imÁgenes - fotoetnografias juveniles - diario de campo no. 106 baja

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Fotoetnografias Juveniles

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  • EN IMGENES

    Federico Gama: Fotoetnografas juveniles

    Federico Gama.

  • EN IMGENESMaritza Urteaga Castro Pozo

    Octavio Hernndez EspejoFederico Gama

    ProyEctoS inahCondicionamiento, represin, sociedad y cultura

    Hilario Topete Lara

    Propuesta de Manual para trabajos arqueolgicos de salvamento

    Luis Alberto Lpez Wario y Pedro Francisco Snchez Nava

    rEflExIoNESJvenes nativos digitales:

    Mitos sobre la competencia tecnolgicaEnedina Ortega Gutirrez y Paola Ricaurte Quijano (tec)

    Gneros difusos: entre espadas y crisantemos, monstruos y prodigios

    Mauricio Senz Ramrez (enah)

    coNtENIDo

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    Federico Gama.

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    DESDE...Centro de Investigacin en Alimentacin y DesarrolloEducacin y juventud en Sonora: paradigmas, enfoques y realidadesRosario Romn Prez, Ma. Jos Cubillas Rodrguezy Elba Abril Valdez (ciad, Sonora)

    La Universidad Autnoma Metropolitana - IztapalapaJvenes entre fronteras y al borde: la Mara Salvatrucha y la pandilla del Barrio 18 Alfredo Nateras Domnguez

    rESEaSLa investigacin sobre los jvenes indgenas. Avances y aportaciones del libro Jvenes indgenas y globalizacin en Amrica LatinaMaya Lorena Prez Ruiz (deas - inah)

    Referencias documentales sobre jvenes y violenciaPerla Medina (enah)

    Federico Gama.

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  • Maritza Urteaga Castro Pozo*

    Federico Gama: Fotoetnografas juveniles

    ederico Gama se autoadscribe como fot-grafo documental y especialista en fotope-

    riodismo en temas urbanos; sin embargo, preferira adscribirlo a esa calidad de fotgrafos que se sal-tan la valla y se van convirtiendo en la prctica, y segn sus intereses, en etngrafos visuales o fotoetngrafos. Con una gran y premiada trayecto-ria nacional e internacional,1 Gama nos ofrece en este nmero especial sobre Juventudes cerca de dos-cientas fotografas seleccionadas especialmente del proyecto denominado Mazahuacholoskato-punk, el cual viene realizando desde el 2006.

    Ms que como fotografas, pueden inter-pretarse antropolgicamente como imgenes cul-turales, en la medida en que el ojo del fotgrafo penetra/dialoga (con) los universos simblicos que configuran ciertos mundos juveniles, as como los atributos ideolgicos, valores y ritos que estos jvenes subjetivamente se asignan a s mis-

    mos por intermediacin de los objetos. En tr-minos generales, las imgenes culturales segregadas por las identidades y culturas, tribus, juveniles, son sus formas de presentacin de conocimiento y reconocimiento simblico en la escena urbana, pblica. Histricamente han permitido asociar esta realidad (los jvenes) con ciertas ideas sobre la juventud. Las fotoetnografas de Gama presentan ciertas realidades juveniles del nuevo milenio, en especial aquellas expresiones juve-niles emergidas en los mrgenes culturales de lo hegemnicamente urbano, como los mazahuacho-loskatopunks. Ese trata de las imgenes juveniles generacionales circulantes en ciertos espacios pblicos de un Distrito Federal que con todo y presuncin de cosmopolitismo rechaza/niega/invi-sibiliza la presencia indgena de maneras bruta-les, con espectaculares como No te pases el alto! No seas indio!.

    * Profesora investigadora del Posgrado en Antropologa Social de la enah-inah.1 Entre su vasta obra figuran proyectos como Islas Maras (1993), Top models, retratos de la vida loca (2002), Historias

    en la piel (1996-2007) y Mazahuacholoskatopunk, adems de otras fotografas sobre los punks de la ciudad de Mxico de fines de los 80 y el movimiento estudiantil del ceu. Todos estos proyectos expresan un gran inters por los jvenes, las migraciones culturales, la identidad y la vestimenta como forma de expresin. En este texto en mucho evocar toda su obra, la cual puede verse en muchos sitios de Internet, y slo en ciertas partes me referir especficamente al proyecto Mazahua-choloskatopunk.

    Federico Gama.

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  • Representando esa presencia, Gama apunta a visibilizar lo negado: jvenes de diferentes gru-pos tnicos, habitantes de una ciudad a la que tambin experimentan recreativamente desde una identidad en construccin. Con ello tambin apunta a preguntar si en la actualidad en esta ciu-dad se puede vivir la indiandad, la juventud y la migracin de maneras diferentes a las presenta-das por generaciones anteriores.

    A diferencia de otros fotgrafos e investiga-dores sociales, que rpidamente asocian y hacen creer en la asociacin marginalidad=pobreza= pasividad=copia=aculturacin, Gama interpela/da vida a ciertas identidades, culturas y tribus juveniles de la marginalidad urbana al plasmar con su lente modas (estticas y estilos) cons-truidas con base en una variedad de bienes de consumo activamente seleccionados. Cada ima-gen juvenil nos da la posibilidad de imaginar los elementos inmateriales (msicas, lenguajes y prcticas culturales) entretejidos en los objetos materiales que ellos/as eligen para construir su presencia en la ciudad y la sociedad mayor.

    Qu tienen en comn presos de las Islas Maras, punks, hip hoperos o graffiteros, bboys, cholos y mazahuacholoskatopunks de ascendencia indgena en la ciudad? La juventud de los fotografiados, s, pero tambin algunos tpicos/obsesiones subya-centes del autor.

    tpico Uno. Federico Gama fotografa con mucho detalle los espacios sociales urbanos, donde jvenes tan diversos como los punks o los maza-huacholoskatopunks, (con) viven, circulan, se agre-gan: los barrios de Neza, del noroeste y oriente defeo, la crcel, las esquinas, las tocadas, la Alameda, el Centro Histrico, las explanadas. Son espacios pblicos ubicados en zonas peri-fricas, reas obreras o informales o reas cn-tricas de la ciudad donde circula lo negado en la urbe. Universos sociales en los que comparten la experiencia de su agregacin, de su estar all en colectivo, espacios sociales donde crean y recrean cdigos, normas, reglas de comporta-miento colectivo: solidaridad, lealtad, silencio, liderazgos, valores como el logro del prestigio y el respeto social; hroes, estticas e historias en comn, con una lgica y una tica algo dis-tintas a la normas hegemnicas locales. Mundos duros, algunos de los cuales por las circuns-tancias de aos de crisis econmicas y sociales, cuyos costos recaen una y otra vez sobre los ms pobres ya al margen de la ley. Mundos en los que coexisten las utopas colectivas del futuro punk, el individualismo radical de los graffiteros que aspira al reconocimiento y prestigio entre su

    crew y los espacios delincuenciales de los cholos, recreando en las condiciones y espacios de Neza-york no slo el mtico Aztln chicano, tambin la violencia armada con que manejan sus relaciones con unos otros distintos a ellos.

    tpico Dos. Si bien Gama admite estar obse-sionado por la identidad y la vestimenta como forma de expresin, lo que se lee en las imge-nes presentadas va mucho ms all y remite a la conformacin de estilos juveniles que cruzan cons-tantemente la lnea de otras identidades/esti-los juveniles, cualquiera que sta sea. Los estilos son manifestaciones expresivas de las culturas juveniles, construcciones elaboradas con ele-mentos materiales e inmateriales heterogneos provenientes de la moda, la msica, el lenguaje, las prcticas culturales, espaciales y las activi-dades focales. Un estilo juvenil no se resume en lo fashion, la facha o moda, expresa la actividad y selectividad de los grupos de jvenes en la apro-piacin, modificacin y reorganizacin de las mercancas en funcin de actividades y valores que producen desde/en el entramado cultural-social generacional que organiza sus identidades de grupo. En contextos urbano populares duros como los que nos presenta Gama, las fronteras entre quienes comparten intereses generaciona-les apuntan a la mezcla, a la transgresin de lo puro, al prstamo inter/intracultural de estilos, al intercambio/mutacin de fachadas, lenguajes, expresiones y a la creacin de un universo sim-blico compartido.

    Las imgenes de pelones, punks, rastas, hippies, ravers, b-boys, skatos, mazahuacholoskatopunks cap-turadas por este fotoetngrafo son ejemplos de algunos estilos juveniles trasnacionales localiza-dos en lo urbano defectuoso,2 a travs de personajes juveniles emplazados en el barrio o los pueblos indgenas de la modernidad mexicana.

    Gama penetra aspectos importantes de estos universos juveniles: las producciones cul-turales (graffitis, cletas o baikas, ranflas o muebles, murales, tatuajes y alteraciones y decoraciones mltiples del cuerpo); diversas estticas del reco-nocimiento o las fachas extremas; las prcticas sociales gregarias (uso social de drogas, bailes, grupos musicales); rituales que la sociedad les celebra y en los que voluntariamente participan (quince aos, procesiones a la Virgen y el culto a la Santa Muerte); iniciaciones rituales al inte-rior de los grupos de pares (consumo de drogas, fotografiarse posando con armas, el proceso de tatuarse); as como su participacin en marchas de estudiantiles y sociales como el ceu. Todo ello nos habla de creatividad y accin cultural,

    2 Defectuoso: Defeo: del Distrito Federal.

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  • de empoderamiento/agencia del sujeto joven en mbitos como la socialidad, lo cultural y lo pol-tico.

    tpico tres. Estas imgenes hablan de la existencia de cierto tipo de subculturas al interior de lo juvenil urbano. La que el ojo etnofotogrfico de Gama nos muestra va punks, chavos banda, cholillos o cholos, mazahuacholoskatopunks, persona-jes de las Islas Maras es precisamente la tra-dicin bandosa juvenil, originada en el centro y norte del pas durante la dcada de los cua-renta y en funcin de imgenes de palomillas, gavi-llas, pachucos y tarzanes. De fuerte arraigo entre los sectores populares urbanos generalmente al margen de la cultura hegemnica juvenil la cultura bandosa, gregaria, de estos jvenes se ha recreado de generacin en generacin a travs de la migracin cultural de objetos/artefactos, lengua-jes, elementos, actitudes, producciones cultu-rales, etc., no slo entre el Gabacho y Mxico, sino entre las fronteras identitarias de los jvenes mismos.

