identidad latinoamericana en inmigrantes del cono sur en espaÑa buscando la patria grande lejos de...
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Universidad de Arte y Ciencias Sociales, ARCIS.Escuela de Periodismo y comunicación social.
“IDENTIDAD LATINOAMERICANA EN INMIGRANTES DEL CONO SUR EN
ESPAÑA: BUSCANDO LA PATRIA GRANDE LEJOS DE CASA”
Reportaje para obtener el título de Periodista.
Tesistas : Emilio Vivallo Ehijo Iris Serrano Sánchez
Profesora guía: Luisa Castro Nilo
Octubre 2007
Resumen
El siguiente trabajo intenta identificar, describir y analizar la identidad
latinoamericana en inmigrantes del cono sur residentes en Valencia, España a partir del año
1998 hasta la fecha en que se concluye la investigación. Para lograr este objetivo se utiliza
la metodología de historias de vida. El trabajo comienza con una introducción donde se
expone el marco conceptual y la metodología y planificación utilizada para lo consecución
del proyecto; prosigue con el cuerpo, que está compuesto por tres historias de vida que
comprenden desde el nacimiento de los protagonistas, hasta el momento presente en que
prestan su testimonio para este reportaje. Su relato estará dividido en dos grandes partes:
Latinoamérica y España; los cuales a su vez estarán subdivididas en dos partes más:
capítulo primero y segundo, en Latinoamérica; y tercer y cuarto, en España. A partir de la
segunda parte, las tres historias principales se complementarán con otras entrevistas de
menor extensión, también correspondientes a inmigrantes del cono sur residentes en
Valencia, España. Una vez finalizados los relatos se procede a las conclusiones de los
autores; donde éstos ponen en relación lo descubierto en los relatos con lo propuesto en el
marco teórico y en el proyecto.
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Dedicamos este trabajo a nuestras familias y a todos los que nos apoyaron, ayudaron y
prestaron sus voces para permitir que este relato existiera.
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INDICE GENERAL
-INTRODUCCIÓN………………………………………………………………….5
-PRIMERA PARTE. AMERICA LATINA………………………………………..24
-CAPITULO I. Nacimiento de una identidad………………………..25
-CAPITULO II. Desarrollo y punto de inflexión: Porqué decidí
migrar………………………………………………60
-SEGUNDA PARTE. ESPAÑA…………………………………………………..98
- CAPITULO III. Buscando la América en el sur septentrional…….99
- CAPITULO IV. La identidad latinoamericana.…………………..145
-CONCLUSIONES……………………………………………………………...169
-BIBLIOGRAFIA……………………………………………………………….185
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INTRODUCCIÓN
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A partir de 1975 se inició en España un nuevo ciclo caracterizado en lo económico por la
reconversión de la estructura productiva y la penetración de empresas trasnacionales , y en
lo político por la vuelta a la monarquía parlamentaria y a la entrada en la Unión Europea
que se consumó en 1986.( Colectivo ioe 2003).
En los 70 y 80 aumentaron los gastos estatales en protección social, pero a la vez se
incrementó el desempleo y la precariedad laboral.
Además la tasa de natalidad descendió continuamente hasta situarse en la más baja del
mundo, lo cual originó un plausible envejecimiento en la población española. Por estos
motivos entre otros, España sufrió una reconversión en materia migratoria, convirtiéndose
en una nación atractiva para los inmigrantes.
Entre 1975 y 2000 el número de residentes extranjeros (personas con permiso de
residencia) experimentó un crecimiento constante, pasando de 165.000 hasta más de un
millón en la actualidad.
Aun así, las mayores poblaciones de inmigrantes que llegaban a la península Ibérica
procedían de los países vecinos, ya sea el resto de Europa o Marruecos. No fue hasta 1998
que se produjo un cambio en las nacionalidades de los inmigrantes, donde los inmigrantes
de terceros países superaron a los comunitarios. Llegados a esa fecha, las mayores entradas
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fueron las de los ecuatorianos, colombianos, bolivianos, argentinos, rumanos, búlgaros y
ucranianos, acompañados por los chinos. (Colectivo ioe 2003)
Actualmente, tal y como queda reflejado en los datos del INE español del año 2000,
personas de todo el mundo llegan cada día a la península española por diferentes motivos.
Concretamente, En enero del 2005 había 3.691.547 extranjeros registrados en los padrones
municipales. El 20,8% procede de Europa y alrededor del 2% de otras naciones
desarrolladas (Japón, América del Norte).Por lo tanto el 80% (2,9 millones de personas)
son originario de un mundo “menos desarrollado”.La gran mayoría de estos son de A.
Latina y Europa del este. Más específicamente los primeros puestos, en cuanto a mayor
cantidad, los ocupan Ecuador y Marruecos que juntos reúnen el 27% del total de los
extranjeros. Con más de 300.000 efectivos les siguen los rumanos y por encima de 260.000
los colombianos. Los argentinos cuentan con 150.000 y con unos 100.000 los colectivos
bolivianos, búlgaros, chinos y peruanos.
El boom de inmigración y la evidencia de que cada vez llegan más personas a España ha
llevado a muchos ámbitos de la sociedad a problematizar, estudiar, y aclarar diversos
temas relacionados con los flujos migratorios. Ahora bien, la mayoría de estos estudios
están marcados por la visión pragmática que impone la contingencia, y no pasan, en
general, de ser muestreos estadísticos, o tratar temas inmediatos como problemas laborales,
discriminación, etc. Hasta ahora, es poco lo que se ha hecho sobre un campo tan
“superfluo” o “etéreo” como la identidad, y los cambios que ésta sufre en el exilio (por muy
voluntario que éste sea), de ahí la importancia de hacer un trabajo que recoja estos temas.
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Por otro lado, la forma final de este trabajo (reportaje literario) busca “desacademizar” el
tema, y poner la identidad en boca de sus constructores, permitiendo de esta manera que el
estudio se aleje de la abstracción habitual que caracteriza los tratados sobre este tipo de
temas.
Dentro de lo que se ha escrito sobre identidad Latinoamericana (que es mucho) este
estudio resulta pertinente porque emplea una perspectiva diferente a la habitual, y se centra
en un contexto sumamente específico (Valencia, año 2005, inmigrantes del cono sur
llegados a partir de 1998 y que tengan entre 20 y 90 años), por lo que resulta difícil que se
encuentre otros trabajos similares.
Con el fin de poder desarrollar el estudio se ha elaborado un mapa conceptual donde “la
identidad” y “Latinoamérica” son los términos sobre los que se construye la investigación.
Para abordar el primer término se ha trabajado sobre los escritos de una serie de autores
especificados en las referencias. Lo primero es distinguir entre dos acepciones del concepto
de identidad; la identidad en cuanto singularización, y la identidad como construcción
social. La identidad entendida como singularización es simplemente el “distinguir algo
como una unidad singular en el tiempo y en el espacio, discernible de los demás” (Villoro,
1991).Es básicamente lo referido al yo en cuanto cosificación, presencia. Este nivel de
búsqueda identitaria es aún muy superficial, pero sin embargo” la búsqueda de la propia
identidad presupone la conciencia de su singularidad, como persona o como pueblo, pero
no se reduce a ella” (Villoro, 1991). Por tanto se puede considerar un “primer paso”.
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El segundo nivel del concepto de identidad es el de la identidad entendida como una
construcción social. Sobre este punto existe un consenso general entre los autores
consultados en definir la identidad como un proceso construido socialmente. Es sobre este
concepto, el de la identidad entendida como una construcción social, dinámica, sujeta a los
contextos sociales específicos en que es articulada.
Sobre el cómo se construyen las identidades tanto colectivas como individuales existe
consenso entre los autores consultados sobre la influencia que tiene la cultura en su
creación. Olivé (1994) habla del “marco conceptual”. Afirma que las personas son
construcciones sociales, y que están constituidas al menos en forma parcial por las
relaciones que tienen con otras personas dentro de contextos de interacción y de
comunicación. Es dentro de esos contextos donde los sujetos adquieren las herramientas,
los recursos conceptuales y teóricos para desempeñarse en un contexto social. Por esto,
afirma, que las propiedades relacionales de ser miembro de un grupo, son propiedades
relevantes para la identificación de la persona. Le otorga gran importancia a la manera en
que los demás evalúan nuestras acciones.
Siguiendo una línea similar, Villoro (1991), afirma que existe un segundo nivel de sentido
de la identidad, relacionado con como el sujeto se representa a sí mismo, con lo que se
identifica. Estas representaciones son múltiples a lo largo de la vida del individuo y están
muy ligadas a sus relaciones con otros (interacción social) Afirma que la mirada ajena nos
determina, nos otorga una personalidad “El individuo se ve entonces a sí mismo como los
otros lo miran. Además, el yo forja un ideal, se ve como quisiera ser” (op cit, 1991, p 88).
Este autor afirma que “ante esa dispersión de imágenes el yo requiere establecer su unidad,
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integrarlas en una representación coherente. Podemos entender por “identidad” esa
representación unitaria de sí mismo” (p 88).
Dentro de sus razonamientos las identidades colectivas remiten a la cultura. Aventura una
definición: “Por identidad de un pueblo podemos entender lo que el sujeto se representa
cuando se reconoce o reconoce a otra persona como miembro de ese pueblo” (Villoro,
1991).
Para analizar como surgen, propone realizar un análisis a diferentes contextos históricos,
comienza por los pueblos en situación de dominación colonial. Dentro de esta situación
socio histórica propone que surgen identidades que buscan diferenciarse del dominador, a
la mirada del otro. Dice que son construcciones que buscan crear una imagen propia desde
el dominado, para deshacerse de la imagen impuesta por el dominador y asumida por el
dominado. Afirma que estas identidades son “identidades de resistencia”. Villoro (1994)
afirma que la búsqueda de identidades de resistencia puede desembocar en “el refugio en el
inmovilismo, la renovación de los valores antiguos, el rechazo de la ‘modernidad’” (p 91),
es lo que llama nacionalismos integristas. La otra solución que ve a la situación de
opresión, es la de iniciar la “búsqueda de una nueva representación de si mismo, en la que
pueda integrarse lo que una colectividad ha sido con lo que proyecta ser” (op cit, 1991, p
91). Mira con mejores ojos la segunda opción porque la considera menos excluyente que la
primera. Advierte, también que la búsqueda de identidad de resistencia no está limitada
únicamente a los estados coloniales.
Finalmente Villoro (op cit) plantea que la reflexión explícita de un pueblo sobre su
identidad suele oscilar entre dos polos:
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-Singularización: La cual consiste en distinguir un pueblo frente a otros, y se lleva a cabo
por oposición, buscando lo que sería propio de ese pueblo en particular. Existen dos
tendencias dentro de esta vía; la más simple y superficial que consiste en apelar a los
símbolos exteriores (banderas, himnos, escudos, etc.), y una más compleja que consiste en
remitirse a los rasgos culturales supuestamente inherentes (muchas veces se corre el riesgo
de caer en estereotipos inmovilistas). La versión más peligrosa, según el autor, de
singularización, es buscar un fundamento identitario inmutable, puesto que tal opción
supone el riesgo evidente de derivar en ideologías racistas.
-Autenticidad : “Podemos llamar auténtica a una cultura cuando está dirigida por proyectos
que responden a necesidades y deseos colectivos básicos y cuando expresa efectivamente
creencias, valoraciones y anhelos que comparten los miembros de esa cultura” (p.97)
De esta manera el autor transforma la noción de identidad en una propuesta en vez de un
dato dado, esperando para ser descubierto. Con esto refuerza el carácter dinámico y siempre
cambiante de las identidades colectivas (e individuales) y les agrega el elemento de la
construcción consciente para satisfacer las necesidades y demandas de una comunidad en
particular. Así, las identidades auténticas no serían nunca fijas, sino que se tendrían que
adecuar constantemente a las necesidades cambiantes de la comunidad.
Castells (1999), en tanto sigue una línea teórica similar y propone una definición de
identidad sencilla pero efectiva para los fines de este trabajo: “Por identidad, en lo referente
a los actores sociales, entiendo el proceso de construcción del sentido atendiendo a un
atributo cultural, o un conjunto relacionado de atributos culturales, al que se le da prioridad
sobre el resto de las fuentes de sentido”. (p 28).
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Este autor advierte que hay que diferenciar los roles y conjuntos de roles de las identidades,
“las identidades organizan el sentido, mientras los roles organizan las funciones” (p 29). El
sentido lo define como “la identificación simbólica que realiza un actor social del objetivo
de su acción” (p 29).
Castells afirma también que en la sociedad red el sentido se organiza, para los actores
sociales, en torno a una identidad primaria (remite a la noción de “otro generalizado”, o un
si mismo cohesionado). Acepta, asimismo, de buena gana que las identidades son
construcciones sociales, que
Utilizan materiales de la historia, la geografía, la biología, las instituciones productivas
y reproductivas, la memoria colectiva y las fantasías personales, los aparatos de poder
y las revelaciones religiosas. Pero los individuos, los grupos sociales y las sociedades
procesan todos esos materiales y los reordenan en su sentido, según las
determinaciones y los proyectos culturales implantados en su estructura social y en su
marco espacio temporal. (Castells, 1999, p 29).
Por lo tanto es de suma importancia el quien construye la identidad colectiva y con que fin,
pues ello determina en gran medida el contenido simbólico y el sentido para quienes se
identifican con ella o se colocan fuera de ella. Para enfatizar este punto propone una
distinción de tres tipos de identidades colectivas:
-Identidad legitimadora: Creada desde arriba, desde las instituciones con el fin de mantener
y reforzar su domino. Ésta produciría sociedad civil, y contribuiría a interiorizar la
dominación, a la vez que aumenta el involucramiento de los actores sociales con las
instituciones dominantes.
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-Identidad de resistencia: Generada por los actores que se encuentran abajo, dominados.
Está basada en la oposición a la lógica dominante. Formaría comunas o comunidades. Es, a
decir de Castells, posiblemente la forma actual más importante de construcción identitaria.
- Identidad proyecto: Es una nueva identidad, creada por los actores sociales, utilizando los
recursos culturales que tienen. Tiene como fin transformar la estructura social, y reformular
el lugar de sus creadores dentro de la sociedad. Esta produciría sujetos, que para el autor es
algo distinto a individuo, en cuanto el sujeto es “el actor social colectivo mediante el cual
los individuos alcanzan un sentido holístico en su experiencia” (p 32). Aquí la identidad
apunta hacia una nueva forma de vida, tal vez muy distante, que la que puede surgir de una
identidad oprimida que busca legitimarse.
Es necesario aclarar que estas categorías no son estáticas, de hecho lo que comienza como
una identidad de resistencia puede volverse identidad de proyecto, y si tiene éxito en sus
propósitos puede mutar en identidad legitimadora, desplazando a la anterior identidad
dominadora a la condición de resistencia.
Hasta ahora se han explorado diferentes aproximaciones al fenómeno de la creación de
identidades individuales y colectivas, queda por ver, entonces, las críticas formuladas desde
la postmodernidad a los procesos de construcción identitaria.
Lo primero es revisar la validez del concepto identidad frente al de comunidad. Según el
parecer de los investigadores, el concepto de comunidad propuesto por Krause es
complementario con el de identidad, pero no es suficiente como para reemplazarlo, pues
resulta ser más un resultado de procesos de creación de identidad colectiva que un símil de
ellos, y además resulta ineficiente para caracterizar los distintos y complejos procesos de
formación de identidades colectivas (parece ignorar las motivaciones tras la creación de los
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procesos identitarios, y se limita a señalar las características del fenómenos creado, cuando
una cosa es inseparable de la otra).
Sobre la posibilidad de crear identidades colectivas dentro del contexto de la
posmodernidad (sujetos descentrados y fragmentados, incapaces de construir discursos), se
adhiere a la tesis de Larraín (1996) según la cual los sujetos siguen construyendo
identidades más o menos integradas. Es sólo que el proceso se ha complejizado debido a las
condiciones culturales cambiantes. Señala que hay una sobre valoración del discurso
posmodernista que supone una total correspondencia entre los discursos y las vivencias de
la gente concreta. Afirma, como otros autores citados en esta revisión, que es a través del
individuo que se construye la identidad colectiva, y que ésta no puede existir independiente
de él, “no existe la chilenidad sin actores individuales que la recreen por medio de las
prácticas” (p. 72).
En lo referido al concepto de Latinoamerica, para este trabajo se ha elegido una noción
específica de Latinoamérica, cercana a las ideas de José Martí o de Francisco Bilbao. Esto
es, una visión antiimperialista, antirracista, integradora, y que no responde a un sesgo
lingüístico (con lo que integra a Brasil).
En la idea de Latinoamérica de Bilbao encontramos las aspiraciones bolivarianas de “Patria
Grande”.Una unión a nivel continental:
Esa unión que constituye las fronteras naturales y morales de la patria, porque ‘la
unión es el verdadero patriotismo de los americanos del sur’ (Bilbao 1836, en Rojas
Mix, 1991), y porque esta unión debe ser un vínculo solidario que domine el
nacionalismo estrecho. Esta unión, bajo la forma de una confederación del Sur, regada
por el Amazonas y el Plata y sombreada por loa Andes, es el cuadro de la identidad
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americana y latina, que ha de perpetuar la raza y permitir la creación de la gran nación
americana (Rojas Mix, 1991).
En Bilbao la idea antiimperialista y anticolonialista es tan fuerte que en el momento en que
Francia invade México, deja de utilizar el término latinoamericano por considerarlo
demasiado allegado al imperio napoleónico. Es Torres Caicedo quien se empeña en
difundirlo posteriormente.
Las ideas antiimperialistas y de unión continental de Bilbao, tienen más antecedentes
dentro de la historia de América, en las ideas de José Martí, y su creación “Nuestra
América”. Rojas Mix (1991) señala que Martí es “prácticamente el fundador del concepto
moderno de América Latina, aunque rara vez lo usa” (p. 137). Su concepto de América, de
“Nuestra América”, “Madre América” o “Nuestra América mestiza”, es “ a la vez una
identidad y una idea de unidad” (op cit, p, 138). Señala que es una “unidad de varios
perfiles con raíces en el pasado y en el futuro. Nuestra América es la unión tácita del ‘alma
continental’… …espacio geográfico y unidad cultural, espiritual si así se quiere traducir
‘alma’”. (op cit, 138). Cabe aclarar que Martí utiliza el término espíritu en un sentido
histórico, pues no confía en explicaciones religiosas.
“Nuestra América” es una idea antielitista y anticapitalista, que incluye a todo el mundo: a
los negros, a los mulatos, a los mestizos, a los indios; al pueblo de los pobres y oprimidos.
No es una América Burguesa, sino popular y antirracista. (op cit 1991).
Martí fue uno de los fundadores del concepto moderno de América latina, porque
superó la visión de comunidad lingüística o puramente cultural. Cada vez más, al
avanzar del siglo XIX, el latinoamericanismo se asienta en una reivindicación de
independencia frente a los Estados Unidos, ya explícita en ‘Nuestra América’… …La
15
noción de ‘Nuestra América’, resignifica y carga semánticamente la noción de
América Latina, dándole una dimensión independiente de la ‘latinidad’ gala, y
distanciándola, por igual, tanto del panamericanismo cuanto del segundo
hispanoamericanismo (op cit, 153).
Es esta la noción de Latinoamérica que interesa rescatar en el presente trabajo, una visión
amplia, integradora, pensada como una propuesta propia que busca la diferenciación frente
a la mirada del otro. A pesar de que América Latina sea un término surgido desde la
dominación, el pensamiento de Martí, Bilbao, y otros (especialmente durante las décadas de
1960-70), lo han resignificado, incorporándolo al sentido común, y convirtiéndolo en un
término fácilmente identificable.
Ahora que se ha planteado, como se llega a esta idea moderna de América Latina, vale la
pena indagar un poco más en las caracterizaciones que sobre ella se han hecho. ¿Que
aspectos comparte, además de lo señalado por Martí y Bilbao, Latinoamérica? Alain
Rouquié (1990) da algunas luces al respecto. Según este autor América Latina comparte
rasgos estructurales distintivos en común:
-La concentración de la propiedad de la tierra. Señala que siempre ha estado en manos de
unos, pocos, y que a pesar de que esta situación se remonta a la colonia, prosigue aún hoy.
-La singularidad de los procesos de modernización, “a una industrialización tardía y de
escasa autonomía correspondió una urbanización fuerte, anterior al nacimiento de la
industria” (op cit, p. 23). Un interesante análisis sobre el rico modernismo y la deficiente
modernización en Latinoamérica, es el que hace García Canclini (1989) en el capítulo
“Contradicciones Latinoamericanas: ¿Modernismo sin Modernización?, de su libro
“Culturas Híbridas” (1989). Ahí analiza la disonancia existente entre el modernismo
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cultural y la modernización socio económica en Latinoamérica, atribuyéndola a
características propias la “cultura híbrida”, más que a una simple dependencia intelectual de
las metrópolis (los aportes de este autor relacionados con el estudio cultural de
Latinoamérica, serán analizados en más profundidad en etapas posteriores de este trabajo,
pues ahora apremia el tiempo).
-La magnitud de los contrastes regionales, producto de la urbanización concentrada. Esto se
suele expresar en la existencia de una periferia pobre, enfrentada a un centro opulento.
Además de estas semejanzas estructurales (que no son las únicas), este autor señala que
existe un “paralelismo de las evoluciones históricas” (Rouquié ,1990, p. 20)
Si la existencia de una América Latina es problemática, si se impone la
diversidad de sociedades y economías, si el aislamiento de las distintas naciones
es un hecho fundamental que hace a su manera de funcionar, no es menos cierto
que una relativa unidad de sus destinos, más sufrida que deseada, acerca a las
‘repúblicas hermanas’ entre si. El fenómeno se advierte en las grandes etapas de
su historia, en la identidad de los problemas y de las situaciones que enfrentan
hoy esas naciones. (op cit, p. 20-21).
En este trabajo no se ignora la existencia de diversas definiciones del continente americano,
pero por la brevedad que el formato exige, las características expuestas hasta ahora han sido
las que han otorgado las directrices para entender la idea de Latinoamérica.
Partiendo de dicho marco conceptual, los supuestos que han encauzado la investigación
han sido, básicamente, la idea de que en el exilio, o cuando la residencia se traslada a otro
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continente, existe una identidad latinoamericana diferente a la que se encuentra entre los
latinoamericanos que viven en su país. Y que esta identidad creada desde afuera se origina
por resistencia. Ésta es, a decir de Castells, posiblemente la forma actual más importante de
construcción identitaria. Es Generada por los actores que se encuentran abajo, dominados.
Está basada en la oposición a la lógica dominante. Formaría comunas o comunidades.
Por otro lado, y también tomando como referencia el anterior fundamento teórico, el
objetivo general consiste en identificar, describir y analizar la identidad latinoamericana y
su proceso de construcción en inmigrantes del cono sur americano que residen en España,
que llegaron al país desde 1998 en adelante.
Conviene aclarar que la fecha seleccionada corresponde al momento en que las poblaciones
inmigrantes latinoamericanas o de países tercermundistas ganaron terreno sobre las
europeas. Es a partir de este momento cuando la ola migratoria procedente del cono sur se
hace plausible y va tomando fuerza y notoriedad, siendo en la actualidad una de las
mayores poblaciones extranjeras residentes en este País.
Para lograr el objetivo general se han elaborado otros más específicos entre los que se
encuentran caracterizar la inmigración latinoamericana llegada a España en el periodo
señalado; Identificar los lugares, al interior de España, con más presencia de inmigrantes
latinoamericanos, para lograr contextualizar la sociedad en la cual se desenvuelve la
comunidad en estudio.; Hallar los elementos sociales que inciden en el proceso de
profundización identitaria en la comunidad en estudio y el grado de integración que tienen
en el país; Valorar la importancia que tiene la identidad colectiva para el grupo de estudio;
18
descubrir y comprar entre los entrevistados la forma de ver a otros grupos de inmigrantes
latinoamericanos; y por último, averiguar como ven a los españoles los inmigrantes
investigados, y como se sienten en relación a ellos.
A nivel metodológico, el trabajo se ha apoyado en una investigación cualitativa
descriptiva, la que a su vez, ha usado como herramientas básicas la etnografía y los relatos
de vida.
El estudio se ha hecho desde adentro y no desde afuera; los investigadores han tratado de
hallar subjetividades de las personas, más concretamente, han intentado entender la forma
en que los inmigrantes latinoamericanos se ven a sí mismos y como construyen su identidad
en relación con el mundo que los rodea y con el resto de inmigrantes que comparten las
mismas o similares características. También hay que señalar que el estudio ha sido
inductivo.
En cuanto a la documentación utilizada, el estudio se ha fundamentado básicamente en
relatos y testimonios vivos.
Además se ha recurrido a los documentos estadísticos y probabilísticos que han ayudado a
reflejar la magnitud y la distribución de la ola migratoria en España..
Los protagonistas, del reportaje, y aquellos que conforman el campo de este estudio son los
inmigrantes latinoamericanos del cono sur que residen en España, que llegaron al País
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desde 1998 en adelante y que actualmente tienen entre 20 y 90 años. A partir de esta
generalidad se ha seleccionado una pequeña muestra que los represente en mayor medida.
Dentro de esta muestra , el Perfil de los entrevistados ha sido el de inmigrantes
latinoamericanos que tengan más de 20 años y que residan en España más de 5 meses,
periodo en el que la visa de turista ya no es válida y a partir del cual el sujeto comienza a
formarse ( aunque aun no se haya construido del todo, pues para eso hacen falta, por lo
menos tres años) una nueva identidad social, y por lo tanto ya se ha comenzado a plantear
cuestiones relacionadas con su remodelación de la identidad, y ha comenzado a fijarse en
el entorno viéndose como parte de él y no como un turista que viene de paso.
En general y para contextualizar, las entrevistas se han realizado a inmigrantes de
diferentes edades, sexo y nacionalidades, pero la investigación ha tomado como
protagonistas principales a tres personas a las cuales se ha estudiado en profundidad y se
ha aplicado las técnicas del estudio etnográfico y los relatos de vida. El trabajo se ha
centrado en dos mujeres y un hombre. Esto es, porque dentro de la población inmigrante
latinoamericana existe una leve mayoría de este género.
Hilando fino, hay que decir que, en cuanto a datos estadísticos de inmigración general,
existe un relativo equilibrio con un moderado predominio masculino: el 53% de los
extranjeros son hombres (1.97 millones y 1.7 mujeres).
Sin embargo, existen diferencias dentro de cada nacionalidad. Y a nivel Latinoamericano,
a excepción de Argentina, la mayoría de los inmigrantes son de genero femenino.
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Además se ha buscado que hubiera diferencias económicas y socioculturales entre los
entrevistados, y que las edades, y por lo tanto las realidades históricas que les ha tocado
vivir hayan sido distintas. Es cierto que se ha analizado a dos chilenos, pero los sujetos
presentan edades y, por lo tanto realidades, muy diferentes .Además Emilio es mitad
Chileno mitad Sueco y ello ha influido mucho en su identidad haciendo que se separe de la
posible cercanía o similitud con Viviana.
Por último también, se ha tenido en cuenta a la hora de elegir a estas tres personas, que las
causas de la migración no fueran las misma, pues en la investigación se llegó a la
conclusión que los motivos por los cuales los inmigrantes salen de su país, son factores
determinantes a la hora de reelaborar su identidad en España.
Siendo más precisos, los entrevistados principales son: Por un lado, Maria, una argentina
de 28 años con 3 hijos y que vive en el Puig (Valencia).Es camarera, limpia casas y cuida
niños. Vino a España por motivos económicos puesto a que su nivel sociocultural y
económico es medio-bajo. La otra mujer entrevistada es Viviana. Una Chilena de 50-60
años, casada, con 3 hijos. (Los tres viven en España).En el momento de la entrevista
llevaba más de tres años en España. Presenta un Nivel sociocultural medio alto y además en
su país contaba de un nivel de poder adquisitivo medio-alto. Viajó a España por motivos
personales y familiares (vino siguiendo a sus hijos y en busca de un país más abierto y que
le aporta cosas nuevas). En España trabaja en una asociación que ayuda a las mujeres
inmigrantes. Por último, el “hombre” del trabajo es Emilio, un chileno de 28 años, nacido
en Suecia (hijo de exiliados políticos). Actualmente está soltero y cuenta con un nivel
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sociocultural medio alto. A pesar de ser estudiante de periodismo, en España trabaja de
albañil. Sus motivos para viajar a España son básicamente personales. Durante toda su vida
se había sentido poco chileno, Europa le llamaba y había muchas cosas de allá con las que
se sentía muy identificado. Se podría decir que vivía en tierra de nadie, sin saber muy bien
su rumbo y sintiendo la necesidad de tener que viajar a España en algún momento de su
vida. Por casualidades de la vida, en Chile conoce a una española con la cual comienza una
relación, cosa que le servirá de “excusa” para iniciar ese viaje o búsqueda de identidad.
Además de las entrevistas, los investigadores han recurrido a una bibliografía que ha
servido para conocer el punto de vista de otros autores a cerca del fenómeno estudiado
(identidad latinoamericana) y gracias a ellos poder llegar a una definición propia que guíe
el estudio.
Posteriormente se ha utilizado la bibliografía como apoyo para ir entendiendo y conociendo
distintas definiciones de los nuevos conceptos que han ido apareciendo a lo largo de la
investigación.
Así se ha utilizado bibliografía de autores clásicos y modernos que entienden y han
reflexionado sobre el tema.
Básicamente se trata de textos políticos, filosóficos, e históricos.
Pero también se han utilizado novelas y poesías que reflejan de forma literaria, una opinión
y un punto de vista igual de válidos que los textos académicos o no literarios. Dentro de
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esta bibliografía se encuentran sobre todo novelas de autores latinoamericanos que escriben
sobre el exilio o desde el exilio, y sobre Latinoamérica, sobre todo del sentimiento que se
crea hacia esta desde afuera. Neruda, Benedetti, Galeano…
En un plano más estético o periférico, el formato del presente trabajo es el de un reportaje
interpretativo con forma literaria.
El motivo por el cual se ha elegido esta forma de presentación es el interés que existe en
que su difusión sea masiva.
Esto es, que las pretensiones son que pueda llegar al mayor número de lectores y que estos
sean de todos los estratos sociales y de los diversos niveles académicos. Que lo puedan y
quieran leer, tanto las amas de casa, como los médicos, los jóvenes y los viejos.
Para ellos el reportaje tiene una forma más atractiva que una tesis, y es menos académico o
científico. Se ha tratado que el trabajo ofrezca una lectura más agradable, fluida y fácil.
A la vez, el trabajo, es rigurosos, y está seriamente fundamentado, características esenciales
del reportaje.
Es interpretativo, porque los autores han tratado de reflejar una opinión, a partir de una
investigación (gracias a la cual se conocerán datos y opiniones a cerca del tema) se
desarrolla un punto de vista nuevo.
Está escrito en tercera persona, dejando algunas partes en primera, es decir que hay un
narrador, y partes del texto donde son los protagonistas los que “hablan”.
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El texto está dividido en dos partes, que a su vez contienen dos capítulos (con objetivos
específicos), y al final termina con las conclusiones, en las cuales se hace un breve
recorrido sobre el resultado de la tesis.
Precisando, conviene decir que el primer capítulo tiene como objetivo presentar a los
personajes principales desde su infancia. Esto se justifica por la definición de identidad a la
que hemos llegado, entendemos la identidad como una construcción social, cambiante, y
que se construye día a día desde que se nace hasta que se muere. Por esto nos parece
adecuado que los dos primeros capítulos sirvan para ilustrar las distintas vivencias que
tienen los tres personajes principales, sirviendo esto para entender las ideas que se hacen
sobre su propia identidad más adelante. Resumiendo, lo que pretendemos es contextualizar
a cada individuo, pues entendemos que lo que cada uno llega a ser es inseparable de lo que
le ha tocado vivir y el lugar, y como uno de los objetivos es descubrir los procesos de
formación de identidad latinoamericana, y en que objetos culturales se sustenta, ésta
contextualización es indispensable, pues la infancia y juventud es un período de intensa
formación y adquisición de hábitos, costumbres y afectos.
Por su parte, el segundo capitulo sigue con los objetivos del primero, pero agrega la
finalidad de dilucidar las causas de la migración de cada uno de los personajes, y como fue
el proceso previo a la llegada al lugar de destino. Esto según las investigaciones realizadas
es de vital importancia, pues las causas de la migración inciden fuertemente la forma en que
se estructura la identidad del inmigrante.
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En el tercer capítulo se introducen voces nuevas destinadas a reforzar y contrastar las
vivencias de los tres protagonistas en tierra extraña. Este capítulo se desarrolla en España,
específicamente en Valencia. Tiene como objetivo principal el mostrar las vivencias y
relaciones de los protagonistas y “secundarios” en su nuevo medio. Esto obviamente es
fundamental para mostrar como es el proceso de construcción de su identidad de inmigrante
(ver si es que tiende a reforzar su identidad nacional o si crea una identidad “nueva” o
refuerza una secundaria, que podría ser la latinoamericana).
Por último, el cuarto capítulo, está destinado a las reflexiones de los protagonistas sobre
Latinoamérica y sobre su propia “latinoamericanidad”, sean estas reflexiones explícitas o
implícitas en palabras o acciones. En este capítulo (así como en el tercero) se hace clara la
importancia del primer y segundo capítulo, pues las herramientas culturales que hayan
adquirido durante su infancia y juventud los protagonistas, serán fundamentales para
entender como cada uno afronta la problemática de ser inmigrante latinoamericano. Este es
el capítulo en que se resumen las vivencias de los anteriores tres, la reflexión identitaria que
surge de las vivencias dentro del contexto particular de cada uno en Latinoamérica y las
experiencias que le toca vivir en España. Para llegar a este capítulo son necesarios los otros
tres, porque muestran el camino que recorren los tres protagonistas para llegar a ser lo que
son hoy en día.
Además en este capítulo se resuelven, de alguna manera los objetivos específicos del
estudio, ya aclarados con anterioridad. También queda más claro el objetivo general,
aunque como ya se ha repetido, los tres capítulos anteriores también cumplen esta función.
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PRIMERA PARTE:
AMÉRICA LATINA
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CAPÍTULO I.
NACIMIENTO DE UNA IDENTIDAD.
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La identidad no es algo con lo que se nace, no es una marca biológica impregnada en el
cuerpo por obra y gracia de la naturaleza humana, no es una herencia milenaria fruto
intrínseco del lugar de nacimiento que la casualidad le deparó a cada uno. Lo que se es
frente al otro y frente a si mismo es producto de un proceso que comienza con el
nacimiento y termina con la muerte. La identidad es un discurrir constante, una perpetúa
construcción y por tanto se debe abordar como tal, no como una cosa dada sino como un
estado en el tiempo, una fotografía de un momento preciso. Pero ese instante retratado no
es fruto de la casualidad sino de los años y las vivencias que éstos contienen; por eso las
voces que construyen este relato comienzan su historia desde sus primeros recuerdos,
rescatando las primeras piedras con las que cimentaron la persona que son actualmente. Es
en sus experiencias pasadas en las que se busca la comprensión de sus palabras actuales.
Los tres hilos principales que tejen este relato; Viviana, María y Emilio; tienen historias
bastante distintas; como variopintas son las realidades existentes dentro de América Latina.
Por ejemplo; en este capítulo, podremos comprobar que, la infancia de Viviana tiene su
inicio en un Chile bastante distinto al que vino a conocer Emilio varios años después; y la
pobreza frugal de los primeros años de María nada tienen que ver con los seguros y
asépticos entornos de la niñez nórdica de Emilio. La educación académica que cada uno
recibió tampoco tiene nada similar. El internado religioso de una de las protagonistas, poco
tiene que ver con la laica y moderna escuela pública sueca de otro o con la escuelita rural
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argentina de otra. De hecho se podría pensar que no tienen nada en común. Sin embargo,
entremedio de esas diferencias, asoman también los parecidos que permiten intuir que
existe un “sentimiento superior” que supera las disimilitudes obvias producto de las
parcelaciones territoriales e ideológicas. Parecidos que aunque en un principio no resulten
tan fáciles de identificar, irán aclarándose a medida que el relato avance, aunque muchas
veces ni los propios entrevistados se den cuenta de ello.
El objetivo de éste primer capítulo es el de ser una presentación de los actores
principales de ésta historia, una introducción a su mundo y una ventana abierta al momento
en que comenzaron a adquirir las herramientas necesarias para poder ir construyendo la
persona que quieren ser. Tal vez parezca innecesario o superfluo si se le considera de
manera aislada, pero al observarlo en relación con los demás capítulos, podremos encontrar
en él, claves que nos ayuden a entender porque nuestros protagonistas son de determinada
manera, porque interpretan los sucesos en que se ven envueltos de una forma o de otra,
porque ven al otro y a si mismo con unos ojos o con otros. Podremos comprender de
manera más completa como sus diferencias manifiestas engendran insospechadas
afinidades soslayadas. Como hemos dicho: es en este capítulo donde encontramos los
cimientos, la fundación de lo que son en este momento las voces que tejen este relato, de lo
que es, en definitiva, su identidad.
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Viviana.
Viviana nació en Chile, en el Santiago de los años 50, su familia era de clase media baja
“pero bastante instruida”. El escenario de su primera infancia fue, mayormente, el hogar
familiar, con su abuelo paterno haciendo el papel de cabeza de familia, y abrigada por los
mimos de su madre y sus tías que también compartían el techo “yo no tengo hermanos, era
la reina del hogar, o sea, la princesita, el chiche”. Su abuelo era extranjero, nacido en Perú,
pero hijo de un yugoslavo que había abandonado su tierra en busca de algo mejor. Viviana
recuerda que era un hombre con mucha cultura; “Mi abuelo tenía buena educación, porque
su padre lo había puesto a estudiar en un colegio inglés. Es más, siendo europeo como era,
le daba una acusada importancia a los aspectos culturales. Era una hombre tremendamente
informado, sabía de todo. Su padre tenía una buena situación económica porque era lo
típico, que llegaban los extranjeros y ponían los almacenes, los emporios, y al final se
hacían su fortuna, pero mi abuelo, que era el único hijo, se la gastó y entonces anduvo en la
construcción del tren Arica-La Paz, después se fue a las salitreras (en ese tiempo estaba el
auge de las salitreras) donde nacieron mi madre y tres de sus hermanos”. Debido, a su
manejo fluido del inglés, se dedico a hacer de intérprete para los extranjeros dueños del
negocio. Eran años duros para los obreros y la madre de Viviana, pequeña aún, fue testigo
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de muchas de las atrocidades que tiñeron de rojo la pampa. Imágenes que nunca olvidaría y
que con los años se transformarían en historias que la propia Viviana se acostumbró a oír
mientras crecía. Cuando llegó la crisis del ’30 el suelo se hundió bajo los pies de todos, y
los vagones de tren, con destino sur, se llenaron de rostros tostados por el caliche, entre
ellos el del abuelo de Viviana y su familia “Ellos llegan a Santiago el ’30 y ahí vivieron la
crisis que fue tremenda. Aquí estaba la madre de mi abuela, o sea mi bisabuela, que tenía
una pastelería. Entonces, cuando no había trabajo para nadie, mi mamá me contaba que
con mi abuelo salía a vender dulces. A raíz de eso, mi mamá me explicaba que conoció
todo lo que fue la lucha social. Acudían a las reuniones y a las ollas comunes a vender,
porque en estas se juntaba mucha gente y los tenían a todos reunidos. Mi mamá debe haber
tenido unos diez años y dice que le encantaba ir a esos lugares, porque las personas eran
harto peleadoras y cantaban canciones revolucionarias para la época. Eso es algo que tengo
más que incorporado. Yo siempre digo que la canción que me acunó fue el canto a la
pampa y la internacional, porque así era todo”.
