express. arquitectura literatura y ciudad, juan carlos pérgolis
Post on 05-Apr-2018
233 Views
Preview:
TRANSCRIPT
-
7/31/2019 Express. Arquitectura Literatura y Ciudad, Juan Carlos Prgolis
1/122
1
ExpressArquitectura, literatura y ciudad
Juan Carlos Prgolis
1995
-
7/31/2019 Express. Arquitectura Literatura y Ciudad, Juan Carlos Prgolis
2/122
2
A mis amigos de La Plata, que estn lejos o ya no estn
-
7/31/2019 Express. Arquitectura Literatura y Ciudad, Juan Carlos Prgolis
3/122
3
NDICE
PRLOGO
INTRODUCCIN
UNO: UTOPAS-FANTASASMETRPOLISLa redEl tranva 25La peste
DOS: LABERINTOSBORGES Y LA ARQUITECTURALa trazaLas sombras de la calle 53Un reflejo
TRES: SILENCIOSCRNICAS MARCIANASLos susurros en los capitelesEl guila de Plaza Italia
En el micro 8
CUATRO: NARRATIVALA CIUDAD Y LOS PERROSLa memoria 1La memoria 2Viajeros 1
CINCO: LMITESTRISTE LE VILLE
DescubrirLa mujer desnudaEl lmite
SEIS: FRAGMENTACINSEIS PROPUESTAS PARA EL PRXIMO MILENIOHollywood ParkViajeros 2Desde BogotBIBLIOGRAFAAutores referidos por orden de aparicin en el texto
-
7/31/2019 Express. Arquitectura Literatura y Ciudad, Juan Carlos Prgolis
4/122
4
PRLOGOLA ARQUITECTURA Y LA PALABRA
La arquitectura ha adquirido una nueva dimensin, la de la palabra.
Esto no quiere decir que ahora se escriba sobre arquitectura. Vitruvio
inaugur ese captulo en Occidente hace ya veinte siglos. Bajo su
influencia surgieron los tratados del renacimiento, los ensayos del siglo
XVIII, los manuales del siglo XIX y los manifiestos y programas del siglo
XX. Ahora el asunto es bien distinto.
Hablar sobre arquitectura, escribir sobre ella, posee hoy en da una
dimensin especial en la cual las ideas priman sobre la materia. No se
trata ya de contar cmo son o deben ser los edificios, ni de analizar sus
estilos o sus propiedades materiales. Tampoco se trata de reescribir su
historia, de teorizar sobre ella o de insistir en la aguda y necesaria
crtica social sobre sus agentes y sus resultados. A travs de una
liberacin de la mente, la arquitectura puede convertirse en otra cosa,en muchas, incluso en algo etreo, liviano como propone Juan Carlos
Prgolis en este libro.
Hacer liviana la arquitectura no es una tarea fcil. Sobre ella se
acumulan incontables y pesadas cargas: la de su propia historia, la de
explicaciones y argumentos que requiere para ser entendida, la del
dinero que contribuye a producir y que la aplasta, la de las leyes que lareglamentan, y la estupidez que la empequeece... Slo el poder de la
palabra y la libertad de la imaginacin permiten hablar de arquitectura
en dimensiones inmateriales y recorrer, casi volando, diferentes
espacios, diferentes mundos.
La Plata expresses un libro inslito en su contenido y en su forma. Es
un libro sobre arquitectura y es una meditacin sobre la ciudad, sobre
-
7/31/2019 Express. Arquitectura Literatura y Ciudad, Juan Carlos Prgolis
5/122
5
una ciudad, mejor an, sobre el recuerdo de una ciudad. Es uno y
muchos ensayos a la vez. Al leerlo se desentraan sensaciones acerca
de ese fenmeno obvio y enigmtico del espacio y del tiempo. Es prosa y
es poesa. Es difcil clasificarlo en una de las categoras convencionales.
Es historia? Es teora? Es crtica?
Juan Carlos Prgolis no es un novato en las lides literarias, cuenta ya
con varios libros e infinidad de ensayos y artculos publicados. Aqu, sin
embargo, ofrece una cara desconocida de su personalidad, la de un
escritor avezado que puede pasar confortablemente de lo puramente
arquitectnico a un sencillo relato de memorias; del difcil argumento a
la frase evocadora. Su memoria y su amplio conocimiento del mundo de
la arquitectura y de los otros mundos se manifiestan aqu con plenitud.
Y sin decirlo abiertamente, rinde en su libro un homenaje personal y
profundo a Borges y a Calvino.
La Plata express es un libro de texto que ensea, de manera muy
distinta, a entender la arquitectura a travs de ese intrincado laberinto
de ideas, sensaciones, intuiciones y recuerdos que existen en el interior
de la mente, no en las obvias explicaciones del exterior que nos rodea y
que tenemos que sufrir o disfrutar, apreciar o rechazar todos los das.
ALBERTO SALDARRIAGA ROA
Coordinador AcadmicoMaestra en Historia y Teora del Arte y la Arquitectura
Universidad Nacional de Colombia
-
7/31/2019 Express. Arquitectura Literatura y Ciudad, Juan Carlos Prgolis
6/122
6
INTRODUCCIN
La palabra express ha sido utilizada casi exclusivamente en el mbito
del correo postal para designar la correspondencia tramitada con
prelacin y, por ello, con mayor rapidez en la entrega. Sin embargo, en
los ltimos aos se ha generalizado su uso en otros campos: una marca
fotogrfica con el agregado express sugiere un ms rpido proceso de
revelado; un supermercado-express indica un modo ms gil de realizar
las compras. En estos usos aparentemente arbitrarios del trmino se
puede detectar un carcter emergente en el llamado gusto de la poca:
la agilidad y rapidez logradas por la simplificacin de los aparatos
operativos.
Hoy vemos que esta palabra en el marco del habla, la parte ms
dinmica y cambiante del lenguaje, proyecta significaciones
(significados de uso) referidos a la ligereza lograda mediante estructuraslivianas, leves, en el lmite de la inestabilidad: ese otro carcter que
surge y da a entender el juego arbitrario de partes independientes
(fragmentos) sobre estructuras casi imperceptibles por su levedad.
Con esa intencin fue estructurado (o desestructurado) este texto.
Aunque cada captulo se inicia con el comentario sobre algn aspecto
que caracteriza el manejo del espacio arquitectnico y urbano en estefin de siglo, la aparente coherencia que nos debera conducir a la
inmediata observacin de ejemplos grficos se rompe ante el anlisis de
un texto literario. A esto le sigue, en cada captulo, una serie de tres
ancdotas, que basadas en mi nostalgia por la ciudad de La Plata,
intentan con las dificultades del caso- sugerir conformaciones
emocionales y espaciales, o ambas a la vez, ya que no hay espacio ajeno
a las emociones ni, recprocamente, emociones sin espacialidad.
-
7/31/2019 Express. Arquitectura Literatura y Ciudad, Juan Carlos Prgolis
7/122
7
Este esquema aleatorio result de algunas convicciones que el paso del
tiempo fue modelando como obsesiones. La primera, que surgi de las
lecturas de Calvino, Eco, Lyotard, Calabrese y otros autores
contemporneos, es el profundo rechazo que siento por las tesis
magistrales, indiscutibles y de una nica lectura referida al marco de
los grandes horizontes, en palabras de Eco, o de los metarrelatos en las
de Lyotard: La Cultura, El Urbanismo, Las Teoras, etc., cuyas
inabarcables amplitudes y obligatorias referencias (Las Referentes)
terminaron por ahogarlos en discursos densos que encuentran su razn
de ser solamente en el regocijo de usar el lenguaje.
Ante esta peste del lenguaje, que se manifiesta como prdida de fuerza
cognoscitiva y de inmediatez, Calvino sugiere que la literatura (y quiz
solo ella, enfatiza) pueda crear los anticuerpos que la contrarresten. La
literatura muestra un camino: el de la levedad que se crea en la
escritura con los medios lingsticos propios del poeta. Sus imgenes
son emociones concebidas a priori y luego proyectadas como tales.
Observar el espacio arquitectnico o urbano en la narrativa nos permite
alejarnos de esos grandes horizontes, descubrir los pequeos relatos,
los acontecimientos que le dan sentido en el cercano entorno de la
experiencia emocional, ms ntimo y profundo que los significados que
intentan explicarlo en las referentes lejanas de algn horizonte
establecido. Esta es la segunda conviccin, la prev el reemplazo de los
sistemas rgidamente jerarquizados por redes menores, locales, sin
jerarquas visibles y que se van entretejiendo sobre la urdimbre del
mundo afectivo.
Esa misma intencin intervino en la conformacin, pretendidamente
leve de la estructura de este texto, que no existe ms all de las partes
que se arman como redes locales en torno a cada aspecto observado
-
7/31/2019 Express. Arquitectura Literatura y Ciudad, Juan Carlos Prgolis
8/122
8
en la arquitectura o en la ciudad. Pero an en el interior de esas partes,
las relaciones intentan ser tan ligeras, que pueden romperse
(fragmentarse) con facilidad. Cada lector arma su propia red a partir de
sus emociones, siguiendo el hilo conductor que stas le van trazando en
el interior de cada captulo o entre los fragmentos que escoja de cada
uno de ellos. El sentido del espacio resulta entonces de la experiencia
emocional; as enunciado, quiz se podra decir que sa es la tercera
conviccin.
Los vacos entre las partes, los silencios entre las frases, las tensiones
entre los volmenes construidos, permiten armar esas infinitas redes: la
reflexin (y la emocin) que el silencio posibilita, el vaco que da
sentido al texto puesto que rompe la actitud discursiva y posibilita
que aparezca (o se cuele) el relato. Ojal que este texto permita esa
libertad.
Varios de los temas que inician los captulos y algunos comentarios
sobre obras literarias han sido presentados a modo de ensayos
temticos en el Magazn Dominicaldel diario El Espectadorde Colombia
y otros en conferencias acadmicas en diferentes universidades. El tema
de la fragmentacin pude discutirlo en la Ctedra UNESCO de
Comunicacin Social que se desarroll en Bogot y en la Bienal
Panamericana de Urbanismo realizada en Lujn, Argentina. Todo este
debate permiti hacer ajustes y aclaraciones, buscar algunas lneas de
coherencia y romper intencionalmente otras para facilitar la arbitraria
lectura del texto. Tambin el seminario electivo sobre este tema, dictado
durante dos semestres en la Universidad Nacional de Colombia, me
aport una valiosa discusin y diferentes puntos de vista que se
incluyeron en el texto.