    Y esto ltimo nos remite a los procesos de hibridacin cultural, trmino que prefiero al de migracin cultural,3 en tanto propone cruce de fronteras culturales y la produccin de espacios intersticiales como nuevos espacios que inaugu-ran relaciones, en trminos de vincular conjuntos de elementos bastante distintos en su origen, pero tambin en su desenvolvimiento espacial

    y temporal que se modifican/alteran en esos procesos. Hibridacin, a menudo, connota cruce de fronteras, estar dentro y entre, movilidad, incertidumbre, avatar, eventualidad y multipli-cidad de mbitos o fuentes de interpelacin del sujeto contemporneo.

    tpico cuatro: Simultneamente a esta aper-tura, hay otra tendencia en movimiento, la que remite al insularismo/aislamiento/autismo iden-titario juvenil en contextos mucho ms agredi-dos, y agresivos, estructural y culturalmente. Gama lo manifiesta a travs de figuras alrededor del encierro.

    El encierro es una crcel sin rejas, el encierro social de los cholos nezayorkinos en el espacio local, en el barrio; el encierro de fragmentos de la vida en la piel y el encierro de los cuerpos jve-nes en fachadas/looks/estilos imbricados/articu-lados a identidades con las que pueden parecer y ser alguien en la ciudad.

    Paradjicamente, las fachadas o las presen-taciones esttico sociales en el mbito urbano, pblico, al visibilizar a los grupos posibilitan, a su vez, una estigmatizacin social que produce ms encierro, ms diferenciacin en la margina-lidad y ms encierro en s mismos, entre s mis-mos, entre los propios iguales a ellos/as, lo cual no es ms que otra forma de nombrar la identi-dad que emerge en defensa del nosotros y el s mismo.

    3 Prefiero usar el trmino hibridacin aunque haya suscitado observaciones por parte de algunos investigadores, para quienes el trmino sugiere fciles integraciones y fusiones de culturas sin dar suficiente peso y/o cabida a las contradicciones, si no tensiones, entre sistemas socio-culturales valorados de manera jerrquica desde el espectro occidental, y a lo que no se deja hibridar.

    Federico Gama.

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  • pinar acerca de la fotografa presenta una disyuntiva intelectual filtrada por

    un dilema perceptivo: hablar acerca de la foto-grafa y el autor o sobre los contenidos de la imagen. De esta manera nos podemos referir al autor y su acercamiento a los sujetos fotografia-dos desde la perspectiva del rapport, o ubicarnos desde la perspectiva estrictamente fotogrfica y atender la tcnica y lenguaje de la imagen.

    Tomo como punto de partida que la fotogra-fa puede respaldar la certeza etnogrfica. En la secuencia que acompaa la presente publicacin encontramos algunas particularidades:

    Se configura una relacin dinmica donde las imgenes que se muestran ponen el acento en elementos figurativos, tanto los construidos por la propia creacin fotogrfica como los que representan a la propia realidad. Lo que se mues-tra en ambos casos hace referencia a significados, de tal manera que entre lo real y la imagen cada una encuentra su canal de expresin y su forma particular de generar sentido. La fotografa ya no es igual a su referente, el referente como la reali-dad es complejo, pero la fotografa es sinttica.

    El fotgrafo que observa se ubica a la dis-tancia, para retener la imagen de lo fotografiado y dotarlo del tiempo necesario para que cada mirada, la de los espectadores, elijan su modo de sentir y comprender. En este caso el fotgrafo define su estilo al aplicar con regularidad el prin-cipio de fondo y figura para separar o armoni-zar, para poner el acento en la corporalidad y sus expresiones simblicas.

    Otra caracterstica es el seguimiento a los per-sonajes en distintos escenarios, como emulacin a una estrategia etnogrfica, aunque frecuente-mente mantiene a la distancia al espectador a la vez que muestra una imagen cercana por el uso frecuente del telefoto.

    El fotgrafo va a la caza de smbolos domi-nantes y contundentes, que nos llaman la aten-cin con figuras provocadoras, en ocasiones extravagantes.

    Smbolos y cambio de identidadLa serie fotogrfica en su carcter etnogrfico es un como un retrato que nos muestra una nueva cara, la apariencia que guarda la complejidad del conflicto o la profundidad de los procesos.

    Cuando los smbolos hacen plaga y se saturan, se encuentran y se construyen las identidades, veo a los personajes y reconozco los smbolos porque me atrapa la fotografa.

    La secuencia tambin nos muestra la con-formacin de una nueva identidad mimetizada. Nuevas identidades de jvenes que se adaptan y renuevan, cambios de imagen y smbolos; cam-bios de identidad reconocida como una estrategia de mmesis en respuesta a la marginacin. Las imgenes provocan algunas incgnitas: dnde qued esa imagen casi rural y campirana de aquellos jvenes dotada de sencillez y simpleza figurativa? La imagen nos devela algunas remi-niscencias discretas o difusas de la identidad ori-ginaria del grupo de adolescentes fotografiados.

    Las imgenes nos hablan de nuevas identida-des en las que vemos a los personajes de la casa al trabajo, al ocio, al pasatiempo y al encuentro con los propios a travs de lo otro, as como diversas formas de compartir lo otro con los propios. Lo otro que se hace propio para ser otro sin dejar de ser lo mismo.

    El equilibrio en la estrategia fotogrficaNo cabe duda que la presencia de un texto visual incorporado al mensaje antropolgico es cada vez ms indispensable. Complementa de manera significativa el mensaje antropolgico, tanto en la perspectiva de los contenidos temticos como en tpicos particulares. La secuencia fotogrfica explicita el carcter autnomo que adquiere el texto visual cuando presenta coherencia por su estructura sintagmtica. Es relevante en este sen-tido tambin el carcter etnogrfico que adquiere el trabajo del fotgrafo, en su condicin de repre-sentacin de una realidad cultural.

    El registro fotogrfico siempre ha sido un recurso para el levantamiento de informacin etnogrfica. En la actualidad, cuando la comu-nicacin visual prevalece como canal idiomtico dominante en la comunicacin contempornea, su presencia es indispensable en los procesos de investigacin y comunicacin de la antropologa. Ahora ms que antes, ya no podemos pensar un texto antropolgico sin un conjunto de imge-nes que nos refiera de manera directa a expresio-nes y espacios en donde se manifiesta la cultura. Particularmente, las expresiones urbanas y juve-

    Octavio Hernndez Espejo*

    El fotgrafo y la fotografa

    * Profesor asignatura en Antropologa Visual, Escuela Nacional de Antropologa e Historia.

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  • niles recurren a smbolos y expresiones visibles que dan la cara ante la sociedad en que habitan, grupos de adolescente que son observados por la sociedad a veces distante, recelosa o temerosa. El fotgrafo los observa y los retrata desde una posicin ms cercana y dialgica; los sujetos que son fotografiados posan ante la cmara y dan respuesta a los cuestionamientos del fot-grafo, responden a la posibilidad de otorgar su propia imagen. Acceden a la peticin del fot-grafo con la conciencia de saberse fotografiados, que es entregar su imagen, para ser probable-mente reproducida quin sabe dnde, quin sabe cundo.

    Pero tambin estn aquellos que han sido fotografiados desde el anonimato, desde la sor-presa, desde la discrecin; desde la proteccin cautelosa y quiz necesaria que da una ptica de mayor distancia focal. Este recurso permite acor-tar la distancia social o cultural justo a partir del uso de la tcnica que posibilita un acercamiento artificial; pero a la vez permite develar, cuando el encuadre y el disparo son oportunos, rasgos y expresiones profundas y espontneas. En este caso el sujeto no es conciente de que se le est fotografiando, no se percata de la presencia de la

    cmara, por lo que no hay riegos de sobreactua-cin enfado o inhibicin.

    El fotgrafo recurre a ambas estrategias que emergen en cada fotografa de manera difana y explicita. Si bien lo primordial en cuanto al contenido de la imagen es lo que expresa por s misma y no la estrategia del acto fotogrfico, es importante reconocer la incidencia que tienen estas estrategias en el resultado final, es decir, en la naturalidad o en la espontaneidad frente a un acto franco como el de la fotografa.

    El equilibrio entre la posibilidad de ser foto-grafiado y la necesidad del fotgrafo es ineludi-ble. Es el fotgrafo, y en todo caso el antroplogo, quien debe construir este equilibrio. La fotografa puede ser una oportunidad para los grupos juve-niles, una oportunidad de expresin, la posibili-dad para aprovechar un medio de comunicacin que posibilita mostrarse tal cual se es, cuando se es conciente de la presencia de la cmara. Pero si el acto fotogrfico corresponde a la estrategia discreta no se da este equilibrio. Esto no implica el demrito de la imagen, al menos si el fotgrafo es claro en sus intensiones y si, por supuesto, mantiene una actitud tica en la explicitacin de las razones de su bsqueda fotogrfica.

    Federico Gama*

    MazahuacholoskatopunkLa indumentaria como medio de expresin

    os seres humanos, desde que la cultura existe, no slo nos vestimos por necesi-

    dad: la indumentaria nos define, nos identifica, nos evidencia, nos integra, nos margina, nos distingue, nos expone, nos encubre, nos ubica. Es decir, est cargada de seales, significados y smbolos, es un medio de expresin consciente o inconsciente.

    En este proyecto documento fotogrfica-mente cmo la indumentaria se convirti en el medio de expresin de un grupo de jvenes migrantes de origen indgena y rural para con-quistar la ciudad de Mxico.

    La resignificacin (apropiacin creativa) que hace este grupo de su imaginario (lo que ellos imaginan que es), ese look contracultural (de cho-los, skatos y punks), les da la seguridad necesaria

    para sentirse parte del contexto urbano por dere-cho propio. Siguiendo esta idea, con el estilo de la fotografa de las pasarelas de moda registro la forma de vestir y personalidad de estos jvenes que yo he denominado Mazahuacholoskatopunk.

    Los Mazahuacholoskatopunk son un grupo heterogneo de jvenes que proviene de dife-rentes regiones del centro del pas (bsicamente los estados de Hidalgo, Veracruz, Michoacn, Oaxaca, Estado de Mxico y Puebla); por tanto, son de culturas diversas pero que se integran como grupo en la ciudad de Mxico, y por ello comparten diversos hechos:

    1. Son migrantes, 2. Vienen a trabajar a la ciudad de Mxico

    en empleos similares (la construccin

    * Fotgrafo independiente

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  • los hombres y las labores domsticas las mujeres)

    3. Se congregan en espacios determinados (la Alameda Central, la feria de Tacubaya y los alrededores del metro Tacuba o Pino Surez)

    4. Se buscan y se encuentran los domingos, por ser su da de descanso para socializar (encontrarse con sus familiares y amigos, divertirse, platicar, bailar, comer, tomar cerveza y buscar pareja), y

    5. Han adoptado como propio el atuendo de cholos, skatos o punks o la mezcla de todo esto.

    En esta definicin o neologismo, la palabra mazahua (del nhuatl lugar que tiene venados) se utiliza como un elemento verbo-sonoro, ya que por una parte permite generalizar el origen ind-gena y rural de estos jvenes y, por otra, ligarlo a las culturas juveniles urbanas. Cabe aclarar que no se usa este trmino porque los mazahuacho-loskatopunk provengan nicamente de este grupo tnico o regin. Las otras tres palabras se agre-gan necesariamente por las cualidades similares de la indumentaria de cholos, skatos y punks.

