historia de la medicina en venezuela libro 2
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Carlos Villaverde
HISTORIA DE LA MEDICINAAproximación Venezuela
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Fondo Editorial Predios
Dedico
A los estudiantes de Medicina de la Universidad de Carabobo, que pese a los obstáculos de toda índole, en especial los rigores de la insufrible tanto como inservible burocracia universitaria, no cejan en su empeño por alcanzar el objetivo trazado de convertirse en médicos al servicio de la humanidad.
A ustedes estudiantes de Medicina, el resultado de esta investigación de un instante en la historia de nuestra profesión, la historia de la medicina en nuestro país.
El autor
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Contenido
INTROITO
LOS ESTUDIOS DE MEDICINA EN VENEZUELA
1. Lorenzo Campins y Ballester, fundador de los estudios médicos en Venezuela.
2. El Protomedicato.
3. Evolución de la educación médica. La reforma de Vargas. La transformación de los estudios médicos.
4. La enseñanza de la medicina en la actualidad. Los pensa de estudios. Aproximación a los desafíos de la medicina en la actualidad.
PRÁCTICA DE LA MEDICINA EN VENEZUELA
EL ESTADO VENEZOLANO Y LA SALUD
1. Los primeros hospitales.
2. Creación del Ministerio de Sanidad y el Seguro Social. Los programas sanitarios.
3. Diversificación de la oferta dispensadora de servicios de salud.
4. Evolución histórica del concepto de servicios públicos de salud.
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EVOLUCION HISTORICA DE LA INSTITUCIONALIDAD MÉDICA
MEDICOS VENEZOLANOS. Breves Semblanzas.
EVOLUCION CONSTITUCIONAL DE LA SALUD EN VENEZUELA
Introito
La Historia de la Medicina es la rama de la historia dedicada al estudio de los
conocimientos y prácticas médicas a lo largo del tiempo. Pasado, presente y
perspectiva de la medicina, la historia se convierte en canal de utilidad donde se
registra, explora, detalla y analiza la evolución del conocimiento médico encauzado en
promover, restablecer y mantener la salud. La Historia de la Medicina, no solamente
reseña los hechos o realidades que ocurrieron en el pasado, sino que también valora
y aporta elementos de análisis en tiempo presente contribuyendo a canalizar
situaciones del futuro de la ciencia médica.
Desde sus orígenes, el hombre ha tratado de explicarse la realidad y los
acontecimientos trascendentales que en ella tienen lugar, como la vida, la muerte o la
enfermedad. Las primeras civilizaciones y culturas humanas, basaron su práctica
médica en dos pilares aparentemente opuestos: un empirismo primitivo y de carácter
pragmático (aplicado fundamentalmente al uso de hierbas o fármacos obtenidos de la
naturaleza) y una medicina mágico-religiosa, que recurrió a los dioses para intentar
comprender lo inexplicable. En la actualidad, muchos de los momentos de
desconcierto son, sin duda, una de las causas del creciente interés por la historia,
para que nos ayuden a explicar causas y origen de los problemas. En la Grecia
antigua, Hipócrates, 460-377 a.C., lideró el proceso de elaboración del concepto
sobre la enfermedad y su origen natural, producto de un desequilibrio de "los cuatro
humores: sangre, flema, bilis amarilla y bilis negra". Ese fue el gérmen de la medicina
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moderna, aunque a lo largo de los siguientes dos milenios surgirán otras muchas
corrientes y se incorporarán e intercambiaran modelos médicos procedentes de otras
culturas con una larga tradición médica, como la china o la hindú.
La medicina del siglo XX, impulsada por el desarrollo científico y técnico, se fue
consolidando como una disciplina más resolutiva, aunque sin dejar de ser el fruto
sinérgico de las prácticas médicas experimentadas hasta ese momento: la medicina
científica, basada en la evidencia, se apoya en un paradigma fundamentalmente
biologicista, pero admite y propone un modelo de salud-enfermedad determinado por
factores biológicos, psicológicos y socioculturales. La llamada Unidad Biopsicosocial
que es el hombre.
La historia de la medicina en Venezuela es similar a la de otros países
iberoamericanos. Una primera etapa caracterizada por la medicina practicada por
médicos españoles, venidos de la península ibérica con fuerte influencia eclesiástica,
pasando por una etapa de nacimiento de instituciones y formación de médicos
venezolanos, hasta llegar a mediados del siglo veinte, cuando se crean hospitales,
gremios, centros de investigación, sociedades medicas y publicaciones, así como el
Ministerio de Sanidad y el Seguro Social. En la segunda mitad del siglo XX se
fortalece la medicina por el fuerte impulso biotecnológico y proliferan los centros de
formación e investigación médicas, que permiten catalogar a la medicina venezolana
como una de las más representativas de Suramérica. La historia de la medicina en
Venezuela, aún con los notables aportes existentes de historiadores y médicos
venezolanos, apenas se está escribiendo. Sobre todo la historia médica que se ha ido
formando en nuestro país a partir del mencionado siglo XX. En este “apenas” nos
sigue faltando cierta osadía y dosis más intensas de reflexión y agudeza crítica. En
cambio, nos sobra boato y complacencia, amén de indiferencia por conocer y divulgar
la historia de un conocimiento tan rico y cambiante, como el generado en la medicina.
Habría, desde luego, que encarar con rigurosidad histórica muchos episodios y
aportes de la medicina en Venezuela. Reconocer, por ejemplo, que han existido y
existen esfuerzos sostenidos y médicos e investigadores protagonistas –muchos de
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ellos aún casi anónimos- que proporcionan ya un cuerpo necesario y hasta urgente de
abordar y divulgar. Historia de la Medicina en Venezuela que debe ir más allá del dato
biográfico preciso o la impecable fecha de obituario, o del acto puntual en salas con
“olor a naftalina”, para adentrarse en aspectos hasta ahora soslayados, unas veces
por falta de certeza histórica, otras por simple ignorancia, otras por intención omisiva.
En esta aproximación a la Historia de la Medicina venezolana, concebida como un
bosquejo y elaborada para estudiantes del primer año de medicina, se unen dos
propósitos fundamentales: en primer lugar, la producción de un recurso pedagógico
en forma de libro que incluye la posibilidad de aproximar al estudiante de medicina a
la historia médica venezolana, en sus vertientes fundamentales; y, en segundo
término, no por ello menos importante, el abordaje, bajo el prisma inconcluso del
autor, de algunos de los episodios, eventos, situaciones, realidades y personajes que
delinean buena parte de la evolución histórica de la medicina en nuestro país. Con un
abordaje sucinto de un nuevo tópico de la investigación histórica se incorpora al libro
la evolución constitucional de la salud en Venezuela, tomando como referencia
primaria la constitución nacional promulgada en 1811.
Finalmente se reconoce que resultaría imposible para el formato didáctico escogido, no
ya una descripción extensa, ni siquiera una escueta relación de todos los episodios,
cambios, avances y protagonistas que nos ocupan. Por ello son comentados tan solo
algunos de ellos, en algunos casos los más significativos, y, en otras ocasiones, los
algo olvidados. Y todo en la intención de presentar un breviario que apenas aspira al
trazo inicial de la lectura de los estudiantes de medicina, para hacerles llegar la
reflexión de que sin historia, bien sabemos, la medicina carece de memoria y
perspectiva. Sin conocer la historia de nuestra profesión andamos sin brújula,
expuestos al olvido innecesario. Y la desmemoria es la verdadera muerte.
Sencillamente.
El autor.
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LOS ESTUDIOS DE MEDICINA EN VENEZUELA
Lorenzo Campíns y Ballester, fundador de los estudios médicos en Venezuela.
Durante la primera mitad del siglo XVII, en plena época colonial, varios médicos, entre
los cuales se encontraban fundamentalmente españoles y de otras naciones de
Europa, llegaron a residenciarse y a ejercer la medicina en el territorio de la para
entonces denominada Capitanía General de Venezuela. Los facultativos que llegaban a
ejercer la profesión médica cumplían con la obligación de presentar sus títulos al
Ayuntamiento, que era la instancia autorizada para conocer de la materia. En la primera
mitad del siglo XVII no existía ninguna forma de asociación médica legalmente
establecida.
Miguel Gerónimo, participó junto a Diego de Losada en 1583 en la fundación de
Caracas, y se considera el primer médico (aunque no existen datos sobre el sitio de
grado) que ejerciera en el entonces denominado valle del Ávila. Si existen fuentes
acerca de que Fernando Gómez de Munar, con título de médico expedido por la
Universidad de Sevilla, se recuerda como el médico graduado que ejerció por primera
vez la medicina en Caracas en 1703. Destaca el ejercicio médico desde 1727, del Dr.
Sebastián Vizena y Seixas, egresado de la Universidad de Madrid. Vizena y Seixas es
considerado el precursor de los estudios médicos en la Venezuela de entonces, pues
intentó, ante la instancia del Rey y el Cabildo de Caracas, la creación de una cátedra
de Medicina en la Universidad Real y Pontificia de Caracas. El intento fue fallido por los
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excesos burocráticos de la época, que parecen no cesar hoy, y por el curioso dato de
que no había aspirantes a cursar medicina, pues los jóvenes de entonces consideraban
a la profesión médica como poco lucrativa y de escaso reconocimiento social. No
obstante, Vizena y Seixas, tuvo discípulos, en el doctor Francisco Fontes y el bachiller
en medicina Jaime Llenes, quienes venidos de España, también intentaron abrir la
cátedra de medicina, pero fue negada por las instancias administrativas de entonces.
También destaca, entre los primeros médicos que ejercieron la Medicina en nuestro
país, el galeno cubano, graduado en la Universidad de Sevilla (España), Francisco
Xavier Socarrás, quien para 1762 gozaba de prestigio por sus aciertos clínicos. Algunos
médicos de nacionalidad francesa, de origen corso, con dudosa titulación, pues en su
mayoría eran boticarios, ejercieron también la medicina en Caracas, durante la primera
mitad del siglo XVIII. Cantidad de curanderos, hechiceros, chamanes y parlanchines de
toda laya, practicaban curaciones y actos médicos, en la Capitanía General de
Venezuela. Fueron muchas las personas, durante la primera mitad de este siglo, que
ejercieron la medicina sin título alguno que lo acreditase.
El fundador de los estudios médicos en Venezuela fue el médico español Lorenzo
Campíns y Ballester, quien había nacido en Palma de Mallorca (España) en 1726.
Llegó a Caracas el 24 de marzo de 1762, con los grados de Licenciado y maestro en
Filosofía por la Universidad de Mallorca, y, Licenciado y Doctor en Medicina por la
Universidad de Gandía, siendo agremiado, desde abril de 1756, del Colegio de
Medicina de Mallorca. Luego de ejercer, por corto tiempo, la medicina en la ciudad de
Cádiz (España), navega hasta América y llega a Caracas donde, en poco tiempo,
demuestra su calidad como médico asertivo y manifiesta ante el Ayuntamiento su
deseo de fundar una cátedra de medicina para formar a los médicos que necesitaba la
para entonces Capitanía General de Venezuela. Con la tesis de los Aforismos de
Hipócrates, Campins y Ballester defiende la posibilidad de abrir la cátedra, siendo
positivo el resultado de sus examinadores. El 10 de octubre de 1763, se registra como
la fecha en la que se dicta la primera clase de Medicina en nuestro país. Ese día se
escuchó por vez primera la mención de Esculapio por boca del propio Lorenzo
Campíns y Ballester y desde entonces "la luz de la ciencia médica siempre ha
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encontrado un espacio para acometer su propósito de atender al enfermo en la
calamidad de la dolencia". Lorenzo Campíns y Ballester no solo fue, para la época, un
clínico notable, sino también un brillante docente.
Sería posteriormente, el 14 de mayo de 1777, que la cátedra de medicina fundada por
Campins y Ballester le fuera otorgada por el Rey, en carácter de propiedad, así como
protomédico, del primer protomedicato creado para el territorio de la Capitanía General
de Venezuela. Se iniciaban así, formalmente, los estudios médicos en Venezuela.
El curso de medicina de Campins y Ballester, adscrito a la Universidad Real y Pontificia
de Caracas, duraba tres años de formación teórica y cuatro años de experiencia
práctica. Se impartían las siguientes asignaturas:
1. Higiene
2. Botánica
3. Filosofía
4. Fisiología
5. Patología
6. Terapéutica
Refiere Arístides Rojas en su trabajo “Orígenes Venezolanos”, lo siguiente: “La ciencia
del doctor Campíns y Ballester, se circunscribía a nociones de anatomía y fisiología,
así como a la patología de aquella época, en la terapéutica y materia médica conocida
en España desde tiempos remotos y que se enseñaban en las aulas de las
universidades que ya en buen número existían. Sin modelos ni laminarios de anatomía,
sin libros, sin bibliotecas científicas, el estudio de la medicina en un territorio tan
atrasado, la enseñanza de la medicina no podía pasar de ser rutinario. Una capital
como Caracas, despoblada, sin imprenta ni comercio con el mundo, presa del
contrabando y aunque situada a orillas del mar estaba muy distante de la civilización
universal. Mal podría adelantarse una ciencia que necesita, además de libros, modelos
y laminarios, de catedráticos hábiles y formados en comunicación con el mundo
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ilustrado: en una palabra el cambio constante de las ideas con la sociedad del viejo
mundo. He allí la labor titánica de Campíns y Ballester, de no amilanarse ante tanta
precariedad y ambiente adverso al conocimiento médico e intentar hacer de la
medicina una herramienta para salvar vidas humanas en aquel tiempo”.
La experiencia práctica era realizada por los estudiantes en el Hospital de San Pablo y
el Hospital de San Lázaro, dos nosocomios de Caracas, donde se diagnosticaban y
trataban las principales enfermedades de la época. Eran escasos los hospitales. Nueve
años después, y tras haber superado innumerables tropiezos, la encomiable labor de
Campíns y Ballester tuvo sus primeros resultados. José Francisco Molina Sierra, fue el
primer bachiller en medicina egresado del curso, el 21 de enero de 1775. Molina Sierra
era nativo de Puerto Cabello. Cuatro años después, el 2 de junio de 1779, Molina
Sierra también se convierte en el primer licenciado en medicina de Venezuela. El 15 de
junio de 1782, egresa el segundo bachiller venezolano en medicina, Rafael Córdoba
Verdes, quien sustituyera interinamente en la cátedra a Campins y Ballester, cuando
comenzaba a flaquear la salud de éste. Eran los primeros médicos venezolanos y el
resultado de la voluntad indoblegable de Campins y Ballester de formar galenos en una
época ciertamente hostil para todo lo que fuera conocimiento. Campíns y Ballester no
utilizaba textos de imprenta para la docencia de la medicina, este hecho estaba
determinado, entre otras cosas por las carencias de la época. La primera imprenta
llega a Venezuela mucho después. Impartió una enseñanza basada en cuadernos
manuscritos y dictando párrafos que luego los alumnos deberían memorizar.
Molina Sierra, ya recibido de doctor en medicina, pasa a dirigir la cátedra de Campins y
Ballester en 1785. Tres años más tarde muere prematuramente de tan solo treinta
años de edad. Prosigue la tarea uno de los más aventajados alumnos de Campins y
Ballester, el Dr. Felipe Tamariz (1759-1814), el cual se titula de médico en 1786 y
estuvo al frente de la cátedra de medicina de la Universidad Real y Pontificia, así como
del Protomedicato por 26 años, hasta su muerte. El doctor Tamariz influenciado por las
obras de medicina práctica del médico escocés Guillermo Cullen (1712-1790), realizó
algunos cambios en la manera de enseñar medicina a sus estudiantes; pues incorporó
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como texto de estudio la obra “Lectures on the materia medica”, libro que leía a sus
estudiantes. Igualmente incorporó a los estudios de medicina la obra de anatomía y
cirugía de los médicos españoles Bartolomé Serena y Antonio Medina. Tamariz
también participo de la vida política y formó parte de la Junta Patriótica. Muere en la
provincia de Barcelona (actual estado Anzoátegui) el 14 de julio de 1814.
La elevada responsabilidad de formar médicos con habilidades, destrezas y
sensibilidad social es ciertamente anterior a la creación de Facultades o Escuelas de
Medicina. No fue un proceso fácil ni rápido, por el contrario fue lento y tortuoso. Uno de
los primeros centros de estudio fue el Colegio Seminario de Caracas, fundado bajo la
advocación de Santa Rosa de Lima, el 22 de diciembre de 1721, transformado un año
después en Universidad Real y Pontificia. Se impartían estudios generales de Teología,
Moral, Leyes, Música y Filosofía. Para la fecha (1721) no se enseñaba Medicina y esta
disciplina continuaba sin control en el país. Treinta y ocho años después de la
constitución de la Universidad es cuando Lorenzo Campins y Ballester funda la Cátedra
de Medicina de la Universidad Real y Pontificia, debiéndose esperar nueve años más
para registrar el primer egresado. Catorce años después es que se instala el
Protomedicato de Caracas.
En la actualidad no existen dudas acerca de las dificultades y obstáculos de todo tipo
que tuvo que sortear Campins y Ballester para llevar adelante la formación de médicos
y el adecentamiento del ejercicio de la profesión médica. Fue realmente una tarea
quijotesca y a menudo incomprendida la de este médico español. Por un lado el
oscurantismo de la sociedad de entonces, que se resistía a los avances científicos y
prefería atenderse con curanderos, brujos y hechiceros, que a su vez alardeaban de
poseer superiores conocimientos a Hipócrates y Galeno. Por otra parte, la conducta
omisiva y hasta irresponsable de las autoridades dependientes del Rey, y hasta del
propio Monarca, que daban crédito a todo yerbatero o hechicero, que con súplicas y
halagos, convencían a la burocracia de la monarquía de las bondades de su
pseudoejercicio médico en perjuicio de la voluntad de luz de Campíns y Ballester.
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La historia venezolana no siempre le ha reconocido la fundación, a fuerza de sacrificio y
constancia suprema, de los estudios médicos en Venezuela a Campíns y Ballester,
atribuyéndosele, a otros médicos tal honor, incluso por razones políticas. Tal injusticia
se debe también a la errónea tendencia de creer que todo lo realizado en la época
colonial venezolana fue nefasto, cuando en realidad, existieron esfuerzos y obras que
merecen la pena reivindicar, como la de este meritorio y abnegado médico español
cuya labor docente, cumplió en buena parte en forma gratuita, pues consideraba un
honor formar a nuevos médicos. Campins y Ballester fallece en el sector El Valle de
Caracas, el 19 de febrero de 1785. El Dr. Ricardo Álvarez, tras un estudio
retrospectivo, refiere la causa de muerte de Campins y Ballester como "melancolía
involutiva".
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El Protomedicato
El 30 de marzo de 1477 se promulgó la Ley del Real Protomedicato y se constituyó la
primera institución encargada de la administración de la salud pública en España. El 11
de enero de 1570 se promulgó la ley que ordenaba la instalación de los Protomédicos
Generales en las colonias de Ultramar; y mediante esta ley se establecieron los
Protomedicatos en México, Lima, Santo Domingo y Bogotá. La creación del
Protomedicato en Venezuela, ocurrió posteriormente a los creados en México (1527);
Perú (1537); Chile (1615) y Guatemala (1711). Por petición de Lorenzo Campíns y
Ballester se produjo la Real Cédula del 14 de mayo de 1777 erigiendo el Protomedicato
de la ciudad de Caracas. Era otro aporte más a la naciente medicina venezolana, que
hacia el insigne medico español, Lorenzo Campíns y Ballester. A propósito de este
logro, Ambrosio Perera, uno de los más representativos historiadores de la medicina en
Venezuela, reflexionaba:
“Muchos vinieron, de las otras costas del Océano Atlántico, con ansias
de poder y riqueza, a esquilmar el oro y la plata que prometía la leyenda
de El Dorado. Pero es justo decir y advertir, que muchos también
vinieron a construir esta patria que se llama Venezuela. Entre ellos
Campíns y Ballester quien solicitaba del Cabildo de Caracas el permiso
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para entregarse al ejercicio de la medicina, en su juramento de aliviar el
dolenciaje de los enfermos y formar médicos”.
El contexto en que se creaba el Protomedicato tenía las siguientes características:
o Un curanderismo sin control aceptado por la gente y con fuerza e influencia en
sectores gubernamentales.
o Un sostenido desinterés, por parte de los jóvenes bachilleres, por estudiar
medicina, lo que favorecía el ejercicio "médico" de toda clase de intrusos.
o Había mediocridad en los médicos de entonces, lo que favorecía el desprestigio
de la profesión.
o Muy pocos médicos para la población existente, lo que generaba una insuficiente
cobertura a la demanda de servicios de salud.
o Las autoridades peninsulares recelaban de la formación médica que se dictaba
en la cátedra de medicina creada en la Universidad Real y Pontificia, o
Universidad Santa Rosa de Lima.
El Protomedicato fue un organismo regulador de la actividad médica, tanto del ejercicio
como la docencia, en el territorio de la Capitanía General de Venezuela. Era la
institución encargada de dirigir y supervisar el ejercicio de la medicina, la cirugía y la
farmacia. El ayuntamiento pagaba los honorarios del Protomédico, que fungía como
una especie de ministro de salud de hoy en día. Desde la inspección a una botica o
consultorio médicos hasta la evaluación de los médicos para poder ejercer la profesión,
tal era la amplitud de funciones, no sin dificultades frecuentes, que podía ejercer el
protomédico designado por la Real Cédula de la Corona. Enumeremos algunas de las
funciones autorizadas al Protomédico:
1. Evaluación de conocimientos del médico y expedición de permisos para ejercer
la profesión.
2. Fijación de honorarios profesionales del médico.
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3. Control de actividades sanitarias del Ayuntamiento.
4. Inspección de establecimientos de salud y boticas (farmacias).
5. Supervisión de las actividades docentes médicas.
6. Registro e información sobre enfermedades y epidemias.
7. Promulgación de códigos deontológicos para las profesiones de médico, cirujano
y boticario.
Entre las gestiones de Campins y Ballester, como primer protomédico, podemos
mencionar las siguientes:
o Ante los numerosos curanderos y curiosos que ejercían la medicina en
Caracas, que para entonces no superaba los cuarenta mil habitantes y ante
el evidente peligro para la salud de la población, llamo la atención a las
autoridades para prohibirle el ejercicio a los intrusos. En una decisión que
habla por sí sola de la incompetencia y las blandenguerías de la Corona y
de las autoridades de entonces, no se hizo caso a la solicitud de Campíns y
Ballester, y se opto por realizar una evaluación de conocimientos, al cual no
acudieron sino seis curanderos. Campíns y Ballester esgrimía que la
medicina, aun estudiándola, era una disciplina exigente y difícil de asimilar,
mal podrían ejercerla quienes ni se preocupaban por aprenderla.
o Se esforzó por mantener mecanismos regulatorios del ejercicio de la
profesión médica, en un ambiente donde proliferaban brujos, charlatanes,
hechiceros y curanderos, que se hacían pasar por médicos sin ningún
control ante una población ignorante e inerme y una actitud complaciente
de las autoridades.
o Ejerció supervisión en las boticas y dispensarios de la ciudad, preocupado
por la calidad de los fármacos que se expedían a los pacientes.
o Continuó, hasta casi su muerte y en un medio ciertamente hostil, en la
noble labor de formar médicos y de enseñar medicina.
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La creación del Protomedicato representó también una tenue delimitación de
campos de acción y gestión entre la autoridad civil y la iglesia católica
predominante.
o La autoridad civil adoptaba la decisión de profesionales de la medicina en
cuestiones relacionadas con la administración de la salud pública y las
instituciones de salud, con la capacidad de adoptar acciones para el control
del saber y de la práctica médica y farmacéutica.
o La intención era procurar la formación de instituciones capacitadas para
producir el control de enfermedades. Si bien el Protomedicato fue una
institución destinada a ser ejercidas por médicos, la limitación de la
institución comenzó desde su promulgación pues el monarca “determinó la
tolerancia de la curandería y del cirujano romancista”.
o Se puede expresar con veracidad que el Protomedicato inició, aunque de
manera tímida, la erradicación de la influencia clerical en la administración
de la salud. Esto no podía opacar la intención de caridad y todo lo hecho
con este fin durante siglos por infinidad de religiosos, pero ello no era
suficiente para curar, sobre todo con la fuerte carga mística y oscurantista
que promovió la Iglesia en la medicina medieval.
o No obstante, aunque la promulgación de la ley del Protomedicato la
influencia de Iglesia en el campo de la beneficencia y caridad, perdurará, no
sólo durante el período colonial tardío, sino también, durante el tiempo
republicano. Las funciones principales del Protomedicato fueron: regulación
del ejercicio médico en todas sus ramas, fiscalización de las boticas o
lugares de expendio de medicinas.
El Protomedicato vino también a ser una especie de fusión organizativa entre lo
que hoy conocemos como ministerio de la salud y el colegio de médicos, con
competencias esencialmente reguladoras de supervisión, evaluación, autorización,
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asistencia y docencia, de lo concerniente a las ciencias de la salud, que para la
época incluía a la medicina aun separada de la cirugía, así como la farmacia y los
dentistas. El último Protomédico en ejercer fue el médico español, nacido en las
Islas Canarias, José Joaquín Hernández, también discípulo de Campíns y
Ballester, quien después tendría papel relevante en la revisión de los estudios
médicos en Venezuela, en la denominada etapa de la reforma, liderada por José
María Vargas. Hernández, fue el único profesor en las dos universidades, la Real
Pontificia y la Universidad Central de Venezuela.
El 20 de marzo de 1904, ya en funciones el Protomedicato, sucedió un hecho
significativo para la incipiente salud pública en la entonces Capitanía General de
Venezuela. Se trata del primer esfuerzo coordinado de vacunación en territorio
americano. Ordenada por el Rey Carlos IV, fue llamada la expedición de la vacuna
o expedición Balmis, pues fue dirigida por el médico español Francisco Javier
Balmis. Con tres ayudantes médicos, dos practicantes y tres enfermeros, Balmis
lideró una jornada de vacunación que comenzó en Puerto Cabello y llegó a
vacunar contra la viruela, durante cuatro años ininterrumpidos, sorteando todo tipo
de obstáculos naturales y resistencia de los habitantes a las inmunizaciones, a
más de cien mil habitantes de 107 pueblos de la Capitanía General de Venezuela.
La expedición Balmis, constituye uno de los acontecimientos pioneros de la salud
pública. La importancia de la expedición Balmis y su benéfica labor cobra especial
relevancia porque la viruela era una de las enfermedades de mayor prevalencia en
el mundo y los territorios de América no escapaban a las consecuencias funestas
de dicha enfermedad.
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Evolución de la educación médica. La reforma de Vargas. La transformación de los estudios de medicina.
Los siglos XVIII y XIX estarían signados por cuatro grandes capítulos de la historia
de la humanidad, independientemente de sus resultados posteriores:
La revolución francesa, desde 1789, con su lema de igualdad, solidaridad y
fraternidad.
La revolución industrial, desde finales del siglo XVIII hasta 1840, con el
crecimiento económico y la máquina como punta de lanza de dicho
proceso.
La independencia de Estados Unidos, en 1776, y su perfilamiento como
potencia económica y militar del orbe.
La independencia de las antiguas colonias de la Corona Española, ocurrida
entre 1810 y 1823.
Ya en el siglo XIX, donde el hombre llegaría a aproximarse al conocimiento de la
naturaleza, el arte de curar en España, y en Europa en general, se desarrolló
vertiginosamente al mismo tiempo que era importado a Venezuela. Uno de los
primeros textos de amplia difusión fue el del médico escocés, William Cullen,
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titulado Elementos de la Medicina Práctica, traducido al español por el Dr.
Bartolomé Piñero y Siles. Cullen, abrazó la corriente mecanicista de la salud-
enfermedad, pues había sido formado en la escuela de Hermannus Boerhaave
(1688-1783), de amplio reconocimiento como agudo clínico en la Europa del siglo
XVIII y considerado el guía de la medicina práctica del siglo XVIII. Boerhaave
enseñaba medicina al lado del enfermo, es decir, en el hospital, que a partir de
entonces se convirtió cada vez más en un centro de enseñanza. El texto de Cullen
tenía unas características didácticas notables, debido al uso de la taxonomía, de la
que fue uno de sus más entusiastas defensores. Este ordenamiento fue una de las
razones de su éxito entre los médicos y estudiantes de medicina durante muchos
años en diversos países, incluyendo a Venezuela, donde persistió hasta 1827.
Destaca también el libro Curso Nuevo de Cirugía, editado en 1750, y escrito por
los médicos españoles Bartolomé Serena y Antonio Medina, de reconocida
exploración de la forma humana y algunas aplicaciones quirúrgicas en boga para
la época. Este libro de cirugía, encuentra su antecedente en el tratado Compendio
y examen nuevo de cirugía moderna, de Martín Martínez, editado en 1722, y que
establece la insustituible relación del conocimiento anatómico en la formación del
cirujano. Ya en las universidades europeas, se estudiaba a Morgagni y su obra
Sobre la sede y las causas de las enfermedades, averiguadas mediante el arte de
la anatomía, primer libro que “habla” de la patología orgánica. Morgagni partía de
la idea de que el análisis patológico de los órganos podría informar sobre las
causas y el curso de las enfermedades, afirmando en una suerte de apoteosis
anatomista que "es imposible determinar la esencia y las causas de una
enfermedad sin la disección del cadáver".
Los estudios médicos en Venezuela pueden dividirse en tres etapas, tal como lo
establece Rísquez (1856 - 1941):
1) La etapa colonial, donde destaca la labor de Lorenzo Campíns y Ballester,
fundador de los estudios médicos en Venezuela.
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2) La etapa de la reforma, encabezada por José María Vargas, quien reformo
los estudios médicos en Venezuela, a partir de 1827.
3) La etapa de la transformación de los estudios médicos en Venezuela, que
se puede ubicar a finales del siglo XIX, y donde protagonizan médicos
como Luis Razetti, Santos Dominici, José Gregorio Hernández, Pablo
Acosta Ortiz, y el mismo Francisco Rísquez, entre otros.
La clasificación de Rísquez, alcanza hasta la primera mitad del siglo XX, pues a
partir de entonces una cuarta etapa podría añadirse, la denominada etapa de la
modernidad, con eventos significativos como la creación del Ministerio de Sanidad
y sus programas de atención de enfermedades endémicas, el Seguro Social, la
proliferación de hospitales y la red ambulatoria, construida en el país durante el
transcurso del siglo XX, incluyendo la denominada Misión Barrio Adentro y los
Centros de Diagnóstico Integral (CDI), así como también, el uso de la
biotecnología y la multiplicación de escuelas de pre y posgrado de medicina en el
país con sus significativos aportes médicos e investigativos.
La etapa colonial ya ha sido abordada en las páginas precedentes. La etapa
reformista que lidera Vargas, puede ubicarse a partir de 1827, cuando Vargas,
introduce aspectos relevantes de la medicina experimental que se adelantaba en
Europa y los Estados Unidos. El contexto sociohistórico de la etapa de la reforma
de los estudios médicos en Venezuela se desarrolla en un ambiente de división
política y de precarias condiciones económicas. Venezuela salía de una guerra de
independencia y las necesidades sociales, entre ellas, la educativa, apremiaban.
El Libertador Simón Bolívar hacia esfuerzos por mantener la unidad de su sueño
integrador, que llamaba Colombia, ante los intentos secesionistas liderados por el
General José Antonio Páez en Venezuela y por Francisco de Paula Santander en
Nueva Granada (hoy, Colombia). Aun en medio de la vorágine divisionista, el 22
de enero de 1827, el Libertador, deroga la Universidad Real y Pontificia de
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Caracas, y decreta la creación de la Universidad Central de Venezuela, como eje
de un sistema de "Universidades Centrales" que debían crearse progresivamente
en diversas ciudades de Venezuela. Es electo primer rector de dicha universidad
el doctor José María Vargas quien inicia el proceso de reforma de los estudios
médicos en Venezuela, desde el momento de su juramentación en el cargo, el 15
de julio de 1827. Seis días más tarde se instala la Facultad Médica, según decreto
del Libertador que data del 25 de junio del mismo año.
Para acometer la reforma planteada, el Claustro Universitario, designó al Dr. José
Joaquín Hernández, quien había sido el último protomédico, como el encargado
de la reorganización de la enseñanza de la medicina, junto al Dr. Carlos Arvelo,
galeno carabobeño, quien había tenido una destacada participación como médico
jefe de los ejércitos libertadores y que escribiría un libro de Medicina Interna en
1839 que sería reconocido en muchas universidades iberoamericanas. Un
autentico logro intelectual el de Arvelo vistas las dificultades, tanto para editar
como para acceder a fuentes bibliográficas, que habían recrudecido para la época.