Una vez en Santiago, el abuelo intentó distintos trabajos, pero finalmente optó por ser su
propio jefe “Yo ya cuando tengo conciencia de él, trabajaba en los hornos de las
panaderías, los reparaba. Siempre salía de noche, porque es cuando estos negocios están
parados. Me acuerdo que los españoles (la mayoría de los cuales vivían del pan) lo venían a
buscar para que les solucionara algún problema de sus negocios, y el siempre decía: estos
llegaron con el rabo al aire y aquí han hecho fortuna. En definitiva… siempre fue por su
aire, no era un apatronado”
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A los cuatro años un viento frío recorre la casa de Viviana. Su abuela muere y su madre
decide enviarla a un internado “fue un quiebre importante, ahora todo eso uno lo vive desde
el recuerdo, pero en ese tiempo yo estaba asustada, sola y abandonada. Por eso siempre
pienso que a los niños hay que explicarles lo que ocurre, porque a lo mejor no pueden llegar
a tener una comprensión completa, pero si que les afecta y si que sienten. Estuve ahí
internada, porque en la familia, con la muerte de mi abuela, mis otras tías que quedaban se
casaron y ninguna podía hacerse cargo de mi.”.
El tiempo que estuvo en el internado fue duro, pasó de la calidez de ser hija única en un
hogar lleno de gente preocupada por ella, a ser una más de las niñas solitarias que dormían
en los camarotes del dormitorio grande de un internado de monjas talagantino( oriundo de
Talagante). Uno de los aspectos que más le impresionó fue la dureza de una religión que
conocía sólo de manera oblicua “lo que más recuerdo sobre las monjas, es que eran
castigadoras, aunque conmigo no, porque mi mamá iba todos los fines de semana, (uno me
iba a ver y otro me traía a Santiago), y claro su presencia era bien estable. En cambio con
las otras niñas eran mas brujas, para que te hagas una idea, incluso les pegaban con varillas,
yo las encontraba francamente malas. A veces nos amenazaban con que nos iban a llevar al
subterráneo con ratones lo cual fue una experiencia súper traumática, Ah! Y también nos
asustaban con el Diablo. Decían que iba a venir a por nosotras, lo que me parece
demasiado fuerte. Apenas oscurecía, te entraban a la casa, a un dormitorio grande, grande.
Tampoco éramos muchas, yo creo que seríamos unas 20 o 25. Entonces una vez dentro nos
decían que ya no podíamos salir porque fuera estaba el diablo, ¿te imaginas?”.
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La periodicidad religiosa de las visitas de su madre era aprovechada por una de las monjas
para endosarle variadas encomiendas destinadas a una hermana suya, también casada con
Dios, que estaba en un convento Santiaguino. Otra razón más para que los malos tratos
fueran menos malos para la pequeña Viviana. Un aspecto más que jugó a su favor fue el ser
una niña despierta a la que le gustaba leer. De hecho cuando el obispo de Santiago se dejó
caer por el internado, fue ella la seleccionada para recitar el rosario, a modo de espectáculo
para su señoría.
El espabilamiento precoz también le sirvió para descubrir la verdadera identidad del Diablo
que vigilaba que ninguna de las niñas se levantara de la cama cuando tocaba dormir “Con el
tiempo averigüé que lo que decían que era el diablo se trataba de unos perros que tenían los
ojos rojos, y parecía que si echaran fuego por ahí. Nosotras sentíamos aullar a los canes,
pero la fantasía a los cuatro años da para escribir novelas. Aun así, creo que para este tipo
de situaciones es determinante el lugar de donde vienes. Fíjate en mi: en casa yo nunca oí
hablar de ese ser maligno, y por eso nunca me lo creí del todo. Me parece que por eso a mi
no me producía el mismo susto que al resto de las chicas. Una vez no sé porque motivo las
monjas me mandaron a las dependencias, a hacer algo. Y ahí me di cuenta que el famoso
“monstruo” se trataba de unos cuantos dobbermans que durante el día guardaban en una
perrera.
Sumándose a las actividades detectivescas Viviana dio sus primeras muestras de rebeldía,
un precoz pataleo augurando lo que vendría “Mi primer acto de rebeldía lo hice ahí. Una
vez que me mandaron a cosechar. Recuerdo que me hacía mal estar todo el día al sol y
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parece que también era frágil y regalona, entonces un día les dije que no, que yo no iba a la
recolección, porque si mis padres pagaban para que yo estuviera ahí, no tenía obligación de
ir. Esa vez me castigaron, fue la única vez que lo hicieron”.
Todo esta enriquecedora experiencia se extendió durante un largo año, al final del cual una
de las monjas, apiadándose, tal vez al ver que la niña no se adaptaba al encierro y a la mala
comida, recomendó a la madre que la pusiera en un internado de Santiago “Pero ahí no duré
nada, me enfermé y la madre le dijo que me tenían que sacar, porque ellos eran más
disciplinados, se levantaban a las seis de la mañana y se iban a misa, era algo... rezos y
rezos y rezos, yo creo que esa vida fue lo que me enfermó y de ahí ya, mi mamá me puso
en la escuela pública”. Se abría un nuevo mundo para la pequeña Viviana, sin perros-diablo
ni trabajos forzados bajo el sol inclemente, con profesoras laicas en vez de monjas, y
compañeras de curso en vez de compañeras de encierro “Entré a la escuela pública y fue
maravilloso, para mi era otro mundo, porque eran niñas normales que jugaban”.
En la nueva escuela todo era distinto; tenía cancha de fútbol y básquetbol, cada cierto
tiempo se proyectaba una película, y por si fuera poco tuvo la suerte de tener una profesora
que compartía las inclinaciones políticas que reinaban en su casa “Tuve allí una profesora
muy buena, la señora Wanda Salinas, que era... unos años después me la encontré en una
campaña y era comunista, pero por supuesto, en ese tiempo no tenía ni idea. Yo estuve
hasta sexta preparatoria y ella nos enseñó lo que era la revolución cubana, que se produjo
justo en esa época y la Revolución rusa, a mi me encantaba porque era lo que yo solía
escuchar en mi casa”
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Lo que nunca se le borró a nuestra protagonista fue su primer contacto directo con la
pobreza ajena “a mi no me faltaba nada de nada, al ser hija única siempre tenía de todo, y
los otros niños a veces incluso no iban al colegio, porque no tenían zapatos”.Dentro de este
nuevo ambiente, la niña Viviana encontró un lugar inmejorable para dar rienda suelta a su
pasión por la lectura, afición que por cierto, a pesar de las múltiples satisfacciones le trajo
también más de algún disgusto “yo era siempre la que más sabía, y eso a última hora me
acarreó más de un problema, porque me encontraban sabihonda, pesada, señorita, además,
mi madre era modista, por lo que yo siempre llevaba vestidos bonitos. En esos años se
llevaba delantal, con unos plisados y blanco, pero mi mamá me lo almidonaba, me hacía
moños, me ponía rosas blancas. En ese tiempo si lo pasé un poco mal, porque me pegaban,
me quitaban la rosa del pelo, ese tipo de cosas. Yo creo que es normal, pues en relación a la
media del curso yo estaba en mejor posición económica y cultural, por decirlo de alguna
manera”.
Fuera del colegio su vida transcurría principalmente entre las paredes de su casa. Su madre
no veía con buenos ojos que hiciera vida callejera con los otros niños del barrio, aunque
esto fuera lo más normal “El resto era más callejero. Yo creo que las puertas ni se cerraban,
o sea uno circulaba un poco por las casas, lo cual tenía un lado bueno, porque nunca estabas
solo. Cuando la mamá tenía que ir al doctor, te dejaban con la vecina, eso era normal;
común. Aunque esa dinámica también tiene un lado malo, que fue tremendo para mi
durante la adolescencia, que era el control a toda hora”. Aun así, esta vida puertas adentro
le resultaba inmensamente feliz, con una familia unida, el cariño siempre presente de su
madre, tías y abuelo. Con su padre, la relación era un poco peculiar. “mi madre se casó con
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mi padre, pero nunca vivieron juntos, eso es lo más increíble, pero lo que ocurre es que su
relación siempre estuvo cruzada por cuestiones políticas. Para empezar, mi papá era
comunista y en esa época su partido era ilegal en Chile, lo cual, evidentemente lo
complicaba todo. En el año ’50, cuando nací yo, mi papá era un sindicalista, de esos que
andaban por la vida formando sindicatos, y en esa época, la de González Videla, te cogían
el carné y te ponían detrás: comunista, y entonces en ninguna parte te daban trabajo. Por
este motivo entre otros, mi mamá decía que nunca pudieron formar un hogar, puesto que la
vida de sindicalista que llevaba mi papá no aportaba ni seguridad económica, ni nada, y
empero era perseguido. No sólo no tenia trabajo, sino que si encontraba uno, entraba para
formar un sindicato por lo que al final siempre le echaban.”
La fuerte unión que su madre tenía con sus cuatro hermanas menores, se tradujo en la gran
unidad que tendría Viviana con sus primas, hijas de esas hermanas. Todas juntas formaban
un gran clan, con especial unión entre las mujeres “mi vida la pasé casi todo el tiempo con
mis primos y mis primas. Los domingos se juntaban todas las hermanas, siempre fue una
reunión cerrada, éramos endogámicos (se ríe), yo con mis primos, los hijos de las mujeres.”
Esta vida gregaria no se cortaba ni siquiera para las vacaciones “no nos íbamos todos juntos
a una misma casa, pero si a un mismo sitio, entonces, al final todos revueltos íbamos a la
playa o donde fuera, mis tías, mi madre, yo y tooooodooos mis primos, éramos súper
aclanados, lo que me marcó la vida tremendamente, de hecho, hasta la fecha mis lazos con
ellos son re importantes”.
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Dejando a un lado este ambiente tribal, su vida puertas adentro tenía la particularidad de
estar siempre marcada por la política, y por la negativa de su abuelo a adoptar la
nacionalidad chilena, y por extensión a aceptar cualquier símbolo oficial de identidad
nacional, léase bandera, himno o escudo. De hecho Viviana recuerda no haber celebrado
nunca las fiestas patrias. En casa, su abuelo prefería pagar la multa correspondiente antes de
izar una bandera cuyos colores le resultaban ajenos. Este desprecio por la parafernalia
patriotera se le quedaría marcado hasta el día de hoy.
Los años en la escuela pública transcurrieron, acumulando buenas notas y alguna que otra
pelea, principalmente debido a la afición de su madre por adornarle el uniforme con los
toques propios de una modista, y a su propia afición a responder a las preguntas hechas por
el profesor de turno. Una vez terminado este ciclo, se vio enfrentada a un serio problema
“yo quería ser profesora, pero en esos años pasabas de la primaria a estudiar a la normal,
pero yo, que estaba por encima de mis compañeros. De hecho, salí con diez años de sexto,
y por eso no tenía ninguna donde estudiar, al menos debía tener doce o trece para poder
entrar en la normal, claro, porque no iba a ser una profesora de 15 años. Y eso fue mi gran
frustración de la vida, que no me admitieran en ninguna, ni internada, porque era
demasiado pequeña. No, si yo claramente soy una profesora frustrada”.
Por ese motivo, tomó la opción que más le gustaba a su abuelo y entró a estudiar
contabilidad en un liceo técnico. Durante ese tiempo su interés en la política se tradujo en el
compromiso de la militancia en las filas de las juventudes comunistas. Y día a día la lucha
social fue tomando un papel primordial, eclipsando incluso su dedicación a los estudios
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académicos. Pero el futuro era bastante menos brillante de lo que la optimista Viviana
esperaba. El cielo comenzaba a cerrarse.
Maria.
Maria es Argentina, de San Juan, del pueblo de Posito para más detalles. Tiene 26
años. Es una mujer de palabras más escasas que Viviana, y su mirada tímida tiende a buscar
el suelo. Entona su historia en un volumen disminuido que enfatiza el halo de vergüenza
que la rodea. A pesar de eso, sus palabras contradicen su actitud; la suya es una historia,
que aunque breve en años, es extensa en privaciones, sufrimientos, luchas y también
alegrías. Una historia parecida a la de muchas mujeres (y hombres) que llegaron a este otro
sur con la ilusión de una prosperidad que le aliviara un poco el peso con que la cargó la
vida por el simple hecho de haber nacido en aquella recóndita cola del continente que ella
siente suya.
Uno de los primeros recuerdos que María evoca es la de un espacio físico, la casa que
acogió su infancia “la casa donde nosotros vivíamos era todo planta baja y cada uno tenía
su habitación. Allá, las casas, al hacerlas uno, se intenta que sean grandes, cómodas, que
tengan lo más bonito, en fin…, y bueno la habitación que teníamos yo y mi hermana era
amplía y en ella teníamos nuestros bártulos. Estaba pintada de rosa, aunque luego cuando
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crecimos le cambiamos el color. La de mis hermanos era igual, también con sus colores y a
su pinta. Recuerdo que era una casa súper buena, tenía su gran patio, la pileta (piscina) y
hasta casuchas para los animales para los que teníamos distintos corrales .Criábamos
conejos, gallinas, pollitos y hasta chanchos. De pequeños… jugábamos y lo pasábamos
súper bien con tantos animales. Recuerdo que siempre teníamos macho y hembra y criaban
y entonces podíamos ver el parto de los conejos y de los otros animales .La verdad es que
eso para un niño es…está muy bien. Lo mismo pasaba con los pollitos… y con la chancha,
eso fue… es que allí para los partos siempre había que ayudar a las chanchas, porque a lo
mejor ellas no podían entonces mi papá y mi mamá les ayudaban y nosotros les mirábamos
y aprendíamos .La verdad es que son vivencias que no se olvidan. ”
Dentro de esa casa de infancia se desarrollaron sus primeros lazos familiares “Con mis
hermanos siempre nos hemos llevado bien. Desde que éramos chiquitos siempre hemos
estado los cuatro juntos y si había un problema entre dos, nos juntábamos los cuatro y
tratábamos de solucionarlo” Aún así, la relación con sus padres no era tan monolítica
“siempre, los cuatro hemos tirado más hacia mi mamá. Porque mi papá era serio, poco
afectivo. Muchas veces casi no nos hablaba y siempre tenía gestos así…de superior y claro
a nosotros, niños chicos, que se dirigiera a nosotros así de fuerte no nos gustaba. En
cambio mi mamá si nos trataba con más tranquilidad, no sé, tenía otra manera de conversar
y claro, la entendíamos más. Mi padre daba la cara sólo para reñir y para decir que había
que hacer esto o lo otro y nada más. El no sabía ver si queríamos o necesitábamos algo, eso,
él no era capaz de verlo, en cambio, mi madre si lo hacía. El pasaba casi todo el día en la
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calle y casi no lo veíamos o lo hacíamos de noche. Es más, yo lo recuerdo todo el tiempo
enojado y discutiendo.
Bueno te digo la verdad, mi padre siempre fue un hijo de su madre, digamos de la buena y
de la mala. Entonces, por eso, con mi mamá siempre han tenido discusiones, y por
supuesto, nosotros cuatro siempre hemos salido al lado de ella. Porque estábamos ahí y
veíamos lo que ella hacía y creíamos que nada que ver, no se merecía eso” Fuera de su
casa, los familiares con los que más cercanía tenía eran sus abuelos “Con los que más
íbamos era con mis dos abuelas, porque al padre de mi mamá no lo llegamos a conocer y
bueno con los otros tres teníamos buena relación. Yo salía los viernes del colegio y no
llegaba a casa hasta el domingo en la noche, me quedaba donde mis abuelos (los papás de
mi mamá y de mi papá). Recuerdo que nos turnábamos y pasábamos un fin de semana en
casa de unos y el otro en casa de los otros. Y también hacíamos turnos con mis
hermanos .Cuando mi hermano se iba con la mamá de mi papá yo me iba con los padres
de mi mamá y a la semana siguiente nos cambiábamos.
De todas maneras, allí, con ellos, no sé, hemos estado poquito tiempo, porque al estar
malos ya…, no podíamos pasar todo el rato en su casa, pero cuando los veíamos lo
pasábamos muy bien, porque estábamos con ellos y nos contaban historias de sus tiempos.
Y sí, a parte la comida de los abuelos es… y además nos tenían harto cariño y lo que no nos
dejaban hacer en casa, ellos si nos lo permitían”
A pesar de que la vida en ese círculo más inmediato pintaba bastante sonriente, bastaba con
levantar un poco la cabeza para darse cuenta que en el barrio, en el pueblo, en el país,
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habían serios problemas “En el tiempo mío las cosas allá estaban peor que malas. Se
trabajaba, pero no se veía lo que se ganaba y entonces, nosotros, los niños, teníamos que
adaptarnos a lo que llegaba, quiero decir a la comida y lo que nuestros padres tenían para
darnos” Sorprendentemente, a la hora de ser un niño, estas privaciones parecen no haber
influido en exceso sobre las aptitudes lúdicas de la pequeña María y sus amigos “A la hora
de jugar allá, nosotros no lo hacíamos igual que lo hacen aquí ahora. Entonces nos
conformábamos con cualquier tontería: Fíjate que nos mandaban al patio, donde era toda
tierra, y nos entreteníamos con el agua y el barro. Hacíamos tortitas y... todo lo que hace la
mamá en casa. Era rara la vez que se veía un juguete y cuando lo hacíamos... nos
emocionábamos, porque normalmente no se encontraban y eran demasiado caros. Es una
vida pobre, pero linda, porque por dentro cada uno saca lo que tiene” Mención aparte en
los recuerdos de infancia Maria no se olvida de lo que para ella fue un juguete especial
“una muñeca que me regalaron para navidad, con esa jugábamos y la llevaba a todas partes,
una vez tuve que salir en el colegio delante de todos y recitar, junto con ella, un verso
llamado “la muñeca”. Le llamábamos la cabezona, porque tenía la cabeza grande y el
cuerpo chiquito y bueno el pelo rubio y largo, y los ojos celestes. Cuando jugábamos ahí
estaba la muñeca y cuando teníamos que hacer tareas como lo del verso, allá que me la
llevaba también, además, acuérdate que te dije que no teníamos casi juguetes… ni un
cuarto de los que tienen mis hijos, jajajaja, tienen monos que nosotros nunca tocamos, ni
imaginamos.¡¡Pero si hay veces que yo me pongo a jugar con ellos y me lo paso en
grande!! Jajajaja creo que nunca podría haber jugado así en Argentina. Allá nuestros
juguetes a lo mejor eran una latita de picadillo o de mermelada, cositas así…”
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Pero no todos sus recuerdos son buenos. A pesar de que la pobreza campeaba a sus anchas
en el barrio de Maria abundaban los secuestros express, que buscaba despojar a las familias
de lo poco que tenían a cambio de volver a ver a sus hijos. Ella lo vivió, muy de cerca “ fue
una tarde... estaba jugando con una chica, yo era niña chica, tendría, no sé, siete años o así
y recuerdo que, bueno se paró un coche en una esquina y nos llamó, y yo por ir a ver que
quería ese me acerqué y entonces empezó a preguntarme donde estaba la calle xxxx, y en
eso que intentó abrir la puerta del carro, entonces me llamó mi madre, pero ya el hombre
intentaba tirar de mí hacia él para raptarme. En ese momento vino corriendo mi madre,
porque esas intenciones se ven claras. Fue un susto grande. Si, si.” Las familias de los
niños que no tenían la suerte de salvarse, tenían que desembolsar un rescate que la mayor
parte de las veces no tenían, en esos casos los lazos de la comunidad probaban sus fuerzas,
reuniendo el dinero entre todos “Porque allí somos una piña; Súper familiares. Sean vecinos
o familia, o aunque no te conozcan, si se enteran de que te han raptado a un hijo… en ese
caso nos unimos y nos ayudamos todos. Si, y allá en San Juan esto es todavía más
exagerado, a lo mejor viene gente nueva y ya los empezamos a saludar, hola que tal, y
luego los invitamos a la casa, nos tomamos unos mates y enseguida nos empezamos a
conocer más” En este ambiente cohesionado se fue forjando su carácter; entre la polvareda
de las calles vivas y las tablas agujereadas de las casas improvisadas se desarrollaba su
rutina diaria de colegiala “según los horarios que nos ponían, a lo mejor llegábamos del
colegio, hacíamos la tarea y luego ya nos dejaban una media hora para estar en la calle,
pero rápidamente tenía que volver otra vez. Recuerdo que el colegio tenía las aulas grandes,
frías, horrorosas jajajaja. Era bastante normal, no sé. La típica escuela de un pueblo
pequeño donde todos los niños éramos de allí. El estudio no era pa mí, no sé, o a lo mejor
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es que no prestaba atención y me ponía a joder. Éramos un grupito que nos sentábamos
atrás y hablábamos y molestábamos jajaja pero cuando había que rendir, si lo hacíamos.
Esos cuentos no los olvidás jajaja .Vos venís acá y luego volvés allá y te encontrás con
alguien que no sabés quien es y te dice: eh! Te acordás que hacíamos esto y lo otro en el
colegio?…eso les ha pasado a mis hermanos cuando han viajado para allá. Se han
encontrado con gente que no conocían de nada y les han dicho: eh ¿me recordás ? Yo soy
Laura que en el colegio hacíamos no sé que y jugábamos, no sé, eso que se hace de
pequeño no se olvida y yo creo que se hace para algo”
Uno de los momentos que era esperado con más expectación por toda la comunidad era la
navidad y el año nuevo. La pequeña María empezaba a contar los días que faltaban para la
llegada de la ansiada fecha a principios de Noviembre, devorada por la impaciencia y
expectación de una celebración que sabía memorable “Pues la navidad allá se vive de otra
manera ; más intensa. Apenas llega diciembre ya todo el mundo empieza a preparar la
celebración, porque hay que comprar la comida y bebida del 24 , y después las del 31 ya
que también eso se sigue, digamos que se está a la espera de ver y sentir que ya entramos
al otro año lo que es aun más emocionante” En perspectiva lo que más se añora es el
sentido de la comunidad que existía durante esas celebraciones, la sensación de fiesta
masiva, de alegría compartida que no respetaba los límites de la privacidad hogareña ni del
espacio público compartido “Si, si, allá es más familiar, la “tribu” es más grande y unida
que acá. En mi país, Llega el 24 por la mañana y apenas cuando la gente se levanta vas a
ver todas las ventanas abiertas, luces por todas partes arbolitos en todas las casas. Te entran
por los ojos un montón de cosas que te alegran el día. Y por supuesto la música a tope en
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todo el barrio. Por todas partes escuchas cumbia, cuartetos; de todo. Y luego el resto del
día, la gente prepara la comida. Se pasan hasta la noche haciendo empanadas criollas y todo
lo demás y después ya van llegando las tías, las primas, todos nos juntamos en una casa y
cenamos ahí y para terminar… el bailongo y ya fiesta hasta el otro día.”
Dentro de esta animada pero dura realidad subsistía la familia de María. Al igual que el
resto de personas que allá vivían, tenían que extremar el esfuerzo y el ingenio para poder
mantener a flote la economía familiar “ellos tenían un negocio, un almacén, o lo que
vendría a ser un supermercado de los de España. Tenías carnicería, verdulería y todo lo
demás. El local parecía un salón y estaba repartido en lo que allá se llama mercadería: el
arroz, la harina, el pan, los huevos y demás y en otro lado estaba la carne y luego la
verdura. Entonces teníamos tres puestitos en el mismo espacio…Era pequeño, pero
acogedor. Nosotros también vendíamos, algunas veces. Aunque hasta que empezamos a
aprender de verdad, sólo jugábamos. Unos se hacían pasar por clientes y el otro por
vendedor y luego cambiábamos…cuando nuestros papás cerraban y hacían la siesta, ahí si
que jugábamos y así aprendíamos y ya cuando nos hicimos más grande entonces si que
ayudábamos. Recuerdo también, perfectamente, un olor característico de almacén, así como
a pan recién hecho, cuando lo traían calentito, o a fruta fresca. Son sensaciones que aun hoy
no se me olvidan y me hacen volver a tiempos pasados. Son reconfortantes, familiares.”
Así transcurrió su vida en las descalzas calles de Posito, hasta que a los trece años sus
padres deciden que en Córdoba puede esperarles un futuro más próspero que en su pequeño
pueblo, “Yo llego a Córdoba a los trece años más o menos, ahí llegamos todos a la ciudad
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de Rió Cuarto. La casa era más pequeña que la de Posito, puesto que allá la mayoría de las
casas lo tienen todo más resumido. Recuerdo que dormíamos todos los niños en una
habitación. Llegamos y la tuvimos que arreglar, pintar y elegir un color para los cuatro. No
tenía pileta ni había animales igual que en la otra. En el barrio… allí en Río Cuarto…
luego ya de adaptarnos y hacer amigos nos fuimos soltando un poco, pero al principio nos
costó bastante conocer gente, porque éramos unos desconocidos y no era como en San
Juan que vos llegás y te dicen: hola, y ven y te enganchan .En el nuevo lugar parecía que
les costaba más. Pero ya con el tiempo los ibas conociendo y saludando sobre todo en las
fiestas. Y luego las calles son… allá es todo tierra y piedra, con árboles en la vereda y
algunas farolas, a las que de vez en cuando les faltaba la luz, la bombilla. Había siempre
polvo por todas partes, pero es que allá es así. La calle asfaltada está más en el centro de la
ciudad y nosotros vivíamos a las afueras. Pasábamos el campo, que decíamos nosotros, y
llegábamos a la ciudad. Vivíamos rodeados de verde. Allí se crían muchas vacas y por eso
los alrededores eran sobre todo praderas para pasto. Lo que no se veía era un bar en cada
esquina como aquí. Allá ves a lo mejor uno cada 7 cuadras más o menos. Porque la gente
en esos lugares se dedica sobre todo al campo, a las cosechas, al trigo, al maíz, el que, por
cierto, se va luego para afuera”
A pesar de que no le gustaba demasiado, al principio de llegar, María siguió con su vida
académica “Yo allá iba al colegio, intenté de entrar en la secundaria, pero no, no
pude .Jajaja, el colegio allí era más grande que en san Juan y la gente iba más de
importante, bueno, digamos que son ellos nada más y los otros son menos y … bueno
nosotros al venir de un pueblito humilde y que sé yo, al principio, pues sí , nos costó
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bastante integrarnos. En cierta manera lo entiendo, porque vos venís de fuera y la gente
dice y éste quien es y que quiere.
Llevábamos uniforme, en San Juan no. Este tenía una falda gris, con un pull over rojo, una
camisa blanca, una corbata roja y los calcetines a juego. La falda era hasta la rodilla,
aunque por ahí si veías algunas que las llevaban cortísimas, pero eran ellas nomás. El
colegio era mixto. Es que allá la mayoría de los colegios llevan siempre uniforme. Al de
las primarias nosotros le llamamos el guardapolvo, que es lo que aquí sería el babero, es
blanco como las batas de los médicos. En Argentina lo llevan en todos los colegios en
cualquier lado. Aquí en España nos sorprendimos, porque nadie lo llevaba. En mi país
siempre se usan; en la primaria el guardapolvo y en la secundaria el uniforme”
Pero no todo era estudio, no, a los trece años María empezó sus primeros flirteos con los
chicos de su barrio, aunque como en el vecindario todo el mundo se conocía, esto tampoco
era demasiado fácil “no, no, eso de verte con un chico era malo, porque, es verdad que allá
es ponerse de novia y enseguida tener un hijo y eso no… ja, ja, ja.”
Dentro de ésta, a ratos, apabullante nueva realidad, también había lugar para la evocación
de lo quedó atrás, lo que más extrañaba eran, sin duda, sus amigos de infancia “mis mejores
amigos fueron lo que tenía en primaria, allá en San Juan, éramos todos del mismo pueblo,
de la misma villa, del mismo barrio, sus familias conocían a la mía de toda la vida. Allí
quedaron amigos que aún los llevo dentro. Hicimos muchas picardías y travesuras para
divertirnos. En mi pueblo te hacías el grupo de amistades en el mismo colegio o en el
trabajo. Con los hijos de la vecina, nos juntábamos, nos íbamos a la vereda, venía la hija de
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la chica de al lado y nos poníamos a charlar, hasta que nos daban permiso para salir, y
teníamos libertad para irnos de discoteca.
Al principio no me dejaban ir sola y entonces, para tener permiso, me juntaba con mi
hermana que era mayor” Esos amigos, para su pesar se quedaron en Posito. Pero la vida
sigue y Maria encontró nuevas amistades “como yo vivía en un pueblito en córdoba fui
conociendo gente y luego ya en la ciudad, en el trabajo me arme un grupito. Eran todo
personas de allí, bueno conocer si conocimos de fuera, pero digamos que no eran los más
allegados, si los acogíamos, pero no coincidíamos en tantos aspectos, no éramos tan
cercanos, porque a lo mejor ellos tenían otras ideas que no siempre iban de acorde con lo
que pensábamos nosotros. Se les respetaba y todo eso, pero no sentía la misma chispa que
con los otros”
Pese a todo, había una constante que se mantenía, sin importar si estaba en San Juan o en
Córdoba; la fiesta. Y María había llegado a la edad de celebrar un hito que marcaría un
punto sin retorno en su vida “bueno la fiesta de los 15 años, allá, para una mujer es lo más
importante, es la celebración de la ilusión de una chica que significa que ya es una mujer. A
los 15 para la niña y a los 18 para el niño, que es la edad en que se convierte en hombre.
Yo lo pasé muy bien. Recuerdo que un mes antes empezaron los preparativos. Ese día, te
juntas con todos los amigos, con los familiares… y lo más grande es decir que desde ese
momento ya tienes tus 15, que por tanto, más libertad, en definitiva sientes que eres una
mujer y como tal tienes los privilegios de ser mayor, ya no eres una niña y te dejan más
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cancha para hacer casi de todo. Se celebra a lo grande, con tarjetones, con música… es
como un matrimonio. Se pasa de fábula, y es que ese día es tuyo, para tí.”
Pero no sólo fiestas le trajeron sus quince, también tuvo que asumir económicamente el
papel de mujer adulta y poner el hombro para contribuir en la economía familiar “empecé a
estudiar y a trabajar, porque bueno, mis padres allá no estaban bien y yo les ayudaba. Me
estrené limpiando y cuidando niños cosa que, en Córdoba, siempre hice, y… todavía lo
hago. Y es que a parte de ser mi profesión, a mí me encantan los niños. De hecho tengo
tres, digo yo que por algo será.”
Sin embargo, su vida dio un cambio brusco cuando recién estaba empezando a crecer “
Mira, yo a los 17 años conocí al padre de mis hijos y me quedé embarazada y ya luego
tuvimos a Viqui y obviamente nos tocó casarnos y formar un hogar como corresponde allá.
Dejé de estudiar, dejé el trabajo y me centré en la casa. En mi país cuando empiezas a criar,
es lo que pasa. El se encargaba de traer la plata” su historia era el eco de muchas otras
historias que había visto desfilar por su barrio, otra niña teniendo niños. Pero María lo tenía
asumido: desde ese momento en adelante sería madre. A su espalda cerraba una puerta
descubriendo delante suyo el difícil camino que le esperaba. Era solo el comienzo del viaje.
Emilio.
Emilio tiene 26 años, los cumplió hace poco, y aunque ha vivido gran parte de su
vida en Santiago de Chile, nació bastante lejos de ahí. Estocolmo, la capital sueca, fue la
ciudad donde pasó los primeros diez años de su vida. La suya es una historia más que se
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suma al gordo libro del exilio latinoamericano, otro niño que nació lejos del hogar de sus
padres y creció añorando recuerdos ajenos, reconociendo caras que nunca conoció,
entonando melodías que para los padres significaban hogar y para él sólo música; y
viviendo con un pie en el país en que había nacido y otro en una tierra que solía ser poco
más que aire animado por las historias de los progenitores.
“Desde que tengo uso de razón recuerdo haber vivido esa dicotomía, esa especie de
esquizofrenia, de ser dos conceptos a la vez, de ser de Suecia, pero sin ser sueco, y de ser a
la vez de Chile, pero sin saber bien que ero eso de Chile. Recuerdo que mis viejos me
hablaban de ese país, me contaban historias y mi padre, que viajaba por asuntos de trabajo
cada cierto tiempo, me traía fósiles, cangrejitos secos, (objetos que a mi me parecían
increíblemente exóticos), de un país que se ve en la televisión, o algo así, entonces Chile
era casi mágico, la tierra de todo lo bueno, prácticamente”
A pesar de los problemas que su situación podría haberle acarreado, recuerda su infancia
como una etapa particularmente feliz “El tiempo que viví en Suecia, tiene que haber sido
una de las mejores etapas de mi vida, de hecho, hasta el día de hoy hay muchas cosas que
me gustan por haber vivido allá, el amor por los paisajes nevados por ejemplo, eso para mi
son recuerdos de infancia imborrables”. Una de los aspectos que le facilitó la vida fue
crecer en una sociedad que hacía tiempo ya se había asumido como multiétnica y que no
consideraba como algo extraño el que su escenario diario fuera un mosaico de colores e
idiomas. “Yo realmente nunca me sentí extranjero, es decir, sabía que mis padres no eran
suecos, que éramos invandrare, incluso svartskalle, cabezas negras, pero eso lo sabía, no lo
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sentía. Yo había nacido en Suecia, hablaba sueco como cualquier otro niño autóctono, de
hecho lo hablaba bastante mejor que el español, y , por otro lado, nunca nos pareció extraño
tener amigos cuyos padres no fueran de ese país. Piensa que mi mejor amigo era hijo de un
Chileno y una Uruguaya, otro, era cien por ciento sueco, otro era hijo de griego con
finlandesa, otro de una sueca con un ecuatoriano, y la lista seguía. Y a mis amigos suecos,
suecos, por decirlo de alguna manera, nunca les pareció extraño, nosotros no hacíamos esas
distinciones. Mira, desde el jardín infantil tuve compañeros de curso de África, de Asia, de
Europa del este, de América Latina, y de toda Escandinavia. Era lo normal”
Pero no todo era tan perfecto, no toda la población sueca estaba tan feliz con esta sociedad
tan diversa, y durante los años 80, se produjeron algunos de los brotes racistas más
violentos en la historia reciente del país. Las pandillas de rapados neo nazis, se volvieron
frecuentes, y era raro si pasaba una semana sin que los diarios dieran cuenta de alguna
paliza organizada por uno de estos grupos que se creían representantes de la raza superior.
“Sí, recuerdo haber sentido miedo, eran como el cuco, como los monstruos, los famosos
skinheads, los neo nazis, con palos que le pegaban a los extranjeros, a los cabezanegras,
casi siempre iban a por los turcos, lo que, en definitiva, es lo mismo. Yo les tenía mucho
miedo. Nunca vi a uno de todas maneras, eran, para mi al menos algo bastante lejano. Por
eso digo que nunca me sentí extranjero, a pesar de saber que no era sueco, porque lo del
racismo era algo de afuera, de gente que daba miedo, pero que no se veían en mi
comunidad, en mi barrio. Imagínate lo perdido que estaba que me aterraban los hare
krishna, como iban rapados, en patota, y metiendo ruidos yo me asustaba, porque pensaba
que eran nazis. De todas maneras el tema de la xenofobia era algo que se trataba desde que
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éramos pequeños, desde el jardín, cuando apenas hablábamos nos leían cuentos, o nos
hacían juegos o que sé yo, donde nos enseñaban que éramos todos iguales, que el color de
la piel no importaba, que no importaba de adonde eran nuestros padres, que era bueno que
hubiesen diferencias. Y eso se mantenía a lo largo del colegio, me acuerdo que los profes
estaban siempre atentos. Supongo que a todos se nos fue quedando eso. Yo por lo menos
nunca vi extraño que mi foto de curso se asemejara a un anuncio de Benetton, ahora si me
lo parece, pero entonces no”.
De pequeño, Emilio era un niño un poco atípico, demasiado tranquilo y precavido para su
edad. Empezó a hablar a los ocho meses, y se crió pegado a las faldas de su madre. De
hecho su padre lo llamaba Mors Gris, el cerdito de mamá. “La verdad es que era un poco
amariconado para mi edad, cuando era chico, yo que sé, tres o cuatro años, no me gustaba
ensuciarme, odiaba el barro. Mis viejos me cuentan que me ponía a llorar si las manos se
me manchaban con esta sustancia. Otra cuestión que no olvido es que me encantaba la
lectura, me tiraba tardes enteras, me gustaban los comics, pero también los libros, recuerdo,
haber leído “la historia sin fin” como 4 veces, y tenía cerca de 400 páginas, no sé si me lo
leería de nuevo. Por si eso te parece poco freak, también me pasaba todo el día con mi
vieja, al menos eso es lo que a mi me parece, pero supongo que no puede haber sido tan así,
porque ella trabajaba y yo iba a la guardería, tal vez eso era cuando guagua. De todas
maneras, a medida que fui creciendo lo de ensuciarme se me fue quitando, pero lo de leer
no. Era un poco viejo chico, de hecho, me encantaba pasar los fines de semana con mis
abuelos, me acuerdo que salía a buscar hongos con el papá de mi mamá, conversaba con él
por horas, o nos sentábamos en su living, con mi abuela a hojear libros durante horas. Así
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de fome era. En cambio me daba miedo irme a dormir a casa de mis amigos, o irme con
ellos y su familia a algún lado, le pedía a mi vieja que les dijera que no podía ir, porque
ella no me dejaba. Supongo que debe haber sido porque era hijo único, entonces pasaba
harto tiempo con mis papás, muchas veces los acompañaba a sus trabajos, siempre en
compañía de adultos, y como era tan tímido, en vez de aburrirme y hacer el escándalo,
hacía como ellos y me ponía a leer”.