    Por resignificacin de la indumentaria se entiende la apropiacin creativa del look, donde adems interpretan (en el sentido de expresar de un modo personal la realidad) su imaginario de la indumentaria urbana. No imitan al cholo, skato o punk tal cual, no hacen una fotocopia o escaner del vestuario contracultural y se lo montan tal cual (por-que adems no compran su atuendo en los mismos lugares ni es de la misma calidad), sino que se visten como se imaginan que es un cholo, un skato y un punk y lo enriquecen. Los mazahuacholoskatopunks reafirman (agre-gan o mezclan) consciente o inconscien-temente elementos bsicos de su atuendo de origen, que es parte fundamental de la belleza o la esttica juvenil en sus pueblos. De tal manera que el resultado es un mezcla barroca y colorida con claras diferencias de su referente.

    La resignificacin de la indumentaria contracultural dota al mazahuacholoskatopunk de una seguridad necesaria para despla-zarse por las calles y conquistar la ciudad, los hace parte del contexto urbano (apropia-cin simblica del territorio) y eso se refleja en su actitud y en su lenguaje corporal.

    En su apariencia (esto es, en lo que pare-cen, por su aspecto) se expresa un lenguaje corporal donde se evidencian los cambios radicales que se estn generando entre estos jvenes migrantes, sobre su forma de ver

    la ciudad (su imaginario urbano) y el papel que ellos deben representar en ella y, por tanto, el poder para decidir su imagen en su nuevo terri-torio (la ciudad de Mxico), algo sin duda total-mente indito en estos grupos. La actitud que expresan es, por un lado, de rebelda y por otro de conquista de la ciudad, donde el factor eco-nmico no es en s lo ms importante en su vida urbana como lo fue para sus antecesores. No vie-nen nicamente a ganar dinero, sino por el orgu-llo de ser, a su modo, en su imaginario urbano, un dandy callejero.

    Los mazahuacholoskatopunks se visten para su da de descanso, para dominguear. Es su atuendo nuevo o limpio para salir a pasear, bailar, con-quistar, presumir, algo totalmente diferente a la ropa del trabajo y que, adems, les da poder: el poder de sentirse bien en el contexto urbano.

    Es como si se vistieran como el Santo, el enmascarado de plata, pero sin la mscara por-que no quieren ser annimos: con su atuendo incorporan todas las cualidades del sper hroe. El atuendo los hace sentir o ser diferentes, no tanto como para engaar, ni suplantar, sino para personificar o encarnar la identidad urbana, interpretar su imaginario.

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  • n El contrato social o prin-cipios de derecho poltico,

    una obra maestra para la cien-cia poltica publicada en 1762, Jean-Jacques Rousseau seala que El hombre ha nacido libre, y sin embargo, vive en todas partes entre cadenas (Rous-seau, 2004: 3). Enseguida agrega que ignora la forma en que esto ocurri y manifiesta su proclividad hacia la recupe-racin de la libertad perdida. Se refiere, en sus propias pala-bras a la libertad social, a la libertad de los pueblos. y en la bsqueda de argumentos para lograrlo propuso en el captulo II, para referirse a las primeras sociedades, particularmente a la familia, ese mismo lugar comn que tanto preocupara ms tarde a los primeros abo-gados que fundaron la disci-plina antropolgica: Maine,

    Morgan, Lubbock y otros ms. Y voy a citar un pequeo frag-mento de Rousseau porque de l quiero asirme para darle fuerza a la idea central de este ensayo: La ms antigua de to- das las sociedades () es la de la familia; sin embargo, los hijos no permanecen ligados al padre ms que durante el tiempo que tienen necesidad de l para su conservacin. Tan pronto como esta necesi-dad cesa, los lazos naturales quedan disueltos. Los hijos, exentos de la obediencia que deban al padre () entran a gozar de igual independencia. Si continan unidos [como familia es slo] por conven-cin (Rousseau, ibidem: 4).

    La sociedad, as, fue pro-ducto de la conveniencia y conviene mientras satisface ne- cesidades, una idea que, para

    efectos del presente ensayo, sera aceptable a condicin de que la nocin de sociedad tenga un soporte ms natu-ral que la conveniencia razo-nada; como sea, hay un dejo de ambigedad, de positividad y negatividad, en el plantea-miento: ceder libertad a cambio de supervivencia. No abundar ms porque incursionara en la ciencia poltica y este no es el espacio para ello, y tampoco discutir sobre el evidente dis-late que constituye esta teora para explicar, circularmente, el origen de la sociedad.

    Thomas Hobbes, otro gigante de la historia de la teo-ra poltica, para explicar la sociedad parti justamente del extremo opuesto, la maldad humana condensada en la frase el hombre es un lobo para el hombre. Hobbes llam al

    Hilario Topete Lara*

    Condicionamiento, represin, sociedad y cultura

    * ENAH-INAH.

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  • Condicionamiento, represin, sociedad y cultura

    Estado Leviatn, comparn-dolo con el mtico monstruo marino de los fenicios referido en el libro de Job. Este pasara a ser ese hombre artificial que protegera y defendera a los hombres de los propios hom-bres. Slo as podran perma-necer y perdurar juntos.

    As los orgenes de la socie-dad, tanto en el caso de Rous-seau como en el de Hobbes, salieron del terreno religioso, donde por siglos haban tenido su explicacin. Y no es que no se hayan propuesto otras inter-pretaciones, simplemente ocu-rre que las enunciadas an hoy sirven como punto obligado de referencia para cualquier tratado de poltica. Y la pol-tica no puede realizarse sino en sociedad, sobre cuyos orge-nes quiero centrar las siguientes reflexiones. Para ello permta- seme un salto gigantesco y aproximarme ms a nuestro tiempo y a nuestra disciplina, la antropologa, para presentar un hermoso relato, que aqu pergeo en una versin libre y con agregados absolutamente biologistas introducidos por m:

    En el principio los hom-bres vivan en grupos de hem-bras fecundables (algunas con cros pequeos, otras preadas y unas ms con el potencial de reproducirse), rodeando a, y bajo proteccin de, un macho dominante; a su alrededor, y en permanente acecho, un gru- po de machos jvenes en edad reproductiva que disputaban la primaca de apareamiento al macho dominante. El pre-ador viva en la permanente zozobra de saber que el reto de un macho joven y la posible derrota en el siguiente com-bate poda ocurrir en cualquier momento. Incluso el lder de una banda de jvenes que derrotara al macho dominante, al ocupar el lugar de ste, sufrira la misma suerte. Sin embargo, una fuerza irresisti-

    ble, inscrita en su naturaleza, les impeda hacer cualquier otra cosa.

    Un buen da, el macho do- minante tuvo una genial idea: acaparar slo las hembras de su generacin y dejar las ms jvenes, de la siguiente genera-cin y todas hijas de l, para los machos ms jvenes. As los machos jvenes tendran hem-bras para aparearse y no habra gran motivo para disputarle al dominante su prelacin coital. El xito obtenido mediante la decisin haba introducido la primera norma, la primera pro- hibicin, el primer tab: el ta- b del incesto.

    Este fue, a decir de Sigmund Freud, el primer indicio de cul- tura y, consecuentemente de la sociedad; algo similar defende-ra dcadas ms tarde Claude Levi-Strauss. Es este un exce-lente relato, agradable y con-vincente, para explicar los orgenes de de la sociedad y la cultura, pero parte de pre-misas discutibles: de un lado tiene como punto de arran-que cierto gregarismo fincado quiz en la naturaleza hu- mana, lo que no aparece expl-cito ni explicado aunque sea indiscutible; despus presu-

    pone la innata agresividad motivada por la necesidad de apareamiento de un sculo portador de espermatozoides ansioso del sculo portador de vulos, cuyas uniones pre-servaran la especie, lo que no es plenamente acorde con el comportamiento sexual-re-productor del Homo sapiens; en tercer lugar, presupone al hom-bre entero, completo, tanto como Atenea surgida del ceo de Zeus o Huitzilopochtli del seno de Coatlicue, en este caso los seres completos son dioses y, comprensiblemente, no-hu- manos; pero tambin presupo- ne al hombre en algn gnero de sociedad. Por esta ruta es imposible ensayar en torno de los posibles orgenes. Adems, el tab del incesto ms que referir al origen se aproxima a una de las ms grandes preocu- paciones de la sociedad juda, un traspatio compartido por Freud y Levi-Strauss; a saber, que los padres se apareasen con las hijas. Una preocupacin tan grande como la expresada por occidente en Edipo: la copula-cin de la madre con el hijo; o la preocupacin de los padres por tener nietos con cola de cochino, o la preocupacin

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  • Hilario Topete Lara

    tolteca porque Ce Acatl Topil-tzin Quetzalcatl se hubiese apareado con su hermana. En cualquier caso se presupone tanto al hombre como a la cul-tura. En cualquier caso se trata de razonamientos circulares en los que, para dar cuenta de los inicios de X, se presupone a X; ello es vlido para un mito, para un relato religioso, pero carece de potencial expli-cativo.

    Pero podra parecer dema-siado cizaoso cebar mis ob- servaciones en ensayos cano-sos, de piel amojamada, as que voy a aproximarme un poco ms al presente y tomar un ensayo de Clifford Geertz de los aos sesenta, titulado La transicin a la humanidad, con el cual criticaba a quienes afirma-ban que el desarrollo cultural se haba iniciado antes de ter-minar el desarrollo orgnico (membrana cortical), bajo el entendido siguiente:

    El hecho manifiesto de que las etapas postreras de la evo-lucin biolgica del hombre ocurrieran una vez comen-zadas las primeras etapas del crecimiento de la cultura, pre-supone [] que la naturaleza

    humana bsica, pura o impreparada, en su sentido de constitutiva innata, es tan incompleta desde un punto de vista funcional que no sirve para nada. Las herramien-tas, la caza, la organizacin familiar y despus el arte, la religin y una forma rudimen-taria de ciencia moldearon el cuerpo del hombre y, en con-secuencia, le fueron necesarias no nicamente para sobrevivir sino para realizarse existen-cialmente. Es verdad que sin los hombres no existiran las formas culturales; pero tam-bin es cierto lo inverso: sin formas culturales no existi-ran los hombres (Geertz, s.f.: 54).

