jorge alberto ma~rique la historia del arte en méxico · después de ese primer antecedente, el...
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Jorge Alberto Ma~rique
\.
La Historia del Arte en México
la Historia del Arte como tal, esLdecir como disciplina constituida,
es relativamente reciente. Ciertamente
ya en la antigüedad griega y romanahubo escritos teóricos sobre la belleza yescritos descriptivos o que podemos llamar críticos sobre las obras de arte.
Pero trabajosamente se fue formandoal crecer un interés crítico mayor y un
interés histórico. El caso de GiorgioVasari y sus Vidas de artistas publicadasa mediados del siglo XVI es ejemplar
y tuvo una serie de importantes seguidores italianos; el desarrollo de la
arqueología "con ideas filosóficas" deWinckelmann, o la teoría comparativa
entre artes y letras de Lessing, o la teoría y crítica de Diderot, por citar unos
nombres, así como los postulados estéticos de la Ilustración, apuntaban sin
duda hacia lo que sería la historia delarte. Pero ésta propiamente constituidano alcanza los dos siglos de vida. Apare
ce en un momento en que la reflexiónsobre los objetos que llamamos artísti
cos lo hace necesario. La filosofía de lobello en general (esto es, la estética),aunque fuera una base necesaria, no
alcanzaba para referirse a las formas
concretas y específicas de esos objetos; yla historia por un lado, y la arqueología
por otro, compañeras indispensables,no tenían métodos desarrollados sufi
cientes para discutir la condición deartisticidad de las obras de arte, ni para
realizar su análisis concreto. La disci
plina capaz de unir esos cabos sueltos eslo que llamamos historia del arte: quizá
de ahí una especie de condición interdisciplinaria o ambigua, si se quiere,que le es consubstancial.
En México hay textos sobre arte ante-
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riores a la Conquista. A partir de laConquista y durante la evangelización
hay numerosos textos que describen,que expresan sorpresa, que tratan de
explicar o que hacen apología... másadelante, durante los siglos que ocupan
el manierismo y el barroco, los escritos
que se refieren al arte abundan. Unos yotros son textos de que ahora se sirve
el historiador del arte y' que consideraextraordinariamente valiosos pues le
dan pistas, le proporcionan datos,
le permiten comprender modos depensar respecto a los objetos, perono son realmente historia del arte. Otro
tanto puede decirse de lo escrito enreferencia a las obras de arte, aunque
de otro corte y características, duranteel neoclasicismo y en las primeras déca- das del México independiente.
Un antecedente ya muy directo de la
disciplina son los estudios del padre Pe-
Pelegrín Clavé. La locura -deDoña Juana
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dro José Márquez, originario de San
Francisco del Rincón, en Guanajuato,
jesuita expulso sin consagrar en 1767 Yque realizó su obra en Roma. No tanto
su discurso Sobre lo bello en general,publicado en Madrid en español en1801, que es propiamente estética, sinosu obra Due antichi monumenti di architettura messicana que se imprimió enRoma en 1804. La manera en queen ese estudio se relaciona la descrip
ción de tipo arqueológico con las ideasde belleza y artisticidad dan al padreMárquez, miembro que fue de varias
importantes academias europeas, unsitio especial en el proceso hacia la his
toria del arte. Otra cosa es, aunqueno poco importante, su interés en losmonumentos mexicanos (él, lejos de su
patria hacía casi cuarenta años), quemuestra ese espíritu de conciencianacional ante-litteram que es común a no
.pocos de los jesuitas expulsados.Después de ese primer antecedente,
el primer texto que puede considerarse de historia del arte, por la relaciónde los aspectos históricos, técnicos, crí
ticos y teóricos, es la obra Diálogo sobrela historia de la pintura en México, de
José Bernardo Couto, de 1860. Coutono fue, desde luego, un historiador del
arte profesional, sino un político ydiplomático con una actividad muy destacada; pero tuvo un marcado interés
en el arte, participó de manera importante en la renovación de la Academia
de San Carlos y posteriormente en la
.constitución de sus galerías de pintura,y tanto sus viajes como sus lecturas lo
ponían en una posición muy aventajada.Redactada en forma de diálogo (con el
pintor Pelegrín Clavé y el poeta José
oc
Joaquín 'Pesado) la obra es una real his
toria de nuestra pintura desde el sigloXVI. con un método no mayormentecomplicado, pero si consciente y de indudable eficacia, con con~cimientode causa, juicios acertados e indudable
buen gusto.Los Diálogos de Couto son el primer
clásico de nuestra historia del arte propiamente tal. Publicados en 1872,fueron ya reeditados en 1889 y 1898, Yuna edición critica anotada fue preparada por Manuel Toussaint en 1947.
