la financiarización de la sociedad: revisión teórica y...
Post on 20-Sep-2018
217 Views
Preview:
TRANSCRIPT
1
La financiarización de la sociedad: revisión teórica y propuestas de
análisis. Manuel Ángel Santana Turégano
1, Nisamar Baute Dorta
2.
Universidad de La Laguna
1 Introducción .............................................................................................................. 2
2 El concepto de financiarización: definición. ............................................................. 3 3 La financiarización: origen del concepto y diferentes tradiciones. ........................... 5 4 La financiarización como financiarización de la vida cotidiana. .............................. 7 5 La financiación y los nuevos paradigmas de gestión. ............................................. 10 6 La financiarización y los nuevos regímenes de acumulación. ................................ 11
7 Conclusiones: financiarización y peformatividad. .................................................. 12 8 Referencias. ............................................................................................................. 18
Resumen: en los últimos años se viene hablando de la financiarización como un
concepto central para comprender las sociedades contemporáneas. Al igual que sucede
con otros términos que se popularizan en los medios de comunicación de masas, como
el de la globalización, se trata de un concepto cuyo uso se ha popularizado sin que se
tenga muy claro de sobre qué se está hablando. La financiarización ha sido definida
como “un incremento del poder financiero en lo económico, lo político y lo social”
(Benito Alonso y Rodríguez Fernández, 2012). Aunque estas definiciones amplias
tienen la virtud de incluir la mayoría de aspectos que se pueden ver influenciadas por el
fenómeno, resultan poco útiles para acometer un estudio empírico del mismo. En este
sentido Van der Zwan (2014) distingue tres significados del término. Para la escuela de
la regulación la financiarización sería una nueva fase del capitalismo en que la plusvalía
de las empresas se obtiene, fundamentalmente en entornos y con medios asociados al
campo financiero. Desde el punto de la gestión empresarial, la financiarización se asocia
a la emergencia del shareholder value como principio gestor de la gestión de las
corporaciones: las empresas se orientan a maximizar el valor para el accionista, lo que
lleva, a menudo, a preferir procesos de externalización a los de orientación vertical, a
una orientación hacia el cambio constante, para transmitir las señales adecuadas a los
mercados financieros, y a un carácter cada vez más predominante de los departamento y
profesiones asociadas a la contabilidad y las finanzas en la gestión de las empresas. Por
último, la financiarización se ha entendido también, como la “financiarización de la vida
cotidiana”. Es decir, la incorporación de elementos financieros, como el crédito al
consumo o las hipotecas, como una parte cada vez más importante de la vida cotidiana
de los habitantes del planeta. Estos tres significados del término comparten algunos
elementos, por lo que puede llegar a afirmarse que la “financiarización” sería la fase
actual del capitalismo. Siguiendo a de Beckert (2013, 2014), la financiarización implica
la asunción de unos marcos mentales temporales determinados: la orientación hacia un
futuro que se pretende predecible y cuantificable. En este sentido, la financiarización
enlaza con tendencias de largo alcance como la burocratización que ya señalara Weber
y la tendencia hacia la cuantificación que más recientemente estudiara Ritzer.
Palabras clave: financiarización, régimen de acumulación, gestión empresarial, vida
cotidiana, marcos temporales
1 Autor para correspondencia: correo electrónico: masantur@ull.es; Teléfono móvil: 610 80 93 02.
Dirección Postal: Universidad de La Laguna, Facultad de Economía, Empresa y Turismo, Departamento
de Sociología y Antropología Social, Apartado 456, San Cristóbal de La Laguna- Tenerife. 2 Alumna del programa de Doctorado “Sociedad, Derecho y Turismo”, Universidad de La Laguna.
2
1 Introducción
En los últimos tiempos se ha generalizado el uso del término “financiarización”, tanto
en ámbitos políticos y mediáticos como académicos. Como suele suceder a menudo con
los neologismos que alcanzan el favor del gran público, este término se suele usar de
manera un tanto ambigua y a menudo contradictoria, de manera que en ocasiones es
difícil saber de qué se habla cuando se habla de financiarización. Aun así, parece existir
la promesa implícita de que se trata de un concepto fundamental que permite entender
gran parte de las dinámicas fundamentales de las sociedades contemporáneas. Si
entendemos en qué consiste la “financiarización de la sociedad” podremos comprender
y analizar muchos de los fenómenos que están dando forma a las sociedades
contemporáneas, desde la crisis económico- financiera de 2007-08 a los procesos de
deslocalización productiva y globalización, los cambios en la importancia de los
distintos sectores productivos, ocupaciones y grupos sociales e incluso la emergencia (o
el declive) de países o grupos de países. En palabras de Lapavitsas (2011:611,
traducción y adaptación propia) “la financiarización es una de las ideas más
innovadoras surgidas de la economía política radical en los últimos años, cuyo
atractivo teórico reside en la capacidad para conectar la crisis actual con el
crecimiento de las finanzas. Puede arrojar luz sobre las transformaciones estructurales
de las economías capitalistas en los últimos treinta años, con sus implicaciones
sociales, pero aún no se ha definido adecuadamente”. En definitiva, la idea subyacente
a la hipótesis de la financiarización de la sociedad es que el rasgo definitorio de las
sociedades en los últimos años (aproximadamente, a partir de la década de 1990) sería
la financiarización. Si en el pasado reciente los fenómenos que han dado forma a la
sociedad han sido los procesos al desarrollo y evolución de la industria, y para el
análisis de los mismos se crearon conceptos como los de sociedades modernas,
industriales, de modernidad líquida, postmodernas o postindustriales (según el autor que
sigamos) en la actualidad lo que estaría dando lugar a nuevas formas sociales y
económicas serían los procesos asociados al auge de las finanzas, y la financiarización
sería el proceso que permitiría entender todos estos procesos.
Como sucede en el caso de todos los grandes cambios macro- sociales la
financiarización tendría causas tecnológicas y sociales, que se interrelacionan de forma
que resulta prácticamente imposible separar unas y otras. Al igual que sucedió con la
revolución agrícola o la revolución industrial, los cambios se relacionan con cambios
tecnológicos, o más concretamente con la implementación y las consecuencias sociales
de estos cambios tecnológicos. La que se ha dado en llamar revolución en las
tecnologías de las comunicaciones está en la base de los cambios hacia la
financiarización de la sociedad, pues ha hecho posibles formas de relacionarse
socialmente a través del dinero anteriormente impensables. A título de ejemplo piénsese
que, no hace tanto, el movimiento de capitales implicaba, físicamente, movimiento: para
llevar, pongamos por caso, un millón de dólares de un país a otro, había que llevarlo en
varios maletines, transportarlo físicamente, mientras que ahora el “movimiento de
capitales” es una expresión que alude a una movilidad “virtual”: los millones no van
físicamente de un lugar a otro, los movimientos de capitales a menudo son tan sólo
operaciones en los sistemas informáticos de la banca. Pero los cambios sociales nunca
son consecuencia directa, inmediata e inevitable (en el sentido de “natural”) de los
cambios tecnológicos. Los cambios en la regulación son un elemento clave que
3
determina el sentido social de los cambios en la tecnología. Los avances tecnológicos
hacen posible determinados cambios, pero son los usos y la aceptación social lo que
acaba determinando el sentido de los cambios. La tecnología permite ahora el
movimiento de capitales en un grado y con una intensidad nunca vistos hasta ahora.
Pero para que estos movimientos se hayan convertido en realidades ha sido necesario un
determinado tipo de regulación macro y micro social.
En este trabajo, partiendo del convencimiento de que los cambios en cómo se organiza
la esfera de las finanzas tienen tal transcendencia social que cabe hablar de una
“financiarización” de la sociedad haremos un repaso por el surgimiento del concepto,
analizando los distintos significados en función de las distintas escuelas. Haremos
referencia a los motivos para la popularización del término, y su ambiguo estatus, entre
un concepto propiamente académico y otro más bien mediático. Repasaremos algunas
de las investigaciones empíricas que se han realizado utilizando el concepto, y por
último propondremos una propuesta de operacionalización. Tal y como aquí lo
planteamos el significado sociológico de la financiarización tiene que ver con un
cambio en la manera en que las personas se relacionan a través del dinero, que se da
tanto en el ámbito espacial como en el temporal. En el ámbito espacial establecemos
relacionas financieras con personas muy distantes, en un grado y con una intensidad
nunca vistas. En el ámbito temporal establecemos relaciones financieras a corto plazo;
pese a que esto tiende a naturalizarse, las relaciones financieras no tienen por qué ser
intrínsecamente a corto plazo. Para terminar realizaremos algunas apreciaciones acerca
de lo que implicaría una agenda de investigación sociológica para comprender la
evolución de las sociedades contemporáneas a través del concepto de financiarización.