    Haba motivos para estar de acuerdo con l y razones para no estarlo. La primera es el hecho de que su conclusin es circular, redonda y reacia a cualquier intento de llegar a ella mediante la nocin de pro-ceso. La segunda es la propia evidencia paleontolgica: los homnidos no australopiteci-nos, es decir, los primigenios homos ya haban elaborados instrumentos de piedra, uten-silios bastante propios para

    una actividad carroera, es decir, haban creado formas elementales de cultura (pro-tocultura), entre las que no poca importancia tuvieron la delimitacin de los espacios para destazar, eliminar dese-chos y dormir, evidencia indu-bitable de inteligencia y algn gnero de categorizacin. La habilitacin de herramientas y la transmisin-imitacin de la experiencia para hacerlas, como en los casos de los chimpan-cs que extraen termitas con varas deshojadas, entre otras manifestaciones inteligentes, bien podran ser consideradas como protocultura y sta, bajo la presente acepcin, antecedi indudablemente a la cultura, a la que he propuesto en ms de una ocasin que deberamos reservar para Homo sapiens. En otras palabras, la modificacin de la naturaleza por homni-dos inteligentes se haba ini-ciado antes de Homo sapiens, e incluso formas protocultu-rales avanzadas como las del Homo neanderthalensis estaban all, puestas a expensas de un animal bpedo, innatamente imitador, instintivamente imi-tador, genticamente imitador gracias a sus neuronas-espejo y al parecer ms inteligente, con lbulos prefrontales desa- rrollados para el razonamien- to maduro, con un rea de Brocca y un reaa de Wernicke inusuales y orientadas hacia el lenguaje, todo lo cual impli-caba una masa enceflica pro-porcionalmente ms densa y abundante que cualquiera otro homnido, pero sobre todo una neocorteza cerebral extraordi-naria y una densidad neuroglial incomparable. La imitacin, el aprendizaje, la categorizacin, la transmisin selectiva y el enriquecimiento de la produc-cin previa estaban a tiro de piedra.

    Esta hiptesis de Geertz, si bien limitada por el desarrollo de la paleontologa y princi- Federico Gama.

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    palmente por la gentica y la psicologa, no carece de lgica, sobre todo al proponer que las teoras de la cultura bien pronto tendran que revisarse bajo la consideracin de que los patrones culturales no son simplemente encauzadores de la naturaleza humana, sino que son capaces de modificar esa naturaleza humana (para bien o para mal). Resalto las pala-bras encauzadores y capa-ces de modificar para volver ms tarde sobre ellos. Y agre- go adems que, aun cuan- do podra parecer que Geertz acept y adopt la propuesta del modelo de retroalimenta-cin autocataltica positiva de Philip Valentin Tobias, tiene un sesgo de originalidad: no es lo mismo encauzar y modificar la naturaleza humana a travs de los patrones culturales, que suponer que luego de milenios de evolucin mejores cerebros produciran mejor cultura, y que en un momento determi-nado la propia cultura tom el relevo evolutivo y emprendi una espiral ascendente me- diante el simple uso de cere-bros evolucionados.

    La propuesta de Geertz por cierto, tambin una pro-puesta redonda fue compar-tida por otros investigadores de los aos sesenta, entre ellos el socilogo y telogo austriaco Peter Ludwig Berger, quien se- alara que la sociedad es un fenmeno dialctico en tanto que es un producto humano y nada ms que un producto humano, que sin embargo reac- ciona constantemente contra su productor. La sociedad es un producto del hombre. No tiene otra existencia que la que le conceden la actividad y la con-ciencia humanas. No puede haber ninguna realidad social fuera del hombre. Pero tambin puede afirmarse que el hombre es un producto de la sociedad [Todo sea en aras de la ben-dita dialctica!] (Berger, 1999: 14).

    En la segunda mitad de los aos setenta, Richard New-bold Adams nos obsequi un ensayo sobre evolucin social bajo la perspectiva neoevolu-cionista, retomando el segundo principio de la termodinmica y las interpretaciones de Alfred Lotka, adems de la nocin de

    estructuras disipativas de Ilya Prigogine. El panorama evolu-tivo que nos plantea es ms o menos el siguiente:

    Existen dos fases culturales de evolucin sociocultural [] La primera fue un periodo de expansin horizontal [durante la fase de bandas, caracteriza- do por el] control directo [] sobre la particular combina-cin de recursos naturales ofre- cida [por el entorno natural, sin que pueda establecerse con precisin cundo y dnde] experiment el hombre el de- sarrollo ms decisivo de las diversas habilidades que hoy identificamos como cultura- les. El hombre apareci en esta era, durante los ltimos 500 mil aos, esencialmente con el mismo aparejo mental y fsico con el cual lo reconocemos en la actualidad. Viva en bandas [] se alimentaba de la tierra; adelantndose un paso a sus primos primates, su cultura le permiti desarrollar imple-mentos de adaptacin para enfrentarse a nuevos ambien-tes, e implementos de poder social que volcaran la atencin

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    de los miembros individuales de la banda hacia los proble-mas de la supervivencia colec-tiva. Entre los subproductos de esta nueva habilidad se pro-dujo inevitablemente el exter-minio de todos los parientes cercanos que no pudieron desarrollar habilidades cul-turales comparables (Adams, 1978: 148).

    No voy a ahondar en el asunto de los 500 mil aos, pues a la fecha en que Adams ela-bor su ensayo los trabajos de paleogentica de Bryan Sykes (2001) no se haban iniciado. Con esto abandono todo lo que de imprecisin se derive de un dato histricamente determi-nado, y si Newbold Adams hubiese conocido las nuevas da- taciones seguramente las hu- biese considerado. Pero hay algo que no puede dejarse de lado: si consider a la cultura como un hecho en el arranque de la sociedad, es posible que en materia de hominizacin no se haya avanzado un pice. No abundar ms al respecto y recuperar a J. J. Rousseau en la expresin El hombre ha nacido libre, y sin embargo vive en todas partes entre cadenas, para ligarla con la nocin general que se tiene del hombre en psicologa, la que dice que es una unidad biopsi-cosocial y, en tanto individuo, diferente uno de otro, aunque en tanto todos y cada uno de ellos miembros de una especie, no podran sino ser necesaria-mente comunes genticamente hablando (Sykes, 2001).

    Voy a convocar tambin una idea de Ernst Gellner que se identifica en algo con Rous-seau: El rasgo verdaderamente esencial de lo que llamamos la sociedad humana es su asom-brosa diversidad [y es ella misma la que] nos brinda una pista hacia el origen de eso que llamamos sociedad (Gell-ner, 1997: 47). La diversidad,

    en trminos de Gellner, ofrece variedad, y en la variedad (la variabilidad darwiniana) exis-ten probabilidades de xito. Esto lo sabemos todos aquellos que caemos en cuenta de que, en condiciones crticas (varia- ciones climticas abruptas, por ejemplo), los animales espe-cialistas tienen por lo gene-ral menos oportunidades de sobrevivir si las condiciones ejercen presin sobre su ali-mento exclusivo. Sin embargo, a muchos puede molestar una idea tan obvia, tan evidente como la del reconocimiento de la diversidad. Es riesgosa, peli-grosa, angustiante en tanto idea y en tanto expresin con-creta.

    Permtaseme una digre-sin para traer a la memoria el mundo feliz de Aldous Huxley, cuya sociedad imaginaria es- cap de los horrores de la diver-sidad mediante la produccin controlada de seres humanos en orden y pre-ordenados, cla-sificados, jerarquizados, ale-jados de los horrores del azar, de la posibilidad de una mayor diversidad a la socioeconmi-co-afectivamente til y, por supuesto, vacunados contra la eventualidad de la libertad en la que nacemos, segn Rou- sseau, y a la que estamos con-denados segn Jean Paul Sartre ... a menos que les cayese una gota de alcohol en el suced-neo. stos, los diversos, no tienen el derecho a permanecer siquiera entre los psilones y al decir esto no puedo evitar el recuerdo de la animadversin de nuestra sociedad ante los transexuales, homosexuales y bisexuales, hippies o punks, por citar algunos casos de huma-nos diferentes.

    Nada atenta ms con-tra el orden y lo ordenado que lo diferente. Esto resulta curioso porque en tiempos de una considerable tolerancia y reconocimiento a la diversi-dad, hoy, como en el pasado,

    sta sigue causando grandes conflictos en el seno de una sociedad. Sin embargo, lo dife-rente, lo diverso, nos seduce. Imgenes como la de John en Un mundo feliz (Huxley, 2005), o la de los rebeldes, son sor-prendentemente admirables y reivindicables, quiz porque la diversidad misma est en nuestra naturaleza.

    Pero es el caso que los dife-rentes, a contrapelo de la ima-gen que se nos presenta, es ms comn de lo que supone-mos. Es ms, podra afirmar que es la constante, si es cierto que cada miembro de nuestra especie es diferente a todos los dems, y es original; si no lo es, la idea del individuo nico en su unidad biopsicolgica y no agregu social por razones que expondr ms tarde es en buena medida errnea. Y si es original y diferente, puesto que potencialmente tiene un com-portamiento instintivo ms o menos homogneo y poten-ciales intelectuales diversos, lo que probabilsticamente dara una gran diversidad de con-ductas y pensamientos, esto introduce un enigma en nues-tras disciplinas Cmo es que se logra homogenizar al con-junto de miembros de un grupo y se evita la diversidad catica enclaustrada en nues-tra naturaleza comn? Hay una respuesta fcil pero con-troversial: somos un animal gregario, y es fcil suponer que la sociedad se monta sobre el instinto gregario; pero no basta: existen muchos anima-les gregarios que estn lejos de aproximarse a la sociedad en su acepcin humana y no simplemente como metfora, aclaro. Empero, es ms fac-tible suponer una sociedad edificada sobre el cimiento gregario, ni duda cabe.

    La diversificacin, en tanto proceso, es una peculiaridad del Homo sapiens, pero dista mucho de ser su diferencia

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    especfica. La diversificacin est tambin en la distancia cultural manifiesta entre uno y otro grupo social. Esta diversi-ficacin, aunque inicialmente y de manera universal atiende a la solucin de necesidades bsicas desde pocas tempra-nas de la subespecie, muestra una gran cantidad de diferen-cias en la forma de lograrlo, lo que indudablemente coadyuv a la formacin de mltiples culturas. Hasta aqu no parece haber mayor problema, aun-que planteado as volvemos a caer en las reflexiones circula-res donde la cultura aparece en el inicio, y por ello sus orgenes permanecen en la oscuridad. Entonces lo que se impone, como casi siempre se hace den-tro de un callejn sin aparen- te salida, preguntar de una manera diferente lo mismo o hacer preguntas diferentes. En esto coincido plenamente con Gellner. Por eso, voy a pregun-tarme no cmo es que pudo ser posible, por ejemplo, que en lugares diferentes, sociedades aisladas (por ejemplo las ame-rindias de las del resto del mun- do), hayan llegado de manera independiente y en ocasiones con cierta simultaneidad en el tiempo, a la piedra pulimen-tada y a la agricultura, por citar slo dos casos. La respuesta no

    estara en la diversidad, sino en la unidad de la especie, y se encuentra tambin, en parte, entre los millones de posibi-lidades individuales atrapa- das entre los cerebros diversos de mltiples bandas. De esto dara cuenta la unidad de la especie.