La hoja de ruta de la reforma incluyo un estatuto que rezaba: "Las clases de
medicina se organizaran en las siguientes cátedras:
Anatomía General y Descriptiva. Fisiología e Higiene. Nosografía y Patología
Interna. Medicina Práctica. Nosografía y Cirugía. Terapéutica Médica y Farmacia.
Obstetricia. Medicina Legal.
Además, agregaba el estatuto, había que sumar un curso especial de Clínica
Médica y Quirúrgica en el recinto hospitalario. Debían sumarse a la reforma, las
cátedras de Química y Botánica, de curso obligatorio para que los estudiantes
obtengan el grado en Medicina. Se considero igualmente que los estudiantes
tuvieran una cultura general, aperturandose cursos de francés, inglés y bellas
artes. Para tener una idea del proceso reformador liderado por Vargas, se
introduce, por primera vez en los estudios de Anatomía, las disecciones de
cadáveres, lo que originó un impacto positivo en la enseñanza de la medicina de la
149
época. La tarea de Vargas no se refiere solamente a la desarrollada en la
universidad. En 1821 funda la Sociedad Médica de Caracas con el objeto de
fomentar el avance de la ciencia médica, así como adelantó labores de
investigación en el campo de la Botánica, una de las grandes pasiones de Vargas.
Vargas es una figura representativa del afán de aprender y conocer la naturaleza
del siglo XIX. Había nacido en La Guaira el 28 de marzo de 1786. Egreso como
Bachiller en Medicina el 4 de mayo de 1808, y obtuvo el grado de Doctor en
Medicina, el 27 de septiembre del mismo año. Perteneció al Protomedicato, siendo
admitido el 1 de enero de 1809. Ejerció la medicina en Cumaná y participó a favor
de la causa independentista. La necesidad de ampliar sus conocimientos lo hizo
llegar a Europa. Estudio en la Escuela Médica de Edimburgo. Desde Europa
recaló en Puerto Rico, donde ejerció la profesión hasta 1825, año en el que
regresa a Caracas para fundar la cátedra de cirugía el año 1832. La obra médica
escrita por Vargas es prolífica y, en buena parte, novedosa, por lo que su utilidad
en el estudio de la medicina de la época constituye un intangible. Enumeramos
algunos de sus títulos:
1. Curso de lecciones y demostraciones anatómicas
2. Monografía sobre la Epilepsia
3. Memoria sobre un aneurisma de la arteria hepática
4. Morbosidad sobre el cólera
5. Epitome sobre la vacuna
6. Tratado de Obstetricia para estudiantes
7. Manual para parteras
8. Manual Compendio de Cirugía
El curso de lecciones y demostraciones anatómicas de Vargas, por ejemplo, sirvió
de texto a los estudiantes de medicina por casi medio siglo y dichas lecciones
sirvieron de base para las clases de cirugía y obstetricia. En el desarrollo que
alcanzó la botánica, fue Vargas unos de sus propulsores fundamentales. Utilizó la
clasificación de plantas elaborada por Humboldt, enriqueciendo su uso en
149
pacientes. De la práctica de Vargas en la botánica dan fe investigadores como
Ernst, Bertero y De Candolfo, cuando otorgan el nombre de Vargasias a dos
plantas descubiertas en la isla de Quisqueya (hoy República Dominicana). Se trata
de un género de Ternstroemiaceas y otra de la familia de las Compuetas.
Vargas, además de ejercer la medicina y practicar la docencia, defendía una visión
integral del país. Con Bolívar, del que fue su albacea, coincidía en que la
educación era el formidable instrumento para salir de la ignorancia y el atraso.
Consideraba que la patria debería ser de los hombres justos y no de los que
poseyeran la fuerza. Y esto no era nada fácil en una país apenas percibiendo su
libertad, económicamente en ruinas y con una arraigada concepción del ejercicio
del poder de facto. Pese a cierta relación ambigua con el poder llegó a ser
Presidente de la República, siendo depuesto por el triunfo de una rebelión
primitiva que privilegiaba la fuerza por encima de la razón. Es repuesto a la
Presidencia con la participación del General José Antonio Páez, pero presenta
finalmente su renuncia ante el Congreso Nacional, el 14 de abril de 1838. En una
suerte de exilio de las incomprensiones políticas, Vargas se marcha a Nueva York,
ciudad donde muere el 13 de julio de 1854, justo en los días en que se libraba en
Europa, la cruenta guerra de Crimea.
El proceso reformador de los estudios médicos, liderado por Vargas, pasó del
entusiasmo inicial a un estado de inacción que hizo decaer la calidad de los
estudios médicos en Venezuela. La inestabilidad política en un país con apenas
dos generaciones de independencia, derivó en varias “revoluciones” signadas por
el caudillismo como expresión del poder. Páez, Monagas y Guzmán, gobernaron a
Venezuela buena parte de la segunda mitad del siglo XIX. No había mucho tiempo
ni voluntad para dedicarse a la educación y la ciencia. El tiempo, y los escasos
recursos, eran empleados para apuntalar al caudillo y defender al gobierno de las
rebeliones, disidencias y reclamos, frente a las perversiones y arbitrariedades que
se cometían en nombre del gobierno o el caudillo de turno.
149
En este contexto de fragilidad política y precariedad ciudadana, los estudios
médicos en Venezuela sufrieron un estancamiento. Pese a la evolución de la
ciencia médica en el mundo, se continuaba con los mismos esquemas y
programas de estudio. Aquel avance que hubo en la enseñanza de la anatomía,
con la disección de cadáveres, había pasado al olvido. Es bajo la presidencia de la
república de Juan Pablo Rojas Paul (primer civil de presidente desde Vargas), y
una vez finalizada la dictadura de Guzmán Blanco, que se decreta la creación del
Hospital Vargas, y es inaugurado el primero de enero de 1891. Cabe resaltar la
apertura de nuevos centros de formación en medicina, los registrados en los
Colegios Superiores de Mérida, Valencia, Maracaibo y Cumaná.
Para 1891, la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Central de
Venezuela tenía 139 alumnos inscritos. Caracas rozaba los ochenta mil habitantes
y la facultad tenia las mismas cátedras que había creado Vargas en su proceso de
reforma. No sólo se había detenido el movimiento iniciado por el reformador
Vargas sino que languidecía en un estado de indiferencia y abandono. La
enseñanza de la Medicina era teórica, sin disecciones, ni laboratorios, ni
hospitales. Todo se tenía que aprender de memoria en los textos franceses, que
obligatoriamente recomendaban los profesores, muchos de ellos adeptos a los
regímenes de facto y cuya mediocridad era ya proverbial. En medio de este
ambiente tan impropio y atrasado para enseñar la medicina, conjunto de
disciplinas "tan complejas y cambiantes", sólo la introducción de las Cátedras de
Ciencias Naturales a cargo de Adolfo Ernst (predicaba las tesis de Lamarck y la
teoría de la evolución de las especies de Darwin) y la de Historia de la Medicina
Universal dictada por Rafael Villavicencio, representaron cierto progreso durante
esta época post-reforma.
Ya se estudiaban en el mundo las ideas positivistas de Augusto Comte, la doctrina
de la evolución sostenida por Haeckel, la revolución industrial en Europa y el auge
de la investigación en las universidades europeas y del norte de América. Frente a
este cuadro inercial de la medicina, surgieron iniciativas destinadas a transformar
149
la realidad. Nombres como el de Eliseo Acosta (el primer medico graduado de la
Universidad Central de Venezuela, que ocupó una cátedra, dos décadas después
de su fundación, y nada más y nada menos que la cátedra que fundara Vargas),
José Gregorio Hernández, Calixto González, Francisco Rísquez, Pablo Acosta,
Guillermo Michelena, Luis Razetti y Santos Aníbal Dominici, entre otros,
comenzarían a realizar aportes para lo que se conoce como la etapa de la
transformación o el renacimiento de los estudios médicos en Venezuela. El
principal frente de transformación radicaba en cambiar el programa de estudios de
medicina, considerado obsoleto, excesivamente teórico y con escasa preparación
clínica y terapéutica. Al respecto, Razetti expresa lo siguiente:
“todo esto no solamente es malo sino que es soberanamente ridículo.
Un programa raquítico y una absurda distribución de las materias; un
título de Bachiller en Medicina irrisorio, porque nada significa y unos
exámenes irrisorios también, porque no llenan su objeto, anatomía sin
cadáveres, química sin laboratorio, patología sin pacientes, salud sin
que la conozca la población".
El primer paso fue darle importancia al pensum de estudios y validar la práctica
médica en hospitales y la promoción de la salud en las comunidades. Para tener
una idea de la precariedad en la formación médica, la única cátedra bien dotada
que poseía la Universidad Central de Venezuela era la de Fisiología Experimental
y Bacteriología. Mucho que ver en este avance, se le debe a Calixto González y
José Gregorio Hernández, médicos investigadores formados en Europa, que
dedicaron su esfuerzo en estas áreas, de importancia capital para el país rural de
entonces. En Europa era el tiempo del descubrimiento de grandes avances para el
diagnóstico, como por ejemplo el estetoscopio (Laënnec, 1781- 1826) y los rayos x
(Roentgen, 1845 -1923), los descubrimientos en bacteriología e inmunología por
Pasteur (1822 - 1895), la fisiología experimental por Claude Bernard (1813 -
1878), y la espléndida teoría celular de Rudolf Virchow (1821-1902).
149
El segundo paso del proceso transformador era darle institucionalidad a la
medicina y apuntalar su avance científico lo más lejos posible de las influencias
políticas de los caudillos. Fueron creadas la Sociedad de Médicos y Cirujanos
(1883), la Gaceta Médica de Caracas (1882), y la Academia Nacional de la
Medicina (1904), y se introdujeron las cátedras de formación clínica, en medicina
interna, cirugía, obstetricia y ginecología y anatomía patológica (1895). Se
comenzaba así un período de vinculación práctica más exigente y realista en el
aprendizaje de los aspirantes a ser médicos de entonces, pues se acercaba al
alumno al cadáver y la disección en anatomía, al laboratorio y la experimentación
en bacteriología y bioquímica, a la normalidad y su alteración en la fisiología y la
patología, y al paciente en clínica médica y quirúrgica. Venezuela se incorporaba
así los esquemas renovadores de la enseñanza de la medicina imperantes en
Europa y los Estados Unidos, para la época.
Pero no todo el proceso evolutivo de la educación médica se desarrolló en
Caracas. Buena parte se hizo en otras regiones de la república, incluso con
mayores obstáculos y dificultades, en un país traumatizado por la pobreza y que
aun sufría las heridas de las divisiones que persistían tras la guerra
independentista. Desde 1846 se impartían clases de medicina en el Colegio
Seminario de Maracaibo, dirigido por el sacerdote José Angulo. El esfuerzo duró
hasta 1848, cuando una vez más las luchas políticas, atentaron contra el Colegio,
cerrándolo. Se reinician las actividades en 1854 bajo el siguiente esquema de
cátedras y profesores:
a) Anatomía y química, dirigida por Joaquín Esteva Parra y tiempo después
por Gregorio Méndez.
b) Higiene y fisiología y patología, Ausencio María Pena y Juan Gando
c) Terapéutica y materia médica, por Vicente Linares.
Las clases de clínica médica y quirúrgica se dictaban en la casa de beneficencia,
dirigida por Francisco Suárez, así como en el Hospital de la Chiquinquirá, cuyo
149
director era Manuel Danigno, uno de los más brillantes médicos venezolanos de
entonces, capaz de escribir un libro sobre la Fiebre Amarilla, de referencia
internacional, además de que fue editor fundador de publicaciones médicas de
elevada calidad, como lo fueron la Revista Médico Quirúrgica y la Clínica Médico
Quirúrgica.
En el Colegio de Cumaná, se abrió el primer curso de medicina, en 1850. Una
plantilla de reconocidos profesores, integraban el cuerpo docente. Luis Augusto
Beaperthuy, Calixto González y Antonio Sotillo. Fue accidentado el devenir de este
colegio. Un terremoto lo destruye en 1853, bajo cuyas ruinas quedaron muchos
estudiantes. Se reabre en 1856, para luego cerrar por causa de la guerra civil.
Finalmente inicia de nuevo sus actividades en 1874 y funciona hasta 1904, cuando
se trasforma en universidad. Egresaron casi un centenar de doctores en medicina.
Un poco antes, en el Hospital de Cumaná se registra un dato significativo que
testimoniaba el conocimiento, la habilidad y la destreza de muchos médicos que
ejercían en la llamada provincia venezolana. Se trata de la primera laparotomía
practicada a un paciente en territorio venezolano, atribuida al médico cirujano
español y vecino de Cumaná, Alonso Ruiz, reseñada por el doctor Ponce Córdoba
en la Gaceta Médica de Caracas del 15 de abril de 1822.
En el Colegio de Carabobo, también se enseñaba medicina. El colegio, ubicado en
Valencia, comenzó sus actividades en 1852, pero por efectos de las guerras
civiles que eran frecuentes en la segunda mitad del siglo XIX fue cerrado una
década más tarde. El rectorado del Colegio Nacional de Carabobo lo ejerció
durante ese tiempo, Guillermo Tell Villegas. La nómina docente fundacional estaba
integrada por los médicos Pedro Portero, Manuel María Zuloaga y José Antonio
Zárraga y las cátedras formadas para la formación en medicina eran anatomía
general y descriptiva, fisiología e higiene privada y pública, semiología general,
nosografía, patología y terapéutica, cirugía, partos, medicina legal, química médica
y farmacia, botánica. Los alumnos tenían que dedicarse por lo menos dos años en
medicina y cirugía clínicas en los hospitales. Esta formación la hacían en el
149
Hospital de la Caridad. Una media centena de bachilleres en medicina, y
aproximado número de doctores en medicina, egresaron de sus aulas ubicadas en
forma contigua a la Iglesia de San Francisco, en pleno centro de la ciudad. En el
año 1874 se reorganizan de nuevo en Carabobo los estudios médicos. Bajo la
denominación de Facultad de Medicina de Valencia, pero con las mismas cátedras
del antiguo Colegio. Participan de esta apertura, Daniel Quintana, quien fue el
rector, al mismo tiempo que dictaba las cátedras de patología general y patología
interna. Manuel Cárdenas dirigía la cátedra de fisiología e higiene, Eduardo Celis,
anatomía, Fermín Lugo, la de obstetricia y patología externa, Ceferino Hurtado,
patología interna, y también José Antonio O'Daly, Faustino Figueredo, la de
semiología y nosografía, Lorenzo Araujo, la de química médica y farmacia, y
Francisco Padrón, la de botánica. Dieciocho años más tarde, con la ascensión al
poder de Joaquín Crespo, se erigió la Universidad de Valencia y su primer rector
fue Alejo Zuloaga. Mejoró la organización académica al punto que la nueva
universidad fue dotada con laboratorios y salas de ciencias naturales. La
universidad se financiaba con la mitad de los ingresos provenientes del acueducto
de la ciudad y cuotas que cancelaban los alumnos para garantizar su formación.
Las cátedras eran similares al Colegio y a la Facultad, y destacaban Manuel
Antonio Fonseca, en patología general, clínica y terapéutica, Miguel Ángel
Pasquez, en fisiología e higiene, Luis Pérez Carreño, en obstetricia y medicina
operatoria, Rafael Guerra Méndez, en anatomía, y Carlos Sanda en semiología y
nosografía. Pero el esplendor que vivió la Universidad de Valencia, solo
funcionaria una década, pues otra interrupción, esta vez en forma de clausura, la
dicta, en 1902, un presidente de la república llamado Cipriano Castro. Al respecto
de las interrupciones académicas por causas de las luchas fratricidas por el control
del poder político, así como de las intrigas y mezquindades de quienes
gobernaban para entonces el país, hacían reflexionar al rector Alejo Zuloaga:
"la insensatez de las guerras civiles han empobrecido en tal extremo al
país que hacen imposible el desarrollo de la educación. Si nuestros
valientes líderes militares y políticos entendieran que es en la
149
educación y en la paz donde reside el verdadero desarrollo de la
sociedad, ni por un instante perdieran su tiempo y hasta sus vidas en
promover esta verdadera plaga de las guerras, tan dolorosas y
estériles, porque suceden entre hermanos venezolanos…..".
Zuloaga fue un ejemplo de laboriosa entrega a la Universidad de Valencia. Su
dedicación al trabajo era notable. A propósito de las vacaciones, que tenían que
tomar los estudiantes y profesores, traemos a colación, otra de sus reflexiones, no
exenta de claridez meridiana, lúcida ironía y pasión docente:
“la universidad está en receso desde el 10 de este mes, -le escribía al
ministro de instrucción con fecha 17 de diciembre de 1894- pues a
pesar de mi esfuerzo por vencer la corruptela del ocio de la vacante
ilegal que se toman los alumnos y los profesores en este mes, tan solo
he podido prolongar unos días a que los muchachos no se vayan a sus
casas de vacaciones. El ocio prolongado no le hace bien a esta patria,
que requiere trabajar y estudiar mucho, para poder encaminarse por el
sendero de los países progresistas del mundo. Trabajar y estudiar,
mucho, todo el tiempo que sea posible, incluso los sábados, que no sé
porque razón se le reconoce como feriado permanente”.
Es, en la segunda mitad del siglo XX, concretamente el 25 de marzo de 1958,
cuando la universidad es “reabierta” mediante decreto de una junta de gobierno,
presidida por Wolfang Larrazábal, con el nombre de Universidad de Carabobo.
Nueve años antes, en 1949, se había fundado el Hospital Central de Valencia, con
capacidad aproximada de unas seiscientas camas, que para la época lo
convertían en uno de los más grandes y dotados del país y que serviría, hasta la
fecha, de institución fundamental para la formación clínica de los estudiantes de
pre y postgrado. La Universidad de Carabobo, comenzó, en 1959, sus primeros
cursos de medicina en instalaciones de la división de Malariologia en el sector
149
conocido como Bárbula, muy cerca del sanatorio tuberculoso del reconocido
tisiólogo Ángel Larralde. Medio siglo ininterrumpido de formación médica, acumula
ya, la Facultad de Medicina de la Universidad de Carabobo.
Los pabellones psiquiátricos, que albergaban enfermos mentales en la Colonia
Psiquiátrica de Bárbula, fueron refaccionados y aún son útiles para albergar
estudiantes de medicina y otras carreras de la salud, en sus aulas.
Paulatinamente, en un proceso que tarda casi medio siglo, la otrora Facultad de
Medicina, convertida en Facultad de Ciencias de la Salud, ha venido desarrollando
el denominado Complejo Docente-Asistencial Bárbula, para continuar
desarrollando la noble labor de formar médicos para la humanidad.
La enseñanza de la Medicina en la actualidad. Los pensa de estudios. Aproximación a los desafíos de la medicina venezolana en la actualidad.
Los planes de estudios de las Escuelas de Medicina en Venezuela son disímiles.
Pese a la existencia de la Asociación de Facultades de Medicina en Venezuela
(AVEFAM) y Núcleos de Decanos de Facultades de Medicina, que se supone son
asambleas integradoras; no obstante, la similitud de patologías que se presentan
en las distintas regiones venezolanas, y a pesar de la homogeneidad cultural que
caracteriza a nuestro país, el pensum de cada universidad es diferente y, en
ocasiones, con diferencias marcadas y hasta irrisorias. Se da el caso de que en
una misma universidad existen dos pensum de estudios diferentes.
Por otra parte, la enseñanza de la medicina en Venezuela ha evolucionado de la
cátedra por área de conocimiento a la conformación de departamentos y escuelas.
149
En un departamento pueden existir varias cátedras. Desde Campins y Ballester
con su cátedra única, pasando por Vargas y su reforma y el llamado periodo de la
transformación, hasta nuestros días, funcionan en Venezuela, por lo menos quince
escuelas de formación de médicos, repartidas en nueve universidades:
Universidad Central de Venezuela. Dos escuelas
Universidad de Oriente. Tres escuelas o núcleos
Universidad del Zulia. Una escuela
Universidad de Carabobo. Dos escuelas
Universidad de los Andes. Dos escuelas
Universidad Lisandro Alvarado. Una escuela
Universidad Francisco de Miranda. Una escuela
Universidad Rómulo Gallegos. Una escuela
Universidad Bolivariana de Venezuela. Escuela Latinoamericana de Medicina. Una escuela.
En un breve análisis demostrativo, con leve afán comparativo, de las diferencias
de pensa de estudios, referimos a continuación, y tan solo a modo ilustrativo, los
planes de cinco universidades nacionales y sus respectivas escuelas de medicina:
LA UNIVERSIDAD DEL ZULIA (LUZ)
Semestre I
Anatomía I. Biología Celular. Práctica Profesional. Ética. Orientación Médica
Semestre II
Anatomía II. Histología. Embriología
Semestre III
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Bacteriología y Virología. Bioquímica. Ciencias Sociales. Informática. Inmunología
Semestre IV
Fisiología. Parasitología y Micología. Historia de la Medicina. Metodología de la Investigación
Semestre V
Anatomía Patológica. Semiología y Patología Médica. Ética y Deontología Médica
Semestre VI
Farmacología Médica. Orientación II. Salud Pública I. Semiología. Patología y Técnicas Quirúrgicas Básicas
Semestre VII
Genética. Ginecología y Obstetricia. Medicina Tropical. Patología Médica II. Psicología Médica
Semestre VIII
Psiquiatría. Puericultura y Pediatría. Salud Pública II. Patología Médica III
Semestre IX
Biofísica y Tecnología Médica. Práctica Profesional de Medicina Interna. Salud Ocupacional y Ambiental
Semestre X
Medicina Familiar. Práctica Profesional Quirúrgica.
Semestre XI
Medicina Legal. Proyecto de Investigación. Práctica Profesional de Ginecología y Obstetricia. Práctica Profesional de Pediatría
Semestre XII
Práctica Profesional Integral. Urgencias y desastres
Semestre XIII
Práctica Profesional Integral. Electivas
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UNIVERSIDAD DE LOS ANDES (ULA)
Curso de Nivelación
Biología Molecular. Química. Matemática. Técnicas de Estudio
Nivel Básico: Primer año
Anatomía. Embriología. Histología. Bioestadística Aprendiendo con la Comunidad Electiva
Nivel Básico: Segundo año
Bioquímica. Fisiología. Microbiología. Parasitología. Epidemiología y Demografía
Nivel Básico: Tercer año
Fisiopatología. Farmacología. Anatomía Patológica. Historia de la Medicina
Nivel Clínico: Cuarto año
Medicina I. Cirugía I. Ginecología y Obstetricia I. Pediatría I
Nivel Clínico: Quinto año
Medicina II .Cirugía II. Ginecología y Obstetricia II. Pediatría II
Nivel Clínico: Sexto año
Programa Médico-Quirúrgico III. Electiva II. Ginecología y Obstetricia III. Pediatría III.
Medicina Comunitaria
UNIVERSIDAD CENTROOCCIDENTAL LISANDRO ALVARADO (UCLA):
Semestre 1 Biología Celular. Comunicación Humana. Química General. Inglés I. Introducción a la Medicina. Orientación Integral
Semestre 2Anatomía Microscópica I. Química Orgánica. Salud Comunitaria
Semestre 3
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Anatomía Microscópica II. Bioquímica I. Investigación en Salud
Semestre 4Fisiología I. Ecología Humana. Bioquímica II. Psicología Médica. Inglés II
Semestre 5Fisiología II. Microbiología Médica I. Crecimiento y Desarrollo. Epidemiología
Semestre 6Farmacología I. Microbiología Médica II. Patología General. Propedéutica Clínica I. Psicopatología
Semestre 7Farmacología II. Fisiopatología. Parasitología. Propedéutica Clínica II
Semestre 8Anatomía Patológica I. Bioestadística. Clínica Médica I. Clínica Quirúrgica I
Semestre 9Anatomía Patológica II. Antropología Médica. Clínica Obstétrica y Ginecológica I Clínica Pediátrica I
Semestre 10Clínica Médica II. Clínica Quirúrgica II. Historia de la Medicina. Medicina Legal
Sexto año Clínica Médica. Clínica Obstétrica y Ginecológica. Clínica Pediátrica. Clínica Quirúrgica. Medicina del Trabajo. Orientación Laboral
UNIVERSIDAD CENTRAL DE VENEZUELA (UCV).
Escuela Luis Razetti
Primer año
Anatomía Normal I. Histología y Embriología. Bioquímica. Salud Pública I
Segundo año
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Anatomía Normal II. Microbiología. Fisiología I. Psiquiatría I. Salud Pública II
Tercer año
Anatomía Patológica. Fisiopatología. Medicina I (Semiología Médica). Pediatría I. Parasitología. Psiquiatría II. Salud Pública III
Cuarto año
Medicina II. Pediatría II. Cirugía I. Farmacología. Salud Pública IV. Obstetricia y Ginecología I. Psiquiatría III. Medicina Tropical. Radiología
Quinto año
Medicina III. Pediatría III. Cirugía II. Obstetricia y Ginecología II. Salud Pública V. Historia de la Medicina. Medicina Legal. Técnica Quirúrgica (Cirugía III). Medicina del Trabajo
Sexto año
Internado rotatorio (medicina, cirugía, pediatría, obstetricia y ginecología, salud pública). 50 semanas.
El pensum de estudios de la otra escuela de medicina de la UCV, que lleva el nombre de
José María Vargas, es bastante parecido. Las diferencias estriban en la incorporación de
asignaturas como Inmunología, Medicina de Desastres e Infectología, como materias
independientes de las clásicas inclusiones en la serie de Medicina o Clínica Médica y
Terapéutica. También se aprecia el cambio de la asignatura Historia de la Medicina que en
la escuela Luis Razetti se dicta en el quinto año de la carrera, mientras en la escuela José
María Vargas se estudia durante el tercer año.
UNIVERSIDAD DE CARABOBO (UC). Sede Carabobo.
Primer añoAnatomía Humana. Histología y Embriología. Historia de la Medicina. Práctica Médica I. Inglés Instrumental. Arte y Cultura
Segundo añoBioquímica. Estadística y Demografía. Fisiología y Biofísica. Práctica Médica II. Salud Comunitaria. Educación Física y Deporte
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Tercer añoMedicina Preventiva y Social I. Microbiología. Psicología Médica. Fisiopatología Parasitología. Semiología Médica
Cuarto añoClínica Médica y Terapéutica I. Clínica Quirúrgica I. Clínica Pediátrica I .Clínica Obstétrica y Ginecológica I. Medicina Preventiva y Social II. Farmacología. Anatomía Patológica. Psicopatología. Proyecto de investigación
Quinto añoClínica Médica y Terapéutica II. Clínica Quirúrgica II. Clínica Pediátrica II. Clínica Obstétrica y Ginecológica II. Clínica Psiquiátrica. Ética y Deontología Médica. Medicina Legal. Tesis de Grado
Sexto añoClínica Médica y Terapéutica III. Clínica Obstétrica y Ginecológica III. Clínica Pediátrica III. Clínica Quirúrgica III. Medicina Comunitaria
Electivas: Educación Sexual. Medicina del Deporte. Medicina Holística.
Un vuelo rasante sobre la enseñanza de la medicina en la actualidad permite
atestiguar que dicha dinámica parece normada por el prototipo de las universidades
estadounidenses, que a su vez, abrevaron del pragmatismo y relativa flexibilidad de
las universidades alemanas del siglo XIX. Modelos de enseñanza como el de la
Universidad de John Hopkins, basada a su vez en la propuesta Flexner, divulgada
en 1912, repercuten todavía, notablemente, en todas las escuelas médicas que
existen en Venezuela. Es un modelo con fuerte acento en la enseñanza clínica o
como se le llamaba en el siglo XIX, patología interna, ergo Medicina Interna. Un
poco menos énfasis en cirugía, pediatría y obstetricia, dependiendo el acento
profesoral o la escuela donde se estudie. Nos fijamos en los pensa de estas cinco
escuelas médicas venezolanas y existen similitudes en la llamada formación básica
o pre clínica. En seis años de formación, unas 9.000 horas de enseñanza y
aprendizaje, tienen que cumplir los estudiantes de medicina en la fase de pregrado.
Como ninguna otra carrera profesional en Venezuela, la medicina ocupa el lugar
cimero en cuanto a tiempo y dedicación en su formación. Por otra parte, salvo la
orientación preventivista que se aprecia en los planes de estudios de las
149
Universidades Central de Venezuela y Carabobo, las denominadas ciencias
sociales aplicadas a la salud, se encuentran poco articuladas y se dispersan en
semestres o años que no permiten su continuidad o sistematicidad. Pese al
reiterado llamado de la Organización Mundial de la Salud (OMS), de fortalecer la
formación en Medicina Preventiva y potenciar la enorme posibilidad promotora de
salud del médico, todavía no pareciera que estamos en una etapa de suficiente
creencia sobre las innegables bondades de la prevención y la promoción, y, en
consecuencia la direccionalidad de propósitos en el currículo no aparece con nitidez
suficiente. Pareciera que insistimos en formar al médico para una cultura de la
enfermedad y no para la cultura de la salud. Cabe señalar la necesidad de
implementar programas de formación en Bioética, a nivel de pregrado, y en atención
a recomendaciones de la UNESCO, en virtud de las problemáticas con
implicaciones bioéticas que a ritmo creciente se vienen presentando en
comunidades intra y extra hospitalarias. No existe, a la fecha, ningún programa
específico de Bioética en el pregrado de medicina de las universidades
venezolanas.
Otro de los aspectos a superar, es la tendencia memoricista en desmedro de la
posibilidad interpretativa sobre contenidos de asignaturas. El memoricismo, ya
superado, incluso en universidades latinoamericanas, persiste en los estudios
médicos venezolanos. Otro elemento del complejo proceso de los estudios de
medicina, y en lo que coinciden la mayoría de docentes e investigadores, es la
pobre o escasa condición que ofrece el currículo medico para la investigación. Lo
que deberla ser eje fundamental, solo se convierte en "requisito obligatorio" de
"investigar cualquier cosa fácil", para poder graduarse. Una de las pocas novedades
que, mediante ley, han sido incorporadas a los estudios médicos, es el servicio
comunitario de los estudiantes.
La exigente dedicación a la enseñanza clínica de los estudiantes y los rigores del
tiempo, parecen atentar contra esta promisoria iniciativa legal. A continuación el
trípode básico, es decir, los tres deberes o funciones que otorgan razón de ser a la
profesión médica. Como para no olvidarlos.
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Atender al enfermo
Prevenir enfermedades
Promover la salud
Corresponde a las universidades, en ejercicio de su autonomía, establecer los
criterios de actualización de sus pensa en la carrera de medicina. Mientras en
Francia, la enseñanza de la medicina en el siglo XIX, y aun en el XX, apostaba por
la orientación clínica, en EEUU, Alemania e Inglaterra, hacían énfasis por la
formación en lo fisiopatológico y anatomopatológico. En esta diversidad, pareciera
estar el gérmen de la existencia en el siglo XX de dos tipos de enseñanza de la
medicina, por tanto dos maneras de practicar la medicina: una medicina
humanística, centrada en el enfermo y que otorga importancia al contexto donde
se produce la enfermedad para promover cambios más allá de lo estrictamente
clínico, y otra tecnológica, que investiga en la enfermedad. Mucho se discute si lo
que caracteriza a una medicina es la intuición y el denominado ojo clínico para
diagnosticar la enfermedad y tratarla, y la otra medicina es evidencia y medición
con instrumentos objetivos de acuerdo a los principios que rige la ciencia y la
tecnología. Más que un antagonismo, la clave está en la integración armónica que
debe hacerse de ambas posiciones de enseñar y aprender la ciencia médica y el
“arte de tratar a los enfermos”.
En tal sentido, resulta oportuno reflexionar sobre la opinión de Alexis Carrel,
premio Nobel de Medicina, cuando establece lo siguiente:
"En medicina es sencillo actuar: estar alerta y ser solidario con nuestro
socio y cómplice que es el paciente. Socio en la lucha contra la
enfermedad; cómplice en provocar de nuevo la aparición de la salud. Y
para lograr alejar la enfermedad y reponer la salud y hacer la felicidad
149
del paciente y la nuestra, es preciso ser humilde y sagaz. Sirve desde
una manzana o una palabra de aliento, hasta el último complejo de
fármacos o la ultima avanzada técnica. Cada quien en su puesto de
conocimiento y habilidad. Lo más importante debe ser siempre el
paciente, que, como nosotros, es un ser humano".
