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Impacto arqueológico y desarrollo turístico en una plantación cafetalera del siglo
XIX. Matanzas, Cuba.
Odlanyer Hernández de Lara
Cuba Arqueológica
odlanyer@cubaarqueologica.org, www.cubaarqueologica.org
Resumen.
Se trata el nivel de impacto arqueológico ocasionado en una plantación cafetalera del siglo
XIX fundada por inmigrantes franceses en las afueras de la actual ciudad de Matanzas,
Cuba. Son analizados los distintos cambios y transformaciones ocurridos producto de los
cambios económicos acontecidos durante esa centuria, así como los procesos de deterioro
por los que ha pasado la finca y el resultado de la explotación turística en la zona, teniendo
en cuenta la legislación del patrimonio histórico internacional y nacional.
Abstract.
The archaeological impact level caused in a 19th century coffee plantation founded by
French immigrants, located in the outskirts of Matanzas province, Cuba is analyzed. The
study analyzes the diverse changes and transformations product of the economic changes
that took place during that century alongside the deterioration processes the farm has
suffered and the result of tourism exploitation of the area, taking into consideration the
national and international legislation for historic heritage preservation.
Introducción
Los estudios de arqueología histórica, no obstante haber sido criticados durante décadas -
remanentes de los cuales aún persisten-, han demostrado, a través de la cientificidad y
sistematización de las investigaciones, la importancia de sus resultados para rescatar
nuestro patrimonio, teniendo además gran significación desde el punto de vista económico
y sobre todo social, aportando inestimables valores a nuestra cultura e identidad nacional
para la sociedad moderna.
Empero, en muchas ocasiones priman otros intereses en la recuperación o restauración del
patrimonio histórico, lo que trae como consecuencia que “el resultado no redunda en una
verdadera restauración fundamentada científicamente, y en el enriquecimiento cultural para
el monumento recuperado” (Arrazcaeta, 2002: 18), brindando una imagen de nuestro
pasado que a veces no es precisamente la más aceptada.
Por otra parte, a lo largo de todo el país se han venido realizando proyectos turísticos
vinculados al patrimonio histórico, tornándose una importante fuente económica y una vía
de mostrar las raíces cubanas y el legado de siglos de historia. No obstante, a pesar del
interés de instituciones y personas por preservar ese patrimonio, en ocasiones no se
cumplen las disposiciones legales que los protegen. Todo esto tiene una consecuencia: el
impacto negativo causado al monumento, muchas veces provocado por su antigüedad y la
exposición a agentes naturales y otras a la intervención del hombre a través del tiempo,
aunque en la actualidad el principal factor está dado por un uso no adecuado de los recursos
patrimoniales.
El presente trabajo se refiere a una plantación cafetalera de las primeras décadas del
decimonónico: La Dionisia, ubicada en la margen oriental del río Canímar, a unos tres
kilómetros aproximadamente de la carretera Matanzas-Varadero (fig. 1). Con anterioridad
se han realizado algunos estudios histórico-arqueológicos del lugar (Hernández, 2002;
Hernández y Vento, 2005; Vento y Hernández, 2004), que devinieron en el primer proyecto
de excavación arqueológica, llevado a cabo por el Castillo de San Severino Museo de la
Ruta del Esclavo, donde se contó con la colaboración de importantes instituciones como la
Empresa Nacional para la Protección de la Flora y la Fauna, la Oficina de Monumentos y
Sitios Históricos del Centro Provincial de Patrimonio Cultural, Matanzas, el Comité
Espeleológico de Matanzas (SEC) y el Gabinete de Arqueología de la Oficina del
Historiador de Ciudad de La Habana (Hernández, 2006), resultados que han sido expuestos
parcialmente (Hernández y Cepero, 2006).
En esta ocasión, se trata de evaluar el daño ocasionado por los factores mencionados con
anterioridad, así como algunas medidas que podrían, si bien no detener, atenuar el avance
destructor de un legado centenario.
