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CM)

SERMON PANEGÍRICOQUE EN LA SOLEMNIDAD

D E ACCI ON DE G R A C I A SQ U E C E L E B R Ó

LA DIPUTACION DE CARIDADDEL BARRIO DE LA COMADRE,

C O N A S I S T E N C I A DE L X X V I N IÑ AS POBRES E D U C A N D A S ,

E L D I A 1 9 DE JULIO DE 1 8 0 I

EN EL CONVENTO

DE RELIGIOSAS TRINITARIAS DE MADRID

POR LA PAZ HECHA CON PORTUGAL,

D I X O

E L D r . D. J U A N A N T O N I O B E S A L C E D O , Beneficiado , for concurso , las tres Iglesias Pnrroquiales de esta Corte , San G-ines , S/in Luis y San jósif^ Individuo del Venerable Cabildo de Señores Curas y Beneficiados ̂ Vocal

de la Real Junta general de Caridad, y Socio de la Ríal Sociedad Matritense de Amigos del Vais.

MADRID MDCCCLEN LA IMPRENTA DE LA VIUDA DE IBARRA.

C O N L I C E N C I A ,

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/

Ego Dominus , et non est a lter mans lucem ¡ et creans tenebras y fa - ciens fa c em , et creans malum. Ego Dommus fa c ien s omnia hac.

Isai. cap. 4 5. V . <5. et 7.

S í 5 Dios de mi corazon : confesamos en

público lo que no podemos negar sin agra­

viaros. Y o sería un atrevido si intentara

disputar vuestro ilimitado y supremo do­

minio sobre las criaturas todas : se arma­

rían entonces contra mí la razón , la au­

toridad ; y hasta los gentiles reprehende­

rían mi conducta con Homero , Solon y

Máximo Tirio. No , Dios de mi alma. Sin

ti nada somos : tú eres el árbitro en todo:

el único que gobiernas: no hay otro que

forme la luz y crie las tinieblas, haga la

paz y levante la calamidad de la guerra:

tú el Señor que hace todas estas cosas. L o

Aij

( O

dixiste por Isaías ; basta. Ego Domi'- mis, iy'C. Tu el que da los reynos, extien­

de sus lím ites, une los unos con los otros,

y hace lucidos y brillantes sus tronos : f o r - mans lucem. Tú el que los quita ó destru­

ye conforme á tus designios , el que los

amplía ó estrecha á proporcion de lo que

conviene. Tú el que los priva de su brillo

y resplandor : creans tenebrasi Tú el que

arma la mano del soldado con el arco , la

flecha, la espada y el canon ; el que forma

los exércitos aguerridos , revistiéndolos de

fortaleza para la victoria , á fin de que

derribados los fuertes muros , reciba el

vencido por mano del vencedor el furioso

golpe de tu ira. Tú el que levanta la ca­

lamidad de la guerra para gloria de tu

nombre , ó manifestación de tu justicia:

creans malum. Tú el que hermana las

voluntades mas discordes , poniendo en

buen orden y tranquilidad las gentes to­

das. Tú el qu e, como Príncipe de la paz,

la envías casi en los primeros pasos de

la guerra ; fa c ien s fa cem . Bendito seas

para siempre ¡ó Dios mió! pues que así

te has conducido con tu escogido pueblo

español , dándole valor para que triunfe

de sus enemigos , logre los frutos de la

paz y tus paternales bendiciones : J)a-

miniis benedicet populo sno in pace.Ilustre y distinguida Diputación de

Caridad del barrio de la Comadre , ¿no

es este el sublime lenguage de tu espíritu

quando resuena en tus oidos el dulce y

armonioso eco de la paz , que firma en

Badajoz coa Portugal el sabio y pruden­

te Generalísimo de las armas españolas?

|Ah! E l corazon pacífico de tus amados

Soberanos, inferior en nada á el de Sa-

lomon ; las altas prendas que caracterizan

á el Excelentísimo Príncipe de la Paz,

esforzado Josué , sus militares benéficas

providencias hácia el soldado ; el ayre

marcial y denuedo con que las tropas rom­

pen la campaña ; todo , todo contribuía

á sostener tus ideas de que muy en bre­

ve extenderia su dominación Carlos IV.

sobre el territorio portugués, ó se firma­

ria una paz gloriosa que nos enlazase mas

y mas con aquel Rey no : ¿han sido por

ventura vanas tus esperanzas ?