Los padres de Emilio eran los dos, chilenos exiliados con imposibilidad de entrar en su
país. Ambos eran activos políticamente, y por eso creció escuchando sus historias sobre la
Unidad Popular y Pinochet. “Para mi Chile era un lugar medio mágico, donde había un tipo
súper malo, Pinochet. Recuerdo ser pequeño, menos de 5 años o así, y estar en una
manifestación, con mucha gente; yo llevaba una espada de plástico, con un trapo rojo atado
a la punta, debe haber sido una bandera de la Unión Soviética o algo parecido; y la gente
gritaba: Pinochet Mördare!!, que significa Pinochet asesino, en sueco, y que rimaba. Esos
son recuerdos de infancia, como para ilustrar que la política siempre estuvo presente en mi
vida, aunque a esa edad no me daba mucha cuenta de nada. Otra vez, para un mundial de
hockey sobre hielo, que en Suecia es un deporte popular, todo el mundo llevaba gorras y
camisetas de su equipo favorito, generalmente de Suecia. Por supuesto mi madre me
compró una gorra de..., adivinaste, la unión soviética. Era roja, y en letras amarillas ponía
CCCP, que supongo que era URSS en ruso o algo así. Recuerdo que por la calle, unos niños
que eran de mi colegio, pero más mayores me preguntaron con tono burlón si es que acaso
era comunista. No supe que responder. Cuando se lo conté a mi madre me dijo: si alguien te
lo pregunta de nuevo, tu les dices, si soy comunista ¿y que? Mis padres siempre fueron mis
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ídolos, cuando chico mi favorito era mi padre, porque como tenía que viajar tanto por su
trabajo, pasaba poco tiempo en casa, entonces toda la labor educativa y punitiva le tocaba a
mi vieja, así que ella era un poco la mala, y mi viejo en cambio era el que llegaba con
regalos, y todo el cuento. Con los años mi relación con ellos ha ido cambiando, pero
siempre les voy a tener el mismo cariño y respeto. Ellos cuando llegaron a Suecia, ni sabían
hablar el idioma ni nada, pero aprendieron, se adaptaron, hicieron amigos, suecos y
extranjeros, vivieron como locales, pero nunca olvidaron de donde venían, y apenas
pudieron, regresaron a la que ellos consideraban su tierra. Algo que a mi me parece
divertido es que se conocieron allá, en Suecia. Por supuesto todo se debió a un asunto de
militancia, los presentaron en una reunión, y mira, terminaron viviendo juntos, casándose y
teniéndonos a mi y a mi hermano. Me siento súper orgulloso de la vida que hicieron mis
padres en el blanco país, en especial de que no se hayan aislado, que no hayan caído en la
tentación fácil del ghetto, que ambos hayan podido ser exitosos profesionalmente. Mi vieja
tuvo que hacer casi toda su carrera de nuevo, ella es arquitecto, y estaba en prácticas
cuando el golpe, y en Suecia no le convalidaron casi nada, tuvo que empezar desde segundo
año, en un idioma que no era el suyo, con compañeros notablemente más jóvenes, y más
encima creo que me tuvo a mi en medio de la carrera. Pero lo consiguió, sacó su título de
nuevo y se puso a trabajar. Mi viejo por su parte hizo un doctorado, y según me he
enterado, todo el trabajo que hizo en la universidad allá sigue siendo vigente, es un poco
una autoridad en su materia. Es especialista en geología aunque aplicada a la economía,
pero no sé bien de que va”
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Aunque sus padres no eran los únicos parientes que tenía en Suecia. Casi la totalidad de su
familia materna estaba repartida por el mundo, cortesía de la beca General Augusto
Pinochet. “En Suecia estaban mis abuelos, mormor y el abuelo, lo de mormor es porque de
esa manera se le decía en su nuevo país y a ella le llamaba así, en cambio a mi abuelo
nunca le dije morfar, simplemente era mi abuelo, o Octavio a secas. No sé. También
estaban mi tío Gonzalo y su hija, mi prima Daniela, él es hermano de mi vieja, éstos vivían
en las afueras de Estocolmo, así que no los veía casi nada, aunque le tenía y le tengo harto
cariño. Estaban también unos primos de mi madre, hijos de un hermano de mi abuelo. Uno
de ellos, el Felipe, que era bastante joven, me quería caleta , me acuerdo que para las
navidades siempre me hacía unos regalos increíbles, como él no estaba casado ni tenía
niños ni nada, se ve que se gastaba todo el dinero en mi, supongo que es la suerte de ser
hijo único. Fuera de esa familia, a los únicos otros consanguíneos que conocí fueron a los
padres de mi viejo, que vinieron de visita, y a un hermano de mi padre al que fuimos a ver a
Alemania y que luego vino de visita a Suecia, pero de ellos no me acuerdo, tengo que haber
sido cabro chico”
Así transcurría la vida para el niño Emilio, viviendo como un suequito más, entre la nieve,
los pinos y los atardeceres a las cuatro de la tarde. “Mi infancia fue bastante normal, dentro
de las particularidades que tienen todas las vidas. Tenía mi grupito de amigos cercanos, un
sueco, y un latinoamericano, aunque luego tuve otros mejores amigos que eran locales, dos
más de hecho. Luego teníamos un grupo de amistades más grande, del barrio y también del
colegio. Ahí si que estaba mezclado el asunto, la mayoría tenía padres de distintas
nacionalidades, muchas veces uno era sueco y la pareja extranjera, aunque la mayoría eran
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completamente foráneos. Hacíamos lo típico que se pueden hacer en un lugar como
Escandinavia. Los juegos están bastante condicionados por el clima, piensa que el frío que
puede hacer allí no es cómo el de aquí. Cuando había buena nieve, sacábamos los trineos y
nos íbamos a tirar por alguna colinita. Dependiendo de si era invierno o primavera, pues
jugábamos al fútbol o salíamos al bosque, o cualquier juego. Hacíamos mucha vida al aire
libre, incluso en invierno. Es que la televisión era bastante aburrida, hacían solo una hora de
programación infantil. Es verdad que yo leía y eso, pero también pasaba gran parte del
tiempo fuera.”
Esa existencia plácida se vería interrumpida por un evento largamente planeado; pero no
por ello menos inesperado. Su primera visita a Chile. Para finales de 1987 sus padres, tras
largos años de espera, por fin consideraban que ya era seguro poder viajar al país que
habían tenido que dejar años atrás. Para ellos sería un retorno, una oportunidad de poder
contrastar recuerdos y descubrir cambios y permanencias, para Emilio en cambio era
corporizar ese lugar lejano que hasta ahora estaba construido sólo de palabras.
Nerviosamente aguardaron el día del viaje. “Me acuerdo que estaba emocionado porque
íbamos a subir en avión, a hacer un viaje largo y encima volando; También estaba nervioso
porque iba a conocer a toda mi familia de allá, a mis abuelos, mis primos, mis tíos, una
horda de parientes a los que sólo conocía por fotos y por lo que me contaba mi padre de
ellos. Del viaje no me acuerdo bien. Pero si de la llegada al aeropuerto, porque me
revisaron mi bolso de mano, que lo traía lleno de peluches, es que tenía caleta y no se me
ocurrió nada mejor que llevármelos de viaje. Los pacos deben haber pensado que estaban
llenos de coca o algo así. Me abrieron el bolso, me desparramaron todos los monos sobre
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un mostrador, y después de manosearlos un rato decidieron que no había problema. Cuando
salimos por el pasillo había harta gente esperándonos, me acuerdo de saludar a varios
individuos que se iba presentando. Lo típico: éste es tu primo Daniel, éste tu tío Lucho, y
así. Seguro que no faltó el chistoso que me dijera, ¿te acuerdas de mí? Lo primero que me
llamó la atención, a parte de la marejada de parientes, fue que en Santiago las calles
estuvieran pavimentadas, y que habían edificios, altos y de cementos, con ventanas y todo,
como en Suecia. Totalmente distinto a la imagen que me había montado en la cabeza. Yo
me imaginaba algo parecido a una aldea africana, con caminos de barro y casuchas de
madera, con gallinas y niños en pelotas corriendo por ahí. Al principio no entendía nada.
Nos quedamos durante un mes o así, eso creo al menos, y durante ese tiempo mis
anfitriones se esforzaron en atendernos lo mejor posible, y por supuesto, yo estaba feliz,
tenía como ocho primos, casi todos de mi misma edad, unos pocos años más, unos pocos
menos, y todos me hacían caso y jugaban conmigo. Supongo que en un principio por
curiosidad, por enterarse como era el primo gringuito éste, y luego cuando ya pasó la
novedad, obligados por sus padres. Yo feliz. Encima viajamos a finales de Diciembre, así
que pasamos las fiestas allá, y eso si que fue alucinante, porque a mi me encantaba la
navidad, pero es que en Chile la navidad se celebraba de manera brutal, con todos los
primos juntos, con caleta de comida, nos hacían el show de los regalos, y después de las
doce, todos a abrirlos. Encima que toda la familia te regalaba, entonces recibía una gran
cantidad de artículos que para mi eran insólitos. Por otra parte, en Chile, los juguetes eran
más que distintos. Estaban menos regulados, eran más violentos, pistolas que hacían ruidos,
robots...Bueno, eso y ropa fea, que es especialidad de los tíos. Sumado a esto, en Chile la
televisión ponía una cantidad obscena de dibujos animados todos los días, y encima de
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esos japoneses, con robots enormes que se cargaban a otras máquinas y personas que se
reventaban las cabezas unos a otros, yo ya no podía pedir más, porque en Suecia la
televisión estaba súper controlada, una media hora al día de Pato Donald, o de una mujer
leyéndote Las Brujas de Roal Dahl, o cómo se llame. Pero la guinda de este postre sin duda
era que el cambio monetario me resultaba bastante favorable, entonces, con lo que me
daban de semanada me podía comprar una camionada de caramelos y chicles, algo
impensable en Suecia, donde sólo comía dulces los sábados, que era el día del azúcar.
Entonces, para mi Chile era eso, cuarenta mil primos haciéndome la pata, juguetes bélicos,
dibujos violentos a tutiplé y caramelos por montones. El paraíso de cualquier niño de ocho
años” Lo que Emilio no sabía es que esa era exactamente la intención de sus padres, que se
encariñara con el país lo suficiente como para que no le supusiera un trauma demasiado
grande la noticia de que dentro de poco se iban a vivir allí de manera definitiva. Para ellos
la estadía en Suecia siempre había tenido un carácter transitorio, y nunca habían
abandonado la idea de volver a la que ellos consideraban su tierra. Después de conversarlo
largamente entre ellos decidieron informar a su hijo de los nuevos planes. “Me acuerdo de
cuando me lo contaron, estaba sentado en la mesa con ellos comiéndome un pan con
mantequilla, cuando entendí lo que me estaban diciendo me dio tanta rabia que apreté el
pan hasta hacerlo una bola y se lo tiré por la cabeza. Yo no quería irme, consideraba que mi
casa estaba en Suecia, ahí estaban todos mis amigos. Chile estaba bien para las vacaciones,
pero no me quería ir a vivir para allá”
Pese a todo…la decisión ya estaba tomada, el regreso paterno se planificó para mediados de
1989, para poder participar en las elecciones presidenciales que tomaban lugar a finales de
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ese año en Chile. Durante el año y medio restante que vivieron en Suecia Emilio dejó de ser
hijo único, nació su hermano José Alonso, quien alcanzó a vivir unos dos meses en Suecia,
antes de partir con rumbo al país que de ahora en adelante sería el suyo. La segunda llegada
al país de sus padres fue bastante menos festiva para Emilio que la primera. “Estaba
deprimido, cuando recién llegamos nos quedamos en la casa de un hermano de mi viejo, y
sus hijos, mis primos iban al colegio, porque era Agosto. Yo me quedaba en casa, todo el
día aburrido, porque en Suecia recién había terminado el año escolar, y estaba de
vacaciones de verano. Luego ya nos fuimos a un departamento que era de una amiga de mis
viejos, y me metieron en un colegio. Por suerte el colegio era bien hippie; íbamos sin
uniforme, no era nada estricto, los profesores eran cercanos y buenos con nosotros, y la
mayoría de los alumnos venían de familias de izquierda. De hecho había, en el colegio,
varios como yo, hijos de exiliados. Ese colegio fue un poco mi oasis. Aunque me costó al
principio, porque los modelos de enseñanza son súper distintos, en Suecia todo era más
personalizado, más tranquilo, con varios talleres y actividades, y en Chile te dictaban las
clases, te ponían notas. Al principio me estresaba. Por suerte me tocó un profesor jefe
increíble, el Pelao, que nos trataba como si fuéramos sus hijos. Todos los que lo tuvimos
nos acordamos de él con cariño. Era una persona muuuuy muuuuuy buena. Eso era en el
colegio. Pero fuera éste todo mal. Después de un tiempo nos cambiamos de casa, a un
edificio grande, y en el patio se juntaban los niños, a jugar a la pelota y eso. Y como yo
era el nuevo, me iban a buscar para que saliera a con ellos, pero me negaba, no quería. Mi
primer año en el nuevo país lo pasé encerrado en mi casa, leyendo, viendo la televisión, o
jugando con mi hermano. Mi vieja me trataba de animar para que me juntara con los otros,
pero me negaba. Lo que si que me chocó fue que después de un tiempo, mi madre contrató
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a una empleada para que la ayudara con las tareas de la casa y yo no lo entendía, es que en
Suecia no existía, y no comprendía porque había alguien que yo no conocía en mi casa,
cuidándonos a mi hermano y a mí. Lo último que completó mi primer año allá fue que me
dio hepatitis en Enero, es decir que mi primer verano como Chileno lo pasé en cama, con
inmovilidad absoluta y siguiendo una dieta estricta. Es decir que no podía moverme ni para
ir al baño, y sólo podía comer verduras y un poco de pollo, todo hervido y sin sal”
Pero el tiempo fue pasando, y poco a poco, se fue adaptando a su nueva vida. Aunque le
costó, paulatinamente fue perdiéndole el miedo a los perros callejeros y a los borrachos, y a
medida que empezó a asomar su nariz fuera de su casa, descubrió un par de matices más
que la nueva ciudad traía consigo. “Me acuerdo de que me impresionó la pobreza que
existía, ver a gente pidiendo limosna, a niños trabajando, cosas así; mira yo sabía que todo
eso existía, pero para mi hasta entonces sólo aparecía en la televisión, quedaba lejos, eran
países a los que les mandábamos dinero para ayudarlos, pero ahora de repente yo vivía en
uno de ellos. Otro aspecto que me sorprendió fue enterarme de que había gente a la que le
gustaba Pinochet y que encontraban que lo que había hecho estaba bien, eso si que no lo
entendía, si estaba claro que era malo”
A medida que los años pasaron fue perdiendo su acento de gringuito, y empezó a hacer
nuevos amigos, a construirse una nueva vida. Su colegio fue fundamental en este aspecto,
ya que fue ahí donde conoció a la mayor parte de la gente a la que hoy llama sus amigos de
infancia, y a los que considera sus amigos para toda la vida “Cuando ya pasó el primer
período de adaptación, empecé a conocer gente, siempre he sido medio tímido, así que mi
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grupo de amigos me lo fui haciendo lentamente, toda la vida he sido de pocas amistades. El
paso por mi escuela lo recuerdo como una época feliz, entré en tercero básico, y salí en
cuarto medio, me pasé todo el periodo escolar ahí, y la verdad me alegro de haberlo hecho
pues mis mejores amigos son de esa época.
Después de varios años entre un lugar y otro, Emilio aparentemente había
encontrado un lugar al que llamar propio. No duraría demasiado.
Cierre Capítulo 1
Ya hemos presentado pues, a nuestros protagonistas, se han vislumbrado sus
primeras semejanzas y sus primeras diferencias. Resulta obvio, por ejemplo, que la infancia
de Emilio y la de María han sido bastante distintas en cuanto a escenario y vivencias, o que
la diferencia de edad entre María y Viviana alejan un poco lo que en otros aspectos podría
ser una historia relativamente similar. Sin embargo resulta bastante evidente que existen
similitudes; la gran importancia que profesan María y Viviana por su familia, y como
conciben esta como una especie de clan que se mueve conjuntamente. O la cercanía que los
tres confiesan por su madre. O la fuerte presencia que tiene la política y las ideas de
izquierda en la educación de Viviana y Emilio, algo que los acompañará y marcará gran
parte de sus decisiones futuras. Además de alguna manera los tres viven, desde pequeños la
experiencia de cambiar de escenario, de llegar a un lugar desconocido y encontrarse en la
situación de ser el nuevo o la nueva, de ser el extranjero; una especie de anticipo para lo
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que sus futuros les tienen preparado. Somos también testigos de cómo la infancia de María
llega a un fin abrupto, cuando de pronto se ve enfrentada a su precoz maternidad y la vida
matrimonial que la acompaña.
En definitiva, hemos visto algunos de los acontecimientos más importantes de la
infancia y juventud de nuestros protagonistas, y hemos podido ver, en sus propias palabras,
como fue su vida de niños. Empezamos de a poco a conocerlos, y a comprender como dan
sentido a sus acciones.
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CAPÍTULO II.
DESARROLLO Y PUNTO DE INFLEXIÓN:
POR QUE DECIDÍ MIGRAR.
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Hasta ahora la infancia, los primeros años, las primeras herramientas identitarias, orígenes
que nos permiten intuir en que tipo de personas se pueden convertir nuestros protagonistas.
Pero la historia sigue, los años se suman y los niños comienzan el camino hacia la adultez,
y es en la adolescencia, a medio camino entre el mundo de los adultos y el de los niños, en
que comienzan a hacer sus elecciones de manera más consciente, definiéndose y alejándose
de cierta manera de la tutela paternal. Por eso es que esta época es de especial interés,
porque resulta muy fuerte la búsqueda identitaria, el anhelo autodefinitorio, también
encontramos aquí los primeros amores, las primeras fiestas y las experiencias que marcarán
de manera indeleble la vida futura de nuestros protagonistas: El golpe de estado chileno es,
en el caso de Viviana, un hito ineludible en el recuento de sus vivencias, un acontecimiento
que supone un quiebre en la linia de su relato y que marca un antes y un después en su
manera de enfrentar el mundo.
María, por su parte, dejó de ser una niña y forzó su entrada a la adultez el día en que supo
que estaba embarazada. Entonces eligió ser madre, y hasta ahora se ha aferrado a ésta
decisión con la convicción propia del converso.
El cambio para Emilio vino en las alas de un avión. A los diez años su familia decidió
emprender un retorno que para él era una despedida. Atrás quedaba su infancia de nieve, y
nada volvería nunca a ser igual.
Aunque estos hechos no tengan mucho que ver uno con el otro, de ellos se derivan
similitudes; como por ejemplo la preponderancia que asignan María y Viviana a su rol de
madre y a sus hijos en su vida, o la importancia que dan a su familia extendida.
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El capítulo se extiende hasta que sus actores llegan a otro punto de inflexión, en su vida;
ésta vez común a los tres: La decisión de emigrar rumbo a España. Entender el cómo se
llega a ésta opción es muy importante, porque las circunstancias por las que se emprende el
viaje, condicionan el cómo se afronta el vivir en el destino; y en éstos casos en particular, el
grado de voluntariedad de la migración influye bastante sobre el grado de integración, de
asimilación al país receptor, y por esto también actúa sobre el recuerdo, sobre la idea en que
se ha transformado el país, la región que se ha dejado atrás . Esa idea que es la protagonista
de todo éste trabajo.
Viviana.
La joven Viviana se había visto obligada a dejar de lado su sueño de llegar a ser
profesora. En vez de eso estudiaba contabilidad, mientras se implicaba cada vez más en el
convulsionado mundo político del Chile de finales de los ’60 y principios de los ’70. Pero
no todo era tan serio en su vida. A los 15 años, más o menos, se dio cuenta de que los
hombres no eran tan desagradables como parecían. No tardaría en iniciar un cándido
romance juvenil “Mira tuve un pololo, y ese fue el amor de la adolescencia, sí, estuve bien
enamorada, pero en plan adolescente. Ahora lo recuerdo con cariño, pero después me di
cuenta que era un idiota. Esto debe haber sido como en el ’66, yo era joven, tendría 16 o 15
años, porque anduve tres años con él. Me recuerdo que una vez me lo topé de nuevo
durante el tiempo de la Unidad Popular y era súper momio” Aun así, durante el tiempo que
duró el idilio “fue bonito, bien sufrido, las típicas historias de adolescentes. Le escribe
cartas, cuando se va de vacaciones le echas de menos, la música que escuchas te recuerda a
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el…, todo era romantiquísimo. Pero nada, no pasaba mucho tampoco. Esta relación era…
pues lo típico, te venía a buscar al colegio, y después te ibas a pololear un rato y luego cada
uno para su casa. De hecho mis padres nunca lo conocieron”
Ese fue el primero, pero no el único novio que tuvo Viviana durante esos agitados años “la
verdad es que tuve bastantes pololos, eran unas tonteras en realidad, o sea, sí , me invitaban
a salir, a ir a fiestas. Luego cuando entré ya a la Jota (Juventudes Comunistas), ya ahí sí
que tenía admiradores, gente que quería andar conmigo, pero yo no estaba ni ahí porque
estaba más en la volá política. Tuve un pololo que se llamaba Emilio. Era un mino muy
persistente, pero yo era una interesada, porque lo que pasaba es que era buen chico y como
conocíamos a la familia; estaban en los comités de la UP, entonces mi mamá me daba
permiso para salir con él, por eso hacía como que pololeaba con este mino, pero después
llegaba a la fiesta y no lo pescaba, porque quería pasármelo bien y nada más, pero como
digo, él fue bastante persistente en su cariño”
Su vida, al igual que la de todos sus compatriotas dio un vuelco en 180 grados cuando el
año 1970 sale electo Salvador Allende como Presidente de la república. Viviana, como un
gran número de jóvenes de su época, vio en el triunfo de la Unidad Popular la culminación
de un duro y largo trabajo; el fin de un sistema injusto, y el comienzo de una nueva etapa,
rebosante de optimismo y proyectos por realizar “El triunfo de la Unidad Popular fue algo
maravilloso, espectacular, el mismo día del triunfo salió todo el mundo a la calle, era como,
la alegría del pueblo, venían caravanas de gente desde, por ejemplo, Gran Avenida, Santa
Rosa, se veía ríos de gente que confluían en el centro, la felicidad y la emoción eran
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enormes. Allende habló desde los balcones de la FECH,... fue verdaderamente
emocionante. Había harto compromiso, de todo el mundo, era como sentir que por fin el
pueblo tenía acceso a tener un gobierno que lo iba a respetar, la gente que no tenía dinero,
vio en la elección de la Unidad Popular un triunfo y una suerte de dignidad; dignidad que
pensaban que iba a haber”
A pesar de la inmensa alegría que invadió los ánimos de los partidarios de Allende y la UP,
la situación chilena distaba bastante de ser una situación tranquila. La derecha y gran parte
de los representantes de la oligarquía nacional hicieron todo lo posible por impedir que el
presidente electo asumiera el mando, primero, y que pudiese gobernar con tranquilidad,
después. Desabastecimiento de las tiendas, producto del acaparamiento, huelgas de los
transportistas financiadas por oscuros dineros, violencia callejera, y una Unidad Popular
bastante desunida, fueron algunos de los elementos que caracterizaron esta época. A un
nivel más personal, para Viviana, fue la época en que abandonó la soltería y se convirtió en
madre. “Yo pololeaba con un amigo de él (de su marido), que obviamente lo conocí en una
campaña y después éste me presentó a Leonel (el padre de sus hijos y su actual cónyuge), el
primero, después se fue a Alemania a hacer un curso político. Era un hombre de una gran
inteligencia, creo que por eso andaba con él, pues era culto y se explicaba a la perfección, él
me adentró en lo que es el marxismo, yo lo admiraba, más que nada , era para mi un
profesor, a pesar de que no era tanta la diferencia de edad, era muy maduro políticamente y
yo una pendeja. Entonces cuando se fue a Alemania tuvo la ocurrencia de dejarme al
cuidado de Leonel, y le salió chueco el amigo, jajajajajaja, y la novia también jajajaja,
pero cuando volvió yo le explique la manera en que había pasado todo y al final
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terminamos súper bien, es que éramos tan jóvenes, 18 años. De esta manera conocí a
Leonel, pero estuvimos un tiempo separados, terminamos una vez y luego volvimos mas
en serio, y terminé casada”
Se iniciaba una nueva etapa en su vida, ahora era una mujer con un marido, y con el resto
de atributos que implicaba y sigue implicando esa condición en la sociedad chilena. Los
hijos no tardaron en venir “Yo me casé en Abril y me quedé embarazada en Junio. El Leíto
nació el 24 de febrero del ’72, cuando ya estaba la situación bien dura, tenía un año cuando
fue el golpe de estado. Fue complicado. Nos decidimos a tenerlo, precisamente porque
teníamos fe ciega en el nuevo sistema político, pero parece que era tanta la necesidad de
pretender que pecamos de incrédulos,...Al primer niño lo identifico con la esperanza, con la
bonanza, a pesar de lo que vino después. En un comienzo todos los de la izquierda
estábamos convencidos de que la Unidad Popular era el futuro, y que ya no había que
preocuparse de nada, porque el gobierno iba a proveer de todo, con la idea esta del
socialismo. Y muchas mujeres, casi toda mi generación, se casaron en esa época y tuvieron
por lo menos su primer hijo en el período de la UP, porque era lo que apetecía..., había
tanta alegría, tanta felicidad, y seguridad, que casi todo el mundo tuvo hijos en ese período.
Es verdad que tal vez fue un error, pero era característico de los socialistas o los comunistas
lo de hacerlo todo para el futuro, y entonces el mañana eran los niños nuestros, por eso
estábamos dispuestos a trabajar, a luchar, a pelear, a todo, pero pensando en que nuestra
descendencia viviría igual que lo hacen los reyes. Siempre se decía que en el socialismo,
los pequeños serían los privilegiados, en fin… una tenía todas esas ideas y se las creía.
Pero todo este baby boom tuvo notables consecuencias. Muchas de las mujeres que salieron
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al exilio, viajaban con bebés pequeños o embarazadas. Porque en ese período aumentó la
natalidad en Chile. Lo hemos conversado con amigas, y, mira, mis hijos no entienden que
todo estuviera en función de la política; tú te casabas por la política, tenías hijos por la
política, estábamos demasiado politizados”.
El 11 de septiembre de 1973 todos estos sueños se ven brutalmente aplastados. El ejército
se levanta contra el orden que juró proteger, y se inicia una carnicería fratricida por parte de
las nuevas autoridades militares. Leo, el hijo pequeño de Viviana tiene apenas un año, y el
golpe de estado se encargará de arrebatarle ese futuro brillante que sus padres soñaban para
él. Todo se venía abajo “A Leonel, que estaba trabajando, lo echaron, no lo dejaron entrar
más a la oficina y le colocaron el decreto ese de que era peligroso; uno que salió para
todos los funcionarios de confianza. Se lo aplicaron y no pudo nunca más entrar en su
trabajo. Era lo menos que nos podía pasar, fue mucha gente la que se quedó sin pega”
Sin embargo en esos momentos en que todo se caía a pedazos, aún había algo a lo que uno
se podía aferrar “Fue bien duro para algunas personas, para mi no, porque tengo una familia
tan achoclonada, (entonces mi única preocupación era el niño), pero siempre llegaba una tía
y me traía pañales, llegaba otra y me daba colados, me ayudaron muchísimo. Incluso un tío
de Leonel, que era súper momio también fue un gran apoyo. Me acuerdo, que me pagó el
arriendo de la casa, o sea en general todo el mundo se portó bien. Mi suegro casi no podía
ayudarnos, porque todos sus hijos quedaron cesantes, entonces era complicado.
A pesar de todo el socorro familiar, la situación económica de la joven familia seguía
estando apretada y tuvieron que recurrir a soluciones creativas para salir del paso “Yo tenía
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un patio, más o menos grande, lo cual que en Chile es bastante común, y entonces
hicimos una chacra con un compañero que llegó a refugiarse a la casa, este se levantaba al
rededor de a las seis de la mañana con el chuzo y todo. La chacra no era grande, pero
parecía milagrosa, porque nos dio gran cantidad de tomates, porotos verdes, habas,
pimentón y cebolla. Él tenía antepasados campesinos y me enseñó un poco de todo.
Durante los primeros meses el campito nos ayudó bastante, pues en ese momento se dio lo
del trueque y entonces con lo que “cosechábamos” luego conseguíamos otros enseres, por
ejemplo cambiábamos habas por azúcar”
Pero aun así faltaba comida sobre la mesa y Viviana tuvo que recurrir a otras soluciones;
preparó Kuchenes y queques que vendió en la cancha de baby fútbol que había en frente de
su casa y también amasó panes de pascua que vendía en las oficinas donde algún conocido
le dejaba entrar. Su situación no era distinta a la de sus compañeros “Quisimos comprarle
algo al niño de regalo para su primera pascua, y me acuerdo que nos fuimos a una feria
artesanal que había, bien grande, pero casi todos los que habían allí eran compañeros, o sea
todo el mundo se las había ingeniado para hacer juguetes de madera, o ropa, o no sé,
empanadas para poder venderlas y ganar algo de plata. Recuerdo que los conocíamos a
todos, era impresionante lo que podía llegar a hacer la gente. Mi cuñado hacía empanadas
y salía a venderlas; o huevos, montón de compañeros hicieron esto, al parecer a todos nos
salió la veta empresarial, jajajajajaja”
A pesar de lo nublado que estaba el cielo, ocasionales rayos de sol conseguían colarse para
alumbrar la vida de Viviana “Felizmente Leonel encontró trabajo, pero ahí en esa época, y
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yo fui a hablar con un conocido que era de hacienda y algo momio, pero que movía hilos
en la universidad. Le dije: sabís lo que pienso y tal, pero necesito que me ayudes a terminar
el año. Y me lo hizo fíjate. Lo terminé, porque me comentó: consíguete un certificado
médico y yo lo muevo en administración, y de esta manera me dio la opción de hacer
exámenes libres. Así que en diciembre, era mi ultimo año, di los exámenes libres, y ahí ya
terminé de estudiar”
Con su título bajo el brazo empezó a trabajar en una contadora, pero no tardó en aburrirse y
decidió que prefería ir por su cuenta. A pesar de que la contaduría no era su primera
elección profesional es una carrera a la que, Viviana, aún hoy le tiene cariño, y que más de
una vez la sacó de apuros económicos.
Durante estos años de botas, fusiles y sables, fueron muchos los chilenos que se vieron
forzados a dejar atrás todo e iniciar una vida nueva en tierras lejanas. La opción fue
considerada por Viviana y su marido “Sí, lo consideramos, más que nada porque mi cuñada
estaba en Suecia, y en esos momentos a través de ACNUD podías solicitar encuentro
familiar. Pero no, no quisimos irnos, porque económicamente ya podíamos salvarnos, y yo
creo que fue una decisión (una vez más) política fundamentalmente. Había que quedarse a
luchar. Ese fue el motivo. Además yo siempre vi sufrir tanto a los exiliados y entre ellos a
mi propia cuñada, que no, esa condición felizmente no la tuve”
Según recuerda Viviana el año 1975 fue un año excepcionalmente duro. La represión y la
muerte se respiraban en el aire, y el miedo tomaba la forma de un coche desconocido
esperando fuera de tu casa. En un ambiente tan irrespirable le pareció que había una sola
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manera de reivindicar aquello en lo que ella creía “El año ’75 decidimos tener otro hijo, y
ese creo que es mi hijo de la dictadura. Fue también por razones políticas jajajaja, porque
en un momento era tanta la muerte, habían matado a tanta gente, amigos nuestros, gente
cercana, y había también tantos desaparecidos… Fue como decir: Contra la muerte, la
vida. Y ahí encargamos a Aldo que nació en octubre del ’75.
En fin y era un poco lo que te contaba, que fue la peor época de la dictadura. Fíjate tú que
yo salí de la clínica y llegué a mi casa y la gente con la que yo me relacionaba había caído
presa. Hacia unos tres días que había tenido al niño, y me avisaron de que saliera de la casa,
que me fuera, y yo dije: no me voy, y no hice caso, felizmente. Lo que sí me cambié de
vivienda, porque nos dimos cuenta que nos vigilaban. Así que nos quedamos resistiendo.
Fue divertido, porque cuando nació el Leo, el ’72, eran tantos los regalos que recibía, tanta
ropa bonita, flores, de todo, de todo…Y en cambio cuando recibí a mi segundo hijo no
había nada de nada, sabes tú? Apenas lo que le había podido comprar, o hacer;
generalmente le tejía la ropa, porque soy re buena para eso. En fin… Nada, el fue mi hijo
clandestino”
Los años fueron transcurriendo, y sus hijos fueron creciendo. Viviana repartía el poco
tiempo libre que le dejaba su papel de madre entre la militancia política y sus ocasionales
trabajos de contabilidad. El año ’80 tiene a su tercer hijo “El ’80 nació el otro hijo, el
Claudio, y también esta vez, vino después la crisis económica. Igual a él lo tuve cuando
andábamos bien de dinero, no estábamos mal, pero luego si nos las vimos más negras. Y
por su fuera poco , el año ’80, justo cuando nació mi hijo, mi mamá, que vivía con
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nosotros, se enfermó, tuvo una artritis que la fue dejando inválida, y obviamente también
tenía que atender a uno más”
La enfermedad de su madre se prolongó por seis largos años más, coincidiendo su
fallecimiento con un año de por si malo “el año ’86 fue un año fatal, porque vino el
terremoto que fue tremendo, luego el 15 de marzo murió mi mamá, y el 29 mataron a los
dirigentes comunistas, a los cuales conocíamos desde hace años, entonces fue para tirar la
esponja. Pero, a pesar de lo malo, la vida continuó. Después de que se muriera mi mamá yo
me puse a estudiar orientación familiar, que son cuatro años. Y más tarde, sobre el ’90 me
titulé y ya en esa época me dediqué a trabajar sobre todo en las poblaciones con mujeres”
Pero las inquietudes académicas de Viviana no se detuvieron ahí. El año 1995 decidió que
quería hacer un curso de historia de la modernidad que impartía el CENDA, su implicación
fue tal que al poco tiempo ya era la coordinadora de los cursos impartidos (el de historia de
la modernidad y otro sobre El Capital), pero no se detuvo ahí, y su compromiso finalmente
dio frutos, por fin pudo dar salida a la profesora frustrada que llevaba adentro; pasó a ser
ella la que impartía el curso. Este interés por la historia la llevó a buscar otros horizontes
para ampliar su currículo académico “me fui a estudiar a la universidad ARCIS, estudié un
magíster en historia y ciencias sociales con Gabriel Salazar, aunque no lo terminé. Me falta
la tesis. Lo aprobé todo eh!, y ya siendo cincuentona. Pero te voy a decir que en el curso
había gente joven mala onda, y al principio eran aún peor; súper despectivos; pero después
ya no enganché con ellos y fue bueno, y lo mejor fue que tuve excelentes profesores”
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Sin embargo, esta rica vida académica contrastaba con la merma que estaba sufriendo su
vida familiar. Sus hijos crecían y el mayor tomó la decisión de emigrar, se decidió por
España “Mi hijo mayor ya había venido antes y se enamoró de Madrid, él encontró que era
la ciudad en la cual tenía que vivir y entonces volvió a Chile a arreglar los papeles y en el
año 99 se vino definitivamente a éste país.”
La elección de España como destino no era casual, Viviana y su marido tenían amigos en
ese país y realizaban frecuentes viajes para visitarlos, muchas veces acompañados por sus
hijos, por lo que estos tenían una relación bastante cercana con la península ibérica. El viaje
de su hermano mayor le sirvió de impulso al retoño del medio para encausar su vida “Aldo
ya había terminado sus estudios y estaba hecho un flojo, entonces le ofrecimos que se
viniera a hacer un curso, ya después, aquí conoció a su novia, realmente la conoció en
Chile, pero fue en este país donde se emparejaron. Es una historia súper entretenida,
porque ella es una chica chilena que conocía desde el colegio, pero a la que hacía tiempo
que no veía, y un día se la encontró en España y ahí empezó su romance, ”
Su hijo menor, a pesar de quedarse en Chile a hacer sus estudios, también abandonó el
hogar materno y se fue a Valparaíso a estudiar Licenciatura en Historia. Pero aciagas
circunstancias conspirarían para reunirlo con sus hermanos “El más pequeño estaba
estudiando Licenciatura en Historia, y ahí tuvimos dos problemas, el primero fue que a
Leonel lo despidieron del trabajo después de haber estado ahí cerca de treinta años por
razones políticas con la concertación. No lo echaron durante la dictadura y lo vinieron a
despedir en ese momento y todo por tratar de formar un sindicato en el canal siete. Ya eso
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nos dejó bastante mal...por suerte tuvo la posibilidad de jubilar porque tenía fondos
suficientes para hacerlo. Aun así tuvimos que apretar un poco la economía familiar por lo
que a Claudio, mi hijo pequeño, no podíamos seguir manteniéndolo en Valparaíso, porque
teníamos que pagar arriendo, luz, dinero para vivir, más la universidad. Significaba cerca
de quinientos mil pesos mensuales, y por si fuera poco, nos surgió otro problema más
gordo aun, él tuvo una desgracia personal, sus dos mejores amigos se mataron en un
accidente automovilístico. Eso fue pero atroz, atroz, atroz, porque eran sus amigos del
kinder garden, habían pasado toda la vida juntos; eran chicos que pasaban harto tiempo en
la casa, a todos nos afectó, y desde luego a mi muchísimo. Mi hijo se deprimió, tuvo que
congelar un semestre, y decidió venirse a Madrid, a estar con sus hermanos, porque como
consecuencia de todo eso se puso a beber más de la cuenta, mala onda, se vino acá, estuvo
varios meses, y después se regresó, pero ya estaba demasiado solo, porque además uno de
los chicos con los que vivía en Valparaíso era uno de esos dos amigos que fallecieron. Fue
un accidente en que se mataron tres chicos, y el cuarto era un chico que también vivía con
él. Éste fue el único que se salvó. Entonces yo sentía que estaba metido en el pozo, hasta el
fondo, y eso que yo lo iba a ver todas las semanas, pero me preocupaba de él porque lo
veía hundido. Fue en ese momento cuando le sugerí que se viniera a España”
La propuesta fue aceptada y Claudio abandonó Chile. Con la partida de sus tres hijos
Viviana se encontró con su casa vacía y un marido que sentía lejano. A esto se sumó la
nueva situación económica que conllevaba el despido de Leonel, situación que no les
permitía viajar a España a ver a sus hijos con la frecuencia a la que estaban acostumbrados.