El desplazamiento de las utopas en favor de las fantasas, la intencin
laberntica, el nfasis en el silencio, la ambigedad de los lmites, la
-
7/31/2019 Express. Arquitectura Literatura y Ciudad, Juan Carlos Prgolis
9/122
9
confrontacin entre discurso y narrativa y la fragmentacin como
carcter surgente en el gusto de la poca, son los aspectos que he
considerado notables en el manejo de los espacios urbanos y
arquitectnicos hoy. El texto intenta verlos desde otro ngulo, el de los
escritores, los que con sus medios lingsticos trabajan el espacio y las
emociones con habilidad ms explcita que la que nos permiten
nuestros recursos de arquitectos.
JUAN CARLOS PRGOLIS
Bogot, 1995
_____________________________________________________________________________________
1UTOPAS-FANTASAS
En una publicacin sobre la arquitectura actual en Mosc, Alexandre
Rappaport analiza la llamada arquitectura de papel que estn
experimentando algunos grupos de esa ciudad: una serie de dibujos,
pinturas y batiks de gran contenido plstico, que intentan ser una
arquitectura fantstica e irrealizable (por eso el nombre: queda en el
papel) la confronta con la arquitectura visionaria de los aos veinte,
cuando el apogeo utpico de la Revolucin y observa que no se trata ya
de una utopa, sino de una fantasa contestataria que no pretende
descubrir las necesidades histricas o metafsicas del proyecto
arquitectnico.
Ya no existe una identificacin utpica de las intenciones subjetivas, la
fantasa propone un esquema posible pero no obligatorio o normativo...
la fantasa es libre de aquella doctrina terica dogmtica que acompa
-
7/31/2019 Express. Arquitectura Literatura y Ciudad, Juan Carlos Prgolis
10/122
10
los parmetros de la arquitectura utpica de la primera mitad del siglo
XX.
No todos los espacios arquitectnicos se manifiestan necesariamente a
travs de su construccin. Se puede hablar de muchos otros modos de
expresin, capaces de concretar una idea espacial: la literatura de
Borges, la msica de Edgar Varesse, la pintura de Piero della
Francesca, etc. Han conceptualizado excelentes ejemplos de
arquitectura no construida; sin embargo, lo que aleja a estas
manifestaciones rusas actuales de la condicin arquitectnica no es su
expresin sino la falta de un discurso que las contextualice, que les d
coherencia como resultado de un pensamiento.
. . .
Del nmero de ciudades imaginarias hay que excluir aquellas donde se
suman elementos sin un hilo que los conecte, sin una regla interna,
una perspectiva, un discurso, responde Marco Polo cuando Jublai Kan
en Las ciudades invisibles de Italo Calvino- le describe una ciudad
fantstica, llena de elementos absurdos y sin relacin entre s.
A travs de este prrafo de Calvino, se hace evidente que la fantasa no
basta para imaginar la ciudad o la arquitectura- si los elementos
imaginados, por fantsticos que sean, no estn integrados a un
discurso.
La existencia de ste, como estructura que soporta las imgenes
fantsticas, es lo que diferencia a la utopa de la fantasa, pues la
primera implica un pensamiento global, ordenado y racional, en el cual
las formas (urbanas o arquitectnicas) son solamente una de sus
expresiones.
-
7/31/2019 Express. Arquitectura Literatura y Ciudad, Juan Carlos Prgolis
11/122
11
Histricamente, las utopas han buscado la definicin de sociedades
ideales, aunque sus manifestaciones ms visibles hayan sido los
modelos urbanos o las formas arquitectnicas en que esas sociedades
se desarrollaran.
Mientras que en la fantasa el nico objetivo es la imaginacin en s
misma, en la utopa prevalece un pensamiento social, una perspectiva
de condiciones idealmente perfectas. Estas utopas son inherentes al
carcter social del hombre, a sus pensamientos e ideales, a sus
aspiraciones y a sus ansias de perfeccin; aparecen como seala
Tafuri- en los laboratorios de ideas de los intelectuales, donde se
generan proyectos ideolgicos que esperan hipotticas posibilidades o
coyunturas de realizacin. As, han acompaado a los procesos del
pensamiento occidental concretando y protegiendo las ideas como los
mandalas en oriente.
El pensamiento utpico est siempre presente en los momentos de
transformacin social y va convirtindose de un modelo inaplicable (por
carecer de condiciones que permitan su insercin histrico-geogrfica)
en otro modelo que, basado en las posibilidades de cambio de la
realidad, se expresa como un proyecto resultado de la planificacin.
Una sociedad que no apunta al cambio es decadente en lo intelectual y
en sus estructuras. Esto equivale a decir que una sociedad sin utopas
que son la expresin de la voluntad de cambio- muestra la falta de
dinmica, propia de la agona del ente colectivo y da lugar a todas las
manifestaciones del individualismo y sus fantasas. La utopa con su
intencin social apunta a lo colectivo, la fantasa surge del punto de
vista particular y de los objetivos y anhelos individuales.
Karl Manheim defini las utopas como aquellos estados del espritu
que resultan desproporcionados en relacin con la realidad en que
-
7/31/2019 Express. Arquitectura Literatura y Ciudad, Juan Carlos Prgolis
12/122
12
ocurren; observ tambin el carcter colectivo de ese estado, ese
consenso o reconocimiento de la correlacin utopa-orden social y
resumi as el concepto: un individuo por s solo no puede desgarrar la
situacin histrico-social en que vive. Se podra completar esa frase,
diciendo que si bien un individuo solo no puede desgarrar la situacin
histrico-social en que vive, si puede disimularla o maquillarla, ya sea
con sus propias fantasas o con fantasas provenientes del orden
establecido. Una fantasa as manejada se convierte en un elemento de
control que anula el pensamiento utpico permitiendo, incluso, una
sensacin de cambio a nivel individual que satisface la necesidad y la
expectativa de transformacin del ente colectivo: fomenta la llamada
salida individual con todas sus connotaciones de arribismo que,
vistas en ese contexto, no se consideran de ese modo, sino que sugieren
la idea de progreso personal...
Hoy vemosalgunos con asombro- cmo las fantasas de ese progreso,
a travs del consumo anularon el pensamiento utpico, convirtiendo los
objetivos sociales en una serie de manifestaciones del ms desenfrenado
individualismo. Y la arquitectura no escapa a eso.
La utopa es moral, la fantasa no necesita serlo (y esa facilidad es uno
de sus atractivos) ya que siendo el resultado del pensamiento
individual, no necesita del consenso colectivo, ese que fija las pautas de
aquello que es moral y aquello que no lo es. La fantasa, vista de esa
forma, es atomizante del todo-social y quiz, as haya sido manejada a
travs de las imgenes de bienestar sugeridas por el consumo como
parte de un programa, de un orden establecido que busca satisfacer la
necesidad de cambio a nivel individual, para que en la realidad nada
cambie: la fantasa conservadora contra la utopa progresista.
. . .
-
7/31/2019 Express. Arquitectura Literatura y Ciudad, Juan Carlos Prgolis
13/122
13
La arquitectura actual carece de utopas porque la sociedad actual
carece de un proyecto ideolgico, ya que alegremente reemplaz el
pensamiento social (con su enorme carga utpica) por la bsqueda de
un bienestar individual inmediato; y es precisamente esa inmediatez en
el logro de los objetivos lo que impide cualquier proyecto utpico, an
en arquitectura.
A la vez, esa misma arquitectura de hoy, trata de explicarse a travs de
una asombrosa acumulacin de gestos y formas en su lenguaje,
olvidando que los elementos de la fantasa, sin un discurso que los
conecte, no tienen la capacidad de explicar el mensaje de la
arquitectura, ms all de hacer evidentes los rasgos de una u otra moda
ocasional. Retomando la conclusin de la ya citada frase de Calvino: es
evidente que la sola fantasa no basta para imaginar la ciudad o la
arquitectura. La forma particular, el gesto aislado, resultado ambos de
la fantasa individual del proyectista, son incapaces de explicar el hecho
arquitectnico que los contiene; les falta el consenso social que les de el
reconocimiento y el contexto histrico que los enmarque.
Es ms, esa acumulacin de gestos y formas sin contenido pueden
transformar fcilmente el concepto de ciudad amena en su variedad
en el de ciudad agobiante.
La arquitectura consecuente con el pensamiento utpico cualquiera
que este sea, como lo mostr la historia- es decir, inserta en una
ideologa que al buscar un cambio exprese la dinmica vital de la
sociedad, manifiesta una dimensin temporal ms all de la
eventualidad de la moda y sus gestos, por fantsticos que stos sean.
Es muy significativo que actualmente las propuestas fantsticas rusas
estn tan cercanas al concepto occidental de moda y por lo tanto sean
las ms empecinadamente antiutpicas e individualistas. En ellas la
-
7/31/2019 Express. Arquitectura Literatura y Ciudad, Juan Carlos Prgolis
14/122
14
forma ya no es el objetivo final del proyecto; no existe memoria, ni
siquiera algn nivel histrico del desarrollo de las estructuras socio-
culturales. La forma pierde su significado simblico y la idea utpica del
tiempo y la eternidad busca ser un nico flujo del tiempo, como
episodios temporales que se insertan en la corriente de las diversas
situaciones.
La actitud rusa responde a una situacin extrema, comprensible en su
contexto, como golpe de pndulo hacia el lado opuesto. Pero fuera de
ese contexto (y se podra decir que an dentro de l) duele ver la
intrascendencia de una arquitectura sin contenido, que responde
solamente a formas o a forzados discursos de una moda que el
consumo acelera cada da ms y por ello la hace ms rpidamente
deshechable.
. . .
El Movimiento Moderno propuso la gran (y ltima) utopa arquitectnica
de nuestro siglo: hacia los aos veinte concret, en su intencin de
cambiar la sociedad a travs de la arquitectura y del urbanismo, todas
las ideas sociales y las utopas del siglo XIX, sobre la base del
pensamiento racional heredado del siglo XVIII. Se puede estar o no de
acuerdo con sus formas, aun con sus resultados (a nivel urbano, muy
dudosos) e incluso con su mismo contenido terico, pero es innegable
que la audacia del pensamiento utpico y la magnitud de la reflexin
social que encierra, no han podido ser reemplazados por las mltiples
intenciones que aparecieron ms tarde.
El Movimiento Moderno no muri el da en que derribaron algunos
bloques de vivienda masiva que se haban convertido en comunidades
marginales (creerlo as sera como querer explicar el mundo a travs de
una ancdota). El Movimiento Moderno fue muriendo lentamente a
-
7/31/2019 Express. Arquitectura Literatura y Ciudad, Juan Carlos Prgolis
15/122
15
partir de la Segunda Posguerra, cuando comenz a ser absorbido por la
sociedad de consumo como bandera de un modo de vida occidental y
moderno, al tiempo que el mundo fue transformando la utopa que
encierra la conciencia social, en la individualista fantasa de las formas
por s mismas.