2 El concepto de financiarización: definición.
La financiarización podría definirse, a grandes rasgos, como el predominio del mundo
de las finanzas en la sociedad. De la misma manera en que la industrialización supuso
un nuevo orden social en el que la producción masiva de bienes, mediante el uso de la
ciencia y la tecnología, estructuró el conjunto de la sociedad, la financiarización es
planteada a menudo como un nuevo orden social, en el que un nuevo sector
económico (las finanzas) sustituye a la industria como motor del crecimiento
económico y espejo en el que se mira el resto de la sociedad para copiar formas de
ser, de hacer y de ver el mundo. Nuevos actores sociales sustituyen a los antiguos en
los puestos de mayor relevancia social y los industriales e ingenieros del capitalismo
industrial se ven en la actualidad desplazados por banqueros y analistas financieros
como referentes en el imaginario colectivo. En las épocas de las sucesivas revoluciones
industriales la aplicación tecnológica de los conocimientos de ciencias como la física o
la química estaban en la base de las decisiones productivas que se tomaban, lo que
permitió el desarrollo de sectores productivos claves que estructuraron el sistema
productivo. En la época de la financiarización lo que se presenta como soluciones
“técnicas” de una supuesta ciencia “económico- financiera” constituye el discurso en
base al que se legitima la toma de decisiones. La asociación entre las tecnologías
(Internet, telefonía móvil, smartphones) y los procesos productivos que éstas facilitan
(deslocalización; nuevas formas de financiación como la titularización y el
4
apalancamiento o leverage) transforman las estructuras productivas, sociales e incluso
mentales de las sociedades contemporáneas.
En este sentido la financiarización ha sido definida como “el incremento del poder
financiero en lo económico, lo político y lo social, hasta tal punto que (…) el complejo
entramado de mercados, actores, agencias, fondos, bancos, empresas, consultoras,
intermediarios, vendedores y comisionistas (…) han conseguido troquelar el
comportamiento de los demás agentes e instituciones públicas y privadas hasta llegar a
decretar qué es lo legítimo e hasta incluso qué es lo “real” (Benito Alonso y Fernández
Rodríguez, 2012:10, adaptación propia). En definitiva, la idea general vendría a ser que
la financiarización tiene que ver con la creciente importancia de las finanzas en la
economía, la sociedad y la política. En lo económico la creciente importancia de las
finanzas se traduciría en una participación cada vez mayor del sector financiero (como
quiera que éste se defina) en el Producto Interior Bruto, el empleo y otras variables
económicas clave. En cuanto al creciente peso de lo financiero en la sociedad, se
reflejaría en la preeminencia social, en términos de salarios, estatus y legitimidad en el
discurso que se otorga a las profesiones asociadas al sector financiero. Esto se refleja,
entre otras cuestiones, en el número de estudiantes que se matriculan en estudios
“financieros” (frente a la caída de matrículas en estudios de ingeniería, tradicionalmente
ligados a la industria), en el tratamiento mediático que reciben las acciones de la banca
(y sus representantes) e incluso en el surgimiento de obras de ficción dedicadas a
ensalzar el rol de algunos financieros. Por último, la influencia lograda por el ámbito de
lo financiero en lo político se traduciría en dos fenómenos relacionados. Por un lado, la
influencia de lo financiero en la política se refleja en la capacidad del sector financiero
de influir en la política, y en este sentido un ejemplo especialmente paradigmático son
los condicionantes que el pago de la deuda impone a las políticas públicas. Por otro
lado, esta influencia de las finanzas en lo político se ve también en que, cada vez más,
se tiende a ver como socialmente deseable o incluso necesario que los puestos más
importantes de una sociedad los ocupen profesionales de las finanzas o al menos
personas con formación en el área.
En definitiva, desde este punto de vista la financiarización sería una nueva fase de la
historia en que la financiación se convierte en un elemento clave en cómo se articulan
las sociedades humanas. Pero no cabe hablar de que esto sea una novedad, ya que, en
realidad es imposible pensar, si quiera en términos lógicos, en una sociedad para la cual
la financiación no haya sido una cuestión clave. Lo novedoso es cómo se gestiona la
financiación, no que ésta sea una cuestión socialmente clave. La financiarización no
tiene que ver con que la financiación se convierta en una cuestión social clave, sino
con que ésta se da a través de unos canales determinados. De hecho, un elemento
clave de la financiarización es el oscurecimiento del hecho de que la financiación es una
cuestión intrínsecamente social. Pues, en términos sociológicos, la financiación no es
más que el proceso mediante el cual los recursos de unos grupos sociales permiten a
otros grupos acometer actividades que no podrían hacer de tener que limitarse con sus
recursos propios. Durante su infancia todos los padres financian a sus hijos: con ayuda
del estado, de la banca o de la comunidad, les permiten llevar a cabo actividades
(estudiar, jugar) que no podría hacer, o al menos no durante tanto tiempo y con tanta
intensidad, de contar tan sólo con los recursos propios. Desde este punto de vista podría
plantearse que la vida de la especie humana es, por su propia condición animal,
5
intrínsecamente “financiada”, ya que el período de crianza en los seres humanos es
incomparablemente mayor que el de otras especies. En Sociología Económica existe
una larga tradición de estudio de los tipos de relaciones que se dan en torno a la
economía y que permiten la transferencia de recursos entre grupos humanos
(reciprocidad, redistribución, relaciones de mercado; al respecto véase Mingione, 1994).
Al plantear sus tipos ideales de capitalismo (al respecto puede verse, por ejemplo,
Santana Turégano, 2007) Weber recordaba que uno de los mecanismos mediante el cual
los recursos de unos grupos sociales pueden financiar las actividades de otros es a través
de la apropiación mediante guerra o rapiña. En cuanto al crédito como mecanismo de
financiación, es un tipo de relación social con más de 5.000 años de antigüedad, es
decir, prácticamente desde que las sociedades humanas empiezan a complejizarse surge
algún tipo de relación de crédito (Beckert, 2013). Por lo tanto, lo novedoso en la
financiarización no es la financiación, sino el carácter que ésta toma.
3 La financiarización: origen del concepto y diferentes
tradiciones.
E concepto de financiarización intenta reflejar cómo el fenómeno de la financiación, un
tipo de relación social que se ha dado en todos los tiempos y culturas, se empieza a
manifestar de una forma significativamente distinta a partir de finales del siglo XX en
las sociedades capitalistas más avanzadas, lo que tiene importantes consecuencias
sociales. El concepto de surge a finales del siglo XX en el mundo académico anglosajón
(fundamentalmente en los EEUU) para dar cuenta de los importantes cambios
sociopolíticos que atravesaba la primera economía mundial (los Estados Unidos). Tiene
dos fuentes teóricas diferenciadas, la economía política y la sociología económica, que
se interrelacionan sólo parcialmente y que son periféricas respecto a la disciplina
hegemónica en la construcción del discurso dominante sobre la realidad socio-
económica, la corriente principal de la economía neo clásica, en la línea de la Escuela
de Chicago. Como señala García-Arias (2015), desde inicios del siglo XXI el término
inglés “financialization” se ha convertido en un concepto ampliamente usado en las
revistas académicas de más impacto en sociología, geografía, ciencia política y
economía no ortodoxa, pero es prácticamente inexistente en las revistas y ámbitos
académicos dominados por la economía ortodoxa. Esto es un reflejo del hecho de que
en Ciencias Sociales la mera conceptualización de un fenómeno implica una toma de
postura ideológica acerca del mismo. Como plantea dicho autor, para el pensamiento
económico convencional el término es difícilmente distinguible del concepto de
finanzas. No distinguir la financiarización de la financiación implica ver (y analizar) los
importantes cambios que se han dado en la manera en que se hace efectiva la
financiación en los últimos años como una cuestión meramente técnica (económico-
financiera), soslayando las importantes consecuencias sociales, en términos de
desigualdad y de nuevas formas de hacer políticas públicas y empresariales, que acaban
teniendo importantes consecuencias para la vida cotidiana de las personas.
