la leyenda del pehuén errante

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La leyenda del pehuén errante

Cuentan que… alguna vez, Kallfu-

Kirke, el gran guerrero,

• Partió más allá de las montañas en busca de alimentos. Una mañana saludó a su Koná y su esposa, y se alejó de su ruca antes de la época de los primeros hielos.

•La Ñuke advirtió que se avecinaban temporales intensos y que su esposo no regresaría.

El koná, provisto por su madre de alimentos y abrigos, inició la marcha a través del helado paraje .Caminó durante largo tiempo, escaló montañas y durmió al abrigo de las estrellas, hasta que por fin logró divisar un hermoso pehuén…

Al que no podía dejar de hacerle una ofrenda, tal como se ha hecho desde los tiempos de los mayores. El joven no tenía demasiado para ofrecerle, y se le ocurrió entonces dejarle su calzado…

Descalzo, prosiguió su marcha y al cabo de un tiempo se encontró con una tribu que jamás había visto antes. El muchacho, alegre después de haber pasado varias jornadas en la más absoluta soledad, corrió hasta el lugar en el que los hombres acampaban…

Al principio, lo recibieron con amabilidad, pero en un descuido del joven lo ataron de pies y manos, le quitaron las pocas pertenencias que llevaba, y lo abandonaron a la furia del puma y el jaguar, que acechaban esas tierras…

• La Ñuke, que había presentido la desgracia de su hijo, decidió salir a buscarlo, y en el camino encontró los restos de su esposo, Kallfu-Kirke. En su honor, se cortó los cabellos que le cubrían la frente. Luego, siguió adelante, para encontrar a su hijo…

• Mientras tanto, en otro sitio cercano al valle, el joven, aun atado cruelmente, con sus últimas fuerzas, alcanzó a levantar la cabeza y vio, a lo lejos otro hermoso pehuén, parecido a aquel al que le había ofrendado sus zapatos.

• El noble árbol lo cubrió con sus ramas, lo defendió de las fieras y lo protegió de la nieve que caía sobre su cuerpo. Luego le dio a comer los frutos que colgaban de sus ramas. El Koná, así alimentado, se durmió profundamente, protegido por el pehuén…

• Al poco tiempo llegó la madre, que enseguida se dio cuenta de la labor generosa del hermoso Pehuén. Entonces, libero a su hijo de las sogas que lo aprisionaban y lo reconfortó con sus caricias.

Como agradecimiento al Pehuén que había salvado la vida de su hijo, la mujer también colgó sus zapatos en el bondadoso árbol y felices, ella y el chico emprendieron el camino de regreso a casa , siempre protegidos por el Pehuén- pino sagrado- que los acompañó hasta su hogar al pie de las montañas.

El árbol se detuvo y hundió lentamente sus raíces en el suelo, donde se quedaría para siempre. La madre y el hijo se reunieron con el resto de la tribu y narraron las aventuras que habían vivido. Los mas ancianos de la tribu, en un nuevo agradecimiento, decidieron dar un nombre al sitio donde este sabio y bondadoso árbol se había detenido y había colocado sus profundas raíces.

TRABAJO PRÁCTICO DE LENGUA..

• E.E.M.P.A 1050• Primero “B”• Alumnos: Escobar Santiago, Colnaghi

Jaquelina, Nievas Cristian.• Imágenes: Google Image• Música: Pewen Tayul de Beatriz Pichi Malen

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