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Post on 15-Jan-2015

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Estén ceñidos vuestros lomos y vuestras lámparas encendidas, y sed como los hombres que esperan a que su señor

vuelva de la boda, para que, en cuento llegue y llame, al instante le abran. (Lc 12, 35-40)

Nuestras palabras más sonoras no pueden enmascarar la dureza de la vida

para quien la soporta con dolor y con rabia.

Pero es preciso vivir vigilantes para atisbar las posibilidades de renovación que se nos pueden presentar.

El relato evangélico de hoy se abre con una de las declaraciones más bellas de Jesús:

(Lc 12,32-34)

Era pequeño cuando él lo eligió,

era pequeño cuando se redactó este relato,

y será siempre pequeño a lo largo de la historia.

Era pequeño cuando él lo eligió,

era pequeño cuando se redactó este relato,

y será siempre pequeño a lo largo de la historia.

Pero sabe que ha sido admitido por el Padre en su Reino.

“donde está nuestro tesoro allí está nuestro corazón”.

Esta observación, se convierte en exhortación para elegir el tesoro verdadero

que ha de atraer nuestros afectos.

“Estad preparados”

El libro de la Sabiduría recuerda cómo los hebreos se prepararon para la noche de su liberación.

El cristiano sabe que las obras del amor constituyen la verdadera preparación para acoger al Señor de la historia.

Hay mil ocupaciones que absorben

nuestra atención.

La realidad nos distrae de lo más importante.

Vigilar es mantenerse sobrios y despiertos.

Estar atentos a “la hora” del Señor

es la primera exigencia de la esperanza cristiana.

“Viene el Hijo del hombre”

Señor Jesús, danos tu Espíritu para que nos ayude a descubrir los signos de los tiempos que nos anuncian el tiempo de tu llegada y la consumación de tu Reino. Amén.

Texto: José Román Flecha Andrés PALABRA DEL SEÑOR –Salamanca -

Presentación: Antonia Castro PaneroMúsica: Moon Over Cairo

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