hartz polarra eta txakurrak . oso polar y perros

Post on 13-Jul-2015

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Pocas personas han tenido la oportunidad de presenciar el sorprendente comportamiento amistoso entre perros de trineo y los osos polares de Churchill,

Manitoba (Bahía de Hudson), CANADA.

La migración de los osos hacia el norte para cazar y pasar el invierno, los dirige directamente a través de la zona en la que residen muchos perros de trineo, ocasionando

ciertos encuentros tensos.

Eventualmente, un oso polar adulto se mantiene cerca del área de los perros y en

casos muy raros, ocurre algo sorprendente.

El oso, en estado totalmente salvaje,

buscará la compañía de uno de los perros

acercándose a jugar con él, mientras espera, en

ayunas, a que se forme el hielo en la bahía que les permitirá viajar en busca

de alimento.

El fotógrafo alemán Norbert Rosing (National Geographic) no imaginaba que vería por primera vez a un oso polar jugando con perros de trineo, durante su estancia en Churchill,

capital mundial de los osos polares.

Brian Ladoon, criador de perros, quien ayudó a rescatar de la extinción al Perro Esquimal Canadiense, contaba a Rosing durante su visita, que los osos polares se acercaban cada año a

jugar con los perros, alrededor del mes de noviembre.

Rosing, incrédulo, esperó semanas para comprobarlo. Cuando habían transcurrido 6 semanas, divisó un gran oso polar en el horizonte, acercándose cada vez más.

Alrededor de 60 perros estaban atados en la granja. Todos empezaron a ladrar tirando de sus cadenas, excepto uno.

El oso observaba a cada uno sucesivamente, parecía aburrido.

Pero entonces se detuvo observando al perro que no ladraba.

El oso necesitó unos 15 ó 20 minutos para ganarse la confianza del perro, intercambiando señales a medida que se acercaba más. El perro no mostraba signos de temor, es más, su

postura inclinada mientras movía la cola era una clara invitación, como diciendo... "¡¿Quieres jugar?!"

Frente a frente, los ojos relajados del oso, las orejas del perro echadas hacia atrás y sin mostrar los colmillos, así como el pelo sin erizar; eran señales que no

indicaban hostilidad entre ambos.

El oso tomaba al perro entre sus patas, Rosing no daba crédito a sus ojos y pensó que podría matarlo en cualquier momento, pero en cuanto

el perro se sentía agarrado con demasiada fuerza y empezaba a

ladrar, el oso lo soltaba de inmediato y retrocedía.

Las garras del oso y los dientes de ambos, que en otras circunstancias serían instrumentos mortales, se

convirtieron en instrumentos de juego gracias a las señales

que habían intercambiado, creándose una inesperada sensación de confianza.

El juego continuó durante unos 20 minutos y entonces sucedió otra cosa asombrosa.

El oso descansaba de espaldas plácidamente sobre la nieve, junto al perro, dejando que éste se acercara.

En el reino animal, sobre todo en el mundo de los depredadores como osos y perros, tumbarse de espaldas es una postura totalmente sumisa.

El segundo día fue con un perro distinto y cuando un perro estaba jugando, los otros eran

un poco más amigables.

Fue algo fascinante, no podía creerlo. El oso regresó unos 5 días seguidos sobre la misma hora, pasadas las 15 hs.

Una vez más, ellos nos dan una lección a nosotros, que somos los "supuestos" Animales Racionales.

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