Los primeros médicos especialistas venezolanos, se formaron en la primera mitad
del siglo XX, en universidades de Francia, Alemania, Suiza e Italia, aunque
algunos en Inglaterra y España. Ya en la segunda mitad, esta tendencia ha
cambiado notablemente, pues la mayoría de los especialistas se han formado en
nuestro país o en los Estado Unidos. Esta diversidad explica las múltiples
influencias que ha tenido la medicina venezolana. Actualmente en Venezuela se
imparten postgrados médicos en casi todas las especialidades, subespecialidades,
doctorados, maestrías, cursos, todos ellos con alta preparación científica y donde
se puede acceder a tecnologías al servicio del estudiante para lograr una mejor
preparación, guiados por profesores capacitados y de prestigio, muchos de ellos
inspirados en los pioneros de la medicina en el país. Otro aspecto, que vale la
pena mencionar, por su inmenso valor contribuyente a la igualdad de género y de
oportunidades, es la creciente participación de la mujer en los estudios de
medicina, particularmente a partir de la década de los años treinta del siglo XX.
Entre las primeras mujeres en culminar sus estudios de medicina podemos
mencionar las siguientes:
María Pianesse, quien revalida en 1912, se convertiría en la primera mujer médico
en nuestro país. Posteriormente, Ida Malekova, en 1929 y Bouca Eskenasi, en
1931, ambas también por revalida, lograron alcanzar el grado de médico. Lía
Imber, ucraniana de origen, se convierte en la primera mujer que se gradúa de
médico en 1936. Entre 1912 y 1945, se gradúan más de un centenar de médicas.
Ante este dato significativo de cambio en los estudios médicos en Venezuela, José
T. Jiménez Arráiz, expresa:
149
"El valor de todas estas distinguidísimas colegas es
inconmensurable. Tuvieron que vencer la repugnancia –
digámoslo así- de ser designadas médicos rurales porque no
había donde situarlas dignamente; tuvieron que vencer la
dificultad de ser nombradas como médicos residentes,
igualmente por no tener comodidades para ellas en clínicas y
hospitales. Y a pesar de ello, contra viento y marea, se
dedicaron tesoneramente a su trabajo. Han ejercido
dignamente la profesión y se han distinguido en las
especialidades escogidas, y por encima de todo, han triunfado".
En la actualidad, un sesenta por ciento de la matricula de estudios médicos, tanto
en pre y postgrado, está integrado por mujeres, en lo que viene a significar la
superación de una situación que, en muchos casos, rayaba en la exclusión. No
solamente en estudiar medicina, la mujer venezolana está cumpliendo un papel
relevante, sino también en la docencia y la investigación médicas, donde un
porcentaje similar al mencionado anteriormente, asume responsabilidades de
elevado rango en el fortalecimiento de la ciencia médica nacional.
Por otra parte, en los últimos cincuenta años la medicina y su enseñanza han
pasado a ser dominio de la ciencia y la tecnología; antes de esto, la curación era
cosa de la tradición y la magia, actitudes precientíficas que en muchos casos han
persistido hasta nuestros días. En el siglo XX y en los primeros años del XXI, la
medicina mundial y en especial la venezolana ha sufrido una transformación
radical, especialmente en lo que se refiere a la capacidad de actuación de los
profesionales de esta ciencia que, en nuestros días, pueden curar enfermedades
que antes eran mortales, creando unas expectativas de vida muy grandes. Estos
avances se manifiestan en los métodos de diagnóstico, en la terapéutica médica y
quirúrgica, y en la medicina preventiva. En cuanto a los criterios diagnósticos más
innovadores de la actualidad se encuentran las modernas técnicas de
149
reconstrucción de modelos tridimensionales del cuerpo (tomografías tradicionales,
ecografías, tomografía axial computarizada y resonancia magnética, así como
emisión de imágenes tridimensionales), además de las visiones directas del
interior del organismo (artroscopia, cirugía endoscópica, cirugía cardíaca
teledirigida). La exploración mediante analítica bioquímica e imagen permite
conocer hoy día cualquier rincón y reacción del cuerpo humano. Varios son los
centros con alta tecnología que prestan docencia a los estudiantes de pregrado y
postgrado en todo el país garantizando profesionales de alta capacidad científica.
Los avances de la cirugía venezolana son también notables, y no están asociados
únicamente a los avances tecnológicos, sino también a una muy particular
subcultura quirúrgica que pareciera tener el sello made in Venezuela. Los
elementos de dicha subcultura están radicados en una singular combinación de
conocimientos, habilidades, destrezas, capacidad de rápida adaptación y
tenacidad, que caracterizan al promedio de cirujanos venezolanos. Muchos
ejemplos en el mundo testimonian esta peculiaridad del mundo quirúrgico
venezolano. Por otra parte, la utilización del microscopio, el rayo láser como
elemento disector, las técnicas de los trasplantes que han posibilitado salvar vidas
gracias a la implantación de órganos completos (corazón, riñón, hígado...) en
enfermos desahuciados, las técnicas de cirugía endoscópica, las múltiples y
precisas intervenciones guiadas sobre áreas muy reducidas del cerebro, e incluso
los ensayos actuales de cirugía robotizada y controlada por ordenador sin que
intervenga prácticamente la mano humana, sumado todo ello a mejores suturas,
sistemas de hemostasia, de corte y disección, han creado un panorama muy
satisfactorio en la cirugía y en los servicios médicos del país aunque, también hay
que decirlo, dicho desarrollo no se manifiesta por igual en todas las regiones ni
ciudades, en lo que constituye una de las asimetrías de servicios de salud que se
evidencian en nuestro país.
Pese a todos los avances, todavía la medicina tiene que enfrentarse a numerosos
retos, de difícil resolución, entre los que se encuentran el cáncer, las afecciones
cardiovasculares, las enfermedades autoinmunes, el tratamiento de muchas
149
enfermedades degenerativas como el Parkinson y la enfermedad de Alzheimer, y
numerosas enfermedades infecciosas como la hepatitis y el SIDA (Síndrome de
Inmunodeficiencia Adquirida), así como las llamadas enfermedades derivadas de
los estilos de vida o del metabolismo, como las dislipidemias, la diabetes y la
obesidad. Aunque científicos venezolanos han conseguido importantes logros en
su lucha contra las enfermedades infecciosas, existen otras para las que no se
conoce un método de combate eficaz. En el caso del SIDA, por ejemplo, aunque la
terapia farmacéutica presenta cada vez mejores resultados, hace tiempo que se
intenta encontrar una vacuna que ponga freno a esta pandemia de nuestros días.
También en Venezuela se hacen esfuerzos en este sentido. El progreso de la
biología molecular sobre el virus causal ha encontrado interesantes aplicaciones
médicas, entre las que se encuentran la prevención de las infecciones por medio
de las vacunas. Se han depositado muchas esperanzas en las nuevas vacunas,
creadas mediante ingeniería genética, para la erradicación de este tipo de
enfermedades. El más reciente abordaje de la lucha contra el SIDA, más allá de la
vacuna y los tratamientos, reivindica las terapias génicas, como una manera
efectiva de derrotar a esta terrible enfermedad. El cáncer, por su parte, se trata
con muy distintos métodos según el tipo, pero en la actualidad se sigue buscando
un sistema de inmunoterapia, es decir, un tratamiento que permita incrementar el
potencial innato del sistema inmune, que constituye la principal defensa natural del
cuerpo contra virus y otros invasores extraños, incluido el trasplante de órganos,
para eliminar las células cancerosas. Gracias a las modernas técnicas de
bioquímica y genética molecular se ha abierto un campo enorme de futuras
posibilidades para controlar las enfermedades hereditarias. Existe un proyecto
mundial, el Proyecto Genoma Humano (PGH), coordinado por numerosas
instituciones, entre las que hay también nacionales, y que tiene por objetivo
obtener el genoma humano completo. Los mapas que se obtengan serán de gran
valor en investigaciones acerca de la organización génica y cromosómica, así
como en la identificación de genes implicados en ciertas enfermedades genéticas.
La propia célula, la “unidad primaria de la vida” parece tener, a la luz de estos
primeros años del siglo XXI, sus días contados como “unigénita biológica
149
imposible de hacerla artificial”: ya está en trámites la patente de la célula artificial.
Un proceso que lidera el investigador Craig Venter, el mismo que liderara el
proyecto Genoma Humano.
Los progresos médicos prometen más salud en un futuro, mediante el empleo de
nuevas terapias, la manipulación genética, la construcción de órganos artificiales,
el empleo de fármacos de diseño y la aplicación de otras ingeniosas técnicas para
restaurar las funciones orgánicas. Igualmente se combatirán muchos más agentes
infecciosos. No obstante, todos estos conocimientos deben ser aplicados solo
para permitir una mejor calidad de vida, y habrá que tener muy en cuenta los
aspectos bioéticos que cada caso conlleve.
Paralela a la notable capacidad de importar biotecnología, a la actualización
permanente que se exige al médico venezolano y a la reconocida vocación de
servicio que exhibe la mayoría del gremio médico venezolano, es reconocida la
existencia de una brecha tecnológica entre la demanda de tecnología y la
capacidad del país de producirla. Casi ninguna tecnología se realiza en nuestra
patria. Se hace evidente cierta vulnerabilidad tanto de equipos médicos como de
insumos y fármacos. Pese a todo, existen esfuerzos por atenuar esta debilidad.
Por ejemplo, en las facultades de farmacia de la UCV y la ULA se producen
medicamentos, que no son más demandados por carencia de políticas de Estado
que estimulen tal producción, amén de la ausencia de conciencia de muchos
médicos y establecimientos de servicios de salud de no prescribir sino
medicamentos importados o los llamados de "marca", de alto costo para el
paciente y de similar efectividad que los producidos en el país y que también son
conocidos como medicamentos "genéricos".
Así como se pudiera producir mucho más, en materia de medicamentos, se
aprecia el caso de la creciente industria de producción de ambulancias equipadas
con tecnología punta. También se registran esfuerzos de fabricación de material
médico-quirúrgico (MMQ). Igualmente la biotecnología venezolana ha logrado
alcanzar algunos productos para la intervención traumatológica. Pero aun, qué
149
duda cabe, estamos lejos de tener una industria biomédica fortalecida, ni pública
ni privada, que garantice una holgada soberanía en materia de atención médica.
Desde el reconocido aporte de Fernández Morán (el bisturí electrónico con punta
de diamante) que pareciera un exotismo ante tanta escasez de aportes, hasta el
descubrimiento del cloramfenicol por Enrique Tejera, para llegar hasta el aún vivo
maestro Jacinto Convit y su vacuna contra la lepra, los médicos venezolanos, las
universidades y sus centros de investigación con sus notables investigadores,
tienen un largo camino que recorrer, por alcanzar, sin demagogia, ni aspavientos
ni desmesuras, pero si con la fe y la voluntad heredadas de Campíns y Ballester,
Vargas y Razetti, una nueva y otra independencia verdadera en la ciencia médica:
sencillamente poder producir muchas de nuestras propias necesidades en
biotecnología médica para nuestros pacientes y que dicha producción sea
accesible a todos los venezolanos sin distingos de ninguna índole..
PRÁCTICA DE LA MEDICINA EN VENEZUELA
149
"Curar no es una ciencia sino el intuitivo arte de cortejar la naturaleza"
W.H. Auden
En el año 1918 la epidemia de gripe que azotó a Venezuela, principalmente a
Caracas, acabó con la vida de once personas. La Academia Nacional de la
Medicina señalaba entonces, en un comunicado a la sociedad en general, pues no
había ministerio de la salud, los alcances de la enfermedad como “de carácter
asténica, y cuya principal complicación es la pulmonía doble, que suele ser
mortal“. La terapéutica era sencilla: “reposo, líquidos y guarapos en forma
abundante y tomar dosis facultativa de piramidón si aparecía la fiebre alta”. El
comunicado era suscrito por el secretario de la Academia: Luis Razetti.
Las epidemias de gripe no son nuevas, ni tampoco la enfermedad. Lo que siempre
pareciera agarrar descuidado al sistema nacional de salud es la prevención o el
control de las epidemias. En el año de 1941, la expectativa de vida del venezolano
apenas llegaba a los 49 años. Treinta años después, al finalizar la década de los
setenta, la citada expectativa era de 66 años. En 1941, la mortalidad infantil de 1 a
4 años de edad fue de 23 por cada 1000 habitantes. En los setenta fue de 5 por
cada 1000 habitantes. Las estadísticas, "esas cifras frías pero elocuentes" que
decía Lalonde, nos dicen que esos dos indicadores (promedio de vida e índice de
mortalidad infantil) revelan un salto en la salud de los venezolanos. Y la salud,
bien sabemos que no es solamente medicina. También es agua potable, cloacas,
bajos ruidos, aire limpio, zonas verdes para el oxigeno, buena alimentación o dieta
balanceada, actividad física regular, reducir el stress. Todo esto es salud, además
de atención médica, que, en todo caso, debería ser el último eslabón de la cadena
de la salud, salvo para los aspectos ya señalados de prevención. Pero, sin duda,
que ese salto en esos dos indicadores, tienen mucho que ver con el avance
equivalente que ha dado Venezuela en su práctica clínica. No tiene ningún sentido
149
negarlo. Como tampoco tiene sentido negarse a verificar, con voluntad correctiva,
los vacíos y las omisiones que han podido hacer mejores otro tipo de indicadores
de la salud en nuestro país. Es verdad que hemos tenido notables avances en la
práctica clínica, pero también es verdad, que dicho avance pareciera estarse
dando sobre una permanente situación de crisis, una prolongada sensación de
incertidumbre, que sería aconsejable cesar o atenuar de manera significativa.
En la actualidad de crisis, el médico venezolano tiene una función social, y
agregaría histórica, que cumplir; no sólo debe conocer los aspectos
epidemiológicos, clínicos y terapéuticos, sino conocer los aspectos familiares,
económicos y sociales que se desequilibran con la enfermedad o que producen
enfermedad. Esa función comenzó desde el mismo momento de la creación del
hombre y ha estado ligada a la evolución histórica de las ciencias médicas.
Cuando se escoge estudiar medicina, al decir de Razetti, “se escoge una ruta
devocional, que incluye el escuchar en todo momento al ser humano que nos
solicita ayuda ante su dolenciaje”.
El avance de la práctica clínica en Venezuela a partir de Campins y Ballester
estuvo ligado a la docencia y la investigación. Esto se explica en una disciplina
como la médica que requiere, como pocas, estar permanentemente actualizando
los conocimientos en función de ofrecer lo mejor al paciente, fin principalísimo de
la acción galénica. La práctica de la medicina en Venezuela es subsidiaria de
cuatro vertientes esenciales: la escuela española, la francesa, la anglogermana y
la norteamericana. Algunas de estas escuelas se entremezclan en su dinámica de
influencia y va consolidándose una práctica médica venezolana, con sus rasgos
característicos y sus criterios modeladores. Porque la medicina como ciencia no
ha sido nunca, ni lo será, compartimento estanco o espacio inamovible de
conocimientos. Ni tampoco, disciplina "pura", inmutable a la "mezcla". De igual
modo, la evolución de la práctica médica en Venezuela ha tenido "periodos
estables e inciertos; intermitencias y prolongaciones". El acucioso médico
149
investigador de la medicina venezolana, Antonio Sanabria, en su Compendio de la
Medicina Universal, establece los dos episodios evolutivos que, a su juicio,
marcaron la historia de la medicina de América para el mundo:
1) La monografía de Ruy Díaz de isla sobre el origen americano de la sífilis.
2) El edicto dado por Fernando VI de España, a mediados del siglo XVIII,
reconociendo oficialmente la noción de contagio de la tuberculosis.
Entre estas dos demostraciones de erudición que testimoniaron dos
acontecimientos de la práctica médica en nuestro continente, existen muchas
vicisitudes, muchos momentos de la verdad clínica que se han ido acumulando, a
través del tiempo, y constituyen precisamente el corpus de la historia de la
medicina venezolana.
Campins y Ballester, Molina, Tamariz y Hernández, los cuatro protomédicos, cuya
influencia abarco el período colonial y pre- independentista, ejercieron la medicina
junto a sus discípulos bajo una fuerte influencia de la religión católica, y trataban a
sus pacientes con los preceptos heredados de Hipócrates y los griegos, la
medicina árabe y los de Galeno, para posteriormente aplicar los conocimientos
transmitidos en los textos de Cullen, Serena, Medina, Bichat, Toureray, Chaptal y
Lavoisier. La "consulta" de los médicos de entonces seguía cinco criterios
fundamentales:
1) En el enfermo verificar la relación con Dios.
2) Observar detenidamente y con acuciosidad (en clara influencia griega) las características físicas, emocionales, y patognomónicas del enfermo.
3) Evaluar al enfermo con fe de sanación y precisar su dolencia.
4) Aislar al enfermo de existir patología contagiosa.
5) Tratar al enfermo con los mejores argumentos de la Farmacopea existentes.
149
Vargas y la reforma tienen una marcada influencia de la escuela de medicina de
Edimburgo, donde estudiara en la primera década del siglo XIX. En Edimburgo se
seguían los esquemas clínicos de la escuela anglogermana. Barclay en Anatomía,
Simpson en Cirugía, Thompson en Química, Rutherford en Botánica y Hamilton en
Obstetricia. No obstante, la llamada reforma vargasiana, condensada en el Código
de Enseñanza y Práctica de la Medicina, se conecta, en muchos aspectos, con la
etapa posterior de la transformación de la medicina en Venezuela, proceso que
identifica a Hernández, Razetti, Dominici, Rísquez, y que tiene una marcada
influencia francesa, en los ya reconocidos Pinel, Strauss, Gilbert y Pasteur, entre
otros. La aludida conexión se establece en los siguientes elementos:
1) Para poder ejercer había que estudiar seis años de medicina.
2) La anatomía debía aprenderse en el cadáver y no solamente en modelos y
preparaciones.
3) El lugar de ejercicio de la medicina era el hospital.
4) El médico era responsable de su enfermo.
5) La consulta del médico era confidencial. (Aquí surge el principio del acto
médico venezolano, del cual existe toda una doctrina).
6) Los procedimientos en el enfermo y la administración de medicamentos
debían estar plenamente probados.
7) Las investigaciones debían realizarse con permiso del enfermo.
En la reforma de Vargas y la etapa transformadora, Rísquez, establece como
similar el abordaje a los enfermos:
Anamnesis, término de origen griego, que literalmente significa recuerdo. El
recuerdo del enfermo sobre su dolencia que debe comunicar al médico.
Exploración física del enfermo para recabar signos. Se utiliza la inspección,
la palpación, la percusión y la auscultación. Los signos reunidos
149
constituyen el fundamento de los tres juicios centrales de la práctica clínica:
el diagnostico, el pronóstico y la indicación terapéutica.
El diagnóstico es conocer la fase morbosa y la patogenia. El pronóstico es
el juicio paralelo. La predicción que nos da el conocimiento científico.
La indicación terapéutica, es la asociación del juicio formado del diagnostico
y pronostico y tiene tres objetivos: hacer desaparecer las lesiones
presentes en el organismo del enfermo, por ejemplo, mediante cirugía
exerética; en segundo lugar, regularizar las disfunciones recurriendo a la
farmacopea y la terapia del cuerpo y de la psiquis; en tercer lugar, combatir
las causas atacando los microbios o gérmenes, evacuando un veneno o
administrando un antídoto o cambiando un ambiente nocivo por otro
favorable.
Este esquema, descrito por Rísquez en 1893, con ligeras modificaciones fue
utilizado por más de medio siglo en la práctica clínica en Venezuela.
Hasta bien entrado el siglo XX, es que se recibe la influencia de la medicina que
se practicaba en Estados Unidos de Norteamérica. Dicha influencia estuvo ligada,
entre otros factores, a la relación económica que se origino por la explotación
petrolera, que, a partir de 1936 alcanzo notable relevancia. Varios son los criterios
que comienzan a aplicarse en la práctica médica en Venezuela, a partir de la
segunda mitad del siglo XX. Veamos algunos:
1. El enfermo debe ser atendido y estudiado en hospitales. Comenzaba a
reducirse la extendida práctica médica en hospicios y casas de caridad,
atendidos por sacerdotes y religiosas.
2. Se designa al enfermo con el sustantivo paciente, y la relación medico-
paciente es objetiva.
3. El examen físico debe ser minucioso y esta precedido por el interrogatorio.
149
4. Las intervenciones quirúrgicas deben realizarse con un diagnóstico, con
autorización expresa del paciente, bajo anestesia y con las normas de
asepsia y antisepsia universalmente reconocidas.
5. El médico establece responsabilidad individual y legal con su paciente y es
autónomo en su consulta.
6. En la investigación médica los estudios de campo deben cumplir
rigurosamente con los criterios de la experimentación.
7. El diagnóstico se apoya en todo el arsenal de indagación técnica que se
disponga.
8. El diagnóstico en su etapa inicial debe ser presuntivo, luego diagnostico de
la enfermedad y destacar con ello los diagnósticos diferenciales que
hubieren.
9. La historia clínica es un instrumento para el control terapéutico y de valor
estadístico útil a la investigación.
10.Las terapéuticas que se indican al paciente son de estricto dominio de la
prescripción facultativa.
Varios de los criterios esbozados, aun perduran en la práctica clínica diaria, y, en
su momento, constituyeron motivo de avance para que la medicina adquiriese
prestancia y reconocimiento social.
En la actualidad, la práctica de la medicina se ha estandarizado de tal modo que
no se diferencia mucho la medicina que se practica en Venezuela con el resto de
los países del hemisferio occidental, y que se caracteriza por una fuerte
dependencia de la industria farmacológica y biotecnológica. Dicha dependencia
obliga al médico a estar permanentemente informado de los cambios que, en
muchos casos, se realizan por "necesidades del mercado". La medicina se ha
globalizado y su práctica se ha "homogeneizado" en criterios mundialmente
149
aceptados. Hoy se construyen hospitales o clínicas con arquitecturas funcionales
similares. Una aspirina se puede adquirir en cualquier parte del planeta. Una
resonancia magnética es un estudio automatizado igual en México que en
Filipinas. La lengua, digamos oficial, de la ciencia médica es el inglés, aunque
cada vez más existen buenas producciones y traducciones en chino, español y
portugués. Y nada novedoso que se haga en la medicina actual esta desligado de
la informática, la robótica, la imagen, la nanotecnología y la genómica. En fin, que
la evolución de la práctica verdaderamente trascendente de la medicina será el
estudio del detalle que alcance sobresalir del enorme bosque. Estudiosos de la
evolución de la medicina, señalan que con la predominancia de la tecnología se ha
impuesto un modelo despersonalizado de práctica médica, pues ya el médico ni
llega a conocer al paciente, que es tratado como un objeto más o un número que
hay que cumplir. Laín Entralgo advierte que la biotecnología debe estar
subordinada a la labor del médico y no ser este su esclavo. Venter, uno de los
pioneros en el desarrollo del proyecto genoma humano sostiene que, por el
contrario, la medicina genómica o génica, que se impondrá indefectiblemente en el
futuro, será más preventivista que curativista, por cuanto los diagnósticos estarán
adelantándose al tiempo, y, en consecuencia, será indispensable para el médico
conocer la prevención de cada enfermedad y su historia natural. En la evolución
histórica del ejercicio o práctica clínica de la medicina, sin duda, habrá que tener
en cuenta los cálculos de Appleberry, relacionados con la vertiginosa
multiplicación del conocimiento humano:
"En 1750 se duplicó por primera vez el conocimiento disponible de la
humanidad, respecto a los tiempos de Jesucristo. Este fenómeno se
repitió en 1900, ciento cincuenta años después. En 1950, ya la
humanidad había doblado de nuevo su conocimiento. Hoy, a comienzos
del siglo XXI, el conocimiento que produce el hombre se duplica cada
cinco años y se estima que en 2020 se hará cada 73 días. La elocuencia
de la modificación es incontrastable, tanto como inexorable".
149
De los cálculos de Appleberry podemos elaborar diversos escenarios de la
perspectiva de la práctica de la medicina en el mundo. El conocimiento que se
genera en torno a la medicina es gigantesco e indetenible. Desde el aparato o
sistema más sofisticado hasta la sustitución artificial más insospechada: la célula
artificial, que apenas en enero de 2010 esperaba su patente. Como para
demostrar al mundo que en medicina toda (o casi toda) es posible.
Para finalizar esta somera aproximación a la práctica médica en Venezuela, y
como ejercicio comparativo, elaboramos sendos cuadros donde se mencionan las
primeras causas de muerte en nuestro país en el siglo XX y el primer lustro del
siglo XXI:
DOCE PRIMERAS CAUSAS DE MUERTE EN VENEZUELA. 1905.
1. Infecciones respiratorias superiores e inferiores
2. Muertes perinatales
3. Fiebre amarilla
4. Paludismo
5. Tuberculosis
6. Cólera
7. Enfermedades infecciosas intestinales
8. Lepra
9. Tétanos
10.Enfermedades del hígado
11.Enfermedades del corazón
12.Enfermedades del riñón y la vejiga urinaria
149
DOCE PRIMERAS CAUSAS DE MUERTE EN VENEZUELA. 2005
1. Enfermedades cardiovasculares
2. Cáncer (Procesos oncológicos de todo tipo)
3. Accidentes de todo tipo
4. Homicidios y suicidios
5. Diabetes
6. Afecciones en el periodo perinatal
7. Enfermedades bronco pulmonares obstructivas crónicas
8. Influenza y neumonías
9. Enfermedades del hígado
10.Anomalías congénitas
11.Enfermedades infecciosas intestinales (enteritis y diarreas)
12.Enfermedades autoinmunes
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EL ESTADO VENEZOLANO Y LA SALUD
Los primeros hospitales
Entre los primeros hospitales en Venezuela mencionaremos a los siguientes:
ALGUNOS DE LOS PRIMEROS HOSPITALES EN VENEZUELA. Ciudad.
Capacidad. Año de fundación.
Hospital de La Guaira. Catia la Mar. 5 camas. 1714.
Hospital de la Caridad de Barquisimeto. 12 camas. Barquisimeto. 1708
Hospital de San Lázaro. Caracas. 15 camas. 1752.
Hospital de la Caridad. Puerto Cabello. 5 camas. 1779
Hospital de la Chiquinquirá. Maracaibo. 21 camas.1754.
Hospital de San Antonio de Padua. Valencia. 15 camas. 1775.
Hospital de Barinas. Barinas. 6 camas. 1793.
Hospital de San Pablo. Caracas. 50 camas. 1753.
Hospital de Cumana. Cumana. 5 camas. 1789
Hospital de San Felipe El Fuerte. San Felipe. 5 camas. 1776.
Hospital de Guanare. Guanare. 6 camas. 1778.
149
Hospital Vargas. Caracas. Hasta 1.000 camas. 1891.
Entre la última década del siglo XIX y comienzos del siglo XX casi todos los
hospitales que funcionaban eran los que habían quedado construidos durante la
colonia. Modestas edificaciones que con mucha dificultad intentaban cumplir su
propósito. La mayoría de ellos eran fundados por religiosos, sin embargo algunos
surgieron por iniciativa privada. Tal es el caso del Hospital de Nuestra Señora de
la Caridad, de Puerto Cabello, fundado en 1779 por iniciativa de María Francisca
Marrero, mujer altruista de honda repercusión en la labor social porteña. También
existían hospitales militares a cargo del Capitán General y del Intendente del
Ejército. El servicio de los Hospitales era gratuito. Para su sostenimiento
disfrutaban de una cuota del impuesto concedido como diezmo.
Fueron muchas las situaciones de dificultad financiera y sobrevivencia
organizativa que tuvieron que sortear las instituciones hospitalarias, en lo que,
vista la realidad actual, pareciera ser un resto atávico de la colonia y período post-
independentista, que se traslada al presente. Pese a todos los obstáculos, los
hospitales, en la tradición de de la medicina romana, se han mantenido como
espacio fundamental para restablecer la salud de los pacientes. El diezmo, era la
figura con que se financiaban los hospitales de entonces. Consistía en una
especie de colaboración, bien sea en moneda o especies, que los familiares de los
pacientes entregaban al hospital para que se mantuviera funcionando. Por
ejemplo, el Hospital de San Lázaro en Caracas se sostenía en gran parte por el
impuesto sobre las ventas del guarapo. Los mayordomos eran los directores
administrativos. Los médicos debían pasar visitas diarias y sus honorarios
fluctuaban entre cien y trescientos pesos. El personal auxiliar se componía de
boticarios, practicantes, enfermeros, cabos de salas, y en los hospitales militares
sirvientes y esclavos. En algunas oportunidades, apelando a la economía, se
recomendaba la compra de esclavos para que sustituyeran a las enfermeras. Las
149
edificaciones hospitalarias fueron modestas, todas presentaban capillas accesibles
a los dormitorios de manera que los pacientes pudieran seguir los oficios desde su
cama. Había una completa separación de géneros y en algunos hospitales sólo
había admisión de hombres o de mujeres. Muchos hospitales eran hospicios a los
que recurrían los enfermos terminales en solicitud de una cama para “bien morir”.
Este concepto impero hasta comienzos del siglo XX. Durante la mayor parte del
período colonial prevaleció el control religioso sobre el control médico, y por lo
tanto se enfatizó la atención espiritual, al considerar la salud-enfermedad como
producto de la metafísica católica. Es en las postrimerías del Siglo XIX cuando la
concepción religiosa del proceso salud-enfermedad pierde preponderancia en la
teoría y práctica médica. La mayoría de los hospitales tenían entre ocho y quince
camas. El Hospital de San Pablo tenía cincuenta camas y el de Maracaibo
veintiuna. El Hospital San Antonio de Padua de Valencia fue construido a
mediados del Siglo XVII por indicación del Obispo Diego de Baños y Sotomayor en
un terreno ubicado entre la Calle Real y la Calle de la Beneficencia. Durante la
visita pastoral a su diócesis entre 1771 y 1784 el Obispo Don Mariano Martí
encontró una capacidad de quince camas en casos de extrema urgencia, y el
Prelado estableció en los Estatutos del Hospital:
“que para mayor economía y prontitud en la curación de los enfermos
se tengan los medicamentos según la relación de dicho médico
cirujano son las siguientes: rosa, cebada, anís, romero, alhucema,
zarza, guayacán, raíz china, polipodio, escorzonera, cañafístula,
tamarindos, culantrillo, miel de abejas, flor de angelones, calabazas,
semillas de sandia, melón, infundía de marrano, de león , de culebras
e iguanas, membrillos, sebo de carnero macho, manzanilla, azafrán,
cuerno de ciervo, acíbar crudo, cal viva, almendras, pasas, poleo, viva
viña, tacamahaca y otras diferentes hojas, flores, frutos y raíces que se
cosechan a sus respectivos tiempos”.
La transformación definitiva del concepto hospitalario de entonces fue la
construcción del Hospital Vargas de Caracas, en el año 1888. Se copió la
estructura de un típico Hospital francés. Su primer director fue el Dr. Pablo Liendo.
149
Con la inauguración del Hospital Vargas el primero de enero de 1891, comienza,
por la capacidad y tamaño del nosocomio, otra etapa en la construcción y
funcionamiento de hospitales en Venezuela.
Desde 1900 hasta 1936, sucede un periodo de estancamiento en cuanto a
construcción de hospitales y centros de salud. A partir de 1936, asociado al
apogeo de la explotación petrolera, comienza de nuevo a prevalecer la necesidad
de seguir construyendo hospitales para "cuidar la salud de los habitantes". En
1943 se inicia la construcción del Hospital Universitario de Caracas, con una
capacidad de 1250 camas. Tenía mayor capacidad que el Vargas y fue
inaugurado, por la esposa del General Marcos Pérez Jiménez, Flor Chalbaud, el
16 de mayo de 1956. Actualmente el Hospital Universitario de Caracas es un
instituto autónomo adscrito al Ministerio del Poder Popular para la Salud. El
Hospital Central de Valencia, con una capacidad inicial de 600 camas, es
inaugurado en 1949. El precursor del Hospital Central de Valencia, fue el Hospital
Civil de Valencia, que llego a tener doscientas camas, laboratorio y rayos X.