Como suele suceder con los procesos multidimensionales con fronteras borrosas, el
término “financiarización” carece de una definición de consenso y no ambigua en la
literatura académica, como remarca García- Arias (2015). Haciendo una síntesis de la
literatura existente, plantearé aquí que existen fundamentalmente dos tradiciones en el
6
análisis y conceptualización de la financiarización. Por un lado, la tradición de la
economía política, sintetizada en la obra de Lapavitsas (2013). Por otro, la tradición de
la Sociología Económica, sintetizada en la obra de Van der Zwan (2014). Son dos
tradiciones que se relacionan sólo parcialmente porque, tal y como plantea Beckert
(2013), compartiendo el distanciamiento de las premisas de la economía clásica y el
interés por los fenómenos socio- económicos, las tradiciones intelectuales de la
economía política y de la sociología económica difieren, entre otras cuestiones, en el
ámbito de análisis que se privilegia (macro frente a micro, respectivamente), en las
cuestiones a analizar (regímenes de acumulación frente a sistemas de gestión u
orientaciones temporales) y, a menudo también, en las técnicas y enfoques que se
aplican, por lo que no es sorprendente que estudiando un mismo fenómeno se llegue a
conceptualizaciones ligeramente distintas del mismo.
Desde el punto de vista de la Economía Política la financiarización sería “una
transformación sistémica de las economías capitalistas maduras que comprende tres
elementos: en primer lugar, las grandes corporaciones no financieras han reducido su
dependencia de los préstamos bancarios y han adquirido capacidades financieras; en
segundo lugar, los bancos han expandido sus actividades de mediación en los mercados
financieros, además de prestar a los hogares; en tercer lugar, los hogares se han
involucrado cada vez más en el ámbito de las finanzas, tanto como deudores como
titulares de activos financieros (Lapavitsas, 2013:611, traducción y adaptación propias).
Desde un punto de vista más cercano a la Sociología Económica, van der Zwan (2014)
define a la financiación como un conjunto de cambios en las economías y sociedades
contemporáneas con tres manifestaciones distintas en función de los ámbitos de análisis.
En primer lugar, a nivel macro, la financiarización se relaciona con la emergencia de un
nuevo régimen de acumulación, siguiendo la tradición de la escuela francesa de la
regulación, y de las aportaciones que desde la economía política marxista, en la línea de
la Monthly Review se han realizado. En segundo lugar, a nivel meso, la financiarización
se concreta en un nuevo paradigma en la gestión empresarial: las empresas pasan a
gestionarse en función del shareholder value. Siguiendo la línea iniciada ya a mitad de
la década de 1980 por sociólogos tan influyentes en la teoría de la organización
norteamericana como Fligstein (véase Fligstein, 1987), la financiarización se asocia con
cambios en los equilibrios de poder en el seno de las grandes empresas, que son, cada
vez más, propiedad de una multitud de accionistas, entre los que juegan un papel clave
los inversores institucionales, es decir, los fondos de pensiones o de inversión que
canalizan los ahorros de muchos pequeños (o no tan pequeños) inversores (particulares
o no) hacia unas u otras acciones. Esto cambia la forma en que se elaboran las
estrategias empresariales, que se orientan cada vez más al corto plazo 3
Por último, en
tercer lugar, la financiarización tiene que ver también con lo que se ha dado en llamar
“la financiarización de la vida cotidiana”: la penetración del ámbito de lo financiero en
ms y más aspectos de la vida cotidiana de un número cada vez más amplio de personas
en todo el planeta.
3 Se trata de un tipo de capital que es también, crecientemente transnacional. Por poner un ejemplo, gran
parte de las acciones de una gran empresa petrolífera española puede estar en manos de un fondo de
inversión que se gestiona desde otro país. Puede tratarse de un fondo soberano, como es el caso de los
países productores de petróleo; puede ser, en otros casos, el fondo de pensiones de los empleados
públicos del estado de California, conocido como Calpers).
7
4 La financiarización como financiarización de la vida cotidiana.
Como podemos ver existe consenso acerca de la idea de que la financiarización
constituye una transformación de las economías (y sociedades) contemporáneas. Pero
existe bastante menos consenso acerca de en qué consiste esta transformación. De los
tres elementos señalados por Lapavitsas (2013), sólo uno resulta coincidente con la
caracterización que desde un enfoque más cercano a la Sociología Económica se hace
del fenómeno, lo que se ha dado en llamar “financiarización de la vida cotidiana” (Van
der Zwan, 2014; Kornrich y Hicks, 2015). En los últimos 50 años las finanzas han
dejado de ser un ámbito social especializado. A mitad del siglo XX sólo una reducida
parte de la población mundial tenía contacto cotidiano con dicho mundo, y su vida se
veía afectada por él. El número de personas que poseían cuentas corrientes y medios
financieros de pago (tarjetas de crédito y débito), que poseían activos financieros
(depósitos, acciones de empresas, bonos estatales) y/o que se relacionaban con la banca
en cuanto que deudores (tenían hipotecas o préstamos al consumo) era muy limitado:
afectaba tan sólo a una pequeña parte de la población de los países más centrales del
capitalismo. Lo que es nuevo no es el fenómeno en sí, sino su extensión, tanto
geográfica como entre las distintas clases sociales. Como relata de manera magistral
Piketty (2014), desde finales del siglo XVIII y principios del XIX existían en Francia y
el Reino Unido grupos sociales que basaban parte de su estilo de vida en lo que podría
considerarse el cobro de rentas financieras (bonos del estado)4.
¿Qué significado sociológico tiene esta “financiarización” de la vida cotidiana? Desde
la perspectiva sociológica la financiación no deja de ser una manera en que unas
personas se relacionan con otras. En este sentido, la financiarización de la vida cotidiana
implica que, a menudo sin ser conscientes de ello, mantenemos relaciones con otras
personas muy distantes geográfica, social y económicamente, y en un sentido que a
menudo se escapa a los sujetos que mantienen estas relaciones. Como plantea Piketty
(2014), usando ejemplos de las novelas de Jane Austen y Balzac, quien a finales del
XVIII o principios del XIX tenía capital (dinero) tenía dos maneras de mantenerlo /o
incrementarlo. Podía tener tierras en propiedad, y cobrar una renta por el uso de las
mismas a los agricultores que las ponían en explotación. O bien, y es una opción que se
va incrementando a medida que se va desarrollando el sistema financiero, podía vender
sus tierras e invertir el líquido resultante en activos financieros, que entonces eran
fundamentalmente bonos emitidos por los gobiernos para financiar sus actividades, en
menor medida acciones de empresas mercantiles5. Por su parte, quien en aquella época
4 En la primera mitad del siglo XX, en el período de entreguerras, obras literarias como la de Hemingway
retrataban el estilo de vida de una clase adinerada cuyas formas de vida se explicaban en gran medida, ya
entonces, por la evolución de las finanzas internacionales. La novela de 1926 “Fiesta” (en inglés “The
sun also rises”) retrata el estilo de vida de los expatriados americanos en París, donde se habían instalado
favorecidos por el tipo de cambio; algunos de los personajes eran adinerados ingleses que habían
invertido su fortuna en bonos de guerra franceses y que consecuentemente se habían arruinado.
5 La bolsa de Londres se había fundado en 1801, si bien existían antecedentes desde que finales del siglo
XVII. Ya entonces la Bolsa de Ámsterdam operaba, en el sentido moderno, desde la fundación de la
Compañía Holandesa de las Indias Orientales, que, según algunas estimaciones, pagó un dividendo medio
del 16% entre 1602 y 1650. Desde los inicios de la época moderna (en España, los Reyes Católicos) los
gobernantes han recurrido a métodos de financiación relativamente impersonales para financiar sus
8
carecía de capital sólo tenía una forma de conseguir “financiación” para sus actividades:
solicitarlo a quien poseía el capital. Lo cual se traducía, en la mayoría de los casos, en
pagar por el uso del capital. Para los trabajadores agrícolas, entregar una parte de la
producción (agrícola) a quienes poseían el capital (los terratenientes). Para las personas
que deseaban tener una vivienda, pagar un alquiler al propietario que la posee. En una
economía poco financiarizada las relaciones económicas unen a personas concretas, con
nombres y apellidos: el terrateniente X, el medianero Y; el casero W, el inquilino Z. Se
trata de personas que están físicamente cercanas, si bien socialmente pueden vivir en
mundos aparte.