Esta observacin aparece teida, indudablemente, por una ptica
moralista que contempla la necesidad de justificacin social y
reconocimiento consensual del proyecto arquitectnico.
En este sentido, el Movimiento Moderno, especialmente en su perodo
de preguerra, fue el resultado de una actitud moral inscrita en un
pensamiento de ideal social expresado en la utopa.
Sin embargo, muchos autores contemporneos tratan de explicarlo y
tambin de atacarlo- a travs de su esttica inmediata. Tambin
muchas corrientes arquitectnicas en la dcada de 1980 intentaron
superarlo e ir ms all mediante actitudes estetizantes nuevas en
relacin con el discurso de las formas del Movimiento Moderno, sin ver
que de ese momento de la historia de la arquitectura es ms interesante
descubrir en las formas- la presencia de la utopa y la voluntad de
cambio hacia un ideal social, que la simple denotacin formal, que
podemos o no compartir, pero que sin duda encierra la potica (no
siempre accesible) del pensamiento utpico.
Esto no significa confrontar una supuesta polaridad moral/utopa
contra esttica/fantasa, sino tratar de ver, de descubrir, a travs de
una potica (la de las formas de la utopa), que el mensaje esttico del
pensamiento utpico va ms all de sus formas, subyace en su
contenido social.
-
7/31/2019 Express. Arquitectura Literatura y Ciudad, Juan Carlos Prgolis
16/122
16
METRPOLISUTOPA-FANTASA EN LA NOVELA DE THEA VON HARBOU
Sin duda, el nombre de Fritz Lang, director de Metrpolis, resulta ms
conocido que el de Thea von Harbou, su mujer y autora de la novela
homnima en la que se bas el filme. Entre ella y la pelcula existe una
gran coherencia, ya que la versin cinematogrfica es respetuosa y fiel
respecto de la novela. Pero la idea de Modernidad que surge de una y
otra difiere en algunos aspectos. El cine permiti una expresin
fragmentaria, donde cada secuencia constituye un manifiesto,articulado en la totalidad por los muy pocos carteles con texto (propios
del cine mudo) que el director logr definir como vacos que exaltan el
valor de las partes. La continuidad del texto literario, por momentos
demasiado discursivo, enfatiza una totalidad en la que los captulos no
detallan partes sino que organizan un recorrido sin interrupciones entre
principio y fin.
Esa ruptura de la unidad en el filme, expresa el significado de la
Modernidad quizs tanto como las imgenes urbanas que muestra,
ligadas a la iconografa de los futuristas y al Constructivismo ruso; a
diferencia de lo estrictamente arquitectnico que connota las
construcciones de los aos previos a la expansin del Movimiento
Moderno, cuando subyaca, de un modo evidente, el peso de la tradicin
clsica en ritmos y referencias formales por detrs de los volmenespuros: imgenes que an hoy asociamos con los regmenes totalitarios
y nos permiten evocar los diseos de la poca fascista o la fra sntesis
del neoclasicismo de Albert Speer. Pero el sentido de Modernidad est
en el texto.
As como en la Ilada, el tema (la ira de Aquiles) permite narrar una
guerra (la de Troya) y un episodio emocional (el tringulo Agamenn-
-
7/31/2019 Express. Arquitectura Literatura y Ciudad, Juan Carlos Prgolis
17/122
17
Helena-Paris), en la novela de Thea von Harbou el tema surge de la
venganza de Rotwang el inventor de las mquinas de la ciudad, cuya
mujer lo abandon por Fredersen, el amo y dictador de Metrpolis. A
partir de este nudo temtico y con el teln de fondo de la ciudad,
encontramos dos niveles de discurso o medios para desarrollarlo: la
tensin y posterior revuelta obrera y el romance entre el hijo de
Fredersen y una lder proletaria.
Sin embargo, la importancia de la lucha de clases en el desarrollo del
texto y las imgenes de vrtigo urbano y velocidad (mejor expresadas en
la novela que en el filme) presentan a la Modernidad como nico y gran
tema, al que los desarrollos argumentales concurren como partes:
Las casas recortadas en conos y cubos por las guadaas en
movimiento de los reflectores, brillaban, parecan alzarse, descender,
danzar al comps de la luz que acariciaba sus flancos como la fina
lluvia (...) el estruendo del trfico de cincuenta millones, la locura
mgica de la velocidad...
El significado de la ciudad vertiginosa y la contradiccin entre el
proletariado y los seores de la ciudad como paradigmas de la
Modernidad, quedan expresados en el comportamiento del operario que,
cuando es reemplazado por el hijo del amo de Metrpolis, sale a la calle
a ocupar el lugar social de ste y se deslumbra con lo que ve:
...el obrero 11811, el hombre que viva en una casa-prisin bajo el tren
subterrneo de Metrpolis, que no conoca otro camino que el que iba
desde su agujero a la mquina y viceversa, este hombre vio por primera
vez en su vida la maravilla del mundo que era Metrpolis: la ciudad de
noche, brillando bajo millones y millones de luces.
-
7/31/2019 Express. Arquitectura Literatura y Ciudad, Juan Carlos Prgolis
18/122
18
Vio el ocano de luces que inundaba las avenidas y calles interminables
con un brillo plateado. Vio el rpido parpadeo de los anuncios elctricos
(...) Una voz le haba dicho: en mis bolsillos encontrars dinero ms
que suficiente.
Dinero suficiente... para qu? Para arrastrarse por aquella ciudad,
aquella ciudad poderosa, celestial, infernal: para abrazarla con todas
sus fuerzas, aun en la impotencia por dominarla; para desesperarse,
para lanzarse a ella...
As, el hombre de la ciudad moderna accede y participa de ella a travs
del dinero; el ltimo texto transcrito, sita a Metrpolis en la rbita
capitalista: la ciudad de la burguesa, esa que encuentra en hacer
dinero la nica actividad que realmente significa algo para sus
miembros, segn palabras de Marshall Berman, que explican el
objetivo de la vida frentica que corre por las calles de Metrpolis.
Pero el mismo prrafo tambin sita temporalmente la ciudad y lo hace
tan profundamente como las imgenes tecnolgicas; Metrpolis es de
nuestro siglo o del futuro, ya que un hombre como el obrero 11811 no
pudo existir antes, no slo por su identidad proletaria sino por su
conducta en relacin con la ciudad.
11811 no se comporta como el hombre de la calle que Berman
describe caminando por la Avenida Nevski en San Petersburgo, ni como
el ciudadano moderno que refiere Baudelaire, ese que aparece en la
escena urbana cuando las transformaciones fsicas y sociales que
quitaron a los pobres de la vista, ahora los traen de nuevo,
directamente al campo visual de todos (...) los bulevares, al abrir
grandes huecos a travs de los vecindarios ms pobres (se refiere a las
intervenciones urbanas del Barn Haussmann en Pars) permiten a sus
habitantes pasar por esos huecos y salir de sus barrios asolados,
-
7/31/2019 Express. Arquitectura Literatura y Ciudad, Juan Carlos Prgolis
19/122
19
descubrir por primera vez la apariencia del resto de la ciudad y del resto
de la vida.... El operario 11811 descubre las partes para l-
desconocidas de la ciudad por una causa fortuita, pero stas no son
partes de su ciudad, ya que la de los trabajadores de las mquinas no
es Metrpolis sino una contraparte (de la cual depende) que se
encuentra bajo tierra, ms profunda que las vas de los trenes
subterrneos. Tampoco nuestro obrero es el hombre del subsuelo, al
que Chernichevski hace decir: Tena miedo a ser visto, a ser
reconocido. Ya tena el subsuelo en el alma... y que ante un
acontecimiento violento (una pelea en un bar) despierta a la vida y
busca ser reconocido, identificado por la sociedad. Nada de eso ocurre a
nuestro 11811, quien encontr por casualidad su salida individual; no
quiere reconocimientos, slo quiere aprovechar, vivir. En este sentido,
von Harbou propuso un hombre ms cercano a nuestros aos que a la
dcada de 1920, cuando escribi la novela.
Metrpolis no se relaciona con territorio alguno. Es un fenmeno
grandioso pero aislado: no forma parte de ningn pas o sistema de
ciudades. Presuponemos (sin saberlo) que es una capital, o quizs
solamente sea una ciudad con un amo, sin otra estructura poltica
que esa; algo as como una ciudad-estado del Medioevo; y es esa falta
de insercin territorial lo que permite una gran libertad a von Harbou
para plantear el tema.
Como fenmeno de la Modernidad, Metrpolis termina bruscamente en
el deslinde con un medio rural atrasado y muy cercano: un campo que
incluso desconoce la existencia de la ciudad-maravilla. Este rasgo
contradictorio es propio de la gnesis de la ciudad moderna del siglo
XIX; podra ser la imagen que Sskind muestra de Pars en su novela El
Perfume. Sin embargo, es algo an presente en la estructura urbana de
Alemania en la dcada de 1920. Cuando Josafat amigo del hijo de
-
7/31/2019 Express. Arquitectura Literatura y Ciudad, Juan Carlos Prgolis
20/122
20
Fredersen- es obligado a abandonar Metrpolis, cae en paracadas, al
poco tiempo de vuelo, en un campo donde lo recibe una nia:
Dnde estaba la ciudad ms prxima? No haba ninguna ciudad en
muchos kilmetros a la redonda. Dnde estaba el ferrocarril ms
cercano? No haba ferrocarril en muchos kilmetros a la redonda.
Josafat se incorpor. Mir a su alrededor. Hasta donde alcanzaba la
vista se extendan campos, praderas y bosques serenos a la luz
crepuscular. El escarlata del cielo iba desvanecindose ya. Cantaban los
grillos. Sobre las colinas distantes se adivinaba una tenue neblina y las
primeras estrellas aparecan con su brillo inmvil en el cielo sin
mcula.
Esta imagen romntica del medio buclico que contradice a la gran
ciudad es la misma que define a la madre del amo Fredersen cuya
actuacin es una referencia moral frente a la conducta moderna:
Era ya la una de la madrugada cuando Joh Fredersen lleg a casa de
su madre. Se trataba de una granja de un solo piso, con tejado de paja,
edificada en lo ms alto de uno de los gigantes de piedra de Metrpolis,
no lejos de la catedral. La rodeaba un jardn rebosante de lirios,
malvarrosas, guisantes de olor, amapolas y narcisos, todo ello presidido
por un enorme, majestuoso castao.