Derivo en centro para el tratamiento de pacientes tuberculosos hasta que
desapareció anexo del dispensario tuberculoso. Como otros hospitales
venezolanos, el Hospital Central de Valencia, sufre en la actualidad los rigores de
situaciones de colapso en algunos de sus servicios, en virtud de problemáticas de
ya larga data y que tienen que ver con sobredemanda de pacientes,
especialmente en el área quirúrgica de adultos y atención pediátrica, carencia de
suficientes insumos y materiales médico quirúrgicos, obsolescencia de equipos,
insuficiencia de espacios físicos, y conflictos laborales. Otro hospital que alcanzo
renombre nacional e incluso latinoamericano fue el Hospital Psiquiátrico de
Bárbula. Fue inaugurado en 1958 y concebido como una pequeña ciudad para
rehabilitar pacientes mentales, Hasta un anfiteatro tenía en sus predios. Llego a
tener una capacidad de 1.600 camas (uno de los hospitales psiquiátricos más
grandes del mundo) y se convirtió en poco tiempo en hospital de referencia
nacional y, para la época, modelo de atención en salud mental y terapia
psiquiátrica en el continente. Actualmente la capacidad del Hospital Psiquiátrico de
149
Bárbula "José Ortega Duran" se reduce a 60 camas, en virtud del cambio de
paradigmas en el abordaje diagnóstico del paciente mental y la extraordinaria
transformación de los tratamientos psiquiátricos, hoy por hoy de curso
ambulatorio, y que solo requieren breves estancias intrahospitalarias.
En la segunda mitad del siglo XX no cabe duda que el Estado venezolano jugó un
importante papel en el crecimiento, fortalecimiento y desarrollo de instituciones de
salud bien sea mediante la construcción y equipamiento de hospitales así como en
el desarrollo de una red ambulatoria urbana y rural que aun se mantiene a
comienzos del siglo XXI. Dicho papel pareciera, a la luz del crecimiento
poblacional y los costos de la medicina privada, ser hoy insuficiente. Por ejemplo,
no se construyen hospitales públicos en Carabobo, desde hace dos décadas. 4La
maternidad del sur es la honrosa excepción. Sin embargo, en desigual proporción,
han proliferado edificaciones para clínicas privadas. Carabobo, en las últimas dos
décadas, ha incrementado su población hasta un treinta por ciento, lo que
configura un cuadro de demanda en crecimiento que evidencia una asimetría
respecto a la capacidad de respuesta hospitalaria pública.
149
Creación del Ministerio de Sanidad y el Seguro Social. Los programas sanitarios.
Para el año 1900, es decir, a comienzos del siglo XX, Venezuela, en poco menos
de un millón de kilómetros cuadrados de extensión territorial, no alcanzaba a tener
3 millones de habitantes. Se sumaba a esta realidad, un Estado sin muchos
recursos económicos (vendrían después con la explotación petrolera), con pocas,
y precarias, vías de comunicación, con poblados dispersos, con recurrentes
conflictos internos entre adversarios políticos, y un índice elevado de
analfabetismo. Frente a este cuadro de penuria, la población venezolana quedaba
continuamente expuesta a epidemias, como la viruela, el sarampión, el tétanos, la
malaria, la tuberculosis y la sífilis, verdaderos flagelos que causaban mortalidad en
la población. No existía, ninguna instancia u organismo que atendiera el
importante sector de la salud de todo el país. Es en 1911 que fue creada la Oficina
de Sanidad Nacional, seguida en 1930 por el Ministerio de Salubridad y de
Agricultura y Cría (Venezuela era entonces un país predominantemente rural). El
Ministerio de Sanidad y Asistencia Social (MSAS) fue creado el año 1936. Durante
la dictadura del General Marcos Pérez Jiménez, se le dio prioridad a la
construcción de hospitales y centros de salud. A partir de 1960, bajo el gobierno
de Rómulo Betancourt, se le otorga prioridad a las campañas contra las
principales enfermedades que afectaban a la población. Se crean las llamadas
Divisiones del MSAS. La División de Malariologia, que estuvo dirigida por el
reconocido médico sanitarista venezolano Arnoldo Gabaldón, y que atendía la
prevención y el tratamiento de epidemias como el paludismo y el mal de Chagas y
sustituía "techos de palma, hábitat predilecto de los zancudos transmisores, por
casas de la vivienda rural". La División Antituberculosa, dirigida por José Ignacio
149
Baldo, registró también una importante labor en el combate de la tuberculosis y las
enfermedades respiratorias. Se crearon los Hospitales del Tórax para atender
exclusivamente a pacientes con patologías cardiorrespiratorias. Entre estos
hospitales podemos mencionar el Hospital Ruiz y Páez en Ciudad Bolívar y Rafael
González Plaza en Valencia. Otra división del MSAS fue la de Epidemiología y
Estadística Vital, que recopiló datos de interés sanitario en un país disperso. A
esta situación se conjugó también la llegada a Venezuela, de una gran cantidad de
científicos, médicos y filósofos, la mayoría de origen alemán y español, que huían
de situaciones de oprobio y de miseria en sus países de origen, terminada la
segunda guerra mundial y la guerra civil española. Figuras como Manuel
Corachán García, Rudolf Jaffé, Augusto Pi Suñer, Martin Meyer, Manuel Sánchez
Covisa, Hans Doenhert, Juan David García Bacca, entre muchos otros, que
ayudaron en gran forma a fortalecer la ciencia venezolana, particularmente con la
plantilla docente en los postgrados que comenzaron a proliferar en las
universidades nacionales.
En verdad, el trabajo adelantado por las divisiones del MSAS no tiene parangón
en un esfuerzo notable que modificó, a la luz de las cifras estadísticas, los
patrones de morbilidad y mortalidad de la población venezolana a mediados del
siglo XX. Igualmente, durante ese período, se comenzaron a construir las redes
ambulatorias urbanas y rurales, primarias, secundarias y terciarias, que incluían
planes nacionales de vacunación, nutrición, medicación y prevención de
enfermedades venéreas. Un momento de avance vivió la salud pública venezolana
durante este periplo que va desde 1936 hasta un año referencial que ubicamos en
1970. A partir de la década del setenta, el llamado sector salud comenzó un
proceso que devino en crisis. Lo expresa, con nitidez, el profesor de la Facultad de
Ciencias de la Salud de Universidad de Carabobo, José Ignacio Nieves Negretti,
de la siguiente manera:
“Una crisis de salud multifactorial, que arranca a mediados de la década
de los setenta en el decorado de la ‘Gran Venezuela’, y se caracteriza
149
por la irrupción y auge de la medicina privada financiada por empresas
de seguros con coberturas de hospitalización, cirugía y maternidad
(HCM), el deterioro progresivo y sin correctivos de impacto en la
inversión en hospitales y red ambulatoria que había hecho el Estado
venezolano, el abandono de los programas sanitarios contra las
enfermedades transmisibles, el alejamiento acentuado del tratamiento
integral de las enfermedades de causa social, una creciente presión
laboral que no pocas veces derivó en conflictos e interrupciones de
servicios de salud, y una creciente corrupción de la incrementada
burocracia del sistema público de salud. Y todo este escenario de crisis,
en el marco de una explosión demográfica que triplicó el número de
habitantes (entre venezolanos e inmigrantes) y con unas facultades de
medicina formando médicos para Baltimore, en un ya rancio esquema
flexneriano”,
Otro acontecimiento importante, inspirado en la justicia social, fue la creación del
Seguro Social. Se entendía, en el prefacio de la creación de esta institución, que la
seguridad social "era el conjunto de medidas de previsión orientadas a los
ciudadanos, sin distingos de ninguna índole, para obtener los medios económicos
y poder alcanzar condiciones de calidad de vida, salud, educación y recreación
necesarias, y a otorgarle la previsión ante los riesgos inherente a la vida moderna,
tales como el desempleo, la enfermedad profesional o de otro origen, la invalidez
parcial o total, la ancianidad, la educación de los niños derivada de la muerte del
jefe de la familia o cualquiera eventualidad que ocasione incertidumbre al
ciudadano o su núcleo familiar". Surgía así el denominado Seguro Social, y de allí
partieron iniciativas relacionadas con la seguridad social como el Consejo
Venezolano del Niño, la Ley del Trabajo, El Instituto Venezolano de los Seguros
Sociales (IVSS), la Ley del Seguro Social Obligatorio y el Instituto de Recreación y
Turismo (INCRET). El capítulo I de la ley del seguro social obligatorio rezaba lo
siguiente:
149
Personas Sujetas al Seguro Social Obligatorio
Artículo 1
La presente Ley rige las situaciones y relaciones jurídicas con ocasión de la
protección de la Seguridad Social a sus beneficiarios en las contingencias de
maternidad, vejez, sobrevivencia, enfermedad, accidentes, invalidez, muerte, retiro
y cesantía o paro forzoso.
Artículo 2
Se propenderá, bajo la inspiración de la justicia social y de la equidad, a la
progresiva aplicación de los principios y normas de la Seguridad Social a todos los
habitantes del país. Están protegidos por el Seguro Social Obligatorio, los
trabajadores permanentes bajo la dependencia de un patrono, sea que presten
sus servicios en el medio urbano o en el rural y sea cual fuere el monto de su
salario".
Las instituciones de seguridad social ya se habían creado en Europa. Desde la
revolución industrial, en Inglaterra y Gales, funcionaban bajo la denominación de
Sociedades de Socorro Mutuo. En 1884, Bismarck, el canciller alemán, había
creado un sistema, que aun se mantiene, doscientos años después, basado en la
"cotización fija de los trabajadores empleados en Alemania". Más recientemente,
en la segunda mitad del siglo XX, países como Italia y España, apuntalaron su
progreso social en sistemas de seguridad que actualmente funcionan
eficientemente. El seguro social venezolano encontraba precursores, incluso en
países suramericanos como Argentina y Chile que avanzaban en lo que ha sido un
permanente desafío de los sistemas sanitarios en el mundo: cómo hacer para
otorgar seguridad cuando la necesita la persona y esta laboralmente productivo y
también para cuando la necesita y se está en justo jubileo.
El 9 de octubre de 1944, se iniciaron las labores del Seguro Social, con la puesta
en funcionamiento de los servicios para la cobertura de riesgos de enfermedades,
149
maternidad, accidentes y patologías por accidentes, según lo establecido en el
Reglamento General de la Ley del Seguro Social Obligatorio, del 19 de febrero de
1944. En 1946 se reformula esta Ley, dando origen a la creación del Instituto
Venezolano de los Seguros Sociales (IVSS), organismo con responsabilidad
jurídica y patrimonio propio, y con la intención de adaptar el Instituto a los cambios
que se verificaban en esa época. El 5 de octubre de 1951 se deroga la Ley que
creaba el Instituto Central de los Seguros Sociales y se sustituye por el Estatuto
Orgánico del Seguro Social Obligatorio. Posteriormente, en 1966, se promulga la
nueva Ley del Seguro Social, totalmente reformada. Después de este azaroso
periplo de leyes y más leyes, es en 1967, cuando los afiliados comienzan a
percibir los seguros de enfermedades, maternidad, accidentes de trabajo y
enfermedades profesionales en el seguro de asistencia médica; se amplían los
beneficios de asistencia médica integral, y las prestaciones a largo plazo
(pensiones) por conceptos de invalidez, incapacidad parcial, vejez y
sobrevivientes, asignaciones por nupcias y funerarias. Se establecen dos
regímenes, el parcial que se refiere solo a prestaciones a largo plazo, y el general
que además de prestaciones a largo plazo, incluye asistencia médica y crea el
Fondo de Pensiones y el Seguro Facultativo. En 1989 se pone en funcionamiento
el Seguro de Paro Forzoso, mediante el cual se amplía la cobertura, en lo que
respecta a prestaciones en dinero, a los trabajadores y familiares; modificándose
posteriormente para ampliar la cobertura e incrementar el porcentaje del beneficio
y la cotización.
Paralelamente, y para atender el área de la salud de los trabajadores asegurados,
el Seguro Social creó una red de hospitales, que, en un principio atenderían
asegurados con enfermedades ocupacionales que no se atendían en hospitales
generales del Ministerio de Sanidad. Los hospitales del Seguro Social terminaron
atendiendo toda clase de patologías y se generó, en muchos casos, una
duplicación de funciones con los hospitales del MSAS. Toda esta situación derivó
en una crisis de insumos recurrente y conflictos laborales que en buena medida
afectaron el funcionamiento del Seguro Social al punto de colapsarlo. Igualmente
149
fueron denunciados varios casos de corrupción en el seno de la institución, que
mermaron su credibilidad y dieron al traste con una iniciativa de seguridad social
que tienen casi todos los países de mundo, para prever el futuro de sus
ciudadanos. En la actualidad el Instituto Venezolano de los Seguros Sociales
(IVSS.), se encuentra en un proceso de adecuación e integración de su estructura
y sistemas a fines de atender las necesidades de la población trabajadora y
fusionarse en un único sistema público nacional de salud, en concordancia con la
promulgada Ley Orgánica de Seguridad Social. En Carabobo, el Hospital
Universitario Ángel Larralde (Valencia) y el Hospital José Francisco Molina Sierra
(Puerto Cabello), están adscritos al Instituto Venezolano de los Seguros Sociales,
que depende del Ministerio del Poder Popular para el Trabajo y la Seguridad
Social.
En 1997 es promulgada una nueva Ley de Seguridad Social, que contiene tres
subsistemas fundamentales: la salud, las pensiones, la recreación. Ha pasado
más de una década y aun la ley orgánica de la seguridad social no ha sido
desarrollada en su totalidad. Una nueva ley para el sector salud también está por
aprobarse en la Asamblea Nacional y en dicha ley se organiza un nuevo Sistema
Nacional Público de Salud que mantiene en expectativas favorables a la sociedad
venezolana, por cuanto uno de los indicadores más importantes de bienestar de la
gente, es la salud y, en particular, el buen funcionamiento de su sistema de salud
público. En septiembre de 2009, el Presidente de la República, Hugo Chávez
Frías, expresaba con visible alarma, en un consejo ampliado de ministros, sobre la
“emergencia en salud”. Recalcaba el presidente sobre el abandono de muchos de
los núcleos de la misión Barrio Adentro por parte de los médicos. Reflexionaba
sobre la utilización de algunos casos de reivindicaciones laborales para impedir el
derecho a la salud de los venezolanos y estimaba que la responsabilidad no era
del ministro de salud solamente, sino de todos los ministros. Sin duda, la crisis
existe. Las dos primeras acotaciones que hacia el presidente, pueden resolverse
mediante gestiones o acciones que impliquen la cobertura de profesionales de
salud en los núcleos Barrio Adentro que lo requieran y en el diálogo y el
149
compromiso con los sindicatos de la salud. La tercera reflexión, que el presidente
hacía como un llamado, representa unos de los aspectos medulares que debe
asumirse en cualquier tipo de solución que quiera dársele al asunto sanitario. La
salud, precisamente, es de todos, compete a todos, y no, sola y exclusivamente
del ministerio de la salud o de los médicos o profesionales de la salud. El principio
de la corresponsabilidad, establecido en la Constitución Nacional, aplica con
indudable pertinencia en la comprensión de lo que significa salud. A continuación,
a tenor de continuar profundizando en el tema, tres ejemplos prácticos de cómo se
hace promoción de la salud, es decir, salud:
1. El alcalde y su equipo recoge la basura de manera impecable; mantiene a
la ciudad libre de escombros y supervisa la calidad del transporte y sus
emisiones de contaminantes.
2. La maestra o el maestro en el aula recuerda todos los días al niño como
lavarse bien las manos, los dientes, así como procurarse hábitos saludables
de vida, como hacer actividad física y como respetar al prójimo y a la
escuela.
3. La corporación de los servicios de agua está pendiente de que el agua
“blanca” sea potable (de verdad) y el agua “negra” tenga su seguro destino.
Bastarían estas gestiones locales para generar procesos de salud. Y por tanto nos
enfermaríamos menos, y los recursos que se destinan a los centros de salud y la
práctica clínica se tornarían suficientes. En la evolución histórica del concepto de
atención en salud, es quizá, el problema más acuciante, el factor cultural
diferenciador entre salud y enfermedad; entre lo potencialmente enfermo y lo
preventivamente sano. Cabe decir también que toda crisis en materia sanitaria es
también un desafío apasionante y aleccionador que todo médico o estudiante de
medicina debe encarar con espíritu proactivo y decidido afán cooperador en la
búsqueda de soluciones.
149
Diversificación de la oferta dispensadora de servicios de salud
La salud está estrechamente vinculada a la vida cotidiana de los sujetos y
poblaciones, porque ésta constituye el tejido social de las relaciones e
interacciones sociales, que son básicamente comunitarias y predominantemente
societarias. En tal sentido, la familia como institución social tiene una influencia
tremenda sobre cada uno de sus miembros y en alta medida el comportamiento en
torno a la salud está vinculado a las representaciones sociales que ellos tienen
con respecto a la salud y a las enfermedades.
La diversificación de la oferta dispensadora de salud es un fenómeno constante en
todas las culturas y las épocas. Ya en la Grecia clásica, escenario de nacimiento
de la medicina racional europea, en el siglo IV a.C. ya existían desigualdades en la
asistencia médica. La gente que podía costearse los servicios era atendida por los
mejores médicos y de manera individual; los que no tenían fortuna eran atendidos
por médicos inexpertos que querían alcanzar una eficacia terapéutica a corto
plazo; y los esclavos, eran atendidos por sanadores empíricos, también esclavos,
que se limitaban a practica una suerte de "veterinaria para seres humanos".
Cuanto de esta realidad griega se mantiene en nuestros días.
149
Teóricamente (en este caso, en su relación con la salud), la representación social
involucra ciertas dimensiones: información, conocimiento tradicional y popular de
la gente, sus creencias y la imagen que se construye acerca de lo qué es la
enfermedad y lo que representa para los sujetos. Además, de los distintos
elementos que van a tener implicaciones prácticas que dan cuenta del significado
que tienen para ellos la salud, cómo se conserva, cómo se pierde, la explicación
sobre las distintas enfermedades, sobre su tratamiento y la idea que tienen acerca
de las formas de gestión de los servicios médicos y las instituciones de salud
pública en general.
En ese sentido, en lo concerniente al aspecto sanitario se encuentran
involucrados, al menos, dos actores sociales relevantes: el Estado, a través del
gobierno, representado por las instituciones de salud pública, a quien le
corresponde la formulación y ejecución de políticas y programas de salud a fin de
prever y controlar las endemias, epidemias y las enfermedades en general, así
como garantizar programas de prevención de las mismas y promoción de la salud.
El otro actor es la población o los usuarios quienes de manera activa o potencial
legitiman la acción gubernamental en salud, debiendo asumir un rol protagónico y
participativo en el sistema de salud. Esto infiere el principio constitucional de
corresponsabilidad entre los distintos niveles gubernamentales y las diferentes
formas de organización de la sociedad.
Con respecto a las instituciones públicas de salud, teóricamente éstas llevan a
cabo un proceso que implica acciones y toma de decisiones relativas a garantizar
el mantenimiento y preservación de la salud y por ende de la calidad de vida de la
población. La gestión de los organismos de salud se expresa en un conjunto de
actividades científico–técnicas o científico–operacionales que buscan atribuir valor
de eficiencia y eficacia a los procesos de intervención, diagnóstico y en la
aplicación del tratamiento o vacunación, así como otros modos terapéuticos en el
control, prevención y merma de las enfermedades. Por su parte, la población
conformada por usuarios y usuarias, para tener ese rol protagónico deben poseer
149
un grado de responsabilidad en la gestión de la salud, que posibilite su
participación en la toma de decisiones destinadas a la atención, prevención y
control sanitario. En este particular pueden contribuir modelos de participación que
rompan con el esquema pasivo y generen una participación orgánica con nuevas
formas de liderazgo y de toma de decisiones. No hay que perder de vista que la
participación y el compromiso de la gente puede facilitarse mediante la vinculación
con su vida cotidiana. Pero esto es posible en la medida que los programas
sociales logren articular asertivamente los diversos y contradictorios intereses de
beneficiarios y prestadores de servicios. Ello conduce inevitablemente al
replanteamiento de la visión tradicional de la gerencia social, que no estaría ya
centrada exclusivamente en intereses particulares y en una concepción
corporativa sino inscrita en un proyecto social, un proyecto colectivo. En sentido
teórico, la gerencia social es la negociación de la gestión administrativa para
producir mayor efectividad programática al utilizar los recursos comunales e
institucionales más racionalmente. En la gerencia social, no hay subordinados sino
colaboradores, y la negociación es básica para establecer la red de contactos
entre actores.
De este modo, la participación y la organización social tienen que ser vistas como
los espacios idóneos y necesarios para lograr la educación, formación y
movilización de la gente, con el propósito de captar las demandas reales y
vincularlas directamente a procesos democráticos de toma de decisión en la etapa
de diseño, ejecución y evaluación de las políticas de salud. Cabe destacar que
una de las desventajas que caracterizan a los servicios de salud es la complejidad
que representa la administración de este sector, caracterizado, entre otras cosas,
por presentar una organización programática que disminuye la capacidad de lograr
los resultados con eficiencia, efectividad y ahorro de recursos, porque existe una
brecha del retraso de la funcionalidad estadal y la movilidad en las operaciones no
estadales que implica un desperdicio de factores y medios instrumentales no
mensurados. En Venezuela, la diversificación de centros dispensadores de salud
149
es nutrida. Existen diferentes tipos de organizaciones que presentan oferta de
servicios de salud, tanto públicos, privados y mixtos. Las posibilidades de acceso
a los servicios de salud se han incrementado notablemente desde la segunda
mitad del siglo XX. A continuación un listado de la oferta de servicios de salud de
carácter público:
Misión Barrio Adentro I
Red ambulatoria de atención primaria y de atención secundaria,
Hospitales generales de atención terciaria
Centros de Diagnostico Integral y Centros de Alta Tecnología. Misión barrio
Adentro II
Centros especializados de alta tecnología para el diagnostico médico y la
investigación
Hospitales y ambulatorios médicos del IVSS
Hospitales militares
Centros de atención médicas de las universidades
Institutos de atención médica al docente (IPASME)
Y pese a toda esta magnífica oferta, pese a los esfuerzos que hace el Estado
venezolano de erogar enormes cantidades de dinero para mantener los servicios
de salud para el pueblo, se evidencian problemas de cobertura de atención
médica y sobretodo de calidad de atención médica, en los servicios públicos.
Seguimos sin hacer prevención de enfermedades. Seguimos sin comprender
realmente que significa promoción para la salud. Seguimos esforzándonos por
mantener un sistema de salud que en realidad fomenta una cultura de la
enfermedad y la muerte y no transitamos hacia una cultura por la salud y la vida. Y
en esta realidad, tienen mucha responsabilidad las universidades nacionales, que
mantienen un esquema formativo medicalista, que no contribuye eficazmente a
149
incorporar al egresado a interrelacionarse con realidades sociales que afectan al
venezolano de los sectores más humildes. En una cruel paradoja, las
universidades venezolanas enseñan y forman a los estudiantes de medicina en los
hospitales que mantiene el Estado gratuitamente. Se enseña en los hospitales con
el paciente sin recursos, y luego se quiere ejercer la medicina solamente en la
clínica privada, pero se le exige al paciente que tenga recursos. Debería existir lo
que llamamos una justa compensación en el ejercicio de la medicina: los médicos
deberían ofrecer atención médica a poblaciones de bajos recursos o que no
puedan acceder a una consulta privada en compensación a la inversión que hace
le Estado en su formación. Para esta acción de justicia social, bien pudieran
reactivarse las casi desaparecidas consultas externas en los hospitales públicos o
en la red ambulatoria o redes de CDI. Al respecto, apunta Henry Ventura, uno de
los médicos promotores de la Medicina Social en Venezuela:
"Los hospitales en la mañana están colapsados de gente. En la tarde y
en la noche lucen semivacíos. Las clínicas privadas, en cambio, por las
tardes están repletas. Es el testimonio evidente de la desaparición de
las consultas médicas externas y la actividad vespertina y nocturna que
se hacía en nuestros hospitales públicos. Al acabar prácticamente con
las consultas externas se estaba favoreciendo el ejercicio de la medicina
privada que el paciente más necesitado y humilde no puede costearse.
Es una muestra más del modelo hasta perverso que priva en el
funcionamiento de nuestros servicios de salud. Es necesario cambiar
esta realidad en función de garantizar el derecho a la salud del pueblo
que reza nuestra constitución. Es urgente que, así como se regulan los
servicios públicos, la educación, los precios del transporte, los
alquileres, resulta insólito, a fecha, que no se regule un servicio tan
esencial, como lo es la salud, y, en este sentido, debemos crear un
instrumento legal, una ley, que regule y civilice esta situación. La tarea
está pendiente".
149
Si sumamos la oferta de salud pública, con la oferta de los servicios privados o
mixtos, tenemos una gigantesca red de servicios y, sin embargo, estamos
hablando y sufriendo, recurrentemente, desde hace tres décadas de crisis de los
servicios de salud. Veamos la red privada, semiprivada o mixta:
Clínicas privadas de todo tipo y especialidad
Seguros privados de hospitalización, cirugía y maternidad
Fundaciones de salud
Hospitales de la Cruz Roja
Consultorios del Rotary Club
Centros médicos de la Iglesia.
Centros de salud de Universidades privadas. Ejemplo: Centro Médico Santa
Inés de la UCAB (Caracas).
Centros de atención medica en empresas privadas
Aplicación de la LOPCYMAT
Resulta notable, la cantidad de oferta de servicios de salud existentes y no
obstante, la crisis en el sector salud, es uno de los tópicos más reincidentes en la
historia de la medicina venezolana. Estudiosos del tema de la gerencia, economía
y sociología de la salud, expresan esta diversidad como contraproducente y que
insta a la anarquía. La crisis del sector salud en Venezuela se ha instalado bajo el
predominio de un modelo biologicista, que ha centrado su atención en la
enfermedad y no en la salud. Esta concepción ha privilegiado lo individual y
curativo sobre lo preventivo y colectivo, y ha hecho del hospital el espacio
fundamental para la práctica de la medicina. La crisis, por su parte, cabalga sobre
cinco características que podemos clasificar como el Pentágono (porque son cinco
los epicentros de crisis) de la crisis de la salud en Venezuela:
149
1) Crisis del modelo conceptual (predominio de lo curativo sobre lo preventivo,
lo biologicista centrado en la enfermedad y no en la salud, el hospital o la
clínica como único centro de salud. El Ministerio es un ministerio para
atender la enfermedad no de la salud).
2) Crisis del modelo organizativo (hospitales del IVSS para afiliados
colapsados, hospitales generales del MPPS colapsados, red ambulatoria
subutilizada, abandono de los núcleos Barrio Adentro, CDI con problemas
de respuesta terapéutica)
3) Crisis del modelo de gestión (ingentes recursos económicos invertidos sin
resultados de impacto, ausencia de gerencia social de los servicios de
salud, escaso compromiso de los comités de salud y, salvo las excepciones
de honor, de los contralores sociales, renuncia a la corresponsabilidad del
ciudadano, corrupción).
4) Crisis del modelo de financiamiento (desfinanciamiento, fragmentación,
ineficiencia del gasto, desviación de recursos, burocracia regional y
municipal).
5) Crisis del modelo de formación del recurso humano en salud (universidades
desvinculadas de las necesidades de poblaciones más necesitadas, modelo
biologicista en la formación, preparación para combatir la enfermedad no
para prevenirla ni procurar y no procurar la salud, nuevas opciones de
carreras rígidas cuando no innecesarias).
Y el “pentágono” de la crisis se expresa en la sociedad en los cuadros siguientes:
CRISIS DE SALUD
Todavía elevada mortalidad infantil y materna
Gran cantidad de años de vida perdidos en pacientes en espera quirúrgica
149
Resurgimiento de enfermedades que se creían controladas como la malaria, la tuberculosis, el dengue, el cólera.
Elevada incidencia de enfermedades neoplásicas, metabólicas, crónicas y degenerativas: cáncer, diabetes, afecciones cardiovasculares.
Surgimiento de nuevos problemas de salud: violencia escolar o intrafamiliar, enfermedades de etiología social, SIDA, VH1N1, inequidades de género y de condición social que aún persisten.
CRISIS DE SERVICIOS DE SALUD
Hospitales congestionados y con escasa capacidad de respuesta
Déficit recurrente de insumos y material médico-quirúrgico
Obsolescencia tecnológica en hospitales
Deterioro de las condiciones de trabajo, conflictividad laboral, EDP.
Red ambulatoria de baja capacidad resolutiva cuando no subutilizada
Atención fragmentada con obstáculos burocráticos
Bien vale la pena acotar la distinción establecida en los dos cuadros anteriores.
Una cosa es crisis de salud y otra de servicios. La crisis de servicios se hace más
evidente. Es sugerible orientar una estrategia de construir un nuevo sistema (el
actual colapsó y está en una suerte de agonía prolongada) nacional público de
salud, renovado, vigoroso, y verdaderamente eficiente, con reducida burocracia y
con la decisiva participación de la sociedad en su supervisión. Con el sistema
149
público nacional de salud puede coexistir un sistema privado de salud solidario y
con una base regulatoria sincera y consensuada, que perfile y concrete el
propósito colectivo de garantizar lo expresado en el artículo 83 de la Constitución
de la República Bolivariana de Venezuela, aprobada por el pueblo, en referéndum,
el año 1999: “La salud es un derecho social fundamental, obligación del Estado
que lo garantizara como parte del derecho a la vida. El Estado promoverá y
desarrollara políticas orientadas a elevar la calidad de vida, el bienestar colectivo y
el acceso a los servicios. Todas las personas tienen derecho a la protección de la
salud así como el deber de participar activamente en su promoción y defensa, y el
de cumplir con las medidas sanitarias y de saneamiento que establezca la ley, de
conformidad con los tratados y convenios internacionales suscritos y ratificados
por la República".
Evolución histórica del concepto de servicios de salud pública
Es durante el siglo XX, cuando el gobierno venezolano asume la responsabilidad
con la salud de los venezolanos: la Oficina de Sanidad es creada en 1911, en
pleno inicio de la actividad petrolera, mientras el Ministerio correspondiente se
crea tan solo en 1936, después de la muerte del dictador Juan Vicente Gómez y
ocho años más tarde el Instituto Venezolano de los Seguros Sociales. El
derrocamiento de Marcos Pérez Jiménez, el dictador de mediados de siglo, y el
advenimiento de la democracia a comienzos de los años 60 genera una
ampliación de los servicios, especialmente de educación y salud, como estrategia
consensual ante el auge de las luchas populares y por la profundización del
modelo de sustitución de importaciones, o de economía hacia adentro, que
requería ampliar la capacidad para el consumo interno. Los cuatro modelos de
atención de la salud, desarrollados progresivamente, fueron:
1) Modelo de atención amplia y libre acceso, que incluye los servicios de
Malariologia y saneamiento ambiental financiado básicamente con recursos
149
fiscales; la infraestructura venezolana de atención sanitaria constituía, en la
década de los setenta, una de las mayores de América Latina, con una
capacidad de 2,7 camas por cada mil habitantes. Los hospitales y
ambulatorios públicos funcionaron gratuitamente durante la primera época
democrática, pero al iniciarse la crisis, a comienzos de 1980, fueron
estableciendo modalidades de recuperación de costos por servicios
prestados, así como fundaciones por especialidades que actúan como
clínicas privadas dentro de la infraestructura pública.
2) Modelo de atención de acceso restringido, correspondiente al Seguro Social
y diversas instituciones similares de previsión social para grupos
específicos de trabajadores, logrados en los convenios laborales. El Seguro
Social ha sufrido diversas crisis, producto de episodios de corrupción, como
de duplicidad de funciones respecto al Ministerio de Salud, así como la
como de la evasión del pago obligatorio por parte de los empresarios.
3) Modelo de atención privada, de carácter empresarial, según demanda y
pago por servicios prestados, correspondiente a las clínicas, que también
han sufrido los embates de la crisis.
4) Modelo de medicina prepagada y seguros de hospitalización: que prestan
servicios directos a los afiliados o bajo contratos con clínicas privadas, los
cuales han crecido a medida que se deterioran los servicios públicos y se
encarecen los servicios de las clínicas.
Durante la década de los años noventa, la crisis económica, política y fiscal, así
como las presiones de los organismos multilaterales empujaron hacia una reforma
general de la administración pública, cuyas características fundamentales serían la
administración tecnocrática basada en la eficiencia, la privatización y, como
medida previa, la descentralización. Esta reforma se inició en aquellas
instituciones vinculadas directamente a la economía, vale decir: empresas del
estado, organismos tributarios, puertos, aeropuertos.
149
La denominada reforma del sistema venezolano de salud se inicia con la
descentralización; es un proceso que lleva más de una década sin resultados
integrales, desarrollado en un clima de confrontación social e inestabilidad política.