Pediste con instancia al Dios de los

Exércitos que auxiliase al Generalísimo en

esta empresa : tu corazon religioso exha­

laba ayes y suspiros de súplica hácia Je­

sucristo coronado de espinas, por el feliz

éxito de nuestras armas ; y poco satisfecha

con la piadosa acción de mandar al Prínci­

pe la imágen de ese divino Jesús, para que

dirigiendo sus pasos y acciones, le condu-

xese seguramente á la victoria , añadiste

los Inocentes ruegos de esas pobres cria­

turas , almas cándidas , que á manera de

ángeles , oraban en la casa del Señor,

quando se ofrecía á Díos el incruento sa­

crificio de la Misa. ¡Cielo santo! sus ora­

ciones voláron de improviso á unos países

inmensos y desconocidos : rompiéron las

cerradas puertas del empíreo : llegáron

hasta el gabinete del Eterno ; y aquí, ha­ciendo á D io s, según el pensamiento de

Tertuliano, una santa pero agradable vio­

lencia , le obligaron á firmar de su propio

puño el decreto de paz entre España y

Portugal : decreto feliz , distante mucho

de nuestros alcances. ¿Quien se atrevería

á discurrir que los primeros movimientos

de guerra fuesen los últimos períodos pa­

ra la paz? Solo el que conozca las inten­

ciones benéficas de Dios sobre nosotros.

Nos ha beneficiado , Señores , con la paz;

justo parece que le demos gracias por ta­

maño beneficio. Así lo sentía el P. S. Agus­

tín, quando exponiendo el Salmo 3 3. dixo:

Time benedicite Dominum quando tibi bcnefecit. Bendecir al Señor especialmen­

te quando os ha favorecido. Si poseidos

de un justo entusiasmo no me ayudáseis

á publicar esta mañana el beneficio que

acabamos de recibir de su mano liberal,

como lo confiesa el Generalísimo : si no le

diéseis conmigo las mas relevantes prue­

bas de una eterna gratitud, ¡que especie

de corazones los vuestros ! Amasias triun­

fante sería el modelo de vuestra torpe in­

gratitud. No : el beneficio recibido exige

nuestro reconocimiento : ved todo el ca­

pital de este breve discurso. Dios inmenso:

te veneramos oculto baxo los accidentes de

esa hostia ; y esta veneración es acreedo­

ra á tu gracia. La solicitamos por medio

de un AVE maria.

E go JDommus,

A g rad ecer á Dios lo mucho que nos fa­

vorece : proposicion digna del mayor des­

precio , según los principios filosóficos del

dia. ¿ Que necesidad tiene Dios de nues­

tra correspondencia? Los bienes que reci­

bimos ¿son mas que un efecto del hado,ó

del destino? Si Dios nos hace merced todos

los dias ¿no nos envuelve también á cada

hora en un diluvio de desgracias y cala­

midades? Odioso debe sernos hasta el nom­

bre de agradecimiento. ¡Que tono tan ma­

gistral y decisivo ! Cada vez que oigo ex­

plicarse así á estos fanfarrones literarios,

no puedo menos de acordarme de D ios,

que hablando con el santo Job, luego cfue

concluyó la disputa con E liu , le pregunta:

¿quien es este hombre sentencioso, que no

dice mas que impertinencias ridiculas ?

Qiiis est iste involvens sententias ser-B

monibtis imperitis^ M uy poco acreedo­

res son , Señores, á nuestros respetos las

gentes que así nos hablan. Luego debemos

cerrar los oidos á un idioma tan seduc­

tor y embustero , que debe su origen á

los Epicúreos y Stóicos, que por desgracia

se han multiplicado con exceso en nues­

tros dias ; y abriéndolos á la razón , con­

venir de buena fe en que el agradecimien­

to se nos imprimió con el ser. A sí es,

que apénas infundió Dios al primer hom­

bre el alma ó espíritu para v iv ir , quando

le dio lengua para agradecer ; porque el

espíritu del vivir le intimase las leyes del

reconocimiento: Ideo anhnam sfiravit^ et linguam ded it, ut beneficia percipens^ doniim a gn o scer e t , et gra tum se exhi- heret , que dixo el P. S. Juan Crisostomo.