Tendrian que pasar más de treintaaños para que apareciera otra obra importante en la disciplina, la de ManuelRevilla, El arte en México en la época.antigua y durante el gobierno Virreinal,de 1893; lo que dt;muestra la excepcionalidad de Couto y la carencia de unasecuela de estudiosos en la historia delarte. En el interin hubo escritores importantes en el terreno artistico, perofundamentalmente criticos; los nombresde Felipe. López, Ignacio Manuel Altamirano, José Marti, Manuel Olaguibely sus escritos en ocasiones brillantes yrenovadores desde el punto de vista
AgustinLazo,
NiManIJaula
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teórico se asocian más al análisis de larealidad artística de su momento ya propuestas sobre lo que debería ser elarte mexicano que a la historia artística.Sólo Eduardo Gibbons, Jorge Hammecken y Mexia y Juan Villela (y surevista El Artista) están en los terrenoshistóricos, pero con escritos de dimensiones modestas.
El libro de Revilla, El arte en México... , si tiene mayores alcances y lavirtud de incluir como artisticas lasobras prehispánicas, aunque con unmétodo que no había caminado suficientemente para un análisis rigurosode esas obras. La indudable condición de historiador del arte de Revillase confirma en sus Biografías de artistas,publicadas en 190 l. Se acercaba lasazón de una disciplina organizada y deesfuerzos continuados.
Los jóvenes intelectuales del Ateneo yde la Revista Moderna mostraron unaconstante preocupación por las artesplásticas. Ahí se sumaron los intereses por la estética de Antonio Caso,los escritos de AlfonsQ Reyes y de Jesús
T. Acevedo, y otros. Simultáneamente
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se inicia fuera de México un interés porel arte mexicano. En 1901 SilvesterBaxter publica Spanish Colonial Architecture; como en los escritos de Gibbons yen los trabajos de Revilla, hay en los deBaxter una revalorización del barroco ydel churrigueresco (es decir, en estecaso, el barroco de la segunda mitad delsiglo XVIII) y, más importante aún entérminos de fenómeno cultural, se propone una diferenciación del barrocomexicano respecto al español. Las ideasdel mismo tipo de Acevedo, expresadasen conferencias, fueron póstumamenterecogidas en Disertaciones de un arquitecto, y Federico E. Mariscal recogió lassuyas en La patria y la arquitecturanacional, de 1915: su título ya indica claramente el sentido nacionalistade la obra.
En el interés por el arte mexicano y laconsecuente consolidación de la disciplina de historia del arte intervinierondos factores importantes: el nacionalismo, ya presente antes de la Revolución, y reforzado y estructurado durante la lucha y después de ella, y lapresencia de investigadores extranjeros,que fue un intercambio altamente bené.fico y que confirmaba los valores denuestro arte.
La asociación de la actividad literariacon la de crítica e historia del arte teníauna larga prosapia. Baste recordar nombres como los de Baudelaire o Taine, yen México Altamirano o José Martí. Yase ha señalado la personalidad del jovenReyes. Un poeta de altos vuelos, espíritu innovador, inquieto, hombre deinmensa cultura y de un ojo extraordinariamente fino fue José Juan Tablada,que practicó regularmente la crítica enMéxico y después en su exilio neoyorquino; él fue quien primero advirtió elgenio de José Clemente Orozco y queseguiría su camino. Luis Ríus (tesis inédita) señala que si como colaborador dela Revista Moderna se distinguió por suactitud de vanguardia, la experiencia
de la Revolución lo había hecho virarhacia 'un muy claro nacionalismoen 1927, fecha en que se publica suHistoria del Arte en México. Es la primeraobra que pretende una visión total dela antigüedad prehispánica, al arte colonial, el moderno y el contemporáneo-las cuatro partes en que se divide su
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Juan O'Gorman, Proyecto del movimiento fUnebre al capitalismo industrial
'obra-o No hay en ella investigacióndocumental ni análisis particularesmayores, pues al fin y al cabo no eraestrictamente un académico, pero acambio hay una clara conciencia interpretativa a partir de fuentes secundarias... que sin embargo flaquea en laparte contemporánea, la que seguramente más profundamente conocía,quizá por la premura en entregar eltexto.