Habría que señalar que el proceso de descentralización tuvo momentos estelares
y logros importantes en algunos estados de la República, pero poco a poco se
fueron desvaneciendo dichos logros o, al menos, perdieron el impacto inicial. Al
respecto, traemos una apreciación de Gilberto Rodríguez Ochoa, ex ministro de
salud, sobre la problemática de salud en nuestro país:
"Se trata de un sistema enfermo que requiere soluciones de hondo
calado, más allá de los paños calientes y el enorme barril sin fondo de
gasto en que se ha convertido el sector salud en Venezuela, sin
resultados equivalentes. El sistema actual de salud pública en
Venezuela está gravemente enfermo y debe morir. Sustituirlo por otro
de raíz. Deben cambiar desde las universidades hasta el último
trabajador del sistema. Debe crearse un nuevo sistema de salud
pública basado en la claridez de objetivos de atención, prevención y
promoción de la salud, en la corresponsabilidad del control social, en
la honestidad y la solidaridad del recurso humano de la salud, y en la
inversión justa del Estado en su papel rector, en cumplimiento del
precepto constitucional".
La reforma, iniciada a mediados de los noventa incluía los siguientes aspectos:
a) Cambio del nombre de Ministerio de Sanidad y Asistencia Social por
el de Ministerio de Salud.
b) Crear un Consejo Nacional de Seguridad Social y Salud.
c) Reducir la intervención del Estado en la prestación de los servicios
d) Establecer tres modelos de gestión seriamente competitivos, que
ofrezcan planes obligatorios de salud: modelo público abierto con
149
sistemas de recuperación de costos, modelo de seguridad social de
acceso restringido y modelo privado.
e) Sustituir el financiamiento a la oferta por el financiamiento a la
demanda.
f) Convertir los hospitales y otros establecimientos públicos en
empresas sociales del Estado, condición para la autonomía
institucional.
g) Desarrollar un sistema escalonado de tarifas y un mecanismo
estratificado de costos a subsidiar.
h) Reducir el 75% del personal obrero y administrativo no productor de
servicios de salud.
Como puede observarse, a los diferentes elementos de la propuesta subyacen las
características de una mayor eficiencia, promovidos por los organismos
multilaterales, sin definiciones claras de un sistema integral; esto responde a la
política de desarrollo progresivo de los cambios, sin recurrir a políticas de shock
que puedan generar resistencias organizadas. El segundo gobierno de Rafael
Caldera, motivado por la crisis fiscal y por la presión de los organismos
multilaterales conforma una Comisión Tripartita (Ejecutivo, Fedecámaras y Central
de Trabajadores) para proponer las reformas en dos sistemas vitales: el de
prestaciones sociales y el de seguridad social.
Los acuerdos básicos son entregados en marzo de 1997 y tres meses después se
promulga la reforma parcial de la Ley Orgánica del Trabajo, con la cual se elimina
la retroactividad de los beneficios laborales por antigüedad y cesantía, un mes por
año de servicios que se calculaba en base al último salario; se sustituye por el
pago de cinco días por mes, de acuerdo al salario vigente en cada mes. Esta
149
modificación en el régimen laboral constituye el cambio fundamental para la
modernización tanto en el sector público como en el privado, por cuanto reduce
significativamente el costo del despido, facilitando la flexibilización de los contratos
laborales. En diciembre del mismo año (1997) se promulga la Ley Orgánica del
Sistema de Seguridad Social Integral (LOSSSI), que establece los aspectos
básicos de la reforma, dejando importantes vacíos y contradicciones legales, que
condujeron a su violación en el desarrollo de los instrumentos legales
correspondientes a los diferentes sub-sistemas. Por ejemplo, la Ley que regula el
subsistema de salud elimina el carácter universal, la afiliación única, la prestación
de servicios no sujetos a contribución, entre otros. Además, mientras los
empresarios de la salud consideran insuficientes las contribuciones estipuladas,
los trabajadores afirman que el sistema resulta excesivamente costoso. Por otra
parte, las condiciones significativas de pobreza, desempleo y precariedad del
mercado laboral, impiden la aplicación de la LOSSI como sistema general de
seguridad social para toda la población. Sin embargo, en todo caso, el contenido
mismo de los instrumentos legales que regulan la salud, no se orienta a constituir
un sistema de salud sino a la desintegración de las potenciales partes del mismo.
Incluso elimina la institución del Seguro Social, existente desde 1944, sin precisar
un ente que la sustituya.
Al margen de la reforma de los instrumentos legales, las únicas reformas que se
han efectuado en la práctica están vinculadas a:
1. A la iniciativa de las regiones, de conformidad con el avance de la
descentralización y con su grado de compromiso político con un proyecto
alternativo o con el modelo neoliberal.
2. A los convenios de cooperación técnico - financiera con el BID y el BM.
En el primer caso, destacan experiencias como la del estado Aragua, que ha
ensayado una modalidad de atención integral, con estrategias de intervención
correspondientes a la prevención primaria (actuar sobre factores de riesgo) y
prevención secundaria (tamizaje de población sana o búsqueda de enfermos en
149
etapa subclínica) con el objetivo de reducir la morbilidad y mortalidad y
consecuentemente, mejorar la calidad de vida. Al respecto, el momento clave de
intervención es el encuentro con el paciente en el nivel de atención primaria. La
consulta se realiza considerando las condiciones específicas de prevención
necesarias de acuerdo al riesgo posible según el caso, independientemente del
motivo de la consulta: control prenatal, citología, pesquisa de diabetes,
hipertensión, albúmina, descarte de sífilis, exámenes básicos de laboratorio,
despistaje de riesgos laborales, etc. Lo anterior implica una consulta de mayor
duración que la normal, lo cual demanda mejorar sustancialmente la relación
médico-población, y dotar los centros de atención primaria de los recursos
técnicos necesarios, especialmente cuando hablamos de ambulatorios rurales o
situados en la periferia de las ciudades.
Los esfuerzos estandarizadores de la reforma fueron promovidos por los
organismos multilaterales, con la ejecución de los préstamos; los otorgados por el
Banco Mundial estaban condicionados a priorizar los servicios de salud que serían
financiados por el Estado, mejorar la cultura en salud de los ciudadanos y mejorar
la relación costo beneficio de los sistemas de salud, y por lo tanto, aumentar la
productividad de los recursos humanos, valiéndose de la capacitación, así como
de sistemas de contratación y remuneración de personal vinculados al
rendimiento. Lo anterior implica que algunos servicios no serán financiados por el
Estado y por lo tanto, su prestación estará sujeta a la recuperación del costo
correspondiente, o serán transferidos de hecho al sector privado. Por lo tanto, el
BM exige la realización de análisis de costos, el desarrollo de alternativas
financieras para cubrir costos en los centros de salud públicos y finalmente, el uso
de formas no salariales de contratación del personal de salud, especialmente a
través de microempresas.
La Propuesta de Reforma de los Servicios de Salud por ejemplo, para el estado
Zulia, que desarrollara el Proyecto Salud, destina el Capítulo VI al “Sistema de
Microempresas” y establece que Fundasalud, como dirección administrativa
149
financiera del sistema, contratará microempresas de servicios para atender las
ocho redes en las cuales se distribuye geográfica y administrativamente el
Sistema Regional de Salud. Dichas microempresas prestarán cinco tipos de
servicios: cuidados primarios de salud, cuidados hospitalarios, administración,
mantenimiento y abastecimiento. El Proyecto no explicita los mecanismos de
funcionamiento ni de contratación o asignación de las microempresas a las
unidades de servicios de salud. Sin embargo, al describir los procedimientos de
atención declara taxativa y escuetamente que “no habrá indemnización (pago del
servicio) por parte del Fondo Regional de Salud si no se cumplen los procesos de
evaluación, referencia y contra referencia del paciente”. Se deduce que el pago a
las microempresas será en proporción a los servicios prestados, lo cual implica el
mecanismo de financiamiento a la demanda, en contraposición al sistema anterior
de financiamiento presupuestario global a los centros de atención que ofertaban
servicios de salud sin ejercer ningún control de desempeño.
De lo anterior se deduce un criterio, una intencionalidad de privatizar los servicios
de salud. Por lo tanto, la reconversión laboral exigida por el BM implica la
flexibilización de las relaciones de trabajo, convirtiendo a los actuales asalariados
en microempresarios que obtendrán contratos como personas jurídicas para
responsabilizarse por un aspecto determinado del servicio; esto reproduce
prácticas que ya tienen más de una década en algunas clínicas privadas, en las
cuales por ejemplo, el servicio de emergencia, el laboratorio, el servicio de
enfermería quirúrgica, etc., son atendidos por microempresas. De esta forma los
respectivos equipos humanos que conforman cada microempresa deben
organizarse y controlarse recíprocamente para cumplir las guardias necesarias y
asumir el trabajo asignado; los trabajadores convertidos en microempresarios
reciben una retribución global que ellos mismos deben distribuir, haciendo las
previsiones para seguridad social, vacaciones, etc. En algunos casos sus ingresos
dependen del tipo y volumen de los servicios prestados, es decir, remuneración
según productividad. En el caso del Banco Interamericano de Desarrollo, el 25%
del préstamo asignado corresponde a un convenio de cooperación técnica que
financiaría el desarrollo de leyes, reglamentos, modelos, diagnósticos y planes
149
actuariales, económicos, financieros, organizacionales y de mercado. El centro de
interés estaba en la descentralización y reestructuración con miras a la
racionalización del gasto, lo cual conduciría a ampliar la cobertura, la calidad y la
equidad de los servicios de salud. Como puede observarse, el BM y el BID actúan
complementariamente: el primero en la ejecución concreta de las reformas,
conjuntamente con la asesoría técnica de la OPS y el segundo en el desarrollo
jurídico institucional. Sin embargo, no puede negarse el rol jugado por organismos
como el CLAD, especialmente en la difusión de modelos modernizadores.
“La salud es un derecho fundamental, obligación del Estado, que lo garantizará
como parte del derecho a la vida ... (para lo cual) ejercerá la rectoría y gestionará
un sistema público nacional de salud, de carácter intersectorial, descentralizado y
participativo, integrado al sistema de seguridad social, regido por los principios de
gratuidad, universalidad, integralidad, equidad, integración social y solidaridad ...
dará prioridad a la promoción de la salud y a la prevención de las enfermedades,
garantizando tratamiento oportuno y rehabilitación de calidad”.
“Los bienes y servicios públicos de salud son propiedad del Estado y no podrán
ser privatizados. La comunidad organizada tiene el derecho y el deber de
participar en la toma de decisiones sobre la planificación, ejecución y control de la
política específica en las instituciones públicas de salud”. “El financiamiento del
sistema público de salud es obligación del estado. El Estado garantizará un
presupuesto para la salud, que permita cumplir con los objetivos de la política
sanitaria...” “El Estado tiene la obligación de asegurar la efectividad del derecho a
la seguridad social (de la cual forma parte la salud), creando un sistema de
seguridad social universal, integral, de financiamiento solidario, unitario, eficiente y
participativo, de contribuciones directas o indirectas. La ausencia de capacidad
contributiva no será motivo para excluir a las personas de su protección".
149
Estos son los preceptos establecidos en la Constitución nacional que nos
otorgamos los venezolanos en referéndum el año 1999, y en base a ellos se debe
avanzar en completar el espíritu, propósito y razón de la Ley Orgánica de
Seguridad Social (LOSS), que apuntale la creación y consolidación de un nuevo
sistema público nacional de salud y nuevas condiciones de juego, más justas y
solidarias, del sistema privado de salud.
La conocida pirámide de la salud promovida por la OMS, que otorga a los centros
de tercer nivel o hospitales tipo III y IV el vértice de la pirámide, con un máximo de
15 % de capacidad de atención resolutiva; el sector intermedio de la pirámide, que
ha resultado un interregno un tanto ambiguo que incluye desde redes ambulatorias
hasta hospitales de mediana complejidad; y el primer nivel, el nivel de acceso al
sistema de salud, la base de la pirámide, es la nunca bien ponderada atención
primaria en salud, donde, en teoría, la OMS y sus expertos, afirman que debe
resolverse el 80 % de los casos de demanda de atención médica. Esta pirámide,
al aplicarla al sistema de salud venezolana se torna en una pirámide anómala,
donde los porcentajes de atención médica se invierten y consecuencialmente los
resultados tienden a ser desalentadores.
En el ámbito de los servicios de salud, y como hecho histórico resaltante de la
primera década del siglo XXI debemos inscribir el esfuerzo que está haciendo el
estado venezolano por fortalecer la atención primaria en salud. La Misión Barrio
Adentro comienza como un componente de un Plan Estratégico Social del
Ministerio de Salud y Desarrollo Social, y en el marco de la tragedia del Estado
Vargas en el año 1999. El MSDS buscaba "la ampliación de la red ambulatoria,
extender la cobertura, de los servicios y su capacidad resolutiva, facilitando el
acceso a la atención, bajo un enfoque de medicina comunitaria con amplia
participación de la población, para tratar de dar respuestas intersectoriales a los
problemas de salud de las comunidades".
149
Los hexágonos construidos con ladrillo que caracterizan las edificaciones de
Barrio Adentro rápidamente se expandieron por todo el país, bajo la fuerte crítica
de sectores sociales, particularmente el gremio médico, que acusaba a los
médicos cubanos, participantes de la misión, de "no revalidar sus títulos de
médicos, por tantos son piratas que invadían el mercado de trabajo tradicional de
los médicos venezolanos". Más allá de la polémica suscitada y sin entrar a discutir
el posible papel ideologizante de los médicos cubanos, y sin haber evaluado en
profundidad el impacto de esta misión sobre los parámetros de morbilidad y
mortalidad en la población venezolana, lo que es indiscutible es que la Misión
Barrio Adentro abre una perspectiva de salud comunitaria que ha llegado, con sus
limitaciones y deficiencias, a sectores poblacionales que nunca, o muy poco,
tuvieron acceso a los servicios de salud. Para el año 2004, el entonces ministro de
salud, Francisco Armada, declaraba que "La Misión Barrio Adentro no puede verse
como un programa de salud o como otro nivel de atención médica…su perspectiva
es convertirse en un elemento integral de la política social y de las respuestas a
las necesidades sociales de las comunidades, conjuntamente con Misión Barrio
Adentro II, que viene a suplir necesidades de la población en el diagnóstico
integral, la rehabilitación y la promoción de la salud, y los Centros de Alta
Tecnología, donde se atenderán casos de mayor complejidad y se hará
investigación para alimentación del sistema".
149
EVOLUCION DE LA INSTITUCIONALIDAD MÉDICA
"La historia está presente y nos rodea en todas sus horas, porque no es otra cosa que la vida".
Arturo Uslar Pietri
La primera institución orientada a proporcionarle institucionalidad a la medicina en
el territorio de nuestro país, fue el Protomedicato, autorizado por la Corona
Española en 1777, a petición del médico español, fundador de los estudios
médicos, Lorenzo Campins y Ballester. Junto al Protomedicato, fueron los
llamados hospitales reales, que en la época de la colonia y en número de hasta 25
llegaron a funcionar en el siglo XVII y XVIII. En la etapa inmediata del proceso de
independencia, y durante el siglo XIX y XX es que se crean las instituciones
gremiales, sociedades médicas y centros de estudios e investigación, así como
149
aparecen diversas publicaciones de contenido científico y humanístico, que le van
otorgando fortaleza a la denominada institucionalidad de la medicina en
Venezuela.
El 13 de marzo de 1893 se crea la Sociedad de Médicos y Cirujanos de Caracas.
Quienes conformaron esta primera sociedad fueron Nicolás Guardia, Francisco
Antonio Rísquez, Juan de Dios Villegas Ruiz, Alberto Couturier, Pablo Acosta
Ortiz, José Manuel de Los Ríos, Miguel Ruiz, Enrique Meier Flégel, Pedro Herrera
Tovar, Martín Herrera, J. M. Escalona, Tomás Herrera Pacanins. Fue electo
Presidente Francisco Antonio Rísquez y secretario Juan de Dios Villegas Ruiz.
Acordaron fundar un periódico que se llamaría “Gaceta Médica de Caracas”,
encomendando su dirección a Luis Razetti. Esta Sociedad desapareció en 1896
pero la Gaceta Médica de Caracas, siguió editándose. El 13 de marzo de 2009
cumplió 116 años de existencia. La acción de la Sociedad, (1893-1896), no
obstante su corta vida, tuvo una marcada influencia en el establecimiento de los
primeros concursos para internados y externados de los hospitales civiles de
Caracas, y se crearon las cátedras de Clínica Médica, Clínica Quirúrgica, y la de
Obstetricia y Ginecología, en la Facultad de Medicina de la Universidad Central de
Venezuela, así como los trabajos prácticos obligatorios de Anatomía y de Medicina
operatoria. Algunos de sus miembros fundaron el Instituto Pasteur de Caracas en
el que se llegaron a "fabricar un millón de dosis de vacuna antivariólica, repartidas
por el gobierno para combatir la epidemia de viruela que azotaba al país, en
especial a la región de Valencia". La Sociedad de Médicos y Cirujanos duró hasta
1904, cuando de funda la Academia nacional de la Medicina.
Entre 1893 y 1911, ocurren eventos cardinales en la conformación de una
incipiente institucionalidad de la medicina en nuestro país:
1. Fundación de la Sociedad de Médicos y Cirujanos de Caracas, 1893.
2. Fundación de la Gaceta Médica de Caracas, 1893.
3. Fundación del Instituto Pasteur de Caracas, 1895.
4. Establecimiento del concurso del Internado y Externado de los Hospitales,
1895.
149
5. Fundación del Colegio de Médicos de Venezuela, 1902.
6. Fundación del Laboratorio del Hospital Vargas e iniciación de la Parasitología
en Venezuela, 1902.
7. Fundación de la Academia Nacional de Medicina, 1904.
8. Reunión del Congreso Venezolano de Medicina, 1911.
La agitación continua en que vivía el país, crearon un clima negativo al
establecimiento de agrupaciones científicas y publicaciones que discutieran de
viva voz y por escrito, los problemas del momento. Esto explica parcialmente
porque fue en 1857 cuando se fundó la Academia de Ciencias Físicas y
Matemáticas, de efímera duración, a la cual pertenecieron los médicos destacados
como Carlos Arvelo, Antonio José Rodríguez y Manuel Porras. En el mismo año
aparecieron las revistas El Nacionalista y Eco Científico, que, pese a su fugaz
existencia, mantienen la referencia como revistas pioneras de la divulgación
científica en nuestro país.
En 1867, diez años después, se reunían ocho entusiastas médicos y hombres de
ciencias, para hablar sobre sus inquietudes, investigaciones y hallazgos y,
subsecuentemente, publicaron el resultado de sus discusiones en el diario El
Federalista. Cuando el número de sus miembros aumentó de ocho a veintiocho,
constituyeron la Sociedad de Ciencias Físicas y Naturales, en enero de 1868 y ese
año fundaron su órgano de difusión llamado Vargasia en homenaje a José María
Vargas. Existencia igualmente breve tuvo la Gaceta Científica de Venezuela
publicada por el esfuerzo personal del Doctor Manuel M. Ponte. La diversidad de
estas primeras iniciativas y a pesar de los subsiguientes fracasos revela la
voluntad y el entusiasmo de los científicos de entonces, malentendidos, acosados
y anulados por las condiciones políticas, económicas y sociales reinantes.
El Gremio
149
En Maracaibo, el 24 de agosto de 1945 se funda la Federación Médica
Venezolana, que agrupa a los colegios médicos que funciona en cada uno de los
estados que conforman nuestro país. Entre los objetivos de la Federación que
agrupa a los médicos venezolanos, se encuentran:
1. Defensa de los intereses del gremio médico frente a sus empleadores.
2. Vigilancia del cumplimiento del Código de Deontología Médica.
3. Asesoramiento al Estado venezolano en lo atinente a salud y seguridad
social.
4. Atención de las inquietudes y necesidades sanitarias de la población
venezolana.
5. Favorecer la formación del médico en actuación sinérgica con el Estado
venezolano a través del Ministerio de la Salud y con las universidades.
6. Fortalecimiento del Instituto de Previsión Social del Médico.
Las sociedades médicas
Desde la primera sociedad de médicos y cirujanos de Venezuela, creada en 1893,
hasta nuestros días, se han fundado más de cincuenta sociedades médicas, lo
que revela una creciente vitalidad de la práctica de la medicina. Las sociedades
reúnen a los médicos y permiten canalizar avances, conocer trabajos de
investigación, asesorías y consultas sobre problemáticas comunes, congresos,
foros y encuentros divulgativos sobre la especialidad médica, así como permite
fomentar lazos de comunidad científica y humana entre asociados. A continuación
mencionamos algunas de ellas y su propósito fundamental:
1. SLAN - Sociedad Latinoamericana de Nutrición Capítulo Venezolano -
Estimulan la ampliación y extensión de los conocimientos en el campo de la
149
nutrición y disciplinas afines y facilitan el contacto e intercambio entre los
profesionales interesados.
2. SOGV - Sociedad de Obstetricia y Ginecología de Venezuela - Información
sobre las actividades y funciones de esta sociedad médica.
3. SOVECI - Sociedad Venezolana de Cardiología Intervencionista: Fomentan
todas las vertientes de la cardiología intervencionista.
4. SOVEMO - Sociedad Venezolana de Menopausia y Osteoporosis -
Sociedad dedicada al diagnóstico, tratamiento, prevención, rehabilitación e
investigación de la osteoporosis.
5. SOVERADI - Sociedad Venezolana de Radiología y Diagnóstico por
Imágenes: Sociedad científica sin fines de lucro que agrupa a los
especialistas médicos de esta área.
6. SVU - Sociedad Venezolana de Urología: Pagina principal de la SVU,
plataforma de transferencia de imágenes, Directorio de Miembros.
7. SVA - Sociedad Venezolana de Anestesiología - Información sobre esta
sociedad médica: reglamentos, historia, información profesional, así como
todo lo relacionado a la anestesia.
8. SVCOT - Sociedad Venezolana de Cirugía Ortopédica y Traumatología -
Información sobre las jornadas, eventos y actividades desarrolladas por la
sociedad. Información general para traumatólogos y ortopedistas,
9. SVINFECTOLOGIA - Sociedad Venezolana de Infectología - Información
general sobre esta sociedad médica: actividades científicas, boletín,
publicaciones, miembros y más.
10.SVMFR - Sociedad Venezolana de Medicina Física y Rehabilitación -
Información sobre esta sociedad médica y los eventos que organiza, su
junta directiva y directorio médico.
149
11.SVMI - Sociedad Venezolana de Medicina Interna - Organización
encargada de apoyar a los organismos dispensadores de salud en lo que
concierne a la programación y ejecución de planes para la creación de
servicios de medicina interna.
12.SVN - Sociedad Venezolana de Nefrología - Asociación civil científica sin
fines de lucro dedicada a promover y velar por el desarrollo de la nefrología,
impulsando su estudio y la investigación.
13.Sociedad Venezolana de Neonatología - Información sobre neonatología,
congresos, integrantes de esta sociedad y más.
14.Sociedad Venezolana de Oncología: Organización que se encarga de
impartir educación continúa a los profesionales del área de la salud sobre la
atención integral del paciente con cáncer.
15.SVO - Sociedad Venezolana de Oftalmología: Información sobre juntas,
estatutos, programación científica y más para el público en general
16.SVP - Sociedad Venezolana de Psiquiatría: Sociedad civil de carácter
científico sin fines de lucro que contribuye al progreso de la psiquiatría
nacional en los aspectos de prevención, asistencia, rehabilitación, docencia
e investigación.
17.SVPP - Sociedad Venezolana de Puericultura y Pediatría: Sociedad que
incluye entre sus objetivos el estudio y avance de la puericultura y la
pediatría.
18.VENREUMA - Sociedad Venezolana de Reumatología: Órgano oficial que
agrupa a los médicos reumatólogos en Venezuela. Eventos, revista,
directiva, lista de miembros.
19.SVE – Sociedad Venezolana del Endotelio. Creada para el fomento de la
investigación en este nuevo campo médico asociado al diagnostico y
149
tratamiento de las afecciones del endotelio.
20.SVME – Sociedad Venezolana de Medicina Estética. Sociedad médica que
promueve el estudio y la investigación en el campo estético mínimamente
invasivo.
Centros de investigación
Desde la iniciativa privada de un grupo de médicos y científicos que inauguraron el
1 de abril de 1895, el Instituto Pasteur, con la finalidad de "elaborar vacunas para
toda la república", hasta la actualidad se han creado diversos centros de estudios
e investigación, con delimitación de los campos de conocimientos. Si bien
tradicionalmente la investigación médica se ha realizado en hospitales (la mayoría
de los hospitales venezolanos cuando se fundaban contenían espacios para la
investigación, que con la crisis de los servicios de salud fueron desapareciendo),
la recurrente condición crítica de los nosocomios ha obligado a muchos núcleos de
investigadores a establecer espacios para la investigación fuera de los
establecimientos hospitalarios. Es preciso acotar también que en el fomento,
creación y desarrollo de la investigación médica en Venezuela han tenido mucho
que ver las universidades, por cuanto de su seno ha surgido la gran mayoría de
los investigadores y buena parte de la infraestructura físico que ha requerido la
evolución de la investigación nacional. Por otra parte, se han creado sinergias en
materia de investigación entre centros eventualmente dedicados a la investigación
biomédica, que han dado resultados alentadores en muchas de las necesidades
de investigación aplicada que requiere la sociedad venezolana. Entre las
instituciones que bajo la figura de unidades, laboratorios, centros, institutos,
observatorios, o asociaciones civiles, se han venido creando en Venezuela,
mencionamos algunas, con su objetivo cardinal, y en otros casos, solo son
reseñadas:
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1. Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC). Fundado en
1959, por Humberto Fernández Moran, como Instituto de Neurología e
Investigaciones Cerebrales. Al cambiar sus orientaciones el instituto pasó a
desarrollar buena parte de las investigaciones biomédicas que se hacían y
hacen en nuestro país.
2. Asociación Venezolana para el Avance de la Ciencia (ASOVAC). Es una
asociación con una larga trayectoria de fomento y divulgación del quehacer
científico, incluyendo la ciencia médica. Su radio de acción es muy amplio,
y funciona en todos los estados del país.
3. Instituto de Altos Estudios (IDEA). Su objetivo fundamental es el desarrollo
de investigaciones científicas en campos de repercusión económica y
social, particularmente en el ámbito del petróleo y alimentos.
4. Instituto de Biomedicina. Creado por iniciativa de Jacinto Convit y
actualmente funciona bajo la figura de un Servicio Autónomo. Su
orientación investigativa está centrada en generar respuestas en el amplio
campo de la biomedicina.
5. Instituto Nacional de Higiene Rafael Rangel. En homenaje a la sabiduría de
Rangel, este instituto adelanta los estudios, investigaciones y acciones de
salubridad del Estado venezolano.
6. Instituto de Altos Estudios Arnoldo Gabaldón. Funciona en Maracay, y es
una institución creada para la formación e investigación de los recursos
humanos que requiere el país en el campo de la salud pública y salud
ocupacional
7. Unidad de Trasplante de Medula Ósea. Creada en Valencia, anexa al
Hospital Central, y fundada por Abraham Sumoza, destacado hematólogo
venezolano. Su objeto esencial es el tratamiento y trasplantes de médula
ósea.
149
8. CIEPE. Funciona en San Felipe, capital de Yaracuy. Este centro aborda los
procesos de investigación en el campo del desarrollo de alimentos.
9. Centro de Investigaciones de Enfermedades Tropicales (CIET). Establecido
en San Carlos, capital de Cojedes, anexo al Hospital Universitario Egor
Nucete Hubner. Es un centro de investigación de la Universidad de
Carabobo dedicado al estudio de las enfermedades tropicales. Desde su
fundación, por Cruz Manuel Aguilar, ha mantenido esquemas de sinergia
formativa e investigativa con el Instituto Cruz de Brasil
10.BIOMED. Es un centro de investigaciones biomédicas de la Universidad de
Carabobo, que funciona en la ciudad de Maracay.
11.Centro de Investigaciones en Bioingeniería. Es el único centro dedicado a la
Bioingeniería en la región central del país. Su fundador es Antonino Caralli
y surgió a partir de la expansión de la Unidad de Investigaciones en
Bioingeniería de la Escuela de Ingeniería Eléctrica de la Facultad de
Ingeniería de la Universidad de Carabobo, y adelanta estudios e
investigaciones que pueden ser eventualmente aplicadas en problemáticas
médicas.
Publicaciones
Desde 1804, José Domingo Díaz, junto a Vicente Salías (autor de la letra del
himno nacional), habían publicado en la Gaceta de Caracas, trabajos sobre la
infección variolosa y la conservación de las vacunas. Medio siglo después, en
mayo de 1854, en la Gaceta Oficial de Cumana, se publicó un trabajo de Luis
Augusto Beaperthuy sobre la fiebre amarilla. Fue uno de los trabajos pioneros, en
el loable afán de publicar y promover publicaciones de medicina en nuestro país.
149
En 1856, José Antonio Zárraga, publica en Valencia, Lección clínica-quirúrgica,
dedicada a los alumnos del Colegio Nacional de Carabobo. Es una de las primeras
publicaciones registradas en Venezuela, si bien no periódica, fue un esfuerzo
divulgador de Zárraga que merece la pena destacar. Era el relato de un caso de
intervención quirúrgica por litiasis vesical, el 15 de mayo de 1856, utilizando el
cloroformo como anestésico
Aparecen en 1857, las dos primeras publicaciones de unidad temática (no eran
solo inserciones en publicaciones de contenido vario) dedicadas a la divulgación
científica. El Naturalista, dirigida por el médico Jerónimo Blanco y Eco Científico
de Venezuela dirigida por el médico Manuel Porras.
Vargasia aparece publicada por primera vez en marzo de 1858. Sus redactores
fueron Adolfo Ernst, Manuel Vicente Díaz, Arístides Rojas y Francisco de Paula
Acosta. Escuela Médica aparece en 1874 y sus promotores fueron Manuel Antonio
Diez, Luis Mario Montero y Adolfo Frydensberg. Ese mismo año, se edita Gaceta
Científica de Venezuela. Y su redactor y propietario fue el médico naturalista
Manuel Ponte.
Boletín de la Facultad Médica. 1880. Manuel Vásquez Level, Rafael Villavicencio y
Manuel Antonio Diez, fueron sus tres directores. Una año después, se publica La
Unión Médica, un quincenario dirigido por Adolfo Frydensberg hijo y Antonio
Ramella.
Maracaibo, desde 1883 conoció excelentes publicaciones médicas que
trascendieron a Caracas, Valencia, Mérida, Cumana y Ciudad Bolívar, que eran
las ciudades con actividad editorial médica y donde existía un gremio médico
suficiente para generar discusiones de tenor científico. Una de las primeras fue la
Revista Médico-Quirúrgica, que vio la luz en 1883. Editada en Maracaibo y dirigida
por los médicos Gregorio Fidel Méndez y Manuel Danigno. Tiempo después,
apareció la revista Clínica Médico-Quirúrgica, dirigida por Manuel Danigno, uno de
los fundadores de la ORL en Venezuela.
149
En 1885, Laureano Villanueva edita en Valencia, en formato revista, una
publicación titulada Ciencias Médicas en Venezuela. Villanueva, médico e
historiador, uno de los forjadores de la memoria médica venezolana, insistiría, en
1889, con otra publicación que titulo La Gaceta de los Hospitales. Era una especie
de folleto que relataba las incidencias hospitalarias y relataba casos clínicos
abiertos para la discusión en el marco de la ciencia, de un incipiente gremio
médico. Ese mismo año, Lisandro Lecuna, reconocido médico higienista, publica
su opúsculo Breve noticia histórica de la Medicina en Carabobo.
Y en 1889, Luis Pérez Carreño publica sus famosos cuadernos, que llegan a tener
reconocimiento internacional. Fueron nueve cuadernillos que incluían temas como:
Movimiento Quirúrgico en Valencia, la viruela, higiene de la mujer embarazada
advertencias en el momento del parto. Evolución de la Medicina en Carabobo,
escrita por Rafael Guerra Méndez y Topografía Médica, fueron dos publicaciones
en forma de libro, que se editaron en Valencia en la última década del siglo XIX.
Ya en el siglo XX, en 1936, la Universidad de Valencia edita Asociación Médica,
dirigida por Ramón Cifuentes. Esta revista, la primera que se conoce en el siglo
XX, alcanzo cuatro números, toda una proeza para la época.
Así como se creaban revistas médicas en Caracas, Valencia y Maracaibo, en el
sur de Venezuela, desde el año 1888, germinaba también un logro editorial
médico, dirigido por los doctores Carlos Oxford, Nicolás Holmsquist, José Rosales
y Luis León. Ciudad Bolívar, médico, se llamaba la publicación. Marco un hito en
su tiempo, y mezclaba tópicos médicos con notas sociales y literarias.