Cambios y transformaciones
Como bien es sabido, el cultivo del café tuvo su época de esplendor en la primera mitad del
XIX. Es cierto que para la década del cuarenta del mismo siglo su decadencia fue
inevitable, trayendo como consecuencia que las haciendas cafetaleras que se habían
incrementado cuantiosamente comenzaran a sufrir las primeras transformaciones,
convirtiéndose en ingenios azucareros y potreros fundamentalmente.
Esa misma suerte la corrió el cafetal La Dionisia, posiblemente a fines de los años cuarenta
o en la década siguiente. Lo cierto es que para 1863 la Dionisia había quedado reducida a
potrero, según testifica el bautismo de una morena nacida dos años antes (IPL, 1863). De
esto se desprenden los cambios a los que debieron estar sujetas las estructuras que
componían la hacienda al cambiar de función.
El siglo XX traería la mayor cantidad de modificaciones de la mano de los nuevos
propietarios. Las calas de pintura mural realizadas durante la primera campaña de
excavación arqueológica en el sitio comprobaron la adición de nuevas habitaciones a la
estructura original de la casa de vivienda en el ala derecha, donde se pudo identificar la
relación de paramentos en cuanto a su contemporaneidad, así como las diferencias en las
capas pictóricas y los enlucidos.
Por otra parte, la noria fue otra de las estructuras modificadas. La utilización de la misma
para la extracción de agua potable desde antaño hasta la actualidad, determinó su
evolución. Durante el levantamiento topográfico se apreció la realización de arreglos y
quizás modificaciones en los contenedores de agua anexos a la misma, observándose
inscripciones en varias partes de los muros fechadas en diferentes meses de 1935, figurando
el nombre de Francisco Contreras y la existencia de cimientos de varios contenedores
destruidos. La abertura del pozo también sufrió cambios, añadiéndosele un basamento y un
estanque de cemento que se utiliza actualmente, el cual se construyó en la segunda mitad
del XX, según datos aportados por el actual propietario de la finca.
Además, se debe hacer referencia al cambio del acceso original de la propiedad. Este se
encuentra al Sur, donde aún se conservan parte de los muros por donde pasaba el antiguo
camino del Bongo que conducía al río. No se tiene una idea precisa de cuándo y el por qué
del cambio, aunque la construcción en 1951 del puente Guiteras (Canímar), pudo haber
influido en la reorientación del camino y por ende de la entrada que actualmente está
orientada al Oeste.
Aproximadamente para la década de los setenta del siglo XX, se lleva a cabo el hecho que
más repercusión tuvo en el cafetal desde su creación. En la fecha mencionada se construye
el tendido eléctrico de alta tensión con las respectivas torres y un camino que las comunica
entre sí. La obra en ejecución pasaba justamente por las tierras pertenecientes a la finca y
una de sus estructuras estaba condenada a desaparecer, por haberse construido, 150 años
antes, en el lugar donde se planificaba edificar una de los componentes del nuevo tendido
eléctrico. No valieron las alternativas y opiniones del actual inquilino del lugar, el barracón
de los esclavos comunes fue demolido irreverentemente.
Otro de los factores que han influido en la progresiva depauperación del sitio ha sido la cría
de ganado vacuno. Algo alejado de la casa de vivienda, en la parte posterior, se encuentra
ubicado el horno de cal, que fue construido aprovechando lo heterogéneo de un terreno
altamente cársico. En un desnivel, donde existe una pequeña dolina, se levantaron los
muros del horno de cal. La misma topografía provocaría su destrucción, cuando una vaca
cayó en el interior de la estructura y los dueños, para recuperarla, la demolieron, quedando
solamente dos fragmentos de muro como testimonio de su existencia.
Recientemente, tras una visita a La Dionisia, se pudo constatar la limpieza efectuada de las
estructuras, lo que da una mejor visión del espacio y a la vez favorece su conservación.
