i. el combate es exigente, ef 6:10-11 por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el señor, y en...

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I. El combate es exigente, Ef 6:10-11

“Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza”.

“Debemos fortalecernos en el Señor porque:” “Debemos fortalecernos en el Señor porque:”

A. Nuestro entrenamiento es arduo, v.10

I. El combate es exigente, Ef 6:10-11

“Debemos fortalecernos en el Señor porque:” “Debemos fortalecernos en el Señor porque:”

B. Nuestro enemigo es astuto, v.11

“Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo”.

En primer lugar, la armadura es indispensable para la lucha.

En segundo lugar, la armadura es indivisible para la lucha.

Y en tercer lugar, la armadura es inalterable para la lucha.

II. El conflicto es espiritual, Ef 6:12-13

“Debemos fortalecernos en el Señor porque:” “Debemos fortalecernos en el Señor porque:”

A. Nuestro enfrentamiento es arriesgado, v.12

“Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes”.

“Debemos fortalecernos en el Señor porque:” “Debemos fortalecernos en el Señor porque:”

B. Nuestro equipamiento es asombroso, v.13

“Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes”.

II. El conflicto es espiritual, Ef 6:12-13

El primer túnel está comprendido por las emociones, sentimientos y deseos.

El segundo túnel está comprendido por los hábitos y patrones de comportamiento de nuestro antiguo estilo de vida.

Y el tercer túnel lo comprende nuestra mente.

Conclusión

La batalla, que como cristianos tenemos que librar diariamente, requiere de una potencia sobrehumana. Ciertamente encontrarse en una guerra requiere de coraje, determinación y valor. Mientras más grande sea la batalla, más grandes tienen que ser estas virtudes. Es por eso que Pablo establece que la fortaleza del creyente es vital para su éxito en la lucha.

Un soldado enfermo, débil o herido es un blanco fácil de alcanzar, un objetivo sencillo de eliminar. Por el contrario, un soldado bien entrenado, bien alimentado, bien fortalecido será el factor decisivo en la victoria de la lucha.

Es por esto que reconocemos que el combate en el que nos encontramos es exigente, así que necesitamos de un entrenamiento arduo, ya que nuestro enemigo es astuto.

De la misma manera, reconocemos que el conflicto que enfrentamos es espiritual, puesto que nuestro enfrentamiento es arriesgado, pero providencialmente tenemos un equipamiento asombroso.

Para que un soldado tenga una verdadera entrega en la guerra que sostiene, necesita creer y amar aquello por lo que está luchando.

Hermanos, tenemos una lucha que librar, tenemos un enemigo que derrotar. Así que, debemos fortalecernos en el Señor, luchar en su nombre, derrotar a los imperios del maligno,

y permanecer firmes. ¡Luchemos hasta la victoria!

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