De aquí el recomendar Dios tanto esta

parte singular de la justicia , que no se

halla libro canónico desde el Génesis á el

Apocalipsi, donde no se nos mande el ser

reconocidos. De aquí el mirar los PP. el

agradecimiento , confirmando la doctrina

de Cicerón y Séneca , como virtud prín- ̂

cipe entre las demas. De aquí no hay

para que cansarnos. E l griego , como el

bárbaro , el jud ío , como el gen til, se ha­llan en esta materia de acuerdo con el

cristiano. Garante de este pensamiento el

P. S. Gerónimo , que habiendo tomado

muy bien el pulso á unos y otros , dixo:

In benejiciis JDei ¡ qua nobis accidiint g ra ti i la r i ¡ hoc et gen tilis f a c i t ̂ et jiidau s.

¿Tendremos vergüenza de quedar ven­

cidos por aquellos en esta parte? ¡Oh! La

naturaleza nos procesarla , y la religión

pronunciarla la irrevocable sentencia de

nuestra muerte. N o : nos amamos lo muy

bastante. Aún se alegra la memoria con

la idea lisonjera de nuestros agradecidos

Bij

( i o )

padres. Tem plos, altares , conventos, co­

legios 5 procesiones , preseas , quantiosos

donativos, y que sé yo que me diga ; pe­

rennes monumentos de su gratitud á Dios

que procuráron transmitir á nosotros , á

fin de que como ellos vivamos en los si­

glos venideros ; yo os doy mis brazos, y

mil enhorabuenas á vosotros, émulos glo­

riosos de vuestros ascendientes : imitadores

fieles de los Déboras, Davides y esforzados

Macabeos, que no bien recibian algún be­

neficio ó victoria de sus contrarios , ento­

naban himnos y cánticos de . alabanza al

Dios de las batallas , no porque el Señor

tenga necesidad de nuestra corresponden­

cia 5 sí porque de este modo alcanzarémos

mayores beneficios, como pensaba el P. S.

Juan Crisostomo : D eus d nobis exigií gratitudinem ̂non quod nostra celebra- tione opus habeat ̂ s ed ut quidquid est lu cr i iterum ad nos r ed d ea t , et dignos

( l O

nos fa ciam tis majoribiis siibsidiis. Compongamos cristianas odas en ho­

nor de Jesucristo: quememos el mejor incien­

so de nuestra gratitud al pie de sus altares,

puesto que nos ha favorecido en la guer­

ra con Portugal, llenándonos de paz y de

consuelo. Pues que, ¿se habían roto ya los vínculos estrechos de alianza que por tan­

to tiempo nos unieron á aquel Reyno?