Joh Fredersen era hijo nico y su madre le haba amado mucho. Pero el
Amo de la gran Metrpolis, el Amo de la ciudad-mquina, el cerebro de
la Nueva Torre de Babel se haba convertido en un extrao para su
madre y tambin ella le era hostil....
La contradiccin acenta la imagen fustica de Fredersen; el ambiente
romntico en el que vive la madre, su carcter duro y su rigidez ante
principios tradicionales, la acercan al significado de la pareja de
-
7/31/2019 Express. Arquitectura Literatura y Ciudad, Juan Carlos Prgolis
21/122
21
ancianos, que en la ltima parte de la obra de Goethe aparecen
amenazadores desde su pasividad campesina. Pero a diferencia del
Fausto, la salida que propone von Harbou no es la inevitable alternativa
del progreso (la Modernidad) sino un retorno al sentimiento o un ir ms
all del progreso: aqu, el proceso lleva a travs de la ideologa a lo
sensible.
En la novela subsiste la confrontacin clsico-romntico en una
dialctica similar a la que encontramos en la arquitectura de Schinkel,
en las primeras dcadas de 1800; o en el Faustode Goethe (terminado
en 1831, un ao antes de su muerte). La dicotoma clsico-romntico
entendida como la oposicin razn-sentimiento, en la que la primera
conduce inevitablemente al progresoparadigma de la Modernidad- y el
segundo se relaciona con la tradicin, muestra la ciudad impura,
ambiciosa y egosta contra el campo, ese medio rural de nobles y firmes
principios morales.
Esta dicotoma y la fuerte ruptura entre Metrpolis, la ciudad de las
mquinas y el campo cercano, permitira ubicar la ciudad en un Tercer
Mundo que an no exista (o no haba sido definido como tal) en el
momento de la creacin de la novela. Por otra parte, la imagen feudal de
Fredersen, el amo, nos recuerda otra frase de Marshall Berman: En el
siglo XX, los intelectuales del Tercer Mundo, portadores de una culturas
de vanguardia en una sociedades atrasadas, han experimentado la
escisin fustica con especial inters.
Esta escisin no la experimenta el amo Fredersen, un hroe moderno
que significativamente no conforma un personaje malo ni en la novela
ni en el filme; la experimenta su hijo Freder, quien constituye una
especie de antihroe dbil y de convicciones romnticas, cuya
personalidad se articula en torno al sentimiento.
-
7/31/2019 Express. Arquitectura Literatura y Ciudad, Juan Carlos Prgolis
22/122
22
El desenlace de la novela, a travs de este antihroe y del antimoderno
sentimiento de venganza en Rotwang el inventor, es la destruccin de la
ciudad y la sociedad modernas para ser reemplazadas por otras,
posiblemente premodernas (posmodernas?), ms cercanas a las
emociones, como la autora indica al introducir el libro: Entre el cerebro
y el msculo debe mediar el corazn.
Pero es justamente en esa destruccin donde encontramos la ltima y
ms notable imagen de Modernidad: Metrpolis, el gran pensamiento, el
gran logro del progreso, la gran construccin que se destruye a s
misma confirmando las palabras de Marx y su parfrasis en el ttulo de
la obra de Berman: todo lo slido se desvanece en el aire.
von Harbou, Thea. Metrpolis. Ediciones Orbis,Barcelona 1977.189 pgs.Siguiendo el texto de la primera edicin publicadaen lengua inglesa en 1927.
LA RED
Algunas veces, los platenses nos hemos sentido muy seguros
movindonos sobre una trama urbana ntidamente ortogonal
o deslizndonos por los claros ngulos de las diagonales. No
me puedes negar la satisfaccin que sientes (y no deberareferirme slo a ti) cuando asocias tu pensamiento racional
con la perfecta forma de la ciudad. Sin embargo, la vida
diaria con sus incertidumbres, explosiones y ansiedades, con
sus aciertos y desengaos, no surge del orden de esta trama
sino del caos y laaparente- arbitrariedad de una malla tejida
-
7/31/2019 Express. Arquitectura Literatura y Ciudad, Juan Carlos Prgolis
23/122
23
con hilos de tensin y lneas de fuerza que como una red de
pescadores cubre la ciudad.
Quizs no lo has notado (yo tampoco haba reparado en ello)
la gran cantidad de torres y agujas que hay en La Plata,
aunque su presencia no sea tan significativa como en otras
ciudades latinoamericanas de origen colonial. Ms all de la
Catedral, que domina el panorama platense, hay iglesias
menores, parroquias barriales y capillas de colegios einstituciones religiosas, visibles en otra poca por la
presencia de sus torres, hoy ocultas por las nuevas
construcciones en altura.
Pero afortunadamente an existe la red que se genera entre
las agujas que sealan al cielo, aunque se estrelle contra lasfachadas de los nuevos edificios de departamentos o se
rompa irremediablemente en los pararrayos de los edificios de
oficinas. El dao que esta ambiciosa arquitectura hace en la
malla virtual es irreparable: por cada orificio que quiebra su
continuidad, escapa sin retorno alguna vieja emocin de la
ciudad.
Nunca se sabr cuantas ilusiones susurradas en torno a un
helado de Prsico, se fueron para siempre por un
irresponsable agujero causado en cercanas a San Ponciano,
ni cuantas expectativas de domingo por la maana se
escaparon por otro dao, vecino a San Jos. La rotura del
-
7/31/2019 Express. Arquitectura Literatura y Ciudad, Juan Carlos Prgolis
24/122
24
invisible hilo que una la aguja de la Catedral con la torre
roma del Sagrado Corazn no pudo impedir que ideales
progresistas y utopas ya no sean.
An recuerdo y ojal perdure- la imagen de la torre de la
iglesia de Tolosa, destacndose como un dedo sobre el bajo
perfil de la ciudad, cuando los platenses mirbamos hacia
donde los hitos sealaban, sin tener la pretensin de querer
estar all.
EL TRANVA 25
A veces temo (porque s lo distrada que puedes ser) que te
hayas encontrado con el fantasma del tranva 25; ese que
algunas noches no todas- recorre las penumbras platensesarrasando a quien se le atraviese. S tambin que nadie (o
casi nadie) puede verlo, aunque muchos hayamos odo los
espantosos alaridos de su cobrador deforme, desvaro
gentico, alucinacin gris, desde la plataforma trasera.
No hay otro motivo para tu silencio.
Tambin hay quienes aseguranaunque con una sombra de
duda- haber visto los chispazos que produce el trole cargado
de nostalgias de obreros que van a un frigorfico que ya no es;
destellos en un cable inexistente an envuelto en las nieblas
tempranas del camino a Berisso y en los alientos brutales de
-
7/31/2019 Express. Arquitectura Literatura y Ciudad, Juan Carlos Prgolis
25/122
25
los italianos que vuelven a su Isla Paulino. Nada de eso se ve
en la incierta presencia del tranva fantasma. Pero su
encuentro en alguna empedrada calle platense puede serdefinitivo...
No hay otro motivo para tu silencio.
Yo nunca lo vi, pero intuyo haber olido el tufo (que hoy es
pieza de coleccin en mi memoria) mezcla de petrleos viejos,vino cido de la Isla, axilas progresistas y eructos
trasnochados que impregnaban sus asientos de madera con
tablitas: una clara, una oscura, una clara... un infinito que
mis dedos nunca acabaron de contar, aunque estuvieron
cerca, casi pisando un lmite en el que ahora prefiero no
pensar. Pero triste de aquel que en estas noches se encuentracon la equivocada y errtica mole plateada cuyas ruedas
chirran eternas consignas populares al doblar lentamente la
esquina de 1 y 60...
No hay otro motivo para tu silencio. Me preocupa.
LA PESTE
En mi reciente viaje a La Plata me dediqu casi
obsesivamente a recorrer los lugares de mis recuerdos. Casi
no qued rincn de la ciudad que no volviera a pisar, como
queriendo reafirmar mis huellas anteriores. Sin embargo, no
-
7/31/2019 Express. Arquitectura Literatura y Ciudad, Juan Carlos Prgolis
26/122
26
tuve valor para volver a la gruta del Bosque, esa inslita
manifestacin (rocas y cuevas artificiales) que nos dej algn
trasnochado gesto del Romanticismo; ese lugar misterioso demi infancia, paseo de los domingos y territorio de tanta
historia trgica en aos de la dictadura.
Vi la gruta desde lejos, una tarde en que caminaba con un
amigo por la orilla del lago. Me pareci verla blanca, pintada
con cal, aunque tal vez fue una alucinacin. Una horriblealucinacin que me hizo pensar en el antiguo blanqueado
sanitario a las casas de los muertos por la peste...
No quise acercarme ni hacer comentarios. Cmo pudo haber
sido lugar de tortura y muerte el mismo de nuestros juegos y
fantasas infantiles?
S que all no podr ser jams, pero quisiera que aqu, en mi
memoria, la gruta del Bosque fuera siempre el lugar de las
coronas de novia, esas flores blancas que crecen en largas
ramas bajo el fro sol de otoo y que quizs ahora no sean tan
blancas, aunque echen cal sobre el recuerdo de la peste.
Los muertos testimonian para que la memoria no se
confunda.
-
7/31/2019 Express. Arquitectura Literatura y Ciudad, Juan Carlos Prgolis
27/122
27
2LABERINTOS
Cuando Evans descubri el Palacio de Cnossos, lo asoci con el
laberinto del mtico edificio que Ddalo construy para el rey Minos en
ese lugar de la isla de Creta. El arquelogo fundamentaba esa
asociacin en la complejidad de la planta del palacio y en la derivacin
de la palabra laberinto del lidio hacha, por la gran cantidad
de smbolos de doble hacha encontrados en Cnossos, pintados otallados en las paredes...
... en todo laberinto subyace una duda
. . .
La duda aparece ante una situacin ambigua, pero, qu rasgo de laambigedad en la arquitectura expresa su condicin laberntica?
En el Palacio de Cnossos, la complejidad de la planta sugiri a Evans la
presencia del mtico rey Minos; sin embargo, Cnossos es complejo sin
ser aparentemente ambiguo y sus rasgos labernticos surgen de la
repeticin de un nico tipo de espacio: el recinto al final del corredor.
Innumerables pasillos ordenados ortogonalmente- conducen ainnumerables salas.
Cuando el nmero de un fenmeno o una situacin sobrepasa el
umbral que nuestra razn admite, surge la duda. As, Cnossos es ms
ambiguo en nuestro mundo de significaciones espaciales que en su
realidad fsica.