También, se observaron las reparaciones realizadas en el techo de la casa de vivienda, algo
que se puede apreciar como gesto de beneficio sobre todo para los actuales inquilinos, ya
que había grandes daños que provocaba el humedecimiento de muros y maderas. El
resultado del trabajo fue el reemplazo de toda la madera donde se conservaban remanentes
originales, tanto la parte afectada como la que no. Esta actividad, que debió realizarse con
asesoramiento de personal especializado en restauración y conservación de patrimonio, es
una muestra de la inconsciencia y el incumplimiento de las leyes patrimoniales de la
nación.
En última instancia se debe mencionar la reconstrucción de la estructura del campanario
llevada a cabo. La misma se realizó como consecuencia del hallazgo de los cimientos
originales durante las labores de excavación arqueológica (fig. 2), elemento que se dejó
descubierto por su valor histórico para que formara parte de la atracción turística del lugar,
por lo que se sugirió su conservación pudiéndose delimitar el área antes de terminados los
trabajos. Para ese entonces surgía la idea de hacer una reconstrucción hipotética la cual se
realizaría cerca de la estructura descubierta. Es importante resaltar el acercamiento de la
reconstrucción del campanario, ya que cerca no significa en el mismo lugar, ni utilizar la
misma huella de poste para colocar la nueva estructura, lo cual se hizo (fig. 3).
Lo cierto es que para la recreación del espacio se construyó un muro de rocas a
continuación de los cimientos de la estructura original, ubicándose una reproducción de un
campanario justo en la huella de poste hallada durante las excavaciones con un basamento
de cemento que la rellena. Es preciso añadir que dicha reproducción fue hecha sin escala
alguna, por lo que es totalmente desproporcionada.
Desarrollo turístico del área
Las condiciones naturales del Valle de Canímar han llevado a considerarlo como una zona
de importantes riquezas naturales, donde conviven exóticas especies tanto de la flora como
la fauna tropical y elementos patrimoniales, como sitios donde se hallan huellas de las
antiguas culturas precolombinas y estancias coloniales de extraordinario valor, más allá de
algunas irregularidades que han afectado el paisaje. Estas condiciones incidieron en la
instauración de bases de campismo en el área a inicios de la década de los ochenta, como
primeros exponentes de explotación turística destinada al público cubano. Con
posterioridad, se comienzan varios proyectos, fundamentalmente a partir de los años
noventa con el naciente turismo internacional, lo que trajo consigo la inserción de empresas
nacionales y extranjeras, siempre con una concepción de turismo de naturaleza. En las
postrimerías del siglo XX y en el umbral del XXI muchos han sido los proyectos que se han
concebido en torno al Valle de Canímar, aunque pocos han llegado a materializarse.
Uno de los más recientes fue dirigido a la creación de un Parque Temático con un “uso
sostenible de Recursos Naturales, arqueológicos, culturales y patrimoniales”. El mismo
reitera que su desarrollo sería “con amplia concepción de sostenibilidad”, planteando que
posibilitaría, entre otras cosas, “el cuidado y protección de los recursos forestales y
arqueológicos fuertemente amenazados en la actualidad”, según el autor por carencia de
financiamiento (García, 2001). Es importante señalar que, al decir del autor, el Parque
podría triplicar los ingresos actuales, que está limitado de alcanzar cuotas de mercado, al no
poder incrementar las opciones y atractivos. Más adelante plantea lo expresado por el
Ministerio del Turismo referente a la necesidad de “o no considerar a Canímar como Área
Protegida o en su defecto establecer capacidades de carga amplias”, ya que 120 PAX
diarios “no permiten el desarrollo del Parque.”