La depresión empezó a apoderarse del ánimo de Viviana. Su marido se jubiló, y entre
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ambos decidieron considerar la migración una opción real, siendo España el destino obvio.
Después de considerarlo durante largo tiempo, se dieron un año de plazo para ver si Leonel
podía conseguir un trabajo que les diera motivos suficientes para quedarse. Cuado el año se
consumió todo seguía igual, Así que, finalmente, vendieron sus pertenencias, sacaron los
pasajes rumbo a Madrid y se enfilaron camino a una nueva vida. Otro comienzo se
iniciaba al otro lado del océano.
Maria.
El padre de Viqui, que ese es el nombre de la hija mayor de Maria, se llama Miguel,
fue el segundo novio “serio” que tuvo. Era del mismo pueblo y del mismo barrio, y se
conocieron en una de las muchas reuniones sociales que se organizaban por ahí “A Miguel
me lo presentaron unos conocidos. Es que allá cuando son los cumpleaños entre todos los
amigos se juntan y hacen una alcancía común y compran carne y bebida y montan la fiesta
sin que el cumpleañero se entere. A la celebración llega mucha gente, porque cada uno
invita a sus conocidos y estos también invitan a más gente y al final hay muchas personas
que no conoces de nada. Miguel era amigo de un amigo de mi amiga que vino a la fiesta de
una compañera mía. Allá me fue donde lo vi. A lo primero yo no pensé nada de el. No me
pareció nada especial. Es verdad que hablamos y bailamos y eso, pero no me gustó para
novio. Allí lo conocí, pero nada más. Después en el pueblito donde estábamos, todos los
domingos había discotecas y nos veíamos más seguido. Al principio nos reuníamos mucha
gente, pero ya al final no nos juntábamos todos, salíamos los dos a tomar algo y eso. Y al
final, al pasar algún tiempo se lanzó. Estábamos en una plaza del pueblo, porque allá no es
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tan común lo de los bares y eso. La gente acostumbra a ir a la plaza y allí te encuentras a
todo el mundo, porque hay bancos y eso y uno va y se sienta y pasa el rato. Y En fin, que
una tarde el se largó y me dijo que gustaba de mi y me preguntó que si yo gustaba algo de
él y que sé yo. Yo le dije que lo iba a pensar y que después ya le diría. Entonces él empezó
a ir a la casa y eso y obviamente, ya vino lo que tenía que venir, pero desde que se largó
hasta que empezamos a salir pasó un tiempo.” Al poco de empezar a verse… llegó el
encargo, aunque fue un poco precipitado y sin premeditación “Me enteré de que estaba
embarazada, porque no me venía la regla y allí cuando te pones a salir con un chico y tienes
relaciones es normal tener más control de las fechas y eso, incluso mi madre me preguntaba
y estaba pendiente de si me bajaba. Ella siempre nos dijo que nos cuidáramos y se enteró
de que estaba encinta, porque me preguntaba si ya me había venido la regla, y al decirle
que no… fuimos a la farmacia y me hice la prueba. Ni te imaginas lo que me asusté la
primera vez y..., él se cuidaba y no sé como fue, no sé si habrá sido un momento que no se
lo puso o algo.” A pesar de que el embarazo no era buscado, el padre de la futura niña se lo
tomó con buen humor “Miguel estaba contento, porque el siempre miraba el futuro, si
viene, viene. Vamos nos casamos y ya lo que venga, pero él no pensaba en el presente en lo
que aun, a nuestros años, podíamos vivir y salir y eso. Al final, cuando vimos que no había
nada que se pudiera hacer para que no saliera, ya lo asumimos y bien. Mi mamá estaba
contenta y empezaba a comprar lo típico de las guaguas: ropita, el bolsito, un gorrito, la
mantita, la cuna… y Miguel se empezó a ilusionar y era otro al que no reconocíamos. Yo
estaba más asustada que qué sé yo, pero ya íbamos a comprar juntos y eso.”
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De ahí en adelante había un solo camino que seguir, el señalado por el derecho
consuetudinario del barrio “yo si no hubiera quedado embarazada no me habría casado,
pero allá si te quedas en cinta te tienes que casar con tu novio, porque si no te dicen – y el
niño se va a quedar sin papá, eso no. La verdad es que esta mal visto; si te quedas
embarazada te tienes que casar y formar tu familia. Fíjate que yo si no fuera por eso ni aun
ahora que tengo lo haría.” Pero el peso de los ojos ajenos fue más fuerte que la voluntad de
la propia interesada, y ceremonia y fiesta por medio, contrajo matrimonio, embarazada de
tres meses “La boda, pues si, fue guay jajaja no, si, fue bien. Iba vestida de blanco con cola
y todo. Tapada, porque hacía frío, pues nos casamos en mayo. El traje me lo hizo mi
hermana, no sé cuanto tiempo estuvimos preparándolo. Empezamos a ver que era lo que yo
quería y luego fuimos a por la tela y me tomó las medidas e hicimos las tarjetas y todo lo
que se hace para un matrimonio. Lo celebramos en una iglesia grande. Allá primero es lo
civil que es el viernes y ya el sábado a las nueve de la noche lo religioso y la fiesta. La
iglesia era del mismo pueblo donde estábamos. En la ceremonia había mucha gente,
porque ahí va quien quiere, entonces llegan los cotillas, la vecina, el que no está invitado….
Después, a la salida empezamos a hacernos fotos y luego fuimos al convite. Allí esperamos
a que llegara la gente y se colocara en su sitio… la comida allá es todo picado, carne,
ternera, ensalada, ensalada rusa, el cerdo o cochinillo, todo eso picadito y la bebida….
Tengo que decir que el cordobés bebe en grandes cantidades. Y en cuanto a la música…
cuando entras te ponen el tema que has elegido o que te ha gustado y las notas musicales se
escuchan todo el tiempo, también suena cumbia y de todo. Tienes un disyoquei al que le
vas diciendo lo que quieres que ponga y eso.”
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Hasta entonces no vivían juntos, sólo compartían alguna noche esporádica, pero eso cambió
a la par que su estado civil “Vivíamos en una casa alquilada en Holguer, donde estaba mi
familia, y luego, por motivos del trabajo de mi marido, nos marchamos a otro lado. El
nuevo lugar estaba en un barrio de poca gente, un pueblito menudo. Y la vivienda, pues
igual a todas las que hay allá, humildes con pocos lujos. Era pequeñita, la llamábamos
rancherita. Tenía una cocina, una habitación y… parecía un departamento, pero en casita.
Recuerdo que lo teníamos todo acomodado, pero no podíamos hacerle una habitación para
la Viqui, porque no se podía, no había espacio. Era una casa súper fría en invierno, porque
estaba hecha de bloc, que le decimos nosotros, un material más fino que el ladrillo que se
usa acá”
Entre cambios y traslados llegó el momento de dar a luz, el alumbramiento fue difícil para
la primeriza María “El parto fue en lo que allá se llama una clínica, porque como yo no
dilato voy siempre por cesárea. Los tres salieron con ésta técnica. Cuando me fui a atender,
el doctor ya me dijo: usted, todos los hijos que traiga al mundo serán por cesárea. Nunca
van a poder ir de parto normal. Pero podríamos decir que salió bien, a fecha y eso. Yo entré
sola a quirófano, porque allá dentro no puede pasar nadie. Y… Uyh! Si, eso fue horrible,
era la primera vez que me metían a una de esas salas de operaciones. Te duermen entera,
por eso a la Viqui la ví cuando yo ya estaba en la cama. Pero la primera vez que la ves es
¡Dios! Es una sensación que te sale de acá (se agarra el pecho), que sé yo se te aprieta todo
y no sé. La pena fue que yo estaba medio dopada como quien dice y no podía hacer lo
que en realidad quería. Y al verla te salen esas ganas de llorar, pero no puedes hasta que al
final reaccionas y dices: acá estoy, con ella. Recuerdo fue mucha alegría porque era una
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nena y…no sé para mi fue lo más bonito que…cuando la vi por primera vez no podía ni
creerme lo bonita que era. Miguel la tenía en los brazos y mi familia estaba con él.
Pero… lo de la operación en parte es linda en el sentido que nos sentís nada, pero luego no
sabes ni donde estás, no tienes fuerza para tomarla en brazos…Yo no le podía dar el pecho,
porque con la operación la leche no me subía. Lo intenté porque además allá te obligan a
amamantarle si no, no te dan las ayudas y eso… si no te baja recién, sí, te dan un biberón,
pero luego…allá recomiendan siempre dar el pecho al niño. De hecho, en Argentina, hasta
los seis años ves niños tomando pecho. Si, si, Vos vas a ver allá, criaturas en el colegio a
los 5 y 6 años enganchados a la teta y son niños grandes!! Y yo con la Viqui y los otros dos
no he podido, porque al ser operada, se te corta la leche. Y por otro lado, después de la
intervención te cuesta cuidarla, cambiarla y bañarla, te sale la fuerza para hacerlo, pero es
demasiado esfuerzo”
Su nueva situación también trajo cambios en el reparto de las responsabilidades del hogar;
su marido se convirtió en el exclusivo proveedor económico del hogar y ella se volcó
íntegramente en su rol de madre; dejó de trabajar y se dedicó a criar “Si, yo antes trabajaba,
y la verdad es que es rico tener tu dinero y organizarte, pero allá no se puede, porque
aquello ni es España, que tienes donde colocar a los niños. En mi país no hay guarderías
públicas, todas se pagan y son caras. No te sale a la cuenta tener un empleo y meterlos en
el kinder. Es más rentable que sólo lo haga el padre” Su situación era la de la gran mayoría
de mujeres a las que conocía, la excepción eran las que conseguían estudiar “si, es que no
es lo normal allá, cuando quedas embarazada y te casas, ya eso le toca al hombre y una se
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dedica a los niños, así se hace allá. Pero mi hermana estudió enfermería y se metió al
ejército, aunque luego quedó embarazada y ya y, por supuesto no la dejaban quedarse”
La rutina de un día normal empezaba a las cinco o seis de la mañana cuando su marido se
levantaba para ir a trabajar. María se dedicaba a los quehaceres de la casa y a preparar la
comida para que luego, cerca de las tres viniera Miguel a comer junto a su familia. Luego
se iba y no volvía hasta las ocho. Los fines de semana la rutina variaba, por lo menos
durante los meses estivales “En el verano nos juntábamos con los amigos y nos íbamos al
río que le llamamos nosotros, que se puede comparar con ir a la playa acá. Nos llevábamos
sillas y mesas y hacíamos un asao. Te ibas allá te llevabas tus comiditas y una mantita, la
tendías en el suelo, en el pasto verde y te quedabas ahí. Para que te hagas una idea, el lugar
donde vamos allá no es una montaña, es un gran prado verde con un río o un lago. Nos
íbamos con la familia y con los vecinos o los amigos y sus hijos, tirábamos la manta y allí
nos echábamos, conversábamos y escuchábamos música… la pasábamos re bien” María
recuerda con una sonrisa esas alegrías lejanas “Es que una es de allá y todo le gusta, por
ser de donde una nace .La gente, los paisajes todo. Somos de allí y tenemos todo lo nuestro
y no seguimos en ese lugar por las circunstancias…” Le gustaba su barrio, la gente, el
contacto “Allá, eso si, todas las fiestas se celebran a tope, como dios manda. En navidad a
lo mejor no se veía el regalo, pero se notaba esa alegría de nosotros que te encontrabas en
todos, en tu abuelo, tus primos, tus tías…la vecina….Recuerdo que se juntaban todos ahí, a
bailar hasta el otro día sin parar” le gustaba la familiaridad con que el barrio acogía a
extraños y conocidos “Si, eso pasa en toda la Argentina. Que llega alguien y ya lo invitás a
tomar un mate y a la casa y así lo vas conociendo. Allá esta infusión se usa motivo para ir
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al hogar del otro y hablar y conocerse .Y eso pasa en todo el país. Podría decirse que es lo
que une a las amistades” Pero no todo era lindo, los tiempos eran cada vez más duros, la
economía se precipitaba de cabeza hacia el desastre, y en la calle el hambre empezaba a
acechar, los niños fueron de los primeros en verse afectados. Pronto la vida callejera se vio
limitada por las restricciones que imponían las circunstancias, ya no era seguro que los
pequeños jugaran en la calle, lejos de las miradas protectoras de sus madres “Si, claro, por
los robos. Es tremendo, tienes que pasar todo el tiempo vigilando y si se pierde un minuto
te desesperas, piensas lo peor y lo buscas y te pones a gritar...Y es que basta un segundo
para que pase lo peor”
A los 19 años la joven madre se queda embarazada por segunda vez. La relación con
Miguel iba bien, ambos estaban ilusionados, y en vista de que todo marchaba a la
perfección con Viqui, decidieron buscar la parejita. El tercero no se hizo esperar “A Lucas
lo tengo a los 21? Si, 21 años. Y ahí la relación con mi marido ya estaba un poco mal. Los
dos primeros meses todo iba bien, porque estaba Lucas y nos hacía mucha ilusión, pero ya
luego, los ojos se dirigen a otra, y se empieza a mirar fuera de lo que se tiene en casa,
quizás porque el cuerpo después de criar ya no es el de antes, y entonces se escuchan
habladurías, y te enteras de rumores… Es que cuando ya empiezas a tener hijos pareciera
el hombre empieza a mirar a otra cama, que no debería de ser así, porque si se quiere un
hijo y se buscó… Aunque la verdad, este tercero vino porque se nos fueron las cuentas,
pero eso si, es tu hijo…” María juntó valor, y decidió enfrentar los hechos “Mira yo o me
enteré de que mi marido se veía con otra y para saber si era verdad lo seguí, hice de todo
para verlo y encontrármelos, porque es que yo si no, no lo creía” Lo peor de todo fue darse
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cuenta de que conocía a la chica con que estaba su marido “allá en el pueblito se conocen
todos y la gente se enteran de cualquier lío. Imagínate cuando los vi… y encima luego
tenía que cruzármela todos los días y verla reírse de de mí. No, yo no lo aguantaba y le dije
a Miguel de irnos a San Juan, que yo no lo soportaba más. Recuerdo que le dije: si te
quedas, te quedas, yo me voy. Y al final se fue con nosotros. Hubo momentos muy malos.
Antes de irnos a San Juan eran peleas todos los días, ahí ya no se sabía ni quien era él ni
quien era yo. Y es más, una vez nos mudamos, siempre que íbamos a ver a sus padres la
pasábamos discutiendo todo el viaje”
Con este panorama María comenzaba a sentirse agobiada, atrapada en el infierno grande de
un pueblo chico. A todo esto se sumó que su familia casi en pleno emigró a España
buscando mejores oportunidades. De ahí en adelante cada vez que hablaba con su familia
intentaban convencerla de que diera el paso y cruzara el charco para reunirse con ellos “me
acuerdo que me decían: venite que acá estás bien, que la playa, que la gente es de todas
partes, que el turismo que, no sé, que acá es fácil vivir, venite sin nada, véndelo allá, que
acá lo encontrás todo, podés amueblar una casa con los objetos que tiran y venden ropa por
la calle mismo… vénganse, vénganse me decían ellos, en definitiva, la idea era de que se
estaba mejor, de progresar, y vivir bien, sobre todo por los niños para que ellos tuvieran
una vida mejor para que pudieran ser alguien el día de mañana. Porque, la verdad es que
en Argentina la vida ya estaba fatal. Por suerte me vine antes de que todo se pusiera peor.
Ya se empezaban a ver niños por la calle pidiendo, y eso si que es peligroso, porque ahí ya
le pueden hacer de todo”
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Sin embargo, el viaje era algo más complicado que el simple hecho de hacer las
maletas y tomar un avión, había una familia de por medio y el padre de sus hijos no estaba
de todo convencido “yo quería venirme a España antes de ver lo que vi, y después también,
pero ya estaba embarazada de varios meses cuando me decía mi familia que me viniera. Y
además, yo no podía llevarme a los niños si él no viajaba con nosotros o nos daba una
autorización, y por supuesto no nos la daba. Por eso aguanté, por mis hijos, para traerlos”.
Finalmente, su esfuerzo dio frutos, y con la ayuda a distancia de sus parientes pudo adquirir
todo lo que necesitaba para realizar el viaje; pasaje, pasaporte, y todo lo demás. Era la
última de su familia en partir, y a pesar de que se sentía sola en Argentina, al momento de
dejar su tierra atrás sintió mucha pena “yo cuando salí de allá lo hice más que triste , porque
dejaba a mucha gente, gente a quien quieres con toda el alma , que la seguís queriendo,
pero que ya no está, sólo puedes hablar por teléfono, pero ya no es igual, yo te digo que si
las circunstancias en mi país hubieran sido otras, seguramente toda mi familia nos
habríamos quedado, pero conforme estaba todo, y viendo que no funcionaba nada ,
decidimos que teníamos que irnos” Sus hijos le daban la fuerza que la nostalgia le restaba “
yo venía por mis hijos, para el que ellos tuvieran un buen futuro, más tranquilo que el que
les podía dar en mi país”. El hecho de que allá, al otro lado del viaje, estaba su familia, le
tranquilizaba los miedos obvios que provoca empezar de cero en una tierra extraña “No, no
me asustaba, porque mi familia estaba acá, no es lo mismo si me hubiera venido sola,
supongo que me habría dado más susto”
Atrás quedaban las calles de su barrio, los raptos de niños, las cumbias, las fiestas de
quince, los paseos al río, los asados, las navidades multitudinarias, los juguetes
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improvisados, los niños mendigos, las caras llenas de risa de sus compañeros de curso, el
almacén de sus padres, el olor del pan recién hecho, Holguer, Posito, San Juan, Córdoba, la
bailanta, y miles de asuntos más que extrañaba ya antes de bajarse del avión para descubrir
ese nuevo mundo maravilloso que su familia le había descrito al otro lado del teléfono.
Pronto las ilusiones empezarían a tambalearse.
Emilio.
Poco a poco, Emilio empezaba a hacer suyo el país de sus padres, una vez que dejó
atrás el primer año, el más duro, comenzó a conocer gente, a hacerse sus primeros amigos
chilenos “Entré al colegio en tercero, pero en agosto o septiembre, no me acuerdo. Me
trataron bien, los compañeros eran simpáticos y el profesor era buenísimo, pero yo no
estaba por la labor de hacer amigos, así que hasta fin de ese año me la pasé un poco sólo. O
sea, en el colegio jugaba con mis compañeros y eso, pero cuando se terminaban las clases,
me iba a casa y me quedaba ahí, sin salir ni nada. Me acuerdo una vez que mi vieja me tuvo
que obligar a que fuera a un cumpleaños, no sé porque pero no quería. Eso fue el primer
año, el segundo ya estaba un poco más integrado, ya conocía más al resto de los niños,
pues habíamos hecho trabajos en grupo. También, ese año llegó un alumno nuevo que
venía de España, el Diego, pronto nos hicimos amigos. La verdad es que era un poco
insoportable, era creído y pedante, pero entre nosotros nos llevábamos bien, porque
ciertamente, yo también era bastante pedante supongo, leíamos más que el resto de niños ,
nos gustaba saber de todo y creo que en algunos aspectos éramos unos agrandados, eso por
una parte, pero luego, por otro lado, este niño se agarraba a combos con nuestros
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compañeros de curso día si día no. Era un poco histérico en ese sentido, yo en cambio era
bastante más tranquilo y me llevaba bien con todos, era un poco el nexo entre él y el resto”
A pesar de que por una parte Emilio empezaba a estar más cómodo en su nuevo ambiente,
los problemas de adaptación estaban lejos de terminarse. Si primero fue el autismo social la
manifestación evidente de sus complicaciones, con el paso del primer año las dificultades
del proceso emergieron por otro lado “Empecé a imaginarme que provocaba dolor a gente.
Veía a un niño y sin poder evitarlo me imaginaba que cogía una piedra grande y se la tiraba
a la cabeza; ojo, sólo me lo imaginaba. Luego la imagen me quedaba dando vueltas todo el
día, hasta que empezaba a pensar que lo había hecho de verdad y me convencía de que
realmente había ocurrido. De ahí pasaba a sentirme fatal, súper culpable, con miles de
remordimientos, por el mal que creía haber hecho. Esto era así casi todos los días, y yo
sabía que de verdad no había hecho nada de eso, pero me resultaba inevitable sentirme así.
Era un ciclo asqueroso que se repetía casi todos el tiempo, era un asco. Por suerte tenía
mucha confianza con mi vieja y cuando ya llevaba un tiempo así se lo conté. Fue la primera
vez que me llevaron a un psicólogo, y la verdad creo que me ayudó, no me acuerdo
demasiado tampoco, pero después de acudir allí se me fue pasando.
El psicólogo habló con mi vieja en privado, en ese momento no me dijeron nada, pero años
después ella me contó que le dijo que mi problema era una forma de llamar la atención
porque me sentía solo y estaba celoso de mi hermano, supongo que eso sería”
Problemas psicológicos aparte, Emilio se acostumbraba cada vez más a su nuevo colegio y
sus nuevos amigos. El segundo año escolar que pasaban en Chile, tuvo que regularizar su
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situación académica y legal “Yo hasta hace poco no entendía que era el trámite ese que
había hecho, me acuerdo que mi vieja me llevó a un colegio público y ahí una profesora me
hizo una serie de pruebas; de matemáticas, de castellano y de las otras materias .Yo las
hice, y un tiempo después mi mamá me dijo que los resultados me permitían adelantar un
año si quería o si no quedarme en el curso en el que estaba. Lo que pasaba es que como en
Suecia se entraba a los siete años y encima el año escolar terminaba en Julio o por ahí,
estaba un año atrasado respecto a mis compañeros, vamos que tenía un año más que mis
compañeros de curso. Entonces si me adelantaran curso iría con gente de mi misma edad,
pero a esas alturas prefería quedarme en mi curso, pues me caían mal los de un año más y
ya tenía amigos hechos entre mis compañeros de sala, así que me quedé igual que estaba, y
creo que fue la mejor decisión. Varios años después vine a enterarme de qué eran esas
pruebas que había hecho. Resulta que durante toda mi infancia fui apátrida, es decir, que no
tenía nacionalidad. Nací en Suecia, pero mi madre no tenía la nacionalidad sueca, por lo
que nunca me reconocieron como legalmente sueco, y en Chile se ve que tampoco me
tenían como chileno, por eso de pequeño nunca tuve pasaporte, y cuando viajábamos iba
incluido en el de mi madre. Entonces cuando ya retornamos a Chile, mis padres iniciaron
los trámites para legalizarme y que tuviera la nacionalidad de ese país, y la prueba esa era
para que me convirtiera en alumno regular, era una especie de homologación, para ver
cuanto sabía y según eso asignarme a un curso. Ahora todo eso me parece extraño, pero a la
vez lógico a la luz de ciertos rasgos de personalidad que tengo”
Ya convertido en un chileno totalmente legal y bastante integrado a la rutina escolar,
Emilio empezó a concentrarse en las clases “La verdad es que el primer año me costó caleta
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acostumbrarme al sistema chileno, a que te dictaran las clases y a que te pusieran nota. No
me gustaba y me estresaba. Pero ya el segundo año y el tercero le fui cogiendo el ritmo y
me empezó a ir bien, de hecho me empezó a ir muy bien, Al ser tan tranquilo y que me
gustaba tanto leer, estudiaba bastante, y cuando chico parece que tenía buena memoria y se
me quedaba lo que estudiaba. Entonces todo mi ciclo de básica tuve unas notas excelentes,
y no daba problemas a los profesores, era calladito, ponía atención y casi no daba
problemas. Eso cambió a finales de sexto básico”
Si los primeros años de educación básica habían sido relativamente tranquilos y
placenteros, lo que vendría a partir de séptimo básico y el inicio de la adolescencia, sería
todo lo opuesto “Mira, yo hasta el último trimestre de sexto no salía por la noche ni nada,
es decir, ya me gustaban algunas minas, pero era demasiado tímido para hablarles. Me
acuerdo que ese fue el año en que empezaron a hacer fiestas en mi curso y las chicas
bailaban con los chicos y se daban besos y pololeaban y todo. Ese año me hice amigo del
que hasta hoy considero casi mi hermano. Angelo, éramos compañeros de curso, y él era
bastante popular por decirlo de alguna manera, mi otro compañero de juergas, Diego, el
españolito, también tenía bastante éxito con las niñas, así que casi por descarte yo empecé a
ir a fiestas con ellos. Pero la verdad es que a mi no me iba tan bien. Pero pese a eso, ese fue
el año en que tuve mi primera polola, duramos menos de una semana creo, y de ese tiempo
me parece que la vi un solo día. Le decíamos la gringa, porque parece que era de Estados
Unidos, y la verdad creo que fue polola de casi todos. Pero sí, ese fue el inicio de una
adolescencia difícil”
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Los años que siguieron fueron complicados y bastante desagradables para todos en casa de
Emilio, empezando por sus padres “Era un verdadero hijoputa, creo que pasé cerca de tres
años sin hablar a mi padre, cuando lo hacía era solo para decirle garabatos o mandarlo a la
mierda, creo que los peores años fueron entre los 16 y los 18 o así, eran peleas todos los
días, gritos, rompía cosas, puff! fatal. Con mi vieja era menos terrible, hablábamos y le
contaba mis problemas, además como yo lo escribía todo, le pasaba lo que hacía y ella me
daba su opinión y de paso le servía para entenderme un poco más. Fue una época en que
mis amigos pasaron a ser mi familia más inmediata, pasaba todo el día en casa de Angelo.
Tomábamos caleta, más que nada los fines de semana, los cuales, a veces, se alargaban.
Había noches que me tomaba una botella de pisco el viernes y otra el sábado, yo sólo.
Incluso llegué a emborracharme solo en mi casa. Mis viejos estaban seriamente
preocupados, lo pasaron mal, porque no les contaba nada y a veces llegaba a mi casa a las
cinco o seis de la mañana, arrastrándome por la escalera de puro borracho. Es que empecé a
tomar demasiado pendejo, a los catorce años o así, y a los quince o dieciséis me lancé de
cabeza a la botella. Hice sufrir caleta a mis viejos y a mi hermano. El enano me cuenta
ahora que se asustaba cuando rompía todo a patadas y gritaba a mis viejos, de hecho
también le destrozaba sus cosas. Estaba súper insoportable. Por suerte me fui dando cuenta
sólo de lo imbécil que era, y me calmé. De hecho me dio una temporada en que no quería
salir ni tomar ni nada. Luego ya fui encontrando un punto medio. En todo caso no todo fue
malo durante esos años. La amistad que construimos con Angelo y Diego, y un par de
amigos más dura hasta el día de hoy. Tanto que al primero, como ya he dicho, lo considero
un hermano más, siempre aclaro que tengo dos hermanos, José Alonso y Angelo”
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Además de dedicarse a beber hasta quedar inconsciente, durante su adolescencia Emilio
mantuvo su afición por la lectura y cuando estaba sobrio era un lector frecuente que fue
desarrollando una sostenida y progresiva afición por la literatura política y la filosofía “La
verdad que el gusto por la lectura y por la política es culpa exclusiva de mi familia. Siempre
tuve un buen modelo a seguir en ése sentido, en casa y por parte de mis abuelos también, y
obviamente, la política siempre fue un tema presente en mi morada. Por eso creo que
durante mi adolescencia empecé a leer sobre ese tipo de temas, para enterarme de manera
un poco más sistemática de aquello que me interesaba. Por ejemplo; en mi núcleo más
cercano siempre hemos sido de izquierda, pero yo nunca he tenido una formación política
formal, sino que lo que sabía eran asuntos que me contaban mis viejos, o que yo escuchaba.
Entonces con la adolescencia me entraron curiosidades y supongo que preguntando por ahí
llegué a ciertos autores y ciertos libros que intentaba procesar. No entendía la mayor parte
de lo que leía pero al menos lo intentaba, y encima me quedaba con palabras y conceptos
que podía usar luego para parecer que sabía de lo que hablaba, jajajajajaja. De todas
maneras yo ya contaba con un par de ideas y creencias y básicamente buscaba algo que se
ajustara a eso, me acuerdo que le tenía, y la verdad aún le tengo, mucha manía a los
patriotismos, nacionalismos y a toda la simbología que los respalda. Yo nunca cantaba el
himno nacional, de hecho siempre me quedaba sentado, y la verdad es que dado que mi
colegio era hippie y de izquierdas me lo aguantaban. Siempre me gustó la idea de que los
países no existieran, siempre fui antirracista también, supongo que por mi experiencia
sueca, y seguramente que ese antirracismo me llevó también al antipatriotismo, identificaba
y aún lo hago nacionalismos y patriotismos con comportamientos e ideologías excluyentes
y discriminadoras. También es que por crianza y herencia familiar siempre he sido pro
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obrero, mi vieja es arquitecto y desde que tengo uso de razón siempre me ha inculcado
admiración por quien es capaz de materializar las ideas con sus manos, y bueno, lo otro, lo
típico, antiimperialista, es decir, principalmente anti gringo, y con unas vagas nociones de
lo que significaba la lucha de clases, aunque de pequeño esto era más intuitivo. Pese a
todo, yo no seguí los pasos de mis viejos, ideológicamente hablando, a mi lo que me gustó
fue el anarquismo, me gustaba la idea que nadie tuviera poder sobre nadie, aunque con los
años he ido matizando esto, en aquel momento me parecía lo mejor, una sociedad
totalmente horizontal, donde todos colaboraran, y no existiera el poder institucional. A
parte de que lo que leía de filosofía era lo que lee cualquier adolescente agnóstico
angustiado que piensa más de la cuenta en la muerte. Me gustaba el existencialismo,
principalmente Sartre, o algo de Hesse, también me volqué en Schopenhauer. Me atraía la
idea de sentirme un misántropo, pero a la vez quería que la humanidad estuviera bien, la
verdad es que era y soy demasiado contradictorio”
Aunque estas no eran las únicas aficiones de Emilio “Además de leer siempre me ha
gustado escribir, y durante el tiempo que estuve en el colegio lo hice bastante a menudo,
cuentos más que nada, supongo que me servía de desahogo. Otra afición que siempre ha
tenido es la música, no podría vivir sin ella, pero al no saber cantar y siendo la música
negra la que más me atraía, me dediqué a rapear, de hecho desde los 16 años o así que
tengo un grupo, hubo una época que tocamos bastante, casi todos los fines de semana, y
también grabamos un disco, hecho por nosotros, claro. Todo eso me sirvió para
espabilarme, para superar un poco la vergüenza. Conocí montones de gente, de varios
lados, especialmente de poblaciones y lugares marginales, gente pobre, también conocí
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pandilleros y delincuentes y algunos músicos conocidos. Me fue útil para abrir un poco los
ojos, para hacerme calle”
Finalmente la etapa del colegio acabó en el año ’98, y llegó el momento en que Emilio tuvo
que decidir que quería hacer con su futuro, por lo menos teóricamente. La opción más
obvia era la universidad, tal cual mandaba la tradición familiar, pero la carrera a estudiar no
estaba tan clara “Yo cuando salí tenía la idea de cursar literatura, porque lo que más me
gustaba era escribir y tenía, tengo, la ilusión de ser escritor, pero me fue bastante bien en la
prueba de aptitud, así que al final terminé entrando en antropología, porque me gustaba la
arqueología, y la única manera de hacerlo era por medio de esa carrera, habían dos años en
común y luego uno se especializaba. Además que mi viejo me comió un poco el coco,
porque era estudiar una carrera parecida a la suya, en la Chile, que es su universidad, no sé,
era un poco para darle el gusto. En esta primera ubicación duré un semestre, no me adapté
nunca al ambiente. La mayoría de mis compañeros eran súper pedantes, habían leído más
que yo, y les encantaba hablar. La verdad me sentía un poco imbécil y no me gustaba, no
estaba acostumbrado a no destacar, supongo que me tocó un poco el ego. El asunto es que
terminé el primer semestre, aprobé los ramos que necesitaba para poder congelar, y me fui.
Eso fue difícil, fue una crisis decírselo a mis viejos, especialmente a mi padre, tuve que
volver al psicólogo y todo, puf! Un drama. Me acuerdo que la segunda mitad de ese año me
fui a vivir con una polola, a la cual conocí en la facultad, y también me puse a trabajar en
una tienda, porque en casa no querían que estuviera de ocioso”
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Cuando su primer año fuera del colegio llegaba a su fin, Emilio empezó a aburrirse de no
hacer nada, nuevamente la voz de sus padres pesó, y se buscó una nueva opción
universitaria. Para pesar de sus progenitores la carrera que eligió fue publicidad “Me entró
una volada pragmática, que quería ganar plata, que necesitaba asegurarme el futuro y
estudiar algo que me sirviera, entonces se me ocurrió que publicidad era una buena
alternativa. De hecho fue algo que conversamos con Angelo y decidimos hacer juntos. El
asunto es que la universidad era demasiado cuica. En ese lugar me encontré con un tipo de
gente que no sabía que existía hasta entonces, individuos que no conocían de plaza Italia
para abajo. La mayoría vivía ahí en la precordillera, por San Carlos de Apoquindo, o así.
Por suerte entré junto a Angelo, porque estábamos todo el día juntos, y también tocaba
hacer la mayoría de los trabajos en grupo, y así estuvimos el primer año, hicimos algunos
amigos, en realidad era más gente a la que aguantábamos, no eran precisamente amigos, y
con esos completábamos el equipo de trabajo. La verdad la carrera no era difícil, a mi, sin
estudiar casi, me iba súper bien en los ramos teóricos y luego en los prácticos también,
porque con Angelo siempre hemos tenido un sentido del humor y unas ideas estéticas
parecidas por lo que hacíamos trabajos bastante distintos al resto de nuestros compañeros y
por eso destacábamos de los demás. Sin embargo todo esto era frustrante, porque a pesar de
que el nivel de nuestros compañeros era bastante bajo, se notaba que estaban
acostumbrados a pagar y pasar de curso, y lo peor es que sabíamos que una vez que
egresáramos serían nuestros jefes, básicamente porque sus apellidos se correspondían con
los de las grandes agencias. Eran todos hijos o parientes cercanos de los jefes. Todavía me
acuerdo de algunos que llamaban a la secretaria del padre para que les hiciera los trabajos
de no sé que. Puf! Era asqueroso, por eso aguanté sólo un año, y eso que a los tres meses ya
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me quería ir, pero me parecía mal abandonar de nuevo, pensé que podía parecer que me iba
porque era difícil o algo así, por lo que me quedé el primer año, y salí con buenas notas,
más que suficientes para decir; me voy porque quiero no porque no puedo seguir. Angelo
siguió, me dio pena dejarlo, pero necesitaba hacerlo”
Ya habían pasado dos años desde que Emilio había salido del colegio. Se sentía agobiado
por la presión que suponía no saber aún que hacer con su futuro. Dos experiencias
universitarias decepcionantes le hicieron cuestionarse si ese era realmente el camino a
seguir. Pero nuevamente pesó la tradición familiar y decidió que la tercera sería la vencida
“Mira, realmente elegí periodismo casi por comodidad, es que cuando me salí de publicidad
estaba asqueado de todo, no quería saber nada de la vida universitaria y no estaba seguro de
lo que quería hacer con mi vida. En casa siempre he tenido la presión, implícita y explícita
de estudiar algo. Siempre recuerdo lo que me dijo mi viejo una vez, que él no me podía dar
de herencia nada más que una educación, es como un enunciado típico de clase media
chilena, la idea de que una educación universitaria te asegura un futuro mejor o algo así, lo
cual creo que ya no es real, no se corresponde con lo que pasa ahí afuera, al final, esa
presión de estudiar fue lo que me llevó a periodismo, quería hacer algo que pudiera
terminar, que se pareciera al colegio, en el sentido de que no fuera demasiado
especializado, y que no tuviera matemáticas. Periodismo era perfecto. Como siempre he
dicho, a mi me encanta leer y escribir, y en eso se resume esta carrera. Elegí la universidad
ARCIS primero, porque no tenía que dar la prueba de aptitud de nuevo, y porque debido a
mi puntaje me hacían un descuento en las mensualidades, y segundo porque la orientación
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política con que se asocia esta universidad es más cercana a la que siento más mía, así que
no me lo pensé demasiado y me metí. Mirando hacia atrás creo que fue una buena decisión”
Por tercera vez en tres años Emilio se convirtió en universitario. Aunque esta vez fue
diferente, con la experiencia de dos años en dos carreras distintas se tomó el día a día con
paciencia, sin turbarse tanto con los contratiempos y sin hacer tanto caso del entorno “Creo
que si hubiese entrado en esa carrera en esa universidad recién salido del colegio no
hubiese aguantado ni un semestre, demasiados hippies, demasiados engrupidos, mis
compañeros no me caían bien, y por si fuera poco ,me sentía viejo para el curso, no me
interesaba hacer amigos ni sentarme en la cuneta a tomar cerveza, fumar porros y cantar
canciones de paz y amor. Pero al haber estado ya en dos lugares tan distintos antes, uno
cuico y otro hippiento e intelectualoide, decidí pasar de todo, poner atención en las clases y
que me fuera bien, me hice amigo de un par de compañeros con los que congenié y con
ellos seguí haciendo grupo durante toda la carrera, con ellos hacía los trabajos de clase e
incluso me juntaba y conversaba. De hecho los considero verdaderos amigos, los únicos
que hice en la universidad, en cualquiera de las tres carreras”
También en ARCIS, Emilio conoció a otra persona que sería fundamental en su vida
durante los años venideros “El segundo semestre conocí a Iris, una españolita que venía a
hacer un semestre a la universidad. Me gustó, a mi y a varios compañeros más, pero la
verdad es que soy bastante tímido y me quedé al margen, lo que pasa es que yo también le
gusté a ella, y por suerte ella resultó ser menos introvertida, así que se acercó y mira, lo
uno llevó a lo otro y empezamos a salir, al poco tiempo estábamos viviendo juntos en casa
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de mis viejos. El asunto es que se suponía que ella sólo se iba a quedar un semestre y luego
volvía a España, pero cuando le tocó irse ni ella ni yo queríamos separarnos, así que al poco
tiempo ya estábamos viendo de qué manera podía viajar para allá. Al final me conseguí un
par de pitutos y con lo que me faltó me ayudó la madre de ella. Me acuerdo que antes de
irme mi vieja estaba preocupada por que me fuera a quedar allá, y no volviera a terminar mi
carrera. La verdad es que algo de razón tenía la pobre mujer, yo me iba con la intención de
quedarme, pero al final las cosas fueron distintas. Cuando llegué a Valencia por primera
vez me encantó, sentí que era una ciudad en donde podía vivir, me sentía casi en casa. Hay
que tener en cuenta que desde que llegué a Chile siempre había tenido la idea de irme,
primero pensaba volver a Suecia, y luego por alguna razón que no tengo demasiado clara
quería irme a España, supongo que porque me llamaba la atención culturalmente y porque
el idioma era el mismo. De todas maneras estuve en Valencia cerca de tres meses, durante
los cuales llegué a la conclusión de que era mejor terminar mi carrera y luego viajar, y mi
novia también pensó lo mismo, así que volvimos los dos a finalizar nuestros estudios en
Chile”
Al volver, su relación se fue consolidando; arrendaron un departamento y se fueron a vivir
juntos, pero solos. Aparte de ser pareja, el hecho de estudiar la misma carrera también los
convirtió en compañeros de curso y de grupo de trabajo en muchas ocasiones “A veces era
difícil pasar tanto tiempo juntos, especialmente porque los dos somos muy tercos, entonces
cuando nos tocaba trabajar juntos peleábamos bastante, es que a mi la verdad, no se me da
demasiado bien trabajar en grupo, me cuesta bastante delegar responsabilidades, me gusta
hacerlo todo yo, vamos que soy un poco maníaco del control, entonces chocábamos por
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eso. Pero ciertamente Iris es inteligente y le iba bien en la carrera, entonces, con el tiempo
cada vez fui confiando más en ella, y al final teníamos las tareas bastante repartidas, y
como más encima siempre trabajábamos con la misma gente, nuestro grupito de cuatro o
cinco, ya estaban los roles bastante claros. No éramos demasiado populares dentro de
nuestro curso, la verdad estábamos un poco aislados, no estábamos ni ahí, y teníamos
muchas tallas internas; códigos propios, y aunque suene pedante nos iba más que bien,
bastante mejor que al resto del curso, entonces creo que para los otros éramos unos creídos,
desagradables”
Año tras año la pareja fue aprobando todo lo que tenía que aprobar para poder terminar la
carrera en el plazo que se habían planteado. A medida que se aproximaba el final resultaba
imposible plantearse que hacer de ahí en adelante, mal que mal, si querían seguir juntos uno
de los dos iba a tener que dejar su país atrás “Mira, la verdad es que yo siempre quise irme
de Chile, apenas llegué tenía claro que mi estancia sólo sería transitoria, y aunque esta
situación se fue suavizando a lo largo de los años, siempre he sentido una gran pasión por
viajar. Cuando llegó el momento de decidir que hacer cuando termináramos la carrera no
hubo demasiado que discutir, estaba decidido; Iris nunca se había planteado la posibilidad
de vivir en Chile, y yo tenía ganas de ir a España incluso antes de conocerla a ella, así que
fue algo que decidimos casi un año antes de que termináramos las clases”
Con la decisión tomada, empezaron a planear los detalles del viaje. Al principio todo
marchaba bien y el optimismo teñía de rosa los precarios planes de la parejita; Pero a
medida que la fecha se acercaba y los ideales de futuro amenazaban con convertirse en la
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realidad del presente, las certezas empezaron a tambalear y los supuestos anhelados,
desnudados por el miedo de la incertidumbre se mostraron cuales frágiles entelequias “Yo
ya había estado en España dos veces antes, por un total de casi seis meses, así que sabía
más o menos a lo que venía. Era consciente de que no iba a buscar la prosperidad
económica, de hecho para esto me convenía más quedarme en Chile, donde ya tenía
algunas perspectivas de trabajo en lo mío, de periodista, no es que fuera algo increíble, pero
si era algo para empezar. En el otro lado del charco, en cambio, sabía que sería otro
indocumentado más y que me resultaría difícil convalidar mi título, y en caso de que lo
lograra sería aún más difícil conseguir trabajo de eso. Pero aún así quería irme, sentía la
necesidad de cambiar, no sé, creo que no es un deseo racional, supongo que es algo que me
viene de pequeño, de cuando me sacaron del único lugar que he considerado mi hogar,
aunque creo que tampoco era mi sitio realmente, porque mis viejos siempre tuvieron el
rollo de volver a Chile, de que realmente no éramos de ahí, entonces como que nunca he
sido de ningún lado realmente, nunca he tenido raíces, toda mi vida he sido un
desarraigado, un extranjero, por eso siento que mis amigos, mi pequeño círculo íntimo y mi
familia más inmediata son tan importantes para mi, ellos son mi verdadero país, la única
patria que reconozco como mía . Esto no significa que no me vea en costumbres o en
lugares de Chile, o de Santiago, lo que pasa es que no me identifico con ellas con un
sentido de pertenencia nacionalista, de sentir que es mi país, siempre he sentido que esta
noción, y la de patria, son mezquinas y artificiales. En fin…entonces dejar eso, dejar a mis
amigos, mi familia, me asustaba un poco, en cambio abandonar la ciudad o los lugares, en
varios sentidos me alegraba. Creo que lo que de verdad me acojonaba era tener un futuro
tan incierto, saber que elegía un camino más difícil que el que me tocaría si me quedaba.