    Aqu tenemos un dilema formidable: la unidad de la es- pecie no basta para explicar la homogeneidad de compor-tamientos, la homogeneidad sintctica, la homogeneidad conceptual en el interior de cada grupo; tampoco basta para explicar el contraste de grupo a grupo. No nos comportamos al respecto como simples m- quinas receptoras de precep-tos; de all la diversidad de culturas. Ms bien esto ltimo parece contradecirlo, y lo que ocurre en el seno de un grupo parece oponerse a lo que la psi-cologa y la gentica afirman en torno de la diversidad indivi- dual.

    Permtaseme plantear otro escenario hipottico: si a los Homo sapiens se les dejase en completo estado de naturaleza, aun dentro de una banda y contrariamente a lo que supo-na Rousseau para su Emilio, creceran de manera desorde-nada, y por ello representaran un riesgo contra la seguri-

    dad individual y la del grupo. Visto en la circunstancia de la especie, lo anterior no es una buena estrategia para la super-vivencia, excepto quiz para los ms hbiles, fuertes, gi-les y creativos; s, pero, por cunto tiempo? No olvidemos sus ventajas y desventajas ana-tmicas y fisiolgicas. Una vez en este sitio, debemos pregun-tarnos entonces, qu es lo que frena la heterogeneidad natural y el desorden? Qu es lo que impide, por ejemplo, el desorden sintctico? Qu es lo que impide el desorden con-ceptual, que junto con el des- orden sintctico a su vez impe-dira la comprensin de la comunicacin verbal? Qu es lo que impide que este ser ine- vitablemente condenado a la li- bertad aparezca gradualmente como sujeto del grupo y no se comporte y se exprese tan libremente como su naturaleza parece indicarle? Qu es eso que, adems, le impide desa-rrollarse de manera ms rpida y le sujeta a otros ritmos? No olvidemos otra premisa: las limitaciones genticas del Homo sapiens, como dice Gellner, son demasiado amplias como para atribuirles la explicacin de la estabilidad y la homogenei-dad en las sociedades huma-nas especficas (Gellner, 1997: 28). Al parecer la respuesta hay que buscarla en la propia natu-raleza humana y en la lucha por la supervivencia.

    Permtaseme un parntesis ms, para recordar que el pro-ceso de incorporacin de los nios al mundo social cons-truido por los adultos no ocu-rre mediante la verbalizacin, un proceso gradual y rela- tivamente tardo si nos com-paramos con el resto de los animales para quienes su in- greso a su mundo no requie- re de construcciones mayores ni de procesos prolongados. El proceso de incorporacin se realiza mediante el manejo

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    intencional, o inintencional, de emociones, palabras y gestos, en tanto que el nio responde ms eficazmente a las emocio-nes. Por ltimo, y ms impor-tante para las lneas siguientes, lo ms comn es que el proceso de incorporacin al mundo no se realice como el instinto y la propia capacidad intelectual y madurez psicomotriz del nio le dicten; casi siempre se dice lo que no debe hacerse, bajo el supuesto de que el resto de los comportamientos son permi-sibles o tolerables, agradables o tiles.

    Los estudios de primatolo-ga comparada nos dicen que los comportamientos indesea-bles o riesgosos para la super-vivencia, del individuo y de la especie, son inevitablemente reprimidos, en la mayora de los casos, por la madre. El destete va acompaado de empujones, gestos faciales y corporales y sonidos; el miedo a las ser-pientes es transmitido al cro con una diversidad de expre-siones dramatizadas, tanto de la madre como del grupo (el miedo a las serpientes no es innato). Ambos comporta-mientos nos hablan de un con-dicionamiento permanente. Y esto no es un detalle menor, pues en tanto ocurre en prc-ticamente todos los individuos de la especie y ha ocurrido en todos los pueblos y a lo largo de la historia, los Homo sapiens somos innatamente proclives al aprendizaje por imitacin y por condicionamiento; y el condicionamiento inicia como un acto de represin ejercido sobre la multliplicidad conduc- tual de la especie. La etnogra-fa y la psicologa nos dicen que la mayor parte del pro-ceso educativo en la primera infancia, luego de concluida la primera poda (seleccin) neu-ronal, est vinculado con el no; lo dems es permitido, tolerado. Y mucho de lo que se aprenda antes de la racionali-

    zacin de la norma ser imita-tivo, instintivamente imitativo o condicionado (mas no racio-nal), pero no lo es todo; si el comportamiento til para la supervivencia (o simplemente para su insercin en el grupo, que en trminos de evolucin es imprescindible) es condi-cionado efectivamente, corre el riesgo de ser impuesto y, en su momento, categorizado, de- finido y normado. La infraes-tructura anatmico-funcional (crtex, neuroglas, lbulos frontales y prefrontales, reas del lenguaje y procesamiento, etc.) para lograrlo ya est en el paquete gentico de la especie.

    La banda es necesaria, evi-dentemente; sin embargo una banda en la que cada cerebro pudiera desarrollar sus pro-pios conceptos y hacer uso de las diversas posibilidades sin-tcticas dada la plasticidad de sus individuos, sera permta- se el contrasentido una banda incomunicada e incapaz de transmitir sus conocimientos y experiencias, o las transmi-tira dentro de los lmites de la imitacin; una banda donde cuya conducta de sus indivi-duos pone en peligro a todos y cada uno de ellos, difcilmente puede sobrevivir. Pero la evo-

    lucin nos ha mostrado que el camino no desemboc en la extincin, sino en la perma-nencia; ergo, la represin de las manifestaciones peligrosas o potencialmente peligrosas de- vino til a la supervivencia. Reitero: aunque resulte cho-cante la hiptesis de la repre-sin, el acotamiento de la libertad tuvo beneficios, y los homnidos que recurrieron a ella adquirieron cierta ventaja en la lucha por pervivir. Rou- sseau, a pesar de su metfora de las cadenas, perfectamente aplicable al caso, estaba a aos luz de distancia de imaginarlo. Sin embargo, es tan sorpren-dente su intuicin como para-djica la de Mijail Bakunin al proponer un programa educa-tivo para los seres humanos en el que las primeras etapas de su formacin seran las ms represivas de su existencia, en tanto que las ltimas seran las de mayor libertad (Maximoff, 1978: 108); pero se debe tener cuidado con este ltimo co- mentario: lo de libertario alude a un programa educativo, y no un intento de ensayar en torno de la evolucin humana.

    Ms tarde y reitero: ms tarde y no antes, con la ins-tauracin de una sintaxis y un

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    cuerpo categorial (el equipa-miento encefalo-funcional para lograrlo es casi universalmente consustancial a la especie, y lo nico que requiere es su puesta en marcha), fue trabajo menor un escenario-mundo creado por el hombre; un escenario-mundo en el que un siguiente paso para reprimir se realiz mediante la ritualizacin-miti-ficacin: danza, sonidos, quiz algn psicotrpico, tal vez al- gn martirio corporal y fr-mulas verbales cuyo contenido estara vinculado con el tab, y al da siguiente, en medio de la resaca, el condicionamiento simblico estara instalado y/o reforzado, segn el caso. La eficacia simblica tomara su sitio entre las estrategias culturales de represin-signi-ficacin; las normas (en tanto producto de represiones efec-tivas, tiles, y ya categoriza-das) haban logrado un aliado eficaz. Todos los que se han aproximado a las teoras de la religin saben que la funcin del rito es dotar al individuo, de manera directa o simbli- ca, de conceptos compulsivos que definen el mundo social y natural, a la vez que focali-zan, restringen y controlan sus percepciones y su conducta; en efecto, todo concepto, que-rmoslo o no, tiene un rostro descriptivo y otro normativo, apremiante, dira Gellner. Los procesos de internalizacin de la norma (restrictiva u orienta-dora, que para el caso es res-trictiva) se hicieron ms sutiles en su represi, pero tambin ms eficaces en su condiciona-miento; a la vez, el sistema con-ceptual coadyuv a establecer el orden social. La idea de Locke parece ms prxima a este proceso. Visto as, el compor- tamiento exigido y til, poco coincidente con la pasmosa fle-xibilidad innata del H. sapiens, se instal antes que su concep-tualizacin en forma de norma sentida, como un comporta-

    miento restringido y til para la supervivencia.

    Pero en esto hay un riesgo: la esclerotizacin de la norma significa la muerte del cambio, y H. sapiens mostr, como nin-guna especie en la historia natural, que poda compaginar conservacin y renovacin. La norma se encargara de conser-var y la flexibilidad gentica de innovar; esto creara un campo de permanente tensin grupal, y ms tarde social (siempre he sostenido que la sociabilidad se mont sobre una base instin-tiva: el gregarismo; y que no es lo mismo individuos agru-pados que una sociedad: la

    sociedad slo es posible en las normas, mismas que, a su vez, slo son posibles mediante la experiencia, la conceptualiza-cin, el lenguaje, la valoracin y la reproduccin). Como plan-teara Jacques Lacan, nombrar las cosas significa apropiarlas, dominarlas, ordenarlas, estabi-lizarlas; nombrar las cosas, ade-ms, proporciona seguridad, certezas sobre el mundo que con ellas se construye para insertarse en una realidad carente de sentido para un ins-tinto difuso, impreciso en rela-cin con su entorno mediato (no as con el inmediato que es el vnculo con quien le ali-

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    menta y le cuida de las adversi-dades fisiogrficas). La sintaxis y el vocabulario son formas de ordenamiento montadas sobre la infraestructura innata y con- sustancial a la especie para soportarlos y procesarlos; casi ningn miembro de la misma puede escapar a ese sino y est condenado a participar en el orden y control del mundo interior y del exterior cons-truidos como una forma de supervivencia, cuya eficacia se ha hecho manifiesta en la per-manencia. En realidad el ser humano no nace libre, y ms que poseer su libertad en el principio bregar por constru-

    irla, pero en una dimensin di- ferente a la referida.