En la medida en que la sociedad se va financiarizando, las relaciones económicas se van
despersonalizando. Así, en vez de agricultores ingleses o franceses que entregan una
parte de la producción a los propietarios de la tierra (también ingleses o franceses) nos
podríamos encontrar con autónomos o pequeños empresarios indonesios que pagan una
parte de la producción (en concepto de “pago de intereses”) a los propietarios del capital
(el préstamo que solicitaron para iniciar la actividad), que puede ser una multitud de
pequeños ahorradores situados en distintos países y agrupados en un fondo de inversión.
En el mismo sentido, en lugar de pagar un alquiler a una persona concreta, a menudo
pagamos una cuota por una hipoteca a un banco. Cuando la actividad de la banca era
fundamentalmente local y no existía la titularización, ello implicaba que estábamos
pagando, de manera indirecta, una renta a los ahorradores o capitalistas locales. En la
actualidad mediante la titularización de las hipotecas, y dado que muchos fondos de
inversión invierten en gran medida en activos inmobiliarios, podríamos decir que, en
sentido figurado, al pagar una hipoteca en muchos casos es como si estuviéramos
pagando un alquiler a un conjunto de pequeños “caseros” que pueden estar unos en
Alemania y los otros en Australia.
Como muestra Van der Zwan (2014) existe una importante literatura en inglés que
estudia de manera empírica las formas que ha ido adoptando esta financiarización de la
vida cotidiana mediante estudios de casos, fundamentalmente en Estados Unidos. Así,
se han analizado cómo han ido surgiendo una “popularización de las finanzas”, que ha
incorporado a los hogares de clases medias y bajas a los mercados financieros, mediante
la inversión en fondos de pensiones, los créditos al consumo, las hipotecas y otros
productos financieros de masas. Como plantean Kornrich y Hicks (2015), el concepto
de financiarización, originado en el entorno académico anglosajón, responde en parte a
las particularidades de dichas sociedades, por lo que se cuestiona a veces su aplicación a
escala planetaria. En este sentido podría decirse que la popularización de la inversión,
sea en fondos o directamente en acciones, es un fenómeno más generalizado en los
países anglosajones que en España o en otros países, si bien está indudablemente en
ascenso en todo el mundo. Pero los otros dos fenómenos que se asocian a la
financiarización de la vida cotidiana, como son los créditos al consumo y las hipotecas
tienen una gran transcendencia para el conjunto del planeta, si bien evidentemente
existen variaciones por países. En España las hipotecas representan un papel clave en
esta financiarización de la vida cotidiana, al tratarse de unos de los países en que el
empresas y/o campañas, reclamando dinero de sus súbditos, nobles o pueblo llano. Esto es un cambio
respecto a métodos más feudales en que el carácter personal de las relaciones era más evidente. La
relación de vasallaje implicaba, obligación de realizar aportaciones económicas (de financiar) para el
vasallo y obligación de proveer de una serie de bienes y/o servicios (fundamentalmente, protección frente
al pillaje y la guerra) para el soberano.
9
porcentaje de viviendas en propiedad es más elevado; en otros países europeos pueden
tener más importancia los créditos al consumo. Así por ejemplo, en Francia el nivel de
viviendas en propiedad es más bajo, pero los créditos al consumo se han desarrollado
más, lo que explica que empresas francesas como Cetelem o Cofidis jueguen un papel
clave en dichos mercados en nuestro país (sobre los créditos al consumo en Francia
véase Ducourant, 2012). Por último, en países en vías de desarrollo otros instrumentos
financieros como los microcréditos juegan quizá un papel más importante en la
financiarización de la vida cotidiana (véase García- Arias, 2015, sobre financiarización
y desarrollo).
En cualquier caso, este fenómeno ha sido posible por importantes cambios tecnológicos
e institucionales. Por un lado, los avances en las tecnologías de la información han
hecho posible que todo tipo de personas se conviertan en inversores, sin necesidad de
estar físicamente en la cercanía de las bolsas y de los grandes centros financieros. Al
mismo tiempo, para que este fenómeno se haya dado ha sido importante el papel de
intermediarios jugado por la banca, el desarrollo de productos novedosos como los
derivados financieros, modelos matemáticos y teorías económicas que legitiman estas
prácticas (MacKenzie, 2006) e instituciones globales que los monitoricen (Sinclair,
2014). Por último, la financiarización de la vida cotidiana implica la generalización de
unos determinados esquemas mentales. Van der Zwan (2014) pone de manifiesto como
la financiarización se ha dado en paralelo a la generalización de un ethos caracterizado
por discursos de asunción de riesgos, auto gestión y auto satisfacción. Boltanski (2015)
señala que la en los últimos treinta años se han dado cambios importantes en los
mecanismos de evaluación financiera, que han entronizado a determinados métodos de
evaluación financiera6, como los únicos posibles. Para esta autora, la financiarización
tiene que ver con la colonización de métricas y razonamientos propios de una
determinada concepción de las finanzas, lo que ella denomina “evaluación
financiarizada” de ámbitos de la vida de los que hasta entonces estaba ausente. La
evaluación financiarizada podría definirse como el uso de procesos de evaluación
basados en los modelos, instrumentos y representaciones mentales de las corrientes
dominantes entre los profesionales de las finanzas en los últimos años. Siguiendo a
Boltanski, la evaluación financiarizada colonizó en primer lugar las actividades
financieras. Estos sistemas de evaluación se han desarrollado recientemente, ya que
históricamente las propias actividades financieras han usado criterios de evaluación
distintos de los que ahora tienden a presentarse como únicos. Posteriormente, esta
evaluación financiarizada ha colonizado todo tipo de actividades, desde las actividades
artísticas al medio ambiente, para alcanzar por último a toda la vida cotidiana. De forma
coloquial, podría afirmarse que la financiarización tiene que ver con que al final todos
acabamos viendo todos los ámbitos de nuestra vida con la mentalidad de un analista
financiero contemporáneo, evaluando rentabilidades, probabilidades de éxito de la
inversión y otras cuestiones similares en función de estas herramientas conceptuales,
basados en conceptos estadísticos como la predicción de comportamientos futuros en
base a proyecciones del pasado que han sido fuertemente criticados (al respecto véase
por ejemplo Taleb, 2013). En cualquier caso, el primer paso de esta colonización ha
6 En concreto, el Valor actual neto (NPV, por sus siglas en inglés, Net Present Value), las estimaciones
del valor basadas en probabilidades (probability- based estimation of value) y los precios de mercado
(market prices)
10
sido la victoria de este tipo de enfoques en la gestión de las empresas, por lo que es lo
que analizaremos a continuación.
5 La financiación y los nuevos paradigmas de gestión.
Como ya señalamos anteriormente la financiarización suele entenderse también como la
extensión de un nuevo paradigma de gestión empresarial basado en el shareholder value
y, en paralelo a esto, en la función cada vez más importante que juegan los
profesionales de las finanzas (entendidas en una manera determinada) en la gestión de
las empresas. Se trata de un proceso que, si bien se inicia en las grandes empresas
americanas (lo que en inglés se denomina “corporations”) se extiende posteriormente
como modelo a seguir para el conjunto del tejido empresarial. Sobre esta línea se han
realizado numerosos trabajos empíricos, tanto en los Estados Unidos como en otros
países como Japón, Reino Unido o Alemania, y aportaciones como la de Froud et al
(2006) han tenido una considerable influencia.
El concepto de valor para el accionista (shareholder value) es una teoría de la gestión
empresarial que prioriza al accionista frente a otros agentes que intervienen en empresa.
Van der zwan (2014), haciendo una exhaustivo repaso de la literatura existente señala
tres significados distintos que se dan a este concepto. En primer lugar, el shareholder
value ha sido definido como una concepción financiera de la empresa en la que la
eficiencia empresarial se redefine como la habilidad de maximizar los dividendos y
mantener elevados los precios de las acciones (Fligstein, 1990). En segundo lugar, el
concepto de shareholder value se ha asociado a un determinado conjunto de prácticas de
negocio, como la introducción de estándares internacionales de contabilidad y la
orientación al corto plazo, lo que acaba influyendo en cuestiones clave como la
externalización de actividades productivas por parte de las empresas. Por último, esta
idea de “valor para el accionista” o shareholder value ha sido conceptualizada también
como un constructo discursivo, un lenguaje de expectativas de los mercados financieros
que opera de manera independiente al rendimiento de una empresa, en la línea de los
trabajos de Froud et al (2006).