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Pero, al final hice lo que siempre hago, no pensar y dejarme llevar, actuar y evaluar las
consecuencias luego”
La tesis de final de carrera, paso ineludible para la obtención del título de periodista, fue la
excusa perfecta para el viaje. Planearon hacer una tesis a dúo, un trabajo de dos a
desarrollarse al otro lado del charco, de esa manera podían viajar apenas terminaran las
clases. Iris fue la primera en irse, un poco más de un mes antes de que viajara Emilio.
“Cuando ella se embarcó fue cuando en mi casa se dieron cuenta de que iba en serio, hasta
entonces lo sabían, pero mi madre al menos, creo que no lo había asumido, y la verdad sé
que le dio bastante pena, puesto que siempre hemos estado unidos. El viaje en si resultó
realmente bueno, porque mi madre y mi hermano se vinieron conmigo, aprovechando que
coincidía con las vacaciones de verano del enano. Encima, primero pasamos por Suecia,
donde no había vuelto desde que nos fuimos, para mi fue increíble, me reencontré con
lugares, con gente y con aspectos de mi propia personalidad que tenían sentido en ese
contexto. De hecho creo que el contraste entre mi experiencia sueca y la llegada a Valencia,
hizo que la última se me hiciera más traumática”
Sin embargo, la decepción inicial sólo era un aviso de lo que le esperaba en las tierras
levantinas. Pronto sus etéreos planes terminarían por difuminarse en el aire. Ilusiones de
humo dispersadas por un soplo de grosera realidad.
98
Cierre capítulo II
Nuestros protagonistas han sumado años a su historia, poco a poco (o de golpe) han ido
madurando. Viviana, por ser la mayor es la que más experiencias ha acumulado. Terminó
su carrera de contadora, se casó, fue madre, sufrió los rigores del golpe militar y la
dictadura, y luego siguió perseverando por la senda académica. María, a pesar de su
juventud, ya fue madre en tres ocasiones, se casó, vivió una crisis matrimonial, y varios
cambios de domicilio. Emilio, encajó de a poco el cambio de país, y lentamente fue
reconstruyendo las redes sociales que le permitieron iniciar una vida nueva en el país de sus
padres.
A pesar de lo que cada uno ha vivido, al concluir este segundo capítulo los tres se
encuentran en una situación muy similar, con la decisión tomada de emigrar con rumbo a
España. En el caso de Viviana y María, el papel de la familia es fundamental en esta
decisión, Viviana no soporta estar lejos de sus hijos, y María quiere el mejor futuro para los
suyos (además de que recibe la invaluable ayuda de los suyos que ya se encuentran en la
península). A esto se suma una precaria situación económica en sus países de origen.
Emilio en cambio viaja aprovechando ciertas “circunstancias coyunturales”, pero
obedeciendo a un deseo estructural. Las ideas con que cada uno viajan varían para los tres;
Viviana, quiere un cambio en su vida, estar cerca de sus hijos, y mejorar su situación
económica; María busca un futuro más próspero para sus hijos y escapar de la situación
caótica de Argentina; y Emilio viaja buscando algo parecido a un lugar al que llamar hogar,
al menos por un tiempo. En el próximo capítulo veremos que tal les va.
99
SEGUNDA PARTE: ESPAÑA
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CAPITULO III.
BUSCANDO LA AMÉRICA EN EL SUR SEPTENTRIONAL.
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Hasta hace muy poco España era un país de emigrantes, europeos de segundo grado
que abandonaban su hogar en busca de un futuro mejor, muchas veces con Latinoamérica
como destino final del largo viaje del exilio económico. En poco tiempo esta situación se ha
invertido y España pasó de ser un país de paso, el trampolín en donde los inmigrantes del
hambre daban el salto hacia la Europa rica, al destino final, un faro de prosperidad
atrayendo a las masas necesitadas de la ilusión de un porvenir más próspero. En poco más
de diez años el número registrado de inmigrantes se ha disparado multiplicándose varias
veces hasta llegar a convertirse en un “tema”, en un “problema” social.
Hemos seguido a nuestros protagonistas hasta aquí, hasta España, hasta Valencia,
hemos intentado comprender por que son cómo son, que han vivido para que una vez
llegados a su destino migratorio se formen una u otra idea de lo que han dejado atrás. Lo
que sigue, esta segunda parte con sus dos capítulos, es el cómo ha discurrido ese proceso
hasta ahora, que experiencias han tenido y como las han interpretado para ir amasando su
propia Latinoamérica. Descubriremos que a pesar de las diferencias en sus condiciones de
partida y de llegada, los problemas y dificultades que han tenido que afrontar son
sospechosamente parecidos. Ninguno de los tres ha podido escapar a sentirse sólo en algún
momento, ni a sentirse extraño, ni a la añoranza. Aunque los tres traduzcan estos
sentimientos en palabras distintas, basta acercar un poco la mirada para descubrir que están
hablando de lo mismo. Podremos enterarnos de cómo sus trabajos, sus nuevas amistades,
sus amores, toda su nueva vida, va modificando o reafirmando la noción que tienen de si
mismos y de sus orígenes; como el oscilar entre la reafirmación de las raíces y la
construcción de un yo adaptado a las nuevas circunstancias, puede mutar o congelar,
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transformarse en proyecto o estancarse en inmovilismo. En pocas palabras, veremos como
se construye una identidad día a día.
Para comprender mejor este proceso, resulta necesario contextualizar un poco el
medio en el que se desarrolla el reportaje; España, y más específicamente Valencia. Antes
de describir Valencia, conviene aclarar una característica esencial que define a España tal y
como es en la actualidad y desde hace ya algunas décadas. Se trata de un país que abarca
una región relativamente pequeña en el mapamundi, pero que contiene una gran variedad
de culturas (antiguas y nuevas) y de “subidentidades regionales”. 51 provincias conforman
el territorio español y son, por lo tanto, “españolas” legalmente hablando, pero además
estas provincias se agrupan formando 17 comunidades autónomas más Ceuta y Melilla (dos
ciudades). Esto hace que muchas de las distintas comunidades se sientan, por un lado,
pertenecientes a España, pero también territorios exclusivos, con cultura, lengua,
ideologías e inclusive climas dispares. Son como “subespañas” que conviven y comparten
un marco más general y común a todas.
Esto conlleva que a nivel práctico e ideológico muchos de los ciudadanos de las
diferentes “parcelas” se alejen del sentimiento español y se inclinen más por defender la
autonomía y la primacía de su comunidad , de su lengua, de su tradición.
El caso más claro de este separatismo o nacionalismo llevado al extremo, es el de la
banda terrorista ETA, y el de una gran porción de la población vasca, que si bien no todos
apoyan la vía violenta que propone esta banda, si que son partidarios de la
autodeterminación e independencia del País Vasco.
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Es curioso y muy característico de España, el hecho de ver, en pocos kilómetros,
como la gente se siente separada por fronteras, definidas por la lengua y la cultura. Podría
decirse que en cada Comunidad se habla una lengua diferente .Se puede encontrar Catalán,
Valenciano; mallorquín, gallego, asturiano…
Este entretejido identitario hace muchas veces difícil la convivencia entre las
distintas comunidades que a pasar de formar parte de un mismo país, llegan a percibir a los
ciudadanos vecinos como extranjeros y rivales que quieren quitarles parte de lo que les
pertenece. A todo ello hay que sumarle la importante función que tienen los políticos en
esta tarea. Muchas veces son ellos, movidos por intereses partidistas, los que terminan por
convencer a las personas a cerca de esas ideas, aumentándoles su temor y odio hacia el
vecino.
Otro dato referente al separatismo es la reciente reelaboración de los estatutos de
autonomía por parte del Gobierno de José Luis Rodriguez Zapatero. A lo largo de los dos
últimos años se han ido redefiniendo los distintos estatutos para cada autonomía. Cada
poder regional quiere lo mejor para sí mismo: más dinero, más concesiones, y ello genera
más rivalidades y envidias. Además hay comunidades más exigentes y separatistas que
otras, y cuyas demandas son más radicales. Un caso claro es la polémica que se generó con
el estatuto Catalán; cuyo debate fue tan intenso, que los principales dirigentes del partido
opositor (el centroderechista Partido Popular) llegaron a proclamar el desmembramiento de
España.
104
Dentro de este marco pluricultural se encuentra Valencia. Capital de la Comunidad
valenciana, compuesta por Castellón, Valencia y Alicante. Situada en el borde o costa este-
central de la península Ibérica.
Valencia es una provincia costera con puerto y salida al mar, que históricamente se
ha sustentado gracias a sus huertas, que se extienden por todo el territorio valenciano; la
pesca (cada vez menos) y el turismo (el cual ha aumentado mucho en unos 10 años). Son
característicos los campos de arroz, de naranjas, y en la parte del interior los viñedos ( Utiel
, Requena, etc). Además se cultiva la Chufa que da lugar a la Horchata, una bebida típica de
Valencia. De un tiempo hasta ahora, el principal motor de la economía valenciana (y de
gran parte de España) ha pasado a ser “el ladrillo”, la construcción, rubro que absorbe,
junto la hostelería y diferentes servicios, la mayor parte de la mano de obra inmigrante.
En Valencia hay un sector importante de personas muy nacionalistas que defienden
“los suyo” con garras y dientes, en especial la lengua. Tienen una lucha continua con
Barcelona y Cataluña en general, porque los segundos dicen que el valenciano es un
dialecto del catalán, al igual que el mallorquín, mientras que los valencianos (Los más
nacionalistas) aseguran que es una lengua diferente e incluso afirman que el valenciano es
mucho anterior al catalán.
En el otro extremo del espectro están los llamados “catalanistas”, los cuales a pesar
de ser de Valencia, reconocen que el catalán y el Valenciano son diferentes dialectos de la
misma lengua, y que tanto la comunidad valenciana, como la catalana y los Baleares
forman los “Países catalanes”.
105
Finalmente, existe una importante porción de la población que no otorga una
importancia fundamental al asunto identitario, y vive cómoda sintiéndose española. Cabe
destacar que en Valencia las ideas separatistas son mucho menos populares que en el País
Vasco o Cataluña.
A nivel político, Valencia es una comunidad donde, hace más de 16 años que
gobierna el Partido Popular, un partido de centro derecha. La alcaldesa Rita Barberá, está al
frente de la alcaldía desde el año 1991, siendo reelegida en cuatro ocasiones, la última de
ella con una mayoría histórica. Por lo cual parece seguro afirmar que goza de una
importante popularidad entre los valencianos; aunque cabe cuestionarse cuanto de este
apoyo se debe a su persona y carisma particular y cuanto a la adhesión partidista de su
ideario político. De todas maneras, Doña Barberá cuenta a su favor que bajo su mandato,
Valencia se ha convertido en una ciudad próspera y con un crecimiento turístico y
urbanístico importante. Dos perlas como ejemplo: La organización, en 2007, del
campeonato mundial de Vela (Ameritas Cup); y la creación, para 2008, de un circuito
urbano de la fórmula uno.
A nivel inmigratorio, Valencia no se encuentra aislada de la realidad nacional
española. Según cifras recientes, 8 de cada 10 nuevos habitantes españoles es extranjero, y
la población extranjera asciende ya a 4,8 millones, de los cuáles 4,1 millones son
extranjeros (los restantes son españoles nacidos en el extranjero), esto equivale a un 10, 8
por ciento de la población total. Dentro de este contexto nacional, la Comunidad
106
Valenciana, está entre las tres primeras comunidades autónomas, que más extranjeros ha
recibido. Con una importante presencia de inmigrantes latinoamericanos.
Así es, a grandes rasgos, el destino que encontraron nuestros protagonistas a su
llegada, un lugar donde sus historias, se entremezclaron con otras parecidas a las suyas,
otros relatos que se sumarán desde este punto, para ampliar el abanico de vivencias y
enriquecer con sus experiencias y puntos de vista una historia que a pesar de tener nombres
y apellidos, puede ser el de cualquiera que haya decidido dejar atrás su Sur para empezar de
nuevo lejos de todo lo que considera suyo.
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Viviana.
El viaje de Viviana no fue algo precipitado ni obra de un impulso súbito, de hecho
fue la culminación de un largo proceso, casi el desenlace natural de una historia llena de
cercanías con el país que eligieron para formar su nuevo hogar "En principio nosotros
teníamos deseos de venir a España, de quedarnos, habíamos estado muchas veces, yo
conozco bastante este país. Entonces teníamos la idea de comprarnos algo acá para poder
quedarnos por temporadas y en vacaciones, pero hacia el año '99 se vinieron dos de mis
hijos, el mayor y el del medio, y el menor se fue a Valparaíso a estudiar. Vamos que el
Leonel y yo nos quedamos súper solos. Y a eso hay que sumarle que yo, en Chile tengo
una casa muy grande, una de las que se usan allá, enormes, con patio, y mi marido
trabajaba casi todo el día, entonces yo pasaba demasiado tiempo sin nadie con quien estar.
Ya os podéis imaginar. Para mi fue refuerte cuando partieron los hijos, demasiado fuerte.
Yo me sentía absolutamente abandonada, me dio una depresión, y Leonel no me ayudaba,
porque decía que tenía trabajo, pero yo también cachaba que había un poco de querer huir
de la situación, o sea de decir: ese es tu problema y lo tienes que resolver tu sola, no yo. La
crisis se extendía a la pareja y yo sufrí durante largo tiempo, repito que para mi fue duro, y
muy triste, porque era una casa que tenía mucha vida, una casa donde iban mis hijos, sus
amigos, vamos que nunca en la vida estaba vacía sino llena de gente. A menudo se hacían
fiestas, reuniones políticas…: yo siempre decía que teníamos vocación de sede política, era
un hogar con un ir y venir continúo, con harto alboroto, pero del sano, y después, plaf!...ya
no había nadie. Con Leonel la relación tampoco iban bien, yo sentía que éramos una pareja
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en que cada uno iba por su lado, que no éramos confluyentes, y que una pareja con hijos era
una cosa y una sin niños, otra bien diferente"
El despido del padre de familia precipitó a la vez que cambió los planes; ya no había dinero
para viajar dos veces al año (cosa que hacíamos para visitar a sus retoños), y aun menos de
vivir entre dos tierras, había que decidir si quedarse o partir, y Viviana lo tenía claro
“básicamente tengo el tema de que no quiero vivir en Chile, no es que yo no quiera, pues
allá tengo mucha gente a la que amo, pero uno tiene que hacer prioridades en la vida y yo
pienso que aquí puedo tener más campo para hacer cosas para mi , que a mi me gustan. No
es un problema del gobierno, es un problema personal, por eso yo te digo que estoy fuera
de los rangos del que migra por razones económicas, no es mi caso, aunque también hay un
componente que es económico, pero más bien visto con el criterio del desarrollo porque lo
que veía en ese momento, y aún lo veo, es que nuestro desarrollo personal en Chile, estaba
parado, no teníamos posibilidades, sigo percibiendo oscuro el panorama allá y acá por
último uno tiene alternativas donde elegir"
Con este convencimiento solo faltaba afinar los detalles del viaje y decidir en que
condiciones se venían, y después de pensarlo detenidamente idearon un plan "nosotros
vinimos con un proyecto de poner un restaurant, e incluso lo llegamos a montar, pero en
Madrid. Era un café-restaurant. Nos subimos todos a ese cuento y después empezó la
decepción y entonces fue el tema de que no teníamos dedos para el piano, y que se requería
demasiado capital para seguir, entonces decidimos que no era nuestro camino, que Leonel
no tenía idea, y que el trabajo mío era muy sacrificado porque después eliminamos al
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cocinero, y me encargaba yo, era bien así de onda comida casera a la hora de comer, pero
al final perdimos lo de las cenas, y en lugar de un café se le parecía más a una tasca por las
noches y hacíamos sandwichs chilenos. Para eso yo tenía que dejar todo preparado antes de
la tarde. Para eso me ayudaba un chico, pero aún así se hacía pesado, y entonces todos
empezaron a decirme que no, que en verdad como iba a hacer yo eso. Y no nos daba, en
realidad no ingresábamos suficiente para mantenernos. Era demasiado sacrificio. Menos
mal que no perdimos todo porque pudimos traspasarlo, y entonces ahí la disyuntiva era si
volver a Chile o quedarnos. Mira, eso fue bastante complicado en realidad, bastante crisis y
todo. Mientras estuve en el restaurant estuve bien, en el sentido de que me gustaba, que era
un proyecto mío, y que pensaba que lo podía sacar adelante. Me encantaba estar ahí, porque
iba la gente que poco a poco vas conociendo, y al poníamos carteles de no a la guerra,
empezaron a acercarse personas buena onda. En realidad yo habría seguido si hubiese
tenido capital para haberme mantenido un tiempo más, porque, repito, el negocio me
gustaba y me hacía sentirme realizada. Y es que yo ya le había pillado un poco el toque
que darle, y una serie de cositas, entonces, obvio, al final, para mí fue un fracaso personal.
Traté de aguantar lo más que pude y de mantenerlo a flote de alguna manera. De hecho yo
seguía empujando un poco el carro cuando todos habían desertado, cuando ya no les
apetecía seguir, y tenían toda la razón, no quiero decir lo contrario, porque ellos tenían sus
profesiones y ganaban buen dinero y su empleo no era tan complicado para ellos, y ahí
empezó un segundo período de crisis, porque nosotros lo vendimos en junio y en julio,
agosto, septiembre, octubre, estábamos con que nos íbamos o no lo hacíamos, fueron unos
meses de mucha pelea, mucha tensión, y otro tanto de confusión. Empero todo empezó a
contaminarse, entonces todas las relaciones se veían negras., todo estaba cuesta arriba y
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resultaba difícil y duro. Pero yo en un momento decidí que me quedaba y mi hijo me dijo:
Mamá si usted quiere quedarse, yo la apoyo. Yo personalmente tenía la idea de quedarme,
aunque Leonel se fuera. Es la decisión que todavía tengo, o sea, que he sido yo la más
dispuesta a quedarme"
Leonel se quedó también, y juntos empezaron a evaluar sus posibilidades, a pesar de que a
Viviana le gustaba Madrid, es una ciudad bastante hostil para el recién llegado, son varios
los factores que hacen que asentarse en ella resulte más que complicado, y el matrimonio lo
sabía de primera mano, por eso, tras oír varios consejos de amigos y otros vociferantes
varios, optaron por mirar hacia tierras levantinas "Madrid está por las nubes y en especial el
precio de la vivienda. Nosotros teníamos algo de dinero de lo que nos había quedado del
traspaso, podríamos dar para un piso, pero no en la capital Española, porque es una ciudad
dura. Habíamos estado en Valencia antes, pero sólo de paseo y eso, y Leonel siempre tenía
la idea de que para vivir le gustaban Barcelona o Valencia. A mí, la ciudad de Gaudí me
agrada, pero no para el día a día, yo encuentro que es húmeda, más que acá, y más fría,
entonces, en especial por el clima, no me apetecía, y por otro lado queda más lejos de
Madrid. Por todo esto, finalmente nos decidimos por la ciudad fallera. Mi hijo mayor era
novio de una chica que tenía familia acá, entonces nos invitaron a que viniéramos a conocer
mejor el lugar. Bueno, y ahí nos quedamos, compramos este piso, en Noviembre de 2003, y
nos vinimos"
Nuevamente Viviana enfrentaba una mudanza. A pesar de que esta vez los kilómetros eran
pocos, las diferencias que separaban Madrid de Valencia convirtieron el traslado en un
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proceso casi más complicado que el de dejar atrás Chile "Por un lado, Valencia es una
ciudad amable, la gente local te leva a una calle si es necesario para que la conozcas, a una
tienda, te dan todo tipo de explicaciones, me parecen cordiales. Pero por otro lado siento
que la gente es formalmente buena, y luego para entrar a cualquier círculo es prácticamente
imposible. El primer año fuimos a las fallas, y descubrimos que no puedes entrar en un
casal. Madrid en cambio es una ciudad cosmopolita, lo que pasa es que allí tú no eres
nadie, todos son nadie, uno puede andar de la forma que quiera y hacer lo que le venga en
gana, pues, todo está revuelto, cada uno va a su aire, lo cual dista mucho de parecerse a lo
que pasa en Chile que es un país de guettos, de grupos cerrados, siempre las mismas caras.
Llegar a Madrid es sentirse libre, yo me sentía así, parecía que no tenía que darle cuentas a
nadie, que sólo era yo misma. Andaba feliz, me lo caminaba todo, y me parecía que nadie
me andaba mirando, me encantaba la sensación, era para mí una liberación.
Ahora, después cuando me vine a Valencia, aquí sí, para mi ha sido súper duro. A pesar de
que la ciudad me encanta. Tengo el mar, la playa, voy a la piscina, hago ejercicio, me
muevo. Pero yo sentía que todo el mundo me miraba, lo contrario a Madrid. Especialmente
cuando es un pueblo, que todo el mundo se conoce, o en el día a día. Al principio, cuando
iba a comprar en el auto, yo notaba cientos de ojos sobre mi persona. A veces mis hijos
me decían: Es que tú te crees que te miran. Puede ser que haya sido también un poco de
fantasía. Entonces un día uno de ellos hijos me dice: ¿Cómo está usted mamá? Bien, le digo
yo, pero pucha es que acá si que me siento extranjera. Entonces me dijo: Pero es que eres
extranjera pues mamá. Y ahí se me cayó la teja"
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Viviana acababa de descubrir su alteridad, lo que significaba sentirse foránea, ajena al lugar
donde se vive. El pequeño pueblo valenciano de la Pobla de Farnals supuso para ella su
España particular, ese lugar tan conocido por otros inmigrantes a los que todo le resulta
extraño y que no tienen más hogar que la añoranza de lo que quedó al otro lado del avión.
El día a día le fue descubriendo nuevas facetas de este naciente fenómeno "En lo primero
que me noto extranjera es en mi modo de hablar, porque físicamente puedo pasar
desapercibida, siempre digo, si no abro la boca nadie se da cuenta de que no soy española.
Luego, antes de seguir, tengo que decir que en términos generales, en Madrid y en
Valencia, a los chilenos se les tiene simpatía .En contra posición, a los argentinos siempre
se les tiene más mala onda. Pero en general con nosotros no pasa eso, o al menos no de
forma tan directa. Es verdad que mucha gente no sabe donde está el país, pero nos conocen
por otros aspectos. Algunos te dicen: ¡Ahhhh la dictadura de Pinochet! Y ya, alguien un
poquito más culto, te habla de Neruda, vamos que hay un poco más de cercanía; les
sonamos más.
Eso si, yo siento, que a la hora de relacionarme hay un gran abismo, porque no sé cómo
hacerlo o no encuentro con quien conectar. Sí tengo conocidos, pero no son igual que los
que he dejado en mi país. Entonces, ya por eso, creo que nunca más voy a hacer nuevas
amistades, porque toda mi vida está en Chile, todos mis amigos están allí, puede que llegue
a tener buenas y cercanas relaciones, pero ya son de otra manera"
Pese a este ligero escepticismo a la hora de enfrentar la interacción social, pronto Viviana
se integró en su nueva locación. Comenzó, fiel a sus intereses, a trabajar en una asociación
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que presta ayuda a mujeres inmigrantes, tendiendo una mano a las que sabía y sentía, pese a
las evidencias obvias, cercanas a ellas, separadas tal vez sólo por un par de giros
caprichosos en la historia de cada una. Ya lleva más de un año en ese trabajo, y aunque sus
compañeras de trabajo son las personas que ve con más frecuencia en su diario vivir, aún
siente que alrededor de ellas existe una barrera que impide que pueda llamarlas amigas
"Algo que encuentro que es súper raro, es que por un lado las españolas son súper cotillas y
hablan harto, pero por siento que cuentan poco de ellas mismas. Cuando yo llegaba a la
fundación, lo hacía así , diciendo, no sé po ¿¡Hola como están!?, bien, pucha estoy
indignada con mi hijo ¿que se cree? Porque yo soy así, yo creo que, porque en mi país son
de esa manera. Menos cotillas, pero cuando hablamos lo hacemos desde más adentro,
entonces, al principio, todo el mundo me miraba. Con el tiempo, y poco a poco me fui
dando cuenta de que no se trataban ciertos temas, sobre todo personales, en la esfera social.
Se iba a la reunión, ésta se preparaba, se podía hablar de política, pero de lo personal nada.
Incluso hay gente de la asociación, en la que ya llevo más de un año, que no sé si es
casada, no por la figura legal que no me importa nada, sino que si tiene pareja, si tiene
hijos, si es soltera.. Lo siento como un muro que no me deja ver y, la verdad es que me
cuesta acostumbrarme. Más de una vez he intentado traspasarlo con las que son más
amigas, decirles ¿oye y tú nunca te casaste? y entonces la respuesta siempre es: no quiero
hablar del pasado, o es un tema que no te lo tocan. Te lo dicen así, y yo me quedo... Por
ser, a una de la asociación que es la que más conozco, se le murió la mamá. Yo no estaba
aquí y ella no le contó nada a nadie. Cuando yo llegué me dijeron: se murió la mamá de la
Geno. Lo raro para mi es que ella no fue ni capaz de avisar. Yo la habría acompañado.
Que raro dije yo, porque a los funerales en Chile va todo el mundo. Se arriendan hasta
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micros para que vaya la gente, es una cuestión súper compartida. Después empecé a
pensar que aquí no tengo porque cambiar, o sea yo soy la que soy, y pensé en actuar según
mis formas.
Lo normal en mí es decir: pucha que pena que se murió tu mamá ¿cómo estás? Y después
cuando lo hice ella dijo que gracias, en fin, y en una segunda oportunidad en que la ví triste
le dije: Que triste cuando se muere la mamá, a mí también se me murió la mía. Entonces
también hubo un acercamiento, no nos hicimos súper amigas ni nada, pero ella me conversó
de lo que le pasaba, y estuvo llorando un poco. Pero eso fue ese momento"
Viviana se acostumbra poco a poco a su nueva realidad valenciana, hay aspectos que le
gustan y otros que no, hay días en que extraña Chile y otros en que se felicita por haber
tomado las decisiones que ha tomado. Sabe a ciencia cierta que aún le falta tiempo para
llamar definitiva a su estadía, pero por ahora, volver parece no formar parte de su
vocabulario de deseos.
Carlos
Es argentino, de Buenos Aires, tiene 27 años y lleva casi cinco en España, su vida antes de
emigrar era bastante típica "Trabajaba, en diseño gráfico. Estudié diseño gráfico. También
hacía música, pero a nivel, ¿Cómo se dice?, a nivel amateur, eso, para divertirme. Tenía
novia, antes de venirme, y un grupo de amigos que era el mismo de toda la vida, más
algunos nuevos, la verdad es que era un buen grupo. Mis amigos eran todos argentinos,
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nacidos allí, aunque había alguno con padres de otros lados, pero no sé, no me acuerdo,
además, si había alguno, no nos dábamos cuenta”
Un bueno día decidió hacer las maletas y partir rumbo a una tierra que conocía sólo de
oídas. La decisión la tomó porque "me gustaba viajar, porque ya había viajado y me
gustaba viajar un huevo. Yo ya había venido antes a Europa y quería volver. Elegí España
por la familia, o sea los orígenes, por el idioma, y porque es un lugar que me gusta más que
yo que sé, que Italia o que Francia. Prefiero España, por historia, por familia, y en
definitiva, porque me siento más cómodo. El lenguaje influye un huevo, pero no, realmente
me gusta más este país para vivir. Lo conocía de oídas por mis abuelos, pero antes de
venirme no me lo imaginaba de ninguna manera, este… alguna idea me hacía, pero no
estaba nada seguro. Cuando llegué era diferente a lo que me esperaba, pero tampoco me
acuerdo bien de lo que pensaba encontrarme, es que ya hace tanto que aterricé por acá que
ya no me acuerdo "
De la misma manera que a prácticamente todos, al principio el camino se le hizo cuesta
arriba " Cuando llegué me pareció bien, al principio algunas costumbres no te gustan, las
leyes no las entendés, yo que sé, después te importan tres carajos y te vas adaptando.
Una de las cuestiones que más me llaman la atención es la diferencia que hay entre
pensamientos acá en España, la mitad piensa diferente que la otra, me parece rarísimo.
Para encontrar trabajo me costó un poco, busqué hasta encontrar, pero al principio fue
bastante duro, sobre todo hasta poder encontrar un puesto en lo que me gusta"
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Flavia tiene 26 años, es brasileña y lleva un año en España. Antes de venir a Valencia
estudió comunicación Audiovisual. Además combinaba sus estudios con un trabajo en la
televisión local de la comunidad donde vivía. Terminó la carrera poco antes de venirse, de
hecho alcanzó a trabajar seis meses antes de subirse al avión rumbo a España. Durante sus
tiempos de estudio también tuvo tiempo para hacer dos documentales relacionados con la
educación ambiental. No era la primera vez que Flavia había dejado atrás Brasil para
instalarse en tierras lejanas, antes había vivido en Estados Unidos. El hecho de decidir
venirse a España obedeció más bien a razones pragmáticas "uno: quería vivir en
Europa .Dos me apetecía aprender a hablar Español, y mi mejor amiga vivía aquí, por lo
que tenía quien me recibiera “
Al igual que otros tantos inmigrantes, la llegada al lugar escogido trajo varias sorpresas, no
todas agradables "Normalmente cuando se está ahí en Brasil, yo que sé, se tiene una idea
de Europa un poco, wow! Yo soy del tercero mundo y me voy al primero mundo no?,
entonces pasa que tienes la ilusión de que al llegar aquí todo será más fácil, para encontrar
trabajo, para estudiar, también tenía la sensación de que Europa tenía otra calidad de vida,
que tenía más cultura, más arte. Tal vez, porque eso era lo que había escuchado muchas
veces. Me decían que me encantaría el arte, la cultura y todo lo de aquí, pero cuando llegué
fue bastante distinto. Porque si que e verdad, hay mucha historia, por ser un continente
viejo, pero…. No es lo que se contaba allá. Hay bastantes museos, pero nada de cultura por
la calle. La ilusión de encontrar arte por doquier, se desmontó al aterrizar en el país. Por
otro lado, a nivel social también es bastante distinto a lo que me imaginaba, de nuevo
tenía una idea equivocada de lo que iba, o mejor dicho de lo que no me iba a encontrar. Yo
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pensaba que aquí no iba a encontrar gente en las calles, y eso no es cierto, porque sí que
hay. Fue bastante…frustrante, vamos, que las expectativas eran distintas"
Pero éstas no fueron las únicas dificultades que se plantaron en el camino de Flavia, pronto
se daría cuenta de la importancia que tiene haber nacido de un lado del charco o del otro
"conseguir trabajo al principio no fue fácil, porque como no tenía permiso para trabajar, al
principio me dieron más de una vez con la puerta en la cara, y tuve que enfrentarme a
situaciones que nunca pensé. Imagínate, yo que he estudiado en la universidad nunca había
trabajado de camarera en mi vida y de repente… no tenía más remedio. Al principio
reconozco que me sentí un poco humillada, al tener que someterme a entrar en un garito
súper chungo, y el chaval mirarte así como ¿quién eres tú, que quieres, tienes papeles?
NO!, Out!, me sentía la peor de las peores, pero también estaba aquí para aprender de esto,
y tenía presente que había venido aquí para vivir estas experiencias también, entonces por
un lado sabía que tampoco pasaba nada, que era exactamente esto lo que había venido a
aprender en Europa, a ganarme la vida de una manera mas difícil. En definitiva fue duro,
sobre todo al principio, pero también ha sido, de alguna manera, enriquecedor para mí.
No sé si encontré dificultad para hacer amigos en cuanto a conocer gente, esto no me
pareció difícil, el problema más bien era el choque cultural. Yo veo que los brasileños son
bastante distintos en cuanto a dar confianza a la gente, enseguida te ven y te dicen: oye
venga a mi casa, tome una cerveza, ven aquí…. Aquí la gente me parecía más seca y
desconfiada. ¿Quién eres tú? ¿Qué quieres? ¿Sabes? Yo, por ejemplo, he estado en el
Carmen (barrio antiguo de Valencia, conocido por los bares y la fiesta nocturna), donde
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dicen que la gente es especial en el sentido de ser más abierta, y en cambio a mí me
parecían individualistas, y sentía que la manera de vivir la fiesta era demasiado diferente a
la mía. Yo en Brasil tengo otro estilo de vida, entonces eso me chocó bastante, no me
identificaba con la peña, conocí mucha gente, pero cuando me preguntaba ¿Quién es mi
amigo? Uyh! Los podía contar con una mano. Se reducía prácticamente a las dos brasileñas
que ya conocía de Brasil, sabes? Pero poco a poco fui conociendo; fui adaptándome a la
forma de pensar de ellos, y asimilándola”
María.
Desde el momento en que abordó el avión, todo era nuevo para María "Cuando vine
para España, era la primera vez que viajaba en avión. Fue algo, no sé, estaba sorprendida
y… a ver de que forma lo explico, lo disfruté, te sorprendías y tenías la sensación de querer
ir más delante para ver que pasaba. Los chicos eran re pequeños, ellos casi no se daban
cuenta. Lucas tenía pocos meses. Iban durmiendo, es que son muchas horas. Ya al final
hasta uno mismo también se ponía incómodo no podías moverte, ni caminar. Los niños se
aburrían, estaban molestos, se cansaban de estar en los brazos, de estar sentados y de
dormir, ya pasaban de dormir. Pero, si, una aventura así por primera vez fue algo
impresionante"
Si el viaje le resultó emocionante, la llegada, y consiguiente recibida por parte de su
familia, terminó por abrumarla emocionalmente "al llegar fue…ufff uno te mira, el otro
llora y yo los observaba sin parar. Estaban mis hermanos y mis padres, todos. Hacía
alrededor de un año que no me veían. Nosotros nos vinimos en agosto, después que nació el
119
Lucas. Ellos no lo habían visto, no sabían ni que había nacido. Cuando ellos se viajaron
para acá yo ya estaba embarazada, pero no les había dicho nada, porque sabía que mi mamá
no se habría venido y yo quería que lo hiciera. Lo que pasa es que al haber tenido a los
otros dos por cesárea, el médico ya me avisó de que un tercero podía ser peligroso y obvio,
si mi mamá se llega a enterar de que estaba esperando guagua, no habría hecho el viaje y
tenían mucha ilusión de hacerlo. Ellos se enteraron un tiempito antes de que llegara, y ya
cuando les dije que me venía con el Lucas estaban todavía más apurados, con más ganas.
