistad,¿no?
—Has hecho precisamente todo lo contrario—replicó la señora Lempriére—.Has buscado todos sus defectos para exagerarlos y deformarlos. Has intentadomostrarla ridícula, pero no lo has conseguido, hijo mío. Ese retrato, si lo acabas,tendrávida.
Everardparecíamolesto.—Paraserunsimpleesbozo,noestámal—dijo,quitándoleimportancia—.Pero,
desde luego,no tienecomparaciónconel retratode Isobel.Esoes lomejorquehepintadocondiferencia.
Pronuncióestasúltimaspalabrascontonohostilydesafiante.NilaseñoraLempriéreniyocontestamos.—Lomejorcondiferencia—insistióEverard.Otros invitados se habían acercado a nosotros. También ellos repararon en el
esbozo.Seoyeronexclamacionesycomentarios.Elambienteempezóaanimarse.ÉsafuelaprimeranoticiaquetuvedeJaneHaworth.Tiempodespuéslaveríaen
persona…endosocasiones.Conoceríalosdetallesdesuvidapormediacióndeunadesusamigasmásíntimas.OiríahablarmuchodeellaalpropioAlanEverard.Ahoraquelosdoshanmuerto,consideroquehallegadoelmomentodedesmentiralgunosdelosbulosquelaseñoraLempriéresehadedicadoadifundirconesmero.Llameninvenciónapartedemihistoriasilodesean;nodifieremuchodelaverdad.
Cuandolosinvitadossemarcharon,AlanEverardvolviódenuevocaraalaparedelretratodeJaneHaworth.Isobelcruzóelestudioysedetuvojuntoaél.
—Todounéxito,¿nocrees?—comentópensativamente—.¿Oquizánotanto?—¿Elretrato?—seapresuróapreguntarEverard.—No,tonto.Lafiesta.¡Claroqueelretratohasidounéxito!—Eslomejorquehepintado—dijoEverardagresivamente.—Estamos prosperando —anunció Isobel—. Lady Charmington quiere que la
pintes.—¡Por Dios!—Everard frunció el entrecejo—. No soy un retratista de la alta
sociedad,yalosabes.—Peroloserás.Llegarásalacúspide.—Ésanoeslacúspidealaqueyoquierollegar.—Pero,Alan,cariño,ésaeslamaneradehacersedeoro—adujoIsobel.—¿Quiénquierehacersedeoro?—Yo,quizá—dijoellaconunasonrisa.De inmediato Everard se sintió culpable, avergonzado. Si Isobel no se hubiese
casadoconél,habríatenidodinerodesobra.Ylonecesitaba.Ciertogradodelujoeralonormalparaella.
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—Últimamentenonoshaidotanmal—dijocontristeza.—No,desdeluego;peronodejandellegarfacturas.¡Facturas!¡Siemprefacturas!Everardempezóapasearsedeunladoaotrodelestudio.—¡Noinsistas!—prorrumpió,casicomounniñocaprichoso—.Noquieropintar
aladyCharmington.Isobel sonrió fugazmente. Se hallaba de pie junto al fuego sin moverse. Alan
interrumpiósusfebrilespaseosyseacercóaella.¿Quéhabíaenella,ensucalma,ensu quietud, que lo atraía como un imán? Era tan hermosa… sus brazos comoesculpidosenmármol,sucabellocomooropuro,suslabiosrojosycarnosos.
Los besó, notando cómo se apretaban contra los suyos. ¿Qué otra cosa podíaimportarle?¿QuéhabíaenIsobelque loapaciguaba,quealejabadesumente todaslaspreocupaciones?Loatraíahastasuhermosaquietudyloreteníaallí,tranquiloysatisfecho.Adormideraymandrágora,quelohacíanflotaraladeriva,dormido,enunlagooscuro.
—Pintaréa ladyCharmington—anunciópor fin—.¿Quémásda?Meaburriré,peroalfinyalcabolospintorestienenquecomer.Elpintor,laesposadelpintor,lahijadelpintor…todosnecesitansustento.
—¡Niñotonto!—reprendióIsobel—.Yhablandodenuestrahija,deberíasvisitaraJanealgunavez.Vinoayer,ydijoquehacemesesquenoteve.
—¿Janeestuvoaquí?—Sí.VinoaveraWinnie.AlandejódeladoaWinnie.—¿Leenseñasteturetrato?—Sí.—¿Quélepareció?—Dijoqueeramagnífico.—¡Ah!—Alanfruncióelentrecejo,momentáneamenteabstraído.—LaseñoraLempriéresospechaquesientesalgunapasiónculpablehaciaJane,
creo—observóIsobel—.Nodejabadearrugarlanariz.—¡Esa mujer! —exclamó Alan con profunda aversión—. ¡Esa mujer! Nunca
piensanadabueno.¿Quénopasaráporsucabeza?—Encualquiercaso,yoestoymuytranquilaalrespecto—dijoIsobel,sonriendo
—.AsíqueveaverprontoaJane.Alanlamiró.Ellasehabíasentadoenunsofájuntoalfuego.Teníalacaravuelta
hacia un lado, y la sonrisa seguía en sus labios.Y en esemomentoAlan se sintióconfuso,desconcertado, comosiunabruma sehubiese formadoen tornoa élydepronto,aldisiparse,lehubiesepermitidoentreverunpaísdesconocido.
Algoensuinteriordecía:¿PorquétienetantointerésenqueveasaJane?Debedehaberunarazón.Pues,tratándosedeIsobel,forzosamentehabíaunarazón.Nuncaactuabaporimpulso;enella,todoobedecíaauncálculo.
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—¿TecaebienJane?—preguntóAlandepronto.—Esunencanto—contestóIsobel.—Sí,pero¿tecaebien?—Claro.QuieremuchoaWinnie.Apropósito,legustaríallevarseaWinnieala
playalasemanaqueviene.Noteimporta,¿verdad?NosdejarámayorlibertadenelviajeaEscocia.
—Nopodríasermásoportuno.Sindudaeraoportuno.Enextremooportuno.ObservóaIsobelconsúbitorecelo.
¿SelohabíapedidoellaaJane?ErafácilaprovecharsedeJane.Isobelselevantóysaliódelestudiotarareando.Enfin,noteníaimportancia.En
cualquiercaso,iríaaveraJane.
JaneHaworthvivíaenlaúltimaplantadeunbloquedeseñorialespisossituadofrentealBatterseaPark.Trassubirloscuatrostramosdeescalerayllamaraltimbre,empezó a sentirse enojado con Jane. ¿Por qué no vivía en un sitiomás accesible?Cuando,despuésdellamartresveces,siguiósinrecibirrespuesta,suirritaciónfueenaumento.¿Acasonopodíabuscarseunacriadacapazdeatenderlapuerta?
Deprontoseabrió,yapareciólapropiaJane,sonrojada.—¿DóndesehametidoAlice?—preguntóEverardsinsaludarsiquiera.—Puespordesgracia…enfin,hoynoseencuentrabien.—¿Querrásdecirqueestáborracha?—dijoEverardconseveridad.EraunalástimaqueJanefueseunaembusteraempedernida.—Supongoquesí—admitióJanedemalagana.—Déjameverla.Everardentróenelpiso,yJanefuetrasélconconmovedoradocilidad.Encontró
aAlice,lainfractora,enlacocina.Suestadonodejabalugaradudas.SiguióaJanealasalaenadustosilencio.
—Tendrásquedeshacertedeesamujer.Noeslaprimeravezquetelodigo.—Yaséquemelohasdicho,Alan,peronopuedo.Olvidasquesumaridoestáen
lacárcel.—Dondedebeestar—afirmóEverard—.¿Cuántasvecessehaemborrachadoen
lostresmesesquellevaaquí?—Nomuchas.Tresocuatro,quizá.Sedeprime,¿sabes?—¡Tresocuatro!Nueveodiezseacercaríamásalaverdad.¿Cómoguisa?Fatal.
¿Te proporciona alguna ayuda o bienestar en este piso? En absoluto. ¡Por Dios,líbratedeellamañanamismoybuscaaunachicaquesirvaparaalgo!
Janelomiróafligida.—Noloharás—auguróEverard,hundiéndoseenunenormesillón—.Eresuna
sentimentalsinremedio.¿QuéesesoqueheoídodequevasallevarteaWinniealaplaya?¿Dequiénhasidolaidea,tuyaodeIsobel?
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—Mía,porsupuesto—seapresuróaresponderJane.—Jane—dijo Everard—, si aprendieses a decir la verdad, te tendría en gran
estima.Siéntatey,porloquemásquieras,nomientasalmenosenlospróximosdiezminutos.
—¡Porfavor,Alan!—protestóJane,ysesentó.Elpintorlamiróconojocríticoporunmomento.LaseñoraLempriére,aquella
mujer,teníarazón.HabíasidocruelconJaneenelesbozoderetrato.Janeposeíaunabelleza casi perfecta. Sus alargadas facciones configuraban un rostro puramentegriego.Erasufervienteanhelodecomplacerloquelemolestabadeella.Alpintarla,se había centrado en eso, exagerándolo, había afilado la línea de su barbilla,ligeramentepuntiaguda,habíamostradosucuerpoenunaposepocofavorecedora.
¿Porqué?¿PorquéleeraimposiblepasarcincominutosencompañíadeJanesinexperimentar una vehemente exasperación? Jane podía ser encantadora, pero eratambiénirritante.Conella,nuncasentíalapazyelsosiegoqueIsobelleinfundía.Ysin embargo Jane siempre deseaba complacer, siempre estaba dispuesta a darle larazón;perodesgraciadamenteeraincapazdeocultarsusverdaderossentimientos.
Everardechóunvistazoalrededor.Ladecoraciónde lasalaerapropiadeJane.Por una parte, algunos objetos preciosos, auténticas joyas, como por ejemplo lapintura al esmalte de una vista de Battersea; por otra, al ladomismo, atrocidadescomoeljarrónpintadoamanoconunmotivofloral.
Cogióeljarrón.—Jane,¿teenfadaríasmuchosítiraseestoporlaventana?—¡No,Alan,nohagaseso!—¿Paraquéquierestodaestabasura?Tienesbuengustocuandotelopropones.
¿Cómoseteocurremezclarestascosas?—Lo sé,Alan.Noesquenomedé cuenta.Pero lagenteme trae regalos.Ese
jarrón sin irmás lejosme lo compró enMargate la señoritaBates, y como es tanpobre,tuvoqueahorrar,yparasusmediosdebiódecostarleundineral,ypensóquemegustaría.Asíquelopongoenunsitiovisible.
Everardguardósilencio.Siguióinspeccionandolasala.Enlasparedescolgabanunpardegrabados…ytambiénvariasfotografíasdebebés.Losbebés,almargendelo que piensen sus madres, no siempre son fotogénicos. En cuanto alguna de susamigasdaba a luz, lemandabauna fotografía del bebé, esperandoque el obsequiofuesedebidamentevalorado.YJanenolasdefraudaba.
—¿Quiéneseseespantodecrío?—preguntóEverard,contemplandoconlosojosentornadoslacararegordetadelaúltimaadquisición—.Nolohabíavistoantes.
—Esniña—precisóJane—.ElnuevohijodeMaryCarrington.—¡PobreMaryCarrington!—seburlóEverard—.¿Yquerráshacermecreerque
tegustatenerahíaesamonstruosidadmirándotetodoeldía?Janealzóelmentón.—Esunbebéprecioso.Maryesamigamíadesdehacemuchosaños.