    Voy a tirar de un ltimo hilo de la madeja. Mucho se ha dicho que la posicin bpeda conllev varios tributos, de los cuales necesito destacar uno: productos inmaduros. El pro-ceso final de maduracin del H. sapiens debe ser completado fuera del tero materno, lo que implica para la madre y para los machos colaboradores, si se aceptase la hiptesis de la seleccin de machos por las hembras un desgaste energ-tico adicional que se prolonga por una buena cantidad de aos posteriores al alumbra-

    miento del cro (no me refiero a las adolescencias prolongadas que logran retener a los hijos hasta los 30 o cuarenta aos en el seno familiar). Como plan-teaba O. Lovejoy, el H. sapiens tiene pocos cros a lo largo de su vida y en un solo parto, pero invierte mucho tiempo en cuidarlos (Johanson, 1981: 341 -376); esta es una constante de las especies, y expresada en forma inversa nos dice que las especies que no cuidan a sus cros (usa el ejemplo de las ostras como caso extremo) y no consumen energa en su cui-dado pueden exhibir, en una puesta o en un parto, gran

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    cantidad de huevos o produc- tos.

    Este proceso, adems, im- plica forzosamente la inser-cin del pequeo en un mundo incierto, algo enteramente aje- no a lo que ocurre al resto de los animales. En efecto, de los cientos de miles de hue-vecillos que arroja una ostra, muchos no eclosionarn por-que servirn de alimento a otras especies, pero las que nacen no requieren ser ense-adas, entrenadas, capacitadas para moverse en el mundo; el H. sapiens, s. El animal que somos est obligado a apren-der y aprehender el mundo (su especialidad) artificiosamente dispuesto; en efecto, el cro no ingresa con ventaja alguna, salvo con la cobertura gru-pal, su inteligencia en el nivel de promesa y un arsenal de conocimientos y experienci- as distribuidas en diversos ce- rebros.

    Llegado a este punto, re- cuerdo una idea cautivadora expresada en El dosel sagrado: La exteriorizacin es una ne- cesidad antropolgica. El hom-bre, tal como empricamente lo conocemos, no puede ser concebido prescindiendo de su modo continuo de volcarse en el mundo en el cual se encuen-tra (Berger, 1999: 15-16). Tene- mos muy pocos casos docu-mentados de H. sapiens en ais-lamiento: los documentados de Amala y Kamala, criadas entre lobos y se comportaron como lobas a las que fue impo-sible integrar a la sociedad; los emitaos (anacoretas) que voluntariamente se retiran de la sociedad; los involuntaria-mente perdidos en alguna isla despoblada, como el Robin-son Crusoe de Daniel Defoe hasta que encontr a Viernes, y por ltimo los comatosos y los autistas. En cualquiera de los casos son aislamientos

    extraordinarios, ajenos a la propia naturaleza de la espe-cie. Los casos de verdadero aislamiento son los de Amala y Kamala; el resto, como plan-teara Marx, son robinsonadas porque todos y cada uno de ellos tienen la cobertura social (autistas y comatosos) o han introyectado la sociedad y la llevan consigo (anacoretas, er- mitaos y robinsones). Lo que aqu interesa, pues, es lo que nos es consustancial. Y regre- so a la nocin de externaliza- cin.

    Efectivamente, el viaje eter- no hacia el interior hara impo-sible la supervivencia del H. sapiens. Requiere, como ani-mal gregario, de la cobertura del grupo que ha construido al mundo en que se ha de desa-rrollar (y no sin limitantes), y con los cuales (grupo y mundo que le anteceden) ha de interac-tuar; sin embargo, para hacer- lo es necesario introyectar ese

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    mundo. La materia prima y los instrumentos morfofunciona-les para procesarlo se encuen-tran diseados y posibilitados por el paquete gentico que hace posible su soma, el sculo orgnico de su humanidad, decamos; el contenido est inicialmente afuera y debe lle-varlo hacia adentro para entrar en consonancia con el conti-nente, el mundo creado por los otros y que irremediablemente le antecede; ms tarde ser el continente y formar parte del contenido social. Reitero: la banda, inicialmente, la socie-dad luego, son realidades que le anteceden, son realidades obje-tivas que debe vivir tambin subjetivamente. La uniformi-dad de lo que ha de represen-tar y como lo ha de representar corri coevolutivamente con la seleccin de aquellos con capacidad para aprender y aprehender comportamientos tiles; corri coevolutivamente aunque con asimetras impo-sibles de demostrar hasta el momento con el desarrollo funcional del rea de Brocca, el rea de Wernicke, los lbu-los frontales y prefrontales, la neocorteza, el control del apa-rato fonador y la capacidad de asimilar la protocultura del resto de los homnidos que le antecedieron y sus coetneos de la especie. Bajo estas pre-misas, la conservacin de lo transmisible, depositado en diversos cerebros (el ms pri-mitivo banco de datos sin una

    matriz, porque todos los cere-bros la constituyeron), operara como conservador; la represin coadyuvara tambin al con-trol de las mltiples posibilida-des de pensar y operar acordes con la flexibilidad y plasticidad de su cerebro. El mejoramien- to cualitativo y cuantitativo, en cambio, est estrechamente vinculado con su irrefrenable plasticidad y flexibilidad.

    No voy a abundar ms en demostraciones. Slo voy a recordar un hecho: Los prime-ros homo (habilis, erectus y dems, hasta llegar a los neandertales) pasaron cientos de miles de aos picando piedra con slo dos o tres tradiciones lticas; en cambio, desde la aparicin de este ser especial al que lla-mamos Homo sapiens se tran-sita de niveles rudimentarios de conceptualizacin y trans-misin a la posible categori-zacin de la vida y la muerte, adems de posibles cultos que hemos reconocido en los nean-dertales. Sin embargo, existe un salto cualitativo en la evo-lucin homnida con la apa-ricin de nuestra especie. En un periodo breve, cercano una dcima parte del tiempo que tiene el gnero Homo sobre la faz de la tierra, este homnido igual y rebas la creacin y la produccin de todos sus antecesores de una manera in- comparable, como ningn otro animal pudo hacerlo en un periodo de tiempo tan corto: de la ltica a la nanotecnologa,

    ni ms ni menos. Voy a hacer una pregunta retrica para finalizar: cmo es posible en un animal con una gran canti-dad de instintos? La respuesta es justamente por eso. Es claro que, entre ms complejos, los animales tienen ms instintos (apego, cuidados, compartir alimentos, imitacin, comuni- cacin, etctera), y a mayor nmero de instintos una menor especializacin de los mismos. All puede estar buena parte de las respuestas a los enigmas de la hominizacin/humani-zacin: si el ingreso de los ani-males no humanos al mundo se da de una manera espec-fica y eficiente por la especia-lizacin instintiva (impulsos muy especficamente orienta-dos para la accin; ante un est-mulo agresor, por ejemplo, una respuesta muy concreta con-forme a un programa gentico), parece muy poco probable su supervivencia; empero, ante esa enorme desventaja y mer-ced al equipaje gentico al que hemos aludido, el Homo sapiens se levant gradualmente desde las estrategias ms elementa-les de supervivencia hasta la construccin de mundos posi-bles en diferentes ambientes naturales y con diversidad de grupos con los cuales crearlos y vivirlos. Y en el pecado llev la penitencia: su carencia de especializacin instintiva lo ha hecho dependiente de esos entornos por los milenios de los milenios.

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  • ara conocer y proteger la vasta, dispersa e impor-

    tante presencia de vestigios ar- queolgicos e histricos en el pas, se requiere de la partici-pacin de mltiples instancias gubernamentales y de la socie-dad en general, pero princi-palmente de la definicin y aplicacin de estrategias para su investigacin, proteccin y difusin ante el peligro de su afectacin o destruccin por obras pblicas o privadas.

    Ante la necesidad de satis-factores de bienes sociales (ali-mentos, vivienda, industria, desarrollos urbanos y tursti-cos, energticos, entre otros), el desarrollo de nuevas tcni-cas constructivas y la agiliza-

    cin de los procesos adminis-trativos para la construccin se torna imperativo que el Ins-tituto Nacional de Antropolo-ga e Historia (inah) instaure estrategias legales y tcnicas que le permitan proteger, in- vestigar, conservar y defen-der a ese enorme patrimonio cultural.

    Una estrategia bsica se encuentra en el impulso a la prevencin de afectaciones al patrimonio. A travs de ello, el inah registra la presencia y caractersticas de los vestigios arqueolgicos; de la misma manera, acuerda con las ins-tancias de gobierno, empresas u organismos constructores, e incluso particulares, los meca-

    nismos tcnicos y legales que posibiliten la preservacin y el estudio de los materiales y de la informacin de las socieda-des humanas que nos antece-dieron.

    Participar previamente a la realizacin de los proyectos de obras otorga al inah la posibi-lidad de incidir en los planes parciales de desarrollo y en la determinacin de los usos de suelo, con base en rigurosos estudios y en lo que establece la Ley Federal sobre Monu-mentos y Zonas Arqueolgi-cos, Artsticos e Histricos.

    En las labores de salva-mento arqueolgico destaca la limitada oportunidad de ampliar en tiempo y espacio

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    las investigaciones, as como su indisoluble relacin con el desarrollo de obras pblicas o privadas, la diversidad de es- trategias arqueolgicas en fun-cin de las caractersticas de las obras y la posibilidad de investigar en cualquier rea geogrfica y cultural del pas, en las que se presentan ves-tigios arqueolgicos de muy diversa temporalidad.

    De la misma manera, esta modalidad en la investigacin se caracteriza por efectuarse bajo los lineamientos que esta-blece una normatividad de tipo patrimonialista y una estruc-tura institucional que convive con legislaciones de construc-cin y financiamiento cada vez ms precisas, y con mayor celeridad en la resolucin, tc-nicas constructivas ms expe-ditas, as como un panorama poltico, financiero y social que histricamente ha sido centra-lista hacia los capitales de los estados, y en particular hacia la capital de la repblica.

    No se debe olvidar que el inah es la instancia oficial encargada de atender las soli-citudes y emitir los permisos para llevar a cabo obras en reas que son consideradas sitios arqueolgicos o paleon-tolgicos porque presentan, o se presume presentan, ves-tigios del periodo que va del origen de la vida humana hasta el establecimiento del dominio de los espaoles en territorio nacional, y frecuen-temente anteriores y poste-riores. De la misma manera, esta normatividad se aplica a las reas vecinas a estas zonas (artculos 28, 28 bis y 39 de la Ley Federal sobre Monu- mentos y Zonas Arqueolgi-cos, Artsticos e Histricos). As mismo, se debe subrayar que est vigente en la admi-nistracin pblica federal el trmite para la obtencin de visto bueno de obra con el nmero inah-006.

    En este documento se esta-blecen las diversas estrate-gias operativas que se sugiere se apliquen para evitar que el patrimonio cultural se pierda o sea afectado, aprovechando esta ltima oportunidad para recuperar e investigar, conser-var y difundir los vestigios.

    los tipos de obrasUn aspecto fundamental para realizar de manera ms eficiente y eficaz este tipo de arqueolo-ga radica en la definicin de los tipos de obra con base en sus caractersticas tcnicas. Se debe subrayar que estas carac-tersticas de las obras permiten plantear las estrategias tanto de investigacin como de pro-teccin, por lo que podemos clasificarlas por el tipo de obra de la siguiente manera:

    tipo a. Intensivas o lineales. A estas obras corresponden los transectos que pueden llegar a incluir varios estados y regio-nes. Los cinco tipos de obra son:

    1) Carreteras.En este tipo de obras se deben evaluar ejes de trazo, derechos

    de va, localizacin de puen- tes y distribuidores, desvia- ciones, bancos de material, campamentos y reas de servi-cios, adems de obras colatera-les como reubicacin de redes de drenaje, o de ductos para conduccin de agua potable o combustible (petrleo y gas), tendidos elctricos y ferrovia-rios. Es comn que la mayor afectacin de estas obras se produzca por la explotacin en los bancos de material, dada su extensin, forma de aprovechamiento y principal-mente porque, por lo general, no existe localizacin previa a la obra.

    Un aspecto general es que en estas obras los construc-tores modifican las priorida-des constructivas, as como la direccin de la obra y sus frentes; sin embargo, a travs del convenio general vigente entre el inah y la Secretara de Comunicaciones y Transpor-tes (sct) son factibles, aunque limitadas, las modificaciones al trazo o al sistema construc-tivo, al menos en algunos tra-mos especficos. Cabe sealar que el convenio vigente entre estas instituciones obliga a que

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    la sct instruya a los construc-tores particulares (que realizan los proyectos constructivos) para aplicar los acuerdos esta-blecidos, independientemente de lo que establece la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueolgicos, Artsti-cos e Histricos.

    2) Gasoductos, oleoductosy poliductos.Sus caractersticas son seme-jantes a las referidas para las carreteras, por lo que se reco-mienda evaluar los mismos aspectos; sin embargo, por lo general se trata de obras ms expeditas y con reas de afec-tacin de menores dimensio-nes. El tiempo de obra es, en la mayor parte de los casos, menor que el aplicable para las carreteras. Las afectacio-nes mayores se presentan por la apertura del derecho de va, el uso de espacios para cam-

    pamentos de los constructo-res y durante la introduccin de maquinaria pesada para maniobras en la colocacin de los ductos. A pesar de que tam-bin son factibles las modifi- caciones de trazo, mas no el sistema constructivo, debe considerarse el riesgo social por consecuencias en el cambio de rutas, pues se podran presen-tar fugas de combustible (al menos es un argumento muy usual por parte de los cons-tructores). En su caso, a pesar de no ser materia ni facultad del inah, se deben valorar los impactos al entorno.

    3) Tendidos elctricos.Con caractersticas similares a las sealadas para carrete-ras y ductos, pero con mayor celeridad en la realizacin de la obra y con afectaciones limita-das a la ubicacin de las torres de soporte y en las reas de

    acceso para equipo, personal y maquinaria. Es posible la reubi-cacin de las torres, sobre todo de manera tangencial, pero se debe evaluar el grado de afec-tacin derivado de modificar trazo y ubicacin.

    4) Lneas de Sistema de TransporteColectivo-Metro.Este tipo de obras presenta variantes en el sistema cons-tructivo, pudiendo ser ele-vado, superficial, subterrneo (de cajn) o profundo (por escudo). Para las lneas del Metro se solicita informacin de dimensiones y ubicacin del eje de trazo, estaciones, puestos de rectificacin y obras colaterales, as como de direc-cin de obra. La informacin obtenida no se limita al tran-secto, ya que las obras cola-terales afectan reas fuera de trazo y con alta probabilidad en el registro de datos arqueo-

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    lgicos. Esas reas son defini-das como zonas de amarre o puntos de correlacin, que hacen las veces de bancos de material en otras obras linea-les. En este caso concreto, ya iniciada la obra no es posi-ble realizar modificaciones al trazo sealado y se presentan fuertes presiones para cumplir los tiempos del programa de trabajo, con objeto de reabrir las vialidades. En este tipo de intervencin arqueolgica se aplica de manera indudable un proyecto de salvamento arqueolgico.

    Se trata de obras tpica-mente urbanas, por lo que las exploraciones arqueolgicas se efectan a partir del confina-miento (cierre) de las viali-dades o la demolicin de las construcciones que se ubican en los predios en que se cons-truirn las estaciones o pues-tos de control.

    Las modalidades en este tipo de obras permiten sealar que las posibilidades de exca-vacin arqueolgica son inver-samente proporcionales a la no alteracin y proteccin del patrimonio; es decir, a menor excavacin por obra, mayor proteccin fsica, pues no se afectaran las evidencias, pero se reducen las posibilidades de investigacin.

    5) Fibras pticas y ductos urbanosde gas natural.Para estas obras, el riesgo mayor se presenta durante la introduccin de maquinaria para colocar la fibra ptica o el ducto. La flexibilidad del sistema constructivo apoya la proteccin del patrimonio, ya que se pueden plantear modificaciones al trazo, pero restringe las investigaciones porque las canalizaciones no rebasan 60 cm de ancho y slo en los pozos de visita es posible sondear arqueolgica-mente. A ello se ana que son obras principalmente urbanas,

    las que con gran frecuencia se efectan con base en la tcnica de penetracin direccional (no se excava a cielo abierto) y en horarios nocturnos. En la mayor parte de estos casos las labores arqueolgicas se limi-tan a la supervisin de obra.

    tipo B. Se trata de obras exten-sivas o regionales. Aunque existe una gran variedad, se pueden agrupar en tres tipos:

    1) Proyectos hidroelctricose hidroagrcolas (presas),termoelctricas y plantas de tratamiento de aguas residuales.En estas obras es necesa-rio evaluar e investigar en las reas de casa de mquinas y servicios, cortina, zona de embalse (principalmente en la franja comprendida por los niveles mximos y mnimos), as como campamentos, ban-cos de material, depsito de residuos, reubicacin de pobla-ciones, tendidos elctricos previos provisionales y pos-teriores definitivos, distritos de riego, caminos y tendidos ferroviarios, plantas de bom-beo, canales de conduccin

    y obras de excedencias, entre los principales. Se deben con-siderar algunas zonas ubicadas fuera del rea de embalse, por la eventual afectacin de sitios arqueolgicos, as como tener siempre presente que en todos los casos esas obras tienen futuras ampliaciones, ya sea para la distribucin de la ener-ga producida o para la cana-lizacin en distritos de riego. Por lo general son obras ms lentas que el resto, pero con un mayor grado de afectacin. Las posibilidades de modifica-cin son mnimas, por no decir nulas, y complejas.

    2) Desarrollos tursticos y urbanos. Entre otros factores, se consi-dera su extensin, ubicacin de construcciones, usos de suelo especficos al interior del rea del proyecto constructivo, caractersticas de afectacin al subsuelo y las posibles incor-poraciones de monumentos arqueolgicos inmuebles regis-trados a las nuevas reas verdes. Las dificultades se incrementan en los casos de reas urbanas habitadas, por las restricciones inherentes a una ciudad viva

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    (por ejemplo, en vialidades es necesario aguardar al confina-miento de las reas a explorar, considerar las presiones por tenencia de la tierra y especu-lacin, sin olvidar la incidencia de la legislacin sobre centros histricos, entre otros aspec-tos). Por lo general se trata de predios de gran extensin, con amplias y graves modificacio-nes al entorno ambiental. Son posibles las modificaciones al sistema constructivo o al pro-yecto de obra, considerando la eventual creacin de reas de reserva arqueolgica. En este caso concreto se debe abordar todo el proyecto de obra como unidad, acordando con la cons-tructora o propietaria general y no con los compradores de pre-dios particulares.

    3) Labores en reas urbanas.Se investiga en predios que por lo general corresponden a espacios reducidos y se reali-zan en plazos cortos, con es- casos recursos y bajo fuertes presiones polticas, financie-ras y, principalmente, de tipo social. Estas labores se atienden comnmente bajo la denomi-nada modalidad de rescate, y su duracin vara en funcin de la extensin del rea, sistema constructivo, objetivos de in- vestigacin y cantidad y cali-dad de los materiales. El rescate implica afectacin al patrimo-nio, con el consecuente pro-ceso jurdico; se debe remitir comunicado de inicio y dic-tamen tcnico al Consejo de Arqueologa, as como el in- forme final de labores; de ser necesaria mayor actividad ar- queolgica, se deber remitir como proyecto de salvamento. En este caso s son posibles las modificaciones al sistema constructivo e incluso, al pro-yecto de obra.

    A partir de estas interven-ciones se pueden definir reas con alto potencial arqueol-gico, lo que permite su aplica-

    cin en futuras intervenciones arqueolgicas.

    los procedimientosgeneralesPara realizar este tipo de ar- queologa se debe tener acceso a los programas generales de obras anuales, trianuales o sexenales de dependencias o instituciones como la Comisin Federal de Electricidad (cfe), Comisin Nacional del Agua (Conagua), Petrleos Mexica- nos (Pemex), Gobierno del Distrito Federal (gdf) y la sct, entre otras. De la misma ma- nera, es necesario solicitar la informacin equivalente de las instancias oficiales a nivel esta-tal y municipal. Todos estos datos se solicitan formalmente a travs de las instancias cen-trales o las representaciones estatales del inah.

    A partir de ello se debe-rn evaluar las potenciales afectaciones al patrimonio ar- queolgico e histrico por el desarrollo de dichas obras (para los aspectos especficos de la evaluacin se sugiere ver el apartado 2) Fases del proyecto de la seccin tcnicas espec-ficas). La evaluacin permite, en primer lugar, despreciar aquellas obras que son remode-laciones, sustituciones e inclu-sive obras en derechos de va ya existentes, as como aque-llas en que no se presentaran afectaciones por ausencia de vestigios arqueolgicos, deter-minacin tomada con base en investigaciones de archivo y biblioteca.

    Se recomienda centrar la atencin en aquellas obras en las que con seguridad o alta probabilidad se afectara al patrimonio arqueolgico, pues el rea presenta un alto poten-cial de vestigios, inclusive con registros previos o por siste-mas constructivos agresivos.

    Al contar con una lista depurada, se deber solici-tar informacin precisa de las

    obras, bsicamente planos, trazos, plazos, prioridades y sistemas constructivos, y revi-sar informacin sobre el rea y el tema en los archivos tcni-cos del inah, as como por refe-rencias bibliogrficas.

    Con esta informacin se hace posible plantear proyec-tos o estudios arqueolgicos de los que deriven programas, presupuestos y bases de cola-boracin concretadas en con-venios.

    Los trabajos arqueolgicos se programan de acuerdo con los siguientes criterios: la eva-luacin de la obra, si se ubica o no en zona urbana, la dimen-sin del rea que se afectar (puntual, transecto, extensa, horizontal, vertical), los pla-zos de realizacin y si exis-ten o no apoyos por parte de los promotores de dicha obra, observados por la legislacin vigente.

    tcnicas especficasLa arqueologa de proteccin sigue los procedimientos comu-nes a cualquier otra modalidad, pues cubre todas las fases aca-dmicas pertinentes, segn lo establecen las Disposiciones Reglamentarias para la investi-gacin arqueolgica en Mxico, en su captulo II, artculo 9.

    1) Fases y tcnicas especficas Ante el aviso de afectacin o de realizacin de proceso cons-tructivo, se intentar privile-giar la seleccin del personal de base y preferentemente titu-lado, para que realice la inspec-cin, considerando que deber rendir un dictamen legal. Para ello, el arquelogo comisio-nado establece contacto con el responsable de la obra, tanto para establecer da y hora de visita, y posibilitar el acceso a una propiedad privada, como para obtener datos tcnicos de la obra que no son presentados en la memoria descriptiva o programa de obra. Se le comi-

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    siona con oficio del titular del rea, en vehculo oficial y con gastos cubiertos por el inah. Por lo general, la inspeccin toma un da.

    Derivado de la inspeccin, se dictamina con base en la evaluacin del potencial ar- queolgico del que se conoce su existencia por referencia bibliogrfica o hemerogrfica, archivos tcnicos, informantes o presencia en superficie del rea inspeccionada, as como por la incidencia y potencial afectacin del patrimonio ar- queolgico e histrico y las caractersticas de la obra (sis-tema constructivo, plazos de realizacin, extensin, datos de mecnica de suelo). Por lo general son dos das para reali-zar esta labor.

    El dictamen se rinde con-siderando tres posibilidades, las cuales pueden utilizarse parcialmente para reas espe-cficas dentro de la zona de afectacin.

    a) No afectacin al patrimo-nio. Toda vez que no existen

    evidencias arqueolgicas o no sern afectadas por la obra, se libera el rea para realizacin de obra, sealando expresa-mente la obligacin de suspen-derla y dar aviso inmediato al inah si se llegaran a presentar evidencias arqueolgicas; de la misma manera, se obliga a autorizar el acceso al personal comisionado por el inah para supervisin y bitcora de obra.

    b) No autorizacin de obra, pues se encuentra en rea de vestigios ya registrados y catalogados por el inah. Se pone en conocimiento de ello, mediante oficio, al Consejo de Arqueologa, a las coordinacio-nes nacionales de Arqueolo-ga, de Asuntos Jurdicos y de Monumentos Histricos; en su caso, y toda vez que las labores sean por parte de la Direccin de Salvamento Arqueolgico (dsa), se informar al centro o centros inah respectivos; en todos los casos se reportar al propietario y a las autoridades estatales, municipales o dele-gacionales en que se ubique.

    c) Se propone un proyecto de salvamento, el que permitir definir si la obra afectar o no al patrimonio, o determinar las medidas necesarias que eviten su destruccin o alte-racin. Estas medidas pueden ser: recuperar las evidencias, proponer modificaciones al proyecto de obra considerando rea de reserva arqueolgica e incorporando las evidencias arqueolgicas inmuebles en las reas verdes o modificaciones al sistema constructivo (terra-pln, rellenar, dejar los vestigios como reserva arqueolgica). A manera de ejemplo, en algu-nas carreteras se ha aplicado el terrapln, permitiendo que los vestigios arqueolgicos sean investigados, consolidados y protegidos al ser cubiertos con materiales suaves compacta-dos, para sobre ellos construir la obra.

    A partir del dictamen, se realizan reuniones de trabajo con las constructoras, que per-miten definir el documento legal (convenio, para lo cual existe ya un formato dispo-nible) en que se especifican objetivos, actividades, plazos, alcances, montos y tipos de recursos, entre otros aspectos. El presupuesto se establece de manera coherente y con-gruente a partir de los recursos sealados en el proyecto o pro-grama, solicitando nicamente los recursos excedentes y nece-sarios con los que no cuenta el inah. No debe entenderse a los constructores como el orga-nismo o empresa que resolver todas las carencias de infraes-tructura del inah. Asimismo, el manejo de recursos de terce-ros (aportaciones) debe seguir las disposiciones generales que para el caso estableci el inah.

    El proyecto de investigacin de salvamento se presentar para su evaluacin al Consejo de Arqueologa. Siendo espec-ficos en el caso de los rescates, y considerando la celeridad y

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    riesgo de afectacin inmedia- ta, se atiende de manera urgen- te, se da parte al Consejo de Arqueologa marcndole copia del oficio de comisin del res-ponsable y se remite, en plazo breve, el informe de activida-des.

    Se insiste en que la dura-cin de los rescates es por una sola temporada, la cual no puede ser medida en pla-zos prefijados por el inah, pues est en funcin de la duracin de la obra en general. Eventual-mente, los rescates se pueden derivar en salvamentos si el programa de obra cuenta con diferentes fases y en diferentes temporadas, lo que posibilita que el arquelogo responsable plantee el proyecto respectivo, pues la intervencin de urgen-cia habra concluido.

    2) Etapas del proyectoSe utilizan ortofotos y foto-grafas areas; en este ltimo caso se recomienda usar pre-ferentemente la foto ms anti-gua del rea y en la escala ms adecuada. Esta tcnica ha mostrado su bondad princi-palmente para la zona central y occidente del pas. Permite definir reas con potencial de presencia de vestigios.

    Se integra con la informa-cin cartogrfica, consideran- do los usos del suelo actual e histrico en el rea, as como la informacin del catlogo nacional de sitios arqueolgi- cos, integrado en el Registro Pblico de Monumentos y Zonas Arqueolgicos. Son de gran utilidad las referencias en los archivos histricos.

    Se realizan recorridos de superficie, preferentemente en las reas de afectacin, consi-derando para ello que dichas reas no son nicamente las de afectacin directa, sino tam-bin indirecta, secundaria y temporal. Se considera un pro-medio diario de 3 a 4 km como recorrido de verificacin y

    registro para un equipo de dos arquelogos en una franja de 40 metros de ancho (se inves-tigan exclusivamente las reas de obra). Se obtienen croquis de los sitios arqueolgicos, se recolectan materiales diagns-ticos y se efecta un registro grfico y fotogrfico; incluso, se aprovecha la informacin de la poblacin acerca de reas con evidencias.

    Con base en el recorrido se procede a dictaminar sobre las reas que no requieran mayor trabajo arqueolgico; a partir de los dictmenes tcnicos de los investigadores, el titular del Centro de Trabajo expedir mediante oficio las liberaciones de reas de obra respectivas; en ellos se obliga a mantener la supervisin y aviso, con sus-pensin, en caso de hallazgo, por parte de la constructora.

    En caso de no existir la posibilidad tcnica o legal para realizar modificaciones al proyecto de obra, se requerir desarrollar un nuevo programa de trabajo arqueolgico con el objetivo de evitar o minimizar en lo posible la eventual afec-tacin al patrimonio.

    Para la primera inspeccin es comn que los recursos erogados sean cubiertos por el inah, con base en los presu-puestos de los proyectos deno-minados Proteccin Tcnica y Legal del Patrimonio Arqueo-lgico; las fases subsecuentes son cubiertas con aportacio-nes del constructor, propieta-rio o representante legal de la empresa o institucin que pre-tenda construir. Para ello, deri-vado de la inspeccin, de ser necesario se elabora un pro-yecto arqueolgico en el que se definen objetivos, estrate-gias y cronograma, entre otros aspectos. Establecidas las nece-sidades, se propone un pre-supuesto y convenio. En este ltimo documento se anexan programa y presupuesto fir-mado por las partes, estable-ciendo alcances, obligaciones, derechos, actividades, plazos y montos, entre otros.

    Derivado de lo anterior, y ya como parte de un proyecto de salvamento, se plantean explo-raciones en las zonas que sern afectadas en primer lugar y en aquellas cuya evaluacin seale alta presencia de vestigios (por

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    evidencias en superficie, infor-mantes o saqueos). Los son-deos se inician, generalmente, con unidades de dos por dos metros, amplindose en fun-cin de las evidencias muebles e inmuebles que se presenten, as como por los objetivos de la investigacin. Aquellas reas en que se explor y no existe impedimento por carencia de vestigios, porque se encuen-tren previamente alterados, o no sern afectados por la obra, se liberan tambin. Tra-tamiento diferente se aplica si las reas pueden ser protegidas con modificaciones al proyecto de obra o al sistema construc-tivo, ya que luego del acuerdo tcnico con los constructores se involucra a las reas centra-les del inah, pues ello implica la creacin de reas de reserva arqueolgica.

    El anlisis de los materiales arqueolgicos se realiza, pre-ferentemente, en los campa-mentos instalados en la zona, de manera paralela a los reco-rridos y exploraciones. Se debe incluir en el informe de anli-sis lo referente a muestrarios y catlogos de piezas comple-tas y semicompletas, as como proceder al registro de las mis-mas a travs de la Direccin de Registro Pblico de Zonas y Monumentos Arqueolgicos (drpzma). El tiempo promedio aplicable para esta etapa de la investigacin es el mismo que se dedic a la excavacin.

    Se realizan supervisiones permanentes de obra, por la eventual presencia de vestigios en reas ya estudiadas y en las que por diversas razones no se pudieron detectar o recuperar.

    Se elaboran informes de inspeccin y los que resul-ten de las etapas posteriores, siendo estos ltimos quince-nales o mensuales y finales, los cuales tienen carcter aca-dmico y legal, por lo que se les considera dictmenes; del informe final se remiten ejem-

    plares al Consejo de Arqueo-loga (dos impresos y dos en formato electrnico), uno a la empresa, institucin pblica o privada u organismo que finan-ci (una vez que se cuenta con la aprobacin del informe por parte del Consejo de Arqueo-loga) y uno ms al Centro inah respectivo. Asimismo, deber anexarse al informe el envo de cdulas de registro de sitios a la drpzma.

    Una actividad necesaria consiste en la difusin, tanto para los especialistas como para la sociedad en general. Se realiza mediante conferen-cias y ponencias, impartiendo cursos, a travs de publica-ciones (libros, artculos, noti-cias, boletines y carteles), produciendo videos y audio-visuales, as como por medio de exposiciones, lo cual per-mite que esta labor llegue a vecinos, estudiantes, ingenie-ros, arquitectos, propietarios, antroplogos, historiadores y arque

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