Monarca soberano, piadosísimo C árlos, el

decreto de 27 de febrero de este año pone

de manifiesto la sangrienta batalla que

despedazaba tu magnánimo corazon. ¡Idea

triste! E l Ínteres propio de aquel Reyno,

su honor, la sangre preciosa de tus hijos,

tu amor paternal sin segundo, luchaban

fuertemente con la violacion de los sagra­

dos derechos de tu soberanía, la felicidad

de tus vasallos ofendidos, y el bien ge­

neral de toda la Europa. En tan terribles

circunstancias la sana política y la reli-

UNIVERSIDAD DE NAVARRA BIBLIOTECA DE HU/AANiDADES

(gion levantan el grito y hacen callar el

bullicioso ruido de la naturaleza. ¡ Oh

C arlos! eterno hará tu nombre acción tan

recomendable. E l decoro de la Nadon

española te obliga á desenvaynar la es­

pada 5 y al declarar justamente la guerra á

Portugal, los hijos de Benjamin, para usar

de la expresión de Jeremías, se viéron en

la precisión de reunir sus fuerzas en Ba­

dajoz , tocar el belicoso clarin , y enar­

bolar el estandarte. ¡Que tropas! No man­

daron ciertamente los Albas y Requesens

soldados mas valerosos y atrevidos entre

el granizo de las balas , bramido del bron­

ce ó filos de las espadas. Lealtad española,

¿en que tiempo te dexaste ver con mayor

energía y magestad? ¡Ah! dichosa Nación

quando el pueblo y el Monarca tienen

unos mismos enemigos. La conquista de

Portugal hubiera sido pequeño fruto del

ardoroso fuego del exército j y mas de

quatro se verían precisados á confesar que

no se habia acabado aquella invencible

firmeza de nuestra infantería, tan ponde­

rada por A n íb a l, como ni el furor irre­

sistible de nuestra caballería.Empero , á pesar de todo , ¿no ex­

perimentaríamos las desgracias y males

inevitables de la guerra , aunque justa y

religiosa? |La guerra! ¡Qué sonido tan du­

ro y áspero, dice el P. S. Agustín! ¡ La

guerra ! nombre bárbaro , horroroso , fu­

nesto , cruel y m ortal, en sentir del P. S.

Gregorio Nacianceno. ¡ La guerra ! ¡ que

repugnante á la humana naturaleza, al de­

cir de Festo Gramático , Séneca y Eras­

mo! ¡La guerra! fatal polilla de todo lo

bueno , raíz y origen de todos los males,

en dictámen de los Virgilios , Lucanos,

Catúlos 5 Horacios y Jubenales. ¡La guerra!

azote terrible y espantoso, propio de un

Dios airado , conforme al sentir de los

Profetas , cuya doctrina han sostenido cons­

tantemente los PP. todos de la Iglesia.

¡La guerra! Oh! por ella son desgracia­

dos los reynos , infelices las repúblicas;

no quedando de todo mas que el nombre,

ruinas , escombros , nada: si es que me­

recen fe los Xenofontes, T ácitos, Livios,

Herodotos, Plutarcos y Salustios. ¡La guer­

ra!:::: acuérdate de la guerra , dice el san**

to Job al cap. 4 0 , y no sigas hablando:

Memento belli y nec u ltra addas loqui.En la guerra no son los hijos los que

dan sepulcro á sus padres; éstos sí entier-

ran á sus hijos : mal de mucha conside­

ración para los Estados, dice Herodoto:

en la guerra se miran con horror rega­

dos los campos de sangre humana , tala­

das las posesiones, quemadas las mieses,

arruinados los edificios, demolidas las pla­

zas , cortado el giro al comercio , y la

agricultura sin manos, porque se dexa la

( ^ 5 )

mancera para empuñar la espada : memen­to belli, Y o veo el Reyno sin moneda,

alma de la felicidad de las monarquías,

reducido á la mayor miseria , porque el

rico encierra sus tesoros : el pérfido y vil

agiotador roba quanto quiere : el merca­

der encarece los enseres que le restan : el artesano no halla donde trabajar ; y en el

semblante de todos se descubre la indigen­

cia : memento belli. Y o veo aquejada la

virtud por los furiosos golpes del liber-

tinage , entronizados los vicios, sin vigor

las leyes , atropellada la justicia , y quan­

to malo pueda presentarse á una imagina­

ción vestida de sangre y miseria : memen­to belli. Estos y mayores males debíamos

esperar de la guerra ; pero el nuevo Jo-

safat , nuestro amable Cárlos IV. con el

auxilio de Dios ha hecho que se queden

muy en el principio : immtmera specta- vimus mala ; omnium substantias de-

(f>erditum ir i : habitacula ctim habitan- tibus combtirenda : sed ecce ha c omnia in spectationem steterim t et in o fu s non processerunt. Una repentina paz , dicho­

samente manejada por el Generalísimo,

suspende todo proyecto, y pone fin á las

calamidades. ¡Que no me fuera permitido

formar aquí el elogio académico del Prín­

cipe de la Paz! Dichoso yo si me hallase

en la tribuna de las arengas : en la Igle­

sia lo seré mucho mas , siguiendo las hue­

llas de este héroe , que todo , todo , lo

atribuye á la providencia del cielo.