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—La fiel Jane—dijo Everard, sonriendo—. Así que Isobel te ha endosado aWinnie,¿no?
—Bueno,mecontóquequeríais ir aEscocia,ymeofrecí encantada.No tienesinconvenienteenquemelleveaWinnie,¿verdad?Enrealidad,hacíatiempoquemepreguntaba si permitiríais que pasase conmigo unos días, pero no me atrevía apedirlo.
—Sí,puedesllevártela;peromeparecequeesdemasiadabondadportuparte.—Entonces,todoarreglado—dijoJanealegremente.Everardencendióuncigarrillo.—¿TeenseñóIsobelelnuevoretrato?—preguntósinaparenteinterés.—Sí.—¿Yquétepareció?—Esmagnífico,realmentemagnífico—seapresuróacontestarJane.Seapresuró
demasiado.Alan se puso en pie de un salto. La mano con que sostenía el cigarrillo le
temblaba.—¡Malditasea,Jane!¡Nomemientas!—Pero,Alan,esmagnífico,sinduda.—¿Notehasdadocuentaaún,Jane,dequedistingotodostustonosdevoz?Me
mientes continuamente, para no herirmis sentimientos, supongo. ¿Por qué no eressincera?¿Creesquequierooírtedecirquealgoesmagníficocuandosétanbiencomotúquenoloes?Esecondenadocuadrocarecedevida.Detrásnohaynada;essólosuperficie, pura y simple superficie.Me he engañado amímismo; sí, incluso estatarde. He venido aquí para averiguarlo. Isobel no se da cuenta. Pero tú sí te dascuenta;siempretedascuenta.CuandoteenseñéIdilio,nodijistenada;contuvisteelalientoyahogasteunaexclamación.
—Alan…Everard no le dio oportunidad de hablar. Jane le causaba el efecto que él bien
conocía.Eraextrañoqueunacriaturatandócilfuesecapazdeprovocarleaquellairaintensa.
—Quizácreesqueheperdidofuerza—continuóconrabia—,peroteequivocas.Puedo pintar otro cuadro tan bueno como Idilio, o acasomejor. Te lo demostraré,JaneHaworth.
Salióprecipitadamentedelpiso.Abuenpaso,atravesóelparqueycruzóelpuentedeAlbert.Temblabaaúndeirayfrustración.¡PrecisamenteJane!¿Quésabíaelladepintura?¿Quévalorteníasuopinión?¿Porquéleconcedíatantaimportancia?Perosíle importaba. Quería pintar un cuadro que cortase la respiración a Jane. Abriríaapenaslabocayelruborcubriríasusmejillas.Miraríaprimeroellienzoydespuésaél.Probablementenoharíaelmenorcomentario.
En medio del puente vio el cuadro que iba a pintar. La imagen lo asaltósúbitamente,surgidadelanada.Laveíaflotarenelaire,¿oestabaensucabeza?
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Unalúgubretiendadecuriosidades,oscuraymohosa.Traselmostrador,unjudío,un judíodecorta estaturaymirada ladina.Frenteal tendero, el cliente,unhombreenorme, acicalado, opulento, abotargado, con una gran papada. Sobre ellos, en unestante,unbustodemármolblanco.Laluzconcentradaallí,enelrostrodemármoldelmuchacho,dotadodelainmortalbellezadelaantiguaGrecia,desdeñoso,ajenoalostrueques.Eljudío,elcoleccionistarico,lacabezadelmuchachogriego.Loveíatodoconclaridad.
—El conocedor, así lo titularé —masculló Alan Everard cuando bajaba de laacera,librándosepormuypocodeserarrolladoporunautobúsquepasaba—.Sí,Elconocedor.YoleenseñaréaJane.
Alllegaracasa,fuederechoalestudio.Isobelloencontróallí,ordenandolienzos.—Alan,noolvidesquehoycenamosconlosMarch…Everardmoviólacabezaenunimpacientegestodenegación.—¡Al diablo losMarch! Voy a trabajar. Tengo una imagen, pero debo fijarla;
fijarlaenellienzoantesdequesedesvanezca.Telefonéalos.Dilesquemehemuerto.Isobellomirópensativamenteporunmomentoyluegosaliódelestudio.Conocía
a la perfección el arte de convivir con un genio. Fue al teléfono y dio una excusaconvincente.
Miró alrededor, bostezando. Por fin se sentó ante su escritorio y empezó aescribir.
QueridaJane:Muchas gracias por el cheque que he recibido hoy. Cien libras cunden
mucho.Losniños acarreanun sinfín degastos.Quieres tanto aWinnie queconsideré correcto recurrir a ti. Alan, como todos los genios, sólo puedetrabajarenloquedeseatrabajar,ypordesgraciaesonosiempredaparavivir.Esperovertepronto.
Afectuosamente,ISOBEL.
CuandoElconocedorestuvoterminado,unosmesesdespués,AlaninvitóaJaneaverlo. El cuadro no era exactamente como lo había concebido—ni tenía sentidoesperarqueasífuese—,peroseaproximababastante.Sentíaelplacerdelcreador.Lohabíapintadoyelresultadoerabueno.
En esta ocasión Jane no le dijo que era magnífico. Separó los labios, y susmejillassesonrojaron.MiróaAlan,yélvioensusojosloquedeseabaver.Janelosabía.
Sesentíaflotarenelaire.LehabíadadounalecciónaJane.Libre ya su mente del cuadro, empezó a tomar conciencia nuevamente de su
entornoinmediato.Los quince días en la costa habían sentado de maravilla aWinnie, pero Alan
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advirtióconpreocupaciónquellevabalaropamuyraída.SelocomentóaIsobel.—¡Pero, Alan! ¿Es que nunca te das cuenta de nada?Me gusta que los niños
vistanconsencillez;noresistoverlosengalanados.—Unacosaeslasencillez,yotraloszurcidosyremiendos.Isobelnocontestó,perocompróunvestidonuevoaWinnie.DosdíasdespuésAlanbatallabaconladeclaraciónderenta.Teníafrenteaélsu
libreta de ahorros, pero necesitaba también la de Isobel. Revolvía los cajones delescritorio de su esposa cuando Winnie entró brincando en la habitación con unamuñecaimpresentable.
—Papá, una adivinanza. ¿A ver si lo sabes? «Entre paredes blancas como laleche;trasunacortinasuavecomolaseda;bañadoenunmardeaguaclaracomoelcristal,ydentrounamanzanadoradaaparecerá».¿Quées?
—Tu madre —contestó Alan distraídamente. Seguía buscando la libreta deahorros.
—¡Pero,papá!—Winniesoltóunacarcajada—.Esunhuevo.¿Porquéhascreídoqueeramamá?
Alansonrió.—Noprestabaatención—admitió—.Yporalgunarazóntodoesomehahecho
pensarenmamá.Unaparedblancacomolanieve.Unacortina.Cristal.Unamanzanadorada.Sí,le
recordabanaIsobel.Eracuriosoelefectodelaspalabras.Encontró por fin la libreta de ahorros. Ordenó a Winnie imperiosamente que
saliesedelahabitación.Alcabodediezminutos,alzólavista,sobresaltadoporunarepentinaexclamación.
—¡Alan!—Hola, Isobel. No te he oído entrar. Por cierto, no consigo descifrar la
procedenciadealgunosdelosingresosdetulibretadeahorros.—¿Conquéderechotocastúmilibretadeahorros?Alanlamiródesconcertado.Estabafuriosa.Nuncaanteslahabíavistoasí.—Nosabíaquefueseamolestarte.—Puesmemolesta,ymucho.Notienesporquétocarmiscosas.DeprontoAlanseenojótambién.—Disculpa—dijo—.Peropuestoquehe tocadotuscosas,quizápuedasaclarar
misdudasrespectoaalgunadelasentradasdetulibreta.Porloqueveo,esteañosehan ingresadoen tucuentacasiquinientas librasqueno logroverificar.¿Dedóndehansalido?
Isobel,recobradalacalma,sedejócaerenunasilla.—Nohacefaltaque tepongas tanserio,Alan—dijo,quitándole importanciaal
asunto—.Nomehedadoalamalavidaninadaporelestilo.—¿Dedóndehasalidoesedinero?—Deunamujer.Unaamigatuya.Noesparamí;esparaWinnie.
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—¿ParaWinnie?¿Estásdiciéndomeque…esedinerovienedeJane?Isobelasintióconlacabeza.—Quieremuchoalaniña.Todoloquehaceporellaleparecepoco.—Sí, pero… ese dinero debería haberse invertido en algo para que el día de
mañana…—¡Ah,no!Nosetratadeeso.Esparagastoscorrientes,ropaycosasasí.Alanguardósilencioporunmomento.PensabaenlosvestidosdeWinnie,llenos
deremiendosyzurcidos.—Además,tienesunsaldodeudor,Isobel.—¿Sí?Esomepasaamenudo.—Sí,peroesasquinientaslibras…—Alan, cariño, las he empleado enWinnie delmodo que he consideradomás
conveniente.TeaseguroqueJanenotienemotivodequeja.Alansí teníamotivodequeja.Sinembargo lacalmadeIsobelejercía talpoder
sobreélqueprefiriócallar.Alfinyalcabo,siemprehabíasidomanirrota.Sihabíaempleado para sus propios gastos el dinero recibido para la niña, no había sidointencionadamente.
Aqueldíallegóunafacturapagadaanombre,porerror,delseñorEverard.EradeunmodistodeHanoverSquareyascendíaadoscientaslibras.SelaentregóaIsobelsinmediarpalabra.Ellaleechóunvistazo,sonrióydijo:
—¡PobreAlan!A ti te parecerá una fortuna, supongo, pero una debe irmás omenosvestida.
AldíasiguienteAlanvisitóaJane.Janesemostrótanirritanteyesquivacomodecostumbre.Alandecidiónohablar
delasunto.Winnieerasuahijada.Lasmujeresentendíandeesascosas;loshombres,no.AunquedesdeluegonoleentusiasmabaqueWinnietuviesevestidosporvalordequinientaslibras.Pero¿porquénolodejabaenmanosdeJaneeIsobel?Lasdosseentendíanalaperfección.
Alansemarchódelpisoconunacrecientesensacióndemalestar.Sabíadesobraquehabíaeludidolaúnicapreguntaqueenrealidaddeseabaformular:«¿TehapedidoIsobel alguna vez dinero paraWinnie?». No lo preguntó por temor a que Jane nomintieselobastantebienparaengañarlo.
Peroestabapreocupado.Janeerapobre.Leconstabaqueerapobre.Nodebía…no debía despojarse de lo poco que tenía. Tomó la firme resolución de hablar conIsobel.Ellanoseinmutóyprocurótranquilizarlo.ClaroquenopermitiríaqueJanegastasemásdeloquepodíapermitirse.
UnmesmástardeJanemurió.Lacausafueunagripe,seguidadeunapulmonía.NombróalbaceaaAlanEverard
ydejóaWinnietodoloquetenía,quenoeramucho.
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A Alan correspondió revisar los papeles de Jane. A ese respecto estaba todosobradamenteclaro:innumerablespruebasdebuenasobras,cartasdesúplica,cartasdeagradecimiento.
Porúltimoencontrósudiario,yconélunanotaquerezaba:«Paraserleídotrasmimuerte porAlanEverard.Amenudome ha reprochado que no digo la verdad.Todalaverdadestáaquí».