La preocupación central última de este enfoque de la financiarización como shareholder
value es cómo la evolución de los mercados financieros influye en la gestión cotidiana
de las empresas. Esta influencia puede darse a través de tres mecanismos. En primer
lugar, para las empresas que cotizan en bolsa, la influencia de los mercados financieros
en la gestión cotidiana de las empresas pasa por la manera en que los primeros han
evolucionado en los últimos años. Las tendencias en los últimos años, como la
automatización del comercio o trading y la liberalización del mercado de capitales han
ocasionado que, en la actualidad, quienes poseen acciones las mantengan durante
períodos de tiempo mucho más pequeños que antiguamente: “mientras que en 1965 los
fondos de pensiones norteamericanos mantenían las acciones durante un promedio de
46 meses, en el año 2000 gran parte de la cartera de estos inversores institucionales
cambió de mano cada 3,8 meses como promedio” (Sennet, 2006:39). Esto implica un
nuevo modo de gestionar las empresas. Cuando las acciones pueden comprarse y
venderse fácilmente en el mercado de capitales, y especialmente cuando la
11
remuneración de los gerentes se relaciona con las participaciones en el capital (stock
options) la gestión se centra, más que en lograr incrementar los dividendos que se pagan
por cada acción, lo cual depende en último término de rendimiento de la empresa, en
lograr que se incremente el precio por acción: “la medida de los resultados estaba en el
precio de las acciones y no en los dividendos de la empresa. Comprar y vender
acciones en un mercado abierto y fluido redituaba más rápidamente- y más
abundantemente- que el mantener los valores accionarios durante un tiempo
prolongado” (Sennet, 2006: 39). En principio esta nueva manera de gestionar las
empresas afectaría de manera directa tan sólo a las grandes empresas cuyo capital está
repartido en acciones que cotizan en bolsa, y sus valores son por lo tanto fácilmente
intercambiables. Para el caso de España se trataría de las empresas cotizadas en “Bolsas
y Mercados Españoles (www.bolsasymercados.es). Siendo este estilo de gestión
originario de los Estados Unidos cabe pensar que existen importantes diferencias entre
países, en la línea de lo que señala la literatura denominada “variedades del capitalismo”
(al respecto véase, por ejemplo, Hall y Soskice, 2001; para una revisión actual,
Schneide y Paunescu, 2012). Van der Zwan (2014), haciendo un revisión de la literatura
existente sobre la financiarización como shareholder value muestra que existen
diferencias importantes entre países, y parece que estudiar el caso español podría
contribuir a rellenar un vacío en el conocimiento.
En cualquier caso, este nuevo paradigma de gestión empresarial, orientado a conseguir
incrementar el valor de las acciones, más que a incrementar el rendimiento por acción,
se extiende también a otro tipo de empresas que no cotizan en bolsa. Para aquellas que,
para financiarse, recurren fundamentalmente a la banca (a los mercados financieros), la
presión puede pasar por la manera en que se solicitan los documentos (contables) para
acceder a la financiación, lo que acabaría teniendo, en cualquier caso, un efecto
disciplinario. Por último, y en relación con esto, los nuevos paradigmas de gestión
empresarial, inspirados en empresas que cotizan en bolsa y en las cuales los gerentes
son directivos profesionales que cobran parte de su remuneración en forma de
participación en acciones (stock options) se convierten en una moda que los centros de
difusión del pensamiento (como, por ejemplo, la Harvard Business School) difunden
por todo el mundo, y que se tiende a enseñar y/o asumir como modelos a imitar también
para la dirección de empresas que, por financiarse de otra manera, podrían gestionarse
también de modo distinto.
6 La financiarización y los nuevos regímenes de acumulación.
Hemos dejado para el final el primer significado que Van der Zwan (2014), en la que
posiblemente es la revisión más sistemática sobre el tema, otorga al término de
“financiarización”. La financiarización ha sido definida como un nuevo régimen de
acumulación, en el que los beneficios se obtienen fundamentalmente a través de canales
financieros y no a través del comercio y la producción de mercancías (Krippner,
2005:274; citado en Van der Zwan, 2014:103, traducción propia). Desde este punto de
vista la financiarización se traduce en que no sólo se incrementaría el peso de la
industria financiera en el PIB de las economías más avanzadas, sino también en que los
beneficios que se consiguen a través de intereses, pago de dividendos y ganancias de
capital son mayores, para las grandes corporaciones no financieras, que los que se
12
obtienen a través de la inversión productiva. Este enfoque, que sigue los planteamientos
de Arrighi (1994) sobre el declive de las economías, relaciona la financiarización con
una ralentización de la acumulación. Esta conceptualización de la financiarización surge
del análisis de la economía norteamericana. Desde este punto de vista, enfrentados a una
mayor competencia internacional y a las demandas de los titulares de las acciones de
una mayor remuneración por las mismas. Los fabricantes norteamericanos
externalizarían la producción a empresas extranjeras para rebajar los costes. En dicho
contexto, las ganancias de la productividad no se reinvierten en las empresa, sino que se
usan para adquirir productos financieros o se redistribuyen beneficios a los accionistas
(Van der Zwan, 2014).
Este tipo de planteamientos ha sido analizado de manera empírica en un número
monográfico de la prestigiosa Socio- Economic Review. Soener (2015) realiza un
análisis empírico en firmas del sector textil y del calzado en EEUU para comprender los
motivos por lo que las empresas se financiarizan. La financiarización, que ejemplifica
en el comportamiento empresarial de Nike, la considera la estrategia por la cual los
beneficios empresariales, que antes se dedicaban a fines como la reinversión, tienen en
el nuevo escenario dos destinos principales: por un lado, un mayor reparto de
beneficios. Por otra, la re- compra de inversiones financieras a corto plazo. Partiendo de
los enfoques de la economía institucionalista y de la economía política, incorporando
ideas como la de las “cadenas globales de valor”, identifica dos pautas distintas de
“financiarización”, concluyendo que el tipo de financiarización que efectivamente tiene
lugar se relaciona con el lugar que ocupa una empresa en la cadena global de valor.
Álvarez (2015) define la financiarización como dos procesos interconectados: por un
lado, la ascendencia creciente del sector financiero y su dominio de la economía; por
otra parte, la creciente participación de las corporaciones no financieras en los mercados
de capitales y en los servicios financieros, y analiza en qué medida esto puede influir en
la desigualdad salarial. De los resultados de su estudio para el caso de Francia deduce
que, en la medida en que las empresas dependen de los beneficios financieros en mayor
medida, tienden a disminuir la parte de los beneficios que dedican al pago de salarios.
En una línea de trabajo conectada parcialmente con ésta, Flaherty (2015), tras revisar las
distintas acepciones del término “financiarización”, plantea que en términos de
estructura de clases la era de la financiarización se relacionaría con el ascenso de una
“élite del poder financiero”, que obtiene su riqueza de los beneficios financieros e
inmobiliarias y de los pagos ejecutivos (executive pay) Por último, y en esta misma
línea, Hager (2015) explora la concentración de la deuda pública en las empresas
financieras, y plantea que ésta concentración se da en paralelo a cambios en las políticas
gubernamentales que benefician a estos poseedores de deuda pública
7 Conclusiones: financiarización y peformatividad.
De acuerdo a los datos expuestos por Godechot (2015), el peso del sector financiero en
el PIB se ha multiplicado por 1,7 desde la década de 1980, pasando de representar un
5% a un 8% de la economía, tanto para el conjunto de países de la OCDE como para los
13
Estados Unidos. Aunque se trata sin duda de un crecimiento importante, no es
comparable al experimentado por la industria durante los procesos de industrialización.