Al momento de llegar estaban todos mirando a ver cuando salíamos por la puerta, pero la
ansiedad de ellos era ver al Lucas, porque no lo conocían. Al vernos, todos lloraban, nos
abrazaban, nos decían: mirá, mirá, me estiraban las orejas, no nos habías dicho nada, mirá
como van las cosas. De todo lo que nos decían, sólo cogías algo. Porque eran tantos
comentarios a la vez jajaja. Pero ya después de calmarse un poco, bien, hablamos más"
Habiendo superado la tormenta emocional que supuso su llegada, María y su joven familia
tuvieron que ocuparse de los mil y un problemas prácticos que supone empezar de cero en
territorio desconocido; lo primero y más difícil, la vivienda " Después de llegar nos vamos
al Puerto de Sagunto, a casa de mi mamá. Luego ya arrendamos un departamento. Yo ahí
no trabajaba, porque estaba con el Lucas, además Miguel todavía estaba aquí y era el quien
se encargaba de conseguir la plata. Era mecánico. Encontró un trabajo en Massalfasar por
medio de mi padre, porque él estaba trabajando ahí con una gente y les dijo que mi marido
iba a llegar y le dijeron que ya cuando viniera que se presentara y lo demás. El
departamento tenía su cocinita, su comedor, un baño y tres habitaciones, estaba bien, en el
centro del pueblo, y súper cerca de la playa, sólo cruzando la carretera llegábamos al mar.
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Era un primer piso. Estaba amueblado y al no tener dinero, porque prácticamente veníamos
secos, lo dejamos así. A parte de que no conocíamos donde vendían bártulos para
decorarla; detalles argentinos y eso. Pero como estaba con muebles, estaba bien. Al menos
era mejor que allá"
Esta primera vivienda no les duraría demasiado "Después de esto nos fuimos a Massalfasar,
porque él trabajaba allá, y entonces entre el ir y venir, digamos que todo se le iba en
gasolina. Ahí vivíamos en una casa, en planta baja. Era más bonita, más cómoda, tenía un
patio atrás y los chicos podían jugar allá con la tierra, estaba mejor que el otro
departamento. No tenía adornos argentinos, porque aún nos sabíamos donde comprarlos.
Ahora si lo sé. Hay lugares a los que vos vas y encontrás de todo. Banderas, gorras, mate,
música, las bombillas, alfajores, de todo. Pero es bastante caro, hacen negocio. Cuando
nosotros viajamos a Barcelona encontramos un lugar de esos"
La vida empezaba a mejorar, y poco a poco María iba acostumbrándose a su nuevo
ambiente. Los niños estaban felices y a Miguel le iba bien en su trabajo; obviamente, y
siguiendo los mandamientos de Murphy, de golpe, todo empezaría a ir mal. Un día
cualquiera suena el teléfono, es la policía; Miguel está detenido " Lo detuvieron, porque
llevaba un camión. Creo que ese día iban él, un rumano y otro extranjero, que no me
acuerdo de donde era, es que yo no los conocía. Miguel iba manejando el camión, pero era
el único de los tres que no estaba legal. Todos le decían siempre que cuando saliera a
carretera no llevara él el auto, pero no hacía caso y le pillaron. Todo fue porque llevaba un
camión y un trailer para llevar caballos, entonces la patente del primero no coincidía con la
121
del segundo y ya le pararon le pidieron los papeles y al ver que no los tenía se lo llevaron
detenido. Luego yo tuve que mandar por fax a la comisaría todos sus documentos y el día
siguiente nos dijeron que lo iban a deportar y que si queríamos que fuéramos al aeropuerto,
pero que no íbamos a poder hablar con él " El desenlace fue aún peor de lo que María se
había imaginado, gracias a la extraordinaria sensibilidad mostrada por los oficiales de
inmigración encargados de expulsar a su marido "fuimos con los chicos al aeropuerto, pero
fue una experiencia horrible, porque, de primeras no lo podíamos ver, ya que lo tenían en
un cuarto detenido y cuando salió parecía un delincuente, un criminal, lo llevaban
esposado, y amarrado, fue muy duro, no puedo explicarlo con palabras. Los chicos eran
pequeños, pero la Viqui si que se enteró y lo pasó fatal. Después de eso estuvo un tiempo
triste y bajoneada, se arrinconaba, no hablaba con nadie. Es que imagínate, para mi fue
uffff no sé, fue demasiado duro verle así, figúrate para ella. Y es que, ese día, no nos
dejaron casi ni despedirnos. Cuando pasaba donde estábamos nosotros se acercó, le dijo a
los niños que los quería y que volvería con ellos, y les dio un beso, pero no pudo ni
abrazarles ni nada, porque en seguida le tironeaban los guardas que iban con él. Parecía un
criminal. Les pedimos que si podíamos hablarle y nos dijeron que no, que no podía salir
hasta que tuviera que embarcar. Estaba detenido con dos seguridades. Nosotros no nos
esperábamos que llegara así, esposado y todo. El Lucas no sabe nada de todo eso y el Kevin
tampoco, porque tenía dos años, Pero como ya te he dicho, la pobrecita niña sí"
Obviando que la deportación de Miguel supuso un fuerte golpe para la familia, a María le
resultó un cierto alivio el verse sola con sus hijos. La verdad es que su matrimonio venía
cojeando desde Argentina, y el cambio de país sólo acentuó los antiguos hábitos y rencores
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"cuando se vino mi mami ya la relación con él no estaba bien, porque yo quería venirme
para acá y lo tenía decidido, pero él decía que no, que no quería dejar a su familia allá, pero
en verdad era una tontería, porque a lo mejor él los veía una vez al mes. Y si se quedaba
allá iba a dejar a su mujer y a sus hijos. Al final decidió venirse y su familia me lo ha
echado en cara siempre, yo les decía que ya es mayor y elige para donde quiere o no quiere
ir y al final decidió venirse. El día antes del viaje, por primera vez, hizo un asado para
celebrar, y ese día fue mucha discusión, harto egoísmo. Encima me echaban la culpa a mí
porque me lo llevaba. Luego ellos siempre me han apuntado por todo lo que le ha ido mal a
él. Un día les dije: yo culpable no soy, él ya es un adulto y sabe que está en un país
extranjero y que tiene que cuidarse. Siempre le advertía, pero no me hacía caso. Si me casé
con Miguel fue porque sentí que quería estar con él y que todo fuera bien, pero se vio
después de que no… ¡Es que los argentinos son unos desgraciados!, ¡Son desgraciados!
Ellos siempre te van a decir sí, sí, y luego se van a girar la esquina y vos lo vas a ver con
otra y sí, sí, sí. Entonces hasta que vos no los pillás… cuando los pillás, ahí vienen los
problemas. Yo me enteré de maldades que hizo acá cuando ya se marchó. Mi cuñado me
contó algunas, yo le dije que me tenía que me lo tenía que haber dicho antes. Mi cuñado
empezó a trabajar con él y veía lo que hacía. A lo mejor les tocaba irse de viaje a Teruel y
salía con los otros que eran solteros, bajaba a la discoteca y que sé yo. Mi cuñado si que vio
alguna vez que se fue con otras mujeres. Y, la verdad, a mi me molestó que mi cuñado no
me lo dijera antes"
Todo había cambiado rápidamente, Miguel era la fuente de ingreso de la familia y su
ausencia obligaba a María a replantearse a fondo su situación. No tenía papeles, pero tenía
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que encontrar una manera de poner comida sobre la mesa, para ella y para sus hijos. Por
suerte ahí estaba su familia para apoyarla "Cuando a Miguel lo deportan, nosotros nos
vinimos a casa de la mami, acá al Puig. Y de ahí ya empecé a trabajar. Al principio fue
difícil conseguir trabajo, por lo de los papeles y porque no te conocen y eso, pero de a
poquito fue saliendo. Lo primero fue limpiando. Una vez fuimos a comprar a una
verdulería, la que está al lado del banco de Valencia, y al vernos caras nuevas, nos
preguntaron y ya empezamos a contarles, si, que venimos de Argentina, y que sé yo y ya le
di mi número de teléfono por si se enteraba de algún trabajo y entonces fuimos poniendo
papeles con el teléfono, en las tiendas, por todas partes, a la gente les decíamos: si conocen
a alguien para trabajar llámenos. Entonces un día me telefonearon para limpiar un pub, el
Fondá o algo así. La mujer se llamaba Amparin, y nos llevábamos bien, primero le limpiaba
el local, y luego iba también a hacerle el aseo a la casa y ya de ahí esa señora me iba
haciendo propaganda por ahí y las otras también. Y luego esta misma gente del Púb abrió
un chiringuito en la playa del Puig, y ya me fui para allá a trabajar de camarera. La patrona
conmigo fue más que amable, teníamos buena relación y trabajé bastante tiempo con ella
hasta que su negocio empezó a ir mal y yo ya no le hacía falta"
Conserva varios buenos recuerdos de sus días de camarera "De camarera lo pasaba bien, es
el trabajo que a mi más me gusta, porque conoces mucha gente, encontrás gente de todos
los lugares, no sé, en el verano encontrabas chilenos, argentinos, irlandeses, yo que sé, de
todo, de todo. Había veces que venían irlandeses y como no se les entiende, entonces
escribían lo que querían o te lo decían con señas jajaja y al final les entendíamos. Ese
trabajo a mi me encanta, pero por los chicos no puedo. Había gente que venía todos los
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fines de semana y que nos reservaba la mesa. Conocía a una chica de Valencia que se llama
Romina que decía que le gustaba ir allá porque le gustan los argentinos, sobre todo la
manera de hablar y la forma en que les tratábamos. Y bien, yo atendía igual que hacemos
allá y ellos quedaban sorprendidos. Esa atención les atraía .Yo creo que les gustaba hablar
conmigo. Una vez, en mi cumpleaños, la noche del 24 de junio, nunca lo voy a olvidar,
cuando yo llegué allá ya estaba todo el lugar armado entre el patrón y los hijos. Recuerdo
que habían puesto un cartel que ponía: felicidades Maria, y había un pote que decía:
colaboración Maria, y entonces cuando llegué yo, Oh! feliz cumpleaños y las orejas y todo.
Los clientes preguntaban de quien era el cumpleaños y que sé yo y decían: la argentina. ¡Ah
pues felicidades! Y lo que les sobraba lo echaban al bote. Y yo decía: pero no hagan eso,
que parece que estoy pidiendo limosna, jajaja y me decían que no, que así luego me podía
comprar un presente. Con lo que reuní, compré regalitos a los chicos, no junté 100 euros,
¿viste?, pero les pude comprar ropa y algún juguete. Después salimos de ahí y nos fuimos a
tomar, lo pasamos rebién"
Pero si en el trabajo se empezaba a sentir a gusto en casa la tensión aumentaba y
nuevamente los constantes conflictos con su padre empezaron a socavar el ánimo de María.
Nuevamente era tiempo de moverse "Después de un tiempo, al ser tantos en el piso, porque
allá vivíamos nosotros, mis papás y mis dos hermanos, ya las broncas eran más seguidas y
más fuertes, cada vez era más complicado. Lo que tenía mi padre era que le molestaban los
chicos. Que lloraban, que corrían que sé yo, entonces hubo una pelea grandísima y él no
nos lo dijo claramente, pero nos dijo, que nos fuéramos, y entonces empecé a buscar
alquiler, y encontré el piso donde estoy ahora. Ya van tres años y algo que vivimos acá... El
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departamento está cerca del monasterio. Tiene tres habitaciones una cocina y un salón
grande. Recuerdo que cuando lo alquilamos no tenía nada. Y entonces de poquito a poquito
fuimos reuniendo lo necesario. La gente, nos iba conociendo y cuando se enteraban de que
estábamos allá, algunas personas me decían: mira voy a cambiar este mueble y si lo quieres
te lo doy. Yo nunca decía que no, jajaja. Recogíamos los trastos, los arreglábamos, los
pintábamos. Ahora ya hemos quitado algunos trastos y hemos puesto otros, de hecho, todo
el mobiliario de los chicos es nuevo, aunque ya tienen pegadas los dibujos que hacen en el
colegio. Y también fuimos pintando, porque la casa era toda blanca, apagada y fuimos
poniéndole colores"
El nuevo hogar también significó nuevos vecinos, no todos agradables " La vecina de abajo
es malvada, digamos que no le gustamos, y no quiere que estemos aquí. Una vez al llegar
me mira y me dice, ¿de dónde eres? –De Argentina- ahhh sós extranjera Ya venís a quitar?
Yo no le hablo, porque no me quiero meter en boca.-Si, ustedes vienen a quitarnos lo que es
nuestro…. yo no me quiero enfadar con nadie .Únicamente vengo y ya está, pero sin malas
intenciones, así que no les respondo, y entonces para evitar las broncas me voy y ella se
queda hablando, vós pasas delante de ella y siempre te dice algo, pero lo mejor es no hacer
caso. Los otros vecinos, en cambio son rebuenos, nos llevamos fenomenal con todos. En
frente viven unos extranjeros, y abajo hay una señora que también es buenísima, ésta me
suele decir que si necesito lo que sea que le diga, y a veces cuando le sobra algo lo sube y
nos lo da"
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El trabajo también sufrió cambios, María volvería a retomar un antiguo trabajo, cuidar
niños "Después de trabajar en la playa ya me vine a la casa de la Maite. Me llamaron por
teléfono y esa noche yo fui a su casa y estaba ella, la Sara y El Vincent. Sara era un bebé.
Ellos querían que yo limpiara la casa y cuidara algunas horas de su niña. Ya llevo
trabajando ahí bastante tiempo y estoy rebién, a gusto. Con Sara también estoy feliz,
porque es muy linda y la estoy viendo crecer. A parte los chicos se han encariñado
muchísimo con ella. Todo es siempre para la Sara. Cuando se compran un juguete y todas
las veces quieren comprarle otro a Sara. Y si vamos con ella también le compran chuchees
y lo que sea. Algo que ven que les sobra enseguida piensan para dárselo a Sara"
Así hasta ahora. Con esfuerzo, María ha conseguido salir adelante, dar una buena vida a sus
hijos, por sí misma, porque de Miguel no ha vuelto a saber desde que lo deportaron "Yo
ahora no hablo con mi marido. Tengo más contacto con su hermano Chico. Él me contaba
sus penas y yo le ayudaba, y a veces, allá, salíamos juntos. Pero él… creen que es la peor
persona de mundo y todo por que habla conmigo. El es quien me pasa información de allí.
Tampoco habla con sus hijos. Ahora está junto con una mujer y no piensa en volver. Una
vez tuvo una arrebatada de que se quería llevar a los chicos, pero ya no, ya se le olvidó"
A pesar de esta ausencia su vida afectiva no es demasiado movida actualmente "Hay
candidatos, pero yo no estoy ahora… será porque al estar tanto tiempo encerrada que, al fin
y al cabo así me sentía, y ahora estar libre y poder hacer lo que quiera, pues la verdad es
que no me apetece atarme otra vez. En fin ahora quiero y puedo vivir mi juventud. Aquí
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tengo mi vidilla, algunas noches salimos y eso con mis amigas ( que son de aquí y de allá),
aunque sólo alguna, porque las chicas tienen sus casas y sus niños"
Hace poco María regularizó su situación, ya tiene sus papeles y por tanto existe legalmente
en España. Quiere lo mismo para sus hijos y por ello pierde su tiempo y su energía lidiando
con la anquilosada burocracia del departamento de extranjería, intentando que sus retoños
obtengan existencia jurídica. Sabe que esto es necesario, porque su futuro está acá, y
crecerán y se sentirán españoles. María sabe que para ellos Argentina no será más que el
país de sus padres; un relato, a lo sumo un lugar donde ir de vacaciones y descubrir a la
familia desconocida; nunca el país al que llamarán suyo.
Javi
Es colombiano, tiene 37 años y lleva cinco en España. Su vida en su Cali natal era dura,
comparable a la de otros compatriotas suyos "Yo vivía en un barrio bajo, la vida era dura.
Era conductor de taxi, de buseta y de autobús; me gustaba mi profesión. También trabajé en
electricidad, fontanería, construcción, de todo, pero me gustaba más conducir" La dureza de
su existencia se suavizaba con los buenos ratos que pasaba con su familia sanguínea y su
otra familia, la de la calle, la que se juntaba en la esquina alrededor de un par de "botellos"
de aguardiente, la que iba al estadio a dejarse la garganta cada vez que jugaba el América,
la que jugaba a romper ventanales por la noche, una familia entrañable pero no exenta de
peligros. Cuando el cuerpo no le aguantaba más la vida puertas afuera, volvía a su casa,
donde lo esperaba su madre, con algún plato caliente listo para devolverle el alma al
cuerpo.
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A pesar de que la monogamia no era su fuerte, tenía pareja "unión libre, tengo un hijo de
doce años con la primera mujer. Con la que vivo ahora no tengo hijos, llevo catorce años
con ella, y ella fue la que me trajo aquí"
Sus razones para subirse al avión y poner tierra entre él y su hogar fueron las típicas: buscar
una vida mejor, juntar dinero, salir adelante. Primero partió su pareja, y luego se lo trajo a
él "ella se vino primero y después me dijo si me quería venir y yo le dije que sí y me trajo,
yo casi ni lo pensé, porque acá sé que puedo ganar más dinero y ayudar a mi familia.
Pensaba quedarme cinco años, juntar un dinero y poner un negocio en mi país, un estanco,
de licores, pero no fue así"
Se vino sabiendo de España sólo lo que le contaba su pareja, al llegar lo pasó mal "Yo
llegué a Madrid pa' diciembre y me pareció durísimo y fatal durante unos seis meses,
durante ese tiempo estuve sin trabajar, después un amigo que me ayudó a entrar en el
mundo de la construcción, y ahí me compré un coche y luego duré sin trabajar otros nueve
meses. De los cinco años que tengo, he trabajado uno entero en total. El tiempo que estuve
en Madrid fue todavía peor. No conseguía trabajo por los papeles"
A Valencia llegó por consejo de un amigo "La mujer se quedó sin trabajo, entonces dijo
que en Madrid la cuestión estaba peor que mal , los alquileres por las nubes, y un
compadre que teníamos en Valencia nos dijo que la vida acá era un poco más económica y
todo eso. Entonces decidimos con la mujer, venirnos, y hace dos años y medio que estamos
aquí."
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En la capital del Turia empezó, lentamente, a mejorar su situación, incluso comenzó a
recrear a su familia callejera "conocimos a un amigo, un cuñado de la mujer, y nos presentó
a un conocido suyo, que es un muchacho joven que se llama Darío y por parte de él hemos
conseguido armar un grupo de amigos; todos colombianos, de Cali todos. Amigos
españoles no tengo, no más los únicos los del trabajo”
De esta manera, recreando su Cali natal en las lejanas tierras de las naranjas, Javi aguanta
un exilio voluntario que por lo pronto parece no tener fin "¿ir a vivir a Colombia?, pues
todavía no, tenga en cuenta que la situación está durísima, realmente mucho más de lo que
parece. Algunos dicen que ha cambiado, pero no. Cuando llamo a la casa me lo niegan;
sigue todo igual, igual o peor" aún le quedan varios diciembres más por pasar lejos de su
añorada feria de Cali.
Wilson
Es Boliviano, tiene 35 años, y lleva cerca de uno en Valencia, en su país tiene un
gimnasio y a la mayoría de su familia. No es la primera vez que migra "estuve dos épocas
en Estados Unidos, allí si que compartí con sudamericanos, mexicanos, centroamericanos,
europeos, y obviamente norteamericanos y canadienses. Emm…En verdad me atrevería a
decir que de todas nacionalidades. La primera vez que me fui estaba un poco más joven, no
pude conseguir visa , entonces me la aventuré por México jajajajaja claro que lo hice más
que todo por necesidad , siempre a buscar algo mejor .El problema es que , luego, al estar
allí, extrañé a mis amigos y a mi familia por lo que me regresé a Bolivia. Antes de ir a
Estados Unidos yo había hecho una carrera técnica de turismo y ustedes saben que en mi
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país, en nuestros países latinoamericanos, no resulta fácil progresar y tener, hacer cumplir
nuestros planes, tendría que trabajar una eternidad de tiempo y se me terminaría la vida
para llegar a ese objetivo, entonces el dinero que ahorré allí me lo gasté. Haciendo ya mejor
planificación volví otra vez a Estados Unidos, entonces, al haber jugado siempre al fútbol,
tuve la suerte de estar en la formación de la liga profesional de este deporte, y allí tuve la
posibilidad de jugar en un equipo semiprofesional. Casualmente salimos campeones esos
dos años. Todos los jugadores viajaron a Portugal y a España, pero yo no pude, porque si
salía de ese país, pero yo no tenia la reglamentación de la visa hecha por lo que si me iba,
luego no podía regresar a Estados Unidos.
Entonces me quedé allí y ya después dejé el fútbol y me dediqué a las pesas. Estando en
América del norte gané el campeonato de mi categoría, luego me fui a mi país y me monté
el gimnasio"
La razón para partir de nuevo, esta vez con rumbo a España, es pragmática " vine para
hacer unos cursos de lo que es prácticamente ahora mi vida, mi profesión, abocada a la
actividad física, como ya he dicho, tengo un gimnasio en mi país .En un principio mi
estadía la tenía planificada hasta noviembre, pero me han surgido algunos planes de
quedarme un tiempito más y luego regresar a mi país"
A Wilson tampoco le ha resultado fácil la vida en España, a pesar de que su objetivo
principal es estudiar para mejorar su negocio en Bolivia, debe mantenerse económicamente,
trabajar, algo difícil si no se cuenta con los permisos correspondientes. Y por si fuera
poco ,su timidez no le ayuda a abrirse puertas, según confiesa él mismo " Aquí es
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complicadísimo encontrar trabajo a no ser que tengas familiares aquí que te ayuden, pero si
no tienes amigos y encima eres un poco introvertido estás perdido”. En cuanto a este
asunto de los inmigrantes que hacen negocio con sus compadres, una vez, un boliviano,
contaba, que al llegar aquí lo había pasado fatal para encontrar trabajo y casa y que,
finalmente llegó a dar con otro compatriota suyo que vivía de aprovecharse de otros de los
suyos. Se encargaba de alojarlos a todos (unos 20 o más) en un piso pequeño y mal
acondicionado y de conseguirles acreditaciones falsas para poder trabajar en negocios
“basura” y mal pagados. Todo ello a cambio de dinero, de bastante dinero, fruto del sudor y
del esfuerzo de gente que se encontraba en la misma situación que él; hermanos de tierra y
bandera.
Rubén y Ampuer
Son venezolanos, tienen 24 y 29 años respectivamente. En Venezuela llevaban una vida
bastante cómoda, Rubén trabajaba en una fábrica de aluminio y Ampuer estudiaba y
trabajaba "estaba estudiando comunicación social en la Santamaría y me lo dejé por la
mitad para venirme para acá. Estudié un año mecánica automotriz, porque me gustaba, era
un hobby que tenía, y estuve haciendo trabajos, pero luego entré en la Universidad y dejé
de lado un poco el mundo laboral, porque era todo estudio, estudio, estudio y no me
quedaba tiempo para nada"
La decisión de emigrar la toman ambos por motivos similares. Habla Rubén "me di cuenta
de que en mi país los planes salen cruzados, y a eso hay que sumarle que me empezó a
afectar demasiado el problema de la falta de seguridad, que es lo que te expliqué , que ya
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después de que cae la noche es imposible salir por ahí seguro, porque hay muchas armas y
hambre. Fíjate que Caracas tiene cerca de 40 millones de habitantes!! Y mucha, mucha
pobreza. .Y…en fin…nada, es un país bello, porque es donde yo nací (se sonríe) y viví 23
años de mi vida. Tiene playas y toda la costa del caribe, pero eso no es todo a la hora de
vivir tu vida y establecerte". Ampuer lo secunda "la economía allá se puso mal y lo que
dice él es verdad. Es igual que en otros países que también están mal, pero peor, porque en
otros lugares puedes salir tranquilamente por la calle, irte de fiesta. La gente en Venezuela
está súper preocupada porque no sabe a donde va a llevar esta situación. La economía se ha
vuelto un desastre y la calidad de vida ha decaído demasiado y obviamente, la gente ha
emigrado a otros países por esto, porque realmente, y aunque me cueste decirlo, allá se
vive mal."
Ambos coinciden a la hora de buscar culpables de esta situación "yo le echo la culpa
al presidente, puesto que es el responsable de todo. Sí, el gobierno, por supuesto, controla
muy, muy mal el país. Los políticos son cien por ciento corruptos y todo el mundo lo sabe,
pero nadie hace nada"
También concuerdan a la hora de buscar las razones por las que decidieron que querían que
España, y específicamente Valencia, fuera el destinatario de su periplo. Rubén afirma que
"opté la nacionalidad por mi padre y luego también este país es de habla Hispana por lo
que el idioma no supone ninguna dificultad. Por otro lado, Valencia está bien ubicada
geográficamente, menos extremo que irse a Madrid que es frío, frío y calor, calor, y
también está la playa, el airecito de mar" y Ampuer no se aleja demasiado de su amigo
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"cuando decidí irme, me decidí por España, primero que nada porque tengo nacionalidad
francesa y con eso ya podía trabajar aquí y luego por lo mismo que él, por la facilidad del
idioma. Y la ciudad… elegí Valencia, principalmente porque tenía unos amigos que estaban
aquí. En un principio me iba a ir para Barcelona (donde también tengo amigos), pero todo
allá es súper caro y pensé que primero mejor venirme para acá, porque es más económico y
más cálido”
Al bajarse del avión Ampuer pudo comprobar en carne propia que no es oro todo lo que
reluce "yo tenia, no sé, otro punto de vista de lo que era España, para empezar yo creía que
esto era más primer mundo de lo que es. Es que yo, por circunstancias de la vida, también
viví en Estados Unidos y allí, no es que me guste más, pero la forma de vida, la
organización es cien veces mejor. Las ciudades de allá me gustan más que las de España.
Lo antiguo no me va y acá conservan casi todo lo histórico, otro aspecto de este país que no
me gusta es que parece que la tecnología no la usen para nada, paradójicamente, en
Venezuela siendo un país subdesarrollado se manejan más con las nuevas herramientas. La
arquitectura allá… hay edificios buenos, que lo manejen mal es otro tema, respecto a todo
ese tipo de sistema. Resumiendo, volviendo a lo de antes y apartando lo que es España y es
Venezuela, termino diciendo que me gusta más la forma de vida de Estados Unidos"
El conseguir trabajo tampoco les ha resultado fácil, a pesar de que tienen la gran ventaja de
existir legalmente, ya que ambos tienen pasaportes europeos. Ambos han pasado por varios
empleos distintos, han recogido naranjas, atendido en Bares y trabajado en hostelería. Sin
embargo, ambos coinciden en que "acá está complicado lo del trabajo".
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A pesar de las dificultades, de momento, el par de venezolanos-valencianos viven felices;
disfrutan de un piso en buena zona, que lleva su nombre y su Bandera, pasean por la
ciudad, van a la playa, salen por la noche, aunque eso si, siempre extrañando su país y la
fiesta que éste emana.
Emilio.
Emilio ya conocía Valencia, era la tercera vez que hacía escala en la ciudad del
Turia. También tenía asumida cual era la posición en que lo ponía su condición de
indocumentado. A pesar de ello, no pudo evitar que su llegada se le hiciera más dura de lo
que esperaba "Llegué a Valencia con ganas de quedarme en Suecia, país donde me quedé
varios días más de los planeados al principio, porque llegado el momento no quería irme,
de hecho es un lugar en el que no descarto vivir en algún momento de mi vida. Entonces
llegar a Valencia se me hizo pesado, la primera semana no, porque fue llegar a ver gente
que no veía hacía tiempo, reencontrar lugares que extrañaba, y empezar a acostumbrarme a
los mil detalles de lo que iba a ser mi nueva vida. Por cierto que durante los primeros días
me acompañó uno de mis mejores amigos de Chile, el Ronson, que en ese momento estaba
de vacaciones en Barcelona, y con el cual me reuní apenas llegué de Suecia. Entonces esos
primeros días tenía la sensación de hacer de turista, y por si fuera poco, a la semana o así
llegó mi madre con mi hermano, y como yo me iba a quedar en España creo que se dedicó
a mimarme más de lo habitual. Es que con ella tengo una relación cariñosa y cercana"
Pero esta breve "luna de miel" no duraría lo deseado. A las pocas semanas Emilio pasaría
de ser un turista a un indocumentado más, un inmigrante ilegal, un irregular, un sin papeles
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"Mira, yo a la semana o así de llegar ya empecé a buscar trabajo, por supuesto fue difícil,
pero venía con algo parecido a un plan; un tío de Iris tenía una clínica dental y la publicidad
de esa clínica se hacia por distribución de papeles, panfletos, y según le dijo a ella, no era
necesario tener la documentación en regla, así que lo intenté por ahí. Era más que
consciente de que, por mi situación, cualquier trabajo que me dieran lo tenía que aceptar,
así que me obstiné en conseguir ese, que era el que tenía más a mano. Mira, yo me vine sin
papeles no porque quisiera hacerlo, no dije: oh que entretenido, voy a ser ilegal. Lo que
pasó es que es más complicado de lo que yo pensaba conseguir estar en regla, los plazos
son eternos, inciertos incluso, además que el momento en que intenté tramitar mis asuntos
coincidió con una regularización extraordinaria que se hizo en España para intentar
legalizar a todos los inmigrantes irregulares. Entonces la gran cantidad de gente que se
presentó colapsó las oficinas, que ya son ineficientes de por si, y no me quedó otra que
venirme a la aventura"
Tanto va el cántaro al agua que se rompe, y finalmente Emilio tuvo suerte, o no, y el
empleador le dijo que se juntaran a hablar de negocios "Me costó un poco ubicarlo, pero al
final me dijo que quedáramos en un café. Fue una experiencia surrealista, en la cafetería
estaban el tío de Iris y el que iba a ser mi jefe, Orlando el colombiano, un tipo bajito con
cara de malo, se parecía caleta al pingüino de Batman, con el pelo relamido hacia atrás, los
ojitos pequeños, con una mirada fría, la piel blanca y un gesto burlón y mirándote para
abajo. El asunto es que nada más llegar, me lo presenta el tío de Iris y me dice que lo de la
publicidad es asunto de Orlando, que él no tiene nada que ver, o sea se desmarca, y fue
decir eso y el colombiano empezó a tirarme toda su mierda encima. Empezó a decirme que
136
él es un cabronazo sin compasión, que puede ser el más hijoputa de todos, que lo de repartir
papeles es un asunto re complicado, que a él nadie lo engaña, y a contarme una serie de
movidas asociadas al trabajo, de qué forma había que hacer la pega, de lo que me iba a
exigir y eso. Yo por mientras estaba alucinando, suponía que iba a que me dieran el trabajo
más fácil del mundo, repartir publicidad, pero el enano éste me lo estaba describiendo como
si fuera una carrera universitaria. Ahí me pareció rara la cuestión, pero decidí agachar la
cabeza y decir que sí a todo, total no estaba en posición de reclamar. Al final me dijo que
estaba de acuerdo, que le interesaba que yo trabajara y me citó para el próximo lunes en una
dirección. La verdad es que me fui más preocupado que contento. Creo que ahí empezó a
torcerse el panorama”
Los días pasaron y finalmente llegó el lunes, y desde esa primera jornada laboral Emilio se
pudo dar cuenta del porqué Orlando siempre necesitaba gente y porque no tenía reparos en
contratar a indocumentados "El primer día fue una mierda, algo parecido a una prueba, me
hizo buzonear primero, que significa repartir los papeles por los buzones de las casas, y
luego por la tarde me hizo repartir los volantes en mano en el centro. Me acuerdo que esa
tarde empezó a llover. Lo de buzonear lo odié porque estabas obligado a entrar en todas las
fincas, de hecho me seguía la esposa de Orlando para vigilar que lo hiciera. El asunto es
que por lo general todos los edificios tienen un buzón por fuera destinado a la publicidad,
porque los vecinos no quieren que les metan “basura” y papeles inútiles en los suyos, pero
eso a Orlando le daba igual, nosotros teníamos estrictamente prohibido dejarlos en los que
estaban habilitados para la publicidad, teníamos que entrar y para ello casi siempre había
que mentir. Para lograr que te abrieran en el menor tiempo posible tocábamos varios
137
timbres y al primero que te contestaba le decías: Cartero, o carta del banco o por último
cartero comercial. Edificio por medio no te creían y te puteaban, o a veces directamente te
pillaban y te echaban la bronca ahí mismo. Repartir los papeles de mano en mano era
menos asqueroso, me ponía los audífonos y ya, por último veía gente, e incluso había quien
te sonreía o se te acercaba a conversar al recibirte el papel. De hecho conocí bastante gente
que trabajaba en la calle también o en negocios cercanos a donde estaba yo. Lo malo del
asunto es que había que repartir un mínimo de papeles, que eran entre 2000 o 2500 por la
mañana y otros 2000 o 2500 por la tarde. Buzoneando creo que era un poco menos, pero
tardabas bastante más en repartirlos, así que había que ibas más estresado, nunca le cogí el
ritmo a buzonear. En fin, ese primer día me fue lo suficientemente bien para que me dijera
que volviera al siguiente, así que ahí empezó mi carrera de chico de vitaldent (así se
llamaba la clínica)"
A medida que pasaban los días todo fue empeorando. A la semana de haber empezado, su
madre y su hermano volvieron a Chile, y el ir aprendiendo los trucos del oficio no lo volvió
menos desagradable "Ponerme a trabajar en eso fue lo peor que pude haber hecho, no me
arrepiento porque necesitaba el dinero, pero desde que empecé no vi a mi madre ni a mi
hermano y de repente ya se habían ido, el enano, incluso fue una tarde a ayudarme a
repartir papeles, para estar conmigo, y mi jefe, que me estaba espiando me riñó porque
estaba hablando con él, a pesar de que fui el único capaz de terminar de repartir todos los
papeles ese día. El hijoputa ese. Bueno así todo los días, a pesar de lo que pueda parecer,
esto de repartir publicidad es un trabajo duro. Tenía los pies destrozados, llenos de
ampollas y heridas, me dolía todo el cuerpo, dormía mal y poco, estaba bajando de peso, y
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peor aún, me estaba deprimiendo. Vivía para hacer un trabajo de mierda que odiaba, porque
cuando llegaba a casa estaba destrozado, así que solo comía y luego me dormía. Se suponía
que tenía que hacer la tesis, pero por supuesto de eso nada, estaba abocado a la
supervivencia. Realmente, y visto desde fuera, lo que estaba haciendo no tenía ningún
sentido"
Una de las pocas cosas buenas que tenía el empleo eran los compañeros "trabajaba con dos
personas más, un argentino y un chileno. El primero se llama Gustavo y es de Córdoba, y el
chileno Hugo y es de Quillota. Los dos eran bastante buena gente, y ambos odiaban a
Orlando. Gustavo era el hombre de confianza de éste, le tenía cogido el truquillo, y hacía lo
que quería. Era un tipo callado, que se reía poco. Tenía una historia familiar un poco
oscura, no se hablaba con sus padres. Y tenía una novia acá pero según él no era su novia, a
pesar de que vivía con él, y luego a la que llamaba su novia la tenía en Argentina. Esta era
jovencita, tenía unos 16 años o así, y Gustavo tenía unos 28 o 29. Pero era buen tipo. El
Hugo era todo lo contrario, excelente para la talla, cuando podía sacaba la vuelta, muchas
veces tirábamos los papeles y nos íbamos a un bar, un buen tipo, siempre cuando
hablábamos terminábamos acordándonos de las comidas chilenas, de los asados, del pastel
de choclo, de las empanadas. El Hugo siempre estaba con que se quería hacer un asado.
Todos estábamos sin papeles, y aunque al principio, inocentemente de mí, creí que Orlando
contrataba latinoamericanos sin papeles por algún tipo de solidaridad o por cercanía o algo,
pronto Gustavo me aclaró cuales eran sus motivos reales. Primero los cogía porque se
ahorraba el pagar la seguridad social, no tenía que hacer contratos, y se aseguraba gente
dispuesta a dejarse los pies en la calle por un sueldo de mierda. Y lo de latinoamericanos
139
era porque al hablar español era más fácil que te creyeran cuando tocabas los timbres y
decías: cartero. Si el que tocaba era un rumano el acento lo delataba. Así eran las reglas
con este colombiano explotador. Cero solidaridad, cero latinoamericanismo. Entre nosotros
la rutina era mejor, nos sabíamos compañeros de desgracia, sabíamos que teníamos
características en común, que veníamos de un lugar del mundo que nos transformaba en un
nosotros frente a un ellos, que eran los españoles. Para mi tampoco era tanto, porque tenía y
tengo casi puros amigos españoles, pero ellos no, ellos se juntaban casi solo con
extranjeros, especialmente con otros latinoamericanos"
A pesar de estos pequeños claros de luz mi vida aún cayó más profundo, yo diría que
llegué a lo más bajo que podía llegar en ese momento. A la segunda semana de trabajo,
mas o menos, Iris terminó nuestra relación, supongo que fue en gran parte culpa mía, la
verdad estaba tan apestado de todo que no creo que fuera una buena compañía, al final fue
lo mejor que pudimos hacer, pero en ese momento me terminó de hundir, me sentí tirado,
solo, sin ninguna posibilidad de salir adelante. En ese momento mi estadía en Valencia
parecía no tener otro propósito que pasarlo mal. Al principio pensé en irme a Suecia y hacer
la tesis ahí, yo solo, pero pronto me di cuenta que no era posible, no tenía alojamiento ni
nada. Luego pensé en volver a Chile, pero hablando con mi madre me di cuenta que ya que
estaba en este país, que ya había hecho el viaje y que si no lo intentaba hasta el final me iba
a arrepentir después. Así que decidí quedarme. Seguí trabajando hasta completar el mes, y
de hecho terminé en buena con Orlando, hasta pareció darle pena cuando me fui. Decidí
seguir con la tesis, hacerla con Iris, a pesar de no estar juntos, y tratar de buscarme la vida.