Asípues,Alanporfinseenteródetodo,aldescubrirelúnicolugardondeJanehabía tenido valor suficiente para ser sincera. De manera sencilla y espontánea,dejabaallíconstanciadesuamorporél.
Nousabaunlenguajefloridonisensiblerías;peronadadejabaporaclarar.
Séqueamenudoteenfadasconmigo—habíaescrito—.Avecestodoloque digo o hago te pone furioso. Ignoro a qué se debe, pues siempre meesfuerzoencomplacerte.Apesardetodo,creoquesignificoalgoparati.Unonoseenfadaconlagentequenoleimporta.
NofueculpadeJanequeAlanencontraseotrascosasdesuinterés.Janeeraleal,perotambiéndescuidada;llenabademasiadoloscajones.Pocoantesdemorirhabíaquemado sistemáticamente todas las cartas de Isobel. La que Alan encontró habíacaídodetrásdeuncajón.Despuésdeleerla,comprendióelsentidodeciertossignoscabalísticos anotados en lasmatrices del talonario de cheques de Jane. En aquellacartaenparticular,IsobelapenassemolestabaenfingirquenecesitabaeldineroparaWinnie.
Alan permaneció largo rato sentado ante el escritorio con la mirada perdida.Finalmente se guardó el talonario en el bolsillo y salió del piso. Regresó a pie aChelsea,conscientedelairaquecrecíaensuinterior.
CuandoAlan llegó, Isobel no estaba en casa.Lo lamentó; tenía ya claro en sumente lo que quería decir. Fue al estudio, sacó el retrato inacabado de Jane y locolocóenuncaballetejuntoalretratodeIsobelensaténrosa.
La señoraLempriére tenía razón.Habíavidaenel retratode Jane.Loobservó,fijándoseenlamiradaanhelante,enlabellezaqueenvanohabíaintentadonegarle.ÉsaeraJane;lavitalidad,másquecualquieradelosrasgos,eraJane.Era,pensó,lapersonamásvivaquehabíaconocidojamás,tanvivaquenisiquieraenesemomentolaimaginabamuerta.
Yrecordósusotroscuadros:Color,Elidilio,elretratodesirRufusHerschman.EnciertomodoJaneestabapresenteentodosellos.Ellahabíaencendidolachispadecadaunodeesoslienzos;habíaexasperadoaAlandetalmodoqueéste,ensucólera,habíadeseadodarleuna lección. ¿Yquéocurriría en el futuro? Janehabíamuerto.¿Volvería Alan a pintar un cuadro, un auténtico cuadro?Miró de nuevo el rostroanhelantedellienzo.Quizá.Janenoandabalejos.
Oyó algo a sus espaldas y se diomedia vuelta. Isobel acababa de entrar en el
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estudio. Para salir a cenar, se había puesto un vestido recto de color blanco querealzabaeldoradopurodesucabello.
Sedetuvo,ylaspalabrasquesedisponíaapronunciarnollegaronasalirdesuslabios.Observando aAlan con cautela, fue a sentarse en el diván.Aparentabaunacalmaabsoluta.
Alanextrajoeltalonariodesubolsillo.—HeestadorevisandolospapelesdeJane.—¿Sí?Alantratódeimitarsucalma,decontenereltemblordesuvoz.—Teproporcionabadinerodesdehacíacuatroaños.—Sí,paraWinnie.—No, no era paraWinnie—replicóAlan a voz en grito—. Simulabas que era
paraWinnie;lasdoslosimulabais.Perosabíaismuybien,lasdos,quelaverdaderaotra.¿TedascuentadequeJaneteníaquevendersusvalores,quepasarapuros?¿Yparaqué?Paraproveertederopa…deropaqueenrealidadnonecesitabas.
Isobel no apartaba lamiradade su rostro.Se recostómás cómodamente en loscojines,talcomohabríahechoungatopersa.
—¿QuéculpatengoyodequeJaneseprivasedesusbienesmásdeloquedebía?—adujo—.Yodabaporsentadoquepodíapermitírselo.Estabalocaporti,esonomepasóinadvertido.Otrasesposashabríanpuestoelgritoenelcieloalvercómocorríasasucasaytequedabasallíhorasyhoras.Yonolohice.
—No—dijoAlan,muypálido—.Enlugardeeso,túlehicistepagar.—Esoscomentariossonmuyofensivos,Alan.Tencuidado.—¿Acasonoesverdad?¿PorquécedióJanetanfácilmenteatusexigencias?—Poramoramíno,desdeluego—contestóIsobel—.Debiódeserporamorati.—Asíqueeraeso.Pagabapormilibertad…libertadparatrabajaramimanera.
Mientrastútuviesesdinerosuficiente,medejaríasenpaz,nomehostigaríasparaquepintaseaesashorrendasmujeres.
Isobelpermanecióensilencio.—¿Ybien?—preguntóAlan,colérico.Sudisplicencialoindignaba.Isobelmiraba al suelo.Al cabodeunmomento alzó la cabezay dijo con toda
tranquilidad:—Venaquí,Alan.Diounaspalmadaseneldivánjuntoaella.Angustiado,remiso,Alanseacercóy
sesentódondeIsobellehabíaindicado,eludiendosumirada.Peroeraconscientedesupropiomiedo.
—Alan.—¿Ybien?Estabairascible,nervioso.—Puedequetodoloquehasdichoseaverdad—admitióIsobel—.Daigual.Yo
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soyasí.Deseociertascosas:ropa,dinero,ati.Janehamuerto,Alan.—¿Quéquieresdecirconeso?—Janehamuerto.Ahoramepertenecessóloamí.Antesteníaquecompartirte.Alansevolvióhaciaella.Viounbrilloensumirada,unamiradaávida,posesiva,
queleinspiróascoyalavezfascinación.—Ahoraerestodomío.AlancomprendióaIsobelcomonuncaanteslahabíacomprendido.—¿Quieresqueseatuesclavo?¿Quepinteloquetúquierasquepinte,queviva
comotúquierasqueviva,queestésiempreamerceddetusdeseos?—Llámalocomotúprefieras.Alfinyalcabo,¿quésonlaspalabras?Alan notó sus brazos alrededor del cuello, blancos, suaves, firmes como una
pared.Unaspalabras resonaronensucerebro:«Paredesblancascomola leche».Élestaba ya entre esas paredes. ¿Tenía aún alguna posibilidad de escapar? ¿Deseabaescapar?
Oyósuvozsusurrarlealoído,adormideraymandrágora.—¿Porquéotracosavalelapenavivir?¿Nobastaconesto?Amor…felicidad…
éxito…amor…Lasparedescrecíanentornoaél.«Lacortinasuavecomolaseda».Lacortinalo
envolvía,sofocante,perotansuave,tandeliciosa.Flotabanyajuntosaladeriva,enpaz, en el mar de cristal. Las paredes se elevaban ya a gran altura, aislándolo deaquellas otras cosas, aquellas cosas peligrosas e inquietantes que hacían daño, quesiempre hacían daño. Flotaban en el mar de cristal, la manzana dorada entre susmanos.
LaluzseextinguióenelretratodeJane.
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Epílogo
Al igual que muchos de los primeros relatos de Agatha Christie, «Entre paredesblancas»—publicadoenRoyalMagazineenoctubrede1925—esuntantoambiguo.Lasalusionesfinalesalasenvolventesparedesblancaspuedeninterpretarsecomoloqueparecenser,unadescripcióndelosbrazosdeIsobelLoringcuandorodeanaAlanEverard;pero¿existealgunaotrainterpretaciónposible?Seprestatambiénadudaslacrípticareferenciaa«lamanzanadoradaentresusmanos»:¿Lasmanosdequiénes?¿Yqué simboliza la «manzanadorada»?Porotraparte, ¿tiene alguna significaciónmásprofundaelmalentendidodeAlanalresponderalacertijoqueleplanteaWinnie?¿Estáenrealidadestrangulandoasuesposaalfinaldelrelato?OdadoquelaluzseextingueenelretratodeJane,¿debepensarellectorqueAlanlaolvidayperdonaaIsobel? ¿Y qué sabemos de la muerte de Alan? Agatha Christie no explica lascircunstancias, limitándoseacomentarquediopieadesagradables rumores,queelnarradordelrelatopretendeacallar.
Alavez,elrelatosebasaenunodelostemasmáscomunesenlaobradeAgathaChristie:eleternotriángulo.Loencontramosendistintasobras,incluidaslasnovelasde la serie de Poirot, Poirot en Egipto (1937) y Maldad bajo el sol (1941),estructuradasdemaneraanáloga,yelrelato«TheBloodstainedPavement»,recogidoen Miss Marple y trece problemas (1932). En A talent to deceive (1980),indiscutiblemente el mejor estudio crítico sobre Agatha Christie, Robert Barnarddescribesuutilizacióndeésteyotrostemascorrientescomopartedesus«estrategiasdel engaño», es decir, su manera de orientar las simpatías (y sospechas) de loslectores en una dirección errónea mediante la manipulación de sus expectativas.Adoptó tácticas similares en sus obras de teatro, especialmente en La ratonera(1952).
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Laspalabras componíanun sugerente titular, y así se lodije ami amigo,HérculesPoirot.Yo no conocía a ninguna de las partes implicadas. Por tanto, no sentía poraquello más que el desapasionado interés propio del hombre de la calle. Poirotcoincidióconmigo.
—Sí,poseeelsabordelooriental,delomisterioso.Elarcónbienpodríaserunade esas falsas antigüedades que venden en Tottenham Court Road; aun así, elperiodista a quien se le ocurrió llamarlo «arcón de Bagdad» tuvo una felizinspiración. También la palabra «misterio» aparece acertadamente colocada enyuxtaposición,aunque,segúnparece,elcasoentrañapocomisterio.
—Enefecto.Setratadeunasuntohorrendoymacabro,peronomisterioso.—La idea misma resulta repugnante —comenté. Me puse en pie y empecé a
pasearmedeun ladoaotro—.Elasesinomataaesehombre,suamigo,escondeelcadáverenelarcón,ymediahoramástardebailaenesamismasalaconlaesposadelavíctima.¡Increíble!Siesamujerhubieseimaginadoporunsegundo…
—Cierto —dijo Poirot pensativamente—. Ése tan cacareado don, la intuiciónfemenina,parecequeenestecasohafallado.
—Porlovisto,lafiestacontinuóalegremente—proseguíconunligeroescalofrío—.Ymientrasbailabanyjugabanalpóquerhabíaunhombremuertoallímismoconellos.Laideadaríaparaescribirunaobradeteatro.
—Ya se ha escrito —informó Poirot. Luego añadió amablemente—: Peroconsuélese,Hastings.Queuntemahayasidoutilizadoyaunaveznoesrazónparanovolverloautilizar.Escribasuobra.
Yo había cogido el periódico y examinaba la borrosa reproducción de unafotografía.
—Debe de ser una mujer hermosa —comenté lentamente—. Incluso viéndolaaquí,puedeunoformarseunaidea.
Bajolafotografíaseleía:
UNRETRATORECIENTEDELASEÑORACLAYTON,LAESPOSADELHOMBREASESINADO
Poirotmequitóelperiódicodelasmanos.—Sí —afirmó—. Es hermosa. Sin duda es una de esas mujeres nacidas para
atormentar las almas de los hombres. —Lanzando un suspiro, me devolvió elperiódico—.Dieumerci,yonoposeountemperamentoapasionado.Graciasaesomehelibradodemuchassituacionescomprometidas.