No desdeñaron escribir sobre arte losliteratos, como Ramón López Velarde(su oración fúnebre a Saturnino Herrán) y los del grupo de Contemporáneos,principalmente Xavier Villaurrutia, el,más activo y constante de ellos, y CarlosPellicer; igualmente Agustín Lazo,pintor, escritor, crítico, y Luis Cardozay Aragón, poeta y escritor guatemaltecoque ha mantenido un interés constanteen las artes plásticas, quien desde quellegó a avecindarse a México no hacesado en esa actividad hasta la fecha.Alguno de sus libros tempranos, como,La nube y el reloj, se convirtió pronto enuna referencia obligada, así comosu Orozco,
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La aparición del movimiento de pintura mural trajo un renovado interéspor el arte mexicano, principalmente enhistoriadores y críticos estadounidenses,como Francis Toor, que vivió aquímuchos años y publicó la revista Mexican Folkways, con ricos materialessobre nuestro arte, Walter Pach, Law'fence Schmeckébier, y más tardeMcKinley Helm. Ya antes la mexicanaformada en Estados' Unidos Anita Brenner había producido un libro que tuvoresonancia y mucha influencia p?r sutipo de interpretaciones; /dols BehindAltars (1929) no es una obra de historiadel arte, sino de interpretación históricay de lo que podríamos llamar historia dela cultura, pero el gran interés de AnitaBrenner por el arte pasado y el que seiniciaba en México en la década de losveinte, y su amplia formación sociológica hicieron que el arte tuviera en laobra un sitio preponderante. El solotítulo tan acertado del libro implica yael tipo de interpretaciones. Los autoresmencionados insistieron mucho en la
'idea de las continuidades del arte mexi'cano, de sus profundas raíces, y usaron
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la ~xpresión Renacimiento mexicano, conla carga ideológica que implica, para referirse al nuevo arte.
No suelen ser profesionales de la disciplina, pero algunos artistas tambiénecharon su carto a espadas en la historiadel arte en esos años veinte. DavidAlfaro Siqueiros como teórico y DiegoRivera como teórico e historiador. Deuna manera más profesional el artistaguatemalteco radicado en México,Carlos Mérida, que ejerció sobre todo lacrítica, y Jean Charlot, que junto a suactividad de pintor desarrolló y mantendría toda su vida la de un historiadorprofesional del arte. Abelardo Carrillo yGariel derivó de su condición de pintor y restaurador a la de historiador delarte, especialmente en trabajos quese refieren a técnicas antiguas de la pintura y la escultura; y también produjotrabajos interesantes Jorge Enciso. Eldoctor AtI y Roberto Montenegro nodescuidaron su quehacer de pintorespero produjeron obras de importanciaacerca del arte novohispano y del artepopular.
La otra rama que confluiría normal-'mente en -la historia del arte fue la delos historiadores: la investigación docu-,mental los llevaba como de la manoa historiar los objetos artísticos. LuisGonzález Obregón primero, y despuésRafael García Granados, EnriqueCervantes, Luis Mac Gregor, FedericoGómez de Orozco; entre ellos sobresalepor su dedicación más exclusiva a lahistoria del arte Manuel Romero deTerreros (marqués de San Francisco).Con más o menos rigor, según el caso,ellos instauran una continuidad académica de los estudios de historia del arte,y serían fundadores o por lo menos laplanta más antigua del Laboratorio deArte de la Universidad, después Insti- ,tuto de Investigaciones Estéticas, quefundaría Manuel Toussaint.