Sí : Dios es el que ha consolado al

Rey 5 y en su persona á todos nosotros;

bendito sea para siempre : Su Magestad

habló y y calló la espada de su justicia:

se enfrió, y volvió á la vayna satisfecha,

como se explica un Profeta. Habló Dios,

y se cerraron rápidamente las puertas del

templo de Jano. Habló D io s, y la España

( 17)

y Portug;al no respiran sino paz. ¡Que

voz tan dulce, sonora y halagüeña dice

el P. S. Hilario! Nada mas conforme á

la constitución del hombre que la paz,

en sentir de Platon , Aristóteles y T u ­

lio. Todos desean la paz , como copio­

sa fuente de donde dimana todo género de bienes , al decir de los Menandros,

Eurípides y Aristófanes. La paz es la

bendición mayor que derrama Dios sobre

los pueblos , según el terminante testimo­

nio de las Escrituras santas. L a paz , pa­

ra pintárnosla el P. S. Agustín , como en-

agenado de sí propio , exclama ::: ¡Oh paz!

tú eres la madre hermosa de los Ermita­

ños ; el padre generoso de los Cenobitas :

la cariñosa hermana de los Monges : tú

vínculo de los Patriarcas , carro triunfal

de los Profetas , refugio de los Apóstoles,

consuelo de los Mártires , adorno de los

Confesores, gozo de las V írgenes, espejo

de las viudas , espectáculo agradable de

casados, presidio de todos los males, fun­

damento de todas las gracias, edificio de

todo un Dios ; tú ¡ó paz! la cosa mas

digna de aprecio en los cielos y la tierra.

Y concluye : sin ti ¡ó paz! no reynan los

Reyes : sin ti se acaban los reynos : sin ti

nada nos aprovecha. O pax ! sine te g e s non regiint ; sine te regna non va - lent ; sine te nihil p rod esse potest.

i Que felicidad tan asombrosa ! Pues

tal es la que Dios nos ha concedido de- xándonos en paz con Portugal. Por ella

quedamos libres de los males de la guer­

ra , y entramos en el goce de los bienes

que le son opuestos. Y o pienso que al pro­

nunciar estas expresiones habré sin duda

lastimado el corazon de algunos críti­

cos ceñudos, que estarán diciendo en su

interior ¿donde están los bienes que se

nos han seguido? ¿donde las ventajas

( 19)

que hemos logrado? os tendît no-bis bona ? Insensatos, que de todo habíais

sin entender nada : sin que pretenda yo

penetrar el sagrado del Gabinete, ¿ dexa

de serlo el que nuestros Soberanos , libres

ya de estos enemigos , puedan convertir,

como convertirán , sus miras benéficas

hácia la pacificación de toda la Europa?

¿No lo es 5 y muy grande, el que reynen

en paz nuestros Reyes? ¡Que conseqüen-

cias tan favorables no deberemos prome­

ternos ! Su zelo siempre constante , su vi­

gilancia siempre activa por el bien de sus

vasallos , cuidará entonces de la buena edu­

cación de sus súbditos para formar bue­

nos ciudadanos. Y que ¿no es este un pun­

to el mas interesante? Ninguno de todos

ios negocios públicos, decia Platon , inte­

resa mas que el de la buena educación de

los niños y jovenes : ella es el fundamen­

to de la república : sin ella son malos los

niños , peores los jóvenes , y pésimos los

viejos ¿y será posible atender á este pun­

to con la escrupulosidad debida entre el

ruidoso estrépito de las armas? Entónces,

limpios los campos de sangre , y regados

con el sudor de los trabajadores , produ­

cirán con abundancia. Entónces tomarán

nueva energía las artes , industria y co­

mercio : las virtudes un nuevo ascendien­

te : las leyes toda su fuerza. Entónces man­

dará el legítimo Señor , y obedecerá gus­

toso el súbdito : precioso fruto de la paz

dice el P. S. Agustin. E l Estado todo des­

cansa entre delicias sobre el mullido le­

cho , y al suave arrullo de la p az, como

el inocente pastor á la dulce sombra del

haya.¡Que gusto! ¡Que satisfacción! ¡Que

consuelo ! Gusto , satisfacción y consuelo

que hemos recibido de Dios ¿qual deberá

ser nuestra correspondencia? Consolatus

est nos i g ra tìa s nunc la tan tes aga-^ m u s , decia el Crisostomo : demos gracias

á Dios ahora que ha inundado nuestra al­

ma de júbilo : manifestémosle nuestro re­

conocimiento , no en exercicios inútiles,

sino con cuidado , y mayor estudio que

antes , humillándonos ante el augusto tro­

no de la Eucaristía : sacramento de paz,

como le llaman los PP. : cum m ajori stu ­dio sinaxi vacem us. Oigamos con doci­

lidad las instrucciones todas de los mi­

nistros del Santuario : P re ce s divinaque audiamus eloquia. Corramos á la Iglesia,

y aquí tributémosle todo el homenage de

nuestro corazon y respetoso afecto : cu r- ram us ad E cclesiam unde tantam uti- litatem accipimus ; empero ¿que harémos

nosotros en el Templo para darle gracias?