Añade además, que “los intereses del turismo requieren que ésta [la capacidad de carga] no
sea inferior a 1000 PAX diarios”, por lo que las entidades interesadas, la Unidad de Medio
Ambiente del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente en Matanzas y la
Empresa de Flora y Fauna, se pronunciaron por ampliar la capacidad de carga, aludiendo
como justificante que “no se había contado con la información y recursos necesarios para
fijarla con exactitud y se reconocía que los cálculos habían sido conservadores”, siempre
que los resultados aboguen por un incremento económico.
A todo lo anterior se debe apuntar que en un inicio prima una “amplia concepción de
sostenibilidad” y las razones de la limitante de mercados están dadas por “no poder
incrementar las opciones y atractivos”, dando como solución el incremento de la capacidad
de carga de 120 a 1000 PAX diarios, respondiendo exclusivamente a los intereses del
turismo. No se niega la carencia de financiamiento para la protección de los recursos
forestales y arqueológicos del área, pero tampoco es el único inconveniente, ya que las
soluciones donde solo atañen los resultados económicos concluyen con daños irreversibles.
Por otra parte, es de destacar la ausencia de entidades como el Centro Provincial de
Patrimonio Cultural en un proyecto donde el 45,44% de los atractivos turísticos ofrecidos
corresponda a sitios patrimoniales.
La Dionisia desde los intereses del turismo
El caso específico del cafetal La Dionisia se hace mención en varias ocasiones dentro del
citado proyecto. Así, entre los planes que proponía la Corporación Gaviota, ejecutante del
proyecto en cuestión, se encontraban los “Proyectos de construcción, restauración y
ambientación del cafetal La Dionisia”, cuestión que se sigue teniendo en cuenta, esta vez
por la Empresa de Flora y Fauna. Las pretensiones eran representar la etapa de
florecimiento del cultivo del café en la zona, vinculado con el Bongo.
En cuanto a la construcción el proyecto fue más ambicioso ya que se construyó un
restaurante en la parte trasera del patio de la casa para brindar un mejor servicio. Las
consecuencias de este hecho comenzarán a manifestarse en un futuro cercano ya que la
construcción se encuentra muy cerca a un muro sin revoque que es parte de los barracones
de esclavos domésticos en el fondo del patio, hacia donde el techo hace agua, provocando
daños irreparables al entorno de la finca y sobre todo al potencial arqueológico con que
cuenta la antigua plantación. Además, el funcionamiento del restaurante implica la sobre
explotación del pozo de agua, ya que es la única fuente de abastecimiento del lugar. Esto
conllevó a insertar un elemento anacrónico como es un tanque metálico en el entorno
cafetalero (fig. 4 y 5).
La conservación del conjunto de las estructuras originales es considerablemente buena,
aunque muchas de ellas han sido afectadas reiteradamente. La vivienda, que presenta el
mejor estado de preservación, estaba afectada en mayor parte en el techo, lo que provocaba
humedecimiento de los muros y maderas presentes en el inmueble, por lo que una
intervención de restauración habría sido apropiada. Para la misma, era imprescindible la
participación y asesoramiento de personal especializado, lo cual no está explícito en
ninguna de las propuestas turísticas. Tal es así que se hizo la sustitución de una parte del
techo sin contar siquiera con las autoridades patrimoniales.
Respecto a la ambientación, el proyecto está dirigido a la recreación del siglo XIX
mediante esculturas, lo cual podría ser utilizado, pero solo como material de apoyo. Por los
valores del lugar, es inimaginable la no inclusión de contextos arqueológicos que
demuestren materialmente la vida cotidiana en el cafetal, así como los diferentes utensilios
utilizados y cambios ocurridos durante su evolución hasta la actualidad.
Es de destacar que la construcción y ambientación de áreas para el turismo se debe tratar
con suma precaución y, como ya se ha planteado, debe intervenir algún especialista en el
tema, ya que la intención de recrear los ambientes en ocasiones distorsiona la realidad y
puede tergiversar realidades históricas o arqueológicas.