Revista Científica de la Universidad (de Caracas). Esfuerzo editorial adelantado
por José Manuel de los Ríos, Francisco Rísquez y José Dolores Montenegro. La
Clínica de los Niños Pobres. 1889. Su propulsor fue el médico José Manuel de los
Ríos, considerado después el padre de la pediatría en Venezuela.
Desde 1893 se edita la Gaceta Médica de Caracas. Fue una creación del colectivo
de galenos que lideraron la transformación de los estudios médicos en Venezuela,
en los albores del siglo XX. Su primer director fue Luis Razetti. Es cuantiosa la
149
cantidad de trabajos científicos publicados en sus páginas. La Gaceta Médica de
Caracas, es quizás la experiencia editorial más prolongada en el continente. Con
más de un siglo de existencia, debe su vitalidad actual al esfuerzo de
En la segunda mitad del siglo XX, las publicaciones médicas se multiplicaron y
alcanzaron una calidad incuestionable. No existen dudas acerca de la contribución
de las universidades y los centros de investigación, en diversas ciudades del país,
al crecimiento de la cantidad y calidad de las publicaciones científicas. La
trayectoria de estas publicaciones será objeto de otro trabajo más in extenso del
autor, que se aproximará también a las llamadas revistas médicas electrónicas.
Pareciera ser la web, el sitio donde recalarán casi todos los esfuerzos editoriales
en el ámbito médico. Razones de distribución efectiva y costos, parecieran ser
suficientes para aceptar dicha realidad.
149
MEDICOS VENEZOLANOS
Introito
El profesor Oscar Veracochea, en sus Temas sobre la Historia de la Medicina
apunta que en 1583 se radicó en Caracas el médico español Don Miguel de
Gerónimo, quien acompañara a Don Diego de Losada en la fundación de hoy
capital del país. Se considera a De Gerónimo el primer médico que ejerció en
Venezuela, aunque muchos dudan si en verdad estaba “graduado” en la profesión
de Galeno. Otros historiadores de la medicina como Sanabria testimonian que en
1703 el primer médico, graduado en medicina, que ejerció en Caracas, aunque por
poco tiempo, fue Fernando Gómez Munar. En el año 1708, cinco años más tarde
que Gómez Munar, ya ejercía la medicina en Valencia, Esteban de la Fuente.
Nunca solicitó su reconocimiento como médico por el Protomedicato, pero fue
reconocido como "humano, asertivo y confiable" por parte de la sociedad. Su
antecedente fue el médico español Pedro Moner, quién ya en 1647 ejercía la
medicina en Valencia, cuando ni pensaba nacer De la Fuente. Sin duda eran
escasos los médicos, porque nadie quería estudiar medicina, una profesión vista
con recelo por la sociedad fuertemente clerical y que frente a la filosofía, el
magisterio, las leyes, y el seminario sacerdotal, no tenía mucho prestigio. Hacia
1739 llegó también a Valencia el médico de origen germano, Nicolás Hortsmann,
pero era “un personaje más bien interesado por la botánica, y el poder curativo de
las plantas y raíces, que en el trópico encontraba en abundancia”. Se fue
posteriormente hacia el Sur del país, hasta la provincia de Guayana, para hacer
estudios sobre la inmensa y exuberante topografía guayanesa. El Dr. Francisco
Lafons llegó a La Guaira en 1751 y ejerció allí con gran éxito su profesión. Durante
esos años también prestaron servicios cirujanos de carrera regular y que
149
profesaban la religión protestante. La mayoría de ellos sin embargo, eran
conocidos con el nombre de “romancistas” (personajes elocuentes con poder de
convencimiento. Una especie de predicadores religiosos con gran capacidad
sugestiva, que manejaban algunos datos y resultados de la medicina y la cirugía
de entonces). Los romancistas se confundían con barberos y sangradores. En el
año de 1754 ejerció en Caracas el médico, Rafael Ellerker, quien provenía de la
isla de Cuba donde había ejercido la medicina. Ellerker, es uno de los pioneros de
la Historia de la Medicina en Iberoamérica. Recopiló información en Cuba y
después de haber trabajado en Caracas durante una década, se fue a las Islas
Canarias donde en 1768 publicó un libro que tituló, en forma ambiciosa, como:
“Colección de los más preciosos adelantos de la medicina en los últimos tiempos”.
Ya para ese momento el doctor Campíns y Ballester ejercía la medicina en
Caracas. En Europa esta realidad no era muy diferente. Para tener una idea de la
precariedad de la práctica médica y la escasez de médicos, durante buena parte
del siglo XVI, la Universidad de Paris, sólo llegó a tener cuatro profesores de
medicina y no llegaba a graduar ni una docena de médicos por año.
Por otra parte muchos médicos españoles se sumaron al proceso de la
independencia. Se incorporaron al ejército libertador y algunos de ellos suscriben
el acta de la independencia del 5 de julio de 1811. Algunos ofrendaron con su vida
la gesta emancipadora contra la corona que, precisamente, imponía su país de
origen. Son los matices que es preciso incorporar a la historia. Los grises que se
aproximan con mayor serenidad a la verdad. En la expresión de Unamuno cuando
sostenía que la única patria es el afecto, señalamos los nombres de algunos de
ellos: Francisco Isnardi (nacido en Cádiz, incluso fue secretario del Congreso
Nacional de 1811 y médico combatiente del ejército libertador, cuando fue hecho
prisionero por los realistas y murió, sin nunca capitular, en Ceuta como reo); José
Luis Cabrera, firmante del acta de la independencia; Martin Farreras, médico del
ejército que comandaba el General Manuel Piar en la batalla de San Félix; José
Rafael Villarreal, organizador de los eventos en torno al grito de la independencia
de Venezuela el 19 de abril de 1810; y José María Gallegos, de quien dijera
149
Vargas, era el más diestro e instruido de los cirujanos de Caracas. Gallegos muere
prisionero de los realistas en las bóvedas de La Guaira.
Lorenzo Campins y Ballester y José María Vargas, quizás constituyen los más
conocidos, y recordados referentes médicos de la “génesis” de la medicina en
Venezuela. Campíns y Ballester, en la precariedad de haberlo comenzado todo en
el ambiente más hostil que se recuerde, razón que lo hace, al decir del médico e
historiador Miguel González Guerra, apóstol, quijote, y mártir. Vargas, por su afán
civilizador, en un “país comarca” preocupado por “los pleitos rurales de una clase
dirigente poco estudiada”. Son varios, los historiadores que sostienen que Vargas,
con su participación en la política de entonces, mutiló buena parte de su tiempo de
médico e investigador. Perdió el país ese talento y su potencial conocimiento.
Viene al caso lo que precede, porque en este capítulo de Médicos Venezolanos,
nos aproximaremos tangencialmente a Campíns y Ballester y Vargas, tocados en
temas previos, para introducirnos en la vida y obra médica de algunos de esos
“discípulos de Hipócrates y Galeno”, o para decirlo con el profesor de Historia de
la Medicina Ambrosio Perera “de artífices y pioneros de la ciencia médica en
Venezuela”. El marco histórico referencial de esta aproximación va desde la
reforma de los estudios médicos en Venezuela iniciados por Vargas con el apoyo
del Libertador Simón Bolívar (1827), hasta el descubrimiento de la vacuna contra
la lepra de Jacinto Convit. Desde luego que existen muchos más médicos
venezolanos destacados, y que es preciso rescatarlos de la injusta desmemoria,
en una tarea pendiente que debe acometerse con prontitud. Las sinopsis
mencionadas que se reflejan en este capítulo responden a la elección del autor
como al registro bibliográfico conseguido que, en nuestro país, no suele ser
prolífico ni noble e incluye a médicos venezolanos y sus aportes investigativos.
149
Carlos Arvelo. Güigüe, Carabobo. 1784. París, 1862
Discípulo de Felipe Tamariz, el tercer protomédico, Arvelo es doctor en medicina
por la Universidad Central de Venezuela. Recién egresado, se enrola en el ejército
y asciende a Médico Jefe de los Ejércitos Libertadores, designado por el
Libertador Simón Bolívar. Sus habilidades y destrezas en los campos de batallas
fueron notables y le permitieron adquirir experiencia y fuentes de información
directa de patologías tanto traumáticas como infecciosas. Desde 1828 ejerce la
docencia en la cátedra de Patología Interna o Medicina Práctica. En dicha
cátedra, se dictaba en forma de bienio y Arvelo enseñaba las nociones y
clasificaciones de las enfermedades conocidas para la época en el primer año y la
terapéutica en el segundo año. Utilizaba el texto de Pinel, todo un aporte
novedoso. A Pinel, un gran clínico y un gran filósofo de la medicina, además se le
atribuyen los conceptos fundamentales de la Psiquiatría y la consideración de los
dementes como pacientes mentales. Pinel es uno de los médicos más singulares
de la historia médica universal pues le tocó vivir durante la monarquía como
médico en Bicetré y Salpetrié, al mando de Napoleón Bonaparte, y también bajo la
restauración de los Borbón. Cabe decir, fue médico en el propio centro de la
caldera histórica de la época.
El gran aporte de Carlos Arvelo a la medicina venezolana, vistas las dificultades
para producir materiales de estudio que respondieran a las características de
nuestro medio, fue recopilar y escribir un tratado de Patología Interna. El propio
Arvelo señala que escribió el libro con la ayuda de las lecciones de Pinel, el
diccionario de las ciencias médicas de Fábregas, y sus anotaciones recogidas en
las muchas batallas donde participó así como los muchos pueblos donde
149
pernoctó. Las enfermedades están clasificadas de acuerdo a su historia natural, su
etiología y su sintomatología.
El Dr. Manuel Porras, su biógrafo, explica como se “construyó” el libro de Arvelo,
equivalente hoy en día al Cecil de Medicina Interna:
“El laborioso Arvelo, no encontrando textos elementales adecuados
a la enseñanza, se propuso escribir un curso de patología Interna
que llenara aquel objeto para lo cual empleaba las noches en
redactar las lecciones diarias. Un año le llevó adelantar el
manuscrito”
El libro se editó en 1939, en la imprenta de George Corser, tras un meticuloso
trabajo editorial sobre las 320 páginas del libro. La aceptación del libro fue
casi inmediata. Por más de dos décadas fue manual de texto de las
Universidades en Venezuela, e incluso en las de Bogotá, Madrid y México. El
primer tema lo conformaran las fiebres; el segundo, las flegmasías o las
inflamaciones; el tercer tema, las hemorragias; el cuarto, las neurosis y el
quinto y último tema, las lesiones orgánicas. Todas las patologías descritas
tenían un orden que incluía los nombres dados por diferentes autores a las
enfermedades, la clínica de cada afección, es decir su sintomatología, su
evolución y su pronóstico, y por último la terapéutica para cada alteración.
El Hospital Militar de Caracas, al igual que el municipio donde nació en
Carabobo, llevan el nombre de Carlos Arvelo, en homenaje a este médico
venezolano, preocupado por la medicina y su difusión y autor de un libro
referencia de la medicina venezolana en su tiempo, como tal vez muy pocos,
casi doscientos años después.
149
José Gregorio Hernández. Isnotú, 1865. Caracas. 1919
Egresa como Doctor en Ciencias Médicas de la Universidad Central de Venezuela
en el año 1891. Al concluir sus estudios de Bacteriología en Europa regresa a
Venezuela. El gobierno de turno al mando de Raimundo Andueza Palacios decreta
la creación de los estudios de Histología, Fisiología Experimental y Bacteriología
en la Universidad Central de Venezuela y lo nombra catedrático y director,
consolidando de esta forma la creación de la primera cátedra de Bacteriología en
América.
La Microbiología en Venezuela, solo había alcanzado ser un bosquejo de ciencia
impartida por instituciones de precaria duración como los Institutos Pasteur de
Caracas y el Instituto de Bacteriología de Maracaibo a finales del siglo XIX. En
este sentido, la labor de Hernández es considerada pionera en la medicina
experimental. Lecciones explicativas con observación de los fenómenos vitales,
experimentación sistematizada, prácticas de vivisección y pruebas de laboratorio,
constituyen el aporte de pedagogía científica de Hernández en el campo docente.
Este esfuerzo se reconoce como el surgimiento de la verdadera pedagogía
científica en Venezuela. Introduce el microscopio por primera vez en Venezuela y
enseñó su uso y manejo; cultivó y coloreó microbios e hizo conocer la teoría
celular de Rudolph Virchow. La metodología científica sobre la cual edificó su labor
fue la de la experimentación. Comienza por comprobar los hechos aprendidos en
la teoría contrastando ulteriormente los resultados obtenidos por él con los
149
resultados alcanzados en escuelas extranjeras. De esta forma arriba a
conclusiones como la referente a la numeración globular roja, acerca de la cual
acota en el I Congreso Médico Panamericano de Washington en 1892, que, “el
número de glóbulos rojos es menor en los habitantes de las regiones
intertropicales que en los de las regiones templadas y suponemos que esta
hipoglobulia depende del organismo que teniendo menos pérdidas de calor por la
irradiación, disminuye la producción globular y por este hecho estoy perfectamente
de acuerdo con la opinión antigua de que los países cálidos son los países
anemiantes por naturaleza”.
También escribe, junto a Nicanor Guardia, acerca de la angina de pecho de
naturaleza paludosa, vaciando sus estudios acerca de la materia en un artículo
titulado “Sobre la angina de pecho de naturaleza paludosa”. Para la
materialización de dicha publicación utiliza sus estudios realizados en la Facultad
de Medicina de Madrid, los cuales consistieron en la observación de tres casos,
cuyas causas creyeron haber dilucidado y que les sirvió de base para el estudio de
una enfermedad poco conocida y escasamente estudiada para aquel entonces. El
estudio de los tres casos anteriormente mencionados lo condujo a concluir,
mediante la observación del pigmento melánico en la sangre, que se trataban de
individuos bajo la potencia del impaludismo. Sin embargo, no observaron el
hematozoario de Laveran, pero la circunstancia de haberse transformado los
accesos de ángor en accesos de fiebre paludosa es tan demostrativa como la
presencia misma del pigmento antes mencionado. A su vez, describe los tipos de
anginas de pecho: por ateroma, por simple neuralgia del plexo cardíaco o por
obstrucción de arterias coronarias. Así mismo describió la acción curativa de la
quinina en estos casos. En 1906, publica su obra más importante: “Elementos de
Bacteriología”, calificada como "prodigiosa, reflejo de concisión y claridad",
además de constituir el primer libro en la materia publicado en el país. Hernández
define la bacteriología, los microbios, microbios vegetales, animales, sus formas,
coccus, bacilos, spirillus, clasificación de Pasteur, entre otros. Estudia también las
149
lesiones anatomopatológicas de la pulmonía crupal, mejor conocida como
neumonía fibrinosa o diplocóccica, considerada para la época como excepcional,
demostró a través del estudio y análisis clínico minucioso, que era una
enfermedad bastante más común en Caracas de lo que se creía. Esta
investigación la publica en la Gaceta Médica de Caracas bajo el titulo “Lesiones
anatomo-patológicas de la pulmonía crupal” y en uno de sus fragmentos apuntaba:
“La muerte puede sobrevenir en cualquiera de los periodos de la pulmonía...la
causa de muerte es por agotamiento del corazón por excesivo funcionamiento".
En el año de 1910 escribe junto al Dr. Felipe Guevara Rojas, el artículo “De la
nefritis a la fiebre amarilla”. Documento en el que señala que las lesiones
encontradas eran: “aumento de volumen y congestionamiento, manchas
equiomáticas y sangre en la orina, lesiones en los glomérulos de Malpighi
apartando los casos fulminantes que destrozan el hígado por esteatosis
sobreaguda podemos establecer para los demás la siguiente ley: en el tratamiento
de la fiebre amarilla lo primero es defender el riñón”. También investiga las
relaciones que a su juicio debían existir entre el bacilo de Koch y el de Hansen,
basándose para ello en la ácido resistencia e inicia trabajos para contribuir al
tratamiento de la tuberculosis con el aceite de Chalmogra (Ginocarda odorata).
José Gregorio Hernández estudia además el flagelo de la bilharziasis entre la
población nacional, alertando al gremio médico y al público en general acerca de
la importancia de la endemia. Fue uno de los fundadores, en 1904, de la
Academia Nacional de Medicina En 1909 fue nombrado Jefe del Laboratorio del
Hospital Vargas. En 1917 viaja a Estados Unidos para cursar nuevos estudios en
materia de bacteriología. Regresa a la UCV en 1918 y como docente, enseña, por
primera vez, a los estudiantes de medicina un procedimiento fundamental: la de
tomar la presión arterial.
149
En resumen, Hernández dictó veintiún cursos universitarios más dos prácticos de
una duración de un año cada uno, que alternaba con el ejercicio particular de la
medicina en un consultorio privado localizado en su propia casa, lo que según
datos estadísticos, le permitió recabar unas 7.000 recetas médicas. Hernández,
reactivo ante la teoría de la evolución de las especies, era un creacionista
consumado. De profunda vocación cristiana, sostenía que la medicina era un
sacerdocio del dolor humano. En 1947 el Instituto de Medicina Experimental de la
UCV, por disposición del Consejo Universitario y del Congreso de la República,
recibe el nombre de Instituto de Medicina Experimental Doctor José Gregorio
Hernández y está destinado fundamentalmente a las labores de investigación,
perfeccionamiento de la enseñanza, promoción y restitución de la salud, consignas
que Hernández desde sus inicios en la medicina promulgó y ejemplificó. El 29 de
junio de 1919, muere trágicamente en la esquina de Urapal, en el centro de
Caracas.
149
Luis Razetti Martínez. Caracas, 1862 – Caracas, 1932.
Hijo de Don Luigi Razetti, comerciante, natural de Génova, Italia, y Doña Emeteria
Martínez, nieta del Licenciado Miguel José Sanz, el reconocido Licurgo
Venezolano, tutor del Libertador y uno de los fundadores de la República. En la
Escuela del Niño Jesús realizó sus estudios de educación primaria
complementándola en su hogar con lecciones que le dictaba el eminente
pedagogo, jurisconsulto y gran orador Dr. Cristóbal Mendoza. Ingresa a la
Universidad Central de Venezuela, junto con sus hermanos para estudios
secundarios y superiores. Entre sus más importantes maestros se pueden citar:
Dr. David Villasmil (latín), Dr. Manuel María Urbaneja (matemáticas) y Alejandro
Ibarra (filosofía y física). En la Gaceta Médica de Caracas (1893-1894), Razetti
consideró, que “sin entrar a discutir el absurdo que encierra semejante conjunto
desordenado de conocimientos”, declara que el bachillerato de su época, como
enseñanza preparatoria, “es insuficiente para emprender con provecho el estudio
de las ciencias médicas. Le sobran matemáticas y le falta historia natural, química,
idiomas vivos, historia universal, etc.”. A los 16 años alcanza el grado de Bachiller
en Filosofía y en 1878 comienza a estudiar medicina.
Ernst y Villavicencio son los verdaderos fundadores de la ciencia positivista en
Venezuela y Razetti, su discípulo, se honraba el consignar este hecho
fundamental: “En aquellas inolvidables lecciones, sus discípulos nos creímos
149
transportados a una aula del Colegio de Francia, tal era la altura desde la cual el
profesor nos hacía asistir a la evolución del espíritu filosófico a través del tiempo.
No podemos olvidar jamás aquellas célebres lecciones sobre la teoría de la
evolución y el origen de las especies del Dr. Ernst, que por primera vez se oían en
una cátedra de nuestra Universidad. Acostumbrados a raciocinar encerrados en
los férreos moldes del silogismo, la nueva forma que el maestro daba a sus
explicaciones apareció ante nuestras jóvenes inteligencias, como la aurora de un
nuevo día, entre cuyos celajes veíamos surgir resplandeciente y soberano el sol
de la verdad. Amamos y respetamos a los hombres por la suma de beneficios que
hacen a la humanidad y a la patria. Ernst y Villavicencio fueron en Venezuela
apóstoles máximos de la ciencia positiva. Sus nombres pasarán a la posteridad
envueltos en la atmósfera de respeto con que la justicia protege a los hombres
que ilustraron su tiempo con el brillo de su saber”. Tanto fue la influencia que
ejercieron sobre Razetti, que en 1907 publicó en La Gaceta Médica de Caracas 2
trabajos sobre Haeckel y en 1909 dos sobre el centenario de Darwin. En 1884
alcanza el grado de Bachiller en Medicina y el 4 de agosto del mismo año se le
confiere pública y solemnemente el título de Doctor en Medicina y Cirugía, a la
edad de 21 años y 11 meses. Su diploma redactado en latín lo firma el Doctor
Manuel María Ponte, rector y conocido médico venezolano, introductor del método
listeriano, al practicar en 1880, la primera ovariotomía que se hacía en Caracas. Al
graduarse, salió de Caracas y ejerció la medicina en Quíbor y Barquisimeto
durante un lustro. Aquí da sus primeros pasos en la docencia, al ser nombrado el
8 de mayo de 1888 Catedrático de Higiene Pública y Privada en el Colegio Federal
de Primera Categoría, donde se dictaban cursos de Ciencias Médicas. En la
misma época desempeña también a cabalidad la Presidencia de la Junta Principal
de Instrucción Popular de la ciudad crepuscular. A mediados de 1888 recorre y
pernocta en Mérida, Trujillo, Táchira, Zulia y el Departamento Santander de
Colombia (actual Cúcuta), en calidad de médico viajero de la Compañía de
Seguros La Equitativa. Regresa a Caracas en 1889, en la víspera de la apertura
del Hospital Vargas, decretado por el gobierno de Isidro Rojas Paúl y que sería
inaugurado en enero de 1891 en la presidencia de Raimundo Andueza Palacios.
149
Razetti recibe una beca del gobierno y se marcha a Paris a perfeccionar sus
conocimientos en medicina y cirugía, particularmente en obstetricia. Allí conoce y
trata a Poirier, Pinard y Le Dantú, que formarán a Razetti como anatomista,
obstetra y cirujano, respectivamente. En París se pone en contacto con la ciencia
anglogermana, representada para la época por los grandes biólogos, Darwin y
Häeckel, y oyó clases de pioneros como Farabeuf, Charcot y Dielafoy. Se capacitó
en Obstetricia y Cirugía, estudiando también Anatomía, Medicina Operatoria y
Clínica Médica. Razetti, durante su etapa parisina, planea y organiza, con Santos
Aníbal Dominici, proyectos reformadores para la Medicina en Caracas, sumida aún
en el adormecimiento estático de comienzos del siglo XIX. Sus dos grandes
aspiraciones: la creación de una sociedad médica y la fundación de un periódico
científico. En medio de la escasez de imprentas para la época, llegó a publicar
ocho libros, veintitrés folletos, más de trescientos artículos en la Gaceta Médica de
Caracas, y un centenar de notas en el diario El Constitucional. El 24 de febrero de
1893, es nombrado Profesor de la Cátedra de Patología Externa y al año siguiente
Profesor de Obstetricia y Medicina Operatoria En 1896 es designado Profesor de
las Cátedras de Anatomía Humana y Técnica Anatómica, desempeñando la
primera por espacio de diecinueve años consecutivos y en las que inaugura las
prácticas de disección y las disciplinas de anfiteatro. Suplantó los viejos textos de
Fort y de Vargas por el voluminoso Testut de Anatomía Humana. En la Cátedra de
Obstetricia cambió el añejo texto de Anvard por el más moderno y completo de
Ribemont Dessaigens; se ocupó preferentemente de las hemorragias post partum,
la eclampsia y la operación cesárea. En Venezuela fue un divulgador de la
Escuela de Pinard, por consiguiente le corresponde el mérito de haber sustituido el
empleo del cornezuelo de centeno y del taponamiento vaginal en el tratamiento de
las hemorragias uterinas puerperales por el método terapéutico del gran obstetra
francés. Inició el estudio en Venezuela de las eclampsias puerperales. Dictó
doctrina acerca de la interrupción terapéutica del embarazo y a proposición suya
dictó en 1908 un acuerdo que precisa las ocasiones en las cuales el médico
práctico está autorizado para provocar el aborto o el parto prematuro en beneficio
de la salud de la madre. Su obra más importante en este campo fue La
149
Exploración Externa en Obstetricia. El Hospital Vargas fue el escenario más
importante de su actuación quirúrgica. Razetti comparte con Acosta Ortiz, por
quien sintió una gran admiración, el alto honor de ser los fundadores de la cirugía
moderna de Venezuela. Utilizo la vacunación preoperatoria de Delbet y fue el
pionero de la utilización de las compresas estériles y los guantes quirúrgicos de
Chaput, así como de muchos de las técnicas e instrumentos quirúrgicos que ya se
utilizaban en Europa. Razetti hizo también aportes a la epidemiología y a la
medicina preventiva. Enseñaba: “que la Higiene es el factor principal del adelanto
de las naciones, que un país no principia a civilizarse sino cuando el gobierno y la
sociedad principian a oír y a practicar los principios de la salud. Que el grado de
salud de una nación puede medirse por el respeto que se tenga a las reglas de la
Higiene”. Es necesario sanear a Venezuela. La ciencia sanitaria es el primero de
los factores de progreso humano, porque disminuyendo la mortalidad aumenta el
número de los pobladores, que es la base del progreso, en una palabra, el médico
no es sino el apóstol de la salud y la vida de los hombres”. En relación con la
higiene materna infantil propuso un plan contra el tétanos neonatal a base del
reparto gratuito de las curas umbilicales y fue autor de un proyecto de higiene
escolar. Ratificó la fundación de un Instituto de Puericultura y recomendó la
creación de un Hospital de Niños. En 1924 denunció en el seno de la Academia
Nacional de Medicina el “Decrecimiento de la población de Caracas” a causa de la
excesiva mortalidad infantil, lo cual trajo la ira del dictador de turno Juan Vicente
Gómez y por consejo de sus amigos salió de Venezuela durante 10 meses (1924-
1925). Razetti muere en Caracas, "luego de corta enfermedad", el 14 de mayo de
1932.
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Pablo Acosta Ortiz. Barquisimeto, 1864. París, 1914.
Egresa como Doctor en Medicina y Cirugía el 27 de octubre de 1885. Ejerce la
medicina en Valera y Trujillo. Se marcha a París a especializarse en cirugía.
Decide revalidar su título de médico en Francia y lo consigue en 1892, en la
Universidad de París. Es el primer médico venezolano revalidante en Europa. Su
tesis de grado se tituló Tratamiento de los aneurismas del cayado de la aorta y del
tronco braquiocefálico, y le valió para que Le Dantú lo citara en su libro Clínica
Quirúrgica:
“En las patologías de la aorta, Acosta Ortiz, hace 135 observaciones de
aneurismas del tronco innominado y del cayado de la aorta, tratados con
la ligadura de las gruesas arterias del cuello. Es una técnica efectiva en
este tipo de alteración y es recomendable su aplicación si el cirujano
conoce en profundidad la anatomía topográfica del sector”
Tal vez, una de las primeras citas realizadas a un médico venezolano por un autor
europeo. Pese a las ofertas de trabajo en París, regresa a Caracas, donde es
nombrado Profesor de Anatomía Humana Descriptiva en la Universidad Central de
Venezuela y de allí pasa a ser Profesor de Clínica Quirúrgica en 1895. Su trabajo
149
como cirujano lo desarrolló en el Hospital Vargas, donde demostró su “agudo
sentido clínico de cirujano y su pasmosa habilidad de operador”. Su obra escrita
más importante es Lecciones de Clínica Quirúrgica, publicada en 1911 con
prólogo de su maestro Le Dantú. En su libro describe un enjundioso estudio sobre
el absceso hepático, que denominó “gangrena amíbica del hígado” y “amibiasis
hepatointestinal”, para puntualizar su etiopatogenia. Escribía entonces lo siguiente:
“En 130 casos de absceso hepáticos operados por mí en el Hospital
Vargas y cuyo contenido fue sistemáticamente examinado por el señor
Bachiller Rafael Rangel, jefe del laboratorio, hemos encontrado
siempre amibas en el pus y sobre todo, en la raspadura de las paredes
del foco. Los estudiantes de medicina han podido ver las amibas al
microscopio, en su morfología propia y sus movimientos
característicos”.
Acosta Ortiz continúo la labor pionera de la cirugía que habían iniciado José María
Vargas y Guillermo Michelena como cirujanos paradigmáticos en Venezuela.
Conceptualizaba sobre las condiciones que debía poseer el cirujano: “El cirujano
debe ser un atrevido explorador, fuete, con la fuerza que puedan prestarle los
medios de que dispone la cirugía moderna; a de abrirse paso a través de los
tejidos, invadir los órganos con audacia, para destruir lo que no sirve y reparar o
mejorar las lesiones orgánicas; y todo ello, dentro de un verdadero apostolado”.
Era un “verdadero cirujano general” pues operaba con igual destreza y maestría,
tanto en la cabeza y el cuello como en el abdomen y las extremidades. No fue
nunca “un audaz y temerario, sino un osado consciente”. Una muestra de estos
rasgos de Acosta Ortiz, apunta Carlos Travieso, lo prueba su productividad
quirúrgica: “Hasta 1919 había practicado 428 hepatotomías por absceso amibiano,
con una mortalidad de 6.5 %”. Según Rodríguez Rivero, discípulo y biógrafo de
Acosta Ortíz, entre 1893 y 1911, alcanzó la cifra de 2.034 intervenciones de
cirugía mayor.
149
“Los pabellones de cirugía del Hospital Vargas, apenas fueron abiertos en 1911.
No existían clínicas privadas. Los guantes de Chaput (los guantes quirúrgicos) se
conocieron en Venezuela en 1913. Y el sorprendente performance quirúrgico de
Acosta Ortiz, se realizaba a domicilio o en salas abiertas del Vargas. Su hermana
Frumencia, preparaba las hilas que extraía del agua hirviente como compresas
hemostáticas. Las batas pulcras, pero no estériles y los estudiantes que miraban.
Así era el escenario donde Acosta Ortíz demostraba sus cualidades de habilísimo
cirujano. También resulta oportuno señalar que Acosta Ortíz no pudo usar la
emetina como antiamibiasico, pues este agente antimicrobiano, lo descubre
Vedder, en 1912 y se emplea, por primera vez, con resultados alentadores, en una
“epidemia” en Calcuta (La India) por el médico inglés William Rogers. Retirado de
la cirugía, Acosta Ortíz, muere en París, el 14 de febrero de 1914, en la víspera de
la Primera Guerra Mundial. La causa de muerte: “pulmonía bilateral”.
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Santos Aníbal Dominici. Carúpano, 1869. Caracas, 1954.
Hijo del inmigrante corso, oriundo de Córcega, Francia, jurisconsulto Aníbal
Dominici y Elina Otero, nacida en Carúpano. Se graduó de Bachiller en Medicina
el 10 de febrero de 1890, presentando una curiosa tesis de grado, de doble
vertiente:
1.- El fórceps de Tarnier, no es necesario en la práctica de los verdaderos
parteros.
2.- Influencia del sistema nervioso sobre la circulación.
Para optar al título de Doctor en Ciencias Médicas, Dominici presenta, no una,
sino tres tesis:
Localizaciones cerebrales.
Origen urinario de la eclampsia puerperal.
Ataxia locomotriz progresiva.
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El rector de la Universidad Central de Venezuela, era entonces el doctor Agustín
Istúriz, y ante la prolífica producción de Dominici, expresó:
“La inquietud científica y el talento pródigo del doctor Dominici son
dignos de reconocer. Nunca este claustro había recibido tal despliegue
de conocimientos de tan joven mente. Dominici es uno de nuestros
más brillantes estudiantes y la universidad en reconocimiento lo
declara doctor en ciencias médicas”
Se reconocía el esfuerzo intelectual de Dominici, quien al egresar como médico
viaja a París, donde se forma como investigador en Bacteriología y Serología y en
Epidemiología. Regresa a Venezuela en 1894 y funda el primer laboratorio de
Bacteriología y Seroterapia, que luego se convierte en el Instituto Pasteur de
Caracas. Comienza a producir la vacuna antivariólica, por inoculación del virus
vaccígeno. Esta vacuna de Dominici sirvió para resguardar del contagio de la
epidemia a más de quinientas mil personas. Funda el primer Hospital de
aislamiento. Preparó el primer suero antiofídico que se usó en el país y comenzó a
aplicar en el Hospital Vargas, la tuberculina, recomendada en Europa por Robert
Koch. Fue pionero en el tratamiento de la difteria, con el suero específico de Rouz
y trató a los pacientes con lepra, con el suero del médico colombiano Carrasquillo.