¿Doblaremos la rodilla en presencia del

Altísimo? ¿Regaremos sus altares con la

sangre de mil víctimas? ¿ L e sacrificaré-

mos nuestros hijos? ¡E h! hipócritas em­

busteros como los judíos. E l Profeta Mi-

queas os dirá lo que debeis hacer : indi­cavo tibi y Ó hom o , quid JDominus requi' ra t d t e , utique fa ce r e jud icium , dilige­r e m isericordiam solicitum ambulare cum D eo tuo. Sea justa é irreprehensible

tu conducta á los ojos de Dios y de los

hombres mientras vivas : ama en todo

tiempo la misericordia , disponiendo que

la caridad mande siempre en tus acciones,

sin descuidar un ápice del verdadero po­

bre , la viuda y el huérfano , que debe­

rán hallar extendidas tus manos en qual-

quiera circunstancia : temie á tu Dios has­

ta el instante que vuelvas al sepulcro:

utique fa c e r e jud itium diligere m iseri­cordiam solicitum ambulare cum D eo tuo, ¡Que acción de gracias tan cumplida

y arreglada! N o la difine de otro modo

el P. S. Juan Crisòstomo exponiendo el

Salmo 149. Gratiariim a c t io fi t ^ 67'' vi- tam et bona opera.

Procedamos, Señores , en estos térmi­

nos 5 que no amplío por no abusar de vues­

tra paciencia , y será eterna la paz con

Portugal. L a idea de los males de la guer­

ra 5 el conocimiento que proporciona la

paz , nos estrechan á que jamas dexemos

de ser agradecidos á la mano bienhechora

que así nos favorece ; démosle todos los

dias constantes pruebas de nuestra reli­

giosa gratitud ̂ y continuará la paz mién-

tras vivam os, como sucedió en tiempo de

Eccequías. '

Ilustre Diputación de Caridad , des­

velada siempre en favor del pobre , edu­

cación de esas criaturas, y obsequio de

tus Reyes : generosos y distinguidos per-

sonages de la Nación , que tanto debeis á

las piedades del Monarca: pueblo-cristia­

no 5 siempre fiel á tus Soberanos : Clero

B

( m )

respetable : esposas del Cordero : inocen­

tes niñas, objeto tierno de las delicias de

Dios 5 levantar vuestro corazon al cie lo ,

bendecid al Señor : esté para siempre su

alabanza en vuestra boca , y glorificarle

con vuestra alma , que así oirá vuestros

ruegos : ellos no pueden raénos de rasgar

esa azul esfera, y llenar de buen olor has­

ta el seno mas escondido de nuestro Dios:

no tienen otro objeto que alcanzar gracia

y felicidad á Cárlos y Luisa con toda su

Real familia, abundantes misericordias pa­

ra toda la N ación; el rocío de tus auxi­

lios para el benéfico corazon del Genera­

lísimo ; la paz , que es tu herencia , para

toda la Europa , de modo que no vuelvan

á conocerse las artes de la guerra entre los

Príncipes cristianos. E l que brille la Igle­

sia con su visible C abeza, sus Pastores y

Ministros como en los tiempos de su ma­

yor gloria : que llueva el maná , y caiga

( ^ s )

con igualdad sobre los distantes montes de

Hermon y Sion , estado Eclesiástico y Se­

cular ¿podrán ser desatendidos ? ¡ Oh ! es

infinita tu bondad y misericordia : á todos

mirarás con ojos de piedad : sostendrás la

virtud de los perfectos : alentarás la fla­

queza de los débiles ; á unos y otros con­

cederás el don de la perseverancia ̂ para

que luego , luego que salgamos de este

mundo, te veamos en el magestuoso trono

de tu gloria , donde vives y reynas por

los siglos de los siglos. Amen.

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