-
7/31/2019 Express. Arquitectura Literatura y Ciudad, Juan Carlos Prgolis
28/122
28
Al mismo tipo de laberinto corresponden las descripciones de Jorge Luis
Borges, en particular la Biblioteca de Babel: El universo (que otros
llaman la Biblioteca) se compone de un nmero indefinido y tal vez
infinito de galeras hexagonales (...) la distribucin de las galeras es
invariable, una de las caras libres da a un angosto zagun, que
desemboca en otra galera, idntica a la primera y a todas.
La uniformidad lograda por la repeticin del tipo espacial impide la
orientacin y genera la duda ante la ambigedad que caracteriza al
laberinto. Pero la observacin recproca no es vlida: existen tambin
arquitecturas ambiguas que no producen dudas sino inquietud; en
estos casos la expresin espacial no es laberntica sino contradictoria.
Estos ejemplos han sido observados por Robert Venturi en su texto
Complejidad y contradiccin en la arquitectura (en el que curiosamente
no se habla de laberintos). Venturi sita la contradiccin en el contraste
paradjico que sugiere la conjuncin aunque. As, se puede hablar de
edificios cerrados aunque abiertos, sencillos por fuera aunque
complejos por dentro, simtricos aunque asimtricos, etc.; todos son
ejemplos en los que el fenmeno de lo uno y lo otro no implica ni la
condicin laberntica ni la duda, sino la inquietud ante el contraste.
San Carlo alle Quattro Fontane, la pequea iglesia barroca de
Borromini en Roma, es uno de los edificios ms ricos en este tipo de
manifestaciones: el tratamiento casi igual de las cuatro alas insina
una planta en cruz griega, pero las alas distorsionadas segn el eje
este-oeste sugieren una cruz latina y la continuidad de los muros da a
entender una planta circular deformada.
. . .
-
7/31/2019 Express. Arquitectura Literatura y Ciudad, Juan Carlos Prgolis
29/122
29
La citada inscripcin en grafa lineal () es el nico testimonio del
laberinto anterior a Herodoto, quien no se refiere al laberinto cretense
que es mencionado slo en textos posteriores- sino a uno egipcio, quizs
el templo funerario de Amenhemet III en Heraclopolis. Despus de
Herodoto, la palabra laberinto es aplicada a otros edificios sacros de
particular complejidad como las grutas de Nauflios, el santuario
hipstilo de Lemnos o el subterrneo de la tumba de Porsena en Chiusi.
La entrada y salida del laberinto tendra un significado inicitico de ida
al Ms All y de regreso...
... el laberinto implica una situacin de reflejo.
. . .
Los reflejos (y los espejos) duplican realidades, pero todos sabemos que
detrs de una situacin doble existen una verdad y una mentira. El
laberintocomo la vida- propone ambas simultneamente y el atractivo
que ofrece es el de permitirnos escoger: la verdad resulta de nuestra
opcin y no hay verdad ms cierta que aquella que escogemos como tal.
Realidad y reflejo son igualmente vlidos y entre ambas instancias se
conforma una nueva realidad mayor en la que, muchas veces, ambos
trminos son inseparables y cada uno de ellos existe porque ah, muy
cerca, est el otro para confrontarlo o completarlo. La realidad (y la
arquitectura es realidad) tampoco existira sin la ilusin y su magia
reside en nuestra posibilidad de alterarla, porque modificando el reflejo
podemos cambiar una realidad.
Desde el Renacimiento, es decir desde cuando se volvi a concebir la
representacin en perspectiva, realidad y reflejo alcanzan una nueva
dimensin.
-
7/31/2019 Express. Arquitectura Literatura y Ciudad, Juan Carlos Prgolis
30/122
30
Junto al pequeo templo de San Stiro en Miln, Bramante concluy la
ya iniciada iglesia de Santa Mara presso San Satiro con la planta en
cruz latina. All, la dificultad creada por la falta de espacio para el
presbiterio fue solucionada con un recurso pictrico: se sugiri la
existencia de un amplio espacio mediante un efecto ptico de
perspectiva conseguido con pintura y relieves sobre el estuco del muro;
as se sustituy el espacio real inexistente por una ilusin en un efecto
de tpico sesgo laberntico, el de los espejos enfrentados.
Pero es en la dualidad ciudad-jardn donde realidad e ilusin (o reflejo)
muestran su mxima significacin. Las villas seoriales que se
construyeron en los lmites de las viejas ciudades de trazado medieval
abren uno de sus frentes a la ciudad y el otro a los jardines que se
pierden en los bosques vecinos; en medio, el edificio juega el papel del
plano del espejo entre una realidad urbana con su traza laberntica de
callejuelas y plazas y el jardn ilusorio, ordenado y simtrico,
intencionalmente laberntico para ser fiel a la realidad que duplica. Sin
embargo, la lectura puede hacerse en ambos sentidos y cualquiera de
los dos lados puede ser realidad o ilusin reflejada en el todo ciudad-
villa-jardines.
De este modo, la simetra se asimila conceptualmente a la imagen del
laberinto (no se puede negar la simetra como instancia de reflejo) y
cobra vida propia a travs de diseos puntuales en los jardines; como
tales los vemos en la Villa dEste en Tivoli (1550) o, ms tarde en
Schnbornschlosser (1726) hasta llegar a principios del siglo XIX con la
reflexin de Karl F. Schinkel quien propona la ciudad como foro del
pensamiento la razn- y el jardn como imagen de la ciudad el
sentimiento-.
. . .
-
7/31/2019 Express. Arquitectura Literatura y Ciudad, Juan Carlos Prgolis
31/122
31
El signo grfico del laberinto puede representar una planta circular o
cuadrada, que muestra siempre un complejo de recorridos, uno de los
cuales conduce desde el exterior hasta el centro. La forma cuadrada es
la ms antigua, est documentada sobre una tablilla micnica de Pilos,
reaparece ms tarde sobre una teja de la Acrpolis de Atenas y luego en
varias monedas de Cnossos y del Atica. La forma circular aparece por
primera vez en la cultura etrusco-itlica de Tagliatella y luego en una
moneda (tambin de Cnossos) del siglo III a.C. ...
... en el centro de cualquier laberinto se encierra una verdad.
. . .
La verdad se revela progresivamente. Acceder a la Verdad a travs de un
recorrido fue objetivo, a la vez que expresin, de los primeros cristianos
en cuyas baslicas el eje entrada-altar simbolizaba el camino entre el
mundo terrenal exterior y el mundo celestial interior que el fiel deba
recorrer pausadamente, solo y observado desde la distancia por las
impersonales columnas que flanquean la nave del templo. En estos
edificios el recorrido no es laberntico, es una tensin recta, direccional
y rtmica; los meandros que anteceden a la Verdad estn en el fiel, en
su laberinto ntimo de acceso a la Revelacin.
Ludovico Quaroni compara la estructura de la Ciudad Prohibida de
Pekn con las llamadas cajas chinas que se ubican unas dentro de
otras en largas secuencias o sea, un conjunto de espacios concntricos,
cercados, colocados tambin unos dentro de otros, para determinar a lo
largo de un recorrido axial, una sucesin de perspectivas centrales.
Atravesando la puerta de un recinto se encuentra un espacio nuevo,
ms pequeo pero ms interesante, que se deja atrs para entrar en
otro mbito an menor pero ms atractivo. La jerarqua de valores
selecciona los espacios en el tiempo, juntndolos en precisas
-
7/31/2019 Express. Arquitectura Literatura y Ciudad, Juan Carlos Prgolis
32/122
32
secuencias, dosificadas y rtmicas. La Ciudad Prohibida de Pekn que
encierra al Palacio Imperial, est precedida por la Ciudad China y
rodeada por la Ciudad Trtara.
Angkor Vat en Camboya y Madura en la India son ciudades-santuario;
la primera es una composicin regular y controlada que constituye un
enorme monumento budista cuyas partes funcionales se pierden entre
una decoracin que compite con la exuberancia de la selva que las
rodea. La segunda es una composicin espontnea de prticos y
piscinas, dispuestos en torno a un santuario hind, encerrados en un
primer cinturn de murallas en los que los gopuram suceden a las
puertas, luego un segundo cinturn protege a las nuevas
construcciones agregadas y as, sucesivamente, en una serie
homognea de reas crecientes en dimensiones y riqueza de las torres.
La misma estructura cerrada, unitaria y de lectura laberntica de los
santuarios-ciudad, la tienen algunas ciudades-palacio, como la que
construy la dinasta aquemnida en la llanura de Perspolis. En este
conjunto, la sucesin de apadanas, salas con columnas, escaleras
menores y habitaciones se modulan a partir de la geometra del
cuadrado como forma generadora. Sin embargo, la falta de ejes
ordenadores dominantes en la composicin y la arbitraria disposicin
de los mdulos, producen la desorientacin propia de la imagen
laberntica.
. . .
En el mundo romano, el laberinto est presente en un grafismo
pompeyano y en muchos mosaicos de piso en Italia, Espaa, las Galias
y en Africa del Norte. La forma ms frecuente en estos pavimentos es el
laberinto cuadrado. Ms tarde, el signo fue acogido por el arte
paleocristiano, el ejemplo ms antiguo es el mosaico de la baslica de
-
7/31/2019 Express. Arquitectura Literatura y Ciudad, Juan Carlos Prgolis
33/122
33
San Reparato en Orlansville, Tnez, hacia el ao 328. En las alegoras
cristianas del alto medioevo, el laberinto simbolizaba las pruebas que el
devoto debe afrontar antes de alcanzar la Jerusaln celestial...
...un laberinto es una imagen de muchas imgenes.
. . .
Desde este punto de vista, el laberinto se asocia con la idea de caos,
aunque su expresin formal busque una geometra ordenadora y el
signo que lo representa ya sea cuadrado o circular- se convierta en
una imagen cerrada y de fcil lectura.
Para entender el laberinto como expresin del caos, debemos atenernos
a dos consideraciones: la primera, entender que el caos se manifiesta en
el interior del sistema, en cada uno de los recorridos errticos, en tanto
que solamente una alternativa (la que conduce al destino y no es
manifestacin catica sino ordenada), escapara a esta pauta.
De este modo, un laberinto no es cualquier recorrido o situacin
tortuosa e inconclusa: es la evidencia simultnea de varias alternativas,
de las cuales slo una culmina felizmente. As, el caos se expresa ms
en la multiplicidad de posibilidades que en el colapso o falla de la
mayora de ellas. El laberinto plantea una escogencia entre una gama
de alternativas similares y es tambin en esa homogeneidad de la oferta
donde se genera la situacin catica.