Así como la investigación apasionaba a Dominici, la docencia también ocupó parte
fundamental de su existencia. Es designado profesor de clínica médica de la
Universidad Central de Venezuela, para que inaugurase la cátedra en 1894. En su
infatigable labor investigadora, descubre en los enfermos de paludismo el
hematozoario de Laveran, los mismos hematozoarios que había descrito
minuciosamente Laveran en las famosas fiebres de Constantino. Este
descubrimiento en Venezuela no fue trivial ni insignificante. Significó un
diagnóstico diferencial de los pacientes con fiebre tifoidea y seroreacción de Widal
respecto a los pacientes palúdicos con presencia de hematozoario de Laveran.
Este diagnóstico diferencial ante “las terribles fiebres que se presentaban”,
significó un avance que, la agudeza de investigador y el conocimiento de la clínica,
149
que poseía Dominici, esclareció un severo y recurrente problema clínico y
terapéutico que se presentaba en todos los hospitales venezolanos y que
contribuyó eficazmente a salvar miles de vidas. Junto a Rafael Rangel, Dominici
inicia un programa para clasificar a los mosquitos existentes en Venezuela y
conocer su capacidad de transmisión de enfermedades. Estudia la anemia tropical
relacionándola con el descubrimiento que hiciera Rafael Rangel del anquilostoma
duodenal.
Es Rector de la Universidad Central de Venezuela en 1900 y se publican los
Anales de la Universidad Central y la Gaceta Médica de Caracas. En otra faceta,
la preocupación por la política también tocó a Dominici. En ese tiempo que vivió
Dominici, existían dos posibilidades de hacer política: o la sumisión ante los
regímenes, casi todos de facto y antidemocráticos, o el exilio o destierro, si se
asumía una posición crítica frente a los frecuentes atropellos que provenían de la
acumulación absoluta del poder. Fijó posición a favor de los estudiantes en una
“pantomima irónica, llamada la sacrada” y fue puesto preso por el régimen de
entonces. Se fuga de la prisión y entre 1902 y 1903 y durante 18 meses anda en
fuga por el país, enrolándose en una de las tantas revoluciones en boga: la
revolución libertadora, liderada por un personaje llamado Manuel Matos. Derrotada
la “revolución libertadora” se marcha a París, donde reside hasta 1910 y colabora
con la Sociedad de Biología de París. Regresa a Caracas a su cátedra de clínica
médica y a su ejercicio investigativo. Recopila sus lecciones de clínica médica que
son publicadas en la Gaceta Médica de Caracas. En 1936 es designado Ministro
de Sanidad. En 1943, con motivo de su incorporación a la Academia Nacional de
la Medicina, presenta una monografía titulada Esquistosomiasis Homnis de la
Bilharziasis Mansoni. En sus palabras de aceptación, Dominici, haciendo uso de
cierta tensión poética, expresa lo siguiente:
“Con el crepúsculo vespertino piso los umbrales del templo de
Asclepios, cuya portada vislumbré en la lejanía, al despuntar la aurora.
La jornada ha sido larga; pero no llego tarde, aun no ha cerrado la
noche. Hacedme sitio humilde en donde recostar el báculo y posar la
149
alforja, llena tan solo de flores secas; tal vez, al calor de este clima
propicio, no tan frío como París, despierte y fructifique alguna simiente
dormida”.
Santos Aníbal Dominici, muere en Caracas, el 28 de septiembre de 1954.
Manuel Antonio Fonseca. Maracaibo, 1858. Caracas, 1922
Bachiller en Filosofía, egresado en 1882 del Colegio Nacional de Primera
Categoría de Maracaibo. En 1877 comienza a estudiar Ciencias Médicas en la
Universidad del Zulia, pero tiempo después la universidad es cerrada. Concluye
sus estudios en la Universidad Central de Venezuela, donde obtiene el grado de
Doctor en Ciencias Médicas, el primero de octubre de 1883. Regresa a Maracaibo
y es nombrado Director del Hospital de Occidente, un leprocomio que le permite
estudiar el efecto terapéutico del aceite de chalmogra, con resultados alentadores.
Concomitantemente ejerce la consulta externa de medicina en el Hospital de la
Chiquinquirá. En su ejercicio médico diario, adquiere reconocimiento y fama en
Piretología, un complejo (lo que hoy se conoce como síndrome) integrado por las
diversas "fiebres", que a finales del siglo XIX, era la principal causa de consulta
médica en el país. Se traslada a Valencia, en 1889, y es nombrado profesor de
terapéutica en la Universidad de Valencia, y al mismo tiempo es designado
cirujano jefe del Hospital Civil. En 1896 regresa a Caracas donde es nombrado
149
profesor de la cátedra de Patología Médica y desarrolla sus consultas de medicina
en el Hospital Vargas. Es uno de los fundadores en 1902, del Colegio de Médicos
de Venezuela que dos años más tarde se transformara en la Academia Nacional
de la Medicina, de la cual fue su primer vicepresidente e individuo de número. Su
afán investigador también contribuyó con aportes. En 1915, describe una nueva
patología, que según Fonseca resultaba de la combinación de fiebre amarilla y
dengue. A esta hipertermia híbrida la llamo Fiebre Roja de Caracas. Fonseca
publicaba sus investigaciones en la Gaceta Médica de Caracas, especialmente en
el campo donde su figura fue preeminente, como lo fue la Piretología.
a) La fiebre amarilla en Valencia. Clínica y terapéutica.
b) Nuestra fiebre tifoidea.
c) El empleo del piramidón en la fiebre tifoidea.
d) La piretología caraqueña: mitos y verdades
e) Tratamiento sobre la fiebre biliosa hemoglobinúrica
f) Contribución al conocimiento de la fiebre amarilla (aquí descubre dos
síndromes en la enfermedad, el esfigmotérmico, bien conocido y aceptado,
y el oculofacial, menos generalizado y más discutido).
No existen dudas acerca de la enorme experticia adquirida por Fonseca en la
denominada piretología, y que su agudeza observativa le hizo destacar como
clínico y aun como cirujano, en una versatilidad muy pocas veces vista en la
historia de la medicina en Venezuela. Muere en Caracas, el 11 de agosto de 1922.
Carlos Travieso, uno de sus biógrafos, expresa en tal sentido lo siguiente: " En el
año 1920 le sorprende alevosamente, sin pródromos, una irreversible lesión
nerviosa central, que le obliga a forzosa reclusión y a la triste e inevitable
separación de amigos, discípulos y pacientes".
149
Luis Daniel Beaperthuy. Guadalupe, 1807. Georgetown, 1871.
Guadalupe es una isla ubicada en el Mar Caribe. Se habla francés y algo de
español. Allí nació Luis Daniel Beaperthuy, quien egresara como médico de la
Facultad de Medicina de la Universidad de París. Mientras estudiaba medicina en
París, acudía al Museo de Historia Natural y atendía clases con el célebre
microscopista Donné. Pudo adquirir un microscopio acromático de Vincent
Chevalier que lo acompañaría en sus investigaciones casi toda su vida. En 1837,
al graduarse de médico con su tesis De la Climatología viaja a su natal Guadalupe
y poco después se radicó en Cumana, luego de una breve estancia en Maturín.
Desde la ciudad primogénita del continente, desarrollaría una extraordinaria labor
como investigador. Hábil microscopista, identificó y midió un vibrión al que señaló
como agente causal de la epidemia de cólera que azotó a Cumana en 1853,
hecho que comunicó a la Academia Médica de París. En Florencia, el profesor de
149
anatomía, Filipo Pacini, estudiando las lesiones anatómicas en coléricos, encontró
"una inmensa cantidad de vibriones del género bacterium nonché vibrio
rassomiglianti en framinentos de musculare striata…uno poco curvi…" Pacini no
logro aislar el microorganismo, pero hace una descripción simultánea con
Beaperthuy, en 1854. Casi treinta años antes que a Koch se le atribuyera el
descubrimiento del cólera morbus, ya Beaperthuy lo había hecho, sin que tal
descubrimiento se le haya reconocido universalmente.
"El liquido blanquecino, espeso, parecido a un cocimiento de arroz y
que se considera un carácter patognomónico del cólera morbus, está
formado, como otros fluidos amarillentos y sanguinolentos que se
forman en el tubo intestinal, en los diversos períodos de la
enfermedad, de una multitud de vibriones o tenias microscópicas, de
uno, dos y de tres centésimas de milímetros de largo, al mayor
aumento del microscopio de Vincent Chevalier”. Sobre la malaria que
azotaba a los países tropicales, Beaperthuy, estableció que " no la
atribuyo a emanaciones telúricas ni a los efluvios pútridos; esta
enfermedad es debida a la inoculación hecha por los mosquitos, de
un germen séptico destructor". Sobre la fiebre amarilla asevero: " las
causas de esta enfermedad se desarrollan en los cambios de las
condiciones climáticas, que favorecen el desarrollo de los insectos
tipularios. Los tipulos se introducen en la piel y estos agentes son
muy variados. La variedad zancudo bobo, de patas rayadas en
blanco, es la más común".
En la descripción de la etiopatogenia de la fiebre amarilla, se adelantaba al médico
e investigador cubano, Carlos Finlay, quien describiera también la enfermedad.
Beaperthuy también fue pionero en la terapia integral de la lepra. Su teoría fue
adelantada a su tiempo cuando la expresó:
"Existe una predisposición orgánica para contraer las
enfermedades contagiosas. Se nace más o menos predispuesto a
149
la elefantiasis, pero el germen de la lepra procede de la inoculación
exterior, sin la cual la infección no puede desarrollarse".
Su terapia para la cauterización de los lepromas consistía en la aplicación del
aceite del merey Anacardiun occidental y medidas higiénico-dietéticas que
producían mejoría en los signos y síntomas de la afección y que hacían de su
método una innovación terapéutica. Beaperthuy en su cruzada por el paciente de
lepra, despertó interés mundial. Consideraba que al paciente leproso debía
dársele un trato digno en hospitales confortables y no aislarlos en lazaretos. Creo
el primer hospital del mundo para pacientes con lepra en la Guayana Inglesa.
Muere como director de ese hospital el tres de septiembre de 1871.
Ya se ha dicho que la Venezuela del siglo XIX estaba muy atrasada respecto al
mundo científico. Lugar, época y medios contribuían al silencio de las cosas que
se hacían en el campo médico. No obstante, es oportuno resaltar que Beaperthuy
seguía las etapas clásicas de la investigación científica, señaladas por Claude
Bernard, considerado el padre de la medicina experimental.
1. La observación, que practicó durante tres lustros consecutivos, tanto en
Guadalupe, como Cumaná, Barcelona y Guayana, estudiando el efecto de las
epidemias y obteniendo tres conclusiones:
a) La periodicidad estacional de las epidemias.
b) La relación de los ciclos de aparición de las epidemias y el incremento
poblacional de los mosquitos.
c) La forma indirecta de transmisión de la fiebre amarilla.
2. Después Beaperthuy comprobó su hipótesis sobre la transmisión insectil de la
fiebre amarilla: no hay fiebre amarilla sin el mosquito.
Esfuerzos, tesoneros y admirables, como los realizados por Beaperthuy tenían
escasa o ninguna difusión. Pese a ello, existe reporte de la publicación de los
trabajos en la Gaceta Oficial de Cumaná y remitidos a la Academia de la Medicina
149
de Francia. Christopher en 1960, en su famoso tratado Aedes Aegypti. The fellow
fever mosquito refiere que el primero en hacer referencia a esta especie en el
trópico es Beaperthuy. Boyce en 1908, en su libro Mosquito or man, concluye
"Pero es a Beaperthuy a quien debemos reconocer como el padre de la doctrina
de la transmisión de enfermedades por insectos". También Ackerknecht en 1946 y
1965 y Jaramillo Arango en 1950, reconocen la primacía de la hipótesis de
Beaperthuy. Es justicia hoy, considerar a Luis Augusto Beaperthuy, como el
científico que describió por primera vez el vibrión cólera, y no lo fue Robert Koch.
Es justicia también, transmitir a las nuevas generaciones de médicos venezolanos,
la incuestionable verdad de que Beaperthuy fue el primero que describió el
mosquito patas rayadas, transmisor de la fiebre amarilla, y estableció una teoría
de transmisión de la enfermedad y no lo fue Carlos Finlay, como lo expresan,
errónea e injustamente, la mayoría de los libros de Historia de la Medicina en el
mundo. Esto no niega en absoluto la brillantez investigativa de Koch o Finlay, pero
pretendemos acá superar un hecho, que pudiera encarnar algo peor, la injusticia y
el olvido al que se le quiere someter la obra científica de Beaperthuy.
No solo investigaba Beaperthuy, sino que escribía. Su libro recopilativo Trabajos
Científicos, traducido al francés (Travaux Scientifiques), mencionaba por primera
vez la posibilidad de que las garrapatas transmitieran enfermedades a los
humanos. Publicó sus enjundiosos estudios sobre fiebre amarilla, cólera y lepra,
en la Gaceta Médica de Cumana y la de Caracas. Fundador de los estudios
médicos en Cumaná, junto a Calixto González y Antonio José Sotillo. Tal vez en
condiciones mucho más difíciles que Vargas o Razetti, Beaperthuy, imparte
docencia médica. Pese a la naturaleza (el terremoto de junio de 1853, literalmente
entierra la sede del Colegio de Cumaná, y en dicha tragedia murieron muchos
estudiantes de medicina), y a pesar de sufrir las consecuencias de las luchas
fratricidas por el poder de los caudillos de entonces, continuo transmitiendo
conocimientos médicos a sus discípulos. Es Beaperthuy, sin duda, una especie de
ícono fundamental que hay que conocer, y reconocer, en la evolución de la historia
de la medicina en Venezuela.
149
Rafael Rangel. Betijoque, 1877. Caracas, 1909
Rangel comenzó a estudiar medicina en 1897 y terminó siendo una figura
descollante de la ciencia nacional como investigador y como maestro de la
parasitología, de gran influencia sobre la generación de médicos del siglo XIX.
Siendo estudiante y preparador de Fisiología, en un caso atípico sin parangón, se
encarga de la dirección del laboratorio del Hospital Vargas en febrero de 1902. En
1901 ya había publicado su primer trabajo de investigación titulado Teorías del
sistema nervioso, donde hacía una completa revisión de las teorías histológicas de
la época sobre este sistema. Ya en 1903 publica su famoso trabajo acerca de la
anquilostomiasis y al respecto expresa en su introducción:
149
"Seis años hace que nuestro maestro, doctor Santos Aníbal Dominici,
nos hizo notar, cuando desempeñábamos el externado de su cátedra
clínica en el Hospital Vargas, en enfermos propios de Guarenas,
Guatire, Petare, Santa Lucia y aun Ocumare del Tuy, todos los síntomas
de anemia grave que terminaban casi siempre en la muerte".
Rangel descubre, en una autopsia, la presencia del anquilostoma en los intestinos.
Establece su teoría sosteniendo que la anemia de los obreros de Saint Gotthard,
de Colombia y de Brasil, es causada por el anquilostomo duodenal. En 1904
publica para el mundo su trabajo, que se convierte en un clásico de la literatura
parasitológica venezolana: Estudio sobre el anquilostomo duodenal. Aquí describe
en detalle al parásito y lo diferencia del descrito por el investigador italiano Dubini:
" y todo porque al examen minucioso de nuestro parásito no presentaba los
caracteres específicos del anquilostomo duodenal señalado por los europeos
como causa de anemia en el hombre". Rangel esgrimía que el parasito descrito
por el italiano Dubini era en realidad una Uncinaria Stenocefala, de la familia que
había descrito ya, en 1902, el naturalista norteamericano Charles Wardel Stiles, y
que este había nombrado como Uncinaria Americana.
Es oportuno señalar que para comienzos del siglo XIX, la anquilostomiasis y el
paludismo o malaria, constituían las causas más importantes de anemia en
Venezuela, y las teorías de Rangel contribuyeron eficazmente a su tratamiento y
prevención. Incansable investigador, Rangel publica en 1905 sendos trabajos,
titulados Larvas cutículas de América y La peste boba y derrengadora de los
equinos en Venezuela. Concluye que la peste producida por un tripanosoma del
tipo Evansi, descrito por Evans en 1880. Mesnil en 1910 polemiza con Rangel
denunciando que era un tripanosoma distinto al que denomina Tripanosoma
Venezuelense. Incluso Legar y Enrique Tejera, en 1920, creyeron que era la
nueva especie descrita por Mesnil. Rangel tenía razón. La causa de la peste se
debía al Tripanosoma Evansi.
En 1906, Rangel publica su mayor contribución a la bacteriología, en cooperación
con el médico investigador Antonio Minguet Letteron. Un minucioso estudio del
149
carbunco bacteriano o grito de las cabras, que titula "Afección de los animales
domésticos y ocasionalmente del hombre". En 1908, es enviado a La Guaira por
un brote de Peste Bubónica que apareció en el puerto. Sus reportes demostraron
días después la presencia del bacilo pestoso de Yersin en los bubones de los
infectados y en un telegrama expresa lo siguiente: " Por todo lo cual, toda vez que
se ha hecho una investigación plena y minuciosa de la naturaleza de la
enfermedad, tanto desde el punto de vista clínico como bacteriológico, y
encontrándonos poseedores de una evidencia absoluta, afirmamos que la
enfermedad que estamos enfrentando es la peste bubónica". Se estrenaba en
Venezuela la enfermedad causada por la proliferación exagerada de ratas,
epidemia de la cual sufrían con frecuencia en Europa y el norte de América.
Leopoldo Briceño Yragorry, en 1977, sintetiza la extraordinaria labor investigativa
de Rangel, catalogado por muchos historiadores como sabio:
"Inmensa la labor desplegada por Rangel al frente del laboratorio del
Hospital Vargas, aparte de sus trabajos propios de investigación que
adelanta con esmero y dedicación, inspira y dirige numerosas tesis
doctorales, imparte enseñanza a los estudiantes y ha fundado nuestro
primer museo anatomopatológico en el propio laboratorio. Se esfuerza,
y esto ha hecho escuela, por aplicar estudios de campo para aplicar la
clínica, en un país como el nuestro que en esa época padecía de
epidemias terribles de enfermedades contagiosas. Su gran sueño era
crear un instituto para estudiar todos los problemas de la Medicina
Tropical".
Rafael Rangel, si bien nunca concluyó formalmente sus estudios de medicina, tal
vez fue el más esforzado, disciplinado, coherente y versátil, investigador de
enfermedades tropicales, a "dedicación exclusiva", que tuvo la Venezuela de la
primera mitad del siglo veinte. En su homenaje, el Instituto Nacional de Higiene
lleva su nombre. Muere trágicamente el 20 de agosto de 1909.
149
Francisco Rísquez. Juan Griego, 1856. Caracas, 1941
Rísquez antes de graduarse de médico, lo hizo de bachiller en Filosofía y trabajó
como maestro de escuela. Además fue doctor en Farmacia por la UCV. Ejerció la
medicina en su Margarita natal y funda un periódico llamado El Esfuerzo. Regresa
a Caracas en 1882, y es designado médico cirujano del Hospital de Petare. En
1887 es designado profesor interino en la cátedra de patología Externa y
Obstetricia de la Universidad Central de Venezuela. Funda, junto a Razetti, la
Sociedad de Médicos y Cirujanos de Caracas, más tarde Colegio de Médicos y en
1904, se convierte en Academia Nacional de la Medicina. En 1893, funda las
cátedras de clínica médica, clínica quirúrgica y clínica obstétrica en el Hospital
Vargas. Era el proceso de transformación de los estudios médicos en Venezuela,
149
proceso del cual Rísquez desempeñó papel relevante. Fue rector de la
Universidad Central de Venezuela. Fundador de Anales del Colegio Médico que
luego se fusionaría con la hoy centenaria Gaceta Médica de Caracas. Participa en
la redacción del Código de Instrucción Pública, sancionado en 1897. Rísquez, fue
uno de los médicos e investigadores venezolanos que trabajó más ordenadamente
sus aportes a la medicina:
Farmacopea Venezolana
Manual de Medicina Legal y Toxicología
La especificidad microbiana
El papel patogénico de los microbios
Curso de Patología General
Estudios Higiénicos
Estos son algunos de sus títulos publicados, algunos con repercusión internacional
no exenta de polémica. Rísquez era un agudo investigador y escribía mucho, con
un sentido crítico que contrastaba con los melosos discursos de la época. Era un
libre pensador. Sostenía que lo peor que podía pasar a un médico era callar ante
una tontería que se le quería atribuir vestigio de ciencia. Eran los tiempos del auge
del positivismo. Expresaba que muchas veces Europa era injusta con las
investigaciones que se hacían en esta parte del mundo. Pero no por ello debíamos
lamentarnos y atribuirle la eterna culpa de nuestras desgracias. La culpa –de
existir culpa- era, agregaba Rísquez, fundamentalmente de “nuestra ceguera
proverbial y nuestra escasa disciplina para alcanzar logros o avances en materia
científica”. Un polemista excepcional, Rísquez, a propósito de una técnica
personal del eminente cirujano venezolano José Izquierdo, para el abordaje de la
próstata por vía retro púbica, señalaba, con fecunda ironía, que dicha técnica era
novedosa y singular, pero que para difundir una idea en el mundo, era preciso
colocarla primero en el cerebro de un francés.
149
Hasta 1910 se dedicó a investigar sobre la tuberculosis, enfermedad que causaba
estragos en la sociedad venezolana. He aquí una clave de la actitud y el proceder
de los médicos venezolanos que encabezaron la transformación de la medicina en
Venezuela a finales del siglo XIX y primera mitad del siglo XX. Se dedicaban a
estudiar, investigar y proponer salidas ante problemas de salud apremiantes. En
otras palabras, tenían sentido de la pertinencia social de sus conocimientos y en
este sentido los aplicaban. Se va a Madrid, y publica, con otro estudioso de la
tuberculosis, el maestro español Ferrán, dos trabajos fundamentales de la historia
médica venezolana y del mundo: Formas septicémicas de la tuberculosis, en 1910
y Etiología determinante de la tuberculosis en 1913. Estas obras vinieron a
contradecir el postulado dominante de Robert Koch, que sostenía una sola
variedad de bacilo causal de la tuberculosis. Surgió así la doctrina Ferrán-Rísquez
sobre la TBC. Se reintegra a la cátedra de Patología General y promueve la salud
en las escuelas. Rísquez fue el pionero en Venezuela de la promoción de la salud,
uno de los principios de la medicina que adopta la Organización Mundial de la
Salud (OMS). Sabio, se anticipaba a necesidades hoy tan patentes como estimular
hábitos saludables de vida y prevenir las enfermedades. Señalaba que la salud
comenzaba en el hogar y en la escuela. También, en su inquieto accionar
ciudadano, presenta una iniciativa al gobierno para crear la Escuela de
Enfermeras, anexa a la ya existente de Artes y Oficios de las Mujeres y participa
en la fundación de la Cruz Roja Venezolana.
Clausurada la Universidad Central de Venezuela, por uno más de esos gobiernos
de caudillejos de los que, parafraseando a Alonso Quijano "no quiero acordarme",
Rísquez se embarca en proyectos de creación de una Escuela de Derecho y una
Escuela de Medicina, privadas, en lo que fue, esta última, la única escuela de
medicina de esas características que funcionó en Venezuela. Rísquez también es
considerado precursor de la creación del Seguro Social, obra para la cual tuvo no
pocas polémicas. Era un médico crítico, hasta rayar en el escepticismo, respecto a
las teorías que contradijeran la naturaleza. Pero por otro lado era un esperanzado
de la civilización, que creía que la educación y la ciencia eran los instrumentos
formidables para salir del atraso. Con sus discípulos era exigente y, como Simón
149
Rodríguez, les exigía que ante la duda siempre preguntaran el por qué de las
cosas. Para saber algo de medicina -sentenciaba- es preciso siempre preguntar y
preguntarnos. Muere en Caracas el 10 de julio de 1941, a los 85 años de edad.
Humberto Fernández-Morán Villalobos. Maracaibo, 1924. Estocolmo, 1999
Inicia sus estudios de medicina en la Universidad de Munich, Alemania,
graduándose de médico en 1944. Regresa nuevamente a Venezuela y revalida su
título de médico-cirujano en la Universidad Central de Venezuela. En 1945 trabaja
en el Hospital Psiquiátrico de Maracaibo, y entre 1945 y 1946 realiza una
especialización en Neurología y Neuropatología en la Universidad George
Washington de los Estados Unidos de Norteamérica. En 1946, sigue formándose y
es médico del Hospital Serafimer con el neurocirujano Herbert Olivecrona.
Afectado por las muertes, causadas por los tumores cerebrales, es en su pasantía
por dicho hospital que Fernández-Morán conoce al Prof. Manne Siegbahn (Premio
149
Nobel de Física, 1924), quién gentilmente lo invita a trabajar en los laboratorios de
microscopía electrónica del Instituto Nobel de Física que él dirigía. Ya se forjaba
en Fernández-Morán, su interés por la investigación básica sobre células
tumorales y la posibilidad de escrutarlas en su más mínimo detalle. En el Instituto
Karolinska, Fernández-Morán se forma como microscopista electrónico. En esa
etapa de su vida concibe la crío-ultramicrotomía y la cuchilla de diamante para
ultramicrotomía. Fernández-Morán regresa a Venezuela en 1954 invitado por el
entonces Ministro de Sanidad Dr. P. A. Gutiérrez Alfaro, quién le asigna la misión
de desarrollar un centro regional para investigación y entrenamiento en
investigaciones neurológicas y cerebrales. Fernández-Morán funda el Instituto
Venezolano de Investigaciones Neurológicas y Cerebrales (IVNIC) en abril de
1954, como un ente gubernamental autónomo adscrito al Ministerio de Sanidad y
Asistencia Social. En ocho meses se inauguraron los laboratorios de
ultraestructura de nervio (con instalaciones de microscopía electrónica en pleno
funcionamiento), la unidad de neurofisiología, el taller central (incluyendo la unidad
de cuchillas de diamante) y la biblioteca. Las investigaciones del nuevo instituto,
condujeron a una primera trabajo sobre la estructura fina de la retínula de insectos
que fue publicada en la revista Nature en 1956. En el IVNIC, Fernández-Morán
además se ocupó de la producción, aplicaciones en biología, medicina y ciencia
de los materiales y distribución de cuchillas de diamante que eran enviadas sin
costo alguno a laboratorios de microscopía electrónica en todo el mundo. El
IVNIC, institución precursora del IVIC, constituye la primera demostración exitosa
en Venezuela de un instituto capaz de llevar a cabo investigación científica y
tecnológica de una manera organizada y con planes a largo plazo. Fernández-
Morán puso a Venezuela en el mapa científico mundial, al producir investigación
original en el campo de las investigaciones cerebrales y las neurociencias. A
finales de febrero de 1958, en medio de incomprensiones de orden político,
Fernández-Morán viaja a los EE.UU. para trabajar en el Massachusetts General
Hospital de Boston, donde organiza el Mixter Laboratories for Electrón Microscopy,
y colabora con el Department of Biology del Massachusetts Institute of Technology
(MIT). Entre 1958 y 1962 realiza su trabajo en microscopía electrónica de alta
149
resolución y microscopía electrónica de baja temperatura de sistemas biológicos.
En 1962 acepta el cargo de Profesor de Biofísica en la Universidad de Chicago,
donde luego es designado Professor A. N. Pritzker of Biophysics y Director de la
División de Ciencias Biológicas de la Escuela Pritzker de Medicina. Una vasta
obra, sin parangón, alcanza a cristalizar entre 1962 y 1985 cuando introduce, por
vez primera, el concepto de crío-microscopía electrónica en el crío-microscopio
electrónico, el uso de lentes superconductoras y el crío-ultramicrotomo.
Fernández-Morán contribuyó de manera fundamental al desarrollo de la técnica de
la microscopía electrónica, así como de sus aplicaciones en biología, medicina y
ciencia de los materiales. En Biología y Medicina, sus aportes son múltiples y
variados, y entre los más importantes podemos mencionar sus estudios pioneros
sobre la estructura de las membranas de la mielina, con registro simultáneo de los
espectros de difracción de rayos-X13; y sus estudios pioneros sobre las
membranas mitocondriales. Las micrografías electrónicas de Fernández-Morán
fueron las primeras en revelar la complejidad de la estructura de las membranas
mitocondriales. La correlación de datos bioquímicos y de microscopía electrónica
le permitió definir una partícula submitocondrial en la superficie de las membranas
de las crestas mitocondriales. Estas partículas elementales o partículas de
Fernández-Morán consisten de una cabeza globular, de un eje cilíndrico y de una
pieza basal. Estudios ulteriores demostraron que el eje y la pieza basal incluían un
dominio (F0) transmembrana que transportaba protones a través de las
membranas de las crestas y que la cabeza comprendía la ATPasa (F1), que
sintetizaba ATP al pasar los protones a través de F0 siguiendo el gradiente
electroquímico. Las imágenes obtenidas por Fernández-Morán demostraron
claramente la asimetría de las proteínas en las membranas iniciando las
investigaciones bioquímicas que condujeron a una comprensión de como la
quimiósmosis se acopla a la síntesis de ATP para producir una fosforilación
oxidativa en las células. Fernández-Morán, es, sin duda, uno de los médicos
científicos que le otorga más realce a la ciencia en Venezuela. En su honor, el
Departamento de Biología Estructural del IVIC lleva su nombre. Muere lejos de su
149
país natal, en Estocolmo, la capital de Suecia, en la víspera del siglo XXI.
Enrique Tejera Guevara. Valencia, 1899. Caracas, 1980
En 1913, cuando todavía era estudiante de medicina en la Universidad Central de
Venezuela, publica en la Gaceta Médica su primer trabajo de investigación: Sobre
un caso de verruga del Perú. Con esta curiosa indagación clínica, ya se perfilaba
en Tejera el afán de descubrir el más allá de las cosas. Tejera como estudiante de
medicina participó en las manifestaciones universitarias contra el régimen de facto
149
que gobernaba al país, y es perseguido al punto de que tuvo que irse al exilio,
interrumpiendo la prosecución de sus estudios. El exilio lo vive en París, donde
trabaja como camillero de ambulancia durante la Primera Guerra Mundial.
Regresa a Venezuela en 1918 y culmina sus estudios, Su primer trabajo como
médico fue en La Horqueta, un poblado de la Sierra de Perijá, en la empresa
Caribbean Petroleum Company. El petróleo ya se explotaba en Venezuela y las
empresas mantenían centros de salud para los trabajadores. Además de pasar
consulta médica, Tejera seguía con sus investigaciones, con énfasis en la
etiopatogenia de las enfermedades tropicales. En Mene Grande y Trujillo descubre
la existencia de la Tripanosomiasis (enfermedad de Chagas) y la ratifica, con otro
descubrimiento en Santa Teresa del Tuy (1919). Carlos Chagas, desde Brasil, le
cablegrafía su agradecimiento, pues la existencia de la enfermedad se había
puesto en duda, repercutiendo en los presupuestos que requerían el estudio y
seguimiento de dicha enfermedad en los organismos multinacionales para
Suramérica. En 1920 vuelve a Europa y publica numerosos trabajos de sus
estudios sobre Leishmaniasis, Paludismo y la Tripanosomiasis Equina. En 1924, al
regresar a Venezuela, llega a ser director del laboratorio de Microbiología de la
Sanidad Nacional, en el cual había comenzado su carrera sanitaria como
exterminador de ratas, para ser luego preparador de bacteriología, ayudante de
laboratorio, bacteriólogo y epidemiólogo (1924-1931). Tejera, además de su
trabajo investigador, fue un hombre público. Innovador, durante el gobierno del
presidente Eleazar López Contreras, es nombrado ministro de Salubridad,
Agricultura y Cría y en apenas dos semanas, fiel a su creencia anunciada de que
aquello era "un contrasentido", separa Agricultura y Cría y organiza el Ministerio
de Sanidad y Asistencia Social. Demostrando particular acierto en la designación
de sus colaboradores, sin ninguna ingerencia político-partidista: Martín Vegas,
Arnoldo Gabaldón, Leopoldo García Maldonado, José Ignacio Baldó, Julio Diez y
otros notables médicos dedicados a la salud pública. Sin embargo, y siempre
polémico, renuncia al ministerio a mediados del año 1936, tras oponerse en una
exposición al Congreso Nacional a una Ley de Defensa contra el Paludismo que,
según él, resultaría inútil y costosa. Opinaba entonces: "está muy bien que
149
abatamos los criaderos de mosquitos, pero a la semana siguiente volverán si no
educamos a la población en que no favorezcan los criaderos. Tampoco haremos
nada con matar los mosquitos y la gente se nos muere de hambre viviendo en la
miseria. El hambre y la miseria son nuestros verdaderos enemigos. Sin hambre la
malaria no es tan ofensiva y se tolera mejor". A Tejera se le atribuye la aplicación,
por primera vez, en Venezuela del famoso DDT, contra los mosquitos
transmisores del Paludismo. La primera fumigación se hizo en Morón, población
del estado Carabobo. También le apasionaba la docencia y fue profesor de
histología normal (1926) en la Universidad Central de Venezuela. El 3 de febrero
de 1926 funda la cátedra de Patología Tropical, precursora del hoy Instituto de
Medicina Tropical. Seguía investigando y esgrimía que Venezuela necesitaba
producir medicamentos para combatir las enfermedades, especialmente
antibióticos para las patologías infecciosas. Hombre de desafíos, Tejera asume la
búsqueda de un antibiótico a partir de hongos microscópicos. Viajó
incansablemente por Venezuela y el extranjero y acumuló un total de 32.500
cultivos de hongos que probaba en su propio laboratorio, ubicado en el Laboratorio
de la Sanidad Nacional, que había fundado y que nunca abandonó. Fue así que
obtuvo una base para antibiótico que denomino Cloramfenicol. Es un aporte
universal el de Tejera, gracias a su persistencia en la investigación, sobrepasando
todos los obstáculos que tuvo que sortear. Tejera fue calificado de sabio, a lo que
respondía con ácidas críticas hacia la sociedad que no demostraba sensibilidad
social, por lo que sus conferencias e intervenciones por radio eran muy frecuentes
y escuchadas. Describió la condición del campesino venezolano para la época
(1950): "…esperando desde el nacer el momento de morir…"; de la Sanidad
(1961): "…sólo se alimenta, prospera y se enaltece en la adversidad…"; de las
enfermedades venéreas (1932): "…la sífilis de los que no pueden pecar ni
venialmente…"; del Seguro Social (1969): "…engendro prematuro por la tendencia
de nuestra raza de enamorarnos de las palabras como de las mujeres…".