En el pr~eso de confluencia ~ institucionalización de la disciplina la figuramás importante es la de Toussaint, algrado de que puede decirse que esla bisagra entre la historia del arte anterior y la institucionalizada más rigurosa.Toussaint se inicia por el lado de lasletras y se relaciona con figuras del viejoAteneo, como Alfonso Reyes, amigo suyo de toda la vida. Se enlaza
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proñto con los historiadores; y tienela pasión por el arte, que parece indispensable en la disciplina. Su primer
trabajo dedicado al arte es la monografía de Saturnino Herrán, de 1918.Pronto, sin perder nunca de vista un
panorama general del arte y del arte
mexicano, se concentraría en el arte no-"vohispano, en un quehacer incansable,
que lo llevó a producir una gran can
tidad de trábajos, y entre ellos algunos
que son piedras miliares, como Paseoscoloniales, La catedral de México (1948),Arte colonial en México (1948) o el
póstumo Pintura colonial en México.La situación favorable a los estudios
artísticos en las décadas de los veinte ytreinta, la tendencia a la institucionali
zación que se daba en la Universidady en otros sitios, y la influencia benéfica
de la figura de Toussaint hacían
una conjunción propicia. Toussaintfundó la cátedra de Arte Colonial en laFacultad de Filosofía y Letras, creó un
grupo de trabajo en la Secretaría de
Hacienda y más tarde enseñaría en El'Colegio de México; todo eso resulta empequeñecidojunto a la" fundación delLaboratorio de Arte en la Universidad,
en 1935. Éste debería ser el punto,según él mismo lo escribió, donde con
fluyeran los esfuerzos dispersos. Y enefecto el Instituto de InvestigacionesEstéticas (segundo nombre del Laboratorio) lo fue, en cierta medida. Tous
saint no tuvo una formación académicaen historia del arte, y si apura uno las
cosas se alcanza a notar una cierta deficiencia teórica en su obra, que es sinembargo compensada por su amplísimo
conocimiento, por sus numerosas lectu- "ras en la materia y por su fina inteligen
cia. Sin embargo fue capaz de formar ageneraciones de historia del arte desde
sus cursos en la Facultad de Filosofíay Letras, el Colegio Nacional (del que
fue miembro fundador), El Colegiode México y alrededor del Instituto deEstéticas.
Coincidiendo con esos hechos, el creciente interés por el arte mexicano enotros países trajo a éste a muy importantes, entonces jóvenes, historiadoresdel arte: entre ellos Diego Angulo, de
España, George Kubler y John McAndrew de Estados Unidos. Todos ellosprodujeron obras de la mayor significa-
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oc
Diego Rivera
ción, y además su presencia aquí y larelación posterior dieron como re
sultado un i.ntercambio altamenteprovechoso.
Otro intercambio también muy rico fueel que se dio un poco después, cuando a
partir de 1938 México acogió a los españoles republicanos refugiados de la
Guerra Civil. José Moreno Villa, pintor,poeta e historiador del arte (La escultura colonial mexicana y especialmente
Lo mexicano en las artes plásticas) y Juande la Encina se integraron a las institu
ciones: El Colegio de México y la Escuela de Arquitectura; mientras otrostrabajaron fuera de ellas: Pablo Fernán
dez Márquez, el poeta José Bergamín,Enrique Gual, y la más activa Margarita
Nelken. Tambiér refugiado, pero porlas persecuciones de la Alemania nazi,vino Paul Westheim, formado en el rico
ambiente alemán y con largos antecedentes personales en la disciplina; se
interesó simultáneamente en el artemexicano de este siglo, aun el másreciente, y en el arte prehispánico, y
en ambos produjo trabajos de la mayorimportancia (Arte antiguo de México, Elgrabado en madera, entre muchos otros)
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que además de su rigor mostrabanposiciones teóricas con las que los
estudiosos mexicanos no estaban muyfamiliarizados.
De la importancia que había cobradola historia del arte y del intercambiocon estudiosos formados en otras tradiciones se benefició la que podríamos
llamar primera generación del Institutode Estética después de los fundadores.Entre ellos están Salvador Toscano,muerto prematuramente en un acci
dente, pero después de haber plfblicadosu Arte precolombino de México y AméricaCentral, primero de los tres volúmenesfundamentales que publicó el Instituto,y de otros trabajos importantes; el
suyo, quizá con algunas limitacionesmetodológicas por la dificultad de acercarse a un universo artístico apenasrastreado, es el primer estudio amplio yglobal sobre el tema (el anterior estudiode Ignacio Marquina se refiere sólo a la
arquitectura).Justino Fernández ingresó al Instituto
a poco de fundado, muy joven, y prontodestacó por sus trabajos que se dedicaron fundamentalmente, primero, al artedel "siglo XIX, luego al de este sig!o,.
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pero que abarcaron toda la historiamexicana y aun otras zonas. Iniciadopor el camino del dibujo arquitectónico,se formó, ya en su ruta de "historIadordel arte, beneficiado de la inflUencia deun historiador filósofo como EdmundoO'Corman y de las lecturas comunes deambos (Ortega y Casset, Heidegger)así como de los filósofos, como SamuelRamos, o los emigrados de España, .Nicol, Xirau, pero sobre todo JoséCaos. Eso no sólo le dio una visión muyamplia y un mucho mayor rigor teórico,sino que le permitió desarrollar unateoría con características propias. Vi
talismo, historicismo y expresionismo sefunden en su pensamiento: para él laobra de arte tiene valores específicospero no por eso menos históricos,circunstanciales, que califican al objetoy donde el sentimiento (del productor ydel receptor) ocupa un lugar importante. Su método de acercamiento alobjeto equilibra el análisis de la forma yde los contenidos y no desecha los elementos sentimentales. En Estética delarte mexicano, una de sus obras más destacadas está expuesto su pensamientoteórico y convertido en realidad críticae histórica. No extraña que el propioJosé Caos, refiriéndose a una de susobras tempranas (Prometeo, de 1947),señalara en él a un "crítico-filósofo a laaltura de los tiempos". Otros trabajossuyos, como su monumental Artt moderno y contemporáneo de México son referencia obligada para quienes seocupan de tales temas, tanto por la cantidad de investigación primaria quecontiene, como por el tipo de interpretaciones que propone.