A raíz de la Revolución Industrial el grueso de la población activa de los países
avanzados pasó de trabajar en la agricultura a hacerlo en la industria. En este sentido es
difícil plantear que la financiarización sea una transformación estructural comparable a
la industrialización. En teoría, el concepto de financiarización tendría su razón de ser en
que ayudaría a comprender las transformaciones estructurales de las economías
contemporáneas. Una primera precaución al respecto ya ha sido expuesta por autores
como Van der Zwan (2014): el término surge a partir del análisis de la sociedad y la
economía norteamericana y, como pone de manifiesto los trabajos de la literatura de las
“variedades del capitalismo”, es posible que los fenómenos que pretende recoger el
concepto de financiarización se den de manera relativamente distinta en otros países del
mundo. Por lo tanto, parece pertinente plantearse en qué medida el concepto puede
aplicarse a todo el mundo y en dónde residen las claves de su éxito, si tiene que ver con
su potencialidad para comprender las sociedades contemporáneas o con otros factores.
Y, sobre todo, es importante analizar en qué medida este nuevo concepto ayuda a
comprender mejor las sociedades contemporáneas.
En cuanto a la aplicabilidad del concepto a escala planetaria, empezando por el primero
de los significados de la financiarización que hemos revisado, parece evidente que la
“financiarización de la vida cotidiana” es mucho más intensa en países como los
Estados Unidos o el Reino Unido que en otros como Marruecos, Colombia o España. Es
innegable, en cualquier caso, que el rol que desempeña la cultura norteamericana en la
cultura mundial contribuye a difundir a escala planetaria fenómenos originariamente
anglosajones, y parece por tanto que un cierto grado de financiarización está presente
hoy en todas las sociedades del mundo. Entre otros motivos, porque instituciones como
el FMI o el Banco Mundial relacionan la ayuda que conceden al desarrollo con medidas
que acaban fomentando cierto grado de financiarización de la vida cotidiana. Así, por
ejemplo, podría plantearse que medidas como los microcréditos contribuyen al
surgimiento de una cierta mentalidad financiera, en entornos culturales para los cuales
ésta era completamente ajena hasta hace poco, al estilo de cómo ésta se ha desarrollado
históricamente en los centros capitalistas. En este sentido la “financiarización” puede
considerarse “la fase actual del capitalismo”, en la medida en que es un proceso que
implica la mercantilización, monetarización (y, en último término, financiarización) de
cada vez más ámbitos de la vida. En cuanto a la “financiarización como un estilo de
gestión” tendría un canal directo y otro canal indirecto de difusión. Por canal directo nos
referimos a que muchas compañías transnacionales, como las analizadas por Froud et al
(2006), provenientes o no de los USA, han acabado desarrollando estilos de gestión
cercanos al paradigma del sharholder value, porque se enfrentan a situaciones bastante
parecidas. Pero es que, además, a través de la literatura de gestión, como la analizada
por Fernández Rodríguez (2007), éste paradigma se convierte en una moda de gestión,
que pueden acabar copiando e implementando gestores de empresas que no cotizan en
bolsa y cuyo entorno puede estar por tanto sólo indirectamente influenciado por los
mercados financieros.
Por último, respecto a la financiarización como un nuevo régimen de acumulación,
creemos que las aportaciones que hace al respecto Lapavitsas (2013), apoyándose en el
concepto de Marx de “capital monetizado” son clarificadoras. Puede que las finanzas
tengan un peso cada vez mayor en la economía, pero no pueden considerarse un sector
productivo porque no producen, son más bien un pre- requisito para el funcionamiento
14
de la economía, dirigiendo el capital hacia unas inversiones u otras. La idea de que “la
acumulación se da cada vez más a través de canales financieros”, que hace referencia
al concepto Keynesiano del “rentista”, alguien que tiene su capital invertido tan sólo
medios financieros olvidaría el hecho fundamental de que en último término las
inversiones financieras tienen una contrapartida en inversiones reales. Remitiéndonos al
escenario de muchas películas, con gran capacidad para configurar imaginarios
colectivos a nivel global, pareciera que si analizáramos el capitalismo en la ciudad de
Nueva York éste ha cambiado significativamente. Porque “la clase capitalista” (el rostro
del capitalismo) estaba compuesta antiguamente por personas como los Rockefeller
cuyo capital eran activos tangibles (pozos de petróleo o edificios) mientras que en la
actualidad podemos encontrar una clase capitalista cuyos activos son cosas tan
aparentemente intangibles como “fondos de inversión”. Pero no hay que olvidar que
todos los activos intangibles tienen contrapartidas tangibles. Y es que, al fin y al cabo,
esos fondos de inversión se acaban convirtiendo en activos bien tangibles para la start-
up de Silicon Valley o para la fábrica de televisores en Malasia en las cuales se acaban
invirtiendo el dinero del magnate que reside en la Park Avenue neoyorquina.
Recordemos, una vez más, que nuestra propuesta de investigación es considerar la
financiarización como una nueva manera mediante la cual las personas se relacionan
entre sí a través del dinero. Si bien los rentistas del XIX que citaba Piketty (2014) ya se
relacionaban, a través de sus inversiones, con personas muy distantes geográfica y
socialmente, y ello no es por tanto un fenómeno estrictamente nuevo, la extensión e
intensidad del fenómeno le da un carácter distinto al mismo. La novedad sería, en
cuanto al sistema de acumulación del capitalismo, no tanto que la financiarización
constituya un sistema de acumulación enteramente nuevo, sino la existencia de rentas,
promovidas por la desregulación financiera, como ya ha sido ampliamente tratado en la
literatura (para una revisión al respecto véase, por ejemplo, Godechot, 2015:37).
¿Por qué se ha convertido el neologismo “financiarización” en un término generalizado
en las Ciencias Sociales, especialmente entre algunas de estas? Porque lo que parece
innegable es que el concepto ha alcanzado un importante éxito, tanto mediático como
académico. En el ámbito más genérico y mediático, una consulta al buscador Google en
abril de 2016 por el término inglés “financialization” arrojaba un total de más de
300.000 entradas. A título de comparación, señalar que el término “liquid modernity”,
inspirado en las ideas del Zygmunt Bauman arrojaba tan sólo 177.000 resultados y
539.000 el término “postmodernity”. Para el mismo período de referencia (abril de
2016) la Wikipedia recoge entradas para el término financialization en inglés y términos
equivalentes en otros siete idiomas8. De nuevo a modo de comparación, la entrada para
el término “finance capitalism” tiene menos de la mitad de páginas de extensión y está
disponible en menos idiomas9. En definitiva, parece que, según se desprende de la
presencia del término en Google, el neologismo “financiarización” se está convirtiendo
en la palabra más usada para referirse, de manera sin duda a menudo imprecisa, a los
cambios en la economía y sociedad contemporánea.
7 En realidad, cabe pensar que películas como “Capitalismo una historia de amor” o “Inside Job” lo que
hacen es reflejar justamente esta idea: el sistema capitalista está funcionando mal porque permite la
existencia de rentistas: personas que se enriquecen sin aportar nada a la economía real, extrayendo rentas
como un “parásitos” de la economía. 8 Francés, español, sueco, neerlandés, alemán, griego y tamil.
9 En la versión para descargar como PDF, 3 páginas frente a las 7 del término “financialization”. En este
caso, los idiomas son: árabe, alemán, español, coreano, polaco y portugués.
15
También en el ámbito académico el término inglés “financialization10
” y sus
traducciones parece estarse consolidando como un término cada vez más usado. Una
consulta a Google Académico, siempre para el mismo período de referencia (abril de
2016) arroja un total de casi 17.000 documentos para el término “financialization”.
Algunos de estos han sido citados en cerca de 1.000 ocasiones (Kripner, 2005; Epstein,
2005), mientras que otras obras, también muy influyentes, han sido citados en torno a
500 veces (Palley, 2007; Froud et al, 2006). En francés, el término “financiarisation”
arroja más de 6.000 resultados, si bien el autor más citado en dicha lengua bajo este
término (Salama, 1996) es bastante menos citado (en torno a las 50 citas). En español la
búsqueda por “financiarización” arroja un total de algo más de 3.000 resultados, si bien,
salvo el libro de López Hernández y Rodríguez López11
(2010), que ha sido citado más
de 100 veces, ninguno ha sido citado en más de 25 ocasiones. Por último, en italiano el
término “finanziarizzazione” arroja en Google Académico algo más de 1.800 resultados,
siendo la más citada la obra de los sociólogos Salento y Massino sobre financiarización
y empleo, con tan sólo 12 citas (Salento y Massino, 2013).