Creorecordarquenohablamosmásdelcaso.Poirotnomostróespecialinterésenaquelmomento.Lascircunstanciaserantanclarasylaambigüedadtanmínimaquenopodíadecirsemuchomás.
Los señoresClayton y elmayorRich eran amigos desde hacía años. El día encuestión,el10demarzo,losClaytonestabaninvitadosapasarlaveladaconelmayor
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Rich.Sinembargo,alrededordelassieteymedia,Claytonexplicóaotroamigo,untalmayor Curtiss, con quien tomaba una copa, que había surgido un imprevisto ydebíatrasladarseinmediatamenteaEscocia.Partiríaeneltrendelasocho.
—Tengo el tiempo justo para pasar por allí y explicárselo al buenode Jack—continuó Clayton—. Marguerita irá, por supuesto. Lo siento, pero Jack locomprenderá.
ElseñorClaytoncumplióloprometido.LlegóalpisodelmayorRichaesodelasochomenosveinte.Elmayorhabíasalido,perosucriado,queconocíabienalseñorClayton, le sugirió que entrase y esperase. El señorClayton contestó que no teníatiempo,peroentraríaunmomentoaescribirunanota.Añadióqueibacaminodelaestaciónparatomaruntren.
Elcriado,pues,loacompañóalasaladeestar.UnoscincominutosdespuéselmayorRich,quedebíadehaberentradosin ser
oídoporelcriado,abriólapuertadelasaladeestar, llamóalcriadoylepidióquesalieseacomprarletabaco.Asuregreso,elcriadoentregóeltabacoasuseñor,queenesemomentosehallabasoloenlasaladeestar.Elcriado,lógicamente,pensóqueelseñorClaytonsehabíamarchado.
Los invitados no tardaron en llegar. Formaban el grupo la señora Clayton, elmayor Curtiss y los señores Spence. Pasaron la velada bailando al compás de lamúsicadelgramófonoyjugandoalpóquer.Losinvitadossefueronpocodespuésdelasdoce.
Alamañanasiguienteelcriado,cuandosedisponíaalimpiarlasaladeestar,sesobresaltó al advertir una mancha oscura en la alfombra, debajo y enfrente de unmueblequeelmayorRichhabíatraídodeOrienteyllamabanelarcóndeBagdad.
Instintivamente el criado levantó la tapadel arcóny, horrorizado, viodentro elcadáverdobladodeunhombreconunapuñaladaenelcorazón.
Aterrorizado, salió corriendodelpisoy fue abuscar al policíamás cercano.Elmuerto resultó ser el señorClayton. La detención delmayorRich se efectuó pocodespués.Alparecer,ladefensadelmayorconsistióennegarlotodoobstinadamente.Segúnél,nohabíavistoalseñorClayton lanocheanteriorynosupodesuviajeaEscociahastaqueleinformólaseñoraClayton.
A eso se reducían los hechos. Naturalmente abundaban las insinuaciones eindirectas.SeponíatalénfasisenlaestrechaamistadeíntimarelaciónentreelmayorRichylaseñoraClayton,quesólounneciohabríasidoincapazdeleerentrelíneas.Elmotivodelcrimensedabaaentenderclaramente.
Losañosdeexperienciamehanenseñadoaconsiderarsiemprelaposibilidaddelacalumniainfundada.Atendiendoalaspruebas,elsupuestomotivopodíanoexistirsiquiera.Algunaotrarazónpodíahaberprecipitadoeldesenlace.Peroundatoparecíaclaro:Richeraelasesino.
Comodecía,elasuntopodríahaberterminadoahí,denoserporquecasualmenteesanochePoirotyyoteníamosqueasistiraunafiestaofrecidaporladyChatterton.
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Poirot,peseaabominardeloscompromisossocialesyproclamarsupasiónporlasoledad,enrealidaddisfrutabaenormementedeaquellasocasiones.Convertidoenelcentrodeatenciónytratadocomoungranpersonaje,sesentíaasusanchas.
Avecesronroneabaliteralmentedesatisfacción.Lohevistorecibirsininmutarselosmásvergonzososhalagoscomosiformasepartedesusobligaciones,yloheoídohablar con tal engreimiento que apenas soporto la idea de poner por escrito suspalabras.
Enmásdeunaocasiónhemosdiscutidoalrespecto.—Pero,amigomío,yonosoyanglosajón.¿Porquéhabríadeadoptarunaactitud
hipócrita? Sí, sí, eso es lo que ustedes hacen, todos ustedes. El aviador que haconseguidorealizarunvuelodifícil,elcampeóndetenis…,todossemiranlanarizysusurraninaudiblementeque«nohasidonada».Pero¿esesoloquepiensan?Niporun instante. Admirarían la hazaña en otra persona, y por tanto, como hombresrazonablesqueson, laadmiranensímismos.Sinembargosueducaciónlesimpidedecirlo.Yonosoyasí.Eltalentoqueposeoloelogiaríaenotro.Dalacasualidaddequeenmitrabajonotengorival.¡C’estdommage!Asílascosas,admitoconenteralibertad y sin hipocresía que soy un gran hombre. Poseo el orden, elmétodo y lapsicologíaenungradopococomún.¡Soy,dehecho,HérculesPoirot!¿Porquévoyasonrojarmeybalbucearydecirenvozbajaquesoyestúpido?Faltaríaalaverdad.
—SindudahayunúnicoHérculesPoirot—reconocí,nosinciertamalicia,queaPoirotafortunadamentelepasóinadvertida.
LadyChattertoneraunadelasmásfervientesadmiradorasdePoirot.Apartirdelamisteriosaconductadeunpequinés,Poirothabíadescubiertounaseriedehechosque llevaron hasta un renombrado ladrón y allanador demoradas.Desde entoncesladyChattertonnoleescatimabahalagos.
VeraPoirotenunafiestaeratodounespectáculo.Suimpecabletrajedeetiqueta,laexquisitacolocacióndesucorbatablanca,laexactasimetríadesucabelloaamboslados de la raya, el lustre de la gomina y el atormentado esplendor de su famosobigote se combinaban para crear el perfecto retrato de un dandi inveterado. Enmomentosasíeradifíciltomarenserioaaquelhombrecillo.
EranalrededordelasonceymediacuandoladyChattertonseacercóanosotros,arrancó limpiamente a Poirot de un grupo de admiradores y se lo llevó de allí;conmigoaremolque,niquedecirtiene.
—Quiero que suba al piso de arriba y entre en mi salita privada—dijo ladyChatterton con visible ansiedad tras alejarnos lo suficiente para que ningún otroinvitadolaoyese—.Yasabedóndees,monsieurPoirot.Encontraráallíaunapersonaquenecesitasuayudadesesperadamente…yustedlaayudará, losé.Esunademismejores amigas, así que no se niegue. —Nos guiaba con paso enérgico mientrashablaba.Finalmenteabrióunapuertayexclamó—:Lohetraído,Marguerita,cariño.Yharáloquelepidas.AyudaráalaseñoraClayton,¿verdad,monsieurPoirot?
Ydandoporsentada larespuesta,seretiróconelmismobríoquecaracterizaba
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todossusmovimientos.LaseñoraClaytonestabasentadaenunasillajuntoalaventana.Sepusoenpiey
seaproximóanosotros.Vestidaderigurosoluto,elnegromatedelaroparealzabalablancuradesutez.Eraunamujerdesingularbelleza,yteníaunairedeingenuidadinfantilquehacíairresistiblesuencanto.
—Alice Chatterton es un ángel —dijo—. Esto ha sido idea de ella. Me haasegurado que usted me ayudaría, monsieur Poirot. Naturalmente no sé si estádispuestoono…,peroconfíoenqueacceda.
La señoraClayton había tendido lamano, y Poirot se la había estrechado. Sinsoltarla,escrutóporunmomentoalamujer.Sudetenidaobservaciónnoresultabaenabsoluto ofensiva. Podía compararse a la cordial pero escrutadora mirada de unmédicofamosoaunnuevopacientealverloentrarensuconsulta.
—¿Estáustedseguradequepuedoayudarla,madame?—preguntóporfin.—EsodiceAlice.—Sí,peroyoselopreguntoausted,madame.Tenuesmanchasderuboraparecieronensusmejillas.—Noentiendosupregunta.—¿Quéesloquequierequeyohaga,madame?—¿Sabe…sabequiénsoy?—Porsupuesto—contestóPoirot.—Entonces imaginarán ya lo que voy a pedirles, monsieur Poirot, capitán
Hastings.—Mecomplacióqueconociesemiidentidad—.ElmayorRichnomatóamimarido.
—¿Porquéno?—¿Cómodice?PoirotsonrióaladvertirlaleveturbacióndelaseñoraClayton.—Hedicho:¿porquéno?—repitió.—Nosésiacabodeentenderlo.—Sin embargo, es muy sencillo. La policía, los abogados… todos le harán la
mismapregunta:¿PorquématóelmayorRichalseñorClayton?Yolepregunto locontrario,madame:¿PorquéelmayorRichnomatóalseñorClayton?
—¿Quieresaber…porquéestoytansegura?Pues…porquelosé.ConozcomuybienalmayorRich.
—ConocemuybienalmayorRich—repitióPoirotcontononeutro.Unallamaradacubriósusmejillas.—Sí,esoesloquedirán…loquepensarán…¡Yalosé!—C’estvrai.Esoesloquelepreguntarán:¿CómodebienconocealmayorRich?
Quizácontesteustedlaverdad;quizámienta.Paraunamujeresnecesariomentir;esunabuenaarma.Perohaytrespersonas,madame,alasqueunamujerdebedecirlaverdad:suconfesor,supeluqueraysudetectiveprivado…siconfíaenél.¿Confíaenmí,madame?
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MargueritaClaytonrespiróhondo.—Sí,confíoenusted—respondió.Puerilmenteañadió—:Deboconfiar.—Enesecaso,contésteme.¿CómodebienconocealmayorRich?LaseñoraClaytonlomiróporunmomentoensilencio.Porfinalzólabarbillaen
ungestodedesafío.—Responderéasupregunta.MeenamorédeJackencuantolovi,hacedosaños.
Últimamentecreo…casicon total seguridad…que tambiénél sehaenamoradodemí.Peronosehadeclarado.
—¡Epatant!—exclamóPoirot—.Mehaahorradoustedunbuencuartodehorayendoalgranosinelmenorrodeo.Esustedunamujerjuiciosa.Vayamosahoraasumarido.¿Sospechabaéldesussentimientoshaciaelmayor?
—No lo sé —contestó lentamente Marguerita—. Últimamente quizás. Habíacambiadodeactitud.Perotalvezesoseansóloimaginacionesmías.
—¿Nadiemáslosabía?—Creoqueno.—Y…discúlpeme,madame…¿amabaustedasumarido?Muy pocas mujeres, pienso, responderían a esa pregunta con la franqueza y
sencillezdelaseñoraClayton.Engeneral,tenderíanajustificarsussentimientos.MargueritaClaytondijosimplemente:—No.—Bien.Ya sabemos a qué atenernos. Según usted,madame, elmayorRich no
mató a su marido. Sin embargo, como bien sabe, todas las pruebas indican locontrario.¿Tieneconstancia,personalmente,dequealgunadeesaspruebascarecedevalidez?