Francisco de la Maza, también discípulo de Toussaint y su más directoseguidor en los estudios de arte novohispano, se formó igualmente en elambiente de discusiones históricas yfilosóficas que caracterizaban a los círculos académicos en los años cuarenta. Sinembargo no fue un estudioso de grandes complicaciones teóricas. Reconocíaque la historicidad era un elementoconstitutivo de la obra artística, peronunca aceptó sino muy levemente elrelativismo que las ideas historicistashabían traído a la escena mexicana. Suconocimiento de la cultura clásica,su sólida formación en la cultura reli-
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José Clemente Orozco. El hombre en llamas,Hospicio Cabañas, Guadalajara
giosa, en la literatura y en la historia lepermitieron tener visiones muy ampliassobre los fenómenos artísticos. A partirde ello pudo desarrollar la iconología yla interpretación simbólica, lo que, además de su incansable curiosidad porrastrear un arte en vías de descubrimiento, es su mayor aportación y loque más lo distingue de la generaciónde Manuel Toussaint. Como Fernández, pero quizá más que él por su carácter abierto y su expresivo entusiasmo,De la Maza fue formador de generaciones de estudiosos. No puede dejar deseñalarse en la personalidad de De laMaza la relación entre la práctica dela historia del arte y la lucha constantepor salvaguardar el patrimonio artísticomexicano, violentamente amenazado por la ignorancia y las transformaciones del país.
El quehacer de la historia del arte,pero más especialmente de la crítica,siguió siendo practicado (y ha seguido) aveces con buena fortuna, fuera delmundo propiamente académico. En lamayoría de los casos por escritores ypoetas. Octavio Paz a la cabeza de ellos.Su conocimiento de muchos terrenos de
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la cultura, su capacidad para hacersuyas las diversas teorías que aparecenpor el mundo, pero que son para élrecursos en circunstancias precisas,y nunca se compromete de lleno conninguna; y desde luego su calidad de escritura (lo inteligente, si bien dicho, dosveces inteligente) le han permitidoalcanzar una serie de ensayos luminosossobre el arte mexicano y universal. Unaexposición en 1990 en el Centro Cultural Arte Contemporáneo, que reuníaobras de artistas o universos artísticossobre los que ha escrito daba buenacuenta del sitio destacado que en laobra de Paz ha tenido la reflexión sobreel arte. Otro escritor con un interés persistente en las artes plásticas ha sidoJuan Carda Ponce; su obra de crítica hasido muy extensa y fue el crítico quemás claramente dio la batalla por la renovación del arte mexicano, codo concodo con los artistas en aquellas jornadas del principio de los años sesenta,cuando se luchaba por "conquistar elpalacio de mármol".
No estrictamente de las letras, sinodel periodismo, proceden AntonioRodríguez y Raquel Tibol. Ambos deri-
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varon de la crónica a la crítica, y de éstaa la historia del arte propiamente dicha,una historia del arte renovadora por sudecidido empeño en darle un sentidomarxista, en el seno de la academia sólotransitado en esos años sesenta porPedro Rojas y el malogrado Raúl FloresGuerrero. La labor extensísima deRaquel Tibol, su impresionante capacidad de trabajo, que se extiende a una.gran cantidad de'temas en la crítica y enla historia del arte, le han dado un justificado reconocimiento.