Algo similar ocurre en la arquitectura, cuando la obra ofrece mltiples
lecturas, entre ellas varias errticas desde el concepto racional de la
significacin arquitectnica. Este sera el caso de algunas obras de
Antoni Gaud como la casa Battl o en especial, las construcciones del
-
7/31/2019 Express. Arquitectura Literatura y Ciudad, Juan Carlos Prgolis
34/122
34
parque Gell, en las cuales la posibilidad de significaciones metafricas
ofrecen alternativas fallidas para la comprensin de la obra.
En el edificio de la Lwengasse, en Viena, obra del pintor
F.Hundertwasser existe una cantidad tan grande de elementos,
lenguajes, formas y vegetacin, de equivalente jerarqua sgnica, que
resulta imposible involucrarlos en una nica lnea de lectura; all
siempre se produce la sensacin de haber accedido a la comprensin de
la obra por el camino equivocado. El laberinto que aparece en el proceso
de comprensin y significacin de las formas adquiere una dimensin
mayor que la complejidad ofrecida por la obra misma.
La segunda consideracin que debemos hacer para entender al
laberinto como expresin del caos, se refiere a la dimensin temporal.
Considerado en la imagen borgiana, el laberinto propone una infinitud;
sin embargo nuestra percepciny comprensin- parcial de esa escala,
limita la observacin a un perodo o fragmento del todo que se
considera como una estructura de comportamiento estable. La
repeticin de situaciones indiferenciadas jerrquicamente, produce una
monotona de particular ritmo en la cual la duda subyace como
detonadora del caos.
Este es un caso particular de secuencia rtmica, a la vez que expectativa
ante la incertidumbre que sugiere que el tiempo y la forma pueden
romperse en cualquier momento. En esta observacin, la indefinicin
temporal en las formas arquitectnicas implicara una alternativa de
origen laberntico, como la situacin planteada en los edificios con
curtain-wall de Mies van der Rohe en la dcada de 1950. Los bloques
del conjunto de Lake Shore Drive en Chicago o el Seagram en nueva
York se expresan en fachada como fragmentos indiferenciados de una
textura aparentemente infinita, en los que intencionalmente el
-
7/31/2019 Express. Arquitectura Literatura y Ciudad, Juan Carlos Prgolis
35/122
35
arquitecto no enfatiz los remates ni las aristas para acentuar esa
infinitud opuesta a una tradicin arquitectnica que siempre busc la
imagen del edificio contenido entre lmites.
. . .
En las iglesas francesas e italianas de la plena Edad media, el laberinto
(llamado Ddalus en esa poca) se repite con cierta frecuencia como
tema decorativo; y en determinados ambientes alcanza un valor
esotrico en relacin con su naturaleza inicitica. A partir de las siglos
XV y XVI, el laberinto fue adoptado por los diseadores de jardines que
realizaron laberintos con recorridos entre arbustos. Por lo menos en la
disposicin de los primeros jardines existi una connotacin esotrica
enmarcada en la simbologa del Humanismo...
... el laberinto est en cada uno de nosotros.
. . .
En la dualidad entre el mundo de la razn y el mundo del sentimiento,
el concepto de laberinto pertenece al segundo. La razn, circunstancia
de una sola variable es lineal. Pero los meandros de la esfera del sentir
son resultado de muchas variables simultneas (algunas inmanejables)
que se expresan en la imagen laberntica. Quizs por ese motivo, en la
arquitectura utpica, que es expresin del pensamiento racional, no
encontramos espacios labernticos sino regularidad y orden.
Desde la Isla de Toms Moro hasta el Movimiento Moderno en
arquitectura, la razn acompa a la utopa en su contenido social y en
el camino hacia las formas puras y recibi de la psicologa
fenomenolgica (bsicamente de la escuela de Graz) el aporte terico de
la univalencia de las percepciones y del proceso de significacin
-
7/31/2019 Express. Arquitectura Literatura y Ciudad, Juan Carlos Prgolis
36/122
36
racional fundamentado en la descomposicin del todo en sus partes. Ni
el arte cubista de las Vanguardias, ni la arquitectura moderna, ambos
expresiones de ese aporte terico, plantean laberintos: la razn los
explica o nos acompaa en el proceso de comprensin.
Contrario a la dispersin y a la individualidad de las formas en la
urbanstica moderna, la ciudad vista por el gran maestro de la imagen
laberntica, Gian Battista Piranesi, es un tejido de elementos continuos,
sin jerarqua en la organizacin y sin relaciones definidas entre los
monumentos; son imgenes del sentimiento y como tales, lo son
tambin de la fantasa: expresan la contraparte de la utopa y en ellas
no hay arquitectura del objeto, del edificio como entidad autnoma y
perfecta, sino el laberinto onrico de formas urbanas que se desvanecen
y entremezclan, quiz muy cercano no como imgenes sino como
contenido subyacente- a esa ciudad que cada uno de nosotros lleva por
dentro. Una ciudad-sentimiento en la que la trama urbana real se
pierde para dar lugar a otra trama virtual, producto de nuestras
significaciones, emociones, recuerdos, presente, espacios y vivencias
que conforman una ciudad laberntica, que no por imaginada es menos
real.
BORGES Y LA ARQUITECTURALOS LABERINTOS DE BORGES EN EL ENSAYO DE
CRISTINA GRAU
Cristina Grau es arquitecta y profesora de la escuela de Arquitectura de
la Universidad Politcnica de Valencia, Espaa. Con esa ptica sondea
la idea del espacio y la presencia de la arquitectura en la obra de Jorge
Luis Borges. Como era de esperarse ya que nos ha ocurrido a casi
todos los arquitectos- el anlisis de Cristina Grau se origina en las
imgenes de laberintos que el escritor propone en su obra.
-
7/31/2019 Express. Arquitectura Literatura y Ciudad, Juan Carlos Prgolis
37/122
37
La reflexin sobre el laberinto lleva a la autora a plantearse la relacin
entre espacio literario y espacio de la realidad. Pero esta confrontacin
deja por fuera otra observacin, que de haberse hecho hubiera
cambiado, quizs, el tono del ensayo: por qu a los arquitectos nos
cuesta tanto asumir como real el espacio narrado?
Con la misma tranquilidad con que describimos y explicamos una obra
arquitectnica construida, a diario encontramos en textos y revistas de
arquitectura el anlisis de proyectos no construidos... esto es, reflexin
y crtica sobre la espacialidad a partir de planos y dibujos. Esta
arquitectura no construida, pero s dibujada, puede ser tan real o irreal
como la descrita en la literatura. Pero es evidente que para el
arquitecto, el dibujo como sistema de codificacin del espacio implica
realidad, la narracin en cambio, expresa irrealidad.
Con la formacin arquitectnica, Cristina Grau se interna, ordenada
mental y metodolgicamente en los laberintos de Borges. As, el ensayo
adquiere un fuerte tono acadmico, una innegable connotacin de
discusin de facultad de arquitectura y el carcter de resultado de
una cuidadosa y estructurada investigacin. Tal vez muchos, aun
siendo arquitectos, disfrutemos ms perdindonos en la realidad de los
laberintos de Borges que en la irrealidad del ordenado anlisis que
busca explicarlos.
La autora inicia el recorrido por los espacios borgianos a partir de los
primeros poemas, publicados en Espaa antes de su regreso a Buenos
Aires en 1921. All encuentra referencias a Madrid, Sevilla y Palma de
Mallorca, al mar y a la catedral de palma, como un barco que puja por
romper las mil amarras y aqu hay un logro metodolgico en la
investigacin, ya que estos poemasquizs no tan difundidos- dieron a
Cristina Grau una base para entender las imgenes que Borges
-
7/31/2019 Express. Arquitectura Literatura y Ciudad, Juan Carlos Prgolis
38/122
38
confronta al volver a su ciudad, una ciudad casi desconocida, distinta
tambin de la que idealizara en el recuerdo...
Realmente, el Buenos Aires de Borges es ms Borges que Buenos Aires,
aunque no por ello sea menos real. Como todas las ciudades, tambin
Buenos Aires es muchas ciudades a la vez. Una de esas es la de Borges,
asumida e interiorizada por los porteos, fcil de ver con un mnimo
esfuerzo all donde no existe y quizs, tampoco existi.
Pero Buenos Aires, pese a los millones de destinos individuales que lo
abarrotan, permanecer desierto y sin voz, mientras algn smbolo no
lo pueble... y fue Borges, quien dijo esa frase, quien invent el smbolo
que para muchos hoy puebla Buenos Aires, porque la ciudad est en
m como un poema/ que an no han logrado detener las palabras (del
poema Vanielocuencia) y tambin: Yo soy el nico espectador de esta
calle/ si dejara de verla se morira (del poema Caminata).
Grau analiza estas y otras imgenes, quizs con mayor rigor que
emocin, por eso concluye diciendo que la ciudad de Fervor de Buenos
Aireses como esos libros de arquitectura en los que el fotgrafo, en un
exceso de celo, aparta todo lo que estorba, muebles y personas, para
que el lector no pierda ningn detalle. El resultado es tan asptico, tan
impersonal, que se hace imposible localizar las imgenes; ponerle
nombres a las cosas, pies a las fotos.
Como todas las ciudades, Buenos Aires es una suma de ancdotas,
rincones, detalles, alucinaciones y fantasas. Entrar a una ciudad, ya
sea narrada, dibujada o construida, abiertos a la emocin, nos acerca a
otra realidad, a esa que no siempre la ciudad deja ver...
Mi patria Buenos Aires- no es el dilatado mito geogrfico que esas dos
palabras sealan; es mi casa, los barrios amigables, y juntamente con
-
7/31/2019 Express. Arquitectura Literatura y Ciudad, Juan Carlos Prgolis
39/122
39
esas calles y retiros, que son querida devocin de mi tiempo, lo que en
ellas supe de amor, de penas, de dudas.
Vale la pena leer con detenimiento este primer captulo del libro de
Cristina Grau, donde se sealan muchas, muchsimas referencias a la
arquitectura y a la ciudad. La secuencia cronolgica de los ejemplos
escogidos por la autora permite entender parte de la historia de Buenos
Aires, la ciudad difcil y cambiante, de spera poesa, a la vez que
descubrir el Buenos Aires de Borges, el de los barrios amigables y la
periferia maleva, que pudo o no haber existido, pero que est all,
materializndose en los textos tanto como el otro Buenos Aires se
materializa a orillas del Ro de la Plata.
El resto del libro se dedica a los laberintos, la imagen espacial de mayor
relevancia en la obra de Borges, a la vez que la ms inquietante para el
lector: Cristina Grau los asocia con Kafka y observa dos modos de
expresar la identidad laberntica en los relatos: como estructura del
texto (argumentos que contienen otros argumentos, secuencias
recurrentes, etc.) y como figura que forma parte del contenido de la
narracin.