—No.—¿CuándolecomunicósumaridoqueviajaríaaEscocia?—Después de comer. Dijo que era un engorro, pero tenía que ir. Por algo
relacionadoconelpreciodelatierra,comentó.—¿Yluego?—Semarchó…asuclub,creo.No…novolvíaverlo.—HablemosahoradelmayorRich.¿Cómosecomportóaquellanoche?¿Como
decostumbre?—Sí,esocreo.—¿Noestásegura?Margueritaarrugólafrente.—Lo noté… un poco cohibido. Conmigo, no con los demás. Perome pareció
adivinaraquésedebía.¿Mecomprende?Estoyseguradequeesecohibimientoo…oquizáseamásexactodecirensimismamiento,noteníanadaqueverconEdward.SesorprendióalenterarsedequeEdwardsehabíaidoaEscocia,peronodeunamaneraexagerada.
—¿Yno recuerdaningunaotra cosa fuerade locomúnen relaciónconaquella
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noche?Margueritareflexionó.—No,nadaenabsoluto.—¿Se…sefijóenelarcón?Moviólacabezaenuntrémulogestodenegación.—Nisiquieralorecuerdo.Jugamosalpóquercasitodoeltiempo.—¿Quiénganó?—El mayor Rich. Yo tuve muymala suerte, y el mayor Curtiss también. Los
Spenceganaronunpoco;peroelprincipalganadordelanochefueelmayorRich.—¿Aquéhoraterminólavelada?—Aesodelasdoceymedia,creo.Nosmarchamostodosjuntos.—¡Ah!Poirotsequedóensilencio,absortoensuspensamientos.—Lamentonopoderdarlemás información—sedisculpó la señoraClayton—.
Séquenolehedichograncosa.—Sobreelpresente,no.Pero¿quépuededecirmedelpasado,madame?—¿Elpasado?—Sí.¿Noseprodujeronincidentesenelpasado?LaseñoraClaytonseruborizó.—¿Se refiere a aquel horrible individuo que se suicidó? No fue culpa mía,
monsieurPoirot.Deverdad.—Noeseseincidenteenelqueyoestabapensando.—¿Aquel duelo absurdo, pues?Pero los italianos se baten enduelo.Me alegré
muchodequeaquelhombrenoresultasemuerto.—Debiódeserunalivioparausted—convinoPoirotconseveridad.LaseñoraClaytonlomirabaconrecelo.Poirotseacercóylecogiólamano.—Yonomebatiréendueloporusted,madame—dijo—.Peroharéloquemeha
pedido.Descubrirélaverdad.Yconfiemosenquesusinstintosseanacertados,ylaverdadseaparaustedunaayudaynounperjuicio.
InterrogamosenprimerlugaralmayorCurtiss.Eraunhombredeunoscuarentaaños,portemilitar,cabellomuyoscuroyrostrobronceado.TantoélcomoelmayorRichconocíanalosClaytondesdehacíaaños.Confirmólainformaciónofrecidaporlaprensa.
Claytonyélhabíantomadounacopaenelclubpocoantesdelassieteymedia,yClaytonlehabíaanunciadosuintencióndepasarporelpisodelmayorRichcaminodeEuston.
—¿Notó algo especial en el comportamiento del señor Clayton? ¿Estabadeprimidooalegre?
Elmayorsedetuvoapensar.Eraunhombredehablaparsimoniosa.—Loencontrébastanteanimado—respondióporfin.—¿NomencionóalgunadesavenenciaentreélyelmayorRich?
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—¡No,porDios!Eranbuenosamigos.—¿Noseoponíaa…laamistadentresuesposayelmayorRich?Unintensoruborcubrióelrostrodelmayor.—Ya veo que han leído esos condenados periódicos, con sus insinuaciones y
mentiras. Claro que no se oponía. Pero si incluso me dijo: «Marguerita irá, porsupuesto».
—Entiendo.Hablemosahorade lavelada. ¿El comportamientodelmayorRichfuetambiénelhabitual?
—Yononoténingunadiferencia.—¿Ymadame?Ellaactuótambiéncomosiempre.—Bueno—contestóelmayor—,ahoraquelopienso,estuvomuycallada,¿sabe?
Pensativaydistante.—¿Quiénllegóprimero?—LosSpence.Estabanyaallícuandoyollegué.Dehecho,yopaséabuscarala
señoraClaytonporsucasa,peroyahabíasalido.Asíquelleguéconretraso.—¿Yenquéseentretuvieron?¿Bailaron?¿Jugaronalascartas?—Unpocodecada.Primerobailamos.—¿Erancincopersonas?—Sí, pero no importaba, porque yo no bailo.Yo ponía los discos y los demás
bailaban.—¿Quiénbailómásconquién?—PueslaverdadesquealosSpencelesgustabailarjuntos.Sonunosentusiastas
delbaile…,conocenpasoscomplicadosyesascosas.—¿AsíquelaseñoraClaytonbailóprincipalmenteconelmayorRich?—Supongo.—¿Yluegojugaronalpóquer?—Sí.—¿Ycuándosedespidieron?—Ah,bastantepronto.Pocodespuésdelasdoce.—¿Semarcharontodosjuntos?—Sí.Dehecho,compartimosun taxi.Primerosebajó la señoraClayton, luego
yo,ylosSpencesiguieronhastaKensington.A continuación visitamos a los señores Spence. Sólo encontramos en casa a la
señoraSpence,perosuversióndeloocurridodurantelaveladacoincidióconladelmayorCurtiss,salvoporciertacausticidadalreferirsealasuertedelmayorRichenlascartas.
Unas horas antes Poirot había mantenido una conversación telefónica con elinspector Japp de Scotland Yard. Por consiguiente, cuando llegamos al piso delmayorRich,sucriado,Burgoyne,nosesperaba.
Eltestimoniodelcriadofueclaroypreciso.ElseñorClaytonllegóallíalasochomenosveinte.Pordesgracia,elmayorRich
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acababadesalirhacíaunminuto.ElseñorClaytondijoquenopodíaesperar,porquedebía tomarun tren,perodejaríaunanota.Por tanto,entróen la saladeestarparaescribirla.Burgoynenooyóentrarasuseñor,yaqueestabapreparándoleelbaño,yelmayorRichlógicamenteabriólapuertaconsupropiallave.Ensuopinión,pasaronunosdiezminutoshastaquesuseñorlollamóylomandóacomprartabaco.No,noentróenlasaladeestar.ElmayorRichlehizoelencargodesdelapuerta.Regresóconeltabacoalcabodecincominutos,yestavezsíentróenlasaladeestar,dondesólosehallabasuseñor,fumandodepiejuntoalaventana.Suseñorlepreguntósielbaño estaba preparado y, al ser informado de que en efecto estaba a punto, fue abañarse.Él,Burgoyne,nomencionó lavisitadel señorClayton,dandopor sentadoque su señor lo había encontrado en la sala y lo había acompañado élmismo a lasalida. Aquella noche su señor se comportó exactamente igual que cualquier otra.Tomó su baño, se cambió de ropa, y poco después llegaron los señores Spence,seguidosporelmayorCurtissylaseñoraClayton.
Enningúnmomentoseleocurriópensar,explicóBurgoyne,queelseñorClaytonpodía haberse marchado antes de regresar su señor. De haber sido así, el señorClaytonhabríacerradolapuertadeentradaconungolpe,yesosinduda,aseguróelcriado,lohabríaoído.
Conelmismotonoimpersonal,Burgoyneprosiguióconelhallazgodelcadáver.Porprimeravezcentrémiatenciónenelfatídicoarcón.Setratabadeunmuebledeconsiderabletamaño,adosadoalaparedjuntoalarmariodelgramófono.Eradeunamadera oscura y estaba profusamente tachonado de clavos. La tapa se abría conextrema facilidad. Contemplé el interior y me estremecí. Pese a que había sidosometidoaunalimpiezaexhaustiva,quedabanaúnsiniestrasmanchas.
DeprontoPoirotprofirióunaexclamación.—¿Yesosorificios…?—observó—.¡Quécurioso!Sediríaquesonrecientes.Losorificiosencuestiónatravesabanelpanelposteriordelarcónhastalapared.
Habíatresocuatro,todosdeunoscincomilímetrosdediámetro,yenefectoparecíanreciénperforados.
Poirot se inclinó para examinarlos y luego lanzó una mirada interrogativa alcriado.
—Curiosoporcierto,señor.Norecuerdohabervistoantesesosorificios,aunquequizásestabanynomehabíafijadoenellos.
—Notieneimportancia—dijoPoirot.Cerrólatapadelarcónyretrocedióunospasoshastahallarsedeespaldascontra
laventana.—Dígame—preguntó de pronto—. Cuando trajo el tabaco a su señor aquella
noche,¿notóalgofueradesusitioenlasala?Burgoynevacilóporuninstante.Luego,conciertarenuencia,contestó:—Es curioso que pregunte eso, señor. Y ahora que lomenciona, sí había algo
cambiadodesitio,esebiombocolocadoante lapuertadeldormitorioparaevitar la
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corrientedeaire.Estabaunpocodesplazadoalaizquierda.—¿Así?—dijoPoirot,plantándoseenunabrirycerrardeojosjuntoalbiomboy
tirandodeél.Eradepielteñida,unahermosapieza.Tapabaparcialmenteelarcón,ycuandoPoirotloajustó,loocultóporcompleto.
—Exacto,señor—dijoelcriado—.Estabajustoahí.—¿Yalamañanasiguiente?—Seguíaenesaposición.Lorecuerdo.Alapartarlo,vilamancha.Laalfombrase
retiróparalimpiarla.Poresoahoralamaderadelsueloestáaldescubierto.Poirotasintióconlacabeza.—Entiendo—dijo—.Muchasgracias.Colocóuncrujientetrozodepapelenlamanodelcriado.—Gracias,señor.Cuandosalimosalacalle,pregunté:—Poirot,encuantoaldetalledelbiombo,¿esunpuntoenfavordeRich?—Esunpuntomásencontradeél—respondióPoirot conpesar—.Elbiombo
ocultabaelarcón,y también lamanchade laalfombra.Tardeo tempranolasangreteníaquefiltrarseatravésdelamaderaymancharlaalfombra.Elbiomboevitabademomentoeldescubrimiento.Sí…,perohayalgoquenoencaja.Elcriado,Hastings,elcriado.
—¿Quéocurreconelcriado?Parecíaunhombremuyinteligente.—Ustedlohadicho:muyinteligente.¿Cómoesposible,pues,queelmayorRich
no previese que el criado descubriría el cadáver a la mañana siguiente?Inmediatamentedespuésdelcrimennoteníatiempoparanada,porsupuesto.Escondeelcadáverenelarcón,colocaelbiombodelante,ydejapasarlaveladaconfiandoenlasuerte.Pero¿ydespuésdeirselosinvitados?Entoncesobviamentesídisponedetiempoparadeshacersedelcadáver.
—Quizáteníalaesperanzadequeelcriadononotaselamancha—sugerí.—Eso,monami,esabsurdo.Unaalfombramanchadaesloprimeroquenotaun
buencriado.Y,sinembargo,elmayorRich,enlugardetomarmedidas,seacuestaensu cama y duerme plácidamente toda la noche.Asombrosa e interesante actitud lasuya.
—Curtisspodríahabervistolamanchaesamismanochemientrascambiabalosdiscos—observé.
—Es improbable.El biombodebía de proyectar unaoscura sombra justo sobreeserincón.No,peroempiezoavislumbraralgo.Sí,vagamenteempiezoavislumbraralgo.
—Avislumbrar,¿qué?—La posibilidad, digamos, de una explicación alternativa—contestó Poirot—.