Por otra parte el mundo académico sediversificó. Ya en los años cincuenta laUniversidad Iberoamericana empezóa formar, en su escuela de Historia delArte, fundada por el padre Pardinas,sólidos especialistas. Más tarde, a finalesde los años setenta Sonia Lombardo deRuiz iniciaría un seminario de historiadel arte en el Instituto Nacional deAntropología, y Óscar Urrutia promovería un centro de investigación en el·Instituto Nacional de Bellas Artes.Fuera de la ciudad de México tambiénha habido esfuerzos, hasta ahora nosuficientemente consolidados, por establecer instituciones de formación oinvestigación; no obstante estudiosos,aun sin instituciones, han realizado unaobra a veces muy meritoria, como la deRafael Montejano en San Luis Potosí o.Ia de Esperanza Ramírez en Morelia.Esa diversificacion en la formación y en·Ios centros de investigación ha sido altamente benéfica, pues proporciona unterreno abierto a la confrontación, quees indudablemente provechoso. Comotambién lo ha sido la reciente integración a la escena mexicana de investigadores que han obtenido grados o posgrados o realizado estudios de perfeccionamiento fuera de México, en lasúltimas décadas. Ellos han traído teoríasy metodologías diversificadas que hanfuncionado también como revolvente.
No pocos de ellos se encuentran yaentre los discípulos de Justino Fernández y Francisco de la Maza, es decir, losque -aunque con notable diversidad deedades- serían la segunda generaciónde Instituto de Estéticas. Ida RodríguezPrampolini ha dedicado la mayoría desus esfuerzos al arte contemporáneo,con una visión abierta y renovada, quede su origen historicista se ha movido a
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la sociología del arte y a interpretaciones marxistas no ortodoxas. ElisaVargas Lugo, Manuel González Galvány Eduardo Báez han trabajado sobrearte novohispano, Beatriz de la Fuentey Martha Foncerrada de Molina sobrearte prehispánico, Xavier Moyssén yJorge Alberto Manrique han mantenidoun pie en la etapa novohispana y otroen el siglo xx... Ellos 'han sido a su vezlos maestros de las generaciones más recientes, entre quienes se encuentran yainvestigadores maduros y con obrarespetable.
(Antes de finalizar estas páginas deboadvertir que, como puede suponerse, lacantidad de estudiosos dedicadosa la historia del arte es mucho mayorque los pocos nombres aquí citados.Sería imposible nombrar en un artículode estas dimensiones ya no a todos, sinoa aquellos que han realizado obras destacadas. Aparte de los nombres que porsu propia condición sobresaliente me
. resultan inevitables, los otros han sidoescogidos no por ser los más notables-ni siquiera a mi juicio personal- sinopor parecerme que ejemplificaban mejor las líneas de mi discurso.)
Si consideramos la situación actual dela historia del arte en México advertimos que hay una gran diversidad de
Carlos Mérida.Teptul el adivino
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posiciones teóricas sustentantes y unaampliación notable de investigación primaria. Quizá en los últimos veinte añosse haya hecho más investigación primaria que en los anteriores 50 años. Lacalidad de mucha de la investigación noestá aparentemente en duda, si consideramos la aceptación que suelen tenernuestros trabajos en congresos internacionales y en publ.icaciones extranjeras.
Sin embargo, pueden señalarse ciertas peculiaridades -lIamémoslas asíque tienden a hacerse .viciosas. Pese alabanico de posiciones teóricas, éstas nosiempre se antojan suficientementerigurosas y hay una carencia de suficiente discusión teórica en los centrosde enseñanza. Contrariamente a lo quesucede en otros ambientes académico's,la investigación mexicana se hace en
.una proporción muy alta sobre el artede México, lo cual estaría en principiobien, pues es un campo amplísimo y conmuchas posibilidades abiertas, pero amenudo produce una situación de aislamiento, que limita la comprensión delos fenómenos a estudiar.
Por otra parte, si bien es creciente lacantidad de estudiosos dedicados ala historia del arte -por más que seaninsuficientes respecto a la amplitud delos fenómenos a conocer-, es notable lacarencia de apoyo institucional. Las ins{ituciones son muy pocas y sus recursosmuy limitados. Eso lleva a que se pierdan muchos posibles investigadores, aque las bibliotecas sean pobres e insuficientes, a que no haya archivos fotográficos con programas de ampliacióncapaces de cubrir las deficiencias existentes en ese terreno, indispensablepara la historia del arte, etcétera. Esofrena las tareas que parecen verse comolas más imperativas: un mayor rigorteórico (cualesquiera ql!e sean las muydiferentes tendencias posibles); una másamplia investigación primaria y documental (incluidos los registros fotográficos necesarios, así como la utilización denuevas formas computarizadas); unamayor relación en la formación de losinvestigadores y en sus propios trabajoscon la historia del arte que se realiza enotras partes; una relectura de las interpretaciones anteriores que ejercen un"peso de inercia" inconveniente y resultan a menudo il1satisfactorias ahora...O
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