¿Cuáles son las claves que permite entender el éxito académico y mediático del
concepto? En un discussion paper publicado en diciembre de 2015, Godechot, figura
importante de la sociología económica francesa, señalaba que las denuncias del
movimiento Occupy Wallstreet (otoño de 2011) acerca del excesivo peso de las finanzas
en la economía y del enriquecimiento de la parte ya más rica de la población enlazaba
con el programa de investigación desarrollado en la década del 2000 en torno al
concepto de financiarización (Godechot, 2015:1). Ese movimiento estaba inspirado, al
menos parcialmente, por las protestas del 15 de mayo del mismo año en España, y
recibió cierto reconocimiento simbólico del presidente norteamericano B. Obama. Un
repaso a las figuras más prominentes en el campo teórico de la “financiarización”
refuerza la idea de la conexión entre lo político y lo científico. Los autores del
documento más citado en español con el término “financiarización” son, además de
periodistas, políticos del grupo que se considera a sí mismo heredero de las
movilizaciones del 15- M. En inglés, Lapavitsas, autor citado ampliamente en este
trabajo, no sólo colabora de forma regular en el periódico británico “The Guardian”,
sino que ha sido parlamentario en Grecia, inicialmente con el grupo Syriza. En enero de
2014 publicó un magistral artículo de opinión en dicho periódico, bajo el título
“Finance’s hold on our everyday life must be broken” en que explicaba en pocas
palabras los significados de la financiarización, cómo ésta se había convertido en una de
las causas principales del aumento de la desigualdad y abogaba por medidas concretas
para revertirla. En definitiva, desde el punto de vista político- mediático, el éxito del
concepto de financiarización tendría que ver, tal como aquí lo planteamos,
fundamentalmente con dos causas. Por un lado, es un concepto que permite canalizar las
preocupaciones por una sociedad más justa, estableciendo nexos causales que de otra
forma quedaría oscurecidos (enriquecimiento del sector financiero y empobrecimiento
de la población). Por otro lado, el éxito del término, frente a otros que podrían haberse
10
En algunos casos el término ha sido traducido en español como “financializatión”, que sería una
traducción más literal; en cualquier caso, dicho término es muchísimo menos usado, por lo que hemos
optado aquí por la convención de traducir el concepto originariamente anglosajón de “financialization”
por el término español “financiarización”. 11
Los dos son sociólogos, según la información buscada en Internet, Isidro López Hernández es
parlamentario en la Comunidad de Madrid del grupo Podemos, y colaborador en medios digitales como
Diagonal o “Rebelión”, mientras que Emmanuel Rodríguez López es colaborador del periódico digital
eldiario.es.
16
utilizado, tiene que ver con el papel mediático que han sabido desempeñar sus
productores. Parafraseando a Lenin, podría decirse que la financiarización es la fase
actual del capitalismo. El color que tome el futuro dependerá posiblemente, en gran
medida, del papel que sepan jugar los Lenin del presente.
En cuanto al ámbito académico, el creciente uso del término tiene que ver con la
posición que ocupan algunos de los autores y revistas que han sido pioneras en el uso
del término, y con lo que podría considerarse un consenso creciente entre los científicos
sociales, más allá de la economía liberal ortodoxa, de que las transformaciones clave de
la socio- economía contemporánea se entienden mejor bajo el paraguas de este
concepto. La “financialization” parece ser el concepto a la moda, aquello de lo que todo
el mundo (todo el mundo que es alguien) habla. Neil Fligstein, uno de los sociólogos
estadounidenses más influyentes, fue uno de los pioneros, ya a finales de la década de
1980, en desarrollar la idea, a través de trabajos empíricos en empresas
norteamericanas, de que un nuevo estilo de gestión estaba surgiendo en torno al
paradigma del shareholder value. Boltanski, figura de la sociología francesa y europea
que en los noventas estudiara “el nuevo espíritu del capitalismo” publicó en 2015 un
artículo titulado “Financialization of Valuation”. Godechot, co- director de un centro de
investigación conjunto entre el Instituto Max Plank alemán y la Science Po francesa
publica el ya mencionado trabajo “Financialization is Marketization!” (Godechot,
201512
). La prestigiosa Socio- Economic Review, una de las revistas académicas con
mayor factor de impacto en las áreas de Sociología, Economía y Ciencia Política13
dedicó un número monográfico a la financiarización. Parafraseando en este caso a
Marx, podría decirse que “un fantasma recorre el mundo (académico) el fantasma de la
financiarización”. En lo que podría considerarse una relación circular y performativa
(las definiciones de la realidad crean realidad) criterios que se relacionan con la
financiarización explican la generalización en el uso del concepto. En la actualidad, los
académicos de todo el mundo se ven obligados a seguir un modelo de publicación en
revistas indexadas con factor de impacto, ya que las universidades son evaluadas
públicamente con criterios cercanos a los financieros: cuantificables, que prometan
rendimientos futuros y de alguna manera ayuden a la planificación. En este contexto,
para un académico español resulta “rentable”, si se nos permite la broma de usar un
término tan cargado de connotaciones financieras, publicar en una revista anglosajona
de impacto sobre la financiarización, porque es un concepto “a la mode” que maximiza
(volvemos a las reminiscencias del homo economicus) las posibilidades de ser publicado
en revistas de impacto. Aunque se trate de un concepto que hasta ahora no ha sido
operacionalizado del todo bien. O que algunos de los sentidos que se dan al mismo
resulten de difícil aplicación a la realidad social más inmediata al investigador.
En definitiva, y para ir concluyendo, ¿en qué medida resulta útil el concepto de
financiarización para comprender la evolución de sociedades del sur de Europa como la
española? ¿Cómo puede operacionalizarse para hacer aportaciones empíricas desde la
Sociología para comprender mejor nuestras sociedades? (y cambiarlas en el sentido que
cada quien desee). Lo primero que cabe decir al respecto es que financiarización y
12
Se trata del Max Planck Sciences Po Center on Coping with Instability in Market Societies,
www.maxpo.eu 13
Véase información facilitada por la propia revista en
http://www.oxfordjournals.org/our_journals/soceco/about.html
17
globalización son dos fenómenos que se interrelacionan. Si pensamos en el primero de
los sentidos de la financiarización, un nuevo sistema económico en que las ganancias se
obtienen fundamentalmente mediante medios financieros, uno se siente tentado a decir,
en primer lugar, que se trata de un fenómeno fundamentalmente anglosajón y de
aplicabilidad limitada a sociedades como la española, quizá especialmente, como es el
caso, cuando se escribe desde lugares periféricos. La evolución de las finanzas en los
últimos años ha pasado por una gran concentración. En el mundo, en la Unión Europea,
en España, hay unos pocos centros en que se toman decisiones que estructuran en gran
medida el sector. Con la concentración bancaria y la desaparición de las cajas de ahorro,
en lugares como Canarias (y en muchos otros), las burguesías locales se han visto
desprovistas de instrumentos financieros propios. Por poner tan sólo un ejemplo, en los
últimos 50 años las Islas Canarias se han convertido en una potencia mundial en
turismo, y para ello se han construido multitud de establecimientos alojativos, en
muchos casos gracias al capital y las cajas de ahorro locales. Quien quisiera ahora
construir (o renovar) un establecimiento alojativo en estos lugares solicitará un
préstamo a una oficina bancaria local, que posiblemente lo remitirá para ser evaluado en
una central en Madrid, aplicando criterios de evaluación desarrollados entre la city
londinense y la Wall Street neoyorquina, y que tendrán que someterse a las regulaciones
desarrolladas y adoptadas en Bruselas. Esto puede considerarse, en cierta manera, un
cambio en el régimen de acumulación, y sin duda tiene que ver con la idea central de
este texto: la financiarización implica un cambio en las maneras en que las personas nos
relacionamos a través de las relaciones de financiación.