Puedequenuestrapróximavisitaarrojeluzsobreelasunto.Visitamos a continuación almédicoque examinó el cadáver. Su testimonio fue
unasimplerecapitulacióndeloqueyahabíapuestoporescritoensuinforme.
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Lavíctimapresentabaunaheridaenelcorazón,producidaporuncuchillolargoyfinosemejanteaunestilete.Elcuchilloseguíaclavadoenelcuerpo.Lamuertehabíasidoinstantánea.ElcuchillopertenecíaalmayorRichysolíaestarsobresuescritorio.No se advertían huellas en la empuñadura. El médico deducía que había sidolimpiado posteriormente omanipulado con un pañuelo. En cuanto a la hora, cabíapensarqueelasesinatosehabíacometidoentrelassieteylasnueve.
—¿No podría haber muerto después de medianoche, por ejemplo?—preguntóPoirot.
—No. Imposible—respondió el médico—. A las diez comomucho, peromásprobablementeentresieteymediayocho.
Cuandoregresamosacasa,Poirotdijo:—Hay una segunda hipótesis admisible. Me pregunto si ha caído usted en la
cuenta,Hastings.Paramí,esevidente,ysólonecesitoconocerunúltimodetallepararesolverdefinitivamenteelcaso.
—Estoyperdido—contesté—.Noséaquéserefiere.—Esfuércese,Hastings.Esfuércese.—Muybien—dije—.AlasochomenosveinteClaytonestávivoyenperfecto
estado.LaúltimapersonaquelovioconvidaesRich…—Oesosuponemos.—¿Ynoesasíacaso?—Olvida,monami,queelmayorRichloniega—repusoPoirot—.Hadeclarado
explícitamentequeClaytonyasehabíaidocuandoélllegó.—PeroelcriadosostienequehabríaoídomarcharseaClaytonporelgolpedela
puerta. Además, si Clayton se fue, ¿cuándo volvió? No pudo ser después demedianoche, porque el médico ha establecido de manera concluyente que paraentonces llevabayadoshorasmuertocomomínimo.Eso sólodejaunaposibilidadalternativa.
—¿Sí,monami?—Que en los cinco minutos que Clayton estuvo solo en la sala, llegase otra
personaylomatase.Peroahícabeplantearlamismaobjeción.Sóloalguienconllavepodía entrar sin que el criado se enterase, e igualmente el asesino, al salir, habríacerradodegolpe,conlocualelcriadolohabríaoído.
—Exactamente—dijoPoirot—.Yportanto…—Yportanto…nada—admití—.Noveootrasolución.—Esunalástima—mascullóPoirot—.Yelcasoesqueestámuyclaro,tanclaro
comolosojosazulesdemadameClayton.—Deverdadcree…—Yono creonada…hasta que consigademostrarlo.Una insignificante prueba
másmeconvencerá.Descolgó el auricular del teléfono y se puso en contacto con Japp en Scotland
Yard.
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Veinte minutos después nos hallábamos ante unos cuantos objetos diversosesparcidossobreunamesa.Procedíandelosbolsillosdelavíctima.
Había un pañuelo, un puñado de calderilla, un billetero con tres libras y diezchelines, un par de facturas y una ajada fotografía de Marguerita Clayton.Completabanlaspertenenciasdelavíctimaunanavajadebolsillo,unlápizdeoroyunapesadaherramientademadera.
EnestaúltimaseconcentróPoirot.Ladesenroscóycayeronvariascuchillasdepequeñotamaño.
—Fíjese,Hastings,unabarrenaytodolodemás.Conestopodríanhacersevariosagujerosenelarcónencuestióndeminutos.
—¿Aquellosagujerosquehemosvisto?—Exacto.—¿QuieredecirquefueelpropioClaytonquienperforóelarcón?—pregunté.—¡Mais,oui…mais,oui!¿Quélesugeríanesosagujeros?Noservíanparamirar
a través, porque estaban en la parte trasera del arcón. ¿Para qué eran, pues?Obviamentepararespirar.Perounonohacerespiraderosparauncadáver,asíquenopodíanserobradelasesino.Esosorificiosindicansólounacosa:quealguienpensabaesconderse en el arcón. Y basándonos en esa hipótesis, todo lo demás resulta deprontointeligible.ElseñorClaytonestácelosoacausadelarelaciónentresuesposay Rich. Recurre al viejísimo truco de anunciar un falso viaje. Ve salir a Rich yaprovechaparaentrarenelpiso.Sequedasoloenlasaladeestar,hacerápidamenteesosagujerosyseescondeenelarcón.Suesposaestaráallíesanoche.PosiblementeRichselibrarádelosotrosinvitados;posiblementeellasequedarácuandolosotrossehayanido,osimulará irseyvolverámástarde.Ocurra loqueocurra,Claytonlodescubrirá.Cualquiercosaesmejorquelatorturaquepadecedebidoasussospechas.
—¿Cree,pues,queRichlomatócuandolosdemássefueron?—dije—.Peroesaposibilidadlahadescartadoelmédico.
—Exacto.Portanto,Hastings,tuvoqueserasesinadodurantelavelada.—¡Perosiestabantodosenlasala!—Precisamente —respondió Poirot con total seriedad—. ¿Se da cuenta de lo
maravilloso del plan? «Estaban todos en la sala». ¡Qué coartada! ¡Qué sang froid!¡Quéagallas!¡Quéaudacia!
—Sigosincomprender.—¿Quiénseponíadetrásdelbiomboparadarcuerdaalgramófonoycambiarlos
discos? El arcón y el gramófono están juntos, ¿recuerda? Los otros bailaban; elgramófono sonaba.Y el hombre que no baila levanta la tapa del arcón y hunde elcuchilloqueacabadeesconderseen lamanga, enel cuerpodelhombreocultoallídentro.
—¡Imposible!Lavíctimagritaría.—Nosiantesselehabíaadministradounnarcótico.—¿Unnarcótico?
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—Sí. ¿Con quién tomó Clayton una copa a las siete ymedia? ¡Ajá! Ahora locomprende. ¡Curtiss!Curtiss ha alimentado las sospechasdeClayton respecto a suesposayRich.Curtisssugiereelplan:elviajeaEscocia,elarcóncomoescondite,eltoquefinaldelbiombocolocadoenfrente.YnoparaqueClaytonpuedalevantarunpocolatapaysentirciertoalivio;no,enrealidadparaqueCurtisspuedalevantarlatapasinservisto.ElplanesdeCurtiss,yfíjeseensuperfección,Hastings.SiRichhubiesenotadoqueelbiombonoestabaensusitioylohubieseapartadodenuevo…bueno,noimportaba.Elriesgoesnulo,yCurtisssiemprepuedeconcebirotroplan.Clayton se esconde en el arcón, el suave narcótico queCurtiss le ha administradosurte efecto. Clayton pierde el conocimiento. Curtiss levanta la tapa y asesta lapuñalada.EntretantoenelgramófonosiguesonandoWalkingMyBabyBackHome.
Recobréelhabla.—Pero¿porqué?¿Porqué?Poirotseencogiódehombros.—¿Porquésesuicidóunhombre?¿Porquésebatieronenduelodos italianos?
Curtiss es un individuo de temperamento apasionado y retorcido. Deseaba aMarguerita Clayton. Quitando de en medio a su marido y a Rich, caería en susbrazos, o eso creía. —Pensativamente, añadió—: Estas mujeres ingenuas einfantiles…sonunverdaderopeligro.¡Pero,mondieu,quéobramaestra!Medueletenerqueenviaralahorcaaunhombrecomoése.Puedequeyoseaungenio,peroeso nome impide reconocer la genialidad en los demás.Un crimen perfecto,monami.Selodigoyo,HérculesPoirot:uncrimenperfecto.¡Epatant!
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Epilogo
«ElmisteriodelarcóndeBagdad»,publicadoporprimeravezenStrandMagazineenenero de 1932, es la versión original de «TheMistery of the SpanishChest», unanovelacortaincluidaenlarecopilaciónElpudindeNavidad(1960).LanovelaestánarradaentercerapersonayHastingsnoaparece.
HérculesPoirothizosudebutenElmisteriosocasodeStyles(1920),escritoporAgathaChristieenrespuestaaundesafíodesuhermana,queporentoncestrabajabaenunafarmaciadeTorquay.CuandoPoirotmuriócincuentaycincoañosdespuésenTelón (1975), publicado poco antes de la muerte de Agatha Christie, un misterioseguía sin resolverse: su edad. Si bien el texto original de Telón fue escrito unostreintaañosantes,acontecimientosposterioresnosllevanasuponerquelaaccióndelanovelapublicadasedesarrollaaprincipiosdelosañossetenta,pocodespuésdeloque sería su «penúltimo» caso, Los elefantes pueden recordar (1972). En Telón,Poirotparecetenerentresetentaycincoyochentaaños,dedondesedesprendequeenElmisteriosocasodeStylescontabapocomásdetreinta.Estanovelatranscurreen1917,yenellaPoirotaparecedescritocomoun«hombrecilloexcéntricoconairesdedandi y una notable cojera… como detective, su talento es extraordinario, y haalcanzadograndeséxitos resolviendoalgunosde loscasosmásdesconcertantesdelmomento».Porotraparte,enelprimerrelatodondePoirotaparece,«TheAdventureat the Victory Ball», recogido enPrimeros casos de Poirot (1974), se lo presentacomo«exjefedelapolicíabelga».Dadasu«notablecojera»,esposiblequePoirotseretiraseporrazonesdesalud,sibienelproblemanoconstituyóungranobstáculoensus futuros casos.Sin embargo enElmisterioso casodeStyles, el inspector JamesJapp,personajeincluidoenotrasmuchasnovelasposteriores,recuerdaqueélyPoirotcolaboraronen1904—«elcasodelafalsificacióndeAbercrombie»—,épocaenquePoirotdebíadeserunadolescentesienTelónteníamásdeochentaaños.
Enseptiembrede1975elescritorycríticoH.R.F.Keatingapuntóunaposiblesoluciónenunartículo aparecidoconmotivode lapublicacióndeTelón; según él,Poirotcontaba117añosdeedadenelmomentodesumuerte,einsinuabaasimismoquequizáshubieseotrososcurossecretosenlavidadeldetective.
Quizádebaconcederselaúltimapalabraalrespectoalapropiaautora,quienenunaentrevistarealizadaen1948,comentabaprematuramente:«Havividoyamuchosaños.Deberíahabermedeshechodeél.Peronuncamehandadoesaoportunidad.Mislectores no me lo han permitido». Esto se dijo unos cuantos años después deescribirseTelón,perocasitreintaañosantesdepublicarse.
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ElFordsemetíaunayotravezenlasroderasconviolentassacudidas,yeltórridosolafricano caía implacablemente. A cada lado de la supuesta carretera una líneaininterrumpidadeárbolesymaleza subíaybajaba formandouna suaveondulaciónhastadondelavistaalcanzaba,yellounidoalvivocolorverdeamarillentoproducíaun efecto aletargante y una sensación de extraña placidez. Pocas aves rompían elprofundo silencio. De pronto, en algún punto del trayecto, una serpiente cruzó lacarretera,escapandoalosdestructivosesfuerzosdelconductorconsinuosafacilidad.Depronto, enotropuntodel trayecto, salióde la espesuraunnativo,majestuosoyerguido;loseguíanunamujerconunniñofirmementesujetoalaanchaespaldaylosenseresdomésticosdeunacasaentera,incluidaunasarténquellevabaenmagníficoequilibriosobrelacabeza.