La autora se introduce en el mundo de los laberintos tratando de
descifrarlos, transformando en dibujos las narraciones de Borges. As
descubre sucesiones de espacios por adicin: El universo (que otros
llaman la Biblioteca) se compone de un nmero indefinido, y tal vez
infinito, de galeras hexagonales, con vastos pozos de ventilacin en el
medio, cercados por barandas bajsimas. Desde cualquier hexgono se
ven los pisos inferiores y superiores interminablemente. La distribucin
de las galeras es invariable....
-
7/31/2019 Express. Arquitectura Literatura y Ciudad, Juan Carlos Prgolis
40/122
40
Logra representarlo y por supuesto, quitar la magia que la narracin
encierra, al suponer que es sencillamente la uniformidad espacial lo que
impide la orientacin del lector.
Se trata, sin duda, de un excelente ejercicio acadmico que le pone
razn a la fantasa, concretndola en dibujos y planos el cdigo de
expresin ms inmediato en las facultades de arquitectura- pero que
cae como un roco qumico desfoliando los rboles del bosque de la
fantasa...
Es mucho ms feliz el resultado del anlisis de los laberintos de las
duplicaciones y simetras y de los laberintos de va nica (captulos III y
IV). El primero con la referencia a los espejos: Yo conoc de chico ese
horror de una duplicacin o multiplicacin espectral de la realidad, pero
ante los grandes espejos. Su infalible y continuo funcionamiento, su
persecucin de mis actos, su pantomima csmica, eran sobrenaturales
desde que anocheca... (de El hacedor) o La tierra que habitamos es un
error, una incompetente parodia. Los espejos y la paternidad son
abominables porque la multiplican y la afirman (en Historia universal de
la infamia).
En el captulo IV, el laberinto de va nica es observado como el
resultado de adiciones o subdivisiones infinitas: Alguien me dijo: no
has despertado a la vigilia sino a un sueo anterior. Ese sueo est
dentro de otro y as hasta lo infinito, que es el nmero de los granos de
arena. El camino que habrs de desandar es interminable y morirs
antes de haber despertado realmente.
El captulo V, La ciudad como laberinto, aparece como el ms
atractivo del libro, tal vez por el juego que la autora realiza entre las
imgenes de Borges y las de Piranesi, entre textos y dibujos. Toma como
ejemplos las Carceri dinvenzione y el cuento La ciudad de los
-
7/31/2019 Express. Arquitectura Literatura y Ciudad, Juan Carlos Prgolis
41/122
41
inmortales e incluso conduce una entrevista con el escritor hacia el
tema del cementerio de la Recoleta en Buenos Aires y descubre el
recinto que hay por detrs de la portada neoclsica, esa pequea ciudad
de los muertos, que si se hace una abstraccin de la escala, tiene
grandes coincidencias con la ciudad que Borges describe en el cuento El
inmortal. As, parece cerrarse un ciclo, que comenz con las imgenes
del Buenos Aires de Borges para terminar con las imgenes del Buenos
Aires real.
Una lectura especial merecen las conversaciones entre Borges y Cristina
Grau, transcritas en el libro. All el escritor habla de la arquitectura y
de la ciudad, de Frank Lloyd Wright y del Palacio de Cnossos en Creta,
desde su percepcin de no-vidente. Ese espacio, mezcla de presente y
de recuerdos, donde las duplicaciones y las simetras articulan en la
mente todo aquello que la visin niega.
Grau, Cristina: Borges y la arquitectura
Ediciones Ctedra. Madrid 1989.189 pginas
LA TRAZA
El plano de La Plata es una rplica del Universo. Esa verdad
que subyace en la geometra del cuadrado, en la exacta
disposicin de las diagonales, en el nfasis en el punto
central y las simetras, la desconocen los platenses, aunque
intuyan o sospechen que hay algo ms all del simple trazado
de la ciudad.
No quiero entrar en los detalles que me condujeron a esa
conclusin que explica, en parte, la relacin de los platenses
-
7/31/2019 Express. Arquitectura Literatura y Ciudad, Juan Carlos Prgolis
42/122
42
con su ciudad y, en especial, la preocupacin que
compartimos- por el estudio de la traza. Creo tambin, que
los fundadores de la ciudad no llegaron a esa solucinmirando hacia arriba, sino observando cuidadosamente hacia
abajo, reflexionando sobre estructuras mucho ms pequeas
que son reflejos de una misma (y nica) estructura que se
repite infinitamente. La Plata es un paso intermedio en un
continuo sin origen ni final, pero lo que cambie en La Plata
deber inevitablemente cambiarse arriba y abajo paramantener el orden de algo que no comienza ni termina.
Me preocupa que alguna alucinada voluntad urbanstica
quiera alterar la precisa traza platense, romper un equilibrio
del cual la ciudad es solamente una instancia, un momento.
Nadie sabr nunca cuntas estrellas se apagaron por la intilapertura de la Plaza Italia, ni se conocern los desrdenes
que a modo de locos istopos (o en el confn del Universo)
producen las arbitrarias urbanizaciones en la periferia de la
ciudad.
A veces me pregunto si habr un anverso de La Plata, unaciudad invertida y exacta, como el otro lado de una misma
hoja, que refleje la continuidad hacia abajo as como esta La
Plata reflejaaparentemente- la continuidad hacia arriba.
LAS SOMBRAS DE LA CALLE 53
-
7/31/2019 Express. Arquitectura Literatura y Ciudad, Juan Carlos Prgolis
43/122
43
Ayer pensaba que en tus recorridos cotidianos por La Plata,
poco tienes que caminar por la calle 53 entre 7 y 12; sin
embargo, vale la pena hacerlo. Las sombras que proyectan enel piso los rboles de la calle 53 en ese tramo- son huecos
profundos y negros, aunque nunca nadie haya cado dentro
de ellos. Si miras con cuidado en su interior, unos minutos
antes del medioda, vers cosas asombrosas.
Me deca un amigo, que all cada uno ve lo que quiere ver; yoen cambio, creo que vemos todo aquello que el mundo (no se
por qu razn) no se atreve, no quiere o no puede mostrar en
la superficie. Este mundo tiene, sin duda, mucho ms de lo
que nos muestra en su ordenada cronologa.
Hay quienes afirman que a travs de esas sombras ven a susmuertos queridos, todos juntos, en lugares y momentos que
jams pudieron compartir. Yo una vez vi, llegando a calle 11,
en la mancha negra que proyectaba una rama de tilo apenas
florecida, el eterno pasar de una misma pareja por una
misma esquina (que reconoc en Plaza Rocha) como si el disco
del tiempo se hubiera rayado y sonara siempre la mismaimagen. El tiempo no existe ms all de la sombra.
Ese da busquinfructuosamente- mis huellas en el patio de
la Escuela N 2 o en las galeras del segundo piso del Colegio
Nacional, pero la mancha negra me mostr otras huellas, que
-
7/31/2019 Express. Arquitectura Literatura y Ciudad, Juan Carlos Prgolis
44/122
44
no entend, en otros patios y en otras galeras que ahora
estoy pisando y recin ahora entiendo.
No quieras explicarte lo que all veas, aunque tengas la
certeza de que es parte de tu vida: el tiempo se confunde en el
fondo de las sombras de los rboles de la calle 53.
UN REFLEJO
Siempre me inquiet esa extraa posibilidad que ofrece el
Observatorio Astronmico del Bosque, con sus telescopios
para mirar las estrellas y con las profundas sondas de sus
sismgrafos que permiten escucharo ver- lo que pasa en el
interior de la tierra.
Visitar el Observatorio era como pisar un umbral en medio de
dos infinitudes y as lo senta cuando caminaba entre las
pequeas construcciones neoclsicas, con balaustradas y
columnas, abiertas al bosque de eucaliptus, al universo de
los astros y a las entraas del planeta.
En uno de esos edificitos perdidos entre los rboles, detrs de
la cpula enana del llamado Buscacometas hay una puerta
metlica, ya oxidada y cubierta de yuyos en mis aos de
adolescencia. All nace una escalera, que con signos de poco
uso, desciende algunos escalones. Despus de varios
intentos, una tarde hmeda, otoal, baj hasta encontrar, al
-
7/31/2019 Express. Arquitectura Literatura y Ciudad, Juan Carlos Prgolis
45/122
45
final, otra puerta igual a la que haba dejado atrs, que se
abra (con el mismo xido y el mismo pastizal) en una
idntica fachada blanca frente a otro bosque de eucaliptusigual, humedecido por la tarde de otoo.
Algo me decepcion; el Observatorio ya no era como un
umbral mgico entre dos firmamentos, sino como una
maqueta apoyada sobre un espejo que separa (o une) dos
escenas iguales.
Cuando baj la segunda vez, llev un pedazo de ladrillo para
escribir, como testimonio de mi aventura, mi nombre en la
pared que enfrentaba al mundo del otro lado. Pero algo no
estaba bien, una imperceptible diferencia me intranquilizaba.
Tard mucho rato en darme cuenta que all yo era zurdo yque el otro lado es solamente un reflejo, una ilusin, como las
estrellas o las vsceras de la tierra...
Esa sensacin de estar pegado a una estrecha capa de
realidad entre dos mundos ilusorios me alej para siempre
del Observatorio, de sus telescopios y de esa puerta quequizs no deb abrir jams, para mantener la fantasa de los
astros en el cielo y las incgnitas subterrneas que enmarcan
y agrandan nuestra estrecha realidad.
No vayas al Observatorio, pero si lo haces, ve a mirar hacia lo
lejos, evita abrir puertas cotidianas.
-
7/31/2019 Express. Arquitectura Literatura y Ciudad, Juan Carlos Prgolis
46/122
46
Piranesi: Crceles
Laberintos en los jardines de la Villa dEste, Roma. El laberinto por repeticin: imagende la biblioteca de Babel a partir del cuento de Borges (Cristina Grau)
3
SILENCIOS
Recorrer un plano arquitectnico con la vista, imaginar un espacio,
recrearloo crearlo- en el pensamiento, son actividades del silencio. Ese
silencio de las formas, cuyos inaudibles bajos parecen resonar
golpeando nuestro interior.
Porque la actividad comunicante de las formas (y por ello de la
arquitectura) excluye el sonido, aunque nos da a entender que deriva de
-
7/31/2019 Express. Arquitectura Literatura y Ciudad, Juan Carlos Prgolis
47/122
47
l. Quizs por esto, el dilogo que mantenemos con el espacio
arquitectnico es una experiencia personal, ntima, un contacto entre
formas que emiten su silencioso mensaje y nuestro yo ms profundo.
Por ese motivo, enfatizar el silencio de los muros (que son la piel de la
arquitectura) crea distancias en la comunicacin, ya que al espacio lo
entendemos por los lmites que lo contienen: membranas, bordes, piel o
muros que lo definen.