En la actualidad, en La Dionisia se brinda el servicio de comida tradicional cubana y una
visita al cafetal, como se comercializa en Internet, pero es de vital importancia que se
destaquen los valores históricos, arqueológicos, arquitectónicos y ecológicos representados
en el lugar, lo cual constituye su razón de ser.
Legislación del patrimonio histórico
El patrimonio histórico en su generalidad ha sido protegido de una forma u otra por leyes
internacionales y con más especificidad por cada pueblo en su situación particular. Los
mismos constituyen la memoria e identidad de cada comunidad consciente de su pasado,
los que, además, son portadores de valores que definen la particularidad de cada
patrimonio, desarrollándose así una conciencia y un conocimiento de la necesidad de su
salvaguarda (Carta de Cracovia, 2000).
Es importante señalar lo expuesto en el primer artículo de la Carta de Venecia (Carta
Internacional para la Conservación y Restauración de Monumentos), fechada para 1964:
“La noción de monumento histórico comprende tanto la creación arquitectónica aislada,
como el ambiente urbano o paisajístico que constituya el testimonio de una civilización
particular, de una evolución significativa o de un acontecimiento histórico. Esta noción se
aplica no sólo a las grandes obras, sino también a las obras modestas que con el tiempo
hayan adquirido un significado cultural”.
Además, en el artículo quinto, se apunta que: “La conservación de los monumentos se ve
siempre favorecida por su utilización en funciones útiles a la sociedad: tal finalidad es
deseable, pero no debe alterar la distribución y el aspecto del edificio. Las adaptaciones
realizadas en función de la evolución de los usos y costumbres deben, pues, contenerse
dentro de estos límites.”
Por otra parte, la Carta Internacional para la gestión del Patrimonio arqueológico, adoptada
por la Asamblea General de la ICOMOS en 1990, en su artículo tercero, plantea que:
“La protección del patrimonio arqueológico debe constituir una obligación moral para cada
ser humano. Pero también es una responsabilidad pública colectiva. Esta responsabilidad
debe hacerse efectiva a través de la adopción de una legislación adecuada y mediante la
provisión de fondos suficientes para financiar programas que garanticen una gestión eficaz
del patrimonio arqueológico.”
Las leyes de la nación cubana también se han interesado por la protección del patrimonio
nacional desde la misma Constitución de la República en su Capítulo V referente a la
educación y cultura, Artículo 39, inciso h, donde sostiene que: “el Estado defiende la
identidad de la cultura cubana y vela por la conservación del patrimonio cultural y la
riqueza artística e histórica de la nación. Protege los monumentos nacionales y los lugares
notables por su belleza natural o por su reconocido valor artístico o histórico”; a lo que le
siguen la Ley no. 1, la Ley no. 2 y los decretos nos. 55 y 118.
Este último decreto, el 118, plantea en el primer artículo que: “El Patrimonio Cultural de la
Nación está integrado por aquellos bienes, muebles e inmuebles, que son la expresión o el
testimonio de la creación humana o de la evolución de la naturaleza y que tienen especial
relevancia en relación con la arqueología, la prehistoria, la historia, la literatura, la
educación, el arte, la ciencia y la cultura en general”, destacando en el inciso k la inclusión
de “todo centro histórico urbano, construcción o sitio que merezca ser conservado por su
significación cultural, histórica o social”.
Teniendo en cuenta todo lo planteado, desde las cartas internacionales hasta las leyes
nacionales, la concepción del patrimonio está muy bien definida, como también el ideal de
su conservación, ya sean centros históricos completos como lugares aislados, todos con
algo en común: la significación cultural en la identidad de los pueblos. Esto conlleva a que
en muchas ocasiones sean convertidos en espacios de atracción turística, lo cual no implica
la tergiversación de la realidad histórica. Cada patrimonio se destaca por su particularidad
histórica y se debe ser consciente de sus propios valores sin agregados culturales con
intensiones de grandeza.