Estas incidencias del viaje iba señalando George Crozier puntualmente a suesposa,yéstacontestabaconunamonosilábicafaltadeatenciónqueloexasperaba.
Otra vez pensando en aquel tipo, dedujo, iracundo. Así solía referirse en susadentrosalprimermaridodeDeirdreCrozier,caídoencombateduranteelprimerañode la guerra, y caído nada menos que en la campaña contra el África OccidentalAlemana. Quizás era normal que pensase en él, se dijo. Contempló de reojo aDeirdre, su piel clara, la tersura blanca y rosada de sus mejillas, los redondeadoscontornos de su figura, mucho más redondeados tal vez que en aquellos tiemposlejanosenquelehabíaconsentidopasivamenteprometerseaella,paradespués,conel primer sobresalto emocional de la guerra, dejarlo abandonado y casarseprecipitadamenteconaquelnoviosuyo,unmuchachoenjutoycurtidoporelsol,TimNugent.
Enfin,el tipohabíamuerto—muertoheroicamente—,yél,GeorgeCrozier, sehabíacasadoconquiensiemprehabíaqueridocasarse.Ellatambiénsentíaafectoporél.¿Cómonoibaasentirlosiestabasiempredispuestoasatisfacersusdeseosyteníadinerosuficienteparahacerlo?Pensóconciertacomplacenciaensuúltimoobsequio,eldeKimberley,dondegraciasasuamistadconunode losdirectoresdeDeBeershabía podido adquirir un diamante que, en circunstancias normales, ni siquiera sehabría puesto en venta, una piedra que no destacaba por su tamaño sino por sumagníficoyrarocolor,unpeculiarámbaroscuro,casicomoeloroviejo,undiamantedeesosqueniencienañospodríaunoencontrar.¡YcómolehabíanbrilladolosojosaDeirdrecuandose lodio!En loquese referíaa losdiamantes, todas lasmujereseraniguales.
La necesidad de sujetarse con las dos manos para no salir despedido en unasacudida, loobligóavolver a la realidad.Protestó agritosquizápordecimocuartavez,conlacomprensibleexasperacióndeunhombrequeposeedosRollsRoyceyloshapuestoapruebaenlascarreterasdelacivilización.
—¡Dios santo, qué coche! ¡Qué carretera! —continuó, furioso—. ¿Y dóndedemoniosestáesaplantacióndetabaco?HaceyaunahoraquesalimosdeBulawayo.
—Perdida en algún lugar deRodesia—dijoDeirdre despreocupadamente entre
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dosinvoluntariossaltosenelaire.Pero el chófer de color café, cuando se le preguntó, contestóque sudestino se
hallabajustodespuésdelsiguienterecododelacarretera.
El administrador de la plantación, el señorWalters, los aguardaba en el porchepara recibirlos con la deferencia que merecía la prominente posición de GeorgeCrozier en la Union Tobacco. Les presentó a su nuera, que guió a Deirdre por elfrescoyoscuropasillointeriorhastaundormitorio,dondepodríadespojarsedelveloconelquesiempreprotegíasupielcuandoviajabaencoche.Mientrasdesprendíalosalfileres con su gracia y parsimonia habitual, recorrió con la mirada la enlucidafealdaddelaausterahabitación.Nohabíaallíelmenorlujo,yDeirdre,quegustabadelascomodidadescomoungatogustadelaleche,seestremecióligeramente.Frenteaella,enlapared,habíauntexto.«¿Dequéserviráaunhombreconquistarelmundoenterosipierdesualma?»,preguntabaatodoslosmortalessinexcepción,yDeirdre,gratamenteconscientedequeaquellapreguntanadateníaqueverconella,sevolviópara acompañar a su tímida y silenciosa guía.Reparó sin lamenormalicia en susabultadascaderasysuvestidodealgodónbaratoypoco favorecedor.Y luego,conmudaponderación,bajó lavistayadmiró laexquisitaycarasencillezdesupropiovestidodelinofrancés.Laropabonita,sobretodosilalucíaella,leinfundíaeljúbilodelartista.
Losdoshombreslaesperaban.—¿Nohasidounamolestiaparaustedvenir,señoraCrozier?—Enabsoluto.Nuncahabíavisitadounafábricadetabaco.Salieronalaquietatarderodesiana.—Aquíestánlasplántulas;lastrasplantamosamedidaqueesnecesario.Fíjese…El administrador siguió hablando con voz monótona, interrumpida de vez en
cuandopor las lacónicas preguntas de sumarido: producción, timbrado, problemasconlostrabajadoresdecolor…Deirdredejódeescuchar.
AquelloeraRodesia,aquéllaeralatierraqueTimhabíaamado,dondeambossereuniríancuandoterminaselaguerra.¡Sinolohubiesenmatado!Comosiemprequepensabaenaquello,laasaltóunahondaamargura.Dosbrevesmeses,esoeratodoloquehabíantenido.Dosmesesdefelicidad,siesqueaquellamezcladeéxtasisydoloreralafelicidad.¿Acasoelamorequivalíaalgunavezalafelicidad?¿Noacosabanelcorazón del amantemillares de tormentos? En ese breve período de tiempo habíavividointensamente,pero¿habíaconocidoenalgúnmomentolapaz,latranquilidad,laplácida satisfacciónde suactualvida?Yporprimeravezadmitió,un tantoa supesar,quequizáseramejorquelascosashubiesenterminadoasí.
«Nomehabríagustadoviviraquí.Nohabríaconseguidohacer felizaTim.Talvez lohabríadefraudado.Georgemeama,yyo loapreciomucho,yme tratamuybien.Yparamuestra,ahíestáeldiamantequemeregalóelotrodía».Ypensandoen
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ello,entornólosojosdepuroplacer.—Aquíesdondeseleccionamoslashojas.Walters los guió al interior de un cobertizo largo y bajo. En el suelo había
enormesmontonesdehojasverdes,yagachadosalrededorchicosnegrosvestidosdeblanco elegían y rechazaban con dedos diestros, distribuyéndolas por tamaños ycolgándolasdeuna larga cuerdamedianteprimitivas agujas.Trabajabanconalegreparsimonia,bromeandoyenseñandosusblancosdientesalreír.
—Yahora,poraquí…Atravesaronelcobertizoyvolvieronasaliralaluzdeldía,dondehilerasdehojas
se secaban al sol. Deirdre aspiró el aroma delicado, casi imperceptible, queimpregnabaelaire.
Walters los condujo a otros cobertizos donde el tabaco, decolorado por el solhastaadquirirunpálidocoloramarillo,sesometíaalsiguientepaso.Acontinuaciónhabíaunazonamásoscura,yenloaltosebalanceabanlashojasmarrones,apuntoparaserpicadas.Allílafraganciaeramásintensa,casiembriagadora,pensóDeirdre,ydeprontounextraño terror seapoderódeella,unmiedocuyacausadesconocía,quelaimpulsóaescapardeaquellaoscuridadamenazadorayperfumadaenbuscadelsol.Crozieradvirtiósupalidez.
—¿Qué teocurre, cariño? ¿Te encuentrasbien?Quizá tehadadodemasiado elsol.Mejorseráquenovengasconnosotrosalasplantaciones,¿no?
Walters,preocupadoporella,leaconsejóvolveralacasaydescansar.Llamóaunhombrequeestabacercadeallí.
—SeñorArden,laseñoraCrozier.Laseñorasehamareadounpocoporelcalor,Arden.Acompáñelaalacasa,siestanamable.
Lamomentáneasensacióndevértigopasó.Deirdrecaminabaal ladodeArden.Hastaesemomentoapenaslohabíamirado.
—¡Deirdre!Le dio un vuelco el corazón y se quedó inmóvil. Sólo una persona había
pronunciadosunombredeaquelmodo,conunligeroacentoenlaprimerasílabaquelaconvertíaenunacaricia.
Se volvió ymiró fijamente al hombre que se hallaba junto a ella. Estabamuytostado por el sol, casi negro, cojeaba y tenía una larga cicatriz en lamejillamáscercanaaellaquelealterabalaexpresión.Peroloreconoció.
—¡Tim!Durante lo que a Deirdre se le antojó una eternidad, se miraron, mudos y
temblorosos, y de pronto, sin saber cómoni por qué, estaban el uno enbrazos delotro. El tiempo volvió atrás para ellos. Al cabo de un momento se separaron, yDeirdre,conscientemientraslaformulabadelaestupidezdesupregunta,dijo:
—¿Noestásmuerto,pues?—No, debieron de confundirme con otro. Recibí un fuerte golpe en la cabeza,
perorecobréelconocimientoymearrastréhastalamaleza.Enlosmesessiguientes
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no sé qué ocurrió, pero una tribu hospitalaria cuidó demí, y al final recuperémisfacultadesyregreséalacivilización.—Seinterrumpióporuninstante—.Meenterédequellevabasseismesescasada.
—¡Oh,Tim,compréndelo,porfavor!—suplicóDeirdre—.Meencontrabaenunasituaciónlamentable:lasoledad…ylamiseria.Nomeimportabaserpobreatulado,peroalquedarmesolanotuveelvalorderesistiraquellavidasórdida.
—Notepreocupes,Deirdre.Locomprendo.Séquesiemprehastenidodebilidadporloslujos.Teapartédeellosenunaocasión…perointentarlounasegundavez…enfin,nomeviconfuerzas.Habíaquedadomuymaltrecho.Apenaspodíaandarsinmuletas.Yademásestabaestacicatriz.
—¿Crees que eso me habría importado? —lo interrumpió Deirdre convehemencia.
—No,meconstaqueno.Fueunanecedad.Aalgunasmujereslesimportanesascosas,¿sabes?Decidíobservarteadistancia.Siteveíafeliz,simeparecíassatisfechaconCrozier…,simplementeseguiríamuerto.Ytevi.Enesemomentoentrabasenungrancoche.Llevabasunpreciosoabrigodemarta…cosasqueyonuncapodríadarteaunquememataseatrabajar.Yanoposeíalamismafuerza,elmismovalor,lamismaconfianzaenmisposibilidadesquehabíatenidoantesdelaguerra.Sólomeveíaamímismo,lisiadoeinútil,incapazdeganarsiquieralomínimoparamantenerte…ytúestabas tan hermosa, Deirdre, una reina entre las mujeres, digna de poseer pieles,joyasyropaspreciosas,losmilyunlujosqueCrozierpodíadarte.Esoy…,bueno,eldolordeverosjuntosmedisuadió.Todosmecreíanmuerto.Continuaríamuerto.
—¡Eldolor!—repitióDeirdreenunsusurro.—¡Puessí,Deirdre,malditasea,medolió!Noteculpo,no.Peromedolió.Sequedaronensilencio.PorfinTimlealzólacaraylabesóconnuevaternura.—Pero todoesoha terminado,cariño.Ahora sóloquedadecidir cómovamosa
decírseloaCrozier.—¡Oh!—Deirdreseapartódeélbruscamente—.Yonopensaba…Se interrumpió al ver aparecer a Crozier y el administrador por el recodo del
camino.VolviendolacabezahaciaTimenunrápidogesto,susurró:—No hagas nada. Déjamelo a mí. Debo prepararlo. ¿Dónde podemos vernos
mañana?Nugentreflexionó.—Podría ir a Bulawayo. ¿Qué te parece el café que está al lado del Standard
Bank?Alastresdelatardenohabráapenasnadie.Deirdreasintióconlacabezaantesdedarlelaespaldaparareunirseconlosotros
dos hombres. Tim Nugent la observó con un ligero ceño. Algo en su actitud lodesconcertaba.