La idea del espacio sin lmites escapa a nuestra capacidad comprensiva,
que elementalmente se basa en la identidad denotativa de las formas,
en su geometra silenciosa que intuimos como protectora de un
misterio. Reforzar de algn modo ese silencio es exponer crudamente el
misterio que se oculta en las formas, ms all de su comprensin, ms
all de la realidad, exigiendo una excusa a la razn, as como tratamos
de explicar o justificar las imgenes de Giorgio de Chirico en la irreal
dimensin del mundo onrico.
En El regreso del poeta (1911) o en Musas inquietantes (1916), de
Chirico exalta el silencio de una arquitectura no comunicante y lo hace
desnudando las formas hasta mostrar el misterio que subyace en su
interior. De este modo se rompe cualquier relacin entre las imgenes
(arquitectnicas o antropomorfas) de la composicin y entre stas y
nosotros : la comunicacin se interrumpe y el callado mensaje de cada
forma descontextualizada se encierra en un Silencio an mayor, ms de
lo que la razn admite...
Observando la obra de de Chirico, podemos concluir que los sonidos de
la arquitectura provienen de su relacin con el contexto. As, el castillo
de Ferrara que aparece como teln de fondo en Musas inquietantes
agrega al mutismo de su forma el hermetismo consecuente de su
imposibilidad de relacin con el medio en que aparece inserto en la
-
7/31/2019 Express. Arquitectura Literatura y Ciudad, Juan Carlos Prgolis
48/122
48
obra. Del mismo modo se apagan los sonidos del tren que se insina en
el primer plano de El regreso del poeta, como si el hermetismo de las
imgenes absorbiera cualquier posible sonido.
Cuanto ms pura es la forma, ms fcilmente deja entrever el misterio
de su geometra y resulta, por lo tanto, ms silenciosa. No nos extraa,
entonces, la dificultad para entender el significado de la arquitectura
moderna entre algunos crticos y tericos posmodernos de las dcadas
de 1970 y 1980, que ingenuamente confundan significaciones con
estridentes metforas o con sonoras reminiscencias.
Por ser el final de un proceso de bsqueda de las formas puras, iniciado
en el Neoclasicismo, el Movimiento Moderno termin de liberar la
esencia (el Misterio) de las formas de la arquitectura, silenciando sus
mensajes connotativos.
Muy cercana a las propuestas de de Chirico, encontramos la frase de Le
Corbusier que define la arquitectura como el juego sabio y correcto de
los volmenes bajo la luz: all no hay seales auditivas, solamente
imgenes visuales de una plstica descarnada conformada por
volmenes sueltos, ajenos a todo contexto y relacionados entre s ms
en la intencin del arquitecto que en la realidad.
Otra posibilidad de hacer nfasis en el silencio de la arquitectura sin
disminuir su capacidad comunicante, se encuentra en el manejo de las
escalas, proporciones y ritmos de los elementos y formas que la
componen. A diferencia de la presentacin rotunda y descarnada de las
formas puras que evidencian abiertamente el misterio de la geometra,
esta otra actitud ha configurado interesantes ejemplos en la historia de
la arquitectura: en ellos, el dilogo aleja al observador, interponiendo
un teln de serena gravedad que permite insinuar sin mostrar- la
esencia que subyace detrs de las formas. La mezcla de inquietud y
-
7/31/2019 Express. Arquitectura Literatura y Ciudad, Juan Carlos Prgolis
49/122
49
respeto que esta arquitectura silenciosa pero no hermtica produce en
quien la observa les vali, a algunas construcciones, el acceso al
reconocimiento colectivo: los llamados grandes espacios en la historia.
En el Panten de Pars, Soufflot, al combinar elementos de origen griego
y romano logr, con proporciones y secuencias rtmicas un espacio
quieto y callado, que ms que dialogar con el observador, parece
observarlo framente desde la distancia. En la Escuela Espaola de
Equitacin en Viena, la solemnidad del tratamiento del mbito de
presentaciones ecuestres, lograda por medio del lenguaje clsico y la
escala, consigue que el silencio del espacio acalle aun el golpear de los
cascos.
Pero es en el Teatro Olmpico de Palladio, en Vicenza, donde la
arquitectura se convierte en el mejor ejemplo de un testigo silencioso y
distante, capaz de albergar (sin interferir) las escenas de edipo Rey,
obra para la cual fue concebido. Palladio logr, en esta obra, sugerir el
misterio de las formas por medio de una geometra legible bajo el
recubrimiento de todo el repertorio clsico de que dispona en los
ltimos momentos del renacimiento: en el Manierismo.
Todas estas obras tienen un comn denominador: evidencian que el
silencio de la arquitectura deriva del sonido como se sugiere al inicio
de este escrito- y presentan al silencio, no por s mismo, sino por una
notable y emocionante ausencia de sonido. De esta manera, el cdigo
del mensaje arquitectnico no sufre interferencias ni desvirta su
calidad de sistema visual, aunque comparta rasgos, trminos y
situaciones con los sistemas auditivos; pero su esencia reside en el
silencio de las formas.
A esos ejemplos podramos agregar obras de Robert Adam, de Ledoux,
Weinbrenner, Boulle y otros maestros neoclsicos, cuya discusin
-
7/31/2019 Express. Arquitectura Literatura y Ciudad, Juan Carlos Prgolis
50/122
50
esttica gir en torno al concepto de sublime como cualidad subjetiva,
contrapuesto al de belleza como cualidad absoluta. En todos esos
arquitectos nos asombra el silencio que emana de sus construcciones,
que a primera vista parecen excesivamente fras aunque generadoras de
intensos estados emocionales en el observador. Qu relacin existe,
entonces, entre estas obras de helado lenguaje arquitectnico y la
emocin que nos provocan?
Es evidente que al hablar de emocin ante el espacio, nos referimos al
estado de nimo o al sentimiento que nos produce una cualidad
subjetiva del mismo. Es decir, a la respuesta a una sugerencia que
aparece ms all de la observacin formal y su interpretacin
denotativa, que como la belleza en el concepto neoclsico, responde a
un absoluto.
Esa cualidad subjetiva proviene del Silencio. No del silencio fsico del
mbito, sino del intencionalmente exaltado silencio de las formas que
permite entrever una punta de su misterio, la grandeza sobrehumana
de la que hablan los tericos neoclsicos: la cualidad sublime que
encierra la perfeccin de las formas
CRNICAS MARCIANASEL SILENCIO DE LAS CIUDADES MARCIANAS EN LA
NOVELA DE RAY BRADBURY
La primera edicin de Crnicas Marcianasde Ray Bradbury apareci en
la dcada de los aos cincuenta, los aos ms importantes para la
literatura de ciencia-ficcin, cuando la euforia de la Segunda Posguerra
comenzaba a diluirse ante los problemas cotidianos de la sociedad;
cuando el hombre descubra otra vez- que ms all de la empresa
-
7/31/2019 Express. Arquitectura Literatura y Ciudad, Juan Carlos Prgolis
51/122
51
comn por la libertad (como denominaron los Aliados a la Segunda
Guerra Mundial), y que ms all de los afanes antitotalitaristas (que
reemplazaron unos totalitarismos por otros) segua siendo el mismo
hombre en su esencia.
La conquista y colonizacin de Marte no difieren, para el autor, de otras
conquistas y colonizaciones anteriores, en la tierra. Por eso, las crnicas
y sus imgenes son nostlgicas y quiz esa sea la respuesta a la
pregunta que se formulara Borges en los ltimos das del otoo de
1954, cuando prologaba el libro: Qu ha hecho este hombre de Illinois
Bradbury- para que episodios de la conquista de otro planeta me
llenen de terror y de soledad? Bradbury ha puesto, dice Borges, sus
largos domingos vacos, su tedio americano, su soledad...
Hay tres tipos de ciudades en el libro: las ciudades marcianas, las
terrestres y las que los terrestres construyen en Marte. De las primeras,
Bradbury slo nos deja entrever un modo de vida ideal, casi sin
descripciones fsicas: sobre ellas hablar ms tarde, cuando estn
deshabitadas, vacas y abandonadas; cuando sean territorio de la
nostalgia.
Las ciudades terrestres, o mejor dicho: la vida en las ciudades terrestres
es terrible (tambin por ello el hombre busca una nueva vida en Marte);
son ciudades grises y speras, el ambiente para toda la mezquindad del
pensamiento humano, para la angustia, la represin, la monotona y el
miedo. Ms que descripciones de ciudades terrestres (ciudades
norteamericanas) Bradbury sugiere atmsferas, contextos: excepto
cuando interviene la nostalgia ante el inminente viaje; entonces
aparecen lugares, imgenes, esquinas y rboles vistos con los ojos de
una partida, idealizada como si no fuera posible el retorno...
-
7/31/2019 Express. Arquitectura Literatura y Ciudad, Juan Carlos Prgolis
52/122
52
Tambin son terribles las ciudades que los hombres construyen en
Marte, ciudades provisionales, de urgencia, en las que ni siquiera los
nombres demuestran entusiasmo ante la empresa colonizadora: Ciudad
Aluminio, Aldea Elctrica, Detroit II... Afortunadamente para Marte
como entidad y como lugar- duran poco ya que sus materiales son
burdos, perecederos y ante una nueva guerra en la Tierra, los
colonizadores regresarn enloquecidos de patriotismo, olvidando la
aventura-juego en Marte; regresarn de un lugar donde siempre
estuvieron de paso, en trnsito y con ese sentimiento hicieron las
ciudades, regresarn a incinerarse en el holocausto de una guerra, la
ltima. La vida cotidiana de los marcianos aparece ajena a la ciudad,
pero sta existe, cercana, como se puede leer en los ltimos captulos
del libro.
La primera expedicin terrestre sucumbe fcilmente ya que es
anticipada en los incomprensibles sueos de las mujeres de Marte. La
segunda, recorre diversas casas tratando de hacerse or, explicar su
exitoso viaje desde la Tierra y recibir los consecuentes honores, hasta
terminar encerrados en un manicomio, celebrados por los locos. En este
recorrido de casa en casa no se ve la ciudad: es un espacio similar al de
algunos suburbios con casas dispersas en las ciudades
norteamericanas.
El xito corresponde a la cuarta tentativa, cuando los marcianos ya
haban muerto por los virus de varicela que llevaron las tres primeras
expediciones; ahora s, los conquistadores pudieron conocer las
maravillosas ciudades marcianas: A la tarde siguiente, Parkhill se
dedic a hacer ejercicios de tiro al blanco en una de las ciudades
muertas, rompiendo los crist
top related