Si bien es cierto que las leyes nacionales promueven la protección y conservación del
patrimonio cultural, la realidad cotidiana no funciona al pie de la letra. Muchas veces por
falta de financiamiento y otras veces por inconsciencia de las personas a cargo, lo cierto es
que nuestro patrimonio cada vez está más expuesto a su desaparición. No obstante, existen
Centros Históricos como La Habana Vieja, Camagüey, Trinidad y Cienfuegos, con políticas
de protección que funcionan con mayor certeza. Matanzas, lamentablemente, no forma
parte de este círculo beneficiado por la conciencia gubernamental de la provincia. Los
espacios históricos, con escasas excepciones, se van transformando o derrumbando sin que
se realicen estudios arqueológicos. En el mejor de los casos, son rescatadas algunas piezas
que son encontradas como consecuencia de trabajos constructivos dentro de los inmuebles
urbanos.
Consideraciones finales
Como se ha expresado, el pasado y lamentablemente también el presente de esta historia ha
estado colmado de hechos que han contribuido al deterioro de la plantación, desde la
decadencia del cultivo del café a mediados del XIX hasta la instalación de la infraestructura
turística y todo su escenario más de un siglo después.
Los intereses del turismo en el área de Canímar han provocado un considerable impacto en
las estructuras y en el entorno de La Dionisia, lo cual se ve en los hechos descritos con
anterioridad, pero también en los daños ocasionados en los muros como consecuencia de
las inscripciones que han ido dejando los visitantes, muestra del descuido y la
incompetencia en la protección del lugar (fig. 6). Se debe tomar medidas en este sentido
para concientizar a las instituciones involucradas en función de hacer cumplir la ley,
teniendo en cuenta que la protección de los sitios históricos o arqueológicos en general está
bien explícita, desde las cartas internacionales hasta las leyes y decretos dispuestos por el
gobierno nacional para el resguardo del patrimonio cubano.
Las soluciones no pueden verse solamente desde la conveniencia económica. La protección
del patrimonio, de nuestro pasado, no puede solo estar concebido dentro de las pautas de un
proyecto para que sea aceptado. Se tiene que trabajar en la implicación legal y moral de las
instituciones, en la inclusión de los especialistas de patrimonio en los proyectos para que
estén presentes los intereses del monumento histórico.
La Dionisia, si bien no se ha declarado Monumento Nacional o Local hasta el momento,
según la Ley no. 2, reúne las condiciones necesarias para serlo. Es indiscutible su valor
histórico, puesto que fue testigo de enfrentamientos de la lucha independentista de 1895, y
forma parte, además, del legado francés a la nación cubana. Su valor ambiental también es
digno de destacar, conservando un ambiente decimonónico de lo que fuera una estancia
colonial. Su restauración y conservación se imponen para que no seamos la última
generación que disfrute de su entorno.
Agradecimientos
Quiero expresar mi más sincero agradecimiento a todos los que participaron en la campaña
de excavación, en condiciones que distaban de ser las ideales: a Adrián Labrada Milán,
Boris Rodríguez Tápanes, Silvia T. Hernández Godoy, Larisa Cepero Figueras, Lisette
Roura Álvarez, Jorge F. Garcell Domínguez y Esteban Grau. También a las instituciones
que nos apoyaron: Castillo de San Severino Museo de la Ruta del Esclavo, Comité
Espeleológico de Matanzas (SEC), Gabinete de Arqueología de la Oficina del Historiador
de Ciudad de La Habana, Oficina de Monumentos y Sitios Históricos de la Dirección
Provincial de Patrimonio de Matanzas. A Nemesio Guillén y toda su familia que nos dieron
una inestimable ayuda en todos los días que convivimos. A los trabajadores de la Empresa
de Flora y Fauna de La Dionisia que sin su importante ayuda no habríamos llegado al final
de veinte días de estancia. A todos mil gracias, que son pocas…
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