Deirdre permaneció muy callada en el viaje de regreso a casa. ¿Cómo se lo
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explicaría?¿Cómoselotomaría?Unaextrañadebilidadparecióadueñarsedeella,asícomouncrecientedeseodeaplazar la revelaciónelmáximo tiempoposible.Podíadejarloparaeldíasiguiente.Hastalastresdelatardeteníatiempodesobra.
Elhotelera incómodo.Suhabitaciónestabaen laplantabajaydabaaunpatiointerior.Deirdre se quedó despierta hastamuy tarde aquella noche, oliendo el aireviciado y contemplando los vulgaresmuebles. Sumente voló al lujo deMonktonCourt, entre lospinaresdeSurrey.Cuando la criadapor fin ladejó sola, se acercólentamenteasujoyero.Eldiamantedoradoledevolviólamiradadesdelapalmadesumano.Conungestocasiviolento,lometiódenuevoeneljoyeroybajóconfuerzalatapa.SelodiríaaGeorgealamañanasiguiente.
Durmiómal.Traslostupidosplieguesdelmosquiteroelcalorerasofocante.Porlamañanasedespertópálidayapática.Sesentíaincapazdeprovocarunaescenatantemprano.
Permaneció toda la mañana tendida en la reducida habitación, descansando.Pasaronlashoras,ycuandollególahoradelalmuerzo,sintióunsobresalto.Mientrastomabanelcafé,GeorgeCrozierlepropusounpaseoencochehastaelMatopos.
—Haytiempodesobrasinosponemosenmarchaahoramismo.Deirdremovió la cabeza en un gesto de negación, pretextando una jaqueca, y
pensó:«Nopuedoprecipitarme.Alfinyalcabo,¿quéimportaundíamásoundíamenos?SeloexplicaréaTim».
DespidióaCrozierconlamanocuandosealejabaenelForddestartalado.Luegoconsultóelrelojyseencaminólentamentehaciaellugaracordado.
Elcaféestabavacíoaaquellahora.Ocuparonunamesaypidieronelinevitableté, que en Sudáfrica se bebe a todas horas del día y la noche. No pronunciaronpalabrahastaquelacamareralessirvióyseretiróasurefugiotrasunascortinasdecolor rosa.EntoncesDeirdre alzó lavistay se sobresaltó al detectaruna expresiónalertaensumirada.
—Deirdre,¿selohasdicho?Ellanegócon la cabezay sehumedeció los labios,buscandoenvanoalgoque
decir.—¿Porqué?—Nohetenidoocasión.Nohabíatiempo.Inclusoaellaleparecierontitubeantesypococonvincentessuspalabras.—No es eso. Hay algo más. Ayer lo sospeché. Ahora estoy seguro. ¿Qué es,
Deirdre?Negóconlacabeza,incapazdehablar.—ExistealgunarazónporlaquenoquieresabandonaraGeorgeCrozier,porla
quenoquieresvolveramí.¿Cuáles?Era verdad. Al oírselo decir, supo que era verdad, lo supo con repentina y
abrasadoravergüenza,perolosuposinlamenorsombradeduda.YTimmanteníaenellasuescrutadoramirada.
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—¡Noesporqueloames!Noloamas.Perohayalgo.Dentrodeunmomentoloverá,pensóDeirdre.¡Diosmío,noselopermitas!DerepenteTimpalideció.—Deirdre…¿no…noestarásesperandounhijo?Al instante vio la oportunidad que le brindaba. ¡Una escapatoria perfecta!
Lentamente,casisinvoluntadpropia,bajólacabeza.OyólarespiraciónaceleradadeTim,yluegosuvozagudaysevera.
—Eso cambia las cosas.No lo sabía. Tenemos que buscar otra solución.—Seinclinósobrelamesaylecogiólasmanos—.Deirdre,cariño,noseteocurrapensarque tienes tú la culpa de algo. Pase lo que pase, recuerda estas palabras. Deberíahaberte reclamado como esposa cuando regresé a Inglaterra. Me arredré, así queahoramecorrespondeamíarreglarlasituación.Paseloquepase,conservalacalma,cariño.Túnotieneslaculpadenada.
SellevólasmanosdeDeirdrea los labios,primerouna, luegootra.Despuéssequedósola,contemplandoelté,intactoenlataza.Ycuriosamentesóloviounacosa:un textode chillones colores colgado enunapared enlucida. «Dequé servirá a unhombre…».Selevantó,pagóeltéysemarchó.
Cuando George Crozier volvió a casa, le informaron de que su esposa habíapedidoquenolamolestasen.Teníaunajaquecaterrible,explicólacriada.
EranlasnuevedelamañanasiguientecuandoentróenlahabitacióndeDeirdreconexpresiónsombría.Ellaestabasentadaen lacama.Se laveíapálidayojerosa,perolebrillabanlosojos.
—George,tengoquedecirtealgo,algohorrible…—Asíquetehasenterado—lainterrumpióél—.Temíaquepudiesealterarte.—¿Alterarme?—Sí.Hablasteconesepobrehombreelotrodía.GeorgevioqueDeirdresellevabalamanoalcorazónyparpadeaba.Luego,con
unavozsusurranteyatropelladaquelecausóciertainquietud,Deirdredijo:—Nomeheenteradodenada.Cuéntame.—Pensaba…—¡Cuéntamelo!—Hasidoenlaplantacióndetabaco.Eltiposehapegadountiro.Enlaguerra
sufriógravesheridas,ydebía tener losnerviosdestrozados,supongo.No tieneotraexplicación.
—Sehapegadountiro…enelcobertizooscurodondeestabacolgadoeltabaco.Hablabaconcertidumbre,conmiradadesonámbula,yveíaantesí,enlafragante
oscuridad,unafiguratendidaenelsuelo,revólverenmano.—Sí,exacto;dondeayerempezasteaencontrartemal.¡Esextraño!Deirdre no contestó. Vio otra imagen, una mesa con tazas de té, y una mujer
bajandolacabezaenaceptacióndeunamentira.—Enfin,laguerrahacausadomuchasdesgracias—dijoCrozier,ycogiendouna
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cerilla,encendiósupipaconcuidadosasbocanadas.Losobresaltóungritodesuesposa.—¡No!¡No!Noresistoeseolor.Éllamiróconbenévolaperplejidad.—Cariño,notepongasnerviosa.Alfinyalcabo,nopuedesescapardelolordel
tabaco.Loencontrarásentodaspartes.—¡Sí, en todas partes!—Esbozó una crispada sonrisa, y susurró unas palabras
queélnoentendió,laspalabrasqueensudíahabíaelegidoparalanotanecrológicadeTimNugent—.Mientrashayaluz,recordaré,yenlaoscuridadnoolvidaré.
Conojosdesorbitados,contemplólaespiralascendentedehumo,yconvozbajaymonótonarepitió:
—Entodaspartes,entodaspartes.
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Epílogo
«Mientrashayaluz»sepublicóporprimeravezenNovelMagazineenabrilde1924.ParaquienesconozcanlaobradesirAlfredLordTennyson,laverdaderaidentidaddeArdennoseráunasorpresa.
TennysoneraunodelospoetaspreferidosdeAgathaChristie,juntoconYeatsyT. S. Eliot, y su Enoch Arden sirvió de inspiración asimismo para la novelaPleamares de la vida (1948). La trama de «Mientras haya luz» se utilizó después,desarrollada,enUnamorsinnombre(1930),laprimeradesusseisnovelasescritasconelseudónimodeMaryWestmacott.Aunqueconmenorinterésparamuchosquesu literatura policiaca, en general se considera que las novelas de WestmacottproporcionanunaespeciedecomentariosobreciertosepisodiosdelapropiavidadeAgatha Christie, algo así como una biografía paralela. En cualquier caso, AgathaChristie encontró en ellas una buena manera de escapar del mundo de la novelapoliciaca, para decepción de sus editores, que comprensiblemente no veían condemasiadoentusiasmotodoaquelloqueladistraíadeltrabajodeescribirhistoriasdedetectives.LamásinteresantedelasseiseslaquellevaelacertadotítulodeRetratoinacabado (1934), que el segundomarido de Agatha Christie, el arqueólogoMaxMallowan, definió como «una mezcla de gente real y sucesos imaginarios…máspróximoaunretratodeAgathaquecualquierotrolibro».
Personalmente,AgathaChristiepreferíalaterceranoveladeWestmacott,Lejosdetiestaprimavera(1944),queensubiografíadescribiócomo«elúnicolibrodelquehe quedado por completo satisfecha…Lo escribí en tres días.—Y añadió—: Fueescritoconintegridad,consinceridad;fueescritocomoyoqueríaescribirlo,yparaunautoréseeselmayororgulloysatisfacción».
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AGATHA CHRISTIE. Escritora inglesa nacida en Torquay (Inglaterra) el 15 deseptiembrede1890,esconsideradacomounadelasmásgrandesautorasdecrimenymisteriodela literaturauniversal.Suprolíficaobra todavíaarrastraaunalegióndeseguidores, siendounade las autorasmás traducidasdelmundoy cuyasnovelasyrelatostodavíasonobjetodereediciones,representacionesyadaptacionesalcine.
Christiefuelacreadoradegrandespersonajesdedicadosalmundodelmisterio,comolaentrañablemissMarpleoeldetectivebelgaHérculesPoirot.Hastahoy,secalculaquesehanvendidomásdecuatromilmillonesdecopiasdesuslibrostraducidosamás de 100 idiomas en todo elmundo.Además, su obra de teatroLa ratonera hapermanecidoencartelmásde50añosconmásde23000representaciones.
Nacida en una familia de clase media, Agatha Christie fue enfermera durante laPrimeraGuerraMundial.Suprimeranovelasepublicóen1920ymantuvounagranactividadmandandorelatosaperiódicosyrevistas.
Tras un primer divorcio, Christie se casó con el arqueólogo Max Mallowan, conquien realizó varias excavaciones en Oriente Medio que luego le servirían paraambientaralgunadesusmásfamosashistorias,aligualquesutrabajoenlafarmaciadeunhospital,queleayudóparaperfeccionarsuconocimientodelosvenenos.
DeentresusnovelashabríaquedestacartítuloscomoDieznegritos,AsesinatoenelOrient Express, Tres ratones ciegos, Muerte en el Nilo, El asesinato de RogerAckroydoMataresfácil,entreotrosmuchos.Lasadaptacionesalcinedesuobrasecuentanpordecenas.
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Ademásdeestasobras,AgathaChristietambiénsededicóalanovelarománticabajoelseudónimodeMaryWestmacott.
Christie recibiónumerosospremiosydistincionesa lo largodesucarrera,comoeltítulodeDamadelImperioBritánicooelprimerGrandMasterAwardconcedidoporlaAsociacióndeEscritoresdemisterio.
AgathaChristiemurióenWallingford(Inglaterra)el12deenerode1976.
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Notas
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[1]AgathaChristie se refiere a la expresión inglesa to be all sixes and sevens,queaparecealprincipiodedichacartayaquísehatraducidocomo«estarhechaunlío».Por ésta y otras diferencias idiomáticas insalvables, no es posible adaptar alcastellano de manera convincente los elementos básicos de esta pista. En estaexplicación de la autora, pues, para mayor claridad traduciremos literalmente lasaclaracionescorrespondientesalpoema,aunquenocoincidanconeltextovertidoencastellano.(N.delT.).<<
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