inflacion
Post on 19-Jul-2015
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República Bolivariana de Venezuela
Ministerio de Educación Cultura y Deportes
Universidad de Carabobo - Núcleo la Morita
Facultad de Ciencias Económicas y Sociales
Maracay - Estado Aragua
¿Por qué un gobierno no puede combatir la inflación fijando
precios de un producto por ley?
Integrantes:
Uzcategui, Evert C.I.N° 20.819.236
PROF:
Anna Torres
Maracay, Julio del 2014.
¿Por qué un gobierno no puede combatir la inflación fijando precios de un producto
por ley?
En primer plano es indiscutible definir a ciencia cierta opiniones encontradas que
día a día se confortan a sí mismas. La inflación por un lado abrazadora desde cualquier
punto cardinal arremete contra X economía y asume más un rol de controladora que de
desde su propia contra partida.
La distorsión que sufre la economía nacional de un país es producto de las
decisiones económicas que ha tomado el Ejecutivo: control de precios, la expansión
monetaria y las ineficientes políticas para la administración de divisas, teniendo en cuenta
los diferentes organismos que no transan de manera eficiente para la cantidad de masa
poblacional que exista en dicho país.
No obstante partiendo del hecho de la fijación de precios de un producto por ley trae
consigo escases en los límites más inexorables lo que da a la inflación mas cabida dentro de
un sistema económico. Esto como consecuencia a que la producción de cada empresa y
cada producto con fijación esa poco rentable producirlo y llevar a cabo su comercialización
seria mas costoso que las ganancias obtenías por el mismo. Más allá de esto la fijación de
precios adopta muchas formas, dependiendo de diferencias entre clientes, lugares y
productos. No basa sus diferencias de precio en el costo de las distintas versiones del
producto.
Jugando así con estos basamentos el precio dice algo acerca del producto. Por
ejemplo, muchos consumidores usan el precio para juzgar la calidad. Al usar la fijación de
precios, los vendedores toman en cuenta los aspectos psicológicos de los precios y no solo
los económicos, dando a entender que el precio sugiere algo más acerca del producto. Si los
consumidores no juzgan la calidad de un producto porque carecen de la información
necesaria, el precio se convierte en un fuerte indicador acerca de la calidad del mismo.
En plenas básicas de un resumen final de este tema se puede inferir que no pude
combatir la inflación con esta fijación ya que la planificación administrativa ha demostrado
suficientemente su fuerza y, al mismo tiempo, sus limitaciones. Un plan económico
concebido a priori, sobre todo en un país de 170 millones de habitantes y atrasado, que
sufre las contradicciones entre el campo y la ciudad, no es un dogma inmutable sino una
hipótesis de trabajo que debe ser verificada y transformada durante su ejecución. Se puede
hasta dar esta regla: mientras la dirección administrativa está más ajustada a un plan, más
difícil es la situación de los dirigentes de la economía. Dos palancas deben servir para
reglamentar y adaptar el plan: una palanca política, creada por la participación real de las
masas en la dirección, lo que no se concibe sin democracia soviética; y una palanca
financiera resultante de la verificación efectiva de los cálculos a priori, por medio de un
equivalente general, lo que es imposible sin un sistema monetario estable.
Así mismo las ideas más utópicas sobre una base económica nueva es un poco más
elevada es cierto, pero, ¡ay!, todavía completamente insuficiente para la liquidación del
dinero. En los medios dirigentes prevalecía la opinión de que la inflación no era de temerse
en una economía planificada. Era tanto como decir que una vía de agua no es peligrosa a
bordo con tal de que se posea una brújula. En realidad, como la inflación monetaria
conduce invariablemente a la del crédito, sustituye con valores reales y devora en el interior
a la economía planificada.
Es inútil decir que la inflación significaba el cobro de un impuesto extremadamente
pesado a las masas trabajadoras. En cuanto a sus ventajas para el socialismo, son más que
dudosas. El aparato de la producción continuaba, es cierto, creciendo rápidamente, pero la
eficiencia económica de las vastas empresas nuevamente construidas era apreciada por
medio de la estadística y no por medio de la economía. Mandando al rublo, es decir,
dándole arbitrariamente diversas capacidades de compra en las diversas capas de la
población, la burocracia se privó de un instrumento indispensable para la medida objetiva
de sus propios éxitos y fracasos. En ausencia de una contabilidad exacta, ausencia
enmascarada en el papel por las combinaciones del "rublo convencional", se llegaba, en
realidad, a la pérdida del estímulo individual, al bajo rendimiento del trabajo y a una
calidad aún más baja de las mercancías.
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