En cuanto al segundo de los sentidos del término financiarización, un cambio en los
paradigmas de gestión empresarial, creemos que para los ciudadanos de muchos lugares
de este planeta que no vivimos en el centro, es algo que tiene que ver casi tanto o más
con las modas (con los imaginarios) como con las realidades objetivas, al menos por el
momento. En la vida cotidiana es prácticamente inevitable no interactuar, en muchos
casos, con grandes corporaciones. Sin duda, la gestión de estas empresas, y las vidas
cotidianas de las personas que trabajan en las mismas, se ven influencias de manera
directa por la extensión del paradigma del shareholder value. Pero también, a menudo,
hacemos nuestra vida cotidiana relacionándonos con organizaciones que no son
empresas cotizadas en bolsa, y que por lo tanto no se pueden ver sujetas, directamente, a
dicho paradigma. La influencia del mismo pasa más bien porque, dada la importancia
otorgada a dichos modelos, quienes se forman ahora en gestión de empresa y
organizaciones dentro de unos años intentarán gestionar estas empresas siguiendo
modelos que fueron creados para otro tipo de empresas. Last but not least, si el
concepto de financiarización ayuda a comprender las transformaciones en las
sociedades contemporáneas, creo que ello pasa, sobre todo, por el tercero de los
significados del término: la financiarización de la vida cotidiana. En nuestra vida
cotidiana podemos interactuar con empresas en que el régimen de acumulación y el
paradigma de gestión han cambiado significativamente. También, con empresas cuyo
estilo de gestión puede haber cambiado, en parte por las modas. Pero la influencia de la
financiarización va más allá de las empresas. La universidad pública, que no es una
empresa, se ve cada día más colonizada por modas provenientes de una determinada
visión de las finanzas, como trataba Boltanski (2015). Los estudiantes piensan en
términos de créditos y ve a los compañeros y profesores como “activos”. La
universidad, prácticamente sin sonrojarse, considera a sus profesores un “activo”. En
algunas universidades españolas se ha dado considerable impulso en los últimos años a
18
la “Economía del bien común”. Pese a los aspectos loables que pueda tener dicha
iniciativa, en la medida en que pretende realizar “balances del bien común”, no deja de
ser la colonización de la vida cotidiana por las formas, el lenguaje y la lógica de la
contabilidad. No sólo es que se pretenda que evaluemos nuestra vida como un balance
contable: con activos y pasivos, previsiones de ingresos futuros y demás. Sino es que,
aún, es más, la financiarización pasa porque veamos nuestra vida como un balance
contable y que para analizar el mismo utilicemos unos métodos (valor actual neto, como
trata Boltanski, 2015) que no son los únicos posibles, y que de hecho se han
generalizado tan sólo recientemente. Con lo cual, podemos terminar parafraseando lo
que afirmaba Lapavitsas en su artículo en The Guardian en 2014: es necesario revertir
muchos de los procesos de la financiarización para restablecer la superioridad de lo
social sobre lo privado, de lo colectivo sobre lo individual, y en último término, de la
vida sobre los balances contables.
8 Referencias.
Alonso Benito, L. E. y Rodríguez Fernández, C. J. (2012). “La financiarización de las
relaciones salariales o la destrucción de las bases sociales del trabajo”, en, La
financiarización de las relaciones salariales: una perspectiva internacional,
Madrid, Libros de la Catarata, 9- 24.
Alvarez, I. (2015). Financialization, non-financial corporations and income inequality:
the case of France. Socio-Economic Review, 13(3), 449-475.
Arrighi, G. (1994). The long twentieth century: Money, power, and the origins of our
times. Londres, Verso.
Beckert, J. (2013). Capitalism as a System of Expectations: Toward a Sociological
Microfoundation of Political Economy. Politics & Society, 41(3), 323-350.
Bourdieu, P. (2003). Las estructuras sociales de la economía, Barcelona, Anagrama.
Chiapello, E. (2015). Financialisation of Valuation. Human Studies, 38(1), 13-35.
Clarke, T. (2014). Dangerous frontiers in corporate governance. Journal of Management
& Organization, 20(03), 268-286.
Cushen, J. (2013). Financialization in the workplace: Hegemonic narratives,
performative interventions and the angry knowledge worker. Accounting,
Organizations and Society, 38(4), 314-331.
Davis, A., & Walsh, C. (2015). The Role of the State in the Financialisation of the UK
Economy. Political Studies.
Detzer, D. (2014). Inequality and the financial system-the case of Germany (No. 23).
Global Labour University Working Paper.
19
Ducourant, H. (2012). Crédit à la consommation et endettement des individus: des idées
reçues et des outils pour les combattre. Revue française de socio-Economie, (1),
11-21.
Epstein, G. A. (Ed.). (2005). Financialization and the world economy. Edward Elgar
Publishing.
Fligstein, N. (1987). The intraorganizational power struggle: Rise of finance personnel
to top leadership in large corporations, 1919-1979. American sociological
review, 44-58.
Fligstein, N., & Goldstein, A. (2015). The emergence of a finance culture in American
households, 1989–2007. Socio-Economic Review, 13(3), 575-601.
Fligstein, N., Goldstein, A., & Berkeley, C. (2012). A Long Strange Trip: The State and
Mortgage Securitization, 1968-2010. The Oxford Handbook of the Sociology of
Finance, 339.
Froud, J., Johal, S., Leaver, A., & Williams, K. (2006). Financialization and strategy:
Narrative and numbers. Routledge.
Garcia‐ Arias, J. (2015). International financialization and the systemic approach to
international financing for development. Global Policy, 6(1), 24-33.
Giraldo, C. (2005). Financiarización: un nuevo orden social y político. CID, Sistemas de
protección social: entre la volatilidad económica y la vulnerabilidad social, 233-
280.
Godechot, O. (2015b). Variétés de financiarisation et accroissement des
inégalités. Revue française de socio-Economie, (2), 51-72.
Godechot, O. (2015b). Financialization is marketization! A study on the respective
impact of various dimensions of financialization on the increase in global
inequality (No. 15/3). MaxPo Discussion Paper.
Hager, S. B. (2015). Corporate ownership of the public debt: mapping the new
aristocracy of finance. Socio-Economic Review, 13(3), 505-523.
Hall, P. y Soskice, D. (2001). Varieties of capitalism. The institutional foundations of
comparative advantage. Oxford: Oxford University Press.
Kornrich, S., & Hicks, A. (2015). The rise of finance: causes and consequences of
financialization. Socio-Economic Review, 13(3), 411-415.
Krippner, G. R. (2005). The financialization of the American economy. Socio-
Economic Review, 3(2), 173-208.
20
Lapavitsas, C. (2011). Theorizing financialization. Work, Employment & Society,
25(4), 611-626.
López Hernández, I. y Rodríguez López, E. (2010). Fin de ciclo: financiarización,
territorio y sociedad de propietarios en la onda larga del capitalismo hispano
(1959-2010). Madrid, Traficantes de Sueños.
MacKenzie, D. (2006). Is economics performative? Option theory and the construction
of derivatives markets. Journal of the History of Economic Thought, 28(1), 29-
55.
Mingione, E. (1993). Las sociedades fragmentadas. Una sociología de la vida
económica más allá del paradigma del mercado, Madrid, Ministerio de Trabajo y
Seguridad Social.
Palley, Thomas I. (2007): Financialization: what it is and why it matters, Working
papers, The Levy Economics Institute, No. 525
Piketty, T. (2014). El capital en el siglo XXI. Fondo de Cultura Económica.
Salama, P. (1996). La financiarisation excluante: les leçons des économies latino-
américaines. 1996), La Globalisation financière: Genèse, coûts et enjeux, La
Découverte-Syros, Paris.
Salento, A., y Masino, G. (2013). La fabbrica della crisi: finanziarizzazione delle
imprese e declino del lavoro, Roma, Carocci.
Santana Turégano, M. A (2007). Turismo, economía y planificación urbana: una
relación compleja, en Pasos, Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 5(1), 53-
67.
Schneider, M. R., & Paunescu, M. (2012). Changing varieties of capitalism and
revealed comparative advantages from 1990 to 2005: a test of the Hall and
Soskice claims. Socio-Economic Review, vol 10 (4): 731-753
Sennett, R. (2006). La cultura del nuevo capitalismo. Barcelona: Anagrama.
Sinclair, T. J. (2014). The new masters of capital: American bond rating agencies and
the politics of creditworthiness. Cornell University Press.
Soener, M. (2015). Why do firms financialize? Meso-level evidence from the US
apparel and footwear industry, 1991–2005. Socio-Economic Review.
Taleb, N. N. (2013). Antifrágil: las cosas que se benefician del desorden, Barcelona,
Planeta.
Van der Zwan, N (2014): “Making sense of financialization”, Socio- Economic Review,
12, 99-129.
top related