Publicaba todos sus trabajos de investigación. Señalaba a sus alumnos que si no
se publicaban el propósito y los resultados de una investigación, esta no existía.
Mencionamos algunos de sus trabajos editados:
149
La Tripanosomiasis americana en Venezuela.1919.
La Leishmaniasis americana en Venezuela.1919.
Investigaciones hechas con el «205» en el tratamiento de la tripanosomiasis que
ocasiona la “derrengadera” de los equinos de Venezuela. 1925.
El Spirochaeta Morsus Muris, microbio del “Sodoku” en las ratas de Caracas. 1920
Las fiebres de Macuto y los insectos del género “Phlebotomus”. 1924.
El cloramfenicol: antibiótico creado a partir de hongos venezolanos.1940.
Muere en Caracas, el año 1980, dejando una labor notable de hombre de ciencia
con claro sentido de su función médica y social.
Arnoldo Gabaldón. Trujillo, 1909. Caracas, 1990
149
Antes de ser médico, Gabaldón fue bachiller en Filosofía. La Universidad Central
de Venezuela le otorga el grado de médico cirujano en 1930. Era la dinámica de
estudios en Venezuela hasta bien entrado el siglo XX. Al año siguiente ya era
especialista en el Instituto de Enfermedades Tropicales de Hamburgo (Alemania).
De allí fue becado por la Fundación Rockefeller para estudiar en la Universidad
John Hopkins de Baltimore, donde obtiene, en 1935, el Doctorado en Ciencias de
Higiene, mención en Protozoologia. Al año siguiente se encargó de la Dirección
Especial de Malariología en el recién creado Ministerio de Sanidad y Asistencia
Social, después nominada División de Malariología de la cual fue jefe hasta 1950.
Fue asesor de la Dirección General de Malariología y Saneamiento Ambiental
hasta 1973, fecha en que se jubiló. A partir de este momento fue nombrado asesor
emérito del Ministerio de Sanidad y Asistencia Social, y director del Laboratorio
para Estudios sobre Malaria, cargo ad honórem que ocupó hasta su muerte.
Entre 1959 y 1964 se desempeñó como Ministro de Sanidad y Asistencia Social,
gestión que se caracterizó por la realización de intensas actividades sanitarias y
de saneamiento ambiental, en todo el país. Durante estos años, Venezuela se
convirtió en el primer Estado que organizó una campaña a escala nacional contra
la malaria, mediante la utilización del DDT, lo cual le permitió, junto con su equipo
de trabajo, ser los primeros en alcanzar la erradicación de esa enfermedad en una
gran área de extensión de la zona tropical. La obra sanitaria de Gabaldón tiene un
merito excepcional, a decir de uno de sus biógrafos, Guillermo Colmenares
Arreaza, cuando señala: "No era la cuadrilla que iba, era Gabaldón el primero en ir
al frente y cumplir con la faena. Es el primer ministro de sanidad que conozco que
no trabajaba en la oficina sino en los campos. Estaba empeñado en acabar con la
terrible enfermedad del paludismo, que por entonces diezmaba a la población
venezolana, especialmente la rural y la que vivía en la periferia de las ciudades.
Creía que la salud de la población no se lograba en un consultorio, ni
pronunciando discursos. Era preciso ir más allá y conocer las condiciones en que
vive la mayoría de los venezolanos". Debe recordarse su participación activa como
experto de la Organización Mundial de la Salud, desde 1947, en trabajos para la
lucha antimalárica en países de los 5 continentes.
149
La labor de investigación desarrollada por Gabaldón, fue intensa, autor de más de
200 trabajos publicados en revistas médicas nacionales e internacionales escritos
en castellano, inglés, francés y alemán. Asimismo, realizó estudios acerca de la
malaria en aves, obra que le valió ser incorporado como Individuo de Número de
la Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales, además de la de
Medicina. Estudioso de la historia y bolivarianista consumado fue profesor de la
Cátedra Simón Bolívar de Estudios Latinoamericanos en la Universidad de
Cambridge, Inglaterra (1968-1969). La Dirección de Malariologia y Saneamiento
Ambiental, convertida en Instituto de Altos Estudios de Salud Pública, lleva su
nombre, en homenaje a un médico que lleno una etapa histórica de la medicina
venezolana contemporánea. Fallece en Caracas el 1 de septiembre de 1990.
José Witremundo Torrealba. Zaraza, 1935. Valencia, 1981
149
Cruz Manuel Aguilar, reconocido médico e investigador, señala en un apéndice de
la revista Salus lo siguiente: "Fue José Witremundo Torrealba Tovar, más
conocido entre nosotros como Witremundo, o por sus amigos más allegados,
Vitre, un ser humano y universitario integral, reconocido como excepcional:
llanero, nacido en la localidad de Zaraza en el estado Guárico y tercer hijo, entre
doce, del eminente medico tropicalista y científico José Francisco Torrealba y su
esposa Doña Rosa Tovar de Torrealba".
De formación médica y perfil de investigador, Witremundo Torrealba también
demostró una profunda vocación humanística, cualidad que le permitió,
comprender las dimensiones fundamentalmente humanas de la pobreza y sus
determinantes. Desde muy joven preciso su vocación de médico investigador en
ámbitos cercanos a la salud pública, porque percibía que el país demandaba
soluciones a las endemias que causaban estragos en la salud de la población. Es
así, que se especializa en Medicina Tropical, en la Universidad de Sao Paolo en
Brasil y al regresar a Venezuela se integra a la naciente Facultad de Medicina de
la Universidad de Carabobo. Su vocación de docente también afloraba y en la
cátedra de Parasitología es considerado el transformador de dicha cátedra pues a
partir de 1964 inicia una labor de docencia, investigación y extensión para
colocarla a niveles de rigor científico referenciales en Latinoamérica y el mundo.
La existencia de enfermedades endémicas en Carabobo, obligaba al investigador
a elaborar líneas de investigación en patologías como la Esquistosomiasis
Mansoni, la enfermedad de Chagas Leishmaniasis visceral y tegumentaria y
parasitosis intestinales diversas, y en general, cualquier patología que implicara el
campo de la parasitología. A Witremundo Torrealba se le debe la elaboración de
un método sistemático de estudio de las parasitosis más frecuentes en Venezuela.
Adapto a las realidades circundantes los trabajos de campo en las comunidades
con la participación de equipos multidisciplinarios, docentes y estudiantes. El
resultado de la estrategia era una sólida formación de los estudiantes y las
contribuciones pertinentes que hacia la Universidad de Carabobo, particularmente
en el ámbito de la atención primaria en salud, a las políticas del Estado
venezolano.
149
Era integrador, proactivo y acucioso. Hace su Doctorado en Ciencias Medicas en
la Universidad Central de Venezuela con una tesis doctoral relevante para el
estudio y comprensión de la Leishmaniasis: Leishmaniasis visceral humana y
canina. Es fundador de la Sociedad Parasitológica de Venezuela, en 1978.
Miembro consultor de la Organización Mundial de la Salud en el campo de la
Parasitología y la Medicina Tropical. Fue electo decano de la Facultad de Ciencias
de la Salud de la Universidad de Carabobo, desde donde realizo una labor de
cambio de las rancias estructuras de una facultad que tendía, y tiende, al letargo,
el mismo letargo que Dominici llamaba "los bostezos de los que creen que nada
puede cambiar, cuando en la universidad lo único permanente debe ser el
cambio". Propulsor de la fortaleza de los departamentos y las cátedras por encima
del pesado fardo de la burocracia universitaria, Torrealba se enfrentó con nuevas
ideas y novedosas concepciones que apostaban a la inclusión de los
universitarios, al estímulo por la investigación y a la sinceración y eliminación de
pesados e inútiles procesos administrativos, que “cierta rosca universitaria”,
enquistada en la Facultad de Ciencias de la Salud, había construido para
mantenerse con comodidad en la caverna. La misma caverna –parafraseando a
Platón- que impidió entonces, e impide ahora, de muchas formas, que la
Universidad de Carabobo se convierta en una universidad de primera línea en
calidad de docencia e investigación y nítida pertinencia social en función de las
necesidades del pueblo.
En cambiar las cosas, en querer cambiar las cosas, Witremundo Torrealba fue un
pionero. En este sentido, Aguilar, unos de sus más esclarecidos discípulos,
precisa: "Hoy hay que retomar y releer esos documentos para contrastar sus
contenidos con la actual realidad, reconocer el aporte de su gestión así como
evaluar la vigencia de su visión y señalamientos sobre la necesidad de conducir a
la Universidad por la vía de la productividad, honestidad, rectitud académica y
administrativa, el fortalecimiento del desarrollo científico; teniendo siempre
presente la transferencia del conocimiento generado por la investigación hacia la
solución de los problemas de salud de las comunidades como en la proyección
social de la universidad".
149
Muere en Valencia el 14 de julio de 1981. Su legado aun espera ser divulgado en
su plenitud.
Jacinto Convit. Caracas, 1913.
149
Jamás imaginó Jacinto Convit que su paso por la leprosería de Cabo Blanco, en el
otrora Departamento Vargas, sería tan decisivo. Allí asistió en 1937, aun sin
haberse graduado, a instancias de Martín Vegas, quien le impartía clases de
dermatología en la Facultad de Medicina de la Universidad Central de Venezuela.
Al respecto, el propio Convit le expresa
"Cabo Blanco, era una inmensa casona, hecha en 1906, en el
gobierno de Cipriano Castro, donde se encontraban 1200
pacientes recluidos. No sé qué era más impresionante si la
enfermedad en sí o el rostro de dolor de aquellos seres. La
lepra no tenía cura. A la gente la cazaban en la calle. Nadie se
preguntaba que pasaría con el alma de aquellas personas, con
sus familias. Los hospitalizaban tan sólo por sospechar que
padecían la enfermedad. Se tapaban los espejos, como si el
reflejo del mal fuese a contaminar hasta las sombras. Era un
desastre. Los recursos con los que contaban eran escasos.
Además, no existían procedimientos terapéuticos para tratar a
las personas que estaban allí, aun en contra de su voluntad;
pues por aquellos años la Ley establecía que los enfermos de
lepra, (enfermedad de Hansen), debían someterse al
aislamiento compulsor. Los tomaban del interior del país, los
metían en un camión y los llevaban a las leproserías... los
embarcaban en una goleta llamada “El Cisne” que venía y
tardaba como 15 días. Así era la situación de difícil, que yo
una noche recibí una persona maniatada con cadenas, lo
traían de Oriente en un camión custodiado con gente armada,
un pobre hombre que lo único que tenía era que había sido
infectado con lepra. En Cabo Blanco aprendí a cuidar a los
pacientes desempeñando labores de médico, juez, odontólogo
y consejero, que sirvieron ampliamente para enriquecer mi
149
conocimiento sobre la enfermedad y profundizar sobre el
aspecto humano de los enfermos”.
Después, en 1938, ingreso como médico residente a la leprosería y comenzaría
para Convit, el reto de buscar una alternativa de tratamiento a tantos enfermos. En
aquel tiempo, el tratamiento contra la lepra consistía en el uso del aceite que se
extraía de un árbol asiático llamado chamulgra. Con la colaboración de un químico
danés de nombre Jorge Jorgesen, refinó el líquido y pudo atender a más
pacientes. Al proseguir con la investigación se toparon con un trabajo de un
médico misionero inglés de apellido Miur, que había descubierto un producto
compuesto de sulfa y el diamin llamado difenil sulfona (DDS). Entonces, buscaron
la forma de conseguir varios kilos de estos componentes; y prepararon tabletas
que les suministraba a los pacientes. Al cabo de un año la mejoría era notoria:
“Era una maravilla, porque no había otra cosa. Iniciamos un programa de lucha
antileprosa. Fuimos convenciendo a todo el mundo. Comenzó a cambiar el
panorama. No tuvimos sino que meter un poco el corazón. Entrenamos a médicos
para que se trasladaran a los hospitales rurales".
En 1946, Convit es nombrado Médico de los Servicios Antileprosos en Venezuela
y junto a su equipo diagnostican 18 mil leprosos en todo el país, tras lo que
organizan 24 centros de atención. Ya en 1949 había uno o dos servicios de
dermatología sanitaria en cada estado de la nación. Ante tales logros, la
Organización Panamericana de la Salud (OPS) mostró interés y envío a su
personal a entrenarse a Venezuela de la mano de Convit, quien insistía en que los
pacientes debían ser vistos como portadores de una enfermedad igual a las
demás, y, por ende, sentían, sufrían y padecían como cualquier otro enfermo lo
hacía. La inoculación del bacilo de la lepra en armadillos (cachicamos) permitió
obtener el Micro Bacterium Leprae de Armadillo que en adición a la BCG (vacuna
de la tuberculosis) dio origen a la vacuna contra la lepra. En 1998 la tasa de
enfermos de lepra se había reducido a 0.6 casos por cada 10 mil habitantes.
Luego de controlar la Lepra, Convit se plantea el reto de crear un centro de
149
investigaciones científicas. Así, nació el Instituto de Dermatología, que
posteriormente se llamó Instituto de Biomedicina de Caracas (IBC), el cual dirige
desde 1972, y es desde el 2 de julio de 1973 la sede del Centro Internacional de
Investigación y Adiestramiento sobre Lepra y Enfermedades afines de la
Organización Panamericana y Mundial de la Salud. Allí, después de mucho
esfuerzo conjunto y continuo, surgió la vacuna contra la lepra, que sirvió también
de base para la vacuna contra la Leishmaniasis. En el caso de la Leishmaniasis
Cutánea Localizada (LCL), la utilización del mismo modelo de vacuna de la lepra
permitía inmunizar a los pacientes que mostraban deficiencias en la respuesta
específica ante el parásito. En 1987, Convit publicó un primer trabajo, dónde se
comparan a dos grupos de pacientes: unos tratados con tres inyecciones de la
vacuna anti lepra y otro con 20 inyecciones de antimoniato de meglumina
(Glucantime), que era el tratamiento estándar de la enfermedad. Al cabo de 32
semanas, 94% de ambas muestras se habían curado, al tiempo que se
observaron efectos secundarios en 5,8% del primer grupo y 52,4% del segundo.
De esta forma, la inmunoterapia (la vacuna) se presentaba como una herramienta
para tratar la Leishmaniasis a costos y riesgos bajos, por lo que podía aplicarse en
servicios asistenciales sin ameritar la supervisión de especialistas.
Tras una vida prolífica, a los 90 años, este médico que ha presentado trabajos en
143 reuniones científicas y tiene 262 escritos en revistas nacionales y extranjeras,
sostiene con vehemencia que no está cansado. Su único anhelo es continuar con
el trabajo. Asegura que, el mayor lauro es la misión cumplida y al final de sus días,
quiere ser recordado “como un médico que hizo su esfuerzo”.
149
EVOLUCION CONSTITUCIONAL DE LA SALUD EN VENEZUELA
Una de las manifestaciones de la evolución histórica del conocimiento y avance
científico y social ha sido la atención prestada a los asuntos de salud. No solo es
un problema personal o familiar, sino que lo es colectivo, al punto de que los
Estados han tenido que observar la salud como objeto de interés y acción pública.
Como testimonio de su importancia, la Organización de las Naciones Unidas
(ONU) incluye a la salud como un derecho humano fundamental. Durante los años
transcurridos entre la Declaración de la Independencia y nuestros días, los
destinos de la nación se han visto regidos por el ordenamiento jurídico establecido
en las Constituciones. La constitución nacional es una ley fundamental en la que
se contemplan los derechos y deberes esenciales del estado y de los ciudadanos.
Desde la primera Constitución en 1811, hasta la Constitución de 1999 han existido
27 Constituciones en Venezuela.
El objeto del tema es presentar una reseña del valor, que en las diferentes
constituciones, se le dio a la salud en relación al momento histórico cuando se
redactaron estas cartas fundamentales de la nacionalidad venezolana. Tan solo es
una aproximación para conocer si la salud ha sido motivo permanente de
preocupación para el constituyente venezolano, y si la misma se evidencia de
manera progresiva y mejorada en los diversos textos constitucionales que ha
tenido el país. Por otra parte, la incorporación de los aspectos relativos a la salud
en las constituciones políticas, en buena parte de los países del continente, viene
a constituir otro de los espacios para su democratización, en tanto participación de
los ciudadanos en ejercicio de su derecho a la salud.
149
CONSTITUCIÓN FEDERAL PARA LOS ESTADOS DE VENEZUELA. 1811.
En la Constitución de 1811, si bien el constituyente no se refiere explícitamente a
salud colectiva o individual, hace referencia al menos de la obligación de los
gobiernos con la protección de las facultades físicas y morales del individuo.
Citamos el artículo 151 de dicha carta magna, así como el artículo 198, relativo a
los deberes del hombre en sociedad:
SECCIÓN SEGUNDA. Derechos del hombre en sociedad.
Articulo 151
El objeto de la sociedad, es la felicidad común y los Gobiernos han sido instituidos
para asegurar al hombre en ella, protegiendo la mejora y perfección de sus
facultades físicas y morales, aumentando la esfera de sus goces, y procurándoles
el más justo y honesto ejercicio de sus derechos.
Articulo 198
Siendo instituidos los gobiernos para el bien y la felicidad común de los hombres,
la sociedad debe propiciar auxilios a los indigentes y desgraciados, y la instrucción
a todos los ciudadanos.
En el artículo 198, nos permitimos comentar lo siguiente: si la sociedad, mediante
la actuación de los gobiernos, tiene como norte el garantizar y hacer efectivo el
bien común, y si aceptamos, como debe ser, que el bien común es el bien de
todos, sería un absurdo que dentro del marco de estos postulados puedan
coexistir "indigentes y desgraciados" al lado de hombres y mujeres felices a los
cuales se les aumenta progresivamente "la esfera de sus goces". La previsión
constitucional se convierte en un mandato propiciatorio. La realidad demuestra la
149
inobservancia. Después de la Constitución de 1811, se redactaron nueve
Constituciones y ninguna refiere el tema de la salud. Venezuela como país, sufría
los rigores de conflictos reiterados por el poder. Las leyes eran cambiadas de
acuerdo al gobernante de turno, teniendo como propósito la consolidación en el
poder de quien ocupara la Presidencia. Eran constituciones para un país que si
bien había ganado la libertad, no expresaba a la salud como una de sus
preocupaciones. Es de tal magnitud la omisión que no se le otorga rango
constitucional a la salud casi siglo y medio después, en la Constitución Nacional
de 1947. 136 años para ser exactos, sin que los constituyentes se fijaran en este
derecho.
CONSTITUCIÓN DE LOS ESTADOS UNIDOS DE VENEZUELA. 1947.
CAPITULO IV. De la Salud y de la Seguridad Social.
Artículo 51.
El Estado velará por el mantenimiento de la salud pública. Todos los habitantes de
la República tienen el derecho a la protección de la salud. El Estado establecerá
los servicios necesarios para la prevención y tratamiento de las enfermedades.
Artículo 52.
Los habitantes de la República tienen el derecho de vivir protegidos contra los
riesgos de carácter social que puedan afectarlos y contra la necesidad que de
ellos se deriva. El Estado establecerá en forma progresiva, un sistema amplio y
eficiente de Seguridad Social y fomentará la construcción de viviendas baratas
destinadas a las clases económicamente débiles.
En la constitución de 1947, se incluye por primera vez el término salud pública, así
como el derecho universal a la salud. También el estado asume el compromiso
financiero por la salud, y aparece por vez primera, la prevención como paradigma
149
sanitario. La seguridad social aparece como sistema "amplio y eficiente", cuya
orientación primordial era el fomento de construcción de viviendas. Esta
Constitución fue superior o, por lo menos, más previsiva que la siguiente en lo que
respecta a materia de salud porque la de 1953 -1954 solo se refirió a este tema en
términos generales.
CONSTITUCIÓN DE LA REPÚBLICA DE VENEZUELA. 1953.
SECCIÓN SEGUNDA. De la competencia del Poder Nacional
Artículo 60
Es de la competencia del Poder Nacional lo relativo a la dirección técnica, el
establecimiento de normas administrativas y la coordinación de los servicios
destinados a la defensa de la salud pública. La ley podrá establecer la
nacionalización de estos servicios públicos, de acuerdo con el interés colectivo".
…………….
La norma de 1953 le otorga al Poder Nacional la competencia, en cuanto a
dirección, elaboración de normas administrativas y coordinación de los servicios,
así como introduce por vez primera, la posibilidad de nacionalizar los servicios.
Muchos de los servicios de salud eran prestados por empresas petroleras que se
establecían en el país. Otro de los aspectos que diferencia la norma es la salud
pública, entendida como los servicios que se le prestan a la población. No
contemplaba, expresamente, esta Constitución la previsión de la gratuidad de los
servicios de salud, que posteriormente se harían "doctrina" en las constituciones
nacionales.
149
CONSTITUCIÓN DE LA REPÚBLICA DE VENEZUELA. 1961
CAPÍTULO III. Derechos individuales.
Artículo 76
Todos tienen derecho a la protección de la salud. Las autoridades velarán por el
mantenimiento de la salud pública y proveerán los medios de prevención y
asistencia a quienes carezcan de ellos. Todos están obligados a someterse a las
medidas”.
……………….
La Constitución de 1961 ya establece la protección de la salud. Para ello el Estado
a través de sus autoridades velara porque se aplique el derecho de todos a la
protección de la salud. Este artículo, abrió las posibilidades para la diversificación
de los servicios y programas sanitarios que demandaba una sociedad en explosivo
crecimiento poblacional. La gratuidad de acceso a los servicios de salud se
establece como la provisión de las autoridades de medios de prevención y
asistencia a "quienes carezcan de ellos". Si bien, la Constitución Nacional de
1961, significo un avance en cuanto a los derechos de salud de la población
venezolana, muchos expertos de legislación sanitaria observaban que ante la
"vertiginosa dinámica de desarrollo de situaciones en el sector salud, era
necesario legislar en tono a cada uno de los tópicos que se presentaran". De allí,
que de este precepto constitucional surgieron normas específicas sobre el tema,
incluida la actual Ley Orgánica de Salud de 1980, aun vigente, la Ley del Ejercicio
de la Medicina, aun vigente, de 1982, y la Ley Orgánica de Seguridad Social
Integral (LOSSI), promulgada en 1997, y aun pendiente de desarrollar en su
totalidad.
149
CONSTITUCIÓN DE LA REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA. 1999
(VIGENTE).
CAPITULO II. De la Competencia del Poder Público Nacional.
Artículo 156
Es de la competencia del Poder Público Nacional: Las políticas y los servicios
nacionales de educación y salud.
CAPITULO VI. Del Régimen Fiscal y Monetario. Sección Primera: Del Régimen
Presupuestario.
Artículo 311
La gestión fiscal estará regida y será ejecutada con base en principios de
eficiencia, solvencia, transparencia, responsabilidad y equilibrio fiscal. Esta se
equilibrará en el marco plurianual del presupuesto, de manera que los ingresos
ordinarios deben ser suficientes para cubrir los gastos ordinarios. El ingreso que
se genere por la explotación de la riqueza del subsuelo y los minerales, en
general, propenderá a financiar la inversión real productiva, la educación y la
salud.
CAPITULO IV. Del Poder Público Municipal.
Artículo 178
Son de la competencia del Municipio el gobierno y administración de sus intereses
y la gestión de las materias que le asigne esta Constitución y las leyes nacionales,
en cuanto concierne a la vida local, en especial la ordenación y promoción del
desarrollo económico y social, la dotación y prestación de los servicios públicos
domiciliarios, la aplicación de la política referente a la materia inquilinaria con
149
criterios de equidad, justicia y contenido de interés social, de conformidad con la
delegación prevista en la ley que rige la materia, la promoción de la participación,
y el mejoramiento, en general, de las condiciones de vida de la comunidad, en las
siguientes áreas: salubridad y atención primaria en salud, servicios de protección a
la primera y segunda infancia, a la adolescencia y a la tercera edad; educación
preescolar, servicios de integración familiar de la persona con discapacidad al
desarrollo comunitario, actividades e instalaciones culturales y deportivas;
servicios de prevención y protección, vigilancia y control de los bienes y las
actividades relativas a las materias de la competencia municipal.
Artículo 184
La ley creará mecanismos abiertos y flexibles para que los Estados y los
Municipios descentralicen y transfieran a las comunidades y grupos vecinales
organizados los servicios que éstos gestionen previa demostración de su
capacidad para prestarlos, promoviendo:
1. La transferencia de servicios en materia de salud, educación, vivienda, deporte,
cultura, programas sociales, ambiente, mantenimiento de áreas industriales,
mantenimiento y conservación de áreas urbanas, prevención y protección vecinal,
construcción de obras y prestación de servicios públicos. A tal efecto, podrán
establecer convenios cuyos contenidos estarán orientados por los principios de
interdependencia, coordinación, cooperación y corresponsabilidad.
CAPITULO V. De los Derechos Sociales y de las Familias.
Artículo 83
La salud es un derecho social fundamental, obligación del Estado, que lo
garantizará como parte del derecho a la vida. El Estado promoverá y desarrollará
políticas orientadas a elevar la calidad de vida, el bienestar colectivo y el acceso a
149
los servicios. Todas las personas tienen derecho a la protección de la salud, así
como el deber de participar activamente en su promoción y defensa, y el de
cumplir con las medidas sanitarias y de saneamiento que establezca la ley, de
conformidad con los tratados y convenios internacionales suscritos y ratificados
por la República.
Artículo 84
Para garantizar el derecho a la salud, el Estado creará, ejercerá la rectoría y
gestionará un sistema público nacional de salud, de carácter intersectorial,
descentralizado y participativo, integrado al sistema de seguridad social, regido
por los principios de gratuidad, universalidad, integralidad, equidad, integración
social y solidaridad. El sistema público nacional de salud dará prioridad a la
promoción de la salud y a la prevención de las enfermedades, garantizando
tratamiento oportuno y rehabilitación de calidad. Los bienes y servicios públicos de
salud son propiedad del Estado y no podrán ser privatizados. La comunidad
organizada tiene el derecho y el deber de participar en la toma de decisiones
sobre la planificación, ejecución y control de la política específica en las
instituciones públicas de salud.
Artículo 85
El financiamiento del sistema público nacional de salud es obligación del Estado,
que integrará los recursos fiscales, las cotizaciones obligatorias de la seguridad
social y cualquier otra fuente de financiamiento que determine la ley. El Estado
garantizará un presupuesto para la salud que permita cumplir con los objetivos de
la política sanitaria. En coordinación con las universidades y los centros de
investigación, se promoverá y desarrollará una política nacional de formación de
profesionales, técnicos y técnicas y una industria nacional de producción de
insumos para la salud. El Estado regulará las instituciones públicas y privadas de
salud.
Artículo 86
149
Toda persona tiene derecho a la seguridad social como servicio público de
carácter no lucrativo, que garantice la salud y asegure protección en contingencias
de maternidad, paternidad, enfermedad, invalidez, enfermedades catastróficas,
discapacidad, necesidades especiales, riesgos laborales, pérdida de empleo,
desempleo, vejez, viudedad, orfandad, vivienda, cargas derivadas de la vida
familiar y cualquier otra circunstancia de previsión social. El Estado tiene la
obligación de asegurar la efectividad de este derecho, creando un sistema de
seguridad social universal, integral, de financiamiento solidario, unitario, eficiente y
participativo, de contribuciones directas o indirectas. La ausencia de capacidad
contributiva no será motivo para excluir a las personas de su protección. Los
recursos financieros de la seguridad social no podrán ser destinados a otros fines.
Las cotizaciones obligatorias que realicen los trabajadores y las trabajadoras para
cubrir los servicios médicos y asistenciales y demás beneficios de la seguridad
social podrán ser administrados sólo con fines sociales bajo la rectoría del Estado.
Los remanentes netos del capital destinado a la salud, la educación y la seguridad
social se acumularán a los fines de su distribución y contribución en esos
servicios. El sistema de seguridad social será regulado por una ley orgánica
especial.
CAPITULO VI. De los Derechos Culturales y Educativos.
Artículo 111
Todas las personas tienen derecho al deporte y a la recreación como actividades
que benefician la calidad de vida individual y colectiva. El Estado asumirá el
deporte y la recreación como política de educación y salud pública y garantizará
los recursos para su promoción. La educación física y el deporte cumplen un papel
fundamental en la formación integral de la niñez y adolescencia. Su enseñanza es
obligatoria en todos los niveles de la educación pública y privada hasta el ciclo
diversificado, con las excepciones que establezca la ley. El Estado garantizará la
atención integral de los y las deportistas sin discriminación alguna, así como el
149
apoyo al deporte de alta competencia y la evaluación y regulación de las entidades
deportivas del sector público y del privado, de conformidad con la ley.
CAPITULO VIII. De los Derechos de los Pueblos Indígenas.
Artículo 122
Los pueblos indígenas tienen derecho a una salud integral que considere sus
prácticas y culturas. El Estado reconocerá su medicina tradicional y las terapias
complementarias, con sujeción a principios bioéticos”.
……….
La Constitución de 1999 agrupa una serie de criterios encaminados a la
conservación y protección de la salud pública del individuo y la sociedad. Son
preceptos muy amplios que valoran la importancia que el Estado debe darle a este
tema. Son varios los capítulos donde la salud aparece reflejada como obligación
del Estado y derecho ciudadano. Cabe destacar la incorporación de los pueblos
indígenas a los derechos a una salud integral respetando sus prácticas y culturas.
La incorporación de la actividad física, el deporte y la recreación como derecho
ciudadano. La previsión de recursos financieros a ser invertidos en el sector salud
y la descentralización hasta el poder municipal cuando el constituyente le otorga
facultades en el manejo de renglones de salubridad pública. También se
incorporan como prioridades los conceptos de prevención de enfermedades y
promoción de la salud. En el capítulo sobre derechos sociales y de las familias,
nuestra carta magna, contiene tres artículos considerados de avanzada e incluso
pioneros en el derecho positivo. Se establece por primera vez, el dictado de la
ONU, al definir la salud como derecho humano fundamental que forma parte del
derecho a la vida. Igualmente se precisa el papel de rectoría del Estado y se
149
indican las obligaciones de financiamiento del sistema público nacional de salud
así como el derecho a la seguridad social del venezolano. Finalmente, se abren
pautas de participación ciudadana en los programas y planes sanitarios donde es
altamente deseable la participación de las comunidades. En la Constitución de
1999 se fijan de manera amplia, como nunca antes en la vida republicana, los
asuntos relacionados con un aspecto tan importante para la sociedad, como lo es
la salud.
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