Lo primero que tenía que hacer era conseguir un lugar donde vivir, lo que no era nada fácil,
140
porque los alquileres son caros, y yo ya no tenía trabajo, por lo que tenía que vivir de
ahorrado y de algo que me ayudaran mis viejos desde Chile. Por suerte la familia de mi ex
se portó súper bien conmigo, y su madre me dejó quedarme en su despacho, ella es sicóloga
y en su lugar de trabajo tienen una sala de terapia de grupo que utilizan un fin de semana al
mes o así, yo dormía en un sofá cama que había en esa sala. A parte de la sala también
había cocina y baños, de hecho mi baño era el baño público. Me quedé ahí un par de meses,
y la verdad gracias a eso pude organizarme y ponerme en pie. Esa época fue solitaria, pero
tengo un buen recuerdo de ella"
Emilio no tardó demasiado en empezar a conocer gente y en aumentar su círculo social
"Primero salía con los amigos de Iris, y a través de ellos fui conociendo personas que eran
más amigos míos que de ella. Gracias a ellos me sentía menos solo, y se me hacía más
entretenida la estadía. Además a partir de algunas amistades que fui conociendo me fueron
saliendo trabajitos que me permitieron aguantar económicamente. Gracias a tener la suerte
de no pagar alquiler ni cuentas ni nada, la verdad es que ahorraba bastante, y en lo que se
refiere a la diversión, casi siempre salía a locales gratis, y bebía antes de salir. Lo único que
no iba tan bien era la tesis, reconozco que dado que me concentré en sobrevivir, la
descuidé un poco"
Las vida de Emilio lentamente iba mejorando, y estaba por mejorar aún más "Una noche
que salí con unos amigos conocí a una chica española ( de Valencia), me encantó, pero no
estaba seguro de nada, ni de lo que quería ella, ni de lo que quería yo, así que al principio
todo fue bastante lento, pasábamos bastante tiempo juntos, pero sin ningún tipo de relación
141
estable de por medio, de hecho ella tenía novio, aunque estaba en Londres y hacía casi un
año que no lo veía. Al principio yo seguía viviendo en el despacho, pero después de algún
tiempo me fui a vivir a casa de un amigo, que conocí a raíz de algunas amistades de Iris y
que vivía solo. Como algo simbólico me cobraba un alquiler casi ridículo por un cuarto
libre que tenía. Aunque la verdad es que no pasaba prácticamente nada de tiempo ahí, tenía
la mayor parte de mis bártulos en ese departamento, pero a medida que mi relación con
Marga, que así se llama la chica, iba volviéndose más seria, pasaba más tiempo en su casa,
dormía varias noches a la semana ahí. Al par de meses de estar juntos ella cortó con su
novio londinense, y de ahí en adelante empezamos a ir más en serio. Gracias a ella fui
conociendo gente que al día de hoy considero amigos. Eventualmente nuestra relación se
volvió un noviazgo estable en toda regla, por decirlo de alguna manera, y hace un par de
meses que vivimos juntos en su casa. Al poco tiempo, Marga me puso en contacto con un
amigo suyo, que tiene una empresa de construcción, y aunque él no contrataba gente sin
papeles, conmigo hizo una excepción y me dio trabajo de peón. Es un trabajo duro pero la
paga es bastante buena, y por si fuera poco tuve la suerte de que el jefe era una gran
persona y mis compañeros de trabajo ( la mayoría sudamericanos) no podían ser más
buena gente . Lo único que no me gustaba eran los horarios; entraba a trabajar a las ocho de
la mañana y salía a las siete de la tarde, y la verdad llegaba reventado a casa, así que me
dejaba tiempo para poco más. Pero la verdad es que el trabajo me encantaba, me sentía útil
y valorado, y todo lo que hacía eran tareas de fuerza, físicas sobre todo, y a mi ese tipo de
trabajo me encanta, llegaba cubierto de cemento y polvo todos los días, pero lo hacía
feliz"
142
Nuevamente uno de los mejores recuerdos de ese empleo fueron los compañeros
"Trabajaba junto a dos hermanos, los hermanos Budi, que eran los oficiales, o sea los que
sabían, son españoles, y a mi al principio me daba un poco de miedo que fueran a tenerme
manía por ser sudamericano, por lo típico de: vienen a quitarnos el trabajo, y encima están
sin papeles o algo así, pero después sucedió todo lo contrario. Son dos de las personas más
buenas, honradas y decentes que he tenido la suerte de conocer. De verdad. Nos llevamos
de puta madre, como se dice aquí, de hecho cuando me fui me dio pena irme por dejar de
verlos, los he ido a visitar alguna vez después de irme, pero me gustaría verlos más. Al
segundo mes de trabajo llegó Javi, un colombiano que venía a hacer de peón, y a pesar de
que somos bastante distintos, por la historia personal que cada uno acarrea, nos llevamos
bastante bien. Es un tipo bastante chistoso, se está riendo todo el día y no para de hablar y
cantar. Te hace reír. Y conversando vas dándote cuenta que a pesar de las diferencias hay
muchos aspectos que tenemos en común, algunos no tan importantes tal vez, pero que al
sumarse crean una especie de reconocimiento en el otro “ Después de dos meses, y de
pensárselo por unos días, Emilio decidió que ya era hora de volver a sumarse a las filas de
los desempleados para poder ocuparse de otros aspectos de su vida "Dejar de trabajar me
dio pena , sobre todo por a los compañeros, pero a la vez sentía una gran alegría por poder
volver a tener unos horarios menos exigentes. Con el dinero que había ganado, más alguna
ayuda de mis padres, me podía mantener con bastante holgura por un par de meses. Así que
lo dejé y me puse con lo de la tesis, la cual tenía abandonada mientras trabajaba”
A pesar de que aún no tiene nada seguro su futuro, no se arrepiente de haber
porfiado en su decisión de quedarse en España “Me alegro de haberme aguantado, de no
143
haber vuelto con el rabo entre las piernas a la primera dificultad. Ahora las cosas están
mejor, aún faltan unas cuantas primaveras para que esté todo bien, pero, hoy por hoy, lo
que más me preocupa son los asuntos legales, mis papeles, que es lo único que me falta
para estar completamente a gusto. Porque a nivel personal estoy feliz, tengo a mi lado a una
mujer increíble, vivo en una ciudad que me encanta y he conocido gente re buena, mucha
de la cual considero mis amigos. Extraño a mi familia y a mis amigos más cercanos eso si,
me encantaría verlos, pero también sé que si me hubiera quedado en Chile me habría
faltado algo, siempre iba a tener las ganas de irme. Tal vez más adelante sienta deseos de
volver, de dejar todo atrás de nuevo, pero por ahora no, de momento quiero armarme mi
cuento acá. Sé que nunca voy a volver a tener amigos tan buenos que se acerquen si quiera
a los que tengo allá, pero por otro lado nadie me ha obligado a venirme, ha sido una
decisión consciente y meditada, por lo que tampoco extraño demasiado, no pienso
demasiado en lo que está lejos. A lo largo de mi vida he aprendido a ser bastante
desarraigado y encima no tengo idea de lo que pueda pasar en el futuro. Yo espero volver a
verlos pronto”
Hace poco Emilio cumplió su primer año en España, fue un aniversario bastante
más alegre que el que habría imaginado a los pocos meses de llegar. Aún le faltan “puntos”
para poder estar bien del todo, pero tiene la motivación necesaria para seguir intentándolo,
por ahora volver no es una opción.
144
Cierre del capítulo III
Nuestros protagonistas han llegado a su destino migratorio. Después de acompañarlos a
través de su vida, hemos llegado a un punto de inflexión, a un nuevo comienzo. Resulta
bastante obvio que para ninguno de los tres fue una experiencia fácil. Viviana tuvo que
enfrentarse al fracaso de su negocio, y a la crisis de su matrimonio; María sufrió con la
deportación de su marido y con las dificultades de tener que mantenerse a ella misma y a
sus tres hijos, sin tener los papeles necesarios para poder trabajar legalmente; y Emilio tuvo
que superar la ruptura de su relación y las dificultades que implica la inserción laboral de
un indocumentado. Sus historias han encontrado eco en los otros relatos que se les unen en
este capítulo, que vienen a confirmar las muchas vicisitudes a las que se tienen que
enfrentar los recién llegados.
Sin embargo, a pesar de los muchos obstáculos que han tenido que sortear, los tres han
optado por porfiar y permanecer en Valencia, e incluso han comenzado a hacer una nueva
vida. En el caso de María intentando de alguna manera reproducir lo que ha dejado atrás (es
notable su preocupación por conseguir “cosas argentinas” para decorar su casa nueva); en
el de Viviana, comprando una casa y volviendo a trabajar con mujeres latinoamericanas; y
en el de Emilio simplemente intentando hacer amigos, conseguir un trabajo y vivir una vida
lo más satisfactoria posible.
Resulta interesante comprobar lo escépticos que se declaran Viviana y Emilio a la hora de
evaluar las posibilidades de hacer nuevas amistades, ya que ambos afirman tener la certeza
de que nunca volverán a tener amigos como los que “tenían allá”. Sin embargo, si seguimos
145
su relato, apreciaremos que ambos han construido una serie de relaciones sociales nuevas
que les permiten sentirse bastante a gusto en su nuevo país de acogida.
146
CAPÍTULO IV:
LA IDEA DE LATINOAMÉRICA
147
Finalmente, todas las vivencias acumuladas hasta ahora toman forma en una idea,
en una visión. Lo que hasta ahora hemos visto acerca de nuestros protagonistas pretende ser
la explicación para su idea actual acerca de qué es Latinoamérica y la latinoamericanidad
para ellos. Aún cuando el tema no sea un sujeto de reflexión consciente, muchas cosas
pueden ser deducidas de sus respuestas sobre la cuestión. Es decir; que aunque no digan de
manera explícita que se sienten latinoamericanos, o aunque afirmen no tener idea de lo que
esto significa; oblicuamente a través de sus relatos podemos vislumbrar los ecos de Martí;
Bilbao y tantos otros. Muchas veces parece que la apremiante necesidad de supervivencia
cotidiana, no deja tiempo a algo que suena tan distante como la reflexión identitaria; pero
ésta se da día a día, forjada al calor de los lazos que unen a quienes se sienten hermanos en
su desamparo. Más allá de la pragmática hermandad solidaria de clases (pero para nada
ajena a ella), surgen semejanzas innegables que unen, a pesar de que quienes están por ellos
unidos no siempre las reconozcan como rasgos identitarios latinoamericanos. Es aquí donde
pesa la historia de cada una, por ejemplo; el historial académico de Viviana favorece el que
ella vea latinoamericanidad donde María sólo ve cotidianeidad, y el abandono de su país de
nacimiento a corta edad ha generado un sentimiento de desarraigo en Emilio que propicia
su identificación don identidades supranacionales. Es por eso que se ha insistido tanto en la
extensión de las historias, en remontarse tanto a los orígenes individuales de cada quien.
Este último capítulo es la conclusión del relato presentado hasta ahora, las reflexiones
directas, aunque en algunas casos puedan parecer mudas, sobre la identidad
latinoamericana que tienen quienes prestaron la historia de su vida para éste trabajo.
148
Viviana.
A Viviana le gusta la historia, especialmente la que ha discurrido en su Sur. Por este
motivo, los conceptos de Latinoamérica y de identidad latinoamericana no le resultan para
nada ajenos. Pero al momento de definirlos no parece sentirse tan segura, de hecho, para
empezar, considera son conceptos más emotivo que racional, más cercanos a un sentir que a
un saber “Es emocional, porque a pesar de que conozco bastante bien Europa (por mis
viajes), y de que me encanta, no me conmueve de la forma en que lo hace América Latina.
Te lo juro, soy lo más llorona cuando visito ese continente, y eso que no conozco tanto,
pero veo algo que, no sé, me conmueve. Las flores, no sé, es algo que, repito, nace de las
entrañas. Mira, para que te hagas una idea, he estado varias veces en México, encuentro
que es un país que me encanta, hay una zona que tiene unos barquitos en los cuales uno
puede subirse, son largos, y de color rojo, verde y amarillo. También hay unas sillas que
se pueden alquilar y puedes encontrar todo lo necesario para cocinar, entonces van las
familias, los días domingo, y mientras preparan la comida, van cantando, tomando… y a
mi eso tan idiosincrásico me emociona hasta las lágrimas, te lo juro, no sé, es algo que veo
y digo...( se aprieta el pecho con las manos, a la vez que levanta la mirada y el mentón).
Otra cuestión que me apasiona es cuando veo a las mujeres con sus ropas tan lindas cuando
van de fiesta. Por eso me gusta el Evo Morales, jajajaja. A mi América Latina me
conmueve siempre”
Aunque sabe reconocer y definir los sentimientos que le provocan la contemplación (e
incluso la evocación) de su continente natal, en principio no cree que el concepto pueda ser
149
utilizado con demasiada holgura “No, porque la verdad es que se trata de un término que
engloba miles de aspectos, porque los chilenos no tenemos nada que ver con los
colombianos, aun así, yo sí me siento latinoamericana, porque a mi me parece que este
continente tiene mucho que decir. En primer lugar, creo que es un mundo más abierto, es
cierto que hay gran cantidad de más pobreza y aspectos negativos, pero eso mismo hace
que la gente luche más, todo es esfuerzo; vivir, comer, estudiar, nada está dado. De alguna
manera yo critico a la sociedad española por eso, porque todo te lo dan masticado, o sea,
pucha que fome, no hay esa... no sé, esa emoción que te entra cuando te ganas lo que tienes.
Yo creo que nuestras ciudades están en continuo movimiento. Allí tu ves que venden la
fruta, el maní, que te ofrecen esto y lo otro, te estacionan el auto, en definitiva, tu ves a la
gente, todo se mueve sin parar. Para mi esto es Latinoamérica, a pesar de las diferencias,
hay características que se encuentran, tenemos formas de vivir semejantes. Entre otras
cosas, esto lo vemos cuando García Márquez dice que él no ha inventado nada de lo del
realismo mágico, y es que a mi me da la impresión de que esto es cierto, porque las
necesidades son las creadoras del realismo mágico, pues cuando tienes algún problema, no
sé de qué manera, pero lo tienes que resolver, entonces surge, la creatividad, el ingenio, la
solidaridad, no sé, pero al final los proyectos salen; al final sobrevives. Ahora, yo con eso
no quiero justificar que haya, pero incluso las españolas me dicen, que, entre otras cosas,
aquí la gente prefiere a las latinas para trabajar en las casas y para dejarles a los abuelitos,
porque saben que es realmente difícil que traten mal a un anciano”
Si bien es verdad que dice no haber viajado demasiado por Latinoamérica, si considera que
el conocer un poco más su tierra le ha servido para sentirse más parte de ella “Sí, yo creo
150
que sí, que me ayuda a distinguirlos, a conocerlos, a saber por donde van. Me es más fácil.
De hecho cuando atiendo a una latinoamericana, me habla y es una realidad súper próxima,
aunque sea colombiana o venezolana. Un día teníamos que hacer un informe. Un trabajo
para no sé qué sobre las mujeres inmigrantes, ahora no me acuerdo bien, y mis compañeras
españolas me decían: pero es que hay que hacer un estudio para conocer un poco más. Y
yo les contestaba yo no necesitaba hacerlo porque lo que ellas me van a decir, yo lo
conozco. En eso si que me siento súper identificada. Las latinas que conozco dicen es que
se sienten criticadas por las españolas, en especial con el tema del machismo. Las mujeres
de aquí, generalmente les dicen: ¿¿ ¡Pero como eres tan gilipollas que aguantas a ese
hombre que te trata mal!?? Esa es una lógica muy de este país. No se les ocurre preguntar y
decir ¿Cuándo te casaste? ¿Dónde vivías? Si lo hicieran, tal vez descubrirían que detrás de
la sumisión que las españolas ven con horror hay una realidad, y que esas mujeres sureñas
no tuvieron otros modelos más que el machista, el de su madre y el de su suegra. Yo
siempre digo que estos conceptos de género son producto de la modernidad, y ésta es
eminentemente europea, entonces ¿qué vas a hacer? Pero, para que te hagas una idea, ellas
conocen de sobra sus afectos parentales, o sea a sus hijos, y con eso yo me identifico
realmente; o sea la mujer latinoamericana, no quiero excluir a las otras pero es lo que yo
conozco, siempre te va a decir que lo primero en su vida son sus niños. Son pocas las que te
van a contestar que lo primero es su desarrollo personal, su profesión, y que quiere
viajar y ver mundo. Si las hay, son contadas con los dedos de una mano”
A pesar de que ya lleva un buen tiempo viendo el mundo latinoamericano desde la
distancia, no cree que ese alejamiento haya sido fundamental en su concepción identitaria
151
“Yo creo que me hice latinoamericana en el continente donde nací y acá, digamos, sí, es
posible que me conmueva más todavía al volver la cabeza atrás, pero es que aquí la
situación de los latinos es tan difícil, y me toca ver muchas atrocidades que sin querer me
aproximan a ellos .En general trabajan durísimo y a veces , incluso veo a las mujeres que
van con sus guaguas, colgando mientras tanto y la verdad, sí, eso me acerca.”
El hecho de sentirse latinoamericana, y de reconocer este sentimiento como una
identidad importante, casi primordial para ella, no significa que Viviana no vea diferencias
identitarias entre los distintos países latinos “Si vamos al problema de la identidad, yo creo
que algunos países de América Latina tienen una fuerte. Creo que Argentina y Brasil
cuentan con una cultura propia, música, comida, ropas etc.… en ese sentido me refiero. Y
en fin, también tienen una geografía propia, creo que los países andinos tienen otra, y
México y toda América central, que son menos parecidos a la suya. Pese a ello, siento que
Chile es más diverso, que no tiene una única identidad. Es el resultado de la suma de varias
de ellas; cuando alguien me pregunta que por que tomamos tanto té, yo le digo que bueno
po, es que hemos sido colonia inglesa y después americana y alemana. Para que te hagas
una idea, a mí siempre me dicen que tengo una mente alemana, y es que la influencia de
los colonos ha sido realmente fuerte. Que no se te olvide que el ejército y la educación en
Chile la hicieron los alemanes, es prusiana. Y obviamente eso te distingue, te hace
diferente. Lo otro que encuentro es el tema del clasismo, veo Chile fuertemente dividido.
Los pobres están por un lado, las capas medias por otro, y, ya los ricos no se ven, tú no te
encuentras con alguien poderoso, económicamente hablando, a menos que sea alguien de
la izquierda al que le haya ido bien, jajajajaja. Pero nunca te vas a cruzar con un Edwards,
152
con un Errázuriz; nunca los vas a ver. Eso se hace más patente aquí, porque en España es
más revuelta la cuestión. En Madrid en un edificio vive de todo, un fontanero, un profesor.
Mi país es más frío también, en comparación con el resto de sus vecinos. No somos ni
buenos para el baile, y es más, ahora escucho aquí a Quilapayún al Victor Jara o la Violeta
Parra, y todas las canciones son tristes. Somos grises en todo, en la ropa, en el hablar….
Yo siempre digo que Chile es entre Tongoy y los Vilos, todas las cosas son a medio
camino, hicimos la revolución, pero no del todo, quisimos ser un país de primer nivel, pero
no lo hemos conseguido. Un tema que me impactó cuando fui ahora, porque nunca había
estado tanto tiempo fuera, es que somos lo más mestizo que puede haber. Esa es, para mi,
absolutamente sorprendente. Yo no los veía de esta manera a mis compatriotas, claro, en las
poblaciones tu podías ver más negritos, más chiquitos, con cara de indio, de mapuche, pero
ahora, claramente te digo que aquello es un país de mezclas, de diversidad. Pero anda a
decirle a un chileno que es mestizo. Todos se creen blancos, y ojalá rubios. Los niños sólo
son bonitos si tienen el pelo dorado. La gente lo primero que te pregunta, antes incluso de
interesarse por la salud de la criatura, es: de qué color es? Lo otro es que somos más duros,
seguramente por el clima, por las desgracias. En ese sentido, estas cruzadas solidarias que
se hacen, que hasta el más pobre da por la Teletón, que a mí me carga por lo demás, son
muestras de que la gente si que se ofrece para ayudar, esto es claramente un rasgo distintivo
de allá .Si hay un terremoto todos se preocupan, y si te pasa algo a ti, puedes ir donde la
vecina y decirle: Sabes, estoy mal. Y ella se vuelca te trae un tecito. No he podido
comprobar si esto pasa en España. Pero mira, el otro día me encontré con la mujer que vive
arriba mío, y yo estaba bien enferma, entonces se conoce que me vio tristona y tal, y
153
después al rato me trajo unas naranjas. Pero en cambio, la llamé para navidad y le dije:
perdona que no me despedí de ti, pero los llamo para desearles feliz navidad y eso. Y ella
me decía: ¿pero me llamas para eso? Y luego cuando llegué, justo me la encontré con su
marido y me dijo: uyh! te agradezco, para que te molestaste en llamarnos. Me dio la
impresión de que era una conducta poco usual para ellos. En Chile eso no pasa, uno ahí
llama a medio mundo”
Otra idea que va y vuelve en las palabras del Viviana es, una vez más, la de la guerra de
géneros. Concretamente el machismo, una característica típica, según ella, de su tierra y
del resto de Latinoamérica “Tú eres en tanto es el hombre. Yo por lo menos he tenido
dificultades, porque siempre he sido bastante independiente, y mi tía siempre me decía:
¿Cómo sales y no te preocupas por la comida? Y yo le respondía: ¡Pero si el otro no es un
niño! O por decir, en la familia de mi marido, un hombre nunca se mueve para nada, todo
se lo llevan .Yo, a Leonel le decía: ¿Pero cómo podís ser así? ¡Muévete! Ahora ya no le
digo nada, total es su espacio y yo no tengo porqué meterme. Es verdad que conmigo son
extraordinariamente cariñosos, pero es un privilegio, algo raramente puntual. Es
complicado, y eso también es América Latina.
En definitiva, termino diciéndote, que sí, que veo que tenemos puntos de encuentro entre
los diferentes países del continente, pero que también cada uno dentro de las semejanzas
tiene su propia personalidad, aunque sí, si que somos más parecidos entre nosotros que
entre los españoles.
154
Lo alegre y lo triste, lo libre y lo represivo, la fiesta y la lluvia; todo es parte de lo que
Viviana siente como su latinoamericanidad, una identidad que no duda en reivindicar
aunque esté lejos “Yo reafirmo mi identidad que sin duda es de allá. Mira por ejemplo, yo
solo uso plata, en joyas, y los chicos se ríen de mí y me dicen: siempre andas con aros, con
colgajos, y les contesto: si es que es mi parte latinoamericana. Porque siempre la mujer de
allá anda adornada. No es que me ponga cual un arbolito de pascua, pero yo llevo mis
sellos de identidad bastante marcados. Tengo muchos bártulos mexicanos, de éstos muy
colorinches, pañuelos, bufandas, todo ello súper latino”
María.
María no salió de Argentina porque quisiera conocer mundo, o porque estuviera aburrida de
su entorno, ni siquiera se fue para empezar desde cero. Se fue porque la situación
económica la obligó. Así de simple, ella, y más importante aún, sus hijos, tenían que comer,
y en su país esto era cada vez más difícil. Ni siquiera la elección de España correspondió a
un capricho o a una curiosidad no satisfecha; aquí tenía y tiene familia y el idioma común
le facilitaría la estadía .Por lo tanto, su viaje viene teñido más por el exilio que por la
migración, y esto tiene una consecuencia lógica: María extraña con fuerza lo que ha dejado
atrás. Tal vez por eso cuando se le pregunta si se siente latinoamericana, parece no
comprender la pregunta, sólo se reconoce como de su país, de su tierra y fuera no hay nada
más. “No, no, yo digo yo soy argentina y argentina seré y el colombiano es colombiano.
Pero no me siento latinoamericana. A mi esa emoción y esa sensación de pertenencia sólo
155
me aparece cuando pienso en mi país, y en mi gente de allá y en todo lo que se ha quedado
allí”
La argentinidad que emociona a María es un sentimiento que le eriza la piel, y que hace que
las palabras se le atropellen y se le pierdan cuando intenta describir lo que significa para
ella “Las costumbres, la gente, las amistades, y a lo mejor que es otra forma de vida más en
la calle con los vecinos. Acá a las ocho o así de la tarde no vas a ver a nadie en la calle y
allá vós vas a ver con frío o con calor gente por todas partes, son las nueve de la noche y te
llama el vecino de al lado veníte que vamos a tomar mate o a ver una película o vamos al
bar que estoy aburrido yo que sé, algo, y ahí te pasabas las horas y jugabas a las cartas o a
algún juego entretenido que tenían allá. Hay mucha diferencia entre los dos lugares, allá
entre los vecinos tenemos más contacto, a lo mejor estás en una puerta enfrente de otra y
vienen y te pregunta; ¿Hola que tal te va?, o salís afuera y ya te pones a conversar y pasas
el rato. Aquí es diferente. Más y encima que nos ha costado un poco adaptarnos, porque
echamos de menos nuestra costumbres. Per sé, el mate, típico de mi tierra, al principio no
lo veíamos casi nada, y lo pasamos hasta mal por ese motivo. Aunque, he de decir, que
cada vez es más fácil encontrar por aquí, porque hoy por hoy hay más gente de Argentina
y entonces pues ya se ve más. Antes, me acuerdo que andabas con el equipo de mate por la
playa y te decían ¿ y este loco que hace con eso? Y no sabían que era lo que tomabas ni
nada.”
156
Igual emoción le produce el reconocer un compatriota “Si hombre cuando vas por la calle y
los ves con el mate o los oyes hablar enseguida ya, ya lo sabes. (Sonríe y se coge el
pecho)uyh! es una sensación, una alegría, que ...y vos lo mirás y decís hola que tal y ya”
Pero hay una aspecto que es más importante que todos las demás, los cimientos de todo lo
que María siente parte de ella, su “tribu”“la familia para mi es lo más importante, es algo
que sale de dentro. Nosotros somos así, vamos siempre juntos y salimos apiñados y si hay
que ir para allá pues vamos todos y si necesitamos algo pues nos agrupamos y nos
ayudamos, allá se ve en todas las familias”
Sin duda la parte más importante de ese núcleo que tanto quiere son sus hijos, unos hijos
que se están criando lejos del país que su madre quiere que sientan propio, un lugar que se
queda en casa cada vez que salen a la calle, cada vez que van al colegio, cada vez que ven
televisión. Por eso María quiere que, aunque se críen igual que los españoles, siempre
sepan de donde vienen “ellos saben que son de allí, de Argentina, que es el país de ellos y
yo les digo y no se olviden que venimos de allá. Y la mayor me dice, pero mamá si estamos
en España, y yo le digo, si, pero… Eso no quiero que lo pierdan y no quiero que cuando
viajen allá me digan mira y esto no me lo explicaste. Ahora ya para ellos sería un cambiazo
fuerte tener que adaptarse a mi país. Tienen sus amigos acá, incluso tienen más las
costumbres de aquí. Entonces a lo mejor cuando ellos sean ya mayores y vayan allá podrán
elegir quedarse, pero no, seguro se van a quedar con España jajaja. Ellos están aquí
tranquilos, bien, les gusta, cumplen con las responsabilidades del colegio… ¿La educación
de los niños de aquí?, pues no sé, a lo mejor un niño de cinco años pasa la noche en casa
157
del amiguito. Allá eso poco se ve, porque yo que sé está bien por la confianza y todo eso,
pero uno nunca sabe lo que puede llegar a pasar justo esa noche. Nosotros les educamos de
la manera que nos han enseñado, les decimos que sean, igual que sus papás, que se junten,
que tengan más contacto con los compañeros… no sé, tratamos de inculcarles las
costumbres y los saberes de allí. Eso es lo que más se echa de menos. Mira, yo tengo una
amiga colombiana que tiene las mismas ideas que yo, allá en su país funcionan también
así, con toda la familia. Y con ella intentamos que en los chicos eso no se vaya perdiendo.
Entre las dos los vamos llevando para que poco a poco eso no se pierda. Pero también, es
verdad que los niños ya llevan las ideas y la educación de aquí y al escucharnos a nosotras
dicen. ¿ y esto que dices?, ¿pero porque? Sí, obviamente les choca, porque al venir tan
pequeños, enseguida se adaptan a las costumbres de aquí. No te digo que la educación acá
esté mal, pero sí lo que hablábamos con mi amiga, que acá de repente te encuentras
muchachas de diez u once años que ya van con un cigarro en la mano, y eso no lo quiere
uno como madre, entonces eso es lo que intentamos. No impedimos que se junten con los
chavales de aquí ni nada de eso, porque no es nuestro interés que se aíslen, pero si que
queremos que ellos mantengan y hagan perdurar nuestros saberes, nuestra educación que
es, al fin y al cabo, con la que nosotras hemos crecido.”
Hay una tradición en especial que María no quiere que su hija pierda “mi hermana me dice
que estoy loca, pero a mi me gustaría que llegara Viqui a los quince años y le festejáramos
de la manera que se hace allá y que me hicieron a mi. Igual que a los chicos, ellos a los 18
años pasan de niños a hombres. Yo ya lo he dicho a la Viqui que cuando cumpla sus 15
años lo vamos a celebrar cono se hace en mi país, y ella me mira y me dice; ¿pero que
158
dices mamá? , no sé jaja, de que me hablas jaja, pero la verdad es que poco a poco se va
haciendo mayor y lo va entendiendo un poco más, pero sí, esas costumbres no las quiero
perder”
Fuera de su familia hay otros lugares que ayudan a María a estar un poco mejor en su nuevo
destino “nosotros vamos a unas reuniones que realiza una asociación donde asesoran y
enseñan a los inmigrantes. Son unos encuentros en los cuales nos explican el
funcionamiento de ésta sociedad, la forma para llegar y legalizar tus papeles y eso. Yo
encuentro que está de maravilla, porque uno llega aquí y no sabe cómo hacerlo, además que
es una asociación argentina y sí, es verdad que no estás allá, pero te sientes un poco más
cerca. Allá, en el lugar donde se juntan, tienen colgada la bandera y cuando la ves… sientes
algo realmente fuerte, también tenés escrito el himno que es otra cuestión que me
emociona una barbaridad. Estás hablando con alguien y lo entiendes todo, conoces todos
los significados, en fin que no estás en Argentina, pero por un momento parece que si. Te
los pasás bien”
La idea de ser argentino que tiene María probablemente sea distinta de la imagen que se
tiene en España del que emigra de esas tierras. Ella lo sabe, y le molesta bastante “Es que el
porteño, te digo la verdad, no sé, siempre queda mal, porque no se comportan de la forma
que lo hacen las personas normales, van por la vida con ese tono de decir: soy porteño y
soy el mejor. Entonces, aquí la gente se cree que somos todos iguales a ellos y pagamos por
su culpa el que no nos tengan buena, pero nada que ver, la mayoría no somos así. Fíjate
que a los de Buenos Aires allá, la mayoría no los quieren, porque son ellos, ellos y después
159
ellos, un poco lo que hacen aquí, pero más exagerado. Son reagrandaos y a la gente
humilde la hacen chiquitina y si pueden la pisan. A lo mejor no tiene nada, es un pobre
gato, pero él tiene todo, se las sabe todas. Yo diría que el porteño no parece argentino, o al
menos nosotros le tenemos manía, no lo vemos igual que al resto de los argentinos.” En
España, María ha descubierta muchas novedades, una de ellas es lo que se siente al ser
extranjera y otra lo que es extrañar aquello que nunca te diste cuenta que tenías “siempre
nos vamos a sentir extranjeros, aquí y si nos vamos a otro sitio. Porque cuando estás allá
te sientes en tu casa y no te planteas donde vives, ni lo que tienes ni nada y ya cuando
cruzas el charco empiezas a reflexionar que dejas algo que vas a echar muchísimo de
menos. Ciertas pertenencias, valores o creencias que tienes, pero que no eres consciente
hasta que los dejas, hasta que los ves desde la distancia y te das cuenta de que ya no están.
Ahí es cuando descubres qué era lo que te hacía sentirte de esa manera tan cómoda, tan tú.
Y le empiezas a poner nombre, lo recuerdas y empiezas a extrañarlo.”Más allá de sentirse
extranjera sabe que es inmigrante, una palabra que algunos parecen usar de insulto estos
días “A lo mejor hay gente de aquí y de otros países que dicen: los argentinos con los
argentinos y los colombianos con los colombianos. Para mi no es así, lo importante es
conocer a la persona y vos vas a saber si esto se da o no .Y es que es también lo que
hablamos, que a los extranjeros, se lo critican todo. Estamos en el ojo del huracán. A veces
escuchas tonteras como que venimos a quitar el trabajo a los españoles, a robarles y que
tenemos más oportunidades que ellos. Y dices: oye yo he venido aquí a luchar no a
quitarles nada. Solamente venimos a trabajar y si se da pues bien y si no nada. Pero lo que
no puede ser es decir que venimos a sacarles lo suyo. Acá vas a encontrar gente de todo
tipo y la mala siempre te va a tratar mal y te va a recriminar todo lo que haces sólo por el
160
hecho de venir de otro lugar. Y es que para estas personas venís de fuera, porque venís a
robar y eres un muerto de hambre, y obvio, por eso venís a sacar cosas que no son tuyas”
Esa misma ideología la aplica en su vida diaria, a pesar de todo lo que extraña Argentina,
no busca la amistad sólo entre sus compatriotas “todos los extranjeros venimos con las
diferentes ideas y costumbres que cada uno tiene allí en su país, pero muchas veces te
sientas a hablar y comentas e intercambias y al final todos nos entendemos a la perfección,
a parte de que resulta divertido. En el club que vamos hay gente de más nacionalidades y
cada vez que hay reuniones charlamos con ecuatorianos y de todo, vamos a orientarnos y
ellos también y si estamos todos ahí pues bien, mejor, porque aunque seamos de diferentes
lugares todos pasamos por las mismas situaciones. Con mis amigas pasa algo similar,
somos un grupo bien variado. Yo, la colombiana del Puig, una que es de Rafelbuñol, y
otra valenciana”
Nada le ha resultado demasiado fácil, y los años que han pasado desde su llegada no la han
ayudado a olvidar lo que añora, de hecho parece que el tiempo sumara kilómetros a la
brecha que separa Valencia de Oposito, sabe que aunque se quede por años en España, su
lugar siempre será otro “¿Acostumbrada? Pues lo normal. Vas a trabajar, o al mercado,
sales con las amigas…. Ahora si, lo bueno que hay es que te juntás con gente con la que, a
lo mejor te haces una pequeña amistad vas por ahí y haces lo que yo allá no podías, porque
tenía que estar siempre con los chicos. Y está bien, porque eso te ayuda a no pensar en lo
otro, o al menos te distrae un poco, porque recordar tanto te mata de pena, eso está metido
161
ahí dentro (se agarra el pecho) y ya nunca va a salir. Y, no sé a lo mejor también será que
no he podido volver desde que me vine y me desespero, me muero por ir”
Emilio.
Emilio ya lleva más de un año y medio en España. Durante ese tiempo muchas de
las ideas que traía consigo han cambiado, se han reforzado, han desaparecido o han sido
reemplazadas por otras. Sin embargo una aún se mantiene, aunque distinta; sigue
sintiéndose latinoamericano “para mi sigue siendo tan importante mi identidad del otro
lado del charco que cuando llegué a España, a pesar de que me han pasado muchas cosas
que me han hecho cuestionarme mis creencias, sigo sintiéndome fuertemente
latinoamericano, sin duda más que de otra parte del globo. Pero creo que esta identidad
tiene dos niveles; uno ideal, o ideológico si se quiere, que está relacionado con un saber
más académico, más estructurado; y un nivel emocional, de uso diario, más inestable y
difuso que el primero. Aunque, obviamente, ambos niveles están unidos y se influyen
mutuamente, me resulta más práctico plantearme el asunto en estos términos, pensar que
por una parte tengo mis creencias, mis ideas, mi ideología, y por otra está la práctica, la
vida diaria. El asunto es que la mayoría de las veces ambos planos coinciden poco, y por
supuesto eso me crea conflictos. Supongo que es el típico cortocircuito entre teoría y
práctica. Aun así, a pesar de estos desencuentros soy un firme convencido de la posibilidad
de la existencia de una identidad latinoamericana. Lo único es que la vida diaria me ha
hecho replantearme ciertas cuestiones a nivel ideológico, lo cual creo que es bastante
positivo”
162
Esa misma vida diaria que le ha obligado a replantearse varios aspectos, también lo ha
puesto en contacto con otros inmigrantes “He conocido a bastantes inmigrantes,
especialmente del cono sur de América, más que nada por trabajo, aunque también por
amistad. He compartido empleo con varios colombianos, con un chileno y con un
argentino. Y he tenido amigos argentinos, aunque ya casi nunca los veo. Tengo que decir
que la verdad es que con los latinoamericanos se creaba una complicidad especial. Con los
porteños con los que salía de fiesta, a pesar de que no los conocía tanto, tenía bastantes
temas de conversación, hablábamos de temas de allá: música, cine, programas de la
televisión, de comidas. Comparábamos nuestras experiencias de vida allá, y aunque eran
distintas, por lo menos en la forma, se parecían bastante en el fondo. En especial
percibíamos la sensación de pertenecer a una parte del mundo olvidada, mirada en menos,
pero a la que todos queremos mucho. Con los latinos con que me ha tocado trabajar pasaba
algo similar, con el chileno era obvio que íbamos a tener aspectos en común, me acuerdo
que siempre estábamos hablando de comida; pastel de choclos, asados, empanadas, cosas
que no hay acá, el otro compañero era argentino, y bastante más callado que el chileno.
Pero cuando hablábamos también nos entendíamos bastante. Me acuerdo de un par de veces
que conversamos de los españoles, de cómo eran, de cómo nos veían. Y era bastante
evidente que había un ellos y un nosotros, y que él me consideraba parte de su gente. Luego
en la construcción he coincidido con un par de colombianos, y me he llevado bastante bien
con ellos, especialmente con el segundo, con el que sigo trabajando ahora. Ambos se
corresponden más con el estereotipo de latino alegre y bueno para bailar que se tiene acá,
todo el día escuchando cumbias y bachatas por la radio, cantando, e incluso bailando. De
hecho, lo primero que me dijo mi compañero apenas conocerme fue: ¿a ti te gusta la
163
cumbia no? Por supuesto si uno es de allá le gusta. No le importaba que yo fuera chileno,
tieso para bailar y que me gustara el rock. Me agradó su actitud. Lo curioso es que salvo
contadas excepciones ninguno de los latinos que he conocido es del todo consciente de ese
‘allá’ que utilizan. Si uno les pregunta si se sienten latinoamericanos la mayoría de las
veces no entienden bien la pregunta, les parece un insulto, como si se les llamara sudaca.
Todos ellos se perciben argentinos, colombianos, ecuatorianos y así. Hay una fuerte
identificación con sus países de origen. Tanto que una gran mayoría de ellos sólo se juntan
con compatriotas, especialmente los colombianos y los ecuatorianos. De hecho los dos
colombianos con que he trabajado siguen hablando igual que lo hacían en su país, con
todos los problemas para darse a entender que eso significa, a pesar de que llevan unos
cuatro años acá, claro, los otros compatriotas les entienden, por lo tanto no hay necesidad
de cambiar y ellos siguen así. A mí al principio me decepcionó un poco el ver que todos
sentían tan fuertemente apegados a sus identidades nacionales, y que las ideas
latinoamericanistas brillaran por su ausencia. Pero con el tiempo me fui dando cuenta que
no era que no lo sintieran, sino que simplemente no era parte de sus preocupaciones. Tal
vez no tenían esa visión ideológicamente, pero luego en la práctica no dudaban en
reconocerte como alguien que viene de la misma parte del mundo que ellos. Distintos pero
parecidos”
Aunque le resulte difícil especificar algunas de las semejanzas, otras le resultan
bastante más simple de describir “descubrí, con agrado, que entre todos los
latinoamericanos con que hablé existe un fuerte sentimiento en contra de Estados Unidos, y
no es sólo por su presidente, porque aquí en España también existe un clima muy anti
164
Bush, y por extensión anti gringo. No, lo que existe entre mis vecinos que he conocido es
el sentimiento de que hemos sido abusados por demasiado tiempo por los del norte, no sólo
en los últimos años, sino históricamente, y se nota el peso de vivir a la sombra de los
gringos. Esto es especialmente fuerte entre los colombianos. Muchas veces se lo tenemos
que explicar a los españoles, porque no lo entienden bien, nosotros nos miramos y nos
entendemos. Es igual que ser compañeros de desgracias; una semejanza más que precisa”
Pero no todas las similitudes se descubren hablando “También nos parecemos, en el trato,
en las formas, el español suele ser más brusco, aquí casi nadie pide las cosas por favor, o te
pide permiso. Los latinoamericanos que he conocido si, aquí les suele hacer gracia a los
españoles que seamos tan cuidadosos y educados, les parece anticuado. En el trabajo, yo
cuando llego por la mañana le doy la mano a Guilson, mi compañero colombiano, y al
despedirme también. Y la primera vez que mis colegas españoles me vieron, les llamó la
atención, supusieron que nos habíamos hecho amigos íntimos, y la verdad es que tampoco
le conocía tanto, es sólo que nuestra manera de ser es distinta. Los españoles son más fríos,
no son suecos, pero si marcan más las distancias. Yo no sé si soy el más adecuado para
decirlo, porque soy bastante frío, tengo la escuela escandinava en el cuerpo, pero hablando
con latinos, todos me han dicho que los de acá son bruscos, más fríos y serios, secos en
definitiva. Suele chocarles bastante, y a mi también, el poco cuidado que le prestan a las
fórmulas de cortesía, además que hablan fuerte y alto. Muchas veces he oído de parte de
compañeros el comentario: parece que estén enojados siempre. Esa es una de las diferencias
más claras que veo, el carácter, las formas, y eso ayuda a que nos acerquemos entre
nosotros. Y si a eso le sumas el venir del mismo rincón del mundo, y el sentirse hermanos
165
de desgracia, pues, te crea un sentimiento de cercanía que facilita bastante el
entendimiento”
Otra de las novedades que descubrió Emilio fue que Chile no le era tan indiferente, y
Suecia tampoco “La verdad es que yo siempre he renegado de los países, los considero una
construcción mezquina, destinada a dividir la gente, a embrutecerla en la glorificación de
una bandera un himno y una serie de mitos que sirven para enfrentarlos con sus vecinos,
pero en la distancia me he dado cuenta que hay cosas de mi país que me identifican, es
obvio, he vivido quince años ahí, y de hecho en Suecia hay otras muchas que también me
caracterizan, entonces a veces esto me crea un poco de conflicto, pero he aprendido a
sentirlo parte de mi persona . De todas maneras los aspectos con los que me identifico no
son la bandera, ni el himno, ni con las peleas territoriales, ni ninguna de esas “patriotadas”.
Son actitudes, ciertas formas de ser, incluso lugares, pero no porque sean particularmente
bonitos, sino por lo significan para mi, por la relación que tiene con la gente que quiero, mi
familia, mis amigos, para mi Chile significa eso. Por ejemplo, el no ser bueno para bailar,
no tener esa chispa que tienen los colombianos. Siempre he dicho: es que soy chileno, y
allá no bailamos, no somos alegres, somos más bien grises. Y cada vez me lo creo más. En
Cuba, me pasó que por mi aspecto muchas veces pensaban que yo era de allá y a veces las
chicas me sacaban a la pista, esperando que me supiera todos los bailes de moda, y yo para
evitar el ridículo les advertía: soy chileno, ante lo cual, se retiraban con una sonrisa
comprensiva en los labios en busca de alguien que pudiera servirles. Esa excusa me sigue
sirviendo para muchas situaciones de allí. No soy para nada patriota pero si que reconozco
los rasgos propios que tengo producto de criarme en un entorno particular. Con Suecia me
166
pasa algo parecido, nací ahí y viví por diez años, por lo que se me han grabado muchas
cuestiones, varias de las cuales no era ni consciente de que eran producto de mi educación
nórdica, de hecho me di cuenta recién el año pasado, cuando volví después de quince años.
Sentí que muchas partes de mi personalidad que hasta ese momento no encajaban en Chile,
cobraban sentido en el contexto nórdico. En el país andino muchas veces me sentí tonto,
poco pillo, porque los suecos te enseñan a confiar en los otros y a cumplir con las reglas por
voluntad propia, son súper respetuosos de los espacios comunes y muy cívicos, y algo de
eso se me ha quedado. De hecho me sentí demasiado a gusto en ese país. De todas maneras
lo que más extraño de Chile son mis amigos y mi familia, es lo único por lo que volvería
ahora. En Suecia en cambio me gustaría vivir, me gusta la sociedad y su paisaje”
Al principio esta identificación con sus países de origen le provocó cierto conflicto, por
considerarla incompatible con su sentimiento de pertenecía latinoamericana, más amplia e
integradora “siempre había sido crítico con los patriotismos porque los consideraba
enemigos de las identidades más amplias, como la latinoamericana, por supuesto ahora me
doy cuenta de que esta es una visión demasiado extremista, o por lo menos lo que solía
entender por patriotismo. Ahora veo más compatibles la existencia de identidades locales,
más limitadas, con otras más integradoras, amplias. Es decir, que creo perfectamente se
puede ser chileno y latinoamericano a la vez. Lo que no veo posible es ser patriota y
latinoamericanista, porque el primer término, al ser un fanatismo excluyente desconoce la
posibilidad de acabar con las fronteras, de reconocerse en el otro y de considerarlo un
igual, alguien con una cultura e idiosincrasia igual de válida que la propia. Ahora, por ser
chileno entiendo que simplemente reconocer ciertas particularidades producto del medio
167
específico, es una simple apreciación de las particularidades de un todo más amplio. Yo
primero soy latinoamericano y luego chileno. Pero me consta que para la mayoría de las
personas es al revés. Me conformo con que por lo menos, aunque sea inconscientemente se
reconozcan latinos.
Emilio es consciente que aunque muchas veces resulte un tópico, en su caso la distancia le
ha servido para tener perspectiva sobre aquello con lo que se identifica “Para mi, primero
ser un extranjero en Suecia y luego un retornado; que viene a ser lo mismo que un
extranjero, porque realmente yo no retornaba, sino que llegaba a secas; en Chile me dejó
un fuerte sentimiento de desarraigo, y por eso nunca me he llegado a sentir parte de ningún
país, siempre tomé distancia, incluso estando ahí, y por eso supongo que me ha parecido
lógico el optar por una identidad amplia, a mi juicio menos mezquina que los localismos.
Al principio todo era intuitivo, pero luego al ir aprendiendo un poco más de historia y
filosofía me fui dando cuenta de que había toda una corriente ideológica que cumplía
bastante mis expectativas respecto a las ideas latinoamericanistas. Entonces, antes de viajar
ya tenía mis ideas bastante claras, pero después de un año y medio en España he tenido que
poner varios planes en perspectiva, suavizar algunas y reforzar otras. Pero las ideas
principales que me rondan siguen siendo las mismas. Aquí he tenido que poner en práctica
mis creencias, confrontarlas con el mundo real.
168
Cierre del capítulo IV
Llegamos de esta manera al final de los relatos, con una reflexión de nuestros protagonistas,
sobre la manera en como ha cambiado su visión de Latinoamérica el hecho de encontrarse
lejos de ella. Está claro que en la forma los tres tienen un relato distinto, pero en el fondo
hay ciertas semejanzas interesantes. Está claro que los tres han tenido dificultades para
formar nuevas redes sociales, y los tres lo han hecho de maneras distintas: Viviana, después
de muchos desencuentros con la idiosincrasia española ha optado por no cambiar e intentar
ser aceptada con lo que ella percibe como su forma de ser chilena (o latinoamericana si se
prefiere); María en cambio, ha buscado la cercanía de sus compatriotas y ha formado un
pequeño grupo de amigas (formado por argentinas, colombianas y alguna española) que le
ayudan a sentirse un poco más en casa; y Emilio ha empezado prácticamente de cero,
haciendo un grupo de amigos conformado casi exclusivamente por españoles, y que tiene
su núcleo en su novia.
En apariencia las ideas latinoamericanistas sólo están presentes en los relatos de Viviana y
Emilio, quienes afirman sentirse latinoamericanos; pero si analizamos un poco el discurso
de María resulta obvio que en la construcción de sus nuevas redes sociales existe un hacer
identitario que apunta a un constructo amplio; especialmente cuando afirma sentir cercanía
con otros inmigrantes, por el simple hecho de compartir vivencias y desgracias, o cuando
describe la actividad que realiza la asociación argentina a la que asiste.
169
Vislumbramos, pues indicios de lo que parece ser la construcción de una identidad más
amplia, integradora de las identidades nacionales y complementaria de estas. Aparece, entre
palabras e imágenes, la latinoamericanidad.
170
CONCLUSIONES
171
Al comenzar este trabajo, los investigadores se plantearon una serie de objetivos y
decidieron afrontar la labor partiendo de unos supuestos. A medida que la investigación
fue avanzando, esos supuestos fueron enfrentados a la experiencia real y los objetivos se
fueron resolviendo.
El primer objetivo a resolver fue el de caracterizar a la población inmigrante en
España. Para lograrlo, se combinó la investigación bibliográfica (estadísticas, estudios, etc),
la lectura de prensa (la inmigración es un tema muy recurrente en la actualidad), la
investigación (entrevistas, observador participante), y la experiencia cotidiana (el día a día
te pone en contacto con inmigrantes)
Es innegable la importancia de la presencia extranjera en las calles de Valencia.
Muchos nativos (españoles y valencianos, se entiende) coinciden en señalar que esto es un
fenómeno reciente, y que hace diez o quince años la presencia de extranjeros era apenas
anecdótica. Hoy sin embargo es casi imposible no relacionarse de alguna manera con
personas que no han nacido en España, pues están presentes en prácticamente todos los
aspectos de la vida diaria. Por supuesto esto tiene consecuencias; algunas negativas y otras
positivas. Considerando que durante los últimos seis años, sólo EEUU supera a España en
cuanto a recepción de flujo inmigratorio, es normal que aparezcan ciertos sentimientos
xenófobos; según un estudio de El observatorio Español del Racismo y la Xenofobia, un
62% de los españoles considera que hay demasiados inmigrantes (20 minutos, 22 marzo
2007, pág.11) (aunque también cabe señalar que según el mismo estudio el 74% de la
población piensa que la aportación económica de este grupo al país es muy importante),
172
otros datos entregados por éste estudio señala que un 90% de españoles trabajaría con
inmigrantes, pero sólo un 53% les alquilaría una casa. En teoría esto puede parecer un
cuadro bastante oscuro, pero la experiencia matiza un poco las cifras. La vida cotidiana no
es tan dura, y casi todos los entrevistados para este trabajo coinciden en señalar que sus
relaciones con los españoles son buenas, aunque muchos reconocen que son más bien
distantes. Según han podido comprobar los investigadores, parece existir una diferenciación
en la población nativa, entre la figura del inmigrante, como construcción mediática, y el
inmigrante real, de carne y hueso con el que conviven a diario. El primero es el que les
parece suponer un problema, mientras que por regla general con el segundo tienen un trato
de lo más normal. Aquí vale la pena considerar el papel que juegan los medios en la
construcción de la imagen del inmigrante, pues es frecuente que cada cierto tiempo saturen
pantallas y portadas con imágenes de cayucos (precarios barcos pesqueros) desembarcando
hambrientos inmigrantes subsaharianos en las costas canarias, y al hacerlo suelen utilizar
términos como “desbordado”, “superado” y referirse a la inmigración como “problema”.
En opinión de los investigadores, este tratamiento contribuye a negativizar la imagen del
inmigrante, por lo menos la imagen “comunicacional” que tiene gran parte de la población
española del inmigrante. Sin embargo, ya que su quehacer habitual casi siempre los pone en
contacto con extranjeros de carne y hueso, ésta imagen virtual se contrasta con una
experiencia real, y casi siempre ésta termina moderando los sentimientos y normalizando
las relaciones.
Otro dato muy importante a tener en cuenta es la diferenciación de condiciones que existe
entre los inmigrantes legales y los ilegales. Para empezar los estudios estadísticos solo
173
suelen considerar a los extranjeros “con papeles” (es decir los que tienen su situación legal
en regla), pues es muy difícil analizar un grupo que no existe legalmente más que cuando es
penalizado por su condición. La principal, pero no única diferencia entre estos dos grupos
es la dificultad para acceder al mercado laboral (basta con recordar la mayoría de los casos
relatados en esta investigación, como por ejemplo: Emilio, Javi y María, los tres han
enfrentado graves problemas a la hora de conseguir trabajo por no contar con los permisos
correspondientes), especialmente después del proceso de regularización del 2005, con su
consiguiente endurecimiento de los castigos a quienes contraten “ilegales”. Esto en la
práctica se ha traducido en una precarización de las condiciones de contratación de los
irregulares (debido a las escasas oportunidades de contratación versus la alta demanda de
oportunidades laborales). Teniendo en cuenta que la gran mayoría de la inmigración
latinoamericana es de carácter económico, el que se le dificulte el acceso a éste, contribuye
enormemente a mermar su proceso de integración en la sociedad española. Por tanto,
resulta correcto afirmar que la integración a la sociedad del país receptor resulta bastante
más complicada para los inmigrantes que no tienen sus “papeles” en regla. El grupo de
inmigrantes que cuenta con sus permisos correspondientes al día, tiene más fácil el
conseguir ocupaciones laborales, aunque para ellos tampoco resulta demasiado fácil, puesto
que los campos en que pueden desempeñarse son bastante limitados; hostelería,
construcción y servicios domésticos, absorben la mayor parte de la fuerza de trabajo
latinoamericana. La vida y currículo anterior rara vez suele importar a la hora de postular
para un trabajo, con papeles o sin ellos.
174
Sin duda el tener un trabajo o no contribuye mucho a la integración del inmigrante, pues al
desarrollarse su trabajo en un medio inserto en la sociedad de acogida, éste se ve obligado a
interactuar con distintas instancias de la vida diaria de ésta. Sin embargo el desempeñar una
actividad laboral remunerada no es garantía de integración total. Pues en muchos casos la
concentración de inmigrantes en determinadas ocupaciones (debido a lo limitado de las
ofertas de trabajo mencionada anteriormente), produce que éstos formen grupos cerrados,
los cuales siguen manteniéndose fuera del ámbito laboral. Éste comportamiento parece ser
más fuerte en el caso de los inmigrantes que cuentan con colonias numerosas, como es el
caso de los colombianos y ecuatorianos, los cuales forman grandes comunidades las cuales
le permiten reproducir muchos aspectos de su vida cotidiana en su país de origen. Cuentan
con restaurantes de cocina típica, panaderías propias, discotecas propias, tiendas donde
pueden comprar productos de su tierra, periódicos y hasta emisoras de radio donde ponen
música especialmente destinadas a ellos. Al contar con todos estos elementos culturales,
disminuye la necesidad de adoptar elementos nuevos y se corre el riesgo de crear “Guettos”
dentro de la sociedad de acogida. Podríamos decir entonces que gran parte de la población
inmigrante latinoamericana se encuentra integrada “funcionalmente” (es decir, que vive y
trabaja en España, y tiene cierto grado de interrelación con las personas e instituciones
españolas), pero que afectivamente esa integración es mucho menor, ya que en muchos
casos se produce un aislamiento al formar grupos cerrados, provocado en gran medida por
la nostalgia derivada de la involuntariedad de su periplo económico. Volveremos sobre esto
más adelante.
175
El tema de la no integración, del aislamiento está muy ligado a otro tópico que
surgió al momento de realizar la investigación; la reafirmación de las identidades
nacionales. Según se puede intuir de las entrevistas realizadas, en muchos casos, se produce
una exaltación de lo que consideran como propio, de su “patria”, en definitiva de lo que
sienten que son frente al mundo. Nuevamente esto es más fácil si tienen una red social
amplia en donde pueden reproducir y ritualizar muchos de los aspectos culturales sobre los
que asientan esa autoimagen, por tanto no es de extrañar que es entre los colombianos y
ecuatorianos donde resulte más visible esta suerte de “patriotismo a la distancia”, sin
embargo tampoco es difícil de encontrar entre grupos de inmigrantes más reducidos cómo
los bolivianos, peruanos, uruguayos o los argentinos. Tomemos por ejemplo el caso de
María, que nada más llegar a su nueva casa en España tiene la preocupación de conseguir
“cosas argentinas” para adornarla (pág.118)
Respecto a la visión que tienen de los españoles los latinoamericanos inmigrantes en
Valencia, cabe destacar que la mayoría de entrevistados suele hacer un nosotros y un ellos,
y no es extraño que se les califique de serios y malhumorados. A pesar de que entre los que
prestaron su testimonio para este trabajo, no se detectaron casos de discriminación
xenófoba, si que se menciona el sentirse distintos, con un carácter diferente y formas de
comportarse desiguales. Algo en que muchos coinciden, por ejemplo, es en los modales; los
latinoamericanos (siempre según ellos mismos) suelen ser bastante más cuidadosos con las
formas y fórmulas de cortesía, mientras la mayor parte de la sociedad española las ve como
algo anticuado. Esto, que puede parecer una nimiedad puede en muchos casos resultar un
obstáculo en el trato diario.
176
Hasta este punto se ha expuesto cómo han sido resueltos los objetivos específicos,
por lo tanto es tiempo de abordar el punto central que atañe este trabajo, la identidad
latinoamericana entre los inmigrantes del cono sur; “Identificar, describir y analizar la
identidad latinoamericana y su proceso de construcción en inmigrantes del cono sur
americano que residen en España, que llegaron al país desde 1998 en adelante y que
actualmente tienen entre 20 y 90 años.” Ese es el objetivo general, lo medular de éste
trabajo.
Para intentar cumplirlo, se ha recurrido a las historias de vida, a las entrevistas, y a la
técnica de investigador participante (uno de los autores ha vivido y trabajado en España
durante más de dos años, como inmigrante ilegal, y la otra es Española, viviendo en
Valencia). La razón para elegir éstas metodologías han sido ampliamente expuestas en la
introducción, y corresponden principalmente al tipo de tema tratado (se presta a un enfoque
cualitativo, por tratarse de ideas complejas y muchas veces implícitas en respuestas, lo que
dificulta mucho su evaluación cuantitativa), y al deseo de crear un producto de lectura
simple.
Lo primero que salta a la vista al leer los relatos y las entrevistas es una marcada exaltación
del sentimiento nacional. En primera instancia puede deducirse que este sentimiento viene
propiciado por la nostalgia que significa el encontrarse lejos de casa. Aquí es importante
señalar la importancia que tiene tanto la historia personal de cada uno, como las
circunstancias que llevaron a esa persona a tomar la decisión de abandonar su tierra.
177
La mayor parte de los inmigrantes latinoamericanos llega a España buscando un futuro
mejor, un porvenir económico distinto al que tienen en su país de origen. Por esto no es
errado afirmar que su decisión de emigrar no es voluntaria, en cuanto lo hacen empujados
por la precariedad y la necesidad. Por lo tanto al arribar al destino lo hacen con una
disposición distinta del que viaja para “conocer mundo”, ellos están ahí por una razón
específica, para ganar dinero y volver a su país. Por eso es que la añoranza de lo que sienten
suyo resulta más fuerte, porque de alguna manera les ha sido arrebatado, negado por las
malas condiciones económicas. Como resultado de esto, tienen una predisposición muy
positiva a reproducir todo lo que pueda ayudarlos a sentirse menos lejos en la distancia de
su exilio económico. Y lo hacen. Existen discotecas exclusivamente de colombianos,
restaurantes ecuatorianos, panaderías argentinas y radios donde no ponen más que salsa,
cumbias y bachatas. Algunos de los entrevistados para éste trabajo, seguían utilizando los
mismos modismos, acento y giros lingüísticos, que cuando vivían en Cali, La Paz o Buenos
Aires (Muchos de los modismos de María se han mantenido en la trascripción, por ejemplo.
Mientras que inexplicablemente Javi, al momento de ser entrevistado modificó
sustancialmente su manera de hablar), a pesar de llevar aquí mas de cinco años; y a pesar de
que hablar de esa manera les dificulta la interacción con los españoles (eso ha sido
observado en muchas ocasiones por los investigadores, especialmente por Emilio, en la
interacción con compañeros de trabajo). Es claramente un signo identitario, un símbolo de
resistencia, una manera de aferrarse a una idea que se niegan a convertir en recuerdo.
La historia personal de cada uno influye profundamente en como el inmigrante procesa los
hechos a los que se enfrenta cuando llega. Retomando el concepto de “marco conceptual”
178
de Olivé, podemos afirmar que los individuos están constituidos por sus relaciones sociales
y las herramientas culturales que adquieren en ellas. Por tanto, es lógico que si nunca se ha
tenido contacto con ideas latinoamericanistas, es mucho menos probable que éstas surjan
por generación espontánea. María por ejemplo, debido a su educación, se tiende a
identificar con los símbolos patrios mucho más que Emilio o Viviana por ejemplo
(comparar el discurso antipatriótico de Emilio en el capítulo IV con lo que cuenta María en
las páginas 157-158) Por tanto no es de extrañar que la nostalgia lleve a buscar refugio en
lo que el emigrante tiene más a mano a nivel identitario, su nacionalidad.
Cabe destacar, sin embargo, que a pesar de que en sus orígenes las identidades nacionales,
son lo que Castells llamaría, “identidades dominantes”, una vez que son reproducidas en
España, adquieren un carácter de “identidades de resistencia”, pues surgen en un medio que
hasta cierto punto el inmigrante percibe como hostil, y frente a una identidad dominante
que no percibe como suya. Son en definitiva una reivindicación de lo que se considera
propio, una manera de no olvidar, de no resignarse. Además, como consecuencia de ésta
construcción identitaria se generan comunidades, las cuales son los grupos característicos
de éste tipo de fabricación. Esto es fácil de apreciar en el caso de María o de Javi, por
ejemplo. La primera al poco de llegar sufre la traumática deportación de su marido
(pág.119), y el segundo se enfrenta a las dificultades de ser un indocumentado en una
ciudad como Madrid (pág.127) ambas situaciones dan cuenta de una sociedad de acogida
bastante hostil; lo que obviamente lleva a buscar refugio, a reafirmarse ante la agresión, y
ambos buscan ese refugio en sus compatriotas, en lo que conocen y sienten familiar,
179
intentando construir sus redes y espacios sociales propios dentro de la cultura e identidad
dominante.
Analizando las entrevistas y la experiencia obtenida por el trabajo en terreno, los
investigadores pueden afirmar que existen ciertos elementos culturales en común, que en la
práctica, es decir en el uso diario, sirven de “puente” entre los inmigrantes
latinoamericanos, facilitando su convivencia y promoviendo la cercanía entre ellos. Es
necesario aclarar que la mayor parte de las veces, los mismos inmigrantes no son del todo
consciente de estas semejanzas. A grandes rasgos podemos decir que los aspectos en común
encontrados son:
-Importancia prioritaria de la familia. Especialmente entre las mujeres, y más aún entre las
madres. Basta con ver los casos de María y Viviana, que no se cansan de repetir lo
importante que son sus hijos y su familia en todas sus decisiones; por ejemplo, Viviana los
cita como motivo de migración (pág.71), como fuerza de apoyo durante los años duros de
la dictadura (pág. 68) y como uno de sus más destacados recuerdos de infancia (pág 28);
María también cita como motivo de su viaje sus hijos y familia (pág.80) Entre los hombres
también es bastante fuerte esta importancia, y se demuestra en la voluntad de conservar la
familia unida y de mantener ciertas tradiciones.
-Auto percepción de ser más festivos y alegres que los españoles. Consideran a éstos más
secos y serios. Varios de los entrevistados mencionaron el hecho de no poder poner música
a un volumen alto en sus casas, como un ejemplo de ésta situación. Muchos consideran que
180
las celebraciones de fechas importantes son más frías en España (la fiesta de los quince en
el caso de María (pág. 45), o la navidad (pág.41)
-Sentimiento antiimperialista, contra EEUU. Más allá de la contingencia actual, es muy
común detectar un rechazo “estructural” hacia EEUU entre los latinoamericanos residentes
en Valencia, pues éste país es percibido como el gran enemigo de toda la zona, y casi todos
argumentan sus razones para no simpatizar con las políticas intervencionistas de sus
vecinos del norte.
-Conciencia de venir de una parte del mundo asolada por la pobreza y la exclusión, a la vez
que de una sociedad esforzada, trabajadora y orgullosa. Como ejemplo podemos citar una
conversación fuera de grabadora que tuvo uno de los investigadores con un colombiano, en
donde le relataba como a través de lo que el llamaba “invasiones”, se había creado el barrio
en el que se había criado. El investigador reconoció en su relato lo que en Chile se llama
“tomas de terreno”, y ambos pudieron comprobar, que aunque con distinto nombre, el
fenómeno se produce con características casi calcadas en un lugar y en otro. De la misma
manera, la infancia pobre de María es mucho más factible de ser comprendida por un
ecuatoriano de su misma edad, que por un español o un alemán que comparta su fecha de
nacimiento. Resulta representativo de esto cuando María explica la cercanía que siente con
otros inmigrantes, que la comprenden, porque han pasado o están pasando por lo mismo
que ella (pág. 158)
-Numerosas semejanzas culturales, en apariencia insignificantes, pero que en el trato diario
generan cercanía: El simple hecho de tener dos nombres; en vez de uno solo, como es
181
costumbre en España; colabora a estrechar lazos. Lo mismo sucede con ciertos programas
de televisión (series infantiles, teleseries, etc) o marcas de comidas y dulces. Aquí vale la
pena mencionar también las formulas de cortesía y el cuidado con las formas. Un elemento
que para muchos, marca una diferencia importante entre los españoles y los
latinoamericanos. El español es percibido como más rudo, e incluso más grosero y seco en
el trato.
-La idea de que la vida en comunidad en Latinoamérica es mucho más abierta, solidaria y
acogedora que en España. Esto conecta con la idea de que los españoles son más hoscos,
secos y cerrados que los latinoamericanos. Al respecto cabe mencionar la opinión de
Flavia, que tilda a los españoles de “secos” y “desconfiados”, en oposición a los brasileños
a los cuales percibe como más acogedores y abiertos (pág. 115), o de María que cita varios
ejemplos de solidaridad de su comunidad en Argentina (pág.39-40, por ejemplo). O de
cómo Viviana percibe a sus compañeras de trabajo españolas comparadas con sus
compañeras de trabajo chilenas (pág.112).
-Aunque la clasificación adoptada por los investigadores omite el sesgo lingüístico para la
definición de latinoamericanidad, la práctica demuestra que el compartir una lengua es un
factor que contribuye al acercamiento (cabe señalar que la presencia de brasileños no
hispano parlantes es mínima), y la comprensión, (de hecho varios entevistados Carlos,
Ampuer y Rubén, por ejemplo, lo mencionaron como un factor decisivo a la hora de elegir
España como destino). Otro factor positivo, es que el manejar el español como lengua
182
materna favorece la integración del inmigrante en la sociedad española, algo que no sucede
con los marroquíes o los rumanos, por ejemplo.
Cabe concluir entonces que, existe un “hacer identitario” que nos permite
vislumbrar trazos de una identidad supranacional, y las condiciones para que esta se
cristalice. Retomando la idea de Krausse (2001) de comunidad intersubjetiva o de
sentimiento de comunidad, encontramos que se presentan las condiciones que la autora
identifica como los componentes mínimos de ésta: el sentimiento de pertenencia, la
interrelación, y una cultura común, es decir la existencia de significados compartidos.
El siguiente paso es relacionar la creación de éstas comunidades con la idea de
identidad de resistencia presentada por Castells (1999). Como hemos mencionado
anteriormente en éstas conclusiones, las identidades de resistencia se crean en oposición a
la lógica dominante, desde abajo, y eso es precisamente lo que pasa en el caso de los
inmigrantes latinoamericanos, que al sentirse en un medio que los califica de distintos, y los
coloca en un espectro que va desde el cada vez más denotativo inmigrante hasta el
criminalizador invasor o ladrón; recurren a los elementos culturales que tienen a mano y
reafirman sus identidades nacionales, construyendo a su vez redes sociales nuevas que
funcionan a modo de “infraestructura” para que ésta nueva identidad se mantenga.
Pensemos por ejemplo, en la cancha de fútbol donde Javi se reúne religiosamente con sus
compatriotas; o la asociación de ayuda a inmigrantes donde Viviana puede seguir en
contacto con lo que ella considera su gente. Hemos mencionado anteriormente que cuando
el número de compatriotas lo permite, muchas veces estas comunidades se crean alrededor
183
de la idea de la identidad nacional, pero en el caso de las poblaciones menos numerosas, es
común ver instancias de organización en que conviven colombianos, ecuatorianos,
chilenos, argentinos y peruanos. Además, por la simple interacción diaria, los distintos
colectivos, o miembros de las distintas comunidades si se prefiere, se encuentran y
descubren, desenterrando semejanzas y objetos culturales compartidos que contribuyen a
integrar y acercar los distintos grupos en un todo más amplio. Por ejemplo, un colombiano
y un chileno, por mucho que se encuentren integrados dentro de una comunidad de
compatriotas, son capaces de reconocerse entre ellos y frente a la adversidad de un medio
agresivo, descubren analogías entre sus vivencias, que permiten que ambos se sientan parte
de una realidad comunitaria mucho más amplia que su país de origen.
Por lo tanto, afirmamos que existe un hacer identitario, una construcción comunitaria, que
se desarrolla en la práctica pragmática del día a día, en la cual encontramos el germen de
una identidad latinoamericana. Todos los días conviven en Valencia, miles y miles de
inmigrantes del cono sur, intercambiando experiencias, recuerdos, visiones de mundo e
historias de vida, esto lleva a la construcción de redes sociales, que inevitablemente
terminan prolongándose mucho más allá de las simples identidades de los países de origen,
las cuáles aunque sumamente importantes, son factibles de ser incorporadas dentro de un
constructo más amplio, y en primera instancia al menos, no son para nada irreconciliables
con un pensamiento continental.
Por tanto, los supuestos de los que se partió se han visto confirmados, existe una
identidad supranacional, que aunque no construcción consciente y sistematizada, si es una
184
construcción práctica, generada en gran medida, por la distancia, combinada con las
adversas condiciones del país receptor, la añoranza de lo que se ha dejado atrás y el
contacto con otros muchos inmigrantes latinoamericanos. De hecho casi todos los
entrevistados han conocido más latinoamericanos en España que cuando vivían en sus
países de origen. El supuesto de que ésta identidad supranacional es una identidad de
resistencia, también se ha visto confirmada, puesto que tanto las identidades nacionales,
con sus correspondientes comunidades, y la identidad supranacional, se generan como
respuesta a la mirada ajena, a la clasificación que hace la sociedad de acogida.
Habiendo dicho esto, y teniendo en mente las semejanzas culturales antes
enumeradas, cabe una última reflexión; existen las condiciones para propiciar la creación
de un proyecto de identidad colectiva supranacional entre los inmigrantes latinoamericanos
en España, y en particular en Valencia. Existen las comunidades organizadas que pueden
servir de base para esto y están las condiciones culturales que pueden propiciar el
acercamiento. Encontramos asimismo condiciones favorables para integrar ésta identidad
en el medio español. Esto es importante en cuanto, cómo se ha expuesto en estas
conclusiones y en la introducción, la situación migratoria en España se encuentra en un
momento álgido y la población inmigrante latinoamericana crece de manera sostenida. Para
evitar futuros conflictos, los investigadores creen que todo esfuerzo integrador es positivo,
y la creación de una “conciencia latinoamericana”, que acerque a las comunidades, tanto
entre si, como a la sociedad española, es una acción deseable, pues como dice Villoro
(1991. pág. 97) cuando habla sobre la reflexión que un pueblo hace sobre su identidad
“Podemos llamar auténtica a una cultura cuando está dirigida por proyectos que responden
185
a necesidades y deseos colectivos básicos y cuando expresa efectivamente creencias,
valoraciones y anhelos que comparten los miembros de esa cultura”.Es nuestra firme
creencia, que en aras de la convivencia y la mejora de condiciones de la población
inmigrante latinoamericana, es necesaria formar un frente unido, donde se reconozcan las
diferencias y particularidades de cada pueblo, pero primen los lazos de unión que otorguen
la fortaleza necesaria para ser tomados en cuenta con la seriedad que se merece una
comunidad que tanto aporta al crecimiento del país en el que han decidido buscar un
destino mejor.
186
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España: Siglo Veintiuno de España editores.2002
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Marga Luis (2007). “Para el 62%, en España hay demasiados inmigrantes” diario 20
minutos, edición Valencia, España, 22 marzo de 2007, pag.11,
Apuntes de cátedra:
Ballas, Claudia y Rivas, Patricio. Apuntes para la asignatura “seminario avanzado”.
Santiago: Universidad Arcis.2004.
Insunza, Jaime. Historia económica y social de Chile y América Latina. Asignatura dictada
en la Universidad Arcis, Santiago, Chile. 2004.
Rivas, Patricio. Teorías del estado. Cátedra dictada en Universidad Arcis, Santiago,
Chile.2004.
192
ENTREVISTAS
Emilio Alejandro Vivallo:
Chileno de 28 años, nacido en Suecia (hijo de exiliados políticos). Actualmente está soltero
y cuenta con un nivel sociocultural medio alto. A pesar de ser estudiante de periodismo, en
España trabaja de albañil. Al tratarse de uno de los investigadores no se ha realizado
entrevistas formales y físicas.
Carlos Antonio Gómez
Es argentino, de Buenos Aires, tiene 27 años, está soltero y lleva casi cinco en España.
Antes de emigrar trabajaba en diseño gráfico. También hacía música, pero a nivel amateur.
En España trabaja también de diseñador gráfico. Cuenta con un nivel económico medio.
Entrevista: 7 de mayo de 2005.
Flavia Maria Fernández:
Tiene 26 años, es brasileña, En el momento de la entrevista llevaba un año en España y
estaba soltera. Antes de venir a Valencia estudió comunicación Audiovisual. Además
combinaba sus estudios con un trabajo en la televisión local de la comunidad donde vivía.
Le gusta mucho viajar, conocer gente y cosas nuevas y el arte. Trabaja de camarera en un
Púb. Tiene un nivel cultural medio alto.
193
Entrevista: 12 de septiembre de 2005.
Javi Agudelo:
Es colombiano, tiene 37 años y lleva cinco en España. En Colombia era conductor de taxi,
de buseta y de autobús. También trabajó en electricidad, fontanería, construcción… Tiene
un hijo de doce años de su primera mujer. Actualmente vive con otra con la que no ha
tenido descendencia. En España trabaja en la construcción. Tiene un nivel socioeconómico
y cultural medio bajo.
Entrevista: 19 de noviembre de 2005.
Maria Fernanda Inza:
Argentina de 28 años, casada y con 3 hijos; y que vive en el Puig (Valencia).Es camarera,
limpia casas y cuida niños. El padre de sus hijos fue deportado y no tiene intención de
volver. Cuenta con un nivel socioeconómico y cultural medio bajo.
Varias entrevistas: 24 enero de 2005, 27 de febrero de 2005, 10 de marzo de 2007,4 de
septiembre de 2005, 28 de septiembre de 2005,27 de noviembre de 2007.
Rubén lisbey y Ampuer Tenay
Son venezolanos, tienen 24 y 29 años respectivamente. En Venezuela llevaban una vida
bastante cómoda, Rubén trabajaba en una fábrica de aluminio y Ampuer estudiaba
comunicación social y trabajaba. Ampuer cuenta con doble nacionalidad. Su abuelo era
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Francés. En España viven juntos, en un departamento que comparten con otros jóvenes
inmigrantes. Ambos son de familia acomodada y “anti Chavistas”.Trabajan de lo que les
sale: camareros, repartidores… (Trabajos de tiempo parcial y de contrato definido).
Entrevista: 27 de junio de 2005.
Viviana Miranda Sersen
Chilena de 57 años, casada, con 3 hijos. (Los tres viven en España, pero ninguno en
Valencia).En el momento de las entrevistas llevaba más de tres años en España. Presenta un
Nivel sociocultural medio alto y además en su país su poder adquisitivo era medio-alto.
Trabaja en una asociación que ayuda a las mujeres inmigrantes.
Entrevistas: 3 de marzo de 2005, 27 de marzo de 2005,9 de abril de 2005.
Wilson Andrés García:
Boliviano de 35 años. Soltero. En su país de origen tiene un gimnasio y en España está
estudiando cursos relacionados con el deporte. Además trabaja como entrenador personal y
cuidador de ancianos. Vivió varios años en EEUU. Su nivel económico en Bolivia es medio
alto y en España medio bajo.
Entrevista: 3 de